martes, 5 de abril de 2016

Sobre el estilo del Manifiesto Comunista. Umberto Eco (1932-2016)

No se puede sostener que algunas hermosas páginas puedan cambiar el mundo por sí solas. Toda la obra de Dante no consiguió devolverles un emperador sacro romano romano a los municipios italianos. No obstante, al recordar el texto que fue el Manifiesto del Partido Comunista de 1848, y que, ciertamente, ha influido largamente en los acontecimientos de dos siglos, creo que hay que releerlo desde el punto de vista de su calidad literaria o, al menos –aunque no se lea en alemán-, de su extraordinaria estructura retórico-argumentativa. En 1971 apareció el librito de un autor venezolano, Ludovico Silva, El estilo literario de Marx, publicado en italiano en 1973 por Bompiani. Creo que ya no se puede encontrar y valdría la pena reeditarlo. Refiriéndose a la historia de la formación literaria de Marx (pocos saben que también escribió poemas, bien que malísimos, en opinión de los pocos que los han leído), Silva analizó minuciosamente toda la obra de Marx. Curiosamente, dedicó sólo unas pocas líneas al Manifesto, tal vez porque no es una obra estrictamente personal. Es una lástima: se trata de un texto formidable, que alterna tonos apocalípticos e ironía, lemas eficaces y explicaciones claras, y (si realmente la sociedad capitalista quiere vengarse de las molestias que estas páginas no muy numerosas le han causado) tendría hoy que analizarse religiosamente en las escuelas publicitarias.

Comienza con un formidable golpe de timbal, como la Quinta Sinfonía de Beethoven: "Un fantasma recorre Europa" (no olvidemos que estamos todavía cerca del florecimiento preromántico y romántico de la novela gótica, y los espectros son entidades que hay que tomarse en serio). Sigue justo después una historia a vuelo de águila de las luchas sociales, desde la antigua Roma hasta el nacimiento y desarrollo de la burguesía, y las páginas dedicadas a las conquistas de esta nueva clase "revolucionaria" constituyen su poema fundador, todavía válido para quienes apoyan el liberalismo. Se ve (quiero decir exactamente "se ve", en sentido casi cinematográfico) esta nueva fuerza irrefrenable que, impulsada por la necesidad de nuevas salidas para sus mercancías, recorre todo el orbe terráqueo (y, a mi entender, aquí el hebreo y mesiánico Marx piensa en el inicio del Génesis), altera y transforma países lejanos porque los bajos precios de sus productos son una especie de artillería pesada con la que bombardea cualquier muralla china, hace capitular a los bárbaros más endurecidos en el odio al extranjero, instaura y desarrolla las ciudades como signo y fundamento de su propio poder, se multinacionaliza, se globaliza, hasta inventa una literatura ya no nacional sino mundial...

Al final de esta apología (que conquista en la medida en que es sincera admiración), llega de improviso el giro dramático: el hechicero se encuentra impotente para dominar les fuerzas subterráneas que ha invocado, el vencedor se ahoga en su propia sobreproducción y cría en su propio seno, de sus mismas entrañas, a sus sepultureros, los proletarios.

Entra ahora en escena esta nueva fuerza que, dividida y confusa en un primer momento, se empecina con furia en la destrucción de las máquinas y es empleada por la burguesía como masa de choque, obligada a luchar contra los enemigos de sus propios enemigos (las monarquías absolutas, la propiedad feudal, los pequeños burgueses), y absorbe gradualmente a parte de los adversarios que la gran burguesía proletariza: artesanos, tenderos, campesinos propietarios. La revuelta se convierte en lucha organizada, los obreros están en contacto recíproco por medio de otro poder que los burgueses han desarrollado en su propio beneficio: las comunicaciones. Y aquí el Manifiesto cita los ferrocarriles, pero piensa también en las nuevas comunicaciones de masas (no olvidemos que Marx y Engels supieron utilizar en La sagrada familia la televisión de la época, es decir, la novela de folletón como modelo de imaginario colectivo, criticando su ideología pero, al mismo tiempo, utilizando lenguaje y situaciones que ésta había popularizado).

En este punto entran en escena los comunistas. Antes de decir de manera programática quiénes son y qué quieren, el Manifiesto (con un movimiento retórico soberbio), se detiene en el punto de vista de la burguesía que les teme y adelanta algunas preguntas aterradoras: ¿Queréis abolir la propiedad privada? ¿Queréis poner en común las mujeres? ¿Queréis abolir la religión, la patria, la familia?

Aquí el juego se vuelve sutil, porque el Manifiesto parece contestar de manera tranquilizadora a todas estas preguntas, como para ablandar al adversario, pero luego, con un movimiento improvisado, le golpea en el plexo solar y consigue el aplauso del público proletario... ¿Queremos abolir la propiedad privada? Pues no, las relaciones de propiedad siempre han objeto de transformación, ¿acaso la Revolución Francesa no abolió la propiedad feudal en favor de la burguesa? ¿Queremos abolir la propiedad privada? Qué bobada, no existe, porque es la propiedad de una décima parte de la población en perjuicio de las otras nueve. ¿Nos acusáis entonces de querer abolir “vuestra” propiedad? Si, es exactamente lo que queremos hacer. ¿La comunidad de las mujeres? Pero, a ver, ¡lo que nosotros queremos es más bien quitarle a la mujer el carácter de instrumento de producción! Pero, ¿queréis de verdad poner en común las mujeres? ¡La comunidad de mujeres la habéis inventado precisamente vosotros, que además de utilizar a vuestras propias esposas, sacáis partido de las de los obreros y como máximo pasatiempo practicáis el arte de seducir a las de vuestros iguales! ¿Destruir la patria? Pero, ¿cómo se le puede quitar a los obreros lo que no tienen? Nosotros queremos más bien que, al triunfar, los proletarios se constituyan como nación...

Y así sucesivamente, hasta esa obra maestra de reticencia que es la respuesta sobre la religión. Se intuye que la respuesta es "queremos destruir esta religión", pero el texto no lo dice: antes de afrontar un tema tan delicado, que pasa por alto, da a entender que todas las transformaciones tienen un precio, pero mejor por ahora no abrir capítulos demasiado candentes...

Sigue luego la parte más doctrinaria, el programa del movimiento, la crítica a los diversos socialismos, pero en este punto el lector ya está fascinado por las páginas anteriores. Y por si la parte doctrinaria resultase demasiado difícil, he aquí el golpe final, dos lemas que cortan la respiración, fáciles de retener en la memoria, destinados (me parece) a una fortuna clamorosa: "Los proletarios no tienen nada que perder [...] salvo sus cadenas" y "¡Proletarios de todos los países, uníos!".

Además de la capacidad ciertamente poética para inventar metáforas memorables, el Manifiesto permanece como una obra maestra de oratoria política (y no sólo eso) que tendría que estudiarse en las escuelas, junto con las Catilinarias y el discurso shakespeariano de Marco Antonio ante el cadáver de César. Porque tampoco ha de excluirse, dada la amplia cultura clásica de Marx, que justamente estos textos los tuviera presentes.

Umberto Eco, Sulla Letteratura (2002). Publicado originalmente en L´Espresso el 8 de enero de 1998, en el 150 aniversario del Manifiesto Comunista.

Umberto Eco (1932-2016) Escritor, semiótico y filósofo, fue catedrático de la Universidad de Bolonia y una de las mayores figuras intelectuales de la Italia de postguerra.

http://www.sinpermiso.info/textos/sobre-el-estilo-del-manifiesto-comunista

La guerra que tocó el corazón americano. Adam Hochschild aborda en un libro el papel de los estadounidenses que lucharon en la contienda civil española. La obra también trata la colaboración de la compañía Texaco con Franco.

Albert Camus escribió que los hombres de su generación tenían a España en el corazón, que allí supieron “que uno puede tener razón y aun así ser golpeado, que algunas veces el coraje no tiene recompensa”. Eso lo aprendieron entre 1936 y 1939, en una guerra civil, la española, que comenzó con un golpe militar contra un Gobierno democrático. Para muchos, era la oportunidad de derrotar al fascismo en la Europa de Hitler y Mussolini.

La mecha prendió más allá de España tras el 18 de julio. Unos 40.000 hombres y mujeres de 52 países acudieron a luchar contra el fascismo en las Brigadas Internacionales. De ellos, 2.800 eran voluntarios estadounidenses, pese a que el presidente Franklin D. Roosevelt decidió no involucrar a EE UU en el conflicto. Más de 700 perdieron la vida, como el comandante Bob Merriman, ejecutado en Gandesa (Tarragona) en 1938. Nunca se encontró su cadáver.

También hubo estadounidenses que colaboraron con Franco, como Torkild Rieber, el presidente de la petrolera Texaco, quien desde su oficina en Nueva York vulneró la ley de neutralidad de su país y envió petróleo a los nacionales.

Madrid se llenó de corresponsales extranjeros. Muchos se alojaban en el Hotel Florida, en el centro de la ciudad, desde donde enviaban sus crónicas. Hemingway comenzó allí su romance con la escritora y periodista Martha Gellhorn, con quien se acabaría casando. Y allí se las tuvo y retuvo con su compatriota y colega John Dos Passos.

Adam Hochschild (Nueva York, 1942) reúne las mil y una historias de los estadounidenses en la Guerra Civil en Spain in Our Hearts, recién publicada en su país y que próximamente se editará en España. Hochschild pone el acento en el idealismo que movió a los jóvenes, la mayoría de ellos comunistas, de la Brigada Lincoln, donde se enrolaron los voluntarios estadounidenses que apoyaron a la República. “Retrasen el reloj a 1936. Había pasado la Gran Depresión en Estados Unidos. En España, el rey había dejado el poder y se habían celebrado elecciones democráticas. Fue visto con entusiasmo en todo el mundo, porque era la época de Hitler y Mussolini”, dijo el autor en la presentación de su obra el pasado jueves en Nueva York.

Parar al fascismo
Los ojos del mundo estaban sobre España. El conflicto mereció cerca de un millar de menciones en la portada de The New York Times durante sus tres años de duración. “Pero los periodistas internacionales tienden a pasar todo el tiempo juntos y escriben las mismas historias porque temen que les reprochen que han leído esta u otra historia en otro medio. Ese es el motivo por el que algunas historias no se contaron, como la colaboración de Texaco con Franco”, apunta.

Rieber ni siquiera le cobró el envío del crudo a los sublevados, algo que el ingeniero Guillem Martínez Molinos descubrió décadas más tarde buceando en los archivos de la antigua Campsa, según relata el libro. Se topó a su vez con la sorpresa de que la red internacional de la petrolera informaba a los franquistas de los tanqueros que iban a proveer a la República para que pudieran atacarlos.

El volumen también aborda el duelo entre los corresponsales de The New York Times. Herbert L. Matthews era el principal designado para cubrir a los republicanos y William P. Carney, su homólogo con los nacionales. El historiador sostiene que ambos simpatizaban con sus respectivos bandos: mientras uno destacaba la muerte de civiles por los bombardeos de Franco y el apoyo de Alemania e Italia, el otro enfatizaba el asesinato de sacerdotes.

De algún modo, también a ellos esa guerra les había tocado el corazón. El último superviviente de la Brigada Lincoln, Delmer Berg, murió en California el 28 de febrero con 100 años. Entre aquellos milicianos que perdieron la guerra estaba Maury Collow, un estudiante neoyorquino que fue a la guerra con 20 años. Tiempo después diría: “Para nosotros nunca se trató de Franco, sino de Hitler. Si el fascismo no se paraba en España, ¿dónde se pararía?”

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/04/03/actualidad/1459650278_430820.html
Rescatan del olvido a las mujeres brigadistas de la Guerra Civil Española. http://economia.elpais.com/economia/2013/06/15/agencias/1371288215_437899.html

Leonardo Padura: “La frase típica cubana es: ‘Esto no es fácil”. El novelista de La Habana describe cómo es el español que se habla en su país.

El novelista de La Habana describe cómo es el español que se habla en su país y cita algunas expresiones propias de la isla.

http://elpais.com/elpais/2016/03/17/videos/1458246879_821172.html

lunes, 4 de abril de 2016

16 cosas que he aprendido enseñando. El profesor español que quedó finalista del Global Teacher Prize nos explica qué cosas ha aprendido de sus alumnos y de su experiencia

1. Que debemos hacernos muchas preguntas. Los alumnos me han hecho preguntas maravillosas. Por ejemplo: "¿Por qué tenemos dobleces en las orejas?". Ellos me han enseñado a admirarme otra vez por lo que nos rodea y a valorar las pequeñas cosas.

2. Que la escuela no es una burbuja. No es solo un lugar donde adquirir conocimientos: en la escuela también se aprende a vivir en sociedad y es el lugar perfecto para ayudar a los padres a educar a sus hijos. Así que el conocimiento es solo una parte: el hacerles conscientes de que somos parte de la sociedad y darles herramientas para ser seres sociales es fundamental.

3. Que debemos sintonizar con el mundo de los niños. No debemos arrastrar a los niños hasta el mundo de los adultos e intentar que piensen como nosotros, porque todavía no han vivido en la adultez. Sin embargo, los adultos sí hemos sido niños, por lo que, para hacernos entender, nosotros tenemos que hacer el viaje hasta su mundo.

4. Que no se trata de cambiar a los niños sino nuestra perspectiva de ellos. En mi libro hablo de un alumno al que descubrí escupiendo en el asiento de mi moto como respuesta a una mala nota. Al año siguiente, me tocó ser su tutor, y le pregunté: "¿Qué es lo que más te gusta?". Me dijo que le gustaba escribir cuentos, así que le pedí que transformara en cuentos las unidades de ciencias, para luego explicarlas a sus compañeros. Finalmente aprobó todo porque su autoestima había aumentado.

5. Que no hay alumnos imposibles. Hay alumnos con los que me ha costado conectar. Curiosamente, son los que más me han enseñado. Creo que muchas veces los abordamos de forma negativa, como reprendiéndoles de antemano: "¿Por qué haces esto?" o "¿Por qué haces aquello?". Es mejor acercarse de forma positiva: "A ti, ¿qué es lo que te gusta hacer? ¿Qué puedes enseñar a los demás?".

6. Que podemos cambiar la competitividad por la cooperación. Dedico los primeros días de clase a hablar sobre respeto y cooperación. Abro esas puertas para que ellos las crucen durante el curso. Por lo general, siempre da buenos resultados. En el aula tenemos un programa en el que los alumnos con más facilidades para las distintas materias se convierten en "altruistas", mientras que quienes tienen más dificultades son "buscadores". Siempre se ayudan y se animan entre ellos.

7. Que las clases sean divertidas no significa que den malos resultados. Más bien es lo contrario. Pese a que las clases puedan ser divertidas y que hagamos actividades donde participan más de lo normal, es fundamental hablar con los alumnos sobre autoexigencia positiva, sobre la necesidad de que sean exigentes consigo mismos.

8. Que nuestra vida está llena de ideas para las clases. De niño, yo era una persona extremadamente tímida, lo que me trajo algunos problemas. Y no quiero que a mis alumnos les ocurra lo mismo, así que los invito a que se suban encima de las mesas y a que expresen lo que piensan. Si nos detenemos a pensarlo, la expresión oral debería estar más presente en las escuelas, porque es una herramienta que usamos cada día de nuestra vida.

9. Que los alumnos deben ir felices a clase. Si un adulto se cansa de su trabajo, tiene la posibilidad de marcharse. Sin embargo, los niños no tienen ese margen de elección, así que debemos esforzarnos en que se sientan cómodos.

10. Que te pueden enseñar muchas cosas que ellos llevan dentro. Por ejemplo, en una escuela con niños poco interesados en los estudios, había un chico que tocaba el cajón flamenco. Le pedí que, un rato antes de cada clase, me enseñara a tocarlo. Los demás alumnos se unieron a sus lecciones y comenzaron a venir al aula con más ganas.

11. Que por encima de la vocación está la actitud. El año previo a la universidad aún no tenía claro a qué dedicarme: que si filología inglesa, que si periodismo, que si filosofía... Al final opté por la primera, por una razón muy sencilla: era la única que podía estudiarse en Zaragoza. Al empezar la carrera, me veía como traductor o intérprete, pero cuando empecé a buscar trabajo me encontré delante de 25 niños, y aquello me encantó. Tuve suerte.

12. Que el humor es necesario en las aulas. Los niños suelen ser felices. Cuando un niño pasa varios días sin reírse, hemos de preguntarnos qué le ocurre, porque no es normal.

13. Que los maestros, los padres y la administración debemos entendernos. La educación es algo que nos incumbe a todos, así que todos albergamos nuestras propias opiniones. Pero debemos trabajar de una manera coordinada. Jamás se conseguirá nada tirando piedras de unos tejados a otros porque, en el fondo, los únicos perjudicados van a ser los niños.

14. Que siento repelús cuando los medios se refieren a mí como "el mejor profesor de España". Me siento muy afortunado por haber sido finalista en el Global Teacher Prize, pero eso no me convierte en el mejor maestro de España. Hay multitud de maestros que trabajan en la misma dirección y que se merecen el mismo reconocimiento. Los medios de comunicación deberían sacar a la luz esas historias.

15. Que los maestros no debemos olvidar por qué elegimos esta profesión. Cuando una maestra llega por primera vez a una escuela, su rostro, lleno de ilusión, lo ilumina todo. Debemos ser perseverantes, porque en esta profesión hay gente desilusionada. Uno de nuestros retos es contagiar a toda esa gente que hace tiempo que perdió la ilusión por esta profesión, mostrándoles todas las cosas maravillosas que podemos hacer.

16. Que todos los niños y niñas tienen algo que todos los seres humanos tenemos: la necesidad de sentirse queridos, el anhelo de sentirse escuchados y el deseo de sentirse útiles. Y que, por encima de todas las metodologías que puedan aparecer, debemos ir a lo básico y construir sin olvidar jamás esos principios.

http://verne.elpais.com/verne/2016/03/23/articulo/1458749516_864305.html

10 hábitos de las personas crónicamente infelices.

La felicidad puede presentarse de tantas formas que resulta muy difícil de definir. La infelicidad, en cambio, es fácilmente identificable: sabes lo que es en cuanto te topas con ella y, cuando se apodera de ti, te das cuenta.

Perjudica a todos los que te rodean, como si fueran fumadores pasivos. La famosa investigación Terman Study de Stanford (Estados Unidos) hizo un seguimiento a varios individuos durante ocho décadas y llegó a la conclusión de que rodearse de gente infeliz acarrea una mala salud y una esperanza de vida más corta.

La felicidad no tiene tanto que ver con las circunstancias de la vida como pueda parecer. Según un estudio llevado a cabo en la Universidad estadounidense de Illinois, las personas que ganan más dinero (más de 9 millones de euros anuales) son sólo un poco más felices que sus propios trabajadores.

Las circunstancias personales no tienen nada que ver con la felicidad porque la controla uno mismo, es el producto de los hábitos y la perspectiva desde la que se concibe la vida. Un grupo de psicólogos de la Universidad de California que se dedica a investigar la felicidad ha descubierto que la genética y las circunstancias personales sólo son responsables de un 50% de la felicidad de una persona. El resto es cosa suya.

"La Constitución sólo garantiza el derecho a la búsqueda de la felicidad, pero tienes que conseguirla tú mismo". - Benjamin Franklin

Hábitos de personas infelices:
Cuando la gente no es feliz, es muy difícil estar y trabajar con ellos. La infelicidad ahuyenta a los demás y crea un círculo vicioso que te impide conseguir todo lo que eres capaz de hacer.

Es algo que puede llegar sin avisar. La felicidad, en gran parte, depende de los hábitos (de pensamiento y de acción), por lo que es aconsejable vigilarlos para asegurarse de que no nos hacen caer en la infelicidad.

Ciertos hábitos tienden a empujarnos más a la infelicidad que otros. Hay que prestar atención y saber identificar los 10 hábitos siguientes:

-Esperar al futuro. Pensar para uno mismo "seré feliz cuando..." es uno de los hábitos de infelicidad en los que es más fácil caer. Da igual el final de la frase (un ascenso, un aumento o una nueva relación sentimental) porque hace mucho hincapié en las circunstancias, y la mejoría de las circunstancias no se traduce automáticamente en felicidad. No hay que pasar el tiempo esperando a que pase algo que está comprobado que no afectará a tu estado de ánimo. En vez de eso, hay que centrarse en ser feliz en el presente porque no hay garantías de un futuro.

-Pasar mucho tiempo y esfuerzo adquiriendo cosas. Las personas que viven en extrema pobreza experimentan un incremento de la felicidad cuando su situación financiera mejora, pero este incremento se detiene una vez que se superan unos ingresos anuales de 18.000 euros. Hay una gran cantidad de investigaciones al respecto que demuestran que los objetos materiales no dan la felicidad. Cuando uno se acostumbra a perseguir cosas es probable que acabe siendo infeliz porque, además de la desilusión que se experimenta tras conseguirlas, se cae en la cuenta de que se han ganado a expensas de las cosas que de verdad pueden hacer feliz a una persona: los amigos, la familia y las aficiones.

-Quedarse en casa. Cuando no te sientes feliz, resulta tentador evitar estar con otras personas. Se trata de un grave error, porque socializar, aunque no se disfrute, mejora el estado de ánimo. Todos tenemos días en los que nos gustaría quedarnos en la cama y no hablar con nadie, pero hay que entender que actuar así de forma habitual puede acabar destrozando tu estado de ánimo. Si somos capaces de identificar cuándo la infelicidad nos está haciendo ser antisociales y nos obligamos a salir y a relacionarnos, notaremos la diferencia inmediatamente.

-Caer en el victimismo. Las personas infelices tienden a pensar que la vida es difícil y está fuera de su control. En otras palabras, "la vida me va a dar palos y no puedo hacer nada para impedirlo". El problema está en que, con esa filosofía que fomenta la sensación de impotencia, es menos probable que las personas infelices intenten hacer algo para mejorar su situación. Aunque todo el mundo tenga derecho a sentirse deprimido de vez en cuando, es importante saber cuándo estás dejando que afecte a tu forma de ver la vida. No eres la única persona a la que le pasan cosas malas y eres capaz de controlar tu futuro siempre y cuando estés dispuesto a actuar.

-Caer en el pesimismo. Nada alimenta más a la infelicidad que el pesimismo. El problema de tener una actitud pesimista es que, además de afectar a tu estado de ánimo, se convierte en una profecía: si esperas que pasen cosas malas, lo más probable es que ocurran. Es difícil deshacerse de los pensamientos pesimistas si no te das cuenta de lo ilógicos que son. Oblígate a centrarte en los hechos y comprobarás que las cosas no van tan mal como crees.

-Quejarse. El problema no es la actitud que lo precede, quejarse también es un problema. Es un comportamiento de autorrefuerzo. Al hablar constantemente sobre lo mal que van las cosas -o al pensarlo-, se reafirman las convicciones negativas. Hablar de las cosas que te molestan puede ayudarte a sentirte mejor, pero existe una delgada línea entre quejarse de manera terapéutica y quejarse para fomentar la infelicidad. Además de hacerte infeliz, quejarse ahuyenta a los demás.

-Exagerar. A todo el mundo le pasan cosas malas. La diferencia reside en que las personas felices las ven tal y como son -una decepción momentánea- y las personas infelices consideran que cualquier cosa negativa es una prueba más de que la vida las está castigando. Alguien feliz puede disgustarse si tiene un pequeño accidente de coche de camino al trabajo, pero no perderá la perspectiva: "¡Qué lío! Aunque podría haber sido peor". En cambio, alguien infeliz lo utilizará como prueba de que su día, su mes o incluso su vida entera están destinados al fracaso.

-Dar la espalda a los problemas. Las personas felices se responsabilizan de sus acciones: cuando cometen un error, lo asumen. Sin embargo, las personas infelices conciben los errores y los problemas como una amenaza, así que intentan ocultarlos. Y los problemas suelen crecer si se ignoran. Cuanto más tiempo se pasa sin hacer nada, mayor es la sensación de que es imposible resolverlo, por lo que se volvería a caer en el victimismo.

-No mejorar. Como las personas infelices son pesimistas y sienten que no controlan su vida, tienden a sentarse a esperar a que la vida pase. En vez de ponerse metas, aprender y mejorar, lo único que hacen es vagar y preguntarse por qué las cosas no cambian.

-Mantenerse a la moda. La envidia y los celos son incompatibles con la felicidad, por lo que si te comparas constantemente con los demás, ha llegado el momento de parar. En una investigación, la mayoría de los individuos afirmaron que no tendrían ningún problema con ganar menos dinero si a todo el mundo le pasara lo mismo. Hay que tener cuidado con este tipo de ideas, porque pensar de esta manera no hace feliz a nadie. De hecho, lo más probable es que tenga el efecto contrario.

En resumen:
Cambiar tus hábitos para ser feliz es una de las mejores cosas que puedes hacer por ti mismo. Pero también merece la pena por otra razón: coger las riendas de tu propia felicidad hace que los que te rodean sean más felices.

http://www.huffingtonpost.es/dr-travis-bradberry/habitos-personas-infelices_b_9479264.html

Habría mucho que hablar sobre el tema, daría para una buena tertulia. Casi todo el artículo cae en la psicologización de los problemas. Si no eres feliz, tuya es la culpa. Si no tienes trabajo, tú eres el responsable. Evidentemente no es así. Una persona que trabaja 55 horas a la semana y no gana ni para tener lo básico, difícilmente puede ser feliz,... el problema es, en gran medida, social. Es la sociedad y su organización -seguridad social, servicios sociales, sistema educativo, sistema sanitario, ayudas sociales, jubilación, horas de trabajo y sueldo base que garantice el mínimo vital, nivel de solidaridad de la sociedad, cumplimiento del pago de impuestos, etc- la que impiden a esas personas ser felices. Y ellas tienen una muy pequeña parte de responsabilidad en ello.
Ver aquí un ejemplo de condiciones adversas:
http://www.sinpermiso.info/textos/obituario-de-un-cacahuete-la-poesia-obrera-de-xu-lizhi-0
Y por supuesto, a pesar de todo, no es China el peor ejemplo; han salido de la pobreza 800 millones, algo extraordinario y único en la Tierra,...

¿Cómo debes responder en una entrevista de trabajo a la pregunta sobre cuáles son tus defectos? Maria Atanasov

¿De verdad crees que los entrevistadores quieren escuchar de ti que piensas que eres perfecto?

La falsa modestia es un arte en sí misma. Y cuando se trata de entrevistas laborales, muchos hacen gala de ella.
Cuando aparece la temida pregunta "¿Cuál es su mayor debilidad?", ¿sueles responder "puedo ser demasiado perfeccionista" o "puedo asumir demasiada responsabilidad y no delegar?".
A muchos de nosotros nos han enseñado a dar un giro positivo en las respuestas, convirtiendo las deficiencias potenciales en fortalezas, en un intento por salir airoso.

¿Pero, es realmente eso lo que los reclutadores quieren oír?

Cómo recuperarse de una primera mala impresión
Nos dirigimos al sitio de preguntas y respuestas Quora para averiguar lo que tenían que decir acerca de si se debe convertir una debilidad en una oportunidad usando la falsa modestia para allanar el camino hacia un puesto de trabajo.

¿Cómo ganar la guerra psicológica en la entrevista de trabajo?
Evítalo
"Por favor…no lo hagas. Detente", escribió Chau Nguyen, quien ha revisado 250.000 hojas de vida, entrevistado a 50.000 candidatos y contratado a 4.000 personas.
Es como decir 'Deseo la paz mundial' (...) Crees que es inteligente convertir la pregunta en una oportunidad para alardear, cuando en realidad sólo te hace quedar mal"

Chau Nguyen, especialista en Recursos Humanos
"Es como decir 'Deseo la paz mundial' durante una entrevista en un concurso de belleza. Crees que es inteligente convertir la pregunta en una oportunidad para alardear, cuando en realidad sólo te hace quedar mal", escribió.
Nguyen la ha formulado en innumerables ocasiones y se molesta cuando oye las siguientes respuestas: "soy perfeccionista", "trabajo muy duro", "me preocupo demasiado", "no tengo ninguna debilidad".
Esas respuestas suenan triviales y falsas, y en esto coincidieron abrumadoramente los reclutadores. "Es importante entender por qué el entrevistador está haciendo esta pregunta", continuó Nguyen.
"Esta es la oportunidad para que usted pueda demostrar que es humilde, consciente de sus limitaciones, y que está trabajando activamente para mejorarlas".

El valor de la honestidad
Lo que la reclutadora Jae Lee Alexis aprecia es la honestidad al responder.
"Tener a alguien torciéndose para hacer que su 'debilidad' escogida parezca algo positivo no me ayuda a formarme una opinión de la persona en lo absoluto", escribió.

Lo que impresiona es que puedas admitir una debilidad verdadera y que cuentes cómo haces para vivir con ella y seguir siendo productivo y eficiente.
"¿Sabes lo que más me impresiona? Cuando alguien describe una debilidad real y, a continuación, va a decirme cómo trabaja para reconocerla y funcionar con ella", señaló.
"He tenido un candidato (lo contratamos) que me dijo que era difícil para él recordar las tareas de seguimiento, porque se centra mucho en lo que está actualmente frente a él. Luego pasó a describir la forma en que había usado el calendario de Outlook para administrar recordatorios, seguimientos, y adaptar su flujo de trabajo a ese 'punto ciego'", añadió.
"Admitió que era algo con lo que todavía luchaba, pero que también era muy consciente de ello y estaba trabajando activamente para resolverlo. Si no puedes hablar conmigo sobre tu mayor debilidad en una entrevista, me preocupa que vayas a ocultar errores y debilidades una vez que estés trabajando para mí".

Responder honestamente a la pregunta también muestra que eres valiente, que admites tu propia debilidad y eres falible.
Esto no es negativo, de acuerdo con Dushka Zapata, quien señala que ser flexible y con capacidad de adaptación indica que tienes la posibilidad de crecer dentro de una empresa.
Admitirlo también "muestra que no culpas a otros y que asumes responsabilidad", escribió Zapata.
¿Cuál es el objetivo de la pregunta?
Otros, sin embargo, mantienen su distancia frente a la espinosa cuestión.
"Es una pregunta tonta que nunca hago", escribió Peter D'Autry, un reclutador de ejecutivos.
Una persona a la que están regañando en la oficina. Los empleadores quieren saber si pueden confiar en que serás honesto y abierto cuando cometas un error.
"Las respuestas no dan alguna idea sobre si un candidato será capaz de realizar el trabajo para el que él o ella va a ser contratado. La pregunta surge a menudo con personal de reclutamiento o de recursos humanos que no tiene una idea de qué va el empleo, y por lo tanto van a buscar refugio en el balbuceo sicológico enmascarado como metodología de evaluación".
Tal vez por eso algunas personas responden a la pregunta con su propia réplica ingeniosa para nivelar el terreno.
De acuerdo con el gerente de recursos humanos Gary Claassen, "la mejor respuesta que he oído para la pregunta sobre la mayor debilidad fue ... 'chocolate'".
"Se rompe el hielo, muestra que usted tiene sentido del humor, y por lo general provoca una sonrisa o la risa. Después de todo, quieres hacer que te recuerden, y mostrar al gerente de contrataciones que te sientes a gusto es un gran paso hacia caer bien", escribió Classen.
"Entonces, habla de algo real en lo que has estado trabajando para superarte".
BBC

domingo, 3 de abril de 2016

Escenas de la lucha de clases en Francia

La Vanguardia

Empujones a la entrada e insultos en la sala. Señoras bien vestidas y enjoyadas, comportándose como verdaderas verduleras y hombres encorbatados llamando “zorra” a la gaditana alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, afortunadamente ausente. Lo nunca visto en el elegante distrito XVI de París. Era la “reunión informativa”, organizada por el Ayuntamiento de París para los vecinos del distrito en el aula magna de la Universidad París Dauphine, que linda con el Bois de Boulogne. ¿Motivo de la bronca?: el ayuntamiento ha tenido la audacia de colocar en un barrio rico un centro provisional de acogida para 200 sin techo, pobres, vagabundos y demás. La decisión rompe un tabú: los pobres sin techo deben estar con sus parientes con techo, es decir en los distritos modestos del norte y el este de la ciudad. Nada de mezclas. El distrito XVI, 150.000 habitantes, una de las densidades de población más bajas de París, solo tiene 18 de las 10.000 plazas de acogida para los sin techo que hay en toda la ciudad, que rebosa gente durmiendo por las calles. El popular distrito XX tiene más de mil plazas. La idea de Hidalgo es repartir un poco la solidaridad, pero el alcalde de barrio, Claude Goasguen, del partido de Sarkozy, dice que lo que quieren es “castigar a los burgueses”. “Este centro de acogida hará bajar el precio de mi piso”, se queja un ciudadano. “Esta gente no tiene medios y robará”, augura una señora.

Jóvenes, abuelos y sindicatos
Eso sucedía el lunes, y ante lo crispado del ambiente el Presidente de la Universidad, Laurent Batsch, decidió dar por concluida la “reunión informativa” a los quince minutos de su inicio.

El jueves los estudiantes y bachilleres volvían a salir a la calle. Ya lo hicieron el día 9, sumándose en gran número a los sindicatos para protestar contra el proyecto de ley laboral del gobierno, que recorta un poco más el derecho laboral. Varios centenares de miles de estudiantes, trabajadores, parados y jubilados en toda Francia.Tras tantos años de recortes moderados, el bien afilado cuchillo neoliberal francés que corta muy fino, tocó nervio y el país despertó: “Hasta aquí podíamos llegar”, se leyó en un manifiesto de socialistas y compañeros de viaje de Hollande y Valls. El gobierno no se esperaba que el pueblo desenterrara su hacha de guerra, y asistió incrédulo a una reacción que en pocos días unificó a todos los sindicatos en una convocatoria de huelga general para el 31 de marzo pidiendo la retirada del proyecto de ley involucionista. Inmediatamente se borraron dos o tres aspectos enojosos del texto. Con eso se ha conseguido que algunos sindicatos, la mansa CFDT y otros, vuelvan al redil, sin embargo los otros mantienen la convocatoria de huelga, lo que a 14 meses de las presidenciales pinta muy mal para el Elíseo.

Soñando con un cambio
Como en toda Europa, la involución social francesa data de 30 años. Algunos fechan su inicio en 1983, cuando Mitterrand cambió su programa común de izquierdas por la desregularización neoliberal. El caso es que hace mucho tiempo que la vida social se degrada en Francia. Como en todas partes, la teología dominante afirma que el problema de la economía francesa tiene que ver con el exceso de Estado y de gasto social. El bombardeo mediático de esta idea, así como la escuela que ha creado a lo largo de toda una generación, son considerables, pero ya en 2005, con el referéndum contra la Constitución Europea, los franceses dijeron no, por más que su voluntad fuera olímpicamente ignorada. En todo caso, muchos sueñan ahora con un despertar. Con la idea de un vaso colmado, cuya última gota —el proyecto de ley laboral— comienza a desbordar para dar lugar a una de esas erupciones sociales francesas. Frédéric Lordon, el principal panfletista de moda de la izquierda de la izquierda local, repite estos días en sus intervenciones que si Francia peta se llevará por delante las instituciones existentes. Yannis Varufakis apunta, y tiene razón, que sin una Francia rebelde y despierta, no habrá cambio en Europa. La huelga general del día 31 deberá dar la medida de todo eso. La juventud ha estado más bien ausente de las discretas movilizaciones sociales francesas, pero el día 9 algo se movió. Llama en especial la atención la ausencia del sujeto, precario y marginado de las banlieues. Sin que ese sujeto aparezca en la calle, el cambio se quedará en sueño.

Fuente:
http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/03/19/escenas-de-la-lucha-de-clases-en-francia-32226/

MEMORIA HISTÓRICA La justicia argentina pide interrogar en España a 19 cargos franquistas. La magistrada Servini de Cubría quiere tomar declaración, entre otros, a Utrera Molina, Martín Villa y Billy el Niño

La juez argentina María Servini de Cubría, que admitió en 2010 la querella contra los crímenes del franquismo presentada en Buenos Aires, ha enviado un exhorto a la Audiencia Nacional para interrogar a 19 imputados en la causa, entre ellos, los ministros de Franco José Utrera Molina y Rodolfo Martín Villa o el expolicía Antonio González Pacheco, Billy el Niño. Servini pretende tomarles declaración en España entre 4 y el 22 de abril.

La juez ya dictó orden de detención con fines de extradición a Argentina de los 19 imputados en octubre de 2014, pero el Gobierno español rechazó su solicitud alegando que España era la competente para enjuiciar a sus propios ciudadanos, que los hechos investigados habían prescrito y que algunos de ellos no eran delito en aquellos momentos [la dictadura]. La decisión motivó una reprimenda de cuatro expertos de Naciones Unidas (el presidente del Grupo de Trabajo sobre las desapariciones forzadas; el relator especial sobre las ejecuciones extrajudiciales; el relator especial sobre la tortura, y el relator especial sobre la promoción de la verdad, la justicia y la reparación).

Billy el Niño
Servini imputó a Utrera Molina, suegro del exministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, por “haber convalidado con su firma la sentencia de muerte de Salvador Puig Antich”, ejecutado a garrote vil en 1974, a los 23 años; A Martín Villa por “la represión de la concentración de trabajadores en Vitoria el 3 de marzo de 1976”; a Antonio Carro, ministro de la presidencia entre 1974 y 1975 por haber convalidado con su firma los últimos fusilamientos del régimen franquista, en septiembre de 1975; a Billy El Niño, el ex guardia civil Jesús Muñecas y los expolicías Félix Criado, Jesús González Reglero, Ricardo Algar, Benjamín Solsona, Jesús Martínez y Jesús Quintana por presuntas torturas. Al médico Abelardo García Balaguer le imputó el posible robo de un bebé en 1967.

La magistrada apoya su petición en el Tratado de Extradición y Asistencia Judicial en materia penal entre Argentina y España promulgado en 1989. El pasado enero, fue una orden suya la que permitió que se abriera la fosa de Guadalajara donde yacía el padre de Ascensión Mendieta, una anciana de 90 años que había viajado a Argentina dos años antes para pedir ayuda a Servini de Cubría.

http://politica.elpais.com/politica/2016/03/22/actualidad/1458675633_054451.html

sábado, 2 de abril de 2016

ADOLFO PEREZ ESQUIVEL | PREMIO NOBEL DE LA PAZ. “No se puede bastardear ni manipular los derechos humanos”. "Ahora que tiene el premio Nobel, que intente ser coherente y trabaje por la paz", dice sobre Obama.

Al momento de anunciarse la visita de Barack Obama a la Argentina, todos los ojos apuntaron a uno de sus colegas: Adolfo Pérez Esquivel (Buenos Aires, 1931) también recibió un Premio Nobel a la Paz. El activista argentino comprometido con la no violencia y la teología de la liberación fue reconocido en 1980, en plena dictadura, por su compromiso con la defensa de la Democracia y los Derechos Humanos frente a los regímenes militares en América Latina.

Pérez Esquivel recogió el guante y le envió una carta al presidente de los Estados Unidos, para que reconsiderara la fecha de su visita a la Argentina, que coincide con el 40º aniversario del golpe de Estado que instauró la dictadura. “Es importante que sepas que los días 24 de marzo ningún presidente ni personalidad puede representar al pueblo argentino, que en toda su diversidad siempre se representa a sí mismo a través de sus consignas y su movilización pacífica en todas las calles y plazas del país” y “no puedes desconocer que tu país tiene muchas deudas pendientes con el nuestro y con muchos otros”, son algunas de las frases de la contundente texto que se publicó en diversos medios del país. Pérez Esquivel creía que había logrado con su carta que Obama no estuviera en Buenos Aires el 24, pero finalmente sí estará. El presidente de Estados Unidos, que ha llegado este miércoles a Argentina tras su histórico viaje a Cuba, rendirá homenaje este jueves por la mañana a las víctimas, aunque no visitará la ESMA, el lugar más simbólico, porque los grupos de derechos humanos rechazaban que lo hiciera.

Pregunta: ¿Cuál fue el objetivo de la carta a Obama?
Respuesta: El objetivo era advertirle que no venga el 24 a Buenos Aires por los antecedentes del gobierno de Estados Unidos con América Latina, porque ese país tiene participación en nuestros golpes de Estado. La decisión de ir a Bariloche [el 24 a mediodía] es una respuesta muy clara a la carta. Obama fue prudente de no interferir en un momento de la memoria y evitar disturbios que podrían dañar su visita porque el pueblo no ve conveniente que vaya a la ESMA (el espacio de la memoria creado en la vieja escuela de la Armada). Sería bueno para su visita el reconocimiento público del intervencionismo de Estados Unidos. Hay muchísima información, como las bases militares norteamericanas en muchos países de Latinoamérica.

P. ¿Qué cree que sucederá con el Gobierno de Macri y el proceso de Memoria que inició Argentina?
R. Macri no puede desconocer lo que es la voluntad del pueblo porque tendría dificultades. Me preocupa la gobernabilidad de Argentina porque hay cosas que no vemos bien, por ejemplo, bajar las retenciones a las empresas mineras y a los productores del campo porque eso no coincide con pedir crédito para el pago a los buitres. Hay otros caminos para resolver los problemas económicos del país.

P. ¿Considera que mejorado el diálogo en Argentina?
R. No. Aunque es lógico que de todas maneras vamos a tener que abrir una instancia de diálogo. Lo hemos hecho en la provincia y ahora tendremos que repetirlo en la nación. Me irrita que Macri solo refiere a los derechos humanos cuando habla de Venezuela pero no dice nada de lo que ocurre aquí. No se puede bastardear ni manipular los derechos humanos.

P. ¿Usted nota algún cambio en la política en este asunto del nuevo gobierno?
R. Tuvimos una reunión con el secretario de DDHH, Claudio Avruj. Ellos dicen que van a seguir acompañando la cuestión de los juicios. Les pedimos que el banco genético [para identificar a hijos de desaparecidos] no quede reducido a la época de la dictadura, sino que se abra a todos aquellos que lo necesitan, también que se preserven los espacios de memoria.

P. ¿Cómo analiza al protocolo de seguridad que permite reprimir las manifestaciones?
R. El protocolo de seguridad hay que revisarlo. No pueden reprimir con balas de goma a menores de edad como fue el caso de la murga [en la villa 1-11-14]. No puede ser que en lugar de buscar una solución a través del diálogo sean actitudes represivas porque este es un retroceso que además viola el derecho del pueblo a manifestarse.

P. Y las declaraciones del ministro de Cultura de Buenos Aires, Darío Lopérfido, poniendo en duda que hubiera 30.000 desaparecidos?
R. Los 30.000 desaparecidos son un número estimativo. Lopérfido quiere hacer de esto una cuestión de cantidad y no habla de un hecho gravísimo. Si hubiese un solo desaparecido tendríamos que haber trabajado igual y él no puede desmerecer eso. Tal vez nos quedamos cortos, porque entre los muertos, los desaparecidos y la gente en el exilio hay mucho daño hecho a un pueblo. Lo que dice Lopérfido se descalifica en sí mismo.

P. ¿Como ve estos 40 años en la lucha por los derechos humanos en Argentina?
R. Fue difícil y es difícil hasta el día de hoy, porque muchos tratan de apropiarse de los derechos humanos con intereses políticos. Si bien el kirchnerismo habló mucho del tema en épocas de la dictadura, nunca hablo de los derechos humanos de hoy. La pobreza, la megaminería, los agrotóxicos. De eso no se habló absolutamente nada y se provocaron situaciones muy conflictivas con los pueblos originarios. Los gobiernos privilegian al capital financiero sobre la vida de los pueblos y es ahí donde nosotros tenemos que denunciar. Se habla únicamente de lo que pasó con las personas, pero hay complicidad de grandes empresas con el golpe y de algunos sectores de la Iglesia Católica. Los militares por sí solos no dan un golpe de Estado. Esto es lo que se está tratando de abrir porque la única forma es preservar la memoria colectiva del pueblo.

P. ¿Existe un abuso del poder policial en Argentina?
R. Sí. Y trabajamos para cambiar esto. Es necesario reformular la formación de la policía judicial y supervisar el rol de la policía. No puede ser que el país tenga 6.835 casos de tortura entre 2014 y 2015 en 50 institutos penitenciarios. La policía sigue con los mismos mecanismos de la dictadura y de fuerzas de prevención se transformaron en fuerzas de represión. Todo lo quieren resolver por medio de la tortura y eso es nefasto.

P. ¿Cómo se tradujeron en la modernidad los golpes de estado en América Latina?
R. Ahora se utilizan los golpes blandos, a través de los poderes económicos y a través del poder judicial. Esto lo hicieron contra Fernando Lugo en Paraguay, en Honduras contra Manuel Zelaya y en Brasil, ahora, están contra Dilma y Lula. Los desprestigian para que la gente no les crea y no los voten. Es la política que se utiliza al día de hoy. Cuando logran consenso, derrocan a los gobiernos sin necesidad de las Fuerzas Armadas.

P. Obama y usted tienen un Premio Nobel, ¿Se siente parecido al presidente de Estados Unidos?
R. Yo le dije a Obama que me extrañó que le hayan dado el premio Nobel pero que ahora que lo tiene intente ser coherente y trabaje por la paz.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/22/argentina/1458682757_119259.html

viernes, 1 de abril de 2016

¿Dios contra la ciencia? ¿La ciencia contra Dios? El nuevo ateísmo trata de arrinconar a las religiones en nombre de la razón. Otras voces buscan conciliar fe y conocimiento

En otros tiempos estas diferencias se ventilaban en tribunales inquisitoriales y, a menudo, en la hoguera. Cuatro siglos después de que Galileo tuviera que retractarse, todavía se producen encontronazos entre la ciencia y la religión. Es el caso de los distintos pleitos en torno a la enseñanza de la evolución que han forzado los creacionistas (o su evolución, valga la ironía, como defensores del “diseño inteligente”) en los tribunales de EE UU en pleno siglo XXI. Eso sí, a diferencia de los tiempos de Galileo, ahora la justicia tiende a ponerse del lado de la ciencia, en este caso, de Darwin.

La batalla se libra también en los estantes de las librerías, donde nuevos ensayos y algunas biografías traen munición para ambos bandos. El detonante es lo que se ha venido en llamar nuevo ateísmo, aunque sus promotores no creen que hagan nada muy distinto que algunos pensadores de la Ilustración: tratar la religión como una superstición enfrentada al conocimiento y el progreso. Entre 2004 y 2007, un grupo de intelectuales publicaron ensayos muy combativos que negaban a Dios en nombre de la ciencia y la razón. Eran los llamados cuatro jinetes: Richard Dawkins (El espejismo de Dios), Sam Harris (El fin de la fe), Dan Dennett (Romper el hechizo) y Christopher Hitchens (Dios no es bueno).

“Aunque en realidad no era demasiado nuevo, como etiqueta periodística el ‘nuevo ateísmo’ tiene su sitio, porque pienso que, en efecto, algo pasó en nuestra cultura” a partir de esos libros, recuerda Dawkins en su libro de memorias Una luz fugaz en la oscuridad, que edita en español Tusquets. “¿Acaso nuestros libros eran especialmente francos y desinhibidos? Puede que hubiera algo de eso”, se pregunta y responde el etólogo británico (Nairobi, 1941), experto en Darwin, profesor en Oxford y hoy el rostro más conocido del movimiento escéptico. Los factores para renovar el relato ateo estaban en el ambiente posterior al 11-S de 2001: por un lado, el discurso “teocrático” de George W. Bush (quien decía que Dios le pedía invadir Irak) y el auge del fundamentalismo cristiano en EE UU; por el otro, el desafío del terrorismo islamista.

No pertenece a este grupo, pero podría, el francés Michel Onfray, quien en esos mismos años firmó el explícito título Tratado de ateología (Anagrama, 2005). Ahora Onfray publica Cosmos. Una ontología materialista (Paidós). Su punto de partida no es la ciencia, sino la filosofía, pero el francés defiende la idea de que “la filosofía restablezca sus lazos con la tradición epicúrea del gusto por la ciencia”. La idea central: que las religiones monoteístas construyeron “una pantalla” entre el hombre y la naturaleza, rompiendo la armonía anterior. “Antes los hombres tenían relaciones directas con el mundo. Los libros asfixian la vida y los seres vivos. Los hombres dejan de mirar el mundo y elevar la mirada para bajarla a libros mágicos”, escribe. La obra es una reivindicación del paganismo, para el que el cosmos es un todo, y que “no tiene necesidad de un dios único, celoso y combativo”, frente a un cristianismo que “nos priva del cosmos real y nos instala en un mundo de signos”. “Los paganos buscaban lecciones de sabiduría en el cielo realmente existente. El cristianismo lo vacía de sus verdades”, es su rotundo dictamen. Onfray destaca que la ciencia nunca ha validado una sola de las hipótesis del cristianismo: Newton formuló las leyes de la física como las más poderosas; Copérnico y Galileo sacaron a la Tierra del centro del universo; Darwin hizo del hombre un animal más, otro producto de la evolución. “La ciencia digna de tal nombre socava la religión entendida como superstición, es decir, como creencia en falsos dioses. Los únicos dioses son materiales”, afirma.

En el nuevo siglo los nuevos ateos han encontrado un filón editorial. Pero el bando contrario no se calla. El más tenaz resistente proviene, como Dawkins, de la Universidad de Oxford: es el biofísico y teólogo Alister McGrath, que publica La ciencia desde la fe (Espasa). En inglés su título es menos obvio (Inventing the Universe), pero el mensaje es el mismo: no hay una contradicción inevitable entre lo religioso y lo científico, que son “mapas complementarios” de la identidad humana. Que nadie espere del libro de McGrath, quien también es pastor anglicano, mística ni beatería alguna. El irlandés replica al nuevo ateísmo desde la comprensión de la ciencia, que le permite manejarse con soltura en asuntos como la teoría de cuerdas, el bosón de ­Higgs, la evolución o el Big Bang. No trata de convencer de su fe: lo que sostiene es que la ciencia y la creencia no deben interferir entre sí. Y se sitúa en una equidistancia crítica entre el “fundamentalismo religioso”, que niega la ciencia, y el “imperialismo científico”, que niega la fe.

Lo más polémico del libro de Mc­Grath: que considera un “mito” que religión y ciencia hayan estado en conflicto perpetuo. “Sí, la religión y la ciencia pueden entrar en mutuo conflicto. Pero no tienen por qué estar en guerra la una con la otra y generalmente no lo han estado”. Esa versión de la historia “es una construcción social”, dice, impregnada de ideología. Y se están ignorando, por ejemplo, los “orígenes religiosos de la revolución científica” del Renacimiento. El autor explica cómo los grandes pensadores cristianos —Agustín de Hipona o Tomás de Aquino— apoyaron el conocimiento de la naturaleza por las únicas vías de la razón.

El autor dice respetar el ateísmo —elogia, por ejemplo, la “humildad” intelectual de Carl Sagan, otro conocido agnóstico—, pero advierte contra la arrogancia de los militantes contra la religión. Por ejemplo, descalifica la idea de Stephen Hawking (en El gran diseño) de que Dios no es necesario para explicar el universo, en lo que ve un “manifiesto autocomplaciente de imperialismo científico”. A Dawkins le acusa de escribir, en obras como El gen egoísta, “una pontificación metafísica, no un análisis científico”; de Hitchens dice que “es un propagandista, no un estudioso”. Porque ese “cienticismo” es dogmático, sectario.

Una réplica escéptica a este argumento puede encontrarse en Historia mínima del cosmos (Turner), del físico y divulgador Manuel Toharia. En la línea de Carl Sagan, Toharia trata de hacer accesible a todos el avance científico, pero en su ensayo abunda en la denuncia del oscurantismo como freno al conocimiento a lo largo de la historia. Toharia mira la Edad Media como un periodo de represión del conocimiento. “No se puede decir que hubiese progreso alguno de la ciencia durante todo ese largo periodo de más de 10 siglos; al contrario, el rechazo por las autoridades eclesiásticas del conocimiento racional fue generalizado”, afirma. “El esplendor grecorromano acabó sucumbiendo ante las creencias y conductas más burdas, amén del omnipresente poder de la Iglesia y sus instituciones más represivas”, escribe Toharia. “El conocimiento del medio natural quedó en manos de la charlatanería popular y, sobre todo, de la cada vez más poderosa religión cristiana”. Un ejemplo significativo: cuando en el siglo X llegó a España el uso del número cero en matemáticas, “la Iglesia lo tildó de mágico y demoniaco”.

Los ateístas están más que bregados en la polémica. En el segundo tomo de sus memorias, Richard Dawkins repasa una vida profesional marcada por dos causas: el darwinismo y el ateísmo. Y recuerda con nostalgia cuando acudía a congresos a debatir cuestiones científicas con sus iguales. Desde la publicación de El espejismo de Dios, cuenta, “me he convertido en una celebridad menor en los círculos secularistas, escépticos y no creyentes que convocan la clase de encuentros a los que me invitan ahora”. A quienes le acusan de intolerante, replica. “Aún hoy sigue habiendo confusión en torno al término ‘ateo’, que para unos significa alguien que está positivamente convencido de que no hay dios (…) y para otros significa alguien que no encuentra ninguna razón para creer en un dios, y por lo tanto vive su vida sin tenerlo en cuenta. Probablemente muy pocos científicos adoptarían la primera acepción, aunque podrían añadir que el resquicio que dejan para un dios apenas es más ancho que el que conceden a duendes o teteras en órbita o conejos de Pascua. (…) Darwin estaría de acuerdo conmigo en que el peso de la prueba recae sobre el teísta”, escribe Dawkins. Y defiende su derecho al sarcasmo, al que recurre a menudo. Por ejemplo, en 2009 escribió una sátira para la antología The Atheist’s Guide to Christmas donde parodiaba el Génesis o los Evangelios. “Espero no rebajarme nunca al insulto gratuito, pero sí pienso que la ridiculización humorística o satírica puede ser un arma efectiva”.

No solo desde el terreno científico está agitado el debate sobre la religión. Un ensayo cuando menos valiente es el del poeta sirio Adonis, seudónimo de Ali Ahmad Said Esber. En Violencia e islam (Ariel), Adonis dialoga con Houria Abdelouahed sobre la necesidad de “repensar los fundamentos” de la religión mahometana. Frente a otros pensadores (como Karen Armstrong, en Campos de sangre) que subrayan el carácter pacífico del auténtico islam, Adonis afirma que la violencia “es un fenómeno común a los tres monoteísmos” y que está presente en su forma más extrema en el Corán. El islam, dice, “no es una religión de conocimiento, de investigación, de cuestionamiento, de realización del individuo. Es una religión de poder”. Aún más, niega que la gran cultura árabe emane de la religión. “Los místicos y los filósofos utilizaron el islam como velo o como medio para escapar a las persecuciones”, afirma.

Desde el lado de los teólogos cristianos, pero lejos de la ortodoxia, una aportación interesante al debate sobre el ateísmo es Dios sin Dios. Una confrontación (Fragmenta), del antropólogo y teólogo Javier Melloni y el filósofo José Cobo. Un diálogo entre los dos pensadores, vinculados a los jesuitas, no en torno a Dios sino al “silencio de Dios”, en las que brotan ideas sugerentes sobre transconfesionalidad, las fronteras entre creencia y agnosticismo, el porqué del mal (Auschwitz, Ruanda) y cómo interpretar hoy los mitos bíblicos (incluido el de la virginidad de María).

En este terreno, difícil ser tan transgresor como Michel Onfray, quien asegura que Jesús no existió y que la religión que lleva su nombre es obra de Pablo primero y del emperador Constantino después. Cristo es “el nombre de un collage”, la cristalización de viejos mitos, la “ficción sublimada”, “el nombre impuesto por Constantino y sus seguidores al sol invicto”.

¿Le parece demasiado agresivo el nuevo ateísmo? Compare con esta obra del siglo XVIII: la editorial Laetoli edita El buen sentido. Ideas naturales contra ideas sobrenaturales, de Holbach, publicada de forma clandestina y bajo otro seudónimo (Marc-Michel Rey) en 1772. Aunque su autoría es dudosa, se atribuye al ilustrado barón francoalemán Paul Heinrich Dietrich, colaborador de la Enciclopedia de Diderot. Que no anda con medias tintas: “La teología es la ignorancia de las cosas naturales reducida a sistema”. Los hombres no son más que “niños grandes”, escribe Holbach, y confían en un Dios “que no existe más que en su imaginación, y que se ha dado a conocer únicamente por los estragos, disputas y locuras que ha causado sobre la Tierra”. Visto así, tampoco Dawkins es tan ácido. Ni los nuevos ateos son tan nuevos.

UN PERITO DECISIVO EN EL JUICIO A DARWIN
El biólogo Francisco J. Ayala, que fue sacerdote dominico antes de convertirse en uno de los mayores expertos mundiales en evolución, ha repetido como perito en juicios a Darwin. Entre 1981 y 2010, los tribunales de EE UU tuvieron que resolver distintas demandas de sectores fundamentalistas para que en la enseñanza se explicara, en pie de igualdad con la evolución mediante selección natural, el creacionismo o su versión más amable, el “diseño inteligente”, que requiere la intervención de un ser superior (al que evitan referirse como dios). En el caso McLean contra Arkansas, en 1981 y 1982, se juzgaba la decisión de ese Estado de imponer en las escuelas ese “equilibrio”. Ayala recordó en su declaración que también Stalin obstruyó el estudio de la evolución, con resultados catastróficos para la biología soviética. Y afirmó que el debate sobre si Dios está detrás de la evolución era absurdo porque “la existencia de Dios no podía ser comprobada ni negada por la ciencia”. Por entonces el científico y teólogo había dejado de considerarse católico, aunque ha sido comprensivo con los creyentes, como explica la biografía De Dios y ciencia, de Susana Pinar. El veredicto dejó claro que el creacionismo no es ciencia, sino religión, por lo que introducirlo en las escuelas viola la separación Iglesia-Estado. Un intento similar, el caso del panda de Dover, sobre una escuela que introdujo el diseño inteligente en su currículo de biología, se resolvió en 2005 con más contundencia: declaró inconstitucional instruir en esa doctrina. Luego la Universidad de California fue demandada por “discriminación religiosa”, por no reconocer el temario creacionista de escuelas privadas cristianas. Ahí Ayala fue más provocador al afirmar que “si Dios había diseñado el sistema reproductivo humano, era un auténtico chapucero y el mayor abortista del universo”. Otra derrota de los creacionistas.

No hay debate entre los científicos, pero los enemigos de Darwin no se rinden. Manuel Bautista publica La paradoja de Darwin o el enigma del Homo sapiens (Guadalmazán) con el propósito de señalar las supuestas “inconsistencias” de la evolución, que tacha de construcción ideológica. Casi al final, se ve venir, el libro se apunta al diseño inteligente. Bautista es un ingeniero aeronáutico con afán divulgador que ha ocupado cargos en la Administración española. Dawkins no va a detenerse a replicarlo: ya vapuleó sin piedad esas posturas en Evolución. El mayor espectáculo sobre la tierra (2009), y antes en El relojero ciego (1986). “Es una futilidad manifiesta pretender resolver el problema de la complejidad de la vida postulando la existencia de otra entidad compleja llamada Dios”, escribe en Una luz fugaz en la oscuridad. “Cuanto más abunda un creacionista en la improbabilidad estadística, más se dispara en el pie”.
De Dios y Ciencia. La evolución de Francisco J. Ayala, de Susana Pinar García. Alianza, 2016. 432 páginas. 14,99 euros
Cosmos. Una ontología materialista, de Michel Onfray. Traducción de Alcira Bixio. Paidós, 2016. 496 páginas. 28,50 euros
Historia mínima del Cosmos. Manuel Toharia Turner, 2015. 300 páginas. 14,90 euros
Una luz fugaz en la oscuridad, de Richard Dawkins. Traducción de Ambrosio García Leal. Tusquets, 2016. 440 páginas. 23 euros
La ciencia desde la fe, de Alister McGrath. Traducción de Albino Santos Mosquera. Espasa, 2016. 328 páginas. 19 euros
Alister McGrath: “El nuevo ateísmo está cayendo en desgracia”
Manuel Toharia: “La ciencia va segando la hierba a la religión”
Richard Dawkins: “No eduquen a los niños en dioses ni hadas”
Karen Armstrong: “Nuestro laicismo está pasado de moda”

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/18/babelia/1458303185_860049.html?rel=lom

jueves, 31 de marzo de 2016

Gilbert Grellet: “No ayudar a la República en 1936 fue un error”. El periodista y escritor francés sostiene que París y Londres podrían haber cambiado el curso de la historia de haber actuado contra la sublevación militar en España

París y Londres podrían haber cambiado el curso de la historia de haber apoyado en el verano de 1936 a la República Española contra la sublevación militar. ¿Por qué no lo hicieron? Es la cuestión que el periodista y escritor francés Gilbert Grellet plantea en su libro, de reciente aparición,  Un été impardonnable (un verano imperdonable; editorial Albin Michel). “Fue una enorme injusticia”dice Grellet en un café de París. “El Gobierno español democrático tenía todo el derecho a comprar armas para defenderse”. Mientras los golpistas contaron de manera inmediata con la ayuda de Adolf Hitler y Benito Mussolini, los Gobiernos de Francia y Reino Unido se entregaban a una política de no intervención para evitar la guerra en Europa y el avance de Moscú. Es la razón por la cual Grellet considera no solo que París y Londres (además, de Washington) obraron injustamente, sino que se equivocaron de estrategia.

“Algunos dirán: ‘imperdonable’ es una palabra fuerte”, ha escrito el primer ministro francés Manuel Valls prologando este libro. “Sí. Es fuerte. Pero justa”. Valls ocupa hoy el palacio de Matignon y utiliza la misma mesa de Léon Blum, un hombre clave de esta historia, que abandonó a su suerte al Gobierno español a pesar de sus firmes convicciones socialistas y democráticas. “Blum perdió parte de su alma”, dice Grellet sobre su posición acerca de la guerra civil española.

PREGUNTA. Dice usted que Li­se London es la persona que le animó a escribir este libro.
RESPUESTA. Sí. Lise London es una francesa de origen español (su apellido era Ricol) a la que conocí hace 10 años, cuando asistía a una reunión de las Brigadas Internacionales en Madrid con motivo del 70º aniversario del inicio de la Guerra Civil. Hablamos de su historia [luchó en la Resistencia y fue capturada por los nazis] y de las Brigadas Internacionales, pero me dijo que a ella lo que le interesaba era el asunto “imperdonable” de la no intervención de las democracias occidentales. Como ve, ella misma me dio el título. Es un asunto que retomé ya de vuelta en París, en 2012, cuando Lise London murió.

P. Usted destaca en su libro la brutalidad de los primeros meses de la guerra.
R. En su momento me interesó especialmente el libro del historiador Francisco Espinosa sobre la columna de la muerte, la de los legionarios y moros que salieron de Sevilla en los primeros días de agosto para subir a Madrid pasando por Extremadura y Toledo. Fue terrible.

P. Hace usted un muy duro retrato de Léon Blum, un político tan apreciado en Francia.
R. Es verdad. Blum es un hombre interesante que ocupa un importante lugar en la historia de Francia. Fue el presidente del Consejo del Gobierno del Frente Popular e hizo muchas cosas desde el punto de vista social, como la limitación de la jornada laboral a 40 horas semanales o el derecho a las vacaciones pagadas. Con respecto a España, sin embargo, fue un desastre. Estaba muy influido por el Quai d’Orsay [el Ministerio de Exteriores] y ahí estaba Alexis Leger, secretario general del Ministerio, que consideraba que no se podía hacer nada sin el acuerdo de los ingleses, que defendían la política de distensión. En Londres influyeron mucho Stanley Baldwin [primer ministro], Anthony Eden [secretario de Estado de Asuntos Extranjeros] y también Winston Churchill, que no estaba entonces en el Gobierno, pero ejercía una gran influencia en los círculos conservadores. Publicaba un artículo semanal en el Evening Standard en el que criticaba de una manera sistemática al Gobierno republicano español, al que tachaba de comunista y bolchevique, lo que no era cierto. Churchill creía al principio que era más fácil entenderse con Hitler que con Stalin y era muy amigo de Blum. Le visitaba siempre que venía a Francia. Fue en una de esas reuniones cuando le aconsejó: “Keep out of Spain”.

P. Llega usted a decir que Blum perdió su alma por no ayudar a la República Española.
R. Sí, porque finalmente fue una enorme injusticia no ayudar a un Gobierno amigo, socialista, que tenía todo el derecho a comprar armas para defenderse de los militares. Perdió su alma y al mismo tiempo se equivocó, porque, si se hubiera aliado con los ingleses para oponerse a Hitler, quizá habría evitado la Segunda Guerra Mundial. Fue el mismo error que se cometió con la ocupación de Renania en marzo de 1936.

P. En descargo de Blum cuenta usted que era judío y que la presión de la prensa de la derecha era enorme. Dice incluso que ningún político del siglo XX ha sido tan calumniado como él.
R. No creo que ser judío fuera un factor importante en este caso. Fue más bien la presión de la prensa de la derecha, como Acción Francesa, un periódico que fue muy agresivo contra él. Hay que tener en cuenta que la derecha y la extrema derecha francesas flirteaban con Hitler y Mussolini y preferían que Franco ganara la guerra.

P. A finales de la Guerra Civil, tanto Churchill como el presidente americano Roosevelt reconocieron haberse equivocado. ¿Nunca hizo Blum lo mismo?
R. Nunca admitió su error. Siempre dijo que gracias a la no intervención se había evitado la guerra, lo que no fue cierto.

P. Usted fue el jefe de France Presse en España durante cinco años, de 2005 a 2010. Supongo que durante ese tiempo también comprendió que la Guerra Civil y la división social seguían muy presentes en la sociedad española.
R. Exacto. En aquellos años se debatía la Ley de Memoria Histórica de José Luis Rodríguez Zapatero, que quedó descafeinada, y se produjo la caída de Garzón, que a mí me pareció un disparate. Un juez que había sido tan importante en la persecución de Pinochet, expulsado de la magistratura por querer investigar los crímenes del franquismo. ¿Cómo era posible?

P. ¿Cree que España sigue sin tener superada esa etapa de su historia?
R. Adoro España y no quiero criticar a ese país, pero tuve esa impresión hace 10 años y ahora recuerdo aquello cuando veo que la alcaldesa de Madrid quiere aplicar la Ley de Memoria Histórica y, por tanto, desechar los símbolos franquistas. La pregunta es por qué los anteriores alcaldes, Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Botella, no hicieron nada entre 2007 y 2015.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/11/babelia/1457720199_544614.html?rel=lom

miércoles, 30 de marzo de 2016

Cruyff y la dictadura argentina. Johan Cruyff y la maravillosa selección holandesa de los 70 tuvieron un singular encuentro con la dictadura militar.

Johan Cruyff y la maravillosa selección holandesa de los 70 tuvieron un singular encuentro con la dictadura militar Cruyff y la dictadura argentina

Rodrigo Uprimny.
Fútbol Rebelde

Exactamente 40 años después del golpe militar argentino del 24 de marzo de 1976 muere Johan Cruyff, uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos. Y es una rara coincidencia porque Cruyff y la maravillosa selección holandesa de los 70 tuvieron un singular encuentro con la dictadura militar argentina.

En 1978 se celebró en Argentina el Mundial de Fútbol. Eran los años más duros del régimen militar de Videla y compañía, que desapareció y torturo a miles de opositores. Esas atrocidades ya eran conocidas internacionalmente, gracias a las valerosas denuncias de grupos como las Madres de Mayo, pero la FIFA nunca pensó en cambiar la sede del Mundial. La disculpa: que no había que mezclar la política con el fútbol. Pero en realidad esa indolencia de la FIFA hizo que el fútbol terminara mezclado con la política y, peor aún, con el terror, pues la realización del Mundial y el triunfo argentino le dieron una bocanada de legitimidad al régimen militar.

Y aquí es donde se juntan la historia de la junta militar y de Cruyff. En ese momento, Holanda tenía no sólo la mejor selección del mundo sino que su “fútbol total” había revolucionado el deporte. Además, muchos de sus integrantes tenían un espíritu rebelde y desafiante. Y el líder indiscutible era Cruyff. Por eso algunas veces esa selección holandesa (por su exquisita calidad, su capacidad de revolucionar el fútbol y su fresca rebeldía) fue comparada con los Beatles. Y Cruyff era visto como el Lennon de ese conjunto.

Llegó entonces el Mundial del 78 en Argentina. Algunos sectores en Holanda pidieron boicotearlo para no legitimar la dictadura, y unos pocos futbolistas rebeldes, como el alemán Breitner, se negaron a asistir. Pero estas propuestas de boicot fueron derrotadas y hubo Mundial y Holanda asistió. Sin embargo, Cruyff no concurrió y durante muchos años se especuló que sus razones eran semejantes a las de Breitner; que no quería avalar al atroz régimen argentino. Y quienes fuimos jóvenes en esa época lo admiramos aún más por esa conjetura. Hoy sabemos que la razón fue otra, menos heroica, pero profundamente humana.

Hace algunos años, Cruyff aclaró que no había ido al Mundial del 78 por motivos familiares. Algunos meses antes, él y su familia sufrieron un violento intento de secuestro. Esa terrible experiencia le cambió su visión de las cosas y decidió privilegiar su vida familiar sobre el fútbol. Y por ello abandonó la selección y no asistió al Mundial. Pero, en todo caso, algo quedó de su rebeldía en sus compañeros de la selección holandesa, que tuvo dos gestos de dignidad: antes de la final se reunieron con las madres de la plaza de Mayo, y luego del partido, en la ceremonia final, prefirieron irse al vestuario para evitar darles la mano a los dictadores. Y por esos gestos, el fútbol conservó algo de dignidad en ese controvertido Mundial.

Rodrigo Uprimny, Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Publicado originalmente en El Espectador.
Fuente original:

http://futbolrebelde.blogspot.com.co/2016/03/cruyff-y-la-dictadura-argentina.html

JOSEP FONTANA, HONORIS CAUSA

Juan Romero. Catedrático de Geografía Humana. Universidad de Valencia

El pasado mes de febrero Josep Fontana fue investido Doctor Honoris causa por la Universitat de València de la que fuera profesor como catedrático en la Facultad de Ciencias Económicas durante los años 1974 y 1975. El Doctorado Honoris Causa es la máxima distinción que la Universitat de València concede a una persona en reconocimiento a su trayectoria en el ámbito académico, científico o cultural, a sus valores, así como a su especial vinculación con la Universidad.

Quienes desde las Facultades de Geografía e Historia y de Economía promovimos su candidatura ante los órganos de gobierno queríamos de este modo no solo reconocer de forma solemne sus extraordinarios méritos académicos y científicos y su indiscutible influencia en una nueva generación de jóvenes profesores y estudiantes durante esos años en los que dejó una huella imborrable que aún perdura, sino una forma de darle las gracias y un reconocimiento a sus valores, a su forma de ver mundo y de estar en él. Si existiera un Doctorado Honoris causa global Josep Fontana sería uno de los candidatos indiscutibles.

HISTORIADOR
Queríamos reconocer, en primer lugar, su figura como historiador, por cuanto como tuvo ocasión de argumentar el profesor Pedro Ruiz, catedrático de Historia Contemporánea y ex-Rector de la Universitat que fuera el encargado de leer la “laudatio” que se encuentra completa pulsando aquí.  Abrió nuevos caminos en el estudio de periodos fundamentales de la Historia de España del siglo XIX y XX. También contribuyó a enriquecer los enfoques de la Historia de España y de Cataluña desde su formidable trabajo editorial. Y todavía sigue proponiendo y sugiriendo la necesidad de revisar enfoques y miradas, tanto de la Historia de España, por ejemplo en la espléndida presentación a la Historia de las Españas, como en su propia lección magistral, que se puede consultar aquí. en la que sugiere la necesidad de revisar el concepto de progreso a la vista de la evolución de nuestras sociedades desde los años ochenta del siglo XX.

PROFESOR
En segundo lugar, su figura como profesor, porque desde su cátedra de Historia Económica impresionaba su forma de concebir y practicar la enseñanza de la Historia. Aquella inusual forma de enseñar dejó una huella imborrable. Quienes tuvimos el privilegio de asistir a sus clases, siempre llenas de estudiantes sentados hasta en el suelo, nunca hemos podido olvidarlo. Y muchos de nosotros, que años más tarde nos hemos dedicado a este extraordinario oficio de profesor, todavía procuramos inspirarnos en aquella forma de enseñar.

Con Josep Fontana aprendimos, aprendí y ya no he podido olvidar, que ser profesor significa mucho más que trabajar en la enseñanza. Ser profesor es una tarea noble, la más noble y comprometida que tal vez exista. Ser profesor es un privilegio. Supone una formidable responsabilidad. Un compromiso que no acaba en el aula o cuando se acaba la clase o el periodo lectivo, sino que se ha de prolongar durante todo el curso, toda la carrera e incluso más allá. Un compromiso que no acaba en la obligación de explicar de forma competente los contenidos de la materia.

No se trata de que los estudiantes sepan o piensen lo que dice, exige o piensa el profesor. Se trata de proporcionar a los estudiantes todos los conocimientos disponibles, un buen estado de la cuestión acerca de todo lo que se piensa, sobre las cuestiones relevantes de cada materia, para que cada estudiante sea capaz de comprender en profundidad los procesos en curso y de extraer sus propias conclusiones. Pero también de sugerirles caminos y vías de acceso a información variada y a actividades que tienen lugar fuera del aula.

Se trata de ayudar a formarse, como ciudadanos y como profesionales, a personas que son muy diferentes y que acuden a la universidad con trayectorias vitales muy distintas. Se trata de enseñar a pensar, a ser críticos, a ser capaces de resolver problemas, a saber trabajar en grupo con personas que piensan diferente. Se trata de crear un vínculo, invisible pero sólido, basado en la confianza mutua entre profesor y estudiante, en singular no en plural. Se trata, por supuesto, de ser competente y experimentado y de valorar con justicia el esfuerzo personal. Pero también de estar siempre disponible, de acompañar al estudiante durante su etapa formativa, de estar particularmente pendiente de quienes necesitan más ayuda, de saber también proporcionar alas a quienes quieren volar más alto. Un profesor nunca mira el reloj para ver si la clase o la tutoría han acabado. Esa es la diferencia entre ser profesor y trabajar en la enseñanza.

No es un trabajo cualquiera. Trabajas con personas, abiertas, atentas y sensibles y de tu trabajo y de tu actitud se derivan consecuencias muy importantes. Para bien o para mal. Quien entienda que el oficio de profesor es un trabajo ha equivocado su vocación y no será feliz en el aula. Y si un profesor no es feliz en el aula rápidamente transmite esa sensación a los estudiantes. Y entonces no es posible sacar nada bueno de ahí. Todo esto, y mucho más, es lo que sembró Josep Fontana entre muchos de nosotros. Prueba de ello es que mantiene hasta hoy relación con muchos de sus antiguos alumnos y alumnas. Y sigue disponible.

CIUDADANO CRÍTICO
En tercer lugar, queríamos reconocerle públicamente muchas más cosas. Queríamos agradecerle su incansable compromiso con las causas justas, su mirada crítica sobre el mundo actual, su batalla contra el aumento de las desigualdades, su interés por explicar, en especial a las jóvenes generaciones, que las cosas pueden cambiar y que el futuro será lo que nosotros queramos que sea. Todavía recuerdo que meses antes, en el propio paraninfo de la Universidad de Valencia, Josep Fontana impartió una conferencia sobre el mundo actual, con motivo de la presentación de su gran obra reciente Por el bien del Imperio, y lo más impresionante es que el paraninfo quedó completamente desbordado por la presencia de centenares de jóvenes.

Porque Josep Fontana es también un académico y un ciudadano comprometido con su tiempo y muy atento a los cambios recientes. Con ello quiero decir que entiende la importancia del conocimiento como algo fundamental. Como condición necesaria, pero no suficiente. También es necesario el compromiso cívico, la necesidad de impulsar movimientos sociales amplios y campañas explicativas.

REFERENTE ÉTICO
Personalmente creo que Josep Fontana es mucho más que un académico-activista. Para muchos de nosotros es una referencia ética. Forma parte de un grupo extraordinario de mujeres y hombres que dedican su vida a defender y explicar, con argumentos, que hay otras formas más decentes de hacer las cosas. Que hay una agenda alternativa a la impulsada por el pensamiento neoliberal. Que hay valores que hunden sus raíces en la Ilustración por los que merece la pena implicarse. Que no es posible callar frente a lo intolerable. Que hay que abandonar las “zonas de confort” académicas, el pensamiento “cómodo” y explicar lo que verdaderamente está pasando. Aunque te sientas en minoría en mitad de la gran marea neoliberal con todos sus bien financiados think tanks, fundaciones y departamentos universitarios dedicados a dar apariencia de barniz académico lo que no es más que una descarada estrategia dedicada a desmontar sistemáticamente los pilares fundamentales del Estado social y la democracia allí donde la democracia y el Estado social han ido más lejos. Y a impedir que en otras partes del mundo puedan imaginar un día en que las gentes puedan disponer de algo parecido. Y esto no es nada revolucionario. O sí, según se mire. Pero ese día hizo una afirmación que bien podría resumir lo que ha sido hasta ahora su brújula, que lo es también para muchos de nosotros: procurar que exista el mayor grado de igualdad posible con el mayor nivel de libertad posible.

En este grupo extraordinario de mujeres y hombres están, para mí, junto a Josep Fontana, personas como Susan George, David Harvey, Saskia Sassen, Vandana Shiva, Wendy Brown, Noam Chomsky, Amin Malouf, Zigmut Bauman o Sami Naïr. Desde otro plano personas como José Mujica o Josep Bové. También algunos que ya nos han dejado, como Eduardo Galeano y José Saramago. Son la conciencia global. Son el fundamento que inspira a muchos movimientos alterglobalizadores en el mundo. Y todos reúnen una cualidad que está al alcance de muy pocos: son referente para las jóvenes generaciones. Lo pude comprobar ese día en el paraninfo de mi universidad. También cuando meses más tarde vino al mismo lugar Susan George. Ambos “jóvenes” de más de 80 años.

En ese contexto hay que situar su insistencia en poner la atención en los grandes cambios que se están produciendo en las recientes décadas y además de no resignarse la necesidad de revisar paradigmas como el de progreso social. Y sobre todo en algo sobre lo que insiste de forma reiterada, también en la lección magistral que dictó en el acto académico: “Uno de los aspectos más alarmantes de la evolución actual de nuestras sociedades es que la desigualdad está experimentando un aumento incontrolable”.

Las causas que explican lo que Krugman ha llamado “la Gran Divergencia”, Rosanvallon “el Gran Cambio” y Susan George “ la Gran Regresión Neoliberal”, son de naturaleza política y responde a una estrategia que se remonta a los años setenta del siglo XX. La desproporcionada distribución de ingresos en las sociedades desarrolladas, aquella que hace que realmente haya sido una exigua minoría la que se beneficia en detrimento de la mayoría, obedece a cambios operados en “las normas, las instituciones y el poder político” y es en ese terreno donde ha de formularse un proyecto alternativo. Con un enfoque coincidente, lo explicó muy bien Josep Fontana, en un texto seminal que también merece ser leído con atención: “ (…) necesitamos evitar el error de analizar la situación que estamos viviendo en términos de una mera crisis económica –esto es, como un problema que obedece a una situación temporal, que cambiará, para volver a la normalidad, cuando se superen las circunstancias actuales–, ya que esto conduce a que aceptemos soluciones que se nos plantean como provisionales, pero que se corre el riesgo de que conduzcan a la renuncia de unos derechos sociales que después resultarán irrecuperables. Lo que se está produciendo no es una crisis más, como las que se suceden regularmente en el capitalismo, sino una transformación a largo plazo de las reglas del juego social, que hace ya cuarenta años que dura y que no se ve que haya de acabar, si no hacemos nada para lograrlo. Y que la propia crisis económica no es más que una consecuencia de la gran divergencia”.

Esta profunda transformación del poder se basa en una ideología muy concreta que bien podemos definir como neoliberalismo que ha sido capaz de construir una narrativa hoy hegemónica, y también un nuevo tipo de legitimidad. A esta tarea se dedica “un amplio espectro de oscuros personajes no elegidos” (…) con muchos medios, para influir, infiltrar y en algunos casos reemplazar gobiernos, jibarizando siempre la democracia. Son los “escuderos” de los que habla Owen Jones en The Stablisment.

La Agenda de Washington no fue más que el corolario lógico de un trabajo previo que desbrozó todo el camino. Responde al gran consenso de las élites. Al consenso del sistema. La extraordinaria concentración de poder y riqueza en manos de grandes corporaciones transnacionales y de una clase alta global, el hecho de que pueda tomar sus decisiones de forma unilateral y sin que apenas se les pueda ofrecer resistencia, que puedan usurpar, detentar, el poder de forma ilegítima, no es ninguna casualidad sino fruto de una estrategia deliberada mantenida durante décadas. Y aunque algunos hechos geopolíticos contribuyeron a allanar el camino, lo cierto es que desde mucho antes había un propósito: ganar la batalla de las ideas y las percepciones. Y esa batalla a día de hoy la han ganado de forma incontestable. Y ganada la batalla de las ideas (y del lenguaje) han conseguido que la política se oriente a beneficiar a una reducida élite social, trasladando a su vez la percepción de que lo que es bueno para esa élite es bueno para la mayoría.

Hoy son los que menos tienen los que están a la defensiva. Bien mirado, el debate sobre el poder (y la capacidad de intimidación) ha sido siempre la gran cuestión central. Y desde hace tiempo el poder (y la capacidad de infundir temor) se ha concentrado solo en un lado de la mesa. La “capacidad de intimidación”, a la que también Fontana presta mucha atención, propia de las sociedades industriales y de los poderosos sindicatos obreros (el “reformismo del miedo” del que habla Rosanvallon es cosa del siglo pasado. Es más, las élites y las grandes empresas transnacionales no ven ahora razón alguna para tener que sentarse a la mesa de los consensos, puesto que en el otro lado hay ruido e indignación fragmentada, pero no alternativas consistentes ni organización. De ahí, la arrogante pero muy sincera afirmación de Warren Buffet, uno de los mayores exponentes de la élite global: “la lucha de clases sigue existiendo, pero los de mi clase van ganando”.

Han sido capaces de cambiar completamente el marco del debate. Para conseguir que las ideas que en los años sesenta eran impensables o extravagantes fueran lo único posible veinte años más tarde. Para “sentar las bases intelectuales para toda una serie de ideas radicales de derechas y luego popularizadas ante el gran público”. Ideas, mitos y creencias, muchas veces equivocadas o sin mayor fundamento que la fe, que hoy se consideran “verdades incuestionables” y que contribuyen a justificar una agenda no muy extensa pero consistente que objetivamente perjudica a la mayoría, aunque esa mayoría no lo perciba así, en el seno de nuestras sociedades.

Hoy, entre las verdades incuestionables de aquella formidable “contrarreforma” consolidada en los noventa (bancaria, educativa, sanitaria, de gestión pública, laboral…) encontramos aquellas que fundamentan la economía política de la desigualdad y de la inseguridad: subir los impuestos a los que más tienen es perjudicial para la mayoría, es necesario introducir recortes en el gasto público social para garantizar el equilibrio de las cuentas públicas, las políticas de austeridad y de recortes salariales acabarán por traer la recuperación a nuestras economías, la gestión privada es mucho más eficiente que la gestión pública por lo que la “externalización” es lo más adecuado, una economía desregulada es mejor que un sistema en el que el Estado mantenga estrictos mecanismos de regulación y control, las empresas funcionan mejor si no están sujetas a rígidos acuerdos sindicales o a convenios que regulan sectores, el Estado es demasiado grande y es necesario reducirlo en favor de los mercados, si las cosas me van mal yo soy el responsable, las políticas keynesianas son el pasado… No hay más que una política posible. No hay alternativa, dicen desde hace décadas.

Porque el marco del debate es otro: lo importante, dicen, es eliminar barreras comerciales porque se crearán millones de empleos, bajar los impuestos porque “el dinero donde mejor está es en el bolsillo de los ciudadanos”, aunque la consecuencia sea recortar gasto público social. Lo importante es, al tiempo que se aprueban regalos fiscales y se decretan amnistías para los evasores de impuestos, perseguir a los “gorrones del Estado” que se “benefician” de forma fraudulenta del cobro de pequeños subsidios o ayudas por desempleo, hijos o vivienda. Lo importante es impedir que inmigrantes puedan acceder a servicios de sanidad o ayudas de vivienda. Estos son los adversarios del Estado a los que perseguir. Y no los otros.

Han conseguido también superar contradicciones injustificables y situar en el imaginario público la versión contraria a la realidad de los hechos. En especial una: afirman que son firmes partidarios de reducir el Estado pero en realidad las grandes corporaciones obtienen formidables beneficios de la esfera pública. Hasta el punto de que probablemente no podrían vivir sin los presupuestos del Estado. El nuevo “neoliberalismo de Estado” defendido por las élites, una curiosa variante del pensamiento liberal, consiste en privatizar y liberalizar lo que proporciona beneficios y en dejar en manos del Estado o devolver lo que no es rentable. Se trata de obtener el máximo de ventajas del presupuesto público, haciendo ver al tiempo que el Estado tiene que reducirse porque es lo mejor para la mayoría. “Se trata de convertir intereses privados en leyes de parlamentos nacionales”.

Y aunque los datos indiquen de forma reiterada que situar excesivamente el foco en déficit y deudas en detrimento de objetivos de largo plazo como crecimiento y reducción del desempleo es un camino equivocado, las corporaciones y sus representantes en los gobiernos y parlamentos insisten. Es el único camino posible que las élites europeas han sido capaces de ofrecer a sus ciudadanos mediante la aplicación sistemática de lo que Fituossi y Saraceno han definido como el Consenso Berlin-Washington. Aunque la teoría evidencie ausencia de robustez empírica y aunque los datos aconsejen lo contrario, no hay elección para los ciudadanos. Gobiernos y parlamentos aplican acuerdos y pactos de inspiración neoliberal.

Es, por tanto, en la política donde están las causas que explican la situación actual. Es el poder concentrado en pocas manos y la política puesta al servicio de las élites y las grandes corporaciones. Las causas que explican esta gravísima erosión del Estado social y el espectacular aumento de renta del 1 por ciento más rico no puede atribuirse a la globalización “sino que derivan del alcance y del poder globalizado de las élites económicas euro-estadounidenses”. Es decir, decisiones que se sitúan en el ámbito de la(s) política(s). Y además, las élites escriben las reglas del juego y también eligen a sus propios árbitros

Pero en ningún lugar está escrito que las cosas no puedan ser de otra manera. Esta es otra de sus ideas fundamentales. Hay que insistir en la batalla de las ideas. Para cambiar completamente el marco del debate. Pero como bien sabemos las ideas cambian lentamente y los cambios profundos todavía más. De ahí que no haya tiempo que perder.

ALTERNATIVA POSTNEOLIBERAL
Yo también creo, como él que es posible construir un nuevo relato alternativo para un futuro postneoliberal. Que lo que hoy puede parecer utópico puede ser un marco de referencia aceptado por la mayoría dentro de una década.

Hay que construir la alternativa sobre otros fundamentos. Trabajando de forma paciente para cambiar los términos del debate. Un reconocimiento honesto y realista de la situación de partida puede ser de gran utilidad para construir una alternativa a medio plazo. Los campos de discusión decisivos tienen que ver con la igualdad, con el papel del espacio público, con la redistribución de la riqueza, con el fortalecimiento del Estado social, con la autonomía de la política, y con la apuesta por la transición hacia nuevas formas de organización política, social, económica y ambiental.

Hoy, las élites europeas solo pueden presentar como credencial más sobresaliente su fracaso y su connivencia a la hora de impulsar su agenda neoliberal y sus políticas de austeridad. Por eso es imprescindible conseguir que suba la marea en favor de otra Europa. Para que las democracias low cost adquieran mayor densidad y capacidad. Para que democracia y soberanía sean conceptos que tengan pleno sentido. Para que el poder tenga que escuchar. Para obligarlo a cambiar. Porque “el poder no hace ninguna concesión a menos que se le exija (…) Nunca ha hecho ninguna y nunca lo hará”. Esto es lo que nos enseña la historia. Y los ciudadanos movilizados tienen una gran capacidad para llevar a las élites a la mesa de los consensos.

Esta es la invitación amable que nos hace Josep Fontana: aunque sea costoso y lento, trabajar con otros para conseguir cambios positivos en el mundo es la forma de vida más reconfortante. También sabemos por experiencia que hay avances y retrocesos, que no hay nada asegurado. Que lo que parecía estable, “sólido”, para una generación de europeos, ya no lo es para la siguiente. Al final dependerá de lo que los ciudadanos organizados decidamos respecto a nuestro futuro y el de nuestros hijos. Como suele repetir a menudo, lo que tengamos será lo que habremos merecido.

Gracias, querido maestro.
(Foto de Rosa Peña: Primavera en mi barrio. Rivermark. Santa Clara. California)