lunes, 28 de junio de 2021

_- La peligrosa labor del hombre que "desprograma" a jóvenes atrapados en grupos de culto y de odio


_- ¿Cómo convencer a las personas a las que un culto peligroso les ha lavado el cerebro de que olviden todo lo que creen que es verdad y comiencen una nueva vida?

Ese es el desafío de Rick Alan Ross, quien justamente se dedica a eso.

Ross es un especialista de renombre mundial en intervenciones de cultos. En el pasado se le ha llamado un desprogramador de culto y, más sensacionalmente, un "destructor de culto".

Ayuda a la gente a dejar las sectas destructivas y otros grupos controvertidos o radicales.

"En su esencia, todos estos grupos comparten factores definitorios: un líder totalitario que se convierte en objeto de adoración, el proceso de adoctrinamiento resulta en una influencia indebida, y luego el grupo es destructivo, lastima a la gente", le dice a la BBC.

Ross, quien se aproxima a los 70 años, ha participado en más de 500 intervenciones en todo el mundo. Y ha puesto su vida en peligro al luchar contra estos a veces poderosos grupos.

Ross ha trabajado con sectas y grupos de odio durante más de 30 años.

"He estado bajo la protección del FBI y del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Me acosaron investigadores privados, me demandaron cinco veces... Grupos incluso compraron mi basura para obtener información sobre mí. Me acosaron bastante a lo largo de los años", cuenta.

El problema con los grupos peligrosos, afirma Ross, es más amplio de lo que parece.

El complejo de Jonestown, en Guyana, fue sede de un suicidio masivo encabezado por el reverendo Jim Jones, del Templo del Pueblo.

Pero hay muchos otros incidentes de alto perfil, desde el asesinato de Sharon Tate y otras siete personas, perpetrado por seguidores del culto de la "Familia Manson" en 1969, hasta la reciente condena a 120 años de prisión del líder del culto sexual Nxivm por delitos de tráfico sexual.

Ross jugó un papel en esa condena al poner al descubierto las tácticas del grupo y testificar en la corte, en octubre pasado.

"Observamos a estos grupos y pensamos 'están tan locos', pero no nos damos cuenta de que, dentro de ese grupo, todo lo que los rodea está siendo manipulado", dice Ross, en declaraciones al programa de radio Outlook del Servicio Mundial de la BBC.

Un culto puede romper el sentido de la realidad de una persona y obligarla a construir uno nuevo, creando un cisma entre lo que el grupo dice que es real y lo que es verdaderamente real.

Ross experimentó esto por primera vez a los 30 años, cuando visitaba a su abuela en un hogar de ancianos en Arizona.

Ella le contó que una enfermera estaba predicando y tratando de reclutarla en lo que resultó ser un controvertido grupo religioso que tenía como objetivo la conversión de los judíos.

"Estaba muy molesto, sentí que quería protegerla. Fui al director del asilo de ancianos y hubo una investigación que descubrió que un grupo había pedido subrepticiamente a sus miembros que trabajaran de manera encubierta en el asilo de ancianos con el fin de apuntar a las personas mayores", dice el experto en cultos.

Ross luego pasó a trabajar en un programa para apoyar a prisioneros judíos, que también estaban siendo atacados por grupos religiosos extremos o grupos de odio.

Pasaba sus días entre cultos y autos: compraba y vendía vehículos viejos en un desguace, hasta que renunció para convertirse en un desprogramador de tiempo completo.

"Empecé a recibir referencias de familias que decían: 'Mira, no sé qué hacer. Mi hijo, mi hija, está involucrada en este grupo. ¿Puedes ayudarme?' Y comencé a sentarme y hablar con estas personas junto con un psicólogo", dice.

"Las familias se sentían muy aliviadas, porque muchos de estos grupos eran peligrosos. Algunos de ellos abusaron de los niños, otros fueron violentos. Muchos de ellos llevaron a la gente a la angustia psicológica y al distanciamiento familiar".

Pero, ¿qué implica exactamente la técnica de desprogramación de culto?

"Siempre ha sido el mismo proceso básico, pero se ha vuelto cada vez más sofisticado", dice Ross. "Es rebobinar el proceso de reclutamiento de la secta y examinarlo: ¿Cómo ingresaste, qué técnicas se usaron para reclutarte? ¿Fuiste engañado? ¿Te atraparon en el grupo?".

Se necesitan horas y horas de conversaciones para desentrañar los subterfugios empleados por las sectas, desde la hipnosis hasta la presión de los compañeros, la privación de comida y el contacto físico, todo diseñado para crear un sentido de pertenencia exclusiva.

La desprogramación también implica investigar exhaustivamente el culto en cuestión y los términos que usa, para que Ross pueda hablar con el miembro en su misma longitud de onda.

La mayoría de sus intervenciones, dice, comienzan por sorpresa para evitar que el grupo "sabotee el esfuerzo".

"El individuo puede ir a la secta y decir: 'Bueno, mi familia quiere hablar conmigo sobre mi participación en este grupo. ¿Qué crees que debería hacer?' Y el grupo diría: 'No vayas'".

La intervención sorpresa puede llevar a la ira y la tristeza, admite el experto en sectas, a una sensación de "estar siendo emboscado".

"La familia le explica al individuo cuáles son sus preocupaciones. Y yo estoy allí y hablo sobre por qué me trajeron. Es un diálogo que suele durar dos o tres días", dice Ross, quien afirma que su tasa de éxito es "aproximadamente siete de cada 10".

"Es decir, al final de la intervención alrededor del 70% de la gente dice: 'Me voy a tomar un descanso del grupo'".

"Estos grupos tienen un líder totalitario que se convierte en objeto de culto".

Amenazas de muerte
A mediados de la década de 1980, los medios de comunicación comenzaron a notar el trabajo de Ross con grupos radicales y sectas.

Simultáneamente, el desprogramador estadounidense se convirtió en un objetivo de los mismos grupos que estaba tratando de combatir.

"Me han llamado, ya sabes, Satanás ... y palabras que no voy a repetir. Hay grupos que realmente me guardan rencor y me odian", dice.

"Pero pensé que el hecho de que a estos grupos no les agradara era evidencia de que estaba teniendo algún impacto y que estaban preocupados por los miembros que estaban perdiendo, porque con frecuencia la desprogramación tendría un efecto dominó".

Ha recibido múltiples amenazas de muerte a lo largo de su carrera. La primera fue en 1988, luego de que expusiera en la televisión al líder de un polémico grupo.

"Yo diría que no pasa un mes sin que me envíen por correo electrónico alguna amenaza, o el Departamento de Justicia me envía una advertencia sobre un grupo que me tiene en una lista de objetivos", dice.

También ha sido duramente criticado. Algunas personas lo han acusado de odiar la religión y de intentar restringir las libertades religiosas.

De manera más generalizada, muchas personas también critican las técnicas de desprogramación como una forma de modificación forzada de la conducta o incluso como un "lavado de cerebro" en sí mismo.

Las intervenciones de desprogramación se realizan sin previo aviso, para evitar que otros miembros del grupo interfieran.

Ante estas acusaciones, Ross dice que solo persigue grupos que supongan algún tipo de peligro para sus seguidores.

"Me enfoco en el comportamiento, no en la creencia. La gente puede creer todo tipo de cosas con las que no estaría de acuerdo, pero si no hacen daño, si no lastiman a los niños, si no están involucrados en un comportamiento destructivo, nunca aparecerían en mi radar".

¿Contra la voluntad?
La principal controversia en torno a su trabajo está relacionada con la desprogramación involuntaria, un proceso que ocurre sin un consentimiento para ser desprogramado y que a veces puede involucrar restricción física.

La desprogramación involuntaria de un menor bajo la supervisión de un padre o tutor es legal en EE.UU.

Pero si ese alguien es un adulto, es más complicado.

¿Cómo justificaba el desprogramador retener a alguien contra su voluntad y, potencialmente, también ponerse en riesgo de ser acusado de secuestro?

"Bueno, de la forma en que lo veía, no era mi elección, sino la elección de la familia", dice.

"La familia había decidido que esta era su última alternativa para salvar a alguien que amaba. Y quizás fue una elección controvertida en el sentido de que no es correcto retener a alguien en contra de su voluntad. Pero dadas las opciones, lo elegían como el mal menor. Y estaba dispuesto a trabajar con ellos".

"A veces era cuestión de vida o muerte. Por ejemplo, he tenido una situación en la que alguien estaba recibiendo insulina y el grupo le decía que deje de usarla. Por lo tanto, había mucho en juego en algunas de estas intervenciones".

Ross ha sido criticado por sus técnicas de desprogramación involuntarias y acusado de restringir las libertades religiosas.

De los más de 500 casos que tuvo Ross, dice que una docena fueron involuntarios. Su último, y posiblemente el más conocido caso de este tipo fue la desprogramación de Jason Scott, en 1991.

La madre de Jason había pertenecido a un grupo controvertido, con el cual se había peleado, y quería que sus tres hijos adolescentes se fueran con ella.

"[La madre] estaba terriblemente angustiada. Uno de sus hijos había sido abusado sexualmente, lo que la había precipitado a dejar el grupo. Y sabía que a Jason se le había organizado un matrimonio arreglado con una mujer del grupo".

Contrató a Ross. Pudo desprogramar a los dos hijos menores, pero Jason, el mayor, de 18 años, se negó. Luchó contra los guardias de seguridad que había contratado su madre y terminó siendo llevado a la fuerza a un refugio.

Allí, Ross se sentó y habló con él y otros miembros de la familia durante unos cinco días. Y al final, Jason parecía haberse recuperado.

Se necesitan horas de charlas guiadas para convencer a alguien de que está siendo controlado, dice el experto.

Pero la intervención fue un fracaso. Jason escapó, regresó al grupo religioso y lo denunció a la policía. Ross fue arrestado y acusado de encarcelamiento ilegal. Fue absuelto, pero la cosa no terminó allí.

En 1995, Jason demandó a Ross en un juicio civil. Declaró que había sufrido un trato despectivo, intimidación, violencia y vigilancia constante durante la intervención.

El caso judicial terminó cuando Ross fue declarado responsable de conspiración para privar a Jason Scott de sus derechos civiles y libertades religiosas.

Tuvo que pagar más de US$2 millones en daños. "Me declaré en quiebra. Y fue un momento muy difícil en mi vida", dice.

Pero en un giro inesperado de los acontecimientos, Jason terminó reconciliándose con sus hermanos y su madre. También llegó a un acuerdo con Ross, quien en lugar de US$2 millones tuvo que pagar US$5.000.

Y, en un giro de 180 grados, Jason pidió la ayuda del experto en cultos para desprogramar a su esposa, que todavía estaba en el grupo.

"Sabes, esto es lo que sucede a menudo en una desprogramación fallida. La persona obtiene bastante información y es posible que no actúe de inmediato, pero tal vez más tarde lo haga".

"Y Jason básicamente dejó el grupo por muchas de las razones que habíamos discutido durante la intervención, porque reconoció que lo mejor para él era irse ", dice Ross.

"La gente puede creer todo tipo de cosas con las que no estaría de acuerdo, pero si no hacen daño, nunca aparecerían en mi radar", dice Ross.

Este caso, sin embargo, le hizo cuestionar algunas de sus prácticas.

"Independientemente de las circunstancias, decidí no volver a realizar una desprogramación involuntaria en un adulto", dice.

Algunos de sus casos más exitosos, a su vez, han dado lugar a lazos de muchos años.

"Algunas personas se mantienen en contacto, me envían tarjetas de Navidad, me invitan a bodas. Realmente lo aprecio. Una mujer a la que ayudé a salir de un grupo que esterilizaba a sus miembros, cuando tuvo su primer hijo me envió un imagen del bebé", dice Ross.

"Otros siguen adelante con sus vidas y se olvidan de mí. Lo cual creo que está perfectamente bien, ya que tal vez estoy asociado con sus recuerdos desagradables de estar en un grupo muy abusivo". 

domingo, 27 de junio de 2021

El verdadero peligro de la inflación que se avecina

Por Juan Torres López | 19/06/2021 | Economía

Fuentes: Público

Los hechos no dejan lugar a dudas: los precios están subiendo en todas las economías y, en algunos casos, muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia. 
En Estados Unidos, la tasa de variación anual ha sido del 5% en mayo pasado, cuando el objetivo de la Reserva Federal es del 2%; en Europa, la subida anual es mucho menor, del 2%, pero iguala ya el máximo establecido por el Banco Central Europeo. En España, ha sido del 2,7%, pero si se contemplan las subidas en algunos sectores o bienes y servicios concretos, es muchísimo mayor: la gasolina de 95 octanos ha subido un 23% en el último año, el transporte en general un 9,4%, el conjunto de electricidad, gas y otros combustibles un 25,5%, los servicios Covid-19 un 6,9% y la vivienda un 10,4%.

Sobre las causas inmediatas de esta subida no hay gran discusión entre los economistas porque están bastante claras:

– Los confinamientos provocaron una gran caída de la demanda en muchos sectores y, por tanto, de los precios. Eso hizo que los índices generales que sirven de base de referencia bajaran, de modo que la recuperación ha provocado lógicamente un repunte inevitable, no demasiado preocupante mientras si solo significa una vuelta a la normalidad de los intercambios.

– Las medidas contra la Covid-19 también dieron lugar a cierres de la producción en muchas actividades de producción y distribución que han ocasionado cuellos de botella en las redes de suministro. Eso provoca escasez de muchas materias primas y productos que igualmente ocasiona subidas de precios muy elevadas: la madera ha llegado a subir casi un 400%, los fletes marítimos un 300%, la gasolina un 197% y el petróleo un 147%, el aluminio el 99%, el estaño el 89%, el cobre el 80%, la colza el 72%, el maíz el 64%, el platino el 66%, el algodón el 50%… y así muchos otros.

Los cuellos de botella incluso se están dando en los mercados laborales. Muchas empresas, sobre todo las que utilizan empleo de bajo salario, indican que encuentran dificultades para disponer de trabajadores, bien porque requieren nuevas cualificaciones al haberse reinventado, bien porque los subsidios y ayudas se mantienen tan generosos que no compensa el empleo de muy bajo salario.

– Finalmente, todo eso se ha producido cuando la vuelta a la normalidad ha estado acompañada de un gran incremento de gasto por parte de los gobiernos y de un ahorro acumulado extraordinario que, al comenzar a gastarse, impulsa fuertemente la demanda.

Sin embargo, sí que hay un fuerte debate sobre la posibilidad de que estas subidas se consoliden, iniciando un proceso inflacionario generalizado en todas las economías que obligara a tomar medidas excepcionales.

Esta tesis es la que mantienen en Estados Unidos quienes consideran que los programas de gasto de la administración Biden están siendo excesivos y que producen un sobrecalentamiento de la economía que inevitablemente va a desencadenar una fuerte inflación. Entre sus defensores no solo están los economistas más conservadores y vinculados al Partido Republicano sino otros como Larry Summers y Olivier Blanchard que, curiosamente, justo antes de la pandemia mantenían que la economía de Estados Unidos sufría un «estancamiento secular» por escasez de demanda.

La mayoría de los dirigentes de los grandes bancos centrales coinciden en reconocer que se está produciendo un brote inflacionario pero que es de carácter temporal, de modo que no hay necesidad de tomar, por ahora, medidas contundentes para tratar de frenarlo. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha dicho repetidamente en las últimas semanas que está concentrado en volver al pleno empleo y que no se dejará influir por aumentos temporales de la inflación. El gobernador del Banco de Inglaterra ha dicho que observa la inflación «con mucho cuidado» pero sin preocuparse. Diversos responsables del Banco Central Europeo han reiterado más o menos lo mismo, que las subidas de precios no se prolongarán en el tiempo y que en la zona euro no hay riesgo de sobrecalentamiento.

Es lógico que los banqueros centrales digan eso porque saben perfectamente que una de las causas que siempre tiene la inflación es que haya expectativas de que va a producirse. Por eso, y aunque sepan que puede ocurrir lo contrario, nunca van a reconocerlo de antemano. De hecho, la historia económica nos enseña que los procesos inflacionarios se desencadenan siempre sin previo aviso y cuando todo el mundo se empeñaba en decir que no iban a producirse.

Como yo no tengo esa obligación, mantengo una opinión menos optimista sobre lo que puede ocurrir con las subidas de precios que ya han empezado a darse. No creo que vayan a ser tan temporales como se dice, creo que pueden extenderse al conjunto de la economía y, sobre todo, me preocupa que los bancos centrales utilicen, cuando esto se produzca, un remedio que sea peor que la enfermedad.

Las principales razones que me llevan a pensar que la inflación puede llegar para quedarse durante algunos largos años son las siguientes:

– Los cuellos de botella y los problemas de oferta que provocan subida de precios no están ocasionados solamente por la pandemia. Con anterioridad, se había comenzado a manifestar una crisis industrial en casi todo el mundo que se manifestaba en la caída de la tasa de beneficio y de producción en sectores estratégicos. La pandemia no la ha resuelto y lo que nos vamos a encontrar, cuando volvamos enteramente a la normalidad, es un recrudecimiento de esa crisis previa.

– Las mencionadas subidas de precios en las materias primas y en muchos productos básicos para la producción de casi todos los bienes y servicios tampoco tiene que ver exclusivamente con factores coyunturales, sino con la endémica falta de competencia en los mercados capitalistas. El caso del transporte marítimo que tanto influye en el aprovisionamiento y los costes es claro: siete de los grandes armadores de contenedores controlan el 75% del mercado y tres alianzas el 80% del transporte marítimo. Y más o menos lo mismo ocurre en otros sectores cruciales: dos empresas controlan el 75% del comercio mundial de granos y cuatro el 80% del comercio mundial de alimentos o el 95 por ciento del mercado mundial de semillas comerciales, por poner solo algún ejemplo.

– Las subidas de precios no se están produciendo solo porque suban los costes sino como una estrategia de muchas empresas para recuperar la rentabilidad perdida en un contexto de expansión de la demanda.

– La globalización que había permitido deslocalizar el empleo hacia los países con salarios muy bajos, disminuyendo así el poder de negociación de los trabajadores, está en crisis y no va a volver a producirse, al menos, con tanta facilidad como antes. Será más fácil, pues, que haya subidas de salarios que presionen sobre los precios.

– China ha cambiado su modelo productivo y está comenzando a centrar el impulso de su economía en el mercado interno más que en las exportaciones y esto le obliga a acaparar un suministro de materias primas y bienes intermedios que antes fluía a la economía internacional, tensionando así sus precios de forma permanente.

– La pandemia, la desarticulación sectorial que se produce y otros factores diversos pueden frenar la productividad durante bastante tiempo y eso presionará también al alza los precios.

– La transición ecológica es inevitable y también lo es que vaya acompañada de subidas de precios porque implica costes de producción y distribución más elevados.

– Sabemos por experiencia que la inflación se autoalimenta así que puede bastar con que las subidas de precios se produzcan durante unos meses para que se disparen durante mucho un periodo mucho más prolongado.

En resumen, es difícil saber qué va a pasar en los próximos meses o años con las subidas de precios, pero lo cierto es que hay diversas circunstancias que permiten sospechar que no van a ser tan circunstanciales como las autoridades monetarias están obligadas a decir que serán para no provocarlas ellas mismas.

Lo importante, sabiendo que las subidas de precios son inevitables tras una pandemia que produce distorsiones en los mercados, es saber qué hacer si estas subidas son algo más que puntuales, si aumentan sustancialmente y prolongan en el tiempo.

Lo que me preocupa al respecto es que los bancos centrales y los economistas de opinión dominante en general han mantenido hasta ahora tesis sobre los procesos inflacionarios que se ha podido comprobar que estaban equivocadas.

Se ha demostrado, por ejemplo, que es falso que haya que aumentar el desempleo y reducir el nivel de actividad para frenar la inflación (esto se analiza  aquí). Y, en concreto, que para evitar que suban los precios hay que moderar las subidas salariales. Para Estados Unidos se ha demostrado, por el contrario, que si la Reserva Federal quiere mantener su objetivo de inflación lo que debe hacer es dejar que los salarios reales crezcan más rápido que la productividad laboral durante algunos años (se demuestra aquí).

También se ha comprobado que es falsa la creencia que ha servido para diseñar y justificar las políticas económicas de los últimos años. Se decía que las economías se pueden estabilizar, simplemente controlando la inflación con una política monetaria activa y con recortes de gasto. La realidad es que estas políticas ni han evitado las crisis ni han estimulado la recuperación cuando estas se han producido.

Por el contrario, la pandemia ha terminado de demostrar que la política fiscal es fundamental para evitar el colapso, no sólo garantizando la demanda y la actividad, sino creando capital e impulsando y dando salida a la oferta cuando los mercados se bloquean.

Por tanto, el mayor peligro que puede producir la inflación que inevitablemente se avecina es que los bancos centrales vuelvan a equivocarse tratando de hacerle frente simplemente con subidas de tipos de interés, provocando más desempleo y reduciendo la capacidad inversora de los gobiernos cuando las empresas no tienen capacidad de generar el capital necesario para recuperar la producción.

En Estados Unidos parece que lo tienen claro y no se van a dejar llevar de momento, por los viejos errores. En Europa, la situación no está tan clara. Un documento reciente de La Comisión Europea (aquí) reconoce y recomienda a los gobiernos que den prioridad a las inversiones pero también plantea que deben comenzar a abordarse reformas presupuestarias estructurales, en la misma línea de vuelta a la austeridad que reclamó hace unos días en The Financial Times el antiguo ministro de Finanzas alemán y actual presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble: «La paz social de Europa requiere un retorno a la disciplina fiscal» (aquí).

O los gobiernos y los bancos centrales cambian y dejan a un lado los viejos dogmas que no han funcionado y entienden que ahora las subidas de precios se producen por problemas de oferta que requieren inversión pública, demanda sostenida y empleo, o vamos a tener una vuelta a la normalidad que será más dura y costosa que la propia pandemia. 

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sábado, 26 de junio de 2021

“En un mundo perfecto Juan Mari Arzak me adoptaría”: la irreverente guía póstuma de Anthony Bourdain. Tres años después de suicidarse, un último libro con material suyo y con la participación de su mano derecha repasa los placeres del mediático cocinero, entre ellos su amor por España y el jamón


El vitriólico chef y comunicador Anthony Bourdain sigue viviendo en sus libros. En junio de 2018, a los 61 años, su muerte causó una gran conmoción en el mundo gastronómico.

Cuando se cumplen tres años de su desaparición se lanza en español una guía irreverente de viajes, Comer, viajar, descubrir, editada por Planeta Gastro. Bajo el título en inglés World Travel. An Irreverent Guide, salió en Estados Unidos en plena pandemia, el pasado año, y fue posible por la voluntad de Laurie Woolever. La mano derecha del chef en sus aventuras televisivas, a quien llamaba “mi lugarteniente”, utilizó material que había recopilado con Bourdain en los viajes y recogió opiniones de amigos y colegas que vivieron momentos gastronómicos con el mediático chef.

El libro no contiene fotos, pero sí ilustraciones de Wesley Allsbrook, al estilo de los trabajos de campo decimonónicos. Recorre 43 países, todo un maratón de sensaciones y descubrimientos, con la ironía y el tono gamberro habituales del escritor y cocinero. “Yo soy un contador de historias. Voy a sitios y vuelvo de ellos. Y os cuento lo que me hicieron sentir”, decía Bourdain, cuya cuenta de Instagram aún sigue activa con la última foto de un contundente desayuno en Francia. De su natal Nueva York a su admirada Kioto. De Argentina a Australia, el olfato de Bourdain nos guía por lo más sabroso. “Quizá, después de todo, sí haya cabida en este mundo para otra guía de viajes, una repleta del ácido ingenio de Tony, de sus perspicaces observaciones, de algunas de las oblicuas revelaciones que hizo acerca de los misteriosos contornos de su corazón abatido”, confiesa Allsbrook en la introducción del libro.

En ese recorrido mundial de su guía póstuma figura España, uno de los últimos países en los que hizo escala. “¿Cómo puede ser tan bueno un jamón? ¿Cómo puede ser tan fantástico algo que viene metido en una lata? Las cosas más básicas... Una anchoa, una aceituna, un trozo de queso. Las cosas sencillas de verdad, las pequeñas cosas que aquí ves todos los días, eso es lo bueno de España”, escribe Bourdain en sus notas. Y ejemplifica sus preferencias en dos de sus destinos favoritos, donde tenía buenos amigos y colegas: San Sebastián y Cataluña. Los hermanos Ferran y Albert Adrià le hicieron de cicerones y con Juan Mari y Elena Arzak tenía una relación especial.

“En un mundo perfecto, en otra vida, yo viviría en San Sebastián. Todo esto, toda esta comida, este lugar, sería un derecho natural, y de algún modo Elena Arzak sería mi hermana, y Juan Mari Arzak me adoptaría. Yo amo a este hombre, adoro a Elena”, confiesa Bourdain. Durante una grabación de Parts Unknown, su última serie gastronómica para la CNN, le contaba a la hija del chef vasco: “Mi padre murió muy joven. Pero a mí me gustaría que Juan Mari supiera que desde la primera vez que vine aquí, siento que me ha cuidado como lo haría un padre. Ha sido un amigo fiel, siempre me ha apoyado y quiero que sepa que le aprecio.” Su propia experiencia de paternidad la vivió Bourdain a los 50 años, con el nacimiento de su hija Ariane (hoy adolescente de 14 años), fruto de su relación con la gerente de restaurante y experta en artes marciales Ottavia Busia.

Bajo su apariencia dura, Anthony Bourdain (Nueva York, 25 junio 1956) era un tipo sensible. Era un buscador incansable de sensaciones. Sus programas (No Reservations, Parts Unknown) eran una ventana abierta a las culturas culinarias del mundo, sus cuatro décadas de trabajo constituyen un apetitoso legado de conocimiento gastronómico y, como en sus libros (Confesiones de un chef, Malos tragos, Crudo, el manga Get Jiro…), siempre aparecía el lado salvaje de la cocina. Tanto en lo profesional como en lo personal era un insatisfecho nato.

¿Causas de su trágico final a los 61 años, en pleno rodaje en Francia de su docuserie Parts Unknown? Al parecer, la depresión y el agotamiento, además de una complicada relación abierta con la actriz Asia Argento, una montaña rusa de infidelidades mutuas y encuentros y desencuentros.

Esa agitada vida de Bourdain en el lado salvaje queda patente en un documental que precisamente se ha presentado estos días en el Tribeca Film Festival y que será emitido por CNN y HBO Max. Roadrunner, dirigido por Morgan Neville (ganador del Oscar por el documental sobre los coristas de las estrellas de la música A 20 pasos de la fama), muestra filmaciones del chef en sus programas y tomas extra de las grabaciones, así como entrevistas con familiares y amigos (a excepción de Argento). “Me gustaría vivir como una persona normal, pero realmente no sé lo que es eso”, dice Anthony Bourdain en pantalla. Y las imágenes recogen algo que dijo y que suena terriblemente real: “Nunca hay final feliz”.

Fuente: El País.

viernes, 25 de junio de 2021

_- Cientos de niños negros que acabaron en escuelas para "subnormales" en Reino Unido en las décadas de los 60 y 70

_- En el Reino Unido de las décadas 1960 y 1970, cientos de niños negros fueron etiquetados como "educativamente subnormales" y enviados erróneamente a escuelas para alumnos que se consideraba tenían poca inteligencia. 

Por primera vez, algunos exalumnos han hablado de sus experiencias para un nuevo documental de la BBC.

En la década de 1970, cuando tenía 6 años, Noel Gordon fue enviado a lo que se conocía en aquel momento como un internado "educativo para subnormales" (ESN), situado a 24 kilómetros de su casa.

"Esa escuela era un infierno", dice Noel. "Pasé 10 años allí, y cuando me fui a los 16, no pude conseguir trabajo porque ni siquiera podía deletrear o llenar una solicitud de empleo".

Aproximadamente un año antes de unirse a la escuela ESN, Noel había sido ingresado en el hospital para que le extrajeran un diente. Le administraron un anestésico, pero resultó que tenía anemia de células falciformes no diagnosticada y el anestésico desencadenó una reacción grave.

Noel dice que los problemas de salud resultantes lo llevaron a ser percibido como con dificultades de aprendizaje y a ser recomendado para una "escuela especial". Sin embargo, ni él ni sus padres recibieron ninguna prueba o explicación de su discapacidad.

"Alguien vino y dijo que habían encontrado un internado especial con una matrona donde se ocuparían de mis necesidades médicas", dice Noel.

Durante esa conversación también dijeron que Noel era "un idiota. Estúpido".

Pero los padres de Noel no se dieron cuenta de que su nueva escuela era para los llamados "subnormales" desde el punto de vista educativo. Se habían mudado a Inglaterra desde Jamaica a principios de los años 60 y tenían grandes expectativas en la educación de su hijo.

Noel pasó la primera noche en el internado llorando, pensando en su madre. Sentía que la escuela era fría e institucional.

"Aún me viene el olor de los viejos escritorios de madera. ¡Ah! y el abuso racial en mi primer día", dice.

Un estudiante le lanzó insultos raciales en el aula, pero no fue reprendido: el maestro simplemente le dijo que se sentara.

La escuela no seguía el plan de estudios del resto. Y aunque un maestro le dio a Noel un cuaderno para que escribiera, nunca le enseñaron gramática básica o cómo escribir. Hizo algunas sumas y restas básicas, pero durante las clases principalmente hacía manualidades y jugaba.

Sus padres sólo se dieron cuenta de qué tipo de escuela era cuando Noel, que entonces tenía 7 años, fue golpeado por un alumno de 15 años y su padre lo visitó por primera vez.

Recuerda que su padre le dijo al director: "Esta es una escuela para niños discapacitados", utilizando un término obsoleto.

Dice que el director respondió: "Sí, pero no nos gusta usar esa palabra, los llamamos aprendices lentos".

El padre de Noel, aunque devastado, se sintió impotente para cambiar las cosas.

Noel no tuvo la oportunidad de realizar exámenes y obtener calificaciones. Reflexionando sobre ello ahora, dice que ser etiquetado como subnormal desde el punto de vista educativo lo hizo sentir inferior por el resto de su vida y le generó muchos problemas psicológicos.

"Dejar la escuela sin ningún título es una cosa, pero dejar la escuela pensando que eres estúpido es completamente diferente. Te quita la confianza", dice.

La etiqueta
El término "educativamente subnormal" derivó de la Ley de Educación de 1944 y se utilizó para definir a quienes se creía que tenían una capacidad intelectual limitada.

"Esa etiqueta hizo que los niños se sintieran inferiores", dice el profesor Gus John, activista de la educación, quien llegó a Reino Unido desde el país insular caribeño Granada en 1964 como estudiante, y pronto se dio cuenta del problema.

"Los estudiantes de las escuelas ESN no irían a la universidad. Si tenían suerte, se convertirían en labradores.

"El término paralizaba y mataba cualquier sentido de autoconfianza y ambición".

Las escuelas primarias y secundarias de ESN clasificaban a los niños entre los que tenían "discapacidades de aprendizaje moderadas", discapacidades de aprendizaje "graves" o aquellos "imposibles de enseñar".

Estas categorías eran amplias y cuando se recomendaba a los estudiantes para las escuelas ESN, los profesores y psicólogos no siempre daban razones sólidas.

Si bien algunos de estos centros tenían buenos ejemplos de enseñanza, en muchos se pasaban por alto las necesidades de los alumnos.

Los estudiantes negros fueron enviados a estas escuelas en proporciones significativamente más altas.

Los realizadores del documental vieron un informe de 1967 de la ahora desaparecida Inner London Education Authority (ILEA , la Autoridad de Educación del Interior de Londres), que mostraba que la proporción de niños inmigrantes negros en las escuelas ESN (28%) era el doble que la de los de las escuelas ordinarias (15%).

"El porcentaje de niños negros en las escuelas ESN comparado con el de las escuelas normales era escandaloso", dice Gus John.

Pero ¿por qué se definió a tantos niños negros como "subnormales"?

"Racismo desenfrenado"
Las cifras de las décadas de 1960 y 1970 muestran que, en promedio, el rendimiento académico de los niños negros era más bajo que el de sus homólogos blancos. Eso alimentó la creencia generalizada de que los niños negros eran intelectualmente inferiores a los blancos.

Un informe de la autoridad local filtrado en 1969, escrito por un director llamado Alfred Doulton, argumentó que los niños antillanos en general tenían un cociente intelectual más bajo.

La afirmación se basaba en los resultados de las pruebas de cociente intelectual a los que se sometía comúnmente a los alumnos de primaria.

Uno de los principales defensores de esas teorías fue Hans Eysenck, exprofesor del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres.

Creía que la inteligencia estaba determinada genéticamente y citaba un estudio estadounidense que parecía mostrar que el cociente intelectual de los niños negros caía, en promedio, 12 puntos por debajo de los niños blancos.

Sobre ello, Gus John dice en el documental: "Cuando personas como Eysenck escribieron sobre raza e inteligencia, lo que en realidad estaban haciendo era justificar todos esos tropos que habían estado flotando durante el período de esclavitud, en el que la gente creía que no solo que los negros eran subhumanos sino también que no se podía esperar que actuaran o fueran tan inteligentes como los blancos".

Muchos maestros veían a los niños negros como intelectualmente inferiores y temían que el hecho de que hubiera "demasiados" alumnos negros en una clase afectara negativamente el logro de los alumnos blancos.

Tras una protesta de padres blancos en Southall, al oeste de Londres, en junio de 1965, el gobierno emitió una guía que abordaba las necesidades sociales, lingüísticas y las posibles necesidades médicas de los niños inmigrantes, y recomendaba mantener un límite de aproximadamente el 30% de inmigrantes en cualquier escuela.

Como consecuencia, muchas autoridades locales adoptaron la política de transporte en autobús: enviar a los niños inmigrantes a escuelas fuera de su área local en un intento de limitar el número de minorías étnicas en las escuelas.

La práctica finalmente se abolió en 1980.
"El sistema educativo alimentó y legitimó la idea de que los menores negros caribeños eran menos inteligentes que otros niños. Por eso muchos de ellos terminaron en las escuelas ESN.

"Fue un racismo desenfrenado", dice Gus John.

El problema del lenguaje
Muchos equipararon erróneamente la raza con la capacidad intelectual. Pero como argumentó la fallecida psicóloga educativa Mollie Hunte, los malos resultados de los estudiantes negros no se debieron a su capacidad intelectual sino a que las pruebas utilizadas para evaluarlos tenían un sesgo cultural.

Como explica Gus John, los exámenes utilizaban referencias y vocabulario con los que los niños caribeños recién llegados no estaban familiarizados.

"Un elemento clave fue el idioma", dice el profesor John. "Si habían crecido en un hogar jamaicano, usaban inglés jamaiquino —patois o criollo—.

"El problema que tenía la mayoría de los estudiantes caribeños era que como era un derivado del inglés estándar, nadie creía que necesitaran apoyo con el idioma".

Como resultado, no recibieron la ayuda adicional que recibieron otros niños inmigrantes que no hablaban inglés antes de llegar.

Según el profesor John, los maestros no intentaron comprender las barreras culturales que enfrentaban los niños negros y las evaluaciones no consideraron sus circunstancias domésticas y socioeconómicas, ni el impacto de la migración.

Muchos niños viajaban a Reino Unido una vez que sus padres se habían instalado. Llegaban a un país desconocido para vivir con extraños virtuales, a quienes no habían visto en años.

"Ese desplazamiento causó mucho trauma", dice el profesor John. "Hubo dolor y duelo. Esos niños a menudo no volvían a ver a sus abuelos".

"Descartados"
Según el activista de la educación, había una cultura de bajas expectativas entre los profesores.

Las dificultades de aprendizaje se confundieron con problemas de aprendizaje y los niños negros simplemente fueron "descartados" y enviados a las escuelas ESN.

Eso es lo que le sucedió a Maisie Barrett, de Leeds, una ciudad del norte de Inglaterra, quien fue enviada a uno de estos centros a los siete años, en la década de 1960.

"Inicialmente fui a una escuela convencional. Allí, una maestra le dijo a mi madre que no podía aprender. Nos dijeron que estaría mejor en una escuela especial".

Maisie dice que la decisión de enviarla a una escuela ESN fue un error que arruinó sus oportunidades de vida. Como a Noel, no le enseñaron lo necesario.

"Jugábamos, teníamos discotecas... Yo lo llamo una 'escuela libre' porque la educación era muy básica y jugamos mucho más de lo que estudiábamos", dice.

Fue solo en sus 30, décadas después, que a Maisie le diagnosticaron dislexia.

"En lugar de ayudarme con mis dificultades de aprendizaje, simplemente me tacharon de estúpida. Los maestros nunca se tomaron el tiempo de averiguar por qué tenía problemas para aprender. Eso arruinó mi confianza", dice.

"Era lenta, pero un maestro debería haberse tomado el tiempo para ayudarme a aprender".

Según Maisie, la falta de aprendizaje y apoyo era solo una parte del problema.

"Fui a una escuela que era una institución racista", dice.

Con el tiempo, tanto a Noel como a Maisie se les ofreció la oportunidad de asistir a escuelas ordinarias. Para entonces, era demasiado tarde.

En el caso de Noel, fue a una escuela secundaria local a tiempo parcial desde los 12 años y pasó el resto de la semana en la escuela ESN.

"En la escuela secundaria de medio tiempo, me ausentaba debido a la intimidación de no tener amigos y no poder leer", dice Noel.

Maisie dejó su escuela ESN a la edad de 13 años y comenzó en la escuela secundaria regular.

"Mi mamá me puso en contacto con una trabajadora social negra que, después de evaluarme, dijo que yo era inteligente y señaló que me ubicaran en la escuela ESN por racismo", dice Maisie.

Sin embargo, para entonces, incapaz de leer o escribir, Para Maisie la escuela secundaria fue extremadamente desafiante y terminó sin calificaciones.

No tan "especiales"
Inicialmente, muchos caribeños que emigraron al Reino Unido durante las décadas de 1960 y 1970 tenían una visión favorable de las escuelas ESN.

A menudo denominadas "escuelas especiales" por los maestros, los padres caribeños, con poco conocimiento sobre el sistema educativo británico, pensaban que estas brindarían un mejor apoyo y aprendizaje a sus hijos.

"Cuando le dijeron a mi madre que me habían recomendado para una escuela especial, la recuerdo sonriendo. Ella pensó que una escuela especial significaba una escuela mejor", dice Maisie.

Esta presunción sobre las escuelas "especiales" también se derivaba de las experiencias de los caribeños con los centros educativos en sus lugares de origen.

"La educación británica era vista como un camino hacia la movilidad social y las aspiraciones de los padres eran muy altas", dice Gus John.

"Los maestros tenían un perfil alto en las comunidades caribeñas, y los padres inicialmente confiaban en los profesores británicos. Fue un shock descubrir que sus hijos estaban siendo descritos como subnormales".

Sin embargo, cuando empezaron a notar las dificultades de sus hijos con los conceptos básicos de lectura y escritura, se preocuparon y surgieron grupos de padres dispuestos a la acción.

Por ejemplo, en 1970, después de descubrir que había un número desproporcionadamente alto de niños negros en las escuelas ESN del norte de Londres, un grupo llamado North London West Indian Association se quejó formalmente ante la Junta de Relaciones Raciales, alegando discriminación en virtud de la Ley de Relaciones Raciales de 1968.

Remedios
En 1971, un libro titulado "Cómo el niño antillano se vuelve subnormal desde el punto de vista educativo en el sistema escolar británico" resultó fundamental para cambiar la opinión de los padres negros.

El autor, el escritor y maestro granadino Bernard Coard, enseñaba en una escuela ESN y había notado la gran cantidad de niños caribeños allí. Cuando un grupo de padres preocupados le pidió que investigara el tema, escribió el libro en un tiempo récord.

Sostuvo que las escuelas ESN estaban siendo utilizadas por las autoridades educativas como un "vertedero" para los niños negros, y que los maestros estaban confundiendo el trauma causado por la inmigración con una falta de inteligencia.

El trabajo fundamental de Bernard Coard condujo a una acción positiva y a un fuerte aumento en las escuelas complementarias para negros.

Eran escuelas sabatinas creadas por padres negros con el objetivo de elevar el nivel educativo de los niños. Enseñaban materias del currículum junto con la historia negra, para elevar la autoestima de los niños, ayudarlos a obtener calificaciones y prepararlos para el empleo.

Después de años de presión y campañas, la Ley de Educación de 1981 consagró la inclusión en la legislación y el término "educativamente subnormal" fue abolido como una categoría definitoria.

Una investigación del gobierno sobre la educación de niños de grupos étnicos minoritarios publicada en 1985 encontró que los bajos puntajes de CI promedio de los niños antillanos no eran un factor significativo en su bajo rendimiento académico.

En cambio, se descubrió que el prejuicio racial en la sociedad en general jugaba en ello un papel crucial.

Pero para Noel como para Maisie, el impacto de su tiempo en las escuelas ESN permanece.

"La etiqueta cambió tanto y ESN paralizó mi confianza. Nunca me dieron las herramientas para ser la persona que podría haber sido", dice Maisie.

A pesar de escribir dos libros y obtener cuatro títulos después de dejar la escuela, incluidos los estudios caribeños y la escritura creativa, Maisie ha tenido dificultades para encontrar trabajo a lo largo de los años.

Actualmente desempleada y con dos hijos adultos, trabajó como trabajadora de apoyo para disléxicos, pero fue despedida hace unos años.

Maisie siente que se ha pasado la vida "tratando de ponerse al día" desde que dejó la escuela ESN.

Noel descubrió que realmente le gusta aprender y ha acumulado una serie impresionante de diplomas como adulto, incluida una licenciatura en informática.

Pero aunque la pared de su casa está cubierta de certificados, todavía tiene dificultades para leer y escribir.

"Esa escuela ESN me arruinó", dice Noel.

Y a pesar de los importantes avances realizados desde entonces, persisten las disparidades en la educación de los niños negros.

"Las preocupaciones que solíamos tener sobre los ESN todavía persisten, en vista de la cantidad de niños negros en unidades de derivación de alumnos", dice Gus John.

Estas unidades fueron establecidas en 1993 para acoger a alumnos excluidos de las escuela ordinarias.

Pero hay en ellas una cantidad desproporcionada de alumnos negros, hasta tres veces más en algunos de estos centros.

Al considerar el impacto a largo plazo de las escuelas ESN, el mayor pesar de Gus John es que "toda una generación fue disuadida de soñar en grande".

Fuente: BBC.

jueves, 24 de junio de 2021

Gratitud en acción

Lo primero que quiero hacer, por un deber del corazón y una elemental coherencia con el contenido de este artículo, es dar las gracias a quien lo ha inspirado. 

Mi querido amigo Laurentino Heras, me ha enviado como regalo su último libro de poemas (“Palabras en malva y negro”) y, por si fuera poco, ha añadido otro libro titulado “Gratitud y educación”, cuyo autor es Owen M. Griffith. El subtítulo nos da muchas pistas sobre el contenido: “Otra forma de enseñar, aprender y vivir”. Dentro de este segundo libro incluye un recorte de prensa con un artículo de Laura Ferrero titulado “Escapar del rayo”. Es un artículo sobre la gratitud. Y me invita a plantear en este espacio que él sigue con fidelidad cada sábado desde hace muchos años, algunas reflexiones sobre la gratitud. Y así lo voy a hacer, con sumo gusto. Dice Jean de la Bruyère, a quien he citado en alguna ocasión cuando he tenido que dar las gracias públicamente, que el único exceso permitido en nuestro mundo es el de mostrar auténtica gratitud.

Pronunciamos muchas veces al día la palabra gracias. Se calcula que unas 20 veces. Es probable que se haya convertido en una rutina, en una muletilla y que, en muchas ocasiones, la palabra se haya vaciado de contenido y haya perdido la verdadera emoción que podría encerrar. Por ejemplo, cuando en un restaurante nos indican en qué mesa podemos sentarnos, decimos gracias. Cuando nos entregan la carta volvemos a decir gracias. Cuando nos sirven el primer plato, repetimos la palabra gracias. Si pedimos que nos traigan otra servilleta, acompaños la petición con un nuevo gracias. Cuatro veces en unos minutos. Pero ¿realmente nos sentimos agradecidos? Dice Lura Ferrero en el citado artículo: “El gran tema no es dar las gracias sino ser capaces de expresar gratitud. El problema de las palabras es que se gastan, se les deshilachan los bordes y terminan dejando de significar”.

¿Qué se dice?, le preguntamos a nuestros niños cuando reciben un regalo, un elogio, una invitación, una caricia… ¿Qué se dice? Pues se podrían decir muchas cosas, pero lo cierto es que siempre responden con la misma palabra:

– ¡Gracias!

Luego sonreímos pensando que, de esta manera, demuestran que están bien educados, que han adquirido buenos modales.

Existe un sentimiento holístico de gratitud que se puede experimentar por el simple y maravilloso hecho de estar vivos. Hay un episodio en la vida del escritor Paul Auster que ha rememorado una y otra vez en entrevistas y conferencias porque, según cuenta, marcó toda su historia. Cuando tenía 14 años, su madre le envió a un campamento de varano en la montaña. Un día salió de excursión con sus compañeros y de repente, en medio del boque, se desató una tormenta eléctrica. Los responsables dijeron a los chicos que corrieran hasta llegar a un claro. Para ello tuvieron que arrastrarse en fila india por debajo de una cerca de alambre de púas. Justo en el momento en el que el chico que iba delante de Paul se agachaba, un rayo cayó sobre el alambre y el chico murió en el acto. El escritor no se dio cuenta de que estaba muerto y lo arrastró hacia el claro. Durante una hora, en medio de la tormenta y los relámpagos, trató de despertarlo sin atreverse a reparar en la rigidez, en que lentamente se fue poniendo azul, en el color morado de los labios. Ese fue para Paul Auster, uno de los momentos fundacionales de su vida y de su carrera. Fue consciente de la aleatoriedad de la existencia. Podía no haber escapado del rayo. Se apoderó de él un sentimiento incontrovertible: podría haberle tocado a él y no a su compañero. Dice Auster que, cada mañana, antes de levantarse de la cama da las gracias. Probablemente da las gracias a todo aquello que no controlamos: al destino, al azar, a la fortuna, a la casualidad.

En un tiempo en el que se pone el énfasis en los derechos que tenemos como seres humanos, en el que exigimos con vehemencia aquello que se nos debe, se corre el peligro de no reparar en todo aquello que la vida nos ha regalado. “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”, cantaba Joan Baez con voz estremecida y vibrante. No todos se acuerdan de decir estas cosas. No todos viven así.

Nos producen lástima las personas ingratas. Hay que aprender a ser agradecidos. Hay que practicar la gratitud. Me han parecido sugerentes algunas propuestas que hace Owen en el citado libro “Gratitud y educación”. Un libro en el que se nos insta a educar esa actitud en las escuelas. Una de esas propuestas es el “diario de gratitud”. Consiste en un diario en el que cada día se explicitan cinco motivos por los que deberíamos sentirnos agradecidos. Al final del curso tendremos en el diario más de mil motivos de gratitud. Se trata no solo de enumerar sino de añadir el correspondiente por qué.

Otra sugerencia se refiere a la “gratitud en acción”. Si realmente estamos agradecidos deberíamos demostrarlo ayudando a los demás. Dice el autor: “Los estudiantes demostraron que la gratitud es más que un sentimiento agradable para ellos, y que puede llegar a convertirse en una forma de vivir conscientemente y un modo de tomar medidas para mejorar nuestro mundo”.

Una tercera sugerencia es “la visita de gratitud” que consiste en la tarea de escribir una carta de gratitud a una persona a la que no se haya agradecido adecuadamente lo que ha hecho y acudir a su encuentro para entregarla y leérsela al destinatario o destinataria.

Al final del libro el profesor Griffith, propone una última iniciativa: “En nuestras aulas y en nuestras vidas, podemos hacer depósitos en las cuentas de gratitud de otros al encontrar algo por lo que estar agradecidos por alguien y luego expresarlo. El reto está en encontrar una nueva persona y hacer un depósito en su cuenta bancaria de gratitud”.

Cuenta el autor que, en cierta ocasión, asistió al Congreso “Transformar nuestras aulas mediante la gratitud” en el Greated Good Center for Science de la Universidad de California, en Bekeley. Veinticinco expertos en aprendizaje socioemocional, junto con veinticinco maestros exploraron el último plan de estudios que se estaba probando en todo el país a través del Proyecto de Gratitud Juvenil.

El prologuista de la obra, Jeffrey J. Froh, profesor asociado en Hofstra University, habla de tres principios que su investigación y la de otros colegas han podido identificar y que pueden utilizar los adultos para promover la gratitud en niños y adolescentes. Principios que han incorporado a su “curriculum para la gratitud”:

– Darse cuenta de la intenciones: se trata de invitar a niños y jóvenes a adivinar la intención que hay tras los regalos, beneficios y ayudas que reciben.

– Apreciar los costos: cuando alguien ofrece ayuda, sacrifica tiempo, realiza esfuerzos o invierte dinero para poder realizarla. Es conveniente pensar en todo ello.

– Reconocer el valor de los beneficios: cuando alguien brinda ayuda, genera un beneficio para quien la recibe. ¿Por qué no explicitarlo? Puede hacerse completando esta frase: Mi día (o mi vida) es mejor porque…

Estamos tan habituados a disfrutar de muchos bienes que no reparamos en todo lo que hay detrás de ellos (personas, medios, tiempos, costos…) para que lleguen hasta nosotros. Y pocas veces pensamos en que hay muchos miles de personas en el mundo que carecen de muchas de las comodidades de las que disfrutamos de forma casi inconsciente.

Uno de esos beneficios de los que disfrutamos es el aprendizaje que nos brinda la escuela. Hay estudiantes que no solo no lo valoran sino que lo desprecian y rechazan.

Nuestra hija Carla asistió durante un año a un Colegio público de la ciudad de Galway (Irlanda). En ese colegio tenían una hermosa costumbre que consistía en que los niños y las niñas daban las gracias cada día a sus profesores y profesoras por lo que les habían enseñado. Se convirtió en un hábito tan cotidiano como decir buenos días o buenas tardes.

Pido prestadas unas palabras a Owen Griffith que sirvan de punto final: “La reciente investigación científica ha confirmado que practicar la gratitud puede llegar a remodelar nuestros cerebros de manera positiva, lo que nos permite ver todo lo bueno que sucede en nuestra vida y en el mundo, mejorando la vida de las personas de manera poderosa y estimulante”. Así sea. Así es.

Fuente: blog de Miguel Ángel Santos Guerra.

miércoles, 23 de junio de 2021

_- Operación Barbarroja: 10 preguntas para entender el “peor error” de Hitler en la Segunda Guerra Mundial

_- El 22 de junio de 1941, la Alemania nazi lanzó la operación Barbarroja, su gran ofensiva contra la Unión Soviética entonces comandada por José Stalin. 

Se trató de la mayor invasión militar de la historia, y la arriesgada apuesta con la que Adolf Hitler pretendía decantar decisivamente a su favor el sino de la Segunda Guerra Mundial.

Pero las cosas no salieron cómo el führer había planeado, y los historiadores consideran el fracaso de la operación un punto de inflexión en la contienda y el principio del fin de la superioridad alemana.

La Operación Barbarroja dio inicio a 6 meses de batallas titánicas entre dos superpotencias totalitarias, una contienda que acabaría por resultar decisiva en el desenlace de la guerra.

Bautizada como Barbarroja por Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico del siglo XII, la invasión alemana de la URSS supuso la ruptura del pacto Germano-Soviético firmado en 1939.

Las fuerzas del Eje lanzaron 3 millones de hombres, divididos en tres grupos con las ciudades de Leningrado, Kiev y Moscú como objetivo respectivamente.

Las fuerzas soviéticas fueron tomadas por sorpresa y sufrieron terribles bajas en los primeros combates. Se calcula que murieron millones de hombres, y ciudades como Kiev, Smolensk y Viazma fueron conquistadas por los nazis.

Aunque estos también pagaron un alto precio, y la mejora paulatina de las defensas soviéticas, junto con la dureza del invierno ruso frenaron el avance de la Wehrmacht, la infantería alemana, en diciembre, cuando ya había llegado a las puertas de Moscú. Entretanto, Hitler había tomado la decisión de no pasar a la ofensiva en Leingrado, sometiéndola en cambio a un largo asedio.

Aunque las tropas soviéticas sobrevivieron al embate inicial, las fuerzas alemanas lanzaron nuevos ataques en 1942 y avanzaron aún más dentro del territorio de la URSS. Fue la batalla de Stalingrado, entre 1942 y 1943, lo que haría cambiar el curso del pulso bélico y acabó empujando al repliegue alemán.

Ahora que se cumplen 80 años del inicio de la invasión, el historiador británico Anthony Beevor, especialista en historia militar y en la Segunda Guerra Mundial, respondió a 14 preguntas de BBC History para intentar entender el peor error de Hitler.

1. ¿Tenía Hitler un plan a largo plazo para invadir la URSS?

Adolf Hitler cambiaba con frecuencia su actitud hacia las grandes empresas, pero creo que su invasión de la URSS es algo que viene desde ya el final de la Primera Guerra Mundial.

Su aborrecimiento del bolchevismo era absolutamente visceral, pero esa idea estuvo influida también por la ocupación alemana de Ucrania en 1918 y la creencia de que podría convertirse en un gran granero en el futuro.

Asegurar ese territorio podría evitar que se repitiera el bloqueo británico y la consiguiente hambruna en Alemania que se dieron en la Primera Guerra Mundial. Así que fue algo estratégico, pero también instintivo.

En realidad, el plan no se concretó en detalle hasta diciembre de 1940. Curiosamente, Hitler justificó la invasión de la URSS ante sus generales como la única forma de sacar a Reino Unido de la guerra.

Si la Unión Soviética era derrotada, entonces los británicos no tendrían más remedio que rendirse, lo que era un análisis un tanto particular de la situación.

2. ¿Fue el pacto Germano-Soviético algo más que una solución temporal para Hitler?

Fue muy deliberado. Hitler comprendió que tenía que derrotar primero a los aliados occidentales.

Y esto muestra una notable confianza, sobre todo si uno piensa que el ejército francés era considerado el más potente entonces.

Stalin, por su parte, tenía grandes esperanzas de que los Estados capitalistas y la potencia nazi se desangrarían mutuamente hasta quedar exangües.

El pacto Germano-Soviético era esencial para él también, porque acababa de purgar a todo el Ejército Rojo y necesitaba posponer todo posible enfrentamiento con Alemania. 

3. Se suele criticar que los alemanes esperaron demasiado para lanzar la invasión. ¿Está de acuerdo con esto? 

Sin duda, es cierto que la operación Barbarroja se lanzó demasiado tarde y ha habido mucho debate sobre el porqué de esa tardanza. Una vieja teoría afirma que fue la invasión de Grecia en abril de 1941 lo que la aplazó, pero ya en la época se sabía que el motivo principal fue el tiempo.

El invierno de 1940-1941 había sido muy lluvioso y esto causó dos problemas. En primer lugar, los aeródromos avanzados de la Luftwaffe, la aviación militar alemana, habían quedado totalmente inundados y simplemente no podían recibir aviones hasta que no se secaran.

En segundo lugar, el mal tiempo retrasó la redistribución de los vehículos de transporte hacia el frente oriental.

Otra cuestión interesante es que cerca del 80% de las divisiones alemanas de transporte motorizado procedían en realidad del derrotado ejército francés.

Es una de las razones por las que Stalin detestaba a los franceses y en la Conferencia de Teherán de 1943 defendió que debían ser tratados como traidores y colaboracionistas. El hecho de que no hubieran destruido sus vehículos al rendirse era para Stalin un punto muy serio en su contra. 

4. Se sabe que Stalin era extremadamente paranoico. ¿Cómo pudo ignorar tantas advertencias sobre un ataque alemán? 

Esta es una de las grandes paradojas de la historia.

A Stalin, uno de los hombres más suspicaces de todos, lo engañó Hitler. Ha llevado a toda una serie de teorías diferentes, incluida la de que Stalin estaba planeando invadir Alemania primero.

Sin embargo, esa teoría no tiene demasiado sentido.

Se basa en un documento de un plan de contingencia soviético del 11 de mayo de 1941 en el que el general Zhukov y otros, que estaban al tanto de los planes nazis de invasión, examinaban posibles respuestas.

Una de las ideas que contemplaron fue la de un ataque preventivo. Pero el Ejército Rojo era entonces totalmente incapaz de llevar a cabo una acción así. Para empezar, ¡porque el transporte principal de su artillería eran los tractores que se estaban utilizando para la cosecha!

Pero es interesante cómo Stalin rechazó todas y cada una de las señales de alarma que le llegaron. No solo de los británicos, sino de sus propios diplomáticos y espías...

Quizá la explicación esté en que estaba convencido desde la Guerra Civil española de que todo el que vivía en el extranjero se había corrompido y era instintivamente antisoviético.

Por eso ignoró los avisos que llegaron desde Berlín, incluso cuando le enviaron un pequeño diccionario para las tropas alemanas en el que figuraban expresiones como “llévame a tu granja comunal”. Estaba convencido de que eran todos provocaciones inglesas para forzar una lucha con Alemania.

Sin embargo, es extraordinario que Stalin aceptara incluso las garantías de Hitler de que se estaban desplazando tantas tropas hacia el este para alejarlas del radio de acción de los bombarderos británicos, que en aquel tiempo eran tan débiles que eran incapaces de hacer ninguna mella en las fuerzas alemanas. 

5. ¿Cuáles eran los objetivos alemanes? ¿Buscaban realmente una conquista total de la URSS? 

El plan era avanzar hacia lo que se llamó la línea AA, de Arcángel a Astracán. Esto les habría llevado más allá de Moscú y más allá del Volga.

Por eso, cuando llegó la batalla por Stalingrado, muchos soldados alemanes creían que con solo capturar la ciudad y llegar hasta el Volga habrían ganado la guerra.

La idea era que las tropas soviéticas que hubieran sobrevivido a las grandes batallas al comienzo de la ofensiva no serían más que un remanente y se las podría mantener a raya mediante bombardeos.

Mientras tanto, las áreas conquistadas de Rusia y Ucrania quedarían abiertas a la colonización y los asentamientos alemanes. De acuerdo con el Plan de Hambre alemán, la población de las principales ciudades habría muerto de inanición. Calculaban en 35 millones los muertos.

Todo el proyecto dependía de un rápido avance hasta la línea AA y, sobre todo, de la destrucción del Ejército Rojo mediante grandes sitios.

Algunos de estos sitios efectivamente tuvieron lugar. Kiev, por ejemplo, resultó ser una de las mayores batallas en número de prisioneros capturados en la historia de la humanidad. 

6. ¿Tuvieron los alemanes alguna posibilidad de éxito? 

A finales de 1941, en un momento de pánico, Stalin le dijo al embajador búlgaro que pensaba que Moscú iba a ser capturada y todo quedaría hecho pedazos.

Pero Stamenov, el embajador, respondió: “Está loco. Incluso si se retira hasta los Urales, acabará ganando”.

Para mí, esto ilustra una clave por la que la Operación Barbarroja no iba a funcionar. El tamaño del país significaba que la Wehrmacht y sus aliados rumanos y húngaros nunca tuvieron tropas suficientes para la conquista y ocupación de un territorio tan vasto.

En segundo lugar, Hitler no había aprendido la lección del asalto japonés sobre China, en el que otra fuerza altamente mecanizada y técnicamente superior atacó un país de una enorme extensión.

Aquello reveló que puedes imponerte al principio, pero el shock y el terror provocado por la crueldad, que también Hitler utilizó contra la Unión Soviética, acaba provocando tanta resistencia como pánico y caos.

Hitler nunca tuvo esto en cuenta. “Patea la puerta y toda la estructura se derrumbará”, era la frase que seguía usando, pero subestimaba completamente el patriotismo de la mayoría del pueblo soviético, y su rabia y determinación de continuar la lucha. 

7. ¿Sería correcto afirmar que Stalin fue un impedimento para la defensa soviética? 

Su negativa a permitir las retiradas, en especial del sitio de Kiev, conllevó la pérdida de cientos de miles de hombres. Fue una orden de resistir o morir en la que había muy poca flexibilidad.

Fue solo en la última fase de la retirada a Moscú que Stalin dio un poco más de margen, y estuvo bien que lo hiciera porque eso preservó tropas suficientes para poner a salvo la ciudad. 

8. ¿Llegó a haber algún peligro de que el régimen soviético colapsara en las primeras fases de la invasión? 

No hubo ninguna posibilidad de una revuelta popular ni nada parecido que lo derrocara.

De hecho, no eran muchas las críticas, porque realmente nadie sabía lo que estaba pasando y el enfado de la gente en ese momento estaba totalmente centrado en los alemanes y en su traición al pacto Germano-Soviético.

El riesgo principal para Stalin era un golpe palaciego. Hubo un momento en que algunos líderes soviéticos fueron a verle a la dacha en la que se había retirado en completa depresión.

Los vio llegar y pensó que habían llegado para arrestarlo, pero pronto se dio cuenta de que estaban tan asustados como él y lo convencieron de que tenía que seguir adelante. 

9. ¿Cuán decisivo resultó el invierno ruso en la batalla por Moscú? 

No hay duda de que la severidad de aquel invierno fue importante.

Fue especialmente frío, con temperaturas que cayeron a veces por debajo de los 40º bajo cero y los alemanes no estaban equipados para eso, ni en lo que se refiere al armamento ni a la ropa.

Las ametralladoras alemanas, por ejemplo, se congelaban a menudo y tenían que orinar sobre ellas para tratar de calentarlas.

Los blindados Panzer tenían unas orugas muy estrechas, por lo que no se podían manejar en la nieve, mientras que las más anchas de los soviéticos T-34 les daban ventaja.

La dureza del invierno ruso frenó el avance de la temible infantería alemana

Los alemanes ya habían visto ralentizado su avance por los fangos del otoño y la nieve no hizo sino empeorar las cosas. Tuvieron que encender fuegos bajo los motores de los aviones durante la noche para asegurarse de que arrancarían al llegar a la mañana siguiente. 

10 ¿Fue la invasión de la URSS el peor error de Hitler? 

Lo fue. 

Si hubiera mantenido el status quo resultante de la derrota de Francia y fortalecido sus ejércitos sostenidamente con los recursos de los países que ya había conquistado, hubiera estado en una posición muy fuerte.

Entonces, si Stalin hubiera intentado lanzar un ataque preventivo en 1942 y 1943, hubiera sido desastroso para la Unión Soviética.

No hay duda de que fue el momento decisivo de la guerra. Un 80% de las bajas de la Wehrmacht se produjeron en el frente oriental; fue la Operación Barbarroja lo que quebró la columna vertebral del ejército alemán. 


Nota: 
Más que hablar de errores hablaría de crímenes. los que iba cometiendo Hitler.

Lo que no se entiende es que un cabo de la I G M, gobernara a toda una nación y a un ejército como el alemán considerado como el más selectivo, aristocrático y mejor preparado de su tiempo. Y ese ejército le obedeciera ciegamente en su camino al desastre y el hundimiento. La "nobleza prusiana" dio un ejemplo de necedad y estulticia increíble. Y fue derrotado por un ejercito formado por hijos de obreros y campesinos,...  Cierto que con 27 millones de muertos. 

Surgen, además, muchas preguntas. Por ejemplo, si los alemanes perdieron la guerra por qué no pagaron con las mismas muertes su derrota siendo, además, que ellos invadieron la URSS a traición, sin declaración previa de guerra y rompiendo sin aviso el pacto Germano-soviético de no agresión.
Sin olvidar que la mayoría de la población nunca votó a los nazis, aunque nos repitan una y otra vez lo contrario. El 60% de los alemanes nunca le votaron.

“¡Oh Alemania, pálida madre! 
Entre los pueblos te sientas cubierta de lodo. 
Entre los pueblos marcados por la infamia 
tú sobresales”. 

Bertolt Brecht

martes, 22 de junio de 2021

_- Una mezcla de estupidez y perversión

_- Este artículo nace de la conjunción de tres hechos recientes que me han impactado: la muerte de las niñas Anna y Olivia en Tenerife a manos de su padre, unas declaraciones de Ortega Smith, secretario general de Vox, sobre la violencia de género y la lectura de un magnífico libro de la feminista negra bell hooks (así, con minúsculas, por lo que luego explicaré).

No sé si la postura del partido político español Vox sobre la violencia de género es más estúpida o más perversa. Después de reflexionar sobre este dilema, he acabado por concluir que es completamente estúpida y completamente perversa.

Vox no entiende que la violencia que sufren las mujeres tiene como causa el hecho de ser mujeres. Y he oído a su secretario general, Ortega Smith, decir algo tan increíble como esto: si la violencia machista se produjera por el hecho de que las víctimas son mujeres, los agresores atacarían a todas las mujeres que se encuentran por la calle. Qué estupidez.

Dice Ortega Smith que hablar de violencia machista criminaliza a todos los hombres. No, señor Ortega, criminaliza a todos los hombres maltratadores. Y añade el señor Smith que la violencia de género es una gran mentira. Qué perversión.

Negar a estas alturas que existe violencia de género y pretender camuflarla bajo el paraguas de violencia doméstica es una maniobra indecente. Claro que también hay violencia contra los hombres, contra los abuelos, contra los niños. Y no debemos olvidamos de ella. Porque toda violencia es nociva y ha de ser evitada cuando es posible y castigada cuando ha tenido lugar.

El macabro asesinato de las niñas, Anna y Olivia, de 1 y 6 años respectivamente, a manos de su padre en Tenerife, viene a corroborar de forma dramática que existe violencia de género. El ensañamiento de arrojar los cadáveres de las niñas al mar y las dificultades de rastreo han añadido un plus de dolor y desesperación. El padre sacrifica a las niñas porque es la forma más cruel de destruir a su mujer. Aterrador. En España llevamos más de 20 muertes de mujeres en este año a causa de la violencia machista.

¿Cómo puede negarse que vivimos en una sociedad androcéntrica desde hace siglos? El Concilio de Trento declaró que las mujeres no tenían alma, las mujeres (por el simple hecho de serlo) están apartadas del poder y del sacerdocio en la iglesia católica, hasta hace poco las mujeres no tenían derecho al voto, hasta hace nada no podían estudiar en la Universidad, las expectativas laborales siguen siendo menores en el caso de las mujeres, los sueldos de las mujeres por los mismos trabajos son menores, la presencia de mujeres en las esferas de poder es mucho menor que la de los varones, las violaciones en grupo solo se producen hacia las mujeres…

Estoy terminando de leer un hermoso libro titulado “Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad”. (Es probable que vuelva a él en algún próximo artículo, aunque sobre otros aspectos). Su autora es bell hoocks. Con minúsculas. Porque Gloria Jean Watkins, sustituyó su nombre de pila por el de su abuela materna. Para distinguirse de ella, escribe siempre su nombre y apellido con minúsculas. Por eso y para dar una pequeña muestra de transgresión a una norma de la escritura. bell hooks es una importante autora feminista y negra, de fama internacional, nacida en el año 52 en un pequeño pueblo de Kentucky.

Para refrescar la mente a los militantes, seguidores y votantes de Vox (también para los lectores y lectoras de esta tribuna) voy a plantear las diez tesis sobre las que se sustenta el pensamiento feminista de bell hooks.

1. No hay que quedarse en la superficie. Hay muchas personas que solo conocen el feminismo por lo que dicen los medios de comunicación, por lo que se cuenta en las tertulias de amigos y familiares o por las propias reflexiones. Pero no han leído nada, no han estudiado nada sobre el asunto. bell hooks anima a profundizar sobre el tema. Ella misma tiene más de 30 libros, excelentes por cierto, sobre esta apasionante y decisiva cuestión.

2. El feminismo no solo busca la igualdad. Para hooks el feminismo no solo busca la igualdad, busca acabar con la lacra del sexismo, la explotación sexista, la dominación y la opresión, que son sus verdaderos enemigos. No es un movimiento antihombres, sino que los incorpora y necesita para la causa. El enemigo es el sistema patriarcal. Hay que conocerlo, cambiarlo y no adaptarse a él.

El objetivo del feminismo es el cambio real. El feminismo que defiende hooks es revolucionario y transformador, no reformista. “Las pensadoras revolucionarias no queríamos simplemente modificar el sistema existente para que las mujeres tuvieran más derechos; queríamos transformar ese sistema, acabar con el patriarcado y el sexismo”, aclara.

Los hombres feministas son necesarios y bienvenidos. Para la activista, “la toma de conciencia feminista por parte de los hombres es tan esencial para el movimiento revolucionario como los grupos de mujeres”. Al buscar libros destinados a los hombres y ver que apenas había, hooks escribió algunos y nunca olvida en sus obras la parte masculina. Hay que enseñar a los niños y a los hombres qué es el sexismo y cómo puede eliminarse. 5. Hay que combatir al enemigo interior. Antes de dedicarse a enfrentar al enemigo exterior (el sistema sexista) es necesario hacer frente al pensamiento sexista que nos inculcan desde niños (niñas), que nos hace incorporar mecanismos de dominación. Para hooks el pensamiento feminista nos ayuda a desaprender el autodesprecio de las mujeres y nos libera del arraigo del pensamiento patriarcal en nuestras conciencias.

6. La sororidad es el arma más poderosa para las mujeres. hooks considera que la hermandad femenina no solo es necesaria y benéfica para las mujeres sino que es una de las herramientas más poderosas de transformación de la sociedad.

7. Es fundamental la importancia de la educación feminista. No se refiere a cualquier tipo de educación. hooks advierte de que es imprescindible que haya educación feminista en las escuelas. Es la mejor manera de tener generaciones de hombres y mujeres libres de seísmo. Dice hooks que “permitimos que los medios de comunicación de masas patriarcales sigan siendo el principal lugar en el que la gente aprende acerca del feminismo, y la mayor parte de lo que se aprende en ellos es negativo”.

Hay que ofrecer imágenes alternativas. Una de las cuestiones que hooks considera de suma importancia es cuestionar el pensamiento sexista sobre el cuerpo de las mujeres, algo que consiguió romper el movimiento feminista contemporáneo pero que ha sido recolonizado por el sistema patriarcal. hooks advierte: “las niñas hoy en día se odian a sí mismas en lo que se refiere a su cuerpo, tanto como lo hacían sus predecesoras prefeministas”. Por ello, considera fundamental dejar de criticar esas imágenes sin ofrecer alternativas y llama a hacer una crítica profunda de la industria de la belleza y de la moda que conduzca a una revoluciónsostenida. Hasta entonces, “no seremos libres ni sabremos cómo amar nuestros cuerpos como parte de nosotras mismas”.

Las relaciones de pareja tienen que estar libres de sexismo. La activista señala que el amor romántico que nos vende la cultura patriarcal nos vuelve “inconscientes, impotentes y hace que perdamos el control”. Se trata de una forma de amar que sirve a los intereses del patriarcado. En las relaciones personales debe primar el crecimiento mutuo, la autorrealización y las necesidades de todas las partes. “Que sean relaciones en las que todos disfruten de derechos y nadie tenga miedo a la subordinación o al abuso”, explica.

El feminismo es para todo el mundo.Este es el título de un libro de la activista bell hooks. Se trata de una obra que aborda la interseccionalidad de género, raza y clase, tratando de señalar quién es el sujeto del feminismo.

Cierro con un pensamiento de hooks: “Las mujeres y los hombres feministas restaurarán en el futuro las condiciones necesarias para la solidaridad. Así, podremos alcanzar un mundo donde se compartan los recursos y abunden las oportunidades de crecimiento personal para todo el mundo independientemente de su clase”.

Fuente: Blog de Miguel Ángel Santos Guerra.

lunes, 21 de junio de 2021

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Operación Barbarroja: el día en que Hitler perdió la Segunda Guerra Mundial. El 22 de junio se cumplen 80 años del principio del fin para el régimen nazi: la decisión de invadir la URSS.

El día en que Hitler ordenó que las tropas alemanas invadiesen la URSS, en la madrugada del 22 de junio de 1941, hace 80 años, perdió la Segunda Guerra Mundial. La Operación Barbarroja, como se bautizó aquella invasión en homenaje al emperador Federico I, hizo inevitable la derrota del nazismo, aunque también llevó la guerra a un nivel de salvajismo desconocido hasta entonces: el objetivo del Tercer Reich no era vencer a sus enemigos, sino exterminarlos. Los cuatro años que quedaban de conflicto se encuentran entre los más sangrientos de la historia, no solo en los frentes de batalla, sino también en la retaguardia porque fue entonces cuando comenzó el asesinato sistemático de los judíos europeos.

En su delirio racial, el dictador nazi Adolf Hitler pensaba que un país que consideraba poblado por Untermenschen (subhumanos) sería subyugado en cuestión de semanas, como había ocurrido con Polonia, Francia o los Países Bajos. El dictador soviético Josef Stalin, desconfiado y despiadado asesino de masas, creyó ciegamente –contra informaciones contrastadas de las que disponía– que Alemania no rompería el pacto de no agresión que había firmado dos años antes. Su Ejército, diezmado durante las grandes purgas, no estaba en absoluto preparado. El coste en vidas de este error es imposible de medir; pero Hitler no supo calcular ni la inmensidad del espacio soviético, ni su capacidad de producción industrial, ni los cientos de miles de soldados de refresco enviados a combatir desde los confines de la URSS.

Con este acto homenaje, la comunidad internacional también ha reconocido en Moscú el sacrificio de los pueblos de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Putin he hecho hincapié en que los "eventos más brutales y decisivos del drama y resultado" de la guerra se desarrollaron en la URSS, recordando las batallas de Moscú y Stalingrado. "Liberando Europa y luchando por Berlín, el Ejército Rojo llevó a un final victorioso de la guerra", ha dicho el presidente ruso.

El historiador militar británico Antony Beevor, uno de los grandes expertos en el conflicto, autor de obras como Stalingrado o Berlín. La caída, responde con un “casi con toda seguridad” cuando es preguntado sobre si la invasión selló la suerte de Alemania. “Ello se debió a que Hitler no aprendió las lecciones no solo de la derrota de Napoleón en 1812, sino sobre todo las de la guerra chino-japonesa desde 1937, a pesar de que Chiang Kai Shek contaba con asesores alemanes”, explica Beevor por correo electrónico. “Si un Ejército defensor, por muy mal armado y entrenado que esté, tiene una enorme masa de tierra a la que retirarse, entonces el atacante, por muy bien entrenado o armado que esté, perderá todas sus ventajas. La única esperanza de victoria de Hitler era convertir la invasión de la Unión Soviética en otra guerra civil levantando un ejército de un millón de ucranios y otros antisoviéticos, como se le instó a hacer, pero se negó a poner a los Untermenschen eslavos en uniformes alemanes por principios”.

El último libro del historiador británico Jonathan Dimbleby, publicado en abril, lo deja claro desde el título: Barbarossa. How Hitler lost the war (Barbarroja. Como Hitler perdió la guerra). “La invasión de la Unión Soviética por parte de Hitler fue la mayor, más sangrienta y más bárbara empresa militar de la historia”, escribe Dimbleby. “Cuando sus Ejércitos llegaron a las puertas de Moscú, en menos de seis meses, cualquier perspectiva que Hitler pudiera haber tenido de realizar su delirante visión de un Reich de los Mil Años ya se había desvanecido”.

Todas las cifras que rodean la Operación Barbarroja son espeluznantes: a las 03.15 de la madrugada, hora de Berlín, el Ejército alemán abrió un frente de 2.600 kilómetros, con la colaboración de sus aliados italianos y rumanos. Un total de tres millones de militares (148 divisiones, el 80% del Ejército alemán) participaron en una ofensiva apoyada en 600.000 caballos y 600.000 vehículos. “No se debe olvidar que la invasión alemana fue básicamente una operación dependiente de los caballos”, explica el historiador estadounidense Peter Fritzsche, profesor emérito de la Universidad de Illinois y autor de obras de referencia como Vida y muerte en el Tercer Reich. Cuando el clima ruso se abatió sobre el Ejército invasor, la dependencia de los caballos se demostró crucial.

El avance fue rápido y despiadado –Beevor cuenta en su libro La Segunda Guerra Mundial que una unidad de caballería se mostraba orgullosa de haber matado a 200 soldados enemigos en combate y a 13.788 civiles en la retaguardia–, pero según avanzaba el verano la resistencia se hacía cada vez más intensa en el frente y los ataques guerrilleros se multiplicaban detrás de las líneas. La brutalidad nazi desencadenó una reacción patriótica, pero también una lucha desesperada por sobrevivir. Tres millones de prisioneros de guerra soviéticos murieron en manos de los nazis, de los que dos millones fallecieron en 1941, la mayoría de hambre. Ante esa perspectiva, sumada a los comisarios políticos omnipresentes en el Ejército rojo, combatir era casi la única forma de tener una oportunidad, por pequeña que fuese, de salir con vida.

En otoño, las líneas de abastecimiento alemanas comenzaron a quebrarse con decenas de miles de soldados, sus caballos y sus vehículos atrapados en el barro. El general invierno ruso inutilizó una parte del armamento alemán, mientras que los soldados no tenían ropa adecuada para temperaturas siberianas: como Hitler pensaba que la ofensiva sería cuestión de semanas, no había previsto un equipo especial para el frío del que sí disponían los soldados soviéticos. El fracaso en la toma de Moscú significó un punto de no retorno en la ofensiva y en la guerra.

Aunque las tropas nazis ya habían puesto en marcha unidades dedicadas exclusivamente al asesinato de civiles, con la Operación Barbarroja el exterminio de los judíos europeos entró en una nueva fase. Peter Fritzsche explica que “el avance de la ofensiva fue inmediatamente acompañado por ataques asesinos contra las comunidades judías, incluyendo horribles pogromos que los alemanes trataron de instigar utilizando a la población local”. “Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre cuándo se concibió el Holocausto como una solución final que implicaba el asesinato a gran escala”, prosigue Fritzsche. “Posiblemente fue en el verano de 1941, en este espíritu de euforia desatado por la ofensiva. El 31 de julio de 1941 se difundió la orden explícita de destruir las comunidades judías, incluyendo a las mujeres y los niños”.

Cuatro unidades de Einsatzgruppen –escuadrones de la muerte– fueron desplegadas detrás de las líneas para llevar a cabo estos asesinatos masivos. Sin embargo, existe actualmente un consenso entre los historiadores de la Shoah en que estos asesinatos masivos no hubiesen podido llevarse a caso sin la complicidad activa del Ejército regular alemán y de colaboradores locales. “La Operación Barbarroja representó un punto de inflexión”, ha escrito Yona Kobo, investigadora del Yad Vashem y comisaria de la exposición virtual The Onset of Mass Murder sobre las víctimas civiles de la invasión, que puede verse actualmente en la web del museo del Holocausto de Jerusalén. “Hasta entonces, las medidas antisemitas consistían sobre todo en meter a los judíos en guetos y campos de concentración, pero la invasión trajo consigo el asesinato en masa y luego la deportación a campos de exterminio. Primero asesinaron a los hombres y pronto a todas las mujeres, niños y bebés”.

En la Navidad de 1941 un millón de judíos habían sido asesinados, la mayoría en la URSS. En 1942 comenzaron a funcionar las cámaras de gas. “Es una grotesca ironía”, escribe Jonathan Dimbleby, “que el crimen más incalificable del siglo XX fuera el único elemento de la visión apocalíptica del Führer para el Tercer Reich que, hasta los últimos meses de la guerra, no se vio excesivamente obstaculizado por la derrota en el campo de batalla”. 


Nota: 
Lo que no se entiende, al menos que la soberbia, desprecio a los no arios y prepotencia los cegara, es que un cabo de la I GM, gobernara a toda una nación culta y dirigiese a un ejército como el alemán considerado como el más preparado, selectivo y aristocrático de su tiempo. Y ese ejército le obedeciera ciegamente en su camino al desastre y el hundimiento. La encumbrada "nobleza prusiana" dio un ejemplo de necedad y estulticia increíble, y mostró, aparte de su crueldad innecesaria, como fue derrotado por un ejercito formado por hijos de obreros y campesinos, pobres y despreciados por Alemania y considerados subhumanos por Hitler y los nazis...

domingo, 20 de junio de 2021

La asombrosa medicina desenterrada en Isla de Pascua que cada vez salva más vidas

Dalia Ventura
BBC News Mundo

¿Dónde empieza una historia?
Ésta, dado que se trata de algo que vino del suelo de uno de los lugares más remotos del planeta, quizás debe empezar con la erupción de tres masivos volcanes hace eones en el sur del Océano Pacífico, que formaron una isla de 163,6 km² la cual, a excepción de un área menor fecunda, es lava con una fina capa de suelo.

O de pronto el principio de esta historia debería ser un sueño; uno en el que un espíritu viajó en busca de un nuevo hogar para el legendario jefe supremo Hotu Matuꞌa y su gente, y encontró un triángulo con un hoyo (el cráter de un volcán) llamado "Te Pito 'o el Kainga", que significa "centro de la Tierra".

Tras enviar 7 hombres a encontrarlo y recibir, a su regreso, la noticia de que era un lejano paraíso, Hotu Matuꞌa zarpó con dos barcos llenos de colonos. La civilización que prosperó, creó belleza y enigmas en esa mota de lava entre las olas que pusieron en el mapa a la que se conoce como Rapa Nui o Isla de Pascua.

Aunque tal vez es más adecuado darle inicio a esta historia con la curiosidad que despertó en un científico, cientos de años más tarde, el que los nativos no sufrieran de tétano, a pesar de que andaban descalzos en una tierra llena de caballos, las condiciones ideales para infectarse.

Fue por eso que el microbiólogo Georges Nógrády, uno de los 40 médicos y científicos que habían llegado de Canadá en diciembre de 1964 para estudiar la cultura, medio ambiente y enfermedades de ese excepcional lugar, dividió la isla en 67 parcelas y tomó muestras del suelo de cada una de ellas.

Sólo encontró esporas de tétano en una de las muestras, pero los frascos con pedacitos de territorio pascuense afortunadamente llegaron a manos de los científicos de la firma farmacéutica Ayerst, en 1969.

"Actividad fantástica"
Para Ajai Sehgal, director de Datos y Análisis de la Clínica Mayo, la historia empezó cuando era niño.

"Cuando tenía unos 10 años, iba con mi padre a su trabajo -en el laboratorio de Ayerst en Montreal- y hacía preguntas", le contó a BBC Mundo. "No tenía las bases para comprender todo, pero sabía que se dedicaba al descubrimiento de medicinas y entendía lo que estaba tratando de hacer".

Lo que estaban tratando y logrando hacer su padre, el microbiólogo Surendra Nath Sehgal, y sus colegas era aislar los microorganismos de la tierra de Isla de Pascua, coaccionarlos para que se reprodujeran y luego analizar las sustancias que producían.

De no ser por los caballos de Isla de Pascua, la tierra no habría llegado al laboratorio.
Uno de ellos, la bacteria Streptomyces hygroscopicus, produjo un compuesto, un producto natural aislado en 1972 al que llamaron rapamicina, en honor a Rapa Nui, nombre que le dieron a la Isla de Pascua sus indígenas.

Descubrieron que eran muy bueno inhibiendo el crecimiento de hongos, pero había un problema.

"También era inmunosupresor así que dejaba la parte del cuerpo tratada sin defensas.

"Imagínate que tienes una infección fúngica en tu mano y te aplicas una crema de rapamicina: mata los hongos pero probablemente te dará una infección bacteriana", explica Ajai.

Sin embargo, Sehgal intuyó su valor.
"Él sabía que tenía una actividad inmunosupresora muy agresiva, y también, que era una droga muy segura pues no se podía encontrar el nivel tóxico.

"Es decir: normalmente lo que se hace es darle a un ratón más y más y más dosis del medicamento hasta que muere, y así encuentran el nivel máximo seguro. Pero en el caso de la rapamicina nunca encontraron el nivel tóxico pues los ratones nunca morían", aclara Ajai.

En ese momento, los inmunosupresores que se tenían "eran todos altamente tóxicos".

Además, aunque pareciera contradictorio que algo que evita una defensa contra los tumores pudiera ser un fármaco anticanceroso probable, el dr. Sehgal observó que este compuesto parecía poseer propiedades novedosas pues podía impedir que las células se multiplicaran.

En una época en la que todas las quimioterapias mataban células vivas, contar con algo así podía ser muy beneficioso.

Sehgal envió una muestra del compuesto al Instituto Nacional del Cáncer (CIN) de EE.UU. donde notaron que tenía una "actividad fantástica" contra los tumores sólidos.

El trabajo en esa dirección estaba arrojando resultados prometedores cuando se suspendió abruptamente.

Desobediente
En 1982 Ayerst decidió cerrar su laboratorio de investigación de Montreal, y trasladar a unos pocos de sus científicos a sus instalaciones en Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos.

El doctor Sehgal era uno de ellos, pero la rapamicina no corrió con la misma suerte.
Era, sencillamente, un asunto de negocios. La compañía no vislumbraba un futuro lucrativo para ella como fármaco así que decidió ponerle fin al proyecto.

La orden fue deshacer todo, archivarlo y olvidarlo.
"Mi papá hizo todo lo contrario", recuerda Ajai.

Sabiendo que el cierre de las instalaciones de Montreal significaba que no tendría acceso a fermentadores a gran escala necesarios para producir rapamicina, el doctor Sehgal preparó un lote para llevárselo a Princeton.

"Lo metió en pequeños frascos de vidrio, se los llevó a la casa y los puso en el congelador de mi mamá, marcados con una etiqueta que decía: NO COMER, pues parecía helado".

Ajai se enteró de la travesura de su papá cuando fue a ayudar a empacar para la mudanza a Princeton y le fue encargada la tarea de asegurarse de que su preciosa (y clandestina) carga llegara sin problemas al nuevo hogar.

"Yo tenía 20 años y era oficial de las Fuerzas Armadas de Canadá en ese entonces. Pero lo hice por mi padre.

"Metí todo en un contenedor de helado, compré hielo seco pues teníamos que desconectar el congelador para meterlo en el camión de trasteo, sellé todo con cinta aislante y le hice huecos porque cuando el hielo seco se derrite crea dióxido de carbono, y no quería que se convirtiera en una bomba, y así se fue".

El plan dio resultado.
"El congelador llegó al sótano de su nueva casa en Princeton, sin explotar y con todas las muestras intactas, y ahí se quedaron durante unos 5 años".

Un nuevo principio
A finales de la década de 1980, los trasplantes de órganos ya estaban dejando de ser ciencia ficción. Pero el gran obstáculo seguía siendo el sistema inmunológico, que se activaba y atacaba la parte extraña al cuerpo, poniendo en riesgo la vida de los pacientes por rechazo.

Se necesitaba un inmunosupresor pero ¿recuerdas que los aprobados eran peligrosos y poco eficaces?

Para ese entonces, la empresa para la que trabajaba Sehgal había cambiado y él le llevó a los nuevos gerentes de la fusionada Wyeth-Ayerst la idea de explorar si la rapamicina podía ser la solución.

Los trasplantes de órganos eran una realidad, pero también los riesgos.

Desde el punto de vista de la farmacéutica, había llegado la hora de resucitar el proyecto: había mucho oro al final de ese arcoíris.

"'Pero -le dijeron- ¿Cómo va a continuar su trabajo si todas las muestras fueron destruidas?'
"'Quizás no', les respondió.
"En ese momento él no tenía idea si las muestras que estaban en el congelador seguían vivas, si podía producir más rapamicina a partir de ellas: es como la masa madre para hacer pan, o el cultivo iniciador del yogur.

"En el laboratorio comprobó que habían sobrevivido. A partir de lo que mi papá guardó se crearon lotes nuevos para hacer los estudios", cuenta Ajai.

Por si fuera poco...
Después de tantos años de creer pero no poder, en 1987 Sehgal tuvo los medios para volver a sacar a la luz lo que había sido desenterrado en Isla de Pascua.

Como otras maravillas, había salido de la tierra pascualina, pero tras dos largos viajes, fue enterrada nuevamente.

Tras varios estudios clínicos exitosos, en 1999 el Comité Asesor de la FDA hizo una recomendación unánime para la aprobación de Rapamune, el inmunosupresor desarrollado por el dr. Sehgal y su personal que le ha reportado ganancias multimillonarias a Wyeth-Ayerst y, desde 2009, a Pfizer.

Pero Sehgal no quería únicamente desarrollar el potencial de la rapamicina como fármaco.

Había convencido al CIN de que reactivara su investigación sobre su efecto en los tumores malignos y quería entender cómo funcionaba... ¿por qué 'congelaba el tiempo' en el lugar que tocaba?

Con ese fin, envió muestras e información del compuesto a varios centros de estudio.

El ahora biólogo Daniel Sabatini -quien en 1992 estaba haciendo su doctorado en Medicina y Filosofía (MD-PhD)- se topó con uno de esos paquetes del doctor Sehgal, con una nota que decía: "¡Buena suerte!".

Ciertamente la tuvo.
"Descubrió el mecanismo de acción del fármaco: cómo funciona", dice Ajai.

Y los esfuerzos para comprenderlo condujeron a que él y otros científicos independientemente identificaran una proteína conocida como mTOR, revelando aspectos fundamentales sobre nuestra naturaleza biológica.

¿Qué es eso?
"Imagínate una obra en construcción. El contratista general se ocupa de decirle a los plomeros, los carpinteros, los electricistas, los albañiles, etc. qué hacer. Si hay suficientes ladrillos y cemento, ordena que se levanten las paredes; si las tuberías no van a llegar hasta mañana, le dice a los plomeros que suspendan el trabajo.

"El mTOR hace eso por la célula. Es un sensor; detecta si hay nutrientes y le dice a la célula que crezca o no crezca".

Es un indicador fundamental: si, por ejemplo, la división celular empieza sin los niveles óptimos de aminoácidos, glucosa, insulina, leptina y oxígeno para alimentar el proceso, la célula muere en vez de multiplicarse.

Lo que hace la rapamicina es engañar a las células del cuerpo para que piensen que hay pocos nutrientes cuando los hay, paralizando el crecimiento.

Y lo que los científicos están empezando a entender es que eso no es lo único que sucede.

Volviendo a la obra de construcción, mientras está marchando, hay bultos por aquí, basura por allá, pero si de pronto se tiene que suspender todo por falta de materiales, el contratista le dirá a los obreros que, mientras llegan, limpien y organicen el lugar.

Pues resulta que cuando la rapamicina engaña a mTOR, éste hace lo mismo con las células: les indica que se limpien, pues resulta que éstas van acumulando depósitos de deshechos que no eliminan y con el tiempo las hacen menos eficientes.

Eso es, básicamente, envejecer.
"La célula se limpia y se repara pues piensa que no tiene provisiones", dice Ajai.

¿Que fue del papá de Ajai?
El doctor Sehgal recibió la admiración del mundo médico y el agradecimiento de millones a los que la rapamicina les había dado una vida más larga.

Supo de mTOR y la respuesta a lo que le intrigaba: por qué congelaba el tiempo. Pero no supo sobre la limpieza celular que propicia. Sin embargo, hasta en eso fue de cierta forma pionero, haciendo con su cuerpo lo que muchos investigadores harían -y siguen haciendo- con animales en los laboratorios.

El doctor Sehgal puso su cuerpo al servicio de la ciencia.

En 1998, se le diagnosticó cáncer de colon metastásico en estadio IV después de una colonoscopia de rutina.

"Tras el primer año de quimioterapia que no podía tolerar -lo estaba matando- decidió suspenderla y empezar a tomar rapamicina.

"Él sabía que suprimía tumores; el tumor es una célula rebelde que crece sin control y la rapamicina se lo impide. Estaba experimentando en sí mismo pero le habían dado sólo seis meses de vida, así que no podía empeorar mucho más la situación", señala su hijo.

"Se mejoró. De hecho, vivió una vida buena durante 4 años, pudo conocer a sus nietos y ellos a él. Y un día, en un viaje a India para dar conferencias, le dijo a mi madre: 'Me siento bien, pero nunca sabré si es la rapamicina lo que me está manteniendo vivo a menos de que deje de tomarla'.

"Y eso hizo."
En cuestión de 6 meses, el cáncer invadió todo su cuerpo y eso fue todo, se acabó.

"En su lecho de muerte me dijo: 'lo más estúpido que hice fue dejar de tomar mi medicina'. Pero esa era su naturaleza. Era un científico y necesitaba saber.

"Además, estaba tratando de convencer a otros de que iniciaran los ensayos clínicos para el cáncer, y estaba emocionado pues, básicamente por lo que hizo, porque él documentó todo, así fue".

"Trabajó hasta el final. El día antes de morir, estaba escribiendo un artículo en la cama abogando por las propiedades antitumorales de la rapamicina".

El doctor Suren murió el 21 de enero de 2003.

Los usos de la rapamicina se siguen multiplicando, como inmunosupresor y en diferentes tipos de cáncer y otras enfermedades. En este momento, hay decenas de estudios en curso explorando su potencial para aminorar las consecuencias negativas de la vejez.