El Lawfare es “una táctica de guerra, inserta en una estrategia bélica multifactorial y de amplio espectro, como es la guerra híbrida, que utiliza la ley para neutralizar o eliminar al enemigo político en aras de una reconfiguración geopolítica”. La politóloga y doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona, Arantxa Tirado Sánchez, plantea esta definición en su ensayo El Lawfare. Golpes de Estado en nombre de la ley, editado en abril en la colección A Fondo de Akal. Menciona como ejemplos la persecución al expresidente Rafael Correa en Ecuador, la destitución de Dilma Roussef y el encarcelamiento de Lula da Silva en Brasil o las causas judiciales contra Cristina Fernández en Argentina.
Además el Lawfae se desarrolla en un contexto de “injerencia de Estados Unidos en los sistemas judiciales de los países de América Latina y el Caribe”, subraya la autora, que califica como “imprescindible” el papel de los medios de comunicación de masas. Profesora asociada en la Universidad Autónoma de Barcelona, Arantxa Tirado es autora de Venezuela. Más allá de mentiras y mitos (2019), coautora de Desafío. El virus no es el único peligro (2020) y de La clase obrera no va al paraíso (2016). La siguiente entrevista se realiza por correo electrónico.
-¿Cómo definirías, a grandes rasgos, la guerra híbrida?
La guerra híbrida es una modalidad bélica que se ha popularizado en los últimos años, aunque en los estudios militares hay un debate abierto sobre qué tantos elementos de novedad tendría este tipo de guerra respecto a otros previos. En esencia, se trata del uso simultáneo de una pluralidad de instrumentos, militares o no militares, de carácter económico, psicológico, mediático, cibernético, jurídico, político, etc., que se combinan usando tácticas asimétricas y actores de todo tipo -incluyendo crimen organizado, grupos terroristas, mercenarios, etc.- para lograr objetivos políticos.
Estos objetivos generalmente tienen que ver con abrumar, neutralizar o aniquilar a un enemigo político, lograr el cambio de régimen en un país o generar determinado estado de ánimo colectivo que justifique posteriores acciones ante la opinión pública. Lo distintivo respecto a otros momentos es la ausencia de límites respecto a la guerra convencional, de ahí que se hable también de la guerra híbrida como “guerra irrestricta”.
-¿Con qué métodos está desarrollándose en Venezuela la guerra híbrida?
Venezuela es, precisamente, uno de los lugares del mundo donde esta “guerra irrestricta” se puede observar en todo su esplendor. No ha habido límites para tratar de acabar con la Revolución Bolivariana, a través del ataque a sus presidentes por la vía del golpe de Estado tradicional contra Hugo Chávez (2002), el intento de magnicidio contra Nicolás Maduro (2018), la desestabilización vía revolución de color a través del movimiento estudiantil o las guarimbas, la autoproclamación de un gobierno paralelo encabezado por Juan Guaidó (2019), la ciberguerra para hacer colapsar el sistema eléctrico venezolano de manera coordinada en el marco de la operación golpista de Guaidó, los intentos de enjuiciar a Nicolás Maduro en las cortes internacionales, la penetración paramilitar en los barrios que asesina de manera selectiva a militantes de la Revolución o el uso de comandos mercenarios para la invasión al país como fue la Operación Gedeón (2020), por poner algunos ejemplos nada más.
Estas operaciones puntuales se dan en el marco de una estrategia en paralelo que pasa por socavar la economía venezolana vía instrumentos de desestabilización económica, documentados de manera detallada por la profesora Pasqualina Curcio, y, en los últimos tiempos además, a través de un bloqueo financiero de facto y la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, aplicadas contraviniendo el Derecho Internacional, que se unen a la persistente campaña mediática en contra del proceso venezolano.
-¿De qué manera han influido los medios de comunicación?
Esta vertiente mediática es fundamental como parte de la propaganda encaminada a posicionar que “el socialismo de Venezuela es un fracaso” y se enmarca en una guerra psicológica de largo aliento, consustancial y central en la concepción de la guerra híbrida, usando tanto los medios convencionales como las redes sociales. La combinación de todos estos elementos da como resultado que la mayoría de la población mundial tenga una imagen negativa de lo que pasa en ese país, y de su dirigencia política, por el bombardeo de supuesta información que recibe sobre Venezuela, claramente sobredimensionado en la agenda mediática con una intencionalidad política (y bélica, como vemos). Pero, paradójicamente, esta supuesta información no ayuda a comprender lo que está sucediendo, sino todo lo contrario. De hecho, este es uno de los objetivos de la guerra híbrida y sirve para que la opinión pública acabe avalando y hasta justificando cualquier eventual ataque contra la Revolución Bolivariana.
-¿Puede afirmarse que los medios informativos también participaron en el lawfare (guerra judicial) contra la expresidenta de Argentina (2007-2015), Cristina Fernández?
En toda estrategia de lawfare es imprescindible el papel de los medios de comunicación para posicionar determinadas noticias que moldeen la opinión de la población objetivo. Esto se ha observado en todos los casos que se han producido en la región y Argentina no es una excepción. Así que se puede afirmar que sí, sin duda. Y, es más, esta activa participación, como actores políticos de parte, fue algo reconocido por los propios medios. Como recojo en mi libro, el editor del diario Clarín, Julio Blanck, reconoció que su periódico había llevado a cabo un “periodismo de guerra contra el kirchnerismo”. Esto fue calificado por la expresidenta argentina como una guerra no convencional para destruir su imagen y limitar sus posibilidades de reelección, que era uno de los propósitos centrales del lawfare contra su persona.
-“El caso de Lava Jato es ejemplo de cómo la ultraderecha utilizó la guerra judicial para llegar al poder en Brasil”, escribes. ¿Qué relevancia atribuyes al exjuez y exministro de Justicia (2019-2020) con Bolsonaro, Sergio Moro?
Tiene una importancia fundamental como brazo ejecutor del lawfare en contra de Lula da Silva aunque, a la vez, si no hubiera sido él, seguramente se hubiera usado a cualquier otro juez que compartiera con él formación judicial de la mano de Estados Unidos, vínculos estrechos con los intereses de ese país y con los intereses de clase de la oligarquía brasileña, y una ambición desmedida. Esto significa que, a pesar de su papel protagonista en la persecución judicial a Lula da Silva, una tarea que realizó con diligencia, fruición y hasta saña, él no es el ideólogo del lawfare sino una pieza más -importante, sí, pero sustituible- de un engranaje mucho más amplio que tenía como propósito la reconfiguración geopolítica suramericana.
Sus ambiciones fueron premiadas con el cargo de Ministro de Justicia y, cuando salió del gobierno, en una empresa de asesoría vinculada a los intereses de EEUU. Ahora que su labor ha sido cuestionada por el Tribunal Supremo de Brasil, que ha considerado que su actuación fue “parcial” al condenar a Lula, hay empresarios empecinados en rescatarlo como candidato a la presidencia de Brasil. Esto es bastante sintomático de los intereses de clase que estaba defendiendo Moro en su ejercicio profesional.
-¿Cómo interpretas que en abril la Corte Suprema ratificara la anulación de condenas al expresidente de Brasil Lula da Silva, de modo que podrá presentarse a los comicios presidenciales de 2022?
Lo valoro de manera positiva, como un acto de reparación que viene a demostrar que las causas que le crearon a Lula da Silva tuvieron una intencionalidad política. Algo que ha sido denunciado por muchos investigadores e investigadoras a lo largo de estos años, quienes han visto en la acción judicial contra Lula una estrategia coordinada de lawfare, mientras eran acusados de “conspiranoides” o justificadores de la supuesta corrupción del Partido de los Trabajadores (PT). Una estrategia que formaba parte de una guerra judicial de carácter geopolítico dirigida a impedir que pudiera volver a la presidencia y, con ello, tratar de romper la línea de defensa de la soberanía nacional y del uso de los recursos estratégicos brasileños bajo criterio soberano, con una política exterior más independiente y no tan alineada con los EEUU.
Eso es lo que podrá volver a gobernar en Brasil, dentro de los estrechos márgenes de maniobra que tiene cualquier presidente o presidenta de un país de América Latina y el Caribe que recibe presiones del capital internacional, si Lula se presenta a las elecciones de 2022 y las gana, tal y como van apuntando algunas encuestas que dan actualmente a Lula más del 50% de la intención de voto.
-¿Has constatado la participación de las agencias de inteligencia en el lawfare, por ejemplo de la CIA en Ecuador contra Rafael Correa?
Más que constatar, he apuntado su participación basándome en información pública existente, bien sea visibilizando la participación directa de algunos agentes de inteligencia, producto de sus propias confesiones, o basándome en los indicios que permiten entender su presencia en las sombras. También recogiendo las declaraciones de los propios mandatarios que, por el acceso que le dan sus cargos y sus contactos, son gente que maneja mucha más información y que, cuando denuncia la participación de organismos de inteligencia extranjeros en los asuntos de sus países o en campañas en su contra, no lo hace por mera propaganda política, sino que cuenta con información privilegiada al respecto.
Yo me limito a dar cuenta de esa información. Sin duda, creo que sería imprescindible un trabajo más profundo de indagación en estos ámbitos que, por su propia naturaleza, son vetados a la opinión pública, incluso de difícil acceso para los investigadores e investigadoras. De esta manera, se podría acabar de trazar quién está detrás y cómo se diseñan y ejecutan las operaciones de lawfare contra la izquierda latinoamericano-caribeña. Porque, si no se hace, y como casi siempre es información clasificada que no sale a la luz hasta después de décadas, se corre el riesgo de acabar siendo vista como alguien que es demasiado suspicaz, mal pensada, cuando no adepta a teorías de la conspiración.
No obstante, no hay más que conocer cómo ha sido la historia de los golpes de Estado en América Latina y el Caribe para entender las líneas de continuidad histórica, pese a los cambios en las modalidades, actores o mecanismos de injerencia, que permiten detectar similitudes en los “modus operandi” que hacen saltar las alarmas y llevar a conclusiones amplias a pesar de la poca información pública disponible. Y, por supuesto, las filtraciones de WikiLeaks son invaluables en ese sentido porque adelantan información y permiten avalar lo que se intuye o vislumbra. De ahí el encarnizamiento de EEUU con Julian Assange.
-¿Existen intereses de Estados Unidos en las guerras judiciales y golpes “institucionales” ejecutados en América Latina y el Caribe, incluidos los casos de Honduras (Manuel Zelaya) y Paraguay (Fernando Lugo)?
Sí, siempre hay intereses estadounidenses que operan junto a las élites locales para ejecutar estos planes de golpe de Estado institucional, judicial, militar o las desestabilizaciones con voluntad golpista basadas en uso de la sociedad civil como actor interpuesto. A veces, incluso, hay participación directa de personal estadounidense en el terreno o aportando apoyo logístico, asesoría legal, política y de cualquier otro tipo. En el caso de Honduras, por ejemplo, hubo participación del Ejército estadounidense para dar cobertura a los militares hondureños y la secretaria de Estado de entonces, Hillary Clinton, reconoció años después haber adoptado una postura que favoreció la consolidación del golpe contra Manuel Zelaya. Y, en el caso paraguayo, se apunta a la injerencia vía la cooperación a través del Programa Umbral de supuesta lucha contra la corrupción, tema neurálgico que ha servido de excusa, por cierto, en las estrategias de lawfare regional.
-¿Cuál es la conclusión?
En realidad, no puede analizarse nada de lo que ha sucedido en la política y la economía de los países de América Latina y el Caribe desde el siglo XIX en adelante sin tomar en consideración la política exterior de EEUU hacia estos países y su injerencia en las respectivas soberanías nacionales. Desde el momento en que EEUU teoriza la famosa Doctrina Monroe sintetizada en la idea de “América para los americanos” (traducción: el continente americano debe quedar al servicio de los intereses de las élites de EEUU), cuya finalidad era impedir la presencia de los intereses de otras potencias imperiales en el territorio latinoamericano-caribeño, EEUU se arroga el derecho a considerar a la región como un espacio “natural” en el que ejercer, en exclusiva, su influencia geopolítica y la expansión geoeconómica de sus empresas.
A eso se sumó en 1904 el corolario Roosevelt que justificaba la injerencia estadounidense en los asuntos internos de los países latinoamericano-caribeños en aras de la defensa del “interés nacional” estadounidense. Un interés nacional que, como sabemos, corresponde al interés nacional de la élite dirigente de ese país y que se impone al resto de países hasta el día de hoy a través de golpes de Estado de todo tipo, pero también de mecanismos legales, propios de la legislación estadounidense, que se aplican de manera extraterritorial y unilateral, como puede ser la Ley Helms-Burton en el caso de Cuba o la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA por sus siglas en inglés). Esta, por ejemplo, se utilizó para justificar la injerencia de EEUU en la Operación Lava Jato, que es el eje sobre el que pivotó el lawfare contra Lula da Silva en Brasil.
-Por último, el expresidente Evo Morales señaló el control del litio como una de las causas del golpe de estado en Bolivia (noviembre de 2019). ¿Hay ejemplos de relación entre el lawfare y el dominio de los recursos naturales?
Sí, en el caso brasileño, documentos filtrados por WikiLeaks mostraron la preocupación del personal diplomático estadounidense en Brasil por el destino y control de los recursos brasileños. El descubrimiento en 2006 del yacimiento petrolero de Pré-Sal, en el que se calcula que están las más grandes reservas de petróleo off-shore del mundo, movilizó a estos diplomáticos para evitar la conocida como Ley Pré-Sal que preveía que la estatal Petrobras fuera la operadora principal en su explotación.
Aquí el Departamento de Estado se puso al servicio de los intereses de las petroleras estadounidenses, con cuyos directores ejecutivos se coordinó para maniobrar de distintas maneras. Una de ellas fue el espionaje a funcionarios de Petrobras e, incluso, a la presidenta Dilma Rousseff. Y, por supuesto, no hay que ser muy perspicaz para entender que evitar que Lula repitiera mandato y, con ello, un gobierno del PT pudiera seguir gestionando esos recursos de manera soberana y con una visión diversificada de las alianzas petroleras, era un objetivo deseable para la política exterior estadounidense.
sábado, 17 de julio de 2021
viernes, 16 de julio de 2021
_- Aquí estamos, querido Ramón.
_- No ha sido el único para quien la nueva ley de eutanasia ha llegado muy tarde. Tanto sufrimiento, y tan innecesario
ntre todas las cartas que he recibido en mi vida hay una que guardo con especial cariño. Son sólo cuatro palabras en una cuartilla; están escritas con bolígrafo, en una letra irregular y temblorosa, llena de tropezones en el trazo, pero se lee con claridad. Y dice: “Muchas gracias. Ramón Sampedro”.
No sé si las nuevas generaciones sabrán quién fue Ramón Sampedro. Quizá sí por Mar adentro, esa maravilla de película, ganadora de un Oscar, que Amenábar hizo en 2004 sobre él. Diré de todas formas que Ramón nació en 1943; marino mercante de profesión, a la espléndida edad de 25 años se zambulló en el mar desde una roca en su Galicia natal y se rompió el cuello. Quedó tetrapléjico y vivió en esas horrendas condiciones durante casi tres décadas. A partir de 1993, es decir, tras pasar 25 años encarcelado en su propio cuerpo, empezó a reclamar su derecho a una muerte digna. Pedía que le quitaran las sondas que lo alimentaban, o que un médico le diera los fármacos necesarios. No lo consiguió. Finalmente, en 1998, ayudado por amigos, pudo sorber cianuro con una pajita. “Hoy, cansado de la desidia institucional, me veo obligado a morir a escondidas, como un criminal”, dijo en su vídeo de despedida. Fue el primer español que puso el tema de la eutanasia ante nuestras narices. Publiqué un artículo hablando de su terrible lucha, y por eso me envió esa carta escrita con la boca. La atesoro.
No ha sido el único para quien la nueva ley de eutanasia ha llegado muy tarde. Tanto sufrimiento, y tan innecesario. Y no sólo en España, por supuesto. Hace un par de semanas consiguió por fin la muerte en Colombia una mujer cuyo caso ha marcado un hito en su país, al igual que Sampedro lo hizo aquí. Hablo de Yolanda Chaparro, de 71 años, diagnosticada hace tres de ELA, una enfermedad cruel que te acaba paralizando. Colombia tiene una situación ambigua respecto a la eutanasia y eso hizo que los médicos le negaran la ayuda a Yolanda, argumentado que todavía debía deteriorarse mucho más; que, para poder morir, antes tenía que estar completamente postrada en cama, haber perdido el habla, necesitar ayuda para todo y no ser capaz de masticar. ¿Cómo? ¿Pero qué parte de “derecho a una muerte digna” no entendieron los malditos médicos colombianos? Es justamente todo eso, todo ese terror y ese horror, lo que la eutanasia debe ahorrarnos.
Los seres humanos somos bastante absurdos. Jamás pensamos en la muerte, aunque es la única certidumbre que tenemos de nuestro futuro. La muerte forma parte de la vida, y es justamente por respeto a la vida por lo que hay que regular el derecho a una buena muerte. Esto es, a una salida digna de un sufrimiento extremo. La ley de la eutanasia no obliga a nadie, sólo cuida y ayuda. Esto es algo tan obvio que me cuesta entender los 141 votos contrarios a la ley. Como tampoco entiendo que ahora los del PP aleguen que es mejor reforzar los cuidados paliativos y la dependencia, cuando se han opuesto en tres ocasiones a legislar la paliación y han recortado 12.000 millones de euros en dependencia. En fin, creo que han perdido la oportunidad de hacer algo bueno y grande.
Porque para mí es conmovedor y emocionante poder vivir el hito histórico de la aprobación de una ley semejante. La ha promovido el PSOE y se lo agradezco, pero en cualquier caso es una de esas leyes esenciales, transversales y apartidistas que pertenecen a toda la sociedad (y a toda la humanidad) y que nos hemos ganado madurando como país: según el CIS, el 82% de los españoles están a favor. Pasarán los años, pocos años, y la evidente justicia y necesidad de la regulación de la eutanasia será algo tan indiscutible como las leyes que dieron el voto a las mujeres o que abolieron la esclavitud.
La muerte por ingestión de cianuro puede tardar entre 10 minutos y una hora y es muy dolorosa: sientes que te quemas por dentro y que te asfixias. En su vídeo final, Ramón Sampedro decía: “Considero que vivir es un derecho, no una obligación. He sido obligado a soportar esta penosa situación (…). Sólo el tiempo y la evolución de las conciencias decidirán algún día si mi petición era razonable o no”. Y aquí estamos, querido Ramón. Sí, era razonable. Han ganado el amor al prójimo y la vida.
www.rosamontero.es
https://elpais.com/eps/2021-07-11/aqui-estamos-querido-ramon.html?event=fa&event_log=fa&prod=SUSDIG&o=susdig_camp
ntre todas las cartas que he recibido en mi vida hay una que guardo con especial cariño. Son sólo cuatro palabras en una cuartilla; están escritas con bolígrafo, en una letra irregular y temblorosa, llena de tropezones en el trazo, pero se lee con claridad. Y dice: “Muchas gracias. Ramón Sampedro”.
No sé si las nuevas generaciones sabrán quién fue Ramón Sampedro. Quizá sí por Mar adentro, esa maravilla de película, ganadora de un Oscar, que Amenábar hizo en 2004 sobre él. Diré de todas formas que Ramón nació en 1943; marino mercante de profesión, a la espléndida edad de 25 años se zambulló en el mar desde una roca en su Galicia natal y se rompió el cuello. Quedó tetrapléjico y vivió en esas horrendas condiciones durante casi tres décadas. A partir de 1993, es decir, tras pasar 25 años encarcelado en su propio cuerpo, empezó a reclamar su derecho a una muerte digna. Pedía que le quitaran las sondas que lo alimentaban, o que un médico le diera los fármacos necesarios. No lo consiguió. Finalmente, en 1998, ayudado por amigos, pudo sorber cianuro con una pajita. “Hoy, cansado de la desidia institucional, me veo obligado a morir a escondidas, como un criminal”, dijo en su vídeo de despedida. Fue el primer español que puso el tema de la eutanasia ante nuestras narices. Publiqué un artículo hablando de su terrible lucha, y por eso me envió esa carta escrita con la boca. La atesoro.
No ha sido el único para quien la nueva ley de eutanasia ha llegado muy tarde. Tanto sufrimiento, y tan innecesario. Y no sólo en España, por supuesto. Hace un par de semanas consiguió por fin la muerte en Colombia una mujer cuyo caso ha marcado un hito en su país, al igual que Sampedro lo hizo aquí. Hablo de Yolanda Chaparro, de 71 años, diagnosticada hace tres de ELA, una enfermedad cruel que te acaba paralizando. Colombia tiene una situación ambigua respecto a la eutanasia y eso hizo que los médicos le negaran la ayuda a Yolanda, argumentado que todavía debía deteriorarse mucho más; que, para poder morir, antes tenía que estar completamente postrada en cama, haber perdido el habla, necesitar ayuda para todo y no ser capaz de masticar. ¿Cómo? ¿Pero qué parte de “derecho a una muerte digna” no entendieron los malditos médicos colombianos? Es justamente todo eso, todo ese terror y ese horror, lo que la eutanasia debe ahorrarnos.
Los seres humanos somos bastante absurdos. Jamás pensamos en la muerte, aunque es la única certidumbre que tenemos de nuestro futuro. La muerte forma parte de la vida, y es justamente por respeto a la vida por lo que hay que regular el derecho a una buena muerte. Esto es, a una salida digna de un sufrimiento extremo. La ley de la eutanasia no obliga a nadie, sólo cuida y ayuda. Esto es algo tan obvio que me cuesta entender los 141 votos contrarios a la ley. Como tampoco entiendo que ahora los del PP aleguen que es mejor reforzar los cuidados paliativos y la dependencia, cuando se han opuesto en tres ocasiones a legislar la paliación y han recortado 12.000 millones de euros en dependencia. En fin, creo que han perdido la oportunidad de hacer algo bueno y grande.
Porque para mí es conmovedor y emocionante poder vivir el hito histórico de la aprobación de una ley semejante. La ha promovido el PSOE y se lo agradezco, pero en cualquier caso es una de esas leyes esenciales, transversales y apartidistas que pertenecen a toda la sociedad (y a toda la humanidad) y que nos hemos ganado madurando como país: según el CIS, el 82% de los españoles están a favor. Pasarán los años, pocos años, y la evidente justicia y necesidad de la regulación de la eutanasia será algo tan indiscutible como las leyes que dieron el voto a las mujeres o que abolieron la esclavitud.
La muerte por ingestión de cianuro puede tardar entre 10 minutos y una hora y es muy dolorosa: sientes que te quemas por dentro y que te asfixias. En su vídeo final, Ramón Sampedro decía: “Considero que vivir es un derecho, no una obligación. He sido obligado a soportar esta penosa situación (…). Sólo el tiempo y la evolución de las conciencias decidirán algún día si mi petición era razonable o no”. Y aquí estamos, querido Ramón. Sí, era razonable. Han ganado el amor al prójimo y la vida.
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jueves, 15 de julio de 2021
Pedagogía del castigo
Para que todo siga igual, se recurre al tópico “la solución está en la educación” y, nos quedamos tan campantes creyendo haber encontrado el santo grial a partir del cual cambiaremos el mundo. La trampa está en que la educación, al igual que la libertad, son términos que se utilizan para ocultar su antónimo: analfabetismo y explotación que son, en realidad, la génesis de la forma de vida impuesta y en cuya erradicación se encuentran las claves para la transformación social. Por cierto, analfabetismo no es solo no saber leer ni escribir sino, sobre todo, fabricar sujetos ignorantes que, abducidos por los iconos de lo virtual, jamás leen un libro y tan siquiera serán capaces de escribir su propio epitafio.
Pues bien, acto seguido a hablar de “la educación”, nuestros ilustres banqueros, políticos y jueces pasan a identificar educación con castigo, dicho de otro modo, a defender un tipo de socialización fundamentada en la idea de que no es posible el respeto a las normas si no se establece el castigo correspondiente a su incumplimiento. Por tanto, para que se respete la libertad habrá que encerrar y privar de ella a quienes denuncian y defienden la explotación y la opresión de los pueblos, o a quienes, por no tener medios para acceder a los valores sacralizados como la propiedad, recurren a usurpar o hurtar algunas migajas del patrimonio ajeno.
El engaño de esta supuesta eficacia que legitima la pedagogía del castigo está en que la mayoría de las leyes y normas informales se violan sistemáticamente por parte de aquellos que tienen poder para hacerlo sin ser castigados. Ellos aprendieron de Piaget que cuando se castiga a una criatura, ésta no aprende a respetar las normas, sino que aprende como poder transgredirlas sin ser castigado. Así el objetivo de esta pedagogía en realidad es inyectar el miedo al castigo y, mediante la aplicación selectiva de sanciones, obtener los buenos dividendos que da la industria policial, penal y carcelaria de los estados, cumpliendo imprescindibles funciones para mantener el orden, no parar cambiar la sociedad.
Pues bien, acto seguido a hablar de “la educación”, nuestros ilustres banqueros, políticos y jueces pasan a identificar educación con castigo, dicho de otro modo, a defender un tipo de socialización fundamentada en la idea de que no es posible el respeto a las normas si no se establece el castigo correspondiente a su incumplimiento. Por tanto, para que se respete la libertad habrá que encerrar y privar de ella a quienes denuncian y defienden la explotación y la opresión de los pueblos, o a quienes, por no tener medios para acceder a los valores sacralizados como la propiedad, recurren a usurpar o hurtar algunas migajas del patrimonio ajeno.
El engaño de esta supuesta eficacia que legitima la pedagogía del castigo está en que la mayoría de las leyes y normas informales se violan sistemáticamente por parte de aquellos que tienen poder para hacerlo sin ser castigados. Ellos aprendieron de Piaget que cuando se castiga a una criatura, ésta no aprende a respetar las normas, sino que aprende como poder transgredirlas sin ser castigado. Así el objetivo de esta pedagogía en realidad es inyectar el miedo al castigo y, mediante la aplicación selectiva de sanciones, obtener los buenos dividendos que da la industria policial, penal y carcelaria de los estados, cumpliendo imprescindibles funciones para mantener el orden, no parar cambiar la sociedad.
César Manzanos Bilbao, Doctor en Sociología y Profesor en la Universidad del País Vasco
miércoles, 14 de julio de 2021
_- Jóvenes irresponsables y Hoy es el día nacional de Francia, la toma de la Bastilla.
_- Me produce indignación, rabia y pena ver en la televisión a esos grupos de jóvenes irresponsables bebiendo y bebiendo sin respetar la distancia exigida para evitar el contagio (en alguna cadena he oído hablar de “brotellones”).La estupidez de algunos y algunas a quienes los periodistas acercan el micrófono es asombrosa: “Yo no tengo miedo”, “Eso del virus es un cuento”, “Nos quieren asustar”, “Para eso somos jóvenes”, “Hay que divertirse”… El problema no es solo suyo, claro está. Si una persona joven decide despreciar la vida de forma imbécil haciendo botellón sin garantías de seguridad, está en su derecho. Pero no tiene derecho a poner en peligro a nadie. Sus padres y sus abuelos, que les dan el dinero para que se diviertan y que luego son contagiados por ellos, tienen pleno derecho a estar sanos y a que nadie les tenga que llevar contra su voluntad a la UCI o al cementerio.
Algunos jóvenes tienen una mezcla de inconsciencia y de irresponsabilidad que difícilmente se puede explicar. Es probable que muchos se sientan arrastrados por esa masa en la que decir o hacer algo razonable merece desprecio, en la que recordar que hay que protegerse del virus es motivo de expulsión. Hay que ser aceptado en el grupo al precio que sea. Probablemente cada uno se comportaría de otra manera en soledad, pero en grupo, hay que seguir las leyes no escritas de la manada.
También ha influido en ese relajamiento el hecho de que se haya autorizado, quizá prematuramente, a liberar del uso de mascarillas en el exterior (aunque se exija cuando no hay distancia). Algunos han confundido el “no hay mascarillas” con el “no hay virus”. Algunos tienden fácilmente a coger el rábano por las hojas.
Un tercer motivo es el efecto estampida. Después de haber estado sometidos a restricciones, el menor resquicio es utilizado como una ocasión de desmadre. Todos hemos sentido la angustia del largo confinamiento. Es comprensible que exista un deseo de romper las cadenas pero, vamos, ya tienen edad nuestros jóvenes para frenar ese impulso con racionalidad y con ética.
La docente y escritora Marta Marco Alario, jefa de estudios adjunta de un Instituto de Enseñanza Media al que pertenecían dos alumnos que hicieron el escandaloso viaje a Mallorca en el que se produjo un contagio masivo, ha escrito una carta llena de indignación y de tristeza en la que les dice a los jóvenes: “Os vais a Mallorca en busca del coronavirus después de que durante meses en el Instituto, nos hayamos dejado la vida para que no os contagiéis y no contagiéis a vuestras familias”.
Reproduzco algunos párrafos de esa carta que está llena de tristeza y decepción. Sería bueno que la leyesen muchos jóvenes y muchos padres y madres.
“Hasta donde pueda llegar mi testimonio desde este rinconcillo os contaré que este viaje lamentable no tiene nada que ver con el Instituto (y puedo afirmar que con ninguno)…
Han jugado a ser adultos viajando a kilómetros de sus hogares para, no nos engañemos, cogerse una cogorza detrás de otra lejos de padres/madres.
Recoge la noticia de prensa, sigue diciendo, que los estudiantes han dicho que no les obligaban a llevar mascarilla. ¿Perdón? ¿En serio? A estas alturas, ¿hay que obligar a futuros universitarios a llevar mascarilla?
A veces pienso que el ser humano está mejor confinado. Luego pienso que la mezquindad es minoritaria y me consuelo un poco. Pero poco, porque si algo he aprendido este año, con toda la información que manejo como jefa de estudios adjunta, como coordinadora Covid y como rara avis que no entiende otra forma de vida que en sociedad, capaz de anteponer su grupo o a otro miembro de este frente a sí misma como ente individual, es que hemos vuelto a fracasar por culpa del individualismo, del egoísmo y de un egocentrismo mal gestionado.
Suma y sigue. Esta jefa de estudios adjunta ...
5 cosas que quizás no sabes sobre la historia de la Bastilla y su toma, el evento que cambió a Europa para siempre. https://www.bbc.com/mundo/noticias-57749185
Algunos jóvenes tienen una mezcla de inconsciencia y de irresponsabilidad que difícilmente se puede explicar. Es probable que muchos se sientan arrastrados por esa masa en la que decir o hacer algo razonable merece desprecio, en la que recordar que hay que protegerse del virus es motivo de expulsión. Hay que ser aceptado en el grupo al precio que sea. Probablemente cada uno se comportaría de otra manera en soledad, pero en grupo, hay que seguir las leyes no escritas de la manada.
También ha influido en ese relajamiento el hecho de que se haya autorizado, quizá prematuramente, a liberar del uso de mascarillas en el exterior (aunque se exija cuando no hay distancia). Algunos han confundido el “no hay mascarillas” con el “no hay virus”. Algunos tienden fácilmente a coger el rábano por las hojas.
Un tercer motivo es el efecto estampida. Después de haber estado sometidos a restricciones, el menor resquicio es utilizado como una ocasión de desmadre. Todos hemos sentido la angustia del largo confinamiento. Es comprensible que exista un deseo de romper las cadenas pero, vamos, ya tienen edad nuestros jóvenes para frenar ese impulso con racionalidad y con ética.
La docente y escritora Marta Marco Alario, jefa de estudios adjunta de un Instituto de Enseñanza Media al que pertenecían dos alumnos que hicieron el escandaloso viaje a Mallorca en el que se produjo un contagio masivo, ha escrito una carta llena de indignación y de tristeza en la que les dice a los jóvenes: “Os vais a Mallorca en busca del coronavirus después de que durante meses en el Instituto, nos hayamos dejado la vida para que no os contagiéis y no contagiéis a vuestras familias”.
Reproduzco algunos párrafos de esa carta que está llena de tristeza y decepción. Sería bueno que la leyesen muchos jóvenes y muchos padres y madres.
“Hasta donde pueda llegar mi testimonio desde este rinconcillo os contaré que este viaje lamentable no tiene nada que ver con el Instituto (y puedo afirmar que con ninguno)…
Han jugado a ser adultos viajando a kilómetros de sus hogares para, no nos engañemos, cogerse una cogorza detrás de otra lejos de padres/madres.
Recoge la noticia de prensa, sigue diciendo, que los estudiantes han dicho que no les obligaban a llevar mascarilla. ¿Perdón? ¿En serio? A estas alturas, ¿hay que obligar a futuros universitarios a llevar mascarilla?
A veces pienso que el ser humano está mejor confinado. Luego pienso que la mezquindad es minoritaria y me consuelo un poco. Pero poco, porque si algo he aprendido este año, con toda la información que manejo como jefa de estudios adjunta, como coordinadora Covid y como rara avis que no entiende otra forma de vida que en sociedad, capaz de anteponer su grupo o a otro miembro de este frente a sí misma como ente individual, es que hemos vuelto a fracasar por culpa del individualismo, del egoísmo y de un egocentrismo mal gestionado.
Suma y sigue. Esta jefa de estudios adjunta ...
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martes, 13 de julio de 2021
Zong, la olvidada masacre en que 132 esclavos fueron arrojados vivos por la borda
En 1781, 132 africanos fueron arrojados por la borda vivos desde un barco de esclavos británico llamado Zong para que se ahogaran.
Estaban enfermos y, en opinión del capitán del barco, representaban una amenaza para su margen de beneficio.
La pérdida de lo que entonces consideraba su "mercancía" podía compensarse cobrando el seguro de viajes.
Los responsables de la atrocidad, conocida como la Masacre de Zong, quedaron impunes, a pesar de los esfuerzos de los activistas del movimiento abolicionista británico para que fueran juzgados por asesinato.
La ironía del nombre
Entre el siglo XVI y principios del siglo XIX, al menos 12 millones de africanos fueron capturados y llevados para ser vendidos como esclavos en las colonias del continente americano, aproximadamente un tercio en barcos británicos.
El barco fue capturado por los británicos en 1781 frente a la costa africana durante una de las guerras anglo-holandesas y vendido a una conocida familia de comerciantes de esclavos de Liverpool, los Gregson, que dirigían un sindicato en ese momento.
"Instituyeron un nuevo capitán llamado Luke Collingwood, y Zong pasó unos meses más a lo largo de la costa de África occidental comerciando con más (africanos) capturados", explica Jake Subryan Richards, profesor de historia en la Escuela de Economía de la Universidad de Londres. (LSE), Reino Unido, en una entrevista con el programa de radio de la BBC "In Our Time".
Así, en septiembre de 1781, el Zong zarpó de Accra, la actual capital de Ghana, con 442 africanos esclavizados a bordo con destino a Jamaica, una de las colonias más importantes y lucrativas del Imperio Británico, donde serían vendidos y obligados a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar.
Las plantaciones de caña de azúcar hicieron de Jamaica una de las colonias británicas más rentables
Condiciones inhumanas
En ese momento, el viaje desde África a América duraba de seis semanas a varios meses, dependiendo de las condiciones climáticas. Se estima que entre el 15% y el 16% de los africanos capturados morían en ruta debido a las deplorables condiciones a bordo de los barcos.
"Las condiciones en cualquier barco de esclavos eran muy difíciles y opresivas. Por lo general, los hombres adultos eran encadenados, metidos en la bodega y llevados a cubierta tal vez una vez al día para hacer ejercicio", dice Richards.
"Las mujeres y los niños solían estar en cubierta, no necesariamente encadenados, sino detrás de barricadas de madera, una gran valla que atravesaba horizontalmente la cubierta del barco (...), donde la tripulación podía guardar sus armas de fuego para matarlos en caso de insurrección".
Además, las enfermedades se propagaron rápidamente a bordo de estos barcos, que solían transportar tantos cautivos como fuera posible para aumentar su margen de beneficio, lo que aglutinaba a la gente en la bodega.
'Fiesta' para tiburones
Cuando alguien moría, el cuerpo podía permanecer encadenado a otros esclavos vivos durante horas antes de ser arrojado por la borda.
Las condiciones en los barcos de esclavos, que en general estaban superpoblados, eran inhumanas.
"En general, los muertos eran arrojados por la borda porque, desde la perspectiva de la empresa comercial, eran 'cargamentos' estropeados, habían perdido su valor", le explica Vincent Brown, profesor de historia en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, a la BBC.
Por lo tanto, los informes de tiburones que seguían a los barcos de esclavos no eran raros.
"Sabían que podían darse un festín con los cuerpos arrojados por la borda", agrega el investigador.
En el caso de Zong, sin embargo, los africanos capturados fueron arrojados por la borda cuando todavía estaban vivos.
Muy cargado
Incluso para los estándares de los barcos de esclavos, el Zong iba superpoblado. Había 442 cautivos a bordo, aproximadamente el doble de la cantidad que podía transportar un barco de su tamaño.
"El Zong era particularmente opresivo por varias razones. Una es que tenía muchos más esclavos a bordo que el barco de esclavos promedio en ese momento", dice Richards.
No solo iban a trabajar en las plantaciones sino a servir a sus amos. (Caricatura del siglo XIX satirizando el gobierno colonial en Jamaica).
Además, señala el historiador, como la tripulación original abandonó el barco cuando fue capturado, se reclutó otra a toda prisa y sin mucho juicio, que no era compatible con la cantidad de cautivos a bordo.
"Cuando zarparon de África, había 23 personas capturadas por cada miembro de la tripulación que estaba sirviendo a bordo del barco, cuando el promedio era de nueve o 10 cautivos por cada miembro de la tripulación del barco de esclavos".
"En otras palabras, la tripulación tenía esencialmente el doble de carga de trabajo", resume Richards.
La masacre
Las condiciones climáticas desfavorables y los errores de navegación dieron como resultado un viaje que tomó meses en lugar de semanas.
Y con cada día que pasaba, el capitán Luke Collingwood veía cómo su margen de beneficio se reducía a medida que la enfermedad se extendía por la cubierta y las bodegas del barco.
El 29 de noviembre de 1781 tomó la decisión de arrojar por la borda a los africanos capturados más débiles para que se ahogaran, algunos de ellos todavía esposados.
El episodio, inmortalizado en la pintura del artista británico William Turner "El barco de esclavos", es hoy uno de los símbolos de los horrores de la trata de negros.
La obra fue originalmente titulada "Esclavistas arrojando por la borda a los muertos y moribundos: el tifón se acerca".
Fue una decisión comercial, cuyo objetivo era minimizar su pérdida.
Dado su estado de salud, los africanos arrojados por la borda valían más muertos que vivos.
"Fueron arrojados por la borda en parte porque el capitán Luke Collingwood le dijo a la tripulación que estaban enfermos, que iban a morir de todos modos y que era poco probable que obtuvieran un precio de mercado alto", dice Brown.
"Esto habría sido una preocupación especial para los oficiales, quienes generalmente disfrutaban de lo que ellos llamaban el privilegio de (recibir el pago de la cantidad de) dos africanos esclavizados".
Y, según el historiador, este cálculo se basó en el precio de venta promedio de toda la carga.
"Al arrojar por la borda a los africanos enfermos y moribundos, que podrían haber sobrevivido o no, pero que ciertamente habrían bajado el precio medio de la carga del barco, aumentaban el valor medio de su privilegio", explica.
Falta de agua
La tripulación del barco afirmó, sin embargo, que ya no había suficiente agua potable para todos a bordo y que no tenían más remedio que arrojar por la borda a algunos de los africanos capturados.
Pero esta versión es controvertida, como explica Brown.
Cada esclavo valía unas £30, equivalente a más de £3.000 o US$4.000 de hoy. (Esclavo pelando caña en Jamaica, pintado por el artista inglés William Berryman, entre 1808-1816).
Según él, los registros históricos revelan que las víctimas fueron arrojadas por la borda durante tres días consecutivos, y al tercer día llovió, lo que habría permitido a la tripulación recolectar suficiente agua potable para abastecer al barco durante tres semanas antes de lanzar la última ola de africanos por la borda.
"En esos tres días, Collingwood y su tripulación provocaron la muerte de 132 africanos, los últimos de los cuales murieron luego de que recolectaran agua potable", resume Brown.
Cuando Zong llegó a Jamaica tres semanas después, había 420 galones de agua a bordo.
Reclamación del seguro
Al arrojar a los africanos por la borda, alegando la escasez de agua potable, el capitán esperaba que la pérdida de lo que consideraba sus "bienes" en ese momento se reembolsara económicamente con el pago del seguro.
Como era práctica común en ese momento, los armadores habían suscrito una póliza de seguro para la "carga" humana del buque.
"La trata de esclavos era un negocio muy arriesgado, los riesgos para las ganancias eran varios, no solo las víctimas de enfermedades, sino también esclavos que se rebelaban a menudo eran arrojados por la borda, por lo que la función del seguro era garantizar algún margen de ganancia", explica a la BBC Bronwen Everill, profesora de historia de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.
"Algunos de los viajes tardaban más de un año en completarse y los errores de cálculo podían ser costosos, como en el caso de Zong, que calculó mal la cantidad de agua".
Pero la aseguradora no creyó la versión de la tripulación y se negó a pagar la compensación, lo que llevó a los propietarios del barco a reclamar el pago en los tribunales.
En 1783, la disputa terminó en la corte de Londres, donde el jurado falló inicialmente a favor de los traficantes de esclavos, determinando el pago del seguro, como si los africanos asesinados fueran una mera mercancía.
"Lo sorprendente es que, de hecho, no había una regla específica que diferenciara a las personas esclavizadas de cualquier tipo de carga", señala Everill.
La chispa
Es precisamente este aspecto el que acabó suscitando la revuelta de los activistas abolicionistas de la época.
Dos personajes históricos en la lucha por el abolicionismo británico se esforzaron por hacer pública la atrocidad de Zong: el nigeriano Olaudah Equiano y el inglés Granville Sharp.
"Juntos, Sharp y Equiano le dieron publicidad al caso, divulgándolo entre varios influyentes parlamentarios y otros que ya comenzaban a agitar contra la trata de esclavos", dice Everill.
Equiano fue secuestrado cuando era niño en Nigeria y vendido como esclavo; luego logró comprar su libertad y viajó a Londres, donde se unió al movimiento abolicionista.
"Este era un ejemplo perfecto de los problemas de codicia y exceso que la trata de esclavos representaba para Reino Unido".
En su opinión, lo que sucedió en Zong había sido "una desagradable comercialización y financiación de seres humanos con fines de lucro", explica el historiador.
"Básicamente habían acusado (a los propietarios del barco) de cometer fraude de seguros".
Los activistas protestaron por el hecho de que el caso estaba siendo juzgado simplemente como una cuestión de póliza de seguro.
"Sharp pensaba que era realmente reprobable que la vida de los africanos se equiparara con el dinero y que la única duda fuera sobre la responsabilidad legal de pagar un seguro como compensación", dice Richards.
Para apoyar su protesta, el activista, que era una especie de abogado autodidacta, hizo transcripciones de las audiencias judiciales, que son la principal fuente que tenemos hoy para el caso Zong.
"Para (el caso del Zong) debería ser juzgado como un caso de asesinato".
Aunque le escribió una larga carta al Almirantazgo, presionando para que la tripulación del barco sea procesada por las muertes, nunca recibió respuesta.
'Almas en peligro'
El esfuerzo de Sharp y Equiano por condenar a los responsables de la atrocidad puede haber sido en vano.
Pero el hecho es que la Masacre de Zong reforzó el argumento abolicionista de la época de que las almas de todos los británicos estaban en peligro ya que el carácter asesino de su comercio de esclavos se trataba como una mera transacción comercial, no como un error moral.
"En la década de 1780, principalmente Sharp, pero también Equiano, temía que la esclavitud fuera una amenaza para el alma misma del Imperio Británico. Sharp no era un evangélico, era un anglicano de la Alta Iglesia, pero compartía la creencia evangélica en (la divina) providencia y en un mundo moral ", dice Brown.
"Él creía que estos pecados cometidos por la tripulación también eran pecados cometidos por la nación británica. Y ese juicio divino podría ser el resultado".
A Sharp le preocupaba el alma de los miembros de una sociedad que permitiera ese tipo de atrocidades.
El historiador cita una serie de incidentes que preocuparon a la gente de la época, como la independencia de Estados Unidos en 1776, que marcó el fin de la colonización inglesa del territorio; y varios huracanes que azotaron el Caribe, destruyendo cultivos y causando muchas muertes.
Eventos como estos fueron interpretados como juicios divinos.
"En un momento en que este movimiento contra la esclavitud se estaba calentando realmente en la década de 1780, la gente estaba preocupada por una amenaza inmediata de Dios al continuar con esta práctica", contextualiza Brown.
"Los evangélicos y los disidentes cristianos estaban entre los líderes de este movimiento en parte porque temían este juicio".
Fin de la trata de esclavos
A pesar de los esfuerzos del movimiento abolicionista, en las décadas posteriores a la masacre de Zong, la trata de esclavos continuó expandiéndose.
Sólo en 1807 el Parlamento británico abolió el tráfico de personas esclavizadas.
La explotación de la mano de obra esclavizada continuaría en las colonias británicas durante casi 30 años más.
El fin de la esclavitud solo se logró en 1833, con la aprobación de la Ley de Abolición de la Esclavitud, que entró en vigor en 1834.
"No hay una conexión directa entre la masacre de Zong y la abolición. Yo diría que la conexión más importante es que animó a esos actores clave, activistas como Sharp y Equiano, y conmocionó la conciencia de quienes se enteraron de lo sucedido", evalúa Brown. .
"El proyecto de ley de abolición dependía de los intereses de los legisladores que lo aprobaron".
"Este tipo de movimientos de activistas existen, pero solo tienen éxito en oportunidades particulares, en contextos particulares. Los legisladores solo escuchan a los activistas cuando consideran que es de su interés político inmediato escucharlos", agrega el historiador.
Legado
En su opinión, el principal legado de la masacre es que sirve como "un ejemplo impresionante de la priorización de la codicia sobre la vida humana".
"Creo que eso cuenta mucho. Es algo que sucede en la historia, y la gente puede horrorizarse ante la priorización de la codicia sobre la humanidad", dice Brown.
El historiador traza un paralelo con la pandemia del covid-19 en lo que respecta a los debates sobre la apertura de la economía y los riesgos para la salud.
"Todavía ves el argumento de que, de alguna manera, puedes elegir la vida económica sobre la vida humana".
https://www.bbc.com/mundo/noticias-57472954
lunes, 12 de julio de 2021
Eros, erotismo y pedagogía
La escuela ha sido siempre el reino de lo cognitivo y no el reino de lo afectivo. Lo dije hace ya tiempo en mi libro “Arqueología de los sentimientos en la escuela”, publicado por la editorial Bonum en Buenos Aires en el año 2006. “La escuela es la cárcel de los sentimientos”, había dicho mucho tiempo antes (corría el año 1980) en el título de un artículo publicado por la Revista Española de Pedagogía.
En efecto, la escuela es el territorio de la mente, el mundo de las ideas, la casa del pensamiento. El cuerpo es el medio de transporte de la cabeza. Entramos en el aula con el cuerpo porque no es posible dejarlo en la entrada o en el pasillo. El curriculum se fija en el cuerpo solo para las clases de Educación Física que, en muchas ocasiones, se ha considerado una maría. Al llegar y al salir de la escuela, lo único que interesa es responder a esta pregunta: ¿qué sabes sobre…? Pocas veces se muestra interés por otras cuestiones. ¿cómo estás?, ¿qué sientes?, ¿qué y a quién quieres?
Se diría que tanto profesores como alumnos son seres incorpóreos que negocian con los conocimientos y, por supuesto, con las palabras que los transportan de unas mentes a otras. Pero que ni sienten ni padecen. Unos enseñan y otros aprenden. Unos evalúan y otros son evaluados. Como si fueran máquinas desposeídas de la capacidad de emocionarse.
¿Qué hay de los cuerpos?, ¿qué hay de los sentimientos?, ¿qué hay de la pasión? Parece que estas preguntas hay que plantearlas antes de entrar y después de salir de las aulas y de los centros escolares. Pero no dentro de ellos.
Mi libro “Yo te educo, tú me educas”, plantea algunas cuestiones sobre las emociones que van amarradas, de forma casi inexorable, a la experiencia educativa. El título de este libro traducido al portugués, “Uma pedagogia da libertaçao. Crónica sentimental de uma experiência”, muestra ese componente frecuentemente excluido de la reflexión y de la práctica pedagógica. Digamos que es un libro no sobre lo que piensa sino sobre lo que siente un director escolar. En uno de los relatos planteo abiertamente una experiencia emocional y reflexiono sobre ella. El hecho se describe en unas líneas de cabecera (así está construido el libro) y luego, a pie quebrado (ese es el estilo literario que elegí para esta obra), aparece lo que pienso y siento sobre él.
Alguien me ha dicho asomándose a la puerta de mi despacho: “Te he echado de menos este fin de semana”. No he sabido qué responder. He sonreído solamente y he seguido escribiendo, un poco menos concentrado, un poco más nervioso.
¿Qué puedo hacer?/Maniatado de obligaciones/ de responsabilidades, de largas tradiciones y de miedos sociales.
¿Qué puedo decir?/Yo soy un adulto/que te doblo en primaveras/y que veo la vida de arriba abajo,/todavía con optimismo,/ pero ya rebaso el ecuador de los años.
No puedo jugar contigo, ciertamente./ Tampoco puedo juzgarte de una forma necia,/ despreciando un sentimiento/ que adivino serio y firme,/probablemente quebradizo,/ pero serio y firme,/acaso mucho más que mis recelos./ Tampoco puedo decirte seriamente: Sí, me alegra lo que dices,/ yo también te he recordado.
Tu frase se perderá entre los montes de mis días/ entre las piedras de mis reservas/ Solamente resonará su eco algunas veces,/como ahora cuando escribo,/recordando tu palabra y sus acentos.
(…) (…) (…)
Te seguro, te aseguro muy de veras/ que no sé muy bien qué hacer:/si cerrar el corazón y la sonrisa/(no hay más riesgos,/ o compartir tarea y amistad,/ haciendo posible y probable/ el advenimiento del amor,/de un amor casi siempre imposible,/siempre lleno de dolor”.
No se suele hablar de las cuestiones relacionadas con el corazón. Los profesores que adoran a sus estudiantes y que despiertan emociones en ellos se consideran sospechosos. He dicho alguna vez que los alumnos y las alumnas aprenden de aquellos docentes a los que aman. La sospecha se basa en la falsa premisa de que la educación es neutral, de que hay un suelo emocional uniforme que nos permite tratar a todos y a todas por igual, sin pasión. Y también de la sospecha bloquean la posibilidad de una evaluación justa.
Conocí hace años a la profesora argentina Alicia Fernández, prestigiosa psicopedagoga fallecida en 2015, quien me dedicó amablemente un libro suyo de titulo atrapante: “La sexualidad atrapada de la señorita maestra”. En esta obra la autora se plantea el vínculo enseñanza/aprendizaje, poniendo el acento en las dañinas consecuencias que para el trabajo de construcción de su subjetividad y para la posibilidad de enseñar tiene el esconder, omitir y desmentir las diferencias de géneros sexuales.
En el libro de bell hooks “Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad” (2021, Capitán Swing) hay un capítulo que me hallamado especialmente la atención. Es el número 13 y lleva por título “Eros, erotismo y proceso pedagógico”.
Dice hooks que “las y los profesores rara vez hablamos del lugar del eros o de lo erótico en las aulas. Formados en el contexto filosófico del dualismo metafísico occidental, muchos de nosotros hemos aceptado la idea de que hay una escisión entre cuerpo y mente. Al creer esto, los individuos entran en el aula a enseñar como si solo estuviese presente la mente y no el cuerpo”.
Con cierta sorna comenta la profesora hooks que cuando empezó a ejercer de profesora y debía ir al servicio en medio de la clase no tenía ni idea de qué hacían sus antecesores en tales circunstancias. Nadie le había hablado del cuerpo en relación a la enseñanza. Y se pregunta con cierto retintín: ¿Qué se hacía con el cuerpo en el aula? Bueno, con el cuerpo y con los sentimientos. Porque da la impresión de que cada estudiante se asimila al pupitre y se hace uno con él. El alumno y el pupitre no sienten nada y el profesor (o la profesora, que no es pequeña la diferencia) tampoco sienten nada especial por aquellos pupitres y estudiantes, ni por uno en especial ni por el grupo en general.
Cuenta hooks que durante el primer semestre que dio clase en la Universidad tenía un estudiante que siempre parecía ver y no ver al mismo tiempo. A mitad de trimestre recibió una llamada de la psicóloga de la Universidad porque quería hablarle de cómo trataba a un estudiante en el aula. La psicóloga le contó que los estudiantes habían dicho que se comportaba de una manera hostil, grosera e irascible cuando se dirigía a él. “Yo no sabía con exactitud quién era el estudiante, dice hooks, no podía ponerle cara o cuerpo a su nombre, pero después, cuando se identificó en clase, me di cuenta de que sentía atracción erótica por él y que mi manera ingenua de luchar con sentimientos que me habían enseñado a no tener nunca en el aula, era bloquearlos, reprimirlos y negarlos”.
“Cuando me di cuenta, dice hooks, de que a mis estudiantes les confundían las expresiones de cariño y amor en el aula, me pareció necesario dedicar alguna clase al tema. En una ocasión les pregunté: ¿Por qué sentís que la estima que expreso hacia una persona no puede ampliarse a cada uno de vosotros? ¿Por qué pensáis que no hay suficiente amor y cariño para todos?”.
Se puede tener pasión por la escuela pero no pasión en la escuela. Se trata de una esfera cargada de prejuicios y de miedos. No veo mucha enseñanza ni mucho aprendizaje apasionados en la enseñanza hoy en día. Ojalá me equivoque. Tampoco hay mucho espacio para lo emocional en la formación inicial y en la selección del profesorado. Recuerdo el hermoso y certero pensamiento de Emilio Lledó, que suscribo apasionadamente: La profesión docente gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña”.
Termina hooks el capítulo citado (y yo este artículo) son estas palabras: “Para devolver la pasión al aula o para despertarla donde no estuvo, las y los profesores debemos volver a encontrar el lugar del eros en nuestro interior y juntos permitir que la mente y el cuerpo sientan y conozcan el deseo”.
Fuente. El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.
En efecto, la escuela es el territorio de la mente, el mundo de las ideas, la casa del pensamiento. El cuerpo es el medio de transporte de la cabeza. Entramos en el aula con el cuerpo porque no es posible dejarlo en la entrada o en el pasillo. El curriculum se fija en el cuerpo solo para las clases de Educación Física que, en muchas ocasiones, se ha considerado una maría. Al llegar y al salir de la escuela, lo único que interesa es responder a esta pregunta: ¿qué sabes sobre…? Pocas veces se muestra interés por otras cuestiones. ¿cómo estás?, ¿qué sientes?, ¿qué y a quién quieres?
Se diría que tanto profesores como alumnos son seres incorpóreos que negocian con los conocimientos y, por supuesto, con las palabras que los transportan de unas mentes a otras. Pero que ni sienten ni padecen. Unos enseñan y otros aprenden. Unos evalúan y otros son evaluados. Como si fueran máquinas desposeídas de la capacidad de emocionarse.
¿Qué hay de los cuerpos?, ¿qué hay de los sentimientos?, ¿qué hay de la pasión? Parece que estas preguntas hay que plantearlas antes de entrar y después de salir de las aulas y de los centros escolares. Pero no dentro de ellos.
Mi libro “Yo te educo, tú me educas”, plantea algunas cuestiones sobre las emociones que van amarradas, de forma casi inexorable, a la experiencia educativa. El título de este libro traducido al portugués, “Uma pedagogia da libertaçao. Crónica sentimental de uma experiência”, muestra ese componente frecuentemente excluido de la reflexión y de la práctica pedagógica. Digamos que es un libro no sobre lo que piensa sino sobre lo que siente un director escolar. En uno de los relatos planteo abiertamente una experiencia emocional y reflexiono sobre ella. El hecho se describe en unas líneas de cabecera (así está construido el libro) y luego, a pie quebrado (ese es el estilo literario que elegí para esta obra), aparece lo que pienso y siento sobre él.
Alguien me ha dicho asomándose a la puerta de mi despacho: “Te he echado de menos este fin de semana”. No he sabido qué responder. He sonreído solamente y he seguido escribiendo, un poco menos concentrado, un poco más nervioso.
¿Qué puedo hacer?/Maniatado de obligaciones/ de responsabilidades, de largas tradiciones y de miedos sociales.
¿Qué puedo decir?/Yo soy un adulto/que te doblo en primaveras/y que veo la vida de arriba abajo,/todavía con optimismo,/ pero ya rebaso el ecuador de los años.
No puedo jugar contigo, ciertamente./ Tampoco puedo juzgarte de una forma necia,/ despreciando un sentimiento/ que adivino serio y firme,/probablemente quebradizo,/ pero serio y firme,/acaso mucho más que mis recelos./ Tampoco puedo decirte seriamente: Sí, me alegra lo que dices,/ yo también te he recordado.
Tu frase se perderá entre los montes de mis días/ entre las piedras de mis reservas/ Solamente resonará su eco algunas veces,/como ahora cuando escribo,/recordando tu palabra y sus acentos.
(…) (…) (…)
Te seguro, te aseguro muy de veras/ que no sé muy bien qué hacer:/si cerrar el corazón y la sonrisa/(no hay más riesgos,/ o compartir tarea y amistad,/ haciendo posible y probable/ el advenimiento del amor,/de un amor casi siempre imposible,/siempre lleno de dolor”.
No se suele hablar de las cuestiones relacionadas con el corazón. Los profesores que adoran a sus estudiantes y que despiertan emociones en ellos se consideran sospechosos. He dicho alguna vez que los alumnos y las alumnas aprenden de aquellos docentes a los que aman. La sospecha se basa en la falsa premisa de que la educación es neutral, de que hay un suelo emocional uniforme que nos permite tratar a todos y a todas por igual, sin pasión. Y también de la sospecha bloquean la posibilidad de una evaluación justa.
Conocí hace años a la profesora argentina Alicia Fernández, prestigiosa psicopedagoga fallecida en 2015, quien me dedicó amablemente un libro suyo de titulo atrapante: “La sexualidad atrapada de la señorita maestra”. En esta obra la autora se plantea el vínculo enseñanza/aprendizaje, poniendo el acento en las dañinas consecuencias que para el trabajo de construcción de su subjetividad y para la posibilidad de enseñar tiene el esconder, omitir y desmentir las diferencias de géneros sexuales.
En el libro de bell hooks “Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad” (2021, Capitán Swing) hay un capítulo que me hallamado especialmente la atención. Es el número 13 y lleva por título “Eros, erotismo y proceso pedagógico”.
Dice hooks que “las y los profesores rara vez hablamos del lugar del eros o de lo erótico en las aulas. Formados en el contexto filosófico del dualismo metafísico occidental, muchos de nosotros hemos aceptado la idea de que hay una escisión entre cuerpo y mente. Al creer esto, los individuos entran en el aula a enseñar como si solo estuviese presente la mente y no el cuerpo”.
Con cierta sorna comenta la profesora hooks que cuando empezó a ejercer de profesora y debía ir al servicio en medio de la clase no tenía ni idea de qué hacían sus antecesores en tales circunstancias. Nadie le había hablado del cuerpo en relación a la enseñanza. Y se pregunta con cierto retintín: ¿Qué se hacía con el cuerpo en el aula? Bueno, con el cuerpo y con los sentimientos. Porque da la impresión de que cada estudiante se asimila al pupitre y se hace uno con él. El alumno y el pupitre no sienten nada y el profesor (o la profesora, que no es pequeña la diferencia) tampoco sienten nada especial por aquellos pupitres y estudiantes, ni por uno en especial ni por el grupo en general.
Cuenta hooks que durante el primer semestre que dio clase en la Universidad tenía un estudiante que siempre parecía ver y no ver al mismo tiempo. A mitad de trimestre recibió una llamada de la psicóloga de la Universidad porque quería hablarle de cómo trataba a un estudiante en el aula. La psicóloga le contó que los estudiantes habían dicho que se comportaba de una manera hostil, grosera e irascible cuando se dirigía a él. “Yo no sabía con exactitud quién era el estudiante, dice hooks, no podía ponerle cara o cuerpo a su nombre, pero después, cuando se identificó en clase, me di cuenta de que sentía atracción erótica por él y que mi manera ingenua de luchar con sentimientos que me habían enseñado a no tener nunca en el aula, era bloquearlos, reprimirlos y negarlos”.
“Cuando me di cuenta, dice hooks, de que a mis estudiantes les confundían las expresiones de cariño y amor en el aula, me pareció necesario dedicar alguna clase al tema. En una ocasión les pregunté: ¿Por qué sentís que la estima que expreso hacia una persona no puede ampliarse a cada uno de vosotros? ¿Por qué pensáis que no hay suficiente amor y cariño para todos?”.
Se puede tener pasión por la escuela pero no pasión en la escuela. Se trata de una esfera cargada de prejuicios y de miedos. No veo mucha enseñanza ni mucho aprendizaje apasionados en la enseñanza hoy en día. Ojalá me equivoque. Tampoco hay mucho espacio para lo emocional en la formación inicial y en la selección del profesorado. Recuerdo el hermoso y certero pensamiento de Emilio Lledó, que suscribo apasionadamente: La profesión docente gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña”.
Termina hooks el capítulo citado (y yo este artículo) son estas palabras: “Para devolver la pasión al aula o para despertarla donde no estuvo, las y los profesores debemos volver a encontrar el lugar del eros en nuestro interior y juntos permitir que la mente y el cuerpo sientan y conozcan el deseo”.
Fuente. El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.
domingo, 11 de julio de 2021
_- La Educación Popular, Paulo Freire y la “muerte” de la dialéctica
_- La expresión Educación Popular circula desde hace algunos años en América Latina a través de libros, revistas y folletos. Aunque no existe un concepto universal al respecto, en general, la Educación Popular se define como una práctica social que trabaja, principalmente, en el ámbito del conocimiento, con intencionalidad, objetivos sociales, cuáles son los de contribuir a una sociedad nueva que responda a los intereses y aspiraciones de los sectores populares[1].
Aunque a veces algunos enfoques limitan la Educación Popular a las aportaciones de Paulo Freire, existen numerosos casos de pensadores, dirigentes políticos y experiencias aisladas cuya intención fue colocar la educación al servicio de las clases populares. Desde la colonia se usó la expresión “educación popular” como instrucción elemental a las capas pobres y sectores dominados[2]. Para la Ilustración europea, y sus expresiones en Latinoamérica, la educación popular consistía en instruir a los pobres para convertirlos en ciudadanos. Pero, en este caso, el pueblo es destinatario pasivo de un discurso pedagógico construido por otros, pues la elite ilustrada lo percibe como “ignorante” e incapaz de gestar iniciativas autónomas.
Sin embargo, el pedagogo venezolano Simón Rodríguez y su discípulo Simón Bolívar desarrollan otra perspectiva. Ellos ven en la educación de las masas populares una condición para formar ciudadanos y una garantía para la democratización de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. Más adelante, otros dirigentes sociales y políticos revolucionarios y latinoamericanistas, como José Martí, realizaron contribuciones en el mismo sentido emancipador. En ambos casos, existe un fuerte sentimiento nacionalista.
Pero, por otro lado, desde una perspectiva crítica del capitalismo, también surgieron experiencias educativas que intentaron proponer alternativas a la pedagogía dominante. Anarquistas, socialistas y comunistas procuraron crear discursos pedagógicos ligados a la transformación social. De este modo, se fue conformando una tradición pedagógica latinoamericana progresista, ligada a la educación obrera y a la formación de cuadros políticos. Sin duda, la obra ¿Qué hacer?, de Lenin, la cual se convirtió en el modo universal de educación política de los partidos comunistas y similares, fue el texto guía de tales experiencias. El dirigente bolchevique ruso depositaba en el partido la dirección política y educativa de las clases explotadas. Probablemente, una posición más creativa y crítica fue la propuesta por el peruano José Carlos Mariátegui, quien planteó la necesidad de una pedagogía nacional, popular y latinoamericana que reivindicara lo indígena y lo cultural.
Al mismo tiempo, los movimientos populistas de las décadas de 1940 y 1950 procuraron darle a la educación un carácter nacionalista y democrático, exaltando las culturas populares autóctonas y la capacidad creativa del pueblo. José Domingo Perón en Argentina, Víctor Raúl Haya de la Torre y el APRA en el Perú, Lázaro Cárdenas en México y Jorge Eliécer Gaitán en Colombia, vieron en la educación y la cultura un espacio adecuado para el desarrollo de sus movimientos. No hay que olvidar, por ejemplo, que es durante un gobierno populista, el de João Goulart, cuando Paulo Freire inicia sus experiencias educativas en ámbito nacional en Brasil[3].
A partir del concepto de concientización (conscientização, en portugués), que ha sido creado por el filósofo brasileño Álvaro Vieira Pinto[4], Paulo Freire desarrolló su concepción de la educación liberadora.
Tras el golpe militar al presidente João Goulart en 1964 en Brasil, Freire emigra a Chile, donde puede sistematizar su experiencia y asesorar programas de alfabetización. Es en el exilio, donde escribe Pedagogía del Oprimido, libro publicado en 1970 que circularía por toda América Latina e influiría sobre miles de educadores en una década en la que amplias capas de la población asumían que su desarrollo implicaba cambios estructurales. La militancia cristiana de Freire y el carácter humanista de su pensamiento permitieron que su propuesta fuese acogida al interior de la Iglesia: primero el Movimiento de Educación de Base (MEB) de Brasil y posteriormente lo hace la Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Medellín, Colombia. De este modo, los planteamientos de Freire son incorporados en lo que más tarde llegaría a ser la Teología de la Liberación.
El método de Freire y su amplia obra configuraron un rico universo de reflexiones acerca de la educación, de la pedagogía y la ética liberadoras. Para Paulo Freire, educar significa, por ejemplo, conocer críticamente la realidad, comprometerse con la utopía de transformarla, formar sujetos de dicho cambio y desarrollar el diálogo. Pero, aunque su método constituía una profunda crítica a las prácticas educativas tradicionales, él también empezó a revelar limitaciones y ambigüedades políticas. Los problemas se referían principalmente al desconocimiento del condicionamiento de la educación por la estructura social y económica, así como a los conflictos de clase. Como consecuencia, la idea de transformar la realidad quedaba convertida en un acto abstracto.
Pero, en todo caso, Paulo Freire se ha convertido en un clásico del pensamiento educativo latinoamericano, teniendo una influencia significativa en los debates pedagógicos internacionales. Su idea de la educación bancaria, que encuentra un paralelismo con las ideas del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, se refiere a la concepción de educación como un proceso en lo que el educador deposita contenidos en la mente del estudiante. En lugar de observar la educación como un proceso de comunicación y diálogo consciente y con discernimiento, la educación bancaria contempla al educando como un sujeto pasivo e ignorante, que ha de aprender por medio de la memorización y repetición de los contenidos que se le inculcan.
Los relevantes aportes de Paulo Freire jugaron un rol fundamental en el desarrollo de la Educación Popular. Por otro lado, el discurso fundacional de la Educación Popular tuvo como característica central su identificación con el método dialéctico de conocimiento. Debido a la influencia del materialismo histórico, en general, se asumió que el método de la Educación Popular era el dialéctico, entendido como un conjunto de principios metodológicos que se suponía garantizaban la eficacia de las acciones educativas[5]. El principal de ellos es su relación con la praxis histórica concreta. Realizar análisis concretos de situaciones concretas. Pero hoy en día este principio ha sido ampliamente ignorado o sólo superficialmente repetido (en tono meramente formal), incluso en el contexto del legado del propio Freire. Es decir, estamos asistiendo a una especie de “muerte” de la dialéctica en la Educación Popular. La forma en que se ha abordado el pensamiento de Paulo Freire en los últimos tiempos y la manera en que se ha celebrado el centenario de su nacimiento demuestran la asfixia del pensamiento dialéctico.
Los seminarios realizados sobre su obra y los enfoques desarrollados sobre su pensamiento han sido puramente laudatorios, acercándose casi de una adoración mesiánica. No hay problematización analítica. Se ignoran las fuentes teóricas que él tuvo como referencia para construir su obra y no se analizan sus aportaciones frente a las nuevas coyunturas del siglo XXI. Lo que se hace es simplemente repetir los lugares comunes de su pensamiento, así como algunos enfoques de las décadas de 1960 y 1970. Además, hay apropiaciones populistas de sus ideas y su uso de manera arribista como forma de autopromoción personal. Estos son hechos incompatibles con el ejercicio de la crítica de la razón dialéctica. Además, tales hechos son perjudiciales para el necesario debate que se ha desarrollado en varios países de América Latina sobre la refundamentación de la Educación Popular.
El debate sobre la refundamentación de la Educación Popular está asociado a múltiples factores, como el agotamiento de los referentes discursivos con respecto a la pluralización de las prácticas y actores de la Educación Popular, la crisis del socialismo real y la atracción ejercida por nuevos planteamientos teóricos provenientes de las ciencias sociales. En cuanto al contenido de la refundamentación, se ha señalado algunos desplazamientos de los componentes del discurso fundacional de la Educación Popular. Por ejemplo:
i) de una lectura clasista ortodoxa de la sociedad, a la incorporación de otras perspectivas y categorías analíticas;
ii) de una lectura revolucionaria de “toma del poder” como única vía del cambio, a la ampliación del sentido de lo político a todas las esferas de la vida social, la reivindicación de la democracia como forma de gobierno y defensa de lo público;
iii) de una mirada económica y política de los sujetos sociales a una mirada integral de los mismos;
iv) de un énfasis en la toma de conciencia al enriquecimiento de la subjetividad individual y colectiva en todas sus dimensiones (intelectual, emocional, corporal, etc.); y,
v) del uso instrumental de las técnicas participativas a la reivindicación de lo pedagógico de la Educación Popular, la incorporación de aportes de otras corrientes teóricas y el interés por el diálogo de saberes[6].
No hay que olvidar que la vida, el ser humano, la naturaleza, son dinámicos, inacabados, constituidos-constituyéndose; se mueven, interactúan, influyen y son influidos. De ahí que el pensamiento analítico no puede dejarse aplastar por los límites de lo que ya está producido. El razonamiento dialéctico no puede someterse a las condiciones formales de una teoría, ya que, simultáneamente, debe cuestionarlas. Por ello, no se trata de enmarcarse en una teoría, pero abrirse a las posibilidades de cuestionamiento para llevar a cabo nuevos desarrollos sobre ella. Si no es así, la dialéctica se queda asfixiada, y la propia teoría se vuelve residual. Esta es una lección que el legado de Paulo Freire debería tener en cuenta en el año de su centenario.
Notas
[1] Al respecto, ver el trabajo de Jorge Osorio: “Perspectivas de la acción educativa en los noventa”, en: Alfabetizar para la democracia, Santiago de Chile: CEAAL, 1990.
[2] Ver Adriana Puigross, “Discursos y tendencias de la Educación Popular en América Latina”, en Revista Tarea, n° 3. Lima: Asociación de Publicaciones Educativas, 1987.
[3] Al respecto, ver el libro de Afonso Torres Camilo: Educación Popular – Trayectoria y actualidad, Caracas: Universidad Bolivariana de Venezuela, 2011.
[4] Ver una de las principales obras de Álvaro Vieira Pinto: Educação e realidade nacional, 2 vols., Rio de Janeiro: ISEB, 1960.
[5] Véase al respecto Afonso Torres Camilo, op. cit.
[6] Ibidem.
Ivonaldo Leite es profesor en la Universidad Federal de Paraíba, Brasil.
Aunque a veces algunos enfoques limitan la Educación Popular a las aportaciones de Paulo Freire, existen numerosos casos de pensadores, dirigentes políticos y experiencias aisladas cuya intención fue colocar la educación al servicio de las clases populares. Desde la colonia se usó la expresión “educación popular” como instrucción elemental a las capas pobres y sectores dominados[2]. Para la Ilustración europea, y sus expresiones en Latinoamérica, la educación popular consistía en instruir a los pobres para convertirlos en ciudadanos. Pero, en este caso, el pueblo es destinatario pasivo de un discurso pedagógico construido por otros, pues la elite ilustrada lo percibe como “ignorante” e incapaz de gestar iniciativas autónomas.
Sin embargo, el pedagogo venezolano Simón Rodríguez y su discípulo Simón Bolívar desarrollan otra perspectiva. Ellos ven en la educación de las masas populares una condición para formar ciudadanos y una garantía para la democratización de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. Más adelante, otros dirigentes sociales y políticos revolucionarios y latinoamericanistas, como José Martí, realizaron contribuciones en el mismo sentido emancipador. En ambos casos, existe un fuerte sentimiento nacionalista.
Pero, por otro lado, desde una perspectiva crítica del capitalismo, también surgieron experiencias educativas que intentaron proponer alternativas a la pedagogía dominante. Anarquistas, socialistas y comunistas procuraron crear discursos pedagógicos ligados a la transformación social. De este modo, se fue conformando una tradición pedagógica latinoamericana progresista, ligada a la educación obrera y a la formación de cuadros políticos. Sin duda, la obra ¿Qué hacer?, de Lenin, la cual se convirtió en el modo universal de educación política de los partidos comunistas y similares, fue el texto guía de tales experiencias. El dirigente bolchevique ruso depositaba en el partido la dirección política y educativa de las clases explotadas. Probablemente, una posición más creativa y crítica fue la propuesta por el peruano José Carlos Mariátegui, quien planteó la necesidad de una pedagogía nacional, popular y latinoamericana que reivindicara lo indígena y lo cultural.
Al mismo tiempo, los movimientos populistas de las décadas de 1940 y 1950 procuraron darle a la educación un carácter nacionalista y democrático, exaltando las culturas populares autóctonas y la capacidad creativa del pueblo. José Domingo Perón en Argentina, Víctor Raúl Haya de la Torre y el APRA en el Perú, Lázaro Cárdenas en México y Jorge Eliécer Gaitán en Colombia, vieron en la educación y la cultura un espacio adecuado para el desarrollo de sus movimientos. No hay que olvidar, por ejemplo, que es durante un gobierno populista, el de João Goulart, cuando Paulo Freire inicia sus experiencias educativas en ámbito nacional en Brasil[3].
A partir del concepto de concientización (conscientização, en portugués), que ha sido creado por el filósofo brasileño Álvaro Vieira Pinto[4], Paulo Freire desarrolló su concepción de la educación liberadora.
Tras el golpe militar al presidente João Goulart en 1964 en Brasil, Freire emigra a Chile, donde puede sistematizar su experiencia y asesorar programas de alfabetización. Es en el exilio, donde escribe Pedagogía del Oprimido, libro publicado en 1970 que circularía por toda América Latina e influiría sobre miles de educadores en una década en la que amplias capas de la población asumían que su desarrollo implicaba cambios estructurales. La militancia cristiana de Freire y el carácter humanista de su pensamiento permitieron que su propuesta fuese acogida al interior de la Iglesia: primero el Movimiento de Educación de Base (MEB) de Brasil y posteriormente lo hace la Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Medellín, Colombia. De este modo, los planteamientos de Freire son incorporados en lo que más tarde llegaría a ser la Teología de la Liberación.
El método de Freire y su amplia obra configuraron un rico universo de reflexiones acerca de la educación, de la pedagogía y la ética liberadoras. Para Paulo Freire, educar significa, por ejemplo, conocer críticamente la realidad, comprometerse con la utopía de transformarla, formar sujetos de dicho cambio y desarrollar el diálogo. Pero, aunque su método constituía una profunda crítica a las prácticas educativas tradicionales, él también empezó a revelar limitaciones y ambigüedades políticas. Los problemas se referían principalmente al desconocimiento del condicionamiento de la educación por la estructura social y económica, así como a los conflictos de clase. Como consecuencia, la idea de transformar la realidad quedaba convertida en un acto abstracto.
Pero, en todo caso, Paulo Freire se ha convertido en un clásico del pensamiento educativo latinoamericano, teniendo una influencia significativa en los debates pedagógicos internacionales. Su idea de la educación bancaria, que encuentra un paralelismo con las ideas del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, se refiere a la concepción de educación como un proceso en lo que el educador deposita contenidos en la mente del estudiante. En lugar de observar la educación como un proceso de comunicación y diálogo consciente y con discernimiento, la educación bancaria contempla al educando como un sujeto pasivo e ignorante, que ha de aprender por medio de la memorización y repetición de los contenidos que se le inculcan.
Los relevantes aportes de Paulo Freire jugaron un rol fundamental en el desarrollo de la Educación Popular. Por otro lado, el discurso fundacional de la Educación Popular tuvo como característica central su identificación con el método dialéctico de conocimiento. Debido a la influencia del materialismo histórico, en general, se asumió que el método de la Educación Popular era el dialéctico, entendido como un conjunto de principios metodológicos que se suponía garantizaban la eficacia de las acciones educativas[5]. El principal de ellos es su relación con la praxis histórica concreta. Realizar análisis concretos de situaciones concretas. Pero hoy en día este principio ha sido ampliamente ignorado o sólo superficialmente repetido (en tono meramente formal), incluso en el contexto del legado del propio Freire. Es decir, estamos asistiendo a una especie de “muerte” de la dialéctica en la Educación Popular. La forma en que se ha abordado el pensamiento de Paulo Freire en los últimos tiempos y la manera en que se ha celebrado el centenario de su nacimiento demuestran la asfixia del pensamiento dialéctico.
Los seminarios realizados sobre su obra y los enfoques desarrollados sobre su pensamiento han sido puramente laudatorios, acercándose casi de una adoración mesiánica. No hay problematización analítica. Se ignoran las fuentes teóricas que él tuvo como referencia para construir su obra y no se analizan sus aportaciones frente a las nuevas coyunturas del siglo XXI. Lo que se hace es simplemente repetir los lugares comunes de su pensamiento, así como algunos enfoques de las décadas de 1960 y 1970. Además, hay apropiaciones populistas de sus ideas y su uso de manera arribista como forma de autopromoción personal. Estos son hechos incompatibles con el ejercicio de la crítica de la razón dialéctica. Además, tales hechos son perjudiciales para el necesario debate que se ha desarrollado en varios países de América Latina sobre la refundamentación de la Educación Popular.
El debate sobre la refundamentación de la Educación Popular está asociado a múltiples factores, como el agotamiento de los referentes discursivos con respecto a la pluralización de las prácticas y actores de la Educación Popular, la crisis del socialismo real y la atracción ejercida por nuevos planteamientos teóricos provenientes de las ciencias sociales. En cuanto al contenido de la refundamentación, se ha señalado algunos desplazamientos de los componentes del discurso fundacional de la Educación Popular. Por ejemplo:
i) de una lectura clasista ortodoxa de la sociedad, a la incorporación de otras perspectivas y categorías analíticas;
ii) de una lectura revolucionaria de “toma del poder” como única vía del cambio, a la ampliación del sentido de lo político a todas las esferas de la vida social, la reivindicación de la democracia como forma de gobierno y defensa de lo público;
iii) de una mirada económica y política de los sujetos sociales a una mirada integral de los mismos;
iv) de un énfasis en la toma de conciencia al enriquecimiento de la subjetividad individual y colectiva en todas sus dimensiones (intelectual, emocional, corporal, etc.); y,
v) del uso instrumental de las técnicas participativas a la reivindicación de lo pedagógico de la Educación Popular, la incorporación de aportes de otras corrientes teóricas y el interés por el diálogo de saberes[6].
No hay que olvidar que la vida, el ser humano, la naturaleza, son dinámicos, inacabados, constituidos-constituyéndose; se mueven, interactúan, influyen y son influidos. De ahí que el pensamiento analítico no puede dejarse aplastar por los límites de lo que ya está producido. El razonamiento dialéctico no puede someterse a las condiciones formales de una teoría, ya que, simultáneamente, debe cuestionarlas. Por ello, no se trata de enmarcarse en una teoría, pero abrirse a las posibilidades de cuestionamiento para llevar a cabo nuevos desarrollos sobre ella. Si no es así, la dialéctica se queda asfixiada, y la propia teoría se vuelve residual. Esta es una lección que el legado de Paulo Freire debería tener en cuenta en el año de su centenario.
Notas
[1] Al respecto, ver el trabajo de Jorge Osorio: “Perspectivas de la acción educativa en los noventa”, en: Alfabetizar para la democracia, Santiago de Chile: CEAAL, 1990.
[2] Ver Adriana Puigross, “Discursos y tendencias de la Educación Popular en América Latina”, en Revista Tarea, n° 3. Lima: Asociación de Publicaciones Educativas, 1987.
[3] Al respecto, ver el libro de Afonso Torres Camilo: Educación Popular – Trayectoria y actualidad, Caracas: Universidad Bolivariana de Venezuela, 2011.
[4] Ver una de las principales obras de Álvaro Vieira Pinto: Educação e realidade nacional, 2 vols., Rio de Janeiro: ISEB, 1960.
[5] Véase al respecto Afonso Torres Camilo, op. cit.
[6] Ibidem.
Ivonaldo Leite es profesor en la Universidad Federal de Paraíba, Brasil.
sábado, 10 de julio de 2021
“Los republicanos están dispuestos a destruir la democracia para recuperar el poder”. Entrevista a Noam Chomsky
El Partido Republicano de hoy en día constituye una fuerza extremista que ya no cumple con los requisitos de un partido político en la corriente principal, y a buen seguro ya no se encuentra interesado en participar en la política “normal”. De hecho, el GOP [Grand Old Party, apelativo histórico habitual del Partido Republicano] de hoy se ciñe tanto a creencias extremas e irracionales que hasta los partidos y movimientos de la extrema derecha en Europa, entre ellos el Rassemblement National de Marine Le Pen, parecen convencionales por comparación.
La identidad política del GOP se ha visto drásticamente configurada por el expresidente Donald Trump, pero esas movimientos recientes no habrían sido posibles si no hubiera ya toda una serie de grupos que recorren la sociedad y la cultura norteamericanas (entre ellos, supremacistas blancos, cristianos evangélicos derechistas y activistas de la Segunda Enmienda [sobre el derecho a portar armas de fuego], por no mencionar más que a unos pocos) que han abrazado puntos de vista extremistas y “proto-fascistas” sobre la forma en que debería gobernarse el país y los valores que debería mantener. Para ellos, Trump era y sigue siendo la “gran esperanza blanca”. En este contexto, la base de votantes de Trump — que sigue creyendo en la idea de que les han robado las elecciones y apoya el GOP dirigido por Trump para extirpar la teoría crítica de la raza de los colegios y restringir el derecho al voto — lo dice todo sobre la naturaleza antidemocrática y amenazadora del GOP de hoy.
En la entrevista que sigue [a cargo, como es habitual en la revista Truthout, de su fiel interlocutor C. J. Polychroniou], Noam Chomsky, universalmente renombrado como activista e intelectual académico, explica lo que le ha sucedido al Partido Republicano y por qué está en juego algo más incluso que la democracia si las fuerzas “proto-fascistas” inspiradas por Trump regresan al poder.
C. J. Polychroniou: En el curso de las últimas décadas, el Partido Republicano ha experimentado una serie de transformaciones ideológicas: del conservadurismo tradicional al reaccionarismo y, por ultimo, a lo que podemos definir como “proto-fascismo”, en el que lo irracional se ha convertido en la fuerza impulsora. ¿Cómo explicamos lo que le ha ocurrido al GOP?
Noam Chomsky: Tu denominación “proto-fascismo neoliberal” me parece una caracterización bastante precisa de la actual organización política … dudo en llamarla “Partido”, habida cuenta de que podría sugerir que tuvieran algún interés en participar honestamente en la política parlamentaria normal. Más adecuado, me parece, es el juicio de de los analistas políticos del American Enterprise Institute, Thomas Mann y Norman Ornstein, de que el moderno Partido Republicano se ha transformado en una “insurgencia radical” que desdeña la participación democrática. Y eso fue antes de los martillazos de Trump-McConnell de los últimos años, que remachan la conclusión con mayor fuerza.
El término “proto-fascismo neoliberal” capta bien tanto los rasgos del actual partido como la diferenciación con el fascismo del pasado. El compromiso con la forma más brutal de neoliberalismo es evidente en el historial legislativo, y de manera crucial en la subordinación del Partido al capital privado, a la inversa del fascismo clásico. Pero los síntomas fascistas están ahí, entre ellos el racismo extremo, la violencia, el culto al líder (enviado por Dios, según el exsecretario de Estado Mike Pompeo), la inmersión en un mundo de “hechos alternativos” y un frenesí de irracionalidad. Y también de otras maneras, como en los extraordinarios esfuerzos en los estados en manos de los republicanos para suprimir la enseñanza en los colegios que no se adapte a sus doctrinas de supremacismo blanco.
Se está promulgando una legislación que prohíbe la enseñanza de la “teoría crítica de la raza”, el nuevo demonio, que substituye al comunismo y al terror islámico como plaga de la era moderna. La “teoría crítica de la raza” es la frase espantajo utilizada para el estudio de los factores estructurales y culturales sistemáticos en una horrenda historia, a lo largo de cuatrocientos años, de esclavitud y perdurable represión racista. El adoctrinamiento adecuado debe prohibir esta herejía. Lo que sucedió durante cuatrocientos años y está hoy bien vivo debe presentarse a los estudiantes como una desviación de la verdadera Norteamérica, pura e inocente, en buena medida como en los estados totalitarios bien manejados.
Lo que está ausente en el “protofascismo” es la ideología: el control estatal del orden social, incluyendo a las clases empresariales, y control del Estado en manos del Partido con el líder máximo al mando. Eso podría cambiar. La industria y las finanzas alemanas pensaron en un principio que podían doblegar a los trabajadores y la izquierda, a la vez que continuaban al mando. Aprendieron que lo que pasó fue otra cosa. La actual escisión entre el liderazgo empresarial más tradicional y el partido dirigido por Trump sugiere algo similar, pero sólo de modo remoto. Estamos lejos de las condiciones que llevaron a Mussolini, Hitler y sus secuaces.
Por lo que respecta a la fuerza impulsora de la irracionalidad, los hechos son ineludibles y deberían causar honda inquietud. Aunque no podemos concederle a Trump todo el mérito de ese logro, desde luego ha mostrado una gran habilidad a la hora de llevar a cabo una tarea que suponía un desafío: poner en práctica medidas políticas en beneficio de su electorado de gran opulencia y poder empresarial, a la vez que engañaba a las víctimas para que le venerasen como a su salvador. No es un logro baladí, e inducir una atmósfera de absoluta irracionalidad ha constituido un instrumento primordial, un requisito previo en la práctica.
Tendríamos que distinguir entre la base de votantes, hoy en día mayormente en manos de Trump, del escalón político (el Congreso), y distinguir ambos de una élite más tenebrosa que dirige realmente el Partido, McConnell y asociados.
Las actitudes entre la base de los votantes son verdaderamente siniestras. Eso, dejando aparte el hecho de que una gran mayoría de votantes de Trump cree que las elecciones fueron un robo. La mayoría cree también que “El tradicional modo de vida norteamericano está desapareciendo tan rápidamente que puede que tengamos que recurrir a la fuerza para salvarlo” y un 40 % adopta una posición más contundente: “si los dirigentes electos no protegen a Norteamérica, lo tendrá que hacer la gente misma, aunque requiera acciones violentas”. No resulta, quizás, sorprendente, cuando se informa de que una cuarta parte de los republicanos creen que “el mundo del gobierno, el de los medios de comunicación y el financiero están controlados en los EE.UU. por un grupo de pederastas que rinden culto a Satán y dirigen una red de tráfico global de niños”.
En el fondo hay preocupaciones más realistas sobre la desaparición del “tradicional modo de vida norteamericano”: un mundo supremacista blanco en el que los negros “saben cuál es su lugar” y no hay contagios de “anormales” que pidan derechos para los gais y otras obscenidades semejantes. Esa forma de vida tradicional desde luego que está desapareciendo.
Hay también elementos de realismo en las diversas teorías de la “gran substitución” que parecen consumir a buena parte de la base de Trump. Dejando aparte los absurdos sobre inmigración y conspiraciones de las élites, basta un simple vistazo a la distribución de nacimientos para mostrar que la dominación blanca va declinando.
Vale la pena recordar también las hondas raíces de esas preocupaciones. Entre los fundadores [de los EE.UU], había dos distinguidas figuras de la Ilustración, una de las cuales tenía la esperanza de que el nuevo país se viera libre de “mancha o mezcla”, roja o negra (Jefferson), mientras que la otra pensaba que a alemanes y suecos quizás se les debiera prohibir la entrada al ser demasiado “atezados” (Franklin). Los mitos de origen anglosajón predominaron a lo largo del siglo XIX. Todo esto aparte del racismo virulento y sus horrendas manifestaciones.
La preocupación por los cultos satánicos ya tiene bastante peligro, pero otras creencias profundamente irracionales son bastante más relevantes. Una de las revelaciones más amenazadoras de los últimos días fue una observación apenas advertida en el último informe de un grupo de la Universidad de Yale que sigue atentamente las actitudes respecto al cambio climático, ese eufemismo para el calentamiento del planeta que acabará con la vida humana organizada, a menos que pueda ponerse pronto bajo control. El informe descubrió que “En el ultimo año se ha producido un brusco descenso en el porcentaje tanto de republicanos liberales/moderados como de republicanos conservadores que creen que debería ser una prioridad del presidente y el Congreso desarrollar fuentes de energía limpia. Las actuales cifras representan un bajón absoluto desde que empezamos a realizar la encuesta en el año 2010”.
Entretanto, todos los días hay noticias que ofrecen información sobre nuevos desastres potenciales: así, por ejemplo, la publicación este 11 de junio de estudios que informan del derrumbe acelerado de un inmenso glaciar antártico que podría elevar el nivel del mar casi 50 centímetros, además de los recordatorios por parte de los científicos que avisan de que “El futuro está todavía abierto al cambio… si la gente hace lo necesario para que cambie”.
No cambiará mientras prevalezcan estas actitudes de las que se informa. A menos que se superen, eso podría suponer una sentencia de muerte si la actual estrategia del Partido Republicano tiene éxito en devolver a los desguazadores al poder. La estrategia es sencilla: sin que importe el daño que se haga al país y a su propia base de votantes, hay que asegurarse de que la administración no pueda hacer nada para poner remedio a graves problemas internos y embestir con una legislación al estilo Jim Crow [conjunto de leyes sureñas posteriores a la Guerra Civil norteamericana destinadas a impedir el voto de la población negra] para bloquear el voto de la gente de color y de los pobres, contando con la aquiescencia del poder judicial que McConnell y Trump han conseguido instalar.
El Partido no es un caso perdido. Los demócratas han contribuido al no conseguir ofrecer una alternativa constructiva que responda a las necesidades y justas aspiraciones de muchos de los que se han sumado en masa a las filas de Trump. Eso puede cambiar. Por ende, están cambiando las actitudes entre los republicanos más jóvenes, e incluso entre los jóvenes evangélicos, parte central de la base republicana desde los años 70.
Nada es irremediable.
En relación al escalón político, poco podemos decir. Con excepciones marginales, han abandonado cualquier apariencia de integridad. Las actuales votaciones constituyen un indicativo claro: total oposición republicana a medidas a favor de las cuales saben que están sus votantes, con el fin de garantizar que la administración Biden no llegue a nada.
La capitulación más abyecta del escalón político fue la del calentamiento global. En 2008, el candidato republicano a la presidencia, John McCain, tenia una propuesta limitada sobre el clima en su programa, y los republicanos del Congreso estaban considerando una legislación aneja. El conglomerado energético de los Koch [donantes más desmesuradamente opulentos de los republicanos] respondió en bloque y se extinguió toda chispa de independencia. Eso quedó muy en evidencia en las últimas primarias republicanas de 2016, antes de Trump: negación al 100 % de que esté pasando lo que está pasando, o algo peor, afirmando que tal vez sí, pero nosotros vamos de cabeza al desastre sin disculparnos (tal como afirmó John Kasich, a quien por su integridad se honró invitándole a hablar en la Convención Demócrata de 2020).
No se me ocurre ninguna objeción a lo que afirmas, pero me encuentro un poco desconcertado por la insistencia de Biden en tratar de llegar a acuerdos con los republicanos en algunas de las cuestiones de importancia a las que se enfrenta el país. ¿No es una quimera el enfoque bipartidista?
No del todo. El líder de la mayoría demócrata, Chuck Schumer, sí que logró un triunfo del enfoque bipartidista. Abandonando un compromiso anterior con la legislación sobre cambio climático, Schumer se unió al republicano Todd Young para esconder un programa limitado de política industrial dentro de un proyecto de ley de los de “odio a China” que apelaba a sentimientos chovinistas compartidos. Los republicanos se aseguraron de que esos componentes significativos, como la financiación de la National Science Foundation se vieran reducidos. Young celebró ese triunfo declarando que “cuando futuras generaciones de norteamericanos dirijan la vista hacia nuevas fronteras”, no verán allí “plantada una bandera roja”, sino la nuestra, roja, blanca y azul. Qué mejor razón podría haber para revivir la manufactura nacional a la vez que se intenta socavar la economía china…en un momento en el que la cooperación es condición sine qua non de la supervivencia.
Mientras tanto, el Departamento de Defensa de Biden está reorientando recursos y planificación hacia la guerra con China, una forma de locura que apenas recibe atención, analizada con detalle en el Número 1 del Comité por una Política Juiciosa entre EE.UU y China, del 11 de junio de 2021.
Trump ha transformado el Partido Republicano en culto a la personalidad. ¿Es esta la razón por la que los líderes republicanos han bloqueado la creación de una comisión que investigue el asalto del 6 de enero al Capitolio?
Trump ha copado la base de los votantes, pero el escalón político se enfrenta a una disyuntiva. Durante mucho tiempo, la élite del Partido ha sido un club de ricos, indulgente con el poder empresarial más todavía que los demócratas, incluso después de que los demócratas abandonaran a la clase trabajadora en los años 70, convirtiéndose en un partido de Wall Street y los profesionales pudientes. El mundo empresarial estaba dispuesto a tolerar las payasadas de Trump mientras les sirviera lealmente, con cierto disgusto, puesto que manchaba la imagen que proyectan de “grandes empresas con alma”. Pero para sectores de importancia, el 6 de enero [fecha del asalto al Congreso] ya fue demasiado.
Los tipos como McConnell que dirigen el Partido se ven atrapados entre una furiosa base de votantes cautiva de Trump y los dueños de la economía a los que sirven. Una comisión de investigación, de ser honesta en algo, habría agrandado esta grieta, para la que han de encontrar un modo de sutura, si el Partido, tal cual es, ha de sobrevivir. Así que, mejor cancelarla.
Las mentiras, la propaganda y la restricción del derecho al voto se han convertido en los principios de gobierno del GOP de hoy en día. ¿Hasta qué punto van a funcionar en provecho del Partido Republicano y qué repercusiones tendrán en el actual clima político en general y en el futuro de lo que sea que quede de democracia en los EE.UU. en particular?
La estrategia de Trump, enormemente eficaz, de legitimar “hechos alternativos” se basaba en un interminable aluvión de mentiras, pero entre los escombros flotaban una cuantas declaraciones veraces. Una de ellas es que los republicanos no pueden ganar nunca unas elecciones limpias. Eso es un verdadero problema para el club de los ricos. Resulta difícil conseguir votos con el lema: “Te quiero robar. Vótame”. Eso deja sólo unas pocas opciones. Una consiste en impedir que vote la “gente equivocada”. La otra consiste en configurar el programa del Partido de manera que las medidas políticas queden ocultas por las apelaciones a “cuestiones culturales”. Y ambas se han perseguido activamente. Trump les dio a estas prácticas un giro particularmente vulgar, pero no las inventó él.
La actual oleada de legislación republicana al estilo Jim Crow resulta comprensible: La observación que hace Trump es precisa, y es probable que lo sea todavía más en el futuro con los cambios demográficos y la tendencia de los votantes más jóvenes a favorecer la justicia social y los derechos humanos, también entre los republicanos. Esos esfuerzos se han vuelto más factibles después de que el Tribunal [Supremo presidido por] Roberts vaciara la Ley de Derecho al Voto [Voting Rights Act] con la sentencia Shelby de 2013, que “preparó el escenario para una nueva era de hegemonía blanca”, tal como observó correctamente Vann Newkirk.
El desplazamiento de las medidas políticas por las “asuntos culturales” se remonta a la estrategia sureña de Nixon. Cuando los demócratas empezaron a apoyar una tibia legislación de derechos civiles, Nixon y sus asesores se dieron cuenta de que podia desviar el voto del Sur hacia los republicanos con apelaciones racistas, apenas disfrazadas.
Con Reagan había poco disimulo; la retórica y las prácticas racistas le salían de forma natural. Paul Weyrich, estratega nacionalista cristiano, convenció fácilmente a la dirección política de que, abandonando sus anteriores posiciones “pro-choice” [proabortistas] y pretendiendo oponerse al aborto, podían recoger el voto católico del Norte y el voto evangélico de reciente politización. A la mezcla se le sumó pronto la afición a las armas, que ahora llega a inquietantes absurdos como la reciente decisión que revoca la prohibición de los fusiles de asalto en California, de[l juez Roger] Benítez, fusiles, que son, al fin y al cabo, no muy diferentes de las navajas del ejército suizo [de acuerdo con Benítez]. Trump le añadió algo más a la mezcla. Como sus colegas demagogos de Europa, entendió bien que se puede utilizar a los refugiados para azuzar pasiones y miedos xenófobos. Sus apelaciones racistas también rebasaban lo normal.
Trump ha mostrado cierto genio a la hora de instilar venenos que discurren no muy por debajo de la superficie de la cultura y la sociedad norteamericanas. Por esos medios logró adueñarse de la base de votantes republicana. La dirección del Partido anda dedicada a la estrategia obstruccionista de sacrificar los intereses del país con el fin de recuperar el poder. Esto deja al país sólo con un partido político que funcione [el Partido Demócrata], desgarrado él mismo entre un liderazgo neoliberal y una base de votantes más jóvenes que son socialdemócratas.
Tu frase “lo que sea que quede de la democracia norteamericana” resulta pertinente. Por muy progresista que pudiera haber sido en el siglo XVIII — y habría mucho que decir sobre eso —, con los baremos de hoy la democracia norteamericana tiene profundas fallas en aspectos que para el principal Fundador, James Madison, ya iban poniéndose de manifiesto hacia 1791, cuando le escribió a Jefferson deplorando “la osada depravación de los tiempos”, pues los “agiotistas se convierten en la horda pretoriana del gobierno…a la vez sus instrumentos y su tirano; sobornado con sus larguezas, e intimidado por sus clamores y combinaciones”.
Esa bien podría ser una descripción de los últimos años, sobre todo a medida que el ataque neoliberal tenia como consecuencia completamente previsible poner el gobierno todavía más bajo el mando de concentraciones de poder privado que antes. Las “larguezas” resultan demasiado familiares como para tener que analizarlas. Una amplia investigación de las ciencias políticas más centrales ha demostrado que los “clamores y combinaciones” han dejado a la mayoría de los votantes sin representación, pues sus propios representantes hacen caso de las voces de los superricos, de opulentos donantes y cabilderos de grandes empresas.
El estudio más reciente, recurriendo a sofisticadas técnicas de inteligencia artificial disipa “las nociones de que la opinión de alguien sobre la política pública, fuera del 10% más elevado de norteamericanos opulentos, ayude a explicar esa política”. Thomas Ferguson, destacado especialista académico del poder de las “herramientas y tiranos” del gobierno, concluye que: “Conocer el área política, las preferencias del 10 % en lo más alto y las opiniones de un puñado de grupos de interés basta para explicarlos los cambios de política con una exactitud impresionante”.
Pero permanecen algunos vestigios de democracia, después incluso de los ataques neoliberales. No por mucho tiempo, probablemente, si el “proto-fascismo” neoliberal amplía su ascendiente.
Pero el destino de la democracia no tendrá en realidad gran importancia si los “proto-fascistas” recuperan el poder.
El medio ambiente que sostiene la vida no puede aguantar por mucho tiempo a los desguazadores de la era Trump del declive. Pocas cosas más tendrán importancia si se rebasan los puntos de inflexión irreversibles.
Noam Chomsky profesor laureado de la Universidad de Arizona y catedrático emérito de Lingüística del Massachusetts Institute of Technology, es uno de los activistas sociales más reconocidos internacionalmente por su magisterio y compromiso político. Su libro más reciente es “Climate Crisis and the Global Green New Deal: The Political Economy of Saving the Planet”.
Fuente:
La identidad política del GOP se ha visto drásticamente configurada por el expresidente Donald Trump, pero esas movimientos recientes no habrían sido posibles si no hubiera ya toda una serie de grupos que recorren la sociedad y la cultura norteamericanas (entre ellos, supremacistas blancos, cristianos evangélicos derechistas y activistas de la Segunda Enmienda [sobre el derecho a portar armas de fuego], por no mencionar más que a unos pocos) que han abrazado puntos de vista extremistas y “proto-fascistas” sobre la forma en que debería gobernarse el país y los valores que debería mantener. Para ellos, Trump era y sigue siendo la “gran esperanza blanca”. En este contexto, la base de votantes de Trump — que sigue creyendo en la idea de que les han robado las elecciones y apoya el GOP dirigido por Trump para extirpar la teoría crítica de la raza de los colegios y restringir el derecho al voto — lo dice todo sobre la naturaleza antidemocrática y amenazadora del GOP de hoy.
En la entrevista que sigue [a cargo, como es habitual en la revista Truthout, de su fiel interlocutor C. J. Polychroniou], Noam Chomsky, universalmente renombrado como activista e intelectual académico, explica lo que le ha sucedido al Partido Republicano y por qué está en juego algo más incluso que la democracia si las fuerzas “proto-fascistas” inspiradas por Trump regresan al poder.
C. J. Polychroniou: En el curso de las últimas décadas, el Partido Republicano ha experimentado una serie de transformaciones ideológicas: del conservadurismo tradicional al reaccionarismo y, por ultimo, a lo que podemos definir como “proto-fascismo”, en el que lo irracional se ha convertido en la fuerza impulsora. ¿Cómo explicamos lo que le ha ocurrido al GOP?
Noam Chomsky: Tu denominación “proto-fascismo neoliberal” me parece una caracterización bastante precisa de la actual organización política … dudo en llamarla “Partido”, habida cuenta de que podría sugerir que tuvieran algún interés en participar honestamente en la política parlamentaria normal. Más adecuado, me parece, es el juicio de de los analistas políticos del American Enterprise Institute, Thomas Mann y Norman Ornstein, de que el moderno Partido Republicano se ha transformado en una “insurgencia radical” que desdeña la participación democrática. Y eso fue antes de los martillazos de Trump-McConnell de los últimos años, que remachan la conclusión con mayor fuerza.
El término “proto-fascismo neoliberal” capta bien tanto los rasgos del actual partido como la diferenciación con el fascismo del pasado. El compromiso con la forma más brutal de neoliberalismo es evidente en el historial legislativo, y de manera crucial en la subordinación del Partido al capital privado, a la inversa del fascismo clásico. Pero los síntomas fascistas están ahí, entre ellos el racismo extremo, la violencia, el culto al líder (enviado por Dios, según el exsecretario de Estado Mike Pompeo), la inmersión en un mundo de “hechos alternativos” y un frenesí de irracionalidad. Y también de otras maneras, como en los extraordinarios esfuerzos en los estados en manos de los republicanos para suprimir la enseñanza en los colegios que no se adapte a sus doctrinas de supremacismo blanco.
Se está promulgando una legislación que prohíbe la enseñanza de la “teoría crítica de la raza”, el nuevo demonio, que substituye al comunismo y al terror islámico como plaga de la era moderna. La “teoría crítica de la raza” es la frase espantajo utilizada para el estudio de los factores estructurales y culturales sistemáticos en una horrenda historia, a lo largo de cuatrocientos años, de esclavitud y perdurable represión racista. El adoctrinamiento adecuado debe prohibir esta herejía. Lo que sucedió durante cuatrocientos años y está hoy bien vivo debe presentarse a los estudiantes como una desviación de la verdadera Norteamérica, pura e inocente, en buena medida como en los estados totalitarios bien manejados.
Lo que está ausente en el “protofascismo” es la ideología: el control estatal del orden social, incluyendo a las clases empresariales, y control del Estado en manos del Partido con el líder máximo al mando. Eso podría cambiar. La industria y las finanzas alemanas pensaron en un principio que podían doblegar a los trabajadores y la izquierda, a la vez que continuaban al mando. Aprendieron que lo que pasó fue otra cosa. La actual escisión entre el liderazgo empresarial más tradicional y el partido dirigido por Trump sugiere algo similar, pero sólo de modo remoto. Estamos lejos de las condiciones que llevaron a Mussolini, Hitler y sus secuaces.
Por lo que respecta a la fuerza impulsora de la irracionalidad, los hechos son ineludibles y deberían causar honda inquietud. Aunque no podemos concederle a Trump todo el mérito de ese logro, desde luego ha mostrado una gran habilidad a la hora de llevar a cabo una tarea que suponía un desafío: poner en práctica medidas políticas en beneficio de su electorado de gran opulencia y poder empresarial, a la vez que engañaba a las víctimas para que le venerasen como a su salvador. No es un logro baladí, e inducir una atmósfera de absoluta irracionalidad ha constituido un instrumento primordial, un requisito previo en la práctica.
Tendríamos que distinguir entre la base de votantes, hoy en día mayormente en manos de Trump, del escalón político (el Congreso), y distinguir ambos de una élite más tenebrosa que dirige realmente el Partido, McConnell y asociados.
Las actitudes entre la base de los votantes son verdaderamente siniestras. Eso, dejando aparte el hecho de que una gran mayoría de votantes de Trump cree que las elecciones fueron un robo. La mayoría cree también que “El tradicional modo de vida norteamericano está desapareciendo tan rápidamente que puede que tengamos que recurrir a la fuerza para salvarlo” y un 40 % adopta una posición más contundente: “si los dirigentes electos no protegen a Norteamérica, lo tendrá que hacer la gente misma, aunque requiera acciones violentas”. No resulta, quizás, sorprendente, cuando se informa de que una cuarta parte de los republicanos creen que “el mundo del gobierno, el de los medios de comunicación y el financiero están controlados en los EE.UU. por un grupo de pederastas que rinden culto a Satán y dirigen una red de tráfico global de niños”.
En el fondo hay preocupaciones más realistas sobre la desaparición del “tradicional modo de vida norteamericano”: un mundo supremacista blanco en el que los negros “saben cuál es su lugar” y no hay contagios de “anormales” que pidan derechos para los gais y otras obscenidades semejantes. Esa forma de vida tradicional desde luego que está desapareciendo.
Hay también elementos de realismo en las diversas teorías de la “gran substitución” que parecen consumir a buena parte de la base de Trump. Dejando aparte los absurdos sobre inmigración y conspiraciones de las élites, basta un simple vistazo a la distribución de nacimientos para mostrar que la dominación blanca va declinando.
Vale la pena recordar también las hondas raíces de esas preocupaciones. Entre los fundadores [de los EE.UU], había dos distinguidas figuras de la Ilustración, una de las cuales tenía la esperanza de que el nuevo país se viera libre de “mancha o mezcla”, roja o negra (Jefferson), mientras que la otra pensaba que a alemanes y suecos quizás se les debiera prohibir la entrada al ser demasiado “atezados” (Franklin). Los mitos de origen anglosajón predominaron a lo largo del siglo XIX. Todo esto aparte del racismo virulento y sus horrendas manifestaciones.
La preocupación por los cultos satánicos ya tiene bastante peligro, pero otras creencias profundamente irracionales son bastante más relevantes. Una de las revelaciones más amenazadoras de los últimos días fue una observación apenas advertida en el último informe de un grupo de la Universidad de Yale que sigue atentamente las actitudes respecto al cambio climático, ese eufemismo para el calentamiento del planeta que acabará con la vida humana organizada, a menos que pueda ponerse pronto bajo control. El informe descubrió que “En el ultimo año se ha producido un brusco descenso en el porcentaje tanto de republicanos liberales/moderados como de republicanos conservadores que creen que debería ser una prioridad del presidente y el Congreso desarrollar fuentes de energía limpia. Las actuales cifras representan un bajón absoluto desde que empezamos a realizar la encuesta en el año 2010”.
Entretanto, todos los días hay noticias que ofrecen información sobre nuevos desastres potenciales: así, por ejemplo, la publicación este 11 de junio de estudios que informan del derrumbe acelerado de un inmenso glaciar antártico que podría elevar el nivel del mar casi 50 centímetros, además de los recordatorios por parte de los científicos que avisan de que “El futuro está todavía abierto al cambio… si la gente hace lo necesario para que cambie”.
No cambiará mientras prevalezcan estas actitudes de las que se informa. A menos que se superen, eso podría suponer una sentencia de muerte si la actual estrategia del Partido Republicano tiene éxito en devolver a los desguazadores al poder. La estrategia es sencilla: sin que importe el daño que se haga al país y a su propia base de votantes, hay que asegurarse de que la administración no pueda hacer nada para poner remedio a graves problemas internos y embestir con una legislación al estilo Jim Crow [conjunto de leyes sureñas posteriores a la Guerra Civil norteamericana destinadas a impedir el voto de la población negra] para bloquear el voto de la gente de color y de los pobres, contando con la aquiescencia del poder judicial que McConnell y Trump han conseguido instalar.
El Partido no es un caso perdido. Los demócratas han contribuido al no conseguir ofrecer una alternativa constructiva que responda a las necesidades y justas aspiraciones de muchos de los que se han sumado en masa a las filas de Trump. Eso puede cambiar. Por ende, están cambiando las actitudes entre los republicanos más jóvenes, e incluso entre los jóvenes evangélicos, parte central de la base republicana desde los años 70.
Nada es irremediable.
En relación al escalón político, poco podemos decir. Con excepciones marginales, han abandonado cualquier apariencia de integridad. Las actuales votaciones constituyen un indicativo claro: total oposición republicana a medidas a favor de las cuales saben que están sus votantes, con el fin de garantizar que la administración Biden no llegue a nada.
La capitulación más abyecta del escalón político fue la del calentamiento global. En 2008, el candidato republicano a la presidencia, John McCain, tenia una propuesta limitada sobre el clima en su programa, y los republicanos del Congreso estaban considerando una legislación aneja. El conglomerado energético de los Koch [donantes más desmesuradamente opulentos de los republicanos] respondió en bloque y se extinguió toda chispa de independencia. Eso quedó muy en evidencia en las últimas primarias republicanas de 2016, antes de Trump: negación al 100 % de que esté pasando lo que está pasando, o algo peor, afirmando que tal vez sí, pero nosotros vamos de cabeza al desastre sin disculparnos (tal como afirmó John Kasich, a quien por su integridad se honró invitándole a hablar en la Convención Demócrata de 2020).
No se me ocurre ninguna objeción a lo que afirmas, pero me encuentro un poco desconcertado por la insistencia de Biden en tratar de llegar a acuerdos con los republicanos en algunas de las cuestiones de importancia a las que se enfrenta el país. ¿No es una quimera el enfoque bipartidista?
No del todo. El líder de la mayoría demócrata, Chuck Schumer, sí que logró un triunfo del enfoque bipartidista. Abandonando un compromiso anterior con la legislación sobre cambio climático, Schumer se unió al republicano Todd Young para esconder un programa limitado de política industrial dentro de un proyecto de ley de los de “odio a China” que apelaba a sentimientos chovinistas compartidos. Los republicanos se aseguraron de que esos componentes significativos, como la financiación de la National Science Foundation se vieran reducidos. Young celebró ese triunfo declarando que “cuando futuras generaciones de norteamericanos dirijan la vista hacia nuevas fronteras”, no verán allí “plantada una bandera roja”, sino la nuestra, roja, blanca y azul. Qué mejor razón podría haber para revivir la manufactura nacional a la vez que se intenta socavar la economía china…en un momento en el que la cooperación es condición sine qua non de la supervivencia.
Mientras tanto, el Departamento de Defensa de Biden está reorientando recursos y planificación hacia la guerra con China, una forma de locura que apenas recibe atención, analizada con detalle en el Número 1 del Comité por una Política Juiciosa entre EE.UU y China, del 11 de junio de 2021.
Trump ha transformado el Partido Republicano en culto a la personalidad. ¿Es esta la razón por la que los líderes republicanos han bloqueado la creación de una comisión que investigue el asalto del 6 de enero al Capitolio?
Trump ha copado la base de los votantes, pero el escalón político se enfrenta a una disyuntiva. Durante mucho tiempo, la élite del Partido ha sido un club de ricos, indulgente con el poder empresarial más todavía que los demócratas, incluso después de que los demócratas abandonaran a la clase trabajadora en los años 70, convirtiéndose en un partido de Wall Street y los profesionales pudientes. El mundo empresarial estaba dispuesto a tolerar las payasadas de Trump mientras les sirviera lealmente, con cierto disgusto, puesto que manchaba la imagen que proyectan de “grandes empresas con alma”. Pero para sectores de importancia, el 6 de enero [fecha del asalto al Congreso] ya fue demasiado.
Los tipos como McConnell que dirigen el Partido se ven atrapados entre una furiosa base de votantes cautiva de Trump y los dueños de la economía a los que sirven. Una comisión de investigación, de ser honesta en algo, habría agrandado esta grieta, para la que han de encontrar un modo de sutura, si el Partido, tal cual es, ha de sobrevivir. Así que, mejor cancelarla.
Las mentiras, la propaganda y la restricción del derecho al voto se han convertido en los principios de gobierno del GOP de hoy en día. ¿Hasta qué punto van a funcionar en provecho del Partido Republicano y qué repercusiones tendrán en el actual clima político en general y en el futuro de lo que sea que quede de democracia en los EE.UU. en particular?
La estrategia de Trump, enormemente eficaz, de legitimar “hechos alternativos” se basaba en un interminable aluvión de mentiras, pero entre los escombros flotaban una cuantas declaraciones veraces. Una de ellas es que los republicanos no pueden ganar nunca unas elecciones limpias. Eso es un verdadero problema para el club de los ricos. Resulta difícil conseguir votos con el lema: “Te quiero robar. Vótame”. Eso deja sólo unas pocas opciones. Una consiste en impedir que vote la “gente equivocada”. La otra consiste en configurar el programa del Partido de manera que las medidas políticas queden ocultas por las apelaciones a “cuestiones culturales”. Y ambas se han perseguido activamente. Trump les dio a estas prácticas un giro particularmente vulgar, pero no las inventó él.
La actual oleada de legislación republicana al estilo Jim Crow resulta comprensible: La observación que hace Trump es precisa, y es probable que lo sea todavía más en el futuro con los cambios demográficos y la tendencia de los votantes más jóvenes a favorecer la justicia social y los derechos humanos, también entre los republicanos. Esos esfuerzos se han vuelto más factibles después de que el Tribunal [Supremo presidido por] Roberts vaciara la Ley de Derecho al Voto [Voting Rights Act] con la sentencia Shelby de 2013, que “preparó el escenario para una nueva era de hegemonía blanca”, tal como observó correctamente Vann Newkirk.
El desplazamiento de las medidas políticas por las “asuntos culturales” se remonta a la estrategia sureña de Nixon. Cuando los demócratas empezaron a apoyar una tibia legislación de derechos civiles, Nixon y sus asesores se dieron cuenta de que podia desviar el voto del Sur hacia los republicanos con apelaciones racistas, apenas disfrazadas.
Con Reagan había poco disimulo; la retórica y las prácticas racistas le salían de forma natural. Paul Weyrich, estratega nacionalista cristiano, convenció fácilmente a la dirección política de que, abandonando sus anteriores posiciones “pro-choice” [proabortistas] y pretendiendo oponerse al aborto, podían recoger el voto católico del Norte y el voto evangélico de reciente politización. A la mezcla se le sumó pronto la afición a las armas, que ahora llega a inquietantes absurdos como la reciente decisión que revoca la prohibición de los fusiles de asalto en California, de[l juez Roger] Benítez, fusiles, que son, al fin y al cabo, no muy diferentes de las navajas del ejército suizo [de acuerdo con Benítez]. Trump le añadió algo más a la mezcla. Como sus colegas demagogos de Europa, entendió bien que se puede utilizar a los refugiados para azuzar pasiones y miedos xenófobos. Sus apelaciones racistas también rebasaban lo normal.
Trump ha mostrado cierto genio a la hora de instilar venenos que discurren no muy por debajo de la superficie de la cultura y la sociedad norteamericanas. Por esos medios logró adueñarse de la base de votantes republicana. La dirección del Partido anda dedicada a la estrategia obstruccionista de sacrificar los intereses del país con el fin de recuperar el poder. Esto deja al país sólo con un partido político que funcione [el Partido Demócrata], desgarrado él mismo entre un liderazgo neoliberal y una base de votantes más jóvenes que son socialdemócratas.
Tu frase “lo que sea que quede de la democracia norteamericana” resulta pertinente. Por muy progresista que pudiera haber sido en el siglo XVIII — y habría mucho que decir sobre eso —, con los baremos de hoy la democracia norteamericana tiene profundas fallas en aspectos que para el principal Fundador, James Madison, ya iban poniéndose de manifiesto hacia 1791, cuando le escribió a Jefferson deplorando “la osada depravación de los tiempos”, pues los “agiotistas se convierten en la horda pretoriana del gobierno…a la vez sus instrumentos y su tirano; sobornado con sus larguezas, e intimidado por sus clamores y combinaciones”.
Esa bien podría ser una descripción de los últimos años, sobre todo a medida que el ataque neoliberal tenia como consecuencia completamente previsible poner el gobierno todavía más bajo el mando de concentraciones de poder privado que antes. Las “larguezas” resultan demasiado familiares como para tener que analizarlas. Una amplia investigación de las ciencias políticas más centrales ha demostrado que los “clamores y combinaciones” han dejado a la mayoría de los votantes sin representación, pues sus propios representantes hacen caso de las voces de los superricos, de opulentos donantes y cabilderos de grandes empresas.
El estudio más reciente, recurriendo a sofisticadas técnicas de inteligencia artificial disipa “las nociones de que la opinión de alguien sobre la política pública, fuera del 10% más elevado de norteamericanos opulentos, ayude a explicar esa política”. Thomas Ferguson, destacado especialista académico del poder de las “herramientas y tiranos” del gobierno, concluye que: “Conocer el área política, las preferencias del 10 % en lo más alto y las opiniones de un puñado de grupos de interés basta para explicarlos los cambios de política con una exactitud impresionante”.
Pero permanecen algunos vestigios de democracia, después incluso de los ataques neoliberales. No por mucho tiempo, probablemente, si el “proto-fascismo” neoliberal amplía su ascendiente.
Pero el destino de la democracia no tendrá en realidad gran importancia si los “proto-fascistas” recuperan el poder.
El medio ambiente que sostiene la vida no puede aguantar por mucho tiempo a los desguazadores de la era Trump del declive. Pocas cosas más tendrán importancia si se rebasan los puntos de inflexión irreversibles.
Noam Chomsky profesor laureado de la Universidad de Arizona y catedrático emérito de Lingüística del Massachusetts Institute of Technology, es uno de los activistas sociales más reconocidos internacionalmente por su magisterio y compromiso político. Su libro más reciente es “Climate Crisis and the Global Green New Deal: The Political Economy of Saving the Planet”.
Fuente:
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https://truthout.org/articles/chomsky-republicans-are-willing-to-jeopardize-human-survival-to-retake-power/
Traducción:Lucas Antón
Traducción:Lucas Antón
viernes, 9 de julio de 2021
3 razones por las que es tan importante beber agua (incluso si no tenemos sed)
Mantener el balance de agua en nuestro cuerpo es fundamental para nuestra salud.
Buscamos esperanzados agua más allá de nuestro planeta como la única posibilidad de que haya vida. Sin embargo, aquí, en la Tierra, apenas le prestamos atención.
A pesar de que nos va la vida en ello, el agua es el nutriente olvidado en la investigación científica.
Las evidencias para determinar las recomendaciones de ingesta de agua en relación con sus efectos sobre la salud son escasas. Incluso algunas guías alimentarias ni la mencionan.
El problema radica en que faltan estudios de largo alcance y con un gran número de participantes.
Solo de esta forma se pueden determinar cómo nos afectan grados de deshidratación pequeños, que son los que realmente se dan en el día a día en personas sanas.
En este artículo pretendemos dar una visión de conjunto para entender por qué es tan importante mantener un buen estado de hidratación y cómo hacerlo.
En constante equilibrio
Mantener el balance de agua en nuestro cuerpo es fundamental para nuestra supervivencia.
Por esta razón, tenemos un sistema muy fino que mantiene sus niveles dentro de un rango estrecho, a pesar de la gran variabilidad en la ingesta de agua.
Cuando bebemos poca agua, se ponen en marcha dos mecanismos. Uno de ellos tiene como finalidad disminuir la pérdida de agua a través de la orina. El otro es el mecanismo que dispara la sed.
Por estas razones, en condiciones fisiológicas la acumulación de líquidos no puede ser la razón principal para el exceso de peso corporal (sobrepeso u obesidad).
Si sospechamos que retenemos líquidos, debemos acudir al médico.
Por otro lado, resulta muy difícil beber tanta agua como para que tenga efectos negativos.
Esto es así, principalmente, porque el riñón tiene una alta capacidad para eliminar el exceso en la orina (0.7-1 litro/hora).
Deshidratados enfermamos más
Estudios científicos apuntan a una asociación directa entre el grado de hidratación y ciertas enfermedades. Concretamente, la deshidratación se ha asociado con alteraciones urológicas, gastrointestinales, circulatorias y neurológicas.
Sin embargo, en muchos casos las evidencias son escasas o inconsistentes como para sacar conclusiones claras.
Estudios observacionales relacionan un consumo habitualmente bajo de agua con un mayor riesgo de problemas cardiovasculares en el futuro.
De la misma forma, una ingesta baja de fluidos también es un factor de riesgo para la formación de piedras en el riñón.
A esto se le suma que en 2016 se realizó un gran estudio con una muestra representativa de la población de EE.UU.
Los resultados mostraron mayor índice de obesidad en personas que no tenían una buena hidratación. Además, el índice de masa corporal también fue más elevado.
Por otro lado, estudios de diversa índole apuntan a una interacción directa entre una ingesta pobre de agua y problemas metabólicos.
Además, la pérdida de agua corporal durante el ejercicio parece afectar negativamente al rendimiento físico.
El cerebro tampoco sale ileso cuando ingerimos menos líquido del debido. Una revisión publicada en 2015 encontró que, según los 21 estudios analizados, la deshidratación está asociada con personas menos alerta y más fatigadas.
En cuanto a la capacidad cognitiva, son necesarios estudios con mayor número de personas para poder obtener evidencias convincentes.
Cómo mantener una buena hidratación
Estudios en España y en varios países de Iberoamérica muestran que, en general, la población no alcanza la ingesta de agua recomendada. Por lo tanto, es necesaria una mayor concienciación sobre la necesidad de beber más agua.
La mejor forma es beber cuando tenemos sed.
Parece obvio, pero muchas personas no sienten sed, no le prestan atención o incluso puede que no la reconozcan.
Por eso es fundamental adquirir un buen hábito de hidratación desde pequeños e insistir mucho a las personas mayores.
Las diversas instituciones nos recomiendan tomar 2-3 litros de agua al día. Esta cantidad debe aumentar en verano o si realizamos ejercicio físico.
Hay que beber agua, no hay otra alternativa. Es preferible hacerlo en pequeñas cantidades a lo largo de todo el día. Es la mejor forma de favorecer la absorción del agua.
Las bebidas azucaradas no son una opción por su alto contenido en azúcares libres. Estos están relacionados con mala calidad de la dieta, obesidad y riesgo de contraer enfermedades no transmisibles.
Las bebidas con edulcorantes tampoco son recomendables. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) coinciden en que los productos con edulcorantes no son saludables. Consideran que "el consumo habitual de alimentos de sabor dulce (con o sin azúcar) promueve la ingesta de alimentos y bebidas dulces, incluso los que contienen azúcar".
A modo de conclusión
Es cierta la manifiesta falta de estudios que conduzcan a la determinación clara de las recomendaciones de consumo de agua. Hay que reconocer que esto genera dudas y las tentaciones obvias de buscar en internet.
Otras fuentes importantes de este nutriente son los alimentos como verduras, hortalizas y frutas, porque más del 80% son agua.Sin embargo, en muchos casos las evidencias son escasas o inconsistentes como para sacar conclusiones claras.
Estudios observacionales relacionan un consumo habitualmente bajo de agua con un mayor riesgo de problemas cardiovasculares en el futuro.
De la misma forma, una ingesta baja de fluidos también es un factor de riesgo para la formación de piedras en el riñón.
A esto se le suma que en 2016 se realizó un gran estudio con una muestra representativa de la población de EE.UU.
Los resultados mostraron mayor índice de obesidad en personas que no tenían una buena hidratación. Además, el índice de masa corporal también fue más elevado.
Por otro lado, estudios de diversa índole apuntan a una interacción directa entre una ingesta pobre de agua y problemas metabólicos.
Además, la pérdida de agua corporal durante el ejercicio parece afectar negativamente al rendimiento físico.
El cerebro tampoco sale ileso cuando ingerimos menos líquido del debido. Una revisión publicada en 2015 encontró que, según los 21 estudios analizados, la deshidratación está asociada con personas menos alerta y más fatigadas.
En cuanto a la capacidad cognitiva, son necesarios estudios con mayor número de personas para poder obtener evidencias convincentes.
Cómo mantener una buena hidratación
Estudios en España y en varios países de Iberoamérica muestran que, en general, la población no alcanza la ingesta de agua recomendada. Por lo tanto, es necesaria una mayor concienciación sobre la necesidad de beber más agua.
La mejor forma es beber cuando tenemos sed.
Parece obvio, pero muchas personas no sienten sed, no le prestan atención o incluso puede que no la reconozcan.
Por eso es fundamental adquirir un buen hábito de hidratación desde pequeños e insistir mucho a las personas mayores.
Las diversas instituciones nos recomiendan tomar 2-3 litros de agua al día. Esta cantidad debe aumentar en verano o si realizamos ejercicio físico.
Hay que beber agua, no hay otra alternativa. Es preferible hacerlo en pequeñas cantidades a lo largo de todo el día. Es la mejor forma de favorecer la absorción del agua.
Las bebidas azucaradas no son una opción por su alto contenido en azúcares libres. Estos están relacionados con mala calidad de la dieta, obesidad y riesgo de contraer enfermedades no transmisibles.
Las bebidas con edulcorantes tampoco son recomendables. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) coinciden en que los productos con edulcorantes no son saludables. Consideran que "el consumo habitual de alimentos de sabor dulce (con o sin azúcar) promueve la ingesta de alimentos y bebidas dulces, incluso los que contienen azúcar".
A modo de conclusión
Es cierta la manifiesta falta de estudios que conduzcan a la determinación clara de las recomendaciones de consumo de agua. Hay que reconocer que esto genera dudas y las tentaciones obvias de buscar en internet.
Pero, si los expertos reconocen que faltan evidencias, ¿podemos fiarnos de las afirmaciones o controversias fomentadas por empresas embotelladoras, influencers y opinantes de todo tipo?
Es preferible beber agua en pequeñas cantidades a lo largo de todo el día. Es la mejor forma de favorecer su absorción.
Estas humildes autoras se declaran incompetentes para poner en jaque a las instituciones que, con más o menos evidencias, aportan su opinión crítica y fundada.
Por lo tanto, convirtamos el agua en nuestro compañero más fiel este verano. Levantemos el codo con la convicción de que, si bien puede no parecernos un manjar para nuestro paladar, sin agua, no hay vida.
BBC.https://www.bbc.com/mundo/noticias-57778015
jueves, 8 de julio de 2021
_- Europa pierde el norte y los responsables tienen nombre y apellidos
_- El anuncio de un nuevo paquete de inversiones en Estados Unidos por valor de 1,8 billones dólares y el de la posibilidad de que su gobierno suspenda temporalmente las patentes de las vacunas contra el coronavirus vuelve a mostrar que Europa ha perdido el norte y que se queda definitivamente atrás.
El nuevo plan que se acaba de anunciar, un mes después de otro de 2 billones de dólares dedicados a infraestructuras, se dedicará ahora a desarrollar el cuidado infantil de alta calidad permitiendo que las familias paguen solo una cantidad en función de sus ingresos, a financiar bajas médicas remuneradas, establecer la pre-escolaridad universal y gratuita y a satisfacer necesidades alimentarias de niños de bajo ingreso, entre otros objetivos de política familiar. Una nueva inyección de gasto que se sumaría a los 4,3 billones de dólares que se llevan ya desembolsados entre acciones legislativas (3,8 billones) y administrativas (0,5) de los 6,8 billones comprometidos y a los 2,9 billones (de los 6 comprometidos) de la Reserva Federal (https://www.covidmoneytracker.org/). Y ni siquiera se puede pensar que se haya acabado el estímulo si se tiene en cuenta que, según David M. Cutler y Lawrence H. Summers, el coste total de la pandemia en Estados Unidos sería de unos 16 billones de dólares (The COVID-19 Pandemic and the $16 Trillion Virus).
No hay comparación posible con lo que está haciendo la Unión Europea. Aquí nos hemos quedado atrás, no sólo en la cantidad de los estímulos aprobados frente a la crisis, sino también en la agilidad a la hora de ponerlos en práctica y en los principios que mueven la actuación de los responsables políticos, como muestra que la administración Biden se plantee suspender las patentes de vacunas cuando aquí los grandes partidos apuestan por todo lo contrario.
No se puede decir que Europa no haya adoptado medidas excepcionales porque sí que las ha tomado pero lo ha hecho con tal conservadurismo y lentitud que apenas han comenzado a ser efectivas. Y, lo que es peor, las ha diseñado y se dispone a ponerlas en marcha sin apartar la mirada del espejo retrovisor, es de decir, sin perder de vista el fundamentalismo presupuestario que tanto daño ha hecho en otras crisis, e incluso en los periodos de bonanza y crecimiento.
La Unión Europea ya fracasó en la anterior crisis de 2007-2008, cuando estableció medidas de ajuste y recortes depresivas en medio de la recesión, provocando torpemente una segunda recaída de la actividad y el empleo y el descontrol de la deuda, y no parece que sus responsables hayan aprendido nada de aquello, a pesar de tantos análisis como han demostrado que se actuó sin base científica, influido por sesgos ideológicos e interpretando mal los datos que se tenían delante.
La pertinaz insistencia en el error que viene caracterizando a los responsables de la Unión Europea es el resultado de una percepción ideologizada de los problemas económicos al servicio de los grandes intereses económicos que ha consolidado unas instituciones que impiden o hacen muy difícil salir del bucle en el que se encuentran. Es como si, a base de tanto servilismo, la Unión Europea se hubiera inmunizado al revés: haciendo imposible que surjan los anticuerpos que permitan cambios de rumbo y ... seguir aquí,
https://juantorreslopez.com/europa-pierde-el-norte-y-los-responsables-tienen-nombre-y-apellidos/
El nuevo plan que se acaba de anunciar, un mes después de otro de 2 billones de dólares dedicados a infraestructuras, se dedicará ahora a desarrollar el cuidado infantil de alta calidad permitiendo que las familias paguen solo una cantidad en función de sus ingresos, a financiar bajas médicas remuneradas, establecer la pre-escolaridad universal y gratuita y a satisfacer necesidades alimentarias de niños de bajo ingreso, entre otros objetivos de política familiar. Una nueva inyección de gasto que se sumaría a los 4,3 billones de dólares que se llevan ya desembolsados entre acciones legislativas (3,8 billones) y administrativas (0,5) de los 6,8 billones comprometidos y a los 2,9 billones (de los 6 comprometidos) de la Reserva Federal (https://www.covidmoneytracker.org/). Y ni siquiera se puede pensar que se haya acabado el estímulo si se tiene en cuenta que, según David M. Cutler y Lawrence H. Summers, el coste total de la pandemia en Estados Unidos sería de unos 16 billones de dólares (The COVID-19 Pandemic and the $16 Trillion Virus).
No hay comparación posible con lo que está haciendo la Unión Europea. Aquí nos hemos quedado atrás, no sólo en la cantidad de los estímulos aprobados frente a la crisis, sino también en la agilidad a la hora de ponerlos en práctica y en los principios que mueven la actuación de los responsables políticos, como muestra que la administración Biden se plantee suspender las patentes de vacunas cuando aquí los grandes partidos apuestan por todo lo contrario.
No se puede decir que Europa no haya adoptado medidas excepcionales porque sí que las ha tomado pero lo ha hecho con tal conservadurismo y lentitud que apenas han comenzado a ser efectivas. Y, lo que es peor, las ha diseñado y se dispone a ponerlas en marcha sin apartar la mirada del espejo retrovisor, es de decir, sin perder de vista el fundamentalismo presupuestario que tanto daño ha hecho en otras crisis, e incluso en los periodos de bonanza y crecimiento.
La Unión Europea ya fracasó en la anterior crisis de 2007-2008, cuando estableció medidas de ajuste y recortes depresivas en medio de la recesión, provocando torpemente una segunda recaída de la actividad y el empleo y el descontrol de la deuda, y no parece que sus responsables hayan aprendido nada de aquello, a pesar de tantos análisis como han demostrado que se actuó sin base científica, influido por sesgos ideológicos e interpretando mal los datos que se tenían delante.
La pertinaz insistencia en el error que viene caracterizando a los responsables de la Unión Europea es el resultado de una percepción ideologizada de los problemas económicos al servicio de los grandes intereses económicos que ha consolidado unas instituciones que impiden o hacen muy difícil salir del bucle en el que se encuentran. Es como si, a base de tanto servilismo, la Unión Europea se hubiera inmunizado al revés: haciendo imposible que surjan los anticuerpos que permitan cambios de rumbo y ... seguir aquí,
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miércoles, 7 de julio de 2021
Cómo manejar las metacogniciones puede ayudarte a no darle tantas vueltas a las cosas
Quedarse en blanco en el examen que llevas 6 meses preparando, que la vacuna te dé una reacción severa, que tu madre no ha llamado (¿quizá le ha pasado algo?), que tu hijo no come nada, que te duele la cabeza y, cielos, que no sea un tumor...
Las preocupaciones están por todas partes en nuestra vida. Las pequeñas y las grandes, las razonables y las excesivas, fundadas e infundadas… las hay de todo tipo.
Son un goteo molesto que cae ruidoso en nuestra mente, como si esta fuera un cubo metálico que, al final, se puede llegar a desbordar dependiendo de lo propenso que seas a darle vueltas a los pensamientos.
La buena noticia es que la mayoría de nuestras preocupaciones, por lo general, no se acaban convirtiendo en realidad. Es difícil de medir, pero la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.) realizó una investigación en la que anotaba las preocupaciones más recurrentes de un grupo de pacientes y, con el paso del tiempo, comprobaba si se hacían realidad.
¿El resultado? El 91% de sus desvelos nunca se materializaron. Habían sufrido sin razón.
Cerebro e irrealidad
Pero todavía hay espacio en esos restantes 9 puntos porcentuales para que la imaginación de muchos vuele.
"Todos podemos tener ansiedad, tristeza o depresión en mayor o menor medida", explica a BBC Mundo Juan Ramos Cejudo, profesor de psicología en la Universidad Camilo José Cela (Madrid) y director del centro Mindlab.
A todos se nos pueden poner en marcha los engranajes de la rumiación y el miedo anticipatorio en cuestiones que en principio no parecerían muy trascendentes, como ir a una fiesta en la que no conoces a nadie, tener una conversación con tu jefe o hablar en público. Es normal y no hay que preocuparse de ello.
Paradójicamente, para preservar una buena salud mental lo primero es no confiar tanto en nuestro cerebro.
"En la medida en la que somos capaces de dudar acerca de lo que estamos viendo o sintiendo, seremos más capaces de obtener el bienestar", dice Ramos Cejudo revisitando a Marco Aurelio.
Y se explica: "No todo lo que nos dice nuestro cerebro es real, percibimos la realidad a través de nuestros sentidos y nuestro cerebro procesa conclusiones con un montón de errores, se equivoca constantemente".
Sin embargo, no parece sencillo de lograr, menos en estos tiempos convulsos.
Se estima que, antes de la pandemia de la covid-19, 284 millones de personas en todo el mundo sufrían algún tipo de trastorno de ansiedad, con una tasa prevalencia entre países que oscila entre el 2% y el 7% de la población, según el Global Burden of Disease, un estudio de referencia en el que participan más de 3.000 investigadores de 145 países y que coordina la Universidad de Washington.
Los trastornos de ansiedad se han disparado con la pandemia de coronavirus.
Unos datos que la pandemia parece haber pulverizado.
La revista científica Psychiatry Research publicó un metanálisis, basado en 55 estudios internacionales con más de 190.000 personas, que halló que la prevalencia de la ansiedad es cuatro veces mayor ahora (un 15,5% de la población frente al 3,6% que la Organización Mundial de la Salud registraba antes de la pandemia).
El artículo subraya que también el trastorno por estrés postraumático (16%) y la depresión (16%) fueron cinco y tres veces más frecuentes en comparación con lo habitual.
El papel de la metacognición
No le sorprenden estos datos al psicólogo Jesús Matos, profesor del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) y director de la clínica En Equilibrio Mental de Madrid (España).
"El paciente con ansiedad generalizada es alguien que no se empieza a preocupar de repente, sino que es alguien que lleva pensando de ese modo toda la vida. Pero va funcionando hasta que llega algo, un evento, que le colapsa. Y con la pandemia hemos tenido un gran evento desencadenante", explica en una entrevista con BBC Mundo.
El elemento clave de la terapia metacognitiva, no es un pensamiento concreto lo que nos puede desequilibrar, sino la forma cómo lo pensamos.
"En los últimos años, los psicólogos nos hemos dado cuenta de que no es tan importante el qué piensan las personas como el cómo piensan. No es tan importante que yo piense que soy torpe o que me va a dar un ataque de ansiedad (cognición simple o pensamiento), como el estilo de razonamiento que lleva a esa reflexión", explica a BBC Mundo Ramos Cejudo, autor del libro Terapia Cognitiva junto a su compañero José Martín Salguero Noguera.
"Una metacognición es una valoración que hacemos acerca de tener esos pensamientos", precisa.
Y pone unos ejemplos de este tipo de pensamiento: "Me puedo preocupar porque tengo un examen, eso es una cognición simple, pero a su vez pienso que siempre me pasa que me preocupo ante los exámenes, que si continúo pensando así voy a enfermar o no voy a poder pararlo. Todas estas últimas son metacogniciones".
¿Y cuál es el problema con tales metacogniciones?
"Que suele ser este contenido el que dispara la respuesta de ansiedad y de percepción de falta de control a lo largo del tiempo. Si yo pienso que me preocupo mucho, pero además pienso que no lo puedo controlar, tengo una cognición sobre otra cognición que aumenta la ansiedad".
"Fue el profesor de la Universidad de Manchester Adrian Wells quien desarrolla esta teoría en los años 90", cuenta por su parte Jesús Matos.
Tradicionalmente, los trastornos de ansiedad (fobias, pánico, trastornos obsesivos, etc) se han tratado "con un éxito alto, en torno al 70%-80% con la terapia cognitivo conductual", explica.
Pero en el caso del trastorno de ansiedad generalizada —aquella en la que el individuo se preocupa de manera excesiva por problemas comunes y cotidianos, tales como salud, dinero, trabajo y familia, casi diariamente por al menos seis meses, según la define la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.—, "su eficacia baja hasta el 50% y hay un problema de recaídas".
"La terapia metacognitiva sube la eficacia hasta entorno al 80% y en pocas sesiones, de 8 a 12 sesiones, según muestran los estudios", precisa el profesor del ISEP.
Cómo se aplica la terapia metacognitiva
"La terapia metacognitiva al final se trata de demostrar al paciente que la preocupación es controlable y no es peligrosa, y también que preocuparse no ayuda a nada", resume Matos.
Es heredera de la terapia cognitiva conductual y pueden aplicarse juntas, explican los expertos, pero en lugar de centrarse en modificar el contenido de los pensamientos -como hace la primera- se centra en reestructurar el proceso asociado a estos.
Y lo consigue, entre otras, con técnicas basadas en el Mindfulness del Desapego (Detached Mindfulness).
El Detached Mindfulness consiste en observar el primer pensamiento que llega y no entrar en argumentar o contraargumentar ese pensamiento.
"Básicamente, consiste en observar el primer pensamiento que llega y no entrar en argumentar o contraargumentar ese pensamiento", relata.
El paciente tiene que aprender técnicas de observación del pensamiento.
Una de ellas, explica el psicólogo, es aplazar la preocupación que acude a su mente a una hora concreta del día y por un plazo máximo de 15 minutos.
"Así, va aprendiendo que la preocupación no es peligrosa, que es controlable porque la puede aplazar, y vamos rompiendo la asociación entre el pensamiento intrusivo que aparece y la respuesta de preocupación. El pensamiento intrusivo es automático, pero la respuesta es controlable por el manejo de la atención".
"Los pensamientos intrusivos son como las visitas", bromea: "No los puedes echar porque es de mala educación, pero tampoco hay que darles de comer si es que quieres que se vayan".
Cuándo buscar ayuda
Pero, entonces, ¿Cuándo deja de ser una cuestión normal y hay que buscar ayuda?
La frontera entre una preocupación manejable y un trastorno de ansiedad es borrosa en algunas fases, advierten los expertos.
La respuesta de ansiedad aparece de una "forma multidimensional", explica Ramos Cejudo, de la Universidad Camilo José Cela.
Cuando las rumiaciones y miedos interfieren en tu comportamiento hay que buscar la ayuda de un profesional.
Primero están los síntomas de tipo cognitivo: es decir, los pensamientos. Las preocupaciones, los pensamientos negativos repetitivos que van generando un gran malestar.
Luego aparecen los síntomas fisiológicos, la característica sequedad de boca, temblores, sudoración, palpitaciones, etc.
Y, por último, la respuesta conductual, qué hago cuando tengo ansiedad o miedo.
Este último paso es clave, advierte Ramos Cejudo.
Cuando la expresión de uso común de darle vueltas a las cosas desemboca en un "miedo tan intenso que interfiere en la conducta del sujeto, cuando este evita exponerse a las situaciones que le generan preocupación y miedo de una forma frecuente, intensa y duradera es cuando se ha convertido en un trastorno psicológico".
Los trastornos de ansiedad son algunos de los "más prevalentes" cuando hablamos de salud mental.
Tratar de no pensar en un elefante rosa es garantía de pensar en él. Lo mismo sucede con los pensamientos obsesivos.
Consejos para controlar los pensamientos y la ansiedad
Liberar la cabeza de pensamientos molestos es deseable tanto si alcanza la categoría de problema que necesita ayuda clínica como si solo tenemos tendencia a pensar demasiado en las cosas.
Sin embargo, el primer consejo que dan los expertos puede parecer contraintuitivo: no intentes suprimirlos.
"Intentar no pensar en algo hace que se mantenga en la cabeza, aquello de intentar no pensar en un elefante rosa…", explica Ramos Cejudo.
Y la supresión emocional tampoco es una buena idea. "Expresar nuestras ideas generalmente ayuda, alivia, pero algunas personas tienen tanto miedo a esos pensamientos que se los callan, y por tanto empeoran", añade.
El objetivo es más sutil, explica Jesús Matos. "La clave es no intentar detener los pensamientos, sino observarlos y dejarlos estar hasta que se marchan. Como montar en bici: si estás preocupado es como dar pedales, la bicicleta sigue en movimiento, pero si simplemente la observas, al final se para".
Para lograr "dejar en paz tus pensamientos desencadenantes", la psicóloga especializada Pi Callesen, de la Universidad de Manchester, ofrece algunas herramientas en su libro VIVIR MÁS PENSAR MENOS: cómo superar la depresión y la tristeza con la terapia metacognitiva.
Se trata de entrenar la mente y darse cuenta de que tienes el control.
El ejercicio de los sonidos
Este ejercicio ayuda a los pacientes de Pi Callesen "a descubrir su habilidad de concentrarse de forma selectiva, cambiar rápidamente de tema y compartir su atención entre varias cosas", explica.
Lo primero es elegir tres o más sonidos ambientales (tráfico, el canto de los pájaros, el sonido de la televisión, sonido de unas obras o lo que sea). Es útil que algunos de los ruidos que elijas estén más cerca y sean más fuertes, y otros más lejanos, precisa.
Con la ayuda de un temporizador (quizá el del móvil), fija la atención en uno de esos sonidos durante 10 segundos. Y luego salta a otro y después a otro, sucesivamente. Puedes probar durante dos minutos, y si va bien, tratar de hacerlo otros dos minutos, pero esta vez saltando más rápidamente de un sonido a otro, "durante dos o cuatro segundos", describe la autora.
También puedes incluir como uno de los sonidos elegidos la grabación de una palabra clave del pensamiento que te desencadena ansiedad. Utilizarlo como un sonido más.
"El objetivo de este ejercicio es que te familiarices con el cambio de atención y adquieras experiencia en gestionarlo".
El ejercicio de la ventana
Otro ejercicio que Pi Callesen emplea con sus propios pacientes es "el ejercicio de la ventana".
Se trata de escribir los pensamientos desencadenantes en el cristal de la ventana con un rotulador que luego puedas limpiar.
"Los pensamientos desencadenantes podrían ser, por ejemplo, '¿Qué me pasa?' 'Me preocupa que no les guste a mis compañeros'. '¿Por qué me siento tan triste?'", describe Callesen.
Entonces "pido a mis clientes que se concentren plenamente en sus pensamientos desencadenantes y que perciban el cielo azul o la casa de enfrente que se ven detrás de la tinta del rotulador, pero no de forma tan nítida como la escritura".
Después, se cambia el enfoque, hay que mirar a través de los pensamientos escritos y concentrarse en lo que se ve detrás del texto. Ya sea en los árboles que hay delante de la casa, en los coches de la calle o en los detalles del edificio de enfrente.
"El cliente nota ahora cómo los pensamientos desencadenantes se vuelven distintos. Siguen estando ahí, no desaparecen, pero puede centrarse en otras cosas y ver más allá de ellos. Entonces comprende que puede controlar su atención", describe.
El elefante rosa, pues, desaparece. Pero si no desaparece y los pensamientos afectan a tu vida en forma de insomnio, evitación o sentir un sufrimiento excesivo, no hay que dudar en buscar ayuda. En eso están de acuerdo todos los expertos.
Las preocupaciones están por todas partes en nuestra vida. Las pequeñas y las grandes, las razonables y las excesivas, fundadas e infundadas… las hay de todo tipo.
Son un goteo molesto que cae ruidoso en nuestra mente, como si esta fuera un cubo metálico que, al final, se puede llegar a desbordar dependiendo de lo propenso que seas a darle vueltas a los pensamientos.
La buena noticia es que la mayoría de nuestras preocupaciones, por lo general, no se acaban convirtiendo en realidad. Es difícil de medir, pero la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.) realizó una investigación en la que anotaba las preocupaciones más recurrentes de un grupo de pacientes y, con el paso del tiempo, comprobaba si se hacían realidad.
¿El resultado? El 91% de sus desvelos nunca se materializaron. Habían sufrido sin razón.
Cerebro e irrealidad
Pero todavía hay espacio en esos restantes 9 puntos porcentuales para que la imaginación de muchos vuele.
"Todos podemos tener ansiedad, tristeza o depresión en mayor o menor medida", explica a BBC Mundo Juan Ramos Cejudo, profesor de psicología en la Universidad Camilo José Cela (Madrid) y director del centro Mindlab.
A todos se nos pueden poner en marcha los engranajes de la rumiación y el miedo anticipatorio en cuestiones que en principio no parecerían muy trascendentes, como ir a una fiesta en la que no conoces a nadie, tener una conversación con tu jefe o hablar en público. Es normal y no hay que preocuparse de ello.
Paradójicamente, para preservar una buena salud mental lo primero es no confiar tanto en nuestro cerebro.
"En la medida en la que somos capaces de dudar acerca de lo que estamos viendo o sintiendo, seremos más capaces de obtener el bienestar", dice Ramos Cejudo revisitando a Marco Aurelio.
Y se explica: "No todo lo que nos dice nuestro cerebro es real, percibimos la realidad a través de nuestros sentidos y nuestro cerebro procesa conclusiones con un montón de errores, se equivoca constantemente".
Sin embargo, no parece sencillo de lograr, menos en estos tiempos convulsos.
Se estima que, antes de la pandemia de la covid-19, 284 millones de personas en todo el mundo sufrían algún tipo de trastorno de ansiedad, con una tasa prevalencia entre países que oscila entre el 2% y el 7% de la población, según el Global Burden of Disease, un estudio de referencia en el que participan más de 3.000 investigadores de 145 países y que coordina la Universidad de Washington.
Los trastornos de ansiedad se han disparado con la pandemia de coronavirus.
Unos datos que la pandemia parece haber pulverizado.
La revista científica Psychiatry Research publicó un metanálisis, basado en 55 estudios internacionales con más de 190.000 personas, que halló que la prevalencia de la ansiedad es cuatro veces mayor ahora (un 15,5% de la población frente al 3,6% que la Organización Mundial de la Salud registraba antes de la pandemia).
El artículo subraya que también el trastorno por estrés postraumático (16%) y la depresión (16%) fueron cinco y tres veces más frecuentes en comparación con lo habitual.
El papel de la metacognición
No le sorprenden estos datos al psicólogo Jesús Matos, profesor del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) y director de la clínica En Equilibrio Mental de Madrid (España).
"El paciente con ansiedad generalizada es alguien que no se empieza a preocupar de repente, sino que es alguien que lleva pensando de ese modo toda la vida. Pero va funcionando hasta que llega algo, un evento, que le colapsa. Y con la pandemia hemos tenido un gran evento desencadenante", explica en una entrevista con BBC Mundo.
El elemento clave de la terapia metacognitiva, no es un pensamiento concreto lo que nos puede desequilibrar, sino la forma cómo lo pensamos.
"En los últimos años, los psicólogos nos hemos dado cuenta de que no es tan importante el qué piensan las personas como el cómo piensan. No es tan importante que yo piense que soy torpe o que me va a dar un ataque de ansiedad (cognición simple o pensamiento), como el estilo de razonamiento que lleva a esa reflexión", explica a BBC Mundo Ramos Cejudo, autor del libro Terapia Cognitiva junto a su compañero José Martín Salguero Noguera.
"Una metacognición es una valoración que hacemos acerca de tener esos pensamientos", precisa.
Y pone unos ejemplos de este tipo de pensamiento: "Me puedo preocupar porque tengo un examen, eso es una cognición simple, pero a su vez pienso que siempre me pasa que me preocupo ante los exámenes, que si continúo pensando así voy a enfermar o no voy a poder pararlo. Todas estas últimas son metacogniciones".
¿Y cuál es el problema con tales metacogniciones?
"Que suele ser este contenido el que dispara la respuesta de ansiedad y de percepción de falta de control a lo largo del tiempo. Si yo pienso que me preocupo mucho, pero además pienso que no lo puedo controlar, tengo una cognición sobre otra cognición que aumenta la ansiedad".
"Fue el profesor de la Universidad de Manchester Adrian Wells quien desarrolla esta teoría en los años 90", cuenta por su parte Jesús Matos.
Tradicionalmente, los trastornos de ansiedad (fobias, pánico, trastornos obsesivos, etc) se han tratado "con un éxito alto, en torno al 70%-80% con la terapia cognitivo conductual", explica.
Pero en el caso del trastorno de ansiedad generalizada —aquella en la que el individuo se preocupa de manera excesiva por problemas comunes y cotidianos, tales como salud, dinero, trabajo y familia, casi diariamente por al menos seis meses, según la define la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU.—, "su eficacia baja hasta el 50% y hay un problema de recaídas".
"La terapia metacognitiva sube la eficacia hasta entorno al 80% y en pocas sesiones, de 8 a 12 sesiones, según muestran los estudios", precisa el profesor del ISEP.
Cómo se aplica la terapia metacognitiva
"La terapia metacognitiva al final se trata de demostrar al paciente que la preocupación es controlable y no es peligrosa, y también que preocuparse no ayuda a nada", resume Matos.
Es heredera de la terapia cognitiva conductual y pueden aplicarse juntas, explican los expertos, pero en lugar de centrarse en modificar el contenido de los pensamientos -como hace la primera- se centra en reestructurar el proceso asociado a estos.
Y lo consigue, entre otras, con técnicas basadas en el Mindfulness del Desapego (Detached Mindfulness).
El Detached Mindfulness consiste en observar el primer pensamiento que llega y no entrar en argumentar o contraargumentar ese pensamiento.
"Básicamente, consiste en observar el primer pensamiento que llega y no entrar en argumentar o contraargumentar ese pensamiento", relata.
El paciente tiene que aprender técnicas de observación del pensamiento.
Una de ellas, explica el psicólogo, es aplazar la preocupación que acude a su mente a una hora concreta del día y por un plazo máximo de 15 minutos.
"Así, va aprendiendo que la preocupación no es peligrosa, que es controlable porque la puede aplazar, y vamos rompiendo la asociación entre el pensamiento intrusivo que aparece y la respuesta de preocupación. El pensamiento intrusivo es automático, pero la respuesta es controlable por el manejo de la atención".
"Los pensamientos intrusivos son como las visitas", bromea: "No los puedes echar porque es de mala educación, pero tampoco hay que darles de comer si es que quieres que se vayan".
Cuándo buscar ayuda
Pero, entonces, ¿Cuándo deja de ser una cuestión normal y hay que buscar ayuda?
La frontera entre una preocupación manejable y un trastorno de ansiedad es borrosa en algunas fases, advierten los expertos.
La respuesta de ansiedad aparece de una "forma multidimensional", explica Ramos Cejudo, de la Universidad Camilo José Cela.
Cuando las rumiaciones y miedos interfieren en tu comportamiento hay que buscar la ayuda de un profesional.
Primero están los síntomas de tipo cognitivo: es decir, los pensamientos. Las preocupaciones, los pensamientos negativos repetitivos que van generando un gran malestar.
Luego aparecen los síntomas fisiológicos, la característica sequedad de boca, temblores, sudoración, palpitaciones, etc.
Y, por último, la respuesta conductual, qué hago cuando tengo ansiedad o miedo.
Este último paso es clave, advierte Ramos Cejudo.
Cuando la expresión de uso común de darle vueltas a las cosas desemboca en un "miedo tan intenso que interfiere en la conducta del sujeto, cuando este evita exponerse a las situaciones que le generan preocupación y miedo de una forma frecuente, intensa y duradera es cuando se ha convertido en un trastorno psicológico".
Los trastornos de ansiedad son algunos de los "más prevalentes" cuando hablamos de salud mental.
Tratar de no pensar en un elefante rosa es garantía de pensar en él. Lo mismo sucede con los pensamientos obsesivos.
Consejos para controlar los pensamientos y la ansiedad
Liberar la cabeza de pensamientos molestos es deseable tanto si alcanza la categoría de problema que necesita ayuda clínica como si solo tenemos tendencia a pensar demasiado en las cosas.
Sin embargo, el primer consejo que dan los expertos puede parecer contraintuitivo: no intentes suprimirlos.
"Intentar no pensar en algo hace que se mantenga en la cabeza, aquello de intentar no pensar en un elefante rosa…", explica Ramos Cejudo.
Y la supresión emocional tampoco es una buena idea. "Expresar nuestras ideas generalmente ayuda, alivia, pero algunas personas tienen tanto miedo a esos pensamientos que se los callan, y por tanto empeoran", añade.
El objetivo es más sutil, explica Jesús Matos. "La clave es no intentar detener los pensamientos, sino observarlos y dejarlos estar hasta que se marchan. Como montar en bici: si estás preocupado es como dar pedales, la bicicleta sigue en movimiento, pero si simplemente la observas, al final se para".
Para lograr "dejar en paz tus pensamientos desencadenantes", la psicóloga especializada Pi Callesen, de la Universidad de Manchester, ofrece algunas herramientas en su libro VIVIR MÁS PENSAR MENOS: cómo superar la depresión y la tristeza con la terapia metacognitiva.
Se trata de entrenar la mente y darse cuenta de que tienes el control.
El ejercicio de los sonidos
Este ejercicio ayuda a los pacientes de Pi Callesen "a descubrir su habilidad de concentrarse de forma selectiva, cambiar rápidamente de tema y compartir su atención entre varias cosas", explica.
Lo primero es elegir tres o más sonidos ambientales (tráfico, el canto de los pájaros, el sonido de la televisión, sonido de unas obras o lo que sea). Es útil que algunos de los ruidos que elijas estén más cerca y sean más fuertes, y otros más lejanos, precisa.
Con la ayuda de un temporizador (quizá el del móvil), fija la atención en uno de esos sonidos durante 10 segundos. Y luego salta a otro y después a otro, sucesivamente. Puedes probar durante dos minutos, y si va bien, tratar de hacerlo otros dos minutos, pero esta vez saltando más rápidamente de un sonido a otro, "durante dos o cuatro segundos", describe la autora.
También puedes incluir como uno de los sonidos elegidos la grabación de una palabra clave del pensamiento que te desencadena ansiedad. Utilizarlo como un sonido más.
"El objetivo de este ejercicio es que te familiarices con el cambio de atención y adquieras experiencia en gestionarlo".
El ejercicio de la ventana
Otro ejercicio que Pi Callesen emplea con sus propios pacientes es "el ejercicio de la ventana".
Se trata de escribir los pensamientos desencadenantes en el cristal de la ventana con un rotulador que luego puedas limpiar.
"Los pensamientos desencadenantes podrían ser, por ejemplo, '¿Qué me pasa?' 'Me preocupa que no les guste a mis compañeros'. '¿Por qué me siento tan triste?'", describe Callesen.
Entonces "pido a mis clientes que se concentren plenamente en sus pensamientos desencadenantes y que perciban el cielo azul o la casa de enfrente que se ven detrás de la tinta del rotulador, pero no de forma tan nítida como la escritura".
Después, se cambia el enfoque, hay que mirar a través de los pensamientos escritos y concentrarse en lo que se ve detrás del texto. Ya sea en los árboles que hay delante de la casa, en los coches de la calle o en los detalles del edificio de enfrente.
"El cliente nota ahora cómo los pensamientos desencadenantes se vuelven distintos. Siguen estando ahí, no desaparecen, pero puede centrarse en otras cosas y ver más allá de ellos. Entonces comprende que puede controlar su atención", describe.
El elefante rosa, pues, desaparece. Pero si no desaparece y los pensamientos afectan a tu vida en forma de insomnio, evitación o sentir un sufrimiento excesivo, no hay que dudar en buscar ayuda. En eso están de acuerdo todos los expertos.
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