miércoles, 12 de julio de 2023

_- Enredos en la familia. La evolución humana ya no se explica como una simple cadena lineal de eslabones perdidos.

_- La ciencia nos revela un entramado más complejo de elementos, con una mayor diversidad entre especies

Hace ya siete años que celebramos el 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies, el libro que fundó la biología moderna y la obra de Darwin más importante para los científicos profesionales. Pero aún nos quedan cinco años para celebrar el 150º aniversario de otro libro de Darwin que seguramente es mucho más importante para las ciencias sociales, las humanidades y la cultura en general, El origen del hombre. Porque fue aquí, 12 años después, donde Darwin desarrolló el corolario más escandaloso y rompedor de la teoría de la evolución: que nuestra especie no tiene nada de especial, nada que la distinga del gran esquema de las cosas biológicas, ni ninguna relación trascendente con la divinidad, sino que es una mera variación de nuestros primos los monos, nuestros primos segundos los mamíferos, y de todas las especies que pueblan este planeta viejo y solitario, nuestro barrio del cosmos.

Misterios y problemas
Curiosamente, y sin que lo supiera Darwin, la primera evidencia de una especie humana primitiva y extinta se había descubierto tres años antes de la publicación de El origen de las especies. El 9 de septiembre de 1856, una cuadrilla de obreros que excavaba cerca de Düsseldorf extrajo de una cueva 16 huesos fosilizados. Pensaron que eran de un oso, pero tuvieron el atino de llevárselos al maestro de un pueblo cercano por si fueran de alguna utilidad para la ciencia. Y vaya si lo fueron. El maestro, llamado Johann Carl Fuhlrott, percibió que los huesos “eran muy antiguos y pertenecían a un ser humano muy diferente del hombre contemporáneo”. Había descubierto al hombre de Neandertal.

El siglo XX contempló episodios gloriosos en la búsqueda del eslabón perdido, o los estadios intermedios en la evolución de nuestra especie a partir de sus ancestros simiescos. Y produjo una narración entrañable de elevación progresiva a los cielos de la consciencia, la inteligencia y la trascendencia moral que se nos suponen.

Pasando a limpio una crónica algo más farragosa, la sucesión de eslabones perdidos quedó más o menos así: hace seis millones de años éramos lo mismo que los chimpancés; hace cuatro millones, evolucionaron los australopitecos (como Lucy), ya bípedos pero todavía con un cerebro de medio litro; hace dos millones apareció el Homo erectus, que había duplicado su tamaño craneal hasta un litro, usaba herramientas y fue la primera especie humana en abandonar África; y nuestra especie, el Homo sapiens, se revelaba como una recién llegada a la gran historia del planeta, con poco más de 100.000 años, casi un litro y medio de cráneo y caracterizada desde sus inicios por herramientas avanzadas y una cultura no solo innovadora, sino también variable y creativa, cuya representación gráfica inmejorable son las pinturas rupestres de Altamira y Lascaux.

Casi un siglo y medio después de la publicación de 'El origen del hombre' las tesis de Darwin quedan superadas por la genómica y las excavaciones La ciencia no solo aspira a describir la realidad — esa es la parte aburrida—, sino también a entenderla. La esperanza de un investigador es que, a medida que se obtienen más datos y se afinan las teorías, empiece a vislumbrarse un modelo del mundo cada vez más simple y comprensible. Por desgracia, este no ha sido el caso de la investigación de la evolución humana en las últimas décadas, y las cosas no han hecho más que complicarse aún más en los últimos años. Las excavaciones paleontológicas —de Sudáfrica a Atapuerca— y los espectaculares avances de la genómica han enmarañado el cuadro de manera sustancial. Pero ese es el mensaje que nos transmite la realidad. La simplicidad y el entendimiento profundo tendrán que esperar.

Un ejemplo perfecto de complicación inesperada es el hobbit (Homo floresiensis), descubierto en 2004 en la isla de Flores, un reducto poco explorado del sur de Indonesia. Con un metro de estatura y la capacidad craneal de un australopiteco o un chimpancé, pero lo bastante inteligente como para manejar herramientas de piedra y, tal vez, haber llegado navegando a la isla, el hombre de Flores —que en realidad era una mujer— vivió hasta hace solo 18.000 años, y por tanto había coexistido con nuestra especie durante 20 milenios. El hobbit encajaba en nuestro modelo de la evolución humana tanto como un burro en un garaje. Y, de hecho, fue recibido con mucha resistencia por la comunidad paleontológica.

En el siglo XIX, cuando Fuhlrott descubrió al hombre de Neandertal, se encontró con una resistencia parecida. El gran Rudolf Virchow, padre de la teoría celular que constituyó la primera gran unificación de la biología (“Omnis cellula e cellula”, toda célula proviene de otra), se pegó el gran batacazo de su carrera al dictaminar que los restos estudiados por Fuhl­rott pertenecían en realidad a un “idiota con artrosis”. Puesto que la evolución no se aceptaba en la época, el mero hecho de que hubiera existido una especie humana primitiva le parecía un disparate. Como les ha pasado a muchos sabios antes y después, Virchow se mostró refractario a las evidencias.

La historia se ha repetido con el hobbit, en una especie de homenaje paradójico al planchazo de Virchow. Un grupo de paleontólogos defendieron desde el principio que se trataba de una mujer con microcefalia. Las investigaciones recientes, sin embargo, confirman que el cráneo de Flores es una versión miniaturizada del típico del género Homo, al que pertenecemos los Homo erectus y nosotros. Los científicos no saben si el hobbit ya era pequeño cuando llegó a la isla o se miniaturizó después de llegar allí, como ciertamente le ocurrió a un elefante enano que también vivía ahí. Los últimos datos apuntan a lo segundo, aunque sin encontrar más cráneos la cuestión seguirá abierta.

Tras el “idiota con artrosis” de Virchow y la mujer microcefalica de Flores, viene al pelo una cita de Darwin: “La ignorancia suele engendrar más confianza que el conocimiento: son quienes conocen poco, no los que conocen mucho, quienes aseveran de forma tajante que ni tal ni cual problema serán jamás resueltos por la ciencia”. Darwin lo escribió en El origen del hombre, preparándose para la que sin duda se le vendría encima. Pero la cita es aplicable a las resistencias científicas que encontraron el neandertal y el hobbit.

Los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal y los asiáticos llevan tramos de ADN denisovano El neandertal y el hobbit comparten otra cualidad: no son ancestros nuestros, sino ramificaciones independientes de la nuestra. Son la primera indicación —y de ningún modo la última, como veremos— de que la evolución humana no tiene la forma de una cadena lineal, con un eslabón tras otro ascendiendo la escalera al cielo. Su forma es más bien la de un arbusto, con una variedad de ramas aquí y allá, con diversificaciones locales, salidas en falso, callejones sin salida y extinciones frecuentes. Tan frecuentes que, de hecho, ahora solo quedamos nosotros.

El truco para aceptar esta teoría sin escándalo es percibir que esa forma de arbusto no es ninguna peculiaridad de la evolución humana. Más bien es la forma general de los procesos evolutivos. Esta es una idea a la que dedicó media vida el evolucionista neoyorquino Stephen Jay Gould, muerto en 2002. Darwin insistió en el carácter gradual de la evolución inspirado por su mentor, Charles Lyell, cuya geología era estrictamente gradual para huir de los diluvios universales de la religión y el catastrofismo de la cultura popular. Pero la historia geológica del planeta solo es gradual en tiempos de bonanza, y aparece puntuada por cambios bruscos del entorno, movimientos tectónicos, orgías volcánicas, sequías desastrosas y hasta impactos de asteroides gigantescos. La vida intenta adaptarse como puede: por eso seguimos aquí tras 4.000 millones de años.

Un segundo aspecto esencial es que no toda la evolución humana ha ocurrido en África, contra lo que creíamos hace poco. El hombre de Atapuerca u Homo antecessor, descubierto en el inmenso yacimiento paleontológico burgalés, es seguramente un buen ejemplo. Arsuaga y sus colegas lo llamaron preneandertal porque tiene todos los signos de estar evolucionando hacia los rasgos típicos de los neandertales, y los preceden en el tiempo geológico por unos cientos de miles de años. Es probable por tanto que los neandertales evolucionaran en Europa, y no salieran ya formados de África.

De hecho, la genómica aporta evidencias incuestionables de ciertas formas de evolución fuera de África. La lectura del ADN antiguo ha avanzado hasta tal punto que ya es capaz de descubrir una nueva especie a partir de una falange de un dedo. Así se descubrió hace unos años a los denisovanos, una especie coetánea de los neandertales, pero distinta de ellos y que habitaba más bien en Asia que en Europa. Y, de hecho, los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal; y los asiáticos y habitantes de las islas del Pacífico llevan tramos de ADN denisovano.

Cuando nuestros ancestros sapiens salieron de África, hace algo más de 50.000 años, esas dos especies antiguas ya llevaban cientos de miles de años adaptándose a las circunstancias ambientales de Eurasia. Y los recién llegados se beneficiaron de esos genes adaptados por una conocida vía de evolución rápida. Se llama sexo.

En fin, una historia más complicada de lo esperado, pero también más interesante, ¿no es cierto?

lunes, 10 de julio de 2023

El racismo sin caretas: las lecciones de ‘Matar a un ruiseñor’

"La obra maestra de Harper Lee describe lo que significa vivir en una sociedad basada en el racismo, comparecen añorar algunos partidos de ultraderecha El asesinato de una mujer durante un atraco en la plaza madrileña de Tirso de Molina y la revuelta en las banlieue francesas, después del homicidio de un menor en un control policial, han desatado una ola de declaraciones racistas en los partidos de la ultraderecha, entre ellos el español Vox, y en la prensa que jalea a estas formaciones políticas, que ocupan cada vez mayores espacios de poder en Europa y Estados Unidos. Lo extraño no es que los ultras sean racistas, es una de las bases de su ideología; lo que parece chocante es la forma abierta e indisimulada con la que se muestran esos sentimientos.

Se ha convertido en moneda corriente la teoría del Gran reemplazo, un repugnante bulo que mezcla el antisemitismo con el racismo, porque acusa, entre otros al financiero George Soros, un judío, de promover la llegada masiva de inmigrantes musulmanes para sustituir a los blancos cristianos, que según esta visión racista del mundo son la esencia de Europa.

Todo tiene sus límites, claro: el ministro de Economía de Finlandia, el ultraderechista Vilhelm Junnila, tuvo que dimitir tras diez días en el cargo por sus declaraciones racistas. Junnila había elogiado al Ku Klux Klan en sus redes sociales y había hecho guiños al número 88, en referencia a Heil Hitler. Eso era de sobra conocido cuando fue nombrado para ocupar uno de los puestos más importantes en cualquier Gobierno. No es una sorpresa el arraigo de la ultraderecha en los países del norte de Europa —antes de la matanza de Utoya, el nazismo oculto había sido tratado por los grandes autores de novela negra nórdicos como Jo Nesbo, Stieg Larsson o Henning Mankell—. Lo aterrador es que no se trata de movimientos subterráneos, sino de cosas que se dicen a plena luz del día.

Numerosas sociedades han basado —y algunas basan— su estructura en el racismo. El color de piel, la pertenencia a una casta o a una religión puede marcar para siempre la vida de una persona. Muchos de los discursos ultras que se escuchan cada vez con mayor insistencia parecen añorar aquellos tiempos. Una de las grandes obras literarias del siglo XX, Matar a un ruiseñor, con la que Harper Lee ganó el Premio Pulitzer en 1961, describe la vida en un pueblo de Alabama en los tiempos de la segregación racial contra los negros.

Es una novela sobre prejuicios raciales y sobre un hombre honesto, Atticus Finch, que decide enfrentarse a ellos defendiendo a un negro injustamente acusado de violación. Su valentía casi le cuesta la vida a su hija. En la biografía de Harper Lee, Mockingbird, Charles J. Shields relata el tipo de imágenes que marcaron la infancia de la escritora. “En 1931, cuando tenía cinco años, un centenar de miembros del Ku Klux Klan se reunieron en el parking de la escuela de Monroeville para hacer una demostración de fuerza”. También cuenta la historia de una compañera de universidad que, por error, se sentó en la parte del autobús reservada a los negros. “Todo el mundo me miró como si me fuesen a matar”, relató la amiga de Harper Lee.

Los que defienden el regreso a una sociedad basada en las razas y no en la libertad y la igualdad deberían preguntarse si quieren vivir en un lugar como el que describe Matar a un ruiseñor. En una de las frases más famosas de la novela, Atticus Finch le explica a su hija que “uno no comprende realmente a una persona hasta que se mete en su piel y camina dentro de ella”.


domingo, 9 de julio de 2023

_- Qué es el mecanismo de Anticitera, el objeto más misterioso de la historia de la tecnología que busca Indiana Jones en su última película

_- Después de quince años, Harrison Ford regresa a las pantallas en el papel del intrépido arqueólogo Indiana Jones.

Junto a una nueva coprotagonista, que interpreta la británica Phoebe Waller-Bridge, Indy vuelve a ponerse el sombrero y toma el látigo que lo han acompañado desde que sus aventuras empezaran en 1981 con "Cazadores del Arca Perdida".

En esta ocasión el artefacto que busca arrebatarles a los nazis es el que le da el título al filme, el "Dial del Destino", al que los personajes de la película se refieren como el Dial de Arquímedes.

Está basado en un objeto real, un antiguo artefacto griego descubierto por arqueólogos en 1900: el mecanismo de Anticitera.

Es poco probable que este mecanismo -de casi 2.000 años de antigüedad- tuviera el poder de retrasar el tiempo, como lo tiene en la película.

Pero, ¿qué era en realidad el mecanismo de Anticitera? ¿para qué se diseñó? Y, ¿qué relación tiene con el famoso matemático griego que mencionan en la película?

Harrison Ford ha dicho que está será la última vez que interprete al famoso arqueólogo Indiana Jones.

El descubrimiento
De no haber sido por una tormenta en la rocosa isla griega de Anticitera hace poco más de un siglo, uno de los objetos más desconcertantes y complejos del mundo antiguo quizás no habría sido descubierto jamás.

Tras refugiarse en la isla, un equipo de buscadores de esponjas marinas decidieron ver si tenían suerte bajo esas aguas.

Se toparon en cambio con los restos de una galera romana que había naufragado en medio de otra tormenta hacía 2.000 años, cuando el Imperio romano empezó a conquistar las colonias griegas en el Mediterráneo.

Frágil, intrigante y repleto de sorpresas, el mecanismo se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional en Atenas.

En la arena del fondo del mar estaba el cúmulo más grande de tesoros griegos que se haya encontrado jamás.

Entre las hermosas estatuas de cobre y mármol estaba el objeto más intrigante de la historia de la tecnología.

Es de bronce corroído, no más grande que una laptop moderna, hecha hace 2.000 años en la antigua Grecia.

Se lo conoce como el mecanismo de Anticitera. Y resultó ser una máquina del futuro.

"Si no lo hubieran descubierto en 1900, nadie se habría imaginado, ni siquiera creído, que algo así existía... ¡es tan sofisticado!", le dijo hace un tiempo a la BBC el matemático Tony Freeth.

Al principio, el artefacto no les decía nada a los científicos, pero luego notaron que tenía marcas e inscripciones.

"¡Imagínate: alguien, en algún lugar de la antigua Grecia, hizo una computadora mecánica!", señaló por su parte el físico griego Yanis Bitzakis quien, como Freeth, es parte del equipo internacional de investigación del asombroso artefacto.

"Es un mecanismo de una genialidad realmente sorprendente", añadió Freeth.
No están exagerando.

Tuvieron que pasar unos 1.500 años antes de que algo que se aproximara al mecanismo de Anticitera volviera a aparecer, en la forma de los primeros relojes mecánicos astronómicos en Europa.

Sin embargo, éstas son las conclusiones; entender qué era el misterioso objeto tomó tiempo, conocimientos y esfuerzo.

Uno de los problemas era su anacronismo.
El primero en examinar en detalle los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés y padre de la cienciometría Derek J. de Solla Price.

Empezó en los años 50 y en 1971, junto con el físico nuclear griego Charalampos Karakalos, tomó imágenes con rayos X y rayos gamma de las piezas.

Descubrieron que había 27 ruedas de engranaje adentro, y que era tremendamente complejo.

La primera sorpresa: adentro encontraron 27 ruedas de engranaje.

Números importantes
Los expertos habían logrado fechar con considerable precisión algunas de las otras piezas encontradas como de entre los años 70 a.C. y 50 a.C.

Pero un objeto tan extraordinario no podía datar de esa época. Quizás era mucho más moderno y sólo por casualidad había caído en el mismo sitio, pensaban varios.

Price adivinó que contar los dientes en cada rueda podía dar alguna pista sobre la función de la máquina.

Con imágenes bidimensionales, las ruedas se superponían, lo que dificultaba la tarea, pero logró establecer dos números: 127 y 235.

"Esos dos números eran muy importantes en la Grecia antigua", señala el astrónomo Mike Edmunds.

¿Sería posible que los estuvieran usando para seguir el movimiento de la Luna?

Los números que empezaron a surgir coincidían con los conocimientos de los griegos de la época. Lo incomprensible es que provinieran de ese objeto misterioso.

La idea era revolucionaria y tan avanzada que Price dudó de la autenticidad del objeto.

"Si los científicos griegos antiguos podían producir estos sistemas de engranaje hace dos milenios, toda la historia de la tecnología de Occidente tendría que reescribirse", resalta Freeth.

La Grecia de hace dos milenios es una de las culturas más creativas que hayan existido jamás, así que no estaba en tela de juicio cuán magnífico fue su desarrollo en todos los campos, incluso en astronomía, considerada entonces como una rama de las matemáticas.

Sabían cómo se movían los cuerpos celestiales en el espacio, podían calcular sus distancias y conocían la geometría de sus órbitas.

¿Habrían sido capaces de meter astronomía y matemáticas complejas en un artilugio y programarlo para que siguiera el movimiento de la Luna?

El número 235 que había encontrado Price era la clave del mecanismo para computar los ciclos de la Luna.

"Los griegos sabían que de una nueva Luna a la siguiente pasaban en promedio 29,5 días. Pero eso era problemático para su calendario de 12 meses en el año, porque 12 x 29,5 = 354 días, 11 días menos de lo necesario"", le explicó a la BBC Alexander Jones, historiador de astronomía antigua.

"El año natural, con las estaciones, y el año calendario perderían la sincronía".

Las cuentas no daban si sólo se tenía en cuenta un año solar, pero en un ciclo de 19 años...

Perfecta sintonía
No obstante, también sabían que 19 años solares son casi exactamente 235 meses lunares, un ciclo cuyo nombre es metónico.

"Eso significa que si tienes un ciclo de 19 años, a largo plazo tu calendario va a estar en perfecta sintonía con la estaciones".

Como confirmándolo, en uno de los fragmentos del mecanismo de Anticitera encontraron el ciclo metónico.

Gracias a los dientes de las ruedas de engranaje, el mecanismo empezó a revelar sus secretos.

Las fases de la Luna eran inmensamente útiles en esa época.

De acuerdo a ellas se determinaba cuándo sembrar, cuál era la estrategia en la batalla, qué día eran las fiestas religiosas, en qué momento pagar las deudas o si podían hacer viajes nocturnos.

El otro número, 127, le sirvió a Price para entender otra función relacionada con nuestro satélite natural: el aparato también mostraba las revoluciones de la Luna alrededor de la Tierra.

Tras 20 años de intensa investigación, Price concluyó que ya había resuelto el acertijo.

Sin embargo, quedaban piezas del rompecabezas por encajar.

Cada diente de cada rueda suponía otra incógnita. Pero al menos habían dado con la clave.

Imágenes tridimensionales
El siguiente paso requirió de tecnología hecha a la medida. Y un equipo internacional de expertos dedicado a investigar el mecanismo de Anticitera.

El equipo logró convencer a Roger Hadland, ingeniero de rayos X, de que diseñara y llevara al Museo Arqueológico Nacional en Atenas una máquina especial para hacer imágenes tridimensionales del mecanismo.

Y, valiéndose de otro aparato que realzó los escritos que cubren buena parte de los fragmentos, los investigadores encontraron una referencia a los engranajes y a otro número clave: 223.

Tres siglos antes de la edad de oro de Atenas, los antiguos astrónomos babilonios descubrieron que 223 lunas tras un eclipse (18 años y 11 días, conocido como un ciclo de saros), la Luna y la Tierra vuelven a la misma posición de manera que probablemente se producirá otro parecido.

"Cuando había un eclipse lunar, el rey babilonio dimitía y un sustituto asumía el mando, de manera que los malos augurios fueran para él. Luego lo mataban y el rey volvía a asumir su cargo", contó John Steele, experto en Babilonia del Museo Británico.

Y resulta que 223 era el número de otra de las ruedas del artilugio.

El mecanismo de Anticitera podía ver el futuro... podía predecir eclipses.

No sólo el día, sino la hora, la dirección en la que la sombra cruzaría y el color del que se iba a ver la Luna.

La información que los investigadores encontraron en el mecanismo de Anticitera sobre los eclipses es sorprendentemente detallada.

La importancia de la Luna
Como si eso no fuera suficientemente asombroso, descubrieron otra maravilla.

El ciclo de eclipses dependía del patrón del movimiento de la Luna y "nada sobre la Luna es sencillo", explicó Freeth.

"No sólo su órbita es elíptica -de manera que viaja más rápido cuando está más cerca de la Tierra-, sino que esa elipse también rota lentamente, en un período de 9 años".

¿Podía el mecanismo de Anticitera rastrear ese sendero fluctuante de la Luna?

Efectivamente, podía: dos ruedas de engranaje más pequeñas, una de ellas con una pinza para regular la velocidad de rotación, replicaban con precisión el tiempo que se demora la Luna en orbitar, mientras que otra, con 26 dientes y medio compensaba por el desplazamiento de la órbita.

Y, por si fuera poco, al examinar lo que queda de la parte frontal del aparato, el equipo de expertos concluyó que solía tener un planetario como lo entendían en ese momento: con la Tierra en el centro y cinco planetas girando a su alrededor.

"Era una idea extraordinaria: tomar teorías científicas de la época y mecanizarlas para ver que pasaría días, meses y muchas décadas después", subraya el matemático.

Llamaba la atención que los juegos que se celebraban en el istmo de Corinto cada dos años en honor a Poseidón aparecieran destacados.

Un acertijo envuelto en medio de un enigma "Esencialmente fue la primera vez que la raza humana creó una computadora", según Freeth.

"Es verdaderamente increíble que un científico de esa época descubriera cómo usar ruedas de engranaje de bronce para rastrear los complejos movimientos de la Luna y los planetas".

Pero... ¿quién fue?
Nuevamente, exploraron lo que nos quedó del fabuloso artilugio para buscar la respuesta.

Una pista estaba en otra de sus funciones.

El mecanismo de Anticitera predecía además la fecha exacta de los Juegos Panhelénicos: los Juegos de Olimpia, los Juegos Píticos, los Juegos Ístmicos, los Juegos Nemeos.

Lo curioso es que, aunque los Juegos de Olimpia eran los más prestigiosos, los Ístmicos, en Corinto, aparecen en letras mucho más grandes.

Además, los expertos ya habían notado que los nombres de los meses que aparecían en otra rueda eran corintios.

La evidencia apuntaba a que el diseñador era un corintio y que vivía en la colonia más rica gobernada por esa ciudad: Siracusa.

Y Siracusa era el hogar del más brillante de los matemáticos e ingenieros griegos: Arquímedes.

¿Arquímedes?
Quizás era obra del científico más importante de la Antigüedad clásica, el hombre que había determinado la distancia a la Luna, encontrado cómo calcular el volumen de una esfera y de ese número fundamental π; que había asegurado que con una palanca movería el mundo y tanto más.

"Sólo un matemático tan brillante como Arquímedes podría haber diseñado el mecanismo de Anticitera", opina Freeth.

Lo cierto es que Arquímedes estaba en Siracusa cuando los romanos llegaron a conquistarla y el general Marco Claudio Marcelo ordenó que no lo mataran, pero un soldado lo hizo.

Siracusa fue saqueada y sus tesoros enviados a Roma. El general Marcelo sólo se llevó dos piezas consigo, ambas -dijo- eran de Arquímedes.

El equipo de investigación piensa que eran versiones anteriores del mecanismo.

Un indicio se encuentra en una descripción que escribió el formidable orador Cicero de una de las máquinas de Arquímedes que vio en la casa del nieto del general Marcelo.

"Arquímedes encontró la manera de representar con precisión en un sólo aparato los variados y divergentes movimientos de los cinco planetas con sus distintas velocidades, de manera que el mismo eclipse ocurre tanto en el globo como en la realidad".

¿Qué pasó con la brillante tecnología griega que produjo la primera computadora?

Todos las piezas para introducir todos los conocimientos en una caja.

¿Por qué no se desarrolló? ¿Por qué se perdió?

Como tantas otras cosas, con la caída de los griegos y luego los romanos, los conocimientos "emigraron" hacia el oriente, donde los bizantinos los guardaron por un tiempo y luego pasaron a los eruditos árabes.

El segundo artilugio con engranajes de bronce más antiguo que se conoce es del siglo V y tiene inscripciones en árabe.

Y en el siglo XIII los moros llevaron esos conocimientos de vuelta a Europa.

Investigaciones previas establecieron que el mecanismo estaba metido en una caja de madera, que no sobrevivió el paso del tiempo.

Una caja que contenía todo el conocimiento del mundo, el tiempo, el espacio y el Universo.

"Es un poco intimidante darse cuenta de que justo antes de la caída de su gran civilización, los antiguos griegos habían llegado tan cerca a nuestra era, no sólo en su pensamiento sino también en su tecnología científica", dijo Derek J. de Solla Price.

https://www.youtube.com/watch?v=ailRl_hUUEE

sábado, 8 de julio de 2023

Cómo funciona el cerebro de los genios

¿Qué hay detrás de las mentes que idearon la Teoría de la Relatividad Especial, escribieron Hamlet y compusieron La flauta mágica?

Nada indica que dentro de las cabezas de Albert Einstein, William Shakespeare o Wolfgang Amadeus Mozart haya habido más que lo que tenemos tú y yo: una masa de poco más de un kilo compuesta sobre todo de grasa, agua, proteínas, carbohidratos y sales.

Aún así, dichas mentes nos dejaron obras y contribuciones inigualables.

Saber qué sucede dentro de un genio ha fascinado a científicos y curiosos durante siglos y varías teorías sobre cómo funcionan sus cerebros se han esbozado sin llegar a conclusiones definitivas.

Parte del problema es que estas investigaciones se encuentran con un obstáculo de fondo. Y es que ya es algo tarde para estudiar las mentes de genios famosos fallecidos hace siglos como Isaac Newton o Ludwig van Beethoven.

Sin embargo, estudios en los últimos años han encontrado modus operandis comunes en las mentes de personas altamente creativas que nos podrían dar pistas acerca de, por ejemplo, lo que pasaba dentro del pequeño Amadeus cuando a los ocho años compuso su primera sinfonía.

Antes de intentar navegar por las mentes de los prodigios más famosos de la historia, acordemos primero qué es exactamente un genio.

"Una definición para un genio es que haga contribuciones originales y duraderas para la civilización humana, ya se trate de descubrimientos científicos o creatividad artística", le explica a BBC Mundo Dean Keith Simonton, profesor emérito de psicología de la Universidad de California en Davis.

"Otra definición especifica un alto coeficiente intelectual y otra se usa para designar a los niños prodigio", agrega Simonton.

En línea similar, Craig Wright, doctor de musicología y profesor de la Universidad de Yale, apunta que un genio es "aquel con la capacidad de pensar con perspicacia e implementar esos pensamientos en el mundo real, teniendo impacto en la dirección del pensamiento y la actividad humana".

"El genio humano es vinculable a la alta creatividad", le dice Wright a BBC Mundo. "Es lo que parecen ser Mozart, Shakespeare o Einstein; individuos con grandes capacidades creativas que cambian la dirección de la humanidad durante siglos".

Los problemas para estudiar sus cerebros
La curiosidad por comprender los cerebros de los genios alcanzó límites insospechados el 18 de abril de 1955.

Ese día murió Albert Einstein. Su cuerpo fue cremado, pero el cerebro no.

Thomas Harvey, el patólogo estadounidense que le realizó la autopsia, lo retiró y se lo llevó a casa. Quería analizarlo a fondo para descubrir la clave de la mente detrás de la Teoría de la Relatividad Especial.

Sus investigaciones nunca dieron con los frutos esperados, pero Harvey tomó fotos del cerebro, lo cortó en más de 200 tajadas y las envió a varios neuropatólogos estadounidenses de la época.

Y si bien los científicos encontraron algunas características "únicas", estas no han hecho más que conducir a conclusiones inconsistentes.

"Hay mucha especulación sobre lo que el cerebro de Einstein nos dice sobre los genios, pero es simplemente ridículo como ciencia. Los cerebros varían mucho de una persona a otra y la idea de que todos los cerebros lucen como los vemos en libros, menos los de los genios, es absurda", dice Simonton.

"Nadie tiene un cerebro 'típico' y para que los estudios sean válidos requerirían una larga muestra de cerebros de genios comparada a otra larga muestra de cerebros normales", defiende el académico.

"Incluso si pudiéramos discernir sus cerebros con una simple resonancia o conducir algunas pruebas de receptores de neurotransmisión, ¿por qué no usar esa capacidad para identificar a los genios antes? Porque no podemos".

Conexiones cerebrales
Dado que parece improbable que el cerebro de un genio luzca diferente al de una persona de inteligencia normal, los neurocientíficos se han centrado en investigar cómo se activan diferentes zonas cerebrales a la hora de generar ideas.

Cuando Craig Wright comenzó sus investigaciones, las nociones sobre cómo pensaban los genios eran muy distintas a las de ahora.

"Entonces nos basábamos en el nivel bilateral del cerebro, en cómo interactuaban el hemisferio izquierdo, más analítico, y el derecho, más artístico y visual. Pero esta línea de pensamiento no duró mucho", explica.

Wright vincula el genio humano a una alta capacidad creativa. Y para esta cualidad que aúna a algunos de los genios más revolucionarios de la historia hay estudios más concluyentes.

Roger Beaty, experto en neurociencia cognitiva en la Universidad de Harvard, ha liderado varias de estas investigaciones.

A través de resonancias magnéticas a personas altamente creativas en la población general, Beaty y su equipo encontraron redes neuronales específicas que se activan en la generación de ideas.

En concreto, el pensamiento creativo ocurre en el interior de tres redes.

"La primera sería la red neuronal por defecto, utilizada para crear ideas. La segunda seria la de control ejecutivo, encargada de evaluar las ideas generadas, si son buenas o no y si cumplen los requisitos de lo que uno intenta resolver. La tercera red se encarga de alternar entre las dos primeras", explica Beaty a BBC Mundo.

Conexiones neuronales de un cerebro creativo
Su equipo determinó que las personas muy creativas tenían mejor comunicación entre estas redes.

"Lo interesante es que muchas veces estas redes ni siquiera trabajan juntas en una persona típica. Las personas creativas son capaces de enlazar mejor estas redes, siendo más eficientes en la generación y evaluación de ideas", dice el investigador.

Pero incluso el uso de estas redes neuronales tienen limitaciones a la hora de diferenciar a los genios.

"Mentes ordinarias pueden entrar en este modo neuronal sin producir una sola idea. No es algo que tengan los genios a diferencia de las personas normales", dice Simonton.

"Parte del problema es que un genio, al final, tampoco puede separarse de tener suficiente experiencia en un campo específico. Einstein conocía de matemáticas y física, por ejemplo, y esos conocimientos se almacenan en regiones muy concretas del cerebro", añade el experto.
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¿Cuándo ocurre el momento 'eureka'?
Wright se sorprendió al conocer cómo a los genios que ha estudiado se le ocurrían las ideas más perspicaces.

Lejos de lo que pensaba, su "momento eureka" no ocurría cuando más concentrados estaban o más empeño ponían en hallar soluciones.

"Leyendo sobre genios a través de los siglos, comprendí que daban con sus mejores ideas cuando menos pensaban en la solución, cuando menos la esperaban; caminando por un parque, la costa o anotando lo que recordaban de sus sueños a la mañana siguiente", cuenta Wright.

El académico lamenta que, una vez más, tengamos información limitada sobre cómo pensaban otros grandes genios de la historia.

"Shakespeare y Mozart nunca nos lo dijeron, pero sí sabemos más sobre cómo Einstein veía el mundo. En su autobiografía hablaba de cómo pensaba, cómo jugaba con imágenes mentales una y otra vez hasta que daba con sus teorías", añade.

Confrontación entre genio y cociente intelectual
La lógica nos dice que un genio cuenta con un cociente intelectual superior al promedio.

Se estima que Mozart, por ejemplo, tenía un CI de entre 150 y 155 puntos. Un nivel que sin dudas le da la distinción de genio.

Pero no solo se trata de eso, al menos según la visión de Simonton.

"No todos los genios tienen CI excepcionales y no todas las personas con altos CI consiguen logros que les califican como genios", dice.

Simonton recuerda un estudio clásico de niños con alto CI a los que se les examinó a ver si una vez adultos conseguían un Nobel. Ninguno lo hizo.

"Sin embargo, dos niños que fueron rechazados por puntuar bajo para la muestra consiguieron el Nobel cuando crecieron", dice Simonton.

Estas contradicciones nos pueden llevar a pensar sobre si un genio nace o se hace.

Y en esto tampoco parece hacer respuestas totales.

"Pienso que la educación y la genética influyen en la inteligencia y creatividad de una persona. Hay evidencias de que se nace con ellas, pero que también se pueden entrenar", dice Beaty.

En este caso, mejor cuanto antes y con la mayor libertad posible.

"Lo más importante es mantener la motivación y evitar la desilusión. Trabajar en que los individuos expresen todas sus capacidades y no encasillarles de primeras en un campo específico", comenta Wright.

viernes, 7 de julio de 2023

_- Occidente saca tarjeta roja a Jürgen Habermas

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Jürgen Habermas, el mayor filósofo vivo de Alemania y seguramente de Europa, es una de las nuevas víctimas de la guerra en Ucrania y también una muestra de los alcances del clima político intolerante y autoritario imperante en su país. En efecto, bastó que publicara un muy cauteloso artículo sugiriendo que el gobierno alemán debía promover la apertura de negociaciones con Moscú tendientes a poner punto final a los horrores de la guerra -repito: negociaciones, no una rendición incondicional de Ucrania- para que la rusofobia y el espíritu de la Guerra Fría cultivado con esmero por los corruptos generalotes de la OTAN, los opulentos burócratas de la Unión Europea y los grandes medios de comunicación y la dirigencia política alemana removieran por completo la voz del filósofo del “espacio público”, esa engañosa entidad que fuera objeto de largos años de reflexión habermasiana. *

Desde mediados de febrero nada se sabe de él, condenado al ostracismo por lo que aparentemente es un pecado imperdonable: su mesurada crítica al belicismo que se ha apoderado del gobierno alemán y que es alimentado sin cesar por Washington.

En su alegato en favor de la negociación en Ucrania (así se denomina su artículo) Habermas califica en duros términos a Vladimir Putin por su violación de la legalidad internacional. Su análisis de la guerra omite por completo el examen de la génesis del conflicto: la decisión de Estados Unidos y los gobiernos europeos que hoy conforman su indigno protectorado de desplazar las tropas y equipos de la OTAN hacia las fronteras de Rusia. Omite también en su nota discurrir sobre el legítimo derecho a la seguridad nacional que le cabe a este país, periódicamente invadido por sus voraces vecinos entre los cuales los propios alemanes. Lo mismo hace en relación a las consecuencias del golpe de estado abiertamente patrocinado por la Administración Obama en 2014 que terminó por instalar en el gobierno a una coalición virulentamente rusofóbica -que hoy reivindica y abraza abiertamente al nazismo- y que no dejó ni un solo día de atacar con artillería pesada a las regiones donde habita la minoría rusófona del sur de Ucrania.

Tampoco incluye Habermas en su alegato referencia alguna a los documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos que, desde comienzos de 1992, recomiendan acosar a Rusia con todo tipo de sanciones para impedir a cualquier precio la concreción de un acuerdo Moscú-Berlín-París que habría cimentado la construcción de una Europa autónoma en materia económica y militar. Mucho menos se refiere al infame documento de la Corporación Rand, un discreto think tank del Pentágono, de febrero del 2019 en el cual se recomienda la instalación de armas letales en la frontera entre Ucrania y Rusia para provocar una respuesta militar de Moscú además de toda una parafernalia de sanciones destinadas a “sobre-extender y desequilibrar a Rusia”. En pocas palabras, Habermas no parece haber comprendido en su exhortación que lo que hay es una guerra que Estados Unidos y sus aliados europeos están librando contra Rusia, y que para comodidad y seguridad de Washington se libra bien lejos, en Ucrania.

Lo anterior no ha sido dicho para descalificar por completo la actitud de Habermas -mucho más digna que la de buena parte de la intelectualidad progresista o de izquierda europea, ganada por el “otanismo”- sino para subrayar que la involución autoritaria que hoy padece Alemania y buena parte de Europa hace que baste un muy cauteloso llamado a la cordura y la negociación (como también lo vienen haciendo personajes tan disímiles como Noam Chomsky y Henry Kissinger) para que, en el enrarecido clima ideológico prevaleciente, se condene al ilustre filósofo al ostracismo. La “caza de brujas” y la censura practicada sin anestesia contra quienes se oponen a la guerra y a la alocada escalada militar que promueve Washington crece día a día y cobra cada vez más víctimas. Recordemos esta enseñanza de la historia: en el marco de un capitalismo crecientemente fascistizado, toda disidencia se convierte en una imperdonable herejía.

* Este artículo fue publicado en Süddeutsche Zeitung, 15/2/2023. Pocos días después fue reproducido en castellano por la revista Nueva Sociedad, accesible en:


jueves, 6 de julio de 2023

La ciencia necesita debates. El conocimiento avanza con la confrontación de ideas. Dejen de racanear

Darwin no escribió El origen de las especies (1859) mientras flotaba en el vacío cósmico. Dejando aparte que su propio abuelo, el médico y visionario Erasmus Darwin, había escrito el primer libro evolucionista 90 años antes, los naturalistas franceses habían calentado el tema mientras avanzaban las primeras décadas del siglo XIX. Y el punto crítico de esa larvada revolución intelectual fue un debate. Sí, una de esas cosas con las que tanto racanean los políticos bendecidos por las encuestas. La controversia cara a cara tuvo lugar en 1830 entre Étienne Geoffroy y Georges Cuvier, los dos biólogos franceses de referencia en la época, y encarnizados enemigos en materia científica y otras.

Geoffroy es el antihéroe de esta historia. Su inteligencia crítica se había centrado obsesivamente en la unidad que subyace a la embriagadora diversidad del mundo vivo. Un humano, una ballena y un murciélago no pueden ser más distintos desde fuera, pero basta hurgar un poco en su estructura para hallar la lógica profunda que comparten. Dentro de la aleta de una ballena están el húmero, el cúbito, el radio, las muñecas y los cinco dedos, solo que cambiados de forma y algo desaprovechados. Lo mismo cabe decir de las alas del murciélago. Hay una estructura fundamental, una unidad de plan, bajo las apariencias caprichosas. Esta era la mentalidad de Geoffroy, y es obvio que prefigura la idea de la evolución.

Pero el debate lo ganó Cuvier, que era un orador mucho más hábil. Eso convierte a Cuvier en el villano de la gran polémica decimonónica, porque el tipo ha quedado como un reaccionario que se oponía al flujo de la historia. Esta idea no es exacta. Cuvier prefería centrarse en la extraordinaria adaptación que muestran los seres vivos a su entorno y sus condiciones de vida: en el hecho de que las ballenas tuvieran aletas y los murciélagos tuvieran alas, fuera cual fuera la arquitectura fundamental de esos apéndices.

Faltaban dos siglos para las redes sociales, pero el debate fue tan sonado en París que llegó enseguida a oídos de Goethe. Y de Darwin, por supuesto, unos años después. En realidad, el gran naturalista británico resolvió la discrepancia mirando la cuestión desde un piso más arriba, como ha ocurrido a menudo en la historia de la ciencia. La unidad de plan de humanos, murciélagos y ballenas se explica por su origen común. Y las adaptaciones al entorno se explican por la selección natural. Esa es la teoría de Darwin. Una síntesis, como todos los avances científicos.

El último gran debate arrancó en 1998, cuando el neurocientífico Christof Koch se apostó una caja de vino con el filósofo David Chalmers a que no llevaría más de 25 años averiguar cómo el cerebro genera la consciencia. Eso es justo ahora, y el congreso anual de la Asociación para el Estudio Científico de la Consciencia (ASSC) declaró ganador al filósofo el pasado viernes en Nueva York. Chalmers dice que Koch se arriesgó mucho con la fecha, pero admite que el campo ha avanzado en estos 25 años, y ya no tiene duda de que acabará resolviendo ese enigma fundamental que nos ha confundido durante 100.000 años.

El conocimiento avanza con los debates. Dejen de racanear.

miércoles, 5 de julio de 2023

_- Verano Azul: un caso de corrupción de libro

_- Todas las candidaturas que concurren a estas elecciones deberían denunciar ante la Junta Electoral Central la apropiación por el PP de la marca, solicitando, como mínimo, el cese de manera inmediata de la utilización de la misma

La apropiación para uso privado por parte del PP de la marca 'verano azul' propiedad de la RTVE no es un caso carente de relevancia jurídica, sino todo lo contrario. Se trata de un caso que puede llegar a tener hasta relevancia penal, porque, aunque al portavoz del PP, Borja Semper, a pesar de ser licenciado en Derecho, no se le haya pasado por la cabeza que pueda ser así, el asunto encaja como un guante en lo que se considera corrupción desde que existe el Estado Constitucional.

Lo que diferencia al Estado Constitucional de todas las formas anteriores de organización del poder es la separación del poder político de la propiedad privada. Antes del Estado Constitucional el poder ha sido siempre un correlato de la propiedad privada, fundamentalmente de la propiedad de la tierra. A esto es a lo que pone fin el proceso constituyente del Estado. En el Estado el poder no es de nadie, por mucha que sea su propiedad, sino que es la representación abstracta del conjunto de la sociedad. De ahí la naturaleza “materialmente representativa” del Estado Constitucional. Y de ahí que el poder se constituya mediante el ejercicio del derecho de sufragio en condiciones de igualdad y que este sea el derecho constitutivo de la ciudadanía y, por tanto, de la igualdad. “Los españoles son iguales…”, dice el artículo 14 de la Constitución. No que los seres humanos somos iguales, sino los españoles en España, los franceses en Francia y así sucesivamente.

Al no ser de nadie, el poder tiene que ser de todos. Tiene que ser del cuerpo electoral constituido por todos los ciudadanos que no estén privados del ejercicio del derecho de sufragio mediante decisión judicial. La separación real y efectiva del poder político de la propiedad privada tardó mucho tiempo en hacerse efectiva, pero el avance del derecho de sufragio hasta convertirse en sufragio universal resultó imparable y en el día de hoy resulta indiscutible.

En la negación de esta separación del poder político de la propiedad privada es en lo que consiste la corrupción. En todo caso de corrupción hay siempre, de manera directa o indirecta, una subordinación por vías soterradas y espurias de lo público a lo privado. Es lo que ha ocurrido con la apropiación por parte del PP de Verano Azul, que es una propiedad pública, para su utilización en la campaña electoral del 23J.

Si Verano Azul fuera propiedad de alguna televisión privada, el PP no se habría atrevido a apropiársela. Habría tenido que negociar con el ente propietario de la marca las condiciones para poder hacer uso de la misma.

Al ser propiedad de RTVE -a estos efectos, del Estado-, el PP no puede hacer lo que ha hecho, pero tampoco podría negociar con el ente público las condiciones de uso de la marca en unas elecciones generales. RTVE podría negociar sin problema de ningún tipo con una Comunidad Autónoma o con un Ayuntamiento que quisiera hacer uso de la marca para una campaña de promoción turística, por ejemplo. Pero RTVE no puede negociar con el PP o con cualquier otro partido, y menos para que haga uso de una marca propiedad del Estado en unas elecciones generales. En un Estado Constitucional digno de tal nombre eso es sencillamente inimaginable.

Lo que ha hecho el PP al apropiarse de la marca para hacer un uso electoral de la misma en unas elecciones generales, que es el elemento rector de la sociedad democráticamente constituida, es una salvajada jurídica de tal magnitud que resulta difícil de entender que nadie en los servicios jurídicos del PP le haya dicho al señor Borja Semper que eso no se puede hacer, que es un acto constitutivo de delito, que atenta además contra el pilar sobre el que se asienta la democracia como forma política.

Todas las candidaturas que concurren a estas elecciones deberían denunciar dicha apropiación por el PP de la marca 'Verano Azul' ante la Junta Electoral Central, solicitando que ordenara, como mínimo, el cese de manera inmediata de la utilización de la misma.

Por su parte, el Ministerio Fiscal, debería poner en marcha acciones de tipo penal contra el PP por un acto de corrupción escandaloso. En un caso como este, sería importante que hubiera una sentencia que pusiera negro sobre blanco lo que no se puede hacer jamás en el proceso electoral del que depende la formación de la voluntad general, que es el canon por el que se tiene que juzgar a toda democracia digna de tal nombre.

martes, 4 de julio de 2023

La tetera de Bertrand Russell

La vida está llena de bulos, mentiras y fake news. Hoy circulan con más rapidez y frecuencia a través de las redes sociales. Además, creo que existe una actitud despreocupada por el discernimiento y la búsqueda de la verdad. La confianza en los demás nos convierte en las victimas ideales de todo tipo de tramposos, de mentirosos, estafadores o charlatanes. Los enunciados verdaderos, prudentes, inteligentes e instructivos llevan las de perder frente a los disparates que resultan más sugerentes o excitantes.

A todos nos interesa tener por cierto un máximo de cosas verdaderas y un mínimo de cosas falsas. Sabemos que no es nada fácil conseguirlo. Muchas veces nos equivocamos. Los errores no se deben al azar sino que están provocados por el “sesgo cognitivo”, que es una predisposición psicológica a llegar a un determinado tipo de conclusiones de manera automática. Los sesgos son maneras irracionales de dar por buenas determinadas ideas o decisiones. Existen muchos tipos de sesgos. Uno de ellos es el de autoridad.

Hace algunos años redacté una frase que, en un caso, estaba firmada por Felipe González y en otro por José María Aznar. Y les pedí a mis alumnos y alumnas que dijesen si estaban muy de acuerdo, de acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo o muy en desacuerdo. Al hacer el análisis descubrí que la mayoría de las opiniones no dependían del análisis racional de la frase sino del firmante de la misma.

El bulo no se fundamenta en argumentos verdaderos. Se contenta básicamente con provocar una respuesta emocional. El bulo no es cualquier información falsa sino aquella que la gente tiene interés en escuchar y transmitir.

Existen cuatro principios que nos permiten conocer un bulo. Forman el acrónimo NARA. 

1. El primero es el principio narrativo: la primera cualidad del bulo es su viralidad, es decir que se difunde con rapidez. El bulo es un enunciado fácil de recordar porque posee rasgos llamativos. La fuerza de la emoción nos hace creer en la historia. 

2. El segundo es el principio de atracción. El bulo eficaz es aquel que una vez difundido, es fácil de recordar. No solo despierta las ganas de creerlo sino las ganas de difundirlo.. A su capacidad de atracción se añade la prueba social: verdad es lo que la mayoría dice que es verdad. 

3. El tercero es el principio de resiliencia. Una vez que ha entrado en el cerebro, un bulo interactuará con otras ideas. Los bulos más poderosos contaminan otras proposiciones. Cualquier ataque que se le dirija será entendido como un ataque a nuestra persona. 

4. El cuarto es el principio de asimetría. La refutación de un bulo requiere un tiempo superior al que es necesario para producirlo. Decía Mark Rwain: “Una mentira puede recorrer medio mundo antes de que la verdad tenga tiempo para ponerse los zapatos”.

En la campaña electoral van a circular muchos bulos. Algunas mentiras se van a repetir de manera machacona en mítines y debates. En radios y televisiones. Van a difundirse muchas afirmaciones sin fundamento alguno. Será un ejercicio estupendo tratar de detectarlos y no ser víctimas de ellos.

El libro de Thomas C. Durand titulado “Bulos, chorradas e ideas perniciosas” tiene un subtítulo preciso: “La ciencia detrás de las mentiras que nos cuentan”. En dicho libro hay un capítulo que se titula “Herramientas para diseccionar los bulos”. Una de ellas es la tetera de Russell. Figuran además algunas otras: La navaja de Ockam, el dragón de Sagan, la guillotina de Hume, la navaja de Hanlon (de la que hablé en estas página hace tiempo).

Hoy me centraré en la tetera de Russel. Esta herramienta consiste en la historia de una tetera imaginada por el filósofo Bertrand Russell y de la que habla en un artículo escrito en 1952 para la revista Ilustrated Magazine, pero que nunca fue publicado. El artículo se titula “Is there a god?” (¿Hay un dios?). Se trata de una metáfora destinada a arrojar luz sobre la cuestión de la creencia (o de la no creencia) en Dios. Pero puede servir para cualquier otra creencia o afirmación.

Esto dice el texto original: “Muchos ortodoxos hablan como si fuera tarea de los escépticos el refutar los dogmas en lugar de que los demuestren quienes los sostienen. Se trata obviamente de un error. Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es tan pequeña que no puede verse ni siquiera con los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, dado que mi afirmación no pudiera ser refutada, dudar de ella es un presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo si la existencia de la tetera estuviera descrita en los libros antiguos, si se enseñara cada domingo como una verdad sagrada y se inculcara a los niños en la escuela, entonces cualquier vacilación para creer en su existencia se convertiría en un síntoma de excentricidad y le valdría al escéptico los cuidados de un psiquiatra en una época ilustrada, o del inquisidor en tiempos más antiguos”.

En otros términos, Russell se considera ateterista, es decir, no creyente en la existencia de esa imaginaria tetera. Quien afirma algo es quien debe aportar la prueba de su enunciado, no les corresponde exigir a los demás que demuestren que está equivocado.

También es una ilustración del principio de refutabilidad. Una hipótesis debe ofrecer un flanco de contacto que se pueda contrastar con la realidad. Lo que puede afirmarse sin pruebas también puede negarse sin pruebas.

Voy a recoger tres enunciados que la derecha española formula con frecuencia. Enunciados que considero bulos puros y duros. “La ley de memoria democrática es una ley que se promulga con la intención de dividir a los españoles”. Y en este enunciado hay dos cuestiones igualmente problemáticas en cuanto a su veracidad. La primera se refiere a la intencionalidad. ¿Cómo se pude demostrar la intención que ha tenido el legislador? Y la segunda es la comprobación del hecho que se pretende denunciar: ¿realmente produce esa división? ¿Cómo se puede demostrar?

Además de dividir, se dice, reabre heridas que ya estaban cerradas. Y todavía más, la ley nos retrotrae a la guerra olvidada y nos sitúa en un escenario prebélico. No todas las heridas están cerradas, salvo para los vencedores que, o no las sufrieron o, si las sufrieron, han dispuesto de cuarenta años para curarse.

Todas las familias que no han podido encontrar los restos de sus familiares, ¿tienen ya cerradas las heridas? Recordar lo que pasó no pretende dividir sino rechazar todo lo que provocó aquella horrible división.

Por otra parte, quienes hacen esa afirmación (quienes pretenden convencernos de que la tetera de porcelana sigue describiendo su órbita en el firmamento) muestran una ferocidad en sus declaraciones que no se puede pensar en una división más profunda que la que alimentan cada día considerando a los adversarios políticos una maldición para el país.

Pienso en la señora Ayuso, que es el prototipo de una visceral oposición a todo lo que no sea su filosofía, su forma ver y de hacer política. Es tal la división que plantea en sus declaraciones que pactar con personas ajenas a su forma de pensar (miembros de Bildu, o de Esquerra, o del PNV) le parece una perversidad. Con esa gente, no hay que pactar, ,ni dialogar, ni mirarse. ¿Hay quien sienta y practique una división más profunda? ¿Por qué descalifica con tanta ligereza y desfachatez a los demás?

Otro bulo que le he oído repetir una y otra vez a la señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, es que “la izquierda quiere empobrecer a los españoles, pretende llevarles a todos a la miseria para hacerse así necesaria”.

Y un tercer bulo, también difundido por la ilustre señora: “lo que desea el Presidente del Gobierno es meter a toda la oposición en la cárcel”. Quien esto afirma debería probarlo, pero no sé si podremos escuchar las explicaciones porque es muy fuerte el ruido de los aplausos con el que la premian sus seguidores.

La repetición del enunciado hasta llegar a la saciedad hace que muchas personas den por bueno el aserto, por falso e incluso estúpido que sea.

Quienes ven la tetera orbitando elípticamente entre Marte y la Tierra están viendo visiones. El problema es que son visiones interesadas, partidistas, formuladas para descalificar al adversario político.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2023/06/17/la-tetera-de-bertrand-russell/

lunes, 3 de julio de 2023

_- Los diez pensadores que más influyen en la izquierda


_- La izquierda vive momentos complicados. Hay quien dice que le cuesta encontrar un lugar en el mundo que se avecina, atomizado y posfordista, un relato con el que cautivar a las masas en un futuro cada vez más individualista y conspiranoico, escéptico ante las utopías y muy integrado en el dogma económico dominante. Para su supervivencia necesita imaginación e ideas. Con el fin de sondear el caldo de cultivo intelectual en el que vive la izquierda actual y del que tendrá que surgir la futura, hemos pedido a 37 personas expertas de diferentes ámbitos (la política, la edición, el periodismo o la academia) que voten por los que creen que son los pensadores, vivos o muertos, que más influyen hoy en día.

Imaginación e ideas: ¿a dónde va la izquierda?
La encuesta realizada por Ideas ha arrojado los que podrían ser sus referentes más importantes. Por este orden, los 10 más votados fueron: Karl Marx, Judith Butler, Antonio Gramsci, Thomas Piketty, Michel Foucault, Hannah Arendt, Simone de Beauvoir, Jürgen Habermas, Karl Polanyi y Walter Benjamin. Podría ser otra lista, pero es esta la que ha surgido y da una idea del ambiente intelectual de la izquierda en la tercera década del siglo XXI. A las puertas se quedan nombres que bien podrían estar dentro: Noam Chomsky, Nancy Fraser, John Maynard Keynes, Chantal Mouffe, Ernesto Laclau, Mariana Mazzucato, Simone Weil, Silvia Federici, David Harvey, Donna Haraway, o Slavoj Zizek, entre otras decenas que fueron mencionados por el jurado.

1. Karl Marx

Tréveris, Alemania, 1818-Londres, 1883. Su vasta obra influye en diversos campos del saber, en ella está el fundamento teórico de las corrientes socialistas y comunistas. Obras fundamentales: El manifiesto comunista (1848, con Engels) y El capital (1867).

POR CLARA RAMAS SAN MIGUEL
Profesora de Filosofía en la Universidad Complutense y responsable de la edición crítica de ‘El 18 Brumario de Luis Bonaparte (Akal)’ de Karl Marx “Un fantasma recorre Europa...” Las icónicas líneas iniciales de El manifiesto comunista describen la propia presencia de Marx, que no cesa de retornar incluso después de muerto: del marxismo al posmarxismo, del siglo XIX al XXI.

El joven Marx había descubierto que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa quedarían incompletos si se limitaban a democratizar al poder político. Como ya había intuido Kant, las libertades políticas sin autonomía material y económica son vacías. La gran apuesta de Marx será pensar las condiciones de una autonomía efectiva: democratizar la economía.

El proyecto al que dedica su vida, El capital, es una crítica de la economía política o capitalismo. Descubre que en paralelo a conquistas políticas y formales subsiste una dependencia económica para la mayor parte de la población; que el capitalismo, por su propia dinámica, produce niveles crecientes de desigualdad. Descubre que la ley del mercado se impone como una ley de hierro al margen de la soberanía de pueblos y parlamentos, produciendo sociedades atomizadas que buscan reagruparse con fórmulas en ocasiones autoritarias. Descubre, en fin, que, lejos de satisfacer necesidades humanas, el capitalismo solo obedece a imperativos de valorización y acumulación creciente: como si, por así decirlo, el capital tomara vida propia y las personas y la naturaleza fueran solo su herramienta.

Marx es un pionero. Los avances y retrocesos del movimiento obrero inspirado por él han dado la medida para el Estado de bienestar y sus debates sobre redistribución, justicia social y políticas públicas. Vislumbra la actual crisis ecológica y plantea la cuestión del trabajo de cuidados que ocupará al feminismo. Insta a buscar formas de reproducción social no dependientes del trabajo asalariado, como la actual renta básica. Así, abre el campo no solo de las ciencias humanas, la sociología y la economía crítica, sino también de los debates sociales, ecologistas, feministas y poscoloniales contemporáneos.

Nuestra historia es para Marx la historia de la necesidad. El fantasma mencionado por Marx es una pregunta que nos sigue asediando en 2023: cómo alcanzar el reino de la libertad.

2. Judith Butler

Cleveland, EE UU, 1956. Con su cuestionamiento de las nociones tradicionales de género, ha hecho importantes aportaciones a la teoría queer. Obra fundamental: El género en disputa (1990).

POR PAUL B. PRECIADO
Filósofo.
Su último libro es ‘Dysphoria mundi’ (Anagrama).

Sería posible afirmar que Butler es no sólo le feministe más influyente del siglo XX, sino y, frente aquellos que consideran el feminismo como un pensamiento menor, le filósofe de izquierda más relevante de finales del siglo XX y de principios del siglo XXI, aquelle que opera, junto con Angela Davis, como pensadore bisagra, prefigurando las formas de activismo y de subjetividad política por venir. Descendiente de una familia judía diezmada en el Holocausto, Butler va a prestar atención a cómo los procesos de naturalización de la identidad (racial, de género, sexual…) esconden violentos proyectos políticos de normalización y purificación social. Simone de Beauvoir afirmó que “no se nace mujer”, Gayle Rubin y Joan Scott analizaron el género como el efecto de una construcción social, pero será Butler quien proponga una explicación de cómo se lleva a cabo esa construcción. Para Butler la identidad de género se construye “performativamente”: no es una esencia o una naturaleza, sino una práctica, algo que “hacemos” y no algo que “somos”. La relación entre anatomía y performance de género depende de la repetición de actos lingüísticos y corporales cuya función es preservar la estabilidad del régimen heterosexual y binario.

Encarnando su propio pensamiento, Butler ha conseguido recientemente un cambio de identidad legal como persona de género no binario en el Estado de California. Habitamos en un mundo butleriano: la proliferación de políticas queer que buscan destituir las normas en lugar de integrarse en la sociedad heterosexual dominante; la reapropiación performativa de las injurias “marica”, “bollera” o del estigma de la violación en los movimientos NiUnaMenos y MeToo; la demanda de reconocimiento de aquellos cuerpos que “importan” menos que otros en nuestras sociedades poscoloniales, central en los movimientos Black Lives Matter y Trans Lives Matter; las políticas drag queen y drag king —que en su versión más pop han llegado hasta drag race— y que utilizan la performance para desplazar los códigos normativos de género… El pensamiento vivo de Butler constituye el proyecto más ambicioso para la izquierda contemporánea: un feminismo antipatriarcal, antirracista, ecologista y no binario expandido que permita una reescritura ética total del contrato democrático.

En este artículo se han mantenido los géneros gramaticales empleados por quien lo escribe.

3. Antonio Gramsci

Cerdeña, Italia, 1891-Roma, 1937. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, encarcelado por el fascismo; su concepto de hegemonía cultural es central en la política actual, y no solo para la izquierda. Obra fundamental: Cuadernos de la cárcel.

POR ÍÑIGO ERREJÓN
Político, doctor en Ciencia Política y líder de Más País.

Antonio Gramsci es un pensador político que se pone periódicamente de moda. Los analistas lo citan para parecer sofisticados, los vendedores de marketing político aderezan sus platos con él, las derechas lo nombran como en una excursión traviesa en el campo intelectual del adversario para demostrar sus pérfidas intenciones y las izquierdas lo usan para parecer contemporáneas o sofisticadas, para un roto y un descosido, a menudo citándolo más que leyéndolo.

Gramsci es el pensador fundamental para entender por qué mandan los que mandan y por qué obedecen los que obedecen. Para el sardo, en las sociedades modernas el poder de los grupos rectores descansa en última instancia en la coerción, la capacidad de obligar, pero se ejerce principal y cotidianamente por medio del consentimiento, la capacidad de persuadir de que su mando es lo normal y al mismo tiempo de desalentar, neutralizar o dispersar las alternativas. Este dominio no es un engaño que haya que desenmascarar —por ejemplo intentando que la gente “abra los ojos” y entienda que “vota contra sus propios intereses”—, sino una forma de poder, la hegemonía, que debe ser comprendida como históricamente cierta. En primer lugar por aquellos que quieren desafiarla, para construir explicaciones e identificaciones alternativas que partan del terreno y el sentido común dado.

La hegemonía es así esa construcción política por la cual un grupo, clase o sector es capaz de ejercer la “dirección intelectual y moral” determinando las metas, los valores y las palabras que gobiernan la percepción del mundo de su época. Al hacer eso, sus intereses particulares aparecen como los intereses generales del conjunto social, la mayoría del cual encuentra mejores expectativas y razones para el consentimiento que para la contestación. Esta forma de poder político se extiende y blinda principalmente por los canales aparentemente “no políticos” —el ocio, la cultura, la comunicación, el consumo— que reproducen y naturalizan una manera de ver el mundo y su consiguiente reparto de roles.

Cuando afirma que una idea es “históricamente verdadera” en la medida en que “se convierta concretamente, es decir, histórica y socialmente, en universal”, nos está señalando, contra todo esencialismo pero también contra toda melancolía, que los alineamientos políticos no están predeterminados, sino que dependen de una disputa estética, moral e intelectual que está siempre abierta, lo cual es garantía de libertad. Y de esperanza.

4. Thomas Piketty

Clichy, Francia, 1971. El economista puso en primer término del debate el problema de la desigualdad y la redistribución de la renta en el capitalismo actual. Obra fundamental: El capital en el siglo XXI (2013).

POR JOAQUÍN ESTEFANÍA
Es periodista y autor de ‘Revoluciones’ (Galaxia Gutenberg).
El todopoderoso exrector de la Universidad de Harvard y exsecretario del Tesoro de EE UU Larry Summers pidió públicamente el Premio Nobel de Economía para el joven científico social francés Thomas Piketty, cuando en el año 2013 apareció su libro El capital en el siglo XXI. No tenía precedentes: a un francés y a un joven. Piketty había conseguido, con su novedoso aparato estadístico de carácter histórico, lo que no habían logrado sus colegas de primera fila (entre ellos, varios premios Nobel) al estudiar el fenómeno de la desigualdad creciente en el mundo. Lo que está en peligro, sentenció Piketty, es la democracia. Vendió centenares de miles de ejemplares de un libro tan denso.

Desde ese año Piketty profundizó mucho más en el fenómeno. Sus investigaciones se pueden resumir en los siguientes puntos: 1) rendimientos superiores del capital al crecimiento económico aumentan la desigualdad; 2) con la excepción del periodo de hegemonía de la revolución keynesiana (nacimiento del Estado de bienestar y políticas contra la Gran Depresión), la desigualdad es una tendencia a largo plazo desde el siglo XIX, con los distintos tipos de capitalismo que se han desarrollado (comercial, financiero, tecnológico…); 3) no hay otro método para combatirla que las políticas distributivas a través del gasto público y ello requiere de grandes impuestos (incluso confiscatorios) a los más ricos, y 4) la cohesión social, los valores de la meritocracia y de la justicia social están en peligro con concentraciones extremas de la riqueza como las que existen.

Un economista templado ideológicamente, más bien socialdemócrata, sin veleidades revolucionarias callejeras en su primera juventud, alejado de las principales teorías de Marx y Engels sobre la lucha de clases, sin embargo ha acabado escribiendo un libro que compendia sus principales artículos, al que ha titulado ¡Viva el socialismo! porque entiende que sigue vigente en la historia la batalla por las ideas.

5. Michel Foucault

Poitiers, Francia, 1926-París, 1984. Sus contribuciones investigan la naturaleza del poder y cómo interacciona con la sexualidad, la salud mental o las minorías a través de la historia. Obras fundamentales: Historia de la locura (1961), Vigilar y castigar (1975).

POR ELIZABETH DUVAL
Es filósofa y escritora, su último libro es ‘Melancolía’ (Temas de Hoy).
Preguntado por Foucault, Deleuze resaltaba el vínculo insoslayable del pensador con su presente: las formaciones históricas interesaban a Foucault porque señalaban el lugar de donde se salía, donde se había estado confinado; no le interesaban los griegos, sino la relación de su tiempo con la locura, con los castigos, con el poder, con la sexualidad. Si me preguntaran a mí, abstrayéndome de las necesidades de la clarificación, creo que de lo primero de lo que hablaría sería de la belleza. Intentaría que nos desvinculáramos de la jerga (la biopolítica, la arqueología, el poder disciplinario, lo discursivo) y pudiéramos leer con ojos nuevos las páginas de Las palabras y las cosas sobre Las meninas, de Velázquez. Querría que la consecuencia se pareciera a sentir con otra mirada la relación que se despliega en el cuadro. Y propondría un Foucault menos caricaturizable que el que nos ofrecen sus amigos y sus enemigos.

Foucault no es tanto un enciclopedista de la sexualidad como un arqueólogo de relaciones y estructuras. Sus textos no nos encierran entre insoportables cadenas de poder y dominación, en las cuales incluso la rebeldía estaría ya codificada, sino que nos ofrecen todas las posibilidades de la crítica y el análisis. Si nadie como él expuso tan claramente la relación entre el saber y el poder, también pocos ofrecieron tantas herramientas para darnos cuenta de su presencia, para reflexionar. Hay críticos injustos que han buscado en un Foucault tardío una teoría que traiciona la liberación para someterse al neoliberalismo del porvenir: confunden la defensa de las instituciones con la legitimación de sus injusticias. Debemos recordar la lección que él extraía de El Anti Edipo (Deleuze y Guattari): no hay que enamorarse del poder o de la tristeza militante. En ningún pasado hay tanta potencia como en el desenterrado por el francés.

6. Hannah Arendt

Linden-Limmer, Alemania, 1906-Nueva York, 1975. Pensó sobre el totalitarismo, la violencia, la revolución, la acción política y acuñó el término “banalidad del mal”. Obras fundamentales: Los orígenes del totalitarismo (1951) y Eichmann en Jerusalén (1963).

POR FERNANDO VALLESPÍN
Es catedrático de Ciencia Política y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Es coautor de ‘Populismos’ (Alianza). Arendt no es de izquierdas. Ni de derechas, claro. Su gran atractivo reside precisamente en eso, en ser inclasificable. De hecho, le hubiera horrorizado verse en esta lista. O en cualquier otra. ¿Qué pinta aquí entonces? ¿Qué pudo motivar que tan amplio grupo de personas la hayan votado? Lo más probable es por su entusiasmo por todo lo que oliera a revueltas populares, por su espíritu rebelde, o por sus elogios a Rosa Luxemburgo o Walter Benjamin, o sus críticas al colonialismo y totalitarismo. Pero no nos engañemos, su único compromiso es con la libertad, que ella encuentra siempre realizada en esos momentos extraordinarios en los que un determinado orden social queda puesto en entredicho y se da entrada a la libre discusión ciudadana. Su ideal es el aristotélico, la polis como lugar de encuentro donde intercambiar opiniones, debatir las diferencias y buscar una solución conjunta a los problemas que nos afectan a todos. Por eso alabó la revolución americana, hasta que la nueva república se acabó sustentando sobre una sociedad crecientemente privatizada y sujeta a los imperativos de los grandes intereses económicos y el valor del consumo. Y criticó la francesa y la bolchevique porque, al poner la “cuestión social” en el centro, se dejaron llevar por la “pasión por la compasión” e instauraron estados más atentos a una ingeniería social guiada por la mera funcionalidad inherente a los dictados de la economía y su gestión. No es ya la comunicación abierta y la libre deliberación lo que decide cómo hemos de vivir, sino las necesidades de reproducción del sistema. Su contrafáctico podrá sonar extravagante, pero a través suyo fluye una crítica de una riqueza sin igual, el propio de alguien que no se casa ni con unos ni con otros. La democracia bien entendida no es de derechas ni de izquierdas. Arendt tampoco.

7. Simone de Beauvoir

París, 1908-1986. Es una de las principales teóricas del feminismo en el siglo XX, también enmarcada en el movimiento existencialista y en la creación literaria. Obra fundamental: El segundo sexo (1949)

POR LUNA MIGUEL
Es poeta, escritora y editora. Su último ensayo es ‘Caliente ‘(Lumen).
Simone de Beauvoir está a una tote bag de ser traicionada. O no.


En realidad, la figura de la filósofa lleva siendo influyente y polémica desde su juventud. Lo explica Wolfram Eilenberger en El fuego de la libertad, un ensayo en el que cruza su vida con las de otras pensadoras del siglo XX. El retrato que hace de ella es el más desesperante: la describe altiva, un tanto pija, adicta a la atención. La mismísima Simone Weil se burló de esa supuesta frivolidad en toda su cara, cuando ambas estudiaban en la Sorbona y debatían sobre la guerra. De Beauvoir no tuvo reparos en narrar tal desencuentro ideológico en unas memorias: “Mirándome de arriba abajo, me dijo: ‘Ya se ve que nunca has tenido hambre”.

Más allá de lo que unes y otres puedan opinar sobre esa fama, lo cierto es que la obra de De Beauvoir demuestra que su mainstrificación no riñe con la contundencia de sus ideas. Por eso mismo —y precisamente porque hoy su libro más célebre es esa bárbara enciclopedia sobre la feminidad, tantas veces mentada, pero tan poco leída y reducida al eslogan— se ha vuelto urgente equilibrar la balanza y prestar atención a la amplitud de sus investigaciones, a través de obras más ocultas e irónicamente peor editadas en nuestro país.

Un ejemplo: ¿Hay que quemar a Sade?, una finísima lectura de la crueldad, y una defensa de la reparación frente a eso que hoy llamaríamos cancelación.

Otro ejemplo: El pensamiento político de la derecha, que fue publicado en su origen como artícu­lo para un número especial de Les Temps Modernes, donde distintos intelectuales reflexionaron bajo la premisa de que la izquierda francesa se desmembraba. En vez de lloriquear, De Beauvoir prefirió centrarse en el análisis del resentimiento de la burguesía. Para ella era más útil entender a sus contrarios que disparar a sus afines.

Es esta lucha por el entendimiento de las contradicciones del mundo lo que mantiene vigente a Simone de Beauvoir; lo que nos hace necesitar el estudio de su filosofía, al tiempo que celebramos la multiplicación de su rostro en bolsas de tela violeta.

Parafraseando a la pensadora: profesarle una simpatía demasiado fácil sería traicionarla.

En este artículo se han mantenido los géneros gramaticales empleados por quien lo escribe.

8. Jürgen Habermas

Düsseldorf, Alemania, 1929. Miembro de la Escuela de Frankfurt y exponente de la teoría crítica, ha trabajado sobre los mecanismos de la comunicación y de la democracia. Obra fundamental: Teoría de la acción comunicativa (1981).

POR CRISTINA LAFONT
Es filósofa, catedrática de Filosofía de la Northwestern University de Chicago, autora de ‘Democracia sin atajos’ (Trotta).
Habermas es indudablemente un pensador de izquierdas si por ello entendemos alguien comprometido con la lucha política por la justicia social, la igualdad y la emancipación. También lo es por proceder de la tradición marxista occidental tal y como fue apropiada y transformada por la primera generación de la Escuela de Fráncfort. Sin embargo, su manera de entender la lucha política es quizás lo que más distancia su pensamiento del marxismo ortodoxo y lo que explica su compromiso inquebrantable con la democracia radical. Para Habermas, ni la teoría social es capaz de discernir la dirección histórica en la que se han de desarrollar las luchas políticas por la emancipación ni el teórico social tiene el derecho a imponer sus preferencias políticas a los afectados escudándose en una autoproclamada autoridad epistémica. Su obra ejemplifica un “giro democrático” en la medida en que la teoría crítica ya no busca defender un proyecto político particular, sino crear las condiciones sociales en las que diversos proyectos políticos pueden ser debatidos, aceptados o rechazados por los ciudadanos mismos en el ejercicio democrático de autodeterminación política. La legitimidad de las luchas políticas depende por ello de la posibilidad de un debate público inclusivo en el que los afectados puedan denunciar las injusticias y amenazas existentes de modo efectivo para persuadir al resto de la ciudadanía a que se una a su causa política. Proteger y posibilitar una esfera pública política inclusiva es la condición necesaria para toda batalla política emancipatoria, sea nacional, supranacional o global. En este momento histórico en que la democracia está gravemente amenazada en todas partes, la obra de Habermas así como sus intervenciones como intelectual público en debates políticos claves de las últimas cinco décadas ofrecen una fuente de inspiración permanente, así como herramientas teóricas indispensables para los movimientos democráticos de izquierdas contemporáneos.

9. Karl Polanyi

Viena, Austria, 1886-Pickering, Canadá, 1964. Criticó con dureza los efectos negativos del dominio de la economía independizada sobre la sociedad. Obra fundamental: La gran transformación (1944).

POR CÉSAR RENDUELES
Es sociólogo y ensayista, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, su último libro es ‘Contra la igualdad de oportunidades’ (Seix Barral).

Karl Polanyi publicó su único ensayo, La gran transformación, a punto de cumplir los 60. Generacionalmente es cercano a Gramsci o Lukács, del que fue amigo íntimo, pero su obra no empezó a recibir la atención masiva de los críticos del neoliberalismo hasta finales del siglo XX. Polanyi pensaba que la sociedad de mercado es una anomalía antropológica que ha tenido consecuencias catastróficas. Los mercados en las sociedades precapitalistas estaban sometidos a regulaciones dirigidas a contener los efectos destructivos de una competición social generalizada. La mercantilización de recursos materiales necesarios para la subsistencia humana —como la tierra, los alimentos o el agua— es históricamente insólita. De hecho, Polanyi pensaba que el proyecto del mercado libre autorregulado era una más de las utopías decimonónicas, como los falansterios. Era una utopía en el sentido de que era irrealizable, pues colisionaba con características duraderas de cualquier sociedad humana. La materialización de ese proyecto utópico requirió de monstruosas ortopedias políticas que forzaron a la gente a someterse al mercado. Por eso, Polanyi creía que no existía ninguna oposición entre mercado libre y Estado represivo: al revés, el crecimiento del Estado en el siglo XIX fue la respuesta a las necesidades del laissez-faire. Y el estallido de las tensiones acumuladas por ese proyecto quimérico habría sido la causa de la gran crisis de principios del siglo XX: guerras mundiales, autoritarismo, la Gran Depresión… Polanyi defendió que los proyectos de mercantilización producían “contramovimientos”: reacciones sociales dirigidas a recuperar la soberanía política arrebatada por el mercado y cuyo sentido político podía ser democratizador o autoritario y elitista, como en el caso del fascismo. Por todo ello, Polanyi se ha convertido en un referente a la hora de analizar tanto la restauración neoliberal de los últimos 40 años —a menudo acompañada de agresivas intervenciones estatales— como el modo en que la descomposición del neoliberalismo está degenerando en movimientos políticos neoautoritarios.

10.  Walter Benjamin

Berlín, 1892-Portbou, España, 1940. Reflexionó sobre la historia, la crítica literaria o el arte. Obra fundamental: Tesis sobre la filosofía de la historia (1940).

POR MÁRIAM MARTÍNEZ-BASCUÑÁN
Es politóloga. Es coautora de ‘Populismos’ (Alianza editorial).
Se suele mostrar a Walter Benjamin con un mosaico de ocupaciones: crítico literario, ensayista, traductor, filósofo. Hannah Arendt lo describió como ese flâneur o caminante que “sin ser poeta, pensaba poéticamente”. La dialéctica de la historia de este escritor fabuloso, marxista heterodoxo, lo hace imposible de encerrar en una sola categoría. La tensión entre lo material y el mundo de las ideas, entre el espíritu y su proyección tangible habita su obra y su pensamiento, conectados entre sí por la misma tensión poética del joven Baudelaire en su célebre poema Correspondencias: “Por allí pasa el hombre entre bosques de símbolos / que lo observan atentos con familiar mirada”. El pensador, como el rapsoda parisiense, se envuelve en la realidad fragmentada —los restos arqueológicos, la memoria de piedra de un pasado lejano— para otorgarle significados. En Benjamin, la búsqueda de sentido adquirirá, como en Arendt, un brillo metafórico inusual, aquel que le permite “en forma poética, manifestar el carácter único del mundo”.

Fue este modo de interpretar la historia, su afán por irrigar el materialismo con nociones tomadas de la teología o la mística judía, lo que lo alejó de la ortodoxia marxista. Benjamin huyó del frío cientifismo que lo reducía todo a inducir racionalmente de la infraestructura material una superestructura perfectamente objetivada en la ideología. En su lugar, propuso mirar las obras de arte con ojos sensibles, entenderlas como asideros para continuar, como niños que juegan, metiendo los pies en la arena, incluso como campos de batalla donde, a pesar de su fulgor inconsistente, también podemos leer la historia. Lejos de ser meros subproductos de las relaciones de producción, el poema, la sonata, el cuadro o la escultura aparecen tan reales como la historia misma, afirmando su naturaleza transformadora como instrumentos de emancipación de los “vencidos por la historia”. Fue el intento del que tal vez haya sido el último de los alquimistas del arte, su esfuerzo por escapar del proceso de desencantamiento del mundo al que nos abocaba el frío cientifismo marxista, un vuelo poético y del pensamiento lanzado a las masas y al mundo para fascinar de nuevo a la izquierda en tiempos de oscuridad.

El método y el jurado
La encuesta de IDEAS se realizó pidiendo a 37 expertos de diferentes ámbitos (academia, política, edición, periodismo) que eligieran a los que, a su juicio, son los diez pensadores (de cualquier época) más influyentes en la izquierda hoy en día. Los hemos ordenado en función del número de votos obtenidos.

El jurado estuvo compuesto por: Noelia Adánez, Miguel Aguilar, Jordi Amat, Meritxell Batet, Fernando Broncano, Ramón del Castillo, Caterina Da Lisca, Yolanda Díaz, Jesús Espino, Joaquín Estefanía, Soledad Gallego-Díaz, Lina Gálvez, Beatriz García, Jordi Gracia, Pablo Iglesias, Jorge Lago, Margarita León, José Moisés Martín, Laura Llevadot, Rita Maestre, Eduardo Madina, José María Maravall, Máriam Martínez-Bascuñán, Pilar Mera, Daniel Moreno, Cristina Narbona, Lluis Orriols, Joaquín Palau, Azahara Palomeque, Jaime Pastor, Clara Ramas, César Rendueles, Emmanuel Rodríguez, Clara Serra, Amelia Valcárcel, Fernando Vallespín y Remedios Zafra.

domingo, 2 de julio de 2023

_- La herencia de los romanos

_- El escritor Agustín Martínez, uno de los tres integrantes del pseudónimo Carmen Mola, ganador del premio Planeta el año 2021, escribió en la Voz de Granada hace unos días un interesante artículo con una idea que quiero compartir con mis lectores y lectoras. De la maravillosa película “La vida de Brian”, dirigida por Terry Jones y escrita por los Monty Python, rescata una secuencia en la que los miembros del partido del Frente Popular de Judea y del Frente Judaico Popular preguntaban en uno de los conciliábulos de la Jerusalén del año 33:

¿Qué han hecho los romanos por nosotros?
Tras un breve silencio, uno de los presentes responde aportando tímidamente una idea:

El acueducto.
– Ah, sí, sí, eso sí nos han dado, reconoció quien había hecho la pregunta.

Y el alcantarillado, añadió otro asistente.
Sí, dijo el primero, reconozco que el acueducto y el alcantarillado nos los han dejado los romanos. Desde otro lugar intervino alguien después de reflexionar sobre la cuestión que se había planteado:

Y las carreteras, dijo entre dientes.
Evidentemente las carreteras. Eso no hace falta mencionarlo. Pero, aparte del acueducto, del alcantarillado y de las carreteras, ¿qué nos dejaron los romanos? Pues la irrigación, la sanidad, la enseñanza, el vino, los baños públicos, el orden público…, dijo un anciano, impaciente por la lentitud de la enumeración.

– Bueno, pero aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras, los baños públicos y el orden público, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?.

Nos han dado la paz.
He repasado la secuencia varias veces. Qué ingenioso guión. Agustín Martínez, apoyándose en esa secuencia, cita algunos logros que ha dejado el gobierno de coalición y que no deberían ser olvidados ante la marea mediática y social que ha venido impulsada por descalificaciones malintencionadas de todo tipo. Y yo añadiré algunos más, aunque no podré mencionarlos todos.

Nadie puede negar que estos mentirosos romanos han elevado el salario mínimo interprofesional un 33,3 por ciento. Se decía que ese aumento iba a producir una catástrofe en el mercado laboral. Pero no ha ocurrido.

Otro logro que han conseguido los despreciables romanos es la reforma laboral, que limita la contratación temporal y que ha conseguido las mayores cifras de empleo indefinido y de cotizantes a la seguridad social de nuestra historia.

Pero también estos malvados romanos del Gobierno, han puesto en marcha el Ingreso Mínimo Vital, que permite que decenas de miles de familias no tengan que ponerse a mendigar y puedan sobrevivir con unas mínimas condiciones de dignidad.

Si seguimos preguntándonos qué más han hecho por nosotros los incompetentes romanos de Pedro Sánchez, podríamos añadir que han dado tranquilidad a más de nueve millones de pensionistas que saben que, aunque la inflación siga desbocada, no verán mermado su poder adquisitivo, ya que sus pagas se incrementarán en la misma medida que haya subido el coste de la vida

En mitad de una brutal pandemia que hizo que desplomase nuestra actividad económica, los romanos del Gobierno, fueron capaces de articular el milagro de los ERTEs y los créditos ICO, que salvaron millones de empleos y decenas de miles de empresas.

Pero no contentos con ello, los filoetarras romanos han conseguido la segunda mayor cifra de fondos europeos de todos los concedidos por la UE para la reconstrucción del país, a pesar de las arteras maniobras del Frente Popular de Judea, versión PP, para boicotear la consecución de esos fondos, porque como ya dijo uno de sus centuriones, no importa que España caiga «que ya la levantaremos nosotros».

Esos ilegítimos gobernantes romanos han conseguido el record de vacunaciones contra la COVID en el mundo occidental, aunque el líder del Frente Judaico Popular, vaticinó que necesitaríamos cuatro años para hacerlo. A día de hoy se han administrado 107 millones de dosis y se han vacunado más de 40,6 millones de españoles, lo que supone el 85,7% de la población.

A los perversos romanos también les debemos la Ley de Muerte Digna, que nos permite decidir nuestra muerte asistida de todos los alivios y cuidados paliativos médicos, así como con todos los consuelos humanos posibles, evitando el sufrimiento y manteniendo el control y la autonomía, conservando nuestra dignidad y libertad hasta el final de la existencia.

Pero es que además, estos romanos bolivarianos han hecho posible que las 400.000 empleadas de hogar, dadas de alta como tales, puedan cobrar el paro desde este mismo mes de julio.

Pues bien, podríamos añadir que la Ley de la Vivienda, que limita la subida indiscriminada del precio de los alquileres; la Ley de Educación, que bate records de becas a quienes más las necesitan y no a familias que ingresan más de 100.000 euros anuales; la Ley de Protección a la Infancia, la Ley de Bienestar Animal, o la Ley de Cambio Climático han supuesto un avance indiscutible.

La ley de memoria democrática es otro logro importante de loa romanos comunistas. Una ley que no pretende dividir sino curar, que no desea volver a la guerra sino restañar las heridas que causó. La señora Ayuso y muchos de sus corifeos dicen que el Gobierno pretende con esa ley dividir a los españoles. ¿Sí? ¿De verdad lo cree? No hay nadie que esté instalado en una división radical como ella. Los malos y los buenos. Ella es la que dice: Sánchez o España. ¿Quién divide?

La ley del sí es sí (a pesar de los efectos perniciosos laterales que, por cierto, se han corregido) y la ley trans, son leyes que han supuesto un avance en los derechos de las personas. Había otras 60 leyes esperando tramitación. Criticaba este hecho alguien de la oposición pero, claro, no dará su voto para que sea posible su tramitación manteniendo un gobierno de izquierdas.

Nuestro Frente Popular de Judea y nuestro Frente Judaico Popular, no solamente no reconocen nada de lo hecho por los malditos romanos, sino que pretenden derogar todo lo aprobado (por cierto, no se derogan las personas, se derogan las leyes) y descargan sobre ellos todo tipo de acusaciones. Dice Feijóo que revisará todas las leyes apoyadas por Bildu. ¿Aunque beneficien a todo el pueblo? Como Bildu votó a favor de la subida del salario mínimo, pues que se quede como estaba o que se baje.

Desde el primer momento tacharon al gobierno de ilegítimo porque el Presidente había mentido a los electores y las electoras. Dijo que no pactaría con Podemos ni con Bildu, ni con los independentistas catalanes. Y luego hizo lo contrario. Sí, cambió de opinión. Mariano Rajoy prometió que no iba a subir los impuestos y a los pocos días de acceder al gobierno, los subió. No hubo las mismas acusaciones de ilegitimidad. Si tan mal les han perecido los pactos con aliados indeseables, ¿por qué no les ha apoyado o se ha abstenido para sacar adelante la investidura y muchas leyes y proyectos? Eso sería coherencia.

Por otra parte le reprochan el pacto con Bildu por considerar a esa formación heredera de ETA. Pasamos media vida pidiendo y exigiendo a los etarras que dejasen las armas y que utilizasen los cauces políticos para defender sus ideas. Y, cuando abandonan las armas, dejan de matar y se integran en la democracia y sus instituciones, siguen siendo considerados asesinos. Ahora no lo son. Pero no importa. La señora Ayuso dice que ETA existe. ¿Qué atentados ha cometido desde que hace doce años se disolvió y entregó las armas? La democracia se fortalece y se enriquece incorporando a quienes la han combatido. Javier Pérez Royo, catedrático de la Universidad de Sevilla, considera un error que se hayan retirado de las listas de Bildu a los siete candidatos que tenían delitos de sangre. Lo entendía como una derrota de la democracia.

Otro ataque frontal ha sido el pacto con los independentistas catalanes. Pero, ¿qué problema tiene la derecha con ellos? ¿No pueden expresar sus ideas? Si gobiernan, veremos lo que pasa.

Y les han acusado de ser una ruina para España, de empobrecer a la ciudadanía a pesar de que los datos económicos sean positivos.

Nuestros romanos lo han hecho todo contra viento y marea. El viento de adversidades inusitadas como la pandemia, la guerra de Ucrania, la erupción de un volcán en La Palma, varias danas consecutivas… y la marea de una oposición que dice no a todo. La falta de apoyo en la pandemia, la negativa a solucionar el nombramiento del Consejo General del Poder Judicial, la crítica al gobierno en Europa, la promesa de destruir todo lo que se ha construido… A pesar de todos los pesares, los indeseables romanos nos han dejado una herencia formidable.