“Las apuestas arriesgadas definen el futuro y permiten hacerlo nuestro”
Es uno de los impulsores de edX, la plataforma 'online' que revoluciona la educación tradicional
Hace dos años consiguió la nacionalidad estadounidense y no se plantea regresar a España
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts las ideas hallan un ecosistema ideal para crecer
Desde uno de esos lugares donde se diseña el futuro hay un español que quiere cambiar el mundo. Israel Ruiz (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 1971) tiene en sus manos esa arma que tantos reconocen como poderosa pero que no muchos saben manejar: la educación. La educación desde la innovación. Como vicepresidente ejecutivo y tesorero del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) supervisa un presupuesto de 2.100 millones de euros anuales, pero sobre todo gestiona una abrumadora concentración de talento.
En solo 12 años, Ruiz ha llegado a la cúspide de una de las instituciones más prestigiosas y vanguardistas del mundo, convirtiéndose en su número dos, administrador y gestor: es, en definitiva, el alcalde del MIT, una ciudad de 30.000 personas. Cuando los terroristas del maratón de Boston asesinaron a un policía en el mismo campus del MIT, fue también el encargado de activar todo el dispositivo de emergencia, coordinar las comunicaciones y organizar la colaboración con la policía de la ciudad.
A pesar de su trayectoria y de ser el español con mayores posibilidades de impacto en la educación y la innovación a nivel global, Israel Ruiz es casi un desconocido en su país. Un campeón oculto, utilizando la terminología que se aplica a esas empresas exitosas y discretas que saben aprovechar sus oportunidades, pero resultan invisibles para el gran público. Poco le preocupa esto, y, sin embargo, sus ambiciones son enormes.
Democratizar la educación mundialmente ya suena grande, y así define la esencia de ese proyecto que puede dar un vuelco a cómo aprendemos, dónde y con quién lo hacemos. La educación digital se presenta como la última de las grandes disrupciones. Ruiz forma parte del pequeño equipo que lidera edX, la plataforma sin ánimo de lucro que surge del histórico acuerdo entre Harvard y el MIT para impulsar en Internet cursos gratuitos de nivel universitario.
La tecnología cambió la música, la fotografía, la edición de libros; cambiaron los medios, o la manufactura de industrias como el acero, y ahora le llega el turno a la educación. Donde algunos ven riesgos y problemas, otros ven oportunidades. Es la misma filosofía vital que en su último año en la Politécnica de Cataluña, antes de graduarse como ingeniero industrial, le llevó a trabajar a Nissan en busca de la “vida real” que la universidad no le ofrecía; la que le llevó a escuchar a su mentor y jefe para volar, viajar, mejorar su inglés, trabajar en Hewlett Packard y buscar, en 1999, oportunidades en ese lugar mítico para científicos, ingenieros y emprendedores que es el MIT. Allí cursó un máster y se especializó en finanzas y estrategia aplicada a empresas de tecnología. Su plan era quedarse cinco años. Pero no le iban a dejar escapar. En un ecosistema donde prima la meritocracia, a este ingeniero del barrio de Santa Eulalia le han dado mucho poder. Y, de paso, la nacionalidad estadounidense.
¿Se fue para no volver?
Mi proyecto profesional está en Estados Unidos y solo volvería por algo de impacto, con una visión internacional. Un proyecto con un nivel de escala que no veo. Y ambición. En español, esta palabra está mal vista, pero España, aun siendo un país pequeño, no tiene por qué tener ideas pequeñas, puede tenerlas ambiciosas, de futuro. Son ideas que cuestan, y aquí –la entrevista se realizó el pasado 2 de enero en Barcelona– te dicen cosas como "es una americanada”, como soñar demasiado. Soñando igual no llegas donde quieres, pero te lleva a un sitio mejor. Esto lo veo tan difícil que creo que puedo ayudar más desde donde estoy, y el impacto que tengo y las posibilidades de ejecución se magnifican en una proporción desmesurada en una región como Massachusetts. La gente buena puede tener su sitio en todas las partes del mundo, pero el nivel de escala allí es mucho mayor. Replicarlo no voy a poder hacerlo nunca, y volver, ni me lo planteo.
Se deja escapar mucho talento, más aún en época de crisis. ¿Cómo ve desde la distancia lo que está ocurriendo en España?
Hay gente con mucho talento, y una de las cosas que más valoro, aunque parezca que voy a contracorriente, es que la gente se vaya. Lo mejor que le puede pasar a España es que se entienda que hay gente muy buena. Hasta ahora, la imagen de país no existe. Se define por tres o cuatro cosas que son estereotipos. Este talento, que hasta ahora estaba cautivo, sale por las necesidades y son nuestros mejores embajadores. Ha existido una formación educativa que permite ese movimiento. El factor negativo es que el entorno no les ha ayudado aquí. Cuando miro lo que pasa en Boston y la vecina Cambridge, es increíble la concentración de talento internacional en esa región, que puedas hablar con gente en la misma sintonía, que permite que tus ideas fructifiquen, pasar de una etapa de indecisión a otra, porque la creación y la innovación necesitan unas fases, y allí se acelera por el entorno. Aquí el entorno está en algunos sitios, pero es un microcosmos.
¿Y cómo hacemos para combinar esa necesidad de talento fresco, inmediato, con la importancia de que la gente viaje, se forme, vea mundo?
Solo nos fijamos en la fuga de talentos hacia fuera y no hablamos de la importación de talentos hacia dentro. Ese es un factor clave en la competitividad española. Hasta que ese flujo sea igual o mayor que el flujo exterior, España no competirá bien. Si aquí no se dan las oportunidades de hacer cosas, se van a ir. Pero eso no es tan grave como que estemos conectados. Tener un programa para mantener conectada a esa gente con España. Es una inversión mínima. Las conexiones son internacionales, y si va pasando el tiempo, se pierden. Debemos decidir en qué vamos a ser competitivos internacionalmente y no se puede competir en el mundo global solo con el talento español. Lo que hay que hacer es crear la estructura de soporte y de conexión disciplinar, una conexión intelectual... Leer todo aquí en El País.
¿Cuáles son los cimientos del innovador? ver aquí en El País.
Fuente: El País Semanal.
domingo, 19 de enero de 2014
sábado, 18 de enero de 2014
Mondragón busca reinventarse tras la crisis de Fagor y Eroski
"La Corporación no está en riesgo. Sigue siendo un proyecto con futuro". Así lo aseguraba hace apenas dos meses Txema Gisasola, hasta ayer presidente de la Corporación Mondragón (MCC), grupo que aborda un proceso de redefinición de su futuro arrastrado por las crisis de dos de sus emblemas: Fagor Electrodomésticos y Eroski.
MCC presume de ser la primera entidad cooperativa del mundo, la mayor corporación industrial de Euskadi y la séptima de España y, sobre todo, de personificar un modelo de economía social alternativo al sistema liberal capitalista cuestionado por la crisis económica a partir de 2008.
La recesión, no obstante, no ha perdonado al grupo y le ha llevado a vivir dos hitos inéditos en sus sesenta años de andadura: la entrada de una de sus compañías -la más importante, Fagor Electrodomésticos- en concurso de acreedores; y la dimisión de su presidente.
Txema Gisasola presentó ayer su renuncia "por motivos personales" tras una gestión de sólo un año y medio marcada por el hundimiento de Fagor Electrodomésticos, la compañía que él había dirigido entre 2006 y 2012, los años en los que se precipitó su declive.
La corporación, asentada en el guipuzcoano valle del Alto Deba, agrupa a 110 cooperativas dedicadas a muy diversos sectores, que sumaron en 2012 una facturación de casi 13.000 millones de euros y emplea a más de 80.000 personas.
La agrupación, que representa el 3,2 % del PIB del País Vasco, ha basado su fortaleza en la diversificación de negocios, de manera que el músculo de sectores aún hoy muy dinámicos, como el de la automoción, le había permitido hasta ahora hacer frente a las dificultades de las áreas más afectadas por la crisis.
Sin embargo, el hundimiento de Fagor ha puesto al descubierto los límites de la capacidad solidaria de las cooperativas, después de que la Corporación denegara a esta compañía los 50 millones de euros que reclamó para hacer frente a un plan de viabilidad -había inyectado anteriormente 300 millones-, lo que condujo a la empresa de Arrasate al concurso de acreedores.
continuar leyendo en El País.
MCC presume de ser la primera entidad cooperativa del mundo, la mayor corporación industrial de Euskadi y la séptima de España y, sobre todo, de personificar un modelo de economía social alternativo al sistema liberal capitalista cuestionado por la crisis económica a partir de 2008.
La recesión, no obstante, no ha perdonado al grupo y le ha llevado a vivir dos hitos inéditos en sus sesenta años de andadura: la entrada de una de sus compañías -la más importante, Fagor Electrodomésticos- en concurso de acreedores; y la dimisión de su presidente.
Txema Gisasola presentó ayer su renuncia "por motivos personales" tras una gestión de sólo un año y medio marcada por el hundimiento de Fagor Electrodomésticos, la compañía que él había dirigido entre 2006 y 2012, los años en los que se precipitó su declive.
La corporación, asentada en el guipuzcoano valle del Alto Deba, agrupa a 110 cooperativas dedicadas a muy diversos sectores, que sumaron en 2012 una facturación de casi 13.000 millones de euros y emplea a más de 80.000 personas.
La agrupación, que representa el 3,2 % del PIB del País Vasco, ha basado su fortaleza en la diversificación de negocios, de manera que el músculo de sectores aún hoy muy dinámicos, como el de la automoción, le había permitido hasta ahora hacer frente a las dificultades de las áreas más afectadas por la crisis.
Sin embargo, el hundimiento de Fagor ha puesto al descubierto los límites de la capacidad solidaria de las cooperativas, después de que la Corporación denegara a esta compañía los 50 millones de euros que reclamó para hacer frente a un plan de viabilidad -había inyectado anteriormente 300 millones-, lo que condujo a la empresa de Arrasate al concurso de acreedores.
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¿A cuántos españoles ha expulsado la crisis? Los demógrafos discrepan sobre el número de salidas al extranjero. En algunos casos multiplican por tres la cifra oficial de 225.000. Falta un mecanismo estadístico capaz de registrarlas con rapidez
¿Y si la salida de españoles al extranjero no fuera tan masiva como la sensación que se ha extendido? Así lo plantea un estudio elaborado por Carmen González Enríquez, del Real Instituto Elcano, a partir de la información de los consulados. La investigadora apunta que solo el 2% de los residentes nacionales en el exterior son personas nacidas en España que han hecho las maletas por la crisis, apenas 39.912 personas.
Primeros emigrantes en 1957, para Belgica.
Pero, ¿y si los datos oficiales no reflejaran lo que de verdad sucede y se estuviera subestimando la emigración de nacionales? Este es el punto de vista que defiende Amparo González Ferrer, socióloga y especialista en demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Para ella el número de personas que han abandonado el país entre 2008 y 2012 —es decir, las salidas de España, no la suma de nacionales en el extranjero, como recoge el análisis anterior de su colega— está más cerca de las 700.000 personas que de las 225.000 oficiales.
La pérdida de población en España por la emigración es irrebatible a la luz de los datos. Ayer mismo, el padrón que publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE), con fecha de enero de 2013, recoge una caída de 135.538 habitantes en un año hasta los 47.129.783. Tampoco hay dudas de la magnitud de la crisis, del paro —en especial el juvenil, del 54%—, así como de los dramas humanos derivados del hundimiento de las condiciones de vida. Pero ¿en qué medida es elevada la salida de españoles por la situación económica? A este respecto existe un debate entre la comunidad investigadora por la falta de un mecanismo estadístico capaz de registrar con rapidez y eficacia la partida de nacionales.
Carmen González Enríquez, catedrática de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), se acercó a esta cuestión a raíz del debate público abierto por la cobertura informativa que se ha prestado a la partida de investigadores (la llamada fuga de cerebros) y, en general, de profesionales cualificados. Su conclusión es que la salida de ciudadanos españoles es muy reducida. “El discurso de que hay una salida masiva de personas es una afirmación exagerada y crea una alarma innecesaria”, comenta. De hecho, el fenómeno es, a su entender, tan limitado, incluso “ridículo” en número, que se pregunta “por qué no son muchos más los que deciden dar el paso de buscar mejores condiciones salariales o vitales en otros países”.
Hay otros trabajos que reflejan conclusiones similares. Por ejemplo, los últimos datos de migraciones del INE. Este informe, con registros del primer semestre de 2013, muestra cómo España pierde población y que ello se debe a su saldo migratorio negativo.
Durante los seis primeros meses del año pasado salieron del país 259.227 personas, pero en su aplastante mayoría (219.537) fueron extranjeros. Es decir, en línea con lo observado por González Enríquez, solo el 10% de las personas que abandonaron el país en el periodo analizado (26.281) son nacidos en España.
La investigadora del Instituto Elcano no pone el foco en los datos de salidas (migraciones), sino en el padrón de españoles residentes en el extranjero (PERE), un documento que confecciona el INE a partir de las inscripciones que realizan los emigrantes en las oficinas consulares. De acuerdo con estos registros, el número de españoles nativos (excluidos los nacionalizados) residentes en el exterior solo ha aumentado un 6% (39.912 personas) entre enero de 2009 y enero de 2013. Mientras en 2009 había 633.750, en 2012 eran 673.662. De ellos, 20.000 están en Europa, 7.000 en Latinoamérica y los otros 13.000 en el resto del mundo.
“Es un buen análisis”, comenta Albert Esteve, del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Tanto los datos oficiales de salidas [del INE] como los de destino [del PERE] pueden subestimar en alguna medida a la gente que sale de España y no queda registrada, pero, en general, no hablan de un gran porcentaje de gente que se va”, añade.
González Enríquez considera que la preocupación desatada por la emigración de nacionales está directamente relacionada con que la sociedad española “ha sido excepcionalmente inmóvil durante las últimas décadas”, especialmente desde que en los años setenta se puso fin a la gran ola migratoria del franquismo. Según González Enríquez, permanecer cerca de la casa familiar de padres y amigos “ha sido una prioridad para la mayoría”, lo que explica no solo las reticencias a salir del país, sino “la alarma actual” que, insiste, “no se sostiene en relación con las cifras reales”.
“La experiencia de los años sesenta pesa mucho sobre la situación actual en términos de orgullo patrio”, añade. Entonces, según comenta, no solo se produjo una salida masiva de españoles al extranjero. Además, se trataba de población rural, sin cualificar, cuyo destino era ocupar los puestos más bajos en la industria o el sector de la construcción de los países a los que acudían. Aún permanece en el imaginario colectivo, sostiene, “el recuerdo negativo” de la partida de mano de obra barata con destino al extranjero. Ahora, sin embargo, solo salen trabajadores con formación universitaria. “Para los que parten, poder desplazarse al exterior y encontrar allí trabajo es una bendición. Y con ello no perjudican a la economía española. En estos momentos, el problema es la falta de crédito, no de personal cualificado”, apunta.
La investigadora es consciente de que su trabajo da alas a las tesis gubernamentales, empeñadas en endulzar y quitar gravedad a las consecuencias (pobreza, aumento de la desigualdad, pérdida de poder adquisitivo, golpe a las expectativas vitales) que ha provocado el hundimiento económico en la sociedad española. “Sé que este tema está muy cargado políticamente, pero qué le voy a hacer”, expone. “He llegado a esta conclusión con los datos que he manejado, sin ningún prejuicio; y me he encontrado con la situación que describo”.
Esteve, por su parte, coincide en la idea de que España no se ha convertido en un país de emigración. “El grueso de la dinámica migratoria está protagonizado básicamente por extranjeros o por personas nacionalizadas de origen foráneo”, explica, tal y como ponen de manifiesto los datos del INE. Para este demógrafo del centro de la Universidad Autónoma de Barcelona, la emigración actual responde a una situación de reequilibrio después del alud de extranjeros que recibió España en la última década. “Sobre todo se trata de reajustes de inmigrantes que no se han asentado en el país. Hay algo de población española, pero no es la que lidera el grueso de la estadística migratoria”, insiste.
“La partida de población cualificada fuera de España es una lástima, es un fenómeno preocupante que personas formadas no puedan asentarse y desarrollarse profesionalmente en España; pero cuestión distinta es que esto afecte a mucha gente”, comenta. “La tarea del demógrafo y del sociólogo se centra en analizar los fenómenos y cuantificarlos”.
Estos análisis que muestran unas cifras modestas de salida de españoles se basan en los datos que ofrecen tanto el INE como el padrón de residentes en el extranjero (PERE). Pero para Amparo González Ferrer, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC estos números no sirven. No arrojan indicadores precisos a las preguntas que importan para dimensionar la emigración de nacionales: cuántos españoles se marchan y en qué momento lo hicieron.
Por un lado, porque todos los datos beben de la misma fuente: los registros consulares. Los datos de migraciones del INE o las bajas en el padrón se producen —con algo de cocina estadística a partir de otras estimaciones— si los emigrados se dan de alta en el PERE. Es decir, a Juan Pérez se le da de baja en el padrón de Sevilla —y figura como emigrante para el INE— cuando consta su alta en el consulado de Hannover (que recoge el PERE).
El problema es que ni Juan Pérez ni la mayoría de los españoles que salen del país suelen darse de alta en los consulados, por lo que González Ferrer cree que hay una bolsa fantasma de emigrantes nacionales no computados.
La investigadora del CSIC explica que para inscribirse hay que demostrar que se permanecerá en el país al menos un año, para lo que se precisa de un permiso de trabajo de un mínimo de este periodo de tiempo, una condición que no cumplen muchos de los españoles a la llegada a su nuevo destino. Pero además, el alta consular apenas conlleva beneficios (como el voto por correo) y es un trámite incómodo. Hay que desplazarse e implica la baja en el padrón en España, lo que supone la pérdida del médico de cabecera en la localidad de origen o de derechos para acceder, por ejemplo, a una vivienda de protección oficial.
Por ello, buena parte de los españoles en el extranjero solo se inscriben en el consulado si no tienen más remedio —renovar el pasaporte, inscribir a alguno de sus hijos—, lo que puede suceder al cabo de meses o años de vida en el extranjero.
González Enríquez, del Instituto Elcano, es consciente de que no todos los españoles que emigran se inscriben en las oficinas consulares. Ante el riesgo de que los datos que maneja fueran muy inferiores a los reales, comparó las cifras del PERE con las de población española de las oficinas estadísticas de Alemania, Reino Unido, Francia y Suiza (países que recogen el 76% de la emigración española en Europa). Y la conclusión es que la información de los consulados es incluso superior a las de los registros estadísticos de estos países de destino, por lo que concluye que su estudio “no infravalora el número de españoles en el extranjero”.
Pero además de la infranotificación a los consulados, Amparo González-Ferrer destaca otra cuestión por la que no concede fiabilidad a la forma oficial de medir la salida de nacionales. Los informes del PERE muestran una fotografía fija de residentes en el extranjero, es decir, el saldo (la resta) entre las altas y las bajas en los registros consulares en un momento determinado. “Con la foto fíja no ves los flujos de entrada y salida de población, que es donde está la información”, comenta. Por ejemplo, que se va la gente joven en edad de trabajar y los que regresan son jubilados.
Con la intención de tener datos precisos de la entrada de españoles en distintos países, la investigadora ha acudido a los datos oficiales de la llegada de españoles a Reino Unido (la estadística de variaciones residenciales, otra fuente que emplea el INE para actualizar el padrón) y los ha comparado con los registros británicos (solicitudes de alta en la seguridad social de Reino Unido, un trámite imprescindible). El resultado es que las cifras británicas son hasta siete veces más numerosas que los datos oficiales españoles (el mismo estudio comparado con datos alemanes multiplica por seis los datos del INE)...
Fuente: El País
Primeros emigrantes en 1957, para Belgica.
Pero, ¿y si los datos oficiales no reflejaran lo que de verdad sucede y se estuviera subestimando la emigración de nacionales? Este es el punto de vista que defiende Amparo González Ferrer, socióloga y especialista en demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Para ella el número de personas que han abandonado el país entre 2008 y 2012 —es decir, las salidas de España, no la suma de nacionales en el extranjero, como recoge el análisis anterior de su colega— está más cerca de las 700.000 personas que de las 225.000 oficiales.
La pérdida de población en España por la emigración es irrebatible a la luz de los datos. Ayer mismo, el padrón que publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE), con fecha de enero de 2013, recoge una caída de 135.538 habitantes en un año hasta los 47.129.783. Tampoco hay dudas de la magnitud de la crisis, del paro —en especial el juvenil, del 54%—, así como de los dramas humanos derivados del hundimiento de las condiciones de vida. Pero ¿en qué medida es elevada la salida de españoles por la situación económica? A este respecto existe un debate entre la comunidad investigadora por la falta de un mecanismo estadístico capaz de registrar con rapidez y eficacia la partida de nacionales.
Carmen González Enríquez, catedrática de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), se acercó a esta cuestión a raíz del debate público abierto por la cobertura informativa que se ha prestado a la partida de investigadores (la llamada fuga de cerebros) y, en general, de profesionales cualificados. Su conclusión es que la salida de ciudadanos españoles es muy reducida. “El discurso de que hay una salida masiva de personas es una afirmación exagerada y crea una alarma innecesaria”, comenta. De hecho, el fenómeno es, a su entender, tan limitado, incluso “ridículo” en número, que se pregunta “por qué no son muchos más los que deciden dar el paso de buscar mejores condiciones salariales o vitales en otros países”.
Hay otros trabajos que reflejan conclusiones similares. Por ejemplo, los últimos datos de migraciones del INE. Este informe, con registros del primer semestre de 2013, muestra cómo España pierde población y que ello se debe a su saldo migratorio negativo.
Durante los seis primeros meses del año pasado salieron del país 259.227 personas, pero en su aplastante mayoría (219.537) fueron extranjeros. Es decir, en línea con lo observado por González Enríquez, solo el 10% de las personas que abandonaron el país en el periodo analizado (26.281) son nacidos en España.
La investigadora del Instituto Elcano no pone el foco en los datos de salidas (migraciones), sino en el padrón de españoles residentes en el extranjero (PERE), un documento que confecciona el INE a partir de las inscripciones que realizan los emigrantes en las oficinas consulares. De acuerdo con estos registros, el número de españoles nativos (excluidos los nacionalizados) residentes en el exterior solo ha aumentado un 6% (39.912 personas) entre enero de 2009 y enero de 2013. Mientras en 2009 había 633.750, en 2012 eran 673.662. De ellos, 20.000 están en Europa, 7.000 en Latinoamérica y los otros 13.000 en el resto del mundo.
“Es un buen análisis”, comenta Albert Esteve, del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Tanto los datos oficiales de salidas [del INE] como los de destino [del PERE] pueden subestimar en alguna medida a la gente que sale de España y no queda registrada, pero, en general, no hablan de un gran porcentaje de gente que se va”, añade.
González Enríquez considera que la preocupación desatada por la emigración de nacionales está directamente relacionada con que la sociedad española “ha sido excepcionalmente inmóvil durante las últimas décadas”, especialmente desde que en los años setenta se puso fin a la gran ola migratoria del franquismo. Según González Enríquez, permanecer cerca de la casa familiar de padres y amigos “ha sido una prioridad para la mayoría”, lo que explica no solo las reticencias a salir del país, sino “la alarma actual” que, insiste, “no se sostiene en relación con las cifras reales”.
“La experiencia de los años sesenta pesa mucho sobre la situación actual en términos de orgullo patrio”, añade. Entonces, según comenta, no solo se produjo una salida masiva de españoles al extranjero. Además, se trataba de población rural, sin cualificar, cuyo destino era ocupar los puestos más bajos en la industria o el sector de la construcción de los países a los que acudían. Aún permanece en el imaginario colectivo, sostiene, “el recuerdo negativo” de la partida de mano de obra barata con destino al extranjero. Ahora, sin embargo, solo salen trabajadores con formación universitaria. “Para los que parten, poder desplazarse al exterior y encontrar allí trabajo es una bendición. Y con ello no perjudican a la economía española. En estos momentos, el problema es la falta de crédito, no de personal cualificado”, apunta.
La investigadora es consciente de que su trabajo da alas a las tesis gubernamentales, empeñadas en endulzar y quitar gravedad a las consecuencias (pobreza, aumento de la desigualdad, pérdida de poder adquisitivo, golpe a las expectativas vitales) que ha provocado el hundimiento económico en la sociedad española. “Sé que este tema está muy cargado políticamente, pero qué le voy a hacer”, expone. “He llegado a esta conclusión con los datos que he manejado, sin ningún prejuicio; y me he encontrado con la situación que describo”.
Esteve, por su parte, coincide en la idea de que España no se ha convertido en un país de emigración. “El grueso de la dinámica migratoria está protagonizado básicamente por extranjeros o por personas nacionalizadas de origen foráneo”, explica, tal y como ponen de manifiesto los datos del INE. Para este demógrafo del centro de la Universidad Autónoma de Barcelona, la emigración actual responde a una situación de reequilibrio después del alud de extranjeros que recibió España en la última década. “Sobre todo se trata de reajustes de inmigrantes que no se han asentado en el país. Hay algo de población española, pero no es la que lidera el grueso de la estadística migratoria”, insiste.
“La partida de población cualificada fuera de España es una lástima, es un fenómeno preocupante que personas formadas no puedan asentarse y desarrollarse profesionalmente en España; pero cuestión distinta es que esto afecte a mucha gente”, comenta. “La tarea del demógrafo y del sociólogo se centra en analizar los fenómenos y cuantificarlos”.
Estos análisis que muestran unas cifras modestas de salida de españoles se basan en los datos que ofrecen tanto el INE como el padrón de residentes en el extranjero (PERE). Pero para Amparo González Ferrer, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC estos números no sirven. No arrojan indicadores precisos a las preguntas que importan para dimensionar la emigración de nacionales: cuántos españoles se marchan y en qué momento lo hicieron.
Por un lado, porque todos los datos beben de la misma fuente: los registros consulares. Los datos de migraciones del INE o las bajas en el padrón se producen —con algo de cocina estadística a partir de otras estimaciones— si los emigrados se dan de alta en el PERE. Es decir, a Juan Pérez se le da de baja en el padrón de Sevilla —y figura como emigrante para el INE— cuando consta su alta en el consulado de Hannover (que recoge el PERE).
El problema es que ni Juan Pérez ni la mayoría de los españoles que salen del país suelen darse de alta en los consulados, por lo que González Ferrer cree que hay una bolsa fantasma de emigrantes nacionales no computados.
La investigadora del CSIC explica que para inscribirse hay que demostrar que se permanecerá en el país al menos un año, para lo que se precisa de un permiso de trabajo de un mínimo de este periodo de tiempo, una condición que no cumplen muchos de los españoles a la llegada a su nuevo destino. Pero además, el alta consular apenas conlleva beneficios (como el voto por correo) y es un trámite incómodo. Hay que desplazarse e implica la baja en el padrón en España, lo que supone la pérdida del médico de cabecera en la localidad de origen o de derechos para acceder, por ejemplo, a una vivienda de protección oficial.
Por ello, buena parte de los españoles en el extranjero solo se inscriben en el consulado si no tienen más remedio —renovar el pasaporte, inscribir a alguno de sus hijos—, lo que puede suceder al cabo de meses o años de vida en el extranjero.
González Enríquez, del Instituto Elcano, es consciente de que no todos los españoles que emigran se inscriben en las oficinas consulares. Ante el riesgo de que los datos que maneja fueran muy inferiores a los reales, comparó las cifras del PERE con las de población española de las oficinas estadísticas de Alemania, Reino Unido, Francia y Suiza (países que recogen el 76% de la emigración española en Europa). Y la conclusión es que la información de los consulados es incluso superior a las de los registros estadísticos de estos países de destino, por lo que concluye que su estudio “no infravalora el número de españoles en el extranjero”.
Pero además de la infranotificación a los consulados, Amparo González-Ferrer destaca otra cuestión por la que no concede fiabilidad a la forma oficial de medir la salida de nacionales. Los informes del PERE muestran una fotografía fija de residentes en el extranjero, es decir, el saldo (la resta) entre las altas y las bajas en los registros consulares en un momento determinado. “Con la foto fíja no ves los flujos de entrada y salida de población, que es donde está la información”, comenta. Por ejemplo, que se va la gente joven en edad de trabajar y los que regresan son jubilados.
Con la intención de tener datos precisos de la entrada de españoles en distintos países, la investigadora ha acudido a los datos oficiales de la llegada de españoles a Reino Unido (la estadística de variaciones residenciales, otra fuente que emplea el INE para actualizar el padrón) y los ha comparado con los registros británicos (solicitudes de alta en la seguridad social de Reino Unido, un trámite imprescindible). El resultado es que las cifras británicas son hasta siete veces más numerosas que los datos oficiales españoles (el mismo estudio comparado con datos alemanes multiplica por seis los datos del INE)...
Fuente: El País
viernes, 17 de enero de 2014
Reflexión amarga con motivo de la muerte de Mandela
Joaquim Sempere
Mientras tanto electrónico
Llama la atención la doble cara del legado político de Nelson Mandela. Por una parte, la derrota del apartheid y la implantación de un régimen de libertades políticas sin distinciones étnicas —una persona, un voto—, mediante un proceso casi totalmente pacífico y marcado por la altura moral excepcional del principal promotor del proceso: Nelson Mandela. Por otra parte, no sólo la pervivencia de la pobreza y de las desigualdades, sino su acentuación. Salvo la emergencia de una nueva clase media negra, el panorama social sólo ha variado substancialmente para empeorar.
Para entenderlo basta con leer el capítulo 10 de La doctrina del shock, de Naomi Klein. En treinta páginas se condensa convincentemente qué ocurrió para que el programa del CNA con el que éste ganó las elecciones de 1994 quedara completamente anulado en sus facetas económico-sociales. Ese programa se inspiraba en la Carta de la Libertad (Freedom Charter), aprobada en una asamblea de 1955 en Kliptown a la que asistieron unos tres mil activistas y donde se sintetizaban las demandas populares recogidas durante meses por unos 50.000 voluntarios que recorrieron pueblos y ciudades de todo el país. La Carta contenía no sólo el fin del apartheid y la implantación del sufragio universal y los derechos humanos, sino también un programa económico-social de nacionalización de la banca, las minas, los servicios públicos y de distribución de la tierra.
La clave del asunto, según Naomi Klein, está en que las negociaciones a las que se dio más importancia y visibilidad mediática fueron las que tuvieron lugar entre Mandela y De Klerk en torno al modelo político. Mandela logró salirse con la suya e impuso su modelo democrático no racista. Pero mientras tanto, entre bambalinas y lejos de los focos, se cocinaban las decisiones sobre el sistema económico en el clima de hegemonía neoliberal entonces ya imperante en el mundo. Las presiones del FMI, el GATT (luego OMC) y de los movimientos de capitales consiguieron anular todos los proyectos contenidos en la Carta de la Libertad. Veinte años después ni siquiera se han logrado las conquistas en materia de enseñanza y sanidad previstas, y la separación de clases no ha cesado de profundizarse. Naomi Klein subraya la escasa atención que el conjunto de la organización del CNA prestó a aquellas negociaciones. Sólo conociendo cómo se coció aquella peculiar transición puede entenderse la frustración en la que desembocó.
La celebración de la magnanimidad, de la grandeza de alma, que Desmond Tutu atribuye como principal virtud a nuestro héroe, es un espectáculo reconfortante. Indica que todavía hay un terreno moral de confluencia en torno a ciertas conductas políticas —aunque haya que descontar la hipocresía, “ese homenaje que el vicio rinde a la virtud”, de muchos de los que hoy le elogian—. La capacidad para ponerse en el lugar del otro —y en particular cuando el otro ha sido un opresor brutal— y para mostrar una generosidad que acaba suscitando en ese otro el respeto y un cierto nivel de arrepentimiento, son una herencia moral de Nelson Mandela que, por sí sola, tiene un valor incondicional. Nos permite pensar que la humanidad puede alcanzar cimas morales elevadas, y esto por sí solo da sentido a mucho de lo que hacemos, aunque esas cimas convivan con abismos de perversión. Pero inmediatamente después de pensar esto nos embarga de nuevo el espanto de ver hasta qué punto la maldad sigue encontrando vías retorcidas para neutralizar la bondad alcanzada.
Durante los dos primeros años de gobierno del CNA se construyeron más de cien mil viviendas para las personas pobres y se realizaron millones de conexiones en hogares privados con las redes de agua, electricidad y teléfono. Pero abrumado por la deuda y presionado internacionalmente para privatizar esos servicios, el gobierno pronto empezó a subir sus precios. Tras una década de gobierno del CNA, millones de personas han visto interrumpidos sus recién conectados servicios de suministro de agua y electricidad por impago de las facturas. Las minas, la banca y los monopolios que —siguiendo las orientaciones de la Carta de la Libertad asumidas como programa electoral por el CNA— debían ser nacionalizadas, siguieron en manos de las mismas compañías privadas. La propiedad de la tierra estaba en 2006 en un 70% en manos de los mismos propietarios blancos de siempre, que constituían el 10% de la población. Un dato resume la situación sanitaria del país: entre 1990 y 2006 la esperanza de vida de los sudafricanos había descendido en trece años (aunque a los factores sociales haya que añadir la difusión del sida).
La clave de esa evolución fue la tremenda presión a que fue sometido el nuevo gobierno implantado tras las primeras elecciones libres por parte del poder financiero, del país y de fuera, para que aceptara la libertad de movimiento de los capitales, la prohibición de ventajas a la industria nacional, la renuncia a la reforma agraria, el pago de una deuda exterior enorme contraída por los últimos gobiernos del apartheid, pago que dejaba exhaustas las arcas estatales, etc. “Al nuevo gobierno se le dio las llaves de la casa pero no la combinación de la caja fuerte”, dice Klein.
Según los testimonios recogidos por Naomi Klein, los acuerdos políticos arrancados a los blancos por el gobierno del CNA fueron un éxito, pero mientras tanto se imponían compromisos económicos leoninos al nuevo gobierno por parte de la oligarquía blanca del país y las entidades supranacionales. Hasta llegó a remitirse el programa económico del CNA a Harry Oppenheimer (expresidente de las gigantes mineras Anglo-American y De Beers) para que éste diera su visto bueno, tratando de evitar shocks de los mercados.
No es nada fácil juzgar las decisiones de los nuevos dirigentes. Las presiones se ejercían en forma de caída en las bolsas de los valores sudafricanos, huida de capitales y chantajes económicos. Pero además el desenlace de la fuerte tensión social podía llevar a un baño de sangre. Como recuerda uno de los líderes del CNA, William Gumede, Sudáfrica corrió el riesgo real de guerra civil durante todo el periodo de transición. Los pobladores de los townships vivían aterrorizados por bandas armadas del Partido Nacional, la policía seguía practicando matanzas, numerosos dirigentes negros eran asesinados. Chris Hani, un militante joven que muchos veían como el sucesor de Mandela, murió bajo los tiros de un asesino racista.
Estas fueron las circunstancias de aquella particular transición. Si hoy el panorama social de Sudáfrica es el que es, se debe a la interferencia brutal de la oligarquía nacional e internacional del dinero. Los nuevos dirigentes del país no se arriesgaron a resistir por la fuerza, temiendo un baño de sangre. Vivieron, además, en pleno apogeo del neoliberalismo, que les fue impuesto con toda clase de amenazas y chantajes. Esta es la otra parte de la historia, la que no se ha contado, la que pone en evidencia la dictadura del gran capital financiero sobre los pueblos de la Tierra. Todo ello pone en evidencia la hipocresía política y mediática con que se ha manipulado un homenaje más que merecido. No es aventurado pensar que si Mandela hubiera optado por resistir, hoy sería demonizado como terrorista (Thatcher ya le endosó este epíteto en su momento) en vez de celebrado como humanista de gran altura moral.
Fuente: http://www.mientrastanto.org/boletin-120/notas/reflexion-amarga-con-motivo-de-la-muerte-de-mandela
Mientras tanto electrónico
Llama la atención la doble cara del legado político de Nelson Mandela. Por una parte, la derrota del apartheid y la implantación de un régimen de libertades políticas sin distinciones étnicas —una persona, un voto—, mediante un proceso casi totalmente pacífico y marcado por la altura moral excepcional del principal promotor del proceso: Nelson Mandela. Por otra parte, no sólo la pervivencia de la pobreza y de las desigualdades, sino su acentuación. Salvo la emergencia de una nueva clase media negra, el panorama social sólo ha variado substancialmente para empeorar.
Para entenderlo basta con leer el capítulo 10 de La doctrina del shock, de Naomi Klein. En treinta páginas se condensa convincentemente qué ocurrió para que el programa del CNA con el que éste ganó las elecciones de 1994 quedara completamente anulado en sus facetas económico-sociales. Ese programa se inspiraba en la Carta de la Libertad (Freedom Charter), aprobada en una asamblea de 1955 en Kliptown a la que asistieron unos tres mil activistas y donde se sintetizaban las demandas populares recogidas durante meses por unos 50.000 voluntarios que recorrieron pueblos y ciudades de todo el país. La Carta contenía no sólo el fin del apartheid y la implantación del sufragio universal y los derechos humanos, sino también un programa económico-social de nacionalización de la banca, las minas, los servicios públicos y de distribución de la tierra.
La clave del asunto, según Naomi Klein, está en que las negociaciones a las que se dio más importancia y visibilidad mediática fueron las que tuvieron lugar entre Mandela y De Klerk en torno al modelo político. Mandela logró salirse con la suya e impuso su modelo democrático no racista. Pero mientras tanto, entre bambalinas y lejos de los focos, se cocinaban las decisiones sobre el sistema económico en el clima de hegemonía neoliberal entonces ya imperante en el mundo. Las presiones del FMI, el GATT (luego OMC) y de los movimientos de capitales consiguieron anular todos los proyectos contenidos en la Carta de la Libertad. Veinte años después ni siquiera se han logrado las conquistas en materia de enseñanza y sanidad previstas, y la separación de clases no ha cesado de profundizarse. Naomi Klein subraya la escasa atención que el conjunto de la organización del CNA prestó a aquellas negociaciones. Sólo conociendo cómo se coció aquella peculiar transición puede entenderse la frustración en la que desembocó.
La celebración de la magnanimidad, de la grandeza de alma, que Desmond Tutu atribuye como principal virtud a nuestro héroe, es un espectáculo reconfortante. Indica que todavía hay un terreno moral de confluencia en torno a ciertas conductas políticas —aunque haya que descontar la hipocresía, “ese homenaje que el vicio rinde a la virtud”, de muchos de los que hoy le elogian—. La capacidad para ponerse en el lugar del otro —y en particular cuando el otro ha sido un opresor brutal— y para mostrar una generosidad que acaba suscitando en ese otro el respeto y un cierto nivel de arrepentimiento, son una herencia moral de Nelson Mandela que, por sí sola, tiene un valor incondicional. Nos permite pensar que la humanidad puede alcanzar cimas morales elevadas, y esto por sí solo da sentido a mucho de lo que hacemos, aunque esas cimas convivan con abismos de perversión. Pero inmediatamente después de pensar esto nos embarga de nuevo el espanto de ver hasta qué punto la maldad sigue encontrando vías retorcidas para neutralizar la bondad alcanzada.
Durante los dos primeros años de gobierno del CNA se construyeron más de cien mil viviendas para las personas pobres y se realizaron millones de conexiones en hogares privados con las redes de agua, electricidad y teléfono. Pero abrumado por la deuda y presionado internacionalmente para privatizar esos servicios, el gobierno pronto empezó a subir sus precios. Tras una década de gobierno del CNA, millones de personas han visto interrumpidos sus recién conectados servicios de suministro de agua y electricidad por impago de las facturas. Las minas, la banca y los monopolios que —siguiendo las orientaciones de la Carta de la Libertad asumidas como programa electoral por el CNA— debían ser nacionalizadas, siguieron en manos de las mismas compañías privadas. La propiedad de la tierra estaba en 2006 en un 70% en manos de los mismos propietarios blancos de siempre, que constituían el 10% de la población. Un dato resume la situación sanitaria del país: entre 1990 y 2006 la esperanza de vida de los sudafricanos había descendido en trece años (aunque a los factores sociales haya que añadir la difusión del sida).
La clave de esa evolución fue la tremenda presión a que fue sometido el nuevo gobierno implantado tras las primeras elecciones libres por parte del poder financiero, del país y de fuera, para que aceptara la libertad de movimiento de los capitales, la prohibición de ventajas a la industria nacional, la renuncia a la reforma agraria, el pago de una deuda exterior enorme contraída por los últimos gobiernos del apartheid, pago que dejaba exhaustas las arcas estatales, etc. “Al nuevo gobierno se le dio las llaves de la casa pero no la combinación de la caja fuerte”, dice Klein.
Según los testimonios recogidos por Naomi Klein, los acuerdos políticos arrancados a los blancos por el gobierno del CNA fueron un éxito, pero mientras tanto se imponían compromisos económicos leoninos al nuevo gobierno por parte de la oligarquía blanca del país y las entidades supranacionales. Hasta llegó a remitirse el programa económico del CNA a Harry Oppenheimer (expresidente de las gigantes mineras Anglo-American y De Beers) para que éste diera su visto bueno, tratando de evitar shocks de los mercados.
No es nada fácil juzgar las decisiones de los nuevos dirigentes. Las presiones se ejercían en forma de caída en las bolsas de los valores sudafricanos, huida de capitales y chantajes económicos. Pero además el desenlace de la fuerte tensión social podía llevar a un baño de sangre. Como recuerda uno de los líderes del CNA, William Gumede, Sudáfrica corrió el riesgo real de guerra civil durante todo el periodo de transición. Los pobladores de los townships vivían aterrorizados por bandas armadas del Partido Nacional, la policía seguía practicando matanzas, numerosos dirigentes negros eran asesinados. Chris Hani, un militante joven que muchos veían como el sucesor de Mandela, murió bajo los tiros de un asesino racista.
Estas fueron las circunstancias de aquella particular transición. Si hoy el panorama social de Sudáfrica es el que es, se debe a la interferencia brutal de la oligarquía nacional e internacional del dinero. Los nuevos dirigentes del país no se arriesgaron a resistir por la fuerza, temiendo un baño de sangre. Vivieron, además, en pleno apogeo del neoliberalismo, que les fue impuesto con toda clase de amenazas y chantajes. Esta es la otra parte de la historia, la que no se ha contado, la que pone en evidencia la dictadura del gran capital financiero sobre los pueblos de la Tierra. Todo ello pone en evidencia la hipocresía política y mediática con que se ha manipulado un homenaje más que merecido. No es aventurado pensar que si Mandela hubiera optado por resistir, hoy sería demonizado como terrorista (Thatcher ya le endosó este epíteto en su momento) en vez de celebrado como humanista de gran altura moral.
Fuente: http://www.mientrastanto.org/boletin-120/notas/reflexion-amarga-con-motivo-de-la-muerte-de-mandela
jueves, 16 de enero de 2014
¿Ilegal o parte de la cultura? El trabajo infantil divide a Bolivia
Veronica Smink BBC Mundo, Cono Sur
Se estima que 850.000 niños y adolescentes trabajan en Bolivia.
¿Deben o no deben trabajar los niños? Esa es la pregunta que tratan de responder por estos días los legisladores en Bolivia, país que está inmerso en una polémica sobre el trabajo infantil en la que hasta el presidente Evo Morales ha terciado diciendo que, por razones culturales, los menores deben trabajar para desarrollar "conciencia social", pese a que contraviene convenios internacionales suscritos por el país.
Se trata de un problema regional, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en América Latina y el Caribe 13 millones de niños forman parte de la fuerza laboral.
A pesar de que en 1973 el organismo adoptó un convenio que prohibió que los menores de 14 años trabajen, en muchos países que son miembros de la organización es muy común ver a menores empleados.
Tal es el caso de Bolivia, donde el 28% de los chicos de entre cinco y 17 años trabaja, según datos de la Defensoría del Pueblo. Si bien el país ratificó el convenio de la OIT en 1997, aún hay muchos que se resisten a imponer por ley una edad mínima para trabajar.
A fines de 2013, un grupo de niños y adolescentes trabajadores protestó frente a la Asamblea Legislativa luego que la Cámara de Diputados aprobara el llamado Código Niña, Niño, Adolescente, que ratifica los 14 años como la edad mínima para trabajar y establece un plan para erradicar el empleo infantil.
La protesta, que fue reprimida por la policía con gases, generó una polémica que llevó al Senado a suspender el debate del Código hasta mediados de enero y a convocar una reunión con los menores, que forman parte de la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Unatsbo), una organización que agrupa a más de 10 mil chicos.
Empleo infantil en Bolivia
850.000 niños y adolescentes trabajan
87% desempeña oficios considerados peligrosos como la zafra y la minería
77% no recibe sueldo porque ayuda a la familia
(Fuente: Defensoría del Pueblo de Bolivia)
Esta semana, representantes de la Unatsbo fueron recibidos por la presidenta del Senado, Gabriela Montaño, a quien le solicitaron que no se ponga límite de edad para el trabajo independiente (como la venta callejera o el cuidado de vehículos) y se establezcan los 12 años como la edad mínima para el trabajo en relación de dependencia.
El propio presidente Evo Morales terció a favor de los menores, expresando su rechazo a imponer un límite de edad en el nuevo Código.
"Mi experiencia, mi posición: no debería eliminarse el trabajo de niñas, niños y adolescentes, pero tampoco deberían explotar o incitarlos a trabajar. Algunos trabajan por necesidad, pero además eliminar el trabajo de niños es como eliminar que tengan conciencia social", afirmó el mandatario tras reunirse con los jóvenes de la Unatsbo unos días antes de Navidad.
"En las áreas rurales, desde el momento en que se aprende a caminar uno ya presta un servicio a la familia. No es explotación, es sacrificado pero eso es vivencia misma", agregó el mandatario.
Cuestión cultural
Históricamente, el tema del trabajo infantil ha generado polémica en Bolivia y otros países andinos, como Perú, donde muchos creen que es normal que los niños colaboren desde pequeños con las tareas del hogar y ayuden a mantener a su familia.
"En esta región los niños son considerados parte activa de la sociedad y de la economía familiar y desde pequeños cumplen un rol en la comunidad", explicó a BBC Mundo una vocera de la oficina andina de Save The Children, una de varias ONG dedicada a promover los derechos de los niños que no considera que toda forma de trabajo infantil sea explotación.
Lo mismo piensa el presidente Morales, quien cree que el foco debería estar puesto en erradicar las prácticas abusivas de empleo infantil y no todo el trabajo realizado por menores.
El mandatario incluso ha resaltado varias veces su propia historia de vida, recordando cómo ayudaba a su familia a los seis años vendiendo helados, y también usó el ejemplo de sus propios hijos para recalcar los efectos beneficiosos que puede traer el trabajo para los niños y adolescentes.
Contó que envió a sus hijos Eva Liz, de 19 años, y Álvaro, de 17, a pastear llamas en los arenales de su pueblo natal, Orinoca, en el departamento de Oruro, para que aprendan sobre los orígenes de su padre.
"Un poco que conozcan cómo se vive y viven todavía, se trata de eso, no es un castigo, sino que conozcan", afirmó, tras admitir que sus hijos se habían quejado por tener que cumplir con esa tarea.
Los niños que piden trabajar
Pero mientras que los hijos de Morales se quejaron, otros niños reclaman el derecho de poder trabajar.
Por eso, en los últimos años en la región andina surgieron una serie de movimientos de niños trabajadores, como la Unatsbo, que funcionan como sindicatos de menores.
Según ellos, establecer límites de edad para el trabajo infantil no lo erradicará, sino que generará mayor trabajo clandestino.
Sin embargo la OIT rechaza este tipo de argumento.
"El Ministerio de Trabajo y los sistemas de protección de los niños son los responsables de realizar inspecciones y evitar el trabajo clandestino", dijo a BBC Mundo Guillermo Dema, especialista en trabajo infantil de la oficina regional de la OIT.
Según Dema, los argumentos que se utilizan para justificar el empleo infantil son similares a los que se planteaban en el pasado para rechazar la abolición de la esclavitud.
"Dicen que limitar el empleo infantil perjudicará a los niños así como antes decían que si se liberaba a los esclavos morirían de hambre, y que era mejor concentrarse en garantizar la calidad de su empleo", afirmó.
El especialista también consideró "una excusa" el tema cultural, afirmando que en los países del norte también se consideraba una práctica normal y aceptada que los niños trabajasen en siglos pasados.
Además, señaló que otros países andinos, como Colombia, Perú y Ecuador, han trabajado para abolir el empleo infantil, por lo que no se trata de una polémica regional.
"Trampa perversa"
Para Dema, el trabajo infantil es "una trampa perversa que perpetúa la pobreza y la exclusión social".
"El límite de edad de 14 años se impone para que los niños se concentren en su educación, que es la única forma en la que podrán salir de la pobreza", afirmó.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) solo el 2,5% de los niños que trabajan viven en condiciones de extrema pobreza.
Pero, ¿qué pasa con aquellos niños que trabajan por necesidad, como señaló Morales? Después de todo, Bolivia es uno de los países más pobres de Sudamérica y muchos menores trabajan para poder subsistir.
Según el funcionario de la OIT, la solución pasa por priorizar los recursos de otra manera.
"Honduras y Nicaragua lograron reducir el empleo infantil, a pesar de no ser países ricos", ejemplificó Dema.
Para el experto, es responsabilidad del Estado garantizar el derecho a la educación.
"Una nación que no apuesta por la educación y depende de la contribución del trabajo de los niños para su desarrollo es un país no está estableciendo bien sus prioridades", criticó.
La Asamblea Nacional de Bolivia anunció que se crearán dos comisiones para estudiar posibles ajustes al Código Niña, Niño y Adolescente.
Si Bolivia decidiera eliminar o reducir la edad mínima para el empleo infantil quedaría en violación de varios tratados internacionales que subscribió, entre ellos el de la OIT.
Fuente: BBC.
Se estima que 850.000 niños y adolescentes trabajan en Bolivia.
¿Deben o no deben trabajar los niños? Esa es la pregunta que tratan de responder por estos días los legisladores en Bolivia, país que está inmerso en una polémica sobre el trabajo infantil en la que hasta el presidente Evo Morales ha terciado diciendo que, por razones culturales, los menores deben trabajar para desarrollar "conciencia social", pese a que contraviene convenios internacionales suscritos por el país.
Se trata de un problema regional, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en América Latina y el Caribe 13 millones de niños forman parte de la fuerza laboral.
A pesar de que en 1973 el organismo adoptó un convenio que prohibió que los menores de 14 años trabajen, en muchos países que son miembros de la organización es muy común ver a menores empleados.
Tal es el caso de Bolivia, donde el 28% de los chicos de entre cinco y 17 años trabaja, según datos de la Defensoría del Pueblo. Si bien el país ratificó el convenio de la OIT en 1997, aún hay muchos que se resisten a imponer por ley una edad mínima para trabajar.
A fines de 2013, un grupo de niños y adolescentes trabajadores protestó frente a la Asamblea Legislativa luego que la Cámara de Diputados aprobara el llamado Código Niña, Niño, Adolescente, que ratifica los 14 años como la edad mínima para trabajar y establece un plan para erradicar el empleo infantil.
La protesta, que fue reprimida por la policía con gases, generó una polémica que llevó al Senado a suspender el debate del Código hasta mediados de enero y a convocar una reunión con los menores, que forman parte de la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Unatsbo), una organización que agrupa a más de 10 mil chicos.
Empleo infantil en Bolivia
850.000 niños y adolescentes trabajan
87% desempeña oficios considerados peligrosos como la zafra y la minería
77% no recibe sueldo porque ayuda a la familia
(Fuente: Defensoría del Pueblo de Bolivia)
Esta semana, representantes de la Unatsbo fueron recibidos por la presidenta del Senado, Gabriela Montaño, a quien le solicitaron que no se ponga límite de edad para el trabajo independiente (como la venta callejera o el cuidado de vehículos) y se establezcan los 12 años como la edad mínima para el trabajo en relación de dependencia.
El propio presidente Evo Morales terció a favor de los menores, expresando su rechazo a imponer un límite de edad en el nuevo Código.
"Mi experiencia, mi posición: no debería eliminarse el trabajo de niñas, niños y adolescentes, pero tampoco deberían explotar o incitarlos a trabajar. Algunos trabajan por necesidad, pero además eliminar el trabajo de niños es como eliminar que tengan conciencia social", afirmó el mandatario tras reunirse con los jóvenes de la Unatsbo unos días antes de Navidad.
"En las áreas rurales, desde el momento en que se aprende a caminar uno ya presta un servicio a la familia. No es explotación, es sacrificado pero eso es vivencia misma", agregó el mandatario.
Cuestión cultural
Históricamente, el tema del trabajo infantil ha generado polémica en Bolivia y otros países andinos, como Perú, donde muchos creen que es normal que los niños colaboren desde pequeños con las tareas del hogar y ayuden a mantener a su familia.
"En esta región los niños son considerados parte activa de la sociedad y de la economía familiar y desde pequeños cumplen un rol en la comunidad", explicó a BBC Mundo una vocera de la oficina andina de Save The Children, una de varias ONG dedicada a promover los derechos de los niños que no considera que toda forma de trabajo infantil sea explotación.
Lo mismo piensa el presidente Morales, quien cree que el foco debería estar puesto en erradicar las prácticas abusivas de empleo infantil y no todo el trabajo realizado por menores.
El mandatario incluso ha resaltado varias veces su propia historia de vida, recordando cómo ayudaba a su familia a los seis años vendiendo helados, y también usó el ejemplo de sus propios hijos para recalcar los efectos beneficiosos que puede traer el trabajo para los niños y adolescentes.
Contó que envió a sus hijos Eva Liz, de 19 años, y Álvaro, de 17, a pastear llamas en los arenales de su pueblo natal, Orinoca, en el departamento de Oruro, para que aprendan sobre los orígenes de su padre.
"Un poco que conozcan cómo se vive y viven todavía, se trata de eso, no es un castigo, sino que conozcan", afirmó, tras admitir que sus hijos se habían quejado por tener que cumplir con esa tarea.
Los niños que piden trabajar
Pero mientras que los hijos de Morales se quejaron, otros niños reclaman el derecho de poder trabajar.
Por eso, en los últimos años en la región andina surgieron una serie de movimientos de niños trabajadores, como la Unatsbo, que funcionan como sindicatos de menores.
Según ellos, establecer límites de edad para el trabajo infantil no lo erradicará, sino que generará mayor trabajo clandestino.
Sin embargo la OIT rechaza este tipo de argumento.
"El Ministerio de Trabajo y los sistemas de protección de los niños son los responsables de realizar inspecciones y evitar el trabajo clandestino", dijo a BBC Mundo Guillermo Dema, especialista en trabajo infantil de la oficina regional de la OIT.
Según Dema, los argumentos que se utilizan para justificar el empleo infantil son similares a los que se planteaban en el pasado para rechazar la abolición de la esclavitud.
"Dicen que limitar el empleo infantil perjudicará a los niños así como antes decían que si se liberaba a los esclavos morirían de hambre, y que era mejor concentrarse en garantizar la calidad de su empleo", afirmó.
El especialista también consideró "una excusa" el tema cultural, afirmando que en los países del norte también se consideraba una práctica normal y aceptada que los niños trabajasen en siglos pasados.
Además, señaló que otros países andinos, como Colombia, Perú y Ecuador, han trabajado para abolir el empleo infantil, por lo que no se trata de una polémica regional.
"Trampa perversa"
Para Dema, el trabajo infantil es "una trampa perversa que perpetúa la pobreza y la exclusión social".
"El límite de edad de 14 años se impone para que los niños se concentren en su educación, que es la única forma en la que podrán salir de la pobreza", afirmó.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) solo el 2,5% de los niños que trabajan viven en condiciones de extrema pobreza.
Pero, ¿qué pasa con aquellos niños que trabajan por necesidad, como señaló Morales? Después de todo, Bolivia es uno de los países más pobres de Sudamérica y muchos menores trabajan para poder subsistir.
Según el funcionario de la OIT, la solución pasa por priorizar los recursos de otra manera.
"Honduras y Nicaragua lograron reducir el empleo infantil, a pesar de no ser países ricos", ejemplificó Dema.
Para el experto, es responsabilidad del Estado garantizar el derecho a la educación.
"Una nación que no apuesta por la educación y depende de la contribución del trabajo de los niños para su desarrollo es un país no está estableciendo bien sus prioridades", criticó.
La Asamblea Nacional de Bolivia anunció que se crearán dos comisiones para estudiar posibles ajustes al Código Niña, Niño y Adolescente.
Si Bolivia decidiera eliminar o reducir la edad mínima para el empleo infantil quedaría en violación de varios tratados internacionales que subscribió, entre ellos el de la OIT.
Fuente: BBC.
miércoles, 15 de enero de 2014
Juan Carlos Izpisúa deja la ciencia en España por falta de apoyo
El referente mundial en investigación dimite como director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona por falta de soportes políticos y financieros. La institución se vacía de contenido.
Leer más aquí.
Telegrama enviado a Juan Carlos Izpisúa por Miguel Ángel Aguilar:
Leer más aquí.
Telegrama enviado a Juan Carlos Izpisúa por Miguel Ángel Aguilar:
ABC. Con esta ley se seguirá abortando igual, solo que las ricas lo harán con garantías y en el extranjero y las pobres en una carnicera mesa de cocina. Ya hemos vivido eso
Nunca pensé que me tocaría volver a discutir este tema desde tan abajo. Creí que ese nivel básico de debate estaba superado, que era una obviedad, un logro civil comúnmente aceptado. Ese fue mi primer error: todo avance colectivo puede verse amenazado por un impulso reaccionario; no se debe bajar jamás la guardia.
Así que heme aquí volviendo a teclear, 30 años después, el mismo abecedario elemental sobre el aborto. Y así, repetiré que nadie está a favor del aborto: es siempre un horror, una pena, un trauma. Y, desde luego, no es un método anticonceptivo; de hecho, debemos fomentar por todos los medios el acceso a los anticonceptivos para minimizar los embarazos no deseados (por cierto: a veces quienes más protestan contra el aborto son también los más reticentes a la contracepción). De lo que estamos a favor es de una ley justa que permita el acceso igualitario a una intervención que, además de penosa, puede ser peligrosa. Es evidente que hay grandes desigualdades sociales y culturales; hay personas desprotegidas que no conocen bien los métodos anticonceptivos o no tienen acceso a ellos: por dinero, por prejuicio social, por imposición familiar. Y ni siquiera usando un método adecuado se está a salvo de un fallo: el condón, por ejemplo, solo tiene un 98% de efectividad. Por no hablar de la crueldad de no contemplar la malformación del feto como causa suficiente. Como dice Mónica Arango, del Centro de Derechos Reproductivos, desde 1994 más de 30 países del mundo han liberalizado sus leyes de aborto. El retrógrado proyecto de Gallardón (contestado incluso desde el PP) nos descolgaría del entorno europeo y nos dejaría al nivel de la ultracatólica Polonia y de Malta. Con esta ley se seguirá abortando igual, solo que las ricas lo harán con garantías y en el extranjero y las pobres en una carnicera mesa de cocina. Ya hemos vivido eso.
Fuente: Rosa Montero. El País.
Así que heme aquí volviendo a teclear, 30 años después, el mismo abecedario elemental sobre el aborto. Y así, repetiré que nadie está a favor del aborto: es siempre un horror, una pena, un trauma. Y, desde luego, no es un método anticonceptivo; de hecho, debemos fomentar por todos los medios el acceso a los anticonceptivos para minimizar los embarazos no deseados (por cierto: a veces quienes más protestan contra el aborto son también los más reticentes a la contracepción). De lo que estamos a favor es de una ley justa que permita el acceso igualitario a una intervención que, además de penosa, puede ser peligrosa. Es evidente que hay grandes desigualdades sociales y culturales; hay personas desprotegidas que no conocen bien los métodos anticonceptivos o no tienen acceso a ellos: por dinero, por prejuicio social, por imposición familiar. Y ni siquiera usando un método adecuado se está a salvo de un fallo: el condón, por ejemplo, solo tiene un 98% de efectividad. Por no hablar de la crueldad de no contemplar la malformación del feto como causa suficiente. Como dice Mónica Arango, del Centro de Derechos Reproductivos, desde 1994 más de 30 países del mundo han liberalizado sus leyes de aborto. El retrógrado proyecto de Gallardón (contestado incluso desde el PP) nos descolgaría del entorno europeo y nos dejaría al nivel de la ultracatólica Polonia y de Malta. Con esta ley se seguirá abortando igual, solo que las ricas lo harán con garantías y en el extranjero y las pobres en una carnicera mesa de cocina. Ya hemos vivido eso.
Fuente: Rosa Montero. El País.
martes, 14 de enero de 2014
El gran momento de Linux y el software libre. Linux reina en los grandes ordenadores de forma indiscutida y cada vez más en los teléfonos móviles
Proyectos nuevos
Con el software libre como base, encontramos cinco proyectos relativamente nuevos que pueden marcar tendencia en sus áreas:
1. edX. Una plataforma en línea de nueva generación: colaborativa y libre; auspiciada por Harvard, MIT y Berkeley.
2. Ghost. Un software para creación de blogs que podemos ver como "el Wordpress del futuro".
3. OpenStack. Software libre para construir tu propia nube (y un dolor de cabeza para Amazon).
4. Zanata. La plataforma libre para traducción colaborativa. Y un cambio de paradigma en el tema.
5. Lavabit. Sistema de correo cifrado –el mismo que usó Snowden–. El servicio fue cerrado en agosto de 2013 por el Gobierno de los EEUU; en seguida el creador buscó financiación en Kickstarter para liberar el código, y lo consiguió: se espera que Lavabit esté disponible en el escritorio y en móviles
Fuente: eldiario.es
Con el software libre como base, encontramos cinco proyectos relativamente nuevos que pueden marcar tendencia en sus áreas:
1. edX. Una plataforma en línea de nueva generación: colaborativa y libre; auspiciada por Harvard, MIT y Berkeley.
2. Ghost. Un software para creación de blogs que podemos ver como "el Wordpress del futuro".
3. OpenStack. Software libre para construir tu propia nube (y un dolor de cabeza para Amazon).
4. Zanata. La plataforma libre para traducción colaborativa. Y un cambio de paradigma en el tema.
5. Lavabit. Sistema de correo cifrado –el mismo que usó Snowden–. El servicio fue cerrado en agosto de 2013 por el Gobierno de los EEUU; en seguida el creador buscó financiación en Kickstarter para liberar el código, y lo consiguió: se espera que Lavabit esté disponible en el escritorio y en móviles
Fuente: eldiario.es
Informe sobre el atún 2013
¿Y por qué el atún y no la merluza? ¿O la sardina? Dado el estado de nuestros océanos, tendríamos muchas especies de pescado para elegir. Pero el atún tiene algo especial. Quizás sea que se pescan más de cuatro millones de toneladas al año en el mundo. Que en la mayoría de los casos se pesca con métodos poco selectivos y que impactan en el ecosistema marino como la pesca de cerco con FAD (dispositivos agregadores de peces) o el palangre, en cuyas redes y anzuelos quedan atrapados otras especies como tiburones, tortugas, aves marinas o juveniles de atún. Que es la fuente de proteína y de ingresos de muchos estados costeros.
O, por acercar un poco la lupa, porque España lidera la producción, exportación y consumo per cápita a nivel europeo de atún y es la conserva de pescado más consumida en nuestro país
La Guía de Atún se ha elaborado con la información proporcionada por las empresas, la información pública disponible y la información recabada sobre los propios productos por el voluntariado de Greenpeace y que las sitúa en tres rangos de color: rojo (insuficiente), naranja (debe mejorar), verde (bien):
- Rojo: Ortiz, Salica, El Corte Inglés, Albo, Eroski, Conservas Garavilla, Mercadona, Lidl.
- Naranja: Frinsa, Carrefour, Jealsa-Rianxeira, Alcampo, Calvo, Consorcio.
- Verde: ninguna marca evaluada se encuentra en este rango.
Algunas de las marcas evaluadas ya han comenzado a dar pasos para ofrecer a sus clientes un producto de atún más sostenible y comienzan a apostar tímidamente por atún que proviene de pesca selectiva, aunque la pesca no sostenible sigue siendo la mayoritaria. En sus políticas comienzan a incorporar algunos criterios de sostenibilidad pero sin compromisos claros.
Pero, sobre todo, falta información, mucha información. Si coges una lata de atún o bonito poco sabes más allá del nombre de la marca. Sin embargo, las empresas presumen de una trazabilidad casi total desde que se pesca el pez hasta que acaba en la lata. ¿Por qué no trasladan esa información al consumidor? Personalmente quiero saber si mi bonito del Norte ha sido verdaderamente pescado con caña en el Cantábrico por pescadores artesanales o si ha sido pescado con enormes redes de cerco por la flota industrial en algún lugar del Índico para luego ser envasado en el Norte de España. Y aún así se puede seguir llamando “bonito del Norte”.
Por todos estos motivos no aparece ninguna marca en verde en nuestra Guía de Atún, pero no porque queramos ser negativos y derrotistas. Hay mucho por hacer y además se puede hacer. La industria en otros países está avanzando, apostando por la sostenibilidad y por apoyar a quienes explotan los recursos marinos de forma que haya futuro para quienes vienen detrás.
Elvira Jiménez, responsable de la campaña Océanos de Greenpeace España Fuente: El Diario.es
lunes, 13 de enero de 2014
Cinco claves para combatir la soledad en el espacio
Richard Hollingham BBC Future
La lejanía del hogar puede incrementar la sensación de soledad.
Los astronautas deben enfrentar numerosas dificultades, pero la falta de compañía puede a veces volverse la más desalentadora. Para aquellos interesados en lanzarse hacia la frontera última, aquí les presento las mejores formas de vencer la desolación espacial, desde tuitear hasta conversar con robots.
El 28 de marzo de 1934 el almirante estadounidense Richard Byrd estaba de pie frente a su refugio antártico, viendo cómo dos tractores rojos desaparecían en el vacío de la barrera de hielo de Ross. Era su segunda expedición al continente blanco y el aviador y explorador polar había decidido vivir solo, en una aislada base, para estudiar el clima durante el invierno. No vería tractores ni ningún otro indicio de humanidad por más de cuatro meses. Byrd escribió en su diario que al perder de vista a los vehículos, "las cosas del mundo se redujeron a nada".
Esa es una sensación que probablemente se vea magnificada en futuros viajeros a Marte o a otros planetas más lejanos. A medida que sus naves espaciales aceleren hacia nuevos mundos, la Tierra se reducirá primero a una pequeña mancha azul, antes de desvancerse entre las constelaciones.
Sabiendo que las misiones serán cada vez más largas, las agencias espaciales están sirviéndose de estudios sobre la vida en las bases antárticas para desarrollar formas de mantener a los astronautas cuerdos. También están poniendo un especial énfasis en la selección y compatibilidad de los miembros de las tripulaciones, además de fijarse en posibles soluciones tecnológicas. A modo de servicio para los futuros viajeros espaciales, aquí les ofrecemos cinco consejos para mantener a raya a la soledad fuera de la Tierra
1) Llévate bien con tus compañeros de tripulación
Se acabaron los días en que los hombres de fuerte ego y carácter eran considerados "de buena madera". Ahora, para ser seleccionado para un viaje espacial tendrás que tener algunos de los atributos que más valoran los gerentes de recursos humanos, como ser alguien que trabaja bien en equipo. Los psicólogos espaciales rusos llegan incluso a analizar el lenguaje corporal y tono de voz de los candidatos para asegurarse de que serán compatibles entre sí.
Al Worden, quien piloteó el módulo de comando del Apollo 15, es un experto en la soledad del espacio.
El arquetipo de camaradería espacial fue el de la tripulación del Apollo 12: Charles Conrad, Alan Bean y Dick Gordon, quienes pasaron la mayor parte de sus horas juntos, llegando incluso a manejar los mismos automóviles. Las tripulaciones más disfuncionales fueron probablemente las de las misiones Shuttle-Mir (colaboración entre transbordadores de EE.UU. y la estación espacial rusa) de los años 90. Con su limitado manejo del idioma ruso los primeros enviados de la Nasa se sentían aislados de sus compañeros. A eso se sumaron cortes de energía en la estación Mir, un incendio y el choque con una nave de reabastecimiento, pero todo fue exacerbado por una ruptura en las relaciones entre los controladores y los jefes en tierra.
Esos problemas pueden hacer que la tripulación sienta que no se los tiene en cuenta e inclusive puede llevarlos a un leve estado de paranoia. Tres astronautas que visitaban la estación Skylab en 1973-74 se declararon en huelga por la carga de trabajo que se les había asignado. Algo semejante ocurrió en la Tierra, hace pocos años, entre jefes con base en Reino Unido y el personal de una base en la Antártica británica; un conflicto que requirió una rápida cintura diplomática para recomponer relaciones.
Una estrategia alternativa es desarrollar un clima ameno de trabajo sin volverse amigo de los colegas. Después de todo, se trata de una tripulación, no de un grupo de amigos de vacaciones. Este es el enfoque que recomienda el piloto del módulo de comando del Apollo 15 Al Worden. "La relación tiene que ser profesional", dice. "Tienen que haber alguien que comanda, y tiene que haber gente trabajando para (esa persona) y se tiene que mantener ese estatus durante el vuelo si se quiere mantener una mínima salud mental".
2) Hazte amigo de un robot
Kochi Wakata y Kirobo
Digamos que no te estás llevando muy bien con tus compañeros de misión. ¿Qué tal un cibercolega? La ciencia ficción nos ha dado una larga lista de robots listos para compartir emociones humanes, como K-9 de Doctor Who o el afable C3PO de la "Guerra de las Galaxias". En la actualidad los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) comparten el lugar con Robonaut 2, un torso humanoide de cabeza dorada montado sobre un poste. La idea es que con el tiempo los robonautas sean capaces de llevar a cabo tareas repetitivas que requieren precisión, sin cometer el tipo de errores que cometen los humanos.
El más simpático robot hoy día puede ser Kirobo, que mide 34 cm de alto, habla y se sumó hace poco a la tripulación de la EEI. Fue diseñado con el objetivo de ofrecer apoyo emocional al astronauta japonés Kochi Wakata. El robot es capaz de reconocer a su amo y responder a sus órdenes.
Japón ha estado experimentando durante varios años con máquinas capaces de ofrecer algo cercano a respuestas emocionales. Mi favorita es Paro, que vi por primera vez en una visita a Japón en 2005. Al levantarla, esta suave e irresistible versión cibernética de un cachorro de foca, emite unos suaves grititos.
Paro, la foca robot.
La idea detrás de la foca robot es que ayude a mejorar la calidad de vida de personas internadas en centros de salud, especialmente personas mayores que se sienten solas o padecen demencia. Muchos hospitales utilizan perros para ayudar a los pacientes a recuperarse, y los investigadores que desarrollaron Paro aseguran que una mascota robot puede ser igual de efectiva; al menos en ciertas situaciones, como ayudar a reforzar funciones cerebrales en adultos mayores con problemas cognitivos. Cualquiera que haya tenido la oportunidad de acariciar a Paro y sentido cuán fácil es olvidar que sus ojos son de plástico, su piel sintética y sus gemidos generados por un microprocesador, podrá imaginar con facilidad que Kochi, el astronauta, no encontró dificultad en adaptarse a Kirobo, a verlo como uno más de la tripulación.
En el futuro inmediato será impracticable llevar al espacio un gato o un perro de verdad -además de ser poco práctico-, al menos hasta que alguien invente la gravedad artificial. Así que una mascota robot parece ser una buena idea.
3) Intenta mantenerte en contacto
Es posible que cualquier persona sensata considere que Clouds Across the Moon, de Rah Band, sea una de las peores canciones pop de los 80. El tema habla de las dificultades del protagonista de mantener una conversación con el comandante Johnson, en el vuelo 247 a Marte. Aunque el viaje de Johnson es al Planeta Rojo, inclusive los astronautas que están más cerca de casa encuentran dificultades a la hora de comunicarse con la Tierra. Aún estando en órbita alrededor de nuestro planeta, donde no hay demoras, la mayoría de la conversaciones en audio y video se dan en horarios fijados por el equipo en tierra y a veces sucede que conversaciones que deberían ser privadas son escuchadas por terceros. El correo electrónico les ha hecho la vida más fácil pero también puede ser interceptado.
Hoy los viajes son a distancias en las que aún se puede hablar con la Tierra.
En cualquier caso, los astronautas que han pasado largos períodos en el espacio sugieren que es extremadamente importante mantener los lazos emocionales con la gente en tierra. Unas fotos de casa, una respuesta en Twitter o una charla con un entusiasta de radio de onda corta pueden hacer una gran diferencia en el estado de ánimo de un astronauta. También ayuda, en el caso de la EEI, que todas las comunicaciones son a través de individuos llamados "comunicadores de cápsula": habitualmente son también astronautas y pueden entender qué les está sucediendo a sus compañeros que están en el espacio.
Las comunicaciones con una nave en viaje a Marte serán mucho más difícil. Los astronautas en la EEI están tan sólo a 350 km de la Tierra, así que tampoco hay demoras en la comunicación. Marte, por el contrario, está a un promedio de 225 millones de kilómetros, una distancia que puede llevarle 22 minutos a una señal de radio. Será entonces imposible mantener conversaciones de ida y vuelta, con lo cual es probable que los intercambios de correo electrónico y redes sociales se vuelvan indispensables.
4) Mantente ocupado
Hasta hace poco un vuelo hasta la EEI llevaba casi tres días en una estrecha cápsula rusa Soyuz. Un astronauta europeo que pasó por esta experiencia (y prefiere no revelar su nombre) dice que lo peor es el aburrimiento. Luego del entusiasmo de los días previos al despegue y la excitación del lanzamiento, se encontró atrapado en una lata sin nada que hacer.
Es difícil imaginar qué se puede hacer dentro de una de estas cápsulas Soyuz.
Quienes participaron de la misión Mars500 experimentaron una sensación similar. Aunque el viaje de 520 días y el aterrizaje fueron simulados y tuvieron lugar en una maqueta de una nave espacial en un suburbio de Moscú, la tripulación tenía muchas actividades para mantenerse ocupada. Fue en el viaje de regreso, habiendo completado el objetivo de la misión y sin mucho que hacer, que llegó el aburrimiento.
Los exploradores antárticos confinados en invierno en sus refugios han tenido que lidiar con el mismo problema. En el viaje del capitán Scott de 1910-1912 los miembros de la expedición se pasaron el invierno reparando su equipo, jugando, tocando música e incluso publicando su propio diario. Hoy en día el personal que se encuentra en Antártica ocupa el tiempo libre con pasatiempos como la fotografía, el arte o la música. Los conciertos de invierno son muy comunes.
Así que aprende a tocar un instrumento o a cantar y súmate a los primeros músicos espaciales, rebosa de contenido tu lector de libros electrónicos (no olvides el cargador) o pasa tu tiempo libre con una cámara en las manos, tomando imágenes de las vistas.
5) Disfruta de tu propia compañía
Si necesitas tener una constante interacción social es posible que el espacio no sea para ti. Cualquiera que pasa un tiempo importante fuera de casa aprende a disfrutar de su propia compañía y de la privacidad de tener su espacio propio. Aún en la relativamente menuda EEI hay lugares donde estar solo, desde los pequeños compartimentos de los que se apropian los astronautas hasta módulos desocupados. Para algunas personas el problema puede no ser la soledad sino el exceso de compañía.
Al Worden tiene este consejo: "Tienes que mantener la distancia entre las personas. Si llegas a un punto en un vuelo en que tienes que descansar, no hacer nada por un rato, necesitas saber que puedes estar solo sin sentirte obligado a hablar con todo el mundo".
¿Cómo le fue entonces al almirante Byrd en su refugio antártico? El capítulo de su libro que narra los sucesos de principios de junio llevar por título "desesperanza". Cuando un grupo que venía a tomar su lugar lo encontró, finalmente, el 11 de agosto, se encontraba en muy mal estado, débil, abatido. Él mismo describe como "en ese milagroso instante, toda la desesperanza y sufrimiento... desapareció y me sentí como si hubiera vuelto a nacer".
Así que si acabas de aceptar un viaje de ida a Marte, tal vez te interese conseguir una copia de “Solo” (Alone, en inglés), su relato de cómo logró soportar los largos y oscuros silencios de la noche antártica.
Además, hazte amigo de otros astronautas, practica conversar con robots, cultiva tus habilidades en redes sociales, interésate en un pasatiempo y aprende a disfrutar de tu propia compañía.
La lejanía del hogar puede incrementar la sensación de soledad.
Los astronautas deben enfrentar numerosas dificultades, pero la falta de compañía puede a veces volverse la más desalentadora. Para aquellos interesados en lanzarse hacia la frontera última, aquí les presento las mejores formas de vencer la desolación espacial, desde tuitear hasta conversar con robots.
El 28 de marzo de 1934 el almirante estadounidense Richard Byrd estaba de pie frente a su refugio antártico, viendo cómo dos tractores rojos desaparecían en el vacío de la barrera de hielo de Ross. Era su segunda expedición al continente blanco y el aviador y explorador polar había decidido vivir solo, en una aislada base, para estudiar el clima durante el invierno. No vería tractores ni ningún otro indicio de humanidad por más de cuatro meses. Byrd escribió en su diario que al perder de vista a los vehículos, "las cosas del mundo se redujeron a nada".
Esa es una sensación que probablemente se vea magnificada en futuros viajeros a Marte o a otros planetas más lejanos. A medida que sus naves espaciales aceleren hacia nuevos mundos, la Tierra se reducirá primero a una pequeña mancha azul, antes de desvancerse entre las constelaciones.
Sabiendo que las misiones serán cada vez más largas, las agencias espaciales están sirviéndose de estudios sobre la vida en las bases antárticas para desarrollar formas de mantener a los astronautas cuerdos. También están poniendo un especial énfasis en la selección y compatibilidad de los miembros de las tripulaciones, además de fijarse en posibles soluciones tecnológicas. A modo de servicio para los futuros viajeros espaciales, aquí les ofrecemos cinco consejos para mantener a raya a la soledad fuera de la Tierra
1) Llévate bien con tus compañeros de tripulación
Se acabaron los días en que los hombres de fuerte ego y carácter eran considerados "de buena madera". Ahora, para ser seleccionado para un viaje espacial tendrás que tener algunos de los atributos que más valoran los gerentes de recursos humanos, como ser alguien que trabaja bien en equipo. Los psicólogos espaciales rusos llegan incluso a analizar el lenguaje corporal y tono de voz de los candidatos para asegurarse de que serán compatibles entre sí.
Al Worden, quien piloteó el módulo de comando del Apollo 15, es un experto en la soledad del espacio.
El arquetipo de camaradería espacial fue el de la tripulación del Apollo 12: Charles Conrad, Alan Bean y Dick Gordon, quienes pasaron la mayor parte de sus horas juntos, llegando incluso a manejar los mismos automóviles. Las tripulaciones más disfuncionales fueron probablemente las de las misiones Shuttle-Mir (colaboración entre transbordadores de EE.UU. y la estación espacial rusa) de los años 90. Con su limitado manejo del idioma ruso los primeros enviados de la Nasa se sentían aislados de sus compañeros. A eso se sumaron cortes de energía en la estación Mir, un incendio y el choque con una nave de reabastecimiento, pero todo fue exacerbado por una ruptura en las relaciones entre los controladores y los jefes en tierra.
Esos problemas pueden hacer que la tripulación sienta que no se los tiene en cuenta e inclusive puede llevarlos a un leve estado de paranoia. Tres astronautas que visitaban la estación Skylab en 1973-74 se declararon en huelga por la carga de trabajo que se les había asignado. Algo semejante ocurrió en la Tierra, hace pocos años, entre jefes con base en Reino Unido y el personal de una base en la Antártica británica; un conflicto que requirió una rápida cintura diplomática para recomponer relaciones.
Una estrategia alternativa es desarrollar un clima ameno de trabajo sin volverse amigo de los colegas. Después de todo, se trata de una tripulación, no de un grupo de amigos de vacaciones. Este es el enfoque que recomienda el piloto del módulo de comando del Apollo 15 Al Worden. "La relación tiene que ser profesional", dice. "Tienen que haber alguien que comanda, y tiene que haber gente trabajando para (esa persona) y se tiene que mantener ese estatus durante el vuelo si se quiere mantener una mínima salud mental".
2) Hazte amigo de un robot
Kochi Wakata y Kirobo
Digamos que no te estás llevando muy bien con tus compañeros de misión. ¿Qué tal un cibercolega? La ciencia ficción nos ha dado una larga lista de robots listos para compartir emociones humanes, como K-9 de Doctor Who o el afable C3PO de la "Guerra de las Galaxias". En la actualidad los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) comparten el lugar con Robonaut 2, un torso humanoide de cabeza dorada montado sobre un poste. La idea es que con el tiempo los robonautas sean capaces de llevar a cabo tareas repetitivas que requieren precisión, sin cometer el tipo de errores que cometen los humanos.
El más simpático robot hoy día puede ser Kirobo, que mide 34 cm de alto, habla y se sumó hace poco a la tripulación de la EEI. Fue diseñado con el objetivo de ofrecer apoyo emocional al astronauta japonés Kochi Wakata. El robot es capaz de reconocer a su amo y responder a sus órdenes.
Japón ha estado experimentando durante varios años con máquinas capaces de ofrecer algo cercano a respuestas emocionales. Mi favorita es Paro, que vi por primera vez en una visita a Japón en 2005. Al levantarla, esta suave e irresistible versión cibernética de un cachorro de foca, emite unos suaves grititos.
Paro, la foca robot.
La idea detrás de la foca robot es que ayude a mejorar la calidad de vida de personas internadas en centros de salud, especialmente personas mayores que se sienten solas o padecen demencia. Muchos hospitales utilizan perros para ayudar a los pacientes a recuperarse, y los investigadores que desarrollaron Paro aseguran que una mascota robot puede ser igual de efectiva; al menos en ciertas situaciones, como ayudar a reforzar funciones cerebrales en adultos mayores con problemas cognitivos. Cualquiera que haya tenido la oportunidad de acariciar a Paro y sentido cuán fácil es olvidar que sus ojos son de plástico, su piel sintética y sus gemidos generados por un microprocesador, podrá imaginar con facilidad que Kochi, el astronauta, no encontró dificultad en adaptarse a Kirobo, a verlo como uno más de la tripulación.
En el futuro inmediato será impracticable llevar al espacio un gato o un perro de verdad -además de ser poco práctico-, al menos hasta que alguien invente la gravedad artificial. Así que una mascota robot parece ser una buena idea.
3) Intenta mantenerte en contacto
Es posible que cualquier persona sensata considere que Clouds Across the Moon, de Rah Band, sea una de las peores canciones pop de los 80. El tema habla de las dificultades del protagonista de mantener una conversación con el comandante Johnson, en el vuelo 247 a Marte. Aunque el viaje de Johnson es al Planeta Rojo, inclusive los astronautas que están más cerca de casa encuentran dificultades a la hora de comunicarse con la Tierra. Aún estando en órbita alrededor de nuestro planeta, donde no hay demoras, la mayoría de la conversaciones en audio y video se dan en horarios fijados por el equipo en tierra y a veces sucede que conversaciones que deberían ser privadas son escuchadas por terceros. El correo electrónico les ha hecho la vida más fácil pero también puede ser interceptado.
Hoy los viajes son a distancias en las que aún se puede hablar con la Tierra.
En cualquier caso, los astronautas que han pasado largos períodos en el espacio sugieren que es extremadamente importante mantener los lazos emocionales con la gente en tierra. Unas fotos de casa, una respuesta en Twitter o una charla con un entusiasta de radio de onda corta pueden hacer una gran diferencia en el estado de ánimo de un astronauta. También ayuda, en el caso de la EEI, que todas las comunicaciones son a través de individuos llamados "comunicadores de cápsula": habitualmente son también astronautas y pueden entender qué les está sucediendo a sus compañeros que están en el espacio.
Las comunicaciones con una nave en viaje a Marte serán mucho más difícil. Los astronautas en la EEI están tan sólo a 350 km de la Tierra, así que tampoco hay demoras en la comunicación. Marte, por el contrario, está a un promedio de 225 millones de kilómetros, una distancia que puede llevarle 22 minutos a una señal de radio. Será entonces imposible mantener conversaciones de ida y vuelta, con lo cual es probable que los intercambios de correo electrónico y redes sociales se vuelvan indispensables.
4) Mantente ocupado
Hasta hace poco un vuelo hasta la EEI llevaba casi tres días en una estrecha cápsula rusa Soyuz. Un astronauta europeo que pasó por esta experiencia (y prefiere no revelar su nombre) dice que lo peor es el aburrimiento. Luego del entusiasmo de los días previos al despegue y la excitación del lanzamiento, se encontró atrapado en una lata sin nada que hacer.
Es difícil imaginar qué se puede hacer dentro de una de estas cápsulas Soyuz.
Quienes participaron de la misión Mars500 experimentaron una sensación similar. Aunque el viaje de 520 días y el aterrizaje fueron simulados y tuvieron lugar en una maqueta de una nave espacial en un suburbio de Moscú, la tripulación tenía muchas actividades para mantenerse ocupada. Fue en el viaje de regreso, habiendo completado el objetivo de la misión y sin mucho que hacer, que llegó el aburrimiento.
Los exploradores antárticos confinados en invierno en sus refugios han tenido que lidiar con el mismo problema. En el viaje del capitán Scott de 1910-1912 los miembros de la expedición se pasaron el invierno reparando su equipo, jugando, tocando música e incluso publicando su propio diario. Hoy en día el personal que se encuentra en Antártica ocupa el tiempo libre con pasatiempos como la fotografía, el arte o la música. Los conciertos de invierno son muy comunes.
Así que aprende a tocar un instrumento o a cantar y súmate a los primeros músicos espaciales, rebosa de contenido tu lector de libros electrónicos (no olvides el cargador) o pasa tu tiempo libre con una cámara en las manos, tomando imágenes de las vistas.
5) Disfruta de tu propia compañía
Si necesitas tener una constante interacción social es posible que el espacio no sea para ti. Cualquiera que pasa un tiempo importante fuera de casa aprende a disfrutar de su propia compañía y de la privacidad de tener su espacio propio. Aún en la relativamente menuda EEI hay lugares donde estar solo, desde los pequeños compartimentos de los que se apropian los astronautas hasta módulos desocupados. Para algunas personas el problema puede no ser la soledad sino el exceso de compañía.
Al Worden tiene este consejo: "Tienes que mantener la distancia entre las personas. Si llegas a un punto en un vuelo en que tienes que descansar, no hacer nada por un rato, necesitas saber que puedes estar solo sin sentirte obligado a hablar con todo el mundo".
¿Cómo le fue entonces al almirante Byrd en su refugio antártico? El capítulo de su libro que narra los sucesos de principios de junio llevar por título "desesperanza". Cuando un grupo que venía a tomar su lugar lo encontró, finalmente, el 11 de agosto, se encontraba en muy mal estado, débil, abatido. Él mismo describe como "en ese milagroso instante, toda la desesperanza y sufrimiento... desapareció y me sentí como si hubiera vuelto a nacer".
Así que si acabas de aceptar un viaje de ida a Marte, tal vez te interese conseguir una copia de “Solo” (Alone, en inglés), su relato de cómo logró soportar los largos y oscuros silencios de la noche antártica.
Además, hazte amigo de otros astronautas, practica conversar con robots, cultiva tus habilidades en redes sociales, interésate en un pasatiempo y aprende a disfrutar de tu propia compañía.
domingo, 12 de enero de 2014
Cómo pinchar un año cargado de ilusión. Hay quien plantea como argumento una emoción que es frecuentemente una tontería peligrosa
El año que empieza puede ser un año cargado de ilusión. Ilusión en el análisis económico español, ilusión en Cataluña, ilusión en la marcha de la Unión Europea… Y eso es, precisamente, lo malo. Ilusión significa, según el Diccionario de la Real Academia, “imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad”. Es muy posible que en 2014 los ciudadanos tengamos que emplear muchas de nuestras escasas energías en vislumbrar cuál es la “verdadera realidad”, por encima del aluvión de ilusiones con que se nos abrumará.
En un estupendo artículo titulado Sobre todo, que no decaiga (EL PAÍS 29/12/2013), Manuel Cruz describía la maniobra favorita de los nacionalismos, que consiste en convertir un debate político en un conflicto ente emociones: una, por supuesto, es inequívocamente positiva, la ilusión; la otra, claramente negativa, el miedo. Así que cualquier intento de argumentar se convertirá en 2014 en la mala idea de un cenizo que quiere pinchar el globo de la ilusión o en una sombría amenaza.
Lo mismo se podría aplicar al análisis de la situación económica. El Gobierno está muy ilusionado con los nuevos apuntes macroeconómicos. Por supuesto, son calificados de agoreros quienes argumentan que el coste que está pagando una parte importante de la población es excesivo y que se trata, además, de un segmento de la sociedad que no tuvo responsabilidad en lo sucedido, puesto que se vio aplastada por un terremoto financiero provocado, precisamente, por los grandes predicadores de la ilusión. En los próximos meses veremos cómo surgen grandes apóstoles que nos piden, otra vez, compartir la visión, la fe y la confianza con la que ellos ya han sido bendecidos.
Pues bien, de eso se trata. De pinchar todos los globos de ilusión con que van a querer rodearnos. Pensémoslo bien. Cuando un político, un candidato, en Madrid, en Barcelona, en Sevilla o en último pueblo del último rincón se nos aproxime hablando de lo ilusionado que está, de la gran ilusión con la que encara el futuro, pongamos cara de pocos amigos, recordemos a María Moliner y a la Real Academia, y exijamos argumentos y “verdaderas realidades”. Recordemos que la ilusión no es un argumento, sino, frecuentemente, una tontería y que, a veces es, incluso, muy peligrosa.
Lo primero que tenemos a la vista son las elecciones europeas. Es un buen campo donde empezar a practicar con la aguja. Son unas elecciones importantes. Ya hemos visto lo que puede hacer la Unión Europea, las decisiones que adopta y las consecuencias que tienen para la vida cotidiana de los ciudadanos. Hasta hace poco, nos lo habían contado, pero seguíamos creyendo que la Unión tenía que ver sobre todo con el comercio. Ahora ya sabemos que los Presupuestos Generales del Estado pasan antes por Bruselas que por el Parlamento español y que se cambian y cortan de acuerdo con informes elaborados por técnicos comunitarios. Ahora ya sabemos lo que ha ocurrido en Grecia, y en Portugal; lo que es una troika y qué sucede cuando el presidente de la Comisión es alguien como el actual, José Manuel Barroso, al servicio de una desproporcionada dirección alemana, incapaz de defender el espacio común europeo.
Atentos cuando nos hablen de la ilusión de crear una Europa más próspera, más solidaria, más progresista. Déjense de fantasías y presenten propuestas concretas. Los pasos, incluso los pasitos. Eso es lo que hay que exigir. Por ejemplo, ¿va a defender su grupo la creación de un Fondo Europeo contra el Desempleo? ¿Luchará por conseguir eurobonos que, al menos, garanticen que una determinada parte de la deuda española, portuguesa o griega pague los mismos intereses que la alemana? ¿Qué hará para lograr que la Unión bancaria incluya un verdadero Fondo Europeo de Garantía de Depósitos y no esa aguada “coordinación” de la que ahora se habla? Ninguno de estos tres asuntos son ilusiones. Son cosas concretas que se pueden hacer a nivel europeo, que ya han sido planteadas y discutidas y que no se llevan a cabo por la resistencia, sobre todo, de Alemania.
Fuente: Soledad Gallego Díaz. El País.
solg@elpais.es
En el minuto 39:45 comienza con un solo de piano una bellísima versión con la voz de Ibraim y el piano extraordinario de Roberto Fonseca que merecen ser oídos. Una fusión de canción cubana y piano jaz inigualable, actual, magnífica lección de buena música.
En un estupendo artículo titulado Sobre todo, que no decaiga (EL PAÍS 29/12/2013), Manuel Cruz describía la maniobra favorita de los nacionalismos, que consiste en convertir un debate político en un conflicto ente emociones: una, por supuesto, es inequívocamente positiva, la ilusión; la otra, claramente negativa, el miedo. Así que cualquier intento de argumentar se convertirá en 2014 en la mala idea de un cenizo que quiere pinchar el globo de la ilusión o en una sombría amenaza.
Lo mismo se podría aplicar al análisis de la situación económica. El Gobierno está muy ilusionado con los nuevos apuntes macroeconómicos. Por supuesto, son calificados de agoreros quienes argumentan que el coste que está pagando una parte importante de la población es excesivo y que se trata, además, de un segmento de la sociedad que no tuvo responsabilidad en lo sucedido, puesto que se vio aplastada por un terremoto financiero provocado, precisamente, por los grandes predicadores de la ilusión. En los próximos meses veremos cómo surgen grandes apóstoles que nos piden, otra vez, compartir la visión, la fe y la confianza con la que ellos ya han sido bendecidos.
Pues bien, de eso se trata. De pinchar todos los globos de ilusión con que van a querer rodearnos. Pensémoslo bien. Cuando un político, un candidato, en Madrid, en Barcelona, en Sevilla o en último pueblo del último rincón se nos aproxime hablando de lo ilusionado que está, de la gran ilusión con la que encara el futuro, pongamos cara de pocos amigos, recordemos a María Moliner y a la Real Academia, y exijamos argumentos y “verdaderas realidades”. Recordemos que la ilusión no es un argumento, sino, frecuentemente, una tontería y que, a veces es, incluso, muy peligrosa.
Lo primero que tenemos a la vista son las elecciones europeas. Es un buen campo donde empezar a practicar con la aguja. Son unas elecciones importantes. Ya hemos visto lo que puede hacer la Unión Europea, las decisiones que adopta y las consecuencias que tienen para la vida cotidiana de los ciudadanos. Hasta hace poco, nos lo habían contado, pero seguíamos creyendo que la Unión tenía que ver sobre todo con el comercio. Ahora ya sabemos que los Presupuestos Generales del Estado pasan antes por Bruselas que por el Parlamento español y que se cambian y cortan de acuerdo con informes elaborados por técnicos comunitarios. Ahora ya sabemos lo que ha ocurrido en Grecia, y en Portugal; lo que es una troika y qué sucede cuando el presidente de la Comisión es alguien como el actual, José Manuel Barroso, al servicio de una desproporcionada dirección alemana, incapaz de defender el espacio común europeo.
Atentos cuando nos hablen de la ilusión de crear una Europa más próspera, más solidaria, más progresista. Déjense de fantasías y presenten propuestas concretas. Los pasos, incluso los pasitos. Eso es lo que hay que exigir. Por ejemplo, ¿va a defender su grupo la creación de un Fondo Europeo contra el Desempleo? ¿Luchará por conseguir eurobonos que, al menos, garanticen que una determinada parte de la deuda española, portuguesa o griega pague los mismos intereses que la alemana? ¿Qué hará para lograr que la Unión bancaria incluya un verdadero Fondo Europeo de Garantía de Depósitos y no esa aguada “coordinación” de la que ahora se habla? Ninguno de estos tres asuntos son ilusiones. Son cosas concretas que se pueden hacer a nivel europeo, que ya han sido planteadas y discutidas y que no se llevan a cabo por la resistencia, sobre todo, de Alemania.
Fuente: Soledad Gallego Díaz. El País.
solg@elpais.es
En el minuto 39:45 comienza con un solo de piano una bellísima versión con la voz de Ibraim y el piano extraordinario de Roberto Fonseca que merecen ser oídos. Una fusión de canción cubana y piano jaz inigualable, actual, magnífica lección de buena música.
Mascotas. En países con una democracia más asentada, antes de que un escándalo llegue a la opinión pública, el protagonista ya ha dimitido o le han echado a la calle
Como la mascota que se entretiene royendo un hueso de plástico, a la que el amo lanza una pelota y siempre se la devuelve con la boca, así parecen estar condenados a comportarse los líderes de opinión de este país ante los escándalos que sacuden nuestra vida pública. No importa que la mascota sea contestataria, apacible, nerviosa o una de esas que husmea los genitales de los invitados cuando llegan a tu casa. Cualquiera que sea su carácter, si se consigue educarla bien, le dices siéntate y se sienta, dame la patita y te la da, recoge la pelota y obedece. Incluso irá a hacer sus cosas en el rincón de siempre sobre el periódico en el que firma. Ahora mismo los medios de comunicación han dejado de roer los casos de Gürtel y de los ERE de Andalucía. Las mascotas parecen haberse aburrido de estos juguetes ya demasiado mordidos o babeados y de pronto se muestran felices con otros huesos, peluches o pelotas de todos los colores que les acaban de regalar. El quebrantamiento físico del Rey, la imputación de la infanta Cristina, el destino de la Monarquía, la aventura independentista de Cataluña, la neurosis religiosa aberrante del proyecto de ley sobre el aborto son los nuevos huesos de plástico que los periodistas deberemos roer de aquí al verano. En nuestro circo mediático sucede algo muy peculiar que no se da en los países con una democracia más asentada, donde por regla general antes de que un escándalo llegue a la opinión pública, tal vez por conducir borracho, por haber defraudado al fisco, por mentir en cualquier declaración, por comprar una chocolatina con el dinero del erario o simplemente porque un ministro ha demostrado ser un idiota, el protagonista ya ha dimitido o le han echado a la calle con una patada en el culo o ha ido a la cárcel o ha decidido ahorcarse. Aquí el derecho a la información parece destinado a todo lo contrario. Se trata de roer y babear el hueso, de juguetear con el peluche hasta destrozarlo, de ir una y otra vez por la pelota y devolverla al amo del cotarro hasta que el escándalo de corrupción o un grave problema político, disuelto en saliva, diluya toda su carga explosiva bajo una apabullante y confusa catarata de artículos, opiniones y tertulias, que al final no son sino una forma, mejor o peor, de ganarse la vida.
Fuente: Manuel Vicent. El País.
Fuente: Manuel Vicent. El País.
sábado, 11 de enero de 2014
España en la crisis. La política y la Nada
En La historia interminable de Michael Ende, el personaje de la Nada devora los lugares, el mundo y la vida sin que nadie sepa cómo detenerla. Es una imagen perfecta para describir la acción del capitalismo en la crisis
Desde el comienzo de la crisis económica, en España vivimos una situación realmente excepcional, una aceleración histórica y una apertura de lo posible sin precedentes en el pasado inmediato.
La verdad es que no tengo recuerdo de que nunca se escribiera y se leyera tanto y con tanta intensidad. Estamos realmente hambrientos de referencias inspiradoras para entender lo que nos pasa y hacer algo al respecto. La crisis ha servido más que un millón de cursos de fomento de la lectura.
Miramos a Plaza Tahrir en El Cairo, a Plaza Syntagma en Atenas, a Zuccotti Park en Nueva York, a Gezi Park en Estambul... con una curiosidad y una avidez desconocidas, vinculándonos política, vital y afectivamente con lo que ocurre más allá de nuestras fronteras, tratando de aprender algo que nos pueda servir para pensar, para luchar, para vivir.
Mi idea hoy es contribuir humildemente a esta conversación entre plazas con algunas instantáneas de lo que pasa en España, algunas reflexiones elaboradas con amigos sobre la marcha vertiginosa de lo que va sucediendo, un punto de vista particular e implicado, es decir ni objetivo ni exterior, confiando en las resonancias que pudieran darse para organizar la conversación.
La Nada ¿interminable?
Lo llamamos crisis pero la palabra no alcanza. Es más bien un cambio radical en la totalidad de las reglas de juego.
Neutralización de los restos de soberanía de la democracia parlamentaria, desmantelamiento del Estado del bienestar, precarización y empobrecimiento general de la vida... No se trata simplemente de “recortes”, sino de un cambio de escenario.
A nivel personal, la crisis supone un hachazo en la normalidad de la vida de millones de personas. Lo que dábamos por garantizado se hunde ante nuestros ojos. Se abren una cantidad de preguntas que nunca nos habíamos hecho. Nuestro mismo “estar en el mundo” se vuelve problemático.
Un detalle personal: yo había leído todo lo que hay que leer sobre el papel que juegan los bancos en la economía financiera, pero jamás me había cuestionado realmente donde tener mi dinero. Hasta ahora. Lo que quiero decir es que hoy la realidad nos obliga a pensar, estamos forzados a pensar porque la vida ya no va de suyo.
La tradición filosófica tiene algunas imágenes célebres que pueden servirnos de ayuda para imaginar lo que pasa: el tren sin frenos de Walter Benjamin o la cita de Marx sobre lo sólido que se disuelve en al aire. Pero entre amigos preferimos usar otras dos imágenes similares que nos ofrece la cultura popular.
La primera es el tren de la escena final de Los Hermanos Marx en el Oeste que se desmantela a sí mismo para alimentar una fuga enloquecida hacia adelante. Para pagar las deudas acumuladas por el capital financiero, el tren capitalista se traga nuestros derechos, nuestros recursos, nuestras riquezas, nuestros vínculos. El edificio entero de la civilización social moderna.
La segunda es la Nada de La historia interminable de Michael Ende. Esa Nada que nadie sabe muy bien de dónde sale ni cómo detenerla, pero avanza devorándolo todo y dejando el vacío a su paso. Es una imagen que a algunas personas de mi edad nos impresionó mucho en su día y que reaparece inesperadamente en las conversaciones informales sobre nuestra experiencia contemporánea. Porque de pronto aquí también hay Nada donde antes había lugares, mundos y vida.
Son todas ellas imágenes que tratan de figurar la aceleración del tiempo de destrucción del capitalismo. La sensación de vivir en una realidad en desintegración.
Nuevas politizaciones
Pero quizá lo más interesante y específico de la situación española es la respuesta a la Nada: una politización generalizada de la sociedad. Pero una politización atípica, que redefine lo político y arranca (visiblemente) con el movimiento 15-M.
Voy a lanzar ahora cinco titulares sobre algunos de los aspectos a mi juicio más llamativos de esa nueva politización:
1.- Es un movimiento a la vez político y antipolítico. Antipolítico en el sentido de que expresa un rechazo general de la política de los políticos: las consignas más conocidas del movimiento son “no nos representan” y “lo llaman democracia y no lo es”.
Ya para nadie en España es un secreto que los políticos se limitan a gestionar simplemente las necesidades de la economía global y han desviado para ello completamente la soberanía popular. El mismo presidente del Gobierno lo declara cuando anuncia cada recorte: “no hay margen de maniobra”.
Pero aunque en un primer momento nos uniese el rechazo, somos más que rechazo. Se ha dicho y repetido que el 15-M es un movimiento puramente reactivo de indignación y protesta, pero para cualquiera que pasara por las plazas es muy claro que no sólo estábamos allí para gritar nuestra indignación, sino también por la belleza y la potencia de estar juntos, ensayando modos de participación común en las cosas comunes.
2.- La activación de la gente cualquiera. El protagonismo en el campamento de mayo/junio de 2011 es de la gente sin experiencia de politización previa, creo que el frescor y la capacidad de creación vienen sobre todo de ahí. De hecho, los grupos militantes y los activistas de largo recorrido estaban por lo general muy desubicados ante lo que ocurría: algunos gozando de esa desubicación y otros con el ego muy herido.
Es un movimiento sin banderas, sin bloques identitarios en las manifestaciones, donde las pancartas son personales (lo que alguien ha llamado “democracia semiótica”) y las propias manifestaciones son autoconvocadas (muchas veces de forma anónima).
El movimiento evita identificarse en el tablero de ajedrez político: izquierda o derecha, PSOE o PP. Dice de sí mismo que “no es un movimiento de izquierda contra la derecha, sino de los de abajo contra los de arriba”. Esto es muy relevante porque rompe con la falsa polarización que define el mapa de lo posible en España desde hace décadas ("las dos Españas").
3.- Se construye como un espacio de invitación. No busca la separación de la sociedad o de la “gente normal”, ni se concibe como una trinchera o un afuera utópico o radical, sino que hace una y otra vez gestos de invitación al otro para pensar y luchar juntos, desde la idea de que los problemas que tenemos como sociedad nos afectan a todos y que la complejidad y magnitud de las cuestiones a las que nos enfrentamos requiere una implicación activa de todos (o, mejor dicho, del 99%).
4.- El uso de nombres de cualquiera. Para que los muchos y diferentes puedan estar juntos, tenemos que dejar de ser quienes somos, porque “en tanto que” lo que somos (de izquierda o de derecha, anticapitalistas o reformistas, monárquicos o republicanos, etc.) sólo hay choque, relación instrumental, desigualdad, no horizontalidad.
Los nombres de cualquiera suspenden las identidades previas y crean un terreno común donde es posible el encuentro.
El más conocido de estos nombres de cualquiera es “indignados”, pero se han usado otros: el 99% que viene de Occupy Wall Street, la insistencia en la palabra “personas” (“una política de personas”) o la misma puerta del Sol misma considerada como un personaje colectivo.
Estos nombres de cualquiera o “identidades no identitarias” disponen un nosotros abierto que no reenvía a ninguna identidad previa, sociológica o ideológica, sino a una decisión subjetiva, potencialmente accesible para todos.
5.- Por último, la noviolencia. El 15-M es un movimiento que plantea conflicto (toma el centro de las ciudades en acampada, bloquea desahucios, etc.), pero de forma noviolenta.
Nadie lo decidió así, pero esa “noviolencia alegre y ostentativa” se ha mantenido hasta el día de hoy, a pensar de haber sufrido en numerosas ocasiones la brutalidad policial.
Noviolencia para evitar entrar en la espiral represión-reacción y poder seguir manteniendo la iniciativa.
Noviolencia para desertar de los escenarios donde se nos espera y seguir siendo imprevisibles.
Noviolencia para poder seguir acogiendo la pluralidad que somos.
No violencia como forma de humanizar los conflictos, usando formas de comunicación irónicas o empáticas con la policía y el resto de población.
En definitiva, si tuviera que resumir el 15-M es una sola frase, yo diría que consiste en el deseo y la práctica de una política ciudadana, accesible a cualquiera, no troceada ni instrumentalizada por los partidos políticos, que busca reapropiarse de la posibilidad de decidir algo en los asuntos comunes.
Expulsar, desposeer, desahuciar
Esas potencias siguen vivas hoy, después de dos año y medio, aunque con distintas formas y distintos problemas. Os hablo ahora un poco de algunas continuaciones del 15-M.
Por un lado, una de las líneas de acción que se ha desarrollado con más fuerza es la lucha contra los desahucios.
Se calcula que se producen, atención, 500 desahucios al día en España, gente que ha contraido hipotecas y ahora no puede pagarlas al haberse quedado sin trabajo por la crisis.
Expulsar, desposeer, desarraigar, precarizar, arrojar a la intemperie y la incertidumbre… Los desahucios son quizá la imagen más precisa de la crisis, quizá también la imagen más precisa del capitalismo actual. Es la forma material que toma la Nada.
Una estructura previa al 15-M, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), enriquecida por nuevos activistas pasados por las plazas, ha parado infinidad de desahucios, consiguiendo en muchos casos mejoras concretas para los afectados.
También se han forzado algunas tibias medidas gubernamentales para aliviar esta terrible realidad y la amonestación (con algunas consecuencias prácticas) de Europa al respecto.
Pero sobre todo se ha hecho visible una realidad que antes pasaba completamente desapercibida y estaba completamente normalizada, ningún desahucio había sido noticia hasta ahora.
La sensibilización social con este tema ahora es enorme y ello explica que se puedan detener tantos desahucios, no únicamente la táctica o la fuerza física de las treinta o cuarenta personas que se congregan cada mañana en la puerta de la persona afectada para impedir la expulsión. Se podría decir quizá que los desahucios se paran socialmente antes de pararse físicamente.
Cada desahucio nos ofrece así una imagen resumida del combate general que se está librando aquí y ahora: la acción política defiende y crea mundos allí donde la Nada los hace desaparecer.
Vida y política
Al mismo tiempo, se ha dado también un cierto vaciamiento de las asambleas de barrio, donde el movimiento se mudó al abandonar las plazas. Mucha gente ha vuelto a hacer su vida.
Las semanas de acampada en Sol fueron un tiempo excepcional, pero resulta muy complicado habitar una excepción. O sólo puede hacerlo gente fuera de lo normal: por ejemplo, los activistas, los que hacen de la política el centro de su existencia.
Pero la profesionalización de la política (también activista) vacía los espacios comunes, porque los modos de hacer activistas acogen y convocan sobre todo a otros activistas.
El problema aquí es la enorme dificultad que tenemos para inventar una política habitable para el 99%, no sólo para los activistas. Lo personal se desliga de lo colectivo cuando no somos capaces de inventar engarces entre modos de vida y modos de lucha.
Pero “volver a hacer su vida” es una mala expresión. Porque después de pasar por las plazas no se vuelve igual, ni por tanto se vuelve a la misma vida. Paradójicamente, volvemos a una nueva vida: tocada, atravesada, afectada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Miles de personas han visto alterada su mirada y su estar en el mundo tras el encuentro con el 15-M. Por eso es posible decir que ahora el 15-M no solo es una estructura organizativa compuesta de asambleas y comisiones, sino sobre todo otro estado mental y otra disposición colectiva hacia la realidad, marcada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Un nuevo clima social que libera por todas partes nuevas posibilidades de acción.
Y atraviesa la sociedad entera como una corriente discontinua en el tiempo y el espacio, compleja y diversa, intermitente e imprevisible. A veces subterránea, encarnada en mil iniciativas formales e informales arraigadas en lo cotidiano. A veces muy visible, expresándose en enjambres y mareas que toman masivamente la calle.
Las mareas
El Partido Popular ha puesto en marcha una política durísima de recortes, precarización y privatizaciones que afecta a todos los sectores de la sociedad (profesores, médicos, jubilados, jueces, policías, etc.).
Pero como el clima ya no es el de la queja y la resignación, la respuesta es casi siempre el hacer, la protesta, la organización.
Cada recorte genera un nuevo espacio de lucha que toma el nombre de marea y un color: por ejemplo, la marea verde de profesores, padres y alumnos que llevan una camiseta verde característica; o la marea blanca de médicos y trabajadores de la salud que defiende el derecho de todos, ricos y pobres, a la sanidad pública, etc.
Lo interesante es que cada marea replica a su modo el espíritu 15-M. Hay una especie de transmisión inconsciente y espontánea de saberes, cada nueva politización activa un depósito latente de formas de hacer y decir, se retoman y replican una serie de claves. Por ejemplo:
-La autoorganización desde las bases, a distancia de o sin sindicatos.
-La inclusividad, por la cual en torno a objetivos comunes se agrupa gente de diferentes ideologías (la marea blanca de defensa de la sanidad pública está protagonizada por un colectivo médico de tendencia bastante conservadora) o de distintos roles sociales (médicos, trabajadores y usuarios de la salud en el caso de la marea blanca; profesores, padres y alumnos, en el caso de la marea verde).
-La toma de la calle sin pedir permiso ni legalizar recorridos, desde la noviolencia e inundando el espacio público de alegría.
-La interpelación positiva constante hacia la sociedad y el espíritu de invitación a luchar juntos por lo común: en la huelga de hospitales se cuidó mucho que nadie sufriera por ella, se organizaron abrazos donde la gente rodeaba los hospitales de su barrio para expresar su apoyo, etc.
Preguntas, problemas y debates abiertos
Voy a acabar mencionando rápidamente algunos de los debates abiertos que hay entre nosotros, algunas de las preguntas que nos hacemos, algunos de los problemas y desafíos que afrontamos:
1.- El problema de la organización. Profesores, médicos, jueces, jubilados, diversos físicos, mineros... ¿podría pensarse una articulación de todas las mareas, de qué tipo?
Nos faltan imágenes para pensar la organización más allá de las formas clásicas del “frente”, el “bloque”, que piensa la articulación como “suma”.
Sin embargo, hay ya una cierta organización entre todas las mareas, una organización, no en términos de bloque o de frente, sino de circulación y comunicación de saberes, herramientas, nociones, imágenes. ¿Se puede intensificar esa circulación por ahora casi inconsciente, cómo?
2.- El problema del tiempo. Hay un desacople muy grande entre el tiempo acelerado de destrucción y el tiempo lento de la construcción (de otra subjetividad, otras relaciones sociales) que nos produce muchísima angustia. La Nada devora los mundos en un segundo, pero no se construyen mundos nuevos en un segundo.
Hemos vivido momentos muy marcados por estas lógicas de emergencia y ansiedad, como la convocatoria del 25 de septiembre de 2012 para rodear el congreso y exigir la dimisión de todos los políticos que se desarrolló en un imaginario apocalíptico de cambio radical e instantáneo.
Esa ilusión de producir un evento milagroso que lo cambia todo no es muy realista, pero ¿basta con insistir simplemente en la necesidad de un tiempo lento mientras a nuestro alrededor todo se desmorona?
3.- El problema del logro o la victoria. ¿Qué es ganar? Mucha gente acusa al 15-M de “no haber conseguido nada”. Y es verdad: no hay ninguna victoria clara y contundente que presentar como en el caso de la Primavera Árabe por ejemplo (aunque la marea blanca ha conseguido la paralización judicial de proceso de privatización de la sanidad y hay muchos otros logros no pequeños).
Nuestra sensación paradójica es que todo ha cambiado aunque nada haya cambiado. Que la realidad es la misma pero ahora la vemos desde otro sitio. Que hemos ganado sin ganar nada. Que la sociedad ahora es más rica aunque sea en realidad más pobre.
Pero muchas veces nos es difícil pensar políticamente con una imagen tan difusa de lo que es un logro.
4.- El problema de la militancia. Como decía antes, los militantes no han sido el motor central o generador de las nuevas politizaciones, pero su aportación -en el caso de los militantes que están a la escucha y no quieren dirigirlo todo- es muy valiosa e importante.
¿Podemos repensar la militancia, no como un centro que dirige o empuja, sino más bien como una función de acompañamiento y enlace entre todas esas experiencias que ya están en marcha?
5.- El problema de lo macro y lo micro. Todas las iniciativas mencionadas se topan una y otra vez con un techo de cristal: la política de los políticos está blindada a cualquier tipo de escucha de lo que se dice en la calle.
¿Cómo hacer cuña en ese búnker? Es el gran debate abierto en torno a la cuestión del partido y hay ya en marcha varias iniciativas de nuevos partidos que no pretenden tanto representar -mejorar la representación, conseguir una representación mejor- como devolver el poder a la ciudadanía, hacer de caballo de troya o caja de resonancia de los movimientos callejeros.
(En este punto podríamos incluir también el problema del desacople entre el contexto transnacional de toma de decisiones y nuestro cerebro educado estrechamente a pensar en términos de Estado-nación.)
Por último, creo que hay una pregunta que las resume todas, y que podría ser quizá: ¿qué es el cambio social, cuando no se trata de simplemente tomar el poder -porque no hay otra economía ni otra política posibles sin otra subjetividad social-, ni tampoco de construir una sociedad paralela -porque somos el 99%?
Fuente: El diario.es
Desde el comienzo de la crisis económica, en España vivimos una situación realmente excepcional, una aceleración histórica y una apertura de lo posible sin precedentes en el pasado inmediato.
La verdad es que no tengo recuerdo de que nunca se escribiera y se leyera tanto y con tanta intensidad. Estamos realmente hambrientos de referencias inspiradoras para entender lo que nos pasa y hacer algo al respecto. La crisis ha servido más que un millón de cursos de fomento de la lectura.
Miramos a Plaza Tahrir en El Cairo, a Plaza Syntagma en Atenas, a Zuccotti Park en Nueva York, a Gezi Park en Estambul... con una curiosidad y una avidez desconocidas, vinculándonos política, vital y afectivamente con lo que ocurre más allá de nuestras fronteras, tratando de aprender algo que nos pueda servir para pensar, para luchar, para vivir.
Mi idea hoy es contribuir humildemente a esta conversación entre plazas con algunas instantáneas de lo que pasa en España, algunas reflexiones elaboradas con amigos sobre la marcha vertiginosa de lo que va sucediendo, un punto de vista particular e implicado, es decir ni objetivo ni exterior, confiando en las resonancias que pudieran darse para organizar la conversación.
La Nada ¿interminable?
Lo llamamos crisis pero la palabra no alcanza. Es más bien un cambio radical en la totalidad de las reglas de juego.
Neutralización de los restos de soberanía de la democracia parlamentaria, desmantelamiento del Estado del bienestar, precarización y empobrecimiento general de la vida... No se trata simplemente de “recortes”, sino de un cambio de escenario.
A nivel personal, la crisis supone un hachazo en la normalidad de la vida de millones de personas. Lo que dábamos por garantizado se hunde ante nuestros ojos. Se abren una cantidad de preguntas que nunca nos habíamos hecho. Nuestro mismo “estar en el mundo” se vuelve problemático.
Un detalle personal: yo había leído todo lo que hay que leer sobre el papel que juegan los bancos en la economía financiera, pero jamás me había cuestionado realmente donde tener mi dinero. Hasta ahora. Lo que quiero decir es que hoy la realidad nos obliga a pensar, estamos forzados a pensar porque la vida ya no va de suyo.
La tradición filosófica tiene algunas imágenes célebres que pueden servirnos de ayuda para imaginar lo que pasa: el tren sin frenos de Walter Benjamin o la cita de Marx sobre lo sólido que se disuelve en al aire. Pero entre amigos preferimos usar otras dos imágenes similares que nos ofrece la cultura popular.
La primera es el tren de la escena final de Los Hermanos Marx en el Oeste que se desmantela a sí mismo para alimentar una fuga enloquecida hacia adelante. Para pagar las deudas acumuladas por el capital financiero, el tren capitalista se traga nuestros derechos, nuestros recursos, nuestras riquezas, nuestros vínculos. El edificio entero de la civilización social moderna.
La segunda es la Nada de La historia interminable de Michael Ende. Esa Nada que nadie sabe muy bien de dónde sale ni cómo detenerla, pero avanza devorándolo todo y dejando el vacío a su paso. Es una imagen que a algunas personas de mi edad nos impresionó mucho en su día y que reaparece inesperadamente en las conversaciones informales sobre nuestra experiencia contemporánea. Porque de pronto aquí también hay Nada donde antes había lugares, mundos y vida.
Son todas ellas imágenes que tratan de figurar la aceleración del tiempo de destrucción del capitalismo. La sensación de vivir en una realidad en desintegración.
Nuevas politizaciones
Pero quizá lo más interesante y específico de la situación española es la respuesta a la Nada: una politización generalizada de la sociedad. Pero una politización atípica, que redefine lo político y arranca (visiblemente) con el movimiento 15-M.
Voy a lanzar ahora cinco titulares sobre algunos de los aspectos a mi juicio más llamativos de esa nueva politización:
1.- Es un movimiento a la vez político y antipolítico. Antipolítico en el sentido de que expresa un rechazo general de la política de los políticos: las consignas más conocidas del movimiento son “no nos representan” y “lo llaman democracia y no lo es”.
Ya para nadie en España es un secreto que los políticos se limitan a gestionar simplemente las necesidades de la economía global y han desviado para ello completamente la soberanía popular. El mismo presidente del Gobierno lo declara cuando anuncia cada recorte: “no hay margen de maniobra”.
Pero aunque en un primer momento nos uniese el rechazo, somos más que rechazo. Se ha dicho y repetido que el 15-M es un movimiento puramente reactivo de indignación y protesta, pero para cualquiera que pasara por las plazas es muy claro que no sólo estábamos allí para gritar nuestra indignación, sino también por la belleza y la potencia de estar juntos, ensayando modos de participación común en las cosas comunes.
2.- La activación de la gente cualquiera. El protagonismo en el campamento de mayo/junio de 2011 es de la gente sin experiencia de politización previa, creo que el frescor y la capacidad de creación vienen sobre todo de ahí. De hecho, los grupos militantes y los activistas de largo recorrido estaban por lo general muy desubicados ante lo que ocurría: algunos gozando de esa desubicación y otros con el ego muy herido.
Es un movimiento sin banderas, sin bloques identitarios en las manifestaciones, donde las pancartas son personales (lo que alguien ha llamado “democracia semiótica”) y las propias manifestaciones son autoconvocadas (muchas veces de forma anónima).
El movimiento evita identificarse en el tablero de ajedrez político: izquierda o derecha, PSOE o PP. Dice de sí mismo que “no es un movimiento de izquierda contra la derecha, sino de los de abajo contra los de arriba”. Esto es muy relevante porque rompe con la falsa polarización que define el mapa de lo posible en España desde hace décadas ("las dos Españas").
3.- Se construye como un espacio de invitación. No busca la separación de la sociedad o de la “gente normal”, ni se concibe como una trinchera o un afuera utópico o radical, sino que hace una y otra vez gestos de invitación al otro para pensar y luchar juntos, desde la idea de que los problemas que tenemos como sociedad nos afectan a todos y que la complejidad y magnitud de las cuestiones a las que nos enfrentamos requiere una implicación activa de todos (o, mejor dicho, del 99%).
4.- El uso de nombres de cualquiera. Para que los muchos y diferentes puedan estar juntos, tenemos que dejar de ser quienes somos, porque “en tanto que” lo que somos (de izquierda o de derecha, anticapitalistas o reformistas, monárquicos o republicanos, etc.) sólo hay choque, relación instrumental, desigualdad, no horizontalidad.
Los nombres de cualquiera suspenden las identidades previas y crean un terreno común donde es posible el encuentro.
El más conocido de estos nombres de cualquiera es “indignados”, pero se han usado otros: el 99% que viene de Occupy Wall Street, la insistencia en la palabra “personas” (“una política de personas”) o la misma puerta del Sol misma considerada como un personaje colectivo.
Estos nombres de cualquiera o “identidades no identitarias” disponen un nosotros abierto que no reenvía a ninguna identidad previa, sociológica o ideológica, sino a una decisión subjetiva, potencialmente accesible para todos.
5.- Por último, la noviolencia. El 15-M es un movimiento que plantea conflicto (toma el centro de las ciudades en acampada, bloquea desahucios, etc.), pero de forma noviolenta.
Nadie lo decidió así, pero esa “noviolencia alegre y ostentativa” se ha mantenido hasta el día de hoy, a pensar de haber sufrido en numerosas ocasiones la brutalidad policial.
Noviolencia para evitar entrar en la espiral represión-reacción y poder seguir manteniendo la iniciativa.
Noviolencia para desertar de los escenarios donde se nos espera y seguir siendo imprevisibles.
Noviolencia para poder seguir acogiendo la pluralidad que somos.
No violencia como forma de humanizar los conflictos, usando formas de comunicación irónicas o empáticas con la policía y el resto de población.
En definitiva, si tuviera que resumir el 15-M es una sola frase, yo diría que consiste en el deseo y la práctica de una política ciudadana, accesible a cualquiera, no troceada ni instrumentalizada por los partidos políticos, que busca reapropiarse de la posibilidad de decidir algo en los asuntos comunes.
Expulsar, desposeer, desahuciar
Esas potencias siguen vivas hoy, después de dos año y medio, aunque con distintas formas y distintos problemas. Os hablo ahora un poco de algunas continuaciones del 15-M.
Por un lado, una de las líneas de acción que se ha desarrollado con más fuerza es la lucha contra los desahucios.
Se calcula que se producen, atención, 500 desahucios al día en España, gente que ha contraido hipotecas y ahora no puede pagarlas al haberse quedado sin trabajo por la crisis.
Expulsar, desposeer, desarraigar, precarizar, arrojar a la intemperie y la incertidumbre… Los desahucios son quizá la imagen más precisa de la crisis, quizá también la imagen más precisa del capitalismo actual. Es la forma material que toma la Nada.
Una estructura previa al 15-M, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), enriquecida por nuevos activistas pasados por las plazas, ha parado infinidad de desahucios, consiguiendo en muchos casos mejoras concretas para los afectados.
También se han forzado algunas tibias medidas gubernamentales para aliviar esta terrible realidad y la amonestación (con algunas consecuencias prácticas) de Europa al respecto.
Pero sobre todo se ha hecho visible una realidad que antes pasaba completamente desapercibida y estaba completamente normalizada, ningún desahucio había sido noticia hasta ahora.
La sensibilización social con este tema ahora es enorme y ello explica que se puedan detener tantos desahucios, no únicamente la táctica o la fuerza física de las treinta o cuarenta personas que se congregan cada mañana en la puerta de la persona afectada para impedir la expulsión. Se podría decir quizá que los desahucios se paran socialmente antes de pararse físicamente.
Cada desahucio nos ofrece así una imagen resumida del combate general que se está librando aquí y ahora: la acción política defiende y crea mundos allí donde la Nada los hace desaparecer.
Vida y política
Al mismo tiempo, se ha dado también un cierto vaciamiento de las asambleas de barrio, donde el movimiento se mudó al abandonar las plazas. Mucha gente ha vuelto a hacer su vida.
Las semanas de acampada en Sol fueron un tiempo excepcional, pero resulta muy complicado habitar una excepción. O sólo puede hacerlo gente fuera de lo normal: por ejemplo, los activistas, los que hacen de la política el centro de su existencia.
Pero la profesionalización de la política (también activista) vacía los espacios comunes, porque los modos de hacer activistas acogen y convocan sobre todo a otros activistas.
El problema aquí es la enorme dificultad que tenemos para inventar una política habitable para el 99%, no sólo para los activistas. Lo personal se desliga de lo colectivo cuando no somos capaces de inventar engarces entre modos de vida y modos de lucha.
Pero “volver a hacer su vida” es una mala expresión. Porque después de pasar por las plazas no se vuelve igual, ni por tanto se vuelve a la misma vida. Paradójicamente, volvemos a una nueva vida: tocada, atravesada, afectada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Miles de personas han visto alterada su mirada y su estar en el mundo tras el encuentro con el 15-M. Por eso es posible decir que ahora el 15-M no solo es una estructura organizativa compuesta de asambleas y comisiones, sino sobre todo otro estado mental y otra disposición colectiva hacia la realidad, marcada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Un nuevo clima social que libera por todas partes nuevas posibilidades de acción.
Y atraviesa la sociedad entera como una corriente discontinua en el tiempo y el espacio, compleja y diversa, intermitente e imprevisible. A veces subterránea, encarnada en mil iniciativas formales e informales arraigadas en lo cotidiano. A veces muy visible, expresándose en enjambres y mareas que toman masivamente la calle.
Las mareas
El Partido Popular ha puesto en marcha una política durísima de recortes, precarización y privatizaciones que afecta a todos los sectores de la sociedad (profesores, médicos, jubilados, jueces, policías, etc.).
Pero como el clima ya no es el de la queja y la resignación, la respuesta es casi siempre el hacer, la protesta, la organización.
Cada recorte genera un nuevo espacio de lucha que toma el nombre de marea y un color: por ejemplo, la marea verde de profesores, padres y alumnos que llevan una camiseta verde característica; o la marea blanca de médicos y trabajadores de la salud que defiende el derecho de todos, ricos y pobres, a la sanidad pública, etc.
Lo interesante es que cada marea replica a su modo el espíritu 15-M. Hay una especie de transmisión inconsciente y espontánea de saberes, cada nueva politización activa un depósito latente de formas de hacer y decir, se retoman y replican una serie de claves. Por ejemplo:
-La autoorganización desde las bases, a distancia de o sin sindicatos.
-La inclusividad, por la cual en torno a objetivos comunes se agrupa gente de diferentes ideologías (la marea blanca de defensa de la sanidad pública está protagonizada por un colectivo médico de tendencia bastante conservadora) o de distintos roles sociales (médicos, trabajadores y usuarios de la salud en el caso de la marea blanca; profesores, padres y alumnos, en el caso de la marea verde).
-La toma de la calle sin pedir permiso ni legalizar recorridos, desde la noviolencia e inundando el espacio público de alegría.
-La interpelación positiva constante hacia la sociedad y el espíritu de invitación a luchar juntos por lo común: en la huelga de hospitales se cuidó mucho que nadie sufriera por ella, se organizaron abrazos donde la gente rodeaba los hospitales de su barrio para expresar su apoyo, etc.
Preguntas, problemas y debates abiertos
Voy a acabar mencionando rápidamente algunos de los debates abiertos que hay entre nosotros, algunas de las preguntas que nos hacemos, algunos de los problemas y desafíos que afrontamos:
1.- El problema de la organización. Profesores, médicos, jueces, jubilados, diversos físicos, mineros... ¿podría pensarse una articulación de todas las mareas, de qué tipo?
Nos faltan imágenes para pensar la organización más allá de las formas clásicas del “frente”, el “bloque”, que piensa la articulación como “suma”.
Sin embargo, hay ya una cierta organización entre todas las mareas, una organización, no en términos de bloque o de frente, sino de circulación y comunicación de saberes, herramientas, nociones, imágenes. ¿Se puede intensificar esa circulación por ahora casi inconsciente, cómo?
2.- El problema del tiempo. Hay un desacople muy grande entre el tiempo acelerado de destrucción y el tiempo lento de la construcción (de otra subjetividad, otras relaciones sociales) que nos produce muchísima angustia. La Nada devora los mundos en un segundo, pero no se construyen mundos nuevos en un segundo.
Hemos vivido momentos muy marcados por estas lógicas de emergencia y ansiedad, como la convocatoria del 25 de septiembre de 2012 para rodear el congreso y exigir la dimisión de todos los políticos que se desarrolló en un imaginario apocalíptico de cambio radical e instantáneo.
Esa ilusión de producir un evento milagroso que lo cambia todo no es muy realista, pero ¿basta con insistir simplemente en la necesidad de un tiempo lento mientras a nuestro alrededor todo se desmorona?
3.- El problema del logro o la victoria. ¿Qué es ganar? Mucha gente acusa al 15-M de “no haber conseguido nada”. Y es verdad: no hay ninguna victoria clara y contundente que presentar como en el caso de la Primavera Árabe por ejemplo (aunque la marea blanca ha conseguido la paralización judicial de proceso de privatización de la sanidad y hay muchos otros logros no pequeños).
Nuestra sensación paradójica es que todo ha cambiado aunque nada haya cambiado. Que la realidad es la misma pero ahora la vemos desde otro sitio. Que hemos ganado sin ganar nada. Que la sociedad ahora es más rica aunque sea en realidad más pobre.
Pero muchas veces nos es difícil pensar políticamente con una imagen tan difusa de lo que es un logro.
4.- El problema de la militancia. Como decía antes, los militantes no han sido el motor central o generador de las nuevas politizaciones, pero su aportación -en el caso de los militantes que están a la escucha y no quieren dirigirlo todo- es muy valiosa e importante.
¿Podemos repensar la militancia, no como un centro que dirige o empuja, sino más bien como una función de acompañamiento y enlace entre todas esas experiencias que ya están en marcha?
5.- El problema de lo macro y lo micro. Todas las iniciativas mencionadas se topan una y otra vez con un techo de cristal: la política de los políticos está blindada a cualquier tipo de escucha de lo que se dice en la calle.
¿Cómo hacer cuña en ese búnker? Es el gran debate abierto en torno a la cuestión del partido y hay ya en marcha varias iniciativas de nuevos partidos que no pretenden tanto representar -mejorar la representación, conseguir una representación mejor- como devolver el poder a la ciudadanía, hacer de caballo de troya o caja de resonancia de los movimientos callejeros.
(En este punto podríamos incluir también el problema del desacople entre el contexto transnacional de toma de decisiones y nuestro cerebro educado estrechamente a pensar en términos de Estado-nación.)
Por último, creo que hay una pregunta que las resume todas, y que podría ser quizá: ¿qué es el cambio social, cuando no se trata de simplemente tomar el poder -porque no hay otra economía ni otra política posibles sin otra subjetividad social-, ni tampoco de construir una sociedad paralela -porque somos el 99%?
Fuente: El diario.es
viernes, 10 de enero de 2014
¿Es buen negocio ir a la universidad? Luis Fajardo BBC Mundo
Es una paradoja cruel. Las puertas de las universidades latinoamericanas, tradicionalmente elitistas, finalmente se están abriendo a los estudiantes más pobres; pero pasar por ellas ya no es garantía de prosperidad futura.
Muchos graduados salen del claustro universitario a recibir dos golpes dolorosos y simultáneos: las deudas acumuladas y el desempleo profesional. En esas condiciones, ¿sigue siendo buen negocio buscar un título universitario?
La respuesta no es simple. Como le dicen a BBC Mundo los expertos consultados, depende cada vez más de que los estudiantes actúen como consumidores muy bien informados, para escoger bien dónde y qué quieren estudiar.
Pues si bien es más fácil ahora entrar a las universidades, no son pocas las que ofrecen educación de baja calidad, que no será recompensada nunca con los altos sueldos a los que aspiran los graduados y sus familias.
Endeudados y sin trabajo
Oscar Cortés, chileno y graduado en ingeniería, le resume a BBC Mundo su experiencia: "Mi deuda tiene una tasa bastante más alta que la que pagan aquellos que quieren comprar un auto o una casa, y eso y el alto valor de la educación desató la ira reprimida por tantos años en este país", dice refiriéndose a las protestas estudiantiles que han sacudido a Chile a partir de mayo de 2011.
"Hoy solo queda resignarme y buscar conseguir un buen empleo para pagar toda la deuda que tengo que cargar", afirma Cortés.
Paola Vergez, periodista en Colombia, tiene un crédito pendiente de US$10.000.
"Recién me gradué de la universidad y estoy sin trabajo", le cuenta a BBC Mundo.
Más educación
Por generaciones, enviar a un hijo a la universidad fue un privilegio que se daba por descontado para las élites latinoamericanas, un motivo de orgullo que se pagaba con gran sacrificio en las familias de clase media y un sueño prácticamente inalcanzable para los pobres de la región, incluso con la universidad pública gratuita que fue la norma durante buena parte del siglo XX.
Hoy la situación es distinta. Se han presentado cambios enormes en torno a la cobertura del sistema universitario y la manera en que se paga. Las universidades se han expandido de manera dramática en muchos países de América Latina.
En Colombia, en 1970 el número de estudiantes en la educación superior llegaba a 85.000, apenas un 3% de cobertura. En 2011, eran 1 millón 850 mil, o cerca de 39%.
En el caso chileno, en 1992 la cobertura de la educación superior de los chilenos no llegaba a 20%, mientras que en 2009 cerca del 40% de los estudiantes entre 18 y 24 años cursaban educación terciaria.
Hasta ahí, lo bueno. Pero al mismo tiempo que aumentaba la cobertura, en muchos de esos países se redujeron los subsidios estatales.
Mientras en Argentina y Uruguay, entre otros, se mantiene todavía el principio de gratuidad de la universidad pública, en otros como Chile y Colombia, parte importante de la expansión de la cobertura universitaria ha ocurrido por cuenta de las universidades privadas.
En el caso colombiano, incluso las públicas han aumentado sus tarifas. Por lo que el sueño de la universidad va cada vez más aparejado con la necesidad de endeudarse para pagar matrículas caras.
Sin embargo, la mala calidad de la educación básica con la que llegan muchos de esos nuevos aspirantes a la universidad, en especial los más pobres, hace que no puedan aprovechar bien la educación superior y no consigan graduarse.
Y entre los que sí consiguen el título, también hay mucha frustración. La proliferación de instituciones de educación superior con escasa supervisión estatal ha resultado en que muchos estudiantes terminen pagando por una universidad de mala calidad, que no les sirve para conseguir un buen trabajo al momento de la graduación, cuando tienen que empezar a responder por sus créditos.
¿Contra la pobreza?
Sergio Urzúa, investigador chileno de la Universidad de Maryland en Estados Unidos, resume así el problema.
"A la gente se le dice que la educación superior es el camino para dejar la pobreza. Eso es cierto en la medida en que la educación superior sea de calidad. Pero no es obvio que efectivamente eso esté ocurriendo", le comenta a BBC Mundo.
"En Chile, muchas de las universidades con aranceles altos tienen problemas de calidad", reconoce también a BBC Mundo Juan Manuel Zolezzi, vicepresidente del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, entidad que representa a las universidades públicas y privadas más tradicionales de ese país.
Luis Fernando Gamboa, investigador de la Universidad del Rosario en Colombia, agrega: "Los sistemas de crédito han hecho que algunas tasas de retorno sean negativas. En algunos casos, lo que el estudiante invirtió y además lo que dejó de ganar mientras estudiaba es más que lo que recibe cuando se gradúa".
Ola de protestas
Para Urzúa, algunos graduados chilenos ahora están peor económicamente que si no hubieran estudiado.
"He hecho cálculos de que en Chile el aumento en el acceso a la educación superior ha aumentado la pobreza, porque chicos que antes ayudaban en su casa hoy están en el sistema de educación superior y ahora no están contribuyendo y se están endeudando", señala Urzúa.
"La apuesta es que en el mediano plazo las personas que hayan pasado por el sistema de educación superior puedan retribuir, pero si no aseguramos calidad, no es obvio que ello vaya a ocurrir".
Urzúa publicó en 2012 un estudio titulado "Rentabilidad de la Educación Superior en Chile", donde argumentaba que en ese país el 39% de los titulados de la educación superior obtiene retornos negativos una vez incorporados al mundo laboral, es decir, casi dos de cada cinco profesionales tendrían mayores ingresos si hubiesen entrado al mercado laboral sin pasar por la universidad.
"El paso por el sistema de educación superior no asegura necesariamente mejores condiciones de empleo, particularmente para aquellos que no se titulan", asegura el estudio, que utilizó datos oficiales, algunos de los cuales se encuentran en el portal estatal www.mifuturo.cl
"Podemos terminar con una juventud con un título universitario pero extremadamente molesta respecto de lo que se le prometió y lo que terminó logrando", le dice a BBC Mundo el académico Urzúa, para quien esta situación ayuda a explicar la ola de protestas estudiantiles que ocurrió en Chile, y que en su opinión, puede ocurrir también en Colombia.
Un buen negocio
En Bogotá, la Ascun, el gremio que representa a las universidades colombianas, insiste en que la educación superior es buen negocio para los jóvenes de ese país.
Para Carlos Forero Robayo, director ejecutivo de esa entidad, los datos en Colombia "indican que es rentable, si se quiere, estudiar, porque el mercado salarial distingue según la acumulación de conocimientos".
Todos los consultados coinciden en advertir que la universidad sigue proporcionando a la sociedad y a muchos individuos enormes beneficios.
Y por supuesto, los que consiguen una educación de calidad frecuentemente ven que el beneficio monetario que obtienen al graduarse es rápido y contundente.
Eso piensa el chileno Ignacio Contreras: "En mi caso, la experiencia ha sido muy buena. Estudié Ingeniería Civil Industrial y me otorgaron un crédito por casi el 50% del arancel de mi carrera", le dice a BBC Mundo.
"Actualmente estoy pagando el crédito, el cuál no supera el 5% de mis ingresos anuales. El crédito fue un alivio para mis padres... y también permite que uno pueda ser parte del pago de sus propios estudios", añade.
Información
El punto crucial es tener la información para escoger bien.
El profesor Urzúa ve un papel destacado para el Estado a la hora de ejercer control sobre centros de enseñanza de baja calidad.
Graduados
Los graduados de universidades de baja calidad tendrán problemas en recuperar su inversión.
También consideran importante que el estudiante esté consciente de las oportunidades laborales disponibles para la carrera que escogió estudiar.
"Si quiere estudiar porque le gusta, está bien, pero que lo haga informado, y no que a los 5 o 6 años piense que fue un fraude cuando se dé cuenta que el mercado laboral no le da cabida", insiste Urzúa.
De manera similar, Juan Manuel Solezzi del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas advierte que en su país, estudiar carreras en las artes, humanidades y ciencias sociales no es muy rentable. Y al preguntársele si le recomendaría a un familiar que siguiera alguna de esas disciplinas, reconoce: "Desde un punto de vista puramente economicista, le diría que estudiara algo en el área tecnológica, de negocios o de servicios".
Un estudio publicado por la Universidad Diego Portales en Chile asegura, por ejemplo, que un estudiante de ingeniería comercial en una prestigiosa universidad privada de ese país recupera su inversión a los 2,1 años de graduado, mientras que la persona que estudió educación parvularia (preescolar) tiene que trabajar 14,1 años para recuperar su inversión.
Expectativas
Como parte del esfuerzo por asegurar que los estudiantes tengan la información correcta sobre los beneficios que les representará la universidad, los expertos indican que hay que enfrentar un problema generalizado de expectativas enormes y a veces infundadas.
En Colombia, el profesor Gamboa de la Universidad del Rosario cuenta que, como parte de una investigación, preguntó a sus alumnos de segundo semestre de universidad sobre cuánto pensaban que sería su salario al graduarse.
"Cuando uno compara con el salario promedio en este momento en Colombia, ellos están sobrestimando el retorno de la educación en cerca de un 50%", le asegura Gamboa a BBC Mundo.
"Mi hijo el doctor"
Grado
Las universidades ofrecen otros beneficios que no pueden medirse con dinero, aseguran expertos.
Al final, como dice Carlos Forero Robayo de la Asociación Colombiana de Universidades, estas instituciones tienen una enorme rentabilidad para la sociedad en su conjunto que hay que considerar a la par con los beneficios privados que reciben los estudiantes.
Además, para millones de familias latinoamericanas, seguirá habiendo pocos motivos de felicidad comparables a poder hablar en una reunión de "mi hijo el doctor", o "mi hija la ingeniera".
Lo importante, advierten los expertos una y otra vez, es que esa valiosa experiencia no se vea frustrada por expectativas exageradas de lo que la universidad va a hacer por ellos una vez salgan al mundo cruel y competitivo del mercado laboral.
Fuente BBC.
Muchos graduados salen del claustro universitario a recibir dos golpes dolorosos y simultáneos: las deudas acumuladas y el desempleo profesional. En esas condiciones, ¿sigue siendo buen negocio buscar un título universitario?
La respuesta no es simple. Como le dicen a BBC Mundo los expertos consultados, depende cada vez más de que los estudiantes actúen como consumidores muy bien informados, para escoger bien dónde y qué quieren estudiar.
Pues si bien es más fácil ahora entrar a las universidades, no son pocas las que ofrecen educación de baja calidad, que no será recompensada nunca con los altos sueldos a los que aspiran los graduados y sus familias.
Endeudados y sin trabajo
Oscar Cortés, chileno y graduado en ingeniería, le resume a BBC Mundo su experiencia: "Mi deuda tiene una tasa bastante más alta que la que pagan aquellos que quieren comprar un auto o una casa, y eso y el alto valor de la educación desató la ira reprimida por tantos años en este país", dice refiriéndose a las protestas estudiantiles que han sacudido a Chile a partir de mayo de 2011.
"Hoy solo queda resignarme y buscar conseguir un buen empleo para pagar toda la deuda que tengo que cargar", afirma Cortés.
Paola Vergez, periodista en Colombia, tiene un crédito pendiente de US$10.000.
"Recién me gradué de la universidad y estoy sin trabajo", le cuenta a BBC Mundo.
Más educación
Por generaciones, enviar a un hijo a la universidad fue un privilegio que se daba por descontado para las élites latinoamericanas, un motivo de orgullo que se pagaba con gran sacrificio en las familias de clase media y un sueño prácticamente inalcanzable para los pobres de la región, incluso con la universidad pública gratuita que fue la norma durante buena parte del siglo XX.
Hoy la situación es distinta. Se han presentado cambios enormes en torno a la cobertura del sistema universitario y la manera en que se paga. Las universidades se han expandido de manera dramática en muchos países de América Latina.
En Colombia, en 1970 el número de estudiantes en la educación superior llegaba a 85.000, apenas un 3% de cobertura. En 2011, eran 1 millón 850 mil, o cerca de 39%.
En el caso chileno, en 1992 la cobertura de la educación superior de los chilenos no llegaba a 20%, mientras que en 2009 cerca del 40% de los estudiantes entre 18 y 24 años cursaban educación terciaria.
Hasta ahí, lo bueno. Pero al mismo tiempo que aumentaba la cobertura, en muchos de esos países se redujeron los subsidios estatales.
Mientras en Argentina y Uruguay, entre otros, se mantiene todavía el principio de gratuidad de la universidad pública, en otros como Chile y Colombia, parte importante de la expansión de la cobertura universitaria ha ocurrido por cuenta de las universidades privadas.
En el caso colombiano, incluso las públicas han aumentado sus tarifas. Por lo que el sueño de la universidad va cada vez más aparejado con la necesidad de endeudarse para pagar matrículas caras.
Sin embargo, la mala calidad de la educación básica con la que llegan muchos de esos nuevos aspirantes a la universidad, en especial los más pobres, hace que no puedan aprovechar bien la educación superior y no consigan graduarse.
Y entre los que sí consiguen el título, también hay mucha frustración. La proliferación de instituciones de educación superior con escasa supervisión estatal ha resultado en que muchos estudiantes terminen pagando por una universidad de mala calidad, que no les sirve para conseguir un buen trabajo al momento de la graduación, cuando tienen que empezar a responder por sus créditos.
¿Contra la pobreza?
Sergio Urzúa, investigador chileno de la Universidad de Maryland en Estados Unidos, resume así el problema.
"A la gente se le dice que la educación superior es el camino para dejar la pobreza. Eso es cierto en la medida en que la educación superior sea de calidad. Pero no es obvio que efectivamente eso esté ocurriendo", le comenta a BBC Mundo.
"En Chile, muchas de las universidades con aranceles altos tienen problemas de calidad", reconoce también a BBC Mundo Juan Manuel Zolezzi, vicepresidente del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, entidad que representa a las universidades públicas y privadas más tradicionales de ese país.
Luis Fernando Gamboa, investigador de la Universidad del Rosario en Colombia, agrega: "Los sistemas de crédito han hecho que algunas tasas de retorno sean negativas. En algunos casos, lo que el estudiante invirtió y además lo que dejó de ganar mientras estudiaba es más que lo que recibe cuando se gradúa".
Ola de protestas
Para Urzúa, algunos graduados chilenos ahora están peor económicamente que si no hubieran estudiado.
"He hecho cálculos de que en Chile el aumento en el acceso a la educación superior ha aumentado la pobreza, porque chicos que antes ayudaban en su casa hoy están en el sistema de educación superior y ahora no están contribuyendo y se están endeudando", señala Urzúa.
"La apuesta es que en el mediano plazo las personas que hayan pasado por el sistema de educación superior puedan retribuir, pero si no aseguramos calidad, no es obvio que ello vaya a ocurrir".
Urzúa publicó en 2012 un estudio titulado "Rentabilidad de la Educación Superior en Chile", donde argumentaba que en ese país el 39% de los titulados de la educación superior obtiene retornos negativos una vez incorporados al mundo laboral, es decir, casi dos de cada cinco profesionales tendrían mayores ingresos si hubiesen entrado al mercado laboral sin pasar por la universidad.
"El paso por el sistema de educación superior no asegura necesariamente mejores condiciones de empleo, particularmente para aquellos que no se titulan", asegura el estudio, que utilizó datos oficiales, algunos de los cuales se encuentran en el portal estatal www.mifuturo.cl
"Podemos terminar con una juventud con un título universitario pero extremadamente molesta respecto de lo que se le prometió y lo que terminó logrando", le dice a BBC Mundo el académico Urzúa, para quien esta situación ayuda a explicar la ola de protestas estudiantiles que ocurrió en Chile, y que en su opinión, puede ocurrir también en Colombia.
Un buen negocio
En Bogotá, la Ascun, el gremio que representa a las universidades colombianas, insiste en que la educación superior es buen negocio para los jóvenes de ese país.
Para Carlos Forero Robayo, director ejecutivo de esa entidad, los datos en Colombia "indican que es rentable, si se quiere, estudiar, porque el mercado salarial distingue según la acumulación de conocimientos".
Todos los consultados coinciden en advertir que la universidad sigue proporcionando a la sociedad y a muchos individuos enormes beneficios.
Y por supuesto, los que consiguen una educación de calidad frecuentemente ven que el beneficio monetario que obtienen al graduarse es rápido y contundente.
Eso piensa el chileno Ignacio Contreras: "En mi caso, la experiencia ha sido muy buena. Estudié Ingeniería Civil Industrial y me otorgaron un crédito por casi el 50% del arancel de mi carrera", le dice a BBC Mundo.
"Actualmente estoy pagando el crédito, el cuál no supera el 5% de mis ingresos anuales. El crédito fue un alivio para mis padres... y también permite que uno pueda ser parte del pago de sus propios estudios", añade.
Información
El punto crucial es tener la información para escoger bien.
El profesor Urzúa ve un papel destacado para el Estado a la hora de ejercer control sobre centros de enseñanza de baja calidad.
Graduados
Los graduados de universidades de baja calidad tendrán problemas en recuperar su inversión.
También consideran importante que el estudiante esté consciente de las oportunidades laborales disponibles para la carrera que escogió estudiar.
"Si quiere estudiar porque le gusta, está bien, pero que lo haga informado, y no que a los 5 o 6 años piense que fue un fraude cuando se dé cuenta que el mercado laboral no le da cabida", insiste Urzúa.
De manera similar, Juan Manuel Solezzi del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas advierte que en su país, estudiar carreras en las artes, humanidades y ciencias sociales no es muy rentable. Y al preguntársele si le recomendaría a un familiar que siguiera alguna de esas disciplinas, reconoce: "Desde un punto de vista puramente economicista, le diría que estudiara algo en el área tecnológica, de negocios o de servicios".
Un estudio publicado por la Universidad Diego Portales en Chile asegura, por ejemplo, que un estudiante de ingeniería comercial en una prestigiosa universidad privada de ese país recupera su inversión a los 2,1 años de graduado, mientras que la persona que estudió educación parvularia (preescolar) tiene que trabajar 14,1 años para recuperar su inversión.
Expectativas
Como parte del esfuerzo por asegurar que los estudiantes tengan la información correcta sobre los beneficios que les representará la universidad, los expertos indican que hay que enfrentar un problema generalizado de expectativas enormes y a veces infundadas.
En Colombia, el profesor Gamboa de la Universidad del Rosario cuenta que, como parte de una investigación, preguntó a sus alumnos de segundo semestre de universidad sobre cuánto pensaban que sería su salario al graduarse.
"Cuando uno compara con el salario promedio en este momento en Colombia, ellos están sobrestimando el retorno de la educación en cerca de un 50%", le asegura Gamboa a BBC Mundo.
"Mi hijo el doctor"
Grado
Las universidades ofrecen otros beneficios que no pueden medirse con dinero, aseguran expertos.
Al final, como dice Carlos Forero Robayo de la Asociación Colombiana de Universidades, estas instituciones tienen una enorme rentabilidad para la sociedad en su conjunto que hay que considerar a la par con los beneficios privados que reciben los estudiantes.
Además, para millones de familias latinoamericanas, seguirá habiendo pocos motivos de felicidad comparables a poder hablar en una reunión de "mi hijo el doctor", o "mi hija la ingeniera".
Lo importante, advierten los expertos una y otra vez, es que esa valiosa experiencia no se vea frustrada por expectativas exageradas de lo que la universidad va a hacer por ellos una vez salgan al mundo cruel y competitivo del mercado laboral.
Fuente BBC.
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Renato Carosone,
Universidad
jueves, 9 de enero de 2014
El progreso en la guerra contra la pobreza. El caso paradigmático de Norteamérica
"Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema"
Borja Monreal Gainza
La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"
Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".
Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.
Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.
Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.
En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.
No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.
Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.
Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.
Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.
Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.
La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.
Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.
Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.
Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.
Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.
Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.
Fuente: The NYT Nicholas Kristof
Borja Monreal Gainza
La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"
Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".
Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.
Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.
Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.
En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.
No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.
Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.
Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.
Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.
Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.
La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.
Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.
Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.
Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.
Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.
Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.
Fuente: The NYT Nicholas Kristof
miércoles, 8 de enero de 2014
Mujer que dice chau
Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí.
Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También llevo una hoja de acacia recogida de la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ese fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas la cosas, cada vez mejores, que nos van a pasar).
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.
Eduardo Galeano - Vagamundo y otros relatos.
Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También llevo una hoja de acacia recogida de la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ese fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas la cosas, cada vez mejores, que nos van a pasar).
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.
Eduardo Galeano - Vagamundo y otros relatos.
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