_- Luis Roca Jusmet
Rebelión
Parresîa es un término griego que puede traducirse como hablar con sinceridad, como el decir verídico. Implica algo externo, que es la libertad de palabra, pero sobre todo algo interno, la veracidad de la actitud. La verdad del discurso debe ser necesariamente la verdad de la vida, implica una determinada relación con los otros y con un mismo. Define la subjetividad moral, que debe estar arraigada en estas prácticas. Vamos a ver ahora cual es la trayectoria que señala Foucault en su análisis histórico y crítico del término.
La primera concepción es la directamente política, en el escenario del ágora o de la corte del rey, que sería la parresîa política.
Foucault la situará en el marco de la democracia ateniense y la relacionará con la isegoría, la libertad de palabra, y la isonomía, que es la igualdad delante de la ley. Todos tienen derecho a hablar, pero la democracia exige la parresîa el hablar claro y veraz en la asamblea y frente al poderoso.
La parresîa ética se empieza a utilizar, más tarde, como práctica específica de determinadas relaciones humanas, y aparece con el helenismo. Para los epicúreos, la amistad es muy valorada, pero hay también una relación entre el maestro y el discípulo y uno de sus aspectos es el arte de guiar espiritualmente a (en paralelo al arte de la medicina o al arte de la navegación).
Tanto la amistad como la maestría implican la parresìa el ser sincero con el otro, el decirle la verdad. En los estoicos se recalca más esta relación maestro-discípulo que no la amistad, a la que no dan tanta importancia como lo hacen los epicúreos. En el caso del estoicismo, la parresîa es sobre todo una forma de luchar contra nuestro principal enemigo interno, que es el amor propio o vanidad; es necesario luchar contra el autoengaño propio y del otro. Lo que presenta en definitiva para ellos la parresîa es un juego de verdad en el que uno tiene que ser suficientemente valiente para saber la verdad sobre sí mismo y sobre el mundo; es el coraje de decirse a los otros y de decirse a uno mismo la verdad.
Para los cínicos, finalmente, lo más importante es la necesidad de decir la verdad a todo el mundo a través de una interpelación crítica: es también la manera de poner en evidencia, ante una multitud, la arbitrariedad de las convenciones; lo hacen a través de la conducta escandalosa o de un diálogo provocativo que ataca la vanidad del interlocutor; es un tipo de ataque para liberar al interlocutor de su miedo, puesto que, como dice Diógenes, si alguien trae armas es que está asustado: el que no tiene miedo no necesita defenderse. Aparece con los cínicos una tercera forma de parresîa, que es la filosófica. No es la política, que es una intervención directa frente a los ciudadanos o frente a un poder y que implica un riesgo. Pero tampoco es la ética, que se da en el marco de la relación maestro-discípulo o entre amigos y que no supone ningún riesgo. Es una intervención pública pero no en un escenario directamente político. Es la de los cínicos, que quiere decir problematizar las costumbres, las creencias y plantear otro tipo de vida. Es un contrapoder que implica un riesgo, como el político. En realidad la parresîa filosófica tiene una doble dimensión, que es ética y política. Y esto nos hace volver a los orígenes de la filosofía, a Sócrates. Es el paradigma de la parresîa filosófica. Sócrates dice que no interviene directamente en la política para no jugarse la vida. Extraña paradoja porque le acabaron matando. Sócrates sabía que se jugaba la vida pero prefería hacerlo diciendo la verdad por las calles de Atenas, hablando con los ciudadanos y no en las asambleas. Porque sabía que en las asambleas no domina la parresîa sino la retórica. Habla no el que dice la verdad, sino el que habla mejor, el que manipula más, el que seduce La parresîa filosófica, como la política, entraña un riesgo, el riesgo de enfrentarse al poder. Es lo contrario de la retórica, donde se habla para seducir, para encantar, para adular y ser adulado.
Hay, dice Foucault, tres puntos importantes en el tema de la parresîa en relación con el cuidado de uno mismo. El primero es que lo que era inicialmente el deber de un maestro con respecto el discípulo se va transformando cada vez más en un deber de uno sobre sí mismo. El segundo es que el principio de esta práctica es el conocimiento de uno mismo para una autoconstrucción ética. El tercero es que lo que está en juego no es el descubrimiento de las propias profundidades psíquicas, de su secreto, sino la relación de uno mismo con una serie de principios interiorizados.
Con el cristianismo se pasará del maestro al director de conciencia. La parresía se pone entonces al servicio del poder pastoral. A partir de aquí ya no es la del maestro con respecto al alumno, que se irá emancipando hasta autorizarse a sí mismo. Será la del rebaño respecto al pasto, la del pecador que debe decir la verdad, el que debe hablar de su deseo. El director de conciencia lo escucha para aplicarle una sanción, para hacerle renunciar a sí mismo. La obediencia es fundamental, mientras no se contemplaba en absoluto en la parresia griega. En el psicoanálisis se mantendrá la cuestión de que es el analizado el que habla, aunque evidentemente para el psicoanálisis el que habla no es el sujeto consciente sino el sujeto del inconsciente. Pero por supuesto que se recupera el sentido originario de que la finalidad no es la renuncia a uno mismo sino la afirmación de uno mismo. Afirmación que para el psicoanálisis lacaniano será la del deseo inconsciente, la del ello frente a las ilusiones del yo, y para el psicoanálisis no lacaniano será la afirmación del yo.
La filosofía será para Foucault una parresía, en la medida en que asume una función crítica. En este sentido señala la continuidad que establece con ella Kant con su texto "¿Qué es la ilustración?" Se trata de pensar por uno mismo y de ser veraz, decir lo que se piensa. Hay por tanto un compromiso claro en Foucault. La filosofía no debe ser normativa, no debe decir lo que se tiene que hacer, ni a la asamblea ni al gobernante. Porque si no tuviera este compromiso político entonces sería pedagogía, que también pretende decir la verdad pero sin riesgo al hacerlo. Pero la función política del filósofo es siempre la de problematizar, la de una "exterioridad reacia" a participar directamente en el juego político. Lo cual no quiere decir que no se comprometa como ciudadano en diferentes acciones, como hizo el propio Foucault en este tiempo, pero no como filósofo. Aunque el abrir problemáticas conduce a la crítica y esta lleva a la acción.
La posición de Foucault frente a la democrática es, por tanto, la de problematizarla en el sentido de que ha de ser un escenario para la discusión veraz, no para la retórica aduladora y manipuladora. Es decir, la democracia no únicamente como procedimiento, también como contenido, que tiene que ver con la relación que hay entre los ciudadanos y la verdad.
En su último curso Foucault diferencia la veracidad de la parresîa con otras dos formas antiguas de veracidad, la de la profecía y de la sabiduría. El profeta habla a través de enigmas y transmite la verdad de un Otro, el parresista lo hace de manera clara y habla por sí mismo. El sabio tiene en común con el parresista el que habla claro y habla por sí mismo, pero habla poco. El silencio para ser una de las mejores maneras que tiene para transmitir algo. lo único que tiene el parresista es la palabra.
Lo que nos puede enseñar esta noción de Foucault es que la democracia no es solo un procedimiento formal, que implica una determina ética. Cultura que quiere decir tener un criterio, una ética de la verdad y la capacidad de responsabilizarse por lo que uno dice, con los riesgos que implica. Que no es solo el derecho a decidir sino a hacerlo con una información, con un criterio, con una capacidad de discrepar y con el valor de no seguir la corriente que marcan los demagogos.
viernes, 30 de noviembre de 2018
jueves, 29 de noviembre de 2018
Es hora de cambiar nuestra forma de hablar y pensar acerca de África. África no es pobre, le robamos su riqueza.
Nobleza, online Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África.
Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.
Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.
Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.
Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.
También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.
De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.
Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.
La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.
Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.
Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.
Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.
Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.
La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.
Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla. Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África.
Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.
Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.
Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.
Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.
También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.
De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.
Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.
La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.
Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.
Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.
Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.
Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.
La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.
Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla.
Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.
Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/05/africa-poor-stealing-wealth-170524063731884.html Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África. Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.
Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.
Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.
Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.
También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.
De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.
Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.
La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.
Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.
Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.
Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.
Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.
La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.
Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla.
Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.
Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.
Fuente:
http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/05/africa-poor-stealing-wealth-170524063731884.html
África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África.
Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.
Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.
Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.
Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.
También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.
De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.
Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.
La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.
Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.
Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.
Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.
Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.
La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.
Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla. Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África.
Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.
Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.
Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.
Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.
También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.
De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.
Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.
La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.
Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.
Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.
Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.
Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.
La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.
Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla.
Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.
Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/05/africa-poor-stealing-wealth-170524063731884.html Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
África es pobre, pero podemos tratar de ayudar a su gente. Esta es una afirmación simple, que se repite cada año por medio de miles de imágenes, noticias de los periódicos y llamamientos benéficos de modo que adquiere el peso de la verdad. Cuando lo leemos reforzamos las asunciones y relatos acerca de África que hemos oído a lo largo de nuestras vidas. Reafirmamos nuestra imagen de África. Trate de hacer algo diferente. África es rica, pero robamos su riqueza.
Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.
Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.
Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.
También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.
De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.
Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.
La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.
Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.
Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? A los gobiernos occidentales les gustaría que se les considerara generosos benefactores que hacen cuanto pueden para “ayudar a quienes son incapaces de ayudarse a sí mismos”. Pero primero que tienen que hacer es dejar de perpetuar el daño que hacen. Los gobiernos tienen que dejar de obligar a los gobiernos africanos a abrir sus economías a la privatización y sus mercados a la competencia desleal.
Para que los países africanos se beneficien de las inversiones extranjeras se les debe permitir (e incluso ayudar a hacerlo) regular legalmente esas inversiones y a las corporaciones que a menudo las traen. Y puede que quieran plantearse no confiar en el sector extractivo.
Con pocas excepciones, aquellos países que tienen una abundante riqueza mineral experimentan una democracia más pobre, un crecimiento económico más débil y un desarrollo peor. Para evitar la evasión fiscal los gobiernos deben dejar de prevaricar respecto a las medidas para abordar los paraísos fiscales. Ningún país debería tolerar que operen en su país empresas que tienen filiales en paraísos fiscales.
La ayuda es minúscula y lo menos que puede hacer, si se gasta bien, es devolver algo de la riqueza que se ha saqueado a África. Deberíamos considerarlo una forma tanto de reparación como de redistribución, del mismo modo que el sistema fiscal nos permite redistribuir la riqueza desde las personas más ricas hacia las más pobres en las sociedades individual. Lo mismo se debería esperar de la “sociedad” global.
Para empezar siquiera a embarcarnos en un programa tan ambicioso debemos cambiar la forma en que hablamos y pensamos acerca de África. No se trata de hacer que la gente se sienta culpable, sino de diagnosticar correctamente un problema para darle una solución. En estos momentos no estamos “ayudando” a África. África es rica, dejemos de empobrecerla.
Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.
Nick Dearden es director de la organización británica Global Justice Now. Anteriormente fue director de Jubilee Debt Campaign.
Fuente:
http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2017/05/africa-poor-stealing-wealth-170524063731884.html
Geometría e imaginación
Fue en Grecia donde la geometría se convierte en el estudio del orden espacial por medio de la relación de las formas y se considera a los objetos como entes ideales, que pueden ser manipulados mentalmente o con la sola ayuda de la regla y el compás. Pitágoras convierte a la Geometría en el ideal de su doctrina, en la que el concepto de demostración es aceptado como única la vía para el establecimiento de la verdad. Su conocimiento fue considerado básico para acceder a etapas superiores del desarrollo del espíritu humano. Su aporte es fundamental, pues eleva el concepto de número a la categoría de elemento primigenio, lo que también se da en las ciencias actuales.
El teorema de Pitágoras genera la primera crisis de la matemática. Sucede que si se asigna el valor de uno a cada cateto de un triángulo rectángulo, la hipotenusa mide raíz de dos, número que para los griegos no existe por ser inconmensurable. Llaman a estos números irracionales y los imaginan excepcionales. Veinticuatro siglos después, Cantor demuestra que los racionales son una parte insignificante de los irracionales.
Para Platón, la geometría y los números son la quinta esencia del lenguaje filosófico y el ideal simbólico de la verdad espiritual. Por eso inscribe a la entrada de su escuela Nadie entre aquí si no es geómetra ; a él mismo se le atribuye la frase de que Dios hace siempre Geometría. Cuando habla del dios geómetra, hace referencia al hijo de Zeus, Apolo, al que los griegos otorgan el dominio de las ciencias y las artes y en cuyo templo está grabada la inscripción: Gnothi séauton, o sea, conócete a ti mismo, que evoca al conocimiento adquirido por la vía de la Geometría.
En Grecia aparece también un problema de lógica pura: Para demostrar un resultado, denominado tesis, se parte de una o de varias hipótesis. La veracidad de la tesis depende de la validez del razonamiento con que se la obtiene y de la veracidad de las hipótesis. Entonces se debe partir de hipótesis ciertas para poder confirmar la tesis. Determinar la veracidad de la hipótesis exige considerarla como una tesis, cuya hipótesis se deberá comprobar también. Se entra así en un proceso sin fin en el que, a su vez, cada hipótesis se convierte en tesis a probar.
Euclides zanja esta dificultad al proponer un sistema en el que se acepta sin demostración la veracidad de ciertas hipótesis, a partir de las cuales se deduce la tesis. Su sistema se halla sintetizado en su obra cumbre “Los Elementos”, modelo axiomático deductivo que se basa en cinco postulados y definiciones precisas, que constituyen toda la geometría y la aritmética de entonces. Euclides sintetiza el método deductivo y esquematiza la Geometría del mundo antiguo y medieval.
A pesar de que veracidad del quinto postulado está fuera de toda duda, trae desde sus inicios el problema de si puede ser deducido de los otros cuatro. Durante los siguientes milenios, uno de los principales trabajos en la geometría va a consistir en determinar si el quinto postulado es dependiente de los otros cuatro o no, o sea si puede ser considerado un teorema deducible de los otros. Hasta la alta Edad Media en las escuelas y en las universidades se enseña “Los Elementos”, pero aunque nunca se logra deducir si el quinto postulado es o no dependiente de los otros cuatro, se le dan formulaciones equivalentes, una de estas formulaciones dice que por un punto fuera de una recta pasa una sola recta paralela a dicha recta.
Axioma es una palabra que en griego significa “lo que parece justo o evidente”, para los filósofos antiguos de Grecia era aquello que no necesita ser demostrado; entonces, si se razona con axiomas se puede revelar el resto del conocimiento humano. Para la matemática, un axioma es una expresión lógica utilizada para racionalmente llegar a una conclusión. Resta por saber si hay contradicciones que se deducen de un sistema de axiomas y si, por lo tanto, existen afirmaciones cuya veracidad o falsedad no pueden ser probada; de ser así, el sistema es inconsistente.
Gauss deduce una geometría no contradictoria en la que no se cumple el quinto postulado de Euclides, pero le asusta tanto el resultado que no lo publica. Posteriormente, Lobachevsky y Bolyai dan a conocer al mundo, de manera simultánea e independiente, una geometría con cinco postulados idénticos a los de Euclides, excepto el quinto. Lobachevsky sostiene que por un punto, que no pertenece a una recta, pasan por lo menos dos rectas paralelas a la recta dada, intenta así llegar a una contradicción sobre el quinto postulado, al que niega y sustituye por otro aparentemente absurdo, lo que, aunque parezca falso, es válido desde el punto de vista de la lógica formal. Para su asombro obtiene una nueva geometría que es verdadera si es verdadera la de Euclides. Para negar el quinto postulado, Riemann sostiene que por un punto que no pertenece a una recta no pasa ni una recta paralela a la misma, lo que, aunque parezca falso, es válido desde el punto de vista de la lógica formal; asimismo, su geometría es verdadera si es verdadera la de Euclides.
Las tres geometrías, la de Lobachevsky, Riemann y Euclides, se diferencian sólo por la curvatura de Gauss de una superficie, que puede ser negativa, positiva o cero, respectivamente. En el primer caso, la suma de los ángulos interiores de un triángulo es menor que 180 grados, en el segundo es mayor a 180 grados y en el tercero es igual a 180 grados. En la geometría de Riemann esto es fácil de observar, pues si nos situamos en el ecuador, donde dos paralelos caen perpendicularmente al meridiano ecuatorial, si a la suma de dos ángulos rectos, que es 180 grados, si se le agrega el valor del ángulo que los dos paralelos forman en el polo, el resultado da un valor mayor que 180 grados, para cualquier triángulo así formado.
El 10 de junio de 1854, Riemann dicta una conferencia en la Universidad de Gotinga. El tema es: “Sobre las hipótesis que están en los fundamentos de la geometría”. Su contenido constituye uno de los mayores logros científicos de la humanidad. De los presentes sólo su antiguo profesor, Gauss, escucha entusiasmado porque tal vez es el único que lo comprende.
En su conferencia generaliza el concepto de superficie para cualquier número de dimensiones, demuestra que la geodésica es la curva que minimiza la distancia entre dos puntos sobre cualquier superficie, es decir, un concepto análogo al de la recta en el plano, donde la línea recta minimiza la distancia entre dos puntos. Como ya se dijo, encuentra que hay superficies en las que los triángulos formados por geodésicas suman más de ciento ochenta grados y otras, en las que suman menos, lo que contradice al quinto postulado de Euclides y a la intuición humana.
Según Riemann, es la métrica del espacio, o sea la manera con que se mide la distancia que separa a dos puntos, lo que determina la geometría del espacio. Por ejemplo, el plano no es por sí mismo el plano euclidiano sino que con una métrica se cumple el quinto postulado, pero, con otra métrica, como la de Lobachevsky, no se verifica dicho postulado. Debe transcurrir más de medio siglo para que en 1915 sus ideas sean aplicadas por Einstein para crear la Teoría General de la Relatividad.
En 1872, Felix Klein publica El Programa de Erlangen, que se considera una gran revolución de la geometría y, en general, de la matemática, porque da una nueva definición de geometría. En este programa de investigación Klein descubre que la geometría euclidiana y las no euclidianas son casos particulares de la geometría proyectiva y que la geometría euclidiana es consistente, o no contradictoria, si y sólo si son consistentes las geometrías no euclidianas. Esta memoria, la Conferencia de Riemann y los Elementos de Euclides son los puntos más esenciales de la geometría.
El Programa de Erlangen es bastante sencillo y trata de dar una definición formal sobre qué es geometría, más allá de la idea intuitiva que sobre ella se tenga. La pregunta es lógica pues por haber tantas geometrías no se sabe lo que son, sólo está claro que no se trata del estudio de puntos, rectas, circunferencias y planos. Klein da la respuesta a esta pregunta introduciendo en la geometría el concepto de grupo, o sea un conjunto en el que está definida una operación y sus reglas. Descubre que la geometría es el estudio de las propiedades invariantes, o sea que no cambian al aplicarles una transformación de tipo grupal. Las transformaciones que permanecen invariantes deben tener estructura de grupo para la operación de composición, o sea, para la aplicación sucesiva de la misma transformación al resultado de la primera. Así descubre, por ejemplo, que la geometría euclidiana es el estudio de los invariantes mediante el grupo de los movimientos rígidos (como son las simetrías, los giros y las traslaciones paralelas). El descubrimiento de Klein es fundamental ya que permite clasificar a las geometrías y comprender cuál es la estructura general de cada una de ellas. Klein consagra a la geometría proyectiva como la reina de las geometrías. Con él, una ciencia fue capaz de definirse a sí misma de manera rigurosa, por lo que su pensamiento constituye el punto culminante del intelecto humano.
En 1920, Hilbert propuso investigar si la matemática puede enunciarse sobre razones sólidamente lógicas, si toda la ciencia deviene de un conjunto finito de axiomas escogidos correctamente y si se puede probar que este sistema es consistente, o sea que con sus reglas no se puede demostrar al mismo tiempo la verdad y la falsedad de una proposición formulada con toda precisión. Pretendía, así, crear un sistema matemático formal completo y consistente; de cumplirse con este objetivo, cualquier problema bien planteado podría ser resuelto mediante la razón.
Gödel, en contra de esta idea, obtuvo en 1931 el Teorema de la Incompletitud y demostró que incluso la aritmética, sólo mediante sus propios axiomas, no se podía demostrar a la vez que es consistente y completa; por lo tanto, no se podía demostrar la consistencia de ningún otro sistema más complejo que la contuviera; de esta manera, demostró que era indemostrable la completitud de un sistema que incluya la aritmética.
Según Gödel, un sistema axiomático, por definido y consistente que sea, posee serias limitaciones y siempre habrá en él una proposición verdadera P no demostrable; además, si la misma pudiera ser demostrada, el sistema sería contradictorio. Por ejemplo, si se afirmara que esta sentencia no puede ser demostrada, entonces el sistema formal donde se la pudiera demostrar sería inconsistente porque demostraría una sentencia que ella misma afirma que no puede ser demostrada, lo que es contradictorio. Si una sentencia no se puede probar dentro de un sistema formal, entonces lo que ella afirma es verdadero y, por tanto, la sentencia es consistente, pero como el sistema contiene una afirmación cierta, que no se puede probar, entonces el sistema es incompleto.
El teorema de Gödel demuestra que cualquier sistema es necesariamente incompleto y contiene afirmaciones que no se pueden refutar ni demostrar. Para ello, Gödel construyó una fórmula verdadera, que no podía ser demostrada; esto significa que todo sistema consistente no es completo. La existencia de un sistema incompleto no es sorprendente y simplemente significa que en él no se hallan todos los axiomas necesarios; pero éste no puede ser completado, pues cada vez que se añade un nuevo axioma, habrá por lo menos uno que haga falta; así, de esta manera, nunca se podrá encontrar un conjunto completo de axiomas. Consecuentemente, es imposible implementar el sistema formal planteado por Hilbert. Una versión posterior del teorema de Gödel indica que ningún sistema deductivo, en el que esté incluida la aritmética, puede ser a la vez consistente y completo. La incompletitud afecta a la lógica formal, que usa el formalismo para definir sus principios, pues nunca se podrá encontrar un sistema axiomático que sea capaz de demostrar todas las verdades matemáticas y ninguna falsedad.
El segundo teorema de la incompletitud afirma que ningún sistema consistente puede ser usado para demostrarse a sí mismo, lo que es inquietante para los fundamentos de la matemática, puesto que, según éste nuevo teorema, si un sistema axiomático puede a partir de sí mismo demostrar que es consistente, entonces es inconsistente. Así, indirectamente se ha demostrado que nunca se podrá desarrollar un programa informático que cumpla con el requisito de demostrar si una aseveración cualquiera es verdadera o falsa.
Estos resultados son devastadores para el intento de formalización de Hilbert, quien había propuesto que la consistencia de los sistemas más complejos se podría probar en términos de sistemas más sencillos. Sin embargo, Minsky asegura que Gödel le había sostenido que sus teoremas no limitaban la capacidad cognoscente del hombre, porque los seres humanos no sólo son racionales sino que también poseen intuición, importante soporte para la búsqueda de la verdad por ser un conocimiento que se obtiene sin seguir un patrón racional y cuya formulación no puede ser racionalmente explicada. Se puede relacionar a la intuición con experiencias previas, pero no siempre es posible explicar el cómo y el porqué se llega a cierta conclusión valedera. Así, en la constitución del conocimiento hay una habilidad que transciende la razón pura, por lo tanto, la razón y la intuición, además de la imaginación y la inspiración, no mencionadas por Gödel, se complementan en la búsqueda de la verdad.
Para terminar, el Universo tiene un lenguaje en el que la Geometría es el código que utiliza como alfabeto. Sus huellas las encontramos en las ciencias, en las artes, en la arquitectura, en la música, en el lenguaje animal y humano, en la Cábala, en el ADN, en las retículas terrestres, en nuestro corazón, en la geología y, en general, en toda la Flor de la Vida. La Geometría estudia las proporciones y las medidas de la materia y la tierra, y su relación con el principio de auto sustentación. Se puede sostener, sin temor a equivocarse, que así como la Lógica no es más que la crítica del pensamiento, la Geometría es la crítica del espacio-tiempo.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249403
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miércoles, 28 de noviembre de 2018
_- Pobreza o mala suerte. Sí, a veces la vida te gasta una broma de muy mal gusto.
_- Cuando ves a una persona sola, con una maleta gigante, bien cuidado, y esperas que van a venir a por él, cuando al día siguiente lo ves, en el mismo banco, tapado, y con los ojos más triste, (hacía mucho tiempo que no veía unos ojos tan tristes) no puedo dejar de sentir empatía por esa persona. No sé nada de su vida, solo sé que es de Cáceres, que le ofrecí comida, que no le apetecía comer, lo único que le pude decir, es que le llevaba a Cáritas, que mi marido vendría a por él.
¡¡A veces la vida es muy injusta!!
No sé por qué estará así, no sé cuál es su situación y ahora no me importan las causas.
La vida da muchas vueltas.
Lo vi emocionado, nadie le había preguntado, se emocionó, solo por preguntarle que si le podía ayudar.
¿Dónde está el espíritu navideño de las personas?
Aquí solo nos preocupamos por quién va a salir en una cabalgata, no nos preocupamos por la situación real de tantas familias.
Creo que cada día somos más egoístas, solo miramos nuestro ombligo.
Ya va mi marido con un tapper de comida, fruta, yogurt y pan. Y lo llevará a Cáritas, espero que su vida se resuelva y que pueda salir adelante.
No es justo
- No lo es-, que tengamos que depender de la caridad de los demás, es humillante, prefiero, me gusta más sin duda ninguna, la solidaridad. Y, sobre todo, me gustaría que viviéramos en un país más justo y solidario, que los gobernantes se preocupasen por su pueblo y no robaran tanto...
Fuente: Tomado de internet. FB, y colgado aquí de forma anónima.
¡¡A veces la vida es muy injusta!!
No sé por qué estará así, no sé cuál es su situación y ahora no me importan las causas.
La vida da muchas vueltas.
Lo vi emocionado, nadie le había preguntado, se emocionó, solo por preguntarle que si le podía ayudar.
¿Dónde está el espíritu navideño de las personas?
Aquí solo nos preocupamos por quién va a salir en una cabalgata, no nos preocupamos por la situación real de tantas familias.
Creo que cada día somos más egoístas, solo miramos nuestro ombligo.
Ya va mi marido con un tapper de comida, fruta, yogurt y pan. Y lo llevará a Cáritas, espero que su vida se resuelva y que pueda salir adelante.
No es justo
- No lo es-, que tengamos que depender de la caridad de los demás, es humillante, prefiero, me gusta más sin duda ninguna, la solidaridad. Y, sobre todo, me gustaría que viviéramos en un país más justo y solidario, que los gobernantes se preocupasen por su pueblo y no robaran tanto...
Fuente: Tomado de internet. FB, y colgado aquí de forma anónima.
martes, 27 de noviembre de 2018
_- La historia del mensaje que me puede ayudar en momento de desesperación
_- El problema de muchas personas es que llegan a sentirse abrumadas por sus propias emociones, como si en lugar de una brújula para orientarse llevaran grilletes que las paralizan.
Sobre esto, un cuento sufí glosado por el místico y espiritual indio Osho, entre otros (Pues tb se le atribuye a un emperador chino), explica lo que un rey pidió a los sabios de su corte:
–Me estoy fabricando un precioso anillo y quiero ocultar bajo el diamante algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación. Tiene que ser muy breve de modo que pueda esconderlo allí.
Aquellos eruditos habían escrito grandes tratados, pero no sabían cómo darle un mensaje de solo dos o tres palabras que pudiera ayudar a su rey en esos momentos en los que él consideraba que esa ayuda podría marcar la diferencia
Sin embargo, el monarca tenía un anciano sirviente que era como de la familia, el cual le dijo:
–No soy un sabio, ni un erudito, pero conozco el mensaje que buscas, porque me lo dio un místico hace tiempo.
Dicho esto, el anciano escribió tres palabras en un pequeño papel, lo dobló y se lo entregó al rey con la advertencia. “No lo leas, manténlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando todo haya fracasado y no encuentres salida a tu situación”.
El momento llegó cuando el país fue invadido y el rey tuvo que huir a caballo para salvar la vida mientras sus enemigos le perseguían. Finalmente, llegó a un lugar donde el camino se acababa al borde de un precipicio.
Entonces se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró el siguiente mensaje: “Esto también pasará”.
Mientras leía aquella frase, los enemigos que le perseguían se perdieron en el bosque, al errar el camino, y pronto dejó de oír el trote de los caballos.
Tras aquel sobresalto, el rey logró reunir a su ejército y reconquistar el reino. En la capital hubo una gran celebración y el monarca quiso compartirlo con el anciano, a quien agradeció aquella providencial perla de sabiduría. El viejo le pidió entonces:
–Ahora vuelve a mirar el mensaje.
Al ver la cara de sorpresa del rey, explicó: “No es solo para situaciones desesperadas, sino también para las placenteras. No es solo para cuando estás derrotado; también sirve cuando te sientes victorioso. No es solo para cuando eres el último, también para cuando eres el primero”.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y entonces comprendió.
–Recuerda que todo pasa –le recordó el viejo sirviente–. Solo quedas tú, que permaneces por siempre como testigo.
Como en este cuento tradicional, si entendemos que las emociones no somos nosotros, sino que se trata de estados transitorios de nuestra mente para adaptarnos a la vida, dejaremos de sentirnos sobrepasados por ellas. Las emociones son una brújula, pero nosotros tenemos el timón o debemos tenerlo y decidimos el rumbo de nuestra existencia.
Sobre esto, un cuento sufí glosado por el místico y espiritual indio Osho, entre otros (Pues tb se le atribuye a un emperador chino), explica lo que un rey pidió a los sabios de su corte:
–Me estoy fabricando un precioso anillo y quiero ocultar bajo el diamante algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación. Tiene que ser muy breve de modo que pueda esconderlo allí.
Aquellos eruditos habían escrito grandes tratados, pero no sabían cómo darle un mensaje de solo dos o tres palabras que pudiera ayudar a su rey en esos momentos en los que él consideraba que esa ayuda podría marcar la diferencia
Sin embargo, el monarca tenía un anciano sirviente que era como de la familia, el cual le dijo:
–No soy un sabio, ni un erudito, pero conozco el mensaje que buscas, porque me lo dio un místico hace tiempo.
Dicho esto, el anciano escribió tres palabras en un pequeño papel, lo dobló y se lo entregó al rey con la advertencia. “No lo leas, manténlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando todo haya fracasado y no encuentres salida a tu situación”.
El momento llegó cuando el país fue invadido y el rey tuvo que huir a caballo para salvar la vida mientras sus enemigos le perseguían. Finalmente, llegó a un lugar donde el camino se acababa al borde de un precipicio.
Entonces se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró el siguiente mensaje: “Esto también pasará”.
Mientras leía aquella frase, los enemigos que le perseguían se perdieron en el bosque, al errar el camino, y pronto dejó de oír el trote de los caballos.
Tras aquel sobresalto, el rey logró reunir a su ejército y reconquistar el reino. En la capital hubo una gran celebración y el monarca quiso compartirlo con el anciano, a quien agradeció aquella providencial perla de sabiduría. El viejo le pidió entonces:
–Ahora vuelve a mirar el mensaje.
Al ver la cara de sorpresa del rey, explicó: “No es solo para situaciones desesperadas, sino también para las placenteras. No es solo para cuando estás derrotado; también sirve cuando te sientes victorioso. No es solo para cuando eres el último, también para cuando eres el primero”.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y entonces comprendió.
–Recuerda que todo pasa –le recordó el viejo sirviente–. Solo quedas tú, que permaneces por siempre como testigo.
Como en este cuento tradicional, si entendemos que las emociones no somos nosotros, sino que se trata de estados transitorios de nuestra mente para adaptarnos a la vida, dejaremos de sentirnos sobrepasados por ellas. Las emociones son una brújula, pero nosotros tenemos el timón o debemos tenerlo y decidimos el rumbo de nuestra existencia.
España donde se considera “revanchismo” enterrar a los propios muertos o borrar del callejero nombres de asesinos notorios. Franco: ¿enterrarlo vivo?
España -lo he escrito otras veces- es el único país de Europa donde se puede ser (Considerarse) demócrata sin ser antifascista y donde, aún más, el antifascismo se identifica con posiciones “radicales” y “antidemocráticas”.
Denunciar el fascismo es, en algunos casos, un delito; defenderlo, promocionarlo o practicarlo no.
España es el único país donde los vencedores de una guerra civil nacida de un golpe de Estado no han perdonado a sus víctimas ni a sus descendientes. Los castigaron durante cuarenta años de dictadura y ahora les acusan de abrir heridas que ellos nunca quisieron cerrar y que estas acusaciones mantienen precisamente abiertas.
España es el único país democrático en el que se considera “revanchismo” enterrar a los propios muertos o borrar del callejero nombres de asesinos notorios; o retirar el cadáver del dictador del mausoleo construido por sus víctimas. ¡Cuarenta años después y aún seguimos con eso!, nos dicen. Muchos hubiéramos querido que no hubiera sido necesario hacerlo nunca; muchos querríamos, en su defecto, que se hubiera hecho hace cuarenta años. Parece un rasgo de aterrador cinismo que los que han impedido o no han querido normalizar en cuatro décadas este país reprochen que se quiera hacer ahora; y que lo reprochen de tal manera que se sobreentienda que enterrar a un pariente muerto es un crimen mucho mayor que haberlo matado y retirar el nombre de un asesino de una avenida -o su cadáver de un mausoleo- es un agravio mucho mayor que encarcelar, torturar y asesinar a cientos de miles de personas.
España es el único país democrático en que se intenta rehabilitar o, al menos, aligerar una dictadura con el pretexto de que representaba a la mitad de España. En algún momento -hay que decir la verdad- representó a casi toda España y la representó porque la España negada estaba en el exilio, en las cárceles o en las cunetas. O muerta de miedo debajo de una cama o debajo de una máscara. En todo caso Hitler también representó a más de media Alemania y Mussolini a más de media Italia. Los dos llegaron pacíficamente al poder, al contrario que Franco, pero a nadie se le ocurre sostener que no fuera legítimo y, aún más, moral y políticamente imperativo combatir sus crímenes y desmarcarse después por todas las vías -políticas, institucionales, culturales- de su legado. Hoy, por lo demás, el franquismo representa felizmente a una minoría, porque hasta el votante de derechas es mucho más democrático que sus líderes y sus ideólogos, los cuales deberían ajustar su programa a la España desmemoriada del siglo XXI en lugar de reactualizar sin parar -contra Catalunya y contra la izquierda, de manera tan interesada como ideológica- la España del siglo XIX.
España es un país que ha olvidado casi todo -esa guerra lejana, la dictadura, los pecados de la transición- y eso en parte es muy malo y en parte muy bueno. Lo único que no nos dejan olvidar, ochenta años después, es quién gano la guerra. Las víctimas y sus descendientes han olvidado y sólo buscan, si acaso, un poco de normalidad; una normalización que nos homologue al resto de los países europeos. También los descendientes de los vencedores han olvidado a sus abuelos (muchos de los cuales tomaron partido en un contexto muy polarizado y por razones no ideológicas) y sólo quieren también un poco de conservadurismo democrático. Pero no sirve de nada. Porque son los herederos ideológicos de los verdugos minuciosos que atenazaron España durante cuarenta años los que no olvidan su victoria ni los “derechos” que la acompañan. Se dirá que en la izquierda hay también una minoría “estalinista” que no olvida su derrota; la diferencia es que, al contrario que la criptofascista, no tiene ningún poder ni medios para azuzar nuevos conflictos. No se trata de Vox ni de Nueva España. Si en nuestro país no ha habido hasta ahora extrema derecha es porque la extrema derecha de otros países, marginal y derrotada, en España estaba enquistada desde el principio en los aparatos de poder y desde allí ponía límites a la democracia bonsay a la que se había resignado mientras esa misma democracia limitada limitaba, en tiempos de estabilidad y bipartidismo, sus desafueros. El PP ha sido siempre un partido centauro: una mitad franquista reprimida y una mitad democrática a la fuerza. Por eso ahora que se acabó la estabilidad y que Europa recupera también su peor pasado, el PP -con los aguijones de C’s y Vox- invoca con voluntad radicalizadora y propagandística la minoría “estalinista” y espolea a la derecha civilizada con ánimo guerracivilista y des-civilizador. Catalunya, donde todas las partes se han prestado y han alimentado esa polarización, señala el camino de una rememorización liberticida que se querría ampliar a todas partes.
Porque la anomalía española -la de la única democracia europea no construida contra el fascismo- tiene una vertiente positiva y otra muy destructiva y peligrosa. La positiva es que, para hacer olvidar los pecados de la transición, se hizo olvidar todo en general; y unos partidos responsables -y unos medios de comunicación profesionales y democráticos- utilizarían ahora esa trágica amnesia generalizada para enterrar muertos sin tensiones, reparar agravios históricos sin histerias y promover una verdadera reconciliación basada en la aceptación de lo que la mayor parte de los españoles ya ha aceptado: que la guerra acabó hace ochenta años y que hoy no hay ninguna guerra entre españoles. La vertiente negativa tiene que ver, en cambio, con esta dificultad; y es que los descendientes ideológicos de los vencedores -una minoría con bridas firmes en el Estado- no ha olvidado y no está dispuesta a olvidar su victoria militar y, ochenta años más tarde, quiere seguir gobernando basándose en los “derechos” que esa victoria le otorga. No es que no hayan olvidado la guerra civil; es que no han olvidado ni quieren olvidar de dónde viene su poder; y quieren seguir ejerciéndolo desde esa memoria viva y terrible, aún al precio de sacrificar los exiguos, pero irrenunciables, logros conseguidos desde 1975. La prueba simbólica más evidente es la resistencia del PP a condenar en términos institucionales el régimen de Franco; la prueba politica más provocadora es la prisión de los independentistas catalanes. A nadie se le oculta que sería más fácil olvidar de una vez por todas los crímenes del dictador -ya socialmente casi olvidados- si todos los partidos se pusieran de acuerdo en reconocer que lo fueron. No es que la izquierda quiera reabrir viejas heridas; es que nunca se cerraron; es que están abiertas y sólo pueden cerrarlas los que siguen apoyándose en la victoria del golpe de Estado de 1936. Todos hemos olvidado, o estamos dispuestos a olvidar, los crímenes de Franco, salvo esa minoría política que los recuerda sin cesar como un mérito y una victoria. Bastaría que esa minoría olvidara también su ignominioso triunfo para que las aguas cubrieran mansamente doscientos años de historia malhadada y la calidad democrática de nuestro país se refrescara y asentara de una vez por todas.
Nada de eso va a ocurrir y menos en un contexto europeo y español en el que hurgar en heridas sin cerrar y reactivar la peor memoria puede traer réditos electorales y servir además para aplazar de nuevo la revisión de la España ideológica, sectaria y sin hacer, que tanto dolor y tanta violencia ha generado desde hace cinco siglos. Hace cuarenta años tuvimos una oportunidad y la perdimos; hoy tenemos una nueva oportunidad y la perderemos también. Ese aplazamiento es la historia misma de España: ese aplazamiento es un incendio y una llamada a los incendiarios.
El asunto, en definitiva, no es desenterrar de las cunetas a las víctimas del franquismo. El asunto es enterrar a Franco. Hay que enterrarlo de una vez. Está vivo en el Valle de los Caídos y por eso hay que sacarlo de ahí; y está vivo en las cabezas y ademanes de la derecha política y por eso es la derecha la que tiene que matarlo y enterrarlo para siempre. Mientras Franco esté vivo no se le puede enterrar en ninguna parte. Mientras Franco esté vivo no se podrá desenterrar y olvidar del todo a sus víctimas. Creo que la mayoría social de este país -todavía hoy, mañana no sé- estaría dispuesta a ayudar en esta tarea: enterrar a Franco para normalizar el país, desenterrar a sus víctimas para que dejen de ser un remordimiento colectivo -y pasen a ser un asunto privado- y promover un olvido social compartido sobre el que pueda fundarse una España plurinacional en la que, sin riendas en el Estado, quepan incluso los nostálgicos de Franco y los de Stalin. Para esta tarea necesitaríamos algo más que la benevolencia de un pueblo olvidadizo: necesitaríamos una derecha realmente democrática y unos medios de comunicación realmente independendientes. Franco sigue vivo. ¿No es absurdo discutir acerca de dónde lo vamos a enterrar?
Fuente:
http://www.cuartopoder.es/ideas/2018/11/23/exhumacion-franco-valle-caidos-enterrarlo-vivo-alba-rico/
Denunciar el fascismo es, en algunos casos, un delito; defenderlo, promocionarlo o practicarlo no.
España es el único país donde los vencedores de una guerra civil nacida de un golpe de Estado no han perdonado a sus víctimas ni a sus descendientes. Los castigaron durante cuarenta años de dictadura y ahora les acusan de abrir heridas que ellos nunca quisieron cerrar y que estas acusaciones mantienen precisamente abiertas.
España es el único país democrático en el que se considera “revanchismo” enterrar a los propios muertos o borrar del callejero nombres de asesinos notorios; o retirar el cadáver del dictador del mausoleo construido por sus víctimas. ¡Cuarenta años después y aún seguimos con eso!, nos dicen. Muchos hubiéramos querido que no hubiera sido necesario hacerlo nunca; muchos querríamos, en su defecto, que se hubiera hecho hace cuarenta años. Parece un rasgo de aterrador cinismo que los que han impedido o no han querido normalizar en cuatro décadas este país reprochen que se quiera hacer ahora; y que lo reprochen de tal manera que se sobreentienda que enterrar a un pariente muerto es un crimen mucho mayor que haberlo matado y retirar el nombre de un asesino de una avenida -o su cadáver de un mausoleo- es un agravio mucho mayor que encarcelar, torturar y asesinar a cientos de miles de personas.
España es el único país democrático en que se intenta rehabilitar o, al menos, aligerar una dictadura con el pretexto de que representaba a la mitad de España. En algún momento -hay que decir la verdad- representó a casi toda España y la representó porque la España negada estaba en el exilio, en las cárceles o en las cunetas. O muerta de miedo debajo de una cama o debajo de una máscara. En todo caso Hitler también representó a más de media Alemania y Mussolini a más de media Italia. Los dos llegaron pacíficamente al poder, al contrario que Franco, pero a nadie se le ocurre sostener que no fuera legítimo y, aún más, moral y políticamente imperativo combatir sus crímenes y desmarcarse después por todas las vías -políticas, institucionales, culturales- de su legado. Hoy, por lo demás, el franquismo representa felizmente a una minoría, porque hasta el votante de derechas es mucho más democrático que sus líderes y sus ideólogos, los cuales deberían ajustar su programa a la España desmemoriada del siglo XXI en lugar de reactualizar sin parar -contra Catalunya y contra la izquierda, de manera tan interesada como ideológica- la España del siglo XIX.
España es un país que ha olvidado casi todo -esa guerra lejana, la dictadura, los pecados de la transición- y eso en parte es muy malo y en parte muy bueno. Lo único que no nos dejan olvidar, ochenta años después, es quién gano la guerra. Las víctimas y sus descendientes han olvidado y sólo buscan, si acaso, un poco de normalidad; una normalización que nos homologue al resto de los países europeos. También los descendientes de los vencedores han olvidado a sus abuelos (muchos de los cuales tomaron partido en un contexto muy polarizado y por razones no ideológicas) y sólo quieren también un poco de conservadurismo democrático. Pero no sirve de nada. Porque son los herederos ideológicos de los verdugos minuciosos que atenazaron España durante cuarenta años los que no olvidan su victoria ni los “derechos” que la acompañan. Se dirá que en la izquierda hay también una minoría “estalinista” que no olvida su derrota; la diferencia es que, al contrario que la criptofascista, no tiene ningún poder ni medios para azuzar nuevos conflictos. No se trata de Vox ni de Nueva España. Si en nuestro país no ha habido hasta ahora extrema derecha es porque la extrema derecha de otros países, marginal y derrotada, en España estaba enquistada desde el principio en los aparatos de poder y desde allí ponía límites a la democracia bonsay a la que se había resignado mientras esa misma democracia limitada limitaba, en tiempos de estabilidad y bipartidismo, sus desafueros. El PP ha sido siempre un partido centauro: una mitad franquista reprimida y una mitad democrática a la fuerza. Por eso ahora que se acabó la estabilidad y que Europa recupera también su peor pasado, el PP -con los aguijones de C’s y Vox- invoca con voluntad radicalizadora y propagandística la minoría “estalinista” y espolea a la derecha civilizada con ánimo guerracivilista y des-civilizador. Catalunya, donde todas las partes se han prestado y han alimentado esa polarización, señala el camino de una rememorización liberticida que se querría ampliar a todas partes.
Porque la anomalía española -la de la única democracia europea no construida contra el fascismo- tiene una vertiente positiva y otra muy destructiva y peligrosa. La positiva es que, para hacer olvidar los pecados de la transición, se hizo olvidar todo en general; y unos partidos responsables -y unos medios de comunicación profesionales y democráticos- utilizarían ahora esa trágica amnesia generalizada para enterrar muertos sin tensiones, reparar agravios históricos sin histerias y promover una verdadera reconciliación basada en la aceptación de lo que la mayor parte de los españoles ya ha aceptado: que la guerra acabó hace ochenta años y que hoy no hay ninguna guerra entre españoles. La vertiente negativa tiene que ver, en cambio, con esta dificultad; y es que los descendientes ideológicos de los vencedores -una minoría con bridas firmes en el Estado- no ha olvidado y no está dispuesta a olvidar su victoria militar y, ochenta años más tarde, quiere seguir gobernando basándose en los “derechos” que esa victoria le otorga. No es que no hayan olvidado la guerra civil; es que no han olvidado ni quieren olvidar de dónde viene su poder; y quieren seguir ejerciéndolo desde esa memoria viva y terrible, aún al precio de sacrificar los exiguos, pero irrenunciables, logros conseguidos desde 1975. La prueba simbólica más evidente es la resistencia del PP a condenar en términos institucionales el régimen de Franco; la prueba politica más provocadora es la prisión de los independentistas catalanes. A nadie se le oculta que sería más fácil olvidar de una vez por todas los crímenes del dictador -ya socialmente casi olvidados- si todos los partidos se pusieran de acuerdo en reconocer que lo fueron. No es que la izquierda quiera reabrir viejas heridas; es que nunca se cerraron; es que están abiertas y sólo pueden cerrarlas los que siguen apoyándose en la victoria del golpe de Estado de 1936. Todos hemos olvidado, o estamos dispuestos a olvidar, los crímenes de Franco, salvo esa minoría política que los recuerda sin cesar como un mérito y una victoria. Bastaría que esa minoría olvidara también su ignominioso triunfo para que las aguas cubrieran mansamente doscientos años de historia malhadada y la calidad democrática de nuestro país se refrescara y asentara de una vez por todas.
Nada de eso va a ocurrir y menos en un contexto europeo y español en el que hurgar en heridas sin cerrar y reactivar la peor memoria puede traer réditos electorales y servir además para aplazar de nuevo la revisión de la España ideológica, sectaria y sin hacer, que tanto dolor y tanta violencia ha generado desde hace cinco siglos. Hace cuarenta años tuvimos una oportunidad y la perdimos; hoy tenemos una nueva oportunidad y la perderemos también. Ese aplazamiento es la historia misma de España: ese aplazamiento es un incendio y una llamada a los incendiarios.
El asunto, en definitiva, no es desenterrar de las cunetas a las víctimas del franquismo. El asunto es enterrar a Franco. Hay que enterrarlo de una vez. Está vivo en el Valle de los Caídos y por eso hay que sacarlo de ahí; y está vivo en las cabezas y ademanes de la derecha política y por eso es la derecha la que tiene que matarlo y enterrarlo para siempre. Mientras Franco esté vivo no se le puede enterrar en ninguna parte. Mientras Franco esté vivo no se podrá desenterrar y olvidar del todo a sus víctimas. Creo que la mayoría social de este país -todavía hoy, mañana no sé- estaría dispuesta a ayudar en esta tarea: enterrar a Franco para normalizar el país, desenterrar a sus víctimas para que dejen de ser un remordimiento colectivo -y pasen a ser un asunto privado- y promover un olvido social compartido sobre el que pueda fundarse una España plurinacional en la que, sin riendas en el Estado, quepan incluso los nostálgicos de Franco y los de Stalin. Para esta tarea necesitaríamos algo más que la benevolencia de un pueblo olvidadizo: necesitaríamos una derecha realmente democrática y unos medios de comunicación realmente independendientes. Franco sigue vivo. ¿No es absurdo discutir acerca de dónde lo vamos a enterrar?
Fuente:
http://www.cuartopoder.es/ideas/2018/11/23/exhumacion-franco-valle-caidos-enterrarlo-vivo-alba-rico/
lunes, 26 de noviembre de 2018
Un semáforo francés en ámbar
Si en Francia no pasa nada, entonces no pasará nada fundamental de signo liberador y progresista a medio plazo en Europa.
El sábado 300.000 personas expresaron su activa protesta organizando más de 2000 bloqueos de carreteras y peajes en toda Francia. Hay que seguir de cerca este fenómeno de los chalecos amarillos, movimiento auto(des)organizado a través de las redes sociales, popular e imprevisible. La jornada del sábado continuó el domingo y más allá. Ahora el movimiento llama a bloquear París el sábado 24… Todo esto pone muy nervioso al establishment mediático y político europeo.
El ministro del interior francés, Christophe Castaner constató, el martes, la “degeneración total de una protesta que en general mantuvo el sábado buena conducta”. “Asistimos a una radicalización con reivindicaciones que ya no son coherentes, que van en todas direcciones”, ha dicho. La CGT, el sindicato francés menos manso, se ha desmarcado pero hasta tres de cada cuatro franceses han expresado según las encuestas su apoyo a esta manifestación en la que se escuchan llamadas a la dimisión del “presidente de los ricos”.
La chispa ha sido la subida de los impuestos a los carburantes. Eso ha llevado a declarar a una ex ministra socialista de medio ambiente, Delphine Batho, típica representante de la izquierda-caviar, que la protesta es una, “acción de solidaridad con el lobby petrolero”. Pero tras la fiscalidad al diesel se esconde una clara cuestión de clase, una injusticia fiscal que grava a la gente del extrarradio, la más encadenada al uso del coche para ir al trabajo, o que trabaja con él (transportistas, agricultores), dibujando toda la geografía de la Francia periférica de las zonas rurales y los extrarradios urbanos. Hay en su protesta un agravio comparativo hacia el trato fiscal que reciben los ricos, con la eliminación del impuesto a las grandes fortunas, y una indignación y hartazgo con las despreciativas declaraciones del Júpiter Macron que cada mes evidencia su mentalidad elitista. Es esta fractura de clase la que asusta: desorganizada, radical e imprevisible.
De repente, como se lee en la prensa alemana, se advierte el peligro provocado por lo que antes se consideraba éxito y victoria: el descabezamiento y la integración de las organizaciones sindicales que todavía defendían intereses de clase. La paradoja del resultado de décadas de políticas encaminadas a descafeinar a los sindicatos es que desemboca en una preocupación ante el peligro que supone la ausencia de interlocutores (sindicales) corruptos con los que negociar cabreos como este.
En unos momentos en los que por toda Europa surgen populismos de signo conservador o reaccionario con los que la derecha capitaliza y canaliza los ríos de descontento y sufrimiento social suscitados por la crisis, hay que estar atento a cualquier manifestación de un movimiento que huele a algo de clase, aunque acabe en agua de borrajas. Si en Europa llegara a formarse algo parecido a un bloque popular-ciudadano antiburgués bien podría ser a partir de este tipo de chispas. Con la actual configuración capitalista de los espacios y geografías, el precio del carburante desempeña un papel no muy diferente al del pan en los motines de antaño. Afortunadamente, tras no pocos titubeos, la France Insoumise de Jean-Luc Melenchon se ha dado cuenta de eso y ha expresado su apoyo a esta protesta. Y el lugar es Francia.
Hace tiempo que modestamente sostengo que si en Francia no pasa nada, es decir que si lo que queda de la mayor tradición social y republicana del continente se demuestra incapaz de reaccionar a esta crisis que incrementa la desigualdad social y arrasa con derechos costosamente adquiridos, entonces no pasará nada fundamental de signo liberador y progresista a medio plazo en esta parte del mundo.
Lo último de Macron es aplicar la directiva europea de reducir las pensiones en un país en el que apenas hay jubilados pobres, como es el caso de Alemania donde ese cepillado se hizo hace años. Macrón expresó la semana pasada todo el delirio narcisista que acompaña al “europeísmo” establecido al decir en Berlín que Europa y el eje franco-alemán tienen, “la responsabilidad de que el mundo no se deslice hacia el caos y sea acompañado en el camino de la paz”. La simple realidad es que es la acción de ese eje, que en Francia se vive crecientemente como mera subordinación a Alemania, la que está creando el caos en la propia Unión Europea con una política neoliberal que excita todo aquello que disuelve y desintegra al “europeísmo”.
(P.S. La visita de Macron a Berlín, en la que obtuvo apoyos a su propuesta de ejército europeo, incluyó ofrenda floral en la Neue Wache, el templete de la avenida Unter den Linden. En tiempos de la RDA, la Alemania comunista, aquello era un memorial a las “víctimas del fascismo y el militarismo”. En los años noventa, tras la reunificación, el memorial fue remodelado a las “victimas de la guerra y la tiranía”, concepto éste último que abraza tanto al nazismo como al comunismo. La remodelación regresó así a la línea de la doctrina establecida por los ex nazis que gobernaron la Alemania occidental en la posguerra y que buscaban su redención en la guerra fría bajo el manto general del “totalitarismo”. La unificación conceptual presentaba al comunismo y al estalinismo como hermanos gemelos del nazismo y el fascismo, ignorando la diferencia ideológica fundamental; que no puede haber un “buen” nazismo, contrario a todo planteamiento humanista, pero sí un “buen” socialismo que desarrolle ideales humanistas radicalmente antagónicos con el antihumanismo estalinista. Hoy el templete incluye una placa que menciona entre las víctimas de la tiranía a los alemanes expulsados de sus hogares en Europa central y oriental tras la derrota de 1945 y a los represaliados por el régimen de Alemania Oriental. Una nueva historia nacional a la carta para unos nuevos tiempos).
(Publicado en Ctxt)
https://rafaelpoch.com/2018/11/21/un-semaforo-frances-en-ambar/
El sábado 300.000 personas expresaron su activa protesta organizando más de 2000 bloqueos de carreteras y peajes en toda Francia. Hay que seguir de cerca este fenómeno de los chalecos amarillos, movimiento auto(des)organizado a través de las redes sociales, popular e imprevisible. La jornada del sábado continuó el domingo y más allá. Ahora el movimiento llama a bloquear París el sábado 24… Todo esto pone muy nervioso al establishment mediático y político europeo.
El ministro del interior francés, Christophe Castaner constató, el martes, la “degeneración total de una protesta que en general mantuvo el sábado buena conducta”. “Asistimos a una radicalización con reivindicaciones que ya no son coherentes, que van en todas direcciones”, ha dicho. La CGT, el sindicato francés menos manso, se ha desmarcado pero hasta tres de cada cuatro franceses han expresado según las encuestas su apoyo a esta manifestación en la que se escuchan llamadas a la dimisión del “presidente de los ricos”.
La chispa ha sido la subida de los impuestos a los carburantes. Eso ha llevado a declarar a una ex ministra socialista de medio ambiente, Delphine Batho, típica representante de la izquierda-caviar, que la protesta es una, “acción de solidaridad con el lobby petrolero”. Pero tras la fiscalidad al diesel se esconde una clara cuestión de clase, una injusticia fiscal que grava a la gente del extrarradio, la más encadenada al uso del coche para ir al trabajo, o que trabaja con él (transportistas, agricultores), dibujando toda la geografía de la Francia periférica de las zonas rurales y los extrarradios urbanos. Hay en su protesta un agravio comparativo hacia el trato fiscal que reciben los ricos, con la eliminación del impuesto a las grandes fortunas, y una indignación y hartazgo con las despreciativas declaraciones del Júpiter Macron que cada mes evidencia su mentalidad elitista. Es esta fractura de clase la que asusta: desorganizada, radical e imprevisible.
De repente, como se lee en la prensa alemana, se advierte el peligro provocado por lo que antes se consideraba éxito y victoria: el descabezamiento y la integración de las organizaciones sindicales que todavía defendían intereses de clase. La paradoja del resultado de décadas de políticas encaminadas a descafeinar a los sindicatos es que desemboca en una preocupación ante el peligro que supone la ausencia de interlocutores (sindicales) corruptos con los que negociar cabreos como este.
En unos momentos en los que por toda Europa surgen populismos de signo conservador o reaccionario con los que la derecha capitaliza y canaliza los ríos de descontento y sufrimiento social suscitados por la crisis, hay que estar atento a cualquier manifestación de un movimiento que huele a algo de clase, aunque acabe en agua de borrajas. Si en Europa llegara a formarse algo parecido a un bloque popular-ciudadano antiburgués bien podría ser a partir de este tipo de chispas. Con la actual configuración capitalista de los espacios y geografías, el precio del carburante desempeña un papel no muy diferente al del pan en los motines de antaño. Afortunadamente, tras no pocos titubeos, la France Insoumise de Jean-Luc Melenchon se ha dado cuenta de eso y ha expresado su apoyo a esta protesta. Y el lugar es Francia.
Hace tiempo que modestamente sostengo que si en Francia no pasa nada, es decir que si lo que queda de la mayor tradición social y republicana del continente se demuestra incapaz de reaccionar a esta crisis que incrementa la desigualdad social y arrasa con derechos costosamente adquiridos, entonces no pasará nada fundamental de signo liberador y progresista a medio plazo en esta parte del mundo.
Lo último de Macron es aplicar la directiva europea de reducir las pensiones en un país en el que apenas hay jubilados pobres, como es el caso de Alemania donde ese cepillado se hizo hace años. Macrón expresó la semana pasada todo el delirio narcisista que acompaña al “europeísmo” establecido al decir en Berlín que Europa y el eje franco-alemán tienen, “la responsabilidad de que el mundo no se deslice hacia el caos y sea acompañado en el camino de la paz”. La simple realidad es que es la acción de ese eje, que en Francia se vive crecientemente como mera subordinación a Alemania, la que está creando el caos en la propia Unión Europea con una política neoliberal que excita todo aquello que disuelve y desintegra al “europeísmo”.
(P.S. La visita de Macron a Berlín, en la que obtuvo apoyos a su propuesta de ejército europeo, incluyó ofrenda floral en la Neue Wache, el templete de la avenida Unter den Linden. En tiempos de la RDA, la Alemania comunista, aquello era un memorial a las “víctimas del fascismo y el militarismo”. En los años noventa, tras la reunificación, el memorial fue remodelado a las “victimas de la guerra y la tiranía”, concepto éste último que abraza tanto al nazismo como al comunismo. La remodelación regresó así a la línea de la doctrina establecida por los ex nazis que gobernaron la Alemania occidental en la posguerra y que buscaban su redención en la guerra fría bajo el manto general del “totalitarismo”. La unificación conceptual presentaba al comunismo y al estalinismo como hermanos gemelos del nazismo y el fascismo, ignorando la diferencia ideológica fundamental; que no puede haber un “buen” nazismo, contrario a todo planteamiento humanista, pero sí un “buen” socialismo que desarrolle ideales humanistas radicalmente antagónicos con el antihumanismo estalinista. Hoy el templete incluye una placa que menciona entre las víctimas de la tiranía a los alemanes expulsados de sus hogares en Europa central y oriental tras la derrota de 1945 y a los represaliados por el régimen de Alemania Oriental. Una nueva historia nacional a la carta para unos nuevos tiempos).
(Publicado en Ctxt)
https://rafaelpoch.com/2018/11/21/un-semaforo-frances-en-ambar/
25N & Abolicionismo de la Prostitución. Los bulos sobre el abolicionismo
El feminismo ha elegido este 25-N la lucha contra la explotación sexual como una de las formas más brutales de violencia patriarcal.
Cuando hay un negocio de por medio parece que todo vale menos la vida, y menos, si se trata de una mujer
La prostitución genera 160.000 millones de euros en el mundo. Cinco millones por día en España, donde el 90% de quienes la ejercen es víctima de trata (Fundación Scelles). Somos el primer país de Europa en consumo de prostitución, el tercero del mundo tras Tailandia y Puerto Rico. En el 2010, la prostitución era el 0.35% del PIB (INE). Es decir, no olviden que detrás de este debate hay un sector que cuida por su dinero. Y cuando hay dinero, se ataca a lo que daña al negocio. Aquí, la abolición de la prostitución. Toca, pues, aclarar algunas frases que se repiten sin cesar y que no son verdad. “La abolición es prohibición”. Falso.
Persigue a puteros y proxenetas, no a la prostituta. Quien quiera trabajar como autónoma podrá hacerlo y tener derechos. Ahora existen sanciones a prostitutas por la ley mordaza aprobada por el Partido Popular, a la que se opuso, entre otros sectores, el abolicionista.
El proxenetismo es delito en España “El abolicionismo es moralista y no respeta derechos humanos de sindicación”. Falso. Respeta el derecho de asociación de quien ejerce libremente, pero la ley solo permite crear sindicatos a trabajadores por cuenta ajena. Si se trabaja por cuenta ajena es para un tercero, aquí, un proxeneta.
El proxenetismo es delito en España, luego el sindicato no puede materializarse, como ha confirmado hoy la Audiencia. No es moral, es ley y derechos humanos. Lo recoge la CEDAW y el Parlamento Europeo, que recuerda que trata y prostitución van juntas y son “violaciones de la dignidad humana contrarias a los principios de los derechos humanos, entre ellos la igualdad de género”. Y ojo, ningún trabajador tiene su cuerpo como medio de producción. “Las abolicionistas no escuchan a las prostitutas”. Falso. Sabemos qué dicen las que acuden a los medios pero también escuchamos a las mujeres prostituidas, las que no hablan hasta que salen de la explotación.
La Fiscalía, en su memoria anual, recuerda que la reforma del Código Penal del 2015 por el Partido Popular fue “ineficaz” para luchar contra la trata. Como la víctima debía demostrar su vulnerabilidad para que el otro sea considerado proxeneta, estos se frotaron las manos. La Fiscalía recuerda que “la mayoría de las mujeres apoya las versiones de los proxenetas por miedo a sufrir represalias en su persona o en sus familiares en los países de donde proceden, o bien por temor a ser deportadas”. Por lo tanto, si les ponen un micro delante, estas mujeres mentirán y dirán que ejercen por voluntad, pero porque son esclavas, tienen miedo y la ley no las protege.
Entretodos Publica una carta del lector Escribe un post para publicar en la edición impresa y en la web “El abolicionismo no es feminista porque daña a las mujeres”. Falso. Es feminista porque es lo único que garantiza la igualdad y combate la mentalidad de demanda de cuerpos en los hombres. El abolicionismo es lo más interseccional porque garantiza que las mujeres más vulnerables, las más pobres, las emigrantes o las trans tengan otras opciones lejos de la explotación. El abolicionismo es feminista porque toda la historia del feminismo lo ha sido y ataca al patriarcado en su raíz. España lo fue durante la República y fue el franquismo el que lo borró de la historia.
“El abolicionismo habla desde una posición de privilegio”. Falso. Hace poco, Silvia Federici analizaba cómo el capitalismo somete nuestros cuerpos pero decía que hablábamos “desde una posición de privilegio” si les negamos ser trabajadoras sexuales. Mi respuesta es que si tú no eres prostituta, pero le dices a ella que siga siendo explotada, hablas desde otra posición de privilegio, porque tú no eres la esclava. Con esa idea solo contribuyes a mantener los roles patriarcales. La prostitución es desigualdad, explotación, esclavitud...
“Solo piden abolir la prostitución, pero no otras instituciones”. Falso. Hace unos días, Angela Davis pedía abolir las cárceles, pero no la prostitución. Debería saber Davis que en España, primer país de Europa en demanda, la auténtica cárcel para muchas mujeres es la prostitución y que violan a mujeres negras en las fronteras antes de ser explotadas sexualmente aquí. Feministas como Mujeres Libres, en los años 30, ya pedían la abolición del matrimonio como institución. Es historia feminista. No es nuevo.
Las mentiras sobre el abolicionismo aumentarán. Sorprende, como dice el proxeneta del libro de Mabel Lozano, que hay a quienes ni siquiera hay que sobornar para que opinen como ellos. La prostitución no es empoderante, no es servicio, no es libertad. La prostitución es desigualdad, es proxenetismo, es explotación, es esclavitud, es patriarcado, es crimen, es muerte.
Cuando hay un negocio de por medio parece que todo vale menos la vida. Y menos, si se trata de una mujer. Como siempre.
Fuente:
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20181121/bulos-sobre-abolicionismo-prostitucion-articulo-opinion-ana-i-bernal-trivino-7157960?utm_source=facebook&utm_medium=social
Cuando hay un negocio de por medio parece que todo vale menos la vida, y menos, si se trata de una mujer
La prostitución genera 160.000 millones de euros en el mundo. Cinco millones por día en España, donde el 90% de quienes la ejercen es víctima de trata (Fundación Scelles). Somos el primer país de Europa en consumo de prostitución, el tercero del mundo tras Tailandia y Puerto Rico. En el 2010, la prostitución era el 0.35% del PIB (INE). Es decir, no olviden que detrás de este debate hay un sector que cuida por su dinero. Y cuando hay dinero, se ataca a lo que daña al negocio. Aquí, la abolición de la prostitución. Toca, pues, aclarar algunas frases que se repiten sin cesar y que no son verdad. “La abolición es prohibición”. Falso.
Persigue a puteros y proxenetas, no a la prostituta. Quien quiera trabajar como autónoma podrá hacerlo y tener derechos. Ahora existen sanciones a prostitutas por la ley mordaza aprobada por el Partido Popular, a la que se opuso, entre otros sectores, el abolicionista.
El proxenetismo es delito en España “El abolicionismo es moralista y no respeta derechos humanos de sindicación”. Falso. Respeta el derecho de asociación de quien ejerce libremente, pero la ley solo permite crear sindicatos a trabajadores por cuenta ajena. Si se trabaja por cuenta ajena es para un tercero, aquí, un proxeneta.
El proxenetismo es delito en España, luego el sindicato no puede materializarse, como ha confirmado hoy la Audiencia. No es moral, es ley y derechos humanos. Lo recoge la CEDAW y el Parlamento Europeo, que recuerda que trata y prostitución van juntas y son “violaciones de la dignidad humana contrarias a los principios de los derechos humanos, entre ellos la igualdad de género”. Y ojo, ningún trabajador tiene su cuerpo como medio de producción. “Las abolicionistas no escuchan a las prostitutas”. Falso. Sabemos qué dicen las que acuden a los medios pero también escuchamos a las mujeres prostituidas, las que no hablan hasta que salen de la explotación.
La Fiscalía, en su memoria anual, recuerda que la reforma del Código Penal del 2015 por el Partido Popular fue “ineficaz” para luchar contra la trata. Como la víctima debía demostrar su vulnerabilidad para que el otro sea considerado proxeneta, estos se frotaron las manos. La Fiscalía recuerda que “la mayoría de las mujeres apoya las versiones de los proxenetas por miedo a sufrir represalias en su persona o en sus familiares en los países de donde proceden, o bien por temor a ser deportadas”. Por lo tanto, si les ponen un micro delante, estas mujeres mentirán y dirán que ejercen por voluntad, pero porque son esclavas, tienen miedo y la ley no las protege.
Entretodos Publica una carta del lector Escribe un post para publicar en la edición impresa y en la web “El abolicionismo no es feminista porque daña a las mujeres”. Falso. Es feminista porque es lo único que garantiza la igualdad y combate la mentalidad de demanda de cuerpos en los hombres. El abolicionismo es lo más interseccional porque garantiza que las mujeres más vulnerables, las más pobres, las emigrantes o las trans tengan otras opciones lejos de la explotación. El abolicionismo es feminista porque toda la historia del feminismo lo ha sido y ataca al patriarcado en su raíz. España lo fue durante la República y fue el franquismo el que lo borró de la historia.
“El abolicionismo habla desde una posición de privilegio”. Falso. Hace poco, Silvia Federici analizaba cómo el capitalismo somete nuestros cuerpos pero decía que hablábamos “desde una posición de privilegio” si les negamos ser trabajadoras sexuales. Mi respuesta es que si tú no eres prostituta, pero le dices a ella que siga siendo explotada, hablas desde otra posición de privilegio, porque tú no eres la esclava. Con esa idea solo contribuyes a mantener los roles patriarcales. La prostitución es desigualdad, explotación, esclavitud...
“Solo piden abolir la prostitución, pero no otras instituciones”. Falso. Hace unos días, Angela Davis pedía abolir las cárceles, pero no la prostitución. Debería saber Davis que en España, primer país de Europa en demanda, la auténtica cárcel para muchas mujeres es la prostitución y que violan a mujeres negras en las fronteras antes de ser explotadas sexualmente aquí. Feministas como Mujeres Libres, en los años 30, ya pedían la abolición del matrimonio como institución. Es historia feminista. No es nuevo.
Las mentiras sobre el abolicionismo aumentarán. Sorprende, como dice el proxeneta del libro de Mabel Lozano, que hay a quienes ni siquiera hay que sobornar para que opinen como ellos. La prostitución no es empoderante, no es servicio, no es libertad. La prostitución es desigualdad, es proxenetismo, es explotación, es esclavitud, es patriarcado, es crimen, es muerte.
Cuando hay un negocio de por medio parece que todo vale menos la vida. Y menos, si se trata de una mujer. Como siempre.
Fuente:
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20181121/bulos-sobre-abolicionismo-prostitucion-articulo-opinion-ana-i-bernal-trivino-7157960?utm_source=facebook&utm_medium=social
sábado, 24 de noviembre de 2018
_- Escuela pública y Religión. Por la fuerza de un tratado internacional no puede imponerse una asignatura que no tiene acomodo en un Estado confesional
Supongamos que un país extranjero opina que la presencia de una determinada asignatura en nuestro sistema de enseñanza es insuficiente y solicita que se firme un convenio internacional que nos obligue a incorporar esa asignatura en la modalidad que mejor convenga a ese determinado país. Imagino que nuestras autoridades rechazarían de plano semejante idea y reivindicarían, en uso de nuestra soberanía, su responsabilidad en el diseño del currículo que deben estudiar nuestros escolares. Nadie puede estar más interesado en la educación de los escolares de un país que sus propias autoridades. Pues bien, esa hipótesis inaceptable es precisamente lo que sucede con la enseñanza de la Religión Católica, y el convenio internacional existe. En efecto, dicha enseñanza está regulada por los convenios con el Vaticano firmados en 1979, y que nuestros Gobiernos deben cumplir escrupulosamente. La obligatoriedad de la oferta de dicha asignatura en nuestros centros públicos se deriva de dicho convenio, así como la consideración de docentes para quienes la imparten, designados por las autoridades eclesiásticas, por encima de cualquier procedimiento para la selección del profesorado fijado en nuestras leyes.
Pongo el énfasis en el aspecto del tratado internacional porque en todos los debates y discusiones en que he participado sobre este asunto, después de hablar de los aspectos pedagógicos y formativos, la última ratio, el argumento definitivo para defender la postura de que hay que incluir la Religión Católica en la escuela, es que, sean cuales sean los argumentos que puedan aducirse, el Estado español está obligado por ese tratado internacional. Y quienes así razonan pasan, de forma inadvertida, a actuar como representantes del otro Estado firmante en lugar de ciudadanos preocupados por la calidad de nuestro sistema escolar y de nuestra democracia. Por otra parte, cuando este asunto ha sido examinado en alguna de sus vertientes por los tribunales, el fallo se ha basado exclusivamente en la existencia de un tratado que nuestras autoridades deben cumplir.
Y cuando se menciona el dichoso tratado, parece que estuviera hablándose de algo inmutable, algo así como la ley de la gravitación universal, ineludible y sobre la que no tenemos control alguno. Aunque un convenio entre dos países es algo aceptado voluntariamente por las dos partes y puede modificarse según procedimientos normalmente contemplados en él. No se trata de una circunstancia impuesta por terceros ajenos a los firmantes. Por eso es urgente que el Gobierno español requiera la modificación de los acuerdos con el Vaticano, quizá también en otros aspectos, pero desde luego en el apartado que se refiere a la enseñanza de Religión en la escuela pública. Es un obstáculo prominente en la tarea de diseñar una escuela pública eficaz en un entorno institucional no confesional.
En primer lugar, porque supone una injerencia intolerable para nuestro Estado, sea cual sea el color de su Gobierno, en la autonomía para fijar los contenidos docentes de nuestros escolares y los procedimientos de designación de los profesores. Cualquier persona que se reclame de la democracia liberal debería considerar ofensiva tal pretensión. Pero también porque crea disfunciones de difícil o imposible solución. El hecho de que sea una asignatura voluntaria que cuente en las calificaciones y, por lo tanto, influya en el devenir académico, crea dos clases de alumnos con oportunidades diferentes sin ninguna justificación. Que se imparta en el horario escolar crea la necesidad de pensar en una alternativa para los alumnos que no elijan seguir la clase de Religión, influyendo, por tanto, también en el currículo de quienes han elegido no cursarla. Muchos han argumentado el interés en sustituir la clase de Religión por algo como ética y valores, o historia de las religiones, etcétera. Pero si estas materias son de interés, lo son también para los alumnos que cursan Religión Católica y no pueden sustituirse enseñanzas de tipo universal como las mencionadas por una de perfil confesional. Al final, resulta que la única alternativa viable es nada: una hora de inactividad, o de actividad irrelevante, en medio del horario escolar.
Así pues, la enseñanza de la Religión Católica, aun con carácter voluntario, no tiene acomodo en el programa de una escuela no confesional, no puede imponerse por la fuerza de un tratado internacional, no puede intercalarse en el horario escolar, y las personas designadas por los obispos para impartirla no pueden tener la consideración de profesores oficiales; solo pueden ostentar dicha condición quienes siguen las normas en vigor de selección del profesorado.
No es este, desde luego, el único ni el principal problema de los muchos que aquejan a nuestra escuela, pero su resolución definitiva de forma respetuosa con el espíritu de nuestra Constitución permitiría concentrar el debate en las mejoras de procedimiento y contenidos que demanda nuestra educación.
Cayetano López fue rector de la Universidad Autónoma de Madrid.
https://elpais.com/elpais/2018/11/20/opinion/1542725622_730342.html
viernes, 23 de noviembre de 2018
Hay que desenterrar la memoria de las cunetas
Javier Gallego
Carne Cruda
España desconoce lo que fue la dictadura de Franco. Sus herederos y cómplices impusieron por ley el olvido de los asesinatos, torturas, robos de bebés y este país ha terminado por creer que el franquismo tampoco era para tanto. Hasta la Academia de la Historia, nostálgica del pasado, se negaba a llamarle "dictador" y "régimen totalitario". Lo dejaron todo atado y bien atado para que así fuera.
Desde el Rey que juró lealtad al genocida, hasta sus ministros, jueces, militares y policías se acostaron franquistas y se levantaron "demócratas", enterraron la memoria con la ayuda de una izquierda traicionera y construyeron un recuerdo a su medida que ha blanqueado a Franco con éxito durante décadas.
Pero hay un silencio que grita desde las cunetas. Más de 100.000 asesinados por la dictadura que claman Justicia. No se trata de reabrir heridas, se trata de abrir agujeros para que las familias puedan enterrar a los suyos. Somos, después de Camboya, el país con más enterrados en fosas comunes. Somos un país que no permite juzgar a sus criminales fascistas, un país que no le da Justicia a las víctimas vivas y a las familias de los muertos, que tienen que irse a Argentina a pedirla.
En un documental francés reciente definían el franquismo como un régimen sanguinario y brutal que dio un golpe de Estado a una democracia, eliminó a la disidencia, cerró España y le impuso una moral ultracatólica con la ayuda de la Iglesia. Jamás me contaron así la dictadura en el colegio. Tampoco en la tele o en casa. No es eso lo que he oído sobre ella. Sí he oído mil veces que la culpa fue de la República, de la víctima, vaya. A la calle le han borrado la memoria y le han implantado una mentira.
Es hora de desenterrar la memoria de las cunetas y de las salas de tortura de la Dirección General de Seguridad, como hace "El silencio de otros", la película que debería enseñarse a todos los españoles para que conozcan el relato que se enterró: el de los torturados, los ajusticiados, los bebés robados por el franquismo. El de las violaciones con barras de hierro, las humillaciones a los presos, los fusilamientos contra las tapias. El que nunca me contaron. Es desgarrador ver la lucha incansable de las víctimas por encontrar Justicia y devastador ver un país que ha olvidado lo que los franquistas les hicieron a miles de personas. Es la Infamia Nacional.
En otros países se avergüenzan y juzgan a los genocidas. Aquí se les aplaude y amnistía. Como me decía hace unos días Pablo Romero, hijo de un asesinado de ETA, olvidar a las víctimas es matarlas otra vez. Una víctima no olvida. Un país no puede olvidarla. Un Estado no puede perdonar los crímenes que cometió la dictadura. Ha pasado el tiempo suficiente para desenterrar la memoria de las cunetas. Sería un buen sitio para tirar los restos inmundos del carnicero del Valle de los Caídos.
Fuente:
http://www.eldiario.es/carnecruda/lo-llevamos-crudo/desenterrar-memoria-cunetas_6_837526263.html
Carne Cruda
España desconoce lo que fue la dictadura de Franco. Sus herederos y cómplices impusieron por ley el olvido de los asesinatos, torturas, robos de bebés y este país ha terminado por creer que el franquismo tampoco era para tanto. Hasta la Academia de la Historia, nostálgica del pasado, se negaba a llamarle "dictador" y "régimen totalitario". Lo dejaron todo atado y bien atado para que así fuera.
Desde el Rey que juró lealtad al genocida, hasta sus ministros, jueces, militares y policías se acostaron franquistas y se levantaron "demócratas", enterraron la memoria con la ayuda de una izquierda traicionera y construyeron un recuerdo a su medida que ha blanqueado a Franco con éxito durante décadas.
Pero hay un silencio que grita desde las cunetas. Más de 100.000 asesinados por la dictadura que claman Justicia. No se trata de reabrir heridas, se trata de abrir agujeros para que las familias puedan enterrar a los suyos. Somos, después de Camboya, el país con más enterrados en fosas comunes. Somos un país que no permite juzgar a sus criminales fascistas, un país que no le da Justicia a las víctimas vivas y a las familias de los muertos, que tienen que irse a Argentina a pedirla.
En un documental francés reciente definían el franquismo como un régimen sanguinario y brutal que dio un golpe de Estado a una democracia, eliminó a la disidencia, cerró España y le impuso una moral ultracatólica con la ayuda de la Iglesia. Jamás me contaron así la dictadura en el colegio. Tampoco en la tele o en casa. No es eso lo que he oído sobre ella. Sí he oído mil veces que la culpa fue de la República, de la víctima, vaya. A la calle le han borrado la memoria y le han implantado una mentira.
Es hora de desenterrar la memoria de las cunetas y de las salas de tortura de la Dirección General de Seguridad, como hace "El silencio de otros", la película que debería enseñarse a todos los españoles para que conozcan el relato que se enterró: el de los torturados, los ajusticiados, los bebés robados por el franquismo. El de las violaciones con barras de hierro, las humillaciones a los presos, los fusilamientos contra las tapias. El que nunca me contaron. Es desgarrador ver la lucha incansable de las víctimas por encontrar Justicia y devastador ver un país que ha olvidado lo que los franquistas les hicieron a miles de personas. Es la Infamia Nacional.
En otros países se avergüenzan y juzgan a los genocidas. Aquí se les aplaude y amnistía. Como me decía hace unos días Pablo Romero, hijo de un asesinado de ETA, olvidar a las víctimas es matarlas otra vez. Una víctima no olvida. Un país no puede olvidarla. Un Estado no puede perdonar los crímenes que cometió la dictadura. Ha pasado el tiempo suficiente para desenterrar la memoria de las cunetas. Sería un buen sitio para tirar los restos inmundos del carnicero del Valle de los Caídos.
Fuente:
http://www.eldiario.es/carnecruda/lo-llevamos-crudo/desenterrar-memoria-cunetas_6_837526263.html
La iglesia católica española y el general Franco
Vicenç Navarro
Público.es
La visión que el establishment político-mediático conservador español tiene del papel que la Iglesia Católica Española (ICE) ha jugado en la historia reciente de España es que tal institución apoyó el golpe militar de 1938 como respuesta a la hostilidad expresada por la Segunda República hacia sus intereses, estableciendo un régimen autoritario del que fue distanciándose más tarde, facilitando por último el proceso de transición hacia un régimen democrático homologable a cualquier otro régimen democrático existente en la Europa Occidental. Tal visión es, en general, la que se enseña en el sistema educativo de este país.
El gran error de las fuerzas progresistas y democráticas es no haber denunciado la enorme falsedad de tal visión, siendo su campaña de recuperación de la memoria histórica un proyecto muy limitado, caracterizado por la moderación y el temor a enfrentarse a la ICE, que continúa teniendo un enorme poder en el diseño y formulación de la política educativa del país. No quisiera minimizar, por cierto, el impacto positivo que la recuperación de la memoria histórica ha tenido en muchos ámbitos del país. Su campaña, por ejemplo, para prohibir homenajear a figuras de aquel régimen, definido como meramente autoritario, ha sido valiosa para, al menos, diluir y, en muchas ocasiones, eliminar la visibilidad de figuras representativas de aquella dictadura. Pero incluso ahí, la permanencia de un mausoleo, el Valle de los Caídos, en honor de la figura del dictador muestra la enorme timidez en esta corrección del pasado.
La gran insuficiencia de las campañas de memoria histórica para corregir las falsedades existentes en la historia oficial del país
Hay que reconocer que no ha habido una actitud crítica y de denuncia del papel de la ICE (incluyendo, por cierto, la Iglesia Católica Catalana) en la historia reciente de este país. Ningún medio televisivo, público o privado, se ha centrado en corregir la enorme falsedad de la visión oficial del papel de dicha institución en nuestra sociedad. En primer lugar, nunca ha habido un programa que mostrara el apoyo que tal institución proporcionó a las fuerzas conservadoras responsables del enorme retraso cultural, político y económico que impusieron a las clases populares de este país, y que explica la gran hostilidad que la ICE generó entre estas clases durante la Segunda República, hostilidad que dicha Iglesia nunca se ha preguntado por qué existía. En segundo lugar, la ICE fue parte integrante del golpe militar (que interrumpió un proceso democrático) y del régimen dictatorial que tal golpe impuso y estableció. En realidad, la expresión según la cual “la ICE apoyó la dictadura” no define bien la relación entre la ICE y aquella dictadura. No es que la ICE apoyara el régimen dictatorial. Fue mucho más que apoyo, la ICE era parte esencial de aquel régimen. Los sacerdotes eran pagados por el Estado con fondos públicos, y los obispos eran nombrados por el dictador. Y, como parte de aquel Estado, cumplieron una función, incluyendo la represora.
El papel de la ICE en la represión La Falange y la Iglesia jugaron un papel determinante en la denuncia y selección de las personas e instituciones republicanas brutalmente reprimidas (con especial atención a los maestros fieles a la República, incluyendo mis padres y familiares), represión ocultada y nunca mostrada por los mayores medios de información españoles (lo que engloba a los medios catalanes) del supuestamente régimen democrático actual. El nacionalcatolicismo (mezcla de un nacionalismo imperialista extremo de carácter étnico-racista, con un catolicismo sumamente reaccionario y opresivo) condenó al país a su enorme subdesarrollo cultural y social. De nuevo, como resultado de la enorme influencia de la ICE, no ha habido programas educativos para corregir la enormemente sesgada “historia oficial del país” sobre dicha institución.
Y esta función represora, basada en una completa y total dedicación de la ICE a la permanencia del régimen, continuó hasta el último día del régimen. Baste leer las declaraciones del cardenal Tarancón a raíz de la muerte del dictador, en las que, en un acto realizado en aquel momento, dijo: “creo que nadie dudará en reconocer aquí conmigo la absoluta entrega, la obsesión diaria, incluso, con la que Francisco Franco se entregó a trabajar por España, por el engrandecimiento espiritual y material de nuestro país, con olvido incluso de su propia vida” (citado por Juan José Tamayo en el artículo “El santo sepulcro del dictador”, publicado en El Periódico). Esto dicho en homenaje a uno de los dictadores que dirigió uno de los regímenes más represivos que hayan existido en la Europa Occidental del siglo XX. Como documentó en su día el principal experto en fascismo europeo, el entonces profesor Malefakis de la Columbia University de Nueva York, por cada asesinato político que cometió el régimen fascista italiano liderado por Mussolini, el régimen liderado por Franco cometió 10.000. Y en cuanto al supuesto “engrandecimiento” material, el régimen dictatorial fue responsable del enorme retraso económico y social del país (ver Navarro, V. El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2006).
En realidad, la deificación del dictador fue una constante en el comportamiento de la ICE. Hasta el último día del régimen, el Caudillo entraba en las iglesias bajo palio, con los mismos honores que se daban al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, poniéndolo, como bien dice Juan José Tamayo, al mismo nivel que Dios. La ICE definió a tal personaje como “el dedo de Dios”, definición que fue ampliamente reproducida por los mayores medios de información durante la dictadura. Nada menos que Luis Martínez de Galinsoga, director de La Vanguardia, indicó que “La vida de Franco ha sido conducida por el dedo de Dios”, y las monedas españolas llevaban la imagen del dictador rodeado de un laurel en el que estaba escrito “Caudillo por la gracia de Dios”, mostrando la gran complicidad entre la Iglesia y el sistema financiero de este país.
Y la historia continúa Debería ser obvio que una de las principales causas del retraso en la denuncia de la falsificada historia de nuestro país es precisamente el gran poder que la ICE continúa teniendo en España. La ICE ha sido una de las instituciones que más se han opuesto a sacar al dictador de su monumento: el Valle de los Caídos. Y ahora que, por fin, cuarenta años después de que se iniciara la democracia, se intenta así hacerlo, la vicepresidenta del gobierno español se ha tenido que desplazar al Vaticano para solicitar ayuda a las máximas autoridades de la Iglesia Católica para que permitieran el desplazamiento del dictador a un lugar donde no continúe teniendo gran prominencia, evitando así que sea enterrado nada menos que en la catedral de la capital del Reino, Madrid, como desean sus familiares. El argumento que la ICE está utilizando es que en términos morales, y según los principios de la religión católica, no se puede negar su entierro en el panteón que la familia del dictador compró. Tal respuesta, como bien dice Juan José Tamayo, carece de credibilidad: la Iglesia constantemente expulsa a las personas divorciadas, a las mujeres que han cometido aborto, y un largo etcétera. La mera coherencia exigiría expulsar al responsable del régimen que asesinó a más españoles en el siglo XX. Pero ello requiere que la ICE reconozca y admita que esto es lo que fue aquel personaje, caudillo de un régimen del cual tal institución (la ICE) fue una pieza clave.
Entiendo que haya personas religiosas católicas que pidan que la Iglesia Católica pida perdón al pueblo español por el daño tremendo que ha causado a las clases populares de este país. No soy contrario a ello, pero lo veo improbable y poco significante. La Iglesia Católica ha mostrado ya a lo largo de su historia escasa sensibilidad moral y democrática. En realidad, debería ser denunciada por el papel central que tuvo en aquel régimen dictatorial. Y habría que pedirle al papa Francisco, el papa “progre” de los “cristianos progres”, que haga algo, y denunciara lo que la Iglesia ha hecho en este país. Pero tampoco creo que ocurra. La falta de moralidad de la Iglesia Católica es la tónica que define su historia en España.
Una última observación. En el término ICE incluyo predominantemente a las autoridades eclesiásticas de tal institución y no a la gente normal y corriente que es creyente y de la cual hay de todos los colores políticos, aun cuando dominan numéricamente las sensibilidades conservadoras. A todas ellas las animaría a que se rebelaran frente a tales autoridades, las cuales han dado amplias muestras de una gran falta de vocación democrática y excesivo apego a sus intereses corporativistas, en contra de los intereses de la mayoría de la población. Por el bien del país, por favor, háganlo.
Fuente:
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2018/11/19/la-iglesia-catolica-espanola-y-el-general-franco/
La visión que el establishment político-mediático conservador español tiene del papel que la Iglesia Católica Española (ICE) ha jugado en la historia reciente de España es que tal institución apoyó el golpe militar de 1938 como respuesta a la hostilidad expresada por la Segunda República hacia sus intereses, estableciendo un régimen autoritario del que fue distanciándose más tarde, facilitando por último el proceso de transición hacia un régimen democrático homologable a cualquier otro régimen democrático existente en la Europa Occidental. Tal visión es, en general, la que se enseña en el sistema educativo de este país.
El gran error de las fuerzas progresistas y democráticas es no haber denunciado la enorme falsedad de tal visión, siendo su campaña de recuperación de la memoria histórica un proyecto muy limitado, caracterizado por la moderación y el temor a enfrentarse a la ICE, que continúa teniendo un enorme poder en el diseño y formulación de la política educativa del país. No quisiera minimizar, por cierto, el impacto positivo que la recuperación de la memoria histórica ha tenido en muchos ámbitos del país. Su campaña, por ejemplo, para prohibir homenajear a figuras de aquel régimen, definido como meramente autoritario, ha sido valiosa para, al menos, diluir y, en muchas ocasiones, eliminar la visibilidad de figuras representativas de aquella dictadura. Pero incluso ahí, la permanencia de un mausoleo, el Valle de los Caídos, en honor de la figura del dictador muestra la enorme timidez en esta corrección del pasado.
La gran insuficiencia de las campañas de memoria histórica para corregir las falsedades existentes en la historia oficial del país
Hay que reconocer que no ha habido una actitud crítica y de denuncia del papel de la ICE (incluyendo, por cierto, la Iglesia Católica Catalana) en la historia reciente de este país. Ningún medio televisivo, público o privado, se ha centrado en corregir la enorme falsedad de la visión oficial del papel de dicha institución en nuestra sociedad. En primer lugar, nunca ha habido un programa que mostrara el apoyo que tal institución proporcionó a las fuerzas conservadoras responsables del enorme retraso cultural, político y económico que impusieron a las clases populares de este país, y que explica la gran hostilidad que la ICE generó entre estas clases durante la Segunda República, hostilidad que dicha Iglesia nunca se ha preguntado por qué existía. En segundo lugar, la ICE fue parte integrante del golpe militar (que interrumpió un proceso democrático) y del régimen dictatorial que tal golpe impuso y estableció. En realidad, la expresión según la cual “la ICE apoyó la dictadura” no define bien la relación entre la ICE y aquella dictadura. No es que la ICE apoyara el régimen dictatorial. Fue mucho más que apoyo, la ICE era parte esencial de aquel régimen. Los sacerdotes eran pagados por el Estado con fondos públicos, y los obispos eran nombrados por el dictador. Y, como parte de aquel Estado, cumplieron una función, incluyendo la represora.
El papel de la ICE en la represión La Falange y la Iglesia jugaron un papel determinante en la denuncia y selección de las personas e instituciones republicanas brutalmente reprimidas (con especial atención a los maestros fieles a la República, incluyendo mis padres y familiares), represión ocultada y nunca mostrada por los mayores medios de información españoles (lo que engloba a los medios catalanes) del supuestamente régimen democrático actual. El nacionalcatolicismo (mezcla de un nacionalismo imperialista extremo de carácter étnico-racista, con un catolicismo sumamente reaccionario y opresivo) condenó al país a su enorme subdesarrollo cultural y social. De nuevo, como resultado de la enorme influencia de la ICE, no ha habido programas educativos para corregir la enormemente sesgada “historia oficial del país” sobre dicha institución.
Y esta función represora, basada en una completa y total dedicación de la ICE a la permanencia del régimen, continuó hasta el último día del régimen. Baste leer las declaraciones del cardenal Tarancón a raíz de la muerte del dictador, en las que, en un acto realizado en aquel momento, dijo: “creo que nadie dudará en reconocer aquí conmigo la absoluta entrega, la obsesión diaria, incluso, con la que Francisco Franco se entregó a trabajar por España, por el engrandecimiento espiritual y material de nuestro país, con olvido incluso de su propia vida” (citado por Juan José Tamayo en el artículo “El santo sepulcro del dictador”, publicado en El Periódico). Esto dicho en homenaje a uno de los dictadores que dirigió uno de los regímenes más represivos que hayan existido en la Europa Occidental del siglo XX. Como documentó en su día el principal experto en fascismo europeo, el entonces profesor Malefakis de la Columbia University de Nueva York, por cada asesinato político que cometió el régimen fascista italiano liderado por Mussolini, el régimen liderado por Franco cometió 10.000. Y en cuanto al supuesto “engrandecimiento” material, el régimen dictatorial fue responsable del enorme retraso económico y social del país (ver Navarro, V. El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2006).
En realidad, la deificación del dictador fue una constante en el comportamiento de la ICE. Hasta el último día del régimen, el Caudillo entraba en las iglesias bajo palio, con los mismos honores que se daban al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, poniéndolo, como bien dice Juan José Tamayo, al mismo nivel que Dios. La ICE definió a tal personaje como “el dedo de Dios”, definición que fue ampliamente reproducida por los mayores medios de información durante la dictadura. Nada menos que Luis Martínez de Galinsoga, director de La Vanguardia, indicó que “La vida de Franco ha sido conducida por el dedo de Dios”, y las monedas españolas llevaban la imagen del dictador rodeado de un laurel en el que estaba escrito “Caudillo por la gracia de Dios”, mostrando la gran complicidad entre la Iglesia y el sistema financiero de este país.
Y la historia continúa Debería ser obvio que una de las principales causas del retraso en la denuncia de la falsificada historia de nuestro país es precisamente el gran poder que la ICE continúa teniendo en España. La ICE ha sido una de las instituciones que más se han opuesto a sacar al dictador de su monumento: el Valle de los Caídos. Y ahora que, por fin, cuarenta años después de que se iniciara la democracia, se intenta así hacerlo, la vicepresidenta del gobierno español se ha tenido que desplazar al Vaticano para solicitar ayuda a las máximas autoridades de la Iglesia Católica para que permitieran el desplazamiento del dictador a un lugar donde no continúe teniendo gran prominencia, evitando así que sea enterrado nada menos que en la catedral de la capital del Reino, Madrid, como desean sus familiares. El argumento que la ICE está utilizando es que en términos morales, y según los principios de la religión católica, no se puede negar su entierro en el panteón que la familia del dictador compró. Tal respuesta, como bien dice Juan José Tamayo, carece de credibilidad: la Iglesia constantemente expulsa a las personas divorciadas, a las mujeres que han cometido aborto, y un largo etcétera. La mera coherencia exigiría expulsar al responsable del régimen que asesinó a más españoles en el siglo XX. Pero ello requiere que la ICE reconozca y admita que esto es lo que fue aquel personaje, caudillo de un régimen del cual tal institución (la ICE) fue una pieza clave.
Entiendo que haya personas religiosas católicas que pidan que la Iglesia Católica pida perdón al pueblo español por el daño tremendo que ha causado a las clases populares de este país. No soy contrario a ello, pero lo veo improbable y poco significante. La Iglesia Católica ha mostrado ya a lo largo de su historia escasa sensibilidad moral y democrática. En realidad, debería ser denunciada por el papel central que tuvo en aquel régimen dictatorial. Y habría que pedirle al papa Francisco, el papa “progre” de los “cristianos progres”, que haga algo, y denunciara lo que la Iglesia ha hecho en este país. Pero tampoco creo que ocurra. La falta de moralidad de la Iglesia Católica es la tónica que define su historia en España.
Una última observación. En el término ICE incluyo predominantemente a las autoridades eclesiásticas de tal institución y no a la gente normal y corriente que es creyente y de la cual hay de todos los colores políticos, aun cuando dominan numéricamente las sensibilidades conservadoras. A todas ellas las animaría a que se rebelaran frente a tales autoridades, las cuales han dado amplias muestras de una gran falta de vocación democrática y excesivo apego a sus intereses corporativistas, en contra de los intereses de la mayoría de la población. Por el bien del país, por favor, háganlo.
Fuente:
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2018/11/19/la-iglesia-catolica-espanola-y-el-general-franco/
_- La internacional neofascista. Diez conjeturas sobre la aceleración parda.
_- Jorge Elbaum
CLAE / El Cohete a la Luna
El pueblo de los países pobres se mata trabajando para financiar el desarrollo de los países ricos. El Sur financia al Norte, y especialmente a las clases dominantes de los países del Norte. El medio de dominación más poderoso es actualmente la deuda. -Jean Ziegler
1. Bolsonaro no está solo.
Los climas políticos son contagiosos. Existen variadas formas de mímesis en la historia. Enlazar los procesos simultáneos que se dan en los distintos puntos cardinales implica aceptar que estamos viviendo un peligroso cambio de época. Desde la crisis económico-financiera de 2008 se aceleraron los discursos xenófobos, los desplazamientos poblacionales y los mecanismos sutiles o brutales de proteccionismo cultural y étnico: la parafernalia neoliberal de las fronteras abiertas se transformó en una maquinaria dispuesta para el desprecio al otro.
Una carga de provincianismo racista acompañada del recrudecimiento de las guerras comerciales más o menos abiertas. El supremacismo blanco de Trump que envía soldados para detener a hondureños desesperados, es el espejo de la Europa islamofóbica (constituidos estos últimos en los perseguidos judíos del presente). Quienes suscribieron la guerra civil en Siria clausuraron después las compuertas para las oleadas de desesperados que escapaban de los bombardeos.
En Italia la Liga Norte de Matteo Salvini empieza a discutir su Brexit. En Austria el partido neonazi FPÖ forma parte de la coalición gubernamental con dos ministerios, el de relaciones exteriores y el del interior. En Finlandia y en Suecia tres de cada diez ciudadanos apoyan a partidos que reivindican la discriminación y la superioridad blanca, haciendo caso omiso a las humillaciones que sufren diariamente los migrantes.
En Hungría, el premier Viktor Orban convoca a expresar la identidad moral y étnica de los magyares por sobre el resto de los habitantes. Marine Le Pen sigue conservando el favor de un cuarto de los franceses y por primera vez desde la Segunda Guerra un partido nazi entra en el Bundestag de la mano de Alternativa por Alemania, sin que el sistema político germano haya apelado a las cacareadas prohibiciones que existen sobre el discurso hitlerista.
En Polonia el partido Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński impulsa y aprueba normativas revisionistas, condescendientes con los colaboracionistas nazis, quienes —según las nuevas normas— deben ser considerados como perseguidos por los soviéticos, luego de la Gran Guerra Patria. En Holanda Geert Wilders llama a prohibir las mezquitas y, en Israel, Netanyahu impone una Ley que legitima el apartheid, al tiempo que muchas democracias occidentales lo premian con el traslado de la embajada a Jerusalén, sin considerar la continuidad de la ocupación de Palestina.
2. El casino.
Existe una ofensiva reaccionaria motivada por la crisis estructural que se origina en la financierización. Este modelo de acumulación logra extorsionar al mundo productivo mediante la exigencia de rentabilidades solo alcanzables mediante la brutal precarización, la flexibilidad y la caída del poder adquisitivo de los salarios. La trampa radica en que el capital productivo se fuga hacia paraísos fiscales exigiendo que el mundo del trabajo maximice la explotación para poder competir con la rentabilidad ofrecida por su lógica rentística.
Su expresión más violenta son los fondos buitre defendidos por equipos de abogados expertos en guerras jurídicas dispuestos a saquear las arcas estatales de los países que se endeudan con apoyo del FMI y las élites locales. Por su parte, los Macri, Temer, Piñera y otros se ven beneficiados con cuantiosas comisiones (provenientes de la emisión de títulos de deuda) y sobre todo con la expectativa de convertirse en futuros CEOs de las empresas transnacionales que adquirirán las destrozadas redes productivas locales, mediante inversiones ínfimas.
3. Camisas pardas.
Los movimientos reaccionarios siempre han sido el resultado del intento de democratización de las sociedades y del desafío a los sectores privilegiados. Frente a Espartaco en Roma, a la irrupción de los trabajadores en 1870 o en 1917, y/o a la conformación del peronismo de la década del ’40, los poderes fácticos se aliaron con el objetivo de ahogar cualquier posibilidad de darle cabida o continuidad a la extensión de la equidad y la libertad. Todos los procesos de reacción responden al miedo que sienten los sectores del privilegio a perder el control del tablero: Bolsonaro y el resto de las derechas en el mundo irrumpen como expresión desesperada ante los posibles avances de los sectores democráticos.
Quienes los votan han sido cooptados por el terror ante la invasión de los extraños, a quienes se presenta como los responsables de amenazar aquello que se ha conquistado: el ultraliberalismo produce las condiciones de la marginalidad y la violencia y se ofrece para solucionar el problema con mano dura, homofobia, misoginia y etiquetamientos variados. El temor sistémico es inoculado a través de murmuraciones repetidas por los medios hegemónicos que instigan a la aceptación inmediata de respuestas rápidas y crueles. En forma paralela, el delito, el narcotráfico y la imbricación de los organismos de seguridad en los entramados oscuros del poder mafioso, aumentan con los efectos del ultraliberalismo y la falta de proyectos sociales colectivos esperanzadores.
4. Meteorología.
Las convocatorias a la violencia de Estado son exitosas cuando existe una ciudadanía carente de conciencia crítica, y al mismo tiempo ajena a los procesos de participación democrática cotidiana. Los climas reaccionarios necesitan fabricar enemigos internos y externos y de ser posible combinarlos. Pueden ser elegidos entre los más débiles y vulnerables con la condición de despertar desconfianzas generalizadas: migrantes, nacionalidades foráneas o portadores de características étnicas o fenotípicas suelen ser las víctimas prioritarias. Estos etiquetamientos son útiles para ocultar el proceso de deterioro que generan las políticas de acrecentamiento de la riqueza. Al instigar al odio hacia un enemigo se busca cambiar el eje del debate real sobre la producción material cultural y simbólica de las crisis que sus políticas producen.
5. Bienes.
La inclusión social expresada en el consumo aparece como una paradoja: el neoliberalismo excluye al tiempo que sus opositores, los sectores progresistas, intentan expandir el mercado interno. Cuando esto último sucede, los incluidos se desesperan por conservar lo que han adquirido y se identifican con facilidad con los discursos privatistas y discriminatorios. Desprecian a quienes están subsidiados por el Estado, porque los consideran competidores ilegítimos de su ascenso social.
6. Pánico.
Las olas reaccionarias hacen brotar los miedos atávicos de una sociedad y los redirigen hacia sujetos alejados de los generadores de la crisis. Los brasileños no votaron específicamente por los nazis sino, mayoritariamente, contra la inseguridad y contra la corrupción instalada como expresión (única) del PT, obviando la permanente estafa estructural que supone la fuga de capitales, el endeudamiento y la carga impositiva mayoritaria sobre los sectores más empobrecidos de las sociedades.
7. Pátina.
Ni Bolsonaro ni Trump ni Netanyahu ni Salvini ni Le Pen ni Macri son antisistema: son el corazón brutal del sistema, la expresión más cabal del capitalismo rentista, su versión más fidedigna y transparente. Todos ellos son tributarios de un nuevo sentido común basado en un doble soporte cultural: espiritual y académico.
Una teología de la prosperidad individual (santa y egoísta), y unos discursos econométricos que fetichizan las cuantificaciones obviando las orientaciones valorativas, como si pudiesen existir estas últimas en formatos ajenos al comportamiento humano. De esa manera se ofrecen ante los impávidos receptores como portadores de un halo divino y de una carcasa científica. Anuncian repetidamente que Dios y la Verdad los escoltan.
8. Damocles
En ese marco, las opciones que ofrece la globalización en términos de sistema político son tres: el pacto continuista que consiste en competir por nimiedades, sin discutir los puntos centrales del sistema. Desmontar el sistema de partidos en nombre de un “que se vayan todos”, dejándole al mercado la oferta electoral de vedettes, deportistas o actores para gobernar sin presiones. O la propuesta de derechas basadas en la persecución, la proscripción, la guerra jurídica y la deslegitimación mediática.
Cualquier oposición del tipo productivista, que pretenda limitar la especulación y valorizar el trabajo, será acusada de populista y descalificada en los altares bienpensantes del poder mundial. El modelo de democracia al que se puede acceder, aquel que autorizan, sólo es el que se ofrece como funcional a la financierización extorsiva.
9. Aniquilamiento
La lógica del mercado busca exterminar a la política porque ese es el único territorio donde las grandes mayorías pueden lograr la democratización de algo. Solo la remanida voluntad general o su versión remasterizada, el poder popular, pueden hacerle frente.
10. Atenti
Los que vienen marchando no son los santos.
https://www.youtube.com/watch?v=IDeX9IHQiXg
Los pastores guerreros del neoliberalismo argentino, argamasa espiritual de la oleada reaccionaria.
Jorge Elbaum: Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Publicado en elcohetealaluna.com
El pueblo de los países pobres se mata trabajando para financiar el desarrollo de los países ricos. El Sur financia al Norte, y especialmente a las clases dominantes de los países del Norte. El medio de dominación más poderoso es actualmente la deuda. -Jean Ziegler
1. Bolsonaro no está solo.
Los climas políticos son contagiosos. Existen variadas formas de mímesis en la historia. Enlazar los procesos simultáneos que se dan en los distintos puntos cardinales implica aceptar que estamos viviendo un peligroso cambio de época. Desde la crisis económico-financiera de 2008 se aceleraron los discursos xenófobos, los desplazamientos poblacionales y los mecanismos sutiles o brutales de proteccionismo cultural y étnico: la parafernalia neoliberal de las fronteras abiertas se transformó en una maquinaria dispuesta para el desprecio al otro.
Una carga de provincianismo racista acompañada del recrudecimiento de las guerras comerciales más o menos abiertas. El supremacismo blanco de Trump que envía soldados para detener a hondureños desesperados, es el espejo de la Europa islamofóbica (constituidos estos últimos en los perseguidos judíos del presente). Quienes suscribieron la guerra civil en Siria clausuraron después las compuertas para las oleadas de desesperados que escapaban de los bombardeos.
En Italia la Liga Norte de Matteo Salvini empieza a discutir su Brexit. En Austria el partido neonazi FPÖ forma parte de la coalición gubernamental con dos ministerios, el de relaciones exteriores y el del interior. En Finlandia y en Suecia tres de cada diez ciudadanos apoyan a partidos que reivindican la discriminación y la superioridad blanca, haciendo caso omiso a las humillaciones que sufren diariamente los migrantes.
En Hungría, el premier Viktor Orban convoca a expresar la identidad moral y étnica de los magyares por sobre el resto de los habitantes. Marine Le Pen sigue conservando el favor de un cuarto de los franceses y por primera vez desde la Segunda Guerra un partido nazi entra en el Bundestag de la mano de Alternativa por Alemania, sin que el sistema político germano haya apelado a las cacareadas prohibiciones que existen sobre el discurso hitlerista.
En Polonia el partido Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński impulsa y aprueba normativas revisionistas, condescendientes con los colaboracionistas nazis, quienes —según las nuevas normas— deben ser considerados como perseguidos por los soviéticos, luego de la Gran Guerra Patria. En Holanda Geert Wilders llama a prohibir las mezquitas y, en Israel, Netanyahu impone una Ley que legitima el apartheid, al tiempo que muchas democracias occidentales lo premian con el traslado de la embajada a Jerusalén, sin considerar la continuidad de la ocupación de Palestina.
2. El casino.
Existe una ofensiva reaccionaria motivada por la crisis estructural que se origina en la financierización. Este modelo de acumulación logra extorsionar al mundo productivo mediante la exigencia de rentabilidades solo alcanzables mediante la brutal precarización, la flexibilidad y la caída del poder adquisitivo de los salarios. La trampa radica en que el capital productivo se fuga hacia paraísos fiscales exigiendo que el mundo del trabajo maximice la explotación para poder competir con la rentabilidad ofrecida por su lógica rentística.
Su expresión más violenta son los fondos buitre defendidos por equipos de abogados expertos en guerras jurídicas dispuestos a saquear las arcas estatales de los países que se endeudan con apoyo del FMI y las élites locales. Por su parte, los Macri, Temer, Piñera y otros se ven beneficiados con cuantiosas comisiones (provenientes de la emisión de títulos de deuda) y sobre todo con la expectativa de convertirse en futuros CEOs de las empresas transnacionales que adquirirán las destrozadas redes productivas locales, mediante inversiones ínfimas.
3. Camisas pardas.
Los movimientos reaccionarios siempre han sido el resultado del intento de democratización de las sociedades y del desafío a los sectores privilegiados. Frente a Espartaco en Roma, a la irrupción de los trabajadores en 1870 o en 1917, y/o a la conformación del peronismo de la década del ’40, los poderes fácticos se aliaron con el objetivo de ahogar cualquier posibilidad de darle cabida o continuidad a la extensión de la equidad y la libertad. Todos los procesos de reacción responden al miedo que sienten los sectores del privilegio a perder el control del tablero: Bolsonaro y el resto de las derechas en el mundo irrumpen como expresión desesperada ante los posibles avances de los sectores democráticos.
Quienes los votan han sido cooptados por el terror ante la invasión de los extraños, a quienes se presenta como los responsables de amenazar aquello que se ha conquistado: el ultraliberalismo produce las condiciones de la marginalidad y la violencia y se ofrece para solucionar el problema con mano dura, homofobia, misoginia y etiquetamientos variados. El temor sistémico es inoculado a través de murmuraciones repetidas por los medios hegemónicos que instigan a la aceptación inmediata de respuestas rápidas y crueles. En forma paralela, el delito, el narcotráfico y la imbricación de los organismos de seguridad en los entramados oscuros del poder mafioso, aumentan con los efectos del ultraliberalismo y la falta de proyectos sociales colectivos esperanzadores.
4. Meteorología.
Las convocatorias a la violencia de Estado son exitosas cuando existe una ciudadanía carente de conciencia crítica, y al mismo tiempo ajena a los procesos de participación democrática cotidiana. Los climas reaccionarios necesitan fabricar enemigos internos y externos y de ser posible combinarlos. Pueden ser elegidos entre los más débiles y vulnerables con la condición de despertar desconfianzas generalizadas: migrantes, nacionalidades foráneas o portadores de características étnicas o fenotípicas suelen ser las víctimas prioritarias. Estos etiquetamientos son útiles para ocultar el proceso de deterioro que generan las políticas de acrecentamiento de la riqueza. Al instigar al odio hacia un enemigo se busca cambiar el eje del debate real sobre la producción material cultural y simbólica de las crisis que sus políticas producen.
5. Bienes.
La inclusión social expresada en el consumo aparece como una paradoja: el neoliberalismo excluye al tiempo que sus opositores, los sectores progresistas, intentan expandir el mercado interno. Cuando esto último sucede, los incluidos se desesperan por conservar lo que han adquirido y se identifican con facilidad con los discursos privatistas y discriminatorios. Desprecian a quienes están subsidiados por el Estado, porque los consideran competidores ilegítimos de su ascenso social.
6. Pánico.
Las olas reaccionarias hacen brotar los miedos atávicos de una sociedad y los redirigen hacia sujetos alejados de los generadores de la crisis. Los brasileños no votaron específicamente por los nazis sino, mayoritariamente, contra la inseguridad y contra la corrupción instalada como expresión (única) del PT, obviando la permanente estafa estructural que supone la fuga de capitales, el endeudamiento y la carga impositiva mayoritaria sobre los sectores más empobrecidos de las sociedades.
7. Pátina.
Ni Bolsonaro ni Trump ni Netanyahu ni Salvini ni Le Pen ni Macri son antisistema: son el corazón brutal del sistema, la expresión más cabal del capitalismo rentista, su versión más fidedigna y transparente. Todos ellos son tributarios de un nuevo sentido común basado en un doble soporte cultural: espiritual y académico.
Una teología de la prosperidad individual (santa y egoísta), y unos discursos econométricos que fetichizan las cuantificaciones obviando las orientaciones valorativas, como si pudiesen existir estas últimas en formatos ajenos al comportamiento humano. De esa manera se ofrecen ante los impávidos receptores como portadores de un halo divino y de una carcasa científica. Anuncian repetidamente que Dios y la Verdad los escoltan.
8. Damocles
En ese marco, las opciones que ofrece la globalización en términos de sistema político son tres: el pacto continuista que consiste en competir por nimiedades, sin discutir los puntos centrales del sistema. Desmontar el sistema de partidos en nombre de un “que se vayan todos”, dejándole al mercado la oferta electoral de vedettes, deportistas o actores para gobernar sin presiones. O la propuesta de derechas basadas en la persecución, la proscripción, la guerra jurídica y la deslegitimación mediática.
Cualquier oposición del tipo productivista, que pretenda limitar la especulación y valorizar el trabajo, será acusada de populista y descalificada en los altares bienpensantes del poder mundial. El modelo de democracia al que se puede acceder, aquel que autorizan, sólo es el que se ofrece como funcional a la financierización extorsiva.
9. Aniquilamiento
La lógica del mercado busca exterminar a la política porque ese es el único territorio donde las grandes mayorías pueden lograr la democratización de algo. Solo la remanida voluntad general o su versión remasterizada, el poder popular, pueden hacerle frente.
10. Atenti
Los que vienen marchando no son los santos.
https://www.youtube.com/watch?v=IDeX9IHQiXg
Los pastores guerreros del neoliberalismo argentino, argamasa espiritual de la oleada reaccionaria.
Jorge Elbaum: Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Publicado en elcohetealaluna.com
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