_- Por Carlos Soler | 14/08/2020 |
Conocimiento Libre
Fuentes: Nogracias.org
La existencia de conflictos de intereses no es coyuntural, sino constitutiva (o estructural) en un sistema social complejo. Los intereses no tienen por qué ser negativos a priori. Pueden ser más o menos legítimos o generar mayor o menor consenso ético, y su interacción puede tener resultados dispares. La cuestión principal es cómo se articulan, supervisan y regulan. El ámbito de la salud, tanto en su vertiente reactiva como de prevención y promoción así como en la investigación, constituye a día de hoy un gigantesco mercado, lo que confiere mucho peso a los intereses financieros (Stamakatis, 2013; Ioannidis, 2016). Aunque no es el objetivo primero de este artículo, conviene reseñar que ese peso financiero se ve propiciado en determinado contexto histórico y político (por ejemplo, a través de las leyes de patentes y la entrada de la industria farmacéutica y de la investigación en la economía financiera especulativa, impulsadas en los años 80 en los EE.UU.).
En este artículo se abordará cómo la Medicina Basada en la Evidencia (MBE), un movimiento que nace hace tres décadas buscando minimizar los sesgos en la medicina clínica, se ha visto gravemente distorsionado y alejado de esos valores para favorecer intereses particulares, principalmente económicos. El foco estará en la influencia de la industria farmacéutica (IF), sin dejar de mencionar otros intereses corporativos y la colaboración necesaria de distintos actores.
La MBE reposa sobre cuestiones abordadas desde hace tiempo por la medicina, la filosofía natural y la ciencia. Sus orígenes más concretos suelen situarse en una serie de charlas que dio en 1972 el epidemiólogo Archie Cochrane, tituladas «Efectividad y eficiencia: reflexiones aleatorias sobre los servicios de salud» (Cochrane, 1972). Cochrane argumentó que se estaban usando muchas intervenciones médicas de eficacia y seguridad dudosas o desconocidas. Esto habría de causar daño a nivel tanto individual como poblacional a través de la iatrogenia, el despilfarro de recursos y del fracaso a la hora de adoptar tratamientos más efectivos. Afirmó que los tratamientos deberían evaluarse sistemáticamente usando métodos no sesgados (como el ensayo clínico aleatorio —ec—) y que la profesión médica debía revisar de forma continua sus conocimientos. Lo respaldaba un fuerte imperativo ético: no hacer daño, hacer lo mejor por los pacientes y de modo justo, sin malgastar recursos.
El término MBE fue acuñado en los años ochenta del siglo XX por el EBM Working Group de la McMaster University para describir la evaluación y el uso de los resultados de la investigación en el cuidado de los pacientes individuales. Este grupo situó la MBE como un «cambio de paradigma» en un famoso artículo publicado en 1992 (Guyatt et al., 1992). Desde entonces, la MBE ha tenido un enorme impacto en las políticas y prácticas de los sistemas de salud como un método para guiar las decisiones tanto clínicas como sanitarias en general. Para centrar la cuestión, podría decirse que la MBE nació, en el plano teórico, al cariz de una pregunta fundamentalmente epistemológica: ¿Qué evidencia puede considerarse apropiada para tomar decisiones clínicas? Se cernían dudas cada vez más consistentes sobre el «viejo paradigma», en el que la práctica médica se sustentaba básicamente en la experiencia clínica y la evidencia mecanística (o fisiopatológica). La primera estaría sometida a multitud de sesgos (tendencia a recordar resultados positivos, pudiendo estos no estar relacionados causalmente con el tratamiento indicado, sobreestimación de eficacia por efecto placebo, etc.). La segunda había dado ya abundantes ejemplos de inconsistencia (problemas al trasladar resultados in vitro a in vivo, perjuicios no detectados al ensayar tratamientos a pequeña escala, etc.).
Ante esto, los promotores de la MBE defendieron una aproximación sistemática a la evidencia. Esta se jerarquizó, basándose en la confiabilidad del conocimiento obtenido por distintos métodos de investigación y de acuerdo con tres afirmaciones fundamentales: 1) Los EC y las revisiones sistemáticas (RS) y metaanálisis (MA) dan evidencia más robusta que los estudios observacionales; 2) los estudios comparativos (EC y observacionales) dan evidencia más robusta que el razonamiento mecanístico; y 3) los estudios comparativos dan evidencia más robusta que la opinión de expertos. Así, la evidencia probabilística prevalecería sobre la fisiopatológica, y ambas sobre la experiencia o intuición clínica. La MBE supuso un importante avance al contribuir a la sistematización del conocimiento en salud y fomentar la aplicación de intervenciones de eficacia probada, así como el descarte de otras no eficaces o potencialmente dañinas. Por este motivo, se consolidó a lo largo de las dos décadas posteriores de su nacimiento, y en la actualidad es el marco dominante en la toma de decisiones en medicina.
A medida que la MBE y sus principales herramientas (el EC, la RS y el MA) han ido ganado reconocimiento, se han visto distorsionadas por conflictos de intereses entre distintos actores (industrias relacionadas con intervenciones sanitarias, como la farmacéutica, instituciones académicas, autoridades y estamentos de gestión diversos, etc.), que pueden obtener beneficios al orientar a su favor los resultados («evidencia»). Estas distorsiones se ven motivadas en parte por los incentivos financieros hacia los que se orienta la sociedad de mercado y, en general, no han encontrado la suficiente oposición por parte de los distintos responsables de su regulación (sociedades profesionales y científicas, academia, agencias del medicamento, etc.). Los mismos proponentes de la MBE han alzado reiteradamente la voz para señalar las grandes dimensiones y la gravedad del impacto de esta corrupción (Greenhalgh, 2014), a lo que se han sumado las voces de multitud de profesionales vinculados a la salud que son defensores de los principios de la MBE.
Aunque las críticas están presentes desde los orígenes, en los últimos años se ha ido acumulando la evidencia que sugiere que la IF (en colaboración con otros actores necesarios) ha introducido sesgos en todos los procesos relacionados con la MBE, desde la producción de la evidencia hasta su síntesis, difusión y gestión. Los resultados de esta distorsión tienen un gran impacto socioeconómico y en la credibilidad de la propia MBE. A continuación, se detallarán los distintos ámbitos que se han visto afectados y algunos de los métodos empleados para ello. La división de los ámbitos es relativamente arbitraria y responde a cuestiones de claridad, si bien existe una interrelación entre todos ellos. Asimismo, se trata de una revisión breve, que no pretende ser exhaustiva, aunque se incluye abundante bibliografía para que se pueda profundizar si resulta de interés.
Producción de la evidencia
Los EC son caros, sobre todo los grandes ensayos necesarios para aprobar la entrada de un fármaco al mercado. El sector público ha cedido en gran parte la realización de EC a la industria, y los ensayos más citados son casi siempre producidos por esta (Lathyris, 2010). Asimismo, la propia industria a menudo externaliza la realización de dichos EC a empresas especializadas. Muchos críticos consideran que no debería dejarse en manos de las corporaciones la evaluación de sus propios productos, puesto que es natural que en ese caso la balanza se decante hacia el propio beneficio económico (Ioannidis, 2013).
De acuerdo con algunos estudios, los EC financiados por organizaciones con ánimo de lucro tienden a favorecer al fármaco esponsorizado hasta cuatro veces más que aquellos financiados por entidades sin ánimo de lucro (Als-Nielsen, 2003; Lexchin, 2003). No debe desprenderse de esto que todos los EC se encuentran fatalmente sesgados. Existen muchos EC con un diseño robusto y un adecuado reporte de los resultados. Esto es así especialmente en los grandes ensayos pivotales, en los que las compañías se juegan la aprobación de un fármaco. No obstante, en multitud de casos el marketing se entreteje en las características del EC, influyendo de forma sutil en cómo se enmarcan las preguntas de investigación y el diseño, conduciendo hacia la acumulación de sesgos y un reporte inapropiado de los resultados (Heres, 2006; Lexchin, 2012; Lundh, 2012; Goldacre, 2013; Le Noury, 2015; Prasad, 2015). El mayor peligro por tanto no son los estudios claramente mercadotécnicos (bautizados como experimercials), sino la coexistencia en un mismo EC de características rigurosas con un sutil «giro comercial».
La evidencia sugiere que es más probable que los EC financiados por la IF utilicen distintos métodos para distorsionar los resultados a su favor, como son: plantear preguntas de investigación orientadas al resultado deseado, usar un comparador inactivo o «de paja» (p.e. en dosis inadecuadas), seleccionar la población de estudio de modo que favorezca la intervención deseada, usar variables subrogadas como resultados principales, hacer ensayos de duración demasiado corta, mezclar los resultados de forma interesada, ignorar los datos de pacientes que abandonaron el ensayo, cambiar el resultado principal tras finalizar el ensayo, hacer análisis de subgrupos inapropiados, distorsionar los criterios de éxito (p.e., amplios márgenes de no-inferioridad) o manejar inferencias incorrectas hasta el punto de narrar como positivos resultados que en realidad no lo son (Lexchin, 2003; Turner, 2008; Ioannidis, 2010-1; Goldacre, 2013; Every-Palmer, 2014).
Existe cada vez más evidencia directa sobre la manipulación de los resultados reportados en los ensayos financiados por la industria, resaltando los resultados favorables y evitando los hallazgos inconvenientes. En este sentido, es paradigmático el caso de la gabapentina (Vedula, 2009). Se producen multitud de EC que no responden a preguntas pertinentes o que lo hacen de forma innecesariamente repetitiva. Un EC aparentemente inocuo que explora una nueva indicación de un fármaco puede constituir una estrategia de marketing offlabel (Vedula, 2012). Los EC pueden ser utilizados para el product seeding: se esparce la población del estudio en pequeños grupos reclutados en múltiples centros como herramienta comercial. Se consigue con ello familiarizar a los prescriptores con el producto y promover el contacto regular de los comerciales con el centro.
Por otra parte, los análisis de coste-efectividad son un criterio fundamental para adscribir recursos públicos y también se encuentran directamente influidos por estrategias comerciales. La mayoría de los análisis publicados presentan ratios de coste-eficacia favorables y es más probable que los estudios financiados por la industria muestren ratios por debajo de los umbrales requeridos por las autoridades (Miners, 2005; Bell, 2006). Existen multitud de métodos mediante los cuales la industria consigue maquillar los análisis de coste-efectividad (Polyzos, 2011).
No solo se ven distorsionados los ensayos sobre la eficacia de intervenciones. También se manipula el conocimiento clínico para obtener más diagnósticos y, con ello, intervenciones. Estas prácticas se agrupan bajo el término paraguas disease mongering, acuñado por Ray Monihan (2002). En general, se trata de estrategias para ampliar las fronteras de enfermedades ya definidas, definir estados de «riesgo» o «pre-enfermedad» (son paradigmáticas las estrategias agresivas para reducir el colesterol o la hipertensión arterial en prevención primaria), medicalizar problemas diversos (como la timidez, o el natural declive de testosterona y hormona de crecimiento con la edad) y lanzar agresivas campañas de «concienciación» con objetivos principalmente comerciales. Estas distorsiones contribuyen al exceso de intervencionismo en medicina, que conlleva importantes riesgos. La toma de conciencia al respecto ha llevado a lanzar distintas campañas internacionales (p.e., BMJ “Too Much Medicine”) y a acuñar conceptos como «prevención cuaternaria» (definida por M. Jamoulle, actualizada constantemente —Martins, 2018—) y «deprescripción» (Reeve, 2017).
Es importante tener en cuenta que no solo se distorsiona el cómo, sino el sobre qué se investiga. Los incentivos influyen en la agenda de investigación de distintas maneras. Se tiende a maximizar el beneficio económico, lo que lleva a centrarse en intervenciones patentables, como las farmacológicas. Algunas de las formas en que se valoran los estudios científicos tienen poco que ver con su calidad metodológica o su relevancia social, lo que conduce a seleccionar objetos y métodos de investigación con más probabilidad de reportar difusión y beneficio económico por encima de otros valores (Macleod, 2014).
Síntesis de la evidencia
Las revisiones sistemáticas (RS) y metaanálisis (MA) que sintetizan ensayos que responden a preguntas inapropiadas simplemente reforzarán los mensajes inadecuados (Ioannidis, 2010-2). Como dicen los anglosajones, “garbage in, garbage out”. Se ha limitado el acceso a los datos básicos de los EC y la integración en RS de los datos disponibles, potencialmente sometidos a importantes sesgos, puede potenciar y perpetuar estos sesgos de la literatura primaria (Doshi, 2012). Dado que las RS y los MA han alcanzado gran prestigio e influencia, la industria también ha infiltrado su producción. Existe evidencia de que los ma financiados por la industria tienden a ser de peor calidad metodológica, a no evitar sesgos y conflictos de interés relevantes y a emitir conclusiones favorables a la intervención de interés (Jorgensen, 2006; Yank, 2007; Roseman, 2011; Ebrahim, 2012).
Difusión de la evidencia
Sesgo de publicación
Se trata de uno de los sesgos más graves y reconocidos. Consiste en la tendencia a publicar con más frecuencia los estudios que arrojan resultados estadísticamente significativos (lo que implica a su vez que los resultados negativos, pese a tener la misma validez, se publiquen menos). La resultante es una tendencia a sobreestimar el resultado de las intervenciones. Esto se produce en un contexto de incentivos mal orientados (como la orientación de la investigación hacia determinados resultados productivos, el famoso publica o perece), permisividad por parte de las entidades reguladoras y de las revistas especializadas, entre otros. Más allá del sesgo de publicación, la no disponibilidad en general de datos potencialmente relevantes distorsiona los resultados de las revisiones de evidencia, y con ello sesga las decisiones de las autoridades y los profesionales pertinentes. Esto tiene un enorme impacto socioeconómico. Goldacre (2013) dedica buena parte de su libro Bad Pharma a este tema.
Attributional spin
Algunos críticos defienden que referirse a las compañías como meros patrocinadores, financiadores o proveedores de apoyo a la investigación contribuye a ocultar su verdadero rol. Muchos EC son proyectos corporativos, si bien no son presentados al público como tales: se resalta el rol de los académicos que participan en el estudio y se minimiza el de la industria (Ross, 2008; Goldacre, 2013; Matheson, 2016-1; Matheson, 2016-2). A esto se le llama attributional spin (giro atributivo), y hace que los resultados sean presentados mediante la autoría de académicos creíbles, lo que reduce la impresión de influencia comercial, a la par que puede favorecer la publicación en revistas de mayor impacto (Hirsch, 2009). Muchos de estos autores tienen importantes conflictos de interés con la industria (Rose, 2010; Ahn, 2017).
Líderes de opinión
En el marketing farmacéutico, los líderes de opinión o KOL (del inglés Key Opinion Leader) son médicos u otros profesionales sanitarios de renombre en quienes los compañeros confían a la hora de formarse una opinión. Las compañías farmacéuticas utilizan a los KOL como herramientas de marketing para promocionar sus productos o influir en las decisiones de las agencias reguladoras y otras instituciones (Meffert, 2009; Sismondo, 2015). El manejo de estos KOL a menudo se externaliza a agencias de marketing especializadas.
Revistas médicas
La industria tiene una influencia considerable en lo que se publica en las revistas médicas más influyentes a través de la autoría fantasma o ghostwriting (Ross, 2008; Sismondo, 2009; Goldacre, 2013). Las propias revistas tienen importantes conflictos de interés, pues los ensayos producidos por la industria generan importantes ingresos a partir de las separatas o «tiradas especiales». Asimismo, estos artículos pueden aumentar el factor de impacto de las revistas; de acuerdo con algunos estudios, hasta un 15% (Lundh, 2010). Las revisiones narrativas y las editoriales por parte de KOL también tienen un gran impacto en la práctica clínica (Monihan, 2008; Meffert, 2009), y están sujetas a criterios de revisión más laxos.
Guías clínicas
En EE.UU., la mayoría (56%) de los investigadores involucrados en las 17 guías de práctica clínica cardiovascular más importantes publicadas entre 2004 y 2008 presentaban conflictos de interés (becas de investigación, honorarios por conferencias de promoción, acciones en bolsa o pagos por consultorías). El porcentaje aumentaba hasta el 80% al analizar los directores de los comités científicos (Mendelson, 2011). Según otro estudio, en conjunto, entre el 56 y el 87% de los autores de guías de práctica clínica tendrían al menos un conflicto de interés financiero (Norris, 2011). Estas guías con frecuencia enfatizan intervenciones nuevas y costosas y siguen la evidencia de forma laxa. Por ejemplo, en el caso de la diabetes de tipo 2, la mayoría seguían recomendando un control farmacológico estricto de la glucemia, cuando la mejor evidencia disponible sugería que esto no comportaba un mayor beneficio para los pacientes (Montori, 2009), y que podría deteriorar su calidad de vida (Yudkin, 2010).
A menudo se promueve que la declaración de los conflictos de interés es aval de transparencia e integridad. Por una parte, estos conflictos están gravemente infrarreportados (Neuman 2011) y no suelen tenerse en cuenta a la hora de valorar la evidencia presentada. Por otra, la transparencia por sí misma no disminuye la distorsión en todo el proceso e incluso puede tender a normalizar la presencia de esos conflictos de interés (Goldacre, 2013).
Visita médica
Las presiones mercadotécnicas directas por parte de los comerciales son muy relevantes. Por ejemplo, en los EE.UU., en 2004, alrededor de un tercio de los 57 mil millones de dólares que gastaron las compañías farmacéuticas en actividades promocionales se destinó a visitas médicas (Gagnon, 2008). La interacción regular con comerciales incrementa sustancialmente las probabilidades que un fármaco se incluya en el stock del hospital y, si el médico recibe honorarios, el incremento es aún mayor (Chren, 1994). Los pacientes entrevistados consideran en general que los lazos financieros entre los médicos y las compañías farmacéuticas son inaceptables y comprometen la calidad de la asistencia (Licurse, 2010). No obstante, raramente se les informa de estos lazos. En los últimos tiempos se vienen tomando medidas restrictivas en distintos países (ver «Posibles medidas»).
Formación de los profesionales
Los médicos se ven expuestos al marketing farmacéutico desde su formación de grado (Sierles, 2005; Grande, 2009; Austad, 2011). La formación médica continuada (FMC) es parte esencial del desarrollo de los profesionales. En muchos países esa formación depende financieramente de la IF. En los EE.UU., en 2010, aunque algunas regulaciones habían modulado ya su influencia, aproximadamente el 50% de la financiación de la FMC procedía directamente de la IF (Steinman, 2012). Los espónsores tienen influencia directa en los programas educativos, involucrando con frecuencia a KOL y usando a menudo presentaciones preparadas por la propia compañía (Avorn, 2010). Algunos estudios sugieren que la FMC esponsorizada conlleva un incremento de las tasas de prescripción del producto en cuestión (Wazana, 2000). La mayoría de congresos y eventos formativos cuentan con patrocinio industrial (Brody, 2009).
Sociedades científicas y profesionales
Las sociedades médicas profesionales tienen un papel importante en la definición y promoción de los estándares de salud. Sus pronunciamientos públicos, guías clínicas, cursos de FMC, normativas éticas, etc. tienen un gran peso para los profesionales y la sociedad. Muchas de estas sociedades reciben abundante financiación por parte de la industria, y a menudo carecen de políticas de regulación o estas son insuficientes (Rothman, 2009; Brody, 2010; Fabbri, 2016).
Asociaciones de pacientes
Las asociaciones de pacientes influyen en las políticas sanitarias, así como en las actitudes de pacientes y allegados y en la opinión de la población general. Los vínculos financieros entre estas asociaciones y la industria también se han hecho más intensos en los últimos años. Muchas de estas reciben fondos de la industria, generándose a menudo una situación de dependencia económica. En este contexto se generan potenciales conflictos de interés, a pesar de lo cual la transparencia y las políticas de regulación en general son insuficientes (Colombo, 2012; Rose, 2013; McCoy, 2017; Rose, 2017).
Gestión de la evidencia
Riesgo y seguridad
La aprobación de nuevos productos o indicaciones requiere que se demuestre su efectividad y una seguridad razonable. A pesar de todo, a menudo se tarda mucho tiempo en retirar intervenciones con defectos de seguridad o eficacia, con grandes costes económicos y en morbimortalidad. Esto se debe en parte a las limitaciones intrínsecas de los métodos y recursos disponibles. Existen efectos secundarios relevantes pero sutiles, que no se logran detectar hasta que un fármaco se ha usado profusamente durante bastante tiempo. Por eso son tan importantes los estudios independientes de farmacovigilancia poscomercialización. No obstante, el estudio de los procesos de retirada de distintos fármacos y procedimientos en los últimos años sugiere que los lazos financieros con la industria pueden determinar la orientación de los autores de ensayos y MA en cuestiones de seguridad. La rosiglitazona, un medicamento para la diabetes de tipo 2, fue aprobada y prescrita en todo el mundo durante 10 años, con beneficios multimillonarios, a pesar de que existía evidencia limitada de sus beneficios y, especialmente, de su seguridad (Cohen, 2010). Actualmente se encuentra retirada en la UE, India, Suráfrica y Nueva Zelanda, y sus indicaciones se restringieron mucho en los EE.UU. Otro caso muy conocido es el del rofecoxib, un antiinflamatorio no esteroideo que incrementa el riesgo cardiovascular. Los datos revelados durante un litigio sugieren que el fabricante distorsionó intencionalmente la presentación de los datos de seguridad de los ensayos (Curfman, 2005), y entrenó a sus comerciales para evitar de forma tácita las preguntas de los médicos sobre ese tema (Berenson, 2005).
Captura del regulador
La industria influye de distintas maneras en la elaboración y aplicación de las normativas que regulan la aprobación y retirada de medicamentos, así como sus precios. Es un fenómeno bautizado como «captura del regulador». Se trata de una cuestión fundamental, teniendo en cuenta el peso que tiene la partida destinada a gasto farmacéutico en los presupuestos de sanidad y las repercusiones en morbimortalidad que se derivan de aprobaciones que no cumplen con las suficientes garantías. Los conflictos afectan desde las más altas esferas, como los ministerios de sanidad o las grandes agencias del medicamento (FDA, EMA), hasta los comités de ética locales o las oficinas de farmacia de los hospitales. Estas entidades no siempre actúan orientadas hacia proteger a la población, sino que lo hacen de acuerdo con los intereses corporativos.
Existen distintos mecanismos para vehiculizar estas influencias: las leyes que fijan el gasto farmacéutico y las posibilidades de negociación con los proveedores, la relajación de las normas de introducción de medicamentos al mercado (p.e., permitiendo el uso de variables subrogadas como medidas de resultados en lugar de supervivencia o calidad de vida), la validación de nuevas patentes de fármacos que no aportan beneficios significativos, pero son mucho más caros que sus predecesores (los denominados me too), etc. Estas prácticas se han denunciado reiteradamente (Goldacre, 2013). En el campo de la oncología, por ejemplo, existen múltiples estudios recientes que muestran cómo se han relajado los estándares y se aprueban de forma sistemática fármacos con beneficios marginales y precios astronómicos (Kim, 2015; Davis, 2017; Prasad, 2017).
Conclusiones y posibles medidas
Como hemos podido ver, los conflictos de intereses que distorsionan la MBE no forman parte de una «gran conspiración secreta», sino que se trata de problemas inherentes a nuestro contexto socioeconómico. Solo el estudio riguroso nos permite identificar bien de qué maneras se articulan estos conflictos y cómo podemos ponerles coto. Este estudio se encuentra muy dificultado por las condiciones de manipulación y falta de transparencia generalizadas. A pesar de ello, muchas personas están dedicando grandes esfuerzos a desenmascarar estos problemas y a proponer soluciones. No se trata de un tema menor: el buen funcionamiento de la MBE es clave para que las personas y poblaciones sean objeto de intervenciones de eficacia y seguridad probadas. Aunque no es el objetivo principal de este artículo, se nombrarán aquí algunas de las medidas que han sido propuestas para intervenir en esta situación.
En primer lugar, muchos autores apuestan por que debe recalibrarse el concepto de integridad en la investigación, de tal modo que los comentados sesgos y conflictos sean vistos con la misma gravedad que la falsificación y el fraude individuales. Para ello se requieren campañas de sensibilización dirigidas no solo a los profesionales, sino a la población general.
Deben hacerse mejores ensayos clínicos (adecuado tamaño y selección de pacientes, en respuesta a preguntas clínicamente relevantes, con comparaciones adecuadas contra la mejor alternativa disponible, etc.). En cuanto a la aprobación de nuevos fármacos, toda la información sobre eficacia y seguridad que manejen las compañías y entidades reguladoras debe ser de dominio público. Es fundamental que sea obligatorio el registro de todos los EC que se llevan a cabo, así como la publicación oportuna y de libre acceso de todos los datos relevantes. En los últimos años se han dado pasos importantes en este sentido, como la campaña All Trials (ver enlace en bibliografía), aunque queda mucho por hacer. Estas iniciativas deberían contar con un amplio apoyo, incluyendo todas las sociedades profesionales, académicas y científicas.
Se requiere un mayor desarrollo de recursos, como los estándares de reporte de ensayos (CONSORT) y la herramienta de riesgo de sesgo de la Cochrane, puesto que les falta alcance y detalle, especialmente para casos de sesgo más sutiles (Bero, 2013; Prasad, 2015). De lo contrario, el cumplimiento de estos estándares puede conferir una credibilidad inmerecida a ciertos estudios.
Es necesario un mayor control y rendición de cuentas de las publicaciones de las revistas académicas, dado que estas son en buena parte custodias del canon académico y deben exigir que los datos relevantes sean de acceso libre y elevar los estándares de atribución de autoría, rigor científico e información (Lundh, 2010; Handel, 2012; Smith, 2012). Las guías del Comité Internacional de Revistas Médicas siguen siendo permisivas con el marketing farmacéutico (Matheson, 2016).
Es importante promover que la formación de los profesionales sanitarios sea independiente de los intereses comerciales y que proporcione herramientas críticas. Algunos estudios indican que las medidas tomadas en esa dirección pueden ser eficaces, por ejemplo, durante la formación de grado (Sierles 2015). Asimismo, están comenzando a proliferar un mayor número de eventos formativos desligados de la financiación y promoción de la IF.
Deben tomarse medidas para controlar los conflictos de interés financieros a todos los niveles. Por ejemplo, la declaración obligatoria de pagos a médicos, que se ha implementado de forma más o menos parcial en distintos países. Esta exigencia de transparencia debe extenderse a sociedades profesionales, revistas científicas, entidades reguladoras (y sus miembros) y asociaciones de pacientes.
Es fundamental tener claro que todas estas medidas quedarán en papel mojado si no se ponen en marcha los recursos necesarios para su implementación y para asegurar la rendición de cuentas de los responsables. Autores como Goldacre (2013) insisten en que la mera promulgación de códigos de conducta, normativas o leyes no solo no sirve de nada, sino que puede ser contraproducente al dar la sensación que se está haciendo algo cuando no es así. Las consecuencias para los infractores deben ser suficientes como para favorecer la disuasión y garantizar la restauración del daño en la medida de lo posible.
Asimismo, como se ha afirmado en la introducción, los conflictos de intereses son estructurales y deben abordarse como tales si se quiere minimizar su impacto. Las medidas deben buscar ir a la raíz en los distintos niveles relevantes (investigación, docencia, regulación de medicamentos, etc.). Debe garantizarse el máximo consenso y alcance (p.e., de nada sirve endurecer la regulación en un territorio si se externaliza la producción de estudios a otro lugar donde la normativa es más laxa). En la medida de lo posible, debe adoptarse una perspectiva más preventiva que meramente reactiva. Solo así se conseguirá recuperar la confianza en la MBE, una herramienta indispensable para el buen funcionamiento de los sistemas de salud.
Carlos Soler es psiquiatra
Artículo publicado originalmente en https://www.escepticos.es/node/5934
Reproducido con permiso
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Fuente: http://www.nogracias.org/2020/08/12/la-distorsion-de-la-medicina-basada-en-la-evidencia-por-carlos-soler/
domingo, 6 de septiembre de 2020
sábado, 5 de septiembre de 2020
_- Dolor en la escuela, El Bullying.
_- Resulta sobrecogedor que una institución que está creada para formar personas felices, sea el lugar en el que algunos alumnos y algunas alumnas encuentran dolor, angustia, desesperación e, incluso, la muerte. Hablo del bullying o acoso escolar. Se trata de un acto o una serie de actos intimidatorios y normalmente agresivos o de manipulación por parte de una persona o varias contra otra persona o varias, normalmente durante un cierto tiempo. Es ofensivo y se basa en un desequilibrio de poderes.
Acabo de prologar un libro, coordinado por Arnaldo Canales, que pronto verá la luz en Santiago de Chile. Se titula “Historias que sanan”. Una hermosa paradoja este título ya que las historias que han causado daño, al ser contadas, curan a quienes las cuentan y a quienes las leen. Arnaldo, presidente de la Fundación Liderazgo Chile e impulsor de la Ley de Educación Emocional en dicho país, predica con el ejemplo. Pide que otros escriban, pero lo él hace también en un doble y valiente relato, uno en el que humildemente se confiesa verdugo y otro en el que describe sus vivencias de víctima.
Las historias del libro curan porque previenen. Y curan porque cicatrizan. Curan porque ayudan a reflexionar y curan porque ayudan a sentir. La reflexión demanda que no se repitan estos casos tan dolorosos y la compasión nos redime ante las víctimas.
El libro, escrito con la sangre, contiene catorce relatos autobiográficos en los que los autores y autoras (más chicas que chicos, por cierto) cuentan el calvario que vivieron en la escuela. Sobrecoge imaginar el terror con el que estos niños/jóvenes acudían a la institución escolar cada mañana, como si fueran al patíbulo. Iban a sufrir, no a disfrutar. Iban a ser machacados y machacadas, no a ser protegidos y queridos. Iban a sufrir, no a aprender.
Voy a elegir algunos párrafos de tres de esos relatos. Me ha costado decidirme por estos tres, ya que todos son extraordinariamente interesantes, por auténticos y dolorosos.
Yanira García Correa titula su relato “El poder de las palabras”. Describe el comienzo. Y dice:Recuerdo el día en que todo comenzó; la profesora estaba preguntando de dónde éramos, para conocernos, y cuando me tocó a mí, todos me miraron sorprendidos y comenzaron a susurrarse cosas. Desde ese día, el acoso era algo constante, algo del día a día, tan rutinario, no había ni siquiera un día de silencio. Aislamiento, nadie quería incluirme en grupos de trabajo, nadie se juntaba conmigo en los recreos, me elegían de las últimas en las actividades de educación física, me gritaban insultos, me escondían mis cosas. Una infinidad de momentos que hacen que la vida de una niña se vuelva tan triste. Llegó un momento en que comencé a mentir; sentía que esa era la única forma en la que por fin me podrían aceptar, pensé que así al menos tendría un amigo, eso era todo lo que quería. Pero no valió para nada lo que pensé; les había dado otro motivo por el que acosarme, ahora me gritaban mentirosa”.
Haré referencia a un segundo relato de los que integran el libro. La autora se llama Macarezza Meléndez y titula su historia con una contundente palabra “Burlas”. Extraigo este párrafo, que se centra en los motivos de la saña:
“De niña yo tenía una gran inseguridad: mis orejas. No podían gustarme, sentía que eran muy grandes, que eran muy largas, que eran muy todo. Evitaba recogerme el cabello en una cola, utilizaba siempre mi pelo suelto cubriéndolas o usaba gorros y evitaba que la gente las mirara por mucho tiempo, porque me sentía insegura y en casa lloraba por ello. Algunos compañeros míos me molestaban sistemáticamente, incluso mis amigos, y yo me sentía muy mal al respecto. Siendo una niña, no sabía qué hacer para cambiar las cosas, e incluso llegué a pedirle a mi madre que me operara lo antes posible porque me acomplejaban”.
Tercer párrafo relacionado con las consecuencias. Claudia Soto titula su relato ”Barbie negra”. Estremece leer lo que escribe: “Fue tanta la depresión que intenté suicidarme siete veces, buscaba desesperadamente trozos de vidrios, quería sentir un dolor más fuerte del que ya sentía, me lancé a un gran pozo de leña, me golpeé tantas veces con la madera y nada, tomé pastillas hasta casi desmayarme en frente de un río, una compañera evitó que me ahogara…”.
¿Cómo puede soportar tanto dolor un niño o un joven que está abriéndose a la vida?, ¿qué visión pueden tener del mundo en que viven?, ¿qué sentido puede tener para ellos un futuro que solo ofrece desesperación?, ¿cómo sorprenderse de que les ronde la idea del suicidio?
En esos relatos aparecen cinco tipos de víctimas. Los que practican el bullyng son también victimas porque se convierten en crueles verdugos. Son también víctimas porque se convierten en miserables agentes del mal. Se envilecen convirtiendo a un compañero en un objeto al que ponen al servicio de su sadismo. Me pregunto por los intrincados caminos que les han llevado a disfrutar haciendo daño al prójimo. Me pregunto por los extraños mecanismos psicológicos que les llevan a elegir a sus víctimas. Porque la víctima no es un compañero cualquiera. Es alguien con alguna tara física o psíquica pero, sobre todo, es alguien que no va a saber ni poder defenderse. Es alguien que reúne unas características peculiares que son cuidadosamente estudiadas por los agresores.
Son víctimas también aquellos que corean, aplauden, ríen y graban las acciones del matón. No golpean pero alientan a quien lo hace. No abusan pero animan a quien toma la iniciativa. Pienso en ellos como víctimas porque se cargan de violencia moral.
Considero víctimas también a quienes callan. A todos aquellos que no tienen el valor de oponerse, de denunciar, de decir basta. Se lavan las manos, miran para otra parte, se encogen de hombros como si no fuera con ellos. Son víctimas porque el silencio les envilece.
Son víctimas de esa lacra quienes no son capaces de observar con sagacidad y atención. ¿cómo es posible que llegue un alumno al suicidio sin que nadie haya visto el más mínimo indicio de angustia o desolación?, ¿cómo es posible que se haya producido un dolor tan horrible sin haber oído una palabra o una señal de alarma?
Es víctima también la institución que, lejos de ser un espacio de aprendizaje de la convivencia, se convierte en una cárcel donde se practica la tortura.
Claro que las víctimas por excelencia son aquellas personas que son objeto de burlas, risas, golpes, humillaciones y desprecios. No en una ocasión aislada sino de forma persistente y asfixiante. Cuesta pensar que ese proceso destructivo, que se basa en la crueldad sistematizada, tenga lugar en la escuela. El verdugo suele actuar con un grupo que aplaude y ríe divertido y que calla y encubre. El verdugo busca adquirir poder y que todos le teman. En realidad, lo que dice a todo el mundo es: cuidado, que también te lo puedo hacer a ti. Busca provocar el miedo.
He leído recientemente el excelente libro de Keith Sullivan, Mark Cleary y Ginny Sullivan titulado “Bullying en la enseñanza secundaria. El acoso escolar: cómo se presenta y cómo afrontarlo”. Dicen los autores que “cuando las escuelas alaban la política contra el bullying, pero no la cumplen, ponen a los estudiantes en peligro. El mensaje es muy claro: las escuelas deben estar completamente implicadas en el desarrollo de un entorno seguro. Lo que hacen las escuelas es mucho más importante de lo que dicen”.
No sé si en estos tiempos de confinamiento habrá desaparecido el bullying de forma plena. Porque hay formas diversas de ciberbullying, como estudia con rigor Alejandro Castro Santander en su libro “Bullying duro, bullying blando y ciberbullying”. ¿Qué está pasando en este nuevo contexto?, ¿cómo se canalizan los impulsos sádicos?, ¿cómo se manejan los sentimientos? Hay que ponerse a observar, a preguntar, a pensar y a intervenir.
Tomado de Miguel Ángel Santos Guerra, El Adarve.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/15/dolor-en-la-escuela-2/
Acabo de prologar un libro, coordinado por Arnaldo Canales, que pronto verá la luz en Santiago de Chile. Se titula “Historias que sanan”. Una hermosa paradoja este título ya que las historias que han causado daño, al ser contadas, curan a quienes las cuentan y a quienes las leen. Arnaldo, presidente de la Fundación Liderazgo Chile e impulsor de la Ley de Educación Emocional en dicho país, predica con el ejemplo. Pide que otros escriban, pero lo él hace también en un doble y valiente relato, uno en el que humildemente se confiesa verdugo y otro en el que describe sus vivencias de víctima.
Las historias del libro curan porque previenen. Y curan porque cicatrizan. Curan porque ayudan a reflexionar y curan porque ayudan a sentir. La reflexión demanda que no se repitan estos casos tan dolorosos y la compasión nos redime ante las víctimas.
El libro, escrito con la sangre, contiene catorce relatos autobiográficos en los que los autores y autoras (más chicas que chicos, por cierto) cuentan el calvario que vivieron en la escuela. Sobrecoge imaginar el terror con el que estos niños/jóvenes acudían a la institución escolar cada mañana, como si fueran al patíbulo. Iban a sufrir, no a disfrutar. Iban a ser machacados y machacadas, no a ser protegidos y queridos. Iban a sufrir, no a aprender.
Voy a elegir algunos párrafos de tres de esos relatos. Me ha costado decidirme por estos tres, ya que todos son extraordinariamente interesantes, por auténticos y dolorosos.
Yanira García Correa titula su relato “El poder de las palabras”. Describe el comienzo. Y dice:Recuerdo el día en que todo comenzó; la profesora estaba preguntando de dónde éramos, para conocernos, y cuando me tocó a mí, todos me miraron sorprendidos y comenzaron a susurrarse cosas. Desde ese día, el acoso era algo constante, algo del día a día, tan rutinario, no había ni siquiera un día de silencio. Aislamiento, nadie quería incluirme en grupos de trabajo, nadie se juntaba conmigo en los recreos, me elegían de las últimas en las actividades de educación física, me gritaban insultos, me escondían mis cosas. Una infinidad de momentos que hacen que la vida de una niña se vuelva tan triste. Llegó un momento en que comencé a mentir; sentía que esa era la única forma en la que por fin me podrían aceptar, pensé que así al menos tendría un amigo, eso era todo lo que quería. Pero no valió para nada lo que pensé; les había dado otro motivo por el que acosarme, ahora me gritaban mentirosa”.
Haré referencia a un segundo relato de los que integran el libro. La autora se llama Macarezza Meléndez y titula su historia con una contundente palabra “Burlas”. Extraigo este párrafo, que se centra en los motivos de la saña:
“De niña yo tenía una gran inseguridad: mis orejas. No podían gustarme, sentía que eran muy grandes, que eran muy largas, que eran muy todo. Evitaba recogerme el cabello en una cola, utilizaba siempre mi pelo suelto cubriéndolas o usaba gorros y evitaba que la gente las mirara por mucho tiempo, porque me sentía insegura y en casa lloraba por ello. Algunos compañeros míos me molestaban sistemáticamente, incluso mis amigos, y yo me sentía muy mal al respecto. Siendo una niña, no sabía qué hacer para cambiar las cosas, e incluso llegué a pedirle a mi madre que me operara lo antes posible porque me acomplejaban”.
Tercer párrafo relacionado con las consecuencias. Claudia Soto titula su relato ”Barbie negra”. Estremece leer lo que escribe: “Fue tanta la depresión que intenté suicidarme siete veces, buscaba desesperadamente trozos de vidrios, quería sentir un dolor más fuerte del que ya sentía, me lancé a un gran pozo de leña, me golpeé tantas veces con la madera y nada, tomé pastillas hasta casi desmayarme en frente de un río, una compañera evitó que me ahogara…”.
¿Cómo puede soportar tanto dolor un niño o un joven que está abriéndose a la vida?, ¿qué visión pueden tener del mundo en que viven?, ¿qué sentido puede tener para ellos un futuro que solo ofrece desesperación?, ¿cómo sorprenderse de que les ronde la idea del suicidio?
En esos relatos aparecen cinco tipos de víctimas. Los que practican el bullyng son también victimas porque se convierten en crueles verdugos. Son también víctimas porque se convierten en miserables agentes del mal. Se envilecen convirtiendo a un compañero en un objeto al que ponen al servicio de su sadismo. Me pregunto por los intrincados caminos que les han llevado a disfrutar haciendo daño al prójimo. Me pregunto por los extraños mecanismos psicológicos que les llevan a elegir a sus víctimas. Porque la víctima no es un compañero cualquiera. Es alguien con alguna tara física o psíquica pero, sobre todo, es alguien que no va a saber ni poder defenderse. Es alguien que reúne unas características peculiares que son cuidadosamente estudiadas por los agresores.
Son víctimas también aquellos que corean, aplauden, ríen y graban las acciones del matón. No golpean pero alientan a quien lo hace. No abusan pero animan a quien toma la iniciativa. Pienso en ellos como víctimas porque se cargan de violencia moral.
Considero víctimas también a quienes callan. A todos aquellos que no tienen el valor de oponerse, de denunciar, de decir basta. Se lavan las manos, miran para otra parte, se encogen de hombros como si no fuera con ellos. Son víctimas porque el silencio les envilece.
Son víctimas de esa lacra quienes no son capaces de observar con sagacidad y atención. ¿cómo es posible que llegue un alumno al suicidio sin que nadie haya visto el más mínimo indicio de angustia o desolación?, ¿cómo es posible que se haya producido un dolor tan horrible sin haber oído una palabra o una señal de alarma?
Es víctima también la institución que, lejos de ser un espacio de aprendizaje de la convivencia, se convierte en una cárcel donde se practica la tortura.
Claro que las víctimas por excelencia son aquellas personas que son objeto de burlas, risas, golpes, humillaciones y desprecios. No en una ocasión aislada sino de forma persistente y asfixiante. Cuesta pensar que ese proceso destructivo, que se basa en la crueldad sistematizada, tenga lugar en la escuela. El verdugo suele actuar con un grupo que aplaude y ríe divertido y que calla y encubre. El verdugo busca adquirir poder y que todos le teman. En realidad, lo que dice a todo el mundo es: cuidado, que también te lo puedo hacer a ti. Busca provocar el miedo.
He leído recientemente el excelente libro de Keith Sullivan, Mark Cleary y Ginny Sullivan titulado “Bullying en la enseñanza secundaria. El acoso escolar: cómo se presenta y cómo afrontarlo”. Dicen los autores que “cuando las escuelas alaban la política contra el bullying, pero no la cumplen, ponen a los estudiantes en peligro. El mensaje es muy claro: las escuelas deben estar completamente implicadas en el desarrollo de un entorno seguro. Lo que hacen las escuelas es mucho más importante de lo que dicen”.
No sé si en estos tiempos de confinamiento habrá desaparecido el bullying de forma plena. Porque hay formas diversas de ciberbullying, como estudia con rigor Alejandro Castro Santander en su libro “Bullying duro, bullying blando y ciberbullying”. ¿Qué está pasando en este nuevo contexto?, ¿cómo se canalizan los impulsos sádicos?, ¿cómo se manejan los sentimientos? Hay que ponerse a observar, a preguntar, a pensar y a intervenir.
Tomado de Miguel Ángel Santos Guerra, El Adarve.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/15/dolor-en-la-escuela-2/
viernes, 4 de septiembre de 2020
_- Lynn Margulis, la bióloga que demostró que la cooperación lleva al éxito.
_- La cooperación como herramienta de evolución y desarrollo humano frente a la competición
Ha habido muchas mujeres que, a pesar de realizar grandes contribuciones a la ciencia con impacto, no han sido reconocidas por la historia. Una de ellas es Lynn Margulis (1938-2011), la brillante bióloga que descubrió la endosimbiosis.
Esta teoría describe el origen de las células eucariotas como consecuencia de sucesivas incorporaciones simbiogenéticas de diferentes células procariotas. Cuando en 1967 se publicó en el artículo “El Origen de la Mitosis en las Células” en Journal of Theoretical Biology, tras haber sido rechazado anteriormente en quince revistas, chocó con varios puntos del paradigma neodarwiniano. Sufrió numerosos ataques y descalificaciones pese a tener una teoría consolidada explicativa de la proliferación de la vida multicelular y su maravillosa diversidad. Hoy en día es uno de los documentos más importantes de la biología del siglo XX, ya que supuso un giro fundamental en la comprensión de la evolución de las especies.
Durante toda su carrera, mientras que la mayoría de las personas biólogas enfatizaban el papel de la competición en el proceso evolutivo, ella acentuaba la cooperación, superando la arraigada creencia de que sólo sobrevive la más fuerte. De ahí su famosa frase: “La vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian”.
A pesar de las dificultades, interpuestas por sus propios colegas de profesión, y a que durante años se la mantuviera a la sombra de su marido, siempre fue una apasionada de su trabajo y nunca dejó de investigar. Además, muchas de las personas que la conocieron resaltan de ella su carácter amable y siempre dispuesto al intercambio de ideas.
Al igual que estos días reconocemos y alabamos a cientos de trabajadoras normalmente minusvaloradas del ámbito sanitario, el sector más feminizado actualmente con un 76,9% de empleadas mujeres, es una cuestión de justicia reconocer y destacar las aportaciones de tantas mujeres que han logrado una sociedad mejor. Lynn Margulis hizo aportaciones fundamentales para la ciencia moderna y trabajó solidariamente a pesar de los ataques. Recordar su historia es importante para dejar de frenar el progreso por querer invisibilizar el trabajo de las mujeres.
Fuente:
https://eldiariofeminista.info/2020/04/13/lynn-margulis-la-biologa-que-demostro-que-la-cooperacion-lleva-al-exito/
Ha habido muchas mujeres que, a pesar de realizar grandes contribuciones a la ciencia con impacto, no han sido reconocidas por la historia. Una de ellas es Lynn Margulis (1938-2011), la brillante bióloga que descubrió la endosimbiosis.
Esta teoría describe el origen de las células eucariotas como consecuencia de sucesivas incorporaciones simbiogenéticas de diferentes células procariotas. Cuando en 1967 se publicó en el artículo “El Origen de la Mitosis en las Células” en Journal of Theoretical Biology, tras haber sido rechazado anteriormente en quince revistas, chocó con varios puntos del paradigma neodarwiniano. Sufrió numerosos ataques y descalificaciones pese a tener una teoría consolidada explicativa de la proliferación de la vida multicelular y su maravillosa diversidad. Hoy en día es uno de los documentos más importantes de la biología del siglo XX, ya que supuso un giro fundamental en la comprensión de la evolución de las especies.
Durante toda su carrera, mientras que la mayoría de las personas biólogas enfatizaban el papel de la competición en el proceso evolutivo, ella acentuaba la cooperación, superando la arraigada creencia de que sólo sobrevive la más fuerte. De ahí su famosa frase: “La vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian”.
A pesar de las dificultades, interpuestas por sus propios colegas de profesión, y a que durante años se la mantuviera a la sombra de su marido, siempre fue una apasionada de su trabajo y nunca dejó de investigar. Además, muchas de las personas que la conocieron resaltan de ella su carácter amable y siempre dispuesto al intercambio de ideas.
Al igual que estos días reconocemos y alabamos a cientos de trabajadoras normalmente minusvaloradas del ámbito sanitario, el sector más feminizado actualmente con un 76,9% de empleadas mujeres, es una cuestión de justicia reconocer y destacar las aportaciones de tantas mujeres que han logrado una sociedad mejor. Lynn Margulis hizo aportaciones fundamentales para la ciencia moderna y trabajó solidariamente a pesar de los ataques. Recordar su historia es importante para dejar de frenar el progreso por querer invisibilizar el trabajo de las mujeres.
Fuente:
https://eldiariofeminista.info/2020/04/13/lynn-margulis-la-biologa-que-demostro-que-la-cooperacion-lleva-al-exito/
jueves, 3 de septiembre de 2020
_- Entrevista a Yayo Herrero, antropóloga y activista. «No hay economía ni tecnología ni política ni sociedad sin naturaleza y sin cuidados»
_- Por Martín Cúneo | 03/01/2020 | Feminismos
Fuentes: El Salto
Antropóloga, ingeniera, profesora y activista, Yayo Herrero se ha configurado como una de las principales defensoras en España del ecofeminismo, una teoría y una práctica que permite vincular opresiones y entender el mundo combinando las herramientas de la ecología social y el feminismo.
Declararle la guerra a quienes han declarado la guerra a la vida. El ecofeminismo es una teoría o conjunto de teorías que permite vincular diversas opresiones, pero también es un movimiento social, aunque según dice la activista Yayo Herrero, las «etiquetas» no son lo importante, sino «lo que hay de fondo», es decir, «la defensa de la tierra y, por otro lado, un proceso emancipador de mujeres que se presentan y se configuran como agentes clave para defender y proteger la vida».
Yayo Herrero, una de las principales activistas y pensadoras ecofeministas en el Estado español, desgrana en esta entrevista la historia, el presente y el futuro de esta teoría que intenta vincular la ideas del feminismo y la ecología con una única misión: poner en el «centro lo que es necesario para sostener la vida».
¿Qué tiene que ver la ecología con el feminismo?
El vínculo entre la ecología y el feminismo y su potencial diálogo tiene que ver con la pregunta de «qué es lo que sostiene la vida». Y si nos preguntamos qué es lo que sostiene la vida tenemos que reconocer que somos seres radicalmente dependientes de un planeta tierra que tiene límites físicos y somos dependientes, además, de esos bienes fondo de la tierra que no son fabricados ni controlados a voluntad por los seres humanos. Esto quiere decir que no hay economía ni tecnología ni política ni sociedad sin naturaleza.
Pero, por otro lado, los seres humanos también vivimos encarnados en cuerpos, en cuerpos que son vulnerables, en cuerpos que son finitos, en cuerpos que tienen que ser cuidados a lo largo de toda la vida y sobre todo en algunos momentos del ciclo vital, como puede ser la infancia, la vejez, los momentos de enfermedad o toda la vida en algunos casos de diversidad funcional. Lo que sucede es que a lo largo de toda la historia quienes se han ocupado mayoritariamente de los cuerpos vulnerables han sido y son mujeres, y no porque estemos mejor dotadas genéticamente para hacerlo, sino porque vivimos en sociedades que distribuyen de forma no libre, en el momento del nacimiento, en el que se te asigna determinado sexo, la tarea del cuidado.
Cuando nos planteamos qué es lo que sostiene la vida, topamos de forma directa con las reivindicaciones y con las luchas que han mantenido históricamente, desde hace mucho más tiempo el movimiento feminista en su afán de repartir, de desfeminizar los cuidados, de corresponsabilizar al conjunto social de la reproducción cotidiana y generacional de la vida de los seres humanos y las reivindicaciones del ecologismo.
Desde mediados de los 90 hasta ahora se han producido, especialmente en América Latina, pero también en África o India, una serie de luchas ambientales protagonizadas por mujeres. ¿Se puede ser ecofeminista sin saberlo?
La verdad es que asignar la etiqueta de ecofeministas a las luchas sinceramente me da igual. Lo que me interesa es ver lo que hay de fondo y lo que reclaman todas estas luchas. Igual que hay ecologismos que no se reclaman como ecologismos, lo que según Martínez Alier son los ecologismos del sur o los ecologismos de los pobres. Hay muchísimas luchas lideradas por mujeres que no se han reivindicado como ecofeministas, pero en esas luchas sí se presenta, por un lado, la defensa de la tierra y, por otro lado, un proceso emancipador de mujeres que se presentan y se configuran como agentes clave para defender y proteger la vida. En ese sentido, se llamen como se llamen sí que encontramos un nexo y un vínculo y una complicidad con todas esas luchas.
Las madres o incluso las abuelas de estas mujeres habían liderado un movimiento también de defensa de la vida, pero la vida de sus familiares, de sus hijos, de sus nietos desaparecidos por las dictaduras. ¿Qué vínculo hay entre esa generación de defensoras de la vida y las actuales?
Nosotras nos consideramos aprendices y conectadas por una genealogía con todas esas mujeres. Cuando miramos a las Madres de la Plaza Mayo y nos encontramos con mujeres que empiezan a entrar de despacho en despacho en una de las dictaduras más sangrientas que hemos conocido, reclamando la aparición de sus hijos desaparecidos, lo que estamos viendo muchas veces son mujeres que, a partir de la tarea del cuidado, a partir de un rol tradicionalmente despreciado y subordinado como es el de ser madre, de repente son capaces de combatir una dictadura más feroces que hay en el mundo. Muchas de las mujeres que están luchando contra el extractivismo o muchas de las mujeres que están luchando por respirar un aire que se pueda respirar son también mujeres que están confrontando con intereses muy importantes poniendo en el centro lo que es necesario para sostener la vida. Hay un hilo de continuidad en todas esas formas de defensa de lo que es importante para continuar vivos y vivas.
Para una comunidad afectada por una mina o por un accidente como el de Bhopal parece bastante claro para qué puede servir el ecofeminismo, pero una sociedad urbana ¿en nos puede ayudar esta mirada del mundo?
La sociedades occidentales y urbanas también tienen una parte importante de luchas que son ecofeministas o que tienen rasgos de ecofeminismo. Por ejemplo, es impresionante, cómo hemos encontrado conexiones importantes y una sintonía importante con todos los movimientos en defensa de la vivienda. Defender tu vivienda es lo más parecido a defender el territorio próximo en el marco de la sociedad urbana, porque defender tu vivienda no es defender solamente las paredes donde cocinas, duermes o mantienes relaciones sexuales, sino también es defender un espacio que te conecta con el territorio próximo, es mantener los vínculos vecinales, mantener la pertenencia al barrio en el que estás. Pero, además, tenemos luchas que tienen que ver con la calidad del aire, que tienen que ver con detener las olas de calor, por ejemplo, que se producen en el entorno urbano con el cambio climático.
También dentro del espacio semiurbano estamos conociendo algunas luchas contra el extractivismo, por ejemplo, la plataforma contra la mina de cobre que está pegada a Santiago de Compostela, las minas de litio en Cáceres… todas esas luchas son luchas que se conectan con las otras y que están mayoritariamente protagonizadas por mujeres. En esas plataformas hay montones de mujeres. Si a esto le añadimos todo lo que tiene que ver con la contaminación química, los productos que son disruptores endocrinos o alteradores hormonales que afectan en mayor medida al cuerpo de las mujeres y, cuando no, afectan a las personas más pequeñas o a las más mayores, que son cuidadas mayoritariamente por mujeres, vemos que en realidad hay muchas luchas.
Además, y por encima de eso, poder solidarizarnos con las mujeres que luchan contra los extractivismos en el sur global, que luchan contra la incidencia de un sistema y un modelo extractivista brutal capitalista y depredador, racista y colonial, depende mucho del cambio de los hábitos de consumo y las miradas. Aquí depende de frenar el TTIP, depende de frenar el CETA, el TiSA y depende de poner freno a esas políticas también muchas veces protagonizadas por empresas del Ibex35 que están masacrando la vida de otras mujeres. No hay solidaridad feminista sin esos movimientos aquí que tratan también de frenar y proteger lo que hay allí.
Con esta defensa que se hace de la figura de la «madre coraje», de la mujer defensora de la vida y de sus hijos, del medioambiente y de la salud, ¿no se enquistan estos roles que el patriarcado reserva a las mujeres?
Claramente. Si el planteamiento es darle palmaditas a las mujeres en las espaldas -«¡Qué bien cuidáis la vida!»- sin que se produzca ningún tipo de proceso emancipador, sobre todo sin que se produzca una corresponsabilidad en el cuidado de los cuerpos que sean asumidas por personas, por hombres, por mujeres, que se definan como se definen, que no las asumen las instituciones, si no las asumen las comunidades, pues estamos haciendo una política de defensa de la vida, pero que sigue con cargo fundamentalmente al cuerpo de las mujeres. Es decir, esa redistribución de las obligaciones que comporta tener cuerpo y ser especie, esa desfeminización del trabajo de cuidados sobre cuerpos sobre todo femininos es absolutamente clave.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ecofeminismo/entrevista-yayo-herrero-econom%C3%ADa-tecnolog%C3%ADa-pol%C3%ADtica-sociedad-naturaleza-cuidados
Fuentes: El Salto
Antropóloga, ingeniera, profesora y activista, Yayo Herrero se ha configurado como una de las principales defensoras en España del ecofeminismo, una teoría y una práctica que permite vincular opresiones y entender el mundo combinando las herramientas de la ecología social y el feminismo.
Declararle la guerra a quienes han declarado la guerra a la vida. El ecofeminismo es una teoría o conjunto de teorías que permite vincular diversas opresiones, pero también es un movimiento social, aunque según dice la activista Yayo Herrero, las «etiquetas» no son lo importante, sino «lo que hay de fondo», es decir, «la defensa de la tierra y, por otro lado, un proceso emancipador de mujeres que se presentan y se configuran como agentes clave para defender y proteger la vida».
Yayo Herrero, una de las principales activistas y pensadoras ecofeministas en el Estado español, desgrana en esta entrevista la historia, el presente y el futuro de esta teoría que intenta vincular la ideas del feminismo y la ecología con una única misión: poner en el «centro lo que es necesario para sostener la vida».
¿Qué tiene que ver la ecología con el feminismo?
El vínculo entre la ecología y el feminismo y su potencial diálogo tiene que ver con la pregunta de «qué es lo que sostiene la vida». Y si nos preguntamos qué es lo que sostiene la vida tenemos que reconocer que somos seres radicalmente dependientes de un planeta tierra que tiene límites físicos y somos dependientes, además, de esos bienes fondo de la tierra que no son fabricados ni controlados a voluntad por los seres humanos. Esto quiere decir que no hay economía ni tecnología ni política ni sociedad sin naturaleza.
Pero, por otro lado, los seres humanos también vivimos encarnados en cuerpos, en cuerpos que son vulnerables, en cuerpos que son finitos, en cuerpos que tienen que ser cuidados a lo largo de toda la vida y sobre todo en algunos momentos del ciclo vital, como puede ser la infancia, la vejez, los momentos de enfermedad o toda la vida en algunos casos de diversidad funcional. Lo que sucede es que a lo largo de toda la historia quienes se han ocupado mayoritariamente de los cuerpos vulnerables han sido y son mujeres, y no porque estemos mejor dotadas genéticamente para hacerlo, sino porque vivimos en sociedades que distribuyen de forma no libre, en el momento del nacimiento, en el que se te asigna determinado sexo, la tarea del cuidado.
Cuando nos planteamos qué es lo que sostiene la vida, topamos de forma directa con las reivindicaciones y con las luchas que han mantenido históricamente, desde hace mucho más tiempo el movimiento feminista en su afán de repartir, de desfeminizar los cuidados, de corresponsabilizar al conjunto social de la reproducción cotidiana y generacional de la vida de los seres humanos y las reivindicaciones del ecologismo.
Desde mediados de los 90 hasta ahora se han producido, especialmente en América Latina, pero también en África o India, una serie de luchas ambientales protagonizadas por mujeres. ¿Se puede ser ecofeminista sin saberlo?
La verdad es que asignar la etiqueta de ecofeministas a las luchas sinceramente me da igual. Lo que me interesa es ver lo que hay de fondo y lo que reclaman todas estas luchas. Igual que hay ecologismos que no se reclaman como ecologismos, lo que según Martínez Alier son los ecologismos del sur o los ecologismos de los pobres. Hay muchísimas luchas lideradas por mujeres que no se han reivindicado como ecofeministas, pero en esas luchas sí se presenta, por un lado, la defensa de la tierra y, por otro lado, un proceso emancipador de mujeres que se presentan y se configuran como agentes clave para defender y proteger la vida. En ese sentido, se llamen como se llamen sí que encontramos un nexo y un vínculo y una complicidad con todas esas luchas.
Las madres o incluso las abuelas de estas mujeres habían liderado un movimiento también de defensa de la vida, pero la vida de sus familiares, de sus hijos, de sus nietos desaparecidos por las dictaduras. ¿Qué vínculo hay entre esa generación de defensoras de la vida y las actuales?
Nosotras nos consideramos aprendices y conectadas por una genealogía con todas esas mujeres. Cuando miramos a las Madres de la Plaza Mayo y nos encontramos con mujeres que empiezan a entrar de despacho en despacho en una de las dictaduras más sangrientas que hemos conocido, reclamando la aparición de sus hijos desaparecidos, lo que estamos viendo muchas veces son mujeres que, a partir de la tarea del cuidado, a partir de un rol tradicionalmente despreciado y subordinado como es el de ser madre, de repente son capaces de combatir una dictadura más feroces que hay en el mundo. Muchas de las mujeres que están luchando contra el extractivismo o muchas de las mujeres que están luchando por respirar un aire que se pueda respirar son también mujeres que están confrontando con intereses muy importantes poniendo en el centro lo que es necesario para sostener la vida. Hay un hilo de continuidad en todas esas formas de defensa de lo que es importante para continuar vivos y vivas.
Para una comunidad afectada por una mina o por un accidente como el de Bhopal parece bastante claro para qué puede servir el ecofeminismo, pero una sociedad urbana ¿en nos puede ayudar esta mirada del mundo?
La sociedades occidentales y urbanas también tienen una parte importante de luchas que son ecofeministas o que tienen rasgos de ecofeminismo. Por ejemplo, es impresionante, cómo hemos encontrado conexiones importantes y una sintonía importante con todos los movimientos en defensa de la vivienda. Defender tu vivienda es lo más parecido a defender el territorio próximo en el marco de la sociedad urbana, porque defender tu vivienda no es defender solamente las paredes donde cocinas, duermes o mantienes relaciones sexuales, sino también es defender un espacio que te conecta con el territorio próximo, es mantener los vínculos vecinales, mantener la pertenencia al barrio en el que estás. Pero, además, tenemos luchas que tienen que ver con la calidad del aire, que tienen que ver con detener las olas de calor, por ejemplo, que se producen en el entorno urbano con el cambio climático.
También dentro del espacio semiurbano estamos conociendo algunas luchas contra el extractivismo, por ejemplo, la plataforma contra la mina de cobre que está pegada a Santiago de Compostela, las minas de litio en Cáceres… todas esas luchas son luchas que se conectan con las otras y que están mayoritariamente protagonizadas por mujeres. En esas plataformas hay montones de mujeres. Si a esto le añadimos todo lo que tiene que ver con la contaminación química, los productos que son disruptores endocrinos o alteradores hormonales que afectan en mayor medida al cuerpo de las mujeres y, cuando no, afectan a las personas más pequeñas o a las más mayores, que son cuidadas mayoritariamente por mujeres, vemos que en realidad hay muchas luchas.
Además, y por encima de eso, poder solidarizarnos con las mujeres que luchan contra los extractivismos en el sur global, que luchan contra la incidencia de un sistema y un modelo extractivista brutal capitalista y depredador, racista y colonial, depende mucho del cambio de los hábitos de consumo y las miradas. Aquí depende de frenar el TTIP, depende de frenar el CETA, el TiSA y depende de poner freno a esas políticas también muchas veces protagonizadas por empresas del Ibex35 que están masacrando la vida de otras mujeres. No hay solidaridad feminista sin esos movimientos aquí que tratan también de frenar y proteger lo que hay allí.
Con esta defensa que se hace de la figura de la «madre coraje», de la mujer defensora de la vida y de sus hijos, del medioambiente y de la salud, ¿no se enquistan estos roles que el patriarcado reserva a las mujeres?
Claramente. Si el planteamiento es darle palmaditas a las mujeres en las espaldas -«¡Qué bien cuidáis la vida!»- sin que se produzca ningún tipo de proceso emancipador, sobre todo sin que se produzca una corresponsabilidad en el cuidado de los cuerpos que sean asumidas por personas, por hombres, por mujeres, que se definan como se definen, que no las asumen las instituciones, si no las asumen las comunidades, pues estamos haciendo una política de defensa de la vida, pero que sigue con cargo fundamentalmente al cuerpo de las mujeres. Es decir, esa redistribución de las obligaciones que comporta tener cuerpo y ser especie, esa desfeminización del trabajo de cuidados sobre cuerpos sobre todo femininos es absolutamente clave.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ecofeminismo/entrevista-yayo-herrero-econom%C3%ADa-tecnolog%C3%ADa-pol%C3%ADtica-sociedad-naturaleza-cuidados
miércoles, 2 de septiembre de 2020
Ladrón de sonrisas
El coronavirus nos ha arrebatado muchas cosas. Ha segado de raíz la vida de miles de personas, ha destruido la economía de medio mundo, ha dejado sin trabajo a millones de personas, nos ha encerrado en las casas, ha puesto patas arriba el sistema educativo, ha parado los aviones, ha interrumpido los viajes, ha llenado de temor os corazones… Pero hay una curiosa consecuencia que no he oído ni visto, hasta el momento, analizar en ningún artículo, programa o investigación. Me refiero a la desaparición de la sonrisa como consecuencia del uso persistente y generalizado de mascarillas en espacios cerrados y abiertos. Este peligroso virus se ha convertido en el ladrón más descarado de sonrisas de nuestra sociedad.
Veo por la calle caminar a las personas de manera aparentemente taciturna, ya que ningún rostro está iluminado por la sonrisa. Me atienden en comercios, supermercados y farmacias sin saludarme ni despedirme con una sonrisa, mantengo conversaciones en las que solo veo los ojos de la persona porque la boca ha desaparecido y con ella el hermoso gesto de la sonrisa.
Podemos sonreír, pero no nos ven hacerlo. Los demás pueden sonreír, pero no les vemos. De esa forma la sonrisa se hace invisible, permanece escondida bajo ese disfraz de un triste carnaval.
Aunque sea debajo de la mascarilla, debemos seguir sonriendo. A veces la alegría es la fuente de la sonrisa, pero en otras ocasiones, la sonrisa es la fuente de la alegría.
“La sonrisa es el idioma universal de las personas inteligentes”, decía el dramaturgo español Víctor Ruiz Iriarte. Ahora no podemos utilizarlo con la misma intensidad, con la misma frecuencia. Porque muchos de nuestros interlocutores nos hablan desde detrás de una barrera que es sutil en la textura pero contundente en la ocultación del rostro.
El virus nos ha llevado a un mundo sin sonrisas. Por eso abogo por la confección de mascarillas que dejen ver el movimiento de los labios. De esa manera, los sordos pueden leer lo que dice su interlocutor y todos podremos disfrutar de esa regalo impagable que es la sonrisa. Pero abogo, sobre todo, porque aparezca pronto una vacuna (o múltiples vacunas), como fruto del esfuerzo (ojalá que fuera coordinado) de miles de investigadores e investigadoras que están trabajando a marchas forzadas por la salvación de la humanidad. Ahí está la esperanza de la recuperación plena de la sonrisa.
Quiero ahora contar una historia. La historia de un ladrón de sonrisas que fue finalmente derrotado por la intervención inteligente de un niño. Conozco otros cuentos con este mismo título, El ladrón de sonrisas, como el de la escritora Susanna Isern, ilustrado de forma hermosa por Raquel Díaz Reguera, que también tiene como protagonista a otro niño. Este no tiene autor conocido por lo que pertenece al acervo común de la humanidad. Dice así:
Había una vez un tipo tristón y enfadadizo al que no le gustaba nada estar todo el día de mal humor. Todos a su alrededor se metían con él por su desagradable carácter, lo que no hacía sino acrecentar su tristeza y enfado.
Harto ya de tanta burla, este hombre decidió que, si él no podía ser feliz, nadie lo sería. Y, tras mucho investigar, encontró la manera de robar la sonrisa a la gente sin hacerles daño, empezando por los que tanto se metían con él.
Poco tiempo tardó en hacerse famoso este hombre, al que apodaron el ladrón de sonrisas. Todos sabían que era él, pero nadie podía hacer nada, puesto que no había ninguna ley que prohibiera robar sonrisas.
El ladrón de sonrisas guardaba las sonrisas en un cofre especial. Para evitar que se escaparan al abrirlo, el ladrón de sonrisas tenía siempre el cofre cerrado con llave y metía las sonrisas que robaba a través de un agujero especial que solo se podía abrir desde fuera.
Un día, mientras el ladrón de sonrisas buscaba alguna sonrisa que robar, un niño perdido llegó a su guarida, sin saber dónde estaba. El niño estaba muy triste, porque no sabía dónde buscar a sus padres, con los que había ido de excursión. Tenía hambre y frío, y ya era de noche para deambular por una ciudad desconocida.
El niño vio el cofre. Pensando que dentro habría comida o mantas intentó abrirlo. Pero no pudo, porque estaba cerrado con llave. El niño buscó algo con qué abrir el cofre. La llave no estaba por ninguna parte, pero encontró un trozo de metal un poco retorcido. Como no tenía otra cosa que hacer, el niño intentó forzar la cerradura con el trozo de metal. Ya llevaba un rato intentándolo cuando apareció el ladrón de sonrisas:
-¿Qué haces, niño? -gritó, muy enfadado, el ladrón de sonrisas.
En ese momento, el niño consiguió abrir el cofre y miles de sonrisas salieron disparadas, en busca de sus dueños.
-¡No! ¡No! Cierra eso, insensato -gritó el ladrón de sonrisas.
Nada más decir estas palabras, una sonrisa despistada se estrelló contra la cara del ladrón, y cuatro o cinco más siguieron el mismo camino.
El ladrón de sonrisas empezó a reírse como loco. Una extraña energía recorrió todo su cuerpo. Cuatro o cinco sonrisas despistadas se estrellaron también contra el niño que, de pronto, no se sintió tan desesperado y triste.
– No te preocupes, niño -dijo el ladrón de sonrisas sin parar de sonreír-. Llamaré a la policía para que encuentre a tus padres.
La policía se presentó en la guarida del ladrón de sonrisas, a donde nadie se atrevía a ir, protegidos para que el ladrón no hiciera de las suyas, sospechando que se trataba de una trampa.
Cuando los policías vieron al ladrón de tan buen humor y al niño tan bien atendido no podían creérselo. Algunas de las sonrisas que todavía no habían encontrado a quien alegrar se estrellaron contra los policías, que no podían dejar de alegrarse por el feliz reencuentro del niño con sus padres y por la felicidad de ver al tipo más desagradable de la ciudad más feliz que nadie.
El ladrón de sonrisas guió al resto de sonrisas escapadas para que fueran a parar a muchas de las personas que se habían quedado tristes cuando le robaron la sonrisa.
-¡Oh, no! ¡No hay para todos! -se lamentó el ladrón de sonrisas.
Entonces, el ladrón se dio cuenta de que no hacía falta, porque todo aquel que veía a alguien sonreír, sonreía también.
Ese día el ladrón de sonrisas descubrió que la sonrisa es contagiosa y que no solo es muy fácil llevar un poco de felicidad, sino también encontrarla si sabes dónde buscar.
Hasta aquí la historia. El coronavirus se ha convertido en el ladrón de sonrisas de la humanidad. Hay una forma segura de abrir la caja donde las tiene encerradas. El niño de esta historia, que abre la caja, es la investigación. Solo la investigación puede acabar con el poder del ladrón de forma definitiva encontrando una o varias vacunas que sean eficaces. Es ahora cuando se ve de forma palmaria la importancia que tiene contar con buenos equipos de investigación, con estructuras sólidas, con políticas eficaces y con presupuestos que permitan investigar con intensidad y persistencia.
Cuando la humanidad clama por una solución a la pandemia, es preciso recordar que la cultura de la investigación no se improvisa, que no aparecen como por arte de magia profesionales bien formados y que sin dinero, tiempo y esfuerzo no es posible encontrar hallazgos de singular importancia. Para que vuelva a florecer la sonrisa en el mundo, para que desaparezcan las mascarillas y podamos circular libremente, es necesario encontrar un remedio eficaz contra el virus. Lo diré de forma lapidaria: investigación o catástrofe.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/08/ladron-de-sonrisas/
Veo por la calle caminar a las personas de manera aparentemente taciturna, ya que ningún rostro está iluminado por la sonrisa. Me atienden en comercios, supermercados y farmacias sin saludarme ni despedirme con una sonrisa, mantengo conversaciones en las que solo veo los ojos de la persona porque la boca ha desaparecido y con ella el hermoso gesto de la sonrisa.
Podemos sonreír, pero no nos ven hacerlo. Los demás pueden sonreír, pero no les vemos. De esa forma la sonrisa se hace invisible, permanece escondida bajo ese disfraz de un triste carnaval.
Aunque sea debajo de la mascarilla, debemos seguir sonriendo. A veces la alegría es la fuente de la sonrisa, pero en otras ocasiones, la sonrisa es la fuente de la alegría.
“La sonrisa es el idioma universal de las personas inteligentes”, decía el dramaturgo español Víctor Ruiz Iriarte. Ahora no podemos utilizarlo con la misma intensidad, con la misma frecuencia. Porque muchos de nuestros interlocutores nos hablan desde detrás de una barrera que es sutil en la textura pero contundente en la ocultación del rostro.
El virus nos ha llevado a un mundo sin sonrisas. Por eso abogo por la confección de mascarillas que dejen ver el movimiento de los labios. De esa manera, los sordos pueden leer lo que dice su interlocutor y todos podremos disfrutar de esa regalo impagable que es la sonrisa. Pero abogo, sobre todo, porque aparezca pronto una vacuna (o múltiples vacunas), como fruto del esfuerzo (ojalá que fuera coordinado) de miles de investigadores e investigadoras que están trabajando a marchas forzadas por la salvación de la humanidad. Ahí está la esperanza de la recuperación plena de la sonrisa.
Quiero ahora contar una historia. La historia de un ladrón de sonrisas que fue finalmente derrotado por la intervención inteligente de un niño. Conozco otros cuentos con este mismo título, El ladrón de sonrisas, como el de la escritora Susanna Isern, ilustrado de forma hermosa por Raquel Díaz Reguera, que también tiene como protagonista a otro niño. Este no tiene autor conocido por lo que pertenece al acervo común de la humanidad. Dice así:
Había una vez un tipo tristón y enfadadizo al que no le gustaba nada estar todo el día de mal humor. Todos a su alrededor se metían con él por su desagradable carácter, lo que no hacía sino acrecentar su tristeza y enfado.
Harto ya de tanta burla, este hombre decidió que, si él no podía ser feliz, nadie lo sería. Y, tras mucho investigar, encontró la manera de robar la sonrisa a la gente sin hacerles daño, empezando por los que tanto se metían con él.
Poco tiempo tardó en hacerse famoso este hombre, al que apodaron el ladrón de sonrisas. Todos sabían que era él, pero nadie podía hacer nada, puesto que no había ninguna ley que prohibiera robar sonrisas.
El ladrón de sonrisas guardaba las sonrisas en un cofre especial. Para evitar que se escaparan al abrirlo, el ladrón de sonrisas tenía siempre el cofre cerrado con llave y metía las sonrisas que robaba a través de un agujero especial que solo se podía abrir desde fuera.
Un día, mientras el ladrón de sonrisas buscaba alguna sonrisa que robar, un niño perdido llegó a su guarida, sin saber dónde estaba. El niño estaba muy triste, porque no sabía dónde buscar a sus padres, con los que había ido de excursión. Tenía hambre y frío, y ya era de noche para deambular por una ciudad desconocida.
El niño vio el cofre. Pensando que dentro habría comida o mantas intentó abrirlo. Pero no pudo, porque estaba cerrado con llave. El niño buscó algo con qué abrir el cofre. La llave no estaba por ninguna parte, pero encontró un trozo de metal un poco retorcido. Como no tenía otra cosa que hacer, el niño intentó forzar la cerradura con el trozo de metal. Ya llevaba un rato intentándolo cuando apareció el ladrón de sonrisas:
-¿Qué haces, niño? -gritó, muy enfadado, el ladrón de sonrisas.
En ese momento, el niño consiguió abrir el cofre y miles de sonrisas salieron disparadas, en busca de sus dueños.
-¡No! ¡No! Cierra eso, insensato -gritó el ladrón de sonrisas.
Nada más decir estas palabras, una sonrisa despistada se estrelló contra la cara del ladrón, y cuatro o cinco más siguieron el mismo camino.
El ladrón de sonrisas empezó a reírse como loco. Una extraña energía recorrió todo su cuerpo. Cuatro o cinco sonrisas despistadas se estrellaron también contra el niño que, de pronto, no se sintió tan desesperado y triste.
– No te preocupes, niño -dijo el ladrón de sonrisas sin parar de sonreír-. Llamaré a la policía para que encuentre a tus padres.
La policía se presentó en la guarida del ladrón de sonrisas, a donde nadie se atrevía a ir, protegidos para que el ladrón no hiciera de las suyas, sospechando que se trataba de una trampa.
Cuando los policías vieron al ladrón de tan buen humor y al niño tan bien atendido no podían creérselo. Algunas de las sonrisas que todavía no habían encontrado a quien alegrar se estrellaron contra los policías, que no podían dejar de alegrarse por el feliz reencuentro del niño con sus padres y por la felicidad de ver al tipo más desagradable de la ciudad más feliz que nadie.
El ladrón de sonrisas guió al resto de sonrisas escapadas para que fueran a parar a muchas de las personas que se habían quedado tristes cuando le robaron la sonrisa.
-¡Oh, no! ¡No hay para todos! -se lamentó el ladrón de sonrisas.
Entonces, el ladrón se dio cuenta de que no hacía falta, porque todo aquel que veía a alguien sonreír, sonreía también.
Ese día el ladrón de sonrisas descubrió que la sonrisa es contagiosa y que no solo es muy fácil llevar un poco de felicidad, sino también encontrarla si sabes dónde buscar.
Hasta aquí la historia. El coronavirus se ha convertido en el ladrón de sonrisas de la humanidad. Hay una forma segura de abrir la caja donde las tiene encerradas. El niño de esta historia, que abre la caja, es la investigación. Solo la investigación puede acabar con el poder del ladrón de forma definitiva encontrando una o varias vacunas que sean eficaces. Es ahora cuando se ve de forma palmaria la importancia que tiene contar con buenos equipos de investigación, con estructuras sólidas, con políticas eficaces y con presupuestos que permitan investigar con intensidad y persistencia.
Cuando la humanidad clama por una solución a la pandemia, es preciso recordar que la cultura de la investigación no se improvisa, que no aparecen como por arte de magia profesionales bien formados y que sin dinero, tiempo y esfuerzo no es posible encontrar hallazgos de singular importancia. Para que vuelva a florecer la sonrisa en el mundo, para que desaparezcan las mascarillas y podamos circular libremente, es necesario encontrar un remedio eficaz contra el virus. Lo diré de forma lapidaria: investigación o catástrofe.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/08/ladron-de-sonrisas/
_- Oliver Stone, el cineasta de éxito que cree que Hollywood se ha vuelto “demasiado frágil y sensible”
_- El director de 'Platoon' recuerda en sus memorias los años en los que tocó la cumbre de la industria
Hubo un tiempo en el que Oliver Stone (Nueva York, 1946) se movía como pez en el agua en la élite de Hollywood. Su tercera película, Platoon (1986), le había disparado hacia la cumbre con el oscar al mejor director a los 40 años, después de 20 guiones y 17 años luchando por meter la cabeza entre los grandes. En la autobiografía Chasing the Light (persiguiendo la luz), que Stone acaba de publicar, recuerda aquella noche. Dustin Hoffman leyendo el sobre del ganador a la mejor película. Cómo, en la fiesta de los Oscar, su madre conoció a Liz Taylor, Bette Davis y Jennifer Jones. Y Michael Douglas se acercó a darle un abrazo. “Treinta años después, miro atrás y me doy cuenta de que no tenía ni idea de la clase de tormenta que se avecinaba, pero sabía por instinto que había logrado llegar a un momento cuya gloria me duraría para siempre”, escribe.
Durante la década siguiente, Stone realizó casi una película por año y todas con bastante éxito. En 1989 repitió oscar al mejor director por Nacido el 4 de julio. Su cine era intenso; películas de firma dentro de lo comercial, con las que Stone lucía un indudable poder dramático y al mismo tiempo tocaba problemas de fondo en Estados Unidos: la combinación perfecta en el mejor país del mundo para hacerse rico criticando el sistema.
Sus películas de firma dentro de lo comercial, con las que tocaba problemas de fondo en EE UU, eran la combinación perfecta para hacerse rico criticando el sistema
Stone fue el hijo único de una joven francesa, Jacqueline Goddet, y un militar norteamericano, Louis Stone, que se conocieron y se casaron en el París ocupado de posguerra —”posiblemente el mayor error de sus vidas”—.
Su vida estuvo marcada por Vietnam. Se fue a Saigón a los 19 años a dar clases de inglés en un colegio y volvió dos años después, como voluntario, para luchar contra el comunismo. Resultó herido dos veces. En su biografía recuerda un espantoso episodio en el que participó en el enterramiento masivo de decenas de cadáveres del Vietcong con excavadoras. “Nadie debería presenciar tanta muerte jamás”, reflexiona.
Dos décadas después, aquello se convirtió en la catarsis creativa de su famosa trilogía sobre Vietnam: Platoon, Nacido el 4 de julio y El cielo y la tierra. “Mi vida después de aquello no volvería a ser la misma. Trabajaría para estudios de verdad, con dinero de verdad. Pasaría a tener una carrera con altibajos, como la mayoría de nosotros, y cada película haría más amplia mi visión del mundo. En realidad, las películas eran amortiguadores que me llevaron a través de décadas de una intensa experiencia americana, casi de locos. Algunos acertaron, otros fallaron (el éxito y el fracaso son ‘igualmente impostores’, como decía Kipling). La presión constante de un despiadado negocio del cine engrasado para hacer dinero puede arruinar cualquier alma”, señala en su autobiografía.
Stone pareció encontrar la fórmula para lograr grandes éxitos de taquilla al mismo tiempo que ponía el dedo en la llaga de las contradicciones y autoengaños de EE UU. En JFK: Caso abierto (1991), fue criticado por dar pábulo a teorías conspiratorias sobre el asesinato de Kennedy. La trepidante película fue un gran éxito y resultó nominada a seis oscars, pero abrió la puerta a ciertas obsesiones de Stone que parecen haberle hecho salirse de los amplios márgenes de lo que Hollywood considera presentable.
De sus entrevistas se deduce que detesta los consensos generales sobre cualquier personaje, especialmente hombres poderosos. Los retratos que ha hecho de Richard Nixon y George W. Bush resultan, para muchos, sorprendentemente condescendientes, pero es que Stone lleva tres décadas rebelándose contra la visión norteamericana del mundo dividido entre buenos y malos. En el momento en que la cultura de masas coincide en vapulear a un personaje, él siente la necesidad de darle voz para mostrar sus matices.
En ese camino no ha sido raro verle meter un pie en el cinismo de vez en cuando. Rodó un documental con Fidel Castro, otro con Hugo Chávez y otro con Vladímir Putin. Sea quien sea el enemigo, Stone tiene que ir a hablar con él y tratar de ver otro lado del personaje. Ni siquiera el advenimiento de Donald Trump le hizo aceptar que quizá hay cosas que no son debatibles. “Trump nos puede dar sorpresas. Es un negociador, hay que esperar y ver”, decía días después de su elección. En una presentación de la película Nixon en Los Ángeles seis meses después, le preguntaron en qué se parecía Trump a aquel expresidente. “En el ataque de una cierta clase de prensa, en el odio hacia él”, contestó.
En aquella charla dio alguna pincelada de cómo encajan estas opiniones en su visión artística. Lo que busca, afirmó, es empatía. “Creo que si buceas lo suficiente en cualquier persona, sea Pol Pot o Trump, encontrarás algo. Luego hará cosas malas. Pero siempre hay humanidad en el fondo. Ese es el papel de los dramaturgos, encontrarlo. Es lo que hacemos”. En ese papel, Stone ha llevado la contraria a la opinión mayoritaria hasta que ya no se sabe qué opina él sobre nada.
Ahora prepara un documental en el que insiste en la teoría de que JFK fue asesinado por “fuerzas poderosas” del Gobierno, según decía en una entrevista en The New York Times. Afirma que no volverá a hacer una película de Hollywood porque la industria “se ha vuelto demasiado frágil y sensible” y no le quiere.
https://elpais.com/ideas/2020-08-21/oliver-stone-cree-que-hollywood-se-ha-vuelto-demasiado-fragil-y-sensible.html
Hubo un tiempo en el que Oliver Stone (Nueva York, 1946) se movía como pez en el agua en la élite de Hollywood. Su tercera película, Platoon (1986), le había disparado hacia la cumbre con el oscar al mejor director a los 40 años, después de 20 guiones y 17 años luchando por meter la cabeza entre los grandes. En la autobiografía Chasing the Light (persiguiendo la luz), que Stone acaba de publicar, recuerda aquella noche. Dustin Hoffman leyendo el sobre del ganador a la mejor película. Cómo, en la fiesta de los Oscar, su madre conoció a Liz Taylor, Bette Davis y Jennifer Jones. Y Michael Douglas se acercó a darle un abrazo. “Treinta años después, miro atrás y me doy cuenta de que no tenía ni idea de la clase de tormenta que se avecinaba, pero sabía por instinto que había logrado llegar a un momento cuya gloria me duraría para siempre”, escribe.
Durante la década siguiente, Stone realizó casi una película por año y todas con bastante éxito. En 1989 repitió oscar al mejor director por Nacido el 4 de julio. Su cine era intenso; películas de firma dentro de lo comercial, con las que Stone lucía un indudable poder dramático y al mismo tiempo tocaba problemas de fondo en Estados Unidos: la combinación perfecta en el mejor país del mundo para hacerse rico criticando el sistema.
Sus películas de firma dentro de lo comercial, con las que tocaba problemas de fondo en EE UU, eran la combinación perfecta para hacerse rico criticando el sistema
Stone fue el hijo único de una joven francesa, Jacqueline Goddet, y un militar norteamericano, Louis Stone, que se conocieron y se casaron en el París ocupado de posguerra —”posiblemente el mayor error de sus vidas”—.
Su vida estuvo marcada por Vietnam. Se fue a Saigón a los 19 años a dar clases de inglés en un colegio y volvió dos años después, como voluntario, para luchar contra el comunismo. Resultó herido dos veces. En su biografía recuerda un espantoso episodio en el que participó en el enterramiento masivo de decenas de cadáveres del Vietcong con excavadoras. “Nadie debería presenciar tanta muerte jamás”, reflexiona.
Dos décadas después, aquello se convirtió en la catarsis creativa de su famosa trilogía sobre Vietnam: Platoon, Nacido el 4 de julio y El cielo y la tierra. “Mi vida después de aquello no volvería a ser la misma. Trabajaría para estudios de verdad, con dinero de verdad. Pasaría a tener una carrera con altibajos, como la mayoría de nosotros, y cada película haría más amplia mi visión del mundo. En realidad, las películas eran amortiguadores que me llevaron a través de décadas de una intensa experiencia americana, casi de locos. Algunos acertaron, otros fallaron (el éxito y el fracaso son ‘igualmente impostores’, como decía Kipling). La presión constante de un despiadado negocio del cine engrasado para hacer dinero puede arruinar cualquier alma”, señala en su autobiografía.
Stone pareció encontrar la fórmula para lograr grandes éxitos de taquilla al mismo tiempo que ponía el dedo en la llaga de las contradicciones y autoengaños de EE UU. En JFK: Caso abierto (1991), fue criticado por dar pábulo a teorías conspiratorias sobre el asesinato de Kennedy. La trepidante película fue un gran éxito y resultó nominada a seis oscars, pero abrió la puerta a ciertas obsesiones de Stone que parecen haberle hecho salirse de los amplios márgenes de lo que Hollywood considera presentable.
De sus entrevistas se deduce que detesta los consensos generales sobre cualquier personaje, especialmente hombres poderosos. Los retratos que ha hecho de Richard Nixon y George W. Bush resultan, para muchos, sorprendentemente condescendientes, pero es que Stone lleva tres décadas rebelándose contra la visión norteamericana del mundo dividido entre buenos y malos. En el momento en que la cultura de masas coincide en vapulear a un personaje, él siente la necesidad de darle voz para mostrar sus matices.
En ese camino no ha sido raro verle meter un pie en el cinismo de vez en cuando. Rodó un documental con Fidel Castro, otro con Hugo Chávez y otro con Vladímir Putin. Sea quien sea el enemigo, Stone tiene que ir a hablar con él y tratar de ver otro lado del personaje. Ni siquiera el advenimiento de Donald Trump le hizo aceptar que quizá hay cosas que no son debatibles. “Trump nos puede dar sorpresas. Es un negociador, hay que esperar y ver”, decía días después de su elección. En una presentación de la película Nixon en Los Ángeles seis meses después, le preguntaron en qué se parecía Trump a aquel expresidente. “En el ataque de una cierta clase de prensa, en el odio hacia él”, contestó.
En aquella charla dio alguna pincelada de cómo encajan estas opiniones en su visión artística. Lo que busca, afirmó, es empatía. “Creo que si buceas lo suficiente en cualquier persona, sea Pol Pot o Trump, encontrarás algo. Luego hará cosas malas. Pero siempre hay humanidad en el fondo. Ese es el papel de los dramaturgos, encontrarlo. Es lo que hacemos”. En ese papel, Stone ha llevado la contraria a la opinión mayoritaria hasta que ya no se sabe qué opina él sobre nada.
Ahora prepara un documental en el que insiste en la teoría de que JFK fue asesinado por “fuerzas poderosas” del Gobierno, según decía en una entrevista en The New York Times. Afirma que no volverá a hacer una película de Hollywood porque la industria “se ha vuelto demasiado frágil y sensible” y no le quiere.
https://elpais.com/ideas/2020-08-21/oliver-stone-cree-que-hollywood-se-ha-vuelto-demasiado-fragil-y-sensible.html
martes, 1 de septiembre de 2020
Coronavirus: Mariana Mazzucato, la economista que no quiere que volvamos a la normalidad y cree que se puede hacer un capitalismo diferente. Margarita Rodríguez. BBC News Mundo..
MARIANA MAZZUCATO/S ROBINSON Image caption
La profesora Mazzucato irrumpió en el debate económico mundial como una voz fresca, clara y rigurosa, revelando el papel del Estado no como un simple corrector de las "fallas del mercado", sino como un poderoso creador de nuevos mercados.
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva, Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe
Mariana Mazzucato es profesora de Economía de la Innovación y Valor Público del University College London (UCL).
Mariana Mazzucato es considerada una de las economistas más influyentes de los últimos años y hay algo que quiere ayudar a arreglar… la economía global.
"Admirada por Bill Gates, consultada por gobiernos, Mariana Mazzucato es la experta con la que otros discuten bajo su propio riesgo", escribió la periodista Helen Rumbelow en el diario británico The Times.
Su artículo de 2017 lo tituló: "No te metas con Mariana Mazzucato, la economista que más asusta del mundo": ("Don't mess with Mariana Mazzucato, the world's scariest economist").
Para Eshe Nelson, de la publicación especializada Quartz, la economista italoestadounidense no es que asuste, sino que "es franca y directa al servicio de una misión (…) que podría salvar al capitalismo de sí mismo".
The New York Times la definió como "la economista de izquierda con una nueva historia sobre el capitalismo", en el artículo de 2019: "Meet the Leftish Economist With a New Story About Capitalism".
En mayo de este año, la revista Forbes la incluyó en el reportaje: "5 economistas redefiniendo… todo. Oh sí y son mujeres" ("5 Economists Redefining… Everything. Oh Yes, And They're Women").
"Las empresas querían sacarse al Estado de encima cuando les iba bien, pero ahora corren a pedirle auxilio"
"Ella quiere hacer que la economía explícitamente le sirva a la gente, en lugar de que le explique su servidumbre", escribió la columnista Avivah Wittenberg-Cox.
El valor, el precio
Mariana Mazzucato es profesora de Economía de la Innovación y el Valor Público de la University College London (UCL), en donde también es la directora fundadora del Instituto para la Innovación y Propósito Público (IIPP, por sus siglas en inglés).
"Sobre el futuro económico es interesante la visión de la economista Mariana Mazzucato", escribió el Papa en marzo.
Es autora de los libros The Entrepreneurial State: debunking public vs. private sector myths (El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado) y The Value of Everything: making and taking in the global economy (El valor de las cosas: quién produce y quién gana en la economía global).
Esa obra de 2018 ha tenido un impacto incluso fuera de los círculos de los economistas.
"Sobre el futuro económico es interesante la visión de la economista Mariana Mazzucato, docente en el University College London ("Il valore di tutto"; "chi lo produce e chi lo sottrae nell' economía globale" La haya 2018). Creo que ayuda a pensar el futuro", escribió el papa Francisco, el 28 de marzo, en una carta que le dirigió a Roberto Andrés Gallardo, presidente del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Humanos.
Mazzucato cree que el capitalismo se puede orientar hacia un futuro "innovador y sostenible que funcione para todos nosotros", señala la organización Ted, donde ha ofrecido tres charlas.
El hombre que predijo el fin del capitalismo y que es clave para entender la economía de hoy De hecho, considera que la crisis que ha desatado la pandemia de covid-19 es una oportunidad para "hacer un capitalismo diferente".
Lleva años hablando de la importancia de las inversiones del Estado en los procesos de innovación, pues uno de sus objetivos es desmontar el mito de que el Estado es un ente burocrático que simplemente inyecta lentitud.
Otro, es demostrar que en la economía "el valor no es solo el precio".
A continuación presentamos las respuestas de la profesora a las preguntas de BBC Mundo:
Usted ha dicho: "No podemos volver a la normalidad. Lo normal es lo que nos metió no solo en este caos, sino también en la crisis financiera y la crisis climática".
Esas palabras tienen un significado especial para América Latina, una región con un alto nivel de desigualdad y pobreza, que está luchando contra el cambio climático y con muchas de sus comunidades duramente golpeadas por la pandemia del coronavirus.
¿Cómo podemos evitar volver a la normalidad prepandemia? ¿Por qué la gente no debería querer volver a ella?
La crisis nos ha mostrado las deficiencias en las capacidades de los estados y también nos ha demostrado que la forma como hemos estado pensando en el rol del Estado en el último medio siglo ha sido completamente inapropiada.
Para Mazzucato es fundamental aprender de los errores cometidos tras la crisis financiera de 2008. Desde la década de 1980, se les ha dicho a los gobiernos que pasen a un segundo plano y que permitan que las empresas dirijan y creen riqueza y que intervengan sólo para solucionar los problemas cuando surjan.
El resultado es que los gobiernos no siempre están adecuadamente preparados y equipados para hacerle frente a crisis como la del covid-19 o la emergencia climática.
Al asumir que los gobiernos tienen que esperar hasta que se produzca un gran shock sistémico para tomar la decisión de actuar, se toman medidas en plena marcha que resultan insuficientes.
En ese proceso, las instituciones esenciales que brindan servicios y bienes públicos de una manera más amplia (como el Servicio Nacional de Salud en Reino Unido, donde se han producido recortes a la salud pública por un total de US1.000 millones desde 2015) quedan debilitadas.
"La alternativa para los próximos 20 años es una forma sostenible de capitalismo. Seguirá siendo capitalismo, pero no se verá como tal"
Las medidas de austeridad que se impusieron tras la crisis financiera de 2008 fueron lo opuesto a la inversión que se necesitaba para aumentar la capacidad del sector público y (así) prepararlo para el próximo shock del sistema.
En América Latina, es clave que la agenda se centre tanto en la creación de valor como en la redistribución de valor.
Diversos sectores económicos de América Latina han sufrido las consecuencias de las medidas de confinamiento para frenar la propagación del coronavirus.
Los altos niveles de desigualdad y pobreza significan que hay poblaciones vulnerables que tienen el potencial de enfrentar enormes dificultades económicas en el contexto de una crisis como la que estamos experimentando ahora.
Y para exacerbar aún más las cosas, las economías latinoamericanas se caracterizan por enormes sectores informales.
En todo el mundo, incluida América Latina, los estados que no están preparados destinan menos recursos para financiar los servicios públicos. Además, también tienen menos opciones para ayudar al sector informal (por ejemplo, si no presentas una declaración de impuestos no puedes acceder a fondos públicos), lo cual es desastroso para las poblaciones vulnerables.
"Esto se va a parecer mucho a una economía de guerra": la advertencia sobre cómo la crisis del coronavirus aumentará el desempleo y la pobreza en América Latina
Por lo tanto, los estados deben crear valor invirtiendo e innovando para encontrar nuevas formas de proporcionar servicios públicos a las poblaciones vulnerables en la economía informal.
Cuando los estados pasan a un segundo plano y no se preparan para las crisis (lo que ha sucedido en muchos países, no solo en América Latina), su capacidad para ofrecer servicios públicos se ve severamente entorpecida.
Para Mazzucato es clave repensar el rol de los gobiernos en las economías.
Pero estos servicios públicos deben ser parte de un sistema de innovación: las ciudades verdes y el crecimiento inclusivo requieren innovación social y tecnológica.
Las tendencias de desindustrialización en la región crean dificultades adicionales.
Los estados no tienen la capacidad de exigirle a los productores locales que aumenten la creación de bienes necesarios para enfrentar la crisis (por ejemplo: suministros hospitalarios), lo cual los obliga a depender del colapsado mercado internacional para acceder a estos bienes.
Usted ha dicho que la "crisis de covid-19 es una oportunidad para hacer un capitalismo diferente". ¿Qué quiere decir? ¿Qué nos está diciendo esta terrible crisis sobre el sistema actual que otras crisis no nos dijeron?
Hay una "triple crisis del capitalismo" en este momento:
De acuerdo con Mazzucato, el modelo de capitalismo actual presenta problemas que deben ser resueltos a medida que se le hace frente a la crisis sanitaria del coronavirus. Una crisis sanitaria: la pandemia global ha hecho que la mayoría de la población mundial esté confinada y es claro que sólo somos tan saludables como nuestros vecinos, a nivel local, nacional e internacional.
Otra crisis económica: la desigualdad es tanto una causa como una consecuencia de la pandemia de covid-19.
La crisis de covid-19 está exponiendo aún más fallas en nuestras estructuras económicas. La creciente precariedad del trabajo es una de ellas.
"El mundo está tratando los síntomas de la pandemia, pero no las causas" Peor aún, los gobiernos ahora están otorgando préstamos a las empresas en un momento en que la deuda privada es históricamente alta, mientras que la deuda pública se ha visto como un problema en la última década de austeridad.
Además, un sector empresarial excesivamente "financiarizado" ha estado desviando valor de la economía.
La tercera es la crisis climática: no podemos volver a "business as usual" (aquí no pasa nada). A principios de este año, los medios de comunicación estaban llenos de imágenes aterradoras de bomberos abrumados (tratando de apagar incendios forestales), no de personal de atención médica desbordado.
A finales de 2019 e inicios de este año, Australia atravesó una ola de calor extremo que provocó miles de incendios. ¿Puede sobrevivir el capitalismo tal como lo conocemos? ¿Debería ser salvado?
Esta crisis y la recuperación que necesitamos nos dan la oportunidad de comprender y explorar cómo hacer el capitalismo de manera diferente.
Esto amerita repensar para qué están los gobiernos: en lugar de simplemente corregir las fallas del mercado cuando surjan, deberían avanzar activamente hacia la conformación y la creación de mercados para hacerle frente a los desafíos más urgentes de la sociedad.
La economista cree que se debe apuntar a modelos de negocio que lleven a "un crecimiento más inclusivo y sostenible".
También deben asegurarse de que las asociaciones que se establezcan con empresas, que involucren fondos gubernamentales, estén impulsadas por el interés público, no por las ganancias.
Cuando las empresas privadas solicitan rescates de los gobiernos, debemos pensar en el mundo que queremos construir para el futuro y la dirección de innovación que necesitamos para llegar a él y, sobre la base de eso, agregar condiciones a esos rescates para beneficiar el interés público, no solo el privado.
Esto asegurará la dirección de viaje que queremos: verde, sostenible y equitativo. Cuando las condicionalidades se hacen bien, alinean el comportamiento corporativo con las necesidades de la sociedad.
"Estamos frente a una crisis generalizada del capitalismo democrático mundial y del no democrático, como el de China"
En el corto plazo, esto se enfoca en preservar las relaciones laborales durante la crisis y mantener la capacidad productiva de la economía, mientras se evita la extracción de fondos para los mercados financieros y la compensación a ejecutivos.
A largo plazo, se trata de garantizar que los modelos de negocio conduzcan a un crecimiento más inclusivo y sostenible.
El Papa y el Vaticano
El 31 de marzo, en su cuenta de Twitter, Mazzucato reaccionó a las palabras del Papa sobre su libro:
"Estoy profundamente honrada de que el Papa haya leído mi libro 'The Value of Everything: making and taking in the global economy' y que esté de acuerdo con que el futuro -especialmente post-Covid19- tiene que ver un re-priorización del 'valor' por encima del 'precio'".
La experta le señaló a BBC Mundo que fue invitada a participar en una comisión del Vaticano enfocada en la economía en el marco de la pandemia de covid-19 y nos contó sobre esa experiencia:
"Les hemos brindado informes semanales al Papa y a la Dirección del Vaticano, antes de los discursos de cada semana del Papa, sobre aspectos clave de la respuesta económica frente al covid-19. Es un gran honor.
IIPP se une al grupo de trabajo conformado por otras universidades, incluyendo Georgetown, en Estados Unidos, y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés).
Estos informes van desde la economía política del alivio de la deuda hasta la reestructuración de las relaciones económicas público-privadas".
Sobre el bien común
"Nuestro principal interés es trabajar con el Vaticano sobre cómo su concepto del "bien común", del que hablamos en términos de "valor público", puede utilizarse para estructurar la forma de inversión y colaboración pública y privada.
En sus planteamientos, Mazzucato toma en cuenta la importancia de proteger el medioambiente. Sin eso, corremos el riesgo de hacer lo que sucedió con la crisis financiera: se inyectaron billones sin ningún efecto en la economía real. La mayor parte de eso volvió al sector financiero y la próxima crisis comenzó a construirse.
Para erigir un crecimiento inclusivo y sostenible, necesitamos una inversión pública impulsada por el concepto del bien común y nuevos tipos de relaciones público-privadas que se estructuren con condiciones que creen un ecosistema más simbiótico y no parasitario.
Y tenemos que traer grupos de ciudadanos y sindicatos a la mesa para asegurarnos de que no solo tengamos una transición más justa, sino que también haya diferentes voces en la mesa para definir qué tipo de sociedad queremos.
Considero que la energía renovada detrás de los movimientos sociales, como Viernes para el Futuro y Black Lives Matter, son buenas señales de que habrá una fuerte presión para que nuestras sociedades evolucionen de manera progresiva.
Si no lo hacemos, perderemos".
https://www.bbc.com/mundo/noticias-53597308
lunes, 31 de agosto de 2020
Estupidez concentrada
¿Cómo vamos a frenar los rebrotes con reiterados comportamientos irresponsables? ¿Cómo vamos a vencer al virus si no somos conscientes de la gravedad de la situación? ¿Cómo superaremos la crisis con actitudes incívicas?
Hace unos días tuvo lugar en la Plaza de Colón de Madrid una manifestación, que todavía no he logrado digerir. El principio de la libertad de expresión primó, al autorizarla, sobre otro tipo de consideraciones sociales, políticas y éticas. Porque era evidente que quienes se manifestaban contra el uso de la mascarilla, no la iban a llevar puesta. Y quienes protestaban contra la imposición de la distancia de seguridad, no la iban a respetar. Por pura lógica. Es decir, les dieron permiso para incumplir la ley. ¿Por qué gozaron de un privilegio que los demás no tenemos? Les dieron permiso para que ese comportamiento incívico se exhibiese impunemente como una invitación a la desobediencia y a la irresponsabilidad. No es que no me preocupe lo que pasa con la usurpación de derechos fundamentales por parte del poder político, pero creo que en este caso las decisiones están más que justificadas.
“La pandemia es una farsa”, coreaban. Negar que existe un virus que ha afectado a más de veinticuatro millones de personas en el mundo y que ha causado casi un millón de muertos es una necedad insuperable. Imagino que ninguno de los asistentes habrá sufrido la pérdida de un familiar o de un amigo. Porque, de ser así ...“Terroristas, terroristas, terroristas”, gritaban, imagino que refiriéndose a los políticos. Sin pensar que quienes ejercían de tales eran ellos mismos, propiciando el contagio. “No nos dejan respirar”, decía irritada una manifestante. ¿No? “Stop mafia política”, rezaba una pancarta, haciendo una injusta descalificación de toda la clase política. Las imágenes que divulgaron los medios de comunicación mostraban de forma casi insoportable hasta qué extremos puede llegar la estulticia humana.
Personas gritando “Libertad, libertad, libertad”, como si las prescripciones de usar mascarilla, de no fumar por la calle o de guardar la distancia de seguridad fuesen el fruto del abuso de un poder sádico y caprichoso. No. Esas prescripciones salvaguardan la vida y la libertad. Si una persona quiere acabar con su vida, es muy libre de hacerlo. Pero resulta un atropello inadmisible quitarle al prójimo la vida.
Vi una persona (un individuo aparentemente adulto) pidiendo y dando abrazos, exponiendo de forma inconsciente e irresponsable al contagio a los demás. Había en su invitación majadera un toque festivo que producía lástima por una parte, risa por otra y, sobre todo, irritación. Como si fuera el ser humano más solidario, más amable, más simpático. El más guay del mundo.
Ese tío es un imbécil, se me escapó en voz alta.
Había una señora que decía que el uso de la mascarilla dificultaba el contacto con la divinidad. No hay estupidez de más alto grado. El colmo de los colmos de la imbecilidad humana.
Carmen, del colectivo ‘#StopConfinamiento’, ha dicho en declaraciones a Europa Press que se ha organizado esta manifestación para reclamar “derechos humanos y libertades que les están quitando con la excusa de un supuesto virus que ya no produce fallecidos”. Ah, ¿no?
Vi una pancarta con el siguiente texto: “Déjenos vivir”. No sé a quién se hacía esa petición. Es probable que al presidente del gobierno. Como si todas las medidas que está tomando no tuviesen la única pretensión de garantizar la vida de los ciudadanos y las ciudadanas.
Otra pancarta rezaba así: “El sistema controla a través del miedo. La prensa manipula. Despierta”. No es el sistema quien induce al miedo, es la realidad de la pandemia, la presencia de un virus que hiere y mata. No es la prensa quien maneja los hilos, es el contagio que se propaga de manera difícil de controlar. Hay que despertar, sí, pero ante la magnitud del problema, ante la necesidad de la solidaridad, ante la asunción de responsabilidades.
También se niegan al uso de vacunas. ¿Con qué argumentos? ¿Con qué análisis científicos? Cuando todo el mundo clama por la vacuna, cuando la comunidad científica mundial trabaja de forma denodada por encontrar la solución que nos salve de esta terrible crisis, estos miles de manifestantes claman inconscientemente contra todas las evidencias científicas.
¿Qué sucedería si toda la población adoptase las actitudes y los comportamientos de estos iluminados? ¿Qué pasaría si todos actuásemos con ese grado de irresponsabilidad y de estupidez? ¿O es que solo esos miles de manifestantes tienen bula para hacer su santa voluntad? ¿Por qué los demás tenemos que sacrificarnos por el bien común y ellos (y ellas) no lo tienen que hacer?
No quiero seguir mostrando otros textos de pancartas u otros gritos y eslóganes exhibidos. Todos en la misma línea, todos en la misma ridícula negación de la realidad. Estamos inmersos en una pandemia, el virus sigue actuando y tenemos que defendernos de sus nocivos y letales efectos.
¿Por qué se produce ese fenómeno sociológico, desde mi punto de vista tan irracional? No me cabe la menor duda de que un porcentaje elevado de manifestantes son personas que han sido arrastradas por líderes irresponsables. No puedo creer que las aproximadamente tres mil personas que acudieron a la cita hayan acudido como resultado de una elaboración personal.
Algunos, quizás, se hayan dejado arrastrar por una insensata actitud de ir contracorriente, de oponerse al poder, de hacer lo contrario de lo establecido, de ir en contra de lo que todo el mundo hace. Ese ataque de singularidad que parece convertirles en personas fuera de serie por hacer algo que el sentido común condena.
También habrá quien piense que está defendiendo una noble causa a favor de los derechos humanos y hasta pagará gustoso la multa que le impongan por quebrantar las normas. Pequeños y ridículos héroes de una causa estúpida.
Habrá también en la decisión de acudir componentes políticos. Había pancartas que hacían referencia al “virus comunista“, otras que pedían la dimisión del gobierno y algunas que insultaban a la clase política.
Cuando sucede un hecho de esta naturaleza, siempre acudo a mi fuente principal de pensamiento. ¿Cómo aprendieron a pensar en la escuela?, ¿con qué rigor son capaces de analizar los hechos?, ¿qué nexos causales son capaces de establecer?, ¿qué importancia le conceden a la ciencia? Pero, sobre todo, ¿qué aprendieron de solidaridad, de respeto a la vida del prójimo, del hecho de ser ciudadanos y ciudadanas? ... Me pregunto, en definitiva, por el fin fundamental de la educación y por el éxito y el fracaso de la misma.
Durante un tiempo, la salud de la población estuvo pendiente de la iniciativa política y del quehacer de los sanitarios. Hoy depende de la responsabilidad de los ciudadanos y ciudadanas.
Hay que exigir que las prescripciones estén fundamentadas en evidencias científicas y no en intereses partidistas o económicos. Pero hoy se sabe cómo se transmite el virus y las decisiones que se toman buscan evitar la propagación que lleve a la muerte a las personas más vulnerables y que conduzca a la destrucción completa de la economía.
Me imagino a estos manifestantes explicando a sus hijos y a sus hijas su postura ante la crisis sanitaria y económica que vivimos. Me los imagino diciéndoles que hagan lo que les de la gana, que no se pongan la mascarilla, que abracen a todo el mundo, que no respeten la distancia de seguridad… Es decir que entiendan la libertad sin restricciones porque no importa que sus caprichos y sus veleidades destruyan no solo la libertad de los demás sino la vida. Y, como consecuencia de ese comportamiento irresponsable, que arruinen del todo la economía del país. Claro que hay ideas para todo. Una de las manifestantes decía que ese comportamiento constituía un ejemplo para que sus hijos aprendiesen actitudes democráticas.
Estoy haciendo una llamada a la responsabilidad, a la conciencia ciudadana, al respeto a la vida de los otros, a la idea de que la libertad individual termina cuando destruye la libertad de los demás.
Me gustaría dialogar con alguno de los convocantes o de los asistentes. Me gustaría conocer y rebatir las argumentaciones que utilizan. Aunque, cuando lo imagino, me viene a la mente el pensamiento de Mark Twain: “Nunca discutas con un idiota. Te rebajará a su nivel y te ganará por la experiencia”.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/29/estupidez-concentrada/
Hace unos días tuvo lugar en la Plaza de Colón de Madrid una manifestación, que todavía no he logrado digerir. El principio de la libertad de expresión primó, al autorizarla, sobre otro tipo de consideraciones sociales, políticas y éticas. Porque era evidente que quienes se manifestaban contra el uso de la mascarilla, no la iban a llevar puesta. Y quienes protestaban contra la imposición de la distancia de seguridad, no la iban a respetar. Por pura lógica. Es decir, les dieron permiso para incumplir la ley. ¿Por qué gozaron de un privilegio que los demás no tenemos? Les dieron permiso para que ese comportamiento incívico se exhibiese impunemente como una invitación a la desobediencia y a la irresponsabilidad. No es que no me preocupe lo que pasa con la usurpación de derechos fundamentales por parte del poder político, pero creo que en este caso las decisiones están más que justificadas.
“La pandemia es una farsa”, coreaban. Negar que existe un virus que ha afectado a más de veinticuatro millones de personas en el mundo y que ha causado casi un millón de muertos es una necedad insuperable. Imagino que ninguno de los asistentes habrá sufrido la pérdida de un familiar o de un amigo. Porque, de ser así ...“Terroristas, terroristas, terroristas”, gritaban, imagino que refiriéndose a los políticos. Sin pensar que quienes ejercían de tales eran ellos mismos, propiciando el contagio. “No nos dejan respirar”, decía irritada una manifestante. ¿No? “Stop mafia política”, rezaba una pancarta, haciendo una injusta descalificación de toda la clase política. Las imágenes que divulgaron los medios de comunicación mostraban de forma casi insoportable hasta qué extremos puede llegar la estulticia humana.
Personas gritando “Libertad, libertad, libertad”, como si las prescripciones de usar mascarilla, de no fumar por la calle o de guardar la distancia de seguridad fuesen el fruto del abuso de un poder sádico y caprichoso. No. Esas prescripciones salvaguardan la vida y la libertad. Si una persona quiere acabar con su vida, es muy libre de hacerlo. Pero resulta un atropello inadmisible quitarle al prójimo la vida.
Vi una persona (un individuo aparentemente adulto) pidiendo y dando abrazos, exponiendo de forma inconsciente e irresponsable al contagio a los demás. Había en su invitación majadera un toque festivo que producía lástima por una parte, risa por otra y, sobre todo, irritación. Como si fuera el ser humano más solidario, más amable, más simpático. El más guay del mundo.
Ese tío es un imbécil, se me escapó en voz alta.
Había una señora que decía que el uso de la mascarilla dificultaba el contacto con la divinidad. No hay estupidez de más alto grado. El colmo de los colmos de la imbecilidad humana.
Carmen, del colectivo ‘#StopConfinamiento’, ha dicho en declaraciones a Europa Press que se ha organizado esta manifestación para reclamar “derechos humanos y libertades que les están quitando con la excusa de un supuesto virus que ya no produce fallecidos”. Ah, ¿no?
Vi una pancarta con el siguiente texto: “Déjenos vivir”. No sé a quién se hacía esa petición. Es probable que al presidente del gobierno. Como si todas las medidas que está tomando no tuviesen la única pretensión de garantizar la vida de los ciudadanos y las ciudadanas.
Otra pancarta rezaba así: “El sistema controla a través del miedo. La prensa manipula. Despierta”. No es el sistema quien induce al miedo, es la realidad de la pandemia, la presencia de un virus que hiere y mata. No es la prensa quien maneja los hilos, es el contagio que se propaga de manera difícil de controlar. Hay que despertar, sí, pero ante la magnitud del problema, ante la necesidad de la solidaridad, ante la asunción de responsabilidades.
También se niegan al uso de vacunas. ¿Con qué argumentos? ¿Con qué análisis científicos? Cuando todo el mundo clama por la vacuna, cuando la comunidad científica mundial trabaja de forma denodada por encontrar la solución que nos salve de esta terrible crisis, estos miles de manifestantes claman inconscientemente contra todas las evidencias científicas.
¿Qué sucedería si toda la población adoptase las actitudes y los comportamientos de estos iluminados? ¿Qué pasaría si todos actuásemos con ese grado de irresponsabilidad y de estupidez? ¿O es que solo esos miles de manifestantes tienen bula para hacer su santa voluntad? ¿Por qué los demás tenemos que sacrificarnos por el bien común y ellos (y ellas) no lo tienen que hacer?
No quiero seguir mostrando otros textos de pancartas u otros gritos y eslóganes exhibidos. Todos en la misma línea, todos en la misma ridícula negación de la realidad. Estamos inmersos en una pandemia, el virus sigue actuando y tenemos que defendernos de sus nocivos y letales efectos.
¿Por qué se produce ese fenómeno sociológico, desde mi punto de vista tan irracional? No me cabe la menor duda de que un porcentaje elevado de manifestantes son personas que han sido arrastradas por líderes irresponsables. No puedo creer que las aproximadamente tres mil personas que acudieron a la cita hayan acudido como resultado de una elaboración personal.
Algunos, quizás, se hayan dejado arrastrar por una insensata actitud de ir contracorriente, de oponerse al poder, de hacer lo contrario de lo establecido, de ir en contra de lo que todo el mundo hace. Ese ataque de singularidad que parece convertirles en personas fuera de serie por hacer algo que el sentido común condena.
También habrá quien piense que está defendiendo una noble causa a favor de los derechos humanos y hasta pagará gustoso la multa que le impongan por quebrantar las normas. Pequeños y ridículos héroes de una causa estúpida.
Habrá también en la decisión de acudir componentes políticos. Había pancartas que hacían referencia al “virus comunista“, otras que pedían la dimisión del gobierno y algunas que insultaban a la clase política.
Cuando sucede un hecho de esta naturaleza, siempre acudo a mi fuente principal de pensamiento. ¿Cómo aprendieron a pensar en la escuela?, ¿con qué rigor son capaces de analizar los hechos?, ¿qué nexos causales son capaces de establecer?, ¿qué importancia le conceden a la ciencia? Pero, sobre todo, ¿qué aprendieron de solidaridad, de respeto a la vida del prójimo, del hecho de ser ciudadanos y ciudadanas? ... Me pregunto, en definitiva, por el fin fundamental de la educación y por el éxito y el fracaso de la misma.
Durante un tiempo, la salud de la población estuvo pendiente de la iniciativa política y del quehacer de los sanitarios. Hoy depende de la responsabilidad de los ciudadanos y ciudadanas.
Hay que exigir que las prescripciones estén fundamentadas en evidencias científicas y no en intereses partidistas o económicos. Pero hoy se sabe cómo se transmite el virus y las decisiones que se toman buscan evitar la propagación que lleve a la muerte a las personas más vulnerables y que conduzca a la destrucción completa de la economía.
Me imagino a estos manifestantes explicando a sus hijos y a sus hijas su postura ante la crisis sanitaria y económica que vivimos. Me los imagino diciéndoles que hagan lo que les de la gana, que no se pongan la mascarilla, que abracen a todo el mundo, que no respeten la distancia de seguridad… Es decir que entiendan la libertad sin restricciones porque no importa que sus caprichos y sus veleidades destruyan no solo la libertad de los demás sino la vida. Y, como consecuencia de ese comportamiento irresponsable, que arruinen del todo la economía del país. Claro que hay ideas para todo. Una de las manifestantes decía que ese comportamiento constituía un ejemplo para que sus hijos aprendiesen actitudes democráticas.
Estoy haciendo una llamada a la responsabilidad, a la conciencia ciudadana, al respeto a la vida de los otros, a la idea de que la libertad individual termina cuando destruye la libertad de los demás.
Me gustaría dialogar con alguno de los convocantes o de los asistentes. Me gustaría conocer y rebatir las argumentaciones que utilizan. Aunque, cuando lo imagino, me viene a la mente el pensamiento de Mark Twain: “Nunca discutas con un idiota. Te rebajará a su nivel y te ganará por la experiencia”.
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/29/estupidez-concentrada/
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