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sábado, 17 de septiembre de 2011

Libres para morir

Ya en 1980, los Estados Unidos comenzaba a hacer políticas de derecha, y entoncs Milton Friedman prestó su voz para facilitar el cambio con la famosa serie de televisión "Libre para elegir." En un episodio tras otro, el genial economista identificaba el "laissez-faire" (dejar hacer) con la "elección personal y la autonomía", una visión optimista de la que se hizo eco y amplificaba Ronald Reagan.
Pero eso era entonces. Hoy en día, "la libertad de elegir" se ha convertido en "la libertad de morir."
Me refiero, como ya habréis adivinado, a lo que ocurrió el lunes durante el debate presidencial del Partido Republicano. Wolf Blitzer de la CNN le preguntó Ron Paul lo que se debe hacer si un hombre de 30 años de edad, que "optó" por no adquirir un seguro de salud y se encontraba de repente en la necesidad de seis meses de cuidados intensivos. El Sr. Paul respondió: "Eso es de lo que trata la libertad. Tomar sus propios riesgos". Mr. Blitzer le presionó de nuevo, preguntando si "La sociedad debería dejarle morir". Y la multitud estalló en aplausos y gritos de "¡Sí!"
El incidente puso de manifiesto algo que no creo que la mayoría de los comentaristas políticos hayan asimilado completamente: en este punto, las diferentes visiones morales es fundamental acerca de la política estadounidense.
Ahora, hay dos cosas que ustedes deben saber sobre el intercambio Blitzer-Paul. La primera es que después de la intervención de la multitud, el Sr. Paul básicamente trató de evadir la pregunta, afirmando que del buen corazón de los médicos y las personas caritativas siempre se aseguraba el que la gente recibiera la atención que necesitaban - o al menos lo harían si no hubieran sido corrompida por el estado de bienestar. Lo sentimos, pero eso es una fantasía. Las personas que no pueden pagar la atención médica esencial, a menudo no lo consigue siempre - y, a veces, como resultado de ello mueren.
La segunda es que muy pocos de los que mueren por falta de buscar la atención médica como individuo hipotético según el señor Blitzer, son quienes pueden y debían haber comprado un seguro. En realidad, la mayoría de los estadounidenses sin seguro médico es porque tienen bajos ingresos y no pueden pagar un seguro, o son rechazados por las aseguradoras, ya que tienen enfermedades crónicas.
Por lo que la gente de la derecha esté dispuesta a permitir que aquellos que no tengan seguro médico por causas ajenas, lleguen a su propia muerte por falta de atención. La respuesta, basada en la historia reciente, es un rotundo "¡Sí!"
Piense, en particular, en los niños.
El día después del debate, la Oficina del Censo publicó sus últimas estimaciones sobre ingresos, pobreza y seguro médico. El panorama general era terrible: la debilidad de la economía sigue causando estragos en las vidas de los estadounidenses. Un punto, sin embargo, relativamente brillante, fue la atención de salud para los niños: el porcentaje de niños sin cobertura de salud fue menor en 2010 que antes de la recesión, en gran parte gracias a la expansión del Programa Estatal de Seguro de Salud de 2009.
Y la razón para ese programa se amplió en 2009, pero no antes, por supuesto, ya que el ex presidente George W. Bush bloqueó los intentos anteriores para cubrir a más niños, con los aplausos de muchos en la derecha. ¿He mencionado que uno de cada seis niños en Texas no tiene seguro médico, la segunda tasa más alta de la nación?
Por lo tanto la libertad de morir se extiende, en la práctica, a los niños, así como a la imprevisión y a la mala suerte. Y aceptamos por el derecho, la noción de señales de un cambio importante en la naturaleza de la política estadounidense.
En el pasado, los conservadores aceptaron la necesidad de un gobierno-red de seguridad proporcionada por razones humanitarias. No es de mí, es de Friedrich Hayek, el héroe intelectual conservador, quien, expresamente declaraba en "Camino de servidumbre" su apoyo a "un sistema integral de seguridad social" para proteger a los ciudadanos contra "los peligros comunes de la vida ", y destacó, como uno de ellos, la salud en particular.
Dada la conveniencia de acordar proteger a los ciudadanos contra la peor, la pregunta se convirtió en una más de los temas de costos y beneficios. Y el cuidado de la salud era una de esas áreas en las que incluso los conservadores están dispuestos a aceptar la intervención gubernamental en nombre de la compasión, dada la clara evidencia de que la cobertura de los no asegurados, de hecho, no cuesta mucho dinero. Como muchos observadores han señalado, el plan de atención de salud de Obama se basa en gran medida en los planes republicanos del pasado, y es prácticamente idéntica a la reforma de salud de Mitt Romney en Massachusetts.
Ahora, sin embargo, la compasión está de moda - de hecho, la falta de compasión se ha convertido en una cuestión de principio, al menos entre la base del Partido Republicano.
Y lo que esto significa es que el conservadurismo moderno es en realidad un movimiento muy radical, que es hostil a la clase de sociedad que hemos tenido durante las últimas tres generaciones - es decir, una sociedad que, a través del gobierno, trata de mitigar algunos de los "peligros comunes de la vida" a través de programas como el Seguro Social, seguro de desempleo, Medicare y Medicaid.
¿Están dispuestos los electores a aceptar un rechazo radical de la clase de Estados Unidos en la que todos hemos crecido? Supongo que lo sabremos el próximo año. PAUL KRUGMAN. 15 de septiembre 2011. NYT. Traducción y Foto propia (desfiladero de la Hermida, Cantabria).

martes, 2 de agosto de 2011

El presidente Obama se rinde

Están preparando un trato para aumentar el techo de la deuda federal de EE.UU. Si se aprueba, muchos comentaristas declararán que se ha evitado el desastre. Pero se equivocarán.
Porque el trato en sí, considerando la información disponible, es un desastre, y no solo para el presidente Obama y su partido. Dañará una economía que ya está deprimida; probablemente empeorará, no mejorará, el problema del déficit de EE.UU. a largo plazo; y lo más importante, al demostrar que la extorsión pura funciona sin un coste político, llevará lejos a EE.UU. por el camino al estatus de una república bananera.
Comencemos con la economía. Ya tenemos una economía profundamente deprimida. Es casi seguro que seguiremos teniendo una economía deprimida durante todo el próximo año. Y probablemente también tendremos una economía deprimida durante 2013, si no más lejos.
Lo peor que se puede hacer en estas circunstancias es reducir los gastos del gobierno, ya que eso deprimirá aún más la economía. No escuchéis a los que invocan el cuento de hadas de la confianza y afirman que la acción dura en el presupuesto dará seguridades a las empresas y a los consumidores llevándoles a gastar más. No es así cómo funciona, como confirman numerosos estudios de los antecedentes históricos.
Por cierto, la reducción de los gastos mientras la economía está deprimida ni siquiera ayudará a mejorar en mucho la situación presupuestaria y podría empeorarla. Por una parte, los tipos de interés sobre los préstamos federales ya son muy bajos, de modo que los recortes en gastos harán poco por reducir futuros costes de intereses. Por otra parte, debilitar la economía ahora solo dañará sus perspectivas a largo plazo, lo que por su parte reducirá los futuros ingresos. De modo que los que demandan recortes en los gastos ahora son cómo doctores medievales que trataban a los enfermos sangrándolos, y así los enfermaban aún más.
Y luego tenemos los términos conocidos del trato, que corresponden a una abyecta rendición por parte del presidente. Primero, habrá grandes recortes en los gastos sin un aumento en ingresos. Luego, un panel hará recomendaciones para una mayor reducción del déficit, y si esas recomendaciones no se aceptan habrá más recortes en los gastos.
Los republicanos tendrán supuestamente un incentivo para hacer concesiones la próxima vez, porque los gastos de defensa estarán entre las áreas recortadas. Pero el Partido Republicano acaba de demostrar su disposición a arriesgar el colapso financiero a menos que consiga todo lo que sus miembros más extremos quieren. ¿Por qué esperar que sean más razonables en la próxima vuelta?
De hecho los republicanos seguramente se sentirán envalentonados por la forma en que Obama se repliega permanentemente ante sus amenazas. Se rindió en diciembre pasado prolongando los recortes tributarios de Bush; se rindió en la primavera cuando lo amenazaron con cerrar el gobierno; y ha vuelto a rendirse a escala grandiosa ante la brutal extorsión por el techo de la deuda. Tal vez sea solo yo, pero veo un modelo en estos hechos.
¿Tenía una alternativa esta vez el presidente? Sí.
Ante todo podía, y debería, haber exigido un aumento del techo de la deuda en diciembre. Cuando le preguntaron por qué no lo hizo, respondió que estaba seguro de que los republicanos actuarían responsablemente.
E incluso ahora el gobierno de Obama podría haber recurrido a maniobras legales para soslayar el techo de la deuda, utilizando una de varias opciones. En circunstancias normales habría sido un paso extremo. Pero ante la realidad de lo que está sucediendo, es decir una burda extorsión por parte de un partido que, después de todo, solo controla una cámara del Congreso, habría sido totalmente justificable.
Por lo menos el señor Obama podría haber utilizado la posibilidad de una carrera final legal para fortalecer su posición en la negociación. En su lugar, sin embargo, excluyó todas esas opciones desde el comienzo.
¿Pero habría preocupado a los mercados la adopción de una posición dura? Probablemente no. De hecho, si yo fuera un inversionista me sentiría reconfortado, no desalentado por una demostración de que el presidente está preparado y dispuesto a enfrentar un chantaje por parte de extremistas de derecha. En su lugar, prefirió demostrar lo contrario.
No me malentiendan, lo que estamos presenciando es una catástrofe a múltiples niveles.
Es, claro está, una catástrofe política para los demócratas, quienes hace solo unas pocas semanas parecían haber derrotado a los republicanos en su plan de desmantelar Medicare; ahora Obama lo ha tirado todo a la basura. Y el daño no ha terminado: habrá más puntos de estrangulamiento en los que los republicanos podrán amenazar con crear una crisis a menos que el presidente se rinda, y ahora pueden actuar con la confiada expectativa en que lo haga.
A largo plazo, sin embargo, los demócratas no serán los únicos perdedores. Lo que acaban de lograr los republicanos pone en cuestión todo nuestro sistema de gobierno. Después de todo, ¿cómo puede funcionar la democracia estadounidense si cualquiera de los partidos, totalmente dispuesto a ser implacable, a amenazar la seguridad económica de la nación, logra dictar la política? Y la respuesta es: tal vez no puede hacerlo. New York Times –

jueves, 21 de julio de 2011

La CEOE, por medio de su presidente, critica a los parados que cobran "porque sí".

Rosell arremete, además, contra los funcionarios "ineficientes"
En una ejemplar muestra de lo que es "ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio". El presidente de la CEOE, Juan Rosell, en una serie de perogrulladas de sentido común, aderezadas con globos sondas, para tantear como está el patio, a fin de avanzar aún más hacia el neoliberalismo; lo que supondrá una mayor marginación e indefensión de las clases más humildes... "ha situado en el disparadero a los funcionarios "ineficientes" y a los parados que se inscriben en las listas del desempleo "porque sí". El líder de los empresarios españoles abogó ayer por acabar con estos dos colectivos como parte de su recetario para salir de la crisis. No son los únicos. Los estudiantes que suspenden y quienes acuden al médico "abusivamente" también recibieron su advertencia."
Sin duda, el que un parado reciba una subvención, a la que no tiene derecho, no lo puede defender nadie. La cuestión está en quienes son los que definen el derecho de un parado a un subsidio para él y su familia, y quienes definen que es un listado de desempleados con "subsidio porque sí".
Es evidente que el problema de la economía española no son los parados que puedan estar cobrando injustamente, sino lo injusto del elevado número de las situaciones de paro, cuando la inmensa mayoría de trabajadores lo que ha hecho es trabajar y rendir para la empresa y ellos son los menos culpables de que la situación económica haga que su empresa no venda y se vea en la necesidad de cerrar, mandándoles al paro. Si la crisis económica ha afectado a todos, empresarios y trabajadores, es a estos últimos a quienes más ha afectado como colectivo.
"[A] quien se apunte al paro porque sí, habrá que decirle que no", disparó Rosell en una conferencia organizada por el diario El Economista. El máximo responsable de los empresarios añadió que todos los parados deben formarse al mismo tiempo que cobran la prestación. La recién aprobada reforma de los servicios públicos de empleo endurece esa exigencia, que depende en gran medida de la oferta que faciliten los servicios públicos.
Respecto al otro gran colectivo objeto de las críticas, los funcionarios, Rosell pidió evaluarlos para hacerles ver que "no son dueños" de su puesto de trabajo. El presidente de la CEOE aludió expresamente a los empleados públicos "ineficientes y prepotentes". En esa misma línea, pidió que se penalice el absentismo laboral y se combata a quienes "visitan al médico abusivamente". Aquí parece olvidar el proceso histórico que ha dado lugar a la creación de los funcionarios y su necesidad. La realidad es que esos "funcionarios ineficientes" son muchas veces "mimados", pues son los mejores aliados de los interesados en privatizar departamentos enteros o funciones que vienen ejerciendo funcionarios, de esta forma, haciendo ineficiente a lo público, se crea una opinión pública favorables a la privatización. Lo que viene muy bien para dar "empresas" a sus amigos, donde el negocio es redondo; se "colocan", sin control, -porque sí- a los hijos de los amigos por muy inútiles que sean, se ponen los sueldos a su antojo y como es una "empresa privada" no tienen que dar explicaciones a nadie. Lo ideal del antiguo caciqueo. Y si va mal, vuelve la administración a hacerse cargo de las perdidas. ¿Quieres mayores y mejores prebendas?
El funcionario tiene una oposición por medio de convocatoria pública, con igualdad y publicidad de la misma y unos tribunales con vocales elegidos por sorteo y unos méritos públicos. Los sueldos son fijados por categorías y son públicos, limitados e iguales en lo esencial en todo el estado. En lo público, lastima, "se cuelan" con frecuencia el hijo del portero, mientras que el hijo del dueño del edificio es suspendido y se queda sin plaza...
  Esta crisis es una crisis gestada y provocada por empresas privadas que se dicen ejemplares, pero que han estafado quebrando a millones de personas y dejado en la ruina a países enteros, eso sí, con la colaboración culpable de políticos más o menos corruptos. Y, lo más lamentable de todo, es que no ha habido consecuencias ni castigo para los culpables si exceptuamos a Islandia. Y todas las medidas que se anunciaron por los jefes de gobiernos occidentales, de más regulación y vigilancia sobre los "mercados" o la desaparición de los llamados paraísos fiscales, amén de límites a los escandalosos sueldos y prebendas para los máximos responsables de esos desaguisados, han quedado en nada.
"Los estudiantes con fracaso escolar cerraron su corolario de críticas. "Al estudiante hay que decirle que un fracaso se le puede consentir, pero que esté ocho años para acabar una carrera de cinco no se le puede consentir y no se lo vamos a pagar siempre", analizó Rosell, partidario de reformar los servicios públicos, simplificar la estructura del Estado y reducir los gastos de los Gobiernos locales y autonómicos, "como están haciendo también las empresas"... Efectivamente las empresas están reduciendo gastos pero del lado de los trabajadores, bajando sueldos, a los jefazos se le suben, despidiendo a los que tenían mejores sueldos y contratando a nuevos por la mitad o menos, e imponiendo mayores ritmo de trabajo. Todas acciones que no suponen un aumento de la demanda, lo que no mejora la economía general.
Y que decir de los estudiante, pues que si suspende, hasta ahora, venía ocurriendo que se quedaban sin becas, con lo cual los más pobres dejaban de estudiar, mientras los que tenían medios podían permitirse el seguir estudiando ayudados por su familias. No sabemos si se refiere a empeorar, aún más, esta desigualdad ya existente, a favor de los pudiente, pero todo apunta hacia el aumento de la desigualdad que es lo que viene ocurriendo a marchas aceleradas desde la aparición de la crisis como muestran todos los datos.
En definitiva, junto a la crítica a "los enfermos imaginarios" -que con el aumento del paro se han disparado las depresiones y otras enfermedades psiquiátricas- una serie de lugares comunes, que no mejorarán para nada la situación económica general. Sí supondrá un vuelta de tuerca hacia los más humildes en esta lucha ideológica actual por acusar a las víctimas de la crisis como si fuesen los actores o causantes y no los paganos de la situación. Aprovechando para seguir quitando derechos y aumentar la desregulación, a fin de aumentar la desigualdad de negociación echándoles en brazos de sus empresarios para que se conviertan en explotados más dóciles. Ese no es un procedimiento serio de acabar con la crisis, es más, esas medidas no acabarán con algo que tiene otras causas ya expuestas nitidamente por Krugman o Stiglitz en este blog, pero le sirv3en a los poderosos para aumentar su cuota de poder frente a los derechos de la población que se habían conseguido con tantas luchas y esfuerzo. Como dice el 15-M lo que ocurre "no es una crisis, es una estafa." AGENCIAS / EL PAÍS - Madrid - 19/07/2011 Leer más aquí.

lunes, 18 de julio de 2011

Rayando en la locura

La inquietante posibilidad de un impago de la deuda estadounidense tiene pocos aspectos positivos. Pero tengo que reconocer que el espectáculo de tantísima gente que lo ha estado negando y que de repente se ha despertado y ha olido la locura ha tenido su lado cómico, con un toque de humor negro. Varios analistas políticos parecen asombrados ante lo poco razonables que están siendo los republicanos. "¿Se ha vuelto loco el Viejo y Gran Partido?", se preguntan.
Pues ahora que lo dicen, sí. Pero esto no es algo que acabe de suceder; es la culminación de un proceso que dura desde hace décadas. Cualquiera que se sorprenda por el extremismo y la irresponsabilidad de la que ahora hace gala, o bien no ha estado prestando atención, o bien ha estado haciendo la vista gorda. Y a los que de repente dudan de la salud mental de uno de nuestros dos partidos principales me permito decirles lo siguiente: la gente como ustedes son en parte responsables de la situación actual de ese partido.
Hablemos un momento de lo que los líderes republicanos están negando. El presidente Obama ha dejado claro que está dispuesto a firmar un acuerdo sobre la reducción del déficit que consiste principalmente en recortes del gasto y que incluye recortes draconianos en programas sociales clave, incluido un aumento de la edad requerida para acogerse al programa de Medicare. Son unas concesiones extraordinarias. Como señala Nate Silver, de The Times, el presidente ha ofrecido unos acuerdos que están muy a la derecha de lo que el votante estadounidense medio prefiere y, de hecho, en el mejor de los casos, un poco a la derecha de lo que el votante republicano medio prefiere.
Sin embargo, los republicanos están diciendo que no. Es más, están amenazando con forzar un impago estadounidense y con crear una crisis económica, a no ser que consigan un acuerdo completamente sesgado. Y esto era totalmente predecible. En primer lugar, el Partido Republicano moderno básicamente no acepta la legitimidad de una presidencia demócrata (cualquier presidencia demócrata). Lo vimos durante el mandato de Bill Clinton y lo vimos otra vez en cuanto Obama asumió el cargo...
Pero no ha habido ninguna factura. Bush despilfarró el superávit de los últimos años de Clinton, aunque unos prominentes expertos pretendan que los dos partidos son culpables a partes iguales de nuestros problemas de endeudamiento. Paul Ryan, el presidente del Comité Presupuestario del Congreso, propuso un supuesto plan de reducción del déficit que incluía unas enormes rebajas fiscales para las empresas y los ricos, y luego recibió un premio a la responsabilidad fiscal.
Por eso el Partido Republicano no se ha visto presionado para mostrar ningún tipo de responsabilidad, o siquiera racionalidad, y efectivamente ha perdido los papeles. Si a alguien le sorprende, eso quiere decir que ese alguien fue parte del problema. Leer todo aquí en El País, Paul Krugman 17/07/2011

jueves, 19 de mayo de 2011

Quienes son los responsables de la crisis actual.

La imprudencia de las élites
Los tres últimos años han sido un desastre para la mayoría de las economías occidentales. Estados Unidos registra un paro de larga duración masivo por primera vez desde los años treinta. Mientras tanto, la moneda única europea se está viniendo abajo. ¿Cómo ha salido todo tan mal?
Bueno, lo que oigo repetir cada vez con más frecuencia a los miembros de la élite política -sabios autoproclamados, funcionarios y expertos de prestigio- es la afirmación de que la culpa es en su mayoría de los ciudadanos. La idea es que nos metimos en este lío porque los votantes querían algo a cambio de nada, y los políticos sin personalidad respondieron a la insensatez del electorado.
Así que este parece un buen momento para señalar que este punto de vista que culpa a la ciudadanía no solo es interesado, sino completamente erróneo.
El hecho es que lo que ahora mismo estamos experimentando es un desastre que se transmite de arriba abajo. Las políticas que nos metieron en este follón no eran respuestas a las exigencias ciudadanas. Eran, salvo unas pocas excepciones, políticas abanderadas por pequeños grupos de personas influyentes, y en muchos casos, las mismas personas que ahora nos dan lecciones a los demás sobre la necesidad de ponernos serios. Y al tratar de echarle la culpa a la plebe, las élites están eludiendo algunas reflexiones muy necesarias sobre sus propios errores catastróficos...
...En Europa, la historia oficial actual es que los Gobiernos de los países con problemas escucharon excesivamente a las masas y prometieron demasiado a los votantes mientras recaudaban muy pocos impuestos. Y para ser justos, esa historia es razonablemente cierta en el caso de Grecia. Pero no es en absoluto lo que pasó en Irlanda y España, que tenían poca deuda y superávits presupuestarios la víspera de la crisis.
La verdadera historia de la crisis europea es que los dirigentes crearon una moneda única, el euro, sin crear las instituciones que se necesitaban para hacer frente a los periodos de bonanza y de dificultad dentro de la zona euro. Y el motor de la moneda única europea fue el proyecto de sentido descendente por excelencia, una visión impuesta por la élite a un electorado tremendamente reticente.
¿Tiene alguna importancia todo esto? ¿Por qué debería preocuparnos el esfuerzo por achacar la culpa de las malas políticas a la ciudadanía?
Una posible respuesta es la responsabilidad simple y llana. No deberíamos permitir que quienes defendieron políticas que destrozaron el presupuesto durante la época de Bush pretendan hacerse pasar por halcones del déficit; aquellos que elogiaron a Irlanda no deberían darnos sermones sobre el gobierno responsable.
Pero yo diría que la principal respuesta es que al inventar historias sobre nuestras dificultades actuales que absuelven a quienes nos han puesto en esta situación, eliminamos toda posibilidad de aprender de la crisis. Tenemos que culpar a quien corresponde, para dar una lección a nuestras élites políticas. De lo contrario, harán todavía más daño en años venideros.
Leer todo el artículo de Paul Krugman en "El País" aquí.

sábado, 9 de abril de 2011

Adelgazar al Estado. La doctrina de Mellon

Liquidar la mano de obra, liquidar las acciones, liquidar a los agricultores, liquidar las propiedades inmobiliarias". Ese, según Herbert Hoover, fue el consejo que recibió de Andrew Mellon, el secretario del Tesoro, mientras Estados Unidos se hundía en la Gran Depresión. Para ser justos, hay ciertas dudas sobre si Mellon realmente dijo eso; todo lo que tenemos es la versión de Hoover, escrita muchos años después.
Pero una cosa está clara: el liquidacionismo a lo Mellon es ahora la doctrina oficial del Partido Republicano. (Y yo diría que de gran parte de la UE)
Hace dos semanas, los miembros republicanos del Comité Económico Conjunto del Congreso publicaban un informe, Spend less, owe less, grow the economy (Gastar menos, deber menos, hacer crecer la economía), en el que sostenían que recortar drásticamente el gasto y el empleo públicos ante una economía profundamente deprimida crearía en realidad puestos de trabajo. En parte, estaban invocando la ayuda del hada de la confianza; seguiremos con eso en un momento. Pero el argumento principal era puro Mellon.
Esta es la explicación del informe sobre el modo en que los despidos crearían empleo: "Un número menor de empleados públicos hace que aumente la cantera disponible de trabajadores cualificados y con experiencia para las empresas privadas, lo que reduce los costes de la mano de obra". Dejando a un lado los eufemismos, lo que esto viene a decir es que aumentando el paro, en concreto el de los "trabajadores cualificados y con experiencia" -en el caso de que se lo estén preguntando, eso significa principalmente maestros-, podemos reducir los salarios, lo cual estimularía la contratación.
Si lo piensan, hay aquí un problema lógico evidente: los republicanos dicen que la destrucción de empleo conduce a salarios más bajos, lo que conduce a la creación de empleo. ¿Pero no conduciría esta creación de empleo a salarios más altos, lo cual conduce a la destrucción de empleo, lo cual conduce a...? Necesito una aspirina.
Aparte de eso, ¿por qué unos salarios más bajos fomentarían el crecimiento del empleo?
Aquí tenemos una falacia de composición: como los trabajadores de una empresa determinada podrían ser capaces de conservar su empleo aceptando un recorte del sueldo, se podría pensar que podemos hacer que el empleo en general crezca recortando los salarios de todo el mundo. Pero los recortes de sueldo en, por ejemplo, General Motors (GM) han ayudado a mantener los puestos de algunos trabajadores al hacer que GM sea más competitiva que otras empresas cuyos costes salariales no se han reducido. No se produce un beneficio comparable cuando se reducen los salarios de todo el mundo al mismo tiempo.
De hecho, los recortes salariales generalizados casi con certeza destruirían empleo, no lo crearían. ¿Por qué? Porque aunque los ingresos se reducirían, las deudas no lo harían, de modo que una bajada general de los sueldos empeoraría el problema de la deuda, que es, en este momento, el principal obstáculo para la recuperación.
En resumen, el mellonismo está tan descaminado ahora como lo estaba hace 80 años.
Ahora bien, el liquidacionismo no es el único argumento que el informe del Partido Republicano presenta para respaldar la afirmación de que reducir el empleo en realidad crea puestos de trabajo. También invoca al hada de la confianza; es decir, sugiere que los recortes del gasto público estimularán el gasto privado al aumentar la confianza de los consumidores y las empresas, lo cual conduce a la expansión económica.
Hace un año, los conservadores pregonaban con regocijo unos estudios estadísticos que supuestamente mostraban muchos ejemplos del éxito de la austeridad expansiva. Desde entonces, sin embargo, esos estudios han sido desacreditados con más o menos rigurosidad por investigadores meticulosos, sobre todo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Hay que decir en su favor que los que escribieron el informe del Partido Republicano eran claramente conscientes de que las pruebas ya no respaldan su postura. ... "puede impulsar el crecimiento del PIB". ¿En qué circunstancias puede? ¿Impulsarlo en relación con qué? No lo dicen.
¿He mencionado que en Reino Unido, donde el Gobierno que subió al poder el pasado mayo creía a pies juntillas en la doctrina de la austeridad expansiva, la economía se ha estancado y la confianza empresarial ha descendido hasta su nivel más bajo en dos años? Y hasta las nuevas previsiones del Gobierno, más pesimistas, se basan en la suposición de que las enormemente endeudadas familias británicas asumirán aún más deudas en los próximos años.
Pero qué importancia tienen las lecciones de la historia, o los acontecimientos que tienen lugar al otro lado del Atlántico: los republicanos están ahora plenamente entregados a la doctrina de que debemos destruir empleo a fin de conservarlo.
Y los demócratas están oponiendo poca resistencia. La Casa Blanca, en concreto, se ha rendido de hecho en la guerra de las ideas; ya ni siquiera trata de defender los argumentos en contra de los recortes drásticos del gasto en un momento de paro elevado.
Así que este es el estado del debate político en el mayor país del mundo: un partido ha aceptado las falacias económicas de hace 80 años, mientras que el otro ha perdido las ganas de luchar. Y las familias estadounidenses pagarán el pato. -
Ver aquí en el País todo el artículo de PAUL KRUGMAN 03/04/2011.

lunes, 28 de marzo de 2011

La falsa ilusión de la austeridad. La crisis económica, Portugal, España y U.S.A.

El Gobierno de Portugal acaba de caer por una disputa respecto a las propuestas de austeridad. La rentabilidad de los bonos irlandeses ha superado el 10% por primera vez. Y el Gobierno británico acaba de rectificar a la baja su previsión económica y al alza su previsión de déficit.
¿Qué tienen en común estos acontecimientos? Todos ellos son pruebas de que reducir drásticamente el gasto cuando uno se enfrenta a un paro elevado es un error. Los defensores de la austeridad predecían que los recortes del gasto reportarían rápidamente dividendos en forma de aumento de la confianza y que habría pocos efectos adversos, o ninguno, para el crecimiento y el empleo; pero se equivocaban.
Por eso es una pena que ahora mismo, en Washington, a uno no se le considere serio a menos que profese lealtad a la misma doctrina que está fracasando tan estrepitosamente en Europa.
No siempre ha sido así. Hace dos años, ante el repunte del paro y de los grandes déficits presupuestarios -ambos consecuencia de una grave crisis financiera-, los dirigentes de los países más avanzados parecían comprender que los problemas debían abordarse por orden, centrándose primero en la creación de empleo combinada con una estrategia a largo plazo de reducción del déficit.
¿Por qué no reducir los déficits inmediatamente? Porque las subidas de impuestos y los recortes del gasto gubernamental deprimirían más las economías, con lo que empeoraría el problema del paro. Y recortar el gasto en una economía profundamente deprimida es contraproducente en gran medida, incluso desde un punto de vista puramente fiscal: cualquier ahorro que aparentemente se consiga se ve contrarrestado en parte por el descenso de los ingresos, a medida que la economía retrocede.
Así que dedicarse ahora al empleo y luego a los déficits era y es la estrategia acertada. Desgraciadamente, es una estrategia que se ha abandonado por culpa de unos riesgos imaginarios y unas esperanzas ilusorias. Por un lado, no paran de decirnos que si no reducimos drástica e inmediatamente el gasto, terminaremos como Grecia, incapaz de adquirir préstamos como no sea a unos tipos de interés desorbitados. Por otro, nos dicen que no nos preocupemos por el impacto de los recortes del gasto sobre el empleo porque la austeridad fiscal creará de hecho puestos de trabajo al aumentar la confianza.
¿Cómo ha funcionado esa historia hasta el momento? Los autodenominados halcones del déficit han estado gritando "que viene el lobo" en relación con los tipos de interés de EE UU más o menos ininterrumpidamente desde que la crisis financiera empezó a remitir, y han interpretado cada pequeña subida de los tipos como un indicio de que los mercados estaban volviéndose contra EE UU. Pero la verdad es que los tipos no han fluctuado a causa de los temores sobre la deuda, sino por la mayor o menor esperanza en la recuperación económica. Y con la plena recuperación al parecer muy lejana todavía, los tipos están ahora más bajos que hace dos años.
¿Pero, aun así, no podría EE UU terminar como Grecia? Sí, claro que sí. Si los inversores deciden que somos una república bananera cuyos políticos no pueden o no quieren luchar contra los problemas a largo plazo, desde luego que dejarán de comprar nuestra deuda. Pero esa no es una perspectiva que dependa, de un modo u otro, de si nos castigamos a nosotros mismos con recortes del gasto a corto plazo.
Si no, que les pregunten a los irlandeses, cuyo Gobierno -tras haber asumido la carga insostenible de la deuda al tratar de rescatar a unos bancos fuera de control- intentó tranquilizar a los mercados imponiendo unas medidas de austeridad absolutamente radicales a los ciudadanos corrientes. Los mismos que instaban a realizar recortes del gasto en EE UU aplaudieron. "Irlanda nos brinda una lección admirable sobre responsabilidad fiscal", declaraba Alan Reynolds, del Instituto Cato, quien afirmaba que los recortes del gasto habían disipado los temores sobre la solvencia irlandesa y predecía una rápida recuperación económica.
Eso fue en junio de 2009. Desde entonces, el tipo de interés de la deuda irlandesa se ha duplicado; la tasa de paro de Irlanda se sitúa ahora en el 13,5%.
Y luego está la experiencia británica. Como sucede con EE UU, los mercados financieros todavía consideran que Reino Unido es solvente, lo que le da cierto margen para seguir la estrategia de dedicarse primero al empleo y luego a los déficits. Pero el Gobierno de David Cameron ha optado en cambio por pasarse a la austeridad inmediata y voluntaria, en la creencia de que el gasto privado compensará de sobra la retirada del Gobierno. El plan de Cameron se basaba en la creencia de que el hada de la confianza lo arreglaría todo.
Pero no lo ha hecho: el crecimiento británico se ha estancado y el Gobierno ha revisado al alza sus previsiones de déficit como consecuencia de ello.
Lo que me lleva de nuevo a lo que pasa por ser un debate presupuestario en Washington estos días. Un plan fiscal serio para EE UU tendría en cuenta las causas a largo plazo del gasto, sobre todo los costes sanitarios, y casi con seguridad incluiría algún tipo de subida de impuestos. Pero no somos serios: la mera mención de usar los fondos de Medicare de manera eficaz se topa con gritos sobre "listas de la muerte", y la postura oficial del Partido Republicano -apenas cuestionada por los demócratas- parece ser la de que nadie debería pagar jamás impuestos más altos. En vez de eso, solamente se habla de recortes del gasto a corto plazo.
En resumen, tenemos un clima político en el que los autodenominados halcones del déficit quieren castigar a los parados al tiempo que se oponen a cualquier medida que aborde nuestros problemas presupuestarios a largo plazo. Y esto es lo que sabemos de la experiencia extranjera: el hada de la confianza no nos salvará de las consecuencias de nuestra locura.
PAUL KRUGMAN El País 27/03/2011

lunes, 29 de noviembre de 2010

El prisionero español

Ahora mismo, lo mejor de los irlandeses es que son pocos. Por sí misma, Irlanda no puede hacer mucho daño a las perspectivas de Europa. Lo mismo puede decirse de Grecia y de Portugal, que es ampliamente considerado como la posible siguiente ficha de dominó.
Pero luego está España. Los otros son las tapas, España es el plato principal.
Lo sorprendente de España, desde una perspectiva estadounidense, es cuánto su historia económica nos recuerda a la nuestra. Como Estados Unidos, España experimentó una gran burbuja inmobiliaria, acompañada de un enorme aumento en la deuda del sector privado. Como Estados Unidos, España cayó en recesión cuando la burbuja estalló, y ha experimentado un aumento del desempleo. Y como Estados Unidos, España ha visto su déficit presupuestario inflarse gracias al desplome de los ingresos y los gastos relacionados con la recesión.
Pero a diferencia de EE UU, España está al borde de una crisis de la deuda. El Gobierno de EE UU no está teniendo problemas para financiar su déficit, con tipos de interés sobre la deuda federal a largo plazo de menos del 3%. España, por el contrario, ha visto dispararse el coste de sus préstamos las últimas semanas, debido a los crecientes temores de un impago futuro.
¿Por qué tiene España tantos problemas? En una palabra, es el euro.
España fue uno de los adoptantes del euro más entusiastas allá en 1999, cuando la moneda fue introducida. Y por un tiempo las cosas parecían ir viento en popa: los fondos europeos llegaron a España, potenciando el gasto del sector privado, y la economía española experimentó un rápido crecimiento.
A lo largo de los años buenos, por cierto, el Gobierno español aparecía como un modelo tanto de la responsabilidad fiscal como de la financiera: a diferencia de Grecia, logró superávits presupuestarios; y a diferencia de Irlanda, se esforzó (aunque con sólo un éxito parcial) en regular sus bancos. A finales de 2007 la deuda pública de España, como porcentaje de la economía, era aproximadamente la mitad que la de Alemania, e incluso ahora los bancos españoles no están ni de lejos en el mal estado de los irlandeses. Pero los problemas se estaban desarrollando bajo la superficie. Durante el auge, los precios y los salarios crecieron más rápidamente en España que en el resto de Europa, ayudando a alimentar a un gran déficit comercial. Y cuando estalló la burbuja, la industria española se quedó con los gastos que la hicieron poco competitiva frente a otras naciones.
¿Y ahora qué? Si España todavía tuviera su propia moneda, como los Estados Unidos (o como Gran Bretaña, que comparte algunas de las mismas características) podría haber dejado caer que la moneda, por lo que su industria sería competitiva de nuevo. Pero con España en el euro, esa opción no está disponible. En su lugar, España debe lograr la "devaluación interna": tiene que recortar los salarios y los precios hasta que sus costes estén otra vez en línea con los de sus vecinos... (El País. Entrevista a Paul Kugman, 29-11-10) Seguir aquí.

martes, 5 de octubre de 2010

El Miedo y la Merced

Una nota para los activistas de las “fiesta de té” (Tea Party): Esta no es la película que piensa que es. Es probable que imagines que eres protagonista de "El nacimiento de una nación", pero en realidad está de extra en una reposición (remake) de "Ciudadano Kane".
Es cierto que ha habido algunos cambios en la trama. En el original, Kane trató de comprar a altos cargos políticos para un servicio. En la nueva versión, sólo ponen a políticos en su nómina.
Lo quiero decir literalmente. Ahora, los magnates de los medios de comunicación a menudo han promovido las carreras y las campañas de los políticos que creen que sirven a sus intereses. Si no controlan directamente a los políticos favoritos lo que lleva a un nuevo nivel de descaro.
Posiblemente, esto no debería ser sorprendente. El moderno conservadurismo estadounidense es, en gran parte, un movimiento formado por los multimillonarios y sus cuentas bancarias, y los cheques de pago seguro para los leales ideológicamente son una parte importante del sistema. Los científicos dispuestos a negar la existencia del cambio climático, los economistas dispuestos a declarar que los recortes de impuestos para los ricos son esenciales para el crecimiento económico, los pensadores estratégicos dispuestos a proporcionar justificaciones para las guerras a su elección, los abogados dispuestos a proporcionar los argumentos para la defensa de las torturas. Todos pueden contar con el apoyo de una red de organizaciones que pueden parecer independientes en la superficie pero que se financia en gran medida por un puñado de familias ultras.
Y estas organizaciones han proporcionado durante mucho tiempo refugio para las figuras políticas conservadoras que pierden el cargo. Así, cuando el senador Rick Santorum fue derrotado en 2006, consiguió un nuevo trabajo como jefe del programa “Enemigos de América” (America's Enemies) en el Ethics and Public Policy Center, un think tank que ha recibido financiación de las fuentes habituales.
…por un lado, Fox News, parece haber decidido que ya no necesita mantener siquiera la pretensión de ser imparcial.
Nadie que hubiera prestando algo de atención ha dudado nunca de que Fox es, en realidad, una parte de la maquinaria política republicana, pero la red - con su lema orwelliano, "justa y equilibrada" - siempre ha negado lo obvio. Oficialmente, todavía lo hace.
Sin embargo, mediante la contratación de los candidatos G.O.P., mientras que al mismo tiempo hace contribuciones con millones de dólares a la Asociación de Gobernadores Republicanos y a la rabiosamente anti-Obama tal como la Cámara de Comercio de los Estados Unidos o Noticias Corporation de Ruper Murdoch, propietario de Fox, es la muestra de que ya no siente la necesidad de realizar ningún esfuerzo por mantener las apariencias.
Así que el Ministerio de Propaganda, en efecto, tomó el control del Buró Político. ¿Cuáles son las implicaciones?
Tal vez lo más importante es darse cuenta de que cuando los multimillonarios ponen sus fuerzas detrás de la "base" de acción de la derecha, no se trata sólo de ideología: se trata también de negocio. Lo que los hermanos Koch han comprado con su política de gastos es enorme, sobre todo, la libertad para contaminar. Lo que el Sr. Murdoch está adquiriendo con su papel político ampliado es el tipo de influencia que permite a su imperio de medios de comunicación hacer sus propias reglas.
Así, en Gran Bretaña, un periodista de uno de los diarios de Murdoch, News of the World, fue descubierto como se introducía en el correo para captar la voz de los ciudadanos prominentes, incluyendo a los miembros de la familia real. Pero Scotland Yard mostró poco interés en llegar al fondo de la historia. Ahora, el editor que dirigió el periódico cuando la piratería se llevaba a cabo, es el jefe de comunicaciones del gobierno conservador - y como el gobierno está hablando de recortar el presupuesto de la BBC, que compite con la News Corporation.
Así que pensaremos en los cheques pagados, a Sarah Palin y otros como inversiones inteligentes. Después de todo, si usted es un magnate de los medios, siempre es bueno tener amigos en lugares altos. Y los amigos más fiables son los que saben que todo te lo deben a ti. (Tomado de NYT. Paul Krugman)

lunes, 19 de julio de 2010

Pobrecitos consejeros delegados

La creación de empleo ha sido decepcionante, pero los beneficios empresariales durante el primer trimestre aumentaron un 44% con respecto al año anterior. Los consumidores están nerviosos, pero el Dow, que se encontraba por debajo de los 8.000 puntos el día en que fue investido el presidente Obama, supera ahora los 10.000. En un universo racional, las empresas estadounidenses estarían muy contentas con Obama. Pero no. Últimamente corren rumores de que la Administración de Obama está "contra las empresas". Y circula la opinión generalizada de que los temores a los impuestos, la regulación y los déficits presupuestarios frenan la inversión empresarial y bloquean la recuperación económica.
¿Qué hay de cierto en estas afirmaciones? Nada. La inversión empresarial es baja, desde luego, pero no más de lo que cabría esperar dado el exceso de capacidad y el escaso gasto de consumo endémicos. La patronal no se siente querida, pero darles un abrazo en grupo no sanará los males de la economía.
Pidan a quienes opinan que Obama asusta a las empresas alguna prueba fehaciente que respalde sus afirmaciones y le dirán que la inversión empresarial en fábricas y equipamientos se halla en su nivel más bajo, como porcentaje del PIB, en 40 años. Lo que no mencionan es que la inversión empresarial siempre cae en picado cuando la economía está deprimida. A fin de cuentas, ¿por qué deberían ampliar las empresas su capacidad de producción cuando no venden lo suficiente para utilizar la que ya tienen? Y, por si no lo habían notado, nuestra economía sigue estando profundamente deprimida... Leer todo el artículo de Paul Krugman, en "El País" aquí.

sábado, 3 de julio de 2010

Los mitos de la austeridad, por Paul Krugman

Cuando yo era joven e ingenuo, creía que la gente importante tomaba decisiones basadas en la deliberación concienzuda de las diferentes opciones. Ahora sé más y mejor. La mayor parte de la gente que consideramos seria se basa en prejuicios, no en análisis. Y estos prejuicios están sujetos a modas y costumbres. Que me traen al tema de la columna de hoy. Durante los últimos meses pasados, otros y yo hemos visto, con asombro y horror, la aparición de un consenso en los círculos políticos a favor de la austeridad fiscal inmediata. Es decir de alguna manera esto se ha convertido en una creencia generalizada de “sentido común” ahora es el momento para cortar gastos, a pesar de que las economías principales del mundo permanecen profundamente deprimidas. Esta creencia generalizada no está basada en pruebas ni en análisis cuidadosos. Descansa en lo que nosotros podríamos llamar caritativamente pura especulación, y menos amablemente llamarle inventos de la imaginación de la élite política...
...la próxima vez que usted oiga a “la gente seria” que aparece y explica la necesidad de la austeridad fiscal, trate de analizar su argumento. Casi con seguridad, usted descubrirá que lo que suena a realismo frío realmente descansa en una fundamentación de fantasía, en la creencia que unos vigilantes invisibles nos castigarán si somos malos y el hada madrina de la confianza nos recompensará si nos portamos bien. Y la verdadera política mundial — la política que quemará las vidas de millones de familias trabajadoras — está siendo construida sobre esa base.
(NYT, 1 de julio, Myths of Austerity)

lunes, 28 de junio de 2010

La Tercera Depresión

La recesión es común; las depresiones son raras. Por lo que puedo contar, hay sólo dos eras en la historia económica que fueron extensamente descritas como "depresiones" entonces: los años de decrecimiento e inestabilidad que siguió el Pánico de 1873 y los años del desempleo en masa que siguió la crisis financiera de 1929-31. Ni la Depresión Larga del siglo XIX ni la Gran Depresión del XX fueron una era de decadencia continua — al contrario, ambos períodos tienen incluidos crecimiento de la economía—. Pero estos episodios de mejora nunca fueron bastante para deshacer el daño de la depresión inicial, y fueron seguidos de recaídas. Estamos ahora, temo, en las etapas tempranas de una tercera depresión. Veremos probablemente más bien la Depresión Larga que la Gran Depresión mucho más severa. Pero el coste — a la economía mundial y, sobre todo, a los millones de vidas quemadas por la ausencia de empleos — será sin embargo inmenso. Y esta tercera depresión será principalmente un fracaso de la política alrededor del mundo — el encuentro más reciente, del fin de semana pasado, del G-20 ha sido profundamente desalentador —. Los gobiernos se obsesionan con la inflación cuando la verdadera amenaza es la deflacción, predicando la necesidad de restricciones cuando el verdadero problema es de gastos inadecuados. En 2008 y 2009, pareció como si hubiésemos podido aprender de la historia. A diferencia de sus precursores, que levantaron tasas de interés ante la crisis financiera, los líderes corrientes de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo cortaron precios y se movieron para apoyar los mercados de crédito. A diferencia de gobiernos del pasado, que trató de equilibrar presupuestos ante una economía escotada, los gobiernos de hoy permitieron elevarse a los déficits. Y las mejores políticas ayudaron al mundo a evitar el colapso completo: la recesión provocada por la crisis financiera posiblemente se terminó el verano pasado...

El Fed parece consciente de los riesgos deflacionarios — pero lo que proponen hacer pues con estos riesgos es nada. La administración Obama entiende los peligros de la austeridad fiscal prematura — pero puesto que Republicanos y Demócratas conservadores en el Congreso no autorizarán la ayuda adicional para el gobierno, la austeridad viene de todos modos, en forma de recortes presupuestarios en los niveles estatales y locales. ¿Por qué este giro incorrecto en política? Los duros a menudo invocan los problemas que afrontan Grecia y otras naciones alrededor de las fronteras de Europa para justificar sus acciones...
Y es verdad que los inversionistas de bono han quemado gobiernos con déficits insuperables. Pero no hay ningunas pruebas que la austeridad fiscal ante una economía deprimida tranquilice al inversionistas. Al contrario: Grecia ha estado de acuerdo con la austeridad dura, sólo encuentra sus extensiones de riesgo que se amplian cada vez más; Irlanda ha impuesto cortes salvajes en gastos públicos, sólo para ser tratados por los mercados como un riesgo peor que España, que ha estado mucho menos dispuesta a tomar la medicina de los duros. Es casi como si los mercados financieros entienden lo que los hacedores de política aparentemente no hacen: mientras la responsabilidad fiscal a largo plazo es importante, cortando los gastos en medio de una depresión, se profundiza la depresión y se prepara el terreno para la desflacción, lo que es realmente contraproducente.

Entonces no pienso que esto sea realmente lo mejor para Grecia, o en efecto sobre cualquier apreciación realista de las compensaciones entre déficits y empleos. Es, en cambio, la victoria de una ortodoxia que tiene poco que ver con el análisis racional, cuyo principio principal es que el sufrimiento impuesto a otra gente consiste en como se muestra el mando en tiempos difíciles. ¿Y quién pagará el precio para este triunfo de la ortodoxia? La respuesta es, decenas de millones de trabajadores desempleados, muchos de los cuales estarán desempleados durante años, y algunos que nunca trabajarán otra vez.
Aquí el original en el NYT. PAUL KRUGMAN.

lunes, 7 de junio de 2010

Los halcones del déficit han tomado el control del G20

“Los países enfrentados a serios desafíos fiscales necesitan acelerar el ritmo de consolidación”; y se añade: “Saludamos los recientes anuncios de algunos países en el sentido de reducir sus déficits en 2010 y robustecer su marco y sus instituciones fiscales”
Esas palabras contrastan vivamente con el anterior comunicado del G20 de fines de abril, que llamaba a mantener el apoyo fiscal “hasta que la recuperación esté firmemente impulsada por el sector privado y se haya llegado a echar más raíces”.
Es de todo punto increíble que eso ocurra con un desempleo todavía al alza en la eurozona, y con sólo unos débiles indicios de progresos en el mercado de trabajo estadounidense.
¿No necesitamos preocuparnos por la deuda pública? Sí; pero abandonar el gasto público cuando la economía está todavía profundamente deprimida es, además de extremadamente costoso, una forma bastante ineficaz de reducir la deuda futura. Costoso, porque deprime más a la economía; ineficaz, porque, deprimiendo a la economía, la contracción fiscal resultante reducirá la recaudación impositiva. Una estimación aproximada ahora mismo es que recortar el gasto en un 1% del PIB incrementa la tasa de desempleo en un 0,75% (en comparación con lo que ocurriría de otro modo) y, sin embargo, reduce la deuda futura en menos de un 0,5% del PIB.
Lo manifiestamente correcto es hacer cosas que reduzcan el gasto y/o incrementen el ingreso luego de que la economía se haya recuperado, y en particular, esperar a que la economía sea lo bastante fuerte como para que la política monetaria pueda compensar los efectos contractivos de la austeridad fiscal. Pero no: los halcones del déficit quieren sus recortes mientras las tasas de desempleo se hallan todavía a niveles récord y la política monetaria aún se halla en apuros frente a aumentos de precios rayanos en el cero.
Pero ¿qué hay de Grecia y todo eso? Fíjense, los problemas de deuda soberana los padecen países que se enfrentan a un problema muy específico: forman parte de la zona euro, Y están sobrevalorados gracias a los enormes flujos de entrada de capitales que experimentaron en los buenos tiempos; resultado de lo cual es que ahora experimentan años de terrible deflación. Los países que no se hallan en esa situación no se enfrentan a ninguna presión de los mercados para proceder a recortes inmediatos; esta misma mañana, los bonos a 10 años rendían un 3,51 en Gran Bretaña, un 3,21 en los EEUU y un 1,27 en Japón.
Sin embargo, la sabiduría ahora convencional dice que esos países deben, a pesar de todo, proceder a recortes: no porque los mercados lo estén exigiendo, no porque eso vaya a tener algún impacto apreciable en las perspectivas fiscales a largo plazo, sino porque piensan que, aun si no deberían hacerlo, los mercados podrían llegar a exigirlo en el futuro.
Una locura manifiesta que adopta la pose de la sabiduría. Increíble. (Paul Krugman)

miércoles, 21 de abril de 2010

La necesidad de cambiar Wall Street, Paul Krugman. The New York Times

La semana pasada, la Comisión de Valores (SEC) de Estados Unidos acusó a los muchachos de Goldman -esos que usan mocasines de Gucci- de dedicarse a lo que podría denominarse saqueos de guante blanco.
Y uso el término saquear en el sentido definido por los economistas George Akerlof y Paul Romer en un escrito de 1993 titulado "Saqueo: el submundo económico de las quiebras con fines de lucro". Ese documento, escrito tras la crisis del ahorro y préstamo de la época de Reagan, argumentaba que muchas de las pérdidas de esa crisis eran el resultado de un fraude premeditado.
¿Ocurrió lo mismo en la actual crisis financiera? La mayor parte de la discusión sobre el papel del fraude en la crisis se centró en dos formas de engaño: los préstamos abusivos y la distorsión respecto de los riesgos. No cabe duda de que algunos tomadores de préstamos fueron seducidos para tomar créditos caros y complejos que no comprendían -proceso facilitado por los reguladores federales de la era Bush-. Además, los emisores de préstamos subprime no conservaban los créditos que hacían. Los vendían, en cambio, a inversores, a sabiendas en algunos casos que era grande el potencial de pérdidas futuras.
Lo que estamos viendo ahora son acusaciones sobre una tercera forma de fraude.
Ahora, la SEC acusa a Goldman de haber creado y vendido títulos que estaban destinados a fracasar, de forma tal de que un cliente importante hiciera dinero con ese fracaso. Esto es lo que llamo saqueo.
Y Goldman Sachs no es la única firma financiera acusada de hacer esto. Según el Sitio Web ProPublica -ganador de un Pulitzer en la categoría periodismo de investigación-, son varios los bancos que ayudaron a diseñar inversiones destinadas a fracasar en nombre del fondo de riesgo Magnetar, que apostaba a ese fracaso.
La pregunta obvia es si la reforma financiera del tipo que se está implementando ahora hubiera evitado el fraude -o parte al menos- que parece haber florecido en la década pasada. Y la respuesta es afirmativa.
Por empezar, un organismo independiente de protección al consumidor hubiera ayudado a limitar los préstamos abusivos. Otra cláusula del propuesto proyecto de ley en el Senado, que exige a los prestamistas retener el 5 por ciento del valor de los préstamos que hacen, hubiera limitado la práctica de dar préstamos malos y de venderlos enseguida a inversores imprudentes.
La principal moraleja que uno debiera sacar de las acusaciones contra Goldman, sin embargo, no tiene que ver con la letra chica de la reforma sino con la urgente necesidad de modificar Wall Street. Si escuchamos a los lobbistas de la industria financiera y a los políticos republicanos que han estado acurrucándose a su lado, uno pensaría que todo va a estar bien mientras el gobierno federal prometa no hacer más rescates. Pero están totalmente equivocados. Y no sólo porque ningún tipo de promesas de este tipo sería creíble, sino por el hecho de que gran parte de la industria financiera se ha convertido en un chanchullo, en un juego en el que a un puñado de personas se le pagan enormes sumas para engañar y explotar a los consumidores e inversores. Y si no ponemos coto a estas prácticas, el chanchullo seguirá. NYT. Y aquí en el propio New York Time.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Empleo público como parte de la solución

El economista Paul Krugman publicó recientemente un artículo en el NEW YORK TIMES en el que criticaba a la Administración Obama por su programa de recuperación económica que, casi palabra por palabra, podría haberse aplicado a la Administración Zapatero. Escribía Krugman que muchas de las medidas tomadas por la Administración Obama habían sido buenas medidas para estimular la recuperación económica (y lo mismo puede decirse del Presidente Zapatero). Krugman aplaudía, por ejemplo, las facilidades fiscales dadas a las industrias ecológicas, que permitirían cambiar la orientación productiva hacia áreas necesarias y prometedoras, disminuyendo el peso centralizado que ha tenido la industria de la construcción en estimular el crecimiento económico de EEUU en los últimos años (un tanto semejante podría decirse de las propuestas del Presidente Zapatero, que incluyen también medidas muy positivas en esta dirección). Los aplausos de Krugman a tales propuestas de Obama iban acompañados de duras críticas a las propuestas del Partido Republicano, que se centraban en bajadas de impuestos (sobre todo de las rentas superiores) y reducción muy significativa del gasto y empleo público, medidas que empeorarían sustancialmente la situación económica. De nuevo una crítica semejante podría hacerse de las medidas económicas propuestas por el Partido Popular, que transmiten una falta de entendimiento muy preocupante de lo que está ocurriendo en la economía española. Su fundamentalismo liberal, carente de la mínima autocrítica, motiva a aquel partido a promover las mismas políticas que han llevado a la economía española a la situación actual. Su énfasis en la desregulación del mercado de trabajo y de los mercados financieros, y la reducción de impuestos y al gasto público, son la expresión de un proyecto económico y político basado en la fe y el dogma, ignorando que son las políticas promovidas por economistas liberales las responsables de la crisis actual.

Pero que los republicanos en EEUU y el PP aquí tengan unas propuestas que empeorarían todavía más la situación económica no quiere decir que los gobiernos Obama y Zapatero estén haciendo todo lo que debiera hacerse para salir de la crisis...

...debe invertirse mucho más creando empleo en las áreas más deficitarias de empleo público en España, que son sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, servicios sociales, y un largo etcétera. En contra de lo que los liberales están promoviendo (ayudados por los medios de información y persuasión liberales, que son muchos), el estado y el empleo público está poco desarrollado en España. Y los datos lo muestran claramente. España es el país de la UE-15 que tiene un porcentaje menor de personas adultas trabajando en tales servicios públicos. La imagen que se promueve por los medios liberales de que el sector público es excesivo y que su peso está dificultando la recuperación económica, no se sustenta a la luz de los datos. Sector por sector, el porcentaje de la población trabajando en tales servicios, es inferior al promedio de la UE-15.

... las economías más eficientes y competitivas de Europa son las escandinavas (enraizadas en la tradición socialdemócrata, un tanto olvidada en el sur de Europa) que se caracterizan por un elevado nivel de cohesión y protección social, con un elevado empleo público.

Debido al enorme dominio del pensamiento (y dogma) liberal se ha extendido la creencia de que en estos momentos de crisis debiera reducirse el sector y empleo público. Estas medidas son precisamente lo opuesto a lo que debiera hacerse. La preocupación de reducir el déficit público se basa en una lectura errónea de las causas del déficit. No es el déficit el que ralentiza el crecimiento económico. Todo lo contrario. Es el escaso crecimiento económico el que crea el déficit. La mejor manera de reducir el déficit es estimulando el crecimiento económico...

Leer todo el artículo de Vicenç Navarro

domingo, 6 de diciembre de 2009

Cobrar impuestos a los especuladores

Otro interesante artículo sobre aspectos de la crisis..."Es hora de echar arena a las ruedas de las finanzas. ¿Deberíamos usar los impuestos para frenar la especulación financiera? Sí, dicen las autoridades británicas, que supervisan la City de Londres, uno de los dos grandes centros bancarios del mundo. Otros Gobiernos europeos se muestran de acuerdo, y tienen razón.
Por desgracia, las autoridades estadounidenses -en especial el secretario del Tesoro Timothy Geithner- se oponen rotundamente a la propuesta. Esperemos que recapaciten: gravar las transacciones financieras es una idea de lo más oportuna en este momento.
El debate se inició en agosto, cuando Adair Turner, máximo regulador financiero británico, propuso un impuesto sobre las transacciones financieras como forma de disuadir actividades "socialmente inútiles". La propuesta atrajo a Gordon Brown, el primer ministro británico, que decidió presentarla este mes en la reunión del Grupo de las 20 economías más importantes.
¿Por qué es ésta una buena idea? La propuesta de Turner-Brown es la versión moderna de una idea lanzada en 1972 por el fallecido James Tobin, economista de Yale y ganador del Premio Nobel. Tobin sostenía que la especulación monetaria -dinero que se mueve a escala internacional para apostar por las fluctuaciones de los tipos de cambio- tenía un efecto perturbador en la economía mundial. Para reducir estas perturbaciones, proponía cobrar un pequeño impuesto cada vez que se cambiase moneda."
...en contra de lo que afirman los escépticos, dicho impuesto habría ayudado a prevenir la crisis actual, y podría ayudarnos a evitar que se repita en el futuro.
¿Resolvería una tasa Tobin todos nuestros problemas? Por supuesto que no. Pero podría formar parte del proceso para deshinchar nuestro inflado sector financiero. En esto, como en otras cuestiones, el Gobierno de Obama necesita liberar su mente del yugo de Wall Street".
Escrito por PAUL KRUGMAN 06/12/2009, en "El País"

sábado, 5 de diciembre de 2009

La plaga del paro. El imperativo de los puestos de trabajo

Para el que busque trabajo ahora mismo, las perspectivas son terribles. Hay seis veces más estadounidenses (y españoles) buscando empleo que nuevos puestos, y la duración media del desempleo -el tiempo que el desempleado tarda en encontrar un trabajo- es superior a seis meses, la más larga desde la década de 1930.
Por tanto, podría pensarse que el hacer algo respecto a la situación del empleo tiene la máxima prioridad política. Pero ahora que se ha evitado el hundimiento total del sistema financiero, parece que toda la urgencia ha desaparecido del debate político y ha sido sustituida por una extraña pasividad. La sensación general en Washington es que no puede ni debe hacerse nada más, que simplemente debemos esperar que la recuperación económica vaya llegando poco a poco a los trabajadores. Además de inaceptable, es un error.
Sí, la recesión en un sentido técnico probablemente está superada, pero eso no significa que el pleno empleo esté a la vuelta de la esquina. Históricamente, las crisis financieras han estado por lo general seguidas no sólo por graves recesiones, sino también por recuperaciones anémicas; habitualmente pasan años antes de que el desempleo descienda a niveles que puedan considerarse normales. Y según todos los indicios, las consecuencias de la última crisis financiera siguen el patrón habitual. La Reserva Federal, por ejemplo, prevé que el desempleo, que en la actualidad se sitúa en el 10%, se mantendrá por encima del 8% -un porcentaje que habríamos considerado desastroso no hace mucho- hasta bien entrado 2012.
Y los perjuicios causados por el elevado desempleo sostenido durarán mucho más. El desempleado de larga duración puede perder práctica, e incluso cuando la economía se recupera tiende a tener dificultades para encontrar empleo, porque los que pueden darle trabajo lo consideran un alto riesgo. Por otra parte, los estudiantes que se licencian en una época de mercado laboral difícil empiezan su trayectoria profesional con una enorme desventaja, y la pagan cobrando salarios inferiores durante toda su vida laboral. No actuar contra el desempleo no sólo es cruel, sino corto de miras. En consecuencia, va siendo hora de establecer un programa de empleo de emergencia....
Una medida de ese tipo sería el aprobar nuevas ayudas a las asediadas Administraciones estatales y locales, (aquí se ha creado el Plan E) que han visto desplomarse sus ingresos fiscales y que, a diferencia del Gobierno federal, no pueden endeudarse para cubrir una carencia temporal. El aumento de la ayuda serviría para evitar un empeoramiento drástico de los servicios públicos (en especial la educación) y la eliminación de cientos de miles de puestos de trabajo.
Al mismo tiempo, el Gobierno federal podría proporcionar empleo... proporcionando empleo. Es hora de crear una versión, aunque sea a pequeña escala, de la Administración para la Mejora del Trabajo (WPA, en sus siglas en inglés) creada durante el New Deal;...gastando 40.000 millones de dólares anuales en empleo de servicio público durante tres años se crearían un millón de puestos de trabajo, lo cual no suena mal.
Por último, podemos ofrecer incentivos directos a las empresas para que creen empleo. Probablemente sea demasiado tarde para crear un programa de conservación de puestos de trabajo, como la subvención ofrecida en Alemania a las empresas que mantengan su plantilla, que tanto éxito ha tenido. Pero se podría animar a los empresarios a contratar trabajadores a medida que la economía vaya creciendo.
El presidente Barack Obama ha mantenido esta semana una "cumbre sobre el empleo". La mayoría de las personas con las que hablo se muestran escépticas y piensan que el Gobierno va a seguir ofreciendo nada más que gestos simbólicos. Pero no tiene por qué ser así. Sí, podemos crear más puestos de trabajo, y sí, deberíamos crearlos.
Artículo completo de PAUL KRUGMAN 05/12/2009, en "El País"

miércoles, 12 de agosto de 2009

Un buen artículo de Paul Krugman

Premiar a los malos actores.
(De el País 09/08/2009)

Los estadounidenses están enfadados con Wall Street, y con razón. Primero, el sector financiero nos hundió en una crisis económica, y luego fue rescatado a costa del contribuyente. Y ahora, con la economía todavía profundamente deprimida, el sector está pagándose a sí mismo primas gigantescas. Si no están furiosos, es que no han estado prestando atención.
Pero aplastar la economía y desplumar al contribuyente no son los únicos pecados de Wall Street. Incluso antes de la crisis y las ayudas de emergencia, muchos tiburones del sector financiero amasaron fortunas mediante actividades que eran inútiles, si no destructivas, desde un punto de vista social.
Y siguen erre que erre. Fíjense en dos noticias recientes. Una tiene que ver con el aumento de las operaciones de alta velocidad: algunas instituciones, Goldman Sachs incluida, han estado usando ordenadores superrápidos para adelantarse a otros inversores, comprando o vendiendo acciones una fracción de segundo antes de que nadie pueda reaccionar. Las ganancias derivadas de las operaciones de alta velocidad son una de las razones por las que Goldman está obteniendo beneficios récord y probablemente pague primas también récord.

...Vemos enormes bonificaciones por parte de empresas que han sido las principales receptoras de las ayudas federales. Citi ha recibido alrededor de 45.000 millones de dólares de los contribuyentes; Goldman ha reembolsado los 10.000 millones que recibió en ayuda directa, pero se ha beneficiado enormemente tanto de los avales federales como de los rescates de otras instituciones financieras. ¿Qué se supone que tienen que pensar los contribuyentes cuando estos casos de beneficencia tienen nóminas de nueve dígitos?
La especulación basada en información que no está al alcance de la población en general es un asunto muy distinto. Como demostró en 1971 el economista de la Universidad de California en Los Ángeles Jack Hirshleifer, esa clase de especulación suele combinar "rentabilidad privada" con "inutilidad social".
Como dijo en 1973 el gran economista de Stanford, Kenneth Arrow, la especulación basada en información privada impone una "pérdida social doble": consume recursos y debilita los mercados.
Las altas finanzas -operaciones con valores y mercancías, en comparación con la banca normal y corriente- se han convertido en una parte muchísimo más importante de nuestra economía, y su proporción del PIB se ha multiplicado por seis. Y los sueldos por las nubes en el sector financiero han desempeñado un importante papel en el drástico aumento de la desigualdad.
¿Qué debemos hacer? Aquí Kugman propone dos medidas; control salarial y aumento de impuestos a las rentas más altas, lo contrario que ha venido sucediendo con los neocom, nada de control, sueldos por las nubes para los ejecutivos y reducción de impuestos a los más ricos. Las consecuencias han sido ya conocidas, aparte de la reducción de sueldos para los más pobres y la bajada del nivel de vida, la crisis que tenemos y que nos ahoga. (Para leer el artículo original clik en el titular)

miércoles, 15 de julio de 2009

Aquel espectáculo de los años treinta. PAUL KRUGMAN .


El análisis que Krugman, propone en este artículo viene bien, salvando las distancias, a la situación en España. El paro aumenta y a las asociaciones empresariales e incluso al Banco de España, como vimos en una entrada anterior, no se le ocurren otras cosas que "facilitar el despido", dicho sin eufemismos, que el despedir les salga gratis. Y, además, se pide bajar los sueldos. Ello causaría a medio y corto plazo una mayor caída de consumo y por lo tanto una espiral de mayor crisis, mayor despido, caída del consumo, y así sucesivamente. Lo que es bueno para los trabajadores lo es para la economía nacional, aunque para el empresario particular le venga muy bien la posibilidad de despedir y liquidar su empresa sin costos. Krugman lo explica bien en su artículo aparecido en el País del domingo.

Krugman en la Universidad de Princeton.
Perfecto, el último informe sobre el mercado laboral no deja lugar a dudas. Vamos a necesitar más estímulo. ¿Pero lo sabe el presidente? Hagamos cuentas. Desde que empezó la recesión, la economía estadounidense ha perdido 6,5 millones de puestos de trabajo, y como corroboraba ese pesimista informe sobre el empleo, sigue perdiéndolos a gran velocidad. Si tenemos en cuenta los 100.000 nuevos puestos de trabajo mensuales que necesitamos para adaptarnos al crecimiento de la población, tenemos un agujero aproximado de 8,5 millones de empleos.

Y cuanto más crezca el agujero, más nos costará salir de él. Las cifras de empleo no eran lo único malo en el informe del martes, que también demostraba que los salarios están estancados y posiblemente a punto de experimentar un rotundo descenso. Es la receta para caer en la deflación al estilo japonés, que es muy difícil de superar. ¿Alguien quiere una década perdida?

Un momento, hay más malas noticias: la crisis fiscal de los Estados. A diferencia del Gobierno federal, a los Estados se les exigen presupuestos equilibrados. Y enfrentados a una drástica caída de ingresos, la mayoría está preparando salvajes recortes presupuestarios, muchos de ellos a expensas de los más vulnerables. Aparte de crear directamente mucha miseria, estos recortes deprimirán aún más la economía.

¿Y qué tenemos para contrarrestar esta espeluznante perspectiva? Tenemos el plan de estímulo de Obama, cuyo objetivo es crear 3,5 millones de puestos de trabajo de aquí a finales del próximo año. Es mucho mejor que nada, pero ni mucho menos suficiente. Y no parece que haya muchas cosas más. ¿Recuerdan el plan del Gobierno de reducir drásticamente la tasa de ejecuciones hipotecarias, o su plan de conseguir que los bancos vuelvan a prestar retirando los activos tóxicos de sus balances contables? Yo tampoco.

Todo esto le resulta deprimentemente familiar a cualquiera que haya estudiado la política económica estadounidense de la década de 1930. De nuevo un presidente demócrata ha conseguido que se aprueben políticas de creación de empleo que suavizarán la caída, pero que no son suficientemente audaces como para producir una recuperación total. De nuevo buena parte del estímulo federal se ve eclipsado por los recortes presupuestarios a escala estatal y local.

¿Quiere esto decir que no hemos aprendido de la historia y estamos, por lo tanto, destinados a repetirla? (Para seguir leyendo, clik en el titular)

domingo, 24 de mayo de 2009

MALDAD, Paul Krugman

Maldad
Paul Krugman
krugman.blogs.nytimes.com

Jonathan Landay, uno de los pocos periodistas que contó bien la historia de la marcha hacia la Guerra, ha dejado esto dicho en McClatchy:

“La administración Bush presionó implacablemente a los interrogadores para que emplearan métodos expeditivos con los detenidos, en parte para encontrar pruebas de la cooperación entre al Qaida y el régimen del dictador iraquí Saddam Hussein, de acuerdo con un veterano funcionario de los servicios estadounidenses de inteligencia y antiguo psiquiatra del Ejército.
“Tal información daría fundamento a uno de los principales argumentos utilizados por el antiguo presidente George W. Bush para invadir Irak en 2003. No se halló prueba alguna de vínculos operativos entre la red terrorista de Osama Bin Laden y el régimen de Saddam.

“El uso de interrogatorios abusivos –comúnmente considerados como tortura— como parte de la búsqueda por parte de Bush de una justificación para invadir Irak en 2003 salió a la luz cuando el Senado publicó un informe importante que revelaba el origen de los abusos y el presidente Obama abrió las puertas para perseguir a antiguos funcionarios estadounidenses por haberlos autorizado.”
Digámoslo suavemente: la administración Bush quería servirse del 11/9 como pretexto para invadir Irak, aun cuando Irak no tenía nada que ver con el 11/9. Así que torturó a gente para que confesara un vínculo inexistente.

Hay una palabra para eso: maldad.

Paul Krugman ganó el premio Nobel de economía de 2008