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domingo, 2 de julio de 2017

_- Un libro corrige a Pérez-Reverte y su versión "neutral" de la guerra civil para jóvenes.

_«¡Las historias de la guerra suenan tan distintas según
quién las cuenta! Los libros hablan siempre de batallas, de
fuerzas, de armas, de ayuda internacional, de frentes y de todas
esas cosas. Están escritos por los que dirigieron la guerra
o por otros que toman como fuentes los papeles de los que
dirigieron la guerra.
Pero luego hablas con los que la vivieron como soldados
o con los que la sufrieron sin combatir y te cuentan cosas que
parecen tratar de otro tema: es como si la guerra que cuentan
unos y la que cuentan otros fueran guerras distintas».

Severino Pallaruelo, Papeles de la guerra1



-¿Qué fue la llamada guerra civil? Nuestra historia contada a los jóvenes es una réplica a la obra publicada por Arturo Pérez-Reverte que dibuja una guerra entre "hermanos"

- Carlos Fernández y Silvia Casado copian el mismo formato de novela gráfica para rebatir las verdades que "silencia" el novelista con un relato de "víctimas y verdugos"

Arturo Pérez-Reverte vende en La guerra civil contada a los jóvenes una versión, según él, "objetiva" de la historia reciente de España. La guerra española, como un enfrentamiento entre "hermanos". Pero este relato equidistante chirría, según la historiadora Silvia Casado Arenas y el filósofo Carlos Fernández Liria, que han replicado al escritor con su propio libro también en formato cómic: ¿Qué fue la guerra civil? Nuestra historia explicada a los jóvenes. Porque sí hubo "víctimas y verdugos".

Los autores de la obra replicante explican que Reverte, con su "visión neutral", ahonda en la idea del "todos fueron iguales", "silencia muchas verdades" y peca de falsa "equidistancia".

Y como "es importante no perder la batalla cultural de la memoria histórica", Silvia Casado y Carlos Fernández han editado un libro "idéntico en su forma editorial" al de Reverte pero más completo y crudo en el contenido. ¿Qué fue la guerra civil? (Akal, 2017) tiene la "clara intención", sostienen, de reivindicar con otra memoria colectiva y corregir el "peligroso" escenario dibujado por La guerra civil contada a los jóvenes (Alfaguara, 2015).

Reverte dice que escribe "sin clichés partidarios ni etiquetas fáciles" sobre la "espantosa" guerra que enfrentó "al hermano contra el hermano", según introduce en el prólogo del libro. Con él, asegura querer "evitar que tan desoladora tragedia vuelva a repetirse nunca".

Sin embargo, los autores de la réplica señalan que en realidad está "descontextualizando históricamente las causas políticas", como si la guerra civil fuera "un fenómeno natural inevitable", apunta Casado. "Ser equidistante cuando se trata de víctimas y de verdugos, consiste en identificar a las primeras y señalar a los segundos", remata Fernández.

Cómo narrar los acontecimientos es la diferencia radical entre ambos libros. Las causas del golpe de Estado, los actores que lo ejecutan, la represión y el ejercicio del terror... o la llegada de la democracia, una "decisión personal" del rey Juan Carlos, según Arturo Pérez-Reverte. Con formato calcado de novela gráfica, la obra del novelista está ilustrada por Fernando Vicente y la réplica, por David Ouro.

Este medio ha intentado, sin éxito, obtener declaraciones de Pérez-Reverte sobre la polémica en torno a su libro y la obra que le responde. Analizamos las diferencias entre ambos libros en cinco claves.

Actores y causas del golpe de Estado
Pérez-Reverte describe en su libro un escenario reinado por desórdenes públicos e inestabilidad política, un caldo del que salen soluciones "extremistas" basadas en modelos enfrentados: "la Italia fascista o la Alemania nazi" y "la Rusia comunista". España, abocada a una "confrontación inevitable", vive una sublevación "para instaurar una dictadura militar", pero "las cosas se complicaron por la resistencia".

Carlos Fernández y Silvia Casado difieren en el enfoque. El "problema de fondo" era el "poder electoral" ganado por las "clases populares más pobres". Una situación que las "élites" afrontan apoyando "a grupos sociales violentos" de corte nazi y fascista con el objetivo de finiquitar la democracia. Señalan que Franco, además, tuvo "grandes patrocinadores", Hitler y Mussolini, y mecenas como Juan March.

La "espantosa" guerra civil
Cuenta Reverte que la "tragedia española" fue un campo de "experimentación"para los regímenes enfrentados luego en la Segunda Guerra Mundial. Nazis y fascistas "tomaron partido por las tropas rebeldes". El escritor subraya la intervención soviética "confiando en que una victoria republicana acabaría convirtiendo a España en un país comunista".

Según la réplica editorial, el "relativo fracaso" del golpe de Estado dio paso a la guerra civil. Alemania e Italia acuden "rápidamente" a asistir a los golpistas, coinciden, pero la República acusó la no intervención de los gobiernos occidentales democráticos y la tardía ayuda de la URSS. Aún con la participación de las Brigadas Internacionales, "los dos bandos no estuvieron en pie de igualdad en ningún momento".

Represión, "caos" y terror
Los dos libros coinciden en el "sangriento" inicio de la guerra. España queda cubierta de luto, con paradigmas como Paracuellos del Jarama o las miles de fosas comunes del franquismo. La guerra civil contada a los jóvenes de Reverte subraya las "terribles represalias" rebeldes, como la masacre de Badajoz o el bombardeo nazi de Gernika, y también las "innumerables atrocidades" en zona republicana, caso de las "matanzas" de religiosos.

La diferencia está en un dato crucial: la represión golpista era un plan organizado y en zona gubernamental fue fruto de "grupos incontrolados", como incide la respuesta al cómic del escritor murciano. Los golpistas dejan en cunetas al menos el triple de desaparecidos forzados. La República logró dominar el "caos" mientras los militares fascistas "impusieron el terror" asesinando "a miles de civiles", como también explica Francisco Espinosa en La Columna de la Muerte. Llamaban al "exterminio", dicen Casado y Fernández, que transcriben como muestra fragmentos de discursos y declaraciones de Mola, Franco, Yagüe y Queipo.

Una "férrea" dictadura
La guerra no acabó con la victoria franquista. España vivió una represión "despiadada y sistemática" y el exilio era la única salida para los derrotados y "expuestos a las represalias de los vencedores", cuenta el escritor. Era una "férrea dictadura" dispuesta a aplastar "cualquier resto de libertad y democracia". Pero el régimen, dice más tarde, "se fue suavizando" sin perder nunca su "carácter autoritario".

La guerra duró "40 años más", toda la dictadura, insisten la historiadora y el filósofo. Y el combate, dicen, continuó también para los vencidos: muchos siguieron luchando contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial o luego en la lucha antifranquista que perseguía recobrar las libertades perdidas. La "persecución y castigo" de la dictadura de Franco dejó cifras como los 50.000 ejecutados tras la guerra civil, el centenar de campos de concentración con "medio millón" de presos esclavos o los 30.000 niños robados.

¿La democracia del rey Juan Carlos?
"España se convirtió en una monarquía parlamentaria por decisión personal del rey Juan Carlos". La frase de Arturo Pérez-Reverte es tajante. Franco designó a su "sucesor" y éste "liquidó el régimen franquista", legalizó los partidos políticos y reconcilió la nación. "Devolvió a España la democracia". De un plumazo, según el novelista.

Disienten de esta versión los autores del libro que corrige a Reverte. "Franco había dejado las cosas bien atadas a través de la monarquía", escriben. El príncipe Juan Carlos de Borbón "juró los principios del Movimiento franquista" y el futuro rey "expresó su fidelidad al Caudillo, comprometiéndose a continuar su obra".

El "régimen de terror" y el "adoctrinamiento ideológico" del franquismo tiende sus tentáculos marcando "profundamente a varias generaciones de españoles", refieren Silvia Casado y Carlos Fernández. La "versión revisionista de la guerra civil" es un claro ejemplo en manos de historiadores "neutrales" que crean "una falsa simetría" dibujando "dos bandos", fascista y comunista, que fueron "supuestamente todos culpables". Es la equidistancia que "silencia verdades".

Fuente: http://www.eldiario.es/cultura/libros/guerra-civil-dibujo-Perez-Reverte_0_651985579.HTML

domingo, 18 de diciembre de 2016

La Eurocámara insta a España a investigar y colaborar con los procesos judiciales contra los crímenes del franquismo

Noticias de Alava

El pleno del Parlamento Europeo se ha unido a las recomendaciones emitidas por el Consejo de Europa y las Naciones Unidas para instar al Estado español a que investigue los crímenes cometidos por la dictadura franquista. La eurocámara ha solicitado además a la Comisión Europea que realice una evaluación objetiva de los procesos de la memoria histórica en la Unión y recuerda que incumplir las recomendaciones sobre la materia vulnera principios básicos del Estado de Derecho.

El Parlamento Europeo ha adoptado esta decisión de manera mayoritaria a instancias de un grupo de eurodiputados entre los que se encuentran los vascos Izaskun Bilbao y Josu Juaristi, así como los catalanes Josep-Maria Terricabras, Ernest Maragall, Jordi Sebastià o Ramón Tremosa.

Estos eurodiputados basaron su petición en el artículo 63 del informe realizado por el eurodiputado eslovaco József Nagy sobre el estado de los derechos humanos en la Unión Europea. En concreto, este artículo considera imprescindible que “todos los Estados miembros colaboren con las investigaciones judiciales nacionales o internacionales destinadas a esclarecer responsabilidades en este ámbito y a procurar verdad, justicia y reparación a las víctimas de los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Unión por regímenes totalitarios” . Además, este mismo artículo alerta de que “el incumplimiento de las recomendaciones internacionales sobre memoria democrática y de los principios de jurisdicción universal vulnera principios básicos del Estado de Derecho”.

Estos diputados presentaron la iniciativa tras comprobar que, por segunda vez, las autoridades del Estado español se negaban a facilitar las investigaciones judiciales sobre crímenes franquistas que se llevan a caso en la denominada causa argentina que instruye la magistrada María Servini. De hecho, el pasado mes de octubre la Fiscalía General del Estado, organismo dependiente del Gobierno español, envió un escrito a los juzgados, “de obligado cumplimiento” según se detallaba, por el que les señala que no deberían colaborar con la investigación que lleva a cabo la magistrada argentina al considerar que los casos estaban acogidos a la Ley de Amnistía de 1977 y estaban prescritos. Así, en Euskadi se da ahora la circunstancia de que dos jueces han aceptado el exhorto enviado por Servini y tomarán declaración a dos víctimas de la represión franquista, un juez de Gernika y otro de Bilbao; mientras que otros dos magistrados, de Eibar y de Bilbao, se han negado a hacerlo.

DIVERSAS ACTIVIDADES
A lo largo de los últimos meses, este grupo de eurodiputados del Parlamento Europeo ha efectuado diversas actividades en la eurocámara para propiciar un cambio de actitud de las autoridades europeas con respecto a la impunidad que gozan los encausados por los crímenes franquistas. Así, realizaron un homenaje a los últimos fusilados de la dictadura franquista -tres militantes del FRAP y los vascos Angel Otaegi y Jon Paredes Txiki- , o unas jornadas sobre los sucesos del 3 de marzo de 1976 en Gasteiz, cuando fueron asesinados cinco obreros por disparos de la Policía. De estas jornadas salió el compromiso del Ayuntamiento gasteiztarra de convertirse en parte actora de las querellas presentadas por estos hechos. Asimismo, este grupo tiene en preparación unas jornadas sobre ciudades comprometidas con la memoria.

La eurodiputada del PNV y vicepresidenta del grupo ALDE (Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa ) en la eurocámara, Izaskun Bilbao, mostró ayer su satisfacción por la decisión adoptada por el pleno del Parlamento Europeo, algo que consideró como “un paso trascendental”. Bilbao, además, se felicitó por el trabajo realizado por el eurodiputado democristano Jòzsef Nagy, autor del informe sobre la situación de los derechos humanos en la Unión Europea. La eurodiputada jeltzale agradecía asimismo las alusiones que aparecen en el informe a la memoria histórica, al respeto a la diversidad cultural o al incumplimiento de decisiones marco que son clave para las víctimas o para la política penal de la Unión Europea. “Espero ahora que los aludidos se apliquen para aparecer con mejores calificaciones en el próximo informe”, apuntó la vicepresidenta del grupo ALDE en el Parlamento Europeo.

Fuente:
http://www.noticiasdealava.com/2016/12/15/politica/europa-insta-a-espana-a-investigar-los-crimenes-del-franquismo

domingo, 27 de noviembre de 2016

Juan Diego Botto: “Marcos Ana era lo que este país debería haber sido”. Cientos de personas despiden al poeta que pasó 23 años en las cárceles franquistas

Fueron tantos, que no cabían todos. Muchos aguardaron bajo la lluvia su turno para poder despedirse. El auditorio madrileño Marcelino Camacho se ha llenado esta tarde de gente que quería o admiraba a Marcos Ana, el preso político que más tiempo pasó en las cárceles franquistas, 23 años. Falleció el pasado jueves, ya cumplidos los 96, y pese a su avanzada edad, uno de los comentarios más repetidos en el homenaje de esta tarde ha sido la sorpresa que les había causado su muerte. El líder de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, ha recordado que el poeta era el último en irse de todas las manifestaciones. "Pensábamos que era eterno", ha dicho el secretario general del Partido Comunista, José Luis Centella. En el centro del escenario, cubrían el ataúd de Marcos Ana dos banderas: la republicana y la roja.

Juan Diego Botto ha recitado, muy emocionado, el poema que da título a la autobiografía de Marcos Ana, Decidme cómo es un árbol. "Es un hombre que permitió que este país pudiera mirarse a la cara y sostenerse la mirada. Porque él es lo que este país debería haber sido", ha añadido el actor de origen argentino.

Marcos Ana se hizo poeta en la cárcel. Escribía en el revés del plato de la comida y se apañaba para sacar sus poemas de prisión con la ayuda de un guardia o haciendo que otro preso que iba a salir en libertad memorizara los versos. Poetas en el exilio, como Rafael Alberti, y el comité de ayuda a los presos ayudaron a difundir su obra. Cuando salió de la cárcel, en 1961, dedicó todos sus años de libertad a homenajear a sus compañeros presos, especialmente, a los que no lograron salir de la cárcel porque murieron antes de hambre, de frío o fueron ejecutados por el Régimen.

La cantautora Lucía Sócam ha intepretado durante el homenaje un poema que Blas de Otero compuso para Marcos Ana cuando el poeta cumplió 22 años entre rejas.

El ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo ha leído sobre el escenario fragmentos de este discurso del poeta: "Conocí, como tantos compañeros, la pérdida de la libertad. Sufrí la tortura, viví al borde de la muerte... podía haberme convertido en una bestia, pero al contrario, mi experiencia personal me llevó a la conclusión de que nunca sería capaz de ejercer la violencia contra nadie precisamente porque la he sufrido. La única venganza a la que yo aspiro es ver triunfando algún día los nobles ideales por los que yo he luchado y por los que miles de demócratas antifranquistas perdieron su vida o su libertad".

Uno de los momentos más emotivos ha sido cuando el hijo del poeta ha recitado, junto al ataúd de su padre, sus versos. "El mejor homenaje que le puedo hacer es leer un poema suyo. Los he leído muchas veces, pero creo que él nunca me oyó". Durante una entrevista con este diario, Marcos Ana explicaba que el peor momento de su vida en prisión eran los días de visita, cuando veía a sus compañeros presos abrazar a sus niños. "A mí se me caían las lágrimas pensando que yo nunca iba a tener eso. Mi hijo ha sido, sin ninguna duda, el amor de mi vida", decía. Fue Vida Sender, hija de unos anarquistas aragoneses, la mujer que le permitió cumplir el sueño de ser padre tras salir en libertad, en 1961. Hoy, en el auditorio Marcelino Camacho, apretaba emocionada la mano de su hijo, que también se llama Marcos, y es documentalista.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se acercaron durante el día al auditorio para despedir al poeta. Durante el homenaje, esta tarde, dirigentes del Partido Comunista han incluido referencias a Fidel Castro, fallecido este viernes. Entre el público había militantes del Partido Comunista, de Izquierda Unida y representantes del mundo de la cultura, como Luis García Montero o Almudena Grandes. La actriz Pilar Bardem, también muy emocionada, recordaba así al poeta: "Su corazón era su casa y la tenía abierta a todos. Marcos no ha muerto, sois todos vosotros, todos los jóvenes que tenéis que seguir luchando contra las injusticias, para que ningún viejecito muera de frío".

Alberto Garzón, de Izquierda Unida, ha alabado la poesía militante de Marcos Ana, y ha lamentado que haya jóvenes que no conozcan su vida y obra. El poeta dedicó precisamente su último libro, escrito en 2013, en el contexto de la crisis económica, "a la juventud". Su título: Vale la pena luchar.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/11/26/actualidad/1480185432_869998.html

“A Marcos Ana”

¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?
Quevedo

No hablo por hablar. Escribo
hablando sencillamente:
como en un cantar de amigo.

Nãzim, Marcos, Lina Odena,
Nina van Zandt, compañeros,
en la libertad más bella.

La libertad del que forja
un pueblo libre: Miguel
Hernández cavó la aurora.

¡Ah de la vida! Preguntas
a tientas: «el mar», «el campo»…
Las olas se han vuelto mudas.

Veintidós años… Decidme
cómo es un árbol. Quién silba
arriba en el aire libre.

Quién me recuerda. Quién llama
desde el fondo de una mina.
Espaciosa y triste España.

La libertad por el suelo.
Tú la levantas, la apoyas
en el hombro del obrero.

El olivo y las espigas
te dan la mano, se pasan,
brisa a brisa, la consigna.

Como en un cantar de amigo,
escribo lo que me dictan
la fábrica y el olivo.

Blas de Otero

De: “Que trata de España” – 1960-1964 Recogido en “Blas de Otero – Obra Completa” – 1935 – 1977 Ed. Galaxia Gutenberg – 2013©

Blas de Otero Muñoz nació en Bilbao, el 15 de marzo de 1916.
Miembro de la llamada Generación de los 50′, fue uno de los principales representantes de la poesía social o la conocida como poesía desarraigada, fruto de los tiempos duros que le tocó vivir, la guerra civil española y la terrible dictadura franquista.
Fue un duro opositor de la dictadura franquista, que vio nacer, crecer y morir, lucha que fue constante hasta el final de su vida. Anheló y cantó la democracia durante 40 años, aunque no llegó a ver completamente realizado su sueño, murió en Majadahonda, Madrid el 29 de junio de 1979.

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http://trianarts.com/blas-de-otero-a-marcos-ana/#sthash.R7Xrkdn0.dpuf

Marcos Ana, comentó que estando en prisión, le llegó desde fuera el sonido de una melodía que le gustó especialmente, cuando salió la buscó y al fin un día díó con ella; resultó ser Candilejas de Charles Chaplin. Aquí la tenéis.

martes, 8 de noviembre de 2016

El autoritarismo de Hungría podría augurar el futuro de Europa.

eldiario.es

Hungría está en peligro mortal y su supervivencia determinará el futuro de nuestro maltrecho continente. Este fin de semana, el principal diario de la oposición —imagínense un Guardian húngaro— fue cerrado por sus propietarios tras seis décadas de existencia. Su archivo digital desapareció de la red; se dejó a sus trabajadores fuera de la oficina y no fueron capaces de acceder a sus correos.

Públicamente se ha presentado como una decisión comercial: en la cada vez más represiva sociedad húngara, existe un cinismo generalizado sobre tal argumento. Era un periódico que osó desafiar al gobierno, ya fuese en cuestiones políticas, de corrupción o por sus ataques contra la democracia.

El autoritarismo populista de derechas está barriendo el mundo occidental: Hungría es un ejemplo destacado. Todos sabemos que la historia ha dado un giro después de la crisis financiera de 2008: estamos empezando a ver lo afilado de ese giro. Desde el movimiento independentista escocés a Podemos en España, de Donald Trump al Frente Nacional de Francia y la extrema derecha de Hungría, del ascenso de Bernie Sanders y Jeremy Corbyn a Syriza en Grecia: acaba de empezar una lucha dolorosa por el futuro de Occidente.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán —cuyo partido derechista alcanzó el poder en 2010— lo reconoce. Su principal lección de 2008 es que “los Estados democráticos liberales no pueden seguir siendo globalmente competitivos”. Orbán ha comprometido su gobierno a la construcción de una “democracia no liberal”, y está cumpliendo su palabra.

Otros tienen descripciones más duras. El disidente húngaro Gáspar Miklós Tamás acusa al gobierno de “mearse en el status quo liberal” en favor del “posfascismo”.

El poeta húngaro-británico George Szirtes lo sabe todo sobre represión. Su madre era fotógrafa, su padre, un alto funcionario ministerial y ambos huyeron después de que la Unión Soviética machacase la revolución húngara en 1956. “La democracia húngara está en peligro”, me contó. “Nos dirigimos hacia una situación putiniana”. Como indica Lydia Gall, de Human Rights Watch: “Lo que hemos visto en los últimos seis años es, básicamente, un deterioro continuado del Estado de derecho y de la protección de derechos humanos”.

En 2010 y 2011, Hungría aprobó una serie de leyes que fueron condenadas por Amnistía Internacional como “amenaza al derecho a la libertad de expresión”. Los medios de comunicación húngaros debían registrarse ante una autoridad nacional. La emisora Klubrádió —crítica con el gobierno— se convirtió en una de sus víctimas. A finales de 2011, las autoridades decidieron no conceder la licencia de emisión a Klubrádió, forzándola a una larga batalla, aunque finalmente ganó la emisora.

Este gobierno autoritario ha modificado la Constitución en varias ocasiones: un cambio estableció discriminación contra la comunidad LGTB definiendo la familia como una unidad “basada en el matrimonio de un hombre y una mujer, o una relación por línea de sangre o tutela”. De hecho, a principios de este año, Hungría bloqueó un acuerdo europeo para prevenir la discriminación contra la comunidad LGTB.

Otros cambios han atacado la independencia judicial y las libertades religiosas. Instituciones públicas clave, tales como la oficina del fiscal general y el tribunal constitucional, se han quedado de facto a cargo del partido en el gobierno. “Estas son instituciones que deberían ejercer de vigilantes sobre el gobierno”, señala Gall. Existe una creciente atmósfera de intolerancia en este país, acusando a aquellos que disienten de traidores y cómplices del terrorismo. Peor todavía, uno de los principales partidos de la oposición es Jobbik, un partido antisemita y neofascista con una rama paramilitar.

El papel de Hungría en la crisis de refugiados europea ha sido espantoso, provocando al ministro de Exteriores de Luxemburgo proponer su expulsión de la UE por tratar a los refugiados “peor que los animales”. El año pasado, el país declaró el estado de crisis y construyó una valla con la intención de contener a los refugiados en Serbia. Las gente que ya ha huido de la violencia está siendo supuestamente perseguida por perros y golpeada.

¿Y qué ha hecho la Unión Europea? Hungría es, después de todo, dependiente de la asistencia económica de la Unión. El Artículo 7 del Tratado de la Unión Europea existe para sancionar a los Estados miembros que violen sus normas e incluye la suspensión de sus derechos de voto. La Comisión Europea ha hecho cada vez más difícil reclamarlo y el año pasado el Parlamento Europeo desechó una propuesta para invocar el Artículo 7, o al menos para activar un mecanismo de advertencia.

Cuando el gobierno de Hungría impuso la prejubilación masiva de jueces veteranos en favor de reemplazos más maleables, la Unión Europea tomó medidas —pero solo basándose en la discriminación por edad. Hungría fue multada y forzada a pagar una compensación económica a aquellos afectados— pero aun así logró su objetivo. Un reciente referéndum propuesto por el gobierno para oponerse a los planes de la UE sobre el asentamiento de refugiados fracasó por la insuficiente participación pero desató una retórica inflamable, racista y xenófoba.

La situación de Hungría tiene ecos alarmantes en la historia de Europa: pero, horriblemente, podría augurar también nuestro futuro. En lugar de sentirse repelidos, una nueva generación —incluidos graduados universitarios— se sienten cada vez más atraídos por la extrema derecha. Polonia también está en manos de una derecha autoritaria que socava la democracia difícilmente ganada en el país. Sin consecuencias significativas, estos gobiernos se sienten cada vez más animados. En Austria, la extrema derecha se acerca al poder; en Francia, se fortalece; en Suecia y otros países, también.

La cura para tales movimientos es una izquierda que ofrezca una alternativa inspiradora y pertinente para las inseguridades y ambiciones del mundo poscrisis. No tenemos eso todavía, pero no es excusa para la apatía. Y nosotros en Gran Bretaña no podemos, engreídos, condenar a Hungría, por supuesto: desde la votación del Brexit, el nacionalismo xenófobo ha desfilado desafiante. Nuestra primera ministra condena a sus rivales políticos por mostrar desprecio al patriotismo; esta semana, tanto el periódico Daily Mail como el Daily Express imprimieron portadas espeluznantes pidiendo condenar a los “Brellorones [llorones del Brexit] antipatriotas” por “conspirar para subvertir la voluntad del pueblo británico” y pidiendo silenciar a “los quejicas de la salida de la Unión Europea”.

Cada vez es más común en la Europa moderna que los oponentes políticos sean retratados como antipatriotas de la quinta columna. La historia de nuestro continente nos cuenta donde puede ir esto a parar. Hungría es quizá el caso más extremo, un concentrado de en lo que se está convirtiendo Europa. Es una advertencia a la que deberíamos atender.

[Fuente: eldiario.es. Traducido por Javier Biosca Azcoiti]

martes, 19 de julio de 2016

PAUL PRESTON / HISPANISTA “España tiene un déficit educativo sobre la Guerra Civil”

16 DE JULIO DE 2016

El hispanista Paul Preston (Liverpool, 1946) nos recibe en su cocina, taza de té en mano. En el 80º aniversario del inicio de la Guerra Civil, el historiador ha actualizado su libro La guerra civil española (Debate) en una versión gráfica, con dibujos de José Pablo García. Resulta sorprendente, cuando menos, que aquel chico del Liverpool obrero y bombardeado acabara en la distinguida Universidad de Oxford, estudiando lo que entonces se consideraba más “periodismo” que Historia. Preston ocupa la cátedra Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea española y es director del Centro Cañada Blanch para el estudio de la España contemporánea de la London School of Economics &  Political Science.

¿Tiene España un problema con la memoria histórica de la dictadura?
Sí. Por una razón obvia: el régimen de Franco se basaba en el terror. Sus tácticas bélicas estaban calculadas para matar al mayor número posible de republicanos. Su control posterior de la educación, el púlpito y los medios fue total. De este modo, hubo un lavado de cerebro nacional, creándose lo que se ha llamado el franquismo sociológico. En el momento de la Transición, al establecer una democracia limitada (la mejor posible dadas las circunstancias), no iba a haber un contralavado de cerebro; lógicamente, porque era una democracia y existía una libertad de expresión que se extendía a los franquistas. Claro, estos no querían saber nada de la memoria histórica. Sobre las víctimas de los republicanos se había investigado a fondo. Primero, por las propias autoridades republicanas y, después, a través de todo el follón de la causa general, etc. Pero con las víctimas de Franco, ocurrió lo contrario. En los primeros años de la Transición, los políticos no quisieron hacer nada, incluso los de izquierdas. Recuerdo haber tenido discusiones con Alfonso Guerra, y decirme este: “No es el momento, es muy peligroso”. Cosa que se puede entender, porque en los primeros años de la Transición...

¿Cómo se vivió aquello?
Una de las (muchas) cosas que a mí me cabrean es quien dice que la Transición fue un desastre. Fue la mejor posible en unas circunstancias tremendamente peligrosas. Hay que pensar que, en el momento de morir Franco, había unas Fuerzas Armadas entrenadas no para defender España del enemigo exterior sino del interior. Y además estaba la Guardia Civil, que ahora es una tropa de buenazos que controlan el tráfico pero que entonces era acojonante; lo recuerdo muy bien, porque yo era estudiante en España a finales de los años sesenta. Y los grises, es decir, la policía armada, que también eran unos hijos de puta. A eso se le sumaban 200.000 falangistas con licencias de armas. Entre esto y el franquismo sociológico --los que se habían criado en él o beneficiado de él--, no es de extrañar que se diera lo que se ha venido a llamar “el pacto del olvido”, no remover las cenizas, no profundizar en la memoria histórica. Aunque, afortunadamente, existía un miniejército de historiadores locales que sí lo estudiaron. Aun así, hoy en día quedan provincias enteras donde no se ha investigado nada; claro, gobernadas por el PP.

Y las izquierdas, ¿no han tenido problemas también con su propia memoria?
Como en cualquier problema histórico, siempre hay montones de interpretaciones. Evidentemente, aquellos que siguen la línea CNT-FAI o la línea POUM acusan a Negrín, a la mayoría de los socialistas y, sobre todo, al Partido Comunista, de ser unos asesinos. ¿Por qué? Porque estos últimos habían llegado a la conclusión de que, para proseguir la guerra, había que hacer un esfuerzo bélico convencional: la idea de los anarquistas y el POUM de hacer una guerra revolucionaria chocaba con las necesidades de guerra. ¿De dónde iban a sacar las armas? Habría sido cuestión de llamar por teléfono a Franco y decir “¿A usted le importa dejar de hacer la guerra unos 5 o 10 años mientras nosotros hacemos nuestra revolución? Y luego ya volvemos”. ¡Una chuminada! Aparte de las peleas, realmente desagradables, entre profranquistas y prorrepublicanos en la historiografía de la guerra, dentro de la izquierda, como decís, hay también muchas disputas.

¿Por qué dedicarse a la Historia de España?
Nací en el año 1946, en Liverpool, que había sido una ciudad muy castigada por el blitz, los bombardeos nazis, precisamente por ser el punto de llegada del armamento americano. Cuando era pequeño, los adultos conversaban mucho sobre ello. Con ocho, nueve años, los juegos en la calle eran alemanes contra británicos. Cogíamos las gabardinas y las abotonábamos como una capa; corríamos agarrándolas de manera que cada uno era un avión. ¡¡Brrrrrrmm!! A los diez años, empecé a hacer maquetas de aviones de guerra, empecé a leer sobre todo esto. Cuando tocó ir a la universidad, gané una beca para ir a Oxford, un lugar muy elitista. Que un chico del norte, de clase obrera, llegara allí era un pequeño milagro. No me gustó nada el ambiente social, la mayoría era gente como Boris Johnson. El temario era bastante aburrido: Historia Constitucional, mucha Historia Medieval, y se pensaba que la Historia Contemporánea no era más que “periodismo”. Me quedaba con las ganas de investigar los orígenes de la II Guerra Mundial. Hacia el final de la carrera, ya tenía claro que quería hacer un doctorado pero no sabía qué estudiar; desde luego, no quería hacerlo sobre Historia británica. Entonces me ofrecieron una beca para estudiar un máster en Reading... ¡sobre el periodo de entreguerras! Escogías dos asignaturas para todo el curso, y hacías una tesina por cada una. Yo cogí Literatura de izquierdas en entreguerras (Steinbeck, Camus, etc.) y la Guerra Civil española, de la que, salvo por un ensayo escrito en mis días de Oxford, apenas sabía nada. Éramos sólo cuatro personas en clase, y tuve la increíble suerte de que me tocó como profesor Hugh Thomas [autor de La Guerra Civil española, 1961]; un tío muy divertido que hacía el papel de excéntrico inglés, que le echaba mucho teatro. Así que, de cara a mi tesis doctoral, este tema se presentó como una gran cornucopia: la Guerra Civil española comprendía fascismo, comunismo, masonería, todo tipo de figuras históricas. Me entusiasmé y leí todo lo que pude encontrar en inglés. En seguida había agotado casi todo lo que había, que no era tanto, y decidí que tenía que aprender español y seguir con ello...

¿Un historiador llega a jubilarse o sigue siempre investigando?
Teóricamente, me jubilé de la universidad hace cinco años pero sigo trabajando: dirijo una colección editorial, un centro de investigación académica... Doy unas pocas clases y dirijo alguna tesis. Y sí, sigo y seguiré investigando hasta que ya no pueda continuar. Porque no sé qué otra cosa hacer.

¿Algún nuevo proyecto en el horizonte?
Pues una historia de España desde la Primera República hasta el presente, que lleva por título Un pueblo traicionado. Por un lado, es un resumen de lo ocurrido pero se centra sobre todo en tres temas fundamentales: la corrupción, la incompetencia política y la violencia social.

¿Cómo surgió la idea de hacer un libro de Historia en cómic?
¡No fue idea mía! En Gran Bretaña no hay tradición de cómic adulto, como creo que hay en España y, sobre todo, en Francia. Aquí se leen, lo mismo que en Estados Unidos, los cómics de superhéroes que tanto gustan a esos locos de The Big Bang Theory. La idea se le ocurrió a mi editor. Un día me dijo: “¿Qué te parece si hacemos una versión en cómic?”. “Hombre”, respondí, “es un poco ridículo; ¿quién se va a leer eso?”. Me respondió: “ Te sorprenderías”, y me dijo que haríamos lo siguiente: encontraría a un dibujante que hiciera unas cuantas páginas y, si me gustaba, seguiríamos adelante. Así, José Pablo García dibujó 15 o 20 planillas. Se las enseñé a mis hijos --de 26 y 28 años-- y les gustó. Se las enseñé a mis colegas de la universidad y, lejos de parecerles ridículo…, ¡les pareció fantástico! Me dijeron que precisamente funcionaría bien en España, donde hay un verdadero déficit educativo respecto a la Guerra Civil. Así que le dije a mi editor que adelante. Acabé encantado con el dibujante: dentro de los límites del género, ha hecho maravillas. Como máximo, habré modificado sólo dos o tres bocadillos al final, y eso para resumir el texto del libro (que él usaba como guión). Hemos trabajado en paralelo, digamos, con muy poca colaboración directa. Estoy muy, muy contento y, de hecho, es posible que vayamos a por más. Me gustaría que esto sirviera para divulgar el tema entre los jóvenes, aunque no sé si finalmente será así.

¿Tiene el historiador la función de evitar que se difundan bulos y mitos históricos?
Lo primero, hay que entender que la gente tiene muchas preocupaciones como para ponerse a leer libros de Historia. Su trabajo, su vida...
Alguna excepción hay.

Poco se sabe sobre cifras de ventas o de tirada pero, por ejemplo, parece que los libros de Pío Moa se venden muchísimo. ¿Por qué? Porque esos libros le están dando la razón al lector en sus prejuicios; confirman ese franquismo sociológico del que hemos hablado.

Pero en Gran Bretaña, los libros de Historia tienen mayor índice de ventas y en general se vende más la Historia: se hacen series, etc.
El problema es que mucho historiador español serio no es entretenido. Como si, para ellos, lo entretenido dejara de ser “serio” automáticamente.

Vamos, que ven la divulgación como algo inferior.
Bueno, una cosa es la divulgación. Pero otra muy diferente es ser ameno cuando se escribe sobre temas que no son de divulgación, que son complejos y serios. Por ejemplo, mi libro El holocausto español, ¿es un libro de divulgación, o más bien de investigación?

De divulgación e investigación: hemos visto a la gente leerlo por gusto, por morbo... Llega a gente que no tiene nada que ver con la Historia.

Bueno... pues entonces eso es ser ameno, entretenido. En la actualidad, afortunadamente, hay historiadores españoles que sí que son amenos. Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Jorge Marco o “el Gunde” [Gutmaro Gómez Bravo]... ¡Ahora los hay! El problema es que un libro de Pío Moa es un libro que se centra en consignas generales: se caga en los muertos de los republicanos: “No hubo represión” y además “los hijos de puta se lo merecían”. Como veis, lleno de contradicciones. Pero, en fin, si uno es franquista, con una bazofia de Pío Moa o de César Vidal ya es suficiente para lo que busca. Para todos los demás, no existe un superventas generalista. Uno tiene que ponerse a comparar veinte o treinta libros escritos por historiadores buenos... Otro problema a la hora de interesarse la gente por la Historia es el sistema educativo; en España, quizás porque aún no se han cicatrizado las heridas... pero en Gran Bretaña también ocurre que hay mucha gente que no tiene ni idea de quién era Churchill.

Sin embargo, el sistema educativo británico no trata la Historia como lo hace el español, al modo del siglo XIX (es decir, una lista de datos para memorizar). En Gran Bretaña se entrena al alumno a cotejar fuentes desde los 13 años...

Recuerdo una vez, hace ya muchos años, que tuve una cátedra visitante en la Complutense, con estudiantes de posgrado. Entré en la clase --habría una veintena de alumnos-- y les dije: “He venido para daros una lectura de la Guerra Civil. Es decir, cómo la interpreto yo y por qué he llegado a estas conclusiones. Os pediré que me hagáis un trabajo semanal”. Hubo caras de terror, pero es que ese es el sistema aquí: te enseña a escribir. “Y ya os digo desde ahora que no me interesa que me deis mi versión. Lo que quiero es vuestra versión”. Al principio, estaban acojonados. Me dijeron: “El profesor nos suele imponer su libro de texto; muchas veces, entra, nos dice abran el libro por la página tal o cual y empieza a leer directamente”. ¡Pero qué docencia es esta!

¿Docencia de “sermón y púlpito”? Con libro único y sagrado.
Efectivamente. Claro, que a los quince días estaban encantados, tuvimos debates, discusiones, todo eso... Al final, creo que les gustó. Pero para mí fue chocante saber que, a nivel de posgrado, no existía entonces ese elemento de debate.

Empezamos la entrevista hablando de memoria histórica. ¿Existe un choque de memorias sobre la Transición, entre aquellos que la vivieron y aquellos que no, pero que juzgan los frutos --buenos y malos-- de los 40 años de democracia que siguieron?
Evidentemente, lo hay. Yo sí que recuerdo muy vivamente la Transición porque participaba entonces en la Junta Democrática [la alianza antifranquista formada en 1974 por el PCE, el PSP, CCOO, etc.]. Es cierto que era un cachondeo (ríe) pero eso es otro tema. Al final, si uno ha vivido solamente en democracia, se puede permitir ser mucho más crítico con ciertas cosas. Hace quince días, un equipo de documentalistas alemanes vino a entrevistarme a mi despacho y me contaron algo que me dejó helado. Dijeron que en su país, aun habiéndose dado un proceso de desnazificación tras la Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes carecen absolutamente de remordimientos sobre el Holocausto, lo están olvidando y, a día de hoy, muchos ultraderechistas sólo le echan en cara a Adolf Hitler el haber perdido la guerra; no la masacre de los gitanos, los judíos... Y que hay bastante odio a los británicos, por haberles derrotado (En fin, sé que somos odiables). Pero tampoco sé hasta qué punto lo que me dijeron es representativo.

MUCHOS ULTRADERECHISTAS SÓLO LE ECHAN EN CARA A ADOLF HITLER EL HABER PERDIDO LA GUERRA; NO LA MASACRE DE LOS GITANOS, LOS JUDÍOS...

¿Para qué sirve eso de la Historia?
¡Para divertir a los historiadores! (ríe). Sé que se dice mucho eso de que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” pero, la verdad, no lo creo... La Historia escrita, en todas sus variedades, resulta crucial para la civilización, para la educación de la gente. Pero no le veo una función específica. Pienso en mis propios libros y es verdad que hay gente que se me ha acercado en conferencias o ferias y me ha dicho que algunos de ellos les han servido de cara a su experiencia personal. En el caso de El Holocausto español [2011], fue impresionante el número de personas que me confesaron que les había ayudado a entender sus propias tragedias familiares. Recibí cartas y mails diciendo algo que a mí me costaba creer; que el libro había tenido para ellos una función psicológica. Se escribió un artículo que decía que esta obra era la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que el PP no habría permitido. Me parece una exageración pero es verdad que me lo han dicho mucho, así que puede que cierta Historia sí llegue a cumplir esa función.

¿Quizá quien analiza el pasado entiende mejor la información que proporciona el presente? Por ejemplo, leyendo un periódico y pensando en quién lo financia y qué simpatías tiene antes que creerse sin más los titulares...

De entrada, es increíblemente difícil generalizar. ¿Para qué sirve la Historia? ¿La Historia de quién? Hubo un periodo en la universidad española, y desde luego en los colegios, en que se imponía una versión. “Pasó esto, y te lo aprendes de memoria”. Pero en nuestro sistema británico no se da tanta importancia al contenido empírico de un periodo, a los hechos que sucedieron. Existe la idea de que da igual qué época estudies, lo importante son las herramientas intelectuales que aprendas a manejar, ya se hable de Grecia Antigua o de terrorismo árabe. En jerga académica, las “habilidades transferibles” o, en mis propias palabras, un shit detector, un detector de basura. A mis alumnos les hago leer un montón de libros para que aprendan a distinguir entre unos y otros. Se trata de aprender a pensar. Mucho más que conocer los hechos, esa es la verdadera utilidad de la Historia.

http://ctxt.es/es/20160713/Politica/7142/espa%C3%B1a-pp-transicion-provincias.htm

domingo, 26 de junio de 2016

Franco contra Ramón y Cajal. Un libro recuerda la demolición del legado del premio Nobel español por la dictadura.

Santiago Ramón y Cajal se lanzó a intentar dar su primer beso a una mujer en 1876, a la edad de 24 años. Acababa de regresar de Cuba, adonde acudió como joven médico militar a combatir la insurrección contra la colonización española. Volvía del Caribe con el rostro pálido y los ojos hundidos, tras meses de malaria y disentería, pero con ganas de besar a su prometida. “Cierto día, pues, tras coloquio lánguido y anodino, llegó el trágico momento. Al despedirme, reuní todo mi valor; me acerqué a mi siempre severa novia y estampé bruscamente en su faz el ósculo proyectado”, relató décadas después en sus memorias,  Recuerdos de una vida (1917).

La chica retiró rápidamente la cara. Le hizo una cobra a Ramón y Cajal. Y exclamó, con gesto de asco: “Jamás creí que me ofendiera usted de este modo. Mi educación y mis creencias me impiden tolerar tan pecaminosas audacias”. El joven aceptó racionalmente el rechazo. Era un médico enfermo y sin clientes, un fracasado. “Convengamos en que la perspectiva de viudez prematura en plena pobreza tiene poco de agradable”, reconoció.

El resto de la historia es más conocido: Ramón y Cajal recuperó su salud, se volcó en la investigación del sistema nervioso, describió las neuronas del cerebro, fundó la neurociencia moderna y acabó ganando el premio Nobel de 1906. Un año después, tomó las riendas de la recién creada Junta para Ampliación de Estudios (JAE), una institución que becaba a científicos españoles para que visitaran las mejores universidades europeas y americanas. Y alrededor del sabio creció una escuela de prestigiosos discípulos. Si el criterio de su primera novia fue la falta de perspectivas, se equivocó.

En 1935, un año después de la muerte de Ramón y Cajal, los billetes de 50 pesetas de la Segunda República llevaban impreso su rostro. España vivía la llamada Edad de Plata de las letras y las ciencias. Y el Instituto Cajal, dedicado a las neurociencias, se encontraba en la vanguardia de esta oleada de progreso. Hasta que llegó el general Francisco Franco.

Los ganadores de la Guerra Civil “desmantelaron” el legado de Ramón y Cajal en España, según denuncia el nuevo libro  Science Policies and Twentieth-Century Dictatorships (Políticas científicas y dictaduras del siglo XX, de la editorial británica Ashgate).

“El Instituto Cajal era, sin duda, una de las instituciones científicas más prestigiosas de España, aunque parecía estar estrechamente ligado a la cultura liberal y secular representada por la JAE, o incluso al espíritu antiespañol, materialista e izquierdista de la propia República, según los vencedores de la Guerra Civil”, explica en el libro Rafael Huertas, investigador del CSIC y expresidente de la Sociedad Española de Historia de la Medicina. “Los que estaban al mando del nuevo Estado creyeron necesario llevar a cabo una limpieza política que purgara el Instituto de sus indeseables connotaciones, pero sin renunciar a los beneficios del prestigio internacional que Cajal y su escuela habían cosechado”, continúa Huertas.

La dictadura recién nacida en 1939 gaseó el instituto. El médico Dionisio Nieto huyó a México y se convirtió en el jefe de Investigación Psiquiátrica y del Cerebro del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Miguel Prados Such se exilió en Canadá y consiguió una plaza de profesor de Psiquiatría de la Universidad McGill de Montreal. Gonzalo Rodríguez Lafora, jefe del laboratorio de Fisiología experimental del Sistema Nervioso creado por Cajal, fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas a ocho años de inhabilitación especial para ejercicio de cargos públicos y al pago de una multa de 50.000 pesetas. Se exilió en México y dirigió allí el Instituto de Enfermedades Mentales, según detalla el libro  La destrucción de la ciencia en España: depuración universitaria en el franquismoeditado por la Universidad Complutense de Madrid y coordinado por el historiador Luis Enrique Otero Carvajal.

“Otros discípulos de Cajal permanecieron en la España de Franco y fueron sometidos a procesos de depuración”, relata Huertas. Francisco Tello, que había relevado a Ramón y Cajal al frente del instituto, fue destituido y despojado también de su cátedra de Histología en la Universidad Central de Madrid, la actual Complutense. “En el proceso de depuración fue acusado de ser ateo, de haber mantenido su puesto durante la guerra, de haber firmado el manifiesto de intelectuales contra el Ejército nacional tras el bombardeo de Madrid, de haber ocupado puestos altos como el de decano de la Facultad de Medicina y de no haber cooperado con el triunfo del Glorioso Alzamiento”, narra Huertas, investigador del Instituto de Historia, en Madrid.

El Instituto Cajal se vació de cerebros, en consonancia con el resto de España. El ministro de Educación entre 1939 y 1951, José Ibáñez Martín, había asumido la misión de “recristianizar la sociedad”. De los 580 catedráticos que había en la universidad, 20 fueron asesinados, 150 expulsados y 195 se exiliaron, según refleja el historiador Manuel Castillo, catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad de Sevilla, en su libro Enseñanza, ciencia e ideología en España (1890-1950).

Sobre las ruinas de la JAE de Ramón y Cajal, la dictadura franquista creó en 1939 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para intentar “la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”, según su ley fundacional. Al frente se situó José María Albareda, un especialista en ciencia del suelo que era miembro del Opus Dei y más tarde fue ordenado sacerdote. Albareda, según recoge Huertas, colocó a científicos de confianza, “católicos leales al régimen”, y sin conocimientos de neurociencia en los mandos del Instituto Cajal. “El centro mantuvo el nombre, porque daba prestigio, pero se vació de contenido”, lamenta el historiador. En 1941, en la silla de director, antaño ocupada por el premio Nobel, se sentó Juan Marcilla, un ingeniero agrónomo experto en vino.

http://elpais.com/elpais/2016/05/27/ciencia/1464368392_307898.html

La ciencia que desmanteló Franco Un libro repasa la destrucción de la investigación científica en España tras la Guerra Civil
El CSIC se olvida de su herencia franquista

sábado, 26 de marzo de 2016

La tolerancia al fascismo en España

Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

Una de las cosas que me sorprendió y que me entristeció más a la vuelta del exilio fue la enorme tolerancia que percibí en España hacia el fascismo, no solo entre las derechas, sino incluso entre amplios sectores intelectuales de las izquierdas, que frecuentemente utilizaban el término ‘franquista’ para definir aquel régimen, sin que ni siquiera utilizaran el término ‘fascista’, ignorando que, como he señalado en varias ocasiones, aquel régimen tenía todas las características que definen el fascismo: un nacionalismo exacerbado, de dimensión imperialista, con tonos racistas (el día nacional se llamaba de la Raza), con una adulación a la figura del líder del partido fascista, supuestamente provisto de dotes sobrehumanas (Caudillo por la Gracia de Dios), y con instituciones miméticas a las de los Estados fascistas (como los sindicatos verticales), imbuido de una ideología totalizante que afectaba a todas las dimensiones del ser humano (desde la lengua hasta el sexo), claramente influenciada por una doctrina sumamente reaccionaria (promovida por el Estado, en alianza con la Iglesia Católica, que formaba parte del Estado) bajo la justificación de querer construir una sociedad nueva, en contra de los ‘rojos’ (definiendo como tales a todas las voces opuestas a aquel régimen) y ‘separatistas’ (incluyendo en esta categoría a todas las otras visiones de España distintas a la España radial y uninacional).

Ni que decir tiene que estas características se diluyeron con el tiempo, y al final de aquella dictadura fascista pocos dentro de ese Estado se creían la ideología, sobre todo los dirigentes de aquel Estado, meros oportunistas carreristas, corruptos hasta la médula, característica que ha continuado entre sus sucesores en la derecha española. Aun así, las características de aquel régimen y de la ideología totalitaria sí que pervivieron, de manera que muchos de sus elementos todavía están presentes en la cultura hegemónica del país y en el aparato del Estado (para la evolución de este apartado, ver mi libro Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país, Anagrama, 2002).

El Estado dictatorial era totalitario, y no solo autoritario
Al reintegrarme de nuevo en la vida académica española, vi que la mayor parte de su comunidad politológica había aceptado las teorías del profesor Juan José Linz, que negaba el carácter fascista de aquel régimen, limitándose a reconocer que había sido un régimen meramente autoritario, pero en absoluto totalitario, definiendo como tal un régimen que promoviera una ideología totalizante que intentara cambiar profundamente la sociedad creando un nuevo hombre (la mujer no pintaba nada en esta ideología) que, como indiqué en párrafos anteriores, sustituyera al hombre republicano del régimen anterior, presentándolo como “anti España”, “rojo” y “separatista”.

He escrito crítica y extensamente sobre las teorías de Juan José Linz, lo cual me ha originado un cierto distanciamiento de una gran parte de politólogos españoles que todavía hoy continúan definiendo aquel sistema político como meramente autoritario y caudillista. Es más, muchos de los personajes más conocidos en las ciencias políticas españolas fueron discípulos del profesor Linz, lo cual complicó incluso más mis relaciones personales con tales discípulos. Tomaron mis críticas a su profesor casi como una afrenta personal.

Pero los que se lo tomaron peor fueron mis amigos de izquierdas, compañeros de la lucha contra aquel régimen durante la clandestinidad, y que más tarde fueron protagonistas de la transición que tuvo lugar en España de la dictadura a la democracia. En mis escritos —y muy en especial en el libro mío que cito en un párrafo anterior— indiqué que el enorme dominio que las fuerzas conservadoras habían tenido durante el periodo de la Transición (un proceso que, por cierto, distaba mucho de ser modélico, tal como los protagonistas lo definieron) era la mayor causa de que la democracia que dicha Transición produjo fuera de muy escasa calidad (en absoluto homologable a la existente en el resto de la Europa occidental), con un Estado del Bienestar muy poco desarrollado y con una hegemonía clara en el pensamiento dominante que conducía a definir a los antecesores de las actuales fuerzas conservadoras como autoritarios, pero en absoluto totalitarios, y todavía menos como fascistas. Y el gran error de las izquierdas es que en su proceso de acomodación reprodujeron tal visión de lo que había sido aquel régimen, definiéndolo como franquista y no como fascista. Mi crítica hacia esta acomodación resultó en que varios de aquellos compañeros, protagonistas de la Transición, me retiraran la palabra.

El desconocido y ocultado pasado de Dalí
Como indicadores de este dominio tenemos la continuidad en la promoción de personajes que jugaron un papel clave en el mantenimiento y reproducción de aquel régimen. Seguimos viendo cómo estos personajes gozan de una gran prominencia en la vida política, intelectual y cultural, no solo en las instituciones públicas financiadas con fondos públicos, sino también en las privadas.

Recuerdo la sorpresa y desagrado que me produjo encontrar un gran monumento en Catalunya al despreciable colaborador del fascismo en España, y máximo portavoz en los foros culturales en el extranjero de este fascismo español y de sus dirigentes, que fue el Sr. Salvador Dalí, uno de los principales defensores de tal fascismo a nivel internacional. Salvador Dalí fue parte del establishment fascista, simpatizando claramente con la Falange. Su servilismo y adulación al dictador alcanzó niveles nauseabundos, promocionándolo en el extranjero, presentándolo como “el político clarividente que impuso la verdad, la claridad y el orden en el país en un momento de gran confusión y anarquía” (ver The Shameful Life of Salvador Dalí, de Ian Gibson).

Su apoyo al fascismo continuó hasta el último día de la dictadura, defendiendo al dictador hasta el final. Y también apoyó la brutal represión del régimen (por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000, según el mayor estudioso del fascismo europeo, el profesor Malefakis, de la Universidad de Columbia en Nueva York).

Dalí fue uno de los máximos defensores no solo del fascismo, sino también de la represión por la que tal régimen se caracterizó. Ejemplos de ello hay muchos. El caso más conocido fuera de España (pero no en su interior) es el que ocurrió a raíz de la ejecución, el 27 de septiembre de 1975, de cinco prisioneros políticos, acto que generó una enorme repulsa internacional. Frente a dicha barbaridad, Dalí salió en defensa de tales ejecuciones, indicando en declaraciones a la Agencia France Press que “dos millones de españoles salieron a la calle aplaudiendo al mayor héroe existente en España, el general Franco, mostrando que todo el pueblo español está con él (….). Es una persona maravillosa. Y su acto garantiza que la monarquía que le suceda sea un éxito. En realidad, se necesitan tres veces más ejecuciones de las que han ocurrido”.

La represión fascista fue dura en la parte alta del Empordà (el Alt Empordà), incluyendo Cadaqués, donde tal personaje vivía. Entre las víctimas de aquella represión estuvo un maestro que fue fusilado por enseñar el catalán. Una nota interesante. Dalí se fue rápidamente a París al finalizar la dictadura, temeroso de que la población pudiera lincharle. El dominio (también en Catalunya) de las derechas en la Transición explica que no solo no le ocurriera nada, sino que se le promocionara. Se le presentó como un gran recurso del país que podía atraer turistas al Alt Empordà.

Hoy en Cadaqués (que es donde la burguesía catalana veraneaba) no hay un monumento a ese maestro fusilado. En cambio, Dalí tiene todo un monumento en la Plaza Mayor de esa localidad, sin que la juventud conozca nada de lo que pasó en su pueblo. Ello es un indicador más de que la burguesía catalana ha continuado dominando la vida política, intelectual, cultural y mediática de Catalunya durante la época postdictatorial. Tal promoción se argumenta (como acentuó el columnista de La Vanguardia, el Sr. Antoni Puigverd, portavoz informal de la respetabilidad burguesa) con que una cosa es su comportamiento como ciudadano y otra es su pintura, y el homenaje se supone que es al pintor, y no al fascista.

La conveniente dicotomía persona versus pintor o versus escritor (en el caso de Josep Pla)
Una situación algo comparable ha sido el gran respeto y homenaje que se ha rendido al escritor Josep Pla, el gran autor de las letras catalanas, gran defensor de la versión burguesa de la cultura catalana, que apoyó activamente el golpe fascista militar, siendo una de sus funciones —como espía del Ejército fascista— el señalar los lugares donde debía bombardearse Barcelona, comunicando la información a las fuerzas militares para que estas bombardearan. De nuevo, una persona que jugó un papel importante en la estrategia militar del golpe fascista es homenajeada por sus escritos en catalán, ignorando su articulación con el golpe militar que, por cierto, oprimió brutalmente a la cultura catalana.

Recuerdo la impresión nauseabunda que me dio descubrir el busto de Josep Pla en el Ateneo Barcelonés, durante muchos años el centro intelectual burgués de Barcelona. Tal institución es privada, pero la existencia de este busto muestra la falta de sensibilidad democrática de dicha institución. De nuevo, el domino de la burguesía catalana en la vida cultural e intelectual explica que se le homenajee, con la presencia de un busto de su figura.

En este caso se ha dicho también que una cosa es la persona y otra es el escritor. Tal argumento ignora muchos hechos. Uno es que aquellas sociedades en donde se derrotó al fascismo y al nazismo, y en las cuales se desfascistó y desnacificó (como en Alemania) el país, las personas que habían sido parte del aparato cultural nazi y fascista fueron deshomenajeadas, perdiendo los honores que la dictadura les había otorgado, eliminando sus monumentos en los espacios públicos y prohibiendo que se les homenajeara en los espacios privados.

En España, sin embargo, el fascismo no fue derrotado, y las fuerzas que dominaron la Transición fueron las herederas de aquellos que hicieron el golpe militar y establecieron el régimen dictatorial. Y esto ocurrió en toda España, incluyendo Catalunya. El temor (cuando no la cobardía) de los gobiernos de izquierdas en España (primordialmente del PSOE) ha tenido un coste elevadísimo, pues ha permitido el mantenimiento de una visión hegemónica de lo que ocurrió en España, donde la recuperación de la Memoria Histórica está muy retrasada. Hay una relación clara entre la permanencia de un monumento al fundador de aquel régimen (el general que ha asesinado a más españoles en este país) en el Valle de los Caídos, y el rechazo institucional que ha ocurrido en Madrid a la propuesta de que se interrumpiera el homenaje a las figuras de Dalí y de Josep Pla, activos miembros de la represión fascista, eliminando la dedicación de calles públicas a tales personajes en esa ciudad. ¿Hasta cuándo continuará este temor a las derechas, herederas de aquel régimen, en España?

Una última observación. Tengo una magnífica opinión de la alcaldesa de Madrid y del nuevo ayuntamiento de aquella ciudad, que reflejan el Madrid popular (tan distinto al Madrid oficial, capital del Reino de España). Y así consta en mis escritos, donde he defendido a la alcaldesa Carmena frente a los ataques de las derechas españolas (ver mi artículo El Ayuntamiento de Madrid lleva razón, Público, 30.07.2015). Ello me da, por lo tanto, peso moral para criticar ahora un hecho que considero sorprendente y denunciable. Según parece, se ha dicho que el ayuntamiento, a raíz del ruido mediático de protesta generado por la derecha madrileña por el retiro del monumento fascista al Alférez Provisional, ha enviado una carta a la Fundación Nacional Francisco Franco (que protestó por tal hecho) indicando que reposicionará el monumento (ver el artículo Un error no justifica otro, Joan B. Culla, El País, 26.02.2016).

Me gustaría que esta información no fuera cierta, pues, en caso contrario, me parecería un insulto no solo a las víctimas del fascismo, sino también a todas las personas demócratas en este país. Espero que esto no haya sido así. Pero el ayuntamiento debe aclararlo. Y si esta carta existe, la alcaldesa debería reconocer su error y no poner de nuevo tal monumento. Repito lo que dije antes. El temor debe terminarse en España. No hacerlo es continuar empoderando a las derechas españolas, herederas del fascismo.

http://blogs.publico.es/dominiopublico/16044/16044/

martes, 9 de febrero de 2016

Ángel Cappa: “A la derecha no le quites ni un solo euro porque te cortan la cabeza”

Ángel Cappa, uno de los deportistas más significados políticamente y de discurso profundo. Convivió con Maradona, Valdano y Raúl

Un bigote ya bastante canoso anuncia el rostro de Ángel Cappa (Bahía Blanca, Argentina, 1946), uno de los deportistas más significados políticamente y de discurso profundo, rompedor en un universo opaco hoy en día. Exfutbolista y con una carrera de entrenador que le llevó de la Argentina y el Barça de Menotti y Maradona al Madrid de la natividad de Raúl de la mano de su inseparable Valdano. Llegamos a una cafetería con aires parisinos cerca del Santiago Bernabéu y a mano derecha se encuentra, de espaldas a la ventana y con la cabeza gacha, concentrado leyendo un libro que le tiene absorbido, Espectros del capitalismo, de Arundhati Roy. "Cuando estaba en el fútbol había días que no era capaz de pasar de una página", confiesa el argentino, también escritor. Cuando se marcha, una señora pregunta quién era y casi se queda chafada.
"Pensaba que era un actor, con ese acento...".
-¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo y dónde creció?
Nací en un barrio de Bahía Blanca que se llama Villa Mitre. Mi infancia la recuerdo extraordinariamente divertida, maravillosamente entretenida. Me llenó de alegría, alrededor de una pelota. Jugábamos todo el tiempo, y en el colegio también. Nuestras madres nos almidonaban el guardapolvo [un delantal que les ponían para ir al colegio, blanco, mas o menos como los médicos] el lunes y en el primer recreo se terminaba el almidón. Me acuerdo que hicieron un equipo en el barrio de baby fútbol y todo el barrio estaba detrás de él. Íbamos a jugar y cuando volvíamos, hacíamos una fiesta en casa de algún vecino. Eso me hizo entender que el fútbol es alegría y es una fiesta.

-¿Qué tipo de barrio era?
Era popular. Era pobre, pero en esa época en Argentina era la época del peronismo. Más allá de los cuestionamientos que se le puedan hacer al peronismo, lo cierto es que se tenía para comer y la posibilidad de hacerse una casa. Entonces, era un barrio pobre pero no se pasaban necesidades como ahora.

-Como futbolista, comienza en el Villa Mitre.
La emoción más grande mi vida futbolística fue el día que debuté en la sexta división con Villa Mitre, porque en ese momento, como el fútbol es un deporte lo practica todo el mundo sobre todo en los barrios pobres, que te eligieran en Villa Mitre era una alegría y un prestigio enorme. Después he recibido muchas emociones, pero como la primera vez que me puse esa camiseta, ninguna. Yo tenía once años, jugamos en un pueblo de al lado. Tenía gripe y no le dije nada a nadie. Tengo aún la foto guardada de aquel día. Después, en primera división fue también un debut enorme, porque toda mi ambición era jugar en la primera de Villa Mitre. Todo lo demás fue agregado.

Después me llamó Olimpo, de lo cual me arrepiento. Me pagaban, al contrario que en Villa Mitre, y me dieron un departamento [casa]. Olimpo era el enemigo máximo. Villa Mitre era la representación de los barrios y Olimpo, de la gente del centro, de los poderosos. Eso es una traición que todavía no he podido superar [dice con media sonrisa]. Tengo una anécdota que es muy graciosa. Cuando yo aún vivía con mis padres, mi papá decidió pintar la casa. El pintor me conocía a mí, porque era del barrio y había seguido toda mi trayectoria. Era tartamudo y me llamaba negrito. Tomábamos mate y solíamos hablar de fútbol. Pero la semana que me enfrenté a Villa Mitre con Olimpo no hablamos nada. Cuando salimos a la cancha a jugar, escucho: “La-la pu-pu ta que te pa-pa rió” [risas]. Era este, y al otro día me vino a saludar a casa como si nada: “¿Qué haces negrito?”.

-Todavía vive en Argentina cuando el golpe de Videla.
Ahí yo ya estaba militando en un grupo que se llamaba Peronismo de base, que era una izquierda del peronismo. El golpe estaba, digamos, más o menos previsto, porque ya el Gobierno de María Estela Martínez de Perón era un gobierno absolutamente degradado, represor y entregado, más que a los militares, a las fuerzas civiles que querían imponer un sistema económico. Por eso llamaron a los militares. Lo que no estaba previsto era la ferocidad del golpe. Muchos compañeros míos fueron encarcelados y otros asesinados. Yo tuve suerte de poder salir de allí, junto con otro compañero.

-¿Qué supuso para usted el golpe?
El alejamiento involuntario de mis raíces, de mis afectos, que todavía no he podido superar. A pesar de que tengo hijos españoles y una abuela española. Me siento como en mi casa, pero aquello… Una cosa es que vos te vayas voluntariamente y otra cosa es que te tengas que ir de un día para el otro. Y eso es muy difícil de superar, por lo menos para mí. Eso… [hace una pausa de varios segundos] eso no se puede perdonar porque han hecho sufrir a muchísima gente. Han torturado, han asesinado.

Pero no eran cuatro militares locos; respondían a un proyecto económico: el neoliberalismo, que empezaba en esos años setenta, y que barrió con todo. Lo que dice Naomi Klein, la doctrina del shock para imponer todo por la fuerza. Yo le tengo más odio a todos los civiles que generaron el golpe que a los militares. Los militares son unos pobres mamarrachos que muchos de ellos, encima, se creyeron que eran patriotas. Era un proyecto económico como el de ahora de Macri, que tiene la complicidad de los principales medios de comunicación de todo el mundo.

-Aquella dictadura económica es un poco lo que está sucediendo ahora, pero con otro tipo de violencia. Sí, sí, por supuesto. Ha habido una década de gobiernos que se quisieron zafar del imperio norteamericano y de las garras de las grandes empresas, y ahora está retrocediendo. Macri es uno de los abanderados. Es curioso como los medios manejaban más o menos los mismos argumentos, lo cual indica que es una campaña, cuando criticaban a Cristina de Kirchner porque había gobernado con algunos decretos. Bueno, pues hizo trece en dos mandatos y este hombre en quince días ha hecho cincuenta y, sin embargo, no tiene ninguna crítica.

-¿Cómo le ha ido a Argentina en los últimos años con los Kirchner?
Bueno, ha habido cosas buenas y cosas malas. Las buenas fueron la distribución de la riqueza a favor de los altos precios de las materias de exportación. Lo malo es que no modificó la estructura de producción y por lo tanto el capitalismo se rehízo. Y cuando los precios bajaron, no había más que distribuir y el sistema seguía siendo el mismo. Pero, por ejemplo, la gente pobre tenía subsidio para la electricidad, en las casas pagaban una miseria. Ahora, Macri inmediatamente ha subido un 300% las tarifas. Entonces comienza lo que sucedió aquí [en España]: el capital recauda dinero del resto de la gente, empobreciéndola.

-¿No hubo corrupción con los Kirchner?
Seguramente ocurrió, pero España está incapacitada para hablar de corrupción, porque tú en tu casa abres un armario y se caen cuatro corruptos. Pero hay que aclarar una cosa: los políticos son corruptos, pero ¿quién los corrompe? No aparecen tanto los corruptores, que son los grandes empresarios. Es el sistema el que está corrompido.

-¿Cómo afectó el golpe de Videla al fútbol?
No tuvo ninguna repercusión especial, salvo algunos jugadores que conozco que fueron asesinados por haber militado, o encarcelados. Era el negocio el que estaba y está corrompiendo el fútbol, no la dictadura. La dictadura se aprovecha del deporte, pero también la democracia.

-¿Cómo es posible que habiendo una dictadura en Argentina la FIFA celebrara allí el Mundial de 1978?
La FIFA es una entidad mafiosa. Ha quedado en evidencia, no es una frase hecha. Por tanto, le tiene sin cuidado la dictadura. Sólo le interesa lo que le interesa al sistema: el dinero. El sistema cuestiona a Venezuela, pero no a Marruecos, a Colombia o Arabia Saudí. ¿Por qué? Porque lo único que le interesa es el dinero y Venezuela le está impidiendo sacar el dinero escandaloso que sacaban antes. Si mañana Maduro viene y abre la puerta del negocio, se terminó, inmediatamente todos somos amigos. Es verdad que Chávez y Maduro no son iguales, y las críticas son necesarias, pero quienes critican no lo hacen por eso. Como dijo una vez Anguita, no sé si hablando de Cuba o de Venezuela: “Primero quiero aclarar que estoy en la misma trinchera, y ahora voy a hacer las críticas”.

Un tiempo después del golpe de Videla se exilia en España. ¿Cómo era en los estertores del franquismo?
Yo llegué en un momento de una gran esperanza e ilusión. Por eso me duele tanto la traición escandalosa de Felipe González, de Alfonso Guerra y de toda esa gente a tanta gente honesta que había combatido para traer la democracia a España. Uno creía que estaba en el comienzo de la construcción de una nueva España y eso era alentador y contagioso. Para colmo, se veía a González y todo el PSOE cantando La Internacional con el puño en alto. Y todo eso era muy emocionante. Mi mujer y yo teníamos una amiga que combatió contra el franquismo, Isabel Ríos, que ya falleció. A su marido lo fusilaron y a ella, condenada a muerte también, finalmente la liberaron con la obligación de irse de España. En el ochenta y pico, ya con el PSOE instalado, me dijo algo sobre Felipe que no me animo a repetir. Con una pena muy grande, y yo no puedo olvidarme de eso. Entonces, a Felipe ya se le había puesto la cara de un señor con patillas blancas, y ya no era la chaqueta de pana sino el traje. Ya era otra cosa.

-¿Qué fue la Transición española? ¿Hubo vencedores y vencidos?
Creo que hay que respetarla. La gente hizo lo que pudo. El movimiento obrero y el de izquierdas tuvieron que entregar todas sus reivindicaciones, pero era un momento muy duro; hay que estar ahí. La derecha económica impuso su criterio: “Aquí estamos nosotros y seguimos ganando dinero, y ahora ustedes hagan lo que quieran. Reivindiquen cosas importantes pero complementarias”. Eso permitió al capitalismo rearmarse y acomodarse a una nueva época, pero me parece que no cabía otra posibilidad. Yo lo viví y fue un paso adelante necesario. Lo que sucede es que ahora, cuarenta años después, hay que dar otro paso adelante.

Esa democracia ya no es suficiente, la gente joven necesita una democracia real, participativa. Y la derecha y el capital se niegan a ello, naturalmente. Vos fijáte en esta crisis como las grandes empresas y los ricos aumentaron su riqueza. Lo que yo aprendí en todo este tiempo en Argentina y acá es que por un euro, no por miles, te cortan la mano y la cabeza ¡Por un euro! La derecha, salvo una reaccionaria, puede admitir los matrimonios homosexuales. Ahora, no les quites un euro porque te matan. Y te matan de verdad. No juegan con eso. Entonces, no admiten ahora un paso adelante. Fíjate que le están diciendo ahora radicales a los de Podemos. Y en el sentido más peyorativo, porque si uno defiende una posición la defiende absolutamente, igual que la derecha, no más o menos. Y no hay una sola propuesta de Podemos que exceda el capitalismo o la Constitución. ¿Dónde está la radicalidad en el sentido que ellos dicen? Está en que les dicen: “Ustedes también tienen que pagar impuestos”. El Ibex 35, las Sicav, por favor paguen impuestos.

Y Felipe González es el gran representante de las grandes empresas y del gran capital. Ya sin pudor. Ahora le da igual. Él y Vargas Llosa son los principales abanderados del neoliberalismo en Sudamérica. Y lo hacen descaradamente, ya les da igual. Y Guerra también. Acusaban a Podemos de alterar nuestro sistema occidental. ¡Es de risa! Es lo mismo de lo que les acusaban a ellos cuando empezaron. Es lamentable. A mí me indigna, pero mucho más me da lástima, de ver como la gente, a determinada edad, se abraza a la edad de la razón. Claro, si te va bien económicamente. Por suerte, a mí eso no me ha pasado todavía. Eso a mí me produce una repugnancia asquerosa. ¡Yo entiendo a Aznar! Fue siempre de derechas y nunca le importó nada un pepino que no fuera el dinero.

El capitalismo es un sistema agotado, como decía José Luis Sampedro. No es un sistema de la naturaleza, como nos quieren hacer creer. Es uno más, con la particularidad de que en su evolución genera desigualdad, pobreza y muerte. "Es un sistema que mata", como dijo hace poco el papa Francisco, y "al que hay que cambiar", como aconsejó. Seguro que enseguida te amenazan y te dicen: "Entonces ustedes quieren el comunismo soviético". Y no, no es así. Queremos un sistema verdaderamente democrático y justo, donde se pueda vivir en solidaridad y no en competencia, y en igualdad. Donde todos seamos respetados como seres humanos y tengamos los mismos derechos y las mismas obligaciones. No es tan difícil, ¿no?

-Entonces usted no le dice a sus hijos eso de “Hacedme caso a mí que ya soy mayor…”.
No, no. A mis hijos les digo: “El día que yo diga una estupidez de esas, enciérrenme en una habitación y tiren la llave. No me dejen salir más”.

-Ha comentado en varias ocasiones que ve necesario que el futbolista tenga una conciencia política.
El futbolista y todos, porque política es todo... Leer más aquí.
http://www.publico.es/deportes/angel-cappa-derecha-dinero-corrupcion.html

sábado, 23 de enero de 2016

“La historia oficial de Franco minimizó el nazismo”. El historiador Pierpaolo Barbieri hurga en su nuevo libro en el interés económico de Hitler sobre España durante la Guerra Civil

Pierpaolo Barbieri es un joven investigador que ha hurgado en el interés económico, más que político, que tuvo la Alemania de Hitler por la España de Franco durante la guerra civil. El propio Franco y sus historiadores minimizaron luego la realidad de esa relación con el nazismo y con el fascismo italiano para que el dictador “moldeara su ideología” para buscar así alianzas que le fueran más propicias.

Barbieri, de origen argentino, colabora en EL PAÍS y en otros medios internacionales. Estudió en Harvard y enseña en Italia y en Estados Unidos. Cuenta aquella conclusión sobre la intervención nazi en la Guerra Civil en su libro La sombra de Hitler. El imperio económico nazi y la Guerra Civil española (Taurus, 2015).

Su colega Niall Ferguson saludó esta contribución de Barbieri como “brillante debut” en el que el joven historiador “muestra que el imperialismo informal desempeña un papel más importante que la ideología fascista en el modo en que Berlín miró al conflicto”. Barbieri vino a Madrid a presentar su libro.

Pregunta. ¿Qué intentó hacer?
Respuesta. Quise entender la influencia de Hitler y del poderío económico alemán no sólo en la guerra civil española, donde fueron determinantes, sino también en el emergente régimen de Franco y lo que ellos planeaban hacer con su influencia sobre la nueva España.

P. ¿Y qué ha descubierto de nuevo?
R. Una nueva manera de mirar esa relación económica. En vez de pensar en los conflictos de manera nacional, el libro trata de plantearlos en el contexto de Europa. Cambia el foco del análisis. De esa manera podemos ver algo que quizá no había sido apreciado antes: la estrategia económica de los alemanes en España da frutos mucho más claros que la inversión italiana. Y Alemania logra una hegemonía que sólo se puede describir desde la perspectiva de lo que constituye un imperio informal. Porque los españoles les conceden a los alemanes todo lo que éstos piden. En España se impuso luego la idea de que todo lo que intentó Hitler con Franco fue un fracaso, pero es que todo lo que intentó Alemania de 1936 a 1945 fue un fracaso, porque pierde la guerra. Pero el proyecto alemán de dominación, que nace de la decisión de intervenir en la guerra española, fue un gran éxito. Logra aquí una hegemonía que antes se pensaba imposible.

P. ¿Por qué fracaso al fin esa intención de dominio económico?
R. Porque el imperio informal es más frágil que el imperio formal. El imperio formal no requiere la presencia militar, el gasto de dominación, y el sistema ideológico de controlar otro territorio. Pero sí requiere mantener la hegemonía. Y cuando Hitler lanza su gran apuesta por el imperio formal destruye el dominio económico y geoestratégico que mantiene con España; pasa también con los Balcanes o con Latinoamérica, donde la ambición estratégica alemana consistía en lograr más proyección económica en países subdesarrollados para poder dominarlos con el comercio.

P. ¿Y por qué Franco lo rechaza?
R. No creo que lo rechace. Lo que Franco logra es tener una opción estratégica que antes no tenía. De 1936 a 1939 Franco depende absolutamente de Mussolini, pero quien más lo determina es Hitler. Después de 1939 a Franco se le abren otras opciones, y entre ellas estaba la de volver a una relación más estrecha con los ingleses, y eventualmente con los Estados Unidos, que después él destruye durante la guerra precisamente por comerciar con la Alemania nazi. La decisión de Roosevelt de aislar a España de las Naciones Unidas en la arquitectura económica mundial que emerge en la posguerra se basa en que Franco era un remanente anacrónico del periodo del nazismo. En ese contexto a Franco se le abren otras oportunidades que lo ayudan a mantenerse vivo.

P. Y lo aprovecha.
R. Logra moldear su ideología para ir saliendo del aislamiento. Para Franco fue conveniente olvidarse del rol de los nazis y de los fascistas italianos en su manera de llegar al poder. Por eso las historias oficiales del franquismo minimizan la dependencia de los nazis. Y eso es natural.

P. ¿Era tan astuto como dicen?
R. Hay mucho de mito en eso. Después de la famosa reunión de Hendaya los suyos crearon el mito de que Franco se le había plantado, cuando en realidad aquella había sido una negociación que no llega a buen puerto. Pero ante la eventualidad de que Hitler pierda la guerra, a ellos no les cuesta nada decir que Franco ya lo sabía. Y si uno lee los documentos de la época ve que muchos elementos del régimen franquista pensaban que Hitler la iba a ganar.

P. Las imágenes que dejó el encuentro, aparte de otras suposiciones, sí dibujaron a dos personajes ciertamente ridículos.
R. Fue la única vez que se vieron la cara. Pero Hitler le había pagado la guerra a Franco. Sin Hitler Franco jamás la hubiera ganado. Si nosotros pensamos en el comienzo de la Guerra Civil advertimos que la sublevación militar no logra destruir la República; esos días era claro que la República tenía la ventaja. Sin embargo, por medio de Hitler y Mussolini Franco consigue mantenerse vivo y luego liderar él la revuelta y el eventual gobierno. Sí, la verdad es que aquella reunión fue un desastre. Y Franco tuvo mucha fortuna (o estrategia) de no aliarse con Hitler. También hay que decir que a los alemanes les convenía cierta neutralidad proalemana de España por temas económicos y comerciales.

P. ¿Qué hay de nuevo en su investigación?
R. Primero, la mirada internacional sobre el hecho; luego, el análisis del proyecto económico alemán en el contexto de la intención imperialista alemana con respecto a España, y el rol de Hjalmar Schacht, el arquitecto de la estrategia alemana que se aplica en España; finalmente no la aplica él, sino su archienemigo Hermann Göring.

P. ¿Hitler quiso comprar España?
R. No en esos términos, pero sí la quiso dominar, hacerla parte de un imperio económico alemán que dictara las prioridades desde Berlín.

P. ¿Su propósito no fue político sino económico?
R. A Hitler no le importaban ni la economía ni las finanzas; al principio su propósito fue estratégico. Esa decisión fue tomada después de Wagner y de ópera, y en contra de todo lo que le dicen sus consejeros más cercanos. Él crea así, personalmente, la política exterior alemana. En contra de todos, decide él.

P. ¿Y por qué sabe que fue tras una noche de Wagner y ópera?
R. Porque Franco manda a buscarlo y no hubiera llegado a Führer si el servicio secreto alemán no lo localiza en Bayreuth, adonde va cada año, a escuchar a Wagner. Es ahí donde lo localizan los enviados de Franco, a los que recibe después de la ópera. Él tenía la costumbre de trabajar de noche, y ahí se toma esa decisión estratégica. Lo que el aparato alemán termina priorizando en España es la penetración económica. Los documentos, que están en este libro, explican que los alemanes se preocupan más por los réditos económicos y comerciales que España le pueda dar a Alemania que por la ideología del régimen franquista.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/10/actualidad/1452445564_609669.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/25/actualidad/1364234435_721208.html

miércoles, 6 de mayo de 2015

Inês Etienne Romeu, única superviviente de la Casa de la Muerte

Compañera de guerrilla de Dilma Rousseff, sufrió prisión y prolongada tortura durante la dictadura brasileña

Inês Etienne Romeu murió el pasado lunes a los 72 años en su casa de Niterói, en la región metropolitana de Río de Janeiro. La exguerrillera fue la única superviviente de uno de los principales centros de tortura de la dictadura brasileña (1964-1985).

Nacida en 1942 en Pouso Alegre, Minas Gerais (sureste de Brasil), Romeu formó parte de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares, organización de extrema izquierda que secuestró al embajador suizo en Río de Janeiro de la que también formó parte la presidenta Dilma Rousseff. La militante fue detenida en mayo de 1971 en São Paulo y trasladada a la conocida como Casa de la Muerte de Petrópolis, municipio cercano a Río de Janeiro, no sin resistencia de su parte: llegó a tirarse delante de un autobús cuando la trasladaban de una ciudad a otra.

Quien entraba en la casa de Petrópolis no salía vivo. “Claro que dábamos sustos, y el susto siempre era la muerte. La casa era para eso”, reconoció el teniente coronel Paulo Malhães ante la Comisión de la Verdad, que investigó los crímenes de la dictadura. Allí perdieron la vida una veintena de personas. Solo Romeu sobrevivió. Pero los 96 días de torturas, violaciones y vejaciones la marcaron para siempre. "Estaba destrozada, enferma, reducida a un gusano, obedecía como una autómata", contó después. Durante el secuestro intentó suicidarse otras dos veces. Consiguió salir al fingir que aceptaba convertirse en informante de sus captores.

En noviembre de 1971, la justicia hizo oficial su detención y la condenó a cadena perpetua. Fue la última presa política del régimen militar en ser liberada, con la ley de amnistía de 1979.

Las notas que tomó Romeu al salir de la Casa de la Muerte, todavía en plena dictadura, ayudaron a identificar a nueve militantes izquierdistas asesinados en el mismo centro. La exguerrillera hizo un registro detalladísimo y presentó las notas al Colegio de Abogados de Brasil en 1979. Sabía hasta el número de teléfono de la vivienda adonde la llevaron “con los ojos vendados” porque escuchó a uno de los torturadores responder al teléfono. Identificó a un médico que ayudaba a los torturadores, Amílcar Lobo, y al propietario de la casa: “Visitaba el lugar y tenía relaciones cordiales con sus ocupantes. Es extranjero, posiblemente alemán. Tiene un perro danés cuyo nombre es Kill. Aunque no participe personalmente de las actividades y atrocidades cometidas allí, tiene pleno conocimiento de ellas”.

En 2003, a los 61 años, Etienne Romeu sufrió un misterioso percance. Un carpintero acudió a su casa para hacer unos arreglos. Una limpiadora la descubrió al día siguiente en el suelo, herida en la cabeza. La policía lo calificó de accidente doméstico, pero otro informe médico aseguraba que había “señales de traumatismo craneal debido a múltiples golpes”. El sospechoso nunca ha sido identificado, y desde entonces ella tuvo dificultades para hablar y moverse.

En 2009 recibió el premio a los Derechos Humanos de Brasil en la categoría de Derecho a la Memoria y la Verdad. El entonces presidente del Gobierno, Lula da Silva, le dijo: “Mi querida Inés, solo quería decirle una cosa: valió la pena cada gesto que hicieron, cada descarga eléctrica que recibieron, cada golpe”.

En marzo del año pasado, Romeu declaró ante la Comisión de la Verdad, que en diciembre publicó un escalofriante documento según el cual 434 personas murieron o desaparecieron durante la dictadura. Después de la audiencia pública en la que Etienne Romeu habló de ahogamientos, descargas eléctricas y violaciones sistemáticas, el público le dio una ovación cerrada y su hermana Celina declaró : “Tu historia es de heroísmo, no tienes más qué temer. Has vencido”.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/04/29/actualidad/1430337262_432499.html

miércoles, 22 de octubre de 2014

El Pontífice que enfureció a Franco

“Sofía Loren, sí; Montini, no”, gritaban por las calles de Madrid cientos de jóvenes falangistas contra Pablo VI una tarde de otoño de 1963. Al día siguiente, el director del periódico Pueblo, Emilio Romero, el gran mimado del dictador Franco, publicaba un regocijado artículo llamando Tontini al Pontífice romano, que llevaba en el cargo apenas tres meses. Fue evidente que Franco estuvo al tanto de aquella grosera salida de tono. Lo supone el cardenal Tarancón en sus memorias, que tituló Confesiones’ Había nacido, en la muy católica España (eso se decía entonces), el anticlericalismo de derechas, un fenómeno que suscitó la curiosidad internacional por su reiterada agresividad. Las manifestaciones (ilegales, pero jaleadas por el Régimen dictatorial) iban a extenderse a partir de entonces por toda España, en una escalada de la tensión que trascendió la muerte de Franco cuando unos llamados ‘Guerrilleros de Cristo Rey’ pusieron de moda el grito (y las pancartas) de “Tarancón al paredón”, en alusión al cardenal encargado por Pablo VI de ejecutar sus políticas antifascistas.

Franco supo lo que se le avecinaba nada más conocer la elección del cardenal Montini como sucesor de Juan XXIII. El tradicional contubernio judeomasónico y comunista, el espantajo en que la dictadura sustentaba sus brutalidades, sumaba un enemigo inesperado pero notorio, nada menos que un Papa cuyo antifascismo venía de familia. Su padre, Giorgio, abogado y periodista, dirigió la Acción Católica, fue diputado en el Parlamento de Italia y corrió peligro de ser eliminado por Mussolini. Antes de llegar a Papa, cuando era arzobispo de Milán, Montini hijo había elevado su voz varias veces contra los fusilamientos del franquismo. Por eso, el régimen reaccionó pronto, sin esperanza de arreglo, con ira. Romero, el primer día que tomó la costumbre de llamar Tontini al papa Montini, lo argumentó con desparpajo: “Vamos a disfrutar de una Santidad que da respaldo para incordiar en un país donde se aburren los curas por una paz tan prolongada".

Todo empezó en el Vaticano II, que proclamó la libertad religiosa y de conciencia como un derecho humano y exigió de los Gobiernos católicos que renunciasen a sus privilegios. Malas perspectivas en España, que definía en el BOE a la Iglesia romana como una “sociedad perfecta” y la única confesión de los españoles, y que había invertido 340.000 millones de pesetas (la moneda de entonces) a cambio de que la jerarquía católica fuese su “principal apoyo y sustento”. Textual lo que va entre comillas. Las cuentas se las hizo en 1973 el presidente del Gobierno, Carrero Blanco, al cardenal Tarancón. Para entonces, pese a un cruce de cartas entre Pablo VI y Franco intentando suavizar las formas, las relaciones parecían rotas hasta el punto de que el Gobierno de Carlos Arias, que sucedió al de Carrero, llevó a un Consejo de Ministros la propuesta de romper relaciones con el Vaticano. “¿Habéis perdido la cabeza?”, les dijo Franco. Lo cuenta López Rodó en el cuarto volumen de sus Memorias. Tarancón también alude a ese momento en sus recuerdos. “Franco estaba obsesionado con la idea de que un Gobierno que choca con la Iglesia es un gobierno que cae”, escribe. Hacía años que el dictador se lo había advertido más castizamente a ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega: “Camilo, no te metas con los curas, que la carne de cura indigesta”.

Pese a todo, Franco prohibió a Pablo VI viajar a Santiago de Compostela y permitió abrir una cárcel solo para curas en Zamora. Peor aún: en febrero de 1974, el jefe de Policía de Bilbao puso bajo arresto domiciliario al obispo Añoveros a la espera de la orden de Madrid para enviarlo en avión al exilio. El Gobierno tenía preparada, además, la carta de ruptura de relaciones con el Estado vaticano. Renunció a hacerlo cuando Tarancón enseñó a Franco, ya muy decrépito pero lúcido para lo fundamental, la carta de excomunión ordenada por el Papa, para él y todo su Gabinete, si se consumaba la expulsión del prelado bilbaíno.

Había habido antes, a partir de 1965 y para ejecutar los acuerdos del Vaticano II, un amistoso cruce de cartas entre Pablo VI y Franco en torno a la vigencia del Concordato de 1953, que Roma quería revisar a toda costa para quitarle al dictador sus privilegios en el nombramiento de obispos. “Renunciaré” (a ese derecho concordatario) si su Santidad renuncia a su vez a sus muchos privilegios en España”, resumió finalmente su posición el llamado Caudillo de España. El Vaticano enmudeció. No volvió a la carga sobre el asunto hasta 1976. Este año arrancó del Gobierno del sucesor del dictador, el rey Juan Carlos I, la renuncia a sus muchas prerrogativas, sin ceder por su parte ni una de las suyas, que siguen siendo cuantiosa tras los llamados Acuerdos de 1979.

Todo había empezado en vida del mítico Juan XXIII, que tenía prohibido pronunciar la palabra “cruzada” en su presencia. Fue el Papa que, junto a Pablo VI, entonces su cardenal preferido, puso en marcha la estrategia para España, convencidos ambos de que la Iglesia romana corría el riesgo de ser arrastrada por la Historia junto a la dictadura a la muerte de Franco, a quien había apoyado desde el principio. En la reunión estuvo, además de Tarancón, entonces un joven prelado arrinconado durante 18 años por el Régimen en la diócesis de Solsona, el primado de Toledo, cardenal Pla y Deniel, partidario de acabar en España “con todos los hijos de Caín”. Así lo había escrito en una carta pastoral. “Esa posición es poco cristiana y debe ser rectificada de inmediato”, le dijo Montini. Pla y Deniel, que ya tenía 88 años, se defendió como gato panza arriba. Franco salvó a la Iglesia; Franco paga la reconstrucción de templos y nos construye seminarios (5.106 millones en ese apartado, ofrece el dato); Franco paga salarios, Franco ha entregado a los obispos la enseñanza primaria y secundaria...

El futuro Papa le corta: “Bien, entiendo. Pero la cizaña no puede extirparse. La cizaña ha de convivir con el trigo para que la bondad de este sobresalga”. El Vaticano aspiraba a la reconciliación de los españoles y gran parte de la jerarquía católica del momento no quería esa reconciliación. Es a partir de esa visita al Vaticano cuando Juan XXIII y el cardenal Montini deciden que hay que preparar un golpe de mano en el episcopado español, poniendo al frente a personas que, poco a poco, vayan separando a la Iglesia católica de dictadura tan poco cristiana. El liderazgo lo asumirá Tarancón, que cumplirá el encargo con habilidad vaticana. “El Régimen franquista no tiene futuro. La Iglesia española, si quiere sobrevivir a Franco, deberá irse separando de él poco a poco, pero completamente”, le dice Montini, textualmente. Cuando Franco percibe la operación, hay un debate en su Gobierno sobre cómo reaccionar. Se desespera por lo que escucha. Le dice más tarde a su ministro de propaganda, Manuel Fraga, que se jacta por doquier de nombrar él mismo a muchos obispos: “¿Cree que no me doy cuenta de lo que pasa? ¿Acaso cree que soy un payaso de circo?”
Fuente: El País. http://politica.elpais.com/politica/2014/10/19/actualidad/1413737634_308535.html