domingo, 13 de agosto de 2017

_- Cómo ser un adulto resiliente



_- Gran parte de las investigaciones científicas sobre la resiliencia —nuestra capacidad de recuperarnos de la adversidad— se ha enfocado en cómo desarrollar esta en los niños. Sin embargo, ¿qué hay de los adultos?


Si bien la resiliencia es una habilidad fundamental para un desarrollo saludable en la niñez, la ciencia demuestra que los adultos también pueden tomar acciones para impulsarla; a menudo es cuando más la necesitamos. La adultez puede traer consigo todo tipo de factores que causan estrés, incluyendo un divorcio, la muerte de alguno de los padres, reveses profesionales y preocupación ante la jubilación, pero muchos de nosotros no cultivamos las habilidades para enfrentar tales adversidades, como se requiere para superar estos retos.

La buena noticia es que algunas de las cualidades de una edad más avanzada, como una mejor capacidad para regular las emociones, la perspectiva obtenida a partir de las experiencias de vida y la preocupación por las generaciones futuras, pueden darles a las personas mayores una ventaja sobre las más jóvenes en cuanto al desarrollo de la resiliencia, dijo Adam Grant, profesor de Administración y Psicología de la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania.

“Hay un conjunto de comportamientos que se pueden aprender de manera natural y que contribuyen a la resiliencia”, dijo Grant, quien escribió junto con Sheryl Sandberg, la directora de operaciones para Facebook, el libro Option B: Facing Adversity, Building Resilience and Finding Joy. “Esas son las conductas hacia las que gravitamos cada vez más conforme vamos creciendo”.

El año pasado, Dennis Charney, un investigador de la resiliencia y decano de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en la ciudad de Nueva York, salía de una tienda de alimentos cuando recibió un balazo de un exempleado insatisfecho. Charney pasó cinco días en terapia intensiva y tuvo una recuperación difícil. “Después de 25 años de estudiar la resiliencia, yo mismo tuve que ser resiliente”, dijo Charney, coautor del libro Resilience: The Science of Mastering Life’s Greatest Challenges. “Es bueno estar preparado de antemano, pero una vez impactado por un trauma no es demasiado tarde para cultivar la capacidad de salir adelante de manera resiliente”.

Los científicos que estudian el estrés y la resiliencia dicen que es importante pensar en esta última como si fuera un músculo emocional, el cual puede fortalecerse en cualquier momento. Aunque es útil desarrollar la resiliencia antes de que se presente una crisis pequeña o grande, también hay pasos activos que podemos tomar durante y después de las crisis para acelerar la recuperación emocional.

Estas son algunas de las formas en las que puedes cultivar la resiliencia en la adultez:

• Practica el optimismo.
El optimismo es en parte heredado y en parte aprendido. Así que, si naciste en una familia de pesimistas, de cualquier forma puedes encontrar a tu optimista interior.

Ser optimista no significa ignorar la realidad de una situación difícil. Después de la pérdida de un empleo, por ejemplo, mucha gente se siente derrotada y piensa: “Nunca me recuperaré de esto”. Un optimista reconocerá el reto, pero con más esperanza, y dirá: “Esto será difícil, pero es una oportunidad de replantearme mis objetivos de vida y conseguir un trabajo que realmente me haga feliz”.

Aun cuando suene trivial, tener pensamientos positivos y rodearte de gente positiva en verdad ayuda. Steven Southwick, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale y coautor del libro de Charney, señala que el optimismo, al igual que el pesimismo, puede ser contagioso. Así que su consejo es: “Júntate con personas optimistas”.

• Reescribe tu historia.
Cuando Charney estaba recuperándose del balazo, sabía que su vida había cambiado para siempre, pero reestructuró la situación, enfocándose en la oportunidad que le presentaba ese duro golpe. “Una vez que eres víctima de un trauma, eso se queda contigo”, dijo. “Pero yo sabía que podía ser un modelo. Tengo a miles de estudiantes que observan mi recuperación. Esto me da la oportunidad de usar lo que he aprendido”.

Ha sido demostrado en un estudio tras otro que podemos beneficiarnos de cambiar el discurso personal que moldea nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos. En estudios sobre escritura expresiva, obtuvieron mejores calificaciones los estudiantes universitarios a los que se les enseñó a reformular sus conflictos como una oportunidad de crecimiento, y fue menos probable que abandonaran sus estudios. Una investigación realizada en Harvard encontró que las personas que consideraban el estrés como un combustible para un mejor desempeño obtenían mejores resultados en sus exámenes y manejaban mejor el estrés –desde el punto de vista fisiológico– que aquellos a quienes se les había enseñado a ignorarlo.

“Se trata de aprender a reconocer la historia explicativa que tiendes a usar para tu vida”, dijo Southwick. “Observa lo que te dices a ti mismo y cuestiónalo. No es fácil. Requiere práctica”.

• No te lo tomes personal.
Tenemos la tendencia de culparnos por las adversidades de la vida y rumiar acerca de lo que podríamos haber hecho diferente. En su momento, una situación difícil parece no tener fin. Para fortalecer tu resiliencia, recuerda que incluso si cometiste un error, con toda seguridad hubo varios factores que contribuyeron al problema; cambia tu enfoque hacia los próximos pasos a seguir.

“Decirte a ti mismo que una situación no es personal, que no lo abarca todo ni es permanente, puede ser extremadamente útil”, dijo Grant. “Casi no hay fracasos que sean completamente personales”.

• Recuerda tus recuperaciones.
En tiempos difíciles, a menudo recordamos que otras personas —como los refugiados de guerras o un amigo con cáncer— la han pasado peor. Aunque esto pueda ser cierto, obtendrás un mayor impulso resiliente si te recuerdas a ti mismo los retos que tú ya has superado personalmente.

“Es más fácil identificarte con quien eras antes que con alguien de otro país”, dijo Grant. “Recuerda y di: ‘Ya pasé por algo peor en el pasado. Esto no es lo más horrible que he enfrentado o enfrentaré. Sé que puedo lidiar con esto’”.

Sallie Krawcheck, antigua ejecutiva de Wall Street, dijo que después de un despido bastante público, se recordó a sí misma lo afortunada que era de tener una familia sana y un colchón financiero. Aunque nunca ha estudiado la resiliencia, cree que algunos retos que enfrentó a temprana edad —como el que la molestaran en la secundaria (“Fue brutal”, dijo) o pasar por un divorcio doloroso— la ayudaron a recuperarse también en el ámbito profesional. “Simplemente creo en los resurgimientos”, dijo Krawcheck, quien recientemente fundó Ellevest, una plataforma de inversión en línea para mujeres. “Considero estos reveses como parte de un viaje y no un fracaso que pueda terminar con mi carrera. No había nada que pudieran hacerme en Wall Street que fuera tan malo como la secundaria”.

• Apoya a otros.
Los estudios sobre resiliencia muestran que las personas son más resilientes cuando cuentan con redes sólidas de apoyo de amigos y familiares que les puedan ayudar a enfrentar las crisis. Sin embargo, puedes obtener un impulso resiliente aún mayor cuando tú das el apoyo.

En un estudio sobre resiliencia psicológica realizado en 2017 entre veteranos del Ejército de Estados Unidos, quienes tenían niveles más altos de gratitud, altruismo y sentido de propósito también presentaban mayores habilidades de resiliencia.

“Cualquier manera en la que puedas acercarte a otros y ayudarlos es una forma de salir de ti mismo, lo que constituye una forma importante de aumentar tu propia fuerza”, dijo Southwick. “Una parte de la resiliencia es asumir la responsabilidad de tu vida y de crear una vida que consideres significativa y con propósito. No tiene que ser una misión elevada: puede ser tu familia. Mientras aquello en lo que participes tenga sentido para ti, eso puede impulsarte a superar todo tipo de adversidades”.

• Descansa del estrés.
Los tiempos de estrés manejable representan una oportunidad de cultivar tu resiliencia. “Debes cambiar la manera en que piensas el estrés”, dijo Jack Groppel, cofundador del Johnson &  Johnson Performance Institute, que hace poco comenzó a ofrecer un curso de resiliencia. “Debes invitar al estrés a tu vida. Un ser humano necesita estrés; el cuerpo y la mente quieren estrés”.

La clave, dijo Groppel, es reconocer que nunca eliminarás el estrés de tu vida. Por lo tanto, hay que crear oportunidades frecuentes para que el cuerpo se recupere de este, al igual que harías para dejar descansar a tus músculos entre repeticiones de levantamiento de pesas. Tomar una caminata a modo de descanso, dedicarle cinco minutos a meditar o ir a almorzar con alguna amistad son maneras de darles a tu cuerpo y a tu mente un descanso del estrés.

“El estrés es el estímulo para el crecimiento, y la recuperación es cuando el crecimiento ocurre”, dijo Groppel. “Así es como desarrollamos el músculo de la resiliencia”.

• Sal de tu zona de confort.
La resiliencia no solo proviene de las experiencias negativas. Puedes cultivar tu resiliencia poniéndote en situaciones desafiantes. Groppel está planeando escalar el monte Kilimanjaro con su hijo, por ejemplo. Así que toma unas vacaciones intrépidas o corre un triatlón. Comparte tus habilidades poéticas secretas con extraños en un evento de lectura de poesía.

“Hay algo biológico en ello”, dijo Charney. “Tus sistemas para regular la hormona del estrés se harán menos reactivos al estrés para que puedas manejarlo mejor. Vive tu vida de manera que adquieras las habilidades que te permitan manejarlo”.

https://www.nytimes.com/es/2017/07/31/resiliencia-edad-avanzada/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

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sábado, 12 de agosto de 2017

_- Un nuevo modelo de negocio para rescatar al pan francés. Por STEPHANIE STROM





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_- CAP FERRET, Francia ⎯ Pascal Rigo tenía solo siete años cuando se enamoró de la panadería. Mientras pasaba el verano con su familia en la costa atlántica, empezó como aprendiz en una pequeña boulangerie, una de las docenas que había en Lège-Cap-Ferret, una porción de tierra a más o menos una hora por carretera al suroeste de Burdeos.

Con el paso de los años, mientras forjaba una fortuna en la industria panadera en Estados Unidos, una boulangerie tras otra fueron cerrando hasta que solo quedó una en este pueblo diminuto en la punta de la península donde él tiene una casa. Rigo considera el cierre de las boulangeries como una afrenta a la panadería francesa.

“La gente dice que los franceses ahora comen menos pan debido a la tendencia de no consumir gluten e ingerir pocos carbohidratos”, dijo Rigo, sentado en una cafetería y remojando un croissant hojaldrado en un chocolate caliente hecho al estilo francés, con chocolate derretido diluido en leche caliente.

En toda Francia, la boulangerie local ⎯el negocio familiar que produce baguettes tradicionalmente crujientes, brioches con sabor a huevo, bollos esponjosos y croissants tan ligeros como el aire— ha estado en declive en las últimas décadas, a medida que algunas personas han adoptado dietas libres de carbohidratos y otras se han acostumbrado a comprar el pan en supermercados y tiendas de conveniencia que producen el propio con ingredientes baratos. En este proceso, se lamentan los aficionados al pan, la calidad de la hogaza promedio se ha desplomado y muchas panaderías tradicionales han cerrado.

Es por eso que Rigo, un panadero entusiasta con una sonrisa de dientes separados al parecer perpetua, se ha embarcado en una misión personal para rescatar a este pilar de la cocina francesa una panadería a la vez, empezando con La P’tite Boulangerie du Ferret, una tienda que abrió en el verano de 2016. La ve como la primera en una cadena nacional de lo que llama microboulangeries (micropanaderías).

También ha empezado a buscar panaderías cerradas en pequeñas ciudades, con la esperanza de mejorar sus finanzas y volver a abrirlas. El plan es conectar a jóvenes panaderos con las panaderías en desuso en comunidades con 2000 personas o más.
 
“El pan es parte de nuestro patrimonio”, dijo Rigo, evocando la demanda popular de pan que provocó la famosa frase “Dejen que coman pastel” durante la Revolución francesa. “Me gustaría restablecer eso para mi país”.

Aplicar una estrategia moderna de tiendas múltiples a un producto tradicional hecho a mano podría parecer una contradicción. Pero Rigo, de 56 años, convirtió esa combinación en una carrera enormemente exitosa. Es conocido por fundar La Boulange, una pequeña cadena de cafeterías-panaderías en la bahía de San Francisco que vendió en 2013 a Starbucks por 100 millones de dólares y ahora está resucitando bajo un nombre ligeramente modificado,  La Boulangerie.

Su visión para Francia es una cadena de panaderías diminutas, cada una operada por un panadero, algunos con la ayuda de un encargado de ventas. Planea abrir al menos cuatro más este año en galerías comerciales, llamadas Les Halles de Bacalan, que están siendo construidas por el desarrollador Biltoki en el suroeste de Francia. La primera abrirá el 15 de octubre.

Rigo está negociando un contrato de arrendamiento para abrir una P’tite Boulangerie en el décimo distrito de París y está trabajando para llegar a un acuerdo con Biocoop, una tienda de productos orgánicos, para poner las micropanaderías en algunas de las 400 tiendas de la cadena en todo el país para finales del año.

“El problema es con la economía de la panadería, no con el pan”, dijo Rigo. “Voy a demostrar que se puede hacer buen pan y ganar dinero”.

Después de mucho estudio, ha decidido que el antiguo modelo de negocio simplemente ya no funciona. “Una propiedad costaría 400.000 euros y luego se tendría que comprar el equipo, así que para cuando abriera, el propietario promedio tendría un déficit de 800.000 euros”, dijo. “Luego estaría trabajando 20 horas al día porque no podría contratar a alguien para ayudarle y, sin embargo, tendría problemas para generar utilidades”.
 
Rigo planea eludir ese problema encogiendo el tamaño de cada tienda, reduciendo el número de personas necesarias para operarla, comprando ingredientes de manera central para mejorar el poder de negociación de las tiendas y limitando el número de productos vendidos. “Para tratar de obtener ganancias, los panaderos estaban tratando de vender de todo un poco, en vez de tratar de vender más de las cosas que la gente realmente quiere: baguetes, ficelles, boules”, dijo Rigo.

Para empeorar las cosas, en los noventa los molinos que durante años suministraron harina a los panaderos franceses empezaron a convertirse en competidores de ellos, invirtiendo en cadenas de panaderías que producían el pan de todos los días a escala industrial, a menudo usando masa congelada premoldeada.

“Vendían dos baguetes por el precio de una, tres por el precio de dos, cosas así, y pronto, cada vez que abría una tienda Marie Blachère ⎯parte de una gran cadena de panaderías respaldadas por molinos⎯ cerraban tres panaderías en tres ciudades pequeñas”, dijo Rigo.

El número de panaderías en Francia cayó a 28.000 en 2015, en comparación con las 37.800 que había apenas 20 años antes. Alexander Goransson, autor de un reporte de 2014 sobre el pan en Francia y principal analista en Euromonitor, una firma de investigación, dijo que el ritmo se ha desacelerado durante la última década, aunque las panaderías siguen cerrando.

Goransson dijo que Rigo podría estar poniendo su plan en movimiento justo en el momento correcto, porque más consumidores franceses están mostrando interés en panes de alta calidad ⎯que llaman “artesanales”⎯ que usan ingredientes mínimos y están recién horneados.

Una mañana nublada y ventosa, Virgine De Laval compraba cuatro baguetes en La P’tite Boulangerie en Cap Ferret. “Lo compro porque es buen pan”, dijo.

De Laval aseguró que en ocasiones compraba el pan en el supermercado, pero solo si estaba apurada. “Pienso que la gente hoy está volviendo cada vez más a los alimentos artesanales, sin conservantes y otros ingredientes que son poco conocidos”, dijo. “Hay un mayor aprecio por la forma en que se hacían las cosas en el pasado”.

En un periodo de dos horas, 67 clientes ⎯solo 600 personas viven aquí fuera de la temporada de vacaciones⎯ entraron a la diminuta panadería a comprar baguetes, firmes ficelles y croissants con sabor a mantequilla, todos hechos por Maud Moinard, de 23 años de edad, la panadera que opera el local.

Moinard tiene todo el equipo que necesita ⎯un enfriador de agua, una mezcladora, un horno, un fregadero, una amasadora, grandes sacos de harina y un refrigerador incrustado bajo la clásica vitrina de exhibición de mármol⎯ y trabaja sus masas mientras vende los panes. Conoce tan bien a sus clientes que antes de que incluso salgan de sus autos, ya está envolviendo las piezas que compran habitualmente en un delgado y ruidoso papel café.

“Por supuesto, a veces es ajetreado vender y hornear, también, pero así sé lo que necesito preparar”, dijo Moinard. 

https://www.nytimes.com/es/2017/07/29/un-nuevo-modelo-de-negocio-para-rescatar-al-pan-frances/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

viernes, 11 de agosto de 2017

La formación de la clase obrera en Inglaterra. E. P Thompson. Un libro excepcional.

Publicado en 1963, La formación de la clase obrera en Inglaterra es probablemente la obra de historia social inglesa más imaginativa de posguerra. Sin duda se trata de uno de los libros de historia más influyentes del siglo XX, y está dotado de una extraordinaria calidad histórica y literaria. E.P. Thompson muestra como la clase obrera participó en su propia gestación y recrea la experiencia vital de personas que sufrieron una pérdida de estatus y libertad, fueron degradadas y aún así crearon una cultura y una conciencia política de gran vitalidad.

La obra estableció la agenda para la "nueva historia social" de las décadas de 1960 y 1970, influyendo sobre muchos historiadores y académicos de otras áreas.

Ya en el prefacio, Thompson anotaba las ideas que guiarían a varias generaciones de historiadores: la clase es una relación más que una estructura o una categoría; la clase trabajadora se forjó a sí misma; existía un potencial revolucionario en dicha clase; y, quizás lo más importante, que la responsabilidad de los historiadores era la de "rescatar" a la gente ordinaria del pasado, especialmente aquellos que habían sido derrotados, de la "enorme condescendencia de la posteridad".
E.P. Thompson y la Formación de la clase obrera en Inglaterra, 50 años después.
Entrevista a Bryan Palmer y Marcelo Badaró
Carlos Alberto Ríos Gordillo y Alejandro Estrella González 1
Ver aquí.

http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/trashumante/article/view/20380/17183

jueves, 10 de agosto de 2017

El siglo de la Revolución Josep Fontana ha acometido la empresa de contar la historia del mundo en los cien años que van de la revolución rusa a nuestros días. Occidente sale maltrecho del empeño


Revolución en el sigloEl profesor Fontana ha acometido una empresa enormemente ambiciosa: historiar el desempeño -¿la deriva?- del mundo desde el comienzo de la Gran Guerra (1914) hasta prácticamente fin de 2016. Se trata de un periodo que ya ha sido colonizado por otros autores, aunque más bien a tramos y creo que nunca apurando los acontecimientos hasta virtualmente anteayer. Y no cabía esperar que el historiador catalán se limitara a pergeñar una versión, sin duda bien hilada, pero más o menos de acuerdo con la Vulgata occidental sobre el asunto. Es, por el contrario, esta una versión alternativa del mundo en que hemos vivido, y Occidente sale francamente maltrecho del negocio.

Es lo que hoy se suele llamar relato y la versión predominante en Occidente es bien conocida. La Gran Guerra provocó la caída de cuatro imperios, entre ellos el zarista, lo que suponía un terremoto histórico. La reacción inicial de las potencias fue titubeante, Francia, Inglaterra y en menor medida EE.UU., enviaron contingentes militares para apoyar a los ‘blancos’, pero posiblemente porque la restauración imperial no entusiasmaba a nadie la guerra civil rusa se decantó por sí sola en favor de los revolucionarios, aunque quedó consagrado que había un grave peligro al Este.


Ronald Reagan (izquierda) y Mijail Gorbachov, en el rancho californiano del primero, en mayo de 1992.

Fontana cree, en cambio, que, aparte de saludar brotes aislados como el de Bela Kun en Hungría, es en Rusia donde el marxismo leninismo iniciaba la construcción del ‘hombre nuevo’, desentendiéndose de lo que pasara más allá. Y la victoria soviética en la Segunda Guerra no haría sino confirmar que los ‘monstruos’ habitaban al Este del Vístula.

El siguiente gran episodio es la Guerra Fría, cuya responsabilidad atribuye el profesor fundamentalmente a Occidente. Truman, la eventual defensa de Turquía e Italia, presuntos avant-posts bamboleantes del mundo libre, se imponían a cualquier tentativa de escuchar lo que estaba diciendo Moscú: cooperación, paz en las fronteras para seguir con su ingente obra. Fontana no disimula, por supuesto, la existencia de horrores estalinistas, pero en alguna medida lo echa también en la cuenta de los errores occidentales. Y hace una mención muy especial de Kruschev, que sí, afirma que inició un curso que apuntaba a la construcción de un nuevo país. Lo demás es el ‘error Gorbachov’, no tanto lo que hizo y deshizo como su propia incomprensión física de qué madera estaba hecha la Rusia comunista.

El gran villano de esta historia es EE.UU. y, en términos generales, su consecuencia la pérdida de una oportunidad histórica para el mundo en este siglo revolucionario. Y como curiosidad, solo relativamente menor, las menciones a España son solo ecos distantes, lo que corresponde a la escasa relevancia de nuestro país en el siglo. Pero no por ello deja de llamar la atención que la Guerra Civil solo merezca un párrafo. Decisión sin duda meditada.

No creo, finalmente, que se deba juzgar una obra basándose en si el reseñador está o no de acuerdo con la descripción de la realidad vía el autor, sino antes bien en su capacidad de argumentar y defender el andamiaje de sus opiniones o demostraciones. En ese terreno, Fontana me parece especialmente sólido en la crítica del capitalismo y de las fuerzas que lo amparan. Un sistema, liberal dentro de sus límites, en el que subraya, como colofón, que el mundo vive hoy una deliberada fórmula de creciente desigualdad, en el que se pretende que la sociedad se acomode porque es lo único que hay.

Una historia del mundo, en la que seguramente hará falta algún grado de disidencia intelectual para apreciarla en toda su magnitud.

El Siglo de la Revolución. Una historia del mundo desde 1914. Josep Fontana. Crítica, 2017. 802 páginas. 28,90 euros.

https://elpais.com/cultura/2017/04/28/babelia/1493380684_914306.html

miércoles, 9 de agosto de 2017

Lo real. Está lejos (tal vez por fortuna), pero no hay ningún problema de principio para ‘bajarse’ un bocadillo de Internet

“Todo está en Internet”, decía un personaje de El Roto, y otro le respondía: “A ver, dame un bocadillo”. El chiste tiene un ángulo de crítica contra la tecnología, una de las marcas de fábrica de este extraordinario creador, pues es cierto que los desbocados avances técnicos se dan de patadas en nuestro tiempo con las miserias, estrecheces y desigualdades más escandalosas. Pero la viñeta también tiene una lectura más general y profunda, relativa a la frontera infranqueable entre lo virtual y lo real, a la aparente imposibilidad de convertir cadenas simbólicas de ceros y unos en un bocadillo, justamente.

La frontera de El Roto, sin embargo, se puede empezar a disipar en el futuro cercano. Tomemos, por ejemplo, las hamburguesas hechas con células madre. De momento solo consta públicamente la existencia de una, presentada en diciembre de 2011 con gran aparato eléctrico y la presencia ostentosa de Ray Kurzweil, inventor, músico, empresario, científico de la computación y jefe de ingeniería de Google. Aquella hamburguesa se cortó en dos trozos y cada mitad se ofreció a un crítico gastronómico de renombre. Los dos coincidieron en que la textura era muy similar a la de la carne real, aunque el sabor se resentía de su completa falta de grasa. Los científicos contratados por Kurzweil habían partido de células madre del músculo, con el previsible resultado de un ladrillo cárnico más aburrido que una tarde de domingo. Esto se podría resolver añadiendo células madre de la grasa, aunque de momento no hay noticia de ello. Pero volvamos a nuestro punto.

Por mucho que esté hecha a partir de células madre, la hamburguesa sintética seguirá siendo un objeto del mundo real, ¿no es cierto? Sí, pero introduzcamos ahora otra pieza de tecnología en alza vertiginosa, la impresora 3D. Si esta máquina eyecta polvo mineral, construirá un objeto geológico; si eyecta células vivas, fabricará un objeto biológico. No es fantasía: los científicos ya están utilizando la impresión 3D para eyectar células de levadura y construir pequeños fermentadores (de cerveza, pan o fármacos) mucho más eficientes que los convencionales.

De modo que, para satisfacer la petición del bocadillo, el personaje de El Roto necesitaría una impresora 3D con el cartucho bien cargado de células madre de músculo, a ser posible células madre de grasa y, desde luego, trigo y levadura para hacer el pan. Una vez así equipado, el tipo podrá bajarse un bocadillo de Internet. Está lejos (tal vez por fortuna), pero no hay ningún problema de principio.

https://elpais.com/elpais/2017/07/26/opinion/1501071363_719288.html

martes, 8 de agosto de 2017

_- La escritora Siri Hustvedt recopila sus ensayos sobre feminismo, arte y ciencia en 'La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres'

_- Hace un tiempo que los neurocientíficos buscan las causas genéticas y bioquímicas del suicidio. ¿Es un avance o un retroceso? La escritora Siri Hustvedt tampoco lo tiene claro. Para dar una conferencia sobre el tema invirtió año y medio “y me leí absolutamente todo sobre el tema”, dice estirando sus brazos tan enjutos como el cuerpo y los ojos cerrados. Y es verdad: sólo hace falta contemplar el resultado en el libro La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (Seix Barral; Edicions 62, en catalán), compilación de sus ensayos y charlas sobre el triángulo temático feminismo, arte y ciencia. Son más de 400 páginas donde caben desde las diferencias artísticas sobre sexo entre Mapplethorpe y Almodóvar a Kierkegaard y las verdades de la ficción, pasando por la representación de la mujer en De Kooning, Beckmann o Picasso, este último entre Enrique VIII y Jack el Destripador en su plasmación de las féminas.

“Es curioso que se busquen las raíces genéticas sobre un hecho del que se sabe que al final elige el ser humano, se olvidan la epistemología… Es como cuando en el XIX medían los cerebros para explicarse las diferencias raciales o sexuales; lo que te lleva a ser como eres es una combinación de la carga genética y la historia personal y la de la humanidad”, resume Hustvedt (Minnesota, 1955).

Entre las proteicas lecturas del libro, la esposa del escritor Paul Auster (etiqueta no muy de su agrado) intenta ser puente entre los que creen indiscriminadamente en la tecnología y los que están encerrados con el arte. “En los estudios de neurociencia afloran presupuestos filosóficos aún no cerrados, se hace la pregunta 357 cuando las 356 anteriores no se han resuelto, todos se suben a una escalera que tiembla”, dice. Por eso, defiende, la Inteligencia Artificial está en punto muerto: “Se toma la mente sólo como un ordenador y el problema de cuerpo y mente nos remite a Pitágoras y a Platón”.

Pertrechada de nombres y puntos de vista, Hustvedt encarna lo que defiende: “La única diferencia entre una intelectual mujer y un intelectual hombre es que aquella ha de estar preparada para ser atacada y castigada; lo que en el hombre es sensibilidad y brillantez, en la mujer es emotividad y pretenciosidad”, ilustra. “La clave está en alejarse y examinar los prejuicios que todos tenemos”.

Con esa voluntad aséptica llega a la conclusión, en el ámbito de la construcción del conocimiento, de que existe una especie de plaga en el mundo intelectual: “Es el consenso cultural, que en lo literario se traduce en ese dominio de la novela realista con familias disfuncionales y un uso gramatical y de léxico no demasiado alejado del periodismo… La literatura y el arte siempre han sido resultado de la necesidad de confirmar la visión del mundo de uno; lo que ha ocurrido es que la explosión tecnológica ha generado una masa de información brutal que, irónicamente, ha consolidado una extraña mediocridad e uniformidad”. Y en esa línea, el thriller y el best-seller fagocitan la alta literatura: ya nadie, dice, puede apreciar el suspense en Henry James. Hustvedt tiene explicación científico-artística, claro: “El ser humano integra códigos y convenciones y con la lectura generamos nuestra capacidad de entender y para eso se necesita tiempo y llevamos ya bastante con un determinado marco conceptual literario que al final no nos va a dejar comprender otros modelos; la literatura de best-seller está asfixiando otras formas de explicar, narrar el mundo”.

Iconoclasta, la autora de Todo lo que amé esquiva alguna respuesta del feminismo, como la petición de cuotas o ciertos estudios culturales. “Me interesa menos buscar paridades en empresas que las razones subyacentes en la discriminación”. Y lo ejemplifica con lo que ha bautizado como “la negación del origen”: “En toda la filosofía y el arte occidental está la muerte, pero se suprime el nacimiento, aquello que distingue al hombre de la mujer; ¿por qué?: es el miedo humano a la dependencia del nacido y eso lleva a suprimirlo… Pero eso tiene ramificaciones políticas: el hombre autónomo, racional, soltero, self-made man, que no nace, que no depende de nadie… Eso es una fantasía total, pero eso es Donald Trump”.

En 2008, Auster aseguró a este diario que EEUU vivía una guerra civil de las ideas; ¿acertó? “Paul suele expresarse con hipérboles, pero tenía razón: hay una guerra de ideas en EEUU con dos grandes principios disparados por Trump: el racismo y la misoginia; tiene una explicación demográfica: los blancos han perdido su estatus por ser blancos, y esa vergüenza, humillación y miedo por perder su hegemonía, azuzado por la brecha entre el mundo rural y el urbano, les ha llevado a votar a un Trump cuyos comentarios sobre las mujeres, en vez de desacreditarlo, le ayudaron; pero eso es el mismo discurso del populismo de derechas que ahora se ve en Europa y es lo que hay tras el Brexit”.

Hustvedt lo tiene claro:
“Hillary Clinton no habría podido ganar nunca, izquierda y derecha tuvieron un trato mezquino con ella, acusándola de demasiado fría, cerebral, intelectual; pagó la misoginia del país de los cowboys y las pistolas”

https://elpais.com/ccaa/2017/04/21/catalunya/1492809468_347071.html

lunes, 7 de agosto de 2017

_- Modelos de sanidad. Muchos de los mejores sistemas sanitarios del mundo se han basado en modelos públicos.

_- La sanidad constituye un ejemplo de la paradoja del aislacionismo e insolidaridad
que está emergiendo como respuesta a exigencias globales que resultan incómodas para algunos supuestos líderes mundiales. Los sistemas de salud están indisolublemente unidos a tendencias difícilmente reversibles en algunos países como el envejecimiento de la población. También a la emergencia e intensidad de algunos flujos migratorios. Sería terrible que en un momento en que la computación y los avances de investigación pueden erradicar algunos de los males hasta ahora endémicos relacionados con la sanidad en todo el mundo, se abandone ese camino.

En países como EE UU, donde los problemas relacionados con la salud no han hecho más que crecer, la cobertura de cientos de miles de familias provoca sonrojo por su escasez o inexistencia.
Y los planes que ahora se manejan podrían dejar entre 20 y 30 millones de norteamericanos sin asistencia. En Reino Unido, un sistema público tradicionalmente admirado, se están realizando recortes. Y fenómenos como el Brexit pueden implicar una reducción de la competitividad de sus recursos humanos que, en buena medida, ha venido del exterior en las últimas décadas. Culpar a la inmigración del coste de la sanidad resulta inexacto e injusto. Obvia otras realidades como la proliferación de malos hábitos alimenticios, el mal uso (y abuso) de los servicios públicos o los efectos del envejecimiento.

Lo que no debe sorprendernos es que muchos de los mejores sistemas sanitarios del mundo se han basado en modelos públicos
con cierto grado de universalidad y preservar ese tipo de modelos puede ser esencial, con los recursos precisos, para dotarlo de solidaridad externa. Y aquí aparecen de nuevo países como Alemania tomando el testigo de esos liderazgos y recordando (como se hizo en la cumbre de Hamburgo de principios de este mes) la urgencia de abordar algunos temas de investigación, inversión y coordinación para combatir ciertas epidemias y crear sistemas de prevención, entre otras cuestiones. Como en otros ámbitos socioeconómicos, lo que hace Alemania es fomentar el llamado “liderazgo de sistemas” que consiste en crear grupos que puedan contrarrestar el aislacionismo de los que hasta ahora han sido los líderes mundiales. Un nuevo modelo ante la amenaza de falta de respuesta a emergencias sanitarias mundiales. Un debate controvertido.

España debe formar parte de ese grupo solidario y reactivo.
Siempre aparece en todos los rankings como uno de los mejores sistemas del mundo, aunque la satisfacción vaya por barrios. La fórmula para preservar el modelo y ayudar a la coordinación internacional es sencilla: escuchar a los profesionales del ramo. Y se comprueba que a la eficiencia no se llega con recortes sino con un buen uso de los recursos. Ni los gestores son siempre los adecuados (respondiendo a motivaciones políticas más que profesionales) ni los usuarios somos responsables. Ni la inversión en investigación va en la dirección que debería.

Es más fácil culpar a la inmigración u obviar la necesaria coordinación y solidaridad internacional.
Pero ese no es el modelo.

https://economia.elpais.com/economia/2017/07/24/actualidad/1500908327_703746.html

domingo, 6 de agosto de 2017

“Hay que recuperar la disciplina y la autoridad en la escuela”. La exasesora en educación del Gobierno sueco Inger Enkvist se posiciona en contra de las nuevas metodologías educativas.

No es fácil encontrar una opinión como la de Inger Enkvist (Värmland, 1947).

Mientras la mayoría de los gurús educativos abogan por terminar con las filas de pupitres, con los formatos de clase encorsetados y por dar más libertad a los alumnos dentro del aula, Enkvist, exasesora del Ministerio de Educación sueco, cree que hay que recuperar la disciplina y la autoridad de los docentes en las clases. “Los niños tienen que desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo y para eso necesitan que un adulto les guíe. Aprender requiere esfuerzo y si se deja a los alumnos elegir, simplemente no sucede”.

Catedrática de Español en la Universidad de Lund (Suecia), Enkvist comenzó su carrera educativa como profesora de Secundaria y durante más de treinta años se ha dedicado a estudiar y comparar los sistemas educativos de diferentes países del mundo. Además de la publicación de libros como La buena y la mala educación (Encuentro, 2011), ha publicado más de 250 artículos sobre educación.

Enkvist compareció el pasado marzo en la comisión de Educación del Congreso de los Diputados para aportar su visión sobre el modelo educativo en España, del que echa en falta motivación por parte del profesorado y una reformulación de los grados en Maestro en Educación Infantil y Primaria -nombre de la carrera de Magisterio tras el Plan Bolonia- para intentar captar a los mejores estudiantes.

Pregunta. Las nuevas corrientes de innovación educativa reclaman un papel más activo por parte de los alumnos. Acabar con las clases magistrales y crear metodologías que impliquen acción por parte del estudiante. ¿Por qué se opone a ese modelo?
Respuesta. La nueva pedagogía promueve la antiescuela. Los colegios se crearon con el objetivo de que los alumnos aprendieran lo que la sociedad había decidido que era útil. ¿Cuál es el propósito de la escuela si el estudiante decide lo que quiere hacer? Estas corrientes quieren enfatizar al máximo la libertad del alumno, cuando éste lo que necesita es una enseñanza sistemática y muy estructurada, sobre todo si tenemos en cuenta los problemas de distracción de los niños. Si no se aprende en Primaria a ser ordenado y a aceptar la autoridad del maestro, es difícil que se haga más tarde. El alumno no siempre va a estar motivado para aprender. Hace falta esfuerzo.

P. En su libro cuestiona la creencia de que todos los niños quieren aprender y, por lo tanto, es una buena opción dejar que tomen la iniciativa y aprendan solos. ¿Cuáles son sus argumentos en contra?
R. Esto nunca ha sido así. Es una idea romántica que viene de Rousseau; dar por hecho que el ser humano es inocente, bien intencionado y bueno. Un niño puede concentrarse en una tarea por iniciativa propia, pero normalmente será en el juego. Aprender a leer y escribir o matemáticas básicas requiere trabajo y nadie se siente llamado a dedicar un esfuerzo tan grande a asimilar una materia tan complicada. Se necesita apoyo, estímulos y algún tipo de recompensa, como la sonrisa de un profesor o la felicitación de los padres.

P. ¿Qué se debería recuperar del antiguo modelo de educación?
R. Tener claro que el profesor organiza el trabajo del aula. Si los alumnos planifican su propio trabajo se hace muy complicado que obtengan buenos resultados y eso desmotiva al profesor, que no quiere responsabilizarse de algo que no funciona. Estas metodologías están alejando de las aulas a los profesores más competentes. Ya no se considera beneficioso que el adulto transmita sus conocimientos a los alumnos y se fomenta que los jóvenes se interesen por las materias siguiendo su propio ritmo. En un ambiente así no es posible enseñar porque no existe la confianza necesaria en la figura del profesor. Vivir en lo inmediato sin exigencias es todo lo contrario a la buena educación.

P. Usted ha calificado el autoaprendizaje como contraproducente. Pero una vez que finaliza la formación obligatoria y los estudiantes consiguen un trabajo, el mercado laboral cambia rápido y se pueden ver obligados a reciclarse y cambiar de profesión. ¿No cree que es buena idea enseñarles desde pequeños a tomar la iniciativa en el aprendizaje?
R. Esa es la gran falacia de la nueva pedagogía. Los niños tienen que aprender contenidos, y no el llamado aprender a aprender. Solo con decir a los alumnos que tomen decisiones no van a saber hacerlo. Pongo un ejemplo. El Gobierno sueco ofrece cursos de formación para adultos y su desesperación llega cuando solo se apuntan ciudadanos con un perfil educativo alto. Les interesa y lo encuentran útil y por eso tienen ánimos para empezar. Si uno aprende un contenido, piensa que es capaz y que en el futuro podrá volver a hacerlo. ¿Quién es más adaptable y más flexible al perder un trabajo? El que ya tiene una base de conocimientos, el que cuenta con más recursos interiores y eso lo proporciona la educación. Cuanta más autodisciplina, más posibilidades tienes por delante y menos desesperado te sentirás ante una situación límite.

P. Hay un gran debate en cuanto a la utilidad de los exámenes. Algunos expertos defienden que en la vida adulta no se dan ese tipo de pruebas y que lo importante es haber desarrollado habilidades para adaptarse a diferentes entornos.
R. Esa es la visión de alguien que no sabe cómo funciona el mundo de los niños. En la vida adulta, todos tenemos fechas tope, momentos de entregar un texto y esto se aprende en la escuela. Con los exámenes el niño aprende a responsabilizarse y entiende que no presentarse a una prueba tiene consecuencias; no lo repetirán para él. Si no cumplimos con nuestras obligaciones en la vida adulta, pronto nos veremos descartados de los ambientes profesionales. Los exámenes ayudan a desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo.

P. ¿Por qué cree que el modelo actual de escuela no permite que nadie destaque?
R. El colegio no es neutro, no todos van a aprender igual. En las aulas se dan unos desequilibrios enormes en un mismo grupo, puede haber hasta seis años de diferencia intelectual entre los alumnos. La escuela debería mantener a los niños con diferentes capacidades juntos hasta los once años y a partir de ahí ofrecer diferentes niveles para las asignaturas más complejas. En algunas escuelas públicas de Alemania se hace. Para los que no lo entiendan pongo un ejemplo. Imagina meter en una misma clase a 30 adultos con niveles socioculturales e intereses totalmente dispares y pretender que aprendan juntos. Eso es lo que estamos pidiendo a nuestros hijos. En menos de una semana habría una rebelión.

P. La escuela mata la creatividad, según el pedagogo británico Ken Robinson.
R. Lo más sencillo es pensar en un músico de jazz. Parece que está improvisando, jugando. ¿Cómo puede hacerlo? Sabe 500 melodías de memoria y usa trozos de esas piezas de forma elegante. Lo ha repetido tantas veces que parece que lo hace sin esfuerzo. La teoría es necesaria para que surja la creatividad.

P. Si hablamos de los contenidos que se aprenden en la escuela. ¿Cree que habría que modernizarlos?
R. Una profesora española me contó que uno de sus alumnos le dijo en clase que para qué le serviría estudiar a Unamuno, que qué aplicación práctica podía tener. Necesitamos conocer la situación de nuestro país, saber de dónde venimos. Con Unamuno se aprende un modelo de reacción, que no tiene porqué adoptarse, pero conocerla te ayuda a elaborar tu propia forma de ver el mundo.

https://economia.elpais.com/economia/2017/07/10/actualidad/1499687476_336740.html?rel=mas

Otras opiniones: http://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2017/04/01/cachete-del-senor-calatayud/

Otra opinión distinta y contraria a los exámenes: https://verdecoloresperanza.blogspot.com.es/2016/09/sugata-mitra-los-examenes-ya-no-sirven.html#links

sábado, 5 de agosto de 2017

Educado por sus padres en casa y admitido en una universidad británica. Leonel Virosta, superdotado de 18 años, estudió la Secundaria sin acudir al instituto y ha sido aceptado por la Universidad de Manchester.

Leonel Virosta sabe que es especial.
Tiene 18 años y a diferencia de la mayoría de jóvenes de su edad, él no fue al instituto. Desde los 10 años sus padres le educaron en su casa de Cuevas del Valle, un pueblo de 500 habitantes en la provincia de Ávila. Diagnosticado como alumno de alta capacidad con sobredotación intelectual a los seis años, Leonel se preparó por su cuenta el Bachillerato y la PAU (antigua Selectividad) y obtuvo una nota media de 12,62 sobre 14. Quería estudiar el grado en Bioquímica en la Universidad Complutense, pero el Ministerio de Educación le denegó el acceso por no tener los certificados oficiales. Su suerte cambió hace unos meses cuando la Universidad de Manchester le admitió pese a no haber pisado ningún centro de Secundaria.

“El colegio se basa en un sistema de castigos y recompensas, profesores que te regañan en función de tus notas y estudiantes que te admiran o hablan mal de ti. Esa es una falsa motivación. En casa no hay ayuda externa, todo depende de ti”, explica Leonel en la sede madrileña de British Council, que le acaba de escoger de entre 400 jóvenes españoles para concederle la Beca IELTS, dotada con 10.000 euros e impulsada para animar a estudiar un grado o posgrado en inglés.

"Cuando estudias en casa aprendes a ser disciplinado, tienes que cumplir unos horarios y no despistarte", detalla Leonel. En España todas las familias están obligadas a escolarizar a sus hijos desde los seis hasta los 16 años. Algunos padres deciden educarles en casa, una opción que no está regulada y que puede ser motivo de denuncia.

Junto a Leonel está su madre, Belén Gutiérrez, que asegura que a los tres años el niño ya leía y escribía. “Pillaba al vuelo los juegos de palabras”, cuenta. Leonel nació en Alicante y muy pronto sus padres, ambos actores, decidieron instalarse en un pequeño pueblo para criar a su hijo en un entorno de naturaleza. Aunque “ya tenía resistencia a entregarle al sistema educativo”, relata Gutiérrez, a los cuatro años le matricularon en un colegio rural de El Hornillo, a 29 kilómetros por carretera de Cuevas del Valle. Se decantaron por ese centro porque una vecina les había hablado maravillas de una de sus profesoras, Juana Cano. "Me consolaba pensar que le entregaba a una maestra rural de las que todavía sienten pasión por su trabajo; pocos alumnos en clase y una educación personalizada".

Esa maestra recuerda bien el caso de Leonel. "El primer año demandaba más atención que el resto, siempre tenía que cogerle en brazos, se notaba que no había tenido contacto con otros niños", describe Juana Cano. Pronto empezó a destacar en el plano intelectual. Cuando les encargaban redactar un poema en casa, él traía un pequeño libro con diez poemas. Mientras estudiaban el cuerpo humano, él llegaba a clase con un trabajo sobre las patologías del corazón. "Sus respuestas eran divergentes, no eran las habituales, él iba por otro lado", señala Cano.

A los seis años la maestra y la psicopedagoga del centro, con un total de 30 alumnos, recomendaron a los padres de Leonel que le realizaran un test para detectar altas capacidades. El diagnóstico lo confirmó y decidieron adelantarle un curso para que estuviese en un entorno más acorde a su nivel. Al final se saltó dos cursos, no realizó segundo ni cuarto de Primaria, una medida 100% legal contemplada por la Consejería de Educación de Castilla y León para ese tipo de alumnos conocida como flexibilización curricular.

Cano se inscribió en un curso online del Ministerio para apreder metodologías específicas para atender a alumnos con altas capacidades. Unos años después pasó a encargarse de otro grupo y dejó de ser su maestra. Se enteró de que otra profesora "le estaba haciendo la vida imposible" porque no se aprendía de memoria las tablas de multiplicar. "Él tenía sus propias fórmulas de cálculo y sus compañeros también empezaron a juzgarle". A los 10 años Leonel terminó la Primaria y sus padres decidieron seguir educándole en casa. "No les juzgo porque el sistema educativo no sirve para todos. A veces los padres tienen que defender a sus hijos de ese sistema", opina Cano, que tras la marcha de Leonel del centro le perdió la pista.

El siguiente episodio son ocho años en los que sus padres compraron los libros de texto de las diferentes asignaturas y cursos de la ESO, los estudiaron en profundidad y le dieron las lecciones en casa. "En España no hay centros públicos de Secundaria para alumnos con altas capacidades y el CIDEAD -único centro del Ministerio de formación a distancia para jóvenes- no aceptó a Leonel", argumenta su madre. El problema era que el CIDEAD solo admite a alumnos a petición de las comunidades autónomas con los informes pertinentes de la inspección educativa. Entre sus 1.800 alumnos, la gran mayoría son niños de entre seis y 16 años que residen fuera de España, hijos de familias itinerantes que cambian frecuentemente de domicilio (como los trabajadores del circo) y deportistas de alto nivel. Además, según reconoce Raúl Pardo, actual director del CIDEAD, el centro no dispone de un servicio para alumnos con altas capacidades.

Para poder certificar los estudios del chico, sus padres recurrieron a centros de homeschooling (en español, escuela en casa) en Estados Unidos y Panamá, que cada año le hacían exámenes online para acreditar sus conocimientos. El drama llegó cuando Leonel finalizó el Bachillerato con 16 años, realizó la PAU por la UNED, obtuvo una muy buena nota (12,62 sobre 14), y el Ministerio le comunicó que no podía acceder a la universidad en España al no disponer de certificados oficiales. El Instituto Internacional del Pacífico -con sede en Panamá-, que le certificó el Bachillerato, no está homologado en España.

Durante dos años Leonel, que ahora vive en Serdio, un pueblo de casi 200 habitantes de Cantabria, con sus padres y sus tres hermanos pequeños -todos escolarizados-, creó un canal de YouTube para enseñar Biología. La inspiración le vino de todos los vídeos educativos que consultó durante esos ocho años de aprendizaje autodidacta. "El sistema británico es mucho más flexible que el español; para admitirle en la Universidad de Manchester han valorado que está motivado y que tiene los conocimientos", señala Carolina Jiménez, directora de política educativa de British Council España.

En el encuentro con Leonel y su madre surgen algunas preguntas incómodas, como la falta de socialización de un adolescente. "He sufrido que no tuviese una pandilla de amigos con 17 años, pero es importante aprender a estar solo", confiesa su madre. Él está contento con la persona que es y dice que no cambiaría nada. Es un apasionado de la ciencia y cree que de no haberse educado en casa no tendría una convicción tan poderosa."Yo nunca he sido tímido y ser diferente no me ha hecho introvertido. De hecho, lo que más me atrae de Manchester en su comunidad internacional", aclara Leonel.

El próximo septiembre se separará por primera vez de su familia para volar a la ciudad británica. "Cuando despegue el avión y los deje en tierra quizás sea el momento más triste que he vivido", cuenta. "Pero lo estoy deseando".

ADMITIDO EN MANCHESTER PARA ESTUDIAR BIOLOGÍA CELULAR
Hace unos meses, la Universidad de Manchester admitió a Leonel Virosta para estudiar un grado en Biología Celular. Con una condición: debía cursar un Foundation, nombre que recibe el curso de un año de duración que tiene como objetivo preparar al alumno con los conocimientos específicos sobre la materia en inglés y cuyo precio de matrícula es igual a un curso universitario, 9.250 libras al año (10.424 euros) en el caso de la pública. Finalmente, le han comunicado que podrá acceder directamente a la carrera gracias a haber obtenido la beca de British Council, que valora, entre otras cosas, la habilidad para innovar y "ser una persona dinámica".

"Nosotros no podemos costearlo, es magnífico que British conceda este tipo de ayudas", indica la madre de Leonel, Belén Gutiérrez. El Gobierno británico ofrece préstamos sin intereses por un importe máximo de unas 9.250 libras al año a los estudiantes, que comenzarán a devolverlo cuando su sueldo sea superior a 21.000 libras (23.741 euros) al año. Una vez transcurridos 30 años, la deuda prescribe. A diferencia de España, en Reino Unido no existe la Selectividad ni las notas de corte para acceder a un grado. Cada universidad fija unos requisitos de acceso y uno de los criterios para realizar la criba, además de las cartas de recomendación y las entrevistas personales, es la nota media obtenida en primero y segundo de Bachillerato.

https://economia.elpais.com/economia/2017/07/18/actualidad/1500385881_837539.html

viernes, 4 de agosto de 2017

Nicolás Hernández Guillén presenta en Valencia los poemas y crónicas de su abuelo durante el conflicto. Nicolás Guillén, un poeta comunista en la guerra de España.

Enric Llopis
Rebelión

Reconocido como el Poeta Nacional de Cuba, la obra de Nicolás Guillén (1902-1989) lo es también política, epistolar y periodística (en los años 30 participó muy destacadamente en revistas como “Resumen” o “Mediodía”). Autor de “Motivos de son”, “Sóngoro Cosongo”, las “Elegías”, “La paloma de vuelo popular” y “El gran zoo”, su poesía introdujo las aspiraciones populares del negro. Tal vez en ese punto resida su carácter universal. Guillén permaneció exiliado en la etapa final de la dictadura de Batista, volvió a Cuba tras la victoria de la Revolución, en 1959, donde formó parte del Partido Comunista y se implicó en la edificación del socialismo. También fue uno de los fundadores y primer presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Un periodo de la biografía de Guillén reviste hoy máxima actualidad. Se trata del momento en que el poeta partió de México a España, con el fin de participar en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, cuyo 80 aniversario se celebró el pasado cuatro de julio. Ese día del año 1937 se inauguró el Congreso en Valencia, capital de la II República desde noviembre del año anterior, debido al asedio que sufría Madrid. Se celebraron sesiones del magno congreso de escritores en Valencia, Madrid, Barcelona y París, en las que participaron más de un centenar de intelectuales antifascistas. En España Nicolás Guillén conoció a Antonio Machado, José Bergamín, Rosa Chacel, Luis Cernuda, Emilio Prados o Miguel Hernández; también se relacionó con Alberti, Neruda, César Vallejo y León Felipe; y se encontró con Octavio Paz y Alejo Carpentier.

Todavía en México, en mayo de 1937, Nicolás Guillén escribió “España. Poema en cuatro angustias y una esperanza”, que se publicó dos veces ese año. Este poema y otros del mismo autor, además de crónicas y evocaciones aparecen recogidos en el libro “España. Poemas y crónicas sobre una guerra antifascista”, presentado en el Centre Octubre de Valencia por el nieto del poeta, Nicolás Hernández Guillén. Editado por Sensemayá, en la publicación del texto han colaborado la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí y el Ayuntamiento de Buñol (Valencia). Matemático de profesión (se doctoró entre La Habana y Belgrado), militante del Partido Comunista y presidente de la Fundación creada en 1991 para difundir el legado de su abuelo, Hernández Guillén recuerda la trascendencia de la guerra española de 1936 en Cuba. Se puso de manifiesto en vivas polémicas como las que mantuvieron el ultraconservador Pepín Rivero, director de “Diario de la Marina”, y el político Eduardo Chibás, fundador del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) en 1947 con un rotundo lema: “Vergüenza contra dinero”.

A las discusiones en los periódicos se agregó otro hecho de interés, el de los cubanos que se trasladaron a España para combatir como voluntarios durante la guerra civil; según algunas fuentes, llegaron a los 1.400, de los que más de un centenar fallecieron. “Cuba se convirtió en el país que más brigadistas internacionales aportó, proporcionalmente a su población”, subraya Nicolás Hernández Guillén. Otro ejemplo de compromiso palmario es el del periodista Pablo de la Torriente Brau, uno de los grandes reporteros de la historia cubana, fallecido en el frente de Majadahonda (Madrid) en diciembre de 1936, cuando informaba en calidad de corresponsal para las revistas “New Masses” de Nueva York y “El Machete” de México, entre otras. También fue designado Comisario de Guerra y miembro del Estado Mayor del 109 Batallón de la Séptima División. Tenía 35 años cuando murió de un balazo en el pecho; tres semanas antes había conocido a Miguel Hernández, quien le dedico una elegía. Las apasionadas cartas y crónicas de Pablo de la Torriente en España fueron publicadas en abril de 2016 por la editorial Dyskolo.

La crítica otorga a “España. Poema en cuatro angustias y una esperanza” un significado especial. Según Nicolás Hernández Guillén, se trata de una de las grandes elegías de su autor, “muy sentida, honesta y la única que tuvo un carácter urgente”. Porque escribía sus versos a mano y con lápiz, y después los dejaba reposar. Siempre tenía modificaciones que hacer. En la “angustia” primera –“Miradas de metales y de rocas”- repite el poeta a modo de estribillo: “Ni Cortés, ni Pizarro/(aztecas, incas, juntos halando el doble carro)./Mejor sus hombres rudos/saltando el tiempo”. Y en el núcleo de la elegía, lamenta: “¡Miradla, a España, rota!/Y pájaros volando sobre ruinas,/y el fachismo y su bota,/y faroles sin luz en las esquinas,/y los puños en alto,/y los pechos despiertos,/y obuses estallando en el asfalto/sobre caballos ya definitivamente muertos”. Así observa la realidad española en el poema “La voz esperanzada”: “Viéndote estoy las venas/vaciarse, España, y siempre volver a quedar llenas;/tus heridos risueños,/tus muertos sepultados en parcelas de sueños;/tus duros batallones,/hechos de cantineros, muleros y peones”.

Nicolás Guillén, Juan Marinello, Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez y Leopoldo Fernández Sánchez integraron la delegación cubana en el Segundo Congreso Internacional de Escritores. Invitado el evento por Neruda y Alberti, Guillén intervino en dos ocasiones, en Madrid y la sesión de clausura en París. En uno de los discursos denuncia el rasgo antidemocrático principal del fascismo: dividir a la humanidad por criterios raciales. Dicen que existe una “pretendida raza superior, seguramente blanca y pretendidamente rubia”. Pero Guillén afirma que llega a España como hombre negro; y que ha nacido en un país donde los negros “representan una parte muy importante del pueblo, a cuya formación espiritual han contribuido”. Fueron 300 años de esclavitud que permiten, según el poeta, sufrir por la tragedia de la España republicana. Expresó también la misma idea en primera persona y en verso: “Yo,/hijo de América,/hijo de ti y de África,/esclavo ayer de mayorales blancos dueños de látigos/coléricos;/hoy esclavo de rojos yanquis azucareros y voraces;/yo chapoteando en la oscura sangre en que se mojan/mis Antillas”.

El acto organizado en el Centre Octubre por la asociación José Martí conmemoró también el 115 aniversario del natalicio de Nicolás Guillén. El poeta, afirma su nieto, reservó un gran amor y cuidado por los niños, “para él fueron lo más importante”. Puede constatarse en la literatura infantil del autor cubano, pero también en los discursos del Congreso de 1937. El poeta negro y antiimperialista contó el encuentro que mantuvo con un niño en un pequeño pueblo, camino de Madrid. El menor, que no había cumplido diez años, vestía con unos pequeños pantalones; pero lo llamativo eran los tatuajes que exhibía en los brazos: “mueran los fascistas” y “No pasarán”. El niño, que vivía con su madre, abandonó Madrid por culpa de las bombas fascistas. Su padre había muerto en el frente; también murieron dos hermanos de su edad, ametrallados por los aviones mientras jugaban en casa. “Aquí todos somos pobres”, le dijo el niño, “pero para que ganen los fascistas tendrán que matarnos a todos”.

Nicolás Hernández Guillén destaca la relación que trabó el poeta con los intelectuales españoles. “Alberti fue su gran amigo español, siempre pudo contar con él, incluso en los momentos más difíciles”. En febrero de 1959 escribe una carta a Rafael Alberti y María Teresa León, en la que les informa de los nuevos tiempos: “Aquí estamos en un clima de verdadera revolución y la consigna es protegerla y hacerla avanzar; visto de cerca, Fidel Castro mejora, si ello es posible, la excelente impresión que da visto de lejos”. Guillén entrevistó a Miguel Hernández en Valencia (“Un poeta en espardeñas”). Federico García Lorca murió fusilado el 18 de agosto de 1936, en el camino de Víznar a Alfacar (Granada). A Nicolás Guillén, la muerte de Federico “le conmocionó muchísimo”, destaca su nieto y presidente de la fundación. En la cuarta “angustia” le canta el poeta cubano: “¡Federico! ¿Dónde el gitano se muere? ¿Dónde sus ojos se enfrían? ¿Dónde estará, que no viene!” Además, Manuel Altolaguirre editó el libro “España. Poema en cuatro angustias y una esperanza”. En la revista “Mediodía”, Guillén calificó a José Bergamín de “un gran escritor católico”, “una inteligencia en carne viva”, que frente a los malabaristas de la palabra, profundiza en las “maravillosas dimensiones” de la realidad.

El autor de “Sóngoro Cosongo” visitó también los frentes de la contienda española, donde habló con dirigentes, soldados republicanos y voluntarios cubanos. El resultado de los escritos, entrevistas y apuntes se publicaron en la revista “Mediodía” y en un libro, “Hombres de la España leal”, editado en la capital cubana en 1938. Nicolás Guillén compartió la autoría y las entrevistas previas con Juan Marinello, también especialista en la obra de José Martí. Permaneció en España entre julio de 1937 y febrero de 1938. Unos meses antes de la llegada, negó en un texto publicado por la Universidad Autónoma de México la consideración de “artista puro”. Al contrario, se sentía vinculado a las inquietudes y angustias de la vida: “desde el amor, hasta el pago del alquiler de la casa”. Y a la misma “línea humana” que, Neruda, Machado, Alberti o Miguel Hernández. Por eso rechazaba la conversión del negro en mero exotismo. Y recordaba, en 1945, que millones de negros se debatían en el sur de Estados Unidos “en la más terrible esclavitud; víctimas de linchamientos, hambrientos, desesperados… No todo es tambor, macumba, rumba, vodú…”.

jueves, 3 de agosto de 2017

El oro de Moscú que ‘pagamos’ a Italia. Hace 50 años que España terminó de abonar la deuda contraída con Mussolini durante la Guerra Civil.

Uno de los grandes mitos que alimentó el franquismo fue el del denominado oro de Moscú.

Las reservas fueron utilizadas por el Gobierno de la Segunda República para financiar la Guerra Civil cuando se le cerraron todas las vías de financiación. Los sublevados tuvieron más facilidades: contaron con créditos internacionales, algunos obtenidos en condiciones muy ventajosas, como los recibidos por Mussolini. El 30 de junio de 1967, hace ahora 50 años, la España franquista terminaba de abonar la deuda contraída con Italia, su principal proveedor.

El golpe militar del 17 de julio de 1936 no triunfa y origina una guerra fratricida que durará dos años y medio. Ambos bandos se enfrentan al inconveniente de la financiación. “Franco no va a tener problemas de suministro. La República, en cambio, choca con la política de no intervención y con los sabotajes de la banca francesa y angloamericana”, explica el historiador Ángel Viñas. Las dificultades republicanas para obtener préstamos se solventan con la venta de parte de las reservas de oro al Banco de Francia. Sin embargo, los problemas no desaparecen. En septiembre, con la connivencia de Largo Caballero, el nuevo ministro de Hacienda, Juan Negrín, decide enviar 510 toneladas de oro a la URSS vía Cartagena. El metal será convertido en divisas para comprar medicinas, alimentos y armas en el mercado negro.

España era entonces el cuarto país con más reservas del mundo. No eran lingotes, sino monedas en curso”, explica Viñas. El historiador subraya que la República financia la guerra al contado y que apenas obtiene dos créditos de la URSS, una situación que contrasta con la de su adversario, que se ha asegurado el favor de Italia y Alemania. “La aportación de Italia a la causa fue muy generosa. Franco no disponía de liquidez para pagar, recibe créditos amigables y sin condiciones. Sin la intervención extranjera, el resultado de la guerra hubiese sido muy diferente”, reconoce José Miguel Campo Rizo, autor de La ayuda de Mussolini a Franco durante la Guerra Civil española.

No hay una relación directa entre el fin del oro y el término de la Guerra Civil”, relata Ángel Viñas. Lo que sí parece seguro es que el tesoro español había sido “efectivamente gastado en su totalidad por el Gobierno de la República durante la guerra”, tal y como concluyó Juan Sardá, fundador del Servicio de Estudios del Banco de España, después de analizar los papeles de Negrín, que habían sido recuperados y silenciados por el franquismo tras su muerte, en 1956. Con los documentos en la mano, Viñas determinó que los rusos cobraron por todos los servicios. Los sublevados, sin embargo, apenas hicieron envíos de algunas materias primas a sus proveedores, posponiendo el pago hasta el final del conflicto.

“Franco no va a tener problemas de suministro. La República choca con la política de no intervención”, dice un historiador

Los papeles de Negrín
El periodista Luis Bolín, que también jugó un papel importante en el alquiler del avión que trasladó a Franco a la península, llega a Roma el 21 de julio de 1936 con el encargo de comprar aviones y material bélico. Tras las dudas iniciales de los italianos, el ministro de Asuntos Exteriores, Galeazzo Ciano, atisba garantías de que el golpe puede triunfar y convence a Mussolini para enviar ayuda. Los golpistas abren así una línea de colaboración con Italia que resultará decisiva en el desenlace de la contienda.


La quita de Mussolini
España extinguió unilateralmente las deudas con los alemanes poco antes del desembarco aliado en Normandía. Consideró que la derrota de Hitler estaba cerca y que ya habían pagado lo suficiente. El caso italiano fue diferente. Aunque existía una comisión mixta para negociar la deuda desde finales de 1938, no se firma un acuerdo hasta el 8 de mayo de 1940. “Franco empieza a llorar y Mussolini condona 2.000 millones de liras”, sostiene Viñas. El montante final que refleja el documento es de 5.000 millones de liras (2,5 millones de euros de la época). Para Viñas, no obstante, el coste para la economía española fue bajo porque “la moneda italiana sufrió una gran depreciación tras la II Guerra Mundial”.

El préstamo comenzó a abonarse el 1 de enero de 1943. En total, 25 anualidades con un interés anual inicial del 0,25% que llegaría al 4% en los años finales. Se concluye el 30 de junio de 1967. Campo Rizo es tajante: “Las cifras sirven de poco, hay que extrapolarlas para saber cuánto supondrían hoy”. ¿Y el oro trasladado a Moscú? En 2006, Viñas lo cifra en 5.700 millones de euros de valor actual y aclara que Stalin no sobrefacturó a la República. “La URSS no era una economía de mercado, así que sus ventas se guiaron por los precios internacionales. Quien sí sobrefacturó a la República fue Italia. Como hicieron una quita en la deuda de Franco, lo comido por lo servido”.

https://politica.elpais.com/politica/2017/06/26/diario_de_espana/1498481566_054663.html#comentarios

miércoles, 2 de agosto de 2017

España es el paraíso (Más bien el infierno) de los trabajadores pobres (empobrecidos)

Jose A. Llosa
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Jóvenes, mujeres, mayores de 45 años y autónomos sufren especialmente la precariedad laboral, que anula las tradicionales funciones del trabajo: seguridad, bienestar, dignidad, salud y ciudadanía

Sucede que al hablar de “juego estadístico” contamos con dos partículas: la primera es el juego, y no conviene olvidar que jugar, en último término, es un ejercicio de manipulación; la segunda es la estadística, la autoproclamada diosa de la nueva era social. La unión del juego y la estadística tiende a confluir en discurso político. Así, resulta escalofriante la cualidad legitimadora de los porcentajes cuando simplemente se descontextualizan. No es necesario más que situar el foco sobre un par de datos convenientes de la Encuesta de Población Activa para envolver en rigor científico lo que en realidad acaba siendo una mirada simplista, sesgada y posiblemente malintencionada de la realidad del trabajo.

El reciente hincapié sobre el descenso del desempleo en España sirve como ejemplo. Todo un discurso de recuperación económica sustentado sobre una tasa de paro, un indicador que viene rondando el 18%, que efectivamente desciende respecto a los datos cercanos al 25% de los últimos años, pero que duplica con holgura la media europea, situada en el 8,5% en 2016. Hacer discurso de un dato pésimo parece un juego peligroso, máxime cuando, tal y como indican los últimos datos de FOESSA, el 70% de familias españolas no ha percibido ninguna clase de mejoría respecto a su situación durante la crisis.

En una mesa redonda en la que tuve la suerte de participar recientemente, el profesor Josep M. Blanch afirmaba que los occidentales seguimos pensando como trabajadores fordistas aunque estemos trabajando en precario.
Trabajo líquido, casi gaseoso, frente al sólido trabajo de antaño. Un millennial, continuaba argumentando, maltrabaja hoy en condiciones de perpetua flexibilidad sin mayor inquietud, pero, si se le pregunta por su futuro a diez años vista, describirá el trabajo estable y asentado propio del Estado del bienestar. Tras el discurso de la recuperación en torno al empleo está la ilusión de rebobinado al mercado de trabajo estable, lo que ya es animal mitológico. El problema es que, mientras despertamos de la ensoñación, los derechos laborales están siendo triturados en un agresivo proceso de desregulación de las condiciones de trabajo. Y esto también nos lo muestran las cifras. Las cifras, las mismas que sirven para dar las buenas noticias por el incremento de la ocupación, muestran que el trabajo temporal alcanza cifras históricas con una tasa del 26,1% (tasa anual de 2016), la más alta desde 2008. Aquí la tendencia sí está clara: más del 90% de los nuevos contratos firmados en España son temporales.

No es necesario realizar un análisis especialmente profundo para concluir que, tras ese descenso en picado del mercado de trabajo, la recomposición no tiene como finalidad volver al estatus anterior, no es “el retorno al Sueño Americano” que promete Trump, sino que tiene como destino la precarización. La crisis ha servido de estrategia para amparar una nueva reconversión del mundo laboral, una más, en este caso diseñada bajo el dogma del empleo de mala calidad y la precariedad normalizada. Y la cara más extrema de estos nuevos modos de operar se encuentra en los trabajadores pobres: población ocupada que vive por debajo del umbral estandarizado de pobreza. Familias que, pese a contar con puestos de trabajo, sufren una situación económica extrema. En España nos situamos también a la cabeza en esta cuestión, con un 13,1% de trabajadores pobres; únicamente por detrás de Grecia y Rumanía, y alejados de la media de la Unión Europea.

Más allá de los fríos números, la cruda realidad nos presenta a cuatro grupos principalmente afectados por el trabajo en pobreza.

1. En primer lugar, los jóvenes como termómetro perpetuo de la incipiente precariedad. Los analistas europeos contemplan perplejos la alta edad de emancipación de los jóvenes españoles, mientras realmente nadie se está preguntando por las implicaciones de diversa índole que esta situación va a generar en un futuro inmediato. Ante la escasa cantidad y calidad de ofertas de trabajo, seguir viviendo en casa de los padres se convierte en la única salida para evitar, en muchos casos, entrar en procesos de exclusión. Eso aquí se sabe bien.

2. El segundo caso, también relacionado con la edad, es el denominado “edadismo”: personas mayores de 45 años que han perdido su trabajo a raíz de la crisis y descubren lo fatídico del reenganche al mundo laboral.
La recuperación del empleo no pasa por el retorno al estatus perdido; tras la Reforma Laboral de 2012, las nuevas oportunidades laborales se dibujan en el mundo de la precariedad. El sociólogo Robert Castel se refería a este reenganche como “la desestabilización de los estables”. Lo terrible es que este proceso es una condena vitalicia. Al mermar la posibilidad de nuevas oportunidades laborales por encima de los 45 años, y especialmente por encima de los 55, la salida tras el agotamiento de las insuficientes prestaciones por desempleo pasa por el acceso a pensiones no contributivas, lo que penaliza sustancialmente la cuantía de la jubilación, condicionando el resto de la trayectoria vital en la vejez. En España, cabe recordar que más del 50% de los parados supera los 40 años, fenómeno que se entrelaza con el edadismo y que da lugar a una situación dramática. No sólo en lo económico, también en el plano psicológico, pues hablamos de edades de importantes cargas familiares, que al menos en lo material no se pueden satisfacer. En estos días, Netflix estrena la segunda temporada de F is for Family, una serie de animación que narra el desempleo en personas de mediana edad como consecuencia de la crisis del petróleo. El momento de ese retrato venido desde los 70 parece especialmente pertinente, porque expone los procesos de reevaluación personal repetidos en cada crisis. Sin embargo, la crisis actual tiene sus propias reglas: la individualidad se ha apoderado del modo de vida y, con los sindicatos arrinconados, al trabajador actual se le ha convencido de que la incapacidad de encontrar un trabajo digno queda bajo su responsabilidad. Su fracaso. Quizá por no estar lo suficientemente formado. O por estar formado hasta el absurdo y entonces no disponer de las competencias adecuadas, lo cual es difícil de controlar. O simplemente por no compartir los valores de las organizaciones, y esto ya no hay quien lo controle. La desazón de no lograr satisfacer el rol que cada uno se impone acarrea en último término un proceso existencial con el que es difícil lidiar, y de ahí emerge el alcoholismo, el consumo abusivo de psicofármacos, y, como recuerda Ángeles Maestro en Salud mental y capitalismo (Cisma Editorial, 2017), los suicidios en las vías ferroviarias de Madrid de los que nadie habla.

3. Por otro lado está el caso de las mujeres,
que tampoco se libran de trabajar en pobreza. Trabajadoras o no, sufren el complejo proceso de la feminización de la pobreza. Centrándonos en el plano laboral, sabemos que las mujeres son protagonistas de las jornadas laborales más insólitas, a fin de combinar el trabajo fuera de casa y las tareas domésticas y de cuidado. El caso de la jornada parcial en España es un buen ejemplo de esto: el número de mujeres triplica al de hombres. Lo más alarmante es que los hombres que trabajan en este tipo de jornada de manera voluntaria lo hacen para mejorar su formación, mientras que las mujeres lo hacen por motivos relacionados con el cuidado de familiares. Emerge, una vez más, la muestra de que la pobreza en el trabajo está vinculada de manera íntima a los procesos familiares patriarcales, y que, en España, la nula política familiar desarrollada y destinada a ofrecer apoyo lleva a situaciones tan absurdas como que tener hijos se pueda convertir en factor de pobreza para una familia.

4. Por último, nos encontramos con los (llamémosles así) emprendedores. 
Uno ya no sabe cómo llamar a los autónomos entre la colección de neolenguaje que se ha dibujado para impulsar de manera fraudulenta el mercado de trabajo. La figura del emprendedor se ha presentado como el héroe del nuevo milenio, apoyado en sus primeros pasos, claro está, por el Estado, que entiende el mercado de trabajo como un juego de dominó en el que, impulsando la primera pieza, la del emprendedor, se logrará activar el resto a continuación. Un mecanismo infalible… Pero no comprender, o no querer hacerlo, que el problema de lo laboral es estructural hace que el empujón al emprendedor sea un empujón al vacío. La realidad tras el neolenguaje del emprendedurismo muestra el autoempleo como último recurso del que no logra reengancharse. Así, los trabajadores autónomos tienden a terminar sin nada y con deudas, reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo como grupo vulnerable al tender a “carecer de protección social y de redes de seguridad para protegerse frente al descenso de la demanda económica”, y siendo a menudo “incapaces de generar suficiente ahorro para mantenerse a sí mismos y a sus familias en épocas de crisis”.

En último término, lo amplio de los grupos vulnerables descritos para el riesgo de convertirse en trabajadores pobres indica dos cosas:
1. que prácticamente cualquier trabajador puede terminar siendo trabajador pobre, y
2. que nos encontramos ante una problemática integral y estructural.

Integral en la medida en la que afecta a la persona a todos los niveles: económico, social, familiar, pero también físico y psicológico. Si el éxito del ciudadano pasa por desarrollar una actividad laboral, pero su desarrollo no le impide salir del riesgo de exclusión social, el mensaje contradictorio que se fragua en cada trabajador pobre concluye en un evidente y marcado deterioro de su salud psicológica. La premisa de que el trabajo proporciona una buena salud mental, mientras que el desempleo se asocia a la depresión y a otros trastornos psicológicos pierde el sentido en este caso. Los datos no dejan lugar a dudas: la salud psicológica de los trabajadores pobres es tan mala como la de las personas en situación de desempleo, y siempre claramente peor a la del resto de trabajadores. Miguel Laparra expone, de forma tan brillante como dura, la implicación integral del fenómeno cuando afirma que “el fenómeno de los trabajadores pobres es especialmente llamativo por poner en cuestión algunos de los valores más básicos de sociedades que se pretenden meritocráticas”.

En definitiva, la existencia de trabajadores pobres evidencia que algo funciona mal en la sociedad actual y pone de manifiesto que han quedado anuladas las tradicionales funciones del trabajo: económicas, de seguridad, de bienestar, de dignidad, de salud mental, y de ciudadanía. Por todo ello, es preciso dejar a un lado la obsesión con las cifras de desempleo, pues no son más que una cortina de humo que nos impide acudir al verdadero problema: la penosa calidad del empleo generado.

Jose A. Llosa. Equipo de investigación Workforall, Universidad de Oviedo.

Fuente:
http://ctxt.es/es/20170719/Politica/14094/Trabajo-pobreza-mujeres-jovenes-autonomos-CTXT.htm

Loridan-Ivens: “En el infierno todos nos manchamos las manos” Fue deportada a los 15 años a Auschwitz-Birkenau y ha necesitado envejecer para escribir lo que pasó. La autora se vio forzada a trabajar en la desaparición de cadáveres


Loridan-Ivens: “En el infierno todos nos manchamos las manos”Todos los horrores de Auschwitz son, claro, inmensos, pero hay uno que, sin atacar el estómago o el estado de salud, sigue latiendo como una bestia invencible que amenaza para siempre el terreno más sensible de un ser fragilizado: el pudor. Los estómagos pueden llenarse tiempo después del hambre, los cuerpos pueden yacer en camas tras una etapa de transición, pero el pudor, la sensibilidad del cuerpo desnudo y con ella el transcurso natural del deseo, pueden sufrir ataques aciagos si quien te ha mirado por primera vez desnuda es el Doctor Mengele.

Marceline Loridan-Ivens, judía francesa deportada con su padre a Auschwitz-Birkenau en 1944, ha necesitado acariciar esa sensación de estar de más en el mundo para escribir su testimonio. Y tú no regresaste (Salamandra) es una carta a su padre, que murió allí, con todo lo que se perdió. Con verdades cargadas de crudeza y dudas sobre cómo habría vivido él el auge de la mujer o sus bodas con no judíos. Loridan-Ivens no ha curado sus heridas, pero es dueña de una energía que convierte sus arrugas en sonrisa y su vida en algo útil para los demás.

PREGUNTA. Uno de los momentos más impactantes del libro es cuando habla de su cuerpo desnudo y Mengele está ahí, mirándola.
RESPUESTA. En los campos estábamos desnudos gran parte del tiempo y nos miraban como si fuéramos ganado. ¿Sabe cómo nos llamaban en alemán? Stück, que quiere decir “pedazo” o Figurine, marioneta.

P. ¿Y qué consecuencias tuvo esa mirada para usted?
R. La gran consecuencia fue la destrucción de la intimidad. Era la primera vez que yo estaba desnuda delante de unos hombres, era muy joven. Nunca había visto a otras mujeres desnudas, a mi madre desnuda, a mi padre... Recuerdo muy bien la silueta de Mengele. Nos habían convocado a todo el bloque, estábamos todas desnudas. Tratábamos de taparnos con la ropa que más o menos habíamos logrado coger. Porque no teníamos permiso para ir vestidas de manera normal, íbamos con harapos, con ropas que habían pertenecido ya a muchas muertas antes que a nosotras, rotas, en mal estado. Además, como estabamos faltas de vitaminas, cualquier grano se infectaba y se convertía en un absceso, de modo que teníamos todos los ganglios inflamados, la piel mal, mala cara. Estábamos en un estado miserable. No sabíamos si ir a derecha o izquierda, no sabíamos dónde mirar, todas estábamos igual. Yo desde muy pronto decidí que me quedaba siempre donde me dijeran, porque intentar cambiar de sitio no podía acabar bien. Estaba segura de que si alguna vez intentaba ir hacia algún rincón y alguien me veía, la cosa terminaría mal. Esas son las cosas que la gente no comprende sobre los campos. Son conscientes de los golpes, el trabajo duro, la desnutrición, pero no la deshumanización, la violencia terrible, además de física, psíquica.

Loridan-Ivens habla en su piso de París, un apartamento luminoso en Saint Germain des Près en un ambiente de época. Su época. Muebles, relojes y adornos que parecen parados en un tiempo que pasó.

P. ¿Por qué este libro, en este momento?
R. Los momentos llegan cuando llegan. Yo ya había escrito un libro, llamado Ma vie balagan, es decir, Mi vida caótica, que recorre el siglo XX, y después, la editorial Grasset quiso que volviera a hacer un libro sobre la Shoah, sobre la destrucción de los judíos de Europa, corto, barato, muy concentrado. Personalmente, yo no quería hacerlo, porque ya había escrito uno y no quería repetirme. El tira y afloja duró dos años, y ellos insistieron mucho, y al final, acabé por asumirlo. Para empezar, yo siempre había estado obsesionada con la carta que mi padre me había enviado desde Auschwitz, una carta que había perdido y de cuyo contenido no me acordaba en absoluto. Siempre viví la pérdida de mi padre de una manera central, su muerte, las consecuencias que eso tuvo para la familia, la destrucción de la célula familiar, el suicidio de una hermana y un hermano, las dificultades que yo misma tuve durante muchos años en mi relación con el mundo en el que vivía...

Y al mismo tiempo, las decisiones políticas que tomó De Gaulle en aquella época, en nombre de una supuesta unidad nacional, en un país que había sido enormemente Pétainista. La decisión de hacer como si todos los franceses hubieran luchado con los aliados, cosa que era mentira, evidentemente, y que hizo que nunca se resolvieran de verdad los problemas de ese periodo en el que Francia había estado bajo el dominio de Pétain y de Hitler, y a que hubiera todavía gente que había participado en todo y que seguían en los puestos de poder. Todo había perjudicado a los judíos, una vez más. Por ejemplo, al terminar la guerra, desde luego, era justo hablar de que había habido heroísmo y resistencia, pero lo que no se decía nunca es que no habían sido muchos casos. Entre 45 millones de personas en aquella época, quizá fueran 60.000 como mucho, 100.000 si somos generosos. Y se dejaron pasar las matanzas de judíos, no solo de Francia, sino de toda Europa.

P. Sí, pero su libro no es una historia...
R. Entonces me di cuenta de que en toda mi obra, en todo el trabajo que he hecho desde los años cincuenta, estaba siempre presente mi padre. Por ejemplo, en el film de Jean Rouch y Edgar Morin es a él a quien estoy dirigiéndome, en mi libro también, en las películas que he hecho... Su presencia, su permanencia, es lo que me ha hecho preguntarme hoy: con quién puedo hablar, con quién puedo hacer un balance de mi vida, a quién puedo contarle mis cosas más íntimas: al ausente. Y el ausente es mi padre. Eso me dio una visión que me permitió proponer una forma de hablar de la destrucción de los judíos de Europa, a través de la carta que podía enviarle a un padre que jamás me iba a responder, evidentemente. La carta perdida debería haber sido su testamento dirigido a mi familia. Pero la perdí...

P. Y no recuerda nada.
R. No. Pero hay que comprender en qué situación física, psicológica y fisiológica estábamos.

... P. ¿Está satisfecha del libro, le ha permitido reconciliarse con la historia?
R. No. Reconciliarme es imposible. Pero lo que me conmueve mucho es cómo afecta a los demás. Una tirada de 100.000 ejemplares, traducido en 18 países, valorado... Eso quiere decir que he hecho bien en escribirlo como quería, porque ha aportado otra voz a lo que se sabe sobre los campos de exterminio, y ha abierto las puertas hacia los padres de otras personas. Varias personas me han dicho que después de leer el libro se apresuraron a llamar a su padre. Eso es maravilloso. En ese sentido, sí estoy satisfecha, el libro no me ha cambiado la vida, no es un libro que cambie la vida, pero trabajé mucho en él durante un año, con la ayuda de Judith, que es una bellísima persona, y en ese sentido estoy muy orgullosa de él. Nunca había contado esta historia, solo la había mencionado de paso, y me alegro de haberlo hecho así, del libro que hemos escrito juntas. Porque se ve de inmediato el sentido de las cosas, dice las cosas, cuenta, en un texto muy breve, la destrucción de los judíos de Europa. Y aporta elementos de vida posible, más de los que se suelen decir.

P. Me gusta mucho una frase que dice hablando de la boda con su marido: “Hemos decidido no hacernos daño uno a otro”.
R. Sí, es muy importante. Un poco de humanidad. Lo que más desearía hoy es escribir un libro sobre cómo vivir ... Basta de espíritu posesivo, basta de envidia, hay que construir una verdadera confianza. Y respetar la libertad. No hacer daño inútilmente. Es muy importante para mí. En cuanto a mi vida, lo que puedo sacar, de todo lo que he vivido, es una cosa muy judía: reparar el mundo. Si podemos arreglar un poco el mundo, todo irá bien.

https://cultura.elpais.com/cultura/2015/09/17/babelia/1442498371_024331.html

martes, 1 de agosto de 2017

No a la intervención extranjera. En defensa de Venezuela

Boaventura de Sousa Santos
Público

Venezuela vive uno de los momentos más críticos de su historia. Acompaño crítica y solidariamente la Revolución bolivariana desde el inicio. Las conquistas sociales de las últimas dos décadas son indiscutibles. Para comprobarlo basta consultar el informe de la ONU de 2016 sobre la evolución del índice de desarrollo humano. Dice este informe: “El índice de desarrollo humano (IDH) de Venezuela en 2015 fue de 0.767 –lo que colocó al país en la categoría de alto desarrollo humano–, posicionándolo en el puesto 71º de entre 188 países y territorios. Tal clasificación es compartida con Turquía. De 1990 a 2015, el IDH de Venezuela aumentó de 0.634 a 0.767, un aumento de 20,9 %. Entre 1990 y 2015, la esperanza de vida al nacer aumentó a 4,6 años, el período medio de escolaridad ascendió a 4,8 años y los años de escolaridad media general aumentaron 3,8 años. El rendimiento nacional bruto (RNB) per cápita aumentó cerca de 5,4% entre 1990 y 2015”. Se hace notar que estos progresos fueron obtenidos en democracia, solo momentáneamente interrumpida por la tentativa de golpe de Estado en 2002 protagonizada por la oposición con el apoyo activo de Estados Unidos.

La muerte prematura de Hugo Chávez en 2013 y la caída del precio de petróleo en 2014 causaron una conmoción profunda en los procesos de transformación social entonces en curso. El liderazgo carismático de Chávez no tenía sucesor, la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones siguientes fue por escaso margen, el nuevo presidente no estaba preparado para tan complejas tareas de gobierno y la oposición (internamente muy dividida) sintió que su momento había llegado, en lo que fue, una vez más, apoyada por Estados Unidos, sobre todo cuando en 2015 y de nuevo en 2017 el presidente Obama consideró a Venezuela como una “amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”, una declaración que mucha gente consideró exagerada, si no mismo ridícula, pero que, como explico más adelante, tenía toda lógica (desde el punto de vista de Estados Unidos, claro). La situación se fue deteriorando hasta que, en diciembre de 2015, la oposición conquistó la mayoría en la Asamblea Nacional. El Tribunal Supremo de Justicia suspendió a cuatro diputados por alegado fraude electoral, la Asamblea Nacional desobedeció, y a partir de ahí la confrontación institucional se agravó y fue progresivamente propagándose en las calles, alimentada también por la grave crisis económica y de abastecimiento que entretanto explotó. Más de cien muertos, una situación caótica. Mientras, el presidente Maduro tomó la iniciativa de convocar una Asamblea Constituyente (AC) a ser elegida el día 30 de julio y Estados Unidos amenaza con más sanciones si las elecciones se producen. Es sabido que esta iniciativa busca superar la obstrucción de la Asamblea Nacional dominada por la oposición.

El pasado 26 de mayo suscribí un manifiesto elaborado por intelectuales y políticos venezolanos de varias tendencias políticas, apelando a los partidos y grupos sociales en conflicto a parar la violencia en las calles e iniciar un debate que permitiese una salida no violenta, democrática y sin la injerencia de Estados Unidos. Decidí entonces no volver a pronunciarme sobre la crisis venezolana. ¿Por qué lo hago hoy? Porque estoy alarmado con la parcialidad de la comunicación social europea, incluyendo la portuguesa, sobre la crisis de Venezuela, una distorsión que recorre todos los medios para demonizar un gobierno legítimamente electo, atizar el incendio social y político y legitimar una intervención extranjera de consecuencias incalculables. La prensa española llega al punto de embarcarse en la posverdad, difundiendo noticias falsas sobre la posición del gobierno portugués. Me pronuncio animado por el buen sentido y equilibrio que el ministro de Asuntos Exteriores portugués, Augusto Santos Silva, ha mostrado sobre este tema. La historia reciente nos muestra que las sanciones económicas afectan más a ciudadanos inocentes que a los gobiernos. Basta recordar los más de 500 mil niños que, según el informe de Naciones Unidas de 1995, murieron en Irak como resultado de las sanciones impuestas después de la guerra del Golfo Pérsico. Recordemos también que en Venezuela vive medio millón de portugueses o lusodescendientes. La historia reciente también nos enseña que ninguna democracia sale fortalecida de una intervención extranjera.

Los desaciertos de un gobierno democrático se resuelven por vía democrática, la cual será tanto más consistente cuanto menor sea la interferencia externa. El gobierno de la Revolución bolivariana es democráticamente legítimo. A lo largo de muchas elecciones durante los últimos veinte años, nunca ha dado señales de no respetar los resultados electorales. Ha perdido algunas elecciones y puede perder la próxima, y solo sería criticable si no respetara los resultados. Pero no se puede negar que el presidente Maduro tiene legitimidad constitucional para convocar la Asamblea Constituyente. Por supuesto que los venezolanos (incluyendo muchos chavistas críticos) pueden legítimamente cuestionar su oportunidad, sobre todo teniendo en cuenta que disponen de la Constitución de 1999, promovida por el presidente Chávez, y disponen de medios democráticos para manifestar ese cuestionamiento el próximo domingo. Pero nada de eso justifica el clima insurreccional que la oposición ha radicalizado en las últimas semanas y cuyo objetivo no es corregir los errores de la Revolución bolivariana, sino ponerle fin, imponer las recetas neoliberales (como está sucediendo en Brasil y Argentina) con todo lo que eso significará para las mayorías pobres de Venezuela. Lo que debe preocupar a los demócratas, aunque esto no preocupa a los medios globales que ya han tomado partido por la oposición, es la forma en que están siendo seleccionados los candidatos. Si, como se sospecha, los aparatos burocráticos del partido de Gobierno han secuestrado el impulso participativo de las clases populares, el objetivo de la Asamblea Constituyente de ampliar democráticamente la fuerza política de la base social de apoyo a la revolución se habrá frustrado.

Para comprender por qué probablemente no habrá salida no violenta a la crisis de Venezuela, conviene saber lo que está en juego en el plano geoestratégico global. Lo que está en juego son las mayores reservas de petróleo del mundo existentes en Venezuela. Para el dominio global de Estados Unidos es crucial mantener el control de las reservas de petróleo del mundo. Cualquier país, por democrático que sea, que tenga este recurso estratégico y no lo haga accesible a las multinacionales petroleras, en su mayoría norteamericanas, se pone en el punto de mira de una intervención imperial. La amenaza a la seguridad nacional, de la que hablan los presidentes de Estados Unidos, no está solamente en el acceso al petróleo, sino sobre todo en el hecho de que el comercio mundial del petróleo se denomina en dólares estadounidenses, el verdadero núcleo del poder de Estados Unidos, ya que ningún otro país tiene el privilegio de imprimir los billetes que considere sin que esto afecte significativamente su valor monetario. Por esta razón Irak fue invadido y Oriente Medio y Libia arrasados (en este último caso, con la complicidad activa de la Francia de Sarkozy). Por el mismo motivo, hubo injerencia, hoy documentada, en la crisis brasileña, pues la explotación de los yacimientos petrolíferos presal estaba en manos de los brasileños. Por la misma razón, Irán volvió a estar en peligro. De igual modo, la Revolución bolivariana tiene que caer sin haber tenido la oportunidad de corregir democráticamente los graves errores que sus dirigentes cometieron en los últimos años.

Sin injerencia externa, estoy seguro de que Venezuela sabría encontrar una solución no violenta y democrática. Desgraciadamente, lo que está en curso es usar todos los medios disponibles para poner a los pobres en contra del chavismo, la base social de la Revolución bolivariana y los que más se beneficiaron de ella. Y, en concomitancia, provocar una ruptura en las Fuerzas Armadas y un consecuente golpe militar que deponga a Maduro. La política exterior de Europa (si se puede hablar de tal) podría constituir una fuerza moderadora si, entre tanto, no hubiera perdido el alma.
Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez-
Boaventura de Sousa Santos es profesor en la Universidad de Coimbra.

Fuente:
http://blogs.publico.es/espejos-extranos/2017/07/27/en-defensa-de-venezuela/

¿Para qué sirve el cine? Lone Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y gracia el rodaje de una película de propaganda en la Segunda Guerra Mundial.

... intento hacer grata la supervivencia mental viendo incansablemente en mi casa programas doble o triples o cuádruples de películas antiguas en blanco y negro. No es casual, las programo con mimo y tampoco pienso recurrir al psicoanálisis para que me lo explique. Veo sucesivamente París, bajos fondos, La evasión, Rocco y sus hermanos, Los viajes de Sullivan, Una mujer para dos, El bazar de las sorpresas, Berlín Occidente, Con faldas y a loco, El hombre que mató a Liberty Valance, El sueño eterno, La noche del cazador, Anatomía de un asesinato, Bola de fuego, Los sobornados, Plácido, Nazarín o La regla del juego. Y así voy a seguir. Arcadia en blanco y negro para todo el verano.

Al repasar la lista de estrenos de esta semana observo que una de ellas, titulada Su mejor historia, la dirige una señora danesa con cuyo cine he disfrutado antes. Se llama Lone Scherfig y es la autora de películas que me gustan bastante, como Wilbur se quiere suicidar e Italiano para principiantes y otra que me conmueve especialmente, que es An Education. Y su nueva entrega no me decepciona. El guion habla con sutileza de cosas variadas, los sentimientos que atan a la vida en tiempos difíciles, los destrozos que pueden ocurrir en el corazón y su progresiva cura, la solidaridad entre la gente cuando todo es guerra, derrota y miedo, el oficio de actor. Pero sobre todo, el gran interrogante es: ¿para que puede servir el cine?

El argumento principal se presta a discusiones. Un señor muy listo, un maestro sin escrúpulos de la manipulación emocional llamado Goebbels, sabía del enorme poder de la propaganda e impulsó hasta límites delirantes los presuntos valores de la raza aria y del nacionalsocialismo través de documentales, noticiarios y películas. Una virtuosa fabricando imágenes como Leni Riefenstahl fue la perfecta transmisora de esas siniestras apologías y loas. Vale, eran los malos utilizando el cine para sus depredadores intereses. En Su mejor historia el Ministerio de Información del gobierno británico durante los bombardeos de Londres en la Segunda Guerra Mundial ordena hacer una película que glorifique la supuesta hazaña real de dos hermanas gemelas que van en un barquito hasta Dunquerque para ayudar salvar a los acorralados soldados británicos. Esa película debe servir para exaltar el heroísmo, fomentar la solidaridad, donar emoción, felicidad, esperanza y alegría a los espectadores, convencerlos de que la justicia y la razón están de su parte. Vale, aquí son los buenos utilizando la propaganda para su causa. Volvemos al interrogante: ¿para que puede servir el cine en determinadas circunstancias?

Lone Scherfig narra con inteligencia, matices, sensibilidad y gracia el rodaje de esa trascendente película, la complicada labor de una guionista en un universo regido por hombres, una historia de amor muy bien contada. Es una compleja, pequeña, cálida, agridulce y bonita película, un pretexto razonable para volver a la sala oscura en época de sequía.

... Scherfig defiende que la comedia es algo "sensitivo", que no se enseña. "La tiene que sentir en la piel, no puedes reducirla a gestos fáciles. Por eso me preocupaba que encajaran bien esos momentos. A mí, en los momentos más tristes, me apetece hacer comedia". Puede que los actuales momentos no sean tristes, pero sí oscuros, en los que triunfa la posverdad y la mentira -si no son lo mismo-. Y Su mejor historia ahonda en la propaganda de hace 75 años. "Hay diferencias", responde la danesa entre risas. "Como le dicen a Catrin en la película, ellos mostraban una historia auténtica retocada con optimismo. Al menos, en la semilla había verdad". Y prosigue: "Necesitaban un empujón de ánimo, y aun así mantuvieron cierto realismo. Creo que entonces nació ese estilo realista y social que ha seguido hasta nuestros días con Ken Loach". Sobre verdades y posverdades, también tiene su opinión: "Cuando la película se estrenó en Sundance coincidió con el juramento del cargo de Donald Trump. En la película hablamos de la responsabilidad que tienes cuando dominas los medios de comunicación. Eso lo liga con la actualidad. Es curioso: te estás años preparando un filme y de repente en su estreno la actualidad coincide con la trama. Lo digo por Trump y por el ángulo feminista. Coincidencias". Otra: el auténtico edificio del Ministerio de Información británico, recién construido cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, inspiró a George Orwell 1984. "Es bueno que la gente recuerde que toda película, incluidas las superproducciones de Hollywood, tiene siempre un trasfondo político".

La directora danesa volverá a rodar en inglés: su siguiente proyecto se desarrolla en Estados Unidos. "Se titula Secrets from the Russian Tea Room, y se centra en la gente sin hogar en Nueva York. Y por fin vuelvo a dirigir un guion mío". Sí, está abierta a cambios.

https://cultura.elpais.com/cultura/2017/07/12/actualidad/1499868735_223530.html