La literatura económica se ocupa del análisis de la distribución de la renta desde, al menos, tres ópticas diferentes: la personal, la espacial y la factorial. Atendiendo a la dimensión personal, se puede estudiar cómo evoluciona la renta de hogares e individuos en función del nivel de formación, la edad, el sexo y la relación con la actividad (ocupados, parados, inactivos), entre otros aspectos económica y sociológicamente relevantes. En España, la encuesta de condiciones de vida (ECV-INE) proporciona información útil en este sentido, no sólo caracterizando los flujos de rentas que atienden a estos aspectos sino también estimando indicadores como el riesgo de pobreza y la carencia material.
Desde un punto de vista espacial, se analiza la distribución de la renta entre países o regiones, o entre categorías geográficas fundamentales como, por ejemplo, las zonas urbanas frente al medio rural. La orografía, la climatología, la facilidad de acceso a recursos naturales o la proximidad a rutas de comercio marítimo son, junto a aspectos históricos e institucionales, factores que explican no sólo por qué unas economías son más prósperas que otras sino cómo se distribuyen los flujos de renta en un mundo globalizado.
Finalmente, la dimensión factorial reviste singular importancia porque atañe a la distribución primaria de la renta entre los factores productivos, capital y trabajo. Permite analizar cómo el sistema productivo distribuye el valor añadido, previamente a la intervención de las Administraciones públicas que, en una amplia casuística de políticas fiscales, distorsiona las decisiones de los distintos agentes económicos con una finalidad a la vez regulatoria y redistributiva. En tanto que distribución primaria de la renta, la distribución factorial está ligada directamente al conflicto entre eficiencia y equidad, cuestión fundamental en la historia del pensamiento económico desde Smith en el siglo XVIII a Piketty en el siglo XXI, pasando por Ricardo, Veblen, Marx, Schumpeter y Keynes, entre otros muchos autores.
La disminución de la participación del factor trabajo en la renta nacional es un fenómeno que se viene observando en las economías desarrolladas desde hace tres décadas. Está asociado a un deterioro de los indicadores de igualdad, de distribución de la renta, y viene explicado, fundamentalmente, por el progreso tecnológico y la globalización. Si la remuneración del trabajo crece sistemáticamente menos que la productividad, la remuneración del capital incrementa su participación en la renta nacional. Puesto que el capital tiende a concentrarse en hogares con un mayor nivel de renta, la menor participación de los salarios en la renta nacional aumenta la desigualdad.
La remuneración de los asalariados ha disminuido su peso en los diez últimos años
La evolución de la economía española los últimos años se ha caracterizado por un incremento de la productividad por hora trabajada (derivado del ajuste de plantillas durante la fase más aguda de la crisis) y por una notable devaluación competitiva operada a través de la moderación salarial. La reducción de la masa salarial ha supuesto una reducción de la participación del factor trabajo en las empresas no financieras. En efecto, la distribución primaria de la renta aporta conclusiones relevantes: aproximadamente el 80% del incremento experimentado por el PIB de la economía española entre el primer trimestre de 2007 y el primero de 2017 ha remunerado el capital, frente al 20% al factor trabajo. Como resultado, el peso de los salarios en el conjunto de la economía ha disminuido aproximadamente un punto porcentual de PIB en los últimos diez años. Si nos circunscribimos al perímetro de las sociedades no financieras, como preconiza la literatura, la remuneración de los asalariados ha disminuido su peso en 6,9 puntos sobre el VAB empresarial en los diez últimos años. Este cambio sustancial en la distribución primaria de la renta ha facilitado el desapalancamiento empresarial, saneando parte del tejido productivo de la economía española, y ha proporcionado ganancias de competitividad que tienen su reflejo en la intensa corrección del desequilibrio en la balanza por cuenta corriente. No obstante, también está en el origen de un sustantivo deterioro de la distribución personal de la renta y en el retroceso en la convergencia real, en renta por habitante, con las economías más avanzadas de Europa.
Según la última encuesta de condiciones de vida (ECV-INE), el índice Gini para España ha pasado de 32,9 en 2008 a 34,5 en 2015 (a mayor valor, peor distribución de la renta). A pesar de que la crisis ha provocado un incremento en la desigualdad en otros países de nuestro entorno, España sigue figurando entre las economías europeas con mayor concentración de rentas, sólo superada por algunos países de la Europa del Este.
España sigue figurando entre las economías europeas con mayor concentración de rentas
La misma encuesta estima que la tasa de riesgo de pobreza, que no mide la pobreza en términos absolutos sino cuántas personas tienen ingresos bajos en relación con el conjunto de la población, ha pasado del 19,8% en 2008 al 22,3% en 2015. Por categoría de edad, el incremento de la desigualdad afecta de manera especialmente relevante a la población comprendida entre 16 y 29 años, cuyo riesgo de pobreza ha pasado del 18,3% en 2008 al 29,6% en 2015. Asimismo, la relación entre la renta disponible del 20% de la población con ingresos más elevados y la del 20% con ingresos más bajos ha pasado de una proporción de 5,9 en 2008 a 6,6 en 2015, poniendo de manifiesto el incremento de la concentración de rentas desde el inicio de la crisis.
Ese deterioro en los hogares de menor renta ha coexistido con un proceso de desendeudamiento que no será más costoso cuando el BCE inicie la retirada de sus estímulos excepcionales. No ha de extrañar, por tanto, la menor aportación del consumo de los hogares a la demanda agregada, unos 30.000 millones de euros por debajo del nivel observado a mediados de 2008, cuando la economía española alcanzó el PIB que ahora recupera. Conviene señalar a este respecto que, siendo la remuneración de asalariados la primera fuente de ingresos de los hogares (75% de la renta bruta disponible), el número de empleos equivalentes a tiempo completo en el primer trimestre de este año es 2,1 millones inferior al de entonces. El resto de partidas de la demanda interna, fundamentalmente la inversión en equipo y el gasto en consumo final de las Administraciones, vienen a representar casi diez años después aproximadamente la misma proporción que a mediados de 2008.
Conclusiones como las anteriores renuevan la vigencia de la tensión tradicional entre eficiencia y distribución, y con ella la necesidad de adopción de medidas de política económica e incentivos adecuados que permitan revertir una dinámica que se aleja del óptimo económico, pero también social y político.
https://elpais.com/elpais/2017/07/26/opinion/1501065051_471976.html
viernes, 15 de septiembre de 2017
jueves, 14 de septiembre de 2017
EL ENEMIGO EN CASA. ¿Quién no ha sentido alguna vez cómo se pone en marcha en su interior esa bola de nieve de la inseguridad que amenaza con arrasarlo todo?
EL HIJO DE una amiga (he emborronado un poco los datos para que no lo reconozcan) está atravesando momentos amargos. Tiene 22 años y es un genio; bilingüe en inglés y español, fue número uno en selectividad y premio extraordinario de bachillerato. Tras empezar la carrera en Madrid, consiguió una prestigiosa beca internacional para continuar sus estudios en Estados Unidos. Se incorporó este curso a la universidad estadounidense y, de pronto, las cosas empezaron a torcerse. Fue enhebrando enfermedades una detrás de otra, gripe, bronquitis, gastritis; al final sufría mareos, taquicardias. Por primera vez en toda su vida obtuvo malas notas y cada día fueron empeorando. Le diagnosticaron depresión y ansiedad y volvió a casa sin terminar las clases. Aún podría regresar en septiembre y, haciendo un esfuerzo, salvar el año y la beca. Pero se siente incapaz: “No conseguía ni siquiera entender lo que me decían. Era como si no supiera hablar inglés”.
He aquí el maldito enemigo interior haciendo de las suyas. Qué extrañas, enfermas criaturas somos los humanos: por si la vida no bastara para aporrearnos; por si no tuviera ya toda existencia su cuota de conflictos, de sufrimiento, de adversarios tocapelotas y envidiosos malignos, resulta que además nos las solemos apañar muy bien para convertirnos en la peor compañía para nosotros mismos. Es lo que se llama la tentación del fracaso, una oscura atracción por el daño y la derrota, un resbaladizo coqueteo con los abismos. Como dice mi amiga la violinista Mirari: “Es eso que hace que, justo el día que te tienes que levantar a las seis, te acuestes la noche anterior a las dos de la madrugada”.
El enemigo en casa. Convivimos con un tirano íntimo que nos lo hace todo mucho más difícil. Y además actúa de una manera capciosa, de modo que muchas personas se pasan la existencia ignorando que son ellas mismas quienes se están saboteando. Por ejemplo, rechazan determinadas promociones laborales porque dicen preferir una vida más sencilla, cuando lo cierto es que el reto les aterra; o bien aseguran que en realidad no les gusta tanto escribir, o hacer teatro, o dedicarse a las carreras de motos; que sólo son aficiones juveniles y que prefieren ser, por ejemplo, abogados, cuando lo que sucede es que se mueren de miedo de probar y no valer, de querer y no llegar.
Por no hablar del terreno sentimental, en el que el autosabotaje llega a alcanzar niveles grandiosos. Y así, puede haber quien se queje amargamente de su mala suerte amorosa, sin advertir que siempre escoge al amante inadecuado: el que vive muy lejos, el que ya está emparejado y carece de futuro. Y luego está ese clásico que consiste en forzar una ruptura por miedo a que la otra persona rompa contigo, o porque estás demasiado bien con ella y, como esa dicha tendrá que acabarse algún día, prefieres, antes de sufrir más, pegarte un hachazo en el corazón ahora mismo. El miedo a la felicidad y la tentación del fracaso son las dos caras roñosas de la misma moneda.
Sé bien que no todo el mundo es igual de autodestructivo, pero ¿quién no ha sentido alguna vez cómo se ponía en marcha en su interior esa bola de nieve que poco a poco amenazaba con arrasarlo todo? Basta con ser demasiado perfeccionista, basta con fallar en algo que te interese mucho, basta con sentir tu propia fragilidad y no saber asumirla para que empieces a boicotearte, para que cada vez seas más incapaz de hacer las cosas bien, para desear salir corriendo hacia el precipicio, que el final sea rápido, morir ya para no tener que seguir soportando la agonía de la lucha, alcanzar la pasividad final de los vencidos, la congelada paz de los cementerios. Me encantaría poder decirle al hijo de mi amiga que su inseguridad se arregla con el tiempo, pero la verdad es que creo que esa línea de sombra nos acompaña siempre. Eso sí, podemos aprender a convivir con ella, a desdramatizar nuestros dramatismos, a no darle tanta importancia a las derrotas. Nadie fracasa en todo, de la misma manera que nadie triunfa en todo. La frustración forma parte de la vida, los miedos son siempre más grandes que las heridas reales y desde luego nadie tiene tan mala opinión de ti como tu maldito enemigo interior.
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/rosa-montero-enemigo-en-casa/?rel=cx_articulo#cxrecs_s
He aquí el maldito enemigo interior haciendo de las suyas. Qué extrañas, enfermas criaturas somos los humanos: por si la vida no bastara para aporrearnos; por si no tuviera ya toda existencia su cuota de conflictos, de sufrimiento, de adversarios tocapelotas y envidiosos malignos, resulta que además nos las solemos apañar muy bien para convertirnos en la peor compañía para nosotros mismos. Es lo que se llama la tentación del fracaso, una oscura atracción por el daño y la derrota, un resbaladizo coqueteo con los abismos. Como dice mi amiga la violinista Mirari: “Es eso que hace que, justo el día que te tienes que levantar a las seis, te acuestes la noche anterior a las dos de la madrugada”.
El enemigo en casa. Convivimos con un tirano íntimo que nos lo hace todo mucho más difícil. Y además actúa de una manera capciosa, de modo que muchas personas se pasan la existencia ignorando que son ellas mismas quienes se están saboteando. Por ejemplo, rechazan determinadas promociones laborales porque dicen preferir una vida más sencilla, cuando lo cierto es que el reto les aterra; o bien aseguran que en realidad no les gusta tanto escribir, o hacer teatro, o dedicarse a las carreras de motos; que sólo son aficiones juveniles y que prefieren ser, por ejemplo, abogados, cuando lo que sucede es que se mueren de miedo de probar y no valer, de querer y no llegar.
Por no hablar del terreno sentimental, en el que el autosabotaje llega a alcanzar niveles grandiosos. Y así, puede haber quien se queje amargamente de su mala suerte amorosa, sin advertir que siempre escoge al amante inadecuado: el que vive muy lejos, el que ya está emparejado y carece de futuro. Y luego está ese clásico que consiste en forzar una ruptura por miedo a que la otra persona rompa contigo, o porque estás demasiado bien con ella y, como esa dicha tendrá que acabarse algún día, prefieres, antes de sufrir más, pegarte un hachazo en el corazón ahora mismo. El miedo a la felicidad y la tentación del fracaso son las dos caras roñosas de la misma moneda.
Sé bien que no todo el mundo es igual de autodestructivo, pero ¿quién no ha sentido alguna vez cómo se ponía en marcha en su interior esa bola de nieve que poco a poco amenazaba con arrasarlo todo? Basta con ser demasiado perfeccionista, basta con fallar en algo que te interese mucho, basta con sentir tu propia fragilidad y no saber asumirla para que empieces a boicotearte, para que cada vez seas más incapaz de hacer las cosas bien, para desear salir corriendo hacia el precipicio, que el final sea rápido, morir ya para no tener que seguir soportando la agonía de la lucha, alcanzar la pasividad final de los vencidos, la congelada paz de los cementerios. Me encantaría poder decirle al hijo de mi amiga que su inseguridad se arregla con el tiempo, pero la verdad es que creo que esa línea de sombra nos acompaña siempre. Eso sí, podemos aprender a convivir con ella, a desdramatizar nuestros dramatismos, a no darle tanta importancia a las derrotas. Nadie fracasa en todo, de la misma manera que nadie triunfa en todo. La frustración forma parte de la vida, los miedos son siempre más grandes que las heridas reales y desde luego nadie tiene tan mala opinión de ti como tu maldito enemigo interior.
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/rosa-montero-enemigo-en-casa/?rel=cx_articulo#cxrecs_s
miércoles, 13 de septiembre de 2017
Las mejores becas del mundo. Fulbright, John S. Knight o Sloan son algunos de estos programas internacionales
Hay becas de estudio que parecen premios de lotería. No solo por la parte utilitaria –algunas están muy bien dotadas económicamente–, sino también por su poder de cambiar vidas y abrir nuevos caminos en la vida profesional y social de los agraciados.
Por ejemplo, si tiene usted la suerte de ganar una beca en una de las Universidades de la Ivy League, que agrupa las mejores ocho universidades privadas de Estados Unidos, su currículo ganará luz y esplendor y empezará a jugar en otras ligas. Es un salto de dimensión automático que casi siempre se corresponde con una formación más sofisticada y actualizada que permite competir en mercados laborales exigentes y de muy alto nivel.
Suelen ser becas difíciles de conseguir pero no imposibles. Hay que reunir méritos y apostar. Tener tesón y paciencia para compilar la documentación tal y como la piden y, desde luego, también se necesita que la suerte esté de su lado. Pero esto también es como la lotería: hay que jugar para entrar en las quinielas de los ganadores.
Fulbright
Es un programa muy prestigioso que convoca becas de estudio de postgrado de cualquier especialidad en universidades estadounidenses. Las ayudas cubren el coste de la matrícula (hasta 34.000 euros) y ofrecen una dotación mensual que oscila entre 1.500 y 2.200 dólares de acuerdo con el coste de la vida en la ciudad de destino. El programa Fulbright fue creado por el Congreso de Estados Unidos para incentivar el intercambio cultural académico entre sus ciudadanos y los del resto del mundo. Ofrece aproximadamente 1.800 becas al año en 155 países. Además de la matrícula, la beca cubre otros gastos importantes, como los billetes de ida y vuelta y el seguro médico, y otorga un estipendio mensual para la manutención. Para estar entre los elegidos no se necesita una carta de aceptación de una Universidad estadounidense, una vez otorgada la beca la propia Comisión Fulbright ayudará a escoger los programas que mejor encajen con los intereses del becado.
John S. Knight
Es un programa de becas para periodistas que estén en la mitad de su vida profesional y quieran dar un giro a su carrera. Aunque fue concebida en 1966 como un año sabático en una gran universidad durante el cual los becarios desconectaran de la rutina para pensar hacia dónde querían redirigir su vida, hace tres años cambió el enfoque y se convirtió en la beca más innovadora del mundo en las áreas de periodismo y tecnología. Para ser admitidos los candidatos deben presentar un proyecto con ambición de renovar una profesión que no pasa por su mejor momento.
La dotación de la beca oscila entre 80.000 y 100.000 dólares (entre 60.000 y 76.000 euros), de acuerdo a si el candidato viaja o no con su familia. Además, incluye ayudas para el alquiler, la compra de equipo técnico e informático, y los gastos del colegio y la guardería de los niños. Si se viaja con la pareja, esa persona tendrá acceso a todas las clases y actividades de la universidad durante el año que dura el programa. El ganador de la beca y su acompañante pueden diseñar su programa de estudios de acuerdo con sus intereses. Pueden apuntarse a clases con cualquier profesor, incluidos premios Nobel o políticos como Condoleezza Rice, siempre que ellos los acepten en su clase. Al final del programa deben defender su proyecto de investigación y pueden postularse a programas de financiación para convertirlos en prototipos reales de aplicaciones o medios de comunicación.
SloaN
La fundación Alfred P. Sloan premia a investigadores que trabajan en áreas emergentes
La fundación Alfred P. Sloan es una organización filantrópica con sede en Nueva York desde 1934 creada por Alfred Sloan, entonces consejero delegado de General Motors, para apoyar la investigación en tecnología, ciencia, ingeniería, matemáticas y economía.
Premia a investigadores que trabajen en áreas emergentes, con potencial de hacer una contribución sólida al desarrollo científico. La beca está dotada con 38.600 euros que se reparten en dos años. Si una vez consumido ese tiempo, el dinero no se ha agotado, el período podría extenderse hasta un máximo de dos años más. El dinero debe ser usado para la compra de equipo técnico, viajes profesionales, cursos de formación y otros gastos relacionados con la investigación. Los candidatos deben tener una plaza de profesor en alguna universidad de Estados Unidos o Canadá y no se supone que el dinero de esta beca se utilice como manutención.
John S. Guggenheim
Es un premio instaurado desde 1926 para artistas, escritores, científicos y profesores que estén en una etapa media de su carrera profesional. Aunque la dotación económica de la beca cambia cada año y se ajusta a las necesidades de cada becario, el monto está en torno a los 35.000 dólares (26.600 euros). Cada año se reciben entre 3.500 y 4.000 solicitudes para un total de 220 becas que se otorgan a artistas o investigadores que presenten un proyecto de trabajo de “excepcional creatividad” y residan en Estados Unidos, Canadá o cualquier país de América Latina.
Chevening
Es el programa oficial de becas del Gobierno británico, y premia a estudiantes de todo el mundo con madera de líderes financiando sus estudios de postgrado en una universidad británica.
El programa cubre el total o casi de los costes de un master de un año de duración. Para solicitar una de estas becas se debe tener un título universitario, conocimientos de inglés, una experiencia laboral de al menos dos años y haber solicitado la admisión en un master de cualquier disciplina en una universidad de Reino Unido.
Las becas, además de pagar los costes de la matrícula, asumen los gastos del billete de ida y vuelta con exceso de equipaje incluido, los costes del visado de estudiante, los gastos de la tesis, y proveen al becario de un estipendio mensual para gastos de instalación y manutención. Los exbecarios de la Chevening están organizados en un grupo de compuesto por 43.000 personas, una red de contactos potente e influyente que funciona en todo el mundo.
Endeavour
Otorga cada año 500 becas para ciudadanos no australianos que quieran realizar estudios de postgrado en ese país. El programa cubre la matrícula y los gastos de dos años de estudio si se va a cursar una maestría y de cuatro, si se quiere hacer un doctorado.
Funciona para cualquier área académica. Las becas Endeavour cubren con 118.500 dólares australianos (aproximadamente 84.000 euros) a los interesados en un master, y hasta con 228,500 (cerca de 162.000 euros) a los que matriculen un doctorado.
Además corre con los gastos de instalación, matrícula, seguro médico y billete de ida y vuelta. Los requisitos para solicitar una Endeavour son haber terminado un estudio de pregrado y haber solicitado entrar a un master o a un doctorado de una universidad australiana.
Eiffel
El programa de excelencia Eiffel financiado por el Gobierno francés, premia cada año a 400 estudiantes internacionales que quieran cursar un master o un doctorado en un centro de educación superior francés en las áreas de Ciencias, Ingeniería, Economía, Administración, Derecho y Ciencias Políticas. En el caso de los programas de master, la beca puede cubrir hasta 24 meses de estudio e incluye un estipendio mensual de 1.181 euros.
En el caso de los estudiantes de un doctorado, el programa cubre la matrícula y otorga un monto mensual de 1. 400 euros para manutención, seguro médico y otros gastos.
https://economia.elpais.com/economia/2014/09/16/actualidad/1410882684_057015.html
Por ejemplo, si tiene usted la suerte de ganar una beca en una de las Universidades de la Ivy League, que agrupa las mejores ocho universidades privadas de Estados Unidos, su currículo ganará luz y esplendor y empezará a jugar en otras ligas. Es un salto de dimensión automático que casi siempre se corresponde con una formación más sofisticada y actualizada que permite competir en mercados laborales exigentes y de muy alto nivel.
Suelen ser becas difíciles de conseguir pero no imposibles. Hay que reunir méritos y apostar. Tener tesón y paciencia para compilar la documentación tal y como la piden y, desde luego, también se necesita que la suerte esté de su lado. Pero esto también es como la lotería: hay que jugar para entrar en las quinielas de los ganadores.
Fulbright
Es un programa muy prestigioso que convoca becas de estudio de postgrado de cualquier especialidad en universidades estadounidenses. Las ayudas cubren el coste de la matrícula (hasta 34.000 euros) y ofrecen una dotación mensual que oscila entre 1.500 y 2.200 dólares de acuerdo con el coste de la vida en la ciudad de destino. El programa Fulbright fue creado por el Congreso de Estados Unidos para incentivar el intercambio cultural académico entre sus ciudadanos y los del resto del mundo. Ofrece aproximadamente 1.800 becas al año en 155 países. Además de la matrícula, la beca cubre otros gastos importantes, como los billetes de ida y vuelta y el seguro médico, y otorga un estipendio mensual para la manutención. Para estar entre los elegidos no se necesita una carta de aceptación de una Universidad estadounidense, una vez otorgada la beca la propia Comisión Fulbright ayudará a escoger los programas que mejor encajen con los intereses del becado.
John S. Knight
Es un programa de becas para periodistas que estén en la mitad de su vida profesional y quieran dar un giro a su carrera. Aunque fue concebida en 1966 como un año sabático en una gran universidad durante el cual los becarios desconectaran de la rutina para pensar hacia dónde querían redirigir su vida, hace tres años cambió el enfoque y se convirtió en la beca más innovadora del mundo en las áreas de periodismo y tecnología. Para ser admitidos los candidatos deben presentar un proyecto con ambición de renovar una profesión que no pasa por su mejor momento.
La dotación de la beca oscila entre 80.000 y 100.000 dólares (entre 60.000 y 76.000 euros), de acuerdo a si el candidato viaja o no con su familia. Además, incluye ayudas para el alquiler, la compra de equipo técnico e informático, y los gastos del colegio y la guardería de los niños. Si se viaja con la pareja, esa persona tendrá acceso a todas las clases y actividades de la universidad durante el año que dura el programa. El ganador de la beca y su acompañante pueden diseñar su programa de estudios de acuerdo con sus intereses. Pueden apuntarse a clases con cualquier profesor, incluidos premios Nobel o políticos como Condoleezza Rice, siempre que ellos los acepten en su clase. Al final del programa deben defender su proyecto de investigación y pueden postularse a programas de financiación para convertirlos en prototipos reales de aplicaciones o medios de comunicación.
SloaN
La fundación Alfred P. Sloan premia a investigadores que trabajan en áreas emergentes
La fundación Alfred P. Sloan es una organización filantrópica con sede en Nueva York desde 1934 creada por Alfred Sloan, entonces consejero delegado de General Motors, para apoyar la investigación en tecnología, ciencia, ingeniería, matemáticas y economía.
Premia a investigadores que trabajen en áreas emergentes, con potencial de hacer una contribución sólida al desarrollo científico. La beca está dotada con 38.600 euros que se reparten en dos años. Si una vez consumido ese tiempo, el dinero no se ha agotado, el período podría extenderse hasta un máximo de dos años más. El dinero debe ser usado para la compra de equipo técnico, viajes profesionales, cursos de formación y otros gastos relacionados con la investigación. Los candidatos deben tener una plaza de profesor en alguna universidad de Estados Unidos o Canadá y no se supone que el dinero de esta beca se utilice como manutención.
John S. Guggenheim
Es un premio instaurado desde 1926 para artistas, escritores, científicos y profesores que estén en una etapa media de su carrera profesional. Aunque la dotación económica de la beca cambia cada año y se ajusta a las necesidades de cada becario, el monto está en torno a los 35.000 dólares (26.600 euros). Cada año se reciben entre 3.500 y 4.000 solicitudes para un total de 220 becas que se otorgan a artistas o investigadores que presenten un proyecto de trabajo de “excepcional creatividad” y residan en Estados Unidos, Canadá o cualquier país de América Latina.
Chevening
Es el programa oficial de becas del Gobierno británico, y premia a estudiantes de todo el mundo con madera de líderes financiando sus estudios de postgrado en una universidad británica.
El programa cubre el total o casi de los costes de un master de un año de duración. Para solicitar una de estas becas se debe tener un título universitario, conocimientos de inglés, una experiencia laboral de al menos dos años y haber solicitado la admisión en un master de cualquier disciplina en una universidad de Reino Unido.
Las becas, además de pagar los costes de la matrícula, asumen los gastos del billete de ida y vuelta con exceso de equipaje incluido, los costes del visado de estudiante, los gastos de la tesis, y proveen al becario de un estipendio mensual para gastos de instalación y manutención. Los exbecarios de la Chevening están organizados en un grupo de compuesto por 43.000 personas, una red de contactos potente e influyente que funciona en todo el mundo.
Endeavour
Otorga cada año 500 becas para ciudadanos no australianos que quieran realizar estudios de postgrado en ese país. El programa cubre la matrícula y los gastos de dos años de estudio si se va a cursar una maestría y de cuatro, si se quiere hacer un doctorado.
Funciona para cualquier área académica. Las becas Endeavour cubren con 118.500 dólares australianos (aproximadamente 84.000 euros) a los interesados en un master, y hasta con 228,500 (cerca de 162.000 euros) a los que matriculen un doctorado.
Además corre con los gastos de instalación, matrícula, seguro médico y billete de ida y vuelta. Los requisitos para solicitar una Endeavour son haber terminado un estudio de pregrado y haber solicitado entrar a un master o a un doctorado de una universidad australiana.
Eiffel
El programa de excelencia Eiffel financiado por el Gobierno francés, premia cada año a 400 estudiantes internacionales que quieran cursar un master o un doctorado en un centro de educación superior francés en las áreas de Ciencias, Ingeniería, Economía, Administración, Derecho y Ciencias Políticas. En el caso de los programas de master, la beca puede cubrir hasta 24 meses de estudio e incluye un estipendio mensual de 1.181 euros.
En el caso de los estudiantes de un doctorado, el programa cubre la matrícula y otorga un monto mensual de 1. 400 euros para manutención, seguro médico y otros gastos.
https://economia.elpais.com/economia/2014/09/16/actualidad/1410882684_057015.html
martes, 12 de septiembre de 2017
_- Las becas del Estado suben más en las universidades privadas 14 de los 20 campus donde más se incrementan son de pago. Las ayudas caen en la mayoría de comunidades autónomas
_- El dinero que reciben los universitarios como beca general del Estado ha bajado en 13 de las 17 comunidades autónomas.Entre los 20 campus donde más suben, la mayoría (14) son privados. Las ayudas al estudio en universidad vuelven a caer en la mayoría de las regiones, pese a que el Gobierno presume de destinar el presupuesto más alto de la historia. En comunidades como Extremadura o Castilla La Mancha, las ayudas han caído más de 500 euros desde 2011.
Los universitarios con derecho a una beca del Estado —que se decide por criterios económicos y académicos— pueden percibir el equivalente a las tasas académicas (para lo que necesitan una nota media de 5,5) o sumar dinero para vivir, para lo que necesita al menos un 6,5. Esta última, la cantidad que los alumnos con menos recursos económicos perciben para el día a día, ha bajado en el último curso en 13 comunidades autónomas respecto al año anterior. Solo sube en Madrid, Navarra y Cataluña y Cantabria. Los descensos van desde el 2,8% menos de Castilla La Mancha, donde un universitario recibe de media 2.579 euros, al 0,1% menos en Galicia, donde la media es de 2.490 euros (ver gráfico).
Los datos, extraídos de una respuesta parlamentaria al diputado socialista Miguel Ángel Heredia, reflejan además que los campus donde más han subido las ayudas han sido los privados. Entre las 20 universidades con más subidas medias, 14 son privadas. La respuesta analiza 46 universidades públicas y 32 de pago, donde los alumnos reciben la asignación en función de los mismos criterios que el resto. La ayuda para tasas universitarias solo cubre lo que costaría una matrícula en la Universidad pública, que puede ser hasta ocho veces más barata. El resto debe pagarlo la familia o el campus con ayudas propias.
El diputado Heredia considera “indecente” que mientras las becas bajan de cuantía de forma generalizada en las públicas, crezca “de forma abusiva” en las privadas. “Esto rompe absolutamente la igualdad de oportunidades y beneficia a quien más tiene”, señala.
La media de ayuda por alumno ha bajado algo más de 300 euros de media en España desde 2011, hasta los 2.166 euros actuales. Pero de nuevo la rebaja es más significativa al desglosar por regiones. Los alumnos de Castilla La Mancha o Extremadura han perdido más de 500 euros de media en el mismo periodo.
El pasado julio, una veintena de estudiantes protagonizó un encierro de tres días en el Consejo Escolar del Estado, en Madrid, para exigir que se revisara la política de becas del Gobierno. El modelo de reparto cambió de forma drástica en 2013, cuando el Gobierno del PP endureció los criterios académicos y estableció que parte del dinero se repartiera como una cuantía variable. El Consejo Escolar del Estado denunció en su último dictamen que ese sistema provoca “una grave inestabilidad” en los estudiantes, que conocen lo que van a recibir con el curso ya empezado. Al tiempo que cambiaban los requisitos, el Gobierno promovió la mayor subida de tasas universitarias, que están entre las más caras de Europa.
Los estudiantes abandonaron el encierro después de que Educación se comprometiera a celebrar al menos tres reuniones anuales del pleno del Consejo Estatal de Estudiantes Universitarios (Ceune) y a crear una comisión mixta con alumnos y rectores para revisar el decreto de becas para el curso 2018-2019, dejando los requisitos igual para el curso que viene y sin revisar los umbrales de renta, algo que no se ha hecho en los últimos cinco años.
“Se ha demostrado que este sistema de becas va en contra de la comunidad educativa, que tiene relación directa con la bajada de las cuantías y que el riesgo de que quede gente fuera es real”, señala Carles López, de la confederación de estudiantes Canae.
“Invertimos en becas tres veces menos que la media de la OCDE”, señala el presidente de la conferencia de rectores, la Crue, Segundo Píriz. “Esperamos que con esta oferta de diálogo, las cuantías vayan aumentando de forma paulatina para llegar a niveles aceptables en cuatro o cinco años”. Los rectores exigen además, que vuelva el 5 de como para acceder a una ayuda igual que es válido para aprobar.
https://politica.elpais.com/politica/2017/08/31/actualidad/1504198528_431075.html
Los universitarios con derecho a una beca del Estado —que se decide por criterios económicos y académicos— pueden percibir el equivalente a las tasas académicas (para lo que necesitan una nota media de 5,5) o sumar dinero para vivir, para lo que necesita al menos un 6,5. Esta última, la cantidad que los alumnos con menos recursos económicos perciben para el día a día, ha bajado en el último curso en 13 comunidades autónomas respecto al año anterior. Solo sube en Madrid, Navarra y Cataluña y Cantabria. Los descensos van desde el 2,8% menos de Castilla La Mancha, donde un universitario recibe de media 2.579 euros, al 0,1% menos en Galicia, donde la media es de 2.490 euros (ver gráfico).
Los datos, extraídos de una respuesta parlamentaria al diputado socialista Miguel Ángel Heredia, reflejan además que los campus donde más han subido las ayudas han sido los privados. Entre las 20 universidades con más subidas medias, 14 son privadas. La respuesta analiza 46 universidades públicas y 32 de pago, donde los alumnos reciben la asignación en función de los mismos criterios que el resto. La ayuda para tasas universitarias solo cubre lo que costaría una matrícula en la Universidad pública, que puede ser hasta ocho veces más barata. El resto debe pagarlo la familia o el campus con ayudas propias.
El diputado Heredia considera “indecente” que mientras las becas bajan de cuantía de forma generalizada en las públicas, crezca “de forma abusiva” en las privadas. “Esto rompe absolutamente la igualdad de oportunidades y beneficia a quien más tiene”, señala.
La media de ayuda por alumno ha bajado algo más de 300 euros de media en España desde 2011, hasta los 2.166 euros actuales. Pero de nuevo la rebaja es más significativa al desglosar por regiones. Los alumnos de Castilla La Mancha o Extremadura han perdido más de 500 euros de media en el mismo periodo.
El pasado julio, una veintena de estudiantes protagonizó un encierro de tres días en el Consejo Escolar del Estado, en Madrid, para exigir que se revisara la política de becas del Gobierno. El modelo de reparto cambió de forma drástica en 2013, cuando el Gobierno del PP endureció los criterios académicos y estableció que parte del dinero se repartiera como una cuantía variable. El Consejo Escolar del Estado denunció en su último dictamen que ese sistema provoca “una grave inestabilidad” en los estudiantes, que conocen lo que van a recibir con el curso ya empezado. Al tiempo que cambiaban los requisitos, el Gobierno promovió la mayor subida de tasas universitarias, que están entre las más caras de Europa.
Los estudiantes abandonaron el encierro después de que Educación se comprometiera a celebrar al menos tres reuniones anuales del pleno del Consejo Estatal de Estudiantes Universitarios (Ceune) y a crear una comisión mixta con alumnos y rectores para revisar el decreto de becas para el curso 2018-2019, dejando los requisitos igual para el curso que viene y sin revisar los umbrales de renta, algo que no se ha hecho en los últimos cinco años.
“Se ha demostrado que este sistema de becas va en contra de la comunidad educativa, que tiene relación directa con la bajada de las cuantías y que el riesgo de que quede gente fuera es real”, señala Carles López, de la confederación de estudiantes Canae.
“Invertimos en becas tres veces menos que la media de la OCDE”, señala el presidente de la conferencia de rectores, la Crue, Segundo Píriz. “Esperamos que con esta oferta de diálogo, las cuantías vayan aumentando de forma paulatina para llegar a niveles aceptables en cuatro o cinco años”. Los rectores exigen además, que vuelva el 5 de como para acceder a una ayuda igual que es válido para aprobar.
https://politica.elpais.com/politica/2017/08/31/actualidad/1504198528_431075.html
lunes, 11 de septiembre de 2017
Del jazz al universo y más allá. Un libro de Stephon Alexander, físico y saxo tenor, revela la relación profunda de la música con el cosmos, y el inmenso poder creativo de la metáfora
Para un enamorado de la física un libro titulado El jazz de la física ejerce la atracción gravitatoria de un agujero negro y hace volar la mente por los confines del cosmos. Los que solo aman una de esas dos materias, o ninguna, pueden leer esta obra y dejarse arrastrar por el influjo de las relaciones ocultas entre disciplinas dispares, por el inmenso poder creativo de la metáfora.
Imagina dos peces que hablan entre sí en un río, cerca del precipicio de una cascada. Sus mensajes viajan a la velocidad del sonido en el agua, lo que no está mal para el espeso discurso que podemos esperar de esa especie acuática. El pez más afortunado se queda varado entre las raíces de un nenúfar, mientras el otro deriva de manera fatal hacia la cascada. Pese a ello pueden seguir hablando sin problemas; la voz del pez varado viaja ayudada por la corriente, y la del pez condenado viaja contra corriente y tarda más en llegar a su interlocutor, pero la charla sigue.
De pronto, en el mismo momento en que el segundo pez cruza el borde del precipicio, la situación cambia radicalmente. El pez que cae por la cascada sigue recibiendo el sonido del otro, pero sus gritos de auxilio ya no llegan a su interlocutor. La velocidad con que el agua cae por la cascada es mayor que la del sonido, y el pobre pez ha desaparecido de su mundo a todos los efectos.
Cambiando el sonido por la luz, esta pequeña historia es la metáfora perfecta de un agujero negro, el objeto más exótico y enigmático que ha descubierto la ciencia. El borde de la cascada representa el “horizonte de sucesos” del agujero negro, la frontera a partir de la que cualquier cosa, pez o astronauta, materia o energía, cae con tal velocidad hacia la atracción gravitatoria fatal del agujero negro que no puede escapar de él. Ni siquiera la luz puede escapar, de ahí que se llame negro.
Es solo una de las mil metáforas que plantea Stephon Alexander, físico y saxo tenor, en su libro El jazz de la física, recién publicado en la colección Metatemas de Tusquets. El ejemplo de los peces no tiene relación con el jazz —solo la tiene con el sonido—, pero hay un motivo sólido para mencionarla: que la razón última del libro es mostrar el poder de la analogía y la metáfora para el pensamiento, también el pensamiento científico. Y porque explica con transparencia el horizonte de sucesos de un agujero negro, uno de los conceptos más radicales y complejos de la ciencia.
Pero El jazz de la física no es solo un título con gancho. El libro responde a las expectativas. Alexander es un buen físico teórico, formado con los mejores científicos y profesor en la Universidad de Brown, y también un solvente saxofonista de jazz. Su pasión, y sus estudios de media vida, se reparten a partes iguales entre John Coltrane y Albert Einstein.
Y, cuando una mente creativa se sumerge a fondo en dos campos distintos, no es infrecuente que emerja una metáfora, un nexo recóndito y penetrante entre dos conocimientos previamente percibidos como incompatibles. Así trabajaban Coltrane, Einstein y los demás genios de la historia. Ese es el truco para innovar, para descubrir, para crear pensamiento. Cocerse en el dominio de una sola disciplina es la trampa para creadores por antonomasia, el pasaporte hacia la esterilidad.
En ese sentido, la vida de Stephon Alexander, que es la fuente de su pensamiento abarcador, tiene mucho interés, y no es sorprendente que su libro tenga una fuerte componente autobiográfica (como tal vez la tenga toda novela). Stephon, afroamericano hijo de emigrantes de Trinidad, creció en el Bronx neoyorquino, donde un chaval negro tenía mucho más fácil dedicarse a vender coca que estudiar física. Mientras se sumergía en los arcanos del saxo y del lenguaje musical del jazz, sin embargo, el adolescente encontró tiempo para leer a Stephen Hawking (Historia del tiempo) y a Richard Feynman (¿Está usted de broma, mister Feyman?), y esos libros abrieron un nuevo continente a su mente inquieta.
“Leer todo lo que caía en mis manos sobre física”, confiesa, “me proporcionaba una evasión perfecta mientras crecía en una parte del Bronx donde la realidad, para muchos, era deprimente; buena parte de mis años de estudiante los pasé sintiéndome un negado fuera de lugar, un rastafari de Trinidad criado en el Bronx”. Es bien curioso que, en el centro puntual de ese ambiente marginal, el joven Stephon dedicara buena parte del tiempo que no tenía a plantearse la madre de todas las preguntas: ¿por qué hay algo en vez de nada?
Una pregunta que, como cada vez más cosas, era parte de la filosofía y ahora ha emigrado a la física, la madre de todas las ciencias.
LA LEY DE HAWKING
El físico Stephen Hawking, una de las inspiraciones de Stephon Alexander, formuló hace años lo que algunos han denominado ley de Hawking sobre la divulgación científica: cada ecuación que pones en un libro reduce las ventas a la mitad. No pretendía ser más que un sarcasmo, pero tiene un átomo de verdad. La mala educación matemática en los colegios de todo el mundo ha causado que la mera visión de una fórmula induzca rechazo, temblores y sudores fríos en la población lectora. Y eso es un verdadero problema, porque la física no se puede entender a fondo sin las matemáticas que la fundamentan y la hacen avanzar. Las ecuaciones, como dice Alexander, son el sexto sentido del físico, un sentido que le permite ver conceptos que ni hubiera imaginado sin ellas.
A Alexander, sin embargo, no le dan miedo las ecuaciones. No cree en la ley de Hawking. Su enfoque, más bien, es sumergir al lector en ellas, y explicárselas paso a paso, desde los fundamentos que todos entendemos. Las matemáticas no pueden ser incomprensibles: son la base del entendimiento de la naturaleza. Los malos profesores son otra cuestión.
https://elpais.com/cultura/2017/03/10/actualidad/1489161469_986954.html
¿Qué le hace la música a nuestro cerebro?
Imagina dos peces que hablan entre sí en un río, cerca del precipicio de una cascada. Sus mensajes viajan a la velocidad del sonido en el agua, lo que no está mal para el espeso discurso que podemos esperar de esa especie acuática. El pez más afortunado se queda varado entre las raíces de un nenúfar, mientras el otro deriva de manera fatal hacia la cascada. Pese a ello pueden seguir hablando sin problemas; la voz del pez varado viaja ayudada por la corriente, y la del pez condenado viaja contra corriente y tarda más en llegar a su interlocutor, pero la charla sigue.
De pronto, en el mismo momento en que el segundo pez cruza el borde del precipicio, la situación cambia radicalmente. El pez que cae por la cascada sigue recibiendo el sonido del otro, pero sus gritos de auxilio ya no llegan a su interlocutor. La velocidad con que el agua cae por la cascada es mayor que la del sonido, y el pobre pez ha desaparecido de su mundo a todos los efectos.
Cambiando el sonido por la luz, esta pequeña historia es la metáfora perfecta de un agujero negro, el objeto más exótico y enigmático que ha descubierto la ciencia. El borde de la cascada representa el “horizonte de sucesos” del agujero negro, la frontera a partir de la que cualquier cosa, pez o astronauta, materia o energía, cae con tal velocidad hacia la atracción gravitatoria fatal del agujero negro que no puede escapar de él. Ni siquiera la luz puede escapar, de ahí que se llame negro.
Es solo una de las mil metáforas que plantea Stephon Alexander, físico y saxo tenor, en su libro El jazz de la física, recién publicado en la colección Metatemas de Tusquets. El ejemplo de los peces no tiene relación con el jazz —solo la tiene con el sonido—, pero hay un motivo sólido para mencionarla: que la razón última del libro es mostrar el poder de la analogía y la metáfora para el pensamiento, también el pensamiento científico. Y porque explica con transparencia el horizonte de sucesos de un agujero negro, uno de los conceptos más radicales y complejos de la ciencia.
Pero El jazz de la física no es solo un título con gancho. El libro responde a las expectativas. Alexander es un buen físico teórico, formado con los mejores científicos y profesor en la Universidad de Brown, y también un solvente saxofonista de jazz. Su pasión, y sus estudios de media vida, se reparten a partes iguales entre John Coltrane y Albert Einstein.
Y, cuando una mente creativa se sumerge a fondo en dos campos distintos, no es infrecuente que emerja una metáfora, un nexo recóndito y penetrante entre dos conocimientos previamente percibidos como incompatibles. Así trabajaban Coltrane, Einstein y los demás genios de la historia. Ese es el truco para innovar, para descubrir, para crear pensamiento. Cocerse en el dominio de una sola disciplina es la trampa para creadores por antonomasia, el pasaporte hacia la esterilidad.
En ese sentido, la vida de Stephon Alexander, que es la fuente de su pensamiento abarcador, tiene mucho interés, y no es sorprendente que su libro tenga una fuerte componente autobiográfica (como tal vez la tenga toda novela). Stephon, afroamericano hijo de emigrantes de Trinidad, creció en el Bronx neoyorquino, donde un chaval negro tenía mucho más fácil dedicarse a vender coca que estudiar física. Mientras se sumergía en los arcanos del saxo y del lenguaje musical del jazz, sin embargo, el adolescente encontró tiempo para leer a Stephen Hawking (Historia del tiempo) y a Richard Feynman (¿Está usted de broma, mister Feyman?), y esos libros abrieron un nuevo continente a su mente inquieta.
“Leer todo lo que caía en mis manos sobre física”, confiesa, “me proporcionaba una evasión perfecta mientras crecía en una parte del Bronx donde la realidad, para muchos, era deprimente; buena parte de mis años de estudiante los pasé sintiéndome un negado fuera de lugar, un rastafari de Trinidad criado en el Bronx”. Es bien curioso que, en el centro puntual de ese ambiente marginal, el joven Stephon dedicara buena parte del tiempo que no tenía a plantearse la madre de todas las preguntas: ¿por qué hay algo en vez de nada?
Una pregunta que, como cada vez más cosas, era parte de la filosofía y ahora ha emigrado a la física, la madre de todas las ciencias.
LA LEY DE HAWKING
El físico Stephen Hawking, una de las inspiraciones de Stephon Alexander, formuló hace años lo que algunos han denominado ley de Hawking sobre la divulgación científica: cada ecuación que pones en un libro reduce las ventas a la mitad. No pretendía ser más que un sarcasmo, pero tiene un átomo de verdad. La mala educación matemática en los colegios de todo el mundo ha causado que la mera visión de una fórmula induzca rechazo, temblores y sudores fríos en la población lectora. Y eso es un verdadero problema, porque la física no se puede entender a fondo sin las matemáticas que la fundamentan y la hacen avanzar. Las ecuaciones, como dice Alexander, son el sexto sentido del físico, un sentido que le permite ver conceptos que ni hubiera imaginado sin ellas.
A Alexander, sin embargo, no le dan miedo las ecuaciones. No cree en la ley de Hawking. Su enfoque, más bien, es sumergir al lector en ellas, y explicárselas paso a paso, desde los fundamentos que todos entendemos. Las matemáticas no pueden ser incomprensibles: son la base del entendimiento de la naturaleza. Los malos profesores son otra cuestión.
https://elpais.com/cultura/2017/03/10/actualidad/1489161469_986954.html
¿Qué le hace la música a nuestro cerebro?
domingo, 10 de septiembre de 2017
_- Ni sonreír ni salir: esto es lo que necesita cuando está triste. Y que dejen de darle consejos sobre cómo superarlo
_- Si la vida le da limones, haga limonada. Muy bonito. Pero es que a usted no le gusta la limonada. Es ácida y le hace poner esa cara… picassiana. Pero mejor que no lo diga en alto, que no lo verbalice, porque todos le tacharán de pesimista. Dirán que es un flojo, que no sabe disfrutar. Así que toca seguir sonriendo. Porque, si sonríe a la vida, esta le devolverá una sonrisa. Porque, si se convence, todo irá bien. Porque, si puede soñarlo, puede hacerlo. Y demás. Ese es el camino a la felicidad. ¿Seguro? Docenas de estudios aseguran que no, que tan malo es dejarse arrastrar por la depresión y el abatimiento como evitar los problemas y sonreír sin ningún fundamento, creando así una tendencia contraria al optimismo mal entendido y defendiendo la necesidad de, por qué no, estar de morros de vez en cuando.
Una de las voces más decididas en la lucha contra el empacho de felicidad es la de la activista americana Bárbara Ehrenreich. En su libro “Sonríe o muere: La trampa del pensamiento positivo”, lanza su alternativa a lo que denomina una “realidad a medias”, esa caravana de mensajes ilusorios que la sociedad parece haber dado por buenos. Ehrenreich padeció un cáncer de mama y, durante su proceso de curación, comprobó cómo nadie le permitía sentirse asustada, preocupada. Y se plantó: ¿por qué no iba a tener miedo en una situación tan crucial? En sus tesis afirma lo que para ella resulta más lógico: mirar hacia otro lado no soluciona los problemas ni te hace sentir mejor, y solo aprendiendo a gestionar correctamente las emociones se puede vivir auténticamente conectado con los sentimientos y llevar una vida consecuente con aquello que está ocurriendo.
“Pretender que solo se experimenten emociones positivas es tan absurdo como imposible”, afirma Rosana Pereira, psicóloga del gabinete Haztúa y experta en Psicología positiva, que añade: “Es evidente que, ante una situación normal, es preferible ser optimista, pero las emociones mal llamadas negativas cumplen una función adaptativa que nos ayuda a sobrevivir”. Porque la ira, la tristeza, el estrés o el miedo son mecanismos que, bien gestionados, nos permiten adaptarnos a nuestra realidad y alumbrar soluciones o vías de escape. “Esto es así desde que el hombre es hombre: el cavernícola no trataba de dialogar con un guepardo ni hacía caso omiso cuando este iba a atacarle; simplemente, escapaba a toda prisa movido por el miedo a ser devorado”, constata Pereira.
Ahora bien, ese temor, enfado, agotamiento o frustración deben servir como motor de cambio, deben revelarse como el germen que dispare el pensamiento crítico y la búsqueda de alternativas. Negarlos fomenta únicamente la rigidez emocional y provoca además que quien se siente mal por una situación negativa sume un grado extra de malestar, al saberse incapaz de sonreír a la vida. Y más. Según Ángel Luis Sánchez, psicólogo y director del Instituto de Desarrollo, soslayar estas alertas es peligroso: “Un miedo no escuchado puede desembocar, con el tiempo, en ataques de pánico descontrolados, igual que una tristeza ignorada puede convertirse en depresión”.
Por eso, no deben ser obviadas, pero tampoco hay que permitir que dobleguen la voluntad. “Lo importante es que nadie se quede enganchado en el derrotismo y que entienda que todo lo que siente es una respuesta lógica a lo que le sucede”, continúa Pereira, estableciendo así la línea entre los fundamentos de la Psicología positiva y las frases categóricas de los gurús de la felicidad. Y define a la primera como un complemento de la Psicología tradicional, puesto que “no se queda únicamente en arreglar una situación de dolor emocional, sino que muestra las pautas para gestionar mejor esas emociones adaptativas negativas y enseña a afrontar los problemas y a lograr un mayor bienestar”.
Tampoco se le escapa que la Psicología positiva, en ocasiones, es vinculada a esas frases categóricas y al optimismo irresponsable y mal entendido. “Existe mucho intrusismo y los gurús hacen flaco favor a la Psicología. Cualquier sentencia contundente nos tiene que hacer sospechar; no hay que olvidar que la Psicología es de todo menos contundente”, porque habla y trabaja con personas, y cada una reacciona de una forma distinta. Y en esa línea caminan también otros estudios que señalan los peligros de una Psicología positiva mal aplicada.
La investigadora María Prieto-Ursúa, del departamento de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, habla de la tiranía de la actitud positiva. Explica que, efectivamente, en ocasiones es complicado sentirse feliz viendo el telediario, pero que prescindir de esa carga de sufrimiento nos aleja de la solidaridad, la sensibilidad y el ánimo por mejorar la situación. Y evidencia que muchos seguidores entusiastas de la Psicología positiva pueden haber malinterpretado su mensaje y haberlo llevado al extremo, a la “necesidad de mantener una actitud positiva o de optimismo en todas las circunstancias”.
Entonces, al mal tiempo, ¿solo buena cara?
No. Porque, así, será imposible afrontar lo que está ocurriendo y concentrarse en darle una solución. “Un optimismo excesivo puede llevar a que confiemos demasiado en el futuro y a que no pongamos lo suficiente de nuestra parte para que aquello que pretendemos termine por llegar”, confirma Ángel Luis Sánchez.
Así que, al próximo que le invite a mirar hacia otro lado y a sonreírle a la vida, quizá deba explicarle la utilidad de estar triste, enfadado, colérico, de atravesar todas las fases emocionales que desencadenan los problemas. Tal vez deba contestar a su sonrisa sacándole la lengua. Y si la vida le da limones… vaya con la vida. Habrá que seguir trabajando para convertirlos en naranjas.
https://elpais.com/elpais/2017/08/29/buenavida/1504000199_685876.html?por=mosaico
Una de las voces más decididas en la lucha contra el empacho de felicidad es la de la activista americana Bárbara Ehrenreich. En su libro “Sonríe o muere: La trampa del pensamiento positivo”, lanza su alternativa a lo que denomina una “realidad a medias”, esa caravana de mensajes ilusorios que la sociedad parece haber dado por buenos. Ehrenreich padeció un cáncer de mama y, durante su proceso de curación, comprobó cómo nadie le permitía sentirse asustada, preocupada. Y se plantó: ¿por qué no iba a tener miedo en una situación tan crucial? En sus tesis afirma lo que para ella resulta más lógico: mirar hacia otro lado no soluciona los problemas ni te hace sentir mejor, y solo aprendiendo a gestionar correctamente las emociones se puede vivir auténticamente conectado con los sentimientos y llevar una vida consecuente con aquello que está ocurriendo.
“Pretender que solo se experimenten emociones positivas es tan absurdo como imposible”, afirma Rosana Pereira, psicóloga del gabinete Haztúa y experta en Psicología positiva, que añade: “Es evidente que, ante una situación normal, es preferible ser optimista, pero las emociones mal llamadas negativas cumplen una función adaptativa que nos ayuda a sobrevivir”. Porque la ira, la tristeza, el estrés o el miedo son mecanismos que, bien gestionados, nos permiten adaptarnos a nuestra realidad y alumbrar soluciones o vías de escape. “Esto es así desde que el hombre es hombre: el cavernícola no trataba de dialogar con un guepardo ni hacía caso omiso cuando este iba a atacarle; simplemente, escapaba a toda prisa movido por el miedo a ser devorado”, constata Pereira.
Ahora bien, ese temor, enfado, agotamiento o frustración deben servir como motor de cambio, deben revelarse como el germen que dispare el pensamiento crítico y la búsqueda de alternativas. Negarlos fomenta únicamente la rigidez emocional y provoca además que quien se siente mal por una situación negativa sume un grado extra de malestar, al saberse incapaz de sonreír a la vida. Y más. Según Ángel Luis Sánchez, psicólogo y director del Instituto de Desarrollo, soslayar estas alertas es peligroso: “Un miedo no escuchado puede desembocar, con el tiempo, en ataques de pánico descontrolados, igual que una tristeza ignorada puede convertirse en depresión”.
Por eso, no deben ser obviadas, pero tampoco hay que permitir que dobleguen la voluntad. “Lo importante es que nadie se quede enganchado en el derrotismo y que entienda que todo lo que siente es una respuesta lógica a lo que le sucede”, continúa Pereira, estableciendo así la línea entre los fundamentos de la Psicología positiva y las frases categóricas de los gurús de la felicidad. Y define a la primera como un complemento de la Psicología tradicional, puesto que “no se queda únicamente en arreglar una situación de dolor emocional, sino que muestra las pautas para gestionar mejor esas emociones adaptativas negativas y enseña a afrontar los problemas y a lograr un mayor bienestar”.
Tampoco se le escapa que la Psicología positiva, en ocasiones, es vinculada a esas frases categóricas y al optimismo irresponsable y mal entendido. “Existe mucho intrusismo y los gurús hacen flaco favor a la Psicología. Cualquier sentencia contundente nos tiene que hacer sospechar; no hay que olvidar que la Psicología es de todo menos contundente”, porque habla y trabaja con personas, y cada una reacciona de una forma distinta. Y en esa línea caminan también otros estudios que señalan los peligros de una Psicología positiva mal aplicada.
La investigadora María Prieto-Ursúa, del departamento de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, habla de la tiranía de la actitud positiva. Explica que, efectivamente, en ocasiones es complicado sentirse feliz viendo el telediario, pero que prescindir de esa carga de sufrimiento nos aleja de la solidaridad, la sensibilidad y el ánimo por mejorar la situación. Y evidencia que muchos seguidores entusiastas de la Psicología positiva pueden haber malinterpretado su mensaje y haberlo llevado al extremo, a la “necesidad de mantener una actitud positiva o de optimismo en todas las circunstancias”.
Entonces, al mal tiempo, ¿solo buena cara?
No. Porque, así, será imposible afrontar lo que está ocurriendo y concentrarse en darle una solución. “Un optimismo excesivo puede llevar a que confiemos demasiado en el futuro y a que no pongamos lo suficiente de nuestra parte para que aquello que pretendemos termine por llegar”, confirma Ángel Luis Sánchez.
Así que, al próximo que le invite a mirar hacia otro lado y a sonreírle a la vida, quizá deba explicarle la utilidad de estar triste, enfadado, colérico, de atravesar todas las fases emocionales que desencadenan los problemas. Tal vez deba contestar a su sonrisa sacándole la lengua. Y si la vida le da limones… vaya con la vida. Habrá que seguir trabajando para convertirlos en naranjas.
https://elpais.com/elpais/2017/08/29/buenavida/1504000199_685876.html?por=mosaico
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sábado, 9 de septiembre de 2017
Los ‘héroes’ esclavistas del callejero francés. El debate en EE UU sobre las estatuas confederadas salta a Francia, donde aún se honra el pasado colonial.
Es una calle discreta y anodina, de no más de 200 metros, en el distrito XII de París. Hay una lavandería, una agencia bancaria, un concesionario de Peugeot y un hotel de tres estrellas. Si no fuese por el nombre, pasaría desapercibida. Porque la calle, y la estación de metro vecina, llevan el nombre de Jacques François Dugommier (1738-1794), propietario de esclavos en la isla de Guadalupe y "ferviente esclavista, jamás arrepentido", como ha explicado el historiador Marcel Dorigny, coautor del Atlas de las esclavitudes, desde la Antigüedad a nuestros días.
El callejero, como las estatuas, es el reflejo de un país, el espejo en el que se proyecta su historia, sus valores, sus traumas. El debate no es exclusivo de Francia. En España, ley de la memoria histórica ordenó en 2007 la retirada de símbolos y monumentos públicos de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura franquista. Y en Estados Unidos, la retirada de símbolos y estatuas dedicados a personalidades de la Confederación —los estados secesionistas y esclavistas del Sur que lucharon contra la Unión en la Guerra Civil americana, entre 1861 y 1865— ha topado con la reacción, en ocasiones violenta, de partidarios de mantenerlos.
El diario Libération ahondó esta semana en el debate con una portada que proclamaba: "Esclavitud: Francia también tiene sus fantasmas". En un editorial, su director, Laurent Joffrin, señalaba la hipocresía que consiste en mirar la paja en el ojo ajeno, el de los Estados Unidos de Trump, sin ver la viga en el propio, el de los episodios turbios de la historia nacional. "Fue un talentoso general americano quien defendió un gobierno esclavista: por todos los Estados Unidos se derriban las estatuas de Robert E. Lee", escribe Joffrin. "Fue un brillante general francés cuyo gobierno restableció el esclavismo en 1802: nadie sueña con derribar las estatuas de Napoleón Bonaparte".
"La opinión [pública] francesa lleva 15 días apasionándose con las estatuas de esclavistas en Estados Unidos, pero ignora que en Francia nosotros tenemos lo mismo, en peor", dice Louis Georges Tin, presidente del Consejo representativo de las asociaciones negras de Francia (CRAN). "¿Qué país es más racista? ¿El que lo debate? ¿O aquel en el que no hay ningún debate, en el que todo el mundo encuentra normal celebrar a estos personajes?"
Tin cita el caso de Jean-Baptiste Colbert, que fue ministro de Finanzas de Luis XIV y está considerado el inspirador del dirigismo económico que todavía hoy rige las políticas del país. Colbert también fue el artífice del Código negro, que en 1685 reguló la esclavitud en las colonias francesas, y, como recuerda Tin, fundó la Compañía francesa de las Indias Orientales. "Y, sin embargo, hay una estatua de Colbert en la Asamblea Nacional. Proclamamos la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero celebramos a alguien que era enemigo de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, alguien que simplemente cometió un crimen contra la humanidad".
Francia ha cambiado su callejero en otros momentos de su historia. "El nombre de las calles tiene un valor simbólico muy fuerte", dice el historiador Jean-Claude Bouvier. "Es importante sustituir los que dan una imagen vergonzosa del país. Se ha hecho en repetidas ocasiones".
Bouvier explica que, tras la ocupación nazi, el régimen colaboracionista de Vichy eliminó nombres asociados al republicanismo, como Jaurès, Hugo o Zola. "Fue una verdadera depuración toponímica", resume Bouvier, profesor de la Universidad de Provenza y autor del libro Los nombres de calle explican la ciudad. Al terminar la guerra, se recuperaron los nombres antiguos y algunas calles y avenidas se rebautizaron con héroes de la resistencia. Quedaron calles con el nombre del mariscal Pétain, héroe de la Primera Guerra Mundial y jefe del Estado francés colaboracionista. La última despareció en 2013.
Otro episodio traumático en la historia reciente, la guerra de Argelia, también provoca controversia. En los últimos años varios alcaldes del ultraderechista Frente Nacional han cambiado nombres de calles que conmemoraban los acuerdos de paz que llevaron a la independencia de Argelia y lo han sustituido por el de militares golpistas por su disconformidad con la descolonización, o por fechas que conmemoran matanzas contra franceses.
La idea de borrar a figuras históricas como Colbert del relato nacional no está en la agenda, pero en el mismo París se han retirado nombres de calles, como la rue Richepanse, un general asociado a la represión sanguinaria de esclavos en Guadalupe a finales del siglo XVIII. Se rebautizó como calle del Chevalier-de-Saint-Georges, el Mozart negro, un músico de la misma época que era hijo de una esclava. Y, en los puertos de la costa Atlántica de donde partían las naves que participaban en el comercio de esclavos, han surgido iniciativas para retirar los nombres de las calles dedicadas a los negreros locales, y honrar a los esclavos que se rebelaron.
En Burdeos, Karfa Diallo, presidente de la asociación Mémoires & Partages, propugna una tercera vía entre la supresión de los viejos símbolos y su mantenimiento: añadir paneles explicativos junto a las calles con nombres de negreros; ofrecer contexto en vez de suprimir. "Burdeos era el primer puerto colonial de Francia, la ciudad que más se enriqueció con el esclavismo. Hay entre 15 y 20 calles que honran a estos personajes", dice Diallo. "Desbautizar una calle o desmontar una estatua borra la memoria. Nuestro objetivo no es borrar la memoria, sino preservarla".
https://elpais.com/internacional/2017/08/26/actualidad/1503749312_468166.html
El callejero, como las estatuas, es el reflejo de un país, el espejo en el que se proyecta su historia, sus valores, sus traumas. El debate no es exclusivo de Francia. En España, ley de la memoria histórica ordenó en 2007 la retirada de símbolos y monumentos públicos de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura franquista. Y en Estados Unidos, la retirada de símbolos y estatuas dedicados a personalidades de la Confederación —los estados secesionistas y esclavistas del Sur que lucharon contra la Unión en la Guerra Civil americana, entre 1861 y 1865— ha topado con la reacción, en ocasiones violenta, de partidarios de mantenerlos.
El diario Libération ahondó esta semana en el debate con una portada que proclamaba: "Esclavitud: Francia también tiene sus fantasmas". En un editorial, su director, Laurent Joffrin, señalaba la hipocresía que consiste en mirar la paja en el ojo ajeno, el de los Estados Unidos de Trump, sin ver la viga en el propio, el de los episodios turbios de la historia nacional. "Fue un talentoso general americano quien defendió un gobierno esclavista: por todos los Estados Unidos se derriban las estatuas de Robert E. Lee", escribe Joffrin. "Fue un brillante general francés cuyo gobierno restableció el esclavismo en 1802: nadie sueña con derribar las estatuas de Napoleón Bonaparte".
"La opinión [pública] francesa lleva 15 días apasionándose con las estatuas de esclavistas en Estados Unidos, pero ignora que en Francia nosotros tenemos lo mismo, en peor", dice Louis Georges Tin, presidente del Consejo representativo de las asociaciones negras de Francia (CRAN). "¿Qué país es más racista? ¿El que lo debate? ¿O aquel en el que no hay ningún debate, en el que todo el mundo encuentra normal celebrar a estos personajes?"
Tin cita el caso de Jean-Baptiste Colbert, que fue ministro de Finanzas de Luis XIV y está considerado el inspirador del dirigismo económico que todavía hoy rige las políticas del país. Colbert también fue el artífice del Código negro, que en 1685 reguló la esclavitud en las colonias francesas, y, como recuerda Tin, fundó la Compañía francesa de las Indias Orientales. "Y, sin embargo, hay una estatua de Colbert en la Asamblea Nacional. Proclamamos la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero celebramos a alguien que era enemigo de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, alguien que simplemente cometió un crimen contra la humanidad".
Francia ha cambiado su callejero en otros momentos de su historia. "El nombre de las calles tiene un valor simbólico muy fuerte", dice el historiador Jean-Claude Bouvier. "Es importante sustituir los que dan una imagen vergonzosa del país. Se ha hecho en repetidas ocasiones".
Bouvier explica que, tras la ocupación nazi, el régimen colaboracionista de Vichy eliminó nombres asociados al republicanismo, como Jaurès, Hugo o Zola. "Fue una verdadera depuración toponímica", resume Bouvier, profesor de la Universidad de Provenza y autor del libro Los nombres de calle explican la ciudad. Al terminar la guerra, se recuperaron los nombres antiguos y algunas calles y avenidas se rebautizaron con héroes de la resistencia. Quedaron calles con el nombre del mariscal Pétain, héroe de la Primera Guerra Mundial y jefe del Estado francés colaboracionista. La última despareció en 2013.
Otro episodio traumático en la historia reciente, la guerra de Argelia, también provoca controversia. En los últimos años varios alcaldes del ultraderechista Frente Nacional han cambiado nombres de calles que conmemoraban los acuerdos de paz que llevaron a la independencia de Argelia y lo han sustituido por el de militares golpistas por su disconformidad con la descolonización, o por fechas que conmemoran matanzas contra franceses.
La idea de borrar a figuras históricas como Colbert del relato nacional no está en la agenda, pero en el mismo París se han retirado nombres de calles, como la rue Richepanse, un general asociado a la represión sanguinaria de esclavos en Guadalupe a finales del siglo XVIII. Se rebautizó como calle del Chevalier-de-Saint-Georges, el Mozart negro, un músico de la misma época que era hijo de una esclava. Y, en los puertos de la costa Atlántica de donde partían las naves que participaban en el comercio de esclavos, han surgido iniciativas para retirar los nombres de las calles dedicadas a los negreros locales, y honrar a los esclavos que se rebelaron.
En Burdeos, Karfa Diallo, presidente de la asociación Mémoires & Partages, propugna una tercera vía entre la supresión de los viejos símbolos y su mantenimiento: añadir paneles explicativos junto a las calles con nombres de negreros; ofrecer contexto en vez de suprimir. "Burdeos era el primer puerto colonial de Francia, la ciudad que más se enriqueció con el esclavismo. Hay entre 15 y 20 calles que honran a estos personajes", dice Diallo. "Desbautizar una calle o desmontar una estatua borra la memoria. Nuestro objetivo no es borrar la memoria, sino preservarla".
https://elpais.com/internacional/2017/08/26/actualidad/1503749312_468166.html
viernes, 8 de septiembre de 2017
_- Clarita y sus 800 nazis. Almudena Grandes ahonda en la red Stauffer que ayudó a criminales de guerra en ‘Los pacientes del doctor García’, una desbordante novela donde interactúan historia y ficción.
_- Clara Stauffer parece una mentira. Y no lo es. Con dinero, con energía, con contactos, con ideología, con dobleces (española y alemana; nazi y falangista; deportista competitiva y propagandista de la opresión de la Sección Femenina; dadivosa con los suyos e implacable con el resto de la humanidad), dirigió desde su piso madrileño una red clandestina, que ayudó a 800 criminales de guerra a burlar la justicia internacional a partir de 1945. Un ardor justiciero, que fue aminorándose conforme se calentaba la Guerra Fría y se enfriaba la Segunda Guerra Mundial, y que llegó a salpicar a la propia Clara, a veces Clarita. Ella fue la única mujer que figuró en la Lista de los 104 reclamados en 1947 por el Consejo de Control Aliado al ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo. Ni uno solo, tampoco Clara, hija del director de la cervecera Mahou e íntima amiga y correligionaria de Pilar Primo de Rivera, fueron entregados por el régimen de Franco, que protegió a lo más granado de la industria del exterminio que desató el Tercer Reich, desde el croata Ante Pavelic al belga León Degrelle.
Todos ellos desfilan por Los pacientes del doctor García (Tusquets), la nueva novela de Almudena Grandes (Madrid, 1960), que se publicará el próximo 12 de septiembre y que constituye la cuarta entrega de los Episodios de una Guerra Interminable, la serie que arrancó en 2010 con una factura similar, con capítulos históricos intercalados entre los de ficción, con personajes y acontecimientos tan desconocidos como asombrosos. Sirva de ejemplo Johannes Bernhardt, el empresario que viaja hasta Bayreuth el 25 de julio de 1936 para entregar a Hitler la carta en la que Franco reclama músculo bélico. Al día siguiente, el Führer ordena que se envíen a España 20 Junkers, que transportarán 15.000 soldados de Marruecos a Sevilla. A Franco le cambia la vida, a Bernhardt también.
Franco fue generoso con los amigos de sus amigos. Al genocida Ante Pavelic, fundador del movimiento fascista ustacha y dictador títere del Tercer Reich en Croacia, le proporcionó un país donde vivir y morir sin ser molestado por fiscales agresivos (Pavelic está enterrado en el cementerio madrileño de San Isidro). A la actriz Maria Petacci, de nombre artístico Miriam di San Servolo, le facilitó una estancia cómoda en Madrid y el acceso a las películas de Cifesa cuando las cosas se pusieron feas en Roma para todo lo que olía a Mussolini, que acabaría colgado boca abajo en una gasolinera de Milán junto a su amante Clara Petacci, hermana de la actriz.
A León Degrelle, fundador del movimiento fascista belga Rex y oficial de las SS, le dio dinero —vía adjudicaciones de obra pública a su empresa— y tanta seguridad que a menudo ni se molestaba en camuflarse bajo la identidad facilitada por el franquismo para cubrirle ante las peticiones de extradición de Bélgica. Degrelle, condecorado por Hitler con cruces y palabras (le elogió como el hijo que le habría gustado tener), aterrizó de urgencia en 1945 en aguas de la Concha en el avión de Albert Speer, ministro y arquitecto del Tercer Reich.
Se podría opinar que la novela es un ajuste de cuentas con la historiadora que no fue, pero Almudena Grandes voltea el argumento: “Esta serie me ha devuelto al proyecto de historiadora que fui. La que ha ajustado cuentas es la historia conmigo. Un montón de años después me ha demostrado hasta qué punto es importante lo que estudié. Probablemente yo no la habría escrito igual si no fuera historiadora”. Por esta obra de ambición galdosiana van y vienen 207 personajes, incluidas 45 criaturas que en su día fueron de carne y hueso. La cadena de acontecimientos, que discurren en escenarios de nueve países (del campo nazi de Klooga en Estonia a un despacho demócrata del Capitolio), arranca en 1936, mientras Hitler escucha a Wagner en Bayreauth, y colea hasta 1976, cuando tres militares toman el poder en Buenos Aires. De golpe a golpe. Entre ambos, personajes que se mueven por la retaguardia, las trincheras y los rescoldos de la matanza que pespuntean Europa durante la primera mitad del siglo XX.
El fresco histórico arropa una trama de espionaje orquestada desde Inglaterra por el presidente Juan Negrín y el embajador Pablo Azcárate, que pretenden devolver por vía diplomática la democracia que se perdió por las armas. Desenmascarar la complicidad de la dictadura con prófugos del nazismo, refugiados en España o Argentina, se convierte en su última esperanza para lograr un cambio político. Será la misión de dos espías de ficción, el médico Guillermo García Medina y el diplomático Manuel Arroyo Benítez, a quienes la escritora zarandea con sucesivas identidades y a quienes regala noches de dicha.
“Para escribir una novela así hay que llegar un equilibrio perfecto entre la libertad creativa y la lealtad a la verdad histórica”, reflexiona Almudena Grandes por teléfono desde Rota (Cádiz), donde apura los últimos días de vacaciones antes de sumergirse en la promoción de una novela costosa. La que más. Cuatro años ha necesitado para sacar adelante este proyecto, que también le ha proporcionado pequeños placeres (introducir un español mexicano) y alguna que otra preocupación. “No puedo traicionar a los personajes reales. Tengo que poner en su cabeza y en su boca cosas que ellos habrían podido decir si se encontraran en esa situación. Como ya tengo confianza, me voy embalando y ya tengo a Negrín y Azcárate de personajes, pero procuro estar segura de que si ellos leyeran la novela, no se extrañarían. Esa es mi barrera”.
Parapetada tras horas de documentación, Grandes recurre a historiadores —como Enrique Moradiellos, biógrafo de Negrín— cuando algo la inquieta. “Para mí es más importante que para otros. En este momento me he convertido en una escritora antisistema. No lo parezco porque no llevo rastas pero en la medida en que mi relato no contribuye a afianzar la versión de la equidistancia, soy consciente de que mantengo una versión disidente en el contexto de la literatura contemporánea”.
En esa visión disidente se encuadra una activa defensa de los valores de la Segunda República y una reivindicación de aquellos secundarios de la historia que lucharon por ellos. Con armas, letras o bisturíes. Como Norman Bethune, el médico canadiense que movilizó fondos hasta lograr trasladar un equipo a España que salvó vidas de milicianos en el frente de Madrid y de civiles en la carretera de Málaga a Almería. Por más que se le racanee, Bethune tiene un lugar en la historia. Su método para conservar la sangre permitió por vez primera realizar transfusiones sin necesidad de que receptor y donante estuviesen juntos.
El segundo homenaje de la escritora se dirige a los estudiantes que se movilizan en Madrid con más idealismo que eficacia para tratar de hundir al régimen al mismo tiempo que la ONU. “Los tenía que meter en alguna novela”, señala Grandes, que se conmovió con la lectura de El fin de la esperanza, testimonio publicado en 1949 en Les Temps Modernes, la revista de Sartre y Beauvoir, con un seudónimo que ocultaba la identidad de Marcelo Saporta, uno de aquellos jóvenes, que en enero de 1946 escribió en Madrid: “Un puñado continúa luchando. Caen todos los días. Daos prisa o llegareis demasiado tarde, cuando hayamos caído todos, uno después de otro, sin esperanza”.
https://elpais.com/cultura/2017/08/25/actualidad/1503660872_150967.html
Todos ellos desfilan por Los pacientes del doctor García (Tusquets), la nueva novela de Almudena Grandes (Madrid, 1960), que se publicará el próximo 12 de septiembre y que constituye la cuarta entrega de los Episodios de una Guerra Interminable, la serie que arrancó en 2010 con una factura similar, con capítulos históricos intercalados entre los de ficción, con personajes y acontecimientos tan desconocidos como asombrosos. Sirva de ejemplo Johannes Bernhardt, el empresario que viaja hasta Bayreuth el 25 de julio de 1936 para entregar a Hitler la carta en la que Franco reclama músculo bélico. Al día siguiente, el Führer ordena que se envíen a España 20 Junkers, que transportarán 15.000 soldados de Marruecos a Sevilla. A Franco le cambia la vida, a Bernhardt también.
Franco fue generoso con los amigos de sus amigos. Al genocida Ante Pavelic, fundador del movimiento fascista ustacha y dictador títere del Tercer Reich en Croacia, le proporcionó un país donde vivir y morir sin ser molestado por fiscales agresivos (Pavelic está enterrado en el cementerio madrileño de San Isidro). A la actriz Maria Petacci, de nombre artístico Miriam di San Servolo, le facilitó una estancia cómoda en Madrid y el acceso a las películas de Cifesa cuando las cosas se pusieron feas en Roma para todo lo que olía a Mussolini, que acabaría colgado boca abajo en una gasolinera de Milán junto a su amante Clara Petacci, hermana de la actriz.
A León Degrelle, fundador del movimiento fascista belga Rex y oficial de las SS, le dio dinero —vía adjudicaciones de obra pública a su empresa— y tanta seguridad que a menudo ni se molestaba en camuflarse bajo la identidad facilitada por el franquismo para cubrirle ante las peticiones de extradición de Bélgica. Degrelle, condecorado por Hitler con cruces y palabras (le elogió como el hijo que le habría gustado tener), aterrizó de urgencia en 1945 en aguas de la Concha en el avión de Albert Speer, ministro y arquitecto del Tercer Reich.
Se podría opinar que la novela es un ajuste de cuentas con la historiadora que no fue, pero Almudena Grandes voltea el argumento: “Esta serie me ha devuelto al proyecto de historiadora que fui. La que ha ajustado cuentas es la historia conmigo. Un montón de años después me ha demostrado hasta qué punto es importante lo que estudié. Probablemente yo no la habría escrito igual si no fuera historiadora”. Por esta obra de ambición galdosiana van y vienen 207 personajes, incluidas 45 criaturas que en su día fueron de carne y hueso. La cadena de acontecimientos, que discurren en escenarios de nueve países (del campo nazi de Klooga en Estonia a un despacho demócrata del Capitolio), arranca en 1936, mientras Hitler escucha a Wagner en Bayreauth, y colea hasta 1976, cuando tres militares toman el poder en Buenos Aires. De golpe a golpe. Entre ambos, personajes que se mueven por la retaguardia, las trincheras y los rescoldos de la matanza que pespuntean Europa durante la primera mitad del siglo XX.
El fresco histórico arropa una trama de espionaje orquestada desde Inglaterra por el presidente Juan Negrín y el embajador Pablo Azcárate, que pretenden devolver por vía diplomática la democracia que se perdió por las armas. Desenmascarar la complicidad de la dictadura con prófugos del nazismo, refugiados en España o Argentina, se convierte en su última esperanza para lograr un cambio político. Será la misión de dos espías de ficción, el médico Guillermo García Medina y el diplomático Manuel Arroyo Benítez, a quienes la escritora zarandea con sucesivas identidades y a quienes regala noches de dicha.
“Para escribir una novela así hay que llegar un equilibrio perfecto entre la libertad creativa y la lealtad a la verdad histórica”, reflexiona Almudena Grandes por teléfono desde Rota (Cádiz), donde apura los últimos días de vacaciones antes de sumergirse en la promoción de una novela costosa. La que más. Cuatro años ha necesitado para sacar adelante este proyecto, que también le ha proporcionado pequeños placeres (introducir un español mexicano) y alguna que otra preocupación. “No puedo traicionar a los personajes reales. Tengo que poner en su cabeza y en su boca cosas que ellos habrían podido decir si se encontraran en esa situación. Como ya tengo confianza, me voy embalando y ya tengo a Negrín y Azcárate de personajes, pero procuro estar segura de que si ellos leyeran la novela, no se extrañarían. Esa es mi barrera”.
Parapetada tras horas de documentación, Grandes recurre a historiadores —como Enrique Moradiellos, biógrafo de Negrín— cuando algo la inquieta. “Para mí es más importante que para otros. En este momento me he convertido en una escritora antisistema. No lo parezco porque no llevo rastas pero en la medida en que mi relato no contribuye a afianzar la versión de la equidistancia, soy consciente de que mantengo una versión disidente en el contexto de la literatura contemporánea”.
En esa visión disidente se encuadra una activa defensa de los valores de la Segunda República y una reivindicación de aquellos secundarios de la historia que lucharon por ellos. Con armas, letras o bisturíes. Como Norman Bethune, el médico canadiense que movilizó fondos hasta lograr trasladar un equipo a España que salvó vidas de milicianos en el frente de Madrid y de civiles en la carretera de Málaga a Almería. Por más que se le racanee, Bethune tiene un lugar en la historia. Su método para conservar la sangre permitió por vez primera realizar transfusiones sin necesidad de que receptor y donante estuviesen juntos.
El segundo homenaje de la escritora se dirige a los estudiantes que se movilizan en Madrid con más idealismo que eficacia para tratar de hundir al régimen al mismo tiempo que la ONU. “Los tenía que meter en alguna novela”, señala Grandes, que se conmovió con la lectura de El fin de la esperanza, testimonio publicado en 1949 en Les Temps Modernes, la revista de Sartre y Beauvoir, con un seudónimo que ocultaba la identidad de Marcelo Saporta, uno de aquellos jóvenes, que en enero de 1946 escribió en Madrid: “Un puñado continúa luchando. Caen todos los días. Daos prisa o llegareis demasiado tarde, cuando hayamos caído todos, uno después de otro, sin esperanza”.
https://elpais.com/cultura/2017/08/25/actualidad/1503660872_150967.html
jueves, 7 de septiembre de 2017
Ruinas. Cuando una aldea desaparece, desaparece parte de nuestro país; cuando una lengua o tribu desaparecen desaparece parte de la humanidad entera.
A partir de los años cincuenta, cuando comenzó en España el éxodo del campo a la ciudad, cientos de pueblos han desaparecido o se han convertido en fantasmas al modo de la Comala de la novela Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo. Se calcula que en nuestro país son ya más de 3.000 los núcleos deshabitados del todo y que en los próximos años otros tantos lo serán también.
Nuestro particular modelo de desarrollo, aquel llamado desarrollismo que en el franquismo favoreció la industrialización de cuatro o cinco regiones olvidando al resto, condenó a varias de ellas, sobre todo a las de la meseta, a la despoblación. La gente huía hacia las ciudades, en especial hacia las más favorecidas por el régimen, curiosamente entre ellas algunas de las que más se quejan de él, que era donde había trabajo, y así miles de aldeas de Aragón, de las dos Castillas, de Extremadura, de León, del interior de Galicia y de Andalucía fueron quedando deshabitadas, desapareciendo incluso muchas de ellas. El espectáculo de sus ruinas tomadas por la maleza está al alcance de todos.
Durante mucho tiempo, no obstante, el fenómeno solo le interesó a los originarios de esos lugares y a cuatro o cinco románticos para los que las aldeas abandonadas constituían toda una metáfora de la vida. Han tenido que pasar bastantes años para que una serie de libros junto con la agudización del proceso de despoblación de la España interior hayan logrado que los periódicos españoles le presten cierta atención, no mucha. EL PAÍS, por ejemplo, le ha encargado a Sergio del Molino, autor, aparte de un libro de referencia sobre el fenómeno, de un término, la España vacía, que ha hecho fortuna mediática, la redacción de una serie de reportajes que está publicando este mes de agosto que ponen el foco sobre esa tragedia después de décadas ignorándola por completo. Bien está que se haga si no es una moda más y, sobre todo, si sirve para ayudar a hacer visible un problema que afecta a todos los españoles, no solo a quienes lo sufren directamente. Porque cuando una aldea desaparece, desaparece parte de nuestro país como cuando una lengua o tribu desaparecen, desaparece parte de la humanidad entera. Lo dijo Rulfo por boca de su protagonista: “Hay un camino que va para Contla y otro que viene de allá”.
Que, como con la memoria histórica, se haya llegado tarde a interesar a los españoles por el problema de la despoblación no debe impedirnos alegrarnos de que por fin se esté consiguiendo, siquiera sea por desagravio a los perjudicados por ella, puesto que para remediarlo harían falta mucho más que reportajes y artículos como este.
https://elpais.com/elpais/2017/08/23/opinion/1503510751_496531.html
Nuestro particular modelo de desarrollo, aquel llamado desarrollismo que en el franquismo favoreció la industrialización de cuatro o cinco regiones olvidando al resto, condenó a varias de ellas, sobre todo a las de la meseta, a la despoblación. La gente huía hacia las ciudades, en especial hacia las más favorecidas por el régimen, curiosamente entre ellas algunas de las que más se quejan de él, que era donde había trabajo, y así miles de aldeas de Aragón, de las dos Castillas, de Extremadura, de León, del interior de Galicia y de Andalucía fueron quedando deshabitadas, desapareciendo incluso muchas de ellas. El espectáculo de sus ruinas tomadas por la maleza está al alcance de todos.
Durante mucho tiempo, no obstante, el fenómeno solo le interesó a los originarios de esos lugares y a cuatro o cinco románticos para los que las aldeas abandonadas constituían toda una metáfora de la vida. Han tenido que pasar bastantes años para que una serie de libros junto con la agudización del proceso de despoblación de la España interior hayan logrado que los periódicos españoles le presten cierta atención, no mucha. EL PAÍS, por ejemplo, le ha encargado a Sergio del Molino, autor, aparte de un libro de referencia sobre el fenómeno, de un término, la España vacía, que ha hecho fortuna mediática, la redacción de una serie de reportajes que está publicando este mes de agosto que ponen el foco sobre esa tragedia después de décadas ignorándola por completo. Bien está que se haga si no es una moda más y, sobre todo, si sirve para ayudar a hacer visible un problema que afecta a todos los españoles, no solo a quienes lo sufren directamente. Porque cuando una aldea desaparece, desaparece parte de nuestro país como cuando una lengua o tribu desaparecen, desaparece parte de la humanidad entera. Lo dijo Rulfo por boca de su protagonista: “Hay un camino que va para Contla y otro que viene de allá”.
Que, como con la memoria histórica, se haya llegado tarde a interesar a los españoles por el problema de la despoblación no debe impedirnos alegrarnos de que por fin se esté consiguiendo, siquiera sea por desagravio a los perjudicados por ella, puesto que para remediarlo harían falta mucho más que reportajes y artículos como este.
https://elpais.com/elpais/2017/08/23/opinion/1503510751_496531.html
miércoles, 6 de septiembre de 2017
_- Nuestros esclavos. El azúcar habría seguido siendo caro para el consumo de masas si el trabajo de procurárselo hubiera recaído en obreros pagados (1)
_- Cualquiera que mire la lista de los libros más vendidos (y crea en ella) se dará cuenta de que en el apartado de ficción hay una novela que lleva allí casi un año: Patria, de Fernando Aramburu. Si mira en el de no ficción verá que hay un ensayo que lleva dos: Sapiens. Traducido al castellano por Joandomènec Ros para Debate, el libro de Yuval Noah Harari es una deslumbrante historia de esta especie desde que nuestros ancestros le ganaron la partida a los neandertales hasta casi hoy mismo. Visto quién gobierna el mundo, dudamos de que realmente ganaran. El historiador israelí se remonta a los tiempos en que “los humanos prehistóricos eran animales insignificantes que no ejercían más impacto sobre su ambiente que los gorilas, las luciérnagas o las medusas” para llegar a estos tiempos nuestros en que ya hemos demostrado lo que somos capaces de hacer con los gorilas y las luciérnagas. La venganza queda en manos de las medusas, tan proclives a la turismofobia.
Claro y riguroso, Sapiens está lleno de historias grandes (como el éxito de los dioses) y de historias pequeñas (como el éxito del azúcar). En la Edad Media el azúcar era un artículo de lujo que, escaso en Europa, se importaba de Oriente Próximo a precios desorbitados para su uso, con cuentagotas, en golosinas y medicamentos. Todo cambió con la conquista de América. Las nuevas plantaciones de caña facilitaron al Viejo Continente toneladas de la antigua delicatesse. El precio bajó radicalmente y Europa desarrolló un “insaciable gusto” por los dulces: pasteles, galletas, chocolate, caramelos, bebidas azucaradas, café y té. La ingesta anual de azúcar del ciudadano inglés medio pasó de casi cero a principios del siglo XVII a unos ocho kilogramos a principios del XIX. A finales del XX, la media mundial alcanzó los 70 kilos.
Por supuesto, el azúcar habría seguido siendo demasiado caro para el consumo de masas si el trabajo de procurárselo —intensivo, bajo un sol tropical y en condiciones insalubres— hubiera recaído en obreros pagados dignamente. O pagados a secas. La solución fue la mano de obra esclava, un tráfico manejado por empresas privadas que vendían acciones en las Bolsas de Ámsterdam, París y Londres que se consolidó como inversión segura. A lo largo del siglo XVIII el rendimiento de esas inversiones rondaba el 6%. Como apunta Harari, cualquier consultor moderno firmaría dividendos así. ¡Y todavía hay quien duda de la relación entre ese comercio y el progreso que hizo posible nuestra Revolución Industrial!
En 400 años, 10 millones de esclavos africanos fueron llevados a América (hay quien afirma que algunos millones más). Dos de ellos, a Latinoamérica. Es curioso que esos dos millones no hayan producido entre nosotros ni el 20% del cine y la literatura que la esclavitud ha generado en Estados Unidos. Por eso es tan importante un libro como La esclavitud en las Españas, publicado por José Antonio Piqueras en La Catarata. El libro de este catedrático de Historia en la Universitat Jaume I es un relato de terror y cinismo. El terror viene, en crudo, de las cifras que generó la trata: 280.000 muertos en la travesía transatlántica, 16 horas de trabajo al día y una media de vida de entre 15 y 20 años. Además, el mito de la “esclavitud suave” de los españoles frente a la de los anglosajones se desinfla ante la ordenanza de 1522 que establecía los castigos para los rebeldes: 50 latigazos la primera vez, amputación del pie si reincidían o estaban ausentes de la propiedad más de 10 días y pena de horca si volvían a fugarse.
El lado del cinismo no resulta mejor. Pese a que Pío II comparó en 1492 la esclavitud con el crimen, los clérigos destacaron como clientes de los negreros. Si el obispo de San Juan de Puerto Rico estuvo entre los mayores importadores de “piezas de ébano” —el lenguaje lo dice todo—, los jesuitas, en el momento de su expulsión (1767), contaban con tres ingenios azucareros, 12 haciendas ganaderas y 406 esclavos. Los laicos, por su parte, no son más presentables. Ni la gloriosa Constitución de Cádiz ni los independentistas cubanos promovieron la abolición pese a que —o quizás porque— Cuba llegó a ser la mayor productora de azúcar del mundo, con un 43% de su población formada por esclavos. Tampoco se salvan las autoridades. María Cristina de Borbón, madre de Isabel II, estaba entre los inversores más activos dos décadas después de que la trata se convirtiera en ilegal (1835) y antes de que la esclavitud fuera abolida en España (1886).
La madre de la reina rivaliza en el palmarés de tratantes con Antonio López, Josep Xifré y Pablo Espalza. Fueron, respectivamente, el primer marqués de Comillas, el primer presidente de la Caja de Ahorros de Barcelona y el fundador del Banco de Bilbao. Se dirá, para exculparlos, que solo eran personas de su tiempo, es decir, con los prejuicios que les correspondían. Pero también Francisco José de Jaca, José Antonio Saco y José María Blanco White (El sacerdote sevillano Blanco Crespo convertido al protestantismo, Sevilla, 1775-1841 Liverpool) vivieron esos tiempos y lucharon contra la esclavitud. (En marzo de 1964, en la calle Jamerdana de Sevilla, donde había nacido Blanco White, se descubrió una placa, en la que puede leerse: "Una vida dedicada a combatir la intolerancia").
La esclavitud en las Españas. José Antonio Piqueras. La Catarata, 2012. 264 páginas. 19 euros.
La esclavitud formó parte de la vida social en la historia de España de modo más extenso y prolongado que en el resto de Europa. Arraigada en la España medieval gracias a la transformación de la península durante ocho siglos en un escenario de cruzadas, el comercio y el trabajo esclavo fueron revitalizados a finales del siglo XV con la apertura de nuevas rutas de aprovisionamiento y la demanda de sometidos al cesar la servidumbre feudal. En la América española se inauguró una etapa con la esclavización del indio, a la que siguió el comercio transatlántico de africanos a Hispanoamérica. Fuente de trabajo y de extracción de las riquezas con las que se sostuvo el Imperio, la esclavitud en las Antillas contribuyó al despegue del capitalismo español. Este libro da cuenta de esta historia de deshonra y dignidad, a la vez que responde a cuestiones básicas como qué era un esclavo español, cuál era su valor y su uso en momentos históricos diferentes, cómo se gestionó su comercio y qué prácticas, expectativas de vida y estrategias de resistencia desplegaron los siervos para afirmar su personalidad y ganar espacios de libertad.
https://elpais.com/cultura/2017/08/25/babelia/1503658587_321442.html
(1) La afirmación del titulo es una de las muchas justificaciones para pretender defender y justificar la práctica de la esclavitud desde Aristóteles que negaba la posesión de "alma" a los esclavos hasta nuestros días. Los canallas, la infamia, el crimen y la ignominia no tienen límites,... Y la consigna de Igualdad junto a Libertad y Fraternidad de la revolución francesa de 1789, es continuamente usurpada y negada en la práctica.
Aún perdura la esclavitud en muchas partes del mundo.
Claro y riguroso, Sapiens está lleno de historias grandes (como el éxito de los dioses) y de historias pequeñas (como el éxito del azúcar). En la Edad Media el azúcar era un artículo de lujo que, escaso en Europa, se importaba de Oriente Próximo a precios desorbitados para su uso, con cuentagotas, en golosinas y medicamentos. Todo cambió con la conquista de América. Las nuevas plantaciones de caña facilitaron al Viejo Continente toneladas de la antigua delicatesse. El precio bajó radicalmente y Europa desarrolló un “insaciable gusto” por los dulces: pasteles, galletas, chocolate, caramelos, bebidas azucaradas, café y té. La ingesta anual de azúcar del ciudadano inglés medio pasó de casi cero a principios del siglo XVII a unos ocho kilogramos a principios del XIX. A finales del XX, la media mundial alcanzó los 70 kilos.
Por supuesto, el azúcar habría seguido siendo demasiado caro para el consumo de masas si el trabajo de procurárselo —intensivo, bajo un sol tropical y en condiciones insalubres— hubiera recaído en obreros pagados dignamente. O pagados a secas. La solución fue la mano de obra esclava, un tráfico manejado por empresas privadas que vendían acciones en las Bolsas de Ámsterdam, París y Londres que se consolidó como inversión segura. A lo largo del siglo XVIII el rendimiento de esas inversiones rondaba el 6%. Como apunta Harari, cualquier consultor moderno firmaría dividendos así. ¡Y todavía hay quien duda de la relación entre ese comercio y el progreso que hizo posible nuestra Revolución Industrial!
En 400 años, 10 millones de esclavos africanos fueron llevados a América (hay quien afirma que algunos millones más). Dos de ellos, a Latinoamérica. Es curioso que esos dos millones no hayan producido entre nosotros ni el 20% del cine y la literatura que la esclavitud ha generado en Estados Unidos. Por eso es tan importante un libro como La esclavitud en las Españas, publicado por José Antonio Piqueras en La Catarata. El libro de este catedrático de Historia en la Universitat Jaume I es un relato de terror y cinismo. El terror viene, en crudo, de las cifras que generó la trata: 280.000 muertos en la travesía transatlántica, 16 horas de trabajo al día y una media de vida de entre 15 y 20 años. Además, el mito de la “esclavitud suave” de los españoles frente a la de los anglosajones se desinfla ante la ordenanza de 1522 que establecía los castigos para los rebeldes: 50 latigazos la primera vez, amputación del pie si reincidían o estaban ausentes de la propiedad más de 10 días y pena de horca si volvían a fugarse.
El lado del cinismo no resulta mejor. Pese a que Pío II comparó en 1492 la esclavitud con el crimen, los clérigos destacaron como clientes de los negreros. Si el obispo de San Juan de Puerto Rico estuvo entre los mayores importadores de “piezas de ébano” —el lenguaje lo dice todo—, los jesuitas, en el momento de su expulsión (1767), contaban con tres ingenios azucareros, 12 haciendas ganaderas y 406 esclavos. Los laicos, por su parte, no son más presentables. Ni la gloriosa Constitución de Cádiz ni los independentistas cubanos promovieron la abolición pese a que —o quizás porque— Cuba llegó a ser la mayor productora de azúcar del mundo, con un 43% de su población formada por esclavos. Tampoco se salvan las autoridades. María Cristina de Borbón, madre de Isabel II, estaba entre los inversores más activos dos décadas después de que la trata se convirtiera en ilegal (1835) y antes de que la esclavitud fuera abolida en España (1886).
La madre de la reina rivaliza en el palmarés de tratantes con Antonio López, Josep Xifré y Pablo Espalza. Fueron, respectivamente, el primer marqués de Comillas, el primer presidente de la Caja de Ahorros de Barcelona y el fundador del Banco de Bilbao. Se dirá, para exculparlos, que solo eran personas de su tiempo, es decir, con los prejuicios que les correspondían. Pero también Francisco José de Jaca, José Antonio Saco y José María Blanco White (El sacerdote sevillano Blanco Crespo convertido al protestantismo, Sevilla, 1775-1841 Liverpool) vivieron esos tiempos y lucharon contra la esclavitud. (En marzo de 1964, en la calle Jamerdana de Sevilla, donde había nacido Blanco White, se descubrió una placa, en la que puede leerse: "Una vida dedicada a combatir la intolerancia").
La esclavitud en las Españas. José Antonio Piqueras. La Catarata, 2012. 264 páginas. 19 euros.
La esclavitud formó parte de la vida social en la historia de España de modo más extenso y prolongado que en el resto de Europa. Arraigada en la España medieval gracias a la transformación de la península durante ocho siglos en un escenario de cruzadas, el comercio y el trabajo esclavo fueron revitalizados a finales del siglo XV con la apertura de nuevas rutas de aprovisionamiento y la demanda de sometidos al cesar la servidumbre feudal. En la América española se inauguró una etapa con la esclavización del indio, a la que siguió el comercio transatlántico de africanos a Hispanoamérica. Fuente de trabajo y de extracción de las riquezas con las que se sostuvo el Imperio, la esclavitud en las Antillas contribuyó al despegue del capitalismo español. Este libro da cuenta de esta historia de deshonra y dignidad, a la vez que responde a cuestiones básicas como qué era un esclavo español, cuál era su valor y su uso en momentos históricos diferentes, cómo se gestionó su comercio y qué prácticas, expectativas de vida y estrategias de resistencia desplegaron los siervos para afirmar su personalidad y ganar espacios de libertad.
https://elpais.com/cultura/2017/08/25/babelia/1503658587_321442.html
(1) La afirmación del titulo es una de las muchas justificaciones para pretender defender y justificar la práctica de la esclavitud desde Aristóteles que negaba la posesión de "alma" a los esclavos hasta nuestros días. Los canallas, la infamia, el crimen y la ignominia no tienen límites,... Y la consigna de Igualdad junto a Libertad y Fraternidad de la revolución francesa de 1789, es continuamente usurpada y negada en la práctica.
Aún perdura la esclavitud en muchas partes del mundo.
martes, 5 de septiembre de 2017
Viajar, conocer, viajar. Los grandes saltos del conocimiento humano siempre han estado relacionados con un gran viaje, como el del naturalista portugués Alexander Rodrigues Ferreira (1756-1815) que entre 1783 y 1792 recorrió el Amazonas; Humboldt, (1769-1859) que entre 1799 y 1804 exploró América de punta a punta y el de Charles Darwin (1809-1882) quien entre 1831 y 1836 dio la vuelta al mundo en el celebérrimo Beagle.
Viajar y crear conocimiento son dos actividades hermanas. Comparten varias esencias: cambio, explorar, observar, comprender, riesgo, proeza, superación,…
Los grandes saltos del conocimiento humano siempre han estado relacionados con un gran viaje. La combinación viajar-conocer crea, no hay duda, cierta adicción. Cristóbal Colón, por ejemplo, tenía el libro de las correrías asiáticas del veneciano Marco Polo gastado y subrayado de puro entusiasmo. El descubrimiento de América significó el descubrimiento del Atlántico y éste a su vez la revolución newtoniana que muchos consideran el arranque de la ciencia tal como hoy la entendemos. Newton encargó a un físico de Pernambuco (Brasil) ciertas mediciones con las que se demostró el achatamiento del planeta por lo polos. Pero los grandes científicos viajeros fueron sin duda los naturalistas.
Viajar, observar, recoger muestras, crear museos, reflexionar, discutir, publicar. El primer héroe quizá fuera el naturalista portugués Alexander Rodrigues Ferreira (1756-1815) que entre 1783 y 1792 recorrió el Amazonas; poco después fue el gran geógrafo alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) que entre 1799 y 1804 exploró América de punta a punta y, finalmente, dos padres de la biología moderna, Charles Darwin (1809-1882) quien entre 1831 y 1836 dio la vuelta al mundo en el celebérrimo Beagle y Alfred Wallace (1823-1913) que no dejó de viajar durante dos décadas. De estos viajes prodigiosos nos han quedado libros que, aún hoy, son un manantial de estímulos para la creatividad humana. Son el Diario da viagen Filosófica de Ferreira (1786), el diario del viaje del Beagle (1838) y la ambiciosa megaobra Cosmos (1845-1862) de Humboldt.
Éste último pudo inspirarse directamente en Ferreira y fue, a su vez, eso seguro, el héroe de juventud que Charles Darwin decidió emular. Se puede asegurar sin riesgo que el fruto de todos estos viajes ha sido una de las teorías más bellas, universales e influyentes de la historia de la ciencia: es el mecanismo de la selección natural y la teoría de la evolución de las especies formulada por Darwin (y que Wallace también intuyera). Hoy en día estamos en el principio de la conquista del espacio y a esta aventura se asocia la ciencia de materiales que ya no consiste solo en cambiarle la forma a la materia como en el paleolítico (industria lítica por ejemplo), ni en transformar la materia como a partir del neolítico (aleaciones por ejemplo). Desde hace pocas décadas, incluso inventamos la materia (materiales a la carta que no existen espontáneamente en la naturaleza, ¡incluida la materia viva!).
El cerebro se alimenta de cambio y viajar es sin duda una manera infalible de asegurar tal alimento. Hacer ciencia es un ir y venir incesante entre la observación y la comprensión. Observar es atender a las diferencias entre cosas similares, comprender es atender a lo común entre cosas diferentes. No se puede viajar sin saltar incansablemente de la observación a la comprensión y viceversa.
Hace un par de años pude admirar, en la universidad de Coimbra, lo que queda del botín científico de las expediciones de Ferreira, en particular una maravillosa colección de peces amazónicos conservados con la técnica de los herbolarios, pero con una capa de oro que confiere una belleza conmovedora y una espléndida conservación. ¿Dónde está el resto? En París. ¿Qué hace la colección de Ferreira en París? Pues se la llevaron los soldados de Napoleón a punta de bayoneta. Sabían muy bien el valor de lo que se estaban llevando. Es un caso de botín científico convertido en botín de guerra. No tenemos evidencia de que Humboldt se viera motivado por Ferreira pero a Ferreira se le conoce como el Humboldt portugués. Yo creo que los genes de los navegantes portugueses encontraron la manera de trascender en el talante y el talento de Humboldt. El intrépido e inagotable viajero murió solo siete meses antes de que Darwin publicara El Origen de las Especies. Fue una pena porque fue su larga e intensa vida la que incendió la ambición científica del joven Darwin. Fue una gran pena porque basta leer a Humboldt para hacerse una idea de cómo éste hubiera aplaudido las nuevas ideas. La influencia de Humboldt en la historia de la ciencia y de las artes es monumental. Goethe y Schiller fueron sus colegas cercanos en el romanticismo alemán.
La invención de la naturaleza. Andrea Wulf. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. Taurus. Madrid, 2016 578 páginas.
https://elpais.com/cultura/2016/09/09/babelia/1473420049_739543.html
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lunes, 4 de septiembre de 2017
¿Quieres una cura casi mágica? Haz ejercicio.
Después de haber escrito hace un año que la dieta y no el ejercicio era lo más importante a la hora de perder peso, me inquietó cómo algunos lectores interpretaron que el ejercicio no tiene valor.
No podría haber algo más lejano de la realidad. De todas las cosas que los médicos podemos recomendar para tener salud, pocas ofrecen tantos beneficios como la actividad física.
En 2015, la Academy of Medical Royal Colleges emitió un informe en el que llamaba al ejercicio una “cura mágica”. Esta no es una conclusión basada simplemente en estudios con cohortes o controles. Hay muchísimos estudios controlados y aleatorios sobre el tema. Un extenso meta-análisis examinó el efecto del ejercicio terapéutico en las respuestas de personas con enfermedades crónicas.
Comencemos por las enfermedades músculo-esqueléticas. Los investigadores encontraron 32 estudios que analizaron el efecto del ejercicio en el dolor y el funcionamiento de pacientes que sólo sufrían de osteoartritis de rodilla. Eso es increíblemente específico, y es impresionante que haya tanta investigación enfocada en un solo tema. El ejercicio mejoró los resultados de esos aspectos. Otros diez estudios mostraron que la terapia con ejercicio incrementa la capacidad aeróbica y la fuerza muscular en pacientes con artritis reumatoide. Otros estudios comprobaron sus beneficios en otros padecimientos músculo-esqueléticos, como la espondilitis anquilosante, e incluso en algunos tipos de dolor de espalda.
En las personas (en su mayoría hombres de mediana edad) que habían tenido un infarto, el ejercicio terapéutico redujo todas las causas de mortalidad en un 27 por ciento y la mortalidad cardiaca en un 31 por ciento. Otros 14 estudios controlados mostraron los beneficios fisiológicos en personas con insuficiencia cardiaca. También se ha demostrado que el ejercicio reduce la presión arterial en pacientes con hipertensión, además de mejorar los niveles de colesterol y triglicéridos.
Las personas con diabetes que hacen ejercicio tienen valores más bajos de HbA1c, el marcador de los niveles de azúcar, tan bajos como para reducir, probablemente, el riesgo de complicaciones debidas a la enfermedad. Veinte estudios controlados y aleatorios han mostrado que los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica pueden caminar más lejos y funcionar mejor si se ejercitan.
Numerosos estudios han hallado que el ejercicio mejora la función física y la calidad de vida relacionada con la salud de personas con enfermedad de Parkinson. Otros seis estudios mostraron que el ejercicio mejora la fuerza muscular y las actividades relacionadas con la movilidad en personas con esclerosis múltiple. También parece mejorar el ánimo en estos pacientes.
Los resultados generales de 23 estudios controlados y aleatorios mostraron que es muy probable que el ejercicio combata los síntomas de la depresión. Cinco estudios más parecen mostrar que provoca una mejoría en los pacientes con síndrome de fatiga crónica. En los estudios, el ejercicio incluso redujo la fatiga en pacientes que recibían tratamiento contra el cáncer.
¿Qué otra intervención puede presumir de provocar este tipo de resultados?
Hasta los estudios con pacientes ancianos y hospitalizados muestran un efecto benéfico de intervenciones multidisciplinarias que incluyen el ejercicio. Era más probable que los pacientes escogidos aleatoriamente para recibir tales intervenciones en el hospital fueran dados de alta y pasarán menos tiempo en el hospital, con lo cual se generaban menos costos.
Aunque no estamos acostumbrados a pensar en la actividad física de esa manera, es posible defender la idea de que el ejercicio es tan bueno como los medicamentos para muchos padecimientos. Un metanálisis de varios metanálisis (esa es la cantidad de información que tenemos), llevado a cabo en 2013, combinó y analizó los resultados de 16 revisiones de estudios controlados y aleatorios de intervenciones con medicamentos y ejercicio cuyo objeto era reducir la mortalidad. En conjunto, se trataba de 305 estudios con casi 340.000 participantes.
Los diuréticos (pero no todos los medicamentos) tuvieron resultados más altos en la prevención de muerte por insuficiencia cardiaca que el ejercicio. Sin embargo, el ejercicio resultó igual de bueno que los medicamentos para prevenir la muerte por enfermedad de las arterias coronarias. El ejercicio resultó incluso mejor que los medicamentos en la prevención de muerte por infarto entre los pacientes.
Mucha gente se sorprenderá de lo poco que hay que hacer para conseguir estos resultados. Las recomendaciones sobre el ejercicio son 150 minutos semanales de actividad física moderada para los adultos, o más o menos 30 minutos diarios de lunes a viernes.
Una intensidad moderada es probablemente mucho menos de lo que imaginamos. Caminar vigorosamente, a una velocidad de 5 a 6,5 kilómetros por hora es suficiente. También podríamos andar en bicicleta a menos de 16 kilómetros por hora. Cualquier cosa que lleve al corazón a latir entre 110 y 140 veces por minuto es suficiente. Incluso aspirar, cortar el pasto o sacar al perro a caminar pueden ser suficiente.
Hoy en día mis metas son mucho más modestas. Caminar de mi consultorio a la clínica y de vuelta representa 30 minutos de ejercicio. También puedo caminar al supermercado desde mi consultorio para comprar mi almuerzo, a 1,5 kilómetro por hora. Cuando hace frío, paso media hora en la elíptica. Hacer esto cinco veces a la semana me da la actividad que requiero.
Después de que la Academy of Medical Royal Colleges escribió su informe, un editorial de BMJ, una importante revista médica, respondió que el ejercicio no era una “cura mágica”. En cambio, sostienen sus autores, es “la mejor opción en salud pública”.
Si ese es el mejor “argumento en contra”, tener actividad física parece lo más lógico.
https://www.nytimes.com/es/2016/06/23/quieres-una-cura-casi-magica-haz-ejercicio/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
No podría haber algo más lejano de la realidad. De todas las cosas que los médicos podemos recomendar para tener salud, pocas ofrecen tantos beneficios como la actividad física.
En 2015, la Academy of Medical Royal Colleges emitió un informe en el que llamaba al ejercicio una “cura mágica”. Esta no es una conclusión basada simplemente en estudios con cohortes o controles. Hay muchísimos estudios controlados y aleatorios sobre el tema. Un extenso meta-análisis examinó el efecto del ejercicio terapéutico en las respuestas de personas con enfermedades crónicas.
Comencemos por las enfermedades músculo-esqueléticas. Los investigadores encontraron 32 estudios que analizaron el efecto del ejercicio en el dolor y el funcionamiento de pacientes que sólo sufrían de osteoartritis de rodilla. Eso es increíblemente específico, y es impresionante que haya tanta investigación enfocada en un solo tema. El ejercicio mejoró los resultados de esos aspectos. Otros diez estudios mostraron que la terapia con ejercicio incrementa la capacidad aeróbica y la fuerza muscular en pacientes con artritis reumatoide. Otros estudios comprobaron sus beneficios en otros padecimientos músculo-esqueléticos, como la espondilitis anquilosante, e incluso en algunos tipos de dolor de espalda.
En las personas (en su mayoría hombres de mediana edad) que habían tenido un infarto, el ejercicio terapéutico redujo todas las causas de mortalidad en un 27 por ciento y la mortalidad cardiaca en un 31 por ciento. Otros 14 estudios controlados mostraron los beneficios fisiológicos en personas con insuficiencia cardiaca. También se ha demostrado que el ejercicio reduce la presión arterial en pacientes con hipertensión, además de mejorar los niveles de colesterol y triglicéridos.
Las personas con diabetes que hacen ejercicio tienen valores más bajos de HbA1c, el marcador de los niveles de azúcar, tan bajos como para reducir, probablemente, el riesgo de complicaciones debidas a la enfermedad. Veinte estudios controlados y aleatorios han mostrado que los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica pueden caminar más lejos y funcionar mejor si se ejercitan.
Numerosos estudios han hallado que el ejercicio mejora la función física y la calidad de vida relacionada con la salud de personas con enfermedad de Parkinson. Otros seis estudios mostraron que el ejercicio mejora la fuerza muscular y las actividades relacionadas con la movilidad en personas con esclerosis múltiple. También parece mejorar el ánimo en estos pacientes.
Los resultados generales de 23 estudios controlados y aleatorios mostraron que es muy probable que el ejercicio combata los síntomas de la depresión. Cinco estudios más parecen mostrar que provoca una mejoría en los pacientes con síndrome de fatiga crónica. En los estudios, el ejercicio incluso redujo la fatiga en pacientes que recibían tratamiento contra el cáncer.
¿Qué otra intervención puede presumir de provocar este tipo de resultados?
Hasta los estudios con pacientes ancianos y hospitalizados muestran un efecto benéfico de intervenciones multidisciplinarias que incluyen el ejercicio. Era más probable que los pacientes escogidos aleatoriamente para recibir tales intervenciones en el hospital fueran dados de alta y pasarán menos tiempo en el hospital, con lo cual se generaban menos costos.
Aunque no estamos acostumbrados a pensar en la actividad física de esa manera, es posible defender la idea de que el ejercicio es tan bueno como los medicamentos para muchos padecimientos. Un metanálisis de varios metanálisis (esa es la cantidad de información que tenemos), llevado a cabo en 2013, combinó y analizó los resultados de 16 revisiones de estudios controlados y aleatorios de intervenciones con medicamentos y ejercicio cuyo objeto era reducir la mortalidad. En conjunto, se trataba de 305 estudios con casi 340.000 participantes.
Los diuréticos (pero no todos los medicamentos) tuvieron resultados más altos en la prevención de muerte por insuficiencia cardiaca que el ejercicio. Sin embargo, el ejercicio resultó igual de bueno que los medicamentos para prevenir la muerte por enfermedad de las arterias coronarias. El ejercicio resultó incluso mejor que los medicamentos en la prevención de muerte por infarto entre los pacientes.
Mucha gente se sorprenderá de lo poco que hay que hacer para conseguir estos resultados. Las recomendaciones sobre el ejercicio son 150 minutos semanales de actividad física moderada para los adultos, o más o menos 30 minutos diarios de lunes a viernes.
Una intensidad moderada es probablemente mucho menos de lo que imaginamos. Caminar vigorosamente, a una velocidad de 5 a 6,5 kilómetros por hora es suficiente. También podríamos andar en bicicleta a menos de 16 kilómetros por hora. Cualquier cosa que lleve al corazón a latir entre 110 y 140 veces por minuto es suficiente. Incluso aspirar, cortar el pasto o sacar al perro a caminar pueden ser suficiente.
Hoy en día mis metas son mucho más modestas. Caminar de mi consultorio a la clínica y de vuelta representa 30 minutos de ejercicio. También puedo caminar al supermercado desde mi consultorio para comprar mi almuerzo, a 1,5 kilómetro por hora. Cuando hace frío, paso media hora en la elíptica. Hacer esto cinco veces a la semana me da la actividad que requiero.
Después de que la Academy of Medical Royal Colleges escribió su informe, un editorial de BMJ, una importante revista médica, respondió que el ejercicio no era una “cura mágica”. En cambio, sostienen sus autores, es “la mejor opción en salud pública”.
Si ese es el mejor “argumento en contra”, tener actividad física parece lo más lógico.
https://www.nytimes.com/es/2016/06/23/quieres-una-cura-casi-magica-haz-ejercicio/?smid=fb-espanol&smtyp=cur
domingo, 3 de septiembre de 2017
_- Cuáles son las diez multinacionales que controlan el mercado global de alimentos. BBC Mundo
_- Es una de las tantas consecuencias notorias de la globalización.
Un puñado de empresas multinacionales controlan una parte importante del mercado mundial de alimentos. Como resultado, tienen en sus manos una enorme influencia para determinar cómo se reparte la comida en el mundo. Y potencialmente están en capacidad de determinar acciones que ayudarán a aliviar los problemas de hambre en el planeta.
Por eso, Oxfam, ONG basada en Reino Unido, lleva tres años adelantando una campaña pública titulada "Behind the Brands" (Detrás de las marcas).
En ella, discute acerca de las políticas de compra de alimentos de estas grandes multinacionales, y la manera en que influyen en el mercado de la comida.
Las diez empresas objetivo de la campaña son Nestlé, PepsiCo, Unilever, Mondelez, Coca-Cola, Mars, Danone, Associated British Foods (ABF), General Mills y Kellogg's, seleccionadas por encabezar mundialmente el volumen de ventas de las firmas en el sector de alimentos.
Todas son europeas o estadounidenses. Dominan los sectores de productos lácteos, gaseosas, dulces y cereales, entre otros. Desde ahí han construido imperios empresariales enormemente diversificados. Oxfam dice que esas diez firmas colectivamente tienen ingresos de más de US$1.100 millones diarios y emplean a millones de personas.
Cómo la tecnología puede ayudar a reducir el desperdicio de alimentos
"Hay una ilusión de opciones. Vas a tu supermercado y ves todas esas marcas distintas, pero muchas son de propiedad de esas mismas diez empresas", asegura a BBC Mundo Irit Tamir, gerente de políticas y abogacía para el sector privado de Oxfam America.
Mercado concentrado
Estas empresas operan en unos mercados globales en donde la producción mundial de ciertos productos está concentrada en un par de firmas.
Por ejemplo, sostiene Irit Tamir de Oxfam en conversación con BBC Mundo, en la cadena de valor del cacao, tres de las firmas, Mars, Mondelez y Nestle, controlan cerca de 40% del comercio mundial en ese rubro.
Y apenas entre un 3,5% y un 5% del valor de una barra de chocolate le queda al pequeño campesino, indica un reporte de la ONG.
Mientras que en el sector de las gaseosas, Coca Cola y Pepsi se han convertido en los dos mayores compradores de azúcar en el mundo.
Por ello, Oxfam ha planteado, a través de su campaña, un seguimiento a las políticas de estas megaempresas y el impacto que tienen sobre siete variables.
Calificaciones
El seguimiento incluye las consecuencias de esas políticas sobre la tenencia de la tierra, las mujeres, los campesinos y trabajadores, la transparencia, el clima y el agua.
Y así en Oxfam elaboran una especie de libreta de calificaciones de la responsabilidad social en la política de obtención de alimentos de estas diez grandes corporaciones.
Después, han hecho campaña para que las firmas mejoren el impacto que tienen en muchos sectores específicos.
"Le pedimos a las grandes empresas del sector del chocolate que trataran mejor a las trabajadoras mujeres", dice Irit Tamar a manera de ejemplo.
A las firmas de gaseosas, les pidieron que se aseguraran que no estuviesen tolerando conflictos de tierra alrededor de los cultivos de caña de azúcar que les suministra su materia prima, agrega Tamar.
Mientras que a las firmas cerealeras como General Mills y Kellogg´s fueron invitadas a buscar una reducción en el impacto sobre el cambio climático de sus actividades.
La buena noticia, sostiene Oxfam, es que muchas de las empresas han reaccionado a la campaña. La evolución de esta "libreta de calificaciones" a lo largo de los tres años en que ha estado vigente la campaña, es notoriamente positiva.
En febrero de 2013, por ejemplo, la empresa mejor calificada de las diez grandes, Nestle, obtenía apenas 38 puntos de 70 posibles. Mientras que en 2016 el puntaje de la misma firma ha mejorado a 52 sobre 70.
Transparencia
Las acciones que, según Oxfam, han adoptado las grandes firmas van desde políticas para aumentar la transparencia corporativa a estrategias para reducir los daños ambientales de los cultivos que se requiere para cubrir la demanda de los productos que las multinacionales requieren.
Que estas grandes empresas de los alimentos parezcan estar adoptando políticas más socialmente responsables es un desarrollo muy positivo, pues muchos esperan que su poder no deje de aumentar en el futuro.
"Estamos presenciando cada vez más concentración en pocas empresas", agrega Tamar a BBC Mundo. "Las grandes compran a las pequeñas".
Y Oxfam advierte que estarán vigilantes a que esas empresas empleen bien ese enorme poder económico que han venido adquiriendo
http://www.bbc.com/mundo/noticias-37699062
Un puñado de empresas multinacionales controlan una parte importante del mercado mundial de alimentos. Como resultado, tienen en sus manos una enorme influencia para determinar cómo se reparte la comida en el mundo. Y potencialmente están en capacidad de determinar acciones que ayudarán a aliviar los problemas de hambre en el planeta.
Por eso, Oxfam, ONG basada en Reino Unido, lleva tres años adelantando una campaña pública titulada "Behind the Brands" (Detrás de las marcas).
En ella, discute acerca de las políticas de compra de alimentos de estas grandes multinacionales, y la manera en que influyen en el mercado de la comida.
Las diez empresas objetivo de la campaña son Nestlé, PepsiCo, Unilever, Mondelez, Coca-Cola, Mars, Danone, Associated British Foods (ABF), General Mills y Kellogg's, seleccionadas por encabezar mundialmente el volumen de ventas de las firmas en el sector de alimentos.
Todas son europeas o estadounidenses. Dominan los sectores de productos lácteos, gaseosas, dulces y cereales, entre otros. Desde ahí han construido imperios empresariales enormemente diversificados. Oxfam dice que esas diez firmas colectivamente tienen ingresos de más de US$1.100 millones diarios y emplean a millones de personas.
Cómo la tecnología puede ayudar a reducir el desperdicio de alimentos
"Hay una ilusión de opciones. Vas a tu supermercado y ves todas esas marcas distintas, pero muchas son de propiedad de esas mismas diez empresas", asegura a BBC Mundo Irit Tamir, gerente de políticas y abogacía para el sector privado de Oxfam America.
Mercado concentrado
Estas empresas operan en unos mercados globales en donde la producción mundial de ciertos productos está concentrada en un par de firmas.
Por ejemplo, sostiene Irit Tamir de Oxfam en conversación con BBC Mundo, en la cadena de valor del cacao, tres de las firmas, Mars, Mondelez y Nestle, controlan cerca de 40% del comercio mundial en ese rubro.
Y apenas entre un 3,5% y un 5% del valor de una barra de chocolate le queda al pequeño campesino, indica un reporte de la ONG.
Mientras que en el sector de las gaseosas, Coca Cola y Pepsi se han convertido en los dos mayores compradores de azúcar en el mundo.
Por ello, Oxfam ha planteado, a través de su campaña, un seguimiento a las políticas de estas megaempresas y el impacto que tienen sobre siete variables.
Calificaciones
El seguimiento incluye las consecuencias de esas políticas sobre la tenencia de la tierra, las mujeres, los campesinos y trabajadores, la transparencia, el clima y el agua.
Y así en Oxfam elaboran una especie de libreta de calificaciones de la responsabilidad social en la política de obtención de alimentos de estas diez grandes corporaciones.
Después, han hecho campaña para que las firmas mejoren el impacto que tienen en muchos sectores específicos.
"Le pedimos a las grandes empresas del sector del chocolate que trataran mejor a las trabajadoras mujeres", dice Irit Tamar a manera de ejemplo.
A las firmas de gaseosas, les pidieron que se aseguraran que no estuviesen tolerando conflictos de tierra alrededor de los cultivos de caña de azúcar que les suministra su materia prima, agrega Tamar.
Mientras que a las firmas cerealeras como General Mills y Kellogg´s fueron invitadas a buscar una reducción en el impacto sobre el cambio climático de sus actividades.
La buena noticia, sostiene Oxfam, es que muchas de las empresas han reaccionado a la campaña. La evolución de esta "libreta de calificaciones" a lo largo de los tres años en que ha estado vigente la campaña, es notoriamente positiva.
En febrero de 2013, por ejemplo, la empresa mejor calificada de las diez grandes, Nestle, obtenía apenas 38 puntos de 70 posibles. Mientras que en 2016 el puntaje de la misma firma ha mejorado a 52 sobre 70.
Transparencia
Las acciones que, según Oxfam, han adoptado las grandes firmas van desde políticas para aumentar la transparencia corporativa a estrategias para reducir los daños ambientales de los cultivos que se requiere para cubrir la demanda de los productos que las multinacionales requieren.
Que estas grandes empresas de los alimentos parezcan estar adoptando políticas más socialmente responsables es un desarrollo muy positivo, pues muchos esperan que su poder no deje de aumentar en el futuro.
"Estamos presenciando cada vez más concentración en pocas empresas", agrega Tamar a BBC Mundo. "Las grandes compran a las pequeñas".
Y Oxfam advierte que estarán vigilantes a que esas empresas empleen bien ese enorme poder económico que han venido adquiriendo
http://www.bbc.com/mundo/noticias-37699062
El mapa que muestra el origen de los alimentos que comemos
sábado, 2 de septiembre de 2017
_- De cañas con Einstein y Newton. Profesores de la Universidad de Sevilla dan charlas en un bar de la capital para acercar la ciencia al público
_- El biólogo Miguel Alcíbar toma como ejemplo uno de los casos del detective Sherlock Holmes para describir cómo trabajan los astrobiólogos. “En Estrella de plata, Holmes tiene que explicar por qué el perro que estaba en el establo no ladró a quien entró a robar el caballo. Partiendo de la observación de que no ladró, el detective conjetura que el visitante era alguien que el animal conocía basándose en la regla general de que todos los perros ladran a desconocidos”, expone. Alcíbar imparte esta charla sobre astrobiología en un bar de Sevilla ante un público tan heterogéneo como las sillas que ocupan. Desde jubilados hasta universitarios. La ponencia se enmarca en una iniciativa, organizada por profesores de la Universidad de Sevilla, para sacar la ciencia de los laboratorios y acercarla al público en general. “Tanto Holmes como los astrobiólogos emplean el razonamiento abductivo: parten de un hecho observacional para establecer qué fue lo que pasó, utilizando una regla aplicable a ese hecho”, resume.
Ciencia en el Bulebar (por el nombre del local donde se celebra) surgió hace cuatro años cuando volvían en coche del Naukas Bilbao, la cita de divulgación científica más grande de España. “Íbamos hablando sobre la cantidad de gente que había acudido, que parecía que dentro estaban tocando los Rolling Stones, cuando se nos ocurrió que podíamos organizar algo más pequeñito en Sevilla”, recuerda Clara Grima, doctora en Matemáticas. Y en cuestión de días, lo tenían planteado. Se celebraría cada miércoles alterno a las 21.00 en el bar que su colega Carlos García, profesor de Lenguajes y Sistemas, tenía en la Alameda de Hércules. Se hablaría de física, matemáticas, macroeconomía, espeleología, paleogenética… “Tengo que reconocer que no confiaba en que funcionase, creía que aquí solo interesaba el flamenquito y la Semana Santa”, afirma Grima. Pero se equivocó. “Desde el primer día hubo aceptación. Hoy cada miércoles hacemos lleno”, señala el catedrático de Matemáticas Aplicadas Alberto Márquez. “Incluso, compitiendo con la Champions”, bromea la doctora junto a Ángel Fernández, otro de los organizadores y CEO de Jot Down.
Gregorio García sabe lo que es quedarse sin asiento, por eso siempre intenta llegar al bar una hora antes. “La ciencia es cultura”, asegura este catedrático jubilado de Biología Celular. “El reto en estas charlas es conseguir que el que sepa más no se aburra, y el que menos no se pierda”, señala García, quien acude a este ciclo desde hace año y medio. También es asistente asidua Lali Bautista, profesora de Secundaria de Biología. “Estas charlas me ayudan a saber cómo tratar estos temas con mis alumnos”, asegura. “Tiene un planteamiento muy familiar, lo hacen divertido y fácil de entender”, señala Elías Guisado, estudiante de Física y Matemáticas y que descubrió la iniciativa hace dos meses.
Pero esta aceptación no solo ha sido de público, también de conferenciantes. “Al principio dábamos nosotros las charlas o invitábamos a conocidos, ahora son ellos los que se ofrecen”, explica Grima, quien apunta que ya está cubierto el calendario de este curso. “Hay gente que le cuesta dar una charla en un bar. Es más fácil dar una conferencia entre colegas, en un congreso, porque usan tu mismo lenguaje. Aquí tienes que saber transmitir tus conocimientos a un público general”, explica Márquez. “Ahí está la clave de la divulgación científica”, apunta Grima, quien critica la escasa inversión pública en ciencia y educación. “La divulgación científica viene a cubrir un hueco. La ciencia es patrimonio del ciudadano porque, gracias a sus impuestos, los científicos pueden investigar. Por ello, es de recibo que la gente esté informada, para evitar engaños, para que se forme una opinión…”, explica Enrique F. Borja, doctor en Física. “Sabemos que con esto no vamos a darle la vuelta a la sociedad, pero es una primera semilla”, apunta Márquez.
Un centenar de personas sigue la conferencia de Alcíbar. La mayoría, sentados; una veintena de pie, cerveza en mano; y otros tantos apoyados en la barra. Uno de los asistentes levanta la mano. “¿Por qué hay tanto interés por descubrir si hay vida en otro planeta?”, pregunta. “Por morbo”, le contesta uno. “Es una pregunta compleja, al menos, para contestar a la ligera”, señala Alcíbar. Se abre el debate.
https://politica.elpais.com/politica/2017/04/12/diario_de_espana/1492000857_418611.html
Ciencia en el Bulebar (por el nombre del local donde se celebra) surgió hace cuatro años cuando volvían en coche del Naukas Bilbao, la cita de divulgación científica más grande de España. “Íbamos hablando sobre la cantidad de gente que había acudido, que parecía que dentro estaban tocando los Rolling Stones, cuando se nos ocurrió que podíamos organizar algo más pequeñito en Sevilla”, recuerda Clara Grima, doctora en Matemáticas. Y en cuestión de días, lo tenían planteado. Se celebraría cada miércoles alterno a las 21.00 en el bar que su colega Carlos García, profesor de Lenguajes y Sistemas, tenía en la Alameda de Hércules. Se hablaría de física, matemáticas, macroeconomía, espeleología, paleogenética… “Tengo que reconocer que no confiaba en que funcionase, creía que aquí solo interesaba el flamenquito y la Semana Santa”, afirma Grima. Pero se equivocó. “Desde el primer día hubo aceptación. Hoy cada miércoles hacemos lleno”, señala el catedrático de Matemáticas Aplicadas Alberto Márquez. “Incluso, compitiendo con la Champions”, bromea la doctora junto a Ángel Fernández, otro de los organizadores y CEO de Jot Down.
Gregorio García sabe lo que es quedarse sin asiento, por eso siempre intenta llegar al bar una hora antes. “La ciencia es cultura”, asegura este catedrático jubilado de Biología Celular. “El reto en estas charlas es conseguir que el que sepa más no se aburra, y el que menos no se pierda”, señala García, quien acude a este ciclo desde hace año y medio. También es asistente asidua Lali Bautista, profesora de Secundaria de Biología. “Estas charlas me ayudan a saber cómo tratar estos temas con mis alumnos”, asegura. “Tiene un planteamiento muy familiar, lo hacen divertido y fácil de entender”, señala Elías Guisado, estudiante de Física y Matemáticas y que descubrió la iniciativa hace dos meses.
Pero esta aceptación no solo ha sido de público, también de conferenciantes. “Al principio dábamos nosotros las charlas o invitábamos a conocidos, ahora son ellos los que se ofrecen”, explica Grima, quien apunta que ya está cubierto el calendario de este curso. “Hay gente que le cuesta dar una charla en un bar. Es más fácil dar una conferencia entre colegas, en un congreso, porque usan tu mismo lenguaje. Aquí tienes que saber transmitir tus conocimientos a un público general”, explica Márquez. “Ahí está la clave de la divulgación científica”, apunta Grima, quien critica la escasa inversión pública en ciencia y educación. “La divulgación científica viene a cubrir un hueco. La ciencia es patrimonio del ciudadano porque, gracias a sus impuestos, los científicos pueden investigar. Por ello, es de recibo que la gente esté informada, para evitar engaños, para que se forme una opinión…”, explica Enrique F. Borja, doctor en Física. “Sabemos que con esto no vamos a darle la vuelta a la sociedad, pero es una primera semilla”, apunta Márquez.
Un centenar de personas sigue la conferencia de Alcíbar. La mayoría, sentados; una veintena de pie, cerveza en mano; y otros tantos apoyados en la barra. Uno de los asistentes levanta la mano. “¿Por qué hay tanto interés por descubrir si hay vida en otro planeta?”, pregunta. “Por morbo”, le contesta uno. “Es una pregunta compleja, al menos, para contestar a la ligera”, señala Alcíbar. Se abre el debate.
https://politica.elpais.com/politica/2017/04/12/diario_de_espana/1492000857_418611.html
viernes, 1 de septiembre de 2017
¿Para qué sirve perdonar?
Apaciguar la ira tras el daño recibido, eliminar la sed de venganza, supone restablecer el equilibrio y ser libre para siempre respecto al hecho o persona que nos ha herido.
ESTE PASADO mes de enero tuve el privilegio de conocer personalmente a Irene Villa. Ambos estábamos invitados como conferenciantes en un evento empresarial en Sevilla. Tenía muchas ganas de escuchar su ponencia, el testimonio y el espíritu de superación de una víctima de un atentado de ETA en 1991.
Irene tenía entonces 12 años. Perdió las dos piernas. Salvó la vida gracias a la intervención de los médicos. Pero quedaría inválida para el resto de su vida. Su madre también sobrevivió. Perdió un brazo y una de sus extremidades inferiores.
Irene explicó en su conferencia que la primera vez; que se reunió con su madre, semanas después del atentado, esta entró en la habitación de su hospital, cerró la puerta y le dijo: “Irene, tenemos dos opciones. Anclarnos en lo que nos ha sucedido y amargarnos el resto de nuestra vida, o bien perdonar, mirar adelante y vivir plenamente de acuerdo a nuestras capacidades”.
Veintiséis años después, Irene Villa es una mujer con un currículo impresionante: tres carreras (psicología, humanidades y comunicación audiovisual); autora de varios libros y articulista; deportista de élite, ha practicado el esquí profesional, el submarinismo, la esgrima, entre muchos otros deportes; es creadora de una fundación que lleva su nombre y que busca ayudar a todo tipo de disminuidos físicos y psíquicos. Casada y madre de tres hijos. Sus logros no están al alcance de cualquiera, incluso en plena integridad física.
Al final de su ponencia, uno de los asistentes le preguntó si de verdad había perdonado a los terroristas. Su respuesta no ha dejado de perseguirme porque dio una aproximación y perspectiva del perdón totalmente nueva para mí, y que, con su permiso, comparto aquí.
Ella respondió que, por supuesto, el perdón era absoluto. Y explicó que perdonar significaba romper el vínculo con quien te ha hecho daño. Mientras hay rencor y dolor, estás ligado al delincuente; este ha logrado su objetivo: hacerte daño y que ese daño permanezca. Por el contrario, si perdonas, te liberas de esa persona para siempre. El vínculo desaparece y eres totalmente libre.
Es una respuesta profunda y trascendental de la que se derivan diferentes conclusiones y lecturas que pueden ayudarnos en muchos ámbitos. El primer mensaje. Perdonar no necesariamente significa reconciliarse con la persona que te ha hecho daño, hacerse su amigo o establecer una relación. No. En absoluto. Perdonar no entraña relación. Este aspecto es muy importante.
Perdonar significa apaciguar la ira interior que queda tras el daño recibido. Eliminar la sed de venganza, de dolor ajeno, supone restablecer el equilibrio y la justicia con el lado contrario de la moneda del mal. Perdonar no es olvidar los hechos, ni negar la realidad; no es humillarse ante el otro; es aceptar y reequilibrar los sentimientos a través del polo opuesto de quien te ha hecho daño. Tan fácil. Tan difícil.
Aquel que se venga de sus enemigos accede a un minuto de ira, pero a toda una vida de dolor; mientras que quien perdona se beneficia de toda una vida de paz interior. Perdonar es apagar, para siempre, la ira interior.
Es a partir de tal liberación que uno puede enfrentarse a su futuro partir de tal liberación que uno puede enfrentarse a su futuro con total independencia y libertad. Si quien ha sufrido la ofensa o el ataque se queda anclado en el odio difícilmente va a tener la paz de espíritu, la concentración y la disposición a realizar cualquier proyecto de futuro. A esa persona le estaría quemando la amargura y ansia de venganza y no conseguiría nada. Todos los logros e hitos de alguien a quien se ha infligido un gran dolor son la demostración de su perdón.
Lo mismo puede aplicarse a uno mismo. Haciendo una analogía, si no nos perdonamos a nosotros mismos, tampoco nos desembarazamos del vínculo con los hechos o errores cometidos, sean estos cuales sean. Y reincidimos en nuestros errores. Perdonarse es romper el vínculo con el propio pasado que deseamos desdeñar. No puede liderarse la propia vida si no nos perdonamos cualquier cosa que haga que la angustia no se esfume.
Este es un mensaje muy necesario en otros ámbitos de la vida menos traumáticos, como en el profesional. ¡Cuántos líderes y superiores gestionan a sus subordinados desde la rabia, la ira, el sometimiento y la negatividad! Son víctimas de su incapacidad para perdonar. De disculparse a sí mismos y a quienes en su entorno profesional los han engañado o hecho daño en el pasado. Los superiores que actúan con maldad, utilizando la presión sistemática, la amenaza o el estrés como modos de imponer su fuerza son personas llenas de ira; gente incapaz de perdonar ni perdonarse. Acumulan demasiado pesar, venganzas pendientes, ansia de dolor ajeno. En cambio, los grandes líderes son gente que sabe liberarse de culpas y agravios. El liderazgo solo es posible, respecto a los demás y a la propia vida, cuando uno puede mirar hacia el futuro con la experiencia pero sin la ira del pasado.
En resumen, solo se accede al proyecto vital, a la libertad y a la autorrealización desde el perdón. No es necesario sufrir un atentado terrorista, un maltrato o un grandísimo daño para poner en práctica esta actitud; todos sufrimos pequeños “atentados” cotidianos. Aprendiendo a perdonarlos contribuimos a un mundo mejor. Esa es, de hecho, la función del perdón.
http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/saber-perdonar/
ESTE PASADO mes de enero tuve el privilegio de conocer personalmente a Irene Villa. Ambos estábamos invitados como conferenciantes en un evento empresarial en Sevilla. Tenía muchas ganas de escuchar su ponencia, el testimonio y el espíritu de superación de una víctima de un atentado de ETA en 1991.
Irene tenía entonces 12 años. Perdió las dos piernas. Salvó la vida gracias a la intervención de los médicos. Pero quedaría inválida para el resto de su vida. Su madre también sobrevivió. Perdió un brazo y una de sus extremidades inferiores.
Irene explicó en su conferencia que la primera vez; que se reunió con su madre, semanas después del atentado, esta entró en la habitación de su hospital, cerró la puerta y le dijo: “Irene, tenemos dos opciones. Anclarnos en lo que nos ha sucedido y amargarnos el resto de nuestra vida, o bien perdonar, mirar adelante y vivir plenamente de acuerdo a nuestras capacidades”.
Veintiséis años después, Irene Villa es una mujer con un currículo impresionante: tres carreras (psicología, humanidades y comunicación audiovisual); autora de varios libros y articulista; deportista de élite, ha practicado el esquí profesional, el submarinismo, la esgrima, entre muchos otros deportes; es creadora de una fundación que lleva su nombre y que busca ayudar a todo tipo de disminuidos físicos y psíquicos. Casada y madre de tres hijos. Sus logros no están al alcance de cualquiera, incluso en plena integridad física.
Al final de su ponencia, uno de los asistentes le preguntó si de verdad había perdonado a los terroristas. Su respuesta no ha dejado de perseguirme porque dio una aproximación y perspectiva del perdón totalmente nueva para mí, y que, con su permiso, comparto aquí.
Ella respondió que, por supuesto, el perdón era absoluto. Y explicó que perdonar significaba romper el vínculo con quien te ha hecho daño. Mientras hay rencor y dolor, estás ligado al delincuente; este ha logrado su objetivo: hacerte daño y que ese daño permanezca. Por el contrario, si perdonas, te liberas de esa persona para siempre. El vínculo desaparece y eres totalmente libre.
Es una respuesta profunda y trascendental de la que se derivan diferentes conclusiones y lecturas que pueden ayudarnos en muchos ámbitos. El primer mensaje. Perdonar no necesariamente significa reconciliarse con la persona que te ha hecho daño, hacerse su amigo o establecer una relación. No. En absoluto. Perdonar no entraña relación. Este aspecto es muy importante.
Perdonar significa apaciguar la ira interior que queda tras el daño recibido. Eliminar la sed de venganza, de dolor ajeno, supone restablecer el equilibrio y la justicia con el lado contrario de la moneda del mal. Perdonar no es olvidar los hechos, ni negar la realidad; no es humillarse ante el otro; es aceptar y reequilibrar los sentimientos a través del polo opuesto de quien te ha hecho daño. Tan fácil. Tan difícil.
Aquel que se venga de sus enemigos accede a un minuto de ira, pero a toda una vida de dolor; mientras que quien perdona se beneficia de toda una vida de paz interior. Perdonar es apagar, para siempre, la ira interior.
Es a partir de tal liberación que uno puede enfrentarse a su futuro partir de tal liberación que uno puede enfrentarse a su futuro con total independencia y libertad. Si quien ha sufrido la ofensa o el ataque se queda anclado en el odio difícilmente va a tener la paz de espíritu, la concentración y la disposición a realizar cualquier proyecto de futuro. A esa persona le estaría quemando la amargura y ansia de venganza y no conseguiría nada. Todos los logros e hitos de alguien a quien se ha infligido un gran dolor son la demostración de su perdón.
Lo mismo puede aplicarse a uno mismo. Haciendo una analogía, si no nos perdonamos a nosotros mismos, tampoco nos desembarazamos del vínculo con los hechos o errores cometidos, sean estos cuales sean. Y reincidimos en nuestros errores. Perdonarse es romper el vínculo con el propio pasado que deseamos desdeñar. No puede liderarse la propia vida si no nos perdonamos cualquier cosa que haga que la angustia no se esfume.
Este es un mensaje muy necesario en otros ámbitos de la vida menos traumáticos, como en el profesional. ¡Cuántos líderes y superiores gestionan a sus subordinados desde la rabia, la ira, el sometimiento y la negatividad! Son víctimas de su incapacidad para perdonar. De disculparse a sí mismos y a quienes en su entorno profesional los han engañado o hecho daño en el pasado. Los superiores que actúan con maldad, utilizando la presión sistemática, la amenaza o el estrés como modos de imponer su fuerza son personas llenas de ira; gente incapaz de perdonar ni perdonarse. Acumulan demasiado pesar, venganzas pendientes, ansia de dolor ajeno. En cambio, los grandes líderes son gente que sabe liberarse de culpas y agravios. El liderazgo solo es posible, respecto a los demás y a la propia vida, cuando uno puede mirar hacia el futuro con la experiencia pero sin la ira del pasado.
En resumen, solo se accede al proyecto vital, a la libertad y a la autorrealización desde el perdón. No es necesario sufrir un atentado terrorista, un maltrato o un grandísimo daño para poner en práctica esta actitud; todos sufrimos pequeños “atentados” cotidianos. Aprendiendo a perdonarlos contribuimos a un mundo mejor. Esa es, de hecho, la función del perdón.
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