miércoles, 15 de noviembre de 2017

Salir de la zona de confort y demás pamplinas. Cada vez más empresas recurren a técnicas psicológicas para buscar una adhesión más íntima y emocional de sus empleados

Adrián era amarillo: cuando se incorporó a una pequeña empresa de marketing digital le hicieron un test de personalidad. Rojos los líderes, amarillos los creativos, verdes los generadores de buen ambiente, azules los dóciles. Al llegar cada mañana al trabajo, tenía que elegir un emoticono que describiese su estado de ánimo, igual que al salir al final de la jornada (aunque no siempre era sincero y solía suavizar sus emociones, no fuera a dar mala impresión en las altas esferas). Algunos días había clases de yoga, otros mindfulness o dinámicas para abrirse a los demás y vencer la timidez; algunos fines de semana, prácticas de team building.

Un mentor guiaba a Adrián y sacó su número dentro de la teoría psicológica del eneagrama de la personalidad. Era un tres. Y toda esta información se compartía con la dirección de la empresa. “Todo tenía una pátina de pensamiento positivo, de modernidad tipo Silicon Valley”, recuerda Adrián, que prefiere no revelar su identidad, “pero yo tenía la sensación de que invadían mi intimidad, de que manipulaban mi mente. Mis trabajos psicológicos prefería hacerlos por mi cuenta”. Finalmente, por cuestiones como estas, Adrián renunció a aquel puesto.

Este tipo de prácticas y discursos (aunque no necesariamente con la intensidad descrita en este caso) llegan a las empresas, sobre todo en el ramo de la llamada nueva economía: consultoría, marketing, tecnología, etcétera. Y sobre todo procedentes del mundo anglosajón y nórdico, donde son más comunes. Se justifican por el bien de la empresa y del trabajador, como una forma de innovación y de cercanía, unas formas más humanas, más friendlies. Pero para muchos resultan invasivas y se asemejan más a un método de control.

“Estas nuevas culturas empresariales buscan un compromiso del trabajador diferente del que se había pedido tradicionalmente”, explica Carlos Jesús Fernández, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “Antes había que saber hacer un trabajo y desempeñarlo durante ocho horas diarias. Ahora se buscan unas características personales, unas competencias de personalidad”. De ahí las charlas motivacionales que fomentan palabras mágicas como liderazgo, emprendimiento, riesgo o ese mantra tan extendido como es “la necesidad de salir de nuestra zona de confort”. De ahí también la proliferación de libros de autoayuda vinculados al mundo empresarial. El problema, según Fernández, es que “existe un vacío de regulación que controle estas prácticas”, lo que hace que en ocasiones vayan demasiado lejos.

“Lo que persiguen principalmente estas técnicas es que los trabajadores se identifiquen con su empresa”, dice Óscar Pérez Zapata, profesor de Organización de Empresas en ICADE y la Universidad Carlos III de Madrid y director de investigación del think tank Dubitare. “Se quiere crear una cultura de empresa fuerte en la que los elementos emocionales e íntimos, como las llamadas a la pasión, son cada vez más importantes”, añade. Algo que no es nuevo, pues desde hace décadas los trabajadores se identifican con su compañía, sobre todo si esta es grande y poderosa: pero, entonces, también, los contratos eran para toda la vida.

Y todo se envuelve en un barniz de sonrisas, de ese pensamiento positivo tan en boga que critican libros como Sonríe o muere (Turner), de Barbara Ehrenreich, o La industria de la felicidad (Malpaso), de William Davies. “Se trata de una mentalidad que encaja muy bien con lo que se pretende”, opina Pérez Zapata, “el pensamiento positivo elimina cualquier posibilidad de crítica y desplaza las culpas y los porqués al individuo y no a la estructura donde se desenvuelve. Conecta con la línea fantasiosa del yo emprendedor, de la iniciativa personal del héroe que todo lo puede con autogestión y que en el extremo es únicamente responsable de éxitos y fracasos”.

Problemas como estos son analizados por los llamados critical management studies (CMS), un conjunto de disciplinas surgidas en los años noventa que estudian el funcionamiento de las empresas de forma crítica, a partir de la obra de pensadores como Michel Foucault (sobre todo sus estudios sobre la sociedad disciplinaria), la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort o la teoría del proceso del trabajo, entre otras fuentes teóricas. Surgieron de profesores en escuelas de negocio y Facultades de Administración de Empresas, como Mats Alvesson o Hugh Will­mott, que proponían una perspectiva crítica y que trataban de sacar a la luz las relaciones de poder en el seno de las organizaciones empresariales. “Aunque la palabra crítica parezca muy beligerante, puede ser una crítica constructiva para la empresa”, dice Pérez Zapata. “En cuanto a este tipo de técnicas, lo que hace el veneno es la dosis”.

El panorama descrito es el propio del trabajo en la era posfordista, donde se da la desprotección, la movilidad y la flexibilidad laboral, la disolución de las clases sociales bien definidas y la atomización de las relaciones laborales. La conexión permanente vía Internet, además, hace borrosos los confines de los horarios, los límites de las jornadas. Lo referente al trabajo también se vuelve líquido. “Se rompen así los límites y regulaciones de casi todo: dónde se trabaja, cuánto se trabaja, con quién, cómo, etcétera, ahora mucha de esta responsabilidad recae sobre el trabajador”, dice Pérez Zapata. “Habitualmente se produce una sobrecarga sobre el trabajador al que se pide simultáneamente trascender sus límites y también saber ponérselos a sí mismo”.

“Existe una individualización y psicologización creciente”, señala Luis Enrique Alonso, catedrático de Sociología de la UAM y coordinador del grupo de investigación de Estudios sobre trabajo y ciudadanía. “Lo que se busca es la completa adhesión psicológica y que no haya ningún intermediario entre el trabajador y la empresa, que no haya ningún tipo de acción ni identidad colectiva”, dice. Ese aire de creatividad individualista y modernidad hipster bien podría ser una herencia de la contracultura de los años sesenta asimilada por el capitalismo contemporáneo: la rebeldía individualista antisistema convertida en ambición individualista empresarial, como señalan Chiapello y Boltanski en El nuevo espíritu del capitalismo (Akal). El futbolín en la oficina. “Lo cierto es que hablar hoy día de organización y derechos colectivos suena muy antiguo”, concluye el catedrático, “lo que nos lleva a una especie de darwinismo social propiciado por la precariedad existente. Se enmascara así una lucha encarnizada por los escasos puestos disponibles: sálvese quien pueda”.

“¿Estamos actuando de forma ética en las empresas?”, se pregunta Fernández. “Proliferan los discursos de innovación, pero por detrás cada vez se trabaja más, cada vez hay más disciplina, se sufre más y el consumo de ansiolíticos para soportarlo va en aumento”




OTROS TEMAS SOBRE TRABAJADORES Y EMPRESAS PUBLICADOS EN IDEAS


Es hora de apagar el móvil. La conexión continua mina nuestras relaciones, nuestra creatividad.
El mundo más allá de las redes. Alejarse de Internet periódicamente tiene beneficios. La hiperconexión afecta al cerebro, aunque no se sabe cómo


https://elpais.com/economia/2017/10/24/actualidad/1508848045_385114.html

martes, 14 de noviembre de 2017

8 consejos para tener éxito y ser feliz de Jack Ma, el hombre más rico de China y fundador de Alibaba

El dinero y el trabajo solos no dan la felicidad, esa es la filosofía que viene defendiendo desde hace años el hombre más rico de Asia.

Jack Ma aprovechó su visita esta semana a Filipinas, donde recibió un título de honor de la Universidad La Salle, para dar consejos a los jóvenes estudiantes y trabajadores sobre cómo ser feliz y exitoso. A sus 53 años, Jack Ma es un hombre de éxito que amasa una fortuna de US$38 mil millones, según la revista Forbes.

Sin embargo, y a pesar de lo que pudiera parecer, para Ma el trabajo no es lo único que importa para lograr la felicidad.

En su vista relámpago de esta semana a Manila, la capital de Filipinas, Ma se reunió con el presidente del país Rodrigo Duterte, visitó sedes de su compañía en el país y recibió el título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Tecnológicas de la Universidad de la Salle.

Allí aprovechó para dar consejos a los jóvenes trabajadores que buscan triunfar en sus carreras de acuerdo con las fases de su vida.


1. Busca un buen jefe
2. Crea
3. Sé inteligente
4. Rodéate de jóvenes
5. Céntrate en la familia
6. Sueña grande
7. Persiste
8. Ayuda a otros

"Los sueños van más lejos cuando se hacen en equipo".

http://www.bbc.com/mundo/noticias-41776058

lunes, 13 de noviembre de 2017

Cómo controlar las muletillas que te quitan autoridad en el trabajo y en la expresión. Alina Dizik BBC Capital

No importa si preparaste muy bien tu intervención y dominas el tema a la perfección.
Tampoco cuenta tanto que tengas una presentación con un espectacular diseño.
A los pocos minutos que comienzas a hablar, tu audiencia se desconecta y da muestras de no estar impresionada por ti.

¿Qué ocurre? ¿Qué estás haciendo mal?
La respuesta puede estar en las muletillas, frases o sonidos que emites al hablar mientras unes una idea con otra.
Consciente o inconscientemente puedes estar saturando a tu público con ellas, perdiendo autoridad y sintonía.
Palabras o frases como "es decir", "o sea", "este", o sonidos como "humm" pronunciados múltiples veces mientras hablas, generan la percepción de que posees un precario vocabulario y de que no eres lo suficientemente competente.
"Cuando usas esas palabras como relleno repetidamente y excesivamente, creas la percepción de que no estás bien preparado", dice Paula Statman, una asesora en vocería localizada en California.

Statman agrega que las muletillas, como también se le conocen, tienden a ser un verdadero problema para algunas personas, porque sencillamente no se dan cuenta que las utilizan en exceso.
Cuando usas esas palabras como relleno repetidamente y excesivamente, creas la percepción de que no estás bien preparado" Paula Statman, coach de vocería

Sin embargo, no todo está perdido. Algunos expertos consideran que hay diversas formas de erradicar estas redundancias de tu lenguaje diario, e incrementar tu nivel de lenguaje verbal.
Claro, no esperes soluciones rápidas.

Diagnosticar el problema
El proceso para utilizar menos palabras de relleno puede tomar meses.
Para empezar, muchas personas no reconocen el problema.
En algunos casos la persona emite un "humm" y otras utiliza palabras o frases como "o sea", "¿verdad?, "¿me entiendes?".
Esto ocurre cuando te encuentras sumergido en tus pensamientos, así que no es fácil reconocer tu propio lenguaje.
De modo que si no estás seguro de que sufres de este mal, pregúntale a tus compañeros de trabajo o amigos si utilizas muchas veces palabras de relleno.
Por ejemplo, podrías pedirles que den una palmada cada vez que uses una muletilla. Si lo hacen en un ambiente de informalidad, podrás tener una mejor noción del problema para cuando debas intervenir en un ambiente corporativo.
"Nos sentimos tan cómodos con nuestras tendencias vocales que muchas veces las obviamos", comenta Steven Cohen, profesor de comunicación en la Universidad de Baltimore, en Estados Unidos.

Otro método para evaluar la situación es grabarte con tu teléfono y luego analizar tu desempeño. Al revisar el video es más sencillo identificar no solo las palabras recurrentes, sino también los gestos de tu cara.
Para John Bates, de una reconocida firma de entrenamiento en vocería cuyos clientes incluyen la NASA y Accenture, cuando la persona utiliza en exceso muletillas se muestra confundida o menos segura de sí que en otros momentos de su discurso.
Pausas poderosas Muchas personas emplean muletillas mientras tratan de verbalizar un pensamiento. Es por ello que se aconseja realizar una "pausa poderosa". En otras palabras, en vez de emitir un sonido o muletilla, intenta guardar silencio durante uno o dos segundos y luego expresa la idea que tienes en mente.
"Es cosa de entrenarse uno mismo para comprender que con una pausa no se va a perder la atención de la audiencia o el respeto", explica Statman.
Un silencio de uno o dos segundos también puede ayudar al público, porque muchas personas procesan la información de manera más lenta que la velocidad del vocero.

También hay que tener en cuenta que si se utiliza la pausa, hay que demostrar que se está "presente" en la conversación, evitando distracciones que puedan fácilmente hacerte perder coherencia en tus ideas.
Es cosa de entrenarse uno mismo para comprender que con una pausa no se va a perder la atención de la audiencia o el respeto" Paula Statman, coach de vocería
Mantente enfocado en tus palabras y lo que dirás a continuación.

Miedo escénico
Aprender a manejar la ansiedad también ayuda mucho.
Reconocer tu nerviosismo antes de una reunión o una conversación importante ayuda a prevenir el uso de palabras de relleno en grandes dosis.
Para ello se recomienda enfocarse más en identificar cómo las palabras pueden ayudar a tus oyentes, y no tanto en cómo vas a ser percibido.

"Hay que darse cuenta de que uno va a estar un poco rígido, por lo que es mejor concentrar la atención en la audiencia", sugiere Bates.
Por su parte, Cohen recomienda anticipar el uso de muletillas. De esta manera, puedes aprender a hacer cambios en tu discurso.
A menudo las personas las emplean al inicio o al final de una oración, o mientras hacen la transición de un tópico o idea a otra.
Si estás consciente de cuándo se pueden producir estos momentos de riesgo, será más fácil evitarlos. Si estás haciendo una presentación, puedes caer en las muletillas durante las etapas de introducción, conclusiones o temas complejos.
En vez de memorizar la presentación completa, el consejo es poner más cuidado en esas etapas. Dominar tus propias palabras ayuda a disminuir el riesgo de utilizar los recursos inapropiados. "Mientras más practiquemos la presentación, más cómodo nos sentiremos con el contenido", recomienda Cohen.

Sin extremismos
Las palabras que utilizamos como relleno tampoco son prohibidas. Algunas sirven para crear una conexión con tus compañeros de trabajo y pueden hacerte menos formal o rígido. Statman no recomienda eliminar las muletillas por completo, sino quedarse con un 10%. "Quieres sonar como que eres una persona espontánea, y esa clase de autenticidad usualmente permite muletillas".
De acuerdo con Lesley Stolz, del laboratorio de innovación de Johnson and Johnson, en Estados Unidos, el proceso de aprender a hacer pausas, -de hablar de manera más segura sin agregar palabras innecesarias- puede tomar años.
Stolz trabajó con Bates, y cuenta que durante los últimos 18 años ha estado batallando para corregir su oratoria. Para ella, lograr suprimir las frases de relleno ha sido particularmente complicado. Al inicio de su carrera profesional se esforzó en eliminar las muletillas de sus discursos, pero no estaba al tanto de lo mucho que las empleaba durante conversaciones con colegas o en reuniones de negocio. Más recientemente se ha hecho consciente de esta situación en ambientes menos formales. "Mientras trataba de concretar un negocio las palabras de relleno se interponían en el camino. Tengo que estar permanentemente reforzando mi atención para prevenir su uso", concluyó Lesley.

http://www.bbc.com/capital/story/20160615-the-secret-to-stopping-your-ummms.
Lee la historia original en inglés en BBC Capital

domingo, 12 de noviembre de 2017

_- La teoría sobre la felicidad que Albert Einstein escribió en unas hojas sueltas, vendidas por US$1.500.000

_- Los consejos para tener una vida feliz que Albert Einstein escribió en dos breves notas en 1922 fueron vendidas este martes por US$1.560.000 en una casa de subastas de Jerusalén.

El Nobel alemán le entregó las notas en un hotel de Tokio a un mensajero porque no tenía dinero para darle propina.

Cuando el mensajero llegó a la habitación del hotel de la capital japonesa en que se alojaba Einstein para entregarle un paquete, este se percató de que no tenía efectivo con el que gratificarle.

En su lugar, le dio esos apuntes en unas notas sueltas, a los que añadió su firma. Le dijo que esas notas algún día tendrían valor.

Casi un siglo después, el presagio se probó cierto.

Por aquellas fechas, el científico acababa de recibir la noticia de que había sido premiado con el Nobel y se encontraba en Japón con motivo de un viaje académico.

La receta del sabio
Las escasas líneas que el padre de la teoría de la relatividad escribió sobre aquellas hojas con el membrete del Hotel Imperial de Tokio reflejan cómo veía él la vida y parecen encerrar alguna contradicción.

Para Einstein, pese a que se dedicó enteramente a la ciencia, cumplir un sueño largamente perseguido no necesariamente garantiza la felicidad.

En el texto en alemán puede leerse: "Una vida humilde y tranquila trae más felicidad que la persecución del éxito y la constante inquietud que implica".

Sin embargo, el tesón que caracterizó la obra investigadora del científico asoma en la segunda de las notas que escribió: "Donde hay una voluntad, hay un camino".

Rompió las expectativas
Esta última se vendió en la subasta por US$240.000.

Las ofertas ganadoras por las dos notas superaron todas las previsiones de los organizadores de la puja, que informaron de que el ganador fue un ciudadano europeo que pidió que se guardara su anonimato.

El vendedor es, según se informó, un sobrino de aquel mensajero para el que Einstein no tenía unas monedas de propina.

Muchos de sus colegas en el mundo científico tardaron en entender los cálculos de la teoría de la relatividad de Einstein.

Einstein es considerado uno de los padres de la física moderna por sus trascendentales descubrimientos sobre el comportamiento de la materia, la gravedad y el efecto fotoeléctrico.

Fallecido en 1955, se le tiene por uno de los más relevantes científicos de todos los tiempos.

BBC

Naomi Klein: "No podemos ganar a los nacionalistas siendo mejores nacionalistas que ellos"

La autora canadiense está en Barcelona para hablar de su libro, del independentismo y del Gobierno de Mariano Rajoy, al que acusa de estar practicando la "doctrina del shock" con la población española

Ser independiente sin más no cambia el poder hegemónico del capital transnacional.

No cambia tu destino, no cambia el hecho de que el cambio climático va a redibujar las fronteras por ti, no cambia las desigualdades

El jueves participa en un único acto público de apoyo a la alcaldesa Ada Colau

Viene de comer con Yanis Varoufakis, que está en Barcelona para hablar del conflicto catalán. Están de acuerdo en casi todo: "Creo que se debería suprimir el artículo 155 y liberar a las personas que han sido encarceladas, llevar a cabo un proceso democrático y que el conflicto se solucione a través de la no violencia", ha dicho esta mañana en la presentación de su último libro, Decir NO no bastaeditado por Paidós.

También ha dicho que Rajoy está practicando la doctrina del shock que describió en su segundo libro, y que consiste en inyectar políticas neoliberales, como la privatización o la austeridad, aprovechando o produciendo una catástrofe que deje aterrorizada a la población. Puede ser un tsunami, una crisis financiera o, aparentemente, la crisis catalana. Klein asegura que Rajoy ha creado "una atmósfera de crisis nacional permanente" y que se trata de una estrategia premeditada "para desviar la atención de los fracasos de su Gobierno centrándose en una retórica hipernacionalista".

La canadiense se declara defensora de la autodeterminación de los pueblos y observa que sería inimaginable que el Gobierno de Justin Trudeau arrestara al de Quebeq por organizar un referéndum independentista. Su último libro es un manifiesto urgente para contrarrestar, precisamente, las "políticas del shock", con Donald Trump como modelo protagonista. Klein lo considera una especie de obra de arte distópico que nos muestra el mundo en el que vivimos, llevado a su conclusión lógica y devastadora.

Como Adam Curtis, que estuvo en Madrid esta semana, la famosa autora de No Logo piensa que la única manera de combatir la ola nacionalista pasa por ofrecer una visión utópica del futuro, un plan que complemente la resistencia (a la guerra, a los recortes, a las políticas de inmigración) con un pacto ilusionante que limpie el desencanto de la población. Sus ejemplos en este sentido son Bernie Sanders y Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico. Y Ada Colau, con la que comparte cartel en una esperada conferencia que tendrá lugar este jueves 9 de noviembre a las 19h en el Auditori del Centre Cívic Cotxeres de Sants.

El título del libro viene de una conversación con Alexis Tsipras justo antes de ser elegido como presidente de Grecia.

Tsipras estaba seguro de que era el momento de decir no, de oponer resistencia. Pero yo creo que ya no basta: necesitamos nuestra propia estrategia, nuestras propias soluciones. Y creo que lo que ha sucedido en Grecia es un ejemplo del peligro que corremos si no establecemos una visión alternativa de futuro y conseguimos traer a la ciudadanía a ese lugar. No basta con estar furiosos contra las élites y resistir a un gobierno injusto. El gran triunfo del neoliberalismo ha sido convencernos de que sin ellos no hay alternativa.

Nosotros o el caos.
Exacto: sin nosotros es el caos: terrorismo, inflación, colapso económico. Expulsión de la UE.

Usted encuentra esas visiones alternativas en Bernie Sanders y Jeremy Corbyn.
Sí, pero también en ciertas políticas municipalistas. Creo que la energía que ha puesto a Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona es una política diferente, una nueva política, un nuevo espacio híbrido entre la política tradicional y los movimientos por los derechos civiles. En Italia también, a nivel municipal, hay algunas alternativas, al menos en lo que respecta al tratamiento de los refugiados. El alcalde de Palermo [Leoluca Orlando] es un gran ejemplo: estar en la primera fila de lo que llaman una crisis de refugiados puede ser una magnífica expresión de humanidad, solidaridad. En EEUU tenemos a Pittsburgh, Pennsylvania. Cuando Trump dijo públicamente que sacaba a los EEUU del Acuerdo de Paris porque le había elegido la gente de Pittsburgh, no la gente de París, el alcalde de Pittsburgh salió a declarar que, de hecho, habían votado por Hillary Clinton, y presentó un plan de 100% energías renovables para 2030.

En cuanto a los estados, también hay esperanza. El partido verde holandés tuvo unos prometedores resultados en las últimas elecciones [ganaron 14 escaños en 2017] y es un ejemplo de partido que no está centrado en la personalidad de un líder. Por otra parte, Corbyn es más bien un antilíder, y cuando cantan el himno en un estadio lo hacen de manera irónica. ¡Si parece un profesor de geografía!

Ha dicho que la respuesta de Rajoy a la crisis entre Catalunya y el estado es un ejemplo clásico de Doctrina del Shock. ¿Qué ha querido decir con eso?

Está claro que ha visto una oportunidad de mejorar su fortuna política haciéndose pasar por un líder fuerte, cambiando la conversación hacia el ultranacionalismo. Este es un terreno en el que claramente se siente mucho más cómodo y seguro de sí mismo, donde no se discute la economía ni el paro ni el fracaso de sus medidas. Y está por verse cómo aprovecha el método, aún no hemos visto el efecto que va a tener a largo plazo. Lo que está claro es que no está reduciendo el shock de la población sino que aprovecha cada paso para subirlo al máximo posible.

Ha comparado el movimiento independentista quebequés con el catalán, y ha dicho que las medidas tomadas por Rajoy le parecen incendiarias e impensables en otros sitios. Pero su crítica principal es a la Unión Europea.

Totalmente, porque es una postura moralmente corrupta. Y coincido con Varoufakis en que no es una posición sostenible por parte de la UE. Las fronteras cambian y cambiarán aún más, hay otros movimientos independentistas. Tiene que haber una manera de gestionar eso que no sea tomar partido por el Estado, independientemente de lo que haga.

Usted misma ha dicho esta mañana que la Unión Europea ha hecho cosas que el propio Trump no se atrevería a hacer, como dejar morir a decenas de miles de inmigrantes en sus costas o colaborar para que los manden a sitios que son lo más parecido que tenemos a campos de concentración. ¿Podemos esperar que defiendan la autodeterminación de Catalunya cuando han asimilado y burocratizado estos procesos?

Es verdad. El linaje progresista del proyecto europeo se ha caído en pedazos. Y lleva mucho tiempo cayéndose.

¿Hay un futuro para la Unión Europea?
Yo estaría dispuesta a darle a Varoufakis una oportunidad. Están construyendo un movimiento para transformar la Unión Europea. Es muy ilusionante.

Y una nueva visión del futuro.
Exacto. ¡Hoy he aceptado formar parte de su gabinete de asesores!

La independencia catalana también ofrece una visión, pero no es nueva.
Dentro del proyecto independentista catalán hay más de una visión. Y es peligroso asumir que la que a ti te gusta es la que va a prevalecer al final. No podemos ganar a los nacionalistas siendo mejores nacionalistas que ellos. Está pasando en toda Europa. Como [Jean-Luc] Melenchon vistiéndose con la bandera con este discurso de ser el más francés de los franceses.

¿Qué sentido tiene crear nuevas fronteras cuando sabemos que el cambio climático las va a cambiar de manera poco democrática en un futuro no muy lejano?

Soy agnóstica en lo que se refiere a la independencia. Un movimiento independiente es excitante siempre que se trate de liberar a un grupo grande de gente para recuperar el poder en este contexto de crisis que vivimos ahora. Ser independiente sin más -tener tus propias fronteras- no cambia el poder hegemónico del capital transnacional. No cambia tu destino, no cambia el hecho de que el cambio climático va a redibujar esas fronteras por ti, no cambia las desigualdades. Solo si cambias estas estructuras, entonces la independencia será liberadora.

Pensar que la independencia sola puede hacerte fuerte contra los poderes transnacionales es una fantasía peligrosa. Especialmente ahora que la gente necesita desesperadamente algo que les haga recuperar el control de sus vidas. Eso fue lo que pasó con el Brexit, con Trump. Un intento desesperado de una población desesperada por demostrar que todavía pueden tener poder sobre algo. El sistema está roto y te quieres salir. Pero lo que importa no es cómo sales sino lo que haces después.

http://www.eldiario.es/internacional/Naomi-Klein-podemos-nacionalistas-mejores_0_705880501.html

La política

“Desde que los hombres reflexionan sobre la política, han oscilado entre dos interpretaciones diametralmente opuestas.

Para unos, la política es esencialmente una lucha, una contienda que permite asegurar a los individuos y a los grupos que detentan el poder su dominación sobre la sociedad, al mismo tiempo que la adquisición de las ventajas que se desprenden de ello.

Para otros, la política es un esfuerzo por hacer reinar el orden y la justicia, siendo la misión del poder asegurar el interés general y el bien común […].

Para los primeros, la política sirve para mantener los privilegios de una minoría sobre la mayoría.

Para los segundos, es un medio de realizar la integración de todos los individuos en la comunidad y de crear la ciudad perfecta de la que hablaba Aristóteles.” Duverger, M. Introducción a la política.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Objetivos de Desarrollo Soatenible


Estos objetivos se nos olvidan o actúan para que se nos olviden y han sido votados por la ONU, es decir, por todos los países de la Tierra,

Desde Londres con amor

La Vanguardia

Me levanto aquí en Londres antes del amanecer, leo lo último sobre Catalunya y pienso qué feo que es todo esto. Qué feo y qué doloroso y qué decepcionante.

Esperaba más de España, el país donde nació mi madre, donde he vivido quince de los últimos diecinueve años, donde me he propuesto vivir –en Catalunya, sea independiente o no– la mayor parte del resto de los días que me quedan. La gente es más simpática, noble y generosa que en cualquiera de los otros siete países en los que he vivido. Comparado con los más de 70 países que he visitado es un buen lugar para ser un inmigrante, es un buen país para ser homosexual, para ser mujer, para ser un niño o un anciano. Hay tanto en España que es admirable, envidiable, moderno y ejemplar.

Es por todo esto que me decepciona y me deprime tanto constatar lo primitiva que sigue siendo la joven democracia española, en particular lo desquiciada que se vuelve cuando entra en juego el tema de la soberanía territorial. Tanto yo como mis muchos amigos extranjeros que conocen bien España y la aman hemos descubierto en las últimas semanas del drama catalán algo oscuro en el alma política de este país que hubiéramos preferido no ver.

Esto no es tomar una posición a favor de la independencia. Creo que sin excepción todos mis amigos nacidos fuera comparten mi rechazo al independentismo. No me gusta el antagonismo que define la esencia del sentimiento nacionalista siempre y en todos los lugares; sospecho que el precio económico de abandonar ­España sería catastrófico para Catalunya, en cuyo suelo, por cierto, tengo todos mis ­ahorros.

Seguir leyendo:
http://www.lavanguardia.com/opinion/20171101/432516063870/desde-londres-con-amor.html

viernes, 10 de noviembre de 2017

La izquierda y el derecho de autodeterminación. Hoy, en ausencia de colonialismo y dentro de un país de la Unión Europea, el derecho a la autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, incluso involucionista, impropia de partidos o sindicatos progresistas

“El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba. El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba. El nacionalismo cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora, es un absurdo total”. Bertold Brecht

Desde el principio se sabía que el famoso “derecho a decidir” era un hábil eufemismo con el fin de enmascarar el inexistente, en condiciones de países democráticos, derecho de autodeterminación de “los pueblos”. Este derecho tiene una larga historia que merece algunas reflexiones.

Es conocido que la socialdemocracia internacional reconoció este derecho ya en 1896, en un Congreso celebrado en Londres, en el sentido de que se trataba de un derecho político a la independencia o secesión de la nación o imperio opresores. Este criterio lo adoptaron casi todos los partidos pertenecientes a la 2ª Internacional, incluyendo el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, del que emanaría el partido bolchevique de Lenin.

Con el triunfo de la revolución de 1917 —de la que se conmemoran los 100 años—, la libre autodeterminación y la posibilidad de formar un Estado separado se recogió en la declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia y, después, en la Constitución de 1924. No obstante, esta posición no fue nada pacífica en los debates de la época. Mientras Lenin, Trotsky, Kautsky y otros defendieron con ardor la consigna autodeterminista, otros como Rosa Luxemburgo, Bujarin y los llamados bolcheviques de izquierda se opusieron con igual empeño. Los primeros, argumentaban que el nacionalismo era una fuerza revolucionaria en la época de las colonias y de los imperios, “cárceles de pueblos”, mientras que los segundos sostenían que en la era de los imperialismos modernos era una antigualla defender las fronteras nacionales y, sobre todo, que el nacionalismo había estado en el origen de la espantosa guerra del 14, cuando incluso una parte de la izquierda había votado los créditos de guerra, costándole la vida al socialista francés Jean Jaurès al oponerse a ellos.

Prevalecieron entonces las tesis de Lenin y de otros dirigentes de la izquierda, pues era cierto que la libre determinación tenía sentido en el proceso de descolonización e, igualmente, la independencia de naciones sojuzgadas por los imperios que fueron derrotados en aquella carnicería: el austro-húngaro; el de los zares; el otomano y el del káiser Guillermo. Quedaron en pie el británico y el francés que durarían unos años. En el fondo, las teorías de Luxemburgo y Bujarin se compadecían más con las de Marx, que en su análisis del desarrollo del capitalismo veía más conveniente para la causa de los trabajadores la federación de las naciones con el fin de lograr entidades políticas más fuertes.

Cuando concluyó la Gran Guerra llegó a París el presidente Wilson con sus no menos famosos 14 puntos, entre ellos el derecho de autodeterminación, sobre todo de las naciones que conformaban el imperio de los Habsburgo. Wilson procedía de la tradición anticolonial de EE UU, no le gustaban los imperios europeos y tampoco le interesaba dejar esa bandera en manos de un bolchevique como Lenin. A París fueron en peregrinación todos los nacionalismos irredentos con la finalidad de que el presidente americano les diera su bendición. Aun así, se cuenta que cuando se trató, también, el caso de Cataluña, el presidente francés Clemenceau se limitó a decir “pas des bêtises” (nada de tonterías) y ahí acabó la discusión. El resultado de todo ello fue que el mapa de Europa quedó cual manta escocesa, surgieron múltiples pequeñas naciones y en especial en los Balcanes, origen de múltiples conflictos.

En la actualidad, las condiciones han cambiado radicalmente y sería trágico que la izquierda no se diera cuenta de lo que eso significa. Comprendo que, a veces, no es fácil entender los vericuetos de la dialéctica de los procesos, pero este es un ejemplo de cómo un derecho progresista o liberador, en una fase histórica, se puede transformar en su contrario en otra etapa diferente. Esta es la razón por la cual Naciones Unidas —donde no sé si abundan los dialécticos— ha concretado su doctrina sobre este tema señalando que debe respetarse la libre determinación sólo en los casos de dominio colonial o en supuestos de opresión, persecución o discriminación, pero en ningún caso para quebrantar la unidad nacional en países democráticos.

En las condiciones creadas por la globalización, con mercados y multinacionales globales, inmersos en la revolución digital, cuando ya no existen situaciones coloniales generalizadas ni imperios “cárceles de pueblos”, el derecho de autodeterminación es una reivindicación reaccionaria, impropia de partidos o sindicatos de izquierda. Todavía más involucionista si cabe en el supuesto de los países pertenecientes a la Unión Europea, inmersa en un proceso de integración cada vez mayor, imprescindible para poder medirse, desde la democracia, con los grandes poderes económicos y tecnológicos. Una transformación de actuales regiones o autonomías en Estados independientes haría inviable el futuro de una unión política europea.

Es verdad que durante el periodo de los movimientos anticoloniales, véase la posición contra la guerra de África del PSOE de Iglesias, o durante la última dictadura franquista, la reivindicación de la libre autodeterminación tenía un sentido y así se recogía en los programas de los partidos y sindicatos de izquierda españoles; eso sí, siempre en aquel contexto y supeditado a la unidad de los trabajadores. Pero en condiciones de democracia, en la mundialización y la construcción europea no hay nada más contrario a los intereses de los trabajadores que romper un país. Ese acto profundamente insolidario —en especial cuando los que quieren romper son de los más ricos— divide a los sindicatos; quiebra la caja única de la Seguridad Social, garantía de las pensiones; parte la unidad de los convenios colectivos y el sistema de relaciones laborales, en un espacio de mercado único que, de quebrarse, dejaría a la intemperie a trabajadores y empresas.

En consecuencia, los partidos y sindicatos de izquierda deberían revisar esta cuestión, superar viejas inercias y concluir que en las condiciones actuales lo que antaño era progresista hogaño es retrógrado y antisocial, propio de fuerzas nacionalistas radicales y/o populistas que no tienen nada que ver con los intereses de las mayorías sociales.

Nicolás Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas.

https://elpais.com/elpais/2017/10/23/opinion/1508760641_669330.html

jueves, 9 de noviembre de 2017

13 preguntas para hacerle a tu pareja antes de casarte.

Cuando se trata del matrimonio, lo que no sabes sí puede hacerte daño.

Ya sea por vergüenza, falta de interés o el deseo de conservar el misterio del romance, las parejas no se hacen algunas preguntas difíciles que, según los expertos en relaciones, pueden ayudar a construir la base de un matrimonio estable.

Además de buscar a alguien con quien quieran tener hijos y construir una vida segura, quienes piensan en matrimonio ahora esperan que sus parejas también sean sus mejores amigos y confidentes. Puede ser difícil estar a la altura de semejantes expectativas, que en parte son culpa de Hollywood.

Claro, hay muchas preguntas que las parejas se pueden hacer al inicio de una relación para estar seguros de que son el uno para el otro, pero seamos honestos: la mayoría no lo hace.

“Si no te ocupas de un problema antes del matrimonio, te tocará cuando estás casado”, dijo Robert Scuka, el director ejecutivo del National Institute of Relationship Enhancement. Puede ser difícil mantener secretos década tras década, y reservarse cierta información antes de la boda puede provocar decepciones más adelante.

Las siguientes preguntas, íntimas y a veces incómodas, están diseñadas para iniciar conversaciones honestas y posiblemente darle a las parejas la oportunidad de revelar sus secretos antes de que sea demasiado tarde.

1. ¿Tu familia tiraba platos, discutía los problemas con calma o se bloqueaba cuando surgían desacuerdos?
El éxito de una relación está basado en cómo se resuelven las diferencias, dijo Peter Pearson, fundador del Couples Institute. Ya que todos estamos moldeados a partir de la dinámica de nuestra familia, dijo, la respuesta a esta pregunta les ayudará a entender si su pareja terminará imitando los patrones de resolución de conflictos que aprendió de sus padres o los evitará.

2. ¿Tendremos hijos?
Y si lo hacemos, ¿cambiarás pañales? Con la cuestión de los niños, es importante que no solo digas lo que crees que tu pareja quiere escuchar, dice Debbie Martinez, una terapeuta de divorcio y relaciones. Antes de casarse, las parejas deberían discutir honestamente si quieren tener hijos. ¿Cuántos quieren? ¿En qué momento quieren tenerlos? ¿Y cómo se imaginan que serán sus papeles como padres? Hablar de métodos anticonceptivos antes de planear un embarazo también es importante, según Marty Klain, un terapeuta sexual y matrimonial.

3. ¿Las experiencias con nuestros ex nos ayudarán o serán un obstáculo?
 Bradford Wilcox, el director del National Marriage Project en la Universidad de Virginia, señaló investigaciones financiadas por su organización que indican que haber tenido muchas relaciones serias puede presentar un riesgo de divorcio y disminuir la calidad del matrimonio. Plantear estos problemas a comienzos de la relación puede ayudar, dijo el Dr. Wilcox. El Dr. Klein dijo que la gente “titubea al hablar explícitamente sobre su pasado” y puede sentirse retroactivamente celosa o tener prejuicios. “La única manera de tener una conversación íntima, productiva y amorosa es aceptar que la otra persona tenía una vida antes de estar en pareja”, comentó.

4. ¿Qué tan importante es la religión? ¿Cómo celebraremos las festividades religiosas, si es que lo hacemos? Si dos personas tienen religiones distintas, ¿cada quien seguirá su afiliación religiosa?
El Dr. Scuka, director ejecutivo del National Institute of Relationship Enhancement, ha trabajado con parejas para animar discusiones honestas sobre este tema. Además, es mucho más probable que las parejas experimenten conflictos en torno a las tradiciones religiosas cuando los niños son parte de la ecuación, dice el Dr. Wilcox. Si deciden tener hijos, deben preguntarse cómo manejarán la educación religiosa de los niños. Es mejor tener un plan, agregó.

5. ¿Tu deuda es mi deuda? ¿Estarías dispuesto a sacarme de apuros?
Es importante saber cómo se siente tu pareja frente a la autosuficiencia financiera y si espera que los recursos se separen, dijo Frederick Hertz, un abogado especialista en divorcios. Ser honesto sobre las deudas es muy importante. De igual forma, si hay una discrepancia importante entre tus ingresos y los de tu pareja, el Dr. Scuka recomendó crear un presupuesto básico de acuerdo con los ingresos proporcionales. Muchas parejas no son capaces de hablar sobre las finanzas aunque es algo crucial, comentó.

6. ¿Cuánto es lo máximo que estarías dispuesto a gastar en un auto, un sofá o un par de zapatos?
Las parejas deberían ver si están en sintonía en cuanto a la cautela financiera o la imprudencia. Comprar un auto es un gran indicador, de acuerdo a Hertz. Las parejas también pueden poner en contexto esta pregunta al hacerla sobre las cosas en las que podrían gastar cantidades exorbitantes de dinero, dijo.

7. ¿Puedes soportar que haga cosas sin ti?
Al formar un matrimonio, algunas personas esperan conservar su independencia en ciertas áreas de su vida mientras van construyendo una relación de pareja, según Seth Eisenberg, el presidente de Pairs (Aplicación práctica de habilidades en relaciones íntimas, por sus siglas en inglés). Esto significa que puede que no estén dispuestos a compartir pasatiempos o amigos, y eso puede provocar tensión y sentimientos de rechazo si no se habla del tema. Las parejas también podrán tener expectativas diferentes en cuanto a lo que significa la “privacidad”, agregó Klein, y eso también debe discutirse. El Dr. Wilcox sugirió preguntarle a tu pareja cuál es el momento en que más necesita estar a solas.

8. ¿Nos caen bien nuestros padres?
Mientras tú y tu pareja sean un frente unido, tener una mala relación con los suegros puede ser manejable, dijo el Dr. Scuka, pero si una pareja no está dispuesta a hablar del tema con sus padres, puede ser un mal presagio para la salud de la relación. Al mismo el Dr. Pearson dijo que considerar las fuerzas y debilidades de tus padres puede esclarecer futuros patrones de apego o desapego en la relación.

9. ¿Qué tan importante es el sexo para ti?
Actualmente, las personas esperan que su pareja los excite sexualmente durante un periodo prolongado, una expectativa que no existía en el pasado, según Eisenberg. Una relación saludable incluirá conversaciones sobre lo que cada uno disfruta del sexo, así como la frecuencia esperada, dijo el Dr. Klein. Si las personas están buscando una experiencia diferente mediante el sexo , tal vez se hará necesaria una negociación para asegurar que ambos estén satisfechos.

10. ¿Qué tan lejos podemos llegar al coquetear con otras personas? ¿Está bien ver pornografía?
El Dr. Klein dijo que las parejas deberían hablar de sus actitudes y expectativas frente a la pornografía, el coqueteo y la exclusividad sexual. El acuerdo de una pareja en estos temas puede cambiar a lo largo del tiempo, y es muy probable que lo haga, pero es importante plantear el tema rápido. Lo ideal es que la exclusividad sexual se discuta de la misma manera que otras preocupaciones del día a día para que así los problemas puedan enfrentarse antes de que alguien se enoje, comentó. El Dr. Pearson sugirió preguntarle a tu pareja directamente cuáles son sus opiniones sobre la pornografía. Algunas personas, por temerosas, evitan este tema al principio de una relación, pero Klein dice que se puede convertir en un punto de tensión más adelante.

11. ¿Sabes de cuántas maneras digo “Te amo”?
El libro de Gary Chapman, “The 5 Love Languages” (1992), introdujo esta forma de categorizar las expresiones de amor para fortalecer el matrimonio. Martinez le da a sus clientes que están a punto de casarse una lista con los cinco lenguajes del amor: la afirmación, el tiempo de calidad, recibir regalos, los actos de servicio y el contacto físico. Les pide que marquen sus lenguajes primarios y secundarios y también que digan cuáles creen que son los de su pareja para después discutirlos. Eisenberg dijo que una pareja necesita resolver cómo nutrir la relación de una manera específica a ellos.

12. ¿Qué admiras de mí y cuáles son las cosas que más te molestan? ¿Puedes imaginar que los retos alguna vez superen la admiración? Si es así, ¿qué harías?
Anne Klaeysen, líder del New York Society for Ethical Culture, dijo que las parejas rara vez consideran esa segunda pregunta. Idealmente, el matrimonio es un compromiso para toda la vida, comentó, y no es suficiente “hacer clic”. Un matrimonio debe ir más allá del “clic” y de la química inicial.

13. ¿Cómo nos ves en 10 años?
Tener en mente la respuesta a esta pregunta puede ayudar a que la pareja enfrente un conflicto mientras trabaja hacia las metas definitivas de la relación, según Eisenberg.

El Dr. Wilcox dijo que también podría ser una oportunidad para plantear la pregunta de si alguno consideraría el divorcio en caso de que la relación se deteriore, o si esperan que el matrimonio sea de por vida, pase lo que pase.


https://www.nytimes.com/es/2016/03/31/13-preguntas-para-tu-pareja-antes-de-casarte/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

Las 36 preguntas que llevan al amor.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

_- Por la abolición de las armas nucleares



_- El Premio Nobel de la Paz, otorgado a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), una coalición de cientos de ONG de decenas de países, pone de manifiesto la irresponsabilidad de los Estados al tratar de disuadir mediante el terror. Lejos de garantizar la paz, se extiende el riesgo de una catástrofe monstruosa, como lo ejemplifica la crisis coreana.

«El mundo es lo que es, es decir, poca cosa. Es lo que todos sabemos desde ayer». Así comienza el editorial del diario Combat (leer aquí el texto íntegro en francés), del 8 de agosto de 1945, escrito por su redactor jefe, Albert Camus. Dos días antes, el 6 de agosto, una bomba atómica lanzada desde un avión de la US Air Force había destruido la ciudad japonesa de Hiroshima y segado la vida de al menos 70.000 personas, antes de que una segunda, lanzada el 9 de agosto, en la ciudad de Nagasaki, provocase, según las cifras más optimistas, 40.000 muertes; el historiador norteamericano Howard Zinn cree que el número total de víctimas ascendió a 250.000.

En la soledad más absoluta, Camus fue uno de los pocos que no aplaudió a pesar de dirigir un diario salido de la Resistencia; quería desde luego la capitulación de Japón, aliado de la Alemania nazi, pero veía más allá del hecho inmediato y de la complacencia ciega por un progreso destructor que, en los medios de comunicación de la época, se imponía sobre cualquier otra consideración. «Nosotros lo resumiremos en una frase: la civilización mecánica acaba de alcanzar su último grado de salvajismo. Será preciso elegir, en un futuro más o menos próximo, entre el suicidio colectivo o la utilización inteligente de las conquistas científicas», escribirá.

En claro contraste, para ser conscientes de la audacia de Camus frente al espíritu de la época, baste con recordar la edición de Le Monde, de ese mismo 8 de agosto de 1945, fríamente aséptica en su primera, pero adornada con un antetítulo que resume la inconsciencia colectiva frente a las técnicas mortíferas: «Una revolución científica».

Nos separan 72 años de este editorial de Combat y, sin embargo, su conclusión parece una profecía más de actualidad que nunca: «Nosotros nos rehusamos a sacar de una noticia tan grave otra conclusión que no sea la decisión de abogar más enérgicamente aún a favor de una verdadera sociedad internacional, en la que las grandes potencias no tengan derechos superiores a los de las pequeñas y medianas naciones, en la que la guerra, azote hecho definitivo por el solo efecto de la inteligencia humana, no depende más de los apetitos o de las doctrinas de tal o cual Estado. Ante las perspectivas aterradoras que se abren a la humanidad, percibimos aún mejor que la paz es la única lucha que vale la pena entablar. No es ya un ruego, sino una orden que debe subir de los pueblos hacia los gobierno, la orden de elegir definitivamente entre el infierno y la razón».

Esta orden acaba de renovarla el Comité Nobel al distinguir, con el Premio de la Paz 2017, a la ICAN (International Campaign to Abolish Nuclear Weapons). «Vivimos en un mundo en el que el riesgo de que se empleen armas nucleares es más elevado de lo que lo ha sido en mucho tiempo», señaló la presidenta del comité noruego, Berit Reiss-Andersen. «Algunos países modernizan sus arsenales nucleares y el peligro de que más países se doten de armas nucleares es real, como ha demostrado Corea del Norte». Acto seguido, instó a las potencias nucleares a entablar «negociaciones serias» para acabar con sus arsenales.

Al destacar una campaña internacional que surge de la sociedad civil, el Nobel interpela a la ceguera colectiva de un mundo en el que la potencia establecida tiene como sinónimo la destrucción potencial. Esta ceguera también es el de cada uno de nosotros, incapaces de imaginar que lo peor pueda surgir de la modernidad científica más completa y, al mismo tiempo, la más perversa, la inteligencia humana que ha conseguido inventar el arma capaz de exterminar a nuestra propia especie mediante la destrucción de todos los seres vivos del planeta.

El mantenimiento de la bomba nuclear, su producción y su proliferación, pone de evidencia, hasta lo absurdo, el estado un mundo cuyo orden aparente no es sino un desorden persistente. Del mismo modo que son los cinco primeros compradores de armas del mundo –que alimentan con su comercio guerras que la ONU, en teoría, ha de hacer frente–, los cinco Estados miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que disponen de un derecho de veto, fueron las primeras naciones en dotarse de esta arma definitiva de destrucción masiva: Estados Unidos, Rusia (después de la URSS), Reino Unido, Francia y China.

Después se sumarían otras cuatro potencias nucleares: India, Pakistán, Israel, Corea del Norte, que se inscriben en zonas geopolíticas de conflictos de larga duración, donde su desarrollo es tan incierto como incontrolables pueden pasar a ser sus actores algún día. Y vendrán otros inevitablemente mañana en un mundo definitivamente transnacional, de conexión y de redes, como ha demostrado el papel activo de un científico pakistaní, Abdul Qadeer Khan, héroe nacional de su país donde es considerado el padre de la bomba atómica, en la proliferación internacional sobre todo hacia Corea del Norte.

Ayer consistía en un presunto argumento de equilibrio durante una guerra fría de dos ejes, americano y soviético –«La disuasión contiene la extrema violencia», resumía Raymon Aron–, las armas nucleares ahora se sueltan en un mundo multipolar, cuyos interventores tienen sus propias lógicas de supervivencia y protección, fuera del juego de las antiguas grandes potencias. Su posesión se ha convertido en el comodín de las dictaduras de naciones pobres, pequeñas o frágiles, frente a la arrogancia dominadora y predadora de las democracias de los países ricos.

Por peligrosa que sea para la paz del mundo, sobre todo frente a Estados Unidos país dirigido por el imprevisible Donald Trump, la actitud de la Corea del Norte de Kim Jong-un es racional, desde el punto de vista de su propio poder totalitario y de su propia supervivencia. Las caídas violentas de Sadam Hussein en Irak y después de Gadafi en Libia, provocadas por intervenciones militares extranjeras que han sumido a sus respectivos países en el caos, lo han convencido evidentemente, lo mismo que ellas convencerán mañana a otros tiranos opresores de sus pueblos, de que la posesión de armas nucleares es el único seguro de vida de su reino y de su persona.

De modo que la imprevisión y la irresponsabilidad están del lado de las viejas potencias que se apoyan en una estrategia de disuasión que ya no controlan en la medida en que su corolario, la no proliferación de armas nucleares, cada vez es más aleatorio. Por el contrario, el realismo y la lucidez están del lado de la ICAN, coalición formada por casi 500 ONG que actúan en más de cien países. Nacida en 2007, en diez años ha sabido llevar hasta la ONU un tratado de prohibición de las armas nucleares, aprobado en julio pasado por 122 países y sometido a ratificacióndesde el 20 de septiembre (el texto está disponible aquí y la presentación del ICAN aquí). Como las otras grandes potencias del Viejo Mundo, Francia se opone, por voz de sus gobernantes sin imaginación ni visión, definitivamente sordos a la llamada de Camus a elegir entre el infierno y la razón.

El Tratado de prohibición o la victoria de Günther Anders

Como sucede a menudo, las sociedades son más inteligentes que los Estados que fingen regentarlos. Lo mismo que con las minas antipersonas o las bombas de racimo –gracias a las campañas de opinión, hay convenciones internacionales que las prohíben desde 1997 y 2008–, la movilización ciudadana ha permitido paliar la incapacidad de las potencias a la hora de poner en marcha sus propios compromisos. El Tratado de No Proliferación Nuclear, de 1968, dice, en su artículo 6, que los Estados firmantes se comprometían «de buena fe a iniciar negociaciones sobre medidas eficaces relativas al cese de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear y sobre un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional».

Ha ocurrido exactamente lo contrario. El número de potencias nucleares casi se ha duplicado, el privilegio del terror que se cernía sobre las primeras de entre ellas ha sido cuestionado cada vez más. Según un informe reciente del Senado francés, nueve Estados poseían, a principios de 2016, alrededor de 15.395 armas nucleares. La proliferación de estas armas de destrucción masiva es una realidad tangible, cinco naciones europeas, además de Francia, tienen, según la ICAN, bombas atómicas en el marco de los acuerdos de la OTAN. Y, siempre según la coalición internacional, los países que tienen armas nucleares gastan cada año al menos 105.000 millones de dólares para el mantenimiento y la modernización de sus arsenales, una suma increíble que podría ser destinada de forma útil al servicio del bien común de los respectivos pueblos, en sanidad, educación, equipamiento, etc. Y, por último, el audaz discurso de Barack Obama en 2009 en Praga instando a «un mundo sin armas nucleares» quedó en papel mojado.

Con este argumentario, tan concreto como pertinente, la ICAN consiguió imponer un tratado de prohibición de las armas nucleares, igual que existe con las armas biológicas y químicas. Dicho de otro modo, prohibir las armas de destrucción masiva cuyo uso amenaza el género humano y supone un crimen contra la humanidad. El artículo 1 de tratado dice que estará prohibido «en cualquier circunstancia desarrollar, probar, producir, fabricar, comprar, poseer o almacenar armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos». Además, prohíbe también las políticas de disuasión y recuerda que es una pedagogía desastrosa del miedo: «Tal y como recoge la Carta de Naciones Unidas, los Estados deben abstenerse, en sus relaciones internacionales, de recurrir a la amenaza o al empleo de la fuerza», los firmantes del tratado deberán comprometerse a «no emplear nunca, ni amenazar con emplear, nunca, en ninguna circunstancia, armas nucleares».

Günther Anders ya no está en este mundo para ver el punto en que se encuentra el que fue su compromiso vital. Llamado en realidad Günther Stern (1902-1992), primer marido de otra gran figura de la intelectualidad del siglo pasado, Hannah Arendt, fue el primer filósofo de la era atómica y más esencialmente un pensador de la catástrofe. Conocido por el gran público, a comienzo de los 60, por su diálogo con Claude Eatherly, presentado como «el piloto de Hiroshima», es en realidad el hombre que transmitió a la tripulación del bombardeo la luz verde ("Go ahead") del presidente norteamericano y que vivió desde entonces lleno de remordimientos. Esta correspondencia, recientemente recuperada en la obra Hiroshima est partout, es una ilustración pedagógica –como lo será en 1988 su formidable Nous, fils Eichmann, interpelación del hijo arrepentido del artífice del exterminio de los judíos de Europa– de su reflexión decisiva sobre el significado de la bomba atómica, más allá mismo de su monstruosidad.

Para Anders, abruma un mundo prisionero de la técnica, de su eficacia a corta vista y de su irresponsabilidad más esencial, un mundo deshumanizado que ya no sabe imaginar, y sobre todo la posibilidad de la catástrofe, ni sentir, y especialmente el aumento de los peligros. Nuestra alienación, no dejó de repetir, es no llegar a pensar en la repetición, no conseguir entrever «que lo que se había producido una vez podía producirse una segunda vez e incluso con menos inhibición». Lo que llamaba «el síndrome Nagasaki», esta repetición a menudo eclipsada, «desenvuelta, irreflexiva, desmotivada», insistía, de la destrucción de Hiroshima. Basta con leer las reacciones oficiales francesas a la campaña de la ICAN –«El contexto internacional no permite ninguna debilidad», se deleitó el Ministerio de Asuntos Exteriores –para comprender cómo el pensamiento de Anders resuena aún como una saludable provocación.

En su obra principal, iniciada en los años 50, L’Obsolescence de l’homme, no duda en afirmar que «los señores de la bomba son nihilistas activos». Porque el que admite que el efecto de su acto pueda ser el aniquilamiento de la humanidad deberá ser considerado como culpable de nihilismo destructor a escala planetaria. «Cualquier hombre tiene los principios de la cosa que posee», enuncia Anders: por tanto, poseer la bomba atómica, es aceptar la posibilidad de la destrucción de la humanidad y de los seres vivos por parte de los hombres. En la era atómica, concluye, «existimos cual muertos vivientes. Y es verdaderamente la primera vez».

Mientras Donald Trump amenazaba, en la última asamblea general de Naciones Unidas, con «destruir totalmente» Corea del Norte, antes de evocar recientemente su enigmático «calma antes de la tempestad», seguido de un misterioso «una sola cosa funcionará». Francia socio de Estados Unidos y de Reino Unido, ha acabado con el tratado de prohibición de la bomba atómica al afirmar que «desprecia claramente las realidades del entorno de seguridad mundial». ¡Como si las armas nucleares nos fuesen de alguna ayuda frente a las inestabilidades del mundo que nutren injusticias económicas, negaciones democráticas, desordenes guerreros y cambios climáticos!

Como si, sobre todo Francia, no tuviese que meditar esta obstinación nuclear que, con la presidencia de François Mitterrand, promotor del mayor número de ensayos nucleares en el Pacífico, la cegó al nuevo mundo multipolar que venía. No es casualidad si Paul Quilès, ministro de Defensa socialista en 1985 fue testigo del desastre del caso Greenpeace, ese atentado ocurrido en Nueva Zelanda fruto de la arrogancia nuclear francesa, es hoy el político más comprometido con el desarme nuclear (ver aquí su blog). Como el piloto de Hiroshima, meditó la ceguera humana de una potencia basada en el dominio de los asesinatos masivos. Es hora de elegir entre el infierno y la razón.
Versión española : Mariola Moreno, infoLibre, socio editorial de Mediapart.
Edición Irene Casado Sánchez.
Edwy Plenel Periodista francés, antiguo militante de la LCR, director de la redacción de Le Monde de 1996 a 2004, fue despedido por divergencias en la dirección del periódico. Actualmente es director de Mediapart, el principal órgano informativo de la izquierda francesa en internet.

Fuente:
https://www.mediapart.fr/es/journal/international/171017/por-la-abolicion-de-las-armas-nucleares?onglet=full

Organizaciones por la paz y contra las armas nucleares:
http://www.icanw.org/campaign/partner-organizations/

martes, 7 de noviembre de 2017

_- La Revolución de Octubre: Diez días que transformaron el mundo

_- Poco antes de las 10 de la noche del día 7 de noviembre de 1917 (el 25 de octubre según el calendario juliano vigente en Rusia en ese momento), apenas transcurrida una hora desde que se había inaugurado el II Congreso de los Soviets (asambleas) de Diputados Obreros y Soldados, la Guardia Roja -después de escuchar la señal esperada: un cañonazo del acorazado Aurora-, tomaba al asalto el pazo de Invierno, sede del gobierno provisional ruso, procediendo a la detención de varios ministros, aunque el primer ministro Kerenski pudo abandonar la ciudad de Petrogrado. Horas más tarde, sobre las 5 de la madrugada del día 8 (26), después de tensos debates en los que participaron principalmente los mencheviques y bolcheviques, el Congreso de los Soviets ‘toma el poder en sus manos’.

En el transcurso de ese mismo día, el Comité Militar Revolucionario desarrolló una intensa actividad legal para garantizar el orden público (se persiguieron la especulación y cualquier acto delictivo…) y el funcionamiento de la administración (se ordenó al funcionariado que permaneciera en sus puestos de trabajo…), se liberó a todos los presos políticos que el Gobierno presidido por Kerenski había mantenido o metido en la cárcel y se abolió la pena de muerte.

Paralelamente, el Congreso nombró un Gobierno interino presidido por Lenin, que inmediatamente puso en marcha las primeras medidas revolucionarias:

Anunció una propuesta de ‘paz justa y democrática’, que comunicó sobre las 10 de la noche de ese día 8 de noviembre, que no llegó a fructificar, por lo que el Gobierno soviético se vio obligado a negociar un armisticio al margen de las potencias beligerantes con las que estaba aliada y que continuaron la guerra.

Aprobó, en la madrugada del día 9, dos decretos fundamentales:

Sobre la tierra, mediante el cual se abolía la propiedad de la tierra, por lo que –en consecuencia-, se suprimían los latifundios en manos del Estado, la Corona, la Iglesia y la aristocracia, que pasaban a ser patrimonio de todo el pueblo para que la trabajase en régimen de usufructo.

Sobre la constitución del poder, que establecía la constitución de un gobierno provisional para todas las Rusias: el Consejo de Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin e integrado, entre otros, por Leon Trotski (Negocios Extranjeros), Anatoli Lunacharski (Instrucción Pública), Stalin (Asuntos de las Nacionalidades) o Alexandra Kollontai (Asistencia Social), que de ese modo se convirtió en la primera mujer en la historia en ocupar un cargo ministerial.

Según ese decreto, el nuevo Gobierno de Comisarios del Pueblo tendría que trabajar en estrecha alianza con las organizaciones obreras, campesinas, de soldados y de empleados públicos… y tendría por misión ejecutar el programa de Gobierno aprobado por el Congreso de los Soviets.

Así, si el Gobierno revolucionario había sido fiel a sus consignas en las primeras horas de la Revolución con el anuncio de la paz y el decreto de la tierra, en los siguientes días desplegó una intensa actividad revolucionaria, que se concretó en la aprobación de los siguientes decretos:

Sobre prensa (10 de noviembre), por el cual el Estado se hacía con el control de las imprentas –eliminando de esa forma la dependencia de la publicidad y el capital privado-, cuyo uso se cedía al propio Estado, a los partidos de acuerdo con su apoyo ciudadano y en último lugar a los ciudadanos que lo demandasen siempre que tuviesen alguna proyección social. Asimismo, la prensa estaba obligada a informar de los objetivamente (por lo que se cerraron cabeceras que deformaban deliberadamente los hechos) y se prohibieron las publicaciones que instigasen a la resistencia o a la desobediencia.

Sobre milicia (10 de noviembre), mediante el cual se constituía una milicia popular puesta a las órdenes de los soviets.

Seguro social (11 de noviembre), que benefició a todos los obreros y a todas las obreras que perdieran su capacidad para trabajar por enfermedad, mutilación, vejez, desempleo…

Educación (11 de noviembre), estableciendo la educación obligatoria, por lo que se pusieron en marcha las primeras campañas de alfabetización y de escolarización de la población.

Control democrático de las fábricas (16 de noviembre), por el cual se establecía que las fábricas pasaban a estar en manos de un comité de obreros que se encargaría de garantizar la producción, de revisar las cuentas de la empresa y del mantenimiento del orden, la disciplina y la protección de los bienes dentro de las fábricas.

Algunos días después tomaron forma otras demandas históricas de las clases populares:

Se estableció la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer.

Se estableció la separación de la Iglesia y el Estado, por lo que la religión quedaba completamente excluida del ámbito público y estatal -incluido el escolar y sanitario-, se reconocían, entre otros, el derecho al matrimonio civil, al divorcio, al aborto o a la homosexualidad –que no se incluyó como delito en el Código Penal de 1926-. No obstante, con el tiempo, algunos de esos derechos (aborto, homosexualidad…) serían prohibidos…

Se estableció una equiparación salarial entre el funcionariado y el proletariado, por lo que además se fijaba un salario máximo en relación al salario mínimo.

Se abolieron los antiguos tribunales de tradición aristocrática y se crearon tribunales populares.

Se estableció una banca pública al servicio de los intereses de las clases populares. Y entre otras medidas,

Se reconoció el derecho a la autodeterminación y a la igualdad de todos los pueblos de Rusia, cuya Declaración de Derechos se proclamó el 27 de noviembre, poniendo fin a siglos de opresión étnica y cultural de al menos 100 minorías étnicas que de ese modo vieron reconocido su derecho a la existencia.

Ya a principios de 1918 se aprobó la Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, en la que se recogían los derechos al trabajo, a educación, a reunión, a libertad de expresión y conciencia… que se incorporarían en la Constitución de la nueva República soviética (10 de julio de 1918) y se firmó el Tratado de Brest-Litovks (3 de marzo de 1918) con los imperios centrales (Austría-Hungría y Alemania) en condición de potencia ‘perdedora’, lo que supuso el reconocimiento de la independencia de Polonia, Finlandia, Ucrania, Georgia y Azerbaiyán, así como la renuncia a los Estados bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) y a Besarabia. En definitiva, la pérdida del 26% de la población, el 27% de las tierras fértiles, el 75% del carbón, del hierro y del acero, el 26% de las vías férreas y el 40% del proletariado industrial. Un duro golpe para la naciente república soviética...

https://www.rebelion.org/noticia.php?id=233730

Héroes, obreros y máquinas: el innovador e imaginativo arte que inspiró la Revolución Rusa hace 100 años

Revolución Rusa

Renombrados artistas como Marc Chagall o Vasili Kandinski vieron de cerca la revolución bolchevique de 1917, que acabó con tres siglos de dominio de los zares y sacudió las bases de la sociedad rusa.

En medio del tumulto sociopolítico, el mundo de la cultura comenzó a debatir qué forma debería tener el "arte del pueblo", lo que dio origen a una rica etapa de experimentación e innovación estética.

Así, entre 1917 y 1932, cuando las posibilidades parecían ilimitadas, el arte ruso floreció en múltiples formatos y estilos: desde pinturas abstractas y con composiciones dinámicas hasta originales fotografías y piezas de porcelana.

La revolución, sus líderes, los trabajadores y las máquinas fueron los temas dominantes.

Sin embargo, esta era de optimismo no duraría mucho: a fines de 1932 el brutal régimen de José Stalin cerró la cortina a la libertad creativa. En BBC Mundo te presentamos algunas de las mejores obras de aquella época de oro, que formaron parte de una exhibición de la Royal Academy of Arts en Londres.
Revolución Rusa

Revolución Rusa

Revolución Rusa


Revolución Rusa

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http://www.bbc.com/mundo/noticias-40645115

4 ideas de Carlos Marx, el ideólogo de la Revolución Rusa, que siguen vigentes a pesar del fracaso del comunismo.

¿Es el autor de "El manifiesto comunista" y "El capital" relevante hoy en día?

¿Qué ideas del ideólogo de la Revolución Rusa, de la que se cumple un siglo este año, siguen vigentes a pesar de la estrepitosa caída de la Unión Soviética?

En BBC Mundo escogimos algunas con la ayuda de expertos.

¿Es Carlos Marx, el ideólogo de la Revolución Rusa -de la que se cumple un siglo este año-, relevante hoy en día? Aunque el filósofo alemán vivió y escribió en el siglo XIX, una época muy diferente a la nuestra, es indiscutible que dos de sus escritos, "El manifiesto comunista" (éste junto a Federico Engels) y "El capital", tuvieron en un momento determinado de la historia una gran influencia política y económica en muchos países y en millones de personas.

El surgimiento de la Unión Soviética tras la Revolución Rusa fue un ejemplo de ello. Nadie niega que el bloque socialista marcó buena parte de la historia del siglo XX.

Sin embargo, también es cierto que el comunismo no se materializó tal cual lo plantearon Marx y Engels, y terminó convirtiéndose en un proyecto fallido. Al final, el bloque soviético se desmoronó y el capitalismo se impuso en casi todo el planeta.

¿Pero puede decirse que el pensamiento de Marx quedó obsoleto? ¿O acaso pueden rescatarse algunas de sus ideas que se volvieron realidad y siguen vigentes hasta nuestros días?

1. El activismo político
En el "Manifiesto comunista" y otros trabajos, Marx describe la lucha de clases en la sociedad capitalista y cómo el proletariado acabará arrebatándoles el poder a las élites dominantes en todo el mundo.

"El capital", su obra cumbre, es un intento de apuntalar esas ideas con hechos verificables y análisis científico. Fue un mensaje poderoso en un mundo en el que abundaba la opresión y la inequidad.

"La experiencia personal de alienación de Marx, quien vivió en la pobreza, le dio una gran intensidad a su análisis, el cual cobró la estatura de filosofía contra el monstruo capitalista que esclavizaba a los seres humanos", le explica a la BBC uno de sus más reconocidos biógrafos, el británico Francis Wheen.

Durante el siglo XX, las ideas de Marx inspirarían revoluciones en Rusia, China, Cuba y muchos otros países donde el grupo dominante fue derrocado y los trabajadores se apoderaron de la propiedad privada y los medios de producción.

El marxismo fue incluso más allá y se convirtió en una manera de interpretar el mundo en general: la simple idea de que la historia es una lucha de clases antagónicas también influyó en la literatura, el arte y la educación.

"Hoy en día Marx sigue siendo relevante como filósofo político. Generación tras generación, muchos buscan inspiración en él para sus propias luchas", le dice a BBC Mundo Albrecht Ritschl, historiador alemán especializado en marxismo y jefe del Departamento de Historia Económica de la London School of Economics en Reino Unido.

"Se sigue hablando de los temas que habló Marx -añade el experto-. Por ejemplo, la globalización. Marx fue uno de los primeros críticos de la internacionalización de los mercados. También se refirió a la inequidad, al advertir sobre la creciente desigualdad en el mundo".

"Podría decirse que Marx continúa siendo atractivo y forma parte del discurso político actual", concluye Ritschl. Si bien la caída de la Unión Soviética en diciembre de 1991 significó un fuerte golpe para la teoría marxista (por un tiempo los partidos de izquierda y las universidades le dieron menos importancia), la crisis financiera global de 2007-8 volvió a darle relevancia. Ese colapso fue un ejemplo clásico de las recurrentes crisis del capitalismo que había pronosticado el pensador alemán. Desde entonces las ventas de "El manifiesto comunista" y "El capital" no han dejado de crecer en todo el mundo.

2. La recurrencia de las crisis económicas.
Marx cuestionó la idea de que el capitalismo se autorregulaba.

Para él no había una "mano invisible" que ponía en orden las fuerzas del mercado, como había postulado Adam Smith -el "padre" del capitalismo- en "La riqueza de las naciones".

En cambio, Marx sostenía que el sistema estaba condenado a periodos de crisis recurrentes (hoy los economistas hablarían de recesiones) que eran inherentes a él.

"Si bien él no fue el único que hablaba de ello, su idea original era que cada turbulencia llevaría a otra peor, y así sucesivamente hasta la destrucción del capitalismo", le explica a BBC Mundo Albrecht Ritschl, de la London School of Economics.

El crash bursátil de 1929 y las subsecuentes crisis alcanzaron su punto culminante en 2007-8, cuando el mundo vivió un colapso financiero nunca antes visto en cuanto a su gravedad, impacto y persistencia.

"Es cierto que los aspectos no resueltos del capitalismo llevan a nuevas crisis, pero la idea determinista de Marx de que el sistema se derrumbaría por sus defectos intrínsecos ha sido desacreditada", advierte Ritschl.

"No obstante, hoy estamos más alertas que nunca ante las turbulencias y somos más cuidadosos frente a ellas, en parte gracias a él". Aunque, al contrario de lo que predijo él, las crisis no han ocurrido en la industria pesada, sino en el sector financiero, aclara el experto.

3. Ganancias desmedidas y monopolios
Un aspecto importante de la teoría de Marx es la llamada plusvalía: el valor que un trabajador crea por encima del valor de su fuerza laboral. El problema, según el pensador alemán, es que los dueños de los medios de producción se adueñan de la plusvalía e intentan maximizar sus ganancias a expensas del proletariado.

Así, el capital tiende a concentrarse y centralizarse en unos pocos acaudalados y, como contrapartida, conduce al desempleo y a una depreciación de los salarios de los trabajadores.

Esto puede verse hasta nuestros días. Por ejemplo, un reciente análisis de la revista británica The Economist muestra que mientras que en las últimas dos décadas el sueldo de los trabajadores en países como Estados Unidos se ha estancado, el salario de los máximos ejecutivos ha aumentado significativamente: han pasado de cobrar 40 veces más que el promedio a embolsarse 110 veces más.

"La crítica de Marx a la acumulación es válida aún hoy, porque continúa siendo uno de sus puntos débiles del capitalismo", le comenta a BBC Mundo Ritschl.

"Hoy lo vemos claramente en la acumulación desmedida de poder por parte de grandes compañías internacionales y también en la conformación de monopolios y duopolios. Marx nos alertó sobre los riesgos de todo esto".

4. La globalización y la inequidad
Biógrafos de Marx como Francis Wheen y otros estudiosos de su obra coinciden en que el filósofo se equivocó con su idea determinista de que el capitalismo se sepultaría a sí mismo al crear sus propios enterradores.

Más bien ocurrió lo contrario: con la caída del comunismo, el capitalismo no sólo se fortaleció sino que además se extendió por todo el mundo. Nadie expresa mejor esta ironía de la historia que el pensador marxista Jacques Rancière, profesor de filosofía de la Universidad de París VIII.

"El proletariado, lejos de enterrar el capitalismo, lo mantiene con vida -escribe-. Trabajadores explotados y mal pagados, liberados de la mayor revolución socialista de la historia (China), son llevados al borde del suicidio para que Occidente pueda seguir jugando con sus iPads. Mientras tanto, el dinero chino financia a un Estados Unidos que de otra manera estaría en bancarrota".

Pero si Marx falló en esta predicción, no erró en sus agudas críticas a la internacionalización del capitalismo.

En el "Manifiesto comunista" plantea que la expansión global del capitalismo se convertirá en la principal fuente de inestabilidad del sistema internacional, como lo demostrarían una serie de crisis financieras en el siglo XX y XXI.

"La necesidad de expandir constantemente mercados para sus productos persigue a la burguesía sobre toda la superficie del globo -sostienen Marx y Engels-. Debe anidar en todas partes, establecerse en todas partes, establecer conexiones en todas partes. Obliga a todas las naciones, so pena de extinción, a adoptar el modo burgués de producción".

Por eso, el marxismo ha sido rescatado -y reivindicado- en el actual debate sobre los problemas de la globalización.

"Hoy hay en el mundo mucha gente preocupada por la destrucción de mercados locales, la inseguridad laboral y la pérdida de empleos", le comenta a BBC Mundo Albrecht Ritschl, de la London School of Economics.

"La globalización, por ejemplo, fue uno de los grandes temas en las últimas elecciones en Estados Unidos, en las que dominó una pregunta que podría haberse planteado en muchas otras partes del planeta: ¿qué hacemos con los que han perdido con ella?".

Está claro que a pesar de sus vaticinios fallidos y sus ideas caducas, Marx planteó en el siglo XIX varios temas de debate sobre política y economía que siguen vigentes más de un siglo después.

QUIÉN ERA CARLOS MARX
Carlos Enrique Marx nació el 5 de mayo de 1818 en la ciudad de Tréveris, en el oeste de Alemania. Era hijo de un exitoso abogado de origen judío. Estudió leyes en Bonn y Berlín y en aquel momento se interesó en la filosofía de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Ludwig Andreas von Feuerbach, que con su dialéctica y materialismo histórico, respectivamente, tendrían una gran influencia en el marxismo.

En 1841, a los 23 años, recibió el doctorado en filosofía de la Universidad de Jena, en el este de Alemania.

En 1843 se casó con Jenny von Westphalen y se mudó a París, en aquel momento un semillero del pensamiento radical. Allí se volvió un revolucionario y trabó amistad con quien sería su colaborador toda la vida: Federico Engels.

Tras ser expulsado de Francia por su activismo, Marx residió dos años en Bruselas, donde profundizó su amistad con Engels.

En 1848 ambos publicaron "El manifiesto comunista", en el que plantean que la historia de la humanidad es una historia de lucha de clases y que los estratos sociales acabarán despareciendo con la victoria del proletariado.

En 1849, Marx se mudó a Londres, donde residiría hasta su muerte. Allí vivió durante muchos años en la pobreza. Pudo subsistir gracias a la ayuda económica del adinerado Engels.

En la capital británica, Marx produjo su trabajo más importante, "El capital", considerado "la Biblia de las clases trabajadoras". Esta obra es, básicamente, una descripción de cómo funciona el sistema capitalista y cómo, según él, se destruirá a sí mismo por causa de sus defectos. El primer volumen lo publicó en vida. Los otros dos tomos los hizo imprimir Engels tras la muerte de su amigo.

Marx y Jenny von Westphalen tuvieron siete hijos (cuatro mujeres y tres varones), pero debido a las condiciones en las que vivió la familia en Londres sólo tres de ellos llegaron a la vida adulta.

El filósofo pasó sus últimos años aquejado por problemas de salud y el dolor por las muertes de su esposa y sus hijos.

Falleció el 14 de marzo de 1883, a los 65 años, y fue enterrado en el Cementerio de Highgate, en Londres, donde hoy se puede visitar su tumba. El epitafio dice: "Trabajadores del mundo, uníos".

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Cómo triunfa la oligarquía: Lecciones de la Antigua Grecia

Hace unos cuantos años, mientras investigaba para un libro acerca de cómo afecta la desigualdad económica a la democracia, un colega mío preguntó si Norteamérica corría verdaderamente el riesgo de convertirse en una oligarquía. Nuestro sistema político, afirmaba, es una democracia. Si la gente no quiere verse gobernada por élites opulentas, podemos votar para echarlas.

El sistema, dicho de otro modo, no se puede “amañar” para que funcione en favor de los ricos y poderosos, a no ser que la gente esté como mínimo dispuesta a aceptar un gobierno de los ricos poderosos. Si la opinión pública en general se opone al gobierno de las élites económicas, ¿cómo es, entonces, que los opulentos controlan tanto del gobierno?

La pregunta era buena y si bien yo tenía mis propias explicaciones, no disponía de una respuesta sistemática. Afortunadamente, dos libros recientes sí la proporcionan. La oligarquía funciona, en una palabra, gracias a las instituciones. En su fascinante y perpicaz libro, Classical Greek Oligarchy, Matthew Simonton nos lleva de vuelta al mundo antiguo, en el que se acuñó el término oligarquía. Una de las amenazas primordiales consistía en que los oligarcas llegaran a dividirse y que alguien de entre sus filas desertara, se pusiera al frente del pueblo y derribara a la oligarquía.

Para impedir que esto ocurriera, las élites de la antigua Grecia desarrollaron instituciones y prácticas para mantenerse unidas. Entre otras cosas, aprobaban leyes suntuarias, que impedían extravagantes demostraciones de su riqueza que pudieran atizar la envidia, y utilizaban el voto secreto y las prácticas de creación de consenso para garantizar que las decisiones no condujeran a a un mayor conflicto dentro de sus cuadros.

De modo adecuado para un especialista académico en los clásicos, Simonton se centra en detalle en estas antiguas prácticas concretas. Pero su intuición clave estriba en que a las élites en el poder les hace falta solidaridad si desean permanecer en el poder. La unidad podía provenir de relaciones personales, de la confianza, de las prácticas de votación, o bien – como es más probable en la sociedad meritocrática de hoy – de la homogeneidad de cultura y valores que resulta de deambular por los mismos círculos limitados.

Si bien la clase dominante debe permanecer unida para que la oligarquía permanezca en el poder, la gente tiene asimismo que estar dividida, de modo que no pueda derribar a sus opresores. Los oligarcas de la antigua Grecia utilizaban por tanto una combinación de coacción y cooptación para mantener a raya a la democracia. Concedían recompensas a los informantes y encontraban ciudadanos maleables que desempeñaran cargos en el gobierno.

Esos colaboradores legitimaban el régimen y le proporcionaban cabezas de puente para llegar hasta el pueblo. Por añadidura, los oligarcas controlaban los espacios públicos y los medios de vida para impedir que la gente se organizara. Echaban a la gente de las plazas ciudadanas: una población difusa en el campo se veía incapaz de protestar y derrocar a un gobierno de un modo tan efectivo como un grupo urbano concentrado.

Trataban también de mantener la dependencia de la gente común de oligarcas individuales concretos para su supervivencia económica, de modo semejante a cómo los jefes de la mafia de las películas mantienen relaciones paternalistas con el vecindario. Leyendo el relato de Simonton, resulta difícil no pensar en cómo la fragmentación de nuestras plataformas de medios de comunicación constituye una ejemplificación moderna de división de la esfera pública, o de cómo a empleados y trabajadores se les disuade de expresarse.

La discusión más interesante se centra en cómo los antiguos oligarcas utilizaban la información para preservar su régimen. Combinaban el secreto en la gobernación con mensajes selectivos dirigidos a públicos determinados, de un modo no muy distinto del de nuestros modernos asesores y consultores de comunicación. Proyectaban poder mediante rituales y procesiones.

Al mismo tiempo, trataban de destruir los monumentos que eran símbolos del éxito democrático. En lugar de proyectos de obras públicas, dedicados nominalmente al pueblo, se atenían a lo que podemos entender como filantropía para sostener su poder. Los oligarcas financiaban la creación de un nuevo edificio o el embellecimiento de un espacio público. Resultado: la gente apreciaba el gasto de la élite en esos proyectos y la clase alta, que quedara memoria de su nombre para todos los tiempos. Al fin y al cabo, ¿quién podía estar en contra de oligarcas que demostraban tal generosidad?

Profesor ayudante de Historia en la Universidad del Estado de Arizona, Simonton recurre abundantemente a los conocimientos de las ciencias sociales y los aplica bien para diseccionar antiguas prácticas. Pero si bien reconoce que las antiguas oligarquías salían de entre los opulentos, una limitación de su trabajo es que se centra primordialmente en cómo perpetuaban su poder político los oligarcas, no su poder económico.

Para comprender eso, debemos pasar a un clásico inmediato de hace solo unos años, Oligarchy, de Jeffrey Winters. Winters sostiene que la clave de la oligarquía estriba en que un conjunto de élites dispone de suficientes recursos materiales para gastarlos en asegurar su estatus e intereses. A esto lo llama “defensa de la riqueza”, y lo divide en dos categorías. “Defensa de la propiedad” implica protección de la propiedad existente: en los viejos tiempos esto significaba construir castillos y muros, hoy implica el imperio de la Ley. La “defensa de la renta” se refiere a proteger las ganancias; en nuestro tiempo, significa abogar por impuestos reducidos.

El desafío de observar cómo opera la oligarquía, afirma Winters, es que normalmente no pensamos en el dominio de la política y el de la economía como algo fusionado. En su núcleo central, la oligarquía entraña concentrar poder económico y utilizarlo para fines políticos. La democracia se hace vulnerable a la oligarquía porque los demócratas se centran tanto en garantizar la igualdad política que pasan por alto la amenaza indirecta que surge de la desigualdad económica.

Winters sostiene que existen cuatro clases de oligarquías, cada una de las cuales persigue la defensa de la riqueza por medio de diferentes instituciones. Estas oligarquías se categorizan basándose en si el dominio de los oligarcas es personal o colectivo, y en si los oligarcas recurren a la coacción.

Las oligarquías guerreras, como los señores de la guerra, son personales y están armadas. Las oligarquías de dominio como la mafía son colectivas y están armadas. En la categoría de las oligarquías desarmadas, las oligarquías de sultanato (como la Indonesia de Suharto) se gobiernan por medio de conexiones personales. En las oligarquías civiles, la gobernación es colectiva y se aplica mediante leyes, en lugar de serlo por medio de las armas.

Equipado con esta tipología, Winters declara que Norteamérica es ya una oligarquía civil. Por usar el lenguaje de campañas políticas recientes, nuestros oligarcas tratan de amañar el sistema para defender su riqueza. Se centran en rebajar impuestos y reducir regulaciones que protegen a trabajadores y ciudadanos de las fechorías empresariales.

Erigen un sistema legal que está distorsionado para que obre a su favor, de manera que su comportamiento ilegal rara vez resulta castigado. Y sostienen todo esto mediante la financiación de campañas y un sistema de cabildeo que les permite influir de modo indebido en la política. En una oligarquía civil, estas acciones se sostienen no a partir del cañón de un fusil o por la palabra de un hombre, sino mediante el imperio de la Ley.

Si la oligarquía funciona gracias a que sus dirigentes institucionalizan su poder mediante la ley, los medios de comunicación, los rituales políticos, ¿qué hacer? ¿Cómo puede tomar la delantera la democracia? Winter hace notar que el poder político depende del poder económico. Esto sugiere que la única solución consiste en crear una sociedad más económicamente igualitaria.

El problema, por supuesto, estriba en que si son los oligarcas los que están al mando, no queda claro por qué iban a aprobar leyes que redujeran su riqueza e hicieran más igualitaria la sociedad. Mientras puedan mantener dividida a la sociedad, tienen poco que temer de la ocasional revuelta o protesta.

Ciertamente, algunos comentaristas han sugerido que la igualdad económica de finales del siglo XX resultó excepcional porque dos guerras mundiales y una Gran Depresión liquidaron las propiedades de los extremadamente opulentos. A este respecto, no es mucho lo que podemos hacer sin una catástrofe global de envergadura.

Simonton ofrece otra solución. Sostiene que la democracia derrotó a la oligarquía en la antigua Grecia debido a la “descomposición oligárquica”. Las instituciones oligárquicas están sometidas a la corrosión y el derrumbe, como cualquier otra clase de instituciones. Conforme la solidaridad y las prácticas de los oligarcas comienzan a descomponerse, aparece la oportunidad de la democracia de devolver al pueblo el gobierno.

En ese momento, el pueblo podría unirse durante un tiempo suficiente para que sus protestas lo llevaran al poder. Con todas las sacudidas de la política de hoy, resulta difícil no pensar que este es un momento en el que el futuro del sistema político podría estar más al alcance de lo que ha estado durante generaciones.

La cuestión estriba en saber si surgirá la democracia de esta descomposición, o si los oligarcas reforzaran su control de las palancas del gobierno.

Ganesh Sitaraman profesor de la Facultad de Derecho de la universidad norteamericana de Vanderbilt. (en Nashville, estado de Tennessee). Autor de The Crisis of the Middle-Class Constitution, fue director de política de la campaña al Senado de Elizabeth Warren, una de las líderes del ala izquierda del Partido Demócrata.

http://www.sinpermiso.info/textos/como-triunfa-la-oligarquia-lecciones-de-la-antigua-grecia