_- "No Gracias"
Organización civil independiente por la transparencia, la integridad y la equidad en las políticas de salud, la asistencia sanitaria y la investigación biomédica.
Independent civil organization for transparency, integrity and equity in health policy, health care and biomedical research
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http://www.nogracias.eu/2018/06/10/onco-ilogicos-los-medicamentos-cancer-se-convertido-productos-al-servicio-la-especulacion-financiera/
Clara MONTES
https://youtu.be/DTO3WFc1V6s
martes, 26 de junio de 2018
_- ONCO-ILÓGICOS: De cómo los medicamentos para el cáncer se han convertido en productos al servicio de la especulación financiera.
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cáncer,
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Lo que nos dice la experiencia sobre los modelos de colaboración pública-privada en el ámbito de la gestión sanitaria.
Marciano Sánchez Bayle
Desde hace años, y en medio de la ofensiva neoliberal para desmantelar y privatizar los sistemas sanitarios públicos, se ha puesto en marcha la llamada “colaboración público-privada” (CPP) en el sector sanitario público.
Una CPP es un contrato realizado entre la administración pública y una o varias empresas privadas por el que:
• La empresa privada financia, construye y gestiona algún elemento de un servicio publico y
• La empresa privada cobra a lo largo de varios años, ya sea mediante las tarifas abonadas por los usuarios (tasas, etc.), mediante los pagos de la administración pública o una combinación de ambos.
Como muy bien señala David May (PSI 2015) conviene recordar que el concepto de CPP no se utilizó antes de los anos 1990, pero las concesiones han existido durante mucho tiempo antes.
La base de las CPP consistía en que la empresa privada se comprometía a invertir su propio dinero y, a cambio, el Estado garantizaba a la empresa el monopolio en el suministro de ese servicio en la zona, y así la empresa podía obtener un retorno sobre el capital cobrando a los usuarios. Las concesiones se utilizaron con frecuencia en el siglo XIX para implantar sistemas de agua, gas y electricidad, así como ferrocarriles, que implicaban una elevada inversión de capital.
Pero el modelo CPP no fue capaz de proporcionar la magnitud de inversión requerida para los servicios universales a precios asequibles, por lo que, en general, fueron reemplazadas por entidades públicas que utilizaban financiación publica.
La versión moderna de las CPP, en la que el gobierno paga a la empresa privada (en lugar de los consumidores), fue inventada en Reino Unido en los anos 1980 por el gobierno de Margaret Thatcher. La introducción de reglas fiscales neoliberales redujo el endeudamiento estatal y la capacidad fiscal del estado, pero el gobierno quería poder invertir en infraestructura publica. Las CPP se plantearon como la solución, bajo el nombre de Iniciativa de Financiación Privada (PFI sus siglas en ingles). Aunque el gobierno se compromete a sufragar la inversión, como si él mismo hubiera tomado prestado el dinero, durante un periodo de muchos años que suele ser variable según los casos (entre 10 y 30 años), las normas contables permitían tratarlas como un préstamo privado, no como un préstamo o endeudamiento publico, de modo que el dinero puede tomarse prestado sin infringir las normas fiscales. La política también era atractiva para el gobierno de Thatcher, ya que representaba otra forma de privatización, permitiendo a las empresas privadas beneficiarse del dinero publico, y exigiendo a los servicios públicos que proporcionaran oportunidades comerciales rentables para la empresa privada, que pronto quedaron en manos de grandes multinacionales y fondos de inversión o de capital-riesgo.
Las CPP nacieron como una estratagema contable, una manera de sortear las propias restricciones del gobierno sobre el endeudamiento publico, y siguen teniendo una gran atracción para los gobiernos y las instituciones internacionales. De la misma forma que empresas como Enron habían intentado ocultar sus auténticos pasivos trasladándolos ‘fuera del balance’, los gobiernos comenzaron a utilizar las CPP como estratagemas…. gracias a las que las cuentas públicas imitaban la contabilidad creativa de algunas empresas privadas. Desde la caída de Enron, estas estratagemas han sido prohibidas para las empresas, pero las CPP –que se fundamentan en los mismos principios de maquillar/esconder el endeudamiento real– son frecuentemente promovidas por los gobiernos.
Para las empresas privadas implicadas –bancos, constructoras y empresas de servicios– las CPP representan una oportunidad comercial sumamente atractiva. Un solo contrato (generalmente suscrito por la propia administración publica) les proporciona una fuente de ingresos seguros y de alta rentabilidad durante muchos años. Las empresas pueden presionar a los políticos para garantizar que los gobiernos creen CPP, y las renegocien creando modificaciones y con ellas incrementos del endeudamiento y de los beneficios muchas veces durante la duración del contrato.
Desde el principio, la PFI fue criticada tanto por la derecha como por la izquierda por ser mucho mas cara que el uso de financiación publica, por perjudicar a los servicios, y por tratarse de una ‘estafa’ para encubrir la inversión y el endeudamiento publico real. Sin embargo, fue adoptada e incrementada por posteriores gobiernos del Reino Unido, y se creó una unidad especial dentro de la Tesorería, integrada principalmente por ejecutivos del sector privado, con el propósito de que actuara como un centro permanente dentro del gobierno para promover proyectos PFI.
Esta forma de actuar y los mecanismos utilizados para ello se han convertido en el modelo para las unidades de CPP creadas por numerosos gobiernos de todo el mundo.
Reino Unido ha utilizado las CPP para construir una amplia gama de edificaciones e infraestructuras: hospitales, escuelas, carreteras, ferrocarriles, instalaciones de defensa, y oficinas gubernamentales. Conforme se ampliaron los limites neoliberales de endeudamiento de la administración publica, también lo hicieron las CPP (por ejemplo, en Europa, donde las normas de la UE empezaron a limitar el endeudamiento publico al 3 por ciento del PIB).
Así se extendió inicialmente a Nueva Zelanda, Australia, Canáda y EE.UU., países todos ellos que empezaron a utilizar la CPP como un componente de la política de privatización, y una forma de maquillar unos presupuestos maquillados mediante la ocultación del endeudamiento.
En los países en desarrollo, los bancos de desarrollo y las empresas multinacionales fomentaron la proliferación de la CPP en los anos 1990, especialmente en los sectores del agua y de la energía, como parte de la promoción general de la privatización –y como una forma de evitar las restricciones fiscales que las mismas instituciones financieras internacionales imponían en los países en desarrollo–. La principal forma de privatización del agua eran las concesiones o los contratos de arrendamiento, que son una forma tradicional de CPP. En el sector energético, se ha producido una introducción generalizada de productores independientes de energía (IPP por sus siglas en ingles) con la compra de la electricidad por el sector público garantizada a largo plazo. Los CPP se han enfrentado a una fuerte resistencia popular y a importantes movilizaciones en su contra en muchos países, lo que ha conducido a la rescisión por ejemplo de numerosas concesiones de agua.
En diversas ocasiones se han señalado los aspectos generales de las contradicciones existentes entre el mercado, la provisión y gestión privada, y la garantía de un derecho básico como es el de la protección a la salud (ver: M Sánchez Bayle La privatización de la asistencia sanitaria en España. Fundación Alternativas. Documentos de trabajo Nº: 182/2014), por lo que no voy a incidir mas en el tema y voy a centrarme en la experiencia que existe sobre las denominadas “colaboraciones público-privadas” en nuestro país, y esto con algunas limitaciones importantes porque, si en general la administración sanitaria peca de escasa transparencia, en este tema la opacidad es casi total, y las cosas se conocen porque ha pasado tiempo y porque se ha puesto mucho empeño en averiguar los datos.
Como ya se ha señalado, las CPP no son ni mucho menos exclusivas del sector sanitario, pero en él han tenido un importante desarrollo; desde el Reino Unido, donde se iniciaron los primeros experimentos, se han extendido a muchos otros países en casi todo el mundo (España, Portugal, Italia. Canáda, Australia, Nueva Zelanda, Brasil, Chile, Perú, etc.) y continúan numerosos intentos de expansión. Un hecho a resaltar es que en Latinoamérica son generalmente empresas de titularidad y origen español (aunque ya se han convertido en sucursales de multinacionales norteamericanas o alemanas) las que están siendo la punta de lanza de esta expansión del modelo CPP.
En España, se han desarrollado dos modelos de CPP en los centros sanitarios, la denominada iniciativa de financiación privada (del que hay 7 centros en Madrid, uno en Baleares, otro en Castilla y León y otro en Galicia), y las “concesiones administrativas”, también conocido como modelo Alzira por ser este el primer centro donde se implantó (con 5 centros en Valencia y 4 en Madrid). Cuando se iniciaron los hospitales PFI en nuestro país, ya existía amplia experiencia en otros países y se había publicado en 2006 en el Boletín de la OMS un articulo que señalaba que el modelo tenía muchos e importantes problemas, y que la única ventaja conocida era que las construcciones se realizaban en el plazo señalado (en España esta supuesta ventaja no se produjo de manera generalizada llegando al extremo de que un hospital de Vigo se abrió con 4 años de retraso).
De los datos de la experiencia en nuestro país pueden extraerse los siguientes problemas para estos modelos de CPP:
Incremento de los costes
Se ha constatado un notable aumento de los costes de estos centros: en el caso de los 7 hospitales PFI de Madrid, con un coste de construcción de 701 millones €, en el año 2011 las empresas concesionarias habían recibido 761,3 millones € de acuerdo con el contrato inicial, quedando pendientes 4.284 millones €. Pero, es más, se descubrió gracias a un Informe del Tribunal de Cuentas que en 2010 se les habían concedido 80 millones € sobre el contrato inicial, y aprobado un aumento de 9,1 millones € del canon. No es pues de extrañar que en 2010 el coste por cama anual fuera de 434.868 € frente a los 277.235 € de los centros de gestión tradicional. Lo mismo puede decirse del hospital de Burgos cuyo sobre coste inicial se ha disparado aún más con las sucesivas modificaciones (de 1.000 millones € del contrato inicial, frente a un coste de construcción de menos de 200 millones, estamos en 1.700 millones € en 2017), y del hospital de Vigo, que ha pasado de un presupuesto de 331,7 millones € en su construcción por el modelo tradicional a un contrato de 1.566,4 millones €.
Por otro lado, en varios casos se ha demostrado que la inversión inicial que supuestamente realizan las empresas adjudicatarias no es tal, ya que recurren a créditos públicos de la Banca Europea de Inversiones avalados por los correspondientes gobiernos de las CCAA, por lo que su aportación y su riesgo es cero.
Otro hecho constatado en el caso de Madrid es que la parte publica de los hospitales PFI asume costes que por contrato pertenecen a las concesionarias; así se ha evidenciado en el hospital de Majadahonda, donde el personal de mantenimiento durante años fue pagado por el SERMAS, y en el hospital de Vallecas donde la jardinería y personal administrativo eran del SERMAS a pesar de corresponder a las concesionarias, que sin embargo no pagaba ni recibía ningún recorte en el canon. En Alzira, recientemente, la Consejería ha reclamado a la concesionaria 102 millones DE € correspondientes a salarios de personal estatutario que durante 3 años había trabajado “gratis” para Ribera Salud.
Hipotecan a la política sanitaria
Y lo hacen porque se trata de contratos a muy largo plazo que impiden la necesaria flexibilidad y capacidad de adaptación que debe tener el servicio sanitario a las necesidades de la población, y también porque los contratos garantizan actualizaciones automáticas de las cantidades a percibir (ligadas al IPC o similar según cada caso concreto) que no tienen relación con la evolución de los presupuestos sanitarios públicos (durante la crisis, recortes de cerca del 20% de los presupuestos de las CCAA) lo que ha agravado los recortes de los centros públicos acaparando los centros de gestión privatizada una parte cada vez mayor de una tarta más pequeña.
Mala calidad de la construcción y equipamientos
Otro aspectos reseñable y bastante generalizado es la mala calidad de la construcción y los equipamientos de estos centros; así se ha comprobado en los hospitales PFI de Madrid por la propia inspección del Ministerio de Trabajo, en el nuevo hospital de Vigo, que tuvo incluso que paralizar su apertura por estos problemas, y en el hospital de Burgos, con numerosas incidencias.
Disminuyen el número de camas y el personal sanitario.
Los hospitales PFI han disminuido el número de camas y personal sanitario no solo en ellos sino, de manera derivada, en los centros de gestión tradicional. Así, en la Comunidad de Madrid el numero de camas financiadas públicamente pasó de 15.531 en 2009 a 15.035 en 2015 (un 3,19% menos) y, por el medio, se habían abierto 11 nuevos hospitales, con lo que hemos conseguido un record Guinness de construir hospitales y en paralelo disminuir el número de camas gracias a la reducción de camas en los centros de gestión tradicional, que han pasado de 14.749 camas a solo 13.504; ello, evidentemente producido para favorecer el negocio de los nuevos centros. En el caso del hospital de Vigo también se ha producido una reducción importante de las dotaciones (camas, quirófanos, consultas, etc).
También se ha detectado una disminución del número de profesionales sanitarios, tanto médicos como de enfermería (por cama y por habitante adscrito al centro) en estos modelos, más acusado en el caso de las “concesiones administrativas” que en los PFI, que frecuentemente asumen el personal de un centro preexistente.
Eliminan el personal no sanitario
En los centros PFI de Madrid se eliminó el personal no sanitario, desapareciendo 26 categorías (lo que supuso 19.500 trabajadores menos). Un hecho llamativo que se ha detectado es que el personal contratado por las concesionarias era netamente inferior al fijado en los pliegos de condiciones, así como que se producía una sistemática subcontratación de estas tareas a veces con una intolerable rotación de las subcontratas; en uno de los centros, en 1 año se hicieron cargo de las mismas tareas 11 subcontratas.
Empeoran las condiciones laborales
En el Reino Unido, el 13% de las enfermeras tituladas son reemplazadas por ayudantes de atención sanitaria. Los hospitales PFI tenían entre un 20 y un 30% menos de plantilla que los públicos (14% menos de médicos y enfermería, 38% menos de personal de apoyo). El NHS (sistema de sanidad británico) calcula en 100.000 el número de puestos de trabajo menos (el 10% de la plantilla) 36.000 de ellos en el 2007. Como resultado, se produjo un éxodo en enfermería: el 45 % de las enfermeras tituladas en 4 años se fueron al extranjero, lo que explica la elevada demanda de estos profesionales en otros países (Portugal, España).
En Madrid, las concesiones administrativas tienen mas horario (40 horas frente a 37,5) y menores retribuciones (300 € mensuales de promedio).
Externalizan o privatizan aspectos claves
De entrada, dejan en manos de empresas privadas (frecuentemente subcontratas) los almacenes y distribución, la documentación clínica y administrativa (poniendo en riesgo la confidencialidad de los datos sanitarios), el mantenimiento integral, con resultados desastrosos en el caso de los hospitales de Madrid, la lavandería y esterilización (con graves problemas de abastecimiento y calidad), la limpieza y el catering (tiempo antes privatizados en casi todos los centros), los residuos urbanos, el transporte interno-externo y la gestión auxiliar, el apoyo administrativo, recepción y centralita, la cafetería, Parking y tiendas (también privatizados en los centros de gestión tradicional). Todo ello dificulta la coordinación entre estos aspectos, muchos de ellos clave para la actividad asistencial.
Además, se ha privatizado en otras empresas el laboratorio (en Madrid); el control del funcionamiento de los centros (en Galicia y Madrid); la informática está privatizada y, además, utilizan distintos sistemas informáticos que el resto de la red publica, con problemas de accesibilidad de la información; y el centro de llamadas está privatizado y se utiliza para derivaciones sistemáticas al sector privado. La extracción de sangre periférica se privatizó con resultados negativos, y en salud mental se privatizaron Centros de Salud Mental, hospitalización de agudos y larga estancia, centros de apoyo, etc.
La radiología se centraliza en el anillo radiológico, empresa pública situada en uno de los hospitales.
Las privatizaciones recogidas en el segundo párrafo suponen un incremento de costes que no están registrados en los costes calculados en los contratos, por lo que el sobrecoste real es muy superior al descrito.
Aumentan los costes para la población
Los costes de los servicios prestados por las concesionarias, por ejemplo el parking, se incrementan de manera exponencial dificultando seriamente la accesibilidad a las personas con menos recursos.
Acaban en manos de grandes multinacionales que hipotecan la soberanía y la prestación de un servicio básico
Aunque las PFI y las concesiones inicialmente se concedieron a empresas nacionales, éstas han acabado vendiendo su participación a grandes multinacionales que hipotecan la soberanía en la prestación de un servicio público básico. Que sepamos, hasta ahora son:
Hospitales de Parla, Coslada y Arganda en manos de LBIP.BV, en manos de LLoyd Bank. Majadahonda, comprado por DIF, fondo holandés.
Ribera Salud en manos de Centene, fondo de EEUU de aseguramiento y provisión sanitaria. Valdemoro y Fundación Jiménez Diaz, en manos de Fresenius (fondo de pensiones alemán que es mayoritario en la prestación privada con fondos publicos: mas de 1.500 millones € en el ultimo año). Torrejón, pertenece a Sanitas-BUPA, multinacional inglesa con presencia en Europa, Latinoamérica, Australia, Nueva Zelanda y Arabia.
El gran problema de estas multinacionales es que, por un lado, tienen una gran capacidad de presión (económica y política) sobre las administraciones públicas y, por otro, si no les interesan las condiciones de rentabilidad pueden “desaparecer”, cerrando centros y provocando un problema de cobertura asistencial.
Favorecen las corruptelas
La gran opacidad que caracteriza estos modelos favorece las corruptelas y/o la corrupción. En nuestro país se han identificado dos tipos: por un lado, las denominadas eufemísticamente “puertas giratorias” (así, dos exconsejeros madrileños que habían impulsado las privatizaciones acabaron en altos cargos de las empresas beneficiadas por éstas, cuando su escasa cualificación y conocimientos sanitarios son notorios). Por el otro, varias de estas adjudicaciones (hasta el presente la del hospital Son Espases y la de los centros PFI de Madrid) se encuentran en los tribunales por presunto cobro de comisiones y/o derivación de fondos a campañas electorales.
Empeoran la atención sanitaria al poner los intereses económicos y la rentabilidad por delante del derecho a la salud
Este es un tema de gran complejidad porque hay pocos datos (de nuevo, la opacidad) y existen diferencias entre los dos modelos de CPP (PFI y concesiones). En cualquier caso, este empeoramiento viene por dos vías: por un lado la directa, la mas complicada de demostrar, aunque existen casos como el hospital de Stafordshirre, una fundacion trusts del Reino Unido donde sendos informes del parlamento y del NHS establecieron que se había producido un exceso de mortalidad de entre 400 y 1.200 personas en 4 años, debido a los incentivos comerciales que primaban en el centro. En nuestro país hay un informe de UGT en la Comunidad Valenciana que cuantifica en 2.752 la mortalidad atribuible a la política privatizadora en esa comunidad autónoma.
La segunda vía es la del deterioro que producen los sobrecostes unidos a los recortes en el conjunto del sistema sanitario. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid se han disparado las listas de espera, pasando la quirúrgica de 27.672 pacientes en junio de 2005 a 82.758 en septiembre de 2017 (recuérdese, después de abrir 11 nuevos hospitales), y en esa misma fecha el número de pacientes en lista de espera de consultas externas era de 403.338 personas y 118.273 en espera de pruebas diagnosticas, lo que hace un total de 604.369 personas en lista de espera (el 9,29% de la población total). O sea que la implantación de estos nuevos modelos no ha mejorado la situación asistencial, sino que la ha empeorado.
Las PFI son un primer paso para la privatización total
Una cuestión a tener en cuenta es que las PFI, al menos en Madrid, han querido ser convertidas por el gobierno regional en “concesiones administrativas” en el año 2012, lo que se logró parar por la amplia movilización social y profesional.
La ciudadanía prefiere la gestión pública
No sólo las movilizaciones expresan el rechazo generalizado de profesionales y ciudadanos ante estos fenómenos privatizadores, sino que las encuestas lo recogen también; así, el último Barómetro Sanitario (2016), ante la pregunta de cómo esta mejor gestionada la sanidad pública el 68,9% contesta que si lo hace la administración publica frente al 13,3% que piensa que lo hacen mejor las empresas privadas (por cierto el 71,1% en Cataluña y el 70,4% en Madrid).
Algunos Gobiernos autonómicos están iniciando procesos de reversión y/o de paralización de proyectos CPP
Otro fenómeno a tener en cuenta es la reversión que se esta produciendo de este tipo de “experimentos”. En Aragón, el gobierno (en ese momento del PP) reintegró el CASAR (un consorcio) a la red pública, y en Valencia el 1 de abril de este año se ha producido la reintegración del hospital de Alzira a la red pública, prometiéndose además que se hará lo mismo con el Hospital de Denia. Además, de han paralizado muchos proyectos, cuatro hospitales en Castilla La Mancha, dos en Extremadura, uno en Aragón y otro en Castellón (estos dos últimos casos con gobiernos del PP). Es decir, muchas administraciones públicas están reconociendo por la vía de los hechos que estos modelos no son buenas alternativas para la provisión de servicios sanitarios.
De todo lo expuesto, creo que queda bastante claro los muchos inconvenientes que tiene la denominada “colaboración público-privada” que han sido también reconocidos a nivel internacional, por múltiples estudios (el ultimo en 2014, el Informe del Comité de Expertos sanitarios de la UE). Y, por ello, es una obligación tanto desde el punto de vista económico como sanitario volver a la gestión pública de los recursos sanitarios, paralizando las privatizaciones y recuperando los centros privatizados.
Esta recuperación puede llevarse a cabo mediante 4 mecanismos:
1. La no renovación de los contratos a la expiración de los mismos. Es lo que se ha hecho en Alzira, y tiene el inconveniente de que los contratos generalmente tienen plazos muy dilatados que prolongarían excesivamente en el tiempo la necesaria recuperación de los centros privatizados.
2. La compra por parte de la administración pública de todas o algunas de las empresas propietarias de las concesiones. Es una evidencia, como ya se ha señalado, que muchas de las empresas que recibieron inicialmente las concesiones vendieron sus participaciones en las mismas por múltiples motivos: necesidad de liquidez, desinterés por continuar en las UTEs una vez concluidas las obras (caso de las constructoras), incluso quiebra de las mismas. Dado que las administraciones pública deben de autorizar estas ventas, es el momento de hacerse con la propiedad.
3. Seguimiento exhaustivo del cumplimiento de los contratos ejercitando la capacidad sancionadora ante los incumplimientos. La experiencia señala que el incumplimiento es la norma ante la pasividad de las administraciones públicas que, en teoría, deberían ejercer el control de las concesiones, y de ahí proviene una parte importante de la elevada rentabilidad de las empresas concesionarias. Aparte de que es imprescindible un adecuado control para garantizar la calidad de la atención sanitaria a la ciudadanía, es obvio que un estricto control favorecería la tendencia de las empresas incumplidoras a revertir los centros.
4. Por fin, la expropiación de los centros por motivos de interés general, teóricamente posible, pero la que entraña mas dificultades por el laberinto legal en que se vería envuelta incluidas las dificultades que plantean las normativas de la UE y otros tratados internacionales.
Obviamente, ha quedado demostrado que la privatización sanitaria debe y puede revertirse, y que ello depende básicamente de la voluntad política de hacerlo. Ahora bien, conviene hacerlo con prudencia, estudiando caso a caso los contratos existentes y valorando los pasos a dar en cada caso concreto, y que ello puede hacerse en cada comunidad autónoma independientemente de las demás, aunque es evidente que la reversión tiene un cierto efecto domino. Por supuesto, seria de gran ayuda que se derogasen las leyes estatales y autonómicas que favorecen esta privatización, así como la elaboración de una legislación que garantizase y reforzase la provisión y la gestión pública en el Sistema Nacional de Salud.
Conviene recordar también que esta política no será posible si no se cumplen tres premisas fundamentales: gobiernos progresistas y/o de izquierdas, un sector profesional significativo que apoye la Sanidad Pública, y un amplio apoyo social, que se exprese tanto en una opinión pública predominante a favor del sistema público de salud como en movilizaciones masivas en su apoyo.
Es muy importante avanzar en este camino con celeridad porque de su logro depende la calidad de la atención sanitaria, la garantía de la universalidad de la misma y, en suma, la protección de la salud de la población.
Marciano Sánchez Bayle, presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, Vicepresidente de la Internacional Association of Helth Policy y miembro del Comité Científico del Observatorio Iberoamericano de Políticas y Sistemas de Salud.
Fuente:
http://www.mientrastanto.org/boletin-168/ensayo/los-modelos-de-colaboracion-publico-privada-en-el-ambito-de-la-gestion-sanitaria-
Una CPP es un contrato realizado entre la administración pública y una o varias empresas privadas por el que:
• La empresa privada financia, construye y gestiona algún elemento de un servicio publico y
• La empresa privada cobra a lo largo de varios años, ya sea mediante las tarifas abonadas por los usuarios (tasas, etc.), mediante los pagos de la administración pública o una combinación de ambos.
Como muy bien señala David May (PSI 2015) conviene recordar que el concepto de CPP no se utilizó antes de los anos 1990, pero las concesiones han existido durante mucho tiempo antes.
La base de las CPP consistía en que la empresa privada se comprometía a invertir su propio dinero y, a cambio, el Estado garantizaba a la empresa el monopolio en el suministro de ese servicio en la zona, y así la empresa podía obtener un retorno sobre el capital cobrando a los usuarios. Las concesiones se utilizaron con frecuencia en el siglo XIX para implantar sistemas de agua, gas y electricidad, así como ferrocarriles, que implicaban una elevada inversión de capital.
Pero el modelo CPP no fue capaz de proporcionar la magnitud de inversión requerida para los servicios universales a precios asequibles, por lo que, en general, fueron reemplazadas por entidades públicas que utilizaban financiación publica.
La versión moderna de las CPP, en la que el gobierno paga a la empresa privada (en lugar de los consumidores), fue inventada en Reino Unido en los anos 1980 por el gobierno de Margaret Thatcher. La introducción de reglas fiscales neoliberales redujo el endeudamiento estatal y la capacidad fiscal del estado, pero el gobierno quería poder invertir en infraestructura publica. Las CPP se plantearon como la solución, bajo el nombre de Iniciativa de Financiación Privada (PFI sus siglas en ingles). Aunque el gobierno se compromete a sufragar la inversión, como si él mismo hubiera tomado prestado el dinero, durante un periodo de muchos años que suele ser variable según los casos (entre 10 y 30 años), las normas contables permitían tratarlas como un préstamo privado, no como un préstamo o endeudamiento publico, de modo que el dinero puede tomarse prestado sin infringir las normas fiscales. La política también era atractiva para el gobierno de Thatcher, ya que representaba otra forma de privatización, permitiendo a las empresas privadas beneficiarse del dinero publico, y exigiendo a los servicios públicos que proporcionaran oportunidades comerciales rentables para la empresa privada, que pronto quedaron en manos de grandes multinacionales y fondos de inversión o de capital-riesgo.
Las CPP nacieron como una estratagema contable, una manera de sortear las propias restricciones del gobierno sobre el endeudamiento publico, y siguen teniendo una gran atracción para los gobiernos y las instituciones internacionales. De la misma forma que empresas como Enron habían intentado ocultar sus auténticos pasivos trasladándolos ‘fuera del balance’, los gobiernos comenzaron a utilizar las CPP como estratagemas…. gracias a las que las cuentas públicas imitaban la contabilidad creativa de algunas empresas privadas. Desde la caída de Enron, estas estratagemas han sido prohibidas para las empresas, pero las CPP –que se fundamentan en los mismos principios de maquillar/esconder el endeudamiento real– son frecuentemente promovidas por los gobiernos.
Para las empresas privadas implicadas –bancos, constructoras y empresas de servicios– las CPP representan una oportunidad comercial sumamente atractiva. Un solo contrato (generalmente suscrito por la propia administración publica) les proporciona una fuente de ingresos seguros y de alta rentabilidad durante muchos años. Las empresas pueden presionar a los políticos para garantizar que los gobiernos creen CPP, y las renegocien creando modificaciones y con ellas incrementos del endeudamiento y de los beneficios muchas veces durante la duración del contrato.
Desde el principio, la PFI fue criticada tanto por la derecha como por la izquierda por ser mucho mas cara que el uso de financiación publica, por perjudicar a los servicios, y por tratarse de una ‘estafa’ para encubrir la inversión y el endeudamiento publico real. Sin embargo, fue adoptada e incrementada por posteriores gobiernos del Reino Unido, y se creó una unidad especial dentro de la Tesorería, integrada principalmente por ejecutivos del sector privado, con el propósito de que actuara como un centro permanente dentro del gobierno para promover proyectos PFI.
Esta forma de actuar y los mecanismos utilizados para ello se han convertido en el modelo para las unidades de CPP creadas por numerosos gobiernos de todo el mundo.
Reino Unido ha utilizado las CPP para construir una amplia gama de edificaciones e infraestructuras: hospitales, escuelas, carreteras, ferrocarriles, instalaciones de defensa, y oficinas gubernamentales. Conforme se ampliaron los limites neoliberales de endeudamiento de la administración publica, también lo hicieron las CPP (por ejemplo, en Europa, donde las normas de la UE empezaron a limitar el endeudamiento publico al 3 por ciento del PIB).
Así se extendió inicialmente a Nueva Zelanda, Australia, Canáda y EE.UU., países todos ellos que empezaron a utilizar la CPP como un componente de la política de privatización, y una forma de maquillar unos presupuestos maquillados mediante la ocultación del endeudamiento.
En los países en desarrollo, los bancos de desarrollo y las empresas multinacionales fomentaron la proliferación de la CPP en los anos 1990, especialmente en los sectores del agua y de la energía, como parte de la promoción general de la privatización –y como una forma de evitar las restricciones fiscales que las mismas instituciones financieras internacionales imponían en los países en desarrollo–. La principal forma de privatización del agua eran las concesiones o los contratos de arrendamiento, que son una forma tradicional de CPP. En el sector energético, se ha producido una introducción generalizada de productores independientes de energía (IPP por sus siglas en ingles) con la compra de la electricidad por el sector público garantizada a largo plazo. Los CPP se han enfrentado a una fuerte resistencia popular y a importantes movilizaciones en su contra en muchos países, lo que ha conducido a la rescisión por ejemplo de numerosas concesiones de agua.
En diversas ocasiones se han señalado los aspectos generales de las contradicciones existentes entre el mercado, la provisión y gestión privada, y la garantía de un derecho básico como es el de la protección a la salud (ver: M Sánchez Bayle La privatización de la asistencia sanitaria en España. Fundación Alternativas. Documentos de trabajo Nº: 182/2014), por lo que no voy a incidir mas en el tema y voy a centrarme en la experiencia que existe sobre las denominadas “colaboraciones público-privadas” en nuestro país, y esto con algunas limitaciones importantes porque, si en general la administración sanitaria peca de escasa transparencia, en este tema la opacidad es casi total, y las cosas se conocen porque ha pasado tiempo y porque se ha puesto mucho empeño en averiguar los datos.
Como ya se ha señalado, las CPP no son ni mucho menos exclusivas del sector sanitario, pero en él han tenido un importante desarrollo; desde el Reino Unido, donde se iniciaron los primeros experimentos, se han extendido a muchos otros países en casi todo el mundo (España, Portugal, Italia. Canáda, Australia, Nueva Zelanda, Brasil, Chile, Perú, etc.) y continúan numerosos intentos de expansión. Un hecho a resaltar es que en Latinoamérica son generalmente empresas de titularidad y origen español (aunque ya se han convertido en sucursales de multinacionales norteamericanas o alemanas) las que están siendo la punta de lanza de esta expansión del modelo CPP.
En España, se han desarrollado dos modelos de CPP en los centros sanitarios, la denominada iniciativa de financiación privada (del que hay 7 centros en Madrid, uno en Baleares, otro en Castilla y León y otro en Galicia), y las “concesiones administrativas”, también conocido como modelo Alzira por ser este el primer centro donde se implantó (con 5 centros en Valencia y 4 en Madrid). Cuando se iniciaron los hospitales PFI en nuestro país, ya existía amplia experiencia en otros países y se había publicado en 2006 en el Boletín de la OMS un articulo que señalaba que el modelo tenía muchos e importantes problemas, y que la única ventaja conocida era que las construcciones se realizaban en el plazo señalado (en España esta supuesta ventaja no se produjo de manera generalizada llegando al extremo de que un hospital de Vigo se abrió con 4 años de retraso).
De los datos de la experiencia en nuestro país pueden extraerse los siguientes problemas para estos modelos de CPP:
Incremento de los costes
Se ha constatado un notable aumento de los costes de estos centros: en el caso de los 7 hospitales PFI de Madrid, con un coste de construcción de 701 millones €, en el año 2011 las empresas concesionarias habían recibido 761,3 millones € de acuerdo con el contrato inicial, quedando pendientes 4.284 millones €. Pero, es más, se descubrió gracias a un Informe del Tribunal de Cuentas que en 2010 se les habían concedido 80 millones € sobre el contrato inicial, y aprobado un aumento de 9,1 millones € del canon. No es pues de extrañar que en 2010 el coste por cama anual fuera de 434.868 € frente a los 277.235 € de los centros de gestión tradicional. Lo mismo puede decirse del hospital de Burgos cuyo sobre coste inicial se ha disparado aún más con las sucesivas modificaciones (de 1.000 millones € del contrato inicial, frente a un coste de construcción de menos de 200 millones, estamos en 1.700 millones € en 2017), y del hospital de Vigo, que ha pasado de un presupuesto de 331,7 millones € en su construcción por el modelo tradicional a un contrato de 1.566,4 millones €.
Por otro lado, en varios casos se ha demostrado que la inversión inicial que supuestamente realizan las empresas adjudicatarias no es tal, ya que recurren a créditos públicos de la Banca Europea de Inversiones avalados por los correspondientes gobiernos de las CCAA, por lo que su aportación y su riesgo es cero.
Otro hecho constatado en el caso de Madrid es que la parte publica de los hospitales PFI asume costes que por contrato pertenecen a las concesionarias; así se ha evidenciado en el hospital de Majadahonda, donde el personal de mantenimiento durante años fue pagado por el SERMAS, y en el hospital de Vallecas donde la jardinería y personal administrativo eran del SERMAS a pesar de corresponder a las concesionarias, que sin embargo no pagaba ni recibía ningún recorte en el canon. En Alzira, recientemente, la Consejería ha reclamado a la concesionaria 102 millones DE € correspondientes a salarios de personal estatutario que durante 3 años había trabajado “gratis” para Ribera Salud.
Hipotecan a la política sanitaria
Y lo hacen porque se trata de contratos a muy largo plazo que impiden la necesaria flexibilidad y capacidad de adaptación que debe tener el servicio sanitario a las necesidades de la población, y también porque los contratos garantizan actualizaciones automáticas de las cantidades a percibir (ligadas al IPC o similar según cada caso concreto) que no tienen relación con la evolución de los presupuestos sanitarios públicos (durante la crisis, recortes de cerca del 20% de los presupuestos de las CCAA) lo que ha agravado los recortes de los centros públicos acaparando los centros de gestión privatizada una parte cada vez mayor de una tarta más pequeña.
Mala calidad de la construcción y equipamientos
Otro aspectos reseñable y bastante generalizado es la mala calidad de la construcción y los equipamientos de estos centros; así se ha comprobado en los hospitales PFI de Madrid por la propia inspección del Ministerio de Trabajo, en el nuevo hospital de Vigo, que tuvo incluso que paralizar su apertura por estos problemas, y en el hospital de Burgos, con numerosas incidencias.
Disminuyen el número de camas y el personal sanitario.
Los hospitales PFI han disminuido el número de camas y personal sanitario no solo en ellos sino, de manera derivada, en los centros de gestión tradicional. Así, en la Comunidad de Madrid el numero de camas financiadas públicamente pasó de 15.531 en 2009 a 15.035 en 2015 (un 3,19% menos) y, por el medio, se habían abierto 11 nuevos hospitales, con lo que hemos conseguido un record Guinness de construir hospitales y en paralelo disminuir el número de camas gracias a la reducción de camas en los centros de gestión tradicional, que han pasado de 14.749 camas a solo 13.504; ello, evidentemente producido para favorecer el negocio de los nuevos centros. En el caso del hospital de Vigo también se ha producido una reducción importante de las dotaciones (camas, quirófanos, consultas, etc).
También se ha detectado una disminución del número de profesionales sanitarios, tanto médicos como de enfermería (por cama y por habitante adscrito al centro) en estos modelos, más acusado en el caso de las “concesiones administrativas” que en los PFI, que frecuentemente asumen el personal de un centro preexistente.
Eliminan el personal no sanitario
En los centros PFI de Madrid se eliminó el personal no sanitario, desapareciendo 26 categorías (lo que supuso 19.500 trabajadores menos). Un hecho llamativo que se ha detectado es que el personal contratado por las concesionarias era netamente inferior al fijado en los pliegos de condiciones, así como que se producía una sistemática subcontratación de estas tareas a veces con una intolerable rotación de las subcontratas; en uno de los centros, en 1 año se hicieron cargo de las mismas tareas 11 subcontratas.
Empeoran las condiciones laborales
En el Reino Unido, el 13% de las enfermeras tituladas son reemplazadas por ayudantes de atención sanitaria. Los hospitales PFI tenían entre un 20 y un 30% menos de plantilla que los públicos (14% menos de médicos y enfermería, 38% menos de personal de apoyo). El NHS (sistema de sanidad británico) calcula en 100.000 el número de puestos de trabajo menos (el 10% de la plantilla) 36.000 de ellos en el 2007. Como resultado, se produjo un éxodo en enfermería: el 45 % de las enfermeras tituladas en 4 años se fueron al extranjero, lo que explica la elevada demanda de estos profesionales en otros países (Portugal, España).
En Madrid, las concesiones administrativas tienen mas horario (40 horas frente a 37,5) y menores retribuciones (300 € mensuales de promedio).
Externalizan o privatizan aspectos claves
De entrada, dejan en manos de empresas privadas (frecuentemente subcontratas) los almacenes y distribución, la documentación clínica y administrativa (poniendo en riesgo la confidencialidad de los datos sanitarios), el mantenimiento integral, con resultados desastrosos en el caso de los hospitales de Madrid, la lavandería y esterilización (con graves problemas de abastecimiento y calidad), la limpieza y el catering (tiempo antes privatizados en casi todos los centros), los residuos urbanos, el transporte interno-externo y la gestión auxiliar, el apoyo administrativo, recepción y centralita, la cafetería, Parking y tiendas (también privatizados en los centros de gestión tradicional). Todo ello dificulta la coordinación entre estos aspectos, muchos de ellos clave para la actividad asistencial.
Además, se ha privatizado en otras empresas el laboratorio (en Madrid); el control del funcionamiento de los centros (en Galicia y Madrid); la informática está privatizada y, además, utilizan distintos sistemas informáticos que el resto de la red publica, con problemas de accesibilidad de la información; y el centro de llamadas está privatizado y se utiliza para derivaciones sistemáticas al sector privado. La extracción de sangre periférica se privatizó con resultados negativos, y en salud mental se privatizaron Centros de Salud Mental, hospitalización de agudos y larga estancia, centros de apoyo, etc.
La radiología se centraliza en el anillo radiológico, empresa pública situada en uno de los hospitales.
Las privatizaciones recogidas en el segundo párrafo suponen un incremento de costes que no están registrados en los costes calculados en los contratos, por lo que el sobrecoste real es muy superior al descrito.
Aumentan los costes para la población
Los costes de los servicios prestados por las concesionarias, por ejemplo el parking, se incrementan de manera exponencial dificultando seriamente la accesibilidad a las personas con menos recursos.
Acaban en manos de grandes multinacionales que hipotecan la soberanía y la prestación de un servicio básico
Aunque las PFI y las concesiones inicialmente se concedieron a empresas nacionales, éstas han acabado vendiendo su participación a grandes multinacionales que hipotecan la soberanía en la prestación de un servicio público básico. Que sepamos, hasta ahora son:
Hospitales de Parla, Coslada y Arganda en manos de LBIP.BV, en manos de LLoyd Bank. Majadahonda, comprado por DIF, fondo holandés.
Ribera Salud en manos de Centene, fondo de EEUU de aseguramiento y provisión sanitaria. Valdemoro y Fundación Jiménez Diaz, en manos de Fresenius (fondo de pensiones alemán que es mayoritario en la prestación privada con fondos publicos: mas de 1.500 millones € en el ultimo año). Torrejón, pertenece a Sanitas-BUPA, multinacional inglesa con presencia en Europa, Latinoamérica, Australia, Nueva Zelanda y Arabia.
El gran problema de estas multinacionales es que, por un lado, tienen una gran capacidad de presión (económica y política) sobre las administraciones públicas y, por otro, si no les interesan las condiciones de rentabilidad pueden “desaparecer”, cerrando centros y provocando un problema de cobertura asistencial.
Favorecen las corruptelas
La gran opacidad que caracteriza estos modelos favorece las corruptelas y/o la corrupción. En nuestro país se han identificado dos tipos: por un lado, las denominadas eufemísticamente “puertas giratorias” (así, dos exconsejeros madrileños que habían impulsado las privatizaciones acabaron en altos cargos de las empresas beneficiadas por éstas, cuando su escasa cualificación y conocimientos sanitarios son notorios). Por el otro, varias de estas adjudicaciones (hasta el presente la del hospital Son Espases y la de los centros PFI de Madrid) se encuentran en los tribunales por presunto cobro de comisiones y/o derivación de fondos a campañas electorales.
Empeoran la atención sanitaria al poner los intereses económicos y la rentabilidad por delante del derecho a la salud
Este es un tema de gran complejidad porque hay pocos datos (de nuevo, la opacidad) y existen diferencias entre los dos modelos de CPP (PFI y concesiones). En cualquier caso, este empeoramiento viene por dos vías: por un lado la directa, la mas complicada de demostrar, aunque existen casos como el hospital de Stafordshirre, una fundacion trusts del Reino Unido donde sendos informes del parlamento y del NHS establecieron que se había producido un exceso de mortalidad de entre 400 y 1.200 personas en 4 años, debido a los incentivos comerciales que primaban en el centro. En nuestro país hay un informe de UGT en la Comunidad Valenciana que cuantifica en 2.752 la mortalidad atribuible a la política privatizadora en esa comunidad autónoma.
La segunda vía es la del deterioro que producen los sobrecostes unidos a los recortes en el conjunto del sistema sanitario. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid se han disparado las listas de espera, pasando la quirúrgica de 27.672 pacientes en junio de 2005 a 82.758 en septiembre de 2017 (recuérdese, después de abrir 11 nuevos hospitales), y en esa misma fecha el número de pacientes en lista de espera de consultas externas era de 403.338 personas y 118.273 en espera de pruebas diagnosticas, lo que hace un total de 604.369 personas en lista de espera (el 9,29% de la población total). O sea que la implantación de estos nuevos modelos no ha mejorado la situación asistencial, sino que la ha empeorado.
Las PFI son un primer paso para la privatización total
Una cuestión a tener en cuenta es que las PFI, al menos en Madrid, han querido ser convertidas por el gobierno regional en “concesiones administrativas” en el año 2012, lo que se logró parar por la amplia movilización social y profesional.
La ciudadanía prefiere la gestión pública
No sólo las movilizaciones expresan el rechazo generalizado de profesionales y ciudadanos ante estos fenómenos privatizadores, sino que las encuestas lo recogen también; así, el último Barómetro Sanitario (2016), ante la pregunta de cómo esta mejor gestionada la sanidad pública el 68,9% contesta que si lo hace la administración publica frente al 13,3% que piensa que lo hacen mejor las empresas privadas (por cierto el 71,1% en Cataluña y el 70,4% en Madrid).
Algunos Gobiernos autonómicos están iniciando procesos de reversión y/o de paralización de proyectos CPP
Otro fenómeno a tener en cuenta es la reversión que se esta produciendo de este tipo de “experimentos”. En Aragón, el gobierno (en ese momento del PP) reintegró el CASAR (un consorcio) a la red pública, y en Valencia el 1 de abril de este año se ha producido la reintegración del hospital de Alzira a la red pública, prometiéndose además que se hará lo mismo con el Hospital de Denia. Además, de han paralizado muchos proyectos, cuatro hospitales en Castilla La Mancha, dos en Extremadura, uno en Aragón y otro en Castellón (estos dos últimos casos con gobiernos del PP). Es decir, muchas administraciones públicas están reconociendo por la vía de los hechos que estos modelos no son buenas alternativas para la provisión de servicios sanitarios.
De todo lo expuesto, creo que queda bastante claro los muchos inconvenientes que tiene la denominada “colaboración público-privada” que han sido también reconocidos a nivel internacional, por múltiples estudios (el ultimo en 2014, el Informe del Comité de Expertos sanitarios de la UE). Y, por ello, es una obligación tanto desde el punto de vista económico como sanitario volver a la gestión pública de los recursos sanitarios, paralizando las privatizaciones y recuperando los centros privatizados.
Esta recuperación puede llevarse a cabo mediante 4 mecanismos:
1. La no renovación de los contratos a la expiración de los mismos. Es lo que se ha hecho en Alzira, y tiene el inconveniente de que los contratos generalmente tienen plazos muy dilatados que prolongarían excesivamente en el tiempo la necesaria recuperación de los centros privatizados.
2. La compra por parte de la administración pública de todas o algunas de las empresas propietarias de las concesiones. Es una evidencia, como ya se ha señalado, que muchas de las empresas que recibieron inicialmente las concesiones vendieron sus participaciones en las mismas por múltiples motivos: necesidad de liquidez, desinterés por continuar en las UTEs una vez concluidas las obras (caso de las constructoras), incluso quiebra de las mismas. Dado que las administraciones pública deben de autorizar estas ventas, es el momento de hacerse con la propiedad.
3. Seguimiento exhaustivo del cumplimiento de los contratos ejercitando la capacidad sancionadora ante los incumplimientos. La experiencia señala que el incumplimiento es la norma ante la pasividad de las administraciones públicas que, en teoría, deberían ejercer el control de las concesiones, y de ahí proviene una parte importante de la elevada rentabilidad de las empresas concesionarias. Aparte de que es imprescindible un adecuado control para garantizar la calidad de la atención sanitaria a la ciudadanía, es obvio que un estricto control favorecería la tendencia de las empresas incumplidoras a revertir los centros.
4. Por fin, la expropiación de los centros por motivos de interés general, teóricamente posible, pero la que entraña mas dificultades por el laberinto legal en que se vería envuelta incluidas las dificultades que plantean las normativas de la UE y otros tratados internacionales.
Obviamente, ha quedado demostrado que la privatización sanitaria debe y puede revertirse, y que ello depende básicamente de la voluntad política de hacerlo. Ahora bien, conviene hacerlo con prudencia, estudiando caso a caso los contratos existentes y valorando los pasos a dar en cada caso concreto, y que ello puede hacerse en cada comunidad autónoma independientemente de las demás, aunque es evidente que la reversión tiene un cierto efecto domino. Por supuesto, seria de gran ayuda que se derogasen las leyes estatales y autonómicas que favorecen esta privatización, así como la elaboración de una legislación que garantizase y reforzase la provisión y la gestión pública en el Sistema Nacional de Salud.
Conviene recordar también que esta política no será posible si no se cumplen tres premisas fundamentales: gobiernos progresistas y/o de izquierdas, un sector profesional significativo que apoye la Sanidad Pública, y un amplio apoyo social, que se exprese tanto en una opinión pública predominante a favor del sistema público de salud como en movilizaciones masivas en su apoyo.
Es muy importante avanzar en este camino con celeridad porque de su logro depende la calidad de la atención sanitaria, la garantía de la universalidad de la misma y, en suma, la protección de la salud de la población.
Marciano Sánchez Bayle, presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, Vicepresidente de la Internacional Association of Helth Policy y miembro del Comité Científico del Observatorio Iberoamericano de Políticas y Sistemas de Salud.
Fuente:
http://www.mientrastanto.org/boletin-168/ensayo/los-modelos-de-colaboracion-publico-privada-en-el-ambito-de-la-gestion-sanitaria-
La polémica chaqueta que vistió Melania Trump en su visita a los niños separados de sus padres en la frontera
La ropa de Melania Trump está otra vez en el centro de la polémica.
Esta vez no es por su alto precio ni por la marca ni por el modelo en sí mismo. De hecho, se trata de una sencilla chaqueta verde olivo de Zara, que cuesta unos US$39 en el mercado estadounidense.
La primera dama de Estados Unidos la utilizó este miércoles cuando visitó de imprevisto a un grupo de niños de los más de 2.300 que han sido separados de sus padres inmigrantes en la frontera sur.
Y más que la visita, lo que llamó la atención de todos fue la prenda de vestir, que se volvió viral en las redes sociales por el mensaje que lleva estampado en la espalda.
"Realmente no me importa. ¿Y a ti?", dice, en una traducción libre del inglés "I don't really care, do you?".
En los últimos días, el gobierno de Donald Trump ha sido duramente criticado por una nueva política migratoria, llamada de "tolerancia cero" que considera un delito el intento de los migrantes indocumentados de cruzar la frontera.
Esto implica que pierden la custodia de sus hijos y como resultado, más de 2.000 menores fueron separados de sus familiares.
Tras el aluvión de críticas, Trump firmó el miércoles una orden ejecutiva para impedir que los niños fueran separados de sus padres.
"Ningún mensaje oculto"
La controvertida chaqueta de la primera dama no la utilizó durante la visita en sí, pero se la volvió a poner al bajar del avión ya en Washington.
Ante la lluvia de críticas, la portavoz de la primera dama, Stephanie Grisham, aseguró que "no había ningún mensaje oculto" entre la elección de la prenda y el motivo de la visita.
En cambio, criticó a los medios estadounidenses por centrarse en la pieza de ropa y no en el gesto de Melania de visitar a los niños.
"Es una chaqueta. No había ningún mensaje oculto. Después de la importante visita a Texas, espero que los medios no vayan a elegir centrarse en su vestuario", dijo Grisham
Trump, por su parte, escribió en Twitter que el mensaje iba dedicado a los medios de comunicación que hacen noticias falsas
Una insensible elección de ropa
Por Katty Kay, presentadora de BBC World News, Washington
La empática visita de Melania Trump a la frontera con México corre el riesgo de quedar eclipsada por el mensaje de aversión en la parte trasera de su chaqueta.
La primera dama hizo el esfuerzo de volar a Texas, visitar a los niños, hablar con el personal y ser partícipe de esta historia desgarradora, por lo que resulta una pena que los motivos de su viaje hayan quedado opacados por una insensible elección de ropa.
No está claro cómo esto pudo pasar por los protocolos cuidadosos de la Casa Blanca, pero es un error de parte de su personal.
Le doy el beneficio de la duda sobre su compasión, pero si eligió usar esta prenda sin pensar en sus consecuencias, fue bastante poco atenta.
Qué vio Melania
La primera dama visitó unos 55 niños que se encuentran albergados en un centro de detenciones en McAllen, Texas.
El director del programa, Rogelio de la Cerda, le dijo a Melania Trump que la mayoría de los niños allí provenían de Guatemala, y que llegaban al centro "muy angustiados".
Melania Trump fue a un albergue en Texas tras la tormenta política por la separación de niños migrantes de sus padres.
Durante la visita, la primera dama intentó conversar con los niños, les preguntó cuánto tiempo habían estado en el establecimiento y con qué frecuencia podían hablar con sus padres.
"Sean amables y agradables con los demás, ¿de acuerdo?", les dijo a unos y otros les deseo "buena suerte"
Esta vez no es por su alto precio ni por la marca ni por el modelo en sí mismo. De hecho, se trata de una sencilla chaqueta verde olivo de Zara, que cuesta unos US$39 en el mercado estadounidense.
La primera dama de Estados Unidos la utilizó este miércoles cuando visitó de imprevisto a un grupo de niños de los más de 2.300 que han sido separados de sus padres inmigrantes en la frontera sur.
Y más que la visita, lo que llamó la atención de todos fue la prenda de vestir, que se volvió viral en las redes sociales por el mensaje que lleva estampado en la espalda.
"Realmente no me importa. ¿Y a ti?", dice, en una traducción libre del inglés "I don't really care, do you?".
En los últimos días, el gobierno de Donald Trump ha sido duramente criticado por una nueva política migratoria, llamada de "tolerancia cero" que considera un delito el intento de los migrantes indocumentados de cruzar la frontera.
Esto implica que pierden la custodia de sus hijos y como resultado, más de 2.000 menores fueron separados de sus familiares.
Tras el aluvión de críticas, Trump firmó el miércoles una orden ejecutiva para impedir que los niños fueran separados de sus padres.
"Ningún mensaje oculto"
La controvertida chaqueta de la primera dama no la utilizó durante la visita en sí, pero se la volvió a poner al bajar del avión ya en Washington.
Ante la lluvia de críticas, la portavoz de la primera dama, Stephanie Grisham, aseguró que "no había ningún mensaje oculto" entre la elección de la prenda y el motivo de la visita.
En cambio, criticó a los medios estadounidenses por centrarse en la pieza de ropa y no en el gesto de Melania de visitar a los niños.
"Es una chaqueta. No había ningún mensaje oculto. Después de la importante visita a Texas, espero que los medios no vayan a elegir centrarse en su vestuario", dijo Grisham
Trump, por su parte, escribió en Twitter que el mensaje iba dedicado a los medios de comunicación que hacen noticias falsas
Una insensible elección de ropa
Por Katty Kay, presentadora de BBC World News, Washington
La empática visita de Melania Trump a la frontera con México corre el riesgo de quedar eclipsada por el mensaje de aversión en la parte trasera de su chaqueta.
La primera dama hizo el esfuerzo de volar a Texas, visitar a los niños, hablar con el personal y ser partícipe de esta historia desgarradora, por lo que resulta una pena que los motivos de su viaje hayan quedado opacados por una insensible elección de ropa.
No está claro cómo esto pudo pasar por los protocolos cuidadosos de la Casa Blanca, pero es un error de parte de su personal.
Le doy el beneficio de la duda sobre su compasión, pero si eligió usar esta prenda sin pensar en sus consecuencias, fue bastante poco atenta.
Qué vio Melania
La primera dama visitó unos 55 niños que se encuentran albergados en un centro de detenciones en McAllen, Texas.
El director del programa, Rogelio de la Cerda, le dijo a Melania Trump que la mayoría de los niños allí provenían de Guatemala, y que llegaban al centro "muy angustiados".
Melania Trump fue a un albergue en Texas tras la tormenta política por la separación de niños migrantes de sus padres.
Durante la visita, la primera dama intentó conversar con los niños, les preguntó cuánto tiempo habían estado en el establecimiento y con qué frecuencia podían hablar con sus padres.
"Sean amables y agradables con los demás, ¿de acuerdo?", les dijo a unos y otros les deseo "buena suerte"
Por qué me opongo a que la asignatura de religión cuente para la media aunque sería un 10 fácil. Un alumno de Bachillerato muestra su enfado con la decisión de la Comunidad de Madrid.
Me llamo Lucas, y soy alumno de primero de bachillerato. Antes de todo quisiera agradecer el tiempo que tome en leerse lo que escribo, pues a muchos hoy en día no nos sobra, y sobre todo quisiera pedir ayuda para que este mensaje que presento a continuación se comparta:
Escribo al periódico debido a que recientemente se ha dado la noticia de que el año que viene en 2º de bachillerato en Madrid se ofertará la asignatura de religión como una optativa a elegir, la cual contará para la nota y para el acceso a la Universidad. Con mucho respeto a cualquier persona que haya tomado esta decisión, me gustaría aclarar que estamos en el siglo XXI, por si por algún casual nos hemos confundido, no sé, de milenio. La enseñanza en un Estado, da igual el que sea, debería ser laica, al menos la pública. No cabe en mi cabeza el cómo no se ha opuesto nadie (que yo haya oído, al menos) a esta propuesta.
Como ya he dicho antes, la enseñanza debe ser pura, laica. La religión, aunque sea de gran peso en el día a día de muchas personas, no debería acercarse lo más mínimo a la educación. Menos aun hacer media para una nota que influye a la hora de entrar a una carrera. Yo no odio la religión ni nada por el estilo. Valoro positivamente el cómo da esperanza a muchas personas y las anima a ser más bondadosas.
Además, poniendo un ejemplo real, en el bachillerato que curso yo, “Bachillerato de excelencia”, no se nos ofertan asignaturas optativas que sí se pueden dar en otros bachilleratos normales, como la de dibujo artístico. Y sin embargo, adivinen con qué asignatura puedes conseguir un 10 fácil (QUE CUENTA PARA NOTA A LA HORA DE HACER MEDIA, REPITO, NO ES BROMA) por no hacer prácticamente nada. Si su respuesta ha sido "religión”, ha dado usted en el clavo. Religión sí, pero artes no.
Quizás lo más difícil de explicar de todo es el hecho de que, aun protestando sobre la educación pública y su deplorable estado, la mayoría de mis compañeros de clase la cogerán el año que viene, así podrán tener un bonito 10 en el boletín. Predicamos con el ejemplo aquí en este país. No es fácil ir contracorriente, desde luego, sobre todo si sentencias tu media a estar por debajo de la de los demás por no querer alimentar más esta locura (todo hay que decirlo, es una locura).
Por estas razones y más (ya escribí una carta en 1º de la ESO protestando por un tema similar), he empezado una petición en change.org que tiene como objetivo apelar al uso de razón del Ministerio de Educación, al Gobierno del país o a cualquier persona que pueda hacer algo para mejorar un poco el estado en el que estamos ahora los estudiantes. Sin duda agradecería su apoyo y su colaboración, pues además esto que yo cuento prácticamente no ha tenido ningún impacto mediático y por lo tanto la gente no es consciente de lo que ocurre.
Muchas gracias de nuevo por leer mi mensaje. Me despido afirmando una cosa: No sé cuánta gente va a apoyarme, o a cuántas personas llegará esto, pero a veces hay que oponerse a estas barbaridades, y aunque parezca que uno solo no puede hacer mucho, siempre puede tener la esperanza de que algunas personas piensan igual, solo que a lo mejor no han sabido decirlo.
* Lucas Álvarez Rodríguez es estudiante de Bachillerato.
https://elpais.com/elpais/2018/05/28/mamas_papas/1527496701_219649.html
Escribo al periódico debido a que recientemente se ha dado la noticia de que el año que viene en 2º de bachillerato en Madrid se ofertará la asignatura de religión como una optativa a elegir, la cual contará para la nota y para el acceso a la Universidad. Con mucho respeto a cualquier persona que haya tomado esta decisión, me gustaría aclarar que estamos en el siglo XXI, por si por algún casual nos hemos confundido, no sé, de milenio. La enseñanza en un Estado, da igual el que sea, debería ser laica, al menos la pública. No cabe en mi cabeza el cómo no se ha opuesto nadie (que yo haya oído, al menos) a esta propuesta.
Como ya he dicho antes, la enseñanza debe ser pura, laica. La religión, aunque sea de gran peso en el día a día de muchas personas, no debería acercarse lo más mínimo a la educación. Menos aun hacer media para una nota que influye a la hora de entrar a una carrera. Yo no odio la religión ni nada por el estilo. Valoro positivamente el cómo da esperanza a muchas personas y las anima a ser más bondadosas.
Además, poniendo un ejemplo real, en el bachillerato que curso yo, “Bachillerato de excelencia”, no se nos ofertan asignaturas optativas que sí se pueden dar en otros bachilleratos normales, como la de dibujo artístico. Y sin embargo, adivinen con qué asignatura puedes conseguir un 10 fácil (QUE CUENTA PARA NOTA A LA HORA DE HACER MEDIA, REPITO, NO ES BROMA) por no hacer prácticamente nada. Si su respuesta ha sido "religión”, ha dado usted en el clavo. Religión sí, pero artes no.
Quizás lo más difícil de explicar de todo es el hecho de que, aun protestando sobre la educación pública y su deplorable estado, la mayoría de mis compañeros de clase la cogerán el año que viene, así podrán tener un bonito 10 en el boletín. Predicamos con el ejemplo aquí en este país. No es fácil ir contracorriente, desde luego, sobre todo si sentencias tu media a estar por debajo de la de los demás por no querer alimentar más esta locura (todo hay que decirlo, es una locura).
Por estas razones y más (ya escribí una carta en 1º de la ESO protestando por un tema similar), he empezado una petición en change.org que tiene como objetivo apelar al uso de razón del Ministerio de Educación, al Gobierno del país o a cualquier persona que pueda hacer algo para mejorar un poco el estado en el que estamos ahora los estudiantes. Sin duda agradecería su apoyo y su colaboración, pues además esto que yo cuento prácticamente no ha tenido ningún impacto mediático y por lo tanto la gente no es consciente de lo que ocurre.
Muchas gracias de nuevo por leer mi mensaje. Me despido afirmando una cosa: No sé cuánta gente va a apoyarme, o a cuántas personas llegará esto, pero a veces hay que oponerse a estas barbaridades, y aunque parezca que uno solo no puede hacer mucho, siempre puede tener la esperanza de que algunas personas piensan igual, solo que a lo mejor no han sabido decirlo.
* Lucas Álvarez Rodríguez es estudiante de Bachillerato.
https://elpais.com/elpais/2018/05/28/mamas_papas/1527496701_219649.html
lunes, 25 de junio de 2018
La batalla interior de los físicos del nazismo ¿Cómo estudiar la relatividad despreciando a Einstein? Philip Ball indaga en la compleja relación entre ciencia y política bajo el Tercer Reich.
La física fue la gran ciencia de la primera mitad del siglo pasado, la especialidad capaz de los mayores honores y los peores horrores. También fue el campo de acción de los mayores héroes y villanos, del desarrollo de usos de las radiaciones para curar y para matar. ¿Dónde estaba cada uno? ¿Cómo sobrevivieron al nazismo los que se quedaron en Alemania? ¿Cómo hablaban de relatividad sin Einstein? ¿Era posible asomarse al nuevo mundo despreciando la ciencia judía,teniendo en cuenta que una cuarta parte de los físicos alemanes eran, en 1933, oficialmente “no arios”?
Philip Ball indaga en este libro sobre la batalla en el alma de los físicos alemanes bajo el Tercer Reich, al menos según el título original. Y lo hace con profundidad pero sin sesgos, sin apriorismo y con un análisis riguroso y equilibrado. Dejando claro, también, que no hay ciencia sin política. Es el retrato de un momento científico apasionante —es poco probable que veamos nunca nada igual, el descubrimiento, literalmente, de un universo desconocido— y de un momento político excepcional.
Y no es fácil, desde luego, mantener el equilibrio cuando se conoce, por ejemplo, el trato que recibió Lise Meitner, judía, mujer, ninguneada por su jefe —ni siquiera la mencionó cuando recogió el Nobel que ella merecía— y que pudo escapar de Alemania gracias a Peter Debye, uno de los personajes clave para el autor. Precisamente Ball, divulgador científico y editor durante veinte años de la revista Nature, rescata del lugar de los apestados en el que han colocado algunos biógrafos a Debye y, de hecho, este es en cierta medida el hilo conductor, pese a haber sido considerado “un premio Nobel con las manos sucias”.
La batalla interior de los físicos del nazismo Peter Debye, que trabajó “en una de las áreas menos glamurosas de la ciencia: la fisicoquímica”, fue acusado (en enero de 2006) de connivencia con los nazis, pese a que nunca quiso adoptar la nacionalidad alemana, lo que hubiera supuesto perder la holandesa, y que fue, de hecho, quien hizo posible la huida de Meitner. Pero se movió en una zona gris en algunas ocasiones, entre el fervor por el conocimiento y el acatamiento de normas claramente racistas. Precisamente en esa zona gris es donde Ball trata de explicar, y de entender, los comportamientos de los protagonistas de esta historia, el gran Planck, Heisenberg y todas las lumbreras del momento.
En el proceso de nazificación de Alemania distingue Ball a los convencidos y a quienes viven lo que pasa viendo un país deshecho que comienza a levantarse y ven con buenos ojos que se restaure “el honor nacional. Eso no significa que Heisenberg recibiera con beneplácito el ascenso de Hitler, pero, como a muchos alemanes de familias de clase media alta, lo predispuso favorablemente hacia algunos aspectos de las políticas nacionalsocialistas, entre ellos su truculencia militarista”.
Se trata, en fin, de entender cómo los físicos alemanes se comportaron, en palabras de Planck, “como un árbol frente al viento”. O, dicho de otra manera, cómo unas personas tan inteligentes se acomodaron a una situación en la que “lo que antes había sido impensable se volvió de repente factible”.
Al servicio del Reich. La física en tiempos de Hitler. Philip Ball. Traducción de José Adrián Vitier. Turner. Madrid, 2014. 354 páginas. 24 euros.
https://ep00.epimg.net/descargables/2015/02/10/c0dd1114dbcb147926675e72705ee8be.pdf?rel=mas
https://elpais.com/cultura/2015/02/10/babelia/1423567411_709762.html
Philip Ball indaga en este libro sobre la batalla en el alma de los físicos alemanes bajo el Tercer Reich, al menos según el título original. Y lo hace con profundidad pero sin sesgos, sin apriorismo y con un análisis riguroso y equilibrado. Dejando claro, también, que no hay ciencia sin política. Es el retrato de un momento científico apasionante —es poco probable que veamos nunca nada igual, el descubrimiento, literalmente, de un universo desconocido— y de un momento político excepcional.
Y no es fácil, desde luego, mantener el equilibrio cuando se conoce, por ejemplo, el trato que recibió Lise Meitner, judía, mujer, ninguneada por su jefe —ni siquiera la mencionó cuando recogió el Nobel que ella merecía— y que pudo escapar de Alemania gracias a Peter Debye, uno de los personajes clave para el autor. Precisamente Ball, divulgador científico y editor durante veinte años de la revista Nature, rescata del lugar de los apestados en el que han colocado algunos biógrafos a Debye y, de hecho, este es en cierta medida el hilo conductor, pese a haber sido considerado “un premio Nobel con las manos sucias”.
La batalla interior de los físicos del nazismo Peter Debye, que trabajó “en una de las áreas menos glamurosas de la ciencia: la fisicoquímica”, fue acusado (en enero de 2006) de connivencia con los nazis, pese a que nunca quiso adoptar la nacionalidad alemana, lo que hubiera supuesto perder la holandesa, y que fue, de hecho, quien hizo posible la huida de Meitner. Pero se movió en una zona gris en algunas ocasiones, entre el fervor por el conocimiento y el acatamiento de normas claramente racistas. Precisamente en esa zona gris es donde Ball trata de explicar, y de entender, los comportamientos de los protagonistas de esta historia, el gran Planck, Heisenberg y todas las lumbreras del momento.
En el proceso de nazificación de Alemania distingue Ball a los convencidos y a quienes viven lo que pasa viendo un país deshecho que comienza a levantarse y ven con buenos ojos que se restaure “el honor nacional. Eso no significa que Heisenberg recibiera con beneplácito el ascenso de Hitler, pero, como a muchos alemanes de familias de clase media alta, lo predispuso favorablemente hacia algunos aspectos de las políticas nacionalsocialistas, entre ellos su truculencia militarista”.
Se trata, en fin, de entender cómo los físicos alemanes se comportaron, en palabras de Planck, “como un árbol frente al viento”. O, dicho de otra manera, cómo unas personas tan inteligentes se acomodaron a una situación en la que “lo que antes había sido impensable se volvió de repente factible”.
Al servicio del Reich. La física en tiempos de Hitler. Philip Ball. Traducción de José Adrián Vitier. Turner. Madrid, 2014. 354 páginas. 24 euros.
https://ep00.epimg.net/descargables/2015/02/10/c0dd1114dbcb147926675e72705ee8be.pdf?rel=mas
https://elpais.com/cultura/2015/02/10/babelia/1423567411_709762.html
La guerra de Italia contra los inmigrantes me hace temer por el futuro de mi país
Roberto Saviano
El diario/The Guardian
- Socialmente, los italianos estamos retrocediendo en medio del ascenso del nacionalismo que alienta el racismo contra los extranjeros.
El personal del buque Aquarius trata de calmar a los migrantes rescatados. KARPOV / SOS MEDITERRANEE
Nunca había sentido esta necesidad de hablar. Nunca había sentido esta necesidad de explicar por qué no podemos permitir que sobreviva este nuevo Gobierno italiano. Incluso antes de comenzar a trabajar en serio, ya ha causado daños irreparables.
El drama del barco de rescate de inmigrantes Aquarius, al que la semana pasada le negaron permiso para atracar en puertos italianos, atrajo la atención de todos. Pero parece que para algunos, indiferentes hacia el destino de 629 personas a la deriva en el mar, era una oportunidad para enseñar a Europa una lección sobre cómo lidiar con los inmigrantes. Sin embargo, para otras personas es escandaloso utilizar 629 vidas como elemento de negociación. El problema es que todos hemos perdido la perspectiva general del asunto.
En el mundo actual, la noción de "tolerancia cero" en el Mediterráneo, según la cual no se permite a ningún inmigrante llegar a Europa, es otra cosa que propaganda criminal. Matteo Salvini, ministro de Interior italiano y líder de la Liga, afirma que quiere prevenir más tragedias en el mar y rescatar a las inmigrantes víctimas de los traficantes de personas de Libia y las organizaciones criminales italianas.
Durante el fin de semana, utilizó Facebook para insistir en este argumento. "Mientras el Aquarius navega hacia España", escribió Salvini, "otros dos navíos operados por ONG han llegado a la costa de Libia para esperar sus cargamentos de personas mientras los traficantes los abandonan. Esta gente debe saber que Italia ya no quiere ser parte del negocio de la inmigración clandestina y que tendrán que buscar otros puertos hacia los que navegar".
Pero una cosa es la propaganda y otra son los hechos.
Todos los predecesores de Salvini han intentado políticas de "tolerancia cero", utilizando estrategias similares y terminando en fracasos idénticos, como arrestando inmigrantes en Libia. La única diferencia es que Salvini es más evidente en su bajeza y tiene aliados en el Gobierno que lo respaldan. Todos estos años, Italia –y Europa– ha enviado dinero a países inestables y financiado a traficantes y criminales sin lograr resolver nada. Mientras haya gente que quiera venir desde África a Europa, siempre habrá alguien dispuesto a traerlos a cambio de dinero.
Las puertas de Europa están oficialmente cerradas para los africanos. La única forma de entrar es clandestinamente, y las mafias de Libia están dispuestas a ofrecer la manera ( a casi 100.000 africanos al año). Existe una demanda que satisfacer y no hay oferta legal. Los argumentos engañosos de Salvini y su aliado de coalición, el líder del Movimiento Cinco Estrellas Luigi Di Maio, no significan nada. Ellos tienen que comprender la ley más elemental del mercado: si existe demanda, habrá oferta, ya sea de forma legal o ilegal.
¿Podemos recibir a todos los africanos que quieran emigrar a Europa? No. Pero Italia no tiene derecho a decir: "Basta, ya es suficiente". Muchas veces me preguntan cuál es la solución, como si una persona fuera capaz de resolver todo el problema. No existe una respuesta definitiva, pero sí hay pasos que se pueden dar.
1. Primero, Italia tiene que regularizar la situación de los inmigrantes ilegales que ya viven en el país. El exministro de Trabajo, Roberto Maroni, lo hizo en 2002: otorgó documentos a 700.000 inmigrantes que inmediatamente se convirtieron en 700.000 contribuyentes más para el país. Este Gobierno puede y debe hacer lo mismo.
2. Segundo, deberíamos trabajar en regular visas y dejar de financiar a las mafias de Libia para que sean carceleros a cargo de sórdidos campos de concentración. El dinero nos pesa en el bolsillo, pero sobre todo en la conciencia, aunque parece que la conciencia de muchos italianos está hibernando.
3. Tercero, debemos generar acuerdos con otros países europeos para que los permisos obtenidos en Italia sean válidos para transitar y trabajar en los otros países de la UE. Esto significa lograr realmente un avance político, en lugar de hablar sin llegar a nada.
A menos que se concreten estos pasos, es fácil predecir lo que sucederá en los próximos meses y años. Los inmigrantes a bordo del Aquarius estuvieron dos días en el mar antes de poder dirigirse hacia España. Pero los que estaban a bordo del barco de la guardia costera italiana, el Diciotti, pudieron atracar en Catania, Sicilia.
¿Entonces ahora tenemos inmigrantes de primera y segunda clase? A bordo del Aquarius había inmigrantes rescatados por operaciones de la guardia costera italiana. La próxima vez, ningún inmigrante querrá abandonar los supuestos barcos de rescate oficiales para ser llevado a los barcos de las ONG, a los que les pueden negar acceso a los puertos europeos por no se sabe cuántas horas o días.
Mientras tanto, en Italia se está desarrollando una guerra silenciosa entre los italianos y los inmigrantes que –ya sea legal o ilegalmente– viven y trabajan en el país, a menudo por muy poco dinero o viviendo en condiciones de esclavitud. Al enfocar nuestra atención en los inmigrantes que quieren venir, perdemos de vista los derechos de los que ya están aquí, derechos que debe tener todo ser humano, al margen de si tiene o no permiso de residencia.
La ola de odio que se ha desatado contra los africanos que ni siquiera han pisado el país se descarga en los inmigrantes que ya viven aquí. Socialmente, los italianos estamos retrocediendo, en medio del ascenso del nacionalismo que alienta el racismo contra los extranjeros.
El primer comunicado oficial del nuevo ministro de la Liga para la Familia y los Discapacitados fue una declaración en contra de las familias homosexuales y en contra del aborto. Las palabras de Lorenzo Fontana cayeron como una bomba en un país que esperó décadas que se aprobaran las uniones civiles y donde la objeción de conciencia en los hospitales todavía es una traición al referéndum que decidió la legalización del aborto en 1981.
La triste verdad es que este gobierno tiene muchos seguidores y es popular porque identifica bien sus objetivos: las categorías de personas sobre quienes descargar sus frustraciones, los enemigos a quienes atacar. Así son las cosas, guste o no a los italianos. Pero la gran cantidad de italianos que sufren y están enfurecidos no mejorarán su situación movilizándose contra los inmigrantes.
Por el contrario, en los países en los que se les garantizan derechos a todos, incluidas las minorías, toda la comunidad disfruta de los beneficios. Ha llevado décadas que las comunidades se integren, pero en muy poco tiempo todo puede colapsar como un castillo de arena, destruido por el nacionalismo que convierte a todo el mundo en enemigos.
Si Europa es incapaz de cumplir su misión de recibir e integrar a los inmigrantes, aquellos líderes europeos que no están a la altura de las circunstancias deberían cerrar la boca en lugar de caer en insultos calculados. Es el deber de Italia intentar cambiar para mejor y no caer en el peor de los nacionalismos. Hay vidas humanas en peligro.
@robertosaviano
Traducido por Lucía Balducci.
Fuente:
https://www.eldiario.es/theguardian/guerra-Italia-inmigrantes-temer-futuro_0_784271979.html
El diario/The Guardian
- Socialmente, los italianos estamos retrocediendo en medio del ascenso del nacionalismo que alienta el racismo contra los extranjeros.
El personal del buque Aquarius trata de calmar a los migrantes rescatados. KARPOV / SOS MEDITERRANEE
Nunca había sentido esta necesidad de hablar. Nunca había sentido esta necesidad de explicar por qué no podemos permitir que sobreviva este nuevo Gobierno italiano. Incluso antes de comenzar a trabajar en serio, ya ha causado daños irreparables.
El drama del barco de rescate de inmigrantes Aquarius, al que la semana pasada le negaron permiso para atracar en puertos italianos, atrajo la atención de todos. Pero parece que para algunos, indiferentes hacia el destino de 629 personas a la deriva en el mar, era una oportunidad para enseñar a Europa una lección sobre cómo lidiar con los inmigrantes. Sin embargo, para otras personas es escandaloso utilizar 629 vidas como elemento de negociación. El problema es que todos hemos perdido la perspectiva general del asunto.
En el mundo actual, la noción de "tolerancia cero" en el Mediterráneo, según la cual no se permite a ningún inmigrante llegar a Europa, es otra cosa que propaganda criminal. Matteo Salvini, ministro de Interior italiano y líder de la Liga, afirma que quiere prevenir más tragedias en el mar y rescatar a las inmigrantes víctimas de los traficantes de personas de Libia y las organizaciones criminales italianas.
Durante el fin de semana, utilizó Facebook para insistir en este argumento. "Mientras el Aquarius navega hacia España", escribió Salvini, "otros dos navíos operados por ONG han llegado a la costa de Libia para esperar sus cargamentos de personas mientras los traficantes los abandonan. Esta gente debe saber que Italia ya no quiere ser parte del negocio de la inmigración clandestina y que tendrán que buscar otros puertos hacia los que navegar".
Pero una cosa es la propaganda y otra son los hechos.
Todos los predecesores de Salvini han intentado políticas de "tolerancia cero", utilizando estrategias similares y terminando en fracasos idénticos, como arrestando inmigrantes en Libia. La única diferencia es que Salvini es más evidente en su bajeza y tiene aliados en el Gobierno que lo respaldan. Todos estos años, Italia –y Europa– ha enviado dinero a países inestables y financiado a traficantes y criminales sin lograr resolver nada. Mientras haya gente que quiera venir desde África a Europa, siempre habrá alguien dispuesto a traerlos a cambio de dinero.
Las puertas de Europa están oficialmente cerradas para los africanos. La única forma de entrar es clandestinamente, y las mafias de Libia están dispuestas a ofrecer la manera ( a casi 100.000 africanos al año). Existe una demanda que satisfacer y no hay oferta legal. Los argumentos engañosos de Salvini y su aliado de coalición, el líder del Movimiento Cinco Estrellas Luigi Di Maio, no significan nada. Ellos tienen que comprender la ley más elemental del mercado: si existe demanda, habrá oferta, ya sea de forma legal o ilegal.
¿Podemos recibir a todos los africanos que quieran emigrar a Europa? No. Pero Italia no tiene derecho a decir: "Basta, ya es suficiente". Muchas veces me preguntan cuál es la solución, como si una persona fuera capaz de resolver todo el problema. No existe una respuesta definitiva, pero sí hay pasos que se pueden dar.
1. Primero, Italia tiene que regularizar la situación de los inmigrantes ilegales que ya viven en el país. El exministro de Trabajo, Roberto Maroni, lo hizo en 2002: otorgó documentos a 700.000 inmigrantes que inmediatamente se convirtieron en 700.000 contribuyentes más para el país. Este Gobierno puede y debe hacer lo mismo.
2. Segundo, deberíamos trabajar en regular visas y dejar de financiar a las mafias de Libia para que sean carceleros a cargo de sórdidos campos de concentración. El dinero nos pesa en el bolsillo, pero sobre todo en la conciencia, aunque parece que la conciencia de muchos italianos está hibernando.
3. Tercero, debemos generar acuerdos con otros países europeos para que los permisos obtenidos en Italia sean válidos para transitar y trabajar en los otros países de la UE. Esto significa lograr realmente un avance político, en lugar de hablar sin llegar a nada.
A menos que se concreten estos pasos, es fácil predecir lo que sucederá en los próximos meses y años. Los inmigrantes a bordo del Aquarius estuvieron dos días en el mar antes de poder dirigirse hacia España. Pero los que estaban a bordo del barco de la guardia costera italiana, el Diciotti, pudieron atracar en Catania, Sicilia.
¿Entonces ahora tenemos inmigrantes de primera y segunda clase? A bordo del Aquarius había inmigrantes rescatados por operaciones de la guardia costera italiana. La próxima vez, ningún inmigrante querrá abandonar los supuestos barcos de rescate oficiales para ser llevado a los barcos de las ONG, a los que les pueden negar acceso a los puertos europeos por no se sabe cuántas horas o días.
Mientras tanto, en Italia se está desarrollando una guerra silenciosa entre los italianos y los inmigrantes que –ya sea legal o ilegalmente– viven y trabajan en el país, a menudo por muy poco dinero o viviendo en condiciones de esclavitud. Al enfocar nuestra atención en los inmigrantes que quieren venir, perdemos de vista los derechos de los que ya están aquí, derechos que debe tener todo ser humano, al margen de si tiene o no permiso de residencia.
La ola de odio que se ha desatado contra los africanos que ni siquiera han pisado el país se descarga en los inmigrantes que ya viven aquí. Socialmente, los italianos estamos retrocediendo, en medio del ascenso del nacionalismo que alienta el racismo contra los extranjeros.
El primer comunicado oficial del nuevo ministro de la Liga para la Familia y los Discapacitados fue una declaración en contra de las familias homosexuales y en contra del aborto. Las palabras de Lorenzo Fontana cayeron como una bomba en un país que esperó décadas que se aprobaran las uniones civiles y donde la objeción de conciencia en los hospitales todavía es una traición al referéndum que decidió la legalización del aborto en 1981.
La triste verdad es que este gobierno tiene muchos seguidores y es popular porque identifica bien sus objetivos: las categorías de personas sobre quienes descargar sus frustraciones, los enemigos a quienes atacar. Así son las cosas, guste o no a los italianos. Pero la gran cantidad de italianos que sufren y están enfurecidos no mejorarán su situación movilizándose contra los inmigrantes.
Por el contrario, en los países en los que se les garantizan derechos a todos, incluidas las minorías, toda la comunidad disfruta de los beneficios. Ha llevado décadas que las comunidades se integren, pero en muy poco tiempo todo puede colapsar como un castillo de arena, destruido por el nacionalismo que convierte a todo el mundo en enemigos.
Si Europa es incapaz de cumplir su misión de recibir e integrar a los inmigrantes, aquellos líderes europeos que no están a la altura de las circunstancias deberían cerrar la boca en lugar de caer en insultos calculados. Es el deber de Italia intentar cambiar para mejor y no caer en el peor de los nacionalismos. Hay vidas humanas en peligro.
@robertosaviano
Traducido por Lucía Balducci.
Fuente:
https://www.eldiario.es/theguardian/guerra-Italia-inmigrantes-temer-futuro_0_784271979.html
I G. M. En las trincheras del frente occidental. Reseña de Guerra de Ludwig Renn.
Hay decisiones que transforman la vida de una persona, al catalizar los cambios que se están produciendo en su interior. Eso fue lo que le sucedió al capitán de un destacamento de policía de Dresde cuando se negó a dar la orden de disparar contra los obreros que protestaban por el golpe de estado de Kapp en marzo de 1920. El nombre de este capitán era Arnold Friedrich Vieth von Golßenau, había nacido en 1889, y era un aristócrata sajón y militar de carrera que había llegado a comandar un batallón en el frente occidental durante la Gran Guerra. Poco después de los hechos de Dresde, von Golßenau abandona el ejército, emprende variados estudios, viaja por Europa y comienza una militancia izquierdista que lo lleva a ingresar en el Partido Comunista en 1928. Es éste el mismo año en que publica Guerra, donde narra las experiencias de un soldado alemán durante el conflicto. El libro, que no es abiertamente antimilitarista, alcanza un gran éxito y es seguido en 1930 por Postguerra, en el que el compromiso político es ya más evidente.
En los años 30, convertido en un autor conocido, von Golßenau adopta el nombre del protagonista de Guerra, Ludwig Renn, en un gesto de renuncia a su clase social, y en 1936 acude a España, integrándose en las Brigadas Internacionales. Así, lo encontramos al mando de un batallón y luego como jefe de estado mayor de la XI BI por los frentes de Madrid, Guadalajara y Aragón, donde interviene en las batallas de Belchite, Teruel y el Ebro. En su alocución en el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, Ludwig Renn afirmó: “Nosotros, escritores que luchamos en el frente, hemos dejado la pluma porque no queríamos escribir historia, sino hacer historia.” Con la derrota de la república, tras exiliarse en México, regresa a su país en 1947, y participa en la vida política e intelectual de la RDA, donde fallece en 1979. Guerra apareció ya en 1929 en castellano, pero la primera edición completa en nuestra lengua es de Fórcola (2014), en una traducción de Natalia Pérez-Galdós y con prólogo de Fernando Castillo.
El libro narra en primera persona la experiencia del protagonista, con lo que aporta una visión subjetiva, fragmentaria y copiosa de sensaciones de la guerra. La primera parte, “El avance”, comienza con la partida hacia el frente de la tropa entre escenas de júbilo de la población, música y ramos de flores. Tras varios días en vagones de mercancías y atravesar el Rin, son instalados en un pueblo desde el que marchan hacia la frontera belga y luego hacia el Mosa. En la orilla de éste encuentran resistencia y Ludwig vive por primera vez la confusión de la batalla, un caos donde la gente muere a tu alrededor y has de sobreponerte y tomar decisiones rápidas, y equivocarte y no desmayar. Al día siguiente cruzan el río y prosiguen el avance, entre restos del ejército que huye y aldeas incendiadas. Pronto están en Francia. Son cañoneados, bombardeados con shrapnells y tiroteados, pero consiguen hacer retroceder al enemigo. Sólo cerca del Marne se ven obligados a retirarse con espantosas pérdidas.
La segunda parte del libro arranca en 1915, describiendo la guerra de trincheras que sigue al colapso de la acometida alemana. Frente a una pradera de cadáveres, tras las alambradas, entre ratas y piojos, la vida es una sucesión de ocios interminables e inútiles intentos de avance, saldados con masacres. El cabo Renn, celoso de deberes que incrementa por propia iniciativa, es condecorado y luego destinado casi un año a la retaguardia. En unos días de permiso, siente horror de contar a su familia lo que ha visto y se percibe a sí mismo como alguien que “ya no cree en nada”. En septiembre de 1916, su batallón es enviado al Somme, donde se combate ferozmente; entre barro y fuego acceden penosamente a las trincheras y actúan de reserva. Cuando se les ordena avanzar para contener un ataque francés, Renn es herido en un brazo con la muerte imperando en torno a él. Al hospital le llega la noticia de que ha sido ascendido a sargento.
Reincorporado a su vieja compañía, en la que ya casi no conoce a nadie, Renn participa en la primavera de 1917 en la batalla de Aisne-Champagne, donde se usan obuses con gas para rechazar una ofensiva francesa. Es esta otra fase de la guerra, marcada por tensiones entre el frente y la retaguardia y entre la tropa y los mandos, y por un aumento de las deserciones. La rutina de la matanza lleva al límite al protagonista, que tras la muerte de un amigo no puede evitar las lágrimas y sufre momentos de ofuscación que luego lo mortifican. Enfermo una temporada, regresa al frente en septiembre, y sus contradicciones se agudizan al hacerse cargo de la compañía un nuevo oficial maniático y odioso, en el que reconoce su viejo militarismo. La patria comienza a ser una cáscara vacía para él y la oposición a la guerra se abre paso en su pensamiento. Renn es herido en un pie en la ofensiva alemana de marzo de 1918, cuando cunde ya el desánimo en las tropas; convaleciente le llega la Cruz de Hierro de primera clase que le han concedido. La obra concluye con escenas del derrumbamiento en tierras de Flandes; el ejército se escinde entonces entre los que sólo desean ver el fin de la carnicería y unos pocos patriotas a ultranza, grupos entre los que el protagonista se debate hasta el último momento.
Estamos acostumbrados a considerar las batallas como lo hacen historiadores y estrategas, que describen armamentos y tácticas, y componen un relato de avances, movimientos envolventes, flanqueos, choques y retiradas, pero otra cosa bien distinta es la experiencia de los que sufren esas situaciones. Tras participar en combates decisivos de la Gran Guerra, como los del Marne o el Somme, lo que Ludwig Renn nos narra tiene poco que ver con todo aquello, y se ciñe a las vivencias cotidianas de uno de sus protagonistas, uno cualquiera, que nos sumerge en la dimensión subjetiva de la guerra. Visitamos así su tedio y su horror que supera toda medida, sus restos de cuerpos desmembrados por fuegos artificiales que matan, su estruendo y sus diálogos frenéticos de los nervios al límite. Las horas indecibles en las que el hombre se siente ya transportado al otro lado alternan con largos ocios en que la reflexión va alumbrando un intento de explicación.
Cuando se desata el conflicto, el protagonista es un soldado ejemplar que cumple escrupulosamente sus obligaciones y las aumenta en la medida de sus posibilidades, contemplando miedo, dolor y rabia como emociones pasajeras que no deben afectar a sus actos. Sin embargo, la experiencia acumulada año tras año acaba por provocar un nublamiento del entusiasmo patriótico, que se percibe de forma clara en la segunda parte del libro. Así, al final de éste es otro hombre el que regresa de las trincheras, y puede decirse que en el conocimiento que ha adquirido se vislumbra, como en embrión, lo que será su vida posterior.
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/
En los años 30, convertido en un autor conocido, von Golßenau adopta el nombre del protagonista de Guerra, Ludwig Renn, en un gesto de renuncia a su clase social, y en 1936 acude a España, integrándose en las Brigadas Internacionales. Así, lo encontramos al mando de un batallón y luego como jefe de estado mayor de la XI BI por los frentes de Madrid, Guadalajara y Aragón, donde interviene en las batallas de Belchite, Teruel y el Ebro. En su alocución en el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, Ludwig Renn afirmó: “Nosotros, escritores que luchamos en el frente, hemos dejado la pluma porque no queríamos escribir historia, sino hacer historia.” Con la derrota de la república, tras exiliarse en México, regresa a su país en 1947, y participa en la vida política e intelectual de la RDA, donde fallece en 1979. Guerra apareció ya en 1929 en castellano, pero la primera edición completa en nuestra lengua es de Fórcola (2014), en una traducción de Natalia Pérez-Galdós y con prólogo de Fernando Castillo.
El libro narra en primera persona la experiencia del protagonista, con lo que aporta una visión subjetiva, fragmentaria y copiosa de sensaciones de la guerra. La primera parte, “El avance”, comienza con la partida hacia el frente de la tropa entre escenas de júbilo de la población, música y ramos de flores. Tras varios días en vagones de mercancías y atravesar el Rin, son instalados en un pueblo desde el que marchan hacia la frontera belga y luego hacia el Mosa. En la orilla de éste encuentran resistencia y Ludwig vive por primera vez la confusión de la batalla, un caos donde la gente muere a tu alrededor y has de sobreponerte y tomar decisiones rápidas, y equivocarte y no desmayar. Al día siguiente cruzan el río y prosiguen el avance, entre restos del ejército que huye y aldeas incendiadas. Pronto están en Francia. Son cañoneados, bombardeados con shrapnells y tiroteados, pero consiguen hacer retroceder al enemigo. Sólo cerca del Marne se ven obligados a retirarse con espantosas pérdidas.
La segunda parte del libro arranca en 1915, describiendo la guerra de trincheras que sigue al colapso de la acometida alemana. Frente a una pradera de cadáveres, tras las alambradas, entre ratas y piojos, la vida es una sucesión de ocios interminables e inútiles intentos de avance, saldados con masacres. El cabo Renn, celoso de deberes que incrementa por propia iniciativa, es condecorado y luego destinado casi un año a la retaguardia. En unos días de permiso, siente horror de contar a su familia lo que ha visto y se percibe a sí mismo como alguien que “ya no cree en nada”. En septiembre de 1916, su batallón es enviado al Somme, donde se combate ferozmente; entre barro y fuego acceden penosamente a las trincheras y actúan de reserva. Cuando se les ordena avanzar para contener un ataque francés, Renn es herido en un brazo con la muerte imperando en torno a él. Al hospital le llega la noticia de que ha sido ascendido a sargento.
Reincorporado a su vieja compañía, en la que ya casi no conoce a nadie, Renn participa en la primavera de 1917 en la batalla de Aisne-Champagne, donde se usan obuses con gas para rechazar una ofensiva francesa. Es esta otra fase de la guerra, marcada por tensiones entre el frente y la retaguardia y entre la tropa y los mandos, y por un aumento de las deserciones. La rutina de la matanza lleva al límite al protagonista, que tras la muerte de un amigo no puede evitar las lágrimas y sufre momentos de ofuscación que luego lo mortifican. Enfermo una temporada, regresa al frente en septiembre, y sus contradicciones se agudizan al hacerse cargo de la compañía un nuevo oficial maniático y odioso, en el que reconoce su viejo militarismo. La patria comienza a ser una cáscara vacía para él y la oposición a la guerra se abre paso en su pensamiento. Renn es herido en un pie en la ofensiva alemana de marzo de 1918, cuando cunde ya el desánimo en las tropas; convaleciente le llega la Cruz de Hierro de primera clase que le han concedido. La obra concluye con escenas del derrumbamiento en tierras de Flandes; el ejército se escinde entonces entre los que sólo desean ver el fin de la carnicería y unos pocos patriotas a ultranza, grupos entre los que el protagonista se debate hasta el último momento.
Estamos acostumbrados a considerar las batallas como lo hacen historiadores y estrategas, que describen armamentos y tácticas, y componen un relato de avances, movimientos envolventes, flanqueos, choques y retiradas, pero otra cosa bien distinta es la experiencia de los que sufren esas situaciones. Tras participar en combates decisivos de la Gran Guerra, como los del Marne o el Somme, lo que Ludwig Renn nos narra tiene poco que ver con todo aquello, y se ciñe a las vivencias cotidianas de uno de sus protagonistas, uno cualquiera, que nos sumerge en la dimensión subjetiva de la guerra. Visitamos así su tedio y su horror que supera toda medida, sus restos de cuerpos desmembrados por fuegos artificiales que matan, su estruendo y sus diálogos frenéticos de los nervios al límite. Las horas indecibles en las que el hombre se siente ya transportado al otro lado alternan con largos ocios en que la reflexión va alumbrando un intento de explicación.
Cuando se desata el conflicto, el protagonista es un soldado ejemplar que cumple escrupulosamente sus obligaciones y las aumenta en la medida de sus posibilidades, contemplando miedo, dolor y rabia como emociones pasajeras que no deben afectar a sus actos. Sin embargo, la experiencia acumulada año tras año acaba por provocar un nublamiento del entusiasmo patriótico, que se percibe de forma clara en la segunda parte del libro. Así, al final de éste es otro hombre el que regresa de las trincheras, y puede decirse que en el conocimiento que ha adquirido se vislumbra, como en embrión, lo que será su vida posterior.
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/
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domingo, 24 de junio de 2018
Quince titulares que ha dejado la entrevista a Pedro Sánchez. Estas son las principales frases de la entrevista del presidente del Gobierno a EL PAÍS
Durante más de una hora, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, habló con la directora de EL PAÍS, Soledad Gallego-Díaz, y el periodista Carlos E. Cué sobre algunas de las reformas y planes de choque que prevé llevar a cabo. Estos son los quince principales titulares que dejó la entrevista:
1. Los tiempos en que el Gobierno agravaba los problemas con Cataluña acabaron
2. La crisis en Cataluña no se va a resolver en un año ni en dos, ni en cinco ni seis
3. Después del anuncio de disolución de ETA es evidente que la política tiene que adaptarse a esa nueva realidad
4. La política migratoria tiene que tener una respuesta común, europea. España sola no puede dar respuesta
5. La eurofobia es el principal desafío que tiene la UE
6. Me gustaría la creación del impuesto de transacciones financieras, y que se pudiera culminar la unión bancaria
7. Queremos que se refuerce ese eje Madrid-París-Berlín y también incorporar a Lisboa
8. Queremos que el traslado de los restos de Franco sea inmediato
9. El Gobierno va a aprobar un plan director de lucha contra la explotación laboral
10. El Gobierno apoya y aplaude que los sindicatos y empresarios acuerden una escalada de subida de los sueldos
11. Es necesaria la derogación de la reforma laboral, pero no hay una mayoría parlamentaria para hacerlo
12. Tengo claro el perfil para presidir RTVE, pero no tengo claro el nombre
13. Quiero que esta legislatura acabe con una ley de eutanasia y que sea un servicio de la sanidad pública
14. La moción de censura ha supuesto un cambio de época en la política española
15. PSOE y Podemos sabemos que para transformar el país tenemos que entendernos
https://politica.elpais.com/politica/2018/06/24/actualidad/1529796669_026757.html
1. Los tiempos en que el Gobierno agravaba los problemas con Cataluña acabaron
2. La crisis en Cataluña no se va a resolver en un año ni en dos, ni en cinco ni seis
3. Después del anuncio de disolución de ETA es evidente que la política tiene que adaptarse a esa nueva realidad
4. La política migratoria tiene que tener una respuesta común, europea. España sola no puede dar respuesta
5. La eurofobia es el principal desafío que tiene la UE
6. Me gustaría la creación del impuesto de transacciones financieras, y que se pudiera culminar la unión bancaria
7. Queremos que se refuerce ese eje Madrid-París-Berlín y también incorporar a Lisboa
8. Queremos que el traslado de los restos de Franco sea inmediato
9. El Gobierno va a aprobar un plan director de lucha contra la explotación laboral
10. El Gobierno apoya y aplaude que los sindicatos y empresarios acuerden una escalada de subida de los sueldos
11. Es necesaria la derogación de la reforma laboral, pero no hay una mayoría parlamentaria para hacerlo
12. Tengo claro el perfil para presidir RTVE, pero no tengo claro el nombre
13. Quiero que esta legislatura acabe con una ley de eutanasia y que sea un servicio de la sanidad pública
14. La moción de censura ha supuesto un cambio de época en la política española
15. PSOE y Podemos sabemos que para transformar el país tenemos que entendernos
https://politica.elpais.com/politica/2018/06/24/actualidad/1529796669_026757.html
Stalingrado, al fin una obra digna
Rafael Poch de Feliu
Ctxt
La descripción de la guerra de los soviéticos ha estado siempre lastrada en Occidente por los prejuicios
El gobierno ucraniano prohibió este año la comercialización en su territorio del libro Stalingrado del historiador británico Antony Beevor. El motivo son unos párrafos del libro referidos a las instrucciones impartidas durante la ocupación a los nacionalistas ucranianos por las tropas alemanas de que fusilaran a niños. Las masacres de los nacionalistas (O mejor Fascistas) ucranianos en Ucrania Occidental (Galizia y Volinia) están profusamente documentadas no solo en Rusia y en la propia Ucrania, sino también en Polonia (véase el artículo de Rafal A. Ziemkiewicz en Rzeczpospolita, del 29 de abril de 2008). La prohibición no altera los hechos.
Para el régimen de Kiev es embarazoso (?) por la sistemática glorificación que practica de los protagonistas de aquellas masacres que, hay que decirlo, no necesitaban ninguna directiva nazi para asesinar judíos, rusos, polacos, checos y hasta compatriotas ucranianos malos patriotas, sin hacer distinción de hombres, mujeres, niños o ancianos.
El libro de Beevor (editado en español por Crítica en 2006) fue un best seller elogiado por Orlando Figes y hasta por Robert Conquest, el cruzado de la guerra fría metido a historiador que multiplicó por diez las cifras esenciales de víctimas de la represión estalinista hoy perfectamente documentadas, sin que se le conozca corrección o enmienda. Hoy gracias a un nuevo libro sobre el tema, Stalingrado, la ciudad que derrotó al Tercer Reich de Jochen Hellbeck, recién publicado por Galaxia Gutenberg, se puede relativizar el relato de Beevor e incluso caracterizarlo como la típica obra occidental cargada de prejuicios.
Hellbeck, un profesor alemán de la Universidad de Rutgers (EE.UU.) ha producido una rara obra que permite comprender cómo funcionaba el bando soviético en la batalla que cambió el curso de la II Guerra Mundial, cuáles eran los mecanismos y reflejos que explican el heroísmo extremo, la tenaz voluntad y la disposición al sacrificio que animaban a los combatientes soviéticos y que decidió el curso de aquella epopeya. Si se tiene en cuenta que la instantánea de Stalingrado es un buen resumen de la guerra de la URSS, estamos ante un libro esencial.
Hellbeck cuenta con una fuente documental inédita absolutamente excepcional: el trabajo de una comisión histórica que los soviéticos enviaron a Stalingrado al concluir la batalla. Dirigida por Isaac Mints, esa comisión realizó entrevistas en profundidad con generales, oficiales, simples soldados y civiles. El material recogido es apasionante y habla por sí mismo sobre las motivaciones, impulsos e ideales de los combatientes soviéticos, sobre su mentalidad y actitudes, sobre la calidad y eficacia de la movilización y agitación del régimen estalinista en sus fuerzas armadas, y, por supuesto, sobre el extraordinario heroísmo de los combatientes, sin el cual nada se entiende.
Al lado de ese trabajo documental, Beevor, y antes que él muchos otros autores occidentales, demuestran su desconocimiento del medio ruso-soviético, atribuyendo el aguante, el ardor y el heroísmo de los defensores de Stalingrado, a los tópicos sobre el atávico salvajismo y la absurda disposición a morir de las “hordas asiáticas”, es decir al argumentario que los propios nazis establecieron para explicar su aplastante derrota.
Hellbeck llama la atención sobre lo que ha sido un tópico de la narrativa occidental del impulso ofensivo soviético. Las tropas que vacilaban o retrocedían eran aniquiladas por sus propios compañeros desde la retaguardia. Citando vagos “informes”, Beevor dice que en el 62 ejército el General Vasili Chuikov hizo ejecutar a 13.500 soldados, cuando los documentos del NKVD solo mencionan 278 en todo el frente de Stalingrado, solo una parte de ellos adscritos al ejército de Chuikov. El ametrallamiento esporádico de tropas en desbandada a cargo de su propio bando, algo que también los alemanes practicaron con sus aliados rumanos en Stalingrado, es también motivo de una escena central en la película dedicada a Stalingrado del director francés, Jean-Jacques Annaud, Enemigo a las puertas (2001), repleta de groseras escenificaciones que parecen meros peajes ideológicos del director al establishment de Hollywood; la grotesca presentación de Jruschov rodeado de caviar y vituallas de lujo o el sueño de la heroína, judía, de emigrar a Palestina, obligado tributo al sionismo.
Como solía ocurrir en la URSS con las cosas bien hechas, el trabajo de la Comisión histórica sobre Stalingrado fue ninguneado y no publicado. El resultado era demasiado fiel a la realidad, con todos sus claroscuros, como para no desafiar a la estupidez de la autocracia estalinista. El director de la comisión, Isaac Mints, fue atacado y maltratado, como lo fue Vasili Grossman, otro gran cronista, este literario, de aquella batalla. Ambos eran judíos y sufrieron los prejuicios del tradicional antisemitismo ruso, agravado en la última etapa de la vida de Stalin. Ambos no pudieron ver el reconocimiento ni la publicación de su valioso trabajo. Y sin embargo, como explican sus familiares, ese trágico destino no afectó ni un ápice a la emoción biográfica que embarga a todos los que vivieron aquella epopeya, toda una generación. La hija de Mints explica cómo su padre tenía que ponerse en pie para cantar las canciones de guerra de aquella época, tanta era la emoción que le embargaba.
Hellbeck encontró el material del grupo de historiadores dirigido por Mints, un trabajo que éste, como el propio Grossman, tuvo que esconder para preservarlo para la posteridad. Con ese hallazgo y la ayuda de un grupo de jóvenes historiadores rusos, el historiador alemán ha dado forma al primer libro de historia convincente en su retrato de las relaciones internas y mentalidades entre los combatientes soviéticos.
Fuente:
https://ctxt.es/es/20180613/Politica/20223/Stalingrado-batalla-Segunda-Guerra-Mundial-historia.htm
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La descripción de la guerra de los soviéticos ha estado siempre lastrada en Occidente por los prejuicios
El gobierno ucraniano prohibió este año la comercialización en su territorio del libro Stalingrado del historiador británico Antony Beevor. El motivo son unos párrafos del libro referidos a las instrucciones impartidas durante la ocupación a los nacionalistas ucranianos por las tropas alemanas de que fusilaran a niños. Las masacres de los nacionalistas (O mejor Fascistas) ucranianos en Ucrania Occidental (Galizia y Volinia) están profusamente documentadas no solo en Rusia y en la propia Ucrania, sino también en Polonia (véase el artículo de Rafal A. Ziemkiewicz en Rzeczpospolita, del 29 de abril de 2008). La prohibición no altera los hechos.
Para el régimen de Kiev es embarazoso (?) por la sistemática glorificación que practica de los protagonistas de aquellas masacres que, hay que decirlo, no necesitaban ninguna directiva nazi para asesinar judíos, rusos, polacos, checos y hasta compatriotas ucranianos malos patriotas, sin hacer distinción de hombres, mujeres, niños o ancianos.
El libro de Beevor (editado en español por Crítica en 2006) fue un best seller elogiado por Orlando Figes y hasta por Robert Conquest, el cruzado de la guerra fría metido a historiador que multiplicó por diez las cifras esenciales de víctimas de la represión estalinista hoy perfectamente documentadas, sin que se le conozca corrección o enmienda. Hoy gracias a un nuevo libro sobre el tema, Stalingrado, la ciudad que derrotó al Tercer Reich de Jochen Hellbeck, recién publicado por Galaxia Gutenberg, se puede relativizar el relato de Beevor e incluso caracterizarlo como la típica obra occidental cargada de prejuicios.
Hellbeck, un profesor alemán de la Universidad de Rutgers (EE.UU.) ha producido una rara obra que permite comprender cómo funcionaba el bando soviético en la batalla que cambió el curso de la II Guerra Mundial, cuáles eran los mecanismos y reflejos que explican el heroísmo extremo, la tenaz voluntad y la disposición al sacrificio que animaban a los combatientes soviéticos y que decidió el curso de aquella epopeya. Si se tiene en cuenta que la instantánea de Stalingrado es un buen resumen de la guerra de la URSS, estamos ante un libro esencial.
Hellbeck cuenta con una fuente documental inédita absolutamente excepcional: el trabajo de una comisión histórica que los soviéticos enviaron a Stalingrado al concluir la batalla. Dirigida por Isaac Mints, esa comisión realizó entrevistas en profundidad con generales, oficiales, simples soldados y civiles. El material recogido es apasionante y habla por sí mismo sobre las motivaciones, impulsos e ideales de los combatientes soviéticos, sobre su mentalidad y actitudes, sobre la calidad y eficacia de la movilización y agitación del régimen estalinista en sus fuerzas armadas, y, por supuesto, sobre el extraordinario heroísmo de los combatientes, sin el cual nada se entiende.
Al lado de ese trabajo documental, Beevor, y antes que él muchos otros autores occidentales, demuestran su desconocimiento del medio ruso-soviético, atribuyendo el aguante, el ardor y el heroísmo de los defensores de Stalingrado, a los tópicos sobre el atávico salvajismo y la absurda disposición a morir de las “hordas asiáticas”, es decir al argumentario que los propios nazis establecieron para explicar su aplastante derrota.
Hellbeck llama la atención sobre lo que ha sido un tópico de la narrativa occidental del impulso ofensivo soviético. Las tropas que vacilaban o retrocedían eran aniquiladas por sus propios compañeros desde la retaguardia. Citando vagos “informes”, Beevor dice que en el 62 ejército el General Vasili Chuikov hizo ejecutar a 13.500 soldados, cuando los documentos del NKVD solo mencionan 278 en todo el frente de Stalingrado, solo una parte de ellos adscritos al ejército de Chuikov. El ametrallamiento esporádico de tropas en desbandada a cargo de su propio bando, algo que también los alemanes practicaron con sus aliados rumanos en Stalingrado, es también motivo de una escena central en la película dedicada a Stalingrado del director francés, Jean-Jacques Annaud, Enemigo a las puertas (2001), repleta de groseras escenificaciones que parecen meros peajes ideológicos del director al establishment de Hollywood; la grotesca presentación de Jruschov rodeado de caviar y vituallas de lujo o el sueño de la heroína, judía, de emigrar a Palestina, obligado tributo al sionismo.
Como solía ocurrir en la URSS con las cosas bien hechas, el trabajo de la Comisión histórica sobre Stalingrado fue ninguneado y no publicado. El resultado era demasiado fiel a la realidad, con todos sus claroscuros, como para no desafiar a la estupidez de la autocracia estalinista. El director de la comisión, Isaac Mints, fue atacado y maltratado, como lo fue Vasili Grossman, otro gran cronista, este literario, de aquella batalla. Ambos eran judíos y sufrieron los prejuicios del tradicional antisemitismo ruso, agravado en la última etapa de la vida de Stalin. Ambos no pudieron ver el reconocimiento ni la publicación de su valioso trabajo. Y sin embargo, como explican sus familiares, ese trágico destino no afectó ni un ápice a la emoción biográfica que embarga a todos los que vivieron aquella epopeya, toda una generación. La hija de Mints explica cómo su padre tenía que ponerse en pie para cantar las canciones de guerra de aquella época, tanta era la emoción que le embargaba.
Hellbeck encontró el material del grupo de historiadores dirigido por Mints, un trabajo que éste, como el propio Grossman, tuvo que esconder para preservarlo para la posteridad. Con ese hallazgo y la ayuda de un grupo de jóvenes historiadores rusos, el historiador alemán ha dado forma al primer libro de historia convincente en su retrato de las relaciones internas y mentalidades entre los combatientes soviéticos.
Fuente:
https://ctxt.es/es/20180613/Politica/20223/Stalingrado-batalla-Segunda-Guerra-Mundial-historia.htm
Steven Pinker: “Los populistas están en el lado oscuro de la historia”
Es una de las grandes figuras de la psicología cognitiva y un especialista en el binomio mente-lenguaje. Dialéctico incansable e innegociable, su nuevo libro, ‘En defensa de la Ilustración’, vuelve a cargar contra los profesionales del apocalipsis. Contra los irredentos de “el mundo va cada día peor y solo nosotros podemos salvarlo”.
Hombre de ciencia y de pensamiento, el catedrático de Harvard ajusta cuentas con los populistas y con los enemigos del progreso.
HACE YA MUCHO tiempo que Steven Pinker (Montreal, 1954) mató a Dios. Fue en Canadá, al entrar en la adolescencia y descubrir que no lo necesitaba para nada. “Cuando empecé a pensar en el mundo, no le encontré sitio y me di cuenta de que no me servía ni siquiera como hipótesis”, explica. Arrancó entonces un idilio con la ciencia que 50 años después no ha dejado de crecer. Considerado uno de los psicólogos cognitivos más brillantes del planeta, sus trabajos académicos, centrados en el binomio lenguaje-mente, y sus obras de divulgación, como La tabla rasa (2002) y Los ángeles que llevamos dentro (2011), han roto tantos moldes que muchos le ven como un adelantado de la filosofía del futuro.
No es una descripción que le agrade a Pinker, pero es imposible sustraerse a ella al repasar su obra. Cada uno de sus libros ha generado ondas sísmicas de largo alcance. Debates globales en los que este catedrático de Harvard, firme defensor de las bases genéticas de la conducta, nunca ha rehuido el cuerpo a cuerpo y que le han valido la fama de dialéctico invencible. Desde esa altura, vuelve ahora a la carga con una obra mayor. Un trabajo que ha cosechado el aplauso internacional y que Bill Gates ha definido como su “libro favorito de todos los tiempos”.
En defensa de la Ilustración (editorial Paidós, 550 páginas, traducción de Pablo Hermida Lazcano) es ante todo un ajuste de cuentas con los enemigos del progreso. Aquellos que piensan que el mundo no deja de retroceder y que solo ellos pueden salvarlo. Son adversarios bien conocidos y temibles. Donald Trump, el Brexit, el populismo y los nacionalismos tribales forman parte de esa cohorte oscura, adversaria de los valores de la Ilustración.
“Los populistas se sienten inquietos frente a esa corriente gradual e inexorable que lleva al cosmopolitismo y a la liberalización de costumbres”
“Los ideales de razón, ciencia y humanismo necesitan ser defendidos ahora más que nunca, porque sus logros pueden venirse abajo. El progreso no es una cuestión subjetiva. Y esto es sencillo de entender. La mayoría de la gente prefiere vivir a morir. La abundancia a la pobreza. La salud a la enfermedad. La seguridad al peligro. El conocimiento a la ignorancia. La libertad a la tiranía… Todo ello se puede medir y su incremento a lo largo del tiempo es lo que llamamos progreso. Eso es lo que hay que defender”, explica Pinker.
Está sentado en su despacho de la Universidad de Harvard. A su alrededor se respira silencio. La novena planta del William James Hall, diseñado en 1963 por el arquitecto Minoru Yamasaki, es un estanque de luz líquida desde el que se contempla Cambridge (Massachusetts) y su lluvia de mayo. Dentro, en el departamento de Psicología Cognitiva, unos pocos alumnos merodean por la oficina del profesor. Hay libros especializados, moldes de cerebros y algún que otro ordenador. Dos sillones violetas invitan a sentarse. Pinker lo hace sin dejar de mirar a su interlocutor. Con su aspecto de rockero superviviente de los setenta, se le ve tranquilo, en su ambiente. Durante más de una hora, contestará a las preguntas con largueza. Curtido en mil debates, sabe que su propia calma refleja mejor que nada la fuerza de sus convicciones.
La Ilustración, en su definición, se vincula al capitalismo. Un concepto que ha entrado en crisis, ¿no?
Ilustración y capitalismo van juntos, pero hay una confusión muy extendida. Muchos intelectuales entienden el mercado como el libre mercado, lo identifican con el anarcocapitalismo o el liberalismo extremo. Y no son la misma cosa. El propio Adam Smith fue claro al respecto.
Pero con la Gran Recesión, una parte importante de la población, sobre todo la más joven, ha llegado a la conclusión de que el capitalismo y las instituciones que lo sustentan les han fallado. Y han dejado de confiar, se sienten los perdedores de la globalización. ¿Qué les diría?
Lo primero, que miren los datos. Ni la globalización ni los mercados les han empobrecido. La realidad es bien distinta. La pobreza extrema ha descendido un 75% en 30 años. Lo segundo, no hay incompatibilidad entre los mercados y las regulaciones. Por el contrario, la experiencia de la Gran Recesión nos mostró que se debe evitar el caos de los mercados desregulados. Lo tercero, hay que recordar el poder de los mercados para mejorar la vida. El mayor descenso en la pobreza de la historia de la humanidad se ha dado probablemente en China y se ha logrado no mediante la redistribución masiva de riqueza desde los países occidentales, sino por el desarrollo de instituciones de mercado.
“Los periódicos podrían haber publicado ayer que 137.000 personas escaparon de la pobreza. Eso ocurre cada día desde hace 25 años, pero nunca merece un titular”
Eso es mejora económica, pero no más libertad. La libertad económica suele ir acompañada a menudo de otras formas de libertad. Corea del Sur, aparte de gozar de una economía de mercado, es un lugar mucho más libre y placentero que su vecino del norte. Cuando los países abandonan el mercado, como Venezuela, se hunden en la miseria. Ocurrió con la Unión Soviética, la China de Mao, la Alemania del Este anterior a la caída del Muro…
Vale, el mundo es un lugar mejor y los mercados ayudan a ello. Pero entonces, ¿por qué asistimos a un ascenso del populismo?
Nadie lo sabe con certeza. Seguramente la Gran Recesión contribuyó a ello. En Europa hubo además un factor añadido. Al tiempo que se registraba una fuerte corriente migratoria desde los países musulmanes, aumentaba el terrorismo yihadista y se exageraba su riesgo. El resultado fue que el miedo y el prejuicio anidaron en muchos ciudadanos y se generó una reacción. No es algo nuevo. Los populistas están en el lado oscuro de la historia. Se sienten inquietos y marginados frente a esa corriente gradual e inexorable que conduce al cosmopolitismo, la liberalización de las costumbres, los derechos de las mujeres, los gais, las minorías… Eso asusta a esos hombres blancos mayores que forman su núcleo, que apoyan a Trump, al Brexit, a los partidos xenófobos europeos.
¿Cuál es la ideología de fondo de ese movimiento?
Tienen en común una mentalidad tribal, la misma que conduce al nacionalismo y al autoritarismo. Sienten hostilidad hacia las instituciones, buscan un líder natural que exprese la pureza y la verdad de la tribu. Les cuesta aceptar la idea democrática e ilustrada de que el gobernante es un custodio temporal del poder sometido a deberes y limitaciones.
Es decir, rechazan el control de las instituciones democráticas. Efectivamente. El énfasis de la Ilustración en las instituciones parte de la idea de que, dejados a su naturaleza, los humanos acabarán haciéndolo mal, agrediéndose, luchando por el poder… Frente a esto, no procede intentar cambiar la naturaleza humana, como siempre han buscado los totalitarismos, sino utilizar la propia la naturaleza humana para frenarla. Como dijo James Madison [presidente de EE UU de 1809 a 1817], la ambición contrarresta la ambición. De ahí el sistema de contrapoderes. Por supuesto que los líderes pretenden maximizar su poder, pero si los tribunales y los legisladores, aunque no sean ángeles, se les enfrentan, se neutralizan y se previene la dictadura.
¿Les ve ganando el pulso?
No sé si el populismo vencerá a las fuerzas de la Ilustración, pero hay razones para pensar que no. Aunque Trump se empeñe en ello, los avances son muy difíciles de revertir. El populismo tiene una fuerte base rural y se extiende por las capas menos cultas de la sociedad. Pero el mundo es cada vez más urbano y educado. La generación de Trump, de hecho, desaparecerá y tomarán el poder los millennials, poco amigos del populismo.
Y mientras eso llega, ¿no está el mundo en peligro con Trump?
Pues sí. Su personalidad es impulsiva, vengativa y punitiva. Y tiene el poder de declarar una guerra nuclear. Esas son razones suficientes. Pero además se opone a las instituciones que han permitido el progreso. Rechaza el comercio global, la cooperación internacional, la ONU… Si en estas últimas décadas no hemos sufrido una guerra mundial se debe a una serie de compromisos mutuos que parten de la premisa de que somos una comunidad de naciones y tomamos decisiones en consecuencia. Trump amenaza todo ello. Ha abandonado la aspiración de Obama de un mundo sin armas atómicas, ha rechazado el pacto con Irán y ha modernizado el arsenal nuclear… Sus instintos autoritarios están sometiendo a un test histórico al mundo y a la democracia estadounidense.
¿Y cuál es su pronóstico?
Pienso que vencerán las instituciones. Hay muchas fuerzas opuestas a lo que dice Trump y que le impiden materializarlo. Incluso han surgido líderes carismáticos que se alinean con los valores de la Ilustración, como Justin Trudeau y Emmanuel Macron…
No parecen suficientemente fuertes. Para vencer al populismo se debe además reconocer el valor del progreso. Hay un hábito muy extendido entre intelectuales y periodistas que consiste en destacar solo lo negativo, en describir el mundo como si estuviera siempre al borde de la catástrofe. Es la mentalidad del default. Trump explotó esa forma de pensar y no encontró resistencia suficiente en la izquierda, porque una parte estaba de acuerdo. Pero lo cierto es que muchas instituciones, aunque imperfectas, resuelven problemas. Pueden evitar guerras y reducir la pobreza extrema. Y eso debe formar parte del entendimiento convencional de cada uno.
Es usted un optimista.
Me gusta más definirme como un posibilista serio.
Frente a ese posibilismo, después de dos guerras mundiales, la bomba atómica, la proliferación de armas y el terrorismo, mucha gente no cree que el mundo sea un lugar mejor. ¿Están completamente equivocados? ¿No es necesario cierto pesimismo para no caer en la complacencia?
Hay que ser realistas. Las cosas siempre pueden ir a peor y es cierto que la complacencia impide ver los peligros. Un riesgo es el fatalismo, la idea de para qué hay que molestarse en mejorar el mundo si el mundo no hace sino empeorar; son aquellos que piensan: si no es el cambio climático, serán los robots los que acaben con nosotros. El otro es el radicalismo. Mucha gente joven ve acertadamente errores en el sistema. Y eso es bueno, pero si se acaba pensando que las instituciones son tan disfuncionales que no merece la pena mejorarlas, entonces se entra en el terreno de las soluciones radicales: todo puede ser destruido porque nada vale. Mejor edificar sobre las cenizas. Ese es un error terrible, porque las cosas se vuelven mucho peores.
¿Es el nacionalismo uno de esos factores de destrucción?
Crecí en Quebec y las tensiones que hay en España no me son ajenas. El nacionalismo corre siempre el riesgo de hacerse maligno, pero puede ser benévolo, si funciona como un contrato social y se basa en la residencia, no en las creencias religiosas, clánicas o tribales. La mente humana, de hecho, tiene una categoría flexible de tribu: puede referirse a la raza, pero también a un equipo deportivo, a Windows contra Mac, a Nikon frente a Canon. Y además cabe su despliegue en múltiples niveles: uno puede estar orgulloso de ser de Harvard, de Boston, de Massachusetts y del mundo. Si nuestro sentido de nación coexiste con nuestro sentido de ser europeos y, más importante aún, de ser humanos y ciudadanos del mundo, puede ser benigno. El nacionalismo es pernicioso cuando se parte de una imposición tribal y se entiende como una suma cero: nuestra nación solo puede prosperar si a otras les va peor.
¿Ayudan las redes sociales al populismo?
El populismo las ha usado. Ahora bien, no quiero echar la culpa de todo a las redes sociales. Eso se ha puesto muy de moda: hay un problema y se les atribuye la culpa. Las redes pueden ser usadas positivamente, como hizo Obama.
Leyendo su libro es casi imposible no ser optimista con el devenir del mundo. Pero cuando uno lo cierra y mira las noticias, el pesimismo vuelve. ¿Está el problema en los medios?
El periodismo tiene un problema inherente: se concentra en acontecimientos particulares más que en las tendencias. Y le resulta más fácil tratar un hecho catastrófico que uno positivo. Esto acaba generando una visión distorsionada del mundo. El economista Max Roser lo ha explicado. Los periódicos podrían haber recogido ayer la noticia de que 137.000 personas escaparon de la pobreza. Es algo que lleva ocurriendo cada día desde hace 25 años, pero que nunca ha merecido un titular. El resultado es que 1.000 millones de personas han escapado de la pobreza extrema y nadie lo sabe.
Volviendo al principio. La Ilustración se apoya en el progreso. ¿Pero no es irracional ser tan optimista?
A fin de cuentas, la creencia de que las cosas siempre irán mejor no es más racional que la creencia de que todo irá siempre a peor. Ser incondicionalmente optimista lo es, es irracional. Hay una falsa creencia, procedente del siglo XIX, de que evolución equivale a progreso. Pero la evolución, en un sentido técnico y biológico, trabaja en contra de la felicidad humana. La biosfera está llena de patógenos que están en constante evolución para enfermarnos. Los organismos de los que dependemos para alimentarnos no quieren ser nuestro alimento. La vida es una lucha. Y el curso natural de los acontecimientos es terrible. Pero la ingenuidad humana hace caso omiso a estos problemas. Hay una falacia muy común que conceptualiza el progreso como una fuerza mística del universo que destina a los humanos a ir a mejor. Siempre a mejor. Y eso, simplemente, no es así. Tenemos una esperanza razonable de progreso si las instituciones humanas sacan lo mejor de nosotros, si nos permiten adquirir nuevos conocimientos y resolver problemas. Pero eso no siempre ocurre. Hay muchas fuerzas que naturalmente empeoran las cosas.
Pinker, con una sonrisa tenue, ha terminado. Educadamente, se levanta y se encamina a la sesión de fotos. De lado y de frente, se deja llevar por el departamento de Psicología Cognitiva e incluso posa junto a una sinuosa masa color canela guardada en formol. Al terminar, la observa y comenta: “Este cerebro es real”. Los alumnos miran de reojo a su maestro y siguen trabajando en silencio. Fuera, llueve sobre Cambridge.
https://elpais.com/elpais/2018/06/07/eps/1528366679_426068.html
Hombre de ciencia y de pensamiento, el catedrático de Harvard ajusta cuentas con los populistas y con los enemigos del progreso.
HACE YA MUCHO tiempo que Steven Pinker (Montreal, 1954) mató a Dios. Fue en Canadá, al entrar en la adolescencia y descubrir que no lo necesitaba para nada. “Cuando empecé a pensar en el mundo, no le encontré sitio y me di cuenta de que no me servía ni siquiera como hipótesis”, explica. Arrancó entonces un idilio con la ciencia que 50 años después no ha dejado de crecer. Considerado uno de los psicólogos cognitivos más brillantes del planeta, sus trabajos académicos, centrados en el binomio lenguaje-mente, y sus obras de divulgación, como La tabla rasa (2002) y Los ángeles que llevamos dentro (2011), han roto tantos moldes que muchos le ven como un adelantado de la filosofía del futuro.
No es una descripción que le agrade a Pinker, pero es imposible sustraerse a ella al repasar su obra. Cada uno de sus libros ha generado ondas sísmicas de largo alcance. Debates globales en los que este catedrático de Harvard, firme defensor de las bases genéticas de la conducta, nunca ha rehuido el cuerpo a cuerpo y que le han valido la fama de dialéctico invencible. Desde esa altura, vuelve ahora a la carga con una obra mayor. Un trabajo que ha cosechado el aplauso internacional y que Bill Gates ha definido como su “libro favorito de todos los tiempos”.
En defensa de la Ilustración (editorial Paidós, 550 páginas, traducción de Pablo Hermida Lazcano) es ante todo un ajuste de cuentas con los enemigos del progreso. Aquellos que piensan que el mundo no deja de retroceder y que solo ellos pueden salvarlo. Son adversarios bien conocidos y temibles. Donald Trump, el Brexit, el populismo y los nacionalismos tribales forman parte de esa cohorte oscura, adversaria de los valores de la Ilustración.
“Los populistas se sienten inquietos frente a esa corriente gradual e inexorable que lleva al cosmopolitismo y a la liberalización de costumbres”
“Los ideales de razón, ciencia y humanismo necesitan ser defendidos ahora más que nunca, porque sus logros pueden venirse abajo. El progreso no es una cuestión subjetiva. Y esto es sencillo de entender. La mayoría de la gente prefiere vivir a morir. La abundancia a la pobreza. La salud a la enfermedad. La seguridad al peligro. El conocimiento a la ignorancia. La libertad a la tiranía… Todo ello se puede medir y su incremento a lo largo del tiempo es lo que llamamos progreso. Eso es lo que hay que defender”, explica Pinker.
Está sentado en su despacho de la Universidad de Harvard. A su alrededor se respira silencio. La novena planta del William James Hall, diseñado en 1963 por el arquitecto Minoru Yamasaki, es un estanque de luz líquida desde el que se contempla Cambridge (Massachusetts) y su lluvia de mayo. Dentro, en el departamento de Psicología Cognitiva, unos pocos alumnos merodean por la oficina del profesor. Hay libros especializados, moldes de cerebros y algún que otro ordenador. Dos sillones violetas invitan a sentarse. Pinker lo hace sin dejar de mirar a su interlocutor. Con su aspecto de rockero superviviente de los setenta, se le ve tranquilo, en su ambiente. Durante más de una hora, contestará a las preguntas con largueza. Curtido en mil debates, sabe que su propia calma refleja mejor que nada la fuerza de sus convicciones.
La Ilustración, en su definición, se vincula al capitalismo. Un concepto que ha entrado en crisis, ¿no?
Ilustración y capitalismo van juntos, pero hay una confusión muy extendida. Muchos intelectuales entienden el mercado como el libre mercado, lo identifican con el anarcocapitalismo o el liberalismo extremo. Y no son la misma cosa. El propio Adam Smith fue claro al respecto.
Pero con la Gran Recesión, una parte importante de la población, sobre todo la más joven, ha llegado a la conclusión de que el capitalismo y las instituciones que lo sustentan les han fallado. Y han dejado de confiar, se sienten los perdedores de la globalización. ¿Qué les diría?
Lo primero, que miren los datos. Ni la globalización ni los mercados les han empobrecido. La realidad es bien distinta. La pobreza extrema ha descendido un 75% en 30 años. Lo segundo, no hay incompatibilidad entre los mercados y las regulaciones. Por el contrario, la experiencia de la Gran Recesión nos mostró que se debe evitar el caos de los mercados desregulados. Lo tercero, hay que recordar el poder de los mercados para mejorar la vida. El mayor descenso en la pobreza de la historia de la humanidad se ha dado probablemente en China y se ha logrado no mediante la redistribución masiva de riqueza desde los países occidentales, sino por el desarrollo de instituciones de mercado.
“Los periódicos podrían haber publicado ayer que 137.000 personas escaparon de la pobreza. Eso ocurre cada día desde hace 25 años, pero nunca merece un titular”
Eso es mejora económica, pero no más libertad. La libertad económica suele ir acompañada a menudo de otras formas de libertad. Corea del Sur, aparte de gozar de una economía de mercado, es un lugar mucho más libre y placentero que su vecino del norte. Cuando los países abandonan el mercado, como Venezuela, se hunden en la miseria. Ocurrió con la Unión Soviética, la China de Mao, la Alemania del Este anterior a la caída del Muro…
Vale, el mundo es un lugar mejor y los mercados ayudan a ello. Pero entonces, ¿por qué asistimos a un ascenso del populismo?
Nadie lo sabe con certeza. Seguramente la Gran Recesión contribuyó a ello. En Europa hubo además un factor añadido. Al tiempo que se registraba una fuerte corriente migratoria desde los países musulmanes, aumentaba el terrorismo yihadista y se exageraba su riesgo. El resultado fue que el miedo y el prejuicio anidaron en muchos ciudadanos y se generó una reacción. No es algo nuevo. Los populistas están en el lado oscuro de la historia. Se sienten inquietos y marginados frente a esa corriente gradual e inexorable que conduce al cosmopolitismo, la liberalización de las costumbres, los derechos de las mujeres, los gais, las minorías… Eso asusta a esos hombres blancos mayores que forman su núcleo, que apoyan a Trump, al Brexit, a los partidos xenófobos europeos.
¿Cuál es la ideología de fondo de ese movimiento?
Tienen en común una mentalidad tribal, la misma que conduce al nacionalismo y al autoritarismo. Sienten hostilidad hacia las instituciones, buscan un líder natural que exprese la pureza y la verdad de la tribu. Les cuesta aceptar la idea democrática e ilustrada de que el gobernante es un custodio temporal del poder sometido a deberes y limitaciones.
Es decir, rechazan el control de las instituciones democráticas. Efectivamente. El énfasis de la Ilustración en las instituciones parte de la idea de que, dejados a su naturaleza, los humanos acabarán haciéndolo mal, agrediéndose, luchando por el poder… Frente a esto, no procede intentar cambiar la naturaleza humana, como siempre han buscado los totalitarismos, sino utilizar la propia la naturaleza humana para frenarla. Como dijo James Madison [presidente de EE UU de 1809 a 1817], la ambición contrarresta la ambición. De ahí el sistema de contrapoderes. Por supuesto que los líderes pretenden maximizar su poder, pero si los tribunales y los legisladores, aunque no sean ángeles, se les enfrentan, se neutralizan y se previene la dictadura.
¿Les ve ganando el pulso?
No sé si el populismo vencerá a las fuerzas de la Ilustración, pero hay razones para pensar que no. Aunque Trump se empeñe en ello, los avances son muy difíciles de revertir. El populismo tiene una fuerte base rural y se extiende por las capas menos cultas de la sociedad. Pero el mundo es cada vez más urbano y educado. La generación de Trump, de hecho, desaparecerá y tomarán el poder los millennials, poco amigos del populismo.
Y mientras eso llega, ¿no está el mundo en peligro con Trump?
Pues sí. Su personalidad es impulsiva, vengativa y punitiva. Y tiene el poder de declarar una guerra nuclear. Esas son razones suficientes. Pero además se opone a las instituciones que han permitido el progreso. Rechaza el comercio global, la cooperación internacional, la ONU… Si en estas últimas décadas no hemos sufrido una guerra mundial se debe a una serie de compromisos mutuos que parten de la premisa de que somos una comunidad de naciones y tomamos decisiones en consecuencia. Trump amenaza todo ello. Ha abandonado la aspiración de Obama de un mundo sin armas atómicas, ha rechazado el pacto con Irán y ha modernizado el arsenal nuclear… Sus instintos autoritarios están sometiendo a un test histórico al mundo y a la democracia estadounidense.
¿Y cuál es su pronóstico?
Pienso que vencerán las instituciones. Hay muchas fuerzas opuestas a lo que dice Trump y que le impiden materializarlo. Incluso han surgido líderes carismáticos que se alinean con los valores de la Ilustración, como Justin Trudeau y Emmanuel Macron…
No parecen suficientemente fuertes. Para vencer al populismo se debe además reconocer el valor del progreso. Hay un hábito muy extendido entre intelectuales y periodistas que consiste en destacar solo lo negativo, en describir el mundo como si estuviera siempre al borde de la catástrofe. Es la mentalidad del default. Trump explotó esa forma de pensar y no encontró resistencia suficiente en la izquierda, porque una parte estaba de acuerdo. Pero lo cierto es que muchas instituciones, aunque imperfectas, resuelven problemas. Pueden evitar guerras y reducir la pobreza extrema. Y eso debe formar parte del entendimiento convencional de cada uno.
Es usted un optimista.
Me gusta más definirme como un posibilista serio.
Frente a ese posibilismo, después de dos guerras mundiales, la bomba atómica, la proliferación de armas y el terrorismo, mucha gente no cree que el mundo sea un lugar mejor. ¿Están completamente equivocados? ¿No es necesario cierto pesimismo para no caer en la complacencia?
Hay que ser realistas. Las cosas siempre pueden ir a peor y es cierto que la complacencia impide ver los peligros. Un riesgo es el fatalismo, la idea de para qué hay que molestarse en mejorar el mundo si el mundo no hace sino empeorar; son aquellos que piensan: si no es el cambio climático, serán los robots los que acaben con nosotros. El otro es el radicalismo. Mucha gente joven ve acertadamente errores en el sistema. Y eso es bueno, pero si se acaba pensando que las instituciones son tan disfuncionales que no merece la pena mejorarlas, entonces se entra en el terreno de las soluciones radicales: todo puede ser destruido porque nada vale. Mejor edificar sobre las cenizas. Ese es un error terrible, porque las cosas se vuelven mucho peores.
¿Es el nacionalismo uno de esos factores de destrucción?
Crecí en Quebec y las tensiones que hay en España no me son ajenas. El nacionalismo corre siempre el riesgo de hacerse maligno, pero puede ser benévolo, si funciona como un contrato social y se basa en la residencia, no en las creencias religiosas, clánicas o tribales. La mente humana, de hecho, tiene una categoría flexible de tribu: puede referirse a la raza, pero también a un equipo deportivo, a Windows contra Mac, a Nikon frente a Canon. Y además cabe su despliegue en múltiples niveles: uno puede estar orgulloso de ser de Harvard, de Boston, de Massachusetts y del mundo. Si nuestro sentido de nación coexiste con nuestro sentido de ser europeos y, más importante aún, de ser humanos y ciudadanos del mundo, puede ser benigno. El nacionalismo es pernicioso cuando se parte de una imposición tribal y se entiende como una suma cero: nuestra nación solo puede prosperar si a otras les va peor.
¿Ayudan las redes sociales al populismo?
El populismo las ha usado. Ahora bien, no quiero echar la culpa de todo a las redes sociales. Eso se ha puesto muy de moda: hay un problema y se les atribuye la culpa. Las redes pueden ser usadas positivamente, como hizo Obama.
Leyendo su libro es casi imposible no ser optimista con el devenir del mundo. Pero cuando uno lo cierra y mira las noticias, el pesimismo vuelve. ¿Está el problema en los medios?
El periodismo tiene un problema inherente: se concentra en acontecimientos particulares más que en las tendencias. Y le resulta más fácil tratar un hecho catastrófico que uno positivo. Esto acaba generando una visión distorsionada del mundo. El economista Max Roser lo ha explicado. Los periódicos podrían haber recogido ayer la noticia de que 137.000 personas escaparon de la pobreza. Es algo que lleva ocurriendo cada día desde hace 25 años, pero que nunca ha merecido un titular. El resultado es que 1.000 millones de personas han escapado de la pobreza extrema y nadie lo sabe.
Volviendo al principio. La Ilustración se apoya en el progreso. ¿Pero no es irracional ser tan optimista?
A fin de cuentas, la creencia de que las cosas siempre irán mejor no es más racional que la creencia de que todo irá siempre a peor. Ser incondicionalmente optimista lo es, es irracional. Hay una falsa creencia, procedente del siglo XIX, de que evolución equivale a progreso. Pero la evolución, en un sentido técnico y biológico, trabaja en contra de la felicidad humana. La biosfera está llena de patógenos que están en constante evolución para enfermarnos. Los organismos de los que dependemos para alimentarnos no quieren ser nuestro alimento. La vida es una lucha. Y el curso natural de los acontecimientos es terrible. Pero la ingenuidad humana hace caso omiso a estos problemas. Hay una falacia muy común que conceptualiza el progreso como una fuerza mística del universo que destina a los humanos a ir a mejor. Siempre a mejor. Y eso, simplemente, no es así. Tenemos una esperanza razonable de progreso si las instituciones humanas sacan lo mejor de nosotros, si nos permiten adquirir nuevos conocimientos y resolver problemas. Pero eso no siempre ocurre. Hay muchas fuerzas que naturalmente empeoran las cosas.
Pinker, con una sonrisa tenue, ha terminado. Educadamente, se levanta y se encamina a la sesión de fotos. De lado y de frente, se deja llevar por el departamento de Psicología Cognitiva e incluso posa junto a una sinuosa masa color canela guardada en formol. Al terminar, la observa y comenta: “Este cerebro es real”. Los alumnos miran de reojo a su maestro y siguen trabajando en silencio. Fuera, llueve sobre Cambridge.
https://elpais.com/elpais/2018/06/07/eps/1528366679_426068.html
Analizando (científicamente) a Freud
La teoría del psicoanálisis revolucionó las mentes del siglo XX. Pero la obra del neurólogo austríaco no está exenta de lagunas. Su trabajo no se guiaba por el método científico. La psicología no son solo emociones.
No hay duda de que la obra de Sigmund Freud (1856-1939) ha sido un referente en la historia cultural del siglo XX. Sus ideas sobre sexualidad, religión, la mente humana y el psicoanálisis han influido en movimientos artísticos desde el surrealismo hasta el cine, donde encontramos referencias a su obra en directores tan opuestos como Alfred Hitchcock y Woody Allen. Freud también ha sido un referente para movimientos sociales tan importantes como el feminismo y para muchas corrientes filosóficas. Sin embargo, su aportación real a la ciencia, a la psicología o a la neurobiología es más controvertida.
El primer problema que encontramos en la obra del fundador del psicoanálisis es que su trabajo no se guiaba por el método científico, según el cual las hipótesis se confirman o se descartan en base a la experimentación. La mayoría de sus teorías se sustentan en sus observaciones, elucubraciones o especulaciones que directamente se dan por buenas sin someterlas a ningún ensayo o control. Hay que decir en su descargo que plantear experimentos en psicología es muy difícil, y en su época no existían muchas de las herramientas con las que contamos ahora.
El problema es que cuando las técnicas han estado disponibles, la mayoría de sus afirmaciones no han superado el escrutinio. El psicólogo experimental H.J. Eysenck lo resumía diciendo que en la obra de Freud lo que es cierto no es nuevo, y lo que es nuevo no es cierto. Tampoco ayuda el hecho de que el neurólogo tendía a exagerar sus propios logros y que la realidad histórica no siempre coincide con lo que él dejó escrito. Un ejemplo es el ensayo sobre la histeria escrito por el doctor Josef Breuer, mentor de Freud, en colaboración con su afamado alumno. En dicho informe se analiza el caso de la paciente Anna O., diagnosticada con esta enfermedad. Ambos desarrollaron una nueva terapia para solucionar su enfermedad, asumiendo que el problema estaba en el subconsciente. Fue un aparente éxito. La realidad es que Bertha Pappenheim (el nombre real de Anna O.), pasó mucho tiempo en hospitales psiquiátricos tras su presunta recuperación, lo que no le impidió convertirse en una de las figuras más destacadas del feminismo.
Hoy día la mayoría de expertos coinciden en que posiblemente sufriera una epilepsia del lóbulo temporal. Tampoco ayuda que la mayoría de los seguidores de Freud no trataron de hacer un análisis crítico de su obra y separar el grano de la paja, sino que agrandaron la brecha entre el psicoanálisis y el método científico. Sólo hay que ver cómo acabaron algunos: el célebre psicólogo suizo Carl Gustav Jung acabó hablando de ovnis, la obra de Jacques Lacan fue tildada de charlatanería y Wilhelm Reich acabó construyendo máquinas para acumular una inexistente energía llamada orgon y manteniendo una surrealista correspondencia con Einstein.
Tampoco se puede decir que Freud tuviera excesivo acierto o intuición a la hora de abordar los problemas psicológicos. Muchas de las interpretaciones que dio han resultado ser erróneas. Para él todo dependía de deseos y emociones, muchas de ellas subconscientes o reprimidas. Pero esto no necesariamente es cierto. Percibir el latido del corazón no significa que estemos enamorados, sino que es un reflejo de la realidad física de que este músculo bombea sangre. El cerebro también es un órgano físico, y como tal, muchos de los fenómenos que Freud interpretaba como fruto del subconsciente tienen en realidad una interpretación en su propio funcionamiento. El desarrollo del psicoanálisis y la premisa de que la mayoría de problemas psicológicos podían solucionarse con una terapia psicoanalítica ha supuesto un retraso de décadas en la investigación del cerebro y en el desarrollo de fármacos o tratamientos que pueden ser más útiles que interminables sesiones de terapia. De la misma manera que nadie atribuiría un infarto o una dolencia cardiaca a un desengaño sentimental, detrás de una depresión, una adicción o un trastorno bipolar no tiene por qué haber ningún sentimiento o trauma infantil, sino un problema en la síntesis de neurotransmisores o de exceso de ellos, para el que puede ser más efectivo una pastilla de litio que cientos de horas de charla en el diván.
¿Los sueños son interpretables (o no)?
Freud dedicó un libro de 800 páginas a la interpretación de los sueños. Para el neurólogo, estas proyecciones tenían la función de mantener al sujeto dormido y se podían interpretar como la realización de deseos no cumplidos en la vigilia. Si en el sueño no queda claro cuál es el deseo, se debe a que este se reprime y se enmascara, pero Freud defiende que un psicoanalista puede descifrarlo. Hoy sabemos que solo soñamos durante la fase REM, que representa el 25% del tiempo total que pasamos en la cama. Si Freud estuviera en lo cierto, pasamos un 75% de sueño “desprotegido”. La función de la fase REM es esencial para el organismo y se relaciona con procesos de regulación de la temperatura y de hormonas como la citocinas y el GABA, que influyen en el sistema nervioso. Según la neurobiología, la extrañeza de los sueños se debe a la activación del cerebro sin ningún estímulo externo, por lo que no tiene ningún significado oculto ni interpretable. De todas formas, usted mismo puede hacer la prueba. Cuando tenga un sueño extraño vaya a tres psicoanalistas diferentes para que lo interpreten. Luego compare si las teorías coinciden. ¿Imagina que le pasara lo mismo con una radiografía y la consulta de tres traumatólogos distintos?
https://elpais.com/elpais/2018/04/20/eps/1524243016_705830.html
No hay duda de que la obra de Sigmund Freud (1856-1939) ha sido un referente en la historia cultural del siglo XX. Sus ideas sobre sexualidad, religión, la mente humana y el psicoanálisis han influido en movimientos artísticos desde el surrealismo hasta el cine, donde encontramos referencias a su obra en directores tan opuestos como Alfred Hitchcock y Woody Allen. Freud también ha sido un referente para movimientos sociales tan importantes como el feminismo y para muchas corrientes filosóficas. Sin embargo, su aportación real a la ciencia, a la psicología o a la neurobiología es más controvertida.
El primer problema que encontramos en la obra del fundador del psicoanálisis es que su trabajo no se guiaba por el método científico, según el cual las hipótesis se confirman o se descartan en base a la experimentación. La mayoría de sus teorías se sustentan en sus observaciones, elucubraciones o especulaciones que directamente se dan por buenas sin someterlas a ningún ensayo o control. Hay que decir en su descargo que plantear experimentos en psicología es muy difícil, y en su época no existían muchas de las herramientas con las que contamos ahora.
El problema es que cuando las técnicas han estado disponibles, la mayoría de sus afirmaciones no han superado el escrutinio. El psicólogo experimental H.J. Eysenck lo resumía diciendo que en la obra de Freud lo que es cierto no es nuevo, y lo que es nuevo no es cierto. Tampoco ayuda el hecho de que el neurólogo tendía a exagerar sus propios logros y que la realidad histórica no siempre coincide con lo que él dejó escrito. Un ejemplo es el ensayo sobre la histeria escrito por el doctor Josef Breuer, mentor de Freud, en colaboración con su afamado alumno. En dicho informe se analiza el caso de la paciente Anna O., diagnosticada con esta enfermedad. Ambos desarrollaron una nueva terapia para solucionar su enfermedad, asumiendo que el problema estaba en el subconsciente. Fue un aparente éxito. La realidad es que Bertha Pappenheim (el nombre real de Anna O.), pasó mucho tiempo en hospitales psiquiátricos tras su presunta recuperación, lo que no le impidió convertirse en una de las figuras más destacadas del feminismo.
Hoy día la mayoría de expertos coinciden en que posiblemente sufriera una epilepsia del lóbulo temporal. Tampoco ayuda que la mayoría de los seguidores de Freud no trataron de hacer un análisis crítico de su obra y separar el grano de la paja, sino que agrandaron la brecha entre el psicoanálisis y el método científico. Sólo hay que ver cómo acabaron algunos: el célebre psicólogo suizo Carl Gustav Jung acabó hablando de ovnis, la obra de Jacques Lacan fue tildada de charlatanería y Wilhelm Reich acabó construyendo máquinas para acumular una inexistente energía llamada orgon y manteniendo una surrealista correspondencia con Einstein.
Tampoco se puede decir que Freud tuviera excesivo acierto o intuición a la hora de abordar los problemas psicológicos. Muchas de las interpretaciones que dio han resultado ser erróneas. Para él todo dependía de deseos y emociones, muchas de ellas subconscientes o reprimidas. Pero esto no necesariamente es cierto. Percibir el latido del corazón no significa que estemos enamorados, sino que es un reflejo de la realidad física de que este músculo bombea sangre. El cerebro también es un órgano físico, y como tal, muchos de los fenómenos que Freud interpretaba como fruto del subconsciente tienen en realidad una interpretación en su propio funcionamiento. El desarrollo del psicoanálisis y la premisa de que la mayoría de problemas psicológicos podían solucionarse con una terapia psicoanalítica ha supuesto un retraso de décadas en la investigación del cerebro y en el desarrollo de fármacos o tratamientos que pueden ser más útiles que interminables sesiones de terapia. De la misma manera que nadie atribuiría un infarto o una dolencia cardiaca a un desengaño sentimental, detrás de una depresión, una adicción o un trastorno bipolar no tiene por qué haber ningún sentimiento o trauma infantil, sino un problema en la síntesis de neurotransmisores o de exceso de ellos, para el que puede ser más efectivo una pastilla de litio que cientos de horas de charla en el diván.
¿Los sueños son interpretables (o no)?
Freud dedicó un libro de 800 páginas a la interpretación de los sueños. Para el neurólogo, estas proyecciones tenían la función de mantener al sujeto dormido y se podían interpretar como la realización de deseos no cumplidos en la vigilia. Si en el sueño no queda claro cuál es el deseo, se debe a que este se reprime y se enmascara, pero Freud defiende que un psicoanalista puede descifrarlo. Hoy sabemos que solo soñamos durante la fase REM, que representa el 25% del tiempo total que pasamos en la cama. Si Freud estuviera en lo cierto, pasamos un 75% de sueño “desprotegido”. La función de la fase REM es esencial para el organismo y se relaciona con procesos de regulación de la temperatura y de hormonas como la citocinas y el GABA, que influyen en el sistema nervioso. Según la neurobiología, la extrañeza de los sueños se debe a la activación del cerebro sin ningún estímulo externo, por lo que no tiene ningún significado oculto ni interpretable. De todas formas, usted mismo puede hacer la prueba. Cuando tenga un sueño extraño vaya a tres psicoanalistas diferentes para que lo interpreten. Luego compare si las teorías coinciden. ¿Imagina que le pasara lo mismo con una radiografía y la consulta de tres traumatólogos distintos?
https://elpais.com/elpais/2018/04/20/eps/1524243016_705830.html
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sábado, 23 de junio de 2018
El barco Aquarius y cinco muestras de la militarización del saqueo de África
Nazanín Armanian
Público
Es falso que los inmigrantes vienen a Europa por razones económicas. Más del 80 % huyen de guerras. Sus parientes han sido asesinados y sus hogares destruidos. Así concluye un estudio realizado por la Universidad de Middlesex de Londres en 2015. Cierto.
Es Asia el continente con más hambrientos del mundo, e India, con su capitalismo más “intocable”, cuenta con 200 millones de almas y cuerpos en la pobreza absoluta. Pero no se ven avalanchas de indios llegando al primer mundo en pateras. Sólo una guerra (o sea, la muerte casi segura y violenta) es capaz de forzar a millones de familias a cruzar mares, montañas y desiertos, arriesgando la vida. Las cerca de 56 millones de personas que desde 1991 (el fin de la URSS) hasta hoy han tenido que abandonar su hogar en Oriente Próximo y África por las guerras de conquista encabezadas por EEUU no han elegido su destino, ya que no tienen control sobre ello: dependen de quienes los llevan y las tierras que les acogen.
El “caos creativo” para inventar una África a la medida
La misma procedencia de las 630 personas que subieron al Aquarius muestra el nexo directo de la actual migración con el nuevo saqueo militarizado de África llevado a cabo por la OTAN. Las economías occidentales en recesión necesitan recursos naturales baratos, y también nuevos mercados: “Proteger el acceso a los hidrocarburos y otros recursos estratégicos que África tiene en abundancia y garantizar que ningún otro tercero interesado como China, India, Japón o Rusia, obtenga monopolios o trato preferencial” es uno de los objetivos de la militarización de África, confiesa el director del Centro del Concejo Atlántico para África en Washington, Peter Pham. Mientras, la marca del “terrorismo islámico” de la CIA abre sucursales por el mundo como si fueran McDonald’s, alimentando a las compañías de armas y de recursos naturales. Bajo el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”, “estabilizar la región”, “misión humanitaria “ o “mantenimiento de la paz”, el Comando de África de los EEUU (AFRICOM) ya ha instalado unas 50 bases militares por todo el continente, mientras aplasta los movimientos progresistas y anticapitalistas, apuntalando a los regímenes corruptos y dictatoriales que dirigen las formas más salvajes de gobernar una nación.
Caso Libia
Decenas de miles de ciudadanos de Mali, Sudán, Chad y del resto de África se dirigen a Libia para huir de guerras o en busca de trabajo, pero desconocen que aquel país próspero hoy es el centro mundial de la esclavitud, de la tortura y la violación. Antes de que en 2011 la OTAN planeara derrocar a Gadafi y ocupar Libia, unos dos millones de inmigrantes trabajaban en este país de 5 millones de habitantes, la primera reserva del petroleó de África. Ahora, además de los libios que huyen del país hacia Europa, también lo hacen aquellos inmigrantes si consiguen salir de aquel infierno.
Caso Nigeria
En el séptimo exportador mundial de petróleo, EEUU con la farsa de “salvar a las niñas secuestradas” vía militar, intenta instalar la sede de Africom, hoy en Alemania. Fue en Nigeria donde la petrolera angloholandesa Shell fue acusada de “complicidad en asesinato, violación y tortura” de los nigerianos cometidos por el ejército en la región petrolera de Ogoniland en la década de 1990. Las protestas para expulsar a Shell de Nigeria por el desastre ecológico que creó en la región y obligó a desplazarse a comunidades enteras, condujo a la petrolera a crear una unidad secreta de espionaje, que pasaba información sobre los molestos activistas a la agencia de seguridad nigeriana, a la vez que pedía al presidente-general Sani Abacha “resolver el problema”. Y él lo hizo: ahorcó a 9 líderes ecologistas, mató a más de 1.000 manifestantes y destruyó unas 30.000 viviendas en la aplicación de la política “tierra quemada”. Así, Shell podía llevarse un millón de barriles de petróleo al día con tranquilidad.
Las compañías occidentales que buscan el uranio, el oro, platino, diamante, cobre, tierras raras, coltán, petróleo, gas, o carbón de África, establecen un control sobre sus gobiernos de África mediante inversiones, préstamos, “ayudas al desarrollo” y el tráfico de influencia. No hay nada nuevo: simplemente estamos ante la actualización de la Conferencia de Berlín de 1884, que repartió África entre las potencias y de paso teorizó los lazos entre el colonialismo y el racismo (sistematizado por los británicos en el “apartheid”). Luego asesinaron a los líderes de los movimientos progresistas como Patrice Lumumba, Amílcar Cabral, Eduardo Mondlane, Samora Machel, Felix Moumie o Chris Hani, apoyando a las dictaduras más impresentables del mundo. Más adelante, creaban monstruos como Bin Laden pero llamaban “terrorista” a Nelson Mandela.
Caso Sudán
El mismo año de la destrucción de Libia, EEUU dividió al que fue el Estado más extenso de África: unas 50.000 personas (incluidos niños y niñas) fueron torturadas y asesinadas por los señores de la guerra que luego ocuparon el poder; otros dos millones de personas huyeron, ocultos en los islotes de los pantanos del Nilo, comiendo hierbas silvestres y buscando refugio en Etiopía o Uganda. Miles de niñas y mujeres han sido violadas una y otra vez, incluso en el campo de refugiados de Juba, la Capital de Sudan del Sur. Hoy la hambruna afecta a 4,6 millones de personas. La CIA ha vuelto a fabricar “rebeldes” armados para desestabilizar el país, ya que los líderes que impuso han convertido a Sudán del Sur en el único país de África con contratos de petróleo con China.
Caso Níger
Los ciudadanos de este país se enteraron de la existencia de una base militar de EEUU (ilegal por prohibición constitucional) sólo cuando cuatro de ellos murieron en una emboscada el mes pasado. El dictador Mamadu Issoufou fue el director de Somaïr, la compañía de minas de uranio del país pero bajo control de la compañía francesa Areva. Una quinta parte del uranio que alimenta la red eléctrica francesa proviene de Níger que es, paradójicamente (o no) el penúltimo país más pobre del mundo. Las empresas occidentales van a por su oro, uranio y petróleo. Issoufou es como el presidente turco Tayyeb Erdogan: ha cobrado ingentes millones de euros a la UE para retener a los inmigrantes.
Federica Mogherini, la comisaria de exteriores de la UE, viajó a Níger en 2015 expresamente para apoyar la llamada “Ley 36” del país, que prohíbe a los extranjeros viajar al norte de Agadez, la región donde EUU ha construido un megabase de drones de 6 kilómetros cuadrados por 110 millones de dólares, para desde allí controlar Mali, Argelia, Libia y Chad. Esta ley ha convertido el desierto en un gran cementerio para los migrantes africanos: en junio de 2017 unos 50 jóvenes, abandonados por los traficantes, murieron de sed en el desierto de Niger cuando iban a Libia. No es casualidad que la sede de la Organización Internacional para las Migraciones, financiada por la UE, esté en este país.
Caso Mali
Aquí la esperanza de vida es de 48 años y sus minas de oro están bajo el control del gigante británico Gold Fields. Tras destruir Libia, la OTAN miró a Mali: organizó un golpe de Estado en 2012 que derrocó al presidente Toumani Touré para sustituirlo por el capitán Amadou Sanogo, entrenado en EEUU. Luego, mandó a las corporaciones como URS y AECOM, (contratistas del Pentágono) construir nuevos complejos militares, para que la Fuerza de Reacción Rápida de EEUU en el Sahel amplíe su control sobre la región.
No esperen comprensión, solidaridad, piedad, ni caridad de las compañías de armas ni de las que buscan maximizar sus beneficios. Lean algo sobre el secuestro y la tortura de los niños para ser explotados en las minas de coltán de Congo y conocerán la verdadera naturaleza de dichas compañías del “primer mundo”. ¿Y luego quieren que estas personas no huyan de sus tierras?
Fuente:
http://blogs.publico.es/puntoyseguido/4953/el-barco-aquarius-y-5-muestras-de-la-militarizacion-del-saqueo-de-africa/
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=243033
Público
Es falso que los inmigrantes vienen a Europa por razones económicas. Más del 80 % huyen de guerras. Sus parientes han sido asesinados y sus hogares destruidos. Así concluye un estudio realizado por la Universidad de Middlesex de Londres en 2015. Cierto.
Es Asia el continente con más hambrientos del mundo, e India, con su capitalismo más “intocable”, cuenta con 200 millones de almas y cuerpos en la pobreza absoluta. Pero no se ven avalanchas de indios llegando al primer mundo en pateras. Sólo una guerra (o sea, la muerte casi segura y violenta) es capaz de forzar a millones de familias a cruzar mares, montañas y desiertos, arriesgando la vida. Las cerca de 56 millones de personas que desde 1991 (el fin de la URSS) hasta hoy han tenido que abandonar su hogar en Oriente Próximo y África por las guerras de conquista encabezadas por EEUU no han elegido su destino, ya que no tienen control sobre ello: dependen de quienes los llevan y las tierras que les acogen.
El “caos creativo” para inventar una África a la medida
La misma procedencia de las 630 personas que subieron al Aquarius muestra el nexo directo de la actual migración con el nuevo saqueo militarizado de África llevado a cabo por la OTAN. Las economías occidentales en recesión necesitan recursos naturales baratos, y también nuevos mercados: “Proteger el acceso a los hidrocarburos y otros recursos estratégicos que África tiene en abundancia y garantizar que ningún otro tercero interesado como China, India, Japón o Rusia, obtenga monopolios o trato preferencial” es uno de los objetivos de la militarización de África, confiesa el director del Centro del Concejo Atlántico para África en Washington, Peter Pham. Mientras, la marca del “terrorismo islámico” de la CIA abre sucursales por el mundo como si fueran McDonald’s, alimentando a las compañías de armas y de recursos naturales. Bajo el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”, “estabilizar la región”, “misión humanitaria “ o “mantenimiento de la paz”, el Comando de África de los EEUU (AFRICOM) ya ha instalado unas 50 bases militares por todo el continente, mientras aplasta los movimientos progresistas y anticapitalistas, apuntalando a los regímenes corruptos y dictatoriales que dirigen las formas más salvajes de gobernar una nación.
Caso Libia
Decenas de miles de ciudadanos de Mali, Sudán, Chad y del resto de África se dirigen a Libia para huir de guerras o en busca de trabajo, pero desconocen que aquel país próspero hoy es el centro mundial de la esclavitud, de la tortura y la violación. Antes de que en 2011 la OTAN planeara derrocar a Gadafi y ocupar Libia, unos dos millones de inmigrantes trabajaban en este país de 5 millones de habitantes, la primera reserva del petroleó de África. Ahora, además de los libios que huyen del país hacia Europa, también lo hacen aquellos inmigrantes si consiguen salir de aquel infierno.
Caso Nigeria
En el séptimo exportador mundial de petróleo, EEUU con la farsa de “salvar a las niñas secuestradas” vía militar, intenta instalar la sede de Africom, hoy en Alemania. Fue en Nigeria donde la petrolera angloholandesa Shell fue acusada de “complicidad en asesinato, violación y tortura” de los nigerianos cometidos por el ejército en la región petrolera de Ogoniland en la década de 1990. Las protestas para expulsar a Shell de Nigeria por el desastre ecológico que creó en la región y obligó a desplazarse a comunidades enteras, condujo a la petrolera a crear una unidad secreta de espionaje, que pasaba información sobre los molestos activistas a la agencia de seguridad nigeriana, a la vez que pedía al presidente-general Sani Abacha “resolver el problema”. Y él lo hizo: ahorcó a 9 líderes ecologistas, mató a más de 1.000 manifestantes y destruyó unas 30.000 viviendas en la aplicación de la política “tierra quemada”. Así, Shell podía llevarse un millón de barriles de petróleo al día con tranquilidad.
Las compañías occidentales que buscan el uranio, el oro, platino, diamante, cobre, tierras raras, coltán, petróleo, gas, o carbón de África, establecen un control sobre sus gobiernos de África mediante inversiones, préstamos, “ayudas al desarrollo” y el tráfico de influencia. No hay nada nuevo: simplemente estamos ante la actualización de la Conferencia de Berlín de 1884, que repartió África entre las potencias y de paso teorizó los lazos entre el colonialismo y el racismo (sistematizado por los británicos en el “apartheid”). Luego asesinaron a los líderes de los movimientos progresistas como Patrice Lumumba, Amílcar Cabral, Eduardo Mondlane, Samora Machel, Felix Moumie o Chris Hani, apoyando a las dictaduras más impresentables del mundo. Más adelante, creaban monstruos como Bin Laden pero llamaban “terrorista” a Nelson Mandela.
Caso Sudán
El mismo año de la destrucción de Libia, EEUU dividió al que fue el Estado más extenso de África: unas 50.000 personas (incluidos niños y niñas) fueron torturadas y asesinadas por los señores de la guerra que luego ocuparon el poder; otros dos millones de personas huyeron, ocultos en los islotes de los pantanos del Nilo, comiendo hierbas silvestres y buscando refugio en Etiopía o Uganda. Miles de niñas y mujeres han sido violadas una y otra vez, incluso en el campo de refugiados de Juba, la Capital de Sudan del Sur. Hoy la hambruna afecta a 4,6 millones de personas. La CIA ha vuelto a fabricar “rebeldes” armados para desestabilizar el país, ya que los líderes que impuso han convertido a Sudán del Sur en el único país de África con contratos de petróleo con China.
Caso Níger
Los ciudadanos de este país se enteraron de la existencia de una base militar de EEUU (ilegal por prohibición constitucional) sólo cuando cuatro de ellos murieron en una emboscada el mes pasado. El dictador Mamadu Issoufou fue el director de Somaïr, la compañía de minas de uranio del país pero bajo control de la compañía francesa Areva. Una quinta parte del uranio que alimenta la red eléctrica francesa proviene de Níger que es, paradójicamente (o no) el penúltimo país más pobre del mundo. Las empresas occidentales van a por su oro, uranio y petróleo. Issoufou es como el presidente turco Tayyeb Erdogan: ha cobrado ingentes millones de euros a la UE para retener a los inmigrantes.
Federica Mogherini, la comisaria de exteriores de la UE, viajó a Níger en 2015 expresamente para apoyar la llamada “Ley 36” del país, que prohíbe a los extranjeros viajar al norte de Agadez, la región donde EUU ha construido un megabase de drones de 6 kilómetros cuadrados por 110 millones de dólares, para desde allí controlar Mali, Argelia, Libia y Chad. Esta ley ha convertido el desierto en un gran cementerio para los migrantes africanos: en junio de 2017 unos 50 jóvenes, abandonados por los traficantes, murieron de sed en el desierto de Niger cuando iban a Libia. No es casualidad que la sede de la Organización Internacional para las Migraciones, financiada por la UE, esté en este país.
Caso Mali
Aquí la esperanza de vida es de 48 años y sus minas de oro están bajo el control del gigante británico Gold Fields. Tras destruir Libia, la OTAN miró a Mali: organizó un golpe de Estado en 2012 que derrocó al presidente Toumani Touré para sustituirlo por el capitán Amadou Sanogo, entrenado en EEUU. Luego, mandó a las corporaciones como URS y AECOM, (contratistas del Pentágono) construir nuevos complejos militares, para que la Fuerza de Reacción Rápida de EEUU en el Sahel amplíe su control sobre la región.
No esperen comprensión, solidaridad, piedad, ni caridad de las compañías de armas ni de las que buscan maximizar sus beneficios. Lean algo sobre el secuestro y la tortura de los niños para ser explotados en las minas de coltán de Congo y conocerán la verdadera naturaleza de dichas compañías del “primer mundo”. ¿Y luego quieren que estas personas no huyan de sus tierras?
Fuente:
http://blogs.publico.es/puntoyseguido/4953/el-barco-aquarius-y-5-muestras-de-la-militarizacion-del-saqueo-de-africa/
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=243033
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