martes, 15 de septiembre de 2015

La lógica de los pequeños capitales: filosofía y sociología del populismo

Este texto recoge la conferencia pronunciada en el seminario “Los retos del populismo en las sociedades democráticas”, celebrado en Sevilla el día 20 de marzo y coordinado por el profesor de Sociología de la Universidad de Sevilla Juan Martín Sánchez. En el seminario participó también el profesor de Filosofía de la Universidad de Alcalá Germán Cano Cuenca.

José Luis Moreno Pestaña

Teoría de la realidad y efecto de la teoría en la realidad La discusión sobre el populismo, con la referencia central del pensador argentino Ernesto Laclau, se ha instalado en el debate político español. Nos enfrentamos así a un espectacular efecto de teoría y ello en dos sentidos: por una parte, una teoría hasta hace poco relativamente desconocida, y de acceso intelectual difícil, se ha abierto un espacio dentro de audiencias amplias: las de ciertas capas del partido Podemos y la de los analistas que, con menor o mayor acrimonia o simpatía, juzgan necesario invocar el populismo para desenmascarar o definir al partido o cuando menos a sus dirigentes. El segundo efecto de teoría transcurre por otros senderos: cómo se articula la teoría de Ernesto Laclau con las prácticas políticas efectivas en la organización Podemos. Y ello tanto en su gestión interna como en su actividad política externa. Indudablemente la articulación de una teoría con unas prácticas puede realizarse con modos diversos: la práctica puede reflejar o inspirar, más o menos, una teoría; la teoría puede resguardar una práctica que, en lo concreto, poco tiene que ver con ella o con algunas partes de ella. Este segundo análisis, a mi entender el más interesante, no puedo abordarlo aquí.

Me centraré en discutir dos aspectos de la teoría de Laclau y lo haré comparándola con otras aportaciones sobre los usos del pueblo y el populismo: fundamentalmente ciertos aspectos de la visión de Pierre Bourdieu, Jean-Claude Passeron y Claude Grignon. Las aportaciones de los dos últimos son polémicas con las del primero: incluso ellas dos pueden diferenciarse. Los contrastes de este artículo considerarán las de los tres en sus rasgos comunes, los de una sociología de la dominación y la resistencia.

Laclau parte de un sólido conocimiento histórico y sociológico del populismo, aunque en su pensamiento cabe distinguir argumentaciones en distintas vertientes. Una deriva de la comparación de diversas figuras históricas del populismo: el peronismo, la Turquía de Kemal Ataturk, la política de posguerra del Partido Comunista Italiano, la China de Mao, etc. Un segundo tipo de argumentación, paradójicamente el más popular, no consiste en comparar parecidos y diferencias entre coyunturas históricas sino en la elaboración de una teoría populista de inspiración lacaniana. Esta teoría comprende, a la vez, una explicación del conjunto de los procesos populistas y una guía para la acción.

En la explicación de los procesos populistas destacan, en mi opinión, dos rasgos. Primero: cuáles son las condiciones sociales y políticas del populismo. Segundo: cómo la teoría populista puede ayudar a producir tales condiciones sociales, para lo cual nos propone una teoría de los significantes flotantes. Ese discurso se ha generalizado entre las elites del partido y los comentaristas del mismo, lo cual crea de por sí un efecto sociológicamente fundamental. En un programa de la televisión La Tuerka, conducido por Pablo Iglesias, uno de los contertulios (Enric Juliana) se disculpaba por no dominar la jerga de Laclau, lo cual, con mayor o menor consistencia y donaire discursivo, conseguían los otros contertulios: los miembros de Izquierda Unida Alberto Garzón y Manuel Monereo, los dirigentes de Podemos Íñigo Errejón y Carolina Bescansa y el intelectual argentino Jorge Alemán. ¿Cuál es ese efecto? Una normalización teórica del partido y del análisis del mismo lo cual refuerza el valor empírico de la teoría de Ernesto Laclau: ésta se convierte en verdad porque muchos ajustan su comportamiento a la misma o leen sus comportamientos desde la misma.

En mi acercamiento a la teoría de Laclau me centraré más o menos en estos dos aspectos, que reformularé como sigue: discutir cuáles las condiciones sociales del populismo en política y cuál es la teoría de lo preformativo que propone el populismo de Laclau. Lo primero, grosso modo, alude al problema del pueblo en política. Lo segundo, al modo de constituir el pueblo por medio del discurso. Ambos problemas, obviamente, se encuentran vinculados. Condiciones sociales de producción de un acontecimiento y prácticas políticas de discusión y definición del mismo se encuentran entrelazadas por un continuo. Laclau no consideraría suficiente esta salvedad ya que como señala “la distinción entre un movimiento y su ideología no sólo es imposible, sino también irrelevante; lo que importa es la determinación de las secuencias discursivas a través de las cuales un movimiento o una fuerza social llevan a cabo su acción política global” (Laclau, 2012). En mi opinión sí cabe diferenciarlas. Un movimiento permite varias descripciones posibles y cada una de ellas no sólo configura el movimiento de una particular manera: también describe mejor o peor su realidad sociológica. Si solo contribuyese a construir la realidad, la teoría habría que valorarla por sus efectos políticos. Yo sostengo que no, que también cabe valorarla por su pertinencia objetiva, por su poder para describir con mayor riqueza la realidad del movimiento social. Pero ya en esta reflexión incluyo los dos problemas a los que me voy a enfrentar: cuál es lo popular en el populismo y cómo se relaciona la teoría con dicho pueblo.

La indeterminación del pueblo: Laclau y Gramsci
Una de las tesis centrales de Laclau es que los discursos populistas se encuentran políticamente mal definidos porque la realidad resulta ambigua. Es decir, la indefinición populista tiene, por así decirlo, un fundamento material ya que la realidad se encuentra disponible para diversos tipos de operaciones: el populismo es “un acto performativo dotado de una racionalidad propia, es decir, que el hecho de ser vago en determinadas situaciones es la condición para construir significados políticos relevantes” (Laclau, 2012). ¿En qué consiste esa racionalidad? En primerísimo lugar en considerar que el pueblo puede constituirse política exclusivamente en la simplificación de una oposición, lo cual exige a) simplificar al pueblo b) simplificar a los contendientes del pueblo. La tarea de un dirigente populista consiste en darle nuevos significados a los problemas del pueblo de modo que éste los perciba de otra manera: fundamentalmente como problemas vinculados entre sí o equivalentes.

Así se produce la hegemonía.
Cuidado porque el venerable concepto de Antonio Gramsci adquiere aquí un significado relativamente nuevo. Gramsci vinculaba la hegemonía con la capacidad de la clase obrera para conseguir aliados. La hegemonía, la dirección, se diferencia de la dominación, esto es, de la capacidad para someter a otros grupos por la violencia y la coerción. Un grupo social puede estar dominado pero no dirigido: caso de una clase social que se supedita a otra por miedo. Un grupo social puede encontrarse dominado y dirigido: una clase social que teme a sus dirigentes pero que además asume que estos merecen serlo, que constituyen un referente normativo.1

Como la palabra tiene un origen griego, me permito un ejemplo procedente de la Antigüedad clásica. En un primer momento, en la Atenas del siglo V a.n.e., la palabra democracia (etimológicamente, como sabemos todos, poder del pueblo) tenía un sentido polémico: poder del pueblo era el poder de una parte, los pobres, sobre el resto y los enemigos de la democracia tendían a hacer valer ese carácter sectario de la dominación. Esos pobres, nos explica Jenofonte, tenían un perfil de clase más o menos preciso: son “los más pobres entre los ciudadanos”. Esos pobres, nos aclara Aristóteles, incluyen un conjunto de profesiones pero no otras: agricultores, artesanos, soldados, obreros y comerciantes.

Después del régimen de los Treinta Tiranos en Atenas, ya en el siglo IV a.n.e., cualquiera que quisiera hacerse oír se consideraba demócrata y la cuestión ya consistía en el tipo de democracia: si una democracia con mayor o menor poder de la Asamblea del Pueblo, de los Jurados populares, del sorteo o de la elección, con mayores o menores liturgias (suerte de impuestos que pagaban los ricos: o más que impuestos, dones obligatorios que los ricos hacían a la comunidad), etc. Dado el efecto legitimador de la referencia al pasado, cuando se quería defender una ley, unos y otros, se resguardaban en la patrios politeia (la Constitución de los ancestros)2. La democracia se convertía en una idea hegemónica y la cuestión consistía en llenarla de un contenido u otro resaltando -o inventando- uno de los aspectos de la realidad histórica. Una parte de las elites, por tanto, había acabado aceptando la presencia del pueblo en la vida política y ya no estaba permitido referirse a modelos duros de desigualdad natural: todo cuanto se hacía debía contar con el pueblo.

¿Quién dirigía la sociedad?
Una primera argumentación, que llamaré gramsciana, sostendría: una alianza de clases entre una fracción de las élites aristocráticas y el pueblo, con un mayor o menor presencia de una y otro. Las clases, en este tipo de análisis de la realidad, son fundamentales: el bloque que configuran permite diversos conflictos y los competidores pelean por ver si la democracia que defienden se parece más o menos a la (siempre imaginada: el conocimiento histórico era bastante menos que preciso...) “Constitución de los ancestros”.

Pasaré ahora a una lectura que podría inspirarse en Ernesto Laclau. La palabra democracia, cuyo significado no se encuentra muy claro, se convierte en emblema del debate político. Una parte ha conseguido convertirlo en significación universal (como “significante flotante” según la, en mi opinión insufrible, jerga lacaniana) de la buena política, de la única política decente, sobre la que cabe discutir. ¿En qué se diferencia esta interpretación de la de Gramsci? La del comunista italiano insistiría en las raíces sociológicas del poder del pueblo mientras que la de Laclau acentuaría que la cuestión clave consistía en producir la identidad del pueblo por medio del concepto democracia, unificando demandas difícilmente compatibles: por ejemplo el respeto de los ricos (como parte del pueblo, porque los ricos, si son patriotas atenienses, son del pueblo de Atenas) o, por el contrario, la presencia de los más pobres en el gobierno de la ciudad, con todas las consecuencias económicas que de ello se derivan: los sueldos que versa Atenas por participar, el privilegio de la marina de guerra (Platón hablaba de una “democracia de los remeros”), las liturgias por las que los ricos subvencionaban, fiscalizados por los tribunales, obras públicas de la ciudad, etc.

Laclau insiste en el aspecto no sociológico del concepto. El pueblo se dice de muchas maneras y si deseamos identificar sus componentes esenciales siempre nos equivocamos. Es el problema del marxismo y de Gramsci, que aún considera que la clase obrera (o, en nuestro ejemplo, podemos suponer que los pobres en Atenas) debía jugar un rol dirigente para que esa hegemonía fuese progresista. Lo importante no es el significado del término democracia, sino que un discurso político había conseguido nuclear a toda Atenas como una democracia, sin importar demasiado las raíces sociales de dicho grupo. Gramsci, nos señala Laclau, tiene aún resabios esencialistas porque cree en la misión histórica de la clase obrera: “Para Gramsci, la esencia última de la instancia articuladora -o la voluntad colectiva- es siempre lo que él llama una clase fundamental de la sociedad” (Laclau, 2014). Volviendo a nuestro ejemplo: cabría decir, a lo Gramsci, que en Atenas solo habría poder del pueblo si los pobres se encuentran presentes en la dirección de la sociedad.

¿Cabría pensar que existe democracia si la misma fuera solamente el resultado del reparto del poder entre las viejas fracciones aristocráticas, sin que ninguna de ellas se aliase con el pueblo de los comerciantes y los obreros, sin que incorporase sus demandas y sus perspectivas?
A corto plazo, respondería Laclau, podría funcionar; a medio y largo no. Una articulación entre experiencias sociales demasiado separadas únicamente puede funcionar mediante la indefinición y la demagogia. En ese caso, el referente global quedaría demasiado vacío de contenido social, un poco como le sucedió a Juan Domingo Perón al alcanzar el poder: la alianza social comprendía sectores tan dispares -que Perón había manejado con su indefinición- que, una vez que la política debió concretarse, acabó estallando la mentada alianza.

Una lectura sociológica del pueblo
Por tanto, la constitución del pueblo admite márgenes de tolerancia entre sectores sociales disímiles y demandas políticas antagónicas. Esos márgenes tienen, pese a todo, un límite. De nuevo, pues, lo social impone condiciones para la articulación política, algo que Laclau describe pero teoriza con escasa profundidad. Al hilo de lo cual, introduciré ahora la perspectiva de Pierre Bourdieu. De éste retendré por ahora un aspecto fundamental de la discusión: cómo se relacionan las descripciones sociales de las clases con su realidad histórica.

Bourdieu comparte con Laclau una tesis crítica con el marxismo y podríamos imaginar que ambos caminarían un trecho de la mano, un buen trecho. El sociólogo francés denomina error teoricista a lo que Laclau llama esencialismo: la creencia de que una posición social específica conlleva, automáticamente, una acción unificada en tanto que grupo. Lo último supone un trabajo simbólico permanente, de acción política, de construcción de discurso, de representación de los intereses del grupo, de unificación del mismo. Ahora bien, ese trabajo simbólico “tiene tantas posibilidades de lograrse cuanto más próximos en el espacio social están los agentes que quiere juntar, unificar, constituir en grupo” (Bourdieu, 1996: 132). La posición del pueblo ateniense, de aquellas fracciones a las que se denominaba como tal, pudieron ser constituidas como demos y aliadas no sin tensiones a una fracción de las elites ya que efectivamente se encontraban socialmente próximos. Podemos pensar que su cercanía con las elites se fraguaba en las abundantes aventuras militares: el pueblo de Atenas aprendía a diferenciar a los patriotas de los que deseaban convertirlos, con tal de acabar con la democracia, en una colonia de Esparta o de los Persas. Por supuesto, otras operaciones políticas, dada la realidad sociológica, se encontraban presentes y disponibles. No existía un único modelo de definición de la realidad. Pero no cualquier operación: resultaba difícil llamar demócrata a quien pretendía un gobierno donde solo los 400 más ricos de Atenas pudieran participar en político.

Centrémonos en lo diferente, en lo específico de Bourdieu respecto de Laclau3: tanto el pueblo, como las elites, son realidades internamente divididas, según ciertas coordenadas sociales. La magia de las palabras, para no ser una mixtificación, debe tomar en cuenta tales divisiones -que, por supuesto, cambian históricamente-. De lo contrario, esas divisiones se volverían operativas camufladas tras las palabras. Mostraré, muy simplificadamente, las divisiones que Bourdieu observa dentro de las clases populares y de las clases dominantes.

Entre las clases populares, el texto más preciso es “Vous avez dit populaire?”4. Las clases populares se encuentran internamente escindidas por género, por efecto de generación (muy condicionado por el sistema escolar), por posición social en el medio de trabajo (más o menos abierto a contactos con otras clases sociales), por su origen rural o urbano (y reciente o no, en cada uno de los casos) y también por origen étnico. Cuando de un pueblo se trata, deben tenerse en cuenta todas esas divisiones y discernir si el susodicho pueblo las incorpora todas o solo algunas (Bourdieu, 2001: 141).

Esa descripción presupone un mapa de sus divisiones internas, aquellas que Bourdieu considera relevantes (podría debatirse, por ejemplo, la mayor o menor pertinencia del origen étnico, ya sea en general, ya sea en una coyuntura precisa). Ahora bien, para que la actividad simbólica cuaje en la realidad necesitamos conversar con ciertas pautas culturales. Laclau coloca el trabajo simbólico en el centro de la actividad política. Bien, si dialogamos con Bourdieu, para que ese trabajo se comunique con el pueblo debe acomodarse, o no, con las realidades culturales específicas que se derivan de las divisiones internas al llamado “pueblo”.

Política es diálogo entre fracciones de clase diferentes o entre clases diferentes. En ese diálogo existe, para cada grupo social, mercados francos o mercados tensos. ¿Cuáles son francos? Aquellos mercados donde se valoran los recursos que el grupo tiene y que sabe manejar. ¿Cuáles son tensos? Aquellos donde las personas saben que los recursos propios adquieren escasa estima y que deben adaptarse a los recursos de otros. Enric Juliana, en el programa de La Tuerka, sirve para aclarar qué quiere decir Bourdieu. Como no entendía la jerga lacaniano-laclausiana, se fue rápidamente a hablar de algo que conocía bien: el referéndum por la reforma política de 1976 y la canción “Habla pueblo, habla” promocionada por el gobierno. Y concluyó: esto de Podemos, bromeaba, se parece a aquello. Una división generacional y cultural en las fracciones dominadas (por culturales, frente a las dominantes, que son las económicas: utilizo aquí la idea de Bourdieu) de clases medias hacía que el mercado se volviese tenso para Juliana. ¿Cómo lo resolvió? Acudiendo a significados culturales compartidos por su generación. Pero el ejemplo, insisto, se refiere a conflictos entre generaciones relativamente privilegiadas. Ante los mercados tensos, la actitud de los dominados no suele ser la de Juliana, sino la del aislamiento, la sumisión, la imitación servil (ridícula por demasiado correcta) o un silencio que sea, a la vez, rechazo y defensa de otra forma de hablar (Bourdieu, 2001: 144).

Una crítica extendida a la perspectiva sociológica en general, y de Bourdieu en particular, es la de no atender a las razones de los individuos y de remitir a éstas a sus condiciones de existencia. Rancière (1992: 62), en un argumento antisociológico muy socorrido, considera que las ciencias sociales, fatalmente, ignoran a los sujetos y los convierten en ejemplos de otra cosa: de la ideología, las condiciones de existencia o cualquier otra dinámica que les supera. La acusación es absurda: se trata de constatar que los sujetos dominados hablan distinto según los contextos y que para verlos cultivar el estilo y el virtuosismo no debe uno ir a buscarlos dando conferencias; como le pasaría a cualquiera que no estuviese habituado a darlas. Otra cosa, y es el verdadero problema de una política emancipatoria realista, es cómo tejer vínculos entre los mercados francos de las clases populares y los entornos tensos en los que normalmente se desenvuelve el discurso político.

Dentro de las clases dominantes además de las divisiones de género y generación (y la división entre rural y urbano) Bourdieu distingue entre dos formas de dominación: las vinculadas a los recursos económicos y las vinculadas a los recursos culturales. Por tanto, el campo del poder se encuentra siempre en tensión por el dinero o la cultura, lo cual puede favorecer alianzas con los dominados, en las que se dirimen batallas entre los poderosos. Así cuando el gran capital se alía con el pueblo contra el elitismo cultural (caso por ejemplo del apoyo popular a los republicanos estadounidenses)5 o cuando son los intelectuales quienes se vinculan con la clase trabajadora (caso de sectores universitarios en Mayo del 68). Tales alianzas, en la lógica Bourdieu, son intrínsecamente más inestables que las derivadas de acuerdos entre posiciones más próximas en el espacio social.

Volvamos a Laclau: éste no considera en absoluto tales prevenciones porque parte de una idea completamente performativa, creadora, de la actividad simbólica. Esta idea depende de la filosofía del lenguaje del filósofo norteamericano Saul Kripke, tal y como la interpreta Zizek. La diferente teoría de la acción política entre una sociología crítica y la teoría de Laclau entra ahora en una vertiente más específicamente filosófica. La confrontaré con la filosofía del lenguaje que para la sociología nos ofrece Jean-Claude Passeron, inspirándose por su parte en el filósofo Gilles-Gaston Granger.

El poder de los nombres
Antes me preguntaba, ¿hubiera podido constituirse como pueblo una alianza de los remeros de la flota ateniense con una parte de la aristocracia? La posición de Bourdieu parece clara: se encuentran demasiado alejados en el espacio social para que dicha alianza fuese estable. ¿Y la de Laclau? Lo hubiera considerado posible (al menos en una de las versiones de Laclau, quien es complejo y ya he mostrado que comprende el problema) porque el problema de una orientación como la de Bourdieu es quedar presa de un descriptivismo lingüístico. El asunto es algo técnico. Expliquémoslo.

En Hegemonía y estrategia socialista Ernesto Laclau, entonces con Chantal Mouffe, hablaba de la relativa indeterminación de los elementos ideológicos y de la necesidad de un determinado marco discursivo que les impone su sentido. La idea tiene dos partes:

-Contra el marxismo ortodoxo se rechaza que haya elementos intrínsecamente progresistas o reaccionarios y se subraya la capacidad de todo significado para ser incluido en marcos sociales antagónicos.

-No existe por tanto ninguna lucha social privilegiada pues cualquiera puede modular los significantes flotantes en una versión progresista o reaccionaria. La lucha obrera, por tanto, pierde así su posición predilecta para el revolucionario o, simplemente, el reformador social.

Slavoj Zizek (1992: 125-127) retomó con aprobación la teoría de Laclau-Mouffe y la emparentó con la teoría de los nombres propios de Saul Kripke. El filósofo norteamericano, en la lectura de Zizek, consideró que los nombres no significan por alguna cualidad intrínseca. La mesa no es mesa porque refiera a un conjunto de objetos que contienen ciertas características. La mesa es mesa porque alguien decidió bautizarla así. No existe ningún conjunto de características que puedan quedar recogidas en el nombre mesa y podría habérselas llamado de otro modo. En la posición descriptivista existe una vinculación entre el significante y el significado: según Kripke no existe ninguna, sino la simple arbitrariedad de una manera de nombrar el mundo. Zizek, y siguiéndolo Laclau (2014), introducen una nueva distinción: el objeto existe única y exclusivamente por el orden de la significación -o del significante flotante-. Ya no es cuestión de cómo bautizamos al objeto, que era la posición de Kripke, sino que solo existe el objeto por el proceso en el que se le denomina. El pueblo, por tanto, podría ser cualquiera: ¿los aristócratas y los comerciantes aliados podrían haberse llamado poder del pueblo?

Laclau no va tan lejos. Para que la nominación se produzca deben existir prácticas comunes: “Nuestra noción de discurso implica la articulación de las palabras y las acciones, de manera que la función de fijación nodal nunca es una mera operación verbal, sino que está inserta en prácticas materiales que pueden adquirir fijeza institucional” (Laclau, 2014).

Con la teoría de Kripke se ha encontrado también Jean-Claude Passeron cuando intentaba analizar el estatuto de los nombres utilizados por la sociología. Si se trata de nombres comunes, podemos dar de ellos una descripción definida de los comportamientos de los objetos: por ejemplo, el sistema capitalista es tal o cual cosa y eso hace que el capitalismo en España, inevitablemente, arrostrará tal o cual dinámica. La economía española es una especie dentro de un género (“el capitalismo”) y, conforme se desarrolla, se comportará como corresponde al sistema de coordenadas del capitalismo. Frente a ello se encontraba la propuesta de Kripke, insistiendo en que ningún objeto del mundo puede ser descrito dentro de un sistema de coordenadas completo, que nos informe de su actuación. Por tanto debemos mostrarlo, señalar cómo se comporta, porque en él existen propiedades que ninguna teoría puede captar. La oposición entre los nombres de lo social según sean comunes o propios tiene consecuencias evidentes: para los nombres comunes, si tenemos la buena teoría, sabremos cómo se conducirán (ya sean los obreros o los mercados); para quienes apuestan porque solo existen nombres propios, existen solo realidades de obreros y de mercados porque así los hemos bautizado y debemos estudiarlos específicamente en cada momento.

Gilles-Gaston Granger suavizó las oposiciones de Saul Kripke. En primer lugar, cuestionó que los nombres propios puedan reducirse exclusivamente a mostrar la realidad. Un nombre propio, entre los humanos, se acompaña de apellidos y estos tienen la función de ubicar al individuo dentro de un marco de clasificación. Estos marcos de clasificación, por lo demás, dependen de modelos sociales y culturales. Jean-Claude Passeron (Grignon y Passeron, 1989: 102-103) ha mostrado cómo los individuos dominan más sus redes familiares en los ambientes rurales que en los urbanos. Sirva lo dicho para recordar que la fascinación por nombres propios, imposibles de definir, es muy del gusto del imaginario romántico, de un individuo tan rico como inagotable: los campesinos se saben parte de estructuras que les sobrepasan, simplemente, porque su vida depende en buena medida de las relaciones con éstas. En segundo lugar, los nombres propios pueden ser insertados parcialmente en sistemas de coordenadas que expliquen algunas partes de sus rasgos: Cleón, el demagogo ateniense, fue un individuo que era comerciante, que defendía el imperialismo, que desconfiaba de la gente distinguida y su elocuencia en la asamblea. Tucídides, al hablarnos de Cleón, no pretende que Cleón fuese exclusivamente un demagogo. Era otras muchas cosas pero, entre ellas, tenía las propiedades de no ser un aristócrata y de tener modales que chocaban a la élite ateniense: eso nos informa de una nueva generación política en la democracia, distinta del estilo olímpico de la anterior simbolizada por Pericles. (Tucídides, obviamente, no hablaba así pero su propósito es claro.) Entre los nombres propios y los nombres comunes existen continuidades (Granger, 1982: 34-35): Cléon es él, pero además emblema teórico de una generación política.

Teorizando esto, Passeron6 define a la sociología como una ciencia de semi-nombres propios: no son objetos puramente específicos, que solo nos cabría señalar. Pueden ser incluidos en un sistema de coordenadas que permita compararlos con otros objetos pero siempre sabiendo que se trata de casos singulares (de los cuales nunca tendremos una versión completa), que jamás logramos incluir en una teoría general que nos explique, como si fueran variables de un sistema formal, las transformaciones de los conceptos. No vale hablar de clase social independientemente de sus empleos concretos: hay que utilizar el concepto con razonamientos de investigación que permiten comprender cómo se separan los comportamientos, por determinaciones sociales, en la escuela, el trabajo o el consumo; después debe establecerse la coherencia que existe entre tales diferencias y si conviene o no hablar de una clase social. Ahora bien, si pretendemos sostener que alguien esencialmente es un obrero porque cumple determinadas propiedades y eso hace que se acabará comportando de tal manera pretendemos que estamos ante nombres completamente comunes.

La posición de Laclau puede oscilar entre dos polos: si adopta la retórica radical antidescriptivista, podemos crear al pueblo como queramos. Si adopta la posición matizada, que hace depender la nominación de las prácticas comunes, entonces no cabe cualquier nombre ni cabe agrupar a la gente de cualquier manera. Solo podemos agruparla en lo que nos permite el menú de prácticas específicas que permiten, y eso es básico, varias posibilidades.

En su importante balance de la tradición socialista, escrito con Chantal Mouffe (Laclau, Mouffe, 1987: 53-55), la posición dominante parece ser la primera.7 El problema de la tradición socialista, nos explicaban allí, consiste en que incluso las corrientes que no concebían el marxismo como una ciencia, seguían aseverando la determinación de la economía. Sucede que no existe determinismo alguno, aunque sea limitado, porque en toda estructura resulta imposible una descripción previsora del comportamiento de los agentes. Por tanto, la lógica política es creación, porque no necesita contenerse ante ninguna determinación estricta. Me parece que esta posición tiene un problema importante. Evidentemente, la determinación estadística no funciona con necesidad completa. Se establecen ciertas condiciones iniciales, vistas las cuales, es probable que se produzca un acontecimiento. Carl Hempel (1996: 316) aseguraba que, en historia, disponemos de esbozos de explicaciones, nunca de explicaciones completas. Ahora bien que las condiciones iniciales de un acontecimiento histórico no impongan su comportamiento con una lógica de hierro no quiere en absoluto decir que no impongan nada. Laclau y Mouffe piensan en la determinación estricta. Dado que no la encuentran (y es un problema de una epistemología discutible), volatilizan las condiciones iniciales y presumen que todo puede producirse al albur de la lógica política.

En lo que a Bourdieu respecta, ciertas versiones de su teoría pueden hacer pensar en un modelo de descripción donde todos los individuos encuentran la categoría sociológica necesaria y suficiente que explica su comportamiento dentro de la arquitectura global de las transformaciones del sistema (sin duda la querencia filosófica de Bourdieu por Leibniz influye al respecto). Pero en conjunto, Bourdieu fue absolutamente consciente del carácter provisional de una ciencia social empírica y de la inutilidad de las grandes construcciones metafísicas sobre lo social. La posición de Passeron con su teoría de los seminombres propios (susceptibles de comparación pero siempre dependientes de contextos que no caba definir completamente) ofrece una elaboración teórica mucho más reflexiva: para la sociología y, me parece, para una filosofía de la interacción, en los individuos históricos, entre lo común y lo original. Nos ayuda a situar en un continuo graduado las descripciones históricas mostrando el proceso por el que un nombre propio tiende a ser común: los campesinos que dependen de su parentela saben situarse dentro de esta, con las obligaciones que ello supone, mucho más que las clases medias urbanas y de trayectoria individualizada.

Las revueltas populares no se confunden con las revueltas
Esta idea tiene gran importancia política. Porque no todas las revueltas antagonistas son revueltas populares, por mucho que las constituyamos discursivamente como pueblo: pueden ser revueltas entre elites que permitan un contacto parcial entre una fracción y la clases populares, pero que puede ser un contacto efímero. Los conflictos de las generaciones universitarias o de las generaciones políticas pueden enfundarse en reivindicaciones populistas, pero el pueblo (en cualquiera de sus fracciones) raramente se encuentra concernido. Cuando lo esté, si tiene que aclimatarse a las palabras con las que (una fracción dominada) de los dominantes significan al pueblo, se encontrará mil veces más perdido que Enric Juliana. (O tal vez no: puede comprender mejor a Lacan que los que estudian psicoanálisis: debe demostrarse que eso pasa aunque seguramente pasa muy raramente.)

Bourdieu hablaba de mercados internos a la clase y de mercados externos a la clase. La dominación se muestra en que con determinados recursos raramente se puede ascender en mercados externos. Sin embargo, en los mercados internos a la clase, por decirlo con Claude Grignon (Grignon y Passeron, 1989: 125), la gente tiene haberes, formas de hacer las cosas, que los dominantes no poseen. Cualquier estrategia de producción del pueblo debe dotarse de mecanismos para detectar esos haberes, para incentivarlos, para evitar que se desperdicien por los filtros de los juegos entre las elites y sus debates; para permitir, en suma, que comprendamos su utilidad para la política, la conciencia lúcida que pueden crear y que consigamos arbitrar prácticas que les ayuden a habituarse a la política, a convertir sus perspectivas en elemento dentro del debate democrático. El pueblo que se invoca allí donde solo se juegan conflictos entre las elites es otra cosa: es un pretexto para el conflicto entre fracciones del campo del poder (polo cultural versus el polo económico) o entre generaciones entre los campos culturales: los mejores que han sido maltratados por las elites apalancadas, por los peores. Puede que en esa partida jueguen algunos miembros del pueblo.

Siempre habrá una teoría para defender, como indica Passeron (Grignon y Passeron, 1989: 106) a propósito de Rancière, que los proletarios pueden dedicar sus noches a prepararse para escritores -o, por extensión, para dirigentes distinguidos-. Pasar, evidentemente, pasa, pero menos que entre los estudiantes de Literatura de Princeton o Granada. Los pequeños haberes de los que disponen normalmente los dominados no son fáciles de convertir en recursos literarios; cuando se adquieren, las redes de capital social no ayudan precisamente a publicar. Por tanto, ante la incertidumbre de tamaña inversión, esos casos (los que estudia Rancière en La nuit des proletaires) suelen ser excepcionales, y una política que se guíe por ellos se imagina popular, pero no lo es. Solo representa a aquellos que han conseguido, en situaciones extraordinarias, reconvertir los pequeños capitales en grandes (recursos literarios o políticos). A menudo sus historias resultan de coyunturas tan improbables que quedan muy unidas a sus nombres propios: solo cabe mostrarlas. En poco ayudan a proponer una tonalidad más inclusiva en la vida política.

Puede uno concentrarse en ellos, en los individuos improbables, o en las formas de resistencia social por las que los individuos no aceptan la posición que se les da, se identifican de manera resistente con su posición en el mundo, o se otorgan un objetivo vital revolucionario. Dichas subversiones no acontecen todos los días ni quedan a mano, por igual, de todos los individuos. El populismo quiere ver a esos individuos como nombres propios o, en términos de Rancière (1992: 161), como el resultado un movimiento de subjetivación a todos accesible y que se nos describe con palabras líricas: pero, ¿y si tales rebeldes leían más que la media, venían de una familia con movilidad social descendente y notables recursos culturales? ¿Y si la política fue también un medio para el ascenso social y pagaron con su cuerpo y su radicalismo las ideas radicales de otros mejor situados y que más o menos se escabullían? ¿Todo eso es realismo sociológico grosero que ignora que, ante los nombres propios, solo cabe mostrarlos, maravillarse y celebrarlos como existencias auténticas, expresión de la iluminación revolucionaria del Ser? Al populismo, cuando prescinde de la distancia entre los contextos de las clases populares y los de las clases dominantes, todo eso le fastidia y se quejan amargamente del reduccionismo materialista. Si además parten de una idea pobre de qué es determinación, los ingredientes para el voluntarismo y el nominalismo (todo se puede y todo es pueblo) pueden sazonar cualquier salsa social: los cabreados con la política del Museo Reina Sofía y los afectados con la explotación laboral son equivalentes. ¿Porque aquellos piensan en los problemas de estos, porque los convierten en motivo de su inserción en el campo, porque los trabajadores aprenden a expresarse con su lenguaje, porque pueden incorporar las herramientas culturales para resistir? Sin describir bien esa equivalencia, quién gana y quién pierde simbólicamente con ella, no comprenderemos nada.

Conclusión
Vamos a ir concluyendo. Una práctica es popular si y solo si es capaz de comprender las fronteras entre los pequeños haberes políticos de los ciudadanos más dominados y los grandes. La promoción de las perspectivas que proponen esos haberes, el juego complejo que estos pueden producir en su interacción con los grandes capitales (que permiten enfrentarse discursivamente con los modelos dominantes), el cuidado por no sucumbir a formas de reproducción del capital económico y cultural en capital político, permite imaginar una práctica política antioligárquica: no solo por sus objetivos confesos (¿cuántas prácticas políticas sinceramente antioligárquicas han producido nuevas oligarquías?) sino por los contrapoderes de los que se dota para evitar las propias inercias a la producción de aparato.

Además, una práctica política es popular si es capaz de calibrar el énfasis que otorga a las diversos conflictos. Laclau (2014) habla de equivalencias entre las diferentes demandas. Hace nada he puesto un ejemplo y conviene ahora introducir el asunto conceptualmente. Las equivalencias, recordemos un venerable problema formulado por Platón y Aristóteles, pueden apoyarse en la igualdad aritmética (considerando todos los problemas con idéntico peso) o en la igualdad geométrica (considerando cada problema según la proporción que merece).8 Hablar de equivalencias es utilizar una fórmula descriptivamente muy pobre. Para que existan equivalencias deben volverse mensurables realidades muy diversas y esas equivalencias exigen ajustar proporciones. En el fondo, toda justicia aritmética se apoya en una articulación geométrica que determina qué debe medirse y con arreglo a qué baremo: entonces podemos sumar. Cabe presumir que las reivindicaciones que son más útiles a ciertas formas de capital cobren un lugar desproporcionado en la agenda política. Por lo demás, las equivalencias no pueden hacerse entre todas las insatisfacciones porque al valorarlas debe considerarse qué tipo de capacidades quiere crear una sociedad justa.

Por supuesto, no defiendo un populismo de los pequeños capitales. Los recursos populares, las prácticas culturales que los dominados (y recuerdo: debe precisarle la fracción…) lograsen establecer como distintivas, siempre pueden leerse de dos modos: como un modo de valoración de sus propios recursos pero también como asunción de la dominación. Un ejemplo sencillo, mil veces constatado, es la capacidad para la lucha, a veces física. En primer lugar, esa capacidad para el conflicto puede reproducir una división sexual del trabajo político extraordinariamente opresiva: las mujeres dedicadas a tareas de gestión, los hombres a significarse en las demostraciones públicas. En segundo lugar, tal capacidad puede fundirse con grupos, de origen social más alto, que utilizan dicha violencia para promocionar su radicalismo delirante y universitario.

Por otro lado, pasamos a lo positivo, la insistencia en tareas concretas de resistencia permite que el campo político no quede colonizado por problemas intelectuales o por grescas de los habituales de la vida pública. Además, y es otro envés positivo, los contactos entre grupos sociales diversos permiten asimilaciones de recursos culturales y aperturas de sensibilidad entre personas situadas en espacios sociales diferentes. Lo mismo, la existencia de aspectos políticamente ambiguos, cabe decir de los recursos de los dominantes: en ocasiones reúnen capitales científicos y culturales imprescindibles para la agudización y el estímulo de la conciencia ciudadana; en otras son simples medios de distinción útiles en ciertos mercados muy tensos por la búsqueda, a cualquier precio, de la originalidad.

Laclau lleva razón en señalar que ningún grupo social, por naturaleza, resulta portador de un proyecto esencialmente emancipatorio. En ese sentido, su crítica del marxismo resulta definitiva. Sin embargo, su lógica nominalista de la producción del pueblo olvida que éste no puede originarse en el vacío: para ser popular necesita el concurso de los excluidos del campo político o, en cualquier caso, no limitarse a reflejar las perspectivas de elites (culturales, generacionales) marginadas. Las alianzas de éstas con el pueblo pueden ser de largo recorrido pero también de muy corto. Laclau contempla esa ampliación del radio de integración política y la incluye claramente en sus objetivos democráticos. Para llevarla a cabo la teoría de los significantes flotantes resulta menos útil que un análisis correcto de los sesgos por los que se excluyen o se someten, cuando entran en el campo político, los pequeños capitales. Sin ellos una parte de las competencias políticas quedan abotargadas y virtuales; sin éstas la experiencia de buena parte de los ciudadanos fuera del espacio público. Sin esos ciudadanos excluidos, la referencia al pueblo queda demasiado mutilada para que se deje significar por palabra alguna, por flotantes que fuesen sus aplicaciones.

Bibliografía
Bourdieu, Pierre (1996): Cosas dichas, Barcelona, Gedisa.
Bourdieu, Pierre (2001): Langage et pouvoir symbolique, París, Minuit.
Butler, Judith (2014): “Nosotros el pueblo. Reflexiones sobre la libertad de reunión”, VV.AA (2014).
Canfora, Luciano (2014): El mundo de Atenas, Barcelona, Anagrama. Edición Kindle.
Castoriadis, Cornelius (1978): “From Marx to Aristotle, from Aristotle to us”, Social Research, 45: 4, pp. 667-738.
Díaz-Salazar, Rafael (1991): El proyecto de Gramsci, Barcelona, Ediciones HOAC-Anthropos.
Frank, Thomas (2008): ¿Qué pasa con Kansas? Cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos, Madrid, Acuarela; Antonio Machado.
Granger, Gilles-Gaston (1982): “A quoi servent les noms propres?”, Langages, nº 66, pp. 21-36.
Grignon, Claude, Passeron, Jean-Claude (1989): Le savant et le populaire. Misérabilisme et populisme en sociologie et en littérature, París, Gallimard-Seuil.
Hansen, Mogens, H. (1993): La démocratie athénienne à l'èpoque de Démosthène, París, Les Belles Lettres.
Hempel, Carl G. (1996): La explicación científica. Estudios sobre filosofía de la ciencia, Paidós, Barcelona.
Laclau, Ernesto (2012): La razón populista, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. Edición Kindle.
Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal (1987): Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI.
Passeron, Jean-Claude (2011): El razonamiento sociológico. El espacio comparativo de las pruebas históricas, Madrid, Siglo XXI.
Rancière, Jacques (1992): Les mots de l'histoire. Essai d'une poétique du savoir, París, Seuil.
Rancière, Jacques (1995): La Mésentente. Politique et philosophie, París, Galilée.
VV.AA. (2014): ¿Qué es el pueblo?, Madrid, Ediciones Casus-Belli.
Zizek, Slavoj (1992): El sublime objeto de la ideología, México, Siglo XXI.

Notas:
1 Sigo al respecto a Díaz-Salazar (1991: 229).
2 Sigo en esto a Luciano Canfora (2014), sobre todo la primera parte y a Mogens H. Hansen (1993), sobre todo el capítulo 13.
3 Como de la mayoría de la teoría social crítica contemporánea que prescinde, radicalmente, del análisis de clase: sucede en el mainstream académico de la filosofía política y también en los autores radicales: Judith Butler (2014: 69) por ejemplo, puede hablar de sujeto encarnado en las asambleas pero esas asambleas no jerarquizan los cuerpos según propiedades morfológicas que son también sociales. En las asambleas de Butler sólo participan cuerpos celestes.
4 Cuya traducción española se encuentra disponible en un interesante volumen colectivo (VV. AA, 2014).
5 Es el ejemplo recogido por Thomas Frank (2008).
6 Véase el desarrollo en el capítulo 2 de Passeron (2010).
7 Laclau, en La razón populista, alterna dos explicaciones. Una primera, ontológica, parece señalar que nunca existieron determinaciones: es la teoría de los nombres propios como creación política. Otra, mucho más histórica (véanse los “Comentarios finales” en su libro), señala que esas determinaciones no existen en el capitalismo globalizado. Que las clasificaciones que podamos hacer hoy de los individuos -y que las clases que de allí se deriven- no sean las mismas que hace cincuenta años es una cosa, que no existan principios de determinación de lo social exige otras argumentaciones que Laclau no aborda.
8 Laclau (2014) discute esta cuestión al final de su libro, comentando el uso que hace Rancière de la misma en La Mesentente, sin advertir el problema sociológico y filosófico que se plantea a la cuestión de la equivalencia. La interpretación propuesta por Rancière (1995: 35-37) es peculiar y no procede discutirla aquí. Baste decir algo: Rancière no se da cuenta que la diferencia entre igualdad aritmética y geométrica subyace a la diferencia, presente en la democracia radical ateniense, entre cargos que necesitan especialización (y por tanto se eligen: igualdad geométrica) y otros para los que se supone que cualquiera tiene competencias o puede desarrollarlas (y por tanto se sortean: igualdad aritmética). Igualdad aritmética y geométrica equivalen a los principios aristocráticos y democráticos que configuran, como en cualquier régimen mixto, la democracia ateniense. Sobre estas cuestiones véase el artículo clásico de Castoriadis (1978).
(Artículo publicado en El Viejo Topo, nº 330-331, julio-agosto 2015, pp. 88-98)

El futuro de la UE. Por un plan B en Europa.

[El francés Jean-Luc Mélenchon, el italiano Stefano Fassina, los griegos Zoe Konstantopoulou y Yanis Varufakis y el alemán Oskar Lafontaine se asocian y proponen la organización de una cumbre internacional por un plan B en Europa, abierta a los ciudadanos voluntarios, organizaciones e intelectuales. Esta conferencia podría tener lugar a partir de noviembre de 2015. Estos dirigentes se proponen lanzar el proceso durante la Fiesta de l’Humanité [fiesta del Partido Comunista francés]. A continuación reproducimos el texto que firman los cinco políticos.]

El 13 de julio, la Unión Europea derrumbó al gobierno griego elegido democráticamente de Alexis Tsipras. "El acuerdo" del 13 de julio es en realidad un golpe de estado. Fue obtenido gracias al cierre de los bancos griegos por el Banco Central Europeo (BCE) y gracias a la amenaza de no autorizarlos a abrir de nuevo mientras el gobierno griego no acepte una nueva versión de un programa que había fracasado. ¿Por qué? Porque la Europa oficial no podía soportar la idea de que un pueblo que padecía su programa de austeridad autodestructiva hubiera osado elegir a un gobierno determinado a decir "¡No!".

En adelante, con mucha más austeridad, muchas más privatizaciones rebajadas de activos públicos, una política económica más irracional que nunca, y la misantropía como política social, el nuevo memorándum sólo sirve para agravar la Gran Depresión griega y el saqueo de Grecia por parte de intereses particulares, griegos o no.

Saquemos algunas lecciones de este golpe de Estado financiero. Este euro se ha convertido en un instrumento de la dominación económica y política de la oligarquía europea, escondida detrás del gobierno alemán y que se alegra de ver a la señora Merkel hacer todo el "trabajo sucio" que los otros gobiernos son incapaces de hacer. Esta Europa no produce sino violencias en las naciones y entre ellas: paro masivo, dumping social feroz, insultos atribuidos a los dirigentes políticos contra la Europa del Sur y repetidos por todas las "élites", incluidas las de esos países. La Unión Europea alimenta la subida de la extrema derecha y se ha convertido en un medio de anular el control democrático sobre la producción y la distribución de la riqueza en toda Europa.

Afirmar que el euro y la Unión Europea sirven a los europeos y les protegen contra la crisis es una mentira peligrosa. Es una ilusión creer que los intereses de Europa pueden ser protegidos en el marco de la cárcel de reglas de la eurozona y los tratados actuales. El método Hollande-Renzi del "buen alumno", en realidad del prisionero modelo, es una forma de capitulación que no obtendrá ni siquiera clemencia. El presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker, lo dijo claramente: "No puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos". Es la adaptación neoliberal de la "soberanía limitada" inventada por el dirigente soviético Brejnev en 1968. En aquella época, los soviéticos aplastaban la Primavera de Praga con sus tanques. Este verano, la Unión Europea ha aplastado la Primavera de Atenas con sus bancos.

Estamos decididos a romper con esta Europa. Es la condición esencial para reconstruir las cooperaciones entre nuestros pueblos y nuestros países. ¿Cómo llevar una política de reparto de la riqueza y de creación de empleos, sobre todo para los jóvenes, de transición ecológica y de refundación democrática en esta Unión Europea? Debemos escapar a la inanidad y a la inhumanidad de los tratados europeos y refundarlos con el fin de quitarse la camisa de fuerza del neoliberalismo, abolir el pacto fiscal y rehusar el tratado de libre comercio con EE UU (TTIP).

El período es extraordinario. Nos enfrentamos a una emergencia. Los Estados miembros deben tener el espacio político que permita a sus democracias respirar e instaurar políticas adaptadas al nivel nacional, sin temer la reacción del autoritario Eurogrupo dominado por los intereses del más poderoso de los Estados miembros y del mundo del comercio, ni temer a un BCE utilizado como apisonadora que amenaza con aplastar a todo "país que no coopera con ella" como fue el caso de Chipre o Grecia.

Así es nuestro plan A: trabajar en cada uno de nuestros países, y juntos en todo Europa, para volver a negociar completamente los tratados europeos. Nos comprometemos a colaborar con la lucha de los europeos de todos los países, en una campaña de desobediencia a las prácticas arbitrarias y a las reglas irracionales hasta que esta negociación se lleve a cabo.

Nuestra primera tarea será terminar con la irresponsabilidad del Eurogrupo. La segunda tarea será terminar con el carácter pretendidamente "independiente" y "apolítico" del Banco Central mientras que en realidad está muy politizado (de la manera más tóxica) y es totalmente dependiente de los banqueros en quiebra y de sus agentes políticos, y está listo para acabar con toda democracia con solo apretar un botón.

La mayoría de los gobiernos que representan la oligarquía europea y se esconden detrás de Berlín y Fráncfort tienen también un plan A: no ceder a las demandas de democracia de los ciudadanos europeos y utilizar la brutalidad para poner fin a su resistencia. Lo hemos visto en Grecia este mes de julio. ¿Por qué han podido estrangular al Gobierno elegido democráticamente de Grecia? Porque tenían también un plan B: expulsar a Grecia de la zona euro en las peores condiciones posibles destruyendo su sistema bancario y rematando su economía.

Frente a este chantaje, necesitamos nuestro propio plan B para combatir el plan B de las fuerzas más reaccionarias y antidemocráticas de Europa. Para reforzar nuestra posición frente a su compromiso brutal con políticas que sacrifican los intereses de la mayoría en beneficio de los intereses de una ínfima minoría. Pero también para afirmar de nuevo el simple principio de que Europa no es otra cosa que los europeos y de que las monedas no son instrumentos de tortura o armas para matar la democracia. Si el euro no puede ser democratizado, si persisten en utilizarlo para estrangular a los pueblos, nos levantaremos, les miraremos y les diremos: "¡Inténtenlo! Sus amenazas no nos dan miedo. Encontraremos un medio de dar a los europeos un sistema monetario que funcione con ellos, y no a sus expensas".

Nuestro plan A para una Europa democrática, reforzado por un plan B que muestra que los poderes fácticos no pueden aterrorizarnos y someternos, debe ser sostenido por la mayoría de los europeos. Esto requiere un alto nivel de preparación. Los elementos técnicos serán enriquecidos gracias al debate. Un gran número de ideas están ya sobre la mesa: la introducción de sistemas paralelos de pago, monedas paralelas, la digitalización de las transacciones en euros para solucionar la falta de liquidez, sistemas de intercambio complementarios alrededor de una comunidad, la salida del euro y la transformación del euro en una moneda común.

Ninguna nación europea puede avanzar hacia su liberación desde el aislamiento. Nuestra visión es internacionalista. En previsión de lo que puede ocurrir en España, en Irlanda, por qué no de nuevo en Grecia según la evolución de la situación política, y en Francia en 2017, hay que trabajar concretamente todos juntos para crear un plan B que tenga en cuenta las características de cada país.

Proponemos, por tanto, la organización de una cumbre internacional para un plan B en Europa, abierta a los ciudadanos voluntarios, a las organizaciones y a los intelectuales. Esta conferencia podría tener lugar a partir de noviembre de 2015. Lanzaremos este proceso durante la Fiesta de l’Humanité [fiesta del Partido Comunista francés]. ¡Únanse a nosotros!

Jean-Luc Mélenchon, diputado europeo, cofundador del Parti de Gauche (Francia); Stefano Fassina, diputado, ex viceministro de Economía y Hacienda (Italia); Zoe Konstantopoulou, presidenta del Parlamento heleno (Grecia); Oskar Lafontaine, exministro de Hacienda, cofundador de Die Linke (Alemania) y Yanis Varufakis, diputado, exministro de Hacienda (Grecia).
Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/lo_mejor_mediapart/2015/09/11/por_plan_europa_37622_1044.html

lunes, 14 de septiembre de 2015

¿Es xenófobo? Andalucía impulsa una red de agentes anti-rumores que desmonta infundios


Queda fatal definirse como una persona xenófoba, es de otro siglo ser racista. Pero... ¿depende? ¿Qué grado de tolerancia se tiene respecto a las personas extranjeras y cuando se empieza a creer en los prejuicios? La psicología responde que varía según la cercanía de la situación, de lo que afecte, de lo que suponga. "Afortunadamente el ser humano ha evolucionado a querer ser lo más políticamente correcto, pero solo mientras se pueda. Las posiciones pueden cambiar en el momento en el que se ven amenazados o perjudicados por la persona extranjera, ahí es cuando salta la asunción del rumor como creencia", describe Manuel Martínez, catedrático de Psicología Social de la Universidad de Sevilla y redactor del Manual de ayuda para deconstruir rumores que forma parte la red Anti-rumores que la Consejería de Justicia de Andalucía ha lanzado para desmontar, evitar, rebatir y erradicar los prejuicios vertidos contra la población migrante.

Los rumores son frases fáciles de decir, pero difíciles de demostrar y experimentar, en cambio, pueden derivar en actitudes desvirtuadas o desproporcionadas. Albert Einstein mencionó: “Triste época la nuestra. Es más fácil desintegrar un átomo que superar un prejuicio". "Los 'moros' traen problemas porque son terroristas, las mujeres que tienen una relación con un hombre nacional lo hacen por interés, los inmigrantes quitan el trabajo, son delicuentes, no se integran, no se adaptan, abusan de los servicios sociales"... son algunos de los estereotipos recogidos por la red como destacados contra esta población.

Los escenarios son fáciles de visualizar. En un ejercicio de imaginación solo hay que intentar sentir muy de cerca a un familiar casándose con una persona subsahariana, a un latinoamericano optando al mismo puesto de trabajo, a un marroquí que ha llegado antes a urgencias, a un asiático abriendo un negocio que hace la competencia... "Se ve claro en la película Adivina quién viene esta noche, el que no es racista de verdad, solo tendrá un momento de autocrítica y lo aceptará con naturalidad, pero el que lo es, buscará justificaciones para mantener la actitud prejuiciosa", ilustra Martínez.

La tarea de la red Anti-rumores, que incluye a miembros de cerca de 40 organizaciones entre asociaciones sociales y culturales, ONG, sindicatos, fundaciones, expertos y voluntarios, será dotar de argumentos sólidos y objetivos los datos definitivos para eliminar infundios. Algunos ejemplos de su trabajo de prueba se leen en la Guía para deconstruir rumores, trabajada por profesores y miembros de la red para que sirva de modelo de cómo rebatir supuestos infundados en la sociedad y que será la línea a seguir. Como muestra se aclaran los siguientes supuestos: "Han cogido a una banda de rumanos albano-kosovares. Eso es absurdo. O son rumanos o albano-kosovares. Es como si dices: han cogido a una banda de españoles colombianos" o también; "Las polacas que vinieron a recoger fresas se han quedado con los hombres de Lepe. ¡Qué exageración! Es verdad que hay unas decenas de parejas mixtas con mujeres del Este. De varios miles de mujeres que han estado viniendo en los últimos años, se han formado varias parejas ¿qué tiene eso de extraño?", se lee en la guía.

Además se habilitará una plataforma de participación ciudadana para buscar focos de discriminación, compartir experiencias y proponer buenas prácticas de relación en la comunidad, que en Andalucía es de casi 700.000 personas. De momento, se ha lanzado  se ha lanzado un cuestionario de diagnóstico de rumores en Internet  para detectar la impresión que los andaluces tienen de los inmigrantes en la comunidad. Entre otras preguntas se plantea... "¿Tienes conocimiento de actos de racismo o xenofobia en la comunidad andaluza? o ¿Podrías compartir algún rumor que hayas escuchado en relación a las personas inmigrantes y decir si estás de acuerdo con él?".

La primera fase del proyecto, que comenzó el pasado marzo, consistió en poner en contacto a especialistas, profesionales, profesores y expertos vinculados con cuestiones migratorias en Andalucía o que están relacionados con personas migrantes por su profesión. Y han comenzado a trabajar observando también iniciativas similares a las de Barcelona País Vasco u otras  regiones europeas"Se han catalogado cuatro tipos de agentes anti-rumores, que es como se les llama a las personas que están formadas para tener argumentos que den respuesta a los prejuicios. De momento están los mediadores, los comunicadores, los miembros de las organizaciones y los expertos", detalla José Castillo, director de Xul, entidad que gestiona el proyecto. "Con la información que se genere, cualquier persona podrá rebatir los rumores y convertirse en agente anti-rumores. Hay grandes posibilidades de cambio", añade Castillo. Mediante seminarios, acciones, campañas, audiovisuales, encuestas, una guía y un manual, la información se va difundiendo paulatinamente entre la sociedad.

"Es una estrategia basada en crear agentes antibulos, que identifiquen malentendidos o declaraciones interesadas que afecten de forma negativa a la población migrante que vive en Andalucía, máxime en este periodo socioeconómico", detalla Javier Vargas, director general de Políticas Migratorias de la Junta. "Tenemos que evitar situaciones de ruptura de cohesión social y desmontar objetivamente la red de infundios que se dan en la sociedad", añade Vargas, que como ejemplo apunta a que apenas un 0,6% del gasto sanitario andaluz se invierte en la población inmigrante.

Uno de los objetivos es conseguir una fuerte presencia en Internet, desde donde se trabajará para denunciar el contenido xenófobo o discriminatorio, informarse y potenciar la empatía hacia la población inmigrante. A través de los perfiles de Facebook y Twitter se podrá participar en generar contenido relacionado con esta cuestión, que forma parte de la línea de trabajo del III Plan Integral para la Inmigración de Andalucía Horizonte 2016, que contará el próximo año con una dotación inicial de 1.257 millones de euros de fondos europeos y andaluces.

La red será previsiblemente una plataforma para erradicar rumores, pero Martínez propone además para disminuir esta amenaza, crear condiciones para que se de un contacto positivo entre los migrantes y los "autóctonos". Acercarnos entre todos. "Hay que proveer información precisa sobre las personas migradas y los efectos positivos de las migraciones en la comunidad. Si logramos una relación de interdependencia entre personas autóctonas y alóctonas, frenaremos los rumores falsos, disminuirán los prejuicios y mejorarán las relaciones intergrupales", se lee en el manual. El conocimiento rompe los miedos.

Fuente: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/09/01/andalucia/1441130608_706701.html?rel=vid

JEREMY CORBYN » ¿Qué propone Corbyn, el favorito a liderar el laborismo británico? El partido revela este sábado quién será su próximo líder

Jeremy Corbyn es el favorito a hacerse mañana con el liderazgo del Partido Laborista británico. De los cuatro candidatos -Yvette Cooper, Andy Burnham, Liz Kendall y el propio Corbyn-, es el que se sitúa más a la izquierda. Sus críticos consideran que el laborismo nunca podrá llegar al poder con un líder tan radical como Corbyn; sus partidarios, que las políticas realmente radicales son las que han puesto en práctica los tories en estos años. Durante el verano, su equipo de campaña ha ido publicando una serie de documentos que recogen sus propuestas en diferentes campos. Documentos que, según el propio candidato, son solo un punto de partida y están abiertos al debate político y ciudadano. Estas son algunas de sus propuestas, agrupadas en 10 áreas:

1. ECONOMÍA: Imprimir dinero para invertir en infraestructuras

El programa económico de Corbyn, bautizado por la prensa como Corbynomics, ha dado mucho que hablar este verano. Hasta el punto de que provocó dos cartas, firmadas cada una por una lista de prestigiosos economistas, una a favor y una en contra. Básicamente, supone terminar con la austeridad, más impuestos para los ricos y protección a las personas que dependen de las ayudas públicas para subsistir.

Se compromete a reducir el déficit presupuestario (actualmente, un 5% del PIB), pero a un ritmo menor, y no a través de recortes en el gasto, sino aumentando la inversión y subiendo los impuestos. Ahí entra su propuesta estrella: el quantitative easing (QE) popular. Consiste en que el Banco de Inglaterra imprime dinero, pero en vez de utilizarse para comprar bonos del Estado, que es lo que sucede en el QE normal, se destina a comprar bonos del Banco Nacional de Inversiones, una institución de nueva creación, que se dedicaría a invertir en proyectos de vivienda, transporte, energías verdes o tecnología. Esto crearía puestos de trabajo peor también, según sus críticos, inflación y tipos de interés más altos, que acabarían penalizando a los hogares con ingresos más bajos.

Otras propuestas consisten en la renacionalización de los ferrocarriles –algo que comparte, según las encuestas, la mayoría de los británicos- y del Royal Bank of Scotland, rescatado en 2008. Propone también subir el salario mínimo e imponer un salario máximo.

2. UNIÓN EUROPEA: Sí, pero "mejor"

Corbyn no es partidario de que Reino Unido abandone la Unión Europea. Pero promete unir fuerzas con otros miembros para crear “una Europa mejor”. “No podemos estar satisfechos con el estado actual de la UE”, declaró en The Guardian, “pero eso no significa abandonarla, sino permanecer en ella y luchar juntos por una Europa mejor”. Se le propuso -y rechazó- liderar una campaña por abandonar la UE desde la izquierda, y por eso sus rivales en la contienda por el liderazgo laborista criticaron lo que consideraron una tibieza en su postura. Pero, de cara al próximo referéndum sobre la permanencia o no del país en la UE, ha dejado claro que hará campaña por permanecer.

Con la misma claridad se opone al Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la UE (TTIP).

3. DEFENSA: Adiós a los submarinos nucleares

Convencido activista antinuclear, ha declarado que votará en contra de la renovación de la flota de submarinos nucleares del sistema Trident -el único arsenal de estas características con que cuenta Reino Unido- sobre la que debe decidir este Parlamento el próximo año.

No comparte el compromiso, expresado por el Gobierno de David Cameron, de salvaguardar de los recortes el gasto de Defensa, manteniéndolo por encima del 2% el PIB, como recomienda la OTAN.

4. POLÍTICA EXTERIOR: No a bombardear al Estado Islámico

Defiende una “política internacional radicalmente diferente”, basada en “soluciones políticas y no militares”. No es partidario de desplegar tropas británicas en el extranjero sin la autorización de la ONU. Estudiaría la conveniencia de abandonar la OTAN y se opone a los bombardeos contra el Estado Islámico en Irak y Siria.

"Yo voté por un nuevo tipo de políticas", reza un cartel de la campaña de Corbyn. / BEN STANSALL (AFP)

5. EDUCACIÓN Y SANIDAD: Rescatar hospitales, eliminar tasas

Propone el rescate de los hospitales construidos con capital privado, pagando con dinero público su deuda con las empresas. Promete más inversión para combatir “la crisis de la salud mental que atraviesa el país en la actualidad”.

En Educación, plantea la creación de un Servicio Nacional de Educación, siguiendo el modelo del NHS. Eliminaría las tasas de matrícula, lo cual tendría un coste, calcula, de 10.000 millones de libras, que financiaría con subidas de impuestos a los más ricos y a las empresas o retrasando el plazo de reducción del déficit.

6. POLÍTICAS DE GÉNERO: Vagones de tren para mujeres

El candidato publicó un documento con una serie de propuestas para combatir el acoso sexista a las mujeres en el espacio público. Las propuestas incluyen una línea telefónica abierta 24 horas para denunciar agresiones, crear una secretaría de Estado para la seguridad de las mujeres, realizar campañas de concienciación… Pero todos los titulares -y las críticas- se los llevó una de las propuestas: vagones segregados solo para mujeres en los trenes nocturnos.

Corbyn también se ha comprometido a formar un Gobierno, si llega a hacerlo, donde la mitad de los miembros sean mujeres.

7. VIVIENDA: Construir y controlar los alquileres

Promete “viviendas decentes para todos en los sectores público y privado” para 2025, si llega a ser primer ministro, a través de “un gran programa de construcción de casas y un control de los alquileres”. Corbyn extendería a los alquileres privados el llamado derecho a comprar, que permite a los residentes en viviendas sociales adquirirlas con un descuento. Se financiaría “retirando los 14.000 millones de libras en ayudas fiscales que reciben los propietarios que compran viviendas para alquilarlas”.

8. ENERGÍA: Renacionalizar

Propone la renacionalización de las compañías energéticas. Plantearía una moratoria en el fracking, práctica que ha definido como “peligrosa para el medio ambiente”.

9. MEDIO AMBIENTE: Reestructuración radical

Ha publicado un docuento con 10 puntos, sin demasiada concreción, para “una reestructuración radical del envejecido, ineficiente y contaminante mercado energético británico”.

10. INMIGRACIÓN: No a más control en las fronteras

Muchas voces en el partido piden abrir el debate de si el laborismo debería defender el aumento de los controles fronterizos para reducir la inmigración, pues consideran que su postura tradicional de apertura ha provocado un distanciamiento con los electores preocupados por el aumento de inmigrantes en la última década. Esa no es la postura de Corbyn. Él considera que el cambio demográfico en las comunidades locales ha sido beneficioso para los jóvenes porque favorece “una mejor comprensión del resto del mundo”. Insiste en destacar la “enorme contribución” de los inmigrantes al país desde la Segunda Guerra Mundial.

MÁS INFORMACIÓN

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/09/11/actualidad/1441979706_931642.html

Jeremy Corbyn es ya el nuevo líder del Partido Laborista. Con el anuncio esta mañana del resultado de la contienda abierta tras la dimisión del derrotado Ed Miliband, culmina uno de los más asombrosos procesos electorales que ha visto Reino Unido en su historia reciente. En cien días, el veterano diputado de 66 años ha pasado de ser un candidato arrojado al cuadrilátero con la única expectativa de enriquecer el debate ideológico, a proclamarse ganador indiscutible en la primera vuelta. En junio las casas de apuestas pagaban su victoria 200 a 1. Hoy es el vencedor con 251.417 votos, un contundente 59,5% de las papeletas emitidas.

La victoria de Corbyn, cosechada en cada uno de los segmentos del elctorado, es de una enorme envergadura, teniendo en cuenta que eran cuatro los candidatos a liderar el partido. Andy Burnham, ha quedado en segundo lugar con el 19% de los votos. Yvette Cooper ha sido tercera, con el 17%. Y Liz Kendall, la candidata favorita de los blairistas, ha ocupado el último lugar con un 4.5%.

"Las cosas pueden cambiar, y cambiarán", ha dicho Corbyn desde el púlpito del Congreso celebrado en Londres para anunciar los resultados. El ya ganador se ha comprometido a combatir “los grotescos niveles de desigualdad del país” y ha tenido palabras de elogio para sus tres contrincantes. También para Ed Miliband, de quien ha destacado su fortaleza ante los ataques personales que recibió por parte de la prensa, acaso preparándose para la previsible campaña de que puede .-y ha sido ya- ser objeto él mismo.

6 . “El partido ha cambiado mucho estos tres meses”, ha dicho Corbyn. “Ha crecido enormemente con gente que reclama un Reino Unido más justo. Doy a los nuevos miembros la bienvenida a nuestro partido, a nuestro movimiento. Y a los que regresan al partido, les doy la bienvenida de vuelta a casa. No supimos comprender las visiones de mucha gente joven a la que tachamos de generación apolítica. No lo era, era un generación muy política pero defraudada por cómo se viene haciendo la política”.

Cien días de verano han bastado para consumar en Reino Unido un proceso al que asiste, en mayor o menor medida, toda la izquierda europea desde la crisis financiera de finales de la década pasada. Con la peculiaridad de que aquí no es una formación nueva la que acecha por la izquierda al partido tradicional. Es el propio Partido Laborista, uno de los dos que han venido alternándose en el Gobierno de la cuarta economía del mundo durante la mayor parte de su historia, el que adopta el nuevo –o viejo- discurso. Para bien o para mal, el laborismo emprende hoy su huida del centro político.

El nuevo líder llega arrastrado por una energía que el laborismo no había vivido al menos desde que, de la mano de Tony Blair en los noventa, el partido diera un bandazo en la dirección contraria a la que se dirige ahora. "Somos hoy un partido más grande y más fuerte de lo que hemos sido en muchos años", ha señalado el líder. Jeremy Corbyn ha ilusionado a una generación desencantada y ajena a los mecanismos tradicionales de la gestión pública. Con él, promete, llega una nueva forma de hacer política.

“El establishment británico ha sido sacudido hasta la médula, incluido el laborista”, opina Len McCluskey, secretario general del sindicato Unite, cuyo apoyo a Corbyn muchos señalan como decisivo en el desenlace de la contienda. “Por primera vez se ha puesto en la agenda una alternativa real a la austeridad, a las políticas neoliberales. Es un discurso que los jóvenes nunca han escuchado”.

A pesar el contundente resultado, al nuevo líder no le espera una labor fácil. La suya es una figura que, en tres meses, ha polarizado el partido hasta los extremos. Su triunfo se lo han proporcionado, en gran medida, decenas de miles de nuevos militantes que se han unido al partido en estos tres meses para votar por él. Entre ellos, el voto a Corbyn ha sido superioor al 90%.

Su apoyo en la calle no se replica, sin embargo, en el aparato del partido. Ni en una bancada laborista en el Parlamento, en la que Corbyn se sienta desde 1983, pero donde apenas cuentas con fieles aliados. Su reto ahora es retener a aquellos recién llegados y convencer al aparato de que todas las ideas tienen cabida bajo el paraguas de su prometido nuevo estilo de liderazgo. Desde la puerta de su casa en el norte de Londres, el propio Ed Miliband pidió al nuevo líder que apele "a todas las partes del partido".

“Corbyn ha dicho que cambiará la forma de organización del partido”, recuerda por teléfono Steven Fielding, profesor de historia política en la universidad de Nottingham experto en el Partido Laborista. “No puede sentarse en el Parlamento tan tranquilamente cuando el 90% de los diputados no le apoya. El partido se ha duplicado en tamaño en estos meses. Habrá un conflicto abierto entre el partido parlamentario y el partido real. Toda una batalla. Y tardará años en arreglarse”.

Corbyn promete un liderazgo colegiado, inclusivo y abierto. Dirigirá el partido con Tom Watson como segundo, un diputado con más experiencia en el poder que salió elegido también ayer, aunque en segunda vuelta. En su equipo de oposición, asegura, habrá sitio para todas las corrientes del partido. Pero muchos diputados laboristas ya han anunciado que sus diferencias ideológicas con el nuevo líder les impiden formar parte de su equipo directo.

En el grupo laborista en el Parlamento, del que Corbyn deberá extraer su equipo de oposición, la conversación en las últimas semanas no ha sido tanto sobre su reinado como sobre su caída. Cuándo y cómo caerá por su propio peso, y cuál es la mejor estrategia para estar bien situado cuando se produzca el inevitable desenlace. Aunque en los últimos días se han repetido las llamadas a arrimar el hombro, y la contundencia de la victoria del veterano diputado de Islington Norte no puede sino desanimar a quienes confían en su pronta caída.

Enfrente, en la bancada conservadora, el silencio que ha reinado durante la campaña debería preocupar a los laboristas. En algún lugar debe de haber un tory frotándose las manos mientras organiza toda la artillería que 32 años de disidencia de Corbyn ha puesto a disposición del Gobierno.

En apenas cinco meses los tories han pasado de resignarse a no gobernar en solitario a prepararse para al menos diez años de mayoría absoluta, confiados en que los británicos nunca podrán elegir a un primer ministro como Corbyn. Su liderazgo de la oposición podría acercar al pragmático Cameron al centro, con la esperanza de afianzarse en el poder contando con los votantes laboristas desilusionados por el giro a la izquierda consumado hoy.

Tres pruebas de fuego esperan a Jeremy Corbyn en el horizonte cercano. Una de ellas es la elección del alcalde de Londres, el año próximo. El nombre del candidato laborista se conoció ayer. Sadiq Kahn, el más izquierdista de quienes pugnaban por la candidatura, se impuso a los más centristas Tessa Jowell y David Lammy. Algo que confirma que la corbynmanía no es un fenómeno estrictamente personal y, que al mismo tiempo, supondrá la primera vez que el nuevo partido se mida ante el conjunto de los votantes y no solo laboristas. En el Congreso celebrado esta mañana para anunciar los resultados, minutos antes de conocerse el nombre del nuevo líder del partido, Kahn realizó desde el escenario un llamamiento a la unidad del partido en torno al ganador.

Otra prueba serán las elecciones al Parlamento escocés, también en 2016. La debacle del laborismo en su otrora feudo de Escocia fue una de las razones de su contundente derrota en las elecciones generales de mayo pasado. Los comicios al norte de la frontera demosrarán si el efecto Corbyn es capaz de devolver a la izquierda escocesa del nacionalista SNP al laborismo.

Y la tercera prueba importante será el referéndum sobre la permanencia o no del país en la Unión Europea, que se celebrará en algún momento antes del final de 2017. El nuevo líder ha confirmado que hará campaña por permanecer. “La victoria de Corbyn puede ser positiva para las expectativas del país de permanecer en la UE”, opina John Curtice, catedrático de Políticas de la universidad de Strathclyde y responsable del famoso sondeo que, en la noche previa a las elecciones del 7 de mayo, predijo la inesperada mayoría absoluta de Cameron. “Una parte de la izquierda se ha sentida desencantada con el proyecto europeo tras la crisis griega y, después, la de los refugiados. Si Corbyn, convertido en un icono de la izquierda, defiende abiertamente la permanencia y consigue movilizar a ese electorado, se apuntará una importante victoria.

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/09/12/actualidad/1442052609_506671.html

domingo, 13 de septiembre de 2015

Y Luis Bárcenas llegó al cine

La película ‘B’ reconstruye con detalle la explosiva declaración del extesorero del PP ante el juez Ruz en julio de 2013

El 15 de julio de 2013, Luis Bárcenas se sentó en una sala de la Audiencia Nacional y ante el juez Pablo Ruz cambió por completo sus declaraciones precedentes. Durante más de cinco horas, el extesorero del PP desgranó el funcionamiento de la caja b de lo que él siempre denomina “el partido”, confirmando de paso todos sus papeles publicados por EL PAÍS.

Hacía mucho calor y juez, acusado, defensas, funcionarios y acusaciones particulares, unas 20 personas, se hacinaron en una salita de lo Social —la habitación de lo Penal que les hubiera correspondido estaba en obras—. Olía a combate de boxeo: un juez suplente, presionado, de 38 años, contra el exgerente y extesorero del partido en el poder. Bárcenas cogió su fusil y harto de las amenazas a su esposa —que, testificó, le llegaban desde el PP— diseccionó la doble contabilidad, la corrupción de 20 años de un partido cercano a constructores y grandes empresarios, donantes anónimos que, explicó el acusado, “no querían ser anónimos, sino que el presidente o el secretario general les recibiera”.

Muy poca gente recuerda el calibre de lo declarado aquel día por Bárcenas. Contra ese olvido, Jordi Casanovas escribió la obra Ruz-Bárcenas, con un referente claro: Frost/Nixon. Pedro Casablanc encarnó a Bárcenas y Manolo Solo, a Ruz. “Fui a ver la obra al Teatro del Barrio y salí en shock”, recuerda David Ilundain, que decidió trasladarla a la pantalla.

Nombres y cifras
El director repitió el reto —cada palabra que se escucha está en aquella declaración— y luchó por sacar adelante B, que finalmente se estrena el 18 de septiembre. “Recurrimos al crowdfunding [obtuvieron así 50.000 euros de los 200.000 del presupuesto], porque aún hoy es muy difícil hacer cine político en España”. Este verano, la relación entre Francisco Paesa y Luis Roldán, otro gran momento de la corrupción española (“algo que está en nuestros genes”, dice Casablanc), también ha pasado al cine en El hombre de las mil caras. “Nosotros rodamos en mayo en dos semanas toda la película”, prosigue Ilundain. “Hemos abierto la segunda parte a los otros personajes: aparecen el fiscal, los abogados de la defensa, de las acusaciones particulares...”.

En la película se ve arrogancia, miedo, sudor... y sobre todo se escucha. Se escucha a Bárcenas, de memoria enciclopédica, soltar nombres y cifras. “Debe de ser el personaje que más ha hablado en el cine español”, apunta entre risas Casablanc, al que sus años de teatro —“Yo no sé improvisar”— le valen para recordar todas las parrafadas. Solo explica que su Ruz “tuvo que separar el grano de la paja, la verdad de la mentira, mientras soportaba el escrutinio de toda España”. De referente, Frank Langella como Nixon en la adaptación al cine de Frost/Nixon. “No se parece a Nixon, pero te lo crees a los diez segundos. A mí me alejan de sus interpretaciones los actores que imitan y no buscan construir”. Casablanc recrea a Bárcenas de forma abrumadora. “Lo mismo un día me lo cruzo y me da un abrazo o me parte la cara”, sonríe. “Primero, es un ser humano; luego es un personaje fascinante, elegante, amante de los deportes de riesgo, que en ese momento se juega mucho. Con su memoria e inteligencia, parece Ricardo III”. Elogiosa comparación.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/09/07/actualidad/1441653087_663293.html

Más aquí: Duelo de cine entre Luis Bárcenas y Pablo Ruz

BIODIVERSIDAD. La ley de la selva sigue siempre las mismas reglas matemáticas. Los grandes ecosistemas del planeta repiten el mismo patrón que relaciona la biomasa de depredadores y presas.



Las matemáticas son una abstracción humana, pero gobiernan la vida salvaje del planeta. Ya sea en la sabana o en las profundidades del mar, los ecosistemas muestran siempre los mismos patrones matemáticos que relacionan la biomasa de depredadores con el de presas. Un monumental estudio con miles de especies demuestra cómo el aumento de comida disponible (presas) no lleva aparejado un aumento igual del número de depredadores. Y el patrón se reproduce casi de manera universal.

En la Tierra hay una gran variedad de ecosistemas marinos, terrestres, lacustres, de montaña, selváticos o desérticos. Unos están integrados por unas pocas especies, como en las cumbres alpinas o las fumarolas de las simas atlánticas. Otros son exuberantes, como la Amazonia brasileña o la reserva del Ngorongoro, en Tanzania. A pesar de tanta diversidad, todos pueden representarse en forma de pirámide, con una base, generalmente biomasa vegetal, y sucesivas capas que se alimentan de la precedente, como los herbívoros de aquella base y los grandes depredadores felinos de estos últimos.

La lógica y buena parte de las investigaciones en ecología dicen que a más biomasa en la base, más cantidad de energía en forma de comida para los de arriba: si hay más pasto en la sabana, habrá más gacelas y ñus, y si hay más gacelas y ñus, habrá más leones. Es decir, el tamaño de la pirámide puede aumentar, pero no cambia su forma. Sin embargo, no es así. La relación no es lineal, sigue en realidad una ley de potencia que es sublineal: a más gacelas y ñus, habrá 0,74 (o 3/4) más de leones. Y se ha comprobado en todos los ecosistemas donde ambos conviven. Desde el secarral del desierto del Kalahari hasta el rico cráter del Ngorongoro, pasando por el delta del Okavango o la reserva Kruger, siempre se repite esa ley de potencia.

"Una ley de potencia es una función matemática simple", dice el investigador de la Universidad McGill (Canadá) y principal autor del estudio, Ian Hatton. En ecología, se asumía que el exponente de esa ley de potencia era 1, lo que significa que cuando se dobla las presas [en número o densidad], también se dobla el de los depredadores. "Sin embargo, hemos comprobado un exponente cercano a los 3/4, lo que es menos que 1", añade el científico canadiense. Esto supone que si aumentan las gacelas, también lo harán los leones pero no en la misma proporción.

Lo que han descubierto Hatton y sus colegas es que esta ratio no es solo cosa de los leones. En el caso de las hienas y sus presas es de 0,74. En el de los tigres del sudeste asiático, también del 0,74. De los lobos de norteamericana, del 0,72... y así hasta una treintena de grandes depredadores y los centenares de especies de las que se alimentan. Tal y como muestran en un artículo publicado en Science, allí donde aumenta la biomasa de presas, la ratio depredador-presas disminuye.

El fenómeno, además, no es exclusivo de los grandes depredadores. Los investigadores repasaron más de 1.000 estudios sobre poblaciones ecológicas, densidad de especies, número de ejemplares, relaciones entre depredadores y presas... En total obtuvieron datos de 2.260 ecosistemas y unas 1.500 áreas geográficas. Hay estudios sobre grandes mamíferos, invertebrados, zooplancton que depreda el fitoplancton, invertebrados y plantas... En la práctica totalidad, a excepción de algunas comunidades de peces y protistas, la relación entre depredadores y presas siempre sigue esa ley de potencia elevado a 3/4.

"Estamos impresionados. Se trata de un patrón asombroso", dice en una nota el investigador de la Universidad de Guelph, Kevin McCanny, coautor del artículo. Sea el ecosistema que sea el observado, la cantidad relativa de biomasa de presas y depredadores puede ser predicha "por una simple función matemática", comenta.

Pero aquí no acaba la relación de la naturaleza con las matemáticas. En la base de toda pirámide están los productores primarios de energía, generalmente las plantas, algas marinas o invertebrados. Pues bien, los bosques de hoja caduca, los pastizales, los ecosistemas de coníferas, las praderas marinas y las algas muestran un proceso de escalado similar, con ratios de producción per cápita en relación con la biomasa total entre el 0,74 y el 0,81. De nuevo, el intrigante exponente de los 3/4. Eso implica que, en ausencia de depredadores, las poblaciones de presas aumentan si hay más producción primaria, pero con una tendencia a la baja.

Para los investigadores no está del todo claro a qué se debe esta ley casi universal de potencia pero deber ser clave para la estabilidad de los ecosistemas. Entre los elementos que entrarían en una futura teoría que explique el reinado de las matemáticas en la vida salvaje, ellos mencionan los límites que impone el metabolismo de cada especie, la ralentización de la reproducción y cría entre las presas ante una menor presión de los depredadores, la competencia por los recursos o las interacciones entre distintas especies de presas.

"Da la impresión de que las especies se reproducen a ratios menores cuando abundan. Cuantos más animales y plantas hay, menos crías tienen. Para que el balance del ecosistema se mantenga, los depredadores están limitados por la cantidad de crías disponibles", razona Hatton. Pero esto no explica el patrón en todos los sistemas. "Aunque podemos sugerir otras razones para explicar este patrón que vemos entre los grandes mamíferos, bosques o el plancton, no sabemos porqué los diferentes ecosistemas siguen el mismo patrón", añade.

Relación entre el metabolismo y tamaño
Una posible explicación, casi metafísica, relaciona este patrón observado en los grandes ecosistemas como el comprobado a nivel individual. La misma ley de potencia con exponente a 3/4 que rige lo global, también gobierna la fisiología de los organismos. En estos, la ratio de reproducción, crecimiento y metabolismo cambia en función de la masa corporal y se conoce desde los años 30 del siglo pasado como la Ley de Kleiber, en honor al químico que la postuló. "Es lo que algunos llaman la curva de ratón a elefante, porque, todas las especies, incluidos los humanos, siguen esta ley de potencia cercana a 3/4", comenta Hatton. Aunque un elefante sea, por ejemplo, 1.000 veces más grande que un ratón, no necesita comer 1.000 veces más. De hecho, cuanto mayor es el animal, consume proporcionalmente menos que un animal pequeño. Y esa ratio entre metabolismo y tamaño tiende, de nuevo a 3/4 o la 0,75 potencia.

"Estos resultados son sorprendentes porque indican que la cantidad de depredadores aprovechables, como las especies de pesca comercial que se alimentan de otras presa marinas, apenas aumenta aunque lo hagan en gran medida las presas", comenta el profesor de la Universidad del Sur de Alabama, el español Just Cebrián. Este biólogo marino, que no ha participado en el estudio aunque lo ha revisado, considera que los ecosistemas más productivos son ineficientes cuando se trata de transferir la energía a lo largo de la cadena alimenticia. "El trabajo de Hatton y sus colegas generaliza este hecho a todos los ecosistemas de la Tierra".

Para Cebrián, Hatton ha culminado de forma elegante una década de investigaciones por parte de muchos ecólogos con una fórmula muy sencilla y prácticamente universal por la que la producción de comida por parte de las presas aumenta la cantidad de depredadores elevado a 0,75. "Estos resultados sugieren lecciones importantes para la gestión y protección de ecosistemas en peligro, tal como las sabanas del Serengeti o las junglas de Indonesia: a medida que aumentamos la presa, la cantidad de depredadores aumentará solo ligeramente", sostiene el biólogo español.

EN ESTA NOTICIA

Independentismo, nacionalismo… y algunas alertas sobre “el parafascismo” Manuel Vázquez Montalbán y Lluís Llach conversaban hace trece años sobre lo que ahora es un debate en las calles

Como ocurre con algunos personajes (Ortega, Einstein, Bertrand Russell…), muchos nos preguntamos hoy qué dirían algunos de los nos preceden acerca de los debates de hoy. Manuel Vázquez Montalbán, el autor de Galíndez o Asesinato en el Comité Central y de la también inolvidable saga de Carvalho, es uno de esos personajes. De padre gallego y madre catalana, el prolífico escritor y pensador, nacido en 1939 y fallecido en 2003 en el aeropuerto de Bangkok, se pronunció sobre todo lo que ocurría en este país y en el mundo, desde el Papa a la cocina pasando por las heridas abiertas de la historia española. Un año antes de su muerte se sentó con el escritor y profesor Víctor Sampedro y con el cantautor Lluís Llach (Gerona, 1948). El propósito era charlar para un libro (que se publicó en 2002, con el título Ciudadanos de Babel, publicado por la Fundación Contamíname y Punto de Lectura). El asunto que les correspondió tratar en ese volumen, en el que participaron otros dúos, fue nacionalismo y memoria histórica. Aquí publicamos extractos de esa conversación que hoy arroja luz sobre lo que decía entonces Manuel Vázquez Montalbán y lo que aportaba a la discusión de aquel momento Lluís Llach. Este último es actualmente candidato de la coalición independentista Junts pel Sí.

El escritor Manuel Vázquez Montalbán en 2002. / C. BAUTISTA

Manuel Vázquez Montalbán.
En mi opinión, la política cultural de la Generalitat cometió la torpeza de entender que sólo se tenía que dedicar a normalización lingüística del catalán, sin asumir una posición con respecto al castellano. Esto produjo la impresión de que se creaban pautas lingüísticas para que el catalán se convirtiera en la lengua hegemónica. Se imponía la lógica de que Cataluña es una nación que tiene una lengua propia, que es el catalán. Pero, en cambio, se ignoraba o no se asumía que el castellano era una lengua totalmente viva, coexistente y cohabitante; que además se correspondía con casi el 50% de la población. Esto hubiera implicado el desarrollo de una política lingüística hacia el castellano, no como la lengua propia. Pero tampoco se puede considerar impropia una lengua que hablan la mitad de los habitantes de un país, que entiende el resto y que sirve a todos para comunicarse con el resto del Estado.

Lluís Llach.
Cuando los mismos que dirigen la Transición la ven peligrar renuncian primero (…) a la unión de las izquierdas y los nacionalismos. Aquí esto provoca rechazo porque (siendo muy esquemático, y que Manolo me disculpe) a los nacionalistas nos deja en muy mala posición. De alguna manera perdemos aquel cuerpo de alianzas que considerábamos casi naturales. El nacionalismo, además, poco a poco se convierte en Catalunya en un patrimonio totalmente falso. Lo intenta monopolizar una gente que se define sólo o principalmente como nacionalista, porque quiere esconder sus intereses de derechas de toda la vida. Cosa que también se debe matizar, porque es más complicado

El cantautor Lluís Llach. / PERE DURAN
Convergencia i Unió es una cosa muy rara como para identificarla con el PP. Para entendernos, no es una derecha normal. Sobre todo (…), aún no ha cambiado. Y todavía esperamos un poco ese cambio, mientras que aquí ya podríamos… Es complicado.

MVM. Remontándonos un poco, tras la Guerra Civil quedan dos grandes núcleos supervivientes del nacionalismo: una tendencia moderada que, en definitiva, capitalizan Jordi Pujol y el nacionalismo de las capas populares, liderado por Esquerra republicana. Este partido fue mayoritario hasta el punto que hegemonizó el gobierno en Cataluña durante buena parte de la Guerra Civil. Sus precedentes en la Generalitat, así como sus ministros, ofrecen una lectura diferente del hecho nacionalista a la que hace CiU. Ahora bien, el pujolismo resulta complejo porque aglutina desde exalcaldes franquistas, que para seguir en el cargo se transformaron en pujolistas, hasta capas populares con posturas nacionalistas e, incluso, independentistas. Una mezcla típicamente pujolista.

LL.LL. Y a menudo olvidamos un dato clave. Convergència consiguió resultados muy escasos en las primeras elecciones que hubo en este país, donde la gente se expresó de manera limpia –coaccionada por toda la historia—pero aún así con claridad –no hubo tiempo de manipularla demasiado—sobre esos asuntos. El pujolismo apenas alcanzó, no sé, el 12 u 11% de los votos.

MVM. [Tras el 23 F] El PSOE y el PP alcanzaron un pacto antinacionalista para ir recortando el proyecto autonómico, porque consideraban que había sido una de las causas que forzaron a los militares a intentar dar el golpe de Estado. Eso generó un sentimiento de retroceso que Pujol capitalizó. Luego capitalizará otro hecho que considero un craso error histórico. Le procesaron por [el caso] Banco Catalana, quince días después de ganar las elecciones. Esto le proporcionó el hábito de perseguido por el centralismo madrileño, encarnado en los fiscales de aquí. Eran muy próximos a la izquierda, pero que se equivocaron clarísimamente de vía. Pujol, además, reúne un cúmulo de atributos. Para empezar es el único personaje político actual que ha sido torturado por Franco. Deberíamos conservarlo en algún museo del hombre, porque es el único [risas de Lluís]. También a nivel europeo, porque allí se recuperaron derechistas que sirvieran como recurso democrático. Él, en cambio, sí es un torturado. Ese pasado le confirió otro halo que le sirve para coincidir con muchos sectores. (…) Un último elemento que sirve de referente externo de la singularidad catalana son las diferencias de este nacionalismo con el vasco. Sin embargo, juzgados desde Madrid, me he encontrado muchas veces la sorpresa de que casi irrita más el nacionalismo catalán por fijar el hecho diferencial en la lengua. Además dicen que es una cosa tacaña, tan usurera que incluso aplica la usura respecto a la violencia, mientras que el nacionalismo vasco al menos se muestra más explícito, claro y campechano.

Víctor Sampedro. De la identidad de objetivos entre izquierdas y nacionalismos se ha pasado a otro imaginario más actual y presente en muchos que ya no se definen como izquierdistas sino sólo progresistas. Cada vez más se expresa y cunde en aquellas zonas del Estado que no son el País Vasco o Cataluña. Me refiero a la identificación del nacionalismo con ritos atávicos, irracionalismo y, directamente, con el germen de las manifestaciones fascistas. Sin dudar de las razones, evidentes a veces, para establecer esa igualdad, pudiera llevar a la deslegitimación absoluta de ciertas ideologías y actores políticos, de los que habéis hablado y que colaboraron mucho en la transición.

MVM. Bueno, creo que el nacionalismo tiene un cierto riesgo de derivar hacia una forma de fascismo, según como se interprete o analice.

LL. LL. Está clarísimo.

MVM. Cabría recuperar alguna de las afirmaciones de Lenin que, a pesar de que haya caído el Muro de Berlín, de vez en cuando sirven. Dice que existen nacionalismos opresores y a la defensiva y que es preciso apostar por los últimos. Puede que sirva como principio teórico. La defensa del derecho nacional me parece legítima hasta que no se produzca una situación de auténtica igualdad de oportunidades y para evitar que se manipule la propia identidad. Ahora bien, cuando pasa a ser un factor excluyente, que persigue todo aquello que no adopta exactamente la misma posición, reproduce el discurso único al que se opone por otros procedimientos.

LL.LL. Me preocupa que se crea que el nacionalismo se reduce al mero sentimiento. Aunque es verdad que mucha gente lo vive de ese modo. Pero lo mismo se puede decir del socialismo o la preocupación por lo social. (…) Para muchos de nosotros el nacionalismo ofrece, ante todo, una teoría y una praxis de liberación colectiva. Responde a la aspiración de que los ciudadanos de cierto país se puedan realizar mejor, en sus vidas y en el plano colectivo. Porque es muy difícil separar lo uno de lo otro. La manipulación de reducir el nacionalismo a los sentimientos y olvidar todo el proyecto de liberación colectiva que hay detrás, me parece demasiado sesgada. Y no ayuda nada a la comprensión. En mi caso, por ejemplo, me niego a ser nacionalista de barretina, bandera y fronteras. Es que me niego. Me jodería mucho haber participado en alguna cosa de ese tipo. Y si lo he hecho dimito inmediatamente de mi nacionalismo. De los símbolos de la nación que circulan, algunos son legítimos y otros, el resultado del mercadeo de las ideas y nociones de la identidad. Posiblemente tengan que cambiar muchas cosas en el contexto estatal y diría que también en el marco europeo. En ambos niveles resultan evidentes las secuelas y ostentaciones parafacistas del nacionalismo. (…) Todo en sociedad se presenta de forma plural, el nacionalismo también. Aunque es cierto que el imaginario de identidad que se nos está proponiendo en Cataluña choca con la mezcla y el matiz, que son casi la esencia misma del país. Pero estamos época de pocos matices, de barbaridades malsonantes y a veces nosotros también caemos en esa tentación. (…) El nacionalismo ha de estar al servicio del ser humano; si no, no sirve para nada.

MVM. (…) Las razones para defender la identidad catalana resultan obvias. Los motivos para sentirte integrado dentro de una comunidad española yo, al menos, las tengo claras también, por cuanto reconozco muchas raíces comunes con el resto de la gente. No tengo, en cambio, ninguna conexión con la idea metafísica de España.

LL. LL. Para que la gente pueda entenderse ha de disponer de un léxico más o menos de verdad. España y ninguna otra entidad nacional no se construyen si funcionamos desde mentiras históricas. (…) Siempre me he mantenido muy en contacto con el independentismo, pero personalmente no me siento independentista. Se podría afirmar que el independentismo catalán se justifica sólo porque no hay un proyecto español capaz de desmotivarnos. Si España se plantea como un proyecto de convivencia, libertad y autogestión de los diferentes pueblos que la conforman; independentista, ¿por qué? Pero, ¿para qué? Si ya no tendría ninguna gracia. (…) En suma, cuando discutan sobre nacionalismo o independentismo deberían entender que si a nosotros España nos ofrece un proyecto de futuro magnífico, entonces ¿para qué? ¿Por qué seguir con las etiquetas?

MVM. Los modelos posibles, alternativos al autonómico, ya están ahí: el federalista, el confederalista y el debate sobre el nacionalismo simétrico o asimétrico. (…) Tenemos que llegar a una especie de nuevo pacto de Estado que refleje esas diversidades y considere factores de soberanismo, que es una palabra que ahora está mucho en el candelero.
http://politica.elpais.com/politica/2015/09/11/actualidad/1441990802_278107.html

sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Hay vida real y razón política más allá de la inteligencia emocional?

Las emociones parecen referirse a un ser humano inmaculado y natural, puro en sus esencias constitutivas, mientras que la inteligencia a secas o razón nos remiten a análisis fríos y pragmáticos que no toman en consideración los componentes de origen de cada individuo concreto. Más allá de las variadas interpretaciones psicológicas al uso, estas categorías convencionales, la inteligencia emocional y la fría razón, inciden en dos aspectos primordiales de la vida en sociedad: la ideología política y la manipulación informativa y publicitaria. Y, además, son artefactos creados a propósito, producciones académicas que pretenden marcar territorios científicos inapelables.

Emocional y frío son adjetivos modifican respectivamente las sustancias inherentes a inteligencia y razón. A la primera de forma positiva y a la segunda de manera sesgada en favor del concepto emocional. En el mundo actual prevalece la idea popular de que el único modo de realizarse en la vida pasa por sentir plenamente las emociones que salen a nuestro encuentro. Racionalizar el conflicto buscando las relaciones entre las cosas, los determinantes y condicionantes históricos y las causas y los efectos de las situaciones sociales, económicas y políticas tiene mala prensa: es cosa diabólica de materialistas sin alma ni corazón.

Se viene hablando repetidamente de inteligencia emocional desde las postrimerías del siglo XX, siendo su uso casi general desde entonces. Incluso, de utilización coloquial, aunque es la herramienta favorita en los departamentos de recursos humanos y en el medio publicitario.

Definir las emociones resulta harto complejo. Muchas veces pasiones, sentimientos y emociones se confunden en una mezcolanza indistinguible tanto para profanos como para expertos en la materia. Da igual, lo importante es contar con una maquinaria física y mental que pueda ser susceptible de emocionarse con arreglo a las pautas invisibles de la cultura dominante y los estímulos inducidos por la sociedad de consumo. Ahí radica el éxito fulgurante de la inteligencia emocional.

Es sabido que el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el entusiasmo, el aburrimiento y la angustia (no se agota aquí el baúl de las emociones) son respuestas casi automáticas que nos visitan a todos sin excepción en momentos de especial relevancia de nuestro acontecer cotidiano. Se dice que cuando una emoción es racionalizada, si aprueba conforme al análisis concienzudo de la razón, se transforma en sentimiento, una segunda piel psicológica que da sentido a nuestra personalidad única o carácter específico.

Puede colegirse de lo dicho que la emoción es inconsciente, al tiempo que el sentimiento entra dentro de los dominios de la plena razón que digiere y otorga sentido propio a las tensiones y conflictos del ser humano histórico y social. Todo ello es perfectamente conocido por las industrias capitalistas de la producción, el consumo, el ocio y el entretenimiento y de la elaboración cultural de iconos y símbolos mediáticos.

La realidad es lo que ofrece resistencia al viaje de los seres humanos por la vida. El trabajo es la realidad sustantiva del asalariado y la masa trabajadora del empresario capitalista, siendo la emoción el medio intangible que procura dulcificar y esconder ese conflicto clásico de los sistemas capitalistas trastocando con sutileza la realidad del trabajador para hacerla aceptable y asumible por él, a la vez que de ese cambio ideológico extrae un rendimiento extraordinario el empresario de turno. Esto es, la clase trabajadora se conforma como un sujeto-objeto desde perspectivas antagónicas.

Por ende, la realidad modificada a través de las emociones opera en dos ámbitos complementarios que se necesitan imperiosamente: sobre el objeto de lo real y sobre el sujeto trabajador, obligando a una relación más sublimada, o mágica, y tolerable para el régimen capitalista.

En el terreno laboral, la aplicación sistemática de la inteligencia emocional pretende un aumento de la productividad laboral, que los trabajadores crean en uno mismo, relanzar una autoestima narcisista y motivar una competitividad salvaje edulcorada con el subterfugio de las capacidades simpáticas que emanan de la emoción prístina, virgen y pura. La magnificación del yo hasta extremos insospechados permite solapar las relaciones sociales y los condicionantes y determinantes que prevalecen en el trabajo capitalista.

Éxito o fracaso, maniqueísmo capitalista

Ese yo pletórico de individualismo esencialista solo cuenta con capacidades o habilidades para sentir la fugacidad del éxito o el fracaso puntual, pero mientras está imbuido de ese sentimiento tan volcánico todos nos vivimos como los ases indestructibles del mejor de los mundos posibles. La contrapartida es caer en el fracaso, el despido fulminante, la soledad existencial, la precariedad vital. Ese yo fruto del emocionalismo se ha olvidado del otro a conciencia; su territorio social es inexistente.

Las emociones, no obstante, jamás vienen dadas o se manifiestan como un automatismo inocente al que no podemos plantar cara o hacer frente de modo efectivo, salvo en casos excepcionales. El vasto campo de lo emocionante es manipulable para conseguir metas políticas mediante su control y también por medio de su desbordamiento calculado previamente.

La publicidad y la propaganda liman psicológicamente las resistencias que se opone al vivir, dirigiendo las acciones concretas de los consumidores e incitando a la acción o a la pasividad en función de intereses políticos no declarados expresamente.

Así, las erupciones de entusiasmo nacionalista o étnico, el miedo existencial provocado por la precariedad laboral y las crisis recurrentes, las alegrías pasajeras suscitadas por eventos deportivos o culturales de masas, la ira que surge ante el relato o visiones macabras de asesinatos o catástrofes, la tristeza o sentimentalismo que nos invade por empatía meliflua con personajes públicos de cierta resonancia o ante minorías especialmente sensibles (ancianos, niños, inmigrantes, marginados, pobres) …

También el aburrimiento y la angustia tienen domicilio en este rosario de manipulaciones psicológicas de las emociones. Todos los mencionados son estados de ánimo elaborados con métodos publicitarios y complejos mecanismos ideológicos que propician con premeditación y cálculo estadístico respuestas estereotipadas con el fin de extraer resultados óptimos para el orden establecido. Cuando acaece o brota de las profundidades telúricas el instante de la emoción parece que nos movemos con el mundo, sin embargo no es más que un sucedáneo de vitalismo superfluo que nos tapa la auténtica realidad en que nos hallamos inmersos.

El prestigio de las emociones es formidable en el mundo actual, casi sinónimo de libertad sustancial. A pesar de ello, sentir emociones no es más que asistir a accidentes etéreos de la vida real. Decía el existencialismo que primero es existir y que luego venía la esencia, que el ser humano, cada cual a su manera, debía ineluctablemente que hacerse construirse a sí mismo, estando obligado a elegir paso a paso, ininterrumpidamente, dejando en un segundo plano la teoría marxista que señalaba que todo ser humano se planta en el mundo con unos determinantes y condicionantes históricos que eligen por él su punto de partida y su anclaje en la realidad vital.

Esa lectura superficial del existencialismo fue cogida por los pelos por el neoliberalismo rampante de las últimas décadas en su propio beneficio, con la ayuda inestimable de las naturales emociones humanas. En el fondo de todo ello subyacía la idea de vaciar de contenido al materialismo y a la razón, sustituyendo la realidad por fenómenos encarcelados en los espurios sentimientos de la inocencia y en las equívocas pasiones edénicas.

El psicoanálisis inventado por Freud, por su parte, más allá de sus discutibles terapias que nunca llegan a la tierra prometida, descubrió la base materialista del ser humano dando forma a la ruptura entre significantes y significados, entre lo que permanece en la trastienda del subconsciente y las conductas, tensiones y conflictos que vivimos en primera persona. Hallar ese nexo entre la realidad oculta y las emociones que percibimos es el quid de la cuestión, alcanzar, o al menos intentarlo, la compleja realidad social e individual que nos produce tal y como nos ven y nos vemos.

Ese nexo es de naturaleza material (lo real es racional y viceversa, según Hegel), puede medirse y puede ofrecernos las claves de por qué la realidad nos ofrece tan colosal resistencia. Hacernos libremente como seres humanos, tanto en el plano personal como social, exige tratar las emociones como velos ideológicos que no permiten atisbar las causas y los efectos que permanecen en la zona oscura de toda realidad histórica.

Inteligencia emocional es una convención donde caemos como moscas sin advertir que sin razón no somos más que marionetas al albur del destino. Inefable e incomprensible destino capitalista, por supuesto.
Fuente: Armando B. Ginés

viernes, 11 de septiembre de 2015

Antiprincesas: la colección infantil que rescata las historias de las grandes mujeres de Latinoamérica

La novedosa colección tiene por objetivo rescatar la experiencia de grandes mujeres que cambiaron la historia, desde una perspectiva que permita a las niñas mirarse "en otros espejos", como detalla su autora, lejos del machismo y la caricatura de los cuentos de hadas.


Dentro del mundo de la literatura infantil, todavía resulta difícil encontrar hoy publicaciones que cuenten a niños y niñas acerca de personajes reales de la historia. Más aún, abundan los relatos de mujeres que, gracias al beso de un príncipe o al rescate de su enamorado de los muros de un castillo, pudieron recuperar su libertad y ser felices. Pero el mundo no es así y la autora de los colección de cuentos “Antiprincesas” decidió trabajar en una propuesta nueva para las niñas, que acercara las hazañas de grandes mujeres latinoamericas a sus referencias. Mujeres creativas, luchadoras y revolucionarias que marcaron la historia del continente y supieron romper los moldes que la propia sociedad ha impuesto al género.

La novedosa colección está a cargo de las editoriales Sudestada y Chirimbote, y el primero de los libros estará dedicado a la historia, obra y vida de la artista mexicana Frida Khalo, mientras que su sucesor destacará la vida de la multifacética artista chilena y luchadora social, Violeta Parra. Además, ya se prepara un tercero que rescatará la lucha por la independencia de Juana Azurduy.

Su autora, Nadia Fink, aseguró que la colección se enfrenta a dos paradigmas, que “tiene por un lado el para nada abolido auge de las princesa Disney y la llegada indiscutible de un modelo que eleva la figura de mujeres pensantes, luchadoras e independientes”.

En este escenario, explicó Fink, la intención es que las niñas tengan otros espejos donde mirarse. “Lo ideológico es fundamental“, recalcó, asegurando que es desde la pasión y la rebeldía desde donde surgen los compromisos con el mundo.

“Pensamos en personajes conocidos que no se les enseñaban a las chicas y los chicos, tal vez porque no sabían cómo explicarles sus conflictos con la sociedad machista. Hay cierto temor a mostrar otras formas de encarar la vida, sobre todo con respecto a la maternidad, la relación con el propio cuerpo, la sexualidad, etc”, comentó la autora.

Fuente: http://eldesconcierto.cl/antiprincesas-la-coleccion-infantil-que-rescata-las-historias-de-las-grandes-mujeres-de-latinoameric/