lunes, 5 de febrero de 2024

Qué era la División Galicia y por qué arroja sombras sobre los ucranianos que emigraron a Canadá después de la Segunda Guerra Mundial

Una foto de Heinrich Himmler reuniéndose con soldados de la 14ª División de Granaderos Waffen-SS.

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Una foto de Heinrich Himmler, uno de los principales líderes nazis, con soldados de la 14ª División de Granaderos Waffen-SS en junio de 1944.

Cuando el Parlamento de Canadá aplaudió a un veterano de guerra ucraniano que luchó con la Alemania nazi, se volvió a poner sobre el tapete una parte controversial de la historia de Ucrania y su conmemoración en Canadá.

Yaroslav Hunka, el veterano ucraniano que fue ovacionado en el Parlamento el 22 de septiembre, formó parte de una unidad nazi llamada 14ª División de Granaderos Waffen-SS -también conocida como División Galicia- que se formó en 1943.


Su presencia en el Parlamento canadiense fue criticada tanto por grupos judíos como por otros parlamentarios.

El diputado Anthony Rota, que lo invitó, renunció como presidente de la Cámara de los Comunes y dijo que lamentaba profundamente el error.

Pero no es la primera vez que el papel de Ucrania en la Segunda Guerra Mundial suscita un debate en Canadá, que alberga la mayor diáspora ucraniana fuera de Europa.

En todo el país hay varios monumentos dedicados a veteranos ucranianos de la Segunda Guerra Mundial que sirvieron en la División Galicia.

Grupos judíos llevan mucho tiempo denunciando estos homenajes bajo el argumento de que los soldados de la División Galicia juraron lealtad a Adolf Hitler y fueron cómplices de los crímenes de la Alemania nazi o los cometieron ellos mismos.

Pero para algunos ucranianos, estos veteranos son luchadores por la libertad, que solo pelearon junto a los nazis para resistir a los soviéticos en su búsqueda de una Ucrania independiente.

Una historia polémica

La División Galicia lleva ese nombre por el distrito de Galicia, o Galitzia, creado por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial en parte de lo que hoy es el oeste de Ucrania.

Formaba parte de las Waffen-SS, una unidad militar nazi que, en su conjunto, estuvo implicada en numerosas atrocidades, incluida la masacre de civiles judíos.

Más de un millón de judíos fueron asesinados en Ucrania durante la guerra, la mayoría entre 1941 y 1942.

La mayoría murieron fusilados cerca de sus casas por los alemanes nazis y sus colaboradores.

La División Galicia ha sido acusada de cometer crímenes de guerra, pero sus miembros nunca fueron declarados culpables ante un tribunal.

Grupos judíos han condenado los monumentos canadienses a los veteranos ucranianos que lucharon en las Waffen-SS. Afirman que son "una glorificación y celebración de quienes participaron activamente en los crímenes del Holocausto".

Una polémica escultura del militar ucraniano Román Shujévych cerca de la Asociación Juvenil Ucraniana en Edmonton, Canadá.

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Una polémica escultura del militar ucraniano Román Shujévych cerca de la Asociación Juvenil Ucraniana en Edmonton, Canadá.

Uno de estos monumentos se encuentra en un cementerio ucraniano privado en Oakville, Ontario, y lleva la insignia de la División Galicia.

Otro fue colocado por veteranos ucranianos de la Segunda Guerra Mundial en Edmonton (Alberta).

Un tercero, también en Edmonton, es un busto de Román Shujévych, líder nacionalista ucraniano y colaborador nazi, cuyas unidades fueron acusadas de masacrar a judíos y polacos.

La participación de Shujévych en estos crímenes, sin embargo, es objeto de debate, y no formó parte de la División Galicia.

Los monumentos, que datan de las décadas de 1970 y 1980, han sido objeto de actos de vandalismo en los últimos años, con la palabra "nazi" pintada en rojo.

Monumento al Holodomor, la hambruna que devastó a Ucrania entre 1932 y 1933 bajo el control soviético, en Edmonton, Canadá.

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Monumento al Holodomor, la hambruna que devastó a Ucrania entre 1932 y 1933 bajo el control soviético, en Edmonton, Canadá.

¿Por qué hay desacuerdo sobre lo que representan los monumentos?
El desacuerdo sobre lo que representan estos monumentos se remonta a la historia de Ucrania en la guerra, así como a la composición de la gran diáspora ucraniana de Canadá, dice David Marples, profesor de historia de Europa del Este en la Universidad de Alberta.

Durante la Segunda Guerra Mundial, millones de ucranianos sirvieron en el Ejército Rojo soviético, pero otros miles lucharon en el bando alemán bajo la División Galicia.

Los que lucharon con Alemania creían que ese país les concedería un Estado independiente libre del dominio soviético, explica Marples.

En aquella época, los ucranianos estaban resentidos con los soviéticos por su papel en la Gran Hambruna Ucraniana de 1932-1933, también conocida como Holodomor, en la que murieron unos cinco millones de ucranianos.

Las ideologías de extrema derecha estaban ganando terreno en la mayoría de los países europeos en la década de 1930 y Ucrania no fue una excepción, señala Marples.

Tras la derrota de Alemania, a algunos soldados de la División Galicia se les permitió entrar a Canadá tras rendirse a las fuerzas aliadas, una medida a la que se opusieron grupos judíos de la época.


Román Shujévych (segundo desde la izquierda abajo) junto a otros integrantes del batallón 201 en 1942.

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Román Shujévych (segundo desde la izquierda abajo) junto a otros integrantes del batallón 201 en 1942.

Algunos canadienses de ascendencia ucraniana consideran a estos soldados y a la División Galicia en general "héroes nacionales" que lucharon por la independencia del país.

También argumentan que su colaboración con la Alemania nazi fue efímera y que ellos, incluido Shujévych, acabaron luchando tanto contra los soviéticos como contra los alemanes por una Ucrania libre.

Pero la comunidad judía lo ve de otra manera.

"Lo esencial es que esta unidad, la 14ª unidad de las SS, eran nazis", declaró a la BBC Michael Mostyn, dirigente de la B'nai B'rith en Canadá.

El país norteamericano se ha enfrentado a esta historia en el pasado; una comisión se encargó en 1985 de investigar las denuncias de que Canadá se había convertido en un refugio para los criminales de guerra nazis.

Un informe publicado por esa comisión al año siguiente concluyó que no hay pruebas que vinculen a los ucranianos que lucharon con la Alemania nazi con crímenes de guerra específicos.

Y la "mera pertenencia a la División Galicia es insuficiente para justificar su enjuiciamiento", añadía el informe.

Las conclusiones del informe fueron impugnadas por grupos judíos y algunos historiadores.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, recibió la semana pasada al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, quien estuvo acompañado por militares.

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El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, recibió la semana pasada al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, quien estuvo acompañado por militares.

Marples señala que, en el momento de redactar el informe, algunos archivos de la Segunda Guerra Mundial en Ucrania y Rusia no eran accesibles.

Años más tarde se hicieron públicos, lo que impulsó una nueva investigación sobre el tema.

A través de esta investigación adicional se reveló que algunos de los que sirvieron en la División Galicia estuvieron implicados en crímenes de guerra, afirma Marples, aunque ninguno fue condenado.

Desinformación rusa que apunta a la historia de Ucrania 

Al entrar en el siglo XXI, este debate histórico se enlodó por la propaganda rusa moderna, que tachó falsamente de nazi al gobierno ucraniano para justificar su invasión.

Marples asegura que, aunque la extrema derecha sigue existiendo en Ucrania, es mucho menor de lo que la propaganda rusa intenta hacer creer.

Y los funcionarios ucranianos electos no están vinculados a ningún grupo de extrema derecha del país.

"Rusia simplificó mucho el relato", dice Marples.

Grupos ucranianos en Canadá dicen que la disputa sobre los monumentos y la aparición de Hunka en el parlamento es el resultado de esta propaganda.

Ya en 2017, antes de la invasión pero cuando las tensiones entre Rusia y Ucrania eran altas, la embajada rusa en Canadá criticó la existencia de monumentos ucranianos en Canadá, acusándolos de rendir homenaje a "colaboradores nazis".

Taras Podilsky, portavoz del Ukrainian Youth Unity Complex (en español, Complejo de Unidad Juvenil Ucraniana) de Edmonton, que alberga el busto de Shujévych, declaró que la rápida renuncia de políticos canadienses ante el episodio de Hunka es el último efecto de la campaña de desinformación rusa.

Y sostuvo que no hay pruebas que vinculen al veterano con crímenes de guerra.


Yaroslav Hunka (derecha) espera la llegada del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en el Parlamento de Canadá el 22 de septiembre.

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Yaroslav Hunka (derecha) espera la llegada del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en el Parlamento de Canadá el 22 de septiembre.

"Sin el debido proceso, esta persona es víctima de una narrativa rusa que ahora tuvo éxito", dijo Podilsky.

Mostyn, de la B'nai B'rith, reconoció la complicada naturaleza de esta historia, especialmente para algunos miembros de la diáspora ucraniana.

Pero afirmó que cualquier vínculo con el nazismo no es algo que puedan "permitir que las generaciones futuras celebren".

En términos más generales, los estudiosos del Holocausto han denunciado en los últimos años a varios países de Europa del Este por restar importancia a su papel en la masacre de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

En cuanto a los monumentos, tanto los grupos judíos de Canadá como los canadienses de ascendencia ucraniana dijeron que habían mantenido conversaciones sobre el tema.


Monumento ubicado en Edmonton que conmemora a los primeros ucranianos que se asentaron en Canadá en 1891.

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Monumento ubicado en Edmonton que conmemora a los primeros ucranianos que se asentaron en Canadá en 1891.

Ambos informaron, sin embargo, que no pudieron ponerse de acuerdo sobre el camino a seguir.

"Está en nuestra propiedad privada, no en propiedad pública, y para nosotros es un símbolo de la libertad ucraniana", dijo Podilsky sobre el busto de Shujévych en Edmonton. "Sabemos que no se cometió ningún delito", agregó.

Mostyn opinó que el reciente episodio en la Cámara de los Comunes demuestra que existen lagunas en lo que respecta al conocimiento de la historia nazi en Canadá.

"Tenemos una situación en Canadá en la que no conocemos nuestra propia historia sobre los perpetradores nazis que llegaron a este país", expresó.

Él y otros miembros de la comunidad judía de Canadá pidieron que se vuelva a examinar esta historia.

"Es realmente importante que se muestre liderazgo al más alto nivel por parte de nuestro primer ministro, para por fin abrir esto, porque es algo que la comunidad judía lleva décadas reclamando", dijo el dirigente de la B'nai B'rith.

Ucrania, División Galicia.

Contra el pensamiento positivo.

Ni siempre somos felices, ni siempre conseguimos lo que nos proponemos, ni pasa nada por no serlo o no conseguirlo. No hay fórmulas mágicas de felicidad.

El otro día, leyendo un artículo en este mismo medio, aprendí un nuevo concepto nacido en redes sociales: “filosofía delulu”. Al resumir su significado llevado a la práctica, explicaba el periodista su uso: “Delulu is the solulu”, que traducido quiere decir “autoengañarse es la solución”. Carlos Megía aseguraba que en redes decían que, repetido como un mantra, los jóvenes se adentraban en el pensamiento positivo. Enseguida pensé en autoayuda y las fórmulas mágicas de la felicidad tan de moda ahora, y tan de toda la vida, según las que debemos creer —incluso los hay que se lo creen— que nuestra felicidad depende de nosotros mismos.

¿Que nos quedamos sin trabajo? ¿Que nuestros hijos reciben una educación que los sitúa bajo mínimos en el informe PISA? ¿Que recibimos un mal diagnóstico médico? Pensamiento positivo: “Todo va a salir bien”. Eso, en lo cercano. Ya lo “universal”, por llamarlo de alguna manera: genocidio en la franja de Gaza, hambruna en países africanos, niñas sin derecho a la educación en Afganistán, o miles de ancianos muertos en la pandemia… En eso, amigos, ni pensemos, claro. No vaya a ser que nos demos de bruces con la realidad. Visto con la perspectiva que me da tener ya cierta edad, dejadme deciros que me parece que evidencia cómo coaches, psicólogos sin escrúpulos o autores de libros de autoayuda a la caza de lectores ingenuos quieren convencernos de que “Si algo no te va bien es culpa tuya, maja”, restándole importancia a los actores que, sin duda ninguna, son los que en realidad ayudan a que todo nos vaya bien.

Sí, lo sé, nuestro cerebro segrega dopamina y mil otras sustancias que nos ayudan a funcionar mejor si creemos que somos felices, bien, pero, amigos, poco podrán hacer esas sustancias si la realidad no nos acompaña. Quizás nos darán un respiro, pero poco más. “Se trata” —sigo leyendo en el artículo— “de estructurar tu mente hacia lo positivo —no para atraerlo sin más—, sino para creer que es posible”. Y me pregunto cómo pensar en positivo en un país que tiene según los últimos informes la mayor tasa de pobreza infantil de Europa. Cómo, si no actúa el Estado para resolverlo, claro está. Sigo leyendo y veo que la “filosofía delulu” ayuda también a superar el síndrome de la impostora. Ya sabéis, ese pensamiento que —a las mujeres, sobre todo— nos hace pensar que sabemos menos de lo que en realidad sabemos (dicho así con trazo grueso) y nos hace situarnos en un segundo plano. Y me pregunto entonces cómo las mujeres, solo pensándolo, superaremos la selección para acceder a mejores puestos, si los que eligen a sus candidatos suelen ser hombres, y no hay detrás una legislación que obligue a ello.

Recuerdo ahora que hace unos años ya nos bombardearon con imágenes positivas, lemas optimistas en tazas y libretas desde redes sociales o desde “voces autorizadas”. Y ya entonces, muchos de los que queríamos luchar contra ese imperativo de ser felices levantábamos la mano evidenciando un sinfín de realidades negativas que se vivían en ese mismo momento y que no cambiaban con una sonrisa y éramos mirados como agoreros (siendo suave). Me pregunto ahora qué pasará con esas generaciones, inmersas en la nueva religión del narcisismo, el egocentrismo, las superexpectativas, la autoayuda y el pensamiento positivo qué harán cuando, al final, constaten que no siempre suelen cumplirse.

Porque no basta con creer en el éxito profesional para que este llegue, ni aspirar a un mundo en paz si no exigimos a nuestros gobernantes que apuesten por él, ni creer que viviremos felices si no podemos pagar el alquiler con nuestro sueldo, ni curarnos si no existen una sanidad pública. Eso por no hablar de que la generación Z, amigos, que es la que lo ha puesto de moda según el artículo, ronda ya los treinta años y esto me hace pensar que, quizás, sería mucho más productivo que se pusieran a trabajar pensando en mejorar el mañana de todos, y no en que todo les va a salir bien a ellos. Porque el esfuerzo, el optimismo, la gratitud, la creencia en la felicidad, la sonrisa como respuesta o lo que se nos ocurra, poco o nada tendrá que hacer si ocultamos el lado negativo de las cosas porque, solo siendo conscientes de que existe ese lado, solo así, lograremos hacer algo para intentar cambiarlo.

Y mientras tanto, id pensando qué hacer con aquellos que no conseguirán profesionalmente lo que esperaban, aquellos que se quedarán sin pareja, los que no podrán pagarse una casa propia porque están sin trabajo o los que, por desgracia, se verán afectados por una enfermedad o se les morirá un familiar. Porque ni siempre somos felices, ni siempre conseguimos lo que nos proponemos, ni pasa nada por no serlo o no conseguirlo. A no ser, claro, que deseemos vivir en Un mundo feliz, como auguraba Huxley, y prefiramos que los poderosos nos controlen con fármacos las emociones negativas y vivamos narcotizados e inmersos en un pensamiento mágico que cree que la vida solo es sonrisa y brindis.

_- Qué pensaba Platón que tenía que tener una sociedad para ser exitosa

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Una escultura de Platón en Grecia

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El filósofo griego Platón fue uno de los pensadores más influyentes de la filosofía occidental. Todos tienen un papel que desempeñar en la ciudad platónica -desde los esclavos hasta los hombres libres- pero para que una sociedad funcione, sus estructuras tienen que ser jerárquicas y en la cima de todo siempre habrá un líder.

Platón (428 a.C- 347 a.C.), filósofo griego y uno de los pensadores más creativos e influyentes de la filosofía occidental, era conocido por sus escritos políticos y morales... y por ser un crítico acérrimo de las instituciones democráticas.

El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases. La estructura económica reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en los soldados. Y el liderazgo político debe ser asumido por los filósofos-reyes.

Son estos últimos quienes han cultivado tanto la mente que son capaces de entender las ideas y, por lo tanto, toman las decisiones más sabias, al contrario de la masa.

Cuadro "La escuela de Atenas" de Rafael.

Cuadro "La escuela de Atenas" de Rafael

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Platón era discípulo de Sócrates.

“Tienen la capacidad racional y también, en opinión de Platón, tienen mucha experiencia y formación para lidiar con las cosas duras y complejas que suceden en el mundo. Piensa que estas son las personas más valiosas para el poder político”, dice a BBC Mundo Sara Monoson, catedrática y profesora de Pensamiento Clásico en la Universidad de Northwestern.

Según la visión platónica, a los filósofos-reyes no les interesa el poder por sí mismo -son honestos y serios- por eso se convierten en el estamento más confiable cuando se trata de esquivar los atractivos de la corrupción y eso hace que se les pueda confiar el mando.

Pensar esto en Atenas, la cuna de la democracia (dêmos "pueblo" y krateîn "gobernar") no estaba exento de polémica, pero como explica Monoson, Platón estaba particularmente preocupado por lo que consideraba la peligrosidad de la masa desinformada.

Para el filósofo, “sin educación filosófica, los ciudadanos son vulnerables a ser utilizados y manipulados por astutos demagogos”, dice la académica y añade:

“Tanto es así que Platón pensaba que los tiranos surgen de la masa. Es alguien que convence al resto de que tiene la solución a los problemas, pero que en el fondo, tan pronto como se afianza en el poder, se vuelve totalmente abusivo". 


 Parlamento alemán


Parlamento alemán

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Platón creía que los gobernantes actuarían desinteresada y virtuosamente. 


 En este contexto Platón se vuelve crítico con la democracia, dice Monoson, porque pensaba que era un sistema que no podía proteger a la gente.

Por eso, para evitar estos peligros y ser una sociedad armónica, se necesitan, según Platón, dos cosas, como explica Miquel Solans Blasco, doctor y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra:

“Uno, una buena educación y dos, obviamente, buenos gobernantes”.

1. Educación

Para Platón la clase social de una persona viene determinada por la educación, que empieza en el nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el máximo grado de educación compatible con sus intereses y habilidades.

Son aquellos que completan todo el proceso educativo los que se sitúan en lo alto de la pirámide jerárquica, que según él debe tener una sociedad.

“Por buena educación, yo creo que él entiende una educación de tipo humanista. Es decir, lo que busca es fomentar en los alumnos o en los ciudadanos en su etapa joven la capacidad de pensar, de valorar el saber por sí mismo y no como algo instrumental. El saber tiene un valor comunitario que se basa en la capacidad de reflexionar críticamente”, dice Solans. 


 La portada del libro de Platón


La portada del libro de Platón

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En el libro "República", Platón habla de casi todo: justicia, naturaleza humana, educación, virtud. 


 “Para Platón es muy importante desarrollar la sensibilidad. Una sensibilidad moral que hace que los ciudadanos cultiven deseos nobles, elevados y por lo tanto que desarrollen un carácter cívico. Es decir, un modo de ser que les haga desear vivir en comunidad, tener intereses más allá de los propios, de la riqueza o del propio beneficio”, añade.

Coincide con él, la profesora de de Pensamiento Clásico de la Universidad de Northwestern.

"¿Qué resultado va a producir la práctica de todas esas virtudes que son tan valiosas? La respuesta es la moderación del poder por sí mismo, tanto en el alma humana como en las instituciones políticas", dice Monoson.

Gran parte de la obra del filósofo gira en torno a la necesidad de cultivar deseos elevados, integradores, que hagan a las personas capaces de convivir con otros y de compartir la búsqueda de la justicia en común.

Para alcanzar todo esto Platón propone maneras de hacerlo en la vida real. Una de ellas es la convivencia con personas mayores y por tanto, la admiración de caracteres más más maduros o desarrollados.

En sus escritos, el filósofo griego también habla mucho de ciertas educaciones prácticas que tienen que ver con el cultivo de las artes, la música o el baile, y sobre todo, la retórica. Materias muy valoradas en la antigua Grecia.

Bajorrelieve que muestra a la democracia coronando a Demos, el pueblo de Atenas. 336 a. C. (Museo Agora, Atenas, Grecia).


Bajorrelieve que muestra a la democracia coronando a Demos, el pueblo de Atenas. 336 a. C. (Museo Agora, Atenas, Grecia).

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Votar por un líder le parecía arriesgado pues los electores eran fácilmente influenciados por ca

Votar por un líder le parecía arriesgado pues los electores eran fácilmente influenciados por características irrelevantes, como la apariencia de los candidatos.

En el año 387 a.C. Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como la primera universidad europea.

Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía materias como Astronomía, Biología, Matemáticas, Teoría Política y Filosofía. Aristóteles fue su alumno más destacado.

En realidad, el sistema educacional ideal de Platón está, ante todo, estructurado para producir filósofos-reyes.

2. Gobernantes

La otra cosa que necesita una sociedad para ser exitosa son buenos gobernantes.

Aborda esta temática en su libro más famoso de Platón, “República”, y también en su obra Gorgias, el más moderno de sus diálogos.

“Una sociedad para ser exitosa tiene que tener buenos gobernantes: capaces de deliberar, de buscar el bien común, de encontrar proyectos integradores, de superar las diferencias que aparecen en la sociedad”, afirma el profesor de la Universidad de Navarra.

Los gobernantes tienen que ser capaces de promover propuestas y un clima político con el que se puedan reconocer el mayor número posible de ciudadanos.

“Son responsables también de generar las condiciones para que haya un diálogo fructífero entre partes que piensan distintas”, dice Solans.

Platón rescata ideales políticos muy valiosos, que tienen que ver con la capacidad del diálogo cooperativo y con la calidad moral de sus gobernantes.

Bandera de Grecia.


Bandera de Grecia

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Platón quería al timón del Estado a filósofos especialmente entrenados, escogidos por su incorruptibilidad.

“Tiene que realizar discursos públicos que apelen a la razón o a la capacidad racional de los ciudadanos, que no los traten ni con condescendencia ni con un mero interés de halagar. Dar razones, interpelar a los ciudadanos, ser capaz de escuchar la respuesta.

“Y en este sentido, el buen gobernante tiene que generar un espacio de diálogo libre en el que sea posible la crítica y el enriquecimiento mutuo”, cuenta Solans.

Para Platón, la actividad política no se puede realizar más que dentro del ámbito de la moral.

"Él está diciendo que en una ciudad ideal tendrías un proceso educativo que produciría seres humanos con cualidades filosóficas que los haría dignos de confianza. Y por lo tanto podrías tener una autoridad política que usaría todos los recursos de la comunidad para construir esa felicidad y poner bien en el mundo por delante", dice Monoson.

¿Cómo se aplica esto en la actualidad?

Para el profesor de la Universidad de Navarra, la educación hoy día está en crisis.

“Sobre todo a nivel de qué significa o qué sentido tiene educar. Le damos una visión instrumental. Parece que educarnos significa prepararnos para las necesidades del mercado. Y creo que Platón reaccionaría a eso con un no rotundo. La educación nos tiene que preparar para las verdaderas necesidades humanas y cívicas, es decir, para vivir en comunidad”, dice.

Para él, Platón apoyaría esa idea de que la educación no puede tener un valor instrumental.

“La educación debe perseguir un fin más amplio, más integrador, que es la necesidad humana de desarrollar la propia sensibilidad, la propia racionalidad y la capacidad de convivir con otros”. 


 La muerte de Sócrates.


La muerte de Sócrates

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En la "República", el Sócrates imaginado por Platón señala que esa democracia, una "forma agradable de anarquía"

¿Y qué pasa con ese espacio de diálogo que debe crear un buen gobernante?

“Creo que muchas veces se habla de que uno persigue la justicia, el bien común, pero a la hora de defender esas ideas que uno interpreta como justas y como buenas para el bien común, las defiende atacando al oponente, caricaturizándolo, no escuchando cuáles son sus intereses legítimos, no dándole voz", dice Solans.

En este mundo polarizado donde todo el mundo tiene una opinión, Platón también tendría algo que decir, según el profesor:

“Nos esforzamos todos por construir un mundo justo, pero justo muchas veces significa justo según mis ideas concretas, según mi grupo de opinión”.

A juicio de Solans, aunque el mismo Platón reconoce que su ideal nunca fue plenamente realizado, “sí podemos ir gradualmente a la sociedad perfecta, sabiendo que nunca llegaremos a tenerla por completo. Porque somos seres imperfectos”.

https://www.bbc.com/mundo/articles/c3g28qqp5pyo

domingo, 4 de febrero de 2024

España está haciendo algo valiente

 A dove holding an olive branch in its beak sits on the horns of a bull.

Credit...Mikel Jaso
A dove holding an olive branch in its beak sits on the horns of a bull.
La nueva proposición de ley de amnistía española, en camino de convertirse en ley tras su aprobación en el Congreso en diciembre, ha provocado bastante revuelo. Decenas de miles de personas ha salido a la calle para protestar por la ley —que otorga un indulto general a cientos de políticos, funcionarios y ciudadanos de a pie implicados en el referéndum ilegal sobre la independencia de Cataluña en octubre de 2017— y una mayoría de los españoles está en contra de ella. Muchos analistas y políticos, principalmente de la derecha, han sostenido que la amnistía debilita el Estado de derecho en España e incluso pone en peligro la democracia del país.

Gran parte de la indignación se debe a cómo se produjo el acuerdo sobre la amnistía. El presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, prometió en su campaña electoral que no habría una amnistía general, a pesar de que había indultado a nueve separatistas catalanes en 2021. Sin embargo, al no obtener unos resultados electorales rotundos y necesitar el apoyo de los partidos separatistas de Cataluña para asegurarse la mayoría en el Congreso, Sánchez cambió de rumbo y presentó el proyecto de ley. Que esta ley también aplique para el enemigo público número 1 de España, Carles Puigdemont —el exdirigente catalán que autorizó el referéndum y que está prófugo de la justicia española desde 2017— no ha hecho sino intensificar los ánimos negativos.

Pero, a pesar del tufo a oportunismo político que rodea el acuerdo de amnistía de Sánchez, se trata de un intento audaz —incluso valiente— de poner fin a la crisis catalana y ofrecer una salida del impasse perjudicial en que se encuentra España. También atestigua el papel positivo que las amnistías pueden desempeñar en las democracias. En nuestra época actual, definida por la impunidad y el retroceso democrático, la amnistía podría parecer un paso atrás. Pero siempre debería ser una opción con la que puedan contar los dirigentes políticos a la hora de afrontar momentos de crisis. Nada se le acerca ni remotamente para favorecer la paz y la reconciliación.

Las amnistías políticas tienen una larga y noble historia que se remonta al menos al asesinato de Julio César en el 44 a. C., que llevó al filósofo Cicerón a proclamar en el Senado romano que la memoria del asesinato se consignara al olvido eterno. En épocas más recientes, los países han recurrido a la amnistía para buscar una salida a los atascos políticos y una manera, por imperfecta que sea, de avanzar. La Ley de Indemnidad y Olvido de 1660 acompañó el final de la Revolución inglesa, como parte del periodo de la Restauración. En Estados Unidos, la Ley de Amnistía de 1872, que eliminó la mayoría de las sanciones impuestas a los antiguos confederados —incluida la prohibición de la elección o nombramiento de cualquier persona que participara en la insurrección, rebelión y traición—, le dio forma a la Reconstrucción.

La amnistía tuvo un papel destacado en la caída del telón del régimen del apartheid sudafricano. La Comisión para la Verdad y la Reconciliación, creada en 1995, trocó, de manera conocida, la verdad por la justicia al conceder la amnistía a quienes estuviesen dispuestos a testificar. Para el presidente de la comisión, el arzobispo Desmond Tutu, la amnistía era un componente esencial del proceso de reconciliación, ya que albergaba la promesa de proteger la verdad y sanar las divisiones sociales provocadas por el apartheid. La amnistía, traducida en la excarcelación de los presos, también fue parte del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que puso fin a tres décadas de violencia en Irlanda del Norte, los llamados “Troubles” (problemas).

Menos conocida es una amplia amnistía que dio inicio a la transición española hacia una plena democracia, tras cuatro décadas de régimen autoritario. La Ley de Amnistía de 1977 se aplicó a todos los presos políticos, incluidos los nacionalistas catalanes y vascos, así como a miembros del régimen franquista. Esta ley es considerada el eje de la democratización española, y con razón. Aparte de poner un simbólico fin a la guerra civil española —un sangriento conflicto que terminó en 1939—, permitió la mayoría de los acuerdos plasmados en la Constitución de 1978, incluida la incorporación de la monarquía al marco democrático, la separación de Iglesia y Estado y el artículo que permitió la organización del territorio español en comunidades autónomas.

Sin duda, la amnistía de 1977 tenía una desventaja importante. Ayudó a ocultar el llamado holocausto español, la ola de represalias políticas emprendidas por el general Francisco Franco contra los republicanos derrotados al final de la guerra civil, con miles de ejecuciones y el establecimiento de campos de concentración y trabajos forzados donde muchos prisioneros murieron por desatención y malnutrición. España se acabó haciendo cargo de esta oscura historia en 2007 con la Ley de Memoria Histórica, que dispuso la indemnización de las víctimas de la guerra civil y la dictadura, pero se mantuvo la amnistía del antiguo régimen. Todos estuvieron de acuerdo en que era necesario para poder dejar atrás el pasado.

Es descorazonador que muchos de los que se van a beneficiar de la ley de amnistía en Cataluña no hayan mostrado ningún remordimiento por sus actos. Puigdemont sigue sin arrepentirse, y su partido, Junts per Catalunya, no ha descartado la celebración de otro referéndum ilegal. Pero los beneficiarios más importantes de esta nueva ley no son los separatistas radicales que transgredieron la Constitución española, sino la inmensa mayoría de catalanes y españoles que quieren superar el drama separatista. La amnistía es para ellos, aunque ahora no lo vean así.

Para empezar, es probable que la ley de amnistía refuerce la estabilidad política en Cataluña. Esta decisión debilita el argumento, esgrimido por algunos separatistas, de que Madrid es incapaz de la clemencia y de alcanzar acuerdos, lo que les priva de uno de sus gritos de guerra, y sin duda dará fuerza al ala moderada del movimiento separatista catalán, que ha acogido la negociación como la única vía posible para garantizar la independencia. A medida que decaiga el apoyo a la independencia catalana, la amnistía también permitirá a España demostrarle al mundo, consternado por la violencia que acompañó al referéndum, que el país sigue avanzando.

El acuerdo de amnistía de Sánchez contrasta llamativamente con lo que propone la oposición. El manual de estrategia para derrotar al separatismo en Cataluña empleado por el Partido Popular, de tendencia conservadora, y el ultraderechista Vox gira en torno al enjuiciamiento de personas por delitos no violentos, la ilegalización de los partidos separatistas y la movilización del electorado español contra Cataluña. Es difícil pensar que de ese planteamiento pueda surgir algo que no sea rencor y división. La amnistía, con todo su desorden, sus imperfecciones y concesiones, ofrece un mejor remedio para la convivencia democrática en España, y quizá en otros lugares.

Omar G. Encarnación es profesor de ciencias políticas en el Bard College y autor de Democracy Without Justice in Spain: The Politics of Forgetting, entre otros libros.

La sorprendente precisión científica con la que William Shakespeare mató a cientos de sus personajes

Ilustración de hombre corriendo y oso

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"Sale, perseguido por un oso" es quizás la acotación escénica más famosa de la historia.


Pocas acotaciones escénicas son tan memorables como la que aparece en el Acto III de "Cuento de invierno" del dramaturgo inglés William Shakespeare.

Antígono, amigo de Hermíone, la reina de Sicilia, está cumpliendo los deseos del rey, quien, convencido de que su esposa le fue infiel, le ordenó que abandonara a la pequeña princesa Perdita en un lugar remoto.

Pero algo lo interrumpe en su cruel recado, y es entonces que aparece la célebre instrucción: "Sale, perseguido por un oso".

El encuentro -fatal para él, no para el bebé- es la más graciosa y desconcertante manera en la que el dramaturgo nos lleva a "la muerte, ese país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero vuelve", como dice Hamlet.

Es un lugar al que se llega con frecuencia en sus obras y -oso aparte- a menudo con observaciones asombrosamente precisas pues, a juzgar por sus escritos, Shakespeare estaba muy al tanto de los descubrimientos científicos de su época, particularmente de anatomía y medicina.

Sus textos, señala la química y divulgadora científica Kathryn Harkup, se destacan entre los de otros dramaturgos contemporáneos, por la gran cantidad de referencias y el nivel de detalle que incluyó de distintos aspectos de la ciencia de la salud, desde la física hasta la mental.

En la escena del crimen

Un ejemplo impresionante es un monólogo del conde de Warwick en "Enrique VI, parte 2" (1591).

Imagínate la escena:

Humphrey, duque de Gloucester, es el Lord Protector de Inglaterra y goza de popularidad entre la gente común y de la confianza plena del rey. Para sacarlo del camino, el marqués de Suffolk lo acusa de traición y lo arrestan. Pero, antes de que pueda ser juzgado, Humphrey es hallado muerto en su cama.

Ten en cuenta que nosotros, el público, sabemos no sólo que fue asesinado sino también quién fue el autor intelectual del magnicidio: el tipo de ficción detectivesca en la que la audiencia intenta resolver un misterio junto con los personajes del drama fue inventado en el siglo XIX.

Pero los personajes de la obra no saben nada así que Warwick está describiéndole a los presentes lo que lo lleva a concluir "que se pusieron manos violentas / sobre la vida de este duque tres veces famoso".

Warwick empieza comparando el aspecto del rostro del desafortunado duque con el de una persona fallecida de muerte natural, cuyo "semblante [es] ceniciento, magro, pálido, y sin sangre", pues ésta se ha ido toda hacia el corazón para tratar de sobrevivir; al final, esa sangre "con el corazón se enfría y nunca retorna para devolverle el rubor y la belleza a las mejillas".

En contraste, la cara de Humphrey "está negra y llena de sangre, sus ojos más salidos de sus órbitas que cuando estaba vivo, con la mirada llena de espanto de un hombre estrangulado".

"Esta es la forma del siglo XVI de discutir la lividez, o los cambios de color en la piel después de la muerte, que pueden ser una indicación útil de la causa de la muerte", subraya Harkup, autora del libro "Death by Shakespeare".

Como en las populares series de detectives forenses, Warwick sigue encontrando señales de que la muerte de su amigo fue violenta, incluido el hecho de que sus manos están extendidas como las de alguien que luchó contra un ataque que, al final, lo subyugó.

Nota además que su cabello se pega a las sábanas como si hubiera sudado por el esfuerzo y que la barba de la víctima, usualmente "bien proporcionada", está desarreglada "como un cultivo de maíz arrasado por una tempestad", lo que puede indicar asfixia.

Todo eso lo lleva a concluir que "No puede ser más que fue asesinado aquí".

Gotas

La de Shakespeare fue una época de importantes avances científicos y su mundo imaginario se alimentaba de ellos, plasmándolos en sus escritos incluso antes de que fueran aceptados y publicados.

El revolucionario concepto de la circulación de la sangre de William Harvey, por ejemplo, fue publicado 12 años después de la muerte del Bardo, y hasta entonces era escasamente conocido.

 William Harvey demostrando su teoría de la circulación de la sangre ante el rey Carlos I.

William Harvey demostrando su teoría de la circulación de la sangre ante el rey Carlos I.

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Pie de foto,

William Harvey demostrando su teoría de la circulación de la sangre ante el rey Carlos I.


Sin embargo, la idea cobra vida en sus creaciones, comenta Harkup, quien exploró con ojos de científica el mundo shakesperiano, y encontró una razón más para admirarlo.

"Tú eres mi esposa verdadera y honorable, tan querida como las gotas encarnadas que llegan a mi triste corazón", le dice Bruto a Porcia en "La tragedia de Julio César" (1599), en una de las apariciones de esas "gotas" que viajan por el cuerpo en su obra.

Heridas

Muchas son las gotas de sangre derramada en la obra de Shakespeare, como en la de los demás dramaturgos de esos años.

Teniendo en cuenta los espectáculos de la vida real con los que tenían que competir, no es de extrañar: los condenados a muerte eran ejecutados públicamente así que quienes iban al teatro probablemente habían visto no sólo ahorcamientos sino destripamientos, desmembramientos y otros horrores que servían de castigo y de lección para la población.

En sus 37 obras teatrales, Shakespeare mató a 250 personajes nombrados, en una rica gama de formas, desde la melancólica muerte del jovial Sir John Falstaff, a quien "el rey mató su corazón" en "Enrique V" hasta el grotesco final de los hijos de la reina de los godos, quienes terminaron como ingredientes de un pastel que ella se comió, en "Tito Andrónico".

Falstaff

Falstaff

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Pie de foto,

En "Enrique V", Mrs. Quickly, una de las comadres de Windsor, cuenta que se arrodilló junto al lecho de muerte de Falstaff, tocó su "virilidad" y constató que aquello, que en vida regía su ánimo, yacía "frío como una piedra"... una prueba íntima de su fallecimiento.


Pero manera más común en la que los habitantes de ese mundo shakespeariano perdían la vida era por heridas con armas afiladas, y en muchos casos es evidente cuán bien su creador entendía la variedad de daños que éstas podían hacerle al cuerpo humano.

En el poema narrativo "La violación de Lucrecia" (1594), la legendaria noble romana que es violada por un soldado y, devastada, "Después de hablar envaina, en su pecho inocente, un puñal que a su vez desvainó a su alma".

Cuando "de la fuente escarlata, saca Bruto temblando, el cuchillo mortal", Shakespeare describe gráficamente la herida de succión, en la que la sangre brota "a borbotones, se divide en dos lentas corrientes carmesí, que encierran a su cuerpo en un círculo igual a una isla asaltada, que se extiende desnuda y despoblada en medio de horrenda inundación".

Y es notable su ilustración de los cambios que atraviesa a medida que se separa y coagula.

"Su sangre pura y roja aun permanecía,

mas la que mancillara, Tarquino, se hace negra.

Ahora, sobre la fúnebre, azul y helada cara,

en la sangre más negra hay un halo acuoso,

que parece llorar sobre el manchado espacio".

Así, muerte tras muerte, Shakespeare va revelando sus conocimientos y confirmando que los grandes artistas, como los grandes científicos, tienden a ser obstinados observadores maravillosamente curiosos.