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miércoles, 5 de diciembre de 2018

_- Entrevista al periodista Rafael Poch de Feliu. “La izquierda debe salir de esa cárcel conceptual en la que está metida”.

_- ¿En qué situación se encuentra la Unión Europea en esta coyuntura mundial de ‘cambio’ y ‘desorden’? ¿Qué papel juega en este tránsito tras la Guerra Fría de un mundo unipolar -con una potencia hegemónica- a otro multipolar?
La crisis que parece desintegradora de la UE, la sensación de que cada vez está más dividida entre los intereses y tendencias del Norte y del Sur, del Este y del Oeste, de Francia y Alemania, así como de algunas regiones, con el resultado de una parálisis fenomenal, ejemplariza, precisamente, ese desorden más general y forma parte de él. En esas condiciones se está mostrando completamente incapaz de configurarse como actor autónomo, como uno de esos actores de ese “mundo multipolar”, con varios centros de decisión que teóricamente sería la alternativa al hegemonismo de una sola potencia que se resiste a morir. La UE cada vez sale menos en la foto del mundo de mañana. Hasta ahora solo la hemos visto en el papel del “ayudante del sheriff”. Su vasallaje de Estados unidos no tiene precedentes. Recordemos la guerra de Vietnam; ni siquiera el Reino Unido envió allí tropas, algunos gobiernos -el de Olof Palme en Suecia- se enfrentaron a Washington y toda Europa era un mar de crítica. Ahora, todos están en Afganistán, una guerra criminal y sin sentido imposible de ganar, casi todos han pasado por Irak y nadie levanta la voz…

Con la segunda guerra de Irak hubo aquel pequeño plante de Francia y Alemania en 2003, pero más allá de eso hubo, como ahora se sabe, una plena cooperación a nivel de servicios secretos y demás. En Libia la iniciativa fue francesa, seguramente para borrar los rastros de la financiación de la campaña de Sarkozy. Luego hemos tenido el caso del espionaje de la NSA a sus aliados y a todo el mundo. En Berlín el teléfono de Merkel se espía desde la embajada de Estados Unidos, a menos de un kilómetro de la cancillería. En París la embajada es el edificio contiguo al Elíseo…Todo esto es del dominio público, ha generado documentos gracias a los Snowden y Assange, los héroes de nuestro tiempo que diría Lérmontov, y no ha pasado nada. Ahora Trump, el presidente broncas, está trabajando activamente para emancipar a la UE de esas tutelas. Todo está resquebrajado y Trump aun lo tritura más; el G-7, la OMC, la OTAN, la OPEP, hay que darle las gracias a Trump por ello, pero no parece que la UE esté en posición de sacar provecho… Así que la Unión Europea, a la que se daba como seguro poder ascendente, está sumida en una seria y paralizante crisis desintegradora pero no es el único aspirante a un papel en el mundo multipolar que se encuentra en esa situación.

Los avances de América Latina sacudiéndose gran parte del tradicional tutelaje del vecino del norte conocen inquietantes reacciones en países clave como Brasil, Argentina y la caótica Venezuela chavista, que cometió, a diferencia de la Rusia de Putin, el imperdonable delito de repartir entre los pobres renta petrolera. Es cierto que un país tan importante como México ha conocido un cambio con la holgada victoria de López Obrador, pero el nuevo presidente no parece tener propósitos de encabezar un liderazgo hacia la soberanía continental semejante a los de Lula y Chávez en la década anterior. Oriente Medio está más desorganizado y tenso que nunca, con la novedad de que ninguna potencia externa –y desde luego tampoco Estados Unidos gran factor de caos allá– es capaz de intervenir con eficacia determinando el curso de los acontecimientos. Rusia se ha restablecido militarmente, pero en todo lo demás, en su estructura económica y en su régimen político, sigue siendo un país atrasado. Y en Asia, más allá de la evidencia del ascenso chino, son fundadas las dudas de que ese paquidermo llamado Organización de Cooperación de Shanghai pueda llegar a bailar un vals y ser verdaderamente operativo en la esfera internacional… Así que podemos concluir que la tendencia mundial, la evolución de la correlación de fuerzas entre potencias y regiones, erosiona ciertamente al hegemonismo, pero, que al mismo tiempo, los aspirantes al relevo multipolar, quizá con la excepción de China, están bastante averiados.

La Unión Europea se ha convertido en una construcción oligárquica y antidemocrática que poco o nada tiene que ver con los teóricos principios fundacionales. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Aclaremos primero eso de los “principios fundacionales”. La integración europea fue, sin duda, un producto de la guerra fría. Como explicaba Eric Hobsbawm, el proyecto evidenciaba la fuerza del miedo que mantenía unida a la alianza antisoviética: miedo a la URSS, pero también miedo de Francia a Alemania, de Alemania a una condena eterna a la falta de soberanía, y miedo de ambos a Estados Unidos, a la certeza de que Washington ponía siempre su propia agenda por delante de los intereses de sus aliados europeos. En cualquier caso, todo venía cosido por (y no habría sido posible sin) la convicción de Estados Unidos de que una Europa (lo mismo vale para Japón) económicamente fuerte e integrada, era la mejor estrategia para la “contención” contra la URSS. En ese marco, lo único que les quedaba a los franceses era vincularse con Alemania en un cuadro superior de integración que imposibilitara el conflicto. De ahí sale el proyecto francés de Unión Europea. Ese impulso de paz continental es positivo y hay que cuidarlo, pero sin idealizar todo eso del “continente de paz”, porque no se puede olvidar la guerra incesante que esa Europa ha venido practicando en el mundo no europeo y colonial después de la Segunda guerra mundial, por no hablar de la desintegración inducida de Yugoslavia, del actual conflicto en Ucrania, ambos con claras responsabilidades de la UE, y del papel de “ayudante del sheriff”. Ese es el “continente de paz” realmente existente. Dicho esto, particularmente desde Maastricht ésta UE ha sido, ciertamente, la autopista de la globalización oligárquica y neoliberal en esta parte del mundo.

¿Cómo hemos llegado?
Pues sin la menor democracia: se ha ido construyendo un corsé de tratados e instituciones a cargo de funcionarios y organismos al servicio del interés empresarial, con gran peso de la economía exportadora alemana, que ha encerrado a los estados y a las ciudadanías en una especie de cárcel.

Esta última década, o mejor dicho desde 1992, cuando la gente ha podido votar sobre diferentes aspectos en referéndum, los postulados del establishment han sido derrotados, desde el Brexit a Grecia, pasando por la ratificación/rechazo de los diferentes Tratados de la Unión.

¿Tiene futuro una Unión que se construye continuamente en contra de la opinión mayoritaria de la gente?
Todo menos el Brexit ha sido ignorado. Los marcos de la soberanía y de la democracia son estatales. La ciudadanía es estatal, no existe el “pueblo europeo”, sino la suma de los pueblos español (multinacional), francés, alemán, polaco, etc. Sin embargo todo se decide en instancias tecnocráticas que están por encima de la soberanía y de la democracia, inalcanzables para la ciudadanía. “No hay democracia fuera de los tratados europeos”, dijo Jean-Claude Juncker hace año y medio. ¿Tiene futuro esto? Yo creo que depende de la gente, de su acción en los estados nacionales. No creo en una “rebelión europea” a la Varufakis, sino en la suma de transformaciones en los Estados, porque es en ellos donde está el marco ciudadano.

Con alguna excepción, la izquierda europea es incapaz de ofrecer una alternativa real que haga frente al actual estatus-quo. ¿Qué responsabilidad tiene la izquierda en esta situación?

En general la izquierda en Europa no cuestionó la integración europea, cultivó el mito del “continente de paz” por miedo al nacionalismo y quedó prisionera de su marco, es decir de la versión local de la globalización capitalista neoliberal “made in USA”. Ahora asiste al espectáculo de que el grueso de la rebelión contra el orden establecido lo capitaliza la extrema derecha. Supongo que la izquierda debería dar una patada a la puerta de esa cárcel conceptual en la que está metida y debería reivindicar el soberanismo para cambiar las cosas en cada país y luego en la Unión Europea. Algo de eso está pasando en Francia con la France Insoumise de Jean-Luc Melenchon y en Alemania con el recién creado movimiento Aufstehen, iniciativa de Oskar Lafontaine, el político europeo de izquierdas más sólido, desgraciadamente en vías de retiro…En España estamos retrasados en ese debate. En Catalunya en lugar de desembocar en la extrema derecha el descontento ha desembocado en la payasada del “procés” y se ha perdido gran parte del positivo impulso del 15-M.

¿Por qué se siguen aplicando recetas capitalistas neoliberales que no funcionan y que tienen graves consecuencias para la mayoría de la gente? ¿Hay condiciones objetivas para construir una alternativa real de izquierdas que haga de contrapeso a quienes imponen estas políticas, tal y como las había para el llamando ‘mundo occidental’ cuando existía la URSS?
Esas recetas funcionan perfectamente para lo que fueron diseñadas: engordar a los ricos, maximizar el beneficio e incrementar la explotación vía deslocalización, privatización, desregularización y emigración de mano de obra. Hasta que la mayoría social perjudicada no les dé un puñetazo en el morro no se inmutarán. Fue el miedo a la insurrección y a la inestabilidad lo que impuso el estado social en Europa tras el shock de la Segunda guerra mundial. Claro, el adversario soviético y su tan poco atractivo modelo, también influyó. Desde el hundimiento del bloque del Este se sienten más fuertes y además con la integración de todo aquello en la economía mundial y el ingreso de India y China en ella, se ha duplicado el número de obreros en el mundo, añadiendo unos 1.400 millones más. La correlación de fuerzas entre capital y trabajo ha cambiado en beneficio del primero. ¿Cómo modificar todo esto en un sentido de mayor justicia social? ¿Cómo crear una fuerza que asuste tanto que obligue a imponer reformas sociales? Son preguntas enormes cuya respuesta está en la historia de la humanidad.

Mientras tanto la extrema derecha está creciendo en los diferentes procesos electorales. ¿Cuáles son los motivos? ¿Hasta qué punto influye la inmigración -o, mejor dicho, la gestión que se está haciendo de este tema?
Desde finales del siglo XX, una creciente desigualdad territorial y social, crisis y conflictos, así como la circulación de la información que estimula la comparación y las ganas de irse, aceleraron y mundializaron las emigraciones. Una encuesta realizada en 2014 por la OIT en 150 países, sugiere que más de una cuarta parte de los jóvenes de la mayoría de las regiones del mundo quiere residir permanentemente en otro país. Nada más comprensible en un planeta en el que 1.200 millones de personas viven en la extrema pobreza y donde a una quinta parte de la población le corresponde sólo el 2% del ingreso global, mientras el 20% más rico concentra el 74% de los ingresos. El vector de esta política apunta hacia una división del mundo en dos categorías, dos castas geográfico-sociales, en la que el estrato superior que podría implicar al 20% de la población del planeta podría vivir en un cuadro de relativa distribución, suficiente para generar un consenso y una fuerza militar capaz de mantener al 80% restante en una posición totalmente subyugada y paupérrima. Evocando este escenario, el sociólogo Immanuel Wallerstein observa con razón que, “el orden mundial que Hitler tuvo en mente no era muy diferente”.

El actual flujo migratorio hacia esta Unión Europea de 500 millones de habitantes es insignificante, pero el futuro y el calentamiento global cambiarán las cosas. Lo que hemos visto hasta ahora ha bastado para cambiar la geografía política de algunos países en beneficio de la extrema derecha. Para la izquierda el problema es irresoluble si no se enmarca en una acción general de transformación del mundo, sin una acción antibelicista, contra el comercio injusto, contra el crecimiento y por el multilateralismo en las relaciones internacionales. Encerrarse en el feliz mundo “sin fronteras” y en el “open arms” que nos vendieron los gringos junto con su globalización, un mundo en el que los estados son sustituidos por ONG´s y la política por la manipulable ideología de los derechos humanos, equivale a practicar una caridad que hace la cama a la ultraderecha. Pero,

¿cómo meter todo esto en un programa y al mismo tiempo evitar el escándalo de las muertes en el Mediterráneo?
Llevas tiempo denunciando la deriva militarista de la Unión Europea y su estrategia de búsqueda de culpables para explicar su fracaso. Rusia es un claro ejemplo. Salvando las distancias y dejando claro que todas las comparaciones son odiosas, ¿estamos ante una nueva ‘Guerra Fría?

Durante 25 años, occidente estuvo metiéndole el dedo en el ojo al oso ruso. La cosa funcionó mientras la clase dirigente rusa se dedicó a la gran juerga de privatizar y enriquecerse, pero pasado eso, a partir de 2008, el oso lanza zarpazos cuando le atosigan y además se ha crecido militarmente. El problema es que Occidente no acepta la recuperación del oso y así hemos llegado a esta segunda guerra fría sin justificación ideológica, pues ya no hay diferencias ni enfrentamientos entre sistemas socioeconómicos. En esta dialéctica la UE en crisis desintegradora encuentra un enemigo hacia el que dirigir su fracaso, mientras que Rusia asume grandes riesgos porque si vuelve a ser humillada su régimen podría hundirse como un castillo de naipes. La situación es particularmente peligrosa porque Estados Unidos fue destruyendo y retirándose de los acuerdos que ordenaban y prevenían desastres nucleares durante la guerra fría y hoy apenas hay canales. Eso hace más imprevisibles posibles incidentes, en el Báltico, Ucrania o Siria, que impliquen a los ejércitos de las potencias nucleares que allí están en contacto. Una solución sería volver a los documentos de 1990 (La Carta de París de la OSCE) sobre seguridad en Europa, que prometían un esquema de seguridad integrado, sin perjuicio de la seguridad del otro, en el continente. La OTAN violó aquello. Todo lo demás, incluida la actual chulería militar rusa, es consecuencia.

La victoria de Trump supone la victoria de la política del ‘Me first’. Trump ha declarado una guerra comercial a los ‘competidores’ de Estados Unidos. ¿Qué consecuencias puede tener esta guerra comercial, tanto a nivel global -postura de China, potencia emergente- como de la UE?
Trump llegó a la Casa Blanca en ese momento. Su “America First” combinaba un refuerzo del proteccionismo desmarcado del discurso liberal con cierta idea de una administración tripartita de los asuntos mundiales en rivalidad con China y Rusia. Trump partió del presupuesto de que el principal adversario de Estados Unidos a medio plazo era China e intentó repetir la jugada de Henry Kissinger de 1972, pero invirtiendo sus términos: si en la época de Nixon se trataba de llegar a acuerdos con China para confrontar a la URSS y alterar así la correlación de fuerzas en perjuicio de quien se consideraba enemigo principal, Trump deseaba un acuerdo con Rusia para debilitar a China.

Eso no va a funcionar, porque nadie se fía de Trump ni sabe cuanto va a durar en el cargo. Supongo que con los competidores europeos se llegará a acuerdos. El problema es con China, y no es comercial -porque el 40% de la exportación china al resto del mundo procede de multinacionales americanas y europeas instaladas en China- sino que tiene que ver el hecho de que el ascenso de China en el mundo solo puede ser detenido por la guerra. De momento guerra comercial, pero no olvidemos que ya con Obama se realizó el llamado “pivot to Asia”, es decir desplegar el grueso de la capacidad militar aeronaval de Estados Unidos alrededor de China. Pekín ha respondido con una estrategia comercial inclusiva, la llamada “nueva ruta de la seda”, pero también está dejando claro que no permitirá atropellos militares en sus fronteras. El actual fortalecimiento militar aeronaval de China en su frontera, en el Mar de China meridional, tiene por objetivo complicar para los militares de Estados Unidos cualquier posibilidad de victoria militar regional (que no global) en esa zona.

La “guerra comercial” forma parte de un pulso general contra el ascenso de China, cuya política internacional, hay que decirlo, no es militarista ni excluyente, sino más bien integradora y prudente.

Publicada por Gorka Quevedo en Alda, revista de ELA. Septiembre/octubre 2018.

Fuente:
https://rafaelpoch.com/2018/11/30/la-izquierda-debe-salir-de-esa-carcel-conceptual-en-la-que-esta-metida/amp/?__twitter_impression=true

domingo, 2 de diciembre de 2018

Carta a Vera Zasulich

Friedrich Engels
El Viejo Topo

Nota de edición: El 28 de noviembre de 1820 nacía en Prusia el gran amigo de Marx, Friedrich Engels. Celebramos esta fecha publicando una interesante y poco divulgada carta suya, escrita en abril de 1885 en respuesta a otra de la revolucionaria rusa Vera Zasulich.

***

Londres, 23 de abril de 1885 [1]

Me pide usted mi opinión sobre el libro de Plejanov, Nashi Raznoglassya [Nuestras diferencias]. Para dársela debiera haber leído el libro, y puedo leer en ruso con bastante facilidad después de una semana de práctica. Pero hay semestres enteros en que ello me es imposible; luego pierdo la práctica y me veo obligado a reaprenderlo, por así decirlo. Así me ha ocurrido con Nuestras diferencias. Los manuscritos de Marx, que le estoy dictando a una secretaria, me tienen ocupado todo el día; por la noche llegan visitas a quienes, después de todo no se puede despedir; hay que leer pruebas y contestar mucha correspondencia, y finalmente están las traducciones de mi Origen [2] , etc. (al italiano, al danés, etc.), que se me pide revise, y cuya revisión no es a veces ni superficial ni fácil. Pues bien, todas estas interrupciones me han impedido leer más de 60 páginas de Nuestras diferencias. Si pudiera disponer de tres días terminaría con la cosa y al mismo tiempo refrescaría mis conocimientos del ruso.

Entretanto creo que es suficiente la parte del libro que he leído para enterarme más o menos de las diferencias en cuestión.

Ante todo, le repito a usted, que estoy orgulloso de saber que en la juventud rusa hay un partido que acepta francamente y sin ambigüedades las grandes teorías económicas e históricas de Marx, y que ha roto resueltamente con todas las tradiciones anarquistas y levemente eslavófilas de sus predecesores. El mismo Marx se hubiera sentido igualmente orgulloso si hubiese vivido un poco más. En un progreso que será de gran importancia para el desarrollo revolucionario de Rusia. Para mí, la teoría histórica de Marx es la condición fundamental de toda táctica razonada y coherente; para descubrir esa táctica sólo es preciso aplicar la teoría a las condiciones económicas y políticas del país en cuestión.

Pero para hacerlo es preciso conocer estas condiciones; y en lo que a mí respecta, conozco demasiado poco acerca de la situación rusa actual como para presumir de competencia, para juzgar los detalles de la táctica requerida por esta situación en un momento dado. Además, desconozco casi por entero la historia interna e íntima del partido revolucionario ruso, especialmente la de los últimos años. Mis amigos narodovoltsy nunca me han hablado de esto. Y es un elemento indispensable para formarse una opinión.

Lo que sé o creo saber de la situación rusa me conduce a la opinión de que los rusos se acercan a su 1789. La revolución debe estallar ahí dentro de un tiempo; puede estallar cualquier día. En esas circunstancias, el país es como una bomba cargada que sólo necesita se le ponga una espoleta. Especialmente desde el 13 de marzo. [3] Este es uno de esos casos excepcionales en que a un puñado de gente le es posible hacer una revolución, es decir, hacer que con un pequeño empujón se derrumbe todo un sistema que (para emplear una metáfora de Plejánov) está en un equilibrio más que inestable, liberando, así de un golpe, en sí insignificante, fuerzas explosivas incontrolables. Porque si alguna vez el blanquismo -la fantasía de revolucionar toda una sociedad por acción de una pequeña conspiración- ha tenido cierta justificación es, por cierto, en el caso de Petersburgo. Una vez que la chispa toca la pólvora, una vez que han sido puestas en libertad las fuerzas y que la energía nacional ha sido transformada de potencial en cinética (otra imagen favorita de Plejánov, y muy buena), la gente que acercó la chispa a la bomba será barrida por la explosión, la que será mil veces más fuerte que esa gente y se abrirá camino por donde pueda, según lo determinen las fuerzas y resistencias económicas.

Y suponiendo que esa gente imagine que pueda tomar el poder, ¿qué importa? Siempre que hagan el agujero que haga estallar el dique, la propia avalancha les despojará de sus ilusiones. Pero si por casualidad estas ilusiones tuviesen por resultado una fuerza superior de voluntad ¿por qué quejarse? La gente que alardeaba de haber hecho una revolución veían siempre, al día siguiente, que no tenían idea de lo que estaban haciendo; que la revolución hecha no se parecía en lo más mínimo a la que les hubiera gustado hacer. Esto es lo que Hegel llama la ironía de la historia, ironía a la que escapan pocas personalidades históricas. Mire a Bismarck, el revolucionario a pesar suyo, y a Gladstone, que ha terminado peleándose con su adorado zar.

Para mí, lo más importante es que en Rusia se dé el impulso, que la revolución estalle. Sea esta o aquella fracción la que dé la señal, ocurra ello bajo esta o aquella bandera, me preocupa poco. Si fuese una conspiración palaciega sería barrida al día siguiente. Allí donde la situación es tan tirante, donde los elementos revolucionarios se han acumulado en un grado tal, donde la situación económica de la enorme mayoría de la población se hace cada día más imposible, donde figuran todas las etapas del desarrollo social, desde la comuna primitiva hasta la industria moderna, en gran escala y las más altas finanzas, donde estas contradicciones son violentamente mantenidas juntas por un despotismo sin precedentes, despotismo que se le vuelve cada vez más insoportable a la juventud en que se unen el valor y la inteligencia nacionales: allí, una vez lanzado un 1789, no tardará en seguirle un 1793.

Notas:

[1] Carta escrita en francés.

[2] El origen de la familia .

[3] Primero de marzo (según el antiguo calendario) de 1881, día en que fue asesinado el zar Alejandro II.

K. Marx F. Engels, Correspondencia Marxists Internet Archive

Fuente:

http://www.elviejotopo.com/topoexpress/carta-a-vera-zasulich/

sábado, 6 de octubre de 2018

--- Siria, tres años después de Rusia



El 29 de septiembre de 2015, el régimen de Bashar el Asad agonizaba, con las fuerzas del Estado Islámico y otras controlando dos tercios de Siria y el Ejército Árabe Sirio desmoronándose, incapaz de resistir la ofensiva de los extremistas apoyados, armados y financiados por EEUU, Arabia Saudita, Qatar, Turquía e Israel. Al día siguiente, para perplejidad del mundo (sobre todo de Occidente), Rusia irrumpía en la guerra, dándole un vuelco tal a la situación que dejó paralizados a los promotores del conflicto. Bajo la égida de Moscú, Irán, Iraq y Hezbolá ayudaron a una reorganización profunda de las fuerzas armadas sirias y enviaron a miles de combatientes para apuntalar a un ejército moribundo. Tres años después, el Estado Islámico es un despojo, la práctica totalidad de grupos y organizaciones extremistas han sido aniquiladas y, tras la defección de Turquía y su incorporación al ‘club de Moscú’, los islamistas y similares están reducidos a la provincia de Idlib, convertida en zona de refugio y retirada de los grupos derrotados. El éxito ha sido tal que, hoy, sólo resta un acuerdo político para finiquitar el conflicto.

Nada que ver con las operaciones de la OTAN en Afganistán e Iraq, encabezadas por EEUU, que, además de fracasar estrepitosamente y terminar con la retirada casi total de tropas, no han terminado todavía. La invasión de Afganistán, en 2001, pudo derrocar al gobierno de los talibanes, pero no derrotarlos. En 2014, convencidos de que estaban metidos en una guerra interminable, la OTAN y EEUU retiraron el grueso de sus tropas, no todas, y dejaron el peso de la guerra al ejército afgano. Decisión que imitaba la de Washington, en 1969, que llevó a la retirada de tropas y a un rearme masivo del ejército sudvietnamita, para ‘vietnamizar’ la guerra, que sabemos cómo terminó. En Afganistán, EEUU no quiso repetir error y dejó tropas de combate para sostener al ejército afgano. El resultado ha sido una guerra interminable, fuera de foco, pero viva y con los talibanes controlando la mitad del país. Cada año, desde 2014, EEUU pierde dos docenas de soldados y varios centenares más regresan heridos, a cobrar sus pensiones.

En Iraq no les fue mejor. La retirada en 2011, después de casi nueve años de guerra, fue una victoria para los chiitas y para Irán, que se convertía en protagonista indiscutible e indiscutido de la política iraquí, lo que será seguido, años después, por una creciente y deseada presencia rusa, materializada en la adquisición de armas rusas, la última un lote de 74 tanques T90S para sustituir los Abrams estadounidenses. Está en el tapete la compra de sistemas antiaéreos S-400, a lo que EEUU se opone histéricamente, amenazando a Iraq con sanciones si decide adquirir esos sistemas. En Iraq muere una media de doce soldados estadounidenses al año desde 2015 (14 en lo que va de 2018), en otro conflicto interminable que drena las arcas del presupuesto estadounidense.

Con todo, la acción más infame y criminal de la OTAN fue la atroz destrucción de Libia, que pasó de ser el país árabe más laico e igualitario a lo que es hoy, un no-país, desgarrado en guerras tribales y con todos los fundamentos del Estado barridos sin piedad. Razón tienen los países atlantistas de huir de la Corte Penal Internacional.

Nada similar ocurrió en Siria. La acción rusa en este país –solicitada por el gobierno sirio, es preciso apuntar, pues tal solicitud hizo legal la intervención- sorprende, en primer lugar, por su altísimo nivel de efectividad. Rusia necesitó tres años, tres, para liquidar la mayor operación encubierta del siglo XXI, contra un ejército irregular que podía superar los 50.000 efectivos y que estaba alimentado desde Turquía. Lo hizo, además, con recursos mínimos aéreos y navales (un promedio de 25 aviones de combate) y sin implicar tropas rusas en la guerra, salvo operaciones especiales. Aunque el número de bajas de soldados rusos se desconoce, la suma de acciones reportadas hace suponer que esas bajas rondarían el centenar de efectivos, cifra insignificante en términos militares para una operación que abarcó un país entero durante tres años. Téngase en cuenta que, en Afganistán, en los tres primeros años de guerra, la OTAN perdió 140 efectivos, que se elevaron a 1.798 en el periodo 2009-2011. Los tres primeros años de guerra en Iraq se cobraron 2.382 bajas mortales de la coalición.

Rusia no jugó sólo a la guerra. En una combinación que dio loables resultados, combinó el palo y el puente de plata al enemigo que huye, facilitando que miles de combatientes que no querían rendirse ni combatir fueran evacuados de sus posiciones y trasladados, con sus familias, a zonas seguras en Idlib. Esta estrategia aceleró el fin de la guerra en buena parte de Siria, ahorrando miles de vidas y evitando la destrucción de los barrios, pueblos y ciudades que ocupaban. El acuerdo ruso-turco, firmado en Sochi, el pasado 7 de septiembre, facilitará la solución a la presencia islamista en Idlib, pues las fuerzas opositoras deben retirarse a una zona desmilitarizada controlada por Rusia y Turquía, evitándose así la catástrofe humanitaria que hubiera provocado una ofensiva militar sirio-rusa. Los grupos que no se retiren pasarán a ser considerados objetivos a batir.

No quedó ahí la estrategia rusa. Consciente de que el conflicto sirio era, de muchas formas, un conflicto internacional, creó, en diciembre de 2016, el formato de Astaná, al que convocó a Turquía, Irán, el gobierno sirio y la oposición. El formato desatascó el nudo de intereses entre esos países –sobre todo Turquía- y ha resultado mucho más efectivo que el de la NNUU, apoyado por EEUU. Resuelto el tema de Idlib, quedará sólo el tema kurdo y la presencia ilegal de EEUU en Siria para poner fin a la guerra.

El cuarto frente era el geopolítico. Siria es un país estratégico donde los haya, pues constituye la salida natural al mar Mediterráneo de la vasta zona que se extiende de Iraq a China, pasando por Irán, el país-puente entre el mundo árabe y Asia Central. Es el punto desde el que Rusia proyecta su poder en el Mediterráneo y la vía más corta para exportar hidrocarburos de Irán e Iraq a Europa (y también de Arabia Saudita y Qatar). Esas eran las causas de fondo de la guerra promovida externamente desde 2011. La derrota del régimen bassista y la caída de Bashar el Asad habría puesto a Siria bajo dominio atlantista, con el resultado de la expulsión de Rusia del Mediterráneo y la imposición de un cerrojo a Irán, lo que habría significado el ahogamiento de Hezbolá y del chiismo. Rusia lo entendió así y fue a fondo en la guerra, sumando sus intereses a los de Irán y Hezbolá y logrando la incorporación una Turquía nerviosa por el apoyo de EEUU a los kurdos sirios e iraquíes. La suma de fuerzas determinó el éxito de Rusia y el fracaso de EEUU. Este país podrá retrasar su salida de Siria, pero no quedarse, no, al menos, sin riesgo de provocar un choque con Rusia e Irán, que son palabras mayores.

Hay, también, en la acción de Rusia, el anuncio de un nuevo modelo de relaciones internacionales. Frente al modelo clásico imperialista, de invasión ilegal, masiva, con derroche de recursos y exhibición de superioridad tecnológica, Rusia presenta un modelo de acción limitada y coordinada con el soberano territorial –en este caso, Siria-, manteniéndola dentro del orden jurídico mundial. Un modelo que no busca arrasar a todos los adversarios, sino dejar puertas abiertas a las fuerzas menos extremistas, para hacer posible el diálogo y la paz. Aplicar este modelo flexible en Afganistán facilitaría su pacificación, obstaculizada hoy por el empeño estadounidense de controlar el país, para usarlo como avanzadilla en Asia Central contra Rusia y China. Los talibanes, con sobradas razones, exigen la retirada de EEUU, para firmar la paz.

Si EEUU no frustra la dinámica en marcha en Siria, como único país con capacidad –limitada- de boicotearla, 2019 será, con mucha seguridad, el año de la paz en Siria, paz negociada, hablada y acordada con las fuerzas internas y externas. Rusia mantendrá sus bases en Siria, Irán se quedará para rabia de Israel y EEUU tendrá que arriar banderas. Con todo, el auténtico, el principal ganador es el pueblo sirio, que está recobrando su país y, gracias a ello, viendo el retorno paulatino, pero creciente, de refugiados. ¿Cuándo verá algo así Libia? ¿Cuándo, Afganistán?

Augusto Zamora R., autor de Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos (2016, 3ª edición, 2018), y de Réquiem polifónico por Occidente, en librerías a mediados de octubre de 2018

Fuente:
https://blogs.publico.es/dominiopublico/26661/siria-tres-anos-despues-de-rusia/

sábado, 11 de agosto de 2018

La alianza estratégica entre China y Rusia cambia el escenario mundial

Alainet

Vivimos tiempos interesantes…

La guerra comercial de Trump contra Europa, Canadá y Japón comprometió la reunión del G7 en Quebec, llevando a Emmanuel Macron a declarar que los países industrializados junto con Japón debían reformular el G7 para transformarlo en G6, sin Estados Unidos. Si poco más de dos años atrás alguien hubiese previsto una fractura semejante entre los aliados occidentales nadie le hubiese dado atención. ¿Y el Brexit? ¿Y la división en la propia Unión Europea?

Son tantos y tan rápidos los cambios que ya es habitual la afirmación de que vivimos el comienzo de una nueva era.

De hecho, en este siglo 21 se advierte una cierta decadencia de Occidente y, principalmente, la formación de un mundo multipolar, con la emergencia de Asia. El llamado “triángulo estratégico” de la Guerra Fría, formado por Estados Unidos, China y la Unión Soviética, cuyo peso se habría desplazado en los años 80 hacia la potencia norteamericana, ahora muestra el fortalecimiento sino-ruso.

El resurgimiento ruso

Desde principios del siglo 21 Moscú ha fortalecido su influencia política y económica (en particular en el tema clave de la energía) y está reaccionando a la política de la OTAN de aumentar la presencia militar occidental en sus fronteras.

Al avance de la OTAN, Rusia ha respondido con una exitosa estrategia de fortalecer un proyecto eurasiático, a través de un doble movimiento. Por un lado, Rusia está construyendo alianzas con las ex Repúblicas Soviéticas asiáticas, priorizando acuerdos económicos y proyectos de infraestructura, con desdoblamientos geopolíticos. De otro, Moscú amplia acuerdos con países que desde el final de la Segunda Guerra Mundial estuvieron en la esfera de influencia de Estados Unidos. Un ejemplo del primer tipo de iniciativa es la Unión Económica Eurasiática (UEE o UEEA), formada en 2015 por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y la Federación Rusa. La rápida consolidación de la UEEA está permitiendo que otros países se interesen por el acuerdo, inclusive no asiáticos.

El Foro Económico del Este (Eastern Economic Forum-EEF), creado por Vladimir Putin en 2015, es un ejemplo del segundo tipo de iniciativa. Este foro se reúne todos los años en setiembre en la ciudad rusa de Vladivostok, con participación de Japón, Corea del Sur, China y otros países de la región. Entre sus objetivos está la promoción del potencial económico del Lejano Oriente ruso, mejorando la competitividad y el atractivo de la región para inversores locales e internacionales. Un año después de creado, en 2016, el EEF demostraba su potencial al recibir como invitado especial al primer ministro japonés, Shinzo Abe, y firmar más de 200 acuerdos comerciales, por un valor superior a 20 mil millones de dólares, con presencia de 3.000 delegados de 60 países. La reunión de 2018 del Foro promete ser aún más significativa: el invitado de honor será el Presidente de Corea del Sur, Moon Jae, y están convidados también el Presidente chino Xi Jinping y el Jefe de Estado de Corea del Norte, Kim Jong-un.1

Nada de eso sería posible si Rusia no tuviese una razonable unidad interna y la economía no presentase señales de recuperación. Eso se observa en el resultado de las últimas elecciones, que le dieron al Presidente Putin un cuarto mandato y, en relación a la economía, el propio Fondo Monetario Internacional reconoció los avances. Una misión del Fondo, encabezada por Ernesto Ramírez Rigo, visitó Rusia en noviembre de 2016. En su informe, Ramírez Rigo afirmaba que el país había superado el impacto de la caída del precio del petróleo y de las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos y preveía una tendencia a la expansión económica después de 2017.

¿El siglo de China?

Los dirigentes de Beijing han defendido la tesis de que la estabilidad y la prosperidad de China dependen de la estabilidad y prosperidad de su entorno geográfico. Esta tesis está por detras del lanzamiento, en 2013, por parte del presidente Xi Jinping, del ambicioso proyecto “Un Cinturón, una Ruta” (UCUR, o OBOR, en la sigla en inglés). Conocido como “la Nueva Ruta de la Seda”, el proyecto se extiende desde China a Europa a través de Asia Central y busca ampliar la integración económica y política del continente, por vía terrestre y marítima, mediante impresionantes obras de infraestructura. Prevista para estar completamente implementada en 2025, la Nueva Ruta de la Seda tiene potencial para crear un mercado diez veces mayor que el norteamericano y cuenta con abundantes recursos del Fondo Ruta de la Seda, del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (BSII) y del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD, Banco de los BRICS).2

Varias iniciativas con vistas a la integración euroasiática están en fase de operación. Es el caso de la línea férrea más larga del mundo, de 13.052 kilómetros, que cruza ocho países, uniendo España y China.3 Otro ejemplo es la expansión de la línea férrea transiberiana, con trenes de alta velocidad, y el ferrocarril Trans-eurasiano, que ya conecta China (en Chongqing) con Alemania, llegando a Duisburgo, Renania del Norte-Westfalia.

La cooperación China-Rusia

Es en este contexto que deben analizarse las implicaciones geopolíticas de la creciente cooperación entre Rusia y China, fortalecida en el siglo 21, cuando fue posible llegar a un acuerdo sobre la delimitación de la frontera común de 4.300 kilómetros. La construcción de una relación saludable es benéfica para Beijing y Moscú, que se complementan en muchos terrenos y, juntos, enfrentan mejor los desafíos de su relación con Occidente y los problemas en su área de influencia. Es el caso, para China, de la región autónoma de Xinjiang, en la frontera con Pakistán y Afganistán. Habitada por uigures, minoría étnica musulmana, esa región está cultural y étnicamente más vinculada a Asia Central que al resto del país. Para Rusia, es el problema del norte del Cáucaso, ya que a pesar del fin de las operaciones militares en Chechenia, en 2009, la región todavía sufre con episodios de violencia política, étnica y religiosa.

Los primeros ejemplos de la aproximación de chinos y rusos y de su alianza para el nuevo siglo fueron los ejercicios militares realizados en el marco de la Misión de Paz 2005 y la Declaración Conjunta China-Rusia para el siglo 21, firmada en Moscú en julio del mismo año. La declaración advertía que Moscú y Beijing rechazarían toda intromisión de parte de “fuerzas extranjeras” y se opondrían a la imposición de “modelos de desarrollo políticos y sociales” desde el exterior. La declaración definía un nuevo nivel de las relaciones bilaterales pero era también una respuesta a la llamada Doctrina Bush, adoptada por EEUU y sus aliados tras los atentados del 11 de setiembre de 2001.

Un nuevo nivel en las relaciones bilaterales fue establecido a partir de 2013, cuando Xi Jinping asumió la presidencia de China y eligió a Rusia para su primer viaje internacional. Desde entonces, China y Rusia participan en conjunto en organizaciones regionales de proyección estratégica, como la Organización de Cooperación de Shanghai (Shanghai Cooperation Organization, SCO), fundada en 2001, integrada también por Kazakstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, y a la que se integraron recientemente India y Pakistán, y como observadores, Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia. La SCO se ha ampliado desde entonces, con acuerdos en el terreno de la energía (petróleo y gas) y en la promoción del comercio regional. Pero la ampliación más importante fue en la esfera militar. Han ganado espacio aspectos de seguridad, con intercambio de información entre los servicios de inteligencia, e iniciativas tendientes a enfrentar el terrorismo, el separatismo y el extremismo. A pesar de ser llamada “OTAN de Oriente” en los medios occidentales, la organización no es comparable en poder militar a la alianza liderada por EEUU, ni coincide en sus objetivos o su “modus operandi”.

En la última década las relaciones comerciales entre Rusia y China se ampliaron considerablemente. Hoy China es el principal socio comercial de Rusia, que exporta principalmente hidrocarburos. En 2016, el volumen de negocios de Rusia con China fue de US$ 66.1 mil millones, un aumento de 4,02% en comparación con 2015. La cooperación bilateral en el sector de la energía ha sido definida como de máxima prioridad. Algunos proyectos se destacan, como los que buscan promover el desarrollo de la región del Ártico, de Siberia Oriental y del Lejano Oriente de Rusia, buscando mejorar el nivel de vida de la población y detener la creciente emigración. Detalle: los pagos recíprocos prevén la utilización de monedas nacionales. Beijing y Moscú buscan disminuir la influencia del dólar y, al mismo tiempo, evitar la exposición de sus economías a riesgos cambiarios.4

La experiencia histórica pesa en la actual estrategia de China y Rusia. Basta recordar las consecuencias dramáticas de la ruptura entre la Unión Soviética y China Popular, en los ‘60, no sólo para el campo socialista, sino también para las luchas independentistas en África y Asia y para las fuerzas progresistas en general.

En ese sentido es interesante constatar la diferencia que existe actualmente entre las alianzas occidentales y las de Eurasia. Las diferencias se reflejaron en dos recientes reuniones de alto nivel: el G7, en Canadá, y la Organización de Cooperación de Shanghái en Shandong, provincia natal de Confucio, China. Las reuniones fueron realizadas casi simultáneamente a comienzos de junio de 2018. Como ya fue citado, en Canadá, Trump consiguió desagradar a todos sus aliados, mientras que en Qingdao, el presidente Xi Jinping reafirmó la alianza con Rusia. Durante la cena en honor de sus convidados, Xi afirmó: “El presidente Putin y yo pensamos que la asociación China-Rusia es integral y estratégica y ha llegado a su madurez, mostrándose firme y estable”.5 Oficialmente, hasta ahora, la asociación sino-rusa era llamada “integral”. Por primera vez Xi puso énfasis en la condición de “estratégica”. Es más, Xi afirmó que la alianza entre China y Rusia “es la relación de más alto nivel y estratégicamente más significativa entre los principales países del mundo”. Y agregó, refiriéndose a Putin: “Es mi mejor amigo, mi amigo más íntimo”.

Algunas reflexiones finales

¿Qué esperar del escenario con Rusia y China como actores de primera magnitud? Responder no es fácil; proyecciones de futuro dependen más de los valores y de la visión de mundo del observador que de datos objetivos. Sin embargo, una primera respuesta es posible: un escenario multipolar, si comparado con un mundo unipolar, es más propicio para el ejercicio de la diplomacia, para la búsqueda del diálogo, y contribuye para colocar límites al eventual hegemón en decadencia. De alguna forma, es lo que vivimos en este siglo 21. Y demuestra que todos se benefician en un escenario en que prospera la diversidad.

Notas:

1 Ver: http://forumsvostok.ru/en/news/vladimir-putin-priglasil-prezidenta-respubliki-koreja-mun-chzhe-ina-v-kachestve-pochetnogo-gostja-na-vef-2018/ Consultado en 1/07/2018

2 China tuvo una victoria significativa en 2015, cuando el yuan entró en la cesta de monedas que el FMI acepta en los Derechos Especiales de Giro (en inglés, Special Drawing Rights o SDR), es decir, cuando el yuan pasó a ser moneda de reserva aceptada en los bancos centrales de los miembros del Fondo, junto con el dólar, la libra esterlina, el euro y el yen.

3 El primer tren partió de Yiwu, China, el 18 de noviembre de 2014 y llegó a Madrid, España, el 9 de diciembre de ese año.

4 Desde 2017, Rusia redujo a la mitad el volumen de los recursos financieros en títulos norteamericanos, aumentando, al mismo tiempo, sus reservas en oro.
Ver: “Por que Rússia e Turquia se livram dos títulos do Tesouro dos EUA e optam pelo ouro?”
http://www.iranews.com.br/por-que-russia-e-turquia-se-livram-dos-titulos-do-tesouro-dos-eua-e-optam-pelo-ouro/

5 Ver artículo “Putin and Xi top the G6+1”, de Pepe Escobar/Asia Times, 10/06/2018. http://www.atimes.com/article/putin-and-xi-top-the-g61/

6 Idem.

Beatriz Bissio pertenece al Departamento de Ciencia Política, Programa de Pos-Graduación en Historia Comparada, Universidad Federal de Río de Janeiro.

Fuente:
http://www.alainet.org/es/articulo/194508

viernes, 27 de julio de 2018

La propaganda del otro

Cómo occidente reacciona ante el informe del adversario cuando este rompe su monopolio.

Fue a finales de los noventa en Moscú. Solía visitar a un ex muy alto cargo analista del antiguo KGB de la URSS, el cerebro pensante de la acción exterior, un hombre culto, inteligente y con mucho mundo ya completamente apartado de toda función oficial. La URSS llevaba años enterrada y era el tipo de fuente que, si lograbas ganarte su confianza, valía un Potosí. Naturalmente, el acuerdo no era contármelo todo, pero sí, responder directamente a mis preguntas. Lo que no se podía contar, no se contaba. Así llegamos a una relación de confianza.

Fue aquel teniente general jubilado, cuya casa tenía video vigilancia, una rareza entonces, quien, entre otras cosas, me contó con bastante detalle los defectos de las alianzas mundiales de Moscú en la guerra fría, el despilfarro de unos medios que eran muy limitados y que si se hubieran concentrado en ciertos países habrían rendido mucho más. Entre sus observaciones críticas sobre la propaganda recuerdo la siguiente: Moscú podría haber creado una red de medios mucho más eficaz que la oxidada red de las agencias Tass y Nóvostí, las revistas en idiomas extranjeros como “Tiempos Nuevos” o “Novedades de Moscú” o el servicio internacional de Radio Moscú, todos muy mediatizados por el KGB y cuyas relaciones internas darían para escribir miles de folletines alguno de ellos completamente kafkiano.

“Habría bastado”, decía el ex jefe analista, “con copiar a nuestros adversarios: crear un canal que diera voz a todos los disidentes del mundo occidental”. Los adversarios disponían de tal red. En realidad una red de redes que se llamaba “Voz de América”, “Radio Liberty”, “Radio France International (RFI)”, “Deutsche Welle”, “BBC”, etc. La mayoría de ellas tenía programas en ruso y ucraniano, y algunas en casi todas las lenguas importantes de las diversas nacionalidades de la URSS (y había muchas lenguas en la URSS!). Los disidentes soviéticos, fuera en Lituania, San Petersburgo, Tibilisi o Moscú, se expresaban a través de aquellos medios, que difundían sus papeles y noticias. Millones de ciudadanos soviéticos escuchaban aquellas “voces”; ese era el eufemismo con el que la prensa oficial se refería a veces a aquella red, eficaz, profesional, bien pagada. Pues bien, muchos años después, ya con Putin y concluida oficialmente desde hacía quince años la guerra fría, Moscú creó un aparato similar.

Fue en 2005. Entre tanto el ex gran jefe analista volvió a servir a la patria. Quizá fue su vieja idea, quizá estaba en el aire, pero con el canal Russia Today (RT), Moscú hizo las cosas bien.

Una propaganda alternativa
Desde entonces el canal y las agencias internacionales no han hecho más que crecer. El presupuesto de RT es de unos 300 millones de dólares. Contrataron a competentes profesionales extranjeros y se han consolidado como un formidable medio de comunicación global en muchas lenguas. Naturalmente, la hegemonía informativa occidental es aplastante y naturalmente RT defiende intereses rusos, pero su mera existencia contribuye al pluralismo. Quiero decir al pluralismo realmente existente, que especialmente en materia de medios de televisión es un pluralismo de propagandas, algo que está muy lejos de ser ideal, pero que es mucho mejor que el monopolio que sufrimos durante la primera guerra de Irak (CNN) o la inducida disolución bélica de Yugoslavia (CNN+BBC, etc.).

La red propagandística occidental sigue siendo la principal, pero el mundo emergente multipolar ya tiene sus aparatos alternativos: los canales del Golfo, la china CCTV (también en varios idiomas), RT, Tele Sur, y otras.

En el pulso Rusia-Occidente la desproporción de medios salta a la vista. RT no forma parte de una inexistente red de los emergente. Frente a sus 300 millones, la Deutsche Welle dispone de un presupuesto de 350 millones, RFI 380 millones, la BBC 524 millones y el complejo americano mucho más. Y todos esos medios actúan al unísono en cuanto a la difamación de Rusia se refiere. Pese a todo, RT se ha convertido en un adversario de peso.

Su canal en inglés, por ejemplo, se parece mucho a un medio alternativo: ahí es donde el ciudadano americano puede enterarse de muchas noticias relevantes que sus medios no dan. Aunque la idiosincrasia del régimen ruso sea bien de derechas, una versión nacional-eslava de eso que calificamos como espíritu neocon, su posición en el mundo redunda en un posicionamiento mucho más liberal (partidario de la diplomacia y del multilateralismo) y crítico con el belicismo realmente existente (que es occidental) en cuestiones internacionales. El resultado es interesante. Por eso, pese a la modestia de sus medios, esta competencia se ha hecho muy incordiante en occidente, cuyas potencias no soportan que el adversario les responda, aunque sea modestamente, con su propia moneda.

Atando corto al incordio
Todos ustedes conocen las denuncias por atropello a la libertad de información que se producen en Rusia, pero seguramente desconocen que los periodistas y colaboradores de RT trabajan en Estados Unidos en unas condiciones muy parecidas a las que los periodistas occidentales estábamos sujetos en la URSS. En Estados Unidos el canal ruso se ha tenido que registrar como “agente extranjero” (igual que algunas ONG financiadas por dinero occidental en Rusia) y están obligados a trabajar con esa etiqueta. Los periodistas deben enviar copias de su trabajo a las autoridades en un plazo de 48 horas y sus movimientos están estrictamente supervisados. Por supuesto, empresas privadas como Google y Twitter, estrechas colaboradoras de la NSA como se ha demostrado, discriminan al canal ruso todo lo que pueden. En el parlamento británico se han escuchado voces de diputados para “clausurar” RT. En Alemania, con el complejo mediático más uniforme y retrógrado de Europa occidental, la campaña antirrusa ha batido todos los récords y con ella la demonización de los medios rusos. El parlamento europeo ha aprobado resoluciones discriminatorias contra los medios de comunicación rusos. Twitter y Facebook ya han cerrado las cuentas de portales rusos como USAReally.com, donde pueden leerse informes tan sorprendentes como el de que uno de cada cuatro americanos apoyaría la secesión pacífica de su estado de los Estados Unidos… Y en el este de Europa las cosas son aun más rudas: una periodista de RT, Paula Slier, acaba de ser expulsada de Ucrania- y su entrada en el país vetada por cinco años- al acudir a un certamen de la OSCE sobre libertad de información organizado en Kiev. En Estonia, el periodista y ex diputado italiano Giulietto Chiesa, habitual colaborador de RT, fue también expulsado cuando acudió a una conferencia. Son solo algunos ejemplos recientes entre muchos otros.

Los procedimientos que occidente utiliza para remediar que los rusos hayan logrado establecer cierta competencia con el antiguo monopolio informativo occidental, son claros atentados a la libertad de información y bastante reveladores de hacia donde soplan los vientos en nuestras democracias. En cualquier caso, gracias al pluralismo de propagandas es mucho más fácil orientarse en los actuales conflictos que sacuden nuestro agitado mundo.

Rafael Poch de Feliu

martes, 3 de abril de 2018

EE.UU. engañó a Rusia con promesas incumplidas

Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada / TopoExpress

Eric Zuesse, connotado historiador investigador de EU –abominado por la prensa lubricada del sistema desinformativo–, aborda “Cómo EU engañó a Rusia (https://goo.gl/fxwwtJ)”, que elucida la psicología de desconfianza entre las dos superpotencias nucleares desde hace un cuarto de siglo y explica lo que se encuentra detrás del histérico neomacartismo del presente Rusiagate.

El ensayo geoestratégico de Eric Zuesse desglosa en forma académica su impactante disquisición. Como solían exponer los clásicos latinos: contra facta non sunt argumenta, ya que los datos duros y testimonios de Zuesse son apabullantes.

Eric Zuesse afirma que la condicionalidad del acuerdo de la URSS para permitir que Alemania oriental sea capturada por Alemania occidental, y para el finiquito de la guerra fría, fue que la OTAN no se expandiría ninguna pulgada al Este.

Tal fue el acuerdo entre el entonces presidente de la URSS, el megacándido Mijail Gorbachov, que liquidó a la URSS, abandonó el comunismo y disolvió la alianza militar comunista del Pacto de Varsovia, bajo las promesas verbales, sin ningún documento que lo respalde.

Ello “significaba que EU no intentaría colocar sus misiles nucleares justo en las fronteras de Rusia, cerca de Moscú y quizás para lanzar un fulminante (blitz) ataque nuclear que eliminaría la capacidad misilística de represalias de Rusia mas rápido de lo que Rusia pudiera lanzar sus misiles contra la OTAN/EU en un ataque sorpresa de primer golpe”.

Gorbachov –quien acabó en forma denigrante haciendo la publicidad de Pizza Hut y de las tarjetas American Express– soñaba con que Rusia sería aceptada como una democracia occidental e, incluso, EU le prometió que Rusia sería ungida como miembro de la OTAN, lo cual “ponía fin a la guerra fría de 46 años”.

Rusia cumplió en forma unilateral toda la parte del trato bilateral, lo cual no fue correspondido por EU cuando la OTAN absorbió uno a uno los previos países del Pacto de Varsovia y se dio incluso el lujo de rechazar la membresía de Rusia.

¡Sucedió lo contrario!: la OTAN se expandió al Este, justo en las fronteras de Rusia y, con el vacío soviético, EU profundizó su cooperación con sus aliados fundamentalistas árabes sunnitas para invadir Irak, Libia y Siria.

Los testimonios de Eric Zuesse son demoledores:

1. Yo estaba allí cuando le dijimos a los rusos que los íbamos a hacer miembros de la OTAN: coronel Lawrence Wilkerson (anterior jefe de gabinete del secretario de Estado general Colin Powell), quien ha expuesto que la “política exterior de EU es hecha por la plutocracia (https://goo.gl/bSpWoA)”;

2. “Cuando hablé con Baker, él acordó que le había dicho a Gorbachov que si la URSS permitía la reunificación alemana y la membresía de la OTAN, Occidente (sic) no expandiría a la OTAN ni una pulgada al Este (https://goo.gl/n98JoN)”;

3. El entonces canciller alemán, Helmut Kohl, “prefirió hacer eco a James Baker, no a Daddy Bush” y “aseguró a Gorbachov, como el mismo Baker había hecho, que naturalmente (sic) la OTAN no podría expandir su territorio (sic) a Alemania oriental: Mary Elise Sarotte. Ella misma agrega que después de arrancar esta megaconcesión al ingenuo Gorbachov, Kohl regresó a Alemania “a empezar la unificación de las dos Alemanias bajo una sola divisa y un sistema económico (https://goo.gl/ZhfhjW)”. Aquí fue cuando Alemania despegó como superpotencia geoeconómica gracias a la sepultura de la URSS y a la pusilanimidad de Gorbachov. Cinco años más tarde Mary Elise Sarotte explaya la “promesa rota (https://goo.gl/duhUxt)”;

4. Una frase tremenda del engaño de Daddy Bush fue cuando regañó al canciller Kohl sobre las promesas a Rusia durante la Cumbre en Campo David de febrero de 1990: ¡Al diablo (sic) con ello: Ganamos, ellos no! Ya en ese momento el lastimoso Gorbachov se había vuelto la piñata de Daddy Bush, Kohl y Mitterrand. En forma angelical, en pleno infierno, Gorbachov llegó hasta proponer una seguridad panEuropea entre la OTAN y lo que quedaba de la URSS;

5. Jack Matlock, anterior embajador en la URSS de 1987 a 1991, afirma que su país (EU) “ha tratado a Rusia como perdedor (sic) desde el fin de la guerra fría: la falla de apreciar cómo concluyó la guerra fría ha tenido un profundo impacto en las actitudes de Rusia y Occidente y ayuda a explicar lo que vemos ahora”. ¡Pero cómo Daddy Bush y los Clinton no iban a humillar a Rusia con tal caquistocracia (el gobierno de los peores) de Gorbachov y Yeltsin! Baste contrastarlos con el zar Vlady Putin quien ha resucitado hoy a Rusia de los cementerios geopolíticos;

6. Sir Rodric Braithwaite, anterior embajador británico en la URSS y Rusia, informó sobre las garantías (¡megasúper-sic!) dadas en 1990 por EU (James Baker, secretario de Estado) y Alemania (Helmut Kohl, canciller), y en 1991 (sic) en nombre del Reino Unido (por el entonces premier, John Major) y Francia, por el presidente François Mitterrand. Sir Rodric Braithwaite afirmó que este “récord de hechos no ha sido exitosamente desmentido en Occidente: EU y Rusia Antes y Más Allá de la Crisis de Ucrania (https://goo.gl/FUU16y)”.

Muy riguroso, Eric Zuesse expone el contraargumento de Mark Kramer, director de los Estudios de la Guerra Fría de Harvard: “El mito de la promesa de la no-expansión de la OTAN a Rusia (https://goo.gl/bUarxf)”. Allá quien desee creer a los lubricados académicos oficiosos del Deep Statede EU en la fase de la posverdad y sus fake news.

En lo único que le asiste la razón a Kramer es que no existe ningún documento.

Desde mi perspectiva, sin haber perdido una guerra militar propiamente dicho, Gorbachov cedió en todo y no obtuvo nada a cambio, lo cual suena aberrante para cualquier diplomático menor, ya no se diga un estadista de alcurnia.

Eric Zuesse arremete contra Gorbachov por “haber confiado en megaestafadores (los líderes de EU y sus aliados) encabezados por un supergánster Daddy Bush” cuando el mundo entero sufre de estos bandidos (sic) hoy y cada día, lo cual produce creciente caos global y matanzas en Libia, Siria, Ucrania y en otras partes, que ahora ha resultado en una crisis de refugiados en Europa. ¡Qué severo!

Eric Zuesse describe cómo el ingenuo Gorbachov confió en Daddy Bush, por cierto, antiguo director de la CIA e indiciado acusado de haber participado en el asesinato de Kennedy.

La etérea promesa –insisto, sin documentos– fue hecha por el texano secretario de Estado, James Baker III, que superó a Maquiavelo, Talleyrand y Rasputín juntos, cosa que no podría suceder con el abusado y avezado zar Vlady Putin, quien conoce las vulnerabilidades de la élite estadunidense.

Si alguien cree que no pudo haber peor cándido que Gorbachov se quedaría corto con su inmediata sucesión por Boris Yeltsin, quien llevó a Rusia al borde de la balcanización al deglutir todos los cuentos de Bill Clinton asesorado por George Soros: dos personajes que en el mismo infierno causarían pavor.

No es concebible la degradación de la URSS a tales niveles.

Por eso el zar Vlady Putin confesó que la disolución de la URSS había constituido una catástrofe geopolítica, lo cual desea repetir el Deep State estadunidense en la fase presente del Rusiagate.

Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/ee-uu-engano-rusia-promesas-incumplidas/

lunes, 23 de octubre de 2017

_- Enfrentados en la Tierra, asociados en el cosmos: por qué pese a su rivalidad geopolítica Rusia y Estados Unidos cooperan en la exploración espacial

_- A finales de julio pasado, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley imponiendo sanciones a Rusia por acusarle de interferir en las elección presidencial estadounidense de 2016, por la anexión de Crimea y por sus operaciones militares en el este de Ucrania.

La legislación tenía un apoyo tan contundente tanto en el Partido Republicano como en el Partido Demócrata que el presidente Donald Trump -quien era contrario a estas medidas-, no tuvo más alternativa que darle el visto bueno, pues si las frenaba el Congreso las habría aprobado pasando por encima de su veto.

La respuesta de Moscú no se hizo esperar. Poco después 755 funcionarios estadounidenses fueron expulsados de Rusia, cuyo gobierno también cerró dos propiedades de la misión diplomática estadounidense en el país.

Este episodio ilustra las crecientes tensiones en las relaciones entre Washington y Moscú que, varias décadas después del fin de la Guerra Fría, siguen encontrándose en aceras opuestas en gran cantidad de temas geopolíticos, desde Siria hasta Ucrania, pasando por Irán, la ampliación de la OTAN, el control de armamento o la crisis en Venezuela.

Putin ordena expulsión de 755 empleados de la embajada y otros consulados de Estados Unidos en Rusia en respuestas a sanciones de Washington


Pero, mientras las tensiones se acumulan sobre asuntos terrenales, Washington y Moscú tienen planes de trabajar conjuntamente en la exploración del espacio exterior. Hace un par de semanas, la agencia espacial rusa, Roscosmos, anunció la firma de un acuerdo con su contraparte estadounidense, NASA, para trabajar juntos en un programa que tiene por objetivo construir un Portal de Espacio Profundo (PEP).

Desde 2012, la NASA había revelado su intención de contar con esta suerte de estación espacial habitable que sería colocada entre la luna y la tierra y que serviría como un primer paso para avanzar en la exploración del sistema solar y, más concretamente, el planeta Marte.

"Los socios tienen la intención de desarrollar los estándares técnicos internacionales que serán utilizados después, en particular para crear una estación espacial en la órbita de la Luna", dijo en un comunicado Roscosmos.

No sería esta la primera vez que ambos países cooperan en asuntos que van más allá de la órbita terrestre, pues desde hace más de dos décadas están asociados en la Estación Espacial Internacional (EEI), proyecto en el que también participan Canadá, Japón y 11 países de la Unión Europea. Pero, ¿qué es lo que hace que estos dos países que han sido rivales geopolíticos durante décadas puedan trabajar juntos en la exploración espacial?

Carrera espacial
Anton Fedyashin, profesor sobre historia de Rusia en la American University de Washington, señala que la llamada carrera espacial -la competencia que durante la Guerra Fría enfrentó a Estados Unidos y a la extinta Unión Soviética por la supremacía en la exploración espacial- sentó las bases para lo que ocurre ahora. "La principal razón para la cooperación entre Rusia y EE.UU. en el espacio es que son los países más avanzados en la exploración espacial, con una experiencia de unas seis décadas. Son dos gigantes desde el punto de vista de esta tecnología", le dijo Fedyashin a BBC Mundo.

Añadió que los progresos de otros países como China también pueden contribuir al deseo de Washington y Moscú de cooperar mutuamente con el fin de mantener su supremacía en este campo. El Palacio Lunar con el que China avanza en sus planes de instalar una estación espacial en la Luna

Interdependencia
El primer gran momento en la cooperación en este sector entre Washington y Moscú se produjo en 1975, durante el Proyecto de pruebas Apolo-Soyuz, cuando la cápsula estadounidense Apolo y la soviética Soyuz realizaron el primer acoplamiento espacial entre naves de países distintos. La verdadera cooperación, sin embargo, no se iniciaría sino hasta la década de 1990.

"EE.UU. y Rusia fusionaron sus programas sobre vida en el espacio en 1994, con la decisión de invitar a Rusia a asociarse a la Estación Espacial Internacional, por lo que ninguno de los dos países ha hecho nada por su cuenta en lo relativo a sostener la vida humana en el espacio, con muy pequeñas excepciones durante los últimos 23 años", le dijo a BBC Mundo John M. Logsdon, fundador y exdirector del Instituto de Política Espacial de la Universidad George Washington. Fedyashin destaca que esta cooperación tiene un aspecto muy pragmático que tiene que ver con que una vez que Estados Unidos canceló su programa de transbordadores espaciales, la única forma que tienen sus astronautas de llegar al espacio es usando cohetes rusos.

"Por eso pese a que algunos senadores en Washington quisieron poner fin a esa cooperación, desde un punto de vista estrictamente práctico no se puede hacer y si se impone esa restricción se limitaría severamente el acceso de Estados Unidos al espacio exterior", apuntó.

Logsdon cataloga a la industria espacial rusa como "muy capaz" y destaca su larga experiencia en vuelos espaciales de larga duración. Sin embargo, más allá de los elementos científicos y tecnológicos, hay otro factor fundamental que hace que a ambos países les resulte conveniente esta cooperación: el elevado costo de estos proyectos.

"Los rusos necesitan a Estados Unidos por el dinero. Estados Unidos paga por el transporte de sus astronautas y sus materiales al espacio exterior, algo que no puede hacer por si mismo", señaló Fedyashin.

Esta cooperación también parece beneficiar a una NASA que en la actualidad dispone de un presupuesto mucho menor que en el pasado, pues representa apenas una décima parte de lo que fue en el máximo momento del proyecto Apolo en términos de su peso en el gasto público total de EE.UU.

Blindados
El entramado de relaciones tejidas por las comunidades científicas de Estados Unidos y Rusia también abona el terreno para nuevos proyectos conjuntos. "La exploración espacial es un área en la que se ha podido avanzar de forma cooperativa pese a las tensiones en otros aspectos de las relaciones bilaterales. Ambos países ven los beneficios de trabajar juntos en este campo y de construir un muro alrededor de esa cooperación para evitar que se vea afectada por las tensiones políticas", afirmó Logsdon.

Fedyashin considera que lo logrado por los participantes de los programas espaciales de ambos países es un ejemplo de lo que se puede conseguir con una cooperación respetuosa y mutuamente beneficiosa.

"Cuando ves como los astronautas hablan entre sí es un mundo completamente distinto. Ellos son socios, amigos, ellos cooperan. Es una historia extraordinaria. Ellos han avanzado con sus proyectos, poniendo énfasis en el valor de la exploración espacial para la humanidad como un todo", apuntó.

Luna que se quiebra
Pese a lo avanzado hasta ahora. No son pocas las sombras que se ciernen sobre las posibilidades de que ambas potencias sigan trabajando juntas en el espacio. Pavel Luzin, doctor en Relaciones Internacionales y director de la consultora de riesgo geopolítico Under Mad Trends, asegura que -pese al trabajo conjunto en la EEI- desde mediados de la década pasada la cooperación entre Rusia y Estados Unidos ha experimentado un declive.

"¿Las causa de esto? Rusia está perdiendo la oportunidad para su desarrollo tecnológico e industrial. Su sector espacial es ineficaz y Moscú no es capaz de proponer y ejecutar proyectos avanzados en el espacio", dijo Luzin en un email en respuesta a una consulta de BBC Mundo.

Agregó que, mucho antes de la guerra en Ucrania de 2014, el liderazgo político ruso asumió una política contra Occidente, lo que -en su opinión- llevó al Congreso de Estados Unidos a cuestionar en septiembre de 2013 la dependencia de los cohetes estadounidenses Atlas V de los motores RD-180, de fabricación rusa.

Los cohetes espaciales estadounidenses Atlas V dependen de los motores rusos RD-180. El experto advirtió que esta interdependencia tecnológica desaparecerá en el futuro. "En los próximos años Estados Unidos dispondrá de, al menos, dos nuevas naves espaciales tripuladas y se volverá independiente de Rusia. Esta posibilidad es una pesadilla para el Kremlin incluso a pesar de su continuada política antioccidental", apuntó.

Según Luzin, los vuelos hacia la EEI representan más del 50% del programa civil de exploración espacial de Rusia. Al mismo tiempo, Logsdon advierte que la futura colaboración en el Portal de Espacio Profundo tampoco está garantizada. "Ese anuncio ha sido ampliamente malinterpretado. Creo que principalmente debido a que Roscosmos ofreció más de lo que es realidad. Esto está en una etapa muy inicial de planificar el próximo paso en el espacio. Esto es un acuerdo para pensar acerca de trabajar juntos si este portal espacial sigue adelante", dijo.

"El portal espacial no está aún aprobado en Estados Unidos, ni tiene un presupuesto. En este momento es solo un concepto", advirtió. Así, pese a los largos años de trabajo conjunto acumulado entre la NASA y Roscosmos, el futuro de la cooperación entre ambas agencias por los momentos no parece estar en el espacio, sino simplemente suspendido en el aire.

Fuente: BBC

lunes, 20 de febrero de 2017

Daniel Maes: "La cobertura sobre Siria es la mayor mentira mediática de los últimos tiempos". Entrevista al sacerdote flamenco Daniël Maes, testigo de la llamada “guerra civil”.

Algemeen Dagblad

El sacerdote flamenco Daniël Maes (78) vive en Siria, en el monasterio de Mar Yakub, del siglo VI, en la ciudad de Qara, a 90 kilómetros al norte de la capital, Damasco. El padre Daniel ha sido testigo de la “guerra civil” y en su opinión, la información occidental sobre el conflicto en Siria es muy engañosa. Lo resume así: “los estadounidenses y sus aliados quieren arruinar por completo al país”.

-Entrevistador: Usted es muy crítico con la cobertura de los medios sobre Siria. ¿Que le molesta?
-Padre Daniel: La idea de que tuvo lugar un levantamiento popular contra el presidente Assad es completamente falsa. He estado en Qara desde 2010 y he visto con mis propios ojos cómo agitadores de fuera de Siria organizaban protestas contra el gobierno y reclutaban a jóvenes. Todo ello fue filmado y transmitido por Al Jazeera para dar la impresión de que estaba teniendo lugar una rebelión. Hubo asesinatos cometidos por terroristas extranjeros contra las comunidades sunitas y cristianas, en un esfuerzo por sembrar la discordia religiosa y étnica entre el pueblo sirio. Pero, según mi experiencia, el pueblo sirio estaba realmente muy unido.

Antes de la guerra, este país era armonioso: un estado laico en el que las diferentes comunidades religiosas convivían pacíficamente. No había casi pobreza, la educación era gratuita y los cuidados médicos eran buenos. No era posible expresar libremente sus opiniones políticas, pero eso a la mayoría de la gente no le importaba.

-Entrevistador: Se dice de la madre Agnès-Mariam, de su monasterio Mar Yakub (San Jacobo) que toma partido a favor del régimen y que tiene amigos al más alto nivel.
-Padre Daniel: La madre Agnès-Mariam ayuda a la población: recientemente ha abierto un comedor popular en Alepo donde se preparan 25.000 comidas cinco veces a la semana. Mira, es milagroso que todavía estemos vivos. Lo debemos al ejército del gobierno de Assad y a Vladimir Putin, porque éste decidió intervenir cuando los rebeldes amenazaban con tomar el poder.

Cuando miles de terroristas se instalaron en Qara, tuvimos miedo por nuestras vidas. Venían de los Estados del Golfo, Arabia Saudita, Europa, Turquía y Libia, y había muchos chechenos. Formaban una fuerza de ocupación extranjera, todos aliados de Al Qaeda y otros terroristas. Armados hasta los dientes por Occidente y sus aliados con la intención de enfrentarse contra nosotros. Decían, literalmente: “Ahora este país nos pertenece”. A menudo, estaban drogados, peleaban entre sí y por las noches disparaban al azar. Tuvimos que escondernos en las criptas del monasterio durante mucho tiempo. Cuando el ejército sirio los expulsó, todo el mundo estuvo contento: los ciudadanos sirios porque odiaban a los rebeldes extranjeros y nosotros porque la paz había regresado.

-Entrevistador: Usted dice que el ejército sirio protege a los civiles, pero hay todo tipo de informes sobre crímenes de guerra cometidos por las fuerzas de Assad, como los bombardeos con bombas de barril.
-Padre Daniel: ¿No sabes que la cobertura mediática sobre Siria es la mayor mentira mediática de nuestro tiempo? Han vendido auténticas tonterías sobre Assad. En realidad fueron los rebeldes los que saquearon y mataron. ¿Crees que el pueblo sirio es estúpido? ¿Crees que esas personas han sido obligadas a dar vivas a Assad y Putin? Son los estadounidenses los que tienen las manos metidas en todo esto, para sus oleoductos y por los recursos naturales en esta región, y para frustrar a Putin.

Arabia Saudita y Qatar quieren establecer un estado suní en Siria, sin libertad religiosa: por consiguiente, Assad debe irse. Sabes una cosa: cuando el ejército sirio se estaba preparando para la batalla de Alepo, soldados musulmanes vinieron a mí para ser bendecidos. Entre los musulmanes corrientes y los cristianos no hay problema. Son los rebeldes radicales islámicos, respaldados por los occidentales, los que quieren matarnos. Todos ellos son Al Qaeda e ISIS. Ya no hay combatientes moderados.

-Entrevistador: Usted mencionó una vez a Hillary Clinton como “un diablo en agua bendita”, porque como Secretaria de Estado empeoró deliberadamente el conflicto.
-Padre Daniel: Estoy contento con Trump. Ve lo que toda persona normal entiende: que Estados Unidos debe dejar de socavar a los países que poseen recursos naturales. El intento de los estadounidenses de imponer un mundo unipolar es el mayor problema. Trump entiende que el Islam radical es una amenaza más grande que Rusia.

¿Qué me importa si de vez en cuando se quita los pantalones? Si Trump practica la geopolítica de la manera como lo ha prometido, entonces el futuro parece brillante. Entonces será similar al enfoque de Putin. Y espero que entonces, habrá una solución para Siria y la paz volverá.

-Entrevistador: ¿Entiende que su análisis es polémico y que se encontrará con muchas críticas?
-Padre Daniel: Hablo a partir de mi observación personal. Y nadie tiene por qué creerme ¿no es cierto? Pero sé una cosa: los medios de comunicación pueden contribuir a la masacre del pueblo sirio o ayudar a éste con su cobertura mediática. Lamentablemente, hay demasiados gregarios y cobardes entre los periodistas.



Notas:
[1] Algemeen Dagblad: http://www.ad.nl/nieuws/poetin-en-assad-hebben-mijn-leven-gered~add21ab7/
[2] Traducción del inglés: http://ronpaulinstitute.org/archives/featured-articles/2017/february/04/the-media-coverage-on-syria-is-the-biggest-media-lie-of-our-time-interview-with-flemish-priest-in-syria/

miércoles, 18 de enero de 2017

Rusia: riesgos y agravios

La Vanguardia

En el esfuerzo de Moscú por volver a levantar cabeza en el mundo, el “síndrome 1905” resume los peligros de la empresa de consolidación interna de un régimen arcaico vía aventuras exteriores.

Ahora que la Rusia de Putin aparece en la cima de la recuperación de su poder y prestigio internacional con el clamoroso éxito alcanzado por su intervención en Siria (hecho que explica la intensa campaña contra el dirigente ruso cuyo histérico apogeo se vive estos días), es el momento de recordar los grandes riesgos que comporta el más que legítimo desafío ruso a Occidente y la fragilidad interna del régimen del Presidente Putin.

El actual sistema autocrático ruso, que Yeltsin puso en pie en 1993 con el entusiasta apoyo de Occidente, es muy vulnerable a la inestabilidad interna. Sus mecanismos de reproducción y legitimación apuntan siempre hacia la concentración del poder personal. Eso choca con las exigencias de una sociedad moderna.

Disfunción
El tradicional régimen de samovlastie heredado y perfeccionado por Putin, es poco funcional respecto a los desarrollos de su sociedad. Las encuestas confirman que el 50% de los rusos consideran que tienen derecho a defender sus intereses incluso si ello contradice los intereses del Estado. Los que no están de acuerdo con ese enunciado no tienen otro que contraponer y se sumarían a él de forma pasiva si llegara el momento. No estamos ante una sociedad soviética desde hace mucho tiempo.

A diferencia de los dos siglos anteriores, el legítimo nacionalismo ruso y los engranajes del consenso interno hacia un líder fuerte cuya principal virtud ha sido haber detenido una degradación nacional de casi veinte años, conviven con un vector muy fuerte de tipo burgués, podríamos decir, que rechaza el conflicto y desea la estabilidad, como ocurre en cualquier otra sociedad moderna. Ese vector, iniciado en la URSS urbana de los años sesenta va a aumentar, porque forma parte de la lógica histórica de nuestra época. El sistema autocrático no tiene una respuesta a eso. No encaja con ello. Su reforma es, por definición, complicada.

Implicar/Excluir
En la actual afirmación de Rusia en el mundo, hay, desde luego, una más que legítima reclamación de potencia. En Europa el ninguneo o maltrato de grandes potencias siempre tuvo resultados nefastos. Tras las guerras napoleónicas los vencedores implicaron a la vencida Francia en la toma de decisiones, lo que abrió una larga etapa de paz y estabilidad continental. El ejemplo contrario es lo que se hizo con la Alemania posguillermina, tras la primera guerra mundial, y también con la Rusia bolchevique tras la Revolución de 1917. En ambos casos, las políticas de exclusión -y de tremendo intervencionismo militar en la guerra civil rusa- tuvieron consecuencias nefastas para lo que luego fue el nazismo y la génesis del estalinismo. Lo que hemos visto en Europa desde el fin de la guerra fría es una nueva advertencia sobre los peligros de excluir a una gran potencia de la toma de decisiones y tratarla a base de imposiciones y sanciones en lugar de organizar la seguridad continental común que se acordó en París en noviembre de 1990 (y que habría hecho obsoleta a la OTAN y con ella a la influencia determinante de Estados Unidos en el continente). En lugar de eso, durante 25 años occidente ha maltratado a Rusia acosándola hasta llegar a los arrabales geopolíticos de Moscú, con el resultado visto en Ucrania.

Pero en la actual auto reivindicación del Kremlin hay también otro aspecto que no hay que perder de vista: un vector de movilización del favor de la población ante los efectos sumados que en el interior de Rusia tienen; los bajos precios del petróleo, el estancamiento de la situación socio-económica y las sanciones occidentales. Todo eso agudiza las contradicciones entre la sociedad rusa y su poco funcional régimen político.

Arriesgada legitimación
En la actual tensión militar en Europa, cuya principal responsabilidad es de Estados Unidos, con el regreso de la obsesión antirrusa de Alemania en segunda posición (la histeria de polacos y bálticos solo es relevante por lo instrumental hacia esas dos responsabilidades), la correlación de fuerzas es inequívoca: La población de los miembros europeos de la OTAN supera en cuatro veces a la de Rusia. La suma de sus PIB en nueve veces. Su gasto militar supera en por lo menos tres veces el ruso. Incluyendo al conjunto de la OTAN el presupuesto militar ruso de unos 90.000 millones de dólares es doce veces inferior al occidental. En Siria esas correlaciones no son muy diferentes y si las cosas han funcionado bien allí para Moscú ha sido gracias a cierto paralizante estupor de Estados Unidos ante los desastres de sus últimas acciones militares en la región, y a los zigzags de la actitud turca que la diplomacia rusa ha sabido jugar con gran acierto y maestría.

La decrépita máquina militar rusa ha sido mejorada en los últimos años, pero es un instrumento aún lleno de grietas que ha estado trabajando a su máximo rendimiento. Un caza-bombardero ruso fue abatido por los turcos, otros dos se cayeron al mar desde el portaviones Almirante Kuznetsov. La intervención rusa ha sido también arriesgada porque en caso de escalada difícilmente podría haber ido a más. De ahí la impresión de que Moscú intenta abarcar más de lo que puede, o, como mínimo, todo lo que puede. Una acción militar exterior con la lengua afuera multiplica los riesgos.

Las intervenciones en Siria y Ucrania han cargado las baterías de la legitimación del sistema de puertas adentro, pero ¿Cuánto durará esa carga? De momento funciona, pero los riesgos son inmensos y hay que preguntarse por la sostenibilidad del recurso. Un revés militar en Siria o en Ucrania, habrían sido letales para el Kremlin. En 1905 la derrota militar de Tsushima en la guerra ruso-japonesa supuso el principio del fin de la autocracia de los Románov, una dinastía de tres siglos. En el esfuerzo por volver a levantar cabeza en el mundo este “síndrome 1905” es capital.

Populismo sin distribución
El papel de potencias más prudentes en su acción exterior como Rusia y China en el mundo multipolar, es fundamental para evitar los peligrosos excesos del ilusorio hegemonismo que han quedado bien patentes en los desastres de estos años, pero en el orden interno Rusia debe ser valorada en su propia y contradictoria realidad. Putin no ha resuelto, y ni siquiera ha buscado, la vía de desarrollo que estabilice a Rusia. Es un patriota populista de derechas prisionero de un modelo de mando caduco para la modernidad. Ni siquiera es un Hugo Chávez que cometió el pecado de distribuir socialmente renta petrolera. Putin no distribuye nada. Aunque de momento no hay signos de protesta social, ese es un horizonte ineludible a largo plazo con el que un Occidente hostil siempre jugará. El arriesgado recurso de un machismo exterior no funcionará eternamente. En lo que concierne a Rusia ese es un desarrollo al que habrá que prestar la máxima atención a partir de ahora.

Dicho esto, es inevitable situar la injerencia (presunta o real) del Kremlin en la política americana que tantos titulares hace estos días después de varios años de intensa demonización del Presidente ruso en todo Occidente y particularmente en Alemania. Lo menos que puede decirse es que lo que ha trascendido, si es creíble, es ridículo al lado de lo que ha representado la ingerencia de Estados Unidos en la política rusa.

El chiste de la injerencia en Hillarystán
En los años noventa la injerencia de Washington en Rusia fue determinante para la ruina y criminalización de la economía rusa. Muchos decretos de privatización y otros aspectos esenciales se redactaron directamente en Washington. Gente como el vicesecretario del tesoro americano Lawrence Summers, cursaba directamente instrucciones en materia de código fiscal, IVA y concesiones de explotación de recursos naturales y los fontaneros del Harvard Institute for International Development, bajo patrocinio de la USAID, Jeffrey Sachs, Stanley Fisher y Anders Aslund, tenían tanta influencia como los ministros.

Bajo la batuta de Andrei Kózyriev (1992-1996), la política exterior rusa estaba en manos de una marioneta de Washington que fue puesta como premio al frente de la farmacéutica americana ICN al ser cesada. El gran proyecto geopolítico para Rusia de estrategas de Washington como Zbigniew Brzezinski era disolver el país en cuatro o cinco repúblicas geopolíticamente irrelevantes -un escenario que Rusia nunca se planteó para Estados Unidos ni en los momentos más bollantes del poder soviético y cuyo precedente histórico más próximo es el proyecto de disolución de la URSS del Reichsministerium für die besetzten Ostgebiete bajo la dirección del nazi Alfred Rosenberg. En las presidenciales de junio/ julio de 1996 la complicidad de Estados Unidos fue clave para facilitar la financiación ilegal de la campaña de Yeltsin y la manipulación informativa que le acompañó, lo que impidió una probable victoria comunista…

Que mucho de todo esto fuera consentido e incluso propiciado por la clase política rusa cuya preocupación central en aquella época era llenarse los bolsillos, no cambia gran cosa el asunto: Después, cuando con Putin la prioridad fue la estabilización de lo adquirido y la recuperación de Rusia, Washington promocionó las revoluciones de colores en diversos países del entorno ruso y apoyó siempre ese escenario en la propia Rusia, sosteniendo económica e informativamente a organizaciones no gubernamentales y defensores de derechos humanos -muchos de ellos más que honorables- cuya acción consideraba favorable a sus intereses.

Clave de la recuperación rusa de principios de siglo XXI ha sido la sumisión del complejo energético a los intereses del Estado. Fue entonces, cuando se percató de que Putin ponía fin a la bananización de Rusia, cuando Washington apostó por el magnate Mijail Jodorkovski.

Propietario de Yukos, la mayor compañía petrolera rusa, y principal beneficiario de la privatización energética de los noventa, Jodorkovski se preparaba para desafiar electoralmente a Putin. En 2003 se disponía a trazar para ello vínculos económicos estratégicos con Occidente como la venta de una tercera parte de las acciones de Yukos a la norteamericana Exxon-Mobil (22.000 millones de dólares), la construcción de un oleoducto hacia China y de una terminal para la exportación a occidente en Murmansk con la que pretendía determinar el sentido de la exportación de crudo. Todo ello no solo rompía el pacto que Putin estableció con los magnates (respeto a las adquisiciones de la privatización a cambio de la no injerencia política y de la sumisión al Estado), sino que privaba al Kremlin de la principal baza geopolítica para la recuperación de Rusia: el uso de su potencia energética.

Jodorkovski, “adoptó decisiones que afectaban al destino y soberanía del Estado y que no podían dejarse en manos de un solo hombre guiado por sus propios intereses”, explicó Putin en su día. Jodorkovski fue encarcelado e inmediatamente beatificado en Occidente hasta su puesta en libertad…

Este tipo de injerencia en los asuntos de Rusia ha sido una constante -cualquier ruso lo sabe- y sitúa en su debido lugar el presunto escándalo de los hackers rusos en la campaña electoral americana. La simple realidad es que, en la hipótesis más extrema e indemostrable -con Putin manejando personalmente la operación- todo el asunto es bastante inocente. Más aún: al lado de lo que el valeroso disidente Eduard Snowden ha revelado al demostrar documentalmente la existencia de Big Brother y su control global total de las comunicaciones por Estados Unidos a través de la NSA, este episodio de los correos de Doña Hillary se parece mucho a una descomunal tomadura de pelo.

Fuente:
http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2017/01/07/rusia-riesgos-agravios-74312/

domingo, 30 de agosto de 2015

La pirámide diabólica

Rodolfo Bueno

A la frustración del Presidente Obama por no lograr en su país el control de las armas de fuego debería añadir la de no haber justificado el premio Nobel de la Paz, que le fue conferido inmerecidamente, y la de no evitar que el navío que aparentemente conduce haga aguas, aunque se deba reconocer que ya se estaba hundiendo antes de que él maniobrara para tener un poder, que nunca obtuvo. Una frustración más.

Los especialistas afirman que son cuatro los problemas que provocarán una nueva crisis, peor que las anteriores: La caída en la bolsa de valores de China, la crisis general de la euro zona, el bajo precio del petróleo y las demás materias primas y la deuda pública de los EE.UU., que ha tomado visos de una dolencia incurable. Ninguno de estos males es tan grave como el último, al que el anecdótico multimillonario Warren Buffett lo describe como una “bomba financiera de relojería” para las economías y los ciudadanos de a pie.

El culpable de este descalabro es el Sistema de la Reserva Federal de los EE.UU., la FED, una institución privada de servicio público que responde a los intereses de Wall Street. Es un banco central independiente que, desde su creación en 1913, pertenece a doce instituciones financieras cuyas decisiones no tienen que ser ratificadas por el Presidente de los EEUU ni por ningún otro órgano ejecutivo del Gobierno. La FED emite acciones al interés del 6%, parte de las cuales compran gobiernos extranjeros; de manera que la FED también es propiedad de otros estados.

Pese a que en el primer artículo de la Constitución de los EE.UU. se lee: “El Congreso tiene el derecho de acuñar moneda, reglamentar su valor y el de las monedas extranjeras...” esta función la realiza la FED. Por estar en manos de esta corporación privada, el dólar estadounidense no es de propiedad del Estado. Si el gobierno de los EE.UU. necesita dinero, se dirige a la FED, que lo imprime y se lo presta. En otras palabras, se crea dinero de la nada.

Por otra parte, el Gobierno autoriza a la FED a emitir bonos del Tesoro que después vende en el mercado de valores y cuya tasa de interés recae sobre los hombros del ciudadano norteamericano, que paga de interés cerca de 500.000 millones de dólares por año por una deuda de casi 18.5 billones de dólares, más que el doble del valor de todo el oro extraído hasta la fecha en el mundo entero.

Esta capacidad de crear dinero de la nada se ha convertido en el mayor recurso de los EE.UU., ya que pueden imprimir lo que necesitan y consumir las riquezas del mundo sin haberlas trabajado. Su deuda pública es su mayor riqueza, porque mientras nosotros sudamos la gota gorda para producir lo que exportamos, ellos nos entregan papeles a cambio de nuestros productos. Si nos negamos, nos asfixian.

La FED, un verdadero parásito económico que hace lo que le viene en gana, compra a la clase política norteamericana igual que usted adquiere productos en los supermercados. La falta de regulaciones le permite imprimir dinero a su gusto y paladar, lo que convierte a las finanzas mundiales en un albur en el que sólo los banqueros poderosos pueden ganar. Se trata de un juego sin reglas, mejor dicho, con reglas impuestas para favorecer sólo a ellos, los demás deben acudir a agoreros de todo tipo con el fin de sobrevivir a la quiebra catastrófica que ineludiblemente va a llegar cuando se derrumbe la pirámide diabólica financiera de los EE.UU., para que no le quepa duda alguna, entre en: http://www.usdebtclock.org: real time. Algo no apto para cardiacos.

El Caos y la Bestia

De las cuatro patas que tiene la Bestia (la militar, la económica, la industrial y la ideológica), la primera decidió gobernar el mundo mediante el caos controlado. Se olvidó que sólo Zeus logró organizar el Caos para así construir el universo, para los demás es imposible esta tarea. Creyó la Bestia, luego de arrasar con Afganistán, Irak, Libia, Siria e Irán, que tragarse a Rusia y China era tarea pueril. Grave error, la Rusia indómita y la China milenaria se aliaron para protegerse. Soltaron entonces la presa iraní y fueron directamente a Ucrania, la yugular rusa. Supusieron: primero Kiev, luego Crimea, olvidaron el factor patria. Resultado real, Crimea retornó al seno de su madre, Rusia. De nada les sirvió la quinta columna que organizaron en Rusia, tampoco imponer el nazismo en Ucrania, ahora en bancarrota, y ni siquiera les sirvió de mucho tumbar un avión civil, crucificar niños en Slaviansk, arrasar aldeas y ciudades del Dombas, quemar vivo al pueblo de Odesa, y acusar por estos actos a Rusia; en un inicio les creyeron, ahora casi nadie les cree.

Luego como arma geopolítica declararon la guerra económica al mundo. Sanciones a Rusia y petróleo a menos de 50 dólares el barril para que los pueblos productores se revelaran contra sus gobernantes, e imponerse así en el mundo. Resultado real, los agredidos se organizaron y los sancionadores fueron los perjudicados; las naciones productoras soportaron la arremetida de la Bestia e, incluso, Irán está dispuesto a aumentar sus exportaciones en un millón de barriles diarios. Según el Presidente Putin, “los complots siempre son posibles, pero en este caso golpean a los propios conspiradores”.

Otro resultado inesperado, la quiebra de las empresas de “frackin”, método de extracción de costo elevado que impulsan los EE.UU.; estas petroleras no pudieron soportar el caos causado por la falta de beneficios y no tuvieron otro remedio que cerrar más de la mitad de sus plataformas. La compra de las deudas de este sector fue la solución parche que encontró la FED para impedir que el pánico invadiera los mercados financieros y se produjera el efecto dominó. Para obtener los dólares pusieron a funcionar la impresora de dólares y los emitieron de manera inorgánica; resultado real, una deuda pública piramidal de 18.5 billones de dólares que, como ya se dijo, es mucho más que el doble del valor de todo el oro extraído hasta la fecha en el mundo entero.

Una pirámide infernal que está al borde de desmoronarse porque Rusia y China ya se cansaron de vivir bajo la férula de un dólar que le da a los EE.UU. el acceso a una economía parasitaria que les permite mantener bases militares con las que desde hace mucho tiempo los rodea peligrosamente. No es tan complicado hacerlo pues los rusos son expertos en ajedrez y los chinos en go, combinación invencible; además, las economías china y rusa han crecido lo suficiente como para dar el golpe final y a su debido tiempo enterrar la hegemonía del dólar. Cuando esto suceda, el resultado real será peor que la Gran Crisis: El lloro y el crujir de dientes del que hablaba Jesús.

jueves, 9 de abril de 2015

El intento de los neoconservadores estadounidenses de revisar la historia de la 2ª Guerra Mundial

Wayne Madsen
Desde el derrumbe de la Unión Soviética, Estados Unidos viene poniendo en el poder a sus viejos colaboradores nazis en el este de Europa. Al cuestionar el papel de la URSS en la 2ª Guerra Mundial, Washington está tratando de despojar a la actual Federación Rusa de su mito nacional. Estados Unidos pretende así alcanzar 2 objetivos: destruir la zona de influencia de Rusia y acabar a la vez con la identidad rusa. Para lograrlo tendrá que reescribir la Historia y rehabilitar el nazismo. Después del derrumbe de la Unión Soviética, el ex presidente de Estados Unidos y antiguo combatiente de la guerra fría Richard Nixon dedicó sus últimos años de vida a velar porque Rusia ocupara su lugar en la comunidad internacional. Nixon aconsejó al entonces presidente Bill Clinton sobre la manera correcta de tratar con la Federación Rusa, reconocida internacionalmente como el Estado sucesor de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Algo que Nixon nunca habría tolerado es la tendencia conservadora a negar el importante papel que Rusia desempeñó en la Segunda Guerra Mundial –lo que los rusos llaman «La Gran Guerra Patria»– y en la victoria de los Aliados contra la Alemania nazi. Los actuales dirigentes de Estados Unidos y sus compinches en Gran Bretaña, en el este de Europa y en otros países incluso serían llamados a capítulo por Nixon por haberse negado a participar en la ceremonia anual del 9 de mayo, o «Día de la Victoria», en Moscú.

Nixon, quien criticó a la administración de George H. W. Bush por la ayuda patéticamente inadecuada que se destinó a Rusia después del derrumbe de la Unión Soviética, tendría poco tiempo que perder con los círculos políticos estadounidenses que hoy pretenden desgastar a Rusia y ponerla de rodillas.

Entre quienes ejercen presión a favor de un endurecimiento de las sanciones contra Rusia e ignoran su significativo papel en la victoria de la Segunda Guerra Mundial se hallan los hijos e hijas de los emigrados fascistas y nazis provenientes del este de Europa que llegaron a Estados Unidos en los años posteriores a la guerra, en su mayoría gracias a la «Operación Paperclip» de la CIA [1], huyendo de los juicios a los que pendían sobre sus cabezas por haber apoyado la causa nazi en sus países de origen.

Aquellos emigrados participaron en la formación de diversos grupos de extrema derecha que giraban alrededor de las «Naciones Cautivas», organización estimulada por la administración Eisenhower y las posteriores administraciones estadounidenses. De aquella constelación de organizaciones fascistas surgieron el sionista ucranio-estadounidense Lev Dobriansky y su hija Paula Dobriansky, ex responsable en el Departamento de Estado durante la administración de George Bush hijo, así como el ex colaborador de la Gestapo en Hungría, Gyorgy Schwartz, quien más tarde se cambió el nombre y pasó a llamarse George Soros [2]. Los descendientes de aquellos inmigrados figuran actualmente en los gobiernos de todo el centro y el este de Europa.

Los grupos que gravitan alrededor de aquellos emigrados a Estados Unidos, como la Fundación Heritage [3], el American Enterprise Institute (AEI) [4] y la Brookings Institution [5], así como Human Rights Watch, fundada por George Soros, trabajan a favor de que se reescriba la historia de la Segunda Guerra Mundial. Al parecer, muchos de esos grupos neoconservadores e históricamente revisionistas preferirían que, en vez de reconocer la victoria de la Unión Soviética sobre el fascismo, se conmemorasen con tristeza las derrotas de los regímenes títeres de los nazis en los países bálticos, así como en Ucrania, Bielorrusia y Moldavia.

Así que las marionetas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en diversos países del centro y del este de Europa están inmersas en una guerra propagandística contra Rusia para reducir al mínimo la participación internacional en la celebración del 9 de mayo en Moscú.

En el marco de esta guerra propagandística, el jefe de la inteligencia militar checa, general Andor Sandor, retirado desde 2002, afirmó recientemente que los rusos practican el espionaje a gran escala en Praga. El objetivo de esta historia es presionar al presidente checo Milos Zeman, quien había expresado públicamente su intención de ignorar un supuesto consenso de la OTAN para boicotear las celebraciones rusas del 9 de mayo. Mientras tanto, la oposición checa anunció que tratará de lograr que el parlamento retire el financiamiento al viaje del presidente a Moscú. Praga constituye un punto sensible en las relaciones de Rusia con Occidente. La República Checa sigue negándose a autorizar la apertura de bases de la OTAN en su territorio, aunque Praga sigue albergando actividades anti-rusas como las transmisiones de Radio Free Europe/Radio Liberty y el trabajo de diversas ONGs financiadas por George Soros. Los interlocutores de Soros en el Parlamento Europeo también están presionando al presidente serbio Tomislav Nikolic para que anule sus planes de ir a Moscú y el medio de presión que han encontrado es poner en la balanza el pedido de adhesión de Serbia a la Unión Europea.

Tres ex embajadores estadounidenses en Ucrania –Steven Pifer, John Herbst y William Taylor– han exhortado abiertamente a dirigentes europeos, como el primer ministro británico David Cameron, el presidente francés Francois Hollande y la canciller alemana Angela Merkel –esta última debía salir el 10 de mayo para Moscú para depositar allí una ofrenda floral en el marco de una ceremonia oficial– a asistir a una celebración del «Día de la Victoria» en Kiev. Y estos últimos dirigentes europeos han decidido boicotear la ceremonia del 9 de mayo y el desfile militar en Moscú. Los 3 embajadores lacayos incluso escribieron en el diario estadounidense Los Angeles Times que «aunque los presidentes Clinton y George W. Bush fueron a Moscú en 1995 y en 2005, el presidente Barack Obama no celebrará el acontecimiento en Moscú sino en Kiev» [6]. Los embajadores se niegan a reconocer que si los dirigentes occidentales hacen esa celebración en Kiev, lo harán junto a todo tipo de neonazis y paleonazis, incluyendo a verdaderos partidarios de Adolf Hitler y del jefe nazi y miembro de la Waffen SS Stepan Bandera.

Los 3 embajadores estadounidenses Pifer, Herbst y Taylor están lejos de ser los únicos en lanzar llamados a conmemorar el sacrificio de 27 millones de soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial en una ciudad donde los neonazis y mercenarios skinheads de toda Europa tienen en sus manos el poder político y militar. Pifer trabaja para la Brookings Institution, un importante centro de la agitación y propaganda anti-rusa, mientras que Herbst era un intermediario militante a favor del respaldo de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, siglas en inglés), de la CIA y de los grandes medios de comunicación a favor de la revolución naranja de Kiev. Taylor, como coordinador-jefe de la ayuda gubernamental estadounidense a la ex Unión Soviética y al este de Europa, trabajó estrechamente con la organización de Soros y con la National Endowment for Democracy (NED) [7] recogiendo fondos para grupos proestadounidenses de extrema derecha en la región.

Mientras que Obama y sus amigos no estarán en Moscú, el primer ministro griego Alexis Tsipras, quien ha exigido de Alemania el pago de compensaciones de guerra para su país, hará caso omiso del boicot de la OTAN y se unirá a Zeman para asistir a la ceremonia conmemorativa organizada en la Plaza Roja. Es posible que los dirigentes de Islandia, Noruega, de los Países Bajos, Eslovaquia y Hungría también decidan romper filas y separarse de los demás miembros de la OTAN volando a Moscú para participar en la ceremonia del 9 de mayo.

En lo que puede ser considerado como una bofetada diplomática para el régimen de Kiev y sus padrinos occidentales, los dirigentes de las Repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, estarán presentes en la Plaza Roja, junto a los dirigentes de otros 30 países, como China, la India, Serbia, Macedonia, Bosnia Herzegovina, Montenegro, Egipto y Sudáfrica, en una situación que confiere a su estatus un reconocimiento de facto. Además, también estarán presentes los dirigentes de las Repúblicas de Osetia del Sur y de Abjasia, lo cual constituye una derrota diplomática para las autoridades de Georgia, que ven esas dos repúblicas como parte del Estado georgiano.

Al mismo tiempo, mientras ellos llaman a boicotear la celebración del Día de la Victoria en Moscú, los dirigentes de los países bálticos acogerán en sus capitales diversas conmemoraciones nazis.

- La presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaitė, graduada de la Foreign Service School de la Universidad de Georgetown en Washington, uno de los terrenos de reclutamiento preferidos de la CIA, no tiene ninguna intención de impedir las ceremonias anuales ante la tumba del títere nazi lituano y constructor de campos de concentración Juozas Ambrazevicius Brazaitis, cuyos restos fueron repatriados hace algunos años a Lituania desde Connecticut (Estados Unidos), antes de ser inhumado nuevamente en Kaunas, con honores militares.

- El presidente de Estonia, Toomas Hendrik Ilves, ex jefe del buró local de Radio Free Europe, financiada por la CIA, respaldó en 2007 la decisión del gobierno de Estonia de desplazar una estatua erigida en homenaje a la victoria soviética desde Tallin hacia una base militar en la periferia de la ciudad, donde ahora se encuentra muy cerca del centro de ciberguerra de la OTAN.

- Mientras los dirigentes de Letonia se unían a sus colegas bálticos en la competencia por el boicot contra la ceremonia de Moscú, veteranos y partidarios de la Legión Letona, división de la Waffen SS durante la Segunda Guerra Mundial, desfilaban orgullosamente por las calles de Riga durante una ceremonia que organizan cada año, desde 1991 [8]. El presidente letón Andris Berzins no ha hecho nada en respuesta a la ceremonia nazi en Letonia, pero sí dice que le parece abominable que un dirigente occidental reconozca el papel de Rusia celebrando el día de la victoria contra Hitler. El propio Berzins fue durante mucho tiempo socio del Stockholms Enskilda Bank, propiedad de la familia sueca Wallenberg, acusada de colaboración con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, lo cual le valió figurar en la lista de embargos del gobierno estadounidense.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el presidente de Polonia, Bronislaw Komorowski, se unieron a sus socios bálticos en el esfuerzo por revisar el papel de Rusia en la historia de la Segunda Guerra Mundial. El ministro polaco de Relaciones Exteriores Grzegorz Schetyna incluso quiso reescribir la historia afirmando que Ucrania liberó el campo de concentración de Auschwitz. El ministro ruso de Relaciones Exteriores respondió señalando que «todo el mundo sabe que Auschwitz fue liberado por el Ejército Rojo, en el que todas las nacionalidades sirvieron heroicamente» y agregó que Polonia «distorsiona» la historia.

Tratar de imponer una parodia de la Historia. Eso es lo que hacen los dirigentes de la OTAN cuando presionan a los dirigentes de otros países –desde Corea del Sur y Japón hasta Bulgaria y Austria– para que no envíen representantes oficiales a la celebración de Moscú.

Esta maniobra recuerda el boicot contra los Juegos Olímpicos organizados en Moscú, en 1980, una acción encabezada por Estados Unidos y totalmente infantil en materia de diplomacia que a la larga hizo más daño al movimiento olímpico internacional que a la URSS.

Notas:
[1] «"Operación Paperclip": de los V2 a la Luna», Red Voltaire, 7 de enero de 2005.
[2] «George Soros, especulador y filántropo», Red Voltaire, 3 de febrero de 2004.
[3] «La Fundación Heritage: pensamiento “listo para servir”», Red Voltaire, 27 de febrero de 2005.
[4] «El Instituto Norteamericano de la Empresa», Red Voltaire, 13 de marzo de 2005.
[5] «La Brookings Institution, think tank de buenos sentimientos», Red Voltaire, 2 de febrero de 2005.
[6] “Kiev, not Moscow, should be the choice for marking V-E Day”, Steven Pifer, John Herbst & William Taylor, Los Angeles Times, 16 de marzo de 2015.
[7] «La NED, vitrina legal de la CIA», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 11 de octubre de 2010.
[8] «La presidenta de la Letonia rehabilita el nazismo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de marzo de 2005.
Wayne Madsen. Exfuncionario de la National Security Agency (NSA), se convirtió en periodista investigador especializado en el espionaje electrónico, posteriormente en el espionaje en general.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article187164.html