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sábado, 13 de junio de 2015

La izquierda española recupera poder en los ayuntamientos. Carmena, elegida nueva alcaldesa de Madrid. Colau, nueva alcandesa de Barcelona

El PSOE y las candidaturas ligadas a Podemos pactan alianzas. Los socialistas gobernarán en 16 capitales, el PP en 17, la izquierda en 6.

La izquierda ha consumado sin apenas sobresaltos el histórico vuelco en el poder municipal como consecuencia de las elecciones del pasado 24 de mayo. El nuevo ciclo político arranca en 8.122 ayuntamientos en toda España, sin incidentes y con el resultado de mayoría de capitales de provincia gobernadas por partidos de la izquierda.

En todas las capitales en las que era posible un acuerdo entre el PSOE y las candidaturas de movimientos ciudadanos vinculados a Podemos se ha cumplido el pacto para elegir alcaldes de la izquierda. “El PSOE nos ha apoyado y en el futuro podremos seguir colaborando”, resumió Pablo Iglesias, líder de Podemos.

En Oviedo estuvo a punto de romperse el pacto por falta de acuerdo previo en Gijón pero, finalmente, la candidatura de Podemos apoyó al socialista Wenceslao López. Si hubo excepción en los acuerdos de la izquierda en Cuenca donde el PP se hizo con la alcaldía por la falta de acuerdo entre PSOE e Izquierda Unida.

Y en todas las capitales en las que Ciudadanos podía decidir el color del gobierno municipal lo ha hecho a favor del PP y para amortiguar la enorme pérdida de poder de los populares. Uno de los pocos sobresaltos, precisamente, se produjo en Almería donde estaba previsto hasta ayer que Ciudadanos apoyara al PSOE pero, finalmente, su abstención dio también este ayuntamiento al PP y Luis Rogelio Rodríguez-Comendador repetirá como alcalde, aunque sin mayoría absoluta.

Los nuevos ayuntamientos más llamativos son los de Madrid con Manuela Carmena y Ada Colau en Barcelona, simbolizando un cambio que en esos casos tienen como protagonistas a movimientos ciudadanos y candidaturas populares que han obtenido el apoyo del PSOE en la elección de los alcaldes. Las dos mujeres son el símbolo del cambio político que los nuevos partidos pretenden prolongar a las generales y que se inició hace poco más de un año con la irrupción de Podemos en la vida política española.

“Queremos gobernar escuchando, que nos llamen por el nombre de pila”, aseguró Carmena en presencia de dirigentes de Podemos como Pablo Iglesias e Iñigo Errejón y el líder de Equo Juan López de Uralde, formaciones que apoyaron su candidatura.

El PP, pensando en las elecciones generales, reaccionó a la histórica jornada lamentando que no se permita gobernar a la lista más votada, que es la suya en la inmensa mayoría de los casos, y acusando al PSOE de haberse radicalizado para pactar con la izquierda extrema para desalojar a los populares de las instituciones. Su objetivo es movilizar a los suyos con el rechazo al poder de la izquierda. Mariano Rajoy escribió un significativo tuit por la tarde: "Enhorabuena a los concejales del @PPopular. Mi apoyo a los que aun ganando no han podido ser alcaldes por pactos excéntricos y sectarios".

El PP tiene 19 alcaldes de capitales de provincia, frente a 43 que logró en las anteriores municipales. Desde ayer, los populares gobernarán en Málaga, Murcia, Ourense, León, Salamanca, Ávila, Palencia, Cáceres, Badajoz, Granada Jaén, Albacete, Almería, Cuenca, Teruel, Guadalajara, Logroño, Burgos y Santander. Ciudadanos ha mitigado la pérdida de poder del PP al ayudarle a gobernar en cinco: Guadalajara, Granada, Jaén, Almería y Burgos.

El PSOE pasa de gobernar en nueve capitales a gobernar en 17: Lugo, Valladolid, Segovia, Toledo, Ciudad Real, Córdoba, Sevilla, Huelva, Alicante, Castellón, Lleida, Huesca, Soria, Palma de Mallorca, Oviedo, Tarragona y Las Palmas. Todos ellos los gobierna con acuerdos a dos o tres con las candidaturas vinculadas a Podemos y con otros partidos de izquierda, salvo en Soria donde tiene mayoría absoluta. Solo en algún caso como Valladolid el nuevo alcalde socialista, Óscar Puente, lo hará en coalición con la candidatura ligada a Izquierda Unida. En el resto de casos serán gobiernos en minoría. En Palma de Mallorca el acuerdo con MÈS consiste en alternar dos años cada partido al frente del ayuntamiento, pero de momento ha tomado posesión el candidato socialista.

La novedad de la toma de posesión de nuevos alcaldes han sido las cinco capitales en las que hay alcaldes de candidaturas procedentes de movimientos ciudadanas y que han tenido el voto del PSOE en la investidura. Son Madrid con Manuela Carmena, Barcelona con Ada Colau, Zaragoza con Pedro Santisteve, A Coruña con Xulio Ferreiro y Cádiz con José María González.

Se suma también Valencia donde el alcalde elegido es Joan Ribó de Compromís, así mismo apoyado por los partidos de la izquierda. Otro caso singular es el de Zamora, donde gobernará Francisco Guarido de IU, tras años de hegemonía absoluta del PP.

El cambio pone fin al poder de alcaldes históricos del PP como Rita Barberá en Valencia, Javier León de la Riva en Valladolid y Teófila Martínez en Cádiz, entre otros. Y supone el paso a un incierto futuro de oposición municipal a candidatos notorios como Esperanza Aguirre en Madrid.

En las próximas semanas serán investidos los presidentes autonómicos en lo que también se percibirá un vuelco territorial y un retroceso del poder del PP.

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Fuente: http://politica.elpais.com/politica/2015/06/13/actualidad/1434184191_318317.html

viernes, 8 de mayo de 2015

“La socialdemocracia será eclipsada por fuerzas más radicales". OWEN JONES | ENSAYISTA, UNA DE LAS VOCES MÁS INFLUYENTES DE LA IZQUIERDA BRITÁNICA.

El autor publica un estudio sobre la historia de Reino Unido tras la II Guerra Mundial


Un ‘chacal rebuznante’, según Fox News. Socialista. Columnista del Guardian”. Así se define Owen Jones (Sheffield, Inglaterra, 1984) en su perfil de Twitter. En 2011, con solo 27 años, publicó un libro —Chavs, la demonización de la clase obrera que se convirtió en un fenómeno editorial y a su autor, en una de las voces más influyentes de la izquierda británica. Su nuevo ensayo,  El establishment (Seix Barral)es un estudio de la historia política de Reino Unido después de la II Guerra Mundial, a través del grupo de poder que la domina, desafiando a la democracia desde arriba y unido por el objetivo común de mantener un sistema que Jones considera nefasto y perverso. Recibe a EL PAÍS en un café del norte de Londres, a pocas semanas de unas elecciones cruciales para el futuro de su país y, afirma, para el de la propia izquierda en Europa.

Pregunta. Augura que las generaciones futuras mirarán atrás y contemplarán con asombro y desprecio cómo se organiza hoy la sociedad británica. ¿Tan grave es?
Respuesta. Es injusta e insostenible. Tenemos una sociedad en la que la riqueza de los mil que más tienen se ha duplicado durante los cinco años de una de las mayores crisis económicas que ha sufrido este país, mientras un millón de personas tienen que recurrir a los bancos de alimentos. Es una sociedad perversa.

P. ¿La culpa es del establishment?
R. Hubo mucha resistencia a la democracia en este país por el miedo de los de arriba a que, si todo el mundo podía votar, habría una redistribución de la riqueza y el poder. Era cierto: la democracia conlleva una redistribución. Pero en los últimos 30 años ha habido un intento de recuperar el poder y la riqueza perdidas. Y eso es el establishment. Un colectivo unido por intereses económicos, mentalidades y conjeturas comunes.

P. ¿Una conspiración?
R. No. Una unión de intereses que colisionan con la democracia. Es la amenaza a la democracia desde arriba. Este establishment exhibe un triunfalismo sin precedentes. Cree que ha derrotado a todos sus enemigos. La manera en que funciona la sociedad parece inevitable.

P. ¿Estamos resignados a su poder?
R. El establishment depende de un sentimiento de resignación. Es como el tiempo: puedes protestar porque llueve pero no puedes hacer nada. Pero las encuestas revelan que la opinión de la mayoría de los votantes entra en colisión con el establishment. La mayoría apoya la renacionalización de los trenes y de la energía, quieren más impuestos para los ricos, más derechos de los trabajadores. En temas económicos se identifican más con la izquierda. Pero ha cuajado un sentimiento de que no hay alternativa.

P. Ha ayudado, sostiene usted, un redireccionamiento del enfado.
R. A los trabajadores que cobran sueldos miserables se les dice que no es con sus jefes con quien deben enfadarse sino con los parados que viven lujosamente o con el inmigrante que les quita sus recursos. El establishment le dice a la gente: te han robado, pero no te enfades por el hecho de que te hayan robado, sino por que a tu vecino le han robado menos.

P. Predican el libre mercado pero, según usted, dependen del Estado más que ningún otro colectivo. ¿En qué sentido?
R. Esa es la ironía. El sector financiero no fue rescatado por el dogma del libre mercado, sino por el Estado. Es socialismo para los ricos y capitalismo para los pobres.

P. ¿Se puede combatir a ese establishment desde la política?
R. El debate político está hoy en los matices y no en los contrastes radicales. El final de la Guerra Fría fue el final de la historia, en palabras de Fukuyama. La izquierda como visión de la sociedad colapsó. El nuevo laborismo fue un producto del fracaso. Asumió los presupuestos del thatcherismo, igual que los Gobiernos conservadores de los años cincuenta aceptaron los del laborismo de posguerra. En 2008 la presunción de la izquierda, o de lo que restaba de ella, fue que el neoliberalismo había quedado desacreditado, así que emergería una alternativa. Pero eso no pasó. Milton Friedman dijo que los cambios se consiguen a través de una crisis, pero depende de las ideas que haya en el aire. Y la izquierda no tenía muchas ideas en 2008. Por eso la derecha mantuvo su hegemonía intelectual.

P. ¿Cómo ve usted al laborismo hoy?
R. La gente tiende a olvidar dónde estaba el nuevo laborismo. ¡Era tan abiertamente neoliberal! Ha cambiado bastante, aunque no se acerque ni de lejos a donde llegaría yo. Y lo ha hecho porque la ciudadanía desde diferentes foros lo ha reclamado. Frederick Douglass dijo que el poder no concede nada sin una demanda. Si hay presión desde abajo puede cambiar.

P. ¿Qué espera de ellos?
R. Su misión original era ser la voz de los trabajadores. Y estos han sufrido la mayor caída en sus ingresos desde la época victoriana. La mayor parte de la gente que está en la pobreza trabaja. Se levanta por la mañana para ganarse su pobreza. El laborismo debe preguntarse por qué vivimos en una sociedad que sirve a los poderosos en lugar de a los verdaderos generadores de riqueza. La riqueza la creamos todos: los trabajadores, el Estado, el profesor, el médico, los limpiadores. Debe estar mejor distribuida.

P. ¿En qué consiste la revolución democrática que usted propone?
R. La democracia está amenazada por los poderosos y debemos volver a conquistar la soberanía de la gente.

P. ¿La casta de Podemos es lo mismo que su establishment?
R. Supongo que sí. Para ellos es un poder al que no se le puede exigir responsabilidades, corrupto legal y moralmente, cuyo comportamiento colisiona con los intereses de la mayoría de la sociedad. España demuestra que, cuando la gente lo pasa mal, no es inevitable que la beneficiada sea la derecha populista. Es una lección para todos nosotros. No tiene por qué haber una política del miedo: es posible una política de la esperanza. La política de la esperanza dice que la injusticia es temporal y puede superarse.

P. Usted se define como socialista. Podemos, en cambio, parece haber renunciado a esa dialéctica de derecha e izquierda.
R. Lo entiendo. Creo que solo intentan comunicar sus ideas en una sociedad donde la izquierda ha sufrido enormes calamidades y derrotas políticas.

P. ¿Podría triunfar un movimiento así si se define como de izquierdas?
R. Yo soy socialista. Creo que la retórica de derecha e izquierda sigue siendo válida. Pero es la gente ya politizada la que piensa en términos de derecha o izquierda, los que vivimos en la burbuja política. La mayoría piensa en términos de vivienda, empleo, servicios, salarios, hijos. Y hay que afrontar esas preocupaciones de una manera convincente. Quien quiera cambiar la sociedad debe mirar dónde hay un movimiento con éxito y ver qué han hecho bien, y qué ha hecho mal la izquierda tradicional.

P. ¿Es esta incapaz de proporcionar el cambio que usted busca?
R. Grecia y España demuestran que, si la socialdemocracia ataca a su propia base, no puede confiar en la lealtad de esta porque encontrará alternativas. Si el laborismo llega al poder y ataca a sus seguidores, atravesará su propia pasokificación y eso podría abrir el camino a fuerzas como Podemos o Syriza. Vivimos en una era en la que la socialdemocracia puede ser eclipsada por fuerzas más radicales. Tras la Guerra Fría, eso no estaba en el guion. En la era de la austeridad, el proyecto de la socialdemocracia está en una crisis profunda y será eclipsado por fuerzas más radicales.

P. ¿Toda era, incluida esta, vive en la ilusión de que es permanente?
R. El búho de Minerva solo emprende el vuelo con la llegada del ocaso, decía Hegel. Creo que estamos ante el ocaso de esta era. La transición a una nueva será muy difícil, pero sucederá. Cuando el neoliberalismo tuvo su auge, que aquí fue con el thatcherismo, la izquierda era triunfalista. Creían que Thatcher no iba a durar. Mis padres lo creían. No se dieron cuenta de que asistían a la construcción de una nueva era. Las enseñanzas de nuestros antecesores, que desafiaron viejos órdenes y ganaron, deberían darnos esperanza y dar miedo a los poderosos. Demuestran que todo orden caerá y será sustituido. Lo importante es qué lo sustituye. Yo quiero una sociedad construida para la gente trabajadora, creadora de riqueza, no para una élite. Una sociedad donde la democracia alcance. Esa sociedad será construida algún día y esta, también, pasará.
Fuente: El País.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/04/29/actualidad/1430322387_133893.html

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viernes, 20 de marzo de 2015

PETRA PAU | VICEPRESIDENTA DEL BUNDESTAG, AMENAZADA. “No son casos aislados. Alemania tiene un problema social”. Pau ha recibido amenazas por apoyar la construcción de un centro de refugiados en Berlín

Petra Pau (Berlín, 1963) sabe que su actividad como política puede generar críticas, pero pone un límite en la privacidad de su familia. Tras meses recibiendo amenazas por apoyar la construcción de un centro de refugiados en el barrio berlinés de Marzahn, un centenar de ultras violó ese límite al manifestarse, con el consentimiento de la policía, frente a la casa de Pau, vicepresidenta del Bundestag (la Cámara baja del Parlamento alemán) y diputada de La Izquierda (Die Linke).

Pregunta. Amenazas, ataques a albergues... ¿Qué ocurre en Alemania?
Respuesta. Hace décadas que los nazis tratan de intimidar a políticos, periodistas o representantes de la sociedad civil con frases del tipo ‘sé dónde vives’ o manifestaciones frente al trabajo o la vivienda. No es nada nuevo, pero se ha agravado en los últimos meses con las protestas contra los refugios o movimientos como Pegida.

P. Pide más protección. ¿Hacen falta nuevas leyes?
R. No, simplemente necesitamos otra sensibilidad, tanto por parte de la opinión pública como por las fuerzas de seguridad. Hay que proteger el derecho de manifestación, pero se puede trasladar a otro lugar cuando queda claro que se dirigen contra personas concretas. No se respetó la inviolabilidad del domicilio del alcalde de Tröglitz, que dimitió porque ni él ni su familia se sentían seguros.

P. El alcalde se ha quejado de la falta de solidaridad de la sociedad. ¿Comparte esta opinión?
R. No puedo valorar la situación de Tröglitz. Pero a diferencia de los noventa, cuando tuvimos una situación muy complicada, veo mucha más solidaridad de la población. Aunque me gustaría ver esa solidaridad en los políticos no solo cuando ocurre algo peligroso, sino en el día a día de las personas que trabajan con los asilados.

P. No ve entonces una falta de solidaridad.
R. Tenemos un problema social, sí. Aumentan los asaltos a centros, asistimos a protestas como las de Pegida, con ciudadanos que hace uno o dos años nunca se habrían manifestado con personas identificadas por la policía como de extrema derecha. Aumentan la hostilidad y la aceptación de la violencia, pero también hay un movimiento en contra. Por eso critico a los políticos de partidos democráticos que hablan de casos aislados. Tenemos un problema social en todo el país.

P. ¿Qué le dice a los vecinos preocupados por la llegada de refugiados?...
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/16/actualidad/1426535418_018116.html?rel=rosEP

domingo, 15 de marzo de 2015

Entrevista a Belén Gopegui. "En distintos espacios se construye otra cultura, todo eso que en medio del infierno no es infierno".

La escritora madrileña Belén Gopegui ha publicado El comité de la noche (Literatura Random House, 2014), una novela que dibuja una dura crítica contra el negocio de las farmacéuticas y relata un mundo posible de relaciones más justas construidas sobre la solidaridad y la fuerza del común. Bajo una apariencia de novela de género, El comité de la noche esconde una clara condición política: es una crítica devastadora al negocio de las farmacéuticas, al comercio de sangre y a las condiciones de vida contemporáneas. ¿Literatura de resistencia?
Más bien diría una literatura de existencia, para que las cosas que ya existen, aunque a veces parezcan transparentes, cuenten lo que saben.

¿Es posible construir una alternativa política, social, a través de la literatura, que combata el discurso del poder y construya ese espacio de resistencia?
Sólo con unas cuantas obras literarias, no. Si lo que [Jorge] Riech­mann llamaba los miedos de comunicación de masas fuesen, pongamos, infiltrados hasta sus más altos niveles por gentes que no sólo no quisieran, sino que además pudieran no reproducir la visión del mundo supuestamente natural, vale decir, capitalista, patriarcal, etcétera, en ese caso, si la gran mayoría de historias, series, canciones, noticias, no interpretase la vieja melodía del individualismo, el engaño y el falso consuelo, entonces, quién sabe. Entretanto, en los distintos espacios, movimientos, centros populares, se va construyendo una cultura distinta, emergen visiones diferentes, todo eso que en medio del infierno no es infierno y que puede, en voz más baja, hacer nacer relaciones diferentes.

¿Crees que los proyectos políticos antagonistas necesitan novelas que construyan sus imaginarios? ¿En qué medida ayudan las novelas a esa construcción de lo posible?
Dice el dramaturgo Declan Do­nellan: “No están a salvo en sus casas, sólo están a salvo en las calles. No vayan a sus casas”. Me interesa la fuerza de esa idea de que, en contra de lo que se nos suele decir, es en las casas donde no estamos a salvo. Lo cierto es que la novela es un género en principio pensado para leer en casa. También en el metro o en la biblioteca o en círculo de lectura, pero en principio se pensó para leer en soledad, y construir imaginarios antagonistas desde esa extraña relación creada entre un narrador o narradora y un lector o lectora es difícil. Lo habitual es afirmar los imaginarios existentes, esos que contribuyen a hacer de una casa un lugar de peligro. Se puede intentar, a veces ocurre. Creo que, pese a todo, vale la pena intentarlo, hacerlo, si se tienen presentes los límites que nos marcaron y que no habría que respetar.

El comité de la noche tiene un lenguaje cuidado, una capacidad de crear diálogos intensos, referencias intertextuales precisas. ¿Es posible un lenguaje antagonista dentro de los códigos del poder?
Entre la frase de Audre Lorde “las herramientas del amo no destruirán la casa del amo”, aquella de Chirbes “la buena letra es el disfraz de las mentiras” y el verso de Adrienne Rich “éste es el lenguaje del opresor / y sin embargo lo necesito para hablarte”, transcurre un debate de siglos. En realidad parte de la evolución de lo que sea que llamemos arte ha estado marcada por la necesidad de cambiar las herramientas, violentar el lenguaje y hacer estallar en pedazos la buena letra impuesta por la clase dominante. Jesús Ibáñez contaba la historia de aquel maestro que le decía a su discípulo: “Si dices que este palo es real, te pegaré con él, si dices que no es real, te pegaré con él, si callas, te pegaré con él”. La salida, decía, era arrancarle el palo de las manos y darle con él en la cabeza. Dicho de otro modo y con respecto al arte, aun manteniendo siempre la atención hacia todo lo que los códigos y herramientas cuentan por sí mismos, y aun procurando siempre destrozar esos códigos y esas herramientas, recordemos también que la razón de destrozarlos no es un dilema formal, como si eso existiera, sino arrebatar el palo, el monopolio de la violencia real, microfísica, simbólica, que, de modo ilegítimo, ejercen el capital y el patriarcado.

En el libro se percibe cierto anhelo de unión. ¿Crees que en esta deriva individualista de las sociedades contemporáneas hay espacio para seguir reivindicando ese común que nos haga fuertes frente al poder?
Una vez más nos ocurre que separamos lo individual de lo común, como si lo común no estuviera construido con individualidades. El individualismo contemporáneo –igual que, en una escala diferente, la llamada economía liberal– utiliza lo común, la construcción colectiva, los cuidados, pero lo hace desde el abuso, imponiendo criterios, intoxicando además con la idea de que son las comunidades las que imponen funciones y anegan lo individual. Sin embargo, construir lo común es trabajar con otros y otras según aquellos criterios que se juzgan buenos. Por el contrario, encerrándonos en las fingidas individualidades que somos, cedemos nuestro criterio sin reparar demasiado en ello. De modo que sí, ahora más que nunca, es preciso ser nieve, ser lluvia, ser marea.

Eres miembro de Asalto, la facción literaria de la Fundación Robo. ¿Sería ése un intento de repensar la práctica cultural desde el espacio del común, del colectivo?
En el aspecto musical es un intento y un logro. Ahí está su página, sus temas, los cambios que ha generado. En cuanto a la parte literaria, a la que me he sumado, se trata de un proyecto mucho más en ciernes, apenas un gesto para contar que, si bien no sabemos cómo, sí quisiéramos sacar la literatura de los formatos individuales, volver a pensar, como dices, su práctica desde el espacio del común. Se han hecho experimentos en Asalto y seguirán haciéndose gracias a la generosidad de Fundación Robo, que pone en nuestras manos un dispositivo en marcha. Desde esta entrevista, como desde otros lugares, seguimos convocando a quienes tengan propuestas, temas, textos, voluntad de construir relatos de experiencias colectivas. ...

¿Qué papel consideras que ocupa internet en la renovación de los códigos y estrategias de la resistencia política?
En general considero que la resistencia en internet está perdiendo iniciativa, porque no tiene el poder suficiente. Cons­truir servidores que no pasen por Estados Unidos ni estén bajo su control, crear plataformas de relación que no sean propiedad de empresas dispuestas a cobrarse su actividad en datos y en poder añadido, o hacer que un sistema como Debian, por ejemplo, entre en las administraciones para quedarse, exige una fuerza que, de momento, no tenemos. Aun con todo, hay fracturas, transgresiones, sistemas operativos libres, pequeños servidores autónomos, filtraciones. Que­da, sin embargo, muchísimo por hacer.

¿Cómo valoras el momento político actual, en el que diversas plataformas surgidas a partir del 15M apuntan a tomar el “poder político” en sus diferentes escalas (nacional, regional, municipal) aprovechando el vacío creado por la deslegitimación radical del sistema de partidos heredado de la Transición?
Plantearse llegar a las instituciones es importante, y más si se hace desde movimientos con arraigo en el territorio. Lo crucial, desde mi punto de vista, sería en este momento intentar no delegar en nadie, saber que cada persona es necesaria para generar otras prácticas políticas, pues, por más que así lo pensemos en algunos entornos, esa deslegitimación radical, desde casi todos los puntos de vista, no lo es tanto, sin embargo, en muchos sectores de la población, ya sea porque aún creen, erróneamente, que sus intereses coinciden con los del sistema de partidos, o porque en ocasiones es posible que coincida a corto plazo. Recuerdo esa gran canción portuguesa contra la dictadura, “A pesar de você”, “a pesar de usted, mañana ha de ser otro día”, la cuestión es que ese usted es muy amplio, está en formas de ver y en las instituciones y en las empresas y en la vida diaria, por eso es preciso que se unan todas las luchas en torno a la emancipación y, en estos días, apenas descansar. ...
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/culturas/25941-lo-estalla-pedazos.html

jueves, 22 de mayo de 2014

Owen Jones: “La libertad de prensa es un mito”. El referente de la nueva izquierda británica clama contra los recortes que amenazan el estado del bienestar.

"Los sindicatos ya no movilizan como antaño"

En persona, Owen Jones, referente de la nueva izquierda británica, parece un ángel rubio con cara de niño, un niño que se muerde las uñas. Al autor de Chavs, la demonización de la clase obrera, un ensayo para comprender los efectos de la crisis, lo confunden con el protagonista de Solo en casa. Tras el chico travieso se oculta, en este caso, un activista que clama contra las desigualdades y los recortes que amenazan el estado del bienestar. Jones (Sheffield, 1984) ha pasado tres días en España, impartiendo conferencias, en Barcelona y en Madrid, como una auténtica estrella mediática. “No tanto”, aclaraba humilde ayer, antes de tomar la palabra en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, donde lo aguardaban un centenar de estudiantes.

Hace más de tres décadas, cuando se inauguró la facultad, esa misma tribuna la ocuparon trabajadores de Comisiones Obreras que alentaban a los jóvenes a luchar por la libertad. Ahora, el papel de agitador corre a cargo de un joven licenciado en Historia en Oxford y colaborador de The Guardian. “Los sindicatos y la izquierda han sufrido en este tiempo grandes fracasos, carecen del poder de movilización de antaño. Sin embargo, a las protestas de 2010 en Gran Bretaña se unieron muchos sindicalistas. Debemos volver a trabajar juntos”, contó tras la conferencia, frente a una taza de té.

Owen es justo lo contrario de un nostálgico del pasado. “Los trabajadores ahora reciben un mensaje a las seis de la mañana en el móvil en el que se les comunica si trabajan ese día; la Cruz Roja británica se organiza, como en la II Guerra Mundial, para dar de comer a los pobres y más de seis millones de personas se encuentran al borde de la pobreza en Europa”. La culpa, dice, la tienen las políticas neoliberales y la prensa que las secunda. “En Gran Bretaña no tenemos medios de comunicación libres, la libertad de prensa es un mito. Uno de los fracasos de los medios tiene que ver con las ayudas sociales que la prensa caricaturiza constantemente. Los propietarios de algunos medios son millonarios que aplican sus políticas contra los pobres”.

Para acabar con ese estado de cosas, Owen propone juntar fuerzas. “No podemos conseguir el cambio social sin demandas que nos unan a todos”. Su carta de los derechos de los trabajadores pasaría por reivindicaciones comunes, como un salario digno, programas eficaces de vivienda pública, justicia fiscal, control de los bancos y abolición de los paraísos fiscales. En su lucha por conseguirlo, visita escuelas publicas y barrios deprimidos. “Los chicos son muy listos, saben que no podrán conseguir un trabajo que no sea precario... Hay mucha ira en ellos pero nos falta esperanza. La nueva izquierda debe comprometerse con ellos”.

Los chavs, que él ha contribuido a popularizar —en la versión patria un equivalente a pokero o cani—, con sus atuendos deportivos, parecen más bien desarmados ideológicamente. El vocablo chavs entró en la academia en 2004, antes que se publicara su libro. “No tiene tanto que ver con el término sino con lo que representan, ese mundo donde los problemas sociales se convierten en fracasos personales y donde las desigualdades se justifican con un se lo merecen por vagos”. En septiembre vuelve a la carga con The establishment y cómo librarse de él.
Fuente: El País.
Más sobre Owen Jones, aquí
“Las cosas han empeorado desde que escribí Chavs”
Entrevista en la SER, http://www.cadenaser.com/sociedad/audios/owen-jones/csrcsrpor/20140525csrcsrsoc_5/Aes/

viernes, 13 de septiembre de 2013

Albert Jacquard, genetista y valedor de las minorías. El popular científico, apóstol del "decrecimiento alegre", era un icono de la izquierda francesa.

Albert Jacquard (Lyon, 1925), un científico y profesor tan prestigioso como popular en Francia, falleció ayer a los 87 años, según anunció su hijo a la agencia France Presse, a causa de una leucemia. Especialista en genética, tardíamente licenciado por la Universidad de Stanford en los años sesenta, Jacquard fue conocido sobre todo por su tenaz compromiso ciudadano, que le llevó a abrazar y abanderar numerosas causas. Fue sucesivamente jipi y pacifista, profesor y experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), defensor de los derechos de las minorías raciales, apóstol del “decrecimiento alegre” y apasionado valedor de los olvidados, especialmente los sin techo, los sin papeles y los menores víctimas de abusos sexuales y violencia.

Nacido en una familia rica de Lyon, el pelirrojo Jacquard estudió en la Universidad Politécnica, la escuela napoleónica que combina la excelencia científica con la tradición humanista, y comenzó a trabajar en 1962 en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos. Era casi cuarentón cuando, según contaba en ese momento, se dio cuenta de que “nadie es eterno” y decidió “no malgastar la vida en cosas ridículas”. Hizo las maletas y se marchó a Stanford (California), donde estudió Genética de las poblaciones. Allí forjó su conciencia política, durante los años de los disturbios raciales, el nacimiento del movimiento jipi y las manifestaciones contra la guerra de Vietnam.

De vuelta a Francia, Jacquard se doctoró dos veces (en Genética y en Biología Humana) y empezó a escribir libros. En 1978, publicó El elogio de la diferencia, un libro-manifiesto contra las desigualdades. Mientras impartía clases y trabajaba para la OMS, el investigador nunca dejó de desmontar los argumentos pretendidamente científicos de las teorías racistas que sustentaban la política colonial; en 1987, participó como testigo en el proceso judicial contra el jerarca de las SS y de la Gestapo Klaus Barbie, “El Carnicero de Lyon”, que acabaría siendo condenado a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad.

Miembro del Comité Nacional de Ética, Jacquard fue un divulgador muy mediático, aunque sus intervenciones públicas siempre estaban tocadas por la fibra de los verdaderos sabios, la humildad. Uno de sus lemas preferidos era “la verdad no se posee, solo se busca”.

En los años noventa, Albert Jacquard encontró una enorme causa perdida a la que dedicarse: los sin papeles, los sin techo, los gitanos y los niños maltratados y olvidados por el sistema. Cercano al Partido Comunista Francés, combatió con datos y acciones el ascenso de la ultraderecha xenófoba y el nacimiento de la derecha “sin complejos”, y se convirtió en presidente de honor de la asociación Derecho a la Vivienda.

“Es una gran pérdida para nosotros, Albert era una luz”, declaró ayer Jean-Baptiste Eyraud, portavoz de la asociación. “Fue nuestro compañero de viaje desde el principio, desde 1990. Aquel fue su primer combate sobre el terreno, pero siguió con nosotros hasta el final. Siempre estaba disponible, incluso a los 87 años. Sabía cómo dar esperanza a los niños, a los que no tenían techo. Comunicaba mensajes complicados con palabras sencillas”.

La desaparición de Jacquard causó honda emoción en el mundo científico, en el medio asociativo y entre los militantes de la izquierda. Su colega Axel Kahn expresó desde su cuenta en Twitter su reconocimiento a “un hombre valiente y profundamente bueno”. La ministra de Vivienda, la ecologista Cécile Duflot, que el jueves logró que la Asamblea Nacional aprobaba una ley para evitar los precios abusivos de los alquileres, afirmó que el científico “encarnaba la invitación, siempre actual, a reflexionar sobre los desequilibrios de la sociedad, la riqueza de nuestras culturas y la importancia de la educación”.

Harlem Désir, primer secretario del Partido Socialista, subrayó la lucha de Jacquard por los menores víctimas de la violencia sexual contra los menores, y el presidente de la República, François Hollande, emitió un comunicado en el que definió al genetista como un “humanista comprometido que militó incansablemente por los derechos de los más pobres, por su vivienda y su dignidad. Los franceses pierden un sabio, y los más desfavorecidos un ilustre portavoz”, concluyó Hollande.

Fuente: El País

lunes, 2 de septiembre de 2013

Entrevista a David Harvey. La importancia de la imaginación post capitalista.

Ronan Burtenshaw y Aubrey Robinson
Red Pepper

Hace cinco años la financiera Lehman Brothers hizo la declaración de quiebra más importante en la historia de EE.UU. El colapso de la financiera señaló el inicio de la Gran Recesión -la crisis más sustancial en la historia del capitalismo desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo deberíamos entender los aspectos fundamentales de este sistema actual en crisis? Y, a medida que este libra una guerra -disfrazada como austeridad- contra la clase trabajadora, ¿qué mundo alternativo podemos imaginar?

Pocos pensadores han tenido mayor influencia para responder a estos interrogantes que el geógrafo marxista David Harvey. A principios del verano boreal, Ronan Burtenshaw y Aubrey Robinson conversaron con él sobre estos temas.

-En este momento usted está trabajando con un nuevo libro, Las diecisiete contradicciones del Capitalismo. ¿Por qué se ha enfocado en estas contradicciones?

-David Harvey: El análisis del capitalismo sugiere que hay contradicciones significativas y fundamentales. Periódicamente esas contradicciones se escapan de todo control y generan una crisis. Acabamos de experimentar una crisis y creo que es importante preguntarse, ¿cuáles fueron las contradicciones que la causaron? ¿Cómo podemos analizar la crisis en relación a las contradicciones? Una de las afirmaciones geniales de Marx era que una crisis es siempre el resultado de contradicciones subyacentes. Por lo tanto, tenemos que centrarnos en esas contradicciones y no en las consecuencias.

-Una de las contradicciones que usted analiza es la diferencia entre valor de uso y valor de cambio de un bien o mercancía (commodity en inglés). ¿Por qué esta contradicción es tan fundamental para el capitalismo, y por qué utiliza el tema de la vivienda para explicarla?

-Debe entenderse que toda mercancía tiene un valor de uso y un valor de cambio. Si tengo un bistec, el valor de uso es que puedo comerlo y el valor de cambio es el precio que pagué por el.

Pero la vivienda es muy interesante porque por valor de uso se puede entender el refugio, la privacidad, una amplia gama de relaciones afectivas entre personas, una larga lista de cosas que te brinda una casa. Pero también está la cuestión de cómo obtienes una casa. En una época, las viviendas fueron construidas por la mismas personas que las habitarían, y no tenían un valor de cambio. Luego, a partir del siglo XVIII se inició la construcción especulativa de viviendas -que fueron construidas para ser vendidas. Desde entonces la vivienda adquirió un valor de cambio para los consumidores como una forma de ahorro. Si compro una casa y pago la hipoteca, puedo llegar a ser dueño de la casa. Entonces, poseo un bien. Y por ende, empiezo a preocuparme por las características de ese bien. Esto genera reacciones políticas interesantes: "No en mi patio trasero", "No quiero tener de vecinos a personas diferentes a mí". Se inicia un proceso de segregación en el mercado inmobiliario porque la gente quiere proteger el valor de sus ahorros.

Después, hace aproximadamente treinta años, la gente comenzó a usar la vivienda como un negocio especulativo. Podías comprar una casa y hacer dinero -comprabas la casa por £200.000 y después de un año podías venderla por £250.000. Ganabas £50.000, ¿por qué no hacerlo? Se impuso el valor de cambio. Y partir de ahí, surgió el boom especulativo. En 2000 después del colapso bursátil global el superávit de capital comenzó a fluir hacia el mercado inmobiliario. Es un tipo de mercado interesante. Si compro una casa y luego los precios suben, tú dices "los precios de la vivienda están subiendo, debería comprar una casa", y otros se suman. Se inicia una burbuja inmobiliaria. Se infla hasta que explota. Luego, repentinamente mucha gente se entera de que no pueden tener el valor de uso de la vivienda porque el sistema del valor de cambio lo ha destruido.

Esto genera la pregunta, ¿es una buena idea permitir que el valor de uso de la vivienda, que es crucial para la gente, sea determinado por un sistema de valor de cambio que está loco? Esto no es un problema exclusivo de la vivienda sino también de la educación y de la salud. Hemos desatado las dinámicas del valor de cambio pensando que va a proveer el valor de uso pero lo que sucede frecuentemente es que el valor de cambio destruye el valor de uso, y la gente termina careciendo de buenos servicios para salud, educación y vivienda. Por ello, creo que es muy importante enfocarse en la distinción entre valor de uso y valor de cambio.

-Otra contradicción, que usted describió, se refiere al proceso de cambio, a lo largo del tiempo, entre el énfasis sobre la oferta en la producción y el énfasis sobre la demanda en el consumo capitalista. ¿Podría referirse a cómo se manifestó esta contradicción en el siglo XX, y por qué es tan importante?

-Uno de los problemas más importantes es mantener una demanda adecuada en el mercado para poder absorber lo que produce el capital. El otro es crear las condiciones para que el capital pueda producir obteniendo ganancias.

Estas condiciones de producción con ganancias, a menudo, significa la eliminación del trabajador. Hasta el punto que implica represión del salario -pagar salarios más y más bajos- para incrementar el índice de ganancias. Entonces, desde el punto de vista de la producción, se intenta exprimir al trabajador tanto como sea posible porque esto aumenta las ganancias. Pero entonces surge la pregunta, ¿quién va a comprar los productos? Si el trabajador es exprimido al máximo, ¿dónde quedaría el mercado? Si se exprime al trabajador demasiado se produce una crisis porque no hay suficiente demanda en el mercado para absorber el producto.

Poco después de la crisis de 1930, primó la interpretación de que el problema había sido la demanda insuficiente. Hubo por lo tanto un cambio hacia la inversión estatal para construir nuevas carreteras, la inversión en los servicios públicos del New Deal, y todo eso. Dijeron "vamos a revitalizar la economía mediante una demanda financiada por endeudamiento" y, al hacer esto, se produjo un giro hacia la teoría keynesiana. Entonces, al terminar la década de 1930, se logró obtener una capacidad muy fuerte para manejar la demanda con alto nivel de intervención del estado en la economía. Como resultado de lo cual, la tasa de crecimiento fue muy alta, pero una tasa de crecimiento alta conlleva más poder de la clase trabajadora con incrementos salariales y sindicatos más fuertes.

Sindicatos fuertes y salarios altos implican que la tasa de ganancia comienza a decrecer. El capital está en crisis porque no está reprimiendo al sector laboral lo suficiente, entonces, se produce el cambio. En la década de 1970, recurrieron a Milton Friedman y la Escuela de Chicago. Ellos se volvieron el factor dominante en la teoría económica y la gente empezó a prestar atención a la oferta, en particular a los salarios. Se produjo la represión salarial, lo que comenzó en la década de 1970. Ronald Reagan atacó a los controladores aéreos; Margaret Thatcher, a los mineros; Pinochet mató a la gente de izquierda. Se produjo un ataque contra el sector laboral -lo que aumentó la tasa de ganancias. Cuando llegamos a la década de 1980, la tasa de ganancias dio un salto porque los salarios estaban siendo reprimidos y al capital le iba muy bien. Pero luego surgió el problema de no tener dónde vender los productos.

La década de 1990 se caracteriza por la economía de endeudamiento. Comenzaron a animar a la gente a pedir préstamos -surgió una economía basada en las tarjetas de crédito y una economía financiada en las hipotecas de alto costo para la vivienda. Ello ayudó a tapar el hecho de que no había una demanda real, lo que explotó en 2007-2008.

El capital formula esta pregunta: "¿trabajas desde el lado de la oferta o de la demanda?". Mi punto de vista de un mundo anticapitalista es que se debería unificar esa dualidad. Debemos regresar al valor de uso. ¿Qué valores de uso necesita la gente y cómo organizamos la producción de manera que satisfaga esos valores de uso?

-Parecería que estamos en una crisis de oferta, y sin embargo la austeridad es un intento de hallar una solución a la oferta. ¿Cómo se entiende eso?

-Hay que diferenciar entre los intereses del capitalismo como un todo y qué es específicamente de interés para la clase capitalista o para una sección de ella. Durante esta crisis, y de una manera marcada, a la clase capitalista le ha ido muy bien. Algunos de ellos fueron afectados por la crisis, pero a la mayoría le ha ido extremadamente bien. Según estudios recientes de países de la OCDE la desigualdad social se incrementó pronunciadamente desde el inicio de la crisis, lo que significa que los beneficios de la crisis han llenado las arcas de las clases altas. En otras palabras, ellos no quieren salir de la crisis porque les va muy bien con ella.

El conjunto de la población está sufriendo, el capitalismo, como un todo, no goza de buena salud pero la clase capitalista -particularmente la oligarquía- está extremadamente bien. Hay muchas situaciones en las que los capitalistas a nivel individual, actuando en función de sus propios intereses de clase, pueden hacer cosas que son perjudiciales para el sistema capitalista en conjunto. Creo que actualmente estamos en una situación de ese tipo.

-Usted dijo recientemente que una de las cosas que deberíamos hacer en la izquierda es desarrollar la imaginación post capitalista, comenzando por preguntarnos cómo sería un mundo post capitalista. ¿Por qué es eso tan importante? Desde su punto de vista, ¿cómo sería un mundo post capitalista?

-Es importante porque durante mucho tiempo nos han machacado la cabeza diciendo que no hay alternativa. Una de las primeras cosas que tenemos que hacer es pensar sobre la alternativa para poder empezar a construirla.

La izquierda se volvió tan complaciente con el neoliberalismo que resulta difícil distinguir entre sus partidos políticos y los de la derecha, excepto en cuestiones nacionales o sociales. En política económica no hay muchas diferencias. Debemos hallar una economía política alternativa a cómo funciona el capitalismo, y hay algunos principios. Es por ello que las contradicciones son interesantes. Si miras a cada una de ellas, por ejemplo, la contradicción de valor de uso y de cambio y dices: "el mundo alternativo sería uno donde generemos valores de uso". Entonces, nos concentramos en valores de uso y tratamos de disminuir el papel de los valores de cambio.

O en la cuestión monetaria -necesitamos dinero para hacer circular las commodities, sin duda. Pero el problema con el dinero es que puede ser apropiado por personas, de manera privada. Se vuelve una forma de poder personal y luego un deseo fetichista. La gente organiza sus vidas alrededor de la búsqueda del dinero incluso cuando no se dan cuenta de que esto sucede. Por ello, debemos cambiar el sistema monetario -ya sea poniendo impuestos a los excedentes o creando un sistema monetario que lo disuelva e impida su almacenamiento, como sucede con las millas aéreas.

Pero para poder hacerlo también se debe superar la dicotomía de propiedad privada-estatal y obtener un régimen de propiedad común. Y en cierto punto se necesita generar un ingreso básico para la gente porque si existe una forma de dinero anti-ahorro entonces hay que darle garantías a la gente. Es necesario decir "no necesitas ahorrar para un día de lluvia porque siempre recibirás este ingreso básico no importa lo que suceda". Hay que otorgar esa seguridad por encima del ahorro privado, personal.

Al cambiar cada una de esas contradicciones se logrará un sociedad diferente, que sea mucho más racional que la actual. Lo que sucede en este momento es que producimos cosas y luego tratamos de persuadir a los consumidores de que consuman lo que sea que producimos, en lugar de lo que necesitan o quieren. En su lugar, deberíamos averiguar cuáles son las necesidades y los deseos básicos, y luego poner en marcha un sistema de producción para generarlos. Al eliminar la dinámica del valor de cambio se puede reorganizar todo el sistema de una manera diferente. Podemos imaginar la dirección que tomará una alternativa socialista a medida que rompa con esta forma dominante de acumulación de capital, que determina todo lo que sucede hoy en día.
Fuente: http://www.redpepper.org.uk/david-harvey-interview-the-importance-of-postcapitalist-imagination/

lunes, 5 de agosto de 2013

El suicidio de la izquierda italiana (1991-2013)

Jordi Córdoba

La izquierda comunista italiana de los años setenta y ochenta, heredera de Antonio Gramsci y de Palmiro Togliatti, fue la más poderosa de toda Europa occidental, con un Partido Comunista (PCI) que, bajo la dirección de Enrico Berlinguer, se aproximaba al 35% de los votos en 1976, mientras el Partido Socialista de Bettino Craxi apenas superaba el 10-15%, y otros grupos socialdemócratas y de la izquierda revolucionaria como Democracia Proletaria estaban también presentes en el Parlamento.

Sin embargo, en 1991, Achille Occhetto, entonces secretario general del PCI, promovió la renuncia al marxismo, la disolución del partido y la creación del nuevo Partido Democrático de la Izquierda (Partito Democratico della Sinistra, PDS), que se integró en el grupo socialista del Parlamento Europeo y en la Internacional Socialista, organismo donde, según Massimo d'Alema, sucesor de Occhetto al frente del partido, se producía "la auténtica innovación de la izquierda" (sic). En la práctica, el PDS cayó en un reformismo más cercano al Partido Laborista de Tony Blair que a la socialdemocracia nórdica o incluso mediterránea, optando por un programa de carácter claramente social-liberal. El PDS dejó de ser una alternativa de transformación social desde la izquierda, como había sido el PCI, para convertirse en una máquina electoral preparada para conquistar, por fin, la mayoría parlamentaria y llegar al gobierno, lo que se produjo durante diferentes periodos a partir de 1996.

No es extraño que, en esta situación, una parte del disuelto PCI no aceptara esta vía y, junto con la Democracia Proletaria y otros grupos menores formara, el mismo año 1991, el Partido de la Refundación Comunista (Rifondazione Comunista), liderado inicialmente por Fausto Bertinotti y Armando Cossutta, que llegaría al 8,5% de votos y 69 diputados en 1996, y encabezaría la fundación del nuevo Partido de la Izquierda Europea.

En 1998, el PDS evolucionó hacia la nueva formación Demócratas de Izquierda (Democratici di Sinistra, DS) acercándose, primero con Walter Veltroni y después con Piero Fassino, a los centristas de Romano Prodi (Democrazia è Libertà - La Margherita), para acabar constituyendo juntos en 2007 el nuevo Partido Democrático (Partito Democratico, PD) que ya no se consideraba ni siquiera de izquierdas, tal y como afirmó el propio Veltroni ("no somos de izquierdas, somos progresistas"). En los últimos tiempos, el PD del recientemente dimitido Pier Luigi Bersani, cada vez más en la línea del Partido Demócrata estadounidense, ya no forma parte de la Internacional Socialista ni del Partido de los Socialistas Europeos, y tan solo se ha integrado en el grupo parlamentario europeo a condición de que adoptara el nombre de Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. El historial del propio Enrico Letta, hasta hace poco vicesecretario del partido y nuevo presidente del gobierno italiano, no es precisamente el de una persona de izquierdas: antiguo miembro de la Democracia Cristina, ex secretario general de los jóvenes del Partido Popular Europeo o ex vicesecretario del Partido Popular Italiano, entre otros cargos. Por tanto, los pactos de gobierno con el centra-derecha de Mario Monti y la derecha pura y dura de Sílvio Berlusconi están muy lejos de ser un acuerdo entre la izquierda, la derecha y el centro, como han afirmado algunos medios, una interpretación que no se ajusta en absoluto a la realidad.

Lamentablemente, la izquierda comunista ha ido sufriendo diferentes rupturas que, junto con los antidemocráticos cambios de la ley electoral por parte de Berlusconi, han provocado su desaparición del arco parlamentario, a pesar de la constitución de diferentes coaliciones como la de La Izquierda (La Sinistra - El Arcobaleno) en 2007, encabezada aún por Bertinotti, o la más reciente de Revolución Civil (Rivoluzione Civile), liderada por Antonio Ingroia y formada por Refundación Comunista, liderada actualmente por Paolo Ferrero, el Partido de los Comunistas, de Oliviero Diliberto, Italia de los Valores, del juez Antonio Di Pietro, los Verdes y otros grupos menores, y que tampoco ha logrado representación parlamentaria, a pesar de obtener más de 750.000 votos. En de la izquierda propiamente dicha, sólo Izquierda, ecología y libertad (Sinistra, ecología e libertà), liderada por Nichi Vendola, ha podido llegar al Parlamento, a pesar de no superar la barrera del 4% los votos, gracias a formar parte de una más que cuestionable coalición con Bersani y el Partido Democrático.

lunes, 1 de abril de 2013

La crisis, la izquierda, los partidos y Antonio Gramsci.

“Los partidos nacen y se constituyen en organización para dirigir la situación en momentos histórica-mente vitales para su clase; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas, no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases) en el país determinado o en el campo internacional... La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa; si ésta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire”. Antonio Gramsci.

“Los partidos nacen y se constituyen en organización para dirigir la situación en momentos histórica- mente vitales para su clase; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas, no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases) en el país determinado o en el campo internacional... La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa; si ésta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire”. Antonio Gramsci.


“La ciudad en rebelión quedó sola, rodeada por la incomprensión
y la indiferencia del campo, y la reacción clerical y
capitalista se apoyó sólidamente sobre el campo”. Antonio Gramsci.


“Para formar los dirigentes es fundamental partir de la siguiente premisa:
¿Se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes o, por el contrario,
se desea crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad
 de que exista tal división?”. Antonio Gramsci.


Descargar aquí.

viernes, 22 de febrero de 2013

¿Todo es falso ? Eso afirma el autor (Claro, salva algunas cosas para evitar la paradoja)

Es falso que la crisis sea sinónimo de depresión económica, y que esta sea un fenómeno meteorológico pasajero. La recesión es solo el síntoma del pasaje a un nuevo escenario, reflejo de un conflicto político entre quienes queremos vivir bien en sociedad y los que insisten en vivir mejor que los demás a costa de ella.

Es falso que alguien "nos vaya a sacar" de esta crisis. Mucho menos quienes la aprovecharon para forzar la creación de una sociedad más injusta.

Es falso que las deudas haya que pagarlas. No si esto implica la tiranía. No si seguimos sin incluir todos los costes en el balance, especialmente el coste ecológico y social.

Es falso que lo que necesitamos para llevar una vida digna, más allá de la mera supervivencia física, pueda ser deficitario. Los que preconizan esta falacia son los mismos que no ven problema alguno al consumo ilimitado -subvencionado si hace falta- de lo que no es necesario. Si no hay recursos disponibles es por voluntad política.

Es falso que el crédito se haya secado, las empresas hayan cerrado y el desempleo haya aumentado por culpa de un elevado gasto público. Por más veces que nos hayan contado esta mentira, no está de más repetir que es exactamente al revés. Es más, el reciclaje selectivo de la inmensa deuda privada en deuda pública no solo no ha devuelto el crédito sino que representa un auténtico saqueo colectivo.

Es falso que haya una crisis española, una crisis griega, otra portuguesa. Claro que existen particularidades territoriales, pero lo que hay es una crisis europea, que forma parte de otra sistémica cuyo alcance real apenas percibimos. Países en una situación coyuntural favorable pueden verse de pronto afectados por la suerte de los vecinos, por la sequía financiera o por la súbita sed de los poderosos. Las economías bailan al compás del movimiento de los capitales. Pero también de las luchas de sus productores.

Es falso que haya que "cumplir los deberes" que nos impone un ente lejano llamado Bruselas. La principal institución que los promueve es el Consejo, formado por gobiernos como el español.

Es falso que la política sea el problema y que la economía o lo público deban estar libres de influencias políticas. Son precisamente los que se presentaron como gestores y como técnicos los que nos han llevado al desastre. Falta politizar más, pero la política no puede ser reserva de una casta.

Es falso que la corrupción sea solo cosa de dos, el que corrompe y el corrompido. Suele haber terceros que creen beneficiarse de este arreglo, y que votan en consecuencia.

Es falso que la reforma laboral sirva para crear empleo. Su principal objetivo siempre fue disciplinarnos y fomentar la servidumbre voluntaria.

Es falso que el empleo nos haga libres y permita proveer por sí solo a nuestras necesidades básicas. Para la mayoría, el salario necesita compensarse siempre por otras vías: o mediante el gasto público (sanidad, educación), o mediante el crédito, o con una combinación de ambos. El neoliberalismo apostó todo al crédito y acabó provocando la mayor crisis financiera en décadas.

Es falso que el mérito asigne a cada uno en la posición en la que está. La producción es una tarea colectiva: que a muchos no les alcance para vivir ya es un robo.

Es falso que el dolor que nos infligen sea necesario, como afirmó sin sonrojo Mario Draghi en el Congreso de los Diputados. Cuando Draghi dice que la solidaridad consiste en "asegurar que la carga no sea soportada desproporcionadamente por determinados sectores o grupos de personas" se refería a los más ricos.

Es falso que el Banco Central Europeo tenga como principal objetivo "la estabilidad de precios". La manera en que ha intervenido durante la crisis y las declaraciones de sus presidentes muestran cómo ha servido de instrumento para aplicar una política económica antisocial.

Es falso que la alternativa al "ajuste" sea el crecimiento económico, si por tal entendemos la producción exponencial de bienes y servicios socialmente innecesarios, cuyo valor se apropian unos pocos sin consideración alguna de su coste medioambiental.

Es falso que la crisis económica pruebe que la dominación de clase sea más importante que la de género, racial, que la destrucción ecológica, o viceversa. Se puede y se deben afrontar todas.

Es falso que la izquierda partidaria pueda garantizar por sí sola una alternativa real a la cleptocracia. Las movilizaciones suelen producirse contra la derecha y apagarse tras el acceso al gobierno de fuerzas "progresistas". Pero es entonces cuando en realidad las movilizaciones deberían ser más potentes y a favor de una agenda común.

Todo es falso, salvo alguna cosa. La realidad que producen las mentiras. Lo que vivimos. Todo lo bueno que ya hacemos en común. Y lo que todavía podemos lograr juntos. Samuel. Quilombo

Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/samuel/todo-es-falso

domingo, 3 de febrero de 2013

Cortafuego

El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja llevada hacia el negocio redondo

En teoría la derecha es el poder y al poder le pertenece por naturaleza el cortijo, el caballo y la pistola. La derecha en este país a lo largo de la historia ha sido apalancada por la iglesia, por los banqueros y empresarios, por la barra de la justicia y un acendrado equipo de periodistas y leguleyos. La ideología de la derecha es el dinero, huidizo como un corzo o voraz como un tiburón, según venga la baraja, a veces redimido por las obras de caridad y perfumado por la erudición académica. El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja llevada hacia el negocio redondo. A la hora de robar legalmente se sirve de las notarías y el atraco a los bancos lo ejecuta desde los despachos del propio consejo de administración. La patria es su coartada. La serpiente le ofrece la manzana envenenada, la muerde y no le pasa nada. Puede que esto no sea más que un cúmulo de lugares comunes, pero explica por qué la corrupción de la derecha, por muy obscena que sea, en lugar de afectar a la esencia del poder se detiene en unas personas corruptas concretas. Entre el poder y los políticos del Partido Popular siempre habrá un cortafuego.

Por el contrario, la izquierda en teoría no es un poder sino un sueño de igualdad, de fraternidad y de justicia. Trata de despertar lo más noble del individuo para ponerlo al servicio del bien común. El afán de redención de los desheredados la lleva a veces a asaltar el Palacio de Invierno a sangre y fuego, pero parece gozar más poniendo la otra mejilla, según manda el evangelio. Puede que esto no sea más que un cúmulo de frases gastadas, pero explica por qué no se precisa que la corrupción de la izquierda sea muy grave, como a veces lo es. Basta con que un concejal socialista meta mano en la caja para que todo el viejo idealismo y la moral se pudran de raíz hasta dejar a la izquierda en medio de la ciénaga. No necesita morder la manzana; con solo olerla es expulsada del paraíso. El escándalo del Partido Popular aun podría llegar más lejos. Si mañana convocara elecciones lo seguirían votando diez millones de ciudadanos, mientras la gente culpabilizada de izquierdas se quedaba en la cama. Hasta que un día se rompe el equilibrio. La corrupción se hace asfixiante, se produce la rebelión y de repente todo estalla. Manuel Vicent. El País.

Opinión de Soledad Gallego-Díaz, subdirectora de El País.

sábado, 16 de julio de 2011

UNA ILUSIÓN COMPARTIDA

Una ilusión compartida

El descrédito de la política y las quejas asiduas sobre la corrupción de la vida democrática no pueden dejar indiferentes a las conciencias progresistas. Son muchas las personas que, desde diferentes perspectivas ideológicas, se han sentido indefensas en medio de esta crisis económica, social e institucional. La izquierda tiene un problema más grave que el avance de las opciones reaccionarias en las últimas elecciones municipales. Se trata de su falta de horizonte. Mientras los mercados financieros imponen el desmantelamiento del Estado del bienestar en busca de unos beneficios desmesurados, un gobierno socialista ha sido incapaz de imaginar otra receta que la de aceptar las presiones antisociales y degradar los derechos públicos y las condiciones laborales.
Es evidente que los resultados electorales han pasado una factura contundente al PSOE. Pero las otras alternativas a su izquierda no han llegado a recoger el voto ofendido por las medidas neoliberales y las deficiencias de una democracia imperfecta. Y, sin embargo, no es momento de perder la ilusión, porque la calle y las redes sociales se han puesto de pronto a hablar en alto de política para demostrar su rebeldía. Esta energía cívica, renovada y llena de matices, tiene cuatro preocupaciones decisivas: la regeneración democrática, la dignificación de las condiciones laborales, la defensa de los servicios públicos y el desarrollo de una economía sostenible, comprometida con el respeto ecológico y al servicio de las personas. Son las grandes inquietudes del siglo XXI ante un sistema cada vez más avaricioso, que desprecia con una soberbia sin barreras la solidaridad internacional y la dignidad de la Naturaleza y de los seres humanos.
La corrupción democrática se ha mostrado como la mejor aliada de la especulación, separando los destinos políticos de la soberanía cívica y descomponiendo por dentro los poderes institucionales. Hay que devolverle a la vida pública el orgullo de su honradez, su legitimidad y su transparencia. Por eso resulta imprescindible buscar nuevas formas de democracia participativa y sumar en una ilusión común los ideales solidarios de la izquierda democrática y social.
Los poderes financieros cuentan con nuestra soledad y nuestro miedo. Sus amenazas intentan paralizarnos, privatizar nuestras conciencias y someternos a la ley del egoísmo y del sálvese quien pueda. Pero la energía del tejido social puede consolidar una convocatoria en la que confluyan las distintas sensibilidades existentes en la izquierda y encontrar el consenso necesario para crear una ilusión compartida. Debemos transformar el envejecido mapa electoral bipartidista. El protagonismo cívico alcanzado en algunos procesos como el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, el rechazo a la guerra de Irak o el 15-M, nos señalan el camino.
Se necesita el apoyo y el esfuerzo de todos, porque nada está escrito y todo es posible. El mundo lo cambian quienes, desde los principios y el compromiso cívico, se niegan a la injusticia, rompen con la tentación del acomodo y se levantan y pelean dando sentido a la ilusión. La memoria de la emancipación humana exige una mirada honesta hacia los valores y el futuro. Nosotros estamos convencidos de la necesidad de reconstruir el presente de la izquierda. ¿Y tú?
Firmado por:
José Antonio Martín Pallín – Pedro Almodóvar – Isabel Coixet – Joaquín Sabina – Miguel Ríos – Pilar Bardem – Almudena Grandes – Luis García Montero – Juan José Millás – Eduardo Mendicutti – Manuel Rivas – Ignacio Ramonet – Carlos Berzosa – Juan Diego – Isaac Rosa – Rosa María Artal – Ismael Serrano – José Carlos Plaza – Juan Ramón Capella – Francisco Fernández Buey – Lourdes Lucía – Ricardo Zaldíva

domingo, 10 de julio de 2011

La izquierda: allá ellos.

Unidad o derrota

Que la derecha de este país es un todo monolítico en el que cabe desde la derecha moderada hasta la más ultra, pasando por la cúpula de la Iglesia católica, los empresarios y la gran mayoría de los medios de comunicación, es un hecho. Como lo es que sus votantes son de una fidelidad conmovedora, ajenos a cualquier circunstancia, ya sea de supuesta corrupción o de errores comprobados, que no sea votar a los suyos.

Que el Gobierno socialista ha caído en graves errores asumiendo políticas muy cercanas a la derecha en lo que se refiere a la economía, a la vista está; lo mismo que es evidente que le ha faltado el valor necesario para señalar a los principales responsables de este caos económico.

Que Izquierda Unida lleva camino de convertirse en un partido residual lo dicen los resultados del 22-M, donde apenas han arañado unos votos de los descontentos con el PSOE y han dado el lamentable espectáculo de permitir Gobiernos del PP en algunos Ayuntamientos, así como la incomprensible actuación en Extremadura y el goteo de abandonos de algunos de sus más valiosos componentes como son Rosa Aguilar e Inés Sabanés.

Si, ante todo esto, la izquierda es incapaz de unirse, de replantear por completo su línea política, de plantar cara a la Iglesia, de hacer comprender a los empresarios que hay otras formas de actuar que no sea el recorte continuo de salarios y de derechos, de hacerles notar la obscenidad(1) que suponen esas retribuciones millonarias de los grandes directivos frente a salarios de miseria, de que los familiares de los asesinados por el régimen franquista tengan, al fin, una tumba en que depositar sus restos, de hacer, de una vez, una política de izquierda, razonable pero sin complejos, están abocados, no solo a una nueva derrota aplastante en las próximas elecciones generales, sino a una travesía del desierto de duración interminable. Allá ellos. ÁNGEL VILLEGAS - cartas al directos El PAÍS. 09/07/2011

(1)No se trata, para mi, sólo de una obscenidad o codicia como tantas veces hemos oído, como si fuese algo de tipo moral, o de bondad o maldad, o, tal vez, de ejemplaridad. Evidentemente no se trata de eso o al menos no sólo de eso, sino de una injusticia (una cuestión de derecho) y de falta de eficiencia económica (un problema económico) y el resultado de unas decisiones injustas, lo que es un problema de poder político. Entendiendo por política la toma de decisiones a la hora de la asignación de recursos y bienes que son escasos. Es decir que cuando se decide asignar cantidades ingentes a los bancos y no a los parados, se está haciendo política. Cuando se fija el sueldo base o se congelan las pensiones y se gasta más en armamento o se decide entrar en una guerra aceptada o incluso no aceptada por la ONU, se está haciendo política. O cuando se da dinero para la enseñanza privada, de los presupuestos generales del Estado, o para la Fundación X y se le quita a la E. Pública o no se le da a la Fundación Y, se hace política. En este país donde el dictador Franco se permitía aconsejar a sus ministros que "no hicieran política", se ha desinformado a los ciudadanos sistemáticamente; pero todos los gobernantes, alcaldes, presidente de Diputación o Comunidad hacen política, porque toman decisiones y dan más a unos que a otros, eso sí, diciendo siempre que lo hacen "justamente". Pero como los bienes y el presupuesto es escaso, siempre se da a unos más o menos, y se quita a otros más o menos. En definitiva es una cuestión de poder, de lucha de clases, aunque esto último se intente prohibir o borrar del imaginario social.

viernes, 9 de abril de 2010

Yo sé que hay gente que me quiere, yo sé que hay gente que no me quiere. (De la canción de Silvio Rodríguez, "Esta Canción")

Eso mismo ocurre con Cuba, hay gente que la quiere y hay gente que no la quiere.
Y, curiosamente, la mayoría de la gente que no la quiere, es gente de derechas y de extrema derecha. Pero ahora, en esta debacle de lo que consideramos izquierda, que entre errores y traiciones -el dinero es muy atractivo y más en tiempos de crisis- no sabemos todavía hasta cuando durará la caída, hay momento que no sabemos incluso quienes son “los nuestros”. En este maremagnun nos quieren hacer creer que en Cuba se tortura cuando todos sabemos que es verdad, si hablamos de territorio cubano, pero sólo en Guantánamo y que se mata en Honduras, en Colombia, en México (más de 30.000 asesinados) y muchos otros países o Palestina por no ir lejos, se encarcela sin acusación en cárceles secretas de Polonia, en Hungría y otros países “democráticos” de la antigua URSS, pero eso no se denuncia. O que en Irak se sigue matando, después de comprobar que no había nada de las llamadas armas de destrucción masiva, etc., etc. Por no hablar de esa muerte indigna y terrible que causa el Hambre. Y no se denuncia, parece que debemos mirar todos como papanatas con orejeras de burro hacia Cuba y, ante todo lo demás, que es gravísimo, ni mirarlo, ni caso. Por lo que se ve, ahora solo toca Cuba, aplicando la teoría del eslabón más débil, es a Cuba a la que toca denunciar y es únicamente ella la que se debe “democratizar” olvidando que su población tiene educación, medicina, y servicios sociales mejores que muchos países del llamado primer mundo. Evidentemente algo huele a podrido en esta polémica. `Jamás´, me escribió una vez un amigo y lo suscribo palabra por palabra, `podremos devolverle a Cuba todo lo que nos ha dado y nos da (hechos y esperanzas)[Belén Gopegui]´”. Para aclararnos algo veamos unos pasajes del programa de RTV 59 segundos sobre Cuba.



lunes, 1 de junio de 2009

Belén Gopegui

"Una izquierda desmoralizada no es izquierda. La izquierda, incluso aunque piense que no hay salida, debe luchar, siempre. Porque lo contrario sería dar la razón a los vencedores que vencieron traicionando, amasando mugre y soledad. Ni se lo merecen, ni vale la pena." Entrevista a la escritora Belén Gopegui en La República Cultural. Si quieres seguir leyendo cliquea en el título

(Aquí su novela "El Padre de Blancanieves")