¿Saldrá la Unión Europea más fuerte de esta etapa de crisis? ¿Ha elegido, y está siguiendo, la estrategia necesaria para ello? La pregunta tiene varias facetas, no solo la económica, sino también la política, la social o la internacional. Y en todos los aspectos, la conclusión no puede ser más decepcionante. Europa, liderada en esta década, por primera vez, casi en solitario, por un Gobierno democratacristiano alemán, no vislumbra un futuro ambicioso, sino más bien inquietante.
Un informe de la Cámara de los Lores, hecho público esta semana, señala con firmeza la pérdida de relevancia internacional, exactamente en el lugar del mundo que más nos interesa y afecta: Rusia. Europa ha estado, y está, en el centro de la crisis de Ucrania y de sus relaciones con Moscú, y se ha movido hasta ahora con una asombrosa “pérdida de capacidad de análisis”. Los dirigentes europeos no se dieron cuenta de la crisis que se iba incubando, porque, entre otras cosas, dejaron las negociaciones con Ucrania en manos de tecnócratas: “La ausencia de supervisión política fue evidente”.
El resultado, insiste el documento, fue que “ni la Unión, ni los Estados miembros fueron capaces de interpretar lo que ocurría sobre el terreno ni de ofrecer una respuesta autorizada”. Por eso, tal vez, la apresurada irrupción posterior de Angela Merkel y François Hollande, en un loable, pero insuficiente, intento de reconducir la situación. Ahora toca permanecer unidos, y muy firmes, frente a la inaceptable desmembración de un Estado soberano y procurar, al mismo tiempo, que Rusia no se vea abocada a interpretar nuestros movimientos como respuestas amenazadoras. Es decir, recuperar como se pueda la influencia política, perdida por errores de apreciación.
“Pérdida de capacidad de análisis”, “ausencia de supervisión política”, podrían ser aplicados también a la evolución social en la UE. En este caso es un informe publicado, también esta semana, por Cáritas Europa el que pone en evidencia la debilidad progresiva de la Unión y las pocas expectativas de mejora. En la mitad de los 28 Estados de la UE, al menos uno de cada tres niños vive en la pobreza. En siete de ellos (España, Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, Rumania y Chipre), se aprecian niveles preocupantes de privación en amplias capas de la población. La ONG pide que se ponga en marcha una renta (salario, ingreso, como se quiera llamar) mínima, y que se lancen programas de creación de empleo que acaben con los planes de austeridad. El fracaso en proporcionar estos apoyos en la escala requerida, afirma, debilita de tal manera a Europa que harán falta décadas para reanimarla.
Se diría que el esqueleto sobre el que todas las demás debilidades descansan es el formado por la supervisión política. Pero es precisamente ese esqueleto el que falla más estrepitosamente y el que muestra menos síntomas de fortaleza futura. La integración política europea puede haber avanzado en algunos aspectos formales necesarios, imprescindibles, sin duda, pero claramente insuficientes. Todo el edificio se levanta, afirma el economista británico Simon Wren-Lewis, sobre una especie de “cuasi constitucionalismo neoliberal, que tiene consecuencias adicionales y socava sus propias condiciones políticas y morales”. En lugar de buscar la convergencia de los Estados miembros, se instala la competencia; en lugar de buscar un fuerte liderazgo político, centrado en Berlín, pero plural, se confía en el increíble eje Alemania-Holanda.
Sea, aceptan algunos. Pero la estrategia elegida para salir de la crisis permitirá que emerja una Europa nueva más fuerte económicamente, y debido a ello, más influyente. No parece ser el criterio de cada día más economistas. Es la firme convicción, eso es cierto, de la mayoría de los grandes medios de comunicación y de la mayoría de los centros de poder. Incluso de los economistas vinculados a la llamada City europea. Muchos otros creen que es esa estrategia la que impedirá durante muchos años que Europa recobre su fortaleza. “Pasará tiempo antes de que los economistas puedan calcular cuál ha sido el coste total de las erróneas políticas de austeridad”, asegura Wren-Lewis. Pero entonces los gritos deberían oírse en las puertas del Parlamento. SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ 22 FEB 2015.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/02/20/opinion/1424447562_492930.html
martes, 10 de marzo de 2015
El avión solar inicia su vuelta al mundo. El 'Solar Impulse 2', que se alimenta exclusivamente del Sol, despega en Abu Dhabi
El primer avión impulsado completamente por energía solar, Solar Impulse 2, ha despegado este lunes de Abu Dhabi para iniciar un viaje de cinco meses de duración durante el cual dará la vuelta al mundo. La nave, que pesa lo mismo que un automóvil familiar (2.300 kilos) y tiene la misma envergadura que las aeronaves de pasajeros más grandes, cubrirá 35.000 kilómetros que se repartirán en 25 días de vuelo con velocidades de entre 50 y 100 kilómetros por hora. No es el primer avión que vuela con energía solar, pero es el primero que puede cruzar océanos y continentes.
Fuente: El País. http://elpais.com/elpais/2015/03/09/videos/1425897990_579048.html
lunes, 9 de marzo de 2015
Las púas del puercoespin
Desde la lógica neoliberal los argumentos básicos para eliminar el salario mínimo y la prestación por desempleo serían los siguientes:
- Eliminar el salario mínimo (que, por cierto, es bajo en España). Fundamentalmente, hay un triple argumento contra la existencia de un salario mínimo ya que, según los neoliberales el salario mínimo:
1) pone en peligro el empleo y la competitividad de la economía;
2) favorece una espiral inflacionista y
3) al ser superior al salario de equilibrio genera un exceso de oferta laboral y desempleo.
- Eliminar la prestación por desempleo (que, por cierto, cada vez es más bajo en España). Principalmente, el argumento es doble según los neoliberales, ya que la prestación por desempleo:
1) pone en peligro el empleo y la competitividad de la economía y
2) reduce las probabilidades de buscar un empleo, alarga el desempleo y carga el sistema.
De aquí se pueden extraer algunas rápidas lecciones:
1º) Toda medida de carácter social pone en peligro el empleo y la competitividad de la economía (cajón de sastre neoliberal).
2º) La competitividad de la economía es un eufemismo para referirse a la pérdida de derechos sociales, laborales y sindicales.
3º) Los argumentos “al ser superior al salario de equilibrio genera un exceso de oferta laboral y desempleo” y “reduce las probabilidades de buscar un empleo, alarga el desempleo” son contradictorios, el primero genera exceso de oferta y el segundo la mitiga.
De todos modos hay que entender que para los neoliberales el trabajo es una mercancía más, las personas venden su capacidad para trabajar a un precio que el mercado siempre determina impersonal y sabiamente.
Es decir, para un neoliberal los seres humanos somos como cualquier otro producto que se puede vender y comprar en el mercado y como “homo economicus” debemos plegarnos a esa lógica (claro que el llamado “mercado de trabajo” ha sido uno de los inventos más antinaturales que jamás han experimentado los seres humanos y esta concepción supone una aberración antropológica y uno de los mayores fraudes intelectuales de la historia que solo sirven para dar coartada científica a la utopía económica liberal).
Para el neoliberal hay un salario de equilibrio que dicta el mercado libre (que siempre es molón); si éste dice que son 200 euros al mes, ajo y agua.
Para el neoliberal quedarte sin empleo y pasar a cobrar el paro es una incongruencia ya que presupone que cuando nos quedamos en paro tenemos que buscar otro empleo de continuo, sin esperar ni siquiera unos días para digerir el golpe o pararse a reflexionar mínimamente sobre lo que nos pasa; obviamente si eliminamos la prestación por desempleo las personas se apresuraran más en buscar otro trabajo porque tendrán que seguir pagando las hipotecas, facturas, dar de comer a sus hijos, etc.
Para finalizar quiero compartir las palabras de Walter Block economista de la escuela austriaca, aynrandiano y “anarquista de mercado” del ultraliberal Mises Institute de EE.UU. (también ex economista jefe del Fraser Institute y gurú de nuestro Instituto Juan de Mariana, todos ellos lobbies centrados en extender el llamado Consenso de Washington y los intereses de la plutocracia) relacionados con los asuntos comentados:
- El argumento esclavista:
Dice, “un contrato basado en la propiedad privada llega a más reinos de la interacción humana, incluso para voluntarios contratos de esclavo.”
En la película “Stico” de Jaime de Armiñán, un Fernando Fernán-Gómez arruinado se ofrece como esclavo a Agustín González que acaba aceptando; lo que veíamos antes como parábola propia de tiempos pasados es lo que proponen hoy algunos renombrados “expertos” para el día de mañana.
- El argumento darwinista social:
Dice “algunos animales son más débiles que otros. Por ejemplo, el puercoespín es un animal indefenso excepto por sus púas, el ciervo es vulnerable excepto por su velocidad. En la economía también hay personas relativamente débiles. Los discapacitados, los jóvenes, las minorías, los que no tienen preparación, todos ellos, son agentes económicos débiles. Pero al igual que les ocurre a los seres en el mundo animal, estos agentes débiles tienen una ventaja sobre los demás: la capacidad de trabajar por sueldos más bajos. Cuando el gobierno les arrebata esa posibilidad fijando sueldos mínimos obligatorios, es como si se le arrancaran las púas al puercoespín.”
Sin comentarios.
https://lpedeuda.wordpress.com/2013/02/07/las-puas-del-puercoespin/
- Eliminar el salario mínimo (que, por cierto, es bajo en España). Fundamentalmente, hay un triple argumento contra la existencia de un salario mínimo ya que, según los neoliberales el salario mínimo:
1) pone en peligro el empleo y la competitividad de la economía;
2) favorece una espiral inflacionista y
3) al ser superior al salario de equilibrio genera un exceso de oferta laboral y desempleo.
- Eliminar la prestación por desempleo (que, por cierto, cada vez es más bajo en España). Principalmente, el argumento es doble según los neoliberales, ya que la prestación por desempleo:
1) pone en peligro el empleo y la competitividad de la economía y
2) reduce las probabilidades de buscar un empleo, alarga el desempleo y carga el sistema.
De aquí se pueden extraer algunas rápidas lecciones:
1º) Toda medida de carácter social pone en peligro el empleo y la competitividad de la economía (cajón de sastre neoliberal).
2º) La competitividad de la economía es un eufemismo para referirse a la pérdida de derechos sociales, laborales y sindicales.
3º) Los argumentos “al ser superior al salario de equilibrio genera un exceso de oferta laboral y desempleo” y “reduce las probabilidades de buscar un empleo, alarga el desempleo” son contradictorios, el primero genera exceso de oferta y el segundo la mitiga.
De todos modos hay que entender que para los neoliberales el trabajo es una mercancía más, las personas venden su capacidad para trabajar a un precio que el mercado siempre determina impersonal y sabiamente.
Es decir, para un neoliberal los seres humanos somos como cualquier otro producto que se puede vender y comprar en el mercado y como “homo economicus” debemos plegarnos a esa lógica (claro que el llamado “mercado de trabajo” ha sido uno de los inventos más antinaturales que jamás han experimentado los seres humanos y esta concepción supone una aberración antropológica y uno de los mayores fraudes intelectuales de la historia que solo sirven para dar coartada científica a la utopía económica liberal).
Para el neoliberal hay un salario de equilibrio que dicta el mercado libre (que siempre es molón); si éste dice que son 200 euros al mes, ajo y agua.
Para el neoliberal quedarte sin empleo y pasar a cobrar el paro es una incongruencia ya que presupone que cuando nos quedamos en paro tenemos que buscar otro empleo de continuo, sin esperar ni siquiera unos días para digerir el golpe o pararse a reflexionar mínimamente sobre lo que nos pasa; obviamente si eliminamos la prestación por desempleo las personas se apresuraran más en buscar otro trabajo porque tendrán que seguir pagando las hipotecas, facturas, dar de comer a sus hijos, etc.
Para finalizar quiero compartir las palabras de Walter Block economista de la escuela austriaca, aynrandiano y “anarquista de mercado” del ultraliberal Mises Institute de EE.UU. (también ex economista jefe del Fraser Institute y gurú de nuestro Instituto Juan de Mariana, todos ellos lobbies centrados en extender el llamado Consenso de Washington y los intereses de la plutocracia) relacionados con los asuntos comentados:
- El argumento esclavista:
Dice, “un contrato basado en la propiedad privada llega a más reinos de la interacción humana, incluso para voluntarios contratos de esclavo.”
En la película “Stico” de Jaime de Armiñán, un Fernando Fernán-Gómez arruinado se ofrece como esclavo a Agustín González que acaba aceptando; lo que veíamos antes como parábola propia de tiempos pasados es lo que proponen hoy algunos renombrados “expertos” para el día de mañana.
- El argumento darwinista social:
Dice “algunos animales son más débiles que otros. Por ejemplo, el puercoespín es un animal indefenso excepto por sus púas, el ciervo es vulnerable excepto por su velocidad. En la economía también hay personas relativamente débiles. Los discapacitados, los jóvenes, las minorías, los que no tienen preparación, todos ellos, son agentes económicos débiles. Pero al igual que les ocurre a los seres en el mundo animal, estos agentes débiles tienen una ventaja sobre los demás: la capacidad de trabajar por sueldos más bajos. Cuando el gobierno les arrebata esa posibilidad fijando sueldos mínimos obligatorios, es como si se le arrancaran las púas al puercoespín.”
Sin comentarios.
https://lpedeuda.wordpress.com/2013/02/07/las-puas-del-puercoespin/
Austero Berlinguer. En qué momento se perdió el concepto de austeridad como modelo alternativo al existente
Ahora que la austeridad ha dejado de ser la moda (aunque se siga aplicando) y que sus autores intelectuales intentan, avergonzados, soltarse de ella como si fuera un chicle pegado en la suela del zapato, la cuestión es en qué momento se perdió la batalla de la austeridad como uno de los medios centrales para impugnar desde la raíz un modelo de crecimiento basado en el derroche y en el desaprovechamiento de los recursos naturales y sustituirlo por otro que tenía como objeto luchar contra el cambio climático, considerado el problema mas grave de la humanidad.
La austeridad fue arrebatada de su significado inicial para devenir, siempre, en sinónimo de las mal llamadas reformas estructurales (recortes) de devaluaciones internas salariales, de reducción de la protección social. Aquella versión de una política de austeridad transformadora y redistributiva fue desarrollada en los años setenta del siglo XX por el partido intelectualmente más imaginativo que ha existido en el pasado inmediato: el Partido Comunista Italiano (PCI). Antes de que Syriza rompiese en Grecia el molde del bipartidismo tradicional de los países europeos, el que estuvo a punto de conseguirlo fue el PCI de Enrico Berlinguer.
En 1977 Berlinguer publicaba un opúsculo titulado Austeridad (editorial Materiales, hoy inencontrable) en el que se defendía ésta como algo radicalmente distinto de una política de rentas y de estabilización económica, pese a que ambas presenten algunas apariencias comunes. Berlinguer diferencia la austeridad concebida como instrumento de depresión económica y de perpetuación de las injusticias sociales, de aquélla considerada como una ocasión para el desarrollo de un modelo de desarrollo económico y social alternativo que, al final, supondría una defensa y expansión de la democracia.
Berlinguer plantea ya entonces un dilema muy actual: o nos abandonamos al curso actual de los acontecimientos, dejándonos caer peldaño a peldaño por la escalera de la decadencia y de la barbarización de la vida, o se afronta la versión redistributiva de la austeridad. Por cierto, que el prólogo a la versión castellana del libro estaba firmado por un jovencísimo catedrático de Política Económica, que se reclamaba del marxismo, llamado Julio Segura. Segura se pregunta por qué antes de la crisis del petróleo (1973) la izquierda no hablaba de la austeridad como estrategia superadora del capitalismo y por qué la misma izquierda defendía ahora (1977) la austeridad cuando antes combatía la política de estabilidad y de rentas tradicionalmente utilizadas para salir de las crisis.
Así se activa un nuevo debate: cómo la austeridad fue concebida como herramienta tanto contra los defensores del injusto orden existente como contra los que la consideraban la única situación posible de una sociedad destinada a permanecer cada vez más desequilibrada y más cargada de desigualdades, y ha devenido para muchos ciudadanos en austericidio.
JOAQUÍN ESTEFANÍA 8 MAR 2015-
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/06/opinion/1425643550_655488.html
https://www.google.es/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://www.mientrastanto.org/boletin-101/documentos/la-austeridad-1977&ved=2ahUKEwiGkdPp8tXbAhWLQBQKHZYdC-UQFjABegQIBRAB&usg=AOvVaw2QY2tIxztWORt_VpJaA8FK
La austeridad fue arrebatada de su significado inicial para devenir, siempre, en sinónimo de las mal llamadas reformas estructurales (recortes) de devaluaciones internas salariales, de reducción de la protección social. Aquella versión de una política de austeridad transformadora y redistributiva fue desarrollada en los años setenta del siglo XX por el partido intelectualmente más imaginativo que ha existido en el pasado inmediato: el Partido Comunista Italiano (PCI). Antes de que Syriza rompiese en Grecia el molde del bipartidismo tradicional de los países europeos, el que estuvo a punto de conseguirlo fue el PCI de Enrico Berlinguer.
En 1977 Berlinguer publicaba un opúsculo titulado Austeridad (editorial Materiales, hoy inencontrable) en el que se defendía ésta como algo radicalmente distinto de una política de rentas y de estabilización económica, pese a que ambas presenten algunas apariencias comunes. Berlinguer diferencia la austeridad concebida como instrumento de depresión económica y de perpetuación de las injusticias sociales, de aquélla considerada como una ocasión para el desarrollo de un modelo de desarrollo económico y social alternativo que, al final, supondría una defensa y expansión de la democracia.
Berlinguer plantea ya entonces un dilema muy actual: o nos abandonamos al curso actual de los acontecimientos, dejándonos caer peldaño a peldaño por la escalera de la decadencia y de la barbarización de la vida, o se afronta la versión redistributiva de la austeridad. Por cierto, que el prólogo a la versión castellana del libro estaba firmado por un jovencísimo catedrático de Política Económica, que se reclamaba del marxismo, llamado Julio Segura. Segura se pregunta por qué antes de la crisis del petróleo (1973) la izquierda no hablaba de la austeridad como estrategia superadora del capitalismo y por qué la misma izquierda defendía ahora (1977) la austeridad cuando antes combatía la política de estabilidad y de rentas tradicionalmente utilizadas para salir de las crisis.
Así se activa un nuevo debate: cómo la austeridad fue concebida como herramienta tanto contra los defensores del injusto orden existente como contra los que la consideraban la única situación posible de una sociedad destinada a permanecer cada vez más desequilibrada y más cargada de desigualdades, y ha devenido para muchos ciudadanos en austericidio.
JOAQUÍN ESTEFANÍA 8 MAR 2015-
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/06/opinion/1425643550_655488.html
https://www.google.es/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://www.mientrastanto.org/boletin-101/documentos/la-austeridad-1977&ved=2ahUKEwiGkdPp8tXbAhWLQBQKHZYdC-UQFjABegQIBRAB&usg=AOvVaw2QY2tIxztWORt_VpJaA8FK
domingo, 8 de marzo de 2015
DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER. Camino a la igualdad, en tres generaciones. Tres científicas de distintas épocas ilustran el avance social de la mujer y los retos pendientes
Del trabajo no remunerado de ama de casa a ejecutiva de banca, catedrática, ministra. La situación de la mujer en España ha experimentado un cambio trascendental. La sociedad de hace cinco décadas es, ahora, irreconocible. Hace poco más de 30 años la mujer no podía abrir una cuenta en solitario o salir del país sin autorización de su esposo. Tampoco entrar en algunos sectores, como en la judicatura, y varias profesiones —como algunos ámbitos de la enfermería— estaban vetadas, por ley, a las casadas. Hoy, son mayoría en las aulas —un 54%, según datos del Gobierno— y representan el 60% de los licenciados universitarios, según el Instituto Nacional de Estadística; datos segregados por sexos que empezaron a sistematizarse hace poco, ejemplo de la invisibilización de las mujeres.
Pero pese a la evolución, la igualdad dista mucho de ser real. La tasa de paro femenina es superior —dos puntos—, y ellas —incluso con una formación similar— ocupan puestos peor remunerados y reciben un salario un 17% menor por un trabajo de igual valor, según las últimas cifras de la Organización Internacional del Trabajo. Las mujeres con hijos, además, cobran un 5% menos que aquellas que no son madres. En casa también hay desequilibrios: el cuidado de los niños y ancianos, y el trabajo doméstico reposa aún en mayor medida sobre sus hombros; ellas dedican a esas tareas más del doble de tiempo que los hombres. Las barreras sociales que impiden la corresponsabilidad siguen en pie.
Las mujeres han ocupado ya puestos destacados en la política —ha habido una vicepresidenta del Gobierno— o en la judicatura. También en la academia o en la investigación, donde hay figuras punteras. Sin embargo, algunos sectores: están aún muy masculinizados: hay solo una catedrática por cada cinco catedráticos (por debajo de la media europea), ocupan solo el 17% de los sillones de los consejos de admnistración de las empresas del IBEX-35 y en las disciplinas científicas superan por poco margen el 38% de los investigadores; aunque solo el 24% se centra en las escalas superiores. En tres generaciones de mujeres, ese techo de cristal se ha agrietado un poco, pero no se ha roto. Tres científicas cuentan cómo lo han vivido.
Universidad y ciencia en femenino
- Algunas fuentes, recogidas por Consuelo Flecha, hablan de mujeres en las aulas universitarias de Salamanca y Alcalá de Henares en los siglos XV-XVI, pero hasta la I República no se registra la primera alumna: María Elena Maseras, que se matriculó en Medicina en la Universidad de Barcelona en 1872-73.
- Las mujeres podían asistir a la universidad, pero hasta 1910 (el 8 de marzo) no se aprobó la Real Orden que daba validez a sus títulos y que permitía, por ejemplo, que se presentaran a oposiciones, explica Pilar López Sancho, física y presidenta de la comisión Mujeres y Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La primera licenciada en Ciencias fue María Sordé (1914).
- Las mujeres suponen el 23,9% del personal investigador en el CSIC. Según el Ministerio de Educación, las catedráticas universitarias son dos de cada 10. Solo hay una rectora.
Fuente: El País. http://politica.elpais.com/politica/2015/03/07/actualidad/1425764510_166454.html
Pero pese a la evolución, la igualdad dista mucho de ser real. La tasa de paro femenina es superior —dos puntos—, y ellas —incluso con una formación similar— ocupan puestos peor remunerados y reciben un salario un 17% menor por un trabajo de igual valor, según las últimas cifras de la Organización Internacional del Trabajo. Las mujeres con hijos, además, cobran un 5% menos que aquellas que no son madres. En casa también hay desequilibrios: el cuidado de los niños y ancianos, y el trabajo doméstico reposa aún en mayor medida sobre sus hombros; ellas dedican a esas tareas más del doble de tiempo que los hombres. Las barreras sociales que impiden la corresponsabilidad siguen en pie.
Las mujeres han ocupado ya puestos destacados en la política —ha habido una vicepresidenta del Gobierno— o en la judicatura. También en la academia o en la investigación, donde hay figuras punteras. Sin embargo, algunos sectores: están aún muy masculinizados: hay solo una catedrática por cada cinco catedráticos (por debajo de la media europea), ocupan solo el 17% de los sillones de los consejos de admnistración de las empresas del IBEX-35 y en las disciplinas científicas superan por poco margen el 38% de los investigadores; aunque solo el 24% se centra en las escalas superiores. En tres generaciones de mujeres, ese techo de cristal se ha agrietado un poco, pero no se ha roto. Tres científicas cuentan cómo lo han vivido.
Universidad y ciencia en femenino
- Algunas fuentes, recogidas por Consuelo Flecha, hablan de mujeres en las aulas universitarias de Salamanca y Alcalá de Henares en los siglos XV-XVI, pero hasta la I República no se registra la primera alumna: María Elena Maseras, que se matriculó en Medicina en la Universidad de Barcelona en 1872-73.
- Las mujeres podían asistir a la universidad, pero hasta 1910 (el 8 de marzo) no se aprobó la Real Orden que daba validez a sus títulos y que permitía, por ejemplo, que se presentaran a oposiciones, explica Pilar López Sancho, física y presidenta de la comisión Mujeres y Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La primera licenciada en Ciencias fue María Sordé (1914).
- Las mujeres suponen el 23,9% del personal investigador en el CSIC. Según el Ministerio de Educación, las catedráticas universitarias son dos de cada 10. Solo hay una rectora.
Fuente: El País. http://politica.elpais.com/politica/2015/03/07/actualidad/1425764510_166454.html
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Una joya olvidada. La exposición de cartones para tapices de Goya en el Prado desentraña la trama formal y simbólica a través de la cual el pintor aragonés urdió su formidable empeño
A mi juicio, son tres las razones fundamentales que acreditan como un evento excepcional la muestra titulada Goya en Madrid. Cartones para tapices 1775-1794, en exhibición en el Museo del Prado hasta el próximo 3 de mayo. La primera se refiere a su contenido, pues en ella hay un centenar de obras, 47 de las cuales son de Goya, siendo el variopinto resto otras tantas de un elenco singular, no solo de maestros contemporáneos españoles y extranjeros del siglo XVIII, vinculados a la empresa de la realización de cartones para tapices, sino, de alguna manera, pertenezcan a la época o a la escuela que pertenezcan, relacionados con los temas y las formas de interpretarlos del genial artista aragonés; es decir: un rico material que sirve para desentrañar la trama formal y simbólica a través de la cual Goya urdió este formidable empeño. Hasta el momento presente, los cartones para tapices que pintó Goya, durante casi 20 años, habían sido objeto de concienzudos estudios monográficos en forma de libros, como los que publicaron Cruzada Villaamil en 1870, Valentín de Sambricio en 1946, Jutta Held en 1971 o Janis A. Tomlinson en 1993, pero no en la forma de una confrontación visual en directo como la que permite una exposición temporal de las características de la que comentamos.
La segunda razón tiene que ver con la naturaleza del encargo, los cartones para tapices para la Real Fábrica de Santa Bárbara, que se inscribió en el programa borbónico de creación de industrias suntuarias, adaptado a la mentalidad española, a medias entre la Ilustración y el casticismo, una tarea aparentemente modesta y, por tanto, ofrecida a pintores con talento en ciernes, pero de un excepcional vuelo virtual, como luego lo corroboró Goya, que muy pocas veces en su dilatada carrera tuvo que enfrentarse con la realización de una serie encadenada de pinturas de tan formidable formato, ejecutadas encima entre cuando contaba con 29 y 49 años, el momento crucial de la decantación de su genio artístico y de la consolidación de su triunfo en la corte.
Y la tercera y última por el original e inteligente sesgo que le ha dado al proyecto su comisaria, Manuela Mena, al insertar en su recorrido un montón de atisbos y sugerencias que refrescan y orientan nuestra mirada sobre un maravilloso asunto de ilimitada riqueza analítica y formal. La magia de la mirada de Mena es que hace compatible el rigor científico con una perspectiva, a la vez, transversal y oblicua: un descubrimiento. No sé si el público, aturullado por tantos cantos de sirena, se ha percatado lo suficiente de esta rara joya del Prado, que es a la par deslumbrante y aleccionadora.
Dejemos lo deslumbrante a Goya, cuyos cartones de gran formato son ejercicios de pintura mural de tamaño solo superable por los frescos de San Antonio de la Florida, por no hablar de la comparativa establecida con la forma de hacer de sus mejores colegas contemporáneos, para centrarnos en lo transversal de la mirada de esta exposición, que nos traduce de un plumazo los paisajes deseados de la Ilustración española, con su rica contradicción de la pedagogía institucional de lo popular junto al aliento castizo del majismo; vamos: con lo mejor y lo peor de un pueblo que busca y no siempre encuentra hasta hoy mismo su identidad moderna. Y también, por supuesto, para prestar atención a lo oblicuo de esta misma mirada, que fondea en precedentes clásicos y naturalistas que espabilaron el género goyesco, lo cual ha supuesto convocar un no pequeño conjunto de esculturas antiguas, junto a un no menor grupo de antecedentes pictóricos de la propia tradición española y de sus fermentos italo-flamencos.
Dividida en ocho capítulos, que elocuentemente aluden a temas de gran enjundia simbólica —La caza, Divertimentos, Las clases sociales, Música y baile, Niños, Los sueños, Las cuatro estaciones y El aire—, esta sola relación nos emplaza junto al quicio de la explicación completa de un cambio de época, lo que nos permite avecinar en un mismo haz lo que fuimos y lo que somos, precisamente lo apropiado para la comprensión cabal de nuestra atribulada identidad. Nos hallamos, en fin, ante un retrato tan redondo de nosotros mismos que hasta virtualmente nos permite continuar por nuestra cuenta el relato, porque, valga como botón de muestra, ante el cartón de La gallina ciega, de Goya, uno cree reconocer en él la revolucionaria zarabanda de La joie de vivre, de Matisse. ¿Se puede pedir más? Pues sí; porque, para la ocasión, han sido limpiados y radiografiados todos los cartones, lo cual, a su vez, nos demuestra que para ver hay que frotarse los ojos.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/11/babelia/1423668466_529319.html
La segunda razón tiene que ver con la naturaleza del encargo, los cartones para tapices para la Real Fábrica de Santa Bárbara, que se inscribió en el programa borbónico de creación de industrias suntuarias, adaptado a la mentalidad española, a medias entre la Ilustración y el casticismo, una tarea aparentemente modesta y, por tanto, ofrecida a pintores con talento en ciernes, pero de un excepcional vuelo virtual, como luego lo corroboró Goya, que muy pocas veces en su dilatada carrera tuvo que enfrentarse con la realización de una serie encadenada de pinturas de tan formidable formato, ejecutadas encima entre cuando contaba con 29 y 49 años, el momento crucial de la decantación de su genio artístico y de la consolidación de su triunfo en la corte.
Y la tercera y última por el original e inteligente sesgo que le ha dado al proyecto su comisaria, Manuela Mena, al insertar en su recorrido un montón de atisbos y sugerencias que refrescan y orientan nuestra mirada sobre un maravilloso asunto de ilimitada riqueza analítica y formal. La magia de la mirada de Mena es que hace compatible el rigor científico con una perspectiva, a la vez, transversal y oblicua: un descubrimiento. No sé si el público, aturullado por tantos cantos de sirena, se ha percatado lo suficiente de esta rara joya del Prado, que es a la par deslumbrante y aleccionadora.
Dejemos lo deslumbrante a Goya, cuyos cartones de gran formato son ejercicios de pintura mural de tamaño solo superable por los frescos de San Antonio de la Florida, por no hablar de la comparativa establecida con la forma de hacer de sus mejores colegas contemporáneos, para centrarnos en lo transversal de la mirada de esta exposición, que nos traduce de un plumazo los paisajes deseados de la Ilustración española, con su rica contradicción de la pedagogía institucional de lo popular junto al aliento castizo del majismo; vamos: con lo mejor y lo peor de un pueblo que busca y no siempre encuentra hasta hoy mismo su identidad moderna. Y también, por supuesto, para prestar atención a lo oblicuo de esta misma mirada, que fondea en precedentes clásicos y naturalistas que espabilaron el género goyesco, lo cual ha supuesto convocar un no pequeño conjunto de esculturas antiguas, junto a un no menor grupo de antecedentes pictóricos de la propia tradición española y de sus fermentos italo-flamencos.
Dividida en ocho capítulos, que elocuentemente aluden a temas de gran enjundia simbólica —La caza, Divertimentos, Las clases sociales, Música y baile, Niños, Los sueños, Las cuatro estaciones y El aire—, esta sola relación nos emplaza junto al quicio de la explicación completa de un cambio de época, lo que nos permite avecinar en un mismo haz lo que fuimos y lo que somos, precisamente lo apropiado para la comprensión cabal de nuestra atribulada identidad. Nos hallamos, en fin, ante un retrato tan redondo de nosotros mismos que hasta virtualmente nos permite continuar por nuestra cuenta el relato, porque, valga como botón de muestra, ante el cartón de La gallina ciega, de Goya, uno cree reconocer en él la revolucionaria zarabanda de La joie de vivre, de Matisse. ¿Se puede pedir más? Pues sí; porque, para la ocasión, han sido limpiados y radiografiados todos los cartones, lo cual, a su vez, nos demuestra que para ver hay que frotarse los ojos.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/11/babelia/1423668466_529319.html
sábado, 7 de marzo de 2015
En la era de la nueva racionalidad ya no hay respuestas racionales, muchas personas tienen la sensación de vivir por debajo de sus posibilidades…
La interesada confusión de la propaganda ha alcanzado límites de broma en España, hemos asistido a una verdadera ciclogénesis delirante de declaraciones: la desigualdad social no aumenta (Rajoy), la pobreza no crece (Mato), el poder adquisitivo de las pensiones no desciende (Báñez), los salarios no disminuyen (Montoro), los informes sobre la pobreza no se corresponden con la realidad o la crisis se ha acabado (VV.AA. del Ibex 35, etc). En un principio podríamos pensar que nos toman por estúpidos, pero una aproximación más detenida señalaría que las teorías económicas hegemónicas parecen justificar cualquier cosa. Antaño dichas teorías se ocupaban de las correcciones de los llamados “fallos del mercado” (participación del sector público), hoy se centran en las “bondades del mercado” (fundamentalmente de capitales), esto es, la financiarización de la economía, las desregulaciones y las privatizaciones. Pero el problema de las teorías económicas no reside tanto en el análisis que se haga de ellas (aproximado o equivocado) sino en sus posibles aplicaciones prácticas sin haberlas sometido a suficiente discusión crítica.
Las teorías económicas neoliberales presentan unas características propias, entre las que destacarían:
– Son establecidas como un dogma de fe ajenas a toda evidencia empírica a pesar de sus desastrosas consecuencias para el conjunto de la sociedad. Un ejemplo serían las propuestas de los seguidores de F. Hayek (1899-1992), auténticos geómetras euclidianos en un mundo no euclidiano, y la ultraliberal “escuela económica austriaca”, un mero relato ideológico ajeno al método científico que ha acabado por sustituir la “episteme” (el conocimiento económico) por la simple “doxa” (la opinión económica). Así, influyentes economistas se han apropiado de la administración del alma del ser humano, minimizando la experiencia vital, comunal, estética, espiritual, idealista, afectiva, pasional o sexual ante la verdadera y grandiosa “experiencia económica”.
– Son promovidas por las élites extractivas del núcleo duro y hermético de las grandes entidades financieras y corporaciones multinacionales para favorecer sus propios intereses, amplificándolas a través los think-tanks, medios académicos y de comunicación afines donde son justificadas por una legión de “expertos” que, previo pago, les dicen a los plutócratas lo que éstos quieren escuchar para acabar siendo aplicadas por unos políticos dóciles y vendepatrias. Galbraith J. (1952) dice que las figuras dominantes en la economía “predicen el desastre cuando no se avecina ninguno, rechazan la posibilidad de acontecimientos posteriores, se oponen a reformas básicas y convenientes ofreciendo en su lugar placebo, fingen sorpresa cuando sucede algo adverso, y cuando finalmente se dan cuenta de que su posición es insostenible, cambian de tema en lugar de cuestionar sus ideas“. El psiquiatra suizo Paul Bleuler (1857-1939) decía que el pensamiento autista es la propia fantasía que no se modifica ni aunque la confrontación con la realidad la desmienta continuamente.
– Están hechizadas por el poder de la inducción y la (falsa) neutralidad metodológica. Este sería un tipo de razonamiento neoliberal: tres botánicos encuentran una nueva planta y tratan de saber si es o no comestible; los dos primeros la prueban y no notan nada, por tanto concluyen: la nueva planta es comestible. Pero este razonamiento tiene un problema: si el tercero prueba la planta y se envenena habría que revisar la conclusión. El razonamiento inductivo es posible pero no se pueden atribuir alegremente probabilidades a hipótesis construidas por inducción. Muchos “expertos” consideran que lo que ha funcionado en Letonia funcionará de manera idéntica en cualquier parte del mundo.
– Están hechizadas por el poder de los números macroeconómicos con los que contaminan todas las ciencias sociales. Este sería un tipo de razonamiento neoliberal: Juan acude a una fiesta donde hay un grupo de personas. Una dice: “65”, y todos ríen. A continuación otra dice: “47”, y todos se parten la caja. Juan pregunta qué está pasando y un participante se lo explica: “lo que pasa es que conocemos muchos chistes y los hemos contado tantas veces que los hemos numerado y para ahorrar tiempo ahora sólo decimos su número”. Juan piensa que también él lo podría participar y exclama: “¡83!” Pero nadie ríe. Juan decepcionado protesta: “¿qué pasa, acaso no es un chiste?”. “Sí, sí lo es y además es uno de los buenos, lo que pasa es que usted no lo ha contado bien”. Y es que detrás de los números hay personas y no sólo vale que sólo sean contadas. Es dudoso establecer lazos directos entre los números y la propia identidad ciudadana; como dice Susan George (1934): “el fundamento económico de la austeridad es una patraña económica y matemática, todo esto está basado en la ideología”.
Aunque hay muchos fraudes económicos o pseudoeconómicos; repasemos a continuación algunos de los más bochornosos:
En 2015, varios medios publicaron parte de la “Lista Falciani“ con nombres de 130.000 evasores fiscales en la filial en el paraíso fiscal suizo del banco británico HSBC. Suiza vive básicamente de la evasión fiscal y lidera el llamado “Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial” por la “innovación y sofisticación de sus negocios”. En España se ha identificado a 659 personas físicas con cuentas más que sospechosas, aunque el gobierno está estudiando todavía si emprende acciones legales contra dicho banco como ya han hecho otros países. Estos adalides de la cultura del esfuerzo y la evasión fiscal tuvieron muchas más facilidades para regularizar su situación fiscal que el común de los contribuyentes mediante la presentación de declaraciones complementarias de IRPF o por el Impuesto de Patrimonio (2010, gobierno del PSOE) o acogiéndose directamente a la amnistía fiscal (2012, gobierno del PP). Sin embargo, el 72% del fraude fiscal en España pertenece a grandes empresas y fortunas (estimándose en unos 42.000 millones de euros), mientras que autónomos, profesionales liberales y trabajadores con nómina tan sólo representan el 8% del total del fraude fiscal pese a que se les dedica el 80 % de los recursos de Hacienda. El informe de Oxfam (nº 35, mayo de 2014) señala que “mientras las personas físicas aportaron el 92% de la recaudación total del Estado en 2011 (…) las grandes empresas aportaron un 2% de la recaudación total; es decir, las familias aportaron 46 veces más que las grandes empresas”.
-En 2013, se destaparon los errores de dos economistas de Harvard, Carmen Reinhart (1955) y Kenneth Rogoff (1953), que en su trabajo “Growth in a time of debt” (Crecimiento en una época de endeudamiento), establecieron un umbral crítico para la deuda pública (del 90% sobre el PIB en adelante) tras el cual se produce el estancamiento económico. Para Reinhart y Rogoff el endeudamiento ralentizaría la economía en cualquier coyuntura, por lo que las políticas de austeridad estimularían el crecimiento económico. Sin embargo, esta fallida teoría, desmentida por los datos, fue tomada como dogma de fe por gran parte de las élites económicas, políticas y mediáticas a pesar de que, tras revisar la hoja de cálculo original, se detectaron numerosos fallos (fue destapado por un estudiante de doctorado de la universidad de Massachusetts, Thomas Herndon y sus profesores Robert Pollin y Michael Ash). Uno de los dogmas más extendidos es que los males económicos provienen de pecados desafortunados (gasto excesivo); se trata de un moralismo economicista: “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora lo tenemos que pagar”.
En 2012, el economista y propagandista de la desigualdad social, Arthur Laffer (1940), dejó algunas perlas en el curso de Economía del neoliberal Campus FAES: “si una economía es buena funciona igual en un mundo de dos personas que en uno de trescientos mil (…) Tenemos una recesión no a pesar del gasto público, sino por el gasto público (…) No hay nada malo en ser rico, pero hay algo intrínsecamente erróneo en ser pobre (…) Cuando dejas de pagar el paro a un desempleado es porque estás dejando de quitarle lo suyo al que trabaja; cuando das, quitas. (…) La austeridad es aumentar la libertad”. En 1980, este economista propuso la llamada “curva de Laffer”, mito y lugar común del neoliberalismo, que relaciona determinista y unívocamente ingresos fiscales y tipos impositivos, con la idea según la cual disminuyendo los impuestos después de un determinado umbral o punto de inflexión el Estado puede aumentar la recaudación. Sin embargo, dicho umbral concreto no ha podido determinarse aún en ningún país, lo que no impidió que fuese aceptada como dogma económico, fundamentalmente por las políticas económicas de oferta de los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que la utilizó como coartada “científica” para bajar impuestos a los ricos junto con otra idea mágica denominada “trickle down” (“goteo hacia abajo”), que presupone que las reducciones de impuestos a los ricos acaban llegando a los más desfavorecidos. Sin embargo, está política fue desenmascarada por el economista y diplomático J. K. Galbraith (1908–2006) y ya en el año 2003, la crítica llegó del director del Congressional Budget Office, economista y consejero republicano Douglas J. Holtz-Eakin (1958), que no pudo encontrar evidencias empíricas de las supuestas bondades sociales del “trickle down”. Estas políticas han supuesto muchos desajustes sociales derivados de la desigualdad de rentas pero aún se consideran molonas.
En 2012, Reid Hoffman (1967), cofundador de LinkedIn e “inversor de riesgo”, coescribió un libro con un chanante título: “El mejor negocio eres tú”. En él afirma que “uno no es sino lo que hace, y solamente hace aquello para lo que existe un mercado, y solo hay un mercado para aquello por lo que se paga a uno” y “las personas deben pensar que ellas mismas son los únicos directores ejecutivos de su propia trayectoria profesional”. Es decir, es el mercado lo que mide lo que somos, más allá no hay vida. El libro se inspiró en el artículo titulado “La marca llamada Usted (Yo, S.A.)” y “50 claves para hacer de usted una marca“ de Tom Peters (1948), y en Marc Andreessen (1971), otro gurú de Internet, “inversor de riesgo” y cofundador de Netscape, que nos iluminó: “a los mercados que no existen no les importa lo inteligente que eres, por tanto da exactamente lo mismo con cuanta dedicación has trabajado o con que pasión atiendes a tus intereses: si nadie te paga por tus servicios en el mercado laboral lo tendrás crudo. No tienes derecho a nada”.
En 2012, pese a los evidentes fallos del mercado, la cancillera alemana y europea Angela Merkel defendió la llamada “Marktkonforme Demokratie”, esto es la “democracia acorde con el mercado”, porque se supone que los mercados son más sabios (y mandan más) y las mercancías son artilugios de producir verdades. Ese año, el porcentaje del PIB correspondiente a los banqueros, corredores de Bolsa y demás financieros duplicó el del año 1980 y el valor mundial de los mercados de derivados negociados ya era 20 veces más que el PIB mundial. Pero, ¿quién es el mercado? ¿Quizá especuladores como John Paulson (Paulson & Co.), Warren Buffett (Berkshire Hathaway), George Soros (Soros Fund Management), Kenneth Grifin (Citaldel Investment Group), Philip Falcone (Harbringer Capital), James Simons (Renaissance Technologies), Bill Gross (PIMCO), etc?
En 2011, Stephanie Bon, empleada de Colchester de 37 años del Lloyd”s Banking Group, fue despedida por preguntarse en su Facebook si era justo que ella cobrase siete libras la hora, mientras que el nuevo CEO, António Mota de Sousa Horta Osório, cobraba 4.000 libras la hora en salario, bonos, pensiones y otros beneficios, es decir 571 veces más, según informó el Daily Mail.
En 2010, se puso de moda la llamada “Expansionary austerity” (“austeridad expansiva”) en la que se defendía que la bajada del gasto público no contrae el crecimiento económico en una economía que funciona por debajo del potencial de sus factores productivos (según proposición de tipo keynesiano) sino que ésta, por el contrario, puede ser expansiva ya que la austeridad crea “confianza” en los mercados financieros y en el sector privado. La idea fue difundida por los trabajos de Alberto Alesina (1957) y Silvia Ardagna (1969) en “Large Changes in Fiscal Policy: Taxes Versus Spending”, aunque finalmente tuvo que ser corregida (y posteriormente cuestionada) incluso en los estudios del propio Fondo Monetario Internacional (FMI), que primeramente lo había bendecido. Sin embargo, ni este desmentido académico ni los desastrosos efectos de las políticas de austeridad en Grecia, Portugal, Irlanda, España o Italia (recesión, paro, pobreza, emigración, etc.) no cohibieron a Olli Rehn, el máximo funcionario económico de la Comisión Europea, ni a los pseudoburócratas del BCE (Banco Central Europeo) con el ex-Goldman Sachs Mario Draghi a la cabeza, ni a gran parte de los políticos europeos que siguen creyendo en la falacia de la “austeridad expansiva”.
En 2010 (6 de mayo) se produjo el llamado “Flash Crash”, durante el cual, en cinco minutos, el índice Dow Jones de Nueva York perdió cerca de mil puntos, recuperándose rápidamente en los siguientes veinte minutos. Aunque se desconoce la semilla del mal, el desplome lo provocaron los endiablados algoritmos de los ordenadores, programados por los quants y los corredores de Bolsa de alta frecuencia, que son los que negocian por nosotros. Ya en 1996, la American Physical Society, segunda mayor organización de físicos del mundo, detrás de la Deutsche Physikalische Gesellschaft, recomendó vivamente a sus asociados acudir a trabajar al gran casino de Wall Street. En EE.UU. el periodo medio de tenencia de acciones bursátiles ha pasado de cuatro años por término medio en la década de los años cincuenta a apenas 22 segundos actualmente. Por ello, no es raro ver que los agentes financieros instalen sus ordenadores en Nueva York para ganar unos valiosos milisegundos, ya que la velocidad de trasmisión de los datos desde Londres por fibra óptica es de unos 740 nanosegundos, una pérdida de tiempo demasiado grande para la hipermoderna especulación financiera.
En 2008, probablemente basándose en las pseudoprofecías del antiguo presidente de Citibank, Walter Wriston (1919-2005), que aseguraba que el Estado capitularía finalmente ante el sabio conocimiento de los mercados y la racionalidad omnipotente del homo œconomicus, Philippe Bobbitt (1948) defendió en el libro “Terror and Consent: the Wars for the Twenty-first Century” la implantación de los llamados “Estados de mercado de la información”, una variante del Estado mínimo al que se llega (no podía ser de otro modo) de manera natural y evolutiva. Su idea cayó de pié y Bobbitt se animó: “el Estado de mercado de la información no tiene clases sociales, no le interesan la raza, el origen, el sexo, también le son indiferentes valores como el respeto el sacrificio personal, la lealtad y la familia”. De nuevo, las trampas de la distopía neoliberal se camuflan como leyes naturales.
En 2008, el dogma de la autorregulación de los mercados financieros puso en un aprieto al organismo regulador del sistema financiero de EE.UU Securities and Exchange Commission (SEC), que acabó por destapar el mayor fraude financiero cometido por una sola persona: Bernie Madoff (1938). Madoff, ex-vigilante playero reconvertido en glorificado “experto financiero” en los ochenta y admirado pilar de la comunidad del East Hampton, estafó 50.000 millones de dólares a inversores institucionales y, sobre todo, grandes fortunas (entre ellos muchos clientes del BBVA y el Santander) proponiéndoles retornos del 12% a través de un poco sofisticado pero gigantesco esquema piramidal (Ponzi), por lo que fue finalmente condenado a 150 años de prisión, convirtiéndose en el único financiero que ha pagado sus desmanes con la cárcel debido que tuvo el detalle de especializarse en estafar a los ricos y no a los pobres. (Aunque visto de otro modo, al desplumar a los millonarios contribuyese a mitigar la escandalosa desigualdad de rentas de la que nos advierten, entre otros, Thomas Piketty en “El capital en el siglo XXI”.) Madoff fue investigado por la SEC cuando ya estafaba, al menos ocho veces entre 1992 y 1996, lo que no importó para ser agraciado con la presidencia de la bolsa de valores Nasdaq (lo que supone una gran visión para dicha institución financiera).
En 2007, el profesor de Finanzas de la Universidad de Chicago Eugene Fama (1937), dijo: “los mercados inmobiliarios son menos líquidos, pero la gente es muy cuidadosa cuando compra casas; se trata normalmente de la mayor inversión que van a hacer, de manera que estudian el asunto con mucho cuidado y comparan precios; me irrita que se hable de la palabra burbuja“. Fama había propuesto en 1970 la llamada algo así como “hipótesis de eficiencia de los mercados”, asumiendo que los mercados financieros siempre se autorregulan ya que un mercado de capitales en que los activos contienen la información disponible es necesariamente un mercado eficiente y, por ello, todas las burbujas que se producen tiene un origen político y no financiero. Pese a que hoy sabemos que los mercados financieros no se autorregulan y hemos asistido al último gran estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera (sólo en el año 2009 quebraron 52 bancos estadounidenses), el dogma de “la eficiencia de los mercados financieros” sigue teniendo grandes e influyentes seguidores entre nuestros gobernantes. El propio Fama recibió el premio Nobel de Economía en el año 2013, pero la pregunta sigue en el aire: ¿cómo explicar los fallos y estragos de los mercados financieros y justificar su eficiencia y bondad infinita?
En 2007, el director ejecutivo de Lehman Brothers (multinacional financiera fundada en 1850) Richard S. Fuld (apodado Dick) y su mano derecha, Joseph M. Gregory (apodado Darth Vader), fueron advertidos de la mala praxis bancaria por dos de sus subordinados, el director global de bonos de alto rendimiento y préstamos apalancados (Alex Kirk) y el director global de ingreso fijo (Mike Gelband), que les avisaron de esta manera: “nuestro mercado de viviendas está corroído” y “tenemos que replantear nuestro modelo de negocio”. La respuesta: ese mismo año ambos fueron despedidos. En septiembre de 2008, Lehman Brothers anunció la quiebra; el resultado fue de 13.800 millones de dólares en pérdidas y 7.890 empleados despedidos. Sin embargo, Fuld obtuvo 40 millones de finiquito, cobró su último año 53 millones de salario y autorizó pagos de 20 millones de dólares a Gregory cuatro días antes de que Lehman se declarara en bancarrota. El presidente de Lehman Brothers para España y Portugal, Luis De Guindos dijo que “la crisis no es un fallo de mercado, sino de Estado” (2008); después fue nombrado ministro de Economía de España para solicitar a la feroz Troika que activara un rescate financiero de España “ante la irracionalidad de los mercados” (2012).
En 2007, las cinco mayores firmas financieras de Wall Street (Lehman Brothers, Merrill Lynch, Bear Stearns, JP Morgan y Citigroup) pagaron más de 3.000 millones de dólares a sus máximos ejecutivos (en los últimos cinco años) mientras contribuían a una de las mayores crisis financieras de la historia. Por ejemplo, Stanley O’Neall, el ideólogo de las hipotecas subprime, se llevó a casa 161 millones de dólares cuando dejó Merrill Lynch (52.200 millones en pérdidas y 5.200 despidos); James Cayne, se llevó 38 millones de dólares y vendió sus acciones por 60 millones más cuando Bear Stearns (9.159 despidos), el mayor banco de inversión de EEUU, pasó de valer 21.000 millones de dólares a solo 200 millones; James Simons de JPMorgan (14.300 millones en pérdidas y 4.100 despidos) cobró en 28 millones de dólares entre salarios e indemnizaciones y Charles Prince obtuvo 40 millones al dejar Citigroup (11.000 millones de dólares en pérdidas, 17.000 despidos) y cobró en su último año 65 millones más de salario.
En 2006, Frederic Mishkin (1951), economista ligado al BM (Banco Mundial) y al FMI (Fondo Monetario Internacional), cofirmó un caro informe (124.000 $) titulado “Financial Stability in Iceland” (Estabilidad financiera en Islandia) resaltando las bondades del sistema financiero islandés, muy desregulado y sobredimensionado desde 2001, y recomendando su implantación en otros países. En el mismo se decía: “la fragilidad financiera no es alta y las probabilidades de una crisis financiera son muy bajas”. Apenas un año después del colapso financiero de Islandia Mishkin modificó chapuceramente en su CV el título del informe por “Financial Instability in Iceland” (Inestabilidad financiera en Islandia) tal y como muestra el documental “Inside Job” de Charles Ferguson). Sin embargo, ni esto ni la falta de previsión de la crisis han supuesto una catarsis para ejercer la necesaria autocrítica por parte de muchos académicos, paniaguados y “expertos en finanzas” que, visto lo visto, vendieron su alma al diablo.
Fraude Intelectual. En 2006, Jeffrey K. Skilling (1953) fue condenado a 24 años y cuatro meses por el caso Enron. Como presidente de Enron Skilling implementó en su compañía un sistema de “gestión de recursos humanos” y promoción profesional llamado “rank and yank”, un modelo de competencia despiadada entre sus empleados con la permanente amenaza de despidos. Este esquema profundamente darwinista social corrompió a la empresa desde dentro. Lo más inquietante es que, según la revista Time, en el momento del colapso de Enron, una de cada cinco empresas estadounidenses estaban siguiendo el mismo disparate.
En 2003, el Premio Nobel de Economía de 1995, Robert Lucas (1937) dijo en la sede la de la American Economic Association (de la que era presidente) que “a efectos prácticos la desregulación de los mercados financieros es la solución a la depresión (…) El problema central de la prevención de la depresión ya está resuelto”. Ese mismo año nos dejó otra perla sobre las consecuencias del proceso de acumulación de capital: “el estudio de los temas de distribución es una de las tendencias perniciosas y dañinas en el conocimiento económico, en realidad, es venenosa para tal conocimiento”. Las aportaciones de Robert Lucas sobre las expectativas racionales y su visión economía de corte neoliberal adolece, como todas las ciencias sociales, de un exceso de inductivismo, al dar por buenas recetas económicas generales a partir de escasas observaciones particulares.
En 2003, una veterana y cualificada representante del grupúsculo del Tea Party de Texas (EE.UU.) llamada Debbie Riddle (1949) manifestó lo siguiente en “El Paso Times”: “¿de dónde vino la idea de que todo el mundo merece una educación gratuita, una atención médica gratuita y cualquier otra cosa gratuita? Viene de Moscú, de Rusia. Viene directamente de la boca del infierno. Y esta idea se disfraza hábilmente como propia de gente de buen corazón. Pero nada de buen corazón. Es la idea que rasga el corazón de este país“. Hans-Hermann Hoppe (1949) hiló más fino: “la democracia no tiene nada que ver con la libertad, es una variante suave del comunismo, y rara vez en la historia de las ideas ha sido tomada por otra cosa”. Se ve que no todos los neoliberales lo son por inspiración de la visión rebelde adolescente del mundo viejuno de “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand pero casi.
En 2002 (c.) cuentan, entre otros Frank Schirrmacher (1959-2014), que justo después de los atentados del 11S, en un informe promovido por unos plutócratas alucinados de Wall Street se valoró hacer un mercado de futuros sobre posibles atentados terroristas, opción que finalmente fue sensatamente rechazada por descabellada, al considerar que los especuladores ganarían dinero con la realización de atentados tal y como ya lo hacen con las hambrunas y crisis alimentarias (aunque esto último no importe demasiado).
En 2001, el analista de JP Morgan David Li (1960) se inventó una fórmula matemática (de tipo alquímico) que cuantificaba los riesgos de las “obligaciones de deuda colaterales” (es decir, hipotecas basura) por lo que la banca utilizó la fórmula de coartada “matemática” multiplicando esas toxicidades financieras que se vieron favorecidas por las triples A con la que las premiaron las agencias de (des)calificación. Hoy la fórmula milagrosa está más desprestigiada que los pagarés de Nueva Rumasa (sus modelos probabilísticos se mueven con probabilidades de 1 vez cada 20.000 años), lo que no ha sido un problema para seguir aceptando irresponsablemente la falsa asepsia metodológica de la cháchara económico-financiera neoliberal y las justificaciones matemáticas de las toxicidades que circulan a diario por los mercados de futuros y derivados financieros.
En 2001, el treintañero Henry Blodget (no confundir con Belfort, “el lobo de Wall Street” de Scorsese) era el analista de mercados (de la camada de la todavía impoluta Merrill Lynch) más famoso en el venenoso mundillo de la banca de inversión de Wall Street debido a sus predicciones visionarias sobre las cotizaciones de las empresas tecnológicas. Ese año ganó doce millones de dólares netos anuales; sin embargo, el advenedizo Blodget recomendaba comprar a sus clientes acciones de empresas ruinosas que costaron pérdidas cienmilmillonarias después del estallido de la “burbuja puntocom”. Blodget fue acusado en el año 2003 por el supervisor bursátil estadounidense (SEC) por malas prácticas y pagó una multa de cuatro millones de dólares retirándose del psicopático casino financiero.
En 2000, cerró por ruina la “empresa” (en realidad un fondo de inversión libre de carácter especulativo) Long-Term Capital Management dirigida por los economistas Myron Scholes (1941) y Robert Merton (1944) que aplicaban su “nuevo método” para determinar el valor de los derivados financieros con los que, además, fueron reconocidos con el premio Nobel de Economía en 1997 (supongo que por introducir el cálculo estocástico en las finanzas, lo que puede ser un fallo parecido a conceder el premio Príncipe de Asturias del Deporte a un dopado Lance Armstrong). El resultado fue que la empresa perdió 5.000 millones de dólares en sólo cien días (muchos especulando contra la moneda y la economía de Rusia), lo que no fue un problema para seguir venerando la opinión de los “expertos financieros” y para que variantes de este modelo se incluyeran en las calculadoras de los analistas financieros, que los consideraban poco riesgosos al presuponer que las crisis financieras ya eran historia.
En 1999, en las postrimerías del gobierno de Clinton, en EE.UU. se anuló la llamada Ley Glass-Steagall vigente desde 1933 para proteger la banca de depósito comercial (ahorros) de la banca de inversión (especulación). Esta descabellada idea ideológica prestó su coartada fundamentalmente en los trabajos del economista Eugene Fama que propuso la hipótesis de eficiencia de los mercados y la autorregulación de los mismos. Poco importó que esta revocación facilitase el descontrol y caos financiero, o comprender que los mercados financieros no se autorregulan, o que la crisis financiera quedese mejor explicada por las contribuciones teóricas alternativas (por ejemplo, las de Hyman Minsky) o promulgar la tímida Ley Dodd Frank de reforma de Wall Street y de protección del consumidor. (Esta Ley, de 2010, pretendía poner algo de orden en el desaguisado financiero pero apenas se pudo desarrollar completamente debido a que las asociaciones de consumidores contaban con 20 lobbistas frente a los 400 lobbistas y los mil millones de dólares del sector financiero para influenciar a los congresistas y entorpecer el desarrollo de la Ley.)
En 1997, el economista austroliberal Thomas Siems (1957) escribió un influyente panfleto titulado “10 Myths about financial derivatives” (10 mitos sobre los derivados financieros) donde se afirmaba que el creciente y enorme tamaño del mercado de derivados financieros no suponían una práctica bancaria insegura sino que, por el contrario, era muy sólida y prometedora. El origen de la crisis financiera (y las que vengan) han desmentido esto, pero no supone ningún problema para seguir aceptando el dogma de las bondades de la gran financiarización. Ya no se trata de hacer que los mercados financieros sean útiles y eficaces para el conjunto de la sociedad sino de pura auri sacra fames.
En 1992, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama (1952), reinterpretando a su modo al filósofo ruso Alexander Kojève, publicó “El fin de la Historia y el último hombre” donde defiende que el triunfo del bondadoso capitalismo de libre mercado posreal ha puesto fin a las utopías de emancipación y al ser humano como sujeto histórico y conformador de la realidad a cambio de proporcionarnos un paraíso terrenal de libre mercado. “¡La sociedad no existe!” clamaban Margaret Thatcher y sus adláteres. Cada época se juzga por su filosofía dominante, el neoliberalismo se retrataba: posmodernidad y darwinismo social.
En 1991, George Kenneth Binmore (1940), experto en teoría de juegos no colaborativos, considerada la nueva escolástica, escribió “Designing Economic Agents that Behave Like Human Agents”, a fin de crear agentes económicos artificiales indistinguibles de los propios seres humanos. El Homo (homunculus) œconomicus, construido como un auténtico sociópata egomaníaco pasó de ser una simulación de laboratorio a la misma realidad, ya que nos convencieron de que somos seres codificados y sintéticos que si actuamos de acuerdo con las fórmulas matemáticas de las leyes aceptadas por los economistas prosistema y perseguimos únicamente nuestro propio interés, llegaremos mágicamente al mejor de los mundos posibles.
En 1990, el artículo “CEO Incentives: It’s not how much you pay, but how” de Michael Jensen (1939) y Kevin Murphy (1958) sugería que, debido a que los mercados financieros siempre reflejan adecuadamente los precios (aunque esto sea una premisa falsa), las retribuciones de los ejecutivos deberían relacionarse, no ya con los sueldos de los burócratas, sino con los cambios en las cotizaciones bursátiles de sus empresas (pero sólo al alza, evidentemente). Esta idea cayó en gracia y al poco tiempo la mayoría de los ejecutivos financieros cobraban “opciones sobre acciones”, lo que incentivó la manipulación de la contabilidad de la economía de casino en su beneficio por lo que no es de extrañar que los resultados fuesen demoledores: salarios multimillonarios, extensión de la información privilegiada, falseamiento de cuentas, culto a la personalidad, obscena desigualdad, precios de las cotizaciones inflados por encima de su valor real, escándalos como el de Enron, crack financiero de 2008, etc. A mediados de los años setenta un alto ejecutivo ganaba unas 35 veces más que el sueldo medio de un trabajador de la empresa, actualmente esta distancia casi se ha multiplicado por diez. En el año 2007, Rick Wagoner, de General Motors, cobró algo más de 12 millones de dólares netos en salario, bonus y opciones sobre acciones al mismo tiempo que anunciaba bajadas de sueldos y despidos para 74.000 empleados.
En 1983, Milton Friedman (1912-2006), premio Nobel de Economía en 1976, manipuló datos en las series históricas del Reino Unido sobre la masa de dinero y el gasto total a fin de avalar empíricamente su teoría monetarista en su publicación “Monetary Trends in the United States and United Kingdom” en colaboración con Anna Schwartz (1915-2012). Los econometristas de Oxford David Hendry (1944) y Neil Ericsson (1944) detectaron numerosos errores, pero no denunciaron la equivocación de la teoría monetarista, sino su falta de apoyo en los datos reales (ya en 1953, Milton Friedman publicó un artículo, “The Methodology of Positive Economics”, en donde defendía que no importaba que las premisas de una teoría fueran realistas o no sino lo que importaba eran si sus predicciones eran certeras). Aunque, en el fondo, la polémica ya no estaba en la incorrección o las limitaciones de la formalización matemática de determinados axiomas o teorías económicas, sino en la batalla ideológica por el control de la política económica, monetaria y fiscal, de la que Friedman fue un pionero, aunque hoy en día pueda ser considerado un moderado matemático comparado con sus posteriores y desatados herederos ideológicos.
Martín Abascania
Fuente: https://lpedeuda.wordpress.com/2015/02/26/fraudes-intelectuales-ii-hoy-el-tinglado-neoliberal/
Las teorías económicas neoliberales presentan unas características propias, entre las que destacarían:
– Son establecidas como un dogma de fe ajenas a toda evidencia empírica a pesar de sus desastrosas consecuencias para el conjunto de la sociedad. Un ejemplo serían las propuestas de los seguidores de F. Hayek (1899-1992), auténticos geómetras euclidianos en un mundo no euclidiano, y la ultraliberal “escuela económica austriaca”, un mero relato ideológico ajeno al método científico que ha acabado por sustituir la “episteme” (el conocimiento económico) por la simple “doxa” (la opinión económica). Así, influyentes economistas se han apropiado de la administración del alma del ser humano, minimizando la experiencia vital, comunal, estética, espiritual, idealista, afectiva, pasional o sexual ante la verdadera y grandiosa “experiencia económica”.
– Son promovidas por las élites extractivas del núcleo duro y hermético de las grandes entidades financieras y corporaciones multinacionales para favorecer sus propios intereses, amplificándolas a través los think-tanks, medios académicos y de comunicación afines donde son justificadas por una legión de “expertos” que, previo pago, les dicen a los plutócratas lo que éstos quieren escuchar para acabar siendo aplicadas por unos políticos dóciles y vendepatrias. Galbraith J. (1952) dice que las figuras dominantes en la economía “predicen el desastre cuando no se avecina ninguno, rechazan la posibilidad de acontecimientos posteriores, se oponen a reformas básicas y convenientes ofreciendo en su lugar placebo, fingen sorpresa cuando sucede algo adverso, y cuando finalmente se dan cuenta de que su posición es insostenible, cambian de tema en lugar de cuestionar sus ideas“. El psiquiatra suizo Paul Bleuler (1857-1939) decía que el pensamiento autista es la propia fantasía que no se modifica ni aunque la confrontación con la realidad la desmienta continuamente.
– Están hechizadas por el poder de la inducción y la (falsa) neutralidad metodológica. Este sería un tipo de razonamiento neoliberal: tres botánicos encuentran una nueva planta y tratan de saber si es o no comestible; los dos primeros la prueban y no notan nada, por tanto concluyen: la nueva planta es comestible. Pero este razonamiento tiene un problema: si el tercero prueba la planta y se envenena habría que revisar la conclusión. El razonamiento inductivo es posible pero no se pueden atribuir alegremente probabilidades a hipótesis construidas por inducción. Muchos “expertos” consideran que lo que ha funcionado en Letonia funcionará de manera idéntica en cualquier parte del mundo.
– Están hechizadas por el poder de los números macroeconómicos con los que contaminan todas las ciencias sociales. Este sería un tipo de razonamiento neoliberal: Juan acude a una fiesta donde hay un grupo de personas. Una dice: “65”, y todos ríen. A continuación otra dice: “47”, y todos se parten la caja. Juan pregunta qué está pasando y un participante se lo explica: “lo que pasa es que conocemos muchos chistes y los hemos contado tantas veces que los hemos numerado y para ahorrar tiempo ahora sólo decimos su número”. Juan piensa que también él lo podría participar y exclama: “¡83!” Pero nadie ríe. Juan decepcionado protesta: “¿qué pasa, acaso no es un chiste?”. “Sí, sí lo es y además es uno de los buenos, lo que pasa es que usted no lo ha contado bien”. Y es que detrás de los números hay personas y no sólo vale que sólo sean contadas. Es dudoso establecer lazos directos entre los números y la propia identidad ciudadana; como dice Susan George (1934): “el fundamento económico de la austeridad es una patraña económica y matemática, todo esto está basado en la ideología”.
Aunque hay muchos fraudes económicos o pseudoeconómicos; repasemos a continuación algunos de los más bochornosos:
En 2015, varios medios publicaron parte de la “Lista Falciani“ con nombres de 130.000 evasores fiscales en la filial en el paraíso fiscal suizo del banco británico HSBC. Suiza vive básicamente de la evasión fiscal y lidera el llamado “Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial” por la “innovación y sofisticación de sus negocios”. En España se ha identificado a 659 personas físicas con cuentas más que sospechosas, aunque el gobierno está estudiando todavía si emprende acciones legales contra dicho banco como ya han hecho otros países. Estos adalides de la cultura del esfuerzo y la evasión fiscal tuvieron muchas más facilidades para regularizar su situación fiscal que el común de los contribuyentes mediante la presentación de declaraciones complementarias de IRPF o por el Impuesto de Patrimonio (2010, gobierno del PSOE) o acogiéndose directamente a la amnistía fiscal (2012, gobierno del PP). Sin embargo, el 72% del fraude fiscal en España pertenece a grandes empresas y fortunas (estimándose en unos 42.000 millones de euros), mientras que autónomos, profesionales liberales y trabajadores con nómina tan sólo representan el 8% del total del fraude fiscal pese a que se les dedica el 80 % de los recursos de Hacienda. El informe de Oxfam (nº 35, mayo de 2014) señala que “mientras las personas físicas aportaron el 92% de la recaudación total del Estado en 2011 (…) las grandes empresas aportaron un 2% de la recaudación total; es decir, las familias aportaron 46 veces más que las grandes empresas”.
-En 2013, se destaparon los errores de dos economistas de Harvard, Carmen Reinhart (1955) y Kenneth Rogoff (1953), que en su trabajo “Growth in a time of debt” (Crecimiento en una época de endeudamiento), establecieron un umbral crítico para la deuda pública (del 90% sobre el PIB en adelante) tras el cual se produce el estancamiento económico. Para Reinhart y Rogoff el endeudamiento ralentizaría la economía en cualquier coyuntura, por lo que las políticas de austeridad estimularían el crecimiento económico. Sin embargo, esta fallida teoría, desmentida por los datos, fue tomada como dogma de fe por gran parte de las élites económicas, políticas y mediáticas a pesar de que, tras revisar la hoja de cálculo original, se detectaron numerosos fallos (fue destapado por un estudiante de doctorado de la universidad de Massachusetts, Thomas Herndon y sus profesores Robert Pollin y Michael Ash). Uno de los dogmas más extendidos es que los males económicos provienen de pecados desafortunados (gasto excesivo); se trata de un moralismo economicista: “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora lo tenemos que pagar”.
En 2012, el economista y propagandista de la desigualdad social, Arthur Laffer (1940), dejó algunas perlas en el curso de Economía del neoliberal Campus FAES: “si una economía es buena funciona igual en un mundo de dos personas que en uno de trescientos mil (…) Tenemos una recesión no a pesar del gasto público, sino por el gasto público (…) No hay nada malo en ser rico, pero hay algo intrínsecamente erróneo en ser pobre (…) Cuando dejas de pagar el paro a un desempleado es porque estás dejando de quitarle lo suyo al que trabaja; cuando das, quitas. (…) La austeridad es aumentar la libertad”. En 1980, este economista propuso la llamada “curva de Laffer”, mito y lugar común del neoliberalismo, que relaciona determinista y unívocamente ingresos fiscales y tipos impositivos, con la idea según la cual disminuyendo los impuestos después de un determinado umbral o punto de inflexión el Estado puede aumentar la recaudación. Sin embargo, dicho umbral concreto no ha podido determinarse aún en ningún país, lo que no impidió que fuese aceptada como dogma económico, fundamentalmente por las políticas económicas de oferta de los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, que la utilizó como coartada “científica” para bajar impuestos a los ricos junto con otra idea mágica denominada “trickle down” (“goteo hacia abajo”), que presupone que las reducciones de impuestos a los ricos acaban llegando a los más desfavorecidos. Sin embargo, está política fue desenmascarada por el economista y diplomático J. K. Galbraith (1908–2006) y ya en el año 2003, la crítica llegó del director del Congressional Budget Office, economista y consejero republicano Douglas J. Holtz-Eakin (1958), que no pudo encontrar evidencias empíricas de las supuestas bondades sociales del “trickle down”. Estas políticas han supuesto muchos desajustes sociales derivados de la desigualdad de rentas pero aún se consideran molonas.
En 2012, Reid Hoffman (1967), cofundador de LinkedIn e “inversor de riesgo”, coescribió un libro con un chanante título: “El mejor negocio eres tú”. En él afirma que “uno no es sino lo que hace, y solamente hace aquello para lo que existe un mercado, y solo hay un mercado para aquello por lo que se paga a uno” y “las personas deben pensar que ellas mismas son los únicos directores ejecutivos de su propia trayectoria profesional”. Es decir, es el mercado lo que mide lo que somos, más allá no hay vida. El libro se inspiró en el artículo titulado “La marca llamada Usted (Yo, S.A.)” y “50 claves para hacer de usted una marca“ de Tom Peters (1948), y en Marc Andreessen (1971), otro gurú de Internet, “inversor de riesgo” y cofundador de Netscape, que nos iluminó: “a los mercados que no existen no les importa lo inteligente que eres, por tanto da exactamente lo mismo con cuanta dedicación has trabajado o con que pasión atiendes a tus intereses: si nadie te paga por tus servicios en el mercado laboral lo tendrás crudo. No tienes derecho a nada”.
En 2012, pese a los evidentes fallos del mercado, la cancillera alemana y europea Angela Merkel defendió la llamada “Marktkonforme Demokratie”, esto es la “democracia acorde con el mercado”, porque se supone que los mercados son más sabios (y mandan más) y las mercancías son artilugios de producir verdades. Ese año, el porcentaje del PIB correspondiente a los banqueros, corredores de Bolsa y demás financieros duplicó el del año 1980 y el valor mundial de los mercados de derivados negociados ya era 20 veces más que el PIB mundial. Pero, ¿quién es el mercado? ¿Quizá especuladores como John Paulson (Paulson & Co.), Warren Buffett (Berkshire Hathaway), George Soros (Soros Fund Management), Kenneth Grifin (Citaldel Investment Group), Philip Falcone (Harbringer Capital), James Simons (Renaissance Technologies), Bill Gross (PIMCO), etc?
En 2011, Stephanie Bon, empleada de Colchester de 37 años del Lloyd”s Banking Group, fue despedida por preguntarse en su Facebook si era justo que ella cobrase siete libras la hora, mientras que el nuevo CEO, António Mota de Sousa Horta Osório, cobraba 4.000 libras la hora en salario, bonos, pensiones y otros beneficios, es decir 571 veces más, según informó el Daily Mail.
En 2010, se puso de moda la llamada “Expansionary austerity” (“austeridad expansiva”) en la que se defendía que la bajada del gasto público no contrae el crecimiento económico en una economía que funciona por debajo del potencial de sus factores productivos (según proposición de tipo keynesiano) sino que ésta, por el contrario, puede ser expansiva ya que la austeridad crea “confianza” en los mercados financieros y en el sector privado. La idea fue difundida por los trabajos de Alberto Alesina (1957) y Silvia Ardagna (1969) en “Large Changes in Fiscal Policy: Taxes Versus Spending”, aunque finalmente tuvo que ser corregida (y posteriormente cuestionada) incluso en los estudios del propio Fondo Monetario Internacional (FMI), que primeramente lo había bendecido. Sin embargo, ni este desmentido académico ni los desastrosos efectos de las políticas de austeridad en Grecia, Portugal, Irlanda, España o Italia (recesión, paro, pobreza, emigración, etc.) no cohibieron a Olli Rehn, el máximo funcionario económico de la Comisión Europea, ni a los pseudoburócratas del BCE (Banco Central Europeo) con el ex-Goldman Sachs Mario Draghi a la cabeza, ni a gran parte de los políticos europeos que siguen creyendo en la falacia de la “austeridad expansiva”.
En 2010 (6 de mayo) se produjo el llamado “Flash Crash”, durante el cual, en cinco minutos, el índice Dow Jones de Nueva York perdió cerca de mil puntos, recuperándose rápidamente en los siguientes veinte minutos. Aunque se desconoce la semilla del mal, el desplome lo provocaron los endiablados algoritmos de los ordenadores, programados por los quants y los corredores de Bolsa de alta frecuencia, que son los que negocian por nosotros. Ya en 1996, la American Physical Society, segunda mayor organización de físicos del mundo, detrás de la Deutsche Physikalische Gesellschaft, recomendó vivamente a sus asociados acudir a trabajar al gran casino de Wall Street. En EE.UU. el periodo medio de tenencia de acciones bursátiles ha pasado de cuatro años por término medio en la década de los años cincuenta a apenas 22 segundos actualmente. Por ello, no es raro ver que los agentes financieros instalen sus ordenadores en Nueva York para ganar unos valiosos milisegundos, ya que la velocidad de trasmisión de los datos desde Londres por fibra óptica es de unos 740 nanosegundos, una pérdida de tiempo demasiado grande para la hipermoderna especulación financiera.
En 2008, probablemente basándose en las pseudoprofecías del antiguo presidente de Citibank, Walter Wriston (1919-2005), que aseguraba que el Estado capitularía finalmente ante el sabio conocimiento de los mercados y la racionalidad omnipotente del homo œconomicus, Philippe Bobbitt (1948) defendió en el libro “Terror and Consent: the Wars for the Twenty-first Century” la implantación de los llamados “Estados de mercado de la información”, una variante del Estado mínimo al que se llega (no podía ser de otro modo) de manera natural y evolutiva. Su idea cayó de pié y Bobbitt se animó: “el Estado de mercado de la información no tiene clases sociales, no le interesan la raza, el origen, el sexo, también le son indiferentes valores como el respeto el sacrificio personal, la lealtad y la familia”. De nuevo, las trampas de la distopía neoliberal se camuflan como leyes naturales.
En 2008, el dogma de la autorregulación de los mercados financieros puso en un aprieto al organismo regulador del sistema financiero de EE.UU Securities and Exchange Commission (SEC), que acabó por destapar el mayor fraude financiero cometido por una sola persona: Bernie Madoff (1938). Madoff, ex-vigilante playero reconvertido en glorificado “experto financiero” en los ochenta y admirado pilar de la comunidad del East Hampton, estafó 50.000 millones de dólares a inversores institucionales y, sobre todo, grandes fortunas (entre ellos muchos clientes del BBVA y el Santander) proponiéndoles retornos del 12% a través de un poco sofisticado pero gigantesco esquema piramidal (Ponzi), por lo que fue finalmente condenado a 150 años de prisión, convirtiéndose en el único financiero que ha pagado sus desmanes con la cárcel debido que tuvo el detalle de especializarse en estafar a los ricos y no a los pobres. (Aunque visto de otro modo, al desplumar a los millonarios contribuyese a mitigar la escandalosa desigualdad de rentas de la que nos advierten, entre otros, Thomas Piketty en “El capital en el siglo XXI”.) Madoff fue investigado por la SEC cuando ya estafaba, al menos ocho veces entre 1992 y 1996, lo que no importó para ser agraciado con la presidencia de la bolsa de valores Nasdaq (lo que supone una gran visión para dicha institución financiera).
En 2007, el profesor de Finanzas de la Universidad de Chicago Eugene Fama (1937), dijo: “los mercados inmobiliarios son menos líquidos, pero la gente es muy cuidadosa cuando compra casas; se trata normalmente de la mayor inversión que van a hacer, de manera que estudian el asunto con mucho cuidado y comparan precios; me irrita que se hable de la palabra burbuja“. Fama había propuesto en 1970 la llamada algo así como “hipótesis de eficiencia de los mercados”, asumiendo que los mercados financieros siempre se autorregulan ya que un mercado de capitales en que los activos contienen la información disponible es necesariamente un mercado eficiente y, por ello, todas las burbujas que se producen tiene un origen político y no financiero. Pese a que hoy sabemos que los mercados financieros no se autorregulan y hemos asistido al último gran estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera (sólo en el año 2009 quebraron 52 bancos estadounidenses), el dogma de “la eficiencia de los mercados financieros” sigue teniendo grandes e influyentes seguidores entre nuestros gobernantes. El propio Fama recibió el premio Nobel de Economía en el año 2013, pero la pregunta sigue en el aire: ¿cómo explicar los fallos y estragos de los mercados financieros y justificar su eficiencia y bondad infinita?
En 2007, el director ejecutivo de Lehman Brothers (multinacional financiera fundada en 1850) Richard S. Fuld (apodado Dick) y su mano derecha, Joseph M. Gregory (apodado Darth Vader), fueron advertidos de la mala praxis bancaria por dos de sus subordinados, el director global de bonos de alto rendimiento y préstamos apalancados (Alex Kirk) y el director global de ingreso fijo (Mike Gelband), que les avisaron de esta manera: “nuestro mercado de viviendas está corroído” y “tenemos que replantear nuestro modelo de negocio”. La respuesta: ese mismo año ambos fueron despedidos. En septiembre de 2008, Lehman Brothers anunció la quiebra; el resultado fue de 13.800 millones de dólares en pérdidas y 7.890 empleados despedidos. Sin embargo, Fuld obtuvo 40 millones de finiquito, cobró su último año 53 millones de salario y autorizó pagos de 20 millones de dólares a Gregory cuatro días antes de que Lehman se declarara en bancarrota. El presidente de Lehman Brothers para España y Portugal, Luis De Guindos dijo que “la crisis no es un fallo de mercado, sino de Estado” (2008); después fue nombrado ministro de Economía de España para solicitar a la feroz Troika que activara un rescate financiero de España “ante la irracionalidad de los mercados” (2012).
En 2007, las cinco mayores firmas financieras de Wall Street (Lehman Brothers, Merrill Lynch, Bear Stearns, JP Morgan y Citigroup) pagaron más de 3.000 millones de dólares a sus máximos ejecutivos (en los últimos cinco años) mientras contribuían a una de las mayores crisis financieras de la historia. Por ejemplo, Stanley O’Neall, el ideólogo de las hipotecas subprime, se llevó a casa 161 millones de dólares cuando dejó Merrill Lynch (52.200 millones en pérdidas y 5.200 despidos); James Cayne, se llevó 38 millones de dólares y vendió sus acciones por 60 millones más cuando Bear Stearns (9.159 despidos), el mayor banco de inversión de EEUU, pasó de valer 21.000 millones de dólares a solo 200 millones; James Simons de JPMorgan (14.300 millones en pérdidas y 4.100 despidos) cobró en 28 millones de dólares entre salarios e indemnizaciones y Charles Prince obtuvo 40 millones al dejar Citigroup (11.000 millones de dólares en pérdidas, 17.000 despidos) y cobró en su último año 65 millones más de salario.
En 2006, Frederic Mishkin (1951), economista ligado al BM (Banco Mundial) y al FMI (Fondo Monetario Internacional), cofirmó un caro informe (124.000 $) titulado “Financial Stability in Iceland” (Estabilidad financiera en Islandia) resaltando las bondades del sistema financiero islandés, muy desregulado y sobredimensionado desde 2001, y recomendando su implantación en otros países. En el mismo se decía: “la fragilidad financiera no es alta y las probabilidades de una crisis financiera son muy bajas”. Apenas un año después del colapso financiero de Islandia Mishkin modificó chapuceramente en su CV el título del informe por “Financial Instability in Iceland” (Inestabilidad financiera en Islandia) tal y como muestra el documental “Inside Job” de Charles Ferguson). Sin embargo, ni esto ni la falta de previsión de la crisis han supuesto una catarsis para ejercer la necesaria autocrítica por parte de muchos académicos, paniaguados y “expertos en finanzas” que, visto lo visto, vendieron su alma al diablo.
Fraude Intelectual. En 2006, Jeffrey K. Skilling (1953) fue condenado a 24 años y cuatro meses por el caso Enron. Como presidente de Enron Skilling implementó en su compañía un sistema de “gestión de recursos humanos” y promoción profesional llamado “rank and yank”, un modelo de competencia despiadada entre sus empleados con la permanente amenaza de despidos. Este esquema profundamente darwinista social corrompió a la empresa desde dentro. Lo más inquietante es que, según la revista Time, en el momento del colapso de Enron, una de cada cinco empresas estadounidenses estaban siguiendo el mismo disparate.
En 2003, el Premio Nobel de Economía de 1995, Robert Lucas (1937) dijo en la sede la de la American Economic Association (de la que era presidente) que “a efectos prácticos la desregulación de los mercados financieros es la solución a la depresión (…) El problema central de la prevención de la depresión ya está resuelto”. Ese mismo año nos dejó otra perla sobre las consecuencias del proceso de acumulación de capital: “el estudio de los temas de distribución es una de las tendencias perniciosas y dañinas en el conocimiento económico, en realidad, es venenosa para tal conocimiento”. Las aportaciones de Robert Lucas sobre las expectativas racionales y su visión economía de corte neoliberal adolece, como todas las ciencias sociales, de un exceso de inductivismo, al dar por buenas recetas económicas generales a partir de escasas observaciones particulares.
En 2003, una veterana y cualificada representante del grupúsculo del Tea Party de Texas (EE.UU.) llamada Debbie Riddle (1949) manifestó lo siguiente en “El Paso Times”: “¿de dónde vino la idea de que todo el mundo merece una educación gratuita, una atención médica gratuita y cualquier otra cosa gratuita? Viene de Moscú, de Rusia. Viene directamente de la boca del infierno. Y esta idea se disfraza hábilmente como propia de gente de buen corazón. Pero nada de buen corazón. Es la idea que rasga el corazón de este país“. Hans-Hermann Hoppe (1949) hiló más fino: “la democracia no tiene nada que ver con la libertad, es una variante suave del comunismo, y rara vez en la historia de las ideas ha sido tomada por otra cosa”. Se ve que no todos los neoliberales lo son por inspiración de la visión rebelde adolescente del mundo viejuno de “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand pero casi.
En 2002 (c.) cuentan, entre otros Frank Schirrmacher (1959-2014), que justo después de los atentados del 11S, en un informe promovido por unos plutócratas alucinados de Wall Street se valoró hacer un mercado de futuros sobre posibles atentados terroristas, opción que finalmente fue sensatamente rechazada por descabellada, al considerar que los especuladores ganarían dinero con la realización de atentados tal y como ya lo hacen con las hambrunas y crisis alimentarias (aunque esto último no importe demasiado).
En 2001, el analista de JP Morgan David Li (1960) se inventó una fórmula matemática (de tipo alquímico) que cuantificaba los riesgos de las “obligaciones de deuda colaterales” (es decir, hipotecas basura) por lo que la banca utilizó la fórmula de coartada “matemática” multiplicando esas toxicidades financieras que se vieron favorecidas por las triples A con la que las premiaron las agencias de (des)calificación. Hoy la fórmula milagrosa está más desprestigiada que los pagarés de Nueva Rumasa (sus modelos probabilísticos se mueven con probabilidades de 1 vez cada 20.000 años), lo que no ha sido un problema para seguir aceptando irresponsablemente la falsa asepsia metodológica de la cháchara económico-financiera neoliberal y las justificaciones matemáticas de las toxicidades que circulan a diario por los mercados de futuros y derivados financieros.
En 2001, el treintañero Henry Blodget (no confundir con Belfort, “el lobo de Wall Street” de Scorsese) era el analista de mercados (de la camada de la todavía impoluta Merrill Lynch) más famoso en el venenoso mundillo de la banca de inversión de Wall Street debido a sus predicciones visionarias sobre las cotizaciones de las empresas tecnológicas. Ese año ganó doce millones de dólares netos anuales; sin embargo, el advenedizo Blodget recomendaba comprar a sus clientes acciones de empresas ruinosas que costaron pérdidas cienmilmillonarias después del estallido de la “burbuja puntocom”. Blodget fue acusado en el año 2003 por el supervisor bursátil estadounidense (SEC) por malas prácticas y pagó una multa de cuatro millones de dólares retirándose del psicopático casino financiero.
En 2000, cerró por ruina la “empresa” (en realidad un fondo de inversión libre de carácter especulativo) Long-Term Capital Management dirigida por los economistas Myron Scholes (1941) y Robert Merton (1944) que aplicaban su “nuevo método” para determinar el valor de los derivados financieros con los que, además, fueron reconocidos con el premio Nobel de Economía en 1997 (supongo que por introducir el cálculo estocástico en las finanzas, lo que puede ser un fallo parecido a conceder el premio Príncipe de Asturias del Deporte a un dopado Lance Armstrong). El resultado fue que la empresa perdió 5.000 millones de dólares en sólo cien días (muchos especulando contra la moneda y la economía de Rusia), lo que no fue un problema para seguir venerando la opinión de los “expertos financieros” y para que variantes de este modelo se incluyeran en las calculadoras de los analistas financieros, que los consideraban poco riesgosos al presuponer que las crisis financieras ya eran historia.
En 1999, en las postrimerías del gobierno de Clinton, en EE.UU. se anuló la llamada Ley Glass-Steagall vigente desde 1933 para proteger la banca de depósito comercial (ahorros) de la banca de inversión (especulación). Esta descabellada idea ideológica prestó su coartada fundamentalmente en los trabajos del economista Eugene Fama que propuso la hipótesis de eficiencia de los mercados y la autorregulación de los mismos. Poco importó que esta revocación facilitase el descontrol y caos financiero, o comprender que los mercados financieros no se autorregulan, o que la crisis financiera quedese mejor explicada por las contribuciones teóricas alternativas (por ejemplo, las de Hyman Minsky) o promulgar la tímida Ley Dodd Frank de reforma de Wall Street y de protección del consumidor. (Esta Ley, de 2010, pretendía poner algo de orden en el desaguisado financiero pero apenas se pudo desarrollar completamente debido a que las asociaciones de consumidores contaban con 20 lobbistas frente a los 400 lobbistas y los mil millones de dólares del sector financiero para influenciar a los congresistas y entorpecer el desarrollo de la Ley.)
En 1997, el economista austroliberal Thomas Siems (1957) escribió un influyente panfleto titulado “10 Myths about financial derivatives” (10 mitos sobre los derivados financieros) donde se afirmaba que el creciente y enorme tamaño del mercado de derivados financieros no suponían una práctica bancaria insegura sino que, por el contrario, era muy sólida y prometedora. El origen de la crisis financiera (y las que vengan) han desmentido esto, pero no supone ningún problema para seguir aceptando el dogma de las bondades de la gran financiarización. Ya no se trata de hacer que los mercados financieros sean útiles y eficaces para el conjunto de la sociedad sino de pura auri sacra fames.
En 1992, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama (1952), reinterpretando a su modo al filósofo ruso Alexander Kojève, publicó “El fin de la Historia y el último hombre” donde defiende que el triunfo del bondadoso capitalismo de libre mercado posreal ha puesto fin a las utopías de emancipación y al ser humano como sujeto histórico y conformador de la realidad a cambio de proporcionarnos un paraíso terrenal de libre mercado. “¡La sociedad no existe!” clamaban Margaret Thatcher y sus adláteres. Cada época se juzga por su filosofía dominante, el neoliberalismo se retrataba: posmodernidad y darwinismo social.
En 1991, George Kenneth Binmore (1940), experto en teoría de juegos no colaborativos, considerada la nueva escolástica, escribió “Designing Economic Agents that Behave Like Human Agents”, a fin de crear agentes económicos artificiales indistinguibles de los propios seres humanos. El Homo (homunculus) œconomicus, construido como un auténtico sociópata egomaníaco pasó de ser una simulación de laboratorio a la misma realidad, ya que nos convencieron de que somos seres codificados y sintéticos que si actuamos de acuerdo con las fórmulas matemáticas de las leyes aceptadas por los economistas prosistema y perseguimos únicamente nuestro propio interés, llegaremos mágicamente al mejor de los mundos posibles.
En 1990, el artículo “CEO Incentives: It’s not how much you pay, but how” de Michael Jensen (1939) y Kevin Murphy (1958) sugería que, debido a que los mercados financieros siempre reflejan adecuadamente los precios (aunque esto sea una premisa falsa), las retribuciones de los ejecutivos deberían relacionarse, no ya con los sueldos de los burócratas, sino con los cambios en las cotizaciones bursátiles de sus empresas (pero sólo al alza, evidentemente). Esta idea cayó en gracia y al poco tiempo la mayoría de los ejecutivos financieros cobraban “opciones sobre acciones”, lo que incentivó la manipulación de la contabilidad de la economía de casino en su beneficio por lo que no es de extrañar que los resultados fuesen demoledores: salarios multimillonarios, extensión de la información privilegiada, falseamiento de cuentas, culto a la personalidad, obscena desigualdad, precios de las cotizaciones inflados por encima de su valor real, escándalos como el de Enron, crack financiero de 2008, etc. A mediados de los años setenta un alto ejecutivo ganaba unas 35 veces más que el sueldo medio de un trabajador de la empresa, actualmente esta distancia casi se ha multiplicado por diez. En el año 2007, Rick Wagoner, de General Motors, cobró algo más de 12 millones de dólares netos en salario, bonus y opciones sobre acciones al mismo tiempo que anunciaba bajadas de sueldos y despidos para 74.000 empleados.
En 1983, Milton Friedman (1912-2006), premio Nobel de Economía en 1976, manipuló datos en las series históricas del Reino Unido sobre la masa de dinero y el gasto total a fin de avalar empíricamente su teoría monetarista en su publicación “Monetary Trends in the United States and United Kingdom” en colaboración con Anna Schwartz (1915-2012). Los econometristas de Oxford David Hendry (1944) y Neil Ericsson (1944) detectaron numerosos errores, pero no denunciaron la equivocación de la teoría monetarista, sino su falta de apoyo en los datos reales (ya en 1953, Milton Friedman publicó un artículo, “The Methodology of Positive Economics”, en donde defendía que no importaba que las premisas de una teoría fueran realistas o no sino lo que importaba eran si sus predicciones eran certeras). Aunque, en el fondo, la polémica ya no estaba en la incorrección o las limitaciones de la formalización matemática de determinados axiomas o teorías económicas, sino en la batalla ideológica por el control de la política económica, monetaria y fiscal, de la que Friedman fue un pionero, aunque hoy en día pueda ser considerado un moderado matemático comparado con sus posteriores y desatados herederos ideológicos.
Martín Abascania
Fuente: https://lpedeuda.wordpress.com/2015/02/26/fraudes-intelectuales-ii-hoy-el-tinglado-neoliberal/
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viernes, 6 de marzo de 2015
La teoría de John Hope Bryant. Un buen caso para aplicar el sentido crítico,...
A John Hope Bryant, su teoría sobre la pobreza y cómo ésta puede salvar el capitalismo le ha convertido en asesor financiero de Barack Obama. Un ascenso meteórico desde su etapa "sin techo" en la administración Reagan. "Ser pobre —dice— es un estado mental que depende de la baja autoestima y del entorno que tomemos como modelo. En EE UU los dueños de las pymes han aprendido el lenguaje del dinero y están generando la mayor parte del empleo del país. El 70% de la economía norteamericana se basa en el consumo y la mayoría de empresas tienen menos de 50 empleados".
Hope Bryant afirma que la pobreza y la inmigración han dado lugar a los mayores éxitos empresariales norteamericanos. Y pone ejemplos: "El del fundador de Walmart, la empresa más grande del mundo según Fortune", Sam Walton, que ordeñó vacas y repartió periódicos; o Jim Casey, que a los 19 años y con 100 dólares que le prestó un amigo puso en marcha el gigante que es hoy UPS.
Hope Bryant es consejero delegado de Operación Hope, organización bancaria social sin ánimo de lucro. Desde ésta presta servicios a más de 1,5 millones de personas sin recursos y ha empleado seis millones de dólares para ayudar con las hipotecas.
Hope Bryant afirma que la pobreza y la inmigración han dado lugar a los mayores éxitos empresariales norteamericanos. Y pone ejemplos: "El del fundador de Walmart, la empresa más grande del mundo según Fortune", Sam Walton, que ordeñó vacas y repartió periódicos; o Jim Casey, que a los 19 años y con 100 dólares que le prestó un amigo puso en marcha el gigante que es hoy UPS.
Hope Bryant es consejero delegado de Operación Hope, organización bancaria social sin ánimo de lucro. Desde ésta presta servicios a más de 1,5 millones de personas sin recursos y ha empleado seis millones de dólares para ayudar con las hipotecas.
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jueves, 5 de marzo de 2015
Philip Levine, bardo del corazón industrial de EE UU. La guerra civil y el movimiento anarquista españoles marcaron de forma decisiva la obra del poeta de Detroit
Philip Levine, uno de los poetas urbanos esenciales de su país, a quien su compatriota Edward Hirsch caracterizó como el Whitman irónico del corazón industrial de América, falleció en la localidad de Fresno, California, el pasado 14 de febrero a los 87 años, apenas un mes después de serle diagnosticado un cáncer de páncreas. Su lugar de trabajo, ubicado en el centro de un viejo caserón rodeado de alisos, naranjos y eucaliptos, estaba presidido por una fotografía de Robert Cappa en la que un grupo de anarquistas posan sonrientes delante de un puchero, durante la guerra civil española. En la entrada que le dedica el Diccionario biográfico de autores contemporáneos, tras señalar sus circunstancias familiares y profesionales, se apostilla escuetamente: Ocupación: “Poeta”; credo político: “Anarquista”; religión: “Anarquista”. El anarquismo era, efectivamente, el elemento que vertebraba y del que se nutrían sus dos obsesiones mayores: dar voz a los trabajadores de la industria automovilística de Detroit, junto a los cuales se forjó en la adolescencia, y la tragedia de la Guerra Civil, en la que varios conocidos de su familia tomaron parte activa.
En una conversación con la novelista Mona Simpson, Levine señaló que En torno al asesinato del teniente José del Castillo a manos del falangista Bravo Martínez, 12 de julio de 1936, uno de sus composiciones más emblemáticas, la muerte del oficial republicano condensa la esencia de la tragedia a punto de desencadenarse. “Lo escribí décadas después de la guerra, tras escuchar el alegato de un predicador negro mientras conducía por un Detroit devastado por los disturbios raciales. La voz del predicador me hizo sentir la universalidad del dolor anónimo de todos los conflictos”, manifestó Levine sobre su composición. A propósito de otro de sus poemas más conocidos, Coming Home Detroit 1968, en el que refiere de manera desgarrada la decrepitud física y moral de su ciudad, Levine señaló: “En Detroit, la ciudad más devastada de América, no hay el menor atisbo de grandeza heroica. Lo único que queda son hombres, animales, plantas y flores que insisten en afirmar su derecho a la existencia”.
Philip Levine nació en el Hospital Henry Ford de Detroit, en 1928. Sus padres, emigrantes judíos de origen ruso, vivieron la catástrofe de la Gran Depresión cuando el niño tenía un año. A los cinco perdió a su padre. Cuando tenía ocho, estalló la guerra civil española, cuyas vicisitudes siguieron angustiosamente los amigos de la familia, algunos de los cuales se alistaron en las Brigadas Internacionales. En sus memorias, el poeta cuenta que cuando iba a pie al colegio se imaginaba que llevaba un rifle y que la emprendía a tiros con los cadillacs, chevrolets y lincolns de lujo que había aparcados frente a las mansiones de los ricos. A los 14 empezó a trabajar en las plantas donde se fabricaban aquellos vehículos. Fue el primer miembro de su familia en acceder a la universidad, donde tuvo la fortuna de conocer a John Berryman, quien le ayudó a encontrar la voz que daría forma a sus experiencias en el cinturón industrial de Detroit. En No preguntes, libro de entrevistas publicado en 1981, afirmó: “A ningún poeta le importa lo que pasa en ese mundo, de modo que me impuse el reto de hacerlo yo. Cuando volví a ver a mis antiguos compañeros de trabajo y les expliqué que me dedicaba a escribir poesía, ninguno se rió de mí”. La pasión de Levine por España le llevó a pasar unos años en nuestro país en la década de los sesenta. Tradujo a Jaime Sabines y Gloria Fuertes. Visor publicó el año pasado La búsqueda de la sombra de Lorca, una antología a cargo de Andrés Catalán de sus poemas relacionados con España. Autor de más de 25 colecciones de versos, fue uno de los poetas más galardonados de su tiempo. Además de obtener el Pulitzer y el Premio Nacional del Libro (en dos ocasiones), entre 2011 y 2012 fue Poeta Laureado de su país. Al igual que Whitman, su maestro, Levine tenía el don de saber llegar a un amplio número de lectores con su poesía. Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/24/actualidad/1424818216_823335.html
En una conversación con la novelista Mona Simpson, Levine señaló que En torno al asesinato del teniente José del Castillo a manos del falangista Bravo Martínez, 12 de julio de 1936, uno de sus composiciones más emblemáticas, la muerte del oficial republicano condensa la esencia de la tragedia a punto de desencadenarse. “Lo escribí décadas después de la guerra, tras escuchar el alegato de un predicador negro mientras conducía por un Detroit devastado por los disturbios raciales. La voz del predicador me hizo sentir la universalidad del dolor anónimo de todos los conflictos”, manifestó Levine sobre su composición. A propósito de otro de sus poemas más conocidos, Coming Home Detroit 1968, en el que refiere de manera desgarrada la decrepitud física y moral de su ciudad, Levine señaló: “En Detroit, la ciudad más devastada de América, no hay el menor atisbo de grandeza heroica. Lo único que queda son hombres, animales, plantas y flores que insisten en afirmar su derecho a la existencia”.
Philip Levine nació en el Hospital Henry Ford de Detroit, en 1928. Sus padres, emigrantes judíos de origen ruso, vivieron la catástrofe de la Gran Depresión cuando el niño tenía un año. A los cinco perdió a su padre. Cuando tenía ocho, estalló la guerra civil española, cuyas vicisitudes siguieron angustiosamente los amigos de la familia, algunos de los cuales se alistaron en las Brigadas Internacionales. En sus memorias, el poeta cuenta que cuando iba a pie al colegio se imaginaba que llevaba un rifle y que la emprendía a tiros con los cadillacs, chevrolets y lincolns de lujo que había aparcados frente a las mansiones de los ricos. A los 14 empezó a trabajar en las plantas donde se fabricaban aquellos vehículos. Fue el primer miembro de su familia en acceder a la universidad, donde tuvo la fortuna de conocer a John Berryman, quien le ayudó a encontrar la voz que daría forma a sus experiencias en el cinturón industrial de Detroit. En No preguntes, libro de entrevistas publicado en 1981, afirmó: “A ningún poeta le importa lo que pasa en ese mundo, de modo que me impuse el reto de hacerlo yo. Cuando volví a ver a mis antiguos compañeros de trabajo y les expliqué que me dedicaba a escribir poesía, ninguno se rió de mí”. La pasión de Levine por España le llevó a pasar unos años en nuestro país en la década de los sesenta. Tradujo a Jaime Sabines y Gloria Fuertes. Visor publicó el año pasado La búsqueda de la sombra de Lorca, una antología a cargo de Andrés Catalán de sus poemas relacionados con España. Autor de más de 25 colecciones de versos, fue uno de los poetas más galardonados de su tiempo. Además de obtener el Pulitzer y el Premio Nacional del Libro (en dos ocasiones), entre 2011 y 2012 fue Poeta Laureado de su país. Al igual que Whitman, su maestro, Levine tenía el don de saber llegar a un amplio número de lectores con su poesía. Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/24/actualidad/1424818216_823335.html
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miércoles, 4 de marzo de 2015
Oriol Mitjà. El joven médico que va a erradicar la segunda enfermedad humana
Hay un par de fotografías históricas que dejan claro que la humanidad, cuando quiere, puede superar en bondad y poder a cualquiera de los dioses adorados por las 4.000 religiones diferentes que existen en el mundo. La primera imagen muestra al cocinero somalí Alí Maow Maalin, de 23 años, con el cuerpo lleno de úlceras. En la segunda foto, tomada unos meses después, aparece el mismo joven pero sonriente, con sus heridas sanadas. Alí Maow Maalin fue, el 26 de octubre de 1977, la última persona que se infectó de manera natural de viruela, una enfermedad que llegó a matar a más de medio millón de personas al año, incluidos cinco reyes europeos solo en el siglo XVIII. Gracias a una campaña de vacunación masiva, la viruela fue la primera, y única hasta la fecha, enfermedad humana erradicada de la faz de la Tierra.
“Técnicamente es posible que veamos la foto del último enfermo de pian en 2017”, sostiene el médico español Oriol Mitjà. En el mundo rico, la palabra pian no dice nada. Pero en las regiones remotas de algunos países tropicales es una peste que azota donde se acaban los caminos, allí donde los médicos son como seres imaginarios de los que hablan los más viejos. El pian es una enfermedad olvidada provocada por una bacteria, emparentada con la sífilis, que sin tratamiento deforma los huesos, deja las piernas como lunas en cuarto menguante y llega a borrar, literalmente, la cara de las personas afectadas, sobre todo niños.
Ahora, el pian, que afecta a unas 500.000 personas, puede desaparecer del planeta gracias a una estrategia que, según se ha anunciado este miércoles, funciona. Un personaje del dramaturgo alemán Bertolt Brecht proclamaba: “Desgraciada la tierra que necesita un héroe”. En este caso, la tierra desgraciada son 13 países de África, el sudeste asiático y el Pacífico occidental, con los que se ceba el pian. Y el héroe es Oriol Mitjà.
En 2010, cuando tenía 29 años, el joven investigador aterrizó en la remota isla de Lihir, en Papúa Nueva Guinea, para trabajar como médico. Llegaba con un premio extraordinario de licenciatura y un máster en Londres sobre enfermedades tropicales bajo el brazo. Al poco de llegar, pasó por su consulta un niño con un síntoma que no había estudiado ni había visto antes en una estancia en India: una úlcera roja en el brazo del tamaño de una moneda de dos euros. Un médico local le puso al día: “Es el pian”.
La enfermedad llevaba olvidada medio siglo. En 1952, cuando había 50 millones de afectados en el mundo, la Organización Mundial de la Salud y Unicef pusieron en su punto de mira al pian con el objetivo de erradicarlo. Iniciaron una campaña de tratamiento masivo con inyecciones de penicilina en 46 países. Doce años después, el número de casos clínicos se había reducido un 95%. Entonces, se decidió relajar el cerco y la bacteria resurgió, volviendo a borrar rostros de niños en las regiones más pobres de los países más pobres.
Mitjà, enfrentado a un enemigo derrotable con un simple antibiótico, decidió no sumarse a la desidia de las autoridades. Junto a su director de tesis, Quique Bassat, ambos del Instituto de Salud Global de Barcelona, se puso a diseñar una estrategia para combatir el pian. Necesitaban un tratamiento más sencillo que un pinchazo de penicilina, una medida que requiere personal médico entrenado y genera miedo entre la población. En 2012, anunciaron los resultados de un estudio con 250 niños en la revista británica The Lancet: con una sola pastilla de otro antibiótico, la azitromicina que en los países ricos se suele emplear para bronquitis y otitis, los chavales con pian se curaban.
Animada por el impulso del español, la OMS decidió retomar el objetivo de erradicar el pian y se fijó como meta el año 2020. Como se necesitan tres años sin casos para dar una enfermedad por extinguida, el último enfermo de pian tendría que ser curado en 2017. Faltaba demostrar que la estrategia de Mitjà funcionaba a gran escala. Y funciona.
Un nuevo estudio que se publica este miércoles en la revista The New England Journal of Medicine muestra los resultados de una campaña de tratamiento masivo para la mayor parte de los 16.000 habitantes de la isla de Lihir. En solo un año, entre 2013 y 2014, la proporción de enfermos cayó casi un 90%. La presencia de la enfermedad en la población pasó del 2,4% al 0,3%. Y el estudio continúa con seguimientos para llegar a los cero casos.
“Nuestros resultados demuestran que, técnicamente, la estrategia puede erradicar la enfermedad en 2020”, explica Mitjà por teléfono desde Papúa Nueva Guinea, donde coordina el Centro Médico de Lihir, a 48 horas de viaje desde su casa en España. En su hospital, el pian ha desaparecido. Cuando llegó en 2010, el médico novato se acercó a los colegios de la zona para conocer la extensión de la enfermedad que acababa de descubrir en su consulta. Solicitó a los profesores que pidieran a sus alumnos con úlceras que se levantaran. “La mitad de la clase se ponía en pie”, recuerda. Otros, con la cara borrada o los huesos torcidos, ni siquiera querían ir al colegio y se quedaban en casa.
Los 13 países donde la enfermedad es endémica. Leer más aquí.
Justicia politizada
Primero fue el borrado de los discos duros del caso Bárcenas requeridos por el juez, y después, la Audiencia Provincial de Madrid “extravió” la causa interpuesta por UPyD e IU sobre la eliminación de dichas pruebas. Ante el primer caso, cabe preguntarse por la tibieza del magistrado que pide los dispositivos en lugar de no requisarlos para evitar su formateo por parte de los investigados. El segundo hecho revela una vez más la inaplazable reforma de una justicia politizada hasta el tuétano, cómplice de prácticas que entorpecen el normal desarrollo de los procesos judiciales.— DANIEL GARCÍA DELICADO Albacete 24 FEB 2015
martes, 3 de marzo de 2015
Lo que ha conseguido Grecia. En el telón de fondo del drama griego hay una economía europea que, a pesar de las cifras positivas, todavía da la impresión de estar cayendo en una trampa deflacionista
La semana pasada, tras mucho teatro, el nuevo Gobierno de Grecia llegó a un acuerdo con sus acreedores. A principios de esta semana, los griegos aportaron algunos detalles sobre el modo en que pretenden cumplir las condiciones. Entonces, ¿qué tal ha ido?
Bueno, si hiciésemos caso de muchas de las noticias y artículos de opinión de los últimos días, pensaríamos que ha sido un desastre; que ha sido una "rendición" por parte de Syriza, la nueva coalición que gobierna en Atenas. Y parece que algunas facciones de la propia Syriza también lo creen así. Pero no es cierto. Por el contrario, Grecia ha salido bastante bien librada de las negociaciones, aunque las grandes batallas todavía están por venir. Y al salir bien parada, Grecia le ha hecho un favor al resto de Europa.
Para encontrarle sentido a lo que ha pasado, hay que entender que la controversia más importante tiene que ver con una sola cifra: la magnitud del superávit primario de Grecia, la diferencia entre los ingresos y los gastos públicos, sin contar los intereses sobre la deuda. El superávit primario mide los recursos que Grecia transfiere de hecho a sus acreedores. Todo lo demás, incluido el valor nocional de la deuda —que en este momento es una cifra más o menos arbitraria, que incide poco en la cantidad que se espera que pague Grecia— solo tiene importancia en la medida en que afecte al superávit primario que Grecia se ve obligada a asumir.
El hecho de que Grecia tenga un superávit —dada la crisis con proporciones de depresión en la que está sumida y el efecto de esa depresión sobre los ingresos— es un logro extraordinario, la consecuencia de unos sacrificios increíbles. No obstante, Syriza siempre ha dejado claro que tiene la intención de seguir acumulando un pequeño superávit primario. Si les molesta que las negociaciones no hayan dejado margen para una abolición completa de la austeridad, un giro hacia el estímulo fiscal keynesiano, es que no estaban prestando atención.
En realidad, la pregunta era si Grecia se vería obligada a imponer todavía más austeridad. El anterior Gobierno griego había accedido a aplicar un programa con el que el superávit primario se triplicaría durante los próximos años, lo que tendría un coste inmenso para la economía y los ciudadanos griegos.
¿Por qué aceptaría cualquier Gobierno algo así? Por miedo. En esencia, los sucesivos dirigentes de Grecia y otros países deudores no se han atrevido a cuestionar las desorbitadas exigencias de los acreedores, por miedo a ser castigados (a que los acreedores les dejasen sin financiación o, aún peor, hundiesen su sistema bancario si se mostraban reacios a unos recortes presupuestarios cada vez más drásticos).
Entonces, ¿se ha echado atrás el actual Gobierno griego y ha accedido a tratar de alcanzar esos superávits demoledores para la economía? No. De hecho, Grecia ha conseguido para este año una flexibilidad que no tenía, y la forma de referirse a los superávits futuros es poco clara. Igual podría significar algo que nada.
Y los acreedores no han cerrado el grifo. En vez de eso, han puesto a disposición de Grecia una financiación que le permita salir adelante durante los próximos meses. Por así decirlo, han atado a Grecia corto, y esto significa que la gran batalla sobre el futuro todavía no se ha librado. Pero el Gobierno griego no ha consentido que lo echen a patadas y esto es, por sí solo, una especie de victoria.
¿A qué se debe entonces tanta información negativa? A decir verdad, la política fiscal no es el único problema. También había y hay debates sobre cosas como la privatización de los bienes públicos, respecto a la que Syriza ha acordado no revocar los pactos ya firmados, y la regulación del mercado laboral, donde parece que se mantendrán algunas de las “reformas estructurales” de la época de la austeridad. Syriza también ha accedido a castigar con dureza la evasión fiscal, aunque a mí se me escapa la razón por la que recaudar impuestos parece ser una derrota para un Gobierno de izquierdas.
Aun así, nada de lo que acaba de pasar justifica esa retórica del fracaso que se ha impuesto. De hecho, mi impresión es que estamos contemplando una infame alianza entre los escritores de izquierdas con expectativas poco realistas y la prensa empresarial, a la que le gusta la historia de la debacle griega porque eso es lo que se supone que les pasa a los deudores arrogantes. Pero no se ha producido ninguna debacle. Al menos de momento, Grecia parece haber puesto fin al ciclo de la austeridad cada vez más despiadada.
Y como he dicho, con ello, Grecia le ha hecho un favor al resto de Europa. Recuerden, en el telón de fondo del drama griego hay una economía europea que, a pesar de las cifras positivas que registra últimamente, todavía da la impresión de estar cayendo en una trampa deflacionista. Europa en su conjunto necesita desesperadamente acabar con la locura de la austeridad, y esta semana ha habido algunos indicios ligeramente positivos. En especial, que la Comisión Europea ha decidido no multar a Francia e Italia por sobrepasar sus objetivos de déficit.
Imponer estas multas habría sido demencial, dada la realidad del mercado; Francia puede adquirir préstamos a cinco años con un tipo de interés del 0,002 %. Así es, el 0,002 %. Pero hemos visto muchas locuras similares durante los últimos años. Y hay que preguntarse si la historia griega ha tenido algo que ver con este brote de sensatez.
Mientras tanto, el primer deudor real que se ha rebelado contra la austeridad ha empezado con buen pie, aunque nadie lo crea. ¿Cómo se dice en griego: “Tranquilos, y adelante”?
Fuente: Paul Krugman. El País.
Bueno, si hiciésemos caso de muchas de las noticias y artículos de opinión de los últimos días, pensaríamos que ha sido un desastre; que ha sido una "rendición" por parte de Syriza, la nueva coalición que gobierna en Atenas. Y parece que algunas facciones de la propia Syriza también lo creen así. Pero no es cierto. Por el contrario, Grecia ha salido bastante bien librada de las negociaciones, aunque las grandes batallas todavía están por venir. Y al salir bien parada, Grecia le ha hecho un favor al resto de Europa.
Para encontrarle sentido a lo que ha pasado, hay que entender que la controversia más importante tiene que ver con una sola cifra: la magnitud del superávit primario de Grecia, la diferencia entre los ingresos y los gastos públicos, sin contar los intereses sobre la deuda. El superávit primario mide los recursos que Grecia transfiere de hecho a sus acreedores. Todo lo demás, incluido el valor nocional de la deuda —que en este momento es una cifra más o menos arbitraria, que incide poco en la cantidad que se espera que pague Grecia— solo tiene importancia en la medida en que afecte al superávit primario que Grecia se ve obligada a asumir.
El hecho de que Grecia tenga un superávit —dada la crisis con proporciones de depresión en la que está sumida y el efecto de esa depresión sobre los ingresos— es un logro extraordinario, la consecuencia de unos sacrificios increíbles. No obstante, Syriza siempre ha dejado claro que tiene la intención de seguir acumulando un pequeño superávit primario. Si les molesta que las negociaciones no hayan dejado margen para una abolición completa de la austeridad, un giro hacia el estímulo fiscal keynesiano, es que no estaban prestando atención.
En realidad, la pregunta era si Grecia se vería obligada a imponer todavía más austeridad. El anterior Gobierno griego había accedido a aplicar un programa con el que el superávit primario se triplicaría durante los próximos años, lo que tendría un coste inmenso para la economía y los ciudadanos griegos.
¿Por qué aceptaría cualquier Gobierno algo así? Por miedo. En esencia, los sucesivos dirigentes de Grecia y otros países deudores no se han atrevido a cuestionar las desorbitadas exigencias de los acreedores, por miedo a ser castigados (a que los acreedores les dejasen sin financiación o, aún peor, hundiesen su sistema bancario si se mostraban reacios a unos recortes presupuestarios cada vez más drásticos).
Entonces, ¿se ha echado atrás el actual Gobierno griego y ha accedido a tratar de alcanzar esos superávits demoledores para la economía? No. De hecho, Grecia ha conseguido para este año una flexibilidad que no tenía, y la forma de referirse a los superávits futuros es poco clara. Igual podría significar algo que nada.
Y los acreedores no han cerrado el grifo. En vez de eso, han puesto a disposición de Grecia una financiación que le permita salir adelante durante los próximos meses. Por así decirlo, han atado a Grecia corto, y esto significa que la gran batalla sobre el futuro todavía no se ha librado. Pero el Gobierno griego no ha consentido que lo echen a patadas y esto es, por sí solo, una especie de victoria.
¿A qué se debe entonces tanta información negativa? A decir verdad, la política fiscal no es el único problema. También había y hay debates sobre cosas como la privatización de los bienes públicos, respecto a la que Syriza ha acordado no revocar los pactos ya firmados, y la regulación del mercado laboral, donde parece que se mantendrán algunas de las “reformas estructurales” de la época de la austeridad. Syriza también ha accedido a castigar con dureza la evasión fiscal, aunque a mí se me escapa la razón por la que recaudar impuestos parece ser una derrota para un Gobierno de izquierdas.
Aun así, nada de lo que acaba de pasar justifica esa retórica del fracaso que se ha impuesto. De hecho, mi impresión es que estamos contemplando una infame alianza entre los escritores de izquierdas con expectativas poco realistas y la prensa empresarial, a la que le gusta la historia de la debacle griega porque eso es lo que se supone que les pasa a los deudores arrogantes. Pero no se ha producido ninguna debacle. Al menos de momento, Grecia parece haber puesto fin al ciclo de la austeridad cada vez más despiadada.
Y como he dicho, con ello, Grecia le ha hecho un favor al resto de Europa. Recuerden, en el telón de fondo del drama griego hay una economía europea que, a pesar de las cifras positivas que registra últimamente, todavía da la impresión de estar cayendo en una trampa deflacionista. Europa en su conjunto necesita desesperadamente acabar con la locura de la austeridad, y esta semana ha habido algunos indicios ligeramente positivos. En especial, que la Comisión Europea ha decidido no multar a Francia e Italia por sobrepasar sus objetivos de déficit.
Imponer estas multas habría sido demencial, dada la realidad del mercado; Francia puede adquirir préstamos a cinco años con un tipo de interés del 0,002 %. Así es, el 0,002 %. Pero hemos visto muchas locuras similares durante los últimos años. Y hay que preguntarse si la historia griega ha tenido algo que ver con este brote de sensatez.
Mientras tanto, el primer deudor real que se ha rebelado contra la austeridad ha empezado con buen pie, aunque nadie lo crea. ¿Cómo se dice en griego: “Tranquilos, y adelante”?
Fuente: Paul Krugman. El País.
Actos de bondad insensata
La bondad insensata es el título de un libro de Gabriele Nissim que habla de un juez que dedicó su vida a buscar personas anónimas que salvaron judíos del Holocausto. Pero también es lo que movió a 1.300 jóvenes musulmanes a hacer una cadena humana alrededor de una sinagoga en Oslo en señal de solidaridad con la comunidad judía tras el atentado en Copenhague, en el que un joven nacido en Dinamarca de origen palestino mató a dos personas.
Actos así, que deberían ser portada, pasan inadvertidos en muchos medios. Actos conciliadores que muestran al mundo que hay muchos más defensores de la paz que de la guerra, que es posible y deseable la convivencia intercultural. Actos de bondad insensata y anónima que necesitamos conocer, porque “esas personas, que se ignoran” (Borges), están salvando el mundo.— CARMEN MARTÍNEZ GONZÁLEZ Madrid 24 FEB 2015
Actos así, que deberían ser portada, pasan inadvertidos en muchos medios. Actos conciliadores que muestran al mundo que hay muchos más defensores de la paz que de la guerra, que es posible y deseable la convivencia intercultural. Actos de bondad insensata y anónima que necesitamos conocer, porque “esas personas, que se ignoran” (Borges), están salvando el mundo.— CARMEN MARTÍNEZ GONZÁLEZ Madrid 24 FEB 2015
lunes, 2 de marzo de 2015
El adiós al plástico está en el caparazón de un insecto. Un científico español de Harvard es uno de los mayores expertos del mundo en quitosano, un material biodegradable que abre un escenario prometedor en industria y medicina
“Muchos objetos de plástico, como los desechables o embalajes, se fabrican sin pensar en su vida útil. Si yo por ejemplo fabrico una botella de agua, no te puedo perseguir para que la eches al contenedor que le toca”, explica Javier Fernández, doctor en Nanobiotecnología por la Universidad de Barcelona, investigador en Harvard y docente de la Singapore University of Technology and Design. Con una carrera enfocada a reducir el consumo de plástico, él tiene su propia apuesta: el quitosano.
Javier Fernández suma ya tres publicaciones científicas sobre las propiedades de este material biodegradable que podría jubilar al plástico y abrir nuevas vías de investigación en medicina, industria e impresión en 3D. Para su primera publicación, publicada en Advanced Materials en 2012, el investigador se “encerró” —literalmente, según cuenta— en la biblioteca de Zoología de Harvard para estudiar minuciosamente los caparazones de insectos y crustáceos. Así, dio con las bases para crear el shrilk, una mezcla a base de quitosano —material presente en caparazones de crustáceos e insectos— y fibroína —una proteína de la seda—... Leer más aquí.
domingo, 1 de marzo de 2015
Kíev, un año después
Hoy se cumple un año de la masacre de Kiev, con decenas de muertos, tanto protestantes como policías, que fue decisiva para derrocar a un gobierno ucraniano reticente al pleno alineamiento con la Otan y la Unión Europea y sustituirlo por otro plenamente conforme con ello. La masacre no ha sido investigada oficialmente. Las nuevas autoridades de Kíev fueron juez y parte de una mascarada al respecto. Las potencias occidentales que apadrinaron al movimiento, no han mostrado interés alguno en una investigación independiente.
Centuria celestial
Las víctimas han sido declaradas “Centuria celestial” y utilizadas para glorificar el cambio de régimen como producto de una gesta popular. Un año después, el canal Arte ofrece una larga recopilación de imágenes que ilustra hasta qué punto el movimiento fue violento.
http://www.arte.tv/guide/de/057960-000/kiew-brennt/?vid=057960-000_PLUS7-D
El documento concluye con imágenes de protestantes muertos, sin ofrecer imágenes de policías muertos. He aquí los nombres de algunos de los policías muertos, concretamente de once de ellos, que yo mismo recopilé en un acto celebrado en Odesa: Sergei Spichak, Vasili Bulitko, Andrei Fedyukin, Sergei Tsengun, Dmitri Vlasenko, Vladimir Evtushok, Vitali Goncharov, Aleksei Ivanienko, Maksim Tretiak, Piotr Savitski, Iván Tepliuk. Todos ellos muertos por herida de bala. La lista es incompleta. Los medios de comunicación ucranianos nunca han mencionado esos nombres, y los del resto de policías y adversarios del Maidán muertos aquellos días en Kíev, que podrían rondar la veintena, en las listas de las 98 víctimas de aquellas jornadas.
Enfrascado en una guerra civil que precisa mitologías patrióticas, el nuevo régimen instauró la “Orden de la Centuria Celestial” que reconoce el “coraje cívico y el patriotismo”. Algunas calles han sido bautizadas con ese nombre y el nuevo presidente y séptima fortuna de Ucrania, Petro Poroshenko, ha declarado el 20 de febrero como, “Día de los cien héroes celestes” para conmemorar la “Revolución de la Dignidad”.
Como expliqué el pasado noviembre (http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2014/11/20/el-conflicto-que-occidente-ha-provocado-en-ucrania-54209/) el único estudio académico sobre aquella masacre, obra del profesor Ivan Katchanovski, de la School of Political Studies de la Universidad de Otawa concluye lo siguiente:
“Las evidencias indican que una alianza de elementos de la oposición y la extrema derecha estuvo implicada en la masacre de manifestantes y de policías, mientras que la implicación de las unidades especiales de la policía en la muerte de algunos manifestantes no puede excluirse. El nuevo gobierno que llegó al poder en gran parte como resultado de la masacre, falsificó la investigación, mientras que los medios de comunicación ucranianos contribuyeron a tergiversar la matanza de manifestantes y policías. Las evidencias indican que la extrema derecha desempeñó un papel clave en el violento derrocamiento del gobierno de Ucrania”.
Un año después, la BBC, uno de los canales importantes para la propaganda de las guerras y cambios de régimen inspirados por potencias occidentales, estima ahora que por lo menos algunos de los que tiraban el 20 de febrero eran antigubernamentales: http://www.bbc.com/news/magazine-31359021. Muy poco y demasiado tarde para reivindicar una mínima decencia informativa.
Un riesgo conocido
Obviamente, si todo eso hubiera ocurrido con los vectores y escenarios invertidos -un gobierno favorable a los intereses occidentales, en México o Canadá, derrocado bajo patronazgo chino y ruso, con políticos rusos, chinos y venezolanos de primera fila repartiendo pastelitos entre los manifestantes y expresando su solidaridad con ellos– no se habría celebrado como progreso democrático, sino como escandaloso y sangriento golpe de estado, intolerable ingerencia extranjera, terrorismo y demás. La guerra que ha resultado de todo ello, como culminación de veinte años de política exterior y de seguridad europea sin Rusia y contra Rusia, se presenta como resultado de un “expansionismo ruso”.
La fragilidad de Ucrania era asunto evidente para cualquier observador ya hace tiempo. En una crónica publicada por este diario el 22 de diciembre de 1991 en la que se mencionaba que la nueva Ucrania independiente contenía once millones de rusos, se decía lo siguiente: “esa realidad demográfica existe y está geográficamente concentrada en el sureste de Ucrania, como una gran Eslavonia latente. Ni la previsible agudización de la crisis económica ni los malos entendidos militares o comerciales, ni la debilidad de la cultura democrática entre los dirigentes de ambos estados, impiden descartar riesgos”. Quien iba a decir entonces que el principal riesgo se derivaría del expansionismo político militar de Euroatlántida en la región, con una OTAN no disuelta sino ampliada con bases y soldados en Rumania, Bulgaria, Turquía, Países bálticos y Polonia, así como relaciones militares y bases en gran parte de las repúblicas ex soviéticas, por citar únicamente el cinturón de hierro alrededor de Rusia.
La fragilidad de Minsk
El segundo acuerdo de Minsk recién alcanzado este mes ha sido resultado directo de los éxitos militares de los rebeldes prorusos. Ese acuerdo tiene como principal problema que ha dejado fuera a muchas fuerzas hostiles a todo diálogo realista. Los Estados Unidos no están. Temen que si Francia y Alemania llegan a un modus vivendi con Rusia, su liderazgo de la política exterior y de seguridad europea se vaya al garete. Prefieren más guerra. Crearle un Afganistán a Europa es preferible a perder el control de su política exterior y de seguridad. Es el cálculo del Imperio del caos, el mismo que ha incendiado Oriente Medio. Por este lado hay que prepararse para lo peor.
En el interior de Europa, Polonia, Estonia, Lituania y Letonia, son claramente hostiles al acuerdo que consideran concesión. Donald Tusk, el polaco germanófilo que preside el Consejo Europeo, expresa abiertamente su escepticismo. El gobierno de Kíev está dividido entre grupos armados de ultraderecha que han proclamado su hostilidad al acuerdo, el primer ministro Yatseniuk que se alinea por completo con las posiciones de Washington y el Presidente Poroshenko que surfea entre diversos patrones con especial atención a Alemania.
Si el asunto es así de frágil, aún más preocupante es la ambigüedad de la única esperanza existente: el sentido común de Alemania y Francia. ¿Qué puede esperarse de gente como Merkel y Hollande, que ya han demostrado su talla en la catastrófica gestión de la eurocrisis? Merkel ha explicado en Munich que la razón de ser del acuerdo de Minsk y de su oposición a no armar a Ucrania es que, “militarmente no se puede vencer a Rusia”. “Esa es la amarga realidad”, dijo respondiendo a un senador americano. Cuando a su inconsistente ministra de defensa, Ursula von der Layen, le preguntaron en Munich por qué se apoya militarmente a los kurdos contra el Estado Islámico y no a los ucranianos contra Rusia, la ministra respondió en la misma clave: los kurdos tienen posibilidades de vencer militarmente a sus adversarios, mientras que los ucranianos, no, dijo.
Regreso a 1983
El clima de la conferencia fue más belicista y agresivo que nunca. Rusia fue el único tema y el debate fundamental fue armar o no armar a Ucrania. Sin rastro del más mínimo examen de responsabilidades. La intervención del antes respetado ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, fue contestada con risas y preguntas agresivas sin precedentes en la sala del hotel de lujo en el que se celebra la conferencia cada año. En una extraordinaria muestra de cambio de acentos, el discurso de Merkel expresó el agradecimiento alemán al “valor de los pueblos de Europa central y Oriental” en su lucha contra el comunismo. Eso fue, dijo, lo que hizo posible la reunificación de Alemania. “Hasta ahora se solía citar la contribución de los dirigentes de la reformada URSS a aquello, pero los acentos cambian”, dice filosóficamente un experto ruso, que presenció el espectáculo de Munich. Hay que retroceder hasta el otoño de 1983, en plena época de Andrópov, después del derribo del Boeing surcoreano por los soviéticos, para encontrar un clima tan hostil a Moscú como el que hoy domina en Europa, dice Andrei Kortunov, un respetado polítólogo occidentalista ruso.
“Antes a nivel de expertos se diferenciaba entre la propaganda y el análisis, ahora se practica una mezcla de géneros preocupante”, dice este observador según el cual el principal problema es, “la dificultad de Estados Unidos por reconocer las limitaciones de las propias posibilidades”. En una época de emergencia de nuevos polos de poder mundiales, “en Washington se mantiene la mentalidad del podemos con todo”, dice.
Medicina griega para Ucrania
La situación económica de Ucrania es catastrófica. “Yuzhmash” la gran industria de Dnepropetrovsk está paralizada. Hace 8 meses que sus obreros no reciben salario y diez mil de ellos han sido enviados de vacaciones. La industria del automóvil está paralizada: en enero se han producido 352 unidades. Por presiones del Fondo Monetario Internacional, que aplica en Ucrania la misma política que ha arruinado a Grecia, los precios del gas se van a multiplicar por cinco en el primer trimestre de este año, igual que los gastos de vivienda, agua, electricidad, etc. Millones de ucranianos al borde de la pobreza van a verse afectados. Todo esto va a pudrir la situación social y complicará el clima de violencia, desorden y guerra civil en un país lleno de batallones y milicias descontentas en el que la población elude masivamente el reclutamiento militar.
Retroceder es perder
El problema fundamental es que nadie puede permitirse pasos atrás significativos sin arriesgarse a grandes derrotas. Si Estados Unidos cede y permite que los divididos europeos alcancen el modus vivendi con Moscú, pendiente desde el fin de la guerra fría, su influencia en Europa menguará mucho. ¿Qué habrá que hacer con la OTAN, organización encargada de la desestabilización continental cuyo sentido es, precisamente, mantener esa influencia militarizando la política exterior? ¿Qué pasará con el principio de autoridad, (http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2015/02/05/el-principio-de-autoridad-45435/), con el mal ejemplo que el desafío ruso lanza a todas las potencias emergentes de que sí se puede detener militarmente la intrusión imperial occidental? Es muy difícil esperar pasos atrás por este lado. Respecto a Moscú, retroceder significa entrar de pleno en el escenario 1905: completo desprestigio nacional del régimen de Putin y apertura hacia escenarios caóticos de mayor nacionalismo ruso y grandes convulsiones sociales. Si para Occidente es una cuestión de imagen, del prestigio de la disciplina imperial, para Rusia es un ser o no ser.
Un año después de aquel desfile de ministros europeos necios repartiendo solidaridades y pastelitos en la plaza de Kiev, nos encontramos con una guerra a la que no se le ve marcha atrás. Y la Alemania que nos ha conducido al fracaso del euro es quien nos debe sacar de este pantano. ¡Que Dios nos coja confesados!
Rafael Poch. La Vanguardia
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/
Centuria celestial
Las víctimas han sido declaradas “Centuria celestial” y utilizadas para glorificar el cambio de régimen como producto de una gesta popular. Un año después, el canal Arte ofrece una larga recopilación de imágenes que ilustra hasta qué punto el movimiento fue violento.
http://www.arte.tv/guide/de/057960-000/kiew-brennt/?vid=057960-000_PLUS7-D
El documento concluye con imágenes de protestantes muertos, sin ofrecer imágenes de policías muertos. He aquí los nombres de algunos de los policías muertos, concretamente de once de ellos, que yo mismo recopilé en un acto celebrado en Odesa: Sergei Spichak, Vasili Bulitko, Andrei Fedyukin, Sergei Tsengun, Dmitri Vlasenko, Vladimir Evtushok, Vitali Goncharov, Aleksei Ivanienko, Maksim Tretiak, Piotr Savitski, Iván Tepliuk. Todos ellos muertos por herida de bala. La lista es incompleta. Los medios de comunicación ucranianos nunca han mencionado esos nombres, y los del resto de policías y adversarios del Maidán muertos aquellos días en Kíev, que podrían rondar la veintena, en las listas de las 98 víctimas de aquellas jornadas.
Enfrascado en una guerra civil que precisa mitologías patrióticas, el nuevo régimen instauró la “Orden de la Centuria Celestial” que reconoce el “coraje cívico y el patriotismo”. Algunas calles han sido bautizadas con ese nombre y el nuevo presidente y séptima fortuna de Ucrania, Petro Poroshenko, ha declarado el 20 de febrero como, “Día de los cien héroes celestes” para conmemorar la “Revolución de la Dignidad”.
Como expliqué el pasado noviembre (http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2014/11/20/el-conflicto-que-occidente-ha-provocado-en-ucrania-54209/) el único estudio académico sobre aquella masacre, obra del profesor Ivan Katchanovski, de la School of Political Studies de la Universidad de Otawa concluye lo siguiente:
“Las evidencias indican que una alianza de elementos de la oposición y la extrema derecha estuvo implicada en la masacre de manifestantes y de policías, mientras que la implicación de las unidades especiales de la policía en la muerte de algunos manifestantes no puede excluirse. El nuevo gobierno que llegó al poder en gran parte como resultado de la masacre, falsificó la investigación, mientras que los medios de comunicación ucranianos contribuyeron a tergiversar la matanza de manifestantes y policías. Las evidencias indican que la extrema derecha desempeñó un papel clave en el violento derrocamiento del gobierno de Ucrania”.
Un año después, la BBC, uno de los canales importantes para la propaganda de las guerras y cambios de régimen inspirados por potencias occidentales, estima ahora que por lo menos algunos de los que tiraban el 20 de febrero eran antigubernamentales: http://www.bbc.com/news/magazine-31359021. Muy poco y demasiado tarde para reivindicar una mínima decencia informativa.
Un riesgo conocido
Obviamente, si todo eso hubiera ocurrido con los vectores y escenarios invertidos -un gobierno favorable a los intereses occidentales, en México o Canadá, derrocado bajo patronazgo chino y ruso, con políticos rusos, chinos y venezolanos de primera fila repartiendo pastelitos entre los manifestantes y expresando su solidaridad con ellos– no se habría celebrado como progreso democrático, sino como escandaloso y sangriento golpe de estado, intolerable ingerencia extranjera, terrorismo y demás. La guerra que ha resultado de todo ello, como culminación de veinte años de política exterior y de seguridad europea sin Rusia y contra Rusia, se presenta como resultado de un “expansionismo ruso”.
La fragilidad de Ucrania era asunto evidente para cualquier observador ya hace tiempo. En una crónica publicada por este diario el 22 de diciembre de 1991 en la que se mencionaba que la nueva Ucrania independiente contenía once millones de rusos, se decía lo siguiente: “esa realidad demográfica existe y está geográficamente concentrada en el sureste de Ucrania, como una gran Eslavonia latente. Ni la previsible agudización de la crisis económica ni los malos entendidos militares o comerciales, ni la debilidad de la cultura democrática entre los dirigentes de ambos estados, impiden descartar riesgos”. Quien iba a decir entonces que el principal riesgo se derivaría del expansionismo político militar de Euroatlántida en la región, con una OTAN no disuelta sino ampliada con bases y soldados en Rumania, Bulgaria, Turquía, Países bálticos y Polonia, así como relaciones militares y bases en gran parte de las repúblicas ex soviéticas, por citar únicamente el cinturón de hierro alrededor de Rusia.
La fragilidad de Minsk
El segundo acuerdo de Minsk recién alcanzado este mes ha sido resultado directo de los éxitos militares de los rebeldes prorusos. Ese acuerdo tiene como principal problema que ha dejado fuera a muchas fuerzas hostiles a todo diálogo realista. Los Estados Unidos no están. Temen que si Francia y Alemania llegan a un modus vivendi con Rusia, su liderazgo de la política exterior y de seguridad europea se vaya al garete. Prefieren más guerra. Crearle un Afganistán a Europa es preferible a perder el control de su política exterior y de seguridad. Es el cálculo del Imperio del caos, el mismo que ha incendiado Oriente Medio. Por este lado hay que prepararse para lo peor.
En el interior de Europa, Polonia, Estonia, Lituania y Letonia, son claramente hostiles al acuerdo que consideran concesión. Donald Tusk, el polaco germanófilo que preside el Consejo Europeo, expresa abiertamente su escepticismo. El gobierno de Kíev está dividido entre grupos armados de ultraderecha que han proclamado su hostilidad al acuerdo, el primer ministro Yatseniuk que se alinea por completo con las posiciones de Washington y el Presidente Poroshenko que surfea entre diversos patrones con especial atención a Alemania.
Si el asunto es así de frágil, aún más preocupante es la ambigüedad de la única esperanza existente: el sentido común de Alemania y Francia. ¿Qué puede esperarse de gente como Merkel y Hollande, que ya han demostrado su talla en la catastrófica gestión de la eurocrisis? Merkel ha explicado en Munich que la razón de ser del acuerdo de Minsk y de su oposición a no armar a Ucrania es que, “militarmente no se puede vencer a Rusia”. “Esa es la amarga realidad”, dijo respondiendo a un senador americano. Cuando a su inconsistente ministra de defensa, Ursula von der Layen, le preguntaron en Munich por qué se apoya militarmente a los kurdos contra el Estado Islámico y no a los ucranianos contra Rusia, la ministra respondió en la misma clave: los kurdos tienen posibilidades de vencer militarmente a sus adversarios, mientras que los ucranianos, no, dijo.
Regreso a 1983
El clima de la conferencia fue más belicista y agresivo que nunca. Rusia fue el único tema y el debate fundamental fue armar o no armar a Ucrania. Sin rastro del más mínimo examen de responsabilidades. La intervención del antes respetado ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, fue contestada con risas y preguntas agresivas sin precedentes en la sala del hotel de lujo en el que se celebra la conferencia cada año. En una extraordinaria muestra de cambio de acentos, el discurso de Merkel expresó el agradecimiento alemán al “valor de los pueblos de Europa central y Oriental” en su lucha contra el comunismo. Eso fue, dijo, lo que hizo posible la reunificación de Alemania. “Hasta ahora se solía citar la contribución de los dirigentes de la reformada URSS a aquello, pero los acentos cambian”, dice filosóficamente un experto ruso, que presenció el espectáculo de Munich. Hay que retroceder hasta el otoño de 1983, en plena época de Andrópov, después del derribo del Boeing surcoreano por los soviéticos, para encontrar un clima tan hostil a Moscú como el que hoy domina en Europa, dice Andrei Kortunov, un respetado polítólogo occidentalista ruso.
“Antes a nivel de expertos se diferenciaba entre la propaganda y el análisis, ahora se practica una mezcla de géneros preocupante”, dice este observador según el cual el principal problema es, “la dificultad de Estados Unidos por reconocer las limitaciones de las propias posibilidades”. En una época de emergencia de nuevos polos de poder mundiales, “en Washington se mantiene la mentalidad del podemos con todo”, dice.
Medicina griega para Ucrania
La situación económica de Ucrania es catastrófica. “Yuzhmash” la gran industria de Dnepropetrovsk está paralizada. Hace 8 meses que sus obreros no reciben salario y diez mil de ellos han sido enviados de vacaciones. La industria del automóvil está paralizada: en enero se han producido 352 unidades. Por presiones del Fondo Monetario Internacional, que aplica en Ucrania la misma política que ha arruinado a Grecia, los precios del gas se van a multiplicar por cinco en el primer trimestre de este año, igual que los gastos de vivienda, agua, electricidad, etc. Millones de ucranianos al borde de la pobreza van a verse afectados. Todo esto va a pudrir la situación social y complicará el clima de violencia, desorden y guerra civil en un país lleno de batallones y milicias descontentas en el que la población elude masivamente el reclutamiento militar.
Retroceder es perder
El problema fundamental es que nadie puede permitirse pasos atrás significativos sin arriesgarse a grandes derrotas. Si Estados Unidos cede y permite que los divididos europeos alcancen el modus vivendi con Moscú, pendiente desde el fin de la guerra fría, su influencia en Europa menguará mucho. ¿Qué habrá que hacer con la OTAN, organización encargada de la desestabilización continental cuyo sentido es, precisamente, mantener esa influencia militarizando la política exterior? ¿Qué pasará con el principio de autoridad, (http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2015/02/05/el-principio-de-autoridad-45435/), con el mal ejemplo que el desafío ruso lanza a todas las potencias emergentes de que sí se puede detener militarmente la intrusión imperial occidental? Es muy difícil esperar pasos atrás por este lado. Respecto a Moscú, retroceder significa entrar de pleno en el escenario 1905: completo desprestigio nacional del régimen de Putin y apertura hacia escenarios caóticos de mayor nacionalismo ruso y grandes convulsiones sociales. Si para Occidente es una cuestión de imagen, del prestigio de la disciplina imperial, para Rusia es un ser o no ser.
Un año después de aquel desfile de ministros europeos necios repartiendo solidaridades y pastelitos en la plaza de Kiev, nos encontramos con una guerra a la que no se le ve marcha atrás. Y la Alemania que nos ha conducido al fracaso del euro es quien nos debe sacar de este pantano. ¡Que Dios nos coja confesados!
Rafael Poch. La Vanguardia
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/
sábado, 28 de febrero de 2015
Protección oficial y desamparo privado. Su misión: desalojar al matrimonio formado por Wilson y Cecilia y sus tres hijos, entre los que se encontraba el bebé de mes y medio
Eran las seis de la mañana en Madrid cuando siete furgonetas como siete tanques aparcaron frente a la vivienda del matrimonio de la fotografía (Millás comenta esa foto que se puede ver en El País). Descendieron de los vehículos blindados unos cincuenta agentes dotados de chalecos antibalas, cascos protectores, porras, pistolas, guantes, rodilleras, botas de campaña, y actitud claramente desahuciadora. Su misión: desalojar al matrimonio formado por Wilson y Cecilia y sus tres hijos, entre los que se encontraba el bebé de mes y medio al que su madre levanta de la cuna mientras el padre se dispone a envolverlo en una manta. Hacía un frío que pelaba y el sol, acojonado por el despliegue policial, se resistía a aparecer.
Pero el fondo buitre, de nombre Blackstone (piedra negra), al que Ana Botella había entregado a lo tonto el domicilio de Wilson y Cecilia, no se dejó conmover. Que envíen al ejército, dijo. Y el ejército, disciplinado, acudió para entregar la carne del pequeño, tierna como la de un corderillo, a las aves carroñeras amigas de la alcaldesa. Cosas de la plusvalía, dirán algunos, vale, aunque conviene recordar que los centenares o miles de viviendas que Botella malvendió a estos especuladores sin alma eran de protección oficial. Significa que se habían construido con la aportación de todos para proporcionar un techo a las familias necesitadas. Como cabía esperar, los nuevos dueños triplicaron el alquiler al poco de llegar y la protección oficial se convirtió en desamparo privado. El día del crimen, Botella difundió un vídeo inmundo, de autopromoción, sufragado también con nuestros impuestos.
Fuente: Juan José Millás García. http://elpais.com/elpais/2015/02/13/eps/1423829427_796286.html
Pero el fondo buitre, de nombre Blackstone (piedra negra), al que Ana Botella había entregado a lo tonto el domicilio de Wilson y Cecilia, no se dejó conmover. Que envíen al ejército, dijo. Y el ejército, disciplinado, acudió para entregar la carne del pequeño, tierna como la de un corderillo, a las aves carroñeras amigas de la alcaldesa. Cosas de la plusvalía, dirán algunos, vale, aunque conviene recordar que los centenares o miles de viviendas que Botella malvendió a estos especuladores sin alma eran de protección oficial. Significa que se habían construido con la aportación de todos para proporcionar un techo a las familias necesitadas. Como cabía esperar, los nuevos dueños triplicaron el alquiler al poco de llegar y la protección oficial se convirtió en desamparo privado. El día del crimen, Botella difundió un vídeo inmundo, de autopromoción, sufragado también con nuestros impuestos.
Fuente: Juan José Millás García. http://elpais.com/elpais/2015/02/13/eps/1423829427_796286.html
Terapia para denunciantes. Florecen en Reino Unido las organizaciones de apoyo a las personas marcadas por denunciar irregularidades en su trabajo
Siempre han existido, pero este nuevo siglo parece haber deparado un papel protagonista a esas personas que deciden revelar irregularidades desde dentro de las organizaciones donde trabajan. La soldado Chelsea Manning, el analista de la NSA Edward Snowden, el empleado bancario Hervé Falciani. Son solo la punta del iceberg de un fenómeno que en Reino Unido, por ejemplo, ha servido para sacar a la luz graves deficiencias en la atención sanitaria pública, gracias a centenares de testimonios de valientes trabajadores anónimos. La verdadera historia de estas personas empieza cuando deciden dar el paso.
En español no existe una traducción exacta de la palabra inglesa whistleblower, que literalmente sería soplador del silbato. Existe soplón, pero posee una connotación negativa de la que carece el término inglés. Ian Foxley, fundador de Whistleblowers UK, propone “contadores de la verdad” o “héroes”. Ingeniero aeronáutico, jugador de rugby y teniente coronel retirado de 58 años, Foxley conoce de primera mano las duras consecuencias de contar la verdad. Por eso ha puesto en marcha esta organización sin ánimo de lucro que pretende ayudar y asesorar a aquellos que, como hizo él mismo hace cinco años, deciden arriesgar su seguridad y la de sus familias por actuar de acuerdo a sus principios.
En 2010 Foxley trabajaba para Airbus en un contrato de más de 2.000 millones de euros entre el Ministerio de Defensa británico y la Guardia Nacional saudí. Pero al poco de llegar a Riad empezó a ver cosas que no le gustaron. “Me entregaron un contrato que, como director, debía firmar”, explica, mientras come un sándwich de carne en un viejo pub de York, la ciudad inglesa más cercana al pueblo donde vive ahora con su familia. “Encontré en una línea del contrato una serie de pagos extra y me negué a firmar. Se trataba de pagos a las islas Caimán, a unas compañías que yo no conocía. Empecé a hacer averiguaciones y la empresa se volvió contra mí. Le entregué las pruebas a un general del Ejército británico, a quien conocía desde hacía 20 años. Él habló con el Ministerio en Londres, y estos le dijeron que devolviera los documentos a la compañía. Así lo hizo. Entonces me llamaron de la compañía y me dijeron que lo que había hecho, en Arabia Saudí, constituía un delito de robo de información y que me iban a detener”.
Foxley logró volver a Londres y llevó el caso ante la Justicia. El juicio se espera que salga a lo largo de este año. Foxley, padre de tres hijos, se quedó sin trabajo y se convirtió, dice, en una especie de apestado. “Cuando denuncias a una empresa grande hay un desequilibrio de recursos”, explica. “Pierdes tu empleo, tus ahorros, y tienes dificultades para volver a trabajar en el mismo sector. El dinero empieza a ser un problema. Mis hijos y mi esposa me comprendieron y me ayudaron mucho. Somos católicos, y la religión jugó un papel importante, al proporcionarme un contexto moral contra el que medir mis acciones. Pero se trata de una experiencia muy solitaria”.
Foxley decidió ponerse en contacto con otras personas que habían pasado por lo mismo. Montaron una estructura para ofrecerse apoyo mutuo y para luchar por lograr cambios legales que protejan a quienes deciden dar el paso. En Whistleblowers UK –que no es la única organización de este tipo que surgido en Reino Unido- lo hacen todo online, con un software que pasa las llamadas entre los socios y las oculta. Ni siquiera tienen una sede física, y se financian con donaciones.
Reciben una media de diez llamadas al día, de diferentes países. “Primero se le aclara que todo lo que dice es confidencial y se le ofrece la posibilidad de permanecer en el anonimato”, explica. “Le decimos que lo que le aconsejemos viene de la experiencia, que nosotros también hemos pasado por eso. En función del sector de que proceda, ya sea la Educación, la Sanidad, la Iglesia, se le pone en contacto con denunciantes del mismo sector. Ponemos a su disposición nuestros consejeros legales y terapéuticos. Y tenemos un listado de contactos de periodistas de diferentes medios”.
Whistleblowers UK propone crear una especie de oficina del soplón. “Un ombudsman independiente, con delegados en cada uno de los sectores de la sociedad, con recursos y poderes para investigar”, explica Foxley. “Las multas que se impongan a las organizaciones servirían para financiarlo y para compensar a los personas que deciden dar el paso”.
Lo que caracteriza a estas personas, dice Foxley, es que es actúan “de buena fe”. “En un momento determinado, no vemos otra opción que denunciar una situación injusta”, explica. “Yo, en mi vida normal, si veo que alguien ataca a una persona, trataré de detenerlo. Si veo a alguien robar, iré tras él. Pues esto es lo mismo ¿Por qué lo hice? Porque era lo correcto”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/02/22/actualidad/1424595078_405828.html
En español no existe una traducción exacta de la palabra inglesa whistleblower, que literalmente sería soplador del silbato. Existe soplón, pero posee una connotación negativa de la que carece el término inglés. Ian Foxley, fundador de Whistleblowers UK, propone “contadores de la verdad” o “héroes”. Ingeniero aeronáutico, jugador de rugby y teniente coronel retirado de 58 años, Foxley conoce de primera mano las duras consecuencias de contar la verdad. Por eso ha puesto en marcha esta organización sin ánimo de lucro que pretende ayudar y asesorar a aquellos que, como hizo él mismo hace cinco años, deciden arriesgar su seguridad y la de sus familias por actuar de acuerdo a sus principios.
En 2010 Foxley trabajaba para Airbus en un contrato de más de 2.000 millones de euros entre el Ministerio de Defensa británico y la Guardia Nacional saudí. Pero al poco de llegar a Riad empezó a ver cosas que no le gustaron. “Me entregaron un contrato que, como director, debía firmar”, explica, mientras come un sándwich de carne en un viejo pub de York, la ciudad inglesa más cercana al pueblo donde vive ahora con su familia. “Encontré en una línea del contrato una serie de pagos extra y me negué a firmar. Se trataba de pagos a las islas Caimán, a unas compañías que yo no conocía. Empecé a hacer averiguaciones y la empresa se volvió contra mí. Le entregué las pruebas a un general del Ejército británico, a quien conocía desde hacía 20 años. Él habló con el Ministerio en Londres, y estos le dijeron que devolviera los documentos a la compañía. Así lo hizo. Entonces me llamaron de la compañía y me dijeron que lo que había hecho, en Arabia Saudí, constituía un delito de robo de información y que me iban a detener”.
Foxley logró volver a Londres y llevó el caso ante la Justicia. El juicio se espera que salga a lo largo de este año. Foxley, padre de tres hijos, se quedó sin trabajo y se convirtió, dice, en una especie de apestado. “Cuando denuncias a una empresa grande hay un desequilibrio de recursos”, explica. “Pierdes tu empleo, tus ahorros, y tienes dificultades para volver a trabajar en el mismo sector. El dinero empieza a ser un problema. Mis hijos y mi esposa me comprendieron y me ayudaron mucho. Somos católicos, y la religión jugó un papel importante, al proporcionarme un contexto moral contra el que medir mis acciones. Pero se trata de una experiencia muy solitaria”.
Foxley decidió ponerse en contacto con otras personas que habían pasado por lo mismo. Montaron una estructura para ofrecerse apoyo mutuo y para luchar por lograr cambios legales que protejan a quienes deciden dar el paso. En Whistleblowers UK –que no es la única organización de este tipo que surgido en Reino Unido- lo hacen todo online, con un software que pasa las llamadas entre los socios y las oculta. Ni siquiera tienen una sede física, y se financian con donaciones.
Reciben una media de diez llamadas al día, de diferentes países. “Primero se le aclara que todo lo que dice es confidencial y se le ofrece la posibilidad de permanecer en el anonimato”, explica. “Le decimos que lo que le aconsejemos viene de la experiencia, que nosotros también hemos pasado por eso. En función del sector de que proceda, ya sea la Educación, la Sanidad, la Iglesia, se le pone en contacto con denunciantes del mismo sector. Ponemos a su disposición nuestros consejeros legales y terapéuticos. Y tenemos un listado de contactos de periodistas de diferentes medios”.
Whistleblowers UK propone crear una especie de oficina del soplón. “Un ombudsman independiente, con delegados en cada uno de los sectores de la sociedad, con recursos y poderes para investigar”, explica Foxley. “Las multas que se impongan a las organizaciones servirían para financiarlo y para compensar a los personas que deciden dar el paso”.
Lo que caracteriza a estas personas, dice Foxley, es que es actúan “de buena fe”. “En un momento determinado, no vemos otra opción que denunciar una situación injusta”, explica. “Yo, en mi vida normal, si veo que alguien ataca a una persona, trataré de detenerlo. Si veo a alguien robar, iré tras él. Pues esto es lo mismo ¿Por qué lo hice? Porque era lo correcto”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/02/22/actualidad/1424595078_405828.html
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