Debemos aprender a escribir la verdad con letras minúsculas. La verdad escrita con mayúsculas, conviene repetirlo una vez más, está siempre humillada a la mentira de los dogmas y los mandatos esenciales. La verdad como opinión propia, como perspectiva de la conciencia personal, aspira sólo a relacionarnos con el mundo de forma honesta, amparados en la voluntad de no mentir más que en la posesión de la certeza.
La actualidad está dominada hoy por unas cuantas mentiras. A la hora de opinar se puede mentir no sólo sobre el cadáver de la verdad, sino sobre el paisaje y el vértigo de las mentiras cotidianas. Mentir sobre las mentiras es una consecuencia lógica del torbellino, las prisas, las discusiones, las estrategias de defensa más superficiales, la tensión en el escenario político. Ese tipo de mentiras son muy peligrosas porque acaban manchando la verdad y desgastando sus argumentos. Del mismo modo que los dictadores y los criminales banalizan el mal, como denunció Hannah Arendt, nuestras discusiones pueden banalizar la verdad, convertirla en un latiguillo sin eficacia.
Esa es la sensación que he tenido en los últimos días con las declaraciones de Pablo Iglesias y Ramón Espinar sobre el poder manipulador de los medios de comunicación. Tengamos cuidado. No confundamos nuestra verdad.
Está claro que la falta de independencia de los grandes medios de comunicación es uno de los problemas más serios de la democracia. No se trata sólo de que el poder de la publicidad marque las informaciones sobre Coca-Cola, Repsol o El Corte Inglés. Lo más grave es que las élites económicas se han hecho con la propiedad y las líneas editoriales de los medios, humillando al periodismo en las redacciones y convirtiendo a los editorialistas en pistoleros de la tinta, dispuestos a desenfundar en cuanto reciben una orden. Algunos programas de televisión crean una realidad virtual capaz de sustituir hasta el aire que respiramos.
La semana pasada daba pena mirar el cielo de Madrid. Uno se acercaba a la ciudad y veía una mancha espesa de contaminación sobre los edificios y las personas. El ayuntamiento tuvo que reaccionar ante unos índices de veneno peligrosos para la salud. Entonces la noticia del gallinero mediático no fue que los madrileños estaban respirando basura, sino que una alcaldesa podemita quería atentar contra la libre circulación de los coches.
La manipulación es tan grave que no podemos permitirnos el lujo de banalizarla y convertir la protesta en un latiguillo desacreditado. Creo que eso es lo que sucede con reacciones como las provocadas por el asunto del piso de protección oficial vendido por Ramón Espinar. Un político no tiene por qué ser un santo, con un pasado sin tacha, virgen hasta su noche de bodas con el bien común. Basta con que defienda un programa honesto y hable sin voluntad de mentir.
Según las informaciones que tenemos, parece ser que Ramón Espinar creció en un ambiente cercano a los hábitos de la especulación propios de la España del pelotazo. Sin violar la ley, se podía sacar un dinero poco digno en la compra y venta inmobiliaria. Es fácil dejarse arrastrar por esa inercia cuando se es poco más que un adolescente. Ahora, cuando ya no se es –o no se puede ser– un adolescente, resulta necesario hablar con honestidad, asumir que fue un error propio de la época, que sus ideas han cambiado con la madurez y que por eso defiende un modo de vida distinto. No hace falta siquiera que un hijo eche la culpa a un padre. Esos silencios se entienden.
A ver si nos entendemos: mis ideas políticas sobre la vivienda y el mal de la especulación tienen mucho más que ver con las ideas de Ramón Espinar, aunque se especulara con su firma cuando tenía 20 años, que con las ideas de muchos militantes del PP hoy en el Gobierno, aunque no hayan especulado nunca. Y de lo que se trata no es de contar vidas de santos o de alabar a gente que siempre estuvo en posesión de la verdad, sino de construir una alternativa política seria, capaz de derrotar a los especuladores.
En ese proyecto es importante tener las ideas claras contra la especulación. Creo que Ramón Espinar hoy las tiene. También es importante denunciar la manipulación mediática que sufre la sociedad. Por eso no podemos permitirnos el lujo de banalizar esta manipulación. No podemos escudarnos en ella cuando se hace público un error propio. Decir la verdad y explicar las cosas de forma honesta es más útil que echarle la culpa al Grupo Prisa de todo lo que nos pase.
Y lo que vale para los políticos debe valer para todos los demás, por ejemplo, para los colaboradores, lectores y comentaristas de infoLibre. Me gusta leer los comentarios de los artículos publicados porque aprendo, conozco una realidad más amplia y abro las perspectivas de mi mirada. Me entristece que en ocasiones se generen banderías, leyes del embudo y ruedas de molino. Un periódico no es independiente sólo por criticar al PP y al PSOE y no está vendido al sistema por definición cuando critica algo que afecta a Podemos. Se trata de no cerrar los ojos, de procurar no mentir, aunque a veces eso obligue a pedir perdón con honestidad sin entrar en el juego peligroso de mentir con verdades o con medias mentiras.
http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/11/06/no_confundamos_nuestra_verdad_57244_1023.html
miércoles, 9 de noviembre de 2016
martes, 8 de noviembre de 2016
El autoritarismo de Hungría podría augurar el futuro de Europa.
eldiario.es
Públicamente se ha presentado como una decisión comercial: en la cada vez más represiva sociedad húngara, existe un cinismo generalizado sobre tal argumento. Era un periódico que osó desafiar al gobierno, ya fuese en cuestiones políticas, de corrupción o por sus ataques contra la democracia.
El autoritarismo populista de derechas está barriendo el mundo occidental: Hungría es un ejemplo destacado. Todos sabemos que la historia ha dado un giro después de la crisis financiera de 2008: estamos empezando a ver lo afilado de ese giro. Desde el movimiento independentista escocés a Podemos en España, de Donald Trump al Frente Nacional de Francia y la extrema derecha de Hungría, del ascenso de Bernie Sanders y Jeremy Corbyn a Syriza en Grecia: acaba de empezar una lucha dolorosa por el futuro de Occidente.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán —cuyo partido derechista alcanzó el poder en 2010— lo reconoce. Su principal lección de 2008 es que “los Estados democráticos liberales no pueden seguir siendo globalmente competitivos”. Orbán ha comprometido su gobierno a la construcción de una “democracia no liberal”, y está cumpliendo su palabra.
Otros tienen descripciones más duras. El disidente húngaro Gáspar Miklós Tamás acusa al gobierno de “mearse en el status quo liberal” en favor del “posfascismo”.
El poeta húngaro-británico George Szirtes lo sabe todo sobre represión. Su madre era fotógrafa, su padre, un alto funcionario ministerial y ambos huyeron después de que la Unión Soviética machacase la revolución húngara en 1956. “La democracia húngara está en peligro”, me contó. “Nos dirigimos hacia una situación putiniana”. Como indica Lydia Gall, de Human Rights Watch: “Lo que hemos visto en los últimos seis años es, básicamente, un deterioro continuado del Estado de derecho y de la protección de derechos humanos”.
En 2010 y 2011, Hungría aprobó una serie de leyes que fueron condenadas por Amnistía Internacional como “amenaza al derecho a la libertad de expresión”. Los medios de comunicación húngaros debían registrarse ante una autoridad nacional. La emisora Klubrádió —crítica con el gobierno— se convirtió en una de sus víctimas. A finales de 2011, las autoridades decidieron no conceder la licencia de emisión a Klubrádió, forzándola a una larga batalla, aunque finalmente ganó la emisora.
Este gobierno autoritario ha modificado la Constitución en varias ocasiones: un cambio estableció discriminación contra la comunidad LGTB definiendo la familia como una unidad “basada en el matrimonio de un hombre y una mujer, o una relación por línea de sangre o tutela”. De hecho, a principios de este año, Hungría bloqueó un acuerdo europeo para prevenir la discriminación contra la comunidad LGTB.
Otros cambios han atacado la independencia judicial y las libertades religiosas. Instituciones públicas clave, tales como la oficina del fiscal general y el tribunal constitucional, se han quedado de facto a cargo del partido en el gobierno. “Estas son instituciones que deberían ejercer de vigilantes sobre el gobierno”, señala Gall. Existe una creciente atmósfera de intolerancia en este país, acusando a aquellos que disienten de traidores y cómplices del terrorismo. Peor todavía, uno de los principales partidos de la oposición es Jobbik, un partido antisemita y neofascista con una rama paramilitar.
El papel de Hungría en la crisis de refugiados europea ha sido espantoso, provocando al ministro de Exteriores de Luxemburgo proponer su expulsión de la UE por tratar a los refugiados “peor que los animales”. El año pasado, el país declaró el estado de crisis y construyó una valla con la intención de contener a los refugiados en Serbia. Las gente que ya ha huido de la violencia está siendo supuestamente perseguida por perros y golpeada.
¿Y qué ha hecho la Unión Europea? Hungría es, después de todo, dependiente de la asistencia económica de la Unión. El Artículo 7 del Tratado de la Unión Europea existe para sancionar a los Estados miembros que violen sus normas e incluye la suspensión de sus derechos de voto. La Comisión Europea ha hecho cada vez más difícil reclamarlo y el año pasado el Parlamento Europeo desechó una propuesta para invocar el Artículo 7, o al menos para activar un mecanismo de advertencia.
Cuando el gobierno de Hungría impuso la prejubilación masiva de jueces veteranos en favor de reemplazos más maleables, la Unión Europea tomó medidas —pero solo basándose en la discriminación por edad. Hungría fue multada y forzada a pagar una compensación económica a aquellos afectados— pero aun así logró su objetivo. Un reciente referéndum propuesto por el gobierno para oponerse a los planes de la UE sobre el asentamiento de refugiados fracasó por la insuficiente participación pero desató una retórica inflamable, racista y xenófoba.
La situación de Hungría tiene ecos alarmantes en la historia de Europa: pero, horriblemente, podría augurar también nuestro futuro. En lugar de sentirse repelidos, una nueva generación —incluidos graduados universitarios— se sienten cada vez más atraídos por la extrema derecha. Polonia también está en manos de una derecha autoritaria que socava la democracia difícilmente ganada en el país. Sin consecuencias significativas, estos gobiernos se sienten cada vez más animados. En Austria, la extrema derecha se acerca al poder; en Francia, se fortalece; en Suecia y otros países, también.
La cura para tales movimientos es una izquierda que ofrezca una alternativa inspiradora y pertinente para las inseguridades y ambiciones del mundo poscrisis. No tenemos eso todavía, pero no es excusa para la apatía. Y nosotros en Gran Bretaña no podemos, engreídos, condenar a Hungría, por supuesto: desde la votación del Brexit, el nacionalismo xenófobo ha desfilado desafiante. Nuestra primera ministra condena a sus rivales políticos por mostrar desprecio al patriotismo; esta semana, tanto el periódico Daily Mail como el Daily Express imprimieron portadas espeluznantes pidiendo condenar a los “Brellorones [llorones del Brexit] antipatriotas” por “conspirar para subvertir la voluntad del pueblo británico” y pidiendo silenciar a “los quejicas de la salida de la Unión Europea”.
Cada vez es más común en la Europa moderna que los oponentes políticos sean retratados como antipatriotas de la quinta columna. La historia de nuestro continente nos cuenta donde puede ir esto a parar. Hungría es quizá el caso más extremo, un concentrado de en lo que se está convirtiendo Europa. Es una advertencia a la que deberíamos atender.
[Fuente: eldiario.es. Traducido por Javier Biosca Azcoiti]
lunes, 7 de noviembre de 2016
Xenofobia y Europa. Entrevista a Montserrat Galcerán, filósofa, catedrática y concejal en el Ayuntamiento de Madrid "Parece que desde Europa sólo viéramos una parte de la historia".
La tradición cultural xenófoba del continente europeo
Filósofa y catedrática de la Complutense, en la actualidad concejal del Ayuntamiento de Madrid, Montserrat Galcerán (Barcelona 1964) ha publicado recientemente La bárbara Europa, un libro que ayuda a pensar desde el sur –a través de las teorías postcoloniales y descoloniales– en el papel del continente europeo en la explotación y la violencia ejercida sobre las antiguas colonias.
¿Cómo conectas episodios como lo que ha ocurrido en torno al CIE a tu investigación?
Si no conoces esa historia, te puedes creer el discurso habitual eurocéntrico de Europa como país de los derechos humanos, país de la paz, que ha llevado su civilización al resto del mundo y ha protegido a la gente y les ha ayudado a desarrollarse. Pero claro, cuando empiezas a estudiar estas cuestiones, te das cuenta de que hay detrás una concepción no solamente eurocéntrica, sino despreciativa del otro. Porque el otro, en ese caso los migrantes o las personas que están ahí detenidas, no es tratado como un ser humano a tu mismo nivel y, por tanto, con los mismos derechos y dignidad que te corresponden a ti, sino como personas, muchas veces entre comillas, casi entre el salvajismo y la humanidad, que no se merecen un trato igualitario y con todos los derechos porque no saben responder a las normas de civilización, porque no tienen una historia tan ilustre, porque no sé qué. Entonces ya no solamente los poderes públicos sino una parte de la población se permite esos juicios xenófobos sin ninguna mala conciencia, porque forma parte del discurso tradicional sobre Europa: que Europa tiene una historia mucho mejor, que la civilización nació en Grecia y que, por tanto tiene, todo el derecho a extenderse por el mundo como si el mundo estuviera deshabitado.
Me llamó la atención en el texto de Hobsbawm sobre el imperialismo un momento en el que cita que los ingleses consideran –incluso parte de la Segunda Internacional– el derecho de los europeos a emigrar hacia otras tierras como si estuvieran deshabitadas, como si nadie viviera allí. Todas estas tierras son habitadas por personas, por culturas, por civilizaciones que tienen su propia historia y que nosotros desconocemos en su mayoría. Hay un desprecio hacia el otro, una ignorancia culta. No tenemos por qué saber nada de estas personas. Nos da igual. Es como si no fueran seres humanos con toda su dignidad, derechos y exigencias. Como si no sintieran, como si no sufrieran, como si no tuvieran una experiencia detrás. Muchas de estas personas, por el contrario, tienen una experiencia de vida mucho más rica que las nuestras. Tienen estudios, tienen títulos que, por supuesto, no se les reconoce, que no se les deja ejercer.
¿Se han cambiado los métodos de control que se ejercían antes, son formas más asépticas que funcionan en la misma línea ideológica de cómo funcionaban anteriormente?
No creo que sea más suave. Si comparamos un CIE con Soto del Real –prisión en esta localidad madrileña–, estoy segura que en Soto del Real las condiciones de los presos son mucho mejores que las condiciones de los retenidos en el CIE.
El otro día una persona comentó, a raíz de la protesta de Aluche, que como concepto el CIE se parece más a un campo de concentración que a una cárcel.
Claro. Estoy segura de que los derechos que pueden tener presos económicos como Francisco Correa o como Bárcenas son mejores que los de las personas que están en el CIE. A nivel de trato, los propios guardias dudo que puedan tener las mismas consideraciones que puedan tener con esos otros presos. Hay un racismo interiorizado, de que son personas que no se merecen un trato con respeto porque no pertenecen a lo que podríamos llamar la humanidad con mayúsculas. Tengo problemas con la definición porque entiendo que todas las personas, que todos los seres humanos, tienen esa capacidad para verse como personas capaces de resistencia y acción, y por tanto no podemos usar ese término sin más, pero estoy segura de que muchos policías tienen esa actitud.
¿No hemos rebajado el grado de violencia hacia lo que consideramos los otros, los subalternos?
Piensa que, además, son personas que no han cometido ningún delito. Son faltas administrativas, no tendrían que estar ahí. Simplemente les faltan una serie de papeles administrativos. No tiene sentido que tengas una institución carcelaria en la cual retengas a un montón de personas por una falta administrativa. Una falta administrativa se merece una multa, como mucho. Imagínate a a cualquier ciudadano español que fuera llevado a una cárcel por una falta administrativa. Es desproporcionado. Y sin embargo una gran parte de la población no lo ve como una desproporción. Creo que detrás está esta concepción colonial de que las personas de las antiguas colonias, de los países del tercer mundo, que además son en algunos casos más pobres, con ciertas dificultades, son personas necesitadas en cierta medida de este tipo de trato, que merecen un trato que para nosotros lo consideraríamos desproporcionado e intolerable.
¿Hay una falta de conocimiento de lo que es África en este caso que se une a esa xenofobia?
Al principio del libro, cuando hablo de la ignorancia, voy en esa línea. En un curso hice una prueba que consistió en preguntar a diferentes estudiantes sobre intelectuales, artistas y personas de prestigio de tradiciones no europeas. Todo el mundo menciona los clásicos: Buda, Confucio, y poco más. Hay una ignorancia que en nuestra propia tradición no admitiríamos porque nos parecería inconcebible que alguien no sepa quién es Da Vinci, por poner un caso. Respecto a otras tradiciones parece de lo más normal que no sepamos nada de todo eso. Es muy difícil a la hora de conectar con personas que vienen de tradiciones muy distintas a la nuestra y de las que no sabemos nada, y, por definición pensamos, que son de menor enjundia, de menor importancia. Es fácil tratarlos como personas inferiores o subalternas que no tienen las mismas capacidades que las que pueda tener cualquier europeo. Ése era uno de los objetivos, poner en cuestión este tipo de concepto.
Otro era poner de manifiesto la falsedad de que esas ideas eurocéntricas pertenecen únicamente a la derecha. Otra cuestión que resaltas es la lección que los movimientos de liberación toman de los años 20, 30 y 40 en Europa.
Hay historias bonitas. La historia, por ejemplo, de Frantz Fanon cuando se suma como voluntario para ir a la guerra, para liberar el continente, defender la libertad, y por ser negro le meten en la cocina y no le dejan hablar con los otros. Esa contradicción entre el discurso oficial de los derechos humanos, de la paz, de la libertad, que forma parte del discurso europeo y, por otra parte, la realidad que siente una persona, una persona negra, japonesa o china. Ho Chi Minh cuenta la misma historia. Él venía de Vietnam, de la colonia francesa, llega a París y entonces todo ese discurso tropieza con una realidad en la cual a él no se le reconocen esos principios, sino que se da por hecho que ni tiene por qué ser libre, ni es igual, ni es fraterno ni es nada. Esa experiencia de la diferencia entre lo que es el discurso oficial europeo y lo que es la práctica de ese discurso, no sólo en las colonias sino cuando se les llama, además, a defender esa patria con esos valores y que, sin embargo, les niega como sujetos de esa práctica.
En el capítulo sobre el movimiento afroamericano cuento sobre la vuelta de un batallón de afroamericanos del ejército norteamericano y da comienzo lo que se llama el renacimiento de Harlem. Es todo un batallón que viene de luchar en la primera guerra mundial, que han tenido muchos problemas para incorporarse a la guerra porque los líderes negros de la época decían que no se debía ir. Se llegó a un acuerdo pero, claro, no hay oficiales –son blancos, no negros–. Hay una pelea fuerte durante toda la guerra y, cuando vuelven, vuelven con el orgullo de haber defendido la patria, haber participado en la guerra, pero llegan y no se les reconocen los derechos civiles. Ese contraste, esa discrepancia entre el discurso oficial y la realidad en la metrópoli forma parte de todos estos movimientos de derechos civiles, de los movimientos de liberación nacional. Es un discurso que, en cierta medida, podríamos decir que contrasta la propia tradición europea con lo que es la realidad de su práctica. No solamente en los países coloniales sino también en las propias metrópolis frente a las personas que provienen de esas zonas. Eso nos enfrenta a los europeos con esa tradición. Una primera reacción de los europeos cuando nos enfrentamos a ese tipo de cosas es pensar que eso no tiene nada que ver con nosotros, porque el colonialismo ya ha pasado, ya ha terminado. Pero luego te lo encuentras en el CIE, te lo encuentras en el Mediterráneo, con toda la gente que está muriendo. Te lo encuentras con el Frontex, te lo encuentras con la guerra en Siria y te lo vas encontrando continuamente. Es un discurso que sigue manteniendo vigencia.
Por parte de las personas que vienen de las antiguas colonias es muy fácil de detectar: siguen haciendo lo mismo que llevan haciendo desde hace 500 años. Han variado un poco las formas, pero sigue siendo lo mismo. Para nosotras sí que es un reto. No podemos pasar página tan rápidamente diciendo que es algo de hace 500 o 200 años, porque lo seguimos teniendo ahí delante. Y a veces cuesta visibilizarlo. Porque se enmascara con otras cosas.
¿Podría acabarse con el fin del capitalismo?
Para mí, una parte de la finalidad de los estudios descoloniales y postcoloniales es hacer visible esa perspectiva, porque desde Europa tendemos a pensar que el capitalismo empieza con la industrialización y con la explotación obrera, por tanto, en el siglo XIX, y la tradición obrera privilegia esa línea. Es el movimiento obrero el que resiste frente al capitalismo y el que de, alguna forma, parte de nuestra tradición de izquierda, pero creo que es importante ver cómo antes de ese capitalismo industrial hay una especie de precapitalismo mercantil en el cual se genera esa acumulación originaria que es la que permite luego el auge industrial, y que además es coetánea con él. No es que la anterior desaparezca. El mundo industrial de la metrópoli y el mundo colonial van en pack, forman las dos caras de un mismo sistema.
Desde Europa solemos ver la cara industrial obrera, pero desde la colonia se ve más todo lo que es la extracción de materias primas, el tema de las tierras, el tema de la violencia sobre las mujeres, el tema del trabajo infantil, la esclavitud. Para mí eso fue también muy importante. Entender la esclavitud como la entienden ellos, no como un fenómeno extraño en un sistema basado en el trabajo libre y en el salario. Porque sin la esclavitud, las plantaciones de las colonias no se habrían podido mantener. Pero pensemos que las plantaciones de las colonias eran justamente las que producían todo el algodón que se llevaba a las grandes fábricas textiles que dieron nacimiento al movimiento obrero del siglo XIX. Me parece como si desde Europa sólo viéramos una parte de la historia. Olvidar la otra parte también puede explicar determinados fracasos de esa misma tradición.
Es un poco análogo de lo que pasa con la crítica feminista. La crítica feminista dice que como sólo se focaliza la producción y no todos los procesos de reproducción que hacen posible que la producción funcione, te olvidas de toda esta parte que está en la base. Entonces, cualquier transformación a nivel productivo o a nivel de la producción siempre va a chocar con toda esta imposibilidad porque no la has visto. En este caso pasa lo mismo, como no ves todos los procesos que no son muchas veces ni siquiera capitalistas, aunque estén rentabilizados de manera capitalista, que lo permiten –extracción de materias primas, tráfico de personas, toma de tierras, etcétera– , parece que el objetivo de la revolución obrera puede resolver un problema que es solamente la mitad del problema. Evidentemente, la otra mitad es conflictiva, porque a nivel político las relaciones entre los movimientos de liberación y el movimiento obrero clásico son complejas. Todo eso tenemos que verlo, es como si planteásemos un objetivo que se queda a mitad de camino.
Hay una analogía entre los tiempos que nos están tocando vivir con los años 20 del siglo pasado. ¿Por qué da la sensación de que no hemos aprendido nada?
Creo que el mecanismo educativo juega un papel muy importante. Es decir, toda la tradición europea es tan consistente y tan fuerte en el sentido de privilegiar la superioridad europea que hace muy difícil desmontar ese discurso y, por otra parte, hace muy fácil a partir de ese prejuicio considerar a los otros como migrantes que vienen a quitarte el dinero, que vienen a quitarte la riqueza, que vienen a quitarte el bienestar. Porque está tan imbuido el imaginario europeo de ese derecho a conquistar la tierra que es incluso defendido por nuestros grandes teóricos y nuestros grandes filósofos. Por eso me parece importante entrar en la cuestión teórica. Un gran filósofo como Kant da por hecho el derecho de ocupar la tierra del primero que llega y que la tierra no está ocupada por alguien antes, algo que es un error garrafal. A lo mejor la tierra no es de nadie en el sentido de propiedad privada capitalista, pero sí es un territorio de uso para un montón de poblaciones que viven de ese territorio. Sin embargo, esa idea en el imaginario europeo es predominante. La de que los migrantes van a una tierra que no es de nadie, la toman y la ponen en uso, y además la civilizan, enseñan a las poblaciones que no sabían. Ese imaginario es una especie de coraza para poder entender que lo que has hecho es expropiar a unas personas de unos bienes de uso que usaban, mejor o peor, pero usaban y que, de alguna manera, es un boomerang que vuelve. Porque estas personas a las que has quitado las tierras, los sistemas de vida que tenían, vuelven a la metrópoli. Se les pide que se queden en su tierra, pero en su tierra ¿qué es lo que hay ahora? grandes compañías internacionales que les están quitando aquello de lo cual vivían. Independientemente de que haya habido un aumento demográfico, etc. Creo que eso, las poblaciones europeas, por lo general, no lo saben.
Ni siquiera en la época de bienestar se explicó cuál era el motivo de que hubiese personas dispuestas a migrar para ser mano de obra aquí. El sistema educativo tiene una gran responsabilidad en ese tipo de cosas. Traduce o imbuye una concepción que es demasiado parcial y, en el fondo, xenófoba. En los colegios e institutos, como la población está más mezclada, a lo mejor tienen que tener más cuidado, pero aún así creo que sigue habiendo muchos sesgos de este tipo. No es comprensible que en una universidad, por ejemplo como la mía, en la Facultad de Filosofía, no demos nada de filosofías que no sean europeas. Nada de nada. La filosofía nació en Grecia y adelante. Esa hegemonía cultural es traducida muchas veces como que somos hegemónicos culturalmente porque somos mejores que las otras tradiciones, en vez de entender que la propia hegemonía cultural es resultado de una hegemonía geopolítica. Porque tienes esa hegemonía geopolítica y militar en último término tienes una hegemonía cultural, pero no porque tu cultura sea mejor que cualquier otra cultura en el mundo. Esa hegemonía no es discutida a nivel de todas las universidades del mundo, a nivel del sistema educativo, y eso genera una manera de ver el mundo que se basa en esa supuesta superioridad e inferioridad.
¿Cómo podemos desmontar ese modelo?
Son pequeños pasos, pero tener una actitud crítica frente a ese modelo dominante es básico. Como mínimo, empezar a ponerlo en cuestión, no darlo por asumido. Incidir en la educación me parece básico. También incidir en la cultura, romper esa ignorancia preventiva. Es un caldo de cultivo para posiciones de política del miedo, que en cierta medida traduce una especie de mala conciencia soterrada: nos odian en el resto del mundo porque somos tan guays que nos envidian. En vez de eso hay que entender que sí hay odio hacía los europeos en muchas partes del mundo, es verdad: animadversión, resentimiento, desconfianza... Qué duda cabe. Porque la tradición europea es brutal, ha sido brutal con todo el colonialismo.
Como mínimo hay que conocerlo, y en vez de tener una actitud de rechazo frente a ello, hay que tener una actitud de crítica y de apertura hacia tradiciones de gente que son nuestros vecinos. Porque actualmente en las metrópolis europeas convive gente de todo el mundo. Hay cierto debate entre las posiciones multiculturales de los anglosajones, de que cada quien en su gueto haga lo que quiera y posiciones que a mí me parecen más interesantes que son transversales, de intentar crear lazos de comunicación entre sectores sociales, grupos colectivos que comparten determinadas cosas, que no comparten otras pero que de alguna manera pueden ser capaces de entenderse. Eso es más rico, más interesante. Coincidimos en determinados espacios que pueden ser parques, que pueden ser escuelas, que pueden ser administraciones, pero creemos prácticas transversales de entendimiento mutuo.
Una sociedad capitalista como la nuestra recrea constantemente esa colonialidad interior, esa colonialidad de las concepciones, imaginaria. Ve en el vecino que tienes que proviene de Ecuador, Bolivia o República Dominica un heredero de los indígenas de las colonias.
Fuente:
http://www.diagonalperiodico.net/global/32168-montserrat-galceran-parece-desde-europa-solo-vieramos-parte-la-historia.html
Filósofa y catedrática de la Complutense, en la actualidad concejal del Ayuntamiento de Madrid, Montserrat Galcerán (Barcelona 1964) ha publicado recientemente La bárbara Europa, un libro que ayuda a pensar desde el sur –a través de las teorías postcoloniales y descoloniales– en el papel del continente europeo en la explotación y la violencia ejercida sobre las antiguas colonias.
¿Cómo conectas episodios como lo que ha ocurrido en torno al CIE a tu investigación?
Si no conoces esa historia, te puedes creer el discurso habitual eurocéntrico de Europa como país de los derechos humanos, país de la paz, que ha llevado su civilización al resto del mundo y ha protegido a la gente y les ha ayudado a desarrollarse. Pero claro, cuando empiezas a estudiar estas cuestiones, te das cuenta de que hay detrás una concepción no solamente eurocéntrica, sino despreciativa del otro. Porque el otro, en ese caso los migrantes o las personas que están ahí detenidas, no es tratado como un ser humano a tu mismo nivel y, por tanto, con los mismos derechos y dignidad que te corresponden a ti, sino como personas, muchas veces entre comillas, casi entre el salvajismo y la humanidad, que no se merecen un trato igualitario y con todos los derechos porque no saben responder a las normas de civilización, porque no tienen una historia tan ilustre, porque no sé qué. Entonces ya no solamente los poderes públicos sino una parte de la población se permite esos juicios xenófobos sin ninguna mala conciencia, porque forma parte del discurso tradicional sobre Europa: que Europa tiene una historia mucho mejor, que la civilización nació en Grecia y que, por tanto tiene, todo el derecho a extenderse por el mundo como si el mundo estuviera deshabitado.
Me llamó la atención en el texto de Hobsbawm sobre el imperialismo un momento en el que cita que los ingleses consideran –incluso parte de la Segunda Internacional– el derecho de los europeos a emigrar hacia otras tierras como si estuvieran deshabitadas, como si nadie viviera allí. Todas estas tierras son habitadas por personas, por culturas, por civilizaciones que tienen su propia historia y que nosotros desconocemos en su mayoría. Hay un desprecio hacia el otro, una ignorancia culta. No tenemos por qué saber nada de estas personas. Nos da igual. Es como si no fueran seres humanos con toda su dignidad, derechos y exigencias. Como si no sintieran, como si no sufrieran, como si no tuvieran una experiencia detrás. Muchas de estas personas, por el contrario, tienen una experiencia de vida mucho más rica que las nuestras. Tienen estudios, tienen títulos que, por supuesto, no se les reconoce, que no se les deja ejercer.
¿Se han cambiado los métodos de control que se ejercían antes, son formas más asépticas que funcionan en la misma línea ideológica de cómo funcionaban anteriormente?
No creo que sea más suave. Si comparamos un CIE con Soto del Real –prisión en esta localidad madrileña–, estoy segura que en Soto del Real las condiciones de los presos son mucho mejores que las condiciones de los retenidos en el CIE.
El otro día una persona comentó, a raíz de la protesta de Aluche, que como concepto el CIE se parece más a un campo de concentración que a una cárcel.
Claro. Estoy segura de que los derechos que pueden tener presos económicos como Francisco Correa o como Bárcenas son mejores que los de las personas que están en el CIE. A nivel de trato, los propios guardias dudo que puedan tener las mismas consideraciones que puedan tener con esos otros presos. Hay un racismo interiorizado, de que son personas que no se merecen un trato con respeto porque no pertenecen a lo que podríamos llamar la humanidad con mayúsculas. Tengo problemas con la definición porque entiendo que todas las personas, que todos los seres humanos, tienen esa capacidad para verse como personas capaces de resistencia y acción, y por tanto no podemos usar ese término sin más, pero estoy segura de que muchos policías tienen esa actitud.
¿No hemos rebajado el grado de violencia hacia lo que consideramos los otros, los subalternos?
Piensa que, además, son personas que no han cometido ningún delito. Son faltas administrativas, no tendrían que estar ahí. Simplemente les faltan una serie de papeles administrativos. No tiene sentido que tengas una institución carcelaria en la cual retengas a un montón de personas por una falta administrativa. Una falta administrativa se merece una multa, como mucho. Imagínate a a cualquier ciudadano español que fuera llevado a una cárcel por una falta administrativa. Es desproporcionado. Y sin embargo una gran parte de la población no lo ve como una desproporción. Creo que detrás está esta concepción colonial de que las personas de las antiguas colonias, de los países del tercer mundo, que además son en algunos casos más pobres, con ciertas dificultades, son personas necesitadas en cierta medida de este tipo de trato, que merecen un trato que para nosotros lo consideraríamos desproporcionado e intolerable.
¿Hay una falta de conocimiento de lo que es África en este caso que se une a esa xenofobia?
Al principio del libro, cuando hablo de la ignorancia, voy en esa línea. En un curso hice una prueba que consistió en preguntar a diferentes estudiantes sobre intelectuales, artistas y personas de prestigio de tradiciones no europeas. Todo el mundo menciona los clásicos: Buda, Confucio, y poco más. Hay una ignorancia que en nuestra propia tradición no admitiríamos porque nos parecería inconcebible que alguien no sepa quién es Da Vinci, por poner un caso. Respecto a otras tradiciones parece de lo más normal que no sepamos nada de todo eso. Es muy difícil a la hora de conectar con personas que vienen de tradiciones muy distintas a la nuestra y de las que no sabemos nada, y, por definición pensamos, que son de menor enjundia, de menor importancia. Es fácil tratarlos como personas inferiores o subalternas que no tienen las mismas capacidades que las que pueda tener cualquier europeo. Ése era uno de los objetivos, poner en cuestión este tipo de concepto.
Otro era poner de manifiesto la falsedad de que esas ideas eurocéntricas pertenecen únicamente a la derecha. Otra cuestión que resaltas es la lección que los movimientos de liberación toman de los años 20, 30 y 40 en Europa.
Hay historias bonitas. La historia, por ejemplo, de Frantz Fanon cuando se suma como voluntario para ir a la guerra, para liberar el continente, defender la libertad, y por ser negro le meten en la cocina y no le dejan hablar con los otros. Esa contradicción entre el discurso oficial de los derechos humanos, de la paz, de la libertad, que forma parte del discurso europeo y, por otra parte, la realidad que siente una persona, una persona negra, japonesa o china. Ho Chi Minh cuenta la misma historia. Él venía de Vietnam, de la colonia francesa, llega a París y entonces todo ese discurso tropieza con una realidad en la cual a él no se le reconocen esos principios, sino que se da por hecho que ni tiene por qué ser libre, ni es igual, ni es fraterno ni es nada. Esa experiencia de la diferencia entre lo que es el discurso oficial europeo y lo que es la práctica de ese discurso, no sólo en las colonias sino cuando se les llama, además, a defender esa patria con esos valores y que, sin embargo, les niega como sujetos de esa práctica.
En el capítulo sobre el movimiento afroamericano cuento sobre la vuelta de un batallón de afroamericanos del ejército norteamericano y da comienzo lo que se llama el renacimiento de Harlem. Es todo un batallón que viene de luchar en la primera guerra mundial, que han tenido muchos problemas para incorporarse a la guerra porque los líderes negros de la época decían que no se debía ir. Se llegó a un acuerdo pero, claro, no hay oficiales –son blancos, no negros–. Hay una pelea fuerte durante toda la guerra y, cuando vuelven, vuelven con el orgullo de haber defendido la patria, haber participado en la guerra, pero llegan y no se les reconocen los derechos civiles. Ese contraste, esa discrepancia entre el discurso oficial y la realidad en la metrópoli forma parte de todos estos movimientos de derechos civiles, de los movimientos de liberación nacional. Es un discurso que, en cierta medida, podríamos decir que contrasta la propia tradición europea con lo que es la realidad de su práctica. No solamente en los países coloniales sino también en las propias metrópolis frente a las personas que provienen de esas zonas. Eso nos enfrenta a los europeos con esa tradición. Una primera reacción de los europeos cuando nos enfrentamos a ese tipo de cosas es pensar que eso no tiene nada que ver con nosotros, porque el colonialismo ya ha pasado, ya ha terminado. Pero luego te lo encuentras en el CIE, te lo encuentras en el Mediterráneo, con toda la gente que está muriendo. Te lo encuentras con el Frontex, te lo encuentras con la guerra en Siria y te lo vas encontrando continuamente. Es un discurso que sigue manteniendo vigencia.
Por parte de las personas que vienen de las antiguas colonias es muy fácil de detectar: siguen haciendo lo mismo que llevan haciendo desde hace 500 años. Han variado un poco las formas, pero sigue siendo lo mismo. Para nosotras sí que es un reto. No podemos pasar página tan rápidamente diciendo que es algo de hace 500 o 200 años, porque lo seguimos teniendo ahí delante. Y a veces cuesta visibilizarlo. Porque se enmascara con otras cosas.
¿Podría acabarse con el fin del capitalismo?
Para mí, una parte de la finalidad de los estudios descoloniales y postcoloniales es hacer visible esa perspectiva, porque desde Europa tendemos a pensar que el capitalismo empieza con la industrialización y con la explotación obrera, por tanto, en el siglo XIX, y la tradición obrera privilegia esa línea. Es el movimiento obrero el que resiste frente al capitalismo y el que de, alguna forma, parte de nuestra tradición de izquierda, pero creo que es importante ver cómo antes de ese capitalismo industrial hay una especie de precapitalismo mercantil en el cual se genera esa acumulación originaria que es la que permite luego el auge industrial, y que además es coetánea con él. No es que la anterior desaparezca. El mundo industrial de la metrópoli y el mundo colonial van en pack, forman las dos caras de un mismo sistema.
Desde Europa solemos ver la cara industrial obrera, pero desde la colonia se ve más todo lo que es la extracción de materias primas, el tema de las tierras, el tema de la violencia sobre las mujeres, el tema del trabajo infantil, la esclavitud. Para mí eso fue también muy importante. Entender la esclavitud como la entienden ellos, no como un fenómeno extraño en un sistema basado en el trabajo libre y en el salario. Porque sin la esclavitud, las plantaciones de las colonias no se habrían podido mantener. Pero pensemos que las plantaciones de las colonias eran justamente las que producían todo el algodón que se llevaba a las grandes fábricas textiles que dieron nacimiento al movimiento obrero del siglo XIX. Me parece como si desde Europa sólo viéramos una parte de la historia. Olvidar la otra parte también puede explicar determinados fracasos de esa misma tradición.
Es un poco análogo de lo que pasa con la crítica feminista. La crítica feminista dice que como sólo se focaliza la producción y no todos los procesos de reproducción que hacen posible que la producción funcione, te olvidas de toda esta parte que está en la base. Entonces, cualquier transformación a nivel productivo o a nivel de la producción siempre va a chocar con toda esta imposibilidad porque no la has visto. En este caso pasa lo mismo, como no ves todos los procesos que no son muchas veces ni siquiera capitalistas, aunque estén rentabilizados de manera capitalista, que lo permiten –extracción de materias primas, tráfico de personas, toma de tierras, etcétera– , parece que el objetivo de la revolución obrera puede resolver un problema que es solamente la mitad del problema. Evidentemente, la otra mitad es conflictiva, porque a nivel político las relaciones entre los movimientos de liberación y el movimiento obrero clásico son complejas. Todo eso tenemos que verlo, es como si planteásemos un objetivo que se queda a mitad de camino.
Hay una analogía entre los tiempos que nos están tocando vivir con los años 20 del siglo pasado. ¿Por qué da la sensación de que no hemos aprendido nada?
Creo que el mecanismo educativo juega un papel muy importante. Es decir, toda la tradición europea es tan consistente y tan fuerte en el sentido de privilegiar la superioridad europea que hace muy difícil desmontar ese discurso y, por otra parte, hace muy fácil a partir de ese prejuicio considerar a los otros como migrantes que vienen a quitarte el dinero, que vienen a quitarte la riqueza, que vienen a quitarte el bienestar. Porque está tan imbuido el imaginario europeo de ese derecho a conquistar la tierra que es incluso defendido por nuestros grandes teóricos y nuestros grandes filósofos. Por eso me parece importante entrar en la cuestión teórica. Un gran filósofo como Kant da por hecho el derecho de ocupar la tierra del primero que llega y que la tierra no está ocupada por alguien antes, algo que es un error garrafal. A lo mejor la tierra no es de nadie en el sentido de propiedad privada capitalista, pero sí es un territorio de uso para un montón de poblaciones que viven de ese territorio. Sin embargo, esa idea en el imaginario europeo es predominante. La de que los migrantes van a una tierra que no es de nadie, la toman y la ponen en uso, y además la civilizan, enseñan a las poblaciones que no sabían. Ese imaginario es una especie de coraza para poder entender que lo que has hecho es expropiar a unas personas de unos bienes de uso que usaban, mejor o peor, pero usaban y que, de alguna manera, es un boomerang que vuelve. Porque estas personas a las que has quitado las tierras, los sistemas de vida que tenían, vuelven a la metrópoli. Se les pide que se queden en su tierra, pero en su tierra ¿qué es lo que hay ahora? grandes compañías internacionales que les están quitando aquello de lo cual vivían. Independientemente de que haya habido un aumento demográfico, etc. Creo que eso, las poblaciones europeas, por lo general, no lo saben.
Ni siquiera en la época de bienestar se explicó cuál era el motivo de que hubiese personas dispuestas a migrar para ser mano de obra aquí. El sistema educativo tiene una gran responsabilidad en ese tipo de cosas. Traduce o imbuye una concepción que es demasiado parcial y, en el fondo, xenófoba. En los colegios e institutos, como la población está más mezclada, a lo mejor tienen que tener más cuidado, pero aún así creo que sigue habiendo muchos sesgos de este tipo. No es comprensible que en una universidad, por ejemplo como la mía, en la Facultad de Filosofía, no demos nada de filosofías que no sean europeas. Nada de nada. La filosofía nació en Grecia y adelante. Esa hegemonía cultural es traducida muchas veces como que somos hegemónicos culturalmente porque somos mejores que las otras tradiciones, en vez de entender que la propia hegemonía cultural es resultado de una hegemonía geopolítica. Porque tienes esa hegemonía geopolítica y militar en último término tienes una hegemonía cultural, pero no porque tu cultura sea mejor que cualquier otra cultura en el mundo. Esa hegemonía no es discutida a nivel de todas las universidades del mundo, a nivel del sistema educativo, y eso genera una manera de ver el mundo que se basa en esa supuesta superioridad e inferioridad.
¿Cómo podemos desmontar ese modelo?
Son pequeños pasos, pero tener una actitud crítica frente a ese modelo dominante es básico. Como mínimo, empezar a ponerlo en cuestión, no darlo por asumido. Incidir en la educación me parece básico. También incidir en la cultura, romper esa ignorancia preventiva. Es un caldo de cultivo para posiciones de política del miedo, que en cierta medida traduce una especie de mala conciencia soterrada: nos odian en el resto del mundo porque somos tan guays que nos envidian. En vez de eso hay que entender que sí hay odio hacía los europeos en muchas partes del mundo, es verdad: animadversión, resentimiento, desconfianza... Qué duda cabe. Porque la tradición europea es brutal, ha sido brutal con todo el colonialismo.
Como mínimo hay que conocerlo, y en vez de tener una actitud de rechazo frente a ello, hay que tener una actitud de crítica y de apertura hacia tradiciones de gente que son nuestros vecinos. Porque actualmente en las metrópolis europeas convive gente de todo el mundo. Hay cierto debate entre las posiciones multiculturales de los anglosajones, de que cada quien en su gueto haga lo que quiera y posiciones que a mí me parecen más interesantes que son transversales, de intentar crear lazos de comunicación entre sectores sociales, grupos colectivos que comparten determinadas cosas, que no comparten otras pero que de alguna manera pueden ser capaces de entenderse. Eso es más rico, más interesante. Coincidimos en determinados espacios que pueden ser parques, que pueden ser escuelas, que pueden ser administraciones, pero creemos prácticas transversales de entendimiento mutuo.
Una sociedad capitalista como la nuestra recrea constantemente esa colonialidad interior, esa colonialidad de las concepciones, imaginaria. Ve en el vecino que tienes que proviene de Ecuador, Bolivia o República Dominica un heredero de los indígenas de las colonias.
Fuente:
http://www.diagonalperiodico.net/global/32168-montserrat-galceran-parece-desde-europa-solo-vieramos-parte-la-historia.html
domingo, 6 de noviembre de 2016
Silvio Rodríguez : La valentía es no renunciar al socialismo
Este mes se celebra el quinto aniversario de su gira de conciertos gratuitos por los barrios más humildes de Cuba. Momento ideal para que Silvio Rodríguez haga un repaso de los retos que enfrenta Cuba en su acercamiento a Estados Unidos, analice los desafíos de la cultura cubana ante las reformas económicas que se desarrollan en el país y también, por qué no, para que haga una apasionada defensa de la poesía.
–El acercamiento de Cuba y Estados Unidos abre muchas posibilidades, pero también representa desafíos para la cultura cubana.
–A nivel cultural siempre hubo intercambio con Estados Unidos. Que haya condiciones para que se incremente ese intercambio será como levantar barreras para que todo fluya con más naturalidad. Si hay algo frustrante no es porque sea negativo el contacto, sino porque pudiera aumentar la distorsión de los proclives a deslumbrarse acríticamente. Digamos que el mimetismo puede volverse aún más pedestre, si tal cosa fuera posible.
–Cuba es también una potencia cultural pero sin el poder económico de la cultura estadounidense. ¿No teme que la cultura cubana se vea obligada a “pasar por el filtro” para acceder al mercado de Estados Unidos?
–Siempre hubo artistas que piensan en mercados y en conveniencias, y artistas que anteponen el arte a todo lo demás. Nunca olvido aquello martiano de que nuestras ramas pueden ser del mundo, pero que el tronco se mantenga nuestro. Satyajit Ray empezó su célebre trilogía de Apú con un pensamiento muy lúcido: “Cuenta tu aldea y contarás el mundo”. Sólo la banalidad es capaz de maquillarse de “mundo” y dar la espalda a lo propio, pensando en el éxito fácil.
–¿Cuáles son las principales fortalezas de la cultura cubana para enfrentar el reto del nuevo acercamiento con Estados Unidos?
–Creo en la identidad. Sin confundirla con lo característico a ultranza, que puede resultar caricaturesco, como esa pinturita de lo cubano que parece seducir a tantos. Y es que la identidad también evoluciona con la instrucción de un pueblo, como es éste el caso. Incluso cuando no teníamos la conciencia que nos dio medio siglo de confrontación política, Cuba resistió y siguió siendo Cuba. ¿Por qué no habría de hacerlo ahora?
–¿Cuáles serían sus principales debilidades?
–Supongo que la superficialidad, que también pulula como los billetes. Y, ocasionalmente, algunos brotes de oportunismo.
–En un momento en el que las reformas buscan la autofinanciación de todos los sectores, ¿cómo cree que puede hacerlo la cultura? ¿Lo pueden hacer el ballet o el cine?
–Actividades artísticas que requieren infraestructuras más o menos complejas, como el ballet y el cine, son impracticables en países en desarrollo. Pero mucho más si no existe la voluntad de construirlas y sostenerlas. En Cuba se desarrollaron por la vocación humanista de Fidel Castro y por el empuje de personalidades como Haydeé Santamaría, Alicia y Fernando Alonso, Alfredo Guevara, Julio García Espinosa y luego otros. Incluso países con desarrollo, como España, están en constante lucha por presupuestos para el cine, la música clásica y otras manifestaciones. Esto aún cuando en muchos lugares esas expresiones sobreviven gracias al mecenazgo. Pero se supone que un Estado socialista debe ser más responsable, más benévolo. Incluso tratándose de un Estado pobre, bloqueado, cada vez con menos ayudas y para colmo con una crisis económica mundial, como telón de fondo. Cabe preguntarse qué puede significar para Cuba salir del bloqueo y caer en manos del FMI. Sea como sea, hay que ser muy valiente para declarar que no renunciamos al socialismo.
34-silvio rodriguez 5Los cineastas cubanos se muestran conscientes de la realidad; también de ahí sus planteos de independencia y de una ley cinematográfica. No creo que el ballet vaya a desaparecer, pero las instituciones difícilmente sobrevivirán sin cambios. Es admirable que figuras como Liz Alfonso y ahora Carlos Acosta lleven adelante sus proyectos. Por otra parte también hay otras experiencias nuevas e interesantes, como la Fábrica de Arte, de X Alfonso.
Estructuras como las Fundaciones fueron tomadas en Cuba con reserva, acaso por temor a que se independizaran demasiado. Así hay proyectos que llevan años esperando por una anunciada revisión de la Ley de Fundaciones. Pues yo creo que una forma de salvar algunas buenas actividades que empezaron con la Revolución es transformándolas precisamente en fundaciones o instituciones semejantes. Y que cada iniciativa pruebe en la práctica su capacidad y su vigencia.
–El turismo en Cuba creció mucho, dicen que muchos turistas quieren conocer el país “antes de que lleguen los norteamericanos”. ¿Cree que realmente Cuba corre el riesgo de americanizarse, de que los McDonald’s suplanten al pan con lechón?
–No se puede subestimar la chispa de los cubanos. No hay más ver el auge vertiginoso de los restaurantes y otros servicios. Si llega a Cuba, no dudo de que McDonald’s acabe vendiendo pan con lechón, aunque habrá que ver cómo los hacen. Yo quisiera que no cambiáramos en lo sano que todavía comemos: ése es un valor nuestro a defender. Algunos listillos presionan la naturaleza para que las frutas maduren más rápido, lo que les cambia el sabor, además del daño de los agentes químicos. Yo espero que esos malos hábitos no se generalicen y que nunca cambiemos salud por falso crecimiento. Puede que a cosas así se refieran con lo de
“antes que lleguen los norteamericanos”.
–Sus conciertos por los barrios han sonado mucho a nivel nacional e internacional.
–Empezamos haciéndolos muy discretamente; rechazábamos que el trabajo que hacíamos en esos lugares se transformara en show. Pero con el tiempo ha sido inevitable que trascienda. Algunos documentales han ayudado. El primero lo hizo el español Nico García, y se llama Ojalá. También se hizo una exposición de pasteles de Tony Guerrero y fotos mías en el Centro Cultural Pablo de la Torriente. Fueron ocurriendo cosas que sacaron el proyecto a la luz.
–¿Por qué decidió hacerlos?
–El primer concierto me lo pidió José Alberto Álvarez, un policía que atendía al barriecito de La Corbata. Pero resulta que ir a los barrios es adictivo. Llegas allí y ves a las familias, a los niños, a los viejitos en portales y balcones, a jóvenes colgados de los techos, y te traspasa la belleza y ves que hace falta y que la gente lo agradece. No hay mejores razones.
–¿Cuántos realizó?
–Vamos por el concierto número 68, y el 9 de septiembre pasado, cumplimos cinco años de gira.
–¿Cómo los financia?
–Recibo un poco de ayuda estatal. Me prestan el escenario, la planta de electricidad y las luces, que son cosas que no tenemos. También nos ayuda algún personal del Departamento de Giras del Ministerio de Cultura. Todo lo demás, el sonido, los micrófonos, los instrumentos y los sueldos de algunos trabajadores, lo pone el proyecto Ojalá. Estos gastos son un acápite fijo de nuestra economía. Las giras al exterior nos sirven para ir mejorando condiciones, sobre todo la calidad de los parlantes, las consolas de sonido, los cables, que poco a poco llegaron a ser muy profesionales. No está de más puntualizar que todos los músicos y artistas que se ofrecen para la gira lo hacen con absoluto desinterés material.
–Sus opiniones sobre la situación social que encontró en los barrios despertaron todo tipo de comentarios. ¿Qué encontró realmente en esos lugares?
–No es que yo ignorara que hubiera barrios así. El proyecto Ojalá lleva más de 20 años al lado de El Romerillo. Todo el que vive en Cuba y quiere ver que eso existe, lo ve. Es que el trabajo constante en esos lugares hace profundizar no sólo en las carencias y las condiciones de vida, sino en la lucha constante contra la indolencia y la burocracia. Por eso se hizo de esa forma Canción de barrio, el documental de Alejandro Ramírez que resume los dos primeros años de la gira: descarnado, como es la realidad. Y por eso el día del estreno invitamos a los dirigentes de los lugares que iban a ser expuestos. Algunos fueron.
–¿Qué le aportan, como artista y como persona, estos conciertos?
–Lo empecé a experimentar desde niño, a principios de la Revolución. Yo vi ballet no por formación familiar o por posibilidades económicas, sino porque de pronto Alicia Alonso bailaba en una plaza. ¿Qué es lo que cuenta el primer documental de Octavio Cortazar, Por primera vez?: la visita de un camión proyector a las montañas, donde nunca había estado el cine. ¿Qué hacíamos en nuestra juventud nosotros mismos, constantemente, sino cantar en todas partes?… Yo nunca dejé de cantar así, sobre todo en mi país.
Puede que no se sepa, pero jamás cobré un concierto en Cuba. Bueno: una vez Luis Eduardo Aute y yo cobramos uno, en el Karl Marx, y donamos el dinero a San Antonio de los Baños, para que la alcaldía tuviera un fondo (que decía no tener) y pudiera pagar a trabajadores que limpiaran el río Ariguanabo. Pero también afuera canté así. Lo hice muchísimo en México, a donde empecé a ir por aquellas Jornadas de Solidaridad con Uruguay. Lo hice en Colombia, en Venezuela, en Angola, en República Dominicana, en Ecuador, en Bolivia, en Paraguay. Lo hice en alta mar, durante meses, cuando estuve con la Flota Cubana de Pesca. Lo hice en las prisiones varias veces. Hace muy poco hicimos un concierto en Villa Lugano, en Buenos Aires. En Chile hablé con Michelle Bachelet para que hiciera una ley que obligara a los extranjeros a hacer un concierto gratuito. Parece que no se pudo.
Lograr la sistematización de la Gira por los Barrios en Cuba (también conocida como la Gira Interminable) me ha dado una satisfacción muy grande. Más que cualquier otra cosa.
–¿Cómo ve las posibilidades de que se mantenga el proyecto social de la Revolución?
–Los proyectos sociales humanistas, revolucionarios, se van a mantener siempre que existan quienes los lleven a cabo.
Por Fernando Ravsberg
http://elinciso.com/silvio-rodriguez-la-valentia-es-no-renunciar-al-socialismo/
http://elinciso.com/silvio-rodriguez-la-valentia-es-no-renunciar-al-socialismo/
Por qué aprender a tirar cosas te puede hacer más feliz.
La teoría del Dan-sha-ri anima a tirar todos esos objetos que no son necesarios y que acumulamos sin sentido, como una nueva forma de mejorar nuestro estado de ánimo.
Elouise Casserly no se gusta cuando se mira al espejo. Tampoco le gusta su trabajo y casi todas sus relaciones interpersonales son un tanto tóxicas. Un día lee un artículo que le impulsa a hacer limpieza general en su casa y en su vida. El resultado es que cada vez que tira la basura se siente más ligera, segura y poderosa, lo que le hace descubrir que organizar su casa, está acabando con el caos de su vida. Ese es el argumento de la nueva edición de la novela Al llegar la primavera de Milly Johnson, pero lo cierto es que es una historia que ya ha traspasado la ficción.
Gracias a Marie Kondo son muchas las personas que han descubierto que ordenar su casa puede ser el primer paso para ordenar su vida. Sin embargo, la conocida japonesa se inspiró para crear su método en la llamada teoría DAN-SHA-RI, que ya llevaba años practicándose en territorio asiático. Ahora, la precursora de esta filosofía de vida, Hideko Yamashita, publica en España su ya ‘best seller’ Ordena tu vida. Quédate solo con lo necesario, ¡y encuentra la felicidad! (Planeta), que pretende no ser solo un modelo de decoración, sino sobre todo un revolucionario método autoayuda.
Esta idea se basa en tres principios básicos. El DAN, que supone cerrar el paso a las cosas innecesarias que tratan de entrar en nuestra vida, es decir, adquirir solo cosas que de verdad sean necesarias; el SHA, que significa tirar todo aquello que es inservible y que inunda nuestras casas y por último el RI, que es convertirse en una persona despegada de las cosas, consiguiendo un entorno más relajado y por lo tanto un mejor humor.
Personas que no saben tirar
Tras 8 años impartiendo seminarios de Dan-sha-ri, Hideko Yamashita ha elaborado una lista de los tres tipos de personas que “acumulan trastos”, teniendo en cuenta que las distinciones a veces no son del todo claras y que hay quién comparte varias características. Así, la autora define las siguientes:
Tipo huida de la realidad:
Se trata de un tipo de persona incapaz de ponerse a ordenar las cosas al estar muy ocupada y apenas pasar tiempo en casa. En muchos casos, el hecho de no estar en casa, se debe a su descontento con la familia o se busca excusas para estar cada vez más ocupado. Es fácil caer en el círculo vicioso de no querer estar en casa, precisamente porque está desordenada y no es un lugar en el que nos sintamos cómodos.
Tipo apego por el pasado:
Serían las personas que guardan cosas del pasado, que en la actualidad ya no utilizan. Por ejemplo, guardan álbumes y trofeos como si fueran algo de suma importancia. Detrás de eso se suele ocultar un aferrarse a épocas felices del pasado. En ocasiones, tiene cierta relación con el tipo anterior, en el sentido de que no quiere enfrentarse a la realidad.
Tipo inquietud hacia el futuro:
Las personas que se corresponden con este tipo comparten una gran inquietud por las cosas que podrían suceder en el futuro. Una característica es la de almacenar un exceso de objetos cotidianos, como por ejemplo cajas de pañuelos de papel. Suelen justificarlo por el hecho de que quedarse sin estos elementos, sería un problema que les haría sentirse intranquilos. De los tres tipos descritos, este último sería el más abundante.
¿Por qué ordenar tu casa ordena tu vida?
El libro explica no solo los orígenes y metodología del DAN-SHA-RI, sino sobre todo cuáles pueden ser sus efectos positivos, de una forma muy práctica y cercana. Si te has sentido identificado con alguno de los tres tipos de personas “que no saben tirar”, el practicar Dan-sha-ri te puede ayudar a reflexionar sobre algunas de las siguientes cuestiones:
1. La elección de las cosas implica tomar conciencia:
Las cosas que elegimos también hablan de nosotros. De esta forma, al practicar Dan-sha-ri “comienza a activarse un mecanismo psicológico que nos permite usar cosas de calidad y cambia nuestra percepción de nosotros mismos”. Por ejemplo, reservar ciertos utensilios para ocasiones especiales porque “es una lástima usar algo tan bueno”, se traduce en que “no es apropiado para mí”. Por ello, la autora recuerda que “las cosas que usamos ofrecen tanto una imagen de sí mismas, como de las personas que las utilizan”.
2. Recuperar la energía y el espacio de los que se habían apoderado las cosas:
Cuando uno empieza a pensar en tirar cosas, se da cuenta de que el espacio en el que vive, tiene más trastos de los que pensaba. Por ejemplo, “guardar los cubiertos de plástico que vienen con la comida precocinada, por si acaso nos vamos de picnic”, ¿pero los hemos usado realmente alguna vez para irnos de picnic como para seguir guardándolos? ¿Podemos usar ese espacio para algo más útil?
3. Redefinirse a uno mismo empieza por los cajones:
¿Cuánta ropa vieja de esa de “a ver si me la puedo volver a poner” guardamos en el armario? Hay que distinguir entre lo que es necesario y lo que guardamos por apego. Pero según la autora “no es el cariño lo que nos lleva a guardar tanta ropa, es un apego mal entendido, casi obsesivo”.
4. La relación con las cosas cambia la relación con la gente:
Elegir las cosas que queremos en nuestra vida, también ayuda a elegir mejor a las personas que queremos en ella. Según Yamashita “alguien que se conforma con cualquier cosa, recibe un trato equivalente de los demás”. Si parece que cualquier cosa nos vale, repararán menos en nosotros, por ejemplo, para tener más mimo en un regalo.
5. Tirar basura ayuda a pulir el sensor de inteligencia inherente:
Según la autora “tirar las cosas que podemos calificar de basura, equivale a pulir nuestra inteligencia inherente. Es un acción simple”. Eso es así, porque al hacerlo es nuestro propio juicio el que debe de encargarse de mantener un ambiente cómodo y apropiado, lo que supone un trabajo constante de pulir y pulir, prolongado en el tiempo, que supone establecer una forma diferente de pensar.
6. Las cosas tienen valor cuando se utilizan:
Muchos de nuestros problemas de estrés o ansiedad derivan de pensar demasiado en pasado o en futuro. También por eso acumulamos cosas, pensando en el cariño de un momento pasado o en una posible utilidad en el futuro. Sin embargo, Yamashita deja claro que las cosas “deben cumplir su función en el momento del presente. Son bellas cuando están donde deben estar”.
7. Cambiar el planteamiento de restar por el de sumar:
El hecho de sentirnos activos y de tomar la iniciativa en nuestra casa y en nuestra vida, también cambia la orientación de nuestros pensamientos. “Si no confiamos en nosotros mismos es porque restamos al pensar”, por ejemplo con ideas del tipo “tampoco hoy he hecho esto…”. En cambio, proponernos eliminar lo que sobra de nuestra vida es un trabajo continuo que ayuda con pensamiento del tipo “hoy he hecho esto y he cumplido mi promesa”, que nos hace sentir mejor con nosotros mismos.
http://smoda.elpais.com/belleza/bienestar/aprender-tirar-cosas-te-puede-mas-feliz/
Etiquetas:
bienestar,
Decoración,
hogar,
La relación con las cosas cambia la relación con la gente,
limpieza,
ordenar,
ordenar casa,
ordenar vida,
renovar,
sumar mejor que restar,
tirar cosas
El pasado 3 de Noviembre hizo 223 años que guillotinaron a Olympe de Gouges
TribunaFeminista
Fue un 3 de Noviembre de hace más dos siglos, cuando la Ilustración, moderna y francesa, la que nos trajo las libertades, igualdades y fraternidades, la que nos trajo el "Estado Moderno" base del que hoy tenemos, esa misma Ilustración fue la que cortó la cabeza a Olympe de Gouges. Ella fue la primera mujer que empezó el camino público y colectivo de la lucha de la causa de las mujeres. De la lucha feminista colectiva.Los ilustrados y modernos hombres mientras escribían "su" declaración de los derechos del hombre y del ciudadano se olvidaban de un "pequeño detalle", incluir a la mujer. Olympe lo denunció y elaboró la declaración de los derechos de la mujer y ciudadana. Acabó guillotinada por su osadía de equiparar en derechos a la mujer con el hombre.
Un 3 de Noviembre del 1793, fallecía Olympe de Gouges. Nacida en Montauban (Francia), el 7 de mayo de 1748, moría en París el 3 de noviembre de 1793. Olympe de Gouges es el seudónimo de Marie Gouze, escritora, dramaturga, panfletista y filósofa política francesa, autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791). Como otras feministas de su época, fue abolicionista. Sus trabajos fueron profundamente feministas y revolucionarios. Defendió la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida pública y privada, incluyendo la igualdad con el hombre en el derecho a voto, en el acceso al trabajo público, a hablar en público de temas políticos, a acceder a la vida política, a poseer y controlar propiedades, a formar parte del ejército; incluso a la igualdad fiscal así como el derecho a la educación y a la igualdad de poder en el ámbito familiar y eclesiástico. Olympe de Gouges escribió:
"Si la mujer puede subir al cadalso, también se le debería reconocer el derecho de poder subir a la Tribuna"
Se dirigió a la reina María Antonieta para que protegiera “su sexo”, que decía desgraciado, y redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, calcada sobre la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en la cual afirmaba la igualdad de los derechos de ambos sexos. Asimismo realizó planteamientos sobre la supresión del matrimonio y la instauración del divorcio, la idea de un contrato anual renovable firmado entre concubinos y militó por el reconocimiento paterno de los niños nacidos fuera de matrimonio. Fue también una precursora de la protección de la infancia y a los desfavorecidos, al concebir en grandes líneas, un sistema de protección materno-infantil (creación de maternidades) y recomendar la creación de talleres nacionales para los parados y de hogares para mendigos.
Qué mejor manera de homenajear la figura de Gouges que volviendo a leer su Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (que este septiembre del 2016 cumplía 225 años).
Los 17 artículos de la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana :
1 – La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.
2 – El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.
3 – El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.
4 – La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón.
5 – Las leyes de la naturaleza y de la razón prohíben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
6 – La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
7 – Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.
8 – La Ley sólo debe establecer penas estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.
9 – Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.
10 – Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
11 – La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
12 – La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.
13 – Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
14 – Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio de sus representantes, la necesidad de la contribución pública. Las Ciudadanas únicamente pueden aprobarla si se admite un reparto igual, no sólo en la fortuna sino también en la administración pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la duración del impuesto.
15 – La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.
16 – Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos que componen la Nación no ha cooperado en su redacción.
17 – Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o separados; son, para cada uno, un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado de ella como verdadero patrimonio de la naturaleza a no ser que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija de manera evidente y bajo la condición de una justa y previa indemnización.
Fuente:
http://tribunafeminista.org/2016/11/hoy-hace-223-anos-que-guillotinaron-a-olympe-de-gouges/
sábado, 5 de noviembre de 2016
¿Puede un comunista ser profesor de Universidad en Alemania?
eldiario.es
El joven, de 30 años, no ha podido comenzar aún su relación laboral con dicha institución porque según un decreto que data de 1972 todos los funcionarios o personas que trabajan en el sector público han de ser controladas por el Estado frente a su posible radicalismo, para lo cual deben presentar una aprobación del servicio secreto alemán interno (lo que vendría a ser el CNI español).
La razón es que Schamberger no solo es comunista, sino que además es portavoz del partido comunista alemán DKP en Múnich. A pesar de que es un partido legal, se encuentra bajo vigilancia de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (el Verfassungsschutz), que lo califica de extremista.
La Universidad conocía la norma y la posición de Kerem en el partido comunista, por lo que pidió a las autoridades dicho consentimiento ya en julio. Sin embargo, este organismo aún no se ha pronunciado sobre la fiabilidad ideológica de Schamberger, con lo cual no ha podido comenzar a trabajar hasta el momento. Según el profesor Michael Meyen, que lleva la tesis de Kerem, en declaraciones al diario Süddeutsche Zeitung, éste ha sido un alumno excelente y asegura que tiene interés en contratarle “no porque sea comunista, ni tampoco a pesar de ello”.
Para Kerem, se trata de una exclusión práctica de la función docente para los comunistas. Y ello supondría un hecho anticonstitucional, ya que la Carta Magna alemana garantiza la elección libre de una profesión.
Schamberger asegura a este diario que de esta forma “se demoniza a los comunistas”, y explica que esta medida sirve como forma de intimidación: “Conozco a jóvenes que querían entrar en el partido pero que se lo piensan dos y tres veces antes de hacerlo, porque saben las consecuencias que puede tener en el caso de querer hacer carrera en el sector público”, asegura.
Schamberger explica además que en los últimos días, desde que se hizo pública la noticia, ha recibido numerosas muestras de solidaridad, desde los partidos políticos socialdemócrata SPD, Los Verdes (Die Grüne) y La Izquierda (Die Linke), así como de los sindicatos.
Herta Däubler-Gmelin, abogada de Kerem y ministra de Justicia entre 1998 y 2002– ha declarado al Süddeutsche que la actuación del servicio de protección a la Constitución “seguramente no es legal”. A raíz del suceso, se debatirá en el parlamento regional de Baviera la idoneidad de dicha ley, creada en el contexto de la guerra fría.
Las autoridades han comunicado a la prensa que no se pueden dar a conocer datos del caso por cuestiones de privacidad del afectado, así como que en ocasiones se tarda más tiempo en recibir una respuesta a este tipo de consultas porque hay que “comprobar todos los hechos”.
Esta no es la primera vez que Kerem Schamberger se ve en apuros por sus ideas políticas. En 2014 el Commerzbank cerró sin previo aviso su cuenta bancaria, como se contó en este medio. Kerem veía detrás de esta acción asimismo una motivación política y cómo no pudo hacer nada para impedirla.
Limpieza ideológica de facto
El llamado “Decreto de los radicales” (Radikalenerlass, en alemán) fue promulgado en 1972 bajo el Gobierno de Willy Brandt. En dicha ley se especifica que la fidelidad al orden constitucional actual debe ser un requisito para poder trabajar en el sector público. Pertenecer a una organización catalogada por el servicio secreto interno alemán como peligrosa para dicho orden era excluyente de la función pública.
Ya en los 50 y 60 algunos candidatos a funcionarios fueron rechazados, pero a partir de entonces se mencionaba dicho requisito explícitamente. La guerra fría no solo continuaba su curso, sino que se acentuaba. De ahí que el Estado alemán pretendiese de ese modo acabar con todo tipo de influencia de su enemigo comunista en el interior del Estado.
La prohibición de ejercer una profesión pública por motivos políticos afectó durante décadas a personas que pretendían trabajar por ejemplo como profesores o como conductores de tren, ya que a estas profesiones se accedía únicamente a través del empleo público. Desde que la ley se creó hasta 1991 alrededor de 1,4 millones de personas tuvieron que pasar por dicho proceso de control.
Esta praxis fue muy criticada en el interior de Alemania, así como en el exterior. En Francia por ejemplo François Mitterrand, el entonces presidente del partido socialista, se opuso a dicha ley. Las personas afectadas por el decreto continúan aún hoy reclamando una reparación y rehabilitación de su función pública.
Después de la caída del muro de Berlín, en el este de Alemania hubo una auténtica limpieza en el profesorado, desde infantil a universitario. Cientos de profesores fueron despedidos por su relación con el comunismo. Muchos investigadores se marcharon al extranjero a otras universidades, otros se reciclaron en la empresa privada con otras profesiones. La democracia de mercado de la Alemania reunificada demostraba en aquel momento muy poca flexibilidad.
Aunque la legislación continúa vigente, en cada Estado alemán se aplica de forma diferente. Por una parte existe la autocensura de la que hablaba Kerem Schamberger más arriba, en el sentido de que las personas que ya saben desde muy pronto que quieren dedicarse a la función pública no suelen formar parte oficial en organizaciones vigiladas. Por otro lado, la justicia ha ido dando la razón en parte a quien se ha mostrado contrario a que siga vigente una ley creada en un contexto muy diferente al actual.
En 1995 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró que el Estado alemán había actuado en contra de los artículos 10 y 11 de la Convención Europea de Derechos Humanos al haber suspendido a una maestra por el mero hecho de pertenecer al partido comunista DKP. Dichos artículos garantizan la libertad de opinión y reunión. La maestra Dorothea Voigt recuperó su empleo y el Estado alemán fue condenado a pagar una multa.
En 2004 el profesor de instituto Michael Csaszkóczy fue suspendido de la función pública por sus actividades como activista antifascista. A pesar de no haber sido condenado por crimen alguno, durante 25 años el servicio secreto le tuvo sometido a vigilancia y en 2004 le despidieron por formar parte de la comitiva de la asociación Rote Hilfe, que se encarga de ofrecer ayuda jurídica a activistas cuando se encuentran con problemas legales.
En 2007 Csaszkóczy ganó un juicio y volvió a su puesto como profesor. Seguramente Kerem conseguirá su puesto en la Universidad, pero el tufillo a guerra fría y a las dos Alemanias no ha desaparecido del todo en el país.
Fuente original:
http://www.eldiario.es/internacional/Kerem_Schamberger-Universidad-Alemania-comunista_0_572542875.html
viernes, 4 de noviembre de 2016
Una radiografía de los desahucios: pobreza, enfermedad y cuotas en ascenso
El 53,9% de las familias tienen que asumir una hipoteca superior a sus ingresos, según un informe del Observatori DESC basado en casos que han llegado a la PAH de Barcelona. El 10% de los hogares no ingresa nada. Un 49,5% de los encuestados sufren ansiedad.
El drama de los desahucios ha sido uno de los que más fuerza mediática ha alcanzado durante la crisis por su gravedad, pero también por la eficaz acción comunicativa y organizativa desarrollada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Precisamente esta organización ha sido la que ha permitido que el Observatori DESC haya podido elaborar, ante el déficit de datos oficiales, su informe Exclusión residencial en el mundo local: crisis hipotecaria en Barcelona 2013-2016. El texto es la conclusión de un trabajo desarrollado durante los últimos tres años en el que se han realizado entrevistas a casi un millar de personas que se han acercado a la PAH.
“Uno de los objetivos del informe es visibilizar los desahucios y el mal estado en el que se encuentra el derecho a la vivienda, pero también llenar el vacío de datos sobre la crisis hipotecaria”, explica Gabriele D’Adda, uno de los investigadores. Y estos son contundentes: el 90% de los impagos registrados se produjeron de 2010 a 2015, es decir, fueron causados directamente por la crisis económica. Los principales motivos -era una pregunta multirrespuesta- fueron, en un 68,1% de los casos, la pérdida del trabajo y el paso a una situación de desempleo y, en un 43,1%, la subida de la cuota hipotecaria. Un 32,1% alegó también como razón la cantidad de deudas contraídas y un 22,3% el divorcio o separación.
Los desahucios se han cebado con una clase social determinada, lo que se refleja, por un lado, en los barrios donde se concentra el mayor número de afectados, entre los que Sant Martí y Nou Barris se llevan la mitad. Por el otro, es significativo el dato de los ingresos netos mensuales por familia, que se sitúan en una media de 939 euros al mes, mientras que la cuota de la hipoteca alcanza, también de media, los 1.065 euros. Esto significa que el 53,9% de las unidades familiares tienen que asumir una cuota superior a sus ingresos. El 10% de los hogares estudiados no ingresa nada y el 7% sólo percibe entre 400 y 800 euros al mes. La situación se vuelve más dramática si se tiene en cuenta que más de la mitad de las familias con tres o más miembros no tiene ningún ingreso.
Las dificultades de las familias -de las que un 61,6% tienen al menos un menor- a la hora de pagar la hipoteca no sólo se viven en el momento de la ejecución hipotecaria. Un 24,8% de los hogares, una vez pagada la cuota mensual, se queda sólo con 400 euros para costear las necesidades básicas de sus miembros. Otros, un 7%, reciben ayudas para alimentar a su núcleo familiar por parte del Banco de Alimentos, de Cáritas o de la misma PAH. Con estos datos sobre la mesa, no resulta extraño que nueve de cada diez encuestados afirme que tiene dificultades para cubrir sus necesidades básicas, entre ellas la alimentación, el vestido o suministros. Todo esto acaba impactando de manera contundente la salud de los afectados, de modo que un 49,5% sufre ansiedad, un 33% depresión, un 17,8% insomnio y un 11% afirma que estas dificultades han provocado tensión familiar.
¿Quiénes son los bancos responsables de estas situaciones? El Observatori DESC también analiza esta cuestión, y entre ellos gana con diferencia Catalunya Caixa. “Un 40% de las hipotecas de los afectados son de esta entidad, que fue rescatada con fondos públicos”, recuerda Eduardo Salas, coautor del informe. “Si además sumamos al BBVA, que ha comprado Catalunya Caixa y se ha beneficiado también de la ayuda pública, la cifra sube al 50%”, añade. Después vendrían Bankia (con un 8% de las hipotecas de afectados), UCI (un 7%) y Banc Sabadell (un 7%). El 84% de estas hipotecas fueron firmadas en plena burbuja inmobiliaria, entre 2004 y 2007. En cuanto a los contratos, el informe destaca que “la mayoría de personas no sabían leer su contrato hipotecario, no conocían si contenían cláusulas o no abusivas”. Cuando llegan los problemas, también las faltas de respeto: el 36% de los encuestados asegura que ha recibido algún tipo de trato denigrante por parte del banco.
Fuente: http://www.lamarea.com/2016/10/26/una-radiografia-los-desahucios-pobreza-enfermedad-cuotas-ascenso/
El drama de los desahucios ha sido uno de los que más fuerza mediática ha alcanzado durante la crisis por su gravedad, pero también por la eficaz acción comunicativa y organizativa desarrollada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Precisamente esta organización ha sido la que ha permitido que el Observatori DESC haya podido elaborar, ante el déficit de datos oficiales, su informe Exclusión residencial en el mundo local: crisis hipotecaria en Barcelona 2013-2016. El texto es la conclusión de un trabajo desarrollado durante los últimos tres años en el que se han realizado entrevistas a casi un millar de personas que se han acercado a la PAH.
“Uno de los objetivos del informe es visibilizar los desahucios y el mal estado en el que se encuentra el derecho a la vivienda, pero también llenar el vacío de datos sobre la crisis hipotecaria”, explica Gabriele D’Adda, uno de los investigadores. Y estos son contundentes: el 90% de los impagos registrados se produjeron de 2010 a 2015, es decir, fueron causados directamente por la crisis económica. Los principales motivos -era una pregunta multirrespuesta- fueron, en un 68,1% de los casos, la pérdida del trabajo y el paso a una situación de desempleo y, en un 43,1%, la subida de la cuota hipotecaria. Un 32,1% alegó también como razón la cantidad de deudas contraídas y un 22,3% el divorcio o separación.
Los desahucios se han cebado con una clase social determinada, lo que se refleja, por un lado, en los barrios donde se concentra el mayor número de afectados, entre los que Sant Martí y Nou Barris se llevan la mitad. Por el otro, es significativo el dato de los ingresos netos mensuales por familia, que se sitúan en una media de 939 euros al mes, mientras que la cuota de la hipoteca alcanza, también de media, los 1.065 euros. Esto significa que el 53,9% de las unidades familiares tienen que asumir una cuota superior a sus ingresos. El 10% de los hogares estudiados no ingresa nada y el 7% sólo percibe entre 400 y 800 euros al mes. La situación se vuelve más dramática si se tiene en cuenta que más de la mitad de las familias con tres o más miembros no tiene ningún ingreso.
Las dificultades de las familias -de las que un 61,6% tienen al menos un menor- a la hora de pagar la hipoteca no sólo se viven en el momento de la ejecución hipotecaria. Un 24,8% de los hogares, una vez pagada la cuota mensual, se queda sólo con 400 euros para costear las necesidades básicas de sus miembros. Otros, un 7%, reciben ayudas para alimentar a su núcleo familiar por parte del Banco de Alimentos, de Cáritas o de la misma PAH. Con estos datos sobre la mesa, no resulta extraño que nueve de cada diez encuestados afirme que tiene dificultades para cubrir sus necesidades básicas, entre ellas la alimentación, el vestido o suministros. Todo esto acaba impactando de manera contundente la salud de los afectados, de modo que un 49,5% sufre ansiedad, un 33% depresión, un 17,8% insomnio y un 11% afirma que estas dificultades han provocado tensión familiar.
¿Quiénes son los bancos responsables de estas situaciones? El Observatori DESC también analiza esta cuestión, y entre ellos gana con diferencia Catalunya Caixa. “Un 40% de las hipotecas de los afectados son de esta entidad, que fue rescatada con fondos públicos”, recuerda Eduardo Salas, coautor del informe. “Si además sumamos al BBVA, que ha comprado Catalunya Caixa y se ha beneficiado también de la ayuda pública, la cifra sube al 50%”, añade. Después vendrían Bankia (con un 8% de las hipotecas de afectados), UCI (un 7%) y Banc Sabadell (un 7%). El 84% de estas hipotecas fueron firmadas en plena burbuja inmobiliaria, entre 2004 y 2007. En cuanto a los contratos, el informe destaca que “la mayoría de personas no sabían leer su contrato hipotecario, no conocían si contenían cláusulas o no abusivas”. Cuando llegan los problemas, también las faltas de respeto: el 36% de los encuestados asegura que ha recibido algún tipo de trato denigrante por parte del banco.
Fuente: http://www.lamarea.com/2016/10/26/una-radiografia-los-desahucios-pobreza-enfermedad-cuotas-ascenso/
Carta a José Antonio Marina, como aspirante a Ministro de Educación.
Cuarto Poder
En primer lugar, propone, una Carta de los deberes educativos de los ciudadanos, como si la ciudadanía cargase con el peso de la educación de las futuras generaciones. Siendo cierto que cualquier persona influye en otra si se relaciona con ella, es una influencia limitada aunque sea importante. Quizá Marina debería elaborar una Carta de los deberes educativos de los medios de comunicación masivos que son los que realmente conforman y manipulan el pensamiento y las conductas sociales de la mayoría de la población. Y esta influencia no suele contribuir a una educación en valores de justicia, solidaridad, ecología y libertad. Más bien lo contrario. No tenemos más que repasar los programas de entretenimiento más vistos en las televisiones, los videojuegos más vendidos, las películas más taquilleras o las letras de las canciones más escuchadas.
Proponer que los responsables de la educación informal son los ciudadanos es contribuir a ocultar la verdad. Son los grandes monopolios multinacionales de los medios de comunicación quienes configuran fundamentalmente el pensamiento único que teje las mentalidades colectivas hoy en día, y que la ciudadanía asimila progresivamente, con mayor o menor énfasis en cada caso. Si el Ministerio de Educación les pusiera deberes de obligado cumplimiento a los medios de comunicación, para que contribuyeran a la tarea de educar en los valores proclamados en los derechos humanos y en la Constitución, estos monopolios pondrían en marcha todos sus equipos de abogados para demandar al Estado y defenderían su libertad de expresión.
Pero el meollo del discurso de Marina es lo que propone en segundo lugar: indica al Ministerio de Educación que debe privatizar aún más el sistema educativo. Plantea que ya no se puede entender el sistema educativo sin incorporar a las grandes corporaciones multinacionales de la informática y la comunicación (cita a Google, Cisco, Huawei, Telefónica). Que éstas “dedican grandes esfuerzos a la educación” y hay que “implicarlas en la educación, animarles a que aporten conocimientos y fondos”.
Aquí suelta ya la ideología neoliberal: privatización de la educación, abriéndola al negocio. No es suficiente con que financiemos centros concertados (negocios privados) con dinero público. Sino que Marina propone articular de forma clara, con nombres y apellidos, uno de los planteamientos básicos de la LOMCE y que tanto ha cuestionado la comunidad educativa. La LOMCE ya establece que se “entiende por Sistema Educativo Español el conjunto de agentes, públicos y privados, que desarrollan funciones de regulación, de financiación o de prestación del servicio de la educación”. Ello supone que a las corporaciones empresariales y grupos religiosos que financian, prestan o regulan la educación, se les reconozca en pie de igualdad con el sector público, abriendo las puertas a una mayor profundización en el proceso de privatización.
De esta forma, Marina en perfecta conexión con los planteamientos del PP, quiere que las grandes multinacionales, cuya finalidad fundamental es obtener beneficios para sus accionistas, se conviertan en parte del sistema educativo, como agentes de educación, al mismo nivel que el Estado. Los intereses corporativos de accionistas y ejecutivos decidirán sobre la educación de nuestros hijos e hijas. No es de extrañar que Marina, en este contexto, alabe la “gigantesca influencia educadora” de estas corporaciones que, según él, “debemos aprovechar” para la promoción del emprendimiento, de la formación profesional dual (tan contestada por la comunidad educativa), o el negocio de la transferencia de conocimiento de la universidad al mundo empresarial, que tiende a convertir la investigación colectiva y pública en negocio y beneficios para unos pocos.
Avanzar en esta línea de privatización de la educación, dejándola en manos sobre todo de las empresas (2.000 millones de euros al año de dinero público destinados a bonificaciones a empresas para formación), orienta las decisiones políticas que se toman sobre educación a una de sus finalidades, la formación para el empleo. Formarse como profesional es algo necesario, pero subordinado a la meta de una educación integral: formarse como persona en todas sus dimensiones individuales y sociales para avanzar en la construcción de una sociedad más sabia, justa y cohesionada. Por desgracia, la LOMCE y Marina reducen la finalidad de la educación a “entenderse como motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país […] para competir con éxito en la arena internacional […] representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global”. Es curioso que Marina no recomiende al nuevo ministro derogar la LOMCE y revertir los 8.000 millones de euros recortados en educación, que son las claves para convertir a España en un gigantesco bar de copas.
No sabemos si, tras su carta, Marina ya se ve como futuro Ministro de Educación en la gran coalición informal presidida por PP y Ciudadanos. La pregunta que nos hacemos es cómo va a “despertar la pasión por aprender”, tal y como entiende el futuro de la educación. Los seres humanos no hemos nacido solo para trabajar. Necesitamos la música, la literatura, el arte, la danza, para emocionarnos. Y todas las ciencias y humanidades para entender nuestro complejo mundo. También debemos aprender a convivir solidariamente con los demás y ecológicamente con nuestro medio y el resto de seres. Los seres humanos vivimos, disfrutamos de la belleza, compartimos, hacemos deporte, soñamos, componemos poesía y música, debatimos, incluso nos apasionamos, no solo somos trabajadores formados por grandes corporaciones para producir más beneficios para sus accionistas, Sr. Marina. Tenemos otra idea de lo que es práctico y útil para las personas. Esta es la educación que deberíamos defender.
Enrique Javier Díez es profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León y Agustín Moreno es profesor de Enseñanza Secundaria en Vallecas (Madrid) y autor del blog de cuartopoder.es ‘La espuma y la marea’. Ambos son miembros del Foro de Sevilla.
Fuente:
http://www.cuartopoder.es/tribuna/2016/11/02/carta-jose-antonio-marina-aspirante-ministro-educacion/9250
El festival de la disrupción. La economía colaborativa reclama su derecho a reinventar la sociedad
El salmón contracorriente
OuiShare Fest Barcelona 2016 cierra sus puertas tras dos días de intenso debate sobre el presente y el futuro de un fenómeno con potencial y potencia para cambiar el sistema económico y social.
Decía Einstein que no podemos usar un mapa viejo para explorar un nuevo mundo. Quizás por eso -nos fiamos del genio- la economía colaborativa puede tomarse la licencia de ser optimista. Viajar sin un guion rígido, aunque con una brújula para recordar dónde está el norte, no le está yendo tan mal después de todo. Y, para prueba, lo que ha ocurrido en Barcelona en los últimos días.
Por segundo año consecutivo, OuiShare Fest ha conseguido reunir en nuestro país a más de 700 personas de todo el mundo para dialogar y definir el papel del fenómeno colaborativo en un futuro que ya es presente. Un rol que, por cierto, se confirma mucho más ambicioso de lo que muchos creían cuando empezó a hablarse de intercambiar ideas, servicios y bienes entre pares a través de la tecnología. “Podemos comenzar a competir contra el sistema dentro del sistema, tanto a nivel económico como social”, aseguraba David de Ugarte, socio fundador del Grupo Cooperativo Las Indias, durante la inauguración.
En este sentido, si algo puede extraerse de esta segunda edición de OuiShare Fest Barcelona, es que la economía colaborativa continúa madurando y, en ese proceso evolutivo, comienza a definir aún más sus principales cualidades. Por un lado, su amplitud y la diversidad de prácticas que engloba; por otro, su carácter abierto e inclusivo, sus ganas de dialogar (con los agentes sociales, con las otras economías); y, finalmente, su capacidad para proponer soluciones reales a los problemas más acuciantes que la “economía del sálvese quien pueda, la Mad Max Economy”, en palabras de Manuel Escudero, Socio de NEARCO Estrategia de Posicionamiento y Crisis, ha provocado.
El paradigma de la colaboración en su estado más esencial y puro se convierte así en una de las salidas a la desigualdad creciente, la fragmentación social, la obsesión enfermiza por el crecimiento y el cambio climático. “Realmente, estáis construyendo una sociedad diferente. Si esto cristaliza, podemos llegar a una sociedad postcapitalista donde el acceso a los bienes básicos sea libre o muy barato, donde trabajemos solo 3 o 4 horas al día, y el resto del tiempo no tenga una utilidad mercantil sino social”, insistía Escudero.
Entre las herramientas de cambio, se ha vuelto a hablar de la tecnología y de lo digital, de conocimiento y datos abiertos. Pero, sobre todo, se ha insistido en la figura del ciudadano que, empoderado, tiene la capacidad y las ganas de intervenir de manera más activa en la gestión de servicios como la salud y la educación, el diseño de las ciudades, la producción y el trabajo, e incluso la democracia. Esta forma de entender la economía colaborativa en positivo, por lo que tiene que aportar, ha permitido analizar el fenómeno en toda su complejidad y tender puentes, como nunca antes, con otros movimientos como el procomún, la economía social, la cooperativa y el decrecimiento.
Como decía Joan Subirats, profesor de Ciencias Políticas en el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas, en la clausura de OuiShare Fest Barcelona, “no estamos en un marco de crisis, sino en un cambio de época”. Y la economía colaborativa se ha propuesto estar muy presente, si no liderando, esa transformación social.
Isabel Benítez, periodista y bloguera.
OuiShare Fest Barcelona 2016 cierra sus puertas tras dos días de intenso debate sobre el presente y el futuro de un fenómeno con potencial y potencia para cambiar el sistema económico y social.
Decía Einstein que no podemos usar un mapa viejo para explorar un nuevo mundo. Quizás por eso -nos fiamos del genio- la economía colaborativa puede tomarse la licencia de ser optimista. Viajar sin un guion rígido, aunque con una brújula para recordar dónde está el norte, no le está yendo tan mal después de todo. Y, para prueba, lo que ha ocurrido en Barcelona en los últimos días.
Por segundo año consecutivo, OuiShare Fest ha conseguido reunir en nuestro país a más de 700 personas de todo el mundo para dialogar y definir el papel del fenómeno colaborativo en un futuro que ya es presente. Un rol que, por cierto, se confirma mucho más ambicioso de lo que muchos creían cuando empezó a hablarse de intercambiar ideas, servicios y bienes entre pares a través de la tecnología. “Podemos comenzar a competir contra el sistema dentro del sistema, tanto a nivel económico como social”, aseguraba David de Ugarte, socio fundador del Grupo Cooperativo Las Indias, durante la inauguración.
En este sentido, si algo puede extraerse de esta segunda edición de OuiShare Fest Barcelona, es que la economía colaborativa continúa madurando y, en ese proceso evolutivo, comienza a definir aún más sus principales cualidades. Por un lado, su amplitud y la diversidad de prácticas que engloba; por otro, su carácter abierto e inclusivo, sus ganas de dialogar (con los agentes sociales, con las otras economías); y, finalmente, su capacidad para proponer soluciones reales a los problemas más acuciantes que la “economía del sálvese quien pueda, la Mad Max Economy”, en palabras de Manuel Escudero, Socio de NEARCO Estrategia de Posicionamiento y Crisis, ha provocado.
El paradigma de la colaboración en su estado más esencial y puro se convierte así en una de las salidas a la desigualdad creciente, la fragmentación social, la obsesión enfermiza por el crecimiento y el cambio climático. “Realmente, estáis construyendo una sociedad diferente. Si esto cristaliza, podemos llegar a una sociedad postcapitalista donde el acceso a los bienes básicos sea libre o muy barato, donde trabajemos solo 3 o 4 horas al día, y el resto del tiempo no tenga una utilidad mercantil sino social”, insistía Escudero.
Entre las herramientas de cambio, se ha vuelto a hablar de la tecnología y de lo digital, de conocimiento y datos abiertos. Pero, sobre todo, se ha insistido en la figura del ciudadano que, empoderado, tiene la capacidad y las ganas de intervenir de manera más activa en la gestión de servicios como la salud y la educación, el diseño de las ciudades, la producción y el trabajo, e incluso la democracia. Esta forma de entender la economía colaborativa en positivo, por lo que tiene que aportar, ha permitido analizar el fenómeno en toda su complejidad y tender puentes, como nunca antes, con otros movimientos como el procomún, la economía social, la cooperativa y el decrecimiento.
Como decía Joan Subirats, profesor de Ciencias Políticas en el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas, en la clausura de OuiShare Fest Barcelona, “no estamos en un marco de crisis, sino en un cambio de época”. Y la economía colaborativa se ha propuesto estar muy presente, si no liderando, esa transformación social.
Isabel Benítez, periodista y bloguera.
jueves, 3 de noviembre de 2016
Fallece el último británico de las Brigadas Internacionales: Stan Hilton, in memoriam, 80 años después.
Tal como figura en el programa organizado por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (ABBI), entre los días 27 y 29 de este mes de octubre de 2016 tendrán lugar una serie de actos en Madrid que conmemoran el octogésimo aniversario de la llegada a España de dichas brigadas, a fin de luchar contra el fascismo en la guerra que tuvo lugar entre 1936 y 1939. Sirva la oportunidad de esta noticia para recordar los dos últimos fallecimientos de los pocos brigadistas que aún viven:
El primero, Antoine Pinol, murió el pasado 2 de septiembre de 2016 en la localidad francesa de Agen. Pinol era español, nacido en Palamós (Girona) en 1915, había cumplido ya la avanzada edad de 101 años. Siendo muy joven, Antoine emigró para trabajar en Francia. Al estallar la guerra no se lo pensó: por su amor a la libertad y su ideal republicano se unió a un grupo de italianos que cruzaron la frontera y se enroló en el batallón Garibaldi. Luchó en la defensa de Madrid, en el Jarama, Guadalajara y en otras batallas. También en la del Ebro, en la que Antoine fue comandante de la 3ª Compañía del 2º batallón. Recibió una distinción por “su valentía destacándose en el golpe de mano efectuado por su Compañía el día 7 [de septiembre] marchando al frente de sus hombres”.
El segundo fallecimiento ocurrió el pasado viernes y todavía no se tenía noticia en castellano en el momento en que redacto estas líneas, por lo que he de recurrir al texto en inglés recogido en la página International Brigade Memorial Trust.
Se trata de Stan Hilton, el último sobreviviente británico de las legendarias Brigadas Internacionales -tal como se encabeza la noticia- durante la Guerra Civil de España, quien falleció en Australia a la edad de 98 años. Stan fue un joven que a la edad de 19 años abandonó en Alicante el barco de cuya tripulación formaba parte en noviembre de 1937 para integrarse en la 15ª Brigada Internacional: “El pueblo español necesitaba ayuda. Eso era hacer lo correcto”, según sus palabras.
Stan Hilton estuvo en la terrible batalla de Teruel y en la primavera de 1938 luchó con su batallón en Aragón y Cataluña. Nacido en New Haven, Sussex, el 31 de diciembre de 1917, Hilton pasó a servir en la marina mercante a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. En 1956 emigró con su familia a Australia, donde trabajó como soldador en el sector de la construcción. Murió en un hogar de ancianos en Ocean Grove, cerca de Melbourne.
Unos 2500 voluntarios de las Islas Británicas se unieron a las brigadas internacionales durante la guerra civil de 1936 a 1939, y un total de 526 de ellos murieron en combate. Al anunciar la noticia, la brigada con sede en Londres Memorial Trust International (CICM) dijo que la muerte del último veterano de la brigada internacional británica marcó el final de una época.
La secretaria BMT Jim Jump dijo que Stan Hilton había ayudado a escribir un capítulo de orgullo en la historia británica del siglo XX. Y agregó: “Si bien su propio gobierno miraba para otro lado y se negó a ir en ayuda de un compañero de la democracia, los hombres y las mujeres de Gran Bretaña que se unieron a las Brigadas Internacionales hicieron algo para salvar el honor y la reputación de su país. Stan y los demás voluntarios pasarán a la historia como los primeros soldados británicos en hacer frente a Hitler y Mussolini en el campo de batalla. Al hacerlo, también son un ejemplo sin igual de la solidaridad internacional y el antifascismo”.
Stan Hilton, in memoriam, 80 años después.
Fuente: http://periodistas-es.com/stan-hilton-in-memoriam-80-anos-despues-77365
El primero, Antoine Pinol, murió el pasado 2 de septiembre de 2016 en la localidad francesa de Agen. Pinol era español, nacido en Palamós (Girona) en 1915, había cumplido ya la avanzada edad de 101 años. Siendo muy joven, Antoine emigró para trabajar en Francia. Al estallar la guerra no se lo pensó: por su amor a la libertad y su ideal republicano se unió a un grupo de italianos que cruzaron la frontera y se enroló en el batallón Garibaldi. Luchó en la defensa de Madrid, en el Jarama, Guadalajara y en otras batallas. También en la del Ebro, en la que Antoine fue comandante de la 3ª Compañía del 2º batallón. Recibió una distinción por “su valentía destacándose en el golpe de mano efectuado por su Compañía el día 7 [de septiembre] marchando al frente de sus hombres”.
El segundo fallecimiento ocurrió el pasado viernes y todavía no se tenía noticia en castellano en el momento en que redacto estas líneas, por lo que he de recurrir al texto en inglés recogido en la página International Brigade Memorial Trust.
Se trata de Stan Hilton, el último sobreviviente británico de las legendarias Brigadas Internacionales -tal como se encabeza la noticia- durante la Guerra Civil de España, quien falleció en Australia a la edad de 98 años. Stan fue un joven que a la edad de 19 años abandonó en Alicante el barco de cuya tripulación formaba parte en noviembre de 1937 para integrarse en la 15ª Brigada Internacional: “El pueblo español necesitaba ayuda. Eso era hacer lo correcto”, según sus palabras.
Stan Hilton estuvo en la terrible batalla de Teruel y en la primavera de 1938 luchó con su batallón en Aragón y Cataluña. Nacido en New Haven, Sussex, el 31 de diciembre de 1917, Hilton pasó a servir en la marina mercante a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. En 1956 emigró con su familia a Australia, donde trabajó como soldador en el sector de la construcción. Murió en un hogar de ancianos en Ocean Grove, cerca de Melbourne.
Unos 2500 voluntarios de las Islas Británicas se unieron a las brigadas internacionales durante la guerra civil de 1936 a 1939, y un total de 526 de ellos murieron en combate. Al anunciar la noticia, la brigada con sede en Londres Memorial Trust International (CICM) dijo que la muerte del último veterano de la brigada internacional británica marcó el final de una época.
La secretaria BMT Jim Jump dijo que Stan Hilton había ayudado a escribir un capítulo de orgullo en la historia británica del siglo XX. Y agregó: “Si bien su propio gobierno miraba para otro lado y se negó a ir en ayuda de un compañero de la democracia, los hombres y las mujeres de Gran Bretaña que se unieron a las Brigadas Internacionales hicieron algo para salvar el honor y la reputación de su país. Stan y los demás voluntarios pasarán a la historia como los primeros soldados británicos en hacer frente a Hitler y Mussolini en el campo de batalla. Al hacerlo, también son un ejemplo sin igual de la solidaridad internacional y el antifascismo”.
Stan Hilton, in memoriam, 80 años después.
Fuente: http://periodistas-es.com/stan-hilton-in-memoriam-80-anos-despues-77365
El chico famoso en el mundo entero, que vende empanadas en Acapulco, México.
Sin duda se trata de un chico muy inteligente, su actitud no es solo lo más importante. Es como la gallina y el huevo. Qué es primero, su inteligencia y de ahí su actitud, o su actitud consecuencia de su inteligencia?
miércoles, 2 de noviembre de 2016
¿Por qué nos gustan las canciones tristes? El motivo por el cual algunas personas disfrutan de la música triste más que otras tiene mucho que ver con la empatía.
En los últimos tiempos, es frecuente que dramones como Someone Like You, de Adele, encabecen las listas de éxitos, si bien las composiciones musicales lúgubres, como el Réquiem de Mozart, han conmovido a la gente a lo largo de los siglos. Ambas reflejan y provocan un intenso sentimiento de pérdida y tristeza. Sin embargo, el goce de la música triste es algo paradójico. Si en la vida diaria hacemos lo imposible por evitar la pena, ¿cómo es que, en el arte, se pueden experimentar sin peligro, disfrutar intensamente, e incluso exaltar temas como la pérdida?
Durante mucho tiempo, a los investigadores nos ha desconcertado este fenómeno, y no ha sido hasta hace poco cuando hemos empezado a entender mejor cómo disfrutamos de la música. Ahora, un nuevo estudio publicado en Frontiers in Psychology, del que soy autor junto con varios compañeros, ha descubierto el motivo por el cual algunos de nosotros disfrutamos de la música triste más que otros. Resulta que tiene mucho que ver con la empatía.
La investigación ya había demostrado que, habitualmente, los individuos con una mentalidad abierta valoraban mucho la sofisticación de la música, mientras que los "sistematizadores" ‒las personas muy interesadas en los patrones, los sistemas y las normas‒ solían preferir la música intensa, como el rock y el punk.
Pero, ¿qué pasa con la música triste? ¿Seguramente no gustaría a nadie si no fuese porque la emoción que se experimenta al oírla no es auténtica tristeza, sino una versión transformada de la misma? Basándonos en extensos estudios sobre qué siente la gente cuando oye música triste, sabemos que, en general, esas experiencias encajan en diferentes categorías.
Para algunos, la música triste ahonda y amplifica realmente los sentimientos de pérdida y pesar. Ambas son emociones conectadas con sucesos y recuerdos personales. Estas vivencias no son ni mucho menos placenteras y, por lo tanto, no ofrecen una explicación a la paradoja. A otros les despierta un sentimiento de melancolía, esa sensación que experimentas, por ejemplo, un día lluvioso después de que tu equipo favorito haya sido derrotado.
El misterio de sentirse conmovido
Sin embargo, el tipo de experiencia más curiosa es la sensación de que algo te está conmoviendo, que, en nuestra opinión, es la base de nuestra fascinación por la música triste. Esta experiencia puede ser difícil de describir con palabras, pero suele ser intensa y placentera. Sin embargo, parece que no todo el mundo es capaz de experimentarla. ¿Y quién lo es, entonces? Intuitivamente, sería lógico que quienes sienten empatía con facilidad, también se conmuevan con facilidad.
Para comprobar esta hipótesis, reunimos una muestra formada por 102 participantes que fuese representativa del país, para un experimento de escucha. Les pusimos Discovery of the Camp, de Michael Kamen, una pieza triste de música instrumental que sonaba unos instantes en la miniserie Hermanos de sangre. En un estudio piloto inicial, la gran mayoría de la gente no había sido capaz de reconocerla.
Tomamos la decisión de centrarnos en piezas de música instrumental que era improbable que los participantes hubiesen oído con anterioridad con la intención de excluir cualquier fuente externa de emoción, como recuerdos específicos relacionados con una determinada composición musical o con interpretaciones de la letra que pudiesen tener los entrevistados. En otras palabras, queríamos asegurarnos de que las respuestas emocionales las provocase la propia música.
Asimismo, pedimos a los oyentes que nos proporcionasen información sobre toda una serie de variables de fondo, entre ellas si eran muy propensos a sumirse en la nostalgia, y cuáles eran su estado de ánimo y de salud y su calidad de vida en esos momentos. También trazamos un perfil de sus preferencias musicales y utilizamos la medida estándar de la empatía ‒el "índice de reactividad interpersonal" ‒ para cuantificar en qué medida tenían esta capacidad.
Las experiencias generadas por la pieza musical en concreto iban desde sentirse relajado o conmovido a ‒en algunos casos‒ ponerse ansioso o nervioso. Los participantes que se conmovieron hablaron de sentimientos intensos, placenteros, y, sin embargo, al mismo tiempo tristes. Significativamente, descubrimos que las personas que se habían conmovido con la pieza también tenían valores elevados de empatía. Y viceversa, quienes tendían a sentir poca empatía, apenas declararon haberse sentido conmovidos por la música.
Aún hay más: nuestros descubrimientos indican que la clave del disfrute no reside solo en la capacidad de empatizar con los sentimientos sombríos que expresa la música, sino también en la de autorregularse y distanciarse del proceso. Este componente específico de la empatía se conoce como "preocupación empática". Mientras que empatizar significa reaccionar al sentimiento percibido en alguien experimentando un sentimiento similar, la preocupación empática significa también sentir ternura, compasión y simpatía por él. Este rasgo específico era el que pronosticaba con más acierto si nuestros participantes iban a afirmar que se habían sentido conmovidos por la música.
Entender los resultados
Esta investigación viene a sumarse a una serie de trabajos que indican que en la apreciación de la música interviene la cognición social. La gente sensible y dispuesta a empatizar con las desventuras de otros ‒en este caso, representados por la música triste‒ se ve recompensada en cierta manera por el proceso. Existen diversas teorías sobre la causa.
La recompensa podría ser puramente bioquímica. Todos hemos experimentado una sensación de alivio y serenidad después de haber llorado a gusto. La causa es un cóctel de sustancias químicas generado por el llanto. Una teoría reciente propone que basta incluso con una tristeza ficticia para engañar a nuestro cuerpo y desencadenar esa reacción endocrina, cuya finalidad es aliviar el dolor mental que implica una pérdida real. Esta reacción la provocan hormonas como la oxitocina y la prolactina, que en realidad inducen en nosotros sensaciones de consuelo, ternura y un suave placer. Es probable que esta mezcla hormonal sea particularmente potente cuando se eliminan de la ecuación la pérdida y el pesar reales, cosa que se puede hacer con frecuencia en el caso de la tristeza inducida por la música.
También es posible que el efecto sea principalmente psicológico. En este caso, quienes se permiten sumergirse emocionalmente en la música triste no hacen ni más ni menos que ejercitar su repertorio emocional de una forma gratificante en sí misma. La capacidad de entender las emociones de los demás es fundamental para navegar por el mundo social en el que vivimos y, en consecuencia, es probable que ejercitar esa habilidad proporcione una recompensa debido a su sentido evolutivo.
La música casi se podría comparar con una potente droga. Si la empatía constituye el meollo de la transformación de esa "droga" en placer o en dolor, ¿no se podría utilizar la propia música para entrenar a la gente para que fuese más empática?
Todavía no lo sabemos, aunque sea corriente emplear la musicoterapia para recuperar a personas con trastornos emocionales como la depresión y la baja autoestima. Sin duda, entender las transformaciones emocionales inducidas por la música triste nos ayudaría a comprender cómo se podría utilizar la intervención musical en individuos que sufren trastornos emocionales.
Aunque no hayamos descifrado del todo el código de estas transformaciones, el nuevo estudio es un primer avance. En todo caso, parece que darse permiso para dejarse transportar y sumergirse en un viaje musical a la tragedia y el dolor puede ser justamente lo que su mente social anhela y necesita para mantenerse en forma.
Tuomas Eerola es Profesor de Cognición musical en la Universidad de Durham, y trabaja en el proyecto 'Dulce tristeza. Entender los mecanismos que intervienen en el disfrute de la música triste'.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la web The Conversation
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/09/22/babelia/1474560262_314482.html?rel=lom
Durante mucho tiempo, a los investigadores nos ha desconcertado este fenómeno, y no ha sido hasta hace poco cuando hemos empezado a entender mejor cómo disfrutamos de la música. Ahora, un nuevo estudio publicado en Frontiers in Psychology, del que soy autor junto con varios compañeros, ha descubierto el motivo por el cual algunos de nosotros disfrutamos de la música triste más que otros. Resulta que tiene mucho que ver con la empatía.
La investigación ya había demostrado que, habitualmente, los individuos con una mentalidad abierta valoraban mucho la sofisticación de la música, mientras que los "sistematizadores" ‒las personas muy interesadas en los patrones, los sistemas y las normas‒ solían preferir la música intensa, como el rock y el punk.
Pero, ¿qué pasa con la música triste? ¿Seguramente no gustaría a nadie si no fuese porque la emoción que se experimenta al oírla no es auténtica tristeza, sino una versión transformada de la misma? Basándonos en extensos estudios sobre qué siente la gente cuando oye música triste, sabemos que, en general, esas experiencias encajan en diferentes categorías.
Para algunos, la música triste ahonda y amplifica realmente los sentimientos de pérdida y pesar. Ambas son emociones conectadas con sucesos y recuerdos personales. Estas vivencias no son ni mucho menos placenteras y, por lo tanto, no ofrecen una explicación a la paradoja. A otros les despierta un sentimiento de melancolía, esa sensación que experimentas, por ejemplo, un día lluvioso después de que tu equipo favorito haya sido derrotado.
El misterio de sentirse conmovido
Sin embargo, el tipo de experiencia más curiosa es la sensación de que algo te está conmoviendo, que, en nuestra opinión, es la base de nuestra fascinación por la música triste. Esta experiencia puede ser difícil de describir con palabras, pero suele ser intensa y placentera. Sin embargo, parece que no todo el mundo es capaz de experimentarla. ¿Y quién lo es, entonces? Intuitivamente, sería lógico que quienes sienten empatía con facilidad, también se conmuevan con facilidad.
Para comprobar esta hipótesis, reunimos una muestra formada por 102 participantes que fuese representativa del país, para un experimento de escucha. Les pusimos Discovery of the Camp, de Michael Kamen, una pieza triste de música instrumental que sonaba unos instantes en la miniserie Hermanos de sangre. En un estudio piloto inicial, la gran mayoría de la gente no había sido capaz de reconocerla.
Tomamos la decisión de centrarnos en piezas de música instrumental que era improbable que los participantes hubiesen oído con anterioridad con la intención de excluir cualquier fuente externa de emoción, como recuerdos específicos relacionados con una determinada composición musical o con interpretaciones de la letra que pudiesen tener los entrevistados. En otras palabras, queríamos asegurarnos de que las respuestas emocionales las provocase la propia música.
Asimismo, pedimos a los oyentes que nos proporcionasen información sobre toda una serie de variables de fondo, entre ellas si eran muy propensos a sumirse en la nostalgia, y cuáles eran su estado de ánimo y de salud y su calidad de vida en esos momentos. También trazamos un perfil de sus preferencias musicales y utilizamos la medida estándar de la empatía ‒el "índice de reactividad interpersonal" ‒ para cuantificar en qué medida tenían esta capacidad.
Las experiencias generadas por la pieza musical en concreto iban desde sentirse relajado o conmovido a ‒en algunos casos‒ ponerse ansioso o nervioso. Los participantes que se conmovieron hablaron de sentimientos intensos, placenteros, y, sin embargo, al mismo tiempo tristes. Significativamente, descubrimos que las personas que se habían conmovido con la pieza también tenían valores elevados de empatía. Y viceversa, quienes tendían a sentir poca empatía, apenas declararon haberse sentido conmovidos por la música.
Aún hay más: nuestros descubrimientos indican que la clave del disfrute no reside solo en la capacidad de empatizar con los sentimientos sombríos que expresa la música, sino también en la de autorregularse y distanciarse del proceso. Este componente específico de la empatía se conoce como "preocupación empática". Mientras que empatizar significa reaccionar al sentimiento percibido en alguien experimentando un sentimiento similar, la preocupación empática significa también sentir ternura, compasión y simpatía por él. Este rasgo específico era el que pronosticaba con más acierto si nuestros participantes iban a afirmar que se habían sentido conmovidos por la música.
Entender los resultados
Esta investigación viene a sumarse a una serie de trabajos que indican que en la apreciación de la música interviene la cognición social. La gente sensible y dispuesta a empatizar con las desventuras de otros ‒en este caso, representados por la música triste‒ se ve recompensada en cierta manera por el proceso. Existen diversas teorías sobre la causa.
La recompensa podría ser puramente bioquímica. Todos hemos experimentado una sensación de alivio y serenidad después de haber llorado a gusto. La causa es un cóctel de sustancias químicas generado por el llanto. Una teoría reciente propone que basta incluso con una tristeza ficticia para engañar a nuestro cuerpo y desencadenar esa reacción endocrina, cuya finalidad es aliviar el dolor mental que implica una pérdida real. Esta reacción la provocan hormonas como la oxitocina y la prolactina, que en realidad inducen en nosotros sensaciones de consuelo, ternura y un suave placer. Es probable que esta mezcla hormonal sea particularmente potente cuando se eliminan de la ecuación la pérdida y el pesar reales, cosa que se puede hacer con frecuencia en el caso de la tristeza inducida por la música.
También es posible que el efecto sea principalmente psicológico. En este caso, quienes se permiten sumergirse emocionalmente en la música triste no hacen ni más ni menos que ejercitar su repertorio emocional de una forma gratificante en sí misma. La capacidad de entender las emociones de los demás es fundamental para navegar por el mundo social en el que vivimos y, en consecuencia, es probable que ejercitar esa habilidad proporcione una recompensa debido a su sentido evolutivo.
La música casi se podría comparar con una potente droga. Si la empatía constituye el meollo de la transformación de esa "droga" en placer o en dolor, ¿no se podría utilizar la propia música para entrenar a la gente para que fuese más empática?
Todavía no lo sabemos, aunque sea corriente emplear la musicoterapia para recuperar a personas con trastornos emocionales como la depresión y la baja autoestima. Sin duda, entender las transformaciones emocionales inducidas por la música triste nos ayudaría a comprender cómo se podría utilizar la intervención musical en individuos que sufren trastornos emocionales.
Aunque no hayamos descifrado del todo el código de estas transformaciones, el nuevo estudio es un primer avance. En todo caso, parece que darse permiso para dejarse transportar y sumergirse en un viaje musical a la tragedia y el dolor puede ser justamente lo que su mente social anhela y necesita para mantenerse en forma.
Tuomas Eerola es Profesor de Cognición musical en la Universidad de Durham, y trabaja en el proyecto 'Dulce tristeza. Entender los mecanismos que intervienen en el disfrute de la música triste'.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la web The Conversation
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/09/22/babelia/1474560262_314482.html?rel=lom
martes, 1 de noviembre de 2016
El Tolstói de los zulús. El libro 'Entre el mundo y yo', de Ta-Nehisi Coates, debería leerse en España tanto como se ha leído en EE UU, donde ha recibido el premio nacional de no ficción.
“Cuando los zulús produzcan un Tolstói nosotros lo leeremos”. ¿A quién se refería Saul Bellow con esa primera persona del plural en una de sus más célebres y denostadas citas? Ese “nosotros” que el gran novelista utilizó incluía a los blancos y excluía a los negros. No podía ser de otra manera siendo Bellow un estadounidense de Chicago y un judío descendiente orgulloso de la gran tradición literaria europea. Es muy probable que el novelista lo dijera sin ánimo de ofender, que no pensara que la misma ciudad en la que él vivía y escribía estaba poblada en sus afueras por negros descendientes de esclavos. Bellow se metió en muchos jardines en sus últimos años, probablemente por no percibir que cuando dices algo hay al otro lado personas sometidas a la injusticia, que ven mermados sus derechos a diario y que han nacido para servirnos. No imaginaba que sus palabras llegarían a un escritor negro nacido en 1975, Ta-Nehisi Coates, que se crió en un barrio pobre de Baltimore y que, aún habiendo crecido en una familia comprometida con el activismo radical, heredó el terror de sus antepasados, respiró el miedo a veces agresivo de sus padres a que le pasara algo, padeció el miedo que le provocaban las pandillas, tembló cada vez que la policía asomaba la nariz por sus aceras y fue consciente desde niño de que su color le convertía en un cuerpo a merced de los abusos policiales. Todo eso lo cuenta este periodista editor de la revista The Atlantic en un libro, Between the World and Me (Entre el mundo y yo) que debiera leerse en España tanto como se ha leído en EE UU, donde ha recibido el premio nacional de no ficción 2015. Las palabras de Coates están dirigidas a su hijo, al que cuenta lo que significa ser negro en el país de los grandes sueños; de hecho, llama "soñadores" a los blancos y los culpa absolutamente de perpetuar un sistema que les condena a la exclusión o a ser ciudadanos de tercera.
Los datos económicos le dan la razón a Coates: los cien multimillonarios americanos que encabezan la lista Forbes suman más dinero que toda la población negra. Aun con medidas correctoras, a los negros les costaría doscientos años ponerse a la altura económicamente de sus compatriotas blancos. Solo el 40% de los negros posee una vivienda, comparado con el 70% de los blancos. La propiedad de una vivienda supone grandes ventajas fiscales para sus dueños, por lo tanto, se da más al que más tiene. Para colmo, en los barrios con población negra las viviendas se revalorizan menos, dado que los blancos evitan vivir en una zona donde haya un 25% de población negra. Esto se traduce en menos compradores y en unos precios más bajos. El resultado es que tras el fin formal de la segregación racial prosiguió una segregación económica. Es decir, las diferencias y por tanto las heridas entre las dos comunidades jamás se han cerrado. Si no fuera por los frecuentes casos de brutalidad policial, este asunto estaría fuera del debate político.
Coates ha escrito un libro desalentador porque no quiere mentir a su hijo, no es creyente y no se identifica con los negros que alzan sus manos al cielo en los servicios religiosos convencidos de que llegarán a la tierra prometida donde una justicia ciega trate a todos los ciudadanos por igual. El autor de este alegato contra el sistema americano no está dispuesto a tener esperanza, se niega, y así desea transmitirle a su hijo lo que él piensa de la habitual cantinela nacionalista del discurso americano: "Esta es la base del sueño: que sus adeptos no solamente deben creer en él, sino que deben creer que es justo, creer que su posesión del sueño es el resultado natural de las agallas, el honor y las buenas obras". Pero en algo disiento del autor: la esperanza está contenida en estos libro, dado que nos explica sin darnos un minuto de respiro cómo sería vivir en un cuerpo de tez oscura, nos obliga a calcular la cantidad de recelos, miedos y rencor que atesoraríamos desde el nacimiento.
Coates vincula su existencia a la de los esclavos. En realidad, ha pasado muy poco tiempo. Todos los negros descendientes de la esclavitud leerán este libro como si un padre les estuviera hablando, incluida Michelle Obama. Pero también nosotros debemos saber qué ocurre cuando la suerte está echada desde la casilla de salida.
El autor encontró en un ensayo del periodista negro Ralph Wiley una deslumbrante contestación a la ironía de Bellow: "Tolstói es el Tolstói de los zulús. A menos que uno obtenga algún beneficio al vallar el patrimonio universal de la humanidad para otorgarle una propiedad tribal exclusiva". En descargo de Bellow, pensemos que era ya un viejo, inmerso en exceso en un mundo cultural acotado. Pero nosotros ya no tenemos excusa. No hablo de herir la sensibilidad de personas con la piel muy fina, sino la de gente a la que no vemos, porque en el fondo nuestro bienestar se sostiene por su postergación.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/21/actualidad/1477063862_213143.html
Los datos económicos le dan la razón a Coates: los cien multimillonarios americanos que encabezan la lista Forbes suman más dinero que toda la población negra. Aun con medidas correctoras, a los negros les costaría doscientos años ponerse a la altura económicamente de sus compatriotas blancos. Solo el 40% de los negros posee una vivienda, comparado con el 70% de los blancos. La propiedad de una vivienda supone grandes ventajas fiscales para sus dueños, por lo tanto, se da más al que más tiene. Para colmo, en los barrios con población negra las viviendas se revalorizan menos, dado que los blancos evitan vivir en una zona donde haya un 25% de población negra. Esto se traduce en menos compradores y en unos precios más bajos. El resultado es que tras el fin formal de la segregación racial prosiguió una segregación económica. Es decir, las diferencias y por tanto las heridas entre las dos comunidades jamás se han cerrado. Si no fuera por los frecuentes casos de brutalidad policial, este asunto estaría fuera del debate político.
Coates ha escrito un libro desalentador porque no quiere mentir a su hijo, no es creyente y no se identifica con los negros que alzan sus manos al cielo en los servicios religiosos convencidos de que llegarán a la tierra prometida donde una justicia ciega trate a todos los ciudadanos por igual. El autor de este alegato contra el sistema americano no está dispuesto a tener esperanza, se niega, y así desea transmitirle a su hijo lo que él piensa de la habitual cantinela nacionalista del discurso americano: "Esta es la base del sueño: que sus adeptos no solamente deben creer en él, sino que deben creer que es justo, creer que su posesión del sueño es el resultado natural de las agallas, el honor y las buenas obras". Pero en algo disiento del autor: la esperanza está contenida en estos libro, dado que nos explica sin darnos un minuto de respiro cómo sería vivir en un cuerpo de tez oscura, nos obliga a calcular la cantidad de recelos, miedos y rencor que atesoraríamos desde el nacimiento.
Coates vincula su existencia a la de los esclavos. En realidad, ha pasado muy poco tiempo. Todos los negros descendientes de la esclavitud leerán este libro como si un padre les estuviera hablando, incluida Michelle Obama. Pero también nosotros debemos saber qué ocurre cuando la suerte está echada desde la casilla de salida.
El autor encontró en un ensayo del periodista negro Ralph Wiley una deslumbrante contestación a la ironía de Bellow: "Tolstói es el Tolstói de los zulús. A menos que uno obtenga algún beneficio al vallar el patrimonio universal de la humanidad para otorgarle una propiedad tribal exclusiva". En descargo de Bellow, pensemos que era ya un viejo, inmerso en exceso en un mundo cultural acotado. Pero nosotros ya no tenemos excusa. No hablo de herir la sensibilidad de personas con la piel muy fina, sino la de gente a la que no vemos, porque en el fondo nuestro bienestar se sostiene por su postergación.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/21/actualidad/1477063862_213143.html
Suscribirse a:
Entradas (Atom)