La judía Deborah Lipstadt aplaude la película ‘Negación’, que se estrena hoy en España y que reconstruye el juicio que hundió al famoso historiador revisionista David Irving
Muchas de las escenas de la película Negación, que llega hoy a las pantallas, parecen demasiado buenas para ser ciertas. Pero lo son. Es verdad que el primer encuentro (encontronazo) entre el famoso historiador británico David Irving y su joven colega destinada a convertirse en su némesis, la judía estadounidense Deborah Lipstadt, se produjo en 1994 durante una conferencia de esta en el DeKalb College de Atlanta en la que Irving, desde el público, la retó a gritos a debatir con él y, agitando en el aire un manojo de billetes, ofreció mil dólares a quien pudiera encontar una orden escrita de Hitler para desatar el Holocausto. También es auténtica la escena en que Lipstadt y sus abogados recorren Auschwitz en busca de pruebas del exterminio por gas. Y la es —según ha explicado a este diario la propia Lipstadt— la de la cena en la que importantes miembros de la comunidad hebrea de Londres le piden a la historiadora que no siga en su riña judicial con Irving, “por miedo, no querían ese tipo de publicidad”.
Negación, de Mick Jackson, con Rachel Weisz en el papel de Lipstadt, y Timothy Spall como Irving, es una excelente película de juicios, pero no de cualquier juicio sino de uno que, salvando las muchas distancias, podríamos calificar de tan trascendental y demoledor para el neonazismo como lo fueron otros juicios, los de Nurenberg, contra los nazis originales. El caso David Irving contra Penguin Books y Deborah Lipstadt, paradójicamente iniciado como demanda por libelo de Irving, que recibió como un bumerán un bofetón judicial y moral (y económico: le condujo a la bancarrota) de los que hacen (y valga la palabra) historia, constituye un momento señero, podríamos decir que casi definitivo, en la lucha contra los negadores del Holocausto y los revisionistas de la Historia. No se les ha acallado pero perdieron a su gran y aparentemente respetable paladín, denostado para siempre como tramposo y mentiroso.
Irving (1938), considerado un historiador de empaque (muchos aficionados a la historia militar entonamos el mea culpa por haber comprado en el pasado algunos de sus libros como la biografía de Goering) y reconocido por autoridades tan prestigiosas como Hugh Trevor-Roper y el mismísimo John Keegan, era hasta entonces el principal valedor de las tesis que negaban la responsabilidad de Hitler en la matanza de los judíos e incluso que estos hubieran sido asesinados en Auschwitz en unas cámaras de gas cuya función criminal descartaba (Irving llegó a bromear, lo que da la medida de su catadura, con que en las cámaras de gas de Auschwitz murieron menos mujeres que en el coche de Ted Kennedy).
El filme sigue pormenorizadamente el proceso desde que Irving acusa a Lipstadt en 1996 (paralelamente pleiteó contra la historiadora Gitta Sereny) de perjudicar su buen nombre como historiador y de calificarle como negacionista en su libro Denying the Holocaust (publicado en Gran Bretaña por Penguin), hasta, en 2000, la demoledora sentencia de 333 páginas del juez sir Charles Gray (Alex Jennings), que puso los clavos en el ataúd de la infamia donde han quedado sepultados definitivamente Irving y su reputación.
El director Mick Jackson con la historiadora Deborah Lipstadt en la presentación de 'Negación' en el festival de Roma el pasado octubre. ELISABETTA A. VILLA
Lipstadt, Penguin y sus abogados no lo tenían fáci, como explica la película. Según la ley británica, pese a ser los acusados, eran ellos los que tenían que demostrar que Irving había actuado de mala fe como historiador, lo que significó tener que investigar con lupa los millares de páginas de sus obras (aquí colaboraron decisivamente los conocidos historiadores Richard J. Evans, Peter Longerich y Christopher Browning) y prácticamente tener que probar que el Holocausto sucedió y que las cámaras de gas de Auschwitz sirvieron para su propósito. Una parte del juicio, como muestra dramáticamente la película, hubo de centrarse en la existencia de agujeros en el techo de las cámaras de gas para introducir el Zyklon B.
La sentencia no dejó lugar a dudas: estableció que Irving era un mal historiador, manipulador, negacionista y un racista y antisemita asociado con extremistas de extrema derecha para promover el neonazismo. Prácticamente lo único que consideró el juez que no era verdad fue que tuviera un retrato de Hitler en su mesa.
El juez dejó en la sentencia una frase fundamental: “Es mi conclusión que ningún historiador objetivo y sincero puede tener seriamente dudas de que hubo cámaras de gas en Auschwitz y de que se las hizo funcionar para asesinar a cientos de miles de judíos”.
“ES RARO VERSE ENCARNADA POR RACHEL WEISZ”
“La película me parece muy buena, explica la historia, mi historia, y se ajusta a lo que pasó”, señala Lipstadt (1947), que demuestra ese sentido del humor que, dice, es una de sus mejores virtudes, al preguntarle si le parece que Timothy Spall lo hace mejor que Irving: “Cualquier persona es mejor que David Irving”. Considera que todo el reparto hace un trabajo estupendo y destaca que es “un poco surrealista” verse encarnada por Rachel Weisz. Lipstadt no ha vuelto a ver a Irving, que trató de redimirse tras ser encarcelado en Viena en 2006. “Ni sé que es de él ni me importa, ya lo he tenido demasiados años en mi vida”.
De las licencias de la película apunta que son lógicas para darle más dramatismo, y señala que en realidad no hubo visitas a su habitación por parte de su abogado, Richard Rampton (Tom Wilkinson —que curiosamente al principio tenía que interpretar a Irving—) “y tampoco bebía tanto”.
Lipstadt ha criticado a la administración Trump de “negacionismo blando” y de “desjudeizar” el genocidio nazi. ¿Le cae peor Trump como historiadora o como mujer? “Como estadounidense”.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/11/actualidad/1491924498_660058.html?rel=lom
miércoles, 26 de abril de 2017
martes, 25 de abril de 2017
_--Las mejores rutas en bici de España. Diez recorridos sobre dos ruedas para celebrar el Día Internacional de la bicicleta
_--El Día de la Bicicleta se celebra cada 19 de abril en todo el mundo para promover el uso de este medio de transporte. Lo celebramos con un recorrido por las mejores rutas de España para pedalear.
Una ciclista en la Vía Verde de Ojos Negros, la más larga de España.
1. Vía Verde de Ojos Negros (de Teruel a Valencia)
La Vía Verde de Ojos Negros, que discurre entre la localidad de Ojos Negros, en la provincia de Teruel, y Sagunto, en la costa valenciana. Con sus 160 kilómetros es (por ahora) la Vía Verde más larga de España y por ello se ha dividido en dos tramos: el primero sigue la línea del ferrocarril minero de Sierra Menera, en el valle del río Palancia; el segundo desciende hasta las huertas valencianas, a orillas del Mediterráneo.
Ruta cicloturista por el Valle de Arán (Pirineo catalán).
2. La Transpirenaica (del Cabo de Higuer al Cabo de Creus)
La Transpirenaica recorre, durante cerca de 800 kilómetros, la vertiente sur de los Pirineos, desde el mar Cantábrico (Cabo de Higuer, Hondarribia, Irún) al mar Mediterráneo (Cabo de Creus, Girona). O viceversa. Fue homologada como Sendero de Gran Recorrido –el GR 11– en 1985, y, desde entonces, sus populares señalizaciones blancas y rojas han guiado a multitud de senderistas de todo el mundo. Esta ruta que discurre por el Pais Vasco, Navarra, Aragón, Andorra y Cataluña tiene también su versión ciclista, tanto de carretera como para bicis de montaña, que discurre al pie de la cordillera y pasa por bellos pueblos pirenaicos y espacios naturales. Una combinación única de paisaje, naturaleza e historia.
Peregrinos en bici entre Rabé de las Calzadas y Hornillos del Camino, en la provincia de Burgos, en el Camino de Santiago.
3. El Camino de Santiago francés
Dicen los expertos que el Camino Francés (el más popular y el de mayor relevancia histórica, con casi 800 kilómetros uniendo Saint Jean de Pied de Port, en Francia, y Santiago de Compostela) es la mejor manera de iniciarse como bicigrino, que es como se conoce popularmente a quienes abordan el Camino de Santiago en bicicleta. Se puede realizar casi en cualquier época del año y permite disfrutar de una enorme riqueza cultural y paisajística. Patrimonio arqueológico, catedrales, monasterios, iglesias, fuentes, cruceros, ventas, hosterías y hospitales para atender al peregrino. Ruta ciclista en el Valle Ambroz (Cáceres), en la Ruta Vía de la Plata.
4. Ruta Vía de la Plata
La Red de Cooperación de Ciudades en la Ruta de la Plata, compuesta por 26 localidades (de Gijón, en Asturias, a Sevilla, en Andalucía) en colaboración con cuatro comunidades autónomas que forman parte de este itinerario que atraviesa el eje sur-norte peninsular, ha creado la web La Ruta en Bici (también hay disponible una app) con recursos y consejos para ciclistas, tanto de carretera como de BTT: etapas con sus tracks y un pasaporte que acredita que el viajero está recorriendo la Ruta Vía de la Plata (GR175, de nivel alto) y permite beneficiarse de descuentos en empresas colaboradoras.
La ermita mozárabe de Santa Cecilia, en Santibáñez del Val (Burgos), en el Camino del Cid.
5. El Camino del Cid
“Es un itinerario turístico cultural que atraviesa España de noroeste a sureste y sigue las huellas literarias e históricas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, el famoso caballero medieval del siglo XI”, describe la web de Camino del Cid, que ofrece dos modalidades de rutas para pedalear: cicloturismo o bicicleta de montaña. Para recorrer los lugares y castillos descritos en el Cantar del mío Cid. Unos 1.400 kilómetros de senderos y 2.000 kilómetros de carreteras divididos en rutas tematizadas de entre 50 y 300 kilómetros, y unidas entre sí: El destierro (Burgos-Soria-Guadalajara), Tierras de Frontera (Guadalajara-Zaragoza-Soria), La conquista de Valencia (Teruel-Castellón-Valencia)...
Ciclistas entre molinos en Consuegra (Toledo), en la Ruta del Quijote.
6. La Ruta de Don Quijote (Castilla-La Mancha)
A lo largo de sus 2.500 kilómetros, recorridos en 10 tramos que visitan 148 municipios de las cinco provincias de Castilla-La Mancha, la Ruta de Don Quijote pasa por “los principales espacios naturales y culturales de la región”. Vías pecuarias, caminos históricos, riberas fluviales o plataformas ferroviarias en desuso dan acceso a más de 2.000 elementos de interés cultural (está declarada Itinerario Cultural Europeo). Y a mucha naturaleza: turismo ornitológico, dos parques nacionales (Cabañeros y Tablas de Daimiel), seis parques naturales, 12 reservas naturales, seis micro-reservas.
Tramo de la ruta Transandalus que recorre los pueblos de la Alpujarra Granadina.
7. La TransAndalus
Concebida como una especie de vuelta a Andalucía, con visita a sus ocho provincias, desde los paisajes volcánicos de Cabo de Gata, en Almería, a Doñana, en Huelva, la TransAndalus es un itinerario no señalizado de 2.000 kilómetros para el cicloturismo de alforjas. Algunos tramos coinciden con senderos de Gran Recorrido o Pequeño Recorrido; el 35% de su trazado discurre por zonas naturales protegidas. Es un proyecto puesto en marcha por bikers andaluces que han ido aportando información sobre sus respectivos territorios para construir el mapa de la ruta. Están organizados en torno a una web que ofrece a los viajeros rutómetros, mapas y tracks para GPS.
Paseo a caballo y junto al Canal de Castilla.
8. Canal de Castilla (Castilla y León)
Del proyecto (inconcluso) de llevar el excedente de cereal de Castilla y León hacia los puertos del Cantábrico a través de una red de canales navegables que comenzó a mediados del XVIII solo se construyeron los 207 kilómetros del Canal de Castilla, ejemplo notable de ingeniería hidráulica de la España ilustrada, y una de las rutas más frecuentadas por los amantes de la bici. Se puede recorrer también a pie, a caballo, o en un barco turístico. Parte de Alar del Rey hasta Calahorra de Ribas, en Palencia (Ramal Norte), y desde allí a Medina de Rioseco, en Valladolid (Ramal de Campos), o a El Serrón, en Grijota (Palencia), hasta Valladolid (Ramal Sur).
El monasterio de Poblet, en Tarragona, en la Ruta del Císter
9. La Ruta del Cister (Tarragona y Lleida)
Las comarcas del Alt Camp, Conca de Barberà (Tarragona) y el Urgell (Lleida) tienen en común que cada una de ellas alberga un importante monasterio cisterciense: Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges, respectivamente. El GR 175 enlaza los tres monasterios: 108 kilómetros para los ciclistas, con cuatro variantes en los lugares más complicados. Y ejerce de eje vertebrador de la Ruta del Cister, que engloba los 65 municipios de este entorno a caballo entre Tarragona y Lleida y descubre no solo su patrimonio artístico-religioso sino un territorio rico en fiestas y tradiciones, cultura, naturaleza, vinos y cavas, artesanía.
Dos ciclistas contemplando el paisaje en Tarifa (Cádiz).
10. Proyecto EuroVelo: Europa en bici
El Proyecto EuroVelo (EV), que está previsto que quede completo para 2020, engloba 15 rutas ciclistas de larga distancia para conectar y cohesionar Europa. Tres de ellas se adentran en territorio español: la EV1 o Ruta Costera del Atlántico entra por Irún (Guipúzcoa) y llega a Ayamonte (Huelva), por el trazado de la antigua Vía de la Plata, para continuar por la costa portuguesa. La EV3 enlaza caminos de peregrinación entre Noruega y Santiago de Compostela. La EV8, la Ruta Mediterránea, parte de Atenas (Grecia) y discurre paralela a la costa hasta tocar aguas atlánticas en Cádiz.
http://elviajero.elpais.com/elviajero/2017/04/18/actualidad/1492530170_186925.html
Una ciclista en la Vía Verde de Ojos Negros, la más larga de España.
1. Vía Verde de Ojos Negros (de Teruel a Valencia)
La Vía Verde de Ojos Negros, que discurre entre la localidad de Ojos Negros, en la provincia de Teruel, y Sagunto, en la costa valenciana. Con sus 160 kilómetros es (por ahora) la Vía Verde más larga de España y por ello se ha dividido en dos tramos: el primero sigue la línea del ferrocarril minero de Sierra Menera, en el valle del río Palancia; el segundo desciende hasta las huertas valencianas, a orillas del Mediterráneo.
Ruta cicloturista por el Valle de Arán (Pirineo catalán).
2. La Transpirenaica (del Cabo de Higuer al Cabo de Creus)
La Transpirenaica recorre, durante cerca de 800 kilómetros, la vertiente sur de los Pirineos, desde el mar Cantábrico (Cabo de Higuer, Hondarribia, Irún) al mar Mediterráneo (Cabo de Creus, Girona). O viceversa. Fue homologada como Sendero de Gran Recorrido –el GR 11– en 1985, y, desde entonces, sus populares señalizaciones blancas y rojas han guiado a multitud de senderistas de todo el mundo. Esta ruta que discurre por el Pais Vasco, Navarra, Aragón, Andorra y Cataluña tiene también su versión ciclista, tanto de carretera como para bicis de montaña, que discurre al pie de la cordillera y pasa por bellos pueblos pirenaicos y espacios naturales. Una combinación única de paisaje, naturaleza e historia.
Peregrinos en bici entre Rabé de las Calzadas y Hornillos del Camino, en la provincia de Burgos, en el Camino de Santiago.
3. El Camino de Santiago francés
Dicen los expertos que el Camino Francés (el más popular y el de mayor relevancia histórica, con casi 800 kilómetros uniendo Saint Jean de Pied de Port, en Francia, y Santiago de Compostela) es la mejor manera de iniciarse como bicigrino, que es como se conoce popularmente a quienes abordan el Camino de Santiago en bicicleta. Se puede realizar casi en cualquier época del año y permite disfrutar de una enorme riqueza cultural y paisajística. Patrimonio arqueológico, catedrales, monasterios, iglesias, fuentes, cruceros, ventas, hosterías y hospitales para atender al peregrino. Ruta ciclista en el Valle Ambroz (Cáceres), en la Ruta Vía de la Plata.
4. Ruta Vía de la Plata
La Red de Cooperación de Ciudades en la Ruta de la Plata, compuesta por 26 localidades (de Gijón, en Asturias, a Sevilla, en Andalucía) en colaboración con cuatro comunidades autónomas que forman parte de este itinerario que atraviesa el eje sur-norte peninsular, ha creado la web La Ruta en Bici (también hay disponible una app) con recursos y consejos para ciclistas, tanto de carretera como de BTT: etapas con sus tracks y un pasaporte que acredita que el viajero está recorriendo la Ruta Vía de la Plata (GR175, de nivel alto) y permite beneficiarse de descuentos en empresas colaboradoras.
La ermita mozárabe de Santa Cecilia, en Santibáñez del Val (Burgos), en el Camino del Cid.
5. El Camino del Cid
“Es un itinerario turístico cultural que atraviesa España de noroeste a sureste y sigue las huellas literarias e históricas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, el famoso caballero medieval del siglo XI”, describe la web de Camino del Cid, que ofrece dos modalidades de rutas para pedalear: cicloturismo o bicicleta de montaña. Para recorrer los lugares y castillos descritos en el Cantar del mío Cid. Unos 1.400 kilómetros de senderos y 2.000 kilómetros de carreteras divididos en rutas tematizadas de entre 50 y 300 kilómetros, y unidas entre sí: El destierro (Burgos-Soria-Guadalajara), Tierras de Frontera (Guadalajara-Zaragoza-Soria), La conquista de Valencia (Teruel-Castellón-Valencia)...
Ciclistas entre molinos en Consuegra (Toledo), en la Ruta del Quijote.
6. La Ruta de Don Quijote (Castilla-La Mancha)
A lo largo de sus 2.500 kilómetros, recorridos en 10 tramos que visitan 148 municipios de las cinco provincias de Castilla-La Mancha, la Ruta de Don Quijote pasa por “los principales espacios naturales y culturales de la región”. Vías pecuarias, caminos históricos, riberas fluviales o plataformas ferroviarias en desuso dan acceso a más de 2.000 elementos de interés cultural (está declarada Itinerario Cultural Europeo). Y a mucha naturaleza: turismo ornitológico, dos parques nacionales (Cabañeros y Tablas de Daimiel), seis parques naturales, 12 reservas naturales, seis micro-reservas.
Tramo de la ruta Transandalus que recorre los pueblos de la Alpujarra Granadina.
7. La TransAndalus
Concebida como una especie de vuelta a Andalucía, con visita a sus ocho provincias, desde los paisajes volcánicos de Cabo de Gata, en Almería, a Doñana, en Huelva, la TransAndalus es un itinerario no señalizado de 2.000 kilómetros para el cicloturismo de alforjas. Algunos tramos coinciden con senderos de Gran Recorrido o Pequeño Recorrido; el 35% de su trazado discurre por zonas naturales protegidas. Es un proyecto puesto en marcha por bikers andaluces que han ido aportando información sobre sus respectivos territorios para construir el mapa de la ruta. Están organizados en torno a una web que ofrece a los viajeros rutómetros, mapas y tracks para GPS.
Paseo a caballo y junto al Canal de Castilla.
8. Canal de Castilla (Castilla y León)
Del proyecto (inconcluso) de llevar el excedente de cereal de Castilla y León hacia los puertos del Cantábrico a través de una red de canales navegables que comenzó a mediados del XVIII solo se construyeron los 207 kilómetros del Canal de Castilla, ejemplo notable de ingeniería hidráulica de la España ilustrada, y una de las rutas más frecuentadas por los amantes de la bici. Se puede recorrer también a pie, a caballo, o en un barco turístico. Parte de Alar del Rey hasta Calahorra de Ribas, en Palencia (Ramal Norte), y desde allí a Medina de Rioseco, en Valladolid (Ramal de Campos), o a El Serrón, en Grijota (Palencia), hasta Valladolid (Ramal Sur).
El monasterio de Poblet, en Tarragona, en la Ruta del Císter
9. La Ruta del Cister (Tarragona y Lleida)
Las comarcas del Alt Camp, Conca de Barberà (Tarragona) y el Urgell (Lleida) tienen en común que cada una de ellas alberga un importante monasterio cisterciense: Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges, respectivamente. El GR 175 enlaza los tres monasterios: 108 kilómetros para los ciclistas, con cuatro variantes en los lugares más complicados. Y ejerce de eje vertebrador de la Ruta del Cister, que engloba los 65 municipios de este entorno a caballo entre Tarragona y Lleida y descubre no solo su patrimonio artístico-religioso sino un territorio rico en fiestas y tradiciones, cultura, naturaleza, vinos y cavas, artesanía.
Dos ciclistas contemplando el paisaje en Tarifa (Cádiz).
10. Proyecto EuroVelo: Europa en bici
El Proyecto EuroVelo (EV), que está previsto que quede completo para 2020, engloba 15 rutas ciclistas de larga distancia para conectar y cohesionar Europa. Tres de ellas se adentran en territorio español: la EV1 o Ruta Costera del Atlántico entra por Irún (Guipúzcoa) y llega a Ayamonte (Huelva), por el trazado de la antigua Vía de la Plata, para continuar por la costa portuguesa. La EV3 enlaza caminos de peregrinación entre Noruega y Santiago de Compostela. La EV8, la Ruta Mediterránea, parte de Atenas (Grecia) y discurre paralela a la costa hasta tocar aguas atlánticas en Cádiz.
http://elviajero.elpais.com/elviajero/2017/04/18/actualidad/1492530170_186925.html
Incertidumbre
La física ha sido algo así como la diosa Kali del siglo XX, venerada y temida, capaz de todos los milagros y de todos los crímenes. Y la responsabilidad, la inconsciencia o los retortijones de conciencia de los sabios dedicados a cultivarla han brindado dramas argumentales a incontables obras literarias de las últimas décadas. Mi pobre erudición sería incapaz de enumerarlas, aunque fuese de modo incompleto. De mi adolescencia recuerdo dos piezas dramáticas que me impresionaron, una Los físicos de Friedrich Dürrenmatt, que transcurre en un manicomio dónde tres locos que creen ser Einstein, Newton y Moebius -y no lo son, pero tampoco están locos- se enfrentan y combaten por la posesión de un secreto aniquilador, socialmente más demente que cualquier demencia privada; otra, El caso Oppenheimer de Heinar Kipphardt, sobre los tormentos morales del inventor de la bomba atómica, que a mediados de los años sesenta representó el Piccolo Teatro de Milán bajo la dirección del gran Giorgio Strehler. Mucho más reciente pero girando también en torno a un tema apocalíptico semejante puedo mencionar la intrigante novela En busca de Klingsor, del mexicano Jorge Volpi. Y tantas más, entre las que no podemos descartar las tan populares historias del genéro de espionaje o ciencia-ficción centradas en la figura del "sabio enloquecido".
Hace pocos meses apareció en Francia una de las piezas más interesantes que he leído de este vasto y redundante mosaico literario: Le principe (El principio), de Jérôme Ferrari, editado por Actes Sud. De ese autor, uno de los novelistas actuales más destacables de su país, hay traducidas al español la novela con que ganó el premio Goncourt, El sermón sobre la caída de Roma (Random House) y una anterior, Donde dejé mi alma (Demipage), ambas absolutamente recomendables. En El principio, un joven aspirante a filósofo —y como tal atribulado y poco seguro de sí mismo— se obsesiona con la trayectoria vital de Werner Heisenberg, genial desde que en su juventud acuñó su celebérrimo "principio de incertidumbre" (¡que estupendo oxímoron!) que desconcertó a sus maestros, para después sentar las bases de la mecánica cuántica, lo que le valió el premio Nobel de Física a los treinta y un años. Su obra se gesta durante el ascenso del nazismo, en competencia o colaboración con la generación excepcional de los Einstein, Louis de Broglie, Max Planck, Niels Bohr, Schrödinger, Paul Dirac, Carl Friedrich von Weizsäcker, Otto Hahn, etc… Los jerarcas nazis les presionaron para conseguir la bomba atómica que les hubiera dado la victoria y que finalmente consiguió Oppenheimer en Estados Unidos. Algunos se escabulleron de patronos tan peligrosos pero otros, como Heisenberg, se dejaron querer, no por ideología nacionalsocialista sino para poder seguir investigando tranquilamente. Después de la guerra, recluidos por los vencedores, algunos sintieron culpabilidad por haber sido cómplices, pero otros no entendían que es lo que se les reprochaba a ellos, que sólo habían seguido con su trabajo: poner al descubierto la íntima belleza objetiva del universo.
El principio de incertidumbre de Heisenberg, en física cuántica, dice que no se puede conocer al mismo tiempo la posición y la velocidad de una partícula elemental. De modo semejante, el sabio no logra conocer la conjunción de su situación histórica y el vértigo acelerado de sus descubrimientos. Y quizá tampoco ninguno de nosotros sepa determinar juntamente dónde está y a dónde va en este mundo hermoso y atroz.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/04/actualidad/1430759210_681187.html
Hace pocos meses apareció en Francia una de las piezas más interesantes que he leído de este vasto y redundante mosaico literario: Le principe (El principio), de Jérôme Ferrari, editado por Actes Sud. De ese autor, uno de los novelistas actuales más destacables de su país, hay traducidas al español la novela con que ganó el premio Goncourt, El sermón sobre la caída de Roma (Random House) y una anterior, Donde dejé mi alma (Demipage), ambas absolutamente recomendables. En El principio, un joven aspirante a filósofo —y como tal atribulado y poco seguro de sí mismo— se obsesiona con la trayectoria vital de Werner Heisenberg, genial desde que en su juventud acuñó su celebérrimo "principio de incertidumbre" (¡que estupendo oxímoron!) que desconcertó a sus maestros, para después sentar las bases de la mecánica cuántica, lo que le valió el premio Nobel de Física a los treinta y un años. Su obra se gesta durante el ascenso del nazismo, en competencia o colaboración con la generación excepcional de los Einstein, Louis de Broglie, Max Planck, Niels Bohr, Schrödinger, Paul Dirac, Carl Friedrich von Weizsäcker, Otto Hahn, etc… Los jerarcas nazis les presionaron para conseguir la bomba atómica que les hubiera dado la victoria y que finalmente consiguió Oppenheimer en Estados Unidos. Algunos se escabulleron de patronos tan peligrosos pero otros, como Heisenberg, se dejaron querer, no por ideología nacionalsocialista sino para poder seguir investigando tranquilamente. Después de la guerra, recluidos por los vencedores, algunos sintieron culpabilidad por haber sido cómplices, pero otros no entendían que es lo que se les reprochaba a ellos, que sólo habían seguido con su trabajo: poner al descubierto la íntima belleza objetiva del universo.
El principio de incertidumbre de Heisenberg, en física cuántica, dice que no se puede conocer al mismo tiempo la posición y la velocidad de una partícula elemental. De modo semejante, el sabio no logra conocer la conjunción de su situación histórica y el vértigo acelerado de sus descubrimientos. Y quizá tampoco ninguno de nosotros sepa determinar juntamente dónde está y a dónde va en este mundo hermoso y atroz.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/04/actualidad/1430759210_681187.html
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Cruzada (?) contra la República
«Todavía rodaba hacia Cartagena el coche en el que Alfonso XIII se dirigía al destierro, cuando, sustrayéndose al clamor popular que se elevaba por calles y plazas, campos y ciudades, los hombres más impacientes, que veían escapárseles el poder político de las manos, pensaban ya en la necesidad de una contrarrevolución que se opusiera a las decisiones expresadas por el sufragio universal», escribe Manuel Tuñón de Lara (Historia 16, Extra III de junio de 1977). El cardenal Segura llegó a insinuar la conveniencia de derrocar al gobierno mediante la lucha armada.
La tarde del 14 de abril, representantes de las «grandes familias» se reunieron en casa de Guadalhorce, ex-ministro de la Dictadura y directivo de Unión Monárquica (Calvo Sotelo, Ramiro de Maeztu y José Antonio Primo de Rivera entre otros), porque «algo hay que hacer», para impedir que la República tenga una vida en paz y derrocarla. Luca de Tena, el conde de Gamazo, Urquijo, Gabriel Maura y el duque de Hornachuelos, obtienen la autorización de constituir un Circulo Monárquico (quienes provocaron los acontecimientos del 10 mayo de 1931) y alquilar un piso en la calle de Alcalá. Junto a la aristocracia, financieros, militares, políticos del antiguo régimen y representantes de los grupos fascistas, cuyas acciones violentas ya se dejaban notar por Madrid.
La jerarquía eclesiástica, que no había visto con simpatía el cambio de régimen, no podía faltar a esta fiesta. El primado Cardenal Segura, se lanzó a elogiar a la monarquía y al rey, amenazando a la República. No se trataba de monarquía o república y aceptar o no la nueva legalidad, sino de crear Acción Nacional (AN), para la propaganda y actuación política, bajo el lema de «Religión, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad». El Vaticano ordenó que los católicos apoyaran a la coalición decididamente. En AN coexistían quienes, como Gil Robles, optaban por la vía legal, la contrarrevolución desde dentro y quienes, como Goicoechea y el conde de Vallellano, preferían la vía violenta y la asociación para conquistar el poder.
En Valladolid, de la mano de Onésimo Redondo, surgieron las «Juntas Castellanas de Acción Hispánica», que se fusionarían después con el grupo de Ledesma en Madrid, creando las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista). Falange Española, de ideología fascista y nacionalsindicalista, se fundó el 29 de octubre de 1933, por José Antonio, primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera, quien ya había actuado contra la Primera República. Como capitán general de Madrid, disolvió el Gobierno en 1874, tras el golpe de Estado de Martínez Campos en Sagunto.
El 9 de diciembre de 1931 se aprobó la Constitución y como jefe del Estado se eligió a Alcalá Zamora. El Gobierno, con base parlamentaria republicana de izquierda, con colaboración socialista, estuvo presidido por Manuel Azaña. Desde un principio se vio la necesidad de aprobar una ley para la reforma agraria, que contó con la drástica oposición de la derecha, dándose una aparente contradicción. La «Unión Económica», declaraba en sus bases: «El fundamento básico de la riqueza nacional lo constituyen sus producciones agrícola, forestal y ganadera». La Falange hablaban siempre del agro y no de la industria y Onésimo quería salvar a España desde la rural Castilla. En defensa de sus privilegios ancestrales se opusieron a toda reforma novedosa.
La derecha sentía la nostalgia de la «dialéctica de los sables» y la de los puños y de las pistolas (discurso de José Antonio Primo de Rivera, en el acto de fundación de Falange Española. Teatro de la Comedia de Madrid). Prefería la violencia a los debates en el Parlamento. Había quienes estimaban que un buen golpe de Estado valía más que millones de votos. Los partidarios de la acción violenta se reagrupaban y España se encontró ante una serie de conspiraciones militares.
El 8 de agosto de 1932, un número determinado de militares se reunieron para organizar la «Sanjurgada». Sanjurjo se encarga de Sevilla, Vareta de Cádiz, Ponte de Valladolid y Sainz de Lerin de Navarra. El bando militar del general decía: «Queda declarado el estado de guerra en toda la región andaluza, con las consecuencias que dicho estado lleva consigo. Como Capitán General de Andalucía, asumo el mando concentrado en mi autoridad de todos los poderes. Así como Dios me permitió llevar al Ejército español a la Victoria en los campos africanos, ahorrando el derramamiento de sangre moza, confío en que también hoy me será permitido, con mi actitud, llevar la tranquilidad a muchos hogares humildes, y la paz a todos los Espíritus. ¡Viva España Única e inmortal!»
En Madrid, el general Fernández Pérez sacó a la calle las fuerzas de la remonta y los regimientos acantonados en Alcalá. En el plan de los conspiradores se preveía que las columnas del sur y del norte caerían sobre Madrid. Con el pueblo al margen, ocurrió lo que tenía que ocurrir: un fracasó estrepitoso al fallar los conspiradores. Sanjurjo y sus correligionarios fueron detenidos a las seis de la mañana en la barrida Isla Chica de Huelva, por una pareja de guardias civiles, que reconoció al general, que huía vestido de paisano. Precisamente ahora, el Gobierno del PP, ha enterrado al general golpista en Melilla, con honores militares y en secreto.
En las elecciones de noviembre de 1933, pacíficos y violentos de la derecha se unieron en un solo frente para obtener mayor número de diputados. La izquierda se presentó fragmentada, dando comienzo una nueva etapa que, momentáneamente, separaría más a las dos corrientes de derecha. La CEDA y sus amigos declararan su «acatamiento leal al Poder público» y se abrió un período de apoyo condicionado a los gobiernos de centro-derecha de Lerroux y Samper. La extrema derecha, mientras tanto, continuó preparándose para tomar el poder mediante un golpe de fuerza.
Mussolini recibió al general Barrera, a Goicoechea y a los carlistas Olazábal y Lizarza. Firmaron un acuerdo según el cual Italia ayudaría a monárquicos y tradicionalistas a derribar el régimen republicano y sustituirlo por una regencia que prepararía la instauración de la monarquía corporativa y orgánica. El acuerdo preveía la entrega a la ultraderecha española de 20.000 fusiles, 20.000 granadas, 200 ametralladoras y un millón y medio de pesetas. Desde entonces, jóvenes tradicionalistas fueron enviados a Italia para instruirse en el manejo de las armas.
Calvo Sotelo abrigaba la idea de reunir a la extrema derecha en un bloque nacional en defensa de la patria. Primo de Rivera va a Alemania y celebra una «larga entrevista con Hitler» y vuelve entusiasmado. En aquel invierno se había constituido la Unión Militar Española, que, aunque sin militares de máxima graduación, mantiene contacto con los generales Goded y Mola. La UME mantenía posiciones de extrema derecha.
El talante agresivo de las escuadras de Falange se generaliza. Asaltan la Casa del Pueblo de Cuatro Caminos, el Fomento de las Artes de Madrid y una exposición en el Ateneo. Es asesinada la joven socialista Juanita Rico y el joven comunista Joaquín de Grado, cuyo entierro constituyó una demostración impresionante de obreros y de jóvenes. Se decía que los socialistas preparaban la revolución, cuando lo que preparaban era la defensa de la legitimidad republicana, frente al asalto fascista, como había ocurrido en Italia y Alemania. El «búnker» mientras tanto se preparaba para la guerra.
Febrero de 1936 significó para la derecha el fracaso de la «vía legal», con fuertes críticas a Gil Robles. La extrema derecha preconizó desde un principio el empleo de la violencia y la utilizó en cuanto le fue posible sin apoyarse en un movimiento de masas. Se trataba de organizaciones totalitarias, con programas totalitarios, en constante relación con el extranjero, del que recibían ayuda financiera. Se sirvieron de la religión como doctrina, y predicaban el derecho a la sublevación, que llegó el 18 de julio.
El 16 de febrero de 1936, el Frente Popular ganó las elecciones, que serían las últimas que se celebrarían durante la Segunda República. El Frente Popular constituía una nueva fórmula de alianza de las fuerzas de la izquierda, tras las derrotas sufridas en Europa y la llegada de Hitler al poder.
La derecha reaccionaria, financiera y terrateniente, parte del ejército, el fascismo y la iglesia Católica se pusieron en contra del pueblo y en contra de la República, que pretendía dignificar la historia. La sin razón no tenía otro argumento y fuerza que la negación de la democracia.
@caval100 Otros artículos sobre la República en este mes de Abril:
En abril republicano, hablemos de la Primera
Madrid republicano; los sucesos de mayo del 31
La República es posible
La tarde del 14 de abril, representantes de las «grandes familias» se reunieron en casa de Guadalhorce, ex-ministro de la Dictadura y directivo de Unión Monárquica (Calvo Sotelo, Ramiro de Maeztu y José Antonio Primo de Rivera entre otros), porque «algo hay que hacer», para impedir que la República tenga una vida en paz y derrocarla. Luca de Tena, el conde de Gamazo, Urquijo, Gabriel Maura y el duque de Hornachuelos, obtienen la autorización de constituir un Circulo Monárquico (quienes provocaron los acontecimientos del 10 mayo de 1931) y alquilar un piso en la calle de Alcalá. Junto a la aristocracia, financieros, militares, políticos del antiguo régimen y representantes de los grupos fascistas, cuyas acciones violentas ya se dejaban notar por Madrid.
La jerarquía eclesiástica, que no había visto con simpatía el cambio de régimen, no podía faltar a esta fiesta. El primado Cardenal Segura, se lanzó a elogiar a la monarquía y al rey, amenazando a la República. No se trataba de monarquía o república y aceptar o no la nueva legalidad, sino de crear Acción Nacional (AN), para la propaganda y actuación política, bajo el lema de «Religión, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad». El Vaticano ordenó que los católicos apoyaran a la coalición decididamente. En AN coexistían quienes, como Gil Robles, optaban por la vía legal, la contrarrevolución desde dentro y quienes, como Goicoechea y el conde de Vallellano, preferían la vía violenta y la asociación para conquistar el poder.
En Valladolid, de la mano de Onésimo Redondo, surgieron las «Juntas Castellanas de Acción Hispánica», que se fusionarían después con el grupo de Ledesma en Madrid, creando las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista). Falange Española, de ideología fascista y nacionalsindicalista, se fundó el 29 de octubre de 1933, por José Antonio, primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera, quien ya había actuado contra la Primera República. Como capitán general de Madrid, disolvió el Gobierno en 1874, tras el golpe de Estado de Martínez Campos en Sagunto.
El 9 de diciembre de 1931 se aprobó la Constitución y como jefe del Estado se eligió a Alcalá Zamora. El Gobierno, con base parlamentaria republicana de izquierda, con colaboración socialista, estuvo presidido por Manuel Azaña. Desde un principio se vio la necesidad de aprobar una ley para la reforma agraria, que contó con la drástica oposición de la derecha, dándose una aparente contradicción. La «Unión Económica», declaraba en sus bases: «El fundamento básico de la riqueza nacional lo constituyen sus producciones agrícola, forestal y ganadera». La Falange hablaban siempre del agro y no de la industria y Onésimo quería salvar a España desde la rural Castilla. En defensa de sus privilegios ancestrales se opusieron a toda reforma novedosa.
La derecha sentía la nostalgia de la «dialéctica de los sables» y la de los puños y de las pistolas (discurso de José Antonio Primo de Rivera, en el acto de fundación de Falange Española. Teatro de la Comedia de Madrid). Prefería la violencia a los debates en el Parlamento. Había quienes estimaban que un buen golpe de Estado valía más que millones de votos. Los partidarios de la acción violenta se reagrupaban y España se encontró ante una serie de conspiraciones militares.
El 8 de agosto de 1932, un número determinado de militares se reunieron para organizar la «Sanjurgada». Sanjurjo se encarga de Sevilla, Vareta de Cádiz, Ponte de Valladolid y Sainz de Lerin de Navarra. El bando militar del general decía: «Queda declarado el estado de guerra en toda la región andaluza, con las consecuencias que dicho estado lleva consigo. Como Capitán General de Andalucía, asumo el mando concentrado en mi autoridad de todos los poderes. Así como Dios me permitió llevar al Ejército español a la Victoria en los campos africanos, ahorrando el derramamiento de sangre moza, confío en que también hoy me será permitido, con mi actitud, llevar la tranquilidad a muchos hogares humildes, y la paz a todos los Espíritus. ¡Viva España Única e inmortal!»
En Madrid, el general Fernández Pérez sacó a la calle las fuerzas de la remonta y los regimientos acantonados en Alcalá. En el plan de los conspiradores se preveía que las columnas del sur y del norte caerían sobre Madrid. Con el pueblo al margen, ocurrió lo que tenía que ocurrir: un fracasó estrepitoso al fallar los conspiradores. Sanjurjo y sus correligionarios fueron detenidos a las seis de la mañana en la barrida Isla Chica de Huelva, por una pareja de guardias civiles, que reconoció al general, que huía vestido de paisano. Precisamente ahora, el Gobierno del PP, ha enterrado al general golpista en Melilla, con honores militares y en secreto.
En las elecciones de noviembre de 1933, pacíficos y violentos de la derecha se unieron en un solo frente para obtener mayor número de diputados. La izquierda se presentó fragmentada, dando comienzo una nueva etapa que, momentáneamente, separaría más a las dos corrientes de derecha. La CEDA y sus amigos declararan su «acatamiento leal al Poder público» y se abrió un período de apoyo condicionado a los gobiernos de centro-derecha de Lerroux y Samper. La extrema derecha, mientras tanto, continuó preparándose para tomar el poder mediante un golpe de fuerza.
Mussolini recibió al general Barrera, a Goicoechea y a los carlistas Olazábal y Lizarza. Firmaron un acuerdo según el cual Italia ayudaría a monárquicos y tradicionalistas a derribar el régimen republicano y sustituirlo por una regencia que prepararía la instauración de la monarquía corporativa y orgánica. El acuerdo preveía la entrega a la ultraderecha española de 20.000 fusiles, 20.000 granadas, 200 ametralladoras y un millón y medio de pesetas. Desde entonces, jóvenes tradicionalistas fueron enviados a Italia para instruirse en el manejo de las armas.
Calvo Sotelo abrigaba la idea de reunir a la extrema derecha en un bloque nacional en defensa de la patria. Primo de Rivera va a Alemania y celebra una «larga entrevista con Hitler» y vuelve entusiasmado. En aquel invierno se había constituido la Unión Militar Española, que, aunque sin militares de máxima graduación, mantiene contacto con los generales Goded y Mola. La UME mantenía posiciones de extrema derecha.
El talante agresivo de las escuadras de Falange se generaliza. Asaltan la Casa del Pueblo de Cuatro Caminos, el Fomento de las Artes de Madrid y una exposición en el Ateneo. Es asesinada la joven socialista Juanita Rico y el joven comunista Joaquín de Grado, cuyo entierro constituyó una demostración impresionante de obreros y de jóvenes. Se decía que los socialistas preparaban la revolución, cuando lo que preparaban era la defensa de la legitimidad republicana, frente al asalto fascista, como había ocurrido en Italia y Alemania. El «búnker» mientras tanto se preparaba para la guerra.
Febrero de 1936 significó para la derecha el fracaso de la «vía legal», con fuertes críticas a Gil Robles. La extrema derecha preconizó desde un principio el empleo de la violencia y la utilizó en cuanto le fue posible sin apoyarse en un movimiento de masas. Se trataba de organizaciones totalitarias, con programas totalitarios, en constante relación con el extranjero, del que recibían ayuda financiera. Se sirvieron de la religión como doctrina, y predicaban el derecho a la sublevación, que llegó el 18 de julio.
El 16 de febrero de 1936, el Frente Popular ganó las elecciones, que serían las últimas que se celebrarían durante la Segunda República. El Frente Popular constituía una nueva fórmula de alianza de las fuerzas de la izquierda, tras las derrotas sufridas en Europa y la llegada de Hitler al poder.
La derecha reaccionaria, financiera y terrateniente, parte del ejército, el fascismo y la iglesia Católica se pusieron en contra del pueblo y en contra de la República, que pretendía dignificar la historia. La sin razón no tenía otro argumento y fuerza que la negación de la democracia.
@caval100 Otros artículos sobre la República en este mes de Abril:
En abril republicano, hablemos de la Primera
Madrid republicano; los sucesos de mayo del 31
La República es posible
_-¡Agua va!!
_-El agua del Canal de Isabel II, que beben y con la que se lavan la cara los madrileños se ha convertido en un fétido albañal político.
El 17 de julio de 1834, bajo el calor escalfado del verano se expandía una epidemia de cólera en Madrid. De pronto se corrió la voz de que las muertes se debían a los clérigos que habían envenenado el agua de las fuentes públicas, y el pueblo asaltó conventos e iglesias y en solo 12 horas mató a 73 curas y frailes a garrotazos y puñaladas. Lo escribe Galdós.
Acababa de morir Fernando VII, el felón, y España rota en banderías se preparaba para la matanza general de la primera guerra carlista.
Por los salones de Madrid se paseaba entonces un joven de patillas románticas, que ha pasado por ser el creador del periodismo moderno, Mariano José de Larra, quien después de denunciar, criticar y zaherir en vano los vicios de la política acabó pegándose un tiro. Todo el año es carnaval, escribió Larra, espejo de inconformismo e independencia, en el que siempre desde entonces han tratado de reflejarse los mejores periodistas.
Hoy, aquel carnaval perdura bajo distintas formas. Las fuentes de Madrid no han sido envenenadas por los clérigos, pero el agua del Canal de Isabel II, que beben y con la que se lavan la cara los madrileños, se ha convertido en un fétido albañal político.
En España no hay cólera, pero hay cabreo, una epidemia más expansiva. El carnaval de Larra continúa, y si bien el pueblo no se levanta airado a matar curas, que nada tienen que ver en el asunto, sigue votando una y otra vez a gobernantes corruptos con una entrega de borregos.
En la Comunidad de Madrid se ha dado un hecho milagroso: se trataba de un prostíbulo en el que la única virgen era el ama. El agua del canal baja muy turbia y muchos ciudadanos, como Pilatos, con ella se lavan las manos, pero nada podrá salvarnos de esta epidemia si a través de las urnas no echamos del Gobierno a esta gente a patadas, sin tener que pegarnos un tiro como Larra.
http://elpais.com/elpais/2017/04/21/opinion/1492771020_905600.html
El 17 de julio de 1834, bajo el calor escalfado del verano se expandía una epidemia de cólera en Madrid. De pronto se corrió la voz de que las muertes se debían a los clérigos que habían envenenado el agua de las fuentes públicas, y el pueblo asaltó conventos e iglesias y en solo 12 horas mató a 73 curas y frailes a garrotazos y puñaladas. Lo escribe Galdós.
Acababa de morir Fernando VII, el felón, y España rota en banderías se preparaba para la matanza general de la primera guerra carlista.
Por los salones de Madrid se paseaba entonces un joven de patillas románticas, que ha pasado por ser el creador del periodismo moderno, Mariano José de Larra, quien después de denunciar, criticar y zaherir en vano los vicios de la política acabó pegándose un tiro. Todo el año es carnaval, escribió Larra, espejo de inconformismo e independencia, en el que siempre desde entonces han tratado de reflejarse los mejores periodistas.
Hoy, aquel carnaval perdura bajo distintas formas. Las fuentes de Madrid no han sido envenenadas por los clérigos, pero el agua del Canal de Isabel II, que beben y con la que se lavan la cara los madrileños, se ha convertido en un fétido albañal político.
En España no hay cólera, pero hay cabreo, una epidemia más expansiva. El carnaval de Larra continúa, y si bien el pueblo no se levanta airado a matar curas, que nada tienen que ver en el asunto, sigue votando una y otra vez a gobernantes corruptos con una entrega de borregos.
En la Comunidad de Madrid se ha dado un hecho milagroso: se trataba de un prostíbulo en el que la única virgen era el ama. El agua del canal baja muy turbia y muchos ciudadanos, como Pilatos, con ella se lavan las manos, pero nada podrá salvarnos de esta epidemia si a través de las urnas no echamos del Gobierno a esta gente a patadas, sin tener que pegarnos un tiro como Larra.
http://elpais.com/elpais/2017/04/21/opinion/1492771020_905600.html
lunes, 24 de abril de 2017
Ciencia poética. Lucrecio es el Newton, el Einstein y el Carl Sagan de Roma. Su obra 'De la naturaleza' conserva intacta toda su actualidad.
El libro De la naturaleza ha recorrido más de dos milenios estableciendo una relación fuerte con cada época. Esta edición de Acantilado —muy bella y muy útil— ofrece el original latino de Lucrecio y una de sus mejores traducciones, realizada por Eduard Valentí Fiol. Un libro bilingüe es un instrumento de gran precisión. Este incluye además dos acercamientos contemporáneos: la introducción de Valentí y la presentación de Stephen Greenblatt, muy distintas a pesar de su proximidad. Valentí, heredero de una tradición gloriosa, representa el ideal de la filología moderna a mediados del XX: fijar el texto latino, traducirlo y comentarlo de modo riguroso. Greenblatt traza una semblanza breve y seductora, síntesis de la cultura posmoderna: intérprete libérrimo, relaciona, conecta y sabe llegar, more americano, al gran público, cosa vista con desconfianza por la filología tradicional europea. Su modelo general de una cultura poética encuentra aquí una aplicación perfecta a la ciencia.
El De rerum natura ha sido el clásico preferido por la izquierda moderna. Ateos, materialistas e ilustrados vieron en Lucrecio a uno de los suyos. Lo ejemplifican algunos de sus traductores, como el revolucionario Marchena, el republicano Gil-Albert o el ácrata García Calvo. Greenblatt lo encaja bien en la izquierda posmoderna: su Lucrecio es pacifista, ecologista y tan antiimperialista que resulta incluso antirromano (algo difícil de conciliar con el inolvidable principio de la obra). Por supuesto, también perfila un Lucrecio anticristiano, al superponerle el troquel bipolar de Estados Unidos. Si solo existen creacionistas y darwinistas, Lucrecio cae, con toda razón, del lado de estos últimos, pues explica la desaparición de especies por la supervivencia de los más aptos y es enemigo acérrimo de las religiones. Pero la cuestión requiere algunos matices: en realidad el cristianismo llegó después y fue él el antilucreciano (por antiepicúreo). Otros poetas epicúreos, como Virgilio y Horacio, han gozado de gran aceptación por parte del cristianismo europeo. Existe, por otra parte, una tradición minoritaria de cristianos epicúreos, explorada por Michel Onfray. Y lo esencial: la divinidad está muy presente en el libro. Es una divinidad propia de un filósofo y de un poeta. También de un científico. No es desde luego un Dios religioso. Pero eso es algo que la ciencia actual parece haber dejado en el pasado. Actualísimo es el análisis que hace Lucrecio de la divinización de la Tierra, pues a la vez la desmitifica y la tolera.
Es este uno de los libros mayores del paganismo grecolatino, hecho de una refinada naturalidad cultural. Sin ella, corremos el riesgo de no ver. Por ejemplo: al describir los avatares del texto (que desde el primer momento ha estado al borde de desaparecer varias veces) el propio Greenblatt incurre en una suerte de providencialismo cultural, al retratar a Poggio (el humanista del Renacimiento que salvó el texto) como “el agente por medio del cual sucedió algo importante”. ¿No presupone esta frase una suerte de Providencia, muy contraria, por cierto, al epicureísmo?
Como todos los clásicos, Lucrecio es irreductible a una época o a una ideología, incluso a las suyas. Por eso está a disposición de todos los que han ido llegando a él.
También es un gran liberador. Libera de los fanatismos religiosos, pero también (atención) de las servidumbres del sexo. Como todos los epicúreos, predica un raro ascetismo. Tanto, que lo que este libro científico contiene es una suerte de evangelio de Epicuro, ensalzándolo como a un hombre sagrado. Esta tendencia del racionalismo científico a convertirse en escuela, secta o cuasi-religión es muy interesante. El hecho de que se diera ya en la Antigüedad, y precisamente entre los seguidores del más enemigo de los fanatismos, debería servirnos de aviso.
La ciencia moderna debe mucho a Lucrecio: la biología darwinista, la psicología, como ha visto David Konstan, y, sobre todo, la física: su admirable hipótesis atomista se ha visto confirmada hace solo unas décadas. Paradójicamente (aquí los físicos deberían ayudar a los filólogos) es probable que átomos no sea ya la mejor traducción para las partículas elementales, cuyos movimientos —“batallas y escaramuzas, escuadrón contra escuadrón”— se parecen más a los de los protones.
Poesía, filosofía y ciencia discurren aquí simultáneas. El lector contemporáneo puede disfrutar una cuarta faceta: la de narrador magistral. Poeta del cosmos, Lucrecio es el Newton, el Einstein y el Carl Sagan de Roma. ¿Qué prevalece? La poesía, en la Antigüedad. La ciencia, ahora. Lucrecio transmite una visión general de las cosas (filosófica) con un lenguaje creativo, bello y preciso (es decir, poético) para dar una explicación científica de una realidad que también es bella. En nuestra época la ciencia ha sometido a la filosofía y ha eclipsado a la poesía. Por eso, una traducción en prosa como esta tiene la eficacia de llegar a los científicos, a los filósofos y al gran público.
Como poeta, Lucrecio da voz a la naturaleza. Aborda la imperfección del mundo. Es un entusiasta, “agotado por la larga carrera de la vida”. Usa metáforas (“murallas que rodean el vasto mundo”) y un idioma muy rico (“esplendorosas mieses y ufanos viñedos”). Afronta el amor y la muerte. Emplea mitos. Y a veces incurre en una ingenuidad preciosa. Por ejemplo, cuando afirma que el sol, la luna y las estrellas son exactamente del tamaño que las vemos.
De la naturaleza es uno de los textos más vigentes de la antigüedad. Se encuentra —verdadero prodigio— en las bibliotecas de letras y en las de ciencias. Pensando en Lucrecio, Virgilio llamó afortunado al que conoce las causas de las cosas.
De rerum natura / De la naturaleza. Lucrecio. Prólogo de Stephen Greenblatt. Traducción, prólogo y notas de Eduard Valentí Fiol. Acantilado. Barcelona, 2013. 608 páginas. 33 euros
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/07/actualidad/1375886296_322245.html
El De rerum natura ha sido el clásico preferido por la izquierda moderna. Ateos, materialistas e ilustrados vieron en Lucrecio a uno de los suyos. Lo ejemplifican algunos de sus traductores, como el revolucionario Marchena, el republicano Gil-Albert o el ácrata García Calvo. Greenblatt lo encaja bien en la izquierda posmoderna: su Lucrecio es pacifista, ecologista y tan antiimperialista que resulta incluso antirromano (algo difícil de conciliar con el inolvidable principio de la obra). Por supuesto, también perfila un Lucrecio anticristiano, al superponerle el troquel bipolar de Estados Unidos. Si solo existen creacionistas y darwinistas, Lucrecio cae, con toda razón, del lado de estos últimos, pues explica la desaparición de especies por la supervivencia de los más aptos y es enemigo acérrimo de las religiones. Pero la cuestión requiere algunos matices: en realidad el cristianismo llegó después y fue él el antilucreciano (por antiepicúreo). Otros poetas epicúreos, como Virgilio y Horacio, han gozado de gran aceptación por parte del cristianismo europeo. Existe, por otra parte, una tradición minoritaria de cristianos epicúreos, explorada por Michel Onfray. Y lo esencial: la divinidad está muy presente en el libro. Es una divinidad propia de un filósofo y de un poeta. También de un científico. No es desde luego un Dios religioso. Pero eso es algo que la ciencia actual parece haber dejado en el pasado. Actualísimo es el análisis que hace Lucrecio de la divinización de la Tierra, pues a la vez la desmitifica y la tolera.
Es este uno de los libros mayores del paganismo grecolatino, hecho de una refinada naturalidad cultural. Sin ella, corremos el riesgo de no ver. Por ejemplo: al describir los avatares del texto (que desde el primer momento ha estado al borde de desaparecer varias veces) el propio Greenblatt incurre en una suerte de providencialismo cultural, al retratar a Poggio (el humanista del Renacimiento que salvó el texto) como “el agente por medio del cual sucedió algo importante”. ¿No presupone esta frase una suerte de Providencia, muy contraria, por cierto, al epicureísmo?
Como todos los clásicos, Lucrecio es irreductible a una época o a una ideología, incluso a las suyas. Por eso está a disposición de todos los que han ido llegando a él.
También es un gran liberador. Libera de los fanatismos religiosos, pero también (atención) de las servidumbres del sexo. Como todos los epicúreos, predica un raro ascetismo. Tanto, que lo que este libro científico contiene es una suerte de evangelio de Epicuro, ensalzándolo como a un hombre sagrado. Esta tendencia del racionalismo científico a convertirse en escuela, secta o cuasi-religión es muy interesante. El hecho de que se diera ya en la Antigüedad, y precisamente entre los seguidores del más enemigo de los fanatismos, debería servirnos de aviso.
La ciencia moderna debe mucho a Lucrecio: la biología darwinista, la psicología, como ha visto David Konstan, y, sobre todo, la física: su admirable hipótesis atomista se ha visto confirmada hace solo unas décadas. Paradójicamente (aquí los físicos deberían ayudar a los filólogos) es probable que átomos no sea ya la mejor traducción para las partículas elementales, cuyos movimientos —“batallas y escaramuzas, escuadrón contra escuadrón”— se parecen más a los de los protones.
Poesía, filosofía y ciencia discurren aquí simultáneas. El lector contemporáneo puede disfrutar una cuarta faceta: la de narrador magistral. Poeta del cosmos, Lucrecio es el Newton, el Einstein y el Carl Sagan de Roma. ¿Qué prevalece? La poesía, en la Antigüedad. La ciencia, ahora. Lucrecio transmite una visión general de las cosas (filosófica) con un lenguaje creativo, bello y preciso (es decir, poético) para dar una explicación científica de una realidad que también es bella. En nuestra época la ciencia ha sometido a la filosofía y ha eclipsado a la poesía. Por eso, una traducción en prosa como esta tiene la eficacia de llegar a los científicos, a los filósofos y al gran público.
Como poeta, Lucrecio da voz a la naturaleza. Aborda la imperfección del mundo. Es un entusiasta, “agotado por la larga carrera de la vida”. Usa metáforas (“murallas que rodean el vasto mundo”) y un idioma muy rico (“esplendorosas mieses y ufanos viñedos”). Afronta el amor y la muerte. Emplea mitos. Y a veces incurre en una ingenuidad preciosa. Por ejemplo, cuando afirma que el sol, la luna y las estrellas son exactamente del tamaño que las vemos.
De la naturaleza es uno de los textos más vigentes de la antigüedad. Se encuentra —verdadero prodigio— en las bibliotecas de letras y en las de ciencias. Pensando en Lucrecio, Virgilio llamó afortunado al que conoce las causas de las cosas.
De rerum natura / De la naturaleza. Lucrecio. Prólogo de Stephen Greenblatt. Traducción, prólogo y notas de Eduard Valentí Fiol. Acantilado. Barcelona, 2013. 608 páginas. 33 euros
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/07/actualidad/1375886296_322245.html
domingo, 23 de abril de 2017
_--Alberto Garzón: el ‘predicador’ comunista Garzón emprende una gira para divulgar la ideología al cumplirse 100 años de la Revolución Rusa
_--¿Qué es ser comunista hoy? La pregunta la formula Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida. Su respuesta es objeto de una gira de conferencias que el político está realizando por todo el país con una acogida interesante. Su propósito es dotar de un nuevo significado al “denostado” comunismo que augura que será blanco de nuevos ataques este año en el que se cumplen importantes aniversarios del movimiento: 2017 es el centenario de la Revolución Rusa, el 150º aniversario de la publicación de El Capital de Karl Marx, el 80º aniversario de la muerte de Antonio Gramsci… Y, en España, el 40º aniversario de la legalización del Partido Comunista, cuya efeméride fue el pasado 9 de abril. Y persisten los recelos. “Parece que los comunistas matamos gatitos por las noches”, ironiza en sus charlas. En tiempos de Instagram, Garzón, a sus 31 años, defiende que el comunismo no está reñido con la modernidad y ejerce de predicador—él prefiere “divulgador”— del mismo. “Se puede ser comunista y tener un iPhone”, reivindica.
El político quiere, en primer lugar, poner en valor la palabra comunista, aunque “lo fácil” sea rehuirla. “Esa es una opción legítima, pero no es nuestra opción, porque el lenguaje es ideología”, explica en sus conferencias bajo el título de Cómo ser comunista hoy, que ha pronunciado ya en varias provincias andaluzas, Extremadura y Madrid (una de las más multitudinarias, en la Universidad Complutense, donde acudió más de un millar de personas), y con las que va a seguir recorriendo España. “El comunismo es una forma de ver el mundo, unas gafas que te pones. Que dice que la desigualdad no es justa y además es evitable”, enfatiza en las charlas, en las que repasa la historia del marxismo, con leves críticas, como el abandono de la lucha de las mujeres.
¿Solo eso? “En el nombre del comunismo se han cometido crímenes”, reconoce Garzón en conversación con EL PAÍS. “Pero de la misma forma que sería injusto decir que Jesucristo fue responsable de la muerte en la hoguera de Giordano Bruno, lo sería echarle al marxismo la culpa de un comportamiento que es histórico y que tiene sus sombras”, argumenta. El coportavoz de Unidos Podemos en el Congreso admite que “uno de los errores fue abandonar su raíz republicana, que es la que permite defender la libertad de expresión, los sistemas pluripartidistas, la democracia procedimental” y eso, según el político, “no ha existido o lo ha hecho con muy poca intensidad en los llamados países del socialismo real”, dice sobre los regímenes totalitarios comunistas.
Con el PCE de Santiago Carrillo, cuyo papel en la Transición fue clave para el paso pacífico de la dictadura a la democracia, siempre ha sido muy crítico por “moderarse”. “La posición política de Carrillo y el eurocomunismo solo nos ha traído males”, incidió el pasado febrero en Córdoba. “Recordaréis que Carrillo ordenaba retirar las banderas republicanas en los mítines. La lógica que imperaba era la moderación”. Garzón critica que el PCE abandonara el leninismo y cree que se “institucionalizó”, aunque también reconoce que se hizo “lo que se pudo”. El líder de IU, donde se integra el PCE, apuesta por superar ambas organizaciones en un nuevo “espacio político” con Podemos y otras formaciones, una posición a la que se opone un sector del partido, como el que representa Gaspar Llamazares. Con Podemos forma una coalición electoral y parlamentaria de la que desaparecieron sus siglas.
¿Qué objetivos políticos tiene un comunista del año 2017? Se resumen en “transformar la sociedad para que no esté regida por el principio de la ganancia” y, en la práctica, asegurar una educación y sanidad totalmente públicas, la nacionalización de las grandes empresas, como las energéticas, y el derecho a la vivienda y el trabajo garantizados por el Estado, explica el diputado. “Nosotros no somos contrarios a la propiedad privada personal, sí de los grandes medios de producción”, aclara.
Es por eso por lo que los comunistas hoy no incurren en contradicciones por tener el último iPhone, por ejemplo: él tiene uno. “Tenemos que vivir con el ejemplo pero eso no significa odio hacia a lo material. El comunismo se plantea como superación del capitalismo, no como paso a una sociedad primitiva”. El líder de IU afirma que en Unidos Podemos hay “muchos comunistas”, pero los hay más cómodos en otras etiquetas. Él prefiere decir que es comunista a que es de izquierdas. En sus conferencias, de acento académico, recuerda: “El marxismo no es la llave que abre todas las puertas, sino una luz que nos permite entender mejor la realidad”
http://politica.elpais.com/politica/2017/04/11/actualidad/1491940134_079836.html?rel=lom
Más opiniones sobre Podemos.
http://politica.elpais.com/politica/2016/11/24/actualidad/1480011497_610254.html?rel=mas
Un "poco" del ataque que no cesa.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226285
El político quiere, en primer lugar, poner en valor la palabra comunista, aunque “lo fácil” sea rehuirla. “Esa es una opción legítima, pero no es nuestra opción, porque el lenguaje es ideología”, explica en sus conferencias bajo el título de Cómo ser comunista hoy, que ha pronunciado ya en varias provincias andaluzas, Extremadura y Madrid (una de las más multitudinarias, en la Universidad Complutense, donde acudió más de un millar de personas), y con las que va a seguir recorriendo España. “El comunismo es una forma de ver el mundo, unas gafas que te pones. Que dice que la desigualdad no es justa y además es evitable”, enfatiza en las charlas, en las que repasa la historia del marxismo, con leves críticas, como el abandono de la lucha de las mujeres.
¿Solo eso? “En el nombre del comunismo se han cometido crímenes”, reconoce Garzón en conversación con EL PAÍS. “Pero de la misma forma que sería injusto decir que Jesucristo fue responsable de la muerte en la hoguera de Giordano Bruno, lo sería echarle al marxismo la culpa de un comportamiento que es histórico y que tiene sus sombras”, argumenta. El coportavoz de Unidos Podemos en el Congreso admite que “uno de los errores fue abandonar su raíz republicana, que es la que permite defender la libertad de expresión, los sistemas pluripartidistas, la democracia procedimental” y eso, según el político, “no ha existido o lo ha hecho con muy poca intensidad en los llamados países del socialismo real”, dice sobre los regímenes totalitarios comunistas.
Con el PCE de Santiago Carrillo, cuyo papel en la Transición fue clave para el paso pacífico de la dictadura a la democracia, siempre ha sido muy crítico por “moderarse”. “La posición política de Carrillo y el eurocomunismo solo nos ha traído males”, incidió el pasado febrero en Córdoba. “Recordaréis que Carrillo ordenaba retirar las banderas republicanas en los mítines. La lógica que imperaba era la moderación”. Garzón critica que el PCE abandonara el leninismo y cree que se “institucionalizó”, aunque también reconoce que se hizo “lo que se pudo”. El líder de IU, donde se integra el PCE, apuesta por superar ambas organizaciones en un nuevo “espacio político” con Podemos y otras formaciones, una posición a la que se opone un sector del partido, como el que representa Gaspar Llamazares. Con Podemos forma una coalición electoral y parlamentaria de la que desaparecieron sus siglas.
¿Qué objetivos políticos tiene un comunista del año 2017? Se resumen en “transformar la sociedad para que no esté regida por el principio de la ganancia” y, en la práctica, asegurar una educación y sanidad totalmente públicas, la nacionalización de las grandes empresas, como las energéticas, y el derecho a la vivienda y el trabajo garantizados por el Estado, explica el diputado. “Nosotros no somos contrarios a la propiedad privada personal, sí de los grandes medios de producción”, aclara.
Es por eso por lo que los comunistas hoy no incurren en contradicciones por tener el último iPhone, por ejemplo: él tiene uno. “Tenemos que vivir con el ejemplo pero eso no significa odio hacia a lo material. El comunismo se plantea como superación del capitalismo, no como paso a una sociedad primitiva”. El líder de IU afirma que en Unidos Podemos hay “muchos comunistas”, pero los hay más cómodos en otras etiquetas. Él prefiere decir que es comunista a que es de izquierdas. En sus conferencias, de acento académico, recuerda: “El marxismo no es la llave que abre todas las puertas, sino una luz que nos permite entender mejor la realidad”
http://politica.elpais.com/politica/2017/04/11/actualidad/1491940134_079836.html?rel=lom
Más opiniones sobre Podemos.
http://politica.elpais.com/politica/2016/11/24/actualidad/1480011497_610254.html?rel=mas
Un "poco" del ataque que no cesa.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226285
Discurso de Eduárdo Mendoza en el Cervantes
He sido y sigo siendo un fiel lector de Cervantes y, como es lógico, un asiduo lector del Quijote. Con mucha frecuencia acudo a sus páginas como quien visita a un buen amigo, a sabiendas de que siempre pasará un rato agradable y enriquecedor. Y así es: con cada relectura el libro mejora y, de paso, mejora el lector. Pero en mi memoria quedan cuatro lecturas cabales del Quijote.
Lo leí por primera vez por obligación, en la escuela. A los que hicimos preuniversitario el año académico de 1959/60 nos tocó leer y comentar el Quijote, tanto a los que habíamos optado por el bachillerato de letras como por el de ciencias. A diferencia de lo que ocurre hoy, en la enseñanza de aquella época prevalecía la educación humanística, en detrimento del conocimiento científico, de conformidad con el lema entonces vigente: que inventen ellos. (…)
En la clase de Literatura nos enseñaban algunas cosas que luego no me han servido de mucho, pero que me gustó aprender y me gusta recordar. Por ejemplo, la diferencia entre sinécdoque, metonimia y epanadiplosis. O que un soneto es una composición de catorce versos a la que siempre le sobran diez.
Y allí, contra aquel fiero rebaño compuesto por treinta adolescentes sin chicas que era la clase del Hermano Anselmo, arremetió lanza en ristre don Alonso Quijano el Bueno, no sé si en la edición de Riquer o en la de Zamora Vicente para la lectura, y en la desmesurada edición de Rodríguez Marín para los que íbamos por nota. Porque de esto hace mucho y mi amigo el Profesor don Francisco Rico aún no había alcanzado el uso de razón.
La verdad es que don Quijote y Sancho no fueron bien recibidos. Nuestra imaginación literaria se nutría de El Coyote y Hazañas Bélicas y las sesiones dobles del cine de barrio eran nuestro Shangri-La. Pero el Siglo de Oro, francamente, no.
Hay que decir, en nuestro descargo, que en aquellos años, que Juan Marsé llamó de incienso y plomo, la figura de don Quijote había sido secuestrada por la retórica oficial para convertirla en el arquetipo de nuestra raza y el adalid de un imperio de fanfarria y cartón piedra. (…)
La lectura del Quijote fue un bálsamo y una revelación. De Cervantes aprendí que se podía cualquier cosa: relatar una acción, plantear una situación, describir un paisaje, transcribir un diálogo, intercalar un discurso o hacer un comentario, sin forzar la prosa, con claridad, sencillez, musicalidad y elegancia. (…)
Leí el Quijote de cabo a rabo por segunda vez una década más tarde. Yo ya era lo que en tiempos de Cervantes se llamaba un bachiller, quizá un licenciado, lo que hoy se llama un joven cualificado, y lo que en todas las épocas se ha llamado un tonto.
Llevaba el pelo revuelto y lucía un fiero bigote. Era ignorante, inexperto y pretencioso. Pero no había perdido el entusiasmo. Seguía escribiendo con perseverancia, todavía con pasos aún inciertos, en busca de una voz propia.
Como tenía otros modelos literarios, de mayor graduación alcohólica, por decirlo de algún modo, (como Dostoievski, Kafka, Proust y Joyce), en esa ocasión me atrajo sobre todo el Caballero de la Triste Figura, su tenacidad y su arrojo. Porque, salvando todas las distancias, yo aspiraba a lo mismo que don Alonso Quijano: correr mundo, tener amores imposibles y deshacer entuertos.
Algo conseguí de lo primero; en lo segundo me llevé bastantes chascos, y en lugar de deshacer entuertos, causé algunos, más por irreflexión que por mala voluntad. (…)
La tercera vez que leí el Quijote ya era, al menos nominalmente, lo que nuestro código civil llama “un buen padre de familia”.
Cuando emprendí esta nueva lectura del Quijote no tenía motivos de queja.
Como don Quijote, había recibido algunos palos, ni muchos ni muy fuertes. Como Sancho Panza, me había apeado muchas veces del burro. Pero había conseguido publicar algunos libros que habían recibido un trato benévolo de la crítica y una buena acogida del público. Hago un paréntesis para decir que, sin quitarme el mérito que me pueda corresponder, mucho debo al apoyo y, sobre todo, al cariño de algunas personas. Y creo que sería injusto silenciar, a este respecto, la contribución especial de dos personas a mi carrera literaria. Una es Pere Gimferrer, que me dio la primera oportunidad y es mi editor vitalicio y mi amigo incondicional. La otra es, por supuesto, Carmen Balcells, cuya ausencia empaña la alegría de este acto. (…)
Lo que descubrí en la lectura de madurez fue que había otro tipo de humor en la obra de Cervantes. Un humor que no está tanto en las situaciones ni en los diálogos, como en la mirada del autor sobre el mundo. Un humor que camina en paralelo al relato y que reclama la complicidad entre el autor y el lector. Una vez establecido el vínculo, pase lo que pase y se diga lo que se diga, el humor lo impregna todo y todo lo transforma.
Es precisamente el Quijote el que crea e impone este tipo de relación secreta.
Una relación que se establece por medio del libro, pero fuera del libro, y que a partir de ese momento constituirá la esencia de lo que denominamos la novela moderna. Una forma de escritura en la cual el lector no disfruta tanto de la intriga propia del relato como de la compañía de la persona que lo ha escrito.
Aunque raro es el año en que no vuelva a picotear en el Quijote, con la única finalidad de pasar un rato agradable y levantarme el ánimo, lo cierto es que no lo había vuelto a releer de un tirón, hasta que la cordial e inesperada llamada del señor Ministro me notificó que me había sido concedido este premio (…).
En esta ocasión seguía y sigo estando, en términos generales, satisfecho de la vida. De nada me puedo quejar e incluso ha mejorado mi estado de salud: antes padecía pequeños desarreglos impropios de mi edad y ahora estos desarreglos se han vuelto propios de mi edad.
Sin embargo, cuando se lee el Quijote, uno nunca sabe lo que le puede pasar.
En lecturas anteriores yo había seguido al caballero y a su escudero tratando de adivinar la dirección que llevaba su peregrinaje. Esta vez, y sin que en ello interviniera de ningún modo la melancolía, me encontré acompañando al caballero en su camino de vuelta a un lugar de la Mancha cuyo nombre nunca hemos olvidado, aunque a menudo lo hayamos intentado. (…)
Todo personaje de ficción es transversal. Va de lector en lector, sin detenerse en ninguno. Eso mismo hace don Quijote. Exceptuando a Sancho, todos los personajes del libro están donde Dios los puso. Don Quijote es lo contario: va de paso y atraviesa fugazmente por sus vidas. Generalmente les causa un pequeño trastorno, pero les paga con creces. Sin la incidencia atropellada de don Quijote, hidalgos, venteros, labriegos, curas y mozas del partido reposarían en la fosa común de la antropología cultural. Gracias a don Quijote hoy están aquí, con nosotros, tan reales como nosotros mismos y, en algunos casos, quizás un poco más.
Ésta es, a mi juicio, la función de la ficción. No dar noticia de unos hechos, sino dar vida a lo que, de otro modo, acabaría convertido en mero dato, en prototipo y en estadística. Por eso la novela cuenta las cosas de un modo ameno, aunque no necesariamente fácil: para que las personas, a lo largo del tiempo, la consuman y la recuerden sin pensar, como los insectos que polinizan sin saber que lo hacen.
Recalco estas cosas bien sabidas porque vivimos tiempos confusos e inciertos. (…)
La incertidumbre y la confusión a las que yo me refiero son de otro tipo. Un cambio radical que afecta al conocimiento a la cultura, a las relaciones humanas, en definitiva, a nuestra manera de estar en el mundo. Pero al decir esto no pretendo ser alarmista. Este cambio está ahí, pero no tiene por qué ser nocivo, ni brusco, ni traumático.
En este sentido, ahora que los dos vamos de vuelta a casa, me gustaría discrepar de don Quijote cuando afirma que no hay pájaros en los nidos de antaño. Sí que los hay, pero son otros pájaros.
(…)
Y aquí termino, repitiendo lo que dije al principio. Que recojo este premio con profunda gratitud y alegría, y que seguiré siendo el que siempre he sido: Eduardo Mendoza, de profesión, sus labores.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/20/actualidad/1492693992_528797.html
Lo leí por primera vez por obligación, en la escuela. A los que hicimos preuniversitario el año académico de 1959/60 nos tocó leer y comentar el Quijote, tanto a los que habíamos optado por el bachillerato de letras como por el de ciencias. A diferencia de lo que ocurre hoy, en la enseñanza de aquella época prevalecía la educación humanística, en detrimento del conocimiento científico, de conformidad con el lema entonces vigente: que inventen ellos. (…)
En la clase de Literatura nos enseñaban algunas cosas que luego no me han servido de mucho, pero que me gustó aprender y me gusta recordar. Por ejemplo, la diferencia entre sinécdoque, metonimia y epanadiplosis. O que un soneto es una composición de catorce versos a la que siempre le sobran diez.
Y allí, contra aquel fiero rebaño compuesto por treinta adolescentes sin chicas que era la clase del Hermano Anselmo, arremetió lanza en ristre don Alonso Quijano el Bueno, no sé si en la edición de Riquer o en la de Zamora Vicente para la lectura, y en la desmesurada edición de Rodríguez Marín para los que íbamos por nota. Porque de esto hace mucho y mi amigo el Profesor don Francisco Rico aún no había alcanzado el uso de razón.
La verdad es que don Quijote y Sancho no fueron bien recibidos. Nuestra imaginación literaria se nutría de El Coyote y Hazañas Bélicas y las sesiones dobles del cine de barrio eran nuestro Shangri-La. Pero el Siglo de Oro, francamente, no.
Hay que decir, en nuestro descargo, que en aquellos años, que Juan Marsé llamó de incienso y plomo, la figura de don Quijote había sido secuestrada por la retórica oficial para convertirla en el arquetipo de nuestra raza y el adalid de un imperio de fanfarria y cartón piedra. (…)
La lectura del Quijote fue un bálsamo y una revelación. De Cervantes aprendí que se podía cualquier cosa: relatar una acción, plantear una situación, describir un paisaje, transcribir un diálogo, intercalar un discurso o hacer un comentario, sin forzar la prosa, con claridad, sencillez, musicalidad y elegancia. (…)
Leí el Quijote de cabo a rabo por segunda vez una década más tarde. Yo ya era lo que en tiempos de Cervantes se llamaba un bachiller, quizá un licenciado, lo que hoy se llama un joven cualificado, y lo que en todas las épocas se ha llamado un tonto.
Llevaba el pelo revuelto y lucía un fiero bigote. Era ignorante, inexperto y pretencioso. Pero no había perdido el entusiasmo. Seguía escribiendo con perseverancia, todavía con pasos aún inciertos, en busca de una voz propia.
Como tenía otros modelos literarios, de mayor graduación alcohólica, por decirlo de algún modo, (como Dostoievski, Kafka, Proust y Joyce), en esa ocasión me atrajo sobre todo el Caballero de la Triste Figura, su tenacidad y su arrojo. Porque, salvando todas las distancias, yo aspiraba a lo mismo que don Alonso Quijano: correr mundo, tener amores imposibles y deshacer entuertos.
Algo conseguí de lo primero; en lo segundo me llevé bastantes chascos, y en lugar de deshacer entuertos, causé algunos, más por irreflexión que por mala voluntad. (…)
La tercera vez que leí el Quijote ya era, al menos nominalmente, lo que nuestro código civil llama “un buen padre de familia”.
Cuando emprendí esta nueva lectura del Quijote no tenía motivos de queja.
Como don Quijote, había recibido algunos palos, ni muchos ni muy fuertes. Como Sancho Panza, me había apeado muchas veces del burro. Pero había conseguido publicar algunos libros que habían recibido un trato benévolo de la crítica y una buena acogida del público. Hago un paréntesis para decir que, sin quitarme el mérito que me pueda corresponder, mucho debo al apoyo y, sobre todo, al cariño de algunas personas. Y creo que sería injusto silenciar, a este respecto, la contribución especial de dos personas a mi carrera literaria. Una es Pere Gimferrer, que me dio la primera oportunidad y es mi editor vitalicio y mi amigo incondicional. La otra es, por supuesto, Carmen Balcells, cuya ausencia empaña la alegría de este acto. (…)
Lo que descubrí en la lectura de madurez fue que había otro tipo de humor en la obra de Cervantes. Un humor que no está tanto en las situaciones ni en los diálogos, como en la mirada del autor sobre el mundo. Un humor que camina en paralelo al relato y que reclama la complicidad entre el autor y el lector. Una vez establecido el vínculo, pase lo que pase y se diga lo que se diga, el humor lo impregna todo y todo lo transforma.
Es precisamente el Quijote el que crea e impone este tipo de relación secreta.
Una relación que se establece por medio del libro, pero fuera del libro, y que a partir de ese momento constituirá la esencia de lo que denominamos la novela moderna. Una forma de escritura en la cual el lector no disfruta tanto de la intriga propia del relato como de la compañía de la persona que lo ha escrito.
Aunque raro es el año en que no vuelva a picotear en el Quijote, con la única finalidad de pasar un rato agradable y levantarme el ánimo, lo cierto es que no lo había vuelto a releer de un tirón, hasta que la cordial e inesperada llamada del señor Ministro me notificó que me había sido concedido este premio (…).
En esta ocasión seguía y sigo estando, en términos generales, satisfecho de la vida. De nada me puedo quejar e incluso ha mejorado mi estado de salud: antes padecía pequeños desarreglos impropios de mi edad y ahora estos desarreglos se han vuelto propios de mi edad.
Sin embargo, cuando se lee el Quijote, uno nunca sabe lo que le puede pasar.
En lecturas anteriores yo había seguido al caballero y a su escudero tratando de adivinar la dirección que llevaba su peregrinaje. Esta vez, y sin que en ello interviniera de ningún modo la melancolía, me encontré acompañando al caballero en su camino de vuelta a un lugar de la Mancha cuyo nombre nunca hemos olvidado, aunque a menudo lo hayamos intentado. (…)
Todo personaje de ficción es transversal. Va de lector en lector, sin detenerse en ninguno. Eso mismo hace don Quijote. Exceptuando a Sancho, todos los personajes del libro están donde Dios los puso. Don Quijote es lo contario: va de paso y atraviesa fugazmente por sus vidas. Generalmente les causa un pequeño trastorno, pero les paga con creces. Sin la incidencia atropellada de don Quijote, hidalgos, venteros, labriegos, curas y mozas del partido reposarían en la fosa común de la antropología cultural. Gracias a don Quijote hoy están aquí, con nosotros, tan reales como nosotros mismos y, en algunos casos, quizás un poco más.
Ésta es, a mi juicio, la función de la ficción. No dar noticia de unos hechos, sino dar vida a lo que, de otro modo, acabaría convertido en mero dato, en prototipo y en estadística. Por eso la novela cuenta las cosas de un modo ameno, aunque no necesariamente fácil: para que las personas, a lo largo del tiempo, la consuman y la recuerden sin pensar, como los insectos que polinizan sin saber que lo hacen.
Recalco estas cosas bien sabidas porque vivimos tiempos confusos e inciertos. (…)
La incertidumbre y la confusión a las que yo me refiero son de otro tipo. Un cambio radical que afecta al conocimiento a la cultura, a las relaciones humanas, en definitiva, a nuestra manera de estar en el mundo. Pero al decir esto no pretendo ser alarmista. Este cambio está ahí, pero no tiene por qué ser nocivo, ni brusco, ni traumático.
En este sentido, ahora que los dos vamos de vuelta a casa, me gustaría discrepar de don Quijote cuando afirma que no hay pájaros en los nidos de antaño. Sí que los hay, pero son otros pájaros.
(…)
Y aquí termino, repitiendo lo que dije al principio. Que recojo este premio con profunda gratitud y alegría, y que seguiré siendo el que siempre he sido: Eduardo Mendoza, de profesión, sus labores.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/20/actualidad/1492693992_528797.html
sábado, 22 de abril de 2017
_--La solución del 'acertijo de Einstein'. Solo el 2% de la población es capaz de resolver el famoso enigma del físico. ¿Lo ha logrado?
_--El planteamiento es sencillo: en una calle hay cinco casas de colores distintos, y en cada casa vive una persona de distinta nacionalidad. Los cinco dueños son muy suyos: beben diversos tipos de bebida, fuman diferentes marcas de cigarrillos, y cada uno tiene una mascota distinta a la de los demás. A partir de las siguientes pistas, ¿quién es el dueño del pez?
1. El británico vive en la casa roja
2. El sueco tiene un perro como mascota
3. El danés toma té
4. El noruego vive en la primera casa
5. El alemán fuma Prince
6. La casa verde está inmediatamente a la izquierda de la blanca
7. El dueño de la casa verde bebe café
8. El propietario que fuma Pall Mall cría pájaros
9. El dueño de la casa amarilla fuma Dunhill
10. El hombre que vive en la casa del centro bebe leche
11. El vecino que fuma Blends vive al lado del que tiene un gato
12. El hombre que tiene un caballo vive al lado del que fuma Dunhill
13. El propietario que fuma Bluemaster toma cerveza
14. El vecino que fuma Blends vive al lado del que toma agua
15. El noruego vive al lado de la casa azul
La única manera de dar con la solución es cruzar los datos de estas 15 afirmaciones. Existen mútliples fórmulas para hacerlo (en YouTube hay varios ejemplos), y esta es la combinación definitiva:
Así pues, el dueño del pez es el vecino alemán. ¿Es del 2% de población que lo ha logrado? Enhorabuena, forma parte de la aristocracia de los portadores de una elevada inteligencia lógica, que permite resolver problemas complejos, realizar esquemas con facilidad y establecer relaciones profundas. Si, por el contrario, el físico germano le parece un modelo inalcanzable (bienvenido al 98%), siempre le quedará sumarse al team Mozart, cuyo cociente intelectual no destacaba entre el resto según las mediciones clásicas: por fortuna, hay otros tipos de inteligencia, como la creatividad o la capacidad de adaptación.
http://elpais.com/elpais/2017/04/04/buenavida/1491292940_682634.html?rel=lom
The falling leaves drift by my window
The falling leaves of red and gold
I see your lips the summer kisses
The sunburned hands I used to hold
Since you went away the days grow long
And soon I'll hear old winter's song
But I miss you most of all my darling
When autumn leaves start to fall
Since you went away the days grow long
And soon I'll hear old winter's song
But I miss you most of all my darling
When autumn leaves start to fall
I miss you most of all my darling
When autumn leaves start to fall
viernes, 21 de abril de 2017
Esperanza
Es la primera vez que Aguirre lleva más de dos días callada mientras su nombre aparece en todos los titulares. Por algo será
En el mundo pasan cosas horribles. El número de víctimas inocentes se multiplica, el imperio del terror gana adeptos, partidarios que declaran actuar en nombre de la paz o del propio terror. Cada cadáver que contemplamos a diario con la pasiva impasibilidad de lo inevitable merece una columna. Lo sé, y sé que otras amenazas, como la que convierte el ejercicio de la libertad de expresión en una actividad peligrosa para los españoles, no son menos urgentes. Pero me van a perdonar que vuelva a escribir hoy sobre Esperanza Aguirre, aunque sólo sea porque llevo tantos años esperando este momento que ya sospechaba que no llegaría.
La relación de Esperanza con las tramas de corrupción de su partido, antes la Gürtel, luego la Púnica, ha sido como el argumento de una larguísima novela negra, de esas en las que el lector sabe desde la primera página quién es el asesino pero el detective nunca es capaz de probarlo.
Lejos de proclamar su inocencia mientras los rumores la cercaban, dio vueltas y más vueltas a la tuerca de su honestidad hasta alardear de haber destapado la corrupción en su propio partido. Cuando Granados publicó lo evidente, que todo lo había aprendido de ella, no se dio por aludida y pareció haber salido con bien una vez más.
Ahora, la documentación incautada a Beltrán Gutiérrez, gerente del PP madrileño bajo su mando, no sólo prueba la financiación ilegal del partido que dirigía, sino que promete más de lo que da. ¿Por qué llevaría un gerente encima un pen drive con la contabilidad B de su partido? ¿Contra quién pretende usarla, de quién quiere protegerse?
Sólo sabemos una cosa con certeza. Es la primera vez que Esperanza lleva más de dos días callada mientras su nombre aparece en todos los titulares. Por algo será.
http://elpais.com/elpais/2017/04/08/opinion/1491674634_327554.html
jueves, 20 de abril de 2017
Mitos de guerra. El culto al soldado caído, que alcanzó su cenit durante el periodo de entreguerras, fue perdiendo su mordiente popular con las armas nucleares y la extensión del pacifismo.
1. Soldados
George L(achmann) Mosse (1918-1999) es uno de los grandes historiadores de referencia a la hora de comprender los presupuestos ideológicos y morales del nacionalismo alemán Völkisch que conduciría al Holocausto y a la muerte de masas en el siglo XX. Su importantísima obra, sin embargo, no ha tenido suerte en España. Ariel tardó casi 35 años en publicar La cultura europea del siglo XX, un libro esencial que hoy, sin embargo, sólo puede encontrarse en librerías de lance. Y La nacionalización de las masas, otro texto imprescindible acerca de los fundamentos irracionalistas de la fascinación que el nazismo ejerció sobre los alemanes, tuvo que esperar tres décadas para ser publicado por Marcial Pons. Ahora llega por fin, con un retraso de casi 30 años, uno de sus libros más importantes y sintéticos: Soldados caídos. La transformación de la memoria de las guerras mundiales, publicado por la editorial de la Universidad de Zaragoza, de cuyo catálogo sólo hay que lamentar su escasa visualización en las librerías, un peliagudo asunto que los sellos universitarios no acaban de resolver. Soldados caídos, para cuya investigación Mosse utilizó, además de copiosas fuentes primarias, materiales procedentes de la literatura, la cinematografía, el deporte, la religión y el turismo de la primera mitad del siglo XX, disecciona el mito —cultivado sobre todo por la derecha alemana en los años veinte y treinta— de la “experiencia de la guerra”.
La catástrofe bélica de 1914-1918, la más terrorífica que había conocido la humanidad, suscitó un proceso, a la vez de exaltación y enmascaramiento del horror, que fue creando el clima ideal para la proliferación de ideologías militaristas y totalitarias que, una vez más, conducirían a la carnicería de 1939-1945 y al espanto del Holocausto. Y lo hizo, sobre todo, a partir de dos mecanismos complementarios: primero, mediante la brutalización del comportamiento de los combatientes, la glorificación y el embellecimiento del heroísmo suicida (que tan bien reflejó Stanley Kubrick en El culto al soldado caído, convertido en una especie de religión laica (con sus santuarios, sus mártires y sus lugares sagrados), alcanzó su cenit durante el periodo de entreguerras, pero fue perdiendo su mordiente popular a partir de la irrupción de las armas nucleares y de la extensión del pacifismo entre las masas. Contrapunto del también imprescindible La Gran Guerra y la memoria moderna (Turner, 2006), de Paul Fussell, que se centraba en la memoria (literaria) de los antiguos combatientes, Soldados caídos es un libro esencial para comprender la deriva ideológica y moral que condujo al mundo a sus dos peores catástrofes.
2. Esclavos
En el Anti-Dühring, Engels demostraba, poniendo en escena al esforzado (pre)colonialista Robinson y al bueno de Viernes, que toda violencia política reposa primitivamente en una función económica de carácter social. La esclavitud, por ejemplo, una lacra a la que, según la OIT, siguen sometidos cerca de 21 millones de personas.
Entre principios del XVI, cuando el Rey Católico dio vía libre a la introducción de esclavos africanos en América, hasta 1867, cuando llegó a Cuba el último cargamento de esclavos, más de 10 millones de hombres, mujeres y niños capturados a la fuerza fueron enviados a América desde África Occidental. Cuatro siglos de esclavitud trasatlántica, proporciona, en menos de trescientas páginas, una visión panorámica y muy divulgativa de todos los aspectos implicados en la monstruosa trata. Incluyendo, además de la organización de la vida y del trabajo de los esclavos, sus formas de resistencia y rebelión.
3. Poe
Desde que Jesús Egido se hiciera cargo, hace más de una década, del primero de los dos sellos de ese peculiar tándem editorial compuesto por Rey Lear y Reino de Cordelia, ha contado con el poeta Luis Alberto de Cuenca (LAC) como una especie de asesor áulico. En los catálogos de Egido se nota la huella del mejor y más culto de nuestros poetas pop, aunque no estoy seguro de que la denominación le agrade del todo al autor de, por ejemplo, ‘Isabel’ o ‘La mujer sin cabeza’. Como premio a sus consejos y recomendaciones, LAC ha obtenido recientemente el envidiable privilegio de verse convertido en un personaje de cómic de línea clara basado en los “argumentos” de una quincena de sus poemas de (también) línea clara: el álbum en cuestión es Viñetas de Plata (Reino de Cordelia), dibujado por Laura Pérez Vernetti. Y conste que el privilegio no es menor, habida cuenta de que Egido ha sido el editor, por ejemplo, del cartoonista Winsor McCay (1869-1934), uno de los grandes pioneros del octavo arte. En cuanto a LAC, su último granito de arena al sello de Egido ha sido la elección de los Diez cuentos de terror de Edgar Allan Poe que ha ilustrado María Espejo para Reino de Cordelia. Por mi parte, nada grave que objetar, aunque quizás yo hubiera sustituido alguno de los relatos por ‘Morella’, muy cercano a esas dos obras maestras del goticismo exacerbado que son ‘Berenice’ y ‘Ligeia’. En cuanto a la traducción, la de Susana Carral es impecable, de acuerdo, pero yo tengo el oído castellano hecho a la de Cortázar (posiblemente menos “exacta”), igual que —mutatis mutandis— cuando pienso en Shakespeare en castellano me vienen a la cabeza las contundentes cadencias de Astrana Marín, y no la más precisa filología de Conejero y su equipo. Que disfruten con esta estupenda selección del mejor Poe.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/05/babelia/1491388183_230913.html?rel=lom
George L(achmann) Mosse (1918-1999) es uno de los grandes historiadores de referencia a la hora de comprender los presupuestos ideológicos y morales del nacionalismo alemán Völkisch que conduciría al Holocausto y a la muerte de masas en el siglo XX. Su importantísima obra, sin embargo, no ha tenido suerte en España. Ariel tardó casi 35 años en publicar La cultura europea del siglo XX, un libro esencial que hoy, sin embargo, sólo puede encontrarse en librerías de lance. Y La nacionalización de las masas, otro texto imprescindible acerca de los fundamentos irracionalistas de la fascinación que el nazismo ejerció sobre los alemanes, tuvo que esperar tres décadas para ser publicado por Marcial Pons. Ahora llega por fin, con un retraso de casi 30 años, uno de sus libros más importantes y sintéticos: Soldados caídos. La transformación de la memoria de las guerras mundiales, publicado por la editorial de la Universidad de Zaragoza, de cuyo catálogo sólo hay que lamentar su escasa visualización en las librerías, un peliagudo asunto que los sellos universitarios no acaban de resolver. Soldados caídos, para cuya investigación Mosse utilizó, además de copiosas fuentes primarias, materiales procedentes de la literatura, la cinematografía, el deporte, la religión y el turismo de la primera mitad del siglo XX, disecciona el mito —cultivado sobre todo por la derecha alemana en los años veinte y treinta— de la “experiencia de la guerra”.
La catástrofe bélica de 1914-1918, la más terrorífica que había conocido la humanidad, suscitó un proceso, a la vez de exaltación y enmascaramiento del horror, que fue creando el clima ideal para la proliferación de ideologías militaristas y totalitarias que, una vez más, conducirían a la carnicería de 1939-1945 y al espanto del Holocausto. Y lo hizo, sobre todo, a partir de dos mecanismos complementarios: primero, mediante la brutalización del comportamiento de los combatientes, la glorificación y el embellecimiento del heroísmo suicida (que tan bien reflejó Stanley Kubrick en El culto al soldado caído, convertido en una especie de religión laica (con sus santuarios, sus mártires y sus lugares sagrados), alcanzó su cenit durante el periodo de entreguerras, pero fue perdiendo su mordiente popular a partir de la irrupción de las armas nucleares y de la extensión del pacifismo entre las masas. Contrapunto del también imprescindible La Gran Guerra y la memoria moderna (Turner, 2006), de Paul Fussell, que se centraba en la memoria (literaria) de los antiguos combatientes, Soldados caídos es un libro esencial para comprender la deriva ideológica y moral que condujo al mundo a sus dos peores catástrofes.
2. Esclavos
En el Anti-Dühring, Engels demostraba, poniendo en escena al esforzado (pre)colonialista Robinson y al bueno de Viernes, que toda violencia política reposa primitivamente en una función económica de carácter social. La esclavitud, por ejemplo, una lacra a la que, según la OIT, siguen sometidos cerca de 21 millones de personas.
Entre principios del XVI, cuando el Rey Católico dio vía libre a la introducción de esclavos africanos en América, hasta 1867, cuando llegó a Cuba el último cargamento de esclavos, más de 10 millones de hombres, mujeres y niños capturados a la fuerza fueron enviados a América desde África Occidental. Cuatro siglos de esclavitud trasatlántica, proporciona, en menos de trescientas páginas, una visión panorámica y muy divulgativa de todos los aspectos implicados en la monstruosa trata. Incluyendo, además de la organización de la vida y del trabajo de los esclavos, sus formas de resistencia y rebelión.
3. Poe
Desde que Jesús Egido se hiciera cargo, hace más de una década, del primero de los dos sellos de ese peculiar tándem editorial compuesto por Rey Lear y Reino de Cordelia, ha contado con el poeta Luis Alberto de Cuenca (LAC) como una especie de asesor áulico. En los catálogos de Egido se nota la huella del mejor y más culto de nuestros poetas pop, aunque no estoy seguro de que la denominación le agrade del todo al autor de, por ejemplo, ‘Isabel’ o ‘La mujer sin cabeza’. Como premio a sus consejos y recomendaciones, LAC ha obtenido recientemente el envidiable privilegio de verse convertido en un personaje de cómic de línea clara basado en los “argumentos” de una quincena de sus poemas de (también) línea clara: el álbum en cuestión es Viñetas de Plata (Reino de Cordelia), dibujado por Laura Pérez Vernetti. Y conste que el privilegio no es menor, habida cuenta de que Egido ha sido el editor, por ejemplo, del cartoonista Winsor McCay (1869-1934), uno de los grandes pioneros del octavo arte. En cuanto a LAC, su último granito de arena al sello de Egido ha sido la elección de los Diez cuentos de terror de Edgar Allan Poe que ha ilustrado María Espejo para Reino de Cordelia. Por mi parte, nada grave que objetar, aunque quizás yo hubiera sustituido alguno de los relatos por ‘Morella’, muy cercano a esas dos obras maestras del goticismo exacerbado que son ‘Berenice’ y ‘Ligeia’. En cuanto a la traducción, la de Susana Carral es impecable, de acuerdo, pero yo tengo el oído castellano hecho a la de Cortázar (posiblemente menos “exacta”), igual que —mutatis mutandis— cuando pienso en Shakespeare en castellano me vienen a la cabeza las contundentes cadencias de Astrana Marín, y no la más precisa filología de Conejero y su equipo. Que disfruten con esta estupenda selección del mejor Poe.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/05/babelia/1491388183_230913.html?rel=lom
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miércoles, 19 de abril de 2017
_--Damien Hirst, el arte como posverdad. El artista británico regresa con una espectacular muestra en Venecia, mitad cuento mitológico y mitad celebración kitsch
_--Vestido como un turista cualquiera, con ropa deportiva y enormes gafas de sol sobre el frontispicio, Damien Hirst da un último paseo antes de levantar el telón de su nueva exposición, que se inaugura este domingo en las dos sedes de la fundación que el magnate el magnate François Pinault instaló en Venecia hace una década. Masacrarlo a preguntas no servirá de nada. “Lo siento, amigo. Hoy no me toca prensa”, se excusa con una implacable sonrisa. Lástima, porque su regreso despierta numerosos interrogantes. El primero: ¿qué es verdad y qué es mentira en este esperado proyecto, insistentemente presentado como su regreso por la puerta grande, tras años de sequía creativa y hastío de sus coleccionistas?
Escultura de bronce de la exposición de Damien Hirst en Venecia (Italia). MIGUEL MEDINA AFP Tesoros del naugragio del 'Increíble', que permanecerá abierta en la laguna veneciana hasta el 3 de diciembre, está concebida como una superproducción de aventuras. En la primera planta del Palazzo Grassi, palacete de mármol blanco que parece reflejarse en el Gran Canal, un vídeo da la bienvenida. En él, un grupo de buceadores extraen obras de arte de las profundidades marinas. Forman parte de la colección de Cif Amotan II, esclavo otomano liberado en los días del Imperio Romano, cuyo navío, al que llamó Apistos (o “increíble” en griego antiguo) se hundió en las costas de Zanzíbar hace dos mil años. En el barco transportaba la grandiosa colección que amasó al recuperar su libertad, compuesta por fastuosas esculturas, joyas deslumbrantes y valiosas monedas, que quedaron hundidas en el fondo del mar.
Lo que Hirst presenta ahora, según el relato concebido para la exposición, no sería más que las obras extraviadas entonces, impregnadas de los colores que les prestaron las algas y el coral. En la colección, encontrada en 2008 y rescatada con el concurso del artista, figuran bustos egipcios y torsos griegos, estatuillas de mármol y budas en bronce oscuro, medusas de cristal y discos monolíticos aztecas. En total, 200 obras se suceden por los pasillos. Muchas de ellas, de tamaño monumental. En el patio central del edificio se erige un coloso de 18 metros, inspirado en el protagonista de un cuadro de William Blake. “La exuberancia es belleza”, escribió este último en El matrimonio del cielo y del infierno. No cabe la menor duda de que Hirst comparte esa máxima.
Pero las contradicciones no tardarán en surgir en el recorrido. En medio de las reliquias, presentadas con abundante documentación verídica sobre su origen y características, aparecen obras incompatibles con esa leyenda. Algunas pertenecen a tiempos posteriores a los que vivió el esclavo. Hay diosas antiguas que comparten los rasgos de deidades actuales como Kate Moss o Rihanna. Un poco más allá, un faraón egipcio guarda cierto parecido con Pharrell Williams. En la última sala de la Punta della Dogana, segunda sede de la fundación, aparece Mickey Mouse de la mano de su creador. “En el fondo, el universo Disney funciona con los mismos mecanismos que la mitología clásica”, explica el director del museo, Martin Bethenod, con total seriedad. Por si quedaba alguna duda sobre el chiste, al trepar hasta el belvedere de esta antigua aduana marítima, aparecen distintos cráneos de unicornio. La ambigüedad se transforma entonces en celebración kitsch. En el fondo, a Hirst siempre le ha perdido la literalidad.
En los 5.000 metros cuadrados que ocupa la exposición no hay rastro de mariposas, puntos de colores ni tiburones en formol. Para bien o para mal, Hirst reinventa en Venecia su agotado lenguaje artístico de pies a cabeza. Pese a todo, el conjunto mantiene cierta continuidad con su obra anterior, que casi siempre ha estado conectada con el arte de épocas pasadas. En sus carísimos cráneos decorados con diamantes o en sus vitrinas llenas de medicamentos ya transparentaban las vanitas y los gabinetes de curiosidades propios de otro tiempo. “Adopta esas formas del pasado para reinterpretarlas, renovarlas y alterar su significado”, afirma Bethenod. Para él, el proyecto no es totalmente falso. “No sé cuánto tiempo llevaban allí, pero le aseguro que las obras salieron del agua”, sonríe. Dos vídeos dan fe de ello. “El poeta Coleridge decía que, para adentrarse en la creación literaria, uno debía suspender voluntariamente su incredulidad. A eso nos invita Hirst”, añade.
Una figura aparece hasta tres veces: Proteo, el dios marino con la facultad de metamorfosearse. Hirst también parece decidido a renacer, dejando atrás sus recientes desatinos, como la apoteósica subasta que le reportó 200 millones de dólares el mismo día en que Lehman Brothers se declaraba en bancarrota, o su catastrófica retrospectiva en la Tate Modern en 2012. “Damien considera que el arte es una religión, una forma de sobrevivir y de afrontar la pregunta que nos hacemos todos: ¿qué nos espera después de la muerte?”, apunta, por su parte, la comisaria de la muestra, Elena Geuna. En otras palabras, renovarse o morir. En la exposición resuena también la actualidad. “Vivimos en la época de las fake news. ¿Qué es verdad y qué no lo es? La muestra nos empuja a hacernos esas preguntas”, añade Geuna. En la entrada de la vieja aduana, Hirst ha esculpido esta frase: “En algún lugar entre la mentira y la verdad yace la verdad”. La suya es, definitivamente, una exposición perfecta para nuestro tiempo.
CURIOSIDAD, SECRETISMO Y OPORTUNISMO
La curiosidad era máxima. El secretismo habrá sido, hasta el último segundo, casi total. De Tesoros del naugragio del 'Increíble', el inclasificable nuevo proyecto de Damien Hirst, solo se conocían cuatro imágenes capturadas en las profundidades del océano, difundidas en febrero a través de las redes sociales. Los potenciales compradores no recibieron las habituales fotografías que suelen presentar las piezas a los coleccionistas antes de cualquier inauguración. El galerista de Hirst, Larry Gagosian, prefirió enviar a sus domicilios a una serie de representantes armados de tabletas electrónicas. Así, no quedaba rastro del preestreno.
Entre una estatua de Nefertiti y otra inspirada por Transformers, François Pinault observaba el resultado en un silencio sepulcral. Se ha acusado al magnate del lujo, propietario de este doble museo veneciano y poseedor de una gran colección de arte (en la que figuran, por lo menos, quince obras de Hirst), de orquestar este aparatoso regreso con el objetivo de revaluar la obra del artista británico, que en los últimos tiempos había perdido valor. “No puedo evitar esos comentarios, pero no es [una iniciativa] comercial. Se trata de mostrar el arte que me gusta”, ha dicho a The New York Times. El precio de las nuevas obras de Hirst oscilaría entre los 470.000 y los 4,7 millones de euros.
Fuente:
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/07/actualidad/1491577510_202101.html?rel=lom
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martes, 18 de abril de 2017
GERNIKA: EL LABORATORIO DEL TERROR. Xabier Irujo documenta con rigurosa información y escalofriantes testimonios el bombardeo de la villa vizcaína y concluye sin vacilaciones que lo ordenó Franco.
(Gernika, tras ser bombardeada por la legión Cóndor. | SYGMA)
A la luz de estos hechos, todas las potencias europeas desarrollaron ambiciosos programas de rearme aéreo en el periodo de entreguerras. Alemania lo hizo clandestinamente, porque se lo prohibía el Tratado de Versalles, hasta que se quitó la careta en 1934 al anunciar la creación de la Luftwaffe al mando de Hermann Goering. La guerra civil española iba a proporcionarle un campo de operaciones ideal para desplegar nuevas técnicas de ataque y mostrar a Hitler la capacidad devastadora de la aviación, a fin de desviar a la Luftwaffe el ingente presupuesto de la Armada.
Gernika fue el laboratorio que conjugó los intereses de Franco y de Goering. Ningún suceso de la guerra civil española ha merecido tantas monografías como el bombardeo de Gernika (26-4-1937), del que van a cumplirse 80 años. La última lleva la firma de Xabier Irujo, hijo del exilio vasco de posguerra, codirector del Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, historiador que ha rastreado con minuciosidad forense todos los archivos que pudieran contener alguna brizna de información sobre aquel trágico acontecimiento en Alemania, Italia, España, Reino Unido, Estados Unidos. Un centenar de páginas de documentos rigurosamente referenciados y un índice bibliográfico de 140 títulos avalan una obra difícil de rebatir.
Desde esa diversidad documental, el historiador responde sin vacilaciones a la pregunta de quién ordenó el bombardeo: Franco. No sobreviven órdenes escritas, las que hubiera fueron destruidas, pero el rastreo de Irujo registra, entre otras cosas, un telegrama de 6-11-1936 al comandante militar de Baleares en el que Franco le corrige a propósito del bombardeo del puerto de Alicante: “No deberá en lo sucesivo realizar esta clase de bombardeos por propia iniciativa, sometiéndolos previamente a mi aprobación”. Nadie, salvo él, podía ordenar una operación de esta naturaleza. Su presencia en Vitoria durante la campaña del País Vasco, que culminó con la ocupación de Bilbao (19-6-1937), da idea del control personal que ejercía.
¿Por qué Gernika? Porque reunía las mejores condiciones para un bombardeo de terror que el jefe de la Luftwaffe, Hermann Goering, quería ensayar sobre poblaciones civiles con vistas a la guerra mundial que se avecinaba. Era una ciudad abierta, sin defensa antiaérea, sin aviones enemigos, sin riesgos. Y tenía un alto valor simbólico para el pueblo vasco, con el consiguiente efecto desmoralizador que acarrearía su destrucción. El uso de bombas de gran calibre (hasta 250 kilos), seguidas de artefactos incendiarios en sucesivas oleadas que culminarían con el ametrallamiento de los supervivientes, sirvió de pauta al bombardeo de Varsovia en septiembre de 1939. El general Wolfram von Richthofen aplicaría en la capital polaca el experimento que había ensayado en la villa vizcaína y cuyo resultado resumió así en su diario: “Por lo demás, paz en Guernica”.
Irujo describe el número de aviones, sus modelos, los aeropuertos de donde partieron, las cargas explosivas, sus respectivas misiones, los jefes de escuadrilla. Participaron al menos 60 aviones (un 20% de la flota rebelde), soltaron más de 40 toneladas de bombas durante tres horas, destruyeron totalmente el 85% de los inmuebles y causaron en torno a 2.000 muertes entre las 10.000 personas que abarrotaban el pueblo por tratarse de un día de mercado. A los datos fríos se suman decenas de testimonios que conforman un retablo escalofriante sobre el terror que llovía del cielo, una imagen que años después repetirán a Svetlana Alexiévich los niños bielorrusos bombardeados por la aviación nazi.
El objetivo proclamado por el bando franquista habría sido destruir un puente que ni siquiera fue alcanzado y por el que transitaron dos días después las tropas rebeldes. La patraña de que Gernika había sido incendiada por los soldados vascos en su retirada fue desmontada tiempo atrás, pero algunos epígonos de la historiografía franquista siguen empeñados en mantener que Franco nada tuvo que ver con el bombardeo, que habría sido iniciativa autónoma de la Legión Cóndor. Así lo afirma Roberto Muñoz en su obra recién publicada Guernica, una nueva historia. Uno de sus argumentos es que no existe ninguna orden de ataque firmada por Franco. Si por eso fuera, gran parte de la Guerra Civil habría sido obra de teloneros.
Gernika. Xabier Irujo. Prólogo de Ángel Viñas. Crítica, 2017. 381 páginas. 22,90 euros.
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/22/babelia/1490181958_169872.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/30/babelia/1490870048_334983.html?rel=mas
http://www.lavanguardia.com/cultura/20170416/421718873149/a-las-420-llego-el-infierno.html
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Restaurantes en San Francisco y alrededores, publicado en la lista de los 100 mejores del mundo por la revista inglesa Restaurant.
San Francisco
Sainson, 37
Benn, 67
Atelier Crenn, 83
St Helena
The Restaurant a Meadowood, 84
Yountville
The French Laundry, 68
Los Gatos
Manresa, 90
Palo Alto
BBQ experience
27 Universidad Avenue
Lisboa, Portugal
Belcanto
Rua Nova Da Trinidade, 18. 1º
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lunes, 17 de abril de 2017
Alan N. Stroh, el matemático desconocido que modulaba los sólidos. La fórmula propuesta por el investigador, nacido un 4 de abril de 1926, se usa en campos como la sismología, la acústica, la geofísica, la biomecánica y la industria de las telecomunicaciones.
La Teoría de la Elasticidad estudia la deformación que se produce en un sólido al ser sometido a distintas acciones (fuerzas, cambio de temperatura, un campo eléctrico, etc). Es un análisis imprescindible para diseñar cualquier elemento estructural que está expuesto a condiciones de carga y medio ambientales durante su vida útil, desde las vigas de un edificio a los nanocables que permiten interpretar el mundo microscópico. Para relacionar las características del material y su comportamiento con las acciones a las que está sometido es necesaria una matemática rigurosa y compleja. Alrededor del año 1820, grandes matemáticos como Augustin-Louis Cauchy y Claude-Louis Navier, entre otros, dieron forma a dicha teoría. Propusieron analizar la deformación de los sólidos mediante un sistema de ecuaciones diferenciales de segundo orden, que expresa los desplazamientos internos del material en función de las acciones aplicadas en el tiempo.
Durante 140 años todos los estudios se apoyaron en dicho marco teórico, hasta que Alan Stroh, un matemático casi desconocido, abrió una nueva etapa de investigaciones en este campo. Publicó dos artículos (en 1958 y 1962) en los que reemplazó dicho sistema por uno de ecuaciones diferenciales de primer orden. Este sistema, al igual que el anterior, solo se puede resolver de forma exacta en casos muy limitados, pero permite extraer información de manera más sencilla. En la actualidad, su formulación se usa en campos como la sismología, la acústica, la geofísica, la biomecánica y la industria de las telecomunicaciones; desde el análisis no destructivo del daño en estructuras inteligentes mediante la propagación de ondas hasta el estudio de distorsiones e interferencias durante el uso de teléfonos móviles, pasando por el modelado de sistemas micro y nano-magnetoelectromecánicos. Y las aplicaciones siguen creciendo.
Pocos datos biográficos se conocen de este científico; ni siquiera aparece en Wikipedia. Nació en Queenstown, Sudáfrica, un día como hoy, 4 de abril, de 1926, donde completó una licenciatura de matemática aplicada. En el año 1950 se trasladó al Departamento de Física de Bristol, Reino Unido, para estudiar el comportamiento mecánico de ciertos sólidos deformables. Allí pudo formarse junto a grandes científicos (incluso premios Nobel en física y otras disciplinas), muchos de los cuales habían huido de los nazis en Europa en los años treinta y habían sido acogidos por la universidad. En 1953 finalizó su doctorado y trabajó en Cambridge hasta 1955, año en que se incorporó a Sheffield.
Stroh se formó en un ambiente académico que es hoy reconocido como la gran escuela británica de la matemática aplicada de mediados del siglo XX, centrada, entre otros aspectos, en el estudio de la elasticidad, la plasticidad y la teoría de defectos.
La colaboración entre investigadores dedicados al estudio de la materia y matemáticos dedicados a la mecánica dio paso al desarrollo de la mecánica de materiales. En el centro de estos avances estaban los nazis y la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, que generaron la diáspora de científicos. Además, en el Reino Unido se produjeron iniciativas gubernamentales, tanto durante la guerra como después de ella, que potenciaron estudios centrados en el comportamiento de la materia. Durante esos años, Stroh se dedicó al estudio de la estabilidad estructural de sólidos analizando la formación y propagación de grietas y sus defectos.
En 1958 se trasladó al Departamento de Ingeniería Mecánica del MIT, EE UU, donde publicó su gran aportación a la ciencia, el formalismo de Stroh. Analizó materiales anisótropos, es decir, que presentan distintas características mecánicas (distinta rigidez) según la dirección en la que son observadas. Para describir la deformación utilizó variables geométricas (desplazamientos) y físicas (tensión o fuerza actuando sobre la superficie del sólido), conceptos relativamente simples, frente a los propios de la maquinaria matemática de la elasticidad. Su formulación resultó ser muy versátil, ya que le ofrece al investigador vías alternativas de resolución del problema. Sin embargo, Stroh no llegó a ver el impacto de su trabajo. Falleció el mismo año que terminó de publicar sus resultados, con tan solo 36 años, en un accidente de tráfico mientras se mudaba a su nuevo trabajo en Seattle. El tiempo ha hecho el resto: su nombre y su legado científico han quedado ya para para la eternidad. Hoy cumpliría 91 años.
José Merodio es Profesor del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la ETSI Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid.
Café y Teoremas es una sección dedicada a las matemáticas y al entorno en el que se crean, coordinado por el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), en la que los investigadores y miembros del centro describen los últimos avances de esta disciplina, comparten puntos de encuentro entre las matemáticas y otras expresiones sociales y culturales, y recuerdan a quienes marcaron su desarrollo y supieron transformar café en teoremas. El nombre evoca la definición del matemático húngaro Alfred Rényi: “Un matemático es una máquina que transforma café en teoremas”.
http://elpais.com/elpais/2017/03/31/ciencia/1490959875_428099.html
Durante 140 años todos los estudios se apoyaron en dicho marco teórico, hasta que Alan Stroh, un matemático casi desconocido, abrió una nueva etapa de investigaciones en este campo. Publicó dos artículos (en 1958 y 1962) en los que reemplazó dicho sistema por uno de ecuaciones diferenciales de primer orden. Este sistema, al igual que el anterior, solo se puede resolver de forma exacta en casos muy limitados, pero permite extraer información de manera más sencilla. En la actualidad, su formulación se usa en campos como la sismología, la acústica, la geofísica, la biomecánica y la industria de las telecomunicaciones; desde el análisis no destructivo del daño en estructuras inteligentes mediante la propagación de ondas hasta el estudio de distorsiones e interferencias durante el uso de teléfonos móviles, pasando por el modelado de sistemas micro y nano-magnetoelectromecánicos. Y las aplicaciones siguen creciendo.
Pocos datos biográficos se conocen de este científico; ni siquiera aparece en Wikipedia. Nació en Queenstown, Sudáfrica, un día como hoy, 4 de abril, de 1926, donde completó una licenciatura de matemática aplicada. En el año 1950 se trasladó al Departamento de Física de Bristol, Reino Unido, para estudiar el comportamiento mecánico de ciertos sólidos deformables. Allí pudo formarse junto a grandes científicos (incluso premios Nobel en física y otras disciplinas), muchos de los cuales habían huido de los nazis en Europa en los años treinta y habían sido acogidos por la universidad. En 1953 finalizó su doctorado y trabajó en Cambridge hasta 1955, año en que se incorporó a Sheffield.
Stroh se formó en un ambiente académico que es hoy reconocido como la gran escuela británica de la matemática aplicada de mediados del siglo XX, centrada, entre otros aspectos, en el estudio de la elasticidad, la plasticidad y la teoría de defectos.
La colaboración entre investigadores dedicados al estudio de la materia y matemáticos dedicados a la mecánica dio paso al desarrollo de la mecánica de materiales. En el centro de estos avances estaban los nazis y la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, que generaron la diáspora de científicos. Además, en el Reino Unido se produjeron iniciativas gubernamentales, tanto durante la guerra como después de ella, que potenciaron estudios centrados en el comportamiento de la materia. Durante esos años, Stroh se dedicó al estudio de la estabilidad estructural de sólidos analizando la formación y propagación de grietas y sus defectos.
En 1958 se trasladó al Departamento de Ingeniería Mecánica del MIT, EE UU, donde publicó su gran aportación a la ciencia, el formalismo de Stroh. Analizó materiales anisótropos, es decir, que presentan distintas características mecánicas (distinta rigidez) según la dirección en la que son observadas. Para describir la deformación utilizó variables geométricas (desplazamientos) y físicas (tensión o fuerza actuando sobre la superficie del sólido), conceptos relativamente simples, frente a los propios de la maquinaria matemática de la elasticidad. Su formulación resultó ser muy versátil, ya que le ofrece al investigador vías alternativas de resolución del problema. Sin embargo, Stroh no llegó a ver el impacto de su trabajo. Falleció el mismo año que terminó de publicar sus resultados, con tan solo 36 años, en un accidente de tráfico mientras se mudaba a su nuevo trabajo en Seattle. El tiempo ha hecho el resto: su nombre y su legado científico han quedado ya para para la eternidad. Hoy cumpliría 91 años.
José Merodio es Profesor del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la ETSI Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid.
Café y Teoremas es una sección dedicada a las matemáticas y al entorno en el que se crean, coordinado por el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), en la que los investigadores y miembros del centro describen los últimos avances de esta disciplina, comparten puntos de encuentro entre las matemáticas y otras expresiones sociales y culturales, y recuerdan a quienes marcaron su desarrollo y supieron transformar café en teoremas. El nombre evoca la definición del matemático húngaro Alfred Rényi: “Un matemático es una máquina que transforma café en teoremas”.
http://elpais.com/elpais/2017/03/31/ciencia/1490959875_428099.html
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