lunes, 7 de agosto de 2023

En el "El Nombre de la Rosa" de Umberto Eco.

...Cuando el abad ciego pregunta al investigador William de Baskerville: “¿Qué anheláis verdaderamente?”

Baskerville contesta: “Quiero el libro griego, aquél que, según vosotros, jamás fue escrito. Un libro que sólo trata de la comedia, que odiáis tanto como a la risa. Se trata probablemente del único ejemplar conservado de un libro de poesía de Aristóteles. Existen muchos libros que tratan de la comedia. ¿Por qué este libro es precisamente tan peligroso?”

El abad contesta: “Porque es de Aristóteles y va a hacer reír”.

Baskerville replica: “¿Qué hay de inquietante en el hecho de que los hombres puedan reir?”

El abad: “La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe. Aquél que no teme al Demonio no necesita más de Dios."

🔸El nombre de la rosa.
El nombre de la rosa (título original Il nome della rosa en italiano) es una novela histórica de misterio escrita por Umberto Eco y publicada en 1980.

Ambientada en el turbulento ambiente religioso del siglo XlV, la novela narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk alrededor de una misteriosa serie de crímenes que suceden en una abadía del norte de Italia.

La gran repercusión de la novela provocó que se editaran miles de páginas de crítica de El nombre de la rosa, y se han señalado referentes que incluyen a Jorge Luis Borges, Arthur Conan Doyle y el escolástico Guillermo de Ockham.

En 1987 el autor publicó Apostillas a El nombre de la rosa, una especie de tratado de poética en el que comentaba cómo y por qué escribió la novela, aportando pistas que ilustran al lector sobre la génesis de la obra, aunque sin desvelar los misterios que se plantean en ella. El nombre de la rosa ganó el Premio Strega en 1981 y el Premio Médicis Extranjero de 1982, entrando en la lista «Editors' Choice» de 1983 del New York Times.

El gran éxito de crítica y la popularidad adquirida por la novela llevó a la realización de una versión cinematográfica homónima, dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery como el franciscano Guillermo de Baskerville y Christian Slater encarnando a su discípulo, Adso.

#losretosdelarazón #elnombredelarosa

domingo, 6 de agosto de 2023

Christopher Nolan y las contradicciones de J. Robert Oppenheimer.

A man in a period brown suit and hat leads three men on a dusty road with some buildings to the left. Two of the men are in military uniforms and a third is wearing an overcoat and suit.
From left, Cillian Murphy, Olli Haaskivi, Matt Damon and Dane DeHaan in a scene set at Los Alamos.Credit...

El director de la película biográfica argumenta que el físico que supervisó la creación de la bomba atómica era a la vez la persona más importante que jamás haya existido y un ingenuo irremediable.

Con la película biográfica "Oppenheimer", que se estrenará el 21 de julio, el escritor y director Christopher Nolan, conocido por películas que retuercen el cerebro como "Interstellar" y "Origen", aborda un viejo temor de la infancia, uno basado no en la ciencia ficción sino en la ciencia real. a saber, la amenaza de la guerra termonuclear y la aniquilación humana.

La película sigue la historia de J. Robert Oppenheimer, el físico cerebral, carismático y atormentado (interpretado por Cillian Murphy, la estrella de "Peaky Blinders") que fue seleccionado para liderar el Proyecto Manhattan en Los Alamos, N.M., para construir la atómica bomba durante la Segunda Guerra Mundial.

El posterior bombardeo de Hiroshima y Nagasaki puso fin a la guerra contra Japón en 1945 (Alemania ya se había rendido) y Oppenheimer fue aclamado como un héroe. Pero solo unos años después, en 1954, su autorización de seguridad fue revocada en una audiencia infame de asesores de la Comisión de Energía Atómica que lo declaró una amenaza para la seguridad basada en vínculos izquierdistas en la Universidad de California, Berkeley, entre otras cosas, una novia. y su hermano, Frank, eran ambos miembros del Partido Comunista, y su oposición a construir una bomba aún más grande, la "Super" o bomba de hidrógeno defendida por su colega Edward Teller.

Ese fue el final de la carrera de Oppenheimer en los círculos gubernamentales y de su capacidad para influir en el futuro de la energía atómica en la Guerra Fría. Como resultado, se convirtió en un mártir para la comunidad científica. Muchos físicos, incluido Albert Einstein, estaban decepcionados de que Estados Unidos hubiera arrojado la bomba sin previo aviso sobre un enemigo que ya estaba derrotado, mientras que Oppenheimer esperaba que el advenimiento de la bomba hiciera impensable la guerra y condujera a controles internacionales sobre tales armas. Sin embargo, una vez que los rusos tuvieron la bomba, ese sueño no tuvo ninguna posibilidad con los intransigentes como el presidente en ese momento, Harry S. Truman, quien llamó a Oppenheimer un “llorón”.

El enorme elenco de la película incluye a Matt Damon como el malhumorado general de división Leslie Groves, quien estuvo a cargo general del proyecto, y Robert Downey Jr. como el almirante Lewis Strauss, presidente de la Comisión de Energía Atómica. Strauss lideró la carga de la posguerra contra Oppenheimer, y su nominación para secretario de Comercio bajo el presidente Dwight D. Eisenhower fue rechazada por el Senado en parte debido a su papel en la caída de Oppenheimer.

Un hombre con un traje marrón de época y un sombrero conduce a tres hombres por un camino polvoriento con algunos edificios a la izquierda. Dos de los hombres visten uniformes militares y un tercero lleva abrigo y traje. De izquierda a derecha, Cillian Murphy, Olli Haaskivi, Matt Damon y Dane DeHaan en una escena ambientada en Los Álamos Credit... Melinda Sue Gordon/Universal Pictures

La película, adaptada de la biografía ganadora del premio Pulitzer "American Prometheus" de Kai Bird y Martin J. Sherwin, es la más reciente de una serie de libros, largometrajes y documentales que narran el trágico nacimiento de las armas atómicas, incluido otro Pulitzer. ganador del premio, “La fabricación de la bomba atómica”, de Richard Rhodes; una serie de siete capítulos de la BBC, “Oppenheimer”; “Fat Man and Little Boy”, protagonizada por Paul Newman como Groves; otro documental, “Los juicios de J. Robert Oppenheimer”; e incluso una ópera de John Adams, “Doctor Atomic”. (El director es muy consciente de que su película se enfrenta a otra rival, "Barbie", que se estrena el mismo día, y ofreció "sin comentarios" sobre la elección que enfrentan los espectadores).

Mientras tomaban el té en su oficina en un tranquilo barrio residencial de Los Ángeles, Nolan discutió por qué pensaba que Oppenheimer era la persona más importante que jamás haya existido, eligiendo entre los mitos y el disco, el corte de pelo de Cillian Murphy y cómo llegó a hacer esta película. Estos son extractos editados de nuestra conversación.

En las notas de producción dices: "Te guste o no, J. Robert Oppenheimer es la persona más importante que jamás haya existido". ¿Por qué?
En Hollywood, no tenemos miedo de un poco de exageración. ¿Realmente lo creo? Absolutamente. Porque si mis peores temores son ciertos, él será el hombre que destruyó el mundo. ¿Quién es más importante que eso?

Tal vez el hombre que apretó el botón que destruyó el mundo.
Tiene que tener un botón para empujar.
Creo que es muy fácil defender a Oppenheimer como la persona más importante que jamás haya existido, porque es la persona que facilitó y logró las armas atómicas y, de hecho, la bomba de hidrógeno, porque dejó que Teller trabajara en ella. Así que él es el individuo que pudo dirigir las fuerzas de manera efectiva.

¿Existe un universo paralelo en el que no era él, sino alguien más y eso hubiera pasado? Muy posiblemente. Ese es el argumento para disminuir su importancia en la historia. Pero esa es una suposición de que la historia está hecha simplemente por movimientos de la sociedad y no por individuos. Es un debate muy filosófico.

Aparentemente, unos 15 minutos después de escuchar que el átomo se había dividido, estaba sugiriendo que se podía hacer una bomba en una reacción en cadena. Pero creo que muchos científicos dijeron lo mismo: "Oh, esto podría ser una bomba".

Su historia es fundamental para la forma en que vivimos ahora y la forma en que viviremos para siempre. Cambió absolutamente el mundo de una manera que nadie más ha cambiado el mundo. Hablas del advenimiento de la imprenta o algo así. Le dio al mundo el poder de destruirse a sí mismo. Nadie ha hecho eso antes.

'Oppenheimer': una historia de origen siniestro
La nueva película de Christopher Nolan sobre J. Robert Oppenheimer, el científico que encabezó el desarrollo de la bomba atómica, se estrenó el 21 de julio.

Una participación taquillera: el dúo incongruente de "Oppenheimer" y "Barbie" se combinó para vender muchas más entradas de las esperadas durante el primer fin de semana de las películas. 

Redescubriendo un viejo documental: Décadas después de su estreno, los espectadores acuden en masa a "The Day After Trinity" de Jon H. Else como complemento de la película biográfica de Nolan.

Robert Downey Jr.: El actor coprotagoniza "Oppenheimer" como el ex presidente de la Comisión de Energía Atómica y principal antagonista de Oppenheimer. Para él, la película representó un reinicio de carrera. 

A grandes longitudes: el formato IMAX de 70 milímetros se suele asociar con la acción. Pero Nolan dice que "Oppenheimer" se benefició de la imagen alta.

Esa es una visión pesimista si su invento realmente acabó con el mundo. Si no fuera así, sigue siendo el hombre más importante porque la bomba habría detenido la guerra para siempre. No hemos tenido una guerra mundial desde 1945 basada en la amenaza de destrucción mutua asegurada.
Así que hay dos formas de ver esta contribución. Y no sabemos cuál tiene razón. Mucho de lo que dijo sobre el control de armas y la forma en que se desarrollarían los acontecimientos ha demostrado ser absolutamente cierto. Mucho de esto también ha parecido irremediablemente ingenuo. Esta es una historia que aún no tiene final.

Para bien o para mal, realmente creo que es una de las figuras más claramente ambiguas de la historia.

En una escena de la película, la silueta de un hombre se encuentra en una habitación con parte de las paredes y el techo que parecen incompletos. Está al lado de un objeto masivo.

Murphy como Oppenheimer. “La película ciertamente trata de abrazar la naturaleza icónica de quién era el hombre, pero también entiende que es autocreativo y consciente de sí mismo”, dijo Nolan.

La pregunta candente que tengo es ¿por qué? ¿Por qué Oppenheimer ahora? Quiero decir, esta es una historia con la que he crecido toda mi vida como un niño de la era nuclear.
Hay ciertas historias que quieres esperar hasta que te sientas listo para contarlas. [Esta] historia es una que conozco desde que era un niño que crecía a la sombra de las armas nucleares a principios de los años 80 en el Reino Unido. Estaba muy en la cultura pop. Eran los días de la Campaña por el Desarme Nuclear y las protestas de Greenham Common y sobre el estacionamiento de misiles nucleares de crucero. Para mí, siempre me ha parecido una de esas historias que no creo que se haya contado en ningún sentido cinematográfico definitivo. Y, sin embargo, es una de las historias más importantes y dramáticas que existen.

Así que leer “American Prometheus”, es un libro tan bien investigado y bien contado, me dio confianza. Esa podría ser la base, ya sabes, de una película o un guión.

Parece que el miedo nuclear ha vuelto.
Estuve hablando con Steven Spielberg sobre esto recientemente. Creció en la época de la Crisis de los Misiles en Cuba, los años 60, en plena Guerra Fría. Fue un período en el que hubo una enorme cantidad de miedo. Y luego la ola que describí a principios de los 80. Muchas cosas de la cultura pop surgieron de eso, incluida la canción de Sting, "Russians", sobre las tensiones globales, que se refiere a los "juguetes mortales de Oppenheimer".

Creo que nuestra relación con las armas nucleares en la cultura pop es muy complicada y tiene altibajos. Cuando le dije por primera vez a uno de mis hijos adolescentes lo que estaba escribiendo, él literalmente me dijo, eso es algo que ya no le preocupa a nadie.

Fui al libro para verificar los hechos de la película y me sorprendió leer que Truman realmente lo llamó llorón.
No parece muy presidencial, ¿verdad?

Dada la historia reciente, me suena muy presidencial. Para mí, ese fue un punto dramático enorme en la película porque dejó completamente claro cuán mal se había engañado Oppenheimer.
Esa es una buena manera de decirlo. Hay diferentes relatos de esa reunión, pero estas son cosas que Truman recordó.

Siento que es justo presentar las cosas como él las vio. Porque en ese momento estás buscando un gran cambio en la percepción de la realidad de la situación de Oppenheimer. Esos dos hombres entran en esa habitación con expectativas completamente diferentes sobre lo que es esa reunión. Y creo que fue un gran momento de desilusión, un gran punto de inflexión [para Oppenheimer] en su enfoque para tratar de lidiar con las consecuencias de lo que había estado involucrado.

Es difícil para mí no pensar que Oppenheimer podría ser acusado de tomarse a sí mismo demasiado en serio. Todos estos comentarios, “los físicos han conocido el pecado” y “me he convertido en muerte”. ¿Crees que estaba tratando de tenerlo en ambos sentidos, como, queremos construir este fantástico dispositivo, pero luego queremos que se nos impida usarlo? Es como si un asesino en serie dijera atrápame antes de que vuelva a matar.
O como dice un científico de una empresa de tecnología, regulenme, por favor.

Creo que hay un grado muy alto de timidez, de autoconciencia, particularmente en la forma en que se presenta ante el mundo. Y creo que tenía una mente estratégica increíble. Podría ser acusado de ingenuidad de muchas maneras, pero es el tipo de ingenuidad, los errores que cometió fueron el tipo de errores que solo las personas estratégicas más brillantes pueden cometer, porque creen que son más inteligentes que los demás. No necesariamente leen la habitación exactamente como deberían.

La película ciertamente trata de abrazar la naturaleza icónica de quién era el hombre, pero también entiende que es autocreativo y consciente de sí mismo.

La otra cosa que me preguntaba: ¿Cuánto de su oposición al Súper se debía a que había sido idea de Teller?
Eso es bastante duro, pero pones el dedo en algo realmente importante que espero esté presente en la textura de la película, que es cómo lo personal interactúa con lo histórico y lo geopolítico. ¿Habría sucedido esto de todos modos sin este individuo?

En “American Prometheus”, cuando te das cuenta de que Los Álamos en Nuevo México era solo un lugar al que le gustaba ir de campamento con su hermano, es simplemente hermoso.

En un paisaje borroso y polvoriento, un hombre visto de hombros para arriba mira al cielo. Lleva el pelo muy corto y lleva chaqueta y corbata.

Truman llamó llorón a Oppenheimer. El físico “fue muy, muy estratégico en su forma de pensar y aun así quedó aplastado y aún parecía ingenuo”, dijo Nolan. Crédito...Universal Pictures

Y lo primero que hace como director es secuestrar a los mejores físicos de Estados Unidos en una especie de campo de entrenamiento intelectual en su amado Nuevo México.
Él hizo que eso sucediera. Así que la forma en que se desató la energía atómica en el mundo fue ciertamente muy personal para Oppenheimer. Y eso proporciona un gran drama cuando se aplica a sus relaciones. Hay una enorme cantidad de camaradería y un ambiente de discoteca en la comunidad científica, pero enormes rivalidades y celos. Era un campo muy competitivo.

Con consecuencias desastrosas; el mundo ahora está lleno de bombas H en submarinos, misiles y bombarderos, a 45 minutos de Armagedón.
Ahí es donde tienes diferentes esferas de influencia y diferentes científicos apelando a diferentes aspectos. Lo que ves a principios de los años 50 es Oppenheimer tratando de alinearse con el Ejército en lugar de la Fuerza Aérea. El programa de la Fuerza Aérea tenía que ver con las bombas de hidrógeno genocidas, y Oppenheimer ideó este nuevo enfoque táctico, llevar la batalla de vuelta al campo de batalla. Giró para jugar el Ejército contra la Fuerza Aérea. La lección que creo que es muy interesante es que él era muy, muy estratégico en su forma de pensar y aun así quedó aplastado y aún parecía ingenuo.

Creo que la ambición de Oppenheimer superó su intelecto, a pesar de que era una de las personas más brillantes. No era el mejor matemático. No era el mejor físico cuántico. Estaba en la cima, pero no era la cima real. No había ganado un premio Nobel como muchos de sus contemporáneos. Pero su ambición era ser el mejor, el más famoso. Creo que esa cualidad de ambición, junto con su comprensión de los científicos, los conocía a todos. Era una persona muy encantadora.

Conectó con Groves, a quien ni siquiera parecía gustarle los científicos.
Nadie pensó que Oppenheimer era la persona adecuada para dirigir Los Álamos, excepto Groves, lo cual es asombroso.

¿Cómo funcionó?
Pude poner a Kip Thorne [el físico de Caltech y premio Nobel que fue productor ejecutivo de “Interstellar”] al teléfono con Cillian. Cuando Kip estaba en Princeton, pudo asistir a seminarios en el Instituto de Estudios Avanzados, que dirigía Oppenheimer. Entonces, Kip pudo hablar sobre cómo Oppie permitiría que se llevara a cabo una especie de discusión grupal y luego intervendría en el momento justo para resumir. Aparentemente podría hacer esto muy rápido. Podía resumir algo muy largo y complejo que había dicho un colega científico y luego llevar la discusión a la siguiente etapa.

Esa calidad de orquestación era necesaria para que un proyecto tan vasto se convirtiera en un éxito.

¿Es esto como lo que hace un director de cine? Reuniste a una enorme cantidad de los mejores actores para esta película.

Cada actor se sentaba a la mesa con una investigación sobre cuál había sido su contraparte en la vida real. Tenían un montón de tareas que hacer. [Risas] Tenían un gran recurso con "American Prometheus". Luego hicieron su propia investigación y lo que significó para mí, que no es algo que realmente haya podido hacer en el pasado. Entonces, por ejemplo, con la escena en el aula de sección con todos los científicos, podríamos improvisar la discusión. El guión está ahí, pero podrían entrar en él con pasión y conocimiento basado en todo su propio aprendizaje.

Un hombre con traje y corbata, las manos en los bolsillos, se recuesta contra una pizarra. Junto a él hay un hombre vestido de forma más informal que gesticula con las manos en alto como si estuviera enmarcando una toma. Nolan en el set con Murphy. Los actores aportaron su propia investigación al rodaje. Credit...Melinda Sue Gordon/Universal Pictures

¿Hubo alguna sorpresa para usted en la forma en que los actores interpretaron sus papeles?
Fue un proceso continuo de sorpresa. A veces tendrías una discusión muy estimulante sobre lo que realmente está pasando, porque esta es una historia en la que el comportamiento de las personas, ya sea político o personal, está plagado de ambigüedades.

Por ejemplo, hay un momento en el que James Remar, quien interpretó a [Henry L. Stimson, el secretario de guerra de Truman], no dejaba de hablarme sobre cómo se enteró de que Stimson y su esposa se habían ido de luna de miel a Kioto. Y esa fue una de las razones por las que Stimson eliminó Kioto de la lista para ser bombardeada.

Le pedí que tachara la ciudad de la lista debido a su importancia cultural, pero yo digo, solo agregue eso. Es un momento fantásticamente emocionante en el que nadie en la sala sabe cómo reaccionar.

¿Cómo filmas con un elenco tan grande y tantas localizaciones?
Cada vez que ingresas a innumerables ubicaciones, muchos actores diferentes, siempre será un rompecabezas. Insistí en programarlo en torno al corte de pelo de Cillian. [Risas] Porque soy muy alérgico a las pelucas en las películas. Realmente quería que la película no tuviera ningún artificio obvio en lo que respecta a la forma en que se presentaban los personajes.

Uno de los momentos clave que realmente me enganchó a la historia, al que me referí en mi última película, "Tenet" [2020], fue esta idea de que cuando los científicos hicieron sus cálculos, no pudieron eliminar por completo la posibilidad de que podría incendiar la atmósfera y destruir el mundo. Y siguieron adelante y presionaron ese botón. Pero mi sensación fue, ¿y si pudieras estar en esa habitación? ¿Como seria eso?

¿Cómo se sienten acerca de eso? Puede minimizar eso y decir que pensaron que era una pequeña posibilidad. Pero después de haber hecho muchas explosiones gigantes en sets de filmación, donde la seguridad es absolutamente lo más importante, la tensión alrededor de esos encendidos es increíble. Es muy difícil para los chicos de efectos especiales cuantificar exactamente cómo sonará, cómo se verá exactamente. Entonces, cuando llega la cuenta regresiva, es increíblemente tenso, y extrapolándolo al Proyecto Manhattan, a la prueba Trinity, ni siquiera podía imaginarlo. Estaba emocionado de tratar de darle a la audiencia una sensación de eso, de vivir en esa habitación.

En este caso, funcionó y el mundo sobrevivió. ¿Quién hizo ese cálculo?
Vino de Teller. Una de las pocas cosas que he cambiado es que no fue a Einstein a quien Oppenheimer consultó al respecto, sino a Arthur Compton, quien dirigió un puesto de avanzada del Proyecto Manhattan en la Universidad de Chicago. Pero cambié eso a Einstein.

Y Einstein es la personalidad que la gente conoce en la audiencia. Pero el cálculo vino de Teller. Y creo que tomó casi el tipo perverso de orgullo, ¿sabes? Esa es la naturaleza de las discusiones. Horripilante.

En ese momento, Oppenheimer y Einstein estaban en lados opuestos de un argumento de que podrían existir lo que ahora llamamos agujeros negros. Einstein dijo que no, Oppenheimer dijo que sí. En esa escena junto al estanque, simplemente se cruzaron en silencio, lo que interpreté como la tensión en ese desacuerdo.

Vi la relación entre ellos como la del maestro que había sido suplantado y cuyo trabajo había sido asumido por el más joven. Eso para mí es lo fundamental que está pasando en la película.

Junto a un estanque, un hombre con cabello blanco rebelde sostiene su sombrero y mira a otro hombre con sombrero y abrigo. Tom Conti como Einstein frente a Murphy. En la película, Oppenheimer consulta al eminente físico, pero en realidad consultó a otro colega.Credit...Melinda Sue Gordon/Universal Pictures

Oppenheimer se presenta en la película como una persona tremendamente torturada, y siempre parece haber chispas en su cabeza.

Pues mira, la película es mi interpretación de su vida. Quería que fuera una interpretación fuerte, una interpretación muy personal. No quería hacer un documental. En cuanto a la adhesión al registro histórico, creo que la película es mucho más precisa de lo que la gente se imagina. Muchas de las cosas que potencialmente parecen artilugios resultan ser ciertas.

Una pregunta rápida sobre la prueba Trinity, cuando Oppenheimer, Groves y los físicos e ingenieros detonaron la primera bomba nuclear. ¿Cómo conseguiste ese tiro? ¿Eran algunas imágenes antiguas de la prueba en sí?

La forma en que abordamos [la] prueba de Trinity fue renunciar a las imágenes gráficas de computadora porque creo que los gráficos de computadora son intrínsecamente un poco seguros, un poco anodinos, así que desafié a mi equipo de efectos a crear tipos de imágenes analógicas del mundo real que podría usar para lograr esto porque sabíamos que la prueba Trinity tenía que ser un éxito en la película. Algunas de las cosas que se les ocurrieron eran extremadamente pequeñas y microscópicas que parecen más grandes. Algunos eran absolutamente masivos y requerían todo tipo de protocolos de seguridad complicados e involucraban a los actores en una versión muy pequeña de lo que debe haber sido estar en el desierto por la noche en esos búnkeres esperando para detonar ese dispositivo.

Es difícil creer que inventaste esto en el corto tiempo transcurrido desde “Tenet”.
Escribí el guión relativamente rápido una vez que comencé a escribir, pero había trabajado mucho de antemano.

Hace muchos años, había escrito un guión sobre la vida de Howard Hughes que nunca se hizo porque lo escribí justo cuando Scorsese estaba haciendo su propia película. [Risas] Pero descifré el guión a mi satisfacción, y eso me dio mucha información sobre cómo destilar la vida de una persona y cómo ver la vida de una persona de una manera temática, de modo que la película sea más que la suma de sus partes. Entonces, de alguna manera, el guión, sí, me tomó unos meses, pero en realidad fue la culminación de 20 años de reflexión.

Mientras hago entrevistas y sale la película, siempre me preguntan, ¿sabes qué vas a hacer a continuación?
Y la respuesta es siempre la misma. Para mí, hago una cosa a la vez y pongo todo en ella obsesivamente, y la película no está terminada. Bueno, como me gusta decirlo, el público termina la película.

Entonces, cuando la película sale en los cines, es cuando la película termina y se convierte en lo que será en la cultura. Y eso por lo general tiene un profundo impacto en el lugar al que me dirijo a continuación. Sería mucho más sensato trabajar en tres cosas a la vez y tener la siguiente en orden. Muchos cineastas hacen eso. Nunca he sido bueno en eso.

Dennis Overbye se unió a The Times en 1998 y ha sido reportero desde 2001. Ha escrito dos libros: “Lonely Hearts of the Cosmos: The Story of the Scientific Search for the Secret of the Universe” y “Einstein in Love: A Scientific Romance." Más sobre Dennis Overbye

Una versión de este artículo aparece impresa el 30 de julio de 2023, sección AR, página 8 de la edición de Nueva York con el título: Enfrentando la brillantez contra la ingenuidad. Solicitar reimpresiones

_- Maximilien Robespierre. Libertad y tiranía,


Maximilien Robespierre

Robespierre c 1790 (anónimoParísFrancia)
“El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes”. Maximilien Robespierre 
#Fuedicho

Hiroshima, el reto del desarme nuclear más allá de Oppenheimer

Alianza por el Desarme Nuclear 
Fuentes: El Salto [Foto: Hiroshima (ICAN)]


A los 78 años de la catástrofe de Hiroshima y Nagasaki se impone una reflexión sobre las armas nucleares y la exigencia de su total prohibición y desmantelamiento

El 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana, Estados Unidos lanzaba Little Boy, la bomba atómica, sobre Hiroshima. Al resplandor y la explosión le siguió una gran bola de fuego de más de 250 metros de diámetro que provocó temperaturas de más un millón de grados y arrasó con todo, fulminando de manera instantánea la vida de unas 80.000 personas. En los meses y años posteriores morirían decenas de miles más a consecuencia de la radiactividad. Hace 78 años de ese despertar en el infierno que paró todos los relojes y transformó el destino de Hiroshima para siempre.

Aquella mañana apocalíptica, Setsuko Thurlow, una adolescente de 13 años, que había sido entrenada para descodificar mensajes secretos, se encontraba en el cuartel general del ejército junto a una treintena de compañeras. La procesión de fantasmas que vería en las calles de su ciudad, pieles derretidas y carbonizadas, cuerpos ardiendo, personas con los ojos en las manos y las vísceras fuera, escenas de un horror inenarrable, la llevaron a entregar su vida a la lucha por un mundo libre de armas nucleares, tarea que la ocupa todavía hoy y a la que promete dedicarse hasta su último aliento.

Hibakusha
Que cada año por estas fechas recordemos lo sucedido en Hiroshima y, tres días más tarde, en Nagasaki, no solo es un acto de memoria y dignidad con el sufrimiento de Setsuko y los hibakusha (término japonés con el se conoce a los sobrevivientes de las bombas atómicas y que significa, literalmente, “persona bombardeada”) sino que debe hacernos reflexionar sobre el legado de estas armas de destrucción masiva, las más devastadoras e inhumanas, y el sentido o sinsentido de su existencia a día de hoy.

Setsuko Thurlow
Setsuko Thurlow
Foto: Setsuko Thurlow (fotografía: ICAN)

78 años después asistimos a una nueva carrera armamentística nuclear y nos enfrentamos a una amenaza sin precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El “reloj del apocalipsis”, cuyas manecillas ajusta el Boletín de Científicos Atómicos, sitúa a la humanidad más cerca que nunca del desastre global, a 90 segundos de la medianoche. La guerra en Ucrania, las tensiones en Corea, los riesgos de la inteligencia artificial y posibles accidentes o las conexiones de la amenaza nuclear con la crisis climática exigen a nuestros líderes la toma de medidas urgentes y valientes.

Así lo han pedido estos días, en una acción sin precedentes, más de un centenar de publicaciones médicas del mundo, entre ellas The Lancet, British Medical Journal, New England Journal of Medicine o JAMA. Con motivo del inicio de las reuniones del Comité Preparatorio del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) en Viena, han publicado un editorial conjunto coescrito por los editores de once revistas líderes, la Asociación Mundial de Editores Médicos y la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW). “El peligro es grande y creciente”, advierten, “los estados armados nuclearmente deben eliminar sus arsenales antes de eliminarnos a nosotros”.

No basta con el TNP
La capacidad del TNP para frenar la proliferación y avanzar hacia el desarme nuclear es, cuando menos, cuestionable. Desde su entrada en vigor, en 1970, el número de países que poseen armas nucleares ha pasado de 5 a 9 (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte) y los acuerdos para la reducción de arsenal han sido acuerdos bilaterales entre Rusia/URSS y EEUU realizados fuera del marco de este Tratado.

En la actualidad existen más de 12.500 armas nucleares, el 90% de ellas en manos de Rusia y Estados Unidos. De estas, 3.844 ojivas están desplegadas en misiles o aviones y unas 2.000 se encuentran en estado de alerta máxima, listas para ser utilizadas en cualquier momento. Incluso las más pequeñas de ellas tienen una carga explosiva muy superior a la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. El uso de algunas de estas armas en una guerra nuclear a pequeña escala sería devastador y podría comprometer el futuro de la humanidad y el planeta. Tenemos capacidad no solo de replicar muchas más hiroshimas sino de hacerlo de manera todavía más terrorífica.

Lejos de desarmarse, las potencias nucleares aumentan el gasto en sus arsenales. En 2022 el gasto nuclear global se incrementó por tercer año consecutivo alcanzando un total de 82.900 millones de dólares, 157.664 dólares por minuto, según ICAN. Para el SIPRI, esta escalada armamentística nuclear “nos adentra en uno de los periodos más peligrosos de la historia de la humanidad”.

El estreno de Oppenheimer en los cines y su éxito en taquilla nos ofrece una oportunidad para el debate sobre la necesidad de abolir las armas nucleares. Sin embargo, la película de Christopher Nolan deja fuera del relato una parte esencial: el punto de vista de las víctimas, las consecuencias del legado nuclear sobre la vida de las personas y su entorno. Sin ellas es imposible entender la magnitud del problema. Las armas nucleares no son un ente abstracto. En la retórica de los líderes políticos son instrumentos de proyección de poder, modelan la geopolítica desde un prisma patriarcal y militarizado. En la vida de las personas que han sufrido su impacto, los hibakushas, las comunidades de los territorios donde se han realizado ensayos nucleares, las poblaciones de los lugares donde se ha producido algún accidente, las armas nucleares son sinónimo de muerte, enfermedad, discriminación, contaminación y destrucción de sus medios de vida a gran escala. La única garantía de no repetición es su eliminación. Esa es la lección pendiente de Hiroshima: la abolición total de las armas nucleares.

La esperanza del TPAN
En diciembre de 2017 Setsuko Thurlow fue una de las encargadas de recibir el Premio Nobel de la Paz en nombre de ICAN, en reconocimiento a la campaña internacional que condujo a la aprobación en Naciones Unidas del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) en julio de ese mismo año. El TPAN marcó un hito. A partir de su entrada en vigor, en enero de 2021, las armas nucleares quedaron prohibidas en virtud del derecho internacional. El TPAN, en contra de lo que se esgrime desde algunas posiciones, no debilita el TNP sino que lo desarrolla y lo complementa. Es la herramienta que nos permite avanzar hacia ese mundo libre de una amenaza existencial. Hasta la fecha lo han firmado 92 países y 68 lo han ratificado. España no está entre ellos.

“El TPAN muestra un camino a seguir. Es luz en un tiempo de oscuridad. Las armas nucleares son ahora ilegales. Su existencia es inmoral. Su abolición está en nuestras manos. ¿Es el fin de las armas nucleares o el nuestro final? Debemos elegir uno”, planteó Thurlow en la ceremonia de entrega del Nobel. Esa es la pregunta que deben y que debemos hacerle hoy a nuestros líderes políticos.

El recuerdo de Hiroshima los invita a cuestionarse si están o no en el lado equivocado de la Historia. 

Fuente: 

sábado, 5 de agosto de 2023

El artículo 99 de la Constitución.

Con lo resultados del 23J, el Rey debería preguntar al candidato del PP si está dispuesto a acudir al Congreso de los Diputados a presentar “su” programa de Gobierno y solicitar la confianza de la Cámara. Y, si la respuesta fuera positiva, el Rey debería proponerlo. En el caso de que no la alcanzara, debería proponer al candidato del PSOE para que lo intentara.

La interpretación jurídica se ha construido en los países del continente europeo con base en la ley y no con base en la Constitución. Hasta después de la Primera Guerra Mundial de manera muy limitada y hasta después de la Segunda ya de manera bastante generalizada el mundo del derecho no empieza con la Constitución, sino con la ley. La Constitución es un documento político, pero no una norma jurídica. De ahí que las normas relativas a las fuentes del derecho y a la interpretación de las normas jurídicas figuren en nuestro ordenamiento en el Título Preliminar del Código Civil, que es un Título materialmente constitucional, que contiene el mínimo de Derecho Constitucional imprescindible para que pueda operar el ordenamiento jurídico del Estado Constitucional. Con base en ese título se ha construido la inicial teoría de la interpretación jurídica...

Con la afirmación del principio de legitimación democrática después de la Primera Guerra Mundial empiezan a darse los primeros pasos para la afirmación de la Constitución como norma jurídica, pero no será hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando dicha afirmación se impondrá de manera progresiva hasta convertirse en indiscutible. A los alumnos siempre les recordaba que uno de los grandes juristas europeos del siglo XX, Konrad Hesse, dedicó su Lección Inaugural en la Universidad de Freiburg a 'La fuerza normativa de la Constitución'. ¿Sería imaginable que un catedrático de Derecho Civil o de Derecho Penal hubiera dedicado su lección inaugural a 'La fuerza normativa del Código Civil o del Código Penal'? Pues en el Derecho Constitucional no solo no era inimaginable, sino que se llegó a considerar imprescindible. El impacto del opúsculo de Konrad Hesse fue enorme. Unos veinte años más tarde Eduardo García de Enterría publicaría su “Constitución como norma jurídica” con motivo la aprobación de la Constitución Española de 1978.

Ya no se discute que el mundo del derecho empieza con la Constitución y que, en cuanto norma jurídica, la Constitución tiene que ser interpretada como tal. La Constitución no era norma jurídica antes de la democracia. No puede no serlo en democracia.

Pero la Constitución no deja de ser norma jurídica a su manera, como las familias desgraciadas de Tolstoi. La Constitución no deja de ser el punto de intersección entre la Política y el Derecho. La Constitución democrática todavía más que la predemocrática. Es el punto de llegada de un proceso constituyente de naturaleza política y el punto de partida de un ordenamiento jurídico. El momento político está presente en la interpretación constitucional con una fuerza muy superior a lo que ocurre en la interpretación en las demás ramas del derecho. La interpretación constitucional es interpretación jurídica, pero con singularidades que la diferencian de esta última.

Es así por varios motivos:
1º. Porque la Constitución y la ley en cuanto normas jurídicas son distintas. La Constitución existe tangiblemente, la ley no. También le decía a los alumnos que si van a una librería y piden una Constitución, el librero no tiene duda de lo que se le está pidiendo. Si piden una ley, el librero les preguntará que qué ley quieren, el Código Civil o el Estatuto de los Trabajadores. La ley no existe sin adjetivo calificativo. La ley es una categoría normativa, de la que existen centenares de ejemplares.

2º. La estructura normativa de los preceptos constitucionales y legislativos es distinta. Los preceptos legislativos parten del establecimiento de un presupuesto fáctico al que se anudan determinadas consecuencias jurídicas. En la Constitución no hay ni un solo precepto con esta estructura. Y es así porque la ley, las leyes, están para dar respuestas a los problemas que se plantean en la vida en sociedad, mientras que la Constitución no está para resolver ninguno, sino para posibilitar que cualquier problema encuentre una respuesta política de una manera jurídicamente ordenada. La Constitución no resuelve ningún problema, pero sin ella no se resuelve ninguno.

3º. La finalidad de la ley es que se haga justicia, que se pueda acabar dando a cada uno lo suyo. La finalidad de la Constitución es que se haga justicia “de conformidad con la Constitución”, o, mejor dicho, que no se haga justicia de manera anticonstitucional.

4º. La Constitución tiene intérpretes privilegiados: las Cortes Generales y el Tribunal Constitucional. Intérprete propiamente dicho solo son las Cortes Generales. El Tribunal Constitucional no interpreta la Constitución, sino que revisa la interpretación que de la Constitución han hecho las Cortes Generales. Las Cortes Generales no dejan de interpretar la Constitución en ningún momento. El Tribunal Constitucional solo lo hace cuando se interpone un recurso de inconstitucionalidad o se le eleva una cuestión de inconstitucionalidad. No pasan del 1% o 2% las leyes que son recurridas o elevadas al Tribunal Constitucional.

5º. La ley, las leyes, la interpretamos los ciudadanos con nuestra conducta. Si la interpretación es coincidente, no hay ningún problema. Es lo que ocurre en el 98% o 99% de los casos. Si no es coincidente, se produce un conflicto, que, de no ser solucionado amistosamente, acaba llegando a un juez. Los abogados que representan a las partes o el juez no interpretan la ley. Quienes la interpretan son los ciudadanos. Los abogados argumentan por qué ha sido la parte que él representa la que se ha mantenido con su conducta dentro de la ley y a la inversa la parte contraria. Y el juez decide cuál de las partes se ha mantenido con su conducta dentro de la ley y cuál se ha puesto con su conducta fuera de la ley. Pero no es el juez el que interpreta la ley, sino los ciudadanos en pie de igualdad.

6º. La interpretación jurídica es expresión del principio de igualdad. La interpretación constitucional es expresión del “monopolio de la coacción física legítima en que el Estado consiste”.

Tanto la interpretación constitucional como la interpretación jurídica deben ser instrumentos de “seguridad jurídica”, que deben encajar en su ejercicio. Los ciudadanos, en el caso de la interpretación jurídica, y las Cortes Generales, en el caso de la interpretación judicial. Los jueces y magistrados, en la revisión de la interpretación jurídica por los ciudadanos. El Tribunal Constitucional, en la interpretación por las Cortes Generales de la Constitución. A través de ambas debería ser posible conseguirlo.

¿Qué ocurre con el artículo 99? Pues que el intérprete de la Constitución en este caso no son las Cortes Generales, sino el Rey. La interpretación, tanto la jurídica como la constitucional, es una operación democrática. De democracia directa, la jurídica. De democracia representativa, la constitucional. En la interpretación del artículo 99 no es posible, porque el intérprete es el portador de una magistratura hereditaria, que es “a-democrática”. El constituyente español regula la investidura de manera democrática. La cadena de legitimación democrática, que arranca del artículo 1.2 de la Constitución, “el pueblo español como titular del poder”, se proyecta en el 66.1, en el que por primera vez aparece de nuevo el “pueblo” vinculado a las Cortes Generales, y del 66.1 al 99, en el que el Congreso de los Diputados trasmite la legitimidad democrática a través de la investidura. Pero en el punto de partida de la investidura entra el Rey y se produce, por tanto, si no una quiebra, sí una suspensión de la legitimidad democrática. Para ese momento no hay interpretación jurídica o constitucional que valga. El momento inicial de la operación de investidura es “a-democrático”.

Si estuviera en el servicio jurídico de la Casa Real, ¿qué interpretación le recomendaría al Rey que hiciera del artículo 99 en este caso?

Dado que el PP ha superado al PSOE en votos y escaños, aunque más en los segundos que en los primeros, porque en la “desviación calculada” que hay en nuestra ley electoral se produce un cierto escoramiento entre los dos posibles primeros partidos a favor del partido de la derecha a la hora de traducir los votos en escaños, pero lo ha superado, y dado que, aunque parece que el candidato del PP no tiene apoyos suficientes para ser investido, tampoco resulta inequívoco que los tenga el otro posible candidato, el candidato del PSOE, el Rey debería preguntar al candidato del PP si está dispuesto a acudir al Congreso de los Diputados a presentar “su” programa de Gobierno y solicitar la confianza de la Cámara. Y, si la respuesta fuera positiva, el Rey debería proponerlo. En el caso de que no la alcanzara, el Rey debería proponer al candidato del PSOE para que lo intentara.

Con los resultados del 23 J pienso que esta es la posición más ecuánime que el Rey puede mantener. Me parece muy importante que lo sea y que lo parezca.

viernes, 4 de agosto de 2023

Muere Monjalés, el artista que huyó de la policía franquista en una trepidante fuga e hizo las Américas.

José Soler Vidal ha fallecido en Valencia a los 91 años, tras una larga trayectoria, la mayor parte en Colombia. Fue miembro del Grupo Parpalló y participó en dos ediciones de la Bienal de Venecia.

José Soler Vidal, conocido como Monjalés, ante una de sus obras en la exposición de la Fundación Chirivella Soriano de Valencia, en 2014.


José Soler Vidal, conocido como Monjalés, ha fallecido esta pasada madruga a los 91 años, tras “permanecer ingresado en Hospital Clínico de Valencia atendido por excelentes profesionales”, según expone una escueta nota enviada por su familia. Monjalés fue un pintor y ceramista prestigioso, de éxito. Como miembro destacado del Grupo Parpalló fundado en Valencia en 1956, pretendía renovar el arte español en plena dictadura. Participó dos veces en la Bienal de Venecia, en 1960 y 1976, y fue uno de los precursores, junto con Antonio Saura y Eduardo Arroyo, de la tendencia nueva realidad e informalismo en España. Su funeral se celebrará en su pueblo natal, Albaida.

Nunca olvidó sus orígenes y al final de su vida se volvió a instalar en Valencia, tras desarrollar en Colombia la mayor parte de su trayectoria artística. Allí vivió exiliado y se labró una reconocida carrera sobre todo como ceramista, cuando con anterioridad había despuntado entre sus coetáneos como uno de los mejores pintores. Se tuvo que marchar de Valencia en una precipitada y rocambolesca fuga, perseguido por la policía y la justicia franquistas en 1967. Fue acusado de haber tomado parte en la manifestación del 1 de mayo en Valencia y de haber tirado piedras contra un guardia o ante un guardia. Fueron detenidas 12 personas. A Monjalés le pedían una condena de 14 años de cárcel por resistencia a la autoridad.

Monjalés recordó para este periódico en 2007 aquel accidentado episodio: “Fue una odisea. Fui a Barcelona en un coche, me alojé en casa de Raimon [cantante valenciano], cambié de casa porque pensábamos que nos vigilaba la policía, viajé a la Seu d’Urgell y, de ahí, hasta Andorra, en el maletero del coche de Raimon Obiols hasta que, el 15 de agosto de 1967, llegué a Francia”. Obiols, exdirigente el PSC, confirmó esta versión y añadió más detalles a la “odisea” en unas manifestaciones recogidas en la web del artista: “En Andorra se hizo cargo de él Jordi Costa, exguerrillero del POUM y militante socialista que vivía exiliado en el sur de Francia, en Perpiñán”. Tras huir de la ciudad en la que vivía, su estudio fue asaltado y saqueado, perdiéndose buena parte de su obra de aquella época.

Monjalés comenzó su trayectoria artística en los años cincuenta, con paisajes y retratos, tras estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. A mediados de la década —en la serie Pacto de las premoniciones— se concentró en la tarea de reinterpretar El jardín de las delicias, de El Bosco. En 1957 se sumó a Parpalló, una agrupación de artistas valencianos, entre los que se encontraban Andreu Alfaro y Eusebio Sempere. Entonces se convirtió en un precursor del informalismo y la abstracción, lo que le abrió las puertas de exposiciones internacionales. Sin embargo, Monjalés prefirió entonces regresar a la figuración, a una pintura social, de compromiso político, hasta que la dictadura franquista truncó su vida y se exilió.

De carácter abierto, sociable, divertido, culto y gran lector, Monjalés estableció fuertes vínculos con la comunidad cultural en Colombia. Prueba de ello son estas palabras del cineasta y escritor de Medellín Sergio Cabrera, reproducidas también en su web: “Conocí a Monjalés hace más de 30 años y desde que lo vi por primera vez me sorprendió con su hospitalidad primero, luego con su amistad, y siempre por la gran claridad con que veía y analizaba todos los temas que tocábamos en las innumerables reuniones que hacíamos en su casa casi todos los domingos”.

Establecido en Bogotá, Monjalés no perdió el contacto con sus compañeros de generación. “Cuando llegué a Bruselas, en 1967, esa Navidad recibí un paquete de Andreu Alfaro que contenía turrón. Y, desde entonces, ninguna Navidad ha faltado ese regalo”, recordaba el artista en 2007, cinco años antes de retornar y establecerse en su tierra, donde finalmente ha fallecido, tal y como era su deseo.

jueves, 3 de agosto de 2023

Domesticar


El Principito png imágenes | PNGWing


– Buenos días -dijo el zorro

– Buenos días -respondió cortesmente el principito

– Ven a jugar conmigo -le propuso el principito- ¡Estoy tan triste!

– No puedo jugar contigo -dijo el zorro- No estoy domesticado

– ¿Qué significa “domesticar”?

– Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro- Significa “crear lazos”

– ¿Crear lazos?

– Si -dijo el zorro- para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo…

– Mi vida es monótona, cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de tí. Y amaré el ruido del viento en el trigo…

El zorro calló y miró largo tiempo al principito.

– ¡Por favor… domestícame! -dijo

– ¿Qué hay que hacer? -dijo el principito

– Hay que ser muy paciente -respondió el zorro- Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca…

Al día siguiente volvió el principito.

– Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro- Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:

– ¡Ah!… -dijo el zorro- Voy a llorar

– Tuya es la culpa -dijo el principito- No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara…

– Si -dijo el zorro

– ¡Pero vas a llorar! -dijo el principito

Domesticar– Si -dijo el zorro

– Entonces, no ganas nada

– Gano -dijo el zorro-, por el color del trigo.

FRAGMENTO DE ” EL PRINCIPITO” (Capítulo XXI) – Antoine de Saint-Exupéry

Llamadlo fascismo, ya está aquí

El Ayuntamiento de Cartaya (Huelva) ha cancelado la representación de la obra La mirada del otro, que aborda los encuentros entre víctimas de ETA y arrepentidos de la banda terrorista en la cárcel de Nanclares de Oca entre 2011 y 2012; un caso de censura (sin comillas, sin paliativos); y todo “por abordar el tema del terrorismo tras el caso de los titiriteros”.

Ciudadanos pide la prohibición de Def con Dos en Valladolid.

Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, es juzgada, como en Irán o en Arabia Saudí, en un juicio de carácter moral y religioso, por una protesta estudiantil (cargada de razón, por otra parte) en la Universidad. Y, mientras, la Iglesia católica en España se apropia de miles de propiedades inmuebles, e incluso de espacios públicos, plazas y calles, sin que a nadie parezca importarle un comino.

Guillermo Zapata será juzgado de nuevo por reflexionar sobre la naturaleza de los chistes de mal gusto y el humor negro. Ni el juez cree en el delito, pero se ve obligado por otros jueces del PP a continuar una causa esencialmente política.

Dos jóvenes de Alcalá de Henares, Jesús y Elena, son detenidos y encausados tras el allanamiento por parte de la policía del centro social “Las Trece Rosas”, que es la sede del Partido Comunista en la ciudad, simplemente por estar en su propia casa celebrando una fiesta (algo que debiera parecernos inconcebible en términos democráticos, pero que apenas despertó reacción alguna en su momento ni ahora; quizás porque iban a por los comunistas, no a por nosotros aún).

Dos sindicalistas, Juanjo y Pedro, del corredor del Henares también, como los ocho de Airbus (absueltos, al fin), sufren persecución por la justicia solo por ejercer su derecho a la huelga (poned aquí todos los caso que conozcáis en vuestros pueblos y lugares de residencia).

Facebook y Twiter se han convertido en territorio de caza.

La protesta ha quedado proscrita.

Ser un trabajador en paro resulta sospechoso de por sí.

Ser extranjero y del piel oscura es aún más sospechoso (de por sí).

Conozco escritores, gentes de teatro y animadores culturales que se autocensuran, desde hace tiempo, no tanto por afán de medro (que también), sino por miedo. Hace poco, escuché en un círculo supuestamente abierto y crítico que había que despolitizar la escritura y la cultura en general; que arte y literatura no es política.

En Cataluña hay miedo, en Euskadi hay miedo, en Madrid hay miedo, miedo a disentir, a destacarse, a expresar libremente las ideas, por no molestar, por no entrar en conflicto, por no quedar señalados. TV3 se ha convertido en TeleMadrid, realidades intercambiables en donde el desacuerdo ha desaparecido, en las que el miedo se ha apoderado de sus profesionales (poned aquí todos los medios y las televisiones de vuestros pueblos y lugares de residencia).

En TVE a los periodistas rebeldes, a los que aún les queda algo de la dignidad que se supone a su profesión, se les compara con ETA (una vez más). El consenso mediático hermana a El País, El Mundo, el ABC y La Razón. El afán de control mental y social iguala a PP, C’s, PSOE, ERC, PNV y CDC.

Y más allá y más acá de las leyes laborales o de la “ley mordaza”, los auténticos amos, banqueros, empresarios y mercados dicen que Podemos, de momento es peligroso, que no debe entrar en ningún gobierno, y no entrará (o, si lo hace, será a cambio de…). Como el capital y los mercados han dicho que Europa no debe terminar de construirse y no lo hará. Y no hay plan B que valga (lo siento, míster Varoufakis, y demás creyentes; y ya me gustaría que lo hubiese).

A otro nivel, pero el mismo nivel, al fin y al cabo, hace unos días, conocí directamente el caso de unos supuestos asesores especializados en relaciones y conductas sexuales que aconsejaban a los maestros de un colegio de educación especial que no mostrasen sus afectos físicamente hacia sus alumnos mediante abrazos y caricias por miedo a ser denunciados como acosadores. Y nos extrañamos luego de que las conductas psicópatas, tanto individuales, como colectivas, se extiendan como la pólvora a nuestro alrededor.

Los sentimientos han quedado proscritos.

La Escuela, en general, debe ser una fábrica de seres seriados, sumisos, dispuestos a la explotación, preparados y capaces para la eterna competición, pero indiferentes a todo y a todos los demás (Juan Antonio Marina, LOMCE et alia, dixerunt).

Es el miedo y la fría mecánica del consentimiento por doquier. El miedo a expresarse, a ser libre y a ejercer la libertad. Un miedo que se extiende y nos impregna. Que finalmente deviene silencio mortal.

Entre tanto, buenas gentes como Dani Rovira se sorprenden de las consecuencias de expresarse libremente en público. Mientras nuestros políticos, claro, están en lo suyo; ahora andan en eso de las “líneas rojas”, pues la vieja política no solo no ha muerto, sino que resucita pujante ante la indiferencia y el cansancio general.

Y nuestros “comunicadores” hozando en su particular lodazal, pugnando por salir en cuantos más medios mejor y en cuantas más tertulias mejor (alucino con el don de la ubicuidad de algunos de ellos, y el de la vacuidad de todos ellos), compitiendo por ver quién es el que más habla sin decir ni comprometerse a nada (el “grado cero” de la significación, para los que lo dudaban, era esto, ni más ni menos). Y nuestros novelistas, dramaturgos, poetas, músicos, artistas, ¿qué hacen? Pues, salvo excepciones, miran a otro lado o tratan los temas con tal nivel de generalidad y de abstracción que sus palabras lo mismo valen para un sí como para un no; o para condenar el capitalismo, así, en esencia, como quien condena el pecado o el mal en el mundo (a ver si con su toma de posición, clara y diáfana, nombrando al medio con el que colaboran, la editorial con la que publican o a la corporación en la que se apoyan, van a perder su pequeñita cuota de mercado).

Es el fascismo, que, como se ha anunciado ya, como lo han anunciado otros antes que yo, ya está aquí… Un fascismo nuevo, quizás, en las formas: subrepticio y difuso, unas veces, chirriante y escandaloso, otras; pero, en realidad, antiguo en sus causas y en sus consecuencias terroríficas y deshumanizadoras. Avisados llevamos hace tiempo y avisados quedamos.

Quizás tengamos que volver a tomar las calles de nuevo, antes de que sea demasiado tarde, y vengan a por (todos) nosotros.

miércoles, 2 de agosto de 2023

_- Nuevas armas para contar la II Guerra Mundial.

La Batalla de Stalingrado. La Batalla de Stalingrado.
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_- ‘El faro de Stalingrado’, de Iain MacGregor, ejemplifica la manera innovadora de acercarse a la devastadora contienda por parte de los historiadores actuales. Recomendaciones literarias para ir al combate

La II Guerra Mundial se sigue luchando en los libros. El tema no deja de interesar pese a la distancia que nos va separando de la contienda —en 2025 se cumplirán 80 años de su final— y los otros enfrentamientos que se han ido produciendo, el último la guerra de Ucrania, donde los panzers de fabricación alemana ya no se llaman Tiger o Panther sino Leopard. Pero aunque la producción editorial sobre la II Guerra Mundial no desciende para nada sí que se detectan cambios en la forma de abordar aquel devastador conflicto, el peor (de momento, no seamos demasiado optimistas) en la historia de la humanidad. Se buscan episodios y personajes inéditos o poco tratados, ángulos de enfoque distintos para lo ya conocido, y nuevas formas de contar. Nuevas armas, por usar un lenguaje pertinentemente bélico. No se trata de dar con “armas milagrosas” como las que anunciaba Hitler para ganar la guerra —aunque Robert Harris ha encontrado precisamente una vía estupenda para explicar el tema de la cohetería nazi y la Vergeltungswaffe 2 (arma de represalia): su espléndida novela V2 (Hutchinson, 2020, inexplicablemente aún no traducida al castellano)—, pero sí hallar algo que justifique volver a unos campos de batalla en general muy transitados y a un conflicto en el que muchos lectores son verdaderos especialistas y no les das gato por liebre.

En ese sentido, resulta ejemplar lo que ha hecho el historiador escocés Iain MacGregor (Aberdeen, 55 años) en su ensayo El faro de Stalingrado, subtitulado La verdad oculta en el corazón de la mayor batalla de la II Guerra Mundial (Ático de los Libros, 2023). MacGregor nos lleva de vuelta a aquel infierno —del que precisamente trata también otra novedad, Stalingrado, de Jonathan Trigg (Pasado & Presente, 2023), con la especificidad de relatar la batalla desde la óptica de los alemanes—. “El reto es encontrar nuevos datos, pero sobre todo historias con interés humano, y adoptando una perspectiva más cercana”, señaló MacGregor a este diario durante una reciente entrevista en Barcelona. El historiador ha conseguido ambas cosas en su libro: lo centra en la lucha entre dos unidades clave, la 71ª división de infantería alemana y la 13ª división de Fusileros de la Guardia, y especialmente en la Casa de Pávlov, en el 61 de la calle Penzenskaya, un edificio legendario en el medio de la feroz pugna por Stalingrado y menos conocido para el lector aficionado a la historia militar que las emblemáticas factorías de la Fábrica de tractores, la de armas de Barrikady, el elevador de grano o la acería Octubre Rojo, pero que para los habitantes de la antigua URSS constituye un símbolo muy especial de la lucha heroica de los defensores de la ciudad. Y al mismo tiempo, el historiador aporta nuevos testimonios inéditos que, aunque parezca increíble a estas alturas, reescriben en algunos aspectos y detalles el relato tradicional de la batalla.

MacGregor, además se entrega a un sutilísimo ejercicio de análisis crítico y desmitificador del relato oficial sobre la Casa de Pávlov, Álamo dentro del Álamo de Stalingrado (se decía que habían muerto más alemanes tratando de tomar la Casa que en la captura de París en 1940), defendida con uñas y dientes por un puñado de guardias miembros de distintos pueblos soviéticos bajo el mando del sargento menor (junior sargent) ruso Pávlov (en la traducción española del libro “sargento inferior”, lo que suena peligrosamente a, glups, Untermensch) . El nombre clave de la posición era Faro. El historiador desmenuza los testimonios para extraer la verdad bajo la leyenda, pero tratando de no desprestigiar a nadie ni herir los sentimientos de una comunidad que venera a aquellos soldados que se dejaron la vida para parar a los nazis en aquel matadero a orillas del Volga. No hay que olvidar que en la gran carnicería de la II Guerra Mundial fueron los soviéticos los que pusieron la mayor parte de muertos para, como reconoció el propio Churchill, “arrancar las entrañas al ejército alemán”. En Stalingrado la cuenta de la parca fue de una proporción de 16 soviéticos muertos por cada alemán.

Lo más interesante del libro (entre sus muchas cosas apasionantes, como la forma tan vívida de relatar los combates cuerpo a cuerpo “prácticamente medievales”: la pala corta del soldado, empleada junto al subfusil PPSh-41 y las granadas, se convirtió en la terrorífica arma blanca favorita de la infantería soviética), es el excepcional relato de la rendición del comandante alemán, el recién nombrado mariscal Paulus. MacGregor pudo disponer, gracias a la familia del militar, del material inédito (diarios, cartas, dibujos y unas memorias) dejado por un alto jefe de la Wehrmacht, el general Friedrich Roske, que estuvo al lado de Paulus en las horas finales del Sexto Ejército atrapado hasta su destrucción en el kessel, el caldero hirviente de Stalingrado, y de hecho al mando de lo que quedaba del otrora poderoso contingente. “Su testimonio”, recalca el historiador, “significa una nueva voz de la batalla y nos permite ver la rendición de una manera también nueva”.

“Por su testimonio”, continúa, “está claro que fue él el que estuvo al frente de la rendición final, el que la organizó y coreografió para tratar de mantener la dignidad del ejército derrotado. Y también aporta información sobre los pensamientos del postrado y abatido Paulus y sus sentimientos con respecto a Hitler”. Roske —paradójicamente jefe de la División Afortunada (la 71ª de infantería de la Baja Sajonia), aniquilada en el cerco—, “fue decisivo en que el mariscal no se suicidara siguiendo las directrices del Führer”. En el relato del general, Paulus “resulta una figura más simpática” (si es que se puede usar ese adjetivo con Paulus: MacGregor recuerda que era el líder de un ejército genocida, pues elementos del Sexto participaron en masacres) de lo que estamos acostumbrados a ver. En uno de los momentos sensacionales del relato de Roske recogido en el libro, un sargento soviético se asoma al coche en el que está Paulus tras la rendición, carga una ametralladora alemana que ha tomado al enemigo y apunta al mariscal diciendo: “¡Ah, el general que ha matado a tanta gente y ahora se marcha como si nada!”. En el último momento, un teniente ruso le impide disparar.

¿Cómo es posible que tantos años después un testimonio clave como el de Roske permaneciera inédito? “Roske estuvo 13 años cautivo en los gulags de Siberia y los Urales y cuando regresó a Alemania en 1955 ya se habían publicado muchos relatos de figuras clave del ejército como los de Manstein, Guderian o el propio Paulus. A Roske no se le permitió volver al ejército y cayó en una depresión. Un año después de regresar, en la Navidad de 1956, se suicidó”. MacGregor no lo cuenta en el libro, pues lo supo después por la familia, pero explica en la conversación que Roske se mató ingiriendo una píldora de cianuro, probablemente la misma que se había distribuido a los mandos en Stalingrado para el Götterdämmerung mandado por Hitler y que él conservó para usarla tantos años después.

MacGregor, que por cierto echa pestes del filme Enemigo a las puertas, aporta además en su libro otro testimonio inédito, los documentos personales de, en contraste con el general Roske, un soldado de a pie, el Unteroffizier, suboficial subalterno, Albert Wittenberg, que permiten asomarse a la (pavorosa) experiencia del combatiente de base en Stalingrado. La historia se equilibra con numerosos testimonios soviéticos que el historiador consiguió con su entrevista al nieto del general Chuikov (artífice de la defensa de Stalingrado y que propugnó la táctica de “abrazar al enemigo”, situándose lo más cerca posible de él, la “guerra de ratas” que decían los alemanes), y con sus visitas a la actual Volgogrado, donde se zambulló en los archivos del Museo Panorama y encontró la colaboración de grupos de investigadores locales. MacGregor subraya la importancia de Stalingrado: “Fue el final de la guerra librada en los términos de Hitler, luego ya la batalla de Kursk fue otra cosa”.

“Hay que construir una nueva narrativa, y poner carne y piel a la historia”, señala MacGregor

El historiador es consciente de que El faro de Stalingrado es un ejemplo de cómo reenfocar y recontar la II Guerra Mundial. “Es una historia con una buena investigación que muestra que las cosas no son inamovibles y dependen de la evolución al aparecer nuevos materiales”, reflexiona. “Hay que construir una nueva narrativa, y poner carne y piel a la historia”, señala MacGregor, que además de historiador y autor es editor de no ficción, lo que le pone en una situación privilegiada, “con un pie en cada mundo”, para analizar el panorama. “Es importante no repetir lo que ya se ha hecho: Antony Beevor es un ejemplo, su magnífico Stalingrado ha sido una inspiración para mí, y puso el listón muy alto, pero hay que buscar nuevos planteamientos”. En ese sentido, “la Casa de Pávlov me daba un punto de vista innovador para contar la batalla”. El historiador dice que le gusta “esa perspectiva como de Beau Geste”, con la casa soviética rodeada como el fuerte Zinderneuf de la novela de P. C. Wren.

Muy parecido es el arranque, con el as de caza alemán Johannes Steinhoff oteando el cielo desde las alturas de Erice, sobre Trapani, de otro historiador de la nueva generación, James Holland, en su Sicilia: 1943, espléndido relato de la campaña Aliada en la isla (Ático de los libros, 2021). Y también es ejemplo de las nuevas maneras de contar la II Guerra Mundial el libro del propio Holland Brothers in Arms (Bantam Press, 2021), en el que sigue casi íntimamente, con gran pulso narrativo (Holland también escribe obras de ficción), a un regimiento de tanques británico, los Sherwood Rangers, desde el desembarco de Normandía hasta el final de la guerra. El fin de la contienda es justamente lo que cuenta otro libro notable, Ocho días de mayo, de la muerte de Hitler al final del Tercer Reich (Taurus, 2023), de Volker Ulrich, que relata con intensidad la caída del régimen y trata cosas tan interesantes como la polémica en torno al libro Una mujer en Berlín, la curiosa historia de la hermana filonazi de Marlene Dietrich, la obsesión de Hitler con su colección de arte o el repentino olvido sobre su pasado al que se entregó masivamente la sociedad alemana.

“Si quieres conseguir ampliar tus lectores a una audiencia no especializada en historia militar, has de poner mucho énfasis en lo humano”, añade MacGregor No olvidarse de cuidar los elementos tácticos y estratégicos es fundamental, recalca MacGregor, “pero si quieres conseguir ampliar tus lectores a una audiencia no especializada en historia militar has de poner mucho énfasis en lo humano”. Se trata de “crear empatía” con lo que se cuenta. Siempre recordando que la guerra es una peste y algo que “te destruye física y mentalmente”.

Nuevas formas de contar son las que ha empleado Ben Macintyre en dos libros muy entretenidos e iluminadores que abordan aspectos colaterales de la contienda: Los hombres del SAS (Crítica, 2017, reimpreso el año pasado con motivo de la serie televisiva), sobre las acciones en la primera parte de la guerra de la unidad de operaciones especiales creada por Stirling en el Norte de África; y Los prisioneros de Colditz (Crítica, 2023), una aproximación muy desmitificadora al castillo alemán de reclusión de prisioneros de guerra díscolos y sus famosas fugas. Sobre unidades de operaciones especiales, un campo amplio y muy fértil para escribir de la II Guerra Mundial a destacar asimismo la maravillosa El oasis perdido, Almásy, Zerzura y la guerra del desierto, de Saul Kelly (Desperta Ferro, 2018), y el libro que ha escrito sobre el Special Boat Service, SBS, Silent Warriors (Collins, 2022) Saul David, gran especialista en guerras victorianas pero que últimamente ha cambiado de tercio y también nos llevó a la sangrienta Okinawa, presentada como “la última gran batalla de la II Guerra Mundial” en The Crucible of Hell (Collins, 2021).

Otra aproximación reciente muy valiosa a una batalla que, como la de Stalingrado, ha sido muy tratada, es el Leningrado de Anna Reid (de 2011), que publicó el año pasado en nuestro país Debate. Sin salir del frente del Este, Estalinismo en guerra, del historiador Mark Edele (Desperta Ferro, 2022), es una profunda y documentada inmersión en la forma en que gestionó la Unión Soviética el brutal trauma del conflicto (la obra abarca desde 1937 hasta 1949).

Y a destacar, como muestra de original enfoque, muy personal y con una impactante perspectiva moral, El club de los bombarderos (Taurus, 2022), sobre la cadena de acontecimientos y decisiones (y personalidades) que llevaron al ataque indiscriminado contra las ciudades japonesas por las superfortalezas B-29, empezando por la Operación Encuentro que devastó el centro de Tokio con el recién descubierto napalm la noche del 9 de marzo de 1945.

Interesantísimo también Ladrones de libros (Desperta Ferro, 2022), de Anders Rydell, sobre un frente poco conocido, el de los bibliotecarios —y el propio autor— empeñados en la búsqueda y recuperación de los libros saqueados en las bibliotecas públicas y privadas de toda Europa por los nazis y sus tropas durante la II Guerra Mundial (no sólo los quemaban).

La vieja guardia, sin embargo, no deja de dar guerra (y valga la frase). Antes de viajar a la crisis de los misiles de Cuba, el gran Max Hastings nos envió a defender Malta de los Stukas y todo lo que podía arrojar Hitler contra la isla en la musculada Operation Pedestal, the Fleet that Battled to Malta 1942 (Collins, 2021, también injustificablemente sin publicar en castellano), un espléndido relato al que la glorificación de la Royal Navy no le resta un ápice de emoción. “Hastings siempre es brillante”, apunta MacGregor, que aprovecha para señalar la falta de suficientes libros británicos sobre derrotas como Singapur o Tobruk. “Sólo tienes éxito en el Reino Unido si publicas libros sobre victorias o sobre Dunkerque, y el frente oriental es mucho menos popular”. Por cierto, de Hastings se publicó en 2021 (Crítica) Operación Castigo, su relato clásico (¡un hurra por los Lancaster!) de una de esas grandes hazañas británicas, la destrucción con bombarderos y la bomba saltarina Upkeep de las presas del Ruhr en 1943.

Al pedirle al historiador que recomiende algunos libros sobre la II Guerra Mundial, cita Black Snow, de James M. Scott (Norton, 2022), “lleno de nueva información y testimonios”, precisamente sobre los citados atroces bombardeos estadounidenses de Tokio que antecedieron y mataron más gente incluso que las bombas atómicas, y, como en el caso, de El club de los bombarderos, centrado especialmente en el controvertido general de aviación Curtis LeMay; y The Red Hotel, de Alan Philips, sobre los corresponsales extranjeros confinados en el hotel Metropole de Moscú durante la II Guerra Mundial y la guerra de desinformación de Stalin (Simon & Schuster, 2023).

De la fábrica de tractores a la acería de Mauripol
No se puede dejar marchar al autor de un libro tan iluminador sobre Stalingrado como Iain MacGregor sin pedirle una comparación entre aquella batalla y las que se libran en Ucrania. ¿No recuerdan los combates que tuvieron lugar en la acería de Azovstal en Mauripol en 2022 a los de la Fábrica de tractores de Stalingrado, con los miembros de la Brigada de asalto Azóv ucrania como defensores en la primera? "Hay paralelismos, me preguntan mucho por la conexión Stalingrado-Ucrania. Hay cosas que se repiten, sí, pero diríase que con los papeles invertidos. Los invasores ahora son los rusos y sus enemigos los que reciben armas de los nuevos Aliados. Los rusos no han dejado de vincular su guerra en Ucrania con la victoria de Stalingrado. En el 80 aniversario del fin de la batalla, el pasado 2 febrero, se vio cómo se trataba de fundir ambas historias y las dos iconografías. Incluso hay una Brigada Stalingrado rusa que combate en Ucrania”. Los ucranios han usado menos el relato. “Porque quieren formar parte de Occidente, rechazan formar parte del discurso oficial ruso, aunque no dejan de sentir orgullo por una victoria en la que, no lo olvidemos, los ucranios, como la mayor nacionalidad en el Ejército Rojo tras los rusos, fueron decisivos, y murieron muchos a manos de las tropas de Hitler, más que estadounidenses y británicos juntos. La propaganda de Putin, por otro lado, ha tratado de recordar y enfatizar los vínculos de algunos ucranios con el ejército nazi”. El historiador acuerda que los ucranios podrían aprovechar mejor hoy el simbolismo de resistencia de la Casa de Pávlov…

martes, 1 de agosto de 2023

_- Muere a los 56 años Sinéad O'Connor, la cantante de la inolvidable "Nothing Compares 2 U

_- La cantante irlandesa Sinéad O'Connor falleció a los 56 años de edad, según informó su familia este miércoles.

"Con gran tristeza, anunciamos el fallecimiento de nuestra querida Sinéad”, dijeron en un comunicado.

Y agregaron: "Sus parientes y amigos están devastados y han solicitado privacidad en este momento tan difícil".

Según la policía, su muerte no es considerada como "sospechosa", después de que su cuerpo se encontrara "inconsciente" en su casa de Londres y fuera "declarada muerta en el lugar".

La artista, conocida por expresar de forma abierta sus puntos de vista sociales y políticos, publicó 10 álbumes de estudio en su carrera.

Destacó especialmente su aclamada versión del tema Nothing Compares 2 U, del intérprete y compositor estadounidense Prince, que alcanzó el número 1 en listas de éxitos de todo el mundo.

O'Connor era madre de 4 hijos, de los cuales uno se suicidó en enero de 2022.

En uno de sus últimos tuits antes de morir, la cantante se refirió a su hijo fallecido como "el amor de mi vida, la luz de mi alma, éramos un alma en dos mitades".

Una artista rompedora

Sinéad O'Connor nació en Irlanda en 1966.

Sinéad O'Connor fue un talento precoz que usó la música como un medio para lidiar con sus demonios.

Una figura contradictoria en muchos sentidos, siempre se negó a seguir las líneas establecidas, algo que probablemente hizo que lograra menos éxito del que merecía.

En 1987 salió a la venta su primer disco, The Lion and the Cobra, que entró en el top 40 de Reino Unido y Estados Unidos.

Después publicó I Do Not Want What I Haven't Got ("No quiero lo que no tengo"), que incluía la famosa versión de Nothing Compares 2 U y fue un éxito total.

Su versión de la balada permaneció cuatro semanas en el primer lugar de Billboard Hot 100 y obtuvo tres nominaciones a los Grammy.

El videoclip de la canción ganó tres premios en los MTV Video Music Awards de 1990, entre ellos el Video del Año, que por primera vez se otorgó a una artista femenina.

Años después, el videoclip acumula casi 400 millones de reproducciones en el canal oficial de YouTube de O’Connor.

En sus álbumes posteriores, que no llegaron a alcanzar la repercusión de I Do Not Want What I Haven't Got, la cantante experimentó con diferentes géneros, desde música tradicional irlandesa hasta reggae y pop.

En 1994 lanzó Universal Mother, que fue bien recibido por la crítica, y en 2000 Faith and Courage, otro de sus álbumes más conocidos.

Sinéad O'Connor anunció varias veces su retirada para más tarde retomar su carrera, que se prolongó hasta poco antes de su muerte.

La muerte de su hijo

El año pasado su hijo Shane, de 17 años, fue hallado muerto dos días después de que se reportara su desaparición.

Tras el suceso, la cantante explicó en las redes sociales que su hijo había "decidido poner fin a su lucha terrenal" y pidió que "nadie siga su ejemplo".

Además, canceló todas las actuaciones que tenía previstas en 2022 por el "dolor continuo" que le produjo la muerte de Shane.

Tras esta tragedia, la cantante, que batalló con sus problemas mentales durante años, tuvo que ser ingresada unos días en un hospital.

O’Connor se convirtió al islam en 2018 y cambió su nombre a “Shuhada”, aunque preservó el de nacimiento como nombre artístico en sus actuaciones.

La foto del Papa
O’Connor se convirtió al Islam en 2018.

Uno de los momentos más recordados de su carrera ocurrió en 1992, cuando rompió una foto del papa Juan Pablo II durante el programa de televisión estadounidense Saturday Night Live, en el que era la artista invitada.

Después de una interpretación a capella del tema War de Bob Marley, miró a la cámara y afirmó: "Lucha contra el verdadero enemigo", como una protesta contra la Iglesia católica.

Tras el incidente, la cadena NBC la vetó de por vida y se organizaron protestas en su contra en EE.UU.

"No me arrepiento de haberlo hecho. Fue brillante", afirmó en una entrevista con el diario New York Times en 2021, pero lo cierto es que su carrera se resintió tras el incidente.

Autoridades y celebridades de Irlanda y el resto del mundo, así como usuarios en redes sociales, lamentaron la muerte de la cantante y le dedicaron palabras de homenaje.

"Su música fue amada en todo el mundo y su talento inigualable e incomparable. Mis condolencias a su familia, sus amigos y todos los que amaban su música", tuiteó el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar.

Artistas como Annie Lennox, que ha descrito a O'Connor como "feroz y frágil", con una "voz increíble", o Chrissy Hynde, vocalista de "The Pretenders", quien ha dicho de ella que era "divertida" y "siempre dispuesta a armar revuelo", también han querido recordar a la cantante.

"Tuvo el coraje de hablar cuando todos los demás permanecieron en silencio. Fue acosada simplemente por ser ella misma. Sus ojos finalmente se cerraron en busca de un alma que pudiera llamar suya", ha escrito sobre ella Morrisey, quien fuera cantante de "The Smiths".

https://www.bbc.com/mundo/articles/c809rn7p1l5o