Soy el hijo de una persona considerada gran dependiente. Cualquier cuidado para este tipo de pacientes es escaso. Hace un tiempo tomamos la difícil —y siempre cuestionada— decisión de ingresarla en una residencia especializada en el cuidado de personas con la enfermedad de Alzheimer. Centro de titularidad pública pero, sorpresa, de gestión privada; es decir, el día a día, el tratamiento y la atención de estas personas depende de una empresa privada. Por cierto, no sé de ninguna residencia en la Comunidad Autónoma en la que resido que sea de verdad pública.
¿Qué creen que buscará una empresa privada? ¿Proporcionar los mejores cuidados a personas completamente vulnerables u obtener beneficios?
Hay que dejar de jugar y de mercadear con la salud y la vida de los ciudadanos.— BORJA IBÁÑEZ CÁRCAMO Logroño 11 JUL 2014 -
jueves, 17 de julio de 2014
miércoles, 16 de julio de 2014
Lo siento, David Cameron: tu historia del Reino Unido no es la mía
El primer ministro no dice ni una sola palabra sobre el pasado radical del país que es el que a mí me inspira. Por ello, hablar de los unificadores “valores británicos” no es más que palabrería. La imposición de “valores británicos” es simplemente un remedio político de la vieja escuela.
La cruzada del gobierno por incorporar los “valores británicos” en nuestro sistema educativo es, en el mejor de los casos, un sinsentido, en el peor, peligroso, y, en cualquiera, una perversión de la historia británica. Es un sinsentido porque nuestra historia es la lucha de diferentes “Gran Bretañas”, cada una con su propio conjunto de valores.
Por ejemplo, los valores de muchos conservadores post-Thathcher son predominantemente neoliberales, sacados de una ideología que impulsa la extracción de valor mercantil de cualquier cosa y que tiene más bien poco respeto por las fronteras nacionales. De hecho, sus padres fundadores son el economista norteamericano Milton Friedman y el austríaco Friedrich Hayek. Una vez en una reunión del Departamento de Investigación conservador Thatcher estampó sobre la mesa un ejemplar de la Constitución de la Libertad de Hayek diciendo: ¡Esto es en lo que nosotros creemos!
Por otro lado, mis valores están inspirados en una variedad de socialistas galeses, escoceses, ingleses y extranjeros. Mientras que los tories de hoy en día promueven un individualismo extremadamente competitivo, la competición despiadada y la superioridad del beneficio privado, yo creo en la solidaridad, la acción colectiva y una redistribución fundamental de la riqueza y del poder. Mis adversarios caracterizarán sus propios valores de forma más misericordiosa y los míos de forma menos clemente, pero el punto de acuerdo debería estar seguramente en que hay un abismo entre nosotros. Se dirá que nosotros estamos unidos por una creencia común en la democracia, pero esto es difícilmente un valor específicamente británico; y, en cualquier caso, mi percepción de una democracia que está continuamente puesta en peligro por el respaldo torie a las grandes empresas y los intereses privados es muy diferente de la suya.
El punto en el que la agenda del gobierno llegaría a ser peligrosa se encontraría en si afirma unilateralmente que sus valores son los de la nación como un todo. Ésta es una vieja estrategia de los regímenes y los movimientos autoritarios, usada para excluir, aislar o suprimir disidentes. Después de todo, el instrumento del mccarthismo para perseguir a la izquierda de los EEUU fue el Comité de Actividades Antiamericanas. Pero la hemos visto funcionando en nuestro propio país recientemente. El Daily Mail declaraba que Ralph Miliband era el “hombre que odiaba el Reino Unido” porque era un marxista que se oponía a instituciones como la monarquía, la Iglesia de Inglaterra y el ejército. No adhiriéndose al status quo, desde su punto de vista, no sólo no se es un buen británico, sino que se es un anti-británico.
Es una agenda basada también en el retorcimiento de la historia británica. La Carta Magna – un documento propiamente inglés más que británico – será la pieza central de la campaña de valores. David Cameron quiere que “todo niño” sepa de ella. Dado que hablar inglés normalmente encabeza las listas de habilidades requeridas por todos a los que les encanta definir el modo de vida británico es gracioso que un documento originalmente escrito en latín – antes de ser traducido al francés cuatro años después – esté siendo exaltado de esta manera. Aquí fue una carta impuesta por los barones poderosos – difícilmente nacientes demócratas – al débil rey John para prevenir el posible abuso real sobre sus derechos aristocráticos. De todos modos, la carta no fue suficiente para ellos y se rebelaron. Ello quiere decir tramposamente poner de rodillas a los ingleses comunes, la mayoría de los cuales eran siervos.
Solamente en el siglo XVII la Carta Magna comenzó a ganar su papel central en la mitología inglesa: ella sirvió para retratar a los Levellers y otros radicales como unos reaccionarios que intentaban retrasar el reloj y reafirmar los derechos antiguos que habían sido supuestamente pisoteados.
Justo aquí está la cuestión central. Hay una historia del Reino Unido que es la del Imperio, la aristocracia, la monarquía, la iglesia oficial, los patronos explotadores, etc. La visión torie de la historia está fundada sobre el mito de una élite benevolente, que cuidadosamente dirigió transformaciones de buena voluntad y generosidad. Pero hay otra historia de luchas desde abajo contra aquellos que estaban en el poder llevada a cabo por la gente ordinaria – a menudo llena de grandes costes y sacrificios – que ha sido maquillada desde la historia oficial. Estas diferentes perspectivas sobre la historia conforman un abismo en torno a los valores que se prolonga hasta hoy.
Esta otra historia regresa a la Revuelta Campesina de 1381, cuando la gente común se sublevó a causa de un gravoso impuesto (el “poll tax”). No fue precisamente liderada por hombres: algunas mujeres como Johanna Ferrour jugaron un papel clave (documentos de la Corte la maldicen como “dirigente criminal y líder de la malvada rebelión de Kent”). Decenas de miles de personas – desde techadores y panaderos hasta molineros y curas de parroquia – marcharon sobre Blackheath, donde el sacerdote lolardo John Ball cuestionó públicamente una sociedad de clases: “Cuando Adán araba y Eva hilaba, ¿quién era entonces el señor?” La resistencia generalizada contra la élite dominante resurgiría en el siglo XVII: nosotros tuvimos nuestra propia revolución un siglo y medio antes de que los franceses atacaran la Bastilla. El rey fue depuesto y los movimientos radicales como los democráticos Levelleres y los socialistas Diggers florecieron.
La resistencia a la autoridad es un valor entretejido con nuestra propia historia. Cuando seis trabajadores de Dorset fueron transportados a Australia en la década de 1830 por organizar un proto-sindicato, 800.000 firmaron una demanda exigiendo libertad para los mártires de Tolpuddle. En los años siguientes, los cartistas surgieron convirtiéndose en el primer gran movimiento político de la clase trabajadora a nivel mundial. Hoy en día las sufragistas son tratadas como verdaderas heroínas, pero ellas fueron alimentadas a la fuerza en prisión y demonizadas como terroristas y anarquistas en los comienzos del siglo XX. Aquellos que lucharon contra el sexismo, el racismo y la homofobia – como la primera manifestación LGTB en Londres en 1970, cuando 150 manifestantes fueron superados en número por oficiales de policía – fueron demonizados y perseguidos en su momento.
El Estado de Bienestar, el Servicio Nacional de Salud y los derechos de los trabajadores fueron la culminación de generaciones de lucha, en particular por parte de un movimiento obrero que había fundado el Partido Laborista – de manera polémica en aquel entonces – con el objetivo de dar la palabra a la clase trabajadora.
Ésta es la historia –de una Gran Bretaña muy distinta a la que defiende este gobierno– que apuntala mis valores. Me ayuda a oponerme a los valores sostenidos por la administración de Cameron, la cual justifica políticas públicas que golpean a los pobres –como “el impuesto dormitorio”– mientras amontonan la riqueza en las manos de los más ricos, a través de recortes de otros impuestos y privatizaciones. Por esta razón, pienso que la gente debería inspirarse en los valores y las tradiciones de nuestros antepasados que lucharon, y emular su ejemplo.
Así que si la coalición quiere una lucha que provoca desencuentros sobre “valores”, entonces: tengámosla. Pero si las razones del gobierno quieren hacernos creer que los “valores” unirán a la nación, quizás deberían pensarlo mejor de nuevo.
Owen Jones. Sin Permiso
Owen Jones, historiador y periodista, es autor de Chavs: La demonización de la clase obrera, (Capitán Swing, Madrid 2012) Traducción para www.sinpermiso.info
La cruzada del gobierno por incorporar los “valores británicos” en nuestro sistema educativo es, en el mejor de los casos, un sinsentido, en el peor, peligroso, y, en cualquiera, una perversión de la historia británica. Es un sinsentido porque nuestra historia es la lucha de diferentes “Gran Bretañas”, cada una con su propio conjunto de valores.
Por ejemplo, los valores de muchos conservadores post-Thathcher son predominantemente neoliberales, sacados de una ideología que impulsa la extracción de valor mercantil de cualquier cosa y que tiene más bien poco respeto por las fronteras nacionales. De hecho, sus padres fundadores son el economista norteamericano Milton Friedman y el austríaco Friedrich Hayek. Una vez en una reunión del Departamento de Investigación conservador Thatcher estampó sobre la mesa un ejemplar de la Constitución de la Libertad de Hayek diciendo: ¡Esto es en lo que nosotros creemos!
Por otro lado, mis valores están inspirados en una variedad de socialistas galeses, escoceses, ingleses y extranjeros. Mientras que los tories de hoy en día promueven un individualismo extremadamente competitivo, la competición despiadada y la superioridad del beneficio privado, yo creo en la solidaridad, la acción colectiva y una redistribución fundamental de la riqueza y del poder. Mis adversarios caracterizarán sus propios valores de forma más misericordiosa y los míos de forma menos clemente, pero el punto de acuerdo debería estar seguramente en que hay un abismo entre nosotros. Se dirá que nosotros estamos unidos por una creencia común en la democracia, pero esto es difícilmente un valor específicamente británico; y, en cualquier caso, mi percepción de una democracia que está continuamente puesta en peligro por el respaldo torie a las grandes empresas y los intereses privados es muy diferente de la suya.
El punto en el que la agenda del gobierno llegaría a ser peligrosa se encontraría en si afirma unilateralmente que sus valores son los de la nación como un todo. Ésta es una vieja estrategia de los regímenes y los movimientos autoritarios, usada para excluir, aislar o suprimir disidentes. Después de todo, el instrumento del mccarthismo para perseguir a la izquierda de los EEUU fue el Comité de Actividades Antiamericanas. Pero la hemos visto funcionando en nuestro propio país recientemente. El Daily Mail declaraba que Ralph Miliband era el “hombre que odiaba el Reino Unido” porque era un marxista que se oponía a instituciones como la monarquía, la Iglesia de Inglaterra y el ejército. No adhiriéndose al status quo, desde su punto de vista, no sólo no se es un buen británico, sino que se es un anti-británico.
Es una agenda basada también en el retorcimiento de la historia británica. La Carta Magna – un documento propiamente inglés más que británico – será la pieza central de la campaña de valores. David Cameron quiere que “todo niño” sepa de ella. Dado que hablar inglés normalmente encabeza las listas de habilidades requeridas por todos a los que les encanta definir el modo de vida británico es gracioso que un documento originalmente escrito en latín – antes de ser traducido al francés cuatro años después – esté siendo exaltado de esta manera. Aquí fue una carta impuesta por los barones poderosos – difícilmente nacientes demócratas – al débil rey John para prevenir el posible abuso real sobre sus derechos aristocráticos. De todos modos, la carta no fue suficiente para ellos y se rebelaron. Ello quiere decir tramposamente poner de rodillas a los ingleses comunes, la mayoría de los cuales eran siervos.
Solamente en el siglo XVII la Carta Magna comenzó a ganar su papel central en la mitología inglesa: ella sirvió para retratar a los Levellers y otros radicales como unos reaccionarios que intentaban retrasar el reloj y reafirmar los derechos antiguos que habían sido supuestamente pisoteados.
Justo aquí está la cuestión central. Hay una historia del Reino Unido que es la del Imperio, la aristocracia, la monarquía, la iglesia oficial, los patronos explotadores, etc. La visión torie de la historia está fundada sobre el mito de una élite benevolente, que cuidadosamente dirigió transformaciones de buena voluntad y generosidad. Pero hay otra historia de luchas desde abajo contra aquellos que estaban en el poder llevada a cabo por la gente ordinaria – a menudo llena de grandes costes y sacrificios – que ha sido maquillada desde la historia oficial. Estas diferentes perspectivas sobre la historia conforman un abismo en torno a los valores que se prolonga hasta hoy.
Esta otra historia regresa a la Revuelta Campesina de 1381, cuando la gente común se sublevó a causa de un gravoso impuesto (el “poll tax”). No fue precisamente liderada por hombres: algunas mujeres como Johanna Ferrour jugaron un papel clave (documentos de la Corte la maldicen como “dirigente criminal y líder de la malvada rebelión de Kent”). Decenas de miles de personas – desde techadores y panaderos hasta molineros y curas de parroquia – marcharon sobre Blackheath, donde el sacerdote lolardo John Ball cuestionó públicamente una sociedad de clases: “Cuando Adán araba y Eva hilaba, ¿quién era entonces el señor?” La resistencia generalizada contra la élite dominante resurgiría en el siglo XVII: nosotros tuvimos nuestra propia revolución un siglo y medio antes de que los franceses atacaran la Bastilla. El rey fue depuesto y los movimientos radicales como los democráticos Levelleres y los socialistas Diggers florecieron.
La resistencia a la autoridad es un valor entretejido con nuestra propia historia. Cuando seis trabajadores de Dorset fueron transportados a Australia en la década de 1830 por organizar un proto-sindicato, 800.000 firmaron una demanda exigiendo libertad para los mártires de Tolpuddle. En los años siguientes, los cartistas surgieron convirtiéndose en el primer gran movimiento político de la clase trabajadora a nivel mundial. Hoy en día las sufragistas son tratadas como verdaderas heroínas, pero ellas fueron alimentadas a la fuerza en prisión y demonizadas como terroristas y anarquistas en los comienzos del siglo XX. Aquellos que lucharon contra el sexismo, el racismo y la homofobia – como la primera manifestación LGTB en Londres en 1970, cuando 150 manifestantes fueron superados en número por oficiales de policía – fueron demonizados y perseguidos en su momento.
El Estado de Bienestar, el Servicio Nacional de Salud y los derechos de los trabajadores fueron la culminación de generaciones de lucha, en particular por parte de un movimiento obrero que había fundado el Partido Laborista – de manera polémica en aquel entonces – con el objetivo de dar la palabra a la clase trabajadora.
Ésta es la historia –de una Gran Bretaña muy distinta a la que defiende este gobierno– que apuntala mis valores. Me ayuda a oponerme a los valores sostenidos por la administración de Cameron, la cual justifica políticas públicas que golpean a los pobres –como “el impuesto dormitorio”– mientras amontonan la riqueza en las manos de los más ricos, a través de recortes de otros impuestos y privatizaciones. Por esta razón, pienso que la gente debería inspirarse en los valores y las tradiciones de nuestros antepasados que lucharon, y emular su ejemplo.
Así que si la coalición quiere una lucha que provoca desencuentros sobre “valores”, entonces: tengámosla. Pero si las razones del gobierno quieren hacernos creer que los “valores” unirán a la nación, quizás deberían pensarlo mejor de nuevo.
Owen Jones. Sin Permiso
Owen Jones, historiador y periodista, es autor de Chavs: La demonización de la clase obrera, (Capitán Swing, Madrid 2012) Traducción para www.sinpermiso.info
martes, 15 de julio de 2014
Hay Alternativas y se pueden poner en marcha
Las movilizaciones que se habían venido produciendo en los últimos años ponían de relieve que en España había rechazo hacia lo que estaba pasando y que millones de personas estábamos suficientemente indignadas como para reaccionar. Pero las últimas elecciones europeas han ido mucho más allá, al poner claramente de manifiesto que esa reacción no va a diluirse como los de arriba esperaban, sino que es mucho más que probable que lleve directamente a un cambio sustancial en las instituciones y el gobierno en España.
La gente acaba de comprobar que se puede cambiar y ahora es el momento de subrayar una vez más que decir que se puede no puede significar sino mostrarle al resto de la sociedad que hay alternativas reales, próximas, eficaces y mejores que las de los partidos hasta ahora gobernantes para abordar los problemas que tiene nuestra sociedad.
Ahora hace tres años que Vicenç Navarro y yo, con la colaboración de Alberto Garzón, dábamos a la imprenta un libro que primero no se quiso publicar y que luego se convirtió en un auténtico fenómeno viral en la red: Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar en España (puede descargarse pinchando aquí).
En él tratamos de explicar de la manera más clara posible por qué había ocurrido lo que nos estaba ocurriendo y qué se podía hacer para salir de la situación en la que estábamos, y en la que realmente seguimos estando.
En el prólogo, Noam Chomsky señalaba que se está produciendo una concentración cada vez mayor del poder y la riqueza pero que eso no se debía "a leyes de la naturaleza o a leyes económicas o a otras fuerzas impersonales, sino al resultado de decisiones específicas dentro de estructuras institucionales que los favorecen" y que eso seguiría ocurriendo mientras que esas decisiones y planes no se reviertan "mediante acción y movilizaciones populares con compromisos dedicados a programas que abarquen desde remedios factibles a corto plazo hasta otras propuestas a más largo plazo que cuestionen la autoridad ilegítima y las instituciones opresivas entre las que reside el poder".
Escribimos ese libro porque teníamos la convicción de que era ya imprescindible ofrecer ese tipo de propuestas, pero en la situación en que estamos ahora lo es incluso mucho más. Y por eso creo que es importante recordar algunas de nuestras conclusiones, cuando los movimientos sociales y las fuerzas políticas se plantean (o se deben plantear) elaborar programas concretos de actuación y de gobierno.
En primer lugar decíamos que lo más importante es poner la economía al servicio de las personas, lo que, entre otras, cosas obliga a evaluar antes de tomar una medida económica a quién va a beneficiar y en qué medida, y dar la posibilidad a la gente para que se pronuncie sobre si, a la vista de ello, quiere que se adopte o no. También a impedir que un grupo social concreto tenga la posibilidad de imponer sus intereses a los demás sin que medie un método democrático de deliberación y decisión. Y, sobre todo, a rechazar cualquier asignación de los recursos que implique la desprotección de seres humanos, su empobrecimiento y su exclusión, así como toda decisión económica que quite a los que tienen menos para dar a quienes tienen más y de sobra.
También concluíamos señalando algo fundamental: la crisis que vivimos es el resultado de un fenómeno viejo pero que se ha exagerado en los últimos tiempos de las economías capitalistas, el desarrollo de la producción y el consumo como si dispusieran para sí de recursos inagotables. Por tanto, decíamos que sería imposible salir de la crisis si no aprendemos a medir y a dar valor de otro modo a las cosas que necesitamos, utilizando otros indicadores y variables para gobernar la vida económica y tomar decisiones. Y, sobre todo si no avanzamos hacia otra economía basada en la producción de los bienes que necesitemos ajustándonos no sólo, como ahora, a la escasez de recursos valorables monetariamente sino también a la de todos aquellos que nos proporciona la naturaleza o que no se valoran en dinero. Y escribíamos que las alternativas a la crisis pasan por romper también este cascarón de fantasía consumista y de individualidad en el que están encerrados millones de personas para generar nuevos valores que nos permitan avanzar desde la actual centralidad del dinero, el comercio, la ganancia, la competición y el cálculo hacia la cooperación y el afecto, hacia la justicia y el amor o hacia el placer de sentirse satisfecho con mucho menos pero en realidad con mucho más de lo que ahora tenemos.
En el libro proponíamos multitud de medidas concretas, "remedios factibles a corto plazo", como pedía Chomsky en el Prólogo, pero advirtiendo que ninguno de ellos puede entenderse como un fin en sí mismo sino como una forma de resolver lo inmediato pero también y al mismo tiempo de construir a medio y largo plazo una sociedad diferente. Y terminábamos señalando que todas ellas serían posibles si iban de la mano de una nueva sociedad de contrapoderes en las plazas, como estaba ocurriendo cuando escribíamos el libro, pero también en los centros de trabajo, en los barrios y también en la vida personal y diaria, en donde tan a menudo esta sociedad reproduce la esclavitud y la discriminación, por ejemplo, en el caso de las mujeres.
Hemos avanzado bastante desde que el libro salió a la calle e inundó la red pero ahora todavía queda por delante una tarea gigantesca: convertir los buenos deseos en programas de acción concretos, claros y realistas pero al mismo tiempo capaces también de abrir brechas y rupturas profundas en el sistema que produce y reproduce constantemente los males que se quieren combatir.
Con inteligencia y sin sectarismo intelectual, abriendo los debates en la mayor medida posible y con generosidad y autocrítica constantes, tengo la seguridad de que podrá elaborarse el necesario programa de actuaciones concretas que regeneren nuestra economía abriendo paso a un horizonte realmente transformador, democrático y humanamente satisfactorio. Juan Torres López. http://juantorreslopez.com/
La gente acaba de comprobar que se puede cambiar y ahora es el momento de subrayar una vez más que decir que se puede no puede significar sino mostrarle al resto de la sociedad que hay alternativas reales, próximas, eficaces y mejores que las de los partidos hasta ahora gobernantes para abordar los problemas que tiene nuestra sociedad.
Ahora hace tres años que Vicenç Navarro y yo, con la colaboración de Alberto Garzón, dábamos a la imprenta un libro que primero no se quiso publicar y que luego se convirtió en un auténtico fenómeno viral en la red: Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar en España (puede descargarse pinchando aquí).
En él tratamos de explicar de la manera más clara posible por qué había ocurrido lo que nos estaba ocurriendo y qué se podía hacer para salir de la situación en la que estábamos, y en la que realmente seguimos estando.
En el prólogo, Noam Chomsky señalaba que se está produciendo una concentración cada vez mayor del poder y la riqueza pero que eso no se debía "a leyes de la naturaleza o a leyes económicas o a otras fuerzas impersonales, sino al resultado de decisiones específicas dentro de estructuras institucionales que los favorecen" y que eso seguiría ocurriendo mientras que esas decisiones y planes no se reviertan "mediante acción y movilizaciones populares con compromisos dedicados a programas que abarquen desde remedios factibles a corto plazo hasta otras propuestas a más largo plazo que cuestionen la autoridad ilegítima y las instituciones opresivas entre las que reside el poder".
Escribimos ese libro porque teníamos la convicción de que era ya imprescindible ofrecer ese tipo de propuestas, pero en la situación en que estamos ahora lo es incluso mucho más. Y por eso creo que es importante recordar algunas de nuestras conclusiones, cuando los movimientos sociales y las fuerzas políticas se plantean (o se deben plantear) elaborar programas concretos de actuación y de gobierno.
En primer lugar decíamos que lo más importante es poner la economía al servicio de las personas, lo que, entre otras, cosas obliga a evaluar antes de tomar una medida económica a quién va a beneficiar y en qué medida, y dar la posibilidad a la gente para que se pronuncie sobre si, a la vista de ello, quiere que se adopte o no. También a impedir que un grupo social concreto tenga la posibilidad de imponer sus intereses a los demás sin que medie un método democrático de deliberación y decisión. Y, sobre todo, a rechazar cualquier asignación de los recursos que implique la desprotección de seres humanos, su empobrecimiento y su exclusión, así como toda decisión económica que quite a los que tienen menos para dar a quienes tienen más y de sobra.
También concluíamos señalando algo fundamental: la crisis que vivimos es el resultado de un fenómeno viejo pero que se ha exagerado en los últimos tiempos de las economías capitalistas, el desarrollo de la producción y el consumo como si dispusieran para sí de recursos inagotables. Por tanto, decíamos que sería imposible salir de la crisis si no aprendemos a medir y a dar valor de otro modo a las cosas que necesitamos, utilizando otros indicadores y variables para gobernar la vida económica y tomar decisiones. Y, sobre todo si no avanzamos hacia otra economía basada en la producción de los bienes que necesitemos ajustándonos no sólo, como ahora, a la escasez de recursos valorables monetariamente sino también a la de todos aquellos que nos proporciona la naturaleza o que no se valoran en dinero. Y escribíamos que las alternativas a la crisis pasan por romper también este cascarón de fantasía consumista y de individualidad en el que están encerrados millones de personas para generar nuevos valores que nos permitan avanzar desde la actual centralidad del dinero, el comercio, la ganancia, la competición y el cálculo hacia la cooperación y el afecto, hacia la justicia y el amor o hacia el placer de sentirse satisfecho con mucho menos pero en realidad con mucho más de lo que ahora tenemos.
En el libro proponíamos multitud de medidas concretas, "remedios factibles a corto plazo", como pedía Chomsky en el Prólogo, pero advirtiendo que ninguno de ellos puede entenderse como un fin en sí mismo sino como una forma de resolver lo inmediato pero también y al mismo tiempo de construir a medio y largo plazo una sociedad diferente. Y terminábamos señalando que todas ellas serían posibles si iban de la mano de una nueva sociedad de contrapoderes en las plazas, como estaba ocurriendo cuando escribíamos el libro, pero también en los centros de trabajo, en los barrios y también en la vida personal y diaria, en donde tan a menudo esta sociedad reproduce la esclavitud y la discriminación, por ejemplo, en el caso de las mujeres.
Hemos avanzado bastante desde que el libro salió a la calle e inundó la red pero ahora todavía queda por delante una tarea gigantesca: convertir los buenos deseos en programas de acción concretos, claros y realistas pero al mismo tiempo capaces también de abrir brechas y rupturas profundas en el sistema que produce y reproduce constantemente los males que se quieren combatir.
Con inteligencia y sin sectarismo intelectual, abriendo los debates en la mayor medida posible y con generosidad y autocrítica constantes, tengo la seguridad de que podrá elaborarse el necesario programa de actuaciones concretas que regeneren nuestra economía abriendo paso a un horizonte realmente transformador, democrático y humanamente satisfactorio. Juan Torres López. http://juantorreslopez.com/
lunes, 14 de julio de 2014
domingo, 13 de julio de 2014
¿Por qué el experimento de la austeridad en Europa está condenado a fallar?
He pasado las últimas dos semanas en Europa, dando charlas en Italia, Grecia y Austria. Ha sido mi primera visita a Grecia, y la primera oportunidad de tener una opinión como turista, siempre superficial, de cómo es un país con niveles de desempleo propios de la Gran Depresión.
No se apreciaba nada en particular hasta la llegada a Atenas, capital de Grecia y ciudad más grande del país, y a Salónica, la segunda más grande. En ese momento sí me sorprendí: las carreteras estaban casi vacías —como ilustra el peaje que se muestra en la Figura 1. Mi anfitrión Nikos cuenta que él ha hecho un millón de kilómetros en los últimos años por esta carretera de 500 kilómetros, y me confirmó que estos carriles que ahora estaban prácticamente vacíos antes estuvieron llenos de vehículos, —especialmente camiones— como ejemplo en movimiento de una economía próspera. Leer más aquí.
Steve Keen es autor de Debunking Economics (2001, versión revisada y extendida en 2011), y del blog Debtwatch. Además, es desarrollador del software Minsky y economista en jefe del Institute of Dynamic Economic Analysis. Le fue concedido el Premio Rovere de teoría económica por la capacidad de sus modelos matemáticos dinámicos para predecir la crisis financiera de 2008.
Fuente: Sin Permiso. http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/4keen.pdf
No se apreciaba nada en particular hasta la llegada a Atenas, capital de Grecia y ciudad más grande del país, y a Salónica, la segunda más grande. En ese momento sí me sorprendí: las carreteras estaban casi vacías —como ilustra el peaje que se muestra en la Figura 1. Mi anfitrión Nikos cuenta que él ha hecho un millón de kilómetros en los últimos años por esta carretera de 500 kilómetros, y me confirmó que estos carriles que ahora estaban prácticamente vacíos antes estuvieron llenos de vehículos, —especialmente camiones— como ejemplo en movimiento de una economía próspera. Leer más aquí.
Steve Keen es autor de Debunking Economics (2001, versión revisada y extendida en 2011), y del blog Debtwatch. Además, es desarrollador del software Minsky y economista en jefe del Institute of Dynamic Economic Analysis. Le fue concedido el Premio Rovere de teoría económica por la capacidad de sus modelos matemáticos dinámicos para predecir la crisis financiera de 2008.
Fuente: Sin Permiso. http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/4keen.pdf
Placeres capitales en Venecia. Una ‘pasta povera’ en el restaurante La Cusina o un cóctel Bellini en el Cips Club del hotel Cipriani. En góndola, camino de la isla Giudecca para redescubrir la ciudad de Casanova
El tiempo nos hace prisioneros y cada paso que das es un paso menos, por eso te recomiendo una vez en la vida regalarte el privilegio de poder pecar y disfrutar de alguno de los placeres perfectos que ofrece Venecia y la belleza. Los pecados que se convierten en placeres capitales.
Puedes gastarte los ahorros que no sabes si tendrás tiempo de gastar, irte de luna de miel o, como decía Truman Capote (otro asiduo del Palazzo Dandolo), tener un amigo rico, pero procura no morir sin comer, beber o amar en uno de estos rincones de la Serenísima.
Ya lo dijo Peggy Guggenheim: una vez que la ciudad te ha mirado nadie puede salvarte. Regresarás a ella una y otra vez. Volverás con una u otra excusa a la isla de los Comedores de Loto. Nada te prepara para el hechizo veneciano y nada puede apartarlo de ti, ni siquiera las hordas de turistas de un solo día que forman un torrente humano por la Strada Nuova. Incluso en lo más tórrido del Carnaval o en lo más alto de la temporada alta, Venecia puede ser solo tuya. Si miras hacia arriba, en lo más alto de este poema de piedra está el oasis perfecto para escapar no solo de la vulgaridad y de la crisis, sino también de la realidad, porque esta isla está fuera del mundo y te transportará a otro universo en el que la vida real parece un sueño.
Nuestra ruta por los mejores de los pecados capitales comienza en el edificio que se ha convertido en uno de los símbolos de Venecia: el Palazzo Dandolo, sede del hotel Danieli, o, mejor dicho, de Il Danieli, porque el Danieli no es un hotel, sino que se ha convertido en un mito. En su hall con chimenea y en un baile de máscaras, Onassis encontró la mirada de María Callas y en una de sus habitaciones con vista a la isla de San Giorgio se consumó su amor por primera vez, pero no por última. Proust, que había leído durante años sobre Venecia, describió el sonido de las campanadas desde sus ventanas. Il Danieli es el lugar perfecto para la vida eterna y para sumergirnos en los tres pecados: comer, beber, amar. Empezaremos por el menos prohibido.
01 COMER
Nadie debería morir sin haber gozado del restaurante con las mejores vistas y quizá la mejor cocina de Venecia. El Terrassa del Danieli domina la plaza del Agua, que se extiende de la Salute a la isla de San Giorgio. Su chef, Gian Nicola Colucci, mezcla los sabores de Oriente y de Occidente con platos que recuperan la cocina de los dogos venecianos. Por algo el Danieli está a pocos pasos del puente de los Suspiros y del palacio Ducal, en un extremo de la Piazza di San Marcos. Si atravesamos la piazza por la acera del café Florián, escondido en una callejuela diminuta encontraremos el hotel Europa Regina, uno de los secretos bien guardados de Venecia. Su terraza, mirando a la Salute, puede ser el refugio perfecto en Carnaval, cuando las multitudes invaden la ciudad por unas horas. Aquí está otro de mis pecados de gula favoritos, por obra y gracia del chef Alberto Fol, alma del restaurante La Cusina, que recorre Italia recuperando viejas recetas como un arqueólogo del apetito. Su pasta povera al guazzetto di frutti di mare puede convertir a un anciano en joven y a un amargado en hombre feliz, al menos el tiempo en que dura el vino y la luna sobre la iglesia de Santa Maria della Salute. Y la última sorpresa para el paladar y la pecadora lengua está al otro lado de la laguna, pero comienza en el embarcadero de San Marcos. Allí, en un buen día de verano, puede oírse jurar en veinte lenguas, pero todos los pesares quedan atrás si subimos a una góndola como hizo Casanova y nos alejamos de nuevo del gentío para escondernos en la isla de la Giudecca en otro lugar mítico de Venecia: el hotel del Orient Express, el Cipriani, donde se alojan los viajeros que quieren entrar en la leyenda del tren Venecia-Simplon, el refugio de las estrellas de Hollywood durante la Mostra de Venecia... (Ilustración Urban Sketchers)
Leer más aquí en el País de los viajes.
Puedes gastarte los ahorros que no sabes si tendrás tiempo de gastar, irte de luna de miel o, como decía Truman Capote (otro asiduo del Palazzo Dandolo), tener un amigo rico, pero procura no morir sin comer, beber o amar en uno de estos rincones de la Serenísima.
Ya lo dijo Peggy Guggenheim: una vez que la ciudad te ha mirado nadie puede salvarte. Regresarás a ella una y otra vez. Volverás con una u otra excusa a la isla de los Comedores de Loto. Nada te prepara para el hechizo veneciano y nada puede apartarlo de ti, ni siquiera las hordas de turistas de un solo día que forman un torrente humano por la Strada Nuova. Incluso en lo más tórrido del Carnaval o en lo más alto de la temporada alta, Venecia puede ser solo tuya. Si miras hacia arriba, en lo más alto de este poema de piedra está el oasis perfecto para escapar no solo de la vulgaridad y de la crisis, sino también de la realidad, porque esta isla está fuera del mundo y te transportará a otro universo en el que la vida real parece un sueño.
Nuestra ruta por los mejores de los pecados capitales comienza en el edificio que se ha convertido en uno de los símbolos de Venecia: el Palazzo Dandolo, sede del hotel Danieli, o, mejor dicho, de Il Danieli, porque el Danieli no es un hotel, sino que se ha convertido en un mito. En su hall con chimenea y en un baile de máscaras, Onassis encontró la mirada de María Callas y en una de sus habitaciones con vista a la isla de San Giorgio se consumó su amor por primera vez, pero no por última. Proust, que había leído durante años sobre Venecia, describió el sonido de las campanadas desde sus ventanas. Il Danieli es el lugar perfecto para la vida eterna y para sumergirnos en los tres pecados: comer, beber, amar. Empezaremos por el menos prohibido.
01 COMER
Nadie debería morir sin haber gozado del restaurante con las mejores vistas y quizá la mejor cocina de Venecia. El Terrassa del Danieli domina la plaza del Agua, que se extiende de la Salute a la isla de San Giorgio. Su chef, Gian Nicola Colucci, mezcla los sabores de Oriente y de Occidente con platos que recuperan la cocina de los dogos venecianos. Por algo el Danieli está a pocos pasos del puente de los Suspiros y del palacio Ducal, en un extremo de la Piazza di San Marcos. Si atravesamos la piazza por la acera del café Florián, escondido en una callejuela diminuta encontraremos el hotel Europa Regina, uno de los secretos bien guardados de Venecia. Su terraza, mirando a la Salute, puede ser el refugio perfecto en Carnaval, cuando las multitudes invaden la ciudad por unas horas. Aquí está otro de mis pecados de gula favoritos, por obra y gracia del chef Alberto Fol, alma del restaurante La Cusina, que recorre Italia recuperando viejas recetas como un arqueólogo del apetito. Su pasta povera al guazzetto di frutti di mare puede convertir a un anciano en joven y a un amargado en hombre feliz, al menos el tiempo en que dura el vino y la luna sobre la iglesia de Santa Maria della Salute. Y la última sorpresa para el paladar y la pecadora lengua está al otro lado de la laguna, pero comienza en el embarcadero de San Marcos. Allí, en un buen día de verano, puede oírse jurar en veinte lenguas, pero todos los pesares quedan atrás si subimos a una góndola como hizo Casanova y nos alejamos de nuevo del gentío para escondernos en la isla de la Giudecca en otro lugar mítico de Venecia: el hotel del Orient Express, el Cipriani, donde se alojan los viajeros que quieren entrar en la leyenda del tren Venecia-Simplon, el refugio de las estrellas de Hollywood durante la Mostra de Venecia... (Ilustración Urban Sketchers)
Leer más aquí en el País de los viajes.
sábado, 12 de julio de 2014
Medicina contra el prejuicio. Myriam Bourhail se siente “orgullosa” de demostrar que la diversidad es una riqueza para el país. MYRIAM BOURHAIL, una joven de origen marroquí, obtiene el mejor resultado en la selectividad francesa. Su éxito coincide con soflamas xenófobas antimagrebíes
Ver aquí toda la noticia http://www.uco.es/servicios/comunicacion/dossier/item/download/91052
viernes, 11 de julio de 2014
Más barro para las universidades
EL PAÍS del 8 de julio nos informaba en primera página de la afirmación del secretario general de la OCDE, Angel Gurria, de que “el nivel de un titulado universitario español es similar al de un estudiante japonés de secundaria”. Este señor no acompañaba dicha afirmación, a todas luces lesiva para las universidades españolas, con prueba o estudio científico alguno, sencillamente porque no los hay. No hay nada similar al informe PISA que mida el nivel de los graduados universitarios. Por tanto se trata de una afirmación subjetiva y gratuita. Con la misma falta de razón podríamos afirmar que el nivel de los graduados japoneses es similar al de nuestros alumnos de secundaria.
Yo puedo aportar mi modesta experiencia de enviar alumnos Erasmus a Alemania durante 15 años y comprobar que se desenvuelven allí sin mayores dificultades y aprueban los estudios con notas similares a las de aquí. ¿Deberíamos concluir que el nivel de las universidades alemanas es también el de la enseñanza secundaria japonesa?
En la misma página de EL PAÍS se recoge (esta vez sí) un estudio de la OCDE sobre el subempleo de los titulados españoles y una afirmación del ministro Wert diciendo que nuestras universidades públicas son insostenibles. Me parecen excesivas informaciones negativas, todas ellas en la dirección de justificar una disminución del gasto público en educación superior. Y ello a la vez que surgen como setas nuevas universidades privadas, cuya más que discutible calidad nadie pone en cuestión. Y nuestros rectores, ¿no tienen nada que decir al respecto?— Ricardo Peña Marí. Catedrático de Ingeniería Informática, Universidad Complutense de Madrid. Cartas al director. El País.
Yo puedo aportar mi modesta experiencia de enviar alumnos Erasmus a Alemania durante 15 años y comprobar que se desenvuelven allí sin mayores dificultades y aprueban los estudios con notas similares a las de aquí. ¿Deberíamos concluir que el nivel de las universidades alemanas es también el de la enseñanza secundaria japonesa?
En la misma página de EL PAÍS se recoge (esta vez sí) un estudio de la OCDE sobre el subempleo de los titulados españoles y una afirmación del ministro Wert diciendo que nuestras universidades públicas son insostenibles. Me parecen excesivas informaciones negativas, todas ellas en la dirección de justificar una disminución del gasto público en educación superior. Y ello a la vez que surgen como setas nuevas universidades privadas, cuya más que discutible calidad nadie pone en cuestión. Y nuestros rectores, ¿no tienen nada que decir al respecto?— Ricardo Peña Marí. Catedrático de Ingeniería Informática, Universidad Complutense de Madrid. Cartas al director. El País.
jueves, 10 de julio de 2014
El dogma de la incompetencia. La ideología se ha impuesto por completo a las pruebas en el debate político sobre la sanidad
Han estado pendientes de las noticias sobre Obamacare? La Ley de Asistencia Sanitaria Asequible ha dejado de ocupar las primeras páginas, pero sigue llegándonos información sobre cómo está funcionando (y casi todo son buenas noticias). De hecho, la reforma sanitaria ha tenido una buena racha desde marzo, cuando quedó claro que las inscripciones superarían las expectativas a pesar de los problemas iniciales de la página web del Gobierno federal.
Lo interesante de este éxito es que ha ido acompañado a cada paso de gritos que anunciaban un desastre inminente. En estos momentos, según mis cálculos, los enemigos de la reforma sanitaria pierden por 0 a 6. Es decir, han hecho al menos seis predicciones concretas sobre el modo en que Obamacare fracasaría; todas y cada una han resultado erróneas.
“Errar es humano”, escribió Séneca. “Persistir en ello es diabólico”. Todo el mundo hace predicciones incorrectas. Pero equivocarse tan escandalosa y sistemáticamente requiere un esfuerzo especial. ¿De qué va todo esto, entonces?
A muchos lectores no les sorprenderá la respuesta: es una cuestión de política e ideología, no de análisis. Pero aunque esta observación no resulte especialmente sorprendente, vale la pena señalar que la ideología se ha impuesto por completo a las pruebas en el debate político sobre la sanidad.
Y no me refiero solo a los políticos; hablo de los analistas. Llama la atención la cantidad de supuestos expertos en sanidad que han hecho afirmaciones sobre Obamacare que estaba claro que no podían defender. Por ejemplo, ¿se acuerdan del “susto de las primas”? El otoño pasado, cuando recibíamos los primeros datos sobre las primas de los seguros, los analistas de la asistencia sanitaria conservadores se apresuraron a afirmar que los consumidores se enfrentaban a un aumento enorme del gasto. Era evidente, incluso en aquel momento, que esas afirmaciones eran engañosas; ahora sabemos que la gran mayoría de los estadounidenses que contratan un seguro a través de los nuevos mercados consiguen una cobertura bastante barata.
¿Y recuerdan las afirmaciones sobre que los jóvenes no se inscribirían, de modo que Obamacare entraría en una “espiral mortífera” de aumento de los costes y disminución de las inscripciones? Pues no está pasando: un nuevo estudio de Gallup ha comprobado que mucha gente ha conseguido un seguro gracias al programa y que la mezcla de edades de los recién inscritos parece bastante positiva.
Lo que resultaba especialmente extraño de las incesantes predicciones de desastre de la reforma sanitaria era que ya sabíamos, o deberíamos haber sabido, que un programa como la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible era probable que funcionase. Obamacare se inspiró considerablemente en el modelo del Romneycare, que funciona en Massachusetts desde 2006, y guarda un gran parecido con sistemas extranjeros que han tenido éxito, como el de Suiza. ¿Por qué no iba a funcionar el sistema en Estados Unidos?
Pero la firme convicción de que el Gobierno no puede hacer nada útil —una creencia dogmática en la incompetencia del sector público— es ahora una parte fundamental del conservadurismo estadounidense, y es evidente que el dogma de la incompetencia ha hecho imposible que los asuntos políticos se analicen de forma racional.
No siempre ha sido así. Si nos remontamos dos décadas, hasta la última gran lucha sobre la reforma sanitaria, los conservadores parecían estar relativamente lúcidos en lo que respectaba a las posibilidades políticas, aunque se mostrasen extremadamente cínicos. Por ejemplo, el famoso memorando de 1993 de William Kristol que instaba a los republicanos a destruir el plan sanitario de Bill Clinton advertía explícitamente de que si se ponía en práctica el Clintoncare, era muy probable que acabase considerándose un éxito, lo que a su vez “sería un mazazo para los argumentos republicanos que abogan por reducir la intervención gubernamental como forma de defender a la clase media”. Así que era crucial asegurarse de que esa reforma nunca se hiciese realidad. En la práctica, Kristol estaba diciéndole a la gente de su propio partido que la historia de la incompetencia gubernamental es algo que uno les vende a los votantes para que apoyen las bajadas de impuestos y la liberalización, no algo en lo que uno mismo crea necesariamente.
Pero eso era antes de que los conservadores se retirasen del todo a su propio universo intelectual. Fox News aún no existía; los analistas políticos de las fundaciones de derechas solían iniciar su carrera profesional en puestos relativamente no políticos. Todavía era posible contemplar la idea de que la realidad no era lo que uno quería que fuese.
Ahora es diferente. Resulta difícil pensar en alguien de la derecha estadounidense que se plantee siquiera la posibilidad de que Obamacare pueda funcionar o, en cualquier caso, que esté dispuesto a admitir esa posibilidad en público. En vez de eso, hasta los supuestos expertos siguen vendiéndonos historias imposibles sobre un desastre inminente después de que su verdadera oportunidad de detener la reforma sanitaria haya quedado atrás, y venden esas historias no solo a los catetos, sino también los unos a los otros.
Y seamos claros: aunque haya sido divertido ver a la derecha aferrarse a sus fantasías sobre la reforma sanitaria, también da miedo. Al fin y al cabo, esta gente sigue teniendo una capacidad considerable de causar daños políticos y, cualquier día de estos, podrían reconquistar la Casa Blanca. Y uno no quiere, por nada del mundo, tener ahí a gente que niega los hechos que no les gustan. Es decir, gente que podría hacer cosas impensables, como declarar una guerra sin un buen motivo. Ah, ¡esperen!
Fuente: Paul Krugman, El País. Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.
Lo interesante de este éxito es que ha ido acompañado a cada paso de gritos que anunciaban un desastre inminente. En estos momentos, según mis cálculos, los enemigos de la reforma sanitaria pierden por 0 a 6. Es decir, han hecho al menos seis predicciones concretas sobre el modo en que Obamacare fracasaría; todas y cada una han resultado erróneas.
“Errar es humano”, escribió Séneca. “Persistir en ello es diabólico”. Todo el mundo hace predicciones incorrectas. Pero equivocarse tan escandalosa y sistemáticamente requiere un esfuerzo especial. ¿De qué va todo esto, entonces?
A muchos lectores no les sorprenderá la respuesta: es una cuestión de política e ideología, no de análisis. Pero aunque esta observación no resulte especialmente sorprendente, vale la pena señalar que la ideología se ha impuesto por completo a las pruebas en el debate político sobre la sanidad.
Y no me refiero solo a los políticos; hablo de los analistas. Llama la atención la cantidad de supuestos expertos en sanidad que han hecho afirmaciones sobre Obamacare que estaba claro que no podían defender. Por ejemplo, ¿se acuerdan del “susto de las primas”? El otoño pasado, cuando recibíamos los primeros datos sobre las primas de los seguros, los analistas de la asistencia sanitaria conservadores se apresuraron a afirmar que los consumidores se enfrentaban a un aumento enorme del gasto. Era evidente, incluso en aquel momento, que esas afirmaciones eran engañosas; ahora sabemos que la gran mayoría de los estadounidenses que contratan un seguro a través de los nuevos mercados consiguen una cobertura bastante barata.
¿Y recuerdan las afirmaciones sobre que los jóvenes no se inscribirían, de modo que Obamacare entraría en una “espiral mortífera” de aumento de los costes y disminución de las inscripciones? Pues no está pasando: un nuevo estudio de Gallup ha comprobado que mucha gente ha conseguido un seguro gracias al programa y que la mezcla de edades de los recién inscritos parece bastante positiva.
Lo que resultaba especialmente extraño de las incesantes predicciones de desastre de la reforma sanitaria era que ya sabíamos, o deberíamos haber sabido, que un programa como la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible era probable que funcionase. Obamacare se inspiró considerablemente en el modelo del Romneycare, que funciona en Massachusetts desde 2006, y guarda un gran parecido con sistemas extranjeros que han tenido éxito, como el de Suiza. ¿Por qué no iba a funcionar el sistema en Estados Unidos?
Pero la firme convicción de que el Gobierno no puede hacer nada útil —una creencia dogmática en la incompetencia del sector público— es ahora una parte fundamental del conservadurismo estadounidense, y es evidente que el dogma de la incompetencia ha hecho imposible que los asuntos políticos se analicen de forma racional.
No siempre ha sido así. Si nos remontamos dos décadas, hasta la última gran lucha sobre la reforma sanitaria, los conservadores parecían estar relativamente lúcidos en lo que respectaba a las posibilidades políticas, aunque se mostrasen extremadamente cínicos. Por ejemplo, el famoso memorando de 1993 de William Kristol que instaba a los republicanos a destruir el plan sanitario de Bill Clinton advertía explícitamente de que si se ponía en práctica el Clintoncare, era muy probable que acabase considerándose un éxito, lo que a su vez “sería un mazazo para los argumentos republicanos que abogan por reducir la intervención gubernamental como forma de defender a la clase media”. Así que era crucial asegurarse de que esa reforma nunca se hiciese realidad. En la práctica, Kristol estaba diciéndole a la gente de su propio partido que la historia de la incompetencia gubernamental es algo que uno les vende a los votantes para que apoyen las bajadas de impuestos y la liberalización, no algo en lo que uno mismo crea necesariamente.
Pero eso era antes de que los conservadores se retirasen del todo a su propio universo intelectual. Fox News aún no existía; los analistas políticos de las fundaciones de derechas solían iniciar su carrera profesional en puestos relativamente no políticos. Todavía era posible contemplar la idea de que la realidad no era lo que uno quería que fuese.
Ahora es diferente. Resulta difícil pensar en alguien de la derecha estadounidense que se plantee siquiera la posibilidad de que Obamacare pueda funcionar o, en cualquier caso, que esté dispuesto a admitir esa posibilidad en público. En vez de eso, hasta los supuestos expertos siguen vendiéndonos historias imposibles sobre un desastre inminente después de que su verdadera oportunidad de detener la reforma sanitaria haya quedado atrás, y venden esas historias no solo a los catetos, sino también los unos a los otros.
Y seamos claros: aunque haya sido divertido ver a la derecha aferrarse a sus fantasías sobre la reforma sanitaria, también da miedo. Al fin y al cabo, esta gente sigue teniendo una capacidad considerable de causar daños políticos y, cualquier día de estos, podrían reconquistar la Casa Blanca. Y uno no quiere, por nada del mundo, tener ahí a gente que niega los hechos que no les gustan. Es decir, gente que podría hacer cosas impensables, como declarar una guerra sin un buen motivo. Ah, ¡esperen!
Fuente: Paul Krugman, El País. Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.
miércoles, 9 de julio de 2014
La mamá que ayuda a curar el miedo de los niños con cuentos de mono
Un libro sobre un mono escrito a mano por una madre que intentaba explicar una operación a su hija pequeña, ahora ayuda a decenas de miles de niños a no temerle a los hospitales.
La inglesa Helen Sadler dibujó la historia "El mono tiene una operación" cuando su hija Josephine tenía 18 meses y estaba a punto de ser sometida a una operación de pulmón.
Ahora, casi seis años después, el personaje forma parte del pénsum de libros de escuelas en el Reino Unido. El objetivo es ayudar a los niños a entender las situaciones que pueden encontrar en los hospitales, en las consultas del médico e incluso la vida.
También los motiva a llevar una vida saludable.
Todo empezó en 2007, cuando tras el escáner de ultrasonido de las 20 semanas de gestación a Sadler le dijeron que su bebé tenía una enfermedad hereditaria que consistía en la formación de quistes en los pulmones, y que la niña necesitaría de una operación grande a los 18 meses.
Pero, en la medida que fue preparando a Josephine para la sala de operaciones, Helen se dio cuenta que no habían muchos libros que explicaran a su hija lo que estaba sucediendo.
"Cuando fuimos a la cita preoperatorio, todo fue muy traumático y bastante aterrador", cuenta esta madre. "El hospital (en Brighton) tenía unas buenas fotografías que te explicaban todo el proceso, pero no te las podías llevar a casa". "Todo fue muy rápido y no podías absorber nada, y los niños estaban tan aterrados como los padres", agrega. Así que se basó en un juguete para dibujar a su personaje Mono y creó la historia de cómo este animal iba al hospital para una intervención.
"Esta historieta hecha a mano la tuvimos que haber leído cada día durante las tres o cuatro semanas previas (a la intervención). Para cuando llegó el día de la operación ella señalaba a las máquinas que hacían 'beep, beep, beep' y comentaba que era como en el cuento del mono".
Sadler cuenta que su hija estaba muy segura y que los especialistas le dijeron que eso había ayudado a que se acelerara su recuperación.
"Para los niños, visitar un hospital varias veces los hace ansiosos y que tengan miedo, es el temor a lo desconocido", dice por su parte el doctor Varadarajan Kalidasan, el pediatra que operó a Josephine.
No pueden vocalizar, y algunas veces no entienden por qué tienen que pasar por ciertas situaciones. Utilizar este concepto de una mascota, un animal o un peluche, lo hace más impersonal, como si le estuviera pasando a alguien más y la ansiedad disminuye", agrega.
El éxito del libro persuadió a Sadler a ayudar a otros en la misma situación. Para pagar por la primera impresión de "Mono tiene una operación" (Monkey Has An Operation), su esposo organizó una caminata de 160km para recoger fondos.
Después, el Hospital Real Alexandra de Brighton le pidió que hiciera una segunda parte con "Mono tiene una prueba de sangre" (Monkey Has A Blood Test). Y lo siguiente fue una petición para que escribiera una historia para las escuelas que explicara cómo funciona el sistema de salud británico en el Reino Unido.
Ahora, el personaje forma parte del pensum de 19.000 colegios del país. El paquete incluye un libro guía, etiquetas, un afiche, una marioneta, una canción y un certificado que anima a los niños a ejercitarse y comer bien.
Sadler está produciendo más de 60 títulos y su siguiente proyecto es trabajar en el aspecto de la salud emocional y el bienestar, lo que confiesa ser bastante difícil.
"Estamos abordando temas complejos como Mono siendo testigo de abuso de alcohol, abuso doméstico, pobreza, o un ambiente en que papá y mamá se están gritando todo el tiempo o están muy ocupados, y el personaje logra salir de esas situaciones".
Fuente: BBC. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/07/140701_salud_testimonio_escritora_mono_gtg.shtml
La inglesa Helen Sadler dibujó la historia "El mono tiene una operación" cuando su hija Josephine tenía 18 meses y estaba a punto de ser sometida a una operación de pulmón.
Ahora, casi seis años después, el personaje forma parte del pénsum de libros de escuelas en el Reino Unido. El objetivo es ayudar a los niños a entender las situaciones que pueden encontrar en los hospitales, en las consultas del médico e incluso la vida.
También los motiva a llevar una vida saludable.
Todo empezó en 2007, cuando tras el escáner de ultrasonido de las 20 semanas de gestación a Sadler le dijeron que su bebé tenía una enfermedad hereditaria que consistía en la formación de quistes en los pulmones, y que la niña necesitaría de una operación grande a los 18 meses.
Pero, en la medida que fue preparando a Josephine para la sala de operaciones, Helen se dio cuenta que no habían muchos libros que explicaran a su hija lo que estaba sucediendo.
"Cuando fuimos a la cita preoperatorio, todo fue muy traumático y bastante aterrador", cuenta esta madre. "El hospital (en Brighton) tenía unas buenas fotografías que te explicaban todo el proceso, pero no te las podías llevar a casa". "Todo fue muy rápido y no podías absorber nada, y los niños estaban tan aterrados como los padres", agrega. Así que se basó en un juguete para dibujar a su personaje Mono y creó la historia de cómo este animal iba al hospital para una intervención.
"Esta historieta hecha a mano la tuvimos que haber leído cada día durante las tres o cuatro semanas previas (a la intervención). Para cuando llegó el día de la operación ella señalaba a las máquinas que hacían 'beep, beep, beep' y comentaba que era como en el cuento del mono".
Sadler cuenta que su hija estaba muy segura y que los especialistas le dijeron que eso había ayudado a que se acelerara su recuperación.
"Para los niños, visitar un hospital varias veces los hace ansiosos y que tengan miedo, es el temor a lo desconocido", dice por su parte el doctor Varadarajan Kalidasan, el pediatra que operó a Josephine.
No pueden vocalizar, y algunas veces no entienden por qué tienen que pasar por ciertas situaciones. Utilizar este concepto de una mascota, un animal o un peluche, lo hace más impersonal, como si le estuviera pasando a alguien más y la ansiedad disminuye", agrega.
El éxito del libro persuadió a Sadler a ayudar a otros en la misma situación. Para pagar por la primera impresión de "Mono tiene una operación" (Monkey Has An Operation), su esposo organizó una caminata de 160km para recoger fondos.
Después, el Hospital Real Alexandra de Brighton le pidió que hiciera una segunda parte con "Mono tiene una prueba de sangre" (Monkey Has A Blood Test). Y lo siguiente fue una petición para que escribiera una historia para las escuelas que explicara cómo funciona el sistema de salud británico en el Reino Unido.
Ahora, el personaje forma parte del pensum de 19.000 colegios del país. El paquete incluye un libro guía, etiquetas, un afiche, una marioneta, una canción y un certificado que anima a los niños a ejercitarse y comer bien.
Sadler está produciendo más de 60 títulos y su siguiente proyecto es trabajar en el aspecto de la salud emocional y el bienestar, lo que confiesa ser bastante difícil.
"Estamos abordando temas complejos como Mono siendo testigo de abuso de alcohol, abuso doméstico, pobreza, o un ambiente en que papá y mamá se están gritando todo el tiempo o están muy ocupados, y el personaje logra salir de esas situaciones".
Fuente: BBC. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/07/140701_salud_testimonio_escritora_mono_gtg.shtml
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martes, 8 de julio de 2014
Charlatanes, cascarrabias y Kansas
Hace dos años, Kansas se embarcó en un extraordinario experimento fiscal: rebajó drásticamente el impuesto sobre la renta sin tener ninguna idea clara de con qué sustituiría los ingresos perdidos. Sam Brownback, el gobernador, propuso la norma —en términos porcentuales, la mayor rebaja tributaria en un año aprobada nunca por un Estado— en estrecha colaboración con el economista Arthur Laffer. Y Brownback predijo que la bajada impulsaría un auge económico; “Fíjense en Texas”, proclamó.
Pero Kansas no va muy bien; de hecho, su economía se está quedando a la zaga tanto de los Estados vecinos como de Estados Unidos en general. Mientras tanto, el presupuesto del Estado se ha hundido en las profundidades del déficit, lo que ha hecho que Moody’s rebaje la calificación de su deuda. Hay en esto una lección importante, pero no es la que creen. Sí, el desastre de Kansas demuestra que las bajadas de impuestos no tienen poderes mágicos, pero eso ya lo sabíamos. La verdadera lección es el poder imperecedero que tienen las malas ideas, siempre que dichas ideas beneficien a la gente adecuada.
¿Por qué, después de todo, iba nadie a creer a estas alturas en la economía de la oferta, que afirma que las rebajas tributarias impulsan tanto la economía que se financian por sí solas, en gran medida o del todo? Esta doctrina se estrelló y ardió hace dos décadas, cuando casi toda la derecha —tras afirmar, engañosamente, que el rendimiento económico durante el mandato de Ronald Reagan validaba su doctrina— empezó a predecir que la subida de impuestos a los ricos por parte de Bill Clinton provocaría una recesión o incluso una depresión pura y dura. Lo que en realidad se produjo fue una expansión económica espectacular.
Y los liberales que han aceptado durante mucho tiempo la economía de la oferta y quienes la defienden no han sido los únicos que se han visto desacreditados por la experiencia. En 1998, en la primera edición de su muy vendido libro de texto sobre economía, el profesor de Harvard N. Gregory Mankiw —todo un republicano, y más tarde presidente del Consejo de Asesores Económicos de George W. Bush— escribía un párrafo muy famoso sobre el daño causado por los “charlatanes y cascarrabias”. En concreto, subrayaba la función desempeñada por “un pequeño grupo de economistas” que “aconsejaron al candidato presidencial Ronald Reagan que bajase de forma generalizada el impuesto sobre la renta para aumentar los ingresos tributarios”. Encabezando ese “pequeño grupo” se encontraba ni más ni menos que Art Laffer.
Y los defensores de la economía de la oferta, lejos de haber reparado su error después, han seguido equivocándose en los últimos años de forma tan grotesca como en la década de 1990. Por ejemplo, han pasado cinco años desde que Laffer nos avisó a los estadounidenses de que “podíamos esperar una rápida subida de los precios y unos tipos de interés muchísimo más altos en los próximos cuatro o cinco años”. Casi todos los de su bando le dieron la razón. Pero lo que hemos visto ha sido más bien poca inflación y unos tipos de interés más bajos que nunca.
De modo que ¿cómo han terminado los charlatanes y cascarrabias dictando las políticas de Kansas y, en menor medida, las de otros Estados? Sigamos el rastro del dinero.
La bajada de impuestos de Brownback no ha salido de la nada. Ha llegado tras un programa presentado por el Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo, o ALEC, que también ha respaldado una serie de estudios económicos cuyo propósito era demostrar que las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos fomentan un crecimiento económico rápido. Los estudios son tan malos que dan vergüenza ajena, y la Junta de Especialistas del consejo —a la que pertenecen Laffer y Stephen Moore, de la Fundación Heritage— no se ha mostrado muy entusiasta a la hora de darles credibilidad. Pero es lo bastante bueno para los que trabajan contra el Gobierno.
¿Y qué es el ALEC? Es un grupo secreto, financiado por grandes corporaciones, que elabora borradores de modelos de leyes para políticos conservadores de nivel estatal. Ed Pilkington, de The Guardian, que ha conseguido algunos documentos filtrados del ALEC, lo describe como “casi un servicio de citas entre políticos estatales, políticos elegidos para cargos locales y muchas de las mayores empresas de Estados Unidos”. Y, cómo no, la mayoría de los esfuerzos del ALEC van encaminados a la privatización, la liberalización y las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos.
Y me refiero exactamente a los ricos. El ALEC, a la vez que apoya las grandes rebajas del impuesto sobre la renta, pide que se aumenten los impuestos al consumo —cuyo peso recae especialmente en las familias con pocos ingresos— y que se reduzcan las ayudas basadas en la renta destinadas a las familias de clase trabajadora. De modo que su programa contempla bajarles los impuestos a los de arriba y subírselos a los de abajo, al tiempo que se recortan los servicios sociales...
Fuente:PAUL KRUGMAN 6 JUL 2014 - El País.
Pero Kansas no va muy bien; de hecho, su economía se está quedando a la zaga tanto de los Estados vecinos como de Estados Unidos en general. Mientras tanto, el presupuesto del Estado se ha hundido en las profundidades del déficit, lo que ha hecho que Moody’s rebaje la calificación de su deuda. Hay en esto una lección importante, pero no es la que creen. Sí, el desastre de Kansas demuestra que las bajadas de impuestos no tienen poderes mágicos, pero eso ya lo sabíamos. La verdadera lección es el poder imperecedero que tienen las malas ideas, siempre que dichas ideas beneficien a la gente adecuada.
¿Por qué, después de todo, iba nadie a creer a estas alturas en la economía de la oferta, que afirma que las rebajas tributarias impulsan tanto la economía que se financian por sí solas, en gran medida o del todo? Esta doctrina se estrelló y ardió hace dos décadas, cuando casi toda la derecha —tras afirmar, engañosamente, que el rendimiento económico durante el mandato de Ronald Reagan validaba su doctrina— empezó a predecir que la subida de impuestos a los ricos por parte de Bill Clinton provocaría una recesión o incluso una depresión pura y dura. Lo que en realidad se produjo fue una expansión económica espectacular.
Y los liberales que han aceptado durante mucho tiempo la economía de la oferta y quienes la defienden no han sido los únicos que se han visto desacreditados por la experiencia. En 1998, en la primera edición de su muy vendido libro de texto sobre economía, el profesor de Harvard N. Gregory Mankiw —todo un republicano, y más tarde presidente del Consejo de Asesores Económicos de George W. Bush— escribía un párrafo muy famoso sobre el daño causado por los “charlatanes y cascarrabias”. En concreto, subrayaba la función desempeñada por “un pequeño grupo de economistas” que “aconsejaron al candidato presidencial Ronald Reagan que bajase de forma generalizada el impuesto sobre la renta para aumentar los ingresos tributarios”. Encabezando ese “pequeño grupo” se encontraba ni más ni menos que Art Laffer.
Y los defensores de la economía de la oferta, lejos de haber reparado su error después, han seguido equivocándose en los últimos años de forma tan grotesca como en la década de 1990. Por ejemplo, han pasado cinco años desde que Laffer nos avisó a los estadounidenses de que “podíamos esperar una rápida subida de los precios y unos tipos de interés muchísimo más altos en los próximos cuatro o cinco años”. Casi todos los de su bando le dieron la razón. Pero lo que hemos visto ha sido más bien poca inflación y unos tipos de interés más bajos que nunca.
De modo que ¿cómo han terminado los charlatanes y cascarrabias dictando las políticas de Kansas y, en menor medida, las de otros Estados? Sigamos el rastro del dinero.
La bajada de impuestos de Brownback no ha salido de la nada. Ha llegado tras un programa presentado por el Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo, o ALEC, que también ha respaldado una serie de estudios económicos cuyo propósito era demostrar que las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos fomentan un crecimiento económico rápido. Los estudios son tan malos que dan vergüenza ajena, y la Junta de Especialistas del consejo —a la que pertenecen Laffer y Stephen Moore, de la Fundación Heritage— no se ha mostrado muy entusiasta a la hora de darles credibilidad. Pero es lo bastante bueno para los que trabajan contra el Gobierno.
¿Y qué es el ALEC? Es un grupo secreto, financiado por grandes corporaciones, que elabora borradores de modelos de leyes para políticos conservadores de nivel estatal. Ed Pilkington, de The Guardian, que ha conseguido algunos documentos filtrados del ALEC, lo describe como “casi un servicio de citas entre políticos estatales, políticos elegidos para cargos locales y muchas de las mayores empresas de Estados Unidos”. Y, cómo no, la mayoría de los esfuerzos del ALEC van encaminados a la privatización, la liberalización y las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos.
Y me refiero exactamente a los ricos. El ALEC, a la vez que apoya las grandes rebajas del impuesto sobre la renta, pide que se aumenten los impuestos al consumo —cuyo peso recae especialmente en las familias con pocos ingresos— y que se reduzcan las ayudas basadas en la renta destinadas a las familias de clase trabajadora. De modo que su programa contempla bajarles los impuestos a los de arriba y subírselos a los de abajo, al tiempo que se recortan los servicios sociales...
Fuente:PAUL KRUGMAN 6 JUL 2014 - El País.
lunes, 7 de julio de 2014
Austeridad letal
Varios libros coinciden en demostrar que el mito de los recortes como terapia eficaz contra la crisis es una falacia. ENRIQUE GIL CALVO
Los poderes opacos
Enrique Gil Calvo (Autor)
“Los poderes opacos” presenta un análisis crítico del régimen de austeridad imperante en la actualidad, que los gobiernos europeos han adoptado a partir del estallido de la crisis griega en 2010. Sus efectos, sin embargo, han sido contraproducentes, lo que ha provocado la recaída de toda Europa en una segunda recesión que afecta sobre todo a su periferia meridional. De ahí que, para prevenir la resistencia popular, indignada por los recortes del gasto público, la política de austeridad se haya aplicado en régimen de opacidad, velando estratégicamente sus verdaderas intenciones ocultas. Enrique Gil Calvo descubre esa cara oculta del poder y la política, hecha de corrupción, ineficacia y fraude, y propone una teoría de la opacidad del poder centrándose sobre todo en el ámbito de la comunicación política, a partir de la flagrante contradicción que suele presentarse entre el discurso público y lo que realmente se hace.
Colección: Alianza Ensayo. Páginas: 232. Publicación: Octubre 2013.
El final de la segunda recesión ha permitido al Gobierno español cantar victoria, asegurando que, gracias a la austeridad, ya se habría iniciado la recuperación. Para ello poco importa que el crecimiento sea ínfimo, el desempleo apenas descienda y se haya duplicado la deuda pública, con tal de presumir que la política de austeridad ha vencido a la crisis.
Pero en esto el Gobierno no está solo, pues también la UE, la OCDE y el propio FMI insisten en hacer del caso español un ejemplo del éxito que habría obtenido la austeridad como terapia anticrisis. Y de ser cierto, eso pondría fin al largo debate entre keynesianos y neoliberales acerca de cómo combatir las depresiones económicas, si con estímulos estatales para favorecer la demanda de consumo o con restricciones del gasto público para favorecer la oferta empresarial, habiéndose impuesto finalmente la tesis de la austeridad. ¿Cuánto hay de verdad en ello? ¿Estamos ante una demostración incontrovertible o se trata de pura propaganda política? He aquí cuatro libros recientes que coinciden en desmontar el mito de la austeridad como terapia eficaz.
Austeridad. Historia de una idea peligrosa. Mark Blyth. Crítica
Por qué la austeridad mata. El coste humano de las políticas de recorte. David Stuckler y Sanjay Basu. Taurus
La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal. Christian Laval y Pierre Dardot. Gedisa
La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neoliberal. Maurizio Lazzarato. Amorrou
Por otra parte, dos Premios Nobel de Economía han escrito y escriben contra el mito de la austeridad: Krugman y Stiglitz
Leer más aquí.
Los poderes opacos
Enrique Gil Calvo (Autor)
“Los poderes opacos” presenta un análisis crítico del régimen de austeridad imperante en la actualidad, que los gobiernos europeos han adoptado a partir del estallido de la crisis griega en 2010. Sus efectos, sin embargo, han sido contraproducentes, lo que ha provocado la recaída de toda Europa en una segunda recesión que afecta sobre todo a su periferia meridional. De ahí que, para prevenir la resistencia popular, indignada por los recortes del gasto público, la política de austeridad se haya aplicado en régimen de opacidad, velando estratégicamente sus verdaderas intenciones ocultas. Enrique Gil Calvo descubre esa cara oculta del poder y la política, hecha de corrupción, ineficacia y fraude, y propone una teoría de la opacidad del poder centrándose sobre todo en el ámbito de la comunicación política, a partir de la flagrante contradicción que suele presentarse entre el discurso público y lo que realmente se hace.
Colección: Alianza Ensayo. Páginas: 232. Publicación: Octubre 2013.
El final de la segunda recesión ha permitido al Gobierno español cantar victoria, asegurando que, gracias a la austeridad, ya se habría iniciado la recuperación. Para ello poco importa que el crecimiento sea ínfimo, el desempleo apenas descienda y se haya duplicado la deuda pública, con tal de presumir que la política de austeridad ha vencido a la crisis.
Pero en esto el Gobierno no está solo, pues también la UE, la OCDE y el propio FMI insisten en hacer del caso español un ejemplo del éxito que habría obtenido la austeridad como terapia anticrisis. Y de ser cierto, eso pondría fin al largo debate entre keynesianos y neoliberales acerca de cómo combatir las depresiones económicas, si con estímulos estatales para favorecer la demanda de consumo o con restricciones del gasto público para favorecer la oferta empresarial, habiéndose impuesto finalmente la tesis de la austeridad. ¿Cuánto hay de verdad en ello? ¿Estamos ante una demostración incontrovertible o se trata de pura propaganda política? He aquí cuatro libros recientes que coinciden en desmontar el mito de la austeridad como terapia eficaz.
Austeridad. Historia de una idea peligrosa. Mark Blyth. Crítica
Por qué la austeridad mata. El coste humano de las políticas de recorte. David Stuckler y Sanjay Basu. Taurus
La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal. Christian Laval y Pierre Dardot. Gedisa
La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neoliberal. Maurizio Lazzarato. Amorrou
Por otra parte, dos Premios Nobel de Economía han escrito y escriben contra el mito de la austeridad: Krugman y Stiglitz
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si me das a elegir,
Stiglitz
domingo, 6 de julio de 2014
El Gobierno se gasta en dos años todos los intereses de la hucha de las pensiones. El Ejecutivo saca otros 5.500 millones del fondo para pagar la extra de junio
El Gobierno se ha gastado en dos años todos los intereses obtenidos por el fondo de reserva desde su creación en 2000 para garantizar que se pagaban las prestaciones. De entonces hasta finales de 2013, los fondos depositados en la conocida como hucha de las pensiones han devengado unos intereses y rendimientos de 20.233 millones gracias a sus inversiones, que mayoritariamente se realizan en deuda pública, según los datos del departamento que dirige Fátima Báñez. Frente a esta cantidad, el Ejecutivo se ha visto obligado a emplear 24.150 millones de euros entre septiembre de 2012 y el recién acabado junio para seguir pagando las pensiones.
La última de las disposiciones autorizadas por el Gobierno, según ha explicado este miércoles el secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, ha sido de 5.500 millones. El dinero, ha añadido, se ha destinado a sufragar la paga extraordinaria de junio. Tras esta nueva aportación, el fondo cae a los 50.000 millones de euros, con lo que vuelve a los niveles de 2007, antes del desbordamiento de los problemas en el mercado laboral y la caída de los ingresos por cotizaciones.
En febrero, último dato publicado, el fondo ascendía a 54.269 millones de euros, 525 millones más que a cierre de 2013 gracias al cobro de los intereses. A este ritmo habría llegado a junio sobre los 55.500 millones de euros, antes de la nueva disposición del Gobierno. No obstante, hay que recordar que estas cifras corresponden al valor de los activos según el precio de compra. Por este motivo y dada la mejora de los mercados en los últimos meses, sobre todo en la deuda soberana, su precio actual supera a lo apuntado en libros, con lo que los recursos reales de la hucha serían superiores en caso de que decidiese convertir sus inversiones en liquidez.
Pese a que el ritmo de las disposiciones supera con mucho al de los ingresos, el secretario de Estado ha asegurado que la situación es de "absoluta tranquilidad", aunque ha reconocido que se precisan fondos adicionales. A este respecto, Burgos ha recordado que el sistema de pensiones, fruto de sendas reformas en los últimos años, no puede dotarse solamente de las cotizaciones sociales y de las aportaciones del Estado. Pese a ello, se ha mostrado confiado en que la necesidad de recurrir a la hucha sea cada vez menor. A ello ayudará que la factura ha moderado su crecimiento y, aunque sigue aumentando y ya está sobre los 8.000 millones de euros al mes, sube al menor ritmo en una década.
La disposición del fondo, ha remachado Burgos, debe interpretarse siempre desde "la más absoluta normalidad" y con la convicción de que "más pronto que tarde, esa situación de déficit en el sistema de Seguridad Social se reconduzca hacia cifras positivas para el sistema", ha reiterado. El secretario de Estado ha hecho estas declaraciones durante la rueda de prensa convocada para valorar los datos del paro y la afiliación a la Seguridad Social del mes de junio.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2014/07/02/actualidad/1404296632_230994.html
La última de las disposiciones autorizadas por el Gobierno, según ha explicado este miércoles el secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, ha sido de 5.500 millones. El dinero, ha añadido, se ha destinado a sufragar la paga extraordinaria de junio. Tras esta nueva aportación, el fondo cae a los 50.000 millones de euros, con lo que vuelve a los niveles de 2007, antes del desbordamiento de los problemas en el mercado laboral y la caída de los ingresos por cotizaciones.
En febrero, último dato publicado, el fondo ascendía a 54.269 millones de euros, 525 millones más que a cierre de 2013 gracias al cobro de los intereses. A este ritmo habría llegado a junio sobre los 55.500 millones de euros, antes de la nueva disposición del Gobierno. No obstante, hay que recordar que estas cifras corresponden al valor de los activos según el precio de compra. Por este motivo y dada la mejora de los mercados en los últimos meses, sobre todo en la deuda soberana, su precio actual supera a lo apuntado en libros, con lo que los recursos reales de la hucha serían superiores en caso de que decidiese convertir sus inversiones en liquidez.
Pese a que el ritmo de las disposiciones supera con mucho al de los ingresos, el secretario de Estado ha asegurado que la situación es de "absoluta tranquilidad", aunque ha reconocido que se precisan fondos adicionales. A este respecto, Burgos ha recordado que el sistema de pensiones, fruto de sendas reformas en los últimos años, no puede dotarse solamente de las cotizaciones sociales y de las aportaciones del Estado. Pese a ello, se ha mostrado confiado en que la necesidad de recurrir a la hucha sea cada vez menor. A ello ayudará que la factura ha moderado su crecimiento y, aunque sigue aumentando y ya está sobre los 8.000 millones de euros al mes, sube al menor ritmo en una década.
La disposición del fondo, ha remachado Burgos, debe interpretarse siempre desde "la más absoluta normalidad" y con la convicción de que "más pronto que tarde, esa situación de déficit en el sistema de Seguridad Social se reconduzca hacia cifras positivas para el sistema", ha reiterado. El secretario de Estado ha hecho estas declaraciones durante la rueda de prensa convocada para valorar los datos del paro y la afiliación a la Seguridad Social del mes de junio.
Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2014/07/02/actualidad/1404296632_230994.html
sábado, 5 de julio de 2014
Los centros públicos pierden más de 24.000 profesores en dos años
La caída del 4,75% en las plantillas afecta sobre todo a los docentes fijos
En enero de 2012 había 510.579 docentes, que han quedado en 486.331 en 2014
más aquí.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/02/actualidad/1404327607_918795.html
En enero de 2012 había 510.579 docentes, que han quedado en 486.331 en 2014
más aquí.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/07/02/actualidad/1404327607_918795.html
viernes, 4 de julio de 2014
Oporto
Ruta por Oporto. Del Café Majestic a la Fundación Serralves
Los días son tan luminosos que las fachadas de la Ribeira parecen haber sido recientemente pintadas. Rojos sobre todo, pero también amarillos y azules intensos. Otras lucen azulejos que les dan más singularidad. Terrazas, tabernas, buenos restaurantes con festines marinos, y las ropas tendidas como velas al viento. El río Duero bajo los puentes. El de Luis I (1886), por encima del muelle, todo de hierro y de dos pisos. El de María Pía (1877) o el de São João (1991), más reciente, fino, etéreo. En el de María Pía, Seyrig interpretó a Eiffel: un sueño largo, un tiovivo, un funambulismo seguro. Unos pilares junto al de Luis I nos recuerdan que allí estuvo otro anterior a todos estos, el puente Pênsil, que en 1841 sustituyó al puente de las Barcas.
Desde los muelles, desde el Postigo do Carvão, la única puerta monumental que se conserva de las 18 que tenía la muralla Fernandina (siglo XIV), observo el funicular dos Guindais, que sube hasta la Rua Augusto Rosa, es decir, va desde el muelle de la Ribeira hasta el barrio de Batalha. Oporto es dura de caminar, tiene cuestas por doquier. Ahora todo lo revisito. La Casa do Infante, donde supuestamente vino al mundo don Enrique el Navegante, y hoy es Archivo Histórico Municipal después de Casa de la Moneda o Aduana; el Mercado Ferreira Borges; el Palacio de la Bolsa; las iglesias de San Francisco y la de San Nicolás, una barroca y la otra de azulejos azules. Aparte de las vistas que se contemplan desde la plaza de la catedral, lo más interesante para mí de esta fortaleza medieval es el claustro de azulejería. En la plaza de la Libertad me entristece ver el antiguo Café Imperial convertido en un McDonald’s. Sin embargo, el Café Majestic resiste, apenas hay sitio para sentarse. Pocas veces he visto tantas mesas colocadas por metro cuadrado. Mejor esto que la comida basura. En la estación de San Bento me encuentro como en casa. Está igual que siempre. Paseo por ella como si lo hiciera, en viajes anteriores, con familiares que ya tomaron el tren sin retorno. Muy cerca entro en la Capilla de las Almas, un pequeño templo, también con fachada de azulejos que reproducen las vidas de san Francisco de Asís y santa Catalina. La Torre de los Clérigos es otro faro de la ciudad. Me sirve a mí de referencia, pero también lo era para los barcos que navegaban por el Duero.
En la plaza de Gomes Teixeira está la Universidad, la iglesia del Carmen, la librería Lello e Irmão y la Casa Oriental. A los dependientes de la librería, desbordados por los visitantes que no por los compradores de libros, les animo a que cobren la entrada. Harry Potter no les ha hecho nada bien (su autora, J. K. Rowling, vivió en la ciudad como profesora de inglés, y los turistas visitan la librería neogótica, de 1906, como uno de los lugares que inspiraron la estética de la saga juvenil). A este paso, las multitudes la derrumbarán. Ellos ponen cara de circunstancias. Me detengo tiempo viendo libros y seleccionando algunos para llevarme, pero la ola de gente me impide pararme todo el tiempo que quisiera. La escalera de madera labrada tiembla ante tanta masa como si estuviera poseída por la carcoma. ¡Ah!, qué maravilla cuando sólo estábamos los lectores. Hoy todo es espectáculo sin respeto. En la Casa Oriental, no sé cuánto tiempo durará aún, huelo el bacalao seco, las especias, el café y el chocolate que me gustaría tomar.
El libro más triste
El vecino jardín de João Chagas está dedicado a algunos poetas portugueses como, por ejemplo, Antonio Nobre, autor de So, para Pessoa el libro más triste de la literatura portuguesa, o no sé si incluso universal. Hay también varias esculturas de Jacobo Muñoz entre los plátanos centenarios. El jardín está flanqueado por tres grandes edificios. El Palacio de Justicia, de aires neorromanos; el Hospital de San Antonio, del siglo XVIII, y la antigua Cadeia da Relação (el tribunal de justicia y prisión), que hoy es el Centro Portugués de la Fotografía. El proyecto de rehabilitación fue preparado por los arquitectos Eduardo Soto Moura y Humberto Vieira. Aquí estuvieron presos Camilo Castelo Branco y Ana Plácido. Ambos estaban acusados de adulterio. Delante de lo que fue cárcel y ahora centro cultural se levanta una gran estatua del escritor portugués.
El Museo Nacional Soares dos Reis, un edificio del XVIII, contiene obras de arte muy interesantes. Un autorretrato de Aurelia de Souza (1866-1922) en rojo y azul y la escultura tremendamente inquietante de Antonio Teixeira Lopes Infancia de Caín. Muchos otros museos tiene Oporto, todos magníficos, pero el del tranvía es para mí siempre de visita obligada. Pura nostalgia, pura melancolía. ¡Cuántas vidas fueron en ellos de un lugar a otro! Ahora están vacíos, totalmente vacíos y abandonados ante nuestras miradas solitarias.
La Casa de la Música y la Fundación Serralves son dos edificios ejemplares de la arquitectura del siglo XXI. El primero, del arquitecto holandés Rem Koolhaas, un cubo muy aéreo y, a pesar del hormigón, muy transparente El segundo, del arquitecto portuense Álvaro Siza. Edificio de líneas rectas y muros blancos, con distintos desniveles y grandes ventanales que dan una iluminación rica. El museo tiene una magnífica colección de arte contemporáneo. Coincido con una exposición muy interesante para mí sobre los libros imposibles de los artistas. Libros de diversos materiales, no sólo en papel, sin escrituras o con escrituras ilegibles, pero, sobre todo, pintados en rojo, azul, verde, blanco.
La casa art déco, que está a pocos metros de distancia, es impresionante, al igual que los jardines. Pocas veces había entrado en un espacio así (en mis anteriores viajes estaba cerrada) y la sensación es grandiosa. El aire, el espacio y la luz como fuentes de vida. Además, se conservan también muebles de época, de los años veinte del pasado siglo. Las vistas desde los pasillos, escaleras y balcones interiores son tan majestuosas que no la hacen depender de esas otras vistas hacia el jardín exterior, tan inmenso y tan plácido. Vista interior intensa, vista exterior desmesurada. Un lugar extraordinario, sorprendente. No creo que en Europa (asolada por las guerras civiles) existan otras muchas muestras así. Jacques Émile Ruhlmann diseñó una obra perfecta que el tiempo ha engrandecido.
No puedo irme de Oporto sin visitar la tumba de Camilo Castelo Branco en el Prado do Repouso o Prado Longo, junto a la iglesia da Lapa, de aire masón, con un altar salomónico. La tumba es un pequeño nicho en lo más alto. Demasiado para un suicida en un cementerio católico. Solo pone su nombre. Hay una rama de laurel en bronce con motivo de uno de los centenarios. El cementerio es pequeño, como de pueblo, repleto de panteones. Los ataúdes no están tapados, sino a la vista, se exhiben como la última instalación de arte moderno de la que formaremos parte en la vida. Entre tanta muerte, recuerdo a la muchacha que acabo de ver paseando a sus dálmatas por la Rua dos Carmelitas. Me sonrió, y esa sonrisa vale por todos estos muertos, incluido Camilo; a él también le hubiera gustado este gesto de vida. “Como el lirio entre los cardos, / así mi amada entre las mozas”, dice El cantar de los cantares. Libro más santo, imposible.
De regreso a A Coruña me desvío en Vila Nova de Famalicão para de allí ir a São Miguel de Seide, un pequeño pueblo donde está la casa que habitó Camilo con Ana. La levantó Pinheiro Alves, el esposo de Ana, en el año 1830, con el dinero ahorrado en Brasil. En el invierno de 1863 se instaló allí el novelista tras la muerte del antiguo propietario, producida, en parte, por el disgusto que le había causado la absolución de los adúlteros. Desde esa fecha vivió allí el novelista con su familia hasta el 1 de junio de 1890, cuando se pegó un tiro. Una casa donde escribió gran parte de su obra, pero también donde vivió muchas desgracias. La muerte de su hijastro, con quien estaba muy unido; la locura de Jorge y las ruinas económicas de Nuno, ambos nacidos de la relación con Ana. Pero quizá lo peor de todo fue que aquella pasión amorosa, contra todos y contra todo, naufragó con los años de convivencia. Ana también era escritora, y sus celos eran producto de las reiteradas infidelidades, pero también intelectuales. Las fotos, ambos ya mayores, reflejan ese amor transformado casi en odio y desesperación. La casa del autor de Amor de perdición ardió en 1915 y varios años después fue reconstruida. En ella están las estancias habituales, las habitaciones, los salones, el gran despacho donde trabajaba y las estanterías con libros, sobre todo de autores franceses. Su dormitorio era muy austero, aún se conservan sombreros y bastones suyos. En la mecedora fue donde se pegó el tiro. Apenas veía y acababa de ser visitado por el médico amigo. La agonía le duró varias horas. Durante años escribió de pie. Camilo buscó el amor por doquier, frenéticamente, pero no fue feliz, como la mayor parte de los protagonistas de sus novelas. Onde está a felicidade? es el título de una de sus obras. ¿Quién lo sabe? Esta casa rezuma tristeza y dramatismo. La gloria a veces es una pesada carga.
Paso por Ponte de Lima, el río del olvido, y allí me incorporo a la legión de Decio Junio Bruto.
» César Antonio Molina, en El País de los Viajes.
Postres para este mes en el restaurante de la Casa de la Música, aquí. Y me permito recomendar el restaurante de la fundación Serralves, en especial su bufet y el de postres.
Los días son tan luminosos que las fachadas de la Ribeira parecen haber sido recientemente pintadas. Rojos sobre todo, pero también amarillos y azules intensos. Otras lucen azulejos que les dan más singularidad. Terrazas, tabernas, buenos restaurantes con festines marinos, y las ropas tendidas como velas al viento. El río Duero bajo los puentes. El de Luis I (1886), por encima del muelle, todo de hierro y de dos pisos. El de María Pía (1877) o el de São João (1991), más reciente, fino, etéreo. En el de María Pía, Seyrig interpretó a Eiffel: un sueño largo, un tiovivo, un funambulismo seguro. Unos pilares junto al de Luis I nos recuerdan que allí estuvo otro anterior a todos estos, el puente Pênsil, que en 1841 sustituyó al puente de las Barcas.
Desde los muelles, desde el Postigo do Carvão, la única puerta monumental que se conserva de las 18 que tenía la muralla Fernandina (siglo XIV), observo el funicular dos Guindais, que sube hasta la Rua Augusto Rosa, es decir, va desde el muelle de la Ribeira hasta el barrio de Batalha. Oporto es dura de caminar, tiene cuestas por doquier. Ahora todo lo revisito. La Casa do Infante, donde supuestamente vino al mundo don Enrique el Navegante, y hoy es Archivo Histórico Municipal después de Casa de la Moneda o Aduana; el Mercado Ferreira Borges; el Palacio de la Bolsa; las iglesias de San Francisco y la de San Nicolás, una barroca y la otra de azulejos azules. Aparte de las vistas que se contemplan desde la plaza de la catedral, lo más interesante para mí de esta fortaleza medieval es el claustro de azulejería. En la plaza de la Libertad me entristece ver el antiguo Café Imperial convertido en un McDonald’s. Sin embargo, el Café Majestic resiste, apenas hay sitio para sentarse. Pocas veces he visto tantas mesas colocadas por metro cuadrado. Mejor esto que la comida basura. En la estación de San Bento me encuentro como en casa. Está igual que siempre. Paseo por ella como si lo hiciera, en viajes anteriores, con familiares que ya tomaron el tren sin retorno. Muy cerca entro en la Capilla de las Almas, un pequeño templo, también con fachada de azulejos que reproducen las vidas de san Francisco de Asís y santa Catalina. La Torre de los Clérigos es otro faro de la ciudad. Me sirve a mí de referencia, pero también lo era para los barcos que navegaban por el Duero.
En la plaza de Gomes Teixeira está la Universidad, la iglesia del Carmen, la librería Lello e Irmão y la Casa Oriental. A los dependientes de la librería, desbordados por los visitantes que no por los compradores de libros, les animo a que cobren la entrada. Harry Potter no les ha hecho nada bien (su autora, J. K. Rowling, vivió en la ciudad como profesora de inglés, y los turistas visitan la librería neogótica, de 1906, como uno de los lugares que inspiraron la estética de la saga juvenil). A este paso, las multitudes la derrumbarán. Ellos ponen cara de circunstancias. Me detengo tiempo viendo libros y seleccionando algunos para llevarme, pero la ola de gente me impide pararme todo el tiempo que quisiera. La escalera de madera labrada tiembla ante tanta masa como si estuviera poseída por la carcoma. ¡Ah!, qué maravilla cuando sólo estábamos los lectores. Hoy todo es espectáculo sin respeto. En la Casa Oriental, no sé cuánto tiempo durará aún, huelo el bacalao seco, las especias, el café y el chocolate que me gustaría tomar.
El libro más triste
El vecino jardín de João Chagas está dedicado a algunos poetas portugueses como, por ejemplo, Antonio Nobre, autor de So, para Pessoa el libro más triste de la literatura portuguesa, o no sé si incluso universal. Hay también varias esculturas de Jacobo Muñoz entre los plátanos centenarios. El jardín está flanqueado por tres grandes edificios. El Palacio de Justicia, de aires neorromanos; el Hospital de San Antonio, del siglo XVIII, y la antigua Cadeia da Relação (el tribunal de justicia y prisión), que hoy es el Centro Portugués de la Fotografía. El proyecto de rehabilitación fue preparado por los arquitectos Eduardo Soto Moura y Humberto Vieira. Aquí estuvieron presos Camilo Castelo Branco y Ana Plácido. Ambos estaban acusados de adulterio. Delante de lo que fue cárcel y ahora centro cultural se levanta una gran estatua del escritor portugués.
El Museo Nacional Soares dos Reis, un edificio del XVIII, contiene obras de arte muy interesantes. Un autorretrato de Aurelia de Souza (1866-1922) en rojo y azul y la escultura tremendamente inquietante de Antonio Teixeira Lopes Infancia de Caín. Muchos otros museos tiene Oporto, todos magníficos, pero el del tranvía es para mí siempre de visita obligada. Pura nostalgia, pura melancolía. ¡Cuántas vidas fueron en ellos de un lugar a otro! Ahora están vacíos, totalmente vacíos y abandonados ante nuestras miradas solitarias.
La Casa de la Música y la Fundación Serralves son dos edificios ejemplares de la arquitectura del siglo XXI. El primero, del arquitecto holandés Rem Koolhaas, un cubo muy aéreo y, a pesar del hormigón, muy transparente El segundo, del arquitecto portuense Álvaro Siza. Edificio de líneas rectas y muros blancos, con distintos desniveles y grandes ventanales que dan una iluminación rica. El museo tiene una magnífica colección de arte contemporáneo. Coincido con una exposición muy interesante para mí sobre los libros imposibles de los artistas. Libros de diversos materiales, no sólo en papel, sin escrituras o con escrituras ilegibles, pero, sobre todo, pintados en rojo, azul, verde, blanco.
La casa art déco, que está a pocos metros de distancia, es impresionante, al igual que los jardines. Pocas veces había entrado en un espacio así (en mis anteriores viajes estaba cerrada) y la sensación es grandiosa. El aire, el espacio y la luz como fuentes de vida. Además, se conservan también muebles de época, de los años veinte del pasado siglo. Las vistas desde los pasillos, escaleras y balcones interiores son tan majestuosas que no la hacen depender de esas otras vistas hacia el jardín exterior, tan inmenso y tan plácido. Vista interior intensa, vista exterior desmesurada. Un lugar extraordinario, sorprendente. No creo que en Europa (asolada por las guerras civiles) existan otras muchas muestras así. Jacques Émile Ruhlmann diseñó una obra perfecta que el tiempo ha engrandecido.
No puedo irme de Oporto sin visitar la tumba de Camilo Castelo Branco en el Prado do Repouso o Prado Longo, junto a la iglesia da Lapa, de aire masón, con un altar salomónico. La tumba es un pequeño nicho en lo más alto. Demasiado para un suicida en un cementerio católico. Solo pone su nombre. Hay una rama de laurel en bronce con motivo de uno de los centenarios. El cementerio es pequeño, como de pueblo, repleto de panteones. Los ataúdes no están tapados, sino a la vista, se exhiben como la última instalación de arte moderno de la que formaremos parte en la vida. Entre tanta muerte, recuerdo a la muchacha que acabo de ver paseando a sus dálmatas por la Rua dos Carmelitas. Me sonrió, y esa sonrisa vale por todos estos muertos, incluido Camilo; a él también le hubiera gustado este gesto de vida. “Como el lirio entre los cardos, / así mi amada entre las mozas”, dice El cantar de los cantares. Libro más santo, imposible.
De regreso a A Coruña me desvío en Vila Nova de Famalicão para de allí ir a São Miguel de Seide, un pequeño pueblo donde está la casa que habitó Camilo con Ana. La levantó Pinheiro Alves, el esposo de Ana, en el año 1830, con el dinero ahorrado en Brasil. En el invierno de 1863 se instaló allí el novelista tras la muerte del antiguo propietario, producida, en parte, por el disgusto que le había causado la absolución de los adúlteros. Desde esa fecha vivió allí el novelista con su familia hasta el 1 de junio de 1890, cuando se pegó un tiro. Una casa donde escribió gran parte de su obra, pero también donde vivió muchas desgracias. La muerte de su hijastro, con quien estaba muy unido; la locura de Jorge y las ruinas económicas de Nuno, ambos nacidos de la relación con Ana. Pero quizá lo peor de todo fue que aquella pasión amorosa, contra todos y contra todo, naufragó con los años de convivencia. Ana también era escritora, y sus celos eran producto de las reiteradas infidelidades, pero también intelectuales. Las fotos, ambos ya mayores, reflejan ese amor transformado casi en odio y desesperación. La casa del autor de Amor de perdición ardió en 1915 y varios años después fue reconstruida. En ella están las estancias habituales, las habitaciones, los salones, el gran despacho donde trabajaba y las estanterías con libros, sobre todo de autores franceses. Su dormitorio era muy austero, aún se conservan sombreros y bastones suyos. En la mecedora fue donde se pegó el tiro. Apenas veía y acababa de ser visitado por el médico amigo. La agonía le duró varias horas. Durante años escribió de pie. Camilo buscó el amor por doquier, frenéticamente, pero no fue feliz, como la mayor parte de los protagonistas de sus novelas. Onde está a felicidade? es el título de una de sus obras. ¿Quién lo sabe? Esta casa rezuma tristeza y dramatismo. La gloria a veces es una pesada carga.
Paso por Ponte de Lima, el río del olvido, y allí me incorporo a la legión de Decio Junio Bruto.
» César Antonio Molina, en El País de los Viajes.
Guía
Visitas
» Fundación Serralves (www.serralves.pt). Rua João de Castro, 210
» Museu Soares dos Reis (www.museusoaresdosreis.pt). Rua D. Manuel II.
» Centro Portugués de Fotografía (www.cpf.pt). Largo Amor de Perdição.
» Librería Lello e Irmão. Rua das Carmelitas, 144.
» Casa da Música (www.casadamusica.com). Avenida da Boavista, 604-610.
Información
» Oficina de turismo de Oporto (www.visitporto.travel).
Fuente: http://elviajero.elpais.com/elviajero/2014/06/26/actualidad/1403778649_462703.htmlPostres para este mes en el restaurante de la Casa de la Música, aquí. Y me permito recomendar el restaurante de la fundación Serralves, en especial su bufet y el de postres.
jueves, 3 de julio de 2014
“Hay que enfrentarse a los miedos para evitar ser sus prisioneros”
El filósofo José Antonio Marina, autor de ‘Los miedos y el aprendizaje de la valentía’, reclama que se enseñe a los niños a manejar las emociones
El filósofo José Antonio Marina (Toledo, 1939) lo explica en su libro Los miedos y el aprendizaje de la valentía (Ariel), en el que se recoge un estudio de los diferentes tipos de miedos que existe desde la infancia a la madurez. Marina es partidario de la educación emocional para que el niño adquiera buenos hábitos y sepa manejar las emociones. “Existen miedos que no son malos porque nos avisan del peligro y nos sirven de ayuda y en cambio hay otros que nos obstaculizan y perjudican el desarrollo personal. Estos últimos son nuestros enemigos y hay que declararles la guerra y enfrentarse a ellos para evitar que nos hagan sus prisioneros”, puntualiza el escritor.
En la infancia es frecuente que aparezcan los miedos una vez que desaparece la luz, en otras ocasiones los adultos los transmitimos casi sin darnos cuenta. “Los miedos se copian, los adultos tratan de no transmitirlos pero los más pequeños aprenden de aquello que les narramos en los cuentos, de lo que ven en las imágenes de televisión o en los juegos de Internet. Los adultos tratan de ser demasiado protectores y esa sobreprotección impide que aprendan a enfrentarse a situaciones de verdadero peligro”, señala el profesor.
El miedo, según Marina, “nos impide disfrutar de las cosas, tomar decisiones e incluso nos llega a paralizar el corazón. A los niños hay que acompañarles y enseñarles a superarlo porque el miedo nos muestra el camino al peligro. Hay que tener en cuenta que hay peligros reales y otros irreales, los que crea la mente, que nos pueden llevar a la angustia y resultar destructivos para el ser humano”. En el libro, el autor traza una especie de mapa de los miedos y enseña cuáles son y el modo para enfrentarse a ellos o cómo nos gustaría plantarles cara.
Este catedrático, que ha dedicado muchos años a investigar sobre la inteligencia y los mecanismos de la creatividad, confiesa no haber sido miedoso nunca. De niño vivía en un gran caserón en Toledo por lo que tenía que atravesar largos pasillos y escaleras interminables para ir de un lugar a otro de la vivienda. Recorrerlos en la oscuridad resultaba algo normal para él. “Los niños de mi época teníamos menos miedos que ahora. Vivíamos en la calle porque los árboles, las piedras o las murallas eran nuestros lugares de juego y nunca veíamos el peligro. Ahora, los más pequeños tienen una protección exagerada y eso les hace más vulnerables”. El filósofo, autor de una numerosa bibliografía, propone en su libro crear un proyecto para vivir con valentía y explica los métodos que existen para enfrentarse a los miedos en la infancia y la adolescencia. El trabajo de Marina va acompañado de un cuaderno para que los más pequeños jueguen con él y hagan de los monstruos sus amigos.
Fuente: El País. http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/13/actualidad/1399979494_788433.html
El filósofo José Antonio Marina (Toledo, 1939) lo explica en su libro Los miedos y el aprendizaje de la valentía (Ariel), en el que se recoge un estudio de los diferentes tipos de miedos que existe desde la infancia a la madurez. Marina es partidario de la educación emocional para que el niño adquiera buenos hábitos y sepa manejar las emociones. “Existen miedos que no son malos porque nos avisan del peligro y nos sirven de ayuda y en cambio hay otros que nos obstaculizan y perjudican el desarrollo personal. Estos últimos son nuestros enemigos y hay que declararles la guerra y enfrentarse a ellos para evitar que nos hagan sus prisioneros”, puntualiza el escritor.
En la infancia es frecuente que aparezcan los miedos una vez que desaparece la luz, en otras ocasiones los adultos los transmitimos casi sin darnos cuenta. “Los miedos se copian, los adultos tratan de no transmitirlos pero los más pequeños aprenden de aquello que les narramos en los cuentos, de lo que ven en las imágenes de televisión o en los juegos de Internet. Los adultos tratan de ser demasiado protectores y esa sobreprotección impide que aprendan a enfrentarse a situaciones de verdadero peligro”, señala el profesor.
El miedo, según Marina, “nos impide disfrutar de las cosas, tomar decisiones e incluso nos llega a paralizar el corazón. A los niños hay que acompañarles y enseñarles a superarlo porque el miedo nos muestra el camino al peligro. Hay que tener en cuenta que hay peligros reales y otros irreales, los que crea la mente, que nos pueden llevar a la angustia y resultar destructivos para el ser humano”. En el libro, el autor traza una especie de mapa de los miedos y enseña cuáles son y el modo para enfrentarse a ellos o cómo nos gustaría plantarles cara.
Este catedrático, que ha dedicado muchos años a investigar sobre la inteligencia y los mecanismos de la creatividad, confiesa no haber sido miedoso nunca. De niño vivía en un gran caserón en Toledo por lo que tenía que atravesar largos pasillos y escaleras interminables para ir de un lugar a otro de la vivienda. Recorrerlos en la oscuridad resultaba algo normal para él. “Los niños de mi época teníamos menos miedos que ahora. Vivíamos en la calle porque los árboles, las piedras o las murallas eran nuestros lugares de juego y nunca veíamos el peligro. Ahora, los más pequeños tienen una protección exagerada y eso les hace más vulnerables”. El filósofo, autor de una numerosa bibliografía, propone en su libro crear un proyecto para vivir con valentía y explica los métodos que existen para enfrentarse a los miedos en la infancia y la adolescencia. El trabajo de Marina va acompañado de un cuaderno para que los más pequeños jueguen con él y hagan de los monstruos sus amigos.
Fuente: El País. http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/13/actualidad/1399979494_788433.html
miércoles, 2 de julio de 2014
Enseñar en tiempos de desesperanza
En la vida y en la política hay que saber distinguir entre hacerse ilusiones y tener ilusiones, lo que implica partir del principio de realidad y de una actitud activa de pelear por cambiarla. Cuando acaba el curso escolar en el que se ha aprobado la LOMCE, en un año más de dura crisis, es necesario reflexionar. Porque si no lo hacemos sobre nuestra práctica y sobre la situación en general, difícilmente lograremos entender lo que pasa y, menos aún, buscar soluciones para mejorar.
Un reto de la escuela siempre ha sido conseguir la motivación del alumnado hacia el aprendizaje. Ésta no es otra cosa que encender un pequeño fuego en la curiosidad de los niños y las niñas, e ir alimentándolo con hojas secas y ramitas para que no se apague. A veces se consigue conectando con sus intereses, otras con el amor al conocimiento en sí mismo, con el sapere aude, atrévete a saber. En educación secundaria se utilizan estímulos más “prácticos” como la expectativa de conseguir un mejor futuro laboral, la retribución o el reconocimiento profesional. Es el reclamo del llamado ascensor social.
En estos tiempos de crisis y de políticas conservadoras, lo malo no es solo que te quiten los derechos, e incluso las libertades; lo peor es que te roben los sueños. Son tiempos de desesperanza, las promesas de un mejor futuro tienen poca credibilidad y es más difícil que nunca motivar. Los ejemplos de personas conocidas con un alto nivel de estudios que están sin trabajo o se han tenido que ir fuera del país, tienen un efecto demoledor. Más aún en los barrios humildes y populares, donde el paro y las dificultades económicas azotan a las familias.
Contra el desánimo, lo único que podemos hacer es echar la mayor energía docente, utilizar metodologías apropiadas, mucho apoyo familiar, mucho afecto y confianza en el alumnado. En relación a esto último, quiero recordar una anécdota que refleja hasta qué punto es importante la labor del profesorado y la siembra de conocimientos, valores y confianzas.
En la celebración del veinticinco aniversario de mi antiguo instituto de Fuenlabrada, hubo una intervención memorable de una antigua alumna, hoy ciudadana de plena conciencia. Contó dos historias paralelas, la de una familia humilde, numerosa, que había emigrado allí y la de una persona: su familia y su historia personal. Habló de cómo se había roto el determinismo que, según los estudios sociológicos, la colocaban en un destino de trabajos no cualificados, embarazos adolescentes, tonteo con las drogas, botellón, etc.
Hoy esta persona es licenciada universitaria, con un máster, con el doctorado a punto de acabar, con amplia experiencia profesional, investigadora para la Universidad, conferenciante, ha recorrido medio mundo y un largo etcétera de méritos. Y las razones por las que, según ella, fracasaron estrepitosamente las estadísticas fueron: la familia, la educación pública y las políticas públicas en general (juventud, deporte…) del Ayuntamiento.
Por eso, añadía, que cuando la preguntan qué ha sido para ella la educación pública y si instituto solo podía responder: todo. Porque no es cierto que las personas solas se hagan a sí mismas: los padres y madres, los profesores, las personas en general ayudamos a desarrollar personas. Y nosotros somos como somos, porque centenares de personas han pasado por nuestra vida dejando su huella.
Esta alumna acabó su intervención pidiendo a las autoridades que mantengan las políticas públicas e inviertan más en ellas. A los profesores, que sepan que siempre siembran aunque duden y que sean un referente en momentos de pánico existencial. A las familias que les apoyen en los buenos y en los malos momentos. A los estudiantes que tengan confianza en ellos mismos, que sean constantes y pacientes, que sepan que pueden conseguir todo lo que se propongan, Y el último mensaje a todos: “que lo más bonito que se puede decir a una persona no es “te quiero”, sino “Creo en ti”. Con estas cosas el profesorado estamos más que pagados, aunque la administración educativa no nos reconozca el trabajo, nos suba la jornada y las ratios de alumnos y nos baje el salario desde hace años.
El desánimo no se combate negando una realidad incontestable de paro, precariedad, subida de tasas, reducción de becas e intento de privatizar y convertir en enseñanza de élite la universidad. Pero habrá que seguir intentando levantar el ánimo de los chicos y colocarles ante su responsabilidad individual y colectiva. Viene al caso aquella fábula que contaba que cuando la selva se quemaba entre grandes llamas, un minúsculo colibrí hacía viajes continuos del río al incendio, que sobrevolaba dejando caer cada vez una gota de agua de su pico. El resto de los animales que había logrado ponerse a salvo se reían de él. El colibrí muy serio les contestó: “Yo hago mi parte”.
Si todos y todas hiciéramos nuestra parte, las cosas nos irían mejor a cada uno y a la colectividad. Pero para ello hay que levantarse cada mañana con un afán y tener una visión global del mundo. Y saber que para mejorar la escuela hay que cambiar la sociedad, pero que no es posible mejorar la sociedad sin cambiar la escuela.
Agustín Moreno. Cuarto Poder
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/ensenar-en-tiempos-de-desesperanza/527
Un reto de la escuela siempre ha sido conseguir la motivación del alumnado hacia el aprendizaje. Ésta no es otra cosa que encender un pequeño fuego en la curiosidad de los niños y las niñas, e ir alimentándolo con hojas secas y ramitas para que no se apague. A veces se consigue conectando con sus intereses, otras con el amor al conocimiento en sí mismo, con el sapere aude, atrévete a saber. En educación secundaria se utilizan estímulos más “prácticos” como la expectativa de conseguir un mejor futuro laboral, la retribución o el reconocimiento profesional. Es el reclamo del llamado ascensor social.
En estos tiempos de crisis y de políticas conservadoras, lo malo no es solo que te quiten los derechos, e incluso las libertades; lo peor es que te roben los sueños. Son tiempos de desesperanza, las promesas de un mejor futuro tienen poca credibilidad y es más difícil que nunca motivar. Los ejemplos de personas conocidas con un alto nivel de estudios que están sin trabajo o se han tenido que ir fuera del país, tienen un efecto demoledor. Más aún en los barrios humildes y populares, donde el paro y las dificultades económicas azotan a las familias.
Contra el desánimo, lo único que podemos hacer es echar la mayor energía docente, utilizar metodologías apropiadas, mucho apoyo familiar, mucho afecto y confianza en el alumnado. En relación a esto último, quiero recordar una anécdota que refleja hasta qué punto es importante la labor del profesorado y la siembra de conocimientos, valores y confianzas.
En la celebración del veinticinco aniversario de mi antiguo instituto de Fuenlabrada, hubo una intervención memorable de una antigua alumna, hoy ciudadana de plena conciencia. Contó dos historias paralelas, la de una familia humilde, numerosa, que había emigrado allí y la de una persona: su familia y su historia personal. Habló de cómo se había roto el determinismo que, según los estudios sociológicos, la colocaban en un destino de trabajos no cualificados, embarazos adolescentes, tonteo con las drogas, botellón, etc.
Hoy esta persona es licenciada universitaria, con un máster, con el doctorado a punto de acabar, con amplia experiencia profesional, investigadora para la Universidad, conferenciante, ha recorrido medio mundo y un largo etcétera de méritos. Y las razones por las que, según ella, fracasaron estrepitosamente las estadísticas fueron: la familia, la educación pública y las políticas públicas en general (juventud, deporte…) del Ayuntamiento.
Por eso, añadía, que cuando la preguntan qué ha sido para ella la educación pública y si instituto solo podía responder: todo. Porque no es cierto que las personas solas se hagan a sí mismas: los padres y madres, los profesores, las personas en general ayudamos a desarrollar personas. Y nosotros somos como somos, porque centenares de personas han pasado por nuestra vida dejando su huella.
Esta alumna acabó su intervención pidiendo a las autoridades que mantengan las políticas públicas e inviertan más en ellas. A los profesores, que sepan que siempre siembran aunque duden y que sean un referente en momentos de pánico existencial. A las familias que les apoyen en los buenos y en los malos momentos. A los estudiantes que tengan confianza en ellos mismos, que sean constantes y pacientes, que sepan que pueden conseguir todo lo que se propongan, Y el último mensaje a todos: “que lo más bonito que se puede decir a una persona no es “te quiero”, sino “Creo en ti”. Con estas cosas el profesorado estamos más que pagados, aunque la administración educativa no nos reconozca el trabajo, nos suba la jornada y las ratios de alumnos y nos baje el salario desde hace años.
El desánimo no se combate negando una realidad incontestable de paro, precariedad, subida de tasas, reducción de becas e intento de privatizar y convertir en enseñanza de élite la universidad. Pero habrá que seguir intentando levantar el ánimo de los chicos y colocarles ante su responsabilidad individual y colectiva. Viene al caso aquella fábula que contaba que cuando la selva se quemaba entre grandes llamas, un minúsculo colibrí hacía viajes continuos del río al incendio, que sobrevolaba dejando caer cada vez una gota de agua de su pico. El resto de los animales que había logrado ponerse a salvo se reían de él. El colibrí muy serio les contestó: “Yo hago mi parte”.
Si todos y todas hiciéramos nuestra parte, las cosas nos irían mejor a cada uno y a la colectividad. Pero para ello hay que levantarse cada mañana con un afán y tener una visión global del mundo. Y saber que para mejorar la escuela hay que cambiar la sociedad, pero que no es posible mejorar la sociedad sin cambiar la escuela.
Agustín Moreno. Cuarto Poder
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/ensenar-en-tiempos-de-desesperanza/527
martes, 1 de julio de 2014
lunes, 30 de junio de 2014
Con los niños no se juega. La infancia es el sector que más acusa los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene para defenderse
Podría publicar el mismo artículo que escribí hace dos años. Sólo tendría que cambiar alguna cifra. Por ejemplo, que en 2012 Unicef alertó de que dos millones de niños en España vivían bajo el umbral de la pobreza y ahora, en el nuevo informe que ha visto la luz esta semana, el número ha ascendido a dos millones trescientos mil niños. Las cifras hay que meditarlas, porque tienen alma, en este caso, doscientas mil almas más, con nombres y apellidos, niños que padecen la pobreza del primer mundo, que puede traducirse en que no están bien alimentados, pasan frío en invierno, no pueden incorporarse a ciertas actividades escolares por no tener dinero para afrontarlas y se ven expulsados, poco a poco, de la infancia que disfrutan sus compañeros. Son niños condenados a la exclusión social. Mientras habitan los años de la infancia son casi invisibles a nuestros ojos, su padecimiento no perturba la convivencia y, por tanto, no suelen asomar la naricilla en los discursos políticos. Pero la infancia es un tiempo limitado, los niños se convierten en adolescentes, luego en hombres y mujeres, que si antes no se remedia, recordarán con su comportamiento a la sociedad el olvido y la penuria a que fueron sometidos en el primer capítulo de sus vidas.
Todo esto se dijo, se dijo hace dos años. Esta semana lo ha vuelto a repetir Carmelo Angulo, el presidente de Unicef en España. En aquel entonces se entregó un informe a los medios y a algunos cronistas que desde siempre (aun sabiendo que no es el tipo de personaje que hace subir un artículo a la lista de los más leídos) dejamos que los niños habiten nuestras columnas, y las organizaciones humanitarias lo saben, son muy conscientes de que los críos ocupan poco espacio en el debate político español. Se nos explicó, porque somos duros de entendederas y queremos titulares llamativos, qué es lo que se quiere decir cuando se habla de miseria en un país europeo, que no es lo mismo que hablar de pobreza en un país pobre. Se señaló que la infancia era y es el sector de la población que más está acusando los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene siempre para defenderse. Se advirtió, en primer lugar, de su penuria presente; en segundo, de las consecuencias sociales que en un futuro no tan lejano devendrían de esa exclusión. No recuerdo si entonces se relacionó el informe con la caída de la natalidad en España, pero dado que esta semana han vuelto a aparecer los datos de ese descenso y del pronóstico aterrador de convertirnos en un país estancado en la vejez, lo hago ahora: no se tienen hijos por miedo a no poder criarlos y educarlos como merecen.
Se pidió hace dos años al Gobierno que abordara un pacto de Estado para la infancia. Pero no se ha hecho. ¿Quién tiene la responsabilidad de que no se haga frente a ese problema de primer orden? Todos los que nos representan. Unos tienen el poder, y otros tienen la capacidad de influir y presionar. Y de alguna manera también nosotros, los que opinamos y opinamos y sobreopinamos, los profesionales de esto y el propio público que opina y sobreopina, porque con preocupante frecuencia nos dejamos seducir y arrastrar por debates que nos permiten lucirnos ideológicamente, que nos ayudan a definirnos, a sacar pecho y a expresar una preocupación impostada sobre asuntos que de ninguna manera son los más urgentes. En estos días, una de esas noticias preocupantes que no aspiraba a la primera plana de nuestra íntima selección de reivindicaciones era la perspectiva de un verano con los comedores escolares cerrados. Por fortuna, hay siempre personas que trabajan calladamente mientras los demás expresamos nuestra sagrada indignación. Por ejemplo, los padres y los trabajadores de la escuela infantil Las Nubes han paralizado el concurso que el Ayuntamiento de Madrid había abierto para la gestión de este centro. ¿A quién se está concediendo por sistema la organización de las escuelas? No a las cooperativas de educadores que ofrecen experiencia, sino a las empresas que ofrecen un trabajo más barato y menos profesional. En este caso, era una empresa de Florentino Pérez. Y ya sabemos quiénes serán los que finalmente sufran el abaratamiento de la educación.
También esta semana se hacía público el informe que Intermón Oxfam ha publicado sobre la fiscalidad en España, Tanto tienes, ¿tanto pagas?, en el que se cuenta que de momento las familias ingresan 50 veces más que las empresas a las arcas del Estado, y advierten de que si la reforma recién anunciada no aborda el fraude fiscal podremos seguir diciendo que se ahoga a unos para salvar a otros. Todo, todo guarda relación, una relación con la infancia, y esta semana ha sido abrumadora en cifras que deberían empujarnos a exigir unas medidas que no pueden esperar ya, un plan de urgencia. Las organizaciones humanitarias pasan a limpio datos que deberíamos escuchar con igual claridad en la boca de nuestros representantes. Y el hecho que nos están señalando, no para que opinemos sino para que nos pongamos a la tarea, es que la desigualdad se ceba especialmente con los niños. Y con los niños, amigos, no se juega.
Fuente: El PaísELVIRA LINDO 29 JUN 2014 -
Todo esto se dijo, se dijo hace dos años. Esta semana lo ha vuelto a repetir Carmelo Angulo, el presidente de Unicef en España. En aquel entonces se entregó un informe a los medios y a algunos cronistas que desde siempre (aun sabiendo que no es el tipo de personaje que hace subir un artículo a la lista de los más leídos) dejamos que los niños habiten nuestras columnas, y las organizaciones humanitarias lo saben, son muy conscientes de que los críos ocupan poco espacio en el debate político español. Se nos explicó, porque somos duros de entendederas y queremos titulares llamativos, qué es lo que se quiere decir cuando se habla de miseria en un país europeo, que no es lo mismo que hablar de pobreza en un país pobre. Se señaló que la infancia era y es el sector de la población que más está acusando los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene siempre para defenderse. Se advirtió, en primer lugar, de su penuria presente; en segundo, de las consecuencias sociales que en un futuro no tan lejano devendrían de esa exclusión. No recuerdo si entonces se relacionó el informe con la caída de la natalidad en España, pero dado que esta semana han vuelto a aparecer los datos de ese descenso y del pronóstico aterrador de convertirnos en un país estancado en la vejez, lo hago ahora: no se tienen hijos por miedo a no poder criarlos y educarlos como merecen.
Se pidió hace dos años al Gobierno que abordara un pacto de Estado para la infancia. Pero no se ha hecho. ¿Quién tiene la responsabilidad de que no se haga frente a ese problema de primer orden? Todos los que nos representan. Unos tienen el poder, y otros tienen la capacidad de influir y presionar. Y de alguna manera también nosotros, los que opinamos y opinamos y sobreopinamos, los profesionales de esto y el propio público que opina y sobreopina, porque con preocupante frecuencia nos dejamos seducir y arrastrar por debates que nos permiten lucirnos ideológicamente, que nos ayudan a definirnos, a sacar pecho y a expresar una preocupación impostada sobre asuntos que de ninguna manera son los más urgentes. En estos días, una de esas noticias preocupantes que no aspiraba a la primera plana de nuestra íntima selección de reivindicaciones era la perspectiva de un verano con los comedores escolares cerrados. Por fortuna, hay siempre personas que trabajan calladamente mientras los demás expresamos nuestra sagrada indignación. Por ejemplo, los padres y los trabajadores de la escuela infantil Las Nubes han paralizado el concurso que el Ayuntamiento de Madrid había abierto para la gestión de este centro. ¿A quién se está concediendo por sistema la organización de las escuelas? No a las cooperativas de educadores que ofrecen experiencia, sino a las empresas que ofrecen un trabajo más barato y menos profesional. En este caso, era una empresa de Florentino Pérez. Y ya sabemos quiénes serán los que finalmente sufran el abaratamiento de la educación.
También esta semana se hacía público el informe que Intermón Oxfam ha publicado sobre la fiscalidad en España, Tanto tienes, ¿tanto pagas?, en el que se cuenta que de momento las familias ingresan 50 veces más que las empresas a las arcas del Estado, y advierten de que si la reforma recién anunciada no aborda el fraude fiscal podremos seguir diciendo que se ahoga a unos para salvar a otros. Todo, todo guarda relación, una relación con la infancia, y esta semana ha sido abrumadora en cifras que deberían empujarnos a exigir unas medidas que no pueden esperar ya, un plan de urgencia. Las organizaciones humanitarias pasan a limpio datos que deberíamos escuchar con igual claridad en la boca de nuestros representantes. Y el hecho que nos están señalando, no para que opinemos sino para que nos pongamos a la tarea, es que la desigualdad se ceba especialmente con los niños. Y con los niños, amigos, no se juega.
Fuente: El PaísELVIRA LINDO 29 JUN 2014 -
domingo, 29 de junio de 2014
¿Quién inventó la salsa mahonesa (mayonesa)?
Nada más aterrizar en Mahón llamé a Pep Pelfort y quedamos para comer en La Mojigata, un local de cocina menorquina frente al mercado de pescados.
Tenía interés en conversar con él porque durante los días 9 y 10 del pasado mayo Pelfort, médico catalán retirado en la isla, pronunció una conferencia con el título “Unguentum digestivum, aioli bo i salsa maonesa”. Fue el eje de un gran debate sobre esta salsa universal cuyos orígenes constituyen uno de los grandes enigmas de la gastronomía europea. Encuentro apasionante (Diàlegs a Mongofra) que reunió en Menorca a catedráticos, estudiosos de la cocina y algunos periodistas
¿Quién inventó esta salsa? ¿La descubrieron los franceses en Mahón entre 1756 y 1763, durante los siete años en los que las tropas del Duque de Richelieu ocuparon la isla? ¿Se difundió después entre los grandes restaurantes de Francia, como apuntaba Dionisio Pérez en su “Guía del buen comer español (1929)”? ¿Menorquina o parisiense? ¿Española o francesa?
Aunque nadie ha demostrado de forma fehaciente que surgiera en Menorca, varias hipótesis de peso sostienen que se conocía antes de la llegada de los franceses. La más importante la aporta el libro Art de la Cuina del franciscano Francesc Roger (Ciudadela), correspondiente a la primera mitad del siglo XVIII, donde se reseñan 19 recetas en las que interviene el l’aioli bo (alioli bueno), nombre que presumiblemente el fraile daba a la salsa mahonesa. Pero como en ninguna parte del manual se describe cómo se elaboraba, los defensores de esta teoría, con Pelfort a la cabeza, suponen que era tan popular que Fra Roger daba por hecho que la gente ya sabía cómo hacerla. Todo es posible.
¿Se inventó en Francia? Para nada. Los participantes en el foro de Mongofra ratificaron con regocijo la prueba aportada por el erudito aragonés José María Pisa según el cual los versos atribuidos a Lancelot, cocinero francés del siglo XVII, en los que se describen los pasos de la receta son completamente falsos, un simple pastiche de Achille Ozanne (1846-1896). Base errónea que ha servido a muchos autores, incluido el español Ángel Muro en su Diccionario General de Cocina (1892), para dar por sentado el origen galo de la salsa. A lo largo de una deliciosa comida, Pelfort soportó mi bombardeo.
¿Mayonesa o mahonesa? Sin duda mahonesa, es una salsa menorquina. Los franceses lo único que hicieron fue ponerle nombre y divulgarla por el mundo como si fuera suya. De Mahon, mahonesa, maonesa, mayonaise…
¿Estás seguro? Convencidísimo. El 20% de las recetas de Fra Roger llevan alioli bo. La obra “Re Cibaria” de Pere Ballester, publicada doscientos años después, recoge recetas de dos manuscritos de base popular menorquina del XIX (1813 y 1850) Si te fijas en casi todos los platos de Ballester en los que aparece la mahonesa, equivalen a los mismos en los que el fraile de Ciudadela indicaba alioli bo mucho antes. En Menorca el término bo cambia el significado. Por ejemplo, pebre equivale a pimiento rojo, y pebre bo es pimienta negra o en grano. Alioli bo era salsa mahonesa.
¿No te parece raro que la mahonesa surgiera en la isla con menos olivos del Mediterráneo? En absoluto. Siglos atrás, durante la presencia árabe, hubo muchos olivos. De todos modos el aceite se hacía con los acebuches que llenan la isla y producen aceites muy finos. Además, hay documentos de los siglos XIV, XVI y XVIII que acreditan que Menorca importaba cantidades ingentes de aceite de oliva, una ruina económica para la isla.
Sin embargo, el aceite de oliva no es una grasa hegemónica en Menorca. La manteca de cerdo se emplea mucho en las cocinas domésticas. En la tradición culinaria menorquina hay un equilibrio en el consumo de las tres grasas, mantequilla, aceite de oliva y manteca de cerdo derivada de la presencia de árabes, judíos, cristianos e ingleses. Fíjate en los recetarios.
En tu exposición hablaste del posible origen medicinal de la mahonesa. Me baso en un manuscrito encontrado en la Biblioteca de Cataluña correspondiente a un estudiante de medicina, probablemente menorquín, Fortunato Figuerola, correspondiente a 1720, anterior al recetario conventual de Fra Roger. Alude a un ungüento hecho en el mortero con yema de huevo y aceite que se aplica de forma tópica contra llagas y quemaduras. De momento es la referencia más antigua de que disponemos.
Dame una razón para que yo deje de utilizar la palabra mayonesa y emplee mahonesa en el futuro. Todos los diccionarios etimológicos franceses afirman que el origen de la palabra es menorquín, solo los franceses poco conocedores y chovinistas afirman que la inventaron ellos. La mayonesa ha muerto, ¡viva la salsa mahonesa!
José Carlos Capel. 29 de junio 2014. Fuente: http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/
Ingredientes de la mayonesa
1 vaso de aceite (1/4 l)
1 huevo
1 cucharada de vinagre o de zumo de limón
sal
Elaboración de la mayonesa
Casca el huevo a un cuenco. Si cayera algún trozo de cáscara retíralo.
Colócalo en el vaso de la batidora, agrega el vinagre y la sal.
Vierte el aceite.
Enchufa la batidora e introduce el brazo batidor en el vaso. Ponla en marcha y mantenla quieta sin moverla hasta que espese. Cuando veas que ha tomado cuerpo realiza movimientos suaves, ascendentes y descendentes, hasta que quede una salsa homogénea.
Desenchufa la batidora y pasa la mayonesa a un cuenco.
Más info: http://www.hogarutil.com/cocina/recetas/salsas/201009/mayonesa-3120.html#ixzz361bmKsqH
Tenía interés en conversar con él porque durante los días 9 y 10 del pasado mayo Pelfort, médico catalán retirado en la isla, pronunció una conferencia con el título “Unguentum digestivum, aioli bo i salsa maonesa”. Fue el eje de un gran debate sobre esta salsa universal cuyos orígenes constituyen uno de los grandes enigmas de la gastronomía europea. Encuentro apasionante (Diàlegs a Mongofra) que reunió en Menorca a catedráticos, estudiosos de la cocina y algunos periodistas
¿Quién inventó esta salsa? ¿La descubrieron los franceses en Mahón entre 1756 y 1763, durante los siete años en los que las tropas del Duque de Richelieu ocuparon la isla? ¿Se difundió después entre los grandes restaurantes de Francia, como apuntaba Dionisio Pérez en su “Guía del buen comer español (1929)”? ¿Menorquina o parisiense? ¿Española o francesa?
Aunque nadie ha demostrado de forma fehaciente que surgiera en Menorca, varias hipótesis de peso sostienen que se conocía antes de la llegada de los franceses. La más importante la aporta el libro Art de la Cuina del franciscano Francesc Roger (Ciudadela), correspondiente a la primera mitad del siglo XVIII, donde se reseñan 19 recetas en las que interviene el l’aioli bo (alioli bueno), nombre que presumiblemente el fraile daba a la salsa mahonesa. Pero como en ninguna parte del manual se describe cómo se elaboraba, los defensores de esta teoría, con Pelfort a la cabeza, suponen que era tan popular que Fra Roger daba por hecho que la gente ya sabía cómo hacerla. Todo es posible.
¿Se inventó en Francia? Para nada. Los participantes en el foro de Mongofra ratificaron con regocijo la prueba aportada por el erudito aragonés José María Pisa según el cual los versos atribuidos a Lancelot, cocinero francés del siglo XVII, en los que se describen los pasos de la receta son completamente falsos, un simple pastiche de Achille Ozanne (1846-1896). Base errónea que ha servido a muchos autores, incluido el español Ángel Muro en su Diccionario General de Cocina (1892), para dar por sentado el origen galo de la salsa. A lo largo de una deliciosa comida, Pelfort soportó mi bombardeo.
¿Mayonesa o mahonesa? Sin duda mahonesa, es una salsa menorquina. Los franceses lo único que hicieron fue ponerle nombre y divulgarla por el mundo como si fuera suya. De Mahon, mahonesa, maonesa, mayonaise…
¿Estás seguro? Convencidísimo. El 20% de las recetas de Fra Roger llevan alioli bo. La obra “Re Cibaria” de Pere Ballester, publicada doscientos años después, recoge recetas de dos manuscritos de base popular menorquina del XIX (1813 y 1850) Si te fijas en casi todos los platos de Ballester en los que aparece la mahonesa, equivalen a los mismos en los que el fraile de Ciudadela indicaba alioli bo mucho antes. En Menorca el término bo cambia el significado. Por ejemplo, pebre equivale a pimiento rojo, y pebre bo es pimienta negra o en grano. Alioli bo era salsa mahonesa.
¿No te parece raro que la mahonesa surgiera en la isla con menos olivos del Mediterráneo? En absoluto. Siglos atrás, durante la presencia árabe, hubo muchos olivos. De todos modos el aceite se hacía con los acebuches que llenan la isla y producen aceites muy finos. Además, hay documentos de los siglos XIV, XVI y XVIII que acreditan que Menorca importaba cantidades ingentes de aceite de oliva, una ruina económica para la isla.
Sin embargo, el aceite de oliva no es una grasa hegemónica en Menorca. La manteca de cerdo se emplea mucho en las cocinas domésticas. En la tradición culinaria menorquina hay un equilibrio en el consumo de las tres grasas, mantequilla, aceite de oliva y manteca de cerdo derivada de la presencia de árabes, judíos, cristianos e ingleses. Fíjate en los recetarios.
En tu exposición hablaste del posible origen medicinal de la mahonesa. Me baso en un manuscrito encontrado en la Biblioteca de Cataluña correspondiente a un estudiante de medicina, probablemente menorquín, Fortunato Figuerola, correspondiente a 1720, anterior al recetario conventual de Fra Roger. Alude a un ungüento hecho en el mortero con yema de huevo y aceite que se aplica de forma tópica contra llagas y quemaduras. De momento es la referencia más antigua de que disponemos.
Dame una razón para que yo deje de utilizar la palabra mayonesa y emplee mahonesa en el futuro. Todos los diccionarios etimológicos franceses afirman que el origen de la palabra es menorquín, solo los franceses poco conocedores y chovinistas afirman que la inventaron ellos. La mayonesa ha muerto, ¡viva la salsa mahonesa!
José Carlos Capel. 29 de junio 2014. Fuente: http://blogs.elpais.com/gastronotas-de-capel/
Ingredientes de la mayonesa
1 vaso de aceite (1/4 l)
1 huevo
1 cucharada de vinagre o de zumo de limón
sal
Elaboración de la mayonesa
Casca el huevo a un cuenco. Si cayera algún trozo de cáscara retíralo.
Colócalo en el vaso de la batidora, agrega el vinagre y la sal.
Vierte el aceite.
Enchufa la batidora e introduce el brazo batidor en el vaso. Ponla en marcha y mantenla quieta sin moverla hasta que espese. Cuando veas que ha tomado cuerpo realiza movimientos suaves, ascendentes y descendentes, hasta que quede una salsa homogénea.
Desenchufa la batidora y pasa la mayonesa a un cuenco.
Más info: http://www.hogarutil.com/cocina/recetas/salsas/201009/mayonesa-3120.html#ixzz361bmKsqH
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