viernes, 5 de agosto de 2022

_- Entrevista a Jan Toporowski Kalecki, el economista que necesitamos para entender el conflicto de clases

_- El economista polaco Michał Kalecki argumentaba que los capitalistas siempre resistirían el pleno empleo porque aumenta la confianza y el poder de negociación de los trabajadores. Tenía tanta razón que hoy hasta la FED cita sus ideas.

En un artículo publicado el año pasado en el Financial Times, el periodista Martin Sanbu anunció el retorno del conflicto de clases como tema central de la economía. De acuerdo con Sandbu, «Todas las recesiones reavivan el interés en John Maynard Keynes. Esta de ahora debería conducir nuestra atención hacia Michał Kalecki».

Kalecki desarrolló de manera independiente muchas ideas asociadas con la «revolución keynesiana» de la economía. El economista polaco es reconocido sobre todo por su célebre ensayo sobre la política del pleno empleo, que no perdió nada de actualidad. Hace poco, la Reserva Federal de los Estados Unidos publicó un artículo de debate que recurre a las ideas de Kalecki para explicar por qué el poder de negociación de los trabajadores empezó a disminuir con la ofensiva neoliberal de los años 1980.

Jan Toporowski es profesor de Economía en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres. Autor de una biografía intelectual de Michał Kalecki publicada en dos tomos, tuvo la amabilidad de conversar con Daniel Finn sobre la actualidad del pensamiento del economista polaco.

Suele asociarse el nombre de Michał Kalecki con el de John Maynard Keynes, pero provienen de entornos radicalmente distintos. ¿Cuál era la situación en Polonia y cómo influyó en Kalecki?

La situación en Polonia durante la infancia y juventud de Kalecki estaba signada por la inestabilidad económica, el nacionalismo y el antisemitismo. Su padre era propietario de una fábrica en la ciudad de Łódź, que era uno de los principales centros industriales del Imperio ruso. En 1905 se convirtió en uno de los focos de la actividad revolucionaria de ese año. Eso arruinó el negocio del padre de Kalecki y sumergió a Łódź en un caos que duró doce o trece años. Durante ese período las conspiraciones se multiplicaban.

Estaban los socialistas, que agitaban su causa y exigían derechos sindicales. Incluso había una facción que pensaba que esos objetivos serían más fáciles de conquistar si Polonia se hacía independiente. Había un grupo de nacionalistas que pensaban que Polonia estaría mejor si se hacía independiente en alianza con Rusia. Los nacionalistas se oponían decididamente a los socialistas, y en particular a la agrupación socialista más grande, el Bund judío. En esa época el Bund, mezcla de sindicato y partido político, era el bloque socialista más importante de Polonia. Los nacionalistas iniciaron una campaña antisemita de boicot contra los comercios judíos.

Encima de esta mezcla estaban los distintos grupos religiosos denunciados por las iglesias establecidas. Estaban los mariavitas, por ejemplo, un desprendimiento de la Iglesia católica perseguido por la jerarquía eclesiástica. La Iglesia católica, por su parte, despertaba la desconfianza de la Iglesia ortodoxa, que colaboraba con las fuerzas de ocupación rusas. Además de todo esto, la economía había sufrido un enorme colapso, y, después de 1915, cuando los alemanes tomaron el control durante la guerra, empezaron a eliminar toda la maquinaria y el equipamiento.

Creo que este es el tipo de entorno del que proviene el célebre comentario que hizo Keynes en Las consecuencias económicas de la paz, donde afirmó que Polonia era una imposibilidad económica cuya única industria era perseguir a los judíos. Una vez le dije esto a la viuda de Kalecki, y ella pensó que era una idea muy profunda. Me pidió que le indicara el capítulo y la línea donde estaba la frase de Keynes.

Un poco antes Keynes afirma que su tesis sobre Polonia conservaría su validez a menos que Alemania y Rusia se estabilizaran. La independencia hizo que Polonia empezara a depender de la estabilidad de los mercados en esos dos países. Por supuesto, después de la Primera Guerra Mundial, vinieron la guerra civil en Rusia y el crecimiento de la República de Weimar, y después Polonia sufrió las consecuencias de la caída de Wall Street. Por lo tanto, la situación era extremadamente inestable y volátil en términos políticos y personales.

¿Qué significado tuvo el encuentro entre Kalecki y Oscar Lange?

Kalecki conoció a Oscar Lange a fines d los años 1920. En esa época, ambos estudiaban el ciclo de negocios, pero evidentemente Lange estaba mucho más abocado a la economía académica. En Polonia, la escuela dominante era la economía neoclásica y Lange siempre estuvo comprometido con la idea de que, si se les permitía funcionar adecuadamente, las fuerzas de mercado conducirían al sistema a un punto de equilibrio. En cambio, el enfoque de Kalecki estaba anclado en el periodismo comercial y financiero, en el que encontró un medio de vida después de abandonar sus estudios universitarios. Comprendía casi instintivamente cómo se conducían los negocios.

Lange y su periódico, el Socialist Review, otorgaron a Kalecki la oportunidad de estudiar conjuntamente la economía y la política del crac del 29. El encuentro con Lange permitió que combinara todo esto en una economía política propia, que era bastante distinta de la de Lange. Hasta el día de su muerte, Lange pensaba que el modelo de Kalecki era interesante, pero no comprendía que implicaba una comprensión mucho más profunda del funcionamiento del ciclo de negocios capitalista.

¿Cuál era la situación que forzó a Lange y a Kalecki a abandonar Polonia durante el período de entreguerras?

Muchos de los factores eran similares a los que arruinaron el negocio del padre de Kalecki —nacionalismo y antisemitismo—, y se combinaron con la represión de la oposición política. Lange se fue en 1934 o en 1935; Kalecki en 1936. En ese momento, Polonia sufrió un golpe militar.

Es interesante notar que la izquierda polaca apoyó ese golpe porque suponía que evitaría que el nacionalismo tomara el poder. Las autoridades del gobierno militar habían dicho que aplicarían un programa de desarrollo nacional. Sin embargo, cuando las condiciones económicas empezaron a deteriorarse a partir de 1930, el régimen fue adquiriendo tintes cada vez más brutales.

Los militares tomaron el parlamento, golpearon a los diputados de la oposición y los detuvieron sin juicio. Los ataques contra los judíos y contra las minorías nacionales aumentaron. El modelo del gobierno era explícitamente el régimen italiano y los militares pensaban que los fascistas estaban resolviendo los problemas económicos con mucha más eficacia que las democracias burguesas. Esto dificultó mucho la situación de la gente de izquierda.

Lange no era judío, pero Kalecki sí. Sin embargo, el gobierno sospechaba que Lange era judío porque era multilingüe y había aprendido yiddish. En esa época, la fundación estaba siguiendo una política bastante solidaria con las fuerzas democráticas de todo el mundo. Era evidente que las cosas estaban complicándose mucho para las personas de izquierda en Europa Central y del Este, particularmente después del ascenso de Adolf Hitler al poder. Lange obtuvo una beca para salir y Kalecki lo siguió. De esa manera Kalecki salvó su vida, porque evidentemente no habría sobrevivido a los acontecimientos del Holocausto en Polonia.

¿Cuáles fueron las ideas fundamentales de Kalecki y de Keynes que contribuyeron a lo que se conoce como la revolución keynesiana?

Es un tema de debate entre keynesianos y poskeynesianos, incluso entre los que simpatizan más con Kalecki. Pienso que todos están de acuerdo en que el problema de la demanda agregada en el capitalismo era común a Keynes y a Kalecki. Pero el tema clave es que se trataba de la demanda clave bajo la forma de la subinversión.

En 1936, Kalecki escribió una reseña de la gran obra de Keynes, Teoría general del empleo, el interés y el dinero. La escribió en polaco y no se publicó en inglés hasta los años 1980. Kalecki destacó que la esencia de la teoría de Keynes no era el subconsumo, sino más bien la subinversión. Esto es algo que Keynes también había comprendido, aunque no lo dijo en Teoría general…

Keynes explicitó esta idea en una charla con la BBC titulada «Pobreza en la abundancia». Dijo que simpatizaba con todos los teóricos que afirmaban que existía una demanda agregada insuficiente, personajes como Jean Charles Léonard de Sismondi, Thorstein Veblen y muchos otros intelectuales de izquierda. Pero Keynes también dijo que tenía una diferencia. Ellos creían que el problema del capitalismo era que el consumo era insuficiente.

En muchos sentidos, esto parecía obvio: bastaba pensar en la pobreza que no paraba de crecer durante los años 1930. Sin embargo, Keynes decía que el núcleo del problema era que la inversión era insuficiente. ¿Por qué esto era importante? Porque establecía un vínculo con la teoría de Marx que afirma que la fuerza motriz del capitalismo es la acumulación. La teoría de la ganancia que marca las obras de Marx y de Kalecki está fundada en la idea de que siempre que los capitalistas gastan dinero en su propio consumo y en la inversión, el dinero que gastan vuelve a sus bolsillos bajo la forma de ganancias.

Kalecki llegó a esta teoría de la ganancia a través de la obra de Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital. No leía mucho —a diferencia de Lange, no estaba tan inclinado hacia la teoría económica—, pero tendía a leer aquellas cosas que resultaban útiles para su propio trabajo, y por eso leyó a Marx y a Luxemburgo.

¿Cuál es la diferencia entre el pensamiento económico de Kalecki y el sentido común marxista de aquella época?
Los marxistas de aquella época, y en gran medida los contemporáneos, seguían y siguen a Marx. Después de escribir El capital, Marx escribió sobre el problema del desempleo y de la crisis económica sirviéndose de la idea de que surgían de la pobreza y del subconsumo de la clase obrera. Esta idea es la que siguieron muchos marxistas del siglo veinte, como Eugen Varga y Paul Sweezy.

En Teoría del desarrollo capitalista, publicado en 1942, Sweezy argumentó que el problema fundamental del capitalismo era que los capitalistas no pagaban a los trabajadores el valor total de su trabajo y por lo tanto había un problema de realización de la ganancia. Este problema, según Sweezy, se resolvería mediante el aumento de los salarios.

Era una conclusión paradójica porque si los capitalistas aumentaban los salarios, aumentarían simultáneamente los costos. Josef Steindl, uno de los seguidores de Kalecki, destacó este punto y preguntó: ¿Cómo podrían los capitalistas realizar más ganancias aumentando sus costos? Por supuesto, la respuesta era que de ninguna manera.

Pero si adoptamos el punto de vista que propuso Kalecki siguiendo a Rosa Luxemburgo, según el cual las ganancias se realizan a través del gasto de los capitalistas en las inversiones y en su propio consumo, la cosa es mucho más evidente. En ese caso dejamos atrás la confusión que surge de la idea de creer que, dado que la pobreza de la clase obrera es un rasgo de la crisis y de la recesión capitalista, el subconsumo debe ser la causa de esa recesión.

¿Qué creía Kalecki que debían hacer los gobiernos para garantizar el pleno empleo y qué consecuencias sociales y políticas pensaba que implicaría una política de ese tipo?

En primer lugar, pensaba que no había mucho espacio para promover la inversión privada. Descartaba la idea de Mikhail Tugan-Baranovsky de que los capitalistas siempre invertirían lo suficiente como para conservar las ganancias (aunque no la tasa de ganancia considerada como una parte de la reserva de capital).

Kalecki no pensaba que fuera posible alentar la inversión privada mediante políticas impositivas, subsidios o mermas de la tasa de interés. Creía que si se hacía eso una vez, habría que hacerlo cada vez con más frecuencia y finalmente perdería sentido hasta el punto de que no produciría ninguna respuesta de parte de los capitalistas. Los capitalistas invertirían lo que quisieran independientemente de la medida deseable en términos de la economía en su conjunto.

Para Kalecki, la verdadera solución para garantizar el pleno empleo estaba en la redistribución del ingreso mediante lo que denominaba consumo subsidiado. En otros términos, la provisión de servicios públicos, prestaciones sociales y hasta cierto punto empleos públicos. Sin embargo, los programas de empleo despertaban en él cierto escepticismo. Si uno mira el tipo de keynesianismo que promueven los gobiernos de derecha, nota que en general adopta la forma de la creación de empleos públicos porque no quieren gastar dinero en salud, educación ni políticas de bienestar, que son precisamente los ámbitos en los que Kalecki pensaba que había que invertir dinero.

También pensaba que había que aumentar los impuestos de los ricos. El argumento con el que defendía que esta era una forma de recaudación apropiada y eficiente era sencillo. Si el gobierno aplicaba impuestos a los ricos, estos ni siquiera lo notarían —mantendrían su estándar de consumo— y de hecho recibirían de vuelta su dinero a través de los empleados estatales y de los beneficiarios de planes sociales. Cuando las enfermeras, los doctores y los maestros empleados gasten su dinero, ¿Quién lo recibirá? Volverá a manos de los capitalistas.

Desde este punto de vista, el aumento de los impuestos a los ricos es apenas una forma de mover el dinero de los ricos asegurándose de que lo gasten. De hecho, los ricos tienden a conservar el dinero en forma de activos líquidos, como vemos que sucede hoy en Estados Unidos o en Gran Bretaña, en vez de gastarlo en la medida suficiente para conservar altos niveles de empleo.

¿Kalecki creía que el pleno empleo era compatible con el capitalismo en el largo plazo?

En realidad, no. Pensaba que siempre habría resistencia de parte de los capitalistas, sobre todo de las grandes empresas, que tienen una influencia política desproporcionada. Las grandes empresas resistirían el pleno empleo porque este tendería a socavar la disciplina laboral de las fábricas. Al mismo tiempo, si hubiera altas tasas de empleo, la clase obrera ganaría una confianza que precipitaría la lucha política por el pleno empleo y por la influencia de los trabajadores y de sus organizaciones en la sociedad.

Es lo que sucedió durante el período de entreguerras, cuando hubo altas tasas de empleo y el gobierno consultaba a las organizaciones obreras antes de aplicar su política. Con el desempleo de masas, no es necesario consultar a los trabajadores. Los trabajadores harán lo que digan los patrones porque necesitan el trabajo. El pleno empleo, pensaba Kalecki, precipitaría la lucha política, no solo por el pleno empleo en sí mismo, que los capitalistas denunciarían como inflacionario, insano y nocivo para los negocios, sino también porque el régimen de pleno empleo tendería a fortalecer las organizaciones de la clase obrera, que simpatizarían con el socialismo.

¿Qué pensaba Kalecki de las políticas que aplicaron después de 1945 los gobiernos de Europa occidental y de Estados Unidos?
Después de haber sido uno de los principales defensores de la política de pleno empleo y establecido las condiciones monetarias y fiscales necesarias para aplicar esa política durante la guerra, Kalecki se desilusionó bastante con lo que sucedió efectivamente, sobre todo con el crecimiento del macartismo y el anticomunismo en Europa occidental y en Estados Unidos. Estudió este fenómeno de primera mano porque estaba trabajando para las Naciones Unidas en Nueva York cuando las autoridades de la institución permitieron que el FBI accediera a sus instalaciones, supuestamente protegidas por la inmunidad diplomática.

En teoría el FBI solo investigaba a los ciudadanos estadounidenses, pero de hecho seguía a muchas otras personas. Estoy al tanto porque Kalecki y Lange trabajaban en las NU y tengo sus perfiles del FBI. Hay muchos archivos que prueban que estaban siendo investigados.

Kalecki llegó a la conclusión de que, aunque hubo un período de alto empleo, este resultó de la carrera armamentística y de los impuestos que pagaban los trabajadores. Por lo tanto, el alza de las tasas de empleo no benefició a los trabajadores. Sus niveles de vida no mejoraron mucho. El racionamiento continuó después de la guerra. En Gran Bretaña se extendió hasta los años 1950.

Kalecki creía que el alto empleo durante la Guerra Fría había sido conquistado mediante el keynesianismo militar, mediante la carrera armamentística y a través de las guerras pagadas por el aumento de unos impuestos no necesariamente progresivos. De hecho, esta situación estaba afectando las economías de los países que se hicieron dependientes de las armas. Para Kalecki, las economías que realmente se beneficiaron de este proceso fueron Alemania y Japón, que restringieron la producción de armamento después de la guerra. Eso implicó que no tuvieran otra opción que alentar la producción civil y desarrollar nuevas tecnologías.

¿Qué relación tenía Kalecki con las autoridades comunistas de posguerra de Polonia? ¿Qué propuestas de gestión del sistema económico socialista hizo?

Su relación con las autoridades comunistas de posguerra empezó en términos bastante positivos. Estaba entusiasmado con la idea de la reconstrucción, de estabilizar la economía, de introducir una reforma agraria y de rediseñar la economía bajo control estatal. Pero no estuvo de acuerdo con los intentos de industrialización acelerada del período estalinista. Destacó que si se impulsaban este tipo de industrialización ambiciosa, aplicada en Polonia entre fines de los años 1940 y comienzos de los 1950, terminaría produciéndose una escasez de bienes de consumo.

Para Kalecki, la economía planificada debía hacer del consumo una de sus prioridades, porque de esa manera mantendría la confianza de la clase obrera en el sistema socialista. Kalecki no estuvo en Polonia durante el período estalinista, que terminó efectivamente en 1956 con un cambio de dirección. Sin embargo, después de eso las autoridades comunistas polacas tendieron a retomar los esquemas de la gran industrialización con el fin de apuntalar sus bases políticas. Durante los años 1960 esto provocó las recurrentes «crisis de la carne», nombre que recibió la escasez de bienes de consumo básicos.

Kalecki criticó duramente este enfoque. Lo hizo desde un punto de vista distinto al de Oscar Lange y sus seguidores. Lange creía que era posible resolver el problema mediante simples incrementos de precios y un control de precios centralizado que equilibrara la demanda en los mercados de bienes de consumo. Kalecki, en cambio, afirmaba que no se trataba de un problema de precios, sino de una inversión excesivamente ambiciosa, que estaba demasiado enfocada en la industria pesada cuando debía apuntar a satisfacer el consumo de los trabajadores y de sus familias.

Las autoridades comunistas terminaron irritándose con este argumento. Los problemas económicos empeoraron y también lo hicieron los problemas políticos, porque el descontento no dejó de crecer durante los años 1960. En 1968, la dirección comunista intentó salir adelante con una campaña que afirmaba que el problema real eran los resabios estalinistas del Partido Comunista.

La campaña destacaba que muchos de esos vicios provenían de los judíos y que el verdadero problema era el de esta minoría del partido y del país que no estaba comprometida completamente con Polonia por su judaísmo. Hubo purgas antisemitas: muchos ciudadanos buenos y leales fueron expulsados de su país. A esa altura, Kalecki estaba viejo y era tan famoso que nadie podía tocarlo, pero el gobierno desmanteló sus grupos de investigación.

Entonces perdió entusiasmo. Llegó a pensar que la CIA estaba detrás de esta purga antisemita, porque era evidente que no respondía a los intereses del socialismo polaco. Poco tiempo después sufrió un infarto y murió en 1970, creo que bastante decepcionado.

Sin embargo, Kalecki nos legó una crítica del capitalismo y del socialismo que vale la pena revisar. Entendió el funcionamiento de los negocios muchísimo mejor de lo que lo hacen muchos economistas hoy.

Traducción: Valentín Huarte

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jueves, 4 de agosto de 2022

_- Una historia de la esclavitud moderna española


_- Hace unos días finalicé la lectura de Negreros. Españoles en los tráficos y en los capitales esclavistas 
(Madrid, Los Libros de Catarata, 2021), cuyo autor es José Antonio Piqueras. Estamos ante un libro denso e intenso, lleno de personajes que, en muchos casos, se encuentran entrelazados entre sí. Es una historia de la esclavitud moderna española, centrada en el periodo que va de finales del siglo XVIII a finales del XIX y relacionada con el despegue del capitalismo. Está conectada con lo ocurrido en otros países, como Gran Bretaña, EE.UU., Francia, Países Bajos o Portugal, pero sin olvidarse, entre otros, de países latinoamericanos como Brasil, Venezuela o Argentina, o las por entonces todavía colonias españolas de Cuba y Puerto Rico.

En todos esos países o colonias se conocieron situaciones cambiantes en torno a la esclavitud, si bien cobró importancia el caso de Gran Bretaña, que a partir de 1807 tomó un camino contrario a la trata de personas esclavas, dedicándose a perseguir, apresar y enjuiciar a quienes se dedicaban a ella en las aguas del océano Atlántico. Eso no óbice para que su sistema económico -lo que no debe olvidarse- formara parte de la canalización de los capitales que circulaban y se generaban en torno a esa actividad, así como sus empresas se dedicaran a la compra de materias primas (sobre todo, el algodón) y de productos para el consumo europeo (como el azúcar, el tabaco o el café). Y tampoco debemos perder de vista la constatación, una vez más, de que en la historia del capitalismo, en gran medida en sus orígenes, la trata de personas y su utilización como mano de obra de esclava fue una de las principales fuentes de acumulación de capital.

En el libro se menciona a muchas personas, que son situadas en sus entornos familiares y en los consiguientes entrelazamientos matrimoniales que se fueron dando entre ellas. Se alude también, por supuesto, a las redes de intereses económicos y políticos que se fueron desplegando a lo largo de esos años, tanto en los lugares donde está presente la esclavitud de una forma directa como en la propia metrópoli española. Aparecen, así, inversores de las expediciones, capitanes de barco, comerciantes, compradores, cargos públicos de la isla, militares, políticos de la metrópoli… Fue frecuente un trasiego de ida y vuelta entre la Península y América por una parte de esos personajes. Y no faltó la corrupción sistémica que involucró a numerosas personas a base de mordidas, participaciones directas o encubiertas, etc.

En el caso español el circuito de la trata hizo uso del tradicional comercio triangular iniciado principalmente a partir del siglo XVII: barcos que salían con productos europeos hacia la costas africanas, donde se trocaban por personas esclavas con destino a América, para finalmente regresar con productos americanos, trabajados, a su vez, con mano de obra indígena y/o esclavizada. En otros casos las expediciones salían de la propia Cuba, e incluso de EEUU, en un viaje de ida y vuelta intercontinental. Cobraron, así, importancia puertos como los de La Habana, Santiago de Cuba, Cádiz, La Coruña, Nueva York, Charleston o Boston; factorías comerciales ubicadas a lo largo de las costas de Sierra Leona, Benin, Angola o Mozambique; centros financieros como los de Nueva York, Londres o Barcelona; o ingenios azucareros que se ubicaron a lo largo y ancho del oeste y el centro de Cuba.

Se ha estimado que desde 1819 participaron en el caso español entre 2.000 y 2.500 barcos para tales menesteres, de los cuales hay constancia de unos 350 apresados por los barcos británicos y llevados algunos de sus responsables a juicio en tribunales especiales ubicados en Sierra Leona y La Habana. Fueron, pues, centenares de miles las personas llevadas forzosamente al continente americano, en especial al área del Caribe y en mayor medida a la isla de Cuba.

En el libro se mencionan también las localidades originarias de donde fue saliendo a lo largo de esos años esa minoría de españoles: vascos, cántabros, gallegos, catalanes, andaluces… 
Formaron parte de esa minoría enriquecida a los que se conoció como indianos. Menos, como negreros, entre otras cosas para evitar la mala prensa y la pérdida de honor que esa denominación suponía. Y por nombrar a unos pocos, entre los más destacados estuvieron los hermanos Cuesta Manzanal, Juan Madrazo, Antonio Frías, Carlos Drake del Castillo, Juan José Zangróniz, Pedro Blanco, Juan Manuel Manzanedo («el hombre más rico de España»), Antonio López y López…

Hay unos pasajes del libro, los referidos al último de los nombrados, que pueden ilustrar lo que fue esa realidad: «el futuro marqués de Comillas dista de figurar entre los grandes negreros de la trata. Ese lugar corresponde a Joaquín Gómez, Juan José Zangróniz, Juan Zulueta, Pedro Blanco, Pedro y Santiago Cuesta Manzanal, Domingo Aldama, Juan Madrazo, Antonio Frías, Bernardo Martínez de Pinillos, los O’Farrill, y tantos otros» (p. 199).

Y es que el cántabro Antonio López y López, con la ayuda de su hermano Claudio en los primeros momentos, pasó de ser un humilde tendero a adquirir varios ingenios en Cuba, 
que eran trabajados por centenares de esclavos. A mediados del siglo XIX decidió regresar a la Península, sin perder de vista lo que había sembrado en la isla. Empezó a invertir en empresas de navegación ubicadas en Alicante, Barcelona y Cádiz, y luego decidió instalarse en la capital catalana. Con el paso de los años, nombramiento de senador vitalicio incluido, «recibió de Alfonso XII en 1878 el titulo de marqués de Comillas. 

En 1881 el rey le otorgó la Grandeza de España de primera clase [que conllevó su nombramiento como senador vitalicio]. Al fallecer en 1883, el antiguo comerciante de tienda en Santiago de Cuba, que anunciaba en la prensa local su voluntad de comprar esclavos, presidía el banco Hispano Colonial, el Banco de Crédito Mercantil, la Compañía General de Tabacos de Filipinas, la Compañía Transatlántica de España y la compañía de seguros La Previsión. Era vicepresidente de la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España. Levantó los astilleros de Matagorda [en la Bahía de Cádiz] y grandes fincas rústicas en varias provincias. Era el empresario-financiero-industrial- más importante del país. Había comprado el palacio Moja en Barcelona y había hecho construir el palacio Sobrellano y una villa en Comillas, El Capricho, a Antonio Gaudí». Ya fallecido, su hijo Claudio fue quien dio vida a la famosa Universidad Pontificia de Comillas, elitista donde las haya y entregada para su gestión a la Compañía de Jesús (pp. 199-200).

Y un añadido/inciso, por mi parte, sobre este personaje: es el mismo al que le erigieron estatuas con el fin de perpetuar su memoria como modelo hombre de negocios, intrépido y triunfador. Una, la de Barcelona, fue retirada en 2018 por decisión del Ayuntamiento, después que se reconociera que sus méritos estaban basados, como los de tantos otros negreros, en la trata y explotación de personas esclavas. Otra de las estatuas está ubicada en su localidad natal de Comillas, donde continúa levantada, sin que exista voluntad de reconocer la historia oscura que se esconde tras el personaje.

Volviendo al libro, todavía hasta la actualidad no ha dejado de mantenerse la presencia de esos personajes a través de lo que fueron sus creaciones materiales (esto es, empresas e instituciones) y, claro está, de quienes las han ido heredando. A modo de ejemplos, es lo que ocurre con personajes como las hermanas Koplowitz, Manuel Soroa, la familia Rato y Rodrigo Rato, Fernando Suárez, los Primo de Rivera, Alejo Vidal-Quadras, José María de Areilza, los hermanos Goytisolo, Joaquín Satrústegui, la familia Terry, la familia Borbón (a través de María Cristina y su consorte Agustín Fernando Muñoz), Eusebio Güell y familia, la familia Ybarra, Antonio Goicoechea…

En el libro se hace mención a un «partido negrero», 
un poderoso grupo de presión formado para que las cosas de la esclavitud, independientemente de la situación legal, siguieran como desde décadas atrás se había conformado. Cobró importancia desde los años centrales del siglo XIX y, entre otras cosas, como se señala en el libro, estuvo en la raíz del asesinato del general Juan Prim. No debemos perder de vista que en 1870 fue cuando se abolió parcialmente la esclavitud en Puerto Rico y que entre las intenciones del general, por entonces jefe de gobierno, estaba acabar con la recién iniciada guerra de independencia en la isla y hasta la concesión de la autonomía. 

Desde los medios de ese «partido negrero» Prim fue víctima de una campaña de prensa lanzada bajo la acusación de querer vender la isla a EEUU (p. 293). A finales de ese año fue víctima de un atentado mortal, en el que estuvo involucrada gente con vínculos con ese grupo de presión, como el general Francisco Serrano o el duque de Montpensier. Pocos años después, con Antonio Cánovas al frente del gobierno, se sobreseyó el caso y fueron puestos en libertad quienes habían estado en prisión como inculpados.

Fue en ese contexto donde surgió un patrioterismo español, 
mezcla de racismo y clasismo desaforado, que, sobre todo desde 1898, fue ganando adeptos en los círculos políticos y militares. Entre los primeros estuvieron Ramiro de Maeztu o Antonio Goicoechea, miembros de los años 30 de la rama fascista monárquica. Y entre los últimos, algunos de los que participaron en el golpe de estado de 1936. Sí, los Sanjurjo, Mola, Cabanellas, Queipo de Llano, Kindelán, Dávila… Y ya para terminar, no podemos olvidarnos de algunas de las personas que mostraron su oposición a la esclavitud, dando con ello muestras de la dignidad que estuvo ausente en quienes participaron en el negocio negrero. 

Una de ellas fue el sevillano José María Blanco White, que estuvo entre los primeros liberales españoles y fue autor del libro Bosquexo del comercio en esclavos. El motivo que le llevó a escribirlo fue llamar la atención «en nombre de las victimas que la codicia de algunos de sus paisanos está arrancando todos los días de la costa de África» (p. 275). Otra de esas personas fue Agustín Argüelles, uno de los redactores de la Constitución de 1812 y el diputado que propuso el fin de la trata de personas esclavos. Objeto de duros ataques por ello, se refirieron a su propósito con el término de «humo filantrópico» (p. 276). Y también está el general Jerónimo Valdés, quien desde su cargo de capitán general de Cuba durante los años de gobiernos progresistas combatió las prácticas ilegales llevadas a cabo y la corrupción existente.

Hace unos años leí otro libro de José Antonio Piqueras, Cánovas y la derecha española. Del magnicidio a los neocon (Barcelona, Península, 2008), con el que no quedé defraudado, sino todo lo contrario, algo que ahora se ha repetido. Mientras estaba leyendo Negreros no paré de dar vueltas al carácter sórdido de lo que se cuenta a lo largo de sus 300 páginas. Y hablo de sordidez en un doble sentido: porque estamos ante la realidad de la forma más extrema y perversa de sometimiento, explotación y degradación llevada a cabo por unos seres humanos sobre otros; y porque, en el caso que nos ocupa, el español, ha estado pasando desapercibida para la gran mayoría, de manera que sus responsables, en cualquiera de los grados que hubieran participado, han pasado y siguen pasando como personas de honor.

(El artículo ha sido publicado en el blog del autor Entre el mar y la meseta: https://marymeseta.blogspot.com/2022/07/negreros-de-jose-antonio-piqueras-un.html).

miércoles, 3 de agosto de 2022

_- Marcel Grossmann, el talentoso matemático a quien Einstein le pedía los apuntes y le ayudó a conseguir empleo (y con su teoría)

 

_- Albert Einstein no economizaba elogios para uno de sus amigos más cercanos.


"Sus apuntes podrían haberse impreso y publicado", le dijo a la esposa de Marcel Grossmann sobre la época en que eran compañeros de clase en Suiza.

"Cuando llegaba el momento de prepararme para mis exámenes, él siempre me prestaba aquellos cuadernos de apuntes, que eran mi salvación. Ni siquiera imagino lo que habría hecho sin aquellos libros".

Esas palabras del genio de la física las reproduce Walter Isaacson en su extraordinaria biografía "Einstein, su vida y universo".

El matemático también vería con admiración a su amigo: "Este Einstein un día será un gran hombre", les dijo a sus padres.

A veces, después de clases, iban a una cafetería a conversar.

Se trató de una amistad que fue más allá de la vida estudiantil.

Isaacson describe a Grossmann como "el ángel guardián" de Einstein.

"Como estudiantes, nosotros, Albert Einstein y yo, a menudo analizábamos psicológicamente a conocidos comunes así como a nosotros mismos.

Durante una de esas conversaciones, una vez hizo la observación precisa: tu principal debilidad es que no puedes decir 'no'", escribió Grossmann.

En el Politécnico
Grossmann nació en Budapest en 1878. Su familia era de Suiza, a donde se fue, junto a sus padres, cuando tenía 15 años.

Marcel Grossmann 
FUENTE DE LA IMAGEN,ETH-BIBLIOTHEK ZÜRICH, BILDARCHIV 

Asistió al Politécnico de Zúrich, hoy conocido como ETH, donde conoció a Einstein, que estudiaba para convertirse en maestro de física y matemáticas.

"Hay gente que dice que Einstein faltaba a clases. No estoy seguro de eso, tengo mis dudas, creo que Einstein era buen estudiante, asistía a las clases, pero sí sabemos que para prepararse para los exámenes, usó los apuntes de Grossmann", le dice a BBC Mundo Tilman Sauer, profesor de Historia de las matemáticas y las ciencias naturales en la Universidad de Mainz, en Alemania.

Y es que las anotaciones de su compañero eran de lujo. Cuando volvía a casa, Grossmann pasaba sus anotaciones en limpio y las trabajaba meticulosamente.

"En sus exámenes parciales de octubre de 1898 (Einstein) había terminado el primero de su clase, con una media de 5,7 sobre un máximo de 6. El segundo, con un 5,6 era su amigo y encargado de tomar apuntes de matemáticas Marcel Grossmann", cuenta Isaacson.

"Me conmovió"
Aunque ahora parezca increíble, Einstein tuvo dificultades para encontrar un empleo académico.

Mileva Maric, la primera esposa de Einstein, también fue compañera de Grossmann en el ETH.

"De hecho, habrían de pasar nada menos que nueve años desde su graduación en el Politécnico de Zúrich, en 1900 -y cuatro años tras el milagroso año en el que no solo puso la física patas arriba, sino que logró finalmente que se le aceptara una tesis doctoral-, antes de que le ofrecieran un puesto como profesor universitario", señala el autor.

En el otoño de 1900, tuvo unos ocho empleos esporádicos como maestro particular y envió varias cartas a profesores de universidades europeas para que fuese considerado para un puesto.

"Quería ser asistente de algún profesor", señala Sauer, quien fue editor colaborador de los Collected Papers of Albert Einstein.

Cuando Einstein ya empezaba a desesperarse, "Grossmann le escribió diciéndole que era probable que hubiera una plaza de funcionario en la Oficina Suiza de Patentes, situada en Berna. El padre de Grossmann conocía al director y estaba dispuesto a recomendar a Einstein", indica Isaacson.

"¡Querido Marcel! Cuando encontré tu carta ayer, me conmovió profundamente tu devoción y compasión que no te permitieron olvidar a tu viejo desafortunado amigo (...)", le respondió en una misiva.

Einstein consiguió ese empleo en 1902 y fue allí, en la ahora famosa Oficina de Patentes, que en 1905, el genio desconocido de 26 años publicó su teoría de la relatividad especial.

Precisamente, en ese puesto escribió cinco estudios científicos que revolucionaron la física de inicios del siglo XX.

Ayudarlo a obtener ese empleo, sería descrito por Einstein como "lo más grande que Marcel Grossmann hizo por mí como amigo".

De hecho, ese año, el físico le dedicó su tesis doctoral.

En 1909, conquistaría una plaza como profesor asociado en la Universidad de Zúrich y, en 1911, se iría como profesor a la Universidad de Praga.

Grossmann, el profesor
Desde el principio, Grossmann pisó fuerte en el mundo académico. Poco después de graduarse como docente especializado en matemáticas, consiguió una posición como asistente de un profesor en el mismo ETH.

Se convertiría en un experto en geometría no euclidiana y en geometría proyectiva y publicaría varios estudios sobre ese campo.

Su devoción como maestro y pedagogo lo caracterizaría a lo largo de su carrera, como lo cuenta el libro Marcel Grossmann: For the Love of Mathematics, que escribió su nieta Claudia Graf-Grossmann.

"Nunca se permite dar clases durante horas y horas sin asegurarse de que sus alumnos entiendan lo que intenta enseñarles, como hicieron sus profesores cuando estaba en la escuela secundaria en Budapest.

Por sus propias experiencias escolares, sabe que el placer de aprender y el éxito resultante son incomparablemente mayores cuando el material se enseña de una manera apasionante y fácilmente comprensible".

En 1905, se mudó a Basilea, donde enseñó y publicó dos libros de textos sobre geometría, de los que aprenderían varias generaciones de estudiantes.  

En 1907, fue nombrado profesor de geometría descriptiva en el ETH.

"Con Grossmann ahora en una posición importante en la facultad de ETH, no es de sorprender que hubiese estado envuelto en traer de regreso a Einstein a Zúrich", escribió Sauer en el ensayo: Marcel Grossmann and his contribution to the general theory of relativity.

En 1912, Einstein fue nombrado profesor de Física teórica en esa institución.

Se reunió con Grossmann y le habló de sus ideas para generalizar su teoría de la relatividad especial.

Einstein le dijo: "Me tienes que ayudar o me volveré loco".

La guía
En un artículo sobre el matemático, John Joseph O'Connor y Edmund Frederick Robertson, profesores de la Universidad de St. Andrews, cuentan que en 1912, Einstein luchaba por "extender su teoría de la relatividad especial para incluir la gravitación".

Bernard Riemann fue un prodigio alemán del siglo XIX.

Y encontró en su amigo una gran guía.

"La necesidad de ir más allá de la descripción euclidiana del espacio-tiempo fue primero articulada por Grossman, quien persuadió a Einstein de que ese era el lenguaje correcto para lo que se convertiría en la relatividad general", le señaló a BBC Mundo, en 2020, David McMullan, profesor de Física Teórica de la Universidad Plymouth.

Grossmann le sugirió el trabajo del alemán Bernhard Riemann y el cálculo tensorial que desarrollaban los italianos Gregorio Ricci-Curbastro y Tullio Levi-Civita.

Él mismo era un experto en cálculo tensorial y sus explicaciones terminaron convenciendo a Einstein.

Y es que -recuerda Isaacson- en los dos cursos de geometría que tomaron en el ETH, Einstein sacó 4,25 de 6, mientras que Grossman obtuvo 6.

"Estoy trabajando exclusivamente en el problema de la gravitación y creo que puedo superar todas las dificultades con la ayuda de un amigo matemático aquí", le escribió Einstein, en 1912, al físico teórico Arnold Sommerfeld.

"Pero una cosa es cierta: nunca antes en mi vida había trabajado tanto y he adquirido un respeto enorme por las matemáticas, cuyos aspectos más sutiles consideré hasta ahora, en mi ingenuidad, como un mero lujo.

"Comparado con este problema, la teoría original de la relatividad es un juego de niños".

Las geometrías no euclidianas
"En la segunda mitad del siglo XIX, se empezaron a desarrollar las geometrías no euclidianas y el concepto de geometría de Riemann, y eso era lo que Einstein necesitaba para establecer la teoría generalizada", le dice a BBC Mundo Manuel de León, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y académico de la Real Academia de Ciencias de España.

Pero había un detalle: "no estaba familiarizado con ellas".

"La labor de Grossmann fue fundamental para despejarle el camino a Einstein y explicarle todo eso que estaba naciendo en el ámbito de las matemáticas".

A Einstein le urgía que sus ideas sobre física pudieran ser "materializadas con un modelo matemático y ese modelo lo daban las geometrías no euclidianas".

Con ese término se denominan las geometrías, como la hiperbólica y la esférica, que difieren de la geometría de Euclides en el axioma, sobre la existencia de una paralela externa a una recta.

Es así como, cuando comenzó a elaborar su teoría de la relatividad general, Einstein se dio cuenta de que tenía que utilizar la geometría diferencial, que habían desarrollado a partir del siglo XIX grandes matemáticos como Gauss, Bolyai, Lobachevskai, Riemann, Ricci, Lévi-Civita, Christoffel, y muchos otros.
"La idea esencial de Einstein es: la masa crea curvatura a su alrededor, pero ¿cómo la crea? ¿Cuál es el modelo matemático que es capaz de expresar esa curvatura si tengo la masa? Para eso necesitaba la geometría diferencial", indica el profesor.

"Lo maravilloso de Einstein es que fue capaz de poner todas esas cosas juntas y con su intuición física, encontrar la ecuación de campo", señala.

Pero antes de llegar a eso, el genio trabajó arduamente.

Juntos
En 1913, los dos amigos publicaron un artículo en el que "unieron las matemáticas sofisticadas que Grossmann sabía y la física de Einstein", indica Sauer.

Ese artículo es considerado un paso importante en el camino hacia la teoría general de la relatividad.

"Juntos trataron de darle sentido a las matemáticas en el contexto de lo que Einstein necesitaba para su teoría".

Sin embargo, no lograron encontrar las ecuaciones correctas del campo gravitatorio.

En 1914, publicaron otro artículo conjunto. Pero ese mismo año, su colaboración terminó. Einstein había aceptado una plaza como profesor en Berlín.

Allí, siguió trabajando en el problema de la gravitación.

A finales de 1915, llegó a la formulación definitiva de su teoría, la publicó y revolucionó la historia de la ciencia y la forma en que entendemos el universo.

"Einstein enfatizó que su teoría general de la relatividad se construyó sobre el trabajo de Gauss y Riemann, gigantes del mundo matemático.

Pero también se construyó sobre el trabajo de figuras destacadas de la física, como Maxwell y Lorentz, y sobre el trabajo de investigadores menos conocidos, en particular Grossmann, Besso, Freundlich, Kottler, Nordström y Fokker", escribieron Michel Janssen y Jürgen Renn en el artículo History: Einstein was no lone genius, de la revista Nature.

En su artículo Sauer, cuenta que meses después de publicar la teoría, Einstein escribió:

"Quiero reconocer con agradecimiento a mi amigo, el matemático Grossmann, cuya ayuda no sólo me ahorró el esfuerzo de estudiar la literatura matemática pertinente, sino que también me ayudó en mi búsqueda de las ecuaciones de gravitación de campo".

"Toda la vida"
En los años 20, la salud de Grossmann se empezó a deteriorar debido a la esclerosis múltiple.
Murió en 1936, en Suiza.
En 1955, Einstein recordó a Grossmann con gratitud en un texto autobiográfico.

En una carta para expresar sus condolencias, Einstein le escribió a la esposa de su amigo sus recuerdos:

"Él, un estudiante modelo, yo, desordenado y soñador".

Elogió que su amigo siempre estuviera en buenos términos con los profesores y que lo entendiera todo fácilmente, mientras él era distante, no muy popular.

"Pero éramos buenos amigos y nuestras conversaciones delante de un café helado en el Metropole cada pocas semanas están entre mis recuerdos más felices".

Cuando se graduaron, "me quedé solo de repente, enfrentando la vida sin poder hacer nada. Pero estuvo a mi lado y a través de él (y su padre) llegué a (Friedrich) Haller en la Oficina de Patentes unos años más tarde".

Estar allí fue como una especie de "salvavidas, sin el cual no podría haber muerto, pero ciertamente me habría marchitado intelectualmente".

Evocó "el trabajo científico conjunto y febril sobre el formalismo de la teoría general de la relatividad".

"No se completó, ya que me mudé a Berlín, donde continué trabajando por mi cuenta".

Y lamentó el impacto de la enfermedad en su amigo.

"Pero una cosa es hermosa. Fuimos amigos y seguimos siendo amigos toda la vida".

https://www.bbc.com/mundo/noticias-62224392

martes, 2 de agosto de 2022

_- Mara

_- Mara 
Víctor Heredia 

Ya sabemos donde están las cosas muertas
Esos rostros de asesinos que regresan
A explicarnos que jamás hicieron nada
No sé bien donde poner tanta tristeza
Hoy tratemos de olvidar tanta mentira
No quisiera darte un beso con tal pena
Que presientas otra vez esas heridas
Destilando su dolor de cosas viejas

Mara, Mara, Mara
Mara, Mara, Mara

Déjame sentarme aquí
A pensar tan solo en vos
A mirar en tus ojos estrellas
Más grandes que el sol

Mara, Mara, Mara
Mara, Mara, Mara

Déjame sentarme aquí
A pensar tan solo en vos
A mirar en tus ojos estrellas
Más grandes que el sol

Al final, la vida tiene esa costumbre
De mezclar su cubilete de tal forma
Que no hay quien pueda llegar hasta la cumbre
Sin sufrir estrictamente algunas normas

Hoy sé bien adonde están las cosas muertas
No me vengan con oscuras bendiciones
Solo quiero un beso tibio de la vida
Sin recuerdos de tortura y dictadores

Mara, Mara, Mara
Mara, Mara, Mara

Déjame sentarme aquí
A pensar tan solo en vos
A mirar en tus ojos estrellas
Más grandes que el sol

Mara, Mara, Mara
Mara, Mara, Mara

Déjame sentarme aquí
A pensar tan solo en vos
A mirar en tus ojos estrellas
Más grandes que el sol

Fuente: Musixmatch
Autores de la canción: Victor Ramon Cournou
Letra de Mara © Warner Chappell Music Argentina

lunes, 1 de agosto de 2022

La mariposa de Austin. Evaluar con el corazón.

Al terminar una conferencia que impartí hace unos días en un Master de Educación Emocional organizado por la Fundación Liderazgo Chile, intervino uno de los asistentes para expresar su opinión sobre lo que había sido para él mi intervención. (La conferencia tenía el titulo de uno de mis últimos libros: “Evaluar con el corazón”). Hizo hincapié en lo que había aprendido y, al final, hizo una interesante aportación de la que hablaré seguidamente.

Expliqué entre muchas otras cosas, que la evaluación debe ser educativa, no solo porque se refiere a cuestiones relacionadas con la educación sino porque educa a quien la hace y a quien la recibe. Una evaluación que empodere a los alumnos y a las alumnas, haciéndoles protagonistas del proceso. Una evaluación que tenga en cuenta a cada persona en su singularidad y que esté despojada de autoritarismo y de crueldad. Una evaluación que ayude a comprender, a dialogar, a mejorar, a crecer. En definitiva, una evaluación hecha con el corazón.

Conté durante la conferencia la historia de la “Niña de las oes” que, hace algunos años, publiqué en mi libro “La casa de los mil espejos y otros relatos para la educación inicial”. Una profesora chilena le pide a la directora de la escuela que trate de corregir a una alumna que tiene su cuaderno desordenado y poco limpio. No sabe qué hacer con ella. La directora acude a la clase, le pide su cuaderno a la niña, va pasando las hojas en silencio hasta que llega a una página en la que ve una letra “o” perfecta, con su rabito en la parte superior. Le pregunta a la niña quién la ha hecho y, con orgullo, dice que la ha hecho ella. La felicita por la letra tan perfecta y se va. Por la tarde, le dicen que una niña la está esperando en la puerta y que, a pesar de haberle dicho que está en una reunión, no quiere irse para casa sin verla. La directora sale y ve a la niña de la mañana en la puerta con su cuaderno.

¿Querías verme? ¿No querías irte a casa sin hablar conmigo? ¿Qué es eso tan importante que quieres decirme? Quiero que vea esto, dice la niña, mientras le muestra el cuaderno lleno de oes. Si la directora, al ver el cuaderno, le dice a la niña que la presentación de los trabajos que hace daña la vista, que su maestra está desesperada con ella, que es un desastre completo y que no puede seguir así sin recibir un buen castigo, se habría ido a casa entristecida, desanimada y acomplejada. Pero esa directora, con alma de educadora, ve por dónde puede animarla, cómo puede ayudarla, cómo puede motivarla.

Agradezco a Manuel Navarrete que, si no recuerdo mal, era el nombre del interviniente, que me recordase otra historia que conocí hace años, que tenía olvidada y que ahora quiero compartir con mis lectores y lectoras. Se trata de “La mariposa de Austin”.

La historia se recoge en un vídeo en el que un maestro cuenta y enseña a unos alumnos de segundo grado, siete años, el proyecto de una mariposa que los alumnos y alumnas de primer grado, entre ellos Austin, tienen que dibujar en clase.

Austin es un chico norteamericano que cursa primer grado, seis años, en un pueblo llamado Boise perteneciente al estado de Idaho. En su clase, él y sus compañeros estudian las mariposas y por eso deben realizar un proyecto sobre ellas. El proyecto consiste en dibujar desde una perspectiva científica una mariposa a partir del modelo de una fotografía. Concretamente, la mariposa que debe dibujar Austin responde a la especie de “mariposa tigre”, porque tiene en las alas unas rayas parecidas a las de la piel del depredador.

En su primer intento, Austin no acierta del todo con su dibujo y está lejos de aproximarse a la fotografía. Su maestro reconoce que no está mal, pero todavía no se acerca a la mariposa de la fotografía. Aún así la respuesta es: “Austin, buen comienzo”. Para poder mejorarla, Austin se servirá de las críticas y aportaciones de sus compañeros de clase. Son sus compañeros los que le dicen lo que deberá mejorar de cara a su segundo modelo de mariposa.

Austin mejora en su segundo modelo de la mariposa, a partir de las sugerencias de sus compañeros y compañeras. El maestro comenta y valora positivamente que Austin haya sido capaz de escuchar las aportaciones de sus colegas de clase y de llevarlas a la práctica. Pero, aunque el dibujo ha mejorado respecto al primero, todavía no es perfecto, no ha conseguido la excelencia.

Austin deberá realizar un tercer modelo de la mariposa. Y su tercer dibujo aún presenta aspectos mejorables, como así le indican sus compañeros. Ellos son los que de la forma más detallada posible intentan que Austin mejore su dibujo de la mariposa.

El cuarto dibujo supone realmente una grata sorpresa para sus compañeros. Ahora que Austin ha realizado un dibujo realmente parecido a la fotografía tras escuchar a sus compañeros, está preparado para dibujarlo.

Su dibujo final es realmente asombroso y su parecido con la mariposa muy acertado. Finalmente, Austin ha conseguido un dibujo extraordinario, un dibujo que raya la excelencia porque, como su maestro bien indica, ha sido capaz de enfocarlo con una perspectiva científica, con la mirada de un científico

Hay varias cuestiones interesantes en esta historia. Aunque el primer trabajo de Austin es claramente imperfecto, el maestro le dice: “Buen comienzo, Austin”, lo cual significa que valora el esfuerzo y el interés del alumno. Pero no se queda ahí. Sugiere un camino para que pueda superar lo que ha hecho en el primer dibujo. Lejos de desanimarlo, le pone en el camino de la mejora. No le regala la felicitación porque, realmente, Austin ha hecho un esfuerzo.

La segunda lección es cómo consigue el profesor esa ayuda que Austin necesita. Los compañeros y las compañeras le dicen cómo puede mejorar: el tamaño de las alas, la longitud de las antenas…

Y Austin lo intenta de nuevo. Mejora, pero su dibujo de la mariposa todavía se encuentra alejado del modelo. El maestro pregunta a los alumnos qué es lo que le falta al dibujo de Austin para que sea mejor. Los niños y las niñas observan uno y otro y le van diciendo lo que tiene que corregir. Ahora le dicen que dibuje las rayas que aparecen en las dos alas.

El espíritu de superación que invade a Austin se alimenta de la confianza en él que muestran el profesor y los compañeros. Lo intenta una y otra vez y va consiguiendo mejorar el trabajo.

Hasta cinco repeticiones realiza el niño. La última está relacionada con el color. Después de cada ensayo es felicitado por el profesor y ayudado por sus compañeros. Ellos se lo dicen claramente: ahora ya lo puedes pintar. Cuando ven el resultado final, aplauden admirados. Han ayudado a su compañero a alcanzar el éxito. Y han vivido con ilusión la alegría de ver que el compañero, mediante su deseo de superación, ha conseguido realizar bien el trabajo.

La consecución del objetivo muestra otra actitud positiva, que es la de dar por bueno lo que se ha conseguido, como sucede con Austin. Digo esto porque el perfeccionismo nos lleva a considerar que no se puede llegar nunca a un trabajo plenamente satisfactorio. He conocido a profesores que dicen que el diez es para Dios, el nueve para el profesor y, a partir de ahí, ya se puede asignar la calificación a los alumnos y alumnas. Ellos nunca lo pueden hacer perfectamente.

Hay que combinar la felicitación por lo que está bien realizado con el estímulo de la mejora. Un estímulo que puede proceder del propio alumno, de su profesor o, como hemos visto en este caso, de los compañeros y compañeras de quien aprende. El esfuerzo atraviesa todo el proceso, hasta conseguir el logro deseado. Reflexionar y comprender juntos para que mejore cada uno. La evaluación es un proceso de dialogo, comprensión y mejora.

https://flich.org/la-mariposa-de-austin-columna-escrita-por-miguel-angel-santos-guerra/ 

domingo, 31 de julio de 2022

La huida injustificable de Alberto Núñez Feijóo.

El debate sobre el estado de la nación no es derecho constitucional obligatorio, sino opcional, la flexibilidad con que se puede organizar es enorme. Si el PP hubiera planteado en la Junta de Portavoces que sería Núñez Feijóo quien representara al partido en el debate, no existe la menor duda de que habría sido aceptado


El debate del estado de la nación no es Derecho Constitucional obligatorio, como lo es la renovación de los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) o de los magistrados del Tribunal Constitucional (TC), sino que es Derecho Constitucional opcional. Es el resultado de una iniciativa del presidente Felipe González en el año 1983. Hasta 2015, excepto en los años en que la celebración de las elecciones generales no lo hizo posible, la periodicidad anual era la norma. A partir de 2015, con la quiebra limitada, pero quiebra, del bipartidismo, también el debate del estado de la nación se vería afectado, no habiéndose producido ninguno en siete años.

La recuperación de la “práctica parlamentaria” del debate del estado de la nación se produce en un momento muy difícil tanto en España como en el resto del mundo y singularmente en Europa. De ahí la importancia del mismo. No ha habido ninguno en el que en un debate se tenga que hacer una síntesis de un periodo en el que se han sucedido crisis de distinta naturaleza que no tenían precedentes conocidos ni por los más viejos del lugar.

Justamente por eso, era de suma importancia que en el debate de este año estuviera presente el líder del principal partido de la oposición, que pudiera dar la réplica al discurso del Presidente del Gobierno y ofrecer la visión alternativa de la que su partido es portador.

En este caso la participación del presidente del principal partido de la oposición era todavía más necesaria por el terremoto político que el PP ha tenido que superar en estos últimos meses. El debate sobre el estado de la nación era la ocasión para que Alberto Núñez Feijóo se dirigiera a la sociedad española para explicarle cuál es la visión que él tiene del país y qué proyecto de dirección política del mismo propone.

Dado que el debate sobre el estado de la nación no es derecho constitucional obligatorio, sino opcional, la flexibilidad con que se puede organizar el mismo es enorme. Si el PP hubiera planteado en la Junta de Portavoces que sería Núñez Feijóo quien representara al partido en el debate, no existe la menor duda de que tal planteamiento habría sido aceptado. Tendría que haber sido aceptado, porque no hay ningún obstáculo en la Constitución o en el Reglamento del Congreso de los Diputados que lo impida. Todo lo contrario. Alberto Núñez Feijóo es senador y, por tanto, miembro de las Cortes Generales, que es el órgano que “representa al pueblo español” (art. 66.1 CE). En un debate sobre el estado de la nación no debería haber ningún obstáculo para que pudiera participar con la misma legitimidad democrática que cualquier otro miembro de las Cortes Generales. De no haber sido aceptada la propuesta, el PP podría haber interpuesto un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Dada la naturaleza exclusivamente política del debate sobre el estado de la nación no hay mejor decisión acorde con dicha naturaleza que la de que sea el presidente del principal partido de la oposición el que esté expresando la posición de su partido. Y confrontando dicha posición con la expresada por el presidente del Gobierno.

¿Por qué no ha sido así? ¿Por qué Alberto Núñez Feijóo no reunió a la dirección del partido primero para informarle y oír su opinión sobre la conveniencia de ser él el que participara como portavoz del partido en el debate y por qué no ordenó que se trasladara esa propuesta a la Junta de Portavoces para que la aceptara y se comunicara a la Presidenta y a la Mesa del Congreso de los Diputados?

El resultado de la huida del presidente del PP de su responsabilidad de ser portavoz de la posición de su partido sobre el estado de la nación y de singularizar su confrontación con el Presidente del Gobierno respecto de la posición de los demás grupos parlamentarios, lo hemos podido ver todos los españoles. El PP ha estado ausente del debate propiamente dicho. La intervención de su portavoz, Cuca Gamarra, fue patética, dedicando los diez primeros minutos a ETA y el resto no se sabe muy bien a qué. En el debate más importante el principal partido de la oposición ha estado ausente. Y ausente por voluntad de su presidente.

Prudencia no es cobardía, reza un conocido refrán. Pero hay ocasiones en que la prudencia no puede ser interpretada nada más que como cobardía. Y esta es una de ellas. Alberto Núñez Feijóo no podía autoexcluirse del debate más importante de la legislatura. Su obligación era estar en la Tribuna del Congreso de los Diputados y no en un asiento del hemiciclo con cara de circunstancias.

Estas son las ocasiones en las que un dirigente político tiene que acreditar su condición de tal. Resulta evidente que el presidente del PP no ha sabido hacerlo.

Javier Pérez Royo, 

sábado, 30 de julio de 2022

Mario Draghi como indicador

Este jueves 21 de julio estuve pendiente, como me imagino que muchos de los lectores, de la dimisión de Mario Draghi y dediqué bastante tiempo a la lectura de los comentarios que se publicaron sobre la misma.

No fueron, sin embargo, dichos comentarios los que me acabaron llamando la atención. Fue un artículo publicado en The Atlantic ese mismo día, que nada tenía que ver con la dimisión del primer ministro italiano, sino que se centraba en la investigación del Congreso de los Estados Unidos de América sobre la relación de Donald Trump con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, el que me abrió una perspectiva nueva sobre lo que había ocurrido en Italia.

El autor del artículo es Brian Klaas, profesor del University College de Londres, que lleva más de diez años dedicado al estudio de cómo mueren las democracias. Uno más de los importantes politólogos, sociólogos y juristas que se están ocupando del tema. “Mis estudios y experiencias me han enseñado que las democracias pueden morir de muchas maneras. En el pasado, la inmensa mayoría tenían una muerte rápida. Pero en el siglo XXI, la mayor parte de las democracias mueren como un enfermo crónico, pero terminal. El sistema se debilita a medida que la enfermedad se extiende. La agonía persiste durante años. Una pronta intervención incrementa la posibilidad de supervivencia, pero cuanto más dura la enfermedad, el milagro se convierte en la única esperanza”. Porque “cuando las democracias empiezan a morir, rara vez se recuperan”.

El autor dedica todo el artículo a los Estados Unidos, pero su argumentación es perfectamente aplicable a la mayor parte de la democracias europeas. Y de manera muy especial a la democracia italiana.

En primer lugar, porque la presidencia del Consejo del Ministros por Mario Draghi ya era en sí misma una anomalía democrática. La trayectoria de Draghi es la de un ejecutivo de Goldman Sachs y de un presidente del Banco Central Europeo y no la de un político que adquiere su legitimidad a través del ejercicio del derecho de sufragio por parte de los ciudadanos en elecciones competidas. Mario Monti fue su predecesor en esta trayectoria. La democracia italiana ha necesitado hacer un paréntesis en el proceso de constitución de Gobierno y poner al frente del mismo a personas que no tenían legitimidad democrática para ocupar la presidencia del Consejo de Ministros.

Que esto ocurra en un sistema democrático es expresión de que la sociedad en la que ocurre no es capaz de hacer una síntesis política de sí misma para poder autogobernarse. Los partidos políticos y el sistema electoral son los instrumentos a través de los cuales las sociedades democráticas hacen la reducción de la complejidad indispensable para poder tomar decisiones y no entrar en un una situación de estancamiento que desemboque en un proceso de descomposición. Cuando no se consigue a través de estos instrumentos y se tiene que buscar un “atajo”, como es el nombramiento como Presidente del Gobierno de alguien que carece de la legitimidad democrática obtenida a través de los instrumentos previstos para ello, ya nos encontramos ante una patología, que se convierte en tanto más grave cuanto más se repite y más dura.

Esto es lo que lleva ocurriendo en Italia desde hace ya mucho tiempo, demasiado tiempo. En mi opinión, desde que Berlusconi se convirtió en el personaje central del funcionamiento del sistema político italiano. Berlusconi ha sido, en cierta medida, el precursor de Donald Trump. Con personajes como ellos la política deja mucho que desear desde una perspectiva democrática. El hecho de que todavía no haya desaparecido de la escena política habla por sí mismo.

Mario Monti primero y Mario Draghi después han sido excrecencias de la erosión de la democracia en Italia. Han sido expresión de la “enfermedad crónica” de la que habla Brian Klaas en el artículo citado. Enfermedad que va acentuando su gravedad con cuanto más tiempo pasa sin que se produzca la rectificación exigible. Y que, muy probablemente, va a desembocar en una situación todavía peor con el resultado de las próximas elecciones, dado que el ambiente en que se van a celebrar difícilmente van a posibilitar la formación de un gobierno.

La dimisión de Draghi es el indicador de un malestar profundo que no se produce exclusivamente en Italia, aunque tal vez sea donde se manifiesta de manera más llamativa. En España, por no irnos más lejos, estamos viviendo una situación anómala desde 2015, con incumplimientos variados de la Constitución, que está operando más como una Constitución “nominal” que como una “normativa”.

La mayor parte de las democracias dignas de tal nombre están pasando por situaciones patológicas. Cada una a su manera, como las familias desgraciadas de Tolstoi, pero prácticamente todas. En Europa el problema se complica porque, además de las democracias nacionales, tenemos que tomar en consideración la Unión Europea, que no puede no verse afectada por lo que ocurra en cada uno de los estados miembros.

El incidente Draghi es un incidente patológico que afecta de manera inmediata y directa a Italia, pero que nos interpela a todos.

Javier Pérez Royo,

viernes, 29 de julio de 2022

'Caso ERES': criminalizar la acción de gobierno

Derivar responsabilidad penal de la tarea de dirección política, sin acreditar actos jurídicos concretos de los que puedan derivarse dicha responsabilidad, es una monstruosidad jurídica de tal magnitud, que resulta literalmente incomprensible que personas que se supone que tienen formación jurídica hayan podido cometerla


El Tribunal Supremo ha comunicado este pasado martes 26 que ha sido básicamente confirmada la sentencia que se dictó en su día por la Audiencia Provincial de Sevilla en el “caso de los ERES”. A diferencia de la sentencia de primera instancia que fue dictada por unanimidad, la sentencia del TS ha sido dictada por una mayoría de tres magistrados contra dos. No conocemos todavía ni la sentencia ni los votos particulares. En consecuencia este artículo no puede entrar en el análisis de la fundamentación jurídica en la que descansan.

Cuando hacia finales de septiembre que se supone que se darán a conocer tanto la sentencia como los votos particulares, tendré ocasión de hacer un análisis de la fundamentación jurídica de los mismos.

Hoy quiero simplemente ofrecer al lector el marco jurídico en el que se desarrolló la operación de los ERES, a fin de que tenga la información necesaria para valorar la decisión del TS cuando se conozca.

Para que se pudieran aprobar los ERES, era imprescindible que existiera una partida presupuestaria con base en la cual pudieran ser financiados. La financiación de los ERES no se produce como consecuencia de una decisión gubernamental, sino de una decisión parlamentaria. El Gobierno, sea el del Estado sea el de una Comunidad Autónoma, tiene que aprobar el Proyecto de Ley de Presupuestos para remitirlos a continuación al Parlamento, que es el órgano constitucional que los debate y aprueba.

La “potestad presupuestaria” (art. 66.2 de la Constitución) reside de manera exclusiva y excluyente en el Parlamento. El Gobierno se limita a elaborar un Proyecto sobre el que pierde el control en el momento en que entra en el Parlamento. Únicamente el Parlamento es portador de una “voluntad presupuestaria”. La manifestación de la voluntad presupuestaria del Estado corresponde única y exclusivamente al Parlamento, sin que el Gobierno participe en lo más mínimo en la misma. Los miembros del Gobierno que sean parlamentarios participarán como los demás miembros de la Cámara en la aprobación de los mismos. Los que no sean parlamentarios, ni siquiera podrán hacerlo.

Queda claro, pues, que sin una partida presupuestaria que sea expresión de la voluntad del Estado o de la Comunidad Autónoma, no pueden existir los ERES. El Parlamento tiene que manifestar expresamente su voluntad, que es la forma en que se expresa la voluntad del Estado o de la Comunidad Autónoma, para que los ERES cobren vida.

En ningún momento se ha acreditado que la acción de los expresidentes de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y José Griñán, así como la de los demás miembros de los Consejos de Gobierno por ellos presididos, haya ido más allá de la discusión en el seno del Consejo de Gobierno y la aprobación del Proyecto de Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma de Andalucía. Esa es toda la relación que han tenido con la partida presupuestaria de financiación de los ERES como con cualquiera de las demás que acaban figurando en la Ley de Presupuestos.

En esa operación es imposible que se cometa un delito porque no hay ningún acto con sustantividad que pueda generar una responsabilidad de tipo penal. Insisto en que la “potestad presupuestaria” es exclusivamente parlamentaria. No hay un acto del Gobierno ni de ninguno de sus miembros en el proceso de elaboración del Proyecto de Ley de Presupuestos del que pueda derivarse responsabilidad penal de ningún tipo. Es radicalmente imposible.

Puede ocurrir que, una vez aprobada la Ley de Presupuestos por el Parlamento, de la que tampoco puede derivarse responsabilidad penal de tipo alguno, en la ejecución de los mismos se pueda hacer un uso desviado de alguna partida presupuestaria. En tal supuesto, es evidente que sí puede generarse responsabilidad de tipo penal por quien haya sido protagonista de esta conducta desviada.

El Presidente del Consejo de Gobierno no puede ser nunca protagonista de una tal conducta desviada, porque no interviene jamás en la ejecución de ninguna partida presupuestaria. Un Consejero o Consejera tal vez podría ser protagonista de una conducta de este tipo, aunque es muy poco probable que esto pueda ocurrir. El Consejero o Consejera no desciende al nivel en que se concretan las ejecuciones de las partidas presupuestarias.

En ningún momento en el caso de los ERES se ha acreditando que algún Consejero o Consejera haya participado en la ejecución de la partida presupuestaria que los hizo posibles. No hay ninguna prueba acreditativa de una conducta desviada por parte de ninguno de los miembros del Consejo de Gobierno. Repito: ninguna.

Ya veremos qué dice el TS, pero hasta el momento no se han acreditado conductas delictivas por parte ni de los expresidentes ni de los exconsejeros que han sido condenados. No hay ningún acto constitutivo de delito del que hayan sido protagonistas alguno de ellos en el caso de los ERES por el que puedan haber incurrido en responsabilidad penal.

La Audiencia de Sevilla condenó la “acción de gobierno” del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía. Condenó la “dirección política” de la Comunidad Autónoma por parte del Consejo de Gobierno. La dirección política es, justamente, la primera tarea del Gobierno, como queda claro de la lectura del artículo 97 de la Constitución, que empieza así: “El Gobierno dirige la política…” En esa dirección política ocupa un lugar primordial la aprobación del Proyecto de Ley de Presupuestos, que, justamente por eso, no puede generar responsabilidad de tipo penal alguna.

Derivar responsabilidad penal de la tarea de dirección política, sin acreditar actos jurídicos concretos de los que puedan derivarse dicha responsabilidad, es una monstruosidad jurídica de tal magnitud, que resulta literalmente incomprensible que personas que se supone que tienen formación jurídica hayan podido cometerla.

Esperemos a ver cómo justifican dicha monstruosidad la mayoría que ha ratificado la sentencia y de qué manera la rechazan las firmantes de los votos particulares.

Quedo comprometido a dar la explicación pertinente.

Javier Pérez Royo

jueves, 28 de julio de 2022

_- Al rincón de pensar

_- Estábamos cenando en un estupendo restaurante de Valencia cuando Javier Muñoz, un amigo recién estrenado, en la sobremesa compartida con María Ángeles, formadora como él en Kapta Estrategias, nos cuenta que su hija Belén, con tres añitos, después de tener una pelea con un compañero de clase, recibió la orden de ir al rincón de pensar. Pasados unos minutos, la maestra la llamó para saber a qué conclusiones le había llevado la meditación frente a la pared.

No hace falta esforzarse mucho para adivinar cuáles eran las expectativas de la profesora. Esperaba que en esos minutos hubiese llegado a las conclusiones deseadas: que estaba muy arrepentida de la violencia que había utilizado, que deseaba dar un abrazo al agredido e, incluso, pedirle perdón. Y, por supuesto, que no volvería a pegar a nadie sino a dialogar de forma tranquila para defender sus derechos y sus propiedades. Al rincón de pensar se le atribuyen unas mágicas cualidades que hacen que, quien se sitúe allí durante un corto tiempo, va a acabar concluyendo que se arrepiente de la mala acción y que está dispuesto a no repetir el comportamiento indeseable. Lo cual supondrá, al hacerlo público, una importante lección para quienes escuchan el milagroso resultado de la reflexión.

Belén, dinos lo que has pensado, dice la maestra, esperando la lección que la niña ha aprendido y que todos y todas van a compartir. Para desconcierto de la maestra y sorpresa de los compañeros y compañeras de la clase, dice:

– He pensado que me devuelva el estuche y la mochila porque mañana no pienso venir.

Belén tenía su lógica. Ella prefería, al día siguiente, estar en un lugar donde no hubiera compañeros belicosos ni rincones de pensar y donde nadie le quitase su querido estuche y su imprescindible mochila.

¿Qué hacer ahora? Porque la situación es muy delicada. La profesora no le va a decir: pues toma tu estuche y tu mochila, siéntate y mañana no hace falta que vengas. Otra posibilidad es decirle a Belén:

Ahora vas a volver al rincón, a ver si piensas de otra manera y llegas a una conclusión que me guste más. Porque, por no pensar de una forma rigurosa, has llegado a una conclusión falsa.

Supongamos que Belén vuelve al rincón de pensar, ahora un rato más largo, porque la maestra piensa que mientras más tiempo esté, considerará que lo que ha hecho es muy negativo. A ver si ahora razona de forma deseable y se rompe así la mala repercusión que sus palabras han tenido en el grupo. Porque si todos los que van al rincón de pensar acaban razonando de esa manera, puede desencadenarse una rebelión masiva

Me imagino a Belén en el rincón de pensar, ahora un poco más enfadada, buscando algún nuevo argumento para sostener la conclusión a la que había llegado. Cuando la profesora le vuelve a preguntar sobre lo que ha descubierto, no sería extraño oírla decir:

Quiero que me devuelva el estuche y la mochila ahora mismo porque deseo irme ya. (Para sus adentros se dice que no quiere pasar todo el día en el rincón de pensar y no desea concluir de otra forma). Cuando le oí a Javier esta historia de su hija Belén, me acordé del que fue hace ya algunos años Director General de Universidades, el profesor Miguel Ángel Quintanilla, eminente catedrático de filosofía. Un día le oÍ decir:

Con estas teorías que tenéis los pedagogos de que se debe razonar con los niños lo que está bien y lo que está mal y no imponerlo por la fuerza, cuando mi hijo de cinco años hacía alguna trastada, le decía que teníamos que razonar sobre lo que había pasado. Un día que el niño acababa de hacer una buena faena, le llamé enérgicamente:
Ven aquí ahora mismo.

Y el niño, cruzando los brazos delante de la cabeza para protegerse, repitió varias veces, suplicando:

¡Papá, razonar, no! ¡Razonar, no!

Lo que el niño quería decir era algo así: dame un castigo de cumplimiento rápido y no me hagas sentir incoherente, desaprensivo y mala persona. No me quites un tiempo precioso que puedo dedicar al juego en lugar de sentirme abrumado por un discurso largo, aburrido y humillante.

Y es que en esto de los castigos o las reconvenciones damos muchas cosas por sentadas. Y en educación casi nunca sucede que si A, entonces B. Lo que realmente pasa es que si A, entonces B, quizás.

Padres y educadores hemos de actuar con tacto y equilibrio. Y, por supuesto con amor. Corremos el peligro de actuar con la ley del péndulo. Ahora en un extremo y luego en el otro. De una actitud autoritaria e irracional como la de aquel padre que le decía al hermano mayor: “vete a ver lo que hace el niño y prohíbeselo” a una permisividad absoluta que les permite a los niños y a las niñas hacer siempre lo que les de la gana.

Los niños y las niñas tienen que tener consistencia normativa, tienen que saber a qué atenerse, tienen que saber que hay buenos y malos comportamientos, que han de respetarse los derechos de todos y no solo los suyos. Tienen que saber que existen normas para el bien común y que han de ser respetadas y que tienen derechos, pero también obligaciones.

Cuántas veces pensamos: si damos un castigo severo a un alumno por una falta que ha cometido, todos los demás escarmentarán. Y eso, ¿cómo se sabe? Porque, en algunos casos, en lugar de detestar el mal comportamiento del compañero castigado, lo que hacen es admirarlo como si de un héroe se tratase. No les dan ganas de no imitar el mal comportamiento sino que desean adquirir el coraje de imitarlo. Bueno, de imitarlo y de no ser descubiertos.

Por otra parte, no todos los niños y las niñas son iguales. Un reproche que a un alumno le estimula, a otro le desalienta. Un castigo que a uno le corrige despierta en otro un odio indestructible a quien le ha castigado.

¿Qué es lo que quiero decir con estas dos anécdotas? En primer lugar, que cada caso es único e irrepetible, que cada persona reacciona de manera diferente y no siempre de la forma esperada. Hay que conocer bien a los alumnos y a las alumnas porque no todos reaccionan de la misma manera a los mismos estímulos.

En segundo lugar, hay que poner en tela de juicio nuestras actuaciones. Porque no siempre producen los efectos deseados. Y, a veces, generan efectos nocivos indeseables.

En tercer lugar hay que seguir observando y analizando a través del tiempo las consecuencias que tienen nuestras decisiones. ¿Qué se pretende conseguir? ¿Cómo y cuándo se espera el logro deseado? Si no se consigue, ¿por qué se ha producido el fracaso? Solo así podremos aprender, solo así podremos mejorar.

He hablado de tiempo y plazos porque a veces pensamos que una intervención nuestra, seguida de una promesa de corrección por parte del infractor, ya resuelve el problema para siempre. Y no. Y, a veces, nos desesperamos:

La impaciencia no es buena consejera. ¿No me prometiste ayer que no ibas a decir nunca más una mentira?, decimos indignados ante un nuevo engaño. Claro que lo dijo. Y es probable que lo dijera sinceramente, plenamente convencido. Pero ha vuelto a mentir. Y lo hará ma siguiente con una cestita a recoger las manzanas?n el jardmpos, tienen sus ritmos. ¿Qu aconfesar algunos ás veces. Lo cual no quiere decir que cada vez que promete corregirse no sea sincero. ¿No se van a confesar algunos adultos creyentes cada semana? ¿Qué pasa? ¿No se habían arrepentido? Claro que sí. Pero han vuelto a pecar. Una semana tras otra. Y son adultos.

La impaciencia nos acucia, pero los procesos requieren sus tiempos, tienen sus ritmos. ¿Qué pensaríamos de alguien que planta una semilla de manzano en el jardín y va al día siguiente con una cestita a recoger las manzanas y, al no ver los frutos, destruye la semilla porque no sirve para nada? Qué error, diríamos. Habrá que regar y proteger y cuidar y podar…y esperar con optimismo que algún día tendremos manzanas.

La palabra autoridad proviene del verbo latino auctor, augere, que significa hacer crecer. Quien machaca, silencia, castiga, anula y humilla, tendrá poder, pero no tiene autoridad. Y. ¿cómo se gana esa autoridad? Con el ejemplo, la responsabilidad, la coherencia, la paciencia, la constancia y el amor.

Los adultos insistimos mucho en que no se puede confundir libertad con libertinaje. Nos acordamos menos de decir que no se puede confundir autoridad con autoritarismo. Para saber más sobre estas cuestiones ahí está el libro de José Antonio Marina “La recuperación de la autoridad. Crítica de la educación permisiva y de la educación autoritaria”. Que aproveche.

miércoles, 27 de julio de 2022

_- Guerra Civil, la prueba de fuego de Unamuno, Azaña y Ortega


_- El historiador Raimundo Cuesta, Premio Nacional a la Innovación Educativa, acaba de presentar en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca su obra “Unamuno, Azaña y Ortega, Tres luciérnagas en el ruedo ibérico” tras décadas de estudio e investigación centradas en lo que Nietzsche denomina (en su ensayo las Tres Caras de Clío) la Historia Crítica, es decir, aquella que trata de ajustar cuentas con el pasado y poner cada cosa en su lugar.

Nuestro autor, cofundador de las plataformas Cronos y Fedicaria, así como de la revista ConCiencia Social, nos sitúa “a las tres lumbreras” entre la espada y la pared, en una España desgarrada por los Hunos y los Otros, en la que al final se impone la dictadura que arroja a Azaña al exilio, destruye interiormente a Unamuno y deja a Ortega “una salida olímpica, más allá del bien y del mal”.

En la presentación, que tuvo lugar el pasado 28 de junio, Cuesta dio una lección magistral, (acompañado por los historiadores Jesús Baigorri y María José Turrión) sobre ”la travesía, en el Mare Procelosum, de esos tres náufragos en 1936”.

”La Guerra Civil selló el destino aciago de las tres luciérnagas, por causas diferentes y destinos contrarios, cuando la República soñada por cada uno de ellos iba a traspasar las puertas del cementerio”, subrayó Cuesta (de origen vasco y cántabro) considerado uno de los historiadores españoles más importantes del siglo XXI.

Al referirse a Ortega, por quien mostró “cierta antipatía”, (aunque reconoció su gran legado, de resonancia internacional señaló, en una sala repleta de público, que el filósofo madrileño defendía “una sofocracia” (un Gobierno de sabios) de vetustas resonancias platónicas” y que observaba con desprecio una hipotética “rebelión de las masas” que podría propagar “la peste revolucionaria”.

Ortega llegó a proponer -señaló Cuesta- “un partido nacional por encima de las izquierdas y las derechas”, algo así como una utópica asociación transversal para superar “las amenazas del comunismo y el fascismo”.

Respecto a Unamuno, a quien se acerca con gran simpatía y perdonando “sus dudas iniciales con el golpe de Estado”, le absuelve con contundencia y argumentos de peso.

“Unamuno fue la proa de la generación del 98 (…) Tras su destierro por oponerse a la dictadura militar de Primo de Rivera, se convierte en un héroe de multitudes y en el refulgente símbolo de la República soñada cuando regresa a su tierra en 1930”, recalcó Cuesta.

Para el historiador afincado en Salamanca “las tres luciérnagas representan otros tantos arquetipos de intelectual profético (Unamuno), político (Azaña) y olímpico (Ortega).

Azaña, el más sosegado e introvertido -dijo Cuesta- se mostró poseído “por una suerte de hundimiento durante la Guerra Civil”.

Para entender la cosa sumariamente sobre el rector y el filósofo madrileño -matizó- “Unamuno fue el Sócrates, y Ortega el Platón de nuestra tradición filosófica” (Salcedo, 1956, “Unamuno y Ortega, diálogo entre dos españoles”. Cuaderno de la Cátedra Miguel de Unamuno, 7, p.108).

Raimundo asimismo arremetió contra la idea de encorsetar a dicha troika “en el saco de las tres Españas”.

“Tras las promesas de la generación del 14 (…) Los tres, con distinto ritmo e intensidad, rompen las amarras con la monarquía y acaban apostando por la República”, enfatizó Cuesta.

Cuesta, que no olvida en ningún momento “la paupérrima situación en la que se encontraba España” (lo que tallaba de diferente forma a las tres luciérnagas) subrayó que “en ese mundo de incertidumbres Azaña, máximo exponente de la República, abogó por una revolución pacífica mediante una alianza entre las clases ilustradas y los trabajadores de orientación socialista”.

Eso chocaba -añadió- con el Gobierno de una “aristocracia intelectual” de Ortega.

Por su parte Unamuno, que “incluso dijo sí al Estatuto de Cataluña de 1932, a pesar de su fuerte oposición” y se mantuvo un “lapso de tiempo” como “filósofo de la duda”, poco antes de fallecer dejó, con claridad meridiana, su “testamento político”.

Poco antes de su muerte natural, el último día del año 36, -recalcó Cuesta- “emborronó unas cuantas cuartillas en las que lamentó su engaño al haber percibido en la sublevación militar una acción encaminada a la defensa de la civilización occidental y no la trastienda, como en ese momento alcanza a ver, de una militarada que abrió un movimiento de ´odio a la inteligencia, la envidia, el resentimiento, el complejo de inferioridad (…)”.

“Esta guerra civil, no es civil. Es un ejército de mercenarios-la legión y los regulares, no el pueblo” (citado por F. Blanco Prieto. Unamuno. Profesor y rector de la Universidad de Salamanca, Salamanca, 2011, pa. 546).

Cuesta elogió a Azaña, quien sufrió, quizás, “un naufragio más duro que Unamuno”.

“Se mantuvo hasta 1939 al frente de la II República, es decir, su compromiso con el régimen nacido en 1931 llegó prácticamente hasta el final. Ello le costó el oneroso tributo de morir en el exilio el 3 de noviembre de 1940 en la localidad francesa de Montauban, únicamente arropado por su mujer, el séquito de fieles amigos y la solidaria ayuda material de la Embajada de México”, recordó Cuesta.

En su exhaustivo ensayo -de más de 500 páginas- Raimundo analiza de forma profunda y pormenorizada la Historia y la Intrahistoria de la vieja España, así como su mutilación física y espiritual, en línea con su pensamiento, reflejado en gran parte de su obra, de que “el franquismo y sus secuaces practicaron una cirugía de cuerpos y almas”, cuyas secuelas seguimos padeciendo en la España actual, en la cual sigue brillando “la patina del fascismo”.

Esta es la web de Raimundo Cuesta: Cronos

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


https://rebelion.org/guerra-civil-la-prueba-de-fuego-de-unamuno-azana-y-ortega/

martes, 26 de julio de 2022

Eres un animal


¿Por qué es un insulto la frase que encabeza este artículo? Cuando queremos agredir a una persona, decimos de ella que es un animal, un cerdo, un burro, un zorro o una bestia… La verdadera agresión sería decirle a un perro:

– Eres un humano, eres una persona, eres un animal humano…

Porque entre nosotros, los humanos, se produce la auténtica maldad, el crimen organizado, la crueldad planificada, el rencor descontrolado, la envidia destructiva, la guerra organizada, el odio destructivo y el desprecio infundado… Y en los animales, no.

Recuerdo aquel poema en el que unos monos que están subidos a un árbol (el mono es un animal arborícola que habita sobre todo en los árboles genealógicos), contemplan las atrocidades que realizan los seres humanos y se lamentan de tener unos descendientes tan perversos. ¡Qué vergüenza!, dicen.

Anteayer, día 21 de julio, se celebró el Día Mundial del Perro, conmemoración que se viene celebrando desde el año 2004. No sé por qué este día, en plena canícula dentro de nuestro hemisferio. Quizás porque en estas fechas hay muchos perros que son abandonados a su suerte. Hay otros días de celebración relacionados con el perro (Día internacional del Perro Guía, el último domingo de abril; Día internacional del Perro Callejero, el 27 de julio; Día del Perro de Trabajo, el 6 de diciembre; Días nacionales del perro…). Ya sé la relatividad de estas convenciones.

Hay perros famosos: la perrita Laika se convirtió en 1957 en el primer ser vivo que entró en órbita y dio la vuelta a la tierra; el perro Balto recorrió más de mil kilómetros liderando en 1925 el trineo de la expedición que traía las medicinas que salvaron al pueblo de Nome (Alaska); Bobbie regresó a su casa recorriendo cuatro mil kilómetros después de haberse perdido cuando viajaba con sus dueños; Greyfriars Bobby permaneció catorce años hasta su muerte al lado de la tumba de su dueño; Hachiko vagó por una estación durante casi nueve años esperando a su dueño fallecido; Lassie protagonizó diferentes series de televisión, libros y películas desde 1943 hasta nuestros días; Rin Tin Tin, un pastor alemán, fue protagonista de la conocida serie estadounidense que lleva su nombre, Barry fue un San Bernardo que salvó en Suiza a cuarenta personas perdidas en bosques helados durante los catorce años que trabajo como rescatista en el Gran Hospicio…

Estoy leyendo una tesis doctoral que se defenderá en la Universidad de Oviedo el próximo día 7 de septiembre. Seré, afortunadamente, el presidente del tribunal. Digo afortunadamente porque la lectura de una tesis siempre es una ocasión excepcional de aprendizaje. El título del trabajo es el siguiente: “Una nueva filosofía de la educación: La empatía animal”. Está escrita por Beatriz Cimadevilla Alonso. La autora abre el trabajo con una significativa dedicatoria: “Esta tesis está dedicada a todos los animales no humanos que sufren; y a aquellos de mis hermanos animales no humanos que, sin sufrir, forman también parte de mi mundo. Vosotros estáis entre aquellos que dan sentido a mi vida”.

Los animales son víctimas de una concepción especista que ellos no pueden debatir ni rechazar. El término especismo tiene dos acepciones en el diccionario de la Real Academia: 1. Discriminación de los animales por considerarlos especies inferiores y 2. Creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ello puede utilizarlos en beneficio propio. Ambas acepciones apuntan en la misma dirección: la de la cosificación de los animales por situarlos en una realidad diferente de y subordinada a la humana. El problema es que no les consideremos seres sintientes, que les convirtamos en cosas que se pueden tirar o golpear.

Hace años que leí el emocionante libro del premio Nobel Konrad Lorenz titulado “El anillo del Rey Salomón”, que en alguna edición tiene otro título: “Hablaba con las bestias, las aves y los peces”. Es impresionante ver cómo el autor investiga, observa y analiza las costumbres de los animales. Hace unos días terminé de releer “Cuando el hombre encontró al perro”, del mismo autor. Dice el premio Nobel en la última frase del libro que la historia de esta relación es “una suma incalculable de amor y fidelidad”.

Compartimos el mundo con los animales. Y, en muchas ocasiones, también la casa. En España, hay en los hogares más perros que niños. Nueve millones de perros, frente a seis millones y medio de niños y niñas. La empatía con los animales es un deber que tenemos cultivar para hacer un mundo más digno.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 70% de los perros en el mundo no tienen un hogar. En la actualidad existen aproximadamente 300 millones de perros en el mundo, con una gran variedad de razas y tamaños, todos muy cariñosos y dispuestos a servir a sus amos de formas inimaginables. Hoy en día contamos con perros policías, bomberos, lazarillos y de compañía.

Hay quien puede pensar que habiendo tantos problemas y necesidades entre los seres humanos, toda la atención que se preste a los perros se detrae del cuidado a nuestros congéneres. No es así. Más bien es al contrario: quien muestra solidaridad y aprecio por loa animales suele también manifestarlos con los seres humanos.

A mi juicio hay tres pasos que debe dar una sociedad democrática, asentada en valores:

1. El primero es acabar con el maltrato de los animales. Hay muchas costumbres crueles, faltas de respeto y sensibilidad. Y no me refiero solo a esas costumbres salvajes en las que los seres humanos disfrutan, haciendo sufrir a los animales no humanos. Me refiero también al maltrato doméstico: golpear a perros, colgar a galgos (hay miles de galgos ahorcados, acuchillados y abandonados cada año en España), abandonar a su suerte… Comportamientos que deberían tener, por ley, castigos ejemplares. 

2. El segundo es cultivar la empatía, tratar de forma deferente a quienes comparten la vida y el mundo con nosotros. 

3. El tercero consiste en hacer visibles hermosas historias de perros, como la que conté en este mismo espacio con el título “Montse y Chicharita”. Una doble historia de superación heroica en la que una perrita y su ama vencieron la tetraplejía.

Los británicos, cuando muere un perro, dicen que “ganó las alas”. Allí existe una leyenda que dice que los perros vienen a este mundo sin alas y sin hablar para que no se sepa que son ángeles.

Es emocionante el epitafio que escribió Lord Bayron a su perro Boatswain en el monumento que levantó en el jardín de la mansión en la que convivieron. Boatswain era una terranova, que contrajo la rabia y a la que el poeta cuidó en su enfermedad, a costa de contraer la misma enfermedad: 
“Cerca de este lugar/ 
reposan los restos de un ser/ 
que poseyó la belleza sin la vanidad,/ 
la fuerza sin la insolencia,/ 
el valor sin la ferocidad/ 
y todas las virtudes del hombre sin sus vicios./ 
Este elogio, que constituiría una absurda lisonja/ 
si estuviera escrito sobre cenizas humanas,/ 
no es más que un justo tributo a la memoria de Boatswain, un perro/ 
nacido en Newfoundland, en mayo de 1903/ 
y muerto en Newstead Abbey, el 18 de noviembre de 1908…”. 

Solo cinco años de imborrable amistad.

Me gustan las historias de perros. Conozco muchas muy sugerentes. Aquí me voy a referir a una que tiene que ver con mi oficio de profesor. Dice así:

Una familia tiene un perro que presenta síntomas inquietantes de enfermedad. El veterinario, después de explorarlo detenidamente, le receta unas dosis diarias de aceite de bacalao

Todas las mañanas, el dueño va a buscarlo, le arrastra por la fuerza, le sujeta la cabeza entre las rodillas, le abre la boca violentamente y, con una cuchara, le va dando el aceite de bacalao.

Un día, en pleno forcejeo, el perro se libera de la maniobra de su amo, el tarro que este tenía sobre las rodillas va rodando hasta el extremo de la habitación y el perro va corriendo a lamerlo con fruición. No es que no le guste el aceite de bacalao, no le gusta la forma en la que se lo dan.

El ser humano está diseñado para aprender, tiene una curiosidad innata pero algunas formas de enseñar le resultan insoportables. No es que no le guste aprender, lo que no le gusta es la forma en que tratan de enseñarle.

Quiero dedicar este artículo a mi amiga Lola Alcántara, convencida animalista, amante de los perros y creadora del Proyecto Berta (nombre de una sus perras, ya fallecida). Se trata de un proyecto sin ánimo de lucro, que se dedica a rescatar y rehabilitar podencos del mundo de la caza para darles una vida mejor. El mundo sería más habitable (y los perros serían más felices) si todos fuésemos como Lola.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/07/23/eres-un-animal-3/

domingo, 24 de julio de 2022

El videojuego que los médicos prescriben para tratar la hiperactividad en niños

Mientras que a muchos padres les preocupa que sus hijos pasen demasiado tiempo jugando videojuegos, Kelcey Sihanourath se complace al ver a su hijo Owain, de 13 años, tomar su tableta.

A Owain le diagnosticaron TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) cuando estaba en preescolar.

Desde entonces, la familia, que vive en la ciudad estadounidense de Savannah, Georgia, ha llevado a su hijo a ver a terapeutas ocupacionales para ayudarlo a afrontar mejor las tareas de la vida cotidiana.

También probaron el camino de la medicación, pero tuvieron que detenerlo después de que los medicamentos recetados exacerbaran las migrañas regulares del niño hasta enfermarlo.

Como el TDAH seguía afectando el rendimiento escolar de Owain a lo largo de los años, Kelcey "esperaba algo más, cualquier otra opción".

"Pude verlo luchando por entender por qué no podía concentrarse y la frustración que tenía cuando se esforzaba tanto y aún así se distraía", relata.

"Me rompió el corazón, pero me sentí atrapada y completamente inútil".

Un juego muy especial
La ayuda llegó al final de algo que inicialmente parece muy incongruente: un videojuego llamado EndeavorRx.

El juego EndeavorRx ve al usuario correr alrededor del universo.

EndeavorRx se convirtió en 2020 en el primer juego de este tipo aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) para su uso en el tratamiento del TDAH en niños.

El videojuego solo está disponible con receta médica en EE.UU. y a primera vista se parece mucho a otros juegos; consiste en controlar a un pequeño alienígena que corre en una nave espacial a través de diferentes mundos y tiene que recolectar cosas.

El software fue desarrollado en conjunto con neurocientíficos y está diseñado para estimular y mejorar áreas del cerebro que tienen un papel clave en la función de la atención.

La idea es que entrene a un niño con TDAH para realizar mejor varias tareas a la vez e ignorar las distracciones, con un algoritmo informático que mide su desempeño y personaliza la dificultad del juego en tiempo real.

Cuando los médicos lo recetan, a los padres del niño se les envía un enlace de activación que se necesita antes de comenzar a jugar.

Kelcey dice que era "un poco escéptica", pero a fines de 2020 Owain comenzó un programa de tres meses en el que debía jugar 25 minutos al día. Luego hizo otra ronda el año pasado.

"Él admitió que fue un poco más difícil de lo que esperaba", dice su madre. "Pero entendió que lo estaba haciendo para ayudar a mejorar su concentración. Se mantuvo supermotivado a pesar de las dificultades y frustraciones que surgieron".

Cambios positivos
Después de cada una de las sesiones de Owain, Kelcey anotó su comportamiento diario en la aplicación y siguió su progreso.

Pronto comenzó a ver pequeños cambios positivos en su comportamiento. Por ejemplo, prepararse para la escuela se había vuelto más fácil y no había mensajes negativos de los maestros.

Después de reprobar quinto grado, Owain empezó a obtener excelentes calificaciones en sus tareas.

"Ha sido asombroso ver a mi hijo tan exitoso, pero más aún, verlo tener confianza en sí mismo", dice Kelcey. "Ya no está molesto y confundido acerca de por qué simplemente no entiende".

Eddie Martucci, director ejecutivo de Akili, la firma de tecnología con sede en Boston detrás de EndeavorRx, dice que el juego fue diseñado para impulsar el progreso cognitivo.

Eddie Martucci ahora está considerando la expansión de EndeavorRx en el extranjero.

"Es algo que es muy difícil de conseguir por medios moleculares, como tomar una pastilla. Pero resulta que los estímulos sensoriales en realidad pueden activar directamente partes del cerebro que controlan la función cognitiva", señala.

Su compañía planea lanzar el juego en Europa en los próximos años.

Detección de problemas de salud mental
Esta no es la única compañía que ha intentado combinar lo lúdico con la tecnología para tratar asuntos del cerebro.

La aplicación británica Thymia está utilizando videojuegos para ayudar a médicos y profesionales relacionados a detectar y diagnosticar problemas de salud mental, en particular la depresión.

Uno de los juegos de Thymia hace que el usuario tenga que intentar memorizar objetos en movimiento, mientras que el otro es con cartas y también pone a prueba su memoria.

Además del desempeño del paciente en el juego, la aplicación también monitorea y evalúa sus comentarios y expresiones faciales, y accede a la cámara y el micrófono de su computadora o teléfono celular.

Thymia fue lanzado por Emilia Molimpakis, quien posee un doctorado en lingüística, neurociencia cognitiva y psicología experimental de la University College London (UCL).

Dirige la empresa con el cofundador, Stefano Goria, que tiene un doctorado en física teórica de la Universidad de Turín.

La aplicación de Thymia tiene como objetivo ayudar a diagnosticar problemas de salud mental.

Goria dice que la aplicación "reúne y extrae biomarcadores que son relevantes para comprender los síntomas de la depresión (...) de una manera útil y atractiva".

Tanto Akili como Thymia dicen que sus aplicaciones deben usarse de forma adicional a los controles y tratamientos existentes dirigidos por médicos, y no como un reemplazo.

La psicóloga de adolescentes británica Angela Karanja está de acuerdo.

"Si bien estos son inventos efectivos, deben usarse junto con los cuestionarios (de evaluación del paciente) existentes en la actualidad, cuya confiabilidad y validez han sido probadas y aceptadas, así como los aportes de los médicos, y también junto con otros tratamientos, no de forma aislada. ", dice Karanja.

El psicólogo británico Lee Chambers afirma que si bien el uso de tales videojuegos en el diagnóstico, seguimiento y tratamiento de las condiciones de salud mental aún se encuentra en las primeras etapas, parece tener "potencial".

"Participar en un juego tiene la capacidad de eliminar aspectos de la sensación de que estamos siendo probados y medidos", dice.

"Estos tipos de juegos de salud mental tienen la capacidad de ampliar el acceso y rastrear las variaciones en los datos de referencia que recopilan a lo largo del tiempo. Dado esto, tiene el potencial de ser un indicador temprano y mostrar patrones de una manera a la que actualmente no tenemos acceso", sostiene.

sábado, 23 de julio de 2022

_- ANTROPOLOGÍA Los universitarios miden tres centímetros más que los que solo tienen estudios de primaria.

_- Una investigación sobre la estatura de los nacidos en España revela el brutal impacto de la clase social en la salud y sugiere que el crecimiento de los españoles se ha estancado.



La estatura media es un indicador palmario de la calidad de vida de una población. 
Para comprobarlo, solo hace falta ponerse en la puerta de un colegio privado en una urbanización rica y después en la entrada de un colegio público en un barrio pobre. La altura es “el espejo de la condición de la sociedad”, según la definición clásica del pediatra británico James Tanner. La talla de los jóvenes llamados a filas sirvió históricamente para hacer un seguimiento exhaustivo de la estatura de los ciudadanos, pero el fin del servicio militar obligatorio en España en 2001 dejó a la comunidad científica sin este valioso registro. Un equipo de investigadores ha exprimido ahora los datos individuales de las encuestas nacionales de salud del Ministerio de Sanidad y ha obtenido un resultado demoledor: entre los hombres nacidos en la década de 1990, los universitarios miden tres centímetros más que los que solo tienen estudios de primaria. En las mujeres, esa diferencia alcanza los dos centímetros.

El sociólogo Antonio David Cámara, de la Universidad de Jaén, pone en contexto sus resultados. “Tres centímetros de media es brutal”, advierte. Cámara invita a mirar la estatura media de los hombres treintañeros actuales: 176 centímetros. Si a esa cifra se le restan tres centímetros, el resultado es lo que miden los nacidos en los años 60. Tres centímetros equivalen a décadas de desarrollo socioeconómico. “Un pobre de ahora tendría la estatura media de la población masculina de los años 60″, resume el sociólogo.

El equipo de Cámara ha escarbado en nueve encuestas nacionales y dos similares europeas —todas ellas investigaciones periódicas basadas en entrevistas personales en los hogares— realizadas desde 1987 por unas 74.000 personas, que tenían entre 23 y 47 años en el momento de responder. Sus resultados, pese a todo, son relativamente positivos, porque muestran que la desigualdad se ha reducido. Entre los hombres nacidos en los años 40, los universitarios son 4,5 centímetros más altos que los que solo tienen estudios primarios. En mujeres ni siquiera hay datos, porque apenas tenían acceso a la universidad.

Los investigadores han agregado minuciosamente los datos dispersos de las encuestas y han agrupado a las personas por su quinquenio de nacimiento, teniendo en cuenta además su nivel de estudios y la ocupación del “cabeza de familia” (la persona con mayores ingresos), tradicionales indicadores indirectos del estatus socioeconómico. La sociedad, en general, ha mejorado. Los hombres nacidos en los años 80 son cinco centímetros más altos que los nacidos en los años 40. En las mujeres, ese crecimiento solo alcanza los dos centímetros.

Tendencias de la talla promedio según su nivel educativo 
La hipótesis de Cámara es que “las mujeres son criaturas mejor equipadas biológicamente, más resilientes”, por lo que las condiciones adversas de la primera mitad del siglo XX afectaron más a la estatura de los hombres. “Lo que ha ocurrido en estos cuarenta y pico años es que se han alcanzado valores normales de dimorfismo sexual”, subraya el sociólogo. “Jamás en la historia de España ha habido tanta igualdad entre sexos como ahora. Y jamás ha habido tanta diferencia de estatura entre hombres y mujeres”, sentencia. “Una mujer española del presente es bastante más alta que un hombre español de mediados del siglo XIX”, añade.

Crecer a lo ancho y no a lo alto
El estudio, publicado en la revista especializada SSM - Population Health, destaca que la estatura, tras un crecimiento sostenido, “se estancó e incluso descendió” en los nacidos en los años 90. Los españoles, aparentemente, están dejando de crecer. Al biólogo holandés Gert Stulp, de la Universidad de Groninga, no le sorprenden los resultados del nuevo trabajo, en el que no ha participado. “Vemos este aplanamiento en la evolución de la estatura en toda Europa. También hay informes recientes de que los holandeses están menguando en Países Bajos, que es el país más alto del planeta”, explica Stulp. “Puede que nuestro entorno, en realidad, no esté mejorando. Nuestras dietas, por ejemplo, no son necesariamente mejores, y nuestros estilos de vida no son más saludables: estamos creciendo a lo ancho en vez de a lo alto”, reflexiona el investigador.

A los 19 años, los hombres de Países Bajos rozan los 184 centímetros de media, mientras que las mujeres superan los 170 centímetros, según un estudio publicado hace dos años por la biotecnóloga española Andrea Rodríguez, del Imperial College de Londres. En España, los hombres de esa edad llegan a un promedio de 176 centímetros, frente a los 162 centímetros de las mujeres. “En Países Bajos, uno puede especular que hay límites biológicos que impiden que el cuerpo humano crezca mucho más, de la misma manera que las personas nunca podrán correr los 100 metros en cinco segundos”, argumenta el biólogo holandés. “Si Países Bajos ha alcanzado ese límite, entonces también está claro que España aún no ha llegado”, zanja Stulp.

Se intuye que no solo hay un estancamiento, sino que incluso empezamos a perder altura
José Miguel Martínez Carrión, historiador

La nueva investigación también lleva la firma del historiador José Miguel Martínez Carrión, pionero en el estudio de la estatura en España. “Sabíamos que la altura de los españoles había registrado un crecimiento muy intenso a partir de los años 50, como consecuencia de los brutales cambios socioeconómicos, pero lo que no esperábamos es ver que las últimas cohortes [los nacidos en los años 90] no están creciendo. Se intuye que no solo hay un estancamiento, sino que incluso empezamos a perder altura”, explica Martínez Carrión, de la Universidad de Murcia.

El Ministerio de Sanidad realiza las encuestas nacionales desde 1987, pero Martínez Carrión afirma que, hasta ahora, no se habían exprimido los datos de la estatura de sus participantes. “La desigualdad ha disminuido desde los años 40, que es lo esperable por las prestaciones sociales en el Estado del bienestar, pero persiste. Esperábamos que hubiera una mayor convergencia [en la estatura media de las diferentes clases sociales]”, lamenta. Martínez Carrión y sus colegas recuerdan que en Francia las diferencias en la estatura, entre personas con distintos niveles de estudios, son incluso mayores. Se mantuvieron constantes en algo menos de cinco centímetros en los hombres y en torno a tres centímetros en las mujeres entre 1970 y 2003, según un estudio del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica francés.

Las diferencias en la estatura por niveles educativos en España no se habían estudiado hasta ahora, según destaca Martínez Carrión, pero sí se habían hecho otras investigaciones que también destapan la enorme desigualdad entre clases sociales. El equipo del antropólogo Carlos Varea ha buceado en archivos militares y ha descubierto que los jóvenes llamados a filas en Madrid en 1936, antes de la Guerra Civil, eran tres centímetros más altos en el burgués barrio de Salamanca que en la obrera Vallecas.

Varea, de la Universidad Autónoma de Madrid, recuerda que el periodo crítico para la estatura es la infancia, cuando la velocidad de crecimiento es máxima, incluso mayor que en la adolescencia. Esos primeros años son los más sensibles a los déficits nutricionales y a las enfermedades, pero también a factores menos tangibles, como la inestabilidad social, según recalca Varea. “Las poblaciones blancas del apartheid eran siempre más bajas que sus pares holandeses, pese a ser la élite socioeconómica y política de Sudáfrica”, expone el antropólogo. Su colega estadounidense Barry Bogin ha hablado de “la ecología del miedo”, tras publicar que la violencia en Guatemala afecta también a la estatura de las clases privilegiadas. Varea incide en esta idea: “El nuevo estudio muestra que en España se mantienen desigualdades que, a lo mejor, parece que se han atenuado desde el punto de vista socioeconómico. La estatura es muy sensible a un conjunto de condiciones que van más allá de la mera nutrición”.