miércoles, 3 de mayo de 2023

SALUD MENTAL ¿Se puede desprender una persona de los recuerdos traumáticos? El pasado es inamovible, pero los recuerdos dolorosos se pueden reintegrar en la vida, de una forma ya digerida, para no sufrir y que condicionen el presente

El pasado es inamovible, pero los recuerdos dolorosos se pueden reintegrar en la vida, de una forma ya digerida, para no sufrir y que condicionen el presente

Los recuerdos conforman la identidad de una persona, su hilo autobiográfico. Es la memoria la que nos permite relacionar el presente con el pasado y proyectar hacia el futuro nuestros pensamientos y expectativas. Por ello, en la adaptación del ser humano a la vida cotidiana y en la toma de decisiones resulta imprescindible la perspectiva de sus experiencias pasadas.

A su vez, el olvido es una acción mental involuntaria que consiste en dejar de recordar información previamente aprendida o experiencias vividas debido al desvanecimiento de la huella mnésica con el paso del tiempo y a la interferencia de otros recuerdos que se van adquiriendo más recientemente. Es más, muchas personas tienen una especial capacidad para olvidar los sucesos desagradables y recordar selectivamente los positivos, lo que constituye un mecanismo adaptativo de tipo supervivencial.

Mara Dierssen, neurobióloga: “Olvidamos porque nuestros recuerdos compiten entre ellos” | Ciencia Los recuerdos asociados a una emoción intensa, sea esta positiva o negativa, logran una mayor consolidación en la memoria. Así, la mayoría de la gente se acuerda vívidamente de ciertas experiencias intensas pasadas que han estado cargadas de valor emocional. Una persona adulta recuerda con emoción y detalle el primer encuentro con su pareja, por mucho tiempo que haya transcurrido, y no tiene dificultades tampoco para evocar dónde o con quién estaba, por ejemplo, cuando se anunciaron los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas en Nueva York. De hecho, se siente una fuerte emoción cuando una persona trae a la memoria desde el baúl de sus recuerdos acontecimientos que en cierto modo le han marcado de por vida.

Sin embargo, la memoria es bastante dependiente del estado de ánimo actual. La vida no es lo que se vive, sino lo que se recuerda de lo que se vive (memoria selectiva). Así, la relación existente entre la afectividad y la memoria permite explicar por qué los recuerdos pasados alegres o tristes pueden producir alegría o tristeza en el presente, pero también por qué la alegría o tristeza actuales pueden deformar la percepción de los recuerdos habidos.

Los recuerdos asociados a una emoción intensa, positiva o negativa, logran mayor consolidación. Sin embargo, la memoria depende bastante del estado de ánimo del momento.

Las adversidades de la vida cotidiana no generan recuerdos perturbadores porque las personas cuentan habitualmente con recursos psicológicos, familiares y sociales para hacerles frente. Por el contrario, los sucesos traumáticos (abusos en la infancia, agresiones sexuales, violencia en la pareja) producidos por personas cercanas a la víctima suelen generar humillación, desvalimiento y una quiebra de la sensación de seguridad. El resultado de haber sido violentada la persona en su intimidad supone una interferencia negativa en la adaptación social y laboral a la vida cotidiana y, lo que es peor, una pérdida de la confianza en los seres humanos.

Un hecho traumático supone un desequilibrio en la homeostasis biológica del organismo, un desbordamiento de los recursos de afrontamiento de la persona y un reto a los procesos cognitivos, entre ellos la memoria de lo ocurrido. Estos acontecimientos pueden generar en la víctima recuerdos vívidos de los que no se puede desprender con el paso del tiempo y alterar incluso su capacidad de amar y de relacionarse con los demás.

Las imágenes de lo ocurrido, por su significación emocional, quedan grabadas a fuego en la memoria del sujeto. Así, estos recuerdos perturbadores se reproducen involuntaria y repetitivamente en forma de dolorosas vivencias actuales (no de meros recuerdos pasados), como si estuviesen ocurriendo ahora mismo. Se trata de pesadillas y pensamientos invasivos que escapan al control del sujeto meses y aun años después de haber ocurrido el suceso.

Un suceso traumático (abusos en la infancia, agresiones sexuales, violencia en la pareja) genera humillación y supone un desequilibrio en la homeostasis biológica del organismo Es decir, el pasado traumático puede ejercer, de forma parasitaria, una acción tiránica sobre el campo de la consciencia actual de la víctima, impidiéndole reanudar una vida cotidiana normalizada y disfrutar con el presente. A veces incluso se puede crear una especie de red de miedo en la memoria de la persona, que puede ir acompañada de una anestesia emocional, como si la persona tuviera las lágrimas congeladas detrás de los ojos, pero sin poder hacerlas brotar.

Estos pensamientos e imágenes vívidos y repetitivos no son incompatibles con la presencia en la misma persona de recuerdos borrosos, fragmentarios o inconexos inaccesibles en un intento no consciente de protección del dolor sufrido. Es decir, hay personas que en unas ocasiones recuerdan lo que quieren olvidar y en otras olvidan lo que quieren recordar.

La mayor o menor intensidad de los recuerdos traumáticos no depende solo de un automatismo psicológico que escape al control de la persona. Hay quienes viven anclados en un pasado nostálgico idealizado, que se hacen preguntas sin respuesta (“¿por qué me ha pasado esto a mí?”), que intentan volver a lo que ya no existe o que realimentan emociones negativas (resentimiento, vergüenza o incluso culpa). Cerrar una historia en falso supone que nunca va a desaparecer.

El pasado traumático puede ejercer, de forma parasitaria, una acción tiránica sobre el presente de la víctima, impidiéndole una vida cotidiana normal Pero es posible salir de ese bucle de sufrimiento. Hay personas que centran su atención en disfrutar del presente, sin olvidar las desgracias ocurridas, y se proyectan hacia el futuro, apoyadas en emociones positivas, como la esperanza en el porvenir, la alegría del disfrute con sus hijos o el perdón al ofensor. Implicarse en nuevas experiencias y en proyectos ilusionantes facilita el olvido de los recuerdos dolorosos porque el paso del tiempo y las nuevas experiencias contribuyen a debilitar las antiguas.

No se trata de un olvido pasivo o amnésico, sino de un olvido activo, que olvida los agravios, pero no los hechos, que no alienta la revancha, sino que entierra aquella situación desde el reconocimiento expreso de su existencia. Por eso, una cosa es recordar y otra muy distinta estar atrapado en el túnel del tiempo y vivir en el rencor de la amargura.

Compartir los recuerdos traumáticos con los seres queridos (en los casos necesarios con el terapeuta) contribuye a poner nombre y procesar emocionalmente lo que una persona ha vivido. No es lo mismo revivir que recordar. No se trata de borrar, sino de sobrescribir una nueva forma de rememorar esas emociones negativas y de convertir un pasado traumático en un pasado biográfico. De este modo, las vivencias traumáticas se reintegran, ya digeridas, en la biografía de una persona en forma de recuerdos dolorosos, pero no determinantes de la vida actual y futura.

En definitiva, las vivencias objetivas del pasado son inmodificables, pero la percepción de esas vivencias puede cambiarse y ello puede transformar el curso de la vida presente. Y es así como las personas dejan de ser náufragos, zarandeados por los fantasmas del pasado, para reasumir el control de su vida y convertirse en navegantes de su futuro.

https://elpais.com/salud-y-bienestar/2023-04-27/se-puede-desprender-una-persona-de-los-recuerdos-traumaticos.html#?rel=lom

martes, 2 de mayo de 2023

NEUROCIENCIA. Anil Seth, neurocientífico: “La noción de alma quizá ya no es útil”.

El investigador habla sobre la batalla para conocer la consciencia sin necesidad de elementos misteriosos y cómo eso nos puede ayudar a vivir.

Anil Seth (Oxford, 50 años) habla de la consciencia como una alucinación controlada. El mundo que percibimos, que nos parece tan real y difícil de imaginar de otro modo, surge de una especie de negociación entre la forma en que nos llega a través de los sentidos y lo que nosotros esperamos de él. De esa experiencia reconstruida, en la que también influyen las de las personas que nos rodean y la sociedad en la que vivimos, surge nuestra consciencia y nuestro yo. En su último libro, La creación del yo (Sexto Piso), Seth, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Sussex (Reino Unido), nos guía a través de su amplia experiencia como estudioso de la consciencia en una de las búsquedas científicas más apasionantes del presente y que lo seguirá siendo durante las próximas décadas. En un hotel de Madrid, ciudad que ha visitado para presentar su libro, asegura que, contra lo que algunos expertos plantean, es probable que este reto que hoy parece imposible sea pronto abarcable, como antes lo fueron otras cimas aparentemente inasequibles al conocimiento humano.

Pregunta. En el siglo XIX se pensaba que la vida no podría explicarse en términos materiales, que era necesaria una especie de chispa de la vida, algo misterioso y casi mágico. Después llegaron los genes, el ADN, otras herramientas para tratar de entenderla. ¿Se conseguirá dar ese paso con la consciencia?
Respuesta. Tendremos que esperar y ver, pero ya hay cambios. La noción de alma quizá ya no es útil. Conceptos como el libre albedrío ya están sucumbiendo y perdiendo ese halo de misterio. El libre albedrío no es una fuerza sobrenatural que cambia el curso de sucesos del universo. Es un tipo de experiencia particular de los organismos relacionada con acciones que viene de dentro. No hay nada misterioso, aunque no todo el mundo está de acuerdo.

Stanislas Dehaene, neurocientífico: “Las pantallas empeoran la educación de los niños porque tienen atrapados a sus padres” Poco a poco, esta idea de que la consciencia es algo misterioso y diferente que no encaja en la idea de un universo hecho de átomos y quarks, de neuronas, hueso y carne puede desaparecer. Para mí ya lo está haciendo, pero aún no se ha ido del todo porque no tenemos aún completa la respuesta alternativa. El progreso en ciencia a veces se produce cuando cambian las preguntas que hacemos, no por responder a las preguntas que habíamos hecho. La gente no encontró la chispa de la vida, pero porque dejó de buscarla, porque ya no era la pregunta adecuada.

P. La ciencia ha sido muy buena respondiendo preguntas sobre el universo material, pero a veces parece que tanto saber no ha satisfecho muchas necesidades existenciales. ¿Puede pasar algo distinto con la ciencia de la consciencia, nos puede ayudar en la búsqueda de sentido?
R. Ese quizá no sea el trabajo de la ciencia, pero es parte de la responsabilidad de los científicos comprenderlo. Algunos grandes misterios para la ciencia también tienen una vis existencial. El descubrimiento de la inmensidad del universo es desafiante desde el punto de vista existencial. Cuando resulta que no estamos en el centro del universo, sino entre miles de millones de estrellas, puedes asustarte o puede darte fuerza. De la misma manera, comprender que la vida es un fenómeno natural y que hay una continuidad con otros animales puede darnos una sensación de conexión con la naturaleza o parecernos una amenaza porque ya no somos especiales. Para mí, ahí está la diferencia. Somos especiales, tenemos cultura, ciencia, civilización, pero también somos parte de la naturaleza. Así que para mí, entender que la consciencia no es algo dado por un ser sobrenatural que nos aparta del resto de la naturaleza, sino que es parte de la naturaleza, es existencialmente tranquilizador.

Pero hay una diferencia con otros misterios de los que hablamos. El universo está muy lejos, la mecánica cuántica es muy pequeña, pero la consciencia es algo muy personal, combina este misterio desafiante científica y filosóficamente con una característica central de nuestra vida individual. Es relevante porque nos ayuda a gestionar preguntas lejanas, como nuestro lugar en el universo, con cuestiones más cercanas, como el modo en que gestiono mis emociones. ¿Qué significa ser yo? ¿Cómo encuentro significado a mi vida? Creo que la neurociencia de la consciencia puede ayudarnos en esto.

P. ¿Le ha ayudado en su vida personal el conocimiento adquirido durante sus años de investigación sobre la consciencia?
R. Una vez, viviendo en EE UU, me pusieron una multa de tráfico porque giré a la izquierda en una carretera en la que estaba prohibido. Era un giro que hacía todo el tiempo cuando iba a surfear y, un día, pusieron una señal de prohibido girar a la izquierda y no la vi. En vez de pagar la multa, escribí una carta diciendo que no había visto la señal porque hay un fenómeno en la investigación de la consciencia que se llama ceguera al cambio, que dice que si no esperas algo, aunque esté en tu campo de visión, no lo vas a ver. Llevé este argumento hasta el tribunal.

P. ¿Y qué tal fue?
R. Mal. Pero más en serio, durante mi vida he tenido episodios de depresión y en algunos casos, para salir, me ayudó comprender que el yo es un proceso de percepción, que la forma en que las cosas me parecían en aquel momento no eran necesariamente así en realidad, y que las emociones que sentía no eran reacciones inevitables a las circunstancias en las que me encontraba, sino construcciones de mi cerebro. Y que todo podía ser diferente.

Una de las ideas centrales del libro es la naturaleza de la percepción del mundo y de uno mismo, y uno de los temas principales es que la percepción no es un registro directo de lo que está ahí. Es siempre una interpretación. Es una construcción activa, aunque no lo parezca. No vemos las cosas como son, las vemos como somos. Y reconocer eso ayuda a gestionar situaciones difíciles.

P. En el libro habla sobre nuestra percepción de la realidad como una alucinación controlada. ¿Conocer esos fenómenos nos podría ayudar a manejar hasta cierto punto esa alucinación?
R. La idea la plantea el científico alemán Hermann von Helmholtz, que describió la percepción como una inferencia inconsciente. La inferencia es este proceso en el que el cerebro combina sus predicciones y creencias sobre lo que sucede con la información sensorial que recibe para crear una aproximación a la realidad. Lo que experimentamos es una alucinación controlada con información sensorial. Para la mayoría de nosotros, la mayor parte del tiempo, todo esto es inconsciente. No puedes ver un color de un modo diferente. Pero creo que podemos cambiar la forma de percibir las cosas. Hemos hecho experimentos en los que demostramos que se puede entrenar a la gente incluso para que vea un color de forma diferente. Y con el tiempo suficiente podemos cambiar nuestras reacciones a las cosas que percibimos inconscientemente en el mundo. Creo que en nosotros hay una capacidad para moldear activamente cómo experimentamos el mundo.

P. Hay situaciones o sustancias, como las drogas psicodélicas que cambian radicalmente esa percepción de la realidad, pero supongo que la cultura también tiene una importancia enorme. Hay culturas en las que nuestra separación, la de las sociedades occidentales, entre el individuo y el grupo en el que vive es mucho más difusa.
R. Existe la idea de la consciencia colectiva, de que la muchedumbre se vuelve consciente, pero no creo que sea correcta. Lo que sí es cierto sobre los humanos es que nuestra experiencia del mundo y en particular la experiencia misma está muy influida por nuestro entorno social. Así que estar en una multitud puede hacer que sientas la experiencia más distribuida y menos confinada a tu cuerpo individual.

Esto es fascinante porque subraya que el yo no es un miniyo dentro de mi cabeza. Es también una especie de percepción. Parte de esa percepción tiene que ver con el cuerpo, por supuesto, pero parte de esa experiencia del yo tiene que ver con otras mentes, con cómo mi cerebro percibe tu cerebro percibiéndome. Y ahí entran las diferencias culturales. Un ejemplo es que en algunas sociedades tradicionales de Sudamérica donde se toma ayahuasca, solo la toma el chamán y no la gente que asiste a la ceremonia. Esta perspectiva es muy distinta de la que tenemos en occidente sobre la utilidad de estas cosas.

P. Pese a que valoramos tanto nuestra consciencia y nuestro yo, se han creado un montón de sustancias para escapar de ellos y se utilizan continuamente. ¿Por qué cree que sucede?
R. Creo que podría ser porque no evolucionamos para ser felices. La evolución ha moldeado nuestros cerebros para sobrevivir en entornos que eran muy diferentes de los que ocupamos ahora. Hay mucho sufrimiento, de muchos tipos en muchos lugares. Ahí está el uso dual de la tecnología biológica de la consciencia. Quizá nos puede dar placer y significado, pero también sufrimiento y dolor. Puede ser racional evitar el dolor, pero en último término no lo es porque no funciona a largo plazo. Pero el deseo de alterar nuestros estados conscientes es, creo, racional.

El filósofo Thomas Metzinger habla mucho de esto, de otros estados de consciencia que, moralmente, sería correcto habitar, y que hay otros estados que son ética y moralmente incorrectos y deberíamos evitar. Vale la pena pensar en que cuando lleguemos a una etapa de la sociedad en la que somos más capaces de controlar nuestra consciencia de una forma más precisa, se podrá recrear la experiencia consciente que se desee. Aún no estamos ahí, pero no es algo imposible, cuando se unan los implantes cerebrales y la realidad virtual. Cuando se pueda modular nuestra consciencia surgirán muchas preguntas morales y éticas sobre lo que es correcto o incorrecto, pero eso son temas que van más allá de la ciencia, son culturales, sociológicos y políticos.

P. En el libro habla de su experiencia con la anestesia general, que es un estado en el que desaparece la consciencia, algo que no sucede ni cuando dormimos, y cita al escritor Julian Barnes cuando dice que tras la muerte, cuando llega el final de la conciencia, no hay nada de lo que asustarse. ¿Está de acuerdo? ¿Esa experiencia con la anestesia le da tranquilidad ante la muerte?
R. No sabemos cómo vamos a reaccionar ante la muerte hasta que la tengamos encima. Pero cuando vuelves de la anestesia parece que no ha pasado el tiempo, podrían ser 5 minutos o 50. Es extraño, porque tú no estabas y el mundo ha seguido ahí con otra gente a la que le han seguido pasando cosas. Tenemos una curiosa asimetría sobre la inexistencia. Pocos nos preocupamos sobre el periodo de la historia anterior a nuestro nacimiento, cuando tampoco existíamos, pero nos preocupa mucho no existir en el futuro. En cualquier caso es irracional, porque no estaremos ahí para experimentar ese miedo a perderse cosas. Queremos que les vaya bien a nuestros hijos y todo eso, pero no estaremos allí, y cuando no estás ahí, no hay alegría, pero tampoco sufrimiento ni dolor. No hay nada. Y esa nada puede ser a la vez terrorífica existencialmente, pero también tranquilizadora y creo que nos puede hacer valorar más ese precioso y breve espacio de tiempo que tenemos para estar vivos.

El combate que soldados alemanes y estadounidenses libraron codo a codo contra tropas de las Waffen-SS.

La batalla del castillo de Itter es uno de los episodios más increíbles de la Segunda Guerra Mundial, descrita por Stephen Harding en un libro extraordinario, pide a gritos un Spielberg para llevarla a la pantalla

Que tropas del ejército regular alemán, la Wehrmacht, combatieran contra el cuerpo de combate de las SS, las Waffen-SS, era algo que pensaba que sólo había ocurrido en alguna película o novela. De hecho, que soldados alemanes lucharan en el campo de batalla contra otros soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial (y no fuera por equivocación, i. e.: el pelotón del sargento Steiner diezmado por fuego amigo en La Cruz de Hierro) únicamente lo había visto en un tebeo de Hazañas bélicas en el que hacia el final de la contienda un regimiento de la Wehrmacht se enfrentaba a tropas fanatizadas de su país para impedir que masacraran a efectivos de un regimiento británico con el que, descubrían al ver que llevaban las mismas insignias, habían estado hermanados y servido juntos durante las guerras napoleónicas, lo que crea muchos lazos…

Podría añadir la escena de arranque de Ha llegado el águila, en la que los paracaidistas del coronel Steiner (sin parentesco que se sepa con el sargento más allá de lo bien que nos caen James Coburn y Michal Caine; no nos cae bien en cambio el general de las SS Félix Steiner) casi llegan a las manos, bueno, las Schmeissers MP-40, con una unidad de las SS al tratar de salvar, infructuosamente, a una niña judía. Hay casos por supuesto de militares alemanes peleando con sus armas contra militares alemanes, desde Doce del patíbulo y El desafío de las águilas a Malditos bastardos, pasando por Tobruk, pero se trata en esos casos de comandos Aliados disfrazados. En alguna novela de Sven Hassel, vemos cómo Porta, Hermanito y sus camaradas del frente liquidan a algunos nazis. Y Von Stauffenberg, claro, mató a varios de sus propios colegas oficiales en el atentado contra Hitler del 20 de julio en la Guarida del Lobo y luego se lio a tiros en el Benderblock en Berlín al fracasar la operación Valkiria. Pero no hablamos de verdadero combate en el campo de batalla.

En realidad, tras el libro que desmontó el mito de una Wehrmacht de manos limpias contrapuesta a unas SS tintas de sangre, Los crímenes de la Wehrmacht (Crítica, 2010), sabemos perfectamente que Wehrmacht y SS iban bastante al unísono. Por eso me ha impresionado tanto descubrir la historia de la Batalla por el Castillo de Itter. En esa batalla, en los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial, el 5 de mayo de 1945, con Hitler ya muerto y la rendición de Alemania a la vuelta de la esquina, soldados de EE UU, efectivos de la Wehrmacht y prisioneros de guerra franceses combatieron codo con codo contra tropas de la 17ª división SS de Granaderos Panzer Gotz von Berlichingen -el potente nombre venía de un caballero imperial franconio que portaba una mano artificial de hierro, de ahí el emblema de la unidad; también le dijo al obispo de Bamberg que ya podía besarle el culo (primera mención atestiguada históricamente de la expresión), pero esa es otra historia-. El episodio del castillo es bien conocido, por lo visto, de muchos aficionados a la Segunda Guerra Mundial (hasta hay un juego de mesa y reconstrucciones virtuales), pero he de reconocer que yo, que leí a Cornelius Ryan antes que a Enid Blyton y ya sabía decir “Sturmbannführer” cuando hice la Primera Comunión, no tenía ni idea.

Ha sido ahora al caer en mis manos el espléndido The last battle, de Stephen Harding (Hachette Books, 2020), obra de referencia sobre el asunto, que me he enterado de ese extraño capítulo de la segunda contienda. Acabé el otro día el libro tras devorar sus doscientas sensacionales páginas en una sentada y todavía estoy que no me lo creo. ¡Qué historión! Baste con decir que el amigo Andrew Roberts en su crítica del libro se preguntaba, con razón, cómo Steven Spielberg podía haberse perdido semejante historia, que tiene algunos puntos en común —el ataque de tropas de las Waffen-SS a un pequeño grupo de combatientes que defiende en inferioridad una posición—. “Parte El desafío de las águilas, parte Los cañones de Navarone, esta historia es tan excitante y tan descabellada como ellas, aunque a diferencia de esas icónicas películas de guerra, cada palabra de The last battle es verdad”, señala Roberts. Y yo no lo diré mejor.

La historia de la batalla del castillo de Itter es alucinante, y mientras vas pasando las páginas de la minuciosa reconstrucción de Harding los acontecimientos que se suceden son más asombrosos aún. Viniendo como venía de un castillo de la Segunda Guerra Mundial, el de Colditz, por el libro de Ben Macintyre (Crítica, 2023), me sorprendió encontrarme con otro, el de Itter, que también sirvió de prisión y fue escenario de aventuras aún más emocionantes. El castillo de Itter, está en Austria, en el Tirol, en una colina cerca del pueblo del mismo nombre. Con una historia muy interesante que se remonta al siglo X y en la que figuran cacerías de brujas, las estancias de Liszt, Wagner y Tchaikovsky y su transformación en hotel en los años veinte con aire de castillo de cuento de hadas, el Schloss Itter —que tras la Segunda Guerra Mundial fue alquilado en parte por Niki Lauda y actualmente está en manos privadas— fue expropiado por las SS, que eso sí que es un fondo buitre, y convertido en campo de prisioneros en 1943. Se lo destinó a prisioneros especiales: si en Colditz eran grandes expertos en fugas, Itter fue para famosos y en el momento que nos ocupa retenía a un puñado de presos VIP franceses (muchos de ellos a la greña por quítame allá un colaboracionismo), como Édouard Daladier, Paul Reynaud, Jean Borotra, los generales Maurice Gamelin y Maxime Weygand, Michel Clemenceau (hijo del político) y Marie-Agnès Cailliau, née De Gaulle, hermana mayor del general de la Francia Libre.

Dependiente del campo de Dachau, el castillo contaba con una guarnición de miembros de la SS-Totenkopfverbände bajo el mando del capitán de las SS Sebastian Wimmer, un bruto con experiencia en Majdanek, que ya es currículo. Sus misión era mantener a los franceses como rehenes y posible moneda de cambio y matarlos en cuanto recibiera órdenes de hacerlo. Cuando las tropas de EE UU llegaron a la zona, preocupados por los rumores del refugio alpino en que se habrían concentrado los nazis más irreductibles y con las ganas que puede imaginarse de los soldados de convertirse en las últimas bajas de la guerra a punto de acabar, les llegaron noticias de los prisioneros franceses del castillo y de que su suerte pendía de un hilo.

La situación en el área de Itter era compleja, con unidades die-hard de las Waffen-SS pululando cabreadas (es lo que tiene cuando has llegado casi al Cáucaso y acabas defendiendo el Tirol, y además tu Führer se ha suicidado), fogueadas tropas de montaña (Gebirsjäger), soldados de la Wehrmacht dispuestos a luchar lo justito, Juventudes Hitlerianas, Volksturm, miembros de la resistencia antinazi austriaca (¡los había!) armados por la OSS y civiles prestos a izar la bandera blanca, además de un par de tanques Tiger. Ese batiburrillo y las incertidumbres del momento explican el lío que se montó en torno al castillo de Itter y en el que tuvieron un papel decisivo el mayor de la Wehrmacht Josef Sepp Gangl, un héroe de guerra, premiado con la Cruz de Hierro de Primera Clase y la Cruz Alemana en oro pero proclive a acabar con la guerra y evitar más sufrimiento; el capitán de las Waffen-SS Kurt-Siegfried Schrader, también un combatiente experimentado que había luchado en Leningrado, Caen y el puente de Remagen, y también desafecto ya al III Reich, y el teniente tanquista de Nebraska John Carey Lee, ex jugador de fútbol americano, bebedor empedernido y otro fogueado militar que llegaba al corazón de Krautland tras cruzar media Europa peleando a bordo de su Sherman bautizado Besotten Jenny. Los tres se convirtieron en extraños e improbables camaradas de armas.

Mientras la situación en el castillo se desmadraba, Wimmer huía con los guardias SS, tomaba el mando Schrader, partidario de rendir la fortaleza; los franceses se hacían con armas, y efectivos de las Waffen-SS convergían sobre Itter con muy malas perspectivas para los prisioneros, se produjeron distintos intentos para contactar con las fuerzas de EE UU y pedir ayuda a fin de salvar a los VIPS galos. Finalmente, tras idas y venidas para parlamentar en bicicleta y Kübelwagen, peligrosas pero también dignas de Qué hiciste en la guerra, papi, se congregaron para defender el castillo y a los franceses Gangl con 14 oficiales y soldados de la Wehrmacht bajo sus órdenes, Lee con una decena de GI y su tanque, el SS desafecto Schrader y los propios prisioneros (que sin duda pensaban en Zinderneuf). Para no confundir propios con extraños, los alemanes aliados y valga la palabra —Lee usaba el término tame Krauts, Krauts domados— se colocaron un trozo de tela negra anudado en el brazo izquierdo. Harding describe la increíble escena de la vigilia de la batalla con los dos oficiales del III Reich condecorados y el audaz carrista estadounidense planificando juntos la defensa del castillo medieval tirolés, y de verdad que parece cosa de Alistair MacLean.

El asedio del castillo comenzó con ráfagas de ametralladoras MG-42 disparadas desde los bosques colindantes, a las que respondió el cañón del Sherman, posicionado bloqueando la entrada de la fortaleza, un poco como el Fury de Brad Pitt. Mientras, otras fuerzas estadounidenses avanzaban hacia el castillo en plan Séptimo de Caballería, en una galopada mecanizada que incluía a dos periodistas que no querían perderse tamaña historia. La ayuda era imprescindible, pues las fuerzas atacantes de las Waffen-SS, un centenar y medio de efectivos en sus uniformes de camuflaje característicos (parte de la 17ª SS Panzer) disponían de un mortífero cañón de 88 milímetros —un letal cazacarros—, uno de 75mm, y otro de 20 mm, la inmisericorde arma picadora de carne que aparece en la batalla de Ramelle al final de Salvar al soldado Ryan. Durante las horas cruciales del asedio, el Sherman fue alcanzado y destruido por un proyectil (la tripulación se salvó), y el valiente Gangl cayó muerto alcanzado en la cabeza por la bala de un francotirador mientras corría para apartar de la línea de fuego a Reynaud.

Entretanto, el más increíble mensajero había sido enviado desde el castillo para contactar con los refuerzos, explicarles la situación y guiarlos. Se trataba del francés Borotra, conocido campeón de tenis además de político y que era, lógicamente, el más en forma de los prisioneros, además de haber tratado de escapar varias veces y conocer los alrededores. Tras atravesar audazmente las filas de los Waffen-SS, Borotra fue a dar con la persona más improbable posible y que lo reconoció inmediatamente: el corresponsal de guerra franco canadiense René Levesque, futuro primer ministro del Québec, que iba con las fuerzas de socorro. El rescate, consistente en una columna de tanques, semiorugas con tropas y jeeps, arribó al castillo en un momento crítico, cuando los defensores se estaban quedando sin municiones. El primero, en verlos fue uno de los alemanes de la fortaleza que al ver los Shermans gritó, de manera alarmante para sus compañeros estadounidenses: “¡Panzer!”. Ante la llegada masiva del enemigo, en plan Wild West, los Waffen-SS se esfumaron en los bosques.

El final de la batalla del castillo de Itter fue anticlimático: los franceses VIP fueron enviados a Francia, los defensores estadounidenses se reintegraron a sus unidades y los alemanes que habían luchado a su lado fueron enviados a campos de prisioneros. El día 7 de mayo Alemania firmaba su rendición incondicional. Lee recibió la Cruz de Servicio Distinguido, la segunda condecoración más alta de EE UU tras la Medalla de Honor, “por su liderazgo y extraordinario heroísmo en acción”. Por su parte, el fallecido Gangl fue reconocido como un héroe nacional austriaco por su alianza con el movimiento de resistencia anti-nazi y su participación en la defensa del castillo. Una calle de la localidad vecina de Wörgl lleva hoy su nombre. Wimmer, el malvado oficial de las SS que escapó de la fortaleza eludió el castigo, pero se suicidó en 1952. El Waffen-SS amigo, Schrader, tras pasar un breve internamiento fue liberado y en 1953 entró como funcionario en el Ministerio del Interior del estado de Westfalia. El castillo de Itter se puede contemplar desde fuera en la actualidad, pero no visitar.

En cuanto a mí, espero volver a descubrir en mi vida algo tan excitante como la batalla del castillo de Itter, o al menos, que hagan la película…

lunes, 1 de mayo de 2023

Manifiesto del 1 de Mayo: Subir salarios, bajar precios, repartir beneficios

En este 1o de Mayo CCOO y UGT quieren poner de relieve las conquistas sociales y laborales que a través del diálogo social hemos conseguido. Conquistas que suponen ganar derechos y mejorar la vida de las personas trabajadoras. Además, queremos manifestar nuestro compromiso para seguir trabajando para lograr más y mejores derechos.

En esta fecha queremos mostrar también nuestra solidaridad internacional, y nuestro compromiso con la paz y por ello denunciamos la persistencia del conflicto bélico originado por la invasión ilegítima de Rusia sobre Ucrania en febrero de 2022. Esta invasión, que los sindicatos rechazamos categóricamente, significa, en primer lugar, un terrible drama humano. Supone también una nueva fuente de tensiones geopolíticas a escala global, que ha incidido de una manera decisiva en el incremento de los precios, como consecuencia de las subidas del suministro energético, los alimentos y las materias primas en el ámbito de la Unión Europea. La subida de tipos de interés por el Banco Central Europeo, el debilitamiento de la demanda, la desestabilización de la cadena global de suministros, o subida de los precios de la vivienda y el alquiler contribuyen a proyectar una incertidumbre sobre el comportamiento de la actividad económica y la renta disponible de millones de hogares en España.

EL EXCESO DE BENEFICIOS EMPRESARIALES CAUSA DEL AUMENTO DE LA INFLACIÓN

Pero la crisis de la inflación no solo ha estado propiciada por los efectos exteriores. En una parte muy importante la subida de los precios viene determinada por el exceso de beneficios empresariales. Las empresas han repercutido el coste de las subidas de los productos energéticos, en el precio final de los bienes y servicios, especialmente en los productos alimenticios y de primera necesidad, para mantener sus márgenes de beneficios, generando que los efectos de esta crisis estén recayendo sobre las mayorías sociales, las trabajadoras y los trabajadores, y afectando de forma grave a los segmentos más vulnerables de la población.

LAS PERSONAS EN EL CENTRO DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

La respuesta pública para hacer frente a la subida de los precios ha sido importante, pero aun así, está mostrando importante limitaciones para hacer frente al deterioro de las rentas reales de millones de personas y, por tanto, es necesario evaluarlas medidas implementadas y los efectos reales de las mismas, para reforzarlas y dotarlas de eficacia, pues no siempre han tenido las consecuencias deseadas. Como ejemplo, las bajadas del IVA y su limitado o inexistente efecto sobre la contención de precios, o las dificultades para que las políticas de protección social más novedosas lleguen de manera eficiente a las personas destinatarias y quienes más lo necesitan.

LA SUBIDA DE LAS PENSIONES, EL SMI y LAS PRESTACIONES POR DESEMPLEO

Los acuerdos alcanzados entre el gobierno y los sindicatos UGT y CCOO sobre pensiones y salario mínimo suponen la protección de las rentas de aproximadamente 13 millones de personas. Se ha mantenido el poder adquisitivo de más de 10 millones de personas pensionistas con un incremento del 8,5%, unida a la subida del 8% del SMI para este año, que acumula ya una subida del 47% durante la legislatura y afecta en torno a los 2 millones de personas trabajadoras. Situar el SMI en 15.120 euros anuales, supone instalarlo en el objetivo de la Carta Social Europea, es decir, en el 60% del salario medio del país. Igualmente se han incrementado las prestaciones por desempleo tanto contributivas como asistenciales. Este conjunto de medidas ha contribuido de forma decidida a luchar contra la pobreza y la desigualdad social, y ha reducido la brecha salarial de género.

DESARROLLAR Y FORTALECER LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA Y EL V AENC

La inflación, aunque se modere, va a seguir siendo alta. La subyacente o estructural se prevé que sea superior a la general, lo que denota la importancia decisiva que está teniendo la imputación de costes por parte de las empresas, a los precios al consumo. Por tanto, para los sindicatos la apuesta por los incrementos salariales es la reivindicación central en la negociación colectiva. Necesitamos salarios decentes que crezcan en parámetros equivalentes a la inflación, garantizando el poder de compra. Para ello, la cláusula de garantía salarial es imprescindible.

Son miles los convenios que hay que negociar en 2023 y vamos a tratar de hacerlo bajo el paraguas del V Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC). Un acuerdo en el ámbito bipartito que debe de servir, no solo para orientar los incrementos salariales, sino también para desarrollar los contenidos de la reforma laboral del 2021 y abordar los impactos y los retos que suponen las transiciones y tomar medidas que garanticen un desarrollo justo de las mismas, prevenir los impactos en el empleo y apostar por un nuevo modelo económi- co más sostenible.

CCOO y UGT vamos a negociar con el objetivo de conseguir el acuerdo, pero a la vez hemos lanzado la negociación de los convenios colectivos, con la implicación directa de las personas afectadas y con la necesaria combinación del binomio negociación- movilización. La negociación no se puede demorar sine die. La actitud dilatoria de la CEOE no es tolerable. Si no se alcanza un acuerdo, se estará enterrando una herramienta que ha sido muy útil para desarrollar los procesos de negociación colectiva en un país como España, con múltiples unidades negociales. El cortoplacismo y la avaricia patronal pueden finiquitar un instrumento singular en nuestro país y con pocas referencias similares en el contexto europeo.

SALARIO O CONFLICTO

La campaña Salario o conflicto desarrollada durante 2022 dio buenos resultados y debe de seguir adelante. En aquellos sectores donde hay organización sindical, cultura negocial, vínculo de la clase trabajadora al convenio, y se fomenta la participación directa de las trabajadoras y los trabajadores en los procesos de negociación y, llegado el caso, de movilización, los convenios colectivos han sido mejores. Han mantenido el poder adquisitivo y han sentado las bases para seguir avanzando en la mejora de las condiciones laborales, revitalizando a su vez el papel de la negociación colectiva. Tenemos un reto por delante y vamos a por él. Si la clase empresarial no se sienta en las mesas de negociación con propuestas realistas, que recuperen el poder de compra de los salarios, se incrementará el conflicto y serán los únicos responsables.

EL EMPLEO, OBJETIVO SINDICAL

La reforma laboral acordada a finales de 2021, está contribuyendo de manera palpable a la mejora de los derechos de las personas trabajadoras. De una forma relevante en materia de empleo, tanto en creación de empleo -superando los 20 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social- como en la calidad del mismo, poniendo freno a la temporalidad abusiva que venía siendo la seña de identidad de nuestro mercado de trabajo. En solo un año de vigencia de la reforma laboral la temporalidad se ha reducido un 7’5% (según datos de la EPA han pasado del 25,4 al 17,9%), la contratación indefinida ha pasado de una media mensual en torno al 10 % a situarse en torno al 46,8%. Se mejora el empleo de las personas más afectadas por la precariedad, como son los jóvenes y las mujeres. La reforma laboral está dando sus frutos y hay que seguir trabajando en esta línea, para ello es necesario aumentar de forma importante las plantillas de la Inspección de Trabajo para situarla en los niveles de los ratios europeos; igualmente es preciso reforzar los servicios públicos de empleo y las políticas activas para hacer frente al problema del paro que, aunque se ha reducido en los últimos años, seguimos teniendo casi tres millones de personas que no encuentran un empleo y ese sigue siendo el principal problema del país.

CONSTRUIMOS UN FUTURO CON PENSIONES GARANTIZADAS

Los acuerdos de reforma de la Seguridad Social vienen a garantizar la revalorización de las pensiones en base a la inflación media, derogando la reforma del PP que, de facto, limitaba los incrementos de las pensiones al 0.25%. De haberse mantenido hubiera sido letal en 2022 y 2023 por las altas tasas de inflación. Pero las reformas pactadas también garantizan el futuro de las pensiones a través de la aportación de ingresos que refuerzan su suficiencia y sostenibilidad. Abordamos el doble reto de la evolución demográfica y la incorporación a la jubilación de la generación del baby boom. Y lo hacemos otorgando más protección y generando más certezas a las personas pensionistas, actuales y futuras. Sin perder nada del carácter contributivo del sistema, reforzamos su vertiente redistributiva, reduciendo la brecha de género y reforzando legalmente el papel del Estado como garante financiero del sistema.

Estos acuerdos, junto con la reforma laboral, suponen recuperar y mejorar los derechos que el Partido Popular, con sus políticas de austeridad, eliminó tanto para las personas activas como para quienes son pensionistas.

EL COSTE DEL DESPIDO EN ESPAÑA

Los dos sindicatos, UGT y CCOO, hemos puesto respectivas demandas contra el Reino de España ante el Comité de Derechos Sociales del Consejo de Europa por el precio del despido. La firma por parte de España en 2021 de la Carta Social Europea, que es de obligado cumplimiento, obliga a proteger el empleo. En nuestro país aún es demasiado fácil y barato despedir. Tenemos que avanzar hacia un precio del despido disuasorio, justo y adecuado a las circunstancias sociales, vitales y de rempleabilidad de las personas afectadas. Esperamos que antes de fin de año salga la sentencia, pero ya hay algunos juzgados que empiezan a contemplar este nuevo despido.

ANTE EL NUEVO CICLO ELECTORAL. NO ES LO MISMO QUIEN GOBIERNE

Estamos en un año electoral con elecciones municipales y autonómicas en mayo, y generales a partir de noviembre. Finaliza un periodo del primer gobierno de coalición y progresista en España desde la II República, con unos resultados muy positivos en materia laboral y social. Se ha fortalecido el diálogo y la concertación social como forma de afrontar los cambios que se producen en el mercado de trabajo y, con ello, las relaciones laborales y las políticas sociales. Seis acuerdos sociales en defensa del empleo para hacer frente a la situación inédita que originó la COVID-19, las subidas del SMI, laboralización de los riders, la ley del teletrabajo, la nueva regulación de las relaciones laborales para quienes prestan servicios en el ámbito del hogar familiar, con el reconocimiento del derecho a las prestaciones por desempleo; el desarrollo reglamentario de los planes de igualdad entre mujeres y hombres y el registro salarial en las empresas, medidas necesarias para acabar con las desigualdades en el mercado de trabajo y con la brecha salarial; resaltando las dos grandes reforma: la reforma laboral y la reforma de la Seguridad Social y las medidas sociales y económicas tomadas para afrontar las crisis vividas Seguir construyendo en esa dirección, depende mucho del resultado de estos procesos electorales. Las personas trabajadoras nos jugamos el seguir avanzando en la mejora de la calidad de vida y de nuestros derechos laborales y sociales, o poner en riesgo todo lo conseguido hasta ahora. 

Desde CCOO y UGT apostamos por seguir fortaleciendo las políticas sociales, los servicios públicos, la mejora de la sanidad y la enseñanza pública; por el derecho a una vivienda digna , cumpliendo con el mandato constitucional; por las políticas de cuidados y de dependencia como un derecho de ciudadanía; por el empleo de calidad y por la igualdad efectiva entre mujeres y hombres; para seguir avanzando en los derechos de todos los colectivos, LGTBI, personas migrantes o con discapacidad, por vivir la diversidad y la pluralidad sin ninguna discriminación ni social ni laboral; por la solidaridad y la lucha contra la desigualdad y la pobreza. Instamos a la ciudadanía a participar masivamente en los procesos electorales y a apoyar las propuestas electorales de progreso, que apuesten por la profundización democrática, el refuerzo de los servicios públicos, la fiscalidad suficiente y progresiva, la igualdad como condición de ejercicio de la libertad, los salarios dignos y el empleo de calidad. El riesgo reaccionario está más presente en la sociedad española que nunca desde la transición a la democracia y nuestro país no puede retroceder.

Tenemos que continuar avanzando en derechos, libertades y dignidad para que las mayorías sociales vivamos mejor.

SUBIR SALARIOS, BAJAR PRECIOS, REPARTIR BENEFICIOS

¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!

CCOO y UGT

https://www.sinpermiso.info/textos/manifiesto-del-1-de-mayo-subir-salarios-bajar-precios-repartir-beneficios

domingo, 30 de abril de 2023

Se venden camas para matrimonios de hierro, correcciones al escribir,

Mañana se celebra el Día del Libro (día 23). De cuando en cuando suelo dedicar un artículo a la expresión escrita. Bueno, escrita y hablada. Porque algunos errores se comenten en ambos sistemas de comunicación. He pensado que esta es una buena ocasión para hacerlo.

Confesaré para empezar que tengo un tic de profesor que me hace estar pendiente de la corrección de estilo. No puedo leer un trabajo sin prestar atención a la forma de expresión, no solo al contenido. Porque estilo es precisión, no solo elegancia. Me pasa lo mismo cuando leo artículos de prensa y cuando escucho telediarios, tertulias o programas de radio.

Puede ser que alguien me considere un pedante cuando corrijo una expresión:

– ¿Está el señor director?, pregunto por teléfono después del saludo.

– El señor director está reunido, me contesta quien atiende la llamada.

Y, alguien pensará que de forma indiscreta, digo:

Eso quiere decir que lo tiene todo unido. ¿Es así?

Luego viene la explicación (hay que decir está en una reunión), la justificación y la disculpa. La inmensa mayoría de las veces, por no decir todas, la persona que estaba al otro hilo del teléfono me ha dado las gracias. Desde luego, yo lo haría con cualquier persona que me advirtiese de un error que he cometido.

La frase del título es una muestra clara de que, cuando se incurre en errores o incorrecciones, no se expresa lo que se quiere decir. Si dijéramos que se venden camas de hierro para matrimonios habríamos expresado una idea muy distinta y más certera.

En las tertulias televisivas o de radio es frecuente escuchar formas incorrectas de expresión: yo me parece que (en lugar de a mí me parece que), o tú dijistes hace un momento (en lugar de dijiste), habían muchas personas en el acto (en lugar de había muchas personas)…

Si no… es la introducción de una oración condicional negativa, mientras que sino es una conjunción adversativa o un sustantivo sinónimo de «destino». Puede verse este error en muchos mensajes de whatsapp, en artículos de prensa, en cartas y en trabajos de clase.

Algunas personas usan las palabras atribuyéndoles acepciones imprecisas y, a veces, disparatadas:leer el periódico espasmódicamente (por esporádicamente), tomar un jarabe en pequeñas diócesis (por dosis), es bueno intimidar (por intimar) con la gente, no hay que dilapidar (por lapidar) a nadie, se destornillaba de risa (por desternillaba)… Cuando se dice que los partidos políticos buscan la confrontación, se suele querer decir que buscan el enfrentamiento. Pero confrontación quiere decir comparación, no choque, no encontronazo.

Le acabo de oír decir al señor Feijóo que no es el momento de hacer un pronunciamiento sobre la maternidad subrogada. No sabe que un pronunciamiento es un tipo de rebelión o levantamiento militar. Ningún momento es el adecuado para ese menester.

Oigo una y otra vez decir que “el gobierno debe de…” o que “la oposición debe de…”. Cuando la expresión contiene la idea de obligación, es necesario decir “el gobierno debe…”, “la oposición debe…”. Otra cosa es cuando en la expresión existe duda. Lo explico con este ejemplo, fácilmente comprensible.

¿A qué hora pasa el tren?

Debe de pasar a las ocho (hay duda).
Debe pasar a las ocho (obligación, es su hora).

Las expresiones “delante mío”, “detrás tuya”, “encima mío”, “debajo tuyo”… son incorrectas. Porque mío y tuyo son adjetivos posesivos. Este libro es mío. Esta cartera es tuya. Lo correcto es decir “delante de mí”, “detrás de ti”, ”encima de mí”, “debajo de ti”…

Es muy importante, para hablar y escribir bien, ser un buen lector, una buena lectora. Aprender de quienes saben hacerlo. No siempre los periodistas que hablan en la televisión o en la radio, ni los políticos que lo hacen en el parlamento, son buenos ejemplos. Critiqué en esta misma sección al periodista Carlos Herrera por el título de una sección de su programa de radio matinal en la Cope que se titula “Pienso de que…”. Me parece un atentado al lenguaje. Mientras los profesores y las profesoras nos afanamos en la escuela por enseñar a cultivar la lengua, un periodista de postín, para hacerse el gracioso, hace propaganda de un error de bulto. Digo para hacerse el gracioso porque estoy seguro de que sabe perfectamente que se trata de una incorrección gramatical. Todos los oyentes que intervienen en la sección comienzan diciendo: “Pienso de que…”. Es un atentado al bien hablar.

Se puede aprender de quienes saben hablar y escribir. Esas personas han de ser un estímulo y un motivo de superación, no de desaliento. No podemos desconfiar de que nosotros podamos hacerlo bien. Jacinto Benavente era muy respetado por sus colegas. Después de un estreno al que asiste entre otros Pedro Muñoz Seca, dice uno de los amigos:

Desde luego, al lado de Don Jacinto, todos somos una mierda.

Y Muñoz Seca apostilla:

– Y yo, seca.

Es curioso cómo se quebrantan las reglas del buen uso del lenguaje. En el aeropuerto he escuchado en estos días: “Señores pasajeros del vuelo X, embarquen puerta 10”. Deberían decir por la puerta 10, porque lo que literalmente dicen es que hay que embarcar una puerta. Al aterrizar el avión en el aeropuerto de destino la azafata dice: “Señores pasajeros, bienvenidos al aeropuerto de X”, pero no tiene mucha lógica que quien viaja contigo te dé la bienvenida. Quien lo puede hacer es alguien que está esperando a los pasajeros en tierra.

Cuántas veces he oído (y cuántas corregido) las expresiones a nivel de y en base a. En castellano no hay más pasos a nivel que los de las vías del tren. Y no hay más envases que los de las botellas.

He visto ¡en algunas escuelas! carteles en las puertas que contienen faltas. Por ejemplo: Sala Profesores, Despacho Dirección, Sala Música… ¿Para qué queremos las preposiciones? ¿Solo para estudiarlas? Tendremos que escribir Sala de Profesores, Despacho de Dirección y Sala de Música. Es como si en la entrada de un Academia se hiciese el siguiente anuncio: Aquí se dan clases de hortografía.

La falta de exigencia ejemplar me recuerda la historia de aquel alumno al que un profesor le había escrito una sugerencia en la hoja de examen. El alumno acude al profesor con el texto y le dice:

No entiendo lo que me ha escrito aquí.

Y el profesor contesta:

Ahí te digo que escribas con la letra más clara.

Es un galicismo la expresión “temas a tratar”, “problemas a solucionar”… Deberíamos decir: temas que vamos a tratar, problemas que deseamos solucionar…

Hace unos días, se inauguró en Jerez un museo dedicado a la cantante Lola Flores. Es famosa su frase pronunciada en la boda de su hija Lolita y de Guillermo Furiase, ante la avalancha de gente (se dice que más de cinco mil) que obligó a los novios a darse el sí quiero en la sacristía: ¡Si me queréis, irse! El uso del imperativo es objeto de frecuentes incorrecciones. En este caso debería haber dicho idos o iros.

He corregido miles de veces la expresión modal sobre todo cuando se escribe unido y se quiere decir principalmente, especialmente. Un sobretodo es un abrigo.

Es un error tan grave como frecuente, sobre todo en el ámbito deportivo, hablar de favoritismo (trato de favor) cuando se habla de la condición de favorito de uno de los equipos que compiten.

El infinitivo viudo, también llamado infinitivo suelto, es un error muy socorrido. Se trata de iniciar la frase diciendo, por ejemplo: “terminar diciendo que…”. Lo correcto es decir: Quiero terminar diciendo, voy a terminar diciendo, deseo terminar diciendo…

No se debe utilizar el gerundio de posterioridad; la acción que indica el gerundio no puede ser posterior a la del verbo principal. No es correcto decir: “Nació en Madrid en 1970, marchándose a Nueva York veinte años después”. Debe decirse: “Nació en Madrid en 1970 y se marchó a Nueva York veinte años después”.

Los periódicos suelen tener su libro de estilo. Tengo delante el “Libro de estilo de El País” y el “Libro de estilo de El Mundo”. Hace ya algunos años tres compañeros de la Facultad de Educación escribimos un “Libro de estilo para universitarios”. Una de las secciones del libro recoge, de la A a la Z, los errores más frecuentes que se suelen cometer.

Del filósofo Savater dice Fernando Subirats, prologuista de su libro “Misterios gloriosos”: “La definición de su estilo lo lleva a estar más preocupado por una clase de lucha, que es la lucha de frases, que por la lucha de clases; su rebeldía está más cerca de Camus que de Sartre”. Nuestra lucha ha de estar en el cultivo del lenguaje. Hablar bien es una forma de mejorar la sociedad. Feliz Día del Libro. 

‘Cosmos’: Carl Sagan tenía razón (y le hicimos poco caso).



El divulgador exploraba el universo en la serie de 1980 con su carisma, efectos visuales rústicos y la música de Vangelis. Hablaba de otros mundos que dan lecciones sobre este. El programa, en Filmin, no ha envejecido nada mal.

Cuando los humanos de la prehistoria apagaban, de noche, las hogueras, se quedaban a solas con las estrellas. Había algo mágico en la forma en que el cielo aparecía inmutable cuando sobre la Tierra reinaba el caos. Además de magia, los que miraban los astros también se fijaban en sus patrones. Ya lo hizo Ptolomeo muchos siglos antes de que Copérnico, Galileo y Kepler se metieran en líos por eso. El progreso fue arrinconando a la astrología en favor de la astronomía: al principio eran lo mismo. En culturas antiguas, la astrología servía además al poder político, que se cuidaba de controlarlo: por entonces predecir la caída de un tirano equivalía a instigar su derrocamiento.

El gran divulgador científico Carl Sagan lo explicaba de maravilla en su serie Cosmos, estrenada en 1980. Y, como buen apóstol del racionalismo, aprovechaba para burlarse de los horóscopos. Coge varios diarios y lee la predicción para un signo: libra. Todas son tan vagas que valen para cualquiera; todas tan distintas entre sí que no pueden responder a ninguna base. (Conocí una publicación en que los montadores de páginas, viejo oficio, se divertían intercambiando los párrafos de cada signo. Nadie se dio cuenta nunca).

Cosmos tiene una versión moderna, y atractiva, que presenta Neil deGrasse Tyson. La original, 13 capítulos de una hora, puede revisitarse en Filmin y ha envejecido muy bien. Sagan introdujo algunas actualizaciones al final de los capítulos en 1989 con los últimos hallazgos. Pero tampoco tuvo que corregirse demasiado. La serie se hizo cuando decaía ya la fascinación por la carrera espacial, lastrada por los recortes presupuestarios durante la crisis del petróleo. Sagan lamentaba mucho que se racaneara en la investigación espacial mientras seguía creciendo el gasto militar. Aun así, se habían dado pasos importantes para el conocimiento de los astros cercanos y lejanos, gracias a las sondas. Entonces ya llegaban fotos de los paisajes de Marte, aunque no fueran en alta definición.

Sagan, físico y astrofísico, exploraba el universo con su carisma, efectos visuales rústicos (punteros para la época), dramatizaciones de época y la bella música de Vangelis. Daba respuestas claras y hacía buenas preguntas. ¿Habrá vida allí fuera, podrá ser de otra naturaleza? La gran cuestión, si la vida es un fenómeno excepcional o abundante, sigue sin resolverse cuatro décadas después. Él apostaba por la segunda idea: creía probable que hubiera vida en millones de lugares. Y más remota la opción de que contactemos con otras civilizaciones avanzadas, pero no perdía la esperanza y animaba a intentarlo. Consideraba que un encuentro de ese tipo nos sacaría del provincianismo terrícola. Eso sí, también se ríe del fenómeno ovni, muy popular entonces, que considera cercano a la religión y a la superstición.

Sagan, por cierto, aprovechaba el conocimiento de otros planetas para hablar del nuestro. Venus, un infierno por el efecto invernadero, es el ejemplo perfecto, y temible, de lo que puede pasar si seguimos destruyendo el medio ambiente aquí abajo. Sagan advertía de que la devastación de la vegetación y la contaminación que provocamos los humanos pueden hacer la Tierra inhabitable. “No es necesario que la Tierra llegue a parecerse a Venus para convertirse en un lugar estéril y sin vida”, afirmaba. No había entonces un consenso científico tan rotundo sobre los efectos del cambio climático, pero él lo tenía claro. Incluso hay quien lo discute hoy, con 38 grados en abril y 135 días sin ver llover. El añorado científico se confesaba obsesionado por las capacidades autodestructivas de nuestra especie, desde el destrozo ecológico a la amenaza nuclear, muy presente en los años de la Guerra Fría y reaparecida ahora.

Medio siglo después de la última vez que una persona pisara la Luna, 43 años después de estrenarse Cosmos, 27 años después de la muerte de Sagan, el cohete que debe llevarnos de vuelta a la Luna y más tarde a Marte ha explotado en el despegue. La empresa (de Elon Musk) detrás del proyecto considera un éxito que no explotara antes.

Si Sagan sigue vigente, quizás sea que no hemos avanzado tanto como creemos. Que seguimos siendo insignificantes en el universo.

https://elpais.com/television/2023-04-28/cosmos-carl-sagan-tenia-razon-y-le-hicimos-poco-caso.html

Niños dictadores: cómo atajar el síndrome del emperador.

La recomendación para los padres y madres que siempre acceden a las peticiones de sus hijos es que los eduquen desde el respeto y el afecto, y que establezcan límites claros en su crianza

Los padres de Rubén García [nombre ficticio] acuden a una tutoría que ha solicitado de manera urgente su profesora. Rubén tiene cinco años y está cursando el último año de Educación Infantil. Es sociable y tranquilo... salvo cuando las cosas no son como él quiere. Los progenitores acuden muy extrañados a la tutoría, puesto que él es un niño modélico en casa. Es poco frecuente que surjan conflictos. La tutora se muestra preocupada por su comportamiento, ya que es incapaz de cumplir las normas y tampoco acepta un no por respuesta. Si el adulto hace lo que él quiere o desea, todo va bien, pero como se encuentre con un límite o algo que no encaje con lo que quiere, puede llegar a comportarse de manera desafiante y agresiva. Los padres reconocen en la tutoría que no les gusta que su hijo sufra y lo pase mal. Es por ello por lo que no le ponen límites en casa y que, si lo que tienen de cena no le gusta, ellos siempre piensan: “Qué me cuesta hacerle otra cosa con tal de que cene...”.

Rubén solo tiene problemas en aquellos lugares donde se le ponen límites, se le exige que cumpla con unas obligaciones y donde recibe alguna que otra vez un no por respuesta. Por este motivo, su profesora ve en él un niño problemático y sus padres no. En clase se le trata como a uno más y en casa sus padres acceden a todo lo que les pide. Es muy probable que Rubén sea etiquetado en la escuela como niño caprichoso. De una manera técnica también podría ser diagnosticado del síndrome del emperador. Como su propio nombre indica, esta manifestación implica tener unos cuidadores principales que acceden a todas las peticiones que hace su hijo. Los padres suelen tener mucho miedo y se angustian cada vez que el menor llora o lo pasa mal.

Son muchos los que se suben al carro de la crianza respetuosa; cada vez más padres y madres son conscientes de las repercusiones que tienen los buenos tratos en la infancia sobre la salud mental y emocional de los hijos. En ocasiones, desgraciadamente, a los que creen y luchan por la crianza respetuosa, se les tacha de malcriar a los menores. Estos aducen que el día de mañana estos niños serán personas débiles, malcriadas, caprichosas, dependientes y sin recursos para enfrentarse a los obstáculos que les pone la vida. Al comprender y validar las emociones de los hijos no se les está haciendo más débiles, sino más bien todo lo contrario. Lo que el ser humano necesita, a todas las edades, es cariño, respeto y comprensión.

Los seres humanos funcionan mejor con la cooperación que con la competición. Los niños necesitan que se les pongan límites, normas, y que se les diga que no cuando corresponde. Atenderles y comprenderles no es malcriarlos. No es que sea recomendable establecer límites, sino que es una necesidad. En el ejemplo de Rubén, necesita de manera urgente que sus padres se los pongan en casa. Debe aprender a respetarlos y a experimentar el sufrimiento que implica no poder hacer algo que quiere, aunque siempre ante la presencia de un adulto que le ayude a digerir todo esto.

Tratar bien a los hijos no implica atender todas sus peticiones. Los niños piden muchísimas cosas: piden cosas necesarias, pero también expresan lo que les gustaría comprar. Esto último, por ejemplo, no es una necesidad, sino un deseo. En ocasiones necesitan sentirse pertenecientes, protegidos o ser vistos, pero no son conscientes de lo que necesitan y no lo dicen.

Es más, muchas de las conductas que se etiquetan como desafiantes o disruptivas tienen que ver con una necesidad no cubierta. La única manera que tienen los niños de hacer saber que tienen una necesidad sin cubrir es portándose mal y llamando la atención. En conclusión, no siempre que piden algo es porque lo necesitan, y no siempre que necesitan algo lo van a pedir de manera explícita.

El problema de lo que se conoce como el síndrome del emperador o los niños dictadores, donde los padres atienden todas las peticiones de sus hijos, no está en el menor sino más bien en sus progenitores. Una vez más, reitero que todos los padres lo hacen todo lo bien que saben, pero no siempre lo hacen bien. Un porcentaje importante de progenitores que atienden los caprichos de sus hijos de manera constante son sobreprotectores. Son padres y madres a los que les cuesta mucho conectar con las necesidades reales del menor y se centran en sus propios miedos y angustias, motivo por el que acceden a todo lo que sus hijos piden.

Suelo comentar que los progenitores y maestros deben estar al servicio de las necesidades de sus hijos y alumnos; el problema está en que, si se deja de estar al servicio de lo que necesitan para cubrir todo lo que piden (necesidades y deseos), se les estará haciendo un flaco favor a niños y adolescentes. Por este motivo es fundamental que los adultos sean capaces de dejar sus expectativas, deseos y conflictos a un lado para poder conectar con el menor. Una vez que se sintoniza con el hijo es importante saber diferenciar entre lo que necesita y lo que desea. Las necesidades deben cubrirse y atenderse siempre, mientras que los deseos y caprichos son esporádicos.

Rafa Guerrero es psicólogo y doctor en Educación. Director de Darwin Psicólogos. Autor de los libros TDAH. Entre la patología y la normalidad (2021) o ¿Me acompañas? (2022).

https://elpais.com/mamas-papas/expertos/2023-03-01/ninos-dictadores-como-atajar-el-sindrome-del-emperador.html

sábado, 29 de abril de 2023

La cultura de la cancelación

Las librerías de los aeropuertos siempre me tientan con nuevos títulos. A poco tiempo de que disponga en las conexiones aéreas siempre disfruto ojeando las novedades. En mi reciente viaje a Barcelona, después de repasar el Índice (alguien ha dicho que no se puede fiar uno ni del título ni del índice) he comprado un libro titulado “Así es la puta vida”. El subtítulo te ofrece algunas pistas sobre el contenido: “El libro de ANTI-autoayuda”. Está escrito por el actor y autor catalán, nacido en Manresa, Jordi Wild.

Uno de los capítulos que me llamó la atención fue el titulado “La cultura de la cancelación”. Hace tiempo que estaba dándole vueltas a este problema. La cultura de la cancelación implica quitarle el apoyo o “cancelar” a una persona o un grupo que dijo o hizo algo ofensivo o cuestionable. Y si bien es un fenómeno potenciado por las redes sociales y la instantaneidad que tiene la comunicación en la era digital, no es para nada nuevo.

Las intenciones de este fenómeno suelen ser loables, como erradicar las actitudes nocivas o criminales. No obstante, las consecuencias tienden a ser despiadadas, provocando daños irreparables y desproporcionados a los afectados. Incluso, ha perjudicado a personas que no cometieron un delito y solo pensaron de forma diferente.

La cultura de la cancelación, a mi juicio, representa un peligro para la sociedad. Además, fomenta la intolerancia, coarta la libertad de expresión y pone en riesgo la integridad.

Según Rommel Piña, magister en comunicación social, dice que el fenómeno guarda una estrecha relación con las redes sociales. De esta manera, la cancelación es la vía más reciente de protesta de los internautas ante hechos o comentarios que son considerados inaceptables u ofensivos.

Somos poco tolerantes. Por muy poquito nos sentimos ofendidos. “Vivimos en tiempo de ofendidos. Todo puede ser una ofensa, dice Jordi Wild, porque todo se basa en el criterio del ofendido. Incluso en sus emociones. Si él dice que se siente emocionalmente afectado (sea verdad o no, porque no lo podemos saber) es suficiente para que se cuestione o hasta se censure cualquier contenido. Incluso se pueden prohibir idas y hasta palabras. Todo lo que sea necesario para que el ofendido deje de sentir que se le ofende ”.

Un colectivo de payasos de la ciudad rusa de San Petersburgo ha pedido prohibir la exhibido de la película It, por considerar que denigra su profesión y ofende sus sentimientos.

Las asociaciones de alérgicos del Reino Unido solicitaron la retirada de la película de animación Peter Rabbit porque unos conejos hacen bromas con las alergias.

La película española de animación Tadeo Jones 2 fue criticada porque ofendía a los abogados de oficio con uno de sus chistes.

Cada vez es más difícil decir algo que no resulte ofensivo a alguien en algún lugar del mundo. Guiarnos por las emociones de quienes se ofenden es peligroso. Porque algunos podrían aprovecharse para censurar sencillamente lo que quieren hacer desaparecer del mundo. Otros podrían pretender cosas que no tienen que ser buenas para todos. Otros, en fin, podrían ser tan sensibles que quizás el problema es suyo, no nuestro. Los llamados flanders u ofendidos.

En el programa televisivo La Roca hay una sección en la que se entrega un título de Club de Ofendidos por Juan del Val. Este tertuliano se muestra despectivo con los perros (“los perros son imbéciles”), con los que hacen halterofilia con mucha edad, con los culturistas, con los expertos en psicofonías, con los coachs… Son muchos los haters de Juan del Val.

A mí me censuraron en Argentina el libro “Pasión por la escuela. Cartas a la comunidad educativa” porque contenía una Carta a un profesor homosexual. Una carta que nació de la compasión hacia un ser humano que sufre injustamente.

En la cultura de la cancelación es más fácil eliminar a un enemigo que debatir sus ideas. Es una tendencia que está creciendo cada día, sobre todo en las generaciones más jóvenes… “Si no piensas como yo, no eres digno de mi respeto como ser humano”.

El principal problema que tiene la cultura de la cancelación es que en vez de hacer del mundo un lugar más respetuoso y diverso, lo cual sería maravilloso, favorece que la sociedad sea más intolerante, más uniforme y menos plural. La cultura de la cancelación arrasa el pensamiento critico.

Tenemos que escuchar opiniones diferentes a las nuestras, tenemos que relacionarnos con quienes tienen una visión diferente de la vida. De lo contrario perderemos la habilidad de comprender puntos de vista ajenos. Solo nos sentiremos a gusto con personas que piensan como nosotros. Eso hará que nos convirtamos en personas más tribales. El tribalismo alimenta la convicción de que “nosotros” somos mejores que “ellos”.

Por supuesto que no hay que admitir discursos de odio hacia un colectivo cualquiera. Otra cosa es que ni siquiera se pueda nombrar un tema para debatirlo o expresar una opinión de manera educada.

Karl Popper, famoso filósofo austríaco, formuló en 1945 la paradoja de la tolerancia. Básicamente dice que si somos totalmente tolerantes con las ideas de los demás también seremos tolerantes con las ideas intolerantes de los demás, lo que finalmente destruirá nuestra tolerancia.

Esta paradoja es habitualmente utilizada por la cultura de la cancelación para justificar sus procedimientos intolerantes. El problema, sin embargo, es que no siempre es fácil definir qué es una idea intolerante.

Otra cuestión que plantea Popper es que incluso las ideas intolerantes deberían ser toleradas siempre y cuando los intolerantes permitan el diálogo y un debate en el plano racional. Si se recurre a la imposición y a la violencia, entonces las ideas intolerantes no se pueden tolerar.

En la actualidad, la cultura de la cancelación tiene defensores y detractores. Entre estos últimos se encuentra un grupo de 150 famosos (entre ellos J.K Rowling, escritora de la famosa saga de Harry Potter), quienes firmaron un manifiesto en contra de este fenómeno en el año 2020.

Si alguien comenta o realiza acciones dentro de la legalidad, invítalos a justificar sus posturas, argumenta las tuyas y cuestiona todo. Esto te ayudará a comprender sus puntos de vista y promover versiones más informadas sobre tu perspectiva.

Ningún ser humano es perfecto. No obstante, resulta difícil darse cuenta y asumir los propios errores. En su lugar, es más sencillo señalar, humillar o agredir al otro que se equivoca. Si aceptamos que somos susceptibles de cometer fallas, seremos más empáticos con aquellos que cometen errores. Lo importante es que nos demos cuenta y rectifiquemos.

Jonathan Rauch, plantea seis señales para identificar una cancelación cultural. Voy a destacar tres

La primer es el punitivismo: se quiere castigar al que es distinto, no comprenderlo ni dialogar con él.

La segunda es la organización en grupos que hacen proselitismo, porque se busca ser más en lugar de tener razón.

La tercera pista es la fanfarronería moral. El discurso de quien cancela, de quien elimina es repetitivo, ritualista y acusatorio y se abusa de las etiquetas para dejar claro que el cancelado es moralmente inferior.

Dice Jordi Wild en el libro citado: “Para mí la cultura de la cancelación es uno de los peores cánceres. Es una verdadera pena que en este mundo cada día más complejo en el que deberíamos intentar dialogar más, intentar entender más al otro, intentar avanzar todos justos, aunque no estemos de acuerdo en todo…Solo nos dedicamos a censurarnos mutuamente porque no toleramos que el otro piense de una manera diferente”.


La cultura de la cancelación es la cultura del dogma. Los que no aceptan el dogma no solo están equivocados sino que son malvados.

Sin pretenderlo, encontré en la librería del aeropuerto de Barcelona ese mismo día otro libro que da respuesta a la cultura de la cancelación (de la eliminación, de la exclusión). Se titula “Educar la tolerancia. Cómo vivir comprometidos con la igualdad y la diversidad, cuya autora es la maestra Coni La Grotteria. Esa es la clave, a mi juicio.

Quiero cerrar citando a Nelson Mandela: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar; el amor llega más naturalmente al corazón que su contrario”. Que así sea.


Nunca lo sabremos todo.

Allí lejos hay muchas más galaxias de las que predicen los modelos evolutivos del cosmos, y son mucho más grandes y brillantes de lo que habíamos imaginado.

Los buscadores nos están dejando sin héroes ni villanos a los que atribuir las citas eruditas. Se te ocurre mirar Google y de pronto resulta que ni el teorema de Pitágoras era de Pitágoras, ni los cinco sólidos platónicos fueron descubiertos por Platón, ni Ockham tuvo jamás una navaja. No es que esto importe mucho, puesto que una historia mal atribuida o planamente falsa mantiene intacto su valor didáctico, aun cuando no haya ocurrido nunca. Una de estas leyendas cuenta que el físico británico William Thomson, más conocido como lord Kelvin, proclamó en 1900 que los grandes principios de la ciencia ya habían sido descubiertos y que solo quedaba precisar el sexto decimal de los cálculos. Kelvin nunca dijo eso, por supuesto, pero la cita se atribuye ahora a su colega Albert Michelson, lo que en realidad es todavía mejor, como verás si tienes un poco de paciencia.

El caso es que la frase que nunca dijo Kelvin se cita a menudo —yo mismo lo he hecho— para ilustrar el error garrafal de creer que el conocimiento ha llegado a su culminación. Ya lo sabemos todo, parece decirnos el falso Kelvin, abandonad toda esperanza de seguir investigando, la ciencia morirá conmigo. Pero el falso Kelvin ni había cerrado la boca cuando, entre 1900 y 1905, Max Planck y Albert Einstein descubrieron la mecánica cuántica y la relatividad, que son los dos cimientos de la física actual. Y lo cierto es que este cuento moral funciona con Michelson mucho mejor que con Kelvin, porque fueron justo los experimentos de Michelson y su colega Edward Morley los que indicaron que la velocidad de la luz es una constante fundamental de la naturaleza y pusieron en marcha la revolución de Einstein. La moraleja de la parábola sigue siendo la misma en cualquier caso: que nunca lo sabremos todo.

Muchos lectores habrán visto las imágenes espectaculares que ha obtenido el telescopio espacial James Webb (JWST en sus siglas en inglés) en sus primeros meses de trabajo. Este artefacto, un heredero muy aventajado del Hubble, ha sido diseñado a la Kelvin, con una sincera vocación de alcanzar el mismísimo confín del universo observable, que es tanto como decir el origen de todo lo que existe. Las estrellas y galaxias que ve el JWST están tan lejos que su luz ha tenido que viajar más de 10.000 millones de años para llegar a nosotros, y eso es una cifra cercana a la edad del universo (13.770 millones de años). Las primeras galaxias de aquel cosmos recién nacido están al alcance de este prodigio de la ingeniería, y los astrofísicos esperaban que tuvieran características juveniles, inmaduras, distintas de las actuales.

Pero no parece ser así. Allí lejos —o en aquellos tiempos remotos, que es lo mismo— hay muchas más galaxias de las que predicen los modelos evolutivos del cosmos, y son mucho más grandes y brillantes de lo que habíamos imaginado. Como no podemos tirar las galaxias, habrá que tirar los modelos. Si algún moderno Kelvin esperaba que el JWST fuera el último y definitivo telescopio espacial, ha vuelto a meter la pata.

Cuando oigo a un economista proclamar que nuestra actual estructura de mercado es la definitiva, me entra un ataque de risa.

viernes, 28 de abril de 2023

_- PSICOLOGÍA. Los cuatro rasgos que definen a los niños altamente sensibles, que perciben el mundo de forma diferente.

_- La alta sensibilidad no es un trastorno psicológico ni una enfermedad, sino un rasgo más de la personalidad, por el que las personas se emocionan y preocupan en exceso y se agobian con el ruido, las luces o los olores fuertes

Todos los niños son sensibles. Pero quizá algunos padres notan que el suyo lo es un poquito más, que todo lo emociona, da vueltas a las cosas, le preocupan excesivamente los demás y se agobia con el ruido, las luces y los olores fuertes. En ese rango se encuentran los niños de alta sensibilidad (NAS), quienes perciben el mundo de forma diferente. Este rasgo, marcado en su temperamento, hace que vivan y sientan todo intensamente, procesen la información del entorno de manera profunda y se detengan en las emociones que les producen. Tienen esa encomiable capacidad para disfrutar con cada pequeño detalle, establecer lazos profundos y empatizar. Pero la cara b es que, por la misma razón, pueden sufrir más de la cuenta, afectarles casi en primera persona lo que les pasa a los demás y ser especialmente perfeccionistas.

Juan (nombre ficticio) tiene 16 años. Cuando iba a la guardería, las maestras les comentaban a sus padres sobre “su ajuste excesivo a las normas, su capacidad de observación y empatía”, cuenta su madre, Rosa María Rodríguez Jiménez (54 años, Madrid). “Lloraba con facilidad si veía a alguien llorar. En eventos con mucha animación, se agobiaba con el ruido y la gente, o cuando un profesor regañaba en voz alta a otros alumnos, se sentía incómodo. Eso sigue sin gustarle”, recuerda.

El desconocimiento de este rasgo conlleva que muchos NAS carguen con la etiqueta de ser introvertidos, tímidos o intensos, e incluso con errores de diagnóstico. “Es posible que el niño parezca estar distraído y se confunda con trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). O que le cueste estar en grupos en los que no se siente cómodo, y entonces dicen que tiene un trastorno del espectro autista (TEA), como el síndrome de Asperger”, explica Manuela Pérez, psicóloga infantojuvenil del Hospital Puerta del Sur, en Cádiz, y presidenta de PAS España (Asociación de Personas Altamente Sensibles). Las consecuencias pueden ser durísimas para el niño, quien estará años pensando algo que no es.

El rasgo de la alta sensibilidad fue descrito por primera vez por la doctora en psicología estadounidense Elaine Aron en los años noventa. Es importante aclarar que la alta sensibilidad es eso: un rasgo. No se trata de un trastorno psicológico ni de una enfermedad, sino de una característica más de la personalidad, como puede ser la extroversión o el narcisismo, por ejemplo, aunque si no se gestiona podría derivar en depresión, ansiedad, estrés y baja autoestima. Se calcula que entre un 20% y 30% de la población podría ser PAS; personas cuyo sistema nervioso percibe y procesa más información a nivel cognitivo, sensorial y emocional. Su cerebro y sus sentidos actúan como una antena gigante, captando todo lo que ocurre, por muy pequeño que sea. “Al recibir un estímulo, lo perciben igual que cualquier niño. Luego, lo procesan y esta etapa es más intensa. Por eso, la respuesta que emiten también lo es”, describe Pérez. “Los niños altamente sensibles se emocionan más, piensan más y actúan conforme a ello”.

Además de madre de Juan, Rosa María Rodríguez es catedrática universitaria, investigadora, doctora en ciencias físicas y psicóloga especialista en Danza Movimiento Terapia. Y también es PAS. “Una bendición”, como ella dice, que le permite comprender bien a su hijo. “Cuando leí sobre la alta sensibilidad, supe enseguida que en mi familia varios teníamos el rasgo”, comenta. No es raro porque tiene un gran componente genético. Por eso, si un padre o madre lo ha detectado en su hijo, es probable que, como sus progenitores, también lo tengan. Pero no es igual en adultos (PAS) que en niños (NAS). “Los adultos han tenido más tiempo para mezclar el componente innato con las experiencias vividas”, explica Pérez. “Estamos a tiempo de orientar a los niños en el beneficio de ser altamente sensible”.

¿Cómo detectarlo?
En la web de PAS España, los padres pueden encontrar el test oficial para saber si su hijo es NAS. Basado en el original de la doctora Aron, está adaptado a la población española por Manuela Pérez, Antonio Chacón y el equipo de doctorado de la Universidad de Sevilla. Aron identificó cuatro pilares básicos:

Sensibilidad ante las sutilezas. Captan pequeños detalles a través de los sentidos y de las emociones. Perciben ligeros cambios en su entorno: son observadores, se percatan de todo, incluso del lenguaje no verbal.

Alta emocionalidad y empatía. Se ponen en el lugar del otro, debido a la dinámica del sistema especular, y en concreto de las neuronas espejo. Por eso, entienden bien cómo se sienten los demás. “Experimentan también alegría y tristeza, todo muy intensamente, lo que les genera tendencia a dar vueltas y vueltas a una misma idea”, sostiene Rodríguez.

Procesamiento profundo. Analizan la información exhaustivamente, algo que en principio podría ser positivo, pero que dificulta la toma de decisiones, porque tienen demasiados datos. “Su procesamiento cognitivo profundo puede interpretarse como falta de atención, pero, en realidad, se han quedado atentos a una información previa y están procesándola con intensidad”, dice Rodríguez.

Sobreestimulación. El sistema nervioso se satura con tanta información: tienen mayor sensibilidad a los olores, ruidos, texturas o imágenes, por lo que pueden bloquearse y agobiarse.

¿Qué pueden hacer los padres y madres?
El esfuerzo no debe estar en intentar que los niños con alta sensibilidad dejen de sentir como sienten, sino en que los padres y madres les faciliten herramientas para disfrutar, gestionar sus emociones y protegerse. 
Por ejemplo: 
● Hablarle con naturalidad. Cuando las experiencias de la infancia son buenas, los NAS aprovecharán su rasgo en positivo. En el caso de Juan, además de ser NAS, también tiene altas capacidades. Su madre explica que no hay trato especial ni por ellas ni por ser más sensible: “Hablar abiertamente con tu hijo será el mejor regalo para que disfrute de esta alta capacidad emocional y sepa qué hacer si se desborda. Hablemos siempre desde el respeto y basándonos en que la diversidad es enriquecedora”. 
● Observar cómo lo percibe su entorno. Es habitual no saber cómo se siente un NAS. Los padres suelen ser quienes comunican a profesores, abuelos, resto de la familia y amigos. “Respecto al apoyo emocional, todavía queda mucho por hacer en el ámbito educativo. La formación y los recursos que reciben los profesores en este sentido no son suficientes”, opina Rodríguez. 
● Potenciar su creatividad. Los NAS sienten con emoción el arte en toda su expresión. Buscar actividades artísticas que les gusten para que den rienda suelta a su imaginación puede ser una buena ida. “A Juan lo animaron desde pequeño a bailar, escribir y a disfrutar de la naturaleza, por ejemplo. No obstante, su creatividad puede aplicarse también a otros campos como el juego, los estudios o las relaciones sociales”, puntualiza esta madre. 
● Crear un ambiente amable. “Juan, en lugares ruidosos, se cansa más y necesita su espacio tranquilo, de soledad y silencio, por lo que evitamos esas situaciones”, dice su madre. 
● Pedir ayuda. Si hay malestar y los padres perciben que su hijo se siente desbordado, lo mejor es buscar ayuda de un profesional especializado en alta sensibilidad o, al menos, familiarizado con ella: “Leer e informarse en fuentes válidas y avaladas por investigaciones te dará más y mejores herramientas”.

FLAMENCO. Un homenaje pendiente y largamente acariciado a Manolo Sanlúcar. Más de una veintena de artistas se reúnen para rendir tributo a la memoria del maestro de la guitarra flamenca

“Con Manolo Sanlúcar el flamenco estaba en deuda y eso era algo que sabíamos todos, hasta él mismo”. Son palabras del guitarrista Juan Carlos Romero, uno de los discípulos directos del maestro Sanlúcar (que falleció en agosto de 2022), que recibió del Instituto Andaluz del Flamenco, impulsor del homenaje, el encargo de crear y dirigir un espectáculo para recordar su figura y su legado. La gala se celebró la noche del martes 25 de abril en el Teatro Villamarta de Jerez, el lugar de una de las últimas apariciones públicas que se le recuerdan. Fue en 2019, cuando asistió a la presentación de la obra con la que la Compañía de la bailaora Mercedes Ruiz, junto a otro de sus discípulos, Santiago Lara, llevó al terreno de la danza su celebrada grabación Tauromagia.

La idea de un homenaje a Sanlúcar había sido abordada desde diversas instancias en los últimos años, e incluso alguno de los intentos tuvo que ser suspendido debido a su delicado estado de salud. En esta ocasión, y aunque sea tras su marcha, se podría decir que el espectáculo planteado reunía los suficientes elementos y conocimientos de su obra para tributarle los honores que merecían su persona y su legado.

La lectura de la lista de participantes en el evento podía resultar apabullante, pero para nada era gratuita. Todos respondían a la llamada de Romero que, en realidad, era la llamada del maestro: “El nombre de Manolo, al que se ha querido mucho, ha allanado el camino”, declaraba el director artístico de la función, que reconocía que solo había recibido facilidades y que “todo había encajado perfectamente”. Pocas personas tan conocedoras de la obra del guitarrista para reflejar su complejidad y su gran riqueza de perspectivas.

Para Romero son aspectos difíciles de concentrar en una sola persona: “Está su perfil arraigado en la tradición, reflejado en su obra Tauromagia; el sinfónico, representado en Medea, la obra que creó para el Ballet Nacional de España; el lírico de La Gallarda, la obra de teatro de Rafael Alberti a la que puso música y el de vanguardia, con la grabación Locura de brisa y trino junto a Carmen Linares”.

Todas esas vertientes recibieron la pertinente atención en la gala, pero en ningún momento se olvidó ese otro aspecto ineludible del maestro: su condición de escritor y pensador reflexivo, en muchos momentos atormentado, del que quedó conocida constancia en su libro de memorias El alma compartida, que es solo una parte de un gran corpus que está aún sin publicar, como recordó el profesor Suárez Japón en una justa introducción. Juan Carlos Romero ha escarbado entre las muchas carpetas en las que Sanlúcar fue vertiendo sus pensamientos para extractar una selección de textos, todos ellos inéditos, con los que el actor Antonio Dechent se metió en la piel de Sanlúcar y fue intercalando sus reflexiones, de forma tan natural como brillante, entre las actuaciones de guitarra, de cante y de baile.

La enumeración de la veintena de cuadros de la noche resultaría interminable, además de cansina. Pero es obligado dejar constancia de que, en conjunto, lograron transmitir la música y el espíritu del gran maestro y que, sobre todo, contuvieron muchos momentos de emoción. Ver reunidos a sus discípulos Rafael Riqueni, José Antonio Rodríguez y el propio Romero —más David Carmona, de la siguiente generación— reviviendo los temas de Tauromagia pudo ser uno de ellos. La docencia, la transmisión de saberes, siempre fue una preocupación del maestro.

También sonó viva la música de una Medea que llevaron a la danza Merche Esmeralda, Eva Yerbabuena, Farruquito y Pastora Galván. O el cante de La Macanita haciendo De Muleta como si no hubieran pasado los años (la interpretó en el disco cuando tenía diecinueve), y el de Carmen Linares recordando al Lorca de Locura de brisa y trino… Dos horas para un espectáculo bien hilvanado y con una característica única: su condición de irrepetible.

Homenaje a Manolo Sanlúcar. 'El pesimismo de la razón. El optimismo de la voluntad'
Juan Carlos Romero, Rafael Riqueni, José Antonio Rodríguez, Manuel Valencia, David Carmona (guitarras). Cristina Hoyos, Merche Esmeralda, Eva Yerbabuena, Farruquito, Pastora Galván (baile). Carmen Linares, La Macanita, Diego Carrasco, Jesús Méndez, Naike Ponce, Carmen Molina (cante). Pasión Vega Tino (canción). Tino Di Geraldo, Paquito González (percusión), Los Mellis (palmas y cante). Orquesta Sinfónica de Triana. Antonio Dechent (actor). Borja Évora (ayudante de dirección). Dirección artística: Juan Carlos Romero.

Teatro Villamarta, 25 de abril.

jueves, 27 de abril de 2023

_- LA PARADOJA OPPENHEIMER: una universidad útil no solo debe ser práctica.



La paradoja Oppenheimer 

Una universidad útil no solo debe ser práctica.

Hace décadas que la otrora cuna del pensamiento, la ciencia y la filosofía cayó en desgracia por falta de recursos y su reorientación hacia el utilitarismo. La democracia desinformada, la economía desigual y el empleo precario requieren el renacimiento de la que durante siglos fue una grandiosa institución.
El general Leslie Groves junto a Oppenheimer en el desarrollo del proyecto Manhattan (Circa 1944

_- Habiendo terminado la lectura de la reciente biografía del científico estadounidense Julius Robert Oppenheimer, escrita por Kai Bird y Martin J. Sherwin, hay dos cuestiones que quisiera resaltar sobre la trayectoria de este ser humano tan singular, y que casan con los argumentos que hemos ido exponiendo tanto sobre la responsabilidad que tiene la Universidad de formar ciudadanos críticos con ilusión por cambiar la realidad, como por que ella misma pueda defenderse de intromisiones indebidas que, a la larga, pueden ser catastróficas para el desarrollo de la humanidad.

Oppenheimer fue un físico teórico brillante que dirigió el proyecto colosal de investigación y fabricación de la bomba atómica en Los Álamos (EEUU), lo que culminaría con las detonaciones nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki (ambas en Japón). Desde su infancia fue identificado por sus familiares y profesores como un superdotado en toda la extensión y hondura de la palabra. Capaz de hablar alemán y holandés con soltura tras unos pocos meses de inmersión durante sus estancias investigadoras en estos países mientras desafiaba a sus maestros, muchos de ellos premios Nobel, y, con la misma facilidad, podía darse el lujo de aprender sánscrito para leer del original el poema hindú Bhagavad Guitá, o italiano para recitar de memoria a Dante.

A pesar de aquella polimatía excéntrica y, para algunos, maldita, resultó ser un profesor muy querido por sus alumnos y discípulos en las universidades en las que impartió docencia (Caltech, Chicago, Berkeley, Princeton), tanto por su exigencia académica como por su tolerancia y solidaridad para apoyar a los alumnos que tenían que esforzarse como un mortal común para seguir sus clases.

Oppie, como le apodaron sus amigos, creció yendo a la Escuela por la Cultura Ética de Nueva York, fundada por Felix Adler, un reformista liberal y defensor los derechos civiles de las minorías desde 1876. La visión deísta de Adler moldeó su mentalidad social: una en la que había que tomar posición y celebrar la acción y la responsabilidad hacia el mundo. Una en la que la voluntad individual para superarse y enfocarse en un propósito de justicia social pasó a ocupar la posición del ideal del Superyó en su inconsciente y que ya no le abandonaría en toda su vida. Esto le llevó a participar activamente en los esfuerzos de su país para acabar con Hitler. Pero, tras la caída de la bomba y el fin de la guerra, cuando quiso recuperar su autonomía política e intelectual apoyando la doctrina del desarme nuclear, pasó de héroe nacional a traidor, calumniado y acusado de comunista y judío taimado y antiamericano.

En la época de oro de la ciencia en la Universidad, sin darse cuenta de las consecuencias a largo plazo, esta fue secuestrada por la industria armamentística. Precisamente Bird y Sherwin cuantifican que el número de laboratorios privados que se abastecieron intensivamente de catedráticos e investigadores de las universidades estadounidenses pasó de solamente cuatro en 1890 a casi 2.000 al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Es verdad que este fenómeno tuvo lugar dentro de una coyuntura mundial extraordinaria, pero desde entonces la dependencia de la investigación y el I+D+I del sector universitario de EE. UU. con respecto a los intereses industriales y militares no ha dejado de persistir, poniendo en peligro la independencia de sus fines educativos y la diversidad de pensamiento que se fomenta dentro de sus facultades.

En nuestro futuro imaginado, y quizá ingenuo, la Universidad en Europa no perdería su autonomía, independencia, neutralidad y ecuanimidad para así no dejar de discernir cuando el plano ético de sus acciones quedara sustituido por los intereses de la economía o de otros supuestos como el nacionalismo, el totalitarismo, el racismo o el fascismo. Es cierto que no sería fácil conseguirlo, pero su estatuto moral debería balancearse entre, en uno de los extremos

(1) tomar decisiones ante cuestiones delicadas y actuar con audacia, evitando caer en un conservadurismo e inmovilismo infructuoso y regresivo, y 

(2) en el otro extremo, tomarse tiempo para reflexionar con diligencia sobre las razones por las que debe actuar en cada momento para estar segura de por qué hace lo que hace.

Ciertamente, como creía Oppenheimer, en la vida real tiene que haber espacio para ejercer las dos posibilidades, aunque una de ellas prime sobre la otra en determinados momentos de la historia. De cualquier forma, la Universidad del futuro deberá ser un lugar de valor y reflexión, una institución ética y bien equilibrada que brinde una formación integral a sus estudiantes y contribuya al desarrollo de la sociedad. Si hacemos bien las cosas, la Universidad europea será un faro de conocimiento y sabiduría para las futuras generaciones. O no será.

SOBRE LA FIRMA
Alberto González Pascual. Doctor en Ciencias de la Información y de Pensamiento Político, y profesor universitario. Responsable del programa de Transformación Cultural de ESADE. Director de Cultura, Desarrollo y Gestión del talento de PRISA. Su último libro es Los Nuevos Fascismos. Manipulando el resentimiento (Almuzara, 2022).

miércoles, 26 de abril de 2023

_- El premio Nobel Stiglitz asesorará a Sumar para su programa económico.

_- El prestigioso profesor de la Universidad de Columbia, de perfil progresista, colaboró en su día con Clinton y Rodríguez Zapatero.

Yolanda Díaz incorpora perfiles de reconocido prestigio internacional para reforzar las bases teóricas de su proyecto de cara a las próximas generales. Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, colaborará con Sumar, la plataforma que impulsa la vicepresidenta segunda del Gobierno y con la que busca ensanchar el espacio electoral a la izquierda del PSOE tras años de retroceso en las urnas. Según fuentes de la organización, el profesor de la Universidad de Columbia, asesor en su día de los presidentes Bill Clinton y José Luis Rodríguez Zapatero y ex economista jefe del Banco Mundial, participará en la revisión del documento final del grupo de trabajo de economía y modelo productivo en el proyecto de Díaz.

Stiglitz, de perfil progresista y quien ya hace años defendía que subir el salario mínimo “no daña el empleo”, participará de este modo en la última fase del programa del área coordinada por Rafael Muñoz de Bustillo, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Salamanca.

Hasta la fecha, un millar de expertos, repartidos en 35 grupos diferentes, se han encargado de dotar de contenido teórico a la plataforma que lidera la vicepresidenta y que pretende funcionar como un revulsivo para los ciudadanos más desencantados con la política en los últimos años. Su trabajo se ha desarrollado con cierta independencia —tal y como le reclamó en la presentación de las distintas áreas temáticas el pasado septiembre el analista Ignacio Sánchez -Cuenca, encargado del grupo de calidad democrática— y aislados de las peleas partidistas que han afectado al proceso estos meses. Aunque la labor está prácticamente terminada y Díaz ya oficializó el 2 de abril su intención de ser la candidata en los comicios previstos a final de año, el programa definitivo no ha trascendido aún y se presentará en los próximos días, según confirman fuentes de Sumar.

La colaboración de Stiglitz, con quien el entorno de la vicepresidenta había mantenido ya contactos, se cerró definitivamente esta semana durante una reunión celebrada en Nueva York, adonde Díaz se trasladó para intervenir el martes ante la Asamblea General de la ONU en la adopción de la primera resolución del organismo sobre economía social y solidaria, y encontrarse con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

Además de Stiglitz, otros perfiles internacionales colaboran ya con Sumar. Es el caso de la italiana Francesca Bria, responsable del área de digitalización con derechos, que ha presidido el Italian National Innovation Fund y en 2021 fue nombrada consejera de la nueva Bauhaus Europea.

Otros economistas de la órbita de Díaz son el británico Guy Standing, quien ya participó en la elaboración del informe sobre precariedad laboral y salud mental del Ministerio de Trabajo, o la italoestadounidense Mariana Mazzucato, a la que la líder de Sumar suele citar en sus intervenciones públicas y con la que tenía previsto realizar un acto que finalmente se canceló por el viaje a EE UU. Oficialmente, ninguno de los dos está en los equipos de trabajo.

El programa de la plataforma, concebido como un “proyecto de país para la próxima década”, según defiende Díaz, se divide en áreas temáticas que van desde los cuidados, hasta la justicia, el modelo de Europa o el territorial. Los responsables de cada grupo son, en su mayoría, perfiles técnicos reconocidos en cada ámbito, pero no políticos.

En paralelo a su labor, el equipo de la vicepresidenta, dirigido por el jefe de gabinete, Josep Vendrell, inició a comienzo de año las negociaciones para conformar una coalición de hasta 15 partidos que sirva para desplegar Sumar por toda España en las generales. Aunque las conversaciones no se concretarán hasta después de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, Podemos marcó sus líneas rojas y decidió ausentarse del lanzamiento de la candidatura de Díaz hace tres semanas, por lo que ahora mismo, la presencia del partido fundado por Pablo Iglesias, quien la señaló como líder del espacio tras su marcha hace ya más de dos años, está en el aire.