viernes, 28 de septiembre de 2018

Contra las bombas: malos tiempos para el internacionalismo

Que el flamante ministro de Exteriores, el presidente socialista del ‘no es no’, y el más anticapitalista de los alcaldes de España hayan aceptado el límite de lo posible en el caso de la venta de armas a Yemen es el peor de los fracasos.

Yemen

Era 2011 y miles de jóvenes ocuparon las plazas para cambiar el régimen del 78. No pedían reformas, querían transformarlo todo. Inspiradas por las revueltas de Túnez y Egipto, de las primeras tiendas se fueron expandiendo acampadas como pequeñas ciudades provisorias, pobladas de gentes diversas, una heterogeneidad aunada por la indignación y la urgencia de cambio. Hubo represión y detenciones, pero ahí se mantuvieron, una rebelión que nadie esperaba. No, no estoy hablando del 15M.

El régimen del 78 con el que querían acabar estas gentes indignadas inició con el acceso al poder del presidente Alí Abdalá Salé. La represión que tuvieron que afrontar implicó tiroteos, estudiantes quemados en sus tiendas de campaña. Todo esto pasó en Yemen, uno de los países con más armas por habitante del mundo. Todo esto va de gente, gente que se indigna, gente que protesta y gente a la que matan. Va de las posibilidades que prometen los aires de cambio. Va de las renuncias impuestas. Va de cómo muere lo que prometieron las plazas.

A la primavera árabe de Yemen le esperaba un largo invierno. Una resaca que no parece tener fin: Guerra en el sur, guerra en el norte, Estados Unidos y sus drones, los países del Golfo y sus tensiones, los terroristas y su retaguardia, y sobre todo Arabia Saudí poniendo orden en su patio trasero.

Al siempre impune suministrador de crudo y petrodólares le queda incómodo que entre sus yacimientos y el golfo de Adén —central para el comercio del petróleo— haya un Estado. Mala suerte para los yemenís que, aunque en 2012 consiguieron liberarse por fin de Salé, vieron cómo éste se fue impune, no muy lejos, para seguir moviendo los hilos (hasta que fue asesinado el año pasado).

Quedó su vicepresidente y, como es lógico, el cambio le supo a poco a mucha gente. En 2015 empezó la guerra, una guerra muy complicada, como si las guerras hubiesen sido alguna vez fáciles. Alianzas cambiantes entre las potencias mundiales, los regímenes regionales y las oligarquías internas, a las que llamamos tribus para poder pensarlas como muy distintas a las nuestras. Desde entonces leemos que es todo un caos, que no hay solución, que es que las cosas funcionan así entre esa gente bárbara, y que si no podemos tomar parte, si ni siquiera podemos entenderlo, la cosa ya no nos concierne. Pero siempre se puede tomar parte: hay que tomar parte por la gente, por los pueblos. El internacionalismo va de eso.

No hay forma más drástica de achicar los marcos de lo posible, que poner en cuestión la supervivencia. Cuesta soñar con libertad o democracia mientras matan a tus hijos. Es difícil sostener la resistencia con el estómago vacío y el cuerpo enfermo: las bombas y la hambruna dejaron poco margen para imaginar nuevos Yemen en las plazas. Un Estado fallido, minado de intereses extranjeros, donde no hay refugio. Aquí, sin embargo, no están cayendo bombas. No tenemos un Estado fallido. La pobreza y la precariedad crecen, pero siguen enteros los hospitales y nadie muere de desnutrición, ni siquiera en las regiones más pobres y abandonadas.

Aquí hubo hasta gente que tras la ola de cambio que inspiraron las plazas consiguió llegar a las instituciones. Lanzamos grandes proclamas internacionalistas, gritamos que si había dinero para rescatar a los bancos, también se podría rescatar a la gente. Y sin embargo la gente tiene que seguir rescatándose a sí misma, sola y a la deriva, a través de trabajos cada vez más precarios. Algunos de esos trabajos son un engranaje en la cadena que termina en la muerte de la población yemení. Por ahora, no se puede hacer nada, nos dicen, no podemos condenar a nuestra gente a la miseria. Y así, nos condenan a la miseria moral a todas.

Que el flamante ministro de Exteriores, el presidente socialista del "no es no" y el más anticapitalista de los alcaldes de España hayan aceptado tal límite de lo posible es el peor de los fracasos. Es castrar la imaginación política, renunciar a desplazar el marco, aceptar que no podemos redistribuir la riqueza del Estado. Aceptar que es necesario tragar con que no exista otra alternativa para la supervivencia de miles de personas que fabricar armas contra otras miles de personas.

Entiendo que es duro enfrentarte al desempleo y la falta de futuro de tu gente. También pienso que no solo se debería dimitir cuando a uno le pillan en falta. También se puede dimitir cuando no hay posibilidad de ser coherente con tus principios, cuando tienes claras las fronteras morales que no cruzarás nunca. No significa irte, si no quedarte de otra forma, para forzar la alternativa, para pelear otros horizontes posibles.

Porque si estamos dispuestas a seguir por ahí, si somos nosotras quienes aceptamos hacer lo que antes impugnamos, estamos avalando el mantra del neoliberalismo, el “no hay alternativa.” ¿Aceptaríamos que necesitamos exportar bombas y barcos si estos fuesen a ser utilizados contra Francia o Italia? ¿No es evidente que es la alteridad desenfrenada, la savia misma del colonialismo, la que permite que tantas personas asuman que no podemos hacer otra cosa que seguir produciendo muerte?

La población yemení será la principal víctima del armamento que exportamos a Arabia Saudí, de los barcos que rescatarán —hasta cuándo— a los obreros gaditanos. Pero no será la única víctima. Aquí estamos enterrando también la posibilidad de plantarse para detener la inercia que nos hace pedir empleo a cualquier costa, de cualquier tipo, y empezar a exigir que se redistribuyan la riqueza y el trabajo. Plantarse, en definitiva, ante la economía de la muerte que nos impone el capitalismo.

Fuente:
https://www.elsaltodiario.com/yemen/malos-tiempos-internacionalismo

jueves, 27 de septiembre de 2018

__ Si Jeff Bezos quiere ayudar a los trabajadores pobres, ¿por qué no empieza por pagarles mejor?

__ Siempre es un placer volver a saber del villano de Paul Verhoeven, Jeff Bezos, que esta semana anunciaba una iniciativa diseñada para proclamarse como el primer sociópata multimillonario del mundo. De acuerdo, me he debido de confundir con algún adjetivo.

El dueño de Amazon ha lanzado lo que se ha denominado “Day One Fund”, la simple declaración de intenciones que pretende ser. Hace tiempo que a Bezos se le critica por su falta de músculo filantrópico, y más desde que se convirtiera en el hombre más rico de la historia moderna. Hace un año Jeff estaba en tan baja forma en lo que respecta a no parecer un auténtico cretino que comenzó a solicitar ideas por internet. Y parece evidente que ignoró todas aquellas que le decían: “Deja de tratar a tus trabajadores como basura”.

¿Te acuerdas del comienzo de la película de Verhoeven, Robocop, antes de que las cosas empezaran a ponerse patas arriba en una cada vez más automatizada Detroit? Hay una empresa que hace prácticamente todo, llamada Omni Consumer Products. Comienza proveyendo servicios que no en vano podrían ser imaginados como servicios estatales. Lo que venía siendo una película. Pero aquí estamos. Justo después de anunciar la inmersión de Amazon en el sector de la salud, Jeff acaba de decidir ayudar a los sin-techo y a las comunidades de bajos ingresos con donaciones y escuelas sin ánimo de lucro.

“Usaremos los mismos principios que nos han guiado en Amazon”, explica, entusiasmado. “El niño será el cliente”. Mmm. Clientes que compran esta clase de tonterías también compraron aquella que sugería que Elon Munsk es un humanitario o que Mark Zuckerberg fue esencial el año pasado por querer compartir historias con los americanos humildes.

A bote pronto, Jeff ya ha tenido dos muy claras oportunidades para ayudar a los sin-techo y a las familias pobres. Una fue en Seattle, donde tiene la sede central Amazon, y donde la compañía bloqueó una propuesta fiscal local destinada a grandes empresas, que pretendía aliviar la crisis de los sin-techos en la ciudad, mediante la paralización de un proyecto inmobiliario. La segunda fue, simplemente, por no pagar mejor a sus trabajadores. Los proyectos de beneficiencia comienzan en los pasillos de los 89 almacenes de Amazon, allí donde el personal en nómina de la multinacional llegar a tener que hacer sus necesidades en botellas de plástico ante el temor de ir al baño y que les descuenten parte del sueldo.

Pero tipos como Jeff no quieren gobiernos u hormigas trabajadoras apropiadamente remuneradas, que requieren créditos para lo que, después de todo, no debería ser sino la recompensa por su trabajo. La regla que aprendes en el “Day One” de un filántropo multimillonario es que no piensa dar dinero mediante su negocio a la gente pobre que, literalmente, ya trabaja para él. Por lo visto lo malgastarían. Sin embargo, si quieres que hagan cola y lo soliciten a través de una subvención por la que el señor filántropo recibirá un aplauso, entonces la cosa es diferente. La dignidad es algo que él distribuye, no algo que los otros conquistan. Se ve que se perdió ese capítulo de “La riqueza de las naciones”. O es que tenía una edición con partes selladas.

Pero el cálido resplandor que pretende atribuirse nuestro amigo Jeff no termina ahí. Existe toda una industria de premios filantrópicos prefabricados establecidos para vanagloriar a bondadosos como él. Y el resto de los mortales solamente necesita esperar a la primera historia de un trabajador de Amazon lanzado a los brazos del caritativo Bezos para alcanzar unos ingresos dignos. Lo del ouroboros seguramente le importe un huevo. Luego, tal vez la historia aparezca en el Washington Post, el venerado -de manera totémica- periódico que él mismo posee y que recibe una ridícula cantidad de préstamos bancarios por aislarlo editorialmente. Y ni siquiera eso.

Hay, por supuesto, una tercera vía por la cual los multimillonarios tecnológicos podrían hacer del mundo un lugar mejor, pero por alguna extraña razón siempre reculan: ¡impuestos! El año pasado los beneficios de Amazon en el Reino Unido se triplicaron, pero su factura de impuestos, ¡oh!, cayó.

¿Cómo puede alguien que no paga impuestos decentemente ser referido como “filántropo”? Lo siento por dejar a Jeff y a todos los demás a la altura de la gente corriente -sanitarios, docentes, albañiles, etc.-, aquellos que pagan una porción apropiada de sus maltrechos salarios para las sociedades en las que todos, incluido Jeff, vivimos. Pero no te puedes dedicar a integrar en tu plantilla súper contables con el único fin de optimizar cada posible céntimo de impuestos a pagar, después retribuirles con un minúsculo porcentaje de lo que te han hecho ahorrar, y finalmente esperar ser tratado como el redentor de la humanidad.

Visto con perspectiva, Jeff es otra de esa clase de emisarios que te hacen enfermar para poder sanarte. Véase por ejemplo Gwyneth Paltrow, cuya pringosa página web está siempre abordando diversas cuestiones sobre la salud de las mujeres, pero luego publicita todo tipo de excentricidades que causan la mitad de todos esos problemas. O véase también el Partido Conservador, que se ha pasado los últimos años destruyéndolo todo para a continuación decir que solamente son ellos los que lo pueden solucionar.

El mejor de todos sus trucos es, sin embargo, convencer a la gente de que ellos son la solución y no el problema. Es increíble pensar que tan solo hace diez minutos la gente estaba tuiteando a Musk: “Contamos contigo para hacernos llegar a Marte y escapar de Trump, colega”.

¿Hola? Elon no os va a salvar. Elon os va a llamar pedófilos si osáis rescatar a unos niños sin usar su mini-submarino. Elon es – ¿cómo decirlo?- una mierda intergaláctica. En los reinos de la fantasía donde él tiene la capacidad de colonizar Marte, él se llevará al espacio a Jeff junto a otra clase de basura intergaláctica, en una versión tech de El Rapto, y la última cosa que la humanidad verá mientras se piran es la palabra Pedófilo brillando en una especie de adiós nuclear.

Así que, por supuesto, sé que os estoy destrozando, pero no hemos descubierto aún la nueva raza de personas buenas. El nuevo jefe no es el mismo que el viejo, no. Probablemente, es mucho peor. Porque esto no es filontropía, es falsantropía.

* Artículo de Marina Hyde, publicado en inglés en The Guardian 

http://www.elcaptor.com/economia/bezos-trabajadores-pobres-pagarles-mejor

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Carta abierta de más de un centenar de científicos a la Unión Europea Europa, ha llegado el momento de terminar con la dependencia del crecimiento

El diario

Esta semana, científicos y políticos se encontrarán en una conferencia clave que se va a celebrar en Bruselas. El objetivo de este encuentro, organizado por los miembros de cinco grupos políticos del Parlamento Europeo, junto con sindicatos y ONG, es el de explorar las posibilidades para una “economía del post-crecimiento” en Europa.

Durante las últimas siete décadas, el crecimiento del PIB ha sido el objetivo económico prioritario de las naciones europeas. Sin embargo, así como nuestras economías han ido creciendo, también lo han hecho los impactos negativos sobre el medio ambiente. Actualmente estamos excediendo el espacio de operación segura (safe operating space en inglés) para la humanidad, y tampoco hay ninguna señal de que la actividad económica se esté desacoplando respecto del uso de recursos o que la contaminación esté disminuyendo en la escala requerida. Hoy, la solución de los problemas sociales entre las naciones europeas no requiere mayor crecimiento. En cambio, se requiere una distribución de la renta y de la riqueza más justa de la que tenemos.

El crecimiento se está convirtiendo en un objetivo cada vez más difícil de alcanzar debido a la caída de las ganancias en productividad, la saturación del mercado y la degradación ecológica. Si la tendencia actual continúa, puede no haber crecimiento en Europa en una década. Ahora mismo la respuesta consiste en intentar activar el crecimiento mediante la expansión de la deuda, el desmantelamiento de las regulaciones ambientales, la extensión de las jornadas de trabajo, y los recortes sociales. Esta agresiva persecución del crecimiento a cualquier coste fragmenta la sociedad, crea inestabilidad económica, y destruye la democracia.

Quienes están en el poder no han intentado hacer nada sobre estas cuestiones, al menos hasta ahora. El proyecto de la Comisión Europea Beyond GDP (Más allá del PIB) acabó convirtiéndose GDP and Beyond (El PIB y Más allá). El mantra oficial sigue siendo el del crecimiento — revestido con el añadido de “sostenible”, “verde”, o “inclusivo” —, pero el crecimiento en primer lugar y prioritariamente. Incluso los nuevos Objetivos del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas incluyen el objetivo del crecimiento económico como meta política para todos los países, a pesar de la contradicción fundamental entre crecimiento y sostenibilidad.

La buena noticia es que ha emergido un movimiento post-crecimiento desde la sociedad civil y el mundo académico. Este movimiento ha surgido bajo diferentes términos en diferentes lugares: décroissance (decrecimiento en francés), Postwachstum (decrecimiento en alemán), steady-state (estado estacionario) o doughnut economics (economía rosquilla), prosperity without growth (prosperidad sin crecimiento), por citar unos pocos. Desde el año 2008 se han celebrado de manera regular conferencias sobre el decrecimiento a las que han asistido miles de participantes. Una nueva iniciativa global, la Wellbeing Economies Alliance (or WE-All) (Alianza de Economías del Bienestar), está realizando conexiones entre estos movimientos, mientras que la red europea de economía post-crecimiento está trabajando con nuevos ‘”modelos macroeconómicos ecológicos”. Estos trabajos sugieren que es posible mejorar la calidad de vida, restaurar la Biosfera reducir la desigualdad, y proveer trabajos decentes y con sentido –todo ello sin la necesidad de crecimiento económico, siempre que se lleven a cabo políticas orientadas a superar nuestra actual dependencia del crecimiento-.

Algunos de los cambios que han sido propuestos incluyen límites al uso de recursos, fiscalización progresiva para detener la creciente desigualdad, y la reducción gradual del tiempo de trabajo. El uso de recursos podría frenarse mediante la introducción de un impuesto sobre el carbono, y los ingresos podrían retornarse como un dividendo para todos o utilizarse para financiar programas sociales. La introducción de una renta básica y máxima permitiría reducir todavía más la desigualdad, mientras que al mismo tiempo ayudaría a redistribuir el trabajo de los cuidados y disminuir los desequilibrios del poder que socavan la democracia. Las nuevas tecnologías podrían emplearse para reducir el tiempo de trabajo y mejorar la calidad de vida, en lugar de utilizarse como se hace hoy en día para despedir masas de trabajadores y aumentar los beneficios de unos pocos privilegiados.

Dada la gravedad de la situación, sería una irresponsabilidad que la clase política no explorara las posibilidades para un futuro sobre la base del post-crecimiento. La conferencia que tendrá lugar en Bruselas es un inicio prometedor. Sin embargo, se necesitan compromisos mucho más contundentes. Como grupo de científicos sociales y naturales comprometidos y presentes en toda Europa, hacemos un llamamiento a la Unión Europea, sus instituciones, y estados miembros para:

1. Constituir una comisión especial sobre el Futuro en Post-Crecimiento en el Parlamento de la UE. Esta comisión debería debatir activamente sobre el futuro del crecimiento, concebir políticas alternativas para unos futuros de post-crecimiento, y reconsiderar la persecución del crecimiento como un objetivo general de todas las políticas.

2. Incorporar indicadores alternativos en los marcos macroeconómicos de la UE y sus estados miembros. Las políticas económicas deberían ser evaluadas en relación con su impacto sobre el bienestar humano, el uso de recursos, la desigualdad, y la generación de trabajo decente. Estos indicadores deberían tener mayor importancia en los procesos de decisión que el PIB.

3. Transformar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) en Pacto de Estabilidad y Bienestar (PEB). El PEC es un conjunto de normas orientadas para limitar los déficits públicos y la deuda pública. El pacto debería ser revisado para garantizar que los estados miembros puedan satisfacer las necesidades básicas de la ciudadanía, al mismo tiempo que se reduce el uso de recursos y las emisiones contaminantes a unos niveles sostenibles.

4. Crear un Ministerio para la Transición Económica en cada uno de los estados miembros. Una nueva economía que se centre directamente en el bienestar humano y ecológico podría ofrecer un futuro mucho mejor que aquel que estructuralmente depende del crecimiento económico.

ALGUNAS FIRMAS (para ver el listado completo pincha AQUÍ ):
Dr Dan O'Neill, Associate Professor, University of Leeds, UK
Dr Federico Demaria, Researcher, Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Dr Giorgos Kallis, Professor, Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Dr Kate Raworth, Lecturer, Oxford University, UK
Dr Tim Jackson, Professor, University of Surrey, UK
Dr Jason Hickel, Lecturer, Goldsmiths, University of London, UK
Dr Lorenzo Fioramonti, Professor, University of Pretoria, South Africa
Dr Marta Conde, President of Research & Degrowth, Spain
Dr Kevin Anderson, Deputy Director, Tyndall Centre for Climate Change Research, UK
Dr Saskia Sassen, Professor of Sociology, Columbia University, USA
Dr. David Graeber, Professor, London School of Economics, UK
Dr. Ann Pettifor, Director, Policy Research in Macroeconomics (PRIME), UK
Dr Serge Latouche, Université Paris Sud, France 
Dr Kate Pickett, Professor, University of York, UK
Dr Susan George, President of the Transnational Institute-TNI, Netherlands
Dr Joan Martinez Alier, Professor, Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Dr Juan Carlos Monedero Fernández, Universidad Complutense de Madrid, Spain
Dr Dominique Méda, Professor, University Paris Dauphine, France
Dr Ian Gough, Visiting Professor, London School of Economics, UK
Dr Lourdes Beneria, Professor Emerita, Cornell University, USA
Dr Inge Røpke, Professor, Aalborg University, Denmark
Dr Niko Paech, Professor, University of Siegen, Germany
Dr Jean Gadrey, Professor, University of Lille, France
Dr Nadia Johanisova, Lecturer, Masaryk University, Brno, Czech Republic
Dr Wolfgang Sachs, Research Director Emeritus, Wuppertal Institut, Germany
Dr Stefania Barca, Senior Researcher, Centre for Social Studies, University of Coimbra, Portugal
Dr Gilbert Rist, Emeritus Professor, Graduate Institute of International and Development Studies, Switzerland
Dr György Pataki, Professor, Corvinus University of Budapest, Hungary
Dr Simone D'Alessandro, Professor, University of Pisa, Italy
Dr Iñigo Capellán-Pérez, Researcher, University of Valladolid, Spain
Dr Amaia Pérez Orozco, Researcher, Colectiva XXK, Spain
Dr Max Koch, Professor, Lund University, Sweden
Dr Fabrice Flipo, Professor, Institut Mines Télécom-BS et LCSP Paris 7 Diderot, France
Dr Matthias Schmelzer, Researcher, University of Jena and Konzeptwerk Neue Ökonomie, Germany 
Dr Óscar Carpintero, Associate Professor, University of Valladolid, Spain
Dr Hubert Buch-Hansen, Associate Professor, Copenhagen Business School, Denmark
Dr Christos Zografos, Pompeu Fabra University, Spain
Dr Tereza Stöckelová, Associate Professor, Institute of Sociology of the Czech Academy of Sciences, Czech Republic
Dr Alf Hornborg, Professor, Lund University, Sweden
Dr Eric Clark, Professor, Lund University, Sweden
Dr Miklós Antal, Researcher, University of Leeds, UK.
Dr Jordi Roca Jusmet, Professor, Universitat de Barcelona, Spain
Dr Philippe Defeyt, Chairman, Institute for Sustainable Development, Belgium
Dr Erik Swyngedouw, Professor, University of Manchester, UK
Dr Christian Kerschner, Assistant Professor, Modul University Vienna, Austria
Dr Agata Hummel, Assistant Professor, University of Adam Mickiewicz, Poland
Dr Frank Moulaert, Emeritus Professor, Katholieke Universiteit Leuven, Belgium
Dr Frank Adler, Researcher, Brandenburg-Berlin Institute for Social Scientific Research, Germany
Dr Janne I. Hukkinen, Professor, University of Helsinki, Finland
Dr Jorge Riechmann, Professor, Universidad Autónoma de Madrid, Spain Samuel Martín-Sosa Rodríguez, Responsable de Internacional, Ecologistas en Acción, Spain
Dr John Barry, Professor, Queen’s University Belfast, Northern Ireland
Dr Linda Nierling, Senior Scientist, Karlsruhe Institute of Technology, Germany
Dr Ines Omann, Senior Researcher, Austrian Foundation for Development Research, Austria
Dr Hug March, Associate Professor, Universitat Oberta de Catalunya, Spain
Dr Jakub Kronenberg, Associate Professor, University of Lodz, Poland
Yayo Herrero, Miembro del Foro de Transiciones, Spain
Dr Isabelle Anguelovski, Professor, Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Dr François Schneider, Researcher, Research &  Degrowth, France
Dr Vasilis Kostakis, Senior Researcher, Tallinn University of Technology, Estonia
Dr Enric Tello, Professor, University of Barcelona, Spain
Dr Andrew Sayer, Professor, Lancaster University, UK
Dr Kate Soper, Emerita Professor, London Metropolitan University, UK
Dr Klaus Hubacek, Professor, International Institute for Applied Systems Analysis, Austria
Dr Brent Bleys, Assistant Professor, Ghent University, Belgium
Dr Jill Jäger, Independent Scholar, Vienna, Austria
Dr Mauro Gallegati, Professor, Università Politecnica delle Marche, Italy
Dr Peadar Kirby, Professor Emeritus, University of Limerick, Ireland
Dr Inés Marco, Researcher, University of Barcelona, Spain
Dr Ivan Murray Mas, Assistant Lecturer, Universitat de les Illes Balears, Spain
Dr Alexandros Kioupkiolis, Assistant Professor, Aristotle University of Thessaloniki, Greece
Dr Aurore Lalucq, Co-Director, Veblen Institute, France
Dr Gaël Plumecocq, Researcher, French National Institute for Agricultural Research (INRA), France 
Dr David Soto Fernández, Associate Professor, Universidad Pablo de Olavide, Spain
Dr Christian Kimmich, Researcher, Masaryk University Brno, Czech Republic
Dr Giacomo D'Alisa, Researcher, Centre for Social Studies, University of Coimbra, Portugal
Dr Seth Schindler, Senior Lecturer, University of Manchester, UK
Dr Philippe Roman, Researcher, ICHEC Brussels Management School, Belgium
Dr Lorenzo Pellegrini, Associate Professor, Erasmus University Rotterdam, Netherlands
Dr Erik Gómez-Baggethun, Professor, Norwegian University of Life Sciences, Norway
Dr Tommaso Luzzati, Assistant Professor, University of Pisa, Italy
Dr Christoph Gran, ZOE Institute for Future Fit Economies, Germany
Dr Tor A. Benjaminsen, Professor, Norwegian University of Life Sciences, Norway
Dr Barry McMullin, Professor, Dublin City University, Ireland
Dr Edwin Zaccai, Professor, Université Libre de Bruxelles, Belgium
Dr Jens Friis Lund, Professor, University of Copenhagen, Denmark
Dr Pierre Ozer, Researcher, Université de Liège, Belgium
Dr Louison Cahen-Fourot, Researcher, Institute for Ecological Economics, Wirtschaftsuniversität Vienna, Austria
Dr Tommaso Rondinella, Researcher, Italian National Institute of Statistics, Italy
Dr Julia Steinberger, Associate Professor, University of Leeds, UK
Dr Andrew Fanning, Marie Curie Research Fellow, University of Leeds, UK Jose Luis Fdez Casadevante Kois, Miembro del Foro Transiciones, Spain
Dr Seema Arora-Jonsson, Professor, Swedish University of Agricultural Sciences, Sweden
Dr Astrid Agenjo Calderón, Lecturer, Universidad Pablo de Olavide, Spain
Dr Tom Bauler, Professor, Université Libre de Bruxelles, Belgium
Dr Gregers Andersen, Independent Researcher, Denmark
Dr Peter Söderbaum, Professor Emeritus, Mälardalen University, Sweden
Dr Lourenzo Fernandez Priero, Professor, Universidade de Santiago de Compostela, Spain
Dr John R Porter, Emeritus Professor, University of Copenhagen, Denmark
Dr François Thoreau, Senior Researcher, University of Liege, France
Mariagiulia Costanzo Talarico, Researcher, Universidad Pablo de Olavide, Spain
Dr Maria Nikolaidi, Senior Lecturer, University of Greenwich, UK
Dr Ekaterina Chertkovskaya, Lecturer, Lund University, Sweden
Dr Stefan Gaarsmand Jacobsen, Assistant Professor, University of Roskilde, Denmark Dimitar Sabev, Researcher, University of National and World Economy, Bulgaria
Dr Mladen Domazet, Research Director, Institute for Political Ecology, Croatia
Dr Hans Diefenbacher, Professor, University of Heidelberg, Germany
 Dr Marco Armiero, Director of the Environmental Humanities Laboratory, Royal Institute of Technology, Sweden
Dr Irene Ring, Professor, Technische Universität Dresden, Germany
Dr Christine Bauhardt, Professor, Humboldt-Universität zu Berlin, Germany
Dr Dominique Bourg, Professor, University of Lausanne, Switzerland
Dr Tomas Ryska, Lecturer, University of Economics, Czech Republic
Dr Filka Sekulova, Researcher, Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Dr Andrej Lukšič, Associate Professor, University of Ljubljana, Slovenia
Dr Adrian Smith, Professor, University of Sussex, UK
Dr Serenella Iovino, Professor, Università di Torino, Italy
Dr Helga Kromp-Kolb, Professor, University of Renewable Resources and Life Sciences, Vienna, Austria
Dr Roberto De Vogli, Associate Professor, University of Padova, Italy
Dr Danijela Dolenec, Assistant Professor, University of Zagreb, Croatia
Dr Alexandra Köves, Senior Lecturer, Corvinus University of Budapest, Hungary
Dr Antoine Bailleux, Professor, Université Saint-Louis - Bruxelles, Belgium
Dr Christof Mauch, Director, Rachel Carson Centre for Environment and Society, Germany
Ajda Pistotnik, Independent Researcher, EnaBanda, Slovenia
Dr Branko Ančić, Researcher, Institute for Social Research for Social Research in Zagreb, Croatia
Dr Marija Brajdic Vukovic, Assistant Professor, University of Zagreb, Croatia
Dr Manuel González de Molina, Professor, Universidad Pablo de Olavide, Spain
Dr Kye Askins, Reader, University of Glasgow, UK
Dr Carlos de Castro Carranza, Profesor Titular de Física Aplicada, Universidad de Valladolid, Spain Dr Annika Pissin, Researcher, Lund University, Sweden
Dr Eva Fraňková, Assistant Professor, Masaryk University, Czech Republic
Dr Helga Kromp-Kolb, Professor, University of Renewable Resources and Life Sciences, Vienna, Austria
Dr Lidija Živčič, Senior Expert, Focus, Association for Sustainable Development, Slovenia
Dr Martin Pogačar, Research Fellow, ZRC SAZU, Slovenia
Dr Peter Nielsen, Associate Professor, Roskilde University, Denmark
Yaryna Khmara, Researcher, University of Lodz, Poland
Dr Ika Darnhofer, Associate Professor, University of Natural Resources and Life Sciences, Austria
Dr Isabelle Cassiers, Professor, Université catholique de Louvain, Belgium
Dr Mihnea Tanasescu, Researcher, Research Foundation Flanders (FWO) and Vrije Universiteit Brussel (VUB), Belgium
Dr Daniel Hausknost, Assistant Professor, Institute for Social Change and Sustainability, Vienna University of Economics and Business, Austria
Dr Christoph Görg, Professor, University of Natural Resources and Life Sciences Vienna, Austria
Dr Andreas Novy, Professor, Vienna University of Economics and Business, Austria
Dr Fikret Adaman, Professor, Boğaziçi University, Turkey
Dr Bengi Akbulut, Assistant Professor, Concordia University, Canada
Dr Kevin Maréchal, Professor, Université de Liège, Belgium.
Dr Anke Schaffartzik, Researcher, Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Dr Milena Buchs, Associate Professor, University of Leeds, UK
Dr Jean-Louis Aillon, Researcher, University of Genova, Italy
Dr Melanie Pichler, Researcher, University of Natural Resources and Life Sciences, Austria
Dr Helmut Haberl, Associate Professor, Institute of Social Ecology, University of Natural Resources and Life Sciences, Austria
Dr Julien-François Gerber, Assistant Professor, International Institute of Social Studies, Netherlands Dr John Holten-Andersen, Associate Professor, Aalborg University, Denmark
Theresa Klostermeyer, Officer for Sustainability and Social Change, German
League for Nature, Animal and Environmental Protection, Germany
Dr Lyla Mehta, Professor, Institute of Development Studies, UK
Dr Geneviève Azam, Professor, Université Jean Jaurès, France
Dr. Hermann E. Ott, Professor, University of Sustainable Development Eberswalde, Germany
Dr Angelika Zahrnt, Professor, Institute for Ecological Economic Research, Germany
Dr Melissa Leach, Director, Institute of Development Studies (IDS), University of Sussex, UK
Dr Irmi Seidl, Assistant Professor, Swiss Federal Research Institute WSL, Switzerland
Dr Shilpi Srivastava, Research Fellow, Institute of Development Studies, UK
Dr Elgars Felcis, Researcher, University of Latvia, Chairman of Latvian Permaculture Association, Latvia
Dr Tilman Santarius, Professor, Technische Universität Berlin and Einstein Center Digital Futures, Germany
Nina Treu, Coordinator of Konzeptwerk Neue Ökonomie, Germany
Dr Laura Horn, Associate Professor, Roskilde University, Denmark
Jennifer Hinton, Researcher, Stockholm Resilience Centre, Stockholm University, Sweden
Dr Friedrich Hinterberger, President, Sustainable Europe Research Institute, Austria
Dr Miriam Lang, Assistant Professor, Universidad Andina Simón Bolivar, Ecuador
Dr Susse Georg, Professor, Aalborg University, Denmark
Dr Silvio Cristiano, Researcher, Università degli Studi di Napoli 'Parthenope' &   Università Ca' Foscari Venezia, Italy
Dr Petr Jehlička, Senior Lecturer, Open University, UK
Dr Maja Göpel, Professor, Leuphana University, Member Club of Rome, Germany
Dr Geraldine Thiry, Associate Professor, ICHEC Brussels Management School, Belgium
Dr Olivier Malay, Researcher, University of Louvain, Belgium
Dr Richard Lane, Researcher, Copernicus Institute of Sustainable Development, Utrecht University, Netherlands
Dr Laura Centemeri, Researcher, National Centre for Scientific Research, France
Dr Stephan Lessenich, Professor, Ludwig Maximilians University, Germany Timothée Parrique, Researcher, Stockholm University, Sweden
Dr Ludivine Damay, Lecturer, Université libre de Bruxelles, Belgium
Dr Janis Brizga, Researcher, University of Latvia, Latvia
Dr Claudio Cattaneo, Associate Professor, Universitat Autònoma de Barcelona, Spain
Dr Miquel Ortega Cerdà, Advisor, Barcelona City Council
Dr Olivier De Schutter, Professor, Catholic University of Louvain, Belgium
Dr Annalisa Colombino, Assistant Professor, Institute of Geography and Regional Sciences, University of Graz, Austria
Dr Philip von Brockdorff, Head of the Department of Economics, University of Malta, Malta
Dr Sarah Cornell, Senior Researcher, Stockholm Resilience Centre, Stockholm University, Sweden Dr Ruth Kinna, Professor of Political Theory, Loughborough University, UK Francesco Gonella, Professor, Department of Molecular Sciences and Nanosystems, Università Ca' Foscari Venezia, Italy  Orsolya Lazanyi, Researcher, Corvinus University of Budapest, Hungary
Dr Eva Friman, Director at Swedesd, Uppsala University, Sweden
Dr Pernilla Hagbert, Researcher, KTH Royal Institute of Technology, Sweden 
Vincent Liegey, Co-Author of "A Degrowth Project", Hungary
Dr Manlio Iofrida, Associate Professor, Department of Philosophy and Communication, University of Bologna, Italy
Dr Mauro Bonaiuti, Lecturer, University of Turin, Italy
Dr Marco Deriu, Researcher, University of Parma, Italy
Dr Eeva Houtbeckers, Postdoctoral Researcher, Aalto University, Finland
Dr Guy Julier, Professor of Design Leadership, Aalto University, Finland
Dr Anna Kaijser, Lecturer, Linköping University, Sweden
Dr. Petter Næss, Professor in Planning in Urban Regions, Norwegian University of Life Sciences, Norway
Dr. Irina Velicu, Researcher, Center for Social Studies, University of Coimbra, Portugal
Dr. Ulrich Brand, Professor, University of Vienna, Austria
Dr. Christina Plank, Researcher, University of Natural Resources and Life Sciences, Austria
Dr. Karolina Isaksson, Senior research leader, Swedish national road and transport research institute, Sweden
Dr. Jin Xue, Associate Professor, Norwegian University of Life Sciences, Norway
Dr- Rasmus Steffansen, Researcher, Norwegian University of Life Sciences, Norway
Dr. Irmak Ertör, Researcher, Institute of Environmental Science and Technology, Autonomous University of Barcelona, Spain
Dr. Maria Hadjimichael, Researcher, Department of Social and Political Sciences, University of Cyprus, Cyprus
Dr. Carlo Aall, Researcher in Societal transformation and climate change, Western Norway Research Institute, Norway
Dr. Claudiu Craciun, Lecturer, National School of Political Studies and Administration (SNSPA), Romania

Fuente:
https://www.eldiario.es/ultima-llamada/Europa-llegado-terminar-dependencia-crecimiento_6_814428550.html

La gran traición a Checoslovaquia


El Pacto de Münich, para resolver el problema checo, como ningún otro demostraría las falencias y las debilidades de la política anglo-francesa. Se dio hace 80 años, luego de que Alemania se anexara a Austria. Checoslovaquia, Estado multinacional que surgió como consecuencia de la desintegración del Imperio Austro-Húngaro, luego de la Primera Guerra Mundial, tenía garantizada su existencia por el Pacto de Asistencia Mutua, firmado en 1925 entre Francia y Checoslovaquia. Por otra parte, existía el Tratado Checo-Soviético, según el cual, en el caso de una agresión a Checoslovaquia, la URSS se comprometía a pelear contra el agresor si Francia cumplía con el Pacto de Asistencia Mutua. El 28 de abril de 1938, Gran Bretaña se comprometió a luchar junto a Francia en el caso de una guerra contra Alemania. Los Sudetes era una región montañosa de Checoslovaquia, fronteriza con Alemania, que Hitler reclamaba para sí por estar poblada en algunos sectores mayoritariamente por alemanes. En esta zona se encontraban las principales fortificaciones militares checoslovacas, por lo que Checoslovaquia quedaría totalmente desprotegida si perdía este estratégico territorio. Inglaterra y Francia, que no querían cumplir con sus compromisos, presionaban al gobierno checo para que, con respecto a los Sudetes, diera a Hitler todas las prerrogativas posibles. Se produjo, entonces, la siguiente situación ridícula: Konrad Helein, Führer de los alemanes de los Sudetes, exigía concesiones al borde de lo imposible al Presidente de Checoslovaquia, Edvard Beneš, que cedía por presiones anglo-francesas, entonces, Henlein, por indicaciones de Hitler, exigía más todavía.

En julio de 1938 arribó a Londres el capitán Wiedemann, enviado especial de Hitler. Informó al gobierno inglés que el Führer estaba iracundo y que, de no resolverse el problema de los Sudetes, habría consecuencias desastrosas. A lo que Lord Halifax, Canciller del Reino Unido, le respondió: “Trasmítale a él que espero vivir hasta el momento en que se realice la meta fundamental de todos mis esfuerzos: Ver a Hitler con el rey inglés juntos en el balcón del palacio de Buckingham”.

El 13 de septiembre de 1938, Chamberlain, Primer Ministro de Gran Bretaña, voló a entrevistarse con Hitler en su residencia del Berchtesgaden para “lograr un acuerdo anglo-alemán” que resolviera el problema checo. Le explicaba al rey de Inglaterra que se proponía plantear a Hitler que Alemania e Inglaterra debían ser “los pilares de la paz en Europa y los baluartes contra el comunismo”. Luego de tres horas de conversación, Chamberlain aceptó el traslado de los Sudetes a Alemania. Le pidió a Hitler tiempo para consultar con su gabinete y con París, a los que sostuvo que con la entrega de los Sudetes a Alemania se lograría el deseado arreglo con el Füher y “se podría amortiguar las dificultades existentes y también alcanzar acuerdos en otros problemas”. Francia e Inglaterra tomaron en cuenta al gobierno de Praga sólo para recomendarle que cediera a Alemania aquellas partes de los Sudetes donde vivían más del 50% de alemanes y que anulara los pactos de Checoslavaquia con Francia y la URSS; a cambio de todo eso, se comprometían a garantizar las nuevas fronteras. La respuesta debía ser inmediata, ya que Chamberlain debía encontrarse con Hitler el 22 de septiembre.

El Presidente Beneš, preguntó a la Unión Soviética si estaba dispuesta a ayudar a su país en el caso en que Francia no lo hiciera y si tendría el respaldo de Moscú en la Liga de Naciones en el caso en que Checoslovaquia solicitara ayuda a ese organismo. Al día siguiente, Beneš recibió la contestación afirmativa de ambas preguntas. Con este apoyo, Beneš rechazó la propuesta de Chamberlain. Inglaterra y Francia montaron en cólera y le presentaron un ultimátum a Beneš: “Si los checos se agrupan con los rusos, la guerra podría transformarse en una cruzada contra los bolcheviques. Entonces a los gobiernos de Inglaterra y Francia les sería muy difícil quedar al margen”. Los checos aceptaron el ultimátum la mañana del 21 de septiembre.

Hitler le exigió a Chamberlain, en la ciudad alemana de Godesberg, que antes del 28 de septiembre los Sudetes debían formar parte del Tercer Reich y, a pedido de Chamberlain, alargó el plazo hasta el 1 de octubre. Lord Halifax fue el encargado de entregar el memorándum a Jan Masaryk, el Embajador de Checoslovaquia. Se produjo el siguiente diálogo, Lord Halifax: “Ni el Primer Ministro inglés ni yo queremos darle consejo alguno con respecto al memorándum. Pero piénselo bien antes de responder negativamente a él. El Primer Ministro está persuadido de que Hitler sólo quiere los Sudetes, si lo consigue no reclamará nada más”; Masaryk: “¿Y usted cree eso?”; Lord Halifax: “Yo no le he dicho que el Primer Ministro esté convencido de eso”; Masaryk: “Si ni usted ni el Primer Ministro quieren darnos ningún consejo sobre el memorándum, entonces, ¿cuál es el papel del Primer Ministro?”; Lord Halifax: “El de correo y nada más”; Masaryk: “Debo entender que el Primer Ministro se ha convertido en recadero del asesino y salteador, Hitler”; Lord Halifax, un poco turbado: “Pues, si le parece, sí”.

Chamberlain envió a Beneš un mensaje en el que insistía que Praga debía cesar toda resistencia. La tarde de ese mismo día pronunció un discurso en el que sostuvo: “Qué horrible, qué increíble es que tengamos que abrir trincheras, ponernos máscaras antigás por la querella de un lejano país, de cuyo pueblo no sabemos nada”. Por noche, Alemania propuso la realización de una conferencia de cuatro potencias: Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. No fue tomada en cuenta la URSS, tampoco Checoslovaquia, que en esta conferencia perdió la quinta parte de su territorio, la cuarta parte de su población y la mitad de su industria pesada.

Chamberlain aceptó asistir a Münich el 28 de septiembre. A la delegación checa, que esperaba impaciente fuera del lugar de la reunión, se le comunicó verbalmente el destino nefasto de su país. Sus delegados reclamaron indignados por lo monstruoso, criminal y absurdo de la resolución, a lo que se les contestó: “¡Es inútil discutir! Está decidido”. En Münich se dieron los primeros pasos para la firma de una alianza entre Inglaterra y Alemania. El objetivo lo descubre el historiador conservador inglés Sir Wheeler Bennet: “Existía la oculta esperanza de que la agresión alemana, si se la lograba encauzar hacia el Este, consumiría sus fuerzas en las estepas rusas, en una lucha que agotaría a ambas partes beligerantes”.

Chamberlain regresó a Londres. Blandía con mucho orgullo un papel que, según dijo, “aseguraba la paz por una generación”. Para reafirmar sus palabras citó la frase de Henrique IV, de Shakespeare: “De la ortiga de los peligros sacaremos las flores de la salvación”. El periódico Izvestia de Moscú le recordó al día siguiente la réplica que sigue a la misma frase: “La empresa que has cometido es peligrosa, los amigos que me has enumerado son inseguros, y el mismo momento ha sido mal escogido. Toda tu conspiración es demasiado liviana como para pesar más que dificultades graves”.

El drama de Münich tiene su epílogo. El 15 de marzo de 1939, las tropas alemanas entraron a Praga ante la impotente mirada de Inglaterra y Francia, los “garantes” que no movieron un dedo para prestar la mínima ayuda a Checoslovaquia; política que hasta ahora no ha cambiado y sigue favoreciendo al agresor.

Actualmente estos dos países, y otros aliados, se suman a las agresiones imperiales que se llevan a cabo a lo largo de todo el planeta.

martes, 25 de septiembre de 2018

La macdonalización de la educación


El boom de las universidades e institutos a medida (de la empresa) (https://www.lanacion.com.ar/2172098-el-boom-univ)

El artículo precedente, publicado en el diario La Nación de Buenos Aires, cuenta que lo que vienen haciendo hace tiempo grandes empresas como McDonald’s, Apple, Disney, General Motors, etc: crear instituciones educacionales para formar gente a la medida de las necesidades de la empresa, se está generalizando a escala mundial. La “macdonalización” de la educación es la culminación de un proceso en el que el objetivo de prácticamente todo del sistema educacional (público y privado) está orientado, no a una formación humanista sino a formar personas dóciles y maleables que se plieguen al sistema imperante en general y a los objetivos –el principal consistente en obtener el máximo de beneficios en el mínimo de tiempo- de la empresa donde les toque trabajar.

Dentro de la empresa, el “management” apunta al mismo resultado. Los directores de personal (o Directores de Recursos Humanos) peroran acerca de la “creatividad” y del “espíritu de equipo”, de la “realización personal por el trabajo”, de que el trabajo puede –y debe– resultar entretenido, (“work is fun”) etc. y se publican manuales sobre los mismos temas. Hasta se contratan “funsultants” o “funcilitators” para que introduzcan en la mente de los trabajadores la idea de que el trabajo es entretenido, de que es como un juego (“gamification” –del inglés “game”– del trabajo).

Todo tendiente esencialmente a que los asalariados se sientan partícipes –junto con los patrones– en un esfuerzo común para el bienestar de todos.

Puede verse, en el sitio http://www.changeisfun.com/about/leslie.html, la ejemplar biografía y bibliografía de Leslie Yerkes, presidenta de Catalyst. Su biografía comienza así: “La especialidad de Leslie está ayudando a las organizaciones a convertir los retos en oportunidades. Su filosofía es simple: La gente es básicamente buena, bien intencionada, valiente y capaz de aprender, y el trabajo de Leslie consiste en proporcionar un marco en el que la gente puede recurrir a sus propios recursos internos para encontrar soluciones creativas”.

Lehman Brothers: la caída hacia una de las peores crisis capitalista, que perdura

Claudio della Croce CLAE /
Rebelión


El colapso financiero provocado por el estallido de la burbuja hipotecaria en Estados Unidos causó una reacción en cadena que derrumbó a las principales economías del planeta y dejó a millones de personas sin trabajo. A pesar de que muchos países volvieron a crecer, todavía padecemos las consecuencias políticas de la gran recesión, pese a que en este decenio se ha producido la mayor intervención pública para salvar el capitalismo y la democracia occidental, tal y como los conocíamos Pocas veces como el 15 de septiembre de 2008 fue tan palpable la sensación de que el capitalismo global podía colapsar. Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de inversión del planeta, se declaró en quiebra y precipitó al planeta a su peor crisis económica desde los años 1930. Fundado en 1850, había sobrevivido a todas las crisis y tenía activos por 680 mil millones de dólares. Por eso, es considerada la mayor bancarrota en la historia de EEUU.

Lehman había sellado su destino mucho antes, con su involucramiento en la burbuja de las hipotecas subprime. Cientos de miles de créditos fueron concedidos a personas que no estaban en condiciones de pagarlos, lo cual creó una montaña de deudas de pésima calidad. Sin embargo, eran agrupadas en bonos y comerciadas por los grandes bancos como inversiones de bajo riesgo , con la complicidad de las agencias calificadoras, que hicieron la vista gorda y lucraron con la jugada.

El estallido de la burbuja hizo quebrar a decenas de entidades menores en 2007, y estaba comprometiendo a todo el sistema financiero estadounidense. La quiebra de Lehman Brothers sorprendió al mundo, tras un fin de semana de intensas e infructuosas negociaciones. El banco dejó una deuda de 691 mil millones de dólares y a 25 mil empleados en la calle, en la mayor quiebra en la historia estadounidense. En Wall Street, el Dow Jones se hundió 500 puntos, su mayor caída desde los ataques contra las Torres Gemelas en 2001.

“El jueves [18 de septiembre], a las once de la mañana, la Reserva Federal (Fed) advirtió una enorme disminución de las cuentas del mercado monetario en EEUU, dinero por valor de 550.000 millones de dólares fue retirado en cuestión de una hora o dos. El Tesoro abrió su ventanilla para ayudar e inyectó unos 105.000 millones de dólares en el sistema, pero pronto se dio cuenta de que no podía detener la marea”, señaló el demócrata Paul Kanjorski, presidente del comité del mercado de capitales en el Congreso de EEUU.

“Estábamos teniendo una afluencia masiva electrónica en los bancos. Ellos decidieron suspender la operación, cerrar las cuentas monetarias y anunciar garantías de 250.000 dólares por cuenta, de manera que no se produjese más pánico. Si no lo hubieran hecho, estimaban que a las dos de esa tarde habrían sido retirados 5,5 billones de dólares del sistema de mercado monetario de EEUU, y esto habría desplomado la economía mundial. Habría sido el fin de nuestro sistema económico y de nuestro sistema político, tal como lo conocemos”, añadió.

Estas palabras son muy útiles para recordar el ambiente apocalíptico que se vivía hace ahora una década, después de que fracasasen todos los intentos de las autoridades estadounidenses de vendérselo a alguien. Cuando el secretario del Tesoro Henry Paulson intentó endosárselo al británico Barclays Bank, su colega de Reino Unido le respondió: “No queremos importar vuestro cáncer”.

Obviamente, los jefes de Lehman estaban al tanto de los riesgos excesivos que corrían para aumentar sus ganancias a corto plazo, pese a que desde 2005 los directivos conocían el riesgo de un derrumbe del mercado inmobiliario. De 2005 a 2007, en el corazón de la burbuja inmobiliaria que otorgaba créditos hipotecarios a compradores insolventes, Lehman compró muchos de esos préstamos, registró ganancias récord. Pero desde mediados de 2007 el banco comenzó a acumular pérdidas y el golpe de gracia llegó nueve meses después, el 16 de marzo de 2008, con la casi quiebra de otro banco de inversiones, Bear Stearns.

Al borde de la bancarrota por sus apuestas desastrosas, Bear Sterns fue comprado por JPMorgan, bajo la égida de la Reserva Federal, medida que socavó la confianza de los mercados, que comenzaron a apostar por la caída de Lehman. Las autoridades intentaron hallar un comprador para Lehman, y negociaron primero con un banco surcoreano y luego con Bank of America y Barclays.

La Reserva Federal presionó a JP Morgan y le prestó 30 mil millones de dólares para que adquiriera Bear Stearns pagando dos dólares por acción (cuando se habían cotizado en 133 un año antes). El objetivo era evitar la quiebra de otros bancos de inversión, como Merryll Lynch y Lehman Brothers, fuertemente comprometidos.

El rescate de Bear Stearns iba contra todo lo que preconiza el evangelio del neoliberalismo: en lugar de dejar que se aplicara la disciplina del mercado, la Reserva Federal intervino para mitigar los daños de la caída. Al final, el rescate no pudo detener la debacle. Seis meses después de la adquisición por JP Morgan, el banco Lehman Brothers también tuvo que declararse en quiebra, pero esta vez la Fed decidió que no habría rescate, provocando un terremoto en el sistema financiero mundial.

Estados Unidos acababa de nacionalizar una semana antes a los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, que garantizaban más de cinco mil millones de dólares de préstamos. Poco después, el Estado salvó a la compañía de seguros AIG, con 180 mil millones de dólares, antes de colocar a disposición de los bancos otros 700 mil millones de dólares en un polémico plan de recapitalización… y finalmente dejó caer a Lehman, mientras salvaba a Goldman Sachs.

Miles de compañías de los más variados rubros cerraron sus puertas y millones de personas quedaron desempleadas. Para evitar la explosión del sistema financiero, muchos países tuvieron que pagar millonarios rescates para salvar a los mismos bancos que habían sido responsables de la hecatombe.

Esta combinación de factores hizo que la crisis económica se convirtiera rápidamente en política. Al descontento generalizado de la población por la falta de trabajo y el fin del bienestar , se sumó la indignación con la clase dirigente: en lugar de apoyar a las personas comunes, se ayudó a los banqueros.

Washington movilizó billones de dólares para salvar a cada sector que generó la crisis, pero fuera de Wall Street el resto de EEUU sufrió penurias. Los suicidios se dispararon, mientras los deudores perdían sus casas en todo el país. Unos 10 millones de estadunidenses se quedaron sin trabajo. Después de 10 años y cientos de miles de millones en multas a bancos, el mayor legado de la crisis es que nadie fue juzgado o enviado a la cárcel, denunció Phil Angelides, quien presidió una comisión que investigó la crisis de 2008.

La recesión desencadenada por los bancos que se beneficiaron de inversiones impagables que llevaron a la caída del sistema financiero trajo como consecuencia una mayor regulación que se implementó a partir de 2010, bajo el gobierno del presidente Barack Obama, y que el mandatario actual, Donald Trump, pretende aligerar.

Hoy, los riesgos sobre la prosperidad mundial tienen palabras como aranceles, China, países emergentes, Brexit y Donald Trump. Un coro de organismos globales, como el Fondo Monetario Internacional, economistas, empresarios y gobiernos, además de la Reserva Federal de EEUU, advierten que una guerra comercial terminará perjudicando a la producción, a los consumidores y a toda la economía del planeta.

El contexto político actual no se asemeja en nada al que había antes. Los partidos tradicionales del mundo occidental están en crisis y el populismo —principalmente en su vertiente de extrema derecha— está en auge. La estabilidad previa a la Gran Recesión luce hoy como una utopía o una mera expresión de deseos.

La caída fue más fuerte y más larga en Europa. Como EEUU, la media de los 28 países de la UE venía creciendo al 3% anual hasta 2007 inclusive, ya que el efecto de las subprime tardó un poco más en llegar. En 2008 el PIB se estancó en 0,5% y en 2009 se desplomó 4,3 por ciento. En los seis años que van desde 2008 hasta 2013, el PIB europeo promedió 0% de crecimiento . En 2014 comenzó una débil recuperación que ronda el 2% anual hasta 2017.

La crisis financiera de 2008 provocó una década perdida en el mundo desarrollado. Muchos países, particularmente en el sur de Europa, siguen apretados con un elevado endeudamiento público y austeridad. Las tasas de desempleo siguen siendo altas, sobre todo entre los jóvenes . La desigualdad de ingresos continúa aumentando. Los problemas actuales en Italia y en Turquía muestran cuán frágiles son nuestras economías", señaló Manuel Funke, investigador del Instituto Kiel para la Economía Mundial.

Los gobiernos en Grecia, Portugal, Italia, España e Irlanda implementaron políticas de austeridad con el objetivo de reducir el déficit presupuestario y calmar a los mercados financieros, lo que contribuyó a incrementar el desempleo. Los costos sociales y políticos fueron elevados y aún se sienten.

Los casos más dramáticos son los de Grecia y España. La desocupación se cuadriplicó en el primero, de 7,3% en mayo de 2008 a 27,9% en julio de 2013. Tras un rescate financiado por el FMI y la UE, que implicó severas medidas de ajuste, comenzó a descender, pero recién este año cayó por debajo de 20%, a 19,1 por ciento. En España, cuyo sistema financiero también debió ser rescatado, saltó de 7,9% en mayo de 2007 a 26,3% en 2013. Ahora está en 15,1%, casi el doble que antes.

La pérdida de empleo fue el efecto más notorio de la recesión. En Estados Unidos, la desocupación pasó de 5% en diciembre de 2007 a 7,3% en 2008. El pico máximo fue 10% en octubre de 2009, exactamente el doble que dos años antes. Desde ese momento empezó a bajar sostenidamente, hasta ubicarse en 3,9% en agosto de 2018. La crisis financiera de 2008 provocó una década perdida en el mundo capitalista.

Los sistemas bipartidistas que habían sido estables por décadas fueron barridos y los parlamentos se volvieron crecientemente fragmentados, con el ingreso de partidos nuevos y pequeños, muchos de ellos xenófobos y ultraconservadores . Las sociedades se polarizaron políticamente en los últimos diez años, lo que hace que gobernar y resolver las crisis sea mucho más difícil.

La Gran Recesión sigue: Mercado y Estado

Una enorme lista de libros han informado, analizado, comparado e incluso producido alternativas al funcionamiento del sistema capitalista -que estuvo en un tris de hacer realidad las profecías de Marx sobre su derrumbamiento- en la última década.

Entre ellos, Crash. Cómo una década de crisis financiera ha cambiado el mundo, del profesor de la Universidad de Columbia Adam Tooze, relata cómo al día siguiente de la caída de Lehman, paralizados los mercados financieros, con las primeras inyecciones de centenares de miles de millones de dólares para salvar Wall Street; mientras George Bush nacionalizaba AIG, una de las mayores aseguradoras del mundo especializada en seguros de impago de créditos, y la histeria se contagiaba en Manhattan, unos metros más allá se abría el periodo de sesiones de la Organización de las Naciones Unidas.

Relata Joaquín Estefanía que el primer orador fue Lula da Silva, quien denunció enérgicamente el caos especu­lativo que había provocado la caída de los bancos. El segundo, un Bush desconectado de la realidad, dedicó su alocución al terrorismo, y la crisis financiera tan solo ocupó dos párrafos al final. Una semana después, el secretario del Tesoro pedía permiso al Congreso para instrumentar el primer paquete de ayudas al sistema financiero por valor de 700.000 millones de dólares, con el siguiente argumento: “Si no hacemos esto hoy, el lunes ya no habrá economía”.

Hay casi unanimidad en los analistas en que la Gran Recesión no fue un accidente puntual de la economía, sino un cambio global cuyas consecuencias se han multiplicado en el territorio de la política (crisis de representación, con la aparición de nuevas formaciones a derecha e izquierda, el resurgir del populismo y de los autoritarismos, la multiplicación de los movimientos de indignados).

Pero también de la geopolítica, con las guerras comerciales, la salida de Reino Unido de la Unión Europea, la permanencia definitiva de China como superpotencia mundial, entre otras, transformaciones que algunos estudiosos denominen a la crisis “la Segunda Gran Depresión”.

En la comparación entre ambos periodos recesivos se destaca que los problemas entre el año 2008 y la actualidad fueron menos profundos que los de la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, pero más extensos y, sobre todo, más complejos que aquellos.

Muchos autores con Guy Standing y Owen Jones, defienden que la Gran Recesión todavía no ha acabado, aunque el mundo haya vuelto a una etapa de crecimiento económico y de reducción de las tasas de paro, sino que se ha producido una mutación silente de la misma y una metástasis de sus efectos negativos más estructurales como son la precarización de la vida y los mercados de trabajo y la desigualdad.

Una serie de estudios científicos han situado esta característica central de la economía capitalista en el frontispicio de sus deficiencias. Durante la Gran Recesión se ha expandido, como en pocos momentos de la historia contemporánea, una redistribución a la inversa de las rentas, la riqueza y el poder de los ciudadanos.

Los economistas ortodoxos no fueron capaces de prever la llegada de la crisis y cómo tuvieron que abandonar sus opciones y recuperar las lecciones del keynesianismo con el fin de superar los más lacerantes desequilibrios. Durante la última década hubo de ampliarse irremediablemente el marco cognitivo neoliberal, hegemónico en la práctica política desde los años ochenta del siglo pasado, operando el sistema en muchos momentos como una suerte de capitalismo de Estado.

Por primera vez se trataba de una crisis de la que no podía culpabilizarse a la periferia, sino que nació y se expandió desde el corazón del capitalismo. Durante las tres últimas décadas, la revolución conservadora había aleccionado al mundo bajo el principio teórico de que “el mercado lo solucionaría todo”. Pero Wall Street se hundía, por lo que se arrojó a la basura tal idea y se instrumentó la más formidable intervención con dinero público de la que se tiene memoria.

El célebre “consenso de Washington” (disciplina fiscal y monetaria) no dejaba de ser una piadosa jaculatoria de los teóricos sin contacto con la realidad. El problema no era, como habían dicho, de Gobiernos grandes, de ogros filantrópicos, sino de Ejecutivos débiles, demediados, sin los instrumentos regulatorios adecuados ante la magnitud de las dificultades, señala Estefanía.

Otros análisis de periodistas financieros, como el de Guillian Tett en el Financial Times, señalan que las crisis financieras como la de Lehman comparten dos cosas. “En primer lugar, el período anterior a la crisis está marcado por la arrogancia, la codicia, la opacidad - y una visión unilateral de las entidades financieras que hace que les sea imposible evaluar los riesgos. En segundo lugar, cuando la crisis golpea, hay una pérdida repentina de confianza de los inversores, de los gobiernos, de las instituciones o de los tres”. La arrogancia se convierte en su contrario; o lo que Keynes llamó los “espíritus animales'' desaparecen de repente.

Para Tett, las crisis financieras se producen una y otra vez debido a la imprudencia y la codicia y, presumiblemente, a la falta de regulación. Michel Roberts señala que entre 2007 y 2017, la proporción de la deuda en relación con el PIB aumentó de 179 a 217 por ciento. Pero esta vez, la “orgía de endeudamiento no ha ocurrido en las áreas de finanzas que causaron la última crisis, como los préstamos de alto riesgo. En su lugar, el auge de la deuda se produce en empresas en riesgo y gobiernos como Turquía o EEUU, cuyo endeudamiento público se ha acelerado bajo la administración de Donald Trump.

Las conclusiones políticas de todo esto es que una mayor regulación, o la división de los bancos y las grandes corporaciones o la eliminación de la legislación antisindical pueden ayudar a revertir un poco las tendencias al aumento de la desigualdad y del poder monopolista.

Pero, señala Roberts, como la crisis financiera global y la Gran Recesión mostraron y Larga Depresión posterior confirmó, estas medidas no impedirán otra crisis y recesión, cuando los 'espíritus animales' se evaporen y el boom se convierta en una depresión de nuevo. Y de todos modos, no hay 'progresistas' alrededor para implementar tales ‘reformas’.

El mercado y el Estado son presentados comúnmente como entidades separadas e incluso antagónicas. Los ignorantes portavoces del neoliberalismo quieren hacer creer que el mercado surge espontáneamente en un proceso de evolución natural. Al mismo tiempo, popularizan la visión de que el Estado es un ogro invasivo capaz de distorsionar el funcionamiento eficiente de los mercados, señala el economista Alejandro Nadal.

En esta visión del mundo, se supone que las leyes imponen un marco de certidumbre al evitar la arbitrariedad. Pero cuando la crisis amenaza la estabilidad de todo el sistema, el Estado y entidades como la Reserva Federal intervienen con gran arbitrariedad. Todo esto ha erosionado el estado de derecho, la legitimidad del Estado y ha consagrado el engaño como esencial en las operaciones mercantiles, añade.

Ahora tenemos un coctel explosivo. Después del colapso financiero, el sistema de préstamos interbancarios se congeló (2008-2012). El rescate de bancos y grupos corporativos mediante la política fiscal no fue suficiente para dar confianza al sistema financiero. La Reserva Federal inauguró entonces su postura de flexibilidad cuantitativa, que intensificó la compra de activos en poder de los bancos.

Hyman Minsky señaló que al estallar la crisis, los bancos buscaron liquidar los activos que tenían en garantía de los préstamos otorgados y eso provocó el colapso del valor de esos activos: la intervención de la Reserva Federal estaba dirigida a contener esa caída de precios.

Todo eso contribuyó a calmar los ánimos en los mercados financieros, pero a un costo que entrañaba nuevos peligros y la composición de los activos de la Fed así lo demuestra. En 2009, la Reserva Federal no tenía entre sus activos ni un título respaldado por hipotecas. Hoy, 40% de éstos se compone de ese tipo de activos (y no se sabe cuántas de esas hipotecas son de mala calidad).

Por otra parte, el volumen astronómico de liquidez inyectado por la Fed en el sistema bancario ha servido para promover la creación de una nueva burbuja especulativa. La flexibilidad cuantitativa inyectó más de 4.4 billones de dólares en el sistema financiero, que debían servir para reactivar la economía real, pero el banco central sólo opera mediante el mundo financiero, y es ahí donde se quedó estacionada la liquidez creada por la flexibilidad cuantitativa.

El testigo de este fenómeno es el crecimiento de los índices bursátiles más importantes. La especulación y los grandes vicios del proceso de financiarización de la economía real siguen como antes de la crisis de 2007-2008. Los esfuerzos por establecer una regulación robusta para el sistema bancario y financiero (ley Dodd-Frank de 2010) fueron tibios, pero hoy, hasta los demócratas estadounidenses contribuyen con la agenda de desregulación y debilitamiento de esa norma. Y con los efectos de la superburbuja en los mercados financieros estamos en presencia de una mezcla tóxica.

La suerte del capitalismo se juega estos años, añade Nadal. Cuarenta años de neoliberalismo a escala planetaria han dejado una cicatriz que no desaparece fácilmente. Son décadas de creciente dominio del sector financiero sobre la economía, de un fuerte castigo al gasto social y una represión de los salarios. Este décimo aniversario nos recuerda que quizás estamos frente a un cambio de esencia en el capitalismo.

Claudio della Croce: Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico

(CLAE, www.estrategia.la)

lunes, 24 de septiembre de 2018

PRESENTACION 1


Cuando viví en Barcelona por unos cuantos meses a comienzos de 2003 tuve la oportunidad de conocer al historiador Josep Fontana, quien amablemente me invitó a visitarlo en su extraordinaria biblioteca de la universidad Pompeu Fabra. Allá conversamos en varias oportunidades y siempre que lo visitaba, en forma amable me regalaba algún libro de la Editorial Crítica, entre ellos su notable La historia de los hombres. El ejemplar que tengo en mi poder lleva esta dedicatoria: “En agradecimiento de sus libros y con mi mejores deseos para Colombia. 27-II-O3”.

 En el curso de esos encuentros yo le dije que me gustaría publicar un libro de su autoria en Colombia, con materiales inéditos o que no hubieran sido publicados en sus obras más conocidas sobre teoría historiográfica. Él me dijo que le diera unos cuantos días y me tendría una propuesta. Cual no sería mi sorpresa cuando a los ochos días me esperaba con un material que ya formaba un pequeño libro y me autorizó para editarlo. A mi regreso a Colombia me puse a la tarea y publique el libro con el mismo título que él había propuesto: ¿Para qué sirve la historia en un tiempo de crisis? por el sello editorial Pensamiento Crítico. Este libro lo dedicó Josep Fontana a nuestro colega y amigo Dario Betancur Echeverry, secuestrado y asesinado en 1999, y a quien el ilustre historiador catalán había conocido personalmente.

Seguir aquí: http://www.rebelion.org/docs/246618.pdf