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domingo, 3 de enero de 2016

Sobre España, Grecia, Italia y nuestros planes para un movimiento europeo destinado a democratizar la UE. Entrevista

Yanis Varoufakis 

26/12/2015. (En Sin Permiso)

La entrevista trata de las elecciones españolas, lo último de la interminable depresión de Grecia y, lo que es más importante, el anuncio del movimiento (¡que no partido!) [el titular de L´Espresso reza: “En febrero lanzo mi partido”. N. del t.] paneuropeo que se lanzará en febrero con un orden del día sencillo pero radical de democratización de la UE. YV

En primer lugar, nos gustaría escuchar sus comentarios acerca del resultado de las elecciones en España.

La oposición de nuestro gobierno de Syriza al fracasado programa de la Troika quedó aplastada el verano pasado y el primer ministro Tsipras se vio obligado a aceptar un nuevo préstamo que todo elmundo sabe que es una catástrofe. Por una razón: darles una lección a los españoles y disuadirles de votar a Podemos. Considerando este contexto, Podemos lo ha hecho muy pero que muy bien en estas elecciones. Tal como comenté tras conocer los resultados, supone un pequeño paso en la buena dirección. Un pequeño paso que puede convertirse en una gran línea de falla necesaria para hacer añicos la negación de la crisis en la eurozona y el desprecio de la Troika por la democracia.

¿Se debe el éxito de Podemos a la desconfianza de la gente hacia el sistema de partidos o estamos asistiendo al triunfo del populismo?
Podemos no es un partido populista. El populismo se pone de manifiesto cuando se promete toda clase de cosas a toda clase de gente. No, Podemos comenzó como partido de protesta y se está desarrollando como un partido que va a intentar una nueva política, en la que la política de relaciones públicas y sed de poder deje paso a un discurso de apertura.

¿Se convertirá Podemos en Syriza? ¿Traicionará las promesas hechas a sus votantes?
Espero que no, pero tenemos que ver si Podemos tiene esa oportunidad. Lo digo porque, para llegar a ese momento de la verdad, Podemos debe primero formar gobierno, algo que no puede hacer dados los resultados electorales. La gran pregunta es ahora: ¿entraría Podemos en una coalición aceptando concesiones fundamentales para fieles del Eurogrupo como el PSOE?

¿Podría resumir lo que ha hecho el gobierno Tsipras en estos tres meses de gobierno? ¿Cuáles son, por ejemplo, las peores leyes aprobadas y qué es lo que debilitará todavía más a la economía griega?
El principal efecto adverso se deriva del anuncio mismo, el pasado julio, de los contenidos del nuevo ‘acuerdo’: el increíble nivel de austeridad anunciado para los próximos cinco años, el aumento de impuestos ligado a ello (sobre todo del IVA), la ausencia de cualquier compromiso creíble de un alivio de la deuda serio y la pura y simple realidad de que los bancos seguirán siendo incapaces de prestar a empresas rentables (dado que sus préstamos con saldo en mora no los gestionará eficazmente un banco malo público), todo esto en conjunto significa una cosa: que ningún inversor serio invertirá cantidades considerables en una economía condenada a decrecer como resultado de estos fracasos.

Ahora bien, en lo que se refiere a determinados ejemplos de legislación ya aprobados (o a punto de serlo), eso se sumará a las fuerzas de la recesión que ya están actuando, y que son: los aumentos del IVA, la exigencia de prepago [fiscal] a las empresas (durante diciembre de 2015) del 100% correspondiente a sus beneficios estimados para 2016, el aumento de las contribuciones a los fondos de pensiones y la prevista reducción de las pensiones.

Hace pocos días, nuestro primer ministro, Renzi, ha acusado a Alemania de no ser el único país que nutre a la UE y de aprovecharse, de hecho, de la crisis griega para hacer negocios como, por ejemplo, la adquisición de catorce aeropuertos del país. En su opinión, ¿son sólo palabras o cree más bien que los países del sur de Europa están listos para formar un conjunto con Renzi a la cabeza destinado a contrarrestar la política de austeridad tan cara a Alemania y los países del norte de Europa?
Espero equivocarme, pero me parece a mí que si el primer ministro Renzi fuera en serio en su oposición a las políticas de Berlín, se habría abstenido en julio de ejercer una presión inhumana sobre el primer ministro Tsipras para que capitulara ante todas las exigencias que ahora, con retraso, encuentra objetables. En el calor de la batalla es cuando se revelan el coraje y las verdaderas intenciones de cada uno.

¿Es usted consciente del fracaso de algunos bancos italianos y de los problemas que han tenido los tenedores de bonos que lo han perdido todo? Si es así, ¿cuál es su opinión?
...seguir aquí.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Los 7 "mejores" eufemismos económicos de la Troika

La Troika (el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) nos tiene acostumbrados a un complejo y amable vocabulario económico que muchas veces escapa a nuestro entendimiento. Por ello, la Real Academia del Salmón (RAS) os trae esta selección de sus mejores eufemismos económicos explicados para que la próxima vez que oigamos sus poderosos consejos podamos entender mejor a “los hombres de negro”

Solidaridad
La palabra solidaridad siempre ha sido sinónimo de ayudar al que más lo necesita, “arrimar el hombro” que se dice comunmente, sin exigir nada a cambio. Sólo por el hecho de que la otra parte lo necesite. Pero la Troika usa esta palabra cuando presta dinero, para que sea devuelto con intereses a cambio de duras condiciones. Entre estas condiciones se pueden encontrar las de despedir a empleados públicos o vender/privatizar sus recursos a empresas privadas (que en muchas ocasiones, casualmente, provienen de estos mismos países “solidarios”). Dicha solidaridad se acuerda bajo contratos que no pueden ser rotos bajo ningún concepto, aunque el cumplimiento de esas condiciones suponga condenar a la miseria y a una austeridad que agrava el problema de la economía del país receptor de esa solidaridad.

Como hemos comentado, estos eufemismos parecen calar muy bien en el discurso de otros “mandatarios” europeos que han incluido en su vocabulario ese mismo extraño concepto de solidaridad, como podemos ver en las declaraciones de nuestro presidente del Gobierno.

De los 86.000 millones de euro que solidariamente se le va a conceder a Grecia, 50.000 irán a pagar deudas e intereses que se le deben en su mayoría a los mismos que prestan ese dinero. Sólo 11.000 serán usados por el gobierno griego para reactivar su empobrecida economía y unos 25.000 millones se emplearán en nuestro siguiente eufemismo: recapitalizar a la banca.

Recapitalización del sistema financiero
Recapitalizar el sistema bancario o financiero es un bonito eufemismo para referirnos a rescatar a la banca, salvar, inflar de dinero, limpiar sus cuentas de basura o incluso puede llegar a significar “socializar y hacer públicas las pérdidas de los bancos privados”. Esta expresión ha sido usada por la Troika para indicar que es necesario rescatar a la banca por encima de todo, incluso por encima de las personas. Si usaran los términos rescatar o limpiar, la población se podría dar cuenta de que a quien se intenta salvar siempre es al sector financiero y se podrían quejar de que los mayores culpables de la crisis son los primeros en ser salvados. Por lo que utilizar la palabra recapitalizar da una imagen de estar realizando alguna cosa económica que nuestra mente de populacho no es capaz de entender. O al menos eso creen ellos.

Pero entender la recapitalización es tan sencillo como imaginar que vais a un casino y os jugáis todo vuestro capital en arriesgadas apuestas. Si después de eso ganáis pues perfecto. Si, en cambio, perdéis llega la Troika y ordena a vuestro gobierno que os recapitalice metiendo en vuestras cuentas todo el dinero que habéis perdido... no sois capaces de imaginarlo, ¿verdad? Pues haber sido banqueros.

Reformas estructurales
Este eufemismo también ha sido correctamente adaptado por nuestro Gobierno para hablar de sus reformas de las leyes laborales o fiscales. Pero lo curioso del uso que le da la Troika, peculiarmente del uso reiterado que le da el FMI, es que son capaces de exigir unas reformas estructurales a un país, ver que no funcionan y volver a exigirles exactamente las mismas al siguiente país con el que se topan... y así durante más de tres décadas.

El verbo reformar siempre ha sido utilizado para realizar un cambio a mejor sobre algo. Combinado con la palabra “estructurales” debería significar un cambio de las estructuras de un país para que este mejore. Pero si vemos el currículum de los países por los que ha pasado el FMI y observamos los maravillosos efectos de las reformas estructurales impuestas a Grecia -después de 5 años de estas reformas la deuda griega ha crecido del 100 al 187% de su PIB sin que mejore la economía-, más que unas reformas parecen unas demoliciones estructurales. Estas reformas impuestas a cambio de su “solidaridad” suelen implicar el despido de funcionarios, la subida de impuestos indirectos que afectan en mayor medida a las rentas bajas, como el caso del IVA, y la privatización de los recursos del país con su correspondiente expolio por parte de los inversores extranjeros y los “mercados”.

Fondo fiduciario de activos públicos
Un fondo fiduciario es un instrumento financiero que se usa para que una parte, llamada fiduciaria -y que en este caso es la Troika- administre los bienes de otra persona o parte. Normalmente se suele utilizar esta figura para administrar los bienes de un menor hasta que cumpla la mayoría de edad o para administrar los bienes mediante las indicaciones de una tercera persona.

Pero en el caso del fondo fiduciario de activos públicos que ha exigido la Troika a Grecia se trata de elaborar una bolsa de recursos públicos que se venderán y privatizarán en el caso de que el país heleno no atienda a las condiciones impuestas a cambio de su “solidaridad”. Algo que ya se da por hecho que no se va a poder devolver, ya que incluso el FMI ha admitido que la deuda griega es insostenible. Ese fondo será un lugar donde se depositarán unos bienes públicos para ser vendidos seguramente, como ya hemos indicado antes, a las empresas privadas de los países "solidarios", como ha ocurrido con los 14 aeropuertos griegos vendidos a una empresa alemana.

La dualidad del mercado laboral
Este término es usado para referirse a un mercado laboral donde existen dos perfiles de trabajadores altamente diferenciados. Un perfil de trabajador con contrato fijo que está protegido por una legislación que obliga a las empresas a pagarle una alta indemnización en caso de despido y que posee una buenas condiciones laborales adquiridas después de varios años. Otro perfil sería el del trabajador temporal y precario que es el primero en sufrir las consecuencias de una crisis o bajada de la producción y que tiene muy complicado llegar a pertenecer al primer grupo. Al primer grupo se le llama insiders (los que están dentro) y a los del segundo grupo se les denomina outsiders (los que están fuera), porque cuando no se encuentra un eufemismo adecuado también podemos usar palabras en inglés. Llamar outsider a un precario es más políticamente correcto y además suena más cool (guay).

La Troika advierte de que esta dualidad podría ser un grave problema, ya que los outsiders deberán mantener las pensiones de los insiders en un futuro próximo y la diferencia de niveles salariales y años de cotización pueden resultar un grave problema para mantener un equilibrio, y por lo tanto exige que se corrija. Visto así podríamos pensar que la Troika lo que quiere es acabar con el trabajo precario y convertirnos a todos en insiders... ¡pero no! Lo que la Troika exige son reformas laborales para eliminar las protecciones a los insiders para que sean fácilmente despedibles, de manera que las empresas puedan contratar a precarios outsiders para hacer los trabajos de los antiguos insiders por el mitad de salario y convertirnos a todos en 1) outsiders que trabajan de una manera precaria o 2) insiders que se convierten en outsiders al quedarse en paro a una edad mayor. Fatídico para la población, maravilloso para las empresas.

Recuperar la confianza
La “confianza”, como concepto y como vara de medir, es otro de los términos usados por la Troika que distan mucho del significado que le podríamos dar el resto de mortales. La confianza se define como sinónimo de fiabilidad, seguridad o es usado para referirnos a una relación de amistad o familiaridad. Pero observando cuándo la Troika usa esta medida, advertimos que la confianza está basada en el nivel de docilidad que muestre el gobierno en cuestión. Así, si acatamos toda reforma estructural impuesta, recapitalizamos nuestro sector bancario y les devolvemos toda su solidaridad más intereses sin ninguna queja podremos recuperar toda su confianza.

La confianza está basada en el nivel de docilidad que muestre dicho gobierno
El nivel de confianza también parece tener una relación directa con la orientación política del gobierno con el que traten, sus tratos con países “no aliados”, su nivel de apertura de puertas al expolio de la inversión extranjera, su predisposición a pagar sus deudas pendientes o, en resumidas cuentas, a seguir toda indicación que la Troika le ordene sin poner pega ninguna. De ese modo, un gobierno de izquierdas que negocia con Rusia y quiere auditar su deuda se encontrará en un nivel extremo de “perdida de confianza total”. Si en cambio eres un gobierno de derechas, proeuropeo y abierto a la privatización de tus recursos naturales, te encontrarás en el extremo contrario en una “favorable y total recuperación de la confianza” y posiblemente ganes una quita o una reestructuración de tu deuda.

Esfuerzos adicionales
Después de aceptar su solidaridad, a cambio de reformas estructurales, recapitalizar la banca y hacer todo lo que nos pidan para devolver la confianza a los mercados, podrá parecer que esa recuperación económica que nos prometieron y pronosticaron debe llegar ¿verdad? ¡Pues no! Porque después de todo eso, la Troika siempre pide esfuerzos adicionales, lo que viene a significar que nunca es suficiente y que deberemos volver a hacer exactamente lo mismo para buscar un resultado de mejora económica, algo que el FMI nunca ha conseguido en ningún país.

Para ello la directora del FMI Christine Lagarde, una mujer que cobra más de 400.000 euros al año libre de impuestos, nos pedirá nuevamente esfuerzos adicionales tales como la subida de impuestos, la congelación de salarios y pensiones, o la privatización de más servicios públicos. Nos queda el consuelo de que, al leer este artículo, al menos podremos tener una mejor idea y entender cuales son esos esfuerzos que nos piden.

Real Academia del Salmón (RAS)
http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Los-7-mejores-eufemismos-642

lunes, 7 de diciembre de 2015

Baluarte

Se puede bombardear aquí y allá para vaciar todo el arsenal que depara la industria armamentística, pero al final la libertad solo se defiende ejerciéndola a toda costa

Ahora mismo en Francia puede ocurrir que si alguien llama a tu casa a las cuatro de la madrugada ya no sea el lechero, sino un policía que llega sin orden judicial dispuesto a derribar tu puerta de una patada si no le abres. Para que esto no pudiera suceder nunca fueron necesarios más de 2.000 años de una lucha tenaz por la libertad. ¿Vamos a renunciar a ella por miedo a otro atentado terrorista? La civilización europea arrancó con la victoria de los griegos en Salamina contra los persas en el siglo V antes de Cristo; nuestra cultura se sustenta en la filosofía griega, en el derecho romano, en el humanismo, en los valores de la razón que enarboló la Revolución Francesa, en la conquista de la ciencia frente al oscurantismo, en la resistencia contra el fascismo y la barbarie nazi. ¿Bastan unos chalecos explosivos y una docena de fusiles Kaláshnikov para echar por la borda nuestra historia? ¿Es comprensible que una simple alarma deje paralizada durante cuatro días Bruselas, la capital de Europa?
Se puede bombardear aquí y allá para vaciar todo el arsenal que depara la industria armamentística, pero al final la libertad solo se defiende ejerciéndola a toda costa. Ceder tus derechos individuales a la policía es la forma más rápida de perderlos. La señora Miniver era la protagonista de la famosa película de William Wyler. En 1942, en plena guerra en un pueblo al norte de Londres, la señora Miniver, pese a tener a sus hijos movilizados, estaba empeñada en que se celebrara con normalidad el concurso anual de flores mientras caían alrededor las bombas alemanas. Churchill dijo que si Inglaterra había ganado la guerra, más que a los aviones de la RAF, se debió a personas como la señora Miniver, que siguieron ejerciendo sin miedo su forma de vida, como un baluarte, en defensa de sus derechos conquistados a lo largo de 2.000 años.

viernes, 23 de octubre de 2015

La pobreza golpea duro en el Sur de Europa desde el inicio de la crisis. La pobreza y exclusión social afectó a uno de cada cuatro europeos en 2014

Casi 1.000 millones de personas salieron de la extrema pobreza en el mundo en los últimos 20 años. Pero la magia del capitalismo va por barrios: la emergencia de las clases medias en Asia contrasta con los 122 millones de europeos que viven hoy en riesgo de pobreza o exclusión social. La crisis del euro hace estragos. Especialmente en el Sur: Grecia y España presentan los peores números desde 2008, según Eurostat.

La Gran Recesión no ha germinado literariamente en obras como Oliver Twist o Los Miserables —aunque ahí está el Crematorio de Rafael Chirbes—, que retrataron la miseria del proletariado industrial, ni hay en Europa un reverendo Malthus, una suerte de Nostradamus fallido (por el momento) que pronóstico un apocalipsis económico si la población seguía creciendo mucho más que los recursos. Pero las cifras cuentan historias, y los números de la crisis europea tienden hacia zonas umbrías: en 2014, 122 millones de personas —el equivalente a toda la población de Alemania y España— estaban en riesgo de pobreza o exclusión social en Europa. En otras palabras: uno de cada cuatro europeos lo pasa realmente mal, por mucho que la recuperación estadística haya comenzado. Las cicatrices de la crisis son especialmente visibles en la ribera del Mediterráneo: los mayores incrementos de los niveles de población con riesgo de pobreza corresponden a Grecia (que ha pasado del 28% al 36% desde 2008) y España (del 24,5% al 29,2%), seguidas de Chipre, Malta, Hungría e Italia.

La geografía de la pobreza, sin embargo, es engañosa. El país más favorecido desde el punto de vista de los riesgos de exclusión social no es Alemania, que está viviendo una crisis estupenda. La pobreza es siempre relativa —salvo para quienes la padecen—, pero donde más ha mejorado es en el bloque del Este: Polonia, Rumanía y Eslovaquia presentan las mayores tasas de reducción de la población en riesgo.

La definición exacta de esa estadística es embrollada. Eurostat, la agencia estadística de la Unión, calcula el porcentaje de gente cuyos ingresos (después de transferencias sociales, impuestos y demás) se sitúan por debajo del 60% de la mediana nacional. Ese indicador no ofrece una medida de riqueza o pobreza absoluta, sino en comparación con el resto de residentes nacionales; depende, además, de numerosos factores.

¿Cuesta creer que 13,4 millones de españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social? ¿Que esa cifra haya crecido en dos millones de personas desde 2008? ¿Que los incrementos sean aún más galopantes en Grecia, donde han pasado de tres a casi cuatro de millones en esa situación desesperada sobre una población de 11 millones? Esos cálculos no siempre reflejan con fidelidad lo que al lector se le viene a la cabeza cuando se habla de pobreza: Eurostat pone el umbral de ingresos en 16.719 euros anuales en hogares con dos adultos y dos niños en España (y casi 8.000 euros para un adulto que viva solo). “Esas cifras no siempre son objetivables”, apuntaba ayer Jagdish Bhagwati, de Columbia, uno de los mayores expertos del mundo en la materia. “Es evidente que la crisis del euro, especialmente dura en la periferia de Europa por cómo se ha gestionado, tiene un claro reflejo en las estadísticas”, añadía Erik S. Reinert, experto en pobreza y profesor en Tallin.

24,4% de la población
Más de cinco millones de europeos se han sumado desde 2008 a ese ejército que ahora asciende a 122 millones de personas con riesgo de pobreza o exclusión social; el 24,4% de la población. El detalle de las cifras de Grecia es sobrecogedor. El de las de España no le va a la zaga: de 11,1 a 13,3 millones de personas en riesgo (casi tantos como alemanes, con una población que casi duplica la española); el 7,1% —cifra que multiplica por dos la de 2008— en niveles de extrema pobreza, aunque ahí España está lejos de Grecia, Hungría, Rumanía o Bulgaria, con un cuarto de su población incapaz de pagar sus facturas, de poner la calefacción o de irse una semana de vacaciones.

Los expertos no coinciden a la hora de medir qué parte de esas cifras se debe a errores de política económica. Reinert critica con dureza “el extraño fenómeno de la austeridad, con el capitalismo declarándole la guerra a sus propios consumidores por ceguera ideológica”. Para Bhagwati, “habría que preguntarse cuánta pobreza habría sin esos recortes que hizo la eurozona durante la crisis”. “Al menos en Grecia, el resultado podría ser aún peor sin el apoyo financiero que vino de la mano de esos ajustes”, apostilla.

http://economia.elpais.com/economia/2015/10/16/actualidad/1444997502_865517.html

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martes, 15 de septiembre de 2015

El futuro de la UE. Por un plan B en Europa.

[El francés Jean-Luc Mélenchon, el italiano Stefano Fassina, los griegos Zoe Konstantopoulou y Yanis Varufakis y el alemán Oskar Lafontaine se asocian y proponen la organización de una cumbre internacional por un plan B en Europa, abierta a los ciudadanos voluntarios, organizaciones e intelectuales. Esta conferencia podría tener lugar a partir de noviembre de 2015. Estos dirigentes se proponen lanzar el proceso durante la Fiesta de l’Humanité [fiesta del Partido Comunista francés]. A continuación reproducimos el texto que firman los cinco políticos.]

El 13 de julio, la Unión Europea derrumbó al gobierno griego elegido democráticamente de Alexis Tsipras. "El acuerdo" del 13 de julio es en realidad un golpe de estado. Fue obtenido gracias al cierre de los bancos griegos por el Banco Central Europeo (BCE) y gracias a la amenaza de no autorizarlos a abrir de nuevo mientras el gobierno griego no acepte una nueva versión de un programa que había fracasado. ¿Por qué? Porque la Europa oficial no podía soportar la idea de que un pueblo que padecía su programa de austeridad autodestructiva hubiera osado elegir a un gobierno determinado a decir "¡No!".

En adelante, con mucha más austeridad, muchas más privatizaciones rebajadas de activos públicos, una política económica más irracional que nunca, y la misantropía como política social, el nuevo memorándum sólo sirve para agravar la Gran Depresión griega y el saqueo de Grecia por parte de intereses particulares, griegos o no.

Saquemos algunas lecciones de este golpe de Estado financiero. Este euro se ha convertido en un instrumento de la dominación económica y política de la oligarquía europea, escondida detrás del gobierno alemán y que se alegra de ver a la señora Merkel hacer todo el "trabajo sucio" que los otros gobiernos son incapaces de hacer. Esta Europa no produce sino violencias en las naciones y entre ellas: paro masivo, dumping social feroz, insultos atribuidos a los dirigentes políticos contra la Europa del Sur y repetidos por todas las "élites", incluidas las de esos países. La Unión Europea alimenta la subida de la extrema derecha y se ha convertido en un medio de anular el control democrático sobre la producción y la distribución de la riqueza en toda Europa.

Afirmar que el euro y la Unión Europea sirven a los europeos y les protegen contra la crisis es una mentira peligrosa. Es una ilusión creer que los intereses de Europa pueden ser protegidos en el marco de la cárcel de reglas de la eurozona y los tratados actuales. El método Hollande-Renzi del "buen alumno", en realidad del prisionero modelo, es una forma de capitulación que no obtendrá ni siquiera clemencia. El presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker, lo dijo claramente: "No puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos". Es la adaptación neoliberal de la "soberanía limitada" inventada por el dirigente soviético Brejnev en 1968. En aquella época, los soviéticos aplastaban la Primavera de Praga con sus tanques. Este verano, la Unión Europea ha aplastado la Primavera de Atenas con sus bancos.

Estamos decididos a romper con esta Europa. Es la condición esencial para reconstruir las cooperaciones entre nuestros pueblos y nuestros países. ¿Cómo llevar una política de reparto de la riqueza y de creación de empleos, sobre todo para los jóvenes, de transición ecológica y de refundación democrática en esta Unión Europea? Debemos escapar a la inanidad y a la inhumanidad de los tratados europeos y refundarlos con el fin de quitarse la camisa de fuerza del neoliberalismo, abolir el pacto fiscal y rehusar el tratado de libre comercio con EE UU (TTIP).

El período es extraordinario. Nos enfrentamos a una emergencia. Los Estados miembros deben tener el espacio político que permita a sus democracias respirar e instaurar políticas adaptadas al nivel nacional, sin temer la reacción del autoritario Eurogrupo dominado por los intereses del más poderoso de los Estados miembros y del mundo del comercio, ni temer a un BCE utilizado como apisonadora que amenaza con aplastar a todo "país que no coopera con ella" como fue el caso de Chipre o Grecia.

Así es nuestro plan A: trabajar en cada uno de nuestros países, y juntos en todo Europa, para volver a negociar completamente los tratados europeos. Nos comprometemos a colaborar con la lucha de los europeos de todos los países, en una campaña de desobediencia a las prácticas arbitrarias y a las reglas irracionales hasta que esta negociación se lleve a cabo.

Nuestra primera tarea será terminar con la irresponsabilidad del Eurogrupo. La segunda tarea será terminar con el carácter pretendidamente "independiente" y "apolítico" del Banco Central mientras que en realidad está muy politizado (de la manera más tóxica) y es totalmente dependiente de los banqueros en quiebra y de sus agentes políticos, y está listo para acabar con toda democracia con solo apretar un botón.

La mayoría de los gobiernos que representan la oligarquía europea y se esconden detrás de Berlín y Fráncfort tienen también un plan A: no ceder a las demandas de democracia de los ciudadanos europeos y utilizar la brutalidad para poner fin a su resistencia. Lo hemos visto en Grecia este mes de julio. ¿Por qué han podido estrangular al Gobierno elegido democráticamente de Grecia? Porque tenían también un plan B: expulsar a Grecia de la zona euro en las peores condiciones posibles destruyendo su sistema bancario y rematando su economía.

Frente a este chantaje, necesitamos nuestro propio plan B para combatir el plan B de las fuerzas más reaccionarias y antidemocráticas de Europa. Para reforzar nuestra posición frente a su compromiso brutal con políticas que sacrifican los intereses de la mayoría en beneficio de los intereses de una ínfima minoría. Pero también para afirmar de nuevo el simple principio de que Europa no es otra cosa que los europeos y de que las monedas no son instrumentos de tortura o armas para matar la democracia. Si el euro no puede ser democratizado, si persisten en utilizarlo para estrangular a los pueblos, nos levantaremos, les miraremos y les diremos: "¡Inténtenlo! Sus amenazas no nos dan miedo. Encontraremos un medio de dar a los europeos un sistema monetario que funcione con ellos, y no a sus expensas".

Nuestro plan A para una Europa democrática, reforzado por un plan B que muestra que los poderes fácticos no pueden aterrorizarnos y someternos, debe ser sostenido por la mayoría de los europeos. Esto requiere un alto nivel de preparación. Los elementos técnicos serán enriquecidos gracias al debate. Un gran número de ideas están ya sobre la mesa: la introducción de sistemas paralelos de pago, monedas paralelas, la digitalización de las transacciones en euros para solucionar la falta de liquidez, sistemas de intercambio complementarios alrededor de una comunidad, la salida del euro y la transformación del euro en una moneda común.

Ninguna nación europea puede avanzar hacia su liberación desde el aislamiento. Nuestra visión es internacionalista. En previsión de lo que puede ocurrir en España, en Irlanda, por qué no de nuevo en Grecia según la evolución de la situación política, y en Francia en 2017, hay que trabajar concretamente todos juntos para crear un plan B que tenga en cuenta las características de cada país.

Proponemos, por tanto, la organización de una cumbre internacional para un plan B en Europa, abierta a los ciudadanos voluntarios, a las organizaciones y a los intelectuales. Esta conferencia podría tener lugar a partir de noviembre de 2015. Lanzaremos este proceso durante la Fiesta de l’Humanité [fiesta del Partido Comunista francés]. ¡Únanse a nosotros!

Jean-Luc Mélenchon, diputado europeo, cofundador del Parti de Gauche (Francia); Stefano Fassina, diputado, ex viceministro de Economía y Hacienda (Italia); Zoe Konstantopoulou, presidenta del Parlamento heleno (Grecia); Oskar Lafontaine, exministro de Hacienda, cofundador de Die Linke (Alemania) y Yanis Varufakis, diputado, exministro de Hacienda (Grecia).
Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/lo_mejor_mediapart/2015/09/11/por_plan_europa_37622_1044.html

domingo, 23 de agosto de 2015

El futuro de Europa tras la derrota griega

James K. Galbraith
The American Prospect

El pasado 8 de junio tuve el honor de acompañar al entonces ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, a un encuentro privado en Berlín con el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble. La reunión empezó con un gesto de buen humor cuando el señor Schäuble ofreció a su colega un puñado de Euros de chocolate: “para sus nervios”. Yanis los compartió con los circunstantes, y dos semanas después tuve un segundo honor, que fue ofrecer mi moneda de chocolate a un tercer (ex)ministro de finanzas, el profesor Giuseppe Guarino, decano de constitucionalistas y autor de un impactante librito (La verdad sobre Europa y el Euro: Un ensayo, disponible en italiano  AQUÍ) sobre los Tratados europeos y el Euro.

La tesis del profesor Guarino reza como sigue:
“El 1 de enero de 1999 se perpetró un golpe de estado contra los Estados miembros de la UE, contra sus ciudadanos y contra la propia UE. El ‘golpe’ no se dio por medio de la fuerza, sino con astucia fraudulenta… por medio de la Regulación 1466/97… El papel asignado por el Tratado (Artículos 102ª, 103 y 104c) al objetivo de crecimiento perseguible por la actividad política de los Estados miembros… es eliminado y substituido por un resultado, a saber: equilibrio presupuestario a medio plazo.”

Consecuencia directa de ello:
“Las instituciones democráticas contempladas por el orden constitucional de cada país no sirven ya a propósito ninguno. Los partidos políticos no pueden ya ejercer la menor influencia. Las huelgas y los cierres patronales dejan de tener el menor efecto. Las manifestaciones violentas causan daño adicional, pero dejan intactas las predeterminadas directrices políticas.”

Esas palabras fueron escritas en 2013. ¿Puede alguien dudar hoy de su exactitud y de su perfecta aplicabilidad al caso griego?

Es verdad que los gobiernos griegos anteriores a 2010 gobernaron pésimamente, que entraron en el Euro bajo falsas premisas y que luego ocultaron el déficit y la deuda del país. Nadie discute eso. Pero obsérvese que cuando llegó la austeridad, el FMI y los acreedores europeos impusieron a Grecia un programa dictado por las doctrinas del equilibrio presupuestario y la reducción de la deuda que incluía: a) profundos recortes en el empleo y en los salarios públicos; b) una drástica reducción de las pensiones; c) una reducción del salario mínimo y la eliminación de derechos laborales básicos; d) drásticos y regresivos aumentos de impuestos; y e) liquidación privatizadora de activos públicos.

La conexión de ese programa con el crecimiento y la recuperación en Grecia era de todo punto fraudulenta. Superando dudas internas, el FMI hizo público un pronóstico, según el cual el programa costaría a Grecia un recesión de sólo un 5% del PIB, con una duración de dos años y plena recuperación para 2012. El caso es que la economía griega colapsó bajo esa presión, se contrajo más de un 25% y, cinco años después, no hay recuperación a la vista. De modo que Grecia ha perdido todo un año de producto anual y ha asistido a la práctica aniquilación de sus más importantes instituciones sociales. A finales de 2014 se hallaba en deflación por sobreendeudamiento, no en recuperación.

El fracaso del programa de los acreedores se llevó por delante en Grecia a tres primeros ministros: George Papandreu, Lucas Papademos y Antonio Samaras. También se llevó por delante todo el orden político, hasta entonces dominado por Nueva Democracia y el PASOK. Y así, en enero de 2015, el pueblo griego eligió a un nuevo gobierno, una coalición izquierda-derecha entre dos partidos que nunca antes habían tocado poder, SYRIZA y ANEL, y que sólo tenían en común el compromiso de cambiar de políticas en Grecia, dentro del Euro y dentro de Europa.

El nuevo gobierno no solicitó más ayuda financiera. El gobierno siempre entendió que el país tenía que vivir con sus propios medios para avanzar. Aceptó elementos importantes del programa previo en lo tocante a impuestos y administración pública. Lo que pidió, principalmente, es respeto por unos derechos laborales garantizados en todos los demás países europeos, protección de los pensionistas con bajos ingresos, una gestión razonable de la privatización y un alivio de la destructiva austeridad y de las deudas insostenibles.

¿Y cuál fue la respuesta? Los acreedores europeos y el FMI recibieron las propuestas griegas con hostilidad, obstrucción y rechazo. Los gobiernos de Finlandia, los Estados bálticos y Eslovaquia, por razones ideológicas. Los de España, Portugal e Irlanda, por miedo a los efectos sobre su política interna. Italia, Francia y la Comisión expresaron simpatía, pero hicieron menos que poco. El ministro Schäuble concretó las opciones: o bien Grecia se adhería plenamente al programa previo, o bien abandonaba el Euro y tal vez la Unión Europea.

Desde el comienzo mismo, esa posición se sostenía con amenazas. A finales de enero, el Presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, de visita en Atenas, amenazó a Grecia con la destrucción de su sistema bancario. El 4 de febrero, el BCE revocaba una dispensa que permitía a los bancos griegos descontar deuda pública, lo que provocó un lento pánico bancario que culminó a finales de junio. Entretanto, Grecia hizo pagos por un monto de 3 mil quinientos millones de Euros como signo de buena voluntad. Cuando el gobierno griego, frustrado y batido, recurrió al referéndum, los acreedores tomaron represalias cerrando los bancos e imponiendo controles de capitales. Cuando el pueblo griego se mantuvo firme y dijo “No”, las represalias aumentaron y en julio el gobierno estaba ya de rodillas.

Desde entonces, en tres ocasiones –la última, el pasado 13 de agosto— se ha obligado al Parlamento griego a aprobar paquetes legislativos dictados desde Bruselas y Berlín. La legislación incrementa regresivamente los impuestos a las ventas mientras que elimina la retención de impuestos a las transferencias exteriores de capital. Recorta pensiones –en algunos casos, por debajo de los 100 euros al mes— y sienta las bases para ulteriores recortes venideros. Sienta las bases para la profundización en los recortes en curso en el sector público, en la sanidad, en la educación y en los salarios, así como para la liquidación de numerosas empresas privadas, para una nueva oleada de desahucios y para la privatización a cualquier precio –durante 30 años— de los activos públicos restantes, incluido suelo propiedad del Estado griego. Arrebata a los griegos áreas clave de la responsabilidad pública, incluidas las estadísticas presupuestarias y la recaudación fiscal, para ponerlas bajo la autoridad de los acreedores. Entrando en el detalle de la estructura de la economía griega, la lista de los cambios impuestos es muy larga.

Los Tratados europeos dicen que la Unión Europea se funda en el principio de la democracia representativa. Hay incluso un “principio de subsidiariedad” que sostiene que las decisiones deben tomarse en los niveles de gobierno más próximos posible a los afectados. Pero dentro de la Eurozona eso se ha invertido ahora. Grecia es una colonia: sus díscolos ciudadanos han sido desposeídos, y la plaza será “modernizada” contra su voluntad. Quienes no puedan soportarlo, no tienen otra opción que la de irse o rebelarse de nuevo; y quienes no hagan ni una cosa ni otra, probablemente recaerán en la profunda depresión psicológica que prevalecía antes de que el ascenso de SYRIZA insuflara efímeras esperanzas en el país.

Para las fuerzas progresistas del resto de Europa, y especialmente para las más jóvenes, estos hechos significan un difícil desafío. Las esperanzas de un cambio negociado dentro del euro han sido sometidas a prueba con resultados brutales. La existencia de una dictadura tecnocrática en la Eurozona es ahora un hecho obvio para todo el mundo. Los votantes del siguiente país que se rebele contra el control asfixiante de las políticas de la Eurozona tomarán nota. Que Grecia fuera obligada a explorar los medios para salir, pesará en las experiencias futuras, porque con un mejor conocimiento y una planificación de las contingencias –planificación que se hará ahora habitual y más o menos explícita para cualquier movimiento de oposición que contemple seriamente la posibilidad de llegar al poder—, el coste de hacer esa transición, aparentemente prohibitivo para los griegos esta pasada primavera, bajará. En lo inmediato, la derrota griega ha debilitado a la fuerza ascendente en el siguiente país que va a celebrar elecciones: el joven partido español anti-austeridad y pro-europeo Podemos. Pero el efecto en Irlanda, menos atrapada en el Euro, podría ser diferente. Irlanda comercia con el Reino Unido y con los EEUU, y no tiene los mismos vínculos emocionales con Europa que España o Grecia. Y luego el escenario se desplazará a Italia, aún en recesión y políticamente volátil, y a Francia, que cuenta ya con un fuerte partido anti-Euro en la derecha, el Frente Nacional de Marine Le Pen.

Esas consecuencias políticas mantendrán en tensión al Euro, lo que se agravará con el fracaso en curso del régimen neoliberal. Parece, así pues, probable que, en algún momento, en algún país, el Euro se rompa. La decisión de iniciar una ruptura podría venir tanto de la izquierda como de la derecha. En cualquier caso, tal decisión se llevará por delante, como pasó en Grecia, las estructuras políticas previas. Una ruptura, de ir mal, podría incluso empeorar las cosas. Qué vaya a ocurrir con la Unión Europea, es cosa que nadie puede siquiera conjeturar.

La propuesta del profesor Guarino es tratar de salvar a Europa –es decir, a la Unión Europea— derogando las ilegítimas regulaciones que ahora la estrangulan. Refundar la Unión conforme a la letra y el espíritu de los Tratados que fueron usurpados en 1999. Esos tratados dejaban firmemente sentada la prioridad del crecimiento económico y del principio de una soberanía democrática tan valedera para países dentro como fuera del Euro. Principios que no tienen la menor aplicación práctica dentro de la actual Eurozona.

¿Es posible reformar el Euro? El caso griego convencerá a muchos de que no. Y si la alternativa son salidas desordenadas e incontroladas precipitadas por países sometidos a tensiones extremas y a convulsiones políticas, entonces tal vez lo sabio sería preparar un nuevo sistema, un sistema que pueda, llegado el momento, substituir el Euro por un esquema multidivisa más flexible pero todavía controlado. Y no se trata de ninguna idea extravagante. Después de todo, el patrón oro que colapsó en 1933 fue substituido en 1944 por un sistema así, concebido en Bretton Woods.

De lo que se trata es de tener el trabajo hecho, antes de la irrupción del caos.

James K. Galbraith es profesor de gobierno y relaciones empresariales en la Escuela Lyndon B. Johnson de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas. Presidente de la Association for Evolutionary Economics, su último libro publicado es "Inequality and Instability", una soberbia investigación empírica y teórica sobre el capitalismo de nuestros días. Está actualmente terminando de escribir un libro intitulado The End of Normal (El final de la normalidad).
Fuente: http://prospect.org/article/future-europe

Traducción para www.sinpermiso.info: Antoni Domènech

martes, 4 de agosto de 2015

YANIS VAROUFAKIS EXMINISTRO DE FINANZAS GRIEGO Y DIPUTADO DE SYRIZA. “El tercer rescate de Grecia está diseñado para fracasar”

El exministro de Finanzas opina que España corre el riesgo de acabar igual que su país


“El despotismo sádico de la ideología dominante”. “La lectura moral de esta crisis”. “El abrazo mortal de la deuda”. Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) recibe a EL PAÍS en su céntrica casa de la capital griega, con su famosa moto aparcada en la esquina. En las distancias cortas, el ya exministro se muestra amable y desenvuelto. Acerca al periodista una taza de café, se sirve otra y al asomar la grabadora demuestra por qué se le considera una de las lenguas más afiladas de la izquierda europea. 45 minutos después, duele dejar fuera de este texto un puñado de frases como las que sirven para arrancar el párrafo.

De su cabeza perfectamente rasurada no dejan de brotar ideas y alguna que otra contradicción. El tercer rescate a Grecia, vaticina, no va a funcionar; “está diseñado para fracasar” y es el punto final a una especie de “golpe de Estado” de los acreedores. Berlín tiene un plan para llevar a la troika hasta París, “el premio gordo”. Y la Europa que atemoriza con la salida de Grecia del euro, sostiene, va camino de convertirse en una idea siniestra, con fuertes dosis de prejuicios morales y un pésimo diagnóstico de la crisis que ha llevado a recetar políticas profundamente equivocadas una y otra vez.

Pregunta. Dejó el ministerio hace poco. ¿Cómo es su día a día?
Respuesta. Los periodistas sospechan que estoy desanimado, pero no entré en política para hacer carrera. Entré para intentar cambiar las cosas. Y hay que pagar un precio por tratar de hacerlo.

P. ¿Cuál es ese precio?
R. El desdén, el profundo odio del establishment. Si uno llega a la política sin querer hacer carrera acaba metiéndose en problemas.

P. ¿Tiene la sensación de haber logrado cambiar las cosas?
R. Por supuesto. ¿Por qué si no ha venido usted a verme? El Gobierno griego fue elegido para negociar duro, con argumentos que no eran aceptables para la eurozona. El mandato de Syriza era claro: conseguir un pacto con Europa con la idea de decirles a los socios que no podían seguir ahogando a Grecia de esa forma inhumana. Los griegos nos lanzamos con una fuerza imparable contra un Eurogrupo con una lógica inamovible e irracional. El resultado ha sido un montón de ruido. Y espero que también algo de luz.

P. En su último libro, Economía sin corbata, le explica la crisis a su hija. Con el tercer rescate, Grecia seguirá bajo tutela de la extroika hasta mediados de siglo; hasta que su hija tenga más o menos su edad. ¿Cómo lleva eso?
R. Se equivoca. No es la antigua troika: la troika ha vuelto.

P. ¿Y qué le parece que los hombres de negro vayan a seguir en Atenas hasta que sus nietos sean adultos?
R. No lo harán. El acuerdo no tiene futuro. Se basa en proseguir con la farsa de la patada hacia adelante: prorrogar la crisis con nuevos préstamos insostenibles, y fingir que eso resuelve el problema.

España y el riesgo de ser como Grecia

C. P., ATENAS
Preguntado por las declaraciones en las que Mariano Rajoy sugiere que otros países pueden tomar la misma deriva que Grecia si ganan peso opciones similares a Syriza, Varoufakis apunta que el país heleno “se ha convertido en una especie de pelota de fútbol para los políticos de derechas, que insisten en asustar con Grecia a la población”.
“Los españoles tienen que mirar su situación económica y social y sobre eso valorar qué es lo que su país necesita independientemente de lo que pase en Grecia o donde sea.
El peligro de convertirse en Grecia siempre sigue ahí y se hará real si siguen repitiéndolos mismos errores que se impusieron en Grecia
”, dice el exministro. “Castigar el orgullo de un país para atemorizar a otros no es la idea de Europa por la que lucharon Felipe González, Valéry Giscard d’Estaing o Helmut Schmidt. Tenenos que recuperar el significado de ser europeo, encontrar maneras para recrear el sueño de combinar prosperidad con democracia”.
Varoufakis no cree que Podemos haya perjudicado a su Gobierno: “Nunca diría que Podemos ha sido un problema para nosotros. Puede haber intensificado el proceso. Pero sin Podemos, Europa habría usado la misma estrategia del miedo”.

P. ¿Qué espera entonces de los próximos meses? ¿Nada bueno?
R. El tercer rescate está diseñado para fracasar. Seamos sinceros: el ministro alemán, Wolfgang Schäuble, nunca estuvo interesado en pactar nada que pueda funcionar. Su plan es rediseñar la eurozona: parte de ese rediseño es echar a Grecia. Creo que está completamente equivocado, pero tiene mucho poder. Una de las falacias de estos días es presentar el pacto entre Atenas y los acreedores como una alternativa al plan de Schäuble. No es así: el acuerdo es parte del plan de Schäuble.

P. ¿Da por seguro el Grexit?
R. Ojalá no sea así. Pero habrá mucho ruido, retrasos, incumplimiento de objetivos, más recesión, problemas políticos. Cuando llegue el momento se verá si Europa quiere o no seguir adelante con el programa de Schäuble.

P. Berlín acaba de sugerir un plan para aplicar las reglas del euro aún con más dureza.
R. Schäuble quiere dejar de lado a la Comisión y crear una especie de autoridad fiscal con capacidad para echar abajo los presupuestos nacionales, incluso en países que no estén bajo programa. Es como poner a todos los socios bajo programa. El plan Schäuble es imponer la troika en todas partes. En Madrid y en Roma. Pero especialmente en París.

P. ¿París?
R. París es el premio gordo, el destino final de la troika. El Grexit se usará para crear el miedo necesario en Madrid, Roma y París.

"El 'plan Schäuble' es imponer la troika en todas partes. Sobre todo, en París"

P. ¿Sacrificar Grecia para cambiar la fisonomía de Europa?
R. Es una demostración: esto es lo que pasa si no os sometéis a la troika. Lo ocurrido en Grecia es un golpe de Estado: la asfixia de un país a través de restricciones de liquidez. En Bruselas nunca hubo interés por ofrecer un pacto mutuamente beneficioso. Las ayudas no llegaban; había que hacer frente a continuos pagos al FMI y al BCE, y al final nos quedamos sin dinero. Luego nos dieron un ultimátum y nos vimos obligados a cerrar los bancos. El resultado es el mismo que haber derrocado a un Gobierno o haberle forzado a derrocarse a sí mismo.

P. ¿En qué lugar queda Europa en ese relato?
R. Nadie puede ser libre si una sola persona está esclavizada: esa es la paradoja de Hegel. España y los demás socios no pueden prosperar, ser libres o cuidar de su soberanía y sus democracias si se impide a otro socio la prosperidad, la soberanía o la democracia.

P. Nadie discute que la austeridad era excesiva ni la necesidad de reestructurar la deuda: se discute su estrategia negociadora.
R. Nada de lo relacionado con la austeridad y el alivio de la deuda era indiscutible en enero: es indiscutible ahora, porque pusimos ese debate sobre la mesa. A todos los que me dicen que hemos fracasado, les diría que hemos logrado abrir un debate no solo sobre Grecia, sino sobre Europa, que vale su peso en oro.

"En Bruselas nunca hubo interés en un pacto mutuamente beneficioso"

P. ¿Le satisface el resultado?
R. El euro estaba mal diseñado, como se vio tras el colapso de Lehman. Desde entonces, Europa vive en estado de negación y ha hecho lo contrario de lo que debía. Un país como Grecia, con apenas el 2% del PIB europeo, eligió a un Gobierno que ha puesto sobre la mesa asuntos cruciales; tras seis meses de lucha hemos perdido la batalla. Pero ganamos la guerra: hemos cambiado el debate.

P. ¿Entonces le basta con eso?
R. Por supuesto. No puedo cuantificar ese resultado; no puedo decirle cuántos miles de millones vale transformar el debate. Pero hay cosas que se miden por su valor, no solo por su precio.

P. Usted tenía un plan B: una moneda paralela dentro del euro. ¿Aún puede activarse?
R. Vamos a separar dos cosas. Había un esquema, denominado plan X, un plan de contingencia para responder a los actos de agresión por parte del BCE, el Eurogrupo y demás instituciones. Y un diseño para un nuevo sistema de pagos a través de la oficina de impuestos. Este sistema se debería haber aplicado de todos modos; debería aplicarse mañana. Pero el plan X ya es historia.

P. Según Tsipras, no había alternativa al pacto. ¿Con el plan B está usted diciendo lo contrario?
R. Desde joven he rechazado esa idea thatcheriana de que no hay alternativa. Siempre la hay.

P. Ha hablado de terrorismo monetario y de tortura fiscal. ¿Esa retórica no fue muy nociva?
R. Esa idea de la tortura fiscal es una descripción exacta de lo sucedido. La idea es que al torturado se le mete la cabeza en el agua; antes de que se asfixie, se le permite respirar para después volver a sumergírsela, y así hasta que confiese. A Grecia se le asfixia con la falta de liquidez. Incluso tras el rescate, los socios han dado solo 7.000 millones, lo justo para pagar al FMI y al BCE: de esa manera el Gobierno sigue bajo absoluto control. En cuanto al terrorismo, el 25 de junio los acreedores nos obsequiaron con una propuesta para cinco meses, a sabiendas de que era imposible cumplir las condiciones. Decidimos someterla a referéndum, y pedimos una extensión del rescate de dos semanas para votar en paz. El Eurogrupo nos negó esa ampliación; nos obligó a cerrar los bancos. En una economía moderna, cerrar los bancos es la peor forma de terrorismo monetario. ¿Qué es el terrorismo, sino perseguir una agenda política mediante el miedo? Eso hicieron: aterrorizar a la gente sobre los efectos de votar no. Si en Bruselas se hubieran abstenido de asustar a los griegos, yo no habría usado esa palabra.

P. ¿Llamar criminal al FMI, como hizo Tsipras, favoreció en algo las condiciones del acuerdo?
R. Seamos precisos: Tsipras habló de un programa de negligencia criminal que impuso a los griegos una crisis monumental, incluida una crisis humanitaria. No subimos el nivel de nuestra retórica hasta final de junio. Hasta ahí fuimos extremadamente corteses, pese a la increíble hostilidad del Eurogrupo. Para entonces, Tsipras había acordado el 90% del programa. ¿Qué hicieron los acreedores? Dar marcha atrás y volver a plantear medidas inaceptables, por ejemplo en el IVA. Ese fue un acto de agresión: ahí hablamos de negligencia criminal.

"Lo ocurrido es un golpe de Estado: la asfixia de un país a través de restricciones de liquidez"

P. Si el acuerdo es tan malo, ¿por qué lo aceptó Tsipras?
R. Eso debe preguntárselo a él.

P. ¿Por qué no consiguió un solo aliado en el Eurogrupo?
R. Esa idea de que el Eurogrupo son 18 contra uno es ilusoria. Hay una pequeña minoría que cree en la austeridad. Hay un grupo mayor de Gobiernos que no creen en la austeridad, pero están obligados a defenderla porque la impusieron. Y todavía un tercer grupo, con Francia, que ni cree en la austeridad ni la practica.

P. ¿Los griegos que votaron a un partido de izquierdas entienden las fotos en Paris Match?
R. Dese un paseo conmigo por las calles y verá. Aun así, me arrepiento de esa sesión fotográfica, por lo demás estéticamente terrible. Puede que no me crea, pero cuando acepté no conocía Paris Match. Cometí el error de aceptar la sesión de fotos. Pido disculpas.

P. Una vez dijo que el legado de Thatcher fue la peligrosa financiarización de la economía y, sobre todo, Tony Blair. ¿Qué legado dejará Angela Merkel?
R. Europa corre el riesgo de convertirse en una jaula de hierro: espero que la canciller Merkel no quiera dejar esa herencia.

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/01/actualidad/1438462320_301878.html

miércoles, 29 de julio de 2015

Por qué he votado primero No y después Sí

Yanis Varufakis
Sin Permiso

Me decidí a participar en política por una razón: para apoyar a Alexis Tsipras en su lucha contra la servidumbre de la deuda. Por su parte, Alexis Tsipras me honró al reclutarme por una razón: una comprensión particular de la crisis basada en el rechazo del dogma de Papakonstantinos; a saber, la idea de que, si hay que elegir entre una quiebra anárquica y unos préstamos tóxicos, estos últimos son siempre preferibles.

Es un dogma que rechacé porque es una amenaza permanente, que ayuda a aplicar políticas que garantizan la quiebra permanente y, finalmente, conducen a la servidumbre de la deuda. La noche del miércoles, se me pidió en el Parlamento que eligiese entre (a) la defensa de dicho dogma votando a favor del documento que nuestros "socios" habían impuesto a Alexis Tsipras en la Cumbre del Euro por medios golpistas y una agresión inimaginable, o (b ) decir "no" a mi Primer Ministro.

El primer ministro nos preguntó: "¿es el chantaje real o un farol?", planteando el dilema horrible que todos teníamos en nuestras conciencias – la suya también. Claramente, el chantaje era real. Esa "realidad" me golpeó por primera vez cuando el 30 de enero J. Dissjenbloem me visitó en mi oficina para presentar el dilema "memorándum o bancos cerrados". Sabíamos desde el principio hasta qué punto serían despiadados los prestamistas. Y sin embargo, decidimos hacer lo que nos seguíamos repitiendo unos a otros durante las largas noches y días en la sede del gobierno: "Vamos a hacer todo lo posible para conseguir un acuerdo viable financieramente. Llegaremos a acuerdos, pero no nos dejaremos chantajear. Solo cederemos lo imprescindible para asegurar un acuerdo dentro de la Eurozona. Sin embargo, si somos derrotados por las políticas catastróficas del memorándum, dimitiremos y cederemos el poder a aquellos que creen en tales medidas; que sean ellos los que las apliquen: nosotros volveremos a las calles".

El primer ministro preguntó el miércoles "¿Hay alguna alternativa?" Creí que sí, que la había. Pero no voy a detenerme en eso ahora. No es el momento apropiado. Lo importante es que la noche del referéndum, el Primer Ministro llegó a la conclusión que no había alternativa.

Y por eso dimití, para facilitar su viaje a Bruselas y que pudiese volver con las mejores condiciones que pudiese conseguir. Pero eso no quiere decir que estuviésemos comprometidos automáticamente con la aplicación de esas medidas, ¡sin importan cuales fueran!

El presidente del Gobierno, en la reunión parlamentaria del miércoles, nos pidió decidir juntos, compartir la responsabilidad. Vale. Pero ¿cómo? Una forma sería actuar, todos juntos, como habíamos dicho una y otra vez que haríamos en caso de derrota. Declararíamos que habíamos sido derrotados, anunciaríamos que en teníamos nuestras manos un acuerdo que consideramos inviable y pediríamos a todos aquellos políticos que creyesen el acuerdo era aún potencialmente viable, independientemente de a que partido perteneciesen, que formasen un gobierno y lo aplicasen.

La otra opción sería hacer lo que el primer ministro sugirió: proteger al primer gobierno de izquierda, aunque fuese aplicando el acuerdo - producto del chantaje - que el propio Primer Ministro consideraba inviable.

Ambos aspectos del dilema eran igualmente despiadados. Como Alexis Tsipras anunció con razón, nadie tiene el derecho a pretender que el dilema tortura más su propia conciencia que la de los demás - ya sea primer ministro o miembro del gobierno. En consecuencia, esto de ninguna manera implica que los que decidieron que el gobierno debía aplicar el acuerdo "inviable" lo hicieran por tener un mayor sentido de la responsabilidad que aquellos de nosotros que defendíamos que debíamos dimitir y dejar la aplicación de las medidas a aquellos políticos que creían que el acuerdo era viable.

Euclides Tsakalotos resumió perfectamente la realidad cuando se dirigió al Parlamento; dijo que aquellos que creían que el gobierno de Syriza no debía cargar con la tarea de hacer cumplir este acuerdo tenían argumentos tan fuertes como los que creían que el gobierno de Syriza está moralmente obligado ante la gente a aplicar este mal acuerdo para evitar una quiebra caótica.

Ninguno de nosotros es más "anti-memorándum", pero tampoco más "responsable". Simplemente, cuando te encuentras ante semejante encrucijada, bajo la presión de una alianza poco santa de potencias internacionales, es aceptable que unos compañeros elijan una opción y otros la contraria. En estas circunstancias, sería criminal que unos calificasen a los otros de "vendidos" y los otros a los primeros de "irresponsables".

Ahora, en medio de estas disputas de fondo, la unidad de Syriza y la gente que creyó en nosotros, que le otorgaron el 61,5% en el referéndum, la unidad es la prioridad. Y la única manera de asegurar esto es comprender los argumentos de cada uno, teniendo en cuenta como un axioma que el lado contrario se mueve por intenciones que son igual de buenas, responsables y revolucionarias que las nuestras.

Dicho esto, la razón por la que he votado "NO" el miércoles pasado es simple: deberíamos haber entregado el poder, como habíamos dicho que haríamos, a quienes pueden mirar en los ojos a la gente y decir lo que nosotros no podemos: "El acuerdo es duro, pero se puede cumplir de tal manera que haya espacio para la esperanza de que podemos recuperarnos y superar la catástrofe humanitaria".

El gobierno de la izquierda no puede prometer a Europa lo que sabe que no puede conseguir. El activo fundamental que el gobierno de Syriza necesita proteger es la promesa que repetidamente hemos hecho en nuestras visitas a las capitales europeas: a diferencia de los otros, no prometemos lo que no podemos cumplir (por ejemplo, un cierto superávit primario). Por otra parte, el gobierno de la izquierda no tiene derecho a saquear más a las víctimas de una crisis que dura ya más de cinco año sin ser capaz, por lo menos, de responder afirmativamente a la pregunta: "¿Por lo menos se han recuperado de las políticas recesivas? "

Muchos de mis colegas preguntan: "¿No es mejor que seamos nosotros quienes gobernemos? Nosotros, que nos preocupamos por la gente y queremos luchar contra la corrupción y la oligarquía". Sí, es mejor. Pero, ¿qué instrumentos tenemos para ello? La decisión de la Cumbre del Euro consagra y amplia la completa falta de control social sobre los bancos, mientras que la sociedad deberá pagar más entre10 y 25 mil millones de deuda para apoyarlos.

Y para empeorar las cosas, la creación de un súper-HRADF (Fondo de Desarrollo de Activos de la República Helénica) que tomará el control total de todos los activos públicos, privando a la República Helénica de todos los beneficios de gestión. Y ¿cómo vamos a controlar la austeridad cuando la troika, con todos los datos de la ELSTAT (Autoridad Helénica de Estadística) -cuyo control cedimos de este miércoles- decida unilateralmente cual debe ser el superávit primario?

Y cuando la dura realidad de los resultados de esta nueva austeridad aflijan a la sociedad, cuando los jóvenes y los viejos, por igual, salgan a las calles o se queden en casa pudriéndose de desesperación ante esas medidas, esa gente - las personas en cuyo nombre hemos hablado hasta ahora- ¿quién las representará políticamente? ¿El mismo partido que planteó esas mismas medidas ante el Parlamento? Las medidas que los ministros bienintencionados se ven obligados a defender ante el parlamento y los medios de comunicación, mientras son ridiculizados por la oposición anti- memorándum?

Me preguntan: "Pero ¿no están ayudando a los planes de Schauble cuando votan contra el acuerdo?". Y yo respondo con otra pregunta: "¿Está seguro de que el acuerdo a estas medidas no es parte del plan de Schauble?"

Observe lo siguiente:

El último informe del FMI que calcula que la deuda supone más del 200% del PIB, lo que en esencia prohíbe al FMI conceder nuevos préstamos.
La petición del ESM, bajo la batuta de Schauble, de que haya nuevos préstamos del FMI a Grecia. Un gobierno griego que aplica reformas en las que no cree, pero que además considera abiertamente resultado de chantaje.
Un gobierno alemán que hace aprobar al Bundestag un acuerdo para Grecia, a cuyo gobierno considera de entrada indigno de confianza y fracasado.

¿No considera, querido lector, que estos hechos son poderosos aliados de Schauble? ¿Hay realmente otra forma más seguro para el país sea excluido de la zona euro que este acuerdo inviable que otorga tiempo y razones al ministro alemán de finanzas para planificar el Grexit que tanto desea?

Basta ya de argumentos. Mi conciencia me hizo votar en contra del actual acuerdo, creyendo, como todavía creo, que el dogma de Papakonstantinos debe ser rechazado. Por otra parte, respeto totalmente mis colegas que opinan lo contrario. Ni soy el más revolucionario / ético, ni ellos los más responsables. Hoy se nos juzga por nuestra capacidad para proteger con todas nuestras fuerzas nuestra unidad, el compañerismo y el colectivo, manteniendo nuestro derecho a divergir.

Para concluir, permítaseme señalar un matiz filosófico del dilema que grava la conciencia de cada uno de nosotros; ¿Cuándo está más allá del utilitarismo la idea de que ciertas cosas no se deben hacer en nuestro nombre? ¿Ha llegado ese momento?

No hay respuestas correctas. Sólo la intención honesta de respetar las respuestas de nuestros compañeros, incluso si no están de acuerdo con la nuestra.

¿Por qué he votado “SI” esta noche?
En la decisión del Eurogrupo de 20 de febrero conseguimos que la palabra Memorándum (MoU) no apareciese en ninguna parte.

En su lugar, como requisito previo para la evaluación positiva de nuestro progreso, hay una lista de reformas, que debíamos preparar y proponer en los próximos tres días. La lista sería inmediatamente aceptada por las "instituciones".

De hecho, el 23 de febrero, la lista fue presentada con mi firma. Durante el fin de semana del 20 al 23 de febrero se trabajó febrilmente. Naturalmente, estábamos en contacto permanente con los representantes de las instituciones con el fin de garantizar que no se plantearía ningún problema, y que nuestra propuesta sería apoyada por ellas en la teleconferencia del Eurogrupo del 24 de febrero que, a su vez, la aprobó.

La lista definitiva, que envié a las instituciones a altas horas de la noche el 23 de febrero, incluia nuestra prioridades (por ejemplo, superación de la crisis humanitaria, la reintroducción de la negociación colectiva, cambio de la política de gestión de los bienes públicos, no reducción de las pensiones complementarias, etc.). También incluyó algunas de sus exigencias.

Había acordado incluir algunas de sus exigencias en un quid pro quo para la inclusión de nuestros principales objetivos. Las exigencias que habíamos aceptado son las que se someten hoy a votación del Parlamento griego: a) reformas en el Código Civil (CC), y b) la inclusión del mandato de la UE 2014/59 relativo a la "consolidación" de los bancos y otras entidades de crédito (BRRD).

Incluso entonces, sabía que las reformas en el CC estaban llenas de amenazas para los derechos humanos de las partes más débiles en la quiebra de las empresas u hogares. Por otra parte, lo mejor que se puede decir de las relativas a las BRRD es que son puro aire, ya que se supone que debía ofrecer garantías legales a los depósitos bancarios sin haber obtenido ningún tipo de financiación para el fondo que debía garantizarlos. Además de saber todo eso, calculé que en un acuerdo honesto, para garantizar nuestras "líneas rojas" (por ejemplo, que los superávit primarios fuesen entre el 1% y el 1,5% como máximo, que se protegiesen los derechos laborales y un IVA bajo), las reformas del CC y las BRRD supondrían una pequeña concesión. Esa es la razón por la cual incluí esas exigencias en nuestra lista.

Hoy, obviamente, las cosas son completamente diferentes.
Hoy nuestra lista de reformas, dentro de los límites de un acuerdo honesto, no existe.

Hoy la única lista es la que la Troika ha impuesto en su totalidad.

Hoy estamos ante las secuelas de un golpe humillante en lugar de un acuerdo honesto.

En febrero sacrificamos las reformas del CC y las BRRD con el fin de obtener concesiones importantes.

Ahora estamos regalando las reformas del CC y las BRRD y nos exigirán reformas aún más venenosas en unas cuantas semanas.

Por otra parte, en el documento que envié a las instituciones, estaba simplemente aceptando la responsabilidad de un "nuevo Código Civil" y no desde luego el que dictasen ellos. Tampoco imaginé nunca que nuestro gobierno (bajo la supervisión de la Troika) aceptaría someter todos esos cambios al Parlamento bajo la etiqueta de "urgentes", lo que constriñe todos los debates y niega la función del Parlamento.

El miércoles pasado no tuve más remedio que votar con un NO atronador. El mío se situó junto al NO que el 61,5% de nuestros compatriotas emitió para evitar una capitulación a la infame TINA (no hay alternativa). Me he negado a ello los últimos 35 años en los 4 continentes donde he vivido. Hoy en día, esta noche, esas dos medidas, que yo mismo había propuesto en febrero, se presentan ante el Parlamento griego de una manera que nunca había imaginado; de una manera que no honran al gobierno de Syriza.

Mi desacuerdo con la forma en que se han conducido las negociaciones después del referéndum es de fondo. Y, sin embargo, mi objetivo principal es proteger la unidad de Syriza, apoyar a A. Tsipras, y a E. Takalotos. Ya he explicado todo lo que había que explicar antes. En consecuencia, hoy voy a votar SÍ, a las dos medidas que yo mismo había propuesto, aunque en condiciones y con requisitos radicalmente diferentes.

Desafortunadamente, estoy seguro que mi voto no será de ninguna ayuda al gobierno para alcanzar nuestros objetivos comunes. Y es porque las "acciones previas" de la Cumbre del Euro fueron diseñadas para fracasar. Sin embargo, formularé mi voto con la esperanza de que mis compañeros ganen un poco de tiempo y que nosotros, todos nosotros, unidos, planearemos una nueva resistencia a la autocracia, la misantropía y la (impulsada) aceleración y profundización de la crisis.

(I) Esta mañana, cuando participé en el Comité de Finanzas del Parlamento, me cercioré de que ningún colega mío, ni siquiera el ministro de Justicia, estaba de acuerdo con el nuevo código civil. Fue un triste espectáculo.

Yanis Varufakis, exministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Fue recientemente profesor invitado en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.
Traducción para www.sinpermiso.info : Gustavo Buster
Textos originales en inglés aquí y aquí.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=8195

Refugiados: los criminales de Estado no pueden resolver el crimen. La tapadera del humanitarismo.

Luz Gómez
Eldiario.es

La crisis de los refugiados que vive Europa ha puesto al descubierto dos falacias: la del humanitarismo y la de la propia Europa. El humanitarismo, convertido en un mal menor, se ha adueñado de la política de asilo europea hasta el punto de ser ya un objetivo en sí mismo, sin relación alguna con la resolución del conflicto que lo hizo necesario. No es nada nuevo, si bien los últimos acontecimientos evidencian sin tapujos esta deriva. Así, el adjetivo “humanitario” ha acabado por neutralizar a todos los sustantivos imaginables, por muy contradictorios que pudieran parecer: guerra, ayuda, corredor, ataque, control, crisis, administración, labor, drama, asistencia, campamento, llamamiento, derecho... hasta de “banco humanitario” se habla. Pero solo cuando los refugiados han llegado al corazón de Europa perforando sus fronteras y la han puesto ante el espejo de sus vergüenzas, la comunidad internacional, otra entelequia como el humanitarismo, ha empezado a preocuparse por esta “crisis humanitaria sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial”.

Hace tres años que se suceden las llamadas de auxilio de las agencias para los refugiados de Líbano, Jordania y Turquía, los países limítrofes con Siria e Irak que vienen soportando el grueso del éxodo masivo de civiles (cerca de 4 millones según las estimaciones de Naciones Unidas). El 85% de estos refugiados se reparte entre estos tres países. No nos engañemos: que 200.000 refugiados (también son cálculos de Naciones Unidas) puedan conseguir abrir una brecha en la fortaleza europea no es nada en comparación con estas otras cifras, por más que los líderes de una Europa en extinción mercadeen con las cuotas de acogida.

Los refugiados que ahora llegan son mayoritariamente jóvenes, mujeres y hombres, que han logrado ir atravesando fronteras en periplos que cuestan entre 3.000 y 10.000 euros. Los gobernantes europeos saben lo que esto supone en términos de “clase social”, expresión tabú, si bien no esconden su cinismo; al contrario, es un cinismo que sirve para ganar votos: “¡Qué buena mano de obra la siria, tan bien cualificada para las industrias alemana y holandesa!”; “¡Qué bien que el número de cristianos calme los fantasmas otomanos de Hungría y Eslovaquia!”. Mientras, en Siria se acelera el ritmo del desplazamiento interno de la población (ya casi la mitad de sus 23 millones de personas) y la inmensa mayoría de los que están refugiados continúa en condiciones infrahumanas en los campamentos turcos, jordanos y libaneses. Y así pasarán otro invierno, pues los gobiernos europeos siguen discutiendo qué hacer aquí, para no hacer nada allí. Y con ello calmarán su conciencia humanitaria, al menos de momento.

El cinismo se agrava a la hora de repartir responsabilidades. El discurso bienpensante ya ha encontrado la causa de la avalancha inesperada en Europa: el avance del ISIS en Siria e Irak. Es un argumento útil en muchos sentidos, por más que las cifras revelen, otra vez, una realidad distinta: entre enero y julio han sido asesinados en Siria 2.209 niños, de ellos el 82% por ataques de las fuerzas de Al-Asad, y el 5,2% por los del ISIS y el Frente Al-Nusra; es más, el 90% de los civiles sirios heridos se debe a ataques del régimen. Aunque hace apenas un año que Abu Bakr Al-Bagdadi apareció en la mezquita de Mósul proclamando su califato, el Estado Islámico hace meses que es el protagonista absoluto de la guerra en Oriente Medio, con sus secuelas en Europa. Con ello Al-Asad se ha convertido en el criminal indispensable para resolver su crimen: la coalición que nunca se formó para luchar contra su régimen se ha aliado con él contra el nuevo enemigo común, el ISIS. La incapacidad de la política y la diplomacia europeas ha encontrado en las barbaridades del ISIS una gran excusa para justificar lo injustificable.

Con el argumento de la prioridad de la lucha contra el yihadismo, los gobiernos occidentales se apresuran estos días a reciclar el régimen de Al-Asad. Staffan de Mistura, el enviado especial de Naciones Unidas para Siria, expresó bien claro ya en febrero que “ el presidente Al-Asad es parte de la solución”. Lo hizo con matizaciones como que no es “amigo” o “socio” sino una necesidad ante lo perentorio de la lucha contra el ISIS. Fue la señal de que se abría un nuevo tiempo, y desde entonces esta consigna ha venido marcando la hoja de ruta de los líderes europeos, con altisonantes desmentidos y retruécanos varios. Pero Mistura se reafirmó a primeros de septiembre en su encuentro en Beirut con el viceministro iraní de Exteriores, Husein Amir Abdolahian. Aquí en España el vocero de esta tesis ha sido el ministro de Exteriores García-Margallo, quien en su reciente viaje oficial a Teherán ha manifestado que “ ha llegado el momento de entablar negociaciones con el régimen de Al-Asad”. Irán, parte necesaria de la solución, sabe que no habrá presiones mientras el Congreso de EEUU no apruebe el acuerdo nuclear, a finales de año. Para 2016 una distribución de fuerzas distinta estará consolidada.

En el otro bando, el que la Unión Europea quiere ignorar a la hora de buscar culpables, Arabia Saudí y los países del Golfo saben igualmente que nadie va a poner trabas a sus designios contrarrevolucionarios, si es que hubiera alguien dispuesto, mientras no se aclare “el expediente iraní”. Lo mismo que saben que toda solución en Oriente Medio pasa por sus manos. En Yemen, vecino siempre díscolo y en el que la revuelta iniciada en 2011 había alumbrado una peculiar transversalidad social, los saudíes están jugando nuevas bazas al estilo de las de Siria, a golpe de yihadismo y talonario: en 2014, Arabia Saudí superó a la India como primer importador mundial de armas, y se prevé que en 2015 pague uno de cada siete dólares que la industria mundial exporte. Los yemeníes están pagando muy cara la recomposición geoestratégica en marcha: según estimaciones de Naciones Unidas, el 80% de la población precisa asistencia alimentaria. Es la misma ONU que acaba de llamar a Arabia Saudí “el Reino Humanitario” por su disposición a financiar la ayuda a los desplazados internos yemeníes, fruto de la agresión militar liderada ¡por la misma Arabia Saudí! En estos meses de guerra, Yemen se ha convertido en un país igual de devastado que Siria. Yemen queda lejos, no será fácil que los refugiados lleguen al Mediterráneo de momento, pero puede dar idea de la desesperación reinante el que Somalia y Yibuti, dos de los países más pobres del mundo, sean los principales lugares de acogida de los 60.000 yemeníes que ya han abandonado el país.

La crisis de los refugiados ha devuelto el protagonismo a la política común europea, aunque seguramente sea para enterrarla. Porque mientras solo sirva para idear soluciones caseras sobre reparto y gestión de cupos o sobre el desafío yihadista, los criminales seguirán sabiéndose necesarios, y actuarán en consecuencia. A Europa le convendría asumir que mientras en el Sur no haya eso que llama “estabilidad”, en el Norte cada vez habrá menos.

Fuente: http://www.eldiario.es/contrapoder/refugiados-humanitarismo-crimenes_de_guerra_6_431216900.HTML

viernes, 17 de julio de 2015

Inverosímil. En resumen: ¿lo de Tsipras ha sido un accidente o un ajuste de cuentas?

Un coche negro entra como un rayo en la plaza de Sintagma, aminora la velocidad, se abre una puerta y un fardo es arrojado fuera. Cuando el automóvil desaparece, la gente se acerca al bulto, que resulta ser un hombre con la cara hinchada a golpes y la nariz rota. Los párpados abultan como pelotas de tenis y los labios parecen una masa informe de carne picada entre la que brillan fragmentos de lo que debió de ser la dentadura. No es difícil suponer, por el silbido que a modo de respiración escapa del agujero donde estaba la boca, que tiene tres o cuatro costillas clavadas en los pulmones. El resto de su cuerpo no está mejor: una de las piernas aparece extrañamente retorcida y le falta un zapato. Es Alexis Tsipras, el mensajero que los griegos enviaron a Europa para renegociar su deuda. He aquí nuestra respuesta, parecen responder los acreedores.

Debe de haber en todo este asunto aspectos que se nos escapan.

Si razonamos desde lo que sabemos, o creemos saber, los hechos resultan completamente inverosímiles. Veamos: la UE propone a Grecia una solución imposible. Tsipras convoca un referéndum y vuelve a Bruselas con un mensaje claro de su pueblo. A los dos días, inexplicablemente, firma un acuerdo peor que el que aconsejó la convocatoria de la consulta y regresa a casa humillado, escupido, zarandeado y con muestras de desvarío mental. Al mismo tiempo, nos enteramos de que quienes venían prestando a Grecia el dinero que ahora le reclaman y que consintieron su ingreso en el euro sabían que se trataba de un país sin Hacienda, sin Tesoro, sin catastro y sin instituciones públicas en general, además de corrupto. ¿Por qué hacíamos negocios con él? En resumen: ¿lo de Tsipras ha sido un accidente o un ajuste de cuentas?
Juan José Millás, El País.

domingo, 5 de julio de 2015

Obligar a Grecia a ceder. La UE quiere que Tsipras caiga para que no haya un Gobierno contrario a sus políticas

Las rencillas actuales en Europa pueden parecer el desenlace inevitable del amargo enfrentamiento entre Grecia y sus acreedores. En realidad, los dirigentes europeos están empezando a mostrar verdaderamente por qué se pelean: por el poder y la democracia, mucho más que por el dinero y la economía. Los resultados económicos del programa que la troika impuso a Grecia hace cinco años han sido terribles, con un descenso del 25% del PIB nacional. La tasa de desempleo juvenil alcanza ya el 60%. No se me ocurre ninguna otra depresión en la historia que haya sido tan deliberada y haya tenido consecuencias tan catastróficas.

Sorprende que la troika se niegue a asumir la responsabilidad de todo eso y no reconozca que sus previsiones y modelos estaban equivocados. Pero todavía sorprende ver más que los líderes europeos no han aprendido nada. La troika sigue exigiendo a Grecia que alcance un superávit presupuestario primario del 3,5% del PIB en 2018. Economistas de todo el mundo han dicho que ese objetivo es punitivo, porque los esfuerzos para lograrlo producirán sin remedio una crisis aún más profunda. Es más, aunque se reestructure la deuda griega hasta extremos inimaginables, el país seguirá sumido en la depresión si sus ciudadanos votan a favor de las propuestas de la troika en el referéndum convocado para este fin de semana.

En la tarea de transformar un déficit primario inmenso en un superávit, pocos países han conseguido tanto como Grecia en estos últimos cinco años. Y aunque los sacrificios han sido inmensos, la última oferta del Gobierno era un gran paso hacia el cumplimiento de las demandas de los acreedores. Hay que aclarar que casi nada de la enorme cantidad de dinero prestada a Grecia ha ido a parar allí. Ha servido para pagar a los acreedores privados, incluidos los bancos alemanes y franceses. Grecia no ha recibido más que una miseria, y se ha sacrificado para proteger los sistemas bancarios de esos países. El FMI y los demás acreedores no necesitan el dinero que reclaman. En circunstancias normales, lo más probable es que volvieran a prestar ese dinero recibido a Grecia.

Pero repito que lo importante no es el dinero, sino obligar a Grecia a ceder y aceptar lo inaceptable: no solo las medidas de austeridad, sino otras políticas regresivas y punitivas. ¿Por qué hace eso Europa? ¿Por qué los líderes de la UE se oponen al referéndum y se niegan a prorrogar unos días el plazo para que Grecia pague al FMI? ¿Acaso la base de Europa no es la democracia?

En enero, los griegos eligieron un Gobierno que se compremetió a terminar con la austeridad. Si Tsipras se limitara a cumplir sus promesas, ya habría rechazado la propuesta. Pero quería dar a los griegos la posibilidad de opinar sobre una cuestión tan crucial para el futuro bienestar del país. Esa preocupación por la legitimidad popular es incompatible con la política de la eurozona, que nunca ha sido un proyecto muy democrático. Los Gobiernos miembros no pidieron permiso a sus ciudadanos para entregar su soberanía monetaria al BCE; solo lo hizo Suecia, y los suecos dijeron no. Comprendieron que, si la política monetaria estaba en manos de un banco central obsesionado con la inflación, el desempleo aumentaría.

Esa preocupación por la legitimidad popular es incompatible con la política de la eurozona, que nunca ha sido un proyecto muy democrático

Lo que estamos presenciando ahora es la antítesis de la democracia. Muchos dirigentes europeos desean que caiga el gabinete de izquierdas de Alexis Tsipras, porque resulta muy incómodo que en Grecia haya un Gobierno contrario a las políticas que han contribuido al aumento de las desigualdades en los países avanzados y decidido a controlar el poder de la riqueza. Y creen que pueden acabar con él obligándole a aceptar un acuerdo contradictorio con su mandato.

Es difícil aconsejar a los griegos qué votar. Ninguna alternativa será fácil, y ambas son arriesgadas. Un sí significaría una depresión casi interminable. Quizá un país agotado y empobrecido pueda obtener, por fin, el perdón de la deuda; quizá entonces pueda recibir ayuda del Banco Mundial, en esta década o la siguiente. En cambio, el no podría permitir que Grecia, con su sólida tradición democrática, se haga cargo de su destino. Entonces los griegos podrían tener la oportunidad de construir un futuro, aunque no tan próspero como el pasado, sí mucho más esperanzador que el inadmisible tormento actual.

Yo sé lo que yo votaría.

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia.

viernes, 19 de junio de 2015

En tren por Europa. Trenes en 30 países a precios reducidos, 500.000 usuarios anuales y pases para los ferris de las islas griegas. De Lisboa a Atenas, un viaje en Interrail en ocho estaciones

En 1972, el tren abría los vagones a los jóvenes europeos por un precio irrisorio. El billete de Interrail invitaba a los menores de 21 años a romper fronteras. El viaje les hacía aprender y madurar. Les obligaba a buscarse la vida. Ria Anyca salió de Bélgica por primera vez en 1978. Tenía 19 años y se había sacado el pasaje. Dejaba atrás Oostnieuwkerke, su pueblo de 3.000 habitantes. “Abrió mi mente y me enseñó que había más”. Su objetivo era Atenas. Al hablar de sus aventuras todavía le brillan los ojos. Cuarenta años después vuelve a montarse un viaje con Interrail. Su origen es esta vez Lisboa. El destino es el mismo: regresa a Grecia, donde conserva amigos. Tres mil kilómetros y seis países en siete días.

Ria Anyca es solo uno de los 500.000 pasajeros de todo el mundo que anualmente sacan un billete Interrail. Pero su experiencia ha cambiado: “Dormíamos en la playa, cocinábamos en el tren y los agentes de aduanas [que hoy no existen] entraban para echarnos de debajo de los asientos y de los compartimientos de maletas”, recuerda en el vagón en el que emprendemos viaje en su compañía.

Salida: Lisboa
Tren nocturno a Madrid
El viaje comienza en el tren nocturno de Lisboa a Madrid. Diez horas de litera. Atenas queda lejos. Pero la belga Ria Anyca está acostumbrada. Hace cuatro décadas se convirtió en una adicta al viaje. Desde entonces no ha parado. Ha pasado dos años en África. Y ahora está descubriendo el suroeste europeo, una zona en la que el billete Interrail no ha calado tanto como en el norte y el este (donde están las ciudades más visitadas, empezando por Berlín).

¿Por qué no triunfa Interrail en estos países con tradición turística? España, Italia y Francia obligan a reservar el billete de tren con antelación, lo que supone un suplemento que se queda la ferroviaria nacional. Estos extras son la principal queja de los viajeros. “Es un problema, pero son estructuras de cada país que no podemos cambiar”, apunta Silvia Görlach, directora de marketing de Interrail. Una quinta parte de los billetes se vende en Reino Unido, y una octava parte en Alemania. “En Alemania hay más rutas”, subraya Görlach. La experiencia de Anyca al atravesar España es un ejemplo. El tren nocturno, que incluye un suplemento de hasta 55 euros y pasa por Salamanca, es la mejor opción. La ruta alternativa, más barata, le hubiera hecho pasar un día en el vagón y desviarse por Ourense y Zamora.

De Madrid a Montpellier
Con hoteles y maleta
El argentino Alejandro Pintor.
"Amo Europa”. El argentino Alejandro Pintor (en la foto) tiene 55 años y comienza su tercer Interrail. Posiblemente conozca el continente mejor que muchos europeos. Ha recorrido España, Francia, Alemania, Suiza e Italia de punta a punta, aunque su experiencia ha cambiado. “En 2009 no reservaba y no tuve problemas. Iba a albergues y en las ciudades compartía habitación con 20. Nos movíamos siempre en metro. A veces sin pagar”. Hoy viaja con su mujer en primera clase, con hoteles reservados y maleta. Al salir de la estación, llaman a un taxi. Tiene una queja: “Tuvimos que hacer una hora de cola en la estación de Atocha para pagar un suplemento de 60 euros”.

Alejandro Pintor no ha logrado transmitirle el gusto por la improvisación de Interrail a su mujer. “Es muy estructurada”, comenta. Nada más llegar a Madrid fueron directos a Correos. Querían devolver a Buenos Aires seis pares de zapatos que ella había traído en la maleta. Lo cuenta en el vagón-cafetería del AVE. Su aventura acabará en un crucero y, de allí, vuelta a Madrid. “A Estados Unidos fui solo una vez. Francia ya la he visitado cinco”.

Camino a Niza
Una pareja en plena forma
Montpellier es joven. Más de la mitad de los habitantes de esta ciudad universitaria francesa tiene menos de 35 años. Para los más jóvenes, Niza, nuestra siguiente parada, a 300 kilómetros, no tiene tantos atractivos, pero ofrece su calidad de refinado enclave mediterráneo, con sus playas ideales para un público de cualquier edad, y especialmente los mayores. Interrail quiere cuidar a este segmento. Jim y Maggie Rice, británicos de 66 y 65 años y jubilados, han viajado a Niza desde Berlín —donde se encontraron con una huelga de trenes— y han pasado por Ámsterdam, Florencia y Roma.

“Debes estar en forma”, exclama Maggie, acostumbrada a darse prisa en las estaciones. En avión, ya conocían buena parte de Europa. Era el momento de ver los paisajes por la ventana del vagón. “No quiero llevar mucho equipaje, así que he tenido hasta que lavar ropa interior en el lavabo del hotel”, dice entre risas. Pese a su edad, se han unido a las estrategias del comprador joven. Los hoteles los eligen por el buscador de Booking.com. “Gastamos con cabeza en hoteles sencillos”.

Cruzando la frontera hacia Génova
Luna de miel sobre raíles
Para los viajeros no europeos, que suponen la mitad de los usuarios, existe la tarjeta Eurrail, que les da la oportunidad de lograr los descuentos de Interrail. Los que más lo aprovechan son los estadounidenses, que suponen el 30% del mercado, seguidos por Corea del Sur (con un 16%). Entre los latinoamericanos destaca México (en séptimo lugar, con un 3%), seguido por Brasil.

Isaac Lawrence y Kelly Ahrens, de 28 y 26 años y procedentes de Vermont (Estados Unidos), se acaban de casar y están estresados. Corren de tren en tren por Italia para que los retrasos no desbaraten su luna de miel, que intercalan con vuelos y trayectos en coches de alquiler. “Hemos pagado 100 dólares en suplementos“, se lamentan mientras dejamos atrás Mónaco, surcando tres países en 10 minutos. Una semana después, se quedan con lo bueno: “Nos gustaría tener este transporte público en Estados Unidos”.

Si tuvieran hijos, podrían repetir la aventura con ellos sin gastos extra por los billetes, ya que desde enero los menores de 11 años viajan gratis. Interrail reúne historias de lo más diversas. A unos pasos de distancia, un pasajero con traje trabaja con su teléfono. Paliwal Rakesh es indio y utiliza este método desde hace 10 años para una insospechada tarea: importar muebles a Europa. Su Interrail es de primera clase, categoría que pueden disfrutar también, desde el año pasado, los menores de 26 años.

De Génova a Bolonia
Madre e hija felices en el vagón
“No me gusta volar. Te limita la experiencia del viaje”. Lizzy Kitchnere, de 19 años, está en su año sabático tras los estudios de secundaria, cuando los británicos deciden hacer Interrail por un módico precio. Ha pasado un mes en Francia y su madre, Caroline Haughton, de 48, se ha subido al tren para unirse al final del recorrido. Lizzy lleva viajados 20 días y tras pasar una semana en España, entre Barcelona y Madrid, el último tramo de su viaje pasa por Trento, Génova, Bolonia y Venecia. “En tren ves más, es bueno para el medioambiente y te deja en el centro de las ciudades”, dice. Su viaje favorito la llevó a un escenario muy distinto, a los países escandinavos. Al elegir unas vistas desde la ventana no tiene duda: le enamoró la nieve de Kiruna, más allá del círculo polar.

Tiene una queja: el túnel Eurostar que conecta Reino Unido y Francia no está en el pasaje y cuesta 60 euros. Las colas para reservar tampoco le agradan. En Madrid fueron un día antes y tenían a 50 personas delante. “El final de un largo día es estresante, pero no he pensado en ningún momento en abandonar la aventura”.

Reunión en Ancona
La fiesta del ferri
Todos llevan grandes mochilas. En un hostal de Ancona (en la costa adriática italiana), una decena de jóvenes de todo el mundo se han reunido con un propósito común. Semanas antes les había llegado un misterioso e-mail: “Has sido invitado a la fiesta en ferri del comienzo de verano de Interrail”. “Pensábamos que nos engañaban”, bromean dos amigas de Querétaro (México).

El ferri es parte del reciente atractivo de Interrail. Por mar se viaja de España a Italia, los Balcanes y Turquía. A ello se une el recién estrenado pase Attica, un billete especial para recorrer las islas griegas, que incluye atraques en cuatro de ellas por 156 euros más para jóvenes y 240 para adultos.

Una de las principales preocupaciones para los jóvenes trotamundos de Interrail es la conexión wifi. “Buscamos McDonald’s y Starbucks”, comentan en la reunión improvisada las neozelandesas Jessica Crowder y Aimee Wadsworth (en la foto). Estas amigas de 22 años decidieron darse un fin de fiesta por todo lo alto tras trabajar en el Reino Unido: Londres, París, Múnich, Barcelona y Venecia.

Como están invitados, todos duermen en camarote, pero a lo largo del ferri se acumulan decenas de otros jóvenes con sus mochilas apiladas en estribor. En las mesas, juegan una partida de cartas mientras hacen tiempo para sobrellevar las 26 horas que tardan en llegar a Grecia desde el puerto de Ancona. Después de la fiesta, sacan el saco de dormir y se van colocando en las escaleras, protegidos del frío mediterráneo dispuestos a descansar lo que puedan.

Última parada: Atenas
Acrópolis a la vista
Los británicos Tom y James.
Fin de fiesta en el ferri camino de Atenas. La británica Sarah Simonsen y el australiano Harry Saunders, ambos de 23 años y parte del grupo de nuevos amigos, bailan acaramelados horas después de conocerse, mientras que los británicos Tom y James (en la foto), de 19, sacan a bailar a todas las chicas que se prestan. James se despedía de su novia días antes en Trento. Y sobre su amigo Tom bromea: “Nos separamos una semana, ya no nos podíamos ni ver”. Tom aprovechó para conocer Cracovia.

“El Interrail se me acabó ayer. Ahora no tengo plan”, comenta Harry Saunders, que tras tomarse nueve meses libres en el trabajo tiene pensado recorrer Europa del Este, una zona en auge para los viajeros en tren, aunque no comprará el billete Interrail. “Es más barato por libre. En Rumania tenía que pagar lo mismo por los suplementos que por un tren normal”.

Dos días después, la nueva pareja británico-australiana paseaba de la mano comiendo pizza por una calle de Atenas camino de la Acrópolis. Tom y James acabaron compartiendo alojamiento con dos amigos del ferri (no ligaron). La veterana Ria Anyca también había llegado a la ciudad. “Sigue siendo Grecia. Pese a la crisis, las calles se ven igual de animadas”.

Siete claves
¿Dónde se compra el billete?
A través de es.interrail.eu o en una de la treintena de líneas ferroviarias inscritas. En España, en Renfe. El billete tarda cinco días laborables en llegar.

¿Y si no soy europeo?
Existe Eurrail, un billete con otros precios pero con condiciones similares.

¿Cuánto cuesta?
Los precios oscilan dependiendo de la edad, los días de viaje y la clase. En segunda clase, un joven puede pagar entre 192 euros (cinco días de viaje en 10 días) y 461 (un mes continuo). Adultos y jubilados pagan más. El pase más caro para un solo país (ocho días de viaje en un mes) cuesta 313 euros.

¿Durante cuánto tiempo puedo viajar?
Como con los precios, hay distintas opciones. Está el pase continuo y el flexible. Con el primero se puede viajar 15 días seguidos, 22 y un mes, y con el segundo cinco días durante 10 del calendario o 10 en 22. También se puede alargar a dos meses.

¿A cuántos países puedo viajar? 
Desde que se unió Turquía, Interrail global incluye 30 países en tren y barco. La última adición son las islas griegas.

¿Cuáles son los trayectos favoritos?
Berlín-Praga, Hamburgo-Copenhague, Praga-Viena, Budapest-Viena y Ámsterdam-Róterdam son los primeros. Les sigue Niza-Ventimiglia, única línea en el sur de Europa entre las 10 más frecuentes.

¿Y las ciudades más visitadas? 
Berlín, Praga, Copenhague, Viena y Ámsterdam.

Diez consejos

Planear con antelación. Dibuja la ruta en el mapa y busca en Internet alojamientos y trenes baratos.
Cuidado con las reservas. El hecho de tener que reservar antes en España, Francia o Italia, así como en trenes nocturnos o de alta velocidad, puede conllevar gastos adicionales.
Wifi y enchufes. La mayoría de los trenes no incluye wifi, así que hay que aprovechar la conexión gratis de las ciudades. Dar con enchufes para todos será otra pelea en el vagón. Incluso en primera clase.
Poco equipaje. Aunque no hay tantas limitaciones como en avión, no puedes ir sobrecargado durante un mes.
La ropa justa, y, si no hay suficiente, tirar de lavanderías en las ciudades.
La aplicación y el mapa. La app de Interrail, junto al mapa de las líneas y precios, se ha convertido en una de las grandes herramientas, dado que funciona sin Internet.
Llamadas desde el extranjero. Las tarifas roaming tienen precios abusivos, por lo que programas como Whatsapp y Skype hacen el viaje más sencillo.
Hay que dormir bien. Vale con dormir un día en la estación, pero mejor llevar buscados albergues con buenos colchones u hoteles económicos.
Reserva online. Las plataformas de alojamiento barato por Internet son el complemento ideal para ahorrar.
Lee a Cavafis. Como en el poema Viaje a Ítaca, lo importante no es el destino, sino el trayecto y sus experiencias.
Fuente: http://elviajero.elpais.com/elviajero/2015/06/04/actualidad/1433419894_665081.html