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martes, 8 de diciembre de 2015

La Iglesia católica contra el fantasma de Galileo. Tres episodios de nuestro tiempo (*)


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Hermes H. Benítez, M.A.; Ph.D., University of Alberta, Canadá.

¿Quién se atreverá a poner límites al ingenio de los hombres? Galileo Galilei (1564-1642)

«… no espero ninguna mejoría [en mi situación], y esto porque no he cometido ningún crímen. Podría esperar perdón y favor si hubiera hecho mal, pues las malas acciones dan a los que mandan ocasión para el ejercicio de la clemencia y el perdón, mientras que hacia un hombre inocente bajo condena les conviene mantener la más complete severidad, con el fin de mostrar que ellos han procedido de acuerdo con la ley.»
Galileo a Fabri von Peiresc, 21 de febrero de 1635.

La historia del conflicto entre la Iglesia Católica y Galileo, y en general entre esta vetusta institución y la ciencia moderna, constituye un drama complejo y fascinante, que cubre ya más de tres siglos y medio, lo que lo hace, por cierto, inabarcable en el limitado espacio de un ensayo, o incluso en el de varios libros (1). Sin embargo, es posible llegar a formarse una idea bastante certera de la esencia y carácter general de esta conflictiva relación, a partir del relato de tres de sus episodios más recientes, los que tuvieron lugar en los últimos casi tres cuartos de siglo, es decir durante la vida de quien escribe. A continuación procederemos a relatar y examinar separadamente, en orden cronológico, cada uno de estos episodios:

1. El así llamado “Escándalo Paschini,” (1941-1979);
2. La supuesta “rehabilitación de Galileo” por parte de la Iglesia católica (1979-1992) y
3. El anuncio, y posterior retractación de la Iglesia, de que se levantaría una estatua de Galileo en los jardines vaticanos (2008-2009).

Para ser más precisos, estos episodios abarcan en conjunto exactamente 70 años, que van desde 1941 al 2009, y tuvieron lugar durante los pontificados de tres Papas: Pío XII, Juan Pablo II, y Benedicto XVI (2). Es, por cierto, altamente significativo que a pesar de que estos hechos se dieron bajo tres diferentes pontífices ─en los momentos en que se producían en el mundo una serie de acontecimientos de gran importancia histórica: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, el Concilio Vaticano II, el inicio de las eras atómica y espacial, así como la introducción masiva de las tecnologías de comunicación electrónica, etc.─ la Iglesia, como mostraremos en las páginas siguientes, haya mantenido esencialmente la misma posición, tanto hacia la ciencia en general como hacia uno de sus más grandes héroes y padres fundadores: el físico, astrónomo y matemático pisano Galileo Galilei.

1. El “Escándalo Paschini” (1941-1979)
«Ciertamente yo no podría, con el fin de complacer a aquellos que tienen intereses creados, falsificar los resultados de mi investigación. …. porque uno debe tener el coraje de decir la verdad incluso cuando ella resulta ser amarga»

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Pío Paschini, carta a su amigo Giuseppe Vale. 1946

Continúa aquí

...el Papa dijo que la condena de Galileo había sido “una decisión apresurada y desafortunada”. Ahora bien, ¿se rehabilitó al científico? “Hablar, como algunos hacen, de la rehabilitación de Galileo es absurdo —señala cierto autor—, porque la historia no condena a Galileo, sino al tribunal eclesiástico.”
El historiador Luigi Firpo añade: “No les corresponde a los perseguidores rehabilitar a sus víctimas”.

Juego sobre Galileo Galilei para niños y aprender jugando aquí.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Baluarte

Se puede bombardear aquí y allá para vaciar todo el arsenal que depara la industria armamentística, pero al final la libertad solo se defiende ejerciéndola a toda costa

Ahora mismo en Francia puede ocurrir que si alguien llama a tu casa a las cuatro de la madrugada ya no sea el lechero, sino un policía que llega sin orden judicial dispuesto a derribar tu puerta de una patada si no le abres. Para que esto no pudiera suceder nunca fueron necesarios más de 2.000 años de una lucha tenaz por la libertad. ¿Vamos a renunciar a ella por miedo a otro atentado terrorista? La civilización europea arrancó con la victoria de los griegos en Salamina contra los persas en el siglo V antes de Cristo; nuestra cultura se sustenta en la filosofía griega, en el derecho romano, en el humanismo, en los valores de la razón que enarboló la Revolución Francesa, en la conquista de la ciencia frente al oscurantismo, en la resistencia contra el fascismo y la barbarie nazi. ¿Bastan unos chalecos explosivos y una docena de fusiles Kaláshnikov para echar por la borda nuestra historia? ¿Es comprensible que una simple alarma deje paralizada durante cuatro días Bruselas, la capital de Europa?
Se puede bombardear aquí y allá para vaciar todo el arsenal que depara la industria armamentística, pero al final la libertad solo se defiende ejerciéndola a toda costa. Ceder tus derechos individuales a la policía es la forma más rápida de perderlos. La señora Miniver era la protagonista de la famosa película de William Wyler. En 1942, en plena guerra en un pueblo al norte de Londres, la señora Miniver, pese a tener a sus hijos movilizados, estaba empeñada en que se celebrara con normalidad el concurso anual de flores mientras caían alrededor las bombas alemanas. Churchill dijo que si Inglaterra había ganado la guerra, más que a los aviones de la RAF, se debió a personas como la señora Miniver, que siguieron ejerciendo sin miedo su forma de vida, como un baluarte, en defensa de sus derechos conquistados a lo largo de 2.000 años.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Las 10 preguntas básicas de ciencia que hacen los niños y los adultos no saben responder

Hay una pregunta básica que la mayoría de los padres temen: ¿cómo se hacen los niños?

Quizá por eso, muchos se preparan para responderla incluso años antes de que los niños estén preparados para hacerla.

Pero esa es, obviamente, tan sólo una de las millones de dudas que intrigan a los más pequeños. Y, según un sondeo hecho recientemente en Reino Unido, cuando las preguntas se refieren a temas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, el 83% de los padres no tiene ni la más remota idea de qué decirles a sus hijos.

No se trata de preguntas necesariamente elaboradas o profundas las que según la encuesta los progenitores no pudieron responder.

Son cosas básicas como por qué el cielo es azul o por qué los gatos tienen cola y los peces no tienen pestañas.

Desconocer la respuesta es sólo una parte del problema: dos tercios de los encuestados reconocieron haber respondido de forma errónea con tal de no admitir su ignorancia.

El 61% de los padres dijeron sentir pavor cuando sus niños los toman por sorpresa con preguntas difíciles y admitieron, también, haber esquivado con artimañas a estas pequeñas mentes inquisidoras.

En la encuesta, comisionada por la Institución de Ingeniería y Tecnología (IET, por sus siglas en inglés), participaron más de 1.000 padres con hijos de entre 4 y 12 años en Reino Unido. La lista

Pero, restricciones geográficas a un lado, ¿quién no se ha visto completamente incomodado, por no decir aterrado, ante las preguntas de un niño?
¿Podrías decir con la mano en el corazón que nunca te hiciste el tonto diciendo que no podías responder porque estabas ocupado, cuando en realidad no tenías la más pálida idea de cómo contestar a lo que te estaban preguntando?

Es un mal que en algún momento nos toca a todos: padres, tíos, hermanos...
A continuación, te contamos cuáles son las 10 preguntas más comunes que los padres británicos no saben cómo responder (y las respuestas, para que si te las hacen a ti estés preparado). Y te invitamos también a que nos cuentes cuáles te han hecho a ti y cómo has reaccionado.

¿Te has hecho el tonto y haz mirado para otro lado? ¿Has contestado algún disparate? Comparte tus historias en nuestra página de Facebook.

1. ¿Qué es la fotosíntesis?
Es el proceso por el cual las plantas verdes y algunos organismos usan la luz del sol para transformar el CO2 y el agua en azúcares y oxígeno.

2. ¿Cómo puede ser que el Universo sea infinito?
El universo puede ser infinito, pero nosotros solamente podemos ver una parte finita del mismo por causa de la velocidad -también finita- de la luz.
En otras palabras, únicamente podemos ver aquellas partes cuya luz ha tenido tiempo para alcanzarnos desde el inicio del universo. Es decir, en teoría podemos ver nada más un universo esférico con un radio de aproximadamente 15.000 millones de años luz.
Lo que está más lejos aún no nos ha alcanzado.

3. ¿Por qué el Sol es tan grande y no hay humanos viviendo allí?
No es tan grande: es mucho más pequeño que la mayoría de estrellas que puedes ver en el cielo. ¿Vivir allí? Imposible: ¡nos moriríamos de calor!

4. ¿Por qué brilla el Sol?
El Sol brilla debido a que la enorme presión en su centro hace que los átomos de hidrógeno se transformen en helio. Este proceso se llama fusión nuclear. La fusión ocurre cuando los elementos más livianos son forzados a mantenerse juntos para transformarse en elementos más pesados.
Cuando esto pasa, se crea una cantidad enorme de energía.

5. ¿Cómo llegaron las estrellas al cielo?
Colapsaron bajo su propia gravedad desde las grandes nubes de gas que dejó el Big Bang.

6. ¿Por qué la Luna no se cae?
La verdad es que sí se cae hacia la Tierra, por la fuerza de gravedad. Pero lo hace de forma continua, y su velocidad es tan grande que logra seguir la curvatura de la Tierra y por lo tanto nunca se choca con nosotros.

7. ¿Por qué el cielo es azul?
La luz que llega del Sol ingresa en la atmósfera y se dispersa en todas las direcciones. La luz azul tiene una longitud de onda más corta, por lo que se dispersa más que las luces rojas y amarillas, dándonos la impresión de que ocupa todo el cielo.

8. ¿Quién inventó las computadoras?
Es dificil de decir con exactitud. Podríamos decir fueron Charles Babbage y Ada Lovelace en el siglo XIX, cuya máquina hecha de latón era algo así como una calculadora. O podríamos decir que fueron Alan Turing y John von Neumann que diseñaron las primeras máquinas electrónicas. ¡Fue un trabajo de mucha gente!

9. ¿Los ladrillos son de un material hecho por el hombre?
El ingrediente, la arcilla, es natural, pero el ladrillo esta fabricado por el hombre.

10. ¿Cuántos tipos de dinosaurios hay?
Se estima que hay aproximadamente entre 700 y 900 especies de dinosaurios. Pero continuamente los arqueólogos encuentran nuevos fósiles, así que, ¿quién sabe? Quizás aún queden muchas por descubrir.

Lo mejor siempre es admitir que uno no sabe y buscar la respuesta con el niño.
Si alguna de estas preguntas te ha dejó en blanco, no te preocupes, el consejo de Naomi Climer, presidenta de IET es admitir que no sabes y buscar la respuesta con el niño.

"Los padres deberían saber que es perfectamente legítimo decir: no sé, que buena pregunta, veamos si podemos encontrar la respuesta", aconseja.
"El mundo es asombroso... pero si ya de pequeño te aplastan con respuestas insatisfactorias, de alguien que parece pensar que eso no es importante o interesante, eso puede ser descorazonador", advierte.
Fuente: BBC
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151106_preguntas_ciencia_basicas_padres_lp

Hoy hace 100 años que Einstein publicó la teoría general de la relatividad, que cambió nuestra comprensión del mundo.

Más:
http://www.feynmanlectures.caltech.edu/

Cuanto sabe de A. Einstein. Test aquí.

Aprenda sobre Einstein aquí https://www.bbvaopenmind.com/siguiendo-la-pista-de-einstein/

http://elpais.com/elpais/2015/11/24/ciencia/1448387442_693871.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s

http://elpais.com/elpais/2015/11/19/ciencia/1447926957_854635.html?rel=lom

lunes, 23 de noviembre de 2015

Las diez claves de la neurociencia para mejorar el aprendizaje

Investigaciones recientes aportan procedimientos que sirven para elaborar propuestas prácticas para mejorar el rendimiento escolar.


En la mayoría de propuestas ofrecidas para mejorar la educación en nuestro país predominan los razonamientos teóricos y filosóficos sobre cómo lograrlo. Aquí pretendemos complementar esas propuestas con un conjunto de sugerencias de carácter práctico para mejorar el rendimiento académico de enseñantes y alumnos a corto y medio plazo. Son procedimientos avalados por la investigación reciente en neurociencia y psicobiología, que pueden tener su versión particular en cada nivel y contexto educativo.

1. Practicar regularmente deportes o actividades físicas
El ejercicio físico aeróbico beneficia las capacidades cerebrales tanto en el niño como en el adulto. Quienes tienen una actividad física semanal más intensa tienen también una mejor memoria y mayor flexibilidad y velocidad de procesamiento de información mental. Incluso 30 únicos minutos de marcha en bicicleta o carrera al día pueden ser suficientes para mejorar el tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento de la información en el cerebro.

Ello es posible porque la actividad física genera BDNF, una proteína del cerebro que aumenta la plasticidad o capacidad de las neuronas para formar conexiones entre ellas, el número de las que nacen diariamente y la vascularización y aporte de sangre que reciben. La actividad física, en definitiva, genera una especie de lubricante que facilita el funcionamiento de la maquinaria cerebral para aprender, formar memorias y recordar.

2. Evitar el exceso de grasas en la alimentación
La alimentación adecuada para aprender debe evitar las dietas altas en grasas, pues son dietas que reducen la sensibilidad de los receptores NMDA, que son moléculas del cerebro que forman parte de los mecanismos de plasticidad neuronal que hacen posible la formación de la memoria en lugares como el hipocampo y la corteza cerebral. La experimentación actualmente en curso indica que la restricción calórica en la alimentación favorece la mayoría de procesos mentales.

3. Dormir lo necesario con regularidad
El sueño anticipado prepara al cerebro para aprender y, cuando ocurre tras el aprendizaje, potencia la formación y estabilización de las memorias. Es así porque las mismas neuronas que se activan para registrar la información cuando aprendemos vuelven a activarse cuando dormimos. Suelen hacerlo entonces a mayor velocidad dando preferencia a las que registraron los aprendizajes a los que se atribuyó mayor importancia o valor de futuro. El sueño es, por tanto, una forma cerebral de practicar y fortalecer lo aprendido durante el día.

Para potenciar el aprendizaje precedente no es necesario dormir las 8 horas de una noche, pues puede bastar con una siesta de una o dos horas, aunque períodos más largos suelen ser más beneficiosos. Además de facilitar el aprendizaje y potenciar la memoria, el sueño reorganiza y estructura los contenidos de la mente haciendo posible la integración de la nueva información aprendida en los esquemas de conocimiento ya existentes en el cerebro, facilitando el descubrimiento de reglas y regularidades ocultas en la información recibida, generando inferencias, convirtiendo el conocimiento implícito en explícito e influyendo también muy posiblemente en la intuición y creatividad de las personas.

4. Entrenar frecuentemente la memoria de trabajo
Esta memoria es la que utilizamos para pensar, razonar, planificar el futuro y tomar decisiones. Con ella retenemos en la mente, por ejemplo, las posibles jugadas a realizar en una partida de ajedrez o las diferentes opciones para tomar una decisión. Materias como la filosofía o las matemáticas promueven este tipo de memoria, muy ligada a la inteligencia fluida, que es la capacidad de razonar y resolver problemas nuevos con independencia del conocimiento previamente adquirido. La práctica intensa en memoria de trabajo incrementa la actividad de las cortezas prefrontal y parietal del cerebro de la que depende y aumenta también las conexiones neuronales entre ambos hemisferios cerebrales. La posibilidad de transferir la mejora en la capacidad de ejecución de una determinada tarea de memoria de trabajo a otra tareas diferente no entrenada es mayor cuantos más procesos cerebrales estén comúnmente implicados en ambas.

5. Guiar el aprendizaje con preguntas
Este procedimiento motiva al estudiante, concentra su atención y le convierte en una especie de detective o investigador que busca en cualquier fuente de información posible la solución a los interrogantes que se le plantean. Es además un modo de enseñarle a trabajar y ganar autonomía para aprender, es decir, es también un modo de aumentar la capacidad del alumno para aprender por sí mismo en el futuro.

6. Practicar frecuentemente el recuerdo de lo aprendido
El recuerdo, además de servir para evaluar lo aprendido, sirve también para seguir aprendiendo. El preguntar sobre la información recientemente aprendida beneficia a la memoria a largo plazo promoviendo el reclutamiento de los circuitos neuronales del recuerdo en las subsecuentes oportunidades de estudio. Ayuda también a mantener la atención durante largos periodos evitando las distracciones cuando se estudia leyendo los textos en la pantalla de un ordenador. Tal actividad aumenta la sensación subjetiva que tiene el estudiante de estar aprendiendo y reduce así su ansiedad respecto a evaluaciones posteriores.

7. Un poco de estrés no es malo
En situaciones emocionales o de estrés moderado, la activación de estructuras cerebrales como la amígdala y la liberación en la sangre de hormonas como la adrenalina y los glucocorticoides pueden contribuir a la facilitación del aprendizaje y la memoria actuando directa o indirectamente sobre los circuitos neuronales del cerebro. Los glucocorticoides regulan además la presencia de los mencionados receptores NMDA en el cerebro, y promueven cambios epigenéticos que facilitan en el ADN de las neuronas la expresión de los genes que hacen posible la síntesis de las moléculas necesarias para formar las memorias. Un modo de inducir esa emoción o estrés moderado en los alumnos consiste en proporcionarles antes de nada información motivadora sobre la materia a aprender, algo que conocen sobradamente los buenos docentes.

8. Homenaje a la lectura
De todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades mentales la más asequible y la que proporciona un mejor balance costo/beneficio es, sin duda, la lectura. Leer es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro. Es así porque la actividad de leer requiere poner en juego un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el razonamiento. Cuando leemos, activamos preferentemente el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el más dotado de capacidades analíticas en la mayoría de las personas, pero son muchas las áreas cerebrales de ambos hemisferios que se activan e intervienen en el proceso. Decodificar las letras, las palabras, las frases y convertirlas en sonidos mentales requiere activar amplias áreas de la neocorteza cerebral.

Las cortezas occipital y temporal se activan para ver y reconocer el valor semántico de las palabras. La corteza frontal motora se activa cuando evocamos mentalmente los sonidos de las palabras que leemos. Los recuerdos que evoca la interpretación de lo leído activan poderosamente el hipocampo y el lóbulo temporal medial del cerebro, que son zonas críticas para la memoria. Las narraciones y los contenidos emocionales del escrito, sean o no de ficción, activan la amígdala y demás áreas emocionales del cerebro. El razonamiento sobre el contenido y la semántica de lo leído activa la corteza prefrontal y la memoria de trabajo. La lectura refuerza también las habilidades sociales y la empatía, además de reducir el nivel de estrés del lector. El libro y la lectura, como gimnasio asequible y barato para la mente, deberían incluirse en la educación desde la más temprana infancia y mantenerse durante toda la vida.

9. Inmersión temprana en más de una lengua
Los individuos que adquieren múltiples lenguas en su infancia y las practican a lo largo de su vida tienen una mayor atención selectiva y más desarrollado el hábito de conmutar contenidos mentales, lo que les facilita la adquisición de aprendizajes complejos, especialmente los que implican cambios en las reglas de ejecución. Aunque pueden tener un vocabulario más reducido en cada lengua, los bilingües son más rápidos y efectivos que los monolingües cuando, por ejemplo, aprenden a clasificar objetos por su color y, de repente, hay que cambiar y clasificarlos por su forma. La mayor capacidad de ejecución y flexibilidad mental de las personas bilingües se manifiesta frecuentemente en la vida, se ha observado en todas las edades, y la conservan además mucho más que los monolingües en la vejez.

Para generar un automatismo como el lingüístico y beneficiarse de él hay que aprenderlo tempranamente y practicarlo con asiduidad y frecuencia. Los maestros, al igual que los padres y cuidadores, tienen un papel importante en esa inducción lingüística múltiple de los primeros años de vida. El estudio y práctica de la música puede tener un efecto similar en la medida en que es también otra forma de lenguaje.

10. Evaluaciones orales
Las exposiciones o los exámenes orales no solo permiten una evaluación muy rigurosa del conocimiento adquirido por los alumnos, sino que, sobre todo, inducen en ellos un tipo de estudio mucho más basado en la comprensión de los materiales y la información que en su simple memorización. Son además métodos que generan una memoria a largo plazo mucho mejor que la que resulta del tipo de estudio consistente en repasar una y otra vez textos o apuntes de una materia.

En general, los ambientes enriquecidos y todas aquellas actividades mentales o intelectuales que suponen esfuerzo y desafío son más útiles para formar buenas memorias que aquellas que se realizan sin apenas esfuerzo. Tampoco deberíamos despreciar recursos tradicionales en diferentes niveles de la enseñanza como la escritura al dictado, el resumir textos o el memorizar información básica. Reglas de ortografía, fechas históricas, países y sus capitales y accidentes geográficos, son ejemplos históricos nada despreciables, pues constituyen valiosos recursos de memoria implícita que se adquieren por repetición y resultan extraordinariamente útiles como apoyo para posteriores evaluaciones mentales y razonamientos complejos.

Es un hecho comprobado que una enseñanza adecuada tiende a igualar el rendimiento de los sujetos que aprenden y evita con ello contrastes acusados y comparaciones entre esos sujetos que no siempre benefician al proceso educativo.

Ignacio Morgado es catedrático de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de Aprender, recordar y olvidar: Claves cerebrales de la memoria y la educación (Barcelona: Ariel, 2014).
http://elpais.com/elpais/2015/10/29/ciencia/1446135253_593995.html?rel=lom

martes, 10 de noviembre de 2015

China iguala a Europa en gasto en ciencia y se acerca a EE UU

Tanto los países desarrollados como los emergentes volcados en la investigación y desarrollo (I+D) han superado el frenazo en sus inversiones en ciencia y tecnología, provocado por la crisis económica de 2008-2009, y han empezado a remontar sus partidas de gastos, según el informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). El gasto total en I+D en los 34 países de la OCDE alcanzó 1,1 billones de dólares en 2013, último año para el que hay datos completos, lo que supone un crecimiento de 2,7% respecto al año anterior. Esto supone una media de un 2,4% del producto interior bruto (PIB) de esos países dedicado a I+D (España se sitúa en 2013 el 1,24% del PIB, frente al 1,4% que alcanzó en 2010). El incremento de inversión registrado en la zona OCDE se atribuye al sector empresarial, mientras que el gasto público se ha visto afectado por las medidas de consolidación presupuestaria, señala el informe Indicadores OCDE de Ciencia Tecnología e Industria 2015.

El informe ha sido presentado en la reunión de nivel ministerial del Comité de Política Científica y Tecnológica de la OCDE celebrada recientemente en Daejenon, República de Corea, bajo la presidencia de Yanghee Choi, ministro de ciencia de ese país. EE UU sigue siendo el líder mundial por gasto en ciencia y tecnología, con casi 433.000 millones de dólares en 2013, “lo que significa poco más de un tercio por encima de la cantidad invertida por China, el segundo del mundo, y prácticamente a la par con la Europa de los 28”, señala el resumen del documento. “China parece estar en camino de alcanzar a EE UU en términos de gastos en I+D y en publicaciones científicas (OCDE, 2014) en unos pocos años, siempre y cuando se mantengan las tendencias”, añade...

http://elpais.com/elpais/2015/11/09/ciencia/1447024353_871590.html

martes, 29 de septiembre de 2015

Nunca más serás un pardillo. Si acude a una negociación sin conocer los más elementales recursos para lograr su objetivo, dejará el éxito al puro azar.

¿Piensa que negociar es cosa de ejecutivos, abogados o políticos?
Cuando piensa en negociación, ¿vienen a su mente conflictos y situaciones desagradables? Es cierto que ciertos profesionales pasan mucho tiempo pactando como parte de su trabajo, y también es cierto que la negociación es un medio muy empleado —y efectivo— para resolver conflictos.

Lo que se suele olvidar, sin embargo, es que constituye una herramienta muy valiosa para obtener los mejores resultados en las más variadas situaciones cotidianas: desde un trato entre amigos, pasando por una discusión en pareja, el regateo en una tienda ambulante, tratar con su jefe, etcétera. A través de estas líneas conocerá mejor cómo llevarlo a la práctica.

Un esfuerzo que merece la pena.
Negociar no es más que el proceso que permite que dos o más personas lleguen a un acuerdo idealmente —aunque no siempre— beneficioso para todas las partes implicadas. Cuando se trata de resolver conflictos, dichos acuerdos constituyen la solución acordada para el problema. Por ejemplo, imagine que pide a su jefe vacaciones durante todo el mes de agosto, pues ya ha reservado los billetes para un viaje. Su jefe le responde que desea que las coja en julio. Es una situación que da pie a la negociación.

En la vida existen situaciones que son innegociables. 
Sin embargo, muchas otras sí admiten la posibilidad de llegar a un acuerdo, y aparecen con frecuencia en el día a día. Ante esas situaciones, ¿por qué debería negociar? Muy simple: porque en la gran mayoría de casos ganará mucho más si lo intenta que si se resigna a aceptar esas situaciones tal y como vienen.

En el ejemplo anterior, si no responde nada, el resultado es que su jefe se queda contento, y usted —a su pesar— tendrá que reorganizar sus vacaciones. Sin embargo, si usted le explica que no puede en julio, estará enviando una clara señal a su jefe: quiere negociar. Quizá no consiga exactamente su objetivo, pero lo más probable es que consiga mejores resultados que si no lo hace. Cabe precisar que en la negociación no hay lugar para milagros. Negociar cuesta un esfuerzo. Pero merece la pena, ya que ese empeño se invierte —generalmente— en obtener mejores resultados.

Ambas partes deben ganar
Una negociación concluye cuando las partes implicadas —vamos a asumir que son dos para simplificar— alcanzan un acuerdo que les deja satisfechas. Para llegar ahí, hay varios estilos de negociación que se pueden aplicar, y un orden recomendado. Busque ante todo el resultado ideal, que es de tipo ganar/ganar/ganar. Significa: Tú ganas, yo gano, y la relación gana. Ahí, ambos quedan satisfechos y construyen una relación positiva de colaboración y con futuro. Requiere de un esfuerzo nada despreciable por ambas partes.

Si la otra parte no está dispuesta a encontrar soluciones a largo plazo, al menos intente llegar a una situación ganar/ganar. Las dos partes quedan satisfechas, aunque no se construye una relación de cooperación futura. Si su interlocutor no parece dispuesto a colaborar en encontrar una solución que satisfaga a ambos, o por más que lo intentan no lo logran, el siguiente paso es ir a una solución de compromiso. Ya que los dos no pueden ganar se trata de que cada uno esté dispuesto a ceder en algún aspecto —es decir, perder en parte—. Es una solución donde ambos pierden algo pero, aun así, se quedan satisfechos.

Es preferible negociar porque, en la mayoría de los casos, ganará más que si se resigna a los hechos

Puede ocurrir que ni siquiera lo anterior sea posible. Esto suele suceder cuando la otra parte quiere ganar y que usted pierda. Está lejos de ser la solución más constructiva, pero a veces no hay más remedio… Entonces hay que entrar en modo competición: ganar / perder. Intente, en todo caso, ganar lo máximo posible, pero causando el menor daño a su oponente. Y juegue siempre limpio. La situación más desfavorable —y la menos deseable— es el modo perder / perder. Significa, “yo pierdo, pero tú vas a perder conmigo”. Evite a toda costa llegar a este tipo de situaciones. Es mejor abandonar la negociación por mutuo acuerdo antes que caer en el modo perder/perder. Tampoco caiga en el extremo de perder para que el otro gane: el modo perder / ganar. En el ejemplo que hemos puesto, sería ceder a lo que su jefe propone sin rechistar. Ahora bien, en ocasiones conviene utilizar este modo como una forma de dar alguna pequeña concesión a la otra parte, mostrando así buena voluntad de cooperar.

Trucos para un aumento de sueldo.
O cualquier otra cosa que quiera conseguir… Aprender a enviar señales, a gestionar los silencios, esperar hasta que la oferta le satisfaga y a leer el lenguaje corporal son algunas de las claves:

Envíe una señal.
La negociación requiere de una señal para activarse, al menos por una de las partes implicadas. Puede tomar muchas formas, tanto verbales como no verbales, pero lo importante es que consiga que la otra parte se dé cuenta de que usted quiere negociar. Y deje que empiece la otra parte.

Aplace si conviene.
Por muy bien que haya preparado su negociación, es posible que se encuentre con la necesidad de pararse a pensar en algún momento. No tenga reparos en pedir “tiempo muerto” y aplazar la negociación para continuar en otro momento. Está en su derecho.

Hable poco, escuche mucho.
Cuanto más hable la otra persona, más probable es que pueda encontrar pistas sobre su margen de negociación —en otras palabras, sabrá qué está dispuesta a ofrecer realmente—. Hágale preguntas, y déjele hablar. Mientras tanto, escuche y fíjese en el lenguaje verbal y corporal. Le dará pistas.

Aprenda a callar.
El silencio resulta muy incómodo en cualquier negociación. Haga su oferta y no diga una palabra más. La otra parte se verá tentada a romper ese incómodo silencio diciendo lo primero que le venga a la mente. Preste atención, porque podría revelar información muy valiosa para usted.

No acepte la primera oferta.
Rara vez su interlocutor le propondrá su mejor oferta para abrir una negociación. Esa propuesta le dará una idea de lo mínimo que la otra parte está dispuesto a ofrecer. Empiece por no aceptarla, si es posible tratando de aportar argumentos razonables y creíbles.

No haga concesiones gratis.
Nunca dé concesiones sin más. Pida algunas a cambio de algo. Utilice fórmulas condicionales. Por ejemplo: “Si aceptara pagarme mi billete en primera clase, estaría dispuesto a duplicar la duración de la conferencia”.

Obtenga información.
Esto le permitirá conocer mejor su rango de negociación y utilizarlo a su favor. Por otro lado, haga lo posible para que la otra parte conozca la menor información posible sobre sus condiciones de negociación.

Cierre de manera correcta.
Cuando haya alcanzado un acuerdo, asegúrese de que quede bien sellado. Repita verbalmente lo acordado con la máxima claridad, pida confirmación de que lo acepta, y ciérrelo con un apretón de manos. Y para un acuerdo formal o de gran peso, no tenga duda en ponerlo por escrito, revisarlo juntos y firmarlo.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Manzanas. Seréis expulsados del paraíso de la ciencia y vuestro cerebro seguirá siendo corroído y manipulado por la superstición


La inteligencia humana se ha movido simbólicamente en torno a tres manzanas.

Primero fue la manzana del paraíso que la serpiente ofreció a Eva. Si coméis el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal seréis como dioses. El texto original en hebreo se fue adulterando al pasar por diversas traducciones del griego al latín. Se supone que la serpiente ofreció a Eva una propuesta hacia el conocimiento, pero el cristianismo adoptó una acepción equivocada de manzana, malum en latín, y transformó en pecado lo que en la lengua original se exponía de manera positiva y liberadora. La religión católica ha seguido interpretando la pérdida del paraíso como castigo ejemplar frente a la teoría de la evolución.

La segunda manzana fue la que, según la tradición, le cayó a Newton en la cabeza y le impulsó a desarrollar la ley de la gravedad, llave de la física moderna, que ha permitido que una sonda espacial haya llegado a Plutón después de recorrer 5.000 millones de kilómetros.

La tercera manzana preside hoy la empresa más exitosa de nuestro siglo. Apple muestra con orgullo su logo universalmente conocido, una manzana con un pequeño mordisco cuyo significado alude de nuevo a la liberación que proporciona el conocimiento.

La nueva Ley de Educación perpetrada por el infausto ministro Wert equipara las manzanas de la física y de la informática con la manzana del paraíso, que solo es fruto de un cuento mágico, paradigma de la culpa de la inteligencia, origen de todos los males.

La enseñanza de la religión como asignatura favorecida y evaluable pone a Eva al mismo nivel de Newton y de Alan Turing, padre de los nuevos ordenadores. Pero hoy la serpiente diría a los alumnos: si mordéis esta manzana de Wert no seréis como dioses. Seréis expulsados del paraíso de la ciencia y vuestro cerebro seguirá siendo corroído y manipulado por la superstición.

El País. 20 SEP 2015 - http://elpais.com/elpais/2015/09/18/opinion/1442588941_914907.html

Las ideas no son manzanas.
“If you have an apple and I have an apple and we exchange these apples then you and I will still each have one apple. But if you have an idea and I have an idea and we exchange these ideas, then each of us will have two ideas.”

Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana y las intercambiamos, entonces ambos aún tendremos una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea y las intercambiamos, entonces ambos tendremos dos ideas.

Este simple ejemplo de George Bernard Shaw debería ser suficiente para mostrar la diferencia fundamental entre el conocimiento y los bienes materiales. Sin embargo, parece ser la tendencia actual el cubrir al conocimiento con un manto de escasez artificial, impidiendo su difusión para de esta forma asemejarlo a las cosas materiales y tratarlo como a estas últimas...
Seguir leyendo aquí.

martes, 1 de septiembre de 2015

Cómo nace la unión de científicos comprometidos con la sociedad y la naturaleza. Otra ciencia es posible (y necesaria)

"No es perfecta. Puede utilizarse mal. Es sólo una herramienta. Pero sin duda es la mejor herramienta que tenemos, se autocorrige, progresa y se puede aplicar a todo. Tiene dos reglas. Primero: no hay verdades sagradas; toda presunción debe ser examinada críticamente; los argumentos de autoridad no tienen valor. Segundo: lo que sea inconsistente con los hechos debe ser desechado o revisado. Debemos comprender el cosmos como es, y no confundir lo que es con lo que quisiéramos que fuera. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto".

Carl Sagan en Cosmos (1980), a propósito de la ciencia.


Un escrito de Andrés Carrasco es el origen de esta red latinoamericana que cuestiona el rol de la ciencia al servicio de las corporaciones con la complicidad del Estado

El conocimiento científico y tecnológico, en particular aquel desarrollado sin el debido control social, ha contribuido a crear problemas ambientales y de salud, con alcances muchas veces catastróficos e irreversibles”. El cuestionamiento proviene desde adentro mismo del sistema científico y es parte del documento fundacional de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal), espacio nacido en Rosario y conformado por académicos de una decena de países. Cuestionan las políticas científicas que, desde el Estado, están al servicio del sector privado, hacen hincapié en los académicos que legitiman el extractivismo (agronegocios, minería, petróleo) y proponen una ciencia que tome como centro al pueblo: “El quehacer científico debe desarrollarse de una manera éticamente responsable y con un claro compromiso con la sociedad y la naturaleza, privilegiando los principios de sustentabilidad, equidad, democracia participativa, justicia socio- ambiental y diversidad cultural”.

Ciencia digna
La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) estableció el 16 de junio de 2014 como el “día de la ciencia digna”, en homenaje al jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA, Andrés Carrasco, quién confirmó los efectos nocivos del herbicida glifosato. Carrasco, que falleció en mayo de 2014, había sido presidente del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y era un duro cuestionador de las políticas científicas que (desde el Estado) están al servicio del sector privado.

Enfrentó una campaña de desprestigió de sectores mediáticos ligados al agronegocios y también de sectores de la academia, incluso del ministro de Ciencia, Lino Barañao (un férreo impulsor de las empresas transgénicas).

Carrasco tejió lazos con organizaciones sociales, poblaciones fumigadas e investigadores críticos al modelo hegemónico de ciencia. Trabajaba en un escrito que sería el puntapié de un colectivo de académicos de América. No llegó a terminar el documento, pero el 16 de junio de 2014 se lanzó (en base a su escrito) la “Declaración Latinoamericana por una Ciencia Digna”.

“Existe una ciencia cada vez más dependiente de los poderes hegemónicos, violando el derecho a una ciencia autónoma para beneficio directo de la sociedad (…) Los cultivos transgénicos son vehículos diseñados no para alimentar al mundo, sino para la apropiación sistemática e instrumental de la naturaleza; y sin duda un instrumento estratégico de control territorial, político y cultural, de una nueva etapa neocolonial”, señala el escrito de Carrasco.

En otro apartado afirmaba que la manipulación genética es solo una tecnología y “no tiene una base científica sólida por lo que constituye un peligro para el equilibrio natural y la diversidad biológica”. Alertaba sobre la existencia de “grandes negocios y un enorme relato legitimador que los científicos honestos no podrán evitar interpelar”.

“La ciencia, su sentido del para qué, para quién y hacia dónde, están en crisis y nosotros en la patria grande no podemos fingir demencia si queremos sobrevivir soberanamente. Los pueblos latinoamericanos tienen el derecho irrenunciable a desarrollar una ciencia transparente, autónoma y que sirva a sus intereses”, proponía el escrito de Carrasco, que soñaba con un colectivo de científicos cercanos al pueblo y alejados de los dictados de las empresas.

A los pocos días de circular el escrito, ya había más de 50 reconocidos y respetados académicos de Argentina, México, Ecuador, Costa Rica y Brasil que adherían a la declaración.

Un año después
Junio de 2015. Rosario fue otra vez el epicentro. La Facultad de Ciencias Médicas de la UNR. Toda una semana de actividades, en el marco del III Congreso Internacional de Salud Socioambiental, se realizó el I Encuentro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, con participantes de una decena de países de la región. Más de 70 expositores y debates. El hincapié estuvo puesto en las actividades extractivas, las políticas de Estado, las organizaciones territoriales y, claro, el rol de la ciencia y las universidades públicas.

Una de las ponencias estuvo a cargo de Alicia Massarini, doctora en ciencias biológicas e investigadora del Conicet. Explicó que una concepción clásica y hegemónica de la ciencia es la que se presenta como neutral, objetiva y universal. Tuvo su punto de partida en 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, y vincula la ciencia al progreso y a la generación de riqueza. “Es un modelo lineal, muy parecido a la vigente en la Argentina actual”, afirmó.

Sostuvo que esa concepción de ciencia comenzó a ser cuestionada en la década del 60, donde diversos investigadores cuestionaron que se dé un cheque en blanco al hacer científico. Esa mirada crítica tuvo su correlato local en el Pensamiento Lationamericano en Ciencia y Tecnología (PLACT), que rechazaba la neutralidad del pensamiento científico y buscaba una estrecha relación con el pueblo. De Argentina sobresalían Jorge Sabato y Oscar Varsavsky. Dos preguntas podrían resumir esos cuestionamientos y, al mismo tiempo, la búsqueda de alternativas: ¿ciencia para qué y para quién?

Dictaduras militares mediante (y neoliberalismo después), esa línea de pensamiento crítico se debilitó, pero advirtió que en la última década resurgió.

La crítica (o autocrítica) a la ciencia actual apunta a la creciente tendencia a la privatización y mercantilización del conocimiento, e incluye el sistema de evaluación, que hace fundamental hincapié en la escritura “paper” (artículos) en revistas especializadas en ciencias. A más publicaciones, y según en qué revistas, mayor puntaje para ascender en la carrera. Massarini, en línea con muchos otros científicos, cuestionó la centralidad que se le da a las publicaciones. “Hay que preguntarse cuál ha sido el destino de esos artículos. La gran mayoría no ha dejado huella de interés. Y los dos tercios de ellos jamás ha sido citado por otros investigadores”, cuestionó.

Y resumió los dos modelos de ciencia: con el sector privado como eje (“empresacéntrico”) o con la sociedad como sujeto de referencia (“pueblocéntrico”). Afirmó que el actual modelo lineal de ciencia muestra que el saber está en crisis. Y propuso otro modelo, una ciencia vinculada al contexto social, cultural y a los territorios.

Documento
Más de treinta investigadores debatieron durante todo un día el documento constitutivo de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal). Durante casi cinco meses habían circulado distintas versiones vía correos electrónicos, pero en Rosario se hiló aún más fino. Se consensuaron seis carillas, con un comienzo que es una declaración de principios: “En homenaje póstumo al doctor Andrés Carrasco (1946-2014). Presidente Honorario Permanente”.

Los primeros párrafos son una crítica al extractivismo y a sus justificadores: “La generación y uso del conocimiento científico tecnológico están cada vez más comprometidos con dar respuesta a las demandas de las corporaciones que impulsan el modelo que nos ha llevado a esta crisis y cada vez menos al servicio de los pueblos”.

Denuncia la “creciente tendencia a la privatización del conocimiento” y al mismo tiempo revaloriza el saber de las comunidades locales, los pueblos indígenas, los campesinos y los habitantes de las periferias de las ciudades quienes “con sus luchas, sus saberes ancestrales, sus ejemplos convivenciales y su concepción del buen vivir y su organización, siembran semillas emancipadoras para reconstruir los paradigmas necesarios para enfrentar estas crisis”.

Entre los objetivos de la Unión de Científicos figuran el propiciar una reflexión crítica sobre la ciencia y la tecnología, promover la discusión sobre la responsabilidad de los estudiantes, científicos y académicos, y generar conocimientos orientado a acompañar y fortalecer los procesos sociales y las luchas en defensa de las comunidades y la naturaleza.

“Resulta imperativo aplicar los principios de precaución y de prevención”, resalta el documento de los científicos. Lo que implica que, ante la falta de certeza sobre el impacto de una tecnología o técnica (los transgénicos o la fractura hidráulica para extraer petróleo) se deben tomar medidas de protección para el ambiente y la salud humana. Y remarcan que es imprescindible que todo proceso de generación y aplicación de tecnologías en la sociedad “sea convalidado por la licencia social y ambiental correspondiente, fruto de legítimos procesos participativos”.

Y, ya casi al final del documento, vuelve a una pregunta tan necesaria como ausente en el modelo académico hegemónico: para qué y para quién es la ciencia y la tecnología.

Entre los firmantes están Alejandro Calderón y Margarita Tadeo Robledo (México), Jaime García (Costa Rica); Miriam Mora y Arturo Quizhpe (Ecuador), Eduardo Espinoza (El Salvador), Rubens Nodaris (Brasil), Esperanza Holguin (Colombia), Pablo Galeano (Uruguay), y Damián Verzeñassi, Alicia Massarini y Damián Marino (Argentina), entre otros.

También forma parte del colectivo Elizabeth Bravo, ecuatoriana y doctora en ecología de microorganismos. Bravo denunció en su ponencia la existencia de una “ciencia mercenaria” (dio como ejemplo la contaminación de Chevron en Ecuador y cómo un grupo de científicos acudieron al auxilio de la petrolera y no de las comunidades afectadas), pero revalorizó lo sucedido en Rosario: “La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza es un hecho de gran trascendencia para los países de América. Nace ante la necesidad de contar con una mirada crítica al modelo tecno-científico que se está imponiendo en la región. Esta necesidad fue ya ubicada por nuestro querido amigo Andrés Carrasco, quien nos dejó como tarea pendiente crear esta organización. A un año de su partida, la pudimos concretar y ya está dando sus primeros pasos por América Latina”.

Publicado originalmente en el periódico Mu de julio de 2015.
Artículo relacionado: La ciencia por el ambiente. Página 12.
Fuente: http://www.darioaranda.com.ar/2015/07/otra-ciencia-es-posible/

martes, 11 de agosto de 2015

Mi tabla periódica. Me entristece no ser testigo de la nueva física nuclear, ni de otros miles de avances en las ciencias físicas y biológicas

Espero con entusiasmo, casi ansiosamente, la llegada semanal de revistas como Nature y Science, y me dirijo inmediatamente a los artículos sobre ciencias físicas, y no, como tal vez debería, a los que tratan de biología y medicina. Las ciencias físicas fueron las primeras en fascinarme siendo niño.

En una reciente edición de Nature había un apasionante artículo del físico Frank Winczek, ganador de un premio Nobel, sobre una nueva manera de calcular las masas ligeramente diferentes de los neutrones y los protones. El nuevo cálculo confirma que los neutrones son muy poco más pesados que los protones (la ratio entre sus masas es de 939,56563 a 938,27231). Se podría pensar que la diferencia es insignificante, pero si no fuese así, el universo, tal como lo conocemos, nunca habría llegado a desarrollarse. La capacidad de calcular algo así, dice Wilczek, “nos anima a predecir un futuro en el que la física nuclear alcanzará el nivel de precisión y versatilidad ya logrado por la física atómica”, una revolución que, por desgracia, yo nunca veré.

Francis Crick estaba convencido de que “el problema difícil” —entender cómo el cerebro produce la conciencia— estaría resuelto en 2030. “Tú lo verás”, solía decirle a Ralph, mi amigo neurólogo, “y tú también, Oliver, si llegas a mi edad”. Crick vivió hasta avanzados los 80 años, trabajando y pensando sobre la conciencia hasta el final. Ralph murió prematuramente, a la edad de 52 años, y ahora yo sufro una enfermedad terminal a los 82. Debo decir que no tengo demasiada experiencia con el “problema difícil” de la conciencia. La verdad es que no lo veo como un problema en absoluto, pero me entristece no ser testigo de la nueva física nuclear que vislumbra Wiczek, ni de otros miles de avances en las ciencias físicas y biológicas.

Vi el cielo entero “salpicado de estrellas”. Me hizo darme cuenta de repente de qué poca vida me quedaba

Hace unas semanas, en el campo, lejos de las luces de la ciudad, vi el cielo entero “salpicado de estrellas” (en palabras de Milton). Un cielo así, imaginé, solo se debía de poder contemplar en altiplanos secos y elevados como el de Atacama, en Chile (donde se encuentran algunos de los telescopios más potentes del mundo). Fue ese esplendor celestial el que me hizo darme cuenta de repente de qué poco tiempo, qué poca vida me quedaba. Para mí, mi percepción de la belleza del cielo, de la eternidad, estaba asociada indisolublemente a una sensación de fugacidad y muerte.

Dije a mis amigos Kate y Allen: “Me gustaría ver un cielo así cuando esté muriendo”.

Ellos me respondieron: “Nosotros empujaremos la silla de ruedas”.

Desde que en febrero escribí que tenía cáncer con metástasis, los cientos de cartas recibidas, las expresiones de cariño y aprecio, y la sensación de que (a pesar de todo) he vivido una vida buena y provechosa, me han consolado. Estoy muy feliz y agradecido por todo ello, pero nada me ha impactado tanto como lo hizo aquel cielo nocturno cubierto de estrellas.

Desde mi infancia he tenido la tendencia a afrontar la pérdida —pérdida de personas queridas— recurriendo a lo no humano. Cuando, siendo un niño de seis años, me enviaron a un internado a principios de la II Guerra Mundial, los números se hicieron mis amigos; cuando regresé a Londres a los 10, los elementos y la tabla periódica se convirtieron en mis compañeros. Las épocas de tensión a lo largo de mi vida me han llevado a volverme, o a volver, a las ciencias físicas, un mundo en el que no hay vida, pero tampoco muerte.

Y ahora, en este punto crítico, cuando la muerte ya no es un concepto abstracto, sino una presencia —demasiado cercana e innegable— vuelvo a rodearme, como cuando era pequeño, de metales y minerales, pequeños emblemas de eternidad. En un extremo de mi escritorio, en un estuche, tengo el elemento 81 que me enviaron unos amigos de los elementos de Inglaterra; en el estuche dice: “Feliz cumpleaños de talio”, un recuerdo de mi 81º cumpleaños, el pasado julio. Y después está el reino dedicado al plomo, el elemento 82, por mi 82º cumpleaños, que acabo de celebrar a principios de este mes. En él hay también un pequeño cofre de plomo que contiene el elemento 90: torio, torio cristalino, tan bello como los diamantes, y, por supuesto, radioactivo (de ahí el cofre de plomo).

Tengo náuseas y pérdida de apetito; escalofríos de día y sudores de noche; y un cansancio generalizado

A principios de año, las semanas después de enterarme de que tenía cáncer, me sentía muy bien a pesar de que la mitad de mi hígado estaba invadido por la metástasis. Cuando, en febrero, se aplicó a mi enfermedad un tratamiento consistente en inyectar gotas minúsculas en las arterias hepáticas (un procedimiento conocido como embolización), me encontré fatal durante un par de semanas, pero luego me sentí fenomenal, cargado de energía física y mental. (Casi todas las metástasis habían sido aniquiladas por la embolización). No se me había concedido una remisión, pero sí un descanso, un tiempo para profundizar amistades, visitar pacientes, escribir y volver a mi país natal, Inglaterra. Entonces la gente apenas podía creer que estuviese en fase terminal, y yo mismo podía olvidarlo fácilmente.

Esa sensación de salud y energía empezó a decaer cuando mayo dejó paso a junio, pero pude celebrar mi 82º cumpleaños por todo lo alto. (Auden solía decir que uno debería celebrar siempre su cumpleaños, no importa cómo se encuentre). Pero ahora tengo un poco de náusea y pérdida de apetito; escalofríos durante el día y sudores por la noche; y, sobre todo, un cansancio generalizado acompañado de agotamiento repentino cuando hago demasiadas cosas. Sigo nadando a diario, aunque ahora más despacio, ya que estoy empezando a notar que me falta un poco el aliento. Antes podía negarlo, pero ahora sé que estoy enfermo. Un TAC realizado el 7 de julio confirmó que las metástasis no solo se habían reproducido en el hígado, sino que se había extendido más allá de él.

La semana pasada empecé un nuevo tipo de tratamiento: la inmunoterapia. No está exenta de riesgos, pero espero que me proporcione unos cuantos buenos meses más. No obstante, antes de empezar con ella, quería divertirme un poco haciendo un viaje a Carolina del Norte para ver el maravilloso centro de investigación sobre lémures de la Universidad de Duke. Los lémures están próximos a la estirpe ancestral de la que surgieron todos los primates, y me gusta pensar que uno de mis propios antepasados, hace 50 millones de años, era una pequeña criatura que vivía en los árboles no tan diferente de los lémures actuales. Me encantan su saltarina vitalidad y su naturaleza curiosa.

Junto al círculo de plomo de mi mesa está la tierra del bismuto: bismuto de origen natural procedente de Australia; pequeños lingotes de bismuto en forma de limusina de una mina de Bolivia; bismuto fundido y enfriado lentamente para formar hermosos cristales iridiscentes escalonados como un poblado hopi; y, en un guiño a Euclides y la belleza de la geometría, un cilindro y una esfera hechos de bismuto.

El bismuto es el elemento 83. No creo que llegue a ver mi 83º cumpleaños, pero creo que hay algo esperanzador, algo alentador en tener cerca el “83”. Además, siento debilidad por el bismuto, un humilde metal gris, a menudo desdeñado e ignorado, incluso por los amantes de los metales. Mi sensibilidad de médico hacia los maltratados y los marginados se extiende al mundo inorgánico y encuentra un paralelo en mi simpatía por el bismuto.

Es casi seguro que no seré testigo de mi cumpleaños de polonio (el número 84), ni tampoco querría tener polonio cerca de mí, con su radiactividad intensa y asesina. Pero en el otro extremo de mi mesa —de mi tabla periódica— tengo un bonito trozo de berilio (elemento 4) elaborado mecánicamente para que me recuerde mi infancia y lo mucho que hace que empezó mi vida próxima a acabar.

Oliver Sacks es profesor de neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. Su último libro es la autobiografía On the move (En movimiento). Este artículo se publicó originalmente en The New York Times
© Oliver Sacks, 2015

sábado, 1 de agosto de 2015

El enigma aritmético del nenúfar y el cambio climático.

Horacio Torvisco Pulido

Resulta vergonzoso y grotesco oír a ciertos comunicadores negar la evidencia que el mundo científico, a través del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) ha denunciado repetidas veces, en cuanto al progresivo y en algunos casos, irreversible cambio climático que se está dando en nuestro planeta por la acción humana, con el grave peligro para la supervivencia de nuestra especie. Existe otra posición, aún más peligrosa que la anterior, que no niega el cambio climático pero lo minimiza diciendo, que cuando de verdad exista el peligro se actuará, habrá tiempo para reaccionar.

Estos últimos deberían reflexionar sobre el enigma aritmético del nenúfar: Se coloca una hoja de nenúfar en un estanque. Cada día la hoja, y después todos sus descendientes, se duplican. En el día que hace treinta, el estanque está completamente cubierto por hojas de nenúfar, que ya no puede crecer más. ¿Qué día estaba el estanque medio lleno y medio vacío de hojas de nenúfar? El día veintinueve.

miércoles, 8 de julio de 2015

Los antivacunas y el pasado fascista de España. Los contrarios a la vacunación suelen hacer paralelismos entre la idea de la obligatoriedad y el legado autoritario español


La semana pasada, un niño de seis años de Olot, un pueblo de Cataluña, ingresó en el hospital diagnosticado con difteria. Se trataba del primer caso de esta enfermedad que se registraba en España en 28 años. El niño, que actualmente se encuentra en estado crítico pero estable (siento mucho comunicar que las últimas noticias, leídas en la prensa sobre el niño, es que había fallecido) en un hospital de Barcelona, no había sido vacunado por las dudas sobre la seguridad de las vacunas que tenían sus padres, que ahora dicen sentirse engañados por los grupos antivacunas que en un principio azuzaron sus miedos.

La difteria, ya insólita en Europa, es una enfermedad seria, posiblemente fatal, que puede provocar insuficiencia cardíaca, neumonía y parálisis de los músculos usados para tragar. Hasta la década de 1920 era una de las causas principales de mortalidad infantil, a veces denominada “ángel estrangulador”, pues la seudomembrana que la bacteria puede crear en las vías respiratorias suele provocar la muerte por asfixia. En España estuvo muy extendida durante la primera mitad del siglo XX, en particular tras la devastación física y económica provocada por la Guerra Civil. Solo en el año 1940 se registraron más de 27.000 casos de difteria.

La mejora de la sanidad infantil era una prioridad oficial del nuevo régimen de Franco, y los casos se redujeron significativamente en la época de la posguerra. Sin embargo, el sistema público de salud español, empobrecido y fragmentado, no logró conseguir el rápido progreso hacia la erradicación que sí lograron sus vecinos de Europa occidental (a pesar de la aún más devastadora y terrible II GM), y a finales de la década de 1960 aún se registraban casi 250 casos nuevos al año. Por fin, en 1966 se implementó un exhaustivo programa de vacunación y, hasta la semana pasada, el último caso de difteria se había registrado en 1987.

"En 1940 se registraron más de 27.000 casos de difteria en España"

Como la difteria llevaba tres décadas erradicada en España, las reservas de la antitoxina necesaria para tratar la enfermedad ya no están disponibles en el país. Dicha antitoxina, incluida en el catálogo de “medicamentos esenciales” de la Organización Mundial de la Salud, está cada vez menos disponible por lo insólito de la enfermedad y porque, al ser un producto derivado de la sangre, su producción está muy regulada. En todo Estados Unidos, por ejemplo, no hay productos de antitoxina con licencia, y en el caso de la difteria, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades recurre, para su programa de investigación de nuevos medicamentos, a un producto brasileño sin licencia. En Europa algunos expertos en sanidad pública han solicitado la creación de una reserva central de la Unión Europea a la que todos los países puedan acceder en caso de emergencia.

En esta ocasión, las autoridades sanitarias españolas se han visto obligadas a buscar suministros en el extranjero, y ha tenido que ser el embajador ruso en Madrid quien los traiga personalmente desde Moscú. Las dificultades para localizar y suministrar las antitoxinas fundamentales ponen de manifiesto la velocidad a la que pueden desmoronarse las estructuras internacionales (1) una vez que una enfermedad se erradica en un país concreto y desaparece del radar de las autoridades. El recurso a los canales diplomáticos y el suministro ad hoc de medicamentos recuerda a una situación caótica, que es más habitual vincular a épocas de guerra y emergencia internacional.

Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, la pequeña colonia española de África occidental, en la actual Guinea Ecuatorial, se enfrentó a un peligroso brote de fiebre amarilla. Ante el desmoronamiento de su economía y la interrupción de los suministros internacionales durante la guerra, el Gobierno español tuvo problemas para garantizar la medicación básica y distribuir las vacunas pertinentes, tanto en España como en sus colonias de ultramar. Finalmente la ayuda llegó desde el consulado británico local, que accedió a viajar hasta Lagos y llevar vacunas transportándolas en termos. Mientras que este tipo de soluciones ad hoc podrían resultar necesarias durante una época de conflicto internacional, hoy en día, con un sistema internacional aparentemente más ordenado, parecen estar del todo fuera de lugar.

Un potente movimiento antivacunas canalizó la desconfianza hacia el Estado durante el periodo de la "perestroika" en la URSS

No es casualidad que las antitoxinas estuviesen disponibles en Rusia. Los casos de difteria habían empezado a caer en la Unión Soviética tras la introducción de la inmunización infantil universal en 1958. Hacia mediados de la década de 1970 se habían desplomado a mínimos históricos, aproximadamente al mismo nivel que el de Estados Unidos. Sin embargo, los cambios en los calendarios de inmunización contribuyeron al aumento de la difteria en la década de 1980, debido, entre otras cosas, al bajo nivel de apoyo público fomentado por un potente movimiento antivacunas que canalizó la desconfianza hacia el Estado durante el periodo de la perestroika.

Con el desmoronamiento de la Unión Soviética y buena parte de sus servicios públicos de salud, sobre todo en los estados recién independizados, en 1993 estalló una grave epidemia. La escasez de vacunas, las penurias económicas y los movimientos migratorios en masa contribuyeron al brote y a los problemas que tuvieron las autoridades para controlarlo. Finalmente, la difteria en Rusia y en los antiguos estados soviéticos se controló gracias a la cooperación internacional entre gobiernos, ONG y organismos de la ONU. Desde entonces, las antiguas repúblicas soviéticas y Rusia han sido la única zona de Europa donde la difteria sigue siendo un problema de salud pública. Aunque ya no tiene proporciones epidémicas, la presencia persistente de la enfermedad ha motivado que las autoridades rusas conserven reservas de la antitoxina de la difteria.

El regreso de enfermedades olvidadas arroja luz sobre las relaciones problemáticas entre los ciudadanos y el Estado. Los recientes movimientos antivacunas en Estados Unidos revelan el conflicto de ideas entre la salud individual y la pública, mientras que el legado autoritario español ha teñido el debate sobre la vacunación en el país. Esta semana, Luis Garicano, portavoz económico de Ciudadanos, el nuevo partido de centro, afirmó que habría que apartar de los colegios a los niños no vacunados, además de multar a sus padres y despojarlos de sus ayudas. Sus comentarios han sido tachados de “neofascistas”, y los defensores antivacunas suelen hacer paralelismos entre la idea de la obligatoriedad y el pasado fascista del país. Para ellos, el derecho a rechazar las vacunas es una libertad que debería protegerse en la era de la democracia.

El regreso de enfermedades olvidadas arroja luz sobre las relaciones problemáticas entre los ciudadanos y el Estado" El regreso de la difteria a España es un reflejo del auge del sarampión, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas en Europa y Estados Unidos. Cuando las enfermedades desaparecen debido a la amplia cobertura de la vacunación, las infraestructuras sanitarias públicas nacionales e internacionales necesarias para tratarlas también suelen esfumarse. La desconfianza en dichas estructuras y prácticas de la sanidad pública es lo que estimula a muchos movimientos antivacunas, señalados como la causa principal del aumento de los casos de sarampión, tos ferina y, en esta ocasión, difteria.

En ese sentido, aunque el caso del pequeño que sigue hospitalizado en Barcelona es, en parte, la historia de la decisión de sus padres de no vacunarlo, también forma parte de una historia más larga sobre las intervenciones de la sanidad pública en España y sus consecuencias, sobre las relaciones problemáticas entre los Estados europeos y sus ciudadanos y, en fin, sobre el acceso global a los medicamentos y la coordinación de la salud pública.

David Bryan es doctorando en el Departamento de Historia, Estudios Clásicos y Arqueología de Birkbeck, Universidad de Londres, y participa en el proyecto de investigación Internacionalistas Reacios, financiado por la Fundación Wellcome Trust. Su investigación estudia la participación de los expertos en sanidad españoles en redes internacionales durante la era de Franco. Sus intereses investigadores incluyen la historia de la España moderna, la sanidad pública y la relación entre políticas internacionales y sanidad internacional en el siglo XX.

Dora Vargha es investigadora en el Departamento de Historia, Estudios Clásicos y Arqueología de Birkbeck, en la Universidad de Londres, y participa en el proyecto de investigación Internacionalistas Reacios, financiado por la Fundación Wellcome Trust. Su trabajo se centra en las intersecciones de la historia de la ciencia, la medicina y la tecnología, el género y la discapacidad, y estudia la zona de Europa del Este para abordar cuestiones de sanidad pública internacional. Actualmente está trabajando sobre el desarrollo y las pruebas de la vacuna de la polio durante la Guerra Fría.
http://elpais.com/elpais/2015/06/12/ciencia/1434106606_164164.html?rel=ult

(1) Hay mucha tela que cortar,... En primer lugar las antitoxinas desaparecen porque no son negocios para las empresas privadas que las fabrican. Si la salud la dejamos a la iniciativa privada, ahí tenéis como ejemplo a África, donde el Estado prácticamente no existe. ¿Por qué no aprovechan las empresas privadas ese inmenso campo para darnos ejemplos prácticos de su eficacia? Sencillamente porque no es negocio; hay millones de enfermos potenciales, nadie le impediría trabajar, pero falta lo principal, el dinero. La empresa privada se mueve por el dinero, por la ganancia, sea en sanidad, en educación, en servicios sociales, etc. Sin dinero no hay empresa privada, su objetivo es el negocio, la ganancia, no curar o educar, aunque existan personas altruistas que lo hacen gratis de forma ejemplar pero ello ayuda, no soluciona el problema de raíz.

En segundo lugar, hay todo un movimiento social a favor de las seudociencias y, a veces, incluso mintiendo conscientemente como el caso del investigador americano que pidió perdón sobre sus falsas afirmaciones culpando a las vacunas del aumento y origen del autismo. Y que se sepa sin consecuencias,... Cuanto daño ha provocado estas actuaciones,... en tve se le ha dado a los antivacunas el mismo tiempo y oportunidad para exponer sus ideas que a los defensores de la vacunación, que desde  Edward Jenner en 1796, han demostrado su eficacia. Después han pedido perdón,... la ignorancia y la seudociencia debe tener un límite. Los charlatanes de Feria no pueden igualarse en un medio como la tve, a un investigador científico con resultados demostrados como es el caso de las vacuna. ¿Quiénes son los responsable de estos comportamiento y por qué no responden ante la justicia? ¿por qué pervive el oscurantismo? Los responsables de esta muerte evitable están dispuestos a aceptar sus responsabilidades? O aquí nunca pasa nada,...

Libro recomendado.
Las pseudociencias ¡vaya timo! Mario Bunge

viernes, 15 de mayo de 2015

Crear o innovar: ¿el arte contra la ciencia?

El mito atribuye la creatividad a los artistas y la innovación a los ingenieros e inventores. Pero el científico no es un esforzado peón ni un detective, también es un creador

Existen dos palabras que suenan como El Dorado que perseguían los conquistadores, dos palabras presentes, a pesar de que no se nombrasen, a lo largo de toda la historia de la humanidad, aunque haya sido en las últimas décadas cuando su presencia se ha manifestado con abrumadora intensidad; dos palabras sobre las que pivota una buena parte del mundo actual, en las que depositamos nuestras esperanzas de un futuro mejor y a las que nos esforzamos por adecuar nuestros sistemas educativos, empresas o negocios. Son creatividad e innovación. Se trata de términos polisémicos y no sólo eso, entrelazados: no hay innovación sin creatividad. De esos significados, entresaco los siguientes del Diccionario de la Real Academia Española: “Creatividad: Facultad de crear”; “Crear: 1. Producir algo de la nada. 2. Establecer, fundar, introducir por vez primera algo; hacerlo nacer o darle vida, en sentido figurado”; “Innovación: Creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado”.

Con más frecuencia de la deseada (al menos para quien escribe estas líneas) se habla de creatividad con relación a los artistas (escritores, músicos, pintores), mientras que la innovación se adjudica a ingenieros e inventores, con los científicos a caballo entre ambas categorías. Buen ejemplo, en este sentido, son dos libros recientemente publicados: El misterio de la creación artística (Ediciones Sequitur, 2015), del gran Stefan Zweig, y Los innovadores (Debate, 2014), de Walter Isaacson, periodista y celebrado autor de las biografías de Benjamin Franklin, Henry Kissinger (no traducidas al español), Albert Einstein y Steve Jobs (ambas en Debate).

Creatividad, un concepto caleidoscópico
“De todos los misterios del universo”, escribía Zweig, “ninguno más profundo que el de la creación. Nuestro espíritu humano es capaz de comprender cualquier desarrollo o transformación de la materia. Pero cada vez que surge algo que antes no había existido —cuando nace un niño o, de la noche a la mañana, germina una plantita entre grumos de tierra—, nos vence la sensación de que ha acontecido algo sobrenatural, de que ha estado obrando una fuerza sobrehumana, divina”. Y un poco más adelante, añadía: “A veces nos es dado asistir a ese milagro, y nos es dado en una esfera sola: en la del arte”. Para Zweig, vemos, el acto de crear es un atributo de los artistas, de los —son sus ejemplos— Rembrandt, Goya, Greco, Mozart, Beethoven, Shakespeare o Cervantes, pero “no estamos en condiciones de participar del acto creador artístico, sólo podemos tratar de reconstruirlo, exactamente como nuestros hombres de ciencia tratan de reconstruir, al cabo de miles y miles de años, unos mundos desapa­recidos y unos astros apagados”.

Ahí está, por fin aparece, el viejo mito, el consuelo, y la propaganda, sempiterna del “artista” frente al “científico”, convertido éste en una especie de esforzado y, en el fondo, parece, rutinario albañil, o detective, en la búsqueda de regularidades en los fenómenos que tienen lugar en el universo. No nos detengamos —es, seguramente, una metáfora poco afortunada— en los ejemplos del nacimiento de un niño o la germinación de una planta, hechos que la ciencia permite comprender a partir de leyes universales; pensemos únicamente en la idea del científico como un peón de la observación, metódica y desapasionada, eso sí, y de la identificación de conexiones y repeticiones en los fenómenos naturales. Quien piensa así, lo hace por ignorancia. La creatividad auténtica se da en los científicos al igual que en los artistas. Y como en ellos, aparece raramente. Escribir un libro, pintar un cuadro, componer una sinfonía no hace a uno necesariamente “creador”, lo mismo que sucede con un científico por el mero hecho de que éste practique su disciplina. Pero si pudiéramos comprender sus productos, sus creaciones, algo que exige educación, dominar una serie de conocimientos y técnicas especializadas, ¿podría negar alguien que el Albert Einstein de la teoría de la relatividad especial (1905) y, sobre todo, el de la relatividad general (1915) no fue un creador supremo? En ciencia, no conozco ningún momento creativo superior que el proceso que llevó a Einstein, entre 1907 y 1915, a producir, a crear, una teoría de la fuerza gravitacional que exige un marco geométrico en el que espacio y tiempo se funden en una unidad, el espacio-tiempo, cuya forma, variable, depende de su contenido energético-material.

¿Y qué decir del Isaac Newton que produjo (1687), basándose en una nueva matemática que él mismo inventó, el cálculo infinitesimal (de fluxiones en su terminología), una dinámica (teoría del movimiento) basada en tres leyes, y que acompañó, en lo que fue una Gran Unificación, la Primera Gran Unificación científica, de una ley de gravitación universal en la que la fuerza que hace caer un cuerpo hacia la superficie de la Tierra es la misma que la responsable del movimiento de los planetas? Los Rem­brandt, Goya, Greco, Mozart, Beethoven, Shakespeare o Cervantes de la ciencia existen, y se llaman —son algunos ejemplos, mis ejemplos canónicos— Einstein, Newton, Darwin, Aristóteles, Euclides, Arquímedes, Galois, Cantor, Galileo, Euler, Faraday, Maxwell, Kekulé, Turing, Gödel, Cajal, Páv­lov, Bohr, Ramanujan, Heisenberg, Schrödinger, Poincaré, Pasteur, Riemann, Watson, Crick, Mandelbrot o Feynman.

La creatividad como “misterio”
Zweig consideraba que el acto creativo constituye un misterio impenetrable, pero no está claro que sea así; en la era de la genómica, acaso resulte que la creatividad, y la innovación, se vean favorecidas —junto a circunstancias sociales, por supuesto— por alguna combinación de genes, una posibilidad a la que alude, en el caso de la innovación, Nicholas Wade en su reciente y controvertido Una herencia incómoda (Ariel, 2014). En cualquier caso, la creatividad no tiene por qué ser más misteriosa —sí menos frecuente— que “pensar”, “tener conciencia, y consciencia, de uno mismo”, actividades para las que las neurociencias tampoco tienen aún respuestas definitivas, no construcciones teóricas como, por ejemplo, puede ser la física cuántica para los fenómenos del microcosmos (y también para algunos más “macroscópicos”), o el modelo de la doble hélice del ADN para entender los mecanismos de la herencia. “¿Cómo es posible que cosas objetivas como las neuronas cerebrales produzcan experiencias subjetivas como el sentimiento de que ‘yo’ camino por la hierba? La neurociencia explica cada vez mejor cómo el cerebro discrimina colores, resuelve problemas y organiza acciones —pero el arduo problema persiste—. El mundo objetivo que nos rodea y las experiencias subjetivas de nuestro interior parecen ser de naturaleza distinta. Preguntarse de qué modo el uno produce las otras parece un sinsentido”, ha escrito Susan Blackmore (Las grandes preguntas de la ciencia, Harriet Swann. Crítica, 2011).

La creatividad científica
Me sorprende más la creatividad de que hizo gala Georg Cantor cuando, a finales del siglo XIX, dio origen a una nueva rama de la matemática, la de los números transfinitos (hay infinitos diferentes y es posible contarlos), que la que admiramos (con toda razón) en Cervantes, Shakespeare o Dante, independientemente de que algunos puedan agradecer más la de éstos que la de los científicos. Puedo imaginar más fácilmente cómo el conjunto de las experiencias, ideas, emociones que acumuló Cervantes a lo largo de su vida, su “sensibilidad”, produjo El Quijote que la que llevó a August Kekulé a pensar (1865) en la estructura del benceno como un anillo hexagonal con seis átomos de carbono interrelacionados y unidos a átomos de hidrógeno; no en vano el historiador de la química William Brock escribió (Historia de la química, Alianza Editorial) que “Kekulé transformó la química como después Picasso transformó el arte, permitiendo al espectador ver dentro y detrás de las cosas”.

Kekulé sostuvo que la idea del anillo de benceno le llegó mientras soñaba, una asociación no infrecuente en los actos creativos, y que podemos entender como la continuación, inconsciente, de la meditación consciente. Pero la creatividad es hija de muchas madres. Mozart y Beethoven ejemplifican magníficamente tal pluralidad de orígenes; citando de nuevo a Zweig: “Mientras que en el caso de Mozart tenemos la sensación de que el proceso creador es un estado bienaventurado, un cernirse y hallarse lejos del mundo, Beethoven debe de haber sufrido todos los dolores terrenales de un alumbramiento. Mozart juega con su arte como el viento con las hojas; Beethoven lucha con la música como Hércules con la hidra de las cien cabezas; y la obra de uno y otro produce la misma perfección”.

En la ciencia, no conozco mejor análogo a un Mozart que el matemático indio Srinivasa Ramanujan (1887-1920). A pesar de haber recibido una instrucción bastante elemental, Ramanujan podía “ver”, que no demostrar, complejas relaciones matemáticas en la teoría de números, o soluciones de intrincadas ecuaciones. Su capacidad, su habilidad, como la de Mozart, nos enfrenta, con una claridad y violencia tan apabullante como desmoralizadora, al problema de cómo funciona el cerebro. Seguramente no es ... Seguir aquí en El País.

Guía básica para conocer la gran creatividad científica
Galileo Galilei, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, ptolemaico y copernicano (1632; Alianza Editorial, 2011).
Lavoisier, Tratado elemental de química (1789; Crítica, 2007).
Charles Darwin, El origen de las especies (1859; Espasa, 2008).
Santiago Ramón y Cajal, Recuerdos de mi vida (1923; Crítica, 2006).
Alfred Wegener, El origen de los continentes y océanos (1915; Crítica, 2009).
Godfrey Hardy, Apología de un matemático (1940; Nivola, 1999).
Max Planck, Autobiografía científica (1948; Nivola, 2000).
Albert Einstein, Notas autobiográficas (1949; Alianza Editorial, 2003).
Erwin Schrödinger, ¿Qué es la vida? (1944; Tusquets, 1983).
James Watson, La doble hélice (Alianza, 2000).
Murray Gell-Mann, El quark y el jaguar (1994; Tusquets, 1995).
Benoît Mandelbrot, El fractalista (2012; Tusquets, 2014).

https://elpais.com/cultura/2018/06/17/actualidad/1529236079_289932.html?rel=lom

jueves, 30 de abril de 2015

Un 25% de los españoles cree que el Sol gira alrededor de la Tierra

Una encuesta oficial constata el analfabetismo científico de la población. Un 30% cree que hombre y dinosaurios convivieron

Un 30% de los españoles cree que los humanos convivieron con los dinosaurios —en línea con la serie de dibujos animados Los Picapiedra, aunque en realidad más de 60 millones de años separan ambos grupos— y un 25% piensa que es el Sol el que gira alrededor de la Tierra y no al revés. Los datos, sin embargo, son solo relativamente desoladores. En 2006, apenas la mitad de la población sabía que hombres y mujeres no coincidieron con los dinosaurios y casi el 40% desconocía que es nuestro planeta el que da vueltas en torno a su estrella.

La Encuesta de Percepción Social de la Ciencia, presentada esta mañana por la secretaria de Estado de I+D+i, Carmen Vela, recalca que la alfabetización científica de los españoles ha mejorado desde 2006, pasando de un promedio de respuestas acertadas del 58% al 70%.

Pese a todo, apenas el 46% de los ciudadanos sabe que los antibióticos no curan enfermedades causadas por virus, sino solo las originadas por bacterias. El 11,5% niega que los seres humanos procedan de especies animales anteriores, algo que podría ser un poso de la época en la que la Iglesia católica prohibió hablar de evolución en la televisión española.

El 27% piensa, además, que toda la radiactividad del planeta está generada por el ser humano. En realidad, el 80% de la radiación que recibe una persona a lo largo de su vida procede de fuentes naturales, como los rayos cósmicos y el gas radón del subsuelo. Casi el 20% restante proviene de pruebas médicas, como radiografías. Y apenas un 0,01% se debe a la actividad de las centrales nucleares, según el Comité Científico de Naciones Unidas sobre los Efectos de la Radiación Atómica.

Esta falta de conocimientos científicos básicos podría explicar por qué el 54% de los consultados rechaza de manera directa la energía nuclear. La encuesta, elaborada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt), también apunta que el 42% de los españoles repudia el cultivo de plantas modificadas genéticamente, frente al 17% que lo apoya y al 24% que opina que sus beneficios y perjuicios están equilibrados.

En cuanto al fracking —la polémica técnica para extraer gas infiltrado a más de 2.000 metros de profundidad mediante cócteles de sustancias químicas—, el 24% de los ciudadanos lo rechaza, frente al 17% que lo ve con buenos ojos. Casi el 43% de los españoles todavía no sabe qué es el fracking.

La Fecyt, dependiente del Ministerio de Economía, destaca datos positivos, como que la imagen de la ciencia entre los ciudadanos ha mejorado un 12% en los últimos dos años. Ahora, el 60% de los consultados afirma que la ciencia tiene más beneficios que perjuicios, frente al 53% de 2012. Sin embargo, parece que el concepto de lo que es la ciencia tampoco está claro entre los ciudadanos. Un 27% de los encuestados considera la homeopatía "muy o bastante científica", pese a que se trata de una pseudociencia sin eficacia demostrada. Un 14% defiende los horóscopos.

Vela ha lamentado la existencia de dos brechas en la población: una generacional y otra de género. Los jóvenes de entre 15 y 24 años son los que más se interesan por la ciencia. Un 25% de ellos menciona espontáneamente la ciencia y la tecnología cuando se les pregunta por tres temas por los que se sientan interesados. En la franja de 45 a 54 años, el porcentaje no llega al 12%.

“La brecha de género es realmente preocupante”, ha señalado Vela, que fue presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas antes de ser nombrada responsable de ciencia en el Gobierno de Mariano Rajoy. El interés por la ciencia es el doble en hombres (20%) que en mujeres (10%), y este desfase se detecta en todas las franjas de edad, incluso en los más jóvenes.

“Esta brecha se puede deber a la poca visibilidad que se da a las mujeres científicas. Incluso en los premios, el porcentaje de mujeres galardonadas no llega al 5%, están prácticamente ausentes”, ha denunciado Vela.

La encuesta muestra que los ciudadanos solicitan más información científica en los medios de comunicación. En torno al 60% de los consultados sostiene que el número de noticias de ciencia es “insuficiente” en prensa en papel, radio y televisión. Solo los medios digitales cubren las demandas de información científica, según los encuestados.

Internet ya es la primera fuente de información científica para el 40% de los ciudadanos, sobre todo los jóvenes. Un 84% de los chavales de entre 15 y 24 años y un 78% de las personas de 25 a 34 años acuden a internet como primera fuente de información científica. Sus principales vías de acceso a la información científica son la Wikipedia, la prensa generalista online y las redes sociales.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/04/23/ciencia/1429792444_486485.html
Cuánto sabe de Ciencias: http://elpais.com/elpais/2015/04/23/actualidad/1429806820_659696.html

lunes, 16 de marzo de 2015

LUIS ÁLVAREZ-GAUMÉ | FÍSICO DEL CERN. Supersimetría, antimateria o un universo "metaestable" que desaparecería de golpe son algunas de las posibilidades teóricas que podría confirmar el mayor acelerador de partículas del mundo, el LHC, explica este físico español

En 1978, después de acabar la carrera de Física y la mili, Luis Álvarez-Gaumé se fue a hacer el doctorado a Nueva York. Nunca volvió a trabajar en España. La mayor parte de la carrera de este físico teórico ha transcurrido en el laboratorio europeo de física de partículas CERN, donde trabaja desde 1988 y es ya parte del mobiliario local, como él mismo explica. En el subsuelo de esta instalación en las afueras de Ginebra (Suiza) se ultiman los detalles para encender de nuevo el mayor acelerador de partículas del mundo. La última vez que lo pusieron en marcha se descubrió el bosón de Higgs. Ahora alcanzará el doble de potencia y nadie sabe qué puede hallarse. En una entrevista hecha hace unos días en su despacho del CERN, Álvarez-Gaumé (Madrid, 1955) explicaba a Materia que es posible descubrir la supersimetría o materia oscura, hallazgos mucho más importantes y esenciales para explicar ese 95% del universo del que todavía no se sabe nada.

Álvarez-Gaumé también estaba entre más de un centenar de científicos expatriados que hace unos meses clamaron no ser una leyenda urbana tras unas polémicas declaraciones del presidente del CSICCon la distancia de llevar trabajando décadas fuera de España, el físico repasa la política del CERN, una gran organización internacional con más de 2.500 empleados, y el papel deficitario que, en su opinión, está jugando nuestro país en ella.

Pregunta. ¿El LHC va a cruzar una frontera hacia lo desconocido?
Respuesta. Ciertamente. Una de las cosas que va a hacer es física fina del Higgs. Si hay discrepancias en las formas en las que se desintegra, es una manera de saber que hay física nueva. Una cosa divertida es que si no hay nada más allá del modelo estándar y el Higgs, el universo sería metaestable. El estado fundamental o el vacío en el que vivimos no sería estable sino metaestable, es decir, que podría producirse una especie de burbuja o una hernia y nuestro universo desaparecería. Ahora todo indica que el universo está muy cerca del precipicio, es como si se fuera a evaporar. Es lo que parece que dicen los datos y es uno de los descubrimientos más interesantes del LHC.

P. ¿Qué pasaría entonces con la energía y la materia oscura?
R. Desaparecerían. Cuando miras transiciones de fase sabes que hay estado líquido, sólido y gaseoso. En este caso no sabríamos a dónde iríamos. Sería un nuevo estado que no sabemos cuál es. El universo empezaría a hervir y no sería por las colisiones del CERN (risas). Sería un universo en el que la vida no sería posible. Pero aún así la vida media del universo puede ser gigantesca. Por ahora, hay que seguir pagando la hipoteca y las deudas porque el fin no va a ocurrir pasado mañana.

P. ¿Qué supondría encontrar la supersimetría?
R. Por cada partícula conocida habría una hermana desconocida. Y algunas de ellas podrían ser materia oscura. Hay muchas razones por las que pensamos que tiene que haber algo más allá del sistema estándar. Una de ellas es que los neutrinos oscilan, transmutan entre ellos. Otra cosa: por qué hay materia y no antimateria, eso el modelo estándar no lo explica.

P. ¿Qué descubrimiento le gustaría más que se hiciese?
R. La supersimetría, tal vez porque he invertido mucho tiempo de mi vida en este campo. Pero si uno deja de ser egoísta, lo que más me gustaría es que la naturaleza nos sorprendiera. La naturaleza debe tener una cantidad de trucos guardados impresionante. Una posibilidad es que el Higgs fuera una partícula compuesta. De momento parece que es una partícula fundamental, pero solo la estamos viendo a cierta energía. Antes también pensábamos que los átomos eran indivisibles. Luego se vio que se dividían en electrones y núcleo. Que el núcleo está hecho de protones y neutrones. Y luego el protón está hecho de quarks. La pregunta es si esto va a seguir ad infinítum o paramos ahí. De momento parece que con la energía a nuestro alcance, tanto los quarks como los electrones, los neutrinos y el higgs son partículas elementales

P. ¿Cuánta energía cree que hará falta para hacer nuevos descubrimientos?
R. Quizás el LHC pueda ver la supersimetría si hay suerte. Pero también es posible que solo se pueda alcanzar a niveles de energía dos, diez, o cientos de veces mayores que los que permite el LHC. Aquí es donde está lo divertido. Haces una teoría y después compruebas si es cierta. Las teorías que no son falsables al final no son más que un divertimento.

P. ¿Cuándo se conocerán los primeros resultados de esta tanda de experimentos?
R. Lo más probable es que lleguen entre septiembre y diciembre de este año. Si la supersimetría está a este nivel, se van a producir una gran cantidad de gluinos, un tipo de partículas que serían las compañeras supersimétricas de los gluones que funcionan como un pegamento que unen varios quarks para formar partículas complejas. Si existen, va a ser como las fallas porque aparecerían en grandes cantidades. ...
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/12/ciencia/1426146912_065646.html