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jueves, 17 de febrero de 2022

Isaac Rosa gana el premio Biblioteca Breve de novela con una picaresca antidistópica que imagina otro mundo posible


‘Lugar seguro’ retrata con ironía a tres generaciones de una familia que se aprovecha de las grietas del sistema en su beneficio.

Isaac Rosa ha ganado este lunes el 64º premio Biblioteca Breve con Lugar seguro, una novela que retrata con ironía a una familia de picaros en un escenario social que se prepara para el apocalipsis. “Un retrato genial de tres generaciones de granujas de una misma familia que se aprovechan de las grietas del sistema en su propio beneficio”, ha destacado el jurado. El premio que convoca y dota con 30.000 euros la editorial Seix Barral, uno de los más importantes del panorama literario en español, ha distinguido la obra de Rosa entre 858 manuscritos en un acto en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

“Desde aquí, en línea recta hacia el sudoeste, podría llegar a mi casa avanzando bajo tierra”, comienza la obra de Rosa (Sevilla, 48 años), que expone un día en la vida de Segismundo García, un comercial venido a menos que cree haber encontrado el negocio que lo sacará de su crítica situación: la construcción y venta de búnkeres low-cost dirigidos a las clases más humildes. Esto cuando la construcción de refugios entre la clase alta se ha convertido en una tendencia para protegerse de futuros desastres. El lugar seguro al que alude el título es el nombre de la empresa y aquello que ofrece su protagonista: “un sálvese quien pueda”, en palabras del autor, en medio de la obsesión por el fin del mundo y la creciente mercantilización del miedo y la inseguridad.

El padre del protagonista, que lleva el mismo nombre, acaba de salir de la cárcel por un fraude con una red de clínicas dentales; y el hijo, Segis, recurre a la tecnología para crear negocios que se aprovechan de los vacíos legales. “Los tres Segismundos vienen de abajo y se estrellan una y otra vez, los llamamos pillos; pero cuando triunfan los consideramos emprendedores, modelos de éxito”, reflexiona el autor. Rosa mantiene que su protagonista, un tipo cínico, irónico y descreído, es sin embargo un personaje “imprescindible” para aquello que intenta transmitir con su novela: “Un futuro en el que, sin haber desaparecido los actuales problemas, sí se abre paso una posible alternativa que no conduce al abismo”.

Este es el desafío de la obra: “Ser capaz de imaginar otro futuro”; de aquí que se despliegue de fondo un movimiento ciudadano que plantea una alternativa a la visión escéptica del protagonista. Pero hay que ser cautelosos, sugiere Rosa: “Quería contar esa posibilidad desde los ojos de alguien descreído porque es la manera de no caer en la idealización o ingenuidad, y la forma de mostrar las limitaciones de cualquier intento de cambio”.

Isaac Rosa, que ha hecho referencia durante la presentación a algunas influencias como la del relato El nadador, de John Cheever, ha publicado nueve novelas y ha ganado importantes premios, como el Rómulo Gallegos, el de la Fundación José Manuel Lara o el Premio Andalucía de la Crítica. Lugar seguro, considera su autor, es su novela “más divertida”: “Se puede leer como una comedia amarga, que son las que me gustan”, ha comentado.

El objetivo del premio Biblioteca Breve desde su fundación, en 1958, ha sido estimular “una auténtica vocación renovadora”, así como abordar “la problemática literaria y humana estrictamente de nuestro tiempo”, según dejó sentado en su primer veredicto el editor Carlos Barral. Lugar seguro, que estará en librerías desde el 9 de marzo, ha sido distinguida por un jurado conformado por Pere Gimferrer, Benjamín Prado, Elena Ramírez, Andrea Stefanoni y Juan Manuel Gil, el último galardonado, con la obra Trigo limpio. El Biblioteca Breve tiene una amplia tradición en el panorama literario en español. Ha reconocido a autores como Juan Marsé, Gioconda Belli, Carlos Fuentes o al Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, cuya obra, La ciudad y los perros, obtuvo el premio en 1962, y fue determinante en el desarrollo del boom latinoamericano.

https://elpais.com/noticias/premio-biblioteca-breve/

jueves, 10 de febrero de 2022

'Ulises' de James Joyce: cómo pasó de ser "obscena" y "tonta" a "la mejor novela del siglo XX"


En la primavera de 1921, la librera parisina Sylvia Beach se jactó de sus planes de publicar una novela que consideraba una obra maestra que estaría "clasificada entre los clásicos de la literatura inglesa".

"'Ulises' hará que mi librería sea famosa", escribió sobre la aclamada y desafiante novela de James Joyce, escrita durante siete años en tres ciudades que describen los eventos de un sólo día en Dublín.

Y así fue.
El 2 de febrero de 1922, Beach publicó la primera edición del libro "Ulises", justo a tiempo para el 40 cumpleaños de Joyce.

Estilísticamente denso en partes, cuenta las historias de tres personajes centrales: Stephen Dedalus, Leopold Bloom y su esposa, Molly, y ahora se celebra como uno de los textos más influyentes del mundo.

Fue incluso declarada por un panel de prestigiosos escritores y académicos como la mejor novela escrita en inglés del siglo XX.

Pero no siempre fue así.
'Tontería'
El poeta, dramaturgo y crítico literario británico-estadounidense T.S. Eliot declaró en 1923 que Ulises era "la expresión más importante que ha encontrado la era actual", "de la que ninguno de nosotros puede escapar".

Pero el camino hacia la publicación no fue fácil.

La novela generó controversia y fue rechazada por muchos, incluso algunos miembros de la comunidad literaria.  La librería parisina de Sylvia Beach fue un paraíso para los expatriados estadounidenses durante las décadas de 1920 y 1930.

La destacada escritora vanguardista británica Virginia Woolf describió la novela como una "tontería".

Tras la serialización de algunos pasajes en la revista estadounidense Little Review en 1920, hubo un juicio por obscenidad que concluyó con una multa a los editores y la orden de suspender su publicación. La novela también fue censurada en Reino Unido.

No obstante Beach, propietaria de Shakespeare & Company en la Rue Dupuytren, estaba decidida a publicarla en forma de libro, lo cual hizo, financiándolo en parte con su propio dinero con la promesa de suscriptores.

Al escribir sobre cómo lo logró, contó que tuvo que "apartar cada centavo para pagar" la imprenta del libro.

La decisión de Beach de publicar la convirtió en una "heroína cultural de la vanguardia", señaló Keri Walsh, directora del Instituto de Estudios Irlandeses de la Universidad Fordham de Nueva York.

"Había una sensación de que éste iba a ser uno de los libros que definirían el modernismo, por lo que entendió que se aseguraría su propio lugar en la historia literaria al ser su editora", le dijo Walsh a BBC News NI.  

Sylvia Beach y James Joyce.
Joyce y Beach se conocieron en 1920, poco después de que él se mudara a París.

Hacía tiempo que había dejado Irlanda en un exilio autoimpuesto, y había vivido en Trieste y Zúrich antes de llegar a la capital francesa.

Beach describió ese encuentro como un momento poderoso, contó Walsh.

"Joyce estaba muy cansado en este momento. Había pasado tanto tiempo luchando para terminar de escribir 'Ulises', superar [la Primera Guerra Mundial] y sobrevivir, que sintió que ella podía proporcionarle a él y su familia algún tipo de estabilidad y apoyo".

"Ella era mucho más que una editora: banquera, agente, administradora, amiga de la familia. Durante mucho tiempo esa relación funcionó bien".

Pero luego de disputas sobre los derechos de publicación, la relación entre Joyce y Beach se agrió y esta última finalmente cedió los derechos de la novela, escribe Walsh en "Las cartas de Sylvia Beach".  Una de las primeras ediciones de "Ulises".

La casa editorial Random House publicó "Ulises" en 1934 después de que el año anterior se anulara la prohibición estadounidense de publicación.

Así se comercializó a una audiencia más grande, pero pasaron 20 años antes de que los escritores comenzaran a reconocer su valor, dice John McCourt, profesor de inglés en la Universidad de Macerata en Italia.

Si bien Joyce estaba profundamente frustrado por la recepción que había recibido "Ulises", era implacable, agrega el profesor McCourt.

"No permitía que se cambiara ni una coma para ajustarla más a lo que el público que consideraba aceptable".

Aunque "Ulises" había sido prohibido en Estados Unidos y Reino Unido, nunca lo fue formalmente en la Irlanda natal de Joyce.

Las autoridades irlandesas creían que tan pocos leerían la novela que no necesitaban prohibirla, argumenta McCourt. 
James Joyce y su esposa Nora Barnacle, 1930.

"Joyce era como un forastero que exploraba Irlanda", dice.

"En cuanto a la recepción en su país, los irlandeses se resintieron profundamente porque, desde el exterior, se atrevía a criticar a la Irlanda de 1922, su nacionalismo y los límites de ese Estado cerrado que fue montado y dominado por Iglesia católica".

'La seguridad de la distancia'
El autor tenía una relación enormemente complicada con su país de nacimiento, y viceversa.

Se fue en 1904, cuando tenía poco más de 20 años de edad, e hizo cuatro visitas posteriores, pero después de 1912 nunca más regresó.

Y, sin embargo, sus obras están ambientadas en Irlanda, con Dublín en muchos sentidos como un personaje en sí mismo.  El río Liffey en Dublín, presente en varias obras de Joyce.

Joyce quería cambiar Irlanda transformando la forma en que los irlandeses se veían a sí mismos, argumenta el profesor McCourt.

"Estaba muy conectado con Irlanda. Sabía que no iba a hacer amigos a través de sus libros, no podría haberlo hecho si se hubiera quedado en Irlanda".

"Tuvo que hacerlo desde lo que él llamó 'la seguridad de la distancia' en su novela cómica 'Finnegans Wake'".

Sin embargo, hubo algunos que reconocieron la importancia de Joyce, apunta el profesor McCourt.

Entre ellos el ministro del gobierno irlandés, Desmond Fitzgerald, quien lo visitó en París y propuso que fuera nominado para el Premio Nobel de Literatura.

Pero, en general, la hostilidad hacia Joyce continuó hasta su muerte en 1941 en Zúrich, al punto de que no hubo representación oficial irlandesa en su funeral.  Escultura de James Joyce que está detrás de su tumba en el cementerio de Fluntern en Zúrich.

Fanáticos
La marea de la opinión tardó mucho en cambiar.

El primer Bloomsday —una celebración que tiene lugar cada 16 de junio, que es el día de 1904 en el que transcurre la novela—, se celebró en 1954.

El nombre del evento viene del personaje central de Ulises Leopold Bloom, cuya vida y los pensamientos desde las 8 de la mañana hasta las primeras horas de la mañana siguiente son el tema de la novela.

Anualmente, los entusiastas se disfrazan como los personajes de la obra o al menos con ropa del estilo de la época.

Muchos toman el mismo desayuno que Bloom ese mañana —que incluye hígado y riñones asados en mantequilla, tostadas y, por supuesto, una taza de té— y, si están en Dublín, peregrinan a los distintos lugares de la novela, o asisten a charlas o representaciones.  La farmacia Sweny, donde el protagonista de Ulises compra una medicina y jabón de limón, se ha mantenido intacta.

En junio de 1962, el Museo James Joyce fue inaugurado por Beach en la Torre Martello en el suburbio de Sandycove, al sur de Dublín.

En 1982 se organizaron eventos en el país para conmemorar el centenario del nacimiento de Joyce.

Un informe de The New York Times sobre la "celebración nacional" del día reflejó el cambio en la opinión pública.

"En su centenario, Dublín honra al Joyce que alguna vez despreció", decía su titular.

Ahora, cien años después de la publicación de "Ulises", Joyce es reverenciado en casa y en el extranjero.

Desafiante
Ese cambio en las actitudes ha sido tan radical que McCourt argumenta que Joyce se ha convertido en un "producto de consumo, en muchos sentidos anulando, borrando con aerógrafo, el hecho de que gran parte de lo que escribe sobre Irlanda es negativo".

"No veo nada de malo en que la gente se disfrace, pero no convirtamos a Joyce en algo inofensivo", opina McCourt, autor de "Consumiendo Joyce: 100 años de Ulises en Irlanda".  Fanáticos de la novela se disfrazan para celebrar Bloomsday cada año.

"Su libro tiene ese filo cortante. Te obliga a buscar un equilibrio. Su novela no debería ser un vehículo para la nostalgia de un Dublín mágico del pasado en el que todos vestían trajes eduardianos y se divertían".

"Joyce retrata un Dublín muy diferente, muy pobre e introvertido".

Irlanda apenas ahora está aprendiendo a lidiar con ese legado, argumentan algunos expertos.

"[Ulises] no estaba realmente en el dominio público, estaba en el dominio de los académicos, de una élite", explica Darina Gallagher, directora del Centro James Joyce en Dublín.

"Realmente no conocíamos a los personajes de la novela. Sólo los estamos conociendo ahora, explorando y encontrando un legado en ellos, lo cual es fascinante".

Una exploración que definitivamente vale la pena, asegura el escritor irlandés Colm Tóibín.  "Joyce toma una epopeya, la 'Odisea' de Homero, y la torna ordinaria. Y al hacerlo, crea una enorme cantidad de energía alrededor de un día común y corriente, en el que varias personas se encuentran o se evitan en Dublín.

"Hay tanto de lo que llamamos 'vida' en el libro y cosas que reconocemos, que hace del libro uno increíblemente humano, en el sentido de que sus dimensiones son las nuestras.

"Es una novela para este momento y está teniendo su centenario como documento vivo. Quien lo lee sabe que trata cuestiones realmente grandes que aún nos preocupan".

Aunque muchos que aseguran haberlo leído, comenta Tóibín, realmente no lo han hecho: "Ulises"tiene la reputación de ser una lectura desafiante y, a veces, impenetrable.

Consejos para leer "Ulises"
"Aférrate al ahora, al aquí, a través del cual el futuro se sumerge en el pasado", es la cita de "Ulises" en este cartel en Dublín.  

De Darina Gallagher, Centro James Joyce, Dublín
No le tengas miedo.
Lee "Retrato del artista adolescente", pues puede ayudarte con los personajes.

Del escritor Colm Tóibín
Hay una gran cantidad de escritura crítica sobre "Ulises", y lo mejor con la mayor parte es no leerla, porque realmente está escrita para especialistas o para académicos.
Penguin publicó un libro del crítico Terrence Killeen que está lleno de conocimiento pero escrito de manera muy clara. Además, le encanta la novela y esa admiración es contagiosa. Killleen te lleva a través del libro de una manera que creo que buena para abordar esta obra: episodio por episodio y durante un largo invierno.

De John McCourt, Universidad de Macerata, Italia
Nadie está completamente preparado para leer el libro.
Si sabes algo de música, será de gran ayuda.
Si sabes algo sobre Irlanda y su historia, ayuda.
No intentes leerlo demasiado rápido.
Léelo en voz alta, ya que cobra vida.

De Dan Mulhall, embajador de Irlanda a EE.UU.
Cuanto más he profundizado en él, más lo he disfrutado.
Si estás en busca una lectura fácil, no es para ti.
Es desafiante, pero vale la pena, porque tiene una gran profundidad.
Si descubres que un episodio es demasiado difícil, no te desanimes y sigue adelante.
Esta no es una novela de detectives en la que tienes que obtener las pistas en el capítulo 3 para poder leer el capítulo 4.

De Keri Walsh, Instituto de Estudios Irlandeses, Universidad de Fordham, Nueva York
Forma un grupo de lectura. Cobra vida si lo lees junto con otros.
Léelo y detente en pasajes cortos a la vez.
Tómatelo con calma.

martes, 18 de enero de 2022

Réquiem de John le Carré por un mundo acabado.

La novela póstuma del maestro de los libros de espionaje alberga un reguero de claves sobre su mirada decepcionada a la sociedad británica. “El país en el que creyó se estaba evaporando”, cuenta su hijo Nick.

Un caballero inglés que se deja caer por una nueva librería de pueblo y que entabla amistad con su dueño hasta el punto de sugerirle una comunidad en torno a los clásicos podría ser tan entrañable como parece, salvo —¡cuidado!— en una novela de John le Carré. El viejo maestro de las novelas de espionaje, fallecido de neumonía a los 89 años hace 13 meses, no nos abandonó a nuestra suerte sino que dejó sembradas sorpresas. Y la más importante de ellas sale ya a la luz: Proyecto Silverview (Planeta) es su obra póstuma, un auténtico réquiem por ese mundo británico que ha descarrilado. La novela guarda claves de su pensamiento decepcionado y de una concepción de la lealtad aferrada a los principios por encima de cualquier imposición. Como El Cid, Le Carré seguirá ganando guerras después de su muerte.

Una novela póstuma, último misterio de John le Carré
“Es un réquiem por el servicio de inteligencia tal y como él lo había descrito hasta entonces”, cuenta su hijo más joven, Nick Cornwell, por videoconferencia desde Londres. “En todas sus novelas siempre quedaba alguien íntegro como Smiley que hacía lo que había que hacer, capaz de llevar el Santo Grial y sacar el mundo adelante en medio de una catástrofe. Y en esta novela ya no queda nadie. Creo que mi padre encontró esa idea muy difícil cuando la escribió y que esa es una de las razones por las que la guardó”.

Tres años antes de morir, David Cornwell, al que todos conocemos como John le Carré (1931-2020), encargó a su hijo Nick que se hiciera cargo de sus obras si quedaba algo inacabado. Hay fragmentos, hay artículos o material que siguen en revisión, pero lo más completo y coherente que dejó sin publicar fue esta novela de 2014, guardada casi como ese luminoso Santo Grial que solo Smiley podría llevar a su altar. “Estuvo a punto de enviarla para su publicación cuando la terminó y por alguna razón la aparcó. A veces hablaba de retomarla, de trabajarla más, como cualquier escritor. Cuando fui a leerla yo temía que fuera mala pero me encontré que era perfecta: completa, reflexiva, corta como sus primeras obras, contenida, centrada en la hipocresía británica y muy próxima a Una verdad delicada, que es la perfecta destilación de su escritura”, cuenta el hijo. La edición ha sido mínima porque, como asegura su hijo, “él corrió la maratón y yo le di el empujoncito final para que cruzara la meta”. El resultado “es un clásico de Le Carré en todos los sentidos”.

¿Es por tanto un réquiem por Inglaterra?
—Cuando la escribió no era tanto un réquiem como esa música que suena en una película justo antes de que muera el personaje. En 2014 hubo unas elecciones en las que pasó lo contrario de lo esperado, luego vino el Brexit y ahí seguimos, en nuestra decadencia. Es un libro que observa y reconoce el momento en el que todo empieza a torcerse.

Los servicios de espionaje eran para John le Carré una metáfora de la propia sociedad británica, cuenta su hijo. Y el aroma a decepción que traza la novela desde la mirada de ese caballero que frecuenta la librería y que —sí, lo han adivinado— es un viejo espía será indeleble. “El fin de la verdad y la integridad en el servicio de inteligencia se convierte aquí en una acusación al Reino Unido”.

Los (buenos) espías de Proyecto Silverview han perdido la fe en su país y en el servicio de inteligencia; y el libro rezuma esa pelea habitual en Le Carré entre la lealtad a los principios, a los amigos y amores que lo han dado todo, frente a la lealtad a los funcionarios, a la burocracia, a las órdenes frías dictadas tantas veces por la conveniencia política y los intereses oscuros. Y ese sentimiento que plasmó Le Carré en 2014 en estas páginas solo fue creciendo y profundizándose en él al mismo ritmo en que el Reino Unido optó por el Brexit y la distancia del mundo. “El país en el que él creyó”, asegura Nick Cornwell, “se estaba evaporando”.

Y eso no significa que tuviera nostalgia de la Guerra Fría. Él la odiaba por todo lo que se hizo mal en la época que tan bien supo reflejar y, por el contrario, albergó grandes esperanzas en la oportunidad que se abrió a su término: aspiró entonces y creyó posible un futuro de libertad, a salvo de totalitarismos y de unilateralidad, de gran acercamiento a Europa y con soluciones para los más vulnerables, describe Cornwell con gran emoción en su tono. “Toda su escritura es sobre compasión, sobre comunidad. ¿Significa eso que perdió la fe? No lo sé, pero que se desaprovechara esa oportunidad disparó su ira e hizo su escritura más feroz”. De lo que tuvo nostalgia, lo que lamentó, es que el mundo no aprovechara esa oportunidad. “Él siempre miró al futuro, quería un futuro mejor en lugar de un pasado mejor”.

“No hemos cambiado el mundo”, reflexiona uno de los viejos espías que protagonizan Proyecto Silverview. “Creo que yo habría sido más útil en un club juvenil”.

Y ese derrotismo concentrado en el microcosmos de un pequeño pueblo en la costa británica que reúne todos los males del mundo, como describe su hijo, es el sabor que deja la novela en el paladar.

—¿Recibió el reconocimiento que sintió que merecía?
—No creo que ningún autor del mundo crea que le han reconocido como se merece. En el mundo anglosajón y sobre todo en Reino Unido fue interpretado como autor de thriller porque cometió la temeridad de vender libros. Pero solo tenía que viajar y verse fuera para ser acogido como escritor esencial, literario, único para reflejar la Guerra Fría y sus consecuencias.

El libro también es un libro sobre la muerte. La de Deborah, una de las protagonistas, es un retrato premonitorio de la de la propia esposa de John le Carré, fallecida de cáncer apenas dos meses después que él. Pero tras las reflexiones sobre la lucha, la ira y la fragilidad que desencadena la enfermedad se cierra el telón, se vuelve a abrir y llega lo más parecido a la inmortalidad. “Es imposible saber si él será eterno, pero mientras debatamos sobre Guerra Fría, el siglo XX y sus consecuencias en el siglo XXI habrá que hacer referencias a él porque capturó ese momento de una manera única”, asegura Nick. “Su habilidad para detectar historias que con el tiempo se convierten en titulares fue especial, así que concluyo que sí: él estará ahí para siempre”. Su gran legado, si por algo quisiera ser recordado Le Carré, dice, es por la compasión.

Cornwell, cuarto hijo del autor, afrontó las muertes de su padre (en diciembre por neumonía) y de su madre (en febrero por cáncer) en plenas restricciones por la pandemia y por ello no perdona al habitante de Downing Street: “Sí, soy uno de tantos que no pudimos hacer lo que hubiéramos querido haber hecho por nuestros padres en sus últimos días, mientras el primer ministro bebía vino en Downing Street. Por eso estoy enfadado con él”. El episodio de las fiestas de Boris Johnson mientras los ciudadanos sufrían bien podría ser otro capítulo de un libro de Le Carré, pero ese no lo veremos. A cambio, leeremos Proyecto Silverview.

El País. https://elpais.com/cultura/2022-01-13/requiem-de-john-le-carre-por-un-mundo-acabado.html

viernes, 17 de diciembre de 2021

_- Ken Follett, autor de Los pilares de la tierra: "El mundo está en más peligro ahora de lo que ha estado en toda mi vida"

_- Una nueva novela del británico Ken Follett (Gales, 1949) es siempre un acontecimiento editorial.

Y el lanzamiento a comienzos de noviembre de "Nunca", su más reciente thriller, no defraudó: millones de ejemplares publicados simultáneamente en 40 idiomas diferentes y excelentes críticas.

El de Follett es un caso especial dentro de la literatura popular: empezó como escritor de novelas de suspenso para luego convertirse en novelista histórico con "Los pilares de la tierra", su bestseller sobre la construcción de catedrales en la Edad Media, con el que inició una tetralogía sobre la imaginaria ciudad de Kingsbridge.

BBC Mundo habló con el afamado autor en el marco del Hay Festival de Arequipa.

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En América Latina usted es conocido sobre todo por sus novelas históricas, pero en sus inicios fue escritor de suspense. Ahora, con "Nunca", regresa al thriller después de muchos años. ¿Qué lo hizo volver al suspense?

Primero que nada, pensé que era una buena idea: una historia sobre una crisis global que se va construyendo de manera muy lenta, paso a paso, en la que líderes mundiales van tomando pequeñas decisiones que no consideran muy peligrosas, pero cada vez la crisis se escala más y más hasta que se convierte en un desastre.

Lo otro es que pienso que como creador debo cambiar, reinventarme de tanto en tanto.

Es una buena idea cambiar y buscar nuevos retos. Realmente disfruté escribiendo "Nunca" y espero que los lectores también lo hagan.

Usted ha dicho que se inspiró en algunos hechos previos a la Primera Guerra Mundial...

Sí, estudié sobre el estallido de la Primera Guerra Mundial cuando estaba escribiendo "La caída de los gigantes", el primer libro de mi trilogía sobre el siglo XX, y lo que me sorprendió de manera muy fuerte de esos eventos, en especial en julio de 1914, es que nadie quería una guerra mundial.

Los líderes de los grandes países europeos involucrados no pretendían una guerra, tomaron decisiones que los condujeron a una, pero todas parecían decisiones pequeñas, racionales.

Si lo pensamos, la Primera Guerra Mundial empezó con un asesinato en Sarajevo, que no era un lugar muy importante; el asesino era un nacionalista serbio, que tampoco era un movimiento muy destacado. La víctima era el sobrino del emperador. Fue un incidente relativamente menor y sin embargo fue el punto de ignición.

Y entonces me pregunté ¿puede pasar de nuevo? Una tercera guerra mundial, no por un accidente nuclear o un presidente loco, sino por una secuencia de eventos.

Sin revelar mucho, ¿Qué nos puede contar sobre "Nunca"?
Está situada en muchos lugares y hay muchos "puntos de ignición" actuales donde algo puede pasar...

Entrevisté a personas involucradas en la diplomacia y la política internacional, y mencionaron muchos: Irán, Cachemira, Taiwán, Hong Kong, el norte de África...

Algunas crisis son resueltas, pero cuando no lo son, una reacción es escalarlas. Y un peligro pequeño deviene en uno medio y luego en uno mayor. A medida que cada país responde, la respuesta de todos estos países la aumenta, hasta que existe la amenaza de la Tercera Guerra Mundial...

Y no le vamos contar a los lectores lo que pasa, sólo lo sabrán cuando lleguen a las últimas páginas.

En esta novela hay personajes femeninos muy fuertes: Tamara, Pauline Green, Kiah... Es algo que se repite en sus libros, incluso cuando no era común hacerlo, como "En el ojo de la aguja", publicada en 1979

Hace 44 años fui el primer autor en hacer de una mujer la heroína de un libro de suspenso. Ahora es algo común, pero estoy casi seguro de que nadie lo había hecho antes. Me pareció algo natural, y mucho más interesante que el espía despiadado fuera detenido por una mujer.

Pero no lo hice por razones políticas sino literarias, para hacer una mejor historia. La hizo muy fresca y diferente.
Por eso lo sigo haciendo, porque es un mejor relato si los participantes en el drama son a veces hombres y a veces mujeres.

¿Cómo crea sus personajes? ¿Se inspira en personas reales? Por ejemplo alguien como Ragna en "Las tinieblas y el alba" o Jack en "Los pilares de la tierra"...

Nunca uso personas reales como modelos. Y la razón es que una persona real posiblemente no pueda hacer todas las cosas que mis personajes hacen en el relato.

Entonces lo que hago es inventar un personaje que se integre a la historia que tengo en la cabeza.

Claro que tomo pedacitos de alguna gente... Jack, por ejemplo: hay una especie de picardía en él que se halla en niños y jóvenes y que yo encuentro bastante atractiva.

En sus novelas usted usualmente pinta un vasto tapiz de las sociedades y en él teje los hilos de personajes individuales de diferentes clases sociales. Pasa en "Never", donde tenemos desde la persona más humilde, Kiah, hasta la más poderosa, que es Pauline Green, presidenta de Estados Unidos. Y en "Las tinieblas y el alba", donde va desde Edgar, el constructor de botes, hasta el propio Rey.

Sí, me gusta retratar a toda la sociedad.

Por supuesto, en una novela como "Las tinieblas y el alba", el interés principal es el destino de cuatro o cinco personajes, pero también nos interesa cómo funciona la Inglaterra anglosajona frente a algunas amenazas, en especial de los vikingos.

Para mostrar toda una sociedad a través de destinos individuales, tienes que tener las diferentes secciones de esa sociedad. Los poderosos y los desposeídos. Y mostrarlos interactuando, lo que a la vez muestra cómo es ese grupo social.

¿Y alguna vez se ha sentido tentado a escribir algo menos monumental, más íntimo?

Mmm, no, realmente nunca he tenido esa tentación.

Por supuesto, muchas novelas de los últimos cien años hacen eso, mirar de cerca las vidas íntimas de unas cuantas personas o incluso de una sola, y todo gira alrededor de la sicología individual.

A mí me interesa mucho más cómo interactúan las personas con aquellos que los rodean, sus familias o aquellos con quienes trabajan... Me interesan las relaciones de amor, de poder y así. No tanto lo que ocurre en la mente individual.

En eso usted es más cercano a los novelistas del siglo XIX...

Absolutamente. Esas son las novelas que amo, las que he leído más. Pero si usted mira la lista de bestsellers, la mayoría son más similares a las novelas del siglo XIX que las avant garde de los siglos XX y XXI.

Hablando de manera general, lo que la mayoría de las personas disfrutamos son novelas con un argumento, que cuenten una historia y con personajes de diferentes secciones de la sociedad.

Usted ha dicho que siempre tiene un plan muy claro cuando está escribiendo sus novelas, pero ¿lo ha sorprendido alguno de sus personajes haciendo algo que no esperaba?

No realmente. Eso no me ocurre. Muchos escritores hablan sobre eso y sé que le pasa a algunos de mis colegas, pero a mí no me sucede.

Me preocuparía mucho si fuera sí. (Risas) Prefiero mantenerlos bajo control.

Una de sus novelas más populares en América Latina es "Los Pilares de la Tierra". ¿Qué lo hizo escribir un libro sobre la construcción de catedrales en la Edad Media?

Las catedrales mismas, me maravillan. Y están llenas de enigmas. Me decía: esto fue muy difícil de construir, muy costoso y quienes lo hicieron tenían herramientas muy primitivas. ¿Por qué edificaron estas enormes y hermosas iglesias para que duraran cientos de años? El dinero no les sobraba. Las catedrales fueron construidas por personas que vivían en chozas y dormían en el piso. Ni siquiera tenían camas, que eran para los ricos.

La segunda pregunta fue: ¿Cómo las hicieron?
Empecé a leer libros sobre las catedrales, sobre las sociedades medievales y comencé a pensar que podía ser un relato extraordinario.

Así es cómo se desarrolla una idea para una buena novela. Y cuando algo me agarra ya no puedo parar.

Algunas personas me pidieron que le preguntara si tenía en mente alguna catedral en especial cuando empezó a escribir la novela

La primera catedral a la que miré con esos ojos es la de Peterborough, en el este de Inglaterra.

Yo era entonces reportero y fui a esa ciudad por una historia.

Luego de hacer unas entrevistas tenía una hora antes del tren de regreso, así que fui a visitar la catedral. Fue la primera vez que me sentí estremecido por la belleza, tamaño y atmósfera de una catedral medieval.

Después de eso seguí interesándome y leyendo sobre el tema hasta que, finalmente, escribí la novela.

Ahora que menciona que fue reportero, ¿es verdad la leyenda de que empezó a escribir novelas porque su carro se averió?

Ja, sí es verdad. Mi carro se averió y no tenía dinero para repararlo. Costaba 200 libras. Fui al banco a pedir un préstamo y me lo negaron.

Recién había llegado a Londres por un nuevo trabajo y mi hija estaba recién nacida. Casa nueva, bebé nuevo, no tenía dinero de sobra.

Otro reportero de la redacción había escrito una novela y le habían pagado. Los demás periodistas estábamos muy interesados en saber cómo había encontrado el tiempo para escribirla, quién se la había publicado y -lo más importante- cuánto le habían pagado. Y la respuesta fue: 200 libras.

Entonces le dije a mi primera esposa, "ya sé cómo voy a reparar el carro: voy a escribir una novela". Ella me respondió "sí, claro" (risas).

¿Y consiguió las 200 libras?

Sí. Escribí la novela, la envié a la misma editorial y me dieron 200 libras de adelanto, así que pude reparar mi carro.

El libro no era muy bueno y no tuvo mucho éxito, pero me hizo pensar que podía escribir más. La segunda novela tampoco tuvo éxito.

De hecho, ninguno de mis primeros diez libros tuvo mucho reconocimiento, pero el número 11 fue "El ojo de la aguja".

¿Esperaba que "Los Pilares de la tierra" tuviera tanto éxito?

Tenía la esperanza de que lo fuera. Definitivamente no estaba solo dirigida a una audiencia pequeña que se interesara en historia. Quería escribir una novela popular.

Algunos de mis editores estaban preocupados, pero yo no.

¿Cómo es su proceso para escribir novelas tan vastas como "Los pilares de la tierra" o "Nunca"? ¿Contrata investigadores?

Empiezo haciendo un plan y voy haciendo la mayor parte de la investigación al mismo tiempo.

En esta etapa no tengo ninguna ayuda. Leo libros, indago en mapas, miro fotografías... A veces entrevisto algunas personas, como lo hice para "Nunca".

Eso me toma entre seis meses y un año.

Luego escribo un primer borrador, lo que me toma otro año, y cuando lo finalizo busco expertos en el tema que estoy tratando. Para "Los Pilares", por supuesto, fueron expertos en la época medieval y la construcción de catedrales.

Les pago para leer el borrador y escribirme un reporte con cualquier error que vean o cuando encuentran algo improbable. Entonces lo cambio.

¿Cómo es su rutina diaria para escribir?
Me gusta levantarme temprano. Normalmente empiezo a las 6 de la mañana, luego me detengo para desayunar, sigo escribiendo, paro para almorzar y usualmente termino hacia las 4 de la tarde. Por las mañanas estoy lleno de energía e ideas.

¿Escribe a mano o en el computador?
En el computador.

¿Y revisa de inmediato o lo hace después?
Cada mañana reviso lo que hice el día anterior. Y siempre hago dos borradores, el primero que ya mencioné, que revisan los expertos, los editores y a algunas personas que me pueden ayudar a escribir un mejor libro. Luego reescribo toda la obra.

No la edito con un lápiz rojo: la vuelvo a escribir, porque al hacerlo me doy cuenta de cómo puedo hacer las frases más claras, o vívidas o conmovedoras.

¿Qué escritores lo han influido?
Cuando tenía 12 años leí una novela de James Bond, "Vive y deja morir". Me deslumbró. Lo amé, me leí todos los libros de Ian Fleming.

Y diez años después, cuando comencé a escribir novelas, recordé la sensación que tenía cuando iba a leer una nueva novela de James Bond. Era fantástico, sabía que la iba a disfrutar muchísimo.

Y me di cuenta que lo que tenía que hacer como escritor era lograr que mis lectores se sintieran así. Hacerlos decir, ¡"maravilloso, tengo una nueva novela de Ken Follett para leer"!

En ese sentido Fleming me influenció mucho.

Mi manera de escribir no se parece nada a la suya y no escribo novelas con un héroe como James Bond. Traté de hacerlo en mis inicios. Algunas de mis novelas fracasadas eran así.

¿Hay algún escritor al que siempre regresa?

Me gustan mucho los escritores ingleses y franceses del Siglo XIX. Charles Dickens, George Elliot, Jane Austen, Anthony Trollope y Eizabeth Gaskell.

Siempre vuelvo a Dickens. De hecho Acabo de leer Edwin Drood, su última novela, la cual dejó sin terminar. Es un misterio y nadie sabe quién es el asesino.

¿Hay algún escritor latinoamericano que le interese?

Muchos. Primero que todo García Márquez. Todos leímos "Cien años de soledad", pero escribió muchos otros libros extraordinarios como "El amor en tiempos del cólera".

Me encantó "La tía Julia y el escribidor", de Vargas Llosa, y "Doña Flor y sus dos maridos", de Jorge Amado, es muy buena. También recuerdo una novela mexicana maravillosa, "Como agua para el chocolate", de Laura Esquivel.

Hay una escena extraordinaria en la que una mujer está haciendo un pastel de bodas. Está enamorada del novio pero él se va a casar con otra. Mientras está haciendo el pastel se pone a llorar y sus lágrimas caen en la masa. Y cuando los invitados empiezan a comer el pastel, todos se ponen a llorar.

Es algo que sólo pudo escribir un latinoamericano. Quisiera ser capaz de escribir una escena así.

Usted ha estudiado y escrito a fondo sobre el siglo XX y en una entrevista reciente con Le magazine Littéraire de Francia dijo que no cree que la historia se repita, pero que tiene ecos.. Mucha gente ve similitudes entre lo que ocurre ahora y lo que pasó a principios del siglo pasado y el ascenso de populismos de derecha. ¿Ve también esos ecos?

Oh sí. Y me asusta.

El ascenso al poder de Donald Trump recuerda de manera horrible a la Alemania de principios de los años 30. La manera en que se dijeron mentiras al público y éste se las creyó, el no querer mostrarse en desacuerdo con su líder porque no era bueno para el país. La mezcla de autoritarismo y nacionalismo, los ataques a la prensa y a los jueces...

Todo fascista ataca a la prensa y a los jueces porque nos brindan protección contra este tipo de tiranía. Eso también lo están tratando de hacer en Polonia, Hungría. Es muy peligroso.

Finalmente, usted ha escrito sobre la humanidad en distintos momentos de la historia. Ahora publica una novela sobre la posibilidad de una guerra nuclear. ¿Es optimista o pesimista sobre nuestro futuro con el ascenso delos populismos, el cambio climático, la pandemia?...

Por temperamento soy un optimista y creo que las cosas van a salir bien, pero ahora mismo siento que el mundo está en más peligro de lo que lo ha estado en toda mi vida. Y como usted lo dice, no es solo una amenaza.

Toda mi vida vivimos con la amenaza nuclear, pero ahora tenemos también la amenaza del clima y la pandemia, los virus.

Son tres maneras diferentes como la humanidad puede ser destruida. Estamos en más peligro ahora. Y no sé si vamos a ser capaces de resolver estos problemas.

Este artículo forma parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realizó en esa ciudad peruana entre el 1 y el 7 de noviembre.

sábado, 27 de noviembre de 2021

_- Almudena Grandes muere a los 61 años

 

_- Uno de los nombres más importantes de la literatura española contemporánea murió este sábado a consecuencias de un cáncer.

Se trata de la novelista Almudena Grandes, a quien le diagnosticaron la enfermedad hace poco más de un año.

La escritora y columnista habitual del diario El País, de 61 años, falleció en su casa, en Madrid.

Autora de obras como "Las edades de Lulú" (1989), "Malena es un nombre de tango" (1994) o "El corazón helado" (2007), entre muchos otros, recibió diversos reconocimientos a lo largo de su amplia trayectoria, como el Premio Nacional de Narrativa, en 2018, o el Premio de Periodismo Internacional 2020 del Club Internacional de Prensa.

Larga trayectoria
Almudena Grandes nació el Madrid el 7 de mayo de 1960, en el barrio de Chamartín.

Comenzó a escribir desde muy pequeña, con apenas 9 años.

Luego de titularse en geografía e historia en la Universidad Complutense de Madrid, Grandes comenzó a trabajar escribiendo textos para enciclopedias.

Almudena Grandes se consolidó como una de las exponentes más importantes de la literatura española.

Pero al poco tiempo saltó a la fama tras publicar su primera novela, "Las edades de Lulú", una obra erótica que fue llevada al cine por el director y guionista Bigas Luna, y que, debido a su gran éxito, ha sido traducida a más de 20 idiomas.

En los años siguientes, continuó escribiendo libros que la hicieron consolidarse como una de las exponentes más importantes de la literatura española actual. .

Conocida por sus posiciones ideológicas de izquierda, participó activamente de la discusión política española, y dedicó muchos años de su vida a investigar el régimen de Francisco Franco y la herencia que este había dejado.

En 2010 empezó una ambiciosa serie de novelas titulada "Episodios de una Guerra Interminable", que inauguró con "Inés y la alegría".

Le siguieron "El lector de Julio Verne" (2012), "Las tres bodas de Manolita" (2014) y "Los pacientes del doctor García" (2017, Premio Nacional de Narrativa).

El 2020, publicó su último libro, "La madre de Frankenstein" (2020), donde indagó en la biografía de Aurora Rodríguez Carballeira, una de las la parricidas más famosas del siglo XX español, que tiroteó a su hija para no perder su control sobre ella.

Tras su muerte, el mundo literario español está de luto, así como también la izquierda y sindicatos, entre otros.

El País. 
La autora de los ‘Episodios de una guerra interminable’ fallece en Madrid a los 61 años de un cáncer. Otras de sus novelas más celebradas por la crítica fueron: ‘Los aires difíciles’, ‘Atlas de geografía humana’ o ‘El corazón helado’. En esta última, por primera, vez se detenía en las vidas de aquellos exiliados republicanos y sus posteriores generaciones de inadaptados

Todos los artículos de la autora en EL PAÍS

 PD. Sin ninguna duda es una inmensa perdida no solo para la literatura sino para todos los demócratas y todas las personas de buena voluntad de España y del mundo.

domingo, 10 de octubre de 2021

Premio Nobel: quién es Abdulrazak Gurnah, el primer autor africano negro en ganar el galardón en Literatura en más de 30 años

                                  
Aunque algunas de sus novelas se han publicado en español, Abdulrazak Gurnah, el escritor africano premiado este jueves con el Nobel de Literatura, es todavía un desconocido para muchos en América Latina.

El novelista, nacido en la isla semiautónoma de Zanzíbar, es autor de diez novelas y desde que tiene 18 años vive en Reino Unido, donde llegó como refugiado, un tema que ha sido frecuente en su obra.

De hecho, el Comité del Nobel justificó el premio en la "penetración intransigente y compasiva" en sus libros de "los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes".

Gurnah es el primer autor africano negro en ganar el premio desde Wole Soyinka en 1986.En declaraciones tras recibir la noticia, expresó que fue una "completa sorpresa" y consideró que su galardón podría significar que temas como la crisis de los refugiados y el colonialismo serán ahora "discutidos".

"Estas son cosas que están con nosotros todos los días. La gente está muriendo, la gente está siendo lastimada en todo el mundo", dijo.

En un tuit, Gurnah, dedicó el premio "a África, a los africanos" y a sus lectores.

Su obra
Por años, Gurnah, quien escribe en inglés, trabajó como profesor y director del departamento de inglés de la Universidad de Kent, Inglaterra, de la cual se retiró recientemente.

Sus obras más destacadas son "Paradise" (1994), "Desertion" (2005) y "Afterlives", esta última publicada en 2020. Al menos tres de ellas han sido publicadas en español: Precario silencio (1998), Paraíso (1997) y En la orilla (2003).

La academia sueca también destacó "su conmovedora descripción de los efectos del colonialismo en África".

"Vine a Inglaterra cuando palabras como 'solicitante de asilo' no eran exactamente las mismas: más personas están en problemas y huyendo de los estados terroristas", dijo el escritor.

"El mundo es mucho más violento de lo que era en la década de 1960, por lo que ahora hay una mayor presión sobre los países que están a salvo, que inevitablemente atraen a más personas".

En una entrevista en 2016, cuando se le preguntó si se llamaría a sí mismo un "autor de literatura poscolonial", Gurnah respondió: "No usaría ninguna de esas palabras. No me llamaría un escritor de ningún tipo".

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58829083

viernes, 10 de septiembre de 2021

Sally Rooney: “Aceptar la intimidad es aceptar la posibilidad de que otra persona nos hiera”

La escritora irlandesa Sally Rooney, el pasado mes de julio en Mount Falcon Estate, en Ballina (Irlanda). LINDA BROWNLEE (EYEVINE / CONTACTO)
Anatxu Zabalbeascoa
03 SEPT 2021

Es la reinventora de la novela de amor decimonónica en la era de la hiperconectividad. La escritora superventas de los mileniales. Disecciona con precisión las relaciones sentimentales y eróticas en un mundo sin modelos y que se mueve a toda velocidad. A sus 30 años, con ‘Gente normal’ convertida en serie de éxito, la autora irlandesa publica su tercer libro.

Ha crecido en y con sus propias novelas: de adolescente a universitaria; de joven que publica un poema a autora consagrada. También de pobre a rica. Como cronista de nuestro tiempo, la irlandesa Sally Rooney (County Mayo, 30 años) explora la incomprensión. Sus novelas analizan la fragilidad del amor. Millones de lectores y telespectadores —Gente normal se convirtió en serie de televisión— aguardan la tercera novela, Dónde estás, mundo bello (Literatura Random House), que se publica el 9 de septiembre. Con una prevención casi de secreto de Estado, su editor británico anuncia que nuestra conversación —por Zoom— se desconectará a los 45 minutos. Al otro lado de la pantalla, Rooney, somnolienta, contesta sentada en una cama deshecha, esquivando temas personales.

Pregunta. “Es imposible tener una relación amorosa en la que nunca causes dolor y nadie te lo cause”. ¿Habla de sí misma?
Respuesta. Dejar que una persona entre en tu vida íntima es correr ese riesgo. Da igual que se trate de una relación romántica o entre padres e hijos. Uno abre la puerta a los malos entendidos y al dolor cuando se acerca profundamente a otro ser humano. Madurar es entender que el amor no consiste en llevarse siempre bien, sino en tener la fuerza para solucionar los problemas que se presentan por malos entendidos o inseguridades. Aceptar la intimidad es aceptar la posibilidad de que otra persona no nos entienda y nos hiera. Evidentemente, no hablo de relaciones abusivas, pero me interesa escribir que nuestra capacidad para conocer a otras personas es imperfecta y limitada.

P. ¿Sin sufrimiento no hay amor?
R. Difícilmente puede existir una relación profunda, sincera y libre sin algún tipo de conflicto o discrepancia. El dolor forma parte del amor. Bien asumido lo hace crecer. Esa es la naturaleza de la intimidad: contiene vulnerabilidad, implica la posibilidad de que aparezca el dolor. Ese sufrimiento no debería cuestionar el amor. Al revés: nos indica que es más una conquista que una lotería.

P. ¿La debilidad une y repele a la vez?
R. Justamente. Uno puede temer defraudar mostrándose débil o puede temer la debilidad del otro. Nos podemos proteger frente a la fortaleza, o admirarla, pero nos cuesta manejar la debilidad ajena. En mis libros, los protagonistas buscan poder mostrarse vulnerables sin tener que sufrir por ello.

P. En sus tres novelas, la mayor aspiración es ser amado incondicionalmente.
R. Tiene razón. Hablo sobre el amor entre amigos o entre parejas. Y en esos dos tipos de relación se da la aspiración al amor incondicional. No es que crea que deberíamos aspirar a eso, pero me interesa investigarlo.

P. ¿Quiere decir que lo ve posible?
R. Es una búsqueda con la que me identifico: desear ser amado sin condiciones y llegar a amar sin filtros. Hay muchos tipos de fantasías y una muy común es querer ser amado. Como deseo es de los más interesantes porque implica algo más que conseguir lo que quieres. Uno puede desear ser rico o tener éxito. Pero lograr algo material no es interesante: no te dice nada de ti mismo y no implica ningún tipo de aprendizaje. Mientras que aspirar a ser amado y conseguir serlo es interesante porque terminas por aprender mucho de ti mismo y de la otra persona.

P. ¿La incondicionalidad amorosa no es una losa romántica?
R. Es un deseo, pero contiene la posibilidad de aprender: uno acumula conocimiento en los riesgos y las decisiones que va asumiendo en la vida.

P. ¿Se ama o se aprende a amar?
R. Se aprende a amar y a quererse. Es un esfuerzo, no solo una bendición. Me interesa lo que la gente quiere y lo que ocurre cuando lo consigue.
 
P. Plegarias atendidas, de Truman Capote.
R. Exacto: no saber qué hacer cuando por fin logras lo que buscabas. Iniciar una relación es abrir la puerta a cambios y transformaciones.

P. ¿Termina entonces el romanticismo y empieza el aprendizaje?
R. Conocer profundamente a una persona es uno de los mayores retos de la vida porque somos cambio. Exige mucho esfuerzo llegar a conocer y conocerse a fondo y suele implicar dolor. El principal trabajo es mirar desde otro punto de vista, desde otros valores, y no dar por hecho que los nuestros son inmutables.

“Los personajes que tienen relaciones con los dos sexos consiguen un nexo más abierto e impredecible con el poder”.

P. Es la superventas de los mileniales, pero escribe de asuntos eternos.
R. Los protagonistas de mi último libro se preguntan qué tenemos para reemplazar las antiguas costumbres porque estas están desapareciendo sin que les hayamos encontrado sustitutas. No quisiera caer en la nostalgia. No defiendo las maneras de vivir que dominaron el siglo XX, pero mis personajes se preguntan cómo vivir sin modelos.

P. ¿Vivimos una orfandad ideológica?
R. No sabemos qué nos sustenta. En el mundo que hemos dejado atrás había sentido de la comunidad. También mucha represión, claro, pero ahora estamos sin modelos. Y eso sucede también en las relaciones. Solía haber normas no escritas sobre cómo prosperaban y eso se está desmoronando.

P. La normalización de otras maneras de vivir, ¿no es signo de apertura mental?
R. La falta de modelos genera ambivalencia: uno debe decidir por sí mismo lo que es bueno, no por la tradición de un modelo.

P. ¿Qué lo está cambiando todo?
R. La inmediatez, la gran velocidad con que la vida se ha transformado en los últimos 15 años.

P. ¿Cuánto más intensa es una relación, más frágil es?
R. Cuando lo esperamos todo, todo puede fallar. Y un fallo puede vivirse como una traición: ¡Pensaba que me entendías! Las conexiones muy profundas son frágiles porque les exigimos más. Cuando sientes que tu relación con una persona es casi perfecta, que con mirarte sabe qué estás pensando, cualquier interrupción de esa fluidez se siente como un traspié. Es necesario que sepamos que quien nos comprende puede no entendernos en algún momento. Confiar en el entendimiento perfecto es condenar una relación. Las expectativas en una relación superficial son menores. Tenemos más cuidado con quien no vamos a congeniar. Le sucede a la protagonista de mi última novela con su hermana: no se llevan bien. Se dicen cosas terribles. Pero se aguantan porque no esperan más. Es irracional, pero funciona así: asumimos lo más difícil cuando no esperamos nada.

P. ¿Cómo consigue que libros sobre gente que escribe interesen a gente que no escribe?
R. Porque la vida es más importante que la literatura y, aunque escriban, sufren o sienten. En el origen de la novela inglesa, la trama estaba construida en torno a la intriga de con quién se iba a casar el o la protagonista. Eso desapareció en el siglo XX. En parte, claro, porque la propia idea de casarse se ha ido desplomando en las aspiraciones de la gente. Mis novelas no son sobre bodas, pero sí giran en torno a relaciones amorosas y eróticas. Y la intriga no es ya si se casarán, sino si llegarán a estar juntos. Que la gente viera reflejados sus miedos, fracasos y anhelos popularizó la novela en el siglo XIX que hoy se reinventa hacia otras direcciones.

P. ¿La novela romántica del siglo XXI es dolorosa?
R. Es poco romántica. Trata de ser más verdadera que idealista.

P. ¿Sus amigos han leído sus libros?
R. Sí. Muchos sí.

P. Pregunto porque el novio de su última protagonista, una escritora de éxito, no lee sus libros.
R. Es que es un tipo que no lee, como tantas personas en el siglo XXI.

P. ¿Una escritora emparejada con un hombre que no lee?
R. Puede ser hasta saludable. Hay otras afinidades. Las parejas no tienen que estar de acuerdo en todo.

P. Su padre trabajaba para la compañía telefónica y su madre es la responsable del centro de arte de su ciudad. Ambos han sido socialistas y, en general, uno o se opone a sus padres o los sobrepasa. ¿Es más de izquierdas o se ha vuelto conservadora?
R. Posiblemente antes lo era más.

P. ¿Educar a alguien en una ideología política es similar a criarlo dentro de una religión?
R. Sí.

P. ¿Es manipularlo?
R. Puede ser adoctrinar, pero puede ser también informar. Fue el caso de mis padres, que nos transmitieron valores, no solo una ideología política. Eran socialistas y católicos. Íbamos a misa. Pero a la par que el credo cristiano, nos decían que nacemos iguales, que debemos tener los mismos derechos y todo lo que ellos consideran que es innegociable en las relaciones de respeto hacia los demás.

P. Eso también es cristianismo.
R. Justamente. En mi infancia no sentí distinción entre lo que era religioso y lo que era político porque muchos valores coincidían. Digamos que mis padres no nos obligaban a leer ni la Biblia ni el Manifiesto comunista. No nos adoctrinaron, por eso una de sus herencias ha sido el cuestionamiento de cualquier ideología rígida. Discutíamos sobre todo. Los tres hermanos defendíamos nuestro punto de vista ante cualquier tema. Eso quiere decir que nos hacían pensar.

P. En el Trinity College organizó el club de debates. Y allí conoció a su marido.
R. Las dos cosas son ciertas.

P. ¿Debaten mucho en casa para tomar decisiones?
R. [Risas] No. Lo siento. No voy a hablar de nada personal.

P. Por entonces defendía cosas del tipo: el capital privado debería abolirse. ¿Siendo rica piensa lo mismo?
R. Claro que sí. Me hace feliz que mucha gente se interese por mis libros. Intento escribirlos lo mejor que puedo y me gusta que me paguen por hacerlo. Lo que no entiendo es por qué yo tengo que ganar mucho más que personas que realizan trabajos fundamentales para la sociedad, como mi marido, que es profesor de matemáticas, o los profesionales en primera línea de la pandemia: médicos, enfermeras, limpiadores o repartidores. Es imposible imaginar dónde estaríamos si todos hubieran dejado de trabajar y hubieran decidido que iban a ser novelistas. No es que piense que no merezco ser recompensada por mi trabajo. Me pregunto si merezco multiplicar tanto el sueldo de los otros. Y creo que no.

P. ¿Y qué hace al respecto?
R. ¿Qué puedo hacer? Cojo el dinero. Lo mínimo que puedo hacer es no cambiar de opinión simplemente porque ahora gano mucho. He pasado épocas sin blanca y ahora cobro mucho más que la mayoría de las personas. Pero mis opiniones son las mismas.

P. ¿Se puede pensar lo mismo teniendo mucho que teniendo poco?
R. Es una cuestión de coherencia. O de decencia. Creo que todo debería estar más justamente repartido.

P. Vincula el sentido de posesión de las relaciones al capitalismo.
R. Pasamos tanto tiempo trabajando o comprando en ese marco mental que una relación puede ser malentendida como una inversión. Estamos tan acostumbrados a rentabilizar nuestro tiempo que temas no mercantiles —como las relaciones afectivas, sentimentales o sexuales— se infectan y podemos llegar a pensar en ellos como transacciones aunque esa no sea su naturaleza. Aunque el sentido de posesión está ya en la literatura griega, el pensamiento capitalista se ha inmiscuido en áreas de nuestra existencia que, supuestamente, quedan fuera del mercado.

P. ¿Cuándo dejó de ir a misa?
R. Con 14 años. Tras la elección del papa Benedicto XVI. Sus ideas no me permitían ver un buen futuro para la Iglesia católica. Si hubieran elegido a Francisco mi decisión hubiera sido distinta.

P. En sus tres novelas hay constantes: dificultades para comunicarse; presencia —o ausencia— de un padre alcohólico; bisexualidad… ¿Está reflejando su vida o su generación?
R. No doy crédito a cuánto de mí hay en los libros que publico. No quiero decir que sean autobiográficos. Pero, en fin, solo tengo una vida. De modo que, claro, en lo que escribo tiene que haber temas que me hayan hecho pensar o sentir. Pero debo proteger mi intimidad. No voy a hablar de ella.

P. ¿No puede escribir de algo que no conoce?
R. Yo no.

P. ¿Escribe sobre la heterosexualidad como rigidez?
R. Ser heterosexual en un mundo donde abundan otras opciones no te hace más rígido. Pero yo siento una inclinación a escribir sobre seres para los que encontrar pareja no queda definido, o limitado, por una cuestión de género. Me interesa el vínculo entre el género y el poder. Y los personajes que tienen relaciones con los dos sexos consiguen un nexo más abierto e impredecible con el poder.

P. En sus libros también hay mucha autolesión. ¿Qué hace que nos lastimemos?
R. Puede ser una forma de escapar de un dolor mayor. ¿En la última novela también hay?

P. Poco. Parece estar dejándolo atrás. “Si estás pensando en hacer algo para herirte, ni lo intentes: solo montarás una escena y no te sentirás mejor”.
R. Es verdad. No soy consciente, pero supongo que lo hago porque me centro en momentos de crisis vitales. No es que me limite a personalidades profundamente inestables, es que me fijo en la gente normal en circunstancias difíciles: una chica de 21 años que tiene relación con un hombre casado, una adolescente que ha sufrido abuso en su familia o una escritora de éxito que llega de recuperarse en una institución psiquiátrica.

P. ¿Qué le atrae de esos momentos?
R. El límite. La autolesión es una herramienta peligrosa porque funciona cuando causa un dolor mayor al que se padece y consigue distraer al dolor original. Se da también en gente muy enfadada que no consigue averiguar qué la enfada. Cuando esos personajes se sienten superados por la tristeza o las decepciones, solo son capaces de dirigir su rabia contra ellos mismos. Prefieren herirse a herir. No es que me interese la autolesión por ningún asunto personal. Me importa por la frecuencia con la que se relaciona con las crisis más profundas.

P. ¿Cuál es el valor de escribir sobre temas tabú si no se hace en primera persona?
R. No faltan autores exponiendo cuanto les ha sucedido. A mí me interesan las discusiones intelectuales no centradas en personas sino en unas situaciones. Escribo novelas porque creo en el poder de imaginar historias. Necesito que los protagonistas tengan una vida propia más allá de la que tengo yo.

P. ¿Madurar consiste en demostrar cosas o en tratar de entenderlas?
R. El mundo nos hace creer en nuestras contradicciones. Sin embargo, la madurez llega con la aceptación de lo que hay y lo que eres. No es tirar la toalla ni volverse cínico, es aceptar a la gente y al mundo como son.

P. Entonces, dónde estás, mundo bello.
R. Nos cuesta encontrarlo. La novela sugiere que en la experiencia estética que puede llegar del arte o de la naturaleza hay una ventanita abierta a la esperanza. Aunque puedas tener muchas dudas sobre la industria editorial, permite encontrar un libro que todavía puede cambiarte la vida.

https://elpais.com/eps/2021-09-03/sally-rooney-aceptar-la-intimidad-es-aceptar-la-posibilidad-de-que-otra-persona-nos-hiera.html

martes, 7 de septiembre de 2021

Ian Gibson: “Sigo llorando por Lorca y por mi hermano”

La mentira ofende a quien la escucha y hace vulgar a quien la dice. A. Chéjov. (1)

La pasión por Federico García Lorca hizo a un casi adolescente Ian Gibson (Dublín, 82 años) un irlandés con alma española. Y ahora es español, así que se siente libre para opinar sobre este país del poeta. En 1978, con su libro El asesinato de Lorca bajo el brazo, vino a Madrid sin saber dónde guardar las mantas que traía como equipaje básico. Desde hace años vive en Lavapiés, que para él es la más bella de las capitales del mundo.

Pregunta. Ahora escribe de su infancia…
Respuesta. Es un libro pequeño; se llama provisionalmente Nunca en domingo. Mi familia era metodista, muy puritana, y el domingo no podíamos hacer nada. ¡No podíamos ni usar la canoa preciosa que teníamos! El domingo no podíamos pasarlo bien ni comprar nada. Crecí con esto, con las prohibiciones.

P. Y contra eso ha sido su vida.
R. Contra eso. España me ayudó a ser algo más libre, pero vine con esas voces interiores: “Eso no lo puedes hacer”. El tema sexual era tabú en Irlanda. Me liberó la escuela, un internado de cuáqueros, los más liberales de las islas británicas. Ese es el arranque del libro, que escribo en español.

P. ¿Por qué ha tardado tanto tiempo en contar ese tiempo de prohibiciones?
R. No me atreví a contar todo en una novela, Viento del sur, pero oculté todo el trasfondo irlandés. Inventé los nombres. Pero esta vez lo digo todo.

P. ¿Qué verdad le ha dolido más?
R. La relación con mi madre, tan difícil. Fui el segundo. Mi hermano Allan me llevaba cinco años. Él era el hijo preferido, y yo me sentí rechazado por mi madre. Ese es el meollo. Fue un matrimonio muy infeliz. Ella despreciaba a mi padre, lo decía: “No lo aguanto. Quiero que se muera”. Quería decir esto en letra de molde, para aliviar esta amargura…

“Crecí con las prohibiciones de una familia metodista muy puritana

P. ¿Ha llorado escribiéndolo?
R. Mucho, sí. Soy bastante llorón. Un poco cobarde también. Mi tendencia a irme corriendo en vez de afrontar un peligro, contra la que he luchado desde niño.

P. ¿Por qué ha llorado más?
R. Por la muerte de mi hermano. No solo resultó ser gay, sino con una tendencia sadomasoquista muy fuerte, y se volvió loco. Terminó sus días en una clínica. Fue terrible para la familia tener este problema en casa. Me ayudó a entender a Lorca. Tener un gay en la Irlanda de los cincuenta era terrible para una familia puritana. Para mi padre, tener un hijo gay fue terrible; eso y la riña con mi madre acabaron con su corazón y su vida.

P. Nunca ha dicho nada de esa vinculación de Lorca con su hermano en su experiencia personal.
R. No, pero le dediqué a Allan Lorca y el mundo gay. Le puse: “No pudo con sus dramones”. Dramón era la palabra que usaba Federico para referirse a sus malos ratos, a sus amores contrariados, de los que la gente no sabía. Allan me contaba sus penas, aquellos dramones.

P. ¿Le habló de Lorca a su hermano?
R. Él no sabía nada de España, y yo llevaba mucho tiempo fuera cuando ocurrió todo esto. Cuando empecé a estudiar a Lorca no se hablaba de su sexualidad, sobre todo aquí. La familia no dejaba acceso a los documentos. Ni Francisco ni Isabel García Lorca, sus hermanos, permitían tocar el tema.

P. ¿Y Lorca sí hablaba de su homosexualidad?
R. Según con quién. Al final de su vida se fue liberando, pero, como cada vez era más famoso, huía más de la pregunta. Para eso tenía mucha mano izquierda. Y la derecha política, por cierto, todavía hoy hace mofa por ese asunto.

En España la asignatura pendiente es la memoria histórica”

P. ¿Lorca fue para usted una chispa humana o literaria?
R. Todo junto. Cuando entré en la obra empecé a pensar: “Aquí hay mucho que no sabes. De la muerte, de las circunstancias”. Era un pozo sin fondo. Tiene la muerte, tiene Nueva York, tiene el surrealismo... Aun hoy hay mucho por hacer, por ejemplo, cuando una diputada de Vox dice que el poeta les daría su voto (1). Aquí la asignatura pendiente es la memoria histórica. Esa ignorancia lleva a decir a políticos de derechas que están hasta el moño de la fosa del abuelo, refiriéndose al dictador.

P. ¿Qué sentimiento le produjo aquella alusión a Lorca?
R. Demuestra incultura y maldad con respecto al poeta más conocido, más amado y más llorado. ¡Decir que Lorca fue apolítico! ¡En su tiempo era imposible ser apolítico! ¡El poeta que escribió el Romance de la Guardia Civil, el firmante de manifiestos antifascistas!

P. ¿Por Lorca ha llorado?
R. Sí, claro; me sigue conmoviendo. Anoche leí 1910 (Intermedio), uno de sus poemas en Nueva York, donde habla de la vega de Granada, su paraíso perdido, y me hizo llorar por la fuerza de las imágenes. Y este libro de infancia, al tratar de mi hermano, también me hace llorar. Me siento como un niño, llorando. La sensación de que nunca he alcanzado la madurez. Eso llevo dentro, y eso me llevó a Lorca, pero también a Dalí, y a Machado… Y ahora a mi infancia.

https://elpais.com/cultura/2021-09-04/ian-gibson-sigo-llorando-por-lorca-y-por-mi-hermano.html#?rel=lom

domingo, 15 de agosto de 2021

Leonardo Sciascia, 100 años de la conciencia de Italia

Varias reediciones celebran el centenario del autor siciliano, que analizó en su obra lo que todo poder tiene de “hecho criminal”. El tiempo le dio la razón en sus denuncias de la connivencia entre mafia y política

Dos años antes de su muerte, Leonardo Sciascia (Racalmuto, 1921-Palermo, 1989) decidió arremeter no sólo contra la Mafia, piedra negra de su país y de su tierra natal, Sicilia, sino contra aquellos que se aprovechaban de sus denuncias contra esa organización criminal para medrar en los negocios y en la política, entre ellos los líderes visibles e invisibles de la Democracia Cristiana, que dejó morir a Aldo Moro, secuestrado por esa otra banda implacable que fue la sangrienta Brigadas Rojas. En aquel país poseído por el gen más peligroso desde el fascismo de Mussolini, la arriesgada denuncia del hombre que había sido llamado “conciencia de Italia” le costó a Sciascia ataques que él arrostró sin otro apoyo, casi, que el que le dio el periodista más importante de entonces, Indro Montanelli, que dijo que no hacía nada sin pensar qué hubiera hecho en su lugar el autor de Todo modo.

Sciascia sobrellevó aquella polémica como una más de una vida que lo llevó del periodismo a la política y a la ficción literaria. Marcado por aquel asesinato (primavera de 1978) del influyente líder político abandonado por los suyos escribió El caso Aldo Moro, “terrible panfleto escrito cuando la muerte y el crimen atraparon a Italia del todo”, como escribió aquí Rafael Conte. Hasta entonces prácticamente todos sus libros, incluidas las ficciones (como A cada cual lo suyo, 1966, o Todo modo, 1974, reeditados ahora por Tusquets), tuvieron que ver con esa amenaza que removió la conciencia intelectual, política y poética del escritor de Racalmuto.

A cada cual lo suyo es el desarrollo, lleno de humor, de un incidente de cuernos que ocurre en un pueblo sin nombre que se va desarrollando de acuerdo con las instrucciones que hicieron visible el poder de la mafia. No hay en este libro, entre los primerizos de su obra, tan solo un relato de lo que ocurre en un pueblo cuando desvarían sus fortalezas morales, sino una crítica sistemática de los distintos poderes simbólicos manejados por la mafia para chantajear a la sociedad. Todo modo, por otra parte, es quizá la novela más completa en cuanto que reúne en un escenario perfecto para Sciascia, una iglesia que deviene en hotel, a un sacerdote que resulta ser como el capo de una mafia peculiar y a un grupo selecto de funcionarios y políticos que llevan a sus amantes a unos ejercicios espirituales en los que irrumpe dramáticamente el hábito mafioso del chantaje y el asesinato. Un pintor muy conocido, detrás del que se adivina el propio narrador, va interpretando las paradojas crueles que dan de sí las distintas escenas de aquella sucesión de hipocresías, como si estuviera describiendo los distintos estadios a los que llega la Mafia en su sistemática destrucción de instituciones e individuos.

Como suele ocurrir en Sciascia, especialmente en Todo modo, se muestran atisbos de las pasiones literarias que están detrás de su propia escritura, como Cervantes, Borges, Stendhal o los clásicos italianos. A esos escritores literarios él añadía Bertrand Russell y José Ortega y Gasset. Al pensador español llegó por casualidad cuando descubrió (según contó en un artículo publicado en EL PAÍS, donde colaboró habitualmente) en una librería un volumen traído de España por un soldado italiano que aquí hizo la guerra en el bando fascista. “Ortega. Me apasiona. Me ha enseñado tantas cosas. En un momento se le alejó de la cultura contemporánea. Fue una injusticia y un error”.

Como suele ocurrir en Sciascia, especialmente en ‘Todo modo’, se muestran atisbos de las pasiones literarias que están detrás de su escritura Entró en política, como concejal, en Sicilia, de la mano del Partido Comunista, aunque no militó (“estuve cerca del PCI porque era liberal”). A finales de los años setenta del siglo XX aceptó ser diputado del Partido Radical, y como tal presidió la comisión que estudió el asesinato de Aldo Moro, pero luego se cansaría de las servidumbres de ese oficio, que había alternado con la literatura, se retiró a vivir a París, a cumplir con la pasión de escribir y de editar, pues fue colaborador decisivo de la firma Sellerio, donde él descubriría para Italia al entonces (1983) muy joven pensador español Fernando Savater.

El caso Moro, y su interpretación del mismo, lo pusieron al rojo vivo contra la política oficial italiana. Él llegó a decir que semejante proceso representaba “una negación del Estado”. “Se ha querido afirmar contra Moro la existencia del Estado y en realidad era la negación”, dijo en EL PAÍS a José Martí Gómez y Josep Ramoneda. “Un Estado que permite que se pueda secuestrar al presidente del partido político más importante; un Estado que en 55 días no lo consigue más que muerto, y aún porque se le ha indicado el sitio; un Estado que no consigue proteger a ningún ciudadano… Un Estado así no tiene el derecho de afirmar la razón de Estado y de no negociar. La vida del ciudadano inocente está por encima de todo y hay que negociar”.

Su pasión por poner al servicio del compromiso político su propia vocación literaria venía, dijo él, de la experiencia de los pelotones de fusilamiento que ejecutaban a los enemigos de Mussolini, “una visión del poder como hecho criminal”. “El poder del Estado. El poder de la Iglesia. El poder mafioso”. Y serían esos poderes los que, en ficción y en periodismo o investigación, serían las dianas en las que clavó las flechas, a veces proféticas, de la prosa que lo convirtieron en la conciencia de Italia, como fue llamado por sus contemporáneos.

Fue, además, una persona extraordinaria, muy querido en Italia y por donde fue. De ese aspecto humano, uno de sus grandes amigos, el periodista Juan Arias, entonces corresponsal de EL PAÍS en Roma, que sigue en este periódico desde Brasil, nos hizo este apunte: “De Sciascia siempre aprecié su autenticidad. No tenía dobleces ni tampoco se doblegaba. Era austero en su vida e incorruptible. Fiel a sus amigos y siempre reservado. Era la conciencia crítica del país y siempre estuvo fuera de las modas. Era entrañable”.

https://elpais.com/babelia/2021-08-14/leonardo-sciascia-100-anos-de-la-conciencia-de-italia.html

viernes, 13 de agosto de 2021

_- "Hoy, el que no tiene más de un par de ojos, está ciego": Benjamín Labatut, el autor chileno de "Un verdor terrible" recomendado por Barack Obama


_- Al escritor chileno, Benjamín Labatut, las historias que más le atraen "son aquellas en las cuales un ser humano se topa de golpe con algo que no es capaz de comprender".

El infortunio de Fritz Haber, el químico que creó el pesticida Zyklon sin saber que los nazis terminarían utilizándolo en los campos de exterminio para asesinar a miembros de su propia familia; las exploraciones matemáticas de Alexander Grothendieck que lo llevaron al delirio místico, al aislamiento y la locura; y la lucha de los dos fundadores de la mecánica cuántica que generó el principio de incertidumbre.

Estas y otras historias son parte de Un verdor terrible, el tercer y último libro del escritor chileno, Benjamín Labatut.

El texto —que, según él, tiene un formato "inclasificable" dentro de las categorías tradicionales de la literatura— ha sido ampliamente reconocido: no solo fue uno de los seis seleccionados en la Lista Corta del prestigioso premio Booker Prize International 2021, sino también fue destacado por personajes como el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien lo recomendó en su última lista de lectura para el verano boreal.

Este éxito algo inesperado le ha dado a su autor una cuota de fama que él mira con desconfianza (y bastante a regañadientes).

"Sé que el Booker va a cambiar mi vida, de hecho, ya la está cambiando. Pero no sé si quiero que mi vida cambie. Al final, no hay ningún premio, ningún reconocimiento que me vaya a hacer escribir mejor", reflexiona.

Nacido en Róterdam, Países Bajos, en 1980, Labatut se crió en distintas ciudades del mundo, pasando por Buenos Aires y Lima, entre otras. A los 14 años se instaló en Santiago, la capital chilena, donde estudió periodismo.

Y luego, se dedicó a escribir. La Antártica empieza aquí y Después de la luz son sus dos primeras obras, también difíciles de clasificar.

En esta entrevista con BBC Mundo, Labatut repasa las motivaciones detrás de sus libros, su interés por la vida —y el delirio—de los científicos, y su particular forma de explorar y presentar la realidad.

Porque la realidad —advierte— no es sólo lo que vemos cuando abrimos los ojos. "La parte más importante, de hecho, solo está al alcance de quien los cierra".

En "Un verdor terrible" los relatos están basados en episodios de la vida de algunos destacados científicos. ¿Qué te atrae particularmente de la vida de ellos y por qué los elegiste como tus personajes principales?

Para bien y para mal, hoy la ciencia es la forma en que el ser humano interactúa con el misterio. A mí, lo que me atrae es la amplitud de su mirada, porque no solo estudia lo trascendental, sino también lo nimio, lo ridículo, lo imperceptible.

Valoro su ambición, porque es absoluta, y creo que su búsqueda —la búsqueda del conocimiento— es un viaje alocado que no tiene fin, ni puerto en que encallar.

Uno de los relatos del último libro de Labatut se relaciona con la creación del pesticida Zyklon que los nazis utilizaban en los campos de exterminio.

Esa fascinación sin límites, es a mi gusto, una parte esencial de lo humano. Es una necesidad tan primordial, poderosa e inconsciente que no debiera sorprendernos el hecho de que la ciencia y la tecnología nos tengan a un paso del abismo.

Cosa que tampoco me parece tan terrible, porque es justamente ahí —de lo hondo, del vacío— donde surgen las maravillas.

¿Qué tipo de historias te interesa contar?

Las historias que me atraen son aquellas en las cuales un ser humano se topa de golpe con algo que no es capaz de comprender.

La diferencia entre los científicos sobre los que escribo y las personas comunes y corrientes como yo, es que ellos no se quedan de brazos cruzados ante lo desconocido; tienen herramientas, tienen un método, tan oscuro como luminoso, para indagar en sus obsesiones y en las preguntas que los torturan.

Están tomados por la duda, sufren sus ganas de saber como quienes sufren el amor, y muchas veces pierden el alma debido a eso, o se queman, o se condenan, o son condenados producto de lo que trajeron al mundo.

Yo uso la ciencia y las matemáticas como una excusa para hablar de aquellas cosas que ni las palabras ni las ecuaciones pueden tocar.

¿Qué puntos de encuentro tienen la literatura y la ciencia?

El deseo que anima a la literatura es tan extremo como el que late detrás de la ciencia: el intento, fallido por principio, de poner el mundo en palabras, de darle una forma humana al caos de la experiencia. Pero la ciencia, a diferencia de la literatura, ha cobrado vida propia; es como si fuese otra mente, un sistema caníbal que opera por sí mismo, que se justifica con su propia lógica y se alimenta de si.

Lo que me atrae tanto de la ciencia es que es —junto con el arte— un ámbito de lo humano que se sale de todos los límites, que no le debe lealtad a nada, y que rompe, casi sin miramientos, con lo que consideramos bueno y malo, moral e inmoral.

Como dijo John von Neumann, es útil para cualquier propósito, pero indiferente ante todos. Esa libertad radical es peligrosa, pero también es muy necesaria, porque tiene que haber un aspecto inhumano en el fenómeno humano, algo que no se arrodille ante los valores de la época, que no reconozca ninguna autoridad, que se cague en lo que está de moda, que se ría de las grandes verdades espirituales, que ignore los triunfos morales y civilizatorios de nuestra especie.

La literatura, por su parte, florece donde asoman los cuernos del diablo, o donde queda algo del polvo que le cae a las hadas, porque la literatura corre detrás de las huellas que va dejando el espíritu. Es una gran herramienta para ahondar en las fallas en la lógica del universo, sirve para para pillarle los errores a dios.

¿Cómo fuiste creando las historias de tu último libro?

A mi me interesan dos cosas que pueden parecer muy alejadas, pero que tal vez sean una sola: los fundamentos, lo que podríamos llamar la base de la realidad, y la carne, las ideas que encarnan.

En este libro me fui topando con cierto tipo de historias, muy específicas, en las cuales algo abstracto de pronto toma cuerpo; es el caso de Karl Schwarschild, que encontró la primera solución a las ecuaciones de la relatividad general mientras agonizaba por una enfermedad necrotizante que le estaba comiendo la piel, en el frente ruso de la Primera Guerra Mundial.

O Werner Heisenberg, que sufrió un ataque de alergia en una isla desierta, y que logró desentrañar las reglas que rigen el mundo subatómico con la cara deformada por la hinchazón y los párpados tan hinchados como los de un boxeador.

En ambos casos, ideas que parecen ser totalmente ajenas al ser humano se vuelven dolorosa materia.

Seguir aquí, https://www.bbc.com/mundo/noticias-57943009

domingo, 2 de mayo de 2021

_- Cuento en tres rapsodias titulado: Isaac y su hija Esther.

_- Cuento en tres rapsodias titulado: Isaac y su hija Esther.

Primera
Por si fueran pocas sus preocupaciones económicas, Isaac, sefardita más pobre que las ratas, recibe por boca de su hija Esther la noticia de que quería casarse. Esther, que era la razón de su existencia, además de amantisima hija dotada de todas las cualidades que hombre alguno pudiera desear: inteligencia, salud, belleza, donaire...

De todo, menos de dote, de lo cual se avergonzaba.

Isaac le dice a Esther:
hija, tú vas a celebrar muy buena boda y quedarás muy bien con tu marido y con su familia, ya sabes que soy muy amigo del riquísimo Efraín, y no me negará un préstamo para esta ocasión.

Y se fueron padre e hija a ver a Efraín y exponerle su petición.
Efraín codicioso y desconfiado, le dice a Isaac: no puedo prestar el dinero que necesitas porque ¿cómo vas a devolverlo si no tienes nada?
Isaac, al ver la postura de Efraín, se vuelve con su hija a casa derrotado.

Al día siguiente le dice a Esther: hija, tendrás muy buena boda, vamos a casa de Efraín de nuevo. Llegados allí, Isaac le dice:
Mira Efrain, comprendo lo que me has dicho, no tengo nada que objetar.
Pero verás:
Mañana vienen a cenar a casa el futuro marido de Esther acompañado de sus padres y me gustaría que me dejaras para la cena el cucharón de plata que tienes y te lo devuelvo enseguida.

Hombre, eso sí, con mucho gusto, pero no lo estropees y me lo devuelves pronto ¿eh?

Continuación Rapsodia segunda
 
... Les da el cucharón, y padre e hija se fueron corriendo a un platero.
Le encargaron que hiciera un cucharoncito chiquitín, igual al grande.
Por la noche hicieron la cena, con el cucharón de protagonista, quedaron muy bien, y al día siguiente volvieron a casa de Efraín a devolver el cucharón y el cucharóncito que habían encargado. Efraín les dice ¿esto qué es?
Isaac le contesta: pues mira, ayer por la noche después de cenar dejamos el cucharón en el aparador y esta mañana cuando nos hemos despertado al ir a cogerlo apareció este otro pequeñito al lado.

Suponemos que es un hijito que ha tenido durante la noche, y por tanto creemos que es tuyo y por eso te lo damos. Efraín les dice: sí sí, es mío.

Todos los hijos de mis cucharones son míos.
¡Qué bien, gracias!

Pasaron dos días más y Esther e Isaac vuelven a casa de Efraín con nuevas peticiones:
Mañana vendrán a cenar a casa toda la familia del marido de Esther.
¿Nos prestarías esos dos candelabros de plata para adornar la mesa?
Claro, claro, dijo Efraín.
Tomad los dos candelabros...
Isaac y Esther fueron de nuevo al platero que les hizo dos candelabritos iguales pero muy chiquitines para mí

Misma historia que la anterior, y al día siguiente devuelven los dos candelabros a Efraín junto con los dos candelabritos, con la misma explicación y misma respuesta: ¡Los hijos de mis candelabros son míos!

Días más tarde, vuelta de padre e hija a ver a Efraín, y le dicen: mañana se casa Esther y te agradeceríamos nos prestarás toda tu vajilla de plata, fuentes, soperas y demás bandejas, y así quedaremos muy bien con todos los invitados a la boda. Efraín les dice: naturalmente, llevaros todo, pero acuérdate de traerme los hijitos que nazcan porque ya sabes que son míos...

Salen padre e hija corriendo a vender toda la vajilla, cubertería fuentes, soperas, candelabros y demás cosas de plata que les dio Efraín, y con el importe de la venta encargaron la mejor boda que pudiera darse.

Los novios felices, los invitados felices, Isaac feliz.
Y pasaron unos días...

Rapsodia tercera
(Amaia o conclusión)

... y pasan unos días...
Efraín, impaciente por no tener noticias de Isaac y de su vajilla y de sus hijitos decide ir a casa de Isaac, y le dije indignado: ¡No me has devuelto la vajilla y las demás cosas que te presté, ni los hijitos ni nada...!
Isaac que se esperaba esto le dice con cara compungida:

Ah, Efraín, verás: es que no te los puedo devolver porque se han muerto.

Efraín, ante tal respuesta, parpadea, traga saliva, digiere y monta en cólera: ¡cómo que se han muerto! ¿tú te crees que me voy a tragar eso?
Las vajillas no pueden morirse, ladrón, estafador, engañador... ahora mismo vamos a ir al Rabino, que te obligará a devolverme todo lo que te presté y además te dará castigo.

Y fueron al rabino, que escuchó atentamente a las dos partes con el mayor interés, medita, y resuelve: Si el cucharón tiene hijitos, las vajillas se mueren..."

martes, 16 de marzo de 2021

_- Inventario.

_- INVENTARIO, Por Jacques Prévert.


Una piedra
dos casas
tres ruinas
cuatro sepultureros
un jardín
flores

una rata de albañal

una docena de ostras un limón un pan
un rayo de sol
un escenario marino
seis músicos
una puerta con felpudo
un señor condecorado con la legión de honor

otra rata de albañal

un escultor que esculpe Napoleones
la flor que se llama caléndula
dos enamorados en un gran lecho
un recaudador de impuesto una silla tres pavos
un eclesiástico un forúnculo
una avispa
un riñón flotante
una caballeriza para caballos de carrera un hijo indigno dos frailes dominicos tres langostas un traspuntín
dos rameras un tío Cipriano
una Mater Dolorosa tres padres chochos dos cabras del señor Seguin
un tacón Luis XV
una butaca Luis XVI
un aparador Enrique II dos aparadores Enrique III tres aparadores Enrique IV
un cajón suelto
un ovillo de hilo dos horquillas un señor de edad
una Victoria de Samotracia un contador dos ayudantes de contador un hombre de mundo dos cirujanos tres vegetarianos
un caníbal
una expedición colonial un cabalo entero una media pinta de buena sangre una mosca tsé-tsé
una langosta a la americana un jardín a la francesa
dos patatas a la inglesa
un par de impertinentes un lacayo un huérfano un pulmón de acero
un día de gloria
una semana de bondad
un mes de María
un año terrible
un minuto de silencio
un segundo de descuido
y...

cinco o seis ratas de albañal

un niño que llega llorando a la escuela
un niño que sale riendo de la escuela
una hormiga
dos pedernales
diecisiete elefantes un juez de instrucción en vacaciones sentado en una silla plegadiza
un paisaje con mucha hierba verde
una vaca
un toro
dos bellos amores tres grandes armonios un ternero a la Marengo
un sol de Austerlitz
un sifón de agua de Seltz
un vino blanco con limón
un Pulgarcito un gran perdón un calvario de piedra una escala de cuerda
dos hermas latinas tres dimensiones doce apóstoles mil y una noches treinta y
dos posiciones seis partes del mundo cinco puntos cardinales diez años
de buenos y leales servicios siete pecados capitales dos dedos de la mano diez gotas antes de cada comida treinta días de arresto quince de
ellos en el calabozo cinco minutos de entreacto
y...

muchas ratas de albañal

jueves, 17 de diciembre de 2020

Los dos ladrones, un cuento egipcio escrito hace más de 3.000 años

Por Javier Cortines | 12/12/2020 | Cultura
Fuentes: Rebelión

El cuento de los dos ladrones es narrado por Heródoto (484 a 425 a.C) en su segundo libro de historia, Euterpe, dedicado a Egipto [1]. En esta versión que realicé del mismo, (respetando al máximo el original, pero omitiendo las partes ininteligibles), “sorprende” el hecho de que el faraón enviase a su hija a un prostíbulo, pero hay que tener en cuenta que en aquella época existían “las prostitutas sagradas” [2] que ejercían su profesión en templos dedicados a los dioses. Hecha esta introducción, veamos el relato.

Los dos ladrones, un cuento egipcio escrito hace más de 3.000 años
El faraón Rampsinito poseía una fortuna tan inmensa que ningún otro monarca que le sucedió pudo superar e incluso acercarse a ella. Para guardar sus tesoros en un lugar seguro, hizo construir una cámara secreta en una de las dependencias de palacio. El arquitecto real, que ambicionaba su riqueza, hizo una obra maestra de ingeniería y se las arregló para que uno o dos hombres pudiesen extraer con facilidad del muro exterior uno de sus sillares. Pasaron los años y, cuando el maestro constructor estaba agonizando, llamó a sus dos hijos y les reveló el secreto de la cámara para que pudieran vivir en la abundancia.

Cuando su padre murió, los jóvenes no esperaron mucho tiempo para actuar. Una noche se dirigieron a palacio, giraron la piedra y se llevaron numerosas joyas. A la mañana siguiente el Rey entró en la cámara y se extrañó al comprobar que su tesoro había menguado. Las riquezas seguían disminuyendo a medida que pasaba el tiempo y Rampsinito ordenó que se pusieran cepos en el lugar para atrapar a los ladrones.

Y cuando, como en ocasiones anteriores, penetraron los dos ladrones en la cámara, uno de ellos quedó atrapado en un cepo al intentar llevarse un recipiente lleno de piedras preciosas. Comprendiendo al instante que a él y a su familia les esperaba un castigo horrible, pidió a su hermano que le cortara la cabeza para que nadie le reconociera. Éste obedeció, le decapitó con su espada y se llevó la cabeza a casa.

El faraón se quedó estupefacto al ver el cuerpo sin cabeza del ladrón y comprobar que la cámara seguía intacta, sin presentar entrada ni salida alguna. Después ordenó que el cadáver del malhechor fuera colgado en lo alto de un muro y apostó a varios soldados en lugares ocultos con la orden de que detuviesen a toda persona que llorara o se lamentara ante aquella espeluznante visión.

Por su parte, la madre del ladrón no soportaba la idea de que el cuerpo de su hijo colgara desde el muro sin poder ser embalsamado y ordenó a su otro vástago que rescatase el cadáver de su hermano con la amenaza de que si no lo hacía, ella misma se encargaría de denunciarle ante el Rey.

Entonces, el ladrón astuto aparejó unos borricos y cargó varios odres de vino en sus cuévanos. Cuando pasó debajo del cadáver de su hermano, rajó dos pellejos regando el suelo con el agua de la cepa para que los guardias lo olieran y no pudieran resistir la tentación de tomar un trago. Tras fingir que estaba desesperado porque había perdido parte de la carga, entabló una fluida conversación con los centinelas. Luego se puso a beber un poco de vino para calmarse y pasó el pellejo a los guardias. Mientras el ladrón se lamentaba y seguía bebiendo, los soldados no dejaban de hacer bromas y, aprovechándose de su infortunio, se pasaban los odres de mano a mano.

Ya avanzada la noche, los guardias se quedaron dormidos y, entonces, el ladrón desató el cuerpo de su hermano y, para burlarse de los centinelas, les rasuró media mejilla, dejándoles sólo barba en un lado de la cara.[3] Luego se llevó el cadáver de su hermano y regresó a casa dando una inmensa alegría a su madre.

Cuando el Rey se enteró de lo sucedido, ordenó a su propia hija que se prostituyese en La Casa del Amor con el encargo de preguntar a todos los hombres, antes de acostarse con ellos, cuál era la acción más astuta y abominable que habían realizado en su vida. Y, si alguien narraba lo de la cámara y lo del rescate del cadáver, tenía que agarrarse a él con todas sus fuerzas y gritar para no dejarle escapar.

El ladrón, que no tardó en darse cuenta de la trampa, quiso superar en inteligencia al faraón y, antes de ir al encuentro de la joven, cortó el brazo de un hombre muerto y lo ocultó bajo su túnica. Después, se fue al prostíbulo donde ejercía la hija del Rey y, cuando ésta le preguntó cuáles eran las acciones más inicuas que había cometido en su vida, el ladrón le dijo que lo más despreciable que había hecho era cortarle la cabeza a su hermano, que había quedado atrapado en un cepo cuando robaban en la cámara secreta del tesoro real, y que su acción más astuta fue emborrachar a los guardias que vigilaban el cadáver de su hermano y llevárselo a casa.

Cuando la princesa escuchó sus relatos, le pidió que le diese la mano para ir al lecho y, como sólo había unas pocas velas encendidas y estaban en la penumbra, el ladrón le acercó el brazo del muerto y ella se aferró a él como una lapa. Luego se escuchó un grito de horror y el caco desapareció como un espectro.

Cuando contaron a Rampsinito el nuevo ardid del malhechor, acabó enviando emisarios por todo el país con la orden de proclamar que no sólo perdonaba la vida al bandido sino que, si se presentaba en la corte, le haría más rico todavía y le llenaría de dádivas.

Entonces, el delincuente se presentó en el palacio del faraón y éste le elevó. Le dio la mano de su hija y reconoció su admiración hacia el ladrón “porque era el hombre más astuto del mundo”.

[1] Heródoto, que visitó el país de El Nilo, nos cuenta que “los acontecimientos del relato” se desarrollan durante el reinado de Rampsinito. Según los expertos, ese personaje podría ser Ramsés III (1184 a 1153 a.C) quien se hizo muy popular por su inmensa riqueza.

[2] En el antiguo Egipto tenemos “la prostitución sagrada”, que practicaban las jóvenes más bellas de la élite social en los templos para pedir el favor de los dioses o comulgar con ellos mediante “la transferencia de energías”. La prostitución de las “Kat Tahut”. “Kat” significa vulva y “Tahut” algo parecido a cortesana. Estas señoras podrían tener algún parecido con las hetairas griegas, mujeres hermosas y cultas que prestaban sus servicios a la aristocracia (política, militar e intelectual) y fueron modelo de famosos escultores para inmortalizar en mármol a las diosas olímpicas. También existían las Casa de la Cerveza, cuyo equivalente serían el cabaré y los bares de alterne.

[3] Se supone que eran guardias nubios que llevaban barba.

Nota: Esta versión del cuento de “Los dos ladrones” forma parte de mi obra “Novelas cortas y poesía amorosa del antiguo Egipto”, cuya reseña se puede leer siguiendo la ruta de este enlace: La Verdadera Historia de Sinuhé.

Blog del autor: Nilo Homérico