lunes, 8 de abril de 2013

Prefacio de "Fractured Times", colección de ensayos póstumos

Eric Hobsbawm

Traducido por José Ragás.

Nota del traductor:
Aun cuando sabíamos que el historiador británico se encontraba mal de salud y que sus 91 años escondían un dinamismo que nos hacía pensar que podía vivir por más tiempo, la muerte de Eric Hobsbawm en octubre de 2012 nos sorprendió como algo inesperado. Y la ausencia de Hobsbawm se comenzó a hacer más notoria ya que se trataba de un académico que no solo había expandido sino dinamitado las convenciones asociadas comúnmente a los profesionales del pasado que trabajan desde un ámbito académico.

En primer lugar, fue el historiador que más vigencia y alcance tuvo. Ningún otro historiador ha tenido una presencia tan amplia geográfica o temporal, y que haya sido leído indistintamente por el hombre de la calle o por un presidente como Lula, de Brasil, que recomendaba sus obras de manera entusiasta. Asimismo, Hobsbawm se mantuvo siempre en pleno ejercicio académico, no solo escribiendo sino dando entrevistas sobre temas de actualidad, aun cuando su movilidad física era limitada debido a su avanzada edad. En segundo lugar, la mirada amplia de Hobsbawm consideraba el pasado como una unidad integral de la experiencia humana, de la cual no podían excluirse ni la cultura ni otros fenómenos. Aun siendo marxista, Hobsbawm era lo bastante hábil para no reducir la historia a solo lo político y económico. Este interés por la cultura provenía de muy atrás, cuando fue crítico de jazz para la revista New Statesman, un gusto que se puede apreciar en obras como Age of Extremes, Uncommon People y The Jazz Scene.

Ambas características, entre muchas otras que hicieron de él una de las figuras más importantes del siglo que terminó, vuelven a acompañarnos en Fractured Times. Culture and Society in the 20th Century (2013). Se trata de una colección de ensayos que Hobsbawm había dejados listos poco antes de morir y que ahora aparecen bajo la forma de libro. A juzgar por los adelantos que han aparecido en la web y las reseñas en la prensa, se trata de una de las mejores obras del historiador británico. Hemos traducido el “Prefacio” completo, que explica el propósito del libro y los ensayos que lo integran.
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Para continuar leyendo fragmentos de Fractured Times, se puede acceder a la página de Amazon.com, de donde hemos tomado la versión original del “Preface”. Otros historiadores han escrito reseñas sobre el libro, como Richard Evans y Mark Mazower.

Agradezco a Carlos Aguirre, con quien compartimos la misma pasión por los historiadores marxistas británicos, por haberme avisado de la aparición del libro de EH.
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“Prefacio”. De: Eric Hobsbawm, Fractured Times. Culture and Society in the 20th Century (2013)
Este es un libro que aborda lo que le ocurrió al arte y la cultura de la sociedad burguesa luego de que aquella sociedad se desvaneciera, para no regresar, luego de 1914. Aborda un solo aspecto de dicho cambio en el que la humanidad ha estado viviendo desde la Edad Media y que terminó abruptamente en la década de 1950 para el 80% del planeta, y sobre los años 1960s, cuando las reglas y convenciones que habían gobernado las relaciones humanas se fueron destejiendo. Por ello es un libro sobre una época en la historia que ha perdido su orientación, y en la que durante los primeros años del nuevo milenio mira hacia delante de un modo más problemático de lo que yo recuerde durante mi propia vida, sin ningún tipo de guía ni mapa, hacia un futuro irreconocible. Habiendo escrito de cuando en cuando como un historiador sobre la curiosa intersección entre la realidad social y el arte, me encontré hacia el fin del siglo pasado siendo interrogado para hablar acerca del tema por el organizador del Festival Salzburg que se realiza cada año, un notable sobreviviendo de “The World of Yesterday”, de Stefan Zweig, con quien compartía más vínculos. Las conferencias en Salzburg conforman el punto de partida del presente libro, escrito entre 1964 y 2012. Más de la mitad de su contenido es inédito, al menos en inglés.

Comienza con una increíble algarabía (fanfare) por los manifiestos del siglo XX. Los capítulos 2 al 5 son reflexiones realistas sobre la situación del arte al iniciar el nuevo milenio. Estos no pueden ser comprendidos a menos que nos sumerjamos de vuelta en el mundo del ayer. Los capítulos 6 al 12 tratan precisamente sobre este mundo, moldeado principalmente en el siglo XIX europeo, que creó los cánones de los “clásicos”, en música, ópera, ballet y drama, pero que se extendió a otros países con el lenguaje básico de una literatura moderna. Mis casos han sido tomados de aquellas regiones que conforman mi propio background cultural –geográficamente, Europa central; lingüísticamente, Alemania– pero también prestan atención al importante “verano indio” (Indian summer) o la belle époque de la cultura previa a 1914. La sección concluye con una consideración sobre su legado.

Pocas páginas son más cercanas hoy que la descripción profética de Karl Marx acerca de las consecuencias sociales y económicas de la industrialización capitalista en Occidente. Pero a medida que el capitalismo europeo establecía su dominio en el siglo XIX sobre el planeta, destinado a transformarlo por medio de la conquista, la superioridad técnica y la globalización de su economía, también llevaba consigo un valioso cargamento de creencias y valores, que lo hacía asumirse como superior a otros. Llamemos a esta la “civilización burguesa europea” que nunca se recuperó de la Primera Guerra Mundial. Las artes y ciencias constituyeron el centro de estas creencias en tanto progreso y educación esta confiada forma de ver el mundo, así como el núcleo espiritual que reemplazaría a la religión tradicional. Nací y me crié en esta “civilización burguesa”, dramáticamente simbolizada por el gran anillo de edificios públicos de mediados de siglo que rodeaban el imperial y medieval centro de Viena: la Bolsa de Valores, la universidad, el Burtheater, el monumental City Hall, el Parlamento, los titánicos museos de historia del arte e historia natural mirándose uno al otro y, por supuesto, el centro de toda ciudad burguesa que se respete a sí misma: la ópera. Estos eran los lugares donde la “gente cultivada” rendía culto ante los altares de la cultura y el arte. Una iglesia decimonónica se añadía al paisaje solo como una concesión tardía al vínculo entre la Iglesia y el emperador.

Novedosa como era en sí, esta escena cultural estaba fuertemente enraizada en la antigua cultura real, principesca y eclesiástica previa a la Revolución Francesa, es decir, en un mundo de poder y extrema riqueza, los mecenas por excelencia de las bellas artes y las exposiciones. Esta aun sobrevive en gran medida a través de la asociación entre prestigio tradicional y poder financiero, exhibida de manera pública, pero no respaldada por su socialmente aceptada aura de nacimiento o autoridad espiritual. Ello podría explicar por qué ha sobrevivido al relativo declive de Europa para permanecer como la expresión más visible en el mundo de una cultura que combina poder y libre gasto con prestigio social. En este sentido, las bellas artes, como la champagne, mantienen su eurocentrismo incluso en un mundo globalizado.

Esta sección del libro concluye con algunas reflexiones sobre la herencia de este periodo y los problemas que enfrenta.

Cómo pudo el siglo XX enfrentar la ruptura de la sociedad burguesa tradicional y los valores que la mantenían unida? Este es el tema de los ocho capítulos de la tercera sección del libro, un conjunto de reacciones intelectuales y contra-intelectuales al final de una era. Entre otros temas, se incluye el impacto de las ciencias en el siglo XX en una civilización que, aun devota del progreso, no las entendía y estaba debilitada por aquellas; la curiosa dialéctica de la religión pública en una era de acelerada secularización, y de artes que habían perdido sus viejas direcciones y que había fallado en encontrar nuevas, ya sea mediante su propia búsqueda “modernista” o “avant-garde” o mediante la alianza con el poder o, finalmente, por medio de una sumisión con resentimiento y desilusionada al mercado.

¿Qué le salió mal a la civilización burguesa? Esta se basaba en un modo de producción que buscaba transformarlo todo, incluso si ello implicaba destruir, mientras que sus operaciones, instituciones, y valores políticos estaban diseñados para una minoría, que podía y quería expandirse, sin embargo. Era (y lo sigue siendo) meritocrática, lo que significa que no era ni igualitaria ni democrática. Hasta fines del siglo XIX la “burguesía” o la clase alta todavía hacía referencia a grupos reducidos de personas. En 1875 solo 100,000 niños iban a la escuela secundaria en Alemania y muy pocos llegaban al examen final, el Abitur. Un número no mayor de 16,000 estudiaba en las universidades. Incluso en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, Alemania, Francia y Gran Bretaña, tres de los países más extensos, desarrollados y con un mayor índice de educación, con un total de 150 millones de personas, tenían apenas 150,000 estudiantes universitarios, el equivalente al 1% de la suma de sus poblaciones. La formidable expansión de la educación secundaria y, sobre todo, de la educación universitaria después de 1945 multiplicó el número de las personas educadas.

Es obvio que el sistema ha sido amenazado por la gran mayoría que se encontraba al exterior de estas elites. Estas podrían mirar adelante a una sociedad progresista pero igualitaria y democrática sin o posterior al capitalismo como los socialistas, pero adoptaron muchos de los valores de la modernidad “burguesa” y no brindaron ninguna alternativa específica. En realidad, el objeto de los militantes social-demócratas “políticamente concientes” fue de brindar al trabajador acceso libre a estos valores mientras las autoridades socialistas se los brindaban. Paradójicamente el desarrollo genuino de una cultura subalterna, como el mundo del fútbol profesional y su audiencia, eran aptos para ser vistos como políticamente irrelevantes y una diversión inmadura. Hasta donde sé, la inusual pasión por el fútbol del proletariado vienés en la Viena de mi niñez era asumida como algo natural, pero no tenía ninguna relación alguna con el vínculo pasional de los que votaban por el Partido Social Demócrata.

El argumento básico de los ensayos reunidos en este libro es que la lógica de que el desarrollo capitalista y la civilización burguesa estaban condenadas a destruir sus propios cimientos, una sociedad e instituciones manejadas por una élite minoritaria progresista, tolerada o quizás aprobada por una mayoría, que duró tanto como pudo garantizar la estabilidad, paz y orden público del sistema, así como satisfacer las modestas expectativas de los pobres. Pero estas élites no pudieron resistir la triple embestida de la revolución del siglo XX en ciencia y tecnología, que transformó viejos hábitos de consumo antes de destruirlas, de la sociedad de consumo generada por la explosión en el potencia de las economías occidentales, y la decisiva entrada de las masas en la escena política como clientes pero también como votantes. El siglo XX, o más precisamente su segunda mitad, fue la del hombre común occidental y, en menor medida, de la mujer. El siglo XXI ha globalizado dicho fenómeno. Y ha demostrado los defectos del sistema político identificando democracia con sufragio universal y gobierno representativo, especialmente porque la política y la estructura de gobierno ha permanecido inmune a la globalización y ha sido reforzada por la casi transformación universal del planeta en una colección de “estados-nación” soberanos. Asimismo, las clases dirigentes (o al menos hegemónicas), viejas y nuevas, no tienen idea de qué hacer o, de saberlo, carecen del poder necesario para actuar.

En el plano cultural, el siglo del hombre y mujer común ha sido más que positivo, aun cuando el público para la cultura refinada de la burguesía clásica se haya reducido a un nicho para los más ancianos, los snobs o los cazafortunas. Hacia 1960 la música clásica apenas proveía el 2% de las grabaciones, principalmente de obras grabados antes del siglo XX, y que nunca alcanzó un público significativo. De hecho, la combinación de nueva tecnología y consumo de masas no solo creó el paisaje cultural en el que vivimos sino que permitió su más grande logro artístico: las películas. De ahí la hegemonía de un democratizado Estados Unidos en la aldea global del siglo XX, su originalidad en nuevas formas de creación artística –en el estilo de escritura, música, teatro, combinando las tradiciones educadas y subalternas– pero también la escala de su poder para corromper. El desarrollo de sociedades en las cuales una economía tecno-industrial ha impregnado nuestras vidas de una producción cultural y experiencias de información que son universales, constantes y omnipresentes, de sonido, imagen, memoria, palabra, memoria y símbolos, en algo sin precedentes en nuestra historia. Ha transformado por completo nuestras formas de capturar la realidad y la producción artística, al derribar el status privilegiado del “arte” en la vieja sociedad burguesa, lo que significaba servir como medida del bien y el mal, y mensajeros de valores: lo verdadero, la belleza y la catarsis.

Ello puede seguir siendo válido para el público de Wigmore Hall, pero es incompatible con una sociedad de mercado dislocada, donde “mi satisfacción” es el único objeto de experiencia, incluso alcanzado. En la frase de Jeremy Bentham (o quizás John Stuart Mill), “una tachuela es tan buena como la poesía”. Evidentemente no lo es, tan solo porque no considera el alcance en el cual el solipsismo de una sociedad de consumo ha sido fundida con los rituales de una participación colectiva, tanto de manera oficial como no, y que han pasado a caracterizar nuestros estados-espectáculos y sociedad civil. Excepto que mientras la burguesía creía saber qué era la cultura (como lo señaló T.S. Eliot, “En la habitación la mujer entra y sale/hablando sobre Miguel Ángel”), nosotros carecemos de las palabras o conceptos para la naturaleza de la dimensión de nuestra experiencia. Incluso la pregunta: “¿Es esto arte?” es planteada por quienes se niegan a aceptar que los conceptos clásicos de la burguesía, cuidadosamente preservados en mausoleos, han dejado de existir. Esta alcanzó el final de su camino casi de la mano con la Primera Guerra Mundial, con Dada, el urinario de Marcel Duchamp y el cuadrado negro de Malevich. Por supuesto que el arte no terminó ahí, como se esperaba. Como tampoco llegó a su fin la sociedad en que “las artes” eran su parte integral. No obstante, no entenderemos o sabremos cómo lidiar con la presente marea creativa inundando el planeta con imágenes, sonidos y palabras, lo cual se ha vuelto incontrolable en el espacio y el ciberespacio.

Espero que el presente libro contribuya a dar claridad a esta discusión. 

 Fuente de la traducción: 

sábado, 6 de abril de 2013

Hungría ¡Fidesz, lo están destruyendo todo!

Quien cambia de país, cambia de alma, dicen en Hungría. Este refrán expresa qué tan difícil resulta la emigración, tratando de describir el significado de lo qué es abandonar su propia tierra. Sin embargo, en los últimos dos años y medio han sido medio millón de húngaros quienes han salido a abrirse paso por todo el mundo. Dobla la cantidad de gente en salir después de la Revolución Húngara en 1956, lo que ya significa un gran número especialmente en un país de tan sólo diez millones de habitantes.

Hungría debe soportar bajo cualquier circunstancia, las inclemencias del tiempo. Eso dice otro refrán que busca explicar, nuevamente, por qué los movimientos migratorios no ocurren de manera masiva. Yo he decidido no soportar más. Existen razones suficientes: dinero, planes futuros, pero sobre todo, es esa sensación asfixiante en la Hungría de hoy. Quiero hablar de mi historia, que quizás sea parecida o la misma historia de otros.

Pertenezco a la generación que después de 1990, estaba lo suficientemente joven como para experimentar: que ese ambiente en el cual se desenvolvió mi infancia y la escuela, se había transformado. Cuando por primera vez en la vida se siente que se tiene una opinión, la cual puede expresarse libremente, y que se tiene una propia identidad, entonces ya no quieres dejar de hacerlo. La vida en Hungría nunca ha sido color de rosa o fácil. No se trata únicamente, de una nación con sólo 50 años de historia y un sólo pasado. Pero de eso estuvimos siempre consciente, y habíamos dado lo mejor.

La calle Andrassy
A principios del nuevo milenio, la alternativa cultural en Hungría experimentaba un florecimiento.

Había cines en cada esquina de Budapest , casi mensual se estrenaba una película húngara en los cines. Una nueva ola de jóvenes cineastas trabajaban continuamente: Szabolcs Hajdú, György Pálfi, Ferenc Török, Benedek Fliegauf, Kornél Mundruczó- casi todos hacían una nueva película una vez por año.

Por las noches, nos sentábamos al aire libre con amigos en la Plaza Liszt-Ferenc, situada en la calle Andrássy o en algún Café de la calle Nagymezö, conocida como el "Brodway" de Budapest, por los Teatros que allí se encuentran. O en los bares bohemios, se hablaba sobre lo que uno acababa de ver o de leer.

En la televisión se ofrecía una programación cultural, se discutía equilibradamente sobre política.

Se estaba representando algo y se creía en algo: en sí mismo, en un futuro. En Viena o Berlín, era quizás todo más limpio y rico, pero eso también lo sería Budapest. Se avanzaba despacio, los programas de desarrollo urbano, los cambios en la infraestructura, todo se retrasaba. Lo cual tiene mucho que ver con esa cultura á la Pató Pál: ese héroe popular que cada día, cuando tenía que tener algo listo y acabado, decía su famosa frase: "Ah, aún tenemos suficiente tiempo!"

En ese entonces, tenía su encanto, la dirección a seguir era la correcta, Budapest sería una colorida, dinámica, próspera, tolerante, en fin, todo una metrópolis normal.

Desde hace dos o tres años, nada de eso queda: ninguna esperanza, ningún encanto, ninguna ilusión, La política del partido Fidesz es desde entonces, omnipresente. Desde el sótano hasta el techo de cada casa, en la vida de cada individuo. Esa política frena todo lo que ha sido innovador, libre, alternativo y crítico. Ha dejado desangrar el mundo escénico, el Teatro. El cual, en los últimos tres años no ha recibido más subvenciones.

Ya escribimos tres años en los cuales tampoco ha habido producción de alguna película húngara, y el primero en el que no hubo semana de la Feria Húngara del Cine.

¿Qué nueva (s) película (s) podíamos mostrar?
La cultura, que está bajo el Fidezs depende de la Academia de Arte Húngaro, su dirigente, permitanme decirlo, es un octagenario idiota, quien sólo acepta un arte nacional y cristiano en Hungría y que ostenta el poder de “Rey del Dinero” a distribuir. Las posiciones directivas de los teatros estatales están ocupadas por miembros del partido de Viktor Orbáns, ellos tienen el mando, ellos definen lo que se debe entender bajo Cultura. Estos radicales, principiantes aficionados convertidos en dirigentes. El nuevo director del Teatro Nacional, Atilla Vidyánszky, quiere el día de su investidura santificar la institución

Detrás de la muralla.
La cultura puede que sea una cosa, y ésto a mí como periodista cultural, me llega hasta el tuétano. Mi trabajo se ha convertido en un imposible. No hay más oficinas de redacción cultural en la televisión pública estatal.

La política del Fidesz destruye todo lo que no piense como ellos. Miles de reporteros y periodistas para la televisión han acabado en la calle, porque se ha cancelado la programación cultural y los programas de contenido político sólo pueden presentarlo y moderarlo quienes son fieles al partido. En los noticieros sólo se escucha un lenguaje propagandístico. Sólo existe una verdad.

En Hungría, todo ha de tener un corte nacionalista: el pensamiento, el teatro, el arte, hasta se podría afirmar, el cómo respirar. Contrariamente a las promesas electorales, Fidesz propone el cobro de tasas académicas. Quien desee estudiar gratuitamente, ha de firmar un contrato que establece que él/ella luego de terminar su estudio, no puede abandonar el país por un período de 3 a 6 años. Cuando los estudiantes protestan, se les envía la policía directamente hasta su casa.

Una vez por semana, echo un vistazo a los periódicos y revistas. Allí leo sobre los actuales criminales y sus planes de construcción a orillas de la Romai promenade, el único lugar en esa parte del Danubio en Budapest que esta poblado por álamos. Allí se construirá una muralla, una presa, que servirá como protección a las casas veraniegas, construidas sin permiso alguno, de los ricos y no para quienes habitan los edificios alrededor y que sufren cada año las inundaciones.

El alcalde de la ciudad apoya estos proyectos. Otros alcaldes apoyan otros proyectos, en otras ciudades y en los pueblos, hacen asfaltar las calles con dinero público hasta la puerta de su propio garaje. Lo más triste de todo es que, uno lee sobre esta forma de corrupción, de quienes rigen la vida pública y no pasa nada. Nadie tiene que dimitir, nadie es destituido.

Los actuales cambios en la Constitución adoptados por el Parlamento en las últimas semanas, nos apuntan el rumbo a seguir. Numerosos artículos, que habían sido eliminados por inconstitucionales, han vuelto a aparecer en la Constitución. Entre ellos, la penalización de las personas sin techo. También si se debe y cómo, criticar a personajes de la vida pública. Ademas, de que el Tribunal Constitucional no posee todo el control sobre las leyes y la Constitución, o sólo a modo condicionado

Quien piense que todo esto deba de aguantarse, se equivoca. El silencio siempre ha ayudado al poder, sólo al opresor y no al oprimido. Es lo que se percibe en Hungría en cada esquina. Rostros deprimidos en los transportes públicos, negocios y restaurantes vacíos, agresiones en el tráfico. Se castiga y se sanciona. Hay que poner el orden. Y mientras, las arcas del estado se llenan; ya contamos con más parquímetros que autos. A los gitanos se les puede insultar públicamente, llamándole animales y si algún periodista lo escribe, no necesita disculparse, ya que muchos de “esos húngaros bien informados”, están agradecidos que alguien lo diga.

Y eso es lo que resulta bochornoso. Antes de tomar la decisión de emigrar, tenía la sensación de que todo se derrumbaba y nadie hacía algo que pudiese poner freno a ésto. Como las recientes encuestas muestran, seguirá el derrumbe. Un 40% de los ciudadanos volverían a votar por el Führer Orbán y por todo su partido., a pesar de que saben, que el rey está desnudo. Pero en un país, donde hay tanta desnudez, no hay que reclamarle al Ministro Presidente por ello. Sobre todo, cuando se obtienen beneficios o existe una dependencia al sistema, como el miedo a perder su puesto por abrir la boca y con ello, la base de su existencia.

Quien cambia de país, cambia de alma. Pero yo soy húngara y lo seré siempre. Agnes Szabó. Freitag. Traducido por Carolina Polanco
Fuente: http://www.freitag.de/autoren/der-freitag/sie-zerstoeren-alles

La traición de los intelectuales

La reescritura que de la historia hacen las élites en el poder se hizo penosamente evidente cuando la nación marcó el décimo aniversario del comienzo de la Guerra de Iraq. Algunos afirmaron que se habían opuesto a la guerra cuando en realidad no había sido así. Otros, los “idiotas útiles de Bush”, sostuvieron que simplemente habían actuado de buena fe en función de la información de que disponían; que si hubieran sabido entonces lo que saben hoy, nos aseguraron, habrían actuado de forma muy diferente. Esto, por supuesto, es falso. Los promotores de la guerra, especialmente los “halcones liberales” –que incluían a Hillary Clinton, Chuck Schumer, Al Franken y John Kerry, además de académicos, escritores y periodistas como Bill Keller, Michael Ignatieff, Nicholas Kristof, David Remnick, Fareed Zakaria, Michael Walzer, Paul Berman, Thomas Friedman, George Packer, Anne-Marie Slaughter, Kanan Makiya y el difunto Christopher Hitchens- hicieron lo que siempre habían hecho: embarcarse en actos de supervivencia. Oponerse a la guerra hubiera sido un suicidio político. Y ellos lo sabían.
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Sin embargo, estos apologistas actuaron no sólo como animadores de la guerra; en la mayoría de los casos ridiculizaron e intentaron desacreditar a todo aquel que cuestionó el llamamiento a invadir a Iraq. Kristof, en The New York Times, atacó al cineasta Michael Moore tildándole de teórico de la conspiración y escribió que las voces contra la guerra estaban sirviendo para polarizar lo que denominó como “cloaca política”. Hitchens dijo que aquellos que se oponían a atacar a Iraq “no creen en absoluto que Sadam Husein sea un chico malo”. Llamó “antiguo hippy descerebrado o vociferante neo-estalinista” al típico manifestante antibelicista. Una década después, los desganados mea culpa de muchos de estos cortesanos evitan siempre mencionar el papel más pernicioso y fundamental que jugaron en la preparación de la guerra: acallar el debate público. Aquellos de nosotros que nos manifestamos contra la guerra, enfrentados a la embestida de los “patriotas” de derechas y sus apologistas liberales, nos convertimos en parias. En mi caso, no importó que yo hablara árabe, no importó que hubiera pasado siete años en Oriente Medio, incluyendo varios meses en Iraq, como corresponsal en el extranjero. No importó que conociera cuáles eran los objetivos de esa guerra. Las críticas de que fuimos objeto tanto yo como otros opositores a la guerra, nos convirtió en sujetos despreciables por parte de una elite liberal que quería cobardemente demostrar su propio “patriotismo” y “realismo” respecto a la seguridad nacional. La clase liberal fomentó un odio rabioso e irracional hacia todos los críticos con la guerra. Muchos de nosotros recibimos amenazas de muerte y perdimos nuestros empleos, en mi caso en The New York Times. Diez años después, esos liberales belicistas siguen ignorando tanto su bancarrota moral como su mojigatería empalagosa. Pero tienen en sus manos la sangre de cientos de miles de seres inocentes.

Las elites en el poder, especialmente la elite liberal, han estado siempre dispuestas a sacrificar la integridad y la verdad a cambio de poder, ascenso personal, becas de fundaciones, premios, titularidades de cátedras, columnas, contratos de libros, apariciones en televisión, conferencias dotadas de generosos honorarios y estatus social. Saben lo que tienen que decir. Saben a qué ideología tienen que servir. Saben qué mentiras hay que contar: la mayor de las cuales es que asumen posturas morales sobre temas que no son precisamente inocuos o anodinos. Llevan mucho tiempo auspiciando esos juegos. Y, si sus carreras lo requirieran, nos venderían alegremente de nuevo. Leslie Gelb, en la revista Foreign Affairs, explicaba después de la invasión de Iraq: “Mi apoyo inicial a la guerra fue sintomático de las desafortunadas tendencias dentro de la comunidad de la política exterior, es decir, de la disposición e incentivos para apoyar las guerras a fin de conservar su credibilidad política y profesional”, escribió. “Nosotros, ‘los expertos’, tenemos mucho que reflexionar sobre nosotros mismos, aunque ‘pulamos’ a los medios de comunicación. Debemos redoblar nuestro compromiso con el pensamiento independiente, y acoger, en vez de desechar, opiniones y hechos que atacan la sabiduría popular, a menudo equivocada. Eso es al menos lo que nuestra democracia necesita”. La cobardía moral de las elites en el poder es especialmente evidente en lo que se refiere a la trágica situación de los palestinos. De hecho, se utiliza a la clase liberal para marginar y desacreditar a quienes, como Noam Chomsky y Norman Finkelstein, tienen la honestidad, integridad y coraje de denunciar los crímenes de guerra israelíes. Y la clase liberal se ve recompensada por ese sucio papel de ahogar el debate.

“Para mí, nada hay más censurable que esos hábitos mentales de los intelectuales que inducen a evadirse, a ese alejamiento característico de la postura difícil y con principios, que sabes que es correcta pero que decides no asumir”, escribió el difunto Edward Said. “No quieres parecer demasiado político; tienes miedo de parecer polémico; quieres mantener una reputación de ser equilibrado, objetivo y moderado; estás esperando que vuelvan a invitarte, a consultarte, a pertenecer a una junta o comité prestigioso, y por eso permaneces dentro de la corriente dominante establecida; porque esperas conseguir algún día un grado honorario, un gran premio, quizá incluso una embajada”.

Para un intelectual, esos hábitos mentales son corruptos por excelencia”, seguía Said. “Si algo hay que puede desnaturalizar, neutralizar y finalmente acabar con una apasionada vida intelectual, ese algo es la internalización de esos hábitos. A nivel personal, me he topado con ellos en una de las más complicadas de todas las cuestiones contemporáneas: la cuestión palestina, donde el temor a hablar claro sobre una de las mayores injusticias de la historia moderna ha coartado, ofuscado y amordazado a muchos que conocen la verdad y están en posición de servirla. Porque, a pesar del maltrato y denigración sufridos por cualquier claro defensor o defensora de los derechos y autodeterminación palestinos, merece la pena decir la verdad y que un intelectual compasivo y valiente la represente”.

Julien Benda sostenía en su libro publicado en 1927 “La Trahison des Clercs” [La traición de los intelectuales], que esto sólo se produce cuando no nos implicamos en la búsqueda de objetivos prácticos o ventajas materiales que nos puedan servir de conciencia y correctivo. Aquellos que trasladan sus lealtades a los objetivos prácticos del poder y a las ventajas materiales se castran a sí mismos intelectual y moralmente. Benda escribió que en otro tiempo se suponía que los intelectuales eran indiferentes a las pasiones populares. “Que eran un ejemplo de compromiso puramente desinteresado con las actividades de la mente y que generaron la creencia en el valor supremo de esta forma de existencia”. Se les veía “como unos moralistas que estaban por encima del conflicto de los egoísmos humanos”. “Predicaban, en nombre de la humanidad o de la justicia, la adopción de un principio abstracto superior y directamente opuesto a esas pasiones”. Esos intelectuales, reconocía Benda, no eran capaces, con demasiada frecuencia, de impedir que los poderosos “anegaran toda la historia con el ruido de sus odios y sus matanzas”. Pero, al menos, “impidieron que los legos establecieran sus acciones como religión, les impidieron que pensaran de ellos mismos que eran grandes hombres cuando perpetraban esas actividades”. En resumen, afirmaba Benda, “la humanidad hizo el mal durante dos mil años, pero honró a los buenos. Esta contradicción era un honor para la especie humana y creó la grieta por donde la civilización se deslizó en el mundo”. Pero una vez que los intelectuales empezaron a “jugar el juego de las pasiones políticas”, aquellos que habían “actuado como freno sobre el realismo de la gente empezaron a actuar como sus estimuladores”. Y es por esta razón por la que Michael Moore tiene razón cuando culpa a The New York Times y al establishment liberal, incluso más que a George W. Bush y Dick Cheney, por la guerra de Iraq”.

“El deseo de decir la verdad”, escribió Paul Baran, el brillante economista marxista y autor de “The Political Economy of Growth” [La economía política del crecimiento], es “sólo una de las condiciones para ser intelectual. La otra es el coraje, la disposición para emprender investigaciones racionales te lleven donde te lleven… resistiéndote… ante la cómoda y lucrativa conformidad”.

Aquellos que desafían tenazmente la ortodoxia de las creencias, que cuestionan las pasiones políticas dominantes, que se niegan a sacrificar su integridad para servir al culto del poder, son empujados a los márgenes. Son denunciados por las mismas gentes que, años después, afirmarán a menudo que estas batallas morales son las suyas. Pero son sólo los marginados y los rebeldes los que mantienen vivas la verdad y la investigación intelectual. Los que ponen nombre a los crímenes del Estado. Los que dan su voz a las víctimas de la opresión. Los que formulan las preguntas difíciles. Y más importante, los que exponen a los poderosos, junto a sus apologistas liberales, por lo que son.

Chris Hedges, pasó casi dos décadas como corresponsal extranjero en Centroamérica, Oriente Medio, África y los Balcanes. Ha informado desde más de cincuenta países y ha trabajado para The Christian Science Monitor, National Public Radio, The Dallas Morning News y The New York Times, para el que estuvo escribiendo durante quince años.
Chris Hedges. Truthdig. Traducido por Sinfo Fernández.
Fuente: http://www.truthdig.com/report/item/the_treason_of_the_intellectuals_20130331/

Tal vez te interesa recordar a un ciudadano valiente y leal a la causa de la justicia: Olof Palmer, el primer ministro sueco asesinado y cuya muerte -el móvil, las causas, los objetivos y los organizadores de la trama- dista mucho de haber sido aclarada.

La relación imperial del establishment alemán

Hoy el establishment alemán (los centros financieros y las grandes empresas dedicadas a la exportación junto a su instrumento político, bien representado por el gobierno Merkel) domina el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Junto con el Fondo Monetario Internacional, este establishment dicta e impone a los países periféricos de la Eurozona una serie de políticas públicas que están dañando el nivel de vida y bienestar social de las clases populares de tales países.

Tales políticas incluyen (1) recortes muy sustanciales de la protección social de tales países (con reducciones muy notables de las transferencias y servicios públicos del Estado del Bienestar) y otras intervenciones públicas que están deteriorando la infraestructura física y social del país, y (2) reformas laborales encaminadas a reducir los salarios de la población trabajadora. Las primeras políticas públicas se están imponiendo bajo el argumento de que hay que reducir el déficit y la deuda pública de tales países a fin de recuperar la confianza de los mercados financieros, y así los Estados puedan conseguir dinero prestado de los bancos. El segundo tipo de políticas públicas —la desregulación del mercado de trabajo— se fuerza sobre los países indicando que tal disminución de los salarios es necesaria para hacer a las empresas más competitivas y facilitar así las exportaciones, que serán las actividades económicas que sacarán a los países (incluyendo España y sus CCAA) de la profunda recesión en la que se encuentran.

Tales políticas se realizan con el apoyo de los establishments financieros, empresariales, políticos y mediáticos que gobiernan tales países periféricos (incluyendo España), pues, excusándose en la necesidad de mantenerse en Europa (presentando su permanencia en el euro como garantía de su pertenencia) imponen tales políticas. Consiguen con ello lo que siempre han deseado: debilitar al mundo del trabajo, a fin de optimizar sus intereses financieros y económicos. En todos estos países las rentas del capital están subiendo a costa del descenso de las rentas del trabajo. La evidencia de ello es clara, robusta y contundente. Entre 2009 y 2012, la parte del PIB que corresponde a la compensación de los trabajadores ha perdido peso. En España, este porcentaje ha pasado de ser el 50% al 46% (es decir, una disminución del 4% del PIB), en Grecia e Irlanda también se ha reducido el 4% del PIB y en Portugal el 3%. Lo que se llamaba antes la lucha de clases continúa desarrollándose en tales países con la ayuda del establishment alemán, que domina el establishment europeo.

¿Por qué se realizan tales políticas?
El hecho de que tales políticas se impongan a la población (en ninguno de tales países existe un mandato popular para que se lleven a cabo) se debe a que tales políticas benefician, además de a los establishments de los países periféricos, al establishment alemán, y muy en particular a la banca y a las compañías exportadoras alemanas. Los famosos rescates bancarios y las supuestas “ayudas financieras” a los Estados de los países periféricos es básicamente ayuda a los bancos alemanes (entre otros bancos europeos) como bien han reconocido economistas asesores al Gobierno Merkel como Jürgen Donges, en sus declaraciones de apoyo a las supuestas ayudas a España, aprobadas en el Parlamento alemán (Las responsabilidades del ‘establishment’ alemán en la crisis española, Público, 07.02.13).

Otro ejemplo del impacto diferencial de tales políticas ha sido el establecimiento del euro que ha beneficiado primordialmente al establishment alemán. Como he detallado en mis trabajos, el BCE no es un banco central. Es un lobby de la banca y muy en particular de la banca alemana. Ni que decir tiene que tal institución también está sujeta a otros intereses además de los alemanes, lo cual explica, en ocasiones, las tensiones entre el Bundesbank (el Banco Central Alemán) y el BCE. Pero, sigue, en general, las directrices del gobierno alemán, el cual sintetiza los intereses del establishment alemán. Y tal BCE está jugando un papel clave en imponer tales políticas. Su propia existencia, proveyendo préstamos a intereses muy bajos a la banca (pero no a los Estados), para que estos compren a intereses desmesurados la deuda pública de los Estados periféricos ha sido la causa del enorme endeudamiento de tales Estados. Tal crecimiento de la burbuja de la deuda pública está destruyendo (con los recortes de gasto público) el ya escasamente financiado Estado del Bienestar de los países periféricos de la Eurozona, destrucción que se hace para pagar a la banca alemana los intereses de tal deuda (además de debilitar el mundo del trabajo, lo cual explica el apoyo de tales políticas por parte del mundo empresarial exportador en tales países).

Y todo ello se presenta, realiza e impone, en teoría, para defender el euro y la pertenencia a Europa de tales países. La “alarma” de que el euro está en peligro es el justificante de tales políticas. Pero el euro nunca ha estado en peligro. Antes al contrario está sobrevalorado, perjudicando enormemente a las economías de los países periféricos. En realidad, las enormes desigualdades existentes entre el centro y la periferia de la Eurozona favorecen al primero y perjudican a los segundos. Existe un flujo de capitales de la periferia al centro que los países periféricos no pueden revertir. Es la descapitalización de tales países, impuesta por el establishment alemán, que es el primer beneficiario de tal sistema. Los bancos y los Estados de la periferia tienen una gran escasez de capital mientras que los bancos como Deutsche Bank y los bancos alemanes más importantes así como el Estado alemán tienen dinero de sobras.

Como el establishment alemán domina la Eurozona
Esta es la relación imperial que se genera y reproduce sin ningún tipo de intervención militar. De ahí que no pueda hablarse del IV Reich. Pero las relaciones de dominio económico, político e incluso mediático existen. Le sorprenderá al lector que incluya también el mediático. Dos ejemplos recientes de este dominio mediático han aparecido recientemente: uno es el veto a un artículo de Juan Torres en El País de Andalucía. Juan Torres publicó un excelente artículo (Alemania contra Europa, 24.03.13) alertando del dominio alemán haciendo una reflexión muy acertada de los paralelismos existentes con épocas anteriores. Tal artículo fue retirado de la web de El País donde inicialmente se publicó, debido a presiones mediáticas y políticas alemanas sobre El País. El establishment alemán no quiere que se hable del pasado relacionándolo con el presente.

Otro caso reciente prueba lo que digo: en un artículo reciente publicado el Público (Las responsabilidades del ‘establishment’ alemán en la crisis española, 07.02.13), señalaba yo que la influencia del establishment alemán en España es una constante en la historia de nuestro país. Señalaba que el gobierno alemán configuraba en gran medida las políticas del gobierno español que estaban dañando el bienestar de la población española. Pero añadía que el establishment alemán tenía una gran responsabilidad en la génesis de la crisis en España pues fue el gobierno alemán, bajo Hitler, el que jugó un papel determinante de la victoria del General Franco, impidiendo las reformas tan necesarias para modernizar el país, realizadas por la II República. No es por casualidad que los países como Grecia, Portugal y España, que están en una situación desesperante sean países que han sido dominados por fuerzas ultraconservadoras en la mayoría de su historia. Y en España, el establishment alemán jugó un papel clave en la victoria de tales fuerzas, frenando las reformas (iniciadas por la II República) del sistema productivo y de su economía, que han sido difíciles de aplicar debido a la enorme influencia que las ultraderechas tienen en España, que ahora utilizan “la crisis del euro” para continuar manteniendo sus privilegios.

Pues bien, una revista alemana (Kulturaustausch) tradujo tal artículo, eliminando toda referencia al pasado. Desaparecía la complicidad del establishment alemán en el establecimiento del fascismo español y en el mantenimiento de unas estructuras que mantuvieron España en el subdesarrollo económico, social y político por más de cuarenta años.

Una última observación: en Alemania (y en España) hay clases sociales.
El lector notará que a lo largo de este artículo hablo del establishment alemán, más que de Alemania. Y ello se debe a la necesidad de no confundir el establishment gobernante en un país con el propio país, una confusión que el establishment alienta y favorece pero que no corresponde a la realidad. En Alemania, como en España, hay clases sociales con intereses distintos que están en conflicto —como ahora— con gran frecuencia. Una de las “víctimas” del establishment alemán es la propia clase trabajadora alemana que es la que sufre en primera mano las reformas Schröder-Merkel. El crecimiento de la productividad alemana ha beneficiado predominantemente a las rentas del capital, no a las del trabajo, cuyos salarios han permanecido estancados por la mayoría del tiempo desde el establecimiento del euro.

Y es a esta clase trabajadora alemana a la cual va dirigida la desinformación producida por los medios de mayor difusión alemanes (incluyendo los llamados serios y responsables) que presentan la situación de los países periféricos como resultado de la pereza y escasa productividad de sus trabajadores, de su excesiva protección social, y otras falsedades, atribuyéndose el rechazo popular en estos países a tales imposiciones de políticas de austeridad a características culturales y étnicas que producen un populismo, poco maduro, como lo definía el Spiegel hace unos días. El racismo y el estereotipo étnico son una constante en la cultura hegemónica alemana.
Vicenç Navarro. Público
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.

Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/6765/la-relacion-imperial-del-establishment-aleman/

viernes, 5 de abril de 2013

_- DECLARACIONES DE UN PREMIO NÓBEL DE MEDICINA. Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas

_- Premio Nobel de Medicina: Las Farmacéuticas bloquean las medicinas que curan porque no son rentables impidiendo su distribución.

El ganador del Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad.

Hace unos días se publicó una nota sobre datos revelados que muestran que las grandes compañías farmacéuticas en Estados Unidos gastan cientos de millones de dólares al año pagando a doctores para que éstos promuevan sus medicamentos.

Para complementar reproducimos esta entrevista con el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts quien señala que los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada. Esto, señala Roberts, también hace que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no sean investigados. Y se pregunta hasta qué punto es válido y ético que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia. La entrevista originalmente fue publicada por el diario español La Vanguardia:

¿La investigación se puede planificar?
- Si yo fuera ministro de Sanidad o el responsable de Ciencia y Tecnología, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
- Parece una buena política.
- Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…

- ¿Y no es así?
- A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.

- ¿Cómo nació?
- La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
- Toda una aventura.
- Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.

- ¿Fue científicamente productiva?
- Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.

- ¿Qué descubrió usted?
- Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).

- ¿Para qué sirvió?
- Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.

- ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
- Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas.
- Le escucho.
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo…
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…

- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que hacen crónica la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que le digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.

- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.

- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.

- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
- De todo habrá.
- Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
Fuente: La Vanguardia.

Publicación de "El futuro es un país extraño" de Josep Fontana. La tiranía de la multitud.

Pasado And Presente
El maestro ataca de nuevo. Ahora con El futuro es un país extraño, producto del inmenso trabajo acumulado en Por el bien del imperio (P & P 2011) y de su reflexión alarmada ante los síntomas de la inmunodeficiencia social adquirida. Para Josep Fontana los rasgos más visibles de esta patología son la privatización de la política, primero, y la del propio estado más adelante, que se guarece de los ciudadanos tras un fuerte aparato represivo: “Todo apunta a un futuro de retorno hacia una privatización global semejante a la de los tiempos feudales…. [Vamos hacia una] nueva sociedad de la desigualdad”.
Es muy difícil no estar de acuerdo con el gran historiador catalán. Aunque le podemos regatear un poco en lo del feudalismo. En realidad a lo que estamos asistiendo es a las consecuencias de la regeneración de la fe capitalista, tan deteriorada desde hace más de dos siglos por debilidades absurdas, renuncias innecesarias, concesiones arrancadas a viva fuerza o temores irracionales que, en su “época dorada”, le habían hecho caer en un cierto sentimiento cristiano de culpa.
Oportunamente, la luz de Trenton (Estados Unidos) está devolviendo a la fe capitalista su pureza primigenia, aquella que iluminó en el siglo XVIII a Gran Bretaña, su anciana madre. Tras la revolución “gloriosa” (aunque ya venía de antiguo), la aristocracia terrateniente y la burguesía comercial británicas privatizaron la política por el simple procedimiento de apropiársela, enmascarándolo con un camelo de democracia electoral inexistente.
El Banco de Inglaterra, la Compañía de las Indias Orientales y la Compañía del Mar de Sur privatizaron luego el estado controlando la Corte, el Gobierno, las dos cámaras del Parlamento y los tribunales de justicia. Los lobbies de comerciantes y manufactureros, como la Compañía de Rusia, la Compañía de Levante, la Compañía de la Bahía del Hudson, la Society of West Indies Merchants, la Midland Association of Ironmasters o el West Riding Committee of Worsted Manufacturers transmitían su voluntad al gobierno (que era su hechura) y dictaban las leyes adecuadas al Parlamento (donde se sentaban ellos mismos). En aquel mundo de pureza capitalista, la desigualdad entre los hombres era tan natural como la que se daba entre los zorros y sus cazadores. Los grandes apóstoles del Nuevo Testamento del beneficio a ultranza guiaban a los fieles: “Los hombres son más felices si se hallan en la desigualdad y la subordinación”, escribía el doctor Johnson, al tiempo que anunciaba un porvenir de progreso indefinido.
El duque de Devonshire que, cuando no estaba en su castillo rural, vivía en Saint James, en el lujoso palacio que le había construido John Nash, tenía unas rentas de 50.000 libras anuales, mientras que Edward Farmer, deshollinador que vivía en una covacha del East End, sudaba hollín para ganar 12 libras al año. ¿Por qué no? No hay que confundir the classes with the asses. A lo largo del siglo XVIII la renta per cápita inglesa creció un 4,5 % (cuidado con las estadísticas), pero los impuestos se multiplicaron por 18 en términos reales (también aquí cuidado con las estadísticas). Lo cierto en cualquier caso es que los impuestos directos pasaron de constituir el 36 % de los ingresos de la hacienda, al 16 %, mientras que los indirectos, que partían del 26 % llegaron al 75 % a finales de siglo. Con esta imposición regresiva, el estado (o sea, los que ya sabemos) transfirió desde los consumidores pobres a los grandes financieros el 40 % de toda la imposición fiscal, o sea el 5 % de la renta nacional británica. Estas transferencias, junto con el diferencial entre precios y salarios, fueron la mayor fuente de financiación de la industria británica. Lo explicó muy bien el mayor economista de aquel tiempo y, por lo que parece, de todos los tiempos: “En una sociedad civilizada [sic], los pobres proveen para ellos mismos y para el enorme lujo de sus superiores [sic]". Además, el precariado de la época no tenía de qué quejarse; podía acogerse a las generosísimas leyes de pobres, hospedarse en las fastuosas workhouses o residir en las espectaculares cárceles privatizadas, que acogían de buen grado a quienes según la Black Act no sabían respetar la propiedad privada, ni la religión, ni tenían la decencia de pagar sus deudas y arrastraban por las calles sus borracheras de ginebra solo para que Hogarth los dibujara. Hacia mediados de siglo, casi la mitad de los presos del King’s Bench lo estaban por deudas. Si el acreedor no les había esquilmado, podían alquilar una celda individual al empresario-alcaide por cinco libras. Si no, se le hacinaba en una celda común de cincuenta metros cuadrados rebosante de morosos con sus mujeres e hijos, todos infectados de viruela entonces mortal. Ese fue el destino de Robert Castal, el autor de The Villas of the Ancients.

En la Canaán del capitalismo, sin embargo, el precio justo del pan equivalía a nuestra actual noción de estado de bienestar. Era una línea roja. Cuando subían los precios, se producían de inmediato miles (literalmente) de motines de subsistencia que se concretaban en acciones populares directas, disciplinadas y con objetivos muy bien definidos, como nos explicó Thompson hace ya muchos años. La multitud era pronta y diligentemente masacrada por el ejército. El Scots Magazine ya advertía en julio de 1754 que “los pobres siempre están dispuestos a amotinarse y a hacer daño… y no pasará mucho tiempo sin que cometan desmanes”. Los cometieron por toda Europa durante doscientos años. El más inteligente de todos los reaccionarios británicos, Edmund Burke, advirtió claramente que el enemigo de su fe siempre estaba al acecho y había que velar para impedir “la tiranía de la multitud”. Parece que el capitalismo ha aprendido la lección. ¿Y nosotros, los herejes?

Fuente: http://pasadopresente.com/blog/41-la-tirania-de-la-multitud

Cinco formas de aumentar la creatividad


 De pronto, un momento de inspiración. Comprendemos, vemos una conexión, una solución, una causa. ¿Pero qué sucede en el cerebro cuando surge una nueva idea? ¿Es la creatividad un proceso al azar o puede ser alimentada?

La ciencia cuenta ahora con nuevas herramientas que permiten literalmente "ver" qué sucede en el cerebro antes de la inspiración.

En un programa de la serie televisiva Horizon, la BBC habló con expertos que exploran los procesos neurológicos previos al momento "eureka".

Y su trabajo sugiere cinco vías para aumentar la creatividad.

Hacer cosas en forma diferentes
Si uno busca respuestas innovadoras para un problema, hacer algo tan simple como cambiar la rutina puede ayudar a encontrar la solución. Cambiar pan por cereal en el desayuno o intentar una nueva ruta para llegar trabajo son algunas opciones.

La psicóloga Simone Ritter, de la Universidad Radboud Nijmegen en Holanda, realizó experimentos de innovación con sus estudiantes. En uno de ellos, el estudiante se coloca un casco y lentes especiales que le permiten interactuar con un mundo virtual.

Pero esta nueva realidad no obedece a los principios de la física. Los objetos se elevan al caerse de una mesa y se ven cada más pequeños al acercarnos. Tras navegar algunos momentos por este mundo desconocido, los estudiantes logran mejores resultados en pruebas de creatividad.

La Dra Ritter también pide a los estudiantes, por ejemplo, que preparen un tradicional sándwich holandés, de pan con mantequilla y grajeas de chocolate, pero no en el orden usual.

Preparar un sándwich en un orden inusual puede ayudar, según la Dra Ritter.

En lugar de untar una rebanada de pan y verter grajeas sobre la misma, ¿por qué no poner las grajeas en el plato primero y luego frotar en ellas el pan enmantecado?

Ejercicios de este tipo producen mejores resultados en tests de creatividad, asegura Ritter, quien recomienda experiencias nuevas. La investigadora misma experimenta por primera vez en el programa de la BBC ser copiloto de un planeador, una aeronave que se desplaza sólo por fuerzas aerodinámicas y carece de motor.

Cambiar la rutina puede ofrecernos una perspectiva refrescante y resultar en nuevas conexiones neuronales que se traducen en ideas originales, según Ritter.

Disminuir las distracciones
Reducir las distracciones parece ser importante en el camino hacia una epifanía.

Cortar el ruido exterior puede ayudar a "ver" soluciones.

Roald Dahl, el prolífico autor de cuentos británico, no permitía casi visitas al cobertizo en su jardín donde creaba sus historias. Y el escritor estadounidense Jonathan Franzen escribió su novela "Las Correcciones" (2001) usando tapones para los oídos y una venda en los ojos.

Los neurólogos creen que el momento de la inspiración ocurre en el hemisferio derecho del cerebro, en un área cercana a la parte frontal que se denomina giro temporal superior. Algunos estudios indican un aumento significativo de ondas gama desde esta zona cuando surge una idea.

Pero justo antes de que ello suceda se registra en la parte posterior del cerebro un incremento de ondas alfa, las ondas asociadas con el relajamiento, explica el profesor John Kounios, de la Universidad Drexel, en Filadelfia, Pensilvania (Estados Unidos).

El investigador explicó que captamos información permanentemente, pero las ondas alfa le permiten al cerebro tomarse una pequeña pausa, algo similar a lo que ocurre cuando cerramos momentáneamente los ojos al pestañear.

Ese "pestañeo" en el tráfico de información permite que una conexión tenue salga a la superficie como una nueva idea. "Cuando le preguntamos a alguien una pregunta difícil, es común que miren a la distancia o bajen la mirada por un instante. Miran a cualquier lado pero no a nuestro rostro que los distrae", señala Kounios.

Si nuestra atención se dirige "hacia adentro" es más probable que podamos resolver un problema en un destello de inspiración, según el científico.

Trabajar en tareas mundanas
Otra actividad que puede ayudar a la creatividad es trabajar momentáneamente en tareas que requieran concentración mínima.

Darwin caminaba todos los días por el sendero cercano a Down House, su casa en las afueras de Londres.

El profesor Jonathan Schooler de la Universidad de California, Santa Barbara, planteó tests de creatividad a tres voluntarios. Luego de buscar soluciones, cada voluntario "descansó" con una tarea diferente: no hacer nada, hacer algo difícil, o cumplir una tarea rutinaria como ordenar cubos por colores, que no requiere demasiada concentración. La tercera opción es la que llevó a mejores resultados al reanudar posteriormente los tests de creatividad. Durante esa tarea rutinaria el inconsciente parece seguir un proceso de "recombinación" que lleva a nuevas soluciones.

"Si están atascados, tómense un descanso. Eso permite que los procesos inconscientes sigan activos. Pero no se queden simplemente allí sin hacer nada, salgan a caminar o tomen un ducha o dedíquense un momento a la jardinería", aconseja Schooler.

Gregor Mendel, considerado el padre de la genética, pasó años contando y observando pacientemente los guisantes que cruzó para descifrar los principios de la transmisión hereditaria.

No tener miedo de improvisar o arriesgarse
El Dr Limb pide a jazzistas que toquen un miniteclado mientras están en un tomógrafo.

El científico Charles Limb de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos, asegura que todas las personas son creativas aún cuando a veces no se den cuenta de ello.

"Si la gente piensa en su comportamiento diario, verá que es en gran medida improvisado, ya que no planeamos segundo a segundo qué vamos a hacer", señala el investigador.

Además de otorrinolaringólogo, Limb es un músico amante del jazz y ha venido utilizando esa pasión en sus investigaciones, pidiendo por ejemplo, a conocidos artistas que improvisen en un pequeño teclado mientras se encuentran en un tomógrafo para estudiar su cerebro.

Limb señala que los músicos de jazz, los dibujantes de historietas y los raperos, todos acostumbrados a improvisar, experimentan cambios en la corteza prefrontal del cerebro en momentos creativos.

"En estos músicos constatamos una especie de suspensión temporal en esa corteza prefrontal", señala el investigador.

En estas profesiones es menos probable que las personas sientan que deben monitorear su comportamiento y por ello acaban tomando más riesgos.

Dejar que la mente divague

Charles Darwin estaba leyendo el ensayo de Thomas Maltus sobre el crecimiento de la población cuando cristalizó su teoría de la selección natural, según relatos.

Y Arquímedes, el científico griego a quien se atribuye el uso del término "eureka", supuestamente lo usó cuando descubrió, mientras tomaba un baño, el principio para determinar el volumen de un objeto de forma irregular.

La inspiración para las notas de papel autoadhesivas Post It le llegó a Arthur Fry cuando buscaba una forma de marcar las páginas de su libro de himnos durante un servicio religioso. Fry se dio cuenta de que podía usar una sustancia adhesiva inventada por su colega Spencer Silver para crear notas autoadhesivas.

El Dr Rex Jung, de la Universidad de Nuevo México en Estados Unidos, ha observado que durante un proceso creativo se producen cambios en los lóbulos frontales. Cuanto menos actividad exista en esa zona, más probable es que surja una idea original.

La materia blanca está formada por más de 150.000 kilómetros de conexiones.

Y Jung asegura que es posible desencadenar temporalmente ese estado cerebral meditando o saliendo a correr.

El investigador señala que lo importante es qué sucede con la materia blanca del cerebro, el intrincado sistema de fibras, parte del sistema nervioso central, formado por más de 150.000 kilómetros de conexiones.

Aunque el momento en que se prende la lamparita parece instantáneo, puede ser que la idea haya estado dando vueltas en nuestro inconsciente durante algún tiempo antes de que seamos conscientes de ella.

De acuerdo al trabajo del Dr Jung, los cerebros más inventivos están menos organizados, de forma que el tráfico neuronal desciende y eso crea la oportunidad para que se produzcan conexiones más inusuales.

El Test del ladrillo

Una de las pruebas más tradicionales es la creada por el psicólogo estadounidense J. P. Guilford. Su test de usos alternativos para objetos comunes mide el llamado pensamiento divergente. ¿Cuántos usos alternativos de un ladrillo podemos sugerir? ¿instrumento para mantener una puerta abierta? ¿aprietapapeles? ¿pesa para musculación? Fuente: BBC

Contenido relacionado



Más en El País. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/04/05/actualidad/1365175865_448281.html

Más en el NYT, 2010. Artículo de Patricia Cohen. http://www.nytimes.com/2010/05/08/books/08creative.html?pagewanted=all&_r=0



Images from brain research conducted by the Mind Research Network. While intelligence and skill are associated with the fast and efficient firing of neurons in the brain, subjects who tested high in creativity had thinner white matter and connecting axons that slow nerve traffic. In these images, the green tracks show the white matter being analyzed. The yellow and red spots show where creativity corresponds with slower nerve traffic. The blue areas show where "openness to experience," associated with creativity, corresponds with slower nerve traffic.

Imágenes de la investigación sobre el cerebro realizado por la Red de Investigación de la Mente. Mientras que la inteligencia y la habilidad están asociados con la conexión rápida y eficiente de las neuronas en el cerebro, los sujetos que dieron alto en la creatividad tenían más delgada la materia blanca y los axones del nervio de conexión que el tráfico lento. En estas imágenes, las pistas verdes muestran la materia blanca que se analiza. Las manchas amarillas y rojas muestran donde la creatividad se corresponde con el tráfico más lento en los nervios. Las áreas azules muestran donde la "apertura a la experiencia", asociada con la creatividad, se corresponde con el tráfico más lento del nervio.

miércoles, 3 de abril de 2013

MATEMÁTICAS. Disciplina y cálculo orientales para mejorar en matemáticas

Corea del Sur desplazó a Finlandia en el liderazgo de las evaluaciones del último Informe PISA gracias a la atención cuidadosa a los alumnos destacados y a la cantidad de horas extra que echan sus alumnos. Y no es el único rincón de Asia a la cabeza. Shanghái es la campeona mundial en comprensión escrita y los orientales no tienen rival posible en cultura matemática. Hasta el punto de que el 25% de los alumnos de Shanghái fue capaz de resolver en PISA un tipo de problema matemático complejo. El mismo solo fue resuelto por un 3% de los de la OCDE. Se entiende pues la expansión imparable en España de métodos del Lejano Oriente que agilizan el cálculo mental y desarrollan los dos lados del cerebro. Unos 35.000 españoles practican ya esos sistemas en sus colegios o en academias. Su precio, entre 40 y 70 euros, no parece frenar a las familias

El informe Los paradigmas de la educación matemática para el siglo XXI, elaborado por grandes expertos internacionales, expresa que sus grandes resultados no se deben tanto a factores culturales "como al nivel de disciplina y concentración de los alumnos y el trabajo que realiza después de clase". Eso explica que estos métodos importados por España exijan un seguimiento de un tutor dos días a la semana y que el niño dedique de diez minutos a media hora diaria —incluidas las vacaciones— a ejercitarse. ... los resultados no son inmediatos de cara a un examen sino a medio plazo, uno o dos años. Se vuelve a la "valorización de la cultura del esfuerzo" que echa en falta la Academia de Ciencias Exactas, que no hace mucho lamentaba el "deterioro progresivo y acentuado de la formación científica en los niveles primario y secundario". Los estudiantes españoles sacaron una media de 483 puntos en la prueba PISA de matemáticas, cuando la media de la OCDE fue de 496. 

El primer método en llegar fue el Kumon, hoy con 20.000 alumnos en España y 229 centros, que comenzó su expansión en 1991. El programa, dividido en 21 niveles para matemáticas y 27 para la lectura, nació en 1954 en Japón, de la mano de Toru Kumon, que creo el sistema para que su hijo fuese capaz de dominar conceptos del temario de cursos superiores. En su país el material didáctico se lanzó en 1981 y hoy día lo estudian cuatro millones de personas en el Mundo. El método arranca con letras, números y líneas, prosigue con las cuatro operaciones fundamentales de aritmética y concluye con el cálculo diferencial e integral. “La habilidad permite desarrollar el pensamiento y la creatividad. Hay mucha gente que cree que esta surge de repente”, afirmaba Kumon a EL PAÍS en 1990. ...

El estudiante de Kumon realiza de tres a cinco hojas de cálculo diarias que su instructor corrige. ...

La política de Aloha MENTAL Arithmetic, un sistema que surgió en Malasia en 1993, es la contraria. El 90% de sus 7.500 alumnos recibe clase en una de las 400 escuelas en las que se han implantado. Arrancaron en Mallorca en 2009 con 200 niños de cinco a 13 años —Kumon se practica desde dos— y su idea es llegar a 13.000 cuando se establezcan en todo el territorio. ... Al finalizar, pueden realizar cálculos de hasta diecisiete dígitos sin un lápiz porque han interiorizado el cálculo con el ábaco japonés con el que al principio trastean físicamente. Según la organización, el programa mejora también la memoria fotográfica o la orientación espacial. ...

En este sistema malayo se basa también UCMAS, radicado en Mallorca desde 2008 y con 8.000 alumnos inscritos. ¿La razón del éxito? “Cualquier centro busca diferenciarse de la competencia. En los años 90 lo hacían por medio del inglés, en el 2000 a través de las nuevas tecnologías

El uso del ábaco es usual en el colegio público Miguel Hernández de Badadona y no es casualidad. En un centro que es un Babel de una quincena de nacionalidades, el alto nivel de sus alumnos chinos -ocho puntos por encima de la media catalana en PISA- nunca ha pasado desapercibido y hace cuatro años se hermanaron con la Escuela Experimental de Qintiang. ...

Una minoría del alumnado de Kumon son opositores que han perdido el hábito de estudio y pretenden recuperar la capacidad de concentrarse y jubilados dispuestos a agilizar su mente. ...

Proyectos nacionales
No todo es made in Asia. Un programa online español se abre paso con fuerza: Smartick. Autodidacta, adapta su dificultad al rendimiento del alumno ese día. Detrás está el ingeniero Daniel González de la Vega, convencido de que hay que poner freno a los calamitosos resultados en matemáticas en PISA combinando los sistemas de aprendizaje clásicos con la última tecnología en las tabletas. ...

El programa corrige los ejercicios, pero el profesor o el padre recibe cada día un informe del avance del niño. Ahora Smartick, que se puede practicar a título individual o como extraescolar, se está aplicando dentro del currículo de tres colegios públicos. Según sus datos, en tres meses el 94% de los alumnos —ya lo han probado 4.000— mejoró su capacidad de cálculo y el 70% incrementó su nota de matemáticas.

En el colegio Montserrat de Barcelona se dieron cuenta que sus alumnos percibían los números como algo abstracto y poco útil para su vida. Por eso han creado un programa,con el que se aprenden los diferentes conceptos matemáticos a partir de la manipulación, la observación y la experimentación (Con el método EntusiasMat 1, 2,y 3 Y desde Infantil,). ELISA SILIÓ. Madrid. Leer todo aquí en El País. Leer más aquí.
Para saber más.

MANUAL DE ORIENTACIÓN Y AYUDA PARA LA FAMILIA SOBRE MATEMÁTICAS EN INFANTIL Y PRIMARIA.
Folleto de ayuda a las familias.
Blog sobre mate con teoría y práctica.
Más sobre matemáticas y el método ABN (Algoritmo basados en números de Jaime Martínez Montero)
Enlace a web sobre matemáticas.
Les défis mathématiques du Monde, épisode 2... por lemondefr

martes, 2 de abril de 2013

Pataleo. Se han mostrado tan recalcitrantemente sordos con la Ley Hipotecaria que yo diría que se han ganado a pulso que les peguen unos cuantos gritos en el portal

Vamos a ver: ¿llueven meteoritos ardientes de los cielos y el Papa se funde en un abrazo con el Antipapa, y nosotros nos preocupamos de los escraches? Me he puesto apocalíptica porque usar la realidad me parecía aún más duro, o sea: ¿estamos hasta las cejas de financiaciones ilegales, ERE corruptos, políticos y banqueros rapiñadores, y nosotros nos preocupamos de los escraches? A mí, por el contrario, cada día me admira más la moderación de la sociedad española, la capacidad de aguante de los ciudadanos y lo poco que recurren a la violencia, sufriendo tantos lo mucho que sufren (eso sí, lo he dicho y lo repito: si consiguen desmantelar del todo la sanidad pública veremos correr sangre, porque con la salud de tus hijos no se juega). La gente es buena, en fin, y lo es pese a la contumaz cerrazón de nuestros dirigentes. Ni el PSOE ni el PP hicieron nada por paliar la carnicería de los desahucios; si algo se mueve ahora es gracias a la presión popular. No es de extrañar que el 81% de los españoles confíe en las plataformas sociales para solucionar este drama, mientras que en el PP solo confía un 11% y en el PSOE, un 10%. Se han mostrado tan recalcitrantemente sordos con la Ley Hipotecaria que yo diría que se han ganado a pulso que les peguen unos cuantos gritos en el portal. Sí, es cierto, el escrache puede derivar en esa cosa tan atroz e inadmisible que es el matonismo y el linchamiento. Pero creo que la mejor forma de fomentar esta deriva es demonizando las protestas populares. Limitemos las broncas a la acera de enfrente, sin aporrear puertas (no hay que asustar niños) y desde luego sin violencia: es lo justo y también lo más útil, porque, si no, perderán apoyos populares. Pero que no me digan que, después de tantos años sin que nadie responda, la gente no tiene por lo menos derecho al pataleo. Rosa Montero. Fuente: El País.

Kant en el callejón del gato

Si en amplias capas de la sociedad se justifican los comportamientos recurriendo a justificaciones del tipo “así funcionan las cosas” y se normaliza que lo amoral es inteligente, el resultado es un país enfermo y desquiciado

Al investigar los fundamentos de la ética en su Crítica de la razón práctica, Kant no pretendía ofrecer una serie de buenas prácticas y recomendaciones útiles: aspiraba a demostrar que la razón moral que habita el interior de toda persona seguía una ley central, del mismo modo que el movimiento de los astros cumplía la ley de la gravedad. Como es sabido, Kant expresó esa ley de la razón moral así: obra siempre de manera que puedas desear que tu comportamiento se convierta en legislación universal. En sus obras, Kant expuso distintos ejemplos de zonas grises morales, que proponía resolver determinando si sería posible una sociedad en la que todos se comportaran de esa manera. Aplicado ese método al pasado reciente de nuestro país, rendiría algo así como esto: cada vez que un líder político se rodeó de una guardia de fieles en vez de abrir su organización a los mejores; cada vez que un directivo tomó decisiones que ponían en juego irrazonablemente el futuro de su empresa, pensando en maximizar su bonus; cada vez que un analista no advirtió a sus jefes con suficiente insistencia del riesgo de una operación; todos ellos creían habitar en esa zona gris del realismo y de las justificaciones genéricas del tipo “así es como funcionan las cosas”. Por desgracia, la conclusión de la prueba de Kant está a la vista: si en amplias capas de la sociedad cunden esos comportamientos individuales, si se normaliza que lo amoral es inteligente, el resultado es un país enfermo y desquiciado.

Esa confusión entre intereses propios, o de grupo, y el territorio moral de Kant, donde la razón de cualquier ser humano puede acceder al mismo conocimiento del bien, es intrínseca a la vida; pero ha resultado particularmente hipertrofiada por la desmesurada primacía ideológica que ha adquirido la economía y que se sintetiza en el principio de que debe hacerse “lo necesario y que funcione económicamente” —una solemne perogrullada con la que, por cierto, cualquiera hace de su capa un sayo—. A quienes siguen la actualidad se les endosan a diario multitud de cifras y estadísticas, y los líderes políticos apenas se dirigen a ellos más que usando lemas manidos (sobre competitividad, productividad, austeridad…); en cierto modo, la clase política está pagando ahora la penitencia por haberse presentado durante años como talismanes que dominaban los engranajes mágicos de la economía y a los que debíamos atribuir el crecimiento y las infraestructuras; súbitamente, “la economía” se ha transformado en una despiadada fuerza a la que se someten por responsabilidad. Bajo las formas de debates teóricos y medidas varias, lo que viene sucediendo desde 2010 en la UE es una gigantesca renegociación de deudas y garantías últimas de pago, destinada a evitar pánicos financieros en cadena como el que siguió a la caída de Lehman Brothers en Estados Unidos; con la diferencia de que, mientras de la crisis financiera norteamericana existe una investigación pública con múltiples testimonios ante el Congreso de EE UU, los europeos seguimos sin tener la menor idea de cómo fue posible que los Gobiernos griegos fueran sobrefinanciados temerariamente, o sobre por qué comenzó a llover dinero del cielo para empresas, bancos y familias de España en cierta época. A falta de que alguien sea responsable de algo, los españoles hemos ido aprendiendo a bofetadas que los mercados financieros funcionan con principios tan sencillos como aprovechar o inducir subidas de precios de activos (en especial allí donde detecten agentes incautos y asimetrías de información), con el objetivo de recoger beneficios y largarse justo antes de que los cambios del viento derriben el castillo de naipes.

Nadie sabe por qué fueron sobrefinanciados los gobiernos griegos tan temerariamente,...

Emilio Triguero. Seguir leyendo aquí en El País.

lunes, 1 de abril de 2013

Caritas española y el informe sobre la pobreza y las desigualdades


La pobreza nos asusta pero la desigualdad nos indigna

Caritas española acaba de publicar un nuevo informe FOESSA con los datos de 2012. El panorama es desolador y debe de marcar un punto de inflexión para que todos hagamos algo para acabar con esta catástrofe social, que están originando estas políticas neoliberales impuestas por la Unión Europea y que aquí son ejecutadas ciegamente y con fervor y saña por el Partido Popular y anteriormente por el PSOE.

Hace unos meses, el New York Times publicó un reportaje fotográfico sobre la realidad social de la crisis en España. Inmediatamente la prensa española y en particular la de derechas, Abc, la Razón, el Mundo, atacaron este reportaje, acusándolo de irreal.

Sin embargo, es esta misma prensa, que un día sí y otro también, quien jalea la política de recortes sociales, económicos, educativos, sanitarios, en pensiones….., en esto también debe añadirse a El País. Luego se niegan a reconocer las consecuencias sociales que provocan y nos hablan de un país irreal ¿Qué podemos decir de los políticos del PP, PSOE y CIU? Alejados totalmente de la realidad, llenos de corrupción, viviendo en sus cenáculos y no entendiendo o no queriendo ver las consecuencias que sus políticas causan en la gente. Después nos llamarán a que los votemos, ¡Pobres necios! Como dice mi amigo Víctor Moreno “idiotas morales”.

¿Qué dice el informe FOESSA 2013?

Nos habla de una pobreza muy extendida, intensa y que se va cronificando en la sociedad. Esto nos lleva a un gran incremento de la desigualdad social, cada día más profunda, que nos muestra una sociedad totalmente fracturada. Comprobemos datos:

. La pobreza severa, que la sufren aquellas personas que tiene menos de 3.650 euros anuales por persona. En el año 2008, el 4% de la población española estaba en esa situación. Sin embargo, a finales de 2012 ya se estaba en el 6,4%, es decir unos tres millones de españoles. Algunos economistas calculamos que estos datos llegarán a finales del 2013 al 7,5%, sumándose a esta nueva situación 750.000 españoles más.

Como dice José Manuel Ramírez, de la Asociación de Directores Gerentes de Servicios Sociales “la pobreza extrema es el peldaño anterior a la exclusión social, y esto supone un enorme coste humano y de recursos”.

. La pobreza relativa, serían aquellos que viven con una renta inferior a los 7.300 euros anuales, o por ejemplo una pareja con dos hijos que cuenten con una renta inferior a los 15.330 euros anuales. En el año 2008, estaban en esta situación el 19,6% de la población. Los datos de 2012 dan un salto cuantitativo llegando ya al 21,8% y representan a más de diez millones de personas. Pero los datos de finales de 2013 darán un salto cuantitativo muy importante, como consecuencia de los recortes sociales, el nivel de desempleo creciente y la reforma laboral, llegaremos al 23% siendo ya más de once millones las personas que sufrirán este tipo de pobreza.

¿Es soportable esta situación social? ¿Hasta cuándo vamos aguantar estas políticas y sus consecuencias?

El informe también nos da otros tipos de datos, analizando que a finales de 2012, la caída de la renta de los españoles era de 18.500 euros anuales, devolviéndonos a la que teníamos en el año 2001, es decir un retroceso de once años y seguimos cayendo en renta muy rápidamente como consecuencia de las políticas del Partido Popular. Podemos decir que a finales de este año, estaremos en una renta per cápita de 17.000 euros anuales.

Estos datos son consecuencia del descenso en los ingresos familiares en un 4% y la subida del IPC en un 10%. Como dice Carlos Susías de la Red Contra la Pobreza y la exclusión Social en España “es una verdadera barbaridad la evolución de los últimos años”.

¿Sufrimos igual todos la crisis?

La respuesta es NO, y esto indigna. España es un país tremendamente desigual socialmente, siendo junto a Bulgaria y Rumania el país más desigual de la Unión Europea, por encima de Portugal y Grecia. A esta situación hemos llegado gracias a las políticas desarrolladas por el tándem PP-PSOE, con su cacareadas rebajas fiscales, que consistían en bajar los impuestos a los ricos y mantener o aumentarla al mundo laboral (España es un paraíso fiscal para los ricos y encima nuestro ricos no quieren pagar, como mucho practican de vez en cuando la caridad como Amancio Ortega).

En este sentido, los datos que nos da el informe FOESSA son esclarecedores. Los ingresos medios de las personas más ricas del país son siete veces superiores al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas. Y desde comienzos de la crisis está diferencia se ha incrementado en un 30%.

La desigualdad en la distribución de rentas ha ido en aumento a partir de 2006, con una disminución del 5% en términos reales cada año en los hogares más pobres, mientras que el crecimiento correspondiente a los hogares más ricos ha sido en estos años de un 30%.

¿Qué efectos provoca n las políticas del PP?

. La destrucción de empleo y la moderación salarial han sido determinantes en la reducción del nivel de renta de los hogares del país.

. Los cambios en las prestaciones sociales con la reducción de las cuantías de dichas prestaciones contributivas de desempleo y a las mayores exigencias para percibir el subsidio, ahondan en las desigualdades sociales.

. El aumento de impuestos como el IRPF y el IVA, haciendo más pobres a gran parte del país

Nos encontramos con que los servicios sociales han decrecido enormemente y las políticas de austeridad han hecho mucho más vulnerables a la población pobre. Los recortes en los servicios públicos del bienestar suponen la ruptura definitiva para los más desfavorecidos. La austeridad vulnera los derechos sociales y se está abandonando a los más pobres. Como dice Sebastián Mora “si es verdad que siempre la pobreza y la exclusión hieren al corazón, la desigualdad es un escándalo ético y político” y sigue diciendo “se está dando una especie de invisibilidad de la pobreza y de la exclusión por saturación y extensión de la pobreza. La pobreza severa se ha incrementado de forma importante y esto nos habla de personas más allá de las fronteras de la dignidad”.

¿Qué podemos hacer?

Salir a la calle para que se nos vea y se nos oiga que no estamos conformes con lo que pasa en el país y lo que hacen los políticos. Echar a esta cuadrilla de “idiotas morales” que nos gobiernan y hacer una sociedad más justa y solidaria. Juntos podemos.
Video de Youtube con antología de declaraciones de dirigentes del PP.
Fuente: Edmundo Fayanás Escuer

Tortilla de patatas española

La crisis, la izquierda, los partidos y Antonio Gramsci.

“Los partidos nacen y se constituyen en organización para dirigir la situación en momentos histórica-mente vitales para su clase; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas, no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases) en el país determinado o en el campo internacional... La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa; si ésta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire”. Antonio Gramsci.

“Los partidos nacen y se constituyen en organización para dirigir la situación en momentos histórica- mente vitales para su clase; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas, no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases) en el país determinado o en el campo internacional... La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa; si ésta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire”. Antonio Gramsci.


“La ciudad en rebelión quedó sola, rodeada por la incomprensión
y la indiferencia del campo, y la reacción clerical y
capitalista se apoyó sólidamente sobre el campo”. Antonio Gramsci.


“Para formar los dirigentes es fundamental partir de la siguiente premisa:
¿Se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes o, por el contrario,
se desea crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad
 de que exista tal división?”. Antonio Gramsci.


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