"'Ulises' hará que mi librería sea famosa", escribió sobre la aclamada y desafiante novela de James Joyce, escrita durante siete años en tres ciudades que describen los eventos de un sólo día en Dublín.
Y así fue.
El 2 de febrero de 1922, Beach publicó la primera edición del libro "Ulises", justo a tiempo para el 40 cumpleaños de Joyce.
Estilísticamente denso en partes, cuenta las historias de tres personajes centrales: Stephen Dedalus, Leopold Bloom y su esposa, Molly, y ahora se celebra como uno de los textos más influyentes del mundo.
Fue incluso declarada por un panel de prestigiosos escritores y académicos como la mejor novela escrita en inglés del siglo XX.
Pero no siempre fue así.
'Tontería'
El poeta, dramaturgo y crítico literario británico-estadounidense T.S. Eliot declaró en 1923 que Ulises era "la expresión más importante que ha encontrado la era actual", "de la que ninguno de nosotros puede escapar".
Pero el camino hacia la publicación no fue fácil.
La novela generó controversia y fue rechazada por muchos, incluso algunos miembros de la comunidad literaria. La librería parisina de Sylvia Beach fue un paraíso para los expatriados estadounidenses durante las décadas de 1920 y 1930.
La destacada escritora vanguardista británica Virginia Woolf describió la novela como una "tontería".
Tras la serialización de algunos pasajes en la revista estadounidense Little Review en 1920, hubo un juicio por obscenidad que concluyó con una multa a los editores y la orden de suspender su publicación. La novela también fue censurada en Reino Unido.
No obstante Beach, propietaria de Shakespeare & Company en la Rue Dupuytren, estaba decidida a publicarla en forma de libro, lo cual hizo, financiándolo en parte con su propio dinero con la promesa de suscriptores.
Al escribir sobre cómo lo logró, contó que tuvo que "apartar cada centavo para pagar" la imprenta del libro.
La decisión de Beach de publicar la convirtió en una "heroína cultural de la vanguardia", señaló Keri Walsh, directora del Instituto de Estudios Irlandeses de la Universidad Fordham de Nueva York.
"Había una sensación de que éste iba a ser uno de los libros que definirían el modernismo, por lo que entendió que se aseguraría su propio lugar en la historia literaria al ser su editora", le dijo Walsh a BBC News NI.
Joyce y Beach se conocieron en 1920, poco después de que él se mudara a París.
Hacía tiempo que había dejado Irlanda en un exilio autoimpuesto, y había vivido en Trieste y Zúrich antes de llegar a la capital francesa.
Beach describió ese encuentro como un momento poderoso, contó Walsh.
"Joyce estaba muy cansado en este momento. Había pasado tanto tiempo luchando para terminar de escribir 'Ulises', superar [la Primera Guerra Mundial] y sobrevivir, que sintió que ella podía proporcionarle a él y su familia algún tipo de estabilidad y apoyo".
"Ella era mucho más que una editora: banquera, agente, administradora, amiga de la familia. Durante mucho tiempo esa relación funcionó bien".
Pero luego de disputas sobre los derechos de publicación, la relación entre Joyce y Beach se agrió y esta última finalmente cedió los derechos de la novela, escribe Walsh en "Las cartas de Sylvia Beach". Una de las primeras ediciones de "Ulises".
La casa editorial Random House publicó "Ulises" en 1934 después de que el año anterior se anulara la prohibición estadounidense de publicación.
Así se comercializó a una audiencia más grande, pero pasaron 20 años antes de que los escritores comenzaran a reconocer su valor, dice John McCourt, profesor de inglés en la Universidad de Macerata en Italia.
Si bien Joyce estaba profundamente frustrado por la recepción que había recibido "Ulises", era implacable, agrega el profesor McCourt.
"No permitía que se cambiara ni una coma para ajustarla más a lo que el público que consideraba aceptable".
Aunque "Ulises" había sido prohibido en Estados Unidos y Reino Unido, nunca lo fue formalmente en la Irlanda natal de Joyce.
Las autoridades irlandesas creían que tan pocos leerían la novela que no necesitaban prohibirla, argumenta McCourt.
"Joyce era como un forastero que exploraba Irlanda", dice.
"En cuanto a la recepción en su país, los irlandeses se resintieron profundamente porque, desde el exterior, se atrevía a criticar a la Irlanda de 1922, su nacionalismo y los límites de ese Estado cerrado que fue montado y dominado por Iglesia católica".
'La seguridad de la distancia'
El autor tenía una relación enormemente complicada con su país de nacimiento, y viceversa.
Se fue en 1904, cuando tenía poco más de 20 años de edad, e hizo cuatro visitas posteriores, pero después de 1912 nunca más regresó.
Y, sin embargo, sus obras están ambientadas en Irlanda, con Dublín en muchos sentidos como un personaje en sí mismo. El río Liffey en Dublín, presente en varias obras de Joyce.
Joyce quería cambiar Irlanda transformando la forma en que los irlandeses se veían a sí mismos, argumenta el profesor McCourt.
"Estaba muy conectado con Irlanda. Sabía que no iba a hacer amigos a través de sus libros, no podría haberlo hecho si se hubiera quedado en Irlanda".
"Tuvo que hacerlo desde lo que él llamó 'la seguridad de la distancia' en su novela cómica 'Finnegans Wake'".
Sin embargo, hubo algunos que reconocieron la importancia de Joyce, apunta el profesor McCourt.
Entre ellos el ministro del gobierno irlandés, Desmond Fitzgerald, quien lo visitó en París y propuso que fuera nominado para el Premio Nobel de Literatura.
Pero, en general, la hostilidad hacia Joyce continuó hasta su muerte en 1941 en Zúrich, al punto de que no hubo representación oficial irlandesa en su funeral. Escultura de James Joyce que está detrás de su tumba en el cementerio de Fluntern en Zúrich.
Fanáticos
La marea de la opinión tardó mucho en cambiar.
El primer Bloomsday —una celebración que tiene lugar cada 16 de junio, que es el día de 1904 en el que transcurre la novela—, se celebró en 1954.
El nombre del evento viene del personaje central de Ulises Leopold Bloom, cuya vida y los pensamientos desde las 8 de la mañana hasta las primeras horas de la mañana siguiente son el tema de la novela.
Anualmente, los entusiastas se disfrazan como los personajes de la obra o al menos con ropa del estilo de la época.
Muchos toman el mismo desayuno que Bloom ese mañana —que incluye hígado y riñones asados en mantequilla, tostadas y, por supuesto, una taza de té— y, si están en Dublín, peregrinan a los distintos lugares de la novela, o asisten a charlas o representaciones. La farmacia Sweny, donde el protagonista de Ulises compra una medicina y jabón de limón, se ha mantenido intacta.
En junio de 1962, el Museo James Joyce fue inaugurado por Beach en la Torre Martello en el suburbio de Sandycove, al sur de Dublín.
En 1982 se organizaron eventos en el país para conmemorar el centenario del nacimiento de Joyce.
Un informe de The New York Times sobre la "celebración nacional" del día reflejó el cambio en la opinión pública.
"En su centenario, Dublín honra al Joyce que alguna vez despreció", decía su titular.
Ahora, cien años después de la publicación de "Ulises", Joyce es reverenciado en casa y en el extranjero.
Desafiante
Ese cambio en las actitudes ha sido tan radical que McCourt argumenta que Joyce se ha convertido en un "producto de consumo, en muchos sentidos anulando, borrando con aerógrafo, el hecho de que gran parte de lo que escribe sobre Irlanda es negativo".
"No veo nada de malo en que la gente se disfrace, pero no convirtamos a Joyce en algo inofensivo", opina McCourt, autor de "Consumiendo Joyce: 100 años de Ulises en Irlanda". Fanáticos de la novela se disfrazan para celebrar Bloomsday cada año.
"Su libro tiene ese filo cortante. Te obliga a buscar un equilibrio. Su novela no debería ser un vehículo para la nostalgia de un Dublín mágico del pasado en el que todos vestían trajes eduardianos y se divertían".
"Joyce retrata un Dublín muy diferente, muy pobre e introvertido".
Irlanda apenas ahora está aprendiendo a lidiar con ese legado, argumentan algunos expertos.
"[Ulises] no estaba realmente en el dominio público, estaba en el dominio de los académicos, de una élite", explica Darina Gallagher, directora del Centro James Joyce en Dublín.
"Realmente no conocíamos a los personajes de la novela. Sólo los estamos conociendo ahora, explorando y encontrando un legado en ellos, lo cual es fascinante".
Una exploración que definitivamente vale la pena, asegura el escritor irlandés Colm Tóibín. "Joyce toma una epopeya, la 'Odisea' de Homero, y la torna ordinaria. Y al hacerlo, crea una enorme cantidad de energía alrededor de un día común y corriente, en el que varias personas se encuentran o se evitan en Dublín.
"Hay tanto de lo que llamamos 'vida' en el libro y cosas que reconocemos, que hace del libro uno increíblemente humano, en el sentido de que sus dimensiones son las nuestras.
"Es una novela para este momento y está teniendo su centenario como documento vivo. Quien lo lee sabe que trata cuestiones realmente grandes que aún nos preocupan".
Aunque muchos que aseguran haberlo leído, comenta Tóibín, realmente no lo han hecho: "Ulises"tiene la reputación de ser una lectura desafiante y, a veces, impenetrable.
Consejos para leer "Ulises"
"Aférrate al ahora, al aquí, a través del cual el futuro se sumerge en el pasado", es la cita de "Ulises" en este cartel en Dublín.
No le tengas miedo.
Lee "Retrato del artista adolescente", pues puede ayudarte con los personajes.
Hay una gran cantidad de escritura crítica sobre "Ulises", y lo mejor con la mayor parte es no leerla, porque realmente está escrita para especialistas o para académicos.
Penguin publicó un libro del crítico Terrence Killeen que está lleno de conocimiento pero escrito de manera muy clara. Además, le encanta la novela y esa admiración es contagiosa. Killleen te lleva a través del libro de una manera que creo que buena para abordar esta obra: episodio por episodio y durante un largo invierno.
De John McCourt, Universidad de Macerata, Italia
Nadie está completamente preparado para leer el libro.
Si sabes algo de música, será de gran ayuda.
Si sabes algo sobre Irlanda y su historia, ayuda.
No intentes leerlo demasiado rápido.
Léelo en voz alta, ya que cobra vida.
De Dan Mulhall, embajador de Irlanda a EE.UU.
Cuanto más he profundizado en él, más lo he disfrutado.
Si estás en busca una lectura fácil, no es para ti.
Es desafiante, pero vale la pena, porque tiene una gran profundidad.
Si descubres que un episodio es demasiado difícil, no te desanimes y sigue adelante.
Esta no es una novela de detectives en la que tienes que obtener las pistas en el capítulo 3 para poder leer el capítulo 4.
De Keri Walsh, Instituto de Estudios Irlandeses, Universidad de Fordham, Nueva York
Forma un grupo de lectura. Cobra vida si lo lees junto con otros.
Léelo y detente en pasajes cortos a la vez.
Tómatelo con calma.