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sábado, 14 de septiembre de 2013

Contradicciones sobre el disco duro de Bárcenas.

Cospedal dijo que Bárcenas no trabajaba para el PP pero se le pagaba la Seguridad Social (aquello de la “simulación en diferido”, ¿recuerdan?).

Los secretarios generales del PP dicen ante el juez, primero, que pueden asegurar que no había contabilidad B y, después, que no tenían ni idea de lo que hacía el tesorero. La dirección del PP dijo que destruyó un disco duro de un ordenador de Bárcenas en cumplimiento de la Ley de Protección de Datos, y el abogado de Cospedal dice ahora que ese disco duro era “de una virginidad total que no contenía absolutamente nada”. Pero... si no tenía datos, ¿cómo lo destruyen en cumplimiento de la Ley de Protección de Datos?

Por favor, ¡que dejen de tratarnos como imbéciles de una vez!— José Díez. Barcelona. Cartas al director. El País.

viernes, 16 de agosto de 2013

Solamente de ida

Quisiera que alguien me explicara por qué acabo de dejar en el aeropuerto a un joven que, cuando entregaba el billete de viaje al controlador y ante la pregunta si no tenía billete de vuelta, comenzó a llorar. Estamos de nuevo en un país engañado por las instituciones y los políticos. Nadie nos dice nada. Por libre unos y otros.

El joven, en su vida solamente obedeció a las directrices. Joven normal, buen estudiante, carrera superior terminada y al final trabajador, por cuenta ajena y después autónomo. Por lo visto no es el camino adecuado, harto de no conseguir salida envió el currículo a Londres y en 10 días tenía un buen contrato de trabajo encima de la mesa.

Se ha ido sin billete de vuelta. Volvemos a la emigración. Palabra muy manida, pero con un resultado para la sociedad demoledor. Se vuelven a desgarrar las familias y las personas, pero son dramas individuales y poco importan. Este país se está convirtiendo en un lugar desagradable y solamente falta que vuelva a arreglarlo quien marcó las pautas de su desgracia y lo remate definitivamente.

Solamente de ida, por favor.— Miro Carballo. Cartas al director, El País.

Las declaraciones de Cascos y Arenas

Cascos y Arenas reconocen que las donaciones no estaban debidamente controladas. ¿Y quién las tenía que controlar? Pretenden hacernos creer que el problema es de falta de organización interna. O sea que la trama era cosa de Bárcenas, y otros tesoreros. Ellos ni se enteraron. Entraban en el partido donaciones por valor de muchos, muchos, millones de euros y ellos no se enteraban.

Es exclusivamente un problema de ciegos y de sordos. No, no cuela. Los demás no somos, ni tontos, ni ciegos, ni sordos. En todo caso servirá como estrategia para escapar del procedimiento judicial, pero no va servir para cambiar la percepción de los ciudadanos.— Julio García-Casarrubios Sainz. Valdepeñas, Ciudad Real  Cartas al director, El País.

martes, 13 de agosto de 2013

Sus papeles y los nuestros

Los papeles de Bár­cenas cartografían la construcción de la hegemonía, la voluntad de poder hecha acto. El esqueleto de una red que se quiere victoriosa y capaz de agradecer las fidelidades. Junto a los otros papeles, los que aún no hemos visto –los de la otra pata del bipartidismo–, dibujan el mapa de 30 años de estabilidad juancarlista, de control total de los negocios, la academia, la judicatura, los media, la cultura...; del consenso entre las élites y el reparto de tareas que ha permitido generar una casta política privilegiada y absolutamente funcional a las clases dirigentes. La Transi­ción era, también, esto. La construcción de un turnismo vigilado por las élites económicas y de un mundo cultural y político vacío, grisáceo. Alérgico a las “grandes narraciones” y a las pulsiones vitalistas. Nada es gratis, no te equivoques, hacer carrera es tener los amigos adecuados.

Esos son los papeles de Bár­cenas, el Manifiesto Scum de un régimen al borde de la implosión, malherido, atenazado por las contradicciones económicas y políticas más graves de las últimas décadas. Sin recambios claros, sin estrategia alguna, a merced de los deseos de frau Merkel y los financieros del Norte, viendo cómo se achica su espacio de maniobra, tratando de sostener instituciones heridas de muerte.

Ahora bien: si ésos son los papeles de Bárcenas, ¿dónde están los nuestros? ¿cuál es la cartografía de nuestras alianzas, el mapa de nuestros pactos mutuos? Construir, desde abajo, el bloque social que pueda disputar la hegemonía, en todos los ámbitos, a los heraldos del neoliberalismo, los recortes y la nueva miseria, impone desestructurar nuestras capillas y abrir nuestros espacios. Y también pactar con lo que hay, no con lo que nos gustaría que hubiese, en los sectores sociales afectados por los ajustes. Se trata de estructurar una mayoría –interclasista, no hay duda– capaz de ejercer como tal, de golpear conjuntamente, de apoyarse mutuamente, más allá de días específicos y de identidades expandidas mediaticamente. Eso implica organización, pactos claros y plataformas comunes. Y no excluye, por supuesto, la construcción paralela, en su seno, de ámbitos específicos de clase que pretendan articular proyectos de mayor profundidad.

Para disputar los espacios sociales, para frenar la deriva catastrófica de nuestra sociedad, debemos volver a pensar desde la realidad material que amenaza con inundarnos, no desde los principios inamovibles ni desde las traducciones forzadas de clásicos antiguos o modernos. Trabajar con lo que nos rodea y con los sujetos que, efectivamente, lo pueblan, para construir una alianza social mayoritaria que abra espacios a una democracia profunda, a la recons­trucción de una economía vivible, y a la preparación de proyectos más ambiciosos de transformación social. Es un proceso, no un acto. La imagen no es la de la insurrección de un día –que para poco sirve, si no hay un trabajo previo y posterior–, sino la de las olas que vuelven una y otra vez a la orilla pero, eso sí, para llegar cada vez más lejos. Disputar la hegemonía exige la alianza. La alianza exige la generosidad. La generosidad exige la fuerza para sentirse capaces de construir en común, pese a desengaños y temores. La fuerza exige la organización, la formación y la apuesta vital. ¿Dónde están nuestros papeles?
José Luis Carretero Miramar. Diagonal.
José Luis Carretero Miramar. Profesor de Derecho del Trabajo e integrante del ICEA
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/sus-papeles-y-nuestros.html

martes, 23 de julio de 2013

El Tribunal Supremo evita que Matas ingrese en prisión. El alto tribunal rebaja la pena del expresidente balear de seis años a nueve meses. Solo mantiene uno de los delitos por los que fue condenado: tráfico de influencias


La Audiencia Provincial de Palma, en una sentencia de 172 folios dictada en marzo de 2012 condenó al expresidente balear Jaume Matas, a seis años de cárcel y nueve y medio de inhabilitación por seis delitos. El Tribunal Supremo, en una resolución hecha pública esta mañana, ha rebajado la pena a nueve meses y un día de cárcel y multa de 6.000 euros por un solo delito, tráfico de influencias, de forma que este no ingresará en prisión. Podrá pedir que se le aplique una suspensión de condena al no superar la impuesta los dos años de cárcel.

El Supremo ha dictaminado que Matas “utilizó su autoridad jerárquica para presionar” para que se concediera una subvención de 450.000 euros al periodista que le elaboraba los discursos, Antonio Alemany –también condenado- y confirma el tráfico de influencias. Pero, por otro lado, le absuelve de los delitos de fraude a la Administración, delito continuado de falsedad en documento oficial, continuado de falsedad en documento mercantil y prevaricación en concurso con malversación por los que había sido condenado por la Audiencia de Palma en relación a servicios y pagos para Alemany. El alto tribunal considera que los servicios objeto de discusión sí se prestaron y que no ha quedado acreditada la comisión de estos delitos. La sala argumenta que “la condición ética de reprochabilidad de los actos denunciados no puede determinar la sanción penal”.

La decisión ha sido adoptada por los magistrados de la Sala de lo Penal del Supremo Carlos Granados (ponente de la misma), José Manuel Maza, Juan Ramón Berdugo, y Manuel Marchena y ha contado con el voto particular de Alberto Jorge Barreiro, que discrepa de la absolución a Matas por los delitos de prevaricación, falsedad en documento oficial y en documento mercantil.

Esta fue la primera de las numerosas causas del expresidente balear —que ostentó el cargo de 1996 a 1999 y de 2003 a 2007— y exministro de Medio Ambiente con el Gobierno de José María Aznar (2000-2003) dentro del caso Palma Arena; y la primera que habría podido llevarle a prisión.

La fiscalía, durante la vista pública celebrada ante el Supremo, pidió la confirmación íntegra de la condena de la Audiencia de Palma, que calificó de “correcta”, por los delitos de prevaricación, malversación, tráfico de influencias, fraude a la Administración, falsedad en documento oficial y falsedad en documento mercantil. El fiscal Fernando Sequeros defendió la necesidad de una sanción para “los gobernantes que mal gobiernen y aquellos que se valen de funciones para lucrarse en sus intereses privados”. “Todo fue un artificio, un ropaje formal que se le puso a un muñeco para que esa persona [el columnista de El Mundo Antonio Alemany] pudiera satisfacer sus intereses como periodista”, añadió. La abogada del Gobierno balear solicitó también la confirmación de la sentencia e incidió en que la resolución de la Audiencia acreditaba perfectamente el uso de dinero público para el pago de comisiones.

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Voto particular

El voto particular de Alberto Jorge señala, en relación con la prevaricación, y tras llevar a cabo un pormenorizado relato de hechos, que el motivo para no contratar a Alemany como asesor fue “el régimen de dedicación absoluta y exclusiva al personal eventual” que fija la ley de la función pública de Baleares. Fue por este motivo que se convocó el concurso, que se tramitó además por la vía de urgencia. Por ello, señala el magistrado, “solo cabe colegir que el contrato administrativo surgido del concurso público organizado por el Gobierno autónomo era un contrato simulado, toda vez que quien iba a prestar el servicio de asesoría personal no era Miguel Romero ni su empresa, sino Antonio Alemany”.

“Mediante el contrato se simulaba por tanto la prestación de los servicios de asesoría del presidente y de la comunidad por parte de la empresa Nimbus Publicidad, de Miguel Romero, al mismo tiempo que se disimulaba la real intervención de Antonio Alemany como asesor personal, siendo este quien iba a obtener las contraprestaciones que iba a abonar la comunidad autónoma por una suma de 4.361,60 euros mensuales”.

El magistrado opina que se trata de un “típico fraude de ley” para evitar el cumplimiento de una ley y señala que, en contra de lo que sostiene el resto de la sala, “las resoluciones dictadas por la directora general de relaciones institucionales cumplimentando las decisiones e indicaciones de algunos de los acusados, sí son injustas y arbitrarias” para incumplir la ley autonómica de incompatibilidades. Por tanto, concluye, concurren todos los elementos de la prevaricación, “ya que los acusados actuaban a sabiendas de la manifiesta ilegalidad en que incurrían”.

Sobre la implicación de Matas en este delito, señala el magistrado que fue la persona que “había concebido y planificado el concurso para otorgar un contrato administrativo simulado” y quien “convenció a los protagonistas de la operación y dio las órdenes para que lo materializara su hombre de confianza en temas de comunicación” mientras Alemany “se prestó, desde el primer momento, a colaborar en la preparación de la trama”. Por ello, Alberto Jorge sostiene que debió ratificarse la condena por prevaricación con respecto a este episodio tanto a Matas como a Alemany.

Un argumento parecido utiliza el magistrado para apreciar el delito de falsedad en documento oficial y en documento mercantil: si el contrato no estaba siendo ejecutado por Nimbus sino por Alemany, tanto los informes oficiales como las facturas “tenían un contenido falsario” y “permitieron ocultar quién estaba realmente ejecutando y cumpliendo el contrato administrativo, al mismo tiempo que aparentaban que lo cumplimentaba quien no lo hacía y se limitaba a cobrar una comisión”.
Fuente: El País.

martes, 9 de julio de 2013

El FMI exige a la Unión Europea que limpie su banca. Lagarde carga contra la autocomplacencia del Eurogrupo y reclama al BCE medidas no convencionales. Los socios europeos acuerdan seguir con el rescate a Grecia

Los escépticos y los optimistas se miran de reojo en Europa. Bruselas y los 17 ministros de Finanzas del Eurogrupo mostraron este lunes, una vez más, su lado más positivo: acordaron dar luz verde a las ayudas a Grecia a pesar de los retrasos en las reformas, y en todo lo demás se congratularon de cómo van las cosas (con toda Europa en recesión; con más de 26 millones de parados) y metieron bajo la alfombra la media docena de problemas más acuciantes que se divisan en el horizonte, al menos hasta las elecciones alemanas del 22 de septiembre, convertidas ya en la madre de todas las elecciones. El escepticismo, en grado sumo, llegó por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI): su directora gerente, Christine Lagarde, exigió a Europa que limpie de una vez su sistema financiero, cinco años después del inicio de la crisis y tras haber comprometido más de un billón y medio de euros en la banca. Y reclamó al BCE que active de una vez medidas no convencionales: que vaya más allá de las meras palabras. En un sensacional revés a la autocomplacencia europea, Lagarde dejó un augurio venenoso: “El crecimiento brilla por su ausencia, el paro crece y la incertidumbre es elevada: la eurozona sigue siendo vulnerable y puede verse sometida a nuevos episodios de estrés”.

Tras esa declaración de intenciones, Lagarde se atrevió a mentar la bicha en presencia del presidente del Eurogrupo, Jeoren Dijsselbloem, y del comisario Olli Rehn: la banca es el problema. Nadie sabe exactamente cómo están los bancos, pero el FMI se teme lo peor: “Europa debe reparar de una vez los balances, evaluar la magnitud de los problemas con un examen creíble de los activos y tener listo un plan para satisfacer las potenciales necesidades de capital”. Ese examen llegará en 2014, pero no hay —ni por asomo— un plan convincente por si, como se teme, el BCE detecta un agujero considerable.

Nadie sabe cuánto dinero falta exactamente: los grandes bancos alemanes, franceses y holandeses se empacharon de activos tóxicos antes de la crisis, que aún no han salido a la superficie. España ha acometido una reestructuración formidable, pero el agravamiento de la recesión hace que los socios alberguen serias dudas todavía sobre qué hay bajo las alfombras. Y la gestión europea de la crisis no ayuda: “El reto exige una resupuesta política completa: limpiar el sistema bancario, pero también completar la unión bancaria de forma rápida, apoyar la demanda desde el punto de vista fiscal y poner en marcha las reformas estructurales necesarias”.

El Fondo pide al Eurobanco que baje los tipos e inyecte más liquidez

Europa ha hecho ya todo eso, y a la vez nada de eso. La unión bancaria está en marcha, pero ha ido rebajando su ambición por las imposiciones de Berlín. Bruselas ha cambiado la austeridad a ultranza por el nuevo mantra de las reformas, pero la sospecha es que pocas cosas han variado en realidad. Y lo más importante: el BCE tiene previsto realizar un examen exhaustivo de los activos de la banca el año próximo, pero los socios europeos no han creado un dique de contención suficiente (apenas hay 60.000 millones para la recapitalización directa), y han retrasado y jibarizado a conciencia el proyecto original.

También hubo un buen revés para el BCE, que la semana pasada anunció por enésima vez que hará todo lo necesario, pero que no acaba de pasar de las musas al teatro: ni activa medidas no convencionales ni ha conseguido atajar la fragmentación financiera. Lagarde les cantó las cuarenta a los ministros del Eurogrupo, a quienes presentó un informe demoledor que se hará público en unos días, pero también dejó un recado para el Eurobanco: pidió al BCE un papel mucho más activo. El FMI quiere que Fráncfort ponga en marcha un cambio de política que “ayude a anclar las expectativas sobre tipos de interés, lo que ahora resulta incluso más necesario por la incertidumbre del mercado acerca del abandono de las políticas monetarias no convencionales en EE UU”. El Fondo pide abiertamente más rebajas de tipos (desde el 0,50% actual) que incluyan tipos negativos para los depósitos de los bancos para combatir las presiones deflacionarias. Y reclama una nueva inyección de liquidez a largo plazo que admita incluso activos “específicamente vinculados a nuevos préstamos a pymes”. También pide al BCE que estudie la compra de activos financieros privados, como en EE UU y Japón.

Y además, Grecia. La eurozona y el FMI acordaron un desembolso total de 6.800 millones en nuevas ayudas a Atenas, dividido en varios tramos y sujetos al cumplimiento de los recortes y reformas pactados. Pese a las turbulencias políticas de las últimas semanas, Grecia salva así una nueva bola de partido. Pero habrá más. Eso es seguro.
Fuente: El País- Nota; ver la foto original publicxada en papel, no aparece en internet, en este es otra distinta. En papel aparecen tres personajes con una risas forzadas tremendas, ¿De que se ríen estos personajes? La sensación que dan es muy siniestra. La imagen, de risotadas en plena crisis, con millones de parados sin recibir ni un duro, con los bancos y banqueros llevandose el dinero a espuertas y sin responsabilidad ninguna,... es tremendo. A donde nos quieren llevar estos personajes?...

http://economia.elpais.com/economia/2013/07/08/actualidad/1373315415_694223.html


miércoles, 12 de junio de 2013

Saturados de injusticias. Indignados y tocados, así nos sentimos muchos ante la corrupción, la codicia, los recortes… La ira nos moviliza, pero también puede engullirnos si nos enrocamos en ella

Un día en el que un caso de corrupción, de los que ya son cotidianos, había saltado a los periódicos, durante una comida con una elegante y entrañable señora de 85 años. Con su dulce voz dijo: “Yo, gracias a Dios, estoy bien, pero cuando pienso en todas las personas que no tienen nada y veo cómo algunos dirigentes estafan esas cantidades de dinero, entendería que alguna persona desesperada cometiera cualquier tipo de barbaridad”. Sus palabras chocaban con la dulzura de su voz, pero no con la indignación que le hervía por dentro.

En este mismo semanario, días atrás, Rosa Montero confesaba que, pese a que siempre intenta ser mesurada a la hora de escribir, había llamado criminales a los parlamentarios contrarios a la iniciativa legislativa popular que pide la dación en pago en los desahucios. Y, lejos de retirar sus palabras, reafirmaba que lo seguía pensando. Su ira es representativa del sentimiento de muchos ciudadanos. Multiplicada a extremos insufribles en aquellos que se encuentran directamente afectados.

Motivación y emoción son dos palabras que los psicólogos solemos asociar. De hecho, Motivación y emoción es el nombre de una asignatura de la licenciatura de Psicología, el título de una revista científica y de libros sobre el tema. Son dos conceptos que se solapan, que se entrelazan con fuerza. Podríamos decir que la emoción nos activa y la motivación nos dirige. A los homínidos, esta combinación nos ha permitido durante miles de años adaptarnos al medio. Las emociones negativas, como el miedo o la ira, activan una serie de procesos fisiológicos que nos permiten protegernos y defendernos. Esto es, la emoción supone una activación fisiológica que nos motiva o nos empuja a realizar una acción. “Me dio tanta rabia, que no pude más y se lo dije; probablemente si no me hubiera enfadado, no lo habría hecho”, “me calentó y estallé”, “si me enfrío, ya sé que no voy a hacer nada”. A veces necesitamos la rabia para movernos, pero ¿es una condición indispensable?

Los desahucios, los sobres, la codicia, los recortes, los sueldos abultados de muchos políticos… se han convertido en una realidad irrespirable. La ira y el enfado que nos provocan nos empujan a luchar. Nos movilizamos, protestamos, nos manifestamos, surgen iniciativas populares para ayudarnos entre nosotros. Estas acciones tan necesarias están en muchos casos impulsadas por la furia, por ese resentimiento que sentimos por este vergonzoso panorama. ¿Qué pasará si esa serpiente que se enrosca en nuestro estómago sigue siendo la que motive nuestras acciones? Quizá nos comerá a nosotros antes de que podamos cambiar algo.

La vida no es justa y nunca lo ha sido. La falacia de justicia se considera una distorsión cognitiva dentro de la psicología. Una distorsión que se caracteriza por considerar injusto todo lo que no coincide con nuestras creencias o valores. Nos exasperamos, experimentamos arranques de venganza, cuando creemos que el mundo es injusto con nosotros. Es el típico razonamiento de ¿por qué a mí?

Desgastamos la mente intentando entender las barbaridades que suceden a nuestro alrededor para digerirlas mejor. Todo sería más fácil si aprendiéramos a admitir que el mundo está lleno de injusticias y que algunas nos pueden tocar a nosotros. Cargar la mente con porqués incontestables nos consume. Aceptar duele menos. Cuando atravesamos épocas duras y vemos quién nos ayuda y quién no, nos solemos llevar auténticas sorpresas. Suele doler mucho cuando esperas algo de alguien y no ves movimiento alguno. Sin embargo, cuando recolocas a esa persona en otro sitio de tu cerebro, cuando ya sabes de qué palo va, pierde su capacidad de herirte. Si lográramos aceptar cómo es la naturaleza humana, quizá sería más fácil aceptar (que no resignarse) las injusticias. Solo podemos avanzar si sabemos dónde estamos y aceptamos la realidad tal cual es. Intentar ser activos desde la aceptación y no desde el resentimiento.

Cada día se escuchan más historias sobre cómo la dura situación por la que están atravesando muchísimas personas se traduce en un auténtico infierno doméstico. Dentro de las cuatro paredes donde se convive, gritos y menosprecios van golpeando a las parejas, a los niños, a los abuelos. Las emociones negativas se nos desparraman y ya lo están tiñendo todo. Somos animales. No podemos dejar de experimentar emociones. ¿Cómo manejar la rabia, la ira, el resentimiento que provocan las desigualdades que estamos viviendo?

No todos controlamos igual las emociones. Algunas personas son capaces de ponerlas en un cajón, en una mochila, esto es, les dejan un espacio limitado. No las eliminan; muy al contrario, las reconocen, lloran si hace falta, las explican a algún amigo… Sienten la rabia, la pena… Las miran, no las evitan, no huyen. Los sentimientos que soslayamos se vuelven más borrosos y se desbocan con más facilidad. Si los observamos, sus contornos se van volviendo más nítidos, se concretan.

El resentimiento es una de las emociones más amargas; observarla de cerca para comprobar su inutilidad nos puede ayudar a dejarla atrás. Hace unos meses, durante el coloquio que siguió a una charla en una cárcel catalana, un interno explicó que había vivido ocho años con mucho resentimiento por lo que le había hecho un amigo y también por un incidente relacionado con su exnovia. Contó su corrosiva amargura. “Un día me levanté y vi que aquello no tenía sentido, y se me fue. De repente pasé página con una facilidad venida del cielo…”. El rencor contra los demás solo sirve para devorarnos por dentro, pero los otros se quedan igual. Como muy bien expresó William Shakespeare, “la ira es un veneno que uno toma esperando que muera el otro”. A aquel interno, el día que tuvo la certeza de la inutilidad de ese sentimiento le desapareció el odio incrustado.

Ese interno vivió durante ocho años en dos prisiones: en la real y en la del resentimiento. ¿Cuál es peor de las dos? Al tiempo de abandonar la cárcel, Nelson Mandela declaró: “Al salir y ver toda aquella gente sentí mucha rabia por los 27 años de vida que me habían robado; pero entonces el espíritu de Jesús me dijo: ‘Nelson, cuando estabas en prisión eras libre, ahora que eres libre no te conviertas en tu prisionero”. Mandela vivió 27 años encerrado en la cárcel, aunque no en el resentimiento. La serenidad que logró cultivar fue la que le dio la fuerza para luchar contra las injusticias.

La vergüenza que provocan esas injusticias en quien las oye o lee en los medios de comunicación, la rabia e indefensión en quien las sufre en sus carnes, nos cargan de energía contaminante. Si queremos cambiar el mundo, mejor que nos recarguemos con la energía que proviene de las pequeñas alegrías que nos regala el día. Aunque ahora parecen estar muy escondidas, siguen ahí. “El resentimiento no daña a la persona contra la cual mantiene esta emoción; el resentimiento le está comiendo por dentro a usted” Norman Vincent Peale

Palabra de sabio

Mahatma Gandhi: “No dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores. Recordad que a lo largo de la historia siempre ha habido tiranos y asesinos, y por un tiempo han parecido invencibles. Pero siempre han acabado cayendo. Siempre”.

Martin Luter King: “Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien. Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad, y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”.

PELÍCULAS

– Inside job, de Charles Ferguson.
– Cadena perpetua, de Frank Darabont.
– Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica.
– Pena de muerte, de Tim Robbins.

LIBROS

– Los rostros de la injusticia, de Judith Shklar. Editorial Herder, 2013. Un ensayo que muestra las mil caras de la injusticia y plantea la actitud con que afrontarla.
“Solo si nos comprometemos y, mediante procedimientos democráticos, expresamos permanentemente nuestro sentido de la injusticia, conseguiremos que los gobernantes se impliquen en tratar de aminorarla”.

“Yo no tenía una creencia específica, excepto que nuestra causa era justa, era muy fuerte y que estaba ganando cada vez más y más apoyo”
Nelson Mandela
Fuente: El País Semanal.

lunes, 6 de mayo de 2013

CRAIG CALHOUN / DIRECTOR GENERAL DE LA LONDON SCHOOL OF ECONOMICS “Con otros cinco años así, el euro no sobrevivirá”

"Los rescates solo han salvado a las elites bancarias en vez de a la gente corriente"

WALTER OPPENHEIMER Londres.
Sociólogo estadounidense formado en Oxford, Craig Calhoun (Watseka, Illinois, 1952) dirige desde septiembre la London School of Economics (LSE), y esta semana desembarca en Madrid de la mano de la Fundación Ramón Areces y al frente de un nutrido grupo de profesores de la LSE en una serie de clases magistrales sobre temas tan variopintos como la felicidad, las reformas estructurales, el futuro de la economía global o la educación.

Pregunta. ¿Será este ejército de profesores de la LSE capaz de explicar a los españoles qué tienen que hacer para salir del agujero?
Respuesta. ¡Ojalá conociera la respuesta mágica a esta pregunta! No, no creo que la idea sea decirles a los españoles qué han de hacer, sino mejorar el pensamiento acerca de cuestiones clave y abrir debates sobre ideas que pueden ser útiles.

P. Usted dirige una universidad, y en España todo el mundo quiere ser universitario. Cada cierto tiempo surge el debate sobre si hay o no demasiados estudiantes universitarios.
R. Ese mismo debate se ha dado en Inglaterra y, desde luego, en Estados Unidos. Hay muchas universidades. Hay muchos empleos en los que se exige educación universitaria. Hay una especie de titulitis. Usan las universidades como una forma de filtro para esos empleos, en lugar de formar a la gente para los empleos o para un despertar intelectual. Están reproduciendo la jerarquización en la sociedad. Y eso significa que no solo has de tener educación universitaria, sino que lo importante es a qué universidad has ido y qué has estudiado. La educación es valiosa en muchísimos sentidos, pero organizarla en función de jerarquía socava ese valor porque incentiva la idea de que se trata solo de controlar quién consigue qué oportunidades en la vida, en vez de dotar a la gente de conocimiento para que sea capaz de hacer cosas importantes.

P. Hay gente que relaciona la corrupción en España con el amiguismo, con la falta de meritocracia. Pero, ¿acaso no es la meritocracia un fenómeno jerárquico? ¿Es realmente justa? ¿Por qué se ha de valorar más la preparación que el esfuerzo de progresar desde una posición muy humilde a una posición intermedia?
R. Es una cuestión muy importante. Ciertas versiones de la meritocracia premian a la gente en función de su rendimiento real. Pero hay también quien la premia según a qué escuela has ido, con independencia de lo que realmente haces. Eso no es meritocracia. Es la ilusión de la meritocracia mediante el uso de títulos. Y eso es tan malo como la corrupción, porque premias a la gente en función de lo que ha pagado. Pero si las oportunidades de empleo son desiguales es casi natural utilizar la educación como filtro, y entonces detrás de las diferencias educativas hay diferencias de clase. ¿Quién accede a esas universidades? ¿Quién tiene esas posibilidades de triunfar? Las elites, la clase media alta. Es muy fácil hacer de la educación parte del sistema, que no cambia las cosas, sino que reproduce las jerarquías. En lugar de hacer algo que dé más fuerza a la gente, que cambie la sociedad, que haga que el futuro sea diferente.

P. Pero la LSE se ha convertido en un ejemplo de ese modelo, especialmente con los estudiantes extranjeros.
R. Eso es lo que nos preocupa. La misión de la LSE es potenciar el conocimiento y, luego, compartirlo para que permita a la gente hacer cosas. Y si lo único que hacemos es vender el nombre de una marca y no proveemos de conocimiento, y especialmente conocimiento que permita a la gente mejorar el mundo, es que hay algo que no funciona. Nos enfrentamos a ello constantemente. Pero es imposible distinguir entre los estudiantes que vienen aquí solo porque quieren tener un trabajo después de graduarse y los que quieren aprender y ser capaces de hacer grandes cosas. Todas las universidades afrontan esa tensión entre ser simplemente parte del sistema de reproducción del estatus de la élite y ser realmente capaces de poner el conocimiento a trabajar por el bien público.

P. Mucha gente aceptó tras la caída de la URSS que el libre mercado es el mejor sistema económico. Pero desde 2008 es difícil aceptar que el mercado sea justo, o, al menos, lo bastante justo.
R. Los mercados no tienen nada que ver con ser justos: son eficientes para ciertos objetivos. Y eso puede ser bueno. Pero, si se les deja solos, tienden a producir resultados desiguales. No puedes esperar que consigan ni justicia ni igualdad. Los mercados financieros, como hemos visto en los últimos cinco años, producen resultados aún más extremos. Si lo que uno busca es justicia tiene que añadir algo al sistema de mercado: una estructura de programas gubernamentales de bienestar, sindicatos, todo tipo de cosas, pero hay que añadir algo. Lo que hemos visto durante 20 años o más es la destrucción de instituciones sociales que compensaban las limitaciones de la sociedad del mercado capitalista. Y eso es malo.

P. En España se dice que Alemania ha adoptado una postura moral en esta crisis: castigar a los pecadores países católicos del sur. Pero la burbuja inmobiliaria nacional se creó a través del dinero de los bancos alemanes. ¿Cómo pueden olvidarlo?
R. Es muy interesante ver cómo desde 2008 ha vuelto el nacionalismo a Europa. En ambos lados. Con los alemanes diciendo: “Esos españoles”, y los portugueses, italianos, griegos; y los demás diciendo: “Esos alemanes”. Lo realmente interesante es cómo ha vuelto el nacionalismo y cómo vemos esas naciones en términos morales, en ambas direcciones. Es una señal de lo débil que era la solidaridad europea, incluso cuando todo el mundo la festejaba. Es un problema muy serio ver en términos morales cosas que son sobre todo producto de organizaciones económicas sistémicas. Es un completo espejismo buscar explicación a los hechos básicos con argumentos de moralidad individual sobre los alemanes o sobre los españoles, cuando el problema es la naturaleza del sistema y las soluciones han de venir a través de cambios en el modelo de integración económica, los incentivos que se ofrecen a la gente y las estructuras institucionales. Si hay una cuestión moral debería ser acerca de la moralidad social, de la forma en que funcionan las instituciones, y no acerca de la moralidad personal de los individuos.

P. ¿Qué sentido tiene una moneda con un tipo de cambio fijo, pero tipos de interés variables?
R. El problema es que la zona euro tiene tales diferencias internas que los tipos de interés varían. Pero no solo los tipos de interés: las condiciones de empleo, todo. Y no tiene suficiente integración como para apoyar una moneda común. Y, o empujas para tener mayor integración, o seguirá habiendo desigualdades entre las regiones. Es una elección entre que los más ricos subsidien a los más pobres o que los más pobres sufran. España no tiene herramientas efectivas para cambiar eso como economía nacional dentro de la zona euro.

P. ¿Cree que el euro sobrevivirá?
R. Probablemente. Pero como se ha visto con Chipre, cada vez que hay una crisis surge la posibilidad de que el euro no sobreviva. Creo que sobrevivirá, porque las regiones ricas se han comprometido a salvarlo y lo van a seguir subsidiando. Pero depende de que vuelva el crecimiento. Con otros cinco años así no creo que sobreviva.

P. ¿Puede desaparecer el Estado-nación?
R. A corto plazo, la globalización y las crisis globales refuerzan al Estado-nación, aunque eso no significa que haya unidad nacional dentro del Estado. Hay mayor conciencia de la identidad nacional, pero, al mismo tiempo, para alguna gente, es un problema: la identidad vasca, la catalana, la castellana, la que sea. Y la apelación al Estado-nación se convierte en fuente de tensiones y problemas. La idea de que el Estado-nación iba a desaparecer era un espejismo nutrido en la UE y, hasta cierto punto, en el mundo por las élites que se beneficiaban de viajar, de comprar segundas residencias, que disfrutaban de los beneficios de un sistema global. Europa, la UE, siempre ha funcionado mejor para las elites que para la gente corriente. Cuando llegó la crisis quedó mucho más claro: las diferencias han sido más extremas, y eso recuerda a la gente lo importante que es el Estado. No soy experto en España, pero creo que eso produce, por un lado, una especie de respuesta nacional, y por otro, una tremenda decepción en la nación, porque el Gobierno de España no es capaz de hacer más por los españoles. Y nos encontramos ante el fenómeno de una especie de nacionalismo sin optimismo. Lo opuesto al nacionalismo de hoy en China.

P. Mucha gente creía que con los cambios en China llegaría una revolución, que la gente con dinero exigiría también libertad.
R. Gran parte del proceso de hacerse rico en China empezó como alternativa a la movilización política por la libertad. En los noventa, el Gobierno chino empezó a crear más oportunidades de crecimiento de la economía para canalizar las aspiraciones de la gente, de hacerse más rica en lugar de aspirar a la libertad y a la democracia. Al mismo tiempo, la gente es más libre de lo que era antes, siempre y cuando no toquen ciertas cuestiones, como el poder del Partido Comunista. Pero eso trae gran desigualdad. Ahora, la cuestión para China es, primero, qué hacer con la desigualdad, con el hecho de que la mitad de la sociedad se haya hecho rica y la otra mitad no. Segundo, y esto es una gran cuestión, es que esa forma de hacerse rico produce grandes externalidades, como dicen los economistas. Es decir, las compañías y los accionistas se hacen ricos, pero algunos de los costes se quedan fuera. El gran ejemplo es la contaminación. Hay un problema terrible de contaminación. ¿Va el Gobierno chino a hacer algo? Si no hace nada habrá una revolución, porque la gente quiere respirar. No veo ninguna señal de un movimiento revolucionario, pero sí veo señales de suficiente presión, de suficiente demanda de la gente, para que el Gobierno empiece a hacer algo. Creo que en algunos aspectos es similar en Europa. En Europa la cuestión es cómo reconstruimos las instituciones desmanteladas durante la última generación. Hemos ido reduciendo la regulación, y los Gobiernos tienen ahora dificultades para afrontar los problemas económicos. No tenemos los sistemas de bienestar con que antes compartíamos la riqueza, y, durante la crisis, hemos visto que eso no preocupa a los multimillonarios. Es un desastre. El futuro de Europa depende de que seamos capaces de encontrar una salida a todo eso. Y no sé si seremos capaces. Apostaría antes por China que por Europa.

P. ¿Tienen los Gobiernos que inyectar dinero público para reactivar la economía o no?
R. Los Gobiernos europeos han empeorado la situación, aplicando una política de austeridad en vez de estimular la economía. Pero si quieres inyectar dinero te has de preguntar cómo. Es muy diferente dar dinero a los bancos que construir carreteras o escuelas. Ahora es muy necesario promover el crecimiento. Ha sido necesario durante cinco años. Necesitamos una economía de crecimiento, pero también un ajuste hacia sectores que crean puestos de trabajo. Si el crecimiento se basa en la banca y las finanzas no creará empleo suficiente para resolver el problema del paro juvenil que tiene España.

P. ¿Por qué hay que salvar un banco, pero no una planta de automóviles?
R. Eso nos preguntamos todos. Los bancos fueron salvados por una combinación de buenas y malas razones. La buena es que están tan interconectados que la crisis habría sido mucho peor si no eran rescatados. Pero hay diferentes formas de salvarlos. Y la mala razón es que la gente que tomó la decisión de salvarlos era demasiado cercana a la élite bancaria e hizo cosas que beneficiaban a esa élite. La gran beneficiada del rescate ha sido la gente que tenía mucho dinero en los bancos, que estaba atada al régimen crediticio. Básicamente, hemos evitado que los tenedores de bonos tuvieran que aceptar recortes en sus beneficios. No hemos salvado realmente a la gente corriente.

La sombra del franquismo
Con fama de radical, especialista en ciencias sociales y crítico de las privatizaciones, Craig Calhoun parece mirar mucho más a la izquierda que a la derecha. Aunque advierte de que no es “de ninguna manera” especialista en España, cree ver la sombra de Franco en los actuales problemas. “Después de la Gran Depresión y la II Guerra Mundial, los grandes países pusieron en marcha instituciones sociales para compartir los recursos y mitigar la desigualdad”, explica. Hasta que llegó la crisis del petróleo “y empezamos a ver una creciente dependencia de las finanzas y dejamos que las manufacturas se fueran a Asia, y llegaron las burbujas inmobiliarias”. “España es un caso particular y, en ciertos aspectos, extremo de todo eso, porque la muerte de Franco y la transición a la democracia coincidió con eso”, advierte. “La entrada de España en la nueva situación global tras un periodo de semirreclusión, con instituciones de alguna forma más débiles y con la apertura a ese régimen altamente financiero que estaba llegando, derivó en una especie de boom durante un tiempo muy bueno. Pero ahora sabemos lo frágiles que eran los cimientos. Y esa fragilidad tiene mucho que ver con el hecho de que el dinero con el que se hizo todo era sobre todo dinero prestado, deuda, y no había creado una industria productiva en mucho tiempo”. “Muchos españoles de clase media se hicieron mucho más ricos en ese periodo. Pero en todo el proceso había vulnerabilidades que no se habían previsto y que solo se han visto en los últimos cinco años”.
Fuente: El País. http://economia.elpais.com/economia/2013/05/03/actualidad/1367593325_500332.html

domingo, 5 de mayo de 2013

The New York Times lleva hoy a su portada un artículo sobre la corrupción en España, en el que afirma que los jueces españoles están investigando a "cerca de 1.000 políticos, que van desde los alcaldes de pueblos pequeños a exministros del Gobierno". EP http://cort.as/4-tb El País.

viernes, 5 de abril de 2013

_- DECLARACIONES DE UN PREMIO NÓBEL DE MEDICINA. Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas

_- Premio Nobel de Medicina: Las Farmacéuticas bloquean las medicinas que curan porque no son rentables impidiendo su distribución.

El ganador del Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad.

Hace unos días se publicó una nota sobre datos revelados que muestran que las grandes compañías farmacéuticas en Estados Unidos gastan cientos de millones de dólares al año pagando a doctores para que éstos promuevan sus medicamentos.

Para complementar reproducimos esta entrevista con el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts quien señala que los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada. Esto, señala Roberts, también hace que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no sean investigados. Y se pregunta hasta qué punto es válido y ético que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia. La entrevista originalmente fue publicada por el diario español La Vanguardia:

¿La investigación se puede planificar?
- Si yo fuera ministro de Sanidad o el responsable de Ciencia y Tecnología, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
- Parece una buena política.
- Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…

- ¿Y no es así?
- A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.

- ¿Cómo nació?
- La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
- Toda una aventura.
- Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.

- ¿Fue científicamente productiva?
- Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.

- ¿Qué descubrió usted?
- Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).

- ¿Para qué sirvió?
- Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.

- ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
- Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas.
- Le escucho.
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo…
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…

- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que hacen crónica la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que le digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.

- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.

- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.

- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
- De todo habrá.
- Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
Fuente: La Vanguardia.

viernes, 1 de marzo de 2013

Comiendo tierra



Stéphane Hessel, dicen, era un republicano español

Saliendo esta mañana de un hospital público de gestión privada, me encuentro a un viejito vestido con ropa de enfermo. Es extraño. Está nevando. Mira los copos como si estuviera contando estrellas. Silba, sentado en un banco, luego deja de narrar la melodía y fuma de un cigarro como si le fuera en ello la suerte a los 300 de las Termópilas. Bebe, sin culpa de herido, de una lata de cerveza. Otras dos vacías reposan derrotadas entre los travesaños del asiento. Un periódico hecho un amasijo inútil de hojas arrugadas cuida el sueño de las cervezas. Sonríe con cara pícara. Le miro, devolviéndole la sonrisa, alegre por su irreverencia y me sorprende diciéndome: “-Espero que no le hayan dado cita para dentro de seis meses. Dentro de seis meses, todos muertos-”. Me paro divertido y le digo: -la frases del economista inglés que intranquilizo al padre de los neocon. -”Tranquilo abuelo, que venía solo de visita. ¿Y usted? ¿No hace mucho frío para estar aquí afuera?-”.

El viejito, pega un sorbo a la cerveza y me dice: “-Qué más da. Frío, calor… Los telediarios nos dicen lo que quieren que creamos. Y yo me he cansado de las mentiras. Los viejos les sobramos a estos fascistas. Ya no visten de azul pero son los mismos. Los hijos, los nietos, las queridas. La familia de los del 36. Así que prefiero morirme de frío aquí afuera que de abandono ahí dentro. ¡Dita Que los parió!- luego se queda pensando como suyo no estuviera ahí, como si algo poderoso lo convocara. Pasado un minuto, sigue: “-Además, hoy se ha muerto Manuel. Me voy con él. Con Manuel. Maldita sea… ¡Cuántos tiros pegamos en el frente del Ebro! Éramos unos críos, ¡Pero teníamos lo que hay que tener! Luego… Bah, luego todo se jodió. Si pierdes una guerra, estás jodido. A Manuel le traicionaron todos. Bueno, a todos nosotros nos traicionaron todos. Yo me tuve que aguantar, pero él dijo que no le iban a torcer el brazo. Era muy suyo. Y quería olvidar de este país de mierda. Se cambió el nombre. Fíjate cómo es la vida. Luego se hizo famoso. Y hoy, que he decidido morirme, sale en los periódicos. Stéphane Hessel. Manuel, mi amigo, mi hermano-“.

Mi sorpresa empieza a crecer. -¿Stéphane Hessel era español?-. Y el viejito, escupiendo sobre el césped, con la cabeza doblada, dice: “-Más que el gazpacho cargado de ajo, más que Picasso tocándole el culo a su novia francesa, más que el Quijote, más que Max Estrella muriéndose de frío. Pero este sigue siendo un país de cabreros. Tan ingrato… ¿Tú crees que lo habrían celebrado así si supieran que era de Albacete? En Francia, bueno. O no. Pero aquí… Stéphane era muy listo. No puedes ser de un país que ha perdido una guerra. Manuel era de La Nueve. Liberamos París. Allí nos respetan. Liberar París de los franceses colaboracionistas te hacía un héroe en Francia. En España te hacía una mierda”.

Mi perplejidad enfriaba la nieve. Muchas cosas encajaban. Eran republicanos españoles los que entraron con “La Nueve” en los primeros tanques que liberaron París con el general Lecrec. ¡Hessel uno de ellos! ¡Ahí estaba su gloria! Habían perdido la guerra contra el fascismo en España y entendieron que la pelea continuaba en Francia. Hitler, Franco, Mussolini. Caimanes del mismo pozo. Aún recuerdo cuando los indignados, que escogieron el libro de Hessel como referencia, hicieron quitar banderas republicanas de la Puerta del Sol en los comienzos del 15M. Esos jóvenes, con la memoria hurtada, adoraban a Stéphane y despreciaban a Manuel. Quién los había engañado… ¿Modélica una Transición que había mentido sobre esas cosas?

De regreso a casa, escucho la radio. Todas las emisoras coinciden: bendito Stéphane Hessel. Un antifascista. Suena bien. Como en Casablanca. Manuel. Un antifascista. Primero contra Franco. Luego, contra Hitler y Mussolini. ¿Un antifranquista? Stéphane hoy es mencionado en todos los telediarios. Manuel… Los Manuel, las Rosa, los Miguel, los Pedro, las Fuencisla siguen muriéndose todos los días en silencio. Muere hoy también una artista del teatro. Su pasado enmudece cualquier recuerdo. ¿Para qué mencionar que el mundo de los versos luchó contra la dictadura? Luego, el Ministro Wert diría que los artistas faltan al respeto a las instituciones. Los cómicos, pasados por las armas por el dictador desde el primer momento.

Quiero saber si el abuelo me está diciendo la verdad. Quiero seguir hablando con él. Pero han llegado dos tipos de una contrata de seguridad y se lo llevan adentro a la fuerza. Uno de ellos le espeta: “¡no joda viejo, que si se muere aquí afuera mete en un jaleo a la contrata!”.

Me mira el abuelo y me grita mientras lo llevan flaquito en volandas: -”¡si te vas a tener que ir de España tú también llévate a los malos por delante! ¡Siempre les sobramos medio país! ¡Acuérdate de Manuel! ¡Que no os roben a vosotros también el nombre!”-. Paralizado bajo la nieve un destello me pregunta: “¿Por qué la II República sigue floreciendo en cualquier parte menos dentro de su casa?”. Meten al abuelo dentro del hospital privatizado. Le arrancan de un manotazo la lata de cerveza. Noto hervir la nieve. El aire frío me agarra por los hombros: ¿los de la Gürtel nos van a volver a robar la memoria? Y entiendo que da lo mismo que Hessel sea o no Manuel. Que Manuel sea o no sea Hessel. La herida está en los miles de Manueles silenciados, en las miles de Manuelas silenciadas. El legado que los gobiernos de la “democracia” nos entrega. Hombres y mujeres que adelantaron nuestra rabia. Olvidados. Sin homenaje. Transición inmaculada.
Fuente: http://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2013/02/28/stephane-hessel-dicen-era-un-republicano-espanol/

viernes, 15 de febrero de 2013

¿Qué está pasando en España?

Cada vez más gente, dentro y fuera de nuestro país, se pregunta sorprendida qué está sucediendo aquí, y es natural. Hemos pasado de crear más empleo que nadie en Europa a tener casi seis millones de parados, de nadar en la abundancia a una recesión aguda, de tener superávit presupuestario a una deuda galopante, y de alardear de sistema financiero a tener que rescatarlo por la puerta de atrás. Y, además de todo ello, de una alternancia política más o menos ordenada entre dos partidos a una desafección creciente que amenaza con poner a ambos a los pies de los caballos en las próximas elecciones, por culpa de su traición al electorado y por su constante vinculación con casos vergonzosos de corrupción.

Es muy ingenuo creer que todo ello es solo el efecto de una crisis financiera importada. Es mucho más: los partidos que gobiernan se pasan por el arco del triunfo las promesas electorales, los principios que consagra la Constitución son papel mojado, la Jefatura de Estado se ve envuelta en escándalos más propios de rufianes que de monarcas, la gente no confía en los jueces, la policía apalea a los que protestan por la corrupción y protege a quienes defienden a los corruptos, los banqueros se forran con el dinero de las familias humildes que pierden sus viviendas y se llenan los bolsillos del dinero público que sus voceros niegan a quienes ellos han arruinado. Se encarcela a ladrones de tres al cuarto y se indulta a los financieros y delincuentes de cuello blanco.

No vivimos una crisis puntual o de alternancia. Lo que a mi juicio está ocurriendo es que se viene abajo sin remedio el edificio de la transición postfranquista.

En contra de lo que se quiere hacer creer, la dictadura no fue solo un gobierno de un militar algo autoritario sino un régimen de terror en el que los grupos oligárquicos que dominaban las finanzas y los grandes capitales usaban el poder político para obtener beneficios extraordinarios. Un sistema que permitió hacerse ricos, muy ricos, a quienes lograban estar cerca del poder, afianzando lo que más tarde se ha llamado el capitalismo de amiguetes. Lógicamente, todos esos grupos procuraron que la muerte del dictador solo fuese, en todo caso, el fin de un régimen político y no el del entramado económico y financiero constituido en los años de dictadura.

Por eso no fue fácil el equilibrio entre las clases dominantes y las que luchaban por la democracia y la libertad. Ni los grupos oligárquicos procedentes del franquismo estaban en condiciones de imponer sus condiciones (aunque lo intentaron tratando de dejar fuera de la nueva institucionalidad al PCE y a otros grupos a la izquierda del PSOE) ni las clases trabajadoras tenían poder suficiente como para lograr una democratización efectiva de los aparatos del Estado y, por tanto, la auténtica ruptura con el fascismo. Pero la influencia alemana y estadounidense, la actitud acomodaticia del PSOE, el temor reverencial de la clase política procedente del franquismo a los nuevos tiempos que llegaban y el papel casi arbitral concedido a los nacionalismos de derechas periféricos para anular el contrapeso de la izquierda más transformadora que hubiera podido ser decisivo, lograron cuadrar el círculo.

El sistema ha funcionado así durante años, sin perjuicio de sufrir las tensiones lógicas y los vaivenes derivados no solo de la tensión entre los principales partidos sino también de la que igualmente existe entre las diferentes corrientes internas de cada uno de ellos.

Pero la aparente estabilidad política institucional no ha podido evitar que poco a poco hayan ido apareciendo innumerables vías de agua que iban demoliendo sigilosamente el edificio. El incremento de la desigualdad, la pérdida de peso del gasto social, el debilitamiento de la ya de por sí frágil estructura democrática de las instituciones de representación, de gobierno y de control, una serie ininterrumpida de escándalos derivados del reparto del botín en que en tantas veces se ha convertido la acción de gobierno, el bienestar insuficiente y la democracia incompleta, en expresión del profesor Vicenç Navarro, han terminado por minar el afecto de la ciudadanía a los dos grandes partidos.

La traición del anterior gobierno socialista a sus principios, al deseo de sus electores y militantes y su incapacidad no ya para resolver la crisis sino para mostrar la mínima credibilidad que requiere la acción de gobierno comenzaron a colmar el vaso. Y más tarde, casi las mismas razones, aunque quizá ahora de modo aún más acelerado, llevan al Partido Popular a una situación de desafección igualmente generalizada en medio de un escándalo político casi sin precedentes.

Lo que está pasando en España es simplemente que ese edificio se viene abajo.
No puede mantenerse ya sin dejar al descubierto los intereses que realmente hay detrás de él y la servidumbre y putrefacción tan gigantesca que afecta a gran parte de los dirigentes que nos gobiernan, alternándose cada cierto tiempo y mostrando uno detrás de otro, ante una población cada vez más asqueada, su continua vinculación con casos de corrupción.

Lo singular es que al caerse el edificio hipoteca también a otros partidos, que es verdad que han sido en gran medida ajenos al negocio que han tenido entre manos los dos grandes y los nacionalistas gobernantes en Cataluña y País Vasco, pero que, quieran o no, transitan por la misma vía que ellos. Por eso ni UPyD ni incluso Izquierda Unida registran un incremento en la estimación de voto que pueda considerarse decisivo a la hora de generar, en el marco institucional actual, una nueva gobernabilidad.

La conclusión es obvia. No hay solución posible dentro del espacio político que marcaron los pactos de la transición. Ya no es posible disimular por más tiempo que no fue un diseño modélico, como tantas veces se ha querido hacer ver, sino un reparto de poder e influencia que a la postre dejaba las manos libres a los grandes grupos empresariales y financieros y cuyo gran poder político ha hecho estallar, ¡oh paradoja!, el propio sistema que los privilegiaba. La avaricia de los mismos banqueros que para salvar sus privilegios monitorizaron el diseño del régimen de la transición lo han hecho saltar por los aires al generar, en su beneficio, una burbuja insostenible y una deuda desbocada.

La estrategia ahora teledirigida contra Mariano Rajoy y su equipo es la toma de posiciones de una buena parte de estos últimos grupos que ya no se sienten convenientemente representados por ellos. Si el PSOE tuvo que oír que "no nos representan" de la boca del 15-M, Rajoy escucha ahora lo mismo, aunque no solo desde las calles sino también desde grupos que posiblemente nunca pensó que iban a defenestrarle.

Cualquier intento de darle solución a los problemas de España manteniendo la actual institucionalidad, creyendo de nuevo que el PP y el PSOE se lo van a guisar y comer todo, es infructuoso -como empiezan a mostrar las encuestas-, y solo puede conseguir retardar la salida a la crisis multipolar en la que estamos.

Cualesquiera que sean las medidas que hubiera que tomar para resolver de verdad los problemas que en este momento tiene España hay una cosa fuera de duda: necesitan el apoyo de una gran mayoría social, del 60 o 70 por ciento de la sociedad para ponerlas en marcha. Y para ello no basta con que un partido tenga mayoría absoluta. Una y otra cosa, como está demostrando el PP, son muy distintas.

Y si el apoyo que se necesita para tomar esas medidas y para que éstas sean efectivas es tan grande, en estos momentos es imposible que las adopten exclusivamente el PP y el PSOE. O incluso éstos dos con el apoyo de otros grupos minoritarios o de los nacionalismos periféricos.

Para que cualquier tipo de medida pueda tener semejante apoyo, debe responder a principios éticos y políticos transversales, comunes a personas de un espectro social muy amplio, que respondan a intereses de muchos grupos sociales. No pueden ser definidas, por tanto, en términos de derechas e izquierdas, porque ninguno de éstos es capaz de unir en torno a sí a una mayoría social tan grande como la que se precisa. Y si ese tipo de mayoría social no se puede conformar mirando a derecha o a izquierda, solo se puede constituir contemplando el arriba y el abajo. Solo esto es lo que permite unir hoy día a la inmensa mayoría de la sociedad en torno a una serie de valores, de principios y medidas que me atrevo a decir que se asumen de forma generalizada, que han pisoteado, sobre todo en sus últimos años de hegemonía, el PP y el PSOE, y que ya ni siquiera los garantiza la actual Constitución: la lucha transparente contra la corrupción, la democracia real, el ejercicio efectivo de la libertad y de los derechos sociales que no solo no se conquistan sino que comienzan a perderse uno tras otro.

La única salida que tiene España es articular una nueva mayoría social y moral. Es la hora de poner sobre la mesa propuestas concretas para una nueva gobernabilidad y para afrontar con decisión los problemas económicos porque éstos van a empezar a pasar pronto una factura quizá impagable. Fuente: Juan Torres López. Público.es

domingo, 3 de febrero de 2013

Cortafuego

El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja llevada hacia el negocio redondo

En teoría la derecha es el poder y al poder le pertenece por naturaleza el cortijo, el caballo y la pistola. La derecha en este país a lo largo de la historia ha sido apalancada por la iglesia, por los banqueros y empresarios, por la barra de la justicia y un acendrado equipo de periodistas y leguleyos. La ideología de la derecha es el dinero, huidizo como un corzo o voraz como un tiburón, según venga la baraja, a veces redimido por las obras de caridad y perfumado por la erudición académica. El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja llevada hacia el negocio redondo. A la hora de robar legalmente se sirve de las notarías y el atraco a los bancos lo ejecuta desde los despachos del propio consejo de administración. La patria es su coartada. La serpiente le ofrece la manzana envenenada, la muerde y no le pasa nada. Puede que esto no sea más que un cúmulo de lugares comunes, pero explica por qué la corrupción de la derecha, por muy obscena que sea, en lugar de afectar a la esencia del poder se detiene en unas personas corruptas concretas. Entre el poder y los políticos del Partido Popular siempre habrá un cortafuego.

Por el contrario, la izquierda en teoría no es un poder sino un sueño de igualdad, de fraternidad y de justicia. Trata de despertar lo más noble del individuo para ponerlo al servicio del bien común. El afán de redención de los desheredados la lleva a veces a asaltar el Palacio de Invierno a sangre y fuego, pero parece gozar más poniendo la otra mejilla, según manda el evangelio. Puede que esto no sea más que un cúmulo de frases gastadas, pero explica por qué no se precisa que la corrupción de la izquierda sea muy grave, como a veces lo es. Basta con que un concejal socialista meta mano en la caja para que todo el viejo idealismo y la moral se pudran de raíz hasta dejar a la izquierda en medio de la ciénaga. No necesita morder la manzana; con solo olerla es expulsada del paraíso. El escándalo del Partido Popular aun podría llegar más lejos. Si mañana convocara elecciones lo seguirían votando diez millones de ciudadanos, mientras la gente culpabilizada de izquierdas se quedaba en la cama. Hasta que un día se rompe el equilibrio. La corrupción se hace asfixiante, se produce la rebelión y de repente todo estalla. Manuel Vicent. El País.

Opinión de Soledad Gallego-Díaz, subdirectora de El País.

lunes, 12 de noviembre de 2012

El poder de los agentes de influencia aumenta en la política alemana y europea

Berlín cuenta con una red de 5000 lobbystas, gente que pulula alrededor de las instituciones públicas, el gobierno, los ministerios y el Bundestag, promocionando los intereses privados de empresas y sectores. Pueden ser empleados de esas empresas, o “expertos”, o ejecutivos de “agencias de comunicación”, de despachos de abogados y de consultoras que trabajan como mercenarios para esas empresas o sectores, pero el objetivo es común: ¿qué hay de lo nuestro?

Este ejército de traficantes de influencias determina mucho la política, no sólo en Alemania sino en el conjunto de Europa. La palabra inglesa Lobby significa “vestíbulo” y de lo que se trata es de ocupar las antesalas de las instituciones para influirlas.

En Berlín es un fenómeno que va claramente a más, señala la organización Lobby Control, fundada en 2005 para impulsar la transparencia. La organización realiza recorridos turísticos por el centro de Berlín identificando las sedes lobbystas que jalonan el barrio gubernamental, cerca de la cancillería, los ministerios y el edificio del Reichstag sede del parlamento alemán.

Corrupción y política
Transparency International Deutschland, la veterana organización no gubernamental con sede en Berlín, pide que se establezca un “registro obligatorio” de todo este ejército de conseguidores para saber quién es quién. La organización define “corrupción” como, “abuso de un poder delegado en aras del beneficio y la ventaja privada”.

Otros defienden un concepto más amplio que incluye aquellas decisiones políticas con grandes consecuencias económicas y financieras que son adoptadas con el propósito y la voluntad de favorecer intereses particulares o a personas concretas. De acuerdo a esa definición ampliada, el panorama de la corrupción se ensancha considerablemente.

Un ejemplo alemán pero bastante universal es el de la privatización parcial del sistema de pensiones de jubilación. El sistema privado de pensiones es mucho más caro para los ciudadanos que el estatal pero abre suculentas oportunidades de negocio a bancos y compañías de seguros. La jugada entraría dentro de esa definición más amplia de corrupción.

La privatización de las pensiones comenzó a examinarse en Alemania en dos comisiones gubernamentales a partir del año 2002. El presidente y varios miembros de una de esas comisiones, la Comisión Rürup, cuyo objetivo oficial era estudiar la “sostenibilidad del sistema de pensiones”, eran representantes del sector del seguro privado, beneficiario directo del asunto. Walter Riester, entonces ministro de trabajo y presidente de la otra comisión creada con el mismo cometido, se benefició personalmente de la privatización del sistema.

“Expertos independientes”
Los medios de comunicación, que prepararon el terreno a la operación desde los años noventa, agitando el fantasma del cambio demográfico para favorecer la privatización, también fueron un puntal de la operación ¿Inocente?

En los medios de comunicación los lobbystas tienen una presencia muy importante. Los de la organización empresarial alemana Initiative Neue Soziale Marktwirtschaft (INSW) propugnan privatización, desregulación y flexibilización, y han sostenido una campaña contra el salario mínimo. En algunos debates televisivos han llegado a participar hasta tres miembros del INSW en el mismo programa en calidad de “expertos independientes”.

“La gente puede pensar que si tantos expertos coinciden en un mismo punto de vista, es que la tesis que defienden debe ser la correcta”, se lee en una publicación del sindicato Verdi.

Trasvase de influencias
La comunicación entre lobbysmo y política es fluida y reposa sobre una estrecha interrelación. Incluso en Alemania y en la Europa luterana del Norte, con una moral económica mucho más estricta que en el Mediterráneo, lobbystas y políticos alternan su posición con creciente dinamismo, señalaba en septiembre el semanario Der Spiegel. Si entre 1969 y 1982 solo tres ministros alemanes se mudaron a empresas al concluir su función, desde el año 2000 se contabilizan once. En niveles más bajos de la burocracia la cuenta es muy abultada, señalan los estudios y contabilidades con nombres y apellidos realizadas en Alemania.

El ministro de trabajo del SPD Wolfgang Clement, que fue clave en la llamada “flexibilización” del mercado de trabajo potenciando los “minijobs” y el trabajo subcontratado, trabaja hoy para la mayor empresa de subcontratación del país. Su colega de partido y ex canciller Gerhard Schröder, bajo cuya dirección se cerró el negocio de los oleoductos bálticos con la compañía rusa Gazprom, es hoy presidente de la compañía resultante: Nord Stream A.G.

Diferente es la combinación que encarna la nueva senadora de economía de Berlín, Cornelia Yzers. Durante ocho años Yzers fue la mujer del sector farmacéutico en el Bundestag y durante cinco fue secretaria de estado parlamentaria en los ministerios de Angela Merkel y Jürgen Rüttgers con el canciller Kohl. En 2001 logró que el canciller Schröder retirara una ley de su ministra de sanidad Ulla Schmidt que ahorró al sector 500 millones de euros. Su actual nombramiento en el gobierno de Berlín ha dado de qué hablar, pues la capital es el centro del sector farmacéutico nacional que mueve aquí 5600 millones de euros anuales. Bayer y Berlin Chemie se cuentan entre las principales empresas de la ciudad.

Redes y “redes”
En octubre el partido verde criticó el paso al consorcio energético Anbaric de Johannes Kindler, un alto funcionario de la CDU que dirigió hasta principios de año la agencia federal de la red eléctrica. La red eléctrica alemana está en vísperas de enormes y millonarias inversiones relacionadas con la apuesta eólica de la reconversión energética nacional, y Anbaric tiene una gran presencia financiera en esa red. El conocimiento directo de otras redes, las de decisión, y los contactos informales de los altos funcionarios públicos, rentan mucho cuando estos dejan la política.

Michael Glos (CSU), ex ministro de economía de 2005 a 2009 y hoy diputado, es el número dos del Bundestag en ingresos colaterales a su función de diputado: 546.000 euros en la actual legislatura. El número uno es el ex ministro de finanzas y actual candidato socialdemócrata a la cancillería, Peer Steinbrück, un hombre clave en la apertura alemana a los productos financieros y que ha ingresado 1,25 millones de euros desde su escaño de diputado. Ni Glos ni Steinbrück recibirían todo ese dinero, de conferencias, libros y demás, si no hubieran sido ministros y no se les considera “influyentes” y conocedores de las redes de decisión.

Otmar Issinger, ex miembro de la dirección del Bundesbank y del Banco Central Europeo es hoy consejero de Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión con mayores responsabilidades en la crisis financiera. Eso no impide que, en Europa y América, los ex empleados de Goldman Sachs aporten una lista de veinte dirigentes y gestores de primera línea de la actual crisis, incluidos jefes de gobierno en Italia y Grecia y el propio presidente del BCE. La Europa actual y su crisis no se comprenden sin atender a este fenómeno.

En Bruselas aún peor
La situación en la capital de la Europa comunitaria es aún peor que en Berlín. Se estima que hay allí unos 15.000 lobbystas revoloteando alrededor de la toma de decisiones del ejecutivo europeo y su burocracia.

“La industria financiera forma uno de los grupos mejor organizados y disciplinados, puede que sea la fuerza principal en Bruselas”, explica el alemán Wolfgang Hetzer, director del departamento de Inteligencia y Análisis de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF). Es un problema “muy preocupante” y que está lejos de ser únicamente europeo, dice este experto, que cita el caso de Estados Unidos. Y no se trata solo de bancos y de finanzas.

La DG Enterprise, como se llama en Bruselas a la Dirección General de Empresa e Industria de la Comisión Europea, es un organismo clave. Dos tercios de los grupos no gubernamentales de asesoramiento que rodean a ese organismo están compuestos por lobbystas que defienden intereses de las grandes empresas. Así lo establece el informe que presentó el julio la organización británica Alter-EU (Alliance for Lobbying Transparency and Ethics Regulation), que ha contabilizado 482 consejeros empresariales que asesoran y presionan en áreas claves de la política.

Entre los cometidos de la DG Enterprise figura el fortalecimiento del mercado y la industria, el acceso a materias primas en todo el mundo, el fomento de una economía energéticamente eficiente, el sector espacial y armamentístico, la protección del consumidor, normas alimentarias y medioambientales y otros. En sectores considerados sensibles, como el químico, alimentario, la sanidad y el automóvil, la DG Enterprise emite directivas de ámbito europeo. Frente a los 482 lobbystas empresariales, que representan casi el 60% de los expertos, sólo hay 11 representantes sindicales (1,3%).

Enorme desequilibrio
Los sindicatos no son los únicos en gozar de esa diminuta proporción en el área del asesoramiento. La pequeña y mediana empresa solo cuenta con un 5,2% del total de los representantes no gubernamentales, mientras que las ONGs - entre las que hay de todo, incluidas muchas claramente empresariales- pesan un 7,8%. El mundo académico sin ánimo de lucro tiene una presencia del 14,7% y el sector cooperativista un 0,5%. Como el sector empresarial también está representado a través de organizaciones híbridas, y profusamente también entre los representantes del sector público, su peso real es mucho mayor, señala el estudio. En ese caldo de cultivo, ¿quién puede extrañarse del enorme desequilibrio entre intereses financieros-empresariales por un lado e intereses ciudadanos por el otro que refleja la política europea?

El Parlamento Europeo ha criticado en diversas ocasiones a la Comisión por implicar de forma tan desproporcionada a las grandes empresas en la toma de decisiones, con muy poco éxito.

El aplastante dominio en los grupos de expertos, “otorga a la gran empresa un acceso privilegiado a la hora de influir en la agenda política, mientras otros intereses no disponen de esa ventaja”, dice Yorgos Vassalos, uno de los autores del informe de Alter-EU. “En consecuencia, hay un riesgo muy real de que los lobbystas de la industria se hagan con el control de áreas enteras del quehacer político europeo en detrimento del conjunto de la sociedad”, dice.
Rafael Poch, en la Vanguardia. Fuente: http://www.lavanguardia.com/politica/20121112/54354405217/lobbys-politica-alemania-europa.html

lunes, 22 de octubre de 2012

Donde no hay moral solo queda degradación

La compañía extremeña Aran Dramática presenta en la Sala de la Princesa del María Guerrero su obra Anomia

Hay una clase de teatro que nos sirve como punto de reflexión, tanto en lo individual como en lo social. El de ese tipo es un teatro que muchas veces también cumple la misión de poner el foco sobre lo que huele mal, lo que se degrada, tratando de avisar de la misma forma que nos alertaría un periodista de verdad si la prensa no olvidase tan a menudo su función ética de informar. Las obras que pertenecen a ese grupo debemos verlas porque son importantes para desarrollar nuestra capacidad crítica. Son nuestra conciencia. A veces nos gustarán más, a veces menos, pero siempre precisaremos de lo que ellas nos muestran. Anomia es una obra de teatro de esta clase. En ella se nos pinta esta España nuestra que decidió emprender el camino hacia la riqueza por la vía de la inmoralidad, el ladrillo y la corrupción política.

La obra se inicia con la entrada en escena de dos concejales, el de Cultura y la de Urbanismo, que se reúnen en un sótano para celebrar una reunión secreta. El público tiene entonces la sensación de estar asistiendo escondido a una velada prohibida a la que seguramente nunca tendría acceso fuera de la sala de teatro. Se pone nervioso y se emociona porque ese permiso concedido le resulta como un premio. Espera ver altruismo, efectividad y servicio público, vamos, asuntos bonitos. Lo que se encuentra sin embargo es el asfixiante pulso entre el aparato del partido y una concejala de Urbanismo que no quiere dejar de ser la número dos en las próximas listas municipales. El partido teme que surja un escándalo que no puedan parar si ella sigue y que eso les reste votos, así que prefiere apartarla. Ella defiende que lo que hizo siempre fue por el bien del partido y que de ello se han venido aprovechando todos ellos. Aparece la hipocresía de una doble moral, la de quien usa dos raseros de medir, el favorable para él y los suyos y el otro para los demás. Surgen las presiones y el escarbar con rabia en el pasado. El público se intranquiliza pues lo que de verdad descubre es suciedad, podredumbre y degradación.

Lo que ocurre en Anomia, esa lucha a vida o muerte por mantener el poder, se nos muestra en tiempo real, con las pausas y esperas de la vida cotidiana, a su mismo ritmo y con las contradicciones y los cambios de opinión que ocurren cada día, en un toma y daca entre unos y otros. Su valor está en la forma directa, sin preámbulos ni explicaciones de más, que utiliza para contarnos los mecanismos que unen poder, dinero y gobierno y cómo interfieren y se usan entre sí. No hay corrupción urbanística sin voluntad política de beneficiarse de ella y sin que medie dinero. Así vamos asistiendo a la construcción del grandilocuente discurso de la corrupción. Pero lo que más escuece desde la butaca del espectador es la impunidad que se respira en ese hablar sin máscaras, sabiendo que robar el dinero público no tendrá castigo. Nos da lo mismo quien gane el pulso, todos hemos perdido.

No hay bien ni mal, sino una negociación donde cada cual quiere ganar más que el contrincante, donde no se puede perder porque significa estar acabado, casi como muerto. Ese es el sentido político de toda la historia. Da igual aciertos y errores, lo único que interesa es el resultado de la negociación, que tengamos mayor fuerza que nuestro oponente. Solo importa como se jueguen las cartas, da lo mismo acudir a chantajes, amenazar o desvelar los secretos personales como arma de ataque. En la soledad del sótano donde se dirime la política todo es valido, una obligación incluso, pues salir ganador nos permitirá seguir engordando la vaca.

En Anomia no hay nada que no podamos ver en la prensa o en alguna cadena de televisión en esos juicios-circos donde unos políticos corruptos se ríen de todos mientras el sumario va describiendo cada uno de sus delitos y las escuchas nos van dibujando el perfil exacto de su nivel de sinvergonzonería. No hay nada nuevo, no, pero duele ver personajes descarnados a los que hemos elegido para la gestión de lo público y que sin embargo campan a sus anchas y en su beneficio propio, sin ética, tan cínicos como sucios, hombres y mujeres que se amparan en que «todos hacen lo mismo». Parece que trincar y mirar para otro lado después sea su trabajo y generalizar su defensa. El sistema es una rueda que gente como ellos hace girar. Para lo que sirve Anomia es para ponernos todo eso delante, cara a cara, para que lo miremos y nos demos por aludidos porque somos nosotros los que debemos ponerle fin al desmán que vivimos y colocar en el sitio que corresponde a quienes nos gobiernan.

La política que se desarrolla en España por los grandes -ya sean nacionales, autonómicos o a nivel de corporaciones municipales- del bipartidismo, ha fomentado la corrupción, la llegada de un dinero «regalado» a cambio de algo y el devolver «favores» con el erario público. Desde el poder político se ha beneficiado los negocios de ciertos particulares y se nos ha robado lo que es de todos. Esos gobernantes se han enriquecido durante ese proceso recibiendo comisiones. No es un tema de ideología, sino de personas que menosprecian la legalidad vigente y que con el paso de los años y la impunidad sobrevenida van perdiendo todo escrúpulo, con independencia del carnet del partido en el que militen. Lo malo es que esos partidos lo permiten y lo fomentan.

Hay tres elementos inquietantes sobre los que Anomia me parece especialmente enriquecedora. El primero es el enigma que se esconde tras la oscura financiación de los partidos políticos en nuestro país, no hay dinero, pero aún así no dejan de celebrarse, un fin de semana sí y otro también, los caros eventos que organizan esos grandes partidos. El segundo es el uso de los macroproyectos como fuente de ingresos personales y como cebo electoralista de votos para el partido; a mayor coste, más rédito. Y el tercero es la capacidad de los partidos para controlar los organismos, incluyendo los judiciales, que deben velar para que esa corrupción no se produzca.

Anomia no pretende juzgar a nuestra clase política. No es esa la función del teatro. Lo que quiere es que contemplemos esas maneras tan extendidas, llenas de inmoralidad, que hacen que nuestros gobiernos se pudran. Para lo otro ya están los espectadores en la sala y la justicia fuera. No intenta tampoco convertirse en una denuncia, sino que su objetivo es el de ser una constatación dolorosa de nuestra realidad que despierte nuestra conciencia crítica para que nos pongamos a hablar de ello en la calle.

La obra, desde mi punto de vista, tiene muchos aciertos, pero también, al otro lado de la balanza, hay que situar algunos problemas. Uno de ellos viene porque aún le faltan ensayos, lo que hace que los actores no hayan fijado todo el texto y se les llegue a escuchar trabarse. Otro es la perorata que Arturo dirige directamente al público, lo que rompe el tono confidencial de un público espía con el que se desarrolla el resto de la obra. En realidad, aunque no es un problema del actor, el personaje de Arturo es totalmente accesorio y la obra ganaría suprimiendo su presencia en ella ya que nada aporta.

A modo de pequeño anecdotario: Anomia, según la definición de la RAE es el «conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación». Anomia es lo que vivimos aquí y ahora, en este momento. Sin embargo, según confiesa su director y autor, Eugenio Amaya, el primer borrador lo escribió en 2008 como «un impulso irrefrenable que surgió al leer las transcripciones de las escuchas a personajes imputados en casos de corrupción urbanística realizadas por las fuerzas del orden y publicadas por los medios de comunicación. Las conversaciones, desprovistas de todo escrúpulo, resultaban llamativas por su ausencia de eufemismos, destilaban un sentimiento de absoluta impunidad y una avidez insaciable por trincar a cualquier precio. De hecho, más de uno de estos intercambios parecía extraído de un guión de The Wire o Los Soprano en su versión española. Fueron estas transcripciones de delincuentes de cuello blanco en acción las que marcaron el tono de Anomia ». Javi Álvarez.