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viernes, 8 de julio de 2016

¿QUÉ HAY DETRÁS DEL TÉRMINO DE MODA? Creatividad: el gran timo cultural del siglo XXI. La palabra se ha convertido en un fetiche consumista, adorado por las grandes corporaciones.

Uno de los mejores artículos culturales publicados este año se titula 'Hay una madre en Barcelona que no tiene un hijo artista'. Lo escribió Álvaro Colomer y explica la presentación del proyecto TheCreativeNet en la antigua fábrica de cerveza Damm en Barcelona. La impulsora y maestra de ceremonias era Bibiana Ballbé, periodista especializada en cultura chic, hipster y cool. El objetivo es trazar un “mapa de la creatividad” en la ciudad condal, una especie de directorio de emprendedores por debajo de cuarenta años, que a su vez también pueden apostar por sus artistas emergentes preferidos. ¿Suena chulo, verdad? Veamos que hay debajo del proyecto.

No llegar a fin de mes
Durante la presentación, la periodista “se mostró eufórica ante un público plagado de rostros lampiños, gorras de béisbol y vaqueros rasgados a la altura de la rodilla”. Solo se recogió un reproche a la iniciativa, por parte del grupo de rock Seward, que a pesar de haber sido seleccionados veían las costuras al invento: “Al final esto es una cadena de favores que no refleja lo que ocurre realmente en la cultura. La gente que monta estas cosas llega a fin de mes hablando de nosotros, pero nosotros no llegamos a fin de mes hablando de nosotros mismos”, denunciaba un miembro del grupo.

¿Conclusión? Distinguir entre gente “creativa” y “no creativa” puede ocultar más de lo que muestra. Sobre todo la precariedad que asola al sector cultural desde el batacazo económico de 2008. En realidad, muy pocos artistas y promotores viven de su trabajo. Hoy ganan las marcas y algunos mediadores, mientras que ha desaparecido la clase media de los músicos, escritores y otras profesiones del sector, esos que no ganan millones, pero solían tener para vivir. Todos hablan de creatividad, pocos de desigualdad.


Creatividad como sucedáneo de la política
El libro perfecto para entender el proceso es 'Paradojas de lo cool' (La Vorágine, 2016), escrito por Alberto Santamaría, doctor en Filosofía por la universidad de Salamanca. Se trata de un texto breve, claro y brillante, que explica cómo la cultura sirve para recubrir la lógica capitalismo con una capa de azúcar. Cortamos y pegamos un fragmento: “¿Es casual que en plena crisis económica importantes instituciones pongan sobre la mesa programas para fomentar la creatividad? ¿Alguien puede creerse que esta relación entre creatividad, crisis y neoliberalismo es neutral y bondadosa? ¿Por qué sonreímos amablemente cuando alguien pronuncia la palabra creatividad? ¿Por qué no pensar que podría ser una palabra incómoda políticamente?”.

Santamaría pone el ejemplo de la Fundación Botín, que en uno de sus informes señala “la falta de creatividad” como el principal problema social. No la desigualdad, ni los recortes, ni el cuarenta y cinco por ciento de paro juvenil, sino la falta de creatividad. En el fondo, al estilo del ideario thatcherista, late de la idea de que la gente pobre o precaria está en esa situación por no ser suficientemente creativos. “La creatividad, tal y como la entienden las grandes instituciones y el gobierno, simplemente es una forma de construir modelos ajenos a la política. ¿No sería necesario acabar de una vez por todas con esta creatividad? ¿No sería misión del artista llevar a cabo esa destrucción?”, se pregunta el filósofo. Presupuesto secreto

Otro iniciativa emblemática es The Creator’s Project, fundada por Vice, el grupo mediático de estética rompedora, donde han invertido grandes corporaciones como Walt Disney, A&E, Hearst Company y Rupert Murdoch, magnate televisivo conocido por su afinidad a Reagan y Thatcher. The Creator’s Project, financiado por el gigante informático Intel, se lanzó en 2010 con fiestas en Nueva York, Londres, Sao Paulo, Seúl y Pekín. Se trata de una serie de eventos y una web donde se recogen proyectos innovadores y se anima a colaborar a artistas y expertos en tecnología. El presupuesto del proyecto es “secreto”, según la web Zdnet, no se vayan a enterar los artistas del dinero que realmente se mueve.

“El objetivo es conseguir retorno para la marca, crear contenido que nos acerque a los consumidores, especialmente en plataformas como Facebook, Youtube o nuestra propia revista digital, “IQ”. Queremos crear mayor afinidad entre el público y la marca”, comentaba hace dos años Rebecca Brown, directora de comunicación de Intel, en una entrevista con la web Fast To Create. ¿Moraleja? Invertir en experiencias artísticas proporciona una aura de autenticidad superior a la que dan las vallas publicitarias y los espots televisivos. La pasada primavera, The Creator’s Project anunció una colaboración con Toyota. ¿Qué tiene de malo que las grandes marcas financien a creadores emergentes? Como en el caso de los antiguos mecenas, se establecen unos límites invisibles. El arte solía romper tabúes, cuestionar a los poderosos y expandir la percepción de la realidad, pero ahora parece centrado en hacer más atractivo el consumismo. Lo dijo mejor que nadie el ensayista Thomas Frank: “las élites adoran las revoluciones que se limitan a cambios estéticos”. ¿Es hora de empezar a desconfiar de quien nos vende creatividad?

http://www.elconfidencial.com/cultura/2016-07-05/creatividad-desigualdad-paradojas-de-lo-cool_1226078/

Leer más: Creatividad: el gran timo cultural del siglo XXI.
Noticias de Cultura http://goo.gl/rt3a5I

jueves, 16 de junio de 2016

“La palabra desigualdad sigue dando miedo”. Martin Ravallion, exdirector del Departamento de Investigación del Banco Mundial, ahonda en un nuevo libro sobre el acercamiento político a la pobreza.

El economista e investigador australiano Martin Ravallion ha dedicado su carrera a estudiar las estructuras económicas que hay detrás de la pobreza.
El último trabajo del exdirector del Departamento de Investigación del Banco Mundial es un manual que ahonda en esta cuestión. Para Ravallion, la conexión es obvia, pero asegura que aún hace falta comprender mejor cómo sin la economía no se puede erradicar la pobreza. Si no se entiende el desafío al que se enfrentan los ciudadanos más desfavorecidos, las políticas sociales que pretenden ayudarlos pueden condenarlos a permanecer en el último eslabón de la sociedad. Ravallion acaba de recibir el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo, que recogerá el martes 21 de junio en Madrid.

Pregunta. Afirma que los economistas no saben lo bastante sobre la pobreza, ¿qué aspecto es el menos entendido?
Respuesta. La pobreza no ha recibido suficiente atención. Yo sabía que la economía me ayudaría a entenderla, pero la mayoría de los economistas no se interesan por este asunto. Uno de los mayores errores es la visión de que los pobres no saben lo que es mejor para ellos, y culparlos de su situación. Esas personas están constantemente tomando decisiones difíciles que afectan a sus familias, a sus hijos. Tanto los medios de comunicación como los políticos deben tener más respeto hacia ellos, porque si no se les respeta se pueden cometer muchos errores que lleven a implementar políticas que les fuercen a hacer cosas que no les favorecen y que, incluso, pueden resultar en un empeoramiento de su situación. Otro error mayúsculo es pensar que la lucha contra la desigualdad y la pobreza tendrá inevitablemente un coste en el crecimiento económico. Esto suele ser una excusa para no tomar medidas.

P. ¿Se sigue aceptando la pobreza como parte inevi­table del sistema económico?
R. Hace 200 años se consideraba que la pobreza era necesaria. Hoy nos hemos dado cuenta de que, por lo menos en el caso de la pobreza extrema, se puede erradicar. Ocurrió en Europa Occidental y en EE UU. El crecimiento económico fue importante, pero iba acompañado de seguridad, de reducción de riesgo y de una serie de políticas sociales que apuntalan esa economía, como la educación y la igualdad de oportunidades. Pero en la actualidad, en la mayoría de los países, ricos y pobres, la desigualdad es demasiado alta. Las personas pobres tienen tantas ideas como las ricas, solo que no pueden financiarlas: es la desigualdad lo que obstaculiza sus oportunidades económicas.

P. En su trabajo se refiere a que el extremo más pobre de la economía cada vez es más “pegajoso”. ¿Qué consecuencias tiene esto en la lucha contra la pobreza?
R. En los 100 años que se tardó en erradicar la pobreza extrema en Europa Occidental y EE UU ocurrieron dos cosas: cada vez había menos personas viviendo por debajo de ese umbral, y el límite inferior se elevaba. Ahora, en los países en vías de desarrollo el progreso ocurre de una forma más rápida pero no afecta a los más pobres. La única explicación es que en el pasado las políticas sociales fueron más efectivas a la hora de llegar a los pobres, y eso es una cuestión de capacidad administrativa y de voluntad política. Deberíamos aprender de países como los escandinavos: hay que empezar aplicando políticas sociales universales que afecten a toda la sociedad.

P. ¿Cómo convencería a quienes creen que los pobres son responsables de su situación de que las políticas sociales universales son necesarias?
R. Es necesario entender las situaciones límite a las que se enfrentan las personas y el contexto en el que viven. Los políticos desconocen lo que es vivir en la pobreza. Los economistas hablan en términos abstractos, pero deberían ver lo que realmente implica, para internalizar los problemas que acarrea. Si hicieran esto empatizarían mucho más y serían menos proclives a culpar a los pobres de sus problemas. Nadie puede creer que la pobreza, en cualquier parte del mundo, sea culpa de quien la padece. Pero siempre hay quien encuentra una excepción y lo utiliza como arma política. Estoy convencido de que las sociedades son fundamentalmente progresistas y avanzan.

P. ¿Por qué sigue habiendo pobreza en países tan ricos como EE UU?
R. Es pobreza pero tiene estándares distintos; la línea que marca el umbral es 12 veces más elevada que en África. Según se desarrolla una economía, también lo hace su definición de pobreza. La trayectoria de crecimiento económico en EE UU hasta 1980 contribuyó enormemente a la reducción de este índice, pero a finales de los setenta se estancó. Hubo un cambio deliberado durante la Administración de Reagan para invertir menos dinero en áreas como la educación. Cada vez era más difícil que un niño pobre pudiera seguir estudiando, lo que disparó la desigualdad. El crecimiento sólo afectó a la parte más alta del espectro económico, dejó atrás a los desfavorecidos, y entonces empezamos a ver un estancamiento en la lucha contra la pobreza.

P. ¿Considera que EE UU no ha hecho lo bastante?
R. No se han implementado suficientes medidas sociales para luchar contra la pobreza. En EE UU descubrieron muy tarde, a finales de los noventa, que si combinas todas las políticas sociales acabas con una tasa de impuestos elevadísima que grava a las personas más desfavorecidas. Esto quiere decir que aunque logren una nueva fuente de ingresos, pierden todo beneficio por los impuestos. Es lo que se llama la trampa de la pobreza: destruye los incentivos para que los más pobres escapen de su situación por sus propios medios. Las políticas sociales inteligentes son las que construyen esos incentivos. Pero debemos tener cuidado de no caer en el paternalismo, asegurarnos de que pensamos en esto desde la perspectiva de una persona sin medios, no desde la de un político que se dedica a hacer juicios de lo que debería o no hacer la gente.

P. ¿Cuál es el mayor obstáculo en la lucha contra la pobreza?
R. El desafío está en la desigualdad, no todo el mundo ve que la brecha es demasiado grande. Aunque aumenta el número de políticos que se da cuenta de que el elevado índice de desigualdad está destruyendo oportunidades económicas, que ven que la clase media se queda atrás y que no reducimos los índices de pobreza; sobre esto no hay todavía un consenso. La palabra desigualdad sigue dando miedo, mientras que pobreza no. Una de las cosas que se pueden hacer es desmontar el término y sacar a la luz aspectos específicos en materia de educación y salud. Si decimos que la diferencia en la esperanza de vida entre ricos y pobres en EE UU es de 15 años, la desigualdad queda retratada en términos que van más allá de riqueza o dinero. Quizá esto ayude a que el término asuste menos.

El otro gran reto es la pobreza relativa. En un periodo de 10 a 40 años podemos haber erradicado la pobreza extrema en casi todo el mundo y eso es algo fantástico, porque es el peor tipo de pobreza. Pero seguirá habiendo pobres y la desigualdad continuará siendo un grandísimo problema.

http://economia.elpais.com/economia/2016/06/09/actualidad/1465484253_626652.html

viernes, 10 de junio de 2016

“El capitalismo puede colapsar”. Pionero de la sociología económica, Wolfgang Streeck analiza la crisis del modelo

El profesor  Wolfgang Streeck (Lengerich, 1946) pasó más de tres décadas estudiando las relaciones entre capital y trabajo en las sociedades capitalistas. Sociólogo formado en la Alemania escindida por el Muro, desarrolló gran parte de su carrera en Estados Unidos, en las universidades de Columbia y Wisconsin-Madison, antes de asumir la dirección del  Max Planck Institute, centro del que es director emérito.

Wolfgang Streeck nunca fue muy partidario de la teoría de los sistemas y análisis cuantitativo que triunfó en Estados Unidos a partir de los setenta —"las publicaciones académicas se convirtieron en un tostón"— y fue un pionero en la puesta en marcha de un programa de sociología económica. Pero en 2008, ante una crisis económica que describe como una experiencia casi mortal, fue cuando comprendió que la continuidad de las sociedades y de las oportunidades de la gente en el campo laboral dependían más que nunca del sistema global financiero: "Para entender las dinámicas de la sociedad moderna y la vida de la gente tienes que comprender el desarrollo y el papel de las finanzas globales como la condición dominante, había que integrar la política del sector financiero en la teoría macro de desarrollo social". En eso anda empeñado, como demuestran sus artículos en  New Left Review. Invitado en abril por el Centro de Estudios del Museo Reina Sofía y el ­MACBA a impartir sendos seminarios en Madrid y Barcelona, Streeck disertó sobre las crisis del capitalismo, la vacuidad de la política y la construcción europea.

Pregunta. Los sindicatos han sido una parte esencial de su área de estudio. ¿Estaban ahí los elementos para anticipar su actual pérdida de influencia?
Respuesta. Las predicciones son muy difíciles de hacer. A finales de los sesenta hubo una ola de agitación obrera, incluso en el bloque soviético. A partir de ese momento, los sindicatos tuvieron una fuerza creciente: la única manera de calmar ese malestar sin que subiera el desempleo era admitir tasas más altas de inflación, una especie de fuerza pacificadora. Pero esa medicina tenía contraprestaciones muy serias. La decisión de acabar con esto la tomó en 1979  Paul Volcker como presidente de la Reserva Federal con Carter.

P. ¿Qué pasó?
R. Cuando yo era un estudiante se decía como una obviedad que un 5% de desempleo en una democracia era algo imposible, la gente haría saltar por los aires el sistema. El experimento político fue decidir jugársela. El desempleo subió al 20% en EE UU en los primeros ochenta, industrias enteras se borraron del mapa. Ahora incluso se han aprobado leyes para dificultar la organización sindical en Estados Unidos, el mismo país que en los años treinta introdujo legislación para promover esto, porque, siguiendo el modelo keynesiano, pensaban que unos sindicatos fuertes podrían redistribuir la riqueza, producir demanda agregada y crecimiento económico.

P. Señala tres tendencias que se retroalimentan: el aumento de la desigualdad, la caída del crecimiento y la impresión de moneda y de deuda, algo que considera insostenible. ¿A qué conduce esto?
R. A una situación impredecible de crisis potencial, de interrupciones emergentes o colapsos con una intensificación de conflictos entre países y clases sociales, y al declive del nivel y la esperanza de vida de una parte cada vez más grande de la población. El  colapso del capitalismo es posible, lo ocurrido en 2008 podría repetirse pero a mayor escala, con muchos bancos cayendo al mismo tiempo. No digo que vaya a suceder, pero podemos estar seguros de una tendencia: el aumento del número de personas que quedan en los márgenes.

P. ¿Las sociedades avanzadas se acercan al Tercer Mundo?
R. Hay países considerados sociedades capitalistas altamente desarrolladas que presentan similitudes preocupantes con los llamados países del Tercer Mundo. Más y más gente depende de recursos privados para vivir bien. Luego, los países del Tercer Mundo están bajo mucho estrés y en un proceso rápido de deterioro: la clase media y las burocracias han perdido la esperanza. La promesa de desarrollo parece haberse roto totalmente.

P. Apunta que la falta de una alternativa al capitalismo produce una clase política interesada, un descenso de la participación electoral, más partidos y una inestabilidad persistente. Pero, tradicionalmente, la teoría política consideraba la baja participación como un síntoma de madurez en democracia.
R. Bueno, sobre esto no había consenso, pero la teoría era que la gente estaba tan satisfecha que no iba a votar. Yo me fijo en tendencias, y en la OCDE hay un descenso en la participación que coincide con otras curvas como el aumento de la desigualdad, la congelación salarial o las reformas del Estado de bienestar. Cabría pensar que la gente insatisfecha irá a votar, pero no. Es algo asimétrico: quienes recurrentemente se abstienen son quienes están en la base de la distribución de la riqueza. Ahora, sin embargo, estos ciudadanos que habían renunciado a la política están volviendo. En todas partes vemos un ascenso de los llamados partidos populistas.

P. ¿Qué implicaciones tiene esto?
R. Esa curva empieza a subir, pero a costa de la estabilidad política y de los partidos del centro que están cayendo; hay una mayor dificultad para formar Gobiernos porque los nuevos partidos tienen que entrar en el sistema y los viejos no se fían. Los conflictos inherentes en las sociedades empiezan a ascender y a subir al sistema político, después de 20 años de ver cómo quedaban fuera del discurso político oficial.

P. ¿Otras tendencias también cambian?
R. Las económicas se refuerzan de tal manera que algo muy gordo tendría que pasar para que alteraran su curso. Es como si el sistema tuviera muchas enfermedades al mismo tiempo, cada una de las cuales podría tratarse y curarse, pero no todas al mismo tiempo. Por ejemplo, el dramático aumento de la desigualdad se refuerza con esta gente que dispone de una increíble cantidad de herramientas y recursos para defender su riqueza.

P. La filantropía, especialmente en EE UU, es el mecanismo que muchos encuentran para compensar. ¿Qué opina?
R. El motivo por el que la esfera pública no puede hacer ciertas cosas por sí misma es porque no puede cargar impositivamente a los ricos; entonces estos se gravan a sí mismos, por supuesto de manera menor, y lo combinan con una gran operación de relaciones públicas. Es algo humillante para las sociedades democráticas depender de la buena voluntad de unos pocos. Es como una refeudalización.

P. ¿Qué piensa de la revolución tecnológica que promete otorgar más poder a la gente y plantea otro tipo de economías?
R. Es un tema muy amplio. A finales de los setenta, cuando estudié la industria automovilística, vi los primeros robots entrando en fábricas. Pensamos que significaría muchísimo desempleo, y así ocurrió en EE UU y en Reino Unido, pero no en Alemania o Japón, donde se diversificaron los productos que necesitaban de una mano de obra muy sofisticada. Las industrias se expandieron a un ritmo tan fuerte que el efecto del ahorro de trabajo quedó anulado por el volumen.

P. ¿Y ahora?
R. Hoy tenemos un problema parecido con el auge de la inteligencia artificial, estas máquinas que pueden programarse a sí mismas e incluso crear otras. Esto ataca a la clase media, es decir, a la gente que ha trabajado duro en la escuela y en la universidad para tener un empleo. El  estadounidense  Randall Collins, por ejemplo, predice que para mediados de este siglo la inteligencia artificial habrá causado un nivel de desempleo de al menos un 50% entre la clase media en todas las sociedades.

P. Se ha mostrado muy crítico con el euro y habla de un cambio en la estructura monetaria. ¿Una vuelta a las monedas nacionales?
R. En esta vida no hay vuelta atrás, pero algún tipo de restauración de la soberanía monetaria en los países que están quedando atrás es inevitable. Debemos empezar a pensar seriamente en un sistema monetario de dos niveles. Es una elección entre cirugía sin anestesia o con algún sedante. Y si quieres hacer una vivisección en Grecia ves que no tienen suficiente poder para resistir y está a punto de convertirse en un país del Tercer Mundo.

P. Escribe que el capitalismo no va a desaparecer por decreto, nadie va a salir a anunciar su caída, y habla más bien de una mutación.
R. Mi hipótesis es que atravesaremos un largo periodo de transición, en el que no sabemos hacia dónde vamos. Es un mundo de incertidumbre, desorden, desorientación, en el que todo tipo de cosas pueden pasar en cualquier momento. Nadie sabe cómo salir del problema, solo vemos que crece. No se trata solo de las desigualdades y las finanzas haciendo cortes por todas partes, es que también afrontamos límites en términos de medio ambiente y políticas energéticas, así como el ataque de las periferias. Todo simultáneamente.

P. ¿La desaparición del comunismo le está buscando la ruina al capitalismo, que ya no tiene competencia?
R. Desde el siglo XIX existía la presunción de que el capitalismo era estabilizado por sus enemigos, que forzaban crisis transformativas. El capitalismo hoy es muy distinto del de entonces, pero lo que tienen en común es el maridaje de la promesa de progreso social con la interminable acumulación de capital capaz de crecer por sí mismo, sin límite. La unión de estas dos cosas, la promesa de progreso y la acumulación de capital en manos privadas, es la cuestión crítica: ¿cuánto puede durar? Podría decirse que la acumu­lación de más y más capital no puede ser descrita como progreso, toca un límite. Y si el dinamismo capitalista empieza a tocar techo, entonces llegamos a la crisis.

P. ¿Qué diría hoy  Max Weber?
R. Diría: “Karl y yo teníamos razón”. Si nos fijamos en los orígenes de la sociología y la teoría social, se consideraba que sus trabajos eran antagónicos, pero hoy parecen extremadamente similares.

http://economia.elpais.com/economia/2016/05/20/actualidad/1463743486_753066.html

miércoles, 1 de junio de 2016

Cómo el crecimiento de las desigualdades causó la Gran Recesión

Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

Este artículo señala que una causa de la enorme crisis económica y financiera que ha ocurrido a los dos lados del Atlántico Norte se debe al crecimiento de las desigualdades causado por la imposición de las políticas neoliberales y que ha originado un enorme daño a las clases populares de estos países.

Una de las causas más importantes de que ocurriera la Gran Recesión y de que esta fuera tan larga, fue el gran crecimiento de las desigualdades, resultado de la aplicación de las políticas públicas que se conocen como políticas neoliberales. Tales políticas públicas incluyeron, por un lado, las reformas laborales que tenían como objetivo la reducción de los salarios, y por el otro, la aplicación de la ortodoxia liberal encaminada a reducir los déficits públicos mediante medidas de austeridad y reducción del gasto público. Ambas políticas determinaron el enorme problema de la falta de demanda doméstica y, como consecuencia, el escaso crecimiento económico. Por otra parte, la reducción de la capacidad adquisitiva de la población causó el elevado endeudamiento de las familias trabajadoras y de las medianas y pequeñas empresas, con la consiguiente expansión e hipertrofia de la banca (caso muy claro en España, donde el tamaño del sector es tres veces más grande –en términos proporcionales– que en EEUU), que invirtió predominantemente en actividades especulativas (debido a la menor rentabilidad de la economía productiva, resultado del escaso crecimiento económico) que ha consumido recursos que podrían haberse aplicado a fines más productivos y necesarios que los especulativos que han dominado, como he indicado, el comportamiento de tal sector financiero.

Esta situación podía prevenirse, pero el establishment político-mediático no lo permitió
La evidencia empírica y científica que apoya la tesis expuesta en el párrafo anterior es abrumadora y contundente, lo cual explica que incluso un gran número de organismos internacionales, responsables de haber promovido tales políticas, como el Fondo Monetario Internacional o la OCDE, estén, por fin, cuestionando la aplicación de tales medidas neoliberales, que todavía se reproducen y promueven en la mayoría de países de la Eurozona. En España tal cuestionamiento no ha ocurrido todavía, en parte debido a la muy limitada diversidad ideológica de los mayores medios de información y persuasión. La enorme falta de diversidad ideológica de estos grandes medios (claramente influenciados por la banca -cuyos créditos los sostienen-) explica que en España todavía la sabiduría convencional esté estancada en tal pensamiento. Es extraordinario que aún hoy los gurús económicos mediáticos de clara orientación neoliberal (con chaquetas llamativas, o sin ellas) continúen siendo promovidos en aquellos medios, cuando la falsedad de sus teorías es tan fácil de ver mirando la realidad que nos rodea.

Los datos, fácilmente accesibles, están ahí para todo aquel que quiera verlos. En la gran mayoría de países en Norteamérica y en la Unión Europea, las desigualdades han crecido enormemente. Las rentas del trabajo (de las que deriva la mayoría de la demanda) han ido bajando como porcentaje de la renta total de los países, mientras que las rentas del capital han ido subiendo, un fenómeno generalizado, como acabo de indicar, en los países a los dos lados del Atlántico Norte (EEUU y la Eurozona), pero con especial intensidad en los del sur de Europa, incluyendo España. La continuidad en la aplicación de estas políticas explica el escaso impacto que las medidas tomadas por los Estados, y promovidas por el establishment europeo (el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Eurogrupo) y el Banco Central Europeo, han tenido en recuperar el buen funcionamiento de la economía de la Eurozona. En realidad, tales medidas (el deterioro del mercado de trabajo y la austeridad del gasto público) han aumentado todavía más las desigualdades y han retrasado todavía más la recuperación económica de estos países.

Las medidas monetarias: la falsa solución de los neoliberales
En su mayor parte, las intervenciones de tales establishments europeos han sido de tipo monetario. Es decir, el Banco Central Europeo ha imprimido mucho y mucho dinero y lo ha distribuido a través del sistema financiero, que quiere decir predominantemente a través de los bancos, a unos intereses bajísimos, creyendo que el mayor problema de la economía era que no había suficiente dinero para que la población comprara y aumentara la demanda. Pero esta estrategia ignoraba que los canales que utilizaba para distribuir tal dinero –es decir, la banca privada- no compartían el mismo objetivo, puesto que su mayor objetivo era aumentar sus beneficios, y no necesariamente resolver los problemas de las familias o de las pequeñas y medianas empresas.

La banca utilizó tal dinero (además de para aumentar sus propios beneficios) para especular, comprando, por ejemplo, deuda pública, con la confianza que, en caso de que las burbujas creadas por tales comportamientos (como las burbujas inmobiliarias y las de deuda pública) explotaran, el Estado la rescataría, como así ha ocurrido. Las fuerzas conservadoras y liberales, que siempre critican las intervenciones del Estado para garantizar el bienestar de la ciudadanía, aplaudieron y dieron apoyo al mayor acto de beneficencia pública que haya ocurrido en el siglo XXI: la beneficencia a la banca, conocido como “el rescate a la banca”.

El BCE, consciente de que sus medidas de imprimir dinero no repercutían en el ciudadano, estimuló la banca, proveyéndola con incluso más beneficio si aseguraba la disponibilidad de crédito, asumiendo que el problema para las empresas era su dificultad para poder conseguir dinero prestado. Y aun cuando había un elemento de verdad en esta interpretación del bajo crecimiento económico, el mayor problema no era este para las pequeñas y medianas empresa (que es la que produce mayor empleo). En realidad, si los empresarios no creaban empleo era, en gran medida, porque no había suficiente demanda de sus productos y servicios. Y ahí estaba y continúa estando el problema. En realidad, la deflación (el fenómeno de que los precios estén bajando por debajo del nivel considerado aconsejable) también es consecuencia de esta falta de capacidad adquisitiva de la gran mayoría de la población, que adquiere sus rentas a partir de su trabajo.

¿La “conversión” del Sr. Draghi del Banco Central Europeo?
De ahí que incluso ahora el Sr. Draghi, Presidente del Banco Central Europeo, comience a preocuparse y haya comenzado a proponer a los Estados y al Eurogrupo que se establezcan políticas fiscales para estimular la economía, aceptando las limitaciones que las políticas monetarias tienen para conseguir tal estímulo. Por políticas fiscales se entienden aquellas intervenciones que expanden el consumo y la demanda, bien a través del aumento del gasto público, bien a través de la rebaja de impuestos.

Predeciblemente, los neoliberales, como el Sr. Draghi, se centran primordialmente en esta última medida (que, por regla general, es la preferida por los partidos liberales y conservadores, como el PP, Ciudadanos y Convergència), ignorando con ello la abrumadora evidencia de que esta medida (estimular la economía a través de la reducción de impuestos) es poco eficaz para estimular la economía, mucho menos eficaz que la inversión pública encaminada a crear empleo, medida que por lo general es desfavorecida por tales partidos, aunque la evidencia muestra que es la más eficaz para estimular la economía.

Y ahí está precisamente la solución que ni el PP, ni Ciudadanos (ni tampoco el PSOE) consideran, pues están estancados en el dogma neoliberal promovido por el gobierno alemán que está creando tanto dolor y sufrimiento entre las clases populares de los países de la Eurozona. Que el PP y Ciudadanos lo hagan es coherente con su ideología neoliberal promovida por el sector financiero. Pero la conversión del PSOE a este dogma ha sido la causa de su bajón electoral, como ha ocurrido con la socialdemocracia en Europa. El apoyo a la austeridad ha sido el austericidio de la socialdemocracia.

La rebaja de impuestos que estos partidos favorecen tiende a favorecer a las rentas superiores (que pagan más impuestos) que a las rentas inferiores (que pagan menos). De ahí que estas medidas suelan incrementar todavía más las desigualdades, causa del problema económico. Lo que debería hacerse es una mayor redistribución de los recursos mediante políticas impositivas de carácter redistributivo e inversiones públicas (encaminadas a crear buen empleo, estable y bien pagado), en la infraestructura social, energética y física del país. Fue así como la Administración Roosevelt sacó a EEUU de la Gran Depresión. Fue así también como los gobiernos de la Europa Occidental salieron de la gran crisis económica que existía en Europa al terminar la II Guerra Mundial (estimulados por el Plan Marshall), y debería ser así como tendríamos que salir de la crisis ahora. La solución es fácil de ver. Y en cambio se está continuando con las mismas políticas neoliberales que han sido un auténtico desastre.

Y la pregunta que debe hacerse es ¿por qué tales políticas continúan aplicándose? Podría argumentarse que parte del problema es la incompetencia de los llamados expertos económicos neoliberales. Pero tal explicación es insuficiente. La causa real es que tales políticas, aunque perjudican enormemente al bienestar de las clases populares, beneficia enormemente a los componentes de lo que en EEUU se llama la Corporate Class, la clase de los propietarios y gestores de las grandes empresas (equivalente en cada país al IBEX-35), que dominan la vida económica, política y mediática del país. Como he indicado en un párrafo anterior, en todos estos países donde se han estado aplicando estas políticas, el porcentaje de las rentas derivadas del capital ha incrementado a costa de que las rentas derivadas del trabajo hayan disminuido. Hoy el mundo empresarial está consiguiendo lo que siempre soñó. Y ello como consecuencia de las políticas neoliberales que ha estado promoviendo, y que han sido impuestas (y digo impuestas, pues no estaban en su programa electoral) por partidos gobernantes a la población, claramente influenciados por aquel mundo empresarial con el cual tales partidos tienen una complicidad preocupante. Hasta que no se rompa esta complicidad, España (incluyendo Catalunya) no saldrá de la Gran Recesión. Así de claro.

Publicado en Público.es vnavarro.org

ATTAC España no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.

miércoles, 20 de abril de 2016

Angela Davis: “La pena capital es racista”. La activista que inspiró a Lennon defiende que la condena a muerte es herencia de la esclavitud. En un libro analiza el sistema carcelario en EE. UU.

Angela Davis es uno de los rostros más conocidos de la lucha contra el racismo en Estados Unidos desde hace medio siglo. Icono de los movimientos radicales de los sesenta, participó en los principios de los Panteras Negras, fue apartada de la universidad por declararse comunista y pisó la cárcel. John Lennon le dedicó una canción. Volvió a la universidad, primero en San José y luego en Santa Cruz (California), donde enseñó filosofía durante tres décadas. Las fotos de aquella joven de mirada desafiante se sobreponen en el imaginario colectivo a toda su vida posterior, pero Davis (Birmingham, Alabama, 1944) ha mantenido desde la universidad sus tesis contra el sistema carcelario y el racismo institucionalizado.

La editorial Trotta publica este año en España un volumen con dos ensayos previos, ¿Están obsoletas las prisiones? (2003) y Democracia de la abolición (2005), en colaboración con el profesor de filosofía Eduardo Mendieta. En ellos se resume buena parte de ese pensamiento. Estados Unidos tiene la población carcelaria más grande del mundo, por delante de China. Son 2,2 millones de personas entre rejas que cuestan más de 70.000 millones de dólares al año (62.720 millones de euros). Se trata de un “complejo industrial carcelario”, en palabras de Davis, que traza en sus escritos una línea que relaciona directamente las instituciones de la esclavitud con el sistema penal actual en Estados Unidos.

Un ejemplo concreto de esa herencia es la pena de muerte, una excepción norteamericana en el contexto de las naciones desarrolladas. “La persistencia de la pena de muerte como una forma habitual de castigo es uno de los ejemplos más dramáticos de cómo las consecuencias de la esclavitud siguen dando forma a nuestra sociedad”, explica Davis en una entrevista por correo electrónico. “La pena capital sobrevivió a la abolición de formas de castigo corporal obsoletas al convertirse en parte de las leyes de esclavitud. Por eso es una institución completamente racista, no solo porque se dirige de manera desproporcionada contra personas negras y de color, sino que además es una institución heredada de la esclavitud. Como ha señalado [la profesora y activista de los derechos civiles] Michelle Alexander, hay más hombres negros en prisión bajo control de la justicia criminal de los que había esclavizados en 1850”.

La reforma de un sistema penal que ha crecido de manera desproporcionada desde el endurecimiento de penas de los ochenta y los noventa está ya entre las prioridades de ambos partidos, con notables avances en el ámbito estatal en California y Texas. Davis, sin embargo, sigue apostando por el abolicionismo del sistema carcelario. “Después de décadas de organizarse radicalmente y de investigación académica, la crisis de las prisiones y la violencia policial finalmente se han convertido en asuntos del discurso público”, argumenta. Pero “el consenso se ha desarrollado a partir de reformas que se presentan como capaces de ‘arreglar el sistema’. Los abolicionistas consideran que no es una cuestión de hacer reformas menores, o incluso grandes, sino de desmantelar el sistema y reconstruir la justicia penal y los sistemas policiales, además de reconceptualizar y transformar la sociedad en su conjunto para que no tenga que apoyarse en la violencia institucionalizada”.

“El complejo industrial carcelario”, continúa, “consiste en una serie de relaciones entre cárceles, policía, empresas, medios y el Gobierno. Desmantelarlo requiere más que leyes”. Para Davis, la superpoblación es consecuencia de un enfoque neoliberal centrado en los beneficios de la industria. “El complejo industrial carcelario es un fenómeno global con ramificaciones en África, Latinoamérica y Asia”.

En el caso de Europa, afirma, se ve en su población de presos inmigrantes. “Desgraciadamente los europeos no están exentos de las consecuencias de la esclavitud transatlántica, y desde luego no lo están de las consecuencias del colonialismo. Francia, por ejemplo, ha establecido un Día del Recuerdo de la Esclavitud y el Comercio de Esclavos. Debería reconocerse que los refugiados de África siguen las mismas rutas del comercio de esclavos. Ciertamente, Europa está experimentando ahora los resultados de una larga historia de esclavitud y colonización”.

Los textos que se presentan ahora en España están escritos antes de que en Estados Unidos ocurriera algo impensable. En enero de 2009, un hombre de raza negra juró como presidente del país. Para alguien que estuvo en el inicio de movimientos como los Panteras Negras, en estos siete años la presencia de Barack Obama en Washington “ha tenido un impacto profundo en las percepciones sobre la raza y el racismo”. “Acabamos de embarcarnos en una conversación nacional después de varios intentos fallidos, primero durante la presidencia de Clinton, luego durante la campaña electoral de Obama y el primer periodo de su presidencia. Desgraciadamente, Obama ha sido frenado por poderosos críticos que equiparan cualquier intento por su parte de discutir sobre raza con sus preocupaciones personales como primer presidente negro”.

Davis sigue con especial interés, sin embargo, la última expresión de la comunidad negra en las calles. El movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importa), surgido a partir de una serie de muertes violentas de afroamericanos a manos de la policía, “ha emergido en el espacio contradictorio creado por el hecho de una presidencia negra y la aparente incapacidad de esa presidencia para llevar a cabo ningún gran cambio respecto a la persistencia del racismo”, opina Davis. “La pregunta que yo me haría sobre esto es por qué ha tardado tanto en emerger un principio de movimiento de masas. Pero claro, uno no puede predecir cuándo se van a dar juntas las condiciones para producir una encrucijada histórica como la que se vio en las protestas de Ferguson” (agosto de 2014).

Un movimiento como Black Lives Matter es “precisamente lo que necesitan las comunidades negras en Estados Unidos, es lo que necesita el país”. “No podemos asumir que el racismo es sobre todo un problema para aquellos que lo padecen. El racismo distorsiona y corrompe instituciones y mentes, crea una asunción de superioridad, produce el privilegio blanco. Hay quienes creen que el eslogan Black Lives Matter tiene una connotación particular, pero no podría ser más universal. Decir simplemente All Lives Matter es ignorar hasta qué punto las vidas negras y de color son objeto de racismo y represión. Decir que las vidas negras importan, sin embargo, es proclamar que en efecto todas las vidas importan”.

En una época en que las imágenes de violencia policial contra personas de raza negra se distribuyen a una velocidad y a una cantidad de gente como nunca antes, sin embargo no ha surgido un movimiento violento organizado como ocurrió en los sesenta. “La historia en realidad nunca se repite”, responde Davis. “Las condiciones son hoy muy diferentes. La mejor manera de recordar el 50º aniversario de los Panteras Negras este año es reconociendo que hoy necesitamos movimientos que reflejen los cambios sucedidos en esos 50 años, especialmente el auge de nuevas tecnologías de comunicación, la vasta influencia de las redes sociales y la agudización de las contradicciones de riqueza y pobreza”.

Tras siete años de Barack Obama, parece haber una reacción de una parte de la derecha de Estados Unidos que se ha entusiasmado con un candidato abiertamente xenófobo y que coquetea con los prejuicios más básicos. “Es increíble que tengamos un candidato republicano que quiere prohibir a los musulmanes entrar en el país y que califica a los mexicanos de violadores y asesinos. El racismo de Donald Trump está animando a todo tipo de racismos al igual que una relación sin complejos con el fascismo”, considera Davis.

En este sentido, Davis no cree que el racismo contra los negros y el que sufren los hispanos tenga las mismas causas profundas, pero sí que su reacción podría ser parecida. “A pesar de que la historia de los latinos y la de los negros se cruzan, incluido el hecho de que un número importante de latinos son de ascendencia africana, hay diferencias. Igual que la colonización y la esclavitud son diferentes, aunque profundamente relacionadas históricamente, esas gentes cuyos ancestros fueron objeto de estas formas de represión sufren diferentes formas de opresión. Juntar a esas dos comunidades en movimientos contra el racismo requiere, por ejemplo, un mayor compromiso en las comunidades negras en el apoyo a los derechos de los inmigrantes”.

Desde la experiencia de medio siglo de activismo y trabajo académico, Angela Davis no cree que sean posibles las sociedades en las que idealmente la gente fuera ciega a los colores. “No creo que debamos luchar por una sociedad en la que la raza esté completamente ausente. De hecho, no creo que sea posible revertir el desarrollo de la historia, hacer como si la esclavitud nunca hubiera existido, como si la colonización de las Américas, África o Asia nunca hubiera ocurrido”. Pero sí se puede seguir aspirando a una sociedad “libre de jerarquías raciales, desigualdades raciales o violencia racial. Es el racismo lo que debemos expulsar de nuestras sociedades”.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/28/babelia/1459189843_207458.html

lunes, 11 de abril de 2016

HOMBRES RICOS, HOMBRES POBRES

ESTOS días se ha desvelado lo que era un secreto a voces: un puñado de afortunados se han hecho un traje de papel moneda en Panamá escamoteándonos tela a todos los que somos Hacienda. Entre estos sastres hay gente de todo pelaje y profesión: tanto de sangre azul como roja, tanto de familia real como desleal, tanto hombres de letras y de opereta como analfabetos que tienen en los pies la cabeza, así como proxenetas de la casa pública, vendepatrias, faranduleros y bucaneros de cuello blanco reincidentes amnistiados por don Cristóbal, el tesorero del reino, mientras daba un palo al bolsillo de los sufridos e inocentes contribuyentes en lo más crudo del crudo invierno de la crisis.

Panamá no es el único paradisíaco rincón donde los más pudientes bergantes y heredados de la tierra entierran sus tesoros. En ‘La riqueza oculta de las naciones’, el economista francés Gabriel Zucman cifra en 5,3 billones de euros, el 8% de la riqueza del planeta, el dinero escondido en paraísos fiscales; de esa cantidad, 157.000 millones proceden de España. Por culpa del filibusterismo fiscal, el erario público español deja de ingresar 10.000 millones cada año, casi el 1% del PIB.

Al ser un problema mundial, el único modo de solucionarlo es alcanzar un gran acuerdo mundial. Sin embargo, falta voluntad política, porque, como explica Juan Hernández Vigueras, autor de ‘Los fondos buitre. Capitalismo depredador’, los paraísos fiscales forman parte del sistema financiero global y cuentan con su beneplácito. Hablando en plata, convienen a los ricos. Y «hay una relación estrecha entre este fraude sistémico y el endeudamiento de los países», advierte Hernández Vigueras, quien recuerda que la cumbre del G-20 de abril de 2009, en la que se proclamó la «desaparición» de los refugios de don Dinero, fue «una mera cortina de humo que escondía la incapacidad de los principales gobernantes del mundo para resolver los problemas de los mercados financieros globales, opacos e incontrolados».

«Mientras el proletariado esté distraído en su propia desesperación con acontecimientos ficticios creados por los medios de comunicación, los superricos no tienen nada que temer», lamenta Zygmunt Bauman, Premio Príncipe de Asturias de 2010. En su libro ‘¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?’, este sociólogo polaco contesta a esta pregunta con un rotundo no, contradiciendo la doctrina neoliberal dominante. Y recuerda que ya lo advirtió uno de los padres del liberalismo económico, el escocés Adam Smith: «Dondequiera que hay gran propiedad, hay gran desigualdad. Por cada hombre rico debe haber por lo menos quinientos pobres».

Las estadísticas confirman que el capitalismo financiero rampante acrecienta y perpetúa la desigualdad. Es más, reflejan que no solo la riqueza se hereda de padres a hijos e, incluso, de hijos a padres, también la pobreza. Ocho de cada diez personas que vivieron graves dificultades económicas en su infancia y adolescencia las están reviviendo como adultos, según el informe ‘La transmisión intergeneracional de la pobreza’ de la fundación Foessa, dependiente de Cáritas. «La pobreza presente genera pobreza futura», concluye su coordinador, Raúl Flores. Es una ley no escrita ni reconocida del capitalismo: la riqueza de unos pocos se sustenta en la pobreza de los muchos.

10 abr. 2016 Hoy EL ZURDO.  Antonio Chacón Felipe
(Foto de Rosa Peña: De paseo en mi barrio, después de la lluvia. Rivermark. Santa Clara. California)

lunes, 1 de febrero de 2016

Las 62 personas más ricas poseen lo mismo que la mitad de la población mundial

Según un informe de una ONG que realiza labores humanitarias en el mundo, la tendencia ascendente de la desigualdad se está acelerando

Las 62 personas más ricas poseen tanto como las 3.500 millones de personas que constituyen la mitad población, porque su fortuna ha crecido cada vez más y los pobres se han vuelto más pobres, según un informe de Oxfam, una organización sin fines de lucro que realiza labores humanitarias en el mundo.

La riqueza de los 62 mayores millonarios ha crecido un 44 por ciento desde 2010, mientras que la de los 3.500 millones más pobres ha caído un 41 por ciento, dijo Oxfam en un reporte publicado antes de la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, en Suiza.

Casi la mitad de los súper ricos son estadounidenses, otros 17 son europeos y el resto proviene de países como China, Brasil, México, Japón y Arabia Saudita.

"La preocupación de los líderes mundiales sobre la creciente desigualdad todavía no se ha materializado en medidas concretas para contrarrestarla. El mundo es mucho más desigual, y la tendencia ascendente de la desigualdad se está acelerando", dijo la directora ejecutiva de Oxfam, Winnie Byanima, en el comunicado que acompañó el reporte.

"No podemos seguir permitiendo que cientos de millones de personas padezcan hambre mientras que las élites económicas absorben los recursos que podrían ayudar a estas personas a salir de esa situación", añadió.

Unos 7,6 billones de dólares de patrimonios de persona están en paraísos fiscales fuera de los países de origen y si pagaran impuestos a la renta se generarían 190.000 millones de dólares más para los gobiernos cada año, estimó Gabriel Zucman, profesor asistente de la Universidad de California, Berkeley.

Hasta un 30 por ciento de todo el patrimonio financiero de África está en el extranjero, lo que cuesta unos 14.000 millones de dólares en pérdidas de ingresos tributarios cada año, dijo Oxfam, que citó el trabajo de Zucman, en su reporte "Una economía al servicio del 1%".

"Las empresas multinacionales y las élites económicas juegan con unas normas distintas al resto, y rehúsan pagar los impuestos necesarios para que la sociedad funcione adecuadamente. El hecho de que 188 de las 201 mayores empresas estén presentes en al menos un paraíso fiscal es un indicador de que es hora de actuar", dijo Byanima.
Agencias

miércoles, 27 de enero de 2016

¿Es necesaria tanta desigualdad?. Podemos redistribuir una parte de los ingresos de las élites sin entorpecer el progreso.

¿Hasta qué punto es necesario que los ricos lo sean tanto? No es una pregunta ociosa. Se podría decir que, en el fondo, de eso trata la política estadounidense. Los progresistas quieren subir los impuestos a las rentas altas y utilizar lo recaudado para reforzar la red de seguridad social; los conservadores quieren hacer lo contrario, y afirman que las políticas que gravan a los ricos perjudican a todos al reducir los incentivos para la creación de riqueza.

Ahora bien, la experiencia reciente no dice mucho en favor de la postura conservadora. El presidente Obama ha sacado adelante una subida considerable de los tipos impositivos más altos y su reforma sanitaria ha supuesto la mayor ampliación del Estado del bienestar desde Lyndon B. Johnson. Los conservadores vaticinaron un seguro desastre, tal como hicieron cuando Bill Clinton subió los impuestos al 1% que más gana. En cambio, Obama ha acabado siendo responsable de la mayor creación de empleo desde la década de 1990. A pesar de ello, ¿existe alguna razón que, a la larga, justifique una gran desigualdad?

No les sorprenderá escuchar que muchos miembros de la élite económica creen que la hay. Tampoco se sorprenderán si les digo que yo no estoy de acuerdo, que creo que la economía puede prosperar con mucha menos concentración de ingresos y riqueza en la cúspide de la pirámide económica. Pero ¿por qué lo creo?

Me parece útil reflexionar sobre ello recurriendo a tres modelos que explicarían el origen de la desigualdad extrema, ya que la economía real toma elementos de los tres.

En primer lugar, una enorme desigualdad podría explicarse porque existan grandes diferencias de productividad entre unos individuos y otros: algunas personas son capaces de hacer una contribución cientos o miles de veces superior a la media. Esta es la opinión plasmada en un ensayo reciente muy citado, del que es autor el inversor en capital riesgo Paul Graham y que goza de gran popularidad en Silicon Valley (es decir, entre personas que ganan cientos o miles de veces más que los trabajadores corrientes).

En segundo lugar, una gran desigualdad podría deberse sobre todo a la suerte. En el clásico del cine El tesoro de Sierra Madre, un viejo buscador de oro explica que este metal vale tanto —y quienes lo encuentran se hacen ricos— gracias al trabajo de todos los que salieron en busca de oro pero no lo encontraron. De manera similar, podríamos tener una economía en la que quienes se lleven el premio gordo no sean necesariamente más listos o trabajadores que quienes no lo consigan, sino que tengan la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.

En tercer lugar, la causa de las grandes desigualdades podría ser el poder: los ejecutivos de las grandes empresas que pueden establecer su remuneración, los embaucadores financieros que se hacen ricos con información privilegiada o cobrándoles honorarios injustos a los inversores ingenuos.

Como he dicho, la economía real contiene elementos de estas tres historias. Sería estúpido negar que algunas personas son, de hecho, mucho más productivas que la media. Pero sería igual de estúpido negar que un gran éxito en los negocios (o, de hecho, en cualquier otra cosa) tiene una parte importante de suerte; no solo la suerte de ser el primero al que se le ocurre una idea o estrategia muy rentable, sino también la de haber nacido en la familia adecuada. ...

No digan que la redistribución es mala en sí misma. Incluso si los ingresos elevados fuesen un reflejo perfecto de la productividad, los resultados del mercado no equivalen a una justificación moral. Y dado el hecho de que la riqueza suele ser un reflejo de la suerte o el poder, hay muchos argumentos a favor de que se recaude parte de esa riqueza en forma de impuestos y se use para fortalecer la sociedad en su conjunto, siempre que no se destruyan los incentivos para seguir creando más riqueza.

Y no hay motivos para pensar que se destruirían. Si echamos la vista atrás, Estados Unidos alcanzó el crecimiento y el progreso tecnológico más rápidos que ha tenido durante las décadas de 1950 y 1960, a pesar de que los tipos impositivos máximos eran mucho más altos y la desigualdad mucho menor que hoy en día.

En el mundo actual, los países con impuestos elevados y poca desigualdad, como Suecia, son también muy innovadores y poseen muchas empresas de reciente creación. Esto puede deberse, en parte, a que una red de seguridad sólida fomenta la asunción de riesgos: la gente estará dispuesta a buscar oro, aun cuando el éxito de la aventura no la haga tan rica como antes, si sabe que no se morirá de hambre si vuelve con las manos vacías.

Así que, volviendo a mi pregunta inicial, no, los ricos no tienen que ser tan ricos como lo son. La desigualdad es inevitable; la desigualdad extrema que existe hoy en Estados Unidos no lo es.
Paul Krugman es premio Nobel de Economía de 2008.
http://economia.elpais.com/economia/2016/01/15/actualidad/1452864526_260183.html

viernes, 22 de enero de 2016

Los silencios sociales. Dos lecciones que cabe extraer de la crisis: la concesión de crédito no ayuda a vencer la desigualdad y no es posible la redistribución de la riqueza en un mundo globalizado.

Para entender buena parte de lo que ha sucedido durante los años de la Gran Recesión hay que tener en cuenta lo que se denominan “silencios sociales”. Son aquellos aspectos de la vida cotidiana que habitualmente se omiten o se ocultan, a pesar de ser tan importantes o más que aquellas cuestiones que son objeto del debate público. Muchas veces estos silencios son los que ayudan a reproducir un sistema y sus estructuras de poder a lo largo del tiempo.

La periodista del Financial Times Gillian Tett aplicó esta teoría de los silencios sociales al mundo de las finanzas, en el que es experta. Y la complementó con lo que denominó la trampa del silo: la existencia de compartimentos estancos que dificultan sacar consecuencias del conjunto de la realidad. Conectar los puntos que definen el perímetro de la cartografía social es cada vez más complicado.

Se pueden buscar dos ejemplos de lo que el economista norteamericano Mark Blyth ha calificado como “la mayor operación de engaño con señuelo de la historia moderna”. Son dos falacias: la consideración del crédito como factor de lucha contra la desigualdad; y la distribución de la riqueza y el poder en el seno de una misma clase social porque la globalización impide que se haga entre distintos grupos sociales.

Aunque la desigualdad en el interior de los países haya crecido exponencialmente durante la crisis, ya estaba muy presente antes. Ha crecido sin parar desde los años ochenta del siglo pasado. Lo denunció, entre muchos otros, uno de los hombres más ricos del mundo, Warren Buffett, cuando escribió en 2011 un artículo en The New York Times, titulado Dejad de mimar a los ricos: “Mientras las clases media y baja luchan por nosotros en Afganistán, mientras los norteamericanos pelean por ganarse la vida, nosotros, los megarricos, continuamos teniendo exenciones fiscales extraordinarias”. Ya entonces el mapa cotidiano de las clases medias y bajas era de salarios prácticamente estancados, amén de una creciente precariedad laboral. Las diferencias entre unos y otros se trataron de compensar con el acceso masivo al crédito, en un tiempo en que los tipos de interés eran bastantes bajos. No ganamos mucho, pero nos podemos endeudar para comprar casa, coche e irnos de vacaciones. Precisamente la expansión de los préstamos bancarios a las familias de menos ingresos fue el origen de las hipotecas subprime (de alto riesgo) con el que arranca la crisis financiera del verano de 2007.

Los beneficios de esta forma de actuar —aumento del consumo, compra de viviendas, incremento del precio de las mismas, lo que hacía que las familias se sintieran más pudientes (el efecto riqueza), más empleo...— son inmediatos, en tanto que el pago de la inevitable factura se aplaza para el futuro. Pelotazo hacia adelante. Así se puso en marcha el ¡qué coman crédito!, que funcionó hasta que estalló la burbuja. El crédito como sustitutivo de una distribución más progresiva de la renta y la riqueza ha sido uno de los silencios sepulcrales de la Gran Recesión.

Otro de ellos ha sido el de la distribución en las entrañas del mismo grupo social. Se ha instalado una verdad ideológica: no se puede distribuir desde el capital hacia el trabajo, desde los ricos hacia los pobres, porque las empresas y los ciudadanos ricos abandonan los países de altos impuestos hacia aquellos de gravámenes bajos o directamente hacia los paraísos fiscales, aprovechando la libertad de movimientos de capitales. La mayor parte de las reformas fiscales han reducido los impuestos al capital y han paliado o eliminado los impuestos del patrimonio (a lo que se posee, no a lo que se gana) y el de sucesiones y donaciones (a lo que se hereda). Las clases medias, ya suficientemente demediadas por la crisis, son las que padecen esas reformas fiscales y las reformas laborales que exigen dosis cada vez superiores de flexibilidad del mercado de trabajo.

En este contexto, los sindicatos y los trabajadores permanentes se convierten, a los ojos de los demás (exempleados que perdieron su puesto, jóvenes que lo buscan por primera vez pero no lo encuentran, mujeres que aún siendo menos jóvenes lo intentan por las dificultades económicas familiares, asalariados a tiempo parcial, trabajadores pobres que no llegan a fin de mes, falsos autónomos, becarios permanentes, etcétera), en defensores de los derechos adquiridos. ¿Cuántas veces se escucha que los jóvenes no pueden encontrar trabajo por culpa de los “privilegios” de los trabajadores fijos, o que los sindicatos sólo se preocupan de los intereses de estos? Se elimina lo que es seguro, mientras se promete lo que es incierto.

Como consecuencia de esta argumentación, la redistribución sólo se hace en el seno de cada clase social, de cada estamento, no entre unas clases y grupos sociales y otros. La redistribución se hace ontológicamente imposible, por mor de la globalización. En el periódico italiano Il Manifesto, el periodista Aldo Carra hablaba de ello como una guerra en el interior de la clase media. Se dice: estamos pagando los abusos del pasado (vivir por encima de las posibilidades) y, por lo tanto, los privilegiados tienen que pagar. Pero ¿quiénes son los privilegiados? En una sociedad en crisis, individualizada y fragmentada, empobrecida, son aquellos que están más cerca de nosotros: quien tiene un trabajo es un privilegiado para el que está en paro; el que tiene un trabajo indefinido para el que tiene uno temporal; el que trabaja a tiempo completo para el que sólo trabaja a tiempo parcial, el que gana 2.000 euros para el que gana 1.000; etcétera.

¿Y los demás? ¿Y los privilegiados de verdad? ¿Y las élites extractivas que se han amparado en las instituciones políticas y económicas para subir la cucaña social? Esas están muy lejos y no se las ve. En la cola social que no avanza se mira con envidia al vecino que está delante. Y si ya no se le ve porque ha avanzado mucho, se observa con antipatía a los que nos rodean y compiten por lo poco, por lo escaso. Así, la lucha de clases se convierte en la envidia dentro de la clase. El sociólogo francés Pierre Bourdieu escribió que los efectos ideológicos más seguros son aquellos que para ejercerse no precisan de palabras o no demandan más que silencios cómplices.

Joaquín Estefanía acaba de publicar Estos años bárbaros (Galaxia Gutenberg) y Las posibilidades económicas de nuestros nietos. Siete ‘Ensayos de persuasión’. Una lectura de John Maynard Keynes (Taurus).

http://economia.elpais.com/economia/2015/11/18/actualidad/1447865827_638475.html

jueves, 7 de enero de 2016

Sube la marea, no para todas las barcas. El futuro depende más de la renta de los padres que de los estudios que se tienen.

EE UU es uno de los países más desiguales del mundo. Como en la mayoría, la crisis económica ha conllevado desde 2007 un declive de la igualdad de oportunidades, esencia de la democracia. La escalera social se ha detenido, y cuando se ha recuperado el crecimiento y ha subido la marea, esta no levanta todas las barcas del puerto. La desigualdad de oportunidades se manifiesta, por ejemplo, en la educación universitaria.

Algunos datos se han hecho públicos recientemente: solo la mitad de los estudiantes estadounidenses que se matricularon en 2009 han conseguido graduarse ahora. Dado que dos terceras partes de estos últimos han arrastrado deudas por valor, como media, de unos 28.900 dólares, quedan encadenados a las mismas durante años. Siete de cada 10 universitarios solicitan algún tipo de ayuda financiera para completar su formación. Se calcula que la deuda acumulada por estos estudiantes se ha doblado desde el inicio de la Gran Recesión, y asciende al equivalente a 1,2 billones de euros, más de lo que produce un país como España en un solo año. Aunque hay pleno empleo, las condiciones del mercado de trabajo (escasa remuneración, nula seguridad) implican que los recién licenciados tienen que dedicar mucho tiempo de su iniciada vida laboral a pagar los créditos a los bancos. Si las cifras aportadas incluyeran los préstamos de los progenitores para auxiliar a sus hijos, serían un 33% más altas.

La ley de quiebras de 2005 hizo imposible que se pudieran cancelar las deudas por estudios aun en el caso de bancarrota personal. Dice Stiglitz en El precio de la desigualdad (Taurus) que ello anula cualquier incentivo que pudieran tener los bancos y las universidades con ánimo de lucro para estimular y proporcionar una educación que acabe teniendo rendimiento económico. Aunque el estudio universitario carezca de valor, el prestatario no se libra de pagar: "En vez de 'satisfacción garantizada o le devolvemos el dinero', la realidad es 'la insatisfacción está garantizada, pero usted tendrá que cargar con esas deudas el resto de su vida".

En el caso de los créditos a los estudiantes, los bancos consiguieron durante años sacar beneficios casi sin riesgo: en muchos casos, el Gobierno avalaba los créditos; en otros, el hecho de que los créditos nunca pudieran cancelarse —por la citada ley de quiebras— los hacía más seguros que cualquier otro tipo de crédito de características similares. En 2014, Obama, sorteando a los republicanos, trató de ampliar el alcance de una ley de 2010 que permitía que los estudiantes solo tuviesen que pagar mensualmente un máximo del 10% de sus ingresos para devolver el préstamo que adquirieron y que se perdonase la deuda restante cuando el estudiante llevase 20 años pagándola.

El hecho es que la coyuntura sigue siendo desfavorable para la igualdad de oportunidades. Según diversos proyectos de movilidad económica, aunque consigan una licenciatura universitaria los hijos de los pobres siguen siendo más pobres que los hijos de los ricos con menos estudios; que quienes tienen la suerte de tener unos padres más ricos y mejor educados tienen mejores perspectivas, ya que el nivel de ingresos de los progenitores ha devenido en el factor más decisivo ya que el coste de los estudios universitarios está aumentando más deprisa que las rentas medias; y que el acceso a una buena educación universitaria encarecida en sus tasas (sobre todo en los centros privados elitistas, muy vinculados a Wall Street) y con escasas becas depende, cada vez más, de los ingresos, riqueza y educación de los padres de los estudiantes. Ello genera el declive de la movilidad social por una insuficiente inversión en el interés general, incluida la educación pública.
http://economia.elpais.com/economia/2015/12/27/actualidad/1451243121_568037.html

miércoles, 11 de noviembre de 2015

La brecha salarial crece pese al fin de la crisis y la creación de empleo. El sueldo medio, que se sitúa en 1.881 euros, creció para los hombres y cayó para las mujeres y los jóvenes, según el INE.

El empleo se está recuperando a buen ritmo y se da por finalizada la crisis. Pero apenas se nota en los sueldos y la desigualdad aumenta. El salario medio en 2014 apenas creció: 1.881,3 euros, tan solo un 0,65% más (12,2 euros) que el año anterior, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, esa leve recuperación se debió al aumento de las remuneraciones de los que más ganan, porque cayeron las de los salarios más bajos. Y la distancia entre unos y otros se ensanchó. La brecha también se agrandó por sexos y por edades: aumentaron los sueldos de los hombres y bajaron los de las mujeres y los jóvenes.

La distancia entre los que ganan menos y más no deja de crecer. El año pasado siguió ensanchándose. El sueldo medio del 10% de los asalariados que menos cobran bajó en 3,3 euros mensuales y quedó en 411,2 euros brutos al mes. En el otro extremo, las remuneraciones de los que más ganan crecieron en 42 euros, hasta una mensualidad de 4.616,9. De esta forma, la brecha salarial se ensanchó en 45 euros y se situó en 4.205,7, según el decil de salarios de la Encuesta de Población Activa, un estudio que divide la población asalariada en diez partes iguales según su retribución y que el INE ha divulgado este viernes.

Los sueldos medios mantuvieron el comportamiento anémico de los años precedentes. Entre 2013 y 2014, el incremento apenas fue del 0,65%, hasta los 1.881,3 euros al mes. No obstante, como los precios todavía tuvieron un comportamiento peor (-1% de caída anual el año pasado), los asalariados ganaron poder adquisitivo. El aumento se debió, como apunta el Ministerio de Economía, al incremento del tiempo medio de trabajo, que pasó de 36,5 a 36,7 horas semanales.

El comportamiento plano de las retribuciones se pone aún más de manifiesto si se considera que el salario mediano —el que divide el colectivo en dos partes iguales y que se acerca más al que cobra la mayoría de los trabajadores— que apenas subió dos euros hasta situarse en 1.602,5 euros mensuales.

El aumento de la desigualdad no es homogéneo, porque también aumentan las distancias entre diferentes colectivos. Entre ellos están los que trabajan a jornada completa y a tiempo parcial, una brecha que se ha ensanchado hasta los 1.433 euros mensuales: los primeros ingresan 2.132,2 euros frente a los 698,2 de los contratos por horas.

Precisamente el alto número de mujeres que trabajan a tiempo parcial —un tipo de empleo peor pagado y más precario— explica buena parte de la diferencia entre los sueldos medios de hombres y mujeres, como advirtió el propio INE en su nota de este viernes. En 2014, las empleadas por horas se acercaban a los dos millones, en cambio, los trabajadores masculinos a tiempo parcial no llegaban a los 620.000.

De esta forma, la diferencia entre los que ganan los hombres y las mujeres superó por primera vez los 500 euros en 2014. La distancia creció porque las ganancias de las mujeres bajaron (3,5 euros menos al mes) hasta situarse en 1.618,1 euros mensuales, mientras que la de los hombres aumentó (23,8 euros más), para fijarse en una media de 2.125 euros.

La desigualdad creciente en España es una de las consecuencias que más se han dejado sentir de la crisis como se aprecia en la estadística. Además de por género, también creció la brecha por edades. El sueldo de los más jóvenes del mercado laboral, quienes tienen entre 16 y 24 años, menguó en dos euros al mes, dejando el salario bruto en 1.030 euros mensuales. Por el contrario, el de los más mayores, subió en 54 euros, hasta los 2.198 euros. En este caso también pesó la mayor tasa de empleo a tiempo parcial entre los trabajadores jóvenes como causa de esa desigualdad. En 2014, la excepción hay que buscarla en las remuneraciones de indefinidos y temporales. Si el año anterior la separación entre unos y otros alcanzó su techo (765,9 euros), este se ha reducido hasta poco menos de 750 euros.

También se estrecharon las diferencias entre el sector público y el privado. Los trabajadores de la Administración ganan 2.544 euros brutos mensuales, con un aumento del 0,57% respecto al año anterior, mientras que en el sector privado se situó en los 1.710,3 euros, con un crecimiento del 1,1%.

Por territorios, se ensanchó la distancia entre la comunidad en la que el sueldo medio es más alto y la que lo tiene más bajo. En Madrid, donde se pagan los salarios más elevados, la ganancia media ha crecido en más de 200 euros en los últimos cuatro años, hasta los 2.272 euros mensuales. En cambio, en Extremadura —tradicionalmente la región de España con remuneraciones más bajas, excepto el año pasado en el que lo fue Canarias— el incremento fue de 34 euros en el mismo periodo de tiempo, hasta los 1.588. El País Vasco es la comunidad donde más proporción de trabajadores está en la escala alta de salarios.

Tres millones de trabajadores no llegan a mileuristas
Casi tres millones de trabajadores tenían un sueldo de 972,8 euros brutos a mes el año pasado, según la encuesta de deciles divulgada este viernes por el INE. Es decir, que al menos tres millones de empleados ni siquiera llegan a ser mileuristas. No obstante, si consideramos al salario bruto que computa la encuesta, le restamos los descuentos de IRPF y Seguridad Social y el hecho de que se incluyen las pagas extraordinarias, la cifra de los trabajadores españoles que no gana ni 1.000 euros netos al mes se eleva por encima de los cuatro millones, del total de 14,2 millones de asalariados a los que se refiere el informe.

En el análisis que hace el Ministerio de Economía de la encuesta, el departamento que dirige Luis de Guindos destacó que si en 2010 el 20,1% de asalariados ganaba menos de 1.221 euros, ese porcentaje ha caído hasta el 17,5% en 2014.

En lo referente a ocupaciones, los salarios más bajos se concentraron en las actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico (84,7% por debajo de 1.221,1 euros) y en el sector primario, agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (59,6%). Las remuneraciones más elevadas se dieron en actividades financieras y de seguros (el 71,6% recibieron salarios superiores a 2.173,5 euros), en educación (58%) y en suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado (56,1%).

 http://economia.elpais.com/economia/2015/11/06/actualidad/1446805661_224683.html

domingo, 1 de noviembre de 2015

RIQUEZA: TENERLO TODO Y QUERER MÁS. INFORME OXFAM.

La riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite. Esta élite rica ha creado y mantenido su vasta fortuna gracias a las actividades que desarrollan por defender sus intereses en un puñado de sectores económicos importantes, como el financiero y el farmacéutico y de atención sanitaria. Las empresas de estos sectores destinan millones de dólares cada año a actividades de lobby dirigidas a favorecer un entorno normativo que proteja y fortalezca aún más sus intereses. La mayoría de las actividades de lobby que se llevan a cabo en Estados Unidos trata de influir sobre cuestiones presupuestarias y fiscales, es decir, sobre recursos públicos que deberían orientarse a beneficiar al conjunto de la ciudadanía, en lugar de reflejar los intereses de los poderosos lobistas. Seguir Leyendo el informe aquí.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Un tercio de la población española está en riesgo de pobreza. En 2014 se contaron 13,8 millones de personas en riesgo de exclusión social, casi un millón más que en el año anterior

El 29,2% de la población española está en riesgo de pobreza y exclusión social. En total, son 13.704.003 personas, según datos de 2014. Los datos parten del indicador Arope, creado a nivel europeo en el marco de la Estrategia Europa 2020 y elaborados a partir de las cifras del Instituto Nacional de Estadística. Han sido presentados hoy por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN por sus siglas en inglés), una coalición de ONG a nivel europeo que en España tiene presencia en todas las comunidades autónomas.

En dirección contraria a la Estrategia Europa 2020
En 2010, la Unión Europea estableció una estrategia, de cara al año 2010, con objetivos de carácter medioambiental, de innovación tecnológica, de mejora del empleo, de educación y también del seguimiento del indicador de la pobreza.

“El compromiso era reducir en 20 millones el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en la Unión Europea de cara a 2020 respecto a los datos de 2009”, explica Carlos Susías, presidente de EAPN España. Desde esta plataforma se hace un seguimiento de los avances en cada país. En España, para cumplir con el objetivo, a esta fecha se debería haber reducido el número de personas en riesgo de pobreza en 1,4 o 1,5 millones, explica Susías. Sin embargo, la tendencia va en dirección contraria, con casi un millón de personas más en riesgo de exclusión social en 2014 respecto al año anterior.

“Estamos viendo un proceso de crecimiento económico, mejoran las cifras macroeconómicas, pero mientras vemos cómo empeoran las cifras del indicador Arope”, señala Susías. En España, la tasa de pobreza se sitúa en los 7.961 euros anuales. Las personas con ingresos por debajo de esa cifra son incluidas en el indicador como en riesgo de pobreza, pero también las que tienen ingresos menores a los 332 euros mensuales –pobreza severa–, que son ya 3,2 millones de personas, o las que no tienen ningún tipo de ingreso más allá de las aportaciones y ayudas prestadas desde organizaciones sociales, según señala Juan Carlos Lano, sociólogo encargado del informe, quien apunta que los datos del INE muestran que son ya 740.000 hogares los que no tienen ingresos.

Además, según señalan desde la EAPN, el umbral que delimita la tasa de pobreza ha ido bajando en los últimos años. “Ha habido un empobrecimiento general de la población, por lo que mientras antes el umbral para entrar en el indicador se situaba en los 729 euros mensuales –8.114 anuales–, ahora ha bajado a los 633,4 euros –7.961 euros anuales–.

Menos mayores pobres, más niños pobres
Desde la EAPN apuntan que, si bien la diferencia en cuanto a pobreza respecto a géneros se ha suavizado, mostrando los últimos datos prácticamente las mismas cifras para hombres y mujeres, en el caso de las edades sí se perciben grandes diferencias. Mientras la tasa de pobreza ha bajado a la mitad entre los mayores de 65 años –del 25% al 13%–, la tasa en adultos de entre 30 y 64 años se mantiene en torno al 31% de la población y en el caso de los jóvenes de 16 a 29 años aumentó en 2014 en once puntos, hasta alcanzar al 36,4% de este grupo de edad.

En el caso de la infancia, las cifras también han empeorado, pasando de un índice del 31,9% al 35,4% en 2014. “La pobreza infantil es cualquier cosa menos un supuesto, es una realidad en nuestro país”, ha subrayado Graciela Malgesini, responsable de Asuntos Europeos e Incidencia Política de la EAPN, quien señala también que los hogares monoparentales, mayormente de mujeres con menores a su cargo, son los que presentan una situación más grave, ya que el 53% de ellos están en riesgo de pobreza. También, la nacionalidad es un factor notable: la tasa de pobreza de la población extranjera (55,4%) triplica a la de la población española (18,4%).

Los tres factores del índice Arope
El índice que mide el riesgo de pobreza a nivel europeo se forma a partir de tres factores: desempleo, pobreza y privación material. El Arope incluye a toda persona por cada uno o varios de los tres factores, pero desde la EAPN señalan que el 2,3% de la población del Estado sufre los tres factores de desigualdad. “Se trata de más de un millón de personas que se encuentran en la peor situación económica y social posible”, apuntan.

Por separado, el incremento de la pobreza es el que ha tenido mayor peso en el aumento del índice, ya que además aporta el 75% del peso del indicador. El número de personas en esta situación ha pasado de los 2,8 a los 3,3 millones.

La privación material –personas que no pueden afrontar gastos básicos del día a día, como calentar sus hogares, el consumo de carne o pescado al menos dos veces por semana o gastos imprevistos– también ha aumentado en dos puntos: el 7% de la población –4,4 millones de personas– no puede pagar este tipo de gastos.

El desempleo, y cada vez más, el empleo precario, es otro de los factores. “Este indicador sigue empeorando, aunque se den cifras positivas de recuperación de empleo. Esto puede parecer una contradicción, pero no, porque tenemos un empleo de baja calidad, son empleos de tiempo parcial”, explica Susías. “Sube el número de trabajadores pobres, personas que tienen trabajo, pero aún así no consiguen salir de a pobreza. Siempre se ha dicho que el trabajo es el elemento inclusivo que permite salir de la pobreza, y no está cumpliendo esta función porque es de mala calidad”, continúa. “Si los salarios están por debajo del propio índice de pobreza, difícilmente se va a salir de ésta por mucho empleo que se tenga”.

Norte y sur. La diferencia en las políticas sociales
También señalan las diferencias entre las distintas zonas del Estado. “Hay una línea imaginaria que divide España entre norte y sur. Todo el sur está por encima de la media nacional de pobreza y el norte por debajo”, explica Susías. Así, mientras Ceuta (44,3%), Murcia (37,2%) y Andalucía (33,3%) presentan los números más alarmantes en cuanto a riesgo de pobreza, el País Vasco (10,2%) y Navarra (11,9%) registran los mejores datos. “Son comunidades autónomas en las que se han puesto en marcha políticas de inclusión social”, apunta el presidente de la EAPN.

El segundo país europeo en desigualdad
Durante la presentación de los datos, desde la EAPN también han señalado el incremento de la desigualdad en España, que ha aumentado en dos puntos. “España es uno de los países donde más ha crecido la desigualdad”, señala Susías. A día de hoy, según el informe, el 10% de población con mayores ingresos gana el equivalente a la cuarta parte de toda la riqueza del Estado y 14 veces más que el 10% más pobre.

“El crecimiento económico que muestra el aumento del PIB no es suficiente para reducir la tasa de personas en Arope, como muestra el análisis territorial. La capacidad redistributiva de las políticas sociales tiene que ser priorizada para lograr una mayor cohesión social y equidad en todo el país”, señalan desde la plataforma.

Decálogo frente a las elecciones generales
“Se dice que la lluvia hace que al final todos se mojen, pero estamos viendo que los de arriba se están empapando y los de abajo siguen secos”, sentencia Susías. De cara a las próximas elecciones generales, desde la EAPN han planteado a los partidos políticos diferentes medidas encaminadas a combatir la pobreza y desigualdad económica que pasan por la creación de un sistema estatal de rentas mínimas que supere a los diferentes sistemas regionales, en los que los largos plazos a la hora de recibir la prestación y la “originalidad a la hora de poner condiciones” se presentan como grandes obstáculos; prestaciones universales por hijo, siguiendo el modelo de gran parte de los países europeos, en los que la pobreza infantil presenta números mucho menores a los españoles; y un cambio en el sistema fiscal que suponga una mayor redistribución de la riqueza.

“La pobreza no es un castigo divino, es consecuencia de las políticas económicas y fiscales de los gobiernos, y hay que trabajar en esa dirección”, concluye Susías.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/global/28060-tercio-la-poblacion-riesgo-exclusion-social.html
Más, el 1% tiene el 50% de la riqueza mundial.

jueves, 15 de octubre de 2015

DESIGUALDAD ECONÓMICA » El 1% más rico tiene tanto patrimonio como todo el resto del mundo junto

La brecha, lejos de suturarse, se ha ampliado desde el inicio de la Gran Recesión, en 2008

GRÁFICO Distribución de la riqueza mundial

DESCARGABLE Lea el informe completo de riqueza mundial de Credit Suisse (en inglés)

2015 será recordado como el primer año de la serie histórica en el que la riqueza del 1% de la población mundial alcanzó la mitad del valor del total de activos. En otras palabras: el 1% de la población mundial, aquellos que tienen un patrimonio valorado de 760.000 dólares (667.000 euros o más), poseen tanto dinero líquido o invertido como el 99% restante de la población mundial. Esta enorme brecha entre privilegiados y el resto de la humanidad, lejos de suturarse, ha seguido ampliándose desde el inicio de la Gran Recesión, en 2008. La estadística de Credit Suisse, una de las más fiables, solo deja una lectura posible: los ricos saldrán de la crisis siendo más ricos, tanto en términos absolutos como relativos, y los pobres, relativamente más pobres.

En La gran brecha, qué hacer con las sociedades desiguales (Taurus, 2015), uno de los últimos libros de Joseph E. Stiglitz, el Nobel de Economía utilizaba una poderosa imagen de Oxfam para ilustrar la dimensión del problema de la desigualdad en el mundo: un autobús que transporte a 85 de los mayores multimillonarios mundiales contiene tanta riqueza como la mitad más pobre de la población global. Hoy, a esta impactante imagen, plenamente vigente, se añaden otras que dejan patente la creciente inequidad entre los privilegiados y el resto del mundo: uno de cada cien habitantes del mundo tiene tanto como los 99 restantes; el 0,7% de la población mundial acapara el 45,2% de la riqueza total y el 10% más acaudalado tiene el 88% de los activos totales, según la nueva edición del estudio anual de riqueza hecho público este martes por el banco suizo Credit Suisse, elaborado con los datos de patrimonio de 4.800 millones de adultos de más de 200 países.

¿Qué ha causado este nuevo aumento de la brecha? La entidad financiera apunta a la mejora de los mercados financieros: la riqueza de los más acaudalados es más sensible a subidas de precio de acciones de empresas y otros activos financieros que la del resto de la población. En el último año, los índices de referencia de los mercados de los principales índices bursátiles europeos y estadounidenses, el Eurostoxx 50 y el S&P 500, avanzan más de un 10% en el último año.

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Otro dato apoya la tesis del aumento de la inequidad: aunque el número de muy ricos (aquellos que tienen un patrimonio igual o superior a los 50 millones de dólares) se ha reducido en cerca de 800 personas desde mediados de 2014 por la fortaleza de la moneda estadounidense frente al resto de grandes divisas, el número de ultrarricos (aquellos que tienen 500 millones o más) ha repuntado “ligeramente”, según Credit Suisse, hasta casi 124.000 personas. Ni siquiera el ajuste por tipo de cambio es capaz de contrarrestar su aumento. Por países, casi la mitad de los muy acaudalados reside en EE UU (59.000 personas), 10.000 de ellos viven en China y 5.400 tienen residencia en Reino Unido.

A la vista de los datos, no es de extrañar la satisfacción que mostraba este martes el máximo responsable de Gestión de Patrimonios de la entidad suiza para Europa, Oriente Medio y África, Michael O'Sullivan: su negocio no ha dejado de crecer desde el estallido de la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. “La nuestra es una industria en pleno crecimiento, la riqueza seguirá su trayectoria al alza”. Sus previsiones no pueden ser más elocuentes. El número de personas con un patrimonio superior al millón de dólares crecerá un 46% en los cinco próximos años, hasta los 49 millones de individuos.

Toda la riqueza mundial en su conjunto, en cambio, crecerá hasta 2020 a un robusto pero inferior 39%. En España, el número de ciudadanos con un patrimonio superior al millón de dólares (algo menos de 900.000 euros) ascendía a mediados de este año a 360.000 personas, un 21% menos que en la misma fecha de 2014. España es el noveno país que mayor número de millonarios pierde en el último ejercicio. Al igual que en el resto de la eurozona, la evolución se ve distorsionada por la debilidad del euro frente a la moneda estadounidense.

La clase media china ya es la más numerosa en el mundo
China, el mejor exponente de los años dorados de los emergentes que empiezan a tocar a su fin, ya es el país del mundo con más ciudadanos de clase media. Según el informe anual de riqueza mundial de Credit Suisse, 109 millones de residentes en el gigante asiático poseen unos activos valorados entre 50.000 y 500.000 dólares —44.000 y 440.000 euros, respectivamente—, el rango que establece el banco helvético. Esta cantidad equivale al ingreso medio de casi dos anualidades y ofrece una protección “sustancial” frente a la pérdida del empleo, una caída brusca en el volumen de ingresos o un gasto de emergencia.
Aunque la distribución de la renta en China dista mucho de ser igualitaria, la expansión de la clase media ha seguido un camino paralelo a la evolución de su economía: a mayor crecimiento —el gigante asiático ha crecido a doble dígito ocho de los últimos 20 años y se ha convertido en la imagen del milagro emergente— más ciudadanos en la banda media de renta. En 2015, el Estado asiático superó a EE UU (92 millones) como el primer país por número de personas de clase media. Japón (62 millones de habitantes de clase media), Italia (29 millones), Alemania (28 millones), Reino Unido (28 millones) y Francia (24 millones).

Diferencias regionales
Por regiones, el 46% de la clase media mundial vive en Asia-Pacífico; el 29% residen en Europa, cuna del Estado de bienestar, y el 16%, en América. En términos relativos, en cambio, Norteamérica —con Estados Unidos y Canadá a la cabeza— se erige como máximo exponente de la clase media, con un 39% de los adultos dentro de este apéndice, seguida por Europa, donde uno de cada tres mayores de edad son clase media. La proporción se desploma en América Latina (11%) y en Asia Pacífico, la región más poblada del globo y en la que solo uno de cada 10 habitantes entra dentro del rango establecido por Credit Suisse.

Según las cifras de la entidad financiera, 664 millones de todo el mundo pueden ser considerados de clase media, solo el 14% de la población adulta global. De esta cifra, 96 millones de personas (el 2% del total) tiene una riqueza valorada en más de medio millón de dólares.
http://economia.elpais.com/economia/2015/10/13/actualidad/1444760736_267255.html