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domingo, 6 de marzo de 2022

Entrevista a Noam Chomsky. “Estamos en un momento crucial de la historia de la humanidad. No se puede negar. No se puede ignorar”

La invasión rusa de Ucrania ha cogido a gran parte del mundo por sorpresa. Es un ataque no provocado e injustificado que pasará a la historia como uno de los mayores crímenes de guerra del siglo XXI, sostiene Noam Chomsky en esta entrevista exclusiva que ha concedido a Truthout y que ofrecemos a continuación.

Las motivaciones políticas, como las citadas por el presidente ruso Vladímir Putin, no pueden utilizarse como argumento para justificar el inicio de una invasión contra una nación soberana. Sin embargo, ante esta horrible invasión, “Estados Unidos debe optar por la diplomacia de modo urgente” en lugar de la escalada militar, ya que esta última podría constituir una “sentencia de muerte para la especie, sin vencedores”, afirma Chomsky.

C. J. Polychroniou: Noam, la invasión rusa de Ucrania ha cogido a la mayoría de la gente por sorpresa y ha causado gran conmoción por todo el mundo, aunque muchos elementos indicaban que Putin estaba bastante alterado por la expansión de la OTAN hacia el este y la determinación de Washington de no tomarse en serio sus exigencias en materia de seguridad de no traspasar la “línea roja” respecto a Ucrania. ¿Por qué cree que ha decidido iniciar una invasión en este momento?

Noam Chomsky: Antes de responder a la pregunta debemos constatar algunos hechos que son incontestables. El más crucial es que la invasión rusa de Ucrania es un grave crimen de guerra comparable a la invasión estadounidense de Irak y a la invasión de Polonia por parte de Hitler-Stalin en septiembre de 1939, por poner sólo dos ejemplos relevantes. Es razonable buscar explicaciones, pero no hay ninguna justificación ni atenuante.

Volviendo a la pregunta, hay un despliegue de invectivas plenas de convencimiento acerca de la mente de Putin. El relato habitual es que está atrapado en fantasías paranoicas, que actúa solo, rodeado de cortesanos rastreros como los que conocemos aquí en lo que queda del Partido Republicano que viaja hasta Mar-a-Lago buscando la aprobación del Líder.

La avalancha de improperios podría ser acertada, pero quizá habría que considerar otras posibilidades. Quizá Putin quiso decir lo que él y sus aliados han estado diciendo alto y claro durante años. Podría ser, por ejemplo, que “dado que la principal exigencia de Putin es la garantía de que la OTAN no aceptará a más miembros, y en concreto a Ucrania o Georgia, obviamente no habría existido ninguna motivación para la crisis actual si no hubiera habido una expansión de la alianza atlántica tras el final de la Guerra Fría o si la expansión hubiera tenido lugar de acuerdo con la construcción de una estructura de seguridad en Europa que incluyera a Rusia”. El autor de estas palabras es Jack Matlock, exembajador de Estados Unidos en Rusia, uno de los pocos expertos en Rusia solventes del cuerpo diplomático estadounidense; las escribió poco antes de la invasión. Continúa y concluye que la crisis “puede resolverse fácilmente aplicando el sentido común… Desde cualquier punto de vista, el sentido común apunta que a Estados Unidos le interesa promover la paz, no el conflicto. Tratar de desprender a Ucrania de la influencia rusa –el objetivo declarado de los que agitaron las “revoluciones de colores”– fue una misión absurda y peligrosa. ¿Tan pronto hemos olvidado la lección de la crisis de los misiles de Cuba?”.

Matlock no está solo. En las memorias del jefe de la CIA, William Burns, otro de los pocos auténticos expertos en Rusia, se llega a las mismas conclusiones sobre las cuestiones de fondo. La postura aún más firme de George Kennan [diplomático] ha recibido amplia cobertura tarde, que también ha sido respaldada por el exsecretario de Defensa William Perry y, fuera de las filas diplomáticas, por el célebre académico de relaciones internacionales John Mearsheimer y numerosas figuras que difícilmente podrían ser más convencionales.

Nada de esto es incierto. Los documentos internos de Estados Unidos publicados por WikiLeaks revelan que la imprudente oferta de Bush II a Ucrania para entrar en la OTAN provocó enseguida duras advertencias por parte de Rusia indicando que la expansión de la amenaza militar era intolerable. Es comprensible.

A propósito, también podemos tomar nota sobre ese extraño concepto de “la izquierda” que aparece regularmente para vituperar a “la izquierda” por su insuficiente escepticismo acerca de la “línea del Kremlin”…

La crisis se ha estado gestando durante 25 años mientras Estados Unidos menospreciaba de un modo despectivo las inquietudes rusas en materia de seguridad

El hecho es que, para ser sinceros, no sabemos por qué se tomó la decisión, ni siquiera si la tomó Putin en solitario o el Consejo de Seguridad ruso en el que él desempeña el papel principal. Hay, sin embargo, algunas cosas que sí sabemos con bastante seguridad, incluidos los documentos examinados con cierto detalle por las personas que acabo de citar, que han ocupado altos cargos dentro del sistema de planificación. En resumen, la crisis se ha estado gestando durante 25 años mientras Estados Unidos menospreciaba de un modo despectivo las inquietudes rusas en materia de seguridad, en particular sus claras líneas rojas: Georgia y especialmente Ucrania.

Hay buenas razones para creer que esta tragedia podría haberse evitado hasta el último minuto. Ya lo hemos discutido anteriormente, en repetidas ocasiones. En cuanto a por qué Putin ha iniciado la criminal agresión en este momento, podemos especular todo lo que queramos. Pero el trasfondo inmediato no es incierto; se elude, pero no se discute.

Es fácil entender que los que sufren las consecuencias consideren que es de una complacencia inaceptable indagar por qué ocurrió y si se podría haber evitado. Comprensible, pero equivocado. Si queremos responder a la tragedia de modo que ayude a las víctimas y evite las catástrofes aún peores que se avecinan, es prudente y necesario aprender todo lo que podamos sobre lo que salió mal y cómo se podría haber corregido el rumbo. Los gestos heroicos pueden ser gratificantes. No son útiles.

Como tantas otras veces, recuerdo una lección que aprendí hace mucho tiempo. A finales de la década de 1960, participé en una reunión en Europa con algunos representantes del Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur (el ‘Vietcong’, en la jerga estadounidense). Fue durante el breve periodo de intensa oposición a los espantosos crímenes de Estados Unidos en Indochina. Algunos jóvenes estaban tan enfurecidos que pensaban que la reacción violenta era la única respuesta adecuada a las monstruosidades que estaban teniendo lugar: romper ventanas en Main Street, bombardear un centro del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de la Reserva. Cualquier otra cosa equivalía a ser cómplice de crímenes terribles. Los vietnamitas veían las cosas de forma muy distinta. Se opusieron firmemente a todas esas medidas. Presentaron su modelo de protesta efectiva: unas cuantas mujeres de pie, rezando en silencio, ante las tumbas de los soldados estadounidenses muertos en Vietnam. No les interesaba lo que los estadounidenses que se oponían a la guerra hacían para sentirse justos y respetables. Querían sobrevivir.

Es una lección que a menudo he escuchado, de una u otra forma, a las víctimas del horrible sufrimiento en el hemisferio sur, el principal objetivo de la violencia imperial. Una lección que deberíamos tomar en serio, adaptada a las circunstancias. Hoy eso significa un esfuerzo por comprender por qué ha ocurrido esta tragedia y qué se podría haber hecho para evitarla, y aplicar estas lecciones a lo que viene después.

La cuestión cala hondo. No hay tiempo para repasar aquí este asunto de vital importancia pero, en repetidas ocasiones, la reacción ante una crisis real o imaginaria ha sido sacar la pistola en lugar de la rama de olivo. Es casi un acto reflejo, y las consecuencias han sido generalmente espantosas para las víctimas tradicionales. Siempre vale la pena tratar de entender, anticiparse un poco a las posibles consecuencias de la acción o la inacción. Son perogrulladas, por supuesto, pero vale la pena insistir porque se descartan tan fácilmente en tiempos de arrebato justificado.

¿Qué opciones hay?
Las opciones que quedan tras la invasión son desalentadoras. La menos mala es el apoyo a las opciones diplomáticas que aún existen con la esperanza de lograr un resultado parecido al que era muy probable alcanzar hace unos días: la neutralización de Ucrania al estilo austriaco, una versión del federalismo de Minsk II. Mucho más difícil de lograr ahora. Y –necesariamente– con una vía de escape para Putin, o el resultado será aún más nefasto para Ucrania y para todo el mundo, quizá más allá de lo inimaginable.

Es muy injusto. ¿Pero cuándo ha prevalecido la justicia en los asuntos internacionales? ¿Es necesario revisar el atroz historial una vez más?

Nos guste o no, las opciones se reducen ahora a un feo desenlace que premia en lugar de castigar a Putin por el acto de agresión o la fuerte posibilidad de una guerra terminal. Puede parecer gratificante arrinconar al oso en un rincón desde el que arremeterá a la desesperada, y puede hacerlo. No es sensato.

Entretanto, deberíamos hacer todo lo posible para ofrecer un apoyo significativo a quienes defienden valientemente su patria contra crueles agresores, a quienes escapan de los horrores y a los miles de valientes rusos que se oponen públicamente al crimen de su Estado asumiendo gran riesgo personal, una lección para todos.

Y también deberíamos tratar de encontrar formas de ayudar a un tipo de víctima más general: todas las especies que habitan la Tierra. Esta catástrofe ha tenido lugar en un momento en el que todas las grandes potencias, y de hecho todos nosotros, debemos trabajar juntos para controlar el gran azote de la destrucción medioambiental que ya se está cobrando un precio desastroso, y que pronto será mucho peor si no se realizan grandes esfuerzos rápidamente. Para hacer ver lo obvio, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) acaba de publicar la última y más ominosa de sus evaluaciones periódicas sobre cómo nos dirigimos hacia la catástrofe.

Entretanto, las medidas necesarias están estancadas, incluso en retroceso, ya que se dedican recursos muy necesarios a la destrucción y ahora el mundo se encamina a ampliar el uso de los combustibles fósiles, incluido el más peligroso y convenientemente abundante, el carbón.

Un demonio malévolo difícilmente podría idear una coyuntura más grotesca. No se puede ignorar. Cada momento cuenta.

La invasión rusa es una clara violación del artículo 2(4) de la Carta de la ONU, que prohíbe la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial de otro Estado. Sin embargo, durante su discurso del 24 de febrero, Putin trató de ofrecer fundamentos jurídicos para la invasión y Rusia cita a Kosovo, Irak, Libia y Siria como prueba de que Estados Unidos y sus aliados violan el derecho internacional repetidamente. ¿Puede comentar los fundamentos jurídicos de Putin para la invasión de Ucrania y la situación del derecho internacional en la era posterior a la Guerra Fría?

No hay nada que decir sobre el intento de Putin de ofrecer un fundamento jurídico a su agresión. Su mérito es nulo.

Es cierto que Estados Unidos y sus aliados violan el derecho internacional sin pestañear, pero eso no ofrece ningún atenuante para los crímenes de Putin

Por supuesto, es cierto que Estados Unidos y sus aliados violan el derecho internacional sin pestañear, pero eso no ofrece ningún atenuante para los crímenes de Putin. Sin embargo, Kosovo, Irak y Libia tuvieron influencia directa en el conflicto de Ucrania.

La invasión de Irak fue un ejemplo de libro de los crímenes por los que los nazis fueron colgados en Nuremberg, pura agresión no provocada. Y un puñetazo en la cara de Rusia.

En el caso de Kosovo, la agresión de la OTAN (es decir, la agresión de Estados Unidos) fue declarada “ilegal, pero justificada” (por ejemplo, por la Comisión Internacional sobre Kosovo presidida por Richard Goldstone) sobre la base de que el bombardeo se llevó a cabo para poner fin a las atrocidades que estaban teniendo lugar. Ese juicio exigía invertir la cronología. Las pruebas de que la avalancha de atrocidades fue consecuencia de la invasión son abrumadoras: predecible, prevista, anticipada. Además, había opciones diplomáticas disponibles; como siempre, fueron ignoradas en favor de la violencia.

Altos funcionarios estadounidenses confirman que fue sobre todo el bombardeo de Serbia, aliada de Rusia –sin ni siquiera informarles de antemano–, lo que dio al traste con los esfuerzos rusos por colaborar de algún modo con Estados Unidos en la construcción de un orden de seguridad europeo posterior a la Guerra Fría, un retroceso que se aceleró con la invasión de Irak y el bombardeo de Libia después de que Rusia aceptara no vetar una Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que la OTAN violó de inmediato.

Los acontecimientos tienen consecuencias; sin embargo, los hechos pueden quedar ocultos dentro del sistema dogmático.

El estatus del derecho internacional no cambió en el periodo posterior a la Guerra Fría, ni siquiera en las palabras, y mucho menos en los hechos. El presidente Clinton dejó claro que Estados Unidos no tenía intención de respetarlo. La Doctrina Clinton declaraba que Estados Unidos se reservaba el derecho a actuar “unilateralmente cuando fuera necesario”, incluido el “uso unilateral del poder militar” para defender intereses vitales como “garantizar el acceso sin trabas a mercados clave, suministros energéticos y recursos estratégicos”. También sus sucesores, y cualquiera que pueda violar la ley impunemente.

Eso no quiere decir que el derecho internacional no tenga valor. Tiene un rango de aplicabilidad, y es una norma útil en algunos aspectos.

El objetivo de la invasión rusa parece ser derribar el gobierno de Zelensky e instalar en su lugar uno prorruso. Sin embargo, pase lo que pase, Ucrania se enfrenta a un futuro desalentador por su decisión de convertirse en un peón en los juegos geoestratégicos de Washington. En ese contexto, ¿hasta qué punto es probable que las sanciones económicas logren que Rusia cambie su postura respecto a Ucrania? ¿O las sanciones económicas tienen como objetivo algo más grande, como socavar el control de Putin dentro de Rusia y los lazos con países como Cuba, Venezuela y posiblemente incluso la propia China?

Puede que Ucrania no haya tomado las decisiones más acertadas, pero no tenía nada parecido a las opciones que tenían los Estados imperiales. Sospecho que las sanciones llevarán a Rusia a depender aún más de China. Salvo que cambie seriamente de rumbo, Rusia es un estado petrolero cleptócrata que depende de un recurso que debe disminuir drásticamente o estamos todos acabados. No está claro si su sistema financiero puede resistir un ataque fuerte, mediante sanciones u otros medios. Razón de más para ofrecer una vía de escape con una mueca.

Los gobiernos occidentales, los principales partidos de la oposición, incluido el Partido Laborista en el Reino Unido, y los medios de comunicación corporativos se han embarcado en una campaña antirrusa chovinista. Los objetivos incluyen no sólo a los oligarcas rusos, sino también a músicos, directores de orquesta y cantantes, e incluso a propietarios de equipos de fútbol como Roman Abramovich, del Chelsea FC. Tras la invasión, incluso se ha prohibido a Rusia participar en Eurovisión en 2022. Es la misma reacción que los medios de comunicación corporativos y la comunidad internacional en general mostraron hacia Estados Unidos tras su invasión y posterior destrucción de Irak, ¿no?

Su comentario irónico es muy apropiado. Y podemos continuar por caminos demasiado conocidos.

¿Cree que la invasión dará inicio a una nueva era de confrontación continua entre Rusia (y posiblemente en alianza con China) y Occidente?

Es difícil saber dónde caerán las cenizas, y esto podría no ser una metáfora. Hasta ahora, China está actuando con cautela, y es probable que intente llevar adelante su amplio programa de integración económica de gran parte del mundo dentro de su sistema global en expansión –en el cual, hace unas semanas, incorporó a Argentina dentro de la iniciativa Cinturón y Ruta–, mientras observa cómo los rivales se destruyen entre ellos.

Como hemos comentado antes, la confrontación es una sentencia de muerte para la especie, sin vencedores. Estamos en un momento crucial de la historia de la humanidad. No se puede negar. No se puede ignorar.
Esta entrevista se publicó originalmente en Truthout.org.
Traducción: Paloma Farré.
C.J. Polychroniou es politólogo/economista político, escritor y periodista.
Fuente: https://ctxt.es/es/20220301/Politica/38974/Noam-Chomsky-guerra-Ucrania-Rusia-Putin-EEUU-OTAN-geopolitica-Polychroniou.htm

martes, 8 de junio de 2021

_- ‘Robots asesinos’: cuando el que decide matar es un algoritmo

_- Las armas que operan sin mediación humana hacen tambalear las convenciones internacionales sobre las guerras 

Las Convenciones de Ginebra constituyen la columna vertebral de la legislación humanitaria sobre la guerra y los robots asesinos, explica Rahul Uttamechandani, abogado experto del gabinete de Legal Army contravienen "todos los preceptos sobre los que se basan las guerras modernas". 

Los básicos son: 

El de humanidad (toda persona que no participa en las hostilidades debe ser tratada humanamente) 

necesidad (no usar armas que causen daños excesivos) 

proporcionalidad (no se debe causar al adversario males desproporcionados en relación con el objetivo), y 

distinción (hay que diferenciar en todo momento entre la población y los combatientes)

El País.

sábado, 18 de abril de 2020

Edgar Morin: “Vivimos en un mercado planetario que no ha sabido suscitar fraternidad entre los pueblos”

El filósofo francés reflexiona a sus 98 años sobre los efectos de la epidemia de coronavirus y alerta contra los peligros del darwinismo social y la destrucción del tejido público en sanidad y educación

"La unificación técnico-económica del mundo que trajo el capitalismo agresivo en los años noventa ha generado una enorme paradoja que la emergencia del coronavirus ha hecho ahora visible para todos: esta interdependencia entre los países, en lugar de favorecer un real progreso en la conciencia y en la comprensión de los pueblos, ha desatado formas de egoísmo y de ultranacionalismo. El virus ha desenmascarado esta ausencia de una auténtica conciencia planetaria de la humanidad”. Edgar Morin habla con su habitual pasión por Skype. Él, como millones de europeos, se encuentra confinado en su casa del sur de Francia, en Montpellier, con su esposa.

Está considerado como uno de los filósofos contemporáneos más brillantes; a los 98 años (el 8 de julio cumplirá 99) Morin lee, escribe, escucha música y mantiene contacto con amigos y parientes. Sus ganas de vivir demuestran con fuerza el drama de un azote que está aniquilando a miles de ancianos y de enfermos con patologías previas. “Sé bien —dice con tono irónico— que podría ser la víctima por excelencia del coronavirus. A mi edad, sin embargo, la muerte está siempre al acecho. Por lo tanto es mejor pensar en la vida y reflexionar sobre lo que pasa”.

Pregunta. La mundialización de la que habla ha creado un gran mercado global que, a través de la tecnología más avanzada, ha reducido considerablemente las distancias entre continentes. Pero esta reducción de las distancias no ha favorecido un diálogo entre los pueblos. Al contrario, ha fomentado el relanzamiento del cierre identitario en sí mismo, alimentando un peligroso soberanismo.

Respuesta. Vivimos en un gran mercado planetario que no ha sabido suscitar sentimientos de fraternidad entre los países. Ha creado, de hecho, un miedo generalizado al futuro. Y la pandemia del coronavirus ha iluminado esta contradicción haciéndola aún más evidente. Me hace pensar en la gran crisis económica de los años treinta, en la que varios países europeos, Alemania e Italia sobre todo, abrazaron el ultranacionalismo. Y, pese a que falte la voluntad hegemónica de los nazis, hoy me parece indiscutible este cierre en sí mismos. El desarrollo económico-capitalístico, entonces, ha desatado los grandes problemas que afectan nuestro planeta: el deterioro de la biosfera, la crisis general de la democracia, el aumento de las desigualdades y de las injusticias, la proliferación de los armamentos, los nuevos autoritarismos demagógicos (con Estados Unidos y Brasil a la cabeza). Por eso, hoy es necesario favorecer la construcción de una conciencia planetaria bajo su base humanitaria: incentivar la cooperación entre los países con el objetivo principal de hacer crecer los sentimientos de solidaridad y fraternidad entre los pueblos.

La experiencia nos enseña que todas las graves crisis pueden incrementar fenómenos de cierre y de angustia: la caza al infractor o la necesidad de un chivo expiatorio, a menudo identificado con el extranjero o el migrante

P. Intentemos analizar esta contradicción en una escala reducida, tomando en consideración el microcosmos de las relaciones personales. La incursión del virus ha puesto en crisis la ideología de fondo que ha dominado las campañas electorales en estos últimos años: eslóganes como “America First”, “La France d’abord”, “Prima gli italiani”, “Brasil acima du tudo” han ofrecido una imagen insular de la humanidad, en la que cada invididuo parecer ser una isla separada de las otras (utilizando la bonita metáfora de una meditación de John Donne). En cambio, la pandemia ha mostrado que la humanidad es un único continente y que los seres humanos están ligados profundamente los unos a los otros. Nunca como en este momento de aislamiento (lejos de los afectos, de los amigos, de la vida comunitaria) estamos tomando conciencia de la necesidad del otro. “Yo me quedo en casa” significa no solo protegernos a nosotros mismos sino también a los otros individuos con los que formamos nuestra comunidad.
R. Así es. La emergencia del virus y las medidas que nos obligan a quedarnos en casa han terminado por estimular nuestro sentimiento de fraternidad. En Francia, por ejemplo, cada noche tenemos una cita en nuestras ventanas para aplaudir a nuestro médicos y al personal hospitalario que, en primera línea, asiste a los enfermos. Me he emocionado, la semana pasada, cuando he visto en televisión, en Nápoles y en otras ciudades italianas, a las personas asomarse a los balcones para cantar juntas el himno nacional o para bailar al ritmo de las canciones populares. Pero está también la otra cara de la moneda. La experiencia nos enseña que todas las graves crisis pueden incrementar fenómenos de cierre y de angustia: la caza al infractor o la de necesidad un chivo expiatorio, a menudo identificado con el extranjero o el migrante. Las crisis pueden favorecer la imaginación creativa (como ocurrió con el New Deal) o provocar regresión.

P. ¿Alude también a la Europa que frente a la emergencia sanitaria ha revelado, una vez más, su incapacidad de programar estrategias comunes y solidarias?
R. Por supuesto. La pseudo Europa de los banqueros y de los tecnócratas ha masacrado en estas décadas los auténticos ideales europeos, cancelando cada impulso hacia la construcción de una conciencia unitaria. Cada país está gestionando la pandemia de manera independiente, sin una verdadera coordinación. Esperemos que de esta crisis pueda resurgir un espíritu comunitario capaz de superar los errores del pasado: desde la gestión de la emergencia de los migrantes hasta el predominio de las razones financieras sobre las humanas, desde la ausencia de una política internacional europea a la incapacidad de legislar en la materia fiscal.

P. ¿Cual ha sido su reacción frente al primer discurso de Boris Johnson, al despiadado cinismo con el que ha invitado a los ciudadanos británicos a prepararse a los miles de muertos que el coronavirus provocaría y a aceptar los principios del darwinismo social (la supresión de los más débiles)?
R. Un ejemplo claro de cómo la razón económica es más importante y más fuerte que la humanitaria: la ganancia vale mucho más que las ingentes pérdidas de seres humanos que la epidemia puede infligir. Al fin y al cabo, el sacrificio de los más frágiles (de las personas ancianas y de los enfermos) es funcional a una lógica de la selección natural. Como ocurre en el mundo del mercado, el que no aguanta la competencia es destinado a sucumbir. Crear una sociedad auténticamente humana significa oponerse a toda costa a este darwinismo social.

P. El presidente Macron ha utilizado la metáfora de la guerra para hablar de la pandemia. ¿Cuáles son las afinidades y las diferencias entre un verdadero conflicto armado y lo que estamos viviendo?
R. Yo, que he vivido la guerra, conozco bien los mecanismos. Primero, me parece evidente una diversidad: en guerra, las medidas de confinamiento y toque de queda son impuestas por el enemigo; ahora en cambio es el Estado el que lo impone contra el enemigo. La segunda reflexión tiene que ver con la naturaleza del adversario: en una guerra es visible, ahora es invisible. También para aquellos como yo, que han participado en la resistencia, la analogía podría funcionar igualmente: para los partisanos la Gestapo era como un virus, porque se metia en cualquier lado, porque todo lo que estaba alrededor de nosotros habría podido tener oído para informar y denunciar. Ahora no sé si este periodo de confinamiento durará el tiempo suficiente para provocar restricciones que podrían recordar el racionamiento de la comida y los comercios ocultos del mercado negro. Pienso, y espero, que no. De todos modos, no creo que utilizar la metáfora de la guerra pueda ser más útil para comprender esta resistencia a la epidemia. La pseudo Europa de los tecnócratas ha masacrado los ideales del proyecto

P. A propósito de la solidaridad humana: ¿no le parece que los científicos en este momento están promocionando una colaboración internacional para buscar la derrota del virus? ¿La llegada de médicos chinos y cubanos en el norte de Italia no es una señal de esperanza?
R. Esto es indiscutiblemente positivo. La red planetaria de investigadores testifica un esfuerzo hacia un bien común universal que cruza las fronteras nacionales, los idiomas, el color de la piel. Pero no se deben infravalorar los fenómenos de cohesión nacional: estar, lo recordaba antes, alrededor de los operadores sanitarios que trabajan en los hospitales. Muchos, sin embargo, son dejados fuera de estas nuevas formas de agregación solidaria: personas solas, ancianos y familias pobres no conectadas a la Red, sin contar a los que viven en la calle porque no tienen una casa. Si este régimen durara por un periodo largo, ¿cómo seguiríamos cultivando la relaciones humanas y cómo conseguiríamos tolerar las privaciones?

P. Me gustaría que abordáramos otra vez el tema de la ciencia. Después del desastre de la Segunda Guerra Mundial, las primeras relaciones entre Israel y Alemania se produjeron a través de los científicos. El año pasado, mientras visitaba el Cern de Ginebra con Fabiola Gianotti, vi alrededor de una mesa investigadores que procedían de países en conflicto entre ellos. ¿No piensa que la investigación científica de base, la que no espera ganar nada, pueda contribuir a promocionar en esta emergencia de la pandemia un espíritu de fraternidad universal?
R. Claro que sí. La ciencia puede desempeñar un papel importante, pero no decisivo. Puede activar un diálogo entre los trabajadores de diferentes países que en este momento trabajan para crear una vacuna y producir fármacos eficaces. Pero no se debe olvidar que la ciencia es siempre ambivalente. En el pasado, muchos investigadores han trabajado al servicio del poder y de la guerra. Dicho esto, yo confío mucho en esos científicos creativos y llenos de imaginación que ciertamente sabrán promocionar y defender una investigacion cientifica solida y al servicio de la humanidad. La red planetaria de investigadores testifica un esfuerzo hacia un bien común universal que cruza las fronteras nacionales, los idiomas, el color de la piel

P. Entra las emergencias que la epidemia ha evidenciado está sobre todo la sanitaria. En algunos países europeos, los Gobiernos han debilitado progresivamente los hospitales con sustanciales recortes de recursos. La escasez de médicos, enfermeros, camas y equipamientos han mostrado una sanidad pública enferma.
R. No hay duda de que la sanidad tenga que ser pública y universal. En Europa, en las últimas décadas, hemos sido víctimas de las directivas neoliberales que han insistido en una reducción de los servicios públicos en general. Programar la gestión de los hospitales como si fueran empresas significa concebir los pacientes como mercancía incluida en un ciclo productivo. Esto es otro ejemplo de cómo una visión puramente financiera pueda producir desastres bajo el punto de vista humano y sanitario.

P. La sanidad y la educación constituyen los dos pilares de la dignidad humana (el derecho a la vida y el derecho al conocimiento) y las bases del desarrollo económico de un país. El sistema educativo también ha sufrido recortes terribles en estas décadas.
R. La sanidad y la educación, bajo este punto estoy de acuerdo con lo que ha escrito en sus libros, no pueden ser gestionados por una lógica empresarial. Los hospitales o las escuelas y las universidades no pueden generar ganancia económica (¡no deberían vender productos a los clientes que los compran!), pero deben pensar en el bienestar de los ciudadanos y en formar, como decía Montaigne, “teste ben fatte”. Se debe reencontrar el espíritu del servicio público que en estas décadas ha sido fuertemente reducido. La epidemia, con las restricciones que ha generado, nos ha obligado a realizar una saludable desaceleración

P. Ahora, con las escuelas y las universidades cerradas, se hace necesario recurrir a la enseñanza a distancia para mantener vivas las relaciones entre profesores y estudiantes.
R. Gracias a la tecnología se puede conseguir no romper el hilo de la comunicación. También la televisión en Francia se está organizando para ofrecer programas a los estudiantes de los institutos. Pero la cuestión, como bien sabe, es de fondo: en diferentes libros míos he puesto en evidencia los límites de nuestro sistema de enseñanza. Pienso que no se adaptó a la complejidad que vivimos desde el punto de vista personal, económico y social. Tenemos una conciencia dividida en compartimentos estancos, incapaz de ofrecer perspectivas unitarias e inadecuada para enfrentar de manera concreta los problemas del presente. Nuestros estudiantes no aprenden a medirse con los grandes desafíos existenciales, tampoco con la complejidad y la incertidumbre de una realidad en constante mutación. Me parece importante prepararse para entender las interconexiones: cómo una crisis sanitaria puede provocar una crisis económica que, a su vez, produce una crisis social y, por último, existencial.

P. Algunos decanos y algunos profesores han considerado la experiencia de la pandemia como una ocasión para relanzar la enseñanza telemática. Pienso que es necesario recordar que ninguna plataforma digital puede cambiar la vida de un alumno. ¿Así no se corre el riesgo de denigrar la importancia esencial de las clases en las aulas y del encuentro humano entre profesor y estudiante?
R. Se debe distinguir la excepcionalidad impuesta por el virus de las condiciones normales. Ahora no tenemos elección. Pero conservar el contacto humano, directo, entre profesores y alumnos es fundamental. Solo un profesor que enseña con pasión puede influir realmente en la vida de sus estudiantes. El papel de la enseñanza es sobre todo el de problematizar, a través de un método basado en preguntas y respuestas capaz de estimular el espíritu crítico y autocrítico de los alumnos. Desde la infancia, los estudiantes tienen que dejar rienda suelta a su curiosidad, cultivando la reflexión crítica. Enseñar es una misión, como la que están cumpliendo ahora los médicos: se trata, en cualquier caso, de ocuparse de vidas humanas, de personas, de futuros ciudadanos. Ahora no tenemos elección. Pero conservar el contacto humano, directo, entre profesores y alumnos es fundamental

P. El virus ha conseguido hacer explotar también los límites de la rapidez. El confinamiento en nuestras casas nos ha ayudado a redescubrir la importancia de la lentitud para reflexionar, para entender, para cultivar los afectos.
R. Me parece indiscutible. La epidemia, con las restricciones que ha generado, nos ha obligado a realizar una saludable desaceleración. Yo mismo he notado un fuerte cambio en mi ritmo cotidiano: ya no es cronometrado y jalonado como lo era antes. Cuando dejé París para vivir en Montpellier ya noté un notable cambio en el desarrollo de mis jornadas. Ahora, con mayor conciencia, me estoy (nos estamos) reapropiando del tiempo. Bergson había entendido bien la diferencia entre el tiempo vivido (el interior) y el tiempo cronometrado (el exterior). Reconquistar el tiempo interior es un desafío político, pero también ético y existencial.

P. Precisamente ahora nos damos cuenta de que leer libros, escuchar música, admirar obras de arte es la manera mejor de cultivar nuestra humanidad.
R. Sin duda. El confinamiento está haciendo que nos demos cuenta de la importancia de la cultura. Una ocasión —a través de estos saberes que nuestra sociedad ha llamado injustamente “inútiles” porque no producen ganancias— para comprender los límites del consumismo y de la carrera sin pausa hacia el dinero y el poder. Habremos aprendido algo en estos tiempos de pandemia si sabemos redescubrir y cultivar los auténticos valores de la vida: el amor, la amistad, la fraternidad, la solidaridad. Valores esenciales que conocemos desde siempre y que desde siempre, desafortunadamente, terminamos por olvidar.

https://elpais.com/cultura/2020-04-11/edgar-morin-vivimos-en-un-mercado-planetario-que-no-ha-sabido-suscitar-fraternidad-entre-los-pueblos.html

miércoles, 17 de octubre de 2018

_- Un nuevo eje autoritario requiere un frente progresista internacional

The Guardian / El diario


Se está llevando a cabo una lucha global que traerá consecuencias importantísimas. Está en juego nada menos que el futuro del planeta, a nivel económico, social y medioambiental.

En un momento de enorme desigualdad de riqueza y de ingresos, cuando el 1% de la población posee más riqueza que el 99% restante, estamos siendo testigos del ascenso de un nuevo eje autoritario.

Si bien estos regímenes tienen algunas diferencias, comparten ciertas similitudes claves: son hostiles hacia las normas democráticas, se enfrentan a la prensa independiente, son intolerantes con las minorías étnicas y religiosas, y creen que el gobierno debería beneficiar sus propios intereses económicos. Estos líderes también están profundamente conectados a una red de oligarcas multimillonarios que ven el mundo como su juguete económico.

Los que creemos en la democracia, los que creemos que un gobierno debe rendirle cuentas a su pueblo, tenemos que comprender la magnitud de este desafío si de verdad queremos enfrentarnos a él.

A estas alturas, tiene que quedar claro que Donald Trump y el movimiento de derechas que lo respalda no es un fenómeno único de los Estados Unidos. En todo el mundo, en Europa, en Rusia, en Oriente Medio, en Asia y en otros sitios estamos viendo movimientos liderados por demagogos que explotan los miedos, los prejuicios y los reclamos de la gente para llegar al poder y aferrarse a él.

Esta tendencia desde luego no comenzó con Trump, pero no cabe duda de que los líderes autoritarios del mundo se han inspirado en el hecho de que el líder de la democracia más antigua y más poderosa parece encantado de destruir normas democráticas.

Hace tres años, quién hubiera imaginado que Estados Unidos se plantaría neutral ante un conflicto entre Canadá, nuestro vecino democrático y segundo socio comercial, y Arabia Saudí, una monarquía y estado clientelar que trata a sus mujeres como ciudadanas de tercera clase? También es difícil de imaginar que el gobierno de Netanyahu de Israel hubiera aprobado la reciente "ley de Nación Estado", que básicamente denomina como ciudadanos de segunda clase a los residentes de Israel no judíos, si Benjamin Netanyahu no supiera que tiene el respaldo de Trump.

Todo esto no es exactamente un secreto. Mientras Estados Unidos continúa alejándose cada vez más de sus aliados democráticos de toda la vida, el embajador de Estados Unidos en Alemania hace poco dejó en claro el apoyo del gobierno de Trump a los partidos de extrema derecha de Europa.

Además de la hostilidad de Trump hacia las instituciones democráticas, tenemos un presidente multimillonario que, de una forma sin precedentes, ha integrado descaradamente sus propios intereses económicos y los de sus socios a las políticas de gobierno.
Putin sostiene a Jimbelung, el koala protagonista de la cumbre del G20 en Australia / FOTO: Bestimages
Putin sostiene a Jimbelung, el koala protagonista de la cumbre del G20 en Australia / FOTO: Bestimages

Otros estados autoritarios están mucho más adelantados en este proceso cleptocrático. En Rusia, es imposible saber dónde acaban las decisiones de gobierno y dónde comienzan los intereses de Vladimir Putin y su círculo de oligarcas. Ellos operan como una unidad. De igual forma, en Arabia Saudí no existe un debate sobre la separación de intereses porque los recursos naturales del país, valorados en miles de billones de dólares, le pertenecen a la familia real saudita. En Hungría, el líder autoritario de extrema derecha, Viktor Orbán, es un aliado declarado de Putin. En China, el pequeño círculo liderado por Xi Jinping ha acumulado cada vez más poder, por un lado con una política interna que ataca las libertades políticas, y por otro con una política exterior que promueve una versión autoritaria del capitalismo.

Debemos comprender que estos autoritarios son parte de un frente común. Están en contacto entre ellos, comparten estrategias y, en algunos casos de movimientos de derecha europeos y estadounidenses, incluso comparten inversores. Por ejemplo, la familia Mercer, que financia a la tristemente famosa Cambridge Analytica, ha apoyado a Trump y a Breitbart News, que opera en Europa, Estados Unidos e Israel, para avanzar con la misma agenda anti-inmigrantes y anti-musulmana. El megadonante republicano Sheldon Adelson aporta generosamente a causas de derecha tanto en Estados Unidos como en Israel, promoviendo una agenda compartida de intolerancia y conservadurismo en ambos países.

Sin embargo, la verdad es que para oponernos de forma efectiva al autoritarismo de derecha, no podemos simplemente volver al fallido status quo de las últimas décadas. Hoy en Estados Unidos, y en muchos otros países del mundo, las personas trabajan cada vez más horas por sueldos estancados, y les preocupa que sus hijos tengan una calidad de vida peor que la ellos.

Nuestro deber es luchar por un futuro en el que las nuevas tecnologías y la innovación trabajen para beneficiar a todo el mundo, no solo a unos pocos. No es aceptable que el 1% de la población mundial posea la mitad de las riquezas del planeta, mientras el 70% de la población en edad trabajadora solo tiene el 2,7% de la riqueza global.

Los gobiernos del mundo deben unirse para acabar con la ridiculez de los ricos y las corporaciones multinacionales que acumulan casi 18 billones de euros en cuentas en paraísos fiscales para evitar pagar impuestos justos y luego les exigen a sus respectivos gobiernos que impongan una agenda de austeridad a las familias trabajadoras.

No es aceptable que la industria de los combustibles fósiles siga teniendo enormes ingresos mientras las emisiones de carbón destruyen el planeta en el que vivirán nuestros hijos y nietos.

No es aceptable que un puñado de gigantes corporaciones de medios de comunicación multinacionales, propiedad de pequeño grupo de multimillonarios, en gran parte controle el flujo de información del planeta.

No es aceptable que las políticas comerciales que benefician a las multinacionales y perjudican a la clase trabajadora de todo el mundo sean escritas en secreto. No es aceptable que, ya lejos de la Guerra Fría, los países del mundo gasten más de un billón de euros al año en armas de destrucción masiva, mientras millones de niños mueren de enfermedades fácilmente tratables.

Para poder luchar de forma efectiva contra el ascenso de este eje autoritario internacional, necesitamos un movimiento progresista internacional que se movilice tras la visión de una prosperidad compartida, de seguridad y dignidad para todos, que combata la gran desigualdad en el mundo, no sólo económica sino de poder político.

Este movimiento debe estar dispuesto a pensar de forma creativa y audaz sobre el mundo que queremos lograr. Mientras el eje autoritario está derribando el orden global posterior a la Segunda Guerra Mundial, ya que lo ven como una limitación a su acceso al poder y a la riqueza, no es suficiente que nosotros simplemente defendamos el orden que existe actualmente.

Debemos examinar honestamente cómo ese orden ha fracasado en cumplir muchas de sus promesas y cómo los autoritarios han explotado hábilmente esos fracasos para construir más apoyo para sus intereses. Debemos aprovechar la oportunidad para reconceptualizar un orden realmente progresista basado en la solidaridad, un orden que reconozca que cada persona del planeta es parte de la humanidad, que todos queremos que nuestros hijos crezcan sanos, que tengan educación, un trabajo decente, que beban agua limpia, respiren aire limpio y vivan en paz.

Nuestro deber es acercarnos a aquellos en cada rincón del mundo que comparten estos valores y que están luchando por un mundo mejor.

En una era de rebosante riqueza y tecnología, tenemos el potencial de generar una vida decente para todos. Nuestro deber es construir una humanidad común y hacer todo lo que podamos para oponernos a las fuerzas, ya sean de gobiernos o de corporaciones, que intentan dividirnos y ponernos unos contra otros. Sabemos que estas fuerzas trabajan unidas, sin fronteras. Nosotros debemos hacer lo mismo.

Le pedimos a Yanis Varoufakis que comente el artículo Bernie Sanders. Aquí está la respuesta: Bernie Sanders tiene toda la razón. Los inversores hace tiempo que han formado una "hermandad" internacional para garantizarse rescates internacionales cuando sus pirámides de cartón se derrumban.

Hace poco, fanáticos de la derecha xenófoba también formaron su propia Internacional Nacionalista, llevando a que los pueblos orgullosos luchen entre sí y así ellos puedan controlar las riquezas y el poder político.

Ya es hora de que los demócratas de todo el mundo formen una Internacional Progresista, que luche por los intereses de la mayoría de cada continente, de cada país. Sanders también tiene razón cuando dice que la solución no es volver al status quo cuyo fracaso estrepitoso dio lugar al ascenso de la Internacional Nacionalista.

Nuestra Internacional Progresista debe llevar adelante una visión de prosperidad compartida y ecológica que podemos lograr gracias a la ingenio humano, siempre que la democracia le dé la oportunidad de desarrollarse.

Para eso, debemos hacer más por unirnos. Debemos formar un consejo común que escriba el borrador del New Deal Internacional, un nuevo acuerdo de Bretton Woods progresista.
Traducido por Lucía Balducci.

Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/autoritario-requiere-frente-progresista-internacional_0_814369154.html

viernes, 2 de marzo de 2018

Elogio de la bondad

Daniel Raventós, Julie Wark

Julie Wark y Daniel Raventós han escrito un libro que Counterpunch acaba de publicar en enero de 2018 con el título de Against Charity. Están previstas las traducciones al catalán y al castellano. Ofrecemos a continuación la traducción del prefacio de Against Charity.

La palabra inglesa kind (tipo, clase)—palabra raíz de kindness (bondad)—en inglés antiguo cynd(e), es de origen germánico y está relacionada con kin (familiares). El sentido original era naturaleza o característica innata, por lo que vino a significar una clase de algo, distinguido por sus características innatas y, para el siglo XIV, cortesía o acciones nobles que expresaban el sentimiento que los familiares o semejantes tienen entre sí. Hay un sentido de igualdad forjado en esta palabra. También de fraternidad. Y de respeto.

La caridad, al menos en su forma institucional, casi ha dejado atrás sus muy tempranos significados de la bondad en sus sentidos de "disposición para hacer el bien" y "buenos sentimientos, buena voluntad y amabilidad" para asumir su forma actual de relación entre el que da y el que recibe, que es desigual porque el receptor no está en posición de corresponder. Pero todavía se presenta generalmente como bondad, o como una forma de enmascarar la poco amable (unkind) disparidad construida en la relación y, a veces, quizás, expresando el deseo de que nunca haya renunciado a su pasado más amable. Por ejemplo, Jack London escribía: “Un hueso para el perro no es caridad. La caridad es el hueso compartido con el perro cuando estás tan hambriento como el perro”. La “caridad” que describe se remonta a los orígenes y se parece más a la bondad que a la caridad tal y como la conocemos porque sugiere igualdad, una suerte de familiaridad o parentesco (kinship) en el hambre entre el que da y el perro. Y tal vez el perro pueda corresponder al hombre dándole calor.

El tipo de caridad más habitual, la que ha sido institucionalizada, es de la que habla Chinua Achebe en su Anthills of the Savannah: “Mientras llevamos a cabo nuestras buenas obras, no olvidemos que la solución real reside en un mundo donde la caridad se habrá vuelto innecesaria”. Este es, por desgracia, el tipo de caridad que se ha vuelto casi sacrosanta, el tipo de caridad que atrae la atención sobre lo diferente, y se enmascara como bondad cuando generalmente beneficia al donante más que a quien recibe. Una de las revelaciones menos jugosas de las grabaciones de Lady Di recientemente lanzadas es que, cuando se le preguntó por qué participaba en obras de caridad, se ríe y dice: “¡No tengo nada más que hacer!”. Demasiado para los destinatarios.

Dado que, en su sentido más antiguo, la bondad (kindness: el tratamiento otorgado a los familiares o a los miembros de una comunidad de semejantes) se ocupa del bien de los familiares y de la comunidad, Aristóteles nos dice en el primer parágrafo de la Política: “Todo estado es una comunidad de algún tipo, y cada comunidad se establece con miras a algún bien [...] Pero si todas las comunidades aspiran a algún bien, el estado o la comunidad política que es superior, y que abarca a todas las demás, apunta al bien en mayor grado que cualquier otra, y al más alto bien”. Hoy en día, sin embargo, la palabra operativa en política es “división”, el gran abismo entre los muy ricos y la gran cantidad de pobres, la división entre hombres y mujeres, ciudadanos y refugiados, negros y blancos, el enfrentamiento de un grupo étnico contra otro, una religión contra las otras, el “progreso” contra el planeta, lo privado contra lo público, y así sucesivamente. El gobierno, y especialmente la Administración Trump, está incitando a la división en beneficio de unos pocos poderosos en lo que equivale a una guerra abierta contra la esfera pública, lo público en sí y el bien público. La caridad institucional, que enriquece aún más a los millonarios y multimillonarios exentos de impuestos mientras reparten su filantropía entre sus proyectos preferidos, solo contribuye a sostener esta división.

La historia, por supuesto, y los estudios psicológicos -siendo el experimento de Milgram uno de los más notorios- han mostrado cómo en un contexto autoritario y egocéntrico, seres humanos aparentemente razonables pueden llegar a ser insensibilizados ante el sufrimiento de los otros y actuar cruelmente entre sí. El coste psicológico de esta insensibilización sobre los perpetradores o los instrumentos humanos de falta de amabilidad o la crueldad (unkindness) (donde kind se toma como adjetivo [bondadoso] y sustantivo [semejantes]) no recibe mucha atención, pero, por poner un ejemplo, el Centro RAND para Investigación de Políticas de Salud Militar estima que el 20% de los veteranos que sirvieron en Irak o Afganistán sufren depresión grave o trastorno de estrés postraumático. Ser cruel (unkind) y, por tanto, actuar en contra de la propia familia humana (kin), no es bueno para los humanos. Sin embargo, la misantropía sistemática de líderes políticos para quienes la gente común tiene escaso valor, y los multimillonarios que no son personas como nosotros, sino que se pavonean como personajes extravagantes que hacen extrañas declaraciones en sus demostraciones de irrealidad [i], insensibilizan a naciones enteras ante la difícil situación de los demás, llevando, a nivel individual, a crímenes de odio, ataques racistas y un resurgimiento de la extrema derecha, y a nivel nacional, a los que imponen políticas de austeridad que, con conocimiento de causa (y sólo hace falta leer las memorias recientes de Yanis Varoufakis, Comportarse como adultos, para ver lo bien que conocen la causa) destruyen millones de vidas, y a gobiernos que están gastando miles de millones de dólares para dañar a refugiados e inmigrantes, para vergüenza y angustia de muchos ciudadanos ante este tratamiento de nuestros semejantes.

La compulsión terrible y estúpida de la vida capitalista está, en nombre de la libertad, restringiendo cada vez más nuestras opciones de elección de vida y estrangulando nuestra capacidad para apreciar la belleza de nuestro planeta y aprender de otras especies más humildes hasta tal punto que lo estamos matando todo sin pensar, con tal de obtener bienes de consumo innecesarios e idiotas distracciones. Los científicos están hablando de una Sexta Extinción. Si no somos capaces de reconocernos y respetarnos mutuamente, reclamar nuestra especie (kin), nuestra familia humana, reconocer a todos los seres humanos como nuestros parientes, y practicar la bondad (kindness) con nuestros semejantes y otras especies animales y vegetales no tan semejantes con las que compartimos el planeta, la alternativa a la que nos dirigimos es realmente aterradora.

Nuestro título es Against Charity, pero podría ser igualmente "For Kindness" (también en el sentido común de reconocer a todos, a cada uno, de nuestro tipo), que de hecho sería un llamado por los derechos humanos universales y sus tres grandes principios de libertad, justicia y dignidad. Casi cualquier ser humano dirá que él o ella aspira a tenerlos y disfrutarlos. Pero no pueden ser dados por la caridad porque la igualdad y la fraternidad son sus otras dos cualidades esenciales. Solo pueden ser efectivos cuando reconocemos que todos somos parientes (kin). Y cuando actuamos en (y para el bien de la) especie. Entonces, al escribir este libro, no nos limitamos a revelar la caridad como la estafa de "bondad" (kindness) que es, sino que también hemos descrito los medios por los cuales podemos ser más amables (kinder) entre nosotros como criaturas, -como familiares -que comparten el mismo planeta.

Tal medida debería ser universal. Nadie puede ser excluido o tratado como diferente. Una renta básica universal e incondicional no es una quimera. En términos económicos, es perfectamente factible. Y podría garantizar el derecho a existir absolutamente de todos. La pobreza podría ser abolida y la violencia de lo que Pankaj Mishra describe en su reciente libro La edad de la ira como una pandemia global de ira podría al menos atenuarse. Con una renta básica universal e incondicional, sería posible compartir los valores de libertad, justicia y dignidad con toda nuestra familia humana por el simple hecho de respetar el derecho básico (o “primer derecho”) de la existencia material. Si pudiéramos lograrlo, la caridad sería innecesaria y podría sentar las bases para que la amabilidad y la bondad (kindness) prevalezcan. 

http://www.sinpermiso.info/textos/elogio-de-la-bondad

domingo, 8 de octubre de 2017

_- La Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) gana el Premio Nobel de la Paz 2017.

_- La Marea

La Academia sueca reconoce la labor de esta organización global cuyo objetivo es que los países inicien negociaciones para que se firme un tratado que prohíba este tipo de armamento

La  Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) ha recibido este viernes el Premio Nobel de la Paz 2017. El galardón de este año “insta a los Estados nucleares a que inicien las negociaciones para la eliminación gradual en el mundo de 15.000 armas nucleares“, ha explicado el Comité noruego. Y ha añadido: “ICAN ha sido el agente principal de la sociedad civil en los esfuerzos para lograr una prohibición de las armas nucleares bajo el derecho internacional”.

El Comité ha subrayado, como “importante argumento” para la prohibición de las armas, el “inaceptable sufrimiento humano” que provocan y ha destacado que otros tipos de armamento menos destructivo como las minas antipersonas, bombas de racimo y las armas químicas y biológicas ya han sido prohibidas por distintos tratados.

ICAN es una coalición global formada por 331 socios en 80 países que trabaja para movilizar a las personas de todo el mundo “para inspirar, persuadir y presionar a sus gobiernos para que inicien negociaciones para que se firme un tratado que prohíba las armas nucleares”, según se autodefine.

Personalidades destacadas como el líder antirracista Desmond Tutu, el Dali Lama, Yoko Ono y Martin Sheen han brindado su apoyo a la campaña.

ICAN sucede en el palmarés al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien fue distinguido por sus “decididos esfuerzos” por llevar la paz a su país tras 52 años de conflicto armado, una decisión que se anunció días después de vencer el “no” en el referéndum colombiano a los acuerdos con la guerrilla de las FARC.

El Nobel de la Paz está dotado con 9 millones de coronas suecas (943.784 euros, 1,1 millones de dólares).

Fuente:
http://www.lamarea.com/2017/10/06/la-marea-la-campana-internacional-para-la-abolicion-de-las-armas-nucleares-gana-el-premio-nobel-de-la-paz-2017/

Organizaciones por la paz y contra las armas nucleares.
http://www.icanw.org/campaign/partner-organizations/


miércoles, 27 de mayo de 2015

El negocio de alimentar a la Humanidad. Los límites de las tierras de cultivo y el agua disponible obliga a los gobiernos y al sector alimentario a tecnificarse para afrontar la cada vez mayor demanda mundial de comida

El negocio de alimentar a la Humanidad


Los límites de las tierras de cultivo y el agua disponible obliga a los gobiernos y al sector alimentario a tecnificarse para afrontar la cada vez mayor demanda mundial de comida Una gran expo para debatir la alimentación sostenible del mundo Milán se convierte hasta el 31 de octubre en una plataforma para buscar ideas que permitan llevar la comida a todos los rincones del planeta

Italia es muchas cosas. Es arte, es historia, es cultura. Y es comida. Conscientes de que su gastronomía es una de sus aportaciones universales a la humanidad, cuando la ciudad de Milán se planteó albergar una Exposición Universal, la alimentación fue lo primero que se les vino a la cabeza a sus promotores. “Decidimos no hacer algo sobre tecnología o futurismo, sino sobre alimentación para todos y energía sostenible”, explican desde la organización, que abre hoy sus puertas hasta el 31 de octubre.

El recinto, con una forma que recuerda a un enorme pez, tiene una médula espinal de 1,8 kilómetros que sirve de pasarela para recorrer el millón de metros cuadrados sobre los que se asienta. Los recintos que se pueden visitar están agrupados con un doble criterio: en primer lugar, por países. Los más ricos han montado 53 pabellones en los que muestran sus aportaciones a la gastronomía, la innovación alimentaria y a la creación de un mundo más sostenible. Los más pequeños o los que no han podido pagar una infraestructura propia están agrupados por grupos de alimentos, en función de su producción. Forman el clúster del arroz, del maíz, del café... y suman 30 pabellones más para un total de 145 países participantes.

Uno de los principales planteamientos de la Expo es que cada país aporte sus innovaciones e ideas para garantizar un futuro en el que haya comida para todos. El mundo de hoy produce más alimentos de los que se consume, a pesar de que más de 800 millones de personas pasan hambre. Pero como recuerda el representante permanente de España ante la FAO, Santiago Menéndez de Luarca, para alimentar a 9.100 millones de habitantes en 2050 habrá que aumentar en un 60% la producción agrícola, y un 100% en los países en desarrollo. Con este panorama, Milán se convertirá durante estos meses en una plataforma de debate sobre alimentación. Los organizadores ponen el ejemplo de Israel como caso de éxito: “Puede enseñar al mundo cómo hacer que los cultivos tengan un rendimiento en tierra árida muy por encima de lo habitual”.

Aunque también contará con una parte de ocio, de gusto por la comida, de divertimento, la Expo tiene un enfoque muy didáctico. Dispone de espacios que repasan la historia de la alimentación, desde tiempos del Imperio Romano hasta nuestros días, haciendo una proyección de lo que nos espera. Un ejemplo de esta evolución: a principios del siglo XX era común consumir más de 700 tipos de manzana. Hoy, en un supermercado normal se pueden encontrar entre cinco y siete. La uniformidad se ha impuesto y probablemente ha abaratado precios, pero a costa de perder variedad y riqueza gastronómica.

Con este espíritu pedagógico, el Laboratorio de la Expo ha creado una red entre las universidades de Milán y de la región de Lombardía para poner en contacto al ámbito científico con la sociedad con recomendaciones para un futuro sostenible. Trabajará en tres áreas temáticas: Agricultura, nutrición y futuro sostenible, donde se explorará la transformación de los alimentos, con especial atención a la nutrición; No estamos solos, un examen a los aspectos sociales y medioambientales de la alimentación en una sociedad global y multicultural; Cultura alimentaria, energía y vida comunal, la comida como medio social y cultura. Por último, La ciudad, modelos smart y slow, sobre los retos urbanos.

Uno de los apartados que estará más centrado en el desarrollo es el programa Alimentando el conocimiento, que a través de charlas y exposiciones tratará de identificar las necesidades de los países con menos recursos para que puedan conseguir una seguridad alimentaria real. Abordarán cinco áreas: gestión sostenible de recursos naturales, mejora en la calidad y cantidad de la producción agrícola, dinámicas socioeconómicas en los mercados globales, desarrollo sostenible en las pequeñas áreas rurales y hábitos de consumo. En los encuentros tendrán protagonismo algunas prácticas que se han demostrado eficaces, como los planes que está implementando Mongolia para evitar la desertificación de sus pastos, la intensificación de la agricultura por medio de las cooperativas en Niger, la red regional de productores de café en Guatemala o el proyecto para producir y consumir leche en Tanzania.

THIAGO FERRER MORINI Madrid 24 MAY 2015 - El País.

lunes, 11 de mayo de 2015

Más Lorca. La muerte del escritor encarnó una derrota de la humanidad

“Quien salva una vida salva al universo entero”. Esa frase del Talmud, que refulge en la Medalla de los Justos, también nos remite a un reverso: “Quien mata una vida mata al universo entero”. Ese es el estremecimiento que sentimos cada vez que se nombra a Federico García Lorca. Su obra es un cuerpo que alberga todas las vidas y su muerte encarnó una derrota de la humanidad. Ese crimen vuelve y vuelve a visitarnos, a sacudir la amnesia, a la manera en que la historia maltratada alienta bajo la superficie del presente. La última revelación, la del informe de la policía franquista de 1965, aclara la intencionalidad política del crimen de Granada, su carácter de “crimen de crímenes”, de metáfora genocida. No hubo muerte “accidental” de Lorca. Una tarea prioritaria de los escribas franquistas fue desalmar el lenguaje. El documento habla de “confesión”. Lo que eso significa: sufrió tormento. Lorca fue un eccehomo. En él mataban a todo lo que odiaban. A la heterodoxia, pero también a la tradición de la risa y la libertad del pueblo. A la belleza, a la verdad y al alma íntima de las palabras. En Poeta en Nueva York hay una profecía: “Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas / comprendí que me habían asesinado (...) Ya no me encontraron. ¿No me encontraron? No. No me encontraron”.
La ONU ha vuelto a denunciar al Estado español por desentenderse de sus obligaciones con las víctimas y desaparecidos del franquismo.
Este mes de mayo se entregará en Nueva York el Premio Alba (Abraham Lincoln Brigade Archives) a los voluntarios de la Memoria Histórica. Podrán seguir así por un tiempo las tareas de las que se inhibe la inmoralidad vigente.
Tal vez Lincoln encuentre a Lorca.
 9 MAY 2015 
http://elpais.com/elpais/2015/05/08/opinion/1431085045_630156.html
Naciones Unidas reclama a España juzgar las desapariciones del franquismo.

Aquí la canción por Leonard Cohen con la letra en inglés y español:

https://youtu.be/jWMOqVKHeSQ

Leonard Cohen compuso la música y la letra, adaptación en inglés, basándose en el poema “Pequeño vals vienés” de Federico García Lorca,

(after Lorca)
Now in Vienna there’s ten pretty women
There’s a shoulder where Death comes to cry
There’s a lobby with nine hundred windows
There’s a tree where the doves go to die
There’s a piece that was torn from the morning
And it hangs in the Gallery of Frost
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz with the clamp on it’s
 jaws
Oh I want you, I want you, I want you
On a chair with a dead magazine
In the cave at the tip of the lily
In some hallways where love’s
never been
On a bed where the moon has been sweating
In a cry filled with footsteps and sand
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take it’s broken waist in your hand
This waltz, this waltz, this waltz, this waltz
With it’s very own breath of brandy and Death
Dragging it’s tail in the sea
There’s a concert hall in Vienna
Where your mouth had a thousand reviews
There’s a bar where the boys have stopped talking
They’ve been sentenced to death by the blues
Ah, but who is it climbs to your picture
With a garland of freshly cut
 tears?
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
Take this waltz it’s been dying
 for years
There’s an attic where children are playing
Where I’ve got to lie down with you soon
In a dream of Hungarian lanterns
In the mist of some sweet afternoon
And I’ll see what you’ve chained to your sorrow
All your sheep and your lilies of snow
Ay, Ay, Ay, Ay
Take this waltz, take this waltz
With it’s ‘I’ll never forget you, you know!’
This waltz, this waltz, this waltz, this waltz...
And I’ll dance with you in Vienna
I’ll be wearing a river’s disguise
The hyacinth wild on my shoulder,
My mouth on the dew of your thighs
And I’ll bury my soul in a scrapbook,
With the photographs there, and the moss
And I’ll yield to the flood of your
beauty
My cheap violin and my cross
And you’ll carry me down on your dancing
To the pools that you lift on your wrist
Oh my love, Oh my love
Take this waltz, take this waltz
It’s yours now. It’s all that there is
(basado en Lorca)
Ahora en Viena hay diez preciosas mujeres.
Hay un hombro sobre el que la muerte llora.
Hay un hall de entrada con novecientas ventanas.
Hay un árbol, al que las palomas van a morir.
Hay un trozo que fue separado de la mañana.
Y está colgado en la Galería del Hielo.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma este vals con la mordaza de sus mandíbulas.
Oh te quiero, te quiero, te quiero.
En una silla con una revista muerta.
En una cueva, con el trozo de un lirio.
En algunos pasillos donde el amor
nunca ha estado.
En una cama donde la Luna ha sudado.
En un sollozo lleno de pisadas y arena.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma su cintura rota en tu mano.
Este vals, este vals, este vals, este vals.
Con su aliento a brandy y a
muerte.
Arrastrando su sobra hacia el mar.
Hay una sala de conciertos en Viena
Donde tu boca fue mil veces comentada.
Hay un bar donde los chicos han dejado de hablar,
condenados a muerte por el blues.
Ah, pero ¿quién se sube a tu imagen
con una guirnalda de lágrimas recién cortadas?
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Toma este vals que ha estado muriendo durante años.
Hay un ático donde los niños están jugando.
¿Dónde tendré que acostarme contigo?
En un sueño de linternas húngaras
entre la niebla de una dulce tarde.
Y veré lo que has encadenado a tu
desdicha
Todas tus ovejas y tus lirios de nieve.
Ay, Ay, Ay, Ay
Toma este vals, toma este vals.
Con su “yo nunca te olvidaré, ya sabes”.
Este vals, este vals, este vals, este vals…
Y bailaré contigo en Viena
Llevaré un disfraz de río.
El jacinto silvestre en mi hombro.
Mi boca en el rocío de tus muslos.
Y enterraré mi alma en un libro de recuerdos,
con las fotografías allí y el moho.
Y me rendiré ante la inundación de tu belleza.
Mi violín barato y mi cruz.
Y tú me llevarás hacia abajo con tu baile,
a las piscinas que levantas en tu muñeca.
Oh mi amor, oh mi amor.
Toma este vals, toma este vals.
Es tuyo ahora. Es todo lo que hay.

domingo, 24 de agosto de 2014

Un mínimo de humanidad. Ante la brutalidad de las guerras de hoy, deben respetarse los Convenios de Ginebra

Hace exactamente 150 años se adoptó la primera Convención de Ginebra para aliviar la suerte de los militares heridos en campaña, que consagraba en derecho internacional la idea de que, incluso en tiempos de guerra, es indispensable preservar un mínimo de humanidad. Actualmente, Suiza y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que en aquel entonces contribuyeron a impulsar el derecho internacional humanitario en el plano internacional, trabajan para promover el respeto de este principio en todo el mundo, dado que siguen sin existir mecanismos eficaces que garanticen su cumplimiento.

Evidentemente, las guerras contemporáneas no tienen ya nada que ver con las masacres del siglo XIX. Los combates, que antaño se libraban en campos de batalla bien circunscritos, se han ido desplazando a los núcleos habitados. La guerra tradicional entre ejércitos de Estados beligerantes es ahora la excepción; la regla son los conflictos no internacionales. Y la población civil es la víctima principal de los conflictos armados.

El derecho internacional humanitario se ha adaptado a esta evolución. Los Estados, sobrecogidos por el sufrimiento y la locura destructiva de la II Guerra Mundial, se pusieron de acuerdo en 1949 para consagrar en los cuatro Convenios de Ginebra una protección exhaustiva de todas las personas que no participan o han dejado de participar en las hostilidades, como los soldados heridos o enfermos, los prisioneros de guerra y los civiles. En 1977 y en 2005, tres Protocolos adicionales vinieron a completar esta piedra angular del derecho internacional humanitario. En la actualidad, el empleo de armas específicas, como las armas biológicas y químicas, las municiones en racimo y las minas antipersonas, está ampliamente condenado. El derecho prevé suficientes restricciones para proteger a las personas más vulnerables de la brutalidad de las guerras. Asimismo, se han registrado algunos progresos en su aplicación, por ejemplo, en la instrucción de los soldados o en el enjuiciamiento penal de los crímenes de guerra más graves, gracias, sobre todo, a la creación de la Corte Penal Internacional (CPI).

A pesar de ello, todos los días nos llegan de todo el mundo noticias e imágenes abominables que testimonian el sufrimiento indescriptible generado por los conflictos armados. Con demasiada frecuencia, ese sufrimiento es fruto de violaciones graves del derecho internacional humanitario, debidas a un fallo colectivo. En el artículo primero, común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, los Estados se comprometieron a respetar y hacer respetar las disposiciones en todas las circunstancias. Sin embargo, hasta el presente, han desatendido la necesidad de dotarse de los medios necesarios para cumplir su compromiso. Desde el principio, el derecho internacional humanitario ha estado desprovisto de mecanismos efectivos que lo hagan respetar. A menudo, esta ineficacia siembra la muerte y la desolación en las poblaciones castigadas por la guerra.

Los principios del derecho internacional humanitario tienen validez universal. Sin embargo, su existencia no está garantizada indefinidamente y requiere esfuerzos constantes. Un derecho que es infringido con regularidad, sin que ello suscite una verdadera reacción, corre el riesgo de ir perdiendo su validez...  /  22 AGO 2014 
Fuente: El País.

sábado, 17 de mayo de 2014

El fin de la humanidad

No parece que nos acordemos, pero este julio se cumplirán cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial. Se calculan casi 40 millones de bajas entre muertos y desaparecidos. Poco menos que la población total de España desapareció de la faz de la Tierra, con consecuencias: la Sociedad de Naciones, ahora la ONU, que no da muestras de capacidad para detener las guerras. Y lo que es más importante, la sociedad no está deteniendo las guerras. Es necesario un cambio radical en el modo de pensar general; unidos, pero no sin un enorme esfuerzo, es posible cambiar la situación.

Entre las guerras por política, religión e intereses por recursos perdieron la vida más de 110 millones de personas, que no es poco. De hecho, siguen muriendo mientras yo escribo y usted lee esta carta. Por eso confío en que, paradójicamente, aún quede algo de humanidad en el ser humano y seamos capaces de acabar de una vez por todas con esta barbarie.

Como bien decía John Fitzgerald Kennedy, “el hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, ésta establecerá el fin de la humanidad”.—  Valencia 17 MAY 2014 -
http://elpais.com/elpais/2014/05/16/opinion/1400259641_054294.html

viernes, 16 de agosto de 2013

Rosalía Mera, la mujer más rica de España, fallece a los 69 años.


Ya le dedicamos una página en este blog, pues a pesar de ser millonaria y de las grandes, siempre mostró un lado progresista, un espíritu libre, crítico y social. Si todos los millonarios fuesen como ella, el mundo sería otro muy diferente. Sí, ya sé que tendría contradicciones, pero, ojalá todos los millonarios se comportasen como ella y mostrasen esas mismas contradicciones. Sería un paso adelante que significaría un cambio radical en este mundo hacia la solidaridad...

Si de verdad su familia quieren honrar su memoria, tendrán que mostrar muchos actos de solidaridad en su honor, es lo que ella deseaba de corazón, de verdad, lo que practicó en vida.

Ella fue una privilegiada, algo de excepcional tendría; capacidad, ingenio, visión, habilidad, inteligencia, suerte, ... Que la llevó a subir, desde el lugar más humilde de costurera, al nivel más elevado de la pirámide social,  pero se dio el extraordinario y especial privilegio único, de no olvidar nunca su origen ni a "los suyos" y de aprovechar cualquier ocasión para ponerse del lado del pueblo y criticar a los de su clase actual, en todo lo criticable, que es tanto.

En su vida no olvidaba nunca a los suyos,... no dejó de practicar la solidaridad, defender a los humildes, a los marginados, a los pobres, a la justicia, la verdad, el bien... los que la hemos seguido, la queremos y sentimos muy profundamente su perdida. Nos sentimos más solos todos los que luchamos por una sociedad más justa, más humana, con menos mentiras, menos impostores, menos hipocresía, una sociedad mejor,... Con ella y personas como ellas (el soldado que se pone del lado del pueblo, el que denuncia las injusticias, el que aún a pesar de ponerse en peligro defiende la verdad y la justicia aunque para ello se enfrente al poder y al poderoso,...) nos sentíamos mejor, más a gusto,  más arropados, son a los que llamamos "la sal de la Tierra". Estamos seguros que desde donde esté, ella y su Fundación, seguirá luchando por "los suyos". La música de Carlos Nuñez nos ayuda a evocarla; luchadora, enérgica, valiente, emotiva, sencilla, cariñosa, sin duda una gallega excepcional, una persona buena.

...dice de ella El País: "Aunque siempre rehuyó los focos, la figura de Rosalía Mera se había hecho popular y no solo por su gran fortuna. En A Coruña seguía haciendo una vida normal y era fácil encontrársela en el cine, en algún bar popular, celebrando el Carnaval en la calle mezclada con las comparsas o hasta en una manifestación, como las que en 2003 promovió la plataforma Nunca Máis para protestar por la gestión del desastre ecológico que ocasionó el naufragio del petrolero Prestige.

A despecho de lo que suele esperarse de una multimillonaria, Mera se pronunciaba contra la reforma de la ley del aborto que promueve Ruiz-Gallardón, contra los recortes sociales o a favor del movimiento del 15-M. Y desde Paideia se esforzó por desarrollar una amplia labor de apoyo a desfavorecidos y marginados que iba mucho más allá del objetivo para el que fue creada. “Por encima de su enorme trayectoria empresarial, la recordaremos siempre por la extraordinaria labor que hizo en el campo de los servicios sociales”, señaló anoche, en nombre de toda la corporación municipal, el alcalde de A Coruña, Carlos Negreira."
"De familia humilde, la empresaria tuvo que dejar los estudios con 11 años y se hizo adolescente cosiendo para las señoritas coruñesas"

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  2. 3FotogaleríaRosalía Mera