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sábado, 4 de febrero de 2017

Explicando el éxito de Trump

El extraordinario atractivo (mostrado) de Donald Trump se explica en un nuevo libro profético sobre el Presidente electo, escrito hace varios meses y que se publicará en el Año Nuevo.

En el libro, el profesor Stephen Reicher de la Escuela de Psicología y Neurociencia de la Universidad de St Andrews y el Profesor S. Alexander Haslam de la Escuela de Psicología de la Universidad de Queensland argumentan que, aunque muchos han sostenido que los partidarios de Trump son ignorantes o irracionales, esto es un error.

De hecho, los autores sugieren que tal punto de vista -similar a la caracterización de los votantes Trump como 'deplorables'- juega directamente a favor de Trump. Es un ejemplo del argumento de Trump de que el mundo está dividido en un establisment inexplicable que burla, explora e ignora a la gente común, y que está fuera del establisment y al lado del pueblo.

Como dicen los dos académicos, Trump tiene éxito al proporcionar una "parrilla categórica", una definición de grupos y relaciones intergrupales que permite a muchos estadounidenses dar sentido a su experiencia vivida, entender sus problemas y mantener la esperanza de poder lidiar con ellos". En resumen, cuando uno mira las cosas desde la perspectiva de sus partidarios, la visión de Trump del mundo tiene sentido para ellos y les habla.

Ellos continúan explicando que "él se sitúa como un campeón y como una voz para las personas que de otra manera se sienten desamparadas y sin voz". En este contexto, incluso los llamados "gafes" de Trump, las cosas que se pensaban debían socavarlo de acuerdo con las normas ordinarias de la política, en realidad aumentan su atractivo. Así que la crudeza de Trump, su incivilidad, incluso su maltrato de las mujeres, lo establecen como un tipo común, con las imperfecciones y todo, a diferencia de los políticos que actúan sin defectos, pulidos y deshonestos. Con Trump 'lo que ves es lo que obtienes'.

Reicher y Haslam continúan: "Irónicamente también, en una política controlada por la riqueza y el privilegio, su riqueza le libera de la carga de que está de acuerdo con los hombres de dinero. Es más, los éxitos de Trump deben ser vistos a la luz del fracaso de otros. Más particularmente, sus rivales no han logrado proporcionar una red alternativa basada en categorías alternativas para dar sentido a lo que muchos estadounidenses están experimentando. No han elaborado una política alternativa y un conjunto alternativo de soluciones. En ese contexto, Trump ha tenido una carrera relativamente libre".

Ellos argumentan que, al igual que el resultado del choque del referéndum de Brexit, aquellos que se despertaron a una victoria de Trump esta semana preguntarán: "lo que nosotros y nuestros líderes pudimos -y debemos- haber hecho para presentar una narrativa más inclusiva de 'nosotros' que se ocupe de los verdaderos problemas que enfrentan las personas, para encarnar ese "nosotros" en todo lo que decimos y hacemos, y para desarrollar una política que proporcione soluciones a esos problemas".

Notas de los editores de la noticia

"La política de la esperanza: Donald Trump como empresario de la identidad" por Stephen Reicher y S Alexander Haslam se publicará en El mito de la política racional: Comprender el encanto de Trumpism, Editado por M Fitzduff.

Biografías

Stephen Reicher es profesor de psicología Wardlaw en la Universidad de St. Andrews, miembro de la Academia Británica, la Royal Society de Edimburgo y la Academia de Ciencias Sociales. Ha estado estudiando temas de identidad social y comportamiento colectivo durante casi 40 años, incluyendo el comportamiento de la muchedumbre, el nacionalismo, el liderazgo, la tiranía, el odio intergrupal y, últimamente, la obediencia y la resistencia.

S. Alexander Haslam es profesor de Psicología y becario australiano en la Universidad de Queensland. Es miembro del Instituto Canadiense de Investigaciones Avanzadas y de la Asociación de Ciencias Psicológicas. Su investigación se centra en el estudio de los procesos de grupo y de identidad en contextos sociales, organizacionales y clínicos, y ha publicado más de 200 artículos revisados ​​por pares sobre estos temas.

Fuente: http://www.st-andrews.ac.uk/news/archive/2016/title,896754,en.php

martes, 3 de enero de 2017

Siempre mira el lado brillante de la vida. Parece que 2016 nos sepultó con malas noticias pero la realidad es que vivimos el mejor momento de la historia.

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.” Charles Dickens.


Compartimos la idea nosotros, la élite cosmopolita que lee diarios como EL PAÍS o que escribe en ellos, de que 2016 ha sido un annus horribilis. Mientras la guerra y el terror asolan Oriente Próximo, generando olas de refugiados, el populismo arrasa en dos de las más ancianas y venerables democracias, Estados Unidos y Reino Unido, y amenaza a buena parte del antiguo continente europeo. La idiotez vence a la inteligencia, los payasos a los sensatos, el cinismo a la decencia, las mentiras a los hechos. Nadie encarna mejor la era política en la que vivimos en Occidente que el ignorante, inestable, irresponsable Donald Trump.

Con semejante energúmeno al mando del arsenal militar más potente de la tierra puede pasar cualquier cosa en 2017. Pero no todo es oscuridad. Miremos, como nos encomendaban los Monty Python, el lado brillante de la vida. Si nos distanciamos de las circunstancias que seguimos en la noticias, aquellas que reconfirman nuestra fe en la congénita imbecilidad de la especie, si ampliamos la mirada a las tendencias que marcan el progreso material de la humanidad, detectaremos razones para pensar que lejos de vivir en el peor de los tiempos, vivimos en el mejor.

La desigualdad es uno de nuestros grandes temas de conversación y aunque es verdad que crece dentro de los países, también es verdad que la desigualdad entre los países disminuye. Los que tenemos la fortuna de haber nacido en los países ricos podemos sentirnos un poco menos culpables que antes. Las cifras de las Naciones Unidas demuestran que desde 1990 la enorme mayoría de los países en desarrollo han avanzado respecto a los desarrollados en cuanto a ingresos, longevidad y acceso a la educación.

El año 2016 no ha sido ninguna excepción: por primera vez, seguramente en la historia humana, el número de habitantes de la tierra que vive en la extrema pobreza ha caído por debajo del 10 por ciento. El hambre en el mundo ha descendido también a su nivel más bajo en un cuarto de siglo.

Las buenas noticias no se limitan a los países pobres. Hay una crisis general de expectativas en los ricos pero la demagogia catastrofista de, por ejemplo, Donald Trump ignora el hecho de que en Estados Unidos el desempleo descendió de 7,8 por ciento cuanto Obama llegó a la Casa Blanca a 4,6 por ciento hoy. En Reino Unido, donde la percepción de que los inmigrantes europeos se estaban llevando todos los nuevos empleos contribuyó al voto por el Brexit, el porcentaje de gente con trabajo no ha sido tan alto en más de una década.

España es un país en el que llama la atención la discrepancia entre la propensidad de sus habitantes a quejarse y una calidad de vida que es la envidia del mundo. El desempleo sigue siendo alto pero va a la baja y el crecimiento de la economía ha sido el doble del de la media de la Unión Europea en 2016. Un artículo en el Financial Times a finales de noviembre se titulaba: “Brilla la historia de la recuperación española”.

Volviendo al destino del resto del planeta, queda por ver qué harán los bárbaros de la futura administración Trump pero el hecho hoy es que por tercer año consecutivo se ha frenado la emisión mundial del dióxido de carbono producido por la quema de combustibles fósiles, la principal causa del cambio climático.

Los habitantes de la tierra, mientras, gozamos de mejor salud que nunca. La expectativa de vida sigue creciendo en todo el mundo y las enfermedades más letales cobran menos víctimas. Según la Organización Mundial de la Salud, el número de muertes ocasionadas por la malaria ha bajado en más de 50 por ciento desde el año 2000 y las víctimas mortales del VIH-SIDA se han reducido en similares proporciones. En enero de este año la OMS anunció que la epidemia del Ebola en África occidental había sido erradicada. La mortalidad infantil mundial es la mitad de lo que fue en 1990.

En cuanto a las guerras, no son lo que eran. La de Siria es un espanto pero si apartamos la vista un momento de las imágenes de televisión que nos acosan cada día desde Alepo y abrimos los ojos al panorama global vemos que vivimos en una era de paz sin precedentes. Desde 1946 el número de víctimas de la guerra ha disminuido en proporciones gigantescas; los índices de homicidio en el mundo también bajan. La tendencia general, ejemplificadas por el proceso de paz de Colombia, dejan claro que el mundo es menos salvaje de lo que fue.

Lo cual quizá ayude a explicar el miedo que nos genera en la por lo demás pacífica Europa—más pacífica que en cualquier momento de su historia--el relativamente inocuo fenómeno del terrorismo del ISIS. Para los familiares de las víctimas de Berlín la semana pasada, y anteriormente de Bruselas, Niza y París la tragedia es total, por supuesto, y no hay consuelo posible. Pero tampoco lo hay para aquellos cuyos seres queridos mueren en accidentes de tráfico, como nos recordó la semana pasada Robert Neild, profesor de economía de la universidad de Cambridge. Neild señaló que según las estadísticas de la Unión Europea murieron 151 personas en atentados terroristas en 2015, un mal año, pero en los mismos 12 meses murieron 26.100 en las carreteras. Lo cual demuestra la irracionalidad de que nos asuste más irnos de vacaciones a París que conducir al trabajo cada mañana. El profesor de Cambridge hizo el cálculo: para un europeo la probabilidad de morir en un coche es 172 veces mayor que la de morir en un acto de terrorismo.

Todo puede cambiar en 2017. Quizá tengan razón los que temen que estemos, como en los años 30, en el umbral de una catástrofe. Pero no está mal recordar hoy, con el 2016 llegando a su fin, que la humanidad aún tiene más motivos para darse un pequeño aplauso que para hundirse en la desesperación.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/12/25/actualidad/1482683809_556944.html

jueves, 20 de octubre de 2016

¿Cuál será el final?

Antonio José Gil Padilla

Sólo con los titulares de algunos artículos anteriores, publicados en distintos medios, podríamos describir la actual situación política. Los enunciamos aquí, con las fechas de su publicación, y con un breve comentario en cada uno de ellos:

El PSOE y sus problemas (21 de diciembre de 2014). Tras ser elegido Pedro Sánchez Secretario General en julio de 2014, con el apoyo de todos los dirigentes territoriales, no tardaron en lloverle las críticas. Ya por esas fechas de diciembre del mismo año, la “lideresa” andaluza manifestaba sus reticencias porque Sánchez iniciaba la marcha para presentarse como candidato a las elecciones de 2015. Se rompía el pacto según el cual ella le encumbraba para la Secretaría General, pero la candidatura a las generales sería para la tal Susana. En este tiempo, en el que escribo estas líneas, el PSOE ha reventado. Nunca pensé que la cosa llegara tan lejos, ni que el procedimiento para defenestrar a Sánchez fuera tan burdo.

Las claves de lo que fue un tremendo error político (15 de febrero de 2016). El error del pueblo que votó reiteradamente al PSOE a partir de 1982, bajo el engaño y el oportunismo con una máscara de falsa progresía, con un líder impostor que ofrecía el cambio, pero que defendió, y sigue defendiendo, los intereses de la oligarquía. Un individuo que, como está demostrando ahora, sin pudor, se ha integrado en el bando de los ricos, ejerciendo el papel de correveidile, y que ha sido el señuelo en este chapucero proceso al que estamos asistiendo. El pueblo se equivoca, y tarda 30 años en dase cuenta, pero entonces ya no hay vuelta atrás.

Hasta que la situación sea como quieren los de arriba (26 de febrero de 2016). Durante un largo período, la política ha funcionado, sin sobresaltos, como quería el poder real, la oligarquía. El bipartidismo alternativo ha venido siendo una forma cómoda para conformar al pueblo llano, pero unos “intrusos” han trastocado el panorama político, y eso les trae de cabeza. Y no han parado, después de un montón de intentonas, hasta conseguir destrozar al PSOE en beneficio del PP, fiel e incontestable defensor de los ricos. ¿Será esta la última “hazaña” de los de arriba?

Los políticos: sus actos y sus perfiles (29 de marzo de 2016). Desde el comienzo de este periodo postfranquista, el perfil de los políticos ha ido evolucionando hasta convertirse en un grupo acomodado, de baja talla intelectual, desconocidos, en su inmensa mayoría, por aquellos a los que supuestamente representan. Sus actos están condicionados por la voluntad de los de arriba. Este sí que ha sido uno de sus éxitos.

Acuerdos y desacuerdos (10 de abril de 2016). En todo ese proceso, que resumiremos más adelante, son pieza clave los acuerdos artificiales llevados a cabo con el grupo de Ciudadanos como comodín. También han sido relevantes los desacuerdos en el ala de la izquierda. Sánchez, “el rebelde” ha estado atado de pies y manos, impidiéndole sus colegas que se aproximara a UP.

Estos son otros títulos de escritos anteriores que son reveladores:

(26 de mayo)

Partido Popular (PP) o la continuidad franquista

Partido Socialista (PSOE) o el fin de la socialdemocracia

Ciudadanos (C’s) o el invento político más descarado de la oligarquía

Podemos o la esperanza del cambio.

(10 de septiembre)

La ineficacia de los políticos

La torpeza del PSOE.

Un burdo proceso

La aparición de Podemos, hace algo más de dos años, alertó a los actuales poderosos, y se pusieron en marcha. Temiéndose la ruptura de la alternancia del bipartidismo comenzaron a tomar medidas con la torpeza que históricamente ha caracterizado a la clase dominante de este país. En todo este proceso, hemos visto como se les ha caído la máscara a los que nos han estado mintiendo durante décadas, presentándose como izquierda política. Los de las chaquetas de pana de los ochenta se recrean ahora navegando en lujosos yates. Aquellos que se presentaban como socialistas se han hecho ricos. Todos estos, con González a la cabeza, han sido los cómplices de los poderosos para reventar al partido que les encumbró.

Primero intentaban forzar lo que llamaron Gran Pacto entre PP y PSOE. Algo que de haberse llevado a cabo entonces habría puesto en una situación complicada al PSOE, porque, a lo largo del periodo que se conoce como régimen del 78, ambas organizaciones han sido nominalmente antagónicas en este juego de la alternancia.

En vista de que esto parecía complicado, crearon un grupo, Ciudadanos, para contrarrestar “el efecto Podemos”. Más tarde han utilizado a este grupo-comodín para hacer de puente, pero los pactos han fracasado. Nunca han conseguido alcanzar el número de votos suficientes para lograr la investidura de los candidatos. Dos intentonas fracasadas de Sánchez y otras dos de Rajoy.

Los ataques permanentes a Podemos, y los intentos de potenciar las desavenencias internas, han fracasado, por lo menos hasta el momento. Lo que les quedaba era buscar la destrucción del PSOE. Hemos estado viendo y oyendo, durante semanas, declaraciones de viejos militantes pidiendo la abstención en el Parlamento para investir al candidato del PP. El detonante para la traca final ha sido la firme decisión de Sánchez para buscar una alternativa al gobierno del PP.

Lo han conseguido. El PSOE ha saltado por los aires a unos meses de una posible nueva convocatoria, salvo que se humille y le dé el gobierno al PP. A este partido le costará reorganizarse, si es que no desaparece del escenario político. Pero, ahondando en el análisis, ¿cuáles son motivos por lo que se abandona la posibilidad de un gobierno de progreso junto a otras fuerzas de izquierdas? El interés personal de algunos y la torpeza de otros se conjugan para lograr una situación tan desastrosa. Aquellos que fueron unos miserables en tiempos pasados han alcanzado una posición económica y social que les convierte en un grupo privilegiado, en sintonía con otros que también son instrumentalizados, y próximos a los que tienen el poder real. Un gobierno conservador, como el del PP, les beneficia. Todos ellos han dejado atrás la miseria económica pero no se han desprendido de la miseria humana.

Por otro lado, la estupidez de aquellos que han nacido y se han criado en el partido les hace manejables por la astucia de los más espabilados. Les conducen por el camino que otros marcan, aunque, como es el caso, les lleve a la destrucción. La flaqueza humana propicia el enfrentamiento entre bandas al estilo de los aficionados de equipos de fútbol rivales.

A pesar de tantas y tan burdas actuaciones, el asunto se les ha ido de las manos. La situación a la que hemos llegado es mucho más incierta que hace un año. Un partido que gobierna provisionalmente, y que una enorme mayoría social rechaza, inmerso en la corrupción. Otro destruido por sus propios dirigentes. Los de Podemos desorientados, con sus problemas internos y sin el brío necesario para potenciar la rebeldía de ciertos sectores que les siguen. Por último, C’s totalmente agotado como formación política después de fracasar tantas veces en su intento por mantener al PP en el Gobierno. Y el problema catalán que se hace más complejo cada día que pasa. Ante tal situación nos preguntamos: ¿Cuál será el final?

Nota: Los citados artículos se pueden consultar en http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/

domingo, 9 de octubre de 2016

PENSADORES DEL 21 José Luis Villacañas: “La crisis del PSOE tiene su origen en la ruptura de su vínculo con la inteligencia”. El pensador, catedrático de Filosofía de la Complutense, advierte del peligro de procesos de burocratización y estrechamiento intelectual de partidos como el PSOE. “Cuando se mata la inteligencia de un país, el proceso es irreversible”.

“Y volverán a pasar las ovejas ante la mano del que las cuenta”
Jeremías, 33, 13

Prefiere, humilde, las citas de otros a las suyas propias. Y existen millones de referencias del pensador, historiador, poeta y filósofo, de extensísima bibliografía que abarca tesis, ensayos, novelas, artículos periodísticos o memorias. Como las que encabezan esa cita bíblica de Jeremías, La mano del que cuenta, en las que el narrador, modesto, tampoco se explica a sí mismo, sino las vivencias de una familia de campesinos andaluces que marcaron su existencia: “Max Weber decía que la peor condición social de todas es la del campesino. Mi padre se aferró a su trozo de tierra en el que encontró la doble condición de la libertad absoluta y la esclavitud total. A esas virtudes le debo todo lo que soy: la vinculación libre a la filosofía que es, a la vez, autoesclavización y resistencia. La manía de leer es tan pulsional como la de arar. Yo no sé leer sin subrayar y creo que es en la lectura donde dejo la huella que deja el arado”.

Hoy José Luis Villacañas (Úbeda, 1955) ara frente a un ordenador de un sobrio despacho de la facultad de Filosofía de la Complutense en la que sorprende una enorme pancarta: "Filosofía no se cierra". Por ahí, por el difícil porvenir de las humanidades, empieza el discurso del catedrático, director del Departamento de Historia de la Filosofía: “A la especie humana le cuesta mucho aprender. Es muy sintomático que se pongan en cuestión las humanidades cuando se están observando por doquier los devastadores efectos de las sociedades poco formadas, poco reflexivas, poco capaces de orientarse en su propia historia. El fundamentalismo, el populismo, el nacionalismo fanático, solo se curan con las humanidades. Y sin embargo, ante ese precipicio, la respuesta es más barbarie e incapacidad de hacernos con nuestro propio legado cultural”.

A pesar de la humildad de su entorno, él dice que tuvo la “inmensa fortuna” de educarse en el colegio de la Sagrada Familia de Úbeda, en el que iban a morir los jesuitas de La Sapienza de Roma, gentes de “extraordinario valor intelectual”, que “hicieron creer a mi familia –renueva su modestia- que yo tenía cierto horizonte”. Y vaya si lo tenía. En la Universidad de Valencia se licenció gracias a una beca que le costeó carrera, manutención y estancia en el centenario colegio mayor San Juan de Ribera, “un palacio construido en el s XVI sobre la fortaleza musulmana de Burjassot, un sueño para cualquiera”. Y de allí salió licenciado, casado y kantiano.

Vuelve a sus orígenes para explicar el porqué de su tesis y sus decenas de ensayos sobre Immanuel Kant. “En el hablar de la gente de mi entorno social, de mi abuelo, de mi padre, se reiteraba la expresión ‘esto no es de ley’. Un querido amigo lo identificó en mis memorias y dijo -y es lo más bonito que han dicho nunca de mí- ‘Ahora comprendemos por qué José Luis tenía que dedicarse a Kant’. Ya era un kantiano incluso antes de saber quién era Kant’”. Eran los años previos a la muerte de Franco, “el ambiente intelectual estaba dominado por la escolástica católica y el marxismo, dos formas residuales del enfrentamiento español, de las dos Españas”. Frente a eso, el estudioso pensó que “el país necesitaba hacerse fuerte en una condición moderna y Kant significaba la modernidad crítica pero perpetuadora de valores como la libertad individual, el sentido del deber, la estructura democrática… una tercera España”.

“Hoy soy un viejo kantiano decepcionado”, continua después de la interrupción de una jovencísima alumna de mirada temerosa. “Creía que la Ilustración era abrir los ojos, pero no basta con abrir los ojos. Mi último libro kantiano se titula así Dificultades con la Ilustración. Pensábamos que iba a correr más y no ha corrido tanto. De hecho, todo lo que está pasando en España forma parte de un estancamiento intelectual que empieza a registrarse en el segundo mandato de Aznar, en el momento en el que España se siente satisfecha. El defecto histórico de este país siempre ha sido ese: sentirse satisfecho demasiado pronto. Ahí está el origen de todos nuestros males”.

“¿Hablamos de Pedro Sánchez, de Susana Díaz?” y ríe Villacañas con la pregunta. Una risa breve, de segundos. Enseguida le cambia el rostro al filósofo que confiesa, por tradición familiar, su cercanía al Partido Socialista. “La crisis del PSOE tiene su origen en la ruptura de su vínculo con la inteligencia. Antes, cualquiera que tenía algo que decir lo canalizaba colaborando con el PSOE, pero a partir de los 80 el partido fue expulsando de su seno todo lo que tenía que ver con la intelectualidad, fue estrechando la capacidad de integración y generando una lógica de ‘alto cargo’. Todo el que se acercaba al PSOE, yo entre ellos, era sospechoso de buscar el botín. Aquello construyó un partido burocrático, sin ideas, sin frescura y sin capacidad de conectar”.

Y advierte de que procesos como el del PSOE, que extiende a otros partidos, no tienen vuelta atrás: “Cuando se mata la inteligencia de un país, el proceso es irreversible; la siguiente generación será una generación desnortada”, afirma. Exceptúa a Podemos y lo explica con lo que día a día observa en el campus o en su facultad. “Aquí cualquiera se avergonzaría de decir que pertenece al PSOE o al PP. El que se siente vivo explora la posibilidad que tiene de emplear su inteligencia alrededor de Podemos, o de gente como Iñigo Errejón que permite que la inteligencia opere a su lado”.

Con el número dos de la formación de Iglesias debatió no hace demasiado sobre su penúltimo libro ‘Populismo’, un ensayo en el que el filósofo se distancia de Ernesto Laclau y de su “operación de laboratorio, una idea tecnificada” a la que opone la tradición política, contrastada en la práctica, del republicanismo. “La tesis del libro es que el populismo es una comunidad de salvación en tiempos en los que no existe salvación. Está justificado como reacción, porque politiza las sociedades frente a la despolitización del neoliberalismo. Pero si el populismo quiere ser algo más que un muro de contención temporal tiene que estar en condiciones de canalizar la pasión política hacia el republicanismo, que sí tiene una teoría económica, social e institucional alternativa al neoliberalismo”.

Y así, como quien no quiere la cosa, entra de lleno Villacañas en el debate entre las dos corrientes de Podemos: “la que se da cuenta de que estamos volviendo a la normalidad, que está pasando el momento de la dureza política, y considera que hay que impedir que ese regresar a la normalidad sea volver a las manos del neoliberalismo. Y otra que apuesta por mantener la lógica populista en el sentido de enfrentamiento rígido, politización dura, con la idea de que eso avanzará hacia la crisis orgánica. Y eso es un error”, sentencia.

“La teoría real es que la crisis política siempre es consecuencia, no causa. Por mucho que tengas un discurso radicalizado, si se vuelve a una zona de mayor tranquilidad social, eso no va a prender y vas a perder una oportunidad”. Y cree el pensador que no estamos para perder oportunidades, que hay mucho que cambiar en lo que califica como “la dictadura de gobierno con la que España ha estabilizado la Transición y la democracia”. Y por poner algunos ejemplos, se despacha contra “el actual parlamentarismo, inexistente y estéril” o el poder judicial, mientras reclama una transformación del poder territorial y una reforma de la Constitución de corte federal.

De ello habla en ‘Historia del poder político en España’, en el que explica como España se constituyó como Estado, no como nación, a partir del Tribunal de la Inquisición. Pero hay una joven estudiante de mirada temerosa, que lleva una hora aguardando en la puerta de su despacho, y una clase a la que atender a partir de la una. El jueves el catedrático no estará para nadie más que para aquella mujer que conoció cuando era becario en un colegio mayor de Valencia y para los dos hijos de la pareja, profesores universitarios también. “Estoy tres días en la facultad y después me pierdo, desaparezco, para estudiar y escribir”. Es decir: para arar esa tierra que le apasiona y lo esclaviza como es la Filosofía.


http://www.publico.es/culturas/jose-luis-villacanas-crisis-del.html

domingo, 2 de octubre de 2016

Penser stratégiquement les « transformations mondiales » Par Philippe Quéau du blog

- Philosophie politique
- Lien permanent biens communs mondiaux crise gouvernance mondialisation technologies convergentes
- La «grande transformation»: un projet politique et un impératif éthique.
- L’impact global des technologies convergentes.
- Les difficultés de la gouvernance mondiale.
- Une éthique des «transformations mondiales».
- Veille systémique, réflexion transdisciplinaire et implication des populations.
- Positions éminentes, biens communs mondiaux, et «contrat social mondial».

Une «transformation mondiale » affecte l’écosystème entier, et commence d’impacter sérieusement les structures sociales, économiques et politiques de la planète.

C’est un phénomène difficile à saisir dans toutes ses dimensions. Plusieurs types de changement opèrent simultanément, et affectent des domaines éloignés en apparence, mais interdépendants en réalité. La crise économique et financière, l’augmentation rapide de la population, le changement climatique, le pic dans l’usage des énergies fossiles, l’acidification des océans, la pénurie d’eau douce et de terres arables, la diminution de la biodiversité, sont autant de dimensions ou d’indicateurs des changements en cours, et de menaces pour le développement durable.

La complexité des liens entre les diverses dimensions de la « transformation mondiale » induit une imprévisibilité structurelle, et une non-linéarité probable des réactions du « système-monde ». Elle se double de la difficulté à inférer à partir de temps longs de gestation, des temps rapides d’accélération, avec des points critiques, des points de « basculement » (« tipping points »). Il est difficile par nature de conceptualiser a priori la nature de tous les points de basculement potentiels. Mais ils sont déjà à l’œuvre. Par exemple, dans l’océan arctique le réchauffement climatique induit déjà des dégagements gigantesques de méthane, gaz 80 fois plus nocif que le CO² par rapport à l’effet de serre. Des boucles de rétroaction actuellement mal comprises ont le pouvoir de démultiplier en des temps très courts les effets catastrophiques d’un réchauffement graduel.

Une autre difficulté pour les observateurs vient de la dispersion et de la fragmentation des causes, des opérateurs, des décideurs, des intérêts en jeu, de l’hétérogénéité des approches entreprises, des niveaux de pouvoir mobilisés, et de l’opacité des décisions effectivement prises au-delà des effets d’annonce (un bon cas d’école est l’échec effectif des négociations sur le changement climatique 20 ans après la Conférence de Rio).

D’un autre côté, l’analyse fait apparaître des lignes de force communes (convergence, complexité, interdépendance), souligne la permanence de grands débats sociétaux (comme la question de la définition de l’intérêt général). Elle fait surgir aussi des questions conceptuelles entièrement neuves et radicales sur la vie et la non-vie, la nature et l’artificiel, le rôle de « l’anthropocène », et de l’humanité, sujet et objet de son propre destin.

Cette nouvelle forme de complexité systémique relie effectivement des domaines aussi divers que le changement climatique, les nanotechnologies, la biologie de synthèse, mais aussi l’évolution de la propriété intellectuelle, la régulation des échanges mondiaux, la gouvernance et la fiscalité (équité, évasion, dumping), la régulation de l’usage des biens publics mondiaux et la participation concrète des citoyens à la construction du futur.

La «grande transformation»: projet politique et impératif éthique.

La profondeur des changements prévisibles et leur caractère mondialisé font prévoir un bouleversement considérable, à relatif court terme. C’est pourquoi on doit s’efforcer de penser et de conceptualiser cette « transformation mondiale », puis de soumettre les divers modes de réaction politiques et sociétaux à des processus d’approbation démocratique selon toutes les formes de représentation mobilisables.

La «grande transformation » n’implique pas seulement un nouveau projet politique ou social : elle apparaît comme un « impératif éthique », et l’élaboration d’un « contrat social mondial » c’est-à-dire d’un « grand récit » (« master narrative »), prenant en compte l’exigence des transformations politiques et sociales à l’échelle planétaire et orientant l’attention, l’énergie et l’action des citoyens et des politiques à l’échelle mondiale. Il s’agit d’assurer au mieux le passage vers une société mondiale « post-fossile », qui reste à définir.

Impact global des technologies «convergentes».

Dans le même temps apparaissent de nouveaux domaines et objets techniques, au sein d’ambitieux programmes de recherche (sur les nanotechnologies, les biotechnologies, la biologie de synthèse, ou la géo-ingénierie) qui semblent pouvoir apporter des solutions à hauteur des défis globaux. D’où des raisons pour un nouvel optimisme. L’influence politique et sociale des technosciences augmente d’autant plus qu’elles « convergent ». La convergence des nano-, bio-, info-technologies, et des technologies cognitives (NBIC), favorise aussi, malheureusement, un déferlement de promesses hasardeuses, d’exagérations médiatiques et d’initiatives guidées par la perspective de profits rapides et de nouvelles tentatives d’appropriations globales des biens communs (« global commons »).

Les solutions techniques que les technosciences font miroiter peuvent être ciblées, spécifiques (par exemple le piégeage du CO² afin d’atténuer l’effet de serre, la désalinisation pour lutter contre l’appauvrissement des ressources en eau douce, le développement de bactéries capables de produire de l’énergie propre, de traiter les eaux usées ou les terrains contaminés...). Ce ciblage technique n’est pas néanmoins exempt d’hubris : leur utilisation à large échelle (géo-ingénierie) provoque de graves inquiétudes.

Elles peuvent être aussi présentées comme des utopies générales, avec une crédibilité appuyée par des soutiens politiques conséquents de la part de grands opérateurs nationaux ou régionaux. Ainsi les nanotechnologies ou la biologie de synthèse portent de nombreux espoirs. Elles permettront, pour certains, de viser une « transformation de la civilisation ».
Cependant, les techno-sciences sont devenues elles aussi une source de risques. Elles pourraient même faire davantage partie du problème que de la solution.

Les difficultés de la « gouvernance mondiale ».

A la complexité systémique et programmatique s’ajoute le fait que de nombreuses implications des questions émergentes sont non seulement difficiles à prédire mais « fondamentalement inconnaissables » (fundamentally unknowable).

Pour y faire face des formes de gouvernance intergouvernementale ont été mises en place, mais semblent s’affaiblir dans le contexte de « crise » économique globale, qui vient compliquer la donne. A titre d’exemple, la Convention des Nations unies pour la Biodiversité a pu provoquer en 2010 l’établissement d’un moratorium sur toutes les formes de géo-ingénierie. Mais, dans un autre sens, l’échec relatif de la réunion de Doha en décembre 2012 (COP18 et CMP18) montre la difficulté de renforcer l’esprit du protocole de Kyoto, 20 ans après l’adoption de la CCNUCC (UNFCCC). On observe la cacophonie des parties prenantes et leur confusion quant aux niveaux d’intervention requis et à la façon de hiérarchiser les approches économiques politiques, éthiques, juridiques, sociales, environnementales, sanitaires et sécuritaires.

D’un côté, de grands acteurs politiques et économiques sont absents de programmes comme le protocole de Kyoto (Etats-Unis, Chine, et maintenant Canada) et nient la crédibilité des organes des Nations unies. De l’autre, des pays font preuve de volontarisme et demandent une révision de la Charte des Nations unies afin de renforcer l’approche multilatérale pour prendre en compte le défi mondial du développement durable.

C’est dans ce contexte complexe et mouvant qu’il faudrait traiter en priorité l’axe « science-politique-société » (SPS), en réfléchissant sur l’intégration des approches éthiques, juridiques et sociétales, à travers un traitement politique (gouvernance, participation, consultation), et prospectif (aspects culturels et philosophiques, épistémologie politique, régimes épistémiques, régimes culturels, « master narratives ») touchant de façon transversale les processus de transformation mondiale.

Au-delà de la veille stratégique et de la réflexion normative, il s’agit de formuler une stratégie de l’éducation au développement durable, à la pensée systémique, collaborative et critique, et d’encourager l’accès universel aux connaissances pour faciliter la « transformation mondiale ».

Il faudrait promouvoir spécialement l’importance stratégique des « biens communs mondiaux », et le rôle spécial que le système des Nations unies peut jouer pour leur protection et leur défense dans des domaines comme l’accès à l’eau douce, les océans, le patrimoine génétique, la biodiversité, le domaine public des informations et des connaissances, la diversité culturelle.
Les «biens communs mondiaux » font aussi partie des axes clés dans les politiques intégrées des « sociétés de la connaissance».

Il s’agit surtout d’éviter le risque d’éparpillement et de « balkanisation » qui résulterait de la simple juxtaposition d’approches sectorielles ad hoc.

Une éthique, une philosophie et une anthropologie culturelle des « transformations mondiales ».

Il faut promouvoir à l’échelle mondiale une anthropologie culturelle, une sociologie et une éthique des « transformations mondiales ». Les approches éthiques sectorielles (éthique des sciences et des technologies, bioéthique, nano-éthique, éthique de l’eau douce, éthique du changement climatique, éthique de l’environnement, éthique du développement, info-éthique) ne suffisent pas à rendre compte de la complexité globale des enjeux. Il faut envisager d’aborder le problème de la transformation mondiale de manière plus systémique, en traitant de façon synoptique les dimensions politiques, sociales, techniques, économiques, environnementales (qu’il reviendrait à une « éthique des transformations mondiales » de formuler et d’articuler en tant que complément d’un projet de société).

Cela inclut une analyse éthique et philosophique de l’évolution des « sociétés de la connaissance », en tant qu’elles sont confrontées aux défis de la « transformation mondiale », ainsi qu’une analyse politique des avantages et inconvénients de la convergence épistémique induites par les nano-bio-info technologies. (L’« épistémologie politique » a pour tâche d’étudier l’impact politique des régimes épistémiques prévalant dans une société donnée. Elle équivaut à une philosophie politique des sociétés de la connaissance. Elle fait une analyse éthique de leur convergence ou de leur divergence possible avec les régimes classiques des sciences naturelles, humaines et sociales.)

L’approche éthique doit de plus affronter les défis propres à la mondialisation des questions. Au-delà de valeurs éthiques essentielles (dignité, liberté, égalité, solidarité, justice, droits humains) qui sont en général reconnues, il faut harmoniser les approches éthiques développées dans des contextes culturels ou nationaux très divers, ainsi que les méthodologies employées pour les rendre effectives, synthétisant la variété des approches en une « méta-éthique ».

Inversement, il faut aussi traiter le problème des territoires « sans éthique ». Sans même parler d’Etats faillis, ou de zones de non-droit, on peut se préoccuper de l’existence de zones de « dumping » éthique, social ou fiscal.

Enfin, la réflexion sur une éthique de la transformation mondiale ne peut échapper à la question de la finalité que l’humanité doit donner à son propre développement. En témoignent les diverses formes que pourrait prendre une telle éthique: anthropocentrique, bio-centrique, ou éco-centrique, qui représentent autant de « grands récits » différents.

La réflexion éthique doit aborder le problème philosophique de la condition humaine face à son développement irréfléchi, « impensé », et peut-être « impensable ». H. Arendt avait prédit que toutes nos "connaissances" et notre "know how" pourraient faire de nous des "créatures privées de pensée".

“If it should turn out to be true that knowledge (in the modern sense of know-how) and thought have parted company for good, then we would indeed become the helpless slaves, not so much of our machines as of our know-how, thoughtless creatures at the mercy of every gadget which is technically possible, no matter how murderous it is.”

Ainsi les nano-biotechnologies imposent presque subrepticement un nouveau « régime épistémique », qui suscite des questions cruciales sur la nature et l’artificiel, la vie et la non-vie, « l’augmentation » de la nature humaine (« l’homme v. 2.0 »). Ces questions qui sont loin d’être simplement techniques, doivent sans doute recevoir une attention beaucoup plus large que celle de comités d’éthique ad hoc.

Surtout, il faudrait compléter la réflexion éthique sur les nouveaux régimes cognitifs par une philosophie politique de la mondialisation.

La planétarisation des enjeux de gouvernance implique une refondation du politique, de la démocratie, à travers un dialogue science-politique-société complètement renouvelé et renforcé. Les menaces sur la survie même de l’humanité impliquent que toutes les valeurs éthiques sont elles-mêmes directement menacées. Tout comme la vérité est la première victime en cas de guerre, l’éthique serait la première victime d’une panique planétaire.

Le «principe de précaution » devrait s’appliquer à prévenir par l’information, l’éducation, la participation du public ce risque de panique planétaire (sociale, économique ou boursière) avec ce qui pourrait être perçu comme les premiers prodromes de la catastrophe.

Veille systémique, réflexion transdisciplinaire et implication des populations.

Un suivi permanent, interdisciplinaire, des menaces globales doit associer les ressources des sciences de la nature et des sciences humaines, et faire participer tous les niveaux des sociétés développées et en développement (particulièrement les jeunes et les femmes). Un immense effort, permanent, de réflexion et d’analyse doit affronter toutes les dimensions du changement social, économique, scientifique et technique qu’elles induisent. Un tel suivi, « en temps réel », avec une diffusion mondiale des acquis ou des échecs, serait une première dans l’histoire de l’humanité. Ce processus de « veille » pourrait adopter le prisme d’une approche éthique des « transformations mondiales », avec une attention particulière à la structuration des « sociétés de la connaissance » en tant qu’elles jouent un rôle dans ces processus de transformation mondiale (culture de la participation citoyenne, transparence démocratique, éducation à la pensée systémique et à la pensée critique, accès ouvert aux savoirs collectifs et au domaine public de la connaissance et des données).

Positions éminentes, biens communs mondiaux et « contrat social mondial».

Il est urgent d’identifier les secteurs stratégiques d’intervention et de « positionnement éminent ». Par exemple, les « Global Commons » (la res communis mondiale), le patrimoine mondial de l’humanité en tant que “domaine public” (régi par les autorités étatiques) ou bien en tant que “domaine mondial” régi par des formes émergentes de gouvernance mondiale, le patrimoine intergénérationnel font partie de ces lieux de positionnement stratégique pour une action éthique à caractère mondial. Les « Global Commons » ont diverses formes (par exemple l’espace extra-atmosphérique, la « zone » maritime de haute mer, ou les “Nano Commons”). Il faut se saisir de ce défi posé aux politiques publiques du 21ème siècle, et s’attacher à définir les principes éthiques d’une lutte contre la « tragédie des communs » (“Tragedy of the Commons”).

Ceci pourrait inclure une réflexion approfondie sur les nouveaux paradigmes de la propriété intellectuelle, ainsi que les pays de l’OCDE commencent à la réclamer, notamment dans le domaine des nanotechnologies et de la biologie de synthèse. Les concepts de « propriété collective » des brevets et des données, de « domaine public » à protéger et à renforcer, de développement des exceptions légales (« fair use ») dans un contexte de crise climatique et environnementale aigüe, ainsi que la généralisation des idées d’accès ouvert et de sources ouvertes (« open source ») déjà testées dans le contexte de la société de l’information (ex : BioBrick Public Agreement et MIT Registry) pourraient être des pistes de recherche-action.

La réflexion prospective pourrait s’étendre à l’éthique de la fiscalité des « commons », que l’on pourrait appliquer aux fins d’une redistribution équitable. Le principe d’une telle fiscalité mondiale a déjà reçu un commencement de mise en œuvre avec l’idée de taxer les opérations financières (Taxe Tobin) ou de taxer les voyages aériens, puisque ceux-ci contribuent pour une bonne part à la diffusion des gaz à effet de serre.

On pourrait significativement étendre ces dispositifs à la taxation de l’usage de la haute mer par les bateaux cargos, qui contribuent indubitablement à la mise en danger de la faune et de la flore marine.

A l’ère de la dématérialisation de l’économie, les idées d’une taxe numérique sur les biens échangés électroniquement par le biais des grands opérateurs mondiaux ou l’idée d’une taxe sur les données personnelles sur les opérateurs qui les accumulent à des fins lucratives (« personal data-mining ») commencent à apparaître. Il s’agit d’adapter les fiscalités nationales, régionales ou mondiales à la nouvelle « économie de la multitude », qui se développe dans le « virtuel », afin de rendre plus transparents (notamment du point de vue fiscal) les liens entre les territoires réels et les espaces virtuels, ces derniers ne devant pas être voués à devenir autant de zones supplémentaires de dumping social et fiscal.

Ces aspects sont d’autant plus cruciaux que les perspectives d’atteinte à la vie privée du fait des nanotechnologies (« Nanoscale information gathering systems ») sont particulièrement préoccupantes. L’une des manières de limiter l’impact probable de la déferlante des nanotechnologies en matière d’invasion de la vie privée est de réguler toutes les formes de bases de données personnelles accumulées à des fins privatives.

Un autre aspect de la manière dont une réflexion éthique sur des formes de fiscalité mondiale pourrait se met en place serait de s’attaquer à l’analyse des subsides et aides publiques consacrées aux producteurs et consommateurs d’énergie fossile, ou aux opérateurs impliqués dans la surpêche. Les montants en cause se comptent par plusieurs centaines de milliards de dollars des USA. Une alliance des « agents de changements » dans la société civile, dans les acteurs de l’économie « verte » et dans les communautés scientifiques, pourrait gagner à être soutenue politiquement par les Nations unies ou l’OCDE, afin de tenter d’éliminer les barrières fiscales qui, sous couvert de répondre aux besoins stratégiques en énergie ou d’encadrer l’accès aux ressources halieutiques, entravent en réalité le progrès des « grandes transformations » nécessaires, en encourageant des pratiques manifestement à contre courant total des nécessités du développement durable.

Le concept de « Transformation Mondiale » pourrait incarner la nécessité de consultations élargies, en vue d’établir un Contrat social mondial, sur fond d’une nouvelle ère des Lumières, mondiales et post-fossiles.

METAXU - Le blog de Philippe Quéau

domingo, 18 de septiembre de 2016

¿Por qué gente corriente apoya a la derecha? Un médico y militante noruego tiene una respuesta

Acudí este fin de semana a Toluca, Estado de México, a una conferencia sobre la crisis del capitalismo organizada por el Partido del Trabajo, y conocí al doctor Ernst.

Ernst es un intelectual en serio. Médico anestesiólogo del Vestre Viken Hospital Trust, en Korngbesrg, Noruega. Neurobiólogo y científico social, ha realizado investigaciones en Teoría de la Complejidad asociadas a la medicina y las ciencias sociales. Además, es consejero científico del Partido de la Izquierda Socialista de Noruega. O sea, el sujeto sabe de lo que habla.

En su ponencia, Ernst dijo que el pensamiento de derecha tiene una explicación neurocientífica. El contexto social actual es el caldo de cultivo para esto. Internet literalmente bombardea con mierda los cerebros de las personas. La llamada “shitstorm” –término urbano para describir una serie de cosas que van aparentemente bien, pero que, al realizarse, terminan horrendamente mal–, dejan cosas (selfies, memes, chats, fotos y videos cualesquiera) que desaparecen rápido y dejan frustración. Las redes sociales están plagadas de pseudoargumentación, generan egoísmo y con ellas es fácil burlarse de asuntos realmente serios, como una tragedia humana, un acto de corrupción política, y la lucha de un grupo de personas por sus derechos. Y lo más peligroso de todo: generan miedo. Y el miedo es la materia prima de la derecha.

Quería saber más, y entonces me lancé a conversar con él.

–Ernst, ¿por qué tiene tanto éxito la derecha hoy en día?
–Los medios de información han cambiado, particularmente internet. Pero también la forma de educación, de movimiento, esto provoca que nuestra mente cambie, que tengamos dificultades de concentrarnos y de aceptar o entender argumentos. Esto es explotado por la derecha porque se especializa por utilizar el miedo. Saben lo que están haciendo. Están utilizando el miedo social.

–¿Pero por qué funciona tanto?
–El miedo, la confusión. Es un hecho que, cuando eres confundido, tu cerebro no logra argumentar. El cerebro es fácil de convencer con imágenes, con palabras simples. Por ejemplo, las grandes tiendas hacen grandes laberintos donde las personas no encuentren la salida. Es una estrategia. Porque cuando eres confundido no tienes fuerza mental para no comprar cosas. Es una técnica; es fácil confundir a la gente. Es la estrategia: aumentar el miedo, aumentar la confusión y así saben que la gente va a apuntar hacia la derecha. Es una estrategia clásica fascista.

–¿Qué opinas de Trump? ¿Por qué, a pesar de tantas críticas, todos los días, el tipo sigue vigente?
–Trump y sus partidarios saben exactamente qué están haciendo. Trump psicológicamente es un hombre viejo que teme a la muerte. Es una estructura típica de la derecha. Ellos temen a la muerte más que los de la izquierda. Y cuando temes a la muerte, cuando tienes miedo, tu método para sobrevivir es la agresividad. Y esos instintos son provocados. En los mitines de Trump, quienes están ahí, la mayoría son hombres son un poco más viejos y también son hombres o mujeres que tienen una alimentación que no es buena, y sus funciones en el cerebro no funcionan claramente. Esta es una estrategia que se ha construido y sus especialistas trabajan en eso.

¿Y qué hacer?
Según el doctor Gernot Ernst, la izquierda (yo más bien me considero un anarquista clásico, pero igual aplica) tiene en sus manos la más vieja de sus armas: la organización social; que, dadas las circunstancias, sigue siendo la más efectiva. “Porque la organización social disminuye el miedo”

En la izquierda –apunta– , no hay un camino tan fácil como en la derecha. “La izquierda argumenta. Pero hemos olvidado la organización. Y para la organización necesitamos más tiempo. Hemos perdido a los trabajadores donde no tenemos sindicatos, y ahí debe haber compañeros que sufran y luchen con ellos. Esa es nuestra fuerza. Cuando estamos ayudándoles en las cosas pequeñas, van a escuchar y van a recordar qué es los más importante y van a luchar también. “

Ernst ofrece lo siguiente que, he titulado: “Consejos del doctor Gernot Ernst para evitar que la gente apoye a la derecha, y sí apoye a la izquierda:

EJEMPLIFICA CON GENTE NORMAL.
Explica los problemas y argumenta con base a experiencias de gente común, con la cual tu audiencia se sienta identificada.

MENOS DISCURSOS, MÁS PREGUNTAS.
Evita imponer tus ideas. Pregunta, para que la gente descubra la verdad por ella misma.

UTILIZA EJEMPLOS HISTÓRICOS.
La gente no tiene consciencia histórica. Recuérdales lo que ha pasado, para que no cometan los mismos errores, y recuerden los éxitos antiguos.

LA DERECHA MANIPULA, LA IZQUIERDA ORGANIZA.
Es válido si utilizas algunos métodos de la derecha, como usar imágenes y definiciones. Pero no te olvides de lo más importante: la organización social es la clave.

Ernst explica la propia experiencia del Partido de la Izquierda Socialista de Noruega y la razón de su éxito, al ocupar hasta el 10 por ciento de las preferencias electorales en el país.
“En Noruega tenemos la misma lucha contra el neoliberalismo y la organización sindical es muy fuerte, todavía. En algunas áreas, el 90% de los trabajadores están organizados y esto es único en Europa. Pero también al otro lado tenemos un movimiento populista de derecha que es igualmente fuerte, casi el 20 por ciento. Es una lucha muy importante. Es particular para nosotros el SV (“Sosialistisk Venstreparti”, nombre en noruego del Partido) tenemos tres principios generales: el juicio social, el medio ambiente y el feminismo. Eso es muy importante para nuestra lucha. Porque cuando somos capaces de convencer a las mujeres, y las mujeres no son amigas de los populistas de derecha y trabajamos con ellas, juntos, es uno de los métodos con los cuales podemos ganar”.

Nos despedimos con un par de fotos y un buen saludo. Yo, con la esperanza de verlo de nuevo un día y aprender más.
Fuente:
https://albertobuitre.com/2016/09/06/gernot-ernst-alberto-buitre-sosialistisk-venstreparti-por-que-diablos-la-gente-apoya-a-la-derecha-un-medico-noruego-tiene-la-respuesta/

miércoles, 24 de febrero de 2016

Animales políticos. Cualquiera que haya observado al fenómeno Podemos reconocerá similitudes con el modelo del Partido Comunista, que vivía la política como una religión.

“NO IMPORTA QUE UN GATO SEA BLANCO O NEGRO CON TAL DE QUE ATRAPE RATONES”. DENG XIAOPING

No hay que ser Charles Darwin, ni siquiera un científico político, para ver que tres de los cuatro animales políticos en la pelea para formar un nuevo gobierno español pertenecen a la misma especie y el otro es una rara avis. El plumaje les delata.

Los que se identifican con el Partido Popular, el PSOE o Ciudadanos van al trabajo vestidos como si fueran abogados o ejecutivos de empresa. Los de Podemos llevan vaqueros, coletas, bebés en brazos. Los tres primeros representan, con sus matices, al establishment; la estética del cuarto expresa un simbolismo rebelde y transgresor.

Las apariencias no engañan. Hay diferencias de fondo entre, por un lado, el PP, el PSOE y Ciudadanos, por otro, Podemos. Hay razones por las cuales los medios típicamente describen a Podemos, y solo a Podemos, con el adjetivo “radical”. La raíz de la que han brotado es el ideal del “hombre nuevo” que tuvo Che Guevara, inspirado a su vez en la certeza científica de Marx de que un paraíso igualitario no solo es posible sino inevitable. Las raíces filosóficas de los otros tres partidos son más terrenales, menos optimistas: el ser humano no es perfectible pero haremos lo que podamos, dentro de lo posible, para aproximarnos a nuestra visión de un mundo mejor.

Ofrece nueva luz sobre el tema un libro recién publicado en Reino Unido con el título Party Animals (Animales de partido) cuyo autor es un antiguo comunista, hoy columnista del Times de Londres, llamado David Aaronovitch.

Aaronovitch sabe de lo que habla. Se crió en los años cincuenta y sesenta en una familia comunista: su padre y su madre, y la totalidad de sus amigos, eran devotos del Partido. Ni el descubrimiento —ratificado por los propios dirigentes de las URSS— de que la prensa capitalista no se había equivocado al denunciar las atrocidades de Stalin, ni las invasiones soviéticas de Hungría en 1956 y de Checoslovaquia en 1968 les desviaron del camino. El joven David, militante de izquierdas desde la temprana adolescencia, acabó siendo presidente del movimiento nacional estudiantil británico. El libro cuenta la historia de sus padres y de su gradual desencanto con los dogmas de su juventud.

“El Partido era una iglesia”, escribe Aaronovitch. “Su fuerza derivaba tanto de la creencia y de la fe como del intelecto”. Por un lado estaban los “puros”, los que poseían la verdad absoluta, y por otro los malvados o los equivocados. “Muchas de las cosas que el mundo a nuestro alrededor consideraba buenas para nosotros eran malas… Para nosotros, las iglesias eran cuencas de superstición; la familia real, un residuo feudal; la policía era opresora; los estadounidenses eran crasos belicistas; el Ejército, un instrumento del imperialismo; la prensa, una proveedora de mentiras y propaganda. Eramos todos antirracistas, antifascistas, antiimperalistas”.

Interesado en profundizar en esta idea de ideología —no religión— como opio del pueblo, y quizá aplicarla al contexto actual español, me tomé un café con Aaronovitch, londinense de 62 años. “Como la iglesia católica”, me dijo, “y a diferencia de los partidos del establishment político que despreciábamos, la izquierda a la que yo pertenecía tenía una razón de ser trascendental. La iglesia veía la utopía en el más allá; nosotros, aquí en la tierra. Teníamos el hábito mojigato y autoreferencial (nuestras amistades y amantes eran solo del Partido) de creer que los que se oponían a nosotros estaban en contra de los intereses más sagrados del pueblo”.

También como la iglesia, el partido comunista al que Aaronovitch perteneció tenía “sus ritos, sus santos, sus lugares sagrados”. Las asambleas semanales eran “misas seculares”. Los santos eran Marx, Lenin y Stalin. Los católicos iban a Lourdes o Roma; los fieles comunistas peregrinaban al palacio de invierno en Leningrado, icono de la revolución bolchevique de 1917.

Aaronovitch es el columnista más de izquierdas en un diario de centro derecha. The Guardian es el diario más cercano al nuevo líder del partido laborista, Jeremy Corbyn, al que también los medios habitualmente ponen el apodo “radical” y con cuya causa Podemos abiertamente comulga. Un columnista de The Guardian llamado Martin Kettle escribió la semana pasada que estaba de acuerdo con la tesis de Aaronovitch sobre el espíritu religioso de los ateos comunistas, y veía mucho en común entre ellos y la izquierda corbynista. “Es verdad que ya no tenemos hoy un movimiento comunista”, escribió Kettle, “pero tenemos sin duda una nueva izquierda en Gran Bretaña que tiene algunas de las mismas ambiciones, ideas políticas y sueños históricos... Esta izquierda parece identificarse felizmente a sí misma con una de comunidad de creyentes desdeñosa de los escépticos o de aquellos que sus presbíteros consideran inaceptables”.

Cualquiera que haya observado al fenómeno Podemos desde cerca reconocerá similitudes con el peculiar mundo político que describe Aaronovitch. Las pequeñas asambleas en las que se corean siempre las mismas consignas litúrgicas (“el pueblo unido, etc”); los santos (Gramsci, Rafael Alberti); los lugares de peregrinación (la Venezuela chavista, en su día). Durante la reciente campaña electoral en los mítines de Podemos se palpaba en el ambiente un fervor, una atmósfera con ecos de misa multitudinaria evangelista en Oklahoma, ausentes en los grandes eventos organizados por los demás partidos.

Eso no significa que haya algo intrínsecamente malo en vivir la política como la religión por otros medios. Pero de lo que hay no duda es que estamos hablando de procesos mentales diferentes a los de los otros tres partidos españoles con los que Podemos se disputa el futuro político inmediato de España. En un discurso en diciembre de 2014 Pablo Iglesias, el líder de Podemos, relató una especie de parábola sobre el conflicto entre “la casta” y “el pueblo” en la que los del Partido Popular eran gatos y los fieles de su partido ratones. Siguiendo la lógica de la metáfora, el PSOE y Ciudadanos son, claramente, más gatos que ratones.

Va a ser interesante ver si el desenlace del juego político actual en España será una alianza de gatos, aunque sean de diferentes colores, o si se acabarán cruzando animales políticos de dos diferentes especies. La opción contra natura sería la más arriesgada, con un final más incierto, posiblemente confuso, pero sería un experimento interesante. A Darwin le hubiera fascinado; a los científicos políticos también. En cuanto al conjunto de la sociedad española, quizá no tanto.
John Carlin

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/01/31/actualidad/1454263401_247791.html

(Lo he colgado por considerar que aporta una opinión muy generalizada, no es la mía)

martes, 9 de febrero de 2016

Ángel Cappa: “A la derecha no le quites ni un solo euro porque te cortan la cabeza”

Ángel Cappa, uno de los deportistas más significados políticamente y de discurso profundo. Convivió con Maradona, Valdano y Raúl

Un bigote ya bastante canoso anuncia el rostro de Ángel Cappa (Bahía Blanca, Argentina, 1946), uno de los deportistas más significados políticamente y de discurso profundo, rompedor en un universo opaco hoy en día. Exfutbolista y con una carrera de entrenador que le llevó de la Argentina y el Barça de Menotti y Maradona al Madrid de la natividad de Raúl de la mano de su inseparable Valdano. Llegamos a una cafetería con aires parisinos cerca del Santiago Bernabéu y a mano derecha se encuentra, de espaldas a la ventana y con la cabeza gacha, concentrado leyendo un libro que le tiene absorbido, Espectros del capitalismo, de Arundhati Roy. "Cuando estaba en el fútbol había días que no era capaz de pasar de una página", confiesa el argentino, también escritor. Cuando se marcha, una señora pregunta quién era y casi se queda chafada.
"Pensaba que era un actor, con ese acento...".
-¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo y dónde creció?
Nací en un barrio de Bahía Blanca que se llama Villa Mitre. Mi infancia la recuerdo extraordinariamente divertida, maravillosamente entretenida. Me llenó de alegría, alrededor de una pelota. Jugábamos todo el tiempo, y en el colegio también. Nuestras madres nos almidonaban el guardapolvo [un delantal que les ponían para ir al colegio, blanco, mas o menos como los médicos] el lunes y en el primer recreo se terminaba el almidón. Me acuerdo que hicieron un equipo en el barrio de baby fútbol y todo el barrio estaba detrás de él. Íbamos a jugar y cuando volvíamos, hacíamos una fiesta en casa de algún vecino. Eso me hizo entender que el fútbol es alegría y es una fiesta.

-¿Qué tipo de barrio era?
Era popular. Era pobre, pero en esa época en Argentina era la época del peronismo. Más allá de los cuestionamientos que se le puedan hacer al peronismo, lo cierto es que se tenía para comer y la posibilidad de hacerse una casa. Entonces, era un barrio pobre pero no se pasaban necesidades como ahora.

-Como futbolista, comienza en el Villa Mitre.
La emoción más grande mi vida futbolística fue el día que debuté en la sexta división con Villa Mitre, porque en ese momento, como el fútbol es un deporte lo practica todo el mundo sobre todo en los barrios pobres, que te eligieran en Villa Mitre era una alegría y un prestigio enorme. Después he recibido muchas emociones, pero como la primera vez que me puse esa camiseta, ninguna. Yo tenía once años, jugamos en un pueblo de al lado. Tenía gripe y no le dije nada a nadie. Tengo aún la foto guardada de aquel día. Después, en primera división fue también un debut enorme, porque toda mi ambición era jugar en la primera de Villa Mitre. Todo lo demás fue agregado.

Después me llamó Olimpo, de lo cual me arrepiento. Me pagaban, al contrario que en Villa Mitre, y me dieron un departamento [casa]. Olimpo era el enemigo máximo. Villa Mitre era la representación de los barrios y Olimpo, de la gente del centro, de los poderosos. Eso es una traición que todavía no he podido superar [dice con media sonrisa]. Tengo una anécdota que es muy graciosa. Cuando yo aún vivía con mis padres, mi papá decidió pintar la casa. El pintor me conocía a mí, porque era del barrio y había seguido toda mi trayectoria. Era tartamudo y me llamaba negrito. Tomábamos mate y solíamos hablar de fútbol. Pero la semana que me enfrenté a Villa Mitre con Olimpo no hablamos nada. Cuando salimos a la cancha a jugar, escucho: “La-la pu-pu ta que te pa-pa rió” [risas]. Era este, y al otro día me vino a saludar a casa como si nada: “¿Qué haces negrito?”.

-Todavía vive en Argentina cuando el golpe de Videla.
Ahí yo ya estaba militando en un grupo que se llamaba Peronismo de base, que era una izquierda del peronismo. El golpe estaba, digamos, más o menos previsto, porque ya el Gobierno de María Estela Martínez de Perón era un gobierno absolutamente degradado, represor y entregado, más que a los militares, a las fuerzas civiles que querían imponer un sistema económico. Por eso llamaron a los militares. Lo que no estaba previsto era la ferocidad del golpe. Muchos compañeros míos fueron encarcelados y otros asesinados. Yo tuve suerte de poder salir de allí, junto con otro compañero.

-¿Qué supuso para usted el golpe?
El alejamiento involuntario de mis raíces, de mis afectos, que todavía no he podido superar. A pesar de que tengo hijos españoles y una abuela española. Me siento como en mi casa, pero aquello… Una cosa es que vos te vayas voluntariamente y otra cosa es que te tengas que ir de un día para el otro. Y eso es muy difícil de superar, por lo menos para mí. Eso… [hace una pausa de varios segundos] eso no se puede perdonar porque han hecho sufrir a muchísima gente. Han torturado, han asesinado.

Pero no eran cuatro militares locos; respondían a un proyecto económico: el neoliberalismo, que empezaba en esos años setenta, y que barrió con todo. Lo que dice Naomi Klein, la doctrina del shock para imponer todo por la fuerza. Yo le tengo más odio a todos los civiles que generaron el golpe que a los militares. Los militares son unos pobres mamarrachos que muchos de ellos, encima, se creyeron que eran patriotas. Era un proyecto económico como el de ahora de Macri, que tiene la complicidad de los principales medios de comunicación de todo el mundo.

-Aquella dictadura económica es un poco lo que está sucediendo ahora, pero con otro tipo de violencia. Sí, sí, por supuesto. Ha habido una década de gobiernos que se quisieron zafar del imperio norteamericano y de las garras de las grandes empresas, y ahora está retrocediendo. Macri es uno de los abanderados. Es curioso como los medios manejaban más o menos los mismos argumentos, lo cual indica que es una campaña, cuando criticaban a Cristina de Kirchner porque había gobernado con algunos decretos. Bueno, pues hizo trece en dos mandatos y este hombre en quince días ha hecho cincuenta y, sin embargo, no tiene ninguna crítica.

-¿Cómo le ha ido a Argentina en los últimos años con los Kirchner?
Bueno, ha habido cosas buenas y cosas malas. Las buenas fueron la distribución de la riqueza a favor de los altos precios de las materias de exportación. Lo malo es que no modificó la estructura de producción y por lo tanto el capitalismo se rehízo. Y cuando los precios bajaron, no había más que distribuir y el sistema seguía siendo el mismo. Pero, por ejemplo, la gente pobre tenía subsidio para la electricidad, en las casas pagaban una miseria. Ahora, Macri inmediatamente ha subido un 300% las tarifas. Entonces comienza lo que sucedió aquí [en España]: el capital recauda dinero del resto de la gente, empobreciéndola.

-¿No hubo corrupción con los Kirchner?
Seguramente ocurrió, pero España está incapacitada para hablar de corrupción, porque tú en tu casa abres un armario y se caen cuatro corruptos. Pero hay que aclarar una cosa: los políticos son corruptos, pero ¿quién los corrompe? No aparecen tanto los corruptores, que son los grandes empresarios. Es el sistema el que está corrompido.

-¿Cómo afectó el golpe de Videla al fútbol?
No tuvo ninguna repercusión especial, salvo algunos jugadores que conozco que fueron asesinados por haber militado, o encarcelados. Era el negocio el que estaba y está corrompiendo el fútbol, no la dictadura. La dictadura se aprovecha del deporte, pero también la democracia.

-¿Cómo es posible que habiendo una dictadura en Argentina la FIFA celebrara allí el Mundial de 1978?
La FIFA es una entidad mafiosa. Ha quedado en evidencia, no es una frase hecha. Por tanto, le tiene sin cuidado la dictadura. Sólo le interesa lo que le interesa al sistema: el dinero. El sistema cuestiona a Venezuela, pero no a Marruecos, a Colombia o Arabia Saudí. ¿Por qué? Porque lo único que le interesa es el dinero y Venezuela le está impidiendo sacar el dinero escandaloso que sacaban antes. Si mañana Maduro viene y abre la puerta del negocio, se terminó, inmediatamente todos somos amigos. Es verdad que Chávez y Maduro no son iguales, y las críticas son necesarias, pero quienes critican no lo hacen por eso. Como dijo una vez Anguita, no sé si hablando de Cuba o de Venezuela: “Primero quiero aclarar que estoy en la misma trinchera, y ahora voy a hacer las críticas”.

Un tiempo después del golpe de Videla se exilia en España. ¿Cómo era en los estertores del franquismo?
Yo llegué en un momento de una gran esperanza e ilusión. Por eso me duele tanto la traición escandalosa de Felipe González, de Alfonso Guerra y de toda esa gente a tanta gente honesta que había combatido para traer la democracia a España. Uno creía que estaba en el comienzo de la construcción de una nueva España y eso era alentador y contagioso. Para colmo, se veía a González y todo el PSOE cantando La Internacional con el puño en alto. Y todo eso era muy emocionante. Mi mujer y yo teníamos una amiga que combatió contra el franquismo, Isabel Ríos, que ya falleció. A su marido lo fusilaron y a ella, condenada a muerte también, finalmente la liberaron con la obligación de irse de España. En el ochenta y pico, ya con el PSOE instalado, me dijo algo sobre Felipe que no me animo a repetir. Con una pena muy grande, y yo no puedo olvidarme de eso. Entonces, a Felipe ya se le había puesto la cara de un señor con patillas blancas, y ya no era la chaqueta de pana sino el traje. Ya era otra cosa.

-¿Qué fue la Transición española? ¿Hubo vencedores y vencidos?
Creo que hay que respetarla. La gente hizo lo que pudo. El movimiento obrero y el de izquierdas tuvieron que entregar todas sus reivindicaciones, pero era un momento muy duro; hay que estar ahí. La derecha económica impuso su criterio: “Aquí estamos nosotros y seguimos ganando dinero, y ahora ustedes hagan lo que quieran. Reivindiquen cosas importantes pero complementarias”. Eso permitió al capitalismo rearmarse y acomodarse a una nueva época, pero me parece que no cabía otra posibilidad. Yo lo viví y fue un paso adelante necesario. Lo que sucede es que ahora, cuarenta años después, hay que dar otro paso adelante.

Esa democracia ya no es suficiente, la gente joven necesita una democracia real, participativa. Y la derecha y el capital se niegan a ello, naturalmente. Vos fijáte en esta crisis como las grandes empresas y los ricos aumentaron su riqueza. Lo que yo aprendí en todo este tiempo en Argentina y acá es que por un euro, no por miles, te cortan la mano y la cabeza ¡Por un euro! La derecha, salvo una reaccionaria, puede admitir los matrimonios homosexuales. Ahora, no les quites un euro porque te matan. Y te matan de verdad. No juegan con eso. Entonces, no admiten ahora un paso adelante. Fíjate que le están diciendo ahora radicales a los de Podemos. Y en el sentido más peyorativo, porque si uno defiende una posición la defiende absolutamente, igual que la derecha, no más o menos. Y no hay una sola propuesta de Podemos que exceda el capitalismo o la Constitución. ¿Dónde está la radicalidad en el sentido que ellos dicen? Está en que les dicen: “Ustedes también tienen que pagar impuestos”. El Ibex 35, las Sicav, por favor paguen impuestos.

Y Felipe González es el gran representante de las grandes empresas y del gran capital. Ya sin pudor. Ahora le da igual. Él y Vargas Llosa son los principales abanderados del neoliberalismo en Sudamérica. Y lo hacen descaradamente, ya les da igual. Y Guerra también. Acusaban a Podemos de alterar nuestro sistema occidental. ¡Es de risa! Es lo mismo de lo que les acusaban a ellos cuando empezaron. Es lamentable. A mí me indigna, pero mucho más me da lástima, de ver como la gente, a determinada edad, se abraza a la edad de la razón. Claro, si te va bien económicamente. Por suerte, a mí eso no me ha pasado todavía. Eso a mí me produce una repugnancia asquerosa. ¡Yo entiendo a Aznar! Fue siempre de derechas y nunca le importó nada un pepino que no fuera el dinero.

El capitalismo es un sistema agotado, como decía José Luis Sampedro. No es un sistema de la naturaleza, como nos quieren hacer creer. Es uno más, con la particularidad de que en su evolución genera desigualdad, pobreza y muerte. "Es un sistema que mata", como dijo hace poco el papa Francisco, y "al que hay que cambiar", como aconsejó. Seguro que enseguida te amenazan y te dicen: "Entonces ustedes quieren el comunismo soviético". Y no, no es así. Queremos un sistema verdaderamente democrático y justo, donde se pueda vivir en solidaridad y no en competencia, y en igualdad. Donde todos seamos respetados como seres humanos y tengamos los mismos derechos y las mismas obligaciones. No es tan difícil, ¿no?

-Entonces usted no le dice a sus hijos eso de “Hacedme caso a mí que ya soy mayor…”.
No, no. A mis hijos les digo: “El día que yo diga una estupidez de esas, enciérrenme en una habitación y tiren la llave. No me dejen salir más”.

-Ha comentado en varias ocasiones que ve necesario que el futbolista tenga una conciencia política.
El futbolista y todos, porque política es todo... Leer más aquí.
http://www.publico.es/deportes/angel-cappa-derecha-dinero-corrupcion.html

domingo, 6 de diciembre de 2015

Sin movimiento obrero, ¿adónde quieren llevarnos las nuevas izquierdas?

Como tal, el movimiento obrero a la usanza del siglo XX ha dejado de existir y de ser un actor político con señas de identidad propias, habiéndose segmentado en multitud de movimientos sociales o mareas puntuales donde sus energías se han disuelto de modo irremisible.

La precariedad laboral se configura como un amplio territorio inconexo de trabajadores que solo buscan salvar los muebles de sus necesidades básicas inmediatas. Nadie se reconoce en el otro porque todos son competidores por salarios de miseria y empleos de baja calidad.

En ese ambiente gaseoso, los sindicatos mayoritarios solo sirven como agencia jurídica para solventar casos concretos e individuales. Hacer sindicalismo en ese mar de dudas laboral resulta poco menos que una osadía de locos. Aquellos trabajadores que intenten un gesto reivindicativo pueden dar con sus huesos en la calle de forma fulminante.

Así las cosas, observamos desde bastante tiempo atrás que las candidaturas de la izquierda transformadora están huérfanas de representantes auténticos del movimiento obrero en general. Los sindicatos con mayor relevancia no tienen fuerza alguna en el terreno político para insertar en las listas opciones particulares del mundo del trabajo. O no quieren o no pueden, pero su irrelevancia es muy acusada.

A título de ejemplo significativo, Marcelino Camacho es el último emblema de esa aportación genuina del viejo movimiento obrero a la acción política parlamentaria. Después de él, el desierto absoluto. Eso sí, las candidaturas del PP y el PSOE han sido copadas por empresarios y profesionales liberales sin ningún rubor. En el caso actual de Podemos, las expectativas parecen ser las mismas: gente profesional y activistas de nuevo cuño que amanecen a la cosa pública desde movimientos sociales nacidos al calor del 15M, sin una experiencia directa con el sindicalismo o lo laboral en sentido estricto.

La infrarrepresentación política de los trabajadores (ligados al antiguo concepto de clase obrera) es clamorosamente evidente. Su escasa fuerza e influencia se corresponde con una corrosión de las ideas de izquierda clásicas y con la precariedad e inestabilidad laborales. El nuevo sujeto individual emergente “de izquierdas” se quiere “autónomo y libre”, habiendo cortado sus raíces con las luchas sociales y políticas precedentes de cuajo.

En la novedad primigenia y total, la “nueva izquierda” se siente muy a gusto sin referencias del pasado, pretendiendo inaugurar un horizonte original casi de la nada. Los elementos principales de su análisis descansan, sin expresarlo a la cara, en que el capitalismo puede reformarse en positivo solo con apuestas éticas: lo que quiere la gente es vivir en paz sin chocar con las contradicciones de clase sociales.

A simple vista, parece un bagaje ideológico demasiado infantil. Como la gente no desea radicalismos excesivos, hay que moderar la práctica política con posturas estéticas de mucho ruido mediático y pocas nueces efectivas. Su estrategia es nula, todo lo fían a hoy mismo, a los votos que otorguen una mayoría suficiente para gestionar los restos del Estado del Bienestar. Todo ello destila un tradicional aroma a socialdemocracia de corto recorrido.

Mientras tanto, la precariedad laboral aumenta sin cesar y lo público se desmorona día tras día. Lo que vemos ahora en Grecia, un querer sin poder frente a las estructuras de dominación internacional, no arredra a los exegetas de la “nueva izquierda”. Siguen impertérritos en su táctica de ganar las elecciones sin saber adónde nos dirigimos.

Consideran que el mero hecho de una victoria electoral obrará como un resorte mágico para conquistar una sociedad distinta, se supone que más igualitaria y justa. Da la sensación de que estamos ante un craso error de interpretación espontaneísta, ya recurrente en la historia de las izquierdas renovadas de toda Europa. Los votos populares, sin más aditamentos ideológicos de largo alcance, jamás han modificado sustancialmente el régimen capitalista en Occidente.

La confluencia actual de diferentes movimientos sociales en pos de una alternativa política se está realizando a botepronto, más con voluntarismo que con debate interno. Y en esta coyuntura, el movimiento obrero y los sindicatos están claramente ausentes, sin capacidad de expresión propia.

De esa reunión heterogénea está surgiendo, paradójicamente, una camarilla o casta (vanguardia se decía no hace tanto) que impone sus criterios carismáticos rodeándose de mecanismo democráticos cibernéticos de dudosa aplicación en la realidad contingente. “Los de arriba alternativos” tienen un capital mediático casi imbatible por otras opciones partidarias o ciudadanas.

No hay debate real, solo profusa palabrería discursiva, impulsos descoordinados que buscan un objetivo electoral concreto: ganar los comicios generales con fórmulas ultramodernas de mercadotecnia agresiva pero sin saber hacia dónde dirigirse, sin puerto o destino que sirva de ilusión o referente político tangible.

Hoy en España solo quedan vestigios organizados del movimiento obrero en los jornaleros de Andalucía y en el sector minero norteño. El resto es un páramo desangelado de precariedad laboral posmoderna. Haría falta que con urgencia Marcelino Camacho se reencarnara en nuevos líderes salidos del conflicto laboral. Sin ellas y ellos, lo político, la izquierda transformadora, presentará una inconsistencia más que notable.

Desde mayo del 68, todas las izquierdas nuevas han acabado en el desencanto o en el posibilismo socialdemócrata sin que las estructuras capitalistas se hayan visto en apuros o dificultades serias. Crisis tras crisis, el sistema capitalista continúa fiel a sí mismo ante la impotencia de soluciones de izquierda que vayan más allá de la huera retórica coyuntural.

Y la lucha de clases continúa ahí, impertérrita, lozana ella, escondida entre bastidores. Actualmente tienen más resonancia pública los manifiestos del veleidoso sector de la cultura que las reivindicaciones y propuestas genuinas de la clase trabajadora.

Algo funciona mal en la izquierda cuando sus presuntas ideas hay que representarlas y simbolizarlas a través de figuras mediáticas interclasistas de cierto renombre o prestigio profesional. El mundo de la cultura jamás puede llenar el vacío político y social del movimiento obrero. Pero eso es lo que está sucediendo ahora, un motivo más para reflexionar críticamente acerca de las nuevas izquierdas y sus capacidades reales de convertirse en alternativa al statu quo vigente.

Armando B. Ginés

sábado, 21 de noviembre de 2015

Lo que está en juego

Boaventura de Sousa Santos
La Jornada

El fenómeno no es sólo portugués. Es global, aunque en cada país asuma una manifestación específica. Consiste en la agresividad inusitada con que la derecha enfrenta cualquier desafío a su dominación, agresividad expresada en un lenguaje abusivo y el recurso a tácticas que rozan los límites del juego democrático: manipulación del miedo para eliminar la esperanza, falsedades proclamadas como verdades sociológicas, destemplanza emocional en la confrontación de ideas, etcétera. Por derecha entiendo el conjunto de las fuerzas sociales, económicas y políticas que se identifican con los designios globales del capitalismo neoliberal y con lo que esto implica en términos de políticas nacionales, de aumento de las desigualdades sociales, de destrucción del Estado de bienestar, de control de los medios de comunicación y de estrechamiento de la pluralidad del espectro político. ¿De dónde viene este radicalismo ejercido por los políticos y comentaristas que hasta hace poco parecían moderados, pragmáticos, realistas con ideas o idealistas sin ilusiones?

En Portugal estamos entrando en la segunda fase de implementación global del neoliberalismo. A escala mundial este modelo económico, social y político presenta las siguientes características: prioridad de la lógica del mercado en la regulación no sólo de la economía, sino de la sociedad en su conjunto; privatización de la economía y liberalización del comercio internacional; demonización del Estado como regulador de la economía y promotor de políticas sociales; concentración de la regulación económica global en dos instituciones multilaterales, ambas dominadas por el capitalismo euro-norteamericano (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) en detrimento de las agencias de la ONU que anteriormente supervisaban la situación global; desregulación de los mercados financieros; sustitución de la regulación económica estatal (hard law) por la autorregulación controlada por las empresas multinacionales (soft law).

A partir de la caída del muro de Berlín, este modelo fue asumido como la única alternativa posible de regulación social y económica. Desde entonces, el objetivo fue transformar la dominación en hegemonía, es decir, hacer que incluso los grupos sociales perjudicados por este modelo fueran inducidos a pensar que era el mejor para ellos. Y, de hecho, en los últimos 30 años este modelo ha conseguido grandes éxitos, uno de los cuales fue haber sido adoptado en Europa por dos importantes partidos socialdemócratas (el Laborista británico de Tony Blair y el Socialdemócrata alemán de Gerhard Schröder) y haber logrado dominar la lógica de las instituciones europeas (Comisión y BCE).

Pero como cualquier modelo social, éste también está sujeto a contradicciones y resistencias, y su consolidación ha tenido algunos reveses. El modelo no está plenamente consolidado. Por ejemplo, aún no se ha concretizado la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) puede que no llegue a concretarse. Frente a la constatación de que el modelo no está todavía plenamente consolidado, sus protagonistas (detrás de todos, el capital financiero) tienden a reaccionar brutal- mente o no en función de su evaluación del peligro inminente. Algunos ejemplos. Surgieron los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) con la intención de introducir algunos matices en el modelo de globalización económica. La reacción está siendo violenta y, sobre todo, Brasil y Rusia están sujetos a una intensa política de neutralización. La crisis de Grecia, que antes de que este modelo dominara Europa habría sido una crisis menor, fue considerada una amenaza por la posibilidad de propagación a otros países. La humillación de Grecia fue el principio del fin de la Unión Europea tal como la conocemos. La posibilidad de un candidato presidencial en Estados Unidos que se autodeclara socialista (es decir, un socialdemócrata europeo), Bernie Sanders, no representa, por ahora, ningún peligro serio y lo mismo ocurre con la elección de Jeremy Corbyn como secretario general del Partido Laborista. Mientras no constituyan un peligro, no serán objeto de reacción violenta.

¿Y Portugal? La destemplada reacción del Presidente de la República a la propuesta de un gobierno de izquierda hecha por el líder del Partido Socialista, en coalición con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, parece indicar que el modelo neoliberal, que intensificó su implantación en Portugal en los últimos cuatro años, ve en tal alternativa política un peligro serio y por eso reacciona con violencia. Es necesario tener en mente que sólo en apariencia estamos ante una polarización ideológica. El Partido Socialista es uno de los más moderados partidos socialdemócratas de Europa. De lo que se trata es de una defensa por todos los medios de intereses instalados o en proceso de instalación. El modelo neoliberal sólo es antiestatal en cuanto captura el Estado, pues requiere decisivamente de éste para garantizar la concentración de la riqueza y para captar las oportunidades de negocios altamente rentables que el Estado le proporciona. Debemos considerar que en este modelo los políticos son agentes económicos y que su paso por la política es decisivo para cuidar sus propios intereses económicos.

Pero el afán de capturar el Estado va mucho más allá del sistema político. Tiene que abarcar al conjunto de las instituciones. Por ejemplo, hay instituciones, como el Tribunal de Cuentas, que asumen una importancia decisiva, porque tienen a su cargo la supervisión de negocios multimillonarios. Tal como es decisivo capturar el sistema de justicia y hacer que actúe con dos pesos y doble medida: dureza en la investigación y castigo de los crímenes supuestamente cometidos por políticos de izquierda, y negligencia benévola respecto a los crímenes cometidos por los políticos de derecha. Esta captura tiene precedentes históricos. Escribí al respecto hace cerca de 20 años: A lo largo de nuestro siglo, los tribunales siempre fueron, de vez en cuando, polémicos y objeto de escrutinio público. Basta recordar los tribunales de la República de Weimar tras la revolución alemana (1918) y sus criterios dobles en el castigo de la violencia política de la extrema derecha y de la extrema izquierda (Santos et all, Os Tribunais nas Sociedades Contemporâneas- O caso português. Porto. Edições Afrontamento, 1996, página 19). En aquel momento estaban en cuestión crímenes políticos, en tanto que hoy están en juego crímenes económicos.

Sucede que, en el contexto europeo, esta reacción violenta a un revés puede enfrentar algunos reveses. La inestabilidad conscientemente provocada en Portugal por el Presidente de la República (incitando a los diputados socialistas a la desobediencia) se asienta en el presupuesto de que la Unión Europea está preparada para una defenestración final de toda su tradición socialdemócrata, teniendo en mente que lo que pasa hoy en un país pequeño puede suceder mañana en España o en Italia. Es una suposición arriesgada, pues la Unión Europea puede estar cambiando en el centro más de lo que la periferia imagina. Sobre todo porque se trata, por ahora, de un cambio subterráneo que sólo se puede vislumbrar en los informes cifrados de los consejeros de Angela Merkel. La presión que la crisis de los refugiados está teniendo sobre el tejido europeo y el crecimiento de la extrema derecha, ¿no recomendarán alguna flexibilidad que legitime el sistema europeo ante mayorías más amplias, como la que en las últimas elecciones en Portugal votó por los partidos de izquierda? ¿No será preferible viabilizar un gobierno dirigido por un partido inequívocamente europeísta y moderado a correr riesgos de ingobernabilidad que pueden extenderse a otros países? ¿No será de darles crédito a los portugueses por el hecho de estar buscando una solución distante de la crispación y la evolución errática de la solución griega? Y los jóvenes, que llenaron hace unos años las calles y las plazas con su indignación, ¿cómo reaccionarán ante la posición ofensivamente parcial del Presidente y el impulso antinstitucional que la anima? ¿Será que la derecha piensa que este impulso es un monopolio suyo?

En las respuestas a estas preguntas está el futuro próximo de Portugal. Desde ya, una cosa es cierta. El desvarío del Presidente de la República estableció el test decisivo con que los portugueses van a someter a los candidatos en las próximas elecciones presidenciales. Si fuese electo(a), ¿considera o no que todos los partidos democráticos forman parte del sistema democrático en pie de igualdad? Si en las próximas elecciones legislativas se formase en la arena parlamentaria una coalición de partidos de izquierda con mayoría y presentase una propuesta de gobierno, ¿le daría o no posesión?

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/11/14/opinion/030a1mun
Traducción: Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

domingo, 4 de octubre de 2015

Quince años y para siempre

José Graziano da Silva
IPS

Los próximos 15 años serán decisivos para el futuro de nuestro planeta. Durante este período, nos enfrentaremos a algunos de los mayores desafíos del siglo XXI, en medio de una transición continua y profunda en la economía global. Somos la primera generación que puede acabar con el hambre y hacer que la seguridad alimentaria y nutricional sea verdaderamente universal. Y tal vez también somos la última generación en condiciones de evitar daños irreversibles provocados por el cambio climático.

Los próximos 15 años serán decisivos para el futuro de nuestro planeta. Durante este período, nos enfrentaremos a algunos de los mayores desafíos del siglo XXI, en medio de una transición continua y profunda en la economía global. La superación del hambre y la pobreza extrema son los retos más importantes. Hoy en día casi 800 millones de personas no tienen suficiente alimento para comer a pesar de que se produce suficiente comida en el mundo para alimentar a todos. Es evidente que necesitamos soluciones urgentes para superar los cuellos de botella estructurales que impiden que los que padecen hambre tengan acceso a los alimentos.

En otras palabras, la inclusión social debe convertirse en la columna vertebral del desarrollo. Sin embargo, no vamos a lograr ni la inclusión social ni el desarrollo, a menos que nuestras decisiones estén guiadas por la sostenibilidad.

Somos la primera generación que puede acabar con el hambre y hacer que la seguridad alimentaria y nutricional sea verdaderamente universal. Y tal vez también somos la última generación en condiciones de evitar daños irreversibles provocados por el cambio climático.

El marco político necesario para avanzar en la dirección correcta requiere un grado sin precedentes de compromiso político.

Entre el 25 y el 27 de septiembre, en una cumbre en Nueva York, se dio un importante paso en este sentido, cuando la comunidad internacional respaldó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, con una agenda ambiciosa para cambiar el mundo para mejor en los próximos 15 años.

Este nuevo pacto global para el futuro incluye crucialmente acabar con la pobreza y el hambre para el año 2030, la mitigación y adaptación al cambio climático y la búsqueda de formas más sostenibles de hacer que la oferta satisfaga a la demanda.

Las decisiones que tomamos como consumidores se han vuelto tan importantes para el futuro como los que tomamos como productores.

Además de los cerca de 800 millones de personas que sufren desnutrición crónica, la malnutrición es también un problema importante con unos dos mil millones de personas que sufren de deficiencias de micronutrientes y 500 millones de personas que sufren de obesidad, esta última una enfermedad que va en aumento en muchos países de ingresos medios y altos.

El mundo que se prevé a través de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible no es una quimera inalcanzable. No es una utopía; podemos hacerlo realidad.

La solución está en el problema. A medida que la riqueza sigue ganando distancia a la justicia, la supervivencia depende más y más del imperativo de la cooperación.

O construimos un futuro para todos, o no habrá futuro aceptable para nadie. Cualquier duda al respecto palidece ante el éxodo que estamos presenciando, donde los refugiados arriesgan sus vidas en un intento desesperado por encontrar una vida mejor en otro lugar.

Más de 70 por ciento de la inseguridad alimentaria en el mundo se concentra en las zonas rurales de los países pobres y en desarrollo.

Una de las soluciones es reconocer y apoyar el papel que la agricultura familiar a pequeña escala puede desempeñar para lograr hambre cero de una manera sostenible.

Para lograr esto, necesitamos políticas públicas que desarrollen las capacidades de las personas, apoyar la producción, facilitar el acceso al crédito financiero, la tecnología y otros servicios y promover la cooperación internacional.

Para erradicar el hambre y la pobreza debemos empezar por ir más allá de hacer frente a situaciones de emergencia cuando se producen y en su lugar dirigir nuestros esfuerzos a hacer frente a las condiciones que las causan.

El costo del fracaso está claro. Si prevalece enfoque de negocio como el que ha habido hasta ahora, en 2030 todavía tendremos 650 millones de personas que padecerán hambre.

Hemos estimado que para acabar con el hambre para el año 2030 se requieren una combinación de inversiones en protección social y agricultura y desarrollo rural de unos 267.000 millones de dólares. Esto significa alrededor de 160 dólares al año para cada persona que sufre hambre.

Esto es más o menos el precio de un teléfono celular. Se trata de una cantidad relativamente pequeña a pagar con el fin de liberar al mundo del flagelo del hambre y de hacerlo durante nuestras vidas.

José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2015/09/quince-anos-y-para-siempre/

sábado, 5 de septiembre de 2015

Las lecciones de Syriza

Miguel Manzanera Salavert

Las cuestiones económicas han prevalecido en la discusión de este verano sobre la política griega y las decisiones del partido de izquierda gobernante, la coalición Syriza. Se trataba de saber si es posible cambiar la nefasta política económica de austeridad, que las autoridades europeas imponen a los Estados miembros de la Unión Europea. A pesar de que esa rectificación cuenta para justificarse con serios argumentos de ciencia económica y el apoyo de numerosos economistas de prestigio, tal pretensión se ha manifestado como una ilusión ingenua acerca del funcionamiento de la sociedad capitalista en crisis. Quizás esa ilusión ha sido creada por una evaluación errada de la profundidad y extensión de la actual crisis económica, pero en todo caso, la vía reformista ha encallado en las realidades fácticas del capitalismo actual.

Entonces la cuestión es que quizás sea mejor una ruptura con el espacio económico de UE, ¿por qué no se ha puesto en marcha un proceso revolucionario de ruptura con las instituciones europeas? Que no haya sido así, constituye una enorme decepción para los sectores más radicales de la izquierda europea, y merece una reflexión acerca de las posibilidades reales de la política económica en los países de la UE.

Pues la conclusión del debate económico es que, si bien habría que afrontar ciertas dificultades inmediatas, la mejor opción para la economía griega era romper con el euro. Especialmente el ministro de economía y finanzas, el brillante profesor universitario Yanis Varoufakis, ha mostrado la viabilidad económica de esa solución, y su bondad a largo y medio plazo, frente a la agonía de la deuda impagable y la subordinación a los buitres financieros que están esquilmando a la nación helena. Sin embargo, el gobierno griego ha preferido mantener al país dentro de la Unión Europea, a costa de abandonar su propio programa político. El gobierno de Syriza ha aceptado poner en marcha las reformas impuestas por las autoridades europeas, basadas en la austeridad del gasto público, y liquidando el estado del bienestar y derechos esenciales de la ciudadanía griega. Y esto supone renunciar a tener una política propia y soberana, que Syriza se había propuesto implementar con su ascenso al poder del Estado, apoyada mayoritariamente por el pueblo griego y refrendada por una holgada mayoría expresada en el referéndum de julio. Ahora parece que había cierta dosis de ilusionismo en ese programa, y una confianza ingenua en la democracia formal. Las lecciones de la experiencia griega deben valer también para lo que va a pasar en nuestro país, y Pablo Iglesias, dirigente de Podemos, ya ha sacado sus conclusiones cuando ha dicho que no podemos hacer gran cosa para cambiar las cosas.

Pero el debate ya no puede centrarse en cuál es la mejor reforma de las instituciones europeas –que se muestran inmunes al diálogo social-, sino acerca de cuál es la mejor opción para los pueblos del sur de Europa: si permanecer o romper con el euro. Desde un punto de vista estrictamente económico, no pueden caber ya muchas dudas: mientras las autoridades de la UE continúen imponiendo la política de austeridad presupuestaria, la ruptura con el euro es mejor opción que someterse a las directivas de las instituciones europeas. Sin embargo, voy a argumentar que el factor decisivo para la decisión final de permanecer en la zona euro no ha sido económico, sino geoestratégico.

Pues ¿cuál es la racionalidad que sustenta las decisiones de los gobiernos europeos, para subordinarse a las decisiones de los poderes reinantes en la UE –los cuales a su vez están en dependencia de los intereses de fuerzas políticas y económicas internacionales, que superan el propio marco de la UE-? Varios factores han incidido en esa decisión de Syriza; primeramente, la explicación del propio primer ministro Tsipras reconoce que la población griega es europeísta y en ningún momento se ha planteado abandonar la zona euro. Efectivamente, el único partido que ha apostado claramente por la ruptura con el euro, el Partido Comunista de Grecia, KKE, retrocedió en intención de voto en las pasadas elecciones.

Esta observación vale también para la ciudadanía española. La población del sur europeo vive una profunda contradicción: asociar el disfrute de su bienestar a la pertenencia a la UE, que ha permitido gozar de altos niveles de vida, y que gracias a su moneda fuerte ha podido mantener envidiables niveles de consumo. Pero a su vez la política neoliberal de las instituciones europeas es la causa de la actual crisis económica, que no se resolverá más que con un cambio drástico de dirección económica. Será difícil que los europeos comprendan esa realidad a corto plazo, mientras que la necesidad del cambio es cada día más urgente y perentoria.

Una consecuencia de esa situación es la enorme presión migratoria desde los países africanos y asiáticos hacia el continente europeo; ese flujo de emigrantes plantea uno de los problemas más acuciantes para los Estados de la UE, y es fuente de tendencias racistas y xenófobas entre las poblaciones europeas, con grave riesgo de generar movimientos fascistas. Este mismo verano una ola de inmigrantes ha alcanzado las costas de las islas griegas, creando un importante problema humanitario. Además la criminal política de inmigración, implementada por la UE para controlar el flujo de inmigrantes, genera miles de muertos todos los años. Esa política de control poblacional responde a un uso discriminatorio de los derechos, establecido en contra de los ciudadanos del sur periférico a favor del centro imperialista.

Las ilusiones europeístas de la población griega han jugado un papel importante, si no fundamental, en la decisión del gobierno de Syriza para renunciar a su programa político. Pero lo que se oculta detrás de esas ilusiones europeístas de los pueblos europeos, es la aceptación de la política y la ideología neoliberales en trance de transformarse en política fascista. Romper con el euro significa cambiar de bando para ponerse al lado de los pobres y los proletarios, posicionándose al lado del nuevo bloque emergente, los BRICS; es necesario superar el parlamentarismo burgués y su falsa democracia, abandonar una mentalidad de inconsciente hedonismo en los valores y poner la justicia por encima de los deseos satisfechos mercantilmente… Y eso solo podrá hacerse cuando se hayan disuelto las ilusiones de las masas en la sociedad de consumo.

En Grecia han estado muy cerca de conseguirlo; el referéndum de julio mostraba que la ciudadanía había desbordado los mecanismos del parlamentarismo burgués, que sirven para hacer gobernable la democracia en favor de la oligarquía financiera. La decisión del pueblo era clara, los espejismos de la sociedad de consumo se habían quebrado con la crisis económica; sin embargo, el gobierno se ha rendido antes de alcanzar la meta que parecía tener en sus manos. No critiquemos a la ligera esa decisión. Pero es urgente saber por qué las cosas suceden así en la historia. ¿Cuál ha sido la razón decisiva para que el gobierno de Tsipras haya tirado la toalla? No han sido razones económicas, pues éstas por el contrario constituían el motor del cambio empujando hacia la ruptura con la UE. No han sido razones políticas o ideológicas, pues el pueblo griego con el referéndum de julio había mostrado su decisión para seguir adelante con el proceso político revolucionario. En mi opinión han sido razones geoestratégicas y militares, que han inclinado la balanza de las decisiones políticas del Estado griego hacia la sumisión.

La crisis económica ha hecho inservibles los mecanismos financieros para el dominio de la oligarquía mundial; el dólar es papel mojado y solo mantiene su poder mientras a la República Popular China le interese: ya están en marcha las instituciones financieras que sustituirán a las actuales instituciones neoliberales controladas por el imperialismo ‘occidental’. La aparición del BRICS amenaza con liquidar para siempre la hegemonía europea vigente en los últimos 500 años sobre la humanidad. Y sin embargo, el imperio se resiste a perder su hegemonía, y ha montado una nueva maquinaria para mantener su hegemonía a través de la superioridad militar. La economía ya no es el campo principal en la lucha mundial por el dominio político, ahora ha sido sustituida por el desnudo poder militar…, acompañado del ascenso de las ideologías fascistas: integrismo islámico en Oriente Medio, nacionalismo chovinista en la UE, nacional socialismo en la Europa del Este. Podemos comprobarlo también en la presión que la OTAN está implementando en el Este de Europa frente a la Federación Rusa, y de EE.UU. con sus aliados en el Pacífico frente a las costas de China.

¿Qué papel juega Grecia en el tablero geopolítico mundial? Obsérvese, primero, que el Estado griego se encuentra en la retaguardia de un amplio frente bélico que se extiende desde Ucrania hasta Yemen y Libia, pasando por Turquía con el problema kurdo, Siria e Irak con el Estado islámico, Líbano en permanente guerra civil y Palestina invadida por Israel. La guerra de civilizaciones de Huntington tenía como primer objetivo el control del Oriente Medio, para atacar Asia desde estas posiciones. El plan ha fracasado, porque la OTAN está atascada en este escenario incontrolable, donde emerge una potencia militar de carácter medievalizante: Arabia Saudí apoyándose en el integrismo islámico. La propia clase dirigente de los EE.UU. está dividida al respecto, al mismo tiempo que tiene que afrontar una importante crisis interna por causa del racismo. Por tanto, la ofensiva militar de la OTAN ha sido detenida aquí, aunque continua por otros frentes en Europa y Asia; el imperialismo todavía no ha sido vencido, aunque la derrota podría ser previsible. Especialmente si Grecia se pasara ahora al otro bando, concretando la alianza con la Federación Rusa, la situación para la OTAN se tornaría comprometida.

En segundo lugar, se debe tener en cuenta que una parte importante de la deuda griega es consecuencia de un enorme gasto militar. El Estado griego está armado mucho más allá de lo que permiten sus posibilidades económicas reales. Y eso significa que el ejército juega un papel importante en las decisiones políticas. Pero ¿qué papel ha jugado el ejército griego en la crisis política? Es seguro que no ha sido progresista: no hace todavía medio siglo que los coroneles griegos dieron un golpe de Estado para crear una dictadura militar desde 1967 hasta 1974. En la primera semana de julio se habló de un golpe de Estado preparado por la OTAN en Grecia. [1] Obama advirtió que Grecia no podía salir de la UE, y aunque esa salida no es lo mismo que salir de la OTAN –estructura militar a la que pertenece el ejército griego-, la inestabilidad política así creada en la retaguardia del frente bélico sería insoportable.

Teniendo en cuenta esos factores, y pensando que era probable un golpe de Estado militar, cabe preguntarse si la decisión de Syriza ha sido correcta. Este gobierno no ha llegado en ningún momento a arriesgar tanto su propia posición, como para que las amenazas de golpe militar se concretaran. ¿Se podía haber tensado más la acción política para desenmascarar la falsedad de la democracia formal burguesa? Cabe imaginar que Grecia hubiera podido entrar en la dinámica bélica que atraviesa la zona oriental del Mediterráneo y el Este de Europa. La OTAN no va a permitir que uno de sus miembros abandone la coalición por las buenas para pasarse al otro bando. Y mientras el BRICS es una alianza puramente económica, la Federación Rusa tiene dificultades para parar la ofensiva imperialista, aunque está jugando bien sus bazas diplomáticas.

La decisión del gobierno griego es esperar acontecimientos. Mientras tanto, la economía se deteriora y los derechos de ciudadanía se difuminan. La decadencia europea se manifiesta en la incapacidad para reformar una política económica desastrosa. Es el signo de los tiempos: solo una superioridad militar decisiva de Estados democráticos, que estén auténticamente comprometidos con los derechos humanos y la legislación de la ONU, frente al belicismo fascista de la OTAN y sus aliados, nos abrirá las puertas del futuro. Parece la cuadratura del círculo, pero hay que partir de las realidades presentes en este mundo. La opción racional en esta coyuntura histórica no es refugiarse en un pasado que no volverá; hay que ponerse al lado de las nuevas realidades políticas emergentes y luchar por democratizarlas.

Nota
[1] http://elmicrolector.org/2015/07/06/la-otan-prepara-un-golpe-de-estado-en-grecia/