Como la mascota que se entretiene royendo un hueso de plástico, a la que el amo lanza una pelota y siempre se la devuelve con la boca, así parecen estar condenados a comportarse los líderes de opinión de este país ante los escándalos que sacuden nuestra vida pública. No importa que la mascota sea contestataria, apacible, nerviosa o una de esas que husmea los genitales de los invitados cuando llegan a tu casa. Cualquiera que sea su carácter, si se consigue educarla bien, le dices siéntate y se sienta, dame la patita y te la da, recoge la pelota y obedece. Incluso irá a hacer sus cosas en el rincón de siempre sobre el periódico en el que firma. Ahora mismo los medios de comunicación han dejado de roer los casos de Gürtel y de los ERE de Andalucía. Las mascotas parecen haberse aburrido de estos juguetes ya demasiado mordidos o babeados y de pronto se muestran felices con otros huesos, peluches o pelotas de todos los colores que les acaban de regalar. El quebrantamiento físico del Rey, la imputación de la infanta Cristina, el destino de la Monarquía, la aventura independentista de Cataluña, la neurosis religiosa aberrante del proyecto de ley sobre el aborto son los nuevos huesos de plástico que los periodistas deberemos roer de aquí al verano. En nuestro circo mediático sucede algo muy peculiar que no se da en los países con una democracia más asentada, donde por regla general antes de que un escándalo llegue a la opinión pública, tal vez por conducir borracho, por haber defraudado al fisco, por mentir en cualquier declaración, por comprar una chocolatina con el dinero del erario o simplemente porque un ministro ha demostrado ser un idiota, el protagonista ya ha dimitido o le han echado a la calle con una patada en el culo o ha ido a la cárcel o ha decidido ahorcarse. Aquí el derecho a la información parece destinado a todo lo contrario. Se trata de roer y babear el hueso, de juguetear con el peluche hasta destrozarlo, de ir una y otra vez por la pelota y devolverla al amo del cotarro hasta que el escándalo de corrupción o un grave problema político, disuelto en saliva, diluya toda su carga explosiva bajo una apabullante y confusa catarata de artículos, opiniones y tertulias, que al final no son sino una forma, mejor o peor, de ganarse la vida.
Fuente: Manuel Vicent. El País.
domingo, 12 de enero de 2014
sábado, 11 de enero de 2014
España en la crisis. La política y la Nada
En La historia interminable de Michael Ende, el personaje de la Nada devora los lugares, el mundo y la vida sin que nadie sepa cómo detenerla. Es una imagen perfecta para describir la acción del capitalismo en la crisis
Desde el comienzo de la crisis económica, en España vivimos una situación realmente excepcional, una aceleración histórica y una apertura de lo posible sin precedentes en el pasado inmediato.
La verdad es que no tengo recuerdo de que nunca se escribiera y se leyera tanto y con tanta intensidad. Estamos realmente hambrientos de referencias inspiradoras para entender lo que nos pasa y hacer algo al respecto. La crisis ha servido más que un millón de cursos de fomento de la lectura.
Miramos a Plaza Tahrir en El Cairo, a Plaza Syntagma en Atenas, a Zuccotti Park en Nueva York, a Gezi Park en Estambul... con una curiosidad y una avidez desconocidas, vinculándonos política, vital y afectivamente con lo que ocurre más allá de nuestras fronteras, tratando de aprender algo que nos pueda servir para pensar, para luchar, para vivir.
Mi idea hoy es contribuir humildemente a esta conversación entre plazas con algunas instantáneas de lo que pasa en España, algunas reflexiones elaboradas con amigos sobre la marcha vertiginosa de lo que va sucediendo, un punto de vista particular e implicado, es decir ni objetivo ni exterior, confiando en las resonancias que pudieran darse para organizar la conversación.
La Nada ¿interminable?
Lo llamamos crisis pero la palabra no alcanza. Es más bien un cambio radical en la totalidad de las reglas de juego.
Neutralización de los restos de soberanía de la democracia parlamentaria, desmantelamiento del Estado del bienestar, precarización y empobrecimiento general de la vida... No se trata simplemente de “recortes”, sino de un cambio de escenario.
A nivel personal, la crisis supone un hachazo en la normalidad de la vida de millones de personas. Lo que dábamos por garantizado se hunde ante nuestros ojos. Se abren una cantidad de preguntas que nunca nos habíamos hecho. Nuestro mismo “estar en el mundo” se vuelve problemático.
Un detalle personal: yo había leído todo lo que hay que leer sobre el papel que juegan los bancos en la economía financiera, pero jamás me había cuestionado realmente donde tener mi dinero. Hasta ahora. Lo que quiero decir es que hoy la realidad nos obliga a pensar, estamos forzados a pensar porque la vida ya no va de suyo.
La tradición filosófica tiene algunas imágenes célebres que pueden servirnos de ayuda para imaginar lo que pasa: el tren sin frenos de Walter Benjamin o la cita de Marx sobre lo sólido que se disuelve en al aire. Pero entre amigos preferimos usar otras dos imágenes similares que nos ofrece la cultura popular.
La primera es el tren de la escena final de Los Hermanos Marx en el Oeste que se desmantela a sí mismo para alimentar una fuga enloquecida hacia adelante. Para pagar las deudas acumuladas por el capital financiero, el tren capitalista se traga nuestros derechos, nuestros recursos, nuestras riquezas, nuestros vínculos. El edificio entero de la civilización social moderna.
La segunda es la Nada de La historia interminable de Michael Ende. Esa Nada que nadie sabe muy bien de dónde sale ni cómo detenerla, pero avanza devorándolo todo y dejando el vacío a su paso. Es una imagen que a algunas personas de mi edad nos impresionó mucho en su día y que reaparece inesperadamente en las conversaciones informales sobre nuestra experiencia contemporánea. Porque de pronto aquí también hay Nada donde antes había lugares, mundos y vida.
Son todas ellas imágenes que tratan de figurar la aceleración del tiempo de destrucción del capitalismo. La sensación de vivir en una realidad en desintegración.
Nuevas politizaciones
Pero quizá lo más interesante y específico de la situación española es la respuesta a la Nada: una politización generalizada de la sociedad. Pero una politización atípica, que redefine lo político y arranca (visiblemente) con el movimiento 15-M.
Voy a lanzar ahora cinco titulares sobre algunos de los aspectos a mi juicio más llamativos de esa nueva politización:
1.- Es un movimiento a la vez político y antipolítico. Antipolítico en el sentido de que expresa un rechazo general de la política de los políticos: las consignas más conocidas del movimiento son “no nos representan” y “lo llaman democracia y no lo es”.
Ya para nadie en España es un secreto que los políticos se limitan a gestionar simplemente las necesidades de la economía global y han desviado para ello completamente la soberanía popular. El mismo presidente del Gobierno lo declara cuando anuncia cada recorte: “no hay margen de maniobra”.
Pero aunque en un primer momento nos uniese el rechazo, somos más que rechazo. Se ha dicho y repetido que el 15-M es un movimiento puramente reactivo de indignación y protesta, pero para cualquiera que pasara por las plazas es muy claro que no sólo estábamos allí para gritar nuestra indignación, sino también por la belleza y la potencia de estar juntos, ensayando modos de participación común en las cosas comunes.
2.- La activación de la gente cualquiera. El protagonismo en el campamento de mayo/junio de 2011 es de la gente sin experiencia de politización previa, creo que el frescor y la capacidad de creación vienen sobre todo de ahí. De hecho, los grupos militantes y los activistas de largo recorrido estaban por lo general muy desubicados ante lo que ocurría: algunos gozando de esa desubicación y otros con el ego muy herido.
Es un movimiento sin banderas, sin bloques identitarios en las manifestaciones, donde las pancartas son personales (lo que alguien ha llamado “democracia semiótica”) y las propias manifestaciones son autoconvocadas (muchas veces de forma anónima).
El movimiento evita identificarse en el tablero de ajedrez político: izquierda o derecha, PSOE o PP. Dice de sí mismo que “no es un movimiento de izquierda contra la derecha, sino de los de abajo contra los de arriba”. Esto es muy relevante porque rompe con la falsa polarización que define el mapa de lo posible en España desde hace décadas ("las dos Españas").
3.- Se construye como un espacio de invitación. No busca la separación de la sociedad o de la “gente normal”, ni se concibe como una trinchera o un afuera utópico o radical, sino que hace una y otra vez gestos de invitación al otro para pensar y luchar juntos, desde la idea de que los problemas que tenemos como sociedad nos afectan a todos y que la complejidad y magnitud de las cuestiones a las que nos enfrentamos requiere una implicación activa de todos (o, mejor dicho, del 99%).
4.- El uso de nombres de cualquiera. Para que los muchos y diferentes puedan estar juntos, tenemos que dejar de ser quienes somos, porque “en tanto que” lo que somos (de izquierda o de derecha, anticapitalistas o reformistas, monárquicos o republicanos, etc.) sólo hay choque, relación instrumental, desigualdad, no horizontalidad.
Los nombres de cualquiera suspenden las identidades previas y crean un terreno común donde es posible el encuentro.
El más conocido de estos nombres de cualquiera es “indignados”, pero se han usado otros: el 99% que viene de Occupy Wall Street, la insistencia en la palabra “personas” (“una política de personas”) o la misma puerta del Sol misma considerada como un personaje colectivo.
Estos nombres de cualquiera o “identidades no identitarias” disponen un nosotros abierto que no reenvía a ninguna identidad previa, sociológica o ideológica, sino a una decisión subjetiva, potencialmente accesible para todos.
5.- Por último, la noviolencia. El 15-M es un movimiento que plantea conflicto (toma el centro de las ciudades en acampada, bloquea desahucios, etc.), pero de forma noviolenta.
Nadie lo decidió así, pero esa “noviolencia alegre y ostentativa” se ha mantenido hasta el día de hoy, a pensar de haber sufrido en numerosas ocasiones la brutalidad policial.
Noviolencia para evitar entrar en la espiral represión-reacción y poder seguir manteniendo la iniciativa.
Noviolencia para desertar de los escenarios donde se nos espera y seguir siendo imprevisibles.
Noviolencia para poder seguir acogiendo la pluralidad que somos.
No violencia como forma de humanizar los conflictos, usando formas de comunicación irónicas o empáticas con la policía y el resto de población.
En definitiva, si tuviera que resumir el 15-M es una sola frase, yo diría que consiste en el deseo y la práctica de una política ciudadana, accesible a cualquiera, no troceada ni instrumentalizada por los partidos políticos, que busca reapropiarse de la posibilidad de decidir algo en los asuntos comunes.
Expulsar, desposeer, desahuciar
Esas potencias siguen vivas hoy, después de dos año y medio, aunque con distintas formas y distintos problemas. Os hablo ahora un poco de algunas continuaciones del 15-M.
Por un lado, una de las líneas de acción que se ha desarrollado con más fuerza es la lucha contra los desahucios.
Se calcula que se producen, atención, 500 desahucios al día en España, gente que ha contraido hipotecas y ahora no puede pagarlas al haberse quedado sin trabajo por la crisis.
Expulsar, desposeer, desarraigar, precarizar, arrojar a la intemperie y la incertidumbre… Los desahucios son quizá la imagen más precisa de la crisis, quizá también la imagen más precisa del capitalismo actual. Es la forma material que toma la Nada.
Una estructura previa al 15-M, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), enriquecida por nuevos activistas pasados por las plazas, ha parado infinidad de desahucios, consiguiendo en muchos casos mejoras concretas para los afectados.
También se han forzado algunas tibias medidas gubernamentales para aliviar esta terrible realidad y la amonestación (con algunas consecuencias prácticas) de Europa al respecto.
Pero sobre todo se ha hecho visible una realidad que antes pasaba completamente desapercibida y estaba completamente normalizada, ningún desahucio había sido noticia hasta ahora.
La sensibilización social con este tema ahora es enorme y ello explica que se puedan detener tantos desahucios, no únicamente la táctica o la fuerza física de las treinta o cuarenta personas que se congregan cada mañana en la puerta de la persona afectada para impedir la expulsión. Se podría decir quizá que los desahucios se paran socialmente antes de pararse físicamente.
Cada desahucio nos ofrece así una imagen resumida del combate general que se está librando aquí y ahora: la acción política defiende y crea mundos allí donde la Nada los hace desaparecer.
Vida y política
Al mismo tiempo, se ha dado también un cierto vaciamiento de las asambleas de barrio, donde el movimiento se mudó al abandonar las plazas. Mucha gente ha vuelto a hacer su vida.
Las semanas de acampada en Sol fueron un tiempo excepcional, pero resulta muy complicado habitar una excepción. O sólo puede hacerlo gente fuera de lo normal: por ejemplo, los activistas, los que hacen de la política el centro de su existencia.
Pero la profesionalización de la política (también activista) vacía los espacios comunes, porque los modos de hacer activistas acogen y convocan sobre todo a otros activistas.
El problema aquí es la enorme dificultad que tenemos para inventar una política habitable para el 99%, no sólo para los activistas. Lo personal se desliga de lo colectivo cuando no somos capaces de inventar engarces entre modos de vida y modos de lucha.
Pero “volver a hacer su vida” es una mala expresión. Porque después de pasar por las plazas no se vuelve igual, ni por tanto se vuelve a la misma vida. Paradójicamente, volvemos a una nueva vida: tocada, atravesada, afectada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Miles de personas han visto alterada su mirada y su estar en el mundo tras el encuentro con el 15-M. Por eso es posible decir que ahora el 15-M no solo es una estructura organizativa compuesta de asambleas y comisiones, sino sobre todo otro estado mental y otra disposición colectiva hacia la realidad, marcada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Un nuevo clima social que libera por todas partes nuevas posibilidades de acción.
Y atraviesa la sociedad entera como una corriente discontinua en el tiempo y el espacio, compleja y diversa, intermitente e imprevisible. A veces subterránea, encarnada en mil iniciativas formales e informales arraigadas en lo cotidiano. A veces muy visible, expresándose en enjambres y mareas que toman masivamente la calle.
Las mareas
El Partido Popular ha puesto en marcha una política durísima de recortes, precarización y privatizaciones que afecta a todos los sectores de la sociedad (profesores, médicos, jubilados, jueces, policías, etc.).
Pero como el clima ya no es el de la queja y la resignación, la respuesta es casi siempre el hacer, la protesta, la organización.
Cada recorte genera un nuevo espacio de lucha que toma el nombre de marea y un color: por ejemplo, la marea verde de profesores, padres y alumnos que llevan una camiseta verde característica; o la marea blanca de médicos y trabajadores de la salud que defiende el derecho de todos, ricos y pobres, a la sanidad pública, etc.
Lo interesante es que cada marea replica a su modo el espíritu 15-M. Hay una especie de transmisión inconsciente y espontánea de saberes, cada nueva politización activa un depósito latente de formas de hacer y decir, se retoman y replican una serie de claves. Por ejemplo:
-La autoorganización desde las bases, a distancia de o sin sindicatos.
-La inclusividad, por la cual en torno a objetivos comunes se agrupa gente de diferentes ideologías (la marea blanca de defensa de la sanidad pública está protagonizada por un colectivo médico de tendencia bastante conservadora) o de distintos roles sociales (médicos, trabajadores y usuarios de la salud en el caso de la marea blanca; profesores, padres y alumnos, en el caso de la marea verde).
-La toma de la calle sin pedir permiso ni legalizar recorridos, desde la noviolencia e inundando el espacio público de alegría.
-La interpelación positiva constante hacia la sociedad y el espíritu de invitación a luchar juntos por lo común: en la huelga de hospitales se cuidó mucho que nadie sufriera por ella, se organizaron abrazos donde la gente rodeaba los hospitales de su barrio para expresar su apoyo, etc.
Preguntas, problemas y debates abiertos
Voy a acabar mencionando rápidamente algunos de los debates abiertos que hay entre nosotros, algunas de las preguntas que nos hacemos, algunos de los problemas y desafíos que afrontamos:
1.- El problema de la organización. Profesores, médicos, jueces, jubilados, diversos físicos, mineros... ¿podría pensarse una articulación de todas las mareas, de qué tipo?
Nos faltan imágenes para pensar la organización más allá de las formas clásicas del “frente”, el “bloque”, que piensa la articulación como “suma”.
Sin embargo, hay ya una cierta organización entre todas las mareas, una organización, no en términos de bloque o de frente, sino de circulación y comunicación de saberes, herramientas, nociones, imágenes. ¿Se puede intensificar esa circulación por ahora casi inconsciente, cómo?
2.- El problema del tiempo. Hay un desacople muy grande entre el tiempo acelerado de destrucción y el tiempo lento de la construcción (de otra subjetividad, otras relaciones sociales) que nos produce muchísima angustia. La Nada devora los mundos en un segundo, pero no se construyen mundos nuevos en un segundo.
Hemos vivido momentos muy marcados por estas lógicas de emergencia y ansiedad, como la convocatoria del 25 de septiembre de 2012 para rodear el congreso y exigir la dimisión de todos los políticos que se desarrolló en un imaginario apocalíptico de cambio radical e instantáneo.
Esa ilusión de producir un evento milagroso que lo cambia todo no es muy realista, pero ¿basta con insistir simplemente en la necesidad de un tiempo lento mientras a nuestro alrededor todo se desmorona?
3.- El problema del logro o la victoria. ¿Qué es ganar? Mucha gente acusa al 15-M de “no haber conseguido nada”. Y es verdad: no hay ninguna victoria clara y contundente que presentar como en el caso de la Primavera Árabe por ejemplo (aunque la marea blanca ha conseguido la paralización judicial de proceso de privatización de la sanidad y hay muchos otros logros no pequeños).
Nuestra sensación paradójica es que todo ha cambiado aunque nada haya cambiado. Que la realidad es la misma pero ahora la vemos desde otro sitio. Que hemos ganado sin ganar nada. Que la sociedad ahora es más rica aunque sea en realidad más pobre.
Pero muchas veces nos es difícil pensar políticamente con una imagen tan difusa de lo que es un logro.
4.- El problema de la militancia. Como decía antes, los militantes no han sido el motor central o generador de las nuevas politizaciones, pero su aportación -en el caso de los militantes que están a la escucha y no quieren dirigirlo todo- es muy valiosa e importante.
¿Podemos repensar la militancia, no como un centro que dirige o empuja, sino más bien como una función de acompañamiento y enlace entre todas esas experiencias que ya están en marcha?
5.- El problema de lo macro y lo micro. Todas las iniciativas mencionadas se topan una y otra vez con un techo de cristal: la política de los políticos está blindada a cualquier tipo de escucha de lo que se dice en la calle.
¿Cómo hacer cuña en ese búnker? Es el gran debate abierto en torno a la cuestión del partido y hay ya en marcha varias iniciativas de nuevos partidos que no pretenden tanto representar -mejorar la representación, conseguir una representación mejor- como devolver el poder a la ciudadanía, hacer de caballo de troya o caja de resonancia de los movimientos callejeros.
(En este punto podríamos incluir también el problema del desacople entre el contexto transnacional de toma de decisiones y nuestro cerebro educado estrechamente a pensar en términos de Estado-nación.)
Por último, creo que hay una pregunta que las resume todas, y que podría ser quizá: ¿qué es el cambio social, cuando no se trata de simplemente tomar el poder -porque no hay otra economía ni otra política posibles sin otra subjetividad social-, ni tampoco de construir una sociedad paralela -porque somos el 99%?
Fuente: El diario.es
Desde el comienzo de la crisis económica, en España vivimos una situación realmente excepcional, una aceleración histórica y una apertura de lo posible sin precedentes en el pasado inmediato.
La verdad es que no tengo recuerdo de que nunca se escribiera y se leyera tanto y con tanta intensidad. Estamos realmente hambrientos de referencias inspiradoras para entender lo que nos pasa y hacer algo al respecto. La crisis ha servido más que un millón de cursos de fomento de la lectura.
Miramos a Plaza Tahrir en El Cairo, a Plaza Syntagma en Atenas, a Zuccotti Park en Nueva York, a Gezi Park en Estambul... con una curiosidad y una avidez desconocidas, vinculándonos política, vital y afectivamente con lo que ocurre más allá de nuestras fronteras, tratando de aprender algo que nos pueda servir para pensar, para luchar, para vivir.
Mi idea hoy es contribuir humildemente a esta conversación entre plazas con algunas instantáneas de lo que pasa en España, algunas reflexiones elaboradas con amigos sobre la marcha vertiginosa de lo que va sucediendo, un punto de vista particular e implicado, es decir ni objetivo ni exterior, confiando en las resonancias que pudieran darse para organizar la conversación.
La Nada ¿interminable?
Lo llamamos crisis pero la palabra no alcanza. Es más bien un cambio radical en la totalidad de las reglas de juego.
Neutralización de los restos de soberanía de la democracia parlamentaria, desmantelamiento del Estado del bienestar, precarización y empobrecimiento general de la vida... No se trata simplemente de “recortes”, sino de un cambio de escenario.
A nivel personal, la crisis supone un hachazo en la normalidad de la vida de millones de personas. Lo que dábamos por garantizado se hunde ante nuestros ojos. Se abren una cantidad de preguntas que nunca nos habíamos hecho. Nuestro mismo “estar en el mundo” se vuelve problemático.
Un detalle personal: yo había leído todo lo que hay que leer sobre el papel que juegan los bancos en la economía financiera, pero jamás me había cuestionado realmente donde tener mi dinero. Hasta ahora. Lo que quiero decir es que hoy la realidad nos obliga a pensar, estamos forzados a pensar porque la vida ya no va de suyo.
La tradición filosófica tiene algunas imágenes célebres que pueden servirnos de ayuda para imaginar lo que pasa: el tren sin frenos de Walter Benjamin o la cita de Marx sobre lo sólido que se disuelve en al aire. Pero entre amigos preferimos usar otras dos imágenes similares que nos ofrece la cultura popular.
La primera es el tren de la escena final de Los Hermanos Marx en el Oeste que se desmantela a sí mismo para alimentar una fuga enloquecida hacia adelante. Para pagar las deudas acumuladas por el capital financiero, el tren capitalista se traga nuestros derechos, nuestros recursos, nuestras riquezas, nuestros vínculos. El edificio entero de la civilización social moderna.
La segunda es la Nada de La historia interminable de Michael Ende. Esa Nada que nadie sabe muy bien de dónde sale ni cómo detenerla, pero avanza devorándolo todo y dejando el vacío a su paso. Es una imagen que a algunas personas de mi edad nos impresionó mucho en su día y que reaparece inesperadamente en las conversaciones informales sobre nuestra experiencia contemporánea. Porque de pronto aquí también hay Nada donde antes había lugares, mundos y vida.
Son todas ellas imágenes que tratan de figurar la aceleración del tiempo de destrucción del capitalismo. La sensación de vivir en una realidad en desintegración.
Nuevas politizaciones
Pero quizá lo más interesante y específico de la situación española es la respuesta a la Nada: una politización generalizada de la sociedad. Pero una politización atípica, que redefine lo político y arranca (visiblemente) con el movimiento 15-M.
Voy a lanzar ahora cinco titulares sobre algunos de los aspectos a mi juicio más llamativos de esa nueva politización:
1.- Es un movimiento a la vez político y antipolítico. Antipolítico en el sentido de que expresa un rechazo general de la política de los políticos: las consignas más conocidas del movimiento son “no nos representan” y “lo llaman democracia y no lo es”.
Ya para nadie en España es un secreto que los políticos se limitan a gestionar simplemente las necesidades de la economía global y han desviado para ello completamente la soberanía popular. El mismo presidente del Gobierno lo declara cuando anuncia cada recorte: “no hay margen de maniobra”.
Pero aunque en un primer momento nos uniese el rechazo, somos más que rechazo. Se ha dicho y repetido que el 15-M es un movimiento puramente reactivo de indignación y protesta, pero para cualquiera que pasara por las plazas es muy claro que no sólo estábamos allí para gritar nuestra indignación, sino también por la belleza y la potencia de estar juntos, ensayando modos de participación común en las cosas comunes.
2.- La activación de la gente cualquiera. El protagonismo en el campamento de mayo/junio de 2011 es de la gente sin experiencia de politización previa, creo que el frescor y la capacidad de creación vienen sobre todo de ahí. De hecho, los grupos militantes y los activistas de largo recorrido estaban por lo general muy desubicados ante lo que ocurría: algunos gozando de esa desubicación y otros con el ego muy herido.
Es un movimiento sin banderas, sin bloques identitarios en las manifestaciones, donde las pancartas son personales (lo que alguien ha llamado “democracia semiótica”) y las propias manifestaciones son autoconvocadas (muchas veces de forma anónima).
El movimiento evita identificarse en el tablero de ajedrez político: izquierda o derecha, PSOE o PP. Dice de sí mismo que “no es un movimiento de izquierda contra la derecha, sino de los de abajo contra los de arriba”. Esto es muy relevante porque rompe con la falsa polarización que define el mapa de lo posible en España desde hace décadas ("las dos Españas").
3.- Se construye como un espacio de invitación. No busca la separación de la sociedad o de la “gente normal”, ni se concibe como una trinchera o un afuera utópico o radical, sino que hace una y otra vez gestos de invitación al otro para pensar y luchar juntos, desde la idea de que los problemas que tenemos como sociedad nos afectan a todos y que la complejidad y magnitud de las cuestiones a las que nos enfrentamos requiere una implicación activa de todos (o, mejor dicho, del 99%).
4.- El uso de nombres de cualquiera. Para que los muchos y diferentes puedan estar juntos, tenemos que dejar de ser quienes somos, porque “en tanto que” lo que somos (de izquierda o de derecha, anticapitalistas o reformistas, monárquicos o republicanos, etc.) sólo hay choque, relación instrumental, desigualdad, no horizontalidad.
Los nombres de cualquiera suspenden las identidades previas y crean un terreno común donde es posible el encuentro.
El más conocido de estos nombres de cualquiera es “indignados”, pero se han usado otros: el 99% que viene de Occupy Wall Street, la insistencia en la palabra “personas” (“una política de personas”) o la misma puerta del Sol misma considerada como un personaje colectivo.
Estos nombres de cualquiera o “identidades no identitarias” disponen un nosotros abierto que no reenvía a ninguna identidad previa, sociológica o ideológica, sino a una decisión subjetiva, potencialmente accesible para todos.
5.- Por último, la noviolencia. El 15-M es un movimiento que plantea conflicto (toma el centro de las ciudades en acampada, bloquea desahucios, etc.), pero de forma noviolenta.
Nadie lo decidió así, pero esa “noviolencia alegre y ostentativa” se ha mantenido hasta el día de hoy, a pensar de haber sufrido en numerosas ocasiones la brutalidad policial.
Noviolencia para evitar entrar en la espiral represión-reacción y poder seguir manteniendo la iniciativa.
Noviolencia para desertar de los escenarios donde se nos espera y seguir siendo imprevisibles.
Noviolencia para poder seguir acogiendo la pluralidad que somos.
No violencia como forma de humanizar los conflictos, usando formas de comunicación irónicas o empáticas con la policía y el resto de población.
En definitiva, si tuviera que resumir el 15-M es una sola frase, yo diría que consiste en el deseo y la práctica de una política ciudadana, accesible a cualquiera, no troceada ni instrumentalizada por los partidos políticos, que busca reapropiarse de la posibilidad de decidir algo en los asuntos comunes.
Expulsar, desposeer, desahuciar
Esas potencias siguen vivas hoy, después de dos año y medio, aunque con distintas formas y distintos problemas. Os hablo ahora un poco de algunas continuaciones del 15-M.
Por un lado, una de las líneas de acción que se ha desarrollado con más fuerza es la lucha contra los desahucios.
Se calcula que se producen, atención, 500 desahucios al día en España, gente que ha contraido hipotecas y ahora no puede pagarlas al haberse quedado sin trabajo por la crisis.
Expulsar, desposeer, desarraigar, precarizar, arrojar a la intemperie y la incertidumbre… Los desahucios son quizá la imagen más precisa de la crisis, quizá también la imagen más precisa del capitalismo actual. Es la forma material que toma la Nada.
Una estructura previa al 15-M, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), enriquecida por nuevos activistas pasados por las plazas, ha parado infinidad de desahucios, consiguiendo en muchos casos mejoras concretas para los afectados.
También se han forzado algunas tibias medidas gubernamentales para aliviar esta terrible realidad y la amonestación (con algunas consecuencias prácticas) de Europa al respecto.
Pero sobre todo se ha hecho visible una realidad que antes pasaba completamente desapercibida y estaba completamente normalizada, ningún desahucio había sido noticia hasta ahora.
La sensibilización social con este tema ahora es enorme y ello explica que se puedan detener tantos desahucios, no únicamente la táctica o la fuerza física de las treinta o cuarenta personas que se congregan cada mañana en la puerta de la persona afectada para impedir la expulsión. Se podría decir quizá que los desahucios se paran socialmente antes de pararse físicamente.
Cada desahucio nos ofrece así una imagen resumida del combate general que se está librando aquí y ahora: la acción política defiende y crea mundos allí donde la Nada los hace desaparecer.
Vida y política
Al mismo tiempo, se ha dado también un cierto vaciamiento de las asambleas de barrio, donde el movimiento se mudó al abandonar las plazas. Mucha gente ha vuelto a hacer su vida.
Las semanas de acampada en Sol fueron un tiempo excepcional, pero resulta muy complicado habitar una excepción. O sólo puede hacerlo gente fuera de lo normal: por ejemplo, los activistas, los que hacen de la política el centro de su existencia.
Pero la profesionalización de la política (también activista) vacía los espacios comunes, porque los modos de hacer activistas acogen y convocan sobre todo a otros activistas.
El problema aquí es la enorme dificultad que tenemos para inventar una política habitable para el 99%, no sólo para los activistas. Lo personal se desliga de lo colectivo cuando no somos capaces de inventar engarces entre modos de vida y modos de lucha.
Pero “volver a hacer su vida” es una mala expresión. Porque después de pasar por las plazas no se vuelve igual, ni por tanto se vuelve a la misma vida. Paradójicamente, volvemos a una nueva vida: tocada, atravesada, afectada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Miles de personas han visto alterada su mirada y su estar en el mundo tras el encuentro con el 15-M. Por eso es posible decir que ahora el 15-M no solo es una estructura organizativa compuesta de asambleas y comisiones, sino sobre todo otro estado mental y otra disposición colectiva hacia la realidad, marcada por la experiencia empoderadora de las plazas.
Un nuevo clima social que libera por todas partes nuevas posibilidades de acción.
Y atraviesa la sociedad entera como una corriente discontinua en el tiempo y el espacio, compleja y diversa, intermitente e imprevisible. A veces subterránea, encarnada en mil iniciativas formales e informales arraigadas en lo cotidiano. A veces muy visible, expresándose en enjambres y mareas que toman masivamente la calle.
Las mareas
El Partido Popular ha puesto en marcha una política durísima de recortes, precarización y privatizaciones que afecta a todos los sectores de la sociedad (profesores, médicos, jubilados, jueces, policías, etc.).
Pero como el clima ya no es el de la queja y la resignación, la respuesta es casi siempre el hacer, la protesta, la organización.
Cada recorte genera un nuevo espacio de lucha que toma el nombre de marea y un color: por ejemplo, la marea verde de profesores, padres y alumnos que llevan una camiseta verde característica; o la marea blanca de médicos y trabajadores de la salud que defiende el derecho de todos, ricos y pobres, a la sanidad pública, etc.
Lo interesante es que cada marea replica a su modo el espíritu 15-M. Hay una especie de transmisión inconsciente y espontánea de saberes, cada nueva politización activa un depósito latente de formas de hacer y decir, se retoman y replican una serie de claves. Por ejemplo:
-La autoorganización desde las bases, a distancia de o sin sindicatos.
-La inclusividad, por la cual en torno a objetivos comunes se agrupa gente de diferentes ideologías (la marea blanca de defensa de la sanidad pública está protagonizada por un colectivo médico de tendencia bastante conservadora) o de distintos roles sociales (médicos, trabajadores y usuarios de la salud en el caso de la marea blanca; profesores, padres y alumnos, en el caso de la marea verde).
-La toma de la calle sin pedir permiso ni legalizar recorridos, desde la noviolencia e inundando el espacio público de alegría.
-La interpelación positiva constante hacia la sociedad y el espíritu de invitación a luchar juntos por lo común: en la huelga de hospitales se cuidó mucho que nadie sufriera por ella, se organizaron abrazos donde la gente rodeaba los hospitales de su barrio para expresar su apoyo, etc.
Preguntas, problemas y debates abiertos
Voy a acabar mencionando rápidamente algunos de los debates abiertos que hay entre nosotros, algunas de las preguntas que nos hacemos, algunos de los problemas y desafíos que afrontamos:
1.- El problema de la organización. Profesores, médicos, jueces, jubilados, diversos físicos, mineros... ¿podría pensarse una articulación de todas las mareas, de qué tipo?
Nos faltan imágenes para pensar la organización más allá de las formas clásicas del “frente”, el “bloque”, que piensa la articulación como “suma”.
Sin embargo, hay ya una cierta organización entre todas las mareas, una organización, no en términos de bloque o de frente, sino de circulación y comunicación de saberes, herramientas, nociones, imágenes. ¿Se puede intensificar esa circulación por ahora casi inconsciente, cómo?
2.- El problema del tiempo. Hay un desacople muy grande entre el tiempo acelerado de destrucción y el tiempo lento de la construcción (de otra subjetividad, otras relaciones sociales) que nos produce muchísima angustia. La Nada devora los mundos en un segundo, pero no se construyen mundos nuevos en un segundo.
Hemos vivido momentos muy marcados por estas lógicas de emergencia y ansiedad, como la convocatoria del 25 de septiembre de 2012 para rodear el congreso y exigir la dimisión de todos los políticos que se desarrolló en un imaginario apocalíptico de cambio radical e instantáneo.
Esa ilusión de producir un evento milagroso que lo cambia todo no es muy realista, pero ¿basta con insistir simplemente en la necesidad de un tiempo lento mientras a nuestro alrededor todo se desmorona?
3.- El problema del logro o la victoria. ¿Qué es ganar? Mucha gente acusa al 15-M de “no haber conseguido nada”. Y es verdad: no hay ninguna victoria clara y contundente que presentar como en el caso de la Primavera Árabe por ejemplo (aunque la marea blanca ha conseguido la paralización judicial de proceso de privatización de la sanidad y hay muchos otros logros no pequeños).
Nuestra sensación paradójica es que todo ha cambiado aunque nada haya cambiado. Que la realidad es la misma pero ahora la vemos desde otro sitio. Que hemos ganado sin ganar nada. Que la sociedad ahora es más rica aunque sea en realidad más pobre.
Pero muchas veces nos es difícil pensar políticamente con una imagen tan difusa de lo que es un logro.
4.- El problema de la militancia. Como decía antes, los militantes no han sido el motor central o generador de las nuevas politizaciones, pero su aportación -en el caso de los militantes que están a la escucha y no quieren dirigirlo todo- es muy valiosa e importante.
¿Podemos repensar la militancia, no como un centro que dirige o empuja, sino más bien como una función de acompañamiento y enlace entre todas esas experiencias que ya están en marcha?
5.- El problema de lo macro y lo micro. Todas las iniciativas mencionadas se topan una y otra vez con un techo de cristal: la política de los políticos está blindada a cualquier tipo de escucha de lo que se dice en la calle.
¿Cómo hacer cuña en ese búnker? Es el gran debate abierto en torno a la cuestión del partido y hay ya en marcha varias iniciativas de nuevos partidos que no pretenden tanto representar -mejorar la representación, conseguir una representación mejor- como devolver el poder a la ciudadanía, hacer de caballo de troya o caja de resonancia de los movimientos callejeros.
(En este punto podríamos incluir también el problema del desacople entre el contexto transnacional de toma de decisiones y nuestro cerebro educado estrechamente a pensar en términos de Estado-nación.)
Por último, creo que hay una pregunta que las resume todas, y que podría ser quizá: ¿qué es el cambio social, cuando no se trata de simplemente tomar el poder -porque no hay otra economía ni otra política posibles sin otra subjetividad social-, ni tampoco de construir una sociedad paralela -porque somos el 99%?
Fuente: El diario.es
viernes, 10 de enero de 2014
¿Es buen negocio ir a la universidad? Luis Fajardo BBC Mundo
Es una paradoja cruel. Las puertas de las universidades latinoamericanas, tradicionalmente elitistas, finalmente se están abriendo a los estudiantes más pobres; pero pasar por ellas ya no es garantía de prosperidad futura.
Muchos graduados salen del claustro universitario a recibir dos golpes dolorosos y simultáneos: las deudas acumuladas y el desempleo profesional. En esas condiciones, ¿sigue siendo buen negocio buscar un título universitario?
La respuesta no es simple. Como le dicen a BBC Mundo los expertos consultados, depende cada vez más de que los estudiantes actúen como consumidores muy bien informados, para escoger bien dónde y qué quieren estudiar.
Pues si bien es más fácil ahora entrar a las universidades, no son pocas las que ofrecen educación de baja calidad, que no será recompensada nunca con los altos sueldos a los que aspiran los graduados y sus familias.
Endeudados y sin trabajo
Oscar Cortés, chileno y graduado en ingeniería, le resume a BBC Mundo su experiencia: "Mi deuda tiene una tasa bastante más alta que la que pagan aquellos que quieren comprar un auto o una casa, y eso y el alto valor de la educación desató la ira reprimida por tantos años en este país", dice refiriéndose a las protestas estudiantiles que han sacudido a Chile a partir de mayo de 2011.
"Hoy solo queda resignarme y buscar conseguir un buen empleo para pagar toda la deuda que tengo que cargar", afirma Cortés.
Paola Vergez, periodista en Colombia, tiene un crédito pendiente de US$10.000.
"Recién me gradué de la universidad y estoy sin trabajo", le cuenta a BBC Mundo.
Más educación
Por generaciones, enviar a un hijo a la universidad fue un privilegio que se daba por descontado para las élites latinoamericanas, un motivo de orgullo que se pagaba con gran sacrificio en las familias de clase media y un sueño prácticamente inalcanzable para los pobres de la región, incluso con la universidad pública gratuita que fue la norma durante buena parte del siglo XX.
Hoy la situación es distinta. Se han presentado cambios enormes en torno a la cobertura del sistema universitario y la manera en que se paga. Las universidades se han expandido de manera dramática en muchos países de América Latina.
En Colombia, en 1970 el número de estudiantes en la educación superior llegaba a 85.000, apenas un 3% de cobertura. En 2011, eran 1 millón 850 mil, o cerca de 39%.
En el caso chileno, en 1992 la cobertura de la educación superior de los chilenos no llegaba a 20%, mientras que en 2009 cerca del 40% de los estudiantes entre 18 y 24 años cursaban educación terciaria.
Hasta ahí, lo bueno. Pero al mismo tiempo que aumentaba la cobertura, en muchos de esos países se redujeron los subsidios estatales.
Mientras en Argentina y Uruguay, entre otros, se mantiene todavía el principio de gratuidad de la universidad pública, en otros como Chile y Colombia, parte importante de la expansión de la cobertura universitaria ha ocurrido por cuenta de las universidades privadas.
En el caso colombiano, incluso las públicas han aumentado sus tarifas. Por lo que el sueño de la universidad va cada vez más aparejado con la necesidad de endeudarse para pagar matrículas caras.
Sin embargo, la mala calidad de la educación básica con la que llegan muchos de esos nuevos aspirantes a la universidad, en especial los más pobres, hace que no puedan aprovechar bien la educación superior y no consigan graduarse.
Y entre los que sí consiguen el título, también hay mucha frustración. La proliferación de instituciones de educación superior con escasa supervisión estatal ha resultado en que muchos estudiantes terminen pagando por una universidad de mala calidad, que no les sirve para conseguir un buen trabajo al momento de la graduación, cuando tienen que empezar a responder por sus créditos.
¿Contra la pobreza?
Sergio Urzúa, investigador chileno de la Universidad de Maryland en Estados Unidos, resume así el problema.
"A la gente se le dice que la educación superior es el camino para dejar la pobreza. Eso es cierto en la medida en que la educación superior sea de calidad. Pero no es obvio que efectivamente eso esté ocurriendo", le comenta a BBC Mundo.
"En Chile, muchas de las universidades con aranceles altos tienen problemas de calidad", reconoce también a BBC Mundo Juan Manuel Zolezzi, vicepresidente del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, entidad que representa a las universidades públicas y privadas más tradicionales de ese país.
Luis Fernando Gamboa, investigador de la Universidad del Rosario en Colombia, agrega: "Los sistemas de crédito han hecho que algunas tasas de retorno sean negativas. En algunos casos, lo que el estudiante invirtió y además lo que dejó de ganar mientras estudiaba es más que lo que recibe cuando se gradúa".
Ola de protestas
Para Urzúa, algunos graduados chilenos ahora están peor económicamente que si no hubieran estudiado.
"He hecho cálculos de que en Chile el aumento en el acceso a la educación superior ha aumentado la pobreza, porque chicos que antes ayudaban en su casa hoy están en el sistema de educación superior y ahora no están contribuyendo y se están endeudando", señala Urzúa.
"La apuesta es que en el mediano plazo las personas que hayan pasado por el sistema de educación superior puedan retribuir, pero si no aseguramos calidad, no es obvio que ello vaya a ocurrir".
Urzúa publicó en 2012 un estudio titulado "Rentabilidad de la Educación Superior en Chile", donde argumentaba que en ese país el 39% de los titulados de la educación superior obtiene retornos negativos una vez incorporados al mundo laboral, es decir, casi dos de cada cinco profesionales tendrían mayores ingresos si hubiesen entrado al mercado laboral sin pasar por la universidad.
"El paso por el sistema de educación superior no asegura necesariamente mejores condiciones de empleo, particularmente para aquellos que no se titulan", asegura el estudio, que utilizó datos oficiales, algunos de los cuales se encuentran en el portal estatal www.mifuturo.cl
"Podemos terminar con una juventud con un título universitario pero extremadamente molesta respecto de lo que se le prometió y lo que terminó logrando", le dice a BBC Mundo el académico Urzúa, para quien esta situación ayuda a explicar la ola de protestas estudiantiles que ocurrió en Chile, y que en su opinión, puede ocurrir también en Colombia.
Un buen negocio
En Bogotá, la Ascun, el gremio que representa a las universidades colombianas, insiste en que la educación superior es buen negocio para los jóvenes de ese país.
Para Carlos Forero Robayo, director ejecutivo de esa entidad, los datos en Colombia "indican que es rentable, si se quiere, estudiar, porque el mercado salarial distingue según la acumulación de conocimientos".
Todos los consultados coinciden en advertir que la universidad sigue proporcionando a la sociedad y a muchos individuos enormes beneficios.
Y por supuesto, los que consiguen una educación de calidad frecuentemente ven que el beneficio monetario que obtienen al graduarse es rápido y contundente.
Eso piensa el chileno Ignacio Contreras: "En mi caso, la experiencia ha sido muy buena. Estudié Ingeniería Civil Industrial y me otorgaron un crédito por casi el 50% del arancel de mi carrera", le dice a BBC Mundo.
"Actualmente estoy pagando el crédito, el cuál no supera el 5% de mis ingresos anuales. El crédito fue un alivio para mis padres... y también permite que uno pueda ser parte del pago de sus propios estudios", añade.
Información
El punto crucial es tener la información para escoger bien.
El profesor Urzúa ve un papel destacado para el Estado a la hora de ejercer control sobre centros de enseñanza de baja calidad.
Graduados
Los graduados de universidades de baja calidad tendrán problemas en recuperar su inversión.
También consideran importante que el estudiante esté consciente de las oportunidades laborales disponibles para la carrera que escogió estudiar.
"Si quiere estudiar porque le gusta, está bien, pero que lo haga informado, y no que a los 5 o 6 años piense que fue un fraude cuando se dé cuenta que el mercado laboral no le da cabida", insiste Urzúa.
De manera similar, Juan Manuel Solezzi del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas advierte que en su país, estudiar carreras en las artes, humanidades y ciencias sociales no es muy rentable. Y al preguntársele si le recomendaría a un familiar que siguiera alguna de esas disciplinas, reconoce: "Desde un punto de vista puramente economicista, le diría que estudiara algo en el área tecnológica, de negocios o de servicios".
Un estudio publicado por la Universidad Diego Portales en Chile asegura, por ejemplo, que un estudiante de ingeniería comercial en una prestigiosa universidad privada de ese país recupera su inversión a los 2,1 años de graduado, mientras que la persona que estudió educación parvularia (preescolar) tiene que trabajar 14,1 años para recuperar su inversión.
Expectativas
Como parte del esfuerzo por asegurar que los estudiantes tengan la información correcta sobre los beneficios que les representará la universidad, los expertos indican que hay que enfrentar un problema generalizado de expectativas enormes y a veces infundadas.
En Colombia, el profesor Gamboa de la Universidad del Rosario cuenta que, como parte de una investigación, preguntó a sus alumnos de segundo semestre de universidad sobre cuánto pensaban que sería su salario al graduarse.
"Cuando uno compara con el salario promedio en este momento en Colombia, ellos están sobrestimando el retorno de la educación en cerca de un 50%", le asegura Gamboa a BBC Mundo.
"Mi hijo el doctor"
Grado
Las universidades ofrecen otros beneficios que no pueden medirse con dinero, aseguran expertos.
Al final, como dice Carlos Forero Robayo de la Asociación Colombiana de Universidades, estas instituciones tienen una enorme rentabilidad para la sociedad en su conjunto que hay que considerar a la par con los beneficios privados que reciben los estudiantes.
Además, para millones de familias latinoamericanas, seguirá habiendo pocos motivos de felicidad comparables a poder hablar en una reunión de "mi hijo el doctor", o "mi hija la ingeniera".
Lo importante, advierten los expertos una y otra vez, es que esa valiosa experiencia no se vea frustrada por expectativas exageradas de lo que la universidad va a hacer por ellos una vez salgan al mundo cruel y competitivo del mercado laboral.
Fuente BBC.
Muchos graduados salen del claustro universitario a recibir dos golpes dolorosos y simultáneos: las deudas acumuladas y el desempleo profesional. En esas condiciones, ¿sigue siendo buen negocio buscar un título universitario?
La respuesta no es simple. Como le dicen a BBC Mundo los expertos consultados, depende cada vez más de que los estudiantes actúen como consumidores muy bien informados, para escoger bien dónde y qué quieren estudiar.
Pues si bien es más fácil ahora entrar a las universidades, no son pocas las que ofrecen educación de baja calidad, que no será recompensada nunca con los altos sueldos a los que aspiran los graduados y sus familias.
Endeudados y sin trabajo
Oscar Cortés, chileno y graduado en ingeniería, le resume a BBC Mundo su experiencia: "Mi deuda tiene una tasa bastante más alta que la que pagan aquellos que quieren comprar un auto o una casa, y eso y el alto valor de la educación desató la ira reprimida por tantos años en este país", dice refiriéndose a las protestas estudiantiles que han sacudido a Chile a partir de mayo de 2011.
"Hoy solo queda resignarme y buscar conseguir un buen empleo para pagar toda la deuda que tengo que cargar", afirma Cortés.
Paola Vergez, periodista en Colombia, tiene un crédito pendiente de US$10.000.
"Recién me gradué de la universidad y estoy sin trabajo", le cuenta a BBC Mundo.
Más educación
Por generaciones, enviar a un hijo a la universidad fue un privilegio que se daba por descontado para las élites latinoamericanas, un motivo de orgullo que se pagaba con gran sacrificio en las familias de clase media y un sueño prácticamente inalcanzable para los pobres de la región, incluso con la universidad pública gratuita que fue la norma durante buena parte del siglo XX.
Hoy la situación es distinta. Se han presentado cambios enormes en torno a la cobertura del sistema universitario y la manera en que se paga. Las universidades se han expandido de manera dramática en muchos países de América Latina.
En Colombia, en 1970 el número de estudiantes en la educación superior llegaba a 85.000, apenas un 3% de cobertura. En 2011, eran 1 millón 850 mil, o cerca de 39%.
En el caso chileno, en 1992 la cobertura de la educación superior de los chilenos no llegaba a 20%, mientras que en 2009 cerca del 40% de los estudiantes entre 18 y 24 años cursaban educación terciaria.
Hasta ahí, lo bueno. Pero al mismo tiempo que aumentaba la cobertura, en muchos de esos países se redujeron los subsidios estatales.
Mientras en Argentina y Uruguay, entre otros, se mantiene todavía el principio de gratuidad de la universidad pública, en otros como Chile y Colombia, parte importante de la expansión de la cobertura universitaria ha ocurrido por cuenta de las universidades privadas.
En el caso colombiano, incluso las públicas han aumentado sus tarifas. Por lo que el sueño de la universidad va cada vez más aparejado con la necesidad de endeudarse para pagar matrículas caras.
Sin embargo, la mala calidad de la educación básica con la que llegan muchos de esos nuevos aspirantes a la universidad, en especial los más pobres, hace que no puedan aprovechar bien la educación superior y no consigan graduarse.
Y entre los que sí consiguen el título, también hay mucha frustración. La proliferación de instituciones de educación superior con escasa supervisión estatal ha resultado en que muchos estudiantes terminen pagando por una universidad de mala calidad, que no les sirve para conseguir un buen trabajo al momento de la graduación, cuando tienen que empezar a responder por sus créditos.
¿Contra la pobreza?
Sergio Urzúa, investigador chileno de la Universidad de Maryland en Estados Unidos, resume así el problema.
"A la gente se le dice que la educación superior es el camino para dejar la pobreza. Eso es cierto en la medida en que la educación superior sea de calidad. Pero no es obvio que efectivamente eso esté ocurriendo", le comenta a BBC Mundo.
"En Chile, muchas de las universidades con aranceles altos tienen problemas de calidad", reconoce también a BBC Mundo Juan Manuel Zolezzi, vicepresidente del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, entidad que representa a las universidades públicas y privadas más tradicionales de ese país.
Luis Fernando Gamboa, investigador de la Universidad del Rosario en Colombia, agrega: "Los sistemas de crédito han hecho que algunas tasas de retorno sean negativas. En algunos casos, lo que el estudiante invirtió y además lo que dejó de ganar mientras estudiaba es más que lo que recibe cuando se gradúa".
Ola de protestas
Para Urzúa, algunos graduados chilenos ahora están peor económicamente que si no hubieran estudiado.
"He hecho cálculos de que en Chile el aumento en el acceso a la educación superior ha aumentado la pobreza, porque chicos que antes ayudaban en su casa hoy están en el sistema de educación superior y ahora no están contribuyendo y se están endeudando", señala Urzúa.
"La apuesta es que en el mediano plazo las personas que hayan pasado por el sistema de educación superior puedan retribuir, pero si no aseguramos calidad, no es obvio que ello vaya a ocurrir".
Urzúa publicó en 2012 un estudio titulado "Rentabilidad de la Educación Superior en Chile", donde argumentaba que en ese país el 39% de los titulados de la educación superior obtiene retornos negativos una vez incorporados al mundo laboral, es decir, casi dos de cada cinco profesionales tendrían mayores ingresos si hubiesen entrado al mercado laboral sin pasar por la universidad.
"El paso por el sistema de educación superior no asegura necesariamente mejores condiciones de empleo, particularmente para aquellos que no se titulan", asegura el estudio, que utilizó datos oficiales, algunos de los cuales se encuentran en el portal estatal www.mifuturo.cl
"Podemos terminar con una juventud con un título universitario pero extremadamente molesta respecto de lo que se le prometió y lo que terminó logrando", le dice a BBC Mundo el académico Urzúa, para quien esta situación ayuda a explicar la ola de protestas estudiantiles que ocurrió en Chile, y que en su opinión, puede ocurrir también en Colombia.
Un buen negocio
En Bogotá, la Ascun, el gremio que representa a las universidades colombianas, insiste en que la educación superior es buen negocio para los jóvenes de ese país.
Para Carlos Forero Robayo, director ejecutivo de esa entidad, los datos en Colombia "indican que es rentable, si se quiere, estudiar, porque el mercado salarial distingue según la acumulación de conocimientos".
Todos los consultados coinciden en advertir que la universidad sigue proporcionando a la sociedad y a muchos individuos enormes beneficios.
Y por supuesto, los que consiguen una educación de calidad frecuentemente ven que el beneficio monetario que obtienen al graduarse es rápido y contundente.
Eso piensa el chileno Ignacio Contreras: "En mi caso, la experiencia ha sido muy buena. Estudié Ingeniería Civil Industrial y me otorgaron un crédito por casi el 50% del arancel de mi carrera", le dice a BBC Mundo.
"Actualmente estoy pagando el crédito, el cuál no supera el 5% de mis ingresos anuales. El crédito fue un alivio para mis padres... y también permite que uno pueda ser parte del pago de sus propios estudios", añade.
Información
El punto crucial es tener la información para escoger bien.
El profesor Urzúa ve un papel destacado para el Estado a la hora de ejercer control sobre centros de enseñanza de baja calidad.
Graduados
Los graduados de universidades de baja calidad tendrán problemas en recuperar su inversión.
También consideran importante que el estudiante esté consciente de las oportunidades laborales disponibles para la carrera que escogió estudiar.
"Si quiere estudiar porque le gusta, está bien, pero que lo haga informado, y no que a los 5 o 6 años piense que fue un fraude cuando se dé cuenta que el mercado laboral no le da cabida", insiste Urzúa.
De manera similar, Juan Manuel Solezzi del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas advierte que en su país, estudiar carreras en las artes, humanidades y ciencias sociales no es muy rentable. Y al preguntársele si le recomendaría a un familiar que siguiera alguna de esas disciplinas, reconoce: "Desde un punto de vista puramente economicista, le diría que estudiara algo en el área tecnológica, de negocios o de servicios".
Un estudio publicado por la Universidad Diego Portales en Chile asegura, por ejemplo, que un estudiante de ingeniería comercial en una prestigiosa universidad privada de ese país recupera su inversión a los 2,1 años de graduado, mientras que la persona que estudió educación parvularia (preescolar) tiene que trabajar 14,1 años para recuperar su inversión.
Expectativas
Como parte del esfuerzo por asegurar que los estudiantes tengan la información correcta sobre los beneficios que les representará la universidad, los expertos indican que hay que enfrentar un problema generalizado de expectativas enormes y a veces infundadas.
En Colombia, el profesor Gamboa de la Universidad del Rosario cuenta que, como parte de una investigación, preguntó a sus alumnos de segundo semestre de universidad sobre cuánto pensaban que sería su salario al graduarse.
"Cuando uno compara con el salario promedio en este momento en Colombia, ellos están sobrestimando el retorno de la educación en cerca de un 50%", le asegura Gamboa a BBC Mundo.
"Mi hijo el doctor"
Grado
Las universidades ofrecen otros beneficios que no pueden medirse con dinero, aseguran expertos.
Al final, como dice Carlos Forero Robayo de la Asociación Colombiana de Universidades, estas instituciones tienen una enorme rentabilidad para la sociedad en su conjunto que hay que considerar a la par con los beneficios privados que reciben los estudiantes.
Además, para millones de familias latinoamericanas, seguirá habiendo pocos motivos de felicidad comparables a poder hablar en una reunión de "mi hijo el doctor", o "mi hija la ingeniera".
Lo importante, advierten los expertos una y otra vez, es que esa valiosa experiencia no se vea frustrada por expectativas exageradas de lo que la universidad va a hacer por ellos una vez salgan al mundo cruel y competitivo del mercado laboral.
Fuente BBC.
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Renato Carosone,
Universidad
jueves, 9 de enero de 2014
El progreso en la guerra contra la pobreza. El caso paradigmático de Norteamérica
"Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema"
Borja Monreal Gainza
La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"
Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".
Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.
Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.
Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.
En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.
No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.
Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.
Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.
Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.
Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.
La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.
Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.
Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.
Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.
Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.
Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.
Fuente: The NYT Nicholas Kristof
Borja Monreal Gainza
La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"
Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".
Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.
Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.
Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.
En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.
No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.
Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.
Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.
Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.
Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.
La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.
Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.
Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.
Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.
Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.
Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.
Fuente: The NYT Nicholas Kristof
miércoles, 8 de enero de 2014
Mujer que dice chau
Me llevo un paquete vacío y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquí.
Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También llevo una hoja de acacia recogida de la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ese fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas la cosas, cada vez mejores, que nos van a pasar).
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.
Eduardo Galeano - Vagamundo y otros relatos.
Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas cómicas. También llevo una hoja de acacia recogida de la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te vi y ese fue el día en el que empezó la suerte.
Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas la cosas, cada vez mejores, que nos van a pasar).
No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.
Eduardo Galeano - Vagamundo y otros relatos.
martes, 7 de enero de 2014
El fin de la fiebre fiscal. Por fin empezamos a hablar de cuestiones reales, como la desigualdad, y no de falsas crisis fiscales
En 2012, el presidente Obama, que no pierde la esperanza de que prevalezca la razón, predijo que su reelección acabaría por fin con la “fiebre” del Partido Republicano. No fue así.
Pero la intransigencia de la derecha no era el único trastorno que alteraba el cuerpo político estadounidense ese mismo año. También sufríamos de fiebre fiscal: la insistencia de prácticamente toda la clase dirigente política y mediática en que los déficits presupuestarios eran nuestro problema económico más urgente e importante, aun cuando el Gobierno federal podía tomar préstamos a tipos de interés increíblemente bajos. En vez de ocuparse del desempleo masivo y de la desigualdad creciente, Washington tenía la mirada puesta casi exclusivamente en la supuesta necesidad de recortar el gasto (lo cual agravaría la crisis del empleo) y desmantelar la red de asistencia social (lo cual agravaría la desigualdad).
Así que la buena noticia es que esa fiebre, a diferencia de la del Tea Party, se ha acabado por fin.
Es cierto que los cascarrabias fiscales todavía andan por ahí, y que aún reciben la veneración de algunos medios informativos. Como se señalaba recientemente en Columbia Journalism Review, muchos periodistas mantienen la costumbre de “referirse al recorte del déficit como un objetivo no ideológico, al tiempo que presentan otros puntos de vista como partidistas o politizados”. Pero los cascarrabias ya no son capaces de fijar los límites de la opinión respetable. Por ejemplo, cuando hace poco tiempo los sospechosos de rigor se abalanzaron sobre la senadora Elizabeth Warren por instar a ampliar la Seguridad Social, claramente terminaron por resaltar su talla.
¿Qué ha cambiado? Yo insinuaría que han ocurrido al menos cuatro cosas que han desacreditado la ideología de la reducción del déficit.
Primero, la premisa política detrás del “centrismo” —que los republicanos moderados estarían dispuestos a reconciliar sus diferencias con los demócratas en un Gran Pacto que combinase un aumento de los impuestos con un recorte del gasto— ya no es defendible. No hay republicanos moderados. Cuando se producen debates entre las alas Tea Party y no Tea Party del Partido Republicano, giran en torno a la estrategia política, y no a la esencia de la política.
Segundo, la combinación de una recaudación fiscal en aumento con un gasto en descenso ha provocado el hundimiento de los préstamos federales. En realidad esto es malo, porque la reducción prematura del déficit perjudica a nuestra aún débil economía; de hecho, seguramente ahora estaríamos cerca del pleno empleo de no ser por la austeridad fiscal sin precedentes de los últimos tres años. Pero el descenso del déficit ha socavado las tácticas de terror tan centrales para la causa “centrista”. Hasta los pronósticos a más largo plazo sobre la deuda federal ya no parecen alarmantes en absoluto.
Hablando de tácticas de terror, 2013 ha sido el año en que los periodistas y la gente por fin se han cansado de los chicos que gritan “¡que viene el lobo!”. Hubo una época en que la gente escuchaba embelesada los pronósticos de ruina fiscal; por ejemplo, cuando Erskine Bowles y Alan Simpson, copresidentes de la comisión de deuda de Obama, advertían de que era probable que en el plazo de dos años se produjese una grave crisis fiscal. Pero de eso hace casi tres años.
Por último, a lo largo del ejercicio 2013, el razonamiento intelectual que sostenía el pánico a la deuda se ha derrumbado. Por lo general, los debates técnicos entre economistas tienen relativamente poco impacto en la esfera política porque los políticos logran casi siempre encontrar expertos —o, en muchos casos, “expertos”— que les dicen lo que quieren oír. Pero lo ocurrido en el año que hemos dejado atrás puede haber sido una excepción.
Para los que lo echan de menos o lo han olvidado, durante varios años los cascarrabias fiscales tanto de Europa como de Estados Unidos se han apoyado en gran medida en un artículo de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, dos economistas profundamente respetados, que proponen que la deuda del Estado tiene efectos seriamente negativos para el crecimiento si excede el 90% del PIB. Desde el primer momento, muchos economistas manifestaron sus dudas respecto a esa afirmación. En particular, parecía inmediatamente evidente que el crecimiento lento suele provocar un alto endeudamiento, y no viceversa, como con toda probabilidad ha sido el caso, por ejemplo, de Japón y de Italia. Pero, no obstante, en los círculos políticos la proclamación del 90% se convirtió en palabra divina.
Entonces, Thomas Herndon, un estudiante de posgrado de la Universidad de Massachusetts, reelaboró los datos y descubrió que el aparente abismo del 90% desaparecía cuando se corregía un error sin importancia y se añadían algunos datos más...
Leer todo en Paul Krugman El País.
Pero la intransigencia de la derecha no era el único trastorno que alteraba el cuerpo político estadounidense ese mismo año. También sufríamos de fiebre fiscal: la insistencia de prácticamente toda la clase dirigente política y mediática en que los déficits presupuestarios eran nuestro problema económico más urgente e importante, aun cuando el Gobierno federal podía tomar préstamos a tipos de interés increíblemente bajos. En vez de ocuparse del desempleo masivo y de la desigualdad creciente, Washington tenía la mirada puesta casi exclusivamente en la supuesta necesidad de recortar el gasto (lo cual agravaría la crisis del empleo) y desmantelar la red de asistencia social (lo cual agravaría la desigualdad).
Así que la buena noticia es que esa fiebre, a diferencia de la del Tea Party, se ha acabado por fin.
Es cierto que los cascarrabias fiscales todavía andan por ahí, y que aún reciben la veneración de algunos medios informativos. Como se señalaba recientemente en Columbia Journalism Review, muchos periodistas mantienen la costumbre de “referirse al recorte del déficit como un objetivo no ideológico, al tiempo que presentan otros puntos de vista como partidistas o politizados”. Pero los cascarrabias ya no son capaces de fijar los límites de la opinión respetable. Por ejemplo, cuando hace poco tiempo los sospechosos de rigor se abalanzaron sobre la senadora Elizabeth Warren por instar a ampliar la Seguridad Social, claramente terminaron por resaltar su talla.
¿Qué ha cambiado? Yo insinuaría que han ocurrido al menos cuatro cosas que han desacreditado la ideología de la reducción del déficit.
Primero, la premisa política detrás del “centrismo” —que los republicanos moderados estarían dispuestos a reconciliar sus diferencias con los demócratas en un Gran Pacto que combinase un aumento de los impuestos con un recorte del gasto— ya no es defendible. No hay republicanos moderados. Cuando se producen debates entre las alas Tea Party y no Tea Party del Partido Republicano, giran en torno a la estrategia política, y no a la esencia de la política.
Segundo, la combinación de una recaudación fiscal en aumento con un gasto en descenso ha provocado el hundimiento de los préstamos federales. En realidad esto es malo, porque la reducción prematura del déficit perjudica a nuestra aún débil economía; de hecho, seguramente ahora estaríamos cerca del pleno empleo de no ser por la austeridad fiscal sin precedentes de los últimos tres años. Pero el descenso del déficit ha socavado las tácticas de terror tan centrales para la causa “centrista”. Hasta los pronósticos a más largo plazo sobre la deuda federal ya no parecen alarmantes en absoluto.
Hablando de tácticas de terror, 2013 ha sido el año en que los periodistas y la gente por fin se han cansado de los chicos que gritan “¡que viene el lobo!”. Hubo una época en que la gente escuchaba embelesada los pronósticos de ruina fiscal; por ejemplo, cuando Erskine Bowles y Alan Simpson, copresidentes de la comisión de deuda de Obama, advertían de que era probable que en el plazo de dos años se produjese una grave crisis fiscal. Pero de eso hace casi tres años.
Por último, a lo largo del ejercicio 2013, el razonamiento intelectual que sostenía el pánico a la deuda se ha derrumbado. Por lo general, los debates técnicos entre economistas tienen relativamente poco impacto en la esfera política porque los políticos logran casi siempre encontrar expertos —o, en muchos casos, “expertos”— que les dicen lo que quieren oír. Pero lo ocurrido en el año que hemos dejado atrás puede haber sido una excepción.
Para los que lo echan de menos o lo han olvidado, durante varios años los cascarrabias fiscales tanto de Europa como de Estados Unidos se han apoyado en gran medida en un artículo de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, dos economistas profundamente respetados, que proponen que la deuda del Estado tiene efectos seriamente negativos para el crecimiento si excede el 90% del PIB. Desde el primer momento, muchos economistas manifestaron sus dudas respecto a esa afirmación. En particular, parecía inmediatamente evidente que el crecimiento lento suele provocar un alto endeudamiento, y no viceversa, como con toda probabilidad ha sido el caso, por ejemplo, de Japón y de Italia. Pero, no obstante, en los círculos políticos la proclamación del 90% se convirtió en palabra divina.
Entonces, Thomas Herndon, un estudiante de posgrado de la Universidad de Massachusetts, reelaboró los datos y descubrió que el aparente abismo del 90% desaparecía cuando se corregía un error sin importancia y se añadían algunos datos más...
Leer todo en Paul Krugman El País.
Brindis. Ante la orilla sagrada donde nos espera el destino, seguir vivos es la victoria
A mitad de enero en la valla publicitaria de enfrente, que a las seis de la tarde ya estaba a oscuras, sobre las piernas largas de esa modelo que anuncia un perfume se detendrá un sol imprevisto, muy dulce; al inicio de febrero, llore o ría la Candelaria, se despertará la savia de los árboles y apuntarán las gemas en las ramas desnudas; en marzo muchos sueños que uno alimentó con el año nuevo ya habrán sido derrotados: no has encontrado trabajo y tampoco has adelgazado; en cambio, las flores que perdieron los almendros han sido recuperadas por los cerezos. Pese a todo, deberás seguir adelante, puesto que el sol cumplirá con su oficio inexorable sin contar con las tormentas del corazón. Puede que este sea el artículo malo que uno repite siempre al comenzar el año, pero el sol, siendo como es una bomba de hidrógeno, también se repite y no pasa nada. Mientras las gotas metálicas del deshielo caen de los cobertizos sobre el humeante estiércol del ganado, de la última nieve resplandeciente de abril nacerán rosas en mayo y las nubes pasarán por las veletas de los campanarios cargadas de bienes o llenas de maleficios contra el trigo y el viñedo que peina las lomas. Sin duda, ante la puerta del verano, con la fe renovada, pensarás: tengo que rebelarme, no voy a dejar que me machaquen más, quiero luchar. Aquellas gemas que despertó la savia serán frutas en los mercados, cerezas de junio, ciruelas de julio, fresquillas de agosto, moscatel de septiembre. Mientras el sol decline la luz para pudrir las hojas amarillas de otoño, si finalmente has conseguido no rendirte, obtendrás también tu propia cosecha, tal vez la brisa deliciosa de un amor, el deleite de las risas con los amigos, la gracia de un placer secreto que te conceda un dios pagano. Cuando en noviembre se cierren los días y el recuerdo de los muertos fermente bajo tierra, surgirá del légamo el presagio de que todo va a resucitar de nuevo. Diciembre dejará caer el sol en el abismo, pero con el solsticio de invierno volverá a crecer desde las tinieblas y ese será el momento de recuperar la inmortalidad de cada hora. Ante la orilla sagrada donde nos espera el destino, levanta la copa y brinda por los buenos días del pasado y por todos los sueños imposibles. Seguir vivos es la victoria.
Fuente: Manuel Vicent. El País.
Fuente: Manuel Vicent. El País.
lunes, 6 de enero de 2014
Francisco Ferreira, El joven portugués Robin Hood del becario
Francisco Ferreira, un joven portugués que se había quedado en paro, crea una web exitosa en la que denuncia las miserables condiciones laborales de los licenciados de su generación
Licenciado en Comunicación y Publicidad de 30 años de Oporto se quedó en paro en diciembre. Comenzó entonces a rastrear los anuncios de trabajo por Internet y a facturar currículos y cartas de presentación a cientos de ellos. En Portugal, el paro escala por encima del 17%, una cifra jamás alcanzada en el país, así que Ferreira no se limitó a las convocatorias relacionadas con su profesión. Con sorpresa comprobó que nadie le respondía. Nadie. Ferreira supuso que era demasiado mayor para ser becario, demasiado universitario para algunos trabajos y demasiado reivindicativo para los tiempos que corren.
Descubrió que el mercado laboral portugués, a juzgar por muchos de los anuncios que encontraba, rayaba a veces la pura miseria, lleno de becarios obligados a trabajar meses enteros sin sueldo o empleadores que pedían a sus trabajadores que se hicieran autónomos (y que se pagaran el coche, el ordenador y el teléfono) para luego obligarlos a hacer turnos de más de ocho horas de oficina. También que existía una especie de mercado paralelo al de los anuncios de trabajo: que bastaba que él enviara un currículo a una empresa (teóricamente) interesada en sus conocimientos y aptitudes para que, pasadas unas horas, comenzara a recibir en su correo electrónico tal cantidad de publicidad engañosa que le hizo sospechar que muchos de esos anuncios no eran sino estrategias de bases de datos para recaudar información.
Algo harto y rodeado de amigos también hartos, con mucho tiempo libre (aún andaba en el paro) y crecientemente indignado, concibió un blog precario y muy rudimentario en el que comenzó a denunciar esos anuncios que ofrecían trabajos directamente ilegales y apeló a otras personas a que le enviaran testimonios de esta moderna explotación laboral que consiste, sobre todo, en ponerle el título de becario a todo el que no cobra un sueldo digno.
Pronto el blog creció hasta transformarse en una web con más de 12.000 seguidores en Facebook. Se denomina Ganhem Vergonha, algo así como “avergüéncense”, y subtitulada “plataforma de denuncia de empleadores sin vergüenza”. Un vistazo a la página permite localizar algunas de las perlas con las que se encuentra Ferreira cada vez que escruta el mercado laboral. Por ejemplo, una tienda de un centro comercial de Oporto que solicita “una becaria no remunerada con incorporación inmediata”. O una empresa que busca ingenieros (con menos de cinco años de experiencia) dispuestos a trabajar como becarios, durante cuatro meses, sin cobrar un euro. Al comentar lo de los cinco años, Ferreira se pregunta: “¿Cuánto tiempo tiene uno que trabajar para dejar de ser becario?”.
La página comenzó a ganar lectores, adeptos y denuncias. El correo electrónico se llenó de testimonios que Ferreira (todavía en el paro) se lanzaba a investigar. Porque desde el principio se obligó a no colgar ninguna denuncia que no hubiera sido comprobada. Y a las denuncias les siguieron las amenazas: “Ya he recibido por lo menos cuatro llamadas de abogados de cuatro empresas que aseguran que me van a llevar a los tribunales. Naturalmente, ninguno lo ha hecho”.
Hubo un caso paradigmático: una empresa de diseño creativo de Oporto que empleaba a becarios (sin pagarles nada, por supuesto) durante más de cuatro meses, a razón de más de ocho horas al día, fines de semana incluidos y, encima, con un ambiente de trabajo que, según supo Ferreira tras hablar con cinco testigos, rayaba el acoso laboral. “Además, si los llamados becarios hacían un diseño de algo que rindiera beneficios, estos, por supuesto, iban a parar a la empresa”. El caso llegó hasta la televisión pública portuguesa, la RTP, que se basó en el trabajo de Ganhem Vergonha para denunciar a la empresa en cuestión.
La página ganó aún más adhesiones, registró aún más denuncias y salió del anonimato. Pero Ferreira, al principio, se escondió detrás de un colectivo ficticio: “Pensaba que si decía en la televisión o en los medios que era yo solo el que había montado todo, no me tomarían en serio. Así que contaba que éramos una agrupación de jóvenes y que yo era solo el representante”.
Asegura que, pese a todo, solo ha denunciado el 10% de los casos que le llegan. “La inmensa mayoría no tienen pruebas, y yo carezco de medios y de tiempo para investigar”, dice, sonriendo, encogiéndose de hombros. Porque, mientras su web crecía y le llovían los mensajes (“ahora tengo decenas sin leer del otro día”), Ferreira encontró trabajo en una agencia de publicidad y ya no dispone de tantas horas para ocuparse de las condiciones laborales de los otros. Confiesa que le encantaría, porque hay sectores jugosos en los que casi ni ha pisado: “En el del Derecho, por ejemplo, donde también recibo denuncias de muchos becarios que trabajan sin recibir un euro”. Trató de que su página web rindiera algún beneficio, pero las donaciones se atascaron en los 130 euros.
...Obsesionado desde sus tiempos de buscador de empleo con los anuncios trampa, ha organizado en Internet una recogida de firmas a fin de que todos los que se publican incluyan el nombre de la empresa y el sueldo que está dispuesta a pagar...
Fuente: El País.
Licenciado en Comunicación y Publicidad de 30 años de Oporto se quedó en paro en diciembre. Comenzó entonces a rastrear los anuncios de trabajo por Internet y a facturar currículos y cartas de presentación a cientos de ellos. En Portugal, el paro escala por encima del 17%, una cifra jamás alcanzada en el país, así que Ferreira no se limitó a las convocatorias relacionadas con su profesión. Con sorpresa comprobó que nadie le respondía. Nadie. Ferreira supuso que era demasiado mayor para ser becario, demasiado universitario para algunos trabajos y demasiado reivindicativo para los tiempos que corren.
Descubrió que el mercado laboral portugués, a juzgar por muchos de los anuncios que encontraba, rayaba a veces la pura miseria, lleno de becarios obligados a trabajar meses enteros sin sueldo o empleadores que pedían a sus trabajadores que se hicieran autónomos (y que se pagaran el coche, el ordenador y el teléfono) para luego obligarlos a hacer turnos de más de ocho horas de oficina. También que existía una especie de mercado paralelo al de los anuncios de trabajo: que bastaba que él enviara un currículo a una empresa (teóricamente) interesada en sus conocimientos y aptitudes para que, pasadas unas horas, comenzara a recibir en su correo electrónico tal cantidad de publicidad engañosa que le hizo sospechar que muchos de esos anuncios no eran sino estrategias de bases de datos para recaudar información.
Algo harto y rodeado de amigos también hartos, con mucho tiempo libre (aún andaba en el paro) y crecientemente indignado, concibió un blog precario y muy rudimentario en el que comenzó a denunciar esos anuncios que ofrecían trabajos directamente ilegales y apeló a otras personas a que le enviaran testimonios de esta moderna explotación laboral que consiste, sobre todo, en ponerle el título de becario a todo el que no cobra un sueldo digno.
Pronto el blog creció hasta transformarse en una web con más de 12.000 seguidores en Facebook. Se denomina Ganhem Vergonha, algo así como “avergüéncense”, y subtitulada “plataforma de denuncia de empleadores sin vergüenza”. Un vistazo a la página permite localizar algunas de las perlas con las que se encuentra Ferreira cada vez que escruta el mercado laboral. Por ejemplo, una tienda de un centro comercial de Oporto que solicita “una becaria no remunerada con incorporación inmediata”. O una empresa que busca ingenieros (con menos de cinco años de experiencia) dispuestos a trabajar como becarios, durante cuatro meses, sin cobrar un euro. Al comentar lo de los cinco años, Ferreira se pregunta: “¿Cuánto tiempo tiene uno que trabajar para dejar de ser becario?”.
La página comenzó a ganar lectores, adeptos y denuncias. El correo electrónico se llenó de testimonios que Ferreira (todavía en el paro) se lanzaba a investigar. Porque desde el principio se obligó a no colgar ninguna denuncia que no hubiera sido comprobada. Y a las denuncias les siguieron las amenazas: “Ya he recibido por lo menos cuatro llamadas de abogados de cuatro empresas que aseguran que me van a llevar a los tribunales. Naturalmente, ninguno lo ha hecho”.
Hubo un caso paradigmático: una empresa de diseño creativo de Oporto que empleaba a becarios (sin pagarles nada, por supuesto) durante más de cuatro meses, a razón de más de ocho horas al día, fines de semana incluidos y, encima, con un ambiente de trabajo que, según supo Ferreira tras hablar con cinco testigos, rayaba el acoso laboral. “Además, si los llamados becarios hacían un diseño de algo que rindiera beneficios, estos, por supuesto, iban a parar a la empresa”. El caso llegó hasta la televisión pública portuguesa, la RTP, que se basó en el trabajo de Ganhem Vergonha para denunciar a la empresa en cuestión.
La página ganó aún más adhesiones, registró aún más denuncias y salió del anonimato. Pero Ferreira, al principio, se escondió detrás de un colectivo ficticio: “Pensaba que si decía en la televisión o en los medios que era yo solo el que había montado todo, no me tomarían en serio. Así que contaba que éramos una agrupación de jóvenes y que yo era solo el representante”.
Asegura que, pese a todo, solo ha denunciado el 10% de los casos que le llegan. “La inmensa mayoría no tienen pruebas, y yo carezco de medios y de tiempo para investigar”, dice, sonriendo, encogiéndose de hombros. Porque, mientras su web crecía y le llovían los mensajes (“ahora tengo decenas sin leer del otro día”), Ferreira encontró trabajo en una agencia de publicidad y ya no dispone de tantas horas para ocuparse de las condiciones laborales de los otros. Confiesa que le encantaría, porque hay sectores jugosos en los que casi ni ha pisado: “En el del Derecho, por ejemplo, donde también recibo denuncias de muchos becarios que trabajan sin recibir un euro”. Trató de que su página web rindiera algún beneficio, pero las donaciones se atascaron en los 130 euros.
...Obsesionado desde sus tiempos de buscador de empleo con los anuncios trampa, ha organizado en Internet una recogida de firmas a fin de que todos los que se publican incluyan el nombre de la empresa y el sueldo que está dispuesta a pagar...
Fuente: El País.
domingo, 5 de enero de 2014
Dónde encontrar trabajo en 2014
La tasa de paro se reducirá en 2014, pero la creación de empleo neto no está clara.
Distribución, consumo, logística, tecnología y automoción tirarán de la contratación
Año nuevo, empleo nuevo. Esa sería la mejor noticia a recibir para los casi seis millones de personas que figuran en las listas del paro en España. Empieza a haber motivos para la esperanza. En el tercer trimestre de 2013 el desempleo bajó en 72.800 personas, cambiando la persistente tendencia alcista de estos últimos años de crisis y el año se ha cerrado con una caída del paro registrado y con la menor destrucción de empleo de toda la crisis. Diciembre ha sido un buen mes para el empleo y es posible que este mes haya más cotizantes que en enero del año pasado, la primera mejora interanual desde que empezó la crisis.
Con una tasa de paro rozando el 26%, se antoja demasiado pronto para lanzar las campanas al vuelo. Sin embargo, las previsiones apuntan hacia una cierta mejora durante el año que ahora comienza. “Los indicadores macroeconómicos reflejan que la tendencia positiva que iniciamos en el último trimestre de 2013 continuará en 2014. Nuestro país experimentará una mejoría gracias al tirón del sector exterior, el control de la inflación y el aumento de la inversión extranjera”, sostiene Enrique Sánchez, presidente de Adecco en España y Portugal. La empresa de recursos humanos asegura que desde el pasado mes de agosto la curva de la contratación temporal no ha dejado de crecer por primera en esta crisis, una buena noticia. Jesús Echevarría, vicepresidente de Randstad, coincide con esa percepción: “Estamos cerca de pasar a una fase de aumento de los puestos de trabajo que a lo largo de 2014 se convertirá en creación de empleo neta. No en vano, ya hay ciertos sectores que empiezan a crecer, como es el caso de la automoción, la industria farmacéutica, la alimentación o el gran consumo”.
Los expertos en intermediación laboral han puesto los ojos en el segundo trimestre de este ejercicio, momento en el que podría generarse trabajo neto de una vez por todas, que es lo que vaticina el Gobierno para este ejercicio. Al menos así lo creen Miguel Ángel Zuil, socio director del cazatalentos Boyden España, y Fernando Palacios-Pelletier, director general del portal de empleo Monster.
Y es que ya se detecta alguna alegría en este mercado que no ha dejado de deprimirse desde 2008. “Hay mayor confianza en el mercado laboral. En los últimos dos meses vemos más movimiento y esperamos que así siga en 2014 si no hay noticias económicas adversas. Las grandes empresas españolas y las multinacionales británicas, alemanas y estadounidenses están empezando a invertir y lanzar nuevos proyectos”, aprecia Christopher Dottie, director general de Hays España.
Además, no hay que olvidar que, con la cercanía de las elecciones generales de 2015, el Gobierno incentivará la creación de puestos de trabajo. “De hecho, ya se ven signos de esta postura con el nuevo contrato a tiempo parcial que ha introducido. Máxima flexibilidad a expensas de enorme precariedad. Así es como el Gobierno tratará de llegar a los comicios con la mínima destrucción de empleo posible (en número de trabajadores, que no en horas de trabajo)”, explica Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco e investigadora de Fedea...
Los profesionales más buscados
Las empresas de tecnologías de la información han empezado la guerra por el talento con la revolución que vive Internet y los teléfonos móviles, según Hays España. Necesitan especialistas en servicios cloud, en big data, software Saas, aplicaciones para móviles y programadores para tabletas. Además de consultores de herramienta ERP y business intelligence que, de ser responsables de área, están retribuidos con más de 60.000 euros anuales. También comerciales, los profesionales más buscados en todos los sectores.
El negocio online busca profesionales para responder al crecimiento del e-commerce. Entre ellos, responsables de comercio electrónico y analistas y programadores especializados. También digital managers y jefes de marketing online, expertos que son demandadas no solo en este sector, sino en la mayoría de las empresas que se han lanzado a vender en la Red. Pueden ganar entre 45.000 y 60.000 euros anuales. Lo mismo ocurre con los técnicos SEM o SEO, otros de los perfiles más requeridos por todas las áreas tras la irrupción de la web 2.0; según Adecco Professional, su salario se mueve entre 40.000 y 50.000 euros. Para las compañías de exportación y logística, los puestos clave son los jefes de exportación con dominio de inglés, cuyo salario parte de 35.000 euros más incentivos, y los directores de reingeniería de negocios, que pueden ganar 70.000 u 80.000 euros anuales más variable, según Hays. Y directores de operaciones, con salarios de 50.000 a 70.000 euros, agrega Adecco.
El sector de automoción busca responsables de proyectos, de producción, directores de calidad e ingenieros de calidad y desarrollo de producto. Les pide idiomas, alemán, inglés y francés. A los ingenieros de planta se les ofrecen entre 55.000 y 70.000 euros.
En el negocio de retail, donde la mitad de las grandes empresas han aumentado su plantilla en los últimos dos años gracias a su expansión internacional, según Hays, se buscan product managers, directores internacionales y directores comerciales para el extranjero con idiomas (inglés, ruso, árabe, chino). A los primeros les retribuye con salarios de 35.000 euros anuales, y a los segundos, con unos 90.000 euros. Los vendedores con idiomas pueden obtener 30.000 euros entre fijo y variable. También ofrece empleo a diseñadores de moda y a retail managers, con sueldos que parten de 45.000 euros y de 53.000, respectivamente.
Los abogados con cartera de clientes y los especializados en infraestructuras y concesiones internacionales son los profesionales más buscados en el sector legal, así como los perfiles corporate.
Las entidades financieras, todavía en proceso de reestructuración, necesitan de banqueros privados que capten grandes patrimonios. Se les exige cartera de clientes y, en función de ella, pueden obtener 60.000 o 100.000 euros anuales, calculan en Hays. También analistas de carteras de riesgos crediticios con retribuciones de 65.000 a 80.000 euros, según Adecco Professional.
Leer más en El País.
Distribución, consumo, logística, tecnología y automoción tirarán de la contratación
Año nuevo, empleo nuevo. Esa sería la mejor noticia a recibir para los casi seis millones de personas que figuran en las listas del paro en España. Empieza a haber motivos para la esperanza. En el tercer trimestre de 2013 el desempleo bajó en 72.800 personas, cambiando la persistente tendencia alcista de estos últimos años de crisis y el año se ha cerrado con una caída del paro registrado y con la menor destrucción de empleo de toda la crisis. Diciembre ha sido un buen mes para el empleo y es posible que este mes haya más cotizantes que en enero del año pasado, la primera mejora interanual desde que empezó la crisis.
Con una tasa de paro rozando el 26%, se antoja demasiado pronto para lanzar las campanas al vuelo. Sin embargo, las previsiones apuntan hacia una cierta mejora durante el año que ahora comienza. “Los indicadores macroeconómicos reflejan que la tendencia positiva que iniciamos en el último trimestre de 2013 continuará en 2014. Nuestro país experimentará una mejoría gracias al tirón del sector exterior, el control de la inflación y el aumento de la inversión extranjera”, sostiene Enrique Sánchez, presidente de Adecco en España y Portugal. La empresa de recursos humanos asegura que desde el pasado mes de agosto la curva de la contratación temporal no ha dejado de crecer por primera en esta crisis, una buena noticia. Jesús Echevarría, vicepresidente de Randstad, coincide con esa percepción: “Estamos cerca de pasar a una fase de aumento de los puestos de trabajo que a lo largo de 2014 se convertirá en creación de empleo neta. No en vano, ya hay ciertos sectores que empiezan a crecer, como es el caso de la automoción, la industria farmacéutica, la alimentación o el gran consumo”.
Los expertos en intermediación laboral han puesto los ojos en el segundo trimestre de este ejercicio, momento en el que podría generarse trabajo neto de una vez por todas, que es lo que vaticina el Gobierno para este ejercicio. Al menos así lo creen Miguel Ángel Zuil, socio director del cazatalentos Boyden España, y Fernando Palacios-Pelletier, director general del portal de empleo Monster.
Y es que ya se detecta alguna alegría en este mercado que no ha dejado de deprimirse desde 2008. “Hay mayor confianza en el mercado laboral. En los últimos dos meses vemos más movimiento y esperamos que así siga en 2014 si no hay noticias económicas adversas. Las grandes empresas españolas y las multinacionales británicas, alemanas y estadounidenses están empezando a invertir y lanzar nuevos proyectos”, aprecia Christopher Dottie, director general de Hays España.
Además, no hay que olvidar que, con la cercanía de las elecciones generales de 2015, el Gobierno incentivará la creación de puestos de trabajo. “De hecho, ya se ven signos de esta postura con el nuevo contrato a tiempo parcial que ha introducido. Máxima flexibilidad a expensas de enorme precariedad. Así es como el Gobierno tratará de llegar a los comicios con la mínima destrucción de empleo posible (en número de trabajadores, que no en horas de trabajo)”, explica Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco e investigadora de Fedea...
Los profesionales más buscados
Las empresas de tecnologías de la información han empezado la guerra por el talento con la revolución que vive Internet y los teléfonos móviles, según Hays España. Necesitan especialistas en servicios cloud, en big data, software Saas, aplicaciones para móviles y programadores para tabletas. Además de consultores de herramienta ERP y business intelligence que, de ser responsables de área, están retribuidos con más de 60.000 euros anuales. También comerciales, los profesionales más buscados en todos los sectores.
El negocio online busca profesionales para responder al crecimiento del e-commerce. Entre ellos, responsables de comercio electrónico y analistas y programadores especializados. También digital managers y jefes de marketing online, expertos que son demandadas no solo en este sector, sino en la mayoría de las empresas que se han lanzado a vender en la Red. Pueden ganar entre 45.000 y 60.000 euros anuales. Lo mismo ocurre con los técnicos SEM o SEO, otros de los perfiles más requeridos por todas las áreas tras la irrupción de la web 2.0; según Adecco Professional, su salario se mueve entre 40.000 y 50.000 euros. Para las compañías de exportación y logística, los puestos clave son los jefes de exportación con dominio de inglés, cuyo salario parte de 35.000 euros más incentivos, y los directores de reingeniería de negocios, que pueden ganar 70.000 u 80.000 euros anuales más variable, según Hays. Y directores de operaciones, con salarios de 50.000 a 70.000 euros, agrega Adecco.
El sector de automoción busca responsables de proyectos, de producción, directores de calidad e ingenieros de calidad y desarrollo de producto. Les pide idiomas, alemán, inglés y francés. A los ingenieros de planta se les ofrecen entre 55.000 y 70.000 euros.
En el negocio de retail, donde la mitad de las grandes empresas han aumentado su plantilla en los últimos dos años gracias a su expansión internacional, según Hays, se buscan product managers, directores internacionales y directores comerciales para el extranjero con idiomas (inglés, ruso, árabe, chino). A los primeros les retribuye con salarios de 35.000 euros anuales, y a los segundos, con unos 90.000 euros. Los vendedores con idiomas pueden obtener 30.000 euros entre fijo y variable. También ofrece empleo a diseñadores de moda y a retail managers, con sueldos que parten de 45.000 euros y de 53.000, respectivamente.
Los abogados con cartera de clientes y los especializados en infraestructuras y concesiones internacionales son los profesionales más buscados en el sector legal, así como los perfiles corporate.
Las entidades financieras, todavía en proceso de reestructuración, necesitan de banqueros privados que capten grandes patrimonios. Se les exige cartera de clientes y, en función de ella, pueden obtener 60.000 o 100.000 euros anuales, calculan en Hays. También analistas de carteras de riesgos crediticios con retribuciones de 65.000 a 80.000 euros, según Adecco Professional.
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sábado, 4 de enero de 2014
"Coman papel picado", dijo el Congreso estadounindese a los desempleados
Amy Goodman y Denis Moynihan
¿De verdad deseamos comenzar el nuevo año retirando el seguro por desempleo a más de un millón de estadounidenses que perdieron su trabajo? El acuerdo presupuestario aprobado por ambos partidos en el Congreso y promulgado por el Presidente Barack Obama en la última semana del año protege el gasto militar pero promete empujar a quienes se encuentran en la situación más desesperada de nuestra economía a pasar aún por más dificultades financieras, obligando así a cientos de miles de familias a vivir por debajo de la línea de pobreza. La actual tasa de desempleo prolongado en Estados Unidos es la más alta que se haya registrado desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que el porcentaje de personas que perciben prestaciones por desempleo se encuentra en su punto más bajo en la historia. Al mismo tiempo, los banqueros de Wall Street no paran de descorchar botellas, para celebrar un año excepcional para la bolsa de valores. Mientras que los agentes de bolsa esperan sus gratificaciones de fin de año, muchos desempleados más irán a hacer fila para recibir asistencia social.
“Se trata, para nuestra economía, de una decisión equivocada en el momento equivocado”. Estas son palabras de Imara Jones, que trabajó para la Casa Blanca en el área de comercio internacional durante el gobierno de Clinton y actualmente escribe sobre justicia económica para el sitio Colorlines.com. “El seguro de desempleo es en realidad un estímulo para la economía, a la que, de hecho, le aporta mucho. Por cada dólar que se entrega a alguien por seguro de desempleo se genera un dólar y sesenta centavos en actividad económica”. La gente que vive económicamente al límite gasta lo que tiene para sobrevivir, pero quienes se encuentran en los estratos más altos de la sociedad, el 1% de más arriba, puede tomar sus ganancias y guardarlas o ponerlas en una cuenta en el exterior.
Históricamente, el programa de seguro de desempleo otorgaba a los trabajadores que pierden su empleo por motivos ajenos a su responsabilidad 26 semanas de pago en reemplazo del salario. La extensión de los beneficios promulgada por el Presidente George W. Bush prolongó el período de tiempo a 99 semanas. En promedio, los subsidios ascienden a sólo 300 dólares por semana. Según el periódico The Washington Post, la búsqueda de empleo lleva en promedio unas 35 semanas, por lo que las 26 semanas que se otorgan en la actualidad generarán una carga adicional de stress a familias que se encuentran ya en dificultades...Mas...
Publicado 4/1/2014
¿De verdad deseamos comenzar el nuevo año retirando el seguro por desempleo a más de un millón de estadounidenses que perdieron su trabajo? El acuerdo presupuestario aprobado por ambos partidos en el Congreso y promulgado por el Presidente Barack Obama en la última semana del año protege el gasto militar pero promete empujar a quienes se encuentran en la situación más desesperada de nuestra economía a pasar aún por más dificultades financieras, obligando así a cientos de miles de familias a vivir por debajo de la línea de pobreza. La actual tasa de desempleo prolongado en Estados Unidos es la más alta que se haya registrado desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que el porcentaje de personas que perciben prestaciones por desempleo se encuentra en su punto más bajo en la historia. Al mismo tiempo, los banqueros de Wall Street no paran de descorchar botellas, para celebrar un año excepcional para la bolsa de valores. Mientras que los agentes de bolsa esperan sus gratificaciones de fin de año, muchos desempleados más irán a hacer fila para recibir asistencia social.
“Se trata, para nuestra economía, de una decisión equivocada en el momento equivocado”. Estas son palabras de Imara Jones, que trabajó para la Casa Blanca en el área de comercio internacional durante el gobierno de Clinton y actualmente escribe sobre justicia económica para el sitio Colorlines.com. “El seguro de desempleo es en realidad un estímulo para la economía, a la que, de hecho, le aporta mucho. Por cada dólar que se entrega a alguien por seguro de desempleo se genera un dólar y sesenta centavos en actividad económica”. La gente que vive económicamente al límite gasta lo que tiene para sobrevivir, pero quienes se encuentran en los estratos más altos de la sociedad, el 1% de más arriba, puede tomar sus ganancias y guardarlas o ponerlas en una cuenta en el exterior.
Históricamente, el programa de seguro de desempleo otorgaba a los trabajadores que pierden su empleo por motivos ajenos a su responsabilidad 26 semanas de pago en reemplazo del salario. La extensión de los beneficios promulgada por el Presidente George W. Bush prolongó el período de tiempo a 99 semanas. En promedio, los subsidios ascienden a sólo 300 dólares por semana. Según el periódico The Washington Post, la búsqueda de empleo lleva en promedio unas 35 semanas, por lo que las 26 semanas que se otorgan en la actualidad generarán una carga adicional de stress a familias que se encuentran ya en dificultades...Mas...
Publicado 4/1/2014
viernes, 3 de enero de 2014
Por qué la desigualdad es importante
El aumento de la desigualdad no es un problema nuevo. Wall Street, la película de Oliver Stone que retrata a una plutocracia en ascenso empeñada en que la codicia es buena, se estrenó en 1987. Pero los políticos, intimidados por los gritos de “lucha de clases”, han evitado dar más importancia a la brecha cada vez mayor entre los ricos y el resto.
Sin embargo, podría ser que las cosas estuviesen cambiando. Podemos hablar de la trascendencia de la victoria de Bill de Blasio en la carrera por la alcaldía de Nueva York o del respaldo de Elizabeth Warren a la ampliación de la Seguridad Social. También habrá que ver si la declaración de Barack Obama de que la desigualdad es “el desafío que caracteriza a nuestra era” se traduce en cambios en la política. En todo caso, el debate se ha animado lo bastante como para provocar una airada reacción de los expertos que afirman que la desigualdad no es para tanto.
Se equivocan.
El mejor argumento para restar importancia a la desigualdad es el estado de depresión de la economía. ¿Acaso no es más importante recuperar el crecimiento económico que preocuparse de cómo se distribuyen sus beneficios?
Pues no. Para empezar, aunque solo se tenga en cuenta el impacto directo de la desigualdad creciente en los estadounidenses de clase media, no cabe duda de que el problema es grande. Además, es probable que la desigualdad haya desempeñado un papel importante a la hora de crear el caos económico en que nos encontramos, y crucial en nuestro fracaso para salir de él.
Empecemos por las cifras. Por término medio, los estadounidenses siguen siendo mucho más pobres ahora que antes de la crisis. Para el 90% de las familias que están en lo más bajo, este empobrecimiento refleja que el pastel económico se está reduciendo y, al mismo tiempo, que la participación en él es cada vez menor. ¿Qué es más importante? Sorprendentemente, la respuesta es que las dos cosas son más o menos comparables. Es decir, la desigualdad está aumentando con tal rapidez que a lo largo de los últimos seis años ha lastrado tanto los ingresos del estadounidense medio como pobres han sido los resultados de la economía, si bien el periodo incluye la peor depresión económica después de la década de 1930.
Desde una perspectiva más a largo plazo, el aumento de la desigualdad pasa a ser de lejos el factor individual más decisivo para explicar la caída de los ingresos de la clase media.
Aparte de eso, cuando se intenta entender la Gran Recesión y la no tan grande recuperación que siguió, el impacto económico y sobre todo político de la desigualdad proyecta una larga sombra.
Ahora hay un amplio acuerdo en que el endeudamiento creciente de las familias contribuyó a preparar el terreno para nuestra crisis económica. La explosión de la deuda coincidió con el aumento de la desigualdad, y es probable que ambas cosas estén relacionadas (aunque no es irrebatible). Después de que estallase la crisis, el trasvase continuo de los ingresos de la clase media a una pequeña élite lastró la demanda de los consumidores, de manera que la desigualdad tiene que ver tanto con la crisis económica como con la debilidad de la recuperación posterior.
Ahora bien, en mi opinión, el papel verdaderamente fundamental de la desigualdad en la catástrofe económica ha sido de carácter político.
En los años que precedieron a la crisis, en Washington existía un notable consenso de ambos partidos a favor de la liberalización financiera, un consenso que no justificaban ni la teoría ni la historia. Al irrumpir la crisis, corrieron a rescatar a los bancos. Pero en cuanto la cosa estuvo hecha, apareció un nuevo consenso que suponía dar la espalda a la creación de empleo y concentrarse en la supuesta amenaza del déficit presupuestario.
¿Qué tienen en común los consensos anterior y posterior a la crisis? Los dos han sido económicamente destructivos: la liberalización contribuyó a hacer posible la crisis, y el giro prematuro hacia la austeridad fiscal ha conseguido sobre todo entorpecer la recuperación. No obstante, los dos corresponden a los intereses y prejuicios de una élite económica cuya influencia política se ha disparado al mismo tiempo que su riqueza.
Esto es especialmente evidente cuando se intenta comprender por qué en medio de una sempiterna crisis de empleo, Washington se obsesionó por algún motivo con la supuesta necesidad de aplicar recortes a la Seguridad Social y al Medicare. Esta obsesión nunca ha tenido sentido económico: en una economía deprimida con los tipos de interés más bajos de la historia, el Gobierno debería estar gastando más, y no menos, y una época de desempleo masivo no es momento para andar fijándose en hipotéticos problemas fiscales a décadas vista. Ni tampoco los ataques contra estos programas reflejan lo que quieren los ciudadanos.
Los sondeos entre los muy ricos, en cambio, muestran que, a diferencia de la mayoría, consideran los déficits presupuestarios un asunto crucial y que están a favor de los grandes recortes en los programas sociales. Y no hay duda de que las prioridades de esas élites han tomado el control del discurso político en nuestro país.
Lo cual me lleva a una última consideración. Creo que tras la reacción en contra del argumento de la desigualdad se oculta el deseo de algunos expertos de despolitizar el discurso económico y hacerlo tecnocrático y no partidista. Pero eso es una quimera. Hasta en las cuestiones que pueden parecer puramente técnicas, la clase social y la desigualdad terminan por modelar —y distorsionar— el debate.
Así que el presidente tenía razón. La desigualdad es, sin lugar a dudas, el desafío que caracteriza a nuestra era. ¿Vamos a hacer algo para enfrentarnos a él?
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008. Fuente: El País.
Sin embargo, podría ser que las cosas estuviesen cambiando. Podemos hablar de la trascendencia de la victoria de Bill de Blasio en la carrera por la alcaldía de Nueva York o del respaldo de Elizabeth Warren a la ampliación de la Seguridad Social. También habrá que ver si la declaración de Barack Obama de que la desigualdad es “el desafío que caracteriza a nuestra era” se traduce en cambios en la política. En todo caso, el debate se ha animado lo bastante como para provocar una airada reacción de los expertos que afirman que la desigualdad no es para tanto.
Se equivocan.
El mejor argumento para restar importancia a la desigualdad es el estado de depresión de la economía. ¿Acaso no es más importante recuperar el crecimiento económico que preocuparse de cómo se distribuyen sus beneficios?
Pues no. Para empezar, aunque solo se tenga en cuenta el impacto directo de la desigualdad creciente en los estadounidenses de clase media, no cabe duda de que el problema es grande. Además, es probable que la desigualdad haya desempeñado un papel importante a la hora de crear el caos económico en que nos encontramos, y crucial en nuestro fracaso para salir de él.
Empecemos por las cifras. Por término medio, los estadounidenses siguen siendo mucho más pobres ahora que antes de la crisis. Para el 90% de las familias que están en lo más bajo, este empobrecimiento refleja que el pastel económico se está reduciendo y, al mismo tiempo, que la participación en él es cada vez menor. ¿Qué es más importante? Sorprendentemente, la respuesta es que las dos cosas son más o menos comparables. Es decir, la desigualdad está aumentando con tal rapidez que a lo largo de los últimos seis años ha lastrado tanto los ingresos del estadounidense medio como pobres han sido los resultados de la economía, si bien el periodo incluye la peor depresión económica después de la década de 1930.
Desde una perspectiva más a largo plazo, el aumento de la desigualdad pasa a ser de lejos el factor individual más decisivo para explicar la caída de los ingresos de la clase media.
Aparte de eso, cuando se intenta entender la Gran Recesión y la no tan grande recuperación que siguió, el impacto económico y sobre todo político de la desigualdad proyecta una larga sombra.
Ahora hay un amplio acuerdo en que el endeudamiento creciente de las familias contribuyó a preparar el terreno para nuestra crisis económica. La explosión de la deuda coincidió con el aumento de la desigualdad, y es probable que ambas cosas estén relacionadas (aunque no es irrebatible). Después de que estallase la crisis, el trasvase continuo de los ingresos de la clase media a una pequeña élite lastró la demanda de los consumidores, de manera que la desigualdad tiene que ver tanto con la crisis económica como con la debilidad de la recuperación posterior.
Ahora bien, en mi opinión, el papel verdaderamente fundamental de la desigualdad en la catástrofe económica ha sido de carácter político.
En los años que precedieron a la crisis, en Washington existía un notable consenso de ambos partidos a favor de la liberalización financiera, un consenso que no justificaban ni la teoría ni la historia. Al irrumpir la crisis, corrieron a rescatar a los bancos. Pero en cuanto la cosa estuvo hecha, apareció un nuevo consenso que suponía dar la espalda a la creación de empleo y concentrarse en la supuesta amenaza del déficit presupuestario.
¿Qué tienen en común los consensos anterior y posterior a la crisis? Los dos han sido económicamente destructivos: la liberalización contribuyó a hacer posible la crisis, y el giro prematuro hacia la austeridad fiscal ha conseguido sobre todo entorpecer la recuperación. No obstante, los dos corresponden a los intereses y prejuicios de una élite económica cuya influencia política se ha disparado al mismo tiempo que su riqueza.
Esto es especialmente evidente cuando se intenta comprender por qué en medio de una sempiterna crisis de empleo, Washington se obsesionó por algún motivo con la supuesta necesidad de aplicar recortes a la Seguridad Social y al Medicare. Esta obsesión nunca ha tenido sentido económico: en una economía deprimida con los tipos de interés más bajos de la historia, el Gobierno debería estar gastando más, y no menos, y una época de desempleo masivo no es momento para andar fijándose en hipotéticos problemas fiscales a décadas vista. Ni tampoco los ataques contra estos programas reflejan lo que quieren los ciudadanos.
Los sondeos entre los muy ricos, en cambio, muestran que, a diferencia de la mayoría, consideran los déficits presupuestarios un asunto crucial y que están a favor de los grandes recortes en los programas sociales. Y no hay duda de que las prioridades de esas élites han tomado el control del discurso político en nuestro país.
Lo cual me lleva a una última consideración. Creo que tras la reacción en contra del argumento de la desigualdad se oculta el deseo de algunos expertos de despolitizar el discurso económico y hacerlo tecnocrático y no partidista. Pero eso es una quimera. Hasta en las cuestiones que pueden parecer puramente técnicas, la clase social y la desigualdad terminan por modelar —y distorsionar— el debate.
Así que el presidente tenía razón. La desigualdad es, sin lugar a dudas, el desafío que caracteriza a nuestra era. ¿Vamos a hacer algo para enfrentarnos a él?
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008. Fuente: El País.
miércoles, 1 de enero de 2014
50 años de la muerte de Catarina Eufemia
Razones Para Amar a una Mujer Revolucionaria.
"Una mujer revolucionaria es capaz de sentir en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Una mujer revolucionaria se indigna con más frecuencia, concibe preguntas todos los días, grita más fuerte, llora más alto, desea con más ansias, quiere más resuelta, siente más profundo. Una mujer revolucionaria sabe mirar mas allá de la estética preconcebida por las revistas de moda y concursos de mercancías mujeriles, porque es más femenina que las determinaciones del mercado. Una mujer revolucionaria sale a parir las jornadas con sus botas de campaña, el segundo sexo en su espalda, la libertad en los labios, las razones debajo de sus cabellos. Una mujer revolucionaria es más hermosa que las muñecas de plástico, más atractiva que los destellos de los fugaces reflectores, más sensual que los caprichos tendenciales del momento. Una mujer revolucionaria huele a pólvora, gases lacrimógenos, tierra, montaña, río, flores silvestres, soles de inviernos, ecos del jardín, frutas del caribe. Una mujer revolucionaria siente más y gasta menos, sonríe desde los huesos, besa hasta el delirio, se entrega sin equipajes de mano ni reservas de divanes de cuero. Una mujer revolucionaria siempre está dispuesta al romance sin importar la incitación de los manuales de la familia y los hogares prominentemente seguros y a salvo. Una mujer revolucionaria hace el amor con el corazón puesto al lado izquierdo de la cama y su alma colgada sobre el dosel. Una mujer revolucionaria es el eslabón doblemente más alto de la especie humana, y no hacen falta muchas más razones para amarla hasta la locura, hasta el cosmos, hasta la muerte, hasta un millón de veces más allá del infinito. "
Adal Hernández
Más sobre Catarina aquí
"Una mujer revolucionaria es capaz de sentir en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Una mujer revolucionaria se indigna con más frecuencia, concibe preguntas todos los días, grita más fuerte, llora más alto, desea con más ansias, quiere más resuelta, siente más profundo. Una mujer revolucionaria sabe mirar mas allá de la estética preconcebida por las revistas de moda y concursos de mercancías mujeriles, porque es más femenina que las determinaciones del mercado. Una mujer revolucionaria sale a parir las jornadas con sus botas de campaña, el segundo sexo en su espalda, la libertad en los labios, las razones debajo de sus cabellos. Una mujer revolucionaria es más hermosa que las muñecas de plástico, más atractiva que los destellos de los fugaces reflectores, más sensual que los caprichos tendenciales del momento. Una mujer revolucionaria huele a pólvora, gases lacrimógenos, tierra, montaña, río, flores silvestres, soles de inviernos, ecos del jardín, frutas del caribe. Una mujer revolucionaria siente más y gasta menos, sonríe desde los huesos, besa hasta el delirio, se entrega sin equipajes de mano ni reservas de divanes de cuero. Una mujer revolucionaria siempre está dispuesta al romance sin importar la incitación de los manuales de la familia y los hogares prominentemente seguros y a salvo. Una mujer revolucionaria hace el amor con el corazón puesto al lado izquierdo de la cama y su alma colgada sobre el dosel. Una mujer revolucionaria es el eslabón doblemente más alto de la especie humana, y no hacen falta muchas más razones para amarla hasta la locura, hasta el cosmos, hasta la muerte, hasta un millón de veces más allá del infinito. "
Adal Hernández
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martes, 31 de diciembre de 2013
Bits y barbarie
Paul Krugman
Esta es una historia de tres minas de dinero. También es una historia de retroceso monetario, de la extraña resolución de mucha gente en dar marcha atrás a varios siglos de progreso.
La primera mina de dinero es una mina de verdad: la mina de oro a cielo abierto Porgera, en Papúa Nueva Guinea, uno de los principales productores del mundo. Su fama es terrible debido a las vulneraciones de los derechos humanos (violaciones, palizas y asesinatos por parte del personal de seguridad) y a los daños al medio ambiente (enormes cantidades de residuos potencialmente tóxicos vertidos en un río cercano). Pero los precios del oro, si bien están por debajo de su máximo reciente, aún triplican a los de hace una década, así que hay que seguir excavando.
La segunda mina es bastante más extraña: la mina de bitcoins de Reykjanesbaer, en Islandia. El bitcoin es una moneda digital que tiene valor porque…, bueno, es difícil decir exactamente por qué, pero, al menos de momento, la gente está dispuesta a comprarla debido a que cree que otra gente estará dispuesta a hacerlo. Está concebida como una especie de oro virtual. Y, como el oro, puede ser extraída: es posible crear nuevos bitcoins, pero solo resolviendo problemas matemáticos muy complejos que requieren tanto un gran poder de cálculo informático como gran cantidad de electricidad para que los ordenadores funcionen.
De ahí que se localice en Islandia, que dispone de electricidad barata procedente de centrales hidroeléctricas y de abundante aire frío para refrigerar las máquinas en frenética actividad. Es decir, se están utilizando gran cantidad de recursos reales para generar objetos virtuales sin una utilidad clara.
La tercera mina de dinero es hipotética. En 1936, el economista John Maynard Keynes sostenía que era preciso aumentar el gasto público para volver al pleno empleo. Pero entonces, como ahora, había una dura oposición política a cualquier propuesta de este estilo. Así que Keynes sugirió una pintoresca alternativa: que el Estado enterrase botellas llenas de dinero en minas de carbón abandonadas y que el sector privado gastase su dinero en desenterrarlas. Estaba de acuerdo en que sería preferible que el Estado construyese carreteras, puertos y otras cosas útiles, pero incluso el gasto absolutamente inútil proporcionaría a la economía un impulso muy necesario.
Una idea ingeniosa. Pero Keynes no se quedó ahí. A renglón seguido señalaba que la verdadera extracción de oro de las minas en la vida real se parecía mucho a su experimento imaginario. Al fin y al cabo, los mineros se afanaban en sacar dinero de la tierra a pesar de que era posible producir cantidades ilimitadas de moneda prácticamente sin coste utilizando la máquina de imprimir. Y tan pronto se extraía el dinero de la mina, gran parte del mismo se volvía a enterrar en lugares como la cámara acorazada del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, donde hay depositados cientos de miles de lingotes de oro sin ningún uso en particular.
Creo que Keynes se habría reído con sarcasmo al ver lo poco que las cosas han cambiado en las tres últimas generaciones. El gasto público para combatir el desempleo sigue siendo una herejía, y los mineros continúan arruinando el entorno para engrosar los ociosos depósitos de oro. (Keynes calificaba al patrón oro de “reliquia bárbara”). Los bitcoins no hacen más que acrecentar el absurdo. Al fin y al cabo, el oro tiene por lo menos algunos usos reales, como, por ejemplo, rellenar muelas; pero en la actualidad estamos consumiendo recursos para generar un “oro virtual” que solo consiste en series de dígitos.
Sospecho, sin embargo, que Adam Smith estaría consternado.
A Smith se le considera con frecuencia un santo patrón conservador y, en efecto, fue el primer defensor del mercado libre. Sin embargo, lo que no se menciona tan a menudo es que también abogó con determinación por la regulación de los bancos, y que hizo una clásica alabanza de las virtudes del papel moneda. La moneda era, a su entender, una forma de facilitar el comercio, no una fuente de prosperidad nacional, y el papel moneda, sostenía, permitía que el comercio se desarrollase sin inmovilizar gran parte de la riqueza de un país en una “reserva muerta” de plata y oro.
Entonces, ¿por qué destrozamos las tierras altas de Papúa Nueva Guinea para aumentar nuestra reserva muerta de oro y, lo que es aún más chocante, tenemos potentes ordenadores funcionando sin interrupción para engrosar una reserva muerta de dígitos?
Si preguntamos a los obsesos del oro, responderán que el papel moneda proviene de los Gobiernos, y que no se puede confiar en que estos no devalúen sus monedas. Sin embargo, lo curioso es que después de tanto hablar de devaluación, esta resulta muy difícil de encontrar. No se trata solo de que después de años de serias advertencias sobre la inflación desbocada, en los países avanzados la inflación sea sin lugar a dudas demasiado baja, y no demasiado alta. Incluso desde una perspectiva mundial, los episodios de inflación verdaderamente elevada se han convertido en algo poco frecuente. Así y todo, la propaganda de la hiperinflación florece sin cesar.
El atractivo del bitcoin parece proceder más o menos de las mismas fuentes, a lo que se añade la sensación de que es de alta tecnología y algorítmico, de manera que tiene que ser la tendencia del futuro.
Pero no permitamos que los sofisticados atributos nos confundan: lo que realmente está teniendo lugar es un viaje hacia los días en los que el dinero era algo que podías hacer que tintineara en el bolsillo. Tanto en el trópico como en la tundra, por alguna razón estamos cavando nuestro camino de vuelta al siglo XVII.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008. Fuente: El País.
Esta es una historia de tres minas de dinero. También es una historia de retroceso monetario, de la extraña resolución de mucha gente en dar marcha atrás a varios siglos de progreso.
La primera mina de dinero es una mina de verdad: la mina de oro a cielo abierto Porgera, en Papúa Nueva Guinea, uno de los principales productores del mundo. Su fama es terrible debido a las vulneraciones de los derechos humanos (violaciones, palizas y asesinatos por parte del personal de seguridad) y a los daños al medio ambiente (enormes cantidades de residuos potencialmente tóxicos vertidos en un río cercano). Pero los precios del oro, si bien están por debajo de su máximo reciente, aún triplican a los de hace una década, así que hay que seguir excavando.
La segunda mina es bastante más extraña: la mina de bitcoins de Reykjanesbaer, en Islandia. El bitcoin es una moneda digital que tiene valor porque…, bueno, es difícil decir exactamente por qué, pero, al menos de momento, la gente está dispuesta a comprarla debido a que cree que otra gente estará dispuesta a hacerlo. Está concebida como una especie de oro virtual. Y, como el oro, puede ser extraída: es posible crear nuevos bitcoins, pero solo resolviendo problemas matemáticos muy complejos que requieren tanto un gran poder de cálculo informático como gran cantidad de electricidad para que los ordenadores funcionen.
De ahí que se localice en Islandia, que dispone de electricidad barata procedente de centrales hidroeléctricas y de abundante aire frío para refrigerar las máquinas en frenética actividad. Es decir, se están utilizando gran cantidad de recursos reales para generar objetos virtuales sin una utilidad clara.
La tercera mina de dinero es hipotética. En 1936, el economista John Maynard Keynes sostenía que era preciso aumentar el gasto público para volver al pleno empleo. Pero entonces, como ahora, había una dura oposición política a cualquier propuesta de este estilo. Así que Keynes sugirió una pintoresca alternativa: que el Estado enterrase botellas llenas de dinero en minas de carbón abandonadas y que el sector privado gastase su dinero en desenterrarlas. Estaba de acuerdo en que sería preferible que el Estado construyese carreteras, puertos y otras cosas útiles, pero incluso el gasto absolutamente inútil proporcionaría a la economía un impulso muy necesario.
Una idea ingeniosa. Pero Keynes no se quedó ahí. A renglón seguido señalaba que la verdadera extracción de oro de las minas en la vida real se parecía mucho a su experimento imaginario. Al fin y al cabo, los mineros se afanaban en sacar dinero de la tierra a pesar de que era posible producir cantidades ilimitadas de moneda prácticamente sin coste utilizando la máquina de imprimir. Y tan pronto se extraía el dinero de la mina, gran parte del mismo se volvía a enterrar en lugares como la cámara acorazada del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, donde hay depositados cientos de miles de lingotes de oro sin ningún uso en particular.
Creo que Keynes se habría reído con sarcasmo al ver lo poco que las cosas han cambiado en las tres últimas generaciones. El gasto público para combatir el desempleo sigue siendo una herejía, y los mineros continúan arruinando el entorno para engrosar los ociosos depósitos de oro. (Keynes calificaba al patrón oro de “reliquia bárbara”). Los bitcoins no hacen más que acrecentar el absurdo. Al fin y al cabo, el oro tiene por lo menos algunos usos reales, como, por ejemplo, rellenar muelas; pero en la actualidad estamos consumiendo recursos para generar un “oro virtual” que solo consiste en series de dígitos.
Sospecho, sin embargo, que Adam Smith estaría consternado.
A Smith se le considera con frecuencia un santo patrón conservador y, en efecto, fue el primer defensor del mercado libre. Sin embargo, lo que no se menciona tan a menudo es que también abogó con determinación por la regulación de los bancos, y que hizo una clásica alabanza de las virtudes del papel moneda. La moneda era, a su entender, una forma de facilitar el comercio, no una fuente de prosperidad nacional, y el papel moneda, sostenía, permitía que el comercio se desarrollase sin inmovilizar gran parte de la riqueza de un país en una “reserva muerta” de plata y oro.
Entonces, ¿por qué destrozamos las tierras altas de Papúa Nueva Guinea para aumentar nuestra reserva muerta de oro y, lo que es aún más chocante, tenemos potentes ordenadores funcionando sin interrupción para engrosar una reserva muerta de dígitos?
Si preguntamos a los obsesos del oro, responderán que el papel moneda proviene de los Gobiernos, y que no se puede confiar en que estos no devalúen sus monedas. Sin embargo, lo curioso es que después de tanto hablar de devaluación, esta resulta muy difícil de encontrar. No se trata solo de que después de años de serias advertencias sobre la inflación desbocada, en los países avanzados la inflación sea sin lugar a dudas demasiado baja, y no demasiado alta. Incluso desde una perspectiva mundial, los episodios de inflación verdaderamente elevada se han convertido en algo poco frecuente. Así y todo, la propaganda de la hiperinflación florece sin cesar.
El atractivo del bitcoin parece proceder más o menos de las mismas fuentes, a lo que se añade la sensación de que es de alta tecnología y algorítmico, de manera que tiene que ser la tendencia del futuro.
Pero no permitamos que los sofisticados atributos nos confundan: lo que realmente está teniendo lugar es un viaje hacia los días en los que el dinero era algo que podías hacer que tintineara en el bolsillo. Tanto en el trópico como en la tundra, por alguna razón estamos cavando nuestro camino de vuelta al siglo XVII.
Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008. Fuente: El País.
lunes, 30 de diciembre de 2013
¿Cómo puedo liberar mi teléfono móvil? Orange
http://www.usuariosteleco.es/Derechos/TelefoniaMovil/Paginas/cambio-operador.aspx#5
Si cambio de operador de telefonía móvil, ¿puedo usar mi terminal antiguo o tengo que comprar uno nuevo? En caso de que haya adquirido un aparato "libre", esto es, sin vincularlo a un contrato con un operador concreto, no existiría problema alguno. No obstante, en ocasiones se adquiere el terminal a la vez que se suscribe un contrato con el operador de telefonía móvil. Este es un procedimiento habitual por el cual los operadores subvencionan parte del coste del terminal para que sea más económico para el usuario. Es frecuente que cuando se contrata en esta modalidad se acepten unas condiciones, que limitan el uso del terminal exclusivamente con el operador que le ha subvencionado durante un tiempo limitado, esto es, se incluye una cláusula de permanencia mínima en contraprestación a la rebaja en el precio del teléfono móvil. Si no ha finalizado el período mínimo a que se comprometió (que debe figurar en el contrato), el operador anterior podría aplicar la posible cláusula que se haya incluido en el contrato para este supuesto. En cualquier caso, si finaliza el periodo de permanencia mínima o se satisfacen las cantidades estipuladas en el contrato por baja anticipada, podrá usarlo con el nuevo operador. Para ello, debe solicitar la liberación a su antigua compañía. No obstante, las controversias que puedan surgir por la no liberación del móvil no son objeto de reclamación ante esta Oficina (Usuarios de telecomunicaciones), sino que deben dirigirse a las Oficinas de consumo.
Antes del cambio de compañía debes liberar tu móvil de lo contrario no lo podrás usar con la nueva compañía.
Para poder liberar tu teléfono móvil, es necesario que te pongas en contacto con el número 902 879 009, de lunes a viernes de 9:00 a 22:00 h.
El coste de la llamada es de 0,48 cts/min (0,58 cts/min IVA incl.) + 0,15 cts. (0.18 cts/min IVA incl.) de establecimiento de llamada.
Recuerda tener a mano el número de IMEI de tu terminal, puedes obtenerlo pulsando en tu terminal la secuencia *#06#.
El coste de este servicio es de
- 9€ (10,89 € IVA incluido) si tu línea es de contrato una vez finalizado el compromiso de permanencia
- 5€ (6,05 € IVA incluido) si tu línea es de prepago
Y paciencia, mucha paciencia,...
Continuará con instrucciones para liberar un IPhon 4.
Dirección donde he obtenido estas instrucciones:
http://ayuda1.orange.es/app/particulares/movil/preguntas_frecuentes/mis_servicios/otros_servicios/faq/a_id/2748/kw/quiero%20liberar%20mi%20movil%20653247217
Si cambio de operador de telefonía móvil, ¿puedo usar mi terminal antiguo o tengo que comprar uno nuevo? En caso de que haya adquirido un aparato "libre", esto es, sin vincularlo a un contrato con un operador concreto, no existiría problema alguno. No obstante, en ocasiones se adquiere el terminal a la vez que se suscribe un contrato con el operador de telefonía móvil. Este es un procedimiento habitual por el cual los operadores subvencionan parte del coste del terminal para que sea más económico para el usuario. Es frecuente que cuando se contrata en esta modalidad se acepten unas condiciones, que limitan el uso del terminal exclusivamente con el operador que le ha subvencionado durante un tiempo limitado, esto es, se incluye una cláusula de permanencia mínima en contraprestación a la rebaja en el precio del teléfono móvil. Si no ha finalizado el período mínimo a que se comprometió (que debe figurar en el contrato), el operador anterior podría aplicar la posible cláusula que se haya incluido en el contrato para este supuesto. En cualquier caso, si finaliza el periodo de permanencia mínima o se satisfacen las cantidades estipuladas en el contrato por baja anticipada, podrá usarlo con el nuevo operador. Para ello, debe solicitar la liberación a su antigua compañía. No obstante, las controversias que puedan surgir por la no liberación del móvil no son objeto de reclamación ante esta Oficina (Usuarios de telecomunicaciones), sino que deben dirigirse a las Oficinas de consumo.
Antes del cambio de compañía debes liberar tu móvil de lo contrario no lo podrás usar con la nueva compañía.
Para poder liberar tu teléfono móvil, es necesario que te pongas en contacto con el número 902 879 009, de lunes a viernes de 9:00 a 22:00 h.
El coste de la llamada es de 0,48 cts/min (0,58 cts/min IVA incl.) + 0,15 cts. (0.18 cts/min IVA incl.) de establecimiento de llamada.
Recuerda tener a mano el número de IMEI de tu terminal, puedes obtenerlo pulsando en tu terminal la secuencia *#06#.
El coste de este servicio es de
- 9€ (10,89 € IVA incluido) si tu línea es de contrato una vez finalizado el compromiso de permanencia
- 5€ (6,05 € IVA incluido) si tu línea es de prepago
Y paciencia, mucha paciencia,...
Continuará con instrucciones para liberar un IPhon 4.
Dirección donde he obtenido estas instrucciones:
http://ayuda1.orange.es/app/particulares/movil/preguntas_frecuentes/mis_servicios/otros_servicios/faq/a_id/2748/kw/quiero%20liberar%20mi%20movil%20653247217
domingo, 29 de diciembre de 2013
La cristiana cautiva. Las preguntas de la vida. El mundo de las fábulas y los cuentos mitiga la angustia ante lo desconocido
...¿Sabemos por qué hemos nacido, por qué tenemos que morir, por qué existe la injusticia o la desdicha, qué es el amor y por qué nos hace sufrir? Nuestra vida está llena de preguntas que no podemos evitar hacernos sin descanso. Para mantenerlas vivas y mitigar a la vez la angustia que nos produce no conocer sus respuestas existe el mundo de las fábulas y los cuentos, el mundo inagotable de la ficción. Estamos perdidos y buscamos un camino que transforme nuestra vida en una historia que merezca la pena contar, una historia que nos consuele con su belleza. Las religiones, cuando no se han separado aún de los hombres, las mujeres y los niños reales, nos ofrecen historias así. Historias que nos dicen que hay un lugar adonde ir, un lugar donde, entre otras cosas, podremos reencontrarnos con los muertos que amamos.
Esas historias no son distintas a las historias que se narran en los cuentos. Con una diferencia, las religiones nos dicen que ésta no es nuestra verdadera vida y que sólo la muerte puede conducirnos a ella; los cuentos, que el paraíso está en el mundo y que hay que vivir como si fuera posible alcanzarlo. El árbol que canta, el pájaro que habla y el agua de oro en el cuento de Las mil y una noches hablan de ese anhelo de felicidad. Hay muchas formas de contestar a la pregunta eterna de por qué leemos. Yo tengo la mía: leo para seguir el rastro de luz que dejan en la noche esas moritas cautivas de mi infancia.
Gustavo Martín Garzo es escritor.
Esas historias no son distintas a las historias que se narran en los cuentos. Con una diferencia, las religiones nos dicen que ésta no es nuestra verdadera vida y que sólo la muerte puede conducirnos a ella; los cuentos, que el paraíso está en el mundo y que hay que vivir como si fuera posible alcanzarlo. El árbol que canta, el pájaro que habla y el agua de oro en el cuento de Las mil y una noches hablan de ese anhelo de felicidad. Hay muchas formas de contestar a la pregunta eterna de por qué leemos. Yo tengo la mía: leo para seguir el rastro de luz que dejan en la noche esas moritas cautivas de mi infancia.
Gustavo Martín Garzo es escritor.
Leer más en El País
sábado, 28 de diciembre de 2013
Carta de un economista a Rajoy. “Los parados no disminuyen; han tirado la toalla o huyen de España”
Señor presidente: he decidido hacer pública esta carta al escuchar los datos que usted ha usado en su rueda de prensa de balance de 2013. Las parados registrados en el INEM no disminuyen por haber encontrando un empleo. Han tirado la toalla y han dejado de confiar en usted y en la recuperación. Muchos han dejado de buscar empleo y otros muchos han huido de España ante la incapacidad de encontrar empleo en nuestro país y al no tener expectativas de encontrarlo en el futuro.
La Seguridad Social no va bien. A su ministro de Hacienda se le escapó que cerrará el año con un déficit de 1,8% del PIB o sea 18.000 millones. Es debido a que acabaremos el año con casi 300.000 personas que han perdido su empleo y han dejado de cotizar. Además, las empresas destruyen empleos estables de personas mayores de 45 años y los están sustituyendo por empleos a tiempo parcial y con salarios precarios de jóvenes. El resultado es menor recaudación.
El déficit público tampoco va bien. La destrucción de empleo y la bajada de salarios ha reducido la recaudación del Impuesto sobre la Renta. El IVA ha subido por el aumento de los tipos el pasado año pero no por la mejora de actividad. Los ingresos fiscales están estancados en 2013 y eso supone 4.000 millones de euros menos de lo que usted estimó en los presupuestos y a eso hay que sumar otros 4.000 millones en la Seguridad Social.
En 2013 vamos a pagar más intereses por la deuda pública. La deuda aumenta unos 10.000 millones al mes que es lo mismo que costó el Plan E que usted tanto criticó. Entre enero y octubre el déficit reconocido por la Intervención General de la Administración Central es de 37.000 millones. Un 10% superior al de 2012 y un 15% superior al que usted heredó del Gobierno anterior. La deuda pública va a acabar el año próxima a un billón de euros, 100.000 millones por encima de 2012.
La prima de riesgo no ha bajado fruto de sus reformas. La bajada ha sido generalizada en los países periféricos europeos y el país donde más ha caído es en Grecia. La banca española ha financiado la mitad del aumento de la deuda pública, mientras los inversores extranjeros sólo el 15%. Pero estos mismos inversores extranjeros han vendido bonos, acciones y préstamos a empresas y bancos españoles por más de 30.000 millones.
Las exportaciones no van bien. Tuvieron dos meses excepcionalmente buenos la pasada primavera pero desde entonces se han frenado en seco. Nuestra competitividad no ha mejorado desde 2011. La bajada de salarios y el aumento de la productividad por la masiva destrucción de empleo ha sido compensado por la intensa apreciación del euro contra el dólar y contra las divisas de países emergentes.
La reforma bancaria no ha funcionado. Le recomiendo que vaya a cualquier bar y pregunte a pequeños empresarios y familias por la situación del crédito. Qué garantías les exigen y a qué tipo les prestan. Comprobará que las condiciones son peores que antes del rescate bancario de la Troika.
Retrasar el ajuste fiscal nos ha permitido salir de la recesión, pero no compensa los efectos devastadores sobre el empleo y la deuda pública de su ajuste de 2012. EE UU ha demostrado que hay vida después de una crisis de deuda. Pero hace falta un buen diagnóstico y una política adecuada. Tras su discurso es evidente que tiene un error de diagnóstico y eso complica significativamente la salida de la crisis.
Necesitamos crecer mucho más, depreciar el tipo de cambio, provocar inflación moderada, aumentar la inversión, incrementar la recaudación fiscal y reestructurar deudas de familias y empresas para estabilizar la restricción de crédito. A la vez habrá que resolver la tragedia griega, portuguesa, chipriota, eslovena, irlandesa, etcétera. Si su política económica y la europea no cambian radicalmente, despediremos 2014 con menos población, menos crédito, más deuda y más pobreza
Quedo a su entera disposición y le deseo que la fuerza le acompañe.
José Carlos Díez es economista.
Fuente: El País.
La Seguridad Social no va bien. A su ministro de Hacienda se le escapó que cerrará el año con un déficit de 1,8% del PIB o sea 18.000 millones. Es debido a que acabaremos el año con casi 300.000 personas que han perdido su empleo y han dejado de cotizar. Además, las empresas destruyen empleos estables de personas mayores de 45 años y los están sustituyendo por empleos a tiempo parcial y con salarios precarios de jóvenes. El resultado es menor recaudación.
El déficit público tampoco va bien. La destrucción de empleo y la bajada de salarios ha reducido la recaudación del Impuesto sobre la Renta. El IVA ha subido por el aumento de los tipos el pasado año pero no por la mejora de actividad. Los ingresos fiscales están estancados en 2013 y eso supone 4.000 millones de euros menos de lo que usted estimó en los presupuestos y a eso hay que sumar otros 4.000 millones en la Seguridad Social.
En 2013 vamos a pagar más intereses por la deuda pública. La deuda aumenta unos 10.000 millones al mes que es lo mismo que costó el Plan E que usted tanto criticó. Entre enero y octubre el déficit reconocido por la Intervención General de la Administración Central es de 37.000 millones. Un 10% superior al de 2012 y un 15% superior al que usted heredó del Gobierno anterior. La deuda pública va a acabar el año próxima a un billón de euros, 100.000 millones por encima de 2012.
La prima de riesgo no ha bajado fruto de sus reformas. La bajada ha sido generalizada en los países periféricos europeos y el país donde más ha caído es en Grecia. La banca española ha financiado la mitad del aumento de la deuda pública, mientras los inversores extranjeros sólo el 15%. Pero estos mismos inversores extranjeros han vendido bonos, acciones y préstamos a empresas y bancos españoles por más de 30.000 millones.
Las exportaciones no van bien. Tuvieron dos meses excepcionalmente buenos la pasada primavera pero desde entonces se han frenado en seco. Nuestra competitividad no ha mejorado desde 2011. La bajada de salarios y el aumento de la productividad por la masiva destrucción de empleo ha sido compensado por la intensa apreciación del euro contra el dólar y contra las divisas de países emergentes.
La reforma bancaria no ha funcionado. Le recomiendo que vaya a cualquier bar y pregunte a pequeños empresarios y familias por la situación del crédito. Qué garantías les exigen y a qué tipo les prestan. Comprobará que las condiciones son peores que antes del rescate bancario de la Troika.
Retrasar el ajuste fiscal nos ha permitido salir de la recesión, pero no compensa los efectos devastadores sobre el empleo y la deuda pública de su ajuste de 2012. EE UU ha demostrado que hay vida después de una crisis de deuda. Pero hace falta un buen diagnóstico y una política adecuada. Tras su discurso es evidente que tiene un error de diagnóstico y eso complica significativamente la salida de la crisis.
Necesitamos crecer mucho más, depreciar el tipo de cambio, provocar inflación moderada, aumentar la inversión, incrementar la recaudación fiscal y reestructurar deudas de familias y empresas para estabilizar la restricción de crédito. A la vez habrá que resolver la tragedia griega, portuguesa, chipriota, eslovena, irlandesa, etcétera. Si su política económica y la europea no cambian radicalmente, despediremos 2014 con menos población, menos crédito, más deuda y más pobreza
Quedo a su entera disposición y le deseo que la fuerza le acompañe.
José Carlos Díez es economista.
Fuente: El País.
viernes, 27 de diciembre de 2013
Alan Turing. Una hazaña bélica entre números. El descifrado de los códigos nazis fue vital para ganar la II Guerra Mundial
Alan Turing y un puñado de científicos,
que podrían estar sacados de la serie The big bang theory, reunidos en Betchely Park, un conjunto de edificios en torno a una mansión histórica situado en la campiña de las afueras de Londres, fueron fundamentales para ganar la II Guerra Mundial. Alguna de las técnicas que utilizaron para descifrar los códigos de la máquina Enigma, que los nazis usaban para las comunicaciones cifradas con sus submarinos en el Atlántico Norte, se han mantenido secretas hasta tiempos muy recientes. Conocer las intenciones de los submarinos alemanes era crucial para lograr la victoria porque, con Europa ocupada los nazis casi en su totalidad, los suministros llegaban desde América. Alan Turing, rehabilitado este martes por el Reino Unido tras haber sido condenado por homosexual hace 60 años, fue fundamental en este proceso.
La historia ficción es una ciencia tan entretenida como absurda.
Es imposible prever qué hubiese ocurrido si no se llega a romper el código nazi. Harry Hinsley, un veterano de Betchley Park y el historiador oficial de los servicios de inteligencia británicos, relató a la BBC que la II Guerra Mundial se hubiese prologado durante dos años más y que, incluso, su resultado hubiese sido incierto. Antony Beevor, uno de los grandes historiadores del conflicto, en cambio, relató en una entrevista con este diario con motivo de la publicación de su monumental La segunda Guerra Mundial (Editorial Pasado y Presente), que Bletchley Park no fue tan importante en el gigantesco conflicto. “Jugó un papel crucial en la Batalla del Atlántico, pero su influencia en otros aspectos de la guerra ha sido muchas veces exagerada”, aseguró. “Las innovaciones tecnológicas en general sí jugaron un papel fundamental en la victoria de los aliados. Los británicos eran muy buenos en algunos aspectos —el radar, el primer ordenador utilizado para los análisis criptográficos—, pero los estadounidenses mostraron una inventiva enorme.
Aprendieron y se adaptaron muy rápidamente.
Por ejemplo, comenzaron el conflicto con aviones muy anticuados con respecto a los Zero japoneses, pero rápidamente los mejoraron y fueron capaces de producir, uno tras otro, aparatos muy sofisticados”. La gigantesca injusticia cometida con Turing no fue la única de la inteligencia de la II Guerra Mundial. En el Pacífico, los estadounidenses utilizaron un código para sus comunicaciones tan sencillo como indescifrable: el idioma de los indios navajo, los famosos Code Talkers. En parte porque el código nunca fue descifrado —se utilizó también en la Guerra de Corea entre 1950 y 1953—, pero, sobre todo, porque eran indios su papel en el conflicto continuó siendo secreto y, por lo tanto ignorado durante décadas. Solo recibieron la medalla del honor del Congreso el pasado 20 de noviembre. Un poco antes que le llegó el perdón a Turing.
Fuente: El País.
que podrían estar sacados de la serie The big bang theory, reunidos en Betchely Park, un conjunto de edificios en torno a una mansión histórica situado en la campiña de las afueras de Londres, fueron fundamentales para ganar la II Guerra Mundial. Alguna de las técnicas que utilizaron para descifrar los códigos de la máquina Enigma, que los nazis usaban para las comunicaciones cifradas con sus submarinos en el Atlántico Norte, se han mantenido secretas hasta tiempos muy recientes. Conocer las intenciones de los submarinos alemanes era crucial para lograr la victoria porque, con Europa ocupada los nazis casi en su totalidad, los suministros llegaban desde América. Alan Turing, rehabilitado este martes por el Reino Unido tras haber sido condenado por homosexual hace 60 años, fue fundamental en este proceso.
La historia ficción es una ciencia tan entretenida como absurda.
Es imposible prever qué hubiese ocurrido si no se llega a romper el código nazi. Harry Hinsley, un veterano de Betchley Park y el historiador oficial de los servicios de inteligencia británicos, relató a la BBC que la II Guerra Mundial se hubiese prologado durante dos años más y que, incluso, su resultado hubiese sido incierto. Antony Beevor, uno de los grandes historiadores del conflicto, en cambio, relató en una entrevista con este diario con motivo de la publicación de su monumental La segunda Guerra Mundial (Editorial Pasado y Presente), que Bletchley Park no fue tan importante en el gigantesco conflicto. “Jugó un papel crucial en la Batalla del Atlántico, pero su influencia en otros aspectos de la guerra ha sido muchas veces exagerada”, aseguró. “Las innovaciones tecnológicas en general sí jugaron un papel fundamental en la victoria de los aliados. Los británicos eran muy buenos en algunos aspectos —el radar, el primer ordenador utilizado para los análisis criptográficos—, pero los estadounidenses mostraron una inventiva enorme.
Aprendieron y se adaptaron muy rápidamente.
Por ejemplo, comenzaron el conflicto con aviones muy anticuados con respecto a los Zero japoneses, pero rápidamente los mejoraron y fueron capaces de producir, uno tras otro, aparatos muy sofisticados”. La gigantesca injusticia cometida con Turing no fue la única de la inteligencia de la II Guerra Mundial. En el Pacífico, los estadounidenses utilizaron un código para sus comunicaciones tan sencillo como indescifrable: el idioma de los indios navajo, los famosos Code Talkers. En parte porque el código nunca fue descifrado —se utilizó también en la Guerra de Corea entre 1950 y 1953—, pero, sobre todo, porque eran indios su papel en el conflicto continuó siendo secreto y, por lo tanto ignorado durante décadas. Solo recibieron la medalla del honor del Congreso el pasado 20 de noviembre. Un poco antes que le llegó el perdón a Turing.
Fuente: El País.
jueves, 26 de diciembre de 2013
Lo que quiero ahora
...El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan...
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
Ángeles Caso.
Este artículo está repetido con leves variaciones,(16-12-2012)... sin duda me gustó y me ha vuelto a gustar cuando lo he recibido de nuevo...
Leer más: http://www.lavanguardia.com/magazine/20120119/54245109494/lo-que-quiero-ahora-angeles-caso.html#ixzz2obI3Lpdp
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan...
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
Ángeles Caso.
Este artículo está repetido con leves variaciones,(16-12-2012)... sin duda me gustó y me ha vuelto a gustar cuando lo he recibido de nuevo...
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