martes, 8 de mayo de 2012

Uno de cada seis cánceres está causado por infecciones que se pueden evitar. La proporción aumenta hasta uno de cada tres en África

Cuando se habla de vacunas contra el cáncer se suele pensar en las específicamente dirigidas a que el sistema inmunitario ataque las células oncológicas. Pero hay otra variante, mucho más sencilla y desarrollada: las que evitan infecciones que van a ser, a su vez, causa de tumores. El caso más claro es la inmunización contra el virus del papiloma o la hepatitis. Y es que los agentes infecciosos son responsables de dos millones de casos de cáncer en el mundo. De los 7,5 millones que este conjunto de enfermedades causó en 2008 en el mundo, aproximadamente 1,5 millones se podía haber evitado combatiendo la infección previa. Los datos, que publica The Lancet Oncology, son un compendio de estudios dirigidos por Catherine de Martel y Martyn Plummer, de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de Francia (IARC por sus siglas en francés). El hecho de que se trata de una consecuencia de una enfermedad fácilmente prevenible, como lo son muchas infecciones víricas (mediante vacunas), bacterianas (con antibióticos) o de otro origen hace que el reparto del impacto entre los países dependa de la capacidad de los sistemas sanitarios. Por eso, mientras en Australia y Nueva Zelanda la proporción de tumores de origen infeccioso es de poco más del 3%, en África llega hasta el 32,7%. En esta línea, Goodarz Danaei, de la Facultad de Medicina de Harvard, indica que el estudio demuestra que es posible combatir el cáncer extendiendo programas preventivos sencillos, con especial incidencia en la ampliación de la cobertura para las vacunas de la hepatitis B y el papiloma, que son responsables de gran proporción de los tumores hepáticos y genitales. Ver en El País.

lunes, 7 de mayo de 2012

Desaprovechar nuestras mentes. Los jóvenes no solo son el futuro de EE UU; también son el futuro de la base tributaria.



En España, la tasa de paro entre los trabajadores menores de 25 años supera el 50%. En Irlanda, casi un tercio de los jóvenes está en paro. Aquí, en Estados Unidos, el desempleo juvenil es solo del 16,5%, lo que sigue siendo terrible (aunque podría ser peor).

Y como era de esperar, muchos políticos están haciendo todo lo que pueden por asegurarse de que, de hecho, las cosas empeoren. Hemos oído hablar mucho sobre la guerra contra las mujeres, la cual es bastante real. Pero también hay una guerra contra los jóvenes, la cual es igual de real aunque se disimule mejor. Y está haciendo un daño inmenso, no solo a los jóvenes, sino también al futuro del país.

Empecemos por los consejos que les daba Mitt Romney a los estudiantes universitarios durante una comparecencia pública la semana pasada. Tras denunciar la “actitud divisiva” del presidente Obama, el candidato republicano le decía a su público: “Proponeos algo, id a por ello, corred un riesgo, formaos, pedid dinero prestado a vuestros padres si tenéis que hacerlo, montad una empresa”.

Lo primero que a uno le llama la atención es, por supuesto, el toque Romney: la característica falta de empatía con aquellos que no han nacido en familias acomodadas, que no pueden depender el Banco de Mamá y Papá para financiar sus ambiciones. Pero el resto del comentario es igual de nefasto a su manera.

Me refiero a ¿“formaos”? ¿Y cómo van a pagarlo? Las matrículas de las universidades públicas se han disparado, en parte por las considerables reducciones de las ayudas estatales. Romney no está proponiendo nada que pueda solucionar eso; sin embargo, es un defensor acérrimo del plan presupuestario de Ryan, que recortaría drásticamente las ayudas federales a los estudiantes, lo que haría que alrededor de un millón de ellos perdiesen sus becas Pell.

Entonces ¿cómo, exactamente, se supone que van a conseguir “formarse” los jóvenes procedentes de familias sin dinero? Allá por marzo, Romney tenía la respuesta: encontrando una universidad “que tenga un precio un poco más bajo y donde se pueda obtener una buena formación”. Buena suerte con ello. Pero supongo que es divisivo señalar que las recomendaciones de Romney son inútiles para los estadounidenses que no nacieron con las mismas ventajas que él.

Sin embargo, hay un problema mayor: aun cuando los estudiantes se las arreglen, de alguna manera, para “formarse”, cosa que a menudo hacen endeudándose hasta las cejas, se licenciarán para entrar en una economía que no parece quererles. Probablemente hayan oído hablar mucho de que a los trabajadores con titulaciones universitarias les está yendo mejor en esta recesión que a aquellos que solo han terminado la enseñanza secundaria, lo cual es cierto. Pero la historia es mucho menos esperanzadora si uno se fija no en los estadounidenses de mediana edad con titulación, sino en los licenciados recientes. El paro entre estos se ha disparado; también lo ha hecho el trabajo a tiempo parcial, supuestamente un reflejo de la incapacidad de los licenciados para encontrar trabajos a jornada completa. Y, quizás lo más revelador, los ingresos han caído en picado incluso entre los licenciados que trabajan a tiempo completo, lo cual es un indicio de que muchos se han visto obligados a aceptar trabajos en los que no hacen ningún uso de su formación.

Por tanto, los licenciados universitarios están sufriendo las consecuencias de la debilidad de la economía. Y las investigaciones nos dicen que las repercusiones no son pasajeras: los estudiantes que se licencian en una economía en mala situación nunca recuperan el terreno perdido. En vez de eso, sus ingresos se reducen de por vida.

Por consiguiente, lo que más necesitan los jóvenes es un mercado laboral mejor. Las personas como Romney afirman que tienen la receta para la creación de empleo: bajarles los impuestos a las sociedades anónimas y a los ricos, y recortar drásticamente el gasto destinado a los servicios públicos y los pobres. Pero ahora tenemos una gran cantidad de pruebas sobre cómo funcionan realmente estas políticas en una economía deprimida, y está claro que destruyen empleo en vez de crearlo.

Porque cuando uno observa la devastación económica en Europa, debe tener en cuenta que algunos de los países que están experimentando los peores estragos han estado haciendo todo lo que los conservadores estadounidenses dicen que deberíamos hacer en Estados Unidos. Hace no mucho tiempo, los conservadores se deshacían en elogios con las políticas económicas de Irlanda, especialmente con los bajos impuestos de sociedades; la Fundación Heritage le daba una puntuación en “libertad económica” más alta que la de cualquier otro país occidental. Cuando las cosas se torcieron, Irlanda volvió a recibir una infinidad de elogios, esta vez por sus radicales recortes del gasto, que se suponía que inspirarían confianza y conducirían a una recuperación rápida. Y ahora, como he dicho, casi un tercio de los jóvenes de Irlanda no es capaz de encontrar trabajo.

¿Qué deberíamos hacer para ayudar a los jóvenes estadounidenses? Básicamente, lo contrario de lo que quieren Romney y sus amigos. Deberíamos estar ampliando las ayudas al estudio, no reduciéndolas. Y deberíamos dar marcha atrás en las políticas de austeridad que, a efectos prácticos, están constriñendo la economía estadounidense (los recortes estatales y locales sin precedentes que han estado castigando con especial dureza a la enseñanza).

Sí, ese cambio político radical costaría dinero. Pero negarse a gastar ese dinero es insensato y corto de miras incluso desde un punto de vista puramente fiscal. Recuerden: los jóvenes no solo son el futuro de Estados Unidos; también son el futuro de la base tributaria. Es terrible desaprovechar una mente; pero desaprovechar las mentes de toda una generación lo es todavía más. Dejemos de hacerlo. Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2008, es profesor de la Universidad de Princeton.

El País

domingo, 6 de mayo de 2012

Que los niños no paguen esta crisis. Es lo que debería ser si fuese justo el mundo, pero Soledad Gallego nos muestra los datos que parecen confirmar la injusticia.

Se aproxima un incendio Los niños y jóvenes de hoy van a ser quienes paguen el agujero que ha provocado una crisis puramente financiera “Árbol clavado en la tierra al que se aproxima un incendio”. La premio Nobel polaca Wislawa Szymborska supo crear imágenes poderosas, capaces de revelar la realidad, en pocas y sencillas palabras. Sus poemas hablan de las cuestiones más trascendentes, pero en un entorno cotidiano, “un entorno de paz vulnerable y amenazada”, como escribe Mercedes Monmany en la presentación de Instantes (Ediciones Igitur). La cita viene a cuento de la angustia que producen los recortes que se anuncian en los presupuestos de Educación de este país. No hace ni cinco meses que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su discurso de investidura, aseguró solemnemente que “la España del futuro dependerá de nuestro sistema educativo”. Habló de lo mucho que había que cambiar para, entre otras cosas, reducir el abandono educativo temprano y elevar la formación de los alumnos. Cinco meses después, lo único que está realmente claro es que la educación en España va a sufrir un recorte inmediato de 3.623 millones de euros (más de medio billón de las antiguas pesetas) en solo un año. Las comunidades autónomas, que tienen transferidas las competencias, deberán rebajar 3.000 millones y el Gobierno central otros 623 millones (el 21,9% respecto a 2011), a la espera del recorte que haya que sumar en el presupuesto de 2013. El sistema educativo español está clavado en la tierra mientras se le aproxima el incendio. Ninguna de las medidas anunciadas pretende impedir el abandono escolar prematuro (el número de alumnos que fracasa en la secundaria es ya superior al 30%, una de las cifras más altas en la Unión Europea) ni mejorar la formación, sino, simple y directamente, rebajar el coste. No cubrir las bajas de docentes durante las dos primeras semanas, aumentar los alumnos por aula y subir el número de horas de clase que imparten los profesores perjudica la calidad de la enseñanza y solo desde el cinismo se puede decir que es posible llevar adelante un recorte presupuestario de estas proporciones sin acarrear graves consecuencias para todo el sistema.... Seguir leyendo aquí en EL País.

La conspiración, largometraje de la rtv vasca sobre los días previos al comienzo de la guerra civl.

sábado, 5 de mayo de 2012

Existen alternativas, falta voluntad de aplicarlas, sobran fundamentalismos neoliberales que nos llevan a la ruina al 99% por la codicia del 1%.



El Libro sobre "Hay alternativas" que se presenta en el vídeo, editado y puesto en la web de Attac a disposición de todos para bajarlo gratis aquí.
Libro de Juan Torres López sobre "La crisis de las hipotecas basuras...", descargar aquí.

viernes, 4 de mayo de 2012

El fraude fiscal en España

La delicada situación económica y social que afecta a España podría poner en riesgo el mantenimiento de nuestro Estado del Bienestar. Para evitarlo, es necesario obtener en los próximos años una financiación impositiva suficiente y equitativa, traducida en mayores ingresos fiscales que permitan reducir el déficit público sin recurrir a sacrificios en gastos sociales. Ello requiere una actuación verdaderamente eficiente por parte de la Administración Tributaria, que tiene que extender su actuación a la generalidad de los contribuyentes y repartiendo entre ellos, de forma equitativa, la carga impositiva conforme a su capacidad económica. Un objetivo que precisa del compromiso de las Administraciones Públicas responsables de la gestión y de toda la sociedad: gobierno, parlamento, partidos, agentes sociales y ciudadanos.

Los estudios académicos sobre el fraude fiscal han apuntado a dos conclusiones principales sobre las cuales se ha formado un amplio consenso, a saber: que el cumplimiento tributario disminuye cuando aumentan los impuestos con una administración tributaria poco eficaz (compensando y neutralizando los efectos recaudatorios de las subidas de impuestos); y que este mismo cumplimiento tributario aumenta cuando la Administración Tributaria mejora sus procedimientos de gestión y control, lo que revela la rentabilidad recaudatoria y social y el efecto multiplicador de la inversión en recursos para la gestión tributaria.

Por ello, en estos momentos de crisis económica, con un déficit cifrado a finales del año 2011 en 91.000 millones de euros y que amenaza con mantenerse en niveles elevados en los próximos años, es cuando se presenta una oportunidad excepcional y a la vez necesaria para afrontar, en positivo, una lucha eficaz para la prevención, detección y sanción del fraude fiscal.

Nuestra clase política deberá afrontar el reto de tomar decisiones trascendentes en estos momentos de dificultad y apostar valientemente por un modelo fiscal que garantice un desarrollo social y económico sostenible. Pero, ¿qué es el fraude fiscal? ¿Es la factura del fontanero con o sin IVA? ¿Los 2,4 millones de euros que la Audiencia Nacional condena pagar a Luis Figo a Hacienda referidos a una controversia por derechos de imagen? ¿O la posibilidad de establecer tu residencia en un paraíso fiscal para no tributar a la Hacienda Española?

El fraude fiscal es simplemente el hecho de dejar de ingresar a la Hacienda Pública. Pero nunca una definición tan simple tuvo efectos tan demoledores, porque supone, por un lado, una disminución de ingresos al Estado que nos permitirían costear esos servicios públicos indispensables que están siendo recortados en estos momentos, y por el otro, porque legitima una conducta defraudatoria por la cual la gente podría pensar: “todos defraudan. De manera que yo también, si puedo, defraudaré”.
Es importante delimitar si estamos o no hablando de cifras elevadas.

Los diferentes estudios elaborados sobre la materia coinciden en estimar una cifra de fraude fiscal en torno al 23% del PIB, lo cual supone que cerca de 89.000 millones de euros dejan de ingresarse anualmente. O dicho de otra manera, que uno de cada cuatro euros se escapan del control fiscal. Aún más preocupante es que nuestras cifras de fraude se sitúen diez puntos por encima de la media de nuestros países vecinos de la Unión Europea.

Y hablamos de la media, no de aquellos países con una mayor conciencia fiscal cuyas cifras de fraude están alrededor del 4%, como podrían ser Suecia o Dinamarca. De manera que es menester tener claro que sólo con rebajar nuestro fraude en estos diez puntos que nos diferencian de la media de los países de nuestro entorno, ingresaríamos anualmente cerca de 38.000 millones de euros, quince veces más que lo que se espera recaudar mediante la amnistía fiscal anunciada por el gobierno del Partido Popular.

Pero hemos de ahondar aún más en el problema del fraude y preguntarnos quién defrauda estas enormes cantidades, así como cuáles son los mecanismos para eludir al Fisco. En lo que se refiere a la primera pregunta, es sin duda más fácil visualizar a quien realmente no defrauda, esto es, la clase asalariada. Actualmente, las arcas del Estado se nutren básicamente de dos impuestos que recaen directamente sobre ella: por una parte, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que supuso en el último ejercicio liquidado un 44% de los ingresos por impuestos, siendo las rentas del trabajo quienes aportaron el 83,7% de la recaudación; y por otra, el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), un impuesto totalmente regresivo que no discrimina en su tributación la capacidad económica del obligado a su pago y que aporta un 32% del importe de la recaudación por impuesto de nuestro país. En el otro vértice de la justicia impositiva, estarían los que sí defraudan al Estado, y al respecto se estima que más del 72% del fraude lo cometen actualmente los grandes patrimonios y las grandes empresas.

Podemos aportar como dato empírico el hecho de que, al cierre del ejercicio 2010, existían en nuestro país 3.113 Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV) que gestionaban un patrimonio acumulado de 26.154,3 millones de euros, reguladas por una normativa del todo ventajosa que no las empuja a gestionar el patrimonio de un conjunto de partícipes, sino a gestionar y aminorar la tributación de grandes patrimonios individuales.

De modo que, cuando hablamos de grande patrimonios, surge inevitablemente una pregunta: ¿para cuándo un impuesto sobre grandes patrimonios que grave no sólo la renta titularidad de las personas físicas, sino la totalidad de la renta real que se esconde tras estas sociedades instrumentales, muchas veces a través de entramados que acaban irremediablemente gestionados por empresas fantasma domiciliadas en paraísos fiscales? Sin entrar en las sofisticadas y modernas normativas fiscales de determinados países como Belize, Panamá, Luxemburgo, podemos poner aquí el ejemplo de la Isla de Sark, que en 2005 tenía una población de 575 habitantes al tiempo que poseía domiciliadas a más de 15.000 empresas (y uno sólo de sus residentes era el director financiero —figura similar al administrador de la sociedad en nuestra normativa estatal— de más de 2.400 de ellas). Actualmente, estos territorios están contribuyendo con su singular aportación a la pesadilla financiera que vivimos. Su insolidaridad hace que la disminución de los ingresos impositivos de los Estados, tan necesarios en el contexto actual, haga peligrar nuestro Estado del Bienestar y el mantenimiento de sus prestaciones sociales básicas. Para dar una idea de la eficacia de estos paraísos fiscales, baste con decir que la empresa de asesoramiento económico Merrill Lynch estima que unos seis billones de dólares están depositados en estos territorios, lo que supone casi un tercio de los activos de las fortunas particulares del planeta. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional calcula que una cuarta parte de la riqueza mundial se oculta en ellos, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) piensa que la evasión fiscal de los países que forman parte de ella y que se realiza a través de los paraísos fiscales, llega a los 600.000 millones de dólares.

Qué duda cabe de que no podemos permitirnos estos agujeros fiscales en un momento en que asistimos a un auténtico desplome de nuestros ingresos tributarios. Entre los años 2007 y 2010 el volumen de ingresos tributarios ha descendido en 41.140 millones de euros, lo que equivale a una caída impositiva de más del 20% en términos de recaudación. Desde luego, hay instrumentos para erradicar el fraude fiscal. Otra cosa es que se disponga plenamente de ellos. En este sentido, España es un caso paradigmático: pese a tener un nivel de economía sumergida en torno al 23% de su PIB —porcentaje sólo comparable a Grecia e Italia—, cuenta con un empleado de la Agencia Tributaria por cada 1.680 contribuyentes: un indicador tres veces inferior al de la media de los países de la OCDE y cinco veces inferior a países vecinos como Francia o Alemania. ¿Es el problema realmente grave? Sí, y espero que le lectura de este artículo ayude al lector a tener una dimensión exacta de su magnitud.

El descenso de ingresos tributarios, unido al enorme fraude fiscal existente y al inevitable aumento de gastos sociales derivado del pago de prestaciones sociales en tiempos de crisis, hacen que la situación económica del país peligre seriamente y que las necesidades de ingresos impositivos cobren una importancia primordial.

Ante tal situación, el pasado viernes 31 de marzo de 2012, el gobierno del PP aprobó una amnistía fiscal que durará ocho meses y que permitirá a las empresas y personas que defraudaron regularizar su situación con el Fisco mediante una tasa blanda del 10% de los saldos en cuentas opacas o del precio de los inmuebles y/o acciones en los que invirtieron las cantidades ocultadas. Como no podía ser de otra manera, esta amnistía viene acompañada de la clásica advertencia de aumento de sanciones, intensificación de la lucha contra el fraude y de la declaración de que “ésta será la última amnistía”, siguiendo el guión de las anteriores amnistías fiscales de 1977, 1984 y 1991 y de la amnistía laboral de 2011. Así, cualquier contribuyente, o, mejor dicho, cualquier no contribuyente podrá regularizar su situación tributaria, es decir, blanquear su dinero oculto por un pago único del 10%.

Pero hemos de ser coherentes y decir que el gran inconveniente de cualquier amnistía de este tipo es que raya los límites del principio de igualdad tributaria sancionado por el artículo 31 de la Constitución española, ya que supone un agravio comparativo para los contribuyentes que cumplen con sus obligaciones fiscales y que soportan tipos superiores que llegan hasta el 52% en el IRPF, mientras que los defraudadores podrán saldar sus cuentas con el Fisco a precio de saldo. Además, podemos señalar una serie de graves defectos que la amnistía fiscal va a provocar en el funcionamiento de nuestro sistema tributario.

Por de pronto, esta medida da a entender que el Gobierno reconoce la incapacidad de la Agencia Estatal Tributaria para luchar contra la economía sumergida, lo que choca frontalmente con los reiterados anuncios del Ejecutivo de potenciar la lucha contra el fraude. De hecho, entre 1980 y 2008, mientras el volumen de la economía española se duplicó, la economía sumergida se multiplicó por cuatro. A mayor abundamiento, la tasa del 10% se considera “cuota declarada”, lo que evitará la persecución de delitos fiscales a un precio de saldo evitando la condena penal, pagar la cuotas defraudadas, las multas de hasta seis veces el importe de la cuota descubierta, la responsabilidades civiles y los antecedentes penales. Es decir, la amnistía permite enjuagar los mayores fraudes cometidos.

Ante estas premisas, va a ser difícil explicar a la opinión pública los motivos por los que se suben los impuestos a los ciudadanos que ya los pagan y se aprueban amnistías para quienes defraudan. Pero no todo ha de ser un mensaje pesimista. Si la situación global de crisis y déficit ha propiciado una amnistía fiscal, pongámonos a trabajar por una Administración Tributaria realmente eficiente que rebaje drásticamente las cifras del fraude fiscal. Es del todo incoherente anunciar una amnistía fiscal si, al mismo tiempo, no se regula el sector como es debido para que este episodio no vuelva a repetirse y no nos viéramos obligados a hablar en futuro de una nueva amnistía a causa de la impotencia por detectar el fraude en nuestro país. Ante ello, el Gobierno está trabajando en un Anteproyecto de Ley de Medidas para la Prevención y Control del Fraude Fiscal, del cual podemos destacar como medidas anunciadas la prohibición del pago en metálico por importe superior a 2.500 euros, la eliminación de determinados obligados tributarios al régimen de estimación objetiva (los conocidos módulos) y un control más exhaustivo de las rentas en países terceros.

Es evidente que estas medidas no son más que una tirita aplicada a nuestra hemorragia fiscal. Sin embargo, ¿existirá voluntad política para aplicar nuevas medidas, regulaciones y reformas que permitan acabar con el fraude fiscal, o permitiremos que el fraude se mantenga y cuadraremos el déficit con recortes del gasto público?

Me permito concluir: no más recortes al gasto público y sí más recortes… al fraude fiscal. Miguel Ángel Mayo.
Miguel Ángel Mayo es coordinador en Cataluña del Sindicato de Técnicos de Hacienda y miembro de la Plataforma por una Fiscalidad Justa, Ambiental y Sostenible.

Fuente:
http://www.mientrastanto.org/boletin-102/notas/el-fraude-fiscal-en-espana

jueves, 3 de mayo de 2012

Lo que usted desconoce sobre educación

La distorsión ideológica omite la relevancia de las políticas sociales y redistributivas, haciendo creer que la solución vendrá con leyes, didáctica y mercado

El Gobierno legitima los recortes en educación acusando a nuestro sistema educativo de mediocre. Un argumento paradójico, pues no sé de sistemas educativos que mejoren con tan drástica reducción de presupuesto. Pero además, es un argumento erróneo, pues oculta hechos relevantes. Por ejemplo, no se reconoce la importante disminución de la tasa de abandono educativo en los últimos años: nunca había estado tan baja (26% en 2011). Estamos lejos del promedio de la UE, pero también del 40% de comienzos de los 90 o antes.

Pero también es cierto que con la LOGSE se interrumpió la tendencia a la disminución del abandono escolar. Posiblemente se deba a que es difícil aprobar la ESO. Con la LOGSE se amplió la escolarización obligatoria en dos años, lo cual supone más esfuerzo para llegar a los estudios post-obligatorios. Además, si comparamos el rendimiento educativo de nuestra juventud con el de otros países se observa que la proporción de alumnado de bajo nivel es similar a la de la OCDE, a Francia, Alemania o Reino Unido (uno de cada cinco). Si comparamos los resultados entre CC AA, los hechos son preocupantes, pues algunas obtienen buenos resultados en PISA, pero sus tasas de abandono son de las más altas de la UE. Es absurdo que tengamos autonomías con pocos jóvenes de bajo rendimiento educativo (menos del 15%), a los la Administración no les permite seguir estudiando. Otra prueba de la dificultad para lograr dicho título son los resultados en PISA de quienes no han repetido ningún curso, pues están por encima de la media internacional. Por tanto, el nivel exigido para cursar estudios post-obligatorios es mayor en España que en los países de nuestro entorno.

Además, la implantación de LOGSE coincidió con la burbuja de la construcción, que generó demanda de empleo de baja cualificación. Esta demanda atrajo a inmigrantes de bajo nivel educativo, y motivó que jóvenes de orígenes populares prefiriesen un salario en mano a una incierta inversión educativa. Hay dos pruebas de ello: la fuerte relación entre el peso de la construcción y la hostelería en el empleo de las Comunidades Autónomas y el abandono escolar, y que con la crisis está aumentando la matriculación.

Otro equívoco sobre nuestro sistema educativo es su equidad, que suele malinterpretase como si fuese a la baja. Nuestro sistema es igualitario porque cumple el principio de Rawls: los que están peor están mejor. Es decir, los jóvenes que provienen de familias de bajo nivel sociocultural obtienen mejores resultados que en otros países de nuestro entorno. Y además, las diferencias entre los peores y los mejores alumnos son menores que en otros países, pues las puntuaciones del mejor alumnado son más bajas en España. Aquí llegamos a otro hecho poco conocido: estas bajas puntuaciones se deben a que el nivel de competencias de los jóvenes de las familias de alto nivel sociocultural es más bajo en España que en otros países. Por tanto, nuestra diferencia no está en que tengamos más jóvenes en bajos niveles de competencia, sino en el rendimiento educativo de los hijos de familias de alto nivel sociocultural, que es más bajo, a pesar de que estudian en mayor medida en centros privados y concertados.

Otra falsedad sobre nuestro sistema educativo es la creencia de que la excelencia necesariamente implica un aumento de la desigualdad. Pero los datos muestran que en los mejores países, como Finlandia, Japón o Corea del Sur, la desigualdad educativa es baja. Afirmar que la búsqueda de la excelencia educativa es necesariamente a costa de la igualdad es una manipulación para hacer creer que la desigualdad social es natural.

En cuanto a la cuestión autonómica, se culpa a la descentralización de los desiguales resultados entre comunidades, pero se olvida que dichas diferencias eran mayores en la dictadura franquista. Por ejemplo, los resultados en PISA guardan estrecha relación con las tasas de alfabetización en 1960. Las diferencias seculares entre comunidades son tan abismales que resulta razonable que sean ellas las que decidan las políticas educativas más adaptadas a su entorno, en vez de aplicar políticas homogéneas decididas en Madrid. Otra cuestión es si el currículum debe ser igual, y en este punto nacionalismo españolista y nacionalismos periféricos estarán en desacuerdo. Pero esto no es un debate sobre cómo mejorar las competencias de nuestra juventud sino una lucha por la construcción del sentimiento nacional.

¿Por qué hechos tan relevantes son poco conocidos? Por un lado, prima la distorsión ideológica, que omite la relevancia de las políticas sociales y redistributivas, haciendo creer que la solución vendrá con leyes, didáctica y mercado. Por otro, por el sensacionalismo: cuanto más tremebunda sea la crítica con más facilidad capta la atención de los medios de comunicación.
José Saturnino Martínez García es profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna.

miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Hay o no hay dinero?

Rajoy sobre los recortes: "Es imprescindible. No hay dinero para los servicios públicos"
El presidente reclama "un pequeño esfuerzo" a los españoles.
"Son unos pocos euros al mes", ha dicho del pago de los fármacos.
Pide a los españoles que entiendan estas decisiones "duras".

La cantinela diaria de que hay que ajustar los gastos del sector público a los ingresos debiera reformularse afirmando que, más bien, habría que acercar los ingresos a los gastos. Porque el problema del sector público en España no es que gaste mucho, sino que ingresa poco. Por ejemplo, en 2010, los estados de la Unión Europea obtuvieron un promedio de ingresos públicos que representaban el 44.1% del PIB. Sin embargo, en España los ingresos del Estado representaron únicamente el 36.3% del PIB, es decir, 7.8 puntos de PIB menos que sus socios europeos. Esto quiere decir que, si España hubiera estado en la media de ingresos públicos de la Unión Europea, su déficit habría estado por debajo del 3% del PIB y, por lo tanto, no habría tenido que efectuar recortes y habría dispuesto de recursos para estimular la economía. España recaudó menos porque tolera un gran nivel de fraude fiscal, redujo los tipos del Impuesto de Sociedades y del IRPF, suprimió el Impuesto de Patrimonio y, además, según la Comisión Europea, durante la etapa expansiva 1995-2006, hasta el 75% del incremento de los ingresos fiscales era de naturaleza transitoria al estar vinculados a la burbuja inmobiliaria. En suma, el acervo de irresponsabilidad fiscal de los sucesivos gobiernos, la irrupción de la crisis, el marco normativo de la Unión Europea y la enorme deuda privada existente se apuntalaron mutuamente a la hora de dinamitar el incompleto estado del bienestar español. Mientras que el PIB español, a precios de mercado, se redujo un 0.2%, entre 2007 y 2010, el PIB de la Unión Europea (UE) cayó un 1.3%. Sin embargo, en España los ingresos fiscales cayeron ocho veces más que en la UE: 4.8 puntos del PIB, frente a 0.6 puntos. Nuestros socios europeos preservaron su capacidad fiscal mientras la de España sufrió un serio revés.
Mientras que el PIB pasaba de 1.053.161 millones de euros, en 2007, a 1.051.342 millones, en 2010, el IRPF incrementaba un 9.5% la recaudación proveniente de los asalariados (de 52.282 millones de euros a 57.000 millones), pese al fuerte aumento del desempleo. Sin embargo, la recaudación proveniente del Impuesto de Sociedades se reducía de 44.823 millones de euros a 16.198 millones y, si a ello se añade la caída de la parte empresarial del IRPF, tenemos que, entre 2007 y 2010, las empresas dejaron de aportar 39.000 millones de euros a las arcas públicas, una cantidad equivalente a unas seis veces el presupuesto de Canarias. En 2010 el fraude fiscal de las grandes fortunas y las grandes empresas ascendió a 42.711 millones de euros. Y, para garantizar que las cosas no cambien significativamente, este año Hacienda espera recaudar un 13% menos que en 2011 en la lucha contra el fraude fiscal. Es más, se ha decidido impulsar una amnistía fiscal a cambio de que los defraudadores tributen un 10% de las sumas evadidas al fisco. Como afirmó la secretaria general del Partido Popular, en junio de 2010, ante otra propuesta de amnistía fiscal del gobierno de entonces, se trata de algo “impresentable”, “injusto” y “antisocial”. Quienes dicen que no hay dinero para afrontar ciertos gastos de los servicios públicos ocultan que, simplemente, carecen de la voluntad de recaudar ese dinero. Eliminar el fraude fiscal de los más adinerados supondría unos cuatro puntos del PIB. Recuperar la mitad de lo que dejaron de tributar las empresas durante los tres primeros años de crisis, a través del IRPF y del Impuesto de Sociedades, supondría recaudar otros dos puntos de PIB. Y, este año, seis puntos de PIB de ingresos fiscales adicionales evitarían los recortes al bienestar que está llevando a cabo el Gobierno y, al mismo tiempo, permitiría cierta expansión del gasto público. Está claro que hay alternativas al desmantelamiento del estado del bienestar que estamos sufriendo. Ramón Trujillo, coordinador de Izquierda Unida en Tenerife. (foto Porche boxter)

LA SOCIALDEMOCRACIA EN CRISIS

El socialismo pierde vitalidad entre estructuras obsoletas y clientelismo

No solo Hollande o Rubalcaba, no solo la socialdemocracia, también las izquierdas en su conjunto deben revisar la levedad orgánica de sus proyectos. Los errores en el diagnóstico del actual capitalismo regresivo se retroalimentan con déficits organizativos y de ideas que trascienden al modo de elegir los candidatos, a veces el único test admitido de modernidad. Se sobrevaloran los problemas de comunicación. La levedad del pensamiento se confunde con la ausencia de discurso, cuando el discurso es solo la forma en que se estructura y presenta lo que uno piensa.

Las redes sociales son observadas como meros canales de información olvidando que pueden aportar una nueva dimensión orgánica a los movimientos políticos. No solo en Egipto. Cuando Chris Hughes, cofundador de Facebook, se ofrece para colaborar con Obama, éste le hace una petición que resalta el aspecto práctico de las redes: formar cuadros y grupos de apoyo para enriquecer las políticas sectoriales, financiar la campaña y ganar las elecciones. Las ganó aunque su experiencia posterior demuestra que, sin estructuras partidarias estables, sin una izquierda social bien tramada, es difícil articular la defensa del reformismo progresista, más aún, cuando se confronta con una derecha compacta y agresiva a la que hay que disputar, como reclamaba Gramsci, “la hegemonía, los consensos, el sentido común” en economía, religión, justicia, educación o medios de comunicación.

En España, el PP triplica sus militantes desde los 90, mientras el PSOE pierde vitalidad al encerrarse en agrupaciones obsoletas y métodos de trabajo clientelares. Mientras la derecha rearticula el tejido social conservador y propicia una nueva identificación entre ascenso social y poder político, la creciente estrechez orgánica socialdemócrata la desconecta de las nuevas capas profesionales. Alejados al tiempo de sindicatos y redes sociales, se encomienda al grupo parlamentario como principal estructura donde comparte la profesionalización de la política como opción vital. Incapaz de enfrentarse a la profundidad de las regresiones capitalistas que acompaña a la revolución conservadora, la socialdemocracia deja de ser, al tiempo, reformista y de masas.

La izquierda es incapaz de enfrentarse a la regresiones capitalistas de la revolución conservadora
Las pautas socialdemócratas, tradicionalmente paradigmas de realismo y pragmatismo, empiezan a derivar en idealismo inorgánico. Antonio Gutiérrez, ex de CC OO y del PSOE, se sorprende de que, incluso en los momentos álgidos de la primera legislatura de Zapatero, se “confundiera leyes con políticas” de modo que lo legislado “no fuera realmente defendido frente a la oposición doctrinaria bronquista”. La ausencia de ramificaciones orgánicas entre poder político y sociedad termina deteriorando la percepción de lo realizado y su balance: los que eran claros activos de un gobierno de izquierdas, acaban siendo percibidos en la campaña de 2008 casi como pasivos. Pero esa incapacidad se camufla como virtud: primero, sobrevalorando el poder del BOE, como si la realidad cambiara con solo legislar, después, “imaginando” al Gobierno en conexión directa con los ciudadanos, sin necesidad “del partido” ni de intermediarios sociales.

Desde posiciones opuestas, el Movimiento 15-M llega a conclusiones similares: el rechazo a partidos y sindicatos como algo “viejo” mientras reivindica “democracia real ya”. Es parte del ciberutopismo, el retorno a las ilusiones del hombre libre, del individuo común capaz de prescindir de los “profesionales del poder”. Rememoran otros momentos históricos, como la desintermediación reclamada en el “ni dios, ni reyes, ni tribunos”, incluido en el himno comunista de La Internacional. Ignoran que lo espontáneo y lo organizado (Rosa Luxemburgo dixit) forman parte de un aprendizaje colectivo hacia la política de forma que, aunque en momentos de máxima tensión, “las masas son realmente sus propios líderes”, a largo plazo lo orgánico es esencial para dar cohesión a lo disperso. Y esa es hoy la tarea.

El 15-M es parte del 'ciberutopismo', el retorno a las ilusiones del individuo
La multifragmentación del tejido productivo que caracteriza al nuevo capitalismo potencia desde hace décadas la segmentación social e ideológica. Sin una alternativa solvente que lo integre en un proyecto general, cada grupo social parece buscar su propia opción pública. El derecho a la diversidad, influencia de la cultura ecologista, estimula a todas las minorías, también las políticas, como si estuvieran en peligro de extinción. En ese contexto, dice Llamazares, la “forma partido” debe evolucionar en clave femenina, vinculada al paciente tejer desde las diferencias. Suena bonito pero anticipa un estira y afloja permanente, la preponderancia de los vínculos débiles típicos de la posmodernidad sobre la coincidencia en análisis y proyectos.

La dificultad para construir el cemento para proyectos orgánicos comunes se sustituye por las alianzas como solución, pero las dificultades subsisten. El PSC construye un tripartito incapaz de navegar por aguas turbulentas. Izquierda Unida precisa de múltiples portavoces en el Congreso para poder ser respetuosa con su pluralidad. La sensación de jaula de grillos no puede evitarse. Y lo mismo ocurre con El Olivo en Italia. La no proporcionalidad de los sistemas electorales son citados, con razón, como causa de las dificultades de esas minorías. Pero se olvida que la absoluta proporcionalidad del sistema italiano fue un regalo envenenado de Berlusconi pues facilita el sectarismo, el trafico de influencias y la ingobernabilidad de las múltiples izquierdas.

Desde diferentes posiciones, lo esencial es consensuar una causa común reformista, conectar y articular políticas sólidas para convertir lo inmaterial en material, los pensamientos en discursos, lo disperso en compacto, las ideas en seguidores, estructuras, votos o dineros. Con formas permanentes o coyunturales. Sin duda, una tarea de muchos durante mucho tiempo.

IGNACIO MURO BENAYAS, El País, 27 ABR 2012
Ignacio Muro es economista, analista social y profesor de periodismo en la Universidad Carlos III.

martes, 1 de mayo de 2012

1º de Mayo

Los motivos se agolpan. Son casi innumerables y seguramente no hace falta insistir en ellos. El salvaje e interesado ataque contra derechos y conquistas de las clases trabajadoras españolas, europeas y de muchos otros lugares del mundo -¡es la lucha de clases!: Warren Buffett dixit- no tiene casi precedentes. Lo quieren todo y lo quieren ya, y en un momento, además, en el que el desarrollo del capitalismo como sistema-mundo demuestra a las claras sus nudos más débiles, inhumanos e injustos, su inexorable irracionalidad, su ya larga macha hacia la destrucción de comunidades populares, hacia el ecosuicidio -post cambio climático- de la especie humana actual, y hacia la explotación brutal y sin compasión alguna de centenares de millones de trabajadores, por no hablar del paro masivo, de la creciente marginación de sectores sociales, de las enfermedades evitables en aumento, del infame nihilismo cultural, de la cada vez menor tolerancia represiva, de los golpes constitucionales –con nocturnidad y alevosía- de las grandes corporaciones y de la guerra y la violencia como vértices esenciales del escenario apocalíptico al que quieren conducirnos. Definitivamente, el capitalismo no es un humanismo. Pero, ¡no en nuestro nombre! ¡De ninguna manera con nuestra complicidad!Por si fuera poco, en nuestro país de países, en este territorio que una minoría quieren transformar en un cortijo de su propiedad exclusiva y excluyente, hay motivos complementarios para la indignación, la rebeldía y la protesta ciudadanas. Entre otros muchos, luchadores sindicales detenidos por la policía nacional, la guardia civil o los Mossos, tres variantes casi idénticas del mismo Dios maligno represivo; estudiantes en cárceles, en prisión punitiva, con falsarios pseudoargumentos judiciales y un horizonte a corto y medio plazo que pasa, según sus propios cálculos, por cuanto menos el sacrificio económico y social de una generación. Ni las limosnas, ni la caridad, ni las migajas de las copiosas comidas de los Señores nos están destinadas en este caso...
Por lo demás, por si lo habíamos olvidado, estamos abonando una magnífica tradición que no merece, que no es justo olvidar.
Fue hace unos setenta y cinco años. Casi un año después del levantamiento militar contra la II República española (y catalana y vasca y gallega y…), Don Antonio Machado –un poeta, un intelectual concernido, un ciudadano cada vez más imprescindible que falsea para siempre cualquier absurda y pueril identificación de España con el fascismo o la reacción- seguía creyendo que un cristianismo laico, sin Dios por supuesto, era el futuro para un mundo en paz. El amor fraternal propuesto por el cristianismo era totalmente incompatible con los ideales fascistas de aniquilación de etnias, pueblos y personas. El Juan de Mairena póstumo ya había revisado el viejo y practicado dicho romano, si vis pacem para bellum , por un “si quieres la paz, prepárate para vivir en un mundo en paz”. El buen poeta, en el sentido noble de la palabra, estaba en línea con el viejo Marx, quien había comentado a su hija Laura la que consideraba principal virtud del cristianismo: nos había enseñado el amor a los niños.

Para el autor de “Proverbios y cantares” el marxismo era entonces la praxis política que más aproximaba a las enseñanzas de Jesús. Quizás por todo ello, el 1º de Mayo de 1937, dos años antes de su muerte por tristeza y depresión, en el congreso celebrado en Valencia de las Juventudes Socialistas Unificadas, pronunció don Antonio Machado un discurso en el que al mismo tiempo que exponía y reconocía sus diferencias con alguna de las tesis que él (erróneamente) consideraba esenciales del marxismo -como el peso otorgado a los asuntos económicos en la marcha de la historia humana-, señalaba al mismo tiempo su defensa del socialismo como una esperanza para la Humanidad a la que todos, de alguna manera, deberíamos contribuir. Con sus palabras [1]:
“Desde un punto de vista teórico, yo no soy marxista, no lo he sido nunca, es muy posible que no lo sea jamás. Mi pensamiento no ha seguido la ruta que desciende de Hegel a Carlos Marx. Tal vez porque soy demasiado romántico, por el influjo, acaso de una educación demasiado idealista, me falta simpatía por la ideal central del marxismo, me resisto a creer que el factor económico, cuya enorme importancia no desconozco, sea el más esencial de la vida humana y el gran motor de la historia. Veo, sin embargo, con entera claridad, que el Socialismo, en cuanto supone una manera de convivencia humana, basada en el trabajo, en la igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo, y en la abolición de los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la justicia; veo claramente que es ésa la gran experiencia humana de nuestros días, a la que todos de algún modo debemos contribuir”.

Una década después, finalizada la segunda guerra mundial y también poco años antes de su fallecimiento, Albert Einstein se manifestaba también en términos similares a favor del socialismo, un socialismo que él no identificaba simplemente con la planificación económica o nacionalización de los medios de producción, servicios y financiación sino como una forma alternativa de convivencia de la humanidad [2]. Para ambos, ya entonces, otro mundo era posible y necesario.

No sería de extrañar que hoy, en este mayo de 2012, de la mano de Bertrand Russell, de Simone Weil, de Simone de Beauvoir, de Sartre, y de tantos otros, recorrieran con millones de ciudadanas-trabajadoras las calles de las ciudades y pueblos del mundo. Ni que decir tiene que Harich, Lukács, Bujarin, W. Solano, Ibárruri, López Raimundo, Guevara, Allende y Sacristán hubieran estado a su lado.
Notas:
1 Extraído de: Ian Gibson, Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado. Madrid, Aguilar 2006, p. 573.
2. Véase Francisco Fernández Buey, Albert Einstein. Ciencia y consciencia, Retratos del Viejo Topo, Mataró (Barcelona), pp. 259-268.
(De Salvador López Arnal)

lunes, 30 de abril de 2012

Estamos ante la estafa perfecta

La mejor estafa es aquella en la que el estafado nunca llega a ser consciente de su condición. La estafa perfecta aun va un paso más allá, y en este caso el estafador es capaz de conseguir el agradecimiento de la víctima. Nos amenazan con el abismo, para acto seguido rebajarnos el sueldo como única salvación posible. Nos aseguran que estamos al borde del precipicio inmediatamente antes de convencernos de que lo único que puede evitar que caigamos son los recortes. Nos advierten de que las prestaciones sociales nos van a conducir a la ruina e inmediatamente comienzan a desmantelarlas. Los derechos laborales son incompatibles con el crecimiento así que hay que eliminarlos. Nos quitan de nuestros bolsillos el dinero que hay que entregar como intereses a los especuladores y usureros. Y en medio de este naufragio hay que salvar primero a los bancos si es que queremos tener alguna opción de salvarnos todos los demás. Finalmente entre amenazas de fin del mundo acaban por convencernos de que todos tenemos que ser más pobres para que los ricos lo sean un poco mas, que al parecer es la única forma de que el mundo siga girando. La estafa viene de lejos, de muy lejos, tal vez nos hayan estado estafando siempre, pero ahora está llegando a su perfección. Nos recortan salarios, nos despiden, nos despojan de derechos, nos roban y nos mienten. Y están a punto de conseguir que aun les demos las gracias.— Sebastian Fernández Izquierdo. Cartas al Director en El País.

La contrarreforma del sistema sanitario
Hace casi tres años, en medio del debate sobre la reforma del sistema sanitario en Estados Unidos, me publicaron una carta en el Los Angeles Times en la que, en mi calidad de angelino residente en España, defendía con orgullo el sistema de sanidad público español. Qué irónico que ahora me encuentre escribiendo otra carta, esta vez a un diario español, para mostrar mi total indignación ante unos recortes que desvirtúan el modelo actual; donde el acceso a la sanidad pasa de ser “un derecho universal” a un derecho limitado a los “asegurados”, dejando sin cobertura a ciertos colectivos y penalizando a otros con copagos. Yo ya sabía que sería muy difícil lograr la muy necesaria reforma del sistema de salud norteamericano, pero lo que nunca me hubiera imaginado es que en mi país de adopción se iba a producir la contrarreforma.— José Joaquín Recasens. Cartas al Director en El País.

¿Y la promesa electoral de "lo primero el empleo"? La OIT advierte de que "la trampa de la austeridad" golpea el empleo en España. La Organización Internacional del Trabajo publica su informe anual sobre mercado laboral

Desde que la crisis comenzó, calcula, el mundo arrastra un déficit de 50 millones de empleos La obsesión de los Gobiernos europeos por el déficit, apunta, está dañando el mercado laboral La Organización Internacional del Trabajo ha hecho público su informe sobre Trabajo en el Mundo 2012, donde repasa las perspectivas de empleo para este año. El organismo solo observa perspectivas positivas para Asia y América Latina. Con el mercado laboral europeo, sin embargo, es muy pesimista, y recuerda que este continente es responsable de dos tercios del aumento de la tasa de desempleo desde 2010. "¿Cómo salir de la trampa de la austeridad?", pregunta la OIT, que advierte que los recortes y la obsesión por atajar el déficit de los Gobiernos están dañando el mercado laboral de todo el mundo. Para la OIT, las medidas de austeridad aplicadas por el Gobierno español actual y el anterior "han afectado al crecimiento y al empleo en el corto plazo y, por el momento, no se han traducido en una reducción significativa del déficit fiscal", que era el objetivo perseguido. Raymond Torres, director del Instituto Internacional de Estudios Laborales (IIEL) de la OIT, señala que no se puede fiar solamente a la austeridad y los recortes presupuestarios la recuperación de la economía y del empleo, y que las políticas de reducción del déficit han tenido un efecto contrario al deseado. "Se pensaba que esos recortes iban a fomentar la confianza y la inversión, crear mayor crecimiento en algún momento y empleo, pero en realidad lo que está pasando es que sigue cayendo la confianza y la inversión", argumenta este experto de la OIT, según informa EFE. Torres achaca la última ola de destrucción de empleo en España "a las políticas de austeridad" y consideró que esta tendencia se ha acentuado tras un breve periodo entre finales de 2009 y mediados de 2010 "en el que el mercado laboral se deterioró menos"... Continuar en El País. "La inestabilidad laboral es una tragedia humana para los trabajadores; pero además supone un desperdicio de la capacidad productiva". Informe en Inglés aquí.

La crisis de las instituciones del establishment español

Nunca antes, durante el periodo democrático, habíamos visto una mayor distancia entre la opinión dominante de los establishments políticos, económicos y financieros del país (reproducida en la sabiduría convencional promovida por los medios de mayor difusión, bien radiotelevisivos, bien escritos –los grandes rotativos-) y la existente entre la gran mayoría de la población. Esta distancia está creando un enorme problema de legitimidad para las instituciones políticas representativas, pues la mayoría de la ciudadanía considera que las políticas llevadas a cabo por tales instituciones no responden a sus intereses, expresando, por lo tanto, su desacuerdo. Así, según la última encuesta Metroscopia para El País, la gran mayoría (el 73%) rechaza la reducción de las prestaciones sanitarias, incluyendo los recortes de gasto sanitario (este porcentaje incluye también el 58% de los votantes del partido gobernante, el PP). Otras encuestas señalan también la oposición a los recortes de las transferencias y otros servicios públicos del Estado del Bienestar, así como a elementos importantes de la reforma laboral, incluyendo la facilidad del despido y el sesgo pro empresarial de la reforma. También muestran animosidad hacia la política de desahucios llevados a cabo por la banca. En cada una de estas políticas públicas la opinión de la sabiduría convencional del establishment político y mediático ha sido favorable a su implementación y desarrollo, contrastando tal actitud con la actividad claramente desfavorable hacia ellas por parte de la mayoría de la población.En realidad, este contraste alcanza niveles sorprendentes cuando la mayoría de la población (con mayorías incluso entre los votantes del PP) apoya medidas como el establecimiento de bancas públicas (el 52% de la población está a favor mucho o bastante, contra el 27% que está poco o nada a favor. Entre los votantes del PP -según la última encuesta Metroscopia para El País-, el 46% está a favor y el 31% en contra -), que casi nunca se han discutido ni en los mayores medios de difusión ni en los forums de mayor incidencia en las instituciones representativas, como en las Cortes Españolas.

Todos estos datos señalan la existencia de circuitos alternativos a los del establishment político y mediático, que contribuyen a desmitificar la sabiduría convencional promovida por tales establishments. Tales circuitos presentan alternativas que apenas se han discutido en aquellos forums del establishment. Aparecen así dos Españas: una, la España del establishment que está perdiendo credibilidad y legitimidad, y otra España alternativa, todavía poco configurada, que se moviliza en protesta, en la que los movimientos sociales –como el 15-M- y los sindicatos juegan un papel clave. Estos movimientos son frecuentemente presentados maliciosamente por los órganos del establishment como anti-sistema o anti-sociedad, asumiendo erróneamente que ellos mismos –los establishments- son los que representan a la sociedad, identificando sistema económico y sociedad como conceptos idénticos. 

En realidad, es el establishment el que está desacreditando y deslegitimando la democracia española, pues su comportamiento, imponiendo unas políticas públicas que no estaban presentes en los programas electorales de los partidos gobernantes, está destruyendo la legitimidad de tales instituciones. De ahí que sean los movimientos sociales y los sindicatos los que son movimientos auténticamente prodemocráticas que desean terminar con la instrumentalización de las instituciones democráticas (que los sindicatos y movimientos sociales, de hecho, jugaron un papel clave en su establecimiento) actualmente subordinadas a los intereses financieros y económicos a los cuales nadie ha elegido. Es el establishment el que es antidemocrático y anti-sistema, habiendo usurpado un poder que no les corresponde.

No es de extrañar que la figura del gobierno PP más identificada con tales políticas, el Sr. Luis de Guindos, ministro de economía, sea el ministro peor valorado del gobierno ¿Con qué legitimidad democrática puede el Sr. Luis de Guindos ir proponiendo e implementando políticas tan impopulares que no fueron aprobadas en ningún comicio electoral y que gozan de tan poca confianza entre la población? Ni que decir tiene que el establishment es plenamente consciente de sus enormes vulnerabilidades y de ahí su deseo de atemorizar a la población con la reducción de libertades civiles y políticas, criminalizando la resistencia pasiva, identificándola como violencia. En realidad, desde Martin Luther King hasta Gandhi, la experiencia histórica muestra que es precisamente tal resistencia pasiva la alternativa a la violencia, la cual se está deliberadamente estimulando con las medidas represivas y reducción de libertades cívicas a fin de desacreditar tales movimientos. 

La violencia, tanto la de los elementos descontrolados, como por parte del Estado, es profundamente reaccionaria, y sirve al propósito de mantener un sistema cuya representatividad y legitimidad se está reduciendo rápidamente.

Vicenc Navarro, en Público.
Fuente: 
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/04/24/la-crisis-de-las-instituciones-del-establishment-espanol/

domingo, 29 de abril de 2012

Death of a Fairy Tale, La muerte de un Cuento de Adas

By PAUL KRUGMAN This was the month the confidence fairy died. For the past two years most policy makers in Europe and many politicians and pundits in America have been in thrall to a destructive economic doctrine. According to this doctrine, governments should respond to a severely depressed economy not the way the textbooks say they should — by spending more to offset falling private demand — but with fiscal austerity, slashing spending in an effort to balance their budgets. Critics warned from the beginning that austerity in the face of depression would only make that depression worse. But the “austerians” insisted that the reverse would happen. Why? Confidence! “Confidence-inspiring policies will foster and not hamper economic recovery,” declared Jean-Claude Trichet, the former president of the European Central Bank — a claim echoed by Republicans in Congress here. Or as I put it way back when, the idea was that the confidence fairy would come in and reward policy makers for their fiscal virtue. The good news is that many influential people are finally admitting that the confidence fairy was a myth. The bad news is that despite this admission there seems to be little prospect of a near-term course change either in Europe or here in America, where we never fully embraced the doctrine, but have, nonetheless, had de facto austerity in the form of huge spending and employment cuts at the state and local level. So, about that doctrine: appeals to the wonders of confidence are something Herbert Hoover would have found completely familiar — and faith in the confidence fairy has worked out about as well for modern Europe as it did for Hoover’s America. All around Europe’s periphery, from Spain to Latvia, austerity policies have produced Depression-level slumps and Depression-level unemployment; the confidence fairy is nowhere to be seen, not even in Britain, whose turn to austerity two years ago was greeted with loud hosannas by policy elites on both sides of the Atlantic. None of this should come as news, since the failure of austerity policies to deliver as promised has long been obvious. Yet European leaders spent years in denial, insisting that their policies would start working any day now, and celebrating supposed triumphs on the flimsiest of evidence. Notably, the long-suffering (literally) Irish have been hailed as a success story not once but twice, in early 2010 and again in the fall of 2011. Each time the supposed success turned out to be a mirage; three years into its austerity program, Ireland has yet to show any sign of real recovery from a slump that has driven the unemployment rate to almost 15 percent. However, something has changed in the past few weeks. Several events — the collapse of the Dutch government over proposed austerity measures, the strong showing of the vaguely anti-austerity François Hollande in the first round of France’s presidential election, and an economic report showing that Britain is doing worse in the current slump than it did in the 1930s — seem to have finally broken through the wall of denial. Suddenly, everyone is admitting that austerity isn’t working. The question now is what they’re going to do about it. And the answer, I fear, is: not much. For one thing, while the austerians seem to have given up on hope, they haven’t given up on fear — that is, on the claim that if we don’t slash spending, even in a depressed economy, we’ll turn into Greece, with sky-high borrowing costs. Now, claims that only austerity can pacify bond markets have proved every bit as wrong as claims that the confidence fairy will bring prosperity. Almost three years have passed since The Wall Street Journal breathlessly warned that the attack of the bond vigilantes on U.S. debt had begun; not only have borrowing costs remained low, they’ve actually fallen by half. Japan has faced dire warnings about its debt for more than a decade; as of this week, it could borrow long term at an interest rate of less than 1 percent. And serious analysts now argue that fiscal austerity in a depressed economy is probably self-defeating: by shrinking the economy and hurting long-term revenue, austerity probably makes the debt outlook worse rather than better. But while the confidence fairy appears to be well and truly buried, deficit scare stories remain popular. Indeed, defenders of British policies dismiss any call for a rethinking of these policies, despite their evident failure to deliver, on the grounds that any relaxation of austerity would cause borrowing costs to soar. So we’re now living in a world of zombie economic policies — policies that should have been killed by the evidence that all of their premises are wrong, but which keep shambling along nonetheless. And it’s anyone’s guess when this reign of error will end.

La muerte de un cuento de hadas Por PAUL KRUGMAN
Este fue el mes, en que murió el hada de la confianza. Durante los últimos dos años la mayoría de los responsables políticos de Europa y muchos políticos y expertos en Estados Unidos han sido esclavos de una doctrina económica destructiva.

De acuerdo con esta doctrina, los gobiernos deben responder a una economía muy deprimida y no a la que los libros de texto dicen que deberían -gastar más para compensar la caída de la demanda privada - sino con austeridad fiscal, recortar el gasto en un esfuerzo por equilibrar sus presupuestos.

Los críticos advirtieron desde el principio de que la austeridad en la cara de la depresión sólo haría que la depresión empeore. Sin embargo, los "austeritarios", insistieron que lo contrario iba a suceder. ¿Por qué? Confianza! "Inspirar la confianza política fomentará y no obstaculizara la recuperación económica", declaró Jean-Claude Trichet, el ex presidente del Banco Central Europeo - se hizo eco de un reclamo de los republicanos aquí en el Congreso. O, como cuando me lo expuso en el camino de regreso, la idea era que el hada de la confianza vendría y premiaría a los responsables políticos por su virtud fiscal.

La buena noticia es que muchas personas influyentes finalmente admitieron que la confianza de las hadas era un mito.

La mala noticia es que a pesar de este reconocimiento parece haber pocas perspectivas de un cambio de rumbo en el corto plazo, ya sea en Europa o aquí en Estados Unidos, donde nunca hemos abrazado plenamente la doctrina, pero que, sin embargo, tenía la austeridad de facto en la forma de un enorme gasto y los recortes de empleo a nivel estatal y local. Por lo tanto, acerca de esa doctrina: un llamamiento a las maravillas de la confianza es algo que Herbert Hoover habría encontrado totalmente familiar - y la fe en el hada de la confianza ha funcionado tan bien para la Europa moderna, como lo hizo para los Estados Unidos de Hoover.

Todo alrededor de la periferia de Europa, de España a Letonia, las políticas de austeridad han producido la Depresión a todos los niveles depresiones y desempleo. En ese nivel de Depresión, el hada de la confianza no está por ningún lado, ni siquiera en Gran Bretaña, que tiene el periodo de la austeridad desde hace dos años y que fue recibido con fuertes hosannas por las élites políticas de ambos lados del Atlántico. Nada de esto debería ser una novedad, ya que el fracaso de las políticas de austeridad para cumplir sus promesas ha sido evidente. Sin embargo, los líderes europeos han negado durante años la evidencia, insistiendo en que sus políticas comenzarían a funcionar en cualquier momento, y la celebración de supuestos triunfos con la más débil de las pruebas.

Cabe destacar que el largo sufrimiento (literalmente) de Irlanda han sido aclamados como una historia de éxito, no una sino dos veces, a principios de 2010 y de nuevo en el otoño de 2011. Cada vez que el supuesto éxito que resultó ser un espejismo; después de tres años con su programa de austeridad, Irlanda aún no ha mostrado ninguna señal de recuperación real de una recesión que ha llevado la tasa de desempleo a casi el 15 por ciento. Sin embargo, algo ha cambiado en las últimas semanas.

Varios acontecimientos: el colapso del gobierno holandés sobre las medidas de austeridad propuestas, la fuerte presencia de la ola François Hollande contra la austeridad y su éxito en la primera ronda de las elecciones presidenciales de Francia, y un informe económico que demuestra que Gran Bretaña lo está haciendo peor en la crisis actual de lo que lo hizo en la década de 1930 - parece que por fin han roto el muro de la negación. De repente, todo el mundo está admitiendo que la austeridad no está funcionando.

La pregunta ahora es qué van a hacer al respecto. Y la respuesta, me temo, es: no mucho. Por un lado, mientras que los "austeritarianos" parecen haber renunciado a la esperanza, no se han rendido al miedo - es decir, siguen en la afirmación de que si no recortamos el gasto, incluso en una economía deprimida, vamos a convertirnos en Grecia, con los costes por intereses altísimos. Ahora, afirmar que la austeridad sólo puede tranquilizar a los mercados de bonos han demostrado ser casi tan malo como las proclamaciones de que el hada de la confianza traerá prosperidad.

Casi tres años han pasado desde que The Wall Street Journal sin aliento advirtió que el ataque de los vigilantes de los bonos de deuda de EE.UU. había comenzado, no sólo los costos de los préstamos sigue siendo baja, en realidad han disminuido a la mitad. Japón se ha enfrentado a advertencias sobre su deuda por más de una década, a partir de esta semana, podría pedir prestado a largo plazo a una tasa de interés inferior al 1 por ciento. Y los analistas serios sostienen ahora que la austeridad fiscal en una economía deprimida es, probablemente, de auto-derrota: por la reducción de la economía y el daño a largo plazo de los ingresos, la austeridad, probablemente hace que la perspectiva de la deuda empeore en vez de mejorar. Pero mientras que el hada de la confianza parece estar realmente bien enterrada, historias de miedo al déficit siguen siendo populares. De hecho, los defensores de las políticas británicas rechazan cualquier petición de un replanteamiento de estas políticas, a pesar de su evidente fracaso para entregar, sobre la base de que cualquier relajación de la austeridad podrían causar que los costos de endeudamiento se disparan.

Así que ahora estamos viviendo en un mundo de políticas económicas-políticas de zombies que deberían haber sido asesinados por la evidencia de que la totalidad de sus premisas son erróneas, pero que se mantienen moviendo los pies a rastras lo largo del camino de todas formas. Y es que parece difícil adivinar cuando este reino del error va a terminar.

Trescientos sesenta y cinco mil novecientos

Según informa EL PAÍS del día 27 de abril, el paro ha aumentado —en el primer trimestre del año y gobernando ya el Partido Popular— en 365.900 personas; fíjense bien: digo personas. Con ello, el número de parados asciende a 5,6 millones. No son números, son seres humanos con nombres, rostros y corazón. Seres de los cuales, en muchos casos, dependerán otros muchos. Todos ellos habrán oído decir en innumerables ocasiones a los dirigentes del PP que las cosas mejorarían con su sola presencia en el Gobierno, ya que ellos aportarían la credibilidad que les faltaba a los socialistas. Pues bien, si tenemos en cuenta que el propio Gobierno estima que, a finales de este año, el número de desempleados habrá llegado, muy probablemente, a seis millones de personas (otra vez personas), ¿qué les decimos a todos esos que confiaron en que “el partido de los trabajadores” no les engañaba, en que las cosas mejorarían con ellos, en que el PP era el ungüento amarillo que resolvería todos los problemas? Y, de paso, ¿qué les decimos a los jubilados que ven cómo han mermado sus pensiones y cómo van a mermar más cuando ya mismo tengan que empezar a pagar parte de sus medicamentos? El Gobierno, mientras, echa la culpa a la herencia recibida. Pero es que eso no lo dijeron; es que ellos decían que eran la solución. Y los ciudadanos no les han votado para oír sus excusas, para que el paro siga aumentando de una manera que espanta, para que les quiten derechos por todas partes. No les han votado para que hagan lo que han hecho durante casi ocho años de oposición: decir que la culpa de todo la tiene Zapatero. Nos quitan todo, nos asustan, nos intimidan y, encima, hay que estarles agradecidos, porque “lo hacen por nuestro bien”.— Ángel Villegas Bravo. El País, Madrid 29 ABR 2012 
Incumplimiento del PEC
En relación a la deuda soberana publicada por Eurostat el 23 de abril, se pueden hacer algunas observaciones que la prensa, en general, no recogen. Respecto al objetivo de deuda pública del PEC (60% del PIB de la eurozona), solo lo cumplen cinco países. De los socios de la “zona dura del norte del euro” lo incumplen Alemania (81,2%), Francia (85,8%), Bélgica (98%), que se acerca peligrosamente al 100, Austria (72,2%) y Holanda (65,2%) que superan respectivamente dicho objetivo con 21,2 puntos, 25,8, 38, 11,8 y 5,2. En la “zona sur del euro” no lo cumplen Portugal (107,8%), Irlanda (108,2%) y Grecia (165,3%), países ya rescatados, e Italia (120,1%), que superan respectivamente el objetivo con 47,8 puntos, 48,2, 105,3, y 60,1. A la vista de estos datos, se debe recordar a la dogmática señora Merkel que España, situada en el “sur de la eurozona”, registra una deuda soberana del 68,5%, solo 8,5 puntos por encima del límite, mientras que la de su país se eleva al 81,2%, 12,7 puntos más que España. También se debe decir al señor Sarkozy y al señor Monti que Francia (85,8%) e Italia (120,1%) lo incumplen y superan a España con 17,3 puntos y 51,6, respectivamente, siendo la deuda italiana un 20,1% superior a su propio PIB.— El País, Vicente Rodríguez Nuño.

Ahí está mi nómina
Mi mujer y yo tenemos contrato fijo. Nos da por los pelos para pagar la hipoteca, las facturas, la comida, la educación de tres hijos... Y, con todo, quiero pedir muy en serio que me suban los impuestos. Sr. Rajoy, Sr. Montoro, Sra. Mato, Sr. Wert: si no hay dinero para atender a los inmigrantes en los hospitales, para pagar los medicamentos de los pensionistas, para las sillas de ruedas de las personas con diversidad funcional, quiero pagarlo yo. Como hasta ahora. No quiero vivir en una sociedad que penaliza la desgracia, nos iba bien siendo solidarios. ¿Falta dinero? Si es así, no quiero que se lo quiten a mis padres, jubilados, ni que recorten en educación. Ahí está mi nómina. Puede no parecerles bien. En este caso les ruego, les exijo, que eliminen de su ideario la mención al “humanismo cristiano”. Vayan de frente, digan lo que son. Jesús de Nazaret propuso un check-list muy sencillito: dar de comer al hambriento, de beber al sediento, acoger al extranjero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y al preso... (Mt. 25, 31-46). Lamento horrores decir que llevan un cero en el test.— El País, Carlos Prieto Dávila.

sábado, 28 de abril de 2012

Creadores de escasez. Dos años después del inicio de las políticas de austeridad extrema el panorama es desolador

Se multiplica el paro, la exclusión, las clases medias se empobrecen y mueren empresas.

Durante la década de los años treinta, cuando los rostros de muchos hombres se tornaron duros y fríos como si miraran hacia un abismo, nuestro hombre advirtió los signos de la desesperanza generalizada que conocía desde niño. Vio hombres buenos destruidos al ver roto su concepto de una vida decente, les veía caminar desanimados por las calles y los parques, con la mirada vacía como añicos de cristal roto; les veía entrar por las puertas de atrás, con el amargo orgullo de los hombres que avanzan hacia su propia ejecución, a mendigar el pan que les permitiera volver a mendigar, y también vio personas que una vez caminaron erguidos mirarle con envidia y odio por la débil seguridad que él disfrutaba.

Más o menos así describe el novelista John Williams el espíritu de los años de la Gran Depresión en su maravillosa novela Stoner. No es difícil establecer una analogía con lo que se observa ahora, en las capitales y en los pueblos de algunos países intervenidos o con posibilidades de serlo, del sur de Europa. Con todas las diferencias que se le quiera poner. La Gran Recesión que comenzó en el verano del año 2007 ha dejado de ser planetaria, pero ha adquirido otras características: de EE UU ha pasado al Viejo Continente; de crisis financiera privada ha devenido en una crisis de la deuda pública; su origen estuvo en los abusos y las estafas del sistema financiero en la sombra, y las ayudas estatales al mismo (cuando algunos se atrevían a defender que salvar a la banca era salvar a la calle, que proteger a Wall Street era proteger a Main Street) están en el epicentro de buena parte de los problemas de déficit y de endeudamiento de muchos países. A este fenómeno se le ha denominado “neoliberalismo de Estado”, una paradoja por la cual mientras los beneficios (de unos pocos) continúan siendo individuales, los riesgos (de la mayoría) se socializan. En ella, el papel del Estado ya no consiste en limitar el poder económico sino en facilitar su predominancia; el Estado solo debe actuar para favorecer el libre funcionamiento de la competencia (excepto la citada socialización de pérdidas), allanar los conflictos sociales y mantener el orden público.

Muchos de los problemas económicos que trajeron la recesión no han cedido. Hay posibilidades de marcha atrás en los sitios que han abandonado el fondo del abismo y a que en una nueva fase se multiplique el contagio en sentido inverso. No en vano algunos medios de comunicación norteamericanos han llegado a publicar algo que en otra coyuntura podría resultar muy exagerado: que la reelección del presidente Barak Obama estaría condicionada en parte por la solución de los problemas económicos y financieros de países tan distantes de EE UU como España o Italia. Eso es la globalización.

Se acaban de cumplir dos años de la primera intervención de un país europeo, Grecia, por la troika de poderes fácticos contemporáneos y externos a la soberanía de los países de la zona: la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Luego controlaron a otros dos países, Irlanda y Portugal, y la próxima semana coincide con el segundo aniversario de la noche en la que los ministros de Economía de la eurozona hicieron morder el polvo a la política económica de José Luis Rodríguez Zapatero y la cambiaron de sentido en un santiamén, causando la ruina electoral de los socialistas españoles y esbozando la estructura de un fondo de rescate para países en problemas que todavía —más de setecientos días después— anda ajustando su fórmula y su monto definitivo.

Desde entonces, la Unión Europea ha abandonado la política económica común de estímulos que se había aprobado en las reuniones del G-20 en Washington, Londres y Pittsburgh, y ha desarrollado una senda de consolidación fiscal y de austeridad a ultranza. Mientras prácticamente el resto de las zonas del mundo consideran que el problema principal de la economía es su falta de crecimiento (EE UU, China, América Latina…), Europa asume que lo prioritario es volver a los equilibrios macroeconómicos para, más adelante, comenzar a crecer. La desavenencia se manifiesta en el dilema de ajustar para crecer o crecer para ajustar. Hasta ahora la razón empírica parece manifestarse a favor de los partidarios del crecimiento como prioridad para solucionar los problemas más urgentes. Crecimiento o barbarie...

Las ayudas estatales al sistema financiero están en el epicentro de buena parte de los problemas de déficit y endeudamiento

Mientras los beneficios (de unos pocos) siguen siendo individuales, los riesgos ( de la mayoría) se socializan
En resumen, el paisaje después de una batalla que ya ha durado dos años no puede ser más estremecedor. Las políticas de austeridad extrema y de rigor mortis pueden ser calificadas como “creadoras de escasez”, siguiendo las hipótesis de Daniel Anisi, un economista prematuramente desaparecido. La oposición a tales políticas —que ahora empiezan a hacerse más presentes en instancias oficiales de algunos países afectados y diversas instituciones, como el propio FMI, la Comisión y tal vez en el BCE— era de grado y de dosis: nadie ha sugerido incrementos desorbitados del déficit y de la deuda sino una combinación más flexible de los criterios de crecimiento y de estabilidad. Los economistas poskeynesianos, encabezados entre otros por los premios Nobel Krugman y Stiglitz, se quejan de la manipulación del lenguaje que se ha hecho por parte de los partidarios del ajuste duro. La aparición en España del movimiento Economistas frente a la Crisis, se ha sustentado hasta el momento en el principio de “que no nos roben las palabras”. Se trata de impedir que el lenguaje sea tergiversado con conceptos que manipulan el pensamiento que los maestros de la economía han transmitido y que la experiencia que como profesionales de la economía.ha enseñado. Reestructurar no es desregular, reforma estructural no es sinónimo de recortes ni de la dilución de los derechos de la gente, liberalización y regulación son conceptos complementarios e inseparables, los críticos de la austeridad injusta no son partidarios del despilfarro del mismo modo que la estabilidad presupuestaria no es equivalente a déficit cero (un fundamentalismo más) y que quienes critican el Pacto de Estabilidad y las reformas forzadas de las Constituciones nacionales no defienden la inestabilidad... Seguir aquí, Joaquín Estefanía, en El País
Ya en el 2000, se publicaba lo siguiente: El número de pobres se ha multiplicado por 20 en la Europa del Este y la antigua URSS.

El Apócrifo

Tiempo de paradojas en España. El Gobierno está perdiendo apoyos que parecían incondicionales.
La opinión conservadora ha criticado de forma unánime la toma gubernamental de RTVE, la radio y la televisión públicas. “Esto es chavismo puro y duro”, denuncia en un editorial de una vetusta cabecera periodística, equiparando al Gobierno español con la política informativa atribuida al presidente venezolano Hugo Chávez. El asalto gubernamental ha provocado un auténtico incendio en las redes sociales y ha chamuscado también a los medios impresos. La protesta radical de periodistas e intelectuales independientes, estilo FAES, abre la puerta a una rectificación. “Ahora que nos parecíamos a la BBC, vamos hacia el exultante vacío de Telemadrid”, declaró desencantado un intelectual, ex-maoísta y que hoy se define como afín al pensamiento conservador liberal. Por si esto fuera poco, la Iglesia ha reaccionado con una dureza inusitada al anuncio gubernamental de abandono de atención sanitaria a los inmigrantes indocumentados, así como al propósito de no permitir la escolarización de sus hijos. En un régimen de facto nacional-católico, a pesar de la Constitución, esta toma de postura de la Conferencia Episcopal española, que encabezó manifestaciones callejeras contra el anterior gobierno progresista, adquiere una especial relevancia. De acuerdo con la doctrina social del cristianismo, la Iglesia condena sin contemplaciones estas medidas de exclusión que llevarán a un apartheid social e inhumano. “No podemos permitir que se trate a las personas como ex-personas”, declaró el portavoz episcopal. Y destacó que, si es necesario, los colegios tutelados por la Iglesia abrirán de par en par sus puertas, gratuitamente, a todos los niños sin escolarizar, sin distinción de origen. Este portavoz repudió la división de la sociedad española entre “ellos” y “nosotros” y el uso reiterado del término “extranjeros” por parte de altos cargos que puede acabar generando odio y xenofobia. “Tempora habemus difficilia”, dijo el arzobispo Antonio Rouco, “porque cuanto más profundo es el silencio, peor es el demonio”. Amén.
MANUEL RIVAS El País, 28 ABR 2012

jueves, 26 de abril de 2012

Una victoria socialista en Francia no tendrá "efecto dominó" en Alemania


Los socialdemócratas alemanes piensan más en una gran coalición con Merkel, que en una alternativa de poder a la francesa

Prudencia en Berlín ante la primera vuelta de las presidenciales francesas: “la canciller mantiene su apoyo a Sarkozy”, dice su portavoz, pero trabajará con cualquier presidente, puntualiza. Contención también en el SPD. Alertan contra un apoyo a Sarkozy, del que dicen va a tener que echar carnaza a la extrema derecha de Le Pen para intentar remontar. Como precedente de la colaboración en esa carnaza mencionan la iniciativa conjunta de los ministros del interior, francés y alemán, para suspender hasta treinta días los acuerdos de Schengen en materia de control fronterizo. En la prensa, bastante crítica al mercurial Sarkozy. Las elecciones están siendo un referéndum contra él, se dice. “Prometió mucho presentándose como hombre del pueblo pero le hizo el juego a la casta parisina de poder”, observa el Suddeutsche Zeitung. Quizá el “insulso” y “aburrido” Hollande sea más pragmático y previsible. Por lo menos, “no estará tan subordinado a su propio ego”, se lee en el Financial Times Deutschland. El presidente francés lo tiene difícil en la segunda vuelta, auguran casi todos.

Una eventual caída de Sarkozy será, sin duda, una derrota para Merkel y su política fiscal en Europa. Puede incluso que la cobardía de los gobernantes meridionales más afectados por esa política, se haga más gallarda en Bruselas gracias al estímulo francés. Pero pensar que ese eventual cambio pueda llegar al extremo de provocar un “efecto dominó” en Alemania y precipitar una victoria socialdemócrata del SPD en las elecciones generales de otoño de 2013, es ir demasiado lejos. El SPD es otra parroquia. Está claramente a la derecha de Hollande y no busca una “mayoría de izquierdas”. Para hacerse con ella bastaría con abrirse a un tripartito con verdes y Die Linke cuya suma supera holgadamente cualquier coalición conservadora. Pero tal alianza, con el partido de Lafontaine, que es la variante alemana de lo que Melenchon representa en Francia, es tabú.

Si en Francia el parentesco entre Hollande y Melenchon es visto como algo natural, su traducción al alemán es anatema para lo que el semanario Freitag describe como “anticomunismo fundamental” del Estado alemán. Y hay que recordar que aquí la identidad política, incluida la de los partidos, se deriva mucho más de la fidelidad y el culto al Estado, cuyo sujeto es el “Staatsbürger” (el “ciudadano del Estado”), que de la sociedad, cuyo sujeto es el “citoyen”. A esa diferencia fundamental se suma otra.

Por tradición, el principal enemigo histórico del SPD es el partido comunista, y aunque Die Linke sea más bien un partido socialdemócrata, incluye componentes comunistoides que lo expulsan del establishment curtido en las primeras trincheras del anticomunismo occidental durante la guerra fría, algo desconocido en Francia, donde tanto los comunistas como la derecha gaullista participaron en la resistencia. En los últimos veinte años, el Partido Verde también se ha sumado a esa tradición de correcta obediencia. Hay algo más: el SPD ni quiere, ni puede explotar los errores de Merkel ¿Cuales son esos errores? Jakob Augstein un conocido analista local hace la lista.

La canciller, dice, “ha sido culpable de que la crisis salga mucho más cara, por haber dejado explosionar los costes de la quiebra griega, por haberse concentrado en el ahorro ignorando el crecimiento, lo que impone el látigo alemán de los ahorros como medicina insoportable y que todo lo empeora”. Con ello, Merkel, “reabre la cuestión alemana en términos del siglo XIX, en los que Alemania es vista como peligro para Europa”. Con todo esto se puede estar de acuerdo, o no, pero es clara materia para una oposición de izquierdas. El SPD no utiliza ese martillo. Su cuestionamiento de la euroreceta de Merkel es flojo y tangencial. La explicación está en sus líderes.

Son tres: Sigmar Gabriel, Peer Steinbruck y Frank-Walter Steinmeier, todos ellos ex ministros con Merkel, en su primer gobierno de gran coalición, y con responsabilidades en el gran recorte neoliberal alemán, la Agenda 2010, que efectuó el canciller Gerhard Schröder en 2003. La Agenda 2010 está directamente emparentada con la actual euroreceta, hasta el punto de que es citada como su precedente y modelo. Steinbrück fue ministro de finanzas en aquella época y abrió el país a los “hedge fonds”.

Con este liderazgo el SPD logró en 2009 los peores resultados de su historia, un 23%, de los que apenas remonta, pero no ha habido cambio, ni de dirigentes, ni de política. Y lo segundo no es posible sin cambiar lo primero. Todo sumado, aclara bien el misterio de por qué el SPD deja pasar, sin crítica ni batalla, los grandes temas sociales y financieros, alemanes y europeos que son el talón de Aquiles de Merkel. El resultado es que antes de dar la batalla, el SPD liderado por su triunvirato de perdedores, ya ha perdido.

“En la futura campaña electoral no se trata de ir contra la canciller Merkel”, dijo Gabriel, jefe del partido, en el último debate del SPD sobre las elecciones de 2013. “No se trata de luchar contra otros, sino en pro de una Alemania mejor”, añadió. Cuando el jefe de la oposición, dice que no se trata de criticar al líder rival en una campaña, quiere decir que el SPD busca un gobierno de coalición con Merkel, y, seguramente, liderado por Merkel, a tenor de la última encuesta electoral: CDU 35%, SPD 25%. Esta es otra parroquia. No tiene nada que ver con Francia. Un giro francés tendrá sin duda consecuencias, en Alemania y en Europa, pero no habrá efecto dominó que lleve al poder a la izquierda alemana.
Rafael Poch, La Vanguardia.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20120424/54285768913/victoria-socialista-francia-no-efecto-domino-alemania.html

miércoles, 25 de abril de 2012

Niños del arcoiris

Es la canción que los manifestantes noruegos han cantado como señal de rechazo y condena del asesino de los jóvenes socialistas en Noruega este verano. La canción es una adaptación de "My Rainbow Race" del artista americano Pete Seeger; "Juntos nosotros vamos a vivir, cada hermano y cada hermana, niños del arco iris y de una tierra fértil,..." L. Nielsen ha rechazado la interpretación del asesino; "Ella -la canción- no trata de la gente sino sobre la protección de la naturaleza".