domingo, 15 de septiembre de 2024

Incompetencia, deshonestidad y codicia

Incendio de la torre Grenfell
La torre Grenfell, en llamas, el 14 de junio de 2017 en Londres.
El presidente del comité de investigación del incendio de la Torre Grenfell, en Londres, concluyó esta semana que la tragedia había sido resultado de “décadas de fracaso” urbanístico.


El fuego empezó con un fallo eléctrico en un frigorífico del cuarto piso. Las neveras antiguas son más propensas a sufrir fallos por sobrecalentamiento pero carecen de medidas de seguridad. La pólvora fue un revestimiento compuesto de paneles de aluminio Reynobond con un núcleo de polietileno altamente inflamable, fabricados por la empresa Arconic, al que habían sumado un aislamiento de espuma, altamente inflamable, fabricado por Celotex y Kingspan.

El muro de llamas se extendió hacia arriba por las paredes del edificio, metiendo la lengua por las ventanas y llenando pasillos y escaleras de gases calientes y venenosos, procedentes de la combustión. La primera hora y media ocupó 20 plantas. Media hora más tarde había subido otras diez. Para entonces, los servicios de emergencia seguían pidiendo a los vecinos que se quedaran dentro de sus casas. Más de 200 personas desobedecieron y consiguieron salir, antes de que la columna se bifurcara, llegando al centro de las fachadas este y norte. En menos de cuatro horas, las llamas se han tragado el perímetro del edificio. Los bomberos dejaron de subir.

Sir Martin Moore-Bick, presidente del comité de investigación que presentó su informe el pasado miércoles, dijo que el incendio de la Torre Grenfell donde murieron 72 personas en junio de 2017 había sido el resultado de “décadas de fracaso” por parte del Gobierno central. Y dijo que no todas las partes tenían el mismo grado de responsabilidad. Pero que todas habían contribuido, “en la mayoría de los casos por incompetencia, pero en unos pocos por deshonestidad y codicia”. Arconic y Celotex sabían que el material era muy peligroso y que no cumplía las normas de seguridad europeas. Las dos pudieron “manipular deliberadamente el proceso de pruebas, tergiversar los datos y engañar al mercado” sobre la seguridad de sus productos porque, entre 2010 y 2015, el Gobierno de David Cameron declaró la guerra a las regulaciones para reducir costes e incentivar la construcción.

Las revisiones no eran, ni frecuentes, ni exhaustivas. La renovación había sido ordenada y apenas supervisada por la administración local del distrito Real de Kensington y Chelsea. Grenfell era un edificio de viviendas sociales en uno de los barrios más exclusivos de Londres, y su objetivo era hacerla más tolerable a la vista, priorizando el costo sobre la seguridad. La oficina de protección de los inquilinos estaba en guerra con ellos. La brigada de bomberos tuvo problemas de protocolo, organización y comunicación durante y después del incendio. Sir Moore-Bick destacó el valor de la comunidad local, cuyo apoyo a las víctimas en las horas posteriores al incendio “solo resaltó las deficiencias de la respuesta oficial”.

Claude Wehrle, jefe del equipo de ventas de Arconic, declaró a la BBC que la muerte de 72 personas era una tragedia pero que él no era “la persona que tomaba las decisiones sobre la venta del revestimiento Reynobond PE”. La investigación incluye correos suyos explicado al equipo que el producto es peligroso y no cumple la normativa europea y que deben mantener esa información “very confidential”. También incluye correos a otros clientes explicando lo segura que es.

Cuesta no pensar en esa escena de El Club de la lucha en la que Edward Norton explica cómo calcula, como investigador de siniestros para una empresa de automóviles, la necesidad de retirar un modelo de automóvil que ha sido responsable de un siniestro. En este caso, el costo de promedio de las demandas por muerte, lesiones o daños del siniestro de la Torre Grenfell ha sido cero para Arconic, Celotex y Kingspan. Su deshonestidad y su codicia han resultado muy rentables. No tienen nada que cambiar.

https://elpais.com/opinion/2024-09-09/incompetencia-deshonestidad-y-codicia.html

sábado, 14 de septiembre de 2024

EXPOSICIÓN. Los nazis las querían en casa o en las fábricas, pero ellas se rebelaron contra el Tercer Reich.

On the left, Hans and Sophie Scholl with Christoph Probst, three members of the White Rose, in 1942.
A la izquierda, Hans y Sophie Scholl con Christoph Probst, los tres de la Rosa Blanca, en 1942 
Una exposición en Berlín rinde homenaje a las mujeres de diversas clases e ideologías que se jugaron la vida para hacer frente al nacionalsocialismo desde la resistencia

Sophie Scholl escribió una palabra en el reverso de la acusación que la condenaba a muerte: libertad. La historia de esta universitaria que defendió sus ideas contra el régimen de Hitler es una de las más desgarradoras de la Alemania nazi. La joven formaba parte del grupo llamado La Rosa Blanca, que repartía folletos con mensajes contra el Tercer Reich hasta que fue descubierto por la Gestapo. 

Todos sus miembros fueron condenados a muerte en la guillotina. Sophie solo tenía 21 años. Hoy en prácticamente todas las ciudades alemanas hay un colegio con su nombre, convertido en un poderoso símbolo de la resistencia pacífica.  Cuando recuerdan a las mujeres que se rebelaron contra el nacionalsocialismo los alemanes piensan en Scholl, o en Marlene Dietrich, la estrella de Hollywood que usó su fama para contarle al mundo qué clase de monstruo era el dictador, pero fueron cientos las mujeres de estratos sociales diversos e ideologías dispares quienes se jugaron la vida para luchar contra el fascismo. 

Mientras el papel de los hombres de la resistencia está muy bien documentado, el de las mujeres siempre ha sido más desconocido, algo que Johannes Tuchel, director del Centro para la Memoria de la Resistencia Alemana, califica de “vergüenza para la historiografía alemana”: “Tras la guerra, a la falta de disposición de las mujeres a testificar se sumó una falta de interés por parte de la investigación académica”.

La exposición Mujeres de la resistencia, que se exhibe en Berlín hasta noviembre, viene a saldar esa deuda histórica sacando a la superficie historias de mujeres que habían caído en el olvido. Sus retratos se exhiben ahora en la fachada del centro, un complejo monumental construido por los nazis fuera de las rutas turísticas habituales de Berlín. El edificio, cargado de simbolismo, es el lugar donde hace 80 años fueron ejecutados los protagonistas de la operación Valkiria, el coronel Claus Schenk von Stauffenberg y otros líderes de la fallida conspiración de julio de 1944 para asesinar a Hitler.

A la completa exposición permanente se suma ahora esta muestra, resultado de un encargo del Bundestag, el Parlamento alemán. En 2019, el pleno reconoció expresamente “la valentía y los logros de las mujeres en la resistencia contra el nacionalsocialismo” y destinó financiación a la laboriosa tarea de rastrear y documentar miles de trayectorias vitales.

Information about Marlene Dietrich at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition. Vista de la exhibición "Frauen im Widerstand gegen den Nationalsozialismus"

CENTRO MEMORIAL A LA RESISTENCIA ALEMANA 

Information about Marlene Dietrich at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition.Vista de la exhibición "Frauen im Widerstand gegen den Nationalsozialismus"


Entre las mujeres que lucharon en la resistencia había desde hijas de banqueros y militares de alto rango hasta profesoras, secretarias, ilustradoras y empleadas del hogar; desde sindicalistas, anarquistas, comunistas y socialistas, hasta católicas, protestantes y testigos de Jehová. La exposición recoge 32 semblanzas representativas de esa diversidad, mientras que la web Frauen im Widerstand permite consultar otras 300, con fotografías y la documentación que se conserva: cartas, postales o las sentencias de las que fueron descubiertas.

A todas las unía la oposición al nacionalsocialismo, que pretendía confinarlas a una vida de sometimiento. “La ideología nacionalsocialista reducía a las mujeres a un rol de madres y amas de casa”, subrayó Claudia Roth, secretaria de Estado de Cultura durante la inauguración de la muestra: “Se suponía que debían alejarse de la política, debían tener niños y criarlos, y cuidar de la familia. Los puestos de liderazgo en el estado, el partido, la economía y la sociedad estaban reservados a los hombres”. La muestra exhibe propaganda de la época nazi que ensalza la figura del ama de casa y el trabajo femenino en las fábricas, que se hizo necesario cuando los hombres estaban en el frente.

Enfrentarse al régimen era para ellas doblemente heroico. La empleada del hogar Elise Hampel, junto a su marido Otto, difundió cientos de postales por todo Berlín en las que denunciaban el Gobierno de Hitler. Su caso inspiró la popular novela Solo en Berlín, de Hans Fallada, llevada al cine en varias ocasiones. La profesora comunista Hilde Radusch y su pareja, Else Klopsch, con una discapacidad grave, desafiaron a las autoridades ofreciendo ayuda a judíos.

Otras participaron en redes más amplias. Freya von Moltke, hija de un banquero, colaboró junto a su marido en el Círculo de Kreisau, un grupo de socialistas y conservadores que debatía cómo se reorganizaría Alemania tras el fin del Tercer Reich. La secretaria Maria Terwiel, la ilustradora publicitaria Elisabeth Schumacher, la secretaria Rose Schlösinger y la oficinista comunista Hilde Coppi (cuya vida se ha llevado al cine este año) colaboraron con los grupos de resistencia anti-nazi denominados Orquesta Roja, que incitaban a la desobediencia civil, ayudaban a judíos y disidentes a escapar, y suministraban información a los aliados.

Portraits at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition.
Portraits at the 'Women in Resistance against National Socialism' exhibition.Vista de la exhibición "Frauen im Widerstand gegen den Nationalsozialismus"
 CENTRO MEMORIAL A LA RESISTENCIA ALEMANA

Otras, sencillamente, cometieron el error fatal de expresar en voz alta sus críticas al führer. Como la sastra Elfriede Scholz, hermana de Erich Maria Remarque (autor de la novela antibelicista Sin novedad en el frente, prohibida por los nazis) y acérrima anti-nazi que tildó a los soldados de ganado para el matadero y le deseó la muerte a Hitler hablando con una cliente. Poco después fue delatada.

Marlene Dietrich fue quizá el mayor altavoz internacional de la resistencia. Consagrada en Hollywood, desplegó una actividad infatigable contra el Tercer Reich: se comprometió con la emigración de judíos y perseguidos políticos y financió el combate contra los nazis. “¡Chicos, no os sacrifiquéis! La guerra es una mierda y Hitler es un idiota”, dijo a los soldados de la Wehrmacht en 1944.

“La resistencia abarca todas las acciones encaminadas a perjudicar al movimiento nacionalsocialista. Esto incluye, por ejemplo, la redacción o difusión de escritos, la participación en partidos y organizaciones prohibidas, pero también la crítica individual entusiasta y la ayuda a las víctimas judías”, señala Dagmar Lieske, comisaria de la exposición.

Esta imagen romantizada de la mujer como guardiana del hogar estaba evidentemente limitada a las mujeres que encajaban en la comunidad popular, o Volksgemeinschaft, la sociedad ideal totalitaria que preconizaban los nazis. El resto quedaban fuera: tanto las que vivían vidas inconformistas como las que no cumplían los criterios raciales. A estas —judías, gitanas, discapacitadas— se las despojaba de sus derechos y se las perseguía.

Desde su llegada al poder, en 1933, los nazis ejercieron una represión asfixiante de cualquier acción de resistencia política y empezaron a enviar a campos de concentración a mujeres comunistas, socialdemócratas y sindicalistas. Hasta 1945, los tribunales civiles y los llamados tribunales populares dictaron 15.000 condenas a muerte, la mayoría de las cuales fueron ejecutadas.
A still from 'Shanghai Express' (1932), starring Marlene Dietrich, one of the women who rebelled against Nazism.
Imagen de 'El expreso de Shangai' (Josef von Sternberg, 1932), con la actriz Marlene Dietrich, una de las mujeres que se rebelaron contra  el nazismo
A still from 'Shanghai Express' (1932), starring Marlene Dietrich, one of the women who rebelled against Nazism. 

La joven taquígrafa Liselotte Hermann, detenida por suministrar información al ilegalizado partido comunista, fue la primera madre y luchadora de la resistencia que fue decapitada en la infame prisión de Plötzensee, en Berlín, en 1938. La muestra recuerda también cifras que se desconocen, como el número de mujeres a las que les arrebataron a sus hijos tras ser condenadas. Entre 1939 y el final de la guerra, más de 120.000 mujeres fueron confinadas en el campo de concentración de Ravensbrück. Más de 25.000 murieron, ya fueran asesinadas o por las inhumanas condiciones del campo.

La actividad de la resistencia se hizo especialmente arriesgada a partir del invierno de 1942-1943. La derrota de las tropas del Reich ante el ejército soviético en la decisiva batalla de Stalingrado marcó un recrudecimiento de la represión en Alemania. Los jerarcas nazis querían preservar la estabilidad interna a toda costa.

“Desde ese momento, la mayoría de las condenas a muerte contra mujeres fueron por la llamada subversión de las fuerzas de defensa. En realidad, detrás de esta acusación se escondía la supresión despiadada de cualquier crítica al sistema”, explica Johannes Tuchel, director del centro. Actividades que antes eran penadas con prisión ahora suponían la pena capital. Esa y otras argucias legales se utilizaron para condenarlas a muerte. En 1942, Schumacher fue condenada y decapitada, y en 1943 le siguieron Scholl, Hampel, Terwiel, Scholz, Coppi, y Schlösinger.

Otras, como Von Moltke, Radusch y Klopsch consiguieron evitar las condenas o eludir las detenciones. La aristócrata Erika von Tresckow, que colaboró con su marido, el general Henning von Tresckow, en la conspiración para asesinar a Hitler, convenció a las autoridades de que no sabía nada de la conjura contra el führer.

Para Roth, miembro de Los Verdes, el ejemplo de las mujeres de la exposición es hoy especialmente válido frente a quienes emplean discursos de odio y miedo para dividir a la sociedad: “Estas mujeres nos desafían a utilizar nuestro margen de maniobra aquí y ahora para proteger, defender y preservar la democracia”.

viernes, 13 de septiembre de 2024

A las señoras de la limpieza

Todos los años, desde que comencé a escribir en este espacio hace ahora veintiún años, he dedicado un artículo por estas fechas a dar la bienvenida al nuevo curso escolar.

Habituados a este prodigio de la sociedad democrática, no le damos importancia. Sin embargo es un hecho impresionante que la maquinaria del Estado ponga en marcha un proyecto de esta envergadura, en todos los niveles del sistema educativo a lo largo y ancho del país. En alguna de esas bienvenidas propuse que se celebrase la fiesta de Curso Nuevo, del mismo modo y por mayor motivo que se celebra la fiesta de Año Nuevo. Sé que algunos colegios han hecho realidad esta sugerencia. Espero que lo sigan haciendo y que otras instituciones hagan suya la iniciativas.

Este año quiero dar la bienvenida al curso escolar rindiendo homenaje de gratitud y admiración a un colectivo profesional que, con su trabajo, hace posible el desarrollo del proyecto educativo que los docentes realizan en los centros educativos. Un colectivo sin el protagonismo que tienen las autoridades académicas, la inspección, los directores y directoras, el profesorado, las familias y los propios alumnos y alumnas. Concretamente, agradeceré su trabajo a las señoras de la limpieza. En ellas veré representados otros colectivos como los conserjes, los conductores de autobús, las cocineras, las enfermeras, los administrativos, los representantes de Ayuntamientos en el Consejo Escolar, los proveedores, los encargados de la seguridad…

Hablamos de señoras de la limpieza, no de señores de la limpieza. Se trata de un gremio altamente feminizado. En nuestra cultura machista la limpieza ha sido y, al parecer, sigue siendo, una tarea feminizada. Ahí están las Kellys, las que limpian, librando su batalla de justas reivindicaciones. El nombre «Las Kellys» proviene de un popular juego de palabras en inglés: «la Kelly, la que limpia». La expresión se ha popularizado para incidir en el trabajo de las mujere que limpian hoteles. En efecto, las mujeres se han hecho cargo de tareas sencillas, humildes, escasamente remuneradas, que nadie quiere hacer.

La discriminación sigue existiendo. Algunos, de forma ingenua y equivocada, dicen que si una mujer ha llegado a alcanzar el éxito, todas pueden hacerlo. No es verdad. Se trata del mito de la excepción. No es cierto que las mujeres estén en las mismas condiciones que los hombres. Si para unos pocos puestos hay muchos y muchas aspirantes, y unas parten en peores condiciones, es lógico que los otros (las otras, en este caso) lleguen con mayor dificultad. La cultura del delantal y de la fregona todavía tienen presencia entre nosotros.

Probablemente las señoras de la limpieza de nuestros centros educativos se encuentren contentas y agradecidas por tener un trabajo fijo, regularmente (en las dos acepciones del adverbio, temporal y cantidad) remunerado en una institución escolar. Un trabajo imprescindible para que la institución funcione. ¿Podríamos imaginar un centro escolar en el que se fuese acumulando la porquería sin que unas manos enguantadas fueran limpiando lo que otros ensucian?

Humildemente, pacientemente, van moviendo las mesas, recogiendo el contenido de las papeleras, eliminando el polvo, colocando las cosas en su sitio, fregando los suelos y limpiando los cristales. Dichoso inventor de la fregona. Fue Manuel Jalón, un militar riojano que nunca cobró royalties por su creación. Los hombres y mujeres que friegan los suelos deberían hacer un monumento a este pragmático inventor, nacido en 1925

Gracias a ese trabajo, un tanto rutinario, de las señoras de la limpieza, los alumnos y las alumnas van a ir aprendiendo, van a seguir formándose para conseguir un puesto de trabajo más creativo y mejor remunerado que el que ellas realizan cada día.

Conozco algunos centros, he de añadir que se trata de colegios privados, en los que no se permite a los alumnos relacionarse con las señoras de la limpieza. Se trata de una disposición clasista. Para realizar trabajos de limpieza no hace falta haber conseguido ningún certificado académico, pero la dignidad de las personas no está vinculada a las titulaciones. Cada persona tiene su dignidad de forma consustancial, sea cual sea su raza, religión, clase, sexo o formación académica.

Los alumnos y las alumnas de esos centros suelen tener en la casa personas que realizan trabajos de limpieza. Y corren el riesgo de pensar que las señoras de la limpieza de la escuela tienen esa misma condición de ser sus sirvientas. No. Las señoras de la limpieza no están ahí para recoger lo que algunos tiran por descuido o para limpiar lo que otros ensucian de forma irresponsable. Para eso están las señoras de la limpieza, dicen algunos que se consideran señoritos de nacimiento.

Hace algunos años, exactamente catorce, publiqué en la editorial Homo Sapiens, un libro titulado “Pasión por la escuela. Cartas la comunidad educativa“. Hay en ese libro un capítulo dedicado a esos agentes del sistema educativo que trabajan en la sombra.

Quiero dar las gracias a las mujeres de la limpieza por su trabajo sacrificado, humilde y silencioso que realizan en las instituciones educativas. Si el director se ausenta una semana, todo puede seguir funcionando con normalidad, si ellas dejan de trabajar una semana, no se puede entrar en las aulas.

Sé que ponen todo su empeño en hacer las cosas bien, en que todo esté en su sitio y todo esté limpio y ordenado. Llegan con puntualidad y buen ánimo cada día. De forma silenciosa y eficaz, al cabo de unas horas todo vuelve a su sitio, todo queda ordenado y resplandeciente, como si alguien hubiese hecho magia. Sería mejor decir que realmente la hacen.

Muchas veces me ha llamado la atención el gesto de una de estas mujeres que se encuentra fregando el suelo y, al verte llegar, se detiene y te pide que pases por ese lugar que acaba de ser limpiado. Perdón, señora, suelo decir, no es justo que usted limpie y yo ensucie. El encuentro se salda con una sonrisa.

Es probable que les duelan algunos comportamientos de los alumnos y de las alumnas. Porque ellas no están para quitar chicles pegados en las mesas ni para recoger lo que queda fuera de la papelera cuando los chicos juegan al baloncesto tratando de meter a distancia las bolas de papel en la improvisada canasta, o para retirar compresas de los baños.

Su trabajo es sacrificado y humilde. Hay que limpiar los baños y no siempre los chicos y las chicas saben comportarse Las puertas de los wáteres han sido muchas veces un espacio para todo tipo de grafittis.

Hay centros en los que no se colocan rollos de papel en los baños con la excusa de que los chicos atascan los wáteres. Los profesores tienen en su mesa un rollo y los alumnos que quieren ir al baño llevan un trozo. ¿Y si está descompuesto? Lo vengo denunciado desde hace muchos años. ¿Por qué no atascan los baños en sus casas? Y otra cosa: ¿cómo van a aprender a usar los rollos si no hay rollos? No es verdad que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que mientras no sean libres no pueden ser responsables.

Sería estupendo que el director o la directora presentase a los alumnos y a las alumnas a estas personas y que conociesen sus nombres. No son robots que hacen tareas ingratas, son personas de carne y hueso que tienen familia y que a veces arrastran problemas. Merecen el respeto, la admiración y la gratitud de todos por el trabajo que realizan.

Por cierto fueron estas personas quienes más sensibles se mostraron ante la carta que les había escrito en el libro que he citado más arriba. Un día, después de impartir una conferencia en un Colegio de la ciudad de Oviedo, me esperaban las señoras de la limpieza Y me preguntaron si era el autor de la carta que ellas tenían pegada en la puerta del lugar donde tenían sus uniformes y sus útiles de trabajo, porque querían decirme que nadie les había reconocido nunca que fueran tan importantes.

Mi amigo Horacio Muros, director de una escuela argentina fue llamando a los destinatarios de mis cartas, para leerles la suya y pedirles opinión sobre su contenido. Las señoras de la limpieza, según me dijo, se mostraron especialmente agradecidas.

El nuevo curso escolar llega cargado de proyectos, de ilusiones, de prometedoras experiencias de aprendizaje y de encuentro. Se irán haciendo realidad gracias al trabajo de estas personas que cada día obran el milagro de dejarlo todo limpio y ordenado.

jueves, 12 de septiembre de 2024

La expulsión de los moriscos españoles, un crimen de lesa humanidad

Hace 415 años, en 1609, comenzó a perpetrarse una página negra de la historia de España, menos publicitada que la expulsión de los judíos pero con similares efectos devastadores en la sociedad y la economía.

Seguimos en la España del siglo XVII, el Siglo de Oro de los creadores, de oro molido para una minoría de privilegiados y de oropel para la inmensa, sufrida mayoría. Tras las deslumbrantes bambalinas literarias, artísticas, científicas reina el orden bien entendido: es una de esas épocas de extremada corrupción a que tan aficionadas son, históricamente, las élites de la sociedad española.

La corte de Felipe III, ‘el Piadoso’, está dominada por su valido: Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia –recompensados sus oficios por el monarca con el ducado de Lerma y grandeza de España–, un águila en el tráfico de influencias, los sobornos, la venta de cargos públicos y, sobre todo, santo (o diabólico) patrón honorario del Colegio Oficial de Especuladores Inmobiliarios de España.

Hasta 1561, la corte de Castilla había sido, como en muchos otros países europeos, itinerante, es decir, se establecía en la ciudad donde se celebrara la convocatoria a Cortes Generales. Los planes unificadores de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón eligieron Castilla por no ser, paradójicamente, tan centralista como Aragón y su nieto Carlos V y bisnieto Felipe II mantuvieron la tradición, aunque designaran Toledo como residencia personal. En 1561, Felipe II se trasladó a Madrid, por ser ciudad fortificada por los fundadores árabes, disponer de un alcázar acondicionado por su padre, estar alejada de los centros de poder y presión de los grandes aristócratas y eclesiásticos y tener un clima apropiado para la frágil salud de su tercera esposa, Isabel de Valois. Y aunque las Cortes generales siguieron migrando por Castilla –Toledo, Aranjuez, Ocaña, Ávila, Medina del Campo, Segovia, incluso Madrid y Valladolid, que las albergó 45 veces a lo largo de la historia–, con el tiempo se convirtió en capital del imperio español.

En 1601, Lerma convence al rey, un indolente entregado a la caza, a su pasión por las artes y a sus rezos compulsivos, de la conveniencia de trasladar la capital del reino de Madrid a Valladolid, a pesar de las inútiles protestas, fiestas y rogativas de la nobleza, los comerciantes y el pueblo madrileño para que no lo hiciera. Cuando cortesanos y funcionarios llegaron a Valladolid con intención de comprar fincas para sus nuevas casas y palacios se encontraron con que el dueño de todo no era otro sino el duque de Lerma, que se había dedicado con anterioridad a comprar fincas e inmuebles vallisoletanos a un precio ridículo y ahora las vendía a precio de oro. El mismo rey estuvo un tiempo sin palacio propio, hasta que el duque le vendió el de Benavente, que él mismo había comprado meses antes. Además, Lerma quería alejar al rey de la influencia de su madre, María de Austria, recluida en el convento de las Descalzas Reales de Madrid, enemiga de las trapacerías del valido. Fallecida ésta, Lerma, que había hecho la operación inversa, comprando a la baja en el deprimido mercado inmobiliario madrileño, y cobrando exacciones a los comerciantes, convenció nuevamente al monarca de devolver la capitalidad a su sitio en 1609.

Con la muerte de Felipe III y el cambio de valido, los enemigos de Lerma hicieron limpieza y sacaron a la luz los delitos y las fortunas ilícitas de los anteriores mandamases, lo que llevó a juicio en 1619 a Lerma y a su hombre de confianza, Rodrigo Calderón, quien terminó siendo ajusticiado en la Plaza Mayor de Madrid en 1621. Pero no pudieron juzgar al duque, ya que se adelantó jugando hábilmente una carta que le salvaría la vida: solicitó al papa Pablo V que lo nombrara cardenal, lo que suponía que sólo el Sumo Pontífice podía juzgarle y, por consiguiente, eludir la justicia del nuevo rey, Felipe IV, quien, además, estaba obligado a rendirle pleitesía como alto representante de Cristo en la tierra, ya saben. El papa, que le debía de deber algún señalado favor, accedió en 1618 a la petición y le concedió el capelo cardenalicio. Ante este hecho, se hizo famosa en la corte una coplilla de Juan de Tassis, conde de Villamediana:

Para no morir ahorcado,

el mayor ladrón de España

se viste de colorado.

Lo dicho: un águila.

Aunque, cardenal y todo, finalmente, cayó, y tras vestirse de colorado, Felipe III lo desterró a su mayorazgo de Lerma y en agosto de 1624 fue condenado a devolver al reino más de un millón de ducados, unos 200 millones de euros actuales y entonces, una quinta parte de las rentas anuales de la corona.

De las honrosas capitulaciones a la persecución
Pero mucho antes de su caída, todavía le quedaba otro negocio indigno: la expulsión de los moriscos: 300.000 españoles que dejaron atrás unas 100.000 viviendas, tierras, negocios, riquezas…

Hace 415 años, el 4 de agosto de 1609, Felipe III, tras haber obtenido Lerma la unanimidad del Consejo de Estado, firmó la orden para expulsar a los moriscos de España y de todos los territorios de la Corona y con ella se consuma otro de los feroces episodios de la historia de “este país de todos los demonios”, como lo llamó el poeta Jaime Gil de Biedma.

Hubo antecedentes, unos provechosos para las arcas de la corona y de la Iglesia, la expulsión de los judíos en 1492, y otros para el reino de Cristo en España, las conversiones masivas de moriscos para huir del exterminio en que estaban empeñados sujetos como san Vicente Ferrer y el canciller de Castilla y obispo de Burgos Pablo de Santa María –el judío converso Salomón ha Levi, que había sido gran rabino de Castilla–, pero, al contrario que los judíos –’pueblo deicida’, acaparadores de bienes, recaudadores de impuestos, etcétera–, con los moriscos no había ninguna animadversión popular. De hecho, durante la llamada ‘Reconquista’ –término en discusión por la historiografía moderna–, los conquistadores cristianos habían observado en el camino de vuelta los mismos términos que habían establecido los conquistadores andalusíes en el camino de ida: respeto de la religión, costumbres, derecho del pueblo conquistado, que sólo estaba obligado, si no se convertía a la religión del conquistador, de satisfacer impuestos personales y territoriales.

De hecho, las rebeliones mudéjares (musulmanes no bautizados) y moriscas (musulmanes bautizados) de los reinados de los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II, obedecieron a deshonrar, impulsados por integristas intolerantes como Tomás de Torquemada y el cardenal Cisneros, las capitulaciones firmadas en 1591 por Isabel y Fernando con Boabdil el Chico para la rendición del reino de Granada.

Judíos y musulmanes de los reinos ibéricos, pronto: de España, estaban presos en un círculo infernal: mientras conservaran su creencia estaban a salvo de la feroz Inquisición, que, como pareciera natural, sólo tenía potestad sobre los creyentes en la “Verdadera Fe de Cristo”. Pero si no se convertían, eran expulsados, perdían todos los bienes que no pudieran transportar y no podían sacar oro, plata ni monedas ni joyas. Y si se convertían, se convertían en cristianos nuevos, carne de cárcel, de hoguera, de expolio…, en víctimas de la feroz Inquisición. Desde que en 1499 cambia la política religiosa en Granada, las acciones contra los moriscos se suceden cada año a lo largo de todo el siglo XVI hasta desembocar en la expulsión definitiva.

El 22 de septiembre de 1609 se dio a los moriscos de Valencia, por donde empezó la expulsión –la comunidad morisca valenciana constituía un tercio de la población–, un plazo de tres días para embarcar –obligándolos a pagar el pasaje en navíos de la flota de Flandes– “y que se echen en Berbería” con los bienes muebles que pudieran acarrear, “sin que reciban mal tratamiento, ni molestias en sus personas, ni lo que llevaren, de obra, ni de palabra”, advirtiendo que si cumplidos los tres días fueran encontrados por los caminos u otros lugares “pueda cualquier persona sin incurrir en pena alguna prenderle, y desvalijarle, entregándole al Justicia del lugar más cercano; y si se defendiere, le pueda matar”. Felipe III decía en su orden real que adoptaba el “remedio a que en conciencia estaba obligado, para aplacar a nuestro Señor que tan ofendido está desta gente”…

Apaciguar al Señor era, pues, lo principal para los católicos delincuentes; llenarse las faltriqueras –por tercios: la corona, la Iglesia y la Inquisición, descontando las prebendas y lo que se pegara a las manos de los intermediarios–, efecto colateral no buscado. El Consejo de Estado, presidido por Lerma, se oponía a la expulsión por las graves consecuencias económicas y para el desarrollo del país que supondría –en la memoria seguía presente la nefasta experiencia de la expulsión de los judíos– y argüían, razonablemente, que la falta de integración de los moriscos era culpa de “los señores”, que “se aprovechan de ellos” y los mantenían en condiciones extremas de pobreza, y puesto que se mandaban misioneros a evangelizar China y Japón, con más razón habían de emplearse en hacerlo con los moriscos españoles. Prejuicios que desaparecieron en cuanto les aseguraron a Lerma y sus secuaces que recibirían las tierras y casas de los expulsados para resarcirles de la pérdida de mano de obra tan barata como disfrutaban.

Ya se lo preguntaba el conde de Villamediana:

Cien mil moriscos salieron

y cien mil casas dejaron;

las haciendas que se hallaron,

¿en qué se distribuyeron?

La expulsión continuó en Andalucía, Extremadura y el resto de la Corona de Castilla, la Corona de Aragón –donde una sexta parte de la población era morisca– y el Reino de Murcia y, finalmente, en 1613, el incombustible valle murciano de Ricote, también llamado Valle Morisco. Miles de moriscos, ya verdaderamente cristianizados, prefirieron exiliarse en Europa antes de que los “echaran” en países de Berbería, con cuya fe nada tenían que ver, aunque sí con sus costumbres.

Puede hablarse de una verdadera guerra civil continuada donde todas las víctimas siempre, como siempre, las pusieran los mismos y del mismo lado. ¿Cuántos de esos moriscos expulsados no tendrían entre sus ancestros cristianos tan viejos como los cristianos viejos y que de grado o por fuerza hubieron de convertirse al islam siglos antes? Sin olvidar, dice la historiadora Kim Pérez Fernández-Fígares, de la Universidad de Granada, que “Hacia 1150, la población mozárabe [cristianos en la España musulmana] del centro de la Península se acrecentó cuando llegó una nueva oleada, en un impresionante vaivén: muchos descendientes de los que habían sido deportados por los almohades a Marruecos, un siglo antes (la primera expulsión de la historia de la Península, esta vez contra cristianos y hebreos) retornaron a la tierra de sus padres y se establecieron en el Reino de Toledo: muchos miles de guerreros y peones cristianos atravesaron el mar y vinieron a Toledo”.

Las ‘soluciones finales’
Y parece que aún hay que dar gracias a que el rey exterminador fuera ‘el Piadoso’, a pesar de la crueldad de las medidas que acompañaron a la Real Orden: solo seis familias de cada cien fueron autorizadas a quedarse –¿puede dudarse de qué 6% sería sino de la minoría poderosa de la comunidad musulmana?–. También podrían quedarse quienes, a criterio del funcionario verdugo, demostraran su auténtico cristianismo, además de mujeres casadas con cristianos viejos y niños menores de seis años, para ser adoptados por cristianos viejos para, claro está, ser esclavos y esclavas.

Pero gracias, porque –desde el reinado de Felipe II que ya había decretado en 1571 la expulsión de los moriscos del reino de Granada tras la rebelión de las Alpujarras y su deportación a diversas zonas de la península– las medidas propuestas por los cristianísimos inductores de la exterminación no tenían nada que envidiar a las que, siglos después, implementarán los nazis para perpetrar la Shoah genocida contra los judíos europeos: Martín de Salvatierra, obispo de Segorbe, propuso castrar a los varones y deportar a todos a Terranova y un doctor Fidalgo, prior de la orden de Calatrava, que se los pusiera en altamar en barcos sin aparejos y barrenados, a lo el duque de Alba de turno añadió que con explosivos…

Las cosas son así: como ya es normal en el país de las dos Españas, hay dos bandos, pero el tolerante de los humanistas frente al de las bestias descrito, el intolerante, no deja de ser también estremecedor: el humanista Pedro de Valencia (Zafra, Badajoz, 1555-1620) llama españoles a los moriscos y dice, además, que lo parecen –lo que es decir la pura verdad– y si figura en el bando de los tolerantes es sólo –y ya vemos que no es poco– porque de las ocho soluciones finales para la cuestión morisca de su Tratado acerca de los moriscos descarta, no sin analizarlas, la muerte, la escisión o amputación, la cautividad y la expulsión y, en cambio, recomienda la dispersión, la conversión, la permixtión o mezcla y la sujeción.

Un dominico integrista, el valenciano Jaime Bleda, que consagró su vida, decía, a “la total ruina del Imperio Mahometano y la restauración del Imperio Romano”, fue un persecutor indesmayable de los moriscos españoles ante el papado de León XI y la corte de Felipe II –ignorado por ambos por su enloquecido extremismo (no así en su pueblo, Algemesí, cuyos ayuntamientos, de derecha e izquierda, mantienen una calle en honor de su Barrabás local, la única de Valencia)–. Pero en los sucesores, el papa Pablo V y el rey Felipe III y su apéndice Lerma, encontró oídos a su obsesión y financiación para escribir su Crónica de los Moros de España (1618), ocho tomos destinados al Vaticano, en la que describe a los moriscos como “(…) muy amigos de burlerías, cuentos y novelas. Y sobre todo amicíssimos de bayles, danças, solaces, cantarzillos, alvadas, passeos de huertas y fuentes, y de todos los entretenimientos bestiales, en los que con descompuesto griterío y gritería suelen yr los moços villanos vozinglando por las calles. Tienen comúnmente gaytas y dulçainas, laúdes, sonajas, adufes. Vanagloriánse de baylones, corredores de toros, y de otros hechos semejantes de gañanes”.

Eso, lo bueno. Lo malo, “(…) capitanes, maestros y autores de los más excesivos crímenes, y más perjudiciales, a la república cristiana, de sacrílegos blasfemos, homicidas, falsarios, hechiceros, ladrones, herejes, apóstatas, promotores y ejecutores de toda maldad (…) derriban, y hacen pedaços las cruces de los caminos: que jamás confiesan, ni comulgan, ni reciben la confirmación ni la extrema Unción: que hacen mofa, y escarnio del Santísimo Sacramento del altar, con mil actos hereticales, todos los domingos y fiestas que les dicen misa: que matan a todos los cristianos que pueden a su salvo en odio, y abominación de la Fe, en particular a todos los pobres mendigos, que van a pedir limosna a sus lugares, y a otra gente simple, que pasa por ellos. Que hospedan a los moros de allende. Que a los esclavos que huyen de las galeras de Vuestra Majestad, y de sus amos, los pasan a África, comprando para ellos barcas, aunque los que se las venden publican después que se las han hurtado, o en barcas de trafago de franceses. Que por estos medios van, y vienen de Argel, siempre que quieren: y avisan allá, de cuanto pasa en España, que van proveyéndose de armas”…

La citada historiadora Fernández-Fígares lo resume así: “Los moriscos eran alegres, mientras que los cristianos eran severos”. Amor a la vida, sensualidad, sexo…; una trinidad satánica para el dominico y para el resto de propagandistas y de los exterminadores, que anima la proliferación de literatura difamatoria mediante mentiras –ya sabemos que las fake news no son de hoy– que van desde el consumo (de vino, de carne de cerdo, de caza…) a la herejía, pasando por el órgano más sensible del cristiano: el bolsillo –se los acusó de falsificar moneda, entre otros perjuicios económicos–.

Los perjuicios fueron, también, para los de siempre: los campos de pan abandonados, los ‘engenios açucareros’ parados, los arrozales mediterráneos secos, las huertas agostadas… El empobrecimiento demográfico acarreó una notable pauperización para las regiones afectadas, agravada por la crisis económica de la época –la corona se declaró en bancarrota en 1608– y el poco entusiasmo reproductivo de los cristianos.

Pero éste ya era entonces el país del “hecha la ley, hecha la trampa”. Se confió la ejecución de la orden de expulsión de los moriscos de ambas Castillas, La Mancha y Extremadura a Bernardino de Velasco y Mendoza, conde de Salazar, quien la aplicó con eficiencia: “Mezcla la misericordia con la justicia”, escribió Cervantes en el proemio de El coloquio de los perros (1613) –una ironía genial, para don Américo Castro, puesto que criticó la expulsión– y que el conde de Villamediana lo retrató con su agudeza habitual:

Al de Salazar ayer

mirarse a un espejo ví,

perdiéndose el miedo a sí

para ver a su mujer.

Pues reunía la fealdad física a la moral. En carta al rey, el 8 de agosto de 1615, dos años después de consumarse la expulsión, constata que los moriscos regresan por miles a sus lugares de origen, donde son acogidos y encubiertos, como emigrantes que vuelven a su tierra y son recibidos por sus hermanos: “En el Reino de Murcia donde con mayor desvergüenza se han vuelto cuantos moriscos del salieron por la buena voluntad con que generalmente los reciben todos los naturales y los encubren las justicias (…) que ya se han vuelto los que expelió, y los que habían ido y los que dejo condenados a galeras acuden de nuevo a quejarse el Consejo en toda el Andalucía por cartas del duque de Medina Sidonia, y de otras personas se sabe que faltan de volverse solos los que se han muerto”.

Pero parece que ni al rey ni a Lerma, quizá logrados sus objetivos de enriquecimiento y seguramente señalados por un Occidente que se civiliza con más rapidez que la civilizadora España –será el último país occidental en abolir la esclavitud…–, les importa el desvelo del feo Salazar ni la vuelta de los moriscos, que, como se queja el impotente expulsador, “se sabe que faltan de volverse solos los que se han muerto”.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Hace 51 años

Fuentes: El mostrador


Es importante recordar, mantener la memoria viva para que las generaciones que no vivieron esas experiencias estén al corriente de ese pasado, que, aunque obscuro, pertenece a nuestra historia.

El tiempo pasa a ritmos diversos de acuerdo a las vivencias de cada individuo, pero la memoria conserva de manera intacta aquellos sucesos que marcaron y que convulsionaron profundamente la vida de las personas.

Creo que ha sido el caso de quienes fuimos de alguna manera protagonistas principales o secundarios de esa singular experiencia de cambio social con democracia y participación ciudadana, que condujo durante mil y un días el presidente Salvador Allende y que culmina con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

Aunque hayan pasado 51 años en nuestra memoria aún están nítidos los acontecimientos de esa fecha y las crueldades, asesinatos, desapariciones, torturas, exilios y violaciones a los derechos de las personas y de la dignidad humana que con más o menos intensidad se prolongaron durante poco más de 16 años hasta el retorno a la democracia.

Igualmente están presentes los cambios que la dictadura militar apoyada por civiles y por los Estados Unidos produjo en la sociedad chilena imponiendo un estado totalitario, antidemocrático e individualista, antítesis de una antigua tradición republicana, solidaria y tolerante.

Perduran aún las imágenes de los prisioneros de La Moneda tirados boca abajo y maltratados por soldados cuyo uniforme evoca la vestimenta de las tropas nazis. O la terrorífica imagen del dictador Pinochet con sus lentes negros y su cara patibularia inmortalizada por el fotógrafo de la agencia Gramma, el holandés Chas Gerretsen, luego del tedeum efectuado el 19 de setiembre de 1973 en honor a las Glorias del Ejército en la Iglesia de la Gratitud Nacional; como si la felonía y la traición fuesen una gloria. Tedeum al que asistieron sin vergüenza alguna el ex presidente Gabriel González Videla, quien dejó para la posteridad su figura de bailador de conga, de perseguidor de secretarias por los pasillos de la Moneda y su traición a sus aliados comunistas; el también ex presidente conservador en lo político y menos en su vida personal Jorge Alessandri y el más presentable de todos aunque también vasallo del golpismo el demócrata Cristiano Eduardo Frei Montalva cuya familia donó ostentosamente joyas para “reconstruir el país” y que hasta hoy nadie se ha preguntado en qué dedos y gargantas de ex militares se encuentran.

Presente en la memoria está también el exilio del que muchos sufrimos, el desarraigo y la voluntad por insertarse en las diferentes sociedades y por continuar la lucha por la democracia. Lucha que le costó la vida al General Prat, al ex ministro de Salvador Allende Orlando Letelier junto a los intentos de asesinato a Bernardo Leighton, a su esposa y a Carlos Altamirano entre muchos otros atentados en el marco de la Operación Condor, organización terrorista que contó con la complicidad y el beneplácito de las dictaduras latinoamericanas y de la CIA

Muchos exiliados fuimos objeto de persecución por denunciar las atrocidades del régimen y por propiciar la democracia. En Argentina se nos persiguió, torturó y encarceló junto a nuestras esposas, dejando a nuestros hijos pequeños solos y desvalidos, peligrando ser raptados por familias de militares. Hasta el último suspiro de agonía de la dictadura se nos prohibió el ingreso al territorio nacional. Se nos negó el derecho a pasaportes y cuando se pudieron obtener, esos documentos fueron marcados con una letra “L “que indicaba que estábamos en las listas de los aborrecidos.

Una vez recuperada la democracia y aunque la alegría no haya sido del todo como se esperaba, los chilenos pudieron tomar conciencia de lo que fueron esos años de terror, de miedo, de intolerancia. Los medios de comunicación jugaron un rol fundamental en ello, al igual que las diversas Comisiones por establecer la verdad, la reconciliación, como el informe Rettig publicado en 1991. Los posteriores mea culpa de muchos conspicuos civiles que siempre dijeron que no sabían nada, que ignoraban las atrocidades o que se excusaban diciendo “algo habrán hecho” o “es necesario extirpar los males para restablecer la convivencia”, mostraron el servilismo, la condescendencia y la bajeza moral de esos personajes algunos de los cuales ocuparon altas funciones en el periodo democrático.

Es importante recordar, mantener la memoria viva para que las generaciones que no vivieron esas experiencias estén al corriente de ese pasado, que, aunque obscuro, pertenece a nuestra historia.

Agustín Muñoz. Exdirector Regional de la OIT para Las Américas.

Fuente: 

El increíble hallazgo del tercer campo que rodea a la Tierra y cómo cambia lo que se sabe del comportamiento de nuestro planeta

Viento solar

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  • Autor,

Los científicos lo describen como “un agente del caos”.

Se trata de un “campo ambipolar” que rodea a la Tierra y que acaba de ser descubierto por el cohete Endurance de la NASA.

El campo, dicen los expertos, es una pieza fundamental en la forma en que funciona nuestro planeta y ahora, por primera vez, lograron medirlo.

Hasta ahora se conocían dos campos de energía que crea nuestro planeta.

El primero es el campo gravitacional, que se encarga de mantener nuestra atmósfera. Si no hay suficiente gravedad, la atmósfera escaparía al espacio.

El segundo campo es el magnético. Es el escudo que protege nuestro planeta del viento solar, la corriente de partículas cargadas que libera el Sol.

Ahora, después de años de buscarlo, finalmente se logró ubicar al tercer campo: el ambipolar.

Su función es contrarrestar la gravedad y expulsar partículas al espacio y, afirman los científicos, es tan fundamental como los campos gravitacional y magnético.

Hipótesis antigua

La hipótesis de la existencia de un campo eléctrico ambipolar se formuló por primera vez hace más de 60 años.

Se creía que este campo impulsaba el escape de la atmósfera de nuestro planeta hacia el espacio exterior por encima de los polos norte y sur de la Tierra.

“Cada vez que una nave espacial sobrevolaba los polos de la Tierra, se sentía este viento supersónico de partículas, llamado viento polar, que fluye hacia el espacio”, explica Glyn Collinson, investigador principal de la misión del cohete Endurance del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA.

“(Se pensaba que) debía haber alguna fuerza invisible acechando allí, responsable de esta salida. Pero nunca antes habíamos podido medirla porque no teníamos la tecnología necesaria”, agrega Collinson, principal autor del estudio sobre el hallazgo publicado en Nature.

Para analizar de que se trataba esa fuerza invisible, el equipo de investigadores creó el cohete Endurance y en mayo de 2022 lo lanzaron desde Svalbard, una pequeña isla al norte de Noruega.

Endurance
Endurance

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El cohete Endurance fue lanzado desde Svalbard, al norte de Noruega.

“Svalbard es el único campo de cohetes del mundo donde se puede volar a través del viento polar y realizar las mediciones que necesitábamos”, dijo Suzie Imber, física espacial de la Universidad de Leicester, Reino Unido, y coautora del estudio.

El Endurance alcanzó una altitud de 768 kilómetros y amarizó 19 minutos después en el mar de Groenlandia.

Durante el vuelo suborbital de 15 minutos el Endurance midió un cambio en el potencial eléctrico de solo 0,55 voltios.

“Medio voltio no es nada ¿no es así? Es casi la misma fuerza de una de esas pequeñas baterías de reloj”, explica Collinson.

“Pero esa es exactamente la cantidad que se necesita para explicar el escape de viento polar”, agrega.

Polo Norte
Polo Norte

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El Polo Norte visto desde el cohete Endurance a 768 kilómetros de altitud sobre el Ártico.

Contrarestar la gravedad

Los iones de hidrógeno, el tipo de partícula más abundante en el viento polar, experimentan una fuerza hacia afuera de este campo 10,6 veces más fuerte que la gravedad.

Eso, dicen los investigadores, es más que suficiente para contrarrestar la gravedad; de hecho, es suficiente para lanzarlos hacia el espacio a velocidades supersónicas.

Básicamente, el campo ambipolar “eleva los cielos”, dando forma a la ionósfera (una capa de la atmósfera superior).

Es “como una cinta transportadora que eleva esta atmósfera hacia el espacio”, explica Collinson.

El campo es “ambipolar”, porque funciona en ambas direcciones. Los iones arrastran a los electrones hacia abajo mientras se hunden por la gravedad.

Al mismo tiempo, los electrones elevan a los iones a mayores alturas mientras intentan escapar al espacio.

Y eleva las partículas cargadas de nuestra atmósfera superior a alturas mayores de las que alcanzarían de otro modo, lo que quizás puede haber dado forma a la evolución de nuestro planeta de maneras que aún no se han explorado.

El descubrimiento de Endurance, aseguran los investigadores, plantea muchas preguntas que, ahora, podrán comenzar a responderse.

Campo magnético de la Tierra
Campo magnético de la Tierra

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El campo, dicen los científicos, es una parte fundamental de la forma como funciona nuestro planeta 

Por ejemplo, cuál es la función exacta de este campo y cómo ha dado forma a nuestro planeta.

Según Glynn Clllinson, probablemente el campo ambipolar ha tenido un impacto en la evolución de la atmósfera y quizás hasta ha dejado su huella en los oceános.

Aunque aún hay muchos interrogantes sin respuesta, el hecho de que por primera vez se logró medir este tercer campo de energía de la Tierra abre muchos caminos nuevos para la exploración.

“Cualquier planeta con una atmósfera debería tener un campo ambipolar”, afirma Collinson.

“Ahora que finalmente lo hemos medido, podemos comenzar a aprender cómo ha moldeado nuestro planeta y otros a lo largo del tiempo”, concluye.

martes, 10 de septiembre de 2024

¿No lo puedes cambiar? Estos son los beneficios de aceptar y tomar distancia

Asumir que hay cuestiones de la vida sobre las que no tenemos influencia resulta complicado. Nuevas terapias enseñan a admitir esta realidad

Aunque el sufrimiento sea una condición humana posible, la sociedad occidental nos empuja a huir de él. Se transmite la idea de que para poder vivir se necesita evitar la presencia de determinados pensamientos, recuerdos o sensaciones asociados al malestar. Además, también se ha reforzado el mensaje de que se debe encontrar una solución inmediata a los problemas. Es cierto que existen algunos de fácil solución, como elegir qué tinte para el pelo aplicarse o qué película ver en el cine… Pero hay otros contextos problemáticos. Cuesta aceptar que a uno le han dejado, que no se puede tener ya hijos, que no se ha aprobado una oposición para la que uno se había preparado durante tiempo o que no se puede volver a correr maratones debido a una enfermedad cardiaca. Lo que peor se admite tiene que ver con la salud, el amor, la familia, lo económico… En estos contextos, buscar una solución inmediata puede frustrar aún más.

En los últimos años se ha incrementado la investigación de terapias psicológicas que parten de la idea de que hay un grado de sufrimiento inherente a la vida que no se puede eliminar y que el intento de acabar con él puede llegar a provocar trastornos psicológicos. El objetivo de estas terapias no es tanto reducir eventos internos (preocupaciones, miedo, tristeza…) como la aceptación de ellos cambiando la relación que uno tiene con sus pensamientos y emociones. La idea es que las personas retomen las riendas de su vida a pesar del malestar. Esto redundará en un mejor estado de ánimo.

Para estos objetivos se propone el uso de metáforas. Por ejemplo, se plantea la del autobús, en el que se le dice al sujeto si es capaz de mantener la dirección de su autobús hacia lo que le importa en la vida a pesar de que los pasajeros le traten de boicotear permanentemente con mensajes que le auguran un fracaso. Para saber hacia dónde dirigir el autobús, se emplean metáforas como la del jardín para clarificar las direcciones que la persona desea tomar en su vida en diferentes ámbitos (laboral, familiar, amistad, ocio…). Se le dice a la persona que no es fácil cuidar de las plantas porque los jardines suelen tener malas hierbas que cuanto más se arrancan, más salen. La no aceptación tiene más que ver con obsesionarse con arrancar las malas hierbas olvidándose de cultivar las propias plantas. Hay libros para reflexionar sobre estas ideas y llevarlas al terreno práctico, como Manual para soltar. Practicando la aceptación radical de la terapia dialéctica conductual, del psicólogo clínico Joaquim Soler, o Cómo reducir el sufrimiento con aceptación y mindfulness, del psiquiatra Javier García Campayo. En ellos se orienta a hacer algo valioso en la vida y a aprender a tomar distancia.

Thaïs Tiana Sastre, psicóloga del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, señala que lo importante para incorporar estas ideas sería ser conscientes de cuándo no lo estamos aceptando. Aparece en forma de rumias: “Si no hubiera tenido a este padre”, “debería haber hecho aquello”, “hasta que no desaparezca este dolor, no voy a poder volver a nadar”. La persona, en lugar de estar de forma efectiva en el mundo, lo está en sus pensamientos o razonamientos orientados hacia el pasado o el futuro. Cuando uno acepta, se abre a permitir, a ponerse a favor de la corriente, a soltar… La no aceptación, en cambio, está relacionada con cerrarse a lo que pasa en la vida, oponerse, ponerse a contracorriente, aferrarse…

Habría diferentes capas de la aceptación. La mental y la emocional se fomentan al enfocar nuestra atención al momento presente. Pero no únicamente. Según Manual para soltar, entender que hay causas en lo que sucede, que el universo es como es y no tiene intencionalidad y no oponerse al dolor cuando algo naturalmente lo causa ayudan a orientarse mentalmente a la aceptación. Notar la tensión física, saber relajar y soltar corporalmente ayuda a la aceptación en su componente emocional.

Finalmente, comportarse coherentemente con la aceptación, actuar como si lo admitieras, a pesar de que emocionalmente uno no lo sienta así, sería la tercera capa. Esta, la aceptación conductual, consiste en activarse llevando a cabo una acción opuesta a la emoción: es decir, tener un plan de acción que se relacione con intereses y valores personales con independencia del estado de ánimo que se tenga. Si ahora ya aceptara completamente esta situación, ¿cómo me comportaría en ese caso?

La permanente huida del sufrimiento inherente a la vida y la búsqueda de soluciones inmediatas a lo que no tiene remedio pueden estar entre las causas por las que se demande ayuda profesional. Una vez eliminada esta necesidad de huida, uno puede implicarse en las actividades que se establezcan como objetivos valiosos y aprender que el problema no es tener pensamientos negativos, sino el modo en que se reacciona ante ellos. Cuando uno elige aceptar. Sobre todo, si se sabe cómo hacerlo y si se tiene claro qué plantas cuidar del propio jardín personal. Aceptar no es algo pasivo, sino algo tremendamente activo y se ha de cultivar con intención. La aceptación ha de estar al servicio de lo que a uno le importa en la vida.

lunes, 9 de septiembre de 2024

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. De Cuelgamuros a Granada: seis paisajes donde aún resuena el eco espantoso de la Guerra Civil.

Rutas de senderismo por montañas donde aún resuena el eco espantoso de la Guerra Civil española. Excursiones donde trincheras, memoriales, centros de interpretación o Orwell y Lorca son protagonistas.
 
CUERDA DE CUELGAMUROS (Madrid, Segovia y Ávila). Hay pocos paisajes en España más cargados de recuerdos que los que se ven caminando desde el alto del León hasta San Lorenzo de El Escorial por el cordal montañoso que domina el valle de Cuelgamuros, antes de los Caídos. El Alto del León era la llave que abría la sierra de Guadarrama, la puerta de Madrid. Por eso lo tomaron enseguida los sublevados y por eso los leales no les dejaron avanzar mucho más. Siguiendo las marcas rojas y blancas del sendero GR-10, en una hora y media se corona Cabeza Líjar, donde los primeros tuvieron su posición más avanzada. Justo enfrente, en el cerro de La Salamanca, los otros tenían la suya. A tres horas largas del inicio de la caminata, se descubren el ruinoso refugio de La Naranjera y el vecino mirador de Cuelgamuros, desde donde se ve con un escalofrío la cruz más alta del mundo —150 metros—. Tres horas más se tarda en alcanzar el monte Abantos y bajar a San Lorenzo, completando una ruta de 18 kilómetros (solo ida), difícil de hacer si no se cuenta con alguien que nos lleve al principio y nos recoja al final. Mucho más fácil es acercarse al mirador desde la Fuente de las Negras, en Peguerinos (Ávila). Es un paseo de 900 metros: unos 20 minutos de excursión.

1 CUERDA DE CUELGAMUROS (Madrid, Segovia y Ávila). 

Hay pocos paisajes en España más cargados de recuerdos que los que se ven caminando desde el alto del León hasta San Lorenzo de El Escorial por el cordal montañoso que domina el valle de Cuelgamuros, antes de los Caídos. El Alto del León era la llave que abría la sierra de Guadarrama, la puerta de Madrid. Por eso lo tomaron enseguida los sublevados y por eso los leales no les dejaron avanzar mucho más. Siguiendo las marcas rojas y blancas del sendero GR-10, en una hora y media se corona Cabeza Líjar, donde los primeros tuvieron su posición más avanzada. Justo enfrente, en el cerro de La Salamanca, los otros tenían la suya. A tres horas largas del inicio de la caminata, se descubren el ruinoso refugio de La Naranjera y el vecino mirador de Cuelgamuros, desde donde se ve con un escalofrío la cruz más alta del mundo —150 metros—. Tres horas más se tarda en alcanzar el monte Abantos y bajar a San Lorenzo, completando una ruta de 18 kilómetros (solo ida), difícil de hacer si no se cuenta con alguien que nos lleve al principio y nos recoja al final. Mucho más fácil es acercarse al mirador desde la Fuente de las Negras, en Peguerinos (Ávila). Es un paseo de 900 metros: unos 20 minutos de excursión.

 
MONTE NARANCO. (Asturias). Joyas del prerrománico, pozos de nieve, antiguas minas de hierro y carbón, la piedra caliza de la que está hecha Oviedo y el agua que se bebe en la ciudad… Además de todo esto, que ya es mucho, el monte Naranco ha servido para defender a la capital asturiana del viento norte. Pero no de los vientos de la guerra, que en estas alturas soplaron con violencia en 1936 insuflados por ambos bandos, uno para defender la ciudad sublevada y el otro para tratar de recuperarla. Todo lo que allí se puede ver y recordar del Sitio de Oviedo se cuenta en descubreelnaranco.com. También se describe con detalle la senda de Cama’l Moro —o de la Campa del Moro—, un recorrido circular, de tres horas de duración, que además de nidos de ametralladoras y trincheras permite contemplar neveros, fuentes, manantiales, lagunas y la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo.

2. MONTE NARANCO. (Asturias).
 

Joyas del prerrománico, pozos de nieve, antiguas minas de hierro y carbón, la piedra caliza de la que está hecha Oviedo y el agua que se bebe en la ciudad… Además de todo esto, que ya es mucho, el monte Naranco ha servido para defender a la capital asturiana del viento norte. Pero no de los vientos de la guerra, que en estas alturas soplaron con violencia en 1936 insuflados por ambos bandos, uno para defender la ciudad sublevada y el otro para tratar de recuperarla. Todo lo que allí se puede ver y recordar del Sitio de Oviedo se cuenta en descubreelnaranco.com. También se describe con detalle la senda de Cama’l Moro —o de la Campa del Moro—, un recorrido circular, de tres horas de duración, que además de nidos de ametralladoras y trincheras permite contemplar neveros, fuentes, manantiales, lagunas y la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo.

MONTE ARTXANDA (Bizkaia). Gernika, arrasada por la Legión Cóndor alemana, aún humeaba. Bilbao temblaba como una hoja, a punto de caer. El Cinturón de Hierro que debía defenderla del ejército sublevado resultó ser de papel. Para ganar tiempo, porque había que evacuar a miles de personas, el 16 de junio de 1937 varios batallones vascos subieron a Artxanda, el monte que domina Bilbao, cantando el Eusko Gudariak y allí libraron la última batalla, retrasando dos días lo inevitable. Para recordarlo, existe el Itinerario de la Memoria de Artxanda, una ruta de menos de dos kilómetros que va desde la estación superior del funicular hasta la ermita de San Roque. Se pasa por el mejor mirador de la ciudad y su ría, donde se alza la escultura ‘Aterpe 1936′, en recuerdo de los combatientes por la memoria y la libertad. Y también por una de las trincheras donde gudaris y milicianos soportaron aquellos días ¡12.700 kilos de bombas! Más información, en la web de Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos.

3. MONTE ARTXANDA (Bizkaia). 

Gernika, arrasada por la Legión Cóndor alemana, aún humeaba. Bilbao temblaba como una hoja, a punto de caer. El Cinturón de Hierro que debía defenderla del ejército sublevado resultó ser de papel. Para ganar tiempo, porque había que evacuar a miles de personas, el 16 de junio de 1937 varios batallones vascos subieron a Artxanda, el monte que domina Bilbao, cantando el Eusko Gudariak y allí libraron la última batalla, retrasando dos días lo inevitable. Para recordarlo, existe el Itinerario de la Memoria de Artxanda, una ruta de menos de dos kilómetros que va desde la estación superior del funicular hasta la ermita de San Roque. Se pasa por el mejor mirador de la ciudad y su ría, donde se alza la escultura ‘Aterpe 1936′, en recuerdo de los combatientes por la memoria y la libertad. Y también por una de las trincheras donde gudaris y milicianos soportaron aquellos días ¡12.700 kilos de bombas! Más información, en la web de Gogora, Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos.
 

4. SIERRA DE HUÉTOR (Granada). 

En la sierra de Huétor, a solo 10 kilómetros al noreste de la ciudad de Granada, hay dos parajes que ponen los pelos de punta. Uno es el barranco de Víznar, donde recientes excavaciones han permitido exhumar 124 cadáveres de víctimas de la represión franquista y un monolito recuerda: “Lorca eran todos”. Porque Lorca, donde quiera que esté, fue el más famoso represaliado. Otro lugar de memoria turbulenta son las trincheras del cerro del Maúllo, una de las últimas posiciones defensivas de la Granada sublevada. En 20 minutos, paseando desde el Centro de Visitantes de Puerto Lobo por un camino bien señalizado, se llega a esta fortificación de 150 metros de circunferencia, con galerías, casamatas y parapetos almenados desde los que se ve Sierra Nevada entera y de frente, como en un cuadro. Dicen que el cerro se llama así por los maullidos de los gatos monteses, que los soldados imitaban para comunicarse a distancia. Oirían también los gritos de las rapaces sobre los picachos. Y los del cercano barranco de Víznar, claro. Más información, en universolorca.com y ayuntamientodeviznar.es


5. RUTA ORWELL (Huesca y Zaragoza).
 
“Hacía demasiado frío para que hubiera piojos”. Tampoco había mucha acción en la sierra de Alcubierre, recordaba George Orwell en Homenaje a Cataluña (1938), donde ambos bandos estaban parapetados a principios de 1937, a caballo entre Huesca y Zaragoza. Solo niños apuntando a niños: “La edad promedio debe de haber estado muy por debajo de 20″. A su lado, Orwell era un señor escritor de 33 años, un inglés alto y educado que había venido a España “a matar fascistas porque alguien debía hacerlo” y veía cómo la guerra se hacía con megáfonos: “Aquí estamos sentados”, gritaban desde su lado, “comiendo tostadas con mantequilla. ¡Deliciosas tostadas con mantequilla!”. Una mentira digna del Ministerio de la Verdad de ‘1984′. Las trincheras de Orwell y las de los fascistas, reconstruidas con todo detalle, se pueden visitar desde 2006, así como el Centro de Interpretación de la Guerra Civil, en Robres. Turismo de Los Monegros (turismolosmonegros.org) informa de todo esto y organiza recorridos guiados para grupos. Son en coche, pero en la web de Wikiloc se describen diversos senderos por estas trincheras. Cada dos años viene el hijo de Orwell a visitarlas, a hacer memoria.



6. TERRA ALTA (Tarragona). 

115 días de 1938 duró la Batalla del Ebro, la más larga, multitudinaria y mortífera (¡30.000 caídos!) de la Guerra Civil. Y de las más difíciles de olvidar: solo en la comarca de la Terra Alta (terra-alta.org), en el suroeste de Tarragona, hay cinco centros de interpretación, dos memoriales y una veintena de espacios históricos relacionados, ninguno tan impactante como Corbera d’Ebre, pueblo que se encontraba en primera línea del frente republicano y que las bombas de la Legión Cóndor y la artillería franquista dejaron como un cuadro cubista, otro ‘Guernica’. Arriba, en el Poble Vell, las ruinas conviven con obras de arte alegóricas. Abajo, en el pueblo nuevo, se explica todo en el Centro de Interpretación 115 días, cuyo nombre es lo único que no necesita explicación. En Gandesa, la capital de la comarca, hay otro centro imprescindible: el Museo Memorial de la Batalla del Ebro. Allí también espera una senda ideal para hacer ejercicio y memoria: la que asciende al Pico de la Muerte, que fue objeto de sangrientos enfrentamientos entre brigadistas británicos y legionarios. Si se recorre con un guía de Terra Enllà (terraenlla.com), mucho mejor.