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martes, 19 de septiembre de 2023

Súbase, súbase al armario

Feijóo
Hace muchos años me contaron un chiste que encierra una interesante lección. La superiora de un convento de monjas acude al cuartel de la guardia civil para denunciar un hecho escandaloso. Desde las habitaciones de las religiosas se ve a hombres y mujeres desnudos en una piscina particular. Hay que poner fin a esa indecencia inadmisible. El capitán de la guardia civil acude al convento y le pide a la superiora que le muestre una habitación desde donde se ve a los bañistas desnudos. La religiosa abre la ventana y el capitán se muestra sorprendido.

· Reverenda hermana, aquí no se ve absolutamente nada de lo que me dice.

· ¿Que no se ve nada?, dice la superiora. Súbase, súbase al armario.
Hay que subirse al armario de la malicia para ver ciertas cosas. Y ahora no me voy referir a cuestiones relacionadas con la moral puritana sino con la decencia política.

Para el PP está muy claro que Pedro Sánchez quiere permanecer en la Moncloa. ¡Qué indecencia! Los líderes de la derecha no se dan cuenta de que es lo mismo que quiere hacer el señor Feijóo, pero para entrar. Desde la parte superior de ese armario se ve también que el señor Sánchez está dispuesto a todo para conseguir ese objetivo. Incluso a pactar con independentistas fugados de la justicia. Pero el señor Feijóo lo está intentando todo también hasta con malas artes, como explicaré luego. Incluso, dice Bendodo, está dispuesto a negociar con Junts. Y además, desde ese estratégico se ve que el señor Sánchez quiere seguir en la Moncloa no para trabajar por España sino para destruirla. Y por pura ambición. Por el contrario, el señor Feijóo solo quiere la salvación y la unidad de la Patria. Lo que está haciendo por presentarse a la investidura no es fruto de una ambición desmedida sino de la más sacrificada responsabilidad. Sencillamente, cumple la voluntad de los españoles que le votaron.

¿Cuántas veces tenemos que escuchar al PP decir que su lista fue la más votada en las elecciones del 23 de julio? Nadie lo discute. Parece que los promotores del pucherazo no fueron suficientemente hábiles, que la artimaña de Sánchez de convocar elecciones en verano no le salió bien porque hubo una buena participación, que los trabajadores de correos no fueron tan incompetentes como decía Feijóo. Menos mal que la suya fue la lista más votada. No sé lo que hubiera pasado si hubiera sido ganadora la lista del adversario

En el debate cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, el líder del PP le propuso de forma reiterada al Presidente del Gobierno que se comprometiese a apoyar la lista más votada. Llegó a firmar un documento que le entregó a Sánchez para que estampase en él su firma y garantizar el apoyo. Eché de menos una pregunta del Presidente del Gobierno:

Señor Feijóo, ¿y cuál cree usted que va a ser la lista más votada?

Las encuestas daban como ganador al PP y la resaca del 28 de mayo le auguraba un éxito arrollador. La respuesta no encerraba duda. De modo que lo que estaba proponiendo el señor Feijóo, era lo siguiente:

¿Sería usted tan amable (o tan imbécil) de darme la presidencia que usted ostenta? ¿Podría renunciar a su responsabilidad para que yo la asuma, dado que el sanchismo es detestable?

Sánchez podría haber explicado que en el sistema electoral español no son los ciudadanos quienes eligen directamente al Presidente sino el Parlamento de la nación, legítimamente constituido. Por consiguiente quien pueda formar gobierno será el ganador de las elecciones. Eso explica el alborozo en la sede de Ferraz la noche del 23 de julio y la sensación de fracaso que trataba de ocultar la algarabía en la sede de Génova. Los votantes habían dicho que no a la persistente petición de Feijóo: quiero una mayoría suficiente (amplia) para gobernar en solitario. “Quiero que pase en las generales, decía, lo que pasó en las autonómicas andaluzas”. Es decir, “quiero mayoría absoluta para gobernar en solitario”. Le dijeron que de eso nada.

También hubiera sido estupendo para el PP, aunque menos, llegar a la mayoría absoluta sumando los escaños del PP con los de Vox. Y no habría habido el menor escrúpulo porque así lo han hecho en Castilla-La Mancha, y en Valencia y en Extremadura y en Baleares y en muchos Ayuntamientos. Y los votantes le dijeron que eso tampoco.

Y entonces, con cara de feldespato, dice el señor Feijóo que, por sentido de responsabilidad y puesto que es el ganador de las elecciones, nos va a hacer perder el tiempo para ir a una investidura fallida. Y va a poner al rey en una enojosa tesitura: “yo me postulo para ser investido, aunque no tengo los apoyos necesarios”. El rey debería explicarle al señor Feijóo que no hay que perder el tiempo y el dinero. Y aun es más grave. Porque dice el señor Feijóo que hablará con los varones del PSOE para que convenzan a Sánchez de algo que él no ha conseguido: que apoye la lista más votada. Ya le ha dicho el señor Page que por quién les ha tomado. Y aun hay más en ese intento desesperado de llegar a la Moncloa: quiere tentar a unos cuantos “socialistas buenos” que apoyen su investidura. Cara de feldespato. Es decir a esa minoría de ”socialistas buenos” (la mayoría son muy malos) que en lugar de apoyar al presidente de su partido le apoyen a él. A él, que se ha pasado la campaña soltando lindezas del sanchismo (es la maldad, es la mentira, es la contradicción). Creí que eso precisamente era el antisanchismo.

También tiene cara de feldespato la señora Ayuso. Porque dice que no puede gobernar un perdedor. Pero qué tozudez, Dios mío. Qué cara más dura. No es un perdedor, porque puede conseguir los apoyos necesarios para gobernar. Lo dice ella que en 2019 accedió al poder dejando fuera a la lista más votada (la de Ángel Gabilondo) para sumar los votos del PP con los de Ciudadanos y los de Vox. Es que el feldespato es todavía muy blandito para definir la cara de esta mujer.
 
Y allá se anda con la de Feijóo, porque este señor que está mendigando unos apoyos, ha dejado fuera la lista más votada en Extremadura y le ha hecho tragarse sus palabras a la señora Guardiola que había jurado y perjurado que los principios le impedían gobernar con Vox. Pues está gobernando por imperativo del señor Feijóo. ¿Dónde está el señor Fernández Vara, cuya lista fue la más votada? Pues en su casa. Ese estupendo lugar al que el señor Feijóo no quiere ir.

El caso de Extremadura fue especialmente grave porque, días después de que el señor Feijóo dijera con mucho énfasis que la política consiste en respetar la palabra, desautorizó a la señora Guardiola haciéndola renunciar a la palabra solemnemente dada. ¿Cómo puede sostener la contradicción ante su comunidad? Pues con una salida de pata de banco: “los extremeños son más importantes que mis palabras”. Mire usted, señora Guardiola: los extremeños quieren una presidenta que tenga palabra.

De todo eso de vamos a derogar el sanchismo (he dicho varias veces que no se puede derogar una persona o una corriente sino una ley), ha dicho la ciudadanía que, de momento, no. Que sería un retroceso histórico que la derecha y la ultraderecha gobernasen el país. La feroz crítica a Pedro Sánchez por su deseo de mantenerse en la Moncloa a toda costa se ve desmontada por la pertinaz resistencia del señor Feijóo a renunciar a su candidatura a la investidura cuando no cuenta con los apoyos necesarios.

El día 6 de agosto Vox movió ficha en favor del PP y en contra del partido socialista. Renuncia a su exigencia de gobernar para que PNV y CC no se opongan de forma tajante a apoyar la candidatura de Feijóo. Este anuncio es el fruto de un acuerdo que estaba tomado desde hacía tiempo en las reuniones celebradas entre Abascal y Vox.

Ese movimiento de Vox ha creado una situación nueva. El PP contará con el apoyo de Vox y evitará, no incorporándolo al gobierno, el rechazo de otros posibles socios que le he habían dicho que no por su alianza con Vox. Aunque, claro, la alianza con Vox ya la tiene bien cerrada en Valencia, Extremadura, Aragón, Baleares y cientos de Ayuntamientos. ¿Qué farsa es esta? Los votantes de Vox le han entregado el voto para que entrase en el gobierno de la nación. Ahora, estratégicamente, han cambiado. ¿Mintieron? ¿Cambiaron de opinión?

Feijóo ha dicho mil veces que no quería a Vox en el gobierno. No en el de la nación pero sí en comunidades y ayuntamientos. ¿Quién lo entiende? ¿Qué diferencia hay entre lo uno y lo otro? Ninguna. La única diferencia está en los intereses del PP. Pero como les gusta tanto subirse al armario, solo ven indecencia política en los demás. Hay que reeditar el gobierno de coalición progresista. Para seguir avanzando.


lunes, 4 de septiembre de 2023

El árbol de baobab



Adansonia grandidieri
Existe un árbol gigantesco en África cuyo tronco es tan voluminoso que no lo puede abarcar una sola persona con los brazos abiertos. Produce un fruto que parece un melón pequeño. Llega a crecer hasta los 25 metros de altura y la circunferencia de su tronco puede superar los 10 metros y alcanzar los 28 metros cuadrados. Pues bien, hay un proverbio en Ghana que tiene que ver con este árbol y que me parece muy certero y muy hermoso: “La sabiduría es como el árbol de baobab, nadie puede abarcarlo individualmente”.

Creer que cada uno, de forma aislada, puede llegar a poseer todo el conocimiento existente sobre cualquier tema es tan ridículo como imposible. Y más sobre todos los temas. Por eso, cada vez más claramente, se hace indispensable la interdisciplinariedad. En mi Facultad de Educación se está haciendo un hermoso proyecto en el que están participando cuatro equipos profesionales. Se trata de dos aulas blancas, que servirán para la investigación educativa. Hay un equipo de arquitectura, otro de biología, un tercero de informática y el cuarto de pedagogía. Es este último el que planteará las ideas, los otros tres tratarán de llevarlas a la práctica en sus respectivas parcelas.

Se trata de dos aulas contiguas completamente vacías, blancas, con jardineas colgantes, con cámaras ocultas para grabar, con puertas móviles que pueden convertirse en casitas… Funcionará como un laboratorio de relaciones didácticas y sociales.

Sobre esta cuestión de la verdad compartida, me gusta contar una leyenda persa que dice que al comienzo de los tiempos, los dioses repartieron la verdad dando a cada persona un trocito, de manera que, para reconstruirla, hace falta poner el trozo de cada uno. No hay trozo despreciable, no hay trozo insignificante, el de todos y el de cada uno es necesario. Verdad y comunicación serían las dos caras de la misma moneda.

Todo lo aprendemos entre todos. La formación de equipo es, a mi modo de ver, fundamental para enseñar y para aprender. También para investigar. Se aprende mejor con el trabajo cooperativo. También se enseña mejor. Y solo así se puede investigar.

Interrogarse mutuamente, cuestionarse, dialogar, explicar, criticar, observar, intercambiar, compartir, contrastar, preguntar, escuchar, debatir… son verbos que necesitamos conjugar en la práctica del aprendizaje, de la enseñanza y de la investigación. Lo cual significa tener capacidad de escucha cuando otro habla y capacidad de expresión cuando nosotros lo hacemos. Y, en ambos casos, la humildad necesaria que exige tanto la enseñanza como el aprendizaje.

Esta necesidad que planteo de la cooperación para el aprendizaje se hace también patente en la dimensión afectiva. Necesitamos de los otros para ser nosotros mismos. No hay yo si no existe un tú. En el aprendizaje cooperativo no somos robots que interactúan, somos seres sintientes que se comunican. Por eso es fundamental cultivar la empatía. En el año 2006, el presidente Barak Obama ofreció un discurso en el acto de graduación de la Universidad de Northwestern. Y en él afirmó: “ En este país se habla mucho del déficit federal, pero yo creo que deberíamos hablar más del déficit de empatía, de la habilidad de ponernos a nosotros mismos en los zapatos del otro”. De eso habla el estupendo libro de Andrea Giráldez Hayes y Emma-Sue Prince titulado “Habilidades para la vida, Aprender a ser y aprender a convivir en la escuela” que tuve el honor de prologar.

Lo hemos visto muchas veces en concursos o juegos televisivos que consisten en acertar alguna pregunta entre tres o cuatro opciones. Suele haber varios comodines, uno de hacer una llamada, otro de eliminar el 50% de las repuestas y uno es el del publico. Todos los asistentes dan una respuesta y se le ofrece al concursante el porcentaje de respuestas en cada opción. No he visto nunca que el público diese una respuesta incorrecta.

Se confirma esta hipótesis en otra experiencia. Se pregunta cuántos kilos pesa una vaca que los espectadores tienen delante. El peso más aproximado sale de la media de las apreciaciones de todos los participantes.

Voy a compartir con los lectores una actividad que muestra las ventajas del trabajo cooperativo. La tomo de mi libro “Ideas en acción”. Un libro que nace en la cafetería de mi Facultad cuando, poco antes de jubilarme, una profesora y amiga me dice:

– Antes de irte (no supe si era de este mundo o de la Facultad), ¿por qué no recopilas esas prácticas que haces en tus clases y conferencias para que otros podamos realizarlas en las nuestras?”.

La sugerencia no cayó en saco roto. Escribí ese libro, que editó Homo Sapiens (Rosario. Argentina) Un libro que es más para hacer que para leer. En él presenté setenta ejercicios para la enseñanza y el desarrollo emocional. Ejercicios que están agrupados en los siguientes bloques: lenguaje, enseñanza y aprendizaje, evaluación, diversidad, observación, organización, dirección, creatividad, género, comunicación, diálogo, solución de conflictos, y educación emocional. Ahora estoy pensando en otro tomo que se titularía “Más ideas en acción“ porque son muchas más las que he puesto alguna vez en práctica.

Digo en la introducción del libro: “Lo que uno hace se recuerda con mayor eficacia que lo que uno ve que otros hacen. Lo que uno ve que otros hacen, a su vez, se recuerda mejor que lo que se escucha a otros contar sobre lo que otros han hecho. Los que solo oyen, recuerdan con menor eficacia. Por eso estos ejercicios son para hacer, para ensayar, para experimentar, para vivir. Y, por qué no, para divertirse”.

En la actividad participan cinco personas que se sientan en torno a una mesa. Les entrego a cada uno, al azar, tres piezas de un puzle. La tarea consiste en que cada uno construya con tres piezas (no necesariamente con las tres que les he dado) un cuadrado de igual tamaño .

La consigna podría ser la siguiente: “Se trata de ver quién lo hace primero. Y ese recibirá el premio que corresponde al ganador”. Lo que prima en la sociedad neoliberal es el individualismo exacerbado (cada uno a lo suyo para ganar a los demás) y la competitividad extrema. También la obsesión por el resultado y, por supuesto, el relativismo moral. Si quieres conseguir algo, vale todo. La consigna de construir un cuadrado con tres piezas llevaría a competir, a engañar, a utilizar la fuerza para hacerse con las tres piezas y terminar el primero para recibir la recompensa.

Y ahí está la clave. Porque lo que realmente deben hacer es una actividad que tiene un fin compartido y un trabajo cooperativo. La consigna es la siguiente. “Tenéis que formar cinco cuadrados iguales, cada uno con tres piezas. Los cinco cuadrados iguales tienen que formarse siguiendo estas dos consignas: en silencio y entregando a cualquiera de los cuatro compañeros la pieza que él necesite para hacer un cuadrado. Lo que se propone, pues, es lo siguiente: qué necesitan mis compañeros para que todos salgamos ganando.

El ejercicio está bien concebido porque hay alguna formación de un cuadrado de tres piezas igual que los demás que es falsa, de modo que, si no se deshace, el ejercicio no se puede terminar de forma exitosa. Es decir que existe un éxito individual que bloquea el éxito colectivo.

Imaginamos que cuatro tienen ya construido su cuadrado y que el quinto miembro del grupo se queda con tres piezas que no sabe ensamblar para que formen un cuadrado. La tentación del resto es hacerlo por ella, en lugar de confiar en su capacidad y esperar a que busque la solución. Una solución que, por cierto, siempre acaba encontrando.

Esa actitud de qué es lo que necesitan los otros para que todos salgamos ganando, para que podamos conseguir fines compartidos y para trabajar armoniosa y eficazmente es un modo de proceder alejado de las consignas de la cultura neoliberal.

Cuento a propósito de esta actitud solidaria una simpática anécdota. Los monjes trapenses de un abadía tenían una norma por la cual si algún hermano necesitaba algo no lo podía pedir para él mismo, tenía que verlo el compañero y pedirlo para él. En cierta ocasión los monjes se sentaron para tomar el desayuno. Tenían servido el café. Uno de ellos ve con asombro y con asco que tiene ahogado un ratón en su taza. Como los dos compañeros no lo pueden ver y él no puede pedir que le cambien el tazón, piensa que se va a quedar sin desayunar. Pero, como el hambre aguza el ingenio, se le ocurre una forma de tomar su café sin faltar a la regla. Llama al que sirve en el comedor y le dice:

– Por favor, hermano, a estos dos compañeros (señala a un lado y a otro), no les han servido ratón esta mañana.

lunes, 28 de agosto de 2023

Enhorabuena, señor Zapatero

Es un deber ciudadano criticar y denunciar esas formas negativas de proceder. Pocas veces elogiamos sus comportamientos ejemplares

Con frecuencia denunciamos comportamientos de políticos que, por un motivo u otro, consideramos indecentes. Es un deber ciudadano criticar y denunciar esas formas negativas de proceder. Pocas veces elogiamos sus comportamientos ejemplares. Y es necesario hacerlo. Hoy quiero felicitar a un político por lo que considero una actuación admirable.

El día 16 de diciembre de 2006 escribí en este mismo espacio un artículo titulado ‘Adelante, señor presidente’. Era un artículo en el que animaba a José Luis Rodríguez Zapatero, presidente por entonces del gobierno de España, a seguir adelante con su plan de negociación con ETA para alcanzar el fin del terrorismo.

Frente a la avalancha de insultos, de calumnias, y de agresiones de la derecha, de buena parte de los medios de comunicación y de un sector de la ciudadanía que le achacaba su falta de respeto a los muertos, quise manifestar mi apoyo incondicional al proceso de negociación porque nadie hace más por las víctimas que quien consigue que no haya ni una víctima más.

Sé que el entonces presidente leyó el artículo porque una persona amiga se lo entregó en el periódico La Opinión de Málaga donde se había publicado en la misma fecha que él visitaba mi ciudad. Decía en aquel texto, entre otras cosas, que ojalá les pudiéramos decir a nuestros hijos y a nuestros nietos que lo que no consiguieron las armas lo había conseguido la palabra. Y así fue.

Admiré y aplaudí después el final de ETA cuando capituló y se entregó al gobierno del señor Zapatero. Desde entonces ya no existe ETA, ya no hay lucha armada. No hay demostración más contundente de esta afirmación que la ausencia de asesinatos desde que la organización terrorista anunció su disolución y el abandono de las armas. Es un infundio decir que ETA existe y que Bildu es su cara visible.

Pero hoy no quiero hablar de aquellas negociaciones y de su indiscutible éxito final. Un éxito que, como es lógico, no se debió exclusivamente al gobierno socialista y a su presidente sino a la actuación de las fuerzas de seguridad del Estado, a todos los partidos políticos y al pueblo español, que mostró una y otra vez, con tanto dolor como desesperación, un rechazo contundente a la violencia. La democracia venció al terror y hemos de celebrarlo cada día, aceptando con normalidad y satisfacción la participación en las instituciones de aquellos que un día estuvieron participando o respaldando la lucha armada.

Hoy quiero elogiar y agradecer la participación de José Luis Rodríguez Zapatero en la reciente campaña electoral. Una participación que considero admirable. Ahora diré por qué.

En primer lugar quiero destacar los motivos que impulsaron la decisión. Nobles motivos. Cuenta que no pudo soportar las acusaciones que se vertían sobre el presidente Sánchez al decirle que estaba más cerca de los verdugos que de las víctimas del terrorismo. Entendió que esas acusaciones (que él mismo había sufrido) eran injustas e inadmisibles. Y quiso salir a la palestra para denunciar la injusticia del ataque.

En segundo lugar, es admirable que abrazase una causa que tenía todos los visos de fracasar. Las elecciones del 28 de mayo habían supuesto un fracaso estrepitoso para la izquierda. Todas las previsiones eran pesimistas. Y, a pesar de ello, apostó por el caballo perdedor.

En tercer lugar es de destacar que sale en defensa de un candidato que la derecha había convertido en la diana de todos sus dardos electorales: persona que se aferra al poder, que miente, que pacta con filoetarras e independentistas, que usa el Falcon (el periodista Jiménez Losantos le endosó el apodo de Falconeti), que firma una ley que abarata las penas y concede la excarcelación de los violadores…

En cuarto lugar no puedo dejar de comparar su valiente contribución en la campaña con la actitud de otro presidente del partido como Felipe González que ha permanecido en silencio e, incluso, realizando algunas críticas que la oposición ha utilizado como armas electorales. Ese hecho llevó a decir a la oposición que una cosa (buena, por supuesto) era el PSOE con Felipe González a la cabeza y otra el sanchismo. Qué decir de otros líderes, como Joaquín Leguina, que aconsejó votar a la señora Ayuso en las elecciones a la Comunidad de Madrid y que escribe una carta al presidente Sánchez invitándole a que abandone el poder y el partido. Qué deslealtad. Mientras el señor Feijóo contaba con el apoyo de los dos expresidentes de su partido, señores Aznar y Rajoy, Sánchez solo pudo contar con uno de sus dos antecesores en el cargo.

Quiero felicitar al señor expresidente por su participación en la campaña y por las características que la adornaron. Mencionaré algunas.

Participación intensa. No se ha limitado a un par de mítines en los que se aplaude y jalea a cualquiera que hable. Ha estado implicado al cien por cien, ha acudido a todos lo frentes, ha viajado sin cesar…

¡Está usted desatado!, le dijo el periodista Antonio García Ferreras en su programa Al rojo vivo.

Participación valiente. Digo valiente por varios motivos. Se metió en la boca del lobo de entrevistadores que pretenderían destrozarle. Periodistas que un día tras otro, con ocasión y sin ella, demonizaban al presidente Sánchez. Ahí están como ejemplo, sus entrevistas con Carlos Herrera en la radio, y con Ana Rosa Quintana en televisión.

Y digo valiente también porque se ha enfrentado a una campaña de descalificación de la persona y la política de Pedro Sánchez. La ‘derogación del sanchismo’ se había convertido en un lema y al presidente se le dedicaban todo tipo de insultos: felón, mentiroso, déspota, vendepatrias…

Por otra parte, de forma valiente, ha entrado en cuestiones que se habían convertido en armas de destrucción del gobierno. Por ejemplo, los acuerdos con Bildu, los acuerdos con los independentistas, la evolución de la economía, la gestión de la pandemia… Ha tratado de desmontar las agresiones, las mentiras y las descalificaciones.

Participación arriesgada. Los resultados de las elecciones del pasado 28 de mayo auguraban una catástrofe para la izquierda. Zapatero se lanzó al vacío. Cuando todo parecía perdido, él salió a la palestra en un gesto lleno de valor y de generosidad.

Participación contundente. He visto en instagram algunos cortes de sus intervenciones. Están llenos de argumentos consistentes, de condena de las calumnias, de defensa de las políticas progresistas

Participación leal. Lealtad a la persona del presidente del partido, no solo al partido. Frente a los ataques despiadados a la persona, él ha puesto la mano en el fuego en su defensa y ha dicho con énfasis que es un «presidente sin tacha», «una persona ejemplar».

Participación entusiasta Creo que no ha habido intervenciones más contundentes contra la política del PP, en defensa de las gobierno de coalición y en apoyo de la persona del presidente.

Participación generosa. Me emocionó el escucharle decir que su alegría la noche del 23J fue más grande que la noche de su propia victoria electoral. Es evidente que no buscaba nada personal, que no había intereses egoístas, que no esperaba nombramientos ni prebendas… Solo amor a la causa y respeto a la persona.

Y luego está el estilo. Sus intervenciones eran vibrantes y sentidas, sin insultos ni agresiones al adversario. Se notaba desde lejos que nacían de un convencimiento pleno y de una sinceridad absoluta. Se percibía de forma clara la autenticidad de las intervenciones.

Estoy seguro de que la participación de Zapatero en la campaña fue uno de los elementos que inclinó la balanza hacia la izquierda, uno de los motivos por los que se produjo la remontada. Creo que las posibilidades de reedición de gobierno de coalición se debe, en buena parte, a la campaña de Zapatero.

Ojalá se pueda avanzar en las políticas progresivas y que, para ello se reedite el gobierno de coalición. Por cierto, qué insistencia en llamar gobierno Frankenstein al que integraba al partido socialista y a Podemos. También es un gobierno Frankenstein el de Valencia o el de Extremadura. La expresión desafortunada de Rubalcaba se ha utilizado hasta la saciedad por la derecha. ¿Es monstruoso un gobierno de coalición? Si así se considera, será Frankenstein en la izquierda y en la derecha.

La campaña de Zapatero es un ejemplo de compromiso político, de lealtad al partido, de coraje ciudadano, de generosidad humana, de optimismo consciente, de valentía cívica… Hace dieciséis años le dije: «adelante, señor presidente». Hoy le digo: «enhorabuena y gracias, señor presidente». No puedo negar que una parte de mi simpatía procede de motivos ajenos a la política. Me refiero a nuestra condición de compatriotas de la tierra leonesa.

lunes, 14 de agosto de 2023

Caballero mutilado versus jodido cojo


Decía el periodista Joaquín Vidal que, al terminar la guerra civil española, a quien tenía dificultades motoras se le llamaba caballero mutilado si era de derechas y, si era de izquierdas, jodido cojo.

Existe en la política (y en la vida, en general) una forma de actuar muy curiosa cuando valoramos de manera diferente nuestra forma de pensar y de actuar y cuando lo hacemos sobre los mismos juicios y comportamientos de los adversarios. Utilizamos una doble vara de medir para lo que hacemos nosotros o lo que hacen los nuestros y otra para lo que hacen los demás. Los mismos hechos son calificados de manera no digo diferente, sino opuesta. Desde luego, siempre interesada. Voy a poner algunos ejemplos.

¿Cuántas veces ha dicho el PP, y las gentes del PP y, sobre todo, la presidenta de la Comunidad de Madrid que el presidente Sánchez pacta con quienes quieren romper España? ¿Cuántas veces han dicho que se vende a los independentistas dando lo que le exijan? ¿Cuántas veces le han insultado por ello y le han llamado traidor? ¡Sánchez pacta con los independentistas! Es algo horrible e imperdonable. Ese es un componente del sanchismo que es preciso exterminar. Porque la única finalidad que los acuerdos con esos indeseables es mantenerse en el poder, seguir en la Moncloa. El proceder de un psicópata, dicen.

Pues bien, lo primero que ha hecho el señor Feijóo después de ganar las elecciones es llamar al Partido Nacionalista Vasco para negociar su investidura. ¿Son independentistas los diputados del PNV? Pues claro que sí. ¿Cómo es posible? ¿No es algo vergonzoso, indecente y miserable pactar con ellos? ¿No es eso vender a España? ¿Y para qué quiere pactar el señor Feijóo? Lo que en los adversarios es afán de poder en él es sentido de la responsabilidad. En este caso actúa con más coherencia su aliado, ya que Vox dice que con los independentistas no va ni a la vuelta de la esquina. El PNV ha dicho que no quiere saber nada del señor Feijóo ni del PP. No es extraño. Si les han tachado una y otra ve de personas indeseables, ¿por qué ahora van a tenderle la mano? Si hubiese aceptado la negociación, algo le hubiera pedido, ¿no? Y es más que probable que se lo hubiera dado. El argumento para hacerlo hubiera sido la responsabilidad política y el sentido de la democracia; el mandato que habían realizado los electores. Si lo hacen los otros es diferente.

Otra historia de estos días. Se dice por parte de la derecha que Sánchez es capaz de hacer lo posible y lo imposible por permanecer en la Moncloa. ¿Qué quiere decir? Pues que el fin, para él, justifica los medios. Es malo que pacte con Esquerra Republicana y el Partido Nacionalista Vasco, es peor que pacte con prófugos de la justicia y es pésimo que vuelva a pactar con Bildu. Lo peor del mundo. Ayuso ya ha dicho que Sánchez, de espalda a los españoles porque estamos en verano, pactará con indeseables y que ya tiene seguro el apoyo del fugado Puigdemont. ¿Y qué pasa con el señor Feijóo? Pues está haciendo lo mismo, pero lo que él hace es bueno. No tiene ambición de poder, tiene sentido de Estado. Intenta pactar con independentistas (que le dicen que no), pactará con un partido ultraderechista y ahora se propone captar a unos cuantos “socialistas buenos” que traicionen a su partido y a sus votantes. ¿Eso es muy democrático? Pues si lo hace el señor Feijóo, sí. Porque lo hace por España. Es un caballero mutilado. Lo que hace Sánchez es por maldad, él solo se ama a sí mismo. Él es un jodido cojo.

Otro bonito ejemplo. El señor Feijóo se ha pasado toda la campaña (y ahí sigue) pidiéndole a Sánchez que, por sentido de Estado, se comprometa a que gobierne la lista más votada (sabiendo a ciencia cierta que era la suya). Hasta firmó en pleno directo un documento en el que él se comprometía a respetar un acuerdo que tan claramente le favorecía. Para él era una exigencia democrática el que gobernase la lista más votada, un mandato de la ciudadanía. Pero días antes el señor Feijóo obligó (literalmente) a la presidenta de la comunidad extremeña, señora Guardiola, a tragarse sus propias palabras en las que proclamaba unos principios sagrados para que, en lugar de la lista más votada, que era el Partido Socialista, gobernase su partido con Vox.

Al Presidente del gobierno le han estado echando en cara una vez tras otra hasta el cansancio que ha mentido a los españoles y que esas mentiras no podían tolerarse en democracia. Pero él miente de forma descarada a la periodista Silvia Intxaurrondo e incluso le dice despectivamente que de dónde ha sacado los datos, cuando ya los había manejado en el debate a dos y en la entrevista que le hizo el periodista Carlos Alsina. En el análisis de las palabras de los otros esas frases son mentiras, en la propia son inexactitudes.

Le oí a la señora Celia Villalobos decir con agresividad en la televisión que el presidente Sánchez solo quería mantenerse en el poder, que era capaz de todo para seguir en la Moncloa. Decía que a él no le importaba nada España, ni los españoles, solo le importaba el poder. Pero bueno, señora Villalobos, Sánchez tiene el mismo deseo de seguir en la Moncloa que el señor Feijóo en entrar en ella. Pero, claro, para usted el señor Feijóo no lo hace por acceder al poder, lo hace para proteger a España y mejorar la vida de los españoles.

El señor Aznar negoció reiteradamente con ETA. Se conocen diferentes equipos negociadores y lugares en los que trataron de llegar a acuerdos. He de decir que yo le hubiera aplaudido. De hecho, cuando el presidente Zapatero pidió al parlamento autorización para hacerlo, escribí un artículo titulado “Adelante, señor presidente”. Lo que pasa es que ahora, cuando el Partido Socialista acuerda decisiones de gobierno con Bildu, se acusa al presidente de pactar con terroristas, con filoetarras. Nadie respeta y hace más por las víctimas que quien negocia para que no exista ni una más.

Se dijo por activa y por pasiva que ETA dejase al armas y que se incorporase a las instituciones democráticas. Hace doce años que entregó las armas y abandonó el terrorismo. ¿Por qué ahora no se puede dialogar y negociar con Bildu?

Cuando vascos, catalanes o gallegos defienden el nacionalismo de sus territorios con uñas y dientes son tachados de fanáticos, de separatistas, casi de delincuentes y, por supuesto, de antiespañoles. Pero cuando los españoles defienden con entusiasmo su bandera y su cultura y su historia, se consideran patriotas. ¿No quieren separarse ellos también de otras naciones? ¿Por qué no son tachados de separatistas, de antieuropeistas, de delincuentes?

Si desde el Ministerio de Igualdad se propone implantar la educación sexual en las escuelas con el fin de acabar con la ignorancia y de promover las actitudes de respeto a la dignidad de las personas de diferente sexo, el partido ultraderechista Vox dice que se trata de corromper a los niños que son inocentes (una cosa es ser inocente y otra es ser ignorante) atribuyendo a la medida una perversidad que solo está en sus mentes.

Lo mismo sucede en lo que se relaciona con lo religioso. Si los católicos destruyen los símbolos sagrados de otras religiones dicen que están acabando con los ídolos pero si son otras las que destruyen los suyos se les considera sacrílegos. Si la iglesia católica explica su doctrina a los demás está evangelizando, si otras creencias explican sus dogmas a los católicos les están induciendo a la superstición. Si un católico cambia de religión es un renegado o un apóstata pero si alguien decide adoptar la fe católica es un converso. Sería más lógico calificar a los dos de conversos o a los dos de renegados.

A la hora de juzgar falta muchas veces racionalidad y ética. La racionalidad falla al utilizar con poco rigor los argumentos. Pero falta también falla la ética, porque la descalificación gratuita e infundada del prójimo es una falta de respeto. Falta autocrítica rigurosa y falta apertura valiente a la crítica.

Son célebres los versos de Ramón de Campoamor, incluidos en su poema “Las dos linternas”, perteneciente a su obra ”Las Doloras”:

“De Diógenes compré un día
la linterna a un mercader;
distan la suya y la mía
cuanto hay de ser a no ser.
 Blanca la mía parece;
la suya parece negra;
la de él todo lo entristece;
la mía todo lo alegra.
Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira”.

domingo, 23 de julio de 2023

Por qué votaré a la izquierda

Los líderes de la derecha están eufóricos porque se sienten a unos centímetros del poder. De ese poder que les robó la izquierda. Digo robó porque siempre lo han considerado suyo. Se sienten más patriotas (en efecto, poseen mucha más patria) y piensan que por eso es suya. “Se ha terminado un ciclo”, dicen de manera machacona desde el día 28 de mayo en que ganaron las municipales y las autonómicas, no por tanto margen como se ha dicho. “Los españoles ya no soportan ni un día más a Sánchez”, dice relamiéndose la señora Ayuso. ¿Qué españoles? Porque tengo la sensación que me atribuye, sí, pero respecto a ella. Yo votaré a la izquierda, estaré del lado de los hipotéticos perdedores y voy a explicar por qué.

Diré, antes de justificar el sentido de mi voto, que iré a votar. Creo que es una obligación ciudadana a la que no se debe renunciar. Ni todos los políticos son malos ni todos son iguales. El ejercicio de votar permite decidir quiénes van a tener la responsabilidad y el honor de gobernar a un pueblo. No votar es dejar la decisión en manos del azar, de los dioses o de los demás. Y reconocer implícitamente que sería mejor que un caudillo o un salvador nos gobernase, sin necesidad de hacer elección alguna.

Los insultos, las críticas y las descalificaciones que la derecha (y algunos periodistas) han venido lanzando sobre el gobierno de coalición han sido persistentes, injustos y despiadados. Comenzaron llamando al Presidente “el ocupa de la Moncloa”. Y se tachó a su gobierno de ilegítimo. Luego se creó un mantra sobre los pactos con los independentistas. Pactar con los independentistas no significa querer romper España. Supongo que así lo pensarán Aznar y Rajoy que también pactaron con ellos. También se criticaron de manera furibunda los acuerdos con Bildu. Como si realmente fueran ahora terroristas. Les pedimos mil veces que abandonasen las armas y que defendiesen sus ideas en las instituciones. Pero ahora que están en ellas, siguen siendo criminales. Isabel Díaz Ayuso ha dicho que ETA existe. Será en su mente. Bildu ha votado a favor de muchas leyes que han beneficiado a los españoles. Y el PP, no. También se criticó su política ante la pandemia. Y la oposición, de manera miserable, estuvo siempre en contra de todas las decisiones que nos salvaron. Ni siquiera han reconocido el éxito de la vacunación que ha sido elogiado por medio mundo.

Ahí están los logros del gobierno de coalición: la gestión económica, la subida del SMI, la subida de las pensiones según el IPC, el salario Mínimo Vital, la ley de eutanasia, la ley de bienestar animal, la reforma laboral, los ERTES, la disminución de la precariedad de medio millón de trabajadoras del hogar, la ley trans, la ley de memoria democrática, la ley del si es sí…Una ley necesaria. No negaré sus efectos secundarios indeseados, pero ha sido de una hipocresía infinita, golpear una y otra vez a la Ministra de Igualdad y al gobierno por esa ley. ¡El señor Abascal echándole en cara a la Ministra Montero las excarcelaciones y la rebaja de penas! El mundo al revés.

La entrevista del señor Feijóo con la periodista Silvia Intxaurrondo fue de un cinismo inconmensurable. No solamente por la mentira contumaz sobre la subida de las pensiones por el PP según el IPC sino por el desprecio a una valiente profesional que se jugaba el puesto por su insistencia en denunciar el error de alguien que pronto podría convertirse en su jefe. “Yo no miento”, dice Feijóo. Y, además, “Yo rectifico cuando doy datos falsos”. Y la rectificación consistió en decir que el señor Zapatero congeló las pensiones. (Sin hacer referencia a la crisis mundial que tuvo que afrontar el presidente socialista).

La incomparecencia del señor Fejóo en el debate a cuatro fue una burla a la democracia. ¿Por qué no exigió que fueran los siete cuando celebró el cara a cara? Y ahora dicen que ganó el debate. No jugó el partido, pero lo ganó. Otro milagro de la derecha.

Votaré a la izquierda porque quiero que sigan avanzando las políticas de progreso, las políticas que se preocupan con más intensidad de los pobres, de los trabajadores, de los diferentes, de los inmigrantes, de los homosexuales, de las personas trans, de las mujeres, de los necesitados, de los que Paulo Freire llamaba “los desheredados de la tierra”..

Votaré a la izquierda porque me horroriza un gobierno de la derecha con la ultraderecha. El intento desesperado del señor Feijóo para distanciare ahora de Vox y conseguir una mayoría suficiente para gobernar en solitario, pone en evidencia las vergüenzas de sus pactos con Vox en Extremadura (sometiendo a la presidenta a la vergüenza de renunciar a sus principios tan claramente proclamados), en Valencia, en Baleares, en Castilla-La Mancha y en cientos de Ayuntamientos… Me echo a temblar al imaginar al señor Abascal en la Vicepresidencia del gobierno y a algún ministro de su partido dirigiendo la educación.

Votaré a la izquierda porque ese empeño en derrocar el sanchismo (esa es la palabra, no derogar, porque solo se derogan las leyes) atribuyendo a esa corriente la perversidad más absoluta, me parece de una mezquindad insoportable. Hagan propuestas, digan qué modelo de sociedad quieren… porque parece que su programa es acabar con el sanchismo. Y luego, ¿qué?

Votaré a la izquierda porque, en todas las cuestiones esenciales de la vida, encarna lo que considero un ideario más elevado, más progresista, más feminista, más cercano a los desfavorecidos, más abierto de mente, más sensible a los problemas de la sociedad. Concretaré.

– Cuando se trata de defender la enseñanza pública o la sanidad pública (lo público y lo privado), la izquierda se muestra más sensible, más cercana a una concepción del sistema educativo y sanitario de calidad para todos y para todas. La escuela pública y la sanidad pública son para la izquierda la causa de la justicia. La derecha, cuando puede, y puede siempre, privatiza.

– Cuando se trata de separar el poder de la Iglesia y el del Estado, la izquierda está por la labor de que cada poder mantenga su parcela sin interferencias de la Jerarquía en la ordenación de la vida y costumbres de la ciudadanía.

– Cuando se legisla sobre el aborto es más respetuosa con la decisión de las mujeres. Y no manipula la realidad con frases huecas y consignas tramposas. Nadie está a favor de la muerte. Me gustaría saber cuántos votantes de la derecha, indignados contra la ley del aborto, han acudido luego a practicarlo a escondidas.

– Cuando se trata de defender los derechos de los homosexuales, de las lesbianas, de los transexuales, de los bisexuales…, está más cerca de quienes sufren que de quienes han ejercido la violencia homófoba durante siglos y de quienes siguen ejerciéndola ahora. Les reconoce su dignidad y sus derechos a emparejarse y a ejercer de padres y madres.

– Cuando se revisa la historia, pretende recuperar el derecho de quienes fueron destruidos por la violencia y pasaron cuarenta años de silencio y de oprobio. Pretende reconocer derechos, no abrir heridas.

– Cuando se plantean adhesiones o decisiones sobre la guerra, la izquierda es más reticente y, a la vez, más propensa a la negociación y a la palabra.

– Cuando se plantea la decisiva cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres, la izquierda crea un Ministerio de Igualdad que es objeto de brutales descalificaciones y de inadmisibles bromas por parte de la derecha. La ultraderecha ni siquiera reconoce que exista la violencia de género. ¿Cuántas mujeres más tienen que morir cada día a manos de sus parejas para que abran los ojos? La violencia de género no llama asesinos a los hombres, llama asesinos a los hombres que matan a sus mujeres. Mi querida amiga Amparo Tomé me remite un documento titulado “13 razones feministas para votar izquierda”. Un documento corto y contundente A él me remito.

– Cuando hay conflictos laborales está más cercana a los trabajadores que a los empresarios. Es decir, está más cerca de quienes tienen menos dinero y menos poder. Sin olvidar que si no va bien la empresa, nadie irá bien.

– Cuando se legisló sobre el matrimonio, legalizó el divorcio, que hoy nos parece a todos un derecho sin el cual estaríamos condenados a mantener una relación desgraciada de por vida. La derecha, que se opuso, tiene entre sus militantes y admiradores, no pocos divorciados y divorciadas que rehicieron oportunamente sus vidas.

Lo mismo sucede con otras cuestiones de capital importancia: el medio ambiente, el bienestar animal, la inmigración, la educación sexual, la pureza democrática… Es otro modo de ver la vida, de ver la sociedad, de ver a las personas. No es igual una posición que otra, como algunos sostienen.

El croupier de la historia ha dicho este viernes: “No va más”. El domingo por la noche veremos dónde cae la bolita. Ojalá diga: 24, rojo, par y pasa. Es decir, a seguir gobernando en coalición.

 

martes, 18 de julio de 2023

Amar la verdad

Los prejuicios, los estereotipos, los intereses, el odio, la torpeza, la soberbia, la superficialidad y la pereza nos llevan muchas veces a formular juicios sobre el prójimo que están muy alejados de la verdad. Mucho me temo que la verdad nos la traiga al pairo.

Hace tiempo que escuché la siguiente historia. que quiero compartir con mis lectores y lectoras. Un señor acude al Hospital para visitar a su madre. Cuando termina la visita, sale a la calle y se acerca a la parada del autobús para regresar a casa. Cuando llega a la parada se encuentra con un chico de unos 12 años acompañado por su padre. No tarda en llegar el autobús. Suben los tres y avanzan hacia el final donde había cuatro asientos vacíos. El padre y su hijo se sientan juntos y, detrás de ellos, se sienta el señor que había subido con ellos. El niño pega su cara al cristal, y dice con un entusiasmo desmedido:

Mira, papá, hay dos árboles delante de esa casa. Qué bonitos.

El padre mira complacido lo que le muestra su hijo. Y sonríe.

– Fíjate, papá, un perro. Y una señora que lo lleva tirando por un collar.

El chico no cabe de alegría ante todo lo que está viendo y describiendo

– Mira, papá, una nube blanca muy grande y otra pequeña.

– Sí, dice el padre, y la grande se parece a una ballena.

El señor que está situado detrás piensa que el chico está reaccionando de manera muy infantil, impropia de su edad. Y focaliza su atención en los dos.

Papá, un bloque de diez pisos, dice el niño asombrado mientras corre por el pasillo hasta la parte delantera del autobús para ver mejor. Aprovechando la situación, el señor se dirige al padre y, pidiendo disculpas por la intromisión, le dice si se ha dado cuenta de que las reacciones de su hijo son propias de un niño mucho más pequeño. Y le pregunta si se ha planteado buscar la ayuda de un buen psicólogo.

El padre le dice, con delicadeza y tranquilidad, consciente de que desconoce por completo la historia del chico.

– Venimos de ver a un médico, No a uno cualquiera sino al mejor. Mi hijo era ciego de nacimiento y le han hecho un trasplante de córnea. Hoy es el primer día que ve el mundo del que tantas veces le habíamos hablado.

No es difícil imaginar la reacción del entrometido interlocutor. Quiere ayudar a ese padre tan despistado, pero la realidad es otra muy distinta a la que él se ha imaginado. El desconocimiento de la historia y del contexto le ha llevado a emitir un juicio equivocado, le ha hecho alejarse de la verdad.

“Sé comprensivo. Cada persona que te encuentras está librando su propia batalla”, decía Platón. Pero nos falta esa comprensión. Nos sobra engreimiento y falta de rigor. Sobre todo cuando nos interesa llegar a determinada conclusión.

Se formulan juicios apresurados y poco rigurosos en todos los ámbitos de la vida. Juicios malintencionados, a veces. Se emiten con demasiada frecuencia en la política, atribuyendo intenciones de forma arbitraria y, a veces, perversa. ¿Qué importa la verdad ante el rédito que se busca? Decir que el presidente del Gobierno convoca elecciones generales en pleno mes de julio para que la ciudadanía no vaya a votar es un atrevimiento descarado. Probablemente falso porque, si así fuera, no estaría insistiendo una y otra vez en que la ciudadanía acuda a las urnas. Y decir que lo hace para castigar a los españoles dejándoles sin vacaciones es, además, una perversidad. Atribuir a la promulgación de la ley de memoria democrática la intención de dividir a los españoles es una conjetura que no tiene fundamento. Afirmar que la pretensión de la izquierda es empobrecer a los españoles es una suposición estúpida e injusta. Sostener que recibir los votos de los independentistas responde al deseo de romper España es una estupidez y una arbitrariedad. Qué poco rigor hay en muchos juicios. Qué poco amor a la verdad.

Sucede en el ámbito de la convivencia. Reaccionamos ante los comportamientos y las palabras de otras personas sin conocer cuál es la realidad, cuál es el contexto, cuál es la pretensión de nuestros conciudadanos. No sé dónde leí hace tiempo la historia de un vecino que, estando ya en la cama, empezó a escuchar los pasos del inquilino que vivía en el piso superior. No solo le habían despertado aquellos pasos enérgicos sino que no le dejaban conciliar el sueño. Irritado dio golpes con el palo de una escoba en el techo de su habitación para exigir al paseante que dejase de hacer ruido.

El inquilino del piso de arriba siguió dando pasos firmes y apresurados. El enfado del insomne llegó a tal punto, que se levantó, se vistió y subió como un energúmeno a exigir a su vecino que dejase de caminar por la casa. Llamó a la puerta y, antes de dejar hablar a su vecino, le llenó de descalificaciones e insultos. Le explicó con rabia que tenía que madrugar y acabó maldiciendo la mala suerte de vivir debajo de un desaprensivo. Cuando pudo intervenir su vecino, que tenia un bebé en los brazos y la cara desencajada, le explicó que su hijo pequeño había fallecido por muerte súbita y, en su desesperación, lo paseaba de acá para allá por la casa, esperando al forense que debía acreditar su muerte.

Las disculpas trataron de borrar aquellos insultos y aquella agresividad extrema. No tenía ni idea de lo que le estaba pasando a su vecino. Reaccionó de una forma apresurada y violenta. Le había importado un comino la verdad.

También en la enseñanza se produce este riesgo de los juicios de valor, frente a los juicios de hecho. Recuerdo un vídeo conmovedor de un alumno pequeño al que se ve llegando tarde a la escuela. El niño llama a la puerta del aula y se encuentra con el gesto adusto del profesor. Extiende la palma de la mano en espera del castigo. Y el profesor descarga un duro golpe con la regla sobre ella. El día siguiente sucede lo mismo. Se ve entrar al niño cariacontecido y, sin mediar palabra, extiende la mano en espera del golpe. Un golpe que llega de forma inexorable. Con la regla, de forma desabrida, el profesor empuja al niño para que se siente en su pupitre. En la imagen siguiente se ve al profesor en bicicleta circulando por las calles del pueblo. Ve al niño empujando una silla de ruegas en la que lleva a su madre enferma. Mira el reloj y comprende la causa del retraso. Cuando el niño llega unos minutos después a la escuela extiende su mano como de costumbre y baja la mirada en espera del castigo, El profesor deposita la regla en su mano extendida, se arrodilla y besa la mano del niño en silencio. Seguidamente abraza lo abraza con emoción. No se puede decir más con tan pocas imágenes.

Cuando interpretamos el comportamiento de los demás sin conocer las circunstancias y sin recibir las explicaciones del interesado corremos el riesgo de emitir juicios infundados, de faltar a la verdad.

Si no existe más criterio que la destrucción del adversario, la extorsión del prójimo o el sometimiento de los alumnos, está claro que de cualquier comportamiento, palabra o actitud podemos obtener una conclusión perjudicial para el prójimo.

Cuando existe buena fe, cuando se pretende actuar con rigor, tampoco es fácil acertar. Incluso cuando el interesado nos explica con sinceridad los motivos de sus decisiones o de sus palabras. En muchos casos dominan los prejuicios, las interpretaciones interesadas, las elucubraciones maliciosas, los juicios arteros, las pretensiones de hacer daño.

Además de nuestras actitudes en el análisis de la conducta o la palabra de los otros, existen las dificultades técnicas de la comunicación. Entre lo que pensamos, lo que queremos decir, lo que realmente decimos, lo que queremos oír, lo que oímos, lo que creemos entender y lo que entendemos… existen ocho posibilidades de no entenderse, de alejarnos de la verdad.

Creo que todos y todas deberíamos hacer un esfuerzo para alcanzar la comprensión, un esfuerzo nacido del respeto al prójimo y del amor a la verdad. Mejorar nuestras relaciones, en todos los ámbitos de la vida, haría este mundo menos hostil, más habitable y más hermoso.

He hablado de conocer y respetar al otro para formular un juicio certero. También abogo porque actuemos y hablemos con sinceridad. Oscar Wilde, que nos dejó tantas frases lapidarias, dijo: “Si uno dice la verdad, tarde o temprano será descubierto”. Esa es la otra cara de la moneda.

Sé que el objetivo puede ser utópico en un mundo lleno de intereses, de competitividad y de relativismo moral. Pero es lo que tiene la utopía: nunca la alcanzaremos, pero, como está en el horizonte, nos hace caminar hacia ella. Sin descanso. Decía Martin Luther King: “Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros”.

Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra

domingo, 16 de julio de 2023

Solo se derogan las leyes. Miguel Ángel Santos Guerra

Entérese, señor Feijóo. Me extraña que usted no lo sepa y que ninguno de sus asesores se lo haya advertido. No se puede derogar a Sánchez ni al sanchismo. Porque solo se derogan las leyes. Usted lo que pretende es acabar con Sánchez y con el sanchismo. Eso sí. Sea este lo que usted quiera decir que es. O mejor, lo que a la señora Ayuso le de más rabia soportar. Porque a ella le da mucha rabia todo lo que refiere al Presidente del Gobierno. Les he oído decir tantas cosas de todo tipo sobre el sanchismo (todas malas, por no decir horribles) que me cuesta abarcarlo todo en un golpe de pensamiento. Sencillamente, es el mal en estado puro. Hasta ha dicho que “derogar el sanchismo” es acabar con un modo de gobernar basado en el orgullo para hacerlo desde la humildad. Y es que a humilde no le gana nadie, señor Feijóo. Derogar, si consulta el diccionario, verá que significa dejar sin efecto una norma jurídica o cambiar parte de ella. Eso es derogar.

Usted, si gana las elecciones, podrá proponer al parlamento que derogue todas las leyes que desee, probablemente todas las aprobadas en la legislatura sanchista. Desde la ley sobre eutanasia hasta la ley trans. Ustedes son muy dados a votar en contra de todas las leyes que conquistan derechos y a utilizarlas todas cuando les conviene. Y si no, dígame si los dirigentes y los votantes del PP no se divorcian, si no abortan, si no se casan o acuden a bodas homosexuales… Pero a todo han dicho que no. Y de casi todo han llevado recursos al tribunal constitucional. Han dicho no a la reforma laboral y ahora usted dice que está muy bien, porque tiene el refrendo de los agentes sociales. Pero ya lo tenía entonces cuando votaron en contra, ¿no? Podrá derogar las leyes si tiene los votos suficientes para hacerlo. Pero eso que llama sanchismo no se puede derogar. Porque no es una ley.

Lo que pretende usted es acabar con el sanchismo. Y con Sánchez. Eso sí. Pero, verá, señor Feijóo, eso solo lo pueden hacer los votantes y las votantes. Eso de “vamos a derogar el sanchismo” es una fanfarronada y una inexactitud monumental. Y podría suceder que quienes pueden acabar con el sanchismo no quieran hacerlo. A ver si se lleva una sorpresa. A ver si le pasa lo que le ha hecho usted pasar a la señora Guardiola. Usted piensa que el sanchismo es algo tan odioso, tan perverso, tan maligno, tan soberbio, tan mentiroso que cree que todos los españoles y españolas de bien van a pensar como usted. Pero puede ser que no. Y se puede quedar con las ganas.

A usted le ha hecho el programa el señor Sánchez. Porque lo que va a hacer es acabar con todo lo que él hizo. Como va a terminar con el sanchismo, ya tiene programa para rato. O por lo menos para los primeros días. Pero de proyecto propio, poco.

">Usted se olvida de algunas cuestiones esenciales del sanchismo, como que haya hecho frente a la pandemia y a la vacunación con un éxito indiscutible, de que los datos macroeconómicos sean buenos, de que haya subido el SMI, de que haya garantizado el poder adquisitivo de las pensiones, de que haya salvado muchos empleos con los ERTES, de que haya creado el Mínimo Vital, de que haya promulgado la ley de Muerte Digna, de que haya promulgado la ley trans, la ley de educación, la ley de vivienda y la ley del sí es sí… Anda, que no le ha sacado usted rédito a la ley del sí es sí. Como si a usted le hubieran dolido más los violadores excarcelados o los que han visto reducidas sus penas que a quienes promovieron y promulgaron la ley. Usted, que quiere eliminar el Ministerio de Igualdad, ha utilizado de manera tramposa un error para arremeter contra el Presiente del Gobierno y la Ministra de Igualdad. Estoy seguro de que le han dolido más las excarcelaciones y las reducciones de penas a quienes creen en la violencia de género que a quienes la niegan.

>No haga más trampas. A Sánchez le duelen las víctimas de ETA y del machismo igual, al menos, que a usted; ama a España igual, al menos, que usted; busca la prosperidad de los españoles igual de sinceramente, al menos, que usted; desea que España permanezca unida como nación al menos igual que usted y quiere permanecer en la Moncloa con un deseo similar al de usted por llegar a ella…

>Deje de una ves de recordar cuántos violadores vieron reducidas sus penas y dígale a su socio que reconozca que existe la violencia machista. No sea hipócrita, señor Feijóo. Rásguese las vestiduras por lo que es importante respecto a la superación de la violencia de género. Usted ha aceptado la expresión de violencia intrafamiliar porque tiene una visión muy cercana a la de su socio. Deje de manipular la realidad. Ni les ha importado la ley, ni les importa el Ministerio de Igualdad. Menudo chollo han encontrado en la ley del sí es sí. La han convertido en un cesto de piedras contra el gobierno, no contra los violadores. Se han rasgado las vestiduras de forma hipócrita para machacar al Ministerio de Igualdad y a la ministra que lo preside. Como si fueran más y mejores feministas que ella. Qué barbaridad. Existió un error fatal, Incluso un empecinamiento en el error. No les ha importado la ley del sí es sí. Les ha importado golpear con ella al gobierno. Es que da la impresión de que han hecho una ley para excarcelar y para reducir penas. No, señor Feijóo. No haga trampas. Si de verdad le importa la causa de la igualdad, no pacte con el señor Abascal y deje en paz a Irene Montero.

‘Cara a Cara. El Debate’
En el debate asedió a su contrincante con datos falsos. En eso consiste la técnica del galope de Gish o ametralladora de falacias. Sabrá usted, o su asesor para el debate que también lo es de la señora Ayuso, que se trata de abrumar al oponente con el mayor número de argumentos posible sin tener en cuenta la exactitud de los mismos. Se suceden las medias verdades, los datos falsos, las tergiversaciones y los argumentos engañosos. De esta manera resulta imposible al oponente dar respuesta a todas las cuestiones un solo turno de un debate formal. Resulta obvio que hacer un enunciado de este tipo requiere mucho menos tiempo que el necesario para desmontarlo con argumentos. El término fue acuñado por Eugenie Scott y recibe el nombre del creacionista Duane Gish, que utilizó frecuentemente la técnica contra los defensores de la evolución.

Le voy a dar un pequeño consejo lingüístico. No vuelva a decir que el Gobierno debe de hacer o el Gobierno debe de dejar de hacer… Porque cuando el contenido semántico de la frase es de obligación y no de duda, no hace falta ese de que usted repite una y otra vez. No se cómo no le corrigen sus asesores de la política o de la prensa. Porque el señor Jiménez Losantos se lo sabe, pero solo se lo corrige con desprecio a quienes considera enemigos despreciables…" />Pero hay una trampa del debate que quiero destacar. La insistencia en que el presidente firmase un acuerdo de que gobierne la lista más votada es una trampa de manual. Todas las encuestas le dan a usted ganador, y entonces propone que gobierne la lista más votada. Qué listo, señor Feijóo. Y así se quita el engorro de los pactos. Hizo bien el presidente en sugerirle que le explicase la propuesta al señor Vara. Porque, para que eso que tan vehementemente proponía como una solución democrática no sucediese en Extremadura le hizo tragar a la presidenta de la Comunidad sus palabras para desdecirse de aquellos principios que había proclamado enfáticamente el día anterior. El mismo día en que usted decía que la política consistía en respetar la palabra dada.

Lo que importa, señor Feijóo, es cuál es el proyecto, cuál es la filosofía, cuáles son las prioridades, cuánto le importan a usted los pobres y cuánto los ricos., cuánto los sindicatos y cuánto la patronal, cuánto la verdad y cuánto la mentira, cuánto los de arriba y cuánto los de abajo, cuánto lo público y cuánto lo privado, cuánto la libertad y cuánto la censura…

La ola reaccionaria que está recorriendo el mundo puede anegar a nuestro país. Será una desgracia: un retroceso de las libertades, una pérdida de derechos, una vuelta a la censura, un regreso a la exclusión del diferente, una criminalización de los inmigrantes, un aumento de las privatizaciones en detrimento de lo público, un camuflaje de la violencia de género… Eso es lo que nos espera si acaba usted, como desea, con el sanchismo, Menos mal que usted no puede hacerlo. Está en manos de los electores y de las electoras. Espero que sepan lo que hacen cuando vayan a las urnas.

No sé si le gusta leer. Espero y supongo que sí. Por si tiene un ratito después de las elecciones me gustaría aconsejarle (como a mis lectores y lectoras) la obra reciente de Enrique Javier Díaz, un buen colega y amigo leonés. Me refiero a la obra ‘Pedagogía antifascista. Construir una pedagogía inclusiva, democrática y del bien común frente al auge del fascismo y la xenofobia’. Porque muchos de los problemas que tenemos pueden encontrar solución en la escuela.

lunes, 5 de junio de 2023

Insulta, que algo queda

Ha ganado la derecha las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Y también la ultraderecha, que ha pasado de tener 530 concejales a 1678. Desde mi punto de vista se han dado pasos hacia atrás, pasos hacia la caverna. Es muy inquietante que gane posiciones un partido que niega que exista la violencia de género, que no condena el franquismo, que asocia inmigración con delincuencia, que niega el cambio climático y que dice que los homosexuales no deben celebrar el día de San Valentín porque lo suyo no es amor sino vicio.

Parece que ganar las elecciones es el único modo de comprobar que se ha tenido razón y que se está del lado del bien. Pero no siempre es así. Cuando el señor Jesús Gil y Gil ganaba por mayoría absoluta las elecciones en el Ayuntamiento de Marbella decía que los números cantan. Le contesté en un artículo titulado “Los números desafinan”. Porque lo cierto es que ganaba engañando y luego gobernaba a su antojo perjudicando a la ciudad.

En la campaña no ha habido un debate sobre los problemas de los ciudadanos y las ciudadanas, sobre el análisis de lo realizado en el ejercicio del gobierno local o autonómico o sobre los programas que iban a desarrollar los candidatos. Lo que ha contado es la demonización del Presidente del Gobierno. Porque pacta con Bildu (que hoy es un partido democrático) y con los independentistas (que tienen derecho a serlo en una democracia), porque gobierna con Unidas Podemos (otro partido democrático) y porque se promulgó la ley del sí es sí que ha tenido efectos laterales nocivos.

Esta ley se ha convertido en una piedra de toque de la campaña: quienes defienden la causa de las mujeres por convicción han sido atacadas sin piedad por quienes critican hasta la existencia del Ministerio de Igualdad. Qué bien les ha venido. El hecho de que hayan excarcelado a más de 100 delincuentes sexuales y reducido las penas a más de 1000 se ha convertido en un arma arrojadiza contra quieres han puesto en marcha la ley porque realmente creen en la causa. Esos casos de excarcelación y de reducción de penas les han dolido más a las impulsoras de la ley que a quienes las han sepultado con insultos por el error cometido. Es decir que las excarcelaciones y las reducciones de penas eran bienvenidas para los críticos como un arma arrojadiza contra quienes no habían previsto que ocurrieran. Ya van 200, ya van 300, ya van 400… Armas para atacar al enemigo. No diré que cuantas más mejor, pero casi. Una ley para perseguir a los violadores se utiliza como si hubiera sido promulgada para premiarlos. La consagración de la hipocresía.

Ahora el partido ganador de las elecciones tendrá que pactar con Vox, con la extrema derecha. Y por mucho que pida el señor Feijóo una mayoría suficiente para no tener que pactar, acabará haciéndolo como ya lo ha hecho en Castilla-León, con resultados de todos conocidos. Retrasarán todo lo posible los pactos, Pero llegarán porque no van a renunciar al poder.

No se ha hablado en la campaña de la enseñanza ni de la sanidad pública, ni sobre inmigración, no se ha debatido sobre modelos, no se han defendido proyectos… Se ha utilizado la campaña de forma ladina para lanzar ataques al gobierno central. Y ha dado sus frutos. La derecha ha propinado una patada al gobierno que ha acabado en el culo de muchos alcaldes y de algunos presidentes de comunidades autónomas. El discurso del odio ha calado. El fin ha justificado los medios.

La euforia de los vencedores es tal que ya dan por ganadas las elecciones generales del día 23 de julio. El envalentonamiento es tan grande que ya hablan de un cambio de ciclo. Piensan que ya han acabado con el “sanchismo”. Por cierto, convendría que se aplicasen un poquito más en el uso correcto del lenguaje. No se puede derogar a una persona o a una corriente porque el verbo derogar tiene un significado preciso y claro: “dejar sin efecto una norma jurídica o cambiar parte de ella”. No es posible “derogar el sanchismo”. Ya veremos lo que dicen las urnas el día 23 de julio. Ya lo veremos.

Dice el señor Feijóo, desde el balcón de Génova que estamos en una nueva etapa, una etapa sin descalificaciones. ¿Sin descalificaciones? ¿Es que la señora Ayuso, que estaba a su lado, y él mismo no hacen ninguna descalificación? Yo diría, más bien, que solo saben hacer descalificaciones.

La señora Ayuso es el perfecto ejemplo de persona que desprecia, que descalifica, que insulta, que odia, que considera al gobierno de la nación “una maldición que le ha caído a España”. Esta señora, ¿qué piensa de los votantes del partido socialista? ¿Cómo se pueden sentir los votantes de izquierdas al oír esas palabras? ¿Son tan estúpidos y tan malos que eligen la maldición para su patria?

El país va bien económicamente. El señor Garamendi, presidente de los empresarios españoles, dice que va incluso mejor de lo que se preveía. Pero de eso no se habla. ¿También es una maldición que se haya subido el salario mínimo o que se hayan incrementado las pensiones, o que se haya promulgado una ley laboral que ha mejorado el empleo?

Pocas veces he visto un rechazo, una antipatía, una fobia, un odio tan depurado. Todo lo que dice, todo lo que hace, todo lo que propone el Presidente del Gobierno se interpreta desde su vertiente negativa. Todo. Si no convoca elecciones es porque se aferra al poder. Si las convoca con inmediatez es porque busca la desmovilización ciudadana y castigar a quienes vayan a votar con tanto calor. Qué barbaridad.

Es una estupidez y un infundio decir, como sostiene la señora Ayuso, que “la izquierda es una fábrica de crear pobreza”. Y más aún que “busca el empobrecimiento de la gente”, que “desea la ruina de los empresarios”, que “necesita que haya pobreza para justificar su existencia”. ¿Cómo va bien, entonces, la economía?

¿Por qué no ha explicado en campaña lo sucedido con los ocho mil ancianos fallecidos en las residencias madrileñas? (Lo explica muy bien su consejero Alberto Reyero en el libro “Morirán de forma indigna”. ¿Por qué no dice que ha tenido una huelga interminable de profesionales de la sanidad porque la tiene desmantelada? ¿Por qué no explica su querencia por la enseñanza privada? ¿Por qué no cuenta lo que sucedió con quienes se contagiaron y murieron por tener abiertos los restaurantes y los comercios cuando todos los cerraban?

El eslogan de Ayuso que ha empezado a manejar el señor Feijóo es tan breve como tramposo y perverso. La disyuntiva no puede ser más mendaz: O Sánchez o España. Es decir, que los que voten a Sánchez votan contra España. Claro, es que España es de Ayuso, es del PP. Y por eso no soportan que la gobierne la izquierda. Y por eso han dicho del Presidente, que es el ocupa de la Moncloa. Porque la Moncloa es suya. Ese eslogan es una maldad. Como lo serían los siguientes: Ayuso o decencia, Feijóo o progreso, derecha o derechos…

Lo más triste es el aplauso que genera ese discurso agresivo, despectivo, descalificador. Porque ella y sus palmeros no desprecian los malos comportamientos de algunos personajes que delinquen (que compran votos o que prevarican…) desprecian al partido al que pertenecen esos delincuentes. Ella habló de pucherazo, acusación que dejó de lanzar cuando se supo ganadora. ¡Pues vaya pucherazo!

Este es el estilo. Esta es la estrategia. El insulto. La trampa. Socialismo o libertad. La libertad de la señora Ayuso. La de ir a tomar cañas, aunque haya riesgo de contagio.

Dice la señora Presidenta que le pidió a Dios que acabase con Podemos. Y casi le ha hecho caso. Con otras oraciones complementarias lo acabará consiguiendo. Porque Dios también es suyo, como España, como Madrid.

Tiene el PP algunos periodistas tan rigurosos que parecen hooligans. Ya hice alusión a ellos. Ahí siguen Carlos Herrera y Federico Jiménez Losantos, antes preparando la campaña y ahora celebrando la victoria. No son analistas de la realidad política. Sabes con antelación lo que van a decir. Sánchez lo va a hacer todo tarde y mal y Ayuso lo va a hacer todo bien y a su tiempo. Hagan lo que hagan. Lo hagan como lo hagan. Qué imparcialidad. Qué profesionalidad. Claro que el gobierno ha cometido errores pero criticar no es demoler, es discernir.

La retahíla de insultos al Presidente del Gobierno no tiene fin: psicópata, felón, traidor, tirano, ilegítimo, ególatra, chulo, mentiroso, sinvergüenza… Cuando Rosa Díez dialoga con Losantos da la impresión de que participan en un concurso sobre quién profiere el insulto más dañino, más original y más hiriente. Se animan mutuamente a la descalificación. Parece que fuera de España todos están ciegos o todos son imbéciles. El Presidente español tiene un extraordinario prestigio.

No se puede gobernar desde el odio, desde la descalificación permanente del adversario, desde el insulto constante, desde la idea de que los malos son los otros.

El Adarve

sábado, 27 de mayo de 2023

Un deseo no es un derecho

El extraordinario caso de la actriz española Ana Obregón ha puesto sobre el tapete el fenómeno de la gestación subrogada (un eufemismo, tramposo como lo son todos), también conocido como vientre de alquiler, expresión que describe con mayor precisión el hecho al que se refiere.

Al parecer, su hijo Alejandro Lequio Obregón, una semana antes de morir, dejó un testamento ológrafo en el que manifestaba su voluntad de convertirse en padre, a través de la donación de semen y la colaboración de una mujer que prestase su óvulo y su vientre para la gestación.

La argucia de viajar a un país en el que es legal la gestación subrogada tendría fácil solución si no existiese la posibilidad de inscribir a la nueva criatura en un país que la prohíbe. Una vez más, hecha la ley, hecha la trampa. Una cosa es la legalidad y otra, a veces muy diferente, es la ética del proceder humano.

Como en España está prohibida la gestación subrogada, la actriz acudió a Miami, primero para firmar el contrato mediante el pago de una importante cantidad (he leído que Ana Obregón pagó 170000 euros, aunque no toda la cantidad sería para la mujer gestante) y luego para recoger a la niña a la que ha puesto los nombres de Ana Sandra y los apellidos Lequio Obregón. Esta niña es nieta biológica de Ana ya que el embrión gestado se ha fecundado con esperma de su hijo, fallecido de cáncer a la edad de veinticinco años y, a la vez, hija por el contrato firmado por la actriz con la madre gestante.

He leído mucho, para escribir este artículo. He conocido los argumentos de algunas feministas clásicas (Amelia Valcárcel, por ejemplo, reconocida filósofa y escritora) sobre su postura contraria a la gestación subrogada. Dice Amelia que no hay ni un solo resquicio argumental que, desde el pensamiento feminista, justifique esta práctica. Con sus palabras textuales: “Todos los argumentos que buscan dar legitimidad social a este fenómeno se basan en la división cuerpo-mente, y lo que tenemos es un cuerpo que ha favorecido la existencia de otro, pero no la afiliación del mismo. Esa madre es madre solo del cuerpo, y ni si quiera de todo él, porque la intención de dar vida a otra persona ni siquiera es suya”.

He leído también, aunque sin mucho detenimiento el libro inconcluso que dejó escrito Alex Lequio y que ha completado su madre Ana Obregón. El idilio de amor materno filial entre este hijo único fallecido y su madre, coronado por el dramático fallecimiento, no justifica, a mi juicio, la iniciativa del encargo. Una vez más hay que recordar que el fin no justifica éticamente los medios.

Hay en el caso cuestiones legales, éticas, económicas, psicológicas y sociales. No todo lo que técnicamente se puede hacer es legal y ético hacerlo. Por otra parte, todo tiene consecuencias para las personas interesadas y para la sociedad en general. Hay prácticas más racionales que otras. Hay prácticas más éticas que otras.

No hay que desdeñar las dimensiones publicitarias del caso. La niña ya ha sido portada de varias revistas. Y lo será en el futuro. Ya se habla del bautizo de la niña, antes del regreso de ambas a España. También ha sido portada de revistas, curiosamente, la madre gestante. Todo es negocio.

En esta historia existen cuestiones decisivas relacionadas con, al menos, seis personas: el donante, la que contrata, la gestante, el marido de la gestante, la niña y el abuelo a la fuerza. Y al hilo de la historia se han involucrado los medios de comunicación y la sociedad entera. Durante unos días ha sido el tema de conversación de toda la ciudadanía.

Cuando crezca esa niña, ¿qué pensará de su popularidad? Le tendrán que contar la verdad. Habrá que explicarle que su padre estaba muerto antes de que ella naciera y que su madre biológica la gestó en un país remoto por un puñado de dinero.

La también actriz española Anabel Alonso ha dicho que se trata de una niña comprada y vendida. Comprada a la madre gestante y vendida a la revista Hola en la que ha aparecido a los pocos días de nacer.

¿Cuáles son los motivos que llevan a una mujer a la decisión de buscar a otra mujer para que geste a una criatura? En el caso de Ana Obregón ella ha dicho que fue una promesa que le hizo a su hijo, pero también que de esa forma ya nunca estaría sola y que a través de la niña podría abrazar a su hijo. Creo que debemos tener hijos para hacerlos felices, no para que ellos nos hagan felices a nosotros. Un hijo no está para hacer felices a los padres sino para que los padres le hagan feliz.

En España es ilegal practicar la gestación subrogada. No faltan argumentos. El cuerpo de la mujer no se comprar ni alquilar. De ahí la decisión de Ana Obregón de viajar a un país donde es legal.

Existe también en este caso el problema de la edad de la que ha de convertirse en su madre. Ana Obregón tiene 68 años. En el caso de la adopción no se pueden tener más de 45. Se entiende que una edad tardía hace, por la ley de la vida, que esa criatura se quede huérfana demasiado pronto y que la persona de edad pueda no estar en condiciones de relacionarse con la niña (y luego con la adolescente) de una forma satisfactoria. El abismo generacional es difícil de saltar.

¿Cómo no plantear el problema de que la mujer que acepta la gestación y pasa nueve meses con el feto dentro de su cuerpo, prescinda luego de su presencia y de su cuidado? Lo ha firmado, sí. Lo ha querido hacer así. Pero, ¿esa voluntariedad es plena cuando está tan mediatizada por la necesidad?

Creo que la mejor solución para una persona o una pareja (del tipo que sea) que quiere tener un hijo es la adopción. Hay muchos niños necesitados de amor y de cuidado. Por eso sería deseable que los trámites de la adopción no fuesen tan largos y tan complejos.

¿Qué pasa en el caso de que haya un embarazo en cuya evolución se detecta una deformación o una discapacidad y la persona que ha hecho la demanda no quiere que siga adelante? ¿Tiene la obligación la madre gestante de abortar?

Creo que hacen falta muchos estudios sobre este proceso, sobre las repercusiones psicológicas de todas las personas que intervienen en él, especialmente de la mujer gestante, el bebé traído a este mundo y la persona que lo ha contratado.

No cabe la menor duda de que se trata de una transacción comercial que cosifica al bebé, que se convierte en una mercancía. La gestación subrogada es otra forma de dominación y de explotación de la mujer. Si la madre gestante no tuviera necesidad de dinero, no se produciría el hecho en la inmensa mayoría de los casos. Está claro que se trata de una explotación del cuerpo de la mujer. Hay quien plantea como aceptable la gestación altruista, es decir en la que no haya compensación económica. Estoy seguro de que, de ser así, disminuiría el fenómeno porque está muy claro que la inmensa mayoría de las mujeres gestantes han asumido esa tarea por la necesidad económica que están sufriendo. Pero, de todos modos, la naturaleza del fenómeno sería la misma: habría entonces un alquiler gratuito del vientre. ¿Cambia algo esencial ese condicionante? Creo que no.

No se puede hacer todo lo que se desea en nombre de la libertad. Creo que ni la mujer gestante ni la proponente (o el proponente) pueden comerciar con el bebé que se concibe, se gesta y al que se da a luz.

Con palabras de Amelia Valcárcel: ‘Mi cuerpo es mío’ es un eslogan, afortunado por cierto, pero no es un fundamento de derecho. No puedes decir mi cuerpo es mío para quedarte con el de otra persona. Lo más terrible que ocurre en este submundo que muchas personas quieren crear es querer utilizar el más hermoso de los nombres, que es el de la libertad, para avalar semejante asunto. Eso es lo más repugnante”. 

El Adarve.

martes, 23 de mayo de 2023

Pienso, luego estoy soltera

Las relaciones entre hombres y mujeres están cargadas de trampas. La cultura nos ha obligado a desempeñar papeles que casi siempre han sido discriminatorios para la mujer. Así, el soltero ha sido el símbolo de la astucia inteligente. (¿Por qué Dios es soltero?, se pregunta Barreca en un libro al que luego haré referencia). Todos hemos oído hablar de los solteros de oro. Y todos conocemos el refrán “solterón y cuarentón, qué suerte tienes, cabrón”. Sin embargo, de la solterona (he aquí otro agravio manifestado en el lenguaje) se hacen bromas sarcásticas. “Esa se queda para vestir santos”. O, como se decía de la novicia que iba a profesar: “Se casa con Dios porque no hay Dios que se case con ella”.

Las bromas nos desvelan el machismo subyacente en la cultura. Cómo pesan los prejuicios: si el varón ha tenido muchas relaciones antes de casarse es considerado un don juan, si las ha tenido ella, es una casquivana. Si él tiene una infidelidad ya casado es que ha echado una cana al aire, si la infiel es ella es una ramera. Y ya se observa aquí una visión de las relaciones contempladas desde el patriarcado.

Se cuenta que en tiempos en que las solteras vivían con sonrojo el hecho de que ningún varón hubiera puesto sus ojos en ellas, una novia llegó al altar con todo el boato de la ceremonia nupcial. El sacerdote le preguntó al contrayente si quería a su novia. Contestó con entusiasmo y convencimiento que sí. Luego le preguntó a ella y, para, asombro de todos, respondió que no. Se volvió a los asistentes y explicó el por qué de esa negativa contundente: “Todos habéis sido testigos. Que nadie diga luego que no me he casado porque nadie me ha pretendido”. Es la historia inversa a aquel anuncio por palabras de una novia despechada: “Cambio traje de novia sin estrenar por pistola en buen uso”.

Hay en el imaginario conservador un patrón único y cerrado, como si solo hubiera relaciones heterosexuales. Y no es así. Hay múltiples formas de relaciones, de parejas y de familias.

Hace años leí un libro de Regina Barreca al que he hecho referencia más arriba. Se titula “Maridos perfectos…y otros cuentos”. En él analiza las relaciones entre hombres y mujeres. Unas relaciones que frecuentemente están presididas por estereotipos, dominio, celos, engaños, intereses, control, posesión… Unas relaciones que demasiadas veces están alejadas de la igualdad, el respeto, lo lógica y la justicia… El problema es que se atribuye muchas veces a la naturaleza lo que es fruto exclusivo de la cultura. La raíz de muchas desigualdades procede de la confusión de lo que es sexo (características biológicas) con lo que es género (características culturales). Qué interesante libro “No está en los genes”, de Lewontin, Rose y Kamin. Las mujeres no son de un planeta distinto, son, eso sí, de los barrios más pobres de nuestro planeta.

En una viñeta de Forges se ve a una mujer abrumada por las tareas domésticas que se dirige a su niña diciendo: “Hija, no te cases nunca con un marido”. Y es que a la mujer le ha correspondido realizar muchas tareas ingratas en ese reparto poco equitativo que ha venido marcado por los estereotipos sociales, por los intereses sexistas y por los privilegios del patriarcado.

La diferencia de edad, las tareas domésticas, los estereotipos sobre la sexualidad, el cuidado de los hijos, la conciliación laboral… condicionan las relaciones. Hay quien piensa que existe una media naranja que hay que buscar desesperadamente para estar entero o entera, hay quien no sabe que el príncipe azul destiñe, hay quien piensa que solo mejorará su autoestima si tiene muchos pretendientes, hay quien cree que todas las soluciones están en otra persona, incluso las minúsculas. Shely Winters cuenta que en cierta ocasión se alojó en una habitación de un hotel de Filadelfia “tan fría, que estuve a punto de casarme”.

La mujer ha de ser elegida (en realidad, la mujer elige al hombre que la elige a ella), no debe tomar la iniciativa en las relaciones, renuncia al trabajo para atender al hogar y a los hijos, atiende la casa además de acudir al trabajo, se deja guiar por el amor romántico que favorece la violencia de género, se angustia por el envejecimiento, debe mostrarse siempre atractiva, acepta la masculinidad hegemónica, se dedica al cuidado de sus mayores, practica la “ley del agrado “, de la que habla Amelia Valcárcel.

Las relaciones interpersonales son muy complejas. El matrimonio consiste en hacer de dos personalidades una sola. El problema es que no se dice la de quién. Esa relación complicada conduce a comentarios como el de una mujer que, al ser preguntada si su marido era religioso contentó: “Sí, sí, muchísimo. Se cree que es Dios”.

Muchas parejas se rompen (el divorcio es una de las mejores formas de reciclar a los maridos) porque la vida en pareja es difícil (jamás me siento más casado que los domingos, decía un marido hastiado de la convivencia), pero, sobre todo, porque afortunadamente la mujer tiene hoy posibilidades de defenderse por sí misma, de tener independencia económica, de romper las etiquetas que la sociedad había fabricado para ella. La directora francesa J. Bellon filmó hace años una película titulada “La mujer de Juan”. Es la historia de una mujer casada que cuando deja de serlo, ya no es lo único que era: la mujer de Juan., El trabajo era el de Juan, los amigos eran los de Juan, las vacaciones eran las de Juan, los viajes eran los de Juan… Ahora, como no está Juan, ya no es nada.

El humor sarcástico se ceba en las relaciones con la pareja. Existe una forma de tratar las relaciones que se basa en el desprecio y en la descalificación. Basta repasar el catálogo de chistes para detectar el más burdo sexismo. Decía Hanry Youngman: “¿Sabes lo que significa llegar a casa por la noche y encontrar una mujer que te da un poco de amor, un poco de afecto y un poco de ternura? Significa que te has equivocado de casa”. Por cierto, todos esos chistes pueden cambiar de protagonista sin que se modifique el significado.

Voy a hacer referencia a un hermoso e importante libro sobre estas cuestiones. Me refiero a la obra “Amarte. Pensar el amor en el siglo XXI”, escrito por mis queridas Chis Oliveira y Amada Traba.

“El amor está considerado como esencial en las mujeres precisamente porque pueden ser madres, como si fueran seres amorosos por naturaleza. Amor y sexualidad están ligados, tanto en la dimensión erótica como en la procreadora materna, porque la sexualidad es una vía para el amor y el cuidado es una ética ligada a su carácter femenino esencial como madres. Así la maternidad se constituye como una consecuencia del cautiverio, se vive como un mandato”.

Y poco más adelante: “Para la antropología feminista actual, en el modelo amoroso construido por el patriarcado las mujeres necesitan amar y ser amadas para dar sentido a sus vidas, para sentirse completas”.

La pareja es uno de los frentes en los que la justicia tiene cuestiones pendientes de gran importancia. Esta es una gran revolución ética pendiente. Está en todos los rincones del planeta y llega a los rincones más recónditos de cada corazón. En muchos hogares existen malos tratos, abusos sexuales, tiranía del afecto, trampas sórdidas, chantajes afectivos, hijos indeseados o hijos deseados por motivos espurios, hijos como campo de batalla…

La iglesia católica sigue diciendo que la grandeza de la mujeres es la maternidad cuando no dice algo parecido del hombre, sigue situando en la ámbito familiar su principal aportación a la sociedad, sigue exigiendo a la mujer unas virtudes que en el hombre apenas si tienen importancia, sigue condenando el aborto, sigue defendiendo una sola forma de matrimonio y el amor para toda la vida, sigue uniendo sexualidad y maternidad, sigue condenando la homosexualidad como enfermedad y pecado… Y ahí siguen los señores obispos, gobernando la vida amorosa y sexual de las mujeres. Hace unos años escribí en esta sección un artículo dirigido a la jerarquía eclesiástica. Se titulaba así: “Salgan de la cama de la gente”.

Los dos últimos capítulos de “Amarte” están dedicados a un tema crucial. Me refiero a la educación. El penúltimo se titula “Educamos para mal amar” y el último “Claves para bien amar”. No puedo elegir un mejor punto final que esta frase de Chis y Amada:

“Educar en el amor hoy pasa por hacer una reflexión crítica constante con el fin de comprender las relaciones amorosas y sus implicaciones para que se impregnen de dignidad y de justicia”.

domingo, 14 de mayo de 2023

La responsabilidad de votar

No comparto, aunque respeto, la postura de quienes se muestran tan defraudados por los políticos que deciden no acudir a las urnas bajo el pretexto de que todos son malos y de que todos son iguales. O de este otro argumento: los políticos de antaño eran magníficos, pero los de ahora son impresentables. Da igual elegir que no elegir porque el desastre está asegurado. Pienso que no es verdad ni una cosa (ahora todos son malos) ni la otra (ahora todos son iguales). No ir a votar supone dejar en manos del azar o de los dioses o de no se sabe quién el futuro del país. No ir a votar supone una declaración explícita de que es mejor que alguien gobierne sin elecciones, es decir, que gobierne un dictador. Votar, por consiguiente, es un deber democrático. No el único, ciertamente. Entre votación y votación no dejamos de ser ciudadanos y ciudadanas, con derechos y deberes.

Respeto menos la actitud de quienes por pereza, dejadez, comodidad o desinterés, ni se molestan en saber quiénes se presentan, con qué programas, con qué ideología, con qué promesas electorales. Sencillamente, me parecen irresponsables. No solo no votan sino que se desentienden de cualquier exigencia ciudadana. Eluden el deber democrático de votar y se declaran apolíticos.
Es curiosa y significativa la actitud de los políticos cuando entran en campaña electoral porque es la etapa en la que manifiestan claramente quién es el que manda en una democracia. Mientras dura la campaña se acercan a la ciudadanía, la escuchan, la adulan. Bajan de las alturas a pie de calle para explicar, para preguntar, para prometer, para dialogar. Porque su futuro depende de los votantes y de las votantes. El problema es que una vez finalizadas las elecciones ese vínculo se debilita o se rompe.

Es deber de los ciudadanos y las ciudadanas escuchar, analizar, solicitar, exigir y acudir a las urnas. Es un deber mirar hacia atrás y escudriñar si todo lo que se prometió en anteriores elecciones se ha cumplido o se ha dejado de cumplir y por qué.

Algunos periodistas intensifican su campaña permanente añadiendo una dosis mayor de virulencia. El grado de parcialidad de algunos es tan exagerado, tan agresivo, tan visceral que convierten cada palabra en un insulto y en un desprecio a los políticos que no piensan como ellos y, en consecuencia, a todos aquellos que los votan. También aquí diré que no todos los periodistas son malos ni todos son iguales.

Me voy a referir a dos que me parece que encarnan la antítesis de la racionalidad y de la ética. Y voy a decir sus nombres. Me refiero a Carlos Herrera, de la COPE, y a Federico Jiménez Losantos de Es radio. El nivel de las descalificaciones, de los insultos, de los juicios de valor, de las actitudes despectivas, de las bromas crueles, sobrepasa las líneas básicas del respeto. Sus adversarios (de izquierdas, claro) son la encarnación del mal. Criticar es discernir, no es demoler. Analizar es argumentar no insultar. Libertad de expresión no es libertad de agresión. ¿Cómo se creen que se sienten los votantes de quienes tanto desprecian y a quienes tanto insultan?

No me gusta que en la campaña electoral se introduzcan altos niveles de descalificación del adversario. Parece que el núcleo de la argumentación está más en la destrucción del argumentario de los otros, que en la defensa rigurosa del propio. Qué decir de ese afán malsano de buscar y sacar en época de campaña todos los trapos sucios del contrincante. Como si la suciedad solo se encontrase debajo de unas siglas. No se dan cuenta del daño que se hacen a sí mismos cuando tratan de mostrar lo despreciables que son los otros. Por eso me gustan más los debates que los mítines. Me gusta más la argumentación serena que los insultos, los gritos y las descalificaciones.

En el libro “Aristóteles y armadillo llegan a la capital”, cuyos autores son los filósofos estadounidenses Daniel Klein y Thomas McCachcart y cuyo subtítulo es “Cómo analizar las mentiras de los políticos con humor”, aparecen unos políticos dialogando sobre el discurso que se va a pronunciar en un mitin. Uno de ellos dice a los colegas: El discurso para el mitin ha quedado muy bien, solamente hay dos ideas que no han quedado suficientemente confusas.

Hay una acusación que siempre me ha resultado pintoresca. Cualquier iniciativa que se plantee en plena campaña merece una inmediata descalificación:

Es una medida electoralista.
Pero, caramba, también esa crítica es electoralista. ¿Hay que dejar de hacer algo que es necesario, oportuno, y conveniente hacer por temor al etiquetado? Pues resulta que no hacer nada también sería electoralista, en el sentido inverso.

Lo que no me parece de recibo es llenar la campaña de promesas falaces, a sabiendas de que lo son. Porque se puede prometer algo sinceramente y después no cumplirlo porque las circunstancias son otras. Pero entonces hay que explicar el porqué del cambio, el por qué de la imposibilidad. He contado alguna vez la historia de un político que muere y llega al otro mundo preguntando por la normativa que existe sobre el destino definitivo. Le dicen que es necesario pasar veinticuatro horas en el cielo y otras veinticuatro en el infierno. Y, después, con sumo cuidado, ya que no existe la posibilidad de cambiar la decisión, es preciso elegir dónde se desea pasar la eternidad.

Deciden comenzar por el infierno. Cuando le abren las puertas del infierno se encuentra a otros políticos de su partido paseando en un clima estupendo y en un camino hermoso. Tienen rostros juveniles y sonrientes, visten trajes elegantes y conversan de manera animada. Camina sin rumbo y encuentra un campo de golf de verde resplandeciente y se entretiene en jugar unos hoyos con otras personas que juegan sin ninguna prisa.

Cuando pregunta dónde se puede comer algo, le dicen que hay un restaurante llamado El Tridente en el que la carta es extraordinaria y completamente gratuita. Se acerca al restaurante y pide caviar, langosta, vinos de marcas exquisitas. Comparte la comida con un alegre grupo de hermosas y elegantes mujeres.

Los altavoces anuncian que en breves momentos comenzarán los bailes y las fiestas. Todos están invitados. No puede estar más feliz. Pasan las horas velozmente. Y, cuando casi se ha olvidado de por qué está allí, le llega un aviso recordándole que ha finalizado su tiempo de estancia en el infierno.

– ¿Qué tengo que hacer ahora?, pregunta.

– Tiene que pasar veinticuatro horas en el cielo, le dicen.

Abren las puertas del cielo y ve unas nubes blancas de diferentes tamaños, le dan un arpa y le informan de que puede pasar de una nube a otra libremente. No hay nadie y nadie vendrá. Él comenta que no sabe tocar el arpa. Tiene que estar solo. Dice que es suficiente, que ya ha decidido. Pero informan de que no es posible abreviar la estancia. El tiempo se le hace interminable y aburrido.

Llega el momento de decidir dónde quiere pasar la eternidad. Dice que no tiene dudas. Quiere ir al infierno. Le advierten una vez más que no puede cambiar la decisión. Lo tiene más que claro. La diferencia ha sido enorme. Si no se puede cambiar, mejor.

Entra de nuevo en el infierno, pero ahora todo es diferente. Los políticos de su partido siguen allí, están vestidos con harapos y buscan comida en la basura. Sus rostros son decrépitos. El clima es asfixiante, el olor fétido e insoportable. Camina en busca del campo del golf para olvidar la pésima impresión, pero está calcinado. Cuando pregunta por el restaurante y la comida le dicen que tiene que buscar en la basura como están haciendo sus compañeros.

Entonces decide cambiar la decisión. Prefiere ir al cielo porque, aunque aburrido, al menos es soportable. Le recuerdan que no es posible. Entonces, irritado, pide elevar una queja enérgica. Le han engañado miserablemente para toda la eternidad. Le aconsejen que vaya a presentar esa queja a las oficinas del infierno.

Ayer pasé aquí veinticuatro horas maravillosas pero hoy, después de elegir pasar aquí toda la eternidad, he visto que todo ha cambiado. ¿Qué ha sucedido? – Muy sencillo, señor. Ayer estábamos en campaña electoral.

Hasta aquí la historia y la evidente conclusión. No se debe prometer hacer un puente en un pueblo en el que no existe un río. No puede ser la campaña una competición para ver quién da más.

Los ciudadanos tenemos que ser exigentes. Para ello tenemos que saber pensar y tenemos que trabajar para convivir en una sociedad justa. Hace unos años Philippe Perrenoud escribió un breve y contundente artículo titulado “La escuela no sirve para nada”. En él dice que puede un político despreciar al pueblo y ser votado masivamente en las siguientes elecciones. Se pregunta el autor: ¿Para qué les sirvió a esos votantes la escuela? ¿Qué aprendieron en ella? ¿Les enseñó a pensar? ¿Les enseñó a convivir en una sociedad cada vez más justa? Inquietantes preguntas.