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lunes, 2 de septiembre de 2019

_- Adolf Hitler en 15 ideas perversas 'Mein Kampf' se sostiene sobre falsedades y desvaríos que su autor intenta cubrir de un barniz histórico o científico.

_- Alemania rompe uno de sus tabúes y vuelve a editar Mein Kampf. 
El libro que escribió Adolf Hitler, del que durante el nazismo se imprimieron 12 millones de ejemplares, reaparece en una edición crítica con más de 3.500 comentarios a cargo de expertos del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich-Berlín, que pretenden poner de manifiesto las mentiras y manipulaciones del líder nazi. El Mein Kampf original se publicó en dos volúmenes en 1925 y 1928. En sus 700 páginas en alemán (las ediciones en español no ocupan más de 400) se incluye una autobiografía de Hitler, un análisis de la situación de Alemania tras la Primera Guerra Mundial y una detallada -a menudo tediosa- exposición del ideario nazi. El hombre que destruyó Europa trata en el libro de dar un barniz histórico o científico a sus mensajes de odio. Esos son 15 puntos esenciales de esta obra:

La conspiración judía. El judaísmo, según afirma Adolf Hitler en Mein Kampf, no es una religión sino un intento de imponer una “dictadura mundial” a través del marxismo y del capitalismo, que ve como una misma cosa. El judaísmo “azuza al obrero contra el burgués” para destruir la economía y que sobre sus ruinas “triunfe la Bolsa”. Cita como prueba el Protocolo de los Sabios de Sion, una burda falsificación aparecida en Rusia a principios de siglo. “Si los judíos fueran los habitantes exclusivos del mundo, no solo morirían ahogados en suciedad y porquería sino que intentarían exterminarse mutuamente, teniendo en cuenta su indiscutible falta de espíritu de sacrificio, reflejado en su cobardía”. Añade que no serían capaces de gestionar un territorio. “Su inteligencia nunca construirá ninguna cosa”.

La raza. “Es un deber para con lo más sagrado velar por la pureza racial”, proclama. Confunde raza y especie al explicar que en la naturaleza “todo animal se apareja con un congénere: la abeja con la abeja, el pinzón con el pinzón...”. Y en su obsesión por la superioridad aria llega a decir: “Seguramente la primera etapa de la cultura humana se basó menos en el empleo del animal que en los servicios prestados por hombres de raza inferior”. A los negros los llama “medio-monos”, “hotentotes” y “cafres”. Darles educación es una pérdida de recursos en “un adiestramiento como el del perro”. Francia, “presa de la bastardizacion negroide”, es una “amenaza para la raza blanca”. Los hijos mestizos son “monstruos, mitad hombre, mitad mono”. Alerta: “Millares de nuestros conciudadanos se hallan ciegos ante el envenenamiento de nuestra raza, sistemáticamente practicado por el judío”. Y se plantea crear comunidades de “élite racial”, colonias con los individuos de sangre mas pura y mejor capacidad. “Será el más preciado tesoro de la nación”, dice.

Primera Guerra Mundial. Hitler dedica muchas páginas a explicar que el Ejército alemán no fue derrotado en el frente sino por la “puñalada en la espalda” de la revolución “judía-bolchevique” de noviembre de 1918 en Alemania (“el más miserable y vil acto de la Historia alemana, la más baja traición a la Patria”). Para el historiador Antony Beevor, es una falsedad manifiesta: la derrota alemana se precipitó tras la batalla de Amiens (el 8 de agosto) y la Ofensiva de los Cien Días. Al narrar su participación en la guerra, Hitler da a entender que combatía en primera línea, cuando sirvió de correo, como ha explicado el historiador Thomas Weber.

Expansión territorial. Hitler cree prioritario expandir el suelo alemán hacia el Este. “Solo un territorio suficientemente amplio puede garantizar a un pueblo la libertad y su vida”. La idea de una conquista económica, en vez de militar, le parece “ridícula”. Ignora deliberadamente el potencial de mejora de la productividad agraria, como subrayó el historiador Timothy Snyder, para justificar las invasiones de otros países. Dice el Mein Kampf: “La política exterior del Estado racista tiene que asegurarle a la raza que constituye ese Estado los medios de subsistencia sobre este planeta, estableciendo una relación natural, vital y sana entre la densidad y el aumento de la población por un lado, y la extensión y la calidad del suelo en que se habita por otro”. Como escribe Martin Amis, es “un anacronismo ridículo” cuya argumentación es “preindustrial”. Y plantearse la ganancia territorial a costa de Rusia era una insensatez desde el punto de vista geográfico y demográfico.

Alianzas. Dos descartes y una preferencia: “El enemigo mortal inexorable del pueblo alemán es y será siempre Francia”. “Rusia no puede ser aliado. No puede haber dos potencias continentales en Europa”. “Solo nos queda un entendimiento posible y ese es con Inglaterra”. Hitler imagina un pacto que permita a Alemania expandirse en el Continente dejando a los británicos el dominio marítimo y colonial (que aparentemente no le interesan). Años después, Rudolf Hess, transcriptor del libro, viajó a Reino Unido buscando un acuerdo antes de la invasión de Rusia. Fracasó y fue detenido.

Ciudadanía. Hitler plantea clasificar a los habitantes en ciudadanos, súbditos y extranjeros. Por nacer en Alemania solo se es súbdito. Para obtener la carta de ciudadanía —”el título más valioso de su vida terrenal”— se exigiría pureza racial y cumplir el servicio militar; las mujeres accederían con el matrimonio o en función del “ejercicio autorizado de una profesión”.

Discapacidad. Lamenta el coste de la asistencia a enfermos o discapacitados, a quienes ve como un peligro para la raza. Considera un deber del Estado evitar “un oprobio único: engendrar estando enfermo o siendo defectuoso”. Así que apuesta por la esterilización forzosa. “Sólo una prohibición, durante seis siglos, de procreación de los degenerados físicos y mentales no sólo liberaría a la Humanidad de esa inmensa desgracia sino que produciría una situación de higiene y de salubridad que hoy parece casi imposible”.

EducaciónEn su empeño por mejorar la raza aria, Hitler quiere aumentar a un mínimo dos horas diarias la educación física de los escolares. Quiere además promover el boxeo: “No existe deporte alguno que fomente como éste el espíritu de ataque y la facultad de rápida decisión”. Y las demás materias, salvo el adoctrinamiento ideológico, le interesan poco. Apuesta textualmente por “sintetizar la enseñanza intelectual reduciéndola a lo esencial”.

Cultura. Detesta las tendencias artísticas de principios de siglo: cubismo, dadaísmo y futurismo. “Es un deber de las autoridades prohibir que el pueblo caiga bajo la influencia de tales locuras. Un tan deplorable estado de cosas debería un día recibir un golpe fatal, decisivo”. Así que fija como objetivo perseguir “todas las tendencias artísticas y literarias pertenecientes a un género capaz de contribuir a la disgregación de nuestra vida como nación”.

Sexualidad. Alarmado por la sífilis, y para evitar el “oprobio” de la prostitución, Hitler apuesta por facilitar las bodas a edad temprana. De esta forma, los jóvenes dejarían de acudir a burdeles. “Nos referimos sobre todo a los hombres, pues en esos asuntos la mujer es siempre pasiva”.

Religión. Hitler hace abundantes menciones a Dios, a menudo como “el creador”, “la divinidad” o “la “providencia”. Y dice que “solo los locos o los crimínales podrían atreverse a demoler la existencia de la religión”. Apuesta por un “cristianismo positivo” del que no da detalles. Promete libertad para practicar las religiones mientras no perjudiquen los intereses nacionales, por supuesto no para el “materialismo judío”. Algunos historiadores, como Alan Bullock, sostienen que Hitler expresó más adelante su desprecio por los valores del cristianismo, una religión “apta para esclavos”, pero al escribir el Mein Kampf se cuida mucho de no ofender a los católicos ni a los protestantes.

Darwin. Hitler no cita a este científico por su nombre pero utiliza las ideas de evolución y de selección natural para dar un barniz científico a sus teorías racistas. Beevor cree que Hitler está más influido por Herbert Spencer y el llamado darwinismo social cuando escribe que “el exterminio del más débil representa la vida del más fuerte” o que "las leyes eternas de la vida en este mundo son y serán siempre una lucha a muerte por la misma vida".

Marx. Hitler admite que ha leído a fondo El capital de Karl Marx: “Llegué a penetrar el contenido de la obra del judío Karl Marx. Su libro El capital empezó a hacérse comprensible y, asimismo, la lucha de la socialdemocracia contra la economía nacional, lucha que no persigue otro objetivo que preparar el terreno para la hegemonía del capitalismo internacional”. Y concluye: “Karl Marx fue, entre millones, realmente el único que con visión de profeta descubriera en el fango de una Humanidad paulatinamente envilecida, los gérmenes del veneno social, agrupándolos, cual un genio de la magia negra, en una solución concentrada, para poder destruir así, con mayor celeridad, la vida independiente de las naciones soberanas del orbe. Y todo esto sólo al servicio de su propia raza”. Eso sí, considera al pensador socialista un ejemplo de uso de la propaganda: “Lo que al marxismo le dio el asombroso poder sobre las muchedumbres no fue de ningún modo la obra escrita, de carácter judío, sino más bien la enorme avalancha de propaganda oratoria que en el transcurso de los años se apoderó de las masas”. Una conclusión chocante: “El mundo burgués es ‘marxístico”.

Democracia. Rechaza el parlamentarismo, que hace del Gobierno “mendigo de la mayoría ocasional”. En ese régimen “la responsabilidad prácticamente deja de existir”. “Es insensato imaginar que, con los recursos de la democracia liberal, es posible resistir a la conquista judaica del mundo”.

Genocidio. Uno de los 25 puntos del programa nazi: “Exigimos la persecución despiadada de aquellos cuyas actividades sean perjudiciales para el interés común”. Otro objetivo explícito en el libro: “que el Estado aniquile tanto al judío como su obra”. Y apunta cómo hacerlo: “Si en el comienzo y durante la guerra se hubiera sometido a la prueba de los gases asfixiantes a unos 12.00 0 o 15.000 de esos judíos (…), no se habría cumplido el sacrificio de millones de nuestros compatriotas en las líneas del frente”.

Y con estos mimbres no es extraño que nos encontremos con partidos que comienzan a reivindicarse de nazis y defender su actuación criminal durante los 12 años de su poder en Alemania y parte de Europa...

Estos militares vencidos en la I G M culparon de ello (a otros la responsabilidad), a la frágil República de Weimar, en este caso. Eran los "políticos" y no ellos, los que se enfrentaron en el campo de batalla y, cometiendo el grave error de luchar en dos frentes, a la leyenda de la puñalada por la espalda y no asumiendo que la derrota fue responsabilidad de ellos, de ahí lo de "Leones por corderos basado en la película de Robert Redford*". Muchos, sin ética, ni moral, para dirigir a sus hombres con humanidad y humildad, sino con una soberbia y falsa conciencia de clase aristocrática que despreciaba a toda persona humilde y de origen popular. Solo lo utilizaban con fines de poder contra el bienestar del pueblo. Discriminaban a los buenos combatientes, si no eran de su clase. La aristocracia soberbia incrustada en el ejército para ponerlo a su servicio, no al servicio de la Nación.

Conspiradores contra la democracia.
Toda esa clase dirigente conspiró contra la República de Weimar y en una reunión convocada dentro del Reichstad (El escritor Éric Vuillard (1968, Lyon) logró el año pasado el Goncourt, el mayor premio de las letras francesas. Y lo hizo gracias a un relato histórico de ese episodio con solo 150 páginas, L’ordre du jour (El orden del día), editado en España por Tusquets-Edicions 62.

En esta obra, tan irónica como enigmática, Vuillard explica el ascenso del nazismo a partir del apoyo de esas clases dominantes y del  Anschluss, la anexión de Austria por la Alemania nazi, en marzo de 1938. A través de descripciones incisivas, detalladas y recuperando hechos históricos que podrían resultar secundarios, pero que en este libro resultan luminosos, el escritor francés hace un retrato descarnado de las élites alemanas, austríacas y británicas de la Europa de entreguerras, para exigir del presidente de la República el general Hindenburg la entrega del poder a Hitler, amén de cantidades ingentes de dinero para la financiación del partido nazi, aparte de impedir que la policía interviniese ante la violencia atroz de las escuadras nazis en los barrios obreros de las grandes ciudades.

La depresión del 29, con sus consecuencias económicas (más de 6 millones de parados y enorme inflación) y psicológicas (la derrota del I G M y sus consecuencias desastrosas para el pueblo), metió de lleno a Alemania en una grave crisis política. Los nazis aprovecharon esa circunstancia para presentar la crisis como el efecto y resultado del sistema democrático de la República de Weimar.

En las elecciones al Reichstag del 14 de septiembre de 1930 pasaron de 12 a 107 diputados. Casi dos años después, en las elecciones del 31 de julio de 1932, obtuvieron 13 millones de votos, el 37,4%, con 230 diputados. Los comunistas ganaban también votos en detrimento de los socialistas y los partidos tradicionales, los conservadores, liberales y los nacionalistas se hundían.

Hay que precaverse frente a las generalizaciones sobre el apoyo del "pueblo alemán" a los nazis. Antes de que Hitler fuera nombrado canciller, el porcentaje más alto de votos que obtuvieron fue el 37,4%. Un 63% de los que votaron no les dio el apoyo y, además, en las elecciones de noviembre de 1932, comenzaron a perder votos y todo parecía indicar que habían tocado techo. El nombramiento de Hitler no fue, por consiguiente, una consecuencia directa del apoyo de una mayoría del pueblo alemán, como tantas veces se publica, sino el resultado del pacto entre el movimiento de masas nazi y los grupos políticos conservadores, con los militares y los intereses de los terratenientes a la cabeza, que querían la destrucción de la República. Todos ellos maquinaron con Hindenburg para quitarle el poder al Parlamento y transformar la democracia en un Estado autoritario.

El 30 de enero de 1933, Hitler fue investido canciller del Reich, porque Hindenburg lo aceptó (en 1932 el banquero Schacht organizó una petición por escrito de industriales para reclamar al presidente Hindenburg el nombramiento de Hitler como Canciller. Una vez en el poder, Hitler nombró a Schacht presidente del Reichsbank, y luego Ministro de Economía en 1934); jefe de un Gobierno dominado por los conservadores y los nacionalistas, donde sólo entraron dos ministros del partido nazis, aunque en puestos clave para controlar el orden público: Wilhelm Frick y Hermann Göring.

Parecía un gabinete presidencial más, como el de Brüning, Franz von Papen o Schleicher. Pero no era así. El hombre que estaba ahora en el poder tenía un partido de masas completamente subordinado a él y una violenta organización paramilitar que sumaba cientos de miles de hombres armados.

Nunca había ocultado su objetivo de destruir la democracia y de perseguir a sus oponentes políticos.
Cuando el anciano Hindenburg murió el 2 de agosto de 1934, a punto de cumplir 87 años, Hitler se convirtió en el führer absoluto, combinando los poderes de canciller y presidente de Reich.

La semilla iba a dar sus frutos: guerra, destrucción y exterminio racial. Lo dijo Hitler apenas tres años después de que Hindenburg, le diera el poder: "Voy siguiendo, con la seguridad de un sonámbulo, el camino que trazó para mí la providencia".

*. En el Films el Dr. Malley dice que durante la Primera Guerra Mundial, miles de soldados británicos murieron en un inútil ataque en contra de soldados alemanes que se hallaban bien resguardados y atrincherados. Los soldados alemanes llegaron a admirar tanto a sus contrapartes que escribieron poemas e historias alabando su heroísmo. También criticaron la arrogante incompetencia de los oficiales del ejército británico quienes, desde la seguridad de la retaguardia, tomaban el té mientras los jóvenes eran sacrificados de manera inútil.
En una de tales composiciones se incluye la observación «En ningún lugar he visto leones conducidos por tales corderos».

Aunque el origen de esta cita se ha perdido en la historia (Ich habe noch nie solche Löwen gesehen, die von solchen Lämmern angeführt werden, la mayor parte de los expertos están de acuerdo que fue escrita durante la Batalla del Somme, uno de los encuentros más sangrientos en la historia de la guerra moderna. Mientras que algunos historiadores militares acreditan como autor a un infante anónimo, otros arguyen que la fuente no es otro que el General Max von Gallwitz, el Comandante Supremo de las Fuerzas Alemanas. En cualquier caso, es aceptada generalmente como una derivación de la proclamación de Alejandro Magno: "Nunca le he temido a un ejército de leones que sea conducido por un cordero. Mas le temo a un ejército de corderos conducido por un león."

PD.: 
Es muy curioso, se habla de Hitler, de sus falsedades y desvaríos y se da por sentado la forma de su ascenso al poder, afirmando que fue democrática y no fue nada democrática, pues no fue resultado del voto del pueblo, ya que más del 60% de alemanes nunca le votó. Por lo tanto, ignorar este dato de los votos, supone un gran fraude histórico y redundar en la manipulación y el engaño. 

Pues lo que no se dice en el artículo es que Hitler no podría haber ocupado la presidencia del gobierno de Alemania sin las decisivas ayuda de los poderes fácticos alemanes; banqueros y el poder económico, los grandes industriales, los poderosos terratenientes, los oficiales, jefes y generales del ejército. Estos poderes ignoraron sus falsedades y desvaríos con tal de terminar con los partidos, sindicatos y organizaciones obreras. A fin de acabar con las luchas y oposición de la izquierda, mediante una dictadura cruel y sangrienta, cuyo fin era destruir el potente el movimiento obrero (el más organizado de toda Europa) y una vez eliminado, esos poderosos ganarían más dinero mediante el aumento de la explotación y de manejar el poder sin oposición... lo decisivo fue, sin duda, la carta escrita por los lideres de las clases dominantes y dirigida al Presidente general Paul Ludwig Hans Anton von Beneckendorff und von Hindenburg, (1847-1934), exigiéndole que nombrara como jefe de gobierno a Hitler. 

Lo que ocurrió al final, sí es más conocido, aunque últimamente se celebra el desembarco en Normandía como el principio del fin de la guerra, eliminando del escenario bélico de la celebración el verdadero vencedor de Hitler, el Ejército Rojo y el pueblo soviético. Una manipulación más.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

La gran traición a Checoslovaquia


El Pacto de Münich, para resolver el problema checo, como ningún otro demostraría las falencias y las debilidades de la política anglo-francesa. Se dio hace 80 años, luego de que Alemania se anexara a Austria. Checoslovaquia, Estado multinacional que surgió como consecuencia de la desintegración del Imperio Austro-Húngaro, luego de la Primera Guerra Mundial, tenía garantizada su existencia por el Pacto de Asistencia Mutua, firmado en 1925 entre Francia y Checoslovaquia. Por otra parte, existía el Tratado Checo-Soviético, según el cual, en el caso de una agresión a Checoslovaquia, la URSS se comprometía a pelear contra el agresor si Francia cumplía con el Pacto de Asistencia Mutua. El 28 de abril de 1938, Gran Bretaña se comprometió a luchar junto a Francia en el caso de una guerra contra Alemania. Los Sudetes era una región montañosa de Checoslovaquia, fronteriza con Alemania, que Hitler reclamaba para sí por estar poblada en algunos sectores mayoritariamente por alemanes. En esta zona se encontraban las principales fortificaciones militares checoslovacas, por lo que Checoslovaquia quedaría totalmente desprotegida si perdía este estratégico territorio. Inglaterra y Francia, que no querían cumplir con sus compromisos, presionaban al gobierno checo para que, con respecto a los Sudetes, diera a Hitler todas las prerrogativas posibles. Se produjo, entonces, la siguiente situación ridícula: Konrad Helein, Führer de los alemanes de los Sudetes, exigía concesiones al borde de lo imposible al Presidente de Checoslovaquia, Edvard Beneš, que cedía por presiones anglo-francesas, entonces, Henlein, por indicaciones de Hitler, exigía más todavía.

En julio de 1938 arribó a Londres el capitán Wiedemann, enviado especial de Hitler. Informó al gobierno inglés que el Führer estaba iracundo y que, de no resolverse el problema de los Sudetes, habría consecuencias desastrosas. A lo que Lord Halifax, Canciller del Reino Unido, le respondió: “Trasmítale a él que espero vivir hasta el momento en que se realice la meta fundamental de todos mis esfuerzos: Ver a Hitler con el rey inglés juntos en el balcón del palacio de Buckingham”.

El 13 de septiembre de 1938, Chamberlain, Primer Ministro de Gran Bretaña, voló a entrevistarse con Hitler en su residencia del Berchtesgaden para “lograr un acuerdo anglo-alemán” que resolviera el problema checo. Le explicaba al rey de Inglaterra que se proponía plantear a Hitler que Alemania e Inglaterra debían ser “los pilares de la paz en Europa y los baluartes contra el comunismo”. Luego de tres horas de conversación, Chamberlain aceptó el traslado de los Sudetes a Alemania. Le pidió a Hitler tiempo para consultar con su gabinete y con París, a los que sostuvo que con la entrega de los Sudetes a Alemania se lograría el deseado arreglo con el Füher y “se podría amortiguar las dificultades existentes y también alcanzar acuerdos en otros problemas”. Francia e Inglaterra tomaron en cuenta al gobierno de Praga sólo para recomendarle que cediera a Alemania aquellas partes de los Sudetes donde vivían más del 50% de alemanes y que anulara los pactos de Checoslavaquia con Francia y la URSS; a cambio de todo eso, se comprometían a garantizar las nuevas fronteras. La respuesta debía ser inmediata, ya que Chamberlain debía encontrarse con Hitler el 22 de septiembre.

El Presidente Beneš, preguntó a la Unión Soviética si estaba dispuesta a ayudar a su país en el caso en que Francia no lo hiciera y si tendría el respaldo de Moscú en la Liga de Naciones en el caso en que Checoslovaquia solicitara ayuda a ese organismo. Al día siguiente, Beneš recibió la contestación afirmativa de ambas preguntas. Con este apoyo, Beneš rechazó la propuesta de Chamberlain. Inglaterra y Francia montaron en cólera y le presentaron un ultimátum a Beneš: “Si los checos se agrupan con los rusos, la guerra podría transformarse en una cruzada contra los bolcheviques. Entonces a los gobiernos de Inglaterra y Francia les sería muy difícil quedar al margen”. Los checos aceptaron el ultimátum la mañana del 21 de septiembre.

Hitler le exigió a Chamberlain, en la ciudad alemana de Godesberg, que antes del 28 de septiembre los Sudetes debían formar parte del Tercer Reich y, a pedido de Chamberlain, alargó el plazo hasta el 1 de octubre. Lord Halifax fue el encargado de entregar el memorándum a Jan Masaryk, el Embajador de Checoslovaquia. Se produjo el siguiente diálogo, Lord Halifax: “Ni el Primer Ministro inglés ni yo queremos darle consejo alguno con respecto al memorándum. Pero piénselo bien antes de responder negativamente a él. El Primer Ministro está persuadido de que Hitler sólo quiere los Sudetes, si lo consigue no reclamará nada más”; Masaryk: “¿Y usted cree eso?”; Lord Halifax: “Yo no le he dicho que el Primer Ministro esté convencido de eso”; Masaryk: “Si ni usted ni el Primer Ministro quieren darnos ningún consejo sobre el memorándum, entonces, ¿cuál es el papel del Primer Ministro?”; Lord Halifax: “El de correo y nada más”; Masaryk: “Debo entender que el Primer Ministro se ha convertido en recadero del asesino y salteador, Hitler”; Lord Halifax, un poco turbado: “Pues, si le parece, sí”.

Chamberlain envió a Beneš un mensaje en el que insistía que Praga debía cesar toda resistencia. La tarde de ese mismo día pronunció un discurso en el que sostuvo: “Qué horrible, qué increíble es que tengamos que abrir trincheras, ponernos máscaras antigás por la querella de un lejano país, de cuyo pueblo no sabemos nada”. Por noche, Alemania propuso la realización de una conferencia de cuatro potencias: Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. No fue tomada en cuenta la URSS, tampoco Checoslovaquia, que en esta conferencia perdió la quinta parte de su territorio, la cuarta parte de su población y la mitad de su industria pesada.

Chamberlain aceptó asistir a Münich el 28 de septiembre. A la delegación checa, que esperaba impaciente fuera del lugar de la reunión, se le comunicó verbalmente el destino nefasto de su país. Sus delegados reclamaron indignados por lo monstruoso, criminal y absurdo de la resolución, a lo que se les contestó: “¡Es inútil discutir! Está decidido”. En Münich se dieron los primeros pasos para la firma de una alianza entre Inglaterra y Alemania. El objetivo lo descubre el historiador conservador inglés Sir Wheeler Bennet: “Existía la oculta esperanza de que la agresión alemana, si se la lograba encauzar hacia el Este, consumiría sus fuerzas en las estepas rusas, en una lucha que agotaría a ambas partes beligerantes”.

Chamberlain regresó a Londres. Blandía con mucho orgullo un papel que, según dijo, “aseguraba la paz por una generación”. Para reafirmar sus palabras citó la frase de Henrique IV, de Shakespeare: “De la ortiga de los peligros sacaremos las flores de la salvación”. El periódico Izvestia de Moscú le recordó al día siguiente la réplica que sigue a la misma frase: “La empresa que has cometido es peligrosa, los amigos que me has enumerado son inseguros, y el mismo momento ha sido mal escogido. Toda tu conspiración es demasiado liviana como para pesar más que dificultades graves”.

El drama de Münich tiene su epílogo. El 15 de marzo de 1939, las tropas alemanas entraron a Praga ante la impotente mirada de Inglaterra y Francia, los “garantes” que no movieron un dedo para prestar la mínima ayuda a Checoslovaquia; política que hasta ahora no ha cambiado y sigue favoreciendo al agresor.

Actualmente estos dos países, y otros aliados, se suman a las agresiones imperiales que se llevan a cabo a lo largo de todo el planeta.

martes, 18 de septiembre de 2018

“Ahora los ricos ya no necesitan al pueblo”. Entrevista a Éric Vuillard, escritor, Premio Goncourt 2017.

El escritor Éric Vuillard (1968, Lyon) logró el año pasado el Goncourt, el mayor premio de las letras francesas. Lo hizo gracias a un relato histórico de solo 150 páginas, L’ordre du jour (El orden del día), editado en España por Tusquets-Edicions 62. En esta obra, tan irónica como enigmática, Vuillard explica el ascenso del nazismo a partir del Anschluss, la anexión de Austria por la Alemania nazi, en marzo de 1938. A través de descripciones incisivas y detalladas y recuperando hechos históricos que podrían resultar secundarios, pero que en este libro resultan luminosos, el escritor francés hace un retrato descarnado de las élites alemanas, austríacas y británicas de la Europa de entreguerras.

“Su ceguera y el menosprecio social (de las élites británicas) terminó desembocando en la impotencia de las democracias europeas ante el nazismo”, asegura Vuillard durante una entrevista en una cafetería cercana a la estación de trenes de Rennes, la capital de la Bretaña, donde reside desde hace varios años. Vuillard, que ya había recibido el reconocimiento de la crítica por su novela anterior, 14 juillet, sobre el inicio de la Revolución Francesa, desgrana los aspectos principales de sus últimas obras. En ellas, relata hechos históricos, pero estos interrogan constantemente al lector sobre problemáticas presentes, como la irresponsabilidad de las élites, el incremento de las desigualdades y el auge de la extrema derecha.

Su novela El orden del día trata sobre el Anschluss, la anexión de Austria por la Alemania nazi. ¿Por qué escogió este tema?
La lectura de las Memorias de Winston Churchill me llevaron a interesarme por el Anschluss. Ya las había leído cuando tenía 18 años, pero volví a leerlas y me di cuenta de algunos elementos interesantes que entonces me parecieron insignificantes. Uno de ellos fue la comida en Downing Street, que se produjo el mismo día del Anschluss (el 12 de marzo de 1938), entre el entonces primer ministro británico, Neville Chamberlain, y el ministro de Exteriores de la Alemania nazi, Joachim von Ribbentrop. En esta escena vemos la complacencia excesiva de Chamberlain hacia Ribbentrop, un comportamiento típico de la alta aristocracia británica. Me pareció un ejemplo claro de la hipocresía de la gentry británica y de las élites europeas de ese momento. Estas trataron a los nazis con el menosprecio de una aristocracia y alta burguesía que los veía como arribistas. Pero esta ceguera y menosprecio social terminó desembocando en la impotencia de las democracias europeas ante el nazismo.

El comportamiento y la subjetividad de las élites es en el fondo el tema principal de su novela.
Sí, lo que me pareció más interesante describiendo el Anschluss fue hacer el retrato de una élite. Formar parte de una élite no significa solo ocupar, por ejemplo, un puesto en el gobierno, sino compartir una subjetividad producida por un espacio. Uno de los grandes problemas que tenemos en la actualidad es la constitución de las élites y la relación del pueblo con ellas.

¿Considera que en la actualidad podríamos hablar de una radicalización de las élites como lo hace el sociólogo Emmanuel Todd?
En el libro El orden del día vemos cómo se produce una radicalización del menosprecio, sobre todo de la aristocracia británica. Me parece asombroso que el conde de Halifax titulara Plenitud de días su libro de memorias, en el que sobre todo hablaba de la Segunda Guerra Mundial. Esto nos muestra un menosprecio del dolor, los muertos y del sufrimiento de otros. En la actualidad, seguimos viendo este menosprecio y cómo las élites se comportan sin escrúpulos y de forma poco responsable. Esto se debe al hecho de que no hay prácticamente ningún poder que les haga frente.

Estas élites parecen cada vez más alejadas e inaccesibles para el pueblo…
En el siglo XIX ya existía una gran división entre el pueblo y las élites. Pero entonces las élites eran mucho más reducidas y más visibles, el pueblo las veía constantemente. Ahora los más ricos ya no necesitan al pueblo. Solo se codean con las clases medias, viven en barrios apartados, pueden pedir que les entreguen la compra a domicilio…Esto también afecta al trabajo del escritor. ¿Cómo podemos escribir sobre unas clases pudientes que ya no frecuentamos ni vemos? Ante esta ceguera, el pasado es un recurso.

Podemos documentarnos sobre hechos históricos a través de archivos, fotografías, películas… Me resultó muy sorprendente el hecho de que el exministro de Economía griego, Yani Varoufakis no tuviera derecho a tomar apuntes durante las reuniones del Eurogrupo, en las que se debatía sobre el rescate de Grecia. Nadie podía hacerlo. Lo que nos muestra que estas reuniones no dejan archivos. Constantemente hay reuniones entre dirigentes políticos y grandes empresarios y no sabemos lo que se decide en ellas. En cambio, sobre el pasado tenemos incluso conocimiento de una reunión secreta entre altos dirigentes nazis y los grandes empresarios alemanes en febrero de 1933, poco antes de la llegada al poder del nazismo. Sabemos lo que se pasó durante este encuentro porque nadie prohibió al industrial Gustav Krupp que tomara notas. Así que ahora podemos saber cómo se forjó esta alianza entre los grandes empresarios alemanes y el nazismo.

A pesar de que el tema principal de su obra es la anexión de Austria por el nazismo, empieza hablando sobre esta reunión entre altos dirigentes nazis y los pesos pesados de la industria alemana, Krupp, Albert Vögler o Wilhelm von Opel. ¿Por qué?
Lo más chocante de esta reunión entre dirigentes nazis y el patronato industrial es que muchos de estos empresarios, como Krupp, no se reunieron solo con los nazis, sino también con otros dictadores y dirigentes. Tratan a los nazis como a jefes de Estado ordinarios. No son ni más ni menos competentes para aplicar una política de estabilidad que priorice la economía. Para los empresarios, se trata de una reunión ordinaria. Lo que resulta terrible.

Lo que demuestra las profundas contradicciones entre el capitalismo, el progreso moral y la democracia…
Tanto en las escuelas de negocios como en las facultades de Economía, se concibe la economía política como una ciencia desprovista de moral. Se explica que la gestión de los negocios requiere una ausencia de moralidad para ser eficaz. Este pensamiento es el que rige la reunión entre los dirigentes nazis y los empresarios alemanes. Por el bien de sus negocios, aceptaron pactar con los nazis y participar en un complot que tenía como objetivo la destrucción de la República de Weimar.

Además de favorecer la llegada al poder del nazismo, grandes empresarios, como el mismo Krupp, se beneficiaron del trabajo forzoso en los campos de concentración. ¿También se repitieron este tipo de situaciones en Francia?
Sí, sin duda. Por ejemplo, Renault fue nacionalizada después de la guerra por su colaboración con el Ejército alemán. El grupo Berliet también se benefició del trabajo en los campos de concentración. El interés económico no tiene fronteras. Quizás la única gran diferencia eran las costumbres más rígidas y autoritarias de las empresas alemanas. Un estilo que todavía podemos ver en la actualidad.

Otro de los episodios más chocantes de su última novela es la escena en la que los tanques, pocos kilómetros después de haber cruzado la frontera con Austria, sufren averías y se quedan varados. ¿Cómo descubrió esta escena? ¿Por qué la incluyó?
Lo más interesante de esta escena es que nos muestra el carácter improvisado de la anexión de Austria en 1938. Entonces, los tanques estaban preparados para circular 5 o 10 kilómetros, pero no los más de 100 que separaban Viena de la frontera con Alemania. Esto explica la mayoría de averías que sufrieron los tanques y que tuvieran que ser transportados en tren hasta la capital austríaca. Además, en ese momento los blindados alemanes no estaban preparados para combatir contra los tanques franceses. En definitiva, esto nos muestra que la “Blitzkrieg”, la guerra relámpago de la Alemania nazi consistió, sobre todo, en crear la idea de una capacidad militar imparable a través de una estrategia miserable.

Es decir, ¿el “blitzkrieg” (guerra relámpago) fue sobre todo una construcción de la propaganda alemana?
El “blitzkrieg” como teoría militar consistente no se construyó hasta después de la campaña en Francia, en 1940. Antes de todo fue un mito, después se construyó la teoría militar. De hecho, la mayoría de las imágenes del Anschluss de las que disponen ahora los documentalistas son imágenes difundidas por el mismo Ministerio de la Propaganda nazi, dirigido por Josep Goebels. Estas nos muestran un ejército muy disciplinado, motorizado y eficaz. Algo que no se correspondía con la realidad, como lo demuestra el episodio de las averías en los tanques nazis nada más cruzar la frontera con Austria. El “blitzkrieg” fue, sobre todo, un mito que fracasó durante buena parte de la Segunda Guerra Mundial, especialmente durante la campaña en Rusia.

La mayoría de sus novelas tratan sobre hechos y personajes históricos.
Me intereso por la historia porque me resulta muy complicado hablar sobre el presente. El mundo en el que vivimos me parece ambiguo y disperso; la situación actual resulta muy confusa. Ninguno de nosotros podrá decir qué sucederá en el futuro. Es un futuro inquietante aunque, aparentemente, nada cambia.

En su trabajo sobre el pasado y la historia, vemos una cierta similitud con lo que reivindicaba el escritor alemán Walter Benjamin de “pasarle a la historia el cepillo a contrapelo”. ¿Le parece una comparación pertinente?
Benjamin murió demasiado joven, la mayoría de sus obras están incompletas, solo contienen fragmentos. Esto favorece que siempre haya ambigüedades. Pero uno de los aspectos que me parece más interesante en Benjamin es la manera en la que establece una relación entre el pasado y el presente. De forma poética, nos transmite que en el pasado siempre hay fragmentos que están a la espera de nuestra interpretación. Miramos cada momento histórico en función de nuestra época. El pasado no está muerto, se reconfigura constantemente. En Benjamin hay una forma de marxismo histórico, pero más flexible, líquido.

Pero a diferencia de lo que solía hacer la historiografía social, usted prefiere hablar sobre las élites políticas y económicas. ¿Por qué?
Creo que ha habido dos etapas tanto en la literatura como en la historia a lo largo del siglo XX y a principios del XXI. La primera de ellas empieza con la Primera Guerra Mundial, en la que los pueblos europeos, sobre todo los franceses y alemanes, fueron abandonados en las trincheras europeas durante cuatro años. El segundo gran hecho histórico fue la revolución bolchevique, que generó una gran inquietud entre las élites. Estas experiencias tuvieron una gran influencia en la literatura europea: Erich Maria Remarque, en Alemania o con Louis-Ferdinand Céline o Jean Giono, en Francia.

Entonces, se enterró definitivamente el mito de la guerra y la literatura se dedicó a contar el sufrimiento de soldados anónimos. Las ciencias humanas también siguieron este camino, con la escuela de los Anales de Marc Bloch y Lucien Febvre. El objetivo no era hablar de las élites, sino explicar el sufrimiento de los campesinos, de los obreros… Pero el problema de esto es que se dejó de lado a aquellos que toman las decisiones que afectan a nuestras vidas. Así que ahora debemos interesarnos de nuevo por las élites. Para ello hace falta construir nuevos estilos literarios. Yo apuesto por una forma de relato no lineal en el que se hable de las élites, pero también de los que sufren.

En el último capítulo de El orden del día, asegura que “nunca caemos dos veces en el mismo abismo, pero siempre caemos de la misma forma con una mezcla de ridículo y horror”. ¿Le preocupa el auge de la extrema derecha en Europa?
Creo que estamos en una situación de gran ambigüedad e incertidumbre. Europa se construyó con promesas de paz y de unión, de eficacia económica y de democracia. Pero en el mundo actual la eficacia económica no necesita para nada la democracia, así lo refleja perfectamente el caso de China. Esto hace que los liberales sean menos liberales y prioricen la eficacia en lugar de la libertad. Por ejemplo, con el caso del nuevo Gobierno italiano, lo que preocupaba a la Unión Europa no era que se eligiera a un neofascista como ministro del Interior (Matteo Salvini), sino a un ministro de Finanzas (Paolo Savona) crítico con el euro. Esto nos muestra claramente que lo que importa a las élites es la relación entre las finanzas y la UE. En cambio, el auge de la extrema derecha y el autoritarismo no les preocupa demasiado.

Su novela 14 juillet, en la que describe la toma de la Bastilla en el verano de 1789, fue publicada en la primavera de 2016, al mismo tiempo que surgió el movimiento de indignación Nuit Debout en Francia. ¿Influyeron el movimiento de los indignados, las primaveras árabes y otros semejantes en la escritura de este libro?
Quería escribir sobre una insurrección popular. Pero la mayoría de las revueltas que escogía habían fracasado tras ser reprimidas. Escribir sobre ello hubiera resultado reaccionario. Aunque se trate de hechos incomparables, con los movimientos de indignados y con la Nuit Debout teníamos sentimientos parecidos a los de la Revolución Francesa. Resurgía el sentimiento colectivo, de volver a hablar entre nosotros en asambleas populares. Me pareció que el 14 de julio era la fecha más indicada, ya que no solo se trata de una insurrección victoriosa, sino que ahora se ve como una fiesta nacional. Quise recuperar el 14 de julio desde el punto de visto del pueblo. Deconstruir la toma de la Bastilla petrificada en fiesta nacional y mostrarla como una insurrección popular, en la que las clases populares tuvieron un rol fundamental.

Curiosamente, nació en Lyon en mayo de 1968. ¿Qué ha representado para usted el Mayo del 68?
Mi padre participó en él y, durante mi juventud, esta experiencia siempre estuvo presente durante las conversaciones con amigos mayores que habían participado en las movilizaciones. La visión que no respaldo de Mayo del 68 es que fue un movimiento únicamente a favor de la liberación sexual y de las costumbres. Simpatizo bastante más con el 68 político. Esa revuelta fue la última vez en que fructificó una esperanza colectiva. Este sentimiento fue compartido por una parte muy significativa de la población francesa, desde los estudiantes hasta los obreros. Esto no es un hecho menor. Hay una frase que me apasiona de la obra de Jean-Paul Sartre L’Espoir Maintenant. En ella dice: “Nunca he considerado la esperanza como una ilusión lírica”.

Fuente:
http://ctxt.es/es/20180912/Culturas/21684/nazismo-eric-vuillard-francia-segunda-guerra-elites-economicas-capitalismo-enric-bonet.htm

Éric Vuillard: “Recurrir a la ficción puede ser engañoso”  Goncourt premia una novela sobre el ascenso de  Los cocineros del Infierno, MANUEL RIVAS. Se trata de El orden del día, de Éric Vuillard “Recurrir a la ficción puede ser engañoso”.
 El escritor francés publica 'El orden del día', crónica impresionista del ascenso de Hitler al poder, con la que se llevó el Premio Goncourt.

martes, 14 de agosto de 2018

A propósito de la carta de desagravio a Franco



Yo también soy un militar retirado. Y si no me sorprende la carta que, ya van más de 600, altos mandos militares retirados han firmado en pretendido desagravio a la figura “militar” del general Franco es porque, desgraciadamente, he tenido que vivir el ambiente irrespirable de los cuartos de banderas y de las cámaras de oficiales durante mucho tiempo.

Sin entrar en más disquisiciones, quiero plantear únicamente dos cuestiones:

El General Franco se levantó en armas contra el gobierno legítimo de la República, provocando una guerra de exterminio que no hubiera podido ganar si no hubiese sido por el aporte de las tropas coloniales y sus métodos y por el apoyo decidido de las dos potencias fascistas del momento, Alemania e Italia.

Tanto en su ofensiva militar como tras su traicionera victoria, ordenó la ejecución de los más terribles crímenes de guerra y de lesa humanidad, en especial contra la población civil que, entre otras cosas, han puesto a España en el oprobioso segundo lugar entre los países del mundo en número de desaparecidos, tras Camboya.

Me llena de vergüenza que profesionales de las Fuerzas Armadas defiendan esta memoria, pretendiendo que tuvo una brillante carrera y una conducta ejemplar como militar. El principal deber de un militar es ser leal a su pueblo y defender su soberanía hasta la muerte; y su conducta debe estar siempre guiada por el respeto a las leyes de la guerra y al derecho a la vida de los no combatientes, o se convierte en un vulgar criminal amparado por su posición de fuerza incuestionable.

Las 600 firmas no hacen otra cosa que poner en evidencia, ante todo el pueblo español, lo que solo para los que hemos vivido la vida militar resulta patente y que los poderes públicos se han venido esmerando por negar desde la muerte del dictador: la mentalidad fascista pervive con fuerza entre los mandos militares.

El pueblo español tiene un grave problema con sus mandos militares, pese a todos los esfuerzos por blanquear su imagen a base de implicarles en el juego de las criminales intervenciones militares imperialistas desatadas por la potencia hegemónica y que se publicitan como de mantenimiento de la paz.

Los sucesivos gobiernos españoles y la práctica totalidad de las fuerzas parlamentarias han sido corresponsables del mantenimiento de esta situación, implicando a sus Fuerzas Armadas en la supuesta “defensa colectiva” contra enemigos de la Patria inexistentes o definidos desde fuera. La mentalidad supremacista y antipopular implícitas en el fascismo de sus mandos militares es funcional a este objetivo.

Todo ello, en lugar de prepararse para defender nuestra propia soberanía de su inevitable acoso en el caso hipotético de unas políticas realmente soberanas, como vienen demostrando, una y otra vez, los casos de Yugoslavia, Afganistán, Irak o Libia, todas ellas arrasadas por la OTAN o algunos de sus socios.

Hablan de la obsesión de la izquierda por desacreditar la figura “militar” de Franco… será porque ellos dicen ser ni de derechas ni de izquierdas, solo militares patriotas. Yo les digo que son patriotas los que defienden de veras la soberanía, la independencia y la liberación de sus compatriotas de la tiranía difusa de los poderosos, no los que se alzan en armas en nombre de la entelequia “patria” por ellos construida, ni los que colaboran en la destrucción de países que nada han hecho contra nosotros.

Manuel Pardo de Donlebún. Capitán de navío de la Armada, en la Reserva y miembro del Colectivo Anemoi

"Declaración de respeto y desagravio al general Francisco Franco Bahamonde, soldado de España",

martes, 17 de abril de 2018

Los sindicatos en EEUU, inesperados aliados de los trabajadores sin papeles

Mike Elk The Guardian / El Diario (España)

Algunas organizaciones sindicales en la construcción llegaron a delatar en el pasado a trabajadores sin papeles a la policía de inmigración.

Manifestación en favor de los derechos sindicales en Nueva York el 24 de febrero en una movilización nacional con motivo del recurso en el Supremo. Manifestación en favor de los derechos sindicales en Nueva York el 24 de febrero en una movilización nacional con motivo del recurso en el Supremo. Erik McGregor / ZUMA PRESS

Mientras la Administración de Trump lleva hasta el lugar de trabajo su lucha contra los trabajadores sin papeles, algunos sindicatos de EEUU están defendiendo a sus afiliados y creando un nuevo frente en la batalla entre el Partido Republicano y los trabajadores organizados.

A Hugo Mejía Murguía, un trabajador sin papeles del norte de California, lo llamaron en mayo por un trabajo. Fue un turno que cambiaría su vida y se convertiría en el inicio de una campaña nacional.

Cuando llegó a la base de la Fuerza Aérea de Travis en Fairfield (California), la policía militar llamó al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) al comprobar en su carné de conducir de California que Mejía Murguía no tenía papeles de residencia. Cuando el ICE se presentó en el lugar también detuvo a Rodrigo Núñez, otro trabajador sin papeles.

"Mi vida cambió, en solo cinco o diez minutos sentí que lo había perdido todo", dijo a The Guardian Mejía Murguía, padre de tres hijos.

Dos semanas después, su esposa fue a visitarlo a un centro de detención de inmigrantes. Asombrada, escuchó que el Sindicato de Pintores Local 82 al que pertenecía su marido había contratado a un abogado para defenderlo. "Yo pensaba que mi afiliación al sindicato me servía para trabajar y tener un seguro para mis hijos. Nunca se me ocurrió que mi sindicato me fuera a ayudar en un caso como este, fue increíble", dijo Mejía Murguía.

Bajo la bandera #FreeHugo, su sindicato hizo todo lo posible por él, organizando manifestaciones en todo el país para evitar su deportación.

Para Mejía Murguía, la presión fue intensa. "Un par de veces intenté dejarlo. Era tan difícil estar lejos de mi familia; era duro verlos llorar al otro lado del cristal, sin poder tocarlos cuando venían a visitarme", dijo. "Cuando me dieron las cartas y vi el apoyo, me emocioné y me sentí menos solo con mi caso".

Tras 204 días de detención, el 22 de noviembre fue finalmente puesto en libertad gracias al activismo de su sindicato en las calles y en los tribunales. Le concedieron el permiso de residencia por motivos de asilo político. Rodrigo Núñez tuvo menos suerte. Lo deportaron a México.

Una fuerza laboral migrante
Los diferentes destinos de Núñez y Mejía Murguía ponen de relieve una división dentro del movimiento sindical en lo referido a los trabajadores indocumentados, cada vez más presionados bajo la Administración de Trump.

El sindicato de Núñez, la Hermandad Unida de Carpinteros (UBC, por sus siglas en inglés), no lo defendió. Mientras en las últimas décadas el Sindicato de Pintores ha decidido abrazar la causa de su fuerza laboral, cada vez más inmigrante, la relación con los inmigrantes de la UBC es mucho más tensa.

En marzo del año pasado el representante del Consejo Regional de Carpinteros del Noreste Bill Bing llegó a admitir ante el periódico Buffalo News que su sindicato llamaba al ICE regularmente para denunciar la presencia de trabajadores indocumentados en construcciones del norte del Estado de Nueva York.

"Hay muy buenos contratistas, trabajando con sindicatos locales o no, que sufren las consecuencias de estos negocios sucios", dijo Bing a Buffalo News.

En los Sindicatos de la Construcción de América del Norte, los dirigentes han sido tradicionalmente blancos. Los grupos de derechos civiles les han pedido una y otra vez que admitan a afroamericanos. Durante décadas, sindicatos como la Hermandad Unida de Carpinteros han llamado a las autoridades de inmigración para deportar a los trabajadores indocumentados.

Pero la actitud cambió en las últimas dos décadas, desde que los sindicatos de la construcción trataron de afiliar a más trabajadores indocumentados. En la era de Trump, muchos dirigentes sindicales ven una oportunidad para acelerar esos cambios.

"¿Ha intensificado nuestros esfuerzos la era de Trump? Por supuesto", dice el presidente de la Unión de Pintores, Ken Rigmaiden. "Hay demasiadas razones para enumerarlas todas, pero una en particular es que se está obligando a 11 millones de inmigrantes a regresar al dinero negro de la economía de la construcción, donde prosperan el robo de salarios y la intimidación".

Desde que fue elegido en 2013 como el primer presidente afroamericano del sindicato, Rigmaiden ha liderado los esfuerzos para lograr que los sindicatos de la construcción se hagan cargo de los inmigrantes.

En julio de 2017, Rigmaiden contrató a Neidi Domínguez para que coordinara la campaña estratégica nacional del Sindicato de Pintores. Con 30 años, Domínguez había emigrado de México a los Estados Unidos cuando tenía 9. Vivió indocumentada hasta los 25.

Domínguez es la primera mujer latina en dirigir uno de los principales departamentos del Sindicato de Pintores. No solo se ha esforzado para aumentar la presencia y actividad de su propio sindicato en temas de inmigración. También está presionando a otros sindicatos para que sean más activos.

La opinión de los dirigentes como Domínguez es que los sindicatos de la construcción deben hacer más por los trabajadores inmigrantes si quieren sobrevivir, teniendo en cuenta que la mayoría de los nuevos miembros de la fuerza laboral en la construcción son latinos.

Los trabajadores ya no son solo blancos
"Durante mucho tiempo, los oficios de la construcción no han estado ocupados sino por un grupo de hombres blancos; eso está cambiando, pero no a la velocidad que haría falta", dijo Domínguez.

Bajo la dirección de Domínguez, el sindicato contribuyó al lanzamiento de Familias Trabajadoras Unidas, la coalición que ha servido para aglutinar los esfuerzos de los sindicatos en la protección a los trabajadores amenazados por la deportación. También exige a los sindicatos que sean más inclusivos con los inmigrantes.

Debido a los cambios de la Administración de Trump con relación a los trabajadores indocumentados, el Sindicato de Pintores es uno de los muchos que se ha convertido en santuario para inmigrantes, con programas para defender a sus miembros frente a la amenaza de la deportación.

No solo los sindicatos se han comprometido más con sus miembros inmigrantes enfrentados a la posibilidad de la deportación. Sus políticas hacia fuera también han comenzado a cambiar.

Durante los debates de 2013 sobre inmigración, la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (la mayor central obrera de Estados Unidos, AFL-CIO por sus siglas en inglés) adoptó oficialmente el uso del sistema online E-Verify para verificar la documentación de los trabajadores de la construcción. Aunque algunos sindicatos todavía usan E-Verify, muchos dirigentes sindicales han notado un cambio.

Uno de los factores que han contribuido en el giro hacia la izquierda de los sindicatos de la construcción ha sido el surgimiento de los dirigentes sindicales latinos. Mitad mexicano, mitad polaco y residente en Racine (Wisconsin), Randy Bryce es uno de los más conocidos. Trabaja en la siderurgia. Lo llaman "bigote de hierro" por su distintivo vello facial. Su popular campaña contra el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, lo ha convertido en un éxito de las redes sociales.

Pese a vivir en un distrito del sureste de Wisconsin donde los latinos sólo representan el 5% de la población, Bryce ha hecho de la reforma migratoria el tema central de su campaña. Fue arrestado hace poco durante una protesta contra el rechazo de Ryan a la Dream Act que protegía a los jóvenes indocumentados criados en Estados Unidos.

"A la gente le está llegando el mensaje", dijo Bryce. "Yo le digo a la gente que todo el mundo está tratando de llegar al sueño americano. Cada vez es más difícil de encontrar, pero son ellos los que están arriesgando sus vidas intentando venir para encontrarlo. No es culpa de ellos, es de los jefes que tratan de mantenernos con la bota encima".

Traducido por Francisco de Zárate

Fuente:
http://www.eldiario.es/theguardian/sindicatos-EEUU-inesperados-aliados-trabajadores_0_753125054.html

Nota:
Comprendéis ahora por qué Hitler suprimió los sindicatos, confiscó sus bienes y encarceló y asesinó a la mayoría de sus miembros dirigentes o cuadros? (Por cierto con las riquezas confiscadas levantó la fabrica Wolkswagen, un robo y crimen más, sin consecuencias, nadie fue nunca juzgado. La fábrica llegó a tener mas del 80% de trabajadores esclavos en régimen de terror (1))  Por qué, la Esperanza Aguirre, tb los ha querido eliminar y los ignora?  O la Tacher luchó con policías a caballos para romper las huelgas,... Todos contra los sindicatos, (ahora muy de moda, incluso formando "Plataformas" que nadie sabe que esconden) no por las malas cosas que hacen o los errores, que también los cometen, sino por sus aciertos y bondades, como refleja la noticia.
1) El escándalo de Volkswagen. Cómo, cuándo y por qué Volkswagen manipuló las emisiones de sus vehículos. Jack Ewing (Periodista del NYT)

sábado, 24 de junio de 2017

La mancha del nazismo persigue a Associated Press. La agencia analiza su propia cobertura de los hechos en la Alemania nazi en un amplio informe.

Adolf Hitler saluda a unos niños soldado el 19 de marzo de 1945, en la que es la última foto que AP distribuyó del dictador antes de que este se sucidara pocas semanas después.















En 1933 la oficina de Associated Press en Berlín recibió la fotografía de un reportero de Múnich en la que la policía paseaba a un empresario judío en pantalón corto por la ciudad y con un cartel antisemita colgando de su cuello. Las primeras muestras de los horrores del Holocausto empezaban a verse en las calles en imágenes como esas y el jefe de la corresponsalía guardó la instantánea en un cajón. Cuando Nueva York le pidió explicaciones, Louis P. Lochner respondió: "Aborrezco la censura, y me siento fatal por no poder informar de todo lo que sabemos", decía, pero "es más importante permanecer aquí". En el 35, bajo esa misma filosofía, AP cumplió la ley nazi y expulsó a todos los empleados judíos con los que contaban. Se habían resistido dos años.
Associated logró permanecer en Berlín hasta 1941 pese al golpe nazi a la libertad de prensa, pero no le salió gratis. Las facturas que pagó son la columna vertebral de un amplio informe que AP acaba de publicar pasando revista a todo el trabajo que hizo en la Alemania nazi: el paso de la censura a la autocensura, el silencio ante ciertos abusos del Ministerio de propaganda del III Reich o el trabajo de personajes oscuros como Franz Roth, un "ardiente nazi", conocido retratista para la SS, que trabajaba para AP.

Hay capítulos de aquel tiempo que no se habían descubierto hasta ahora. Associated puso en marcha esta investigación a raíz de un artículo que la historiadora alemana Harriet Scharnberg publicó en 2016 bajo el título La A y la P de Propaganda. Associated Press y el fotoperiodismo nazi. En él, la académica concluía que la agencia estadounidense había actuado en complicidad con el régimen para ocultar las atrocidades del nazismo, así como la exterminación de los judíos, y presentar los hechos como si fueran los propios de una guerra convencional. "AP fue la única agencia fotográfica angloamericana -con operaciones a nivel internacional- que mantuvo una subsidiaria abierta después de 1935. AP aceptó las leyes de control de prensa alemanas y por tanto se amoldó al sistema de control de la prensa de la Alemania nazi", señala Scharnberg.

Ahora, a lo largo de 163 páginas y unas cuarenta pruebas documentales, el informe de AP examina todo el período que va entre 1933 y 1945 y exculpa a la agencia de colaboracionismo. Sostiene que operó con la "mayor sinceridad e independencia posibles" pensando en la permanencia en el país como bien mayor, aunque admite que algunas situaciones "se manejaron de forma inadecuada", como cuando se calló ante ciertas manipulaciones flagrantes de sus imágenes o se contó con fotógrafos adictos al régimen.

La figura en el centro de todo este retrato es Lochner, jefe de la oficina de Berlín y en 1939 fue galardonado con el Pulitzer de corresponsalía precisamente por su trabajo sobre el régimen. "Incurrieron en ocasiones en la autocensura. En el informe se ve cómo Lochner trataba de sacar las historias, aunque al mismo tiempo trataba de no ser expulsado del país. Ese es el alambre en el que caminaba", explica por teléfono John Daniszewski, vicepresidente de AP.

El mayor hallazgo ha sido la génesis del llamado "Laux Bureau", opina Larry Heinzerling, profesor de periodismo de Columbia y subjefe de internacional de AP, ya jubilado, que ha elaborado el informe con las aportaciones de Herschaft, investigador de la agencia. En 1941, cuando EE UU entra en guerra, el ministro de Propaganda, Helmut Laux, toma el control de la oficina pero llega a un acuerdo para enviar paquetes de fotos censuradas de Alemania a AP -a través de la neutral Lisboa- y recibir a cambio fotografías de EE UU y distribuirlas entre los medios alemanes. Salvo en una ocasión, las imágenes no se alteraban, pero los pies de fotos sí se reescribían en la prensa germana para acomodarse a los intereses nazis.

"Empezamos a investigar en los archivos militares y descubrimos cosas nuevas, cómo Laux se reunió con Lochner en un tren y llegaron al acuerdo a través de la corresponsalía de Lisboa", explica Heinzerling. "También ha sido un descubrimiento toda la correspondencia entre Lochner y Nueva York, sobre qué debían hacer si se declaraba la guerra, si tendrían que cerrar o si habría una manera de seguir informando", agrega.

La historiadora Harriet Schanberg se reafirma en su investigación de 2016. "Ninguno de los resultados presentados en mi artículo están refutados por esta revisión, lo que no implica que AP haga un análisis distinto de esos resultados", señala en un comunicado enviado a EL PAÍS.

Los seis fotógrafos judíos de AP lograron escaparon al Holocausto, cinco emigraron a Estados Unidos (tres montaron su propia agencia fotográfica en Nueva York) y un sexto que fue enviado a Viena. Detenido por la Gestapo acabó sobreviviendo y trabajando como reportero gráfico en la Alemania comunista. Franz Roth, el ardiente nazi, murió en combate en 1943. Tres años antes, cuando estaban ya a punto de echarlos, Lochner escribía a la oficina de Nueva York: "Si recibo favores nunca ha sido por un intercambios de principios, sino simplemente porque he logrado vende a las autoridades que Associated Press es objetivo y neutral, y que ese es un instrumento de información pública tan poderoso que ningún gobierno puede permitirse despreciarlo".

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/06/10/actualidad/1497109033_878439.html

ESPAÑA. LA SOMBRA DEL REICH EN LA COBERTURA DE LA GUERRA CIVIL
La influencia de la propaganda nazi también salpica la cobertura de Associated Press durante la Guerra Civil española. Hitler apoyaba a Franco y el relato que acompaña algunas de las fotografías de la agencia lo destila. El 6 de noviembre de 1936 la oficina de AP en Londres envió a a la delegación de Berlín la fotografía de una morgue tras un bombardeo lanzado por fuerzas leales a Franco con la siguiente descripción: “Madrid, 31 de octubre. Bombarderos insurgentes llevaron a cabo el peor ataque aéreo desde el comienzo de la guerra civil. En total, se perdieron 95 vidas. Las bombas cayeron en calles bulliciosas y una alcanzó a una escuela, matando a 70 niños. La foto de AP muestra la imagen de la morgue de Madrid el 31 de octubre, después de un ataque aéreo el día anterior. Esta foto fue emitida por el Ministerio de Estado de Madrid y muestra el resultado de una bombardeo aéreo rebelde en Madrid”.

La oficina de AP en Berlín distribuyó esta imagen con el siguiente texto: “Horrores de la guerra civil. Miles de víctimas inocentes han sido reclamadas por la aterradora Guerra Civil española, en la cual las fuerzas comunistas que manejan los hilos han hundido el país”.

No culpaba directamente a los republicanos de las muertes, pero omitía la autoría rebelde y atribuía la matanza a “los horrores de la Guerra Civil”, cuya responsabilidad era comunista. Cuando un periódico llamado Muenchner Neuesten Nachrichten la publicó, el pie de foto daba otra vuelta de tuerca a los hechos: “Asesinados sin misericordia por los Rojos. Esta horrible imagen muestra por sí misma a las tropas nacionales avanzando en un suburbio de Madrid. Los Rojos habían matado antes a todos los rehenes”.

Gideon Seymour, director de AP en Gran Bretaña, se quejó ante el reportero alemán Rudi Josten, de delegación berlinesa, con copia a Louis Lochner, jefe de la oficina. "Obviamente no podemos asumir la responsabilidad por la distorsión del Muenchner Neuesten Nachrichten, pero en este caso la AP GmbH por sí misma comete una falta más grave que Muenchner", dice. Lochner respondió que, según Josten, "el Ministerio de Propaganda simplemente le ordenó escribirlo".

martes, 18 de abril de 2017

GERNIKA: EL LABORATORIO DEL TERROR. Xabier Irujo documenta con rigurosa información y escalofriantes testimonios el bombardeo de la villa vizcaína y concluye sin vacilaciones que lo ordenó Franco.


Gernika: el laboratorio del terror
El bombardeo de un único avión, el Old Carthusian, contra el palacio del emir de Kabul y algún edificio gubernamental, sobre los que descargó 344 kilos de bombas, bastó para inclinar a favor de Inglaterra la tercera guerra afgana (mayo de 1919) sin ­sufrir una sola baja. El ministro de Guerra, Winston Chur­chill, había encontrado el arma barata y eficaz que buscaba para sanear la economía de un imperio en bancarrota, que aún tenía 1,2 millones de soldados movilizados y era propietario de 800.000 caballos y mulos, sin renunciar al control de inmensos territorios a los que había agregado los despojos del Imperio Otomano en Mesopotamia. En los años siguientes recurriría al ataque aéreo para doblegar diversas insurrecciones tribales en Somalia e Irak. El terror que llegaba por el ­aire tenía un tremendo efecto desmoralizador a muy bajo coste.

(Gernika, tras ser bombardeada por la legión Cóndor. | SYGMA)

Resultado de imagen de Gernika, tras ser bombardeada por la legión Cóndor. fotoA la luz de estos hechos, todas las potencias europeas desarrollaron ambiciosos programas de rearme aéreo en el periodo de entreguerras. Alemania lo hizo clandestinamente, porque se lo prohibía el Tratado de Versalles, hasta que se quitó la careta en 1934 al anunciar la creación de la Luftwaffe al mando de Hermann Goering. La guerra civil española iba a proporcionarle un campo de operaciones ideal para desplegar nuevas técnicas de ataque y mostrar a Hitler la capacidad devastadora de la aviación, a fin de desviar a la Luftwaffe el ingente presupuesto de la Armada.

Gernika fue el laboratorio que conjugó los intereses de Franco y de Goering. Ningún suceso de la guerra civil española ha merecido tantas monografías como el bombardeo de Gernika (26-4-1937), del que van a cumplirse 80 años. La última lleva la firma de Xabier Irujo, hijo del exilio vasco de posguerra, codirector del Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, historiador que ha rastreado con minuciosidad forense todos los archivos que pudieran contener alguna brizna de información sobre aquel trágico acontecimiento en Alemania, Italia, España, Reino Unido, Estados Unidos. Un centenar de páginas de documentos rigurosamente referenciados y un índice bibliográfico de 140 títulos avalan una obra difícil de rebatir.

Desde esa diversidad documental, el historiador responde sin vacilaciones a la pregunta de quién ­ordenó el bombardeo: Franco. No sobreviven órdenes escritas, las que hubiera fueron destruidas, pero el rastreo de Irujo registra, entre otras cosas, un telegrama de 6-11-1936 al comandante militar de Baleares en el que Franco le corrige a propósito del bombardeo del puerto de Alicante: “No deberá en lo sucesivo realizar esta clase de bombardeos por propia iniciativa, sometiéndolos previamente a mi aprobación”. Nadie, salvo él, podía ordenar una ­operación de esta naturaleza. Su presencia en Vitoria durante la campaña del País Vasco, que culminó con la ocupación de Bilbao (19-6-­1937), da idea del control personal que ejercía.

¿Por qué Gernika? Porque reunía las mejores condiciones para un bombardeo de terror que el jefe de la Luftwaffe, Hermann Goering, quería ensayar sobre poblaciones civiles con vistas a la guerra mundial que se avecinaba. Era una ciudad abierta, sin defensa antiaérea, sin aviones enemigos, sin riesgos. Y tenía un alto valor simbólico para el pueblo ­vasco, con el consiguiente efecto desmoralizador que acarrearía su destrucción. El uso de bombas de gran calibre (hasta 250 kilos), seguidas de artefactos incendiarios en sucesivas oleadas que culminarían con el ametrallamiento de los supervivientes, sirvió de pauta al bombardeo de ­Varsovia en septiembre de 1939. El general Wolfram von ­Richthofen aplicaría en la capital polaca el experimento que había ensayado en la villa vizcaína y cuyo resultado resumió así en su diario: “Por lo demás, paz en Guernica”.

Irujo describe el número de aviones, sus modelos, los aeropuertos de donde partieron, las cargas explosivas, sus respectivas misiones, los jefes de escuadrilla. Participaron al menos 60 aviones (un 20% de la flota rebelde), soltaron más de 40 toneladas de bombas durante tres horas, destruyeron totalmente el 85% de los inmuebles y causaron en torno a 2.000 muertes entre las 10.000 personas que abarrotaban el pueblo por tratarse de un día de mercado. A los datos fríos se suman decenas de testimonios que conforman un retablo escalofriante sobre el terror que llovía del cielo, una imagen que años después repetirán a Svetlana Alexiévich los niños bielorrusos bombardeados por la aviación nazi.

El objetivo proclamado por el bando franquista habría sido destruir un puente que ni siquiera fue alcanzado y por el que transitaron dos días después las tropas rebeldes. La patraña de que Gernika había sido incendiada por los soldados vascos en su retirada fue desmontada tiempo atrás, pero algunos epígonos de la historiografía franquista siguen empeñados en mantener que Franco nada tuvo que ver con el bombardeo, que habría sido iniciativa autónoma de la Legión Cóndor. Así lo afirma Roberto Muñoz en su obra recién publicada Guernica, una nueva historia. Uno de sus argumentos es que no existe ninguna orden de ataque firmada por Franco. Si por eso fuera, gran parte de la Guerra Civil habría sido obra de teloneros.

Gernika. Xabier Irujo. Prólogo de Ángel Viñas. Crítica, 2017. 381 páginas. 22,90 euros.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/22/babelia/1490181958_169872.html

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/30/babelia/1490870048_334983.html?rel=mas

http://www.lavanguardia.com/cultura/20170416/421718873149/a-las-420-llego-el-infierno.html

jueves, 5 de enero de 2017

Entrevista al historiador y periodista Carles Senso, coautor de “La ignomínia de l'oblit” (Universitat de València). Campos de exterminio nazis: entre la mayoría silenciosa y el lucro empresarial.

Enric Llopis

Una mayoría de los alemanes se mantuvieron en silencio o participaron de la barbarie nazi. De hecho se beneficiaron de un modelo de economía fundamentado en la expansión bélica y la explotación de la mano de obra “importada” de países ocupados o rivales. El historiador y periodista Carles Senso, coautor del libro “La ignomínia de l'oblit” junto al docente Ximo Vidal, lo resume en una frase categórica: “La minoría movilizada a favor del nazismo no fue tan minoría y la mayoría silenciosa en ocasiones supo y en otras no quiso saber”. Publicado en 2016 por la Universitat de València, el libro aborda el internamiento de los “rojos” de la comarca valenciana de La Ribera en campos de concentración como Mauthausen, Buchenwald, Neue Bremm, Dachau o Ravensbrück. Son bien conocidas las miles de violaciones en estos centros de exterminio, los perros despedazando a prisioneros, la “experimentación” con seres humanos o las permanentes duchas de agua fría durante los inviernos extremos. Pero constituyeron asimismo una fuente de mano de obra esclava. “Empresas automovilísticas como Audi o BMW (entonces en manos de Quandt) utilizaron a miles de trabajadores forzosos”, subraya el historiador. También lo hicieron Bosch, Krupp, Adidas o Siemens.

-En “La ignomínia de l'oblit” abordas el internamiento de los republicanos de una comarca valenciana, La Ribera, por los campos de concentración nazis. ¿Deben considerarse el genocidio y los campos de exterminio como un producto de la perversidad intrínseca del régimen nazi, o se trató más bien de un proyecto político? Si es así, ¿en qué consistía?
Jorge Dimitrov, en su libro “El fascismo y la clase obrera” defendió que la subida del fascismo al poder no supone un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de dominación de clase de la burguesía por una dictadura terrorista abierta. A través del Estado de excepción se generan condiciones específicas de gobierno sin las que sería imposible entender la Alemania de los años treinta. El nazismo facilita un Estado al servicio de una clase dominante que anula la autonomía a los garantes de la libertad en las democracias burguesas “tipo”, caso de los partidos políticos, los sindicatos, la ciudadanía como sujeto político o los medios de comunicación, además de otros poderes fácticos que quedaron subyugados (en algunos casos una subyugación benévola) al designio del régimen hitleriano. En dicha situación, los campos de exterminio aparecen como una solución bélica pero también como un mecanismo de Estado al servicio del gobierno. El fascismo crea un sistema absolutamente represivo que busca el aniquilamiento del adversario primero a través de una policía política y más tarde a través del engranaje de los campos de exterminio.

-En la película “¿Vencedores o Vencidos? (El Juicio de Nuremberg)” (1961), de Stanley Krammer, un juez estadounidense retirado, Dan Haywood (Spencer Tracy), conversa con un matrimonio alemán de la clase trabajadora. En un momento del diálogo, ella recuerda al magistrado que Hitler hizo cosas positivas por Alemania. ¿Hubo un consentimiento, o al menos un silencio cómplice, de la población germana con los campos de tortura y extermino?
Es uno de los temas que están centrando mis estudios en los últimos meses. Esa responsabilidad de la población por acción u omisión en la que también veo paralelismos con la actualidad cuando observo el trato que se les está ofreciendo a los refugiados o cuando analizo lo cómodo que es el machismo para muchos hombres y que, por ende, callan. A colación de tu referencia, Esperanza Aguirre ha dicho recientemente algo parecido de Millán Astray. La memoria histórica, en ciertos sectores de este país, es el ejercicio de blanqueamiento del pasado para ocultar todos los asesinatos de la dictadura. Respecto al nazismo, sería injusto no recordar el protagonismo del Partido Comunista Alemán justo antes de la llegada de Hitler al poder y que por lo tanto hubo una resistencia activa que en muchos casos se pagó con la muerte. Pero lo cierto es que el pueblo alemán participó o calló durante toda la barbarie y se benefició de un modelo económico que basó su expansión en la guerra y en la explotación de las clases subalternas que llegaron de países ocupados o rivales. El fascismo organiza de arriba abajo la sociedad, la economía y la política según los intereses de la gran burguesía, oprimiendo y explotando a la clase obrera.

Pero dichos beneficios se generalizaron durante el período prebélico y más tarde con la política expansionista, y buena parte de la población se benefició de una economía de guerra que les llevó al silencio cómplice. Pike recopila, en su magnífico estudio sobre los republicanos españoles presentes en los campos, cómo los prisioneros se sorprendían en los primeros meses al ver que la población alemana era consciente de su situación y no movía un dedo. Hay casos de decencia pero son tan escasos que se han acabado por mitificar. La minoría movilizada a favor del nazismo no fue tan minoría y la mayoría silenciosa en ocasiones supo y en otras no quiso saber. Las décadas posteriores al final de la II Guerra Mundial son un periodo de redefinición de Alemania como país, fruto de un profundo trabajo de recolocación de valores por parte de cada uno de los alemanes y las alemanas.

-¿Se aprovecharon o lucraron las grandes empresas alemanas de la mano de obra esclava? ¿Procedían estos trabajadores de los centros de internamiento? ¿Pueden citarse nombres de las compañías implicadas?
Son múltiples las empresas que cimentaron en el periodo nazi su expansión internacional posterior y su conversión en multinacionales monopolísticas. Y no sólo alemanas, que es lo que más sorprende en ocasiones. Evidentemente también empresarios franceses o austriacos pero también norteamericanos. Por citar ejemplos, Standard Oil, Siemens, Ford o Bayer. El intervencionismo del Estado nazi fue crucial en la economía, lo que no fue óbice para que empresarios de muchos países realizasen importantes negocios que no dudaron en explotar a los prisioneros sometidos a la barbarie de los campos de concentración y exterminio. Las SS crearon empresas propias de pingües beneficios pero las necesidades del momento prebélico o bélico (con la presencia de buena parte de la masa salarial joven alemana en el ejército o en los grupos paramilitares) obligaba a buscar nueva mano de obra. Y en los campos se encontró bien barata. Las condiciones fueron simplemente esclavistas. La complicidad de los principales magnates americanos con el nazismo (al que generalmente al principio repudiaron pero después adularon dados los beneficios económicos) fue absoluta, como analiza Jacques R. Pauwels en “El mito de la guerra buena”.

-¿Qué papel desempeñaron realmente los Estados Unidos?
Pauwels protagoniza uno de los libros que considero vitales para entender el ordenamiento internacional de antes y después de la guerra mundial. Estados Unidos ha sido vendido como el salvador de la guerra y de la libertad pero lo cierto es que el gobierno decidió intervenir más bien tarde y su participación no fue tan determinante como se ha mostrado desde Hollywood. Durante los años de la preguerra y los primeros de conflicto en la sociedad americana (entiéndase sobre todo en los poderes fácticos y en el gobierno) no se tenía excesivamente claro quién era el enemigo y no se descartó la alianza con Hitler, al que algunos magnates consideraban una figura casi divina. La oligarquía americana era abiertamente filofascista y el enfrentamiento con el nazismo se interpretó en algunos casos como un error. EE UU decidió intervenir, sobre todo, porque la URSS había conseguido dar la vuelta al conflicto y estaba en capacidad de surgir de la II Guerra Mundial como vencedor absoluto del nazismo, con lo que ello hubiese repercutido en la política geoestratégica. Es por ello, que Pauwels desmitifica la intervención norteamericana y muestra la complicidad del capital norteamericano con el nazismo. Pero el negocio de las empresas con el régimen hitleriano (como la avaricia capitalista) no tuvo fronteras.

Por citar ejemplos conocidos, empresas automovilísticas como Audi o BMW (en manos por entonces de Quandt) utilizaron a miles de trabajadores forzosos a los que prácticamente no remuneraban. Las cifras se sitúan entre los 20.000 y los 50.000 trabajadores explotados. También Bosch, Krupp (actualmente Thyssenkrupp), Adidas o Siemens. Otras empresas fueron grandes colaboradoras del régimen nazi, favoreciendo su expansión a través del suministro de material innovador. Es el caso de las americanas General Motors (que facilitó camiones militares que sirvieron para ocupar Austria), Ford (que también fabricó camiones para los nazis y se negó a manufacturar motores para los aviones del ejército británico), Standard Oil (que proporcionó combustible) o IBM, que creó el sistema informático con los que se censaron a los judíos. James Mooney, director ejecutivo de General Motors, recibió la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana, mientras Henry Ford fue considerado por Hitler como “su inspirador”. La mayoría de los españoles (y ribereños) estuvieron controlados por las empresas de Himmler y su entorno en Mauthausen y sus subcampos pero de ellos también se beneficiaron empresas como la Steyr-Daimler-Puch, con varios ribereños de nuestro libro explotados entre sus trabajadores.

Como ha constatado el historiador Carlos Hernández, las prisioneras españolas deportadas a Ravensbrück trabajaron en diversas empresas que fabricaban armamento y piezas para vehículos y aviones del Ejército alemán. La más conocida de ellas fue Siemens y Halske, que en 1942 construyó una fábrica junto al campo para la producción de componentes electrónicos destinados a los misiles V1 y V2. En Ravensbrück estuvo Virtudes Cuevas, de Sueca. Eran negocios. Y muy buenos. El capitalismo sólo entiende de dinero y ni los supuestamente puristas americanos pudieron hacer ascos a las opciones de mercado que se planteaban en Europa. Y no se limitó a la II Guerra Mundial, sino que era un conflicto económico internacional que también se visibilizó en el Estado español. No hay que olvidar que el mayor aliado internacional con el que contó Franco fue Texaco, que proporcionó el combustible necesario para poder hacer volar a los Junkers Ju 52. El FBI interrogó a sus dirigentes pero a pesar del incumplimiento de la ley estadounidense de no intervención, sólo se le obligó a pagar 22.000 dólares. El suministro a los golpistas no se detuvo.

-Mauthausen, Buchenwald, Dachau, Gusen, Ravensbrück.... Trabajos extenuantes, alimentación terriblemente precaria, enfermedades irreversibles... ¿Hasta qué grado llegó el trato vejatorio, la crueldad y el sadismo? ¿En qué medida afectó a los republicanos españoles?
Es uno de los apartados más conocidos de los campos de exterminio porque existe una amplia literatura al respecto y una difusión escabrosa por parte del cine norteamericano, que ha eludido investigar sobre las salvajadas que el ejército patrio realizó en suelo europeo. Se habla de miles de violaciones. La crueldad en los campos fue la mayor que puede considerar el ser humano. Desde el segundo uno se les aniquilaba como seres humanos y se les robaba su consideración de personas. A partir de ahí, todo valía. Ejemplos sobran. Constantemente los perros de las SS se lanzaban sobre los prisioneros y los despedazaban hasta la muerte. En inviernos de temperaturas extremas como los del 41 y 42, los prisioneros eran sometidos a noches enteras bajo duchas de agua fría y posterior caliente a la intemperie. Cualquier atrocidad pensada se desarrolló en los campos y los españoles estuvieron sometidos a ellas. En los casos que hemos trabajado Ximo Vidal y yo no constan datos específicos en las razones de las muertes. Lo hacían constar de forma genérica y por lo tanto ha sido difícil la reconstrucción. Pero claro, no estuvieron exentos y entre ellos constan algunos que fueron asesinados en el Castillo de Hartheim, donde se llevaron a cabo experimentos científicos.

-¿Qué peso tenía la llamada investigación “científica”, la experimentación con seres humanos, y cuál era su finalidad última?
La finalidad no era otra que la búsqueda del hombre perfecto. Las muertes y enfermedades causadas por el duro invierno que tenían que enfrentar los militares en el Frente Este llevaron a los médicos a realizar experimentos pseudocientíficos para prevenir en sus ejércitos la congelación o la hipotermia. Para ello a los prisioneros se los situaba en grandes recipientes de agua helada con una sonda rectal para controlar la temperatura de su cuerpo. Para su reanimación se les sometía a rayos ultravioleta, se los duchaba con agua ardiendo o los intentaban excitar sexualmente con mujeres. Los resultados eran presentados en conferencias en las que se compartían experimentos con humanos. Son ejemplos de una lista inacabable de salvajadas que fueron posibles por la deshumanización, primero de los prisioneros y después de los criminales nazis, que se escudaron en la cadena de mando para llevar a cabo los experimentos. A algunos prisioneros o prisioneras se les inyectaba cianuro en los pulmones y se les obligaba a hacer deporte o los exponían al gas fosgeno para buscar antídotos, dado que se estaba utilizando en el frente. A otros les extirpaban extremidades u órganos para transplantarlos a otros y a las mujeres se les inseminaba artificialmente. En ocasiones, tanta crueldad nos aleja de dicha realidad pero lo cierto es que fue fruto de una sociedad próxima temporal y geográficamente y en nuestro país, nuestros vecinos también fueron artífices o víctimas de dichas represiones inhumanas.

-En la primera parte del libro figuran textos del escritor italiano de origen judío, Primo Levi, y del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, ¿qué parte de sus ideas ayudan a recordar “la ignominia del olvido”?
Levi nos permite introducirnos en la más despiadada de las realidades de los campos pero lleva sus reflexiones mucho más allá, y sus teorizaciones nos hacen comprender de qué forma se reduce la esencia humana cuando las necesidades son básicas. De Levi se puede aprender cómo el capital siempre beneficia al capital y que iniciar un conflicto en posición de privilegio material hace que tengas mayor facilidad para salir indemne o mejor parado. Es decir, el posicionamiento social por la posesión inicial es clave incluso en las situaciones más extremas, en las que se pierdes o difuminan otros valores como la valentía, el compromiso o el compañerismo. Cuando todo queda reducido a la nada, el capital busca y privilegia al capital. Por su parte, Bauman analiza como las personas, cuando son sometidas a elecciones demasiado costosas, se autoconvencen y alejan de la cuestión del deber moral, adoptando los preceptos del interés racional y la propia conservación. Bauman dirá que en un sistema en el que la racionalidad y la ética apuntan en direcciones opuestas, la humanidad es la principal derrotada. Resistirse al mal es a menudo imprudente y por tanto el instinto de conservación personal juega a su favor ya que mayormente la falta de compromiso facilita la abstención.

-¿Por qué vía llegaron los republicanos del exilio francés a los campos de concentración? ¿Se establecieron mecanismos de solidaridad internos, entre los presos, para sobrevivir ante condiciones tan extremas? ¿Has podido documentar para la publicación del libro algún ejemplo de relación fraternal entre los prisioneros de La Ribera?
El compromiso político de miles de republicanos españoles les llevó a combatir en tierras francesas a las tropas nazis, razón principal que provocó su detención y traslado a los campos de exterminio. Hubo españoles en todos los aparatos de contestación a los fascistas, desde el ejército francés, a la intervención en las empresas armamentísticas o la lucha política, con especial actividad de anarquistas y comunistas. La solidaridad entre los españoles fue ejemplar y la conexión entre las diferentes opciones de oposición al fascismo plena. De Sueca, por ejemplo, era Virtudes Cuevas, conocida en Francia como Madame Carmen. Después de luchar contra el franquismo, siguió defendiendo la democracia en el país galo, en el que trabajó como enlace secreto entre comunistas, socialistas y anarquistas. Era una transmisora de información, sobre todo, pero no solo e incluso trasvasó armas entre unos y otros. Acabó siendo detenida e internada en Ravensbrück, donde pudo entablar una intensa relación con Genneville de Gaulle, la hija de Charles De Gaulle, lo que le valió después (no por la amistad, sino por su trabajo y lucha) ser condecorada con la Legión de Honor del Ejército Francés, la máxima distinción.

En su magnífico libro, Pike rememora la consideración que los republicanos españoles tenían en los campos. La juventud (la media de edad de los españoles en su entrada a los campos era de veintisiete años), su disciplina militar y su experiencia eran factores que ayudaron a su mayor capacidad de resistencia. Pero también su espíritu de solidaridad, fruto de su implicación política tantas veces vinculada a movimientos de esencia colectivizadora como el PC, la CNT u otros. Internos franceses, ingleses o polacos (por situar algunas referencias conocidas) mostraron su admiración por los prisioneros españoles, a los que consideraban modelos por su educación, solidaridad, dignidad y fortaleza. Edmond Michelet decía que nunca estaban tiempo de más en los lavabos o no tomaban más de lo que les correspondía en las raciones. Dicha solidaridad también depuró entre ellos muchas diferencias que se arrastraban de la diferente interpretación en la guerra de España o de la lucha contra el fascismo en Europa. Sobre la relación de la que me hablas en la pregunta, Joaquín Olaso y su compañera sentimental, Dolores García, fueron, según comenta Pike, la única pareja que oficialmente pudo verse y mantener cierta relación en los campos. Ella fue secretaria de Neruda y una mujer de una inteligencia destacada. Su historia también es apasionante.

-En algunos pasajes del libro señalas algunos reparos a las biografías que han legado los protagonistas o sus familias. ¿Es éste uno de los grandes riesgos de la Historia Oral? ¿Tendría que asumir la Academia, tal vez, que la memoria histórica y los testimonios orales tienen mucho de género literario?
Aunque evidentemente no ha sido lo usual, hemos encontrado familiares que interiorizaron con el tiempo el relato impuesto por el franquismo y pensaron aquello de que si los deportados acabaron pasaron o muriendo en los campos de exterminio nazis “por algo sería”. Sin embargo, como digo, lo normal ha sido el orgullo silencioso. La generación actual de historiadores que estamos realizando una mirada más crítica y que estamos configurando una memoria “sin complejos”, sin relatos impuestos, hemos llegado tarde en la mayoría de los casos. Las fuentes orales son escasas y excesivamente mayores o alejadas de la problemática de estudio. Es por ello que, por una parte, debemos aplicar la máxima cautela porque sabemos que las miradas atrás siempre son caprichosas y tienden a aplicar mecanismos de autoafirmación y, por otra, estamos en la obligación de avasallar los datos documentales para suplir las carencias orales.

Entendiendo las particularidades de la historia oral, no debemos estigmatizar en exceso la voz del participante. Una generación de españoles y españolas falleció sin ser escuchados y la democracia no se recuperará nunca de una pérdida así. El golpe de Estado franquista provocó una rápida y contundente reacción que alargó la “conquista de España” durante tres años. El golpe de Estado de Tejero fue contestado con un cierre inmediato de la puerta de cada una de las casas y una delegación de competencias. Este país cambió para siempre con el franquismo y debemos seguir entendiendo por qué y cómo. Y eso lo sabían quienes lo sufrieron y quienes configuraron aquella realidad alternativa que fue la esporádica II República. No hay que temer a la historia oral, eso sí, aplicando siempre, como decía Joan Fuster (y como he aprendido del profesor Ferran Archilés), el “dubte metòdic”, la duda metódica.

-¿Consideras que ha reconocido el Estado español a los “rojos” españoles que sufrieron la ignominia nazi? ¿Tiene ello algo que ver con el modo en que se desarrolló la Transición?
Evidentemente de la dictadura asesina de Franco no se podía esperar una reconstrucción y rehabilitación de la memoria y la dignidad de los españoles que contra él lucharon y después no cejaron en su compromiso y combatieron al nazismo por Europa. Pero claro, después llegó la democracia y los homenajes fueron puntuales, nimios y privados. Y claro que sí, la Transición y sus artífices políticos tuvieron buena parte de culpa. Fueron los franquistas y la oposición más conservadora quienes condujeron el proceso de llegada de la democracia y, bajo la amenaza de la reversión a tiempos armados, impusieron el silencio y el olvido. Pero sólo a los demócratas. Porque al igual que pasó con la amnistía (que sacó de la cárcel a cuatro luchadores contra la dictadura pero de la que se beneficiaron sobre todo los franquistas que vieron perdonados sus asesinatos y su represión salvaje), sí se aplicó memoria para trasladar a la democracia (al imaginario colectivo de la nueva modernidad) el nombre y la historia de franquistas que hoy siguen poblando nuestras calles y que permiten que la desvergüenza se adueñen de personas como Esperanza Aguirre para sacar pecho de las aportaciones sociales de Millán Astray, creador de la Legión.

-¿Dónde sitúas la derrota?
El nuevo relato de la democracia se hubiese tenido que configurar sobre los cimientos de la lucha antifascista, como sí se hizo en otras partes de Europa, caso de los partisanos italianos o como hicieron los franceses, que incluso han realizado homenajes a los republicanos españoles que liberaron París, cosa que nosotros no hemos hecho. Es el caso de Amado Granell, que sobrevivió a tres guerras pero murió en un accidente de tráfico en el término municipal de Sueca. Sin embargo, el nuevo relato se creó sobre el miedo impuesto, la violencia generalizada en un momento de caos y el olvido a aquellos que lucharon por la democracia durante décadas. Hay datos irrebatibles que explican el todo: España sigue siendo el segundo país del mundo con más desaparecidos enterrados en cunetas, sólo por detrás de Camboya. Con todas las dictaduras y los horrores que ha habido en el mundo, tenemos ese “honor”. Somos campeones del mundo en desvergüenza. La científica Clara Valverde ha estudiado a través de magníficos trabajos como la represión acaba afectando a nietos y nietas de los perseguidos, incluso a pesar de que no los conocieran. Como ese miedo y frustración configura la personalidad tres generaciones después. Pero aquí no hubo recuerdo, no se reseteó la dignidad y, en cambio, sí se persiguió el duelo. Y en eso los nuevos medios de comunicación de masas tuvieron mucha culpa, como también la población que no empujo suficiente para la lograr el cambio real.

Como ha defendido el profesor Pepe Reig, los medios de comunicación pasaron del oficialismo al oficialismo pasando por el desconcierto. En la dictadura decía lo que podía decir y en la democracia pasaron a defender los que debían decir en pos del consenso, esa esencia incorpórea que se vendió como un logro y realmente fue una losa. El llamado Parlamento de Papel no estuvo en “El País” o “ABC”, enraizó en medios prácticamente marginales de recursos materiales y apoyos ciudadanos. Fueron ellos los que realmente asumieron su papel con verdadera convicción democrática. Y lo pagaron. Fueron víctimas de bombas, amenazas y agresiones, a diario verbales, en ocasiones físicas. Medios como “Cuadernos para el Diálogo”, “Triunfo”, “Destino”, “Valencia Semanal”, “Interviu” o “Dos y Dos”, por situar algunos ejemplos de gran simbolismo. La práctica clandestinidad de estos medios les dio una credibilidad que los otros, por mucho que ahora se mide atrás y se edulcore la historia, no deberían tener.

-Uno de las biografías a la que el libro dedica más páginas es la de Virtudes Purificación Cuevas Escrivà, una vecina del municipio valenciano de Sueca. ¿Por qué es importante su recorrido vital y político? ¿Resume las aspiraciones y contradicciones de una época?
Virtudes Cuevas resume el compromiso político sin desdén. Falleció hace unos años y dejó su vivienda en Sueca al ayuntamiento, con el objetivo de que se crease allí un museo antifascista. El consistorio no lo ha visto conveniente todavía y los homenajes han sido escasos y facilitados por un grupo de amantes de la historia y la democracia. Madame Carmen, como era conocida, luchó contra el golpe de Estado y en el exterior, en Francia, trabajó de enlace de las diferentes versiones de lucha contra el fascismo. Acabó pasando por Ravensbrück y como he dicho, coincidiendo con la hija de De Gaulle y siendo condecorada por su valentía con la mayor distinción del ejército galo. Nunca dejó de luchar y cuando regresó a su localidad valenciana, en 2003, mantenía viva su fuerza y su pundonor. En los años cincuenta volvió por su tierra natal con el objetivo de conseguir que su madre fuese enterrada en Sueca. Fue saludada incluso por el alcalde franquista. Eran demostraciones de una valentía extrema.

-¿Ocurre lo mismo con Joaquín Olaso Piera, vecino de Carcaixent y miembro del NKWD (Comisario del Pueblo de Asuntos Interiores de la URSS), que en agosto de 1943 ingresó en el campo de Neue Bremm? ¿Por qué es relevante su biografía?
La vida de Olaso es la historia del compromiso político a pesar de todas las consecuencias. Desde sus primeros años ya mostró una curiosidad que con poco más de veinte primaveras le llevó a la URSS, donde conoció una sociedad y una realidad política totalmente diferente. En sus cartas a la familia se mostró apasionado con las colectivizaciones y los logros económicos que rápidamente provocaban y de la forma en la que el sistema socialista había sido capaz de “recuperar” (si es que alguna vez habían formado parte de la historia) una parte de la sociedad rusa marginada durante siglos y esclavizada salvajemente. Olaso nos permite conocer los entresijos del movimiento comunista español entre la década de los veinte y los cincuenta, con la configuración de un buen número de partidos (en los que siempre acaba jugando un papel fundamental).

Siempre digo que cada descubrimiento de Olaso (a quien se le conocía con el sobrenombre de Kim) abre cinco nuevos secretos, lo que es normal en un espía de la URSS. Sin ir más lejos, era conocido como el Ojo de Moscú. Su pareja sentimental (con la que no llegó a casarse) engrandece su trayectoria. Dolores Echeverría era la secretaria de Pablo Neruda, con el que marchó al exilio francés. Incluso sus muertes se produjeron en una situación enormemente sospechosa pero eso lo dejo en manos de los lectores y lectoras del libro. Un avance, fue en 1955 y en su casa de París. Una historia que Hollywood hubiese convertido ya en una película de éxito.

-Por último, ¿consideras importante la “Microhistoria” y las Historias Locales? ¿Se corre el riesgo de que, ante el declive de las grandes narrativas y las historias globales, prolifere tal número de investigaciones parciales que la síntesis se haga imposible?
La aproximación del relato histórico a la realidad social de los núcleos más pequeños ha permitido que algunos sectores menos especializados se muestren interesados, al intervenir nuevos elementos de sensibilidad e identificación. La masiva información que circula hoy ante nuestros ojos, desgraciadamente nos obliga a cribar buena parte de ella, por lo que se utiliza la identidad para la selección. Los grandes números, la historia más matemática, nos habla de que aproximadamente 9.000 españoles pasaron por los campos de exterminio de los nazis. Sin embargo, estudios como el que hemos configurado (en un campo en que estaba virgen y que es posible porque el marco general ya ha sido interiorizado) permite a la vecina conocer a su conciudadano asesinado en Gusen, recordar al abuelo de una amiga que salió libre en mayo del 45 de Mauthausen o reconocer por la calle a un luchador por la democracia que ayudó a liberar París. Evidentemente, como digo, la historia no puede segmentarse en exceso porque de lo contrario no es comprensible y no ayuda a la edificación de valores colectivos. Debe formar parte de un todo y debe contener una perspectiva amplia.

En nuestro estudio creo humildemente que se consigue porque no eludimos, por ejemplo, analizar la pertenencia social de los deportados a una clase social humilde e históricamente perseguida, lo que nos permite analizar su herencia familiar y observar en algunos casos como miembros de sus núcleos más próximos ya lucharon contra la subida generalizada de alimentos en la segunda década del siglo XX o como aparecen vinculados a la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera. Sólo el conocimiento general nos permitirá entender las historias más próximas y solamente la mirada micro nos dejará visualizar “la piel” (que diría aquel) de las sociedades pasadas. El historiador debe entender por qué las personas que vivieron en el pasado tomaron ciertas decisiones y no otras y eso se consigue aproximándose a los personajes que formaron parte de la lucha colectiva tantas veces anónima.