jueves, 7 de enero de 2021

_- Segunda Guerra Mundial, Tercer Mundo. Sobre los olvidados de la gran carnicería que Europa desencadenó en el mundo

_- Se sabe que en la Segunda Guerra Mundial murieron alrededor de 70 millones de personas, entre ellas más de 20 millones de soviéticos y más de 5 millones de alemanes. Hasta tenemos la minúscula lista, y completa, de los 1.400 daneses caídos en aquella carnicería. Sin embargo, las cifras exactas de muertos del Tercer Mundo en esa guerra engendrada en Europa se desconocen. Y no sólo las cifras. La situación la resume magistralmente el Profesor Kuma Ndumbe, de la Universidad de Yaoundé, en Camerún:

“La historia de la Segunda Guerra Mundial se revela, como toda historia, como la de los vencedores, pero también como la de los ricos y los propietarios. Pese a su derrota, Alemania y Japón pertenecen, desde el punto de vista de la escritura de la historia, a los vencedores. Aunque la historiografía de ambos países haya tenido que llevar a cabo cuestionamientos críticos, japoneses y alemanes son tratados por ella como personas del mismo rango que los vencedores. Quienes fueron olvidados después de la guerra, como si no hubieran existido durante el conflicto, quienes deben aprender de nuevo la historia junto a sus hijos, sin encontrar en ella sus propias acciones, son los que pertenecen a la verdadera categoría de perdedores. Perdedores sin voz propia. Así viven hasta hoy centenares de millones de personas y sus descendientes en África, en Asia, América Latina, Australia y en la región del Pacífico”.

Las estimaciones sostienen que en Asia, África, América del Sur y Oceanía se perdieron más vidas en aquel conflicto que en la propia Europa. Sólo en Asia murieron 20 o 30 millones de civiles a manos de los japoneses, la mayoría de ellos chinos. El Tercer Mundo contribuyó al conflicto con más soldados que Europa. Una magnífica exposición, recientemente clausurada en Berlín y que va a ser mostrada en diversos lugares de Alemania, se ha dedicado a difundir esta “cara oculta” de la gran carnicería del siglo pasado. Lleva por título “El Tercer Mundo en la Segunda Guerra Mundial” y presenta el trabajo, pensado para ser difundido en escuelas públicas, de un grupo de periodistas renanos del llamado “Rheinisches Journalisten Büro” de Colonia, dirigido por Karl Rössel. El texto que sigue a continuación es la traducción, casi literal y con muy pocas apostillas, de los paneles de esa exposición.

Guerra en un mundo colonial
Cuando la guerra comenzó el colonialismo estaba en su apogeo. Inglaterra y su Commonwealth dominaban sobre una cuarta parte del mundo y de su población. Las colonias de Francia eran veinte veces mayores que la metrópoli en territorio, y sumaban cien millones de habitantes. Las Indias Orientales de la diminuta Holanda tenían la misma superficie que Europa Occidental. Estados Unidos dominaba las Filipinas, Hawai y diversos archipiélagos del Pacífico. Japón controlaba el Norte del Pacífico (Micronesia), Corea, Taiwán y el noreste de China, que es mayor que Francia. En África oriental, la Italia de Mussolini controlaba una zona colonial cuatro veces mayor que Italia. Alemania había perdido sus colonias en África y Asia como consecuencia de su derrota en la Primera Guerra Mundial. Con ayuda de los colaboracionistas franceses, se disponía a recuperarlas para usar sus recursos humanos y materias primas en el esfuerzo de guerra.

Abisinia
El 3 de octubre de 1935 la Italia fascista inició el ataque contra Abisinia, parte del nuevo “Imperio Romano” que el Duce buscaba. La mitad de los 300.000 soldados del ejército italiano invasor eran nativos de Eritrea y Somalia. Los abisinios, que tan duro habían luchado para impedir la colonización europea, les opusieron tenaz resistencia, pero sus armas eran escasas y anticuadas, frente al gas mostaza y los tanques del Duce. Cuando en mayo de 1936 los italianos entraron en la capital Adis Abeba, habían masacrado a 150.000 civiles. El Virrey italiano, Mariscal Rodolfo Graziani, generalizó la violación y la tortura. Medio millón de guerrilleros etíopes combatieron contra el ocupante durante cuatro años hasta expulsarlo. Después de que Italia declarara la guerra a Francia e Inglaterra en 1940, los abisinios ayudaron a ambas potencias. Hasta la capitulación italiana en Abisinia de abril de 1941, tropas de diecisiete países y tres continentes participaron en la guerra en África Oriental. Para muchos africanos la Segunda Guerra Mundial comenzó en 1935, cuatro años antes que en Europa.

Carne de cañón imperial
Con el inicio de la guerra en Europa, el Imperio británico echó mano de sus colonias. De los once millones de hombres que Inglaterra movilizó, seis millones eran británicos y cinco de las colonias. En África Inglaterra movilizó a un millón de hombres, frecuentemente a la fuerza. Esos soldados lucharon contra los italianos en Somalia y Etiopía (1940-1941), contra alemanes e italianos en el desierto de Libia (1940-1943), contra el régimen de Vichy en Madagascar en 1942 y contra los japoneses en Birmania en 1944. El sueldo y la alimentación de esta tropa eran peores, sus mandos eran blancos. Un manual para oficiales describía a la tropa colonial africana como “gente de mentalidad infantil”. Las protestas y rebeliones contra esa discriminación se resolvieron con castigos y penas de muerte. Solo en 1944/1945 se registraron 25.000 deserciones en África Oriental.

Cerca de un millón de africanos fueron movilizados por los franceses en diversos bandos del conflicto. En septiembre de 1939 el gobierno reclutó medio millón de hombres en África. Tras la derrota francesa y la alianza del régimen de Vichy con Alemania, parte de esa tropa luchó con el Eje en África del Norte, mientras que en Siria y África Oriental lo hacía con los aliados. En 1943, De Gaulle reclutó en África otros 100.000 soldados, que participaron en los desembarcos aliados en Provenza e Italia. Ese contingente jugó un papel importante en la liberación de Europa, sufriendo discriminación en todo, excepto a la hora de arriesgar la vida. Cuando en verano de 1944 se organizó el desfile de la victoria en París, De Gaulle ordenó “blanquear” el efectivo que marchó por los Campos Elíseos, incorporando jóvenes franceses blancos. Los africanos fueron recluidos en deplorables campos provisionales hasta su repatriación. Muchos de ellos no regresaron a sus países hasta 1947.

En 1940 Yoro Ba fue reclutado a la fuerza por funcionarios del régimen de Vichy para el ejército colonial en Senegal. Cuando los aliados tomaron control del África Occidental francesa en 1943, tuvo que luchar a su favor, desembarcó en Provenza, participó en la liberación de Francia y fue estacionado en la Alemania ocupada, regresando a Senegal en 1947. Sesenta años después, Yoro Ba recibe una pensión del gobierno francés de 13 euros mensuales.

El plan colonial nazi
Habiendo tenido que entregar, en 1919, sus colonias a las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial, la Alemania conservadora y los industriales se movilizaron contra la “vergüenza de Versalles”. Los nazis organizaron enseguida los planes de revancha a partir de 1933. Crearon un “Departamento de política colonial” (“Kolonialpolitisches Amt” – KPA), en el que trabajó el luego Canciller Federal Konrad Adenauer, para administrar el “imperio colonial germano en África”, que planeaban recuperar y ampliar, desde la costa atlántica hasta el Océano Pacífico. Su conquista estaba prevista para inmediatamente después de la subyugación de Europa Oriental, que la URSS frustró. A partir de 1940 comenzaron a reclutar personal militar, policial y administrativo para gobernar aquel mundo de plantaciones y minas. Se confeccionaron manuales e incluso leyes que velaran por impedir cualquier “mezcla de razas” en la empresa. En aquel plan, a Madagascar le correspondía un papel especial. Debía albergar a cuatro millones de judíos europeos, que no habrían encontrado sustento allá para sobrevivir. La superioridad naval de los aliados y su control de las rutas marítimas africanas impidió que la isla se convirtiera en un escenario del Holocausto. En febrero de 1942 el plan se desestimó en beneficio de la aniquilación en campos de Europa.

Fusileros africanos
Tras la derrota francesa de junio de 1940, unos 100.000 prisioneros africanos del ejército francés cayeron en manos alemanas. La Wehrmacht masacró a entre 1.500 y 3.000 de ellos inmediatamente después de su rendición por el color de su piel. El “Gauleiter” de Bélgica, Karl Holz, ordenó “no hacer prisioneros” entre los negros. El 20 de junio de 1940 en Chasselay, un pueblo de los alrededores de Lyon, los alemanes ejecutaron a una unidad completa de fusileros africanos, excluyendo de la ejecución a los oficiales blancos.

En diciembre de 1944, 1.300 “tirailleurs sénégalais” regresaron a África de su servicio en Europa. Muchos de ellos habían sufrido cautiverio y trabajos forzados en campos de concentración alemanes. Fueron internados en un campo de la localidad de Thiaroye, junto al puerto de Dakar, a la espera de recibir su soldada y los prometidos 500 francos de la “prima de desmovilización”. Los ex presos en Alemania esperaban también el pago de los 5.000 francos recibidos por todos los reclusos franceses en campos alemanes. Los funcionarios coloniales se negaron a pagar e impusieron un cambio entre francos y franco colonial (CFA) equivalente a la mitad del curso legal vigente. Los fusileros se rebelaron, tomaron como rehén a un oficial y solo lo dejaron libre cuando se les prometió que sus reclamaciones serían satisfechas. En lugar de ello, la noche del uno de diciembre su campamento fue rodeado por blindados y cuando los fusileros salían de las barracas aún aturdidos por el sueño fueron ametrallados, con el resultado de entre 35 y 300 muertos. Más de treinta “cabecillas” fueron juzgados y condenados a penas de hasta diez años de cárcel. Cinco murieron en prisión y el resto fueron amnistiados en 1947. La masacre de Thiaroye pasó a la historia como símbolo de la arbitraria actitud colonial e inspiró movimientos de liberación nacional en el continente.

Sétif
El 8 de mayo de 1945 la localidad argelina de Sétif celebraba el fin de la guerra y la liberación. Muchos creían que la emancipación de las colonias estaba a la vuelta de la esquina, porque se habían creído las promesas contenidas en la “Carta Atlántica”. Junto a las banderas francesas inglesas y americanas, en la celebración de Sétif apareció una bandera argelina. Cuando la festiva procesión pasó frente al “Café de France”, Lamri Bouras vio cómo “un comisario francés sacaba su Colt y disparaba sobre la multitud. Otros disparos partían de los balcones”. Aquel día hubo centenares de muertes y siguieron protestas contra la matanza. La administración colonial reaccionó utilizando la marina y la aviación. “Los soldados disparaban contra todo”, recuerda Haada Mani. “La gente caía como pasas secas”. Según la autoridad colonial murieron 1.500 personas. Fuentes argelinas mencionan hasta 45.000 víctimas. Cuando, a finales de mayo de 1945, las tropas argelinas regresaron de la guerra en Europa, muchos no encontraron a sus familiares. Fue el caso de Lounès Hanouze. “Cuando llegué a Kerratta había una gran cola de gente. Querían decirme algo, pero lloraban. Pregunté, ¿donde están los míos?, ¿donde está mi padre? Al final alguien me dijo, “lo vieron por última vez subiendo a un camión”. Lo llevaron al barranco de Kerratta. Allá en el puente, que hoy se llama Hanouze, le preguntaron a mi padre, “¿empezamos contigo o con tu hijo?”. Creo que fue el primero en ser fusilado. Regresábamos de la guerra y nuestras familias habían sido fusiladas, es algo difícil de olvidar”.

Trabajos forzados
En las colonias francesas la aplicación del “Code de l’Indigenat” de 1881 estaba a la orden del día. En la Segunda Guerra Mundial su aplicación alcanzó una extensión desconocida. Decenas de miles de africanos fueron forzados a construir una carretera desde el Congo centroafricano hasta el Atlántico, que era vital para transportar materias primas. Los trabajadores forzados construyeron presas y canales, y plantaron algodón y pita en plantaciones. La ley solo fue derogada en 1946 a propuesta de diputados africanos.

El Imperio británico aprobó en 1942 una ley que, citando los “extraordinarios imperativos de la situación” permitía los trabajos forzados en las colonias. Los africanos que se negaran podían ser multados, objeto de castigos físicos y encarcelados. Solo en Kenia 20.000 personas fueron forzadas a trabajar en plantaciones y empresas de elaboración de caucho, azúcar, pita y lino. En 1949 la autoridad colonial en Nigeria forzó a 100.000 hombres a trabajar en minas de zinc en las que uno de cada diez no sobrevivió. En Rhodesia del Sur, 33.000 forzados construyeron campos de aviación. Y en Rhodesia del Norte, hacendados y empresarios blancos pudieron “alquilar” peones forzados a las autoridades al precio de un chelín diario.

Limosnas
El ejército británico dio a sus tropas coloniales una sola indemnización por sus heridas y servicios prestados. Los pagos recibidos por los africanos equivalían a una parte ínfima de lo que recibieron los soldados europeos. Fundamentalmente no hubo pensiones. A través de la “Royal Commonwealth Ex-Services League” los veteranos en apuros podían solicitar una única subvención de 470 euros.

El gobierno francés pagó algunas pensiones, sobre todo a aquellos que continuaron sirviendo en el ejército después de la guerra, en Indochina y Argelia, por ejemplo. Las pensiones de los africanos fueron desde el principio la mitad de las percibidas por los europeos. Muchos no recibieron nada, al no poder demostrar determinados requisitos, como el de haber estado más de noventa días en combate. El gobierno de Vichy destruyó mucha documentación relativa a los soldados, y los alemanes requisaron las cartillas militares de sus prisioneros africanos. 

En 1959 el gobierno de De Gaulle aprobó una ley por la que los veteranos de guerra dejarían de cobrar sus pensiones en el caso de que sus países adquirieran la independencia, lo que era un intento de enfrentarlos a los movimientos de liberación nacional. Cuando, a pesar de todo, llegó la independencia, los importes de las pensiones se congelaron al nivel del momento. Como resultado de protestas y de una sentencia de la Corte Europea de Justicia, sesenta años después los senegaleses recibieron una tercera parte de las pensiones y los argelinos una octava parte.

“Para los franceses continuamos siendo los soldados negritos que podían contentarse con calderilla, pero durante la guerra las balas no diferenciaban negro de blanco y todos morían de lo mismo”, dice Issa Ongoïba, de la Asociación de Veteranos de Bamako, Malí.

Telegrafista y conductor en el ejército británico en 1919, Samuel Masila Mwanthi luchó en 1940/1941 contra los italianos en Etiopía y en 1943/1944 en las selvas de Birmania contra los japoneses. Tras su licenciamiento en África recibió dos trajes, pero ninguna pensión hasta el día de hoy.

Brasileños en Italia
Decenas de miles de voluntarios de Puerto Rico y otras islas del Caribe participaron en la guerra, algunos de ellos en la liberación de Francia y la conquista de Alemania. Una escuadrilla de aviación mexicana combatió en Filipinas y 25.000 brasileños lo hicieron en Italia, incluida la batalla de Monte Casino en la que quinientos de ellos perdieron la vida.

Nativos del Pacífico
Cuando en 1943, las Islas Salomón fueron zona de combate, Biuku Gasa se ofreció como informante voluntario a los aliados, espiando los movimientos de los japoneses desde detrás de sus líneas camuflado como pescador tradicional en compañía de su amigo Aaron Kumasi. En uno de sus viajes en piragua descubrieron a un grupo de soldados americanos que habían naufragado en un diminuto islote. Les prestaron ayuda y salvaron así la vida del capitán del grupo americano, que se llamaba John F. Kennedy. “Sin mí, Estados Unidos nunca habría tenido un Presidente Kennedy”, dijo con orgullo Biuku Gasa sesenta años después.

En 1940, los aborígenes australianos no tenían derechos civiles; no los tuvieron hasta 1967. Sin embargo, se les dio empleo en la guerra, después de que los japoneses bombardearan la ciudad de Darwin, en el norte del país, vigilando la enorme costa norte de Australia en previsión de un desembarco. Salieron muy baratos, no hacía falta suministrarles alimentos ni armas, que ellos mismos se procuraban y confeccionaban en la jungla, y se les pagó con anzuelos, cuerdas, hachas, pipas y tabaco. El principal problema de los militares australianos era hacerles comprender por qué se les pedía que mataran a cualquier japonés que se presentara, cuando poco tiempo atrás, en 1932, recordaban haber sido víctimas de una razzia de la policía australiana, que encarceló a tres de sus jefes por haber dado muerte a unos pescadores de perlas japoneses que habían abusado de mujeres aborígenes. Se necesitó algún tiempo para que comprendieran que lo que había estado prohibido y perseguido ahora era permitido, e incluso recompensado.

India, el gran ejército colonial
Con 320 millones de habitantes, India era la mayor, más poblada y más importante colonia británica. Con los 2,5 millones de hombres del Royal Indian Army y los 120.000 gurkas nepalíes, el Imperio británico disponía del mayor ejército colonial de todos los tiempos. Era un ejército de voluntarios y la situación de los soldados era mejor que la de sus compañeros de las tropas coloniales africanas. Mientras en África todos los mandos eran británicos, la cifra de indios que alcanzaron puesto de mando como oficiales ascendió a 14.000 en la Segunda Guerra Mundial, y los soldados recibieron pensiones, auque menores que las de sus colegas británicos. Treinta divisiones indias combatieron en Oriente Medio, África del Norte, Asia y Europa, contribuyendo a la victoria.

India fue campo de batalla. A principios de 1942, tras la ocupación japonesa de Singapur y Malasia, las ciudades orientales indias sufrieron bombardeos. 23 cargueros aliados fueron hundidos por submarinos japoneses en el Golfo de Bengala, y aviones y cañoneras japonesas bombardearon Ceilán, donde los ingleses almacenaban combustible para la marina. 60.000 soldados indios murieron en la guerra y casi 80.000 sufrieron cautiverio en manos alemanas, italianas o japonesas.

Colaboracionistas anticoloniales: Oriente Medio
Alemania había llegado tarde a Oriente Medio, donde las posiciones ya estaban ocupadas por Inglaterra y Francia. La geopolítica nazi calculaba explotar el resentimiento anticolonial árabe como “aliado potencial” para hacerse con la región. El Departamento oriental de la radio nazi estaba dirigido por un tal Kurt Georg Kiesinger, que en 1966 sería Canciller de la RFA.

En Egipto, Siria, Irak y Palestina se crearon organizaciones y movimientos filonazis. Hitler regaló en 1938 un Mercedes-Benz Sport al rey Faruk de Egipto, cuyo reino estaba de hecho gobernado por los británicos. Las derrotas militares en el Norte de África se vivieron entre los árabes con esperanza. “Las veíamos como la única manera de sacar al enemigo del país”, escribió en sus memorias el Presidente Anuar El Sadat, que siendo un oficial nacionalista fue detenido por los británicos en 1942 cuando dos espías alemanes le daban dinero para sufragar el movimiento antibritánico en Egipto. En Túnez, el posteriormente presidente Habib Burguiba confiaba también en que el apoyo del Eje contribuyera a la independencia de su país de Francia. Los nazis crearon algunas “legiones árabes” y utilizaron agitadores musulmanes caucásicos para lograr la desafección de chechenos y otras nacionalidades maltratadas por Stalin en el Cáucaso.

Entre 1919 y 1939, unos 300.000 judíos emigraron a Palestina en los prolegómenos de lo que los palestinos denominan “Nakba” (“catástrofe”) que culminaría años después con la expulsión de unos 800.000 palestinos, más de la mitad de la población nativa, de su tierra en 1948. El antisemitismo nazi cayó bien entre los árabes en el contexto de los pulsos de la colonización judía. El Muftí de Jerusalen Hadji Amin el-Husseini fue recibido y subvencionado por Hitler y estuvo implicado en crímenes del Holocausto en Europa, al impedir la emigración a Palestina de miles de judíos de Bulgaria, Rumanía y Hungría, que en su lugar fueron internados en campos de concentración. Husseini, que murió en la cama en 1974, nunca fue juzgado por esos crímenes y mantuvo sus simpatías hacia los nazis hasta en la posguerra. En abril de 1941, los nazis apoyaron un golpe de estado antibritánico en Irak. El regreso de los británicos poco después desencadenó un pogrom con centenares de judíos muertos y miles de heridos en Bagdad, muchos de cuyos habitantes árabes escondieron a judíos en sus casas.

Colaboracionistas anticoloniales: India y Birmania
A principios de la Segunda Guerra Mundial, Subhas Chandra Bose era uno de los políticos más influyentes de India. En marzo de 1939 fue elegido por segunda vez Presidente del Congreso Nacional Indio, la principal organización del movimiento anticolonial, pese a que su rival contaba con el apoyo de Gandhi y Nehru. A diferencia de estos, Bose propugnaba no sólo la resistencia armada contra los ingleses, sino la colaboración con las potencias del Eje. Nehru recibió el triunfo de Hitler como un shock y Gandhi dijo que “cuando los nazis lleguen a India los combatiremos como a los ingleses”. Bose se entusiasmó con la declaración de guerra entre Inglaterra y Alemania de septiembre de 1939 y declaró ante 200.000 partidarios en Madrás, “la crisis que tanto esperábamos se ha desencadenado y abre para India una oportunidad dorada”.

Sometido a arresto domiciliario, en 1941 logró huir y viajó a Alemania, donde los nazis le entregaron un millón de marcos para difundir propaganda nazi antibritánica en radios y periódicos de India. Bose veía en Hitler un “revolucionario” y le trataba de “Netaji” (Caudillo). Hizo que sus colaboradores estudiaran las organizaciones fascistas como las juventudes hitlerianas, las SS y la Gestapo, a fin de impulsar una India independiente cuyo sistema debía ser “una síntesis de fascismo y nacionalismo”. En 1942, reclutó a 3.500 soldados indios de los campos de concentración alemanes y fundó con ellos una “Legión India” que se integró primero en el ejército alemán y luego en las SS y se dedicó, en 1944, a la caza de miembros de la resistencia en Francia. En 1943 Bose regresó a Asia en un submarino alemán. Desde Singapur reclutó un “Indian National Army” de 50.000 voluntarios que, en 1944, luchó junto a los japoneses contra los británicos en Birmania. En agosto de 1945, Bose murió en un accidente aéreo cuando huía de los ingleses. Muchos indios lo consideran hoy un héroe nacional, especialmente en Bengala, su provincia natal. Escuelas, universidades, una estación de ferrocarril, un partido político y el aeropuerto internacional de Calcuta llevan su nombre, y muchos monumentos lo recuerdan.

En Birmania, una de las naciones asiáticas que más sufrió y más luchó contra el colonialismo inglés, la guerra también fue vista como oportunidad anticolonial. Cuando los británicos huyeron del país en 1942 ante el avance japonés, los soldados nipones fueron recibidos con flores en las calles de Rangún, una ciudad que les había perdonado los crueles bombardeos aéreos que sufrió. La principal figura del movimiento por la independencia y héroe nacional de Birmania, Aung San, y sus compañeros, fueron formados militarmente por los japoneses. Los birmanos organizaron un ejército para luchar junto con los japoneses, pero pronto se dieron cuenta de que aquellos libertadores no eran mejores que los británicos, así que volvieron sus armas contra ellos en la última etapa de la guerra. Birmania sufrió 250.000 muertes civiles en la Segunda Guerra Mundial, cuatro veces más que Inglaterra.

La hambruna de Bengala
Cuando la provincia oriental india de Bengala se convirtió en terreno de batalla en su frontera con Birmania, el territorio sufrió la peor hambruna conocida en el subcontinente desde el siglo XVIII. La ocupación japonesa de Birmania interrumpió los vitales suministros de arroz birmano a India. En pocos meses los precios del arroz se multiplicaron por cinco. Ante la expectativa de una invasión japonesa, los comerciantes retenían el grano. Los británicos impedían su transporte, porque habían requisado todos los barcos del Golfo de Bengala con fines militares. Una multitud de campesinos hambrientos erraba por la provincia. En septiembre de 1944 había 100.000 mendigos en las calles de Calcuta. La hambruna se cobró la vida de entre dos y cuatro millones de personas. En su historia de la Segunda Guerra Mundial de seis tomos, Winston Churchill ni siquiera la menciona.

Filipinas
Explica el historiador filipino Ricardo Trota José: “la Segunda Guerra Mundial dejó en Filipinas más muertos que en cualquier otro país del sur de Asia. En ningún país de la región hubo mayor destrucción. Según las cifras oficiales del gobierno 1,1 millones de filipinos murieron en la guerra, es decir uno de cada 16 habitantes del archipiélago”.

La guerra después de la guerra
El 8 de mayo de 1945 capituló Alemania y cuatro meses después, tras las bombas atómicas lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki, lo hizo Japón, pero en varios países de Asia las guerras vinculadas al reordenamiento mundial continuaron.

– En China la guerra civil no concluyó hasta la victoria de Mao en 1949.

– En Malasia, Indonesia y Filipinas continuaron luchando los movimientos de liberación nacional contra los viejos y nuevos colonialistas de Europa y Estados Unidos.

– La cruel guerra de Corea entre 1950 y 1953, técnicamente inconclusa aun hoy, fue consecuencia de la división del país en dos estados de diferente alineación en la guerra fría y ocasionó más de tres millones de muertos, dos millones de ellos civiles.

– Indochina tuvo que seguir luchando otros treinta años contra franceses y americanos para conseguir su independencia. Proclamada en 1945 por Ho Chi Minh, no se alcanzó hasta 1975. Hasta entonces los americanos lanzaron sobre Vietnam más bombas que las lanzadas contra Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

– En India la partición del país siguió a la independencia de 1947, con varias guerras entre la India dominada por hindúes y el Pakistán dominado por musulmanes, que produjeron hasta un millón de muertos, según Nehru.

– Las islas del Pacífico fueron el principal escenario mundial de pruebas atómicas después de la guerra. Muchos estados insulares tuvieron que renunciar a la independencia porque las potencias usaron sus territorios como bases militares y polígonos de pruebas atómicas, que dejaron terribles legados en la población local. Islas enteras fueron vaciadas y su población deportada a miles de kilómetros. Hasta 1996, Estados Unidos, Inglaterra y Francia detonaron más de 300 bombas A, H, de plutonio y de neutrones en las islas del Pacífico. Desde Micronesia a Nueva Zelanda, pasando por Okinawa, Taiwán y Corea, la región concentró la mayor presencia nuclear del mundo en diversas formas; explosiones, submarinos, aviación o bombas almacenadas.

– Japón se integró en el bloque occidental de la guerra fría y afirmó su potencia económica y comercial sobre Asia, sin pagar indemnización alguna por los daños infligidos a sus vecinos durante la guerra. En los años noventa los presupuestos militares japoneses, de 30.000 millones de dólares, figuraban entre los más abultados del mundo y el país disponía de la tercera marina de guerra más potente, sólo por detrás de Estados Unidos y Rusia.

RECAPITULACIÓN EN ALGUNOS NÚMEROS:

Total de muertos en la Segunda Guerra Mundial (SGM): unos 70 millones
Total de muertos de guerra en Asia: entre 20 y 30 millones
Total de alemanes muertos en la SGM: unos 5 millones
Soldados alemanes muertos en Stalingrado: 60.000
Civiles muertos en Okinawa: 100.000
Proporción de filipinos muertos en la SGM: 1 de cada 16
Civiles muertos en la conquista italiana de Abisinia: 150.000
Víctimas de la hambruna ocasionada por la SGM en Bengala: entre 2 y 4 millones
Menciones de la hambruna de Bengala en la obra de Churchill sobre la SGM (seis tomos): 0
Muertos civiles en Gran Bretaña: 67.000
Muertos civiles en Birmania: 250.000
Efectivos del Ejército Británico: 11 millones
Soldados coloniales del ejército británico: 5 millones
Soldados africanos en el ejército británico: 1 millón
Soldados indios en el ejército británico: 2,5 millones
Soldados indios caídos en la guerra: 60.000
Soldados indios cautivos de italianos, alemanes o japoneses: 80.000
Soldados indios en las SS nazis: 3.500
Voluntarios indios en el ejército japonés: 50.000
Soldados africanos en ejércitos franceses: 1 millón
Prisioneros africanos del ejército francés en campos alemanes: 100.000
Brasileños combatientes en Italia: 25.000
Brasileños caídos en Monte Casino: 500
Ejército italiano en Abisinia: 350.000
Africanos en el ejército italiano de Abisinia: 150.000
Africanos forzados por el Imperio británico a trabajar en Kenia durante la SGM: 20.000
Africanos forzados a trabajar en Rhodesia del Sur: 33.000
Africanos forzados a trabajar en minas de zinc en Nigeria: 100.000
Mortandad entre los mineros forzados de zinc en Nigeria: 1 de cada 10

miércoles, 6 de enero de 2021

_- El profe Lalito y su triciclo escuela en tiempos de coronavirus

_- La suspensión de las clases en Guatemala por la covid-19 aboca a los niños más desfavorecidos al abandono escolar y al trabajo infantil. Un profesor idea una manera ingeniosa de llevar la educación en bicicleta a los alumnos sin acceso a las tecnologías 



Las tres ruedas surcan desde primera hora de la mañana un camino sin asfaltar y embarrado por las últimas lluvias. A golpe de pedal, Lalito Gerardo Amílcar Ixcoy, de 27 años, avanza lentamente por las aldeas de Santa Cruz del Quiché, al norte de Guatemala, llevando a cuestas una escuela móvil en busca del encuentro con su próxima alumna. La niña ya se encuentra en la puerta de su casa colocando una pequeña mesa y un banco de plástico, que será su pupitre al aire libre. A lo lejos, ya atisba a su profesor de Primaria, quien pedalea lentamente su triciclo hasta aparcarlo frente a la estudiante.

Nada más llegar con su correspondiente mascarilla, Lalito se coloca su careta facial, se echa gel hidroalcohólico en sus manos e instala una varilla que mide metro y medio entre el triciclo y la mesa. La varilla finaliza con una mano de cartón en la que se detalla con dibujos en cada uno de los dedos las cinco maneras de saludar sin necesidad de que haya contacto físico: militar, japonés, tailandés, de cejas y apache. Todo ello “para prevenir contagios” de coronavirus, que ya ha provocado más de 1.800 muertes en el país centroamericano desde que se detectara el primer caso el pasado 13 de marzo.

Tres días después, el 16 de marzo, se suspendieron las clases en todos los niveles educativos y, desde entonces, las asignaturas se impartieron virtualmente para la minoría que tiene la posibilidad de conectarse a Internet. Según el último censo realizado en 2018 por el Instituto Nacional de Estadística de Guatemala, en el país solo dos de cada 10 hogares (21,2%) disponen de ordenador, mientras que únicamente el 17,2% cuenta con Internet. Esta situación aún es más precaria en el departamento de Quiché, donde únicamente el 9,3% de los hogares tiene computadora y el 4,1% acceso a redes.

“Como no había posibilidades de impartir clases de manera presencial, y conozco los problemas socioculturales que tienen mis estudiantes, cuyas familias muchas veces no saben leer ni escribir y carecen de recursos tecnológicos, como computadoras, teléfonos e Internet, me di a la tarea de buscar un triciclo para poder ir a impartir las clases a sus casas tomando las medidas necesarias”, explica Lalito. Además, indica que cuando se suspendieron las clases, “ya no había respuestas de la mitad de los estudiantes de las tareas que se estaban enviando”. Así fue como este profesor de una escuela privada de Santa Cruz del Quiché, que está realizando su tesis en la Licenciatura de Pedagogía, inventó una escuela móvil, que le permite continuar su labor docente de las materias de Comunicación y Lenguaje, y Matemáticas a sus diez alumnos de entre 11 y 12 años.

El profesor Lalito saluda en una aldea de Guatemala a una de sus alumnas desde la escuela móvil. A. VERA Antes de poner en marcha su iniciativa, Lalito fue casa por casa a hablar con los padres y madres de sus estudiantes para que le dijeran si estaban o no de acuerdo en que llegara en triciclo para que los niños y niñas no perdieran sus clases por la pandemia. “Tras conocer que no habría ningún contacto físico y que iba a tomar las medidas necesarias para protegerlos, la respuesta fue afirmativa y eso me alegró mucho”, destaca.

Para ello, trabajó dos semanas con su hermano en una empresa de estructuras mecánicas a cambio de que le diera el material para construir la escuela en un triciclo al que le colocó un techo de plástico, una pizarra y un vidrio de cristal para evitar cualquier posibilidad de contagio. Gracias a un ahorro de 700 quetzales (85 euros) compró una bicicleta de segunda mano que pintó y en la que instaló toda la infraestructura para convertirla en una escuela móvil que debe recorrer hasta tres kilómetros para llegar a las casas de sus alumnos. Cada día, dependiendo de la distancia, atiende a tres o cuatro a quienes imparte clases individuales de hora y media.

En Guatemala solo dos de cada 10 hogares (21,2%) disponen de ordenador, mientras que únicamente el 17,2% cuenta con Internet

Lalito reconoce que sí ha tenido un “poco de miedo” por la reacción que podían tener las autoridades del Ministerio de Educación, que le han llegado a pedir sus datos personales. “No sé si para decirme que pare o darme vía libre para seguir con este proyecto”. No obstante, señala que antes de poner en marcha esta iniciativa, se lo comunicó al director de la escuela privada en la que trabaja, quien le autorizó siempre y cuando las familias lo aceptaran, tal como sucedió.

“Muchos padres me dijeron que sus hijos no podían seguir las clases de manera virtual porque no tenían recursos. Y ahora la prioridad es la comida, de modo que, si la escuela iba a ser por Internet, iban a dejar que perdieran este año”, revela el maestro. En este sentido, recalca que el principal objetivo de su proyecto, que denomina tricieducativo, es que “no exista una deserción escolar”.

Abandono escolar y trabajo infantil
Precisamente, Lucía Verdugo, Oficial Nacional de Educación de la Oficina de la Unesco en Guatemala, advierte de que, de prolongarse la suspensión de clases, puede haber consecuencias negativas que “den como resultado un retroceso en los logros alcanzados por el país en términos de cobertura y calidad educativa”, teniendo en cuenta que al inicio de 2020, ya existían desafíos importantes con solo seis de cada diez niños en edad escolar estudiando, según el anuario estadístico del Ministerio de Educación.

“Es difícil precisar en qué medida puede aumentar la deserción escolar, pero sí es una de las consecuencias que podemos prever, principalmente ante las proyecciones que realizan entidades especializadas como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que estima un decrecimiento del PIB en la región latinoamericana de por lo menos un 5,3%, así como el aumento del desempleo y de la pobreza y la pobreza extrema”, que en Guatemala afectaba antes del coronavirus a seis de cada 10 personas (59,3%), según la última Encuesta de Condiciones de Vida realizada en 2014.

Así, la CEPAL advierte en un informe de que el cierre temporal de las escuelas como consecuencia de la pandemia “tiene el potencial de aumentar el trabajo infantil entre uno y tres puntos porcentuales, lo que implicaría que al menos entre 109.000 y 326.000 niños, niñas y adolescentes podrían ingresar en el mercado laboral”.

Casi 800.000 niños, niñas y adolescentes trabajan en Guatemala, de los que 263.247 tienen entre siete y 14 años

Todo ello en un contexto en el que Guatemala va a incumplir su compromiso adquirido en el 2009 a través de una hoja de ruta que buscaba erradicar el trabajo infantil en 2020, que ocupa a casi 800.000 niños, niñas y adolescentes, de los cuales 263.247 tienen entre 7 y 14 años, según la Encuesta Nacional de Empleo de 2018.

La Jefa de la Unidad de Protección a la Adolescencia Trabajadora del Ministerio de Trabajo de Guatemala, Claudia Peneleu recuerda que en 2016, el Gobierno programó una nueva hoja de ruta en la que, al igual que el resto de países de la región, adquirió el compromiso de alcanzar la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que establece “poner fin al trabajo infantil en todas sus formas de aquí a 2025”.

Peneleu afirma que para Latinoamérica y el Caribe se ha hecho una proyección según la cual, se reduciría en dos puntos porcentuales aproximadamente el trabajo infantil para el 2025 respecto a la situación actual.

La OIT prevé erradicar el trabajo infantil
Por su parte, el Director General de Previsión Social del Ministerio de Trabajo de Guatemala, William Godoy, a pesar de que reconoce que la situación “no es muy alentadora”, asegura que hay un informe de tendencias de la OIT que establece que para el 2040 se podría erradicar el trabajo infantil.

Para evitar que la suspensión de las clases aboque a sus estudiantes a trabajar, el profesor Lalito defiende seguir impartiendo clases. "La educación es esencial para que nuestro país salga adelante". La pobreza, añade, es un “flagelo” que se vive en Santa Cruz del Quiché, de mayoría indígena, que ha provocado que “muchos niños y niñas ya no lleguen a estudiar y opten por un trabajo informal como vender frutas en la calle”.

Por este motivo, decidió llevar la escuela a la puerta de las casas de sus alumnos, a pesar de que el colegio privado en el que trabaja solo le paga una mínima cantidad económica tras cancelarse las clases por la pandemia. E incluso le invitaron a buscarse otro empleo: “Yo no quería dejar a mis niños; quería seguir enseñándoles”. Tras impartir las clases desde su triciclo en el que se lee "Profe Lalito 10", en honor a su número favorito en el fútbol, este maestro sigue trabajando en la empresa de estructuras mecánicas de su hermano para poder sufragar los gastos de su casa, donde vive junto a su esposa e hijo de tres años. “Él es mi motivo de lucha”.

La original iniciativa de Lalito cuenta con el respaldo de su comunidad: 
“Es increíble el cariño que me tienen. A veces, desde las casas me piden que siga adelante y que me cuide, lo que me anima a seguir”. Lalito se muestra sorprendido por la repercusión en la prensa nacional e internacional que ha tenido su escuela a pedales. “Jamás me imaginé que fuera así, únicamente quería hacer felices a mis diez niños y niñas”, añade. Por ello, siempre comienza las clases con ejercicios de estiramientos y calentamientos, y cantando temas infantiles para que "se motiven un poco", teniendo en cuenta que sus estudiantes “se sienten un poco aburridos y estresados”, debido a que no van al colegio.

“Me preguntan cuándo va a acabar esto y si van a regresar a clases”, revela. Durante sus ocho años como docente, dice, sus estudiantes han marcado su vida. “Por su inocencia, su honestidad, su solidaridad y lo buenas personas que son”. Por eso considera que Guatemala “sí tiene futuro, pero hay que motivar mucho a los niños para que sean optimistas. Hay que creer en ellos”. Y arranca de nuevo a pedalear su triciclo educativo en dirección a la casa del siguiente alumno.

martes, 5 de enero de 2021

No pierda tiempo ni dinero

He insistido más de una vez en la importancia del etiquetado que los profesores y las profesoras hacemos en las aulas, sea sobre un alumno, un pequeño grupo o el grupo entero. Cuando esa etiqueta es de carácter negativo (“no podrás”, “no llegarás”, “no serás”, “no alcanzarás”…) se produce una invitación al fracaso. Las profecías de autocumplimiento, de las que habla Paul Watzlawick, son muy nocivas porque encierran una condena que, si no se rompe, lleva a los alumnos y a las alumnas al fracaso. La profecía de un suceso conduce al suceso de la profecía. Salvo reacción. La reacción de la rebeldía, del rechazo, de la fortaleza.

Estas profecías no tienen lugar solamente en el ámbito psicológico de las personas. También se producen en el terreno sociológico. Si se anuncia por todos los medios que el fin de semana habrá escasez de combustible en las gasolineras de la ciudad, muchos conductores acudirán a las estaciones de servicio con recipientes y se agotará la gasolina.

Me dicen algunos padres y algunas madres que insista sobre esta cuestión (que también puede producirse en la familia, por cierto), porque es más frecuente en las escuelas de lo que se podría suponer. Dada su importancia y la claridad que sobre el tema existe desde el punto de vista científico voy a plantear de nuevo la cuestión.

Lo haré a través de un nuevo caso que he conocido. Un caso que desvela la existencia de la profecía y también la evidencia de que esa profecía se puede romper con lucidez y valentía. Porque lo malo de este fenómeno no reside solamente en la formulación del veredicto destructivo. Está, sobre todo, en su aceptación del mismo por parte del interpelado. Si el que la recibe no la acepta, si el destinatario de la misma la rechaza, pierde su efecto demoledor.

María de los Huertos Toriani, maestra de mente, alma y corazón, me envía desde Uruguay este relato que quiero compartir con mis lectores y lectoras, con la explícita anuencia de la autora.

Prefiero reproducir literalmente el texto que me envía, con la recomendación de que el lector aplique las matizaciones semánticas que demanda la exégesis del contenido.

“Muchas veces a lo largo de la carrera docente, que ejerzo con absoluto compromiso, he sido testigo y protagonista de la casi esperada vociferación de designios sobre el futuro de niñas, niños y adolescentes.

Es que ya sea porque es inherente a la propia profesión, me refiero a la evaluación y elaboración de juicios sobre los otros (esos otros en crecimiento, en proceso) o por la demanda de las propias familias en relación a saber en qué son buenos sus hijos y en qué no, es que los docentes nos vamos acostumbrando y casi naturalizando a elaborar mandatos que repetimos y /o escuchamos una y otra vez.

Escuché una vez un mandato de un docente sobre mi hijo, en sexto año del liceo, al saber que se iba a inscribir en la facultad de Medicina, me dijo: no pierda tiempo ni dinero, ¿no se da cuenta que su hijo quedó con un examen justamente de biología?

Por supuesto que al ser docente me retiré del lugar solo dando las gracias por el tiempo dedicado, pero cuando llegué a mi casa le comenté a mi hijo lo expresado por esta persona, él solo me escuchó y entonces le dije: el que va a decidir si es bueno en algo o no eres tú, apuesto y confío en lo que deseas hacer. Hoy mi hijo transita el tercer año de facultad.

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera escuchado? Me gustaría hoy encontrarme con ese docente y con todos los docentes que en esta etapa deben calificar y/o emitir juicios, para convencerlos de que los mandatos no son necesarios, no estamos obligados a hacerlos.

¿Qué lugar dejamos a la esperanza, qué horizonte dibujamos, desde qué lugar formulamos, qué oportunidades de confianza en ellos depositamos?

En esta culminación y en este año tan particular de pandemia, invito a que pensemos en dar devoluciones con justicia pero no MANDATOS”.

Hasta aquí el relato de la maestra. En este caso, la madre presta su ayuda al hijo para que pueda romper la profecía de quien desmonta con un argumento fútil el deseo del chico de estudiar medicina. La madre le dice al hijo que va a ser él quien decida qué es lo quiere hacer en la vida. Pero es también ella la que se rebela en primera instancia al no dar crédito al diagnóstico.

Imaginemos que la madre se hubiese adherido a la nefasta indicación y que hubiese apoyado el veredicto del profesor. Entonces, hubiese sido imposible levantar el peso de la doble losa.

Es evidente que lo que la maestra llama mandato consistía en una equivocada predicción, basada en el fracaso en la asignatura de biología. ¿Es ese un motivo suficiente para romper todos los sueños de un estudiante?

No hay mejor prueba del error de ese triste consejo que el hecho de que el hijo de la maestra María de los Huertos esté en tercer curso de Medicina. No hay señal más clara de que algo se puede hacer que el que ya se esté haciendo con éxito. Estoy seguro de que el hijo de la maestra llegará a ser un buen profesional de la medicina. Y, desde luego, su capacidad, su esfuerzo y su ilusión serán mucho más importantes para lograr el éxito que ese fracaso en una asignatura.

Los docentes tenemos el deber de alentar a nuestros alumnos y alumnas en la búsqueda de sus sueños, no la de robarles aquellos que están persiguiendo en su vida laboral o personal. Decía Albert Einstein: “Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar a los árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”.

También recibe un notable castigo la sociedad en la que luego ese profesional ejercerá su profesión. En este caso contaría con un médico menos. Y esos posibles pacientes que recibirían su atención quedarían desprotegidos. Ya sé que estoy hablando de futuribles, pero resulta fácil imaginar lo que sucedería si todas esas predicciones negativas se hubieran tenido en cuenta por parte de sus destinatarios.

La maestra se mostró prudente y respetuosa con su colega, guardó silencio, dio las gracias por el tiempo dedicado y dejó para mejor ocasión la advertencia a su hijo: “el que va a decidir si es bueno en algo o no eres tú, apuesto y confío en lo que deseas hacer”.

Dice la madre que le gustaría encontrarse con ese docente y con los que hacen este tipo de profecías. También a mí. Lo he pensado muchas veces. Sería muy aleccionador para ellos saber que se han equivocado. Sería la mejor manera de aprender.

Especial cuidado deben tener los orientadores y orientadoras que, por oficio, tienen que ayudar a los alumnos y a las alumnas a realizar opciones académicas, personales y profesionales. Nunca deben olvidar que son ellos mismos (me refiero a los alumnos y a las alumnas) quienes tienen que pensar y decidir. Lo que, en última instancia, dicen los alumnos a los orientadores es: “ayúdame a hacerlo solo”. Es decir, ayúdame a pensar por mí mismo, a decidir por mí mismo, a responsabilizarme de mi vida. Las cosas que decimos dan forma al futuro de los destinatarios de nuestros consejos.

He contado esta historia real porque podemos aprender de ella. Es lo que se llama escarmentar en cabeza ajena. Estamos puestos ahí por la sociedad para animar, ayudar, motivar, impulsar, hacer crecer. Cuando utilizamos nuestro conocimiento y nuestra influencia para desalentar, silenciar, hundir y romper los sueños de nuestros hijos e hijas, de nuestros alumnos y alumnas estamos traicionando la esencia de nuestra tarea, el sentido profundo de nuestro trabajo.

Fuente: El Adarve.

lunes, 4 de enero de 2021

6 consejos para negociar de manera más efectiva en el trabajo (y qué es lo que nunca deberías hacer)

"Ninguno de nosotros puede evitar una negociación", dice Jonathan Booth, explicando que hasta en las situaciones laborales más cotidianas existen habilidades negociadoras que pueden ayudarte a conseguir tus objetivos.

Cuando hablamos de negociar, no solo de trata de cerrar un negocio o conseguir un aumento de salario.
Hay negociaciones más cotidianas que, aunque no terminen con un resultado cuantificable en dinero, son igualmente importantes.

Por ejemplo, necesitas habilidades para negociar un día libre, para que la carga de trabajo sea equitativa o para defender un punto de vista que puede marcar el desarrollo de tu carrera profesional.

Jonathan Booth, profesor de comportamiento organizacional y gestión de recursos humanos de la universidad británica London School of Economics (LSE), quien además se especializa en educación para ejecutivos sobre negociación, dice que los pasos para tener éxito son aplicables en cualquier ámbito laboral.

"Ninguno de nosotros puede evitar una negociación", le dice Booth a BBC Mundo, ya que es parte de la dinámica de nuestras vidas profesionales. como cuando hay que determinar los términos de un nuevo acuerdo o superar conflictos con colegas.

Lo más desafiante, afirma, es cuando estás negociando con una contraparte competitiva que no está dispuesta a perder y, por lo tanto, no le interesa llegar a un punto medio para facilitar un acuerdo donde los participantes obtengan algún beneficio, situación que en inglés se llama win-win.

Enfrentado a esa situación, es recomendable explorar si existen posibilidades de crear un escenario donde cada negociador se levante de la mesa con algún beneficio.

Para avanzar en este enfoque es importante "estar dispuesto a hacer preguntas, compartir información y priorizar la creatividad", apunta Booth.

Estos son seis consejos que habitualmente utilizan los mejores negociadores, según el académico de LSE.

1. Acercarse a la contraparte y establecer una relación cordial
No se trata, necesariamente, de ir juntos al bar de la esquina, pero una llamada telefónica o una breve reunión previa, puede allanar el camino antes de que se establezca una negociación formal.

Si no están las condiciones como para un contacto previo a la negociación, es importante investigar por otros medios quién es tu contraparte.

Es importante, dice el académico, crear las condiciones donde cada negociador se levante de la mesa con algún beneficio. Por ejemplo, buscar en redes sociales información que pueda ser útil antes de sentarse a discutir. Indagar qué trabajos previos ha realizado, cuáles son sus motivaciones, sus intereses. Y si es posible, descubrir cómo han sido los resultados de negociaciones previas donde ha participado la contraparte.

Incluso si la confianza solo se extiende al establecimiento de reglas y procedimientos básicos, al menos eso permitirá que los participantes se sientan más cómodos.

2. Meterse en sus zapatos (y caminar un poco dentro de ellos)
Otra técnica que ayuda en el proceso es tratar de entender la perspectiva de la contraparte, incluso aunque no estés de acuerdo. Eso permite tener una comprensión más racional de la otra persona y descubrir qué busca.

También le hace ver al otro que estás prestando atención y que entiendes lo que propone, aunque las posiciones sean divergentes.

La idea es tratar de encontrar una solución integradora para evitar que el conflicto escale y se transforme en una discusión que no avanza.

3. Compartir información
Aunque puede sonar poco estratégico a primera vista, lo cierto es que compartir información es importante.

"No vayas a una negociación sin estar preparado. Planificar y prepararse son la clave para el éxito", apunta el experto.
Una negociación constructiva está relacionada con la reciprocidad. Entonces, tomar la iniciativa -y estar dispuesto a parecer vulnerable- puede ayudar a conseguir información de la contraparte y mover la conversación a tu favor.

Es como ceder un poco para conseguir algo a cambio. Es posible que tu buena disposición a compartir información empuje a los otros a seguir tu ejemplo, abriendo el diálogo.

Cuando los negociadores ven que las partes están dispuestas a trabajar juntas, se puede mantener un intercambio positivo.

4. Priorizar la creatividad
En cualquier negociación es probable que encuentres problemas o elementos inesperados a medida que avanzan las conversaciones.

En esta circunstancias se requiere ser creativo y buscar soluciones que den una respuesta a las distintas necesidades. Y para ser creativo con las propuestas tienes que saber quién es la persona que está al frente y qué busca.

Antes de sentarse a negociar, siempre hay que investigar quién es tu contraparte. Es útil trazar la percepción de los intereses de todos lo que están en la mesa. Si los problemas que se discuten tienen varias partes, vale la pena desglosarlos y usar la creatividad para que los otros se integren a la discusión.

En esto es clave hacer las preguntas correctas para aprender de la información nueva que consigues de los otros negociadores y así generar múltiples ideas que permitan crear posibles soluciones.

5. Plantear las cosas de manera colectiva
En vez de plantear el diálogo de manera individual, al estilo de "mi posición es esta", "tu posición es esta", es conveniente tratar de conducir la conversación hacia un diálogo colectivo.

También puede ser útil traer a la mesa ejemplos de negociaciones previas donde hayas participado y cuyos resultados arrojaron un beneficio mutuo.

En este punto hay que tener cuidado porque al mostrar mucha experiencia, puedes parecer intimidante o puedes ser percibido por los demás como que los estás subestimando.

6. Minimizar las amenazas
Si tus contrapartes utilizan amenazas, tendrás que encontrar maneras de bloquearlas o prevenir que vuelvan a aparecer en la mesa de negociación.

"Si tus contrapartes utilizan amenazas, tendrás que encontrar maneras de bloquearlas o prevenir que vuelvan a aparecer", argumenta Booth. Básicamente se trata de minimizar la tensión. Lo primero es encontrar un asunto en que todos los negociadores estén interesados para mover la discusión hacia otro lado, o encontrar puntos donde haya acuerdo.

Si descubres cuáles son las cartas del juego de los demás, tienes más opciones de mover las piezas a tu favor, con el fin de encontrar una solución de beneficio mutuo.

¿Qué se puede hacer cuando aparece un elemento inesperado?
"Si eso ocurre, le puedes hacer preguntas para que la contraparte aclare de qué se trata el asunto", dice Booth.

Ahora bien, "si lo nuevo realmente te ha tomado por sorpresa, trata de evitar que la otra parte se dé cuenta".

Una alternativa es hacer una pausa en la negociación y ganar tiempo para investigar y evaluar el nuevo escenario, ya que así puedes saber si necesitas traer nuevos recursos a la mesa y explorar otros caminos para lograr un acuerdo.

Y sobre qué es lo que nunca deberías hacer al enfrentar una negociación, Booth es muy claro: "No vayas a una negociación sin estar preparado. Planificar y prepararse son la clave para el éxito".

domingo, 3 de enero de 2021

Ideas sobre educación

Albert Einstein, siempre estuvo preocupado por la Educación.
Quedó muy marcado por los rígidos estudios Prusianos, de los que tenía una opinión negativa...

"No soy lo suficientemente joven para saberlo todo"
Oscar Wilde

"No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo."
Paulo Freire

"Aprendió tantas cosas –escribía mi maestro, a la muerte de un su amigo erudito–, que no tuvo tiempo para pensar en ninguna de ellas." Juan de Mairena.
Antonio Machado

"El problema fundamental, de naturaleza política, está coloreado por tintes ideológicos, a saber, ¿quíen elige los contenidos , a favor de quién y de qué estará su enseñanza; contra quién y contra qué?"
Paulo Freire.
Pedagogía de la Esperanza

"La tarea del educador moderno no es podar selvas, sino regar desiertos"
Clive Staples Lewis

¡Hambriento: empuña el libro! ¡Es un arma!
Bertolt Brecht

Dentro de veinte años te arrepentirás más de las cosas que no hiciste que de las que llegaste a hacer. Por lo tanto, ya puedes levantar el ancla. Abandona este puerto. Hincha las velas con el viento del cambio. Explora. Sueña. Descubre.
Mark Twain

No aprendemos nada con los que dice “haz como yo”.Nuestras únicas maestras son las que dicen: “Haz conmigo”
Gilles Deleuze

“No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo…
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”
F. Quevedo
Epístola satírica al Conde Duque de Olivares

"El analfabeto del futuro no será la persona que no pueda leer, sino la persona que no sepa cómo aprender". Alvin Toffler

"La escuela es un "taller de hombres" para que los hombres se hagan verdaderamente hombres. Y es de interés para toda república cristiana que en toda reunión bien ordenada de hombres (sea ciudad, pueblo o lugar) se abra una escuela como educatorio común de la juventud. Todos los niños y las niñas, ricos o pobres, juntos" Comenio

“El motivo más importante para trabajar tanto en la escuela como en la vida es el placer por el trabajo, por sus resultados y por la aportación a la comunidad en la que se vive”.
Albert Einstein

"El mejor medio de hacer buenos a los niños, es hacerlos felices"
Óscar Wilde

"Aquellos que tienen el privilegio de conocer, tienen el deber de actuar"
Albert Einstein

sábado, 2 de enero de 2021

_- Método Montessori: la paradójica vida de Maria Montessori, la creadora de un método educativo para niños desfavorecidos que terminó convertido en un sistema para ricos

_- Maria Montessori, la creadora del famoso método pedagógico que lleva su nombre, fue una mujer de carácter enérgico. Así que es muy posible que en estos momentos esté revolviéndose en su tumba, completamente furiosa.

Esta italiana genial, de cuyo nacimiento se cumplen este lunes 150 años, diseñó su revolucionario sistema didáctico para ayudar a los niños recluidos en manicomios, a los chavales encerrados en reformatorios, a los críos más pobres y desfavorecidos.

Sólo en un segundo momento empezó a adaptar su metodología a los niños en general.

Hoy, paradójicamente, de su método sacan provecho sobre todo las familias adineradas, capaces de pagar los elevados gastos que muchas veces conlleva que sus hijos estudien en alguna de las 65.000 escuelas montessori que se cuentan en el mundo y reciban una educación exclusiva y, sin duda, mucho mejor que la tradicional.

La prueba es que los creadores de Amazon (Jeff Bezos), Google (Sergey Brin y Larry Page) y Wikipedia (Jimmy Wales), todos ellos hoy millonarios, estudiaron en colegios que siguen el método montessori.

Sin embargo, la idea de Maria Montessori no era esa ni muchísimo menos.

Solución para desfavorecidos
Montessori tenía 28 años cuando en 1898 empezó a visitar el manicomio de Roma y contempló, horrorizada, cómo a los pequeños internados en esa institución se les dispensaba un trato absolutamente inhumano, eran considerados prácticamente animales. De hecho, algunos romanos iban allí a tirarles comida como a los animales del zoo.

María Montessori tenía 28 años cuando visitó el manicomio que la inspiró a crear su famoso método de enseñanza. Vestidos con unos delantales sucios y harapientos, abandonados a su suerte, esos niños que entonces eran denominados "retrasados", "deficientes" o sencillamente "idiotas" -y entre los que había discapacitados psíquicos, epilépticos, ciegos, sordos y autistas- eran considerados incurables.

Así que su terrible destino era permanecer recluidos de por vida entre los muros del manicomio.

La Montessori, como pronto comenzaron a llamarla los italianos, decidió que aquello era intolerable. Y se puso manos a la obra.

Ya había visitado con frecuencia antes varios barrios pobres de Roma como médico voluntario (fue la tercera mujer en Roma en licenciarse en Medicina).

También había acudido al reformatorio, escandalizándose tanto como en el manicomio al ver el abandono de los niños encerrados.

Llegó a la conclusión de que la educación debía ser una técnica de amor y de respeto. "El niño es una fuente de amor: cuando se le toca, se toca el amor", decía.

Método revolucionario
Sobre esa base, dio forma a un método didáctico revolucionario para la época. Un método basado en confiar en los niños.

A los pequeños, decía Maria Montessori, no había que acosarles, obligarles ni dirigirles. Ni premiarlos ni castigarlos, ni siquiera corregirlos. Había que respetarlos y no interferir, dejarlos libres en un ambiente en el que todo -espacio, muebles, objetos- estuviese a su medida.

Montessori ideó un método en el que el niño debía ser libre y respetado. "Sigmund Freud descubrió el inconsciente, Albert Einstein la relatividad y Maria Montessori, al niño. Su pensamiento inauguró una nueva época, y muchas de las cosas que hoy damos por descontadas -el respeto a los niños, la escuela democrática, el parto dulce- son resultado de sus ideas", asegura a BBC Mundo Cristina de Stefano, autora de la que hasta ahora posiblemente sea la biografía más rigurosa y documentada de Maria Montessori.

"Fue ella quien explicó que el niño es una criatura con un cerebro potentísimo, capaz de concentrarse con fuerza e incluso de autoeducarse, siempre y cuando desde el principio se le respete y se le deje trabajar, tanto en la familia como en la escuela, según su propio ritmo", agrega De Stefano.

La biografía lleva por título "El niño es el maestro" (una de las famosas frases de la Montessori), le ha llevado cinco años de investigación y acaba de publicarse en español.

"Montessori explicó que el niño es una criatura con un cerebro potentísimo, capaz de concentrarse con fuerza e incluso de autoeducarse".

Paradojas
Fue en 1907 cuando Maria Montessori abrió en San Lorenzo, entonces uno de los barrios más pobres de Roma, su primera escuela: La Casa de los Niños. A partir de ahí, en pocos años, su método dará la vuelta al mundo y la convertirá en un personaje famoso.

Hoy, sin embargo, muchos colegios montessori se encuentran en zonas lujosas y cuestan una fortuna.

La primera escuela montessori abrió en Roma en 1907
"Es una contradicción. Un método que nació en un barrio pobre de Roma y que estaba pensado para la inclusión, para ayudar a los niños con dificultad, se ha convertido en un método para ricos", asegura a BBC Mundo Cristina de Stefano.

"Sin duda es una paradoja. Pero también hay que decir que en países en vías de desarrollo se emplea el método montessori para ayudar por ejemplo a los niños que han vivido guerras. Sigue habiendo gente que continúa aplicando su método para ayudar a niños en dificultad", agrega.

El método de la italiana se extendió por escuelas de todo el mundo.
Pero esa no es la única incongruencia relacionada con Maria Montessori. La mujer que consagró su vida a los niños, que nos enseñó a respetarlos y valorarlos, abandonó a su propio hijo.
Había comenzado una relación sentimental con un colega médico, Giuseppe Montesano. Se trataba de una relación libre, sin ataduras.

En los planes de Montessori no entraba la idea de casarse porque no creía en la institución del matrimonio y porque entonces una mujer casada no podía trabajar fuera del hogar sin el permiso del marido.

Pero un día, a finales de 1897, Montessori descubre que está embarazada de Montesano. Es consciente de que un hijo fuera del matrimonio acabaría con su carrera.

Las dos familias acuerdan que dé a luz en secreto. Y cuando el 31 de marzo de 1898 nace un niño, Mario, lo registran como hijo de padre y madre desconocidos y lo entregan a una nodriza para que lo críe en Vicovaro, a 45 kilómetros de Roma.

"En su vida privada Maria Montessori tuvo la osadía de mantener en su época una relación de amor libre con un colega, Giuseppe Montesano. Se quedó embarazada y se negó a casarse para guardar las apariencias", subraya De Stefano.

Montesano y Montessori acordaron que ambos se ocuparían del niño desde la distancia. Y también pactaron que ninguno de los dos se casaría nunca. Ella cumplió el trato, pero él no.

"Cuando Montesano se casó con otra mujer y reconoció al niño ante la ley como su hijo, Maria perdió todo derecho sobre el pequeño, que entonces tenía 3 años", subraya la autora de "El niño es el maestro".

Colaboración fascista
La Montessori no vio a su hijo hasta que el chico cumplió 15 años. Pero a partir de ese momento luchó por recuperarlo, desafiando una vez más las reglas de la época.

Y lo consiguió: no volvió a separarse de él jamás, aunque casi hasta al final de sus días en público lo presentaba como su sobrino.

Pero la apasionante biografía de Montessori tiene aún más puntos oscuros: su colaboración, por ejemplo, con el régimen fascista de Benito Mussolini.

La dictadura de Mussolini comenzó en 1922 con un golpe de Estado. El Duce de la República Italiana, como él mismo se autoproclamó, había sido maestro durante su juventud. Y soñaba con convertir las escuelas italianas en una fábrica de pequeños fascistas, de jóvenes disciplinados y obedientes.

Montessori, por su parte, soñaba con ver implantado su método pedagógico en las escuelas del país.
Mussolini y ella se reúnen varias veces y comienzan una extraña colaboración que dura diez años. Hasta que, en 1933, profundamente decepcionada al ver que Mussolini no ha cumplido sus promesas de transformar las escuelas italianas según su método pedagógico, la Montessori decide romper cualquier relación con el fascismo.

Pero esa mancha en su biografía le pasará factura: fue tres veces nominada al premio Nobel de la Paz, pero no lo ganó nunca. Con toda probabilidad, por su relación con el fascismo.

viernes, 1 de enero de 2021

Contabilizar las desigualdades no es suficiente, hay que explicarlas

Por Michel Husson 
Economía Fuentes: Viento Sur 

Gracias a Thomas Piketty y sus colegas, que han recopilado un volumen impresionante de datos, el tema de las desigualdades se ha convertido en un tema de primera importancia. Pero, a falta de una explicación completa, sus propuestas no van a la raíz del fenómeno. Esta contribución propone un examen crítico de la interpretación de Piketty y, a continuación, un esbozo de análisis alternativo. Más allá de la naturaleza necesariamente algo técnica de esta discusión en la conclusión se abordarán cuestiones programáticas. 

La teoría ecléctica de Thomas Piketty 

Podemos partir aquí de lo que Piketty llama la primera “ley fundamental” del capitalismo en su libro Le capital au XXIème siècle (edición en castellano El capital en el siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2014). Según la misma, la ganancia (G) se calcula aplicando al capital (K) la tasa de ganancia (r), que Piketty prefiere llamar la tasa de rendimiento. Tenemos, pues, B= rK. Se ha señalado muchas veces1/ que no se trata de una ley sino de una relación contable que se debería escribir al revés, para encontrar la definición clásica de la tasa de ganancia como la relación entre la ganancia y el capital, que se escribiría más bien como r = prof / K.

jueves, 31 de diciembre de 2020

El genio revolucionario de Ludwig van Beethoven

Por Simon Behrman

¿Por qué todavía escuchamos y –como se ve– escribimos sobre Ludwig van Beethoven? Dos siglos han pasado desde que se escribieron y se interpretaron sus composiciones por primera vez. Ni siquiera sus coetáneos más apreciados, como Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Franz Schubert, han sido tan permanentemente populares, ni su música ha sido tan analizada y reinterpretada.

A diferencia de la obra de Gustav Mahler o Anton Bruckner, la de Beethoven nunca ha tenido que ser rescatada del olvido: continuamente ha sido una pieza fija en los programas de conciertos desde la época en que vivió. Su música era radical para su tiempo, e incluso hoy existen composiciones suyas, como la Grosse Fuge y algunos de los últimos cuartetos de cuerdas, que siguen siendo todo un reto para el intérprete y el público. Aun así, estas piezas tienen un puesto asegurado en el repertorio de los conciertos, mucho más que compositores modernistas como Arnold Schoenberg o Igor Stravinsky.

Ninguna otra música de un compositor clásico occidental suena tantas veces en actos públicos o en la propaganda política como la de Beethoven. Por ejemplo, una de sus obras más importantes y famosas, la Novena Sinfonía. Sindicatos obreros organizaban conciertos con esta música en Alemania tras la primera guerra mundial, y después, durante el Tercer Reich, para celebrar el cumpleaños de Hitler. El gobierno supremacista blanco de Rodesia adoptó la Oda a la alegría como su himno, como más recientemente lo hizo la Unión Europea. Leonard Bernstein dirigió una orquesta compuesta por músicos del este y del oeste de Alemania cuando la interpretó para conmemorar la caída del muro de Berlín.

Compositor de la modernidad
No es tan solo cuestión de que sus composiciones sean obras de arte interesantes y hermosas. Yo adoro la música de Haydn y Mozart, pero su universo sonoro nunca me hace sentir que estoy en cualquier otro lugar que no sea a finales del siglo XVIII. Escuchando muchas obras de Beethoven, hay momentos o pasajes enteros que se sienten modernos, concitando experiencias que permanecen inmediatas. Esto se debe al hecho de que Beethoven fue testigo de los espasmos del parto del mundo moderno. Consiguió expresar como ninguno de sus coetáneos el entusiasmo y el dinamismo de aquel periodo revolucionario, junto con sus contradicciones y sus momentos de desespero y derrota. Casi la vida entera de Beethoven estuvo marcada por la Revolución francesa y sus secuelas. Nacido en 1770, no contaba ni veinte años cuando en París la multitud asaltó la Bastilla. La revolución alcanzó su cénit con los jacobinos y entró en su fase reaccionaria siendo él veinteañero. Sus cartas de aquel periodo contienen muchas declaraciones de apoyo a la revolución, junto con la afirmación de su identificación como demócrata.

Beethoven alcanzó la fama en toda Europa en el mismo periodo en que las tropas napoleónicas pusieron patas arriba el antiguo orden en todo el continente. Pero también vivió el declive de la revolución y la dura reacción. Tuvo dos grandes crisis artísticas y personales en su vida. La primera coincidió con la autocoronación de Napoleón como emperador, señal de que los ideales republicanos de la Revolución habían sido traicionados. La segunda se produjo tras la derrota final de Napoleón en 1815 y del triunfo de la reacción. La dinámica de cada una de estas dos crisis en el proceso revolucionario fue muy diferente, del mismo modo que la respuesta de Beethoven a las mismas. El compositor personificó la relación entre el artista y la dinámica de la revolución, y en este sentido marcó un camino por el que posteriormente transitaron otros, como Richard Wagner y Dmitri Shostakovich.

El periodo heroico
En 1802, Beethoven sufrió una crisis personal debido a su creciente sordera y su aguda soledad. La profundidad de su desesperación se refleja en una carta a sus hermanos, que ahora se conoce como el Testamento de Heiligenstadt. De alguna manera consiguió recuperarse de esta depresión, y la primera obra que compuso después fue la Tercera Sinfonía. Esta marcó la plena emergencia de lo que ha venido en llamarse la esencia del estilo heroico de Beethoven. Es difícil exagerar el grado en que esta pieza transformó la música occidental en su conjunto. Está concebida a una escala más amplia que nada de lo que le había precedido: el primer movimiento por sí solo es más largo que la mayoría de las sinfonías enteras del siglo XVIII.

La forma sinfónica desde siempre había tratado de la tensión y la lucha. Sin embargo, en esta sinfonía, estos aspectos están acentuados dramáticamente. En vez de una introducción suave, recibimos dos acordes abruptos y muy altos, que en palabras de Leonard Bernstein sacudieron la elegancia del siglo XVIII. El resto del movimiento refleja una constante propulsión, aunque a menudo es armónicamente inestable; una combinación que encontramos en todas sus obras de madurez.

Es sabido que Beethoven dedicó esta sinfonía a Napoleón y que después tachó la dedicatoria al enterarse de que Napoleón se había autocoronado emperador. El título que dio finalmente a la pieza fue la Eroica. Resulta asombroso que el compositor no expresara su salida de una profunda depresión de una forma introspectiva o puramente personal, como era común entre los compositores del Romanticismo en el siglo XIX, sino con la esperanza que encerraba la promesa de un cambio revolucionario en Europa. En el mundo académico se entiende a menudo que la fe de Beethoven en los ideales revolucionarios se apagó con la eliminación de la dedicatoria a Napoleón, pero esto no es cierto, ni mucho menos. Hay muchas referencias dispersas en sus cartas escritas a lo largo de toda su vida que indican que seguía creyendo en el fin del poder de la aristocracia y del clero.

En efecto, tan tarde como en 1822, cuando Beethoven recibió la noticia de la muerte de Napoleón, cuentan que dijo: “Ya he compuesto la música adecuada para esta catástrofe.” Es probable que se refería a la gran marcha fúnebre que constituye el segundo movimiento de la Eroica, aunque también es posible que estuviera pensando en el grandioso escenario de la misa que estaba escribiendo entonces, la Missa Solemnis. La prueba de la continuidad de las simpatías radicales de Beethoven aparece asimismo en muchas obras que produjo a lo largo de los años.

Revolución de la forma
En la década posterior a la Eroica, compuso una serie de otras obras maestras, incluidas las quinta, sexta y séptima sinfonías; su única ópera, Fidelio; varias grandes oberturas; los últimos tres conciertos para piano; y su Concierto para Violín, los cuartetos Razumovsky, la sonata Appassionata para piano y muchas otras. Todas estas piezas, de una manera u otra, revolucionaron las formas musicales. Las obras para orquesta sinfónica y Fidelio tematizan a menudo la lucha de la libertad frente a la opresión.

Fidelio es un ejemplo destacado de una ópera de rescate, un género estrechamente asociado a la Revolución francesa, con la típica temática del rescate de un héroe del encierro o la ejecución a manos de la tiranía. La ópera está basada en un guion de Jean-Nicolas Bouilly, quien había sido un destacado jurista en el gobierno republicano francés. Supuestamente basado en hechos reales, cuenta la historia de una mujer que se disfraza de hombre para ayudar a su marido, un preso político, a escapar de la cárcel. Las primeras representaciones de la ópera tuvieron lugar en Viena durante la ocupación por las fuerzas napoleónicas. De hecho, la turbulenta historia de esta ópera, cuyas primeras representaciones fueron un fracaso y que tuvo que ser revisada a fondo para futuras funciones, tal vez se explique en parte por el rechazo de sus aspectos políticos más radicales.

Beethoven no fue, ni mucho menos, el único compositor de su tiempo que celebró el advenimiento de la Revolución francesa y que expresó los ideales de esta en su música. En efecto, hubo coetáneos suyos que expresaron lo mismo de forma mucho más evidente. Por ejemplo, François-Joseph Gossec, Luigi Cherubini y Étienne Méhul escribieron canciones patrióticas y óperas que ensalzaban explícitamente el republicanismo. Pero si bien estos compositores celebraban intelectualmente lo nuevo, lo hacían en el estilo de lo antiguo, y esta es una de las razones de que sus obras no hayan sobrevivido al paso del tiempo.

En cambio, Beethoven expresó el dinamismo de su época no solo de forma superficial, con declaraciones de virtud revolucionaria, sino más bien desarrollando un estilo musical radicalmente nuevo, que reflejaba los nuevos tiempos. Hay pocas obras suyas en las que el elemento político resulte tan manifiesto: principalmente Fidelio, la Eroica y la Novena Sinfonía. Beethoven evocaba mundos sonoros que en su época resultaban revolucionarios. De hecho, transformaron radicalmente la música europea, de manera parecida a cómo el republicanismo estaba transformando la sociedad europea.

En parte lo logró gracias a un mayor sentido de la escala, no solo en términos de la longitud de las piezas, que requería arquitecturas musicales más complejas, sino también en términos del tamaño de la orquesta, la gama de instrumentos utilizados y la mejora de las habilidades técnicas de los músicos, más allá de lo que anteriormente se esperaba de ellos. Cuando un violinista se le quejó de la dificultad técnica de una de sus composiciones, cuentan que Beethoven contestó: “¡Qué me importa tu bazofia de violín!”

Desde el punto de vista estilístico, tendía a centrarse en temas nimios, a menudo triviales, que incansablemente recorren largas secuencias musicales, pero que circulan entre diferentes instrumentos y se transforman continuamente. Este estilo lo ejemplifica el primer movimiento de la Quinta Sinfonía, que comienza con uno de los motivos más famosos de toda la música. Casi todos los compases de este movimiento, que dura unos siete minutos, repite este motivo de alguna forma. De hecho, también aparece en el segundo movimiento, domina el tercero y de nuevo puede oírse en el movimiento final. Esto crea un sentido de unidad y de constante transformación a lo largo de toda la sinfonía, en vez de limitarse a una sucesión de movimientos deslavazados, apenas vinculados entre sí, que era típico de las sinfonías compuestas hasta entonces. Este es el planteamiento –la escala heroica, la grandiosa narrativa, el sentido de unidad de propósito y transformación radical en la música– que inauguró un periodo de fervor revolucionario.

La reacción y el periodo postrero
La segunda crisis de calado en la vida de Beethoven comenzó alrededor de 1813. Su hermano menor, Kaspar, murió de tuberculosis, y entonces él se enzarzó en una larga y desagradable batalla legal con la viuda de Kaspar en torno a la custodia de su hijo. Tras la sucesión de obras maestras de la década pasada, su producción musical se desplomó. La única obra de envergadura que completó durante este periodo fue una pieza que le encargaron para celebrar la victoria de Wellington sobre Napoleón en la batalla de Vitoria.

Esta Sinfonía de la Batalla es, para decirlo sin rodeos, basura musical: bombástica, carente de desarrollo musical y apoyada en artilugios baratos como un novedoso órgano mecánico que permitía reproducir la barahúnda de la batalla. No contiene ni rastro de las ambigüedades ni de la inventiva que se escucha en otras piezas de su obra. A pesar de ello, le generó más ingresos que cualquier otra composición que produjo a lo largo de su vida. Tal vez uno de los logros menos ilustres de Beethoven sea el descubrimiento de que el entretenimiento barato resulta a menudo más rentable que el arte revolucionario bajo el capitalismo. Pero quizá este episodio es una prueba más de su profunda desmoralización personal y política.

Aunque Beethoven no hubiera producido ninguna obra significativa más durante los catorce años restantes de su vida, seguiría siendo considerado uno de los grandes de la música de Occidente. Sin embargo, cuando ya había sido una de esas personas nada frecuentes que transforman una vez su forma artística, pasó a ser un artista, aún menos frecuente, que lo hace una segunda vez. Su periodo postrero se ha convertido en un patrón para muchos artistas posteriores en diferentes campos, como un periodo en que un genio reconocido tiene la confianza y la capacidad para ampliar el horizonte de las posibilidades artísticas para las siguientes generaciones.

No hay muchas piezas significativas de este periodo. Aparte de una serie de composiciones menores, solo hay una sinfonía, cinco cuartetos de cuerdas, media docena de sonatas para piano y un arreglo de la Misa. Pero cada una de estas piezas sigue figurando, más de 200 años después, entre las más importantes de la historia de la música occidental. Los llamados últimos cuartetos tienen una profundidad emocional como nunca antes se había escuchado en esta forma y pocas veces igualada desde entonces. Donde esta cualidad se pone de manifiesto de manera más asombrosa es en el Cuarteto de cuerdas nº 13. El editor de Beethoven rechazó un movimiento de esta pieza con el argumento de que ponía en peligro su viabilidad comercial. Beethoven lo publicó entonces separadamente, como pieza suelta, llamada Grosse Fuge.

La Grosse Fuge desconcertó a críticos y al público por igual la primera vez que se interpretó, e incluso hoy sigue siendo un reto para las audiencias. Una fuga presenta como mínimo dos temas –sujeto y contrasujeto– y ha sido una forma muy utilizada por los compositores durante siglos. Sin embargo, en esta pieza la dinámica se lanza con una tensión tremenda y se mantiene, con tan solo una breve pausa, a lo largo de todo el desarrollo, de unos 15 minutos de duración. Stravinsky, el archimodernista del siglo XX, la calificó de pieza que sería “siempre actual”.

Para el mundo entero
Estas piezas, junto con la sonata Hammerklavier y la Missa Solemnis, sugieren que las adversidades personales y la desmoralización política habían llevado a Beethoven a volcarse casi completamente en su mundo interior, alejado de todo intento de compromiso dinámico con el mundo que le rodea, que marcó su periodo heroico en la primera década del siglo XIX. La narrativa al uso sostiene que el compositor había hecho las paces con la reacción política, o al menos que había dejado atrás el fervor revolucionario de su juventud. Sin embargo, su Novena Sinfonía, completada apenas tres años antes de su muerte, parece indicar justo lo contrario.

¿Qué hace que la Novena Sinfonía siga siendo tan convincente como obra de arte y como declaración política? Su obertura no se parece a nada que se hubiera escuchado hasta entonces en una obra para una gran orquesta. Los sonidos emergen de algún lugar misterioso y difuso, convocando gradualmente las fuerzas de la orquesta. Esta técnica de obertura de largo horizonte no se utilizará de nuevo hasta las sinfonías de Bruckner y Mahler, muchas décadas después. En medio de este movimiento aparece un pasaje cataclísmico en que la violencia y la ansiedad se expresan con una fuerza y disonancia que presagian la música de un siglo después, compuesta en la época de la primera guerra mundial y del colapso de los imperios europeos. La sinfonía nunca se recupera del todo de ese trauma hasta el clímax de la Oda a la alegría, más de media hora después.

Incluso entonces la conclusión triunfante no llega sin esfuerzo, con armonías inestables y un conjunto de variaciones que parecen buscar continuamente una victoria final. Los momentos postreros de la sinfonía, llenos de entusiasmo y definitivamente triunfantes, también transmiten un sentido de frenética desesperación. En pocas palabras, toda la sinfonía es una exploración musical de lucha, pero esta vez mucho más extrema y precaria que en la Eroica de veinte años atrás. En contraste con muchos de los románticos que vinieron después de Beethoven, la escala en que está escrita la música deja claro que no se trata meramente de la lucha de una persona solitaria, sino de una lucha que se desarrolla a una escala mucho mayor.

Las palabras de Friedrich Schiller que aparecen en el final lo ponen todavía más claro, con las declaraciones de “Todos los humanos serán hermanos” y “¡Abrazaos, millones de criaturas! ¡Que un beso una al mundo entero!” Estos sentimientos también estaban en flagrante contradicción con un periodo que vio la restauración de la monarquía en Francia y la represión del movimiento republicano en toda Europa.

Un icono nada pretencioso
Beethoven murió en marzo de 1827. Se calcula que nada menos que 30.000 personas asistieron al cortejo fúnebre en Viena, una ciudad que en aquel entonces tenía apenas 250.000 habitantes. Muy poco después comenzó la deificación. Monumentos como el erigido en 1845 en Bonn, la ciudad en que nació, o la escultura de Max Klinger para la famosa exposición de 1902 del movimiento secesionista, lo presentan a modo de un gran líder político o un dios de la Antigüedad.

Muchos años después de su muerte, a comienzos del siglo XX, los compositores todavía estaban luchando por zafarse de su sombra. El nombre y la imagen de Beethoven han acabado representando mucho más que su vida y su música: se han convertido en un avatar de la propia tradición clásica de Occidente. Cuando Chuck Berry quiso significar la llegada iconoclasta del rock ‘n’ roll, no tituló su exitoso disco Roll Over Bach.

Sin embargo, Beethoven fue en vida un menesteroso, y ocasionalmente una especie de embaucador cuando llegaban a publicarse sus obras y se organizaban conciertos con su música. Fue el primer gran compositor que apareció en retratos con una peluca de pelo erizado y que logró vivir como músico independiente durante toda su carrera, y no al servicio de la iglesia o de una familia aristocrática.

El mayor problema con la imagen prometeica de Beethoven es que en realidad tuvo que luchar mucho para producir sus obras maestras. De sus cartas y del testimonio de sus numerosas amistades se desprende que era una persona nada pretenciosa. Esto también se transluce en su música, que a menudo se define por su estilo heroico, pero que también nos interpela en un plano muy humano. Buena parte de su música expresa un tiempo de combate entre la esperanza de un cambio progresista radical y las fuerzas de la reacción. Este era el mundo de Beethoven, y de muchas maneras es también el nuestro.

Texto original en inglés: https://www.jacobinmag.com/2020/12/ludwig-van-beethoven-250-birthday

Traducción de Viento Sur
* Simon Behrman es profesor de Derecho en la Universidad de Londres y estudioso de la música clásica. Es autor de Shostakovich: Socialism, Stalin & Symphonies. Artículo publicado en Jacobin, 17-12-2020: https://www.jacobinmag.com/

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Giuseppe Pinelli, el ultimo acto de resistencia de un partisano Davide Conti.

Hubo un tiempo en el que Marcello Guida, antiguo director fascista de la colonia de confinamiento del Ventotene, dirigía la policía de Milán. Durante su periodo en el cargo, Guida detuvo ilegalmente a alguien que había sido un joven partisano en 1944-45, Giuseppe Pinelli.

La guerra había acabado casi 25 años antes, pero el ultimo acto de resistencia de Pinelli tuvo lugar en la sede de la policía la noche del 15 de diciembre de 1969, cuando murió tras lanzarse desde la ventana de la oficina del inspector Luigi Calabresi, que estaba interrogándole con sus hombres, pese al hecho de que los plazos de detención habían expirado y tenía derecho a volver libremente a su casa.

El policía quería obligar al ferroviario anarquista a venirse abajo. Es decir, quería arrancarle la confesión de una culpa inexistente: la de ser responsable, junto a sus compañeros, de la matanza de Piazza Fontana llevado a cabo tres días antes por los fascistas de Ordine Nuovo, ayudados por hombres del aparato de seguridad y los servicios secretos del Estado.

Los policías cometieron un crimen contra Pinelli (detención ilegal) y le mintieron durante el interrogatorio, afirmando que su compañero había hecho una confesión falsa (le dijeron que otro anarquista que él conocía, Pietro Valpreda, había confesado la matanza).

Pinelli no quiso ceder, y con su acto de resistencia hizo descarrilar las intenciones de quienes habían querido no sólo tenderles una trampa a él y a sus camaradas, sino escribir una historia diferente del país con la matanza del 12 de diciembre de 1969, una operación paramilitar contra civiles desarmados en tiempo de paz, no reconocida por sus perpetradores, llevada a cabo con el objetivo de que la culpa recayera en sus oponentes políticos (la izquierda política y sindical, tanto parlamentaria como extraparlamentaria) y dirigida a provocar una reacción psicológica en la opinión pública que alentara una involución autoritaria de nuestro sistema constitucional.

Tal como escribió Silvio Lanaro, fueron estos los años durante los cuales la “lealtad institucional” de las fuerzas armadas, las clases propietarias y las fuerzas políticas conservadoras no podía “soportar que los socialistas estuvieran en el gobierno y los comunistas consiguieran un 25% del voto”, años en los que, como le diría más tarde el general Mario Arpino a la comisión que investigó la matanza, “para nosotros, los militares, un tercio del Parlamento era enemigo”.

Por esta razón, fue posible que los hombres de Estado apoyaran y encubrieran a los autores y desbarataran las investigaciones, convirtiéndose en ‘doblemente culpables’, tal como declaró el presidente de la República, Sergio Mattarella, en el 50 aniversario de la matanza, porque “no se sirve al Estado si no se sirve a la República y, junto a ella, a la democracia”.

Era una época en la que un antiguo partisano como Giuseppe Pinelli podía precipitarse desde el cuarto piso de una comisaría de la República y verse difamado hasta en su muerte, acusado de haber cometido suicidio por ser culpable. “Este gesto”, declare Guida a los periodistas, “podría ser el equivalente de una confesión”.

La judicatura calificaría el salto del ferroviario de acto causado por una “aguda enfermedad”, y esta versión quedaría consagrada como verdad oficial, incluso en la placa colocada por la ciudad de Milán en Piazza Fontana, la cual recuerda, con la modestia de la omisión, que Pinelli “murió trágicamente”. Junto a ella, un monumento en piedra representa “otra” memoria democrática verdadera del Milán democrático y antifascista. En ella se recuerda que Pinelli fue “un inocente que fue asesinado”.

Por ultimo, llegó el momento en que el Parlamento, con un voto casi unánime, decidió rechazar la moción que proponía el 12 de diciembre como jornada en recuerdo de las víctimas del terrorismo, y votar en cambio a favor del 9 de mayo (día en el que se encontró el cuerpo de Aldo Moro en la Via Caetani de Rome). Preferencia que era tan “lógica” políticamente para el Estado como históricamente cuestionable.

El Estado italiano ha preferido hablar de esos años con un relato autoexculpatorio que habla de un agente exterior a las instituciones, las Brigadas Rojas, que llevaba a cabo atentados contra el corazón del Estado. Ante todo el país se omite el hecho de que el fenómeno del terrorismo en Italia había nacido de ese mismo corazón muchos años antes. Esto lo entendió Pinelli esa noche en aquella comisaría. Y medio siglo después, gracias a él, lo entendemos nosotros también.

Davide Conti escribe sobre la historia política de la Italia contemporánea en el diario il manifesto. La muerte de Pinelli, falaz e insidiosamente acusado de la matanza de Piazza Fontana, inspiraría la obra más conocida de Dario Fo, “Muerte accidental de un anarquista”.

Fuente:
il manifesto global, 14 de diciembre de 2020
Traducción:Lucas Antón.

martes, 29 de diciembre de 2020

_- La madre de la vacuna contra la covid: “En verano podremos, probablemente, volver a la vida normal”. La bioquímica húngara Katalin Karikó pasó 40 años trabajando en la sombra y desarrollando avances claves para las inyecciones de Moderna y BioNTech

_- Una mujer nacida en una pequeña ciudad húngara y que creció feliz en una casa de adobe sin agua corriente ni electricidad es hoy una de las científicas más influyentes del planeta. Sus descubrimientos han sido fundamentales para hacer posibles las dos principales vacunas que pueden sacarnos de esta pandemia.

“Yo era una niña feliz. Mi padre era carnicero y me gustaba mirarle trabajar, observar las vísceras, los corazones de los animales, quizás de ahí me vino la vena científica”, cuenta Karikó a este diario desde su casa en las afueras de Filadelfia, en EE UU. Después de estudiar Biología en Hungría, Karikó fue a EE UU para hacer el doctorado en 1985 y jamás regresó. “Estuve a punto de ir a España con el grupo de Luis Carrasco, que estaba interesado en mi trabajo, también a Francia, pero la Hungría comunista ponía las cosas muy difíciles”, explica.

Ahora parece increíble pero, durante toda una década, la de los noventa, nadie apoyó la idea de Karikó: hacer tratamientos y vacunas basadas en la molécula del ARN, exactamente la misma que usan las de Moderna y BioNtech contra el coronavirus. “Recibía una carta de rechazo tras otra de instituciones y compañías farmacéuticas cuando les pedía dinero para desarrollar esta idea”, explica esta bioquímica de 65 años nacida en Kisújszállás, a unos 100 kilómetros de Budapest. Ella misma enseña en sus charlas una carta de la farmacéutica Merck rechazando su petición de 10.000 dólares para financiar su investigación. Ahora Moderna y BioNTech han recibido cientos de millones de euros de fondos públicos para desarrollar en tiempo récord sus vacunas de ARN mensajero, la misma idea que Karikó y otro pequeño grupo de científicos intentó impulsar hace 30 años sin éxito.

Durante toda una década, la de los 90, nadie quiso apoyar la idea de Karikó
La idea era buena, pero no estaba de moda. Querían usar una molécula frágil y efímera para curar enfermedades o evitar infecciones de forma permanente. El ARN es una molécula sin la que no podría existir la vida en la Tierra. Es el mensajero encargado de entrar en el núcleo de nuestras células, leer la información que contiene nuestro libro de instrucciones genético, el ADN, y salir con la receta para producir todas las proteínas que necesitamos para movernos, ver, respirar, reproducirnos, vivir.

Karikó quería usar las células del propio enfermo para que fabricasen la proteína que les curaría inyectándoles un pequeño mensaje de ARN. “Todo el mundo lo entiende ahora, pero no entonces”, lamenta la científica.

En aquellos años lo que triunfaba era la terapia génica, basada en cambiar el ADN de forma permanente para corregir enfermedades. Esa visión comenzó a relativizarse cuando se demostró que modificar el ADN puede generar mutaciones letales y cuando algunos pacientes murieron en ensayos clínicos.

“Todo el mundo pensaba que era una locura, que no funcionaría”
Otros pocos científicos que tuvieron la idea de desarrollar vacunas de ARN se estrellaron con el mismo muro que Karikó. “Todo el mundo pensaba que era una locura, que no funcionaría”, recuerda Pierre Meulien, jefe de la Iniciativa de Medicinas Innovadoras financiada por la UE. “En 1993 nuestro equipo del Instituto Nacional de Salud de Francia desarrolló un método para llevar ARN mensajero como terapia. Lo conseguimos, pero no pudimos llegar a la fase industrial porque en parte faltaba financiación”, recuerda.

“Nuestro equipo fue el primero en desarrollar una vacuna de ARN y también el primero en conseguir una ayuda de los institutos nacionales de salud para conseguir financiación de empresas y probarla en humanos”, recuerda David Curiel, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis. “Pero la empresa interesada, Ambion, nos dijo que la vacuna no tenía futuro”, añade.

Las vacunas de ARN generaban dudas. 
“La nuestra solo tenía efectos en algunos animales y en otros no”, recuerda Frédéric Martinon, coinvestigador del proyecto francés. “Gracias al trabajo de Katalin ahora sabemos por qué”, añade. Las vacunas de ARN planteaban dos problemas aparentemente irresolubles. Por un lado, no conseguían producir suficiente proteína. Por otro, el ARN mensajero podía generar una potente inflamación causada por el sistema inmune, que pensaba que el ARN introducido era de un virus. ¿Cómo podía ser que una molécula unas 50 veces más abundante en nuestro cuerpo que el propio ADN generase rechazo?

A principios de la década de 2000, Karikó seguía acumulando rechazos, ya como investigadora de la Universidad de Pensilvania. Un día fue a la fotocopiadora y se encontró con Drew Weissman, un científico recién llegado que venía del equipo de Anthony Fauci, una eminencia en VIH y que en la actualidad dirige el instituto público que ha desarrollado la vacuna junto a Moderna. Weissman quería la vacuna contra el virus del sida y acogió a Karikó en su laboratorio para que lo intentase con ARN mensajero.

En 2005 descubrieron que modificando una sola letra en la secuencia genética del ARN podía lograrse que no generase inflamación. “Ese cambio de uridina a pseudouridina permitía que no se generase una respuesta inmune exagerada y además facilitaba la producción de proteína en grandes cantidades. Sabía que funcionaría”, dice Karikó.

Su trabajo volvió a ser ignorado durante años. Los dos científicos patentaron sus técnicas para crear ARN modificado, pero la Universidad de Pensilvania decidió cedérselas a la empresa Cellscript. “Querían dinero rápido y las vendieron por 300.000 dólares”, explica Karikó.

“Estas vacunas nos van a sacar de esta pandemia”
En 2010, un grupo de investigadores de EE UU fundó una empresa que compró los derechos sobre las patentes de Karikó y Weissman. Su nombre era un acrónimo de “ARN modificado”: Moderna. En pocos años, sin apenas publicar estudios científicos, recibieron cientos de millones de dólares de capital privado, incluidos 420 millones de dólares de Astrazeneca. La compañía prometía poder tratar enfermedades infecciosas con ARN mensajero. Casi al mismo tiempo, otra pequeña empresa alemana fundada por dos científicos de origen turco, BioNTech, adquirió varias de las patentes sobre ARN modificado de Karikó y Weissman para desarrollar vacunas contra el cáncer. En 2013, tras casi 40 años de trabajo prácticamente anónimo, Karikó fue fichada por BioNTech, de la que hoy es vicepresidenta.

“Sentí que era el momento de cambiar y pensé que podía aceptar el puesto para asegurarme de que las cosas iban en la dirección correcta”, dice Karikó. Las vacunas de Moderna y BioNTech, desarrollada junto a Pfizer, han demostrado una eficacia de al menos el 94%.

Hace apenas unos días, Karikó y Weissman se juntaron de nuevo para recibir la primera dosis de la vacuna de BioNTech. “No me causa ningún miedo”, dice la científica. “Si no fuera ilegal ya me habría inyectado en el laboratorio, pero a mí siempre me ha gustado seguir las normas”, explica. “La vacuna protege apenas 10 días después de la primera dosis, cuando la protección es del 88,9%. Con la segunda dosis aumenta al 95%. Hay algo muy importante. Hemos sacado sangre a los vacunados en los ensayos clínicos y hemos creado réplicas de todas las variantes del coronavirus que hay por el mundo. La sangre de estos pacientes, que contiene anticuerpos, ha sido capaz de neutralizar 20 variantes mutadas del virus”, resalta.

“Estas vacunas nos van a sacar de esta pandemia. En verano probablemente podremos volver a la playa, a la vida normal. Y con más de 3.000 muertos diarios en EE UU no me cabe duda de que la gente se va a vacunar. Especialmente los mayores”, opina, Derrick Rossi, uno de los fundadores de Moderna, dice que Karikó y Weissman deberían recibir el Nobel de Química Karikó entiende que haya personas que tengas dudas sobre estos fármacos “porque nunca se había aprobado una vacuna basada en ARN. Pero los prototipos llevan usándose más de 10 años, por ejemplo contra el cáncer, en ensayos clínicos, y han resultado seguras. El ARN mensajero que usamos tiene la misma composición que el que fabricas tú mismo, en tus propias células. Es algo completamente natural y se hace a partir de nucleótidos de plantas. No hay nada extra desconocido y no se usan células de ningún animal, ni bacterias, nada”, destaca.

Hace unas semanas, Derrick Rossi, uno de los fundadores de Moderna, dijo a la revista STAT que Karikó y Weissman deberían recibir el Nobel de Química. Kenneth Chien, biólogo cardiovascular del Instituto Karolinska en Suecia y también cofundador de Moderna, coincide: “Todas las empresas de ARN mensajero, incluida Moderna, existen gracias al trabajo original de Karikó y Weissman. Merecen la parte del león porque sin sus descubrimientos las vacunas de ARN no estarían tan avanzadas como para poder enfrentar esta pandemia”, resalta.

Pero en una historia tan asombrosa como la de esta vacuna no podían ser todo luces. Karikó tiene sus adversarios que discuten la importancia de su trabajo. “Kati no es la pionera, sería ridículo considerarla como tal”, espeta Hans-Georg Rammensee, inmunólogo de la Universidad de Tubinga. Este científico explica que su equipo demostró en 2000 que una inyección de ARN sin modificar generaba una respuesta inmune positiva en ratones. “Buscábamos una vacuna contra el cáncer”, señala. Ese mismo año Rammensee cofundó una empresa para desarrollar la vacuna, “pero el proyecto tardó mucho en despegar porque no había financiación”, explica. Esa empresa se llama Curevac y en la actualidad es la tercera competidora en la carrera de vacunas de ARN mensajero contra la covid. La UE ha apalabrado 225 millones de dosis con Curevac, si finalmente demuestra eficacia. Esta empresa no usa ARN modificado y Rammensee cree que ni ese ni ninguno de los otros avances de Karikó han sido determinantes. Aún así reconoce lo inevitable. “Sin nuestro estudio de 2000 no se habrían fundado ni Moderna ni Biontech, pero ellos han sido más rápidos en el desarrollo”.

Karikó declina los reconocimientos con una mezcla de humildad y orgullo. “En los últimos 40 años no he tenido ni una recompensa a mi trabajo, ni siquiera una palmadita en la espalda. No lo necesito. Sé lo que hago. Sé que esto era importante. Y soy demasiado vieja para cambiar. Esto no se me ha subido a la cabeza. No uso joyas y tengo el mismo coche viejo de siempre”, comenta. Cuando era una joven científica aún en su Hungría natal su madre le decía que algún día ganaría el Nobel. “Yo le contestaba, ¡pero si ni siquiera puedo conseguir una beca, ni siquiera tengo un puesto fijo en la universidad!”.