jueves, 9 de marzo de 2023

Henri Poincaré, el profeta del caos que probó que hay problemas imposibles de resolver

Es la pesadilla de todo matemático.

Henri Poincaré
Henri Poincaré había verificado cada paso de su argumento. Su prueba acaba de recibir un premio matemático de la Academia de Ciencias en Suecia.

Pero uno de los jueces planteó una pregunta sobre uno de los pasos y Poincaré se dio cuenta de que había cometido un grave error.

Ese alarmante error, sin embargo, llevó a Poincaré a realizar un descubrimiento matemático extraordinario.

La historia de Nicolas Bourbaki, el matemático que nunca existió Destellos
Henri Poincaré es uno de los gigantes de las matemáticas y uno de los genios de la historia. Además de matemático, fue astrónomo y físico teórico.

Como la mayoría de los contemporáneos de finales del siglo XIX, comenzó su vida creyendo en un Universo de relojería: un Universo gobernado por leyes matemáticas y totalmente predecible.

Henri Poincaré FUENTE DE LA IMAGEN,SCIENCE PHOTO LIBRARY

El francés Henri Poincaré (1854-1912), es considerado uno de los mejores matemáticos de todos los tiempos. Trabajó en mecánica celeste, topología, relatividad y es considerado el fundador de la teoría del caos. También planteó la Conjetura de Poincaré, en 1904, un problema de topología que no fue resuelto hasta 2003 por Grigori Perelman.

En este sentido, su enfoque de las matemáticas no era diferente al de Sir Isaac Newton 200 años antes.

Poincaré era un gran creyente en la "intuición matemática".

"Un científico digno de su nombre, sobre todo un matemático, experimenta en su trabajo la misma impresión que un artista; su placer es igual de grande y de la misma naturaleza", dijo.

Con su portentosa memoria, solía resolver los problemas completamente en su cabeza y, una vez resueltos, escribía rápidamente los resultados.

Sobre cómo llegó a la respuesta al reto que le había valido el premio de la Academia de las Ciencias contó:

"Todos los días me sentaba en mi mesa de trabajo, me quedaba una o dos horas, probaba una gran cantidad de combinaciones y sin obtener resultados".

"Una noche, contrariamente a mi costumbre, me tomé un café y no pude dormir".

"Las ideas se levantaron en las multitudes; las sentí colisionar hasta que se entrelazaron en pares, por así decirlo, formando una combinación estable. A la mañana siguiente solo tuve que escribir los resultados, lo que me llevó unas horas.

"El pensamiento es solo un destello entre dos largas noches, pero este destello lo es todo".

Antes de que todo se tornara caótico...
En 1885, el Rey Oscar II de Suecia y Noruega decidió celebrar su 60 cumpleaños ofreciendo un premio matemático.

Tres matemáticos eminentes fueron convocados para elegir un desafío matemático apropiado y juzgar las respuestas.

Rey Oscar II de Suecia y Noruega FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

¿Qué le regalas a un rey que lo tiene todo? La solución a un problema matemático.

La pregunta que plantearon fue: ¿podemos establecer matemáticamente si el Sistema Solar continuará girando como un reloj, o es posible que en algún momento futuro, la Tierra se salga de órbita y desaparezca de nuestro sistema planetario?

Cuando Poincaré comenzó a explorar y encontró que estaba entrando en un territorio matemático increíblemente difícil.

Para simplificar un poco las cosas, comenzó estudiando un sistema con solo dos planetas. Isaac Newton ya había demostrado que sus órbitas serían estables. A partir de ahí, pasó a analizar qué sucede cuando se agrega otro planeta a la ecuación.

El problema es que, tan pronto como tienes tres cuerpos en un sistema, la Tierra, la Luna y el Sol, por ejemplo, la cuestión de si sus órbitas son estables se vuelve muy complicada, tanto que ya había dejado perplejo al poderoso Newton.

"Considerar simultáneamente todas estas causas de movimiento y definir estos movimientos mediante leyes exactas que admitan el cálculo fácil excede, si no me equivoco, el poder de cualquier mente humana", escribió el físico y matemático británico.

Sistema Solar FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

¿Cuán estable es el Sistema Solar?
Sin inmutarse, Poincaré se puso a trabajar. Y aunque no pudo descifrar el problema por completo, el documento que presentó sobre el llamado "problema de 3 cuerpos" fue más que suficientemente brillante para ganar el premio del rey Oscar.

"A partir de ese momento, el nombre de Henri Poincaré se hizo conocido por el público, que luego se acostumbró a considerar a nuestro colega ya no como un matemático de particular promesa sino como un gran erudito del que Francia tiene derecho a estar orgullosa", señaló matemático Gaston Darboux, entonces secretario permanente de la Academia Francesa de Ciencias.

Al borde del caos
Fue cuando se estaba por publicar la solución de Poincaré en una edición especial de la revista de la Real Academia Sueca de Ciencias, Acta Mathematica, que salió a la luz el error en su trabajo.

Poincaré telegrafió al presidente de los jueces Gösta Mittag-Leffler para contarle la mala noticia, con la esperanza de limitar el daño.

"Las consecuencias de este error son más serias de lo que pensé en un principio. No voy a ocultarte la angustia que este descubrimiento me ha causado (...) No sé si todavía pensarás que los resultados que quedan merecen la gran recompensa que les has otorgado. Te escribiré extensamente cuando pueda ver las cosas más claramente", decía el telegrama.

Además, trató de evitar que la revista se imprimiera: publicar un documento erróneo en honor del rey sería un desastre.

Tierra, Luna y Sol FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

El modelo simplificado lo llevó a cometer el error.

Mittag-Leffler estaba "extremadamente perplejo" al escuchar las noticias.

"No es que dude que tus escritos serán, en cualquier caso, considerados como la obra de un genio por la mayoría de los geómetras y que serán el punto de partida para todos los esfuerzos futuros en la mecánica celeste. Por lo tanto, no pienses que lamento haberle otorgado el premio", le contestó el matemático sueco.

"Pero lo terrible es que tu carta llegó demasiado tarde y su trabajo ya se ha distribuido", agregó.

La reputación de Mittag-Leffler estaba en juego por no haber recogido el error antes de que hubieran otorgado públicamente el premio a Poincaré.

"Por favor, no digas una palabra de esta historia lamentable a nadie. Te daré todos los detalles mañana", le pidió a su colega francés y pasí las siguientes semanas tratando de recuperar las copias impresas sin levantar sospechas sobre el embarazoso error.

Mittag-Leffler le sugirió a Poincare que pagara por la impresión de la versión original. Poincaré, que estaba mortificado, lo hizo, a pesar de que la cuenta llegó a más de 3.500 coronas, 1.000 más que el premio que había ganado originalmente.

El grave error de suponer
Como cualquier matemático diligente (o quizás obsesivo), Poincaré trató de corregir su error, de entender dónde y por qué se había equivocado.

Se dio cuenta que sencillamente no estaba bien aproximar de la forma que él había sugerido: su suposición de que un pequeño cambio en las condiciones iniciales resultaría en un pequeño cambio en el resultado era incorrecta.

Patos en línea con uno yendo para otro lado FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Por pequeña que sea una desviación en el sistema, el cambio puede ser inmenso.

"Poincaré fue capaz de demostrar que es posible tener un sistema que se puede definir de manera muy sencilla y, sin embargo, puede producir movimientos realmente muy complicados, que se pueden entender pero no predecir. Y esa es una desviación radical del estándar que se tenía hasta entonces", explica el matemático y astrónomo Carl Murray.

En 1890, Poincaré escribió un segundo documento extenso en el que explicaba su creencia de que pequeños cambios podrían hacer que un sistema aparentemente estable se descompense repentinamente.

Esas mariposas
Lo que Poincaré demostró, tras sobreponerse de la angustia, es que existen ciertos problemas en el mundo para los cuales las matemáticas no pueden predecir la solución.

Efectivamente: esa poderosa disciplina que muchos consideran como la reina de las ciencias tiene límites.

Es el llamado "efecto mariposa": la noción de que una mariposa agitando sus alas hace pequeños cambios en la atmósfera que posiblemente podrían causar un tornado en Tokio.

Mariposas en Perú
FUENTE DE LA IMAGEN,SCIENCE PHOTO LIBRARY

Probablemente hayas oído hablar de que el batir de alas de una delicada mariposa puede tener consecuencias colosales en algún lugar del mundo.

Fue el nacimiento de la teoría del caos, uno de los conceptos más importantes del siglo pasado y una nueva rama matemática que está en el corazón de muchos sistemas naturales, desde cómo la población de una determinada especie varía con el tiempo hasta el ritmo de tu corazón, desde el Sistema Solar hasta nuestro clima.

Una teoría que cambió nada menos que nuestra comprensión del Universo.

El caos es la partitura en la que está escrita la realidad*
El caos hace que predecir el futuro sea tremendamente difícil.

Eso no quiere decir que el caos sea la matemática de la aleatoriedad o la probabilidad. Un sistema caótico sigue estando controlado por estrictas ecuaciones matemáticas pero, y esa fue la gran sorpresa, un cambio muy pequeño en las condiciones iniciales puede conducir a resultados muy diferentes.

Y en caso de que todavía te estés preguntando lo mismo que el rey Oscar hace 134 años -¿Es estable nuestro Sistema Solar?-, recientes modelos de computador señalan que a pesar de miles de años de estabilidad, es "posible" que una pequeña perturbación causada por un asteroide rebelde sea suficiente para despedazar nuestro sistema planetario.

Pero los modelos de computadora no son matemáticas. Y, hasta el día de hoy, una solución puramente matemática a este problema sigue eludiéndonos.

* "Trópico de Cáncer" (1934), Henry Miller

Marcus du Sautoy, matemático
Serie de la BBC "Breve historia de Matemáticas"

miércoles, 8 de marzo de 2023

La Noche de los Cristales Rotos: las imágenes inéditas del horror causado por los nazis


Oficiales nazis llevándose libros, presumiblemente para ser quemados. 



Hace 84 años, un estallido de violencia masiva contra los judíos en Alemania y Austria marcó una gran escalada en la persecución de los nazis.

Se conoce como Kristallnacht, la Noche de los Cristales Rotos. Ocurrió del 9 al 10 de noviembre de 1938.

Miles de negocios, hogares y sinagogas judíos fueron atacados y casi 100 judíos fueron asesinados durante esa noche. Además, otros 30.000 judíos fueron enviados a campos de concentración.

Ahora, han surgido nuevas fotos.

La gente observa cómo un oficial nazi ataca un negocio judío.

Un negocio judío saqueado

FUENTE DE LA IMAGEN, ARCHIVO YAD VASHEM

Así quedó uno de los negocios judíos saqueados esa noche.

Las imágenes fueron tomadas por dos fotógrafos nazis en la ciudad alemana de Núremberg. También hay escenas captadas en la cercana localidad de Fürth.

Esos fotógrafos fueron una parte integral del evento, según Jonathan Matthews, jefe del archivo fotográfico de Yad Vashem, el centro conmemorativo israelí que publicó las imágenes.

Bancos volcados en una sinagoga

FUENTE DE LA IMAGEN, ARCHIVO YAD VASHEM

Bancos volcados en una sinagoga.

Oficiales nazis vertiendo gasolina en los bancos de una sinagoga

La sinagoga en llamas durante la Noche de los Cristales Rotos.

El álbum fue entregado a Yad Vashem por la familia de un soldado estadounidense judío que sirvió en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Según el centro de la memoria, nunca habló sobre sus experiencias durante la guerra.

Cuando su nieta Elisheva Avital abrió el álbum, sintió como si "le quemaran las manos".
Oficiales nazis observan una tienda judía que ha sido atacada.

Oficiales nazis tiran libros de una estantería.
La matanza del 9 y 10 de noviembre de 1938 a menudo se consideran el punto de partida del Holocausto, en el que la Alemania nazi mató a seis millones de judíos.
Matthews dijo que las imágenes muestran que la violencia fue organizada por el Estado y no fue un "evento espontáneo de un público enfurecido", como sugería la narrativa oficial en ese momento. 

Arday. “No sabía leer ni escribir hasta los 18 años y ahora soy profesor de la Universidad de Cambridge”






Jason Arday
En sus primeros años fue diagnosticado de autismo y retraso general del desarrollo. Jason Arday fue incapaz de hablar hasta los 11 años y no supo leer ni escribir hasta los 18 años.

Ahora, a sus 37 años, está a punto de convertirse en la persona negra más joven en ser nombrada catedrática de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.

Aunque no podía hablar, el joven Jason cuestionaba fervientemente el mundo que le rodeaba.
"¿Por qué hay gente sin hogar?", recuerda que se preguntaba. "¿Por qué hay guerras?".

Nacido y criado en Clapham, un barrio en el suroeste de Londres, Arday, actualmente sociólogo, afirma que entre los momentos que le hicieron ser lo que es hoy en día se incluyen ver por televisión la salida de Nelson Mandela de la cárcel y el simbólico triunfo de Sudáfrica en la Copa del Mundo de Rugby de 1995.

Nelson Mandela era el presidente sudafricano cuando François Pienaar capitaneó a la selección nacional hasta la victoria en la Copa del Mundo de Rugby de 1995.

Recuerda sentirse profundamente conmovido por el sufrimiento de los demás y sentir un fuerte impulso por actuar.

"Recuerdo que pensaba que si no llegaba a ser futbolista o jugador profesional de billar, entonces querría salvar el mundo", comenta.

Su madre desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de su confianza en sí mismo y sus habilidades.

Le introdujo en un amplio abanico musical con la esperanza de que le ayudara a conceptualizar el lenguaje.

Pero también despertó en él un interés permanente por la cultura popular que ha caracterizado algunas de sus investigaciones.

Comienza a leer y escribir
Con el apoyo de su mentor, tutor universitario y amigo Sandro Sandri, Arday empezó a leer y escribir al final de su adolescencia.

Después estudió Educación Física y Ciencias de la Educación en la Universidad de Surrey, al sur de Londres, antes de formarse como profesor de educación física.

Crecer en una zona relativamente desfavorecida y luego trabajar como profesor de escuela, dice, le permitió conocer de primera mano las desigualdades sistémicas a las que se enfrentaban en la educación los jóvenes pertenecientes a minorías étnicas.

Arday dice que mientras estudiaba su doctorado por la noche disfrutaba "sin lógica alguna" de las críticas a su trabajo.

A los 22 años, Arday se interesó por la idea de realizar estudios de postgrado y habló de ello con su mentor.

"Sandro me dijo: 'Creo que puedes hacerlo, creo que podemos enfrentarnos al mundo y ganar'", recuerda.

"Echando la vista atrás, fue entonces cuando creí de verdad en mí mismo. Muchos académicos dicen que acabaron ahí de casualidad, pero yo desde ese momento estaba decidido y centrado. Sabía que esta sería mi meta", indica.

Dificultades para ser académico
Estudiar para ser académico, sin embargo, fue muy difícil, sobre todo, porque apenas tenía formación práctica ni orientación sobre cómo hacerlo.

Durante el día, Arday trabajaba como profesor de Educación Física en enseñanza superior.

Por la tarde y por la noche se dedicaba a redactar trabajos académicos y a estudiar Sociología.

"Cuando empecé a escribir artículos académicos, no tenía ni idea de lo que hacía", reconoce.

"No tenía un mentor y nadie me enseñó nunca a escribir".

"Todo lo que presentaba era brutalmente rechazado".

"El proceso de revisión por pares (peer review) era tan cruel que casi resultaba gracioso, pero lo gestioné como una experiencia de aprendizaje y, sin lógica alguna, empecé a disfrutarlo", afirma.

Arday se doctoró en estudios educativos en 2016 por la Universidad John Moores de Liverpool.

Arday obtuvo dos máster y un doctorado en Estudios Educativos.

A la pregunta de cuándo se dio cuenta de que era sociólogo, responde que probablemente en 2015.

"Reflexionando, eso es lo que quería hacer".

Ocho años después, está a punto de convertirse en catedrático de Sociología de la Educación en Cambridge.

Actualmente hay cinco docentesnegros que son catedráticos en la universidad.

Las cifras oficiales de la Agencia de Estadísticas de Educación Superior muestran cómo, en 2021, sólo 155 de los más de 23.000 profesores universitarios del Reino Unido eran de origen afro.

Arday comenzará su nuevo trabajo en la Facultad de Educación de la Universidad el 6 de marzo.
Arday, que asumirá sus nuevas funciones el 6 de marzo, está especialmente interesado en mejorar la representación de las minorías étnicas en la enseñanza superior.

"Mi trabajo se centra principalmente en cómo podemos abrir las puertas a más personas de entornos desfavorecidos y democratizar verdaderamente la educación superior", afirma.

Carrera en la enseñanza universitaria
En 2018, Arday publicó su primer artículo y obtuvo una plaza de profesor titular en la Universidad de Roehampton antes de pasar a la Universidad de Durham, donde fue profesor asociado de Sociología.

En 2021, se convirtió en catedrático de Sociología de la Educación en la Facultad de Educación de la Universidad de Glasgow, lo que lo convirtió, en ese momento, en uno de los catedráticos más jóvenes del Reino Unido.

"Espero que estar en un lugar como Cambridge me proporcione la influencia necesaria para liderar esa agenda a nivel nacional y mundial", indica.

"Hablar de ello es una cosa, hacerlo es lo que importa".

En su trabajo actual sobre neurodivergencia y estudiantes negros colabora con la doctora Chantelle Lewis, de la Universidad de Oxford.

"Cambridge ya está realizando cambios significativos y ha conseguido algunos logros notables en su intento de diversificar el panorama", afirma Arday. "Pero aún queda mucho por hacer, aquí y en todo el sector".

"La universidad cuenta con personas y recursos increíbles. El reto es cómo utilizar ese capital para mejorar las cosas para todos y no sólo para unos pocos".

"Hacerlo bien es un arte. Requiere verdadera diplomacia y que todos se sientan inspirados para trabajar juntos", explica.

"Si queremos que la educación sea más integradora, las mejores herramientas que tenemos son la solidaridad, la comprensión y el amor". 

martes, 7 de marzo de 2023

La moción de censura no es una broma.

El Ramón Tamames de 2023 no puede ser, en ningún caso, el Felipe González de 1980. Su candidatura es un esperpento que viene a poner de manifiesto el deterioro institucional que estamos alcanzando.

La moción de censura en la Constitución cumple una doble función. Destituir al presidente del Gobierno que se ha inhabilitado con su conducta para poder continuar ejerciendo como tal o proporcionar a los ciudadanos en un momento de crisis la oferta de un candidato con un programa de gobierno con credibilidad para reducir la incertidumbre.

Para lo primero es imprescindible que el candidato propuesto al menos por 50 diputados cuente con la mayoría absoluta en el Congreso que la Constitución exige para que la moción prospere. Es lo que ocurrió en julio de 2018, cuando 50 diputados socialistas presentaron una moción de censura contra Mariano Rajoy encabezada por Pedro Sánchez. Tras la sentencia dictada por la Audiencia Nacional, en la que quedó acreditada la corrupción del PP presidido por Rajoy, resultaba insoportable que pudiera continuar ejerciendo como presidente del Gobierno.

Rajoy tenía la opción de presentar la dimisión y de que se abriera un nuevo proceso de investidura con otro candidato del propio PP, pero, al negarse a hacerlo, a pesar de que Pedro Sánchez se lo ofreció hasta el momento inmediatamente anterior a la votación, no quedó otra vía que votar la moción para desalojarlo. Así lo entendió una muy amplia mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, que votó simultáneamente la censura de Mariano Rajoy y la investidura de Pedro Sánchez.

Para la segunda no es indispensable contar con la mayoría absoluta del Congreso. Ocurre más bien lo contrario. Los diputados que presentan la moción y el candidato que la encabeza saben que no cuentan con esa mayoría y que la moción no va a prosperar. Y sin embargo, la presentan porque entienden que, dada la gravedad de la crisis y la incertidumbre de la ciudadanía, es importante que se ponga de manifiesto que hay un candidato con un programa con suficiente credibilidad para hacer frente a la misma en el futuro.

Este fue el sentido de la moción de censura presentada por el grupo parlamentario socialista en mayo de 1980 contra Adolfo Suárez con Felipe González como candidato a la presidencia. La moción no prosperó, pero quedó claro que había una alternativa de gobierno con credibilidad, como quedaría acreditado poco más de dos años después.

Estas son las dos únicas mociones de censura plenamente constitucionales que se han presentado desde la entrada en vigor dela Constitución. Las dos han cumplido cabalmente la función que la Constitución atribuye a la institución.

Las otras dos, la de AP en los años ochenta con Antonio Hernández Mancha como candidato alternativo a Felipe González y la de Vox en esta misma legislatura con Santiago Abascal como candidato alternativo a Pedro Sánchez, han sido mociones de censura solo formalmente. No es que no tuviera ninguna de ellas posibilidad de prosperar, sino que ni siquiera podían ser justificadas ante la ciudadanía de una manera objetiva y razonable. Ambas fueron mociones de censura disparatadas, que acabaron en el primer caso con la carrera política de Hernández Mancha y en el segundo, con un “revolcón” para Santiago Abascal, en el que jugó un papel muy destacado Pablo Casado.

En estos días se está poniendo en marcha una nueva moción de censura por parte de Vox contra Pedro Sánchez, que ya no cabe calificar simplemente de disparatada, sino de algo más. En primer lugar, por el tiempo transcurrido desde el momento en que el presidente de Vox anunció la presentación hasta el momento en que ha sido registrada en el Congreso. Es imposible de entender que, si la situación en España es tan terrible e insostenible como Santiago Abascal predica, se tarde tanto tiempo en intentar ponerle fin.

Pero también por el lastimoso peregrinaje para encontrar a alguien que estuviera dispuesto a encabezarla. Que al final únicamente una persona como Ramón Tamames, de quien yo, como muchos otros ciudadanos, hemos aprendido mucho pero cuya trayectoria política ha sido tan voluble, haya aceptado el ofrecimiento, habla por sí mismo.

Con esta moción de censura no se pueden cumplir ninguno de los dos objetivos que los constituyentes, entre los que se encontraba Tamames, atribuyeron a la institución. Ni se puede destituir a Pedro Sánchez como presidente, ni se puede presentar ante los ciudadanos una oferta de futuro que los tranquilice. El Ramón Tamames de 2023 no puede ser, en ningún caso, el Felipe González de 1980. Su candidatura es un esperpento, que viene a poner de manifiesto el deterioro institucional que estamos alcanzando.

La moción de censura no es una broma. Es una de las operaciones políticas más relevantes de todas las que la Constitución contempla. No deja de ser paradójico que sea el PSOE, cuyo Gobierno es calificado de ilegítimo, el único partido que ha presentado dos mociones de censura dignas de tal nombre, mientras que los partidos que se autocalifican de constitucionalistas hayan sido incapaces de hacerlo.

https://www.eldiario.es/contracorriente/mocion-censura-no-broma_132_9999141.html Javier Pérez Royo,

Mi corazón de traidor

El título del artículo coincide con el de un famoso libro de Rian Malan (Johannesburgo, 1954) en el que explica por qué, siendo blanco, se encuentra comprometido en la lucha contra la discriminación que sufren los negros. ¿No han de sentirse agraviados por tener un enemigo en sus filas? Y explica por qué no.

Yo me cuestiono la presencia de los hombres en la causa de las mujeres: ¿no se plantean ellas por qué pretenden liberarlas quienes durante tantos siglos las han oprimido? Me pregunto por el papel que tenemos que desempeñar los hombres en la guerra de los sexos. Una guerra que, según Spengler, “existe desde que hay sexos, una guerra silenciosa, amarga, sin cuartel ni merced”. ¿Qué hacemos los hombres defendiendo la causa de las mujeres?

El próximo día 8 de marzo se celebra El Día Internacional de la Mujer Trabajadora (qué redundancia la de este binomio de palabras) y, con esta ocasión, quiero reflexionar en voz alta sobre el papel que nos corresponde a los hombres en la lucha por la liberación de la mujer.

En primer lugar quiero decir que la bandera de la liberación ha de ser de las mujeres. Porque esta es su gran causa. Porque ellas son las protagonistas de su lucha. Y ellas son las que han hecho avanzar su historia de liberación. La batalla más poderosa que ha existido nunca.

La liberación es la tarea de quien se libera, no de quien pretende liberar. No hay peor opresión que aquella en la que el oprimido mete en su cabeza los esquemas del opresor. Y si la mujer no evoluciona, de poco sirve la acción externa. La libertad concedida produce transformaciones superficiales. La libertad conquistada llega a las zonas más profundas del ser.

¿Por qué los hombres hemos de participar en esa lucha? En primer lugar porque nosotros tenemos mucho que pensar y que cambiar. Tenemos que cambiar nuestras concepciones, actitudes y comportamientos para superar las graves secuelas de una terrible historia. Una amiga argentina me ha enviado una viñeta en la que se ve a una mujer tendida en el diván. El psicoanalista le dice: Según lo que usted me cuenta veo que su problema está en el inconsciente y vamos a tener que analizarlo. Y ella responde: pues mire usted, doctor, no creo que mi marido quiera venir.

En segundo lugar, porque la cuestión nos afecta cada día en las relaciones personales, laborales, políticas… Buena parte de nuestra vida tiene que ver con la comunicación entre sexos. Una relación sana, respetuosa, humilde y equilibrada contribuye a la justicia social y a la felicidad personal.

En tercer lugar porque la coeducación es una tarea de todas las personas. Todavía queda mucha discriminación en las arterias del cuerpo social. En el lenguaje, en las expectativas de los padres y las madres sobre sus hijos e hijas, en las actitudes, en las relaciones, en los juegos, en los estudios, en la elección de carrera, en la búsqueda de empleo, en la sexualidad, en la remuneración de los trabajos, en el acceso al poder, en la moral, en los chistes, en la publicidad… Es tarea de todos y de todas educar para la convivencia armoniosa, para la igualdad de oportunidades, para la tolerancia y para la equidad.

Los hombres tenemos la obligación de ser feministas. No todas las mujeres lo son y tendrían que serlo. Tenemos que avanzar hacia una nueva masculinidad para que no sea inteligente concluir: Pienso, luego estoy soltera. O como decía el humorista Borges en una de sus inolvidables viñetas: “Hija, no te cases nunca con un marido”.

En el precioso libro de Chis Oliveira y Amada Traba; “Amart.e. Pensar el amor en el siglo XXI”, se puede leer: “Un extraterrestre no comprendería cómo se pudo construir y mantener tanta desigualdad entre mujeres y hombres. Se preguntaría cómo se llegó hasta aquí y cómo somos capaces de aceptarla con tanta normalidad: le causaría sorpresa y estupefacción pero a nosotros no nos la causa porque al estar inmersos en esa desigualdad nos falta perspectiva y la vemos y la vivimos como natural e inevitable”.

Las trampas son muchas. La discriminación es cada día mas sutil son muchas. La discriminación la convivencia armoniosa, para la igual de oportunidades, para la tolerancia, para lía más sutil. Por eso hacen falta mecanismos más sutiles par detectarlas. Observar atentamente la realidad, reflexionar con rigor, interpretar críticamente cada gesto, cada palabra, cada acción: he aquí una tarea apremiante. Apremiante porque las consecuencias son inmediatas y, algunas, devastadoras. ¿Quién devuelve a las mujeres que renunciaron a viajes, estudios o amores la posibilidad de tenerlos? Reconocer después de siglos los errores es un ejercicio de cinismo si no se evitan los que se están cometiendo.

Se dice que todos somos iguales ante la ley pero hoy todavía sigue siendo cierto que cualquier actividad que desarrolle una mujer tiene que realizarla mucho mejor que el hombre para que tenga la misma relevancia y el mismo reconocimiento social y hasta la misma remuneración.

Hay quien cree que, cuando los dos trabajan, da igual que la mujer gane más o tenga mejor posición. Pero la cultura sigue imponiendo patrones de comportamiento y actitudes marcadamente machistas. Todavía falta mucho para que las situaciones, las actitudes y concepciones que se reconocen como lógicas se implanten en la realidad de la cultura. Detrás de cada mujer empresaria hay todavía un hombre…. mosqueado.

Hay quien piensa que la igualdad de oportunidades existe porque alguna mujer llega a un puesto de máxima responsabilidad. No es cierto. Estas excepciones no demuestran que si una mujer puede, todas pueden; lo que ponen de relieve es precisamente lo contrario, que al constituir una excepción sigue siendo cierto que están en inferioridad de condiciones. Si parten millones de personas hacia unas pocas posiciones de privilegio, ¿no es cierto que tienen más posibilidad de alcanzarlas quienes parten y disfrutan de condiciones ventajosas?

Dice Alejandro Dumas que las cadenas del matrimonio son tan pesadas que hacen falta dos personas para llevarlas y, a veces, tres. Pero, ¿por qué se considera al adúltero un hombre espabilado y a la adúltera una mujer libertina? Cuentan que un rey tuvo noticia de que había en el reino un individuo que tenía un extraordinario parecido con él. Curioso e inquieto, hizo llamar a palacio a quien decían que era su vivo retrato. Al comprobar el asombroso parecido le invitó a comer. Le faltó tiempo, después de hacer los cálculos necesarios, para plantear la cuestión que le desazonaba:

¿Sabe usted si por esos años, su madre sirvió en palacio?, preguntó el rey. No, majestad, el que sirvió en palacio por aquellos años fue mi padre. El baldón estaba precisamente ahí, en el deshonor de la reina, no en la hombría del monarca. Este tipo de historias demuestra que no hay una moral equivalente sino una doble moral, que no existe igualdad de derechos. Porque no existe igualdad de opinión ni de acción. Afortunadamente las cosas están cambiando. Lentamente, difícilmente. Y a veces se sufren dolorosos retrocesos. ¿Por qué nuestros jóvenes (ellos y ellas) cantan y bailan al son de las letras de las canciones machistas de los raperos puertorriqueños? ¿Por qué muchas chicas no piensan que el control de sus móviles por sus parejas es un insoportable gesto de poder? ¿Por qué piensan que los celos son una muestra de amor?

¿Quién les devolverá la vida a quienes la han perdido por amor, por devoción, por sacrificio, por vasallaje? Pensad en la advertencia irónica: las mujeres buenas irán al cielo, las malas a todas las partes.

Muchos se muestran deferentes en lo superficial pero mantienen la discriminación en lo esencial. ¿Por qué se le ha cedido a la mujer el puesto en el autobús o se le ha brindado la preferencia en el paso cuando se le negaba un puesto en la sociedad y se le cerraba el camino hacia el trabajo o el poder? La mujer del general es el general del general, decía Schakespeare. Pero en todos los derechos sociales seguía ocupando el puesto de soldado raso.

El hombre ha de revisar primero sus actitudes y sus pautas de acción sexistas. Debe respetar a quien tiene al lado, sabiendo que ella lleva a sus espaldas siglos de discriminación. Ha de compartir generosamente con ella derechos y deberes, dolores y alegrías. Ha de permanecer sobrecogido y admirado ante la insondable psicología de la compañera de su vida. Lo decía con hermosas e inquietantes palabras Eduardo Galeano: “He dormido al lado de una mujer, he dormido al borde un abismo”. Sirvan estas palabras de homenaje en el Día Internacional de la Mujer que celebraremos el próximo día ocho.

Miguel Ángel Santos Guerra

No más mentiras: mi abuelo era nazi

En Lituania, lo consideraban un héroe, pero no podremos pasar página hasta que admitamos lo que de verdad hizo.

Mientras crecía en Chicago durante la Guerra Fría, mis padres me enseñaron a venerar mi herencia lituana. Cantábamos canciones lituanas y recitábamos poemas lituanos; los sábados, después de la escuela lituana, comía tortitas de papa al estilo lituano.

Mi abuelo, Jonas Noreika, era una parte muy importante de la historia de mi familia: fue el responsable de una revuelta contra la Unión Soviética en 1945-1946 y lo ejecutaron. Había una foto suya en uniforme militar colgada en nuestra sala. Hoy en día, no es un héroe solo en mi familia: tiene calles, placas y una escuela con su nombre. Se le concedió la Cruz de Vytis, el mayor honor póstumo de Lituania.

En su lecho de muerte, en el año 2000, mi madre me pidió que me encargara de escribir un libro sobre su padre. Acepté con entusiasmo. Pero mientras rebuscaba entre el material, encontré un documento de 1941 con su firma y todo cambió. La historia de mi abuelo era mucho más oscura de lo que yo sabía. 

Me enteré de que el hombre que yo consideraba un salvador que había hecho todo lo posible por rescatar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial en realidad había ordenado que se reuniera a todos los judíos de su región en Lituania y se les enviara a un gueto donde fueron golpeados, privados de alimentos, torturados, violados y luego asesinados. Más del 95 por ciento de los judíos de Lituania murieron durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos asesinados con la entusiasta colaboración de sus vecinos.

De repente, ya no tenía ni idea de quién era mi abuelo, qué era Lituania y cómo encajaba mi propia historia en todo eso. ¿Cómo podía conciliar dos realidades? ¿Era Jonas Noreika un monstruo que masacró a miles de judíos o un héroe que luchó para salvar a su país de los comunistas?

Esas preguntas iniciaron un viaje que me llevó a comprender el poder de la política de la memoria y la importancia de hacer un recuento correcto, incluso a un gran costo personal. Llegué a la conclusión de que mi abuelo había sido un hombre de paradojas, así como Lituania —un país primero atrapado entre las ocupaciones nazi y comunista durante la Segunda Guerra Mundial y luego atrapado tras la Cortina de Hierro durante los 50 años siguientes— está lleno de contradicciones.

En este sentido, quizá Lituania sea como muchos otros países que pasaron 50 años bajo la ocupación soviética. Durante ese tiempo, se congeló la verdad: a los lituanos solo se les permitía hablar de cuántos ciudadanos soviéticos fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial. Las referencias a las víctimas judías fueron borradas por los ocupantes. Me gustaría pensar que, si Lituania hubiera sido una nación libre e independiente después de la Segunda Guerra Mundial, podría haber reconocido su propio papel en el Holocausto.

Corregir la memoria histórica resultó ser peligroso. Cuando cuestioné públicamente la historia oficial de la vida de mi abuelo, fui vilipendiada por la comunidad lituana de Chicago y de Lituania. Me llamaron agente del presidente de Rusia, Vladimir Putin. Los dirigentes lituanos siguen creyendo que la identidad de su país depende de aferrarse a sus héroes, aun a costa de la verdad. 

Los giros de la corta vida de Jonas Noreika hicieron más fácil ocultar lo malo al acentuar lo bueno. Sin embargo, hubo muchas cosas negativas.

En 1933, cuando era un joven soldado del ejército lituano, escribió: Raise Your Head Lithuanian (Levanta la cabeza, lituano), el equivalente lituano de Mi lucha, que incitaba al odio hacia los judíos como solución a los problemas de Lituania. En junio de 1941, dirigió un levantamiento contra los soviéticos, aunque colaboraba con los nazis. En julio, ordenó el asesinato de los 2000 judíos de Plunge, la ciudad desde la que dirigió el levantamiento. En agosto, los alemanes le dieron la bienvenida como nuevo jefe de distrito de la región de Siauliai y ese mismo mes firmó órdenes para enviar a miles de judíos a su muerte. Bajo su mando fueron asesinados casi 8000 judíos.

En la versión de la historia que ahora celebran los lituanos, mi abuelo y otros como él fueron obligados por los alemanes a firmar esos documentos. No obstante, cuando indagué más, me enteré de que convertirse en jefe de distrito le proporcionaba la mejor casa de la región, aproximadamente 1000 reichsmarks al mes y un trabajo para mi abuela. Eso me sonaba más a tentación que a coacción.

Sí se enfrentó a los nazis, no para salvar judíos, sino para tratar de impedir los reclutamientos para las SS. En marzo de 1943, fue enviado a un campo de concentración nazi. Fue liberado en enero de 1945 y reclutado por el Ejército Rojo. Ese mismo año comenzó a organizar la revuelta contra los soviéticos, que habían pasado de ser los liberadores de Lituania a sus ocupantes. Los soviéticos lo capturaron en marzo siguiente. Fue ejecutado en febrero de 1947 a la edad de 36 años.

Transformar a un colaborador nazi en un héroe nacional requiere cuatro pasos de manipulación. El primer paso es echar toda la culpa a los nazis aunque mi abuelo, como muchos lituanos, participó voluntariamente en la matanza de judíos. El segundo paso es crear una narrativa de víctima que cuestione cómo un asesino de judíos podría haber sido enviado a un campo de concentración nazi. El tercer paso consiste en desacreditar las narraciones contrapuestas tachándolas de propaganda comunista relatada por enemigos del Estado. El último paso es negarse a aceptar que dos verdades aparentemente contradictorias pueden coexistir: Noreika luchó valientemente contra los comunistas y participó vergonzosamente en el asesinato de judíos.

Tras investigar su vida durante los últimos 20 años, me he atrevido a llamar nazi a mi abuelo a pesar de que nunca se afilió oficialmente al partido. Trabajó con los nazis, actuó como ellos, recibió pagos de ellos, odiaba a los judíos al igual que ellos y, también como ellos, facilitó la tortura y el asesinato.

¿Acaso los funcionarios lituanos ocultaron a propósito la verdad porque haría quedar mal al país? ¿O estaban en una auténtica negación en una democracia demasiado frágil para enfrentarse a su propia historia? Por desgracia, no se trata solo de mi abuelo. Él es un microcosmos de toda la historia nacional, y esa historia nacional se replica en toda Europa del Este.

El paso del tiempo ha creado el espacio para hablar de la verdad, pero también ha aumentado la urgencia de hacerlo antes de que los recuerdos restantes se desvanezcan y fallezca otra generación. El análisis de un pasado oscuro siempre es traumático. Pero nunca alcanzaremos la claridad y la curación si basamos nuestra historia en mentiras. Aunque las generaciones posteriores no conozcan los detalles, seguirán experimentando el dolor emocional transmitido de padres a hijos y a nietos.

He hecho las paces con mi abuelo. Me he comprometido a revelar sus crímenes dando testimonio de la verdad y me he comprometido a intentar corregir la memoria lituana del Holocausto, en parte pidiendo que se le retiren los honores que se le concedieron. Esto puede conducir a la reconciliación entre lituanos y judíos, a medida que recordemos lo que ocurrió y aprendamos de ello para asegurarnos de que no vuelva a ocurrir. Tal vez el reconocimiento de esta verdad permita a los lituanos tener una identidad nacional más sana y un orgullo por nuestra poesía, nuestra lengua, nuestra comida, pero no por nuestro oscuro pasado.

Silvia Foti es profesora de bachillerato, periodista y autora del libro de próxima publicación The Nazi’s Granddaughter: How I Learned My Grandfather Was a War Criminal.

lunes, 6 de marzo de 2023

Formación matemática del profesorado de Educación Primaria: el Gobierno debe rectificar.

El proyecto de reforma de los títulos de Magisterio prevé recortar el tiempo dedicado a la materia

La semana pasada el Ministerio de Universidades publicó su proyecto sobre la formación inicial en el grado de maestra o maestro en Educación Primaria. En él la formación obligatoria en matemáticas y su didáctica queda reducida a seis créditos (una asignatura de 60 horas), un sorprendente 2,5% del total del grado. Hay que saber que las universidades públicas dedican en la actualidad algo más de 18 créditos, en media, a esa formación. Es decir, se reduce más de dos terceras partes la formación actual. En ella se combinan el conocimiento ampliado de la matemática de primaria con la didáctica sobre el currículo de los cursos de primero a sexto; en otras palabras: se aprende a enseñar matemáticas.

Si con los actuales 18 créditos la formación puede resultar insuficiente —baste ver la abundante producción científica sobre el conocimiento del profesorado en formación—, imagínense el resultado con la tercera parte. Solo con repasar el currículo de matemáticas de primaria nos damos cuenta de su extensión y su profundidad. El profesorado de primaria debe aprender a enseñar todo ese currículo ¿en 60 horas?

Se nos dirá que la propuesta propone una especialización optativa (mención es el nombre en la jerga universitaria) en la que se incluye otra asignatura de seis créditos de didáctica de la matemática. Pero cualquier persona graduada puede ejercer la profesión, impartiendo las matemáticas desde primero a sexto, sin garantías de haber cursado esta segunda asignatura que, en todo caso, seguiría siendo una formación insuficiente. El proyecto contempla, además, especialidades en educación física o musical, o lengua extranjera. Nada que objetar, se formarán buenísimos especialistas. Pero surge la pregunta, sin respuesta académica sólida, de por qué los mismos motivos que aconsejan especializarse en educación musical, con hasta 54 créditos, no se aplican para aprender a enseñar matemáticas, donde al ministerio le basta con seis.

El proyecto no solo menoscaba las matemáticas, lo mismo ocurre con la lengua, las ciencias sociales o las experimentales. Los y las docentes de primaria están la mayor parte de su tiempo enseñando estas asignaturas que, como las matemáticas, son asombrosamente infravaloradas en el proyecto.

El Ministerio de Universidades ha reconocido que, de no lograr consenso en las facultades de Educación, esta propuesta se frenará. Es buena noticia, no se puede implantar un plan de formación que, en lugar de integrar, divide, y parece bastante claro que no se ha logrado ese consenso. Por otro lado, no sabemos aún la opinión del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Sin embargo, este elaboró en 2022 un currículo de matemáticas de la Lomloe mucho más profundo que el anterior, con nuevos contenidos como el sentido algebraico o el pensamiento computacional y con un cambio metodológico hacia la resolución de problemas como eje vertebrador del aprendizaje. Además, se optó por un currículo más abierto, que deja mucha más autonomía al profesorado para diseñar la programación, al tiempo que le exige mucho más conocimiento didáctico para poder hacerlo. Plantear que una maestra o maestro con solo 60 horas de formación sea capaz de abordar este currículo es, sencillamente, una incoherencia. Metafóricamente, es ponerse a pilotar un fórmula 1 con solo una clase de autoescuela.

Lamentablemente, el proyecto que regula los estudios de Magisterio de Educación Primaria no es coherente con el planteamiento del Ministerio de Educación y Formación Profesional. ¿Dónde está la apuesta por el STEAM (acrónimo en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas)? Esta es una de las ocho competencias-clave en la nueva primaria y ni siquiera se menciona en el proyecto, ¿se va a adquirir sin maestros formados en matemáticas y ciencias?

Las consecuencias de este proyecto, más allá de su génesis, van mucho más allá de las habituales tensiones del mundo universitario: tiene implicaciones directas en nuestra sociedad. España ha venido rindiendo por debajo de lo esperable en las evaluaciones sobre matemáticas. Con un profesorado insuficientemente formado no solo no mejoraremos, sino que, casi con toda seguridad, el alumnado finalizará la primaria sin lograr una competencia matemática mínima. Confiamos en que el Gobierno escuche a todos los agentes involucrados en este debate y que rectifique esta postura inicial. Nos jugamos mucho en ello, ser competente en matemáticas es imprescindible para contar con una ciudadanía crítica, responsable y capaz de entender e interpretar el mundo en el que vive.

Luis J. Rodríguez Muñiz es vicepresidente segundo de la Real Sociedad Matemática Española (RSME) y catedrático de Didáctica de la Matemática en la Universidad de Oviedo. 

‘Sobre la historia natural de la destrucción’: el incómodo recuerdo de los bombardeos aliados sobre Alemania.

guerra


El director ucranio Loznitsa lleva al cine el ensayo de W. G. Sebald sobre los ataques aéreos masivos contra la población civil alemana durante la Segunda Guerra Mundial.

Seiscientos mil civiles alemanes murieron víctimas de la batalla aérea de los aliados sobre el país durantela Segunda Guerra Mundial. Tres millones y medio de viviendas de ciudades como Dresde, Colonia y Hamburgo quedaron destruidas. Y Winston Churchill llegó a decir en un discurso: “La población civil alemana tiene una manera fácil de escapar de esta severidad: lo que deben hacer es dejar las ciudades donde llevan a cabo los trabajos de munición; abandonar su trabajo, salir al campo y mirar el fuego en sus casas desde la distancia”.

Sin embargo, como escribió W. G. Sebald en Sobre la historia natural de la destrucción, poco se reflexionó en Alemania en las décadas siguientes acerca de este drama, de los bombardeos conscientes y planificados contra la población civil, a causa de la posición sumamente precaria de quienes vivían en una sociedad desacreditada moralmente por completo. Un pueblo que había asesinado y maltratado hasta la muerte a seis millones de seres humanos no podía pedir cuentas a las potencias vencedoras de la lógica político-militar que dictó la destrucción de las ciudades alemanas.

El incómodo ensayo de investigación de Sebald (Wertach, Alemania, 1944-Norfolk, Reino Unido, 2001) sobre aquel ominoso silencio, publicado en 1999, encuentra ahora una singular traslación cinematográfica con un documental homónimo del ucranio Sergei Loznitsa (de estreno exclusivo en Filmin), compuesto a base de imágenes filmadas en su día de los bombardeos sobre Alemania durante la guerra, algunas de ellas inéditas, al tiempo que se medita sobre la destrucción masiva y el concepto de víctima. Ahora bien, no con la elocuencia de Sebald sino únicamente desde el silencio de las estampas reales, apenas punteadas por el sonido de las bombas y un par de discursos de Churchill y del mariscal británico Montgomery.

Loznitsa no juzga, solo muestra para que la memoria de aquellas devastadoras operaciones sea tan expresiva como las palabras de Sebald. Aunque, desde luego, la organización de ese material de archivo no deje lugar a demasiadas dudas: se está denunciando una masacre que, traída a nuestro mundo contemporáneo, encuentra particular reflejo en los bombardeos rusos de las ciudades ucranias, en los objetivos civiles como motor de destrucción en tantas contiendas actuales o recientes.

El siempre interesantísimo Loznitsa ha ido bifurcando su carrera en dos esencias. Las películas de ficción alrededor de tanto la sociedad de su tiempo como la del pasado, de los conflictos armados en su tierra desde la contienda mundial hasta el presente: En la niebla, La sumisa, Donbass. Y los documentales retrospectivos y analíticos, particularmente de metraje encontrado, en torno a las miserias físicas y morales, a los escombros de la Segunda Guerra Mundial y de la propia Ucrania de hoy: Austerlitz, Victory Day, State Funeral, Babi Yar. Context, Maidan. Sobre la historia natural de la destrucción, que pertenece obviamente a la segunda vertiente, se inicia con imágenes del supuesto paraíso que era la Alemania nazi. Estampas de la población civil en paz, cafés y terrazas atestadas de gente en una aparente libertad. Todo en un orden tan impoluto, incluso la fiesta, que estremece ir viendo en aquel idílico universo la simbología nazi adornando las calles, los retratos de Adolf Hitler en cualquier rincón de los interiores, el sello de la barbarie en forma de esvástica en el lomo y la cola del Hindenburgh, que sobrevuela el cielo de Berlín como icono propagandístico de un régimen todopoderoso.

Sin embargo, de ahí, a través de una cadencia elegante y casi mortuoria, sin voz en off ni declaraciones ni diálogos ni intertítulos explicativos, salvo las palabras citadas de Churchill y Montgomery, el director ucranio rompe aquella diabólica limpieza, aquella obligada (o no) sintonía social, con los estruendos de la guerra, sonorizados en posproducción para reconstruir la resonancia original. Unas imágenes aéreas que, en una de esas tenebrosas paradojas del cine y de la vida, resultan hipnóticas: el trágico espectáculo visual de los bombardeos nocturnos. Y, por supuesto, los efectos de aquel fuego, los físicos y, de soslayo, también los morales. El humo y el olor de la muerte. Todo ello punteado por una formidable banda sonora de Christiaan Verbeek, que además confluye con otra de las secuencias de la película que dice mucho más de lo que muestra. Un concierto de la Filarmónica de Berlín, interpretando fragmentos de Los maestros cantores de Núremberg, de Richard Wagner, y dirigida por Wilhelm Furtwängler, paradigmático personaje sobre el que el húngaro István Szabó compuso una fascinante película de inquietante cavilación moral acerca del papel de los artistas durante el nazismo: Taking Sides (Requiem por un imperio).

La ilegitimidad de los bombardeos masivos, aunque fueran en pos de una causa justa y de la defensa de unos valores democráticos y de libertad, está en la base de la película. Así como la conciencia moral resultante y las continuas desavenencias con la memoria. Dice Sebald en su ensayo que la creación en Alemania de “una nueva realidad sin historia orientó a la población exclusivamente hacia el futuro y la obligó a callar acerca de lo que había sucedido”. ¿Por dónde habría habido que comenzar entonces una historia natural de la destrucción? Quizá lo que Loznitsa nos viene a decir, siguiendo a Sebald, es que, aunque los bombardeos realmente pioneros de las ciudades y de la población civil se debieron a los alemanes (Gernika, Varsovia, Róterdam), aquella aniquilación de las ciudades germanas por parte de los aliados también representa una sombra reveladora de lo que fue aquella guerra y de lo que suponen todas las contiendas. Una cruel tormenta que nos invita posteriormente a mirar hacia delante, pero que, expuestos a la desintegración del recuerdo, nos está obligando a nuevas y terribles planificaciones de la destrucción.

Sobre la historia natural de la destrucción
Dirección: Sergei Loznitsa.
Género: documental. Alemania-Lituania-Países Bajos, 2022.
Duración: 112 minutos.
Estreno: 9 de diciembre.



domingo, 5 de marzo de 2023

El año en el que la palabra Paz desapareció del diccionario

«La guerra es la paz; la libertad es la esclavitud; la ignorancia es la fuerza»» (1984, George Orwell)

Lo que me parece más destacable de este último año de invasión de Ucrania y de guerra es que los responsables políticos de las grandes potencias hayan hecho suya una de las tres consignas que se encontraban escritas en la fachada del Ministerio de la Verdad de la novela 1984 de George Orwell: «La guerra es la paz».

No lo digo yo, ni lo digo retóricamente. En un reportaje publicado en Financial Times el pasado día 3 se decía que una gran parte del público alemán ha comenzado a comprender que «el pacifismo no siempre equivale a la paz«.

Lo mismo ha ocurrido cuando alguien tan increíblemente transustanciado en esta coyuntura como el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, decía a la opinión pública que la censura de medios de comunicación que no defienden su posición es la forma de garantizar la libertad de expresión, dando así por cierto que los que defienden la suya ni mienten, ni manipulan.

Como escribió Eduardo Galeano en Patas arriba, «el arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento».

Incluso dejando a un lado que la invasión tuvo antecedentes que no es honesto olvidar (las provocaciones de Ucrania, la estrategia engañosa, agresiva y amenazadora de la OTAN, los actos terroristas previos…) y asumiendo al mismo tiempo que constituye un acto criminal injustificable, porque lo es cualquier violación de la integridad de un Estado soberano, lo cierto y lamentable es que las grandes potencias no han ofrecido otra alternativa como solución que la escalada militar. Y, además, que esta escalada no ha producido más efecto que el que cabía esperar: prolongación y endurecimiento de la guerra, sufrimiento en aumento y, eso sí, incremento del negocio armamentístico.

El ex primer ministro israelí Naftali Bennett lo reconoció hace unos días al desvelar que Estados Unidos y sus aliados occidentales “bloquearon” sus esfuerzos de mediación entre Rusia y Ucrania para poner fin a la guerra en marzo de 2022.

Los dirigentes de las potencias occidentales no han manifestado en ninguna ocasión que la negociación y el diálogo, la apuesta por la paz, sean el camino. Han asumido, por el contrario, la estrategia de Publio Flavio Vegecio: si quieres la paz, prepara la guerra. Una alternativa reaccionaria, mutuamente destructiva y falsa porque, como ha dicho con toda la razón Federico Mayor Zaragoza, lo que hay que preparar si se quiere la paz no es la guerra, sino la palabra.

La apuesta por la escalada militar por parte de Estados Unidos e Inglaterra es incluso comprensible. Dada su historia de doble moral, no engañan a nadie.

El Reino Unido ha planeado o ejecutado más de 40 intentos de destituir gobiernos extranjeros en 27 países desde el final de la Segunda Guerra Mundial, llevando a cabo intervenciones militares encubiertas o abiertas y asesinatos. Y Estados Unidos ha realizado 392 intervenciones militares desde su fundación en 1776, la mitad de ellas entre 1950 y 2019 y la cuarta parte una vez acabada la Guerra Fría.

Pero ¿cómo ha podido la Unión Europea dejarse llevar a una estrategia que hipoteca, quien sabe si para siempre, el anhelo de paz y seguridad que le dio origen y que descarga sobre ella sus mayores costes y perjuicios? ¿Cómo puede olvidar el pueblo alemán su compromiso del «Nunca más» y aceptar que su economía se militarice? ¿Cómo pueden aceptar los dirigentes europeos como buenos socios y aliados a quienes sabotean con un acto terrorista la infraestructura de su principal potencia? ¿Dónde está su dignidad cuando se ponen sin más al servicio de quienes no tuvieron pudor alguno a la hora de manifestar sus intenciones: «Que se joda la Unión Europea«, le dijo la secretaria de Estado adjunta de Estados Unidos para Asuntos Europeos, Victoria Nuland, al embajador de ese país en Ucrania, en febrero de 2014.

Estados Unidos ha jugado con inteligencia sus cartas desde hace años haciendo prácticamente inevitable que Rusia interviniese contra Ucrania porque su resultado sería lo que buscaba y necesita para fortalecerse en su enfrentamiento con China, el debilitamiento económico de Europa. La propia Angela Merkel lo ha reconocido al señalar que los acuerdos de Minsk sólo se proponían darle tiempo a Ucrania para que se armase frente a lo que se iba a producir. Lo mismo que hizo el francés Françcois Hollande al afirmar que el mérito de esos acuerdos fue «haber dado esta oportunidad (fortalecer su posición militar) al ejército ucraniano».

Lo que han logrado los dirigentes europeos al renunciar a la paz y el diálogo como estrategia y optar por la militarización de su política -además de contribuir a acrecentar el dolor de Ucrania y del pueblo ruso- es condenar a Europa a la dependencia económica, militar, tecnológica y energética de Estados Unidos. Quién sabe lo que podido influir más, si el chantaje personal, la incompetencia, o la presión y el poder de quienes sólo piensan en vender armas y en hacer negocio después reconstruyendo lo que previamente han destruido.

Paralelamente a todo ello se silencia y ridiculiza a quienes pensamos que es ilusorio creer que hoy día se puede vencer militarmente a una potencia nuclear sin provocar un holocausto y que no es verdad que la escalada militar sea la única posibilidad de revertir la situación. O que una cosa es reconocer que Rusia cometió un acto criminal invadiendo Ucrania y otra que esté obligada a soportar, al lado mismo de sus fronteras, una amenaza de agresión que ninguna otra nación con dignidad estaría dispuesta a consentir.

Ha pasado un año de lo peor, pero no del problema. Es imprescindible reclamar el alto el fuego y la puesta en marcha de acciones diplomáticas que permitan llegar a acuerdos que pongan fin al conflicto. No podemos rendirnos ante quienes se empeñan en acabar para siempre con la palabra y la práctica de la paz. Como dijo Erasmo de Rotterdam, la paz más desventajosa (más imperfecta, diría ahora mi recordado amigo Francisco Muñoz), es mejor que la guerra más justa.

Juan Torres López, https://juantorreslopez.com/el-ano-en-el-que-la-palabra-paz-desaparecio-del-diccionario/

¿Por qué los oligarcas engreídos rigen nuestro mundo?

Hace algunos años —creo que fue en 2015— recibí una lección rápida sobre lo fácil que es convertirse en una persona detestable. Era un orador invitado en una conferencia en São Paulo, Brasil, y mi vuelo de llegada se retrasó mucho. Los organizadores, preocupados de que no llegara a la hora de mi ponencia debido al tristemente célebre tráfico de la ciudad, hicieron arreglos para recogerme en el aeropuerto y llevarme directamente al techo del hotel en helicóptero.

Luego, cuando terminó la conferencia, había un automóvil esperando para llevarme de regreso al aeropuerto. Por un minuto me sorprendí pensando: “¿Qué? ¿Tengo que irme en coche?”.

Por cierto, en la vida real suelo desplazarme casi a todos lados en metro.

En fin, la lección que aprendí de mi momento de mezquindad fue que los privilegios corrompen y generan con mucha facilidad una sensación de que se tiene derecho a ellos. Y, con toda seguridad, parafraseando a lord Acton, los enormes privilegios corrompen enormemente, en parte porque los muy privilegiados por lo general están rodeados de personas que jamás se atreverían a decirles que se están comportando mal.

Por eso no me sorprende el espectáculo de autoinmolación de la reputación de Elon Musk. Fascinado, sin duda… ¿quién no está? Pero cuando un hombre inmensamente rico y acostumbrado no solo a obtener siempre lo que quiere, sino también a ser un ícono venerado, descubre que no solo está perdiendo su aura, sino que además se está convirtiendo en objeto de burlas masivas, por supuesto que reacciona fustigando de manera errática y, en el proceso, empeora aún más sus problemas.

La pregunta más interesante es por qué en la actualidad estamos regidos por ese tipo de personas. Claramente estamos viviendo en la era del oligarca engreído.

Como recientemente señaló Kevin Roose en el Times, Musk todavía tiene muchos admiradores en el mundo de la tecnología. No lo ven como alguien malcriado que hace pataletas, sino como alguien que entiende cómo se debe manejar el mundo, una ideología que el escritor John Ganz llama “bossism”, la creencia de que la gente poderosa no debería tener que dar explicaciones a la gente común y corriente, ni siquiera enfrentar sus críticas. Los adeptos de esa ideología obviamente tienen mucho poder, aun si ese poder todavía no protege a personas como Musk de ser abucheadas en público.

Pero ¿cómo es posible esto?

En realidad, no es una sorpresa que el progreso tecnológico y el creciente producto interno bruto no hayan creado una sociedad feliz e igualitaria. Desde que tengo memoria, tanto el análisis serio como la cultura popular han generado visiones pesimistas del futuro. Pero los críticos sociales, como John Kenneth Galbraith, y los escritores especulativos, como William Gibson, generalmente imaginaban distopías corporativistas que suprimían la individualidad, no sociedades dominadas por plutócratas ególatras y susceptibles que exhibían sus inseguridades a la vista del público.

Entonces, ¿qué sucedió?

Sin duda, parte de la respuesta es la gran concentración de la riqueza entre los más ricos. Antes del fiasco con Twitter, ya muchas personas comparaban a Elon Musk con Howard Hughes en el declive de sus últimos años. Sin embargo, la riqueza de Hughes, incluso calculada en dólares actuales, es trivial en comparación con la de Musk, aun tras la reciente caída de las acciones de Tesla. En términos más generales, los mejores cálculos disponibles afirman que la proporción de la riqueza total en manos del 0,00001 por ciento más rico hoy en día se ha multiplicado casi 10 veces con respecto a hace cuatro décadas. Además, es indudable que la inmensa riqueza de la superélite moderna ha generado mucho poder, incluido el poder de actuar como un niño malcriado.

Más allá de eso, muchos de los supermillonarios, que como clase solían ser en su mayoría reservados, ahora se han vuelto celebridades. El arquetipo del innovador que se enriquece mientras cambia el mundo no es nuevo; se remonta al menos hasta Thomas Edison. Pero las grandes fortunas construidas en el sector de la tecnología de la información convirtieron este relato en un culto en toda regla, repleto de tipos aspirantes a Steve Jobs o parecidos a él.

Sin duda, el culto al genio emprendedor ha jugado un papel importante en la debacle gradual de las criptomonedas. Sam Bankman-Fried de FTX no estaba vendiendo un producto real, ni tampoco se sabe que lo estén haciendo sus antiguos competidores que todavía no se han declarado en bancarrota: después de todo este tiempo, a nadie se le ha ocurrido un uso significativo en el mundo real para las criptomonedas que no sea lavado de dinero. Más bien, lo que Bankman-Fried vendía era una imagen: la del visionario con cabello desprolijo y vestimenta desaliñada que entiende el futuro como la gente normal no puede hacerlo.

Musk no está exactamente en la misma categoría. Sus compañías producen automóviles que en verdad se desplazan y cohetes que en verdad viajan. Pero las ventas y en especial el valor de mercado de sus empresas dependen, al menos en parte, de la fuerza de su marca personal, a la cual parece que no puede dejar de destrozar cada día.

Al final, Musk y Bankman-Fried podrían terminar haciendo un gran servicio público al empañar el mito del genio emprendedor, que tanto daño ha hecho. Pero, por ahora, las gracias de Musk en Twitter están degradando lo que se había convertido en un recurso útil, un lugar al que algunos de nosotros acudíamos para obtener información de personas que realmente sabían de lo que estaban hablando. Y parece cada vez más improbable que esta historia vaya a tener un final feliz.

¡Ah!, y si esta columna hace que me suspendan de Twitter —o si el sitio simplemente muere por la mala gestión—, pueden seguir en Mastodon algunas de las cosas en las que pienso, al igual que las opiniones de un número cada vez mayor de refugiados de Twitter.

Paul Krugman ha sido columnista de Opinión desde 2000 y también es profesor distinguido en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2008 por su trabajo sobre comercio internacional y geografía económica. @PaulKrugman

https://www.nytimes.com/es/2022/12/22/espanol/opinion/elon-musk-twitter-sam-bankman-ftx.html

Un vínculo de gratitud y ternura

Acabo de leer un pequeño libro titulado “Cartas a mi maestro”. Se editó en España el último mes del año 2022. El libro recoge toda la correspondencia conocida entre Albert Camus y su maestro el señor Louis Germain. Incluye también el capítulo “La escuela” perteneciente a su novela inconclusa “El primer hombre”.

Camus, nacido en la Argelia francesa en 1913, murió trágicamente en Francia a causa de un accidente automovilístico. Tenía 46 años. Portador de un humanismo sin trampa ni cartón, creyó en el poder de la verdad. Razonó con el corazón pero no por ello dejo de cultivar una conciencia exigente. Rechazando todos los dogmas defendió la inocencia del hombre, la dignidad humana y un mundo solidario.

El día 16 de octubre de 1957, la Academia sueca anuncia la concesión del Premio Nobel de Literatura a Albert Camus por su obra “que ilumina con una seriedad penetrante los problemas planteados en nuestro tiempo a las conciencias humanas”. Es conocida la carta que le envía el escritor a su maestro después de recibir el importante galardón. El libro recoge esta maravillosa carta. Por si alguien no la conoce, la voy a reproducir íntegramente.

“Querido señor Germain: Esperé que se apagara un poco el ruido que ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero, cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que yo era, sin su esperanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto.

No es que conceda demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generosos que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Le abrazo con todas mis fuerzas”. La carta está fechada el 19 de noviembre de 1957.

Unos días después, desde Argel, Louis Germain contesta a su antiguo alumno en una larga carta de cinco folios. Reproduzco algunos párrafos:

“Mi querido pequeño (es la expresión que utiliza en todas sus misivas): He recibido tu carta esta mañana y te aseguro que no la esperaba. Me consta que estás tan ocupado que no pensaba que pudieras sacar tiempo, sobre todo en los días que acabas de vivir, para escribirme, abrirme tan plenamente tu corazón y expresarme sentimientos de los que jamás he dudado.

Hemos vivido algunas angustias acerca de ti cuando la prensa anunció, en primer lugar, que se hablaba de concederte el Premio Nobel, pero que la presencia de otros candidatos hacía prever una lucha cuyo resultado era incierto. Que, por otra parte, uno de los candidatos (se refiere a Andre Malraux), que en una entrevista decías admirar, había buscado apoyos en América donde había escrito (yo digo, intrigado) para granjearse el apoyo a su candidatura… Finalmente quedamos aliviados: tú habías ganado limpiamente.

Tu carta nos ha conmovido profundamente, mi querido pequeño. Revela sentimientos que honran un alma humana. Mi emoción ha sido tanto mayor porque mis propios hijos jamás me han manifestado tanto cariño…

Más suerte he tenido en general con mis alumnos. Son numerosos los que me encuentro por la vida y me dicen haber conservado un buen recuerdo de mí, a pesar de mi severidad cuando era menester. La razón es muy sencilla: yo amaba a mis alumnos y, entre ellos, un poco más a los más desfavorecidos por la vida…”.

Louis Germain lo explica con meridiana claridad. La causa de esa respuesta agradecida de los alumnos es el amor que su maestro les profesa. Nunca falla. Especialmente con los más desfavorecidos.

La primera carta es de Louis Gemain y está fechada en París el 15 de octubre de 1945. “Mi querido pequeño: Me resulta fácil imaginar que mi carta te sorprenderá. Debes de preguntarte quién puede escribirte de esta forma y permitirse estas confianzas. Se trata de alguien que te quiere mucho y por quien estoy convencido de que tú también tienes afecto. ¿A que nunca adivinarías que soy el señor Germain, de Argel, tu antiguo maestro?…”.

En algunas cartas se hace referencia a otras que no se han encontrado. Existieron, puesto que se hace explícita referencia a ellas. El editor confiesa que algunas cartas no se han podido localizar.

En una carta escrita por Camus en 1947 le dice a su maestro: “Mi madre, que no sabe escribir, me encarga que le presente sus disculpas por no haberle dado las gracias al recibir sus hermosas flores. En el torbellino de sus preparativos (era un gran día para ella) creyó que esas flores se las había enviado yo”.

Increíble realidad: la madre de un premio Nobel de Literatura era analfabeta. Y Albert se lo cuenta con toda sinceridad y claridad a su maestro. La relación epistolar, como puede verse, va más allá de lo relacionado con la dimensión académica.

La correspondencia, inédita en su mayor parte, abarca un período de catorce años: de 1945 a 1959. Siete del maestro a su discípulo y trece del discípulo al profesor. La extensión de la mayoría de las cartas es corta. No todas las cartas abordan temas sublimes. Hay muchas cuestiones entrañablemente pedestres. En una carta le habla Louis a Albert de un curioso objeto: “tengo aquí un baúl sólido, de madera, cuyas dimensiones aproximadas son 0,37 x 0,40 x 0,80, herrajes hechos a mano, simples pero sólidos, Lo había pedido para la guerra. Y no lo necesito y no quiero volver a llevármelo a Argel. ¿Venderlo? No me interesa. Tal vez te resulte útil para guardar las ropitas de tus pequeños. Si te viene bien, te lo regalo”. Los pequeños son Catherine y Jean, los dos niños gemelos de Camus que en ese momento tenían menos de dos meses de edad.

En una carta enviada por Camus el 12 de febrero de 1950 le dice a su maestro con fina ironía: “A este respecto el alumno se permitirá reprocharle una frase a su buen maestro. Aquella en la que me dice que tengo otras cosas mejores que hacer que leer sus cartas. No tengo ni tendré jamás cosas mejores que hacer que leer lar cartas de aquel a quien le debo ser lo que soy, y a quien amo y respeto como al padre que no he conocido…”.

La relación de maestro y discípulo se amplía a las familias de ambos. Se cuentan las novedades (Camus padeció durante un tiempo la enfermedad de la tuberculosis y de su evolución va dando cuenta en las cartas), se intercambian saludos y se envían emotivos recuerdos.

En la última carta escrita por Camus, fechada el 20 de octubre de 1959, le dice a su maestro: “Debe de haber recibido ya el paquete de libros que me había pedido. Le devuelvo al mismo tiempo su giro. Para mí es un placer que me encargue libros y no quiero que los pague. Sabe muy bien que jamás podré reconocer lo que yo le debo. Vivo con esa deuda, contento de saberla inagotable, y más contento todavía cuando puedo tener algún detalle con usted”.

El género epistolar era muy socorrido en las relaciones de alumnos y profesores. Conservo con afecto la carta que dirigí a mis alumnos universitarios el primer año de docencia en la Complutense. Y conservo también las contestaciones de quienes decidieron responderme. Una de ellas. la carta del padre de una de mis alumnas, un eminente pedagogo llamado, ya fallecido. Carta que le he podido entregar a su hija, actualmente profesora de la Facultad de Educación de Alcalá de Henares. Quizá me ocupe algún día de esa carta y de las respuestas que suscitó.

Hoy ha desaparecido prácticamente el género epistolar como tradicionalmente era concebido. No se envían largas cartas por correo, escritas casi siempre a mano. Hoy existen formas de comunicación más rápidas y, habitualmente, mucho más cortas. Lo importante es crear y fortalecer esa relación de gratitud y afecto que nace de un compromiso intenso con el quehacer educativo y de una generosa y emocionada respuesta de quien ha recibido, a la vez, conocimientos y afecto. Porque en eso consiste la educación.

Miguel Ángel Santos Guerra,

sábado, 4 de marzo de 2023

Juan Torres López, "Mas difícil todavía". La subida de tipos enriquece a bancos y rentistas y empobrece a empresas y familia.

El economista granadino publica 'Más difícil todavía', una obra sobre las razones que han provocado la inflación y las amenazas que estas entrañan para la economía global

Torres considera que la inflación enquistada en el supermercado merece ser abordada por el Gobierno: "Ante la subida excepcional de los precios alimentarios, las medidas extraordinarias están justificadas"

El economista Juan Torres (Granada, 1954) se ha embarcado en la compleja tarea de explicar de un modo sencillo por qué los precios se han desbocado a nivel global como no se ha visto en décadas y por qué esto nos debe preocupar a medio plazo. En Más difícil todavía (2023, Deusto) expone cómo la inflación empezó a germinar antes de la invasión rusa de Ucrania y encuentra en sus raíces cinco problemas de magnitudes inéditas que podrían hacer colapsar la economía: el cambio climático, la especulación, las ineficiencias de la globalización, la deuda y la desigualdad. El problema, opina el economista, es que estos males no admiten un abordaje cortoplacista, lo que nos puede condenar a una crisis sistémica si persiste la voluntad de no alcanzar acuerdos entre diferentes.

Hace unas semanas, mientras su obra se imprimía, otro libro llegó a las librerías: Megamenazas, de Nouriel Roubini, del que infoLibre publicó un extracto. Este economista, apodado Doctor Catástrofe, alerta de un abanico de graves amenazas a las que se enfrenta el mundo que, en algunos aspectos, coinciden con las que denuncia Juan Torres. El granadino declara que nunca fue su intención que su libro, de talante sereno, didáctico y propositivo, recordara a una obra Roubini, que suelen ser apocalípticas. Pero admite cierto alivio al descubrir que no se ve predicando solo en el desierto.

Dice en su libro que las subidas de precios no empezaron tras la invasión de Ucrania, ¿cuáles son a su juicio las causas reales de la inflación?

Yo creo que es una evidencia que las subidas de precios empezaron en 2021. Los bancos centrales lo advirtieron también, pero lo concibieron como una cosa muy pasajera y que no iba a tener ninguna importancia. Se equivocaron bastante. Siguen tratando la inflación como si fuera un fenómeno de demanda. Hay bastante consenso en contra de lo que dicen los bancos centrales: la inflación se está produciendo por otra serie de factores, que tienen que ver más con la oferta. Tiene que ver con la pandemia, con el bloqueo de los canales de aprovisionamiento, con la falta de competencia de las empresas, con el poder de mercado de estas, con los costes asociados al cambio climático, con la especulación financiera…

¿Cree posible una regulación global que ponga coto a la especulación en los mercados de las materias primas, como el cereal, el maíz, el petróleo o el gas?

Después de 2010 y 2011, cuando hubo un pico de especulación brutal que hizo que el hambre se disparase en el mundo, el Gobierno de EEUU y la Comisión Europea decidieron que iban a actuar. Determinaron que era necesario que se frenara esa especulación. Desgraciadamente, se dejaron llevar, más en Europa que en EEUU, por el gran poder de los grupos de presión. Prácticamente no se tomó medida alguna. Y hay que tomarlas, sencillamente porque con las cosas del comer no se juega. Creo que la especulación con bienes esenciales, como los alimentos, debería de considerarse un crimen económico contra la humanidad.

La especulación con bienes esenciales, como los alimentos, debería de considerarse un crimen económico contra la humanidad

En relación a la alta inflación de los alimentos, Ione Belarra y Yolanda Díaz han pedido actuar sobre los precios de los productos básicos. El ministro de Agricultura, Luis Planas, criticó que eso convertiría en paganos a pequeños productores, agricultores y ganaderos. ¿Qué opina?

Creo que, ante la subida excepcional de los precios de los productos básicos alimentarios, las medidas extraordinarias están perfectamente justificadas. Pero hay que hacerlo con inteligencia, con bisturí de precisión. En los mercados no conviene entrar como un elefante en una cacharrería, porque se puede producir más daño del que se quiere evitar. Evidentemente, las cadenas de distribución son bien conocidas en España y en otros países. Sabemos dónde está el incremento extraordinario de márgenes y hay que actuar de manera que los paganos no sean los productores en origen. El ministro de Agricultura sabe mejor que nadie que esos productores son los que tradicionalmente han estado más afectados por el poder de mercado de las grandes empresas. Ese poder de mercado ahora se ha orientado a los consumidores. Ni una, ni otra se debería permitir.

A falta de constatar los beneficios obtenidos en 2022 por algunas de estas empresas, ¿consideraría usted un impuesto extraordinario a las grandes distribuidoras, como Mercadona, Carrefour o Lidl?

Creo que los impuestos son una expresión de que los seres humanos somos capaces de guiarnos por impulsos éticos y por la corresponsabilidad. Si en una situación en la que la inmensa mayoría de la sociedad está sufriendo y hay una pequeña parte que está teniendo beneficios extraordinarios a costa de esa inmensa mayoría, yo creo que es de justicia elemental que esta minoría contribuya en mayor medida de lo normal a distribuir el daño y los beneficios. Es un imperativo ético de nuestro tiempo.

Es incomprensible que las autoridades no se den cuenta del cáncer que supone mantener a la banca bajo los privilegios que se le han concedido

Los bancos, por un lado, han trasladado inmediatamente la subida de tipos de interés a las hipotecas, pero sin embargo, lo están trasladando lentamente a los depósitos, remunerando muy poco a los ahorradores. ¿Esta práctica sería otro síntoma del poder de mercado concentrado que usted menciona?

La actuación de las entidades financieras es una expresión paradigmática de privilegio y de poder de mercado, y del daño que este hace en la economía. Ese privilegio, que se traduce en ganancias extraordinarias, se hace a costa de cargar, a veces de manera insoportable, a las empresas, que crean riqueza y que crean empleo. Y a las familias, que en lugar de consumir en bienes y servicios que alimentan las ventas de las empresas, se tienen que dedicar a pagar gastos financieros que van directamente a los beneficios de los bancos. Es un comportamiento de rentista, contrario al progreso y a la lógica que debiera gobernar las relaciones económicas. La banca, como se ha evidenciado en las crisis financieras de los últimos decenios, se ha convertido en la principal fuente de inestabilidad económica y malestar social. Es incomprensible que las autoridades económicas no se den cuenta del cáncer que supone mantener a la banca bajo las prerrogativas y los privilegios que se le han concedido.

Ahora que menciona a las autoridades económicas, ¿qué cree que deben hacer los responsables de competencia, como la CNMC, ante la presencia de estos oligopolios?

Cualquier persona que haya conocido mínimamente cómo funciona la gestión de los asuntos públicos sabe perfectamente la gran influencia que tienen los grupos de presión que generan las grandes empresas. Todas las grandes compañías tienen gabinetes que se dedican a elaborar las leyes que les interesa que los gobiernos lleven a los parlamentos. Lo dijo hasta el ministro Soria: “Las eléctricas vienen a mi despacho con los decretos hechos”. A veces resulta imposible gobernar para llevar a cabo lo que se desea hacer. Es un problema más político que económico, que se refuerza además porque tienen una red de poder que incluye periodistas, políticos y magistrados. Gobiernos que tratan de doblarles mínimamente el pulso acaban saliendo impotentes. Creo que es el gran problema de nuestro tiempo.

¿Qué espera de la ley de vivienda?
El problema de la vivienda en España es una desgracia. Parece mentira que siendo tan relativamente fácil que se pudiera conjugar el negocio con la satisfacción de las necesidades sociales, se haya optado por una manera tan clara durante decenios por la mercantilización ilimitada del suelo y la vivienda. Esperaría que haya unas leyes de vivienda en España que facilitaran el aumento del número de viviendas sociales, el acceso de la gente joven, que se cree una situación de mercado que permita que bajen los precios del alquiler... Que los fondos buitres desaparecieran por completo del mercado de la vivienda, porque no tienen nada que hacer ahí. Es una presencia indeseable. Esperaría que el sector público, de la mano del sector privado, antepusiera los intereses generales a los intereses financieros. El resultado hasta ahora es contrario al sentido común: se han construido millones de viviendas sin que estas satisfagan la demanda social. Es la prueba evidente de que lo que se ha hecho no ha funcionado.

Lo que no funciona es dejar que la oferta de vivienda crezca sin más orientación que construir lo que va a acabar adquiriendo un fondo que va a especular

¿Ve con buenos ojos lo que ha hecho Canadá, al restringir la compra de viviendas por parte de extranjeros? ¿O prefiere otras medidas, como las de Austria, que se centra en disponer de una gran oferta de vivienda pública de alquiler?

Creo que hay que combinar, no creo que haya por qué optar por una. En el caso español, el problema de la vivienda es complejo y habría que actuar por varias vías. No es algo que se pueda resolver para un día para otro. Lo principal es establecer qué tipo de demanda se debe satisfacer con prioridad y llegar a acuerdos con el capital privado para que eso se pueda conseguir. Lo que se ha visto que no funciona es dejar que la oferta crezca sin estrategia, sin más orientación que construir vivienda que va a acabar adquiriendo fondos que lo que hacen es especular con ella.

Le preguntaba por su opinión también por la tensión que este tema ha generado entre los socios de Gobierno. Usted, que participó en la elaboración del primer programa económico de Podemos, en 2014, ¿qué piensa de las posturas que defienden hoy?

Yo hice una propuesta, pero luego no seguí muy de cerca lo que pasó. Creo que es normal, bueno y lógico que haya diferentes sensibilidades en el Gobierno de coalición. Quizás lo que me preocupa es que se manifiesten estas diferencias de manera tan poco cordial. La impresión que se traslada es de desavenencias. El debate debe hacerse dentro. Mostrar diariamente de un modo tan cansino las desavenencias yo creo que hace daño. Creo que estas diferentes sensibilidades buscan lo mejor para resolver los problemas, pero hay que ponerse de acuerdo sabiendo que hay que ceder.

Me preocupa que los socios del Gobierno manifiesten sus diferencias de una manera tan poco cordial

Usted prevé en su libro una serie de riesgos que podrían hacer colapsar la economía, como los costes del cambio climático o la creciente deuda de los Estados, ¿qué recomendación haría al Gobierno en medidas a largo plazo?

Las medidas a largo plazo por definición es muy difícil que las pueda llevar solo un Gobierno. Es impensable que se mantenga un mismo tipo de Gobierno a largo plazo. Para abordar un futuro que veo complicadísimo, haría un llamamiento a la necesidad de llegar a acuerdos de Estado básicos. Más allá de las diferencias ideológicas, que no van a desaparecer, más allá de los intereses de clase, que tampoco van a desaparecer, ¡a nadie le interesa que el barco se hunda! Mi impresión es que hay algunos sectores que no les importa que el barco se hunda, con tal de sacar su interés adelante. ¡Me parece aberrante! No parece que vaya a ser posible llegar a acuerdos, el entendimiento se ha desechado de la política española. Cuando uno ve que hay políticos españoles que van a Bruselas a criticar a España, ¡eso no ocurre en ningún sitio!

Usted carga en su libro contra los “destrozos generalizados” que causan las políticas de austeridad. Europa está saliendo de las crisis sanitaria y energética de un modo diferente, mediante partidas récord de gasto e inversión… ¿cree que esto podría generar un problema de deuda el día de mañana?

El crecimiento de la deuda, no solo de la pública, mucho más de la privada, ya es un problema. Lo es en las condiciones en las que funcionan las economías. La deuda es el negocio de la banca privada, es el negocio de los más poderosos del mundo. Para ganar dinero de una manera absolutamente irresponsable, se está creando una bola de deuda que es verdaderamente una amenaza brutal. Como es sabido, con menos volumen de deuda, ha habido problemas muy grandes a lo largo de la historia. Una de las grandes necesidades que se plantean hoy es que se aborde lo que está generando innecesariamente la deuda. Empresas y familias que están viendo cómo aumenta su deuda porque los bancos tienen que ganar cada vez más dinero. ¿Dónde está escrito eso? ¿Cómo vas a poner palos a las ruedas de empresas que crean riqueza y empleo a base de crearle deuda artificialmente? Creo que es uno de los grandes retos que tenemos por delante.

La economía, dice usted, se ha vuelto vertiginosa y nos trae una crisis detrás de otra. El título de su obra hace referencia a cómo estas crisis cada vez son más complejas… Sin embargo, usted cierra el libro con una declaración de intenciones: “Hay alternativas”. ¿Es usted optimista?

Bueno, soy optimista por naturaleza y por profesión. Estudio la realidad que tengo a mi alrededor y compruebo que la humanidad es capaz de salir adelante. Y que somos capaces de mejorar la vida de los seres humanos, de resolver los conflictos de maneras pacíficas, de crear riqueza, de avanzar en la justicia… La prueba es que comparemos situaciones de ahora con las de decenios o centurias anteriores. Sin perjuicio de observar al mismo tiempo que ese cambio ni es perfecto, ni suficiente, ni definitivo. Pero es evidente que los seres humanos somos capaces de cambiarnos a nosotros mismos y a nuestros entornos. Con dificultad. Con pasos atrás. Con errores… Yo soy optimista por naturaleza porque elijo serlo. Otra cosa es, como decía Saramago, que “no es que yo sea pesimista, es que el mundo es pésimo” [ríe]. 

FORMACIÓN. Así es el camino que lleva a poder estudiar en Cambridge.

Matricularse en una de las mejores universidades del mundo no solo es cuestión de dinero. El proceso es extremadamente competitivo y la excelencia académica es clave

Prestigio, historia, excelencia y exclusividad: así podría definirse a la Universidad de Cambridge, que con más de 800 años de antigüedad (y 121 premios Nobel) se sitúa de manera constante entre los mejores centros de educación superior del mundo. Cruzar sus puertas como estudiante es todo un reto, pero también un logro en sí mismo: de los aproximadamente 22.000 alumnos que solicitaron matricularse este curso, solo 3.600 (algo más del 16 %) obtuvieron una plaza que, una vez egresados, abrirá muchas puertas. De la proyección internacional de esta institución, cuarta mejor universidad del mundo según el Academic Ranking of World Universities de Shanghái, es buena muestra el hecho de que uno de cada cinco estudiantes de primer curso son internacionales, y que entre sus más de 20.000 alumnos hay representantes de 140 países.

Uno de ellos es el francés Matteo Amar, estudiante de Matemáticas en Cambridge y exalumno de la British School of Barcelona (BSB). En su trayectoria hacia la universidad británica, Amar obtuvo la calificación más alta de Europa en Matemáticas en los exámenes finales de Bachillerato A Levels (según el currículo británico) certificada por Pearson Edexcel. “El proceso de solicitud es bastante largo e incluye una carta de presentación, un examen de entrada y una entrevista. Pero el trabajo real se hace antes de postularte, porque tienes que construir tu currículum alrededor de lo que le gusta a Cambridge”, afirma. “Yo, por ejemplo, decidí aplicar cuando estaba en tercero de la ESO, y desde entonces empecé a leer libros de Matemáticas y a participar en competiciones, para enseñarles de manera tangible que de verdad me gustan y que soy un apasionado”. Su recorrido académico lo atestigua: hizo el Bachillerato en cuarto de la ESO y después continuó especializándose durante los dos años siguientes.

Prepararse para una universidad como Cambridge, Oxford o cualquiera de las pertenecientes a la famosa Ivy League norteamericana es, efectivamente, todo un proceso que empieza a cultivarse desde muchos años antes, y en el que aspectos como la educación bilingüe juegan un papel fundamental: “La educación bilingüe hace que tu cerebro funcione de manera diferente, y facilita que los alumnos estén abiertos a nuevas ideas, puntos de vista y modos de ver el mundo”, sostiene James Petrie, director de Secundaria y Bachillerato en BSB. Allí los alumnos tienen, además, la oportunidad de desarrollar habilidades como el liderazgo, la organización, la curiosidad, la imaginación o la reflexión, y a partir de los 15 años reciben orientación personalizada sobre los posibles estudios superiores y los procesos de selección de algunas de las principales universidades.

Un proceso largo y competitivo
Matricularse en un grado de la Universidad de Cambridge es un proceso que, técnicamente, empieza en UCAS, el portal de acceso a las universidades del Reino Unido. Allí, los candidatos rellenan una solicitud que incluye una carta de motivación y el expediente académico de los dos últimos años (en el caso de España, el correspondiente al Bachillerato), y escogen hasta cinco universidades distintas. Es importante tener en cuenta que universidades como Cambridge y Oxford requieren que las solicitudes se envíen más temprano que para las demás (en el mes de octubre en vez de enero). “Cambridge no tiene un sistema o proceso aparte, pero sí tiene pasos adicionales, ya que la mayoría de grados requieren pasar por un examen de acceso específico y al menos una entrevista. Algunos grados son muy competitivos y el test sirve de filtro para decidir cuáles de ellos pasarán a la fase de la entrevista”, explica Sam Twells, gerente de admisiones para Europa de la institución inglesa.

Una de las principales características del sistema de UCAS es que no se prioriza ninguna de las universidades elegidas por el alumno, y que estas tampoco saben a qué otras instituciones está optando cada candidato. Todas ellas reciben la solicitud y deben evaluarla de acuerdo a sus propios méritos, sin sopesar ningún factor externo. Después, tanto Cambridge como Oxford exigen la realización de una prueba de admisión que se lleva a cabo internacionalmente gracias a una red de centros autorizados repartidos por todo el mundo: “Se trata de exámenes específicos para el grado que el candidato querría estudiar, y están diseñados para evaluar las habilidades, aptitudes y conocimiento que nosotros consideramos que un estudiante de primer año debería poseer”, argumenta Twells. La puntuación máxima varía en cada caso: en Ingeniería, por ejemplo, el máximo en la primera sección del test es 18 puntos, y los candidatos de la Unión Europea deberían de obtener al menos un 7 para ser tenidos en cuenta. Una puntuación que no parece excesiva, pero que resulta engañosa: los mejores estudiantes no suelen obtener más de un 9 sobre 18.

Entre un 70 y un 80 % de los candidatos que se examinen pasarán a la fase de entrevistas. Y si el grado en cuestión carece de examen de acceso, será la propia solicitud de UCAS la que actúa como un primer filtro. La carta de motivación (personal statement) es la presentación del alumno ante la universidad y, como tal, resulta fundamental: “Uno de los aspectos más valiosos del personal statement es el conocer sus aspiraciones académicas en un sentido amplio. Esperamos ver pruebas de que el estudiante ha ido más allá del currículum de su centro educativo; que ha explorado áreas de su interés y temas que quiere estudiar en la universidad. Y eso puede suceder por medio de lecturas adicionales, olimpiadas académicas, competiciones de ensayos, asistir a exposiciones en un museo, a una proyección cinematográfica o incluso suscribirse a algún podcast o ver determinadas series documentales”, recuerda Twells.

Un proceso que Claudia De Greef, estudiante de cuarto de Medicina en Cambridge y exalumna de BSB, siguió al pie de la letra: tras superar con éxito el examen de admisión (en su caso, el Biomedical Admission Test, BMAT), se sometió a tres entrevistas con cinco profesores diferentes: “El BMAT estaba compuesto de tres secciones: una evaluaba las habilidades cognitivas, otra el conocimiento científico y la última era un ensayo. Y en las entrevistas, me hacían preguntas complejas en las que tenía que explicar mi proceso de pensamiento para llegar a una conclusión”, cuenta.

La excelencia de las universidades ‘top’
Oxford, Cambridge, Harvard, MIT, Brown... ¿Por qué hay ciertas universidades que año tras año copan las más altas posiciones en la mayoría de rankings universitarios mundiales? Para Juan Juliá, vicepresidente adjunto de CRUE Universidades Españolas, el motivo principal radica en que se trata de universidades “que desarrollan una importante y destacada labor académica, especialmente si nos fijamos en su producción científica. Esto les da una gran notoriedad y proyección internacional y contribuye a una muy merecida reputación”. El modelo académico de Cambridge, además, potencia el estudio independiente y la atención personalizada de los alumnos en tutorías que reúnen a un grupo reducido de alumnos varias veces por semana.

“Como estudiante de Humanidades, la mayor parte de mi trabajo consiste en escribir ensayos de entre 1.500 y 2.000 palabras, para los que primero tengo que leer extensamente sobre el tema, investigar y agrupar ideas”, describe Jude Petrie, alumno de Historia y Ciencias Políticas en Cambridge. “Las horas presenciales se limitan a un par de ponencias a la semana y 12 sesiones de supervisión intensivas durante las ocho semanas que dura el trimestre (…), en las que comentamos en profundidad las ideas para los ensayos y recibimos un feedback general sobre el progreso de estos”. Su calificación en la asignatura de Política en el examen de Bachillerato A Levels fue también la más alta de Europa.

Ese prestigio duradero del que gozan instituciones como Cambridge y Oxford se explica, para Twells, por el largo periodo histórico en el que ambas fueron las dos únicas universidades de Inglaterra, lo que les permitió acaparar financiación y atraer a gran parte de los académicos y eruditos. Adquirieron así una reputación que sigue sirviendo de imán para atraer las mentes más brillantes, un aspecto “que también se debe a la existencia de un sistema que permite acoger a estudiantes y docentes de todo el mundo, y que les hace sentirse bien acerca de la idea de venir a Cambridge a estudiar o enseñar. Y una gran parte de la culpa de eso la tiene el sistema de colleges”, argumenta Twells. “Son como microcosmos dentro de la universidad, un crisol que consigue atraer ideas y debates alrededor de muchas disciplinas, temas de interés y áreas de investigación diferentes. Y el hecho de que sean comunidades pequeñas las convierte en entornos más acogedores para estudiantes y docentes”, añade.

Juliá, por su parte, llama la atención sobre un hecho nada banal: hablamos, en este caso, de universidades que cuentan con un nivel de recursos que está a años luz del que disponen las instituciones académicas españolas, y que les permite jugar con ventaja a la hora de atraer talento y desarrollar una intensa y relevante producción científica en infraestructuras de primer nivel. “[Estas universidades] cuentan con presupuestos que se mueven entre los 2.000 y 4.000 millones de euros anuales, cuando las universidades españolas mejor dotadas se mueven entre los 300 y 400 millones de euros; es decir, entre cinco y 10 veces menos”, recuerda. También influye positivamente el contar con un marco legislativo mucho más flexible y un entorno científico tecnológico mucho más desarrollado.

Destacar estos elementos es, para Juliá, poner también el foco sobre los aspectos que deberían mejorarse para que la universidad española pueda ser verdaderamente competitiva en estos entornos internacionales: más presupuesto; un marco regulador que permita captar más talento; infraestructuras más desarrolladas; estrategias de acción internacional “y también una mayor autonomía que, unida a una buena rendición de cuentas, propicie una gobernanza más ágil y eficaz”. Algo que, apunta, no se conseguiría solo con un aumento presupuestario, sino que haría falta una mayor implicación del tejido productivo en la I+D, donde España presenta el mayor diferencial de gasto en relación al resto de países de la OCDE.

¿Cuánto cuesta estudiar en Cambridge?
El Brexit ha tenido también un impacto negativo en la vida de los alumnos comunitarios que desean estudiar en universidades de Reino Unido, ya que ahora son considerados estudiantes internacionales y han de afrontar una carga económica más elevada que, en cualquier caso, incluye tres partes: la propia matrícula de los estudios que se cursen; la cuota que le pagan al college donde estén radicados; y los gastos básicos que se tengan.

Así, el coste de las matrículas para 2023 fluctuará entre los 27.700 euros de un numeroso conjunto de grados, como los relacionados con Humanidades o Economía, y los casi 72.400 de los estudios de Medicina y Veterinaria. A eso habrá que añadir los gastos básicos (que, aunque dependen del estilo de vida, se estiman en no menos de 13.500 euros al año) y las cuotas de los colleges, que se sitúan en torno a otros 11.000. En total, entre 52.000 y 97.000 euros anuales.

¿Hay becas disponibles? Sí, aunque no numerosas, como explica Twells: “En Cambridge tenemos un número bastante limitado de becas y de apoyo financiero para estudiantes internacionales de grado, que se ofrecen en dos niveles: primero, a nivel de universidad, y a través del Cambridge Trust, tenemos unas 30 becas parciales que cubren 11.000 euros cada año de los gastos de matrícula. Y luego hay también un pequeño número de becas que ofrecen determinados colleges” para las que recomienda consultar la página web de cada uno de ellos (Cambridge tiene 31 diferentes).

La importancia de los ‘rankings’
Los rankings mundiales más reconocidos, como los de Times Higher Education, QS o Shanghái, constituyen un importante elemento de referencia que contribuye cada vez más a mejorar la visibilidad y reputación de las universidades que figuran en ellos. Es importante resaltar, no obstante, que estos se basan principalmente en la producción y notoriedad científica que posee cada universidad (especialmente el de Shanghái), y que, aunque algunos de ellos incluyen opiniones de expertos, empleadores y estudiantes, “no resultan plenamente fiables a la hora de evaluar la excelencia académica global, y menos en algunos aspectos como la calidad de su función docente, el grado de compromiso social (…) o su contribución al bienestar social y la igualdad de oportunidades”, advierte Juliá. A este respecto, llama la atención observar que el 40 % de los estudiantes de Oxford (y el 28 % de los de Cambridge) provienen de la educación privada, cuando solo el 7 % de los alumnos en Reino Unido se forma en este tipo de centros.

En España, el U-ranking, que elabora el IVIE en colaboración con la Fundación BBVA, analiza más de 3.500 grados universitarios y evalúa las universidades españolas a partir de una veintena de indicadores que incluyen los resultados de investigación, docencia e innovación.