martes, 15 de octubre de 2019

El destierro eterno del ‘generalísimo’ francés. A diferencia de lo ocurrido en España, los restos del mariscal Pétain, líder de la Francia colaboracionista con los nazis, reposan en el cementerio de una minúscula isla.

A él le habría gustado que le enterrasen en la necrópolis de Douaumont, donde reposan los soldados muertos en la batalla de Verdún. O habría podido acabar en los Inválidos de París, cerca de Napoleón o de Foch, héroe, como él, de la Primera Guerra Mundial. Pero los restos de Philippe Pétain están enterrados a centenares de kilómetros de los monumentos a los caídos y de todos los honores.

“Philippe Pétain. Mariscal de Francia”, reza la inscripción en una tumba blanca junto al muro del cementerio de Port-Joinville, capital de la Île d’Yeu, una pequeña isla de 4.500 habitantes a 30 minutos en ferri de la costa francesa.

El mariscal Pétain —el comandante que en la Gran Guerra disfrutó como ningún otro de la admiración de los franceses, y que años más tarde encabezó el régimen colaboracionista con la Alemania nazi— acabó sus días en este pedazo de tierra en el Atlántico. Tras la liberación de Francia, fue condenado a muerte por “alta traición” e “inteligencia con el enemigo”, pero el general De Gaulle le conmutó la pena. Después de un paso breve por una fortaleza de los Pirineos, se le trasladó a la isla de Yeu, lejos de todo y de todos. Encarcelado en un fuerte militar, pasó aquí sus seis últimos años. Su esposa, Annie Pétain, conocida como la Mariscala, vivía en el Hôtel des Voyageurs, junto al puerto. Cuando se acercaba la hora final, le trasladaron a una casa de Port-Joinville, cerca de la iglesia. Murió el 23 de julio de 1951. Tenía 96 años.

Pequeño museo
“Me acuerdo bien de la Mariscala yendo a la iglesia. Y la veíamos subiendo por la calle cuando iba a ver al mariscal a la ciudadela”, dice Marie-Louise Nolleau, que tenía 12 años cuando los Pétain llegaron a la isla. El mariscal, en la ciudadela de Pierre-Levée. La Mariscala, en el hotel que regentaban quienes serían los suegros de la mujer, la familia Nolleau. El marido de Marie-Louise Nolleau convivió durante aquellos años con Madame la Maréchale. “Me contaba que era una mujer dura, estricta”, recuerda. Y, mientras tanto, muestra el minúsculo museo dedicado a la memoria de Pétain, situado en la casa de sus suegros, donde Annie Pétain residió. Allí está la cama donde murió el mariscal, así como todo tipo de objetos, desde sellos hasta cartas manuscritas. Y una caja de naranjas —vieja y vacía, con una bandera rojigualda— que Franco envió a Pétain. “Gracias por esta evocación del destino del mariscal Pétain. ¡Muchas gracias! ¡Viva nuestro mariscal!”, ha escrito alguien en el libro de visitas. Y otro: “Gracias por haber sabido conservar los testimonios de una vida extraordinaria de un hombre cuyo recuerdo sigue persiguiendo Francia y la República”.

La isla de Yeu, el minúsculo museo que parece una capilla pétainista, la tumba imponente pero sobria y sin adornos oficiales podrían ser una metáfora del lugar que Pétain ocupa hoy en la historia. Un personaje maldito que representa los momentos más oscuros del siglo XX, incluido su papel en la deportación de los judíos, y, al mismo tiempo, un personaje idolatrado en los años veinte y treinta por su papel en la victoria de 1918 ante los alemanes.

“Su nombre está ligado al traumatismo de la Segunda Guerra Mundial, es sinónimo de la Francia que colaboró con los nazis”, explica la historiadora Bénédicte Vergez-Chaignon, autora de la biografía de referencia sobre Pétain. “Sigue siendo difícil evocar su papel en la Primera Guerra Mundial sin que parezca que se le excusa por lo que hizo en la segunda”.

Desde el mismo momento en que Pétain fue enterrado, empezó el debate sobre los restos. El presidente François Mitterrand, que en su juventud había sido funcionario en el régimen de Vichy y fue condecorado por Pétain, enviaba flores cada año. En el centenario del final de la Gran Guerra, el actual presidente, Emmanuel Macron suscitó una polémica cuando afirmó: “El mariscal Pétain fue un gran soldado, es una realidad. La vida política, como la naturaleza humana, a veces es más compleja”.

El otoño se ha instalado en la Île d’Yeu, la lluvia y la mala mar refuerzan la sensación de encontrarse en una burbuja remota, pese a que la travesía no supera la media hora. La pesca, el turismo y la construcción son el motor económico. En temporada baja, Port-Joinville marcha a medio gas. En el cementerio nada indica que ahí yace Pétain. La tumba es un engorro para una isla donde pocos se identifican con el mariscal: la extrema derecha recoge peores resultados que en el resto del país. En ocasiones es objeto de vandalismo. Los visitantes son escasos. Cada 23 de julio hay una conmemoración. Los fieles envejecen, cada año son menos.

EL FALLIDO COMANDO QUE TRATÓ DE LLEVAR LOS RESTOS A VERDÚN
Hubert Massol, presidente de la Asociación para la defensa del mariscal Pétain, fue protagonista en la noche del 18 al 19 de febrero de 1973 de un episodio rocambolesco: el intento de cumplir la voluntad de Pétain y trasladarlo a Douaumont, junto a Verdún, en el este de Francia. “Un día nos dijimos que había que hacer algo y montamos un pequeño comando. Yo lo dirigí”, recuerda Massol por teléfono. Eran cinco personas. Viajaron en camioneta y en ferri hasta la isla de Yeu. Abrieron la tumba, sacaron el ataúd y lo cargaron en la camioneta. De camino a Verdún, y antes de llegar a París, escucharon en la radio la noticia del secuestro de los restos de Pétain, y por prudencia decidieron esconderlo en un garaje de las afueras de París. Pero la policía localizó a Massol, que les acabó indicando donde estaba escondido el ataúd. “Me di cuenta de que no había salida: no podíamos dejar a Pétain ahí”, explica. Pasó una noche en el calabozo, nada más. No volvió a intentar la operación. Los pétainistas siempre observaron con envidia el Valle de los Caídos, que Massol ha visitado varias veces. Hoy, ante las noticias del anunciado traslado de Franco a un pequeño cementerio en El Pardo, lo tiene claro: “Me parece escandaloso”.

https://elpais.com/politica/2019/10/12/actualidad/1570899646_559645.html

lunes, 14 de octubre de 2019

_- La importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa. No es lo mismo.

_- Rafael Poch de Feliu
Blog personal

Cómo el Parlamento Europeo aprueba la versión de la historia de la Segunda Guerra Mundial de la derecha polaca, de acuerdo con los planes estratégicos de Estados Unidos en el continente.

Con su resolución de 19 de septiembre sobre la Importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa, el Parlamento Europeo, ha dado un nuevo y vergonzoso paso en la reescritura de la historia europea. A iniciativa de 19 diputados, 18 de ellos polacos y uno letón, una feliz coalición de conservadores, liberales, nacionalistas, socialdemócratas y algunos verdes, aprobó, por 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones, “un retroceso ideológico hacia los peores tiempos de la guerra fría”, en palabras de la Federación Internacional de combatientes de la Resistencia (FIR).

La resolución afirma la curiosa tesis de que “La Segunda Guerra Mundial fue el resultado directo del infame Tratado de no Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop”. La Unión Soviética y la Alemania nazi, los dos principales adversarios de la Segunda Guerra Mundial, son de nuevo presentados como gemelos: “dos regímenes totalitarios que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse Europa en dos zonas de influencia”. Poniendo un nuevo signo de igualdad, se pide a los estados miembros que “conmemoren el 23 de agosto como Día Europeo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala tanto nacional como de la Unión”, y se llama a elevar los ánimos bélicos agitando a las “generaciones más jóvenes” para “fomentar la capacidad de resistencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia”.

Una vieja ideología de nuevo funcional
Esta amalgama no tiene nada de inocente y está directamente relacionada con las actuales y artificiales tensiones de “nueva guerra fría” a las que han conducido un cuarto de siglo de marginación de Rusia de un sistema de seguridad atlantista contra ella dirigido, vía ampliación de la OTAN, abandono de acuerdos de desarme e instalación de infraestructuras militares junto a sus fronteras. Tampoco es algo nuevo.

En el pasado, poner el signo de igualdad entre nazismo y comunismo fue extremadamente funcional en el periodo de posguerra, cuando el frente aliado de la coalición anti Hitler del que la URSS era pilar fundamental, se fracturó dando lugar a la nueva tensión entre potencias del mundo bipolar que conocemos como guerra fría entre Estados Unidos y la URSS. El paralelismo y la equivalencia entre nazismo y comunismo estalinista rehabilitó a los ex nazis alemanes que construyeron la República Federal Alemana , integrándolos en la primera línea del frente común anticomunista en Europa. Gracias a la teoría de los totalitarismos de uno u otro signo , los ex nazis fueron eximidos de la mitad de su culpa: por un lado eran culpables de atrocidades, pero por el otro habían sido precursores en la lucha contra el nuevo enemigo, al que se habían anticipado identificándolo aunque fuera desde una ideología algo equivocada . En Alemania occidental, donde apenas hubo desnazificación, un pequeño ejercicio verbal de arrepentimiento, les bastó para convertirse en cristiano-demócratas, liberales e incluso socialdemócratas, no solo sin renegar de su pulso contra el comunismo, sino reivindicándolo. Franco sacó buen partido de ese mismo recurso reciclando la criminal alianza de su régimen con las potencias del eje para convertir a España en base militar aeronaval del mundo libre y reserva espiritual de Occidente.

Mantener la división continental
Ahora esa misma ideología, que en la Europa de los años, sesenta, setenta y ochenta habría sido considerada desvergonzado disparate reaccionario, avanza impulsada por la dinámica de nueva tensión con la Rusia postsoviética (cuyo “comunismo” es igual a cero), acusada de “amenazar Europa” pese a que su gasto militar es más de catorce veces inferior al del conglomerado noratlántico que la rodea. En este despropósito, que retrata un aspecto del regreso de la Europa parda, no hay nada de casual.

Algunos países del Este de Europa, enemigos históricos de Rusia son utilizados para la estrategia de división continental impulsada desde Washington. Es sabido, y los documentos oficiales de los estrategas de Washington así lo proclaman desde hace años, que imposibilitar el ascenso de la Unión Europea como sujeto autónomo, por ejemplo con una política independiente en Oriente Medio, es el objetivo estratégico de Estados Unidos en el continente, por lo que es imperativo mantener una tensión artificial con Rusia. Una relación normalizada de la Unión Europea con la nación más poblada de Europa y la más rica en recursos, además de su principal suministrador energético, es condición sine qua non para esa hipotética autonomía.

Los gobiernos de países como Polonia y las repúblicas bálticas actúan como el caballo de Troya de ese propósito, con el que sus gobiernos ultraconservadores sintonizan -por razones históricas bien comprensibles dada la tormentosa relación de esos países con Rusia en el siglo XIX y XX. Su ingreso en la OTAN y en la UE fue priorizado desde Estados Unidos por esa razón y sus gobiernos tienen en ese papel de acicate anti ruso su principal carta de influencia en Washington y en Bruselas. Es significativo que la resolución llame a “fomentar, en particular entre las generaciones más jóvenes, la fuerza de resistencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia”, dando por buena la leyenda de la “amenaza rusa” sobre Europa que esos países proclaman de forma histérica, así como apelando a tomar “firmes medidas” ante la “guerra de la información librada contra la Europa democrática con el objetivo de dividirla”, es decir a silenciar el aparato de propaganda ruso en el continente que asegura un pluralismo de propagandas que debilita los monopolios establecidos.

La desvergüenza de los diputados polacos, y la tontería de los diputados que han votado esta resolución muchos de ellos seguramente sin leerla o sin entenderla, llega al extremo de solicitar la declaración del “Día Internacional de los héroes de la lucha contra el totalitarismo, el 25 de mayo, aniversario de la ejecución de un militar anticomunista polaco, Witold Pilecki, que fue internado en Auschwitz por los nazis en una rocambolesca historia y posteriormente ejecutado por los comunistas polacos como agente militar del gobierno polaco en el exilio. Aquí la intención que se adivina es eminentemente nacional: blanquear la escandalosa complicidad polaca en el holocausto, así como la sintonía de la Polonia de preguerra con los nazis, con quienes firmó un acuerdo de no agresión en 1934. Polonia fue cómplice en la desmembración nazi de Checoslovaquia en 1938 y sus dirigentes tuvieron una gran responsabilidad en la posterior ruina de su nación, algo de lo que se prefiere no hablar . Europa debe odiar a los rusos, de acuerdo con el nacionalismo polaco, y para ello se falsifica y manipula lo que haga falta.

“Totalitarismos de uno u otro signo”
La llamada teoría de los totalitarismos intentó explicar el hecho histórico de que en el siglo XX algunos sistemas tuvieron un nivel de coerción y control político tan superior al de la mayoría de las dictaduras, que merecían una nueva categoría. Pero el término totalitarismo no tiene un claro contenido y sí claros inconvenientes. Uno de ellos es que no es un concepto histórico, sino propagandístico cuyo uso se generalizó durante la guerra fría. En la práctica sirvió para rehabilitar a los nazis y movilizar a Occidente contra el comunismo. Desde ese término, los propagandistas occidentales introdujeron la idea del “comunismo” y el estalinismo como despotismos sin relación alguna con el pasado, obviando toda explicación histórica. La historia de la autocracia y el absolutismo rusos, con una larga tradición secular y de la que el estalinismo fue genuina expresión en las condiciones técnicas del siglo XX, simplemente desapareció en beneficio de una cruzada ideológica encaminada a demonizar la peligrosa idea de la nivelación social.

Fue así como una teología de la maldad explicó, por ejemplo, la compleja historia del acuerdo germano-soviético de agosto de 1939, que viene después, y no antes, de acuerdos similares de no agresión firmados por Polonia con los nazis contra la URSS, o del espectáculo de Munich que convenció definitivamente a los soviéticos de que los liberales occidentales acabarían aliándose con los nazis contra la URSS, o por lo menos dejándoles hacer en el Este, tal como el propio Hitler confirma en sus reflexiones póstumas transcritas por su último secretario personal, Martin Bormann.

Tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, la teoría del totalitarismo se utilizó para presentar al nazismo y al comunismo estalinista como hermanos gemelos, ignorando la diferencia ideológica fundamental; que no puede haber un “buen” nazismo, contrario a todo planteamiento humanista, pero sí un “buen” socialismo que desarrolle ideales humanistas radicalmente antagónicos con el antihumanismo estalinista.

El punto de vista de Primo Levi
Todo esto era bastante banal en la Europa de la guerra fría. En uno de los libros más importantes del siglo, la Trilogía de Auschwitz (1971), Primo Levi, un superviviente de aquella catedral de la historia europea, relataba en estos términos las diferencias entre los Lager alemanes y los soviéticos. La principal, decía, “consiste en su finalidad”:

Los Lager alemanes constituyen algo único en la no obstante sangrienta historia de la humanidad: al viejo fin de eliminar o aterrorizar al adversario político, unían un fin moderno y monstruoso, el de borrar del mundo pueblos y culturas enteros. A partir de más o menos 1941, se volvieron gigantescas máquinas de muerte: las cámaras de gas y los crematorios habían sido deliberadamente proyectados para destruir vidas y cuerpos humanos en una escala de millones; la horrenda primacía le corresponde a Auschwitz, con 24.000 muertos en un solo día de agosto de 1944. Los campos soviéticos no eran ni son, desde luego, sitios en los que la estancia sea agradable, pero no se buscaba expresamente en ellos, ni siquiera en los años más oscuros del estalinismo, la muerte de los prisioneros: era un hecho bastante frecuente y se lo toleraba con brutal indiferencia, pero en sustancia no era querido; era, en fin, un subproducto debido al hambre, el frío, las infecciones, el cansancio. En esta lúgubre comparación entre dos modelos de infierno, hay que agregar que en los Lager alemanes, en general, se entraba para no salir: ningún otro fin estaba previsto más que la muerte. En cambio en los campos soviéticos siempre existió un término: en la época de Stalin los “culpables” eran condenados a veces a penas larguísimas (incluso de quince y veinte años) con espantosa liviandad, pero subsistía una esperanza de libertad, por leve que fuera.

De esta diferencia fundamental nacen las demás. Las relaciones entre guardias y prisioneros, en la Unión Soviética, están menos deshumanizadfas: todos pertenecen al mismo pueblo, hablan la misma lengua, no son “superhombres” e “infrahombres” como bajo el nazismo. Los enfermos, aún mal, son atendidos; ante un trabajo demasiado duro es concebible una protesta, individual o colectiva; los castigos corporales son raros y no demasiado crueles: es posible recibir cartas y paquetes de víveres de casa; en una palabra, la personalidad humana no está negada ni se pierde totalmente. En contraposición, al menos por lo que hacía a los judíos y gitanos, en los Lager alemanes el exterminio era casi total: no se detenía ni siquiera ante los niños, que murieron por centenares de miles en las cámaras de gas, caso único entre las atrocidades de la historia humana. Como consecuencia general, los niveles de mortandad resultan bastante diferentes en los dos sistemas. Al parecer, en la Unión Soviética, en el periodo más duro, la mortandad era de un 30 por ciento de la totalidad de los ingresados, un porcentaje sin duda intolerablemente alto; pero en los Lager alemanes la mortandad era del 90-98 por ciento.

En conclusión, los campos soviéticos siguen siendo una manifestación deplorable de ilegalidad y deshumanización. Nada tienen que ver con el socialismo sino al contrario: se destacan en el socialismo soviético como una fea mancha; han de considerarse más bien como una barbarie heredada del absolutismo zarista de la que los gobiernos soviéticos no han sabido o no han querido liberarse. Quien lea las Memorias de la casa de los muertos, escrito por Dostoyevski en 1862, no tendrá dificultad en reconocer los mismos rasgos carcelarios descritos por Solzhenitsin cien años después. Pero es posible o, más bien, es fácil imaginar un socialismo sin Lager: en muchas partes del mundo se ha conseguido. No es imaginable, en cambio, un nazismo sin Lager.

La historia es una obra en construcción. Cada generación, grupo social y nación, la reescribe a su medida constantemente. A lo que asistimos hoy en la Unión Europea es a la reescritura de una versión de la historia de la Segunda Guerra Mundial de la derecha polaca, acorde con los planes estratégicos de Estados Unidos para mantener al continente divido y en tensión interna.

(Publicado en Ctxt)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261312

domingo, 13 de octubre de 2019

_- Suplemento elaborado por la FAO (Naciones Unidas) La influencia de los precios internacionales de los productos básicos en el Hambre.

_- FAO
Le Monde Diplomatique

El nuevo incremento del hambre en el mundo es consecuencia de distintos factores, tanto políticos como económicos y sociales. En esta ecuación un factor clave que ha jugado un papel destacado es la dependencia de muchos de los países pobres de los precios de los productos básicos en los mercados internacionales, un factor que afecta de forma directa a la seguridad alimentaria y la nutrición.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261295


sábado, 12 de octubre de 2019

Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa regresa con ‘Tiempos recios’, su reconstrucción del golpe militar en Guatemala auspiciado por Estados Unidos. Así arranca la nueva obra del Nobel peruano
Mario Vargas Llosa
AUNQUE DESCONOCIDOS del gran público y pese a figurar de manera muy poco ostentosa en los libros de historia, probablemente las dos personas más influyentes en el destino de Guatemala y, en cierta forma, de toda Centroamérica en el siglo xx fueron Edward L. Bernays y Sam Zemurray, dos personajes que no podían ser más distintos uno del otro por su origen, temperamento y vocación.

Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa
Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa
Arriba, Sam Zemurray; abajo, Edward L. Bernays con su esposa, Doris E. Fleischman. E. ELISOFON THE LIFE PICTURE COLLECTION / GETTY IMAGES / BETTMANN ARCHIVE

Zemurray había nacido en 1877, no lejos del Mar Negro y, como era judío en una época de terribles pogromos en los territorios rusos, huyó a Estados Unidos, donde llegó antes de cumplir quince años de la mano de una tía. Se refugiaron en casa de unos parientes en Selma, Alabama. Edward L. Bernays pertenecía también a una familia de emigrantes judíos pero de alto nivel social y económico y tenía a un ilustre personaje en la familia: su tío Sigmund Freud. Aparte de ser ambos judíos, aunque no demasiado practicantes de su religión, eran muy diferentes. Edward L. Bernays se jactaba de ser algo así como el Padre de las Relaciones Públicas, una especialidad que, si no había inventado, él llevaría (a costa de Guatemala) a unas alturas inesperadas, hasta convertirla en la principal arma política, social y económica del siglo xx. Esto sí llegaría a ser cierto, aunque su egolatría lo impulsara a veces a exageraciones patológicas. Su primer encuentro había tenido lugar en 1948, el año en que comenzaron a trabajar juntos. Sam Zemurray le había pedido una cita y Bernays lo recibió en el pequeño despacho que tenía entonces en el corazón de Manhattan. Probablemente ese hombrón enorme y mal vestido, sin corbata, sin afeitarse, con una casaca descolorida y botines de campo, de entrada impresionó muy poco al Bernays de trajes elegantes, cuidadoso hablar, perfumes Yardley y maneras aristocráticas.

—Traté de leer su libro Propaganda y no entendí gran cosa —le dijo Zemurray al publicista como presentación. Hablaba un inglés dificultoso, como dudando de cada palabra.

—Sin embargo, está escrito en un lenguaje muy simple, al alcance de cualquier persona alfabetizada —le perdonó la vida Bernays.

—Es posible que sea falta mía —reconoció el hombrón, sin incomodarse lo más mínimo—. La verdad, no soy nada lector. Apenas pasé por la escuela en mi niñez allá en Rusia y nunca aprendí del todo el inglés, como estará usted comprobando. Y es peor cuando escribo cartas, todas salen llenas de faltas de ortografía. Me interesa más la acción que la vida intelectual.

—Bueno, si es así, no sé en qué podría servirlo, señor Zemurray —dijo Bernays, haciendo el simulacro de levantarse.

—No le haré perder mucho tiempo —lo atajó el otro—. Dirijo una compañía que trae bananos de América Central a los Estados Unidos.

—¿La United Fruit? —preguntó Bernays, sorprendido, examinando con más interés a su desastrado visitante.

—Al parecer, tenemos muy mala fama tanto en los Estados Unidos como en toda Centroamérica, es decir, los países en los que operamos —­continuó Zemurray, encogiendo los hombros—. Y, por lo visto, usted es la persona que podría arreglar eso. Vengo a contratarlo para que sea director de relaciones públicas de la empresa. En fin, póngase usted mismo el título que más le guste. Y, para ganar tiempo, fíjese también el sueldo.

La United Fruit producía más dólares que la mayoría de empresas de Estados Unidos

Así había comenzado la relación entre estos dos hombres disímiles, el refinado publicista que se creía un académico y un intelectual, y el rudo Sam Zemurray, hombre que se había hecho a sí mismo, empresario aventurero que, empezando con unos ahorros de ciento cincuenta dólares, había levantado una compañía que —aunque su apariencia no lo delatara— lo había convertido en millonario. No había inventado el banano, desde luego, pero gracias a él en Estados Unidos, donde antes muy poca gente había comido esa fruta exótica, ahora formaba parte de la dieta de millones de norteamericanos y comenzaba también a popularizarse en Europa y otras regiones del mundo. ¿Cómo lo había conseguido? Era difícil saberlo con objetividad, porque la vida de Sam Zemurray se confundía con las leyendas y los mitos. Este empresario primitivo parecía más salido de un libro de aventuras que del mundo industrial estadounidense. Y él, que, a diferencia de Bernays, era todo menos vanidoso, no solía hablar nunca de su vida.
Una plantación de la United Fruit.
Una plantación de la United Fruit.

https://elpais.com/elpais/2019/09/24/eps/1569316799_047501.html?rel=str_articulo#1570630856356

viernes, 11 de octubre de 2019

_- "No estés triste", lo peor que se le puede decir a alguien que sí lo está. Saber manejar esta emoción básica puede ayudarnos a mejorar, y una buena ayuda de los demás es muy valiosa

_- ANDRÉS MASA
8 OCT 2019

Nada es casual. Al menos no en el trabajo de la evolución, que hace que todo lo que no ayude a sobrevivir acabe desapareciendo, olvidado, mutado, suprimido sin piedad y, solo quizá, recuperado en un futuro favorable. La tristeza es un buen ejemplo. Esta emoción, que dibuja una precisa y universal expresión facial que cualquier ser humano reconoce al instante, no ha sobrevivido al paso de milenios por casualidad. La tristeza, que también se manifiesta en aspectos como la postura corporal y el tono de la voz, es una llamada de socorro, un mecanismo para reclamar apoyo social notablemente efectivo. Pero la manera en la que nos aproximamos a las personas tristes ya no depende del negociado de la evolución, eso es cosa nuestra, y ahí empiezan los problemas. Algunos son muy fáciles de detectar en el lenguaje. En este código cristalizan frases como "no estés triste", una expresión muy común y una de las peores cosas que se le puede decir a una persona que sí lo está.

No es que debiéramos decir todo lo contrario, pero es poco probable volver a pronunciar esas palabras sin sentir el pellizco del remordimiento después de saber lo bueno que es estar triste cuando la emoción es de una intensidad, frecuencia y duración moderadas. Tras un episodio estresante muy fuerte o una pérdida importante, la tristeza alimenta una conducta ventajosa: encerrarte en casa, a cobijo bajo el edredón, pegajoso porque no quieres tener contacto ni con el jabón de la ducha, puede resultar deprimente a los ojos humanos, pero el sistema inmune no podría pedir nada mejor para recobrar fuerzas.

Además, "es un momento muy bueno para reflexionar acerca de los posibles errores que has podido cometer, de qué manera eres corresponsable de lo que ha ocurrido", explica la psicóloga especialista en ansiedad y estrés Cristina Wood. La tristeza puede marcar un camino para mejorar cuando uno pierde un trabajo o rompe una relación, por ejemplo. "En ese sentido, la tristeza nos ayuda", subraya Wood. También puede aparecer cuando lo que se pierde es la salud, o la juventud, casos en los que debería servir para fijarnos en las cosas buenas que aún nos quedan. Si la experimentamos con ánimo positivo, la tristeza puede ayudarnos a ser más felices; quien no ha experimentado nunca una gran tristeza difícilmente puede sentir una alegría de la misma intensidad. No estropeemos el momento con frases que solo refuerzan el malestar.

Un involuntario empujón hacia la culpa
Si hay algo que hay que evitar es decirle a una persona triste qué debe hacer. Y entre todas las órdenes que hay que evitar, la de "no estés triste" está entre las más dañinas. "La frase produce más presión, le produce estrés a la persona", explica la doctora del centro clínico Área Humana. Además, "uno tiene derecho a estar triste, le están faltando al respeto si se lo dicen, y eso enfada, frustra y puede generar más desesperanza", enumera la psicóloga.

La reacción puede ser muy fuerte y desagradable, y quizá empujar hacia un sufrimiento mayor que tiene su origen en una de las abundantes falacias perniciosas que circula sobre la felicidad, la de que uno no es feliz, sino que lo será en el futuro. Según esta idea, podemos contar con ser bendecidos con la mayor dicha un vez hemos cumplido objetivos como terminar la carrera, pagarse una casa, llamar la atención de una pareja ideal, casarse con esa pareja ideal, que la unión fructifique en niños sanos y alegres... En este contexto, el mensaje de "no estás triste" parece ser el de que, si lo estás a pesar de tener todo lo que has deseado, es por tu culpa. El poder de las palabras empuja, en este caso, hacia una culpabilidad innecesaria.

Eso sí, conviene ser comprensivos con quien lanza el afilado dardo del "no estés triste". "No toleramos que una persona que queremos sufra", y por eso la frase sale tan fácilmente, explica la psicóloga. "Si veo a mi hija llorar, a mí me duele, y por eso se lo digo", añade. Pero lo que debería hacer como madre, o como amiga, en otros casos, "es aprender a tolerar que es normal y que se pasará, y que se va a pasar antes si uno ayuda a las personas a ser un poco más positivas".

Instrucciones para no decir 'no estés triste' nunca más
Si quieres aprender a tratarte bien a ti mismo y a los demás, piensa en tu infancia. Seguro que en alguno de los rincones de tu memoria encuentras situaciones como esta: llegas triste porque te has peleado con tu mejor amigo y a tu padre no se le ocurre otra cosa que aplicar una fórmula del tipo "ya harás más amigos", un "no estés triste" en toda regla y un error de manual. En su lugar, Wood aconseja comenzar por normalizar la tristeza en la casa. "Es muy bueno decirles a los niños cuándo estamos tristes, en seguida dicen que te van a ayudar. Es muy bonito comunicar eso, y además es enseñarles inteligencia emocional", comenta. Luego, ante una situación puntual, lo mejor es sustituir el "no estés triste" por una estrategia más elaborada y eficaz que vale para todas las edades.

Lo primero es permitir expresar la emoción y lo que ha pasado, una tarea en la que los abrazos son de gran ayuda. También es útil mostrar empatía hacia la persona y hacer que se sienta comprendida, incluso cuando uno no es capaz de ponerse en su lugar. Lo deseable es hacerle comprender que no rechazas su tristeza, contándole alguna historia personal, por ejemplo, o admitiendo directamente que no alcanzas a comprender su dolor pero que te das cuenta de que debe de ser muy importante. Una vez la conexión está funcionando, es muy importante preguntar a la persona triste qué piensa hacer o en que le puede uno ayudar. Eso sí, las propuestas deben tener forma de pregunta.

Luego hay que transmitir confianza, hacer ver que puede conseguir superar la tristeza, dar ánimos. "Si dice que no sabe si podrá hacerlo es bueno preguntarle las tres cosas más difíciles que ha hecho en su vida, te puedes agarrar a eso y decirle que si las ha conseguido es que también puede lograr el nuevo objetivo, que es cuestión de entrenarlo", concluye Wood. Así, dice la psicóloga, no solo se sale de la tristeza, sino que se abandona la emoción con mayor fuerza para ser feliz. No se trata exclusivamente de un favor que se hace a los demás, la manera de hablarse a uno mismo también es fundamental.

Cambia el lenguaje y transformarás el mundo
Somos parlanchines por naturaleza. Hasta la persona más reservada y silenciosa del mundo no se calla nunca. Eso sí, habla en una voz tan baja que solo ella la oye. Es el autodiálogo interno que todos tenemos, un carrusel de ideas que nunca se detiene. Si se instala en él un mensaje materialista de que uno tiene todo lo que puede desear y que, por lo tanto, debería ser feliz para siempre, el efecto del "no estés triste" corroe por dentro. Si se le hace demasiado caso, uno acaba metiéndose en un bucle de malestar en el que se viste de víctima y verdugo. De la misma manera que hay que tener empatía con las otras personas a la hora de ofrecerles ayuda, en estos casos uno tiene que llevar a cabo la difícil tarea de empatizar con uno mismo. "Si te pones a buscar, por supuesto que tienes motivos para estar triste, pero tienes que ayudarte a comprender por qué lo estás", dice Wood.

Las personas más autoexigentes, los perfeccionistas que siempre quieren ir más allá, cegados por la idea irreal de que pueden llegar a una meta que, en realidad, no existe, son quienes tienen una relación más estrecha con la tristeza. También poseen menos capacidad de corregir las frases perjudiciales de su diálogo interior. "Muchísima gente no se da cuenta de cómo se habla. Es un problema de educación, por frases que nos han dicho nuestros padres, o por la propia personalidad: si tu autodiálogo interno está plagado de exigencias, eso lleva, tarde o temprano, a la tristeza". Los perfeccionistas lo tienen más difícil para corregir el rumbo de esa conversación permanente, pero pueden conseguirlo de la misma manera que el resto de las personas.

Hay que cambiar el vocabulario y sustituir el "tengo que" por un "me gustaría", "preferiría", "me apetece"... "No es lo mismo decir 'tengo que ir al gimnasio porque he engordado' que 'me apetece ir al gimnasio porque quiero cuidarme", asegura la especialista. Es lo que los psicólogos llaman autoinstrucciones positivas, que pueden conseguir que uno esté más contento, más animado y que se encuentre mejor físicamente. "Todos podemos entrenar eso, pero lo primero es ser consciente, mucha gente ni es consciente de cómo se habla y está siempre comparándose con los demás", olvidando que, por mucho que a veces lo parezca, especialmente en las redes sociales, nadie es perfecto.

jueves, 10 de octubre de 2019

La pareja perfecta no es la persona ideal (si quieres que el amor dure) Las emociones caducan y el romanticismo lleva a la frustración. ¿Qué cualidades debe tener la compañía sentimental para que la relación sea larga?

VERÓNICA PALOMO
13 JUN 2019 -

"¿Qué me dices? No me lo puedo creer, ¡pero si erais la pareja perfecta!" María no ha dejado de escuchar esta frase desde que rompió con Eduardo, su novio de toda la vida. Se conocieron en el instituto y después de 15 años saliendo contrajeron matrimonio. En su entorno fue la boda del año. Después de una fiesta inolvidable y una luna de miel que duró un mes, decidieron compartir la hipoteca de un adosado a las afueras de Madrid, los gastos de un 4x4 y la crianza de un bebé. Los dos eran profesionales con éxito, guapos, deportistas, seres modélicos que nunca dieron pie a un cotilleo. Fieles y perfectos, parecían hechos el uno para el otro. Pero, un buen día, se rompió la relación. Fue un bombazo que descolocó a amigos y familiares, cegados por el brillo de una pareja ideal que no lo era tanto.

Resulta que el escaparate era perfecto pero que, en realidad, María y Eduardo no eran compatibles. Hasta tal punto no funcionaban juntos que nunca fueron capaces de solventar ninguno de los problemas que les salían al paso. Se limitaban a dejarlos aparcados para retomarlos en otro momento, que nunca llegaba (lo que sucede cuando uno no sigue los consejos adecuados en su camino a la felicidad). El que sí llegó fue el día en que aquella bola inmensa de conflictos sin resolver se hizo demasiado grande, excesivamente pesada, y se les cayó encima, aplastándolos. La pareja perfecta quedó tocada y hundida.

La media naranja es un invento del 'marketing'
Puede que el entorno del matrimonio no pudiera explicarse lo sucedido, pero María sabe muy bien lo que ocurrió. La unión se quebró cuando pasó la época de eterna luna de miel, justo cuando ambos comenzaron a sentir los síntomas del síndrome del estrés posromántico, un término acuñado por el psicólogo John Bradshaw para definir el final una fase en la que todo es perfecto, la actividad sexual no decae y las imperfecciones pasan felizmente inadvertidas. Probablemente María juzgó su matrimonio solo por los desayunos en la cama, las rosas rojas y las cenas sorpresa, y se equivocó al pensar que tenía una pareja perfecta. Ahora sabe que eso habría sido imposible.

Y es que preguntar a un psicólogo o sexólogo si existe la pareja perfecta es como mentar al diablo. "Esa media naranja es una idea del marketing, somos seres imperfectos en continuo desarrollo y crecimiento, y nadie te puede satisfacer al 100% en todas tus fuentes de satisfacción. Una relación va creciendo, evolucionando y modificándose a lo largo de la vida", afirma con rotundidad Miren Larrazabal, psicóloga especialista en psicología clínica, sexóloga y presidenta de la Sociedad Internacional de Especialistas en Sexología. Basta hacer un ejercicio de memoria (si tienes mucho estrés, quizá te resulte más difícil), repasar los amores de una vida, platónicos incluidos, y hacernos algunas preguntas para ver que es así. ¿Cuál de ellos se acercó más a lo que consideras perfección? ¿Hay alguna de estas relaciones que no vivió ningún bache, desafío, desengaño o sufrimiento? Si la respuesta es afirmativa, ¿por qué no sigues con esa persona? Seguramente no hubo tiempo de conocerla mucho u ocasión de que llegaran problemas verdaderamente serios a los que enfrentarse.

Y luego hay personas incapaces de ver la realidad, que se obcecan en un ideal del amor que no existe. Es lo que opina Soraya Calvo, sexóloga y profesora en la Universidad de Oviedo, quien insiste en el daño que provoca la propagación de la idea de la pareja ideal o perfecta. "Desvirtúa la vida en pareja porque las metas que genera esa idea romántica del amor son inalcanzables y provocan mucha frustración cuando no se consiguen. Además, lo ideal es algo diferente para cada persona y sociedad, por lo que ni siquiera podríamos definir el concepto", explica. Lo perfecto, si uno quiere que la relación dure, es fijarse en cualidades más mundanas.

Cambio de pareja: de la perfecta a la consciente 
"La mayoría de las personas pensamos que con el amor basta, pero no es cierto, el amor no es suficiente para convivir. Hacen falta habilidades de convivencia, que tienen que ver con la comunicación, con la capacidad de resolución de problemas y las habilidades de negociación. Esto es lo que va a generar la satisfacción y el bienestar de la pareja, algo que tiene poco que ver con lo que la gente entiende como pareja ideal, esa que no tiene problemas. La diferencia entre una persona que se dice satisfecha en su vida en pareja y una infeliz no son los problemas, sino la manera de afrontarlos", opina Larrazabal.

Precisamente es lo que recoge en sus páginas The Secrets of Enduring Love: How to Make Relationships Last, un libro que recopila los resultados de un estudio para el que los científicos entrevistaron a más de 4.000 parejas de Reino Unido y que siguió a fondo el comportamiento de otras 50 para determinar qué es lo que hacía que su relación funcionara. Según los autores, coincidieron en pensar que el éxito de la larga convivencia se debía a la capacidad de comunicación y de resolución de conflictos.

"A la pareja perfecta hay que cambiarle el nombre por el de pareja consciente o compatible. Hay personas que son más o menos compatibles, pero lo que hay que ver es si tenemos metas parecidas, si tenemos maneras de vivir parecidas, si queremos tener o no hijos o si tenemos ocios parecidos. Estos ocios pueden ser diferentes, pero tenemos que ser capaces de gestionar esa diferencia sin que se convierta en algo incompatible para nuestra vida de pareja", según Soraya Calvo. No se trata de hacer las mismas cosas todo el tiempo y estar siempre juntos, pero sí de encontrar un punto en común, porque una pareja tiene que tener, además de los espacios personales, un nutrido espacio en común. "Si no existe, la relación se acaba", concluye la sexóloga.

Cuando el amor romántico impide progresar
También hay otra realidad que no podemos pasar por alto, y es que cada persona, en cada momento de su vida, busca cosas diferentes. Hay parejas que son muy compatibles, pero que pasan por momentos vitales diferentes que terminan modificando su compatibilidad inicial. ¿Cómo influyen estos cambios en una relación consolidada? En una pareja puede generar distancias incluso el hecho de cambiar de turno de trabajo. Si ambas personas llevan años sincronizadas y, de repente, sus rutinas cambian drásticamente, no tener el tiempo en común ya puede crear un problema que hay que saber gestionar. "Y es más difícil solucionarlo si basas la relación en ese amor romántico e ideal, en el que lo más importante es ese tiempo en común que se ha perdido".

Esta actitud puede sonar a inmadurez, pero Miren Larrazabal remarca que no solo la gente joven cree en la pareja ideal. Es un modelo que influye a los jóvenes y a los mayores, "aunque es cierto que, cuando eres muy joven, vives en un contexto que te hace más proclive a sufrir ese estado un poco alterado de consciencia, en el que el enamoramiento se vive con más pasión, pero también te encuentras con personas de 50 años llenas de mitos e ideas distorsionadas sobre lo que es el amor", dice la experta.

La conclusión es que tener expectativas irreales en el amor genera incomprensión y frustración, porque el amor todopoderoso y absoluto no existe. "Es cierto que todos podemos tener ciertas expectativas (ese ideal de hombre o mujer), pero hay que pensar y no dejarte llevar por lo que sientes, porque las emociones caducan, o por lo menos caducan tal y como las entendíamos en un principio de la relación. A lo largo de la vida en pareja, el amor sentido tiene que dejar paso al amor pensado, esa es la clave", explica la sexóloga Soraya Calvo. Al final, la relación que a largo plazo puede ser más fructífera (aunque nunca se puede asegurar) es la consciente o compatible. Si todo se basa en mitos e ideales, hay muchas más probabilidades de no resolver los conflictos que aparezcan en tu vida y que la relación termine en una ruptura.

https://elpais.com/elpais/2019/06/10/buenavida/1560169637_262632.html

miércoles, 9 de octubre de 2019

_- Bruselas reprende a España por la elevada desigualdad y pobreza. La Comisión Europea advierte del riesgo de vincular las pensiones al IPC

_- Cinco años de crecimiento han permitido que España recupere e, incluso, supere el PIB previo a la crisis. Pero las cicatrices de la Gran Recesión aún son muy profundas. Un informe que la Comisión Europea presentará el miércoles y a cuyo borrador ha tenido acceso EL PAÍS advierte de los peligros para la cohesión social que entrañan el elevado desempleo, el “uso generalizado de contratos temporales” y la alta proporción de ciudadanos que permanecen “en riesgo de pobreza o exclusión social” a pesar de la época de bonanza.

Tras una década prácticamente perdida, la economía española sigue creciendo por encima de la zona euro y creando empleo. Pero esas cifras dejan en un segundo plano un ingente paquete de asignaturas troncales y pendientes que Bruselas expone en el análisis del llamado Semestre Europeo, que fija las políticas económicas, fiscales y sociales prioritarias que deben emprender los países en el año en curso. El informe concluye que, en general, los avances de España en el último año han sido “limitados”. Es decir, un aprobado raspado. Y advierte de que esa lentitud se debe también al contexto político de los últimos doce meses, con un cambio de Gobierno y la convocatoria de elecciones en abril.

Ha habido crecimiento. Y se prevé que lo siga habiendo. Pero el informe alerta de que sigue habiendo “desafíos importantes”. El principal: reducir esa capa de ciudadanos que ha quedado apartada de la recuperación. “El paro está cayendo rápidamente, a la vez que conduce a una leve caída de la pobreza y la exclusión social, pero demasiada gente sigue sin un empleo o con contratos laborales temporales y la desigualdad en los ingresos es acusada”, asesta la Comisión Europea.

En comparación con la “robusta” expansión de los últimos años, Bruselas solo ve “ligeras mejoras” en el terreno laboral y social. La tasa de empleo, señala, sigue siendo baja. Y resalta dos factores que ponen de manifiesto la actual precariedad del mercado de trabajo: la posición de “desventaja” que aún sufren las mujeres respecto a los hombres y el “uso generalizado de contratos temporales”, que considera un freno para el “crecimiento potencial” y para la “cohesión social” del país.

Pobreza infantil
La Comisión identifica causas y consecuencias de esa precariedad utilizando indicadores que tratan de medir el desempeño en el llamado pilar social. Y estos arrojan que la tasa de abandono escolar es “aún elevada”. El informe admite que el único terreno en el que ha habido “algunos avances” significativos ha sido el de la modernización de los servicios públicos de empleo, pero sigue apreciando “barreras a la movilidad laboral” que reducen las oportunidades para los solicitantes.

La otra gran tarea por delante es enderezar la “desigualdad en los ingresos y oportunidades” que, según reza el documento, “persisten” en España. La Comisión reconoce ahí que la subida del salario mínimo interprofesional en un 22,3% “podría ayudar” a reducir el volumen de trabajadores que viven en la pobreza. Pero, como ya ha hecho en anteriores informes, avisa de los efectos secundarios de esa medida, especialmente para trabajadores jóvenes y con una baja calificación.

“La proporción de gente con riesgo de pobreza o exclusión social descendió ligeramente en 2017, pero sigue alta, particularmente la infantil”, apunta con rotundidad el documento. El peligro de caer en esa situación, recuerda el estudio, es mayor entre los trabajadores temporales, los que tienen baja cualificación y los inmigrantes de fuera de la Unión Europea. Y España, concluye, no está bien armada para combatir ese fracaso social: el gasto público en prestaciones familiares equivale a “la mitad de la media de la UE” y, además, debería estar mejor enfocado hacia familias con ingresos bajos.

Las pensiones, un problema para las arcas públicas
El próximo Gobierno deberá hallar un complicado equilibrio para afrontar el triple reto que, a tenor del borrador del informe, le plantea la Comisión: seguir creciendo, enderezar las cuentas públicas y reducir la brecha social. Y lo es sobre todo porque, como señala el documento que irá al Colegio de Comisarios el miércoles, la deuda —aunque se ha ido reduciendo— aún representa una fuente de vulnerabilidad.

Como ya ha advertido en otras ocasiones Bruselas, la deuda pública supone un riesgo para la sostenibilidad de las finanzas públicas a medio y largo plazo. La Comisión Europea prevé que esa bola haya encogido hasta el 96,9% del PIB en 2018 y que siga haciéndose más pequeña hasta 2020 por el crecimiento económico y “un pequeño superávit primario” desde 2019. Sin embargo, advierte de que si se tiene en cuenta el ciclo económico “el déficit del Gobierno de España sigue persistentemente alto”, en especial porque el nivel impositivo es bajo respecto a los gastos.

El borrador del informe se detiene también en la sostenibilidad del sistema de pensiones. La Comisión considera “probable” que las “desviaciones temporales recientes” respecto a la reforma de 2013 —se fijó que las pensiones para 2018 y 2019 se revalorizaran de acuerdo con el aumento del coste de la vida— y los planes de “restablecer el vínculo de las pensiones con el índice de precios al consumo” supongan un incremento del gasto “significativo” a medio y largo plazo. A no ser, añade, que se adopten medidas compensatorias adicionales.

Pero no es ese el único factor que pone en jaque la sostenibilidad del sistema de pensiones. También lo es la precariedad laboral, sobre la que Bruselas insiste a lo largo del documento. Los autores del informe señalan que la temporalidad laboral representa un problema. “Las carreras incompletas y rotas”, sostiene el documento, tienen como resultado “bajos derechos de protección social” y pesan sobre “la suficiencia y la sostenibilidad del sistema de pensiones” de España.

El documento también evalúa otros aspectos como la competitividad de la economía española, la deuda privada o la investigación e innovación. En el que mejor parada sale España es en el apartado de medioambiente. Los últimos datos de los que dispone la Comisión indican que en 2017 las energías renovables tenían una cuota de mercado del 17,5%. “España está progresando bien para llegar al objetivo del 20% de 2020”, añade.

Aun así, como siempre, la Comisión evita que se caiga en la complacencia con un tirón de orejas y recrimina a España que las emisiones de dióxido de carbono de los vehículos estén subiendo. “Se requieren más acciones para mejorar la transición hacia una movilidad limpia y sostenible”, concluye.

https://elpais.com/economia/2019/02/23/actualidad/1550940064_334603.html

martes, 8 de octubre de 2019

Los hijos no lo son todo. La forma de reproducirse ha cambiado: la llegada de la descendencia ahora se medita mucho pero en la crianza se invierten más recursos y tiempo.

hijos
Un grupo de amigos con sus hijos, en un parque en Boadilla del Monte (Madrid). CARLOS ROSILLO MARÍA SOSA TROYA

Madrid 23 JUL 2019 - 16:02 CEST

En España bajan los nacimientos mientras aumenta la esperanza de vida. Los jóvenes siguen condenados a la precariedad aun después de la crisis. Sigue cayendo el número de hijos por mujer y se retrasa la edad para ser madre. Las tensiones del sistema, derivadas de una pirámide de población que hace ya tiempo dejó de ser triangular, no tardarán en aflorar. Los expertos rechazan, sin embargo, el tono alarmista. ¿Se tienen menos niños? Sí. Pero los modelos de familia se han reconfigurado y en ellos los hijos no juegan ya un papel tan central. Ahora se decide más cuándo y cuántos se tienen y, sobre todo, se cuidan más. El problema es la brecha entre los deseos y la realidad: que una parte de la población sí quiera descendencia y no pueda permitírselo. Y que se retrasen cambios estructurales vitales para mantener el Estado de bienestar, como el modelo de pensiones.

“La natalidad no solo baja en España. En el último siglo ha habido un cambio en la forma de reproducirse en todo el planeta”, explica Julio Pérez, demógrafo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Aunque hayan caído los nacimientos [casi un 30% desde 2008], el año pasado fueron unos 370.000. Y los hijos se cuidan más”, continúa Pérez. “Se invierten cada vez más recursos y tiempo, y los niños de hoy tendrán la formación para ser más productivos. Pero todo depende del tipo de mercado laboral. Si se mantienen la precariedad, la sobrecualificación y los bajos salarios, puede que no se materialice ese potencial de productividad”, precisa Teresa Castro, también demógrafa del CSIC.

En la reducción de los nacimientos confluyen factores como el menor número de mujeres en edad de procrear, tras la caída de la natalidad en los ochenta y noventa; la bajada de la inmigración durante la crisis —aunque ahora vuelva a repuntar—; las dificultades para conciliar el empleo y la familia, o la precariedad que sufren los jóvenes —más del 30% de los asalariados de 30 a 34 años tienen contratos temporales, según el Consejo de la Juventud—.

Pero también se explica por el cambio cultural en las sociedades contemporáneas. “Antes la familia modélica era la que tenía varios hijos. Ahora hay más gente que quiere desarrollar primero otros deseos relacionados con la configuración de la propia vida, ya sea estudiar, trabajar, viajar... o darse tiempo para encontrar pareja”, opina Elisa Chuliá, profesora de Sociología en la UNED y directora de Estudios Sociales del think tank Funcas. Un 25% de las mujeres de 18 a 49 años que tuvieron su primer niño más tarde de lo que creían ideal explican que el motivo fue no haber contado con pareja estable, según la Encuesta de Fecundidad del INE. Un 23%, por motivos laborales o de conciliación. Y el número de mujeres de 18 a 44 que no quieren tener hijos aumentó en más de 150.000 de 1999 al año pasado, al pasar de 1,06 millones entonces a 1,21 ahora.

“La generación de nuestros padres no se preguntaba si querían niños o se lo podían permitir. Se casaban y los tenían”, prosigue Chuliá. “Nos hemos vuelto muy exigentes, queremos darles todo”, prosigue. Además, ya el divorcio no se ve como un fracaso. Para ser madre “se busca una pareja responsable”. Y señala: “Ha crecido la importancia del ocio y del empleo. Las mujeres no quieren renunciar a la independencia económica. Que nadie piense que se llegará a la natalidad de los sesenta o setenta [en 1975 se tenían 2,77 hijos por mujer]”.

Pero lo que sí es un problema “grave”, dice Teresa Castro, es el lapso entre las aspiraciones y las realidades reproductivas, es decir, aquellas mujeres que sí quieren tener hijos y no pueden o se ven obligadas a retrasarlo hasta edades en que hay problemas de fertilidad. “Es muy difícil lograr reunir unas condiciones personales, familiares, laborales y residenciales adecuadas”, señala. “Los eurobarómetros confirman que la preferencia por dos hijos es mayoritaria en España, como en el resto de Europa. Pero aquí hay una mayor distancia entre el número medio de hijos deseados, en torno a dos, y los que se tienen: 1,25 de media en 2018, frente a 1,6 en la UE”, apunta. “Que tengamos una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo y una de las edades más tardías al primer hijo, 31 para las mujeres y casi 35 para los hombres, indica que vivimos en una sociedad que no facilita tener niños. Es extremadamente difícil compaginar una carrera profesional con la crianza”, continúa.

EL PAÍS SOCIEDAD NATALIDAD
Los hijos no lo son todo

La forma de reproducirse ha cambiado: la llegada de la descendencia ahora se medita mucho pero en la crianza se invierten más recursos y tiempo Otros hijos Un grupo de amigos con sus hijos, en un parque en Boadilla del Monte (Madrid). CARLOS ROSILLO MARÍA SOSA TROYA

Madrid 23 JUL 2019 - 16:02 CEST

En España bajan los nacimientos mientras aumenta la esperanza de vida. Los jóvenes siguen condenados a la precariedad aun después de la crisis. Sigue cayendo el número de hijos por mujer y se retrasa la edad para ser madre. Las tensiones del sistema, derivadas de una pirámide de población que hace ya tiempo dejó de ser triangular, no tardarán en aflorar. Los expertos rechazan, sin embargo, el tono alarmista. ¿Se tienen menos niños? Sí. Pero los modelos de familia se han reconfigurado y en ellos los hijos no juegan ya un papel tan central. Ahora se decide más cuándo y cuántos se tienen y, sobre todo, se cuidan más. El problema es la brecha entre los deseos y la realidad: que una parte de la población sí quiera descendencia y no pueda permitírselo. Y que se retrasen cambios estructurales vitales para mantener el Estado de bienestar, como el modelo de pensiones.

“La natalidad no solo baja en España. En el último siglo ha habido un cambio en la forma de reproducirse en todo el planeta”, explica Julio Pérez, demógrafo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Aunque hayan caído los nacimientos [casi un 30% desde 2008], el año pasado fueron unos 370.000. Y los hijos se cuidan más”, continúa Pérez. “Se invierten cada vez más recursos y tiempo, y los niños de hoy tendrán la formación para ser más productivos. Pero todo depende del tipo de mercado laboral. Si se mantienen la precariedad, la sobrecualificación y los bajos salarios, puede que no se materialice ese potencial de productividad”, precisa Teresa Castro, también demógrafa del CSIC.

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En la reducción de los nacimientos confluyen factores como el menor número de mujeres en edad de procrear, tras la caída de la natalidad en los ochenta y noventa; la bajada de la inmigración durante la crisis —aunque ahora vuelva a repuntar—; las dificultades para conciliar el empleo y la familia, o la precariedad que sufren los jóvenes —más del 30% de los asalariados de 30 a 34 años tienen contratos temporales, según el Consejo de la Juventud—.

Pero también se explica por el cambio cultural en las sociedades contemporáneas. “Antes la familia modélica era la que tenía varios hijos. Ahora hay más gente que quiere desarrollar primero otros deseos relacionados con la configuración de la propia vida, ya sea estudiar, trabajar, viajar... o darse tiempo para encontrar pareja”, opina Elisa Chuliá, profesora de Sociología en la UNED y directora de Estudios Sociales del think tank Funcas. Un 25% de las mujeres de 18 a 49 años que tuvieron su primer niño más tarde de lo que creían ideal explican que el motivo fue no haber contado con pareja estable, según la Encuesta de Fecundidad del INE. Un 23%, por motivos laborales o de conciliación. Y el número de mujeres de 18 a 44 que no quieren tener hijos aumentó en más de 150.000 de 1999 al año pasado, al pasar de 1,06 millones entonces a 1,21 ahora.

“La generación de nuestros padres no se preguntaba si querían niños o se lo podían permitir. Se casaban y los tenían”, prosigue Chuliá. “Nos hemos vuelto muy exigentes, queremos darles todo”, prosigue. Además, ya el divorcio no se ve como un fracaso. Para ser madre “se busca una pareja responsable”. Y señala: “Ha crecido la importancia del ocio y del empleo. Las mujeres no quieren renunciar a la independencia económica. Que nadie piense que se llegará a la natalidad de los sesenta o setenta [en 1975 se tenían 2,77 hijos por mujer]”.

Pero lo que sí es un problema “grave”, dice Teresa Castro, es el lapso entre las aspiraciones y las realidades reproductivas, es decir, aquellas mujeres que sí quieren tener hijos y no pueden o se ven obligadas a retrasarlo hasta edades en que hay problemas de fertilidad. “Es muy difícil lograr reunir unas condiciones personales, familiares, laborales y residenciales adecuadas”, señala. “Los eurobarómetros confirman que la preferencia por dos hijos es mayoritaria en España, como en el resto de Europa. Pero aquí hay una mayor distancia entre el número medio de hijos deseados, en torno a dos, y los que se tienen: 1,25 de media en 2018, frente a 1,6 en la UE”, apunta. “Que tengamos una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo y una de las edades más tardías al primer hijo, 31 para las mujeres y casi 35 para los hombres, indica que vivimos en una sociedad que no facilita tener niños. Es extremadamente difícil compaginar una carrera profesional con la crianza”, continúa.

LA NATALIDAD EN CIFRAS
Más muertes que nacimientos. En España, el año pasado el saldo vegetativo fue negativo en 56.262 personas, según datos del INE sobre el movimiento natural de población.

Más madres de 40. Los nacimientos de madres de 40 años o más han crecido un 63,1% en la última década.

Posponer la maternidad. El 25% de las mujeres de 18 a 49 años que retrasó su primer hijo lo hizo por no tener una relación estable. El 23%, por razones laborales o de conciliación.

No quieren tener hijos. El número de mujeres de 18 a 44 años que no quieren hijos aumentó en más de 150.000 de 1999 a 2018, al pasar de 1,06 millones entonces a 1,21 ahora.

Más optimistas
El INE prevé que a partir de 2024 los nacimientos aumenten, debido a que las generaciones nacidas a partir de la segunda mitad de los noventa, más numerosas, estarán en las edades de mayor fecundidad. Calcula que, con una leve tendencia al alza, cada mujer tendrá de media 1,45 niños en 2050. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) es algo más optimista. Considera que se adoptarán políticas de apoyo a la natalidad ya implementadas en Europa y que en 2050 la cifra estará entre 1,8 y 2 hijos. El organismo también cree que habrá mejores datos respecto a la inmigración, artífice de que ahora España gane población, pese a que hay más muertes que nacimientos. Estima que en los próximos 30 años vendrán de siete a 10 millones de personas, que podrían ayudar a paliar algo los desequilibrios del sistema de pensiones cuando, a partir de 2023, comience a jubilarse la generación del baby boom.

Según las proyecciones del INE, si se mantiene la tendencia actual, en 2033 uno de cada cuatro españoles tendrá 65 años o más. Serán más de 12 millones, frente a los alrededor de nueve actuales. “Estamos en un momento clave en el sistema de pensiones. Vemos cercana la jubilación de grandes grupos de población”, explica Mercedes Ayuso, catedrática de Estadística Actuarial de la Universidad de Barcelona. “A partir de 2030 o 2035, el incremento será más significativo”, añade. “El modelo se creó en los setenta. Había prácticamente ocho personas trabajando por cada pensionista. Ahora somos cerca de 2,5 afiliados por pensionista”, sostiene Ayuso. “Debemos mirar lo que han hecho en países similares al nuestro. El baby boom no es un fenómeno exclusivo de España. Hay que buscar una complementariedad del sistema público, aunque nunca sustituirlo. Por ejemplo, permitir compaginar la pensión con sistemas complementarios de empleo; o apostar por un modelo como el sueco, en el que hay una pensión garantizada, pero los trabajadores aportan otra parte a cuentas individuales a lo largo de su carrera, así que deciden cuándo parar de trabajar. Otra opción es retrasar la jubilación”, indica.

“El mayor éxito que ha conseguido la humanidad es que todo el mundo llegue a la vejez, y a veces parece que se trata como una desgracia”, critica Julio Pérez. “En 1900, uno de cada cinco nacidos vivos en España no cumplía un año. Se compensaba teniendo muchos hijos. Se combatió primero la mortalidad infantil y después se logró aumentar la esperanza de vida”, que ya supera los 83 años. “El cambio social en España ha sido extraordinario y positivo. Pero hay que afrontarlo con tiempo y racionalidad. El ciclo político dificulta estas decisiones porque traen consecuencias electorales. Los problemas a los que nos enfrentamos son a largo plazo. Requieren de pactos de Estado”, resume Elisa Chuliá.

MÁS SERVICIOS PARA AYUDAR A LA CONCILIACIÓN
En España se invierte en políticas de familia e infancia el 1,3% del PIB, frente al 2,4% de media en la UE, según datos de Eurostat correspondientes a 2016. “Aquí hay una hipocresía política muy notable”, sostiene el demógrafo Julio Pérez. “El discurso lo ha liderado la derecha, pero no se han adoptado medidas”, expone. La también demógrafa Teresa Castro cree que, para ayudar a quienes quieren tener hijos, “el aumento progresivo del permiso de paternidad hasta igualarlo al de maternidad es un primer paso”. Pero considera que “hace falta mucho más, como reducir la precariedad laboral de los jóvenes o garantizar guarderías para los menores de tres años”.

Luis Ayala, catedrático de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos, explica que, además de en servicios, España también está retrasada respecto a los países de su entorno en prestaciones monetarias. “Es uno de los siete miembros de la UE sin prestación universal por hijo”, dice. “En España solo tenemos la prestación por hijo a cargo para familias pobres [de 341 a 588 euros anuales] o deducciones fiscales de las que no se pueden beneficiar los más vulnerables”.

https://elpais.com/sociedad/2019/07/22/actualidad/1563813449_811194.html?rel=str_articulo#1569782614574

domingo, 29 de septiembre de 2019

_- Diez (+2) frases de ‘Forrest Gump’ que han sobrevivido al paso del tiempo. Se cumplen 25 años del estreno de la película dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Tom Hanks

_- El director Robert Zemeckis no había conseguido un éxito significativo después de la tercera entrega de Regreso al futuro. Su suerte, sin embargo, cambió en septiembre de 1994, cuando llegó a las salas de cine de Estados Unidos Forrest Gump, la película que cuenta la trepidante vida de un joven con problemas mentales, que arrasó en la gala de los Oscar de ese año y que hoy se ha convertido en un icono de la cultura y del cine en el mundo.

Estas son 10 de las frases más recordadas de la película que, desde hace 25 años, forman parte del léxico y del imaginario colectivo de los cinéfilos del mundo.

1. Mamá dice que la vida es como una caja de bombones: nunca sabes lo que te va a tocar.
2. Puede que yo no sea muy listo, pero sí sé lo que es el amor.
3. Mamá decía que puedes saber mucho de las personas por los zapatos que usan. A dónde van, en dónde estuvieron.
4. Por supuesto que todos somos diferentes, Forrest. Si Dios hubiese querido que fuéramos iguales, nos habría puesto a todos aparatos en las piernas.
5. La verdad, aunque yo siempre iba corriendo, nunca pensé que eso me llevara a ningún lado.
6. Alguien dijo que la paz del mundo estaba en mis manos, pero yo solo jugué al pimpón.
7. Yo no sé si mamá tenía razón o si la tiene el teniente Dan. Yo no sé si todos tenemos un destino, o si estamos flotando casualmente como en una brisa. Pero yo creo que pueden ser ambas, puede que ambas estén ocurriendo al mismo tiempo.
8. Yo no sé mucho de casi nada.
9. Mi madre decía que tienes que dejar atrás el pasado antes de seguir adelante.
10. ¡Corre, Forrest! ¡Corre!
Para mi:

11. Qué es un tonto? -Tonto es el que hace tonterías.
12. ¿Qué es la muerte? -La vida es como un viaje, comienza cuando se nace y termina cuando se muere.

Son respuestas de la madre a dos preguntas de él.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Lo que Unamuno nunca le dijo a Millán Astray

Unamuno, con barba, saliendo del Paraninfo de la Universidad de Salamanca tras el enfrentamiento con Millán Astray, el 12 de octubre de 1936.


“Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho”. Según la historia que varias generaciones de españoles han aprendido, así terminó Miguel de Unamuno su interpelación al general José Millán Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. Así se redimió el intelectual vasco de su apoyo a los golpistas, y así se convirtió en símbolo de la democracia contra la dictadura, la civilización contra la barbarie y el bien contra el mal. Cómo no emocionarse ante el sabio anciano encarándose contra la bestialidad del general mutilado. Sus palabras son parte de la mitología española, un evangelio de valentía cívica ante el que solo cabe aplaudir con reverencia.

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Del Unamuno enamorado a la desazón del 98
Unamuno y la teología de la eterna inquietud

Tal vez los más perspicaces han supuesto siempre que aquel discurso estaba embellecido y retocado para la posteridad. Ha habido biógrafos de Unamuno, como el matrimonio Rabaté, Colette y Jean-Claude, autores de una monografía monumental y canónica, que ya señalaron que el relato de los sucesos del paraninfo se tomaba “muchas libertades” y obedecía “a una voluntad de dramatizar los hechos con todos los ingredientes indispensables para su teatralización”. Los Rabaté identificaron al autor de esta versión popular, quitándole mucho crédito. Ahora, el historiador Severiano Delgado, bibliotecario de la Universidad de Salamanca, ha reconstruido paso a paso cómo se formó esta leyenda y ha dibujado una escena plausible de lo que realmente pudo suceder aquella mañana, basándose en los testimonios de quienes lo presenciaron.

Es imposible reconstruir las palabras de Unamuno porque, aunque el acto se retransmitió por la radio, el rector habló sin micrófono y no se registró su intervención, pero Delgado cree que se pueden acotar los temas que abordó y el tono en que los expuso a partir de tres testimonios presenciales publicados: el de Eugenio Vegas Latapié, dirigente de Renovación Española; el de José Pérez-López Villamil, psiquiatra de Millán Astray, y el de Esteban Madruga, vicerrector (este último, recogido por Emilio Salcedo, el primer biógrafo de Unamuno). Todos se alejan del relato inventado de Luis Portillo.

Estos testimonios permiten a Delgado afirmar que ni Millán Astray gritó “¡muera la inteligencia!” ni Unamuno le interpeló con prosodia y dignidad: “Fue un acto brutalmente banal, donde se dieron cuatro voces y se despidieron a la salida, un tumulto habitual en discursos y charlas de los años treinta, donde la gente se exaltaba con facilidad. Se ha exagerado muchísimo el dramatismo de lo que sucedió allí”, cuenta. Una posible prueba de que Unamuno no lo vivió como algo trascendente fue que, al terminar, siguió su rutina diaria y apareció por el casino para tomar café después de comer, como siempre. “Allí, algunos contertulios le insultaron y abuchearon —relata el historiador—, produciéndose una situación muy tirante, hasta que su hijo Rafael, avisado telefónicamente por alguien, se presentó en el casino para proteger a su padre y llevarlo a casa. En esos momentos es cuando, probablemente, Unamuno se dio cuenta de que el incidente del paraninfo había tenido más repercusión de la que él pensaba”.

“MUERA LA INTELECTUALIDAD TRAIDORA”

Basándose en los pocos testigos del acto que escribieron su testimonio, Severiano Delgado ha reconstruido aquel 12 de octubre de 1936. Fue una mención de Unamuno a José Rizal, héroe de la independencia de Filipinas, lo que provocó la ira de Millán Astray, que era veterano de aquella guerra y no soportaba que se citase como ejemplo de hispanidad a quien consideraba un enemigo. “¡Muera la intelectualidad traidora!” fue lo que gritó, según Delgado, a lo que siguió un tumulto de voces entre las que destacó la del profesor Ramón Bermejo, que dijo: “Aquí estamos en la casa de la inteligencia”. Millán Astray zanjó el barullo ordenando a Unamuno que acompañara a la mujer de Franco, Carmen Polo, a la salida. No hubo réplica ni solemnidad, tampoco armas encañonando al rector. La reunión se disolvió entre gritos y fanfarronadas.

https://elpais.com/cultura/2018/05/07/actualidad/1525711624_377047.html?rel=lom

viernes, 27 de septiembre de 2019

De luna de miel en la Alemania nazi. El libro ‘Viajeros en el Tercer Reich’, de Julie Boyd, recoge testimonios de personas que visitaron el país durante el régimen de Hitler.

Charlie Chaplin en el Museo de Pérgamo durante su visita a Berlín en 1934.
Aunque hoy parezca increíble, hubo gente que fue de turismo a la Alemania nazi. Y no es que fuera turismo de riesgo: no se trataba de asistir a quemas de libros, que te dieran una paliza las SA por la calle o que te detuviera un ratito la Gestapo (Qué forma de banalizar y frivolizar lo que sucedía en Alemania). No, eran vacaciones normales, de relax, gastronomía, visitas culturales, sol y fiesta (y sexo), con atractivos como el festival de Bayreuth y la pasión de Oberammergau. La Alemania de Hitler fue un destino muy solicitado, en Europa y el resto del mundo, especialmente para la luna de miel. Al menos hasta que comenzó la Segunda Guerra Mundial y, ya con los bombardeos aliados —y la invasión rusa ni digamos—, cayó mucho la demanda. Todo tipo de gente (1), de muy diversos países y con diferentes propósitos (ocio, estudios, negocios, diplomacia, periodismo, deporte), visitó en los años treinta el nuevo país levantado por los nazis a base de cemento, rearme, testosterona y esvástica (y no se puede olvidar ni obviar, asesinatos, crímenes, palizas, destrucción de los sindicatos, prohibición de los partidos de izquierda y más tarde de todos, leyes totalitarias, libertades perseguidas, confiscación de todas las propiedades del movimiento obrero, etc.,etc. La barbarie increíble del fascismo nazi en un país culto y "educado" (2), y una buena parte de esos visitantes se llevó incluso, lo que hay que ver (un poco de hipocresía viene bien), una impresión positiva y hasta entusiasta de una sociedad que les pareció estimulantemente activa, moderna y optimista. Otros, por supuesto, quedaron horrorizados. (3, está muy claro que no eran viajeros de todas clases, la clase obrera no podía viajar, por falta de dinero o medios y de vacaciones, luego es evidente que la muestra está sesgada, no era, evidentemente, aleatoria y representativa de "toda" la sociedad).


En Viajeros en el Tercer Reich, el auge del fascismo contado por los viajeros que recorrieron la Alemania nazi (Ático de los libros, 2019), la escritora británica Julia Boyd recoge magistralmente, rastreando en las fuentes originales, una abrumadora cantidad de testimonios de personas de muy diferente clase y condición, incluidos un profesor estadounidense negro, un marajá indio, un estudiante chino y personajes tan famosos como Charles Chaplin, Virginia Woolf (con su marido judío Leonard y su mono tití Mitzi), Samuel Beckett, Robert Byron o la aviadora Amy Johnston. También Simenon, que se topó con Hitler en un ascensor de hotel. Los relatos de todos ellos sobre sus estancias en el país, en diarios o cartas, arrojan luz acerca de las mentalidades de la época y la percepción extranjera del régimen de Hitler.

Uno de los testimonios más emotivos y clarificadores del libro es el de una pareja estadounidense en luna de miel a la que una angustiada mujer judía les entregó de sopetón a su hija, una chiquilla con un zapato ortopédico, en la calle en 1936, suplicando que se la llevaran de Alemania. Lo hicieron.

Constantia Rumbold, hija del diplomático británico sir Anthony Rumbold, sintió escalofríos ante la marcha con antorchas en Berlín del 30 de enero de 1933 al grito de “¡Alemania, despierta!”. “Nadie que hubiera sido testigo de cómo había desfilado esa noche el alma de Alemania por las calles podía albergar la menor duda de lo que iba a suceder”, escribió la joven. El escritor de izquierdas francés Daniel Guérin se fijó por esa época en el “éxtasis” con el que las chicas alemanas reaccionaban al pasar una unidad de las tropas de asalto y anotó perspicaz: “Sin las botas, sin el olor a cuero, sin el paso rígido y severo de un guerrero, hoy es imposible conquistar a estas Brunildas”. Particularmente intenso fue el viaje de Bradford Wasserman, un muchacho de 15 años de Virginia que acudió con sus compañeros a una reunión internacional de boy scouts y que era judío.

La escritora británica Julia Boyd en Barcelona.
 La escritora británica Julia Boyd en Barcelona. MASSIMILIANO MINOCRI

Boyd, que ha visitado Barcelona esta semana, destaca la variedad de puntos de vista que arrojan los testimonios y el interés de asomarse así a un período histórico (de la República de Weimar al final de la Segunda Guerra Mundial): “Mucha gente se había formado una opinión del país antes de viajar y luego vieron lo que querían ver. Otros cambiaron rápido”. ¿Era fácil percibir el mal en Alemania? “En general no. Alemania era un lugar encantador en muchos aspectos, lo que percibías dependía de las experiencias que tuvieras y también de tu bagaje ideológico. Si simplemente viajabas como turista era fácil que la gente y la propaganda te convencieran de que Hitler estaba haciendo algo bueno por Alemania, sobre todo al inicio del régimen. Luego las cosas se fueron poniendo peor, más claras, con la leyes de Núremberg o la Noche de los Cristales Rotos. Pero siempre hubo gente que no vio la maldad ni cuando les llevaron de visita a Dachau. Además, en los viajeros de clases altas, como los aristócratas británicos, el miedo al comunismo y el antisemitismo les hacían sentir afinidad con la nueva Alemania”.

La autora explica que una de las cosas que debía decidir un viajero al llegar a Alemania era si iba a hacer o no el saludo nazi. ¿Era peligroso viajar a Alemania? “No para los viajeros corrientes (otra cosa es que fueras periodista), a no ser que toparas con la persona equivocada o criticaras a los nazis en público. Normalmente se recibía muy bien a los viajeros, para convencerte de la bondad del sistema”.

Julia Boyd reflexiona que uno de los atractivos del libro es imaginar qué hubiéramos percibido cada uno de nosotros en la Alemania nazi, qué hubiéramos pensado y cuál habría sido nuestra actitud.

La escritora cita como ejemplar el comportamiento de personas como Arturo Toscanini que, tras dirigir en Bayreuth en 1930 y 1931, se negó a volver a hacerlo en 1933 por la forma en que los nazis trataban a los músicos judíos, y el novelista Thomas Wolfe, que después de su visita en 1936 publicó un artículo en EE UU denunciando la persecución de los judíos y se despidió de Alemania, a la que amaba profundamente, para no volver. Ahora ya ningún viajero puede visitar el III Reich. Boyd zanja: “Afortunadamente”.

GOEBBELS, EL HOMBRE QUE ODIÓ A CHARLOT
Chaplin salió por piernas de Alemania en 1934. Viajó a Berlín para promocionar Luces de la ciudad pero el odio de Goebbels y la errónea convicción de que era judío impulsaron a los nazis a amenazarle en la calle. Mucho mejor le fue al mayor Francis Yeats-Brown, autor de las célebres memorias Vidas de un lancero de Bengala, llevada al cine como Tres lanceros bengalíes, con Gary Cooper. En una recepción en Núremberg en 1937, Hitler se acercó a saludarle con una sonrisa: la película era una de sus favoritas y había decretado que fuera de visión obligatoria para los SS. Sorprende que en el libro de Julia Boyd no aparezca Patrick Leigh Fermor, que en 1933 atravesó caminando Alemania y dejó sus impresiones en El tiempo de los regalos.“La razón es que perdió sus notas y escribió de memoria muchos años después. Aunque su libro es una maravilla, yo me he querido basar en documentación directa”.

https://elpais.com/cultura/2019/09/26/actualidad/1569534585_097014.html

miércoles, 25 de septiembre de 2019

_- MÚSICA 'Dies irae': la melodía medieval de hace 800 años que aparece en decenas de películas 'El resplandor', 'El rey león', 'El señor de los anillos' y muchas otras comparten melodía

_- HÉCTOR LLANOS MARTÍNEZ
 24 SEP 2019 - 11:31 CEST

El cine recurre a menudo a melodías épicas para aportar dramatismo a sus relatos. Así es como algunas composiciones medievales o de música clásica siguen siendo populares en el siglo XXI: colándose en las escenas más impactantes de nuestras películas favoritas.

Quizá no sepas cómo se llama esa pieza que suena en los títulos de crédito iniciales de El resplandor (1980). Si tienes buen oído, también habrás identificado sus notas musicales en los instantes previos a la muerte de Mufasa en El Rey León (1994). Aparece, de forma directa o indirecta, en otros clásicos del cine como El Señor de los anillos (2001), Qué bello es vivir (1946) y en varias de las entregas de La guerra de las galaxias.

Está en todos lados. Es como ese periódico que sale en un montón de series y películas. De hecho, los vídeos que recopilan las películas en las que aparece son un contenido recurrente en YouTube.

La melodía pertenece a Dies irae, que significa Día de la ira. Es un himno en latín fechado en el siglo XIII y atribuido al monje franciscano Tomás de Celano que relata el Juicio Final. "Día de la ira / aquel día / en que los siglos se reduzcan a cenizas", dicen los primeros versos de este poema.

Fue pensada para sonar en misas de difuntos y así ocurrió durante los siglos posteriores a su creación. Por eso se incluye en los réquiems de compositores como Mozart, Verdi, Dvořák y Berlioz. Así suena el original de Tomás de Celano, interpretado por el coro Aurora Surgit en un disco de 1994.

Con esta temática tan lúgubre, con razón aparece en infinidad de películas de terror. El usuario de YouTube Jedediah Bishop recopila en este vídeo algunos de los momentos en los que este género cinematográfico echa mano de este himno medieval. En casi todos los casos, las adaptaciones se limitan a reproducir los primeros instantes de la melodía vocal de Dies irae.

Además de en El resplandor, en la que las compositoras de música electrónica Wendy Carlos y Rachel Elkind aplicaron sintetizadores a la melodía original, aparece en varias de las entregas de la saga Viernes 13, en Satán mon amour (1971) y en El retorno de Drácula (1958), entre otros.

A pesar de tener casi 800 años, el uso de este canto medieval es tan versátil en la cultura actual que hasta aparece en canciones de hip-hop utilizadas en anuncios de zapatillas. Y la banda española de rock Mägo de Oz hizo en 2010 su propia versión.

Otras composiciones clásicas en el cine

Otras composiciones antiguas también suenan de forma recurrente en el cine. El O Fortuna, compuesta en 1936 a partir de los cantos medievales de Carmina Burana, aparece en Excalibur (1981), The Doors (1991) y Beowulf (2007).

La cabalgata de las valquirias de Wagner, además de sonar en Apocalypse Now (1979), forma parte de El nacimiento de una nación (1915) -las proyecciones de cine mudo iban a menudo acompañadas de música en vivo, cuya banda sonora se incorporaba en ediciones posteriores- y del videojuego Far Cry 3.

https://verne.elpais.com/verne/2019/09/17/articulo/1568718161_723837.html

martes, 24 de septiembre de 2019

_- ECONOMÍA. Capital e ideología, Thomas Piketty, contra la propiedad privada. El economista francés, gran teórico de la desigualdad, publica ‘Capital e ideología’, un monumental ensayo que propone “la circulación de bienes” para “superar el capitalismo”.

_-  No es la lucha de clases, ni la mano invisible del mercado, ni menos aún la historia de los grandes líderes y batallas lo que mueve el mundo, sino las ideas, según el economista francés Thomas Piketty. Y el aleph que a casi todo da sentido, la llave de la evolución de las sociedades es la propiedad privada. Quién posee qué y en nombre de qué.

Las desigualdades crecientes de ingresos y patrimonio, que Piketty diseccionó en una obra anterior, el superventas El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014), son producto de una ideología. Cada momento tiene su justificación, un argumento que lo sostiene, y transformar el mundo obliga a cambiar de ideas. “Dar un sentido a las desigualdades, y justificar la posición de los ganadores, es una cuestión de importancia vital. La desigualdad es ante todo ideológica”, escribe en Capital e ideología, recién publicado en Francia y que lanzará Deusto en castellano.

El nuevo libro es ambicioso. Empezando por las dimensiones: 1.200 páginas. Abarca siglos, desde la Edad Media hasta hoy. Se extiende por cuatro continentes. Desborda las disciplinas académicas: de la economía a la historia, de la ciencia política a la teoría de la justicia y a la literatura. Las novelas de Jane Austen, Balzac o Carlos Fuentes ofrecen tanta o más información que una batería de gráficos y tablas, unas 170, sobre la historia de la propiedad privada y su efecto en las desigualdades.

“Hoy afrontamos una lógica de acumulación sin límite y de sacralización del derecho del propietario”, dijo esta semana Piketty en un encuentro con corresponsales en la Paris School of Economics, donde codirige el Laboratorio Mundial de la Desigualdad. “Y olvidamos que los grandes éxitos del siglo XX en la reducción de las desigualdades, pero también en el crecimiento económico, se obtuvieron reequilibrando los derechos del propietario con los del asalariado, el consumidor. Se hizo circular la propiedad”.

Capital e ideología contiene tres libros en uno. El primero y más extenso —las 800 primeras páginas— es una historia detallada de lo que el autor llama los “regímenes desigualitarios” o “de desigualdad”. Comienza por el Antiguo Régimen y la desigualdad “trifuncional” de las sociedades divididas en el clero, la nobleza y el tercer estado. Si aquel sistema perduró durante siglos, fue porque una ideología lo sostenía, disfrutaba de una legitimidad: se justificaba por la necesidad de seguridad, que debía garantizar la casta guerrera, y de sentido, del que se encargaba la casta sacerdotal.

De la ideología “trifuncional”, Piketty pasa a la “sociedad de propietarios”. La Revolución Francesa de 1789 abolió los privilegios, pero no la propiedad privada, que podía incluir a los esclavos. Entre 1800 y 1914 las desigualdades se disparan y superan los niveles del Antiguo Régimen. “El argumento de la época era que, si se cuestiona el derecho de propiedad, adquirido en un marco legal, nunca sabremos dónde parar, y el caos se impondrá”, explica Piketty.

El periodo de entreguerras en el siglo XX es una transición entre el “propietarismo” desigualitario y no regulado del siglo XIX y la era socialdemócrata de la posguerra mundial. Estados Unidos y Europa adoptan entonces la fiscalidad progresiva con tipos impositivos que superaron el 80%, sistemas de protección social avanzados y el acceso a la educación. Deja paso a partir de los ochenta, con la revolución reaganiana y la caída del bloque soviético, a lo que Piketty denomina el “hipercapitalismo”. La ideología desigualitaria, lo que en este periodo, que es el nuestro, legitima el statu quo, sería la meritocracia, “la necesidad de justificar las diferencias sociales apelando a capacidades individuales”.

La “izquierda brahmán”
Aquí termina el primero de los tres libros. El segundo, que ocupa las 300 páginas siguientes, es un estudio sobre la evolución del sistema de partidos en Europa y Estados Unidos. En unos años los socialdemócratas han pasado de ser el partido de la clase trabajadora al de la élite con diplomas universitarios y han abrazado las ideologías de la desigualdad. Son los cómplices necesarios del “hipercapitalismo”, según Piketty, que acuña el término de “izquierda brahmán” (por el nombre de la casta sacerdotal hindú). Esta domina la élite política junto a la “derecha mercader” (las élites económicas y empresariales). Es un eco de la sociedad “trifuncional” del Antiguo Régimen que deja a las clases populares en la intemperie política y a la merced de los mensajes nacionalistas y racistas.

El tercer y último libro dentro de Capital e ideología es el más breve, menos de cien páginas, pero el más debatido en Francia. En este capítulo, Piketty lanza su programa de “socialismo participativo” para “superar el capitalismo y la propiedad privada”. El objetivo es convertir la propiedad en “temporal” y “organizar una circulación permanente de los bienes y la fortuna”. Defiende una integración federal de la Unión Europea. Y aboga por un impuesto sobre el patrimonio con un tipo máximo del 90% para los supermillonarios, por una cogestión de las empresas, en las que los trabajadores compartan el poder, y por una especie de herencia para toda persona de 25 años de 120.000 euros.

“El hipercapitalismo del siglo XIX, previo a 1914, se estrelló contra la competencia muy fuerte entre países, que eran potencias coloniales. De tanto acumular activos en otras partes del mundo acabaron destruyéndose mutuamente”, concluyó Piketty en la citada conversación. “Hoy no ocurrirá lo mismo. Pero lo que puede ocurrir es que este divorcio con las clases populares conduzca a una explosión de la Unión Europea y a un repliegue en las identidades nacionales”.

UN INTELECTUAL DE IZQUIERDAS, OPTIMISTA Y TOTALIZADOR

El capital en el siglo XXI, publicado en 2013 en francés, vendió más de dos millones de ejemplares y marcó en Europa y Estados Unidos el debate sobre las desigualdades. Thomas Piketty, de 48 años, es el último ejemplar del intelectual totalizador. La novedad es que ahora el intelectual ya no es un filósofo, ni un sociólogo ni un novelista, sino un economista. Y no construye sus propuestas en el aire sino que se apoya en un andamiaje sólido en el que el big data tiene un papel central. El economista Branko Milanovic llama a este método, en un artículo en Le Monde, “turbo-Annales”, en alusión a la llamada escuela de la revista Annales, corriente histórica multidisciplinar y empírica de historiadores fundada a finales de los años veinte.

Piketty no es, como tantos en el paisaje intelectual francés, un declinólogo abonado a la retórica apocalíptica. “Soy fundamentalmente optimista”, declara. Y se refiere a su nuevo libro: “Capital e ideología parte de una constatación: ha habido una mejora prodigiosa de los niveles de educación y de salud. Y termina con otra constatación optimista: hay un aprendizaje de la justicia en la historia. Hay fases de regresión terrible, pero creo en una historia de progreso: no solo técnico, sino humano, por medio de la educación y la sanidad, y con una organización social que sea más igualitaria en el sentido de que permita acceder a la educación, a la cultura, a la riqueza”. Si un rasgo de la izquierda fue la fe en el progreso humano, Piketty la conserva.

https://elpais.com/cultura/2019/09/21/actualidad/1569078725_248388.html





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lunes, 23 de septiembre de 2019

Repetimos

Cartas a la Directora

¿Saben qué me imagino últimamente? Que Sánchez, Rivera, Iglesias y Casado me siguen por el colegio electoral hasta que cojo la papeleta y, espiando por encima de mi hombro, tres de ellos me susurran: “Chaval, ya te has vuelto a equivocar. ¿Es que no has aprendido nada?”. Me parece que da igual una papeleta que otra. Corten, esta toma se repite, las veces que haga falta.

Mario Vargas González. Cornellá de Llobregat (Barcelona)

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/09/21/opinion/1569081873_603306.html

Junto a la opinión de los empresarios, esa carta deja las cosas muy claras, la maniobra y el teatro es evidente. El que no lo quiera ver, que no lo vea.
La tarea de todos los medios ahora es ocultar la maniobra y culpar de todo a Podemos y Pablo Iglesias.

El Objetivo es tener un gobierno de derechas, aunque se le llame moderado, y hacer entrar en razón a los electores para que vuelvan a votar a los dos partidos, el bipartidismo de toda la vida en occidente. No hay peor ciego que el que no quiere ver...

La economía española crece muy por encima de la media Europea. El País de los Negocios.domingo 22 de septiembre., pág., 2

El Circulo de Empresarios prefería elecciones antes que un pacto con Podemos. El País de los Negocios.domingo 22 de septiembre., pág., 3

A Mario Bunge, en su centenario. Trabajador infatigable y diligente, la carrera profesional y personal de tan prolífico intelectual no ha sido fácil.

Mario Bunge, profesor emérito en la prestigiosa universidad McGill de Montreal, en Canadá, cumple 100 años este sábado. Motivos para celebrarlo son su tan extensa como excelente obra profesional y científica y también, y no es menos, su elocuente y humanitaria personalidad.

Mario Bunge es autor de más de un centenar de libros y medio millar de publicaciones sobre física teórica, matemática aplicada, teoría de sistemas, fundamentos de física, de sociología y de psicología, filosofía de la ciencia, filosofía de la tecnología, semántica, epistemología, ontología, teoría del valor y ética, además de un sin número de ensayos diversos y artículos periodísticos sobre temas de la actualidad.

Entre sus muchas grandes obras figuran los ocho volúmenes de su Tratado de filosofía básica, publicados originalmente en Reidel entre los años 1974 y 1989, los dos volúmenes de La investigación científica, publicados por Springer en 1967 y, de especial importancia para quien esto escribe, El problema mente-cuerpo,

A Mario Bunge, en su centenario

publicado por Pergamon Press en 1980. Todas esas obras fueron publicadas originalmente en inglés y traducidas después a otras lenguas.

Trabajador infatigable y diligente, en su retiro canadiense Mario Bunge sigue ocupándose actualmente de temas de ciencia, filosofía política y filosofía y sociedad. Pero, hasta llegar a este centenario, la carrera profesional y personal de tan prolífico intelectual no ha sido fácil. Mario Bunge nació en Buenos Aires, en 1919, el mismo año que Eva Perón (Evita). Su padre, el médico y diputado socialista Augusto Bunge, se doctoró con una tesis sobre la tuberculosis como enfermedad de pobres, un espíritu de higienista social que, sin duda, influyó decisivamente en la mentalidad y el talante de su hijo Mario.

El filósofo y profesor argentino Mario Bunge, fotografiado en Madrid

El filósofo y profesor argentino Mario Bunge, fotografiado en Madrid SAMUEL SÁNCHEZ

Se doctoró en ciencias físico-matemáticas en la Universidad Nacional de la Plata, en 1952, bajo la tutela del físico nuclear Guido Beck. Fue catedrático de Física Teórica y de Filosofía en las universidades de Buenos Aires y la Plata, pero, más tarde, insatisfecho con el clima político derivado del peronismo y la imposibilidad de realizar un trabajo intelectual riguroso, se vio obligado a abandonar su país.

A diferencia del prolífico y famoso novelista argentino Abel Posse, relator de la supuesta faz noble del peronismo en La pasión según Eva (1994), Mario Bunge nunca creyó que el peronismo sintiese pasión por la justicia social. En su opinión, lo que el peronismo hizo fue utilizar la caridad, que no la justicia, de manera políticamente interesada. A Mario, como a otros muchos, lo echaron de la universidad por sus ideas progresistas cuando se negó a afiliarse al partido y solicitaba mensualmente por escrito que no le descontasen la contribución “obligatoriamente voluntaria” a la fundación de Eva Perón. Profesores mediocres y servidores del régimen sustituyeron a tales rebeldes con causa. Los opositores al régimen, como él, eran marginados, humillados y amenazados diariamente, al tiempo que el pueblo argentino era engañado y esquilmado.

Tiempos difíciles, de hambre y de protesta social que el profesor Bunge gusta expresar parafraseando ese atrevido argot porteño, el lunfardo, que popularizó Enrique Santos Discépolo en aquel tango inmortal:

Cuando rajés los tamangos buscando ese mango que te haga morfar... la indiferencia del mundo -que es sordo y es mudo- recién sentirás.
Verás que todo es mentira, verás que nada es amor, que al mundo nada le importa... ¡Yira!... ¡Yira!...

Y cuando se oye la queja del bandoneón, dentro del pecho el corazón pide soltar rienda. Dolido, pero insensible al desánimo y con fortaleza e ilusión, Mario dejó su querida Argentina y “yiró” también enseñando y trabajando en diferentes universidades americanas y europeas: Texas, Delaware, Temple, Pensilvania, la UNAM de México, Montevideo, Ginebra, Zúrich, Friburgo y otras muchas. Desde 1966 ocupa la cátedra Frothingham de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill de Montreal, una de las más prestigiosas del mundo.

En su retiro canadiense Mario Bunge sigue ocupándose actualmente de temas de ciencia, filosofía política y filosofía y sociedad

No podemos describir con detalle en esta breve presentación el extenso currículo del profesor Bunge, que incluye fundaciones editoriales, estancias, conferencias, nombramientos honoris causa y otros premios académicos y científicos, pero déjenme decirles que en 1938, con menos de 20 años, fue fundador y dirigente de la Universidad Obrera Argentina, que llegó a tener más de 3.000 estudiantes antes de ser clausurada por el peronismo en 1943, y que, entre otras muchas distinciones, en 1982 recibió, en España, el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y Comunicación.

Tampoco podemos reunir aquí todos los contenidos de la obra intelectual de Mario Bunge, pero sí destacar un principio que, al igual que en los filósofos clásicos, como Platón o Aristóteles, guía su pensamiento. Es su convicción de que la única manera de tratar en profundidad un tema es ubicándolo en algún sistema en lugar de tratarlo aisladamente, entre otras cosas porque los sistemas tienen propiedades emergentes de las que carecen sus constituyentes. Un ejemplo sublime es la mente humana, resultado de las 1014 interconexiones entre las neuronas del cerebro, aunque ninguna de ellas, por sí sola, es capaz de pensar. Otro ejemplo son las sociedades, compuestas, asimismo, de múltiples e interrelacionados elementos.

Hay que señalar también que, aunque la gran capacidad de observación, agudeza intelectual y dominio de lenguas de Mario Bunge (español, alemán, inglés, francés…) le han permitido enfrentarse con dureza a corrientes filosóficas o ideológicas como el existencialismo, el posmodernismo o el psicoanálisis, a la vez que crítico y contundente, ha sido también admirador y generoso respecto a sus colegas y compañeros. Un ejemplo lo tenemos en su relación con Karl Popper, a quien conoció en Venecia a finales del verano de 1958 y con quien mantuvo una nutrida correspondencia y amistad durante al menos un cuarto de siglo. Bunge admira la excepcional inteligencia del filósofo vienés, pero criticó, entre otras cosas, su formación en metodología científica y sus incursiones en la metafísica, particularmente la separación que Popper hizo entre el mundo físico y el mental.

Pocos saben, no obstante, que Bunge fue un importante catalizador de la fama universal de Popper. Cuando a principios de los años sesenta este era prácticamente un desconocido fuera de Gran Bretaña, Bunge, compasivo y temiendo que la aparente mala salud de Popper no le permitiera llegar a ser reconocido, promovió un volumen, The Critical Approach, de homenaje para su 65º aniversario, en el que participaron destacados intelectuales de diversas especialidades y países. Fue publicado en Nueva York en 1964 y a partir de entonces la fama de Popper creció exponencialmente.

A Mario Bunge, en su centenario
La humanidad del profesor Bunge se refleja no sólo en su ideología social, en la dimensión moral de su pensamiento y en sus reivindicaciones de la justicia, la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, la democracia económica y la racionalidad, sino también en situaciones especiales de su vida académica, como cuando se culpabilizó a sí mismo, públicamente, por creer que había sido poco solidario con la doctora Justine Sergent, una competente, laboriosa, bien parecida y posiblemente envidiada, neuropsicóloga del famoso Instituto Neurológico de Montreal, que acabó suicidándose a los 42 años, al igual que su marido, al no ser capaz de resistir la humillación y la presión social que tuvo que afrontar tras ser acusada de haber violado el código deontológico de su profesión.

Pero quizá el mejor exponente de la condición humana de Mario Bunge es su gran e internacional familia. Está casado con la matemática italiana Marta Cavallo y tiene 4 hijos, todos ellos profesores universitarios, 10 nietos y otros tantos biznietos. El profesor Bunge ha sentido siempre un gran cariño por nuestro país, por España, y Cataluña ha sido su lugar de vacaciones y el de su familia en más de una ocasión.

Penetrando en casi todos los campos del conocimiento, Mario Bunge nos ha enseñado a razonar y establecer criterios sobre la naturaleza de las cosas, incluida nuestra propia mente y nuestro comportamiento, a aproximarnos al conocimiento objetivo y fértil, huyendo de las pseudociencias y otras visiones estériles. De él hemos aprendido que la adopción universal de una actitud científica puede hacernos más sabios y más cautos en la recepción de información, en la admisión de creencias y en la formulación de previsiones; más exigentes en la contrastación de nuestras opiniones y más tolerantes con las de los otros; más dispuestos a inquirir libremente acerca de nuestras posibilidades y a eliminar mitos consagrados que solo son mitos.

El sabio profesor nos dice que la adopción de una actitud científica robustecería nuestra confianza en la experiencia guiada por la razón y nuestra confianza en la razón contrastada por la experiencia; nos estimularía a planear y controlar mejor la acción, a seleccionar nuestros fines y a buscar normas de conducta coherentes con esos fines y con el conocimiento disponible, en vez de dominadas por el hábito y la autoridad; la actitud científica, afirma Bunge, daría más vida al amor a la verdad, a la disposición a reconocer el propio error, a buscar la perfección y a comprender la imperfección inevitable; nos daría una visión del mundo eternamente joven, basada en teorías contrastadas, en vez de estarlo en la tradición, que rehúye tenazmente todo contraste con los hechos. La filosofía de Mario Bunge nos anima a sostener una visión realista de la vida humana, una visión equilibrada, ni optimista ni pesimista.

¡Feliz centenario, querido profesor!

Ignacio Morgado Bernal es catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias y la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona