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viernes, 5 de marzo de 2021

_- España devolverá a Polonia un díptico expoliado por los nazis

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La Abogacía del Estado tiene que decidir si entrega la réplica de una ‘Dolorosa’ y un ‘Ecce Homo’ del pintor flamenco Dierik Bouts, que se exhiben en el Museo de Pontevedra, a Varsovia o a la familia saqueada en la II Guerra Mundial

El Museo de Pontevedra inauguró el viernes una exposición muy especial: supone la despedida de la réplica de un díptico del pintor flamenco Dieric Bouts, que regresará a Polonia 80 años después de haber sido expoliado por el ejército nazi. Hace un año, en pleno confinamiento, el centro gallego recibió una carta del Gobierno polaco con una reclamamación de dos cuadros —un Ecce Homo y una Dolorosa— que habían sido parte de la muestra permanente y ahora estaban en una sala de reserva. La Abogacía del Estado deberá determinar el nuevo hogar de la obra, ya que ha sido también reclamada por los descendientes de la propietaria original, la princesa polaca Izabella Czartoryska-Działyńska. Por el momento, debido a las restricciones sanitarias de Galicia, las piezas podrán ser visitadas solo por el público de Pontevedra, que podrá recibir información sobre el expolio a través de un código QR.

La recuperación del díptico —pintado en uno de los talleres de imitadores de Bouts en el siglo XVIII— ha sido todo un desafío. Desde Polonia, distintos expertos unieron fuerzas para localizarlo tras un exhaustivo proceso de verificación, que incluye el cruce de referencias en publicaciones y la revisión de bases de datos. En Pontevedra, la experta en arte flamenco Ana Diéguez Rodríguez elaboró un informe para determinar cómo habían llegado las dos piezas al museo. Los cuadros salieron de Varsovia en 1944 y reaparecieron en 1973 en el mercado del arte de Madrid. El museo adquirió las obras dentro de la colección de José Fernández López, en 1994. No se sabe si el coleccionista las compró en la capital ni cómo entraron a España.

Lo que les pasó en Polonia resulta más claro. A principios del siglo XIX, la princesa Czartoryska-Działyńska convirtió el castillo de Gołuchów, en el centro-oeste del país, en un museo. Apasionada del arte desde la infancia, allí exhibía piezas antiguas de gran valor histórico que obtenía gracias a su red de contactos. La actual encargada de esa residencia, Paulina Vogt, señala que el díptico —cuya fecha de entrada en la colección no está clara— no se encontraba entre los objetos disponibles para el público, sino en un espacio privado en la primera planta. Hoy se exhiben ahí dos antiguas copias de los cuadros. Según Vogt, esto demuestra que el díptico tenía un significado especial. Aunque los gobiernos no han confirmado la fecha de devolución de las piezas, ni su próximo paradero, la galerista señala que lo ideal sería que regresaran al castillo: “La documentación que tenemos corrobora que pertenecieron a este lugar”.

Los últimos herederos legítimos de los cuadros fueron el hijo de Czartoryska, Augustyn Józef, y su esposa, la princesa española María Dolores Borbón-Dos Sicilias, quienes los ocultaron en una de las paredes del palacio, pero acabaron detenidos por la Gestapo y después trasladados a Sevilla por intercesión de Franco. En 1944, el díptico fue definitivamente sacado de Varsovia y llevado al castillo austriaco de Fischhorn. Vogt señala que ya en 1939 los alemanes eran conscientes del enorme valor de la colección de arte antiguo de la familia: “Muchas de las obras robadas de Gołuchów acabaron en el comercio de arte de Berlín y algunas aparecieron en manos privadas. Algo parecido pudo haber pasado con el díptico”, añade.

Las copias del díptico expoliado en el lugar original en la primera planta del Castillo de Gołuchów ROMAN URBANIAK El autor del libro El expolio nazi (2020), Miguel Martorell, explica por teléfono que los dos cuadros son un ejemplo de las obras clásicas apreciadas por los nazis. Eran un recurso económico en la Alemania derrotada y con la moneda devaluada. Además, su pequeño tamaño facilitaba el traslado. Martorell comenta que se desconoce cuantos objetos han entrado en España, pero asegura que un buen número respondía al perfil del díptico. El experto también señala la política racial del Tercer Reich, que consistía en despojar de sus posesiones a los países que consideraban inferiores: “En Europa occidental se respetaron las colecciones estatales, de la Iglesia y privadas. En países como Polonia ocurre justo lo contrario”. El Ministerio de Cultura polaco estima que en ese periodo los alemanes rapiñaron 500.000 piezas en todo el país.

Recuperar una obra muy replicada
Restaurar un expolio es siempre difícil. La cuestión del origen y de quién fue el verdadero propietario del objeto es una de las principales barreras para los que solicitan su devolución. Además, el carácter transfronterizo del robo dificulta el procedimiento porque la jurisdicción en este ámbito y el tipo de pruebas a presentar varían según el país. Sin embargo, ese no fue el mayor problema en este caso. En un correo electrónico, fuentes del Ministerio de Cultura polaco valoran la colaboración con España. Martorell resalta la buena voluntad con la que ha actuado el museo pontevedrés, ya que, apunta, otros son más reacios. Este es el caso del Museo Thyssen, que ha ganado un pleito contra el nieto de una pareja judía a la que se le arrebató un cuadro de Camille Pissaro. El vicepresidente de la Diputación de Pontevedra, César Mosquera, recalca que “es una alegría colaborar para reparar el expolio nazi”.

En este caso, el mayor desafío fue determinar que las obras eran las mismas. El díptico es una de las piezas con más réplicas conocidas, según Diéguez Rodríguez: “Era muy difícil saber si se trataba de los mismos, cuando existen más de 200 copias”, cuenta. La experta insiste en que no se sabía que las piezas que circularon por el mercado de arte español formaban parte de un expolio. Por eso, la adquisición se realizó dentro de la normalidad en este tipo de transacciones. En esto coincide la historiadora de arte de la Universidad de Wrocław Agnieszka Patała. Según ella, el estudio del díptico de Bouts ha precisado de un rigor especial por la cantidad de piezas parecidas.

Patała explica que la pieza es un ejemplo de las “obras de lujo” al óleo, producidas por la escuela flamenca, y defiende su absoluta calidad: “Los pintores neerlandeses de la Edad Media dominaban su oficio, eran perfectos técnica y artísticamente”. Patała añade que el alto nivel de este tipo de obras cautivó a la nobleza e impulsó su producción a gran escala. La mejor forma de ocultar algo es a plena vista y, sin saberlo, el ejército nazi hizo exactamente eso con la réplica del díptico de Bouts.

lunes, 22 de febrero de 2021

Polonia estrecha el cerco contra los historiadores del Holocausto


La condena contra dos investigadores y el interrogatorio a una periodista desatan las protestas de organizaciones internacionales que investigan la Segunda Guerra Mundial

La historia de la  Segunda Guerra Mundial en Polonia, sobre todo de la persecución de los judíos por parte de sus vecinos católicos, sigue arrojando numerosos espacios de sombra dado que se trata de un campo de investigación reciente, en el que solo se ha podido avanzar con amplio acceso a testigos y documentos después de la caída del régimen comunista en 1989. Sin embargo, el Gobierno ultranacionalista polaco de Ley y Justicia (PiS), en el poder desde 2015, ha lanzado una ofensiva legislativa contra la investigación independiente que se ha traducido en una primera  condena contra dos historiadores, conocida este martes, y el interrogatorio a una periodista por parte de la policía.

Dos investigadores respetados internacionalmente, Jan Grabowski, profesor de la Universidad de Ottawa y premio Yad Vashem por sus trabajos sobre la Shoah, y Barbara Engelking, directora del Centro Polaco de Investigación del Holocausto, fueron condenados este martes a rectificar un párrafo de un ensayo de 1.600 páginas titulado Noche sin fin: el destino de los judíos en la Polonia ocupada. Deberán rectificar y disculparse, aunque no pagar la multa de 22.000 euros que pedía la demandante. Sin embargo, Grabowski considera que la sentencia causa un daño enorme a la investigación del Holocausto.

En el libro, sostienen que el alcalde del pueblo de Malinowo, en el noroeste de Polonia, Edward Malinowski, robó a una mujer judía a la que rescató y entregó a los ocupantes nazis a judíos escondidos en un bosque. Los investigadores fueron denunciados por la sobrina de 80 años del alcalde, Filomena Leszczynska, que contó con el apoyo de organismos cercanos a Ley y Justicia, como la Liga Polaca contra la Difamación y el Instituto Nacional de la Memoria. El Gobierno ha declarado que no tiene nada que ver con el juicio, que se apoya sin embargo en una ley de 2018 promovida desde el Ejecutivo que condena los “insultos públicos a la nación polaca” y que fue rebajada después de las protestas internacionales y de un conflicto diplomático con Israel.

Por otro lado, la periodista  Katarzyna Markusz, colaboradora en la web jewish.pl y que escribe para la Jewish Telegraphic Agency, fue interrogada por la policía el jueves de la semana pasada por orden del fiscal de un distrito de Varsovia. Según relataba este miércoles por correo electrónico la propia Markusz, se la acusa de insultos contra la nación polaca por haber escrito esta pregunta en un artículo para la publicación Krytyka Polityczna: “¿Viviremos para ver el día en que las autoridades polacas admitan que entre los polacos, en general, no había simpatía por los judíos y que la participación polaca en el Holocausto es un hecho histórico?”.

“Cuando me preguntó la policía si había querido insultar a la nación polaca, aseguré que este artículo no pretende insultar a nadie”, relata Markusz, de 39 años. “Hubo polacos que traicionaron a los judíos y otros que les hicieron daño. Son hechos históricos. Es como si los alemanes se enfureciesen porque alguien escribe que invadieron Polonia el 1 de septiembre de 1939. Puedo decir que estoy orgullosa de que se me acuse conforme al mismo apartado (art. 133 pt. 1 del Código Penal) que al profesor Jan Tomasz Gross”.

La periodista se refiere al primer caso sonado de la ofensiva ultranacionalista contra la investigación histórica en Polonia: Jan T. Gross publicó en un 2001 un libro que tuvo una enorme repercusión, Vecinos, en el que relataba el pogromo de Jedwabne, en 1941, atribuido durante décadas a los nazis, pero que Gross demostró que fue perpetrado por sus vecinos católicos. Desde entonces, la bibliografía sobre las persecuciones de judíos por parte de polacos ha aumentado considerablemente e incluso es el tema de fondo del filme Ida, de Pawel Pawlikowski, que ganó el Óscar a la Mejor Película Extranjera y que fue repudiado por el Gobierno.

Pocas horas después del veredicto, Grabowski expresaba por teléfono desde Varsovia, donde se encuentra actualmente, que “la sentencia supone un problema muy grave para todos los historiadores del Holocausto en Polonia, pero también en el extranjero”. No quiso extenderse mucho en sus respuestas, porque su abogado pretende recurrir la sentencia, aunque señaló que “se trata de un asunto que nunca debería haber llegado a un tribunal porque no son los tribunales los que deben establecer lo que es cierto o no en términos históricos”.

Numerosos centros de investigación del Holocausto –el Yad Vashem de Jerusalén, el Centro Simon Wiesenthal, la Fundación por la Memoria de la Shoah de París, la Asociación de Estudios Eslavos y de Europa del Este, la Asociación Histórica Americana, la Asociación de Estudios Polacos con sede en París, además de la comunidad judía de Varsovia– mostraron su apoyo público a los historiadores antes de la sentencia y consideran, en palabras de la Fundación por la Memoria de la Shoah, que el proceso “representa una caza de brujas” que “tendrá un efecto pernicioso sobre el corazón mismo de la investigación histórica”. La investigadora estadounidense Deborah E. Lipstadt, experta en el negacionismo del Holocausto, escribió en su cuenta de Twitter: “Polonia se dedica a negar el Holocausto de forma suave. No niega el genocidio. Solo reescribe el papel de algunos polacos en él... y castiga a los historiadores que dicen la verdad”.

El Yad Vashem, que además de museo del Holocausto es uno de los grandes centros de estudio de la Shoah en el mundo, emitió este jueves un comunicado en el que mostraba su “profunda preocupación” por el veredicto. “La investigación histórica debe reflejar la compleja realidad de un periodo determinado, basándose en el análisis escrupuloso de la documentación existente, como se ha hecho en este riguroso libro de los dos investigadores. Como toda investigación, este volumen sobre el destino de los judíos durante el Holocausto forma parte de un debate en curso y, como tal, está sujeto a críticas en el ámbito académico, pero no en los tribunales. La documentación existente, junto con muchas décadas de investigación histórica, demuestra que bajo la draconiana ocupación alemana nazi de Polonia y, a pesar del sufrimiento generalizado del pueblo polaco bajo esa ocupación, hubo polacos que participaron activamente en la persecución de los judíos y en su asesinato”.

Sostiene Katarzyna Markusz: “Es evidente que el Gobierno polaco quiere silenciar a los historiadores y periodistas que pretenden escribir la verdad sobre el Holocausto: hubo polacos que atacaron a los judíos durante la guerra. Es un hecho. ¿Por qué se nos persigue por decir esto?”. Grabowski, de 57 años, señala por su parte: “Esta sentencia representa un jarro de agua fría sobre lo que los estudiantes polacos y los historiadores pueden hacer. Estoy muy preocupado y soy muy pesimista”.

Víctimas y verdugos
Polonia fue uno de los países que más sufrió durante la larga noche del terror nazi. Ocupada desde el principio del conflicto por nazis y soviéticos, seis millones de polacos fueron asesinados por el Tercer Reich, entre ellos tres millones de judíos. La Alemania nazi instaló en su territorio seis campos de exterminio, en cuyo funcionamiento los polacos no tuvieron nada que ver. Es más, fueron víctimas en ellos: Auschwitz, por ejemplo, se abrió como un campo de concentración destinado primero a polacos y prisioneros soviéticos. Tampoco hubo un Gobierno colaboracionista y la resistencia fue constante. Polonia es, además, el país del mundo que tiene más Justos entre las Naciones reconocidos por el Yad Vashem:  7.112 personas que se jugaron la vida, o la perdieron, ayudando a judíos. Se trata de hechos que forman parte del consenso sobre la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, sobre todo a partir de 1989 con el final de la dictadura comunista, también es un hecho reconocido por todos los expertos en la Shoah que ciudadanos polacos asesinaron, robaron, chantajearon, denunciaron y persiguieron a judíos durante y después del conflicto y que además colaboraron con los nazis en su asesinato —no en los campos de exterminio, pero sí en pogromos, guetos y fusilamientos—. Lo prueban miles de documentos y testimonios. Grabowski cree que la cifra que proporcionó en un libro anterior de 200.000 judíos asesinados por polacos es conservadora. Se trata de un hecho investigado por historiadores como Havi Dreifuss,  Anna Bikont,Anna Bikont, Engelking, Gross o el propio Grabowski, que además aparece en numerosos ensayos clásicos sobre el Holocausto de autores como Timothy Snyder, Keith Lowe, Raul Hilber o Tony Judt. Nadie en el mundo académico lo duda. Sin embargo, en la Polonia del siglo XXI se puede ser juzgado o interrogado por la policía por afirmarlo.

https://elpais.com/internacional/2021-02-10/polonia-estrecha-el-cerco-contra-los-historiadores-del-holocausto.html

jueves, 13 de agosto de 2020

Polonia, Noruega, Shoah. Dos libros abordan la experiencia del Holocausto desde el punto de vista de los descendientes de sus víctimas.

ANNA CABALLÉ 18 JUL 2020 -

Asalto al gueto de Varsovia por tropas nazis en 1943.
 Asalto al gueto de Varsovia por tropas nazis en 1943. ROGER VIOLLET GETTY IMAGES

Hay hechos que, literariamente, vuelven una y otra vez a nosotros, lectores, ofreciendo nuevas dimensiones o perspectivas del drama que en su día representaron. Dos libros, El gueto interior, del argentino Santiago H. Amigorena, y El libro de los nombres, del noruego Simon Stranger, proponen un acercamiento a la persecución judía llevada a cabo por el nazismo, enfrentándonos a la terrible e inhumana experiencia del Holocausto desde el punto de vista no de sus víctimas directas, sino de los descendientes de las víctimas. De modo que el horror de aquellos años sombríos nos llega a través de quienes no lo sufrieron materialmente, pero todo lo ocurrido sí les afectó y afectó su futuro, como los círculos concéntricos que se forman en el agua al recibir el impacto de una piedra en su superficie.

Las propuestas literarias de las que parten ambos textos son muy distintas, pero curiosamente coinciden en centrarse en un periodo breve de tiempo, entre 1942 y 1943, cuando arreció la persecución antisemita, convirtiéndola ya en masacre. Vayamos con El gueto interior, novela publicada originalmente en francés y traducida por Martín Caparrós, escritor sobradamente conocido y admirado en España, y primo carnal de Amigorena, pues autor y traductor comparten la filiación familiar con el protagonista del libro, Vicente o Wincenty Rosenberg, abuelo de ambos. El título no puede ser más acertado: Amigorena hinca su narración en el efecto emocional que causa en aquél saber que su madre, Gustawa Goldwag, permanece en Varsovia, confinada, después de la ocupación de Polonia por los nazis en 1939.

El gueto de Varsovia, el más grande de Europa, quedó establecido en octubre de 1940, un año después de la ocupación del país por parte del Ejército alemán, y su situación degeneró rápidamente. De 400.000 judíos hacinados en él en un principio sobrevivieron 50.000, que en su mayoría fueron conducidos al campo de exterminio de Treblinka cuando se adoptó la llamada “solución final”. Las cartas (reales) de Gustawa a su hijo, instalado en Buenos Aires desde 1928, escasean progresivamente hasta llegar la última, donde la madre expresa de forma muy contenida el sufrimiento y la escasez que se vive en el gueto. Después llega el silencio. Y con el abrumador silencio materno sobreviene el bloqueo impotente y culpable del hijo, quien se siente responsable en cierto modo de no haberse preocupado lo suficiente por su madre, absorto, lógicamente, en hacerse con una nueva vida en un nuevo país de acogida. Ante la llamada de socorro de la madre en su última misiva, aquella ilusión de la llegada, de la formación de una familia propia, del amor que Rosenberg siente por su mujer…, todo ello irá oscureciéndose ante una realidad que se impone en la conciencia frente a cualquier lógica. Así se alza en el espíritu de Vicente Rosenberg un muro infranqueable de silencio y soledad, prolongación sutil del muro polaco, y que acompañará al personaje hasta su muerte.

Frente a El gueto interior, sondeando las entrañas de una interioridad devastada por el absurdo de que alguien por el mero hecho de ser judío, y nada más que judío, merezca la muerte, leemos El libro de los nombres, una obra más ambiciosa como novela y concebida en forma de diccionario donde a medida que avanzan las letras del alfabeto el narrador desgrana fragmentos de otra historia familiar. En este caso se trata de la persecución sufrida por los abuelos de la esposa del autor, Simon Stranger, y, en paralelo, la historia de uno de sus verdugos, el colaboracionista noruego Henry Rinnan, reclutado por la Gestapo para infiltrarse en la Resistencia en 1940 y que acabaría teniendo sus propias iniciativas a la hora de perseguir a los conciudadanos que mostraban la menor disidencia con el régimen invasor. Al terminar la guerra se le acusaría de crímenes monstruosos y se le ejecutaría en 1947. El punto de convergencia entre ambas situaciones narrativas la proporciona una casa, espacio de tortura y fusilamientos en la época de Rinnan y habitada por la familia Komissar al terminar la guerra. ¿Es posible olvidarse de lo que sucedió entre aquellas paredes? La joven pareja que se instala reacciona de muy distinta manera ante una información que pesa como una piedra atada al cuello.

Stranger hace un excelente trabajo al profundizar en las raíces de la conducta del agente de la Gestapo, tratándola en función de una cierta realidad social que lo empujaría a la abyección. Un hecho aparentemente nimio, su baja estatura para ser noruego, lo convierte en un joven retraído, silencioso, acostumbrado al menosprecio de sus compañeros de clase simplemente porque es bajo. En su interior, sin embargo, las cosas funcionan de otro modo y va creciendo un superhéroe capaz de transformar las humillaciones recibidas en heroicidades y desplantes. El nazismo pondrá en las manos de Rinnan el mayor instrumento de venganza, la impunidad: si él sufrió por ser bajo, los judíos sufrirán por ser judíos y los enemigos del nazismo —­aceptado por Rinnan como medida de unidad del mundo por el hecho de verse reconocido por él— sufrirán por su disidencia. Todo ello sin piedad, como parte del nuevo orden impuesto por una absurda supremacía. Pero no todo es maldad. La esperanza en el ser humano nos la proporciona Stranger a través del propietario de una pequeña empresa de camiones, Carl Fredriksen, quien se jugará la vida transportando judíos amenazados de muerte hasta la frontera sueca, poniéndolos así a salvo.

Ni Amigorena ni Stranger nos explican las conductas de sus personajes a través de una sola realidad, sino de forma caleidoscópica, del mismo modo que las consecuencias de nuestros actos son tupidas y van mucho más lejos de lo que suponemos: eso debería ser siempre un motivo de reflexión. En todo caso, hay un deseo de claridad, de ahondar en la verdad psicológica de dos historias familiares cruzadas por la irracionalidad y las turbias pasiones que se apoderaron del mundo en el siglo XX. De todo ello se salió adelante con mucho silencio a cuestas. Esa exigencia de claridad que se imponen los narradores frente al pasado les permitirá remontar el río del tiempo acercando la vida a su realidad más desnuda.

https://elpais.com/cultura/2020/07/16/babelia/1594916837_273570.html?rel=lom

lunes, 27 de enero de 2020

El historiador que cambió la forma de comprender el Holocausto. Se publican en castellano por primera vez las memorias de Raul Hilberg, un investigador esencial para estudiar la Shoah

Madrid 15 ENE 2020 -
Judíos húngaros llegan al campo de exterminio nazi de Auschwitz, en una imagen tomada por las SS en mayo de 1944.

En una carta a su maestro, Hannah Arendt, la autora de Eichmann en Jerusalén, afirmó: “Nadie podrá ya escribir sobre estas cuestiones sin recurrir a él”. Se refería a Raul Hilberg (1926-2007) y a su obra cumbre, La destrucción de los judíos europeos, un ensayo que aportó una nueva visión del Holocausto y en el que este profesor de la Universidad de Vermont (EE UU) estuvo trabajando toda su vida. Su tesis es que para comprender la Shoah es necesario estudiar los mecanismos burocráticos del exterminio, que se debe contar la historia desde el punto de vista de los verdugos y de la administración. Sin embargo, sus ideas no siempre fueron fáciles de asimilar y, pese a que la primera edición data de 1961, no fue publicado en Israel hasta 2012. Se trata de un libro tan insoslayable como incómodo.

Su autobiografía, Memorias de un historiador del Holocausto, que ha publicado recientemente la editorial Arpa en traducción de Àlex Guàrdia Berdiell, permite comprender cómo se gestó su obra magna y las polémicas que provocó un libro que transformó la comprensión del Holocausto. De hecho, nada más leer la primera versión del estudio, que entonces era su tesis doctoral, su tutor le dijo sobre un fragmento concreto: “Esto es muy difícil de digerir. Quítalo”. Cuando Hilberg se negó, su profesor le replicó: “Será tu funeral”. La idea que defendía este historiador, un judío vienés cuya familia huyó por los pelos del nazismo siendo él un niño, era, como explica en sus memorias, “que, administrativamente, los alemanes habían necesitado que los judíos siguieran sus órdenes, que estos habían cooperado en su propia destrucción”.

Aunque muchas de las ideas de Hilberg han entrado a formar parte del acervo sobre el Holocausto, y ya son admitidas por todos los historiadores como parte esencial del conocimiento sobre los crímenes nazis, su teoría de la cooperación de las víctimas, sobre todo a través de los Consejos Judíos, sigue siendo todavía objeto de debate. Cuando se publicó su libro en Israel, en 2012 por parte del Museo del Holocausto, el Yad Vashem, David B. Green escribió en el diario Haaretz: “La aproximación de Hilberg le trajo muy pocos amigos. Su creencia en la responsabilidad colectiva de los alemanes no le hizo muy popular entre los historiadores de Alemania Occidental y su insistencia en que los judíos hicieron muy poco para defenderse y la cooperación de los Consejos Judíos, los Judenräte, que facilitaron el trabajo de los nazis —incluso si pensaban que salvaban vidas—, le convirtieron en un personaje que no era bienvenido ni en Israel ni en los círculos de la diáspora”.

Raul Hilberg, fotografiado en Madrid en 2005.
Raul Hilberg, fotografiado en Madrid en 2005. ULY MARTÍN

Sus memorias reflejan esa lucha contra el mundo, pero también el apoyo que recibió por parte de personalidades como Hugh Trevor-Roper, el historiador británico que escribió el primer libro sobre los últimos días de Hitler con información que obtuvo cuando era agente de inteligencia militar británica en Berlín, y de Claude Lanzmann, el director del monumental documental Shoah. Hilberg es el único historiador que aparece en el filme, muy influido por sus investigaciones. La importancia de los trenes en la película está tomada de La destrucción de los judíos europeos (existe una edición castellana, en Akal, de 1.500 páginas y en traducción de Cristina Piña Aldao).

“El conocimiento de los trenes ha afectado a mi trabajo”, escribe en sus memorias para explicar el principio de su relación con el director francés. “Alemania no solo aprovechó el ferrocarril para mover suministros y tropas, sino también para la llamada Solución Final, que implicaba transportar judíos desde todos los rincones de Europa hasta campos de exterminio y áreas de fusilamiento. El aparato ferroviario no solo era gigantesco; los procedimientos administrativos eran casi incomprensibles. Fui de archivo en archivo estudiando los trenes especiales. Nada más acabar el análisis, Claude Lanzmann me vino a ver a Vermont para comentar la posibilidad de grabar una gran película sobre la catástrofe judía. Me mostró un documento sobre trenes que había encontrado y lo cogí con ímpetu para explicarle los jeroglíficos que lo cifraban. Me dijo que tenía que grabarlo sí o sí, de modo que repetí el desglose ante la cámara”. Lanzmann, un hombre muy poco dado a los elogios, escribió a su vez sobre la obra de Hilberg: “Un faro, un rompeolas, un barco de la historia anclado en el tiempo y en un sentido más allá del tiempo, imperecedero, inolvidable, con el que nada en el curso de la producción histórica ordinaria puede compararse”.

Relación con Hannah Arendt
Sin embargo, con quien Hilberg mantuvo una relación más compleja —por decirlo sin cargar las tintas— fue con la filósofa Hannah Arendt, a quien dedica unos cuantos dardos porque redactó un informe contrario a la publicación de su obra, pese a que luego reprodujo sus tesis en Eichmann en Jerusalén (un ensayo del que acaba de salir una nueva edición en Lumen en traducción de Carlos Ribalta). La idea de Arendt de la “banalidad del mal” no es ajena a la tesis que el historiador trazó a lo largo de décadas de trabajo, estudiando minuciosamente documentos: que la máquina de la burocracia nazi convirtió a todos en responsables, y a la vez a ninguno, que la culpa quedó enterrada bajo toneladas de documentos solo aparentemente banales, aunque al final se encontraban las cámaras de gas y el exterminio de seis millones de personas. En su libro sobre el juicio de Adolf Eichmann, Arendt explica: “Me he basado en la obra de Raul Hilberg, que fue publicada después del juicio, y que constituye el más exhaustivo y el más fundamental estudio sobre la política judía del Tercer Reich”.

Aquel primer tutor de Hilberg tenía solo razón en parte. Es cierto que el libro resultó difícil de digerir, que, como reconoce su propio autor, llegó demasiado pronto, pero también que cambió la forma en que se contempla el acontecimiento más terrible del siglo XX. “En 1948 me había marcado un rumbo y lo seguí sin pensar en el futuro”, escribió. En el siglo XXI, cuando está a punto de conmemorarse el 75 aniversario de la liberación de Auschwtiz, el próximo 27 de enero, su obra se sigue debatiendo y editando, como una aproximación al mal absoluto que se esconde detrás del papeleo.

https://elpais.com/cultura/2020/01/14/babelia/1579022302_584315.html

Más información importante: https://verdecoloresperanza.blogspot.com/2019/11/mito-y-realidad-del-pacto-entre-hitler.html#links

lunes, 14 de octubre de 2019

_- La importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa. No es lo mismo.

_- Rafael Poch de Feliu
Blog personal

Cómo el Parlamento Europeo aprueba la versión de la historia de la Segunda Guerra Mundial de la derecha polaca, de acuerdo con los planes estratégicos de Estados Unidos en el continente.

Con su resolución de 19 de septiembre sobre la Importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa, el Parlamento Europeo, ha dado un nuevo y vergonzoso paso en la reescritura de la historia europea. A iniciativa de 19 diputados, 18 de ellos polacos y uno letón, una feliz coalición de conservadores, liberales, nacionalistas, socialdemócratas y algunos verdes, aprobó, por 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones, “un retroceso ideológico hacia los peores tiempos de la guerra fría”, en palabras de la Federación Internacional de combatientes de la Resistencia (FIR).

La resolución afirma la curiosa tesis de que “La Segunda Guerra Mundial fue el resultado directo del infame Tratado de no Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop”. La Unión Soviética y la Alemania nazi, los dos principales adversarios de la Segunda Guerra Mundial, son de nuevo presentados como gemelos: “dos regímenes totalitarios que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse Europa en dos zonas de influencia”. Poniendo un nuevo signo de igualdad, se pide a los estados miembros que “conmemoren el 23 de agosto como Día Europeo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala tanto nacional como de la Unión”, y se llama a elevar los ánimos bélicos agitando a las “generaciones más jóvenes” para “fomentar la capacidad de resistencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia”.

Una vieja ideología de nuevo funcional
Esta amalgama no tiene nada de inocente y está directamente relacionada con las actuales y artificiales tensiones de “nueva guerra fría” a las que han conducido un cuarto de siglo de marginación de Rusia de un sistema de seguridad atlantista contra ella dirigido, vía ampliación de la OTAN, abandono de acuerdos de desarme e instalación de infraestructuras militares junto a sus fronteras. Tampoco es algo nuevo.

En el pasado, poner el signo de igualdad entre nazismo y comunismo fue extremadamente funcional en el periodo de posguerra, cuando el frente aliado de la coalición anti Hitler del que la URSS era pilar fundamental, se fracturó dando lugar a la nueva tensión entre potencias del mundo bipolar que conocemos como guerra fría entre Estados Unidos y la URSS. El paralelismo y la equivalencia entre nazismo y comunismo estalinista rehabilitó a los ex nazis alemanes que construyeron la República Federal Alemana , integrándolos en la primera línea del frente común anticomunista en Europa. Gracias a la teoría de los totalitarismos de uno u otro signo , los ex nazis fueron eximidos de la mitad de su culpa: por un lado eran culpables de atrocidades, pero por el otro habían sido precursores en la lucha contra el nuevo enemigo, al que se habían anticipado identificándolo aunque fuera desde una ideología algo equivocada . En Alemania occidental, donde apenas hubo desnazificación, un pequeño ejercicio verbal de arrepentimiento, les bastó para convertirse en cristiano-demócratas, liberales e incluso socialdemócratas, no solo sin renegar de su pulso contra el comunismo, sino reivindicándolo. Franco sacó buen partido de ese mismo recurso reciclando la criminal alianza de su régimen con las potencias del eje para convertir a España en base militar aeronaval del mundo libre y reserva espiritual de Occidente.

Mantener la división continental
Ahora esa misma ideología, que en la Europa de los años, sesenta, setenta y ochenta habría sido considerada desvergonzado disparate reaccionario, avanza impulsada por la dinámica de nueva tensión con la Rusia postsoviética (cuyo “comunismo” es igual a cero), acusada de “amenazar Europa” pese a que su gasto militar es más de catorce veces inferior al del conglomerado noratlántico que la rodea. En este despropósito, que retrata un aspecto del regreso de la Europa parda, no hay nada de casual.

Algunos países del Este de Europa, enemigos históricos de Rusia son utilizados para la estrategia de división continental impulsada desde Washington. Es sabido, y los documentos oficiales de los estrategas de Washington así lo proclaman desde hace años, que imposibilitar el ascenso de la Unión Europea como sujeto autónomo, por ejemplo con una política independiente en Oriente Medio, es el objetivo estratégico de Estados Unidos en el continente, por lo que es imperativo mantener una tensión artificial con Rusia. Una relación normalizada de la Unión Europea con la nación más poblada de Europa y la más rica en recursos, además de su principal suministrador energético, es condición sine qua non para esa hipotética autonomía.

Los gobiernos de países como Polonia y las repúblicas bálticas actúan como el caballo de Troya de ese propósito, con el que sus gobiernos ultraconservadores sintonizan -por razones históricas bien comprensibles dada la tormentosa relación de esos países con Rusia en el siglo XIX y XX. Su ingreso en la OTAN y en la UE fue priorizado desde Estados Unidos por esa razón y sus gobiernos tienen en ese papel de acicate anti ruso su principal carta de influencia en Washington y en Bruselas. Es significativo que la resolución llame a “fomentar, en particular entre las generaciones más jóvenes, la fuerza de resistencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia”, dando por buena la leyenda de la “amenaza rusa” sobre Europa que esos países proclaman de forma histérica, así como apelando a tomar “firmes medidas” ante la “guerra de la información librada contra la Europa democrática con el objetivo de dividirla”, es decir a silenciar el aparato de propaganda ruso en el continente que asegura un pluralismo de propagandas que debilita los monopolios establecidos.

La desvergüenza de los diputados polacos, y la tontería de los diputados que han votado esta resolución muchos de ellos seguramente sin leerla o sin entenderla, llega al extremo de solicitar la declaración del “Día Internacional de los héroes de la lucha contra el totalitarismo, el 25 de mayo, aniversario de la ejecución de un militar anticomunista polaco, Witold Pilecki, que fue internado en Auschwitz por los nazis en una rocambolesca historia y posteriormente ejecutado por los comunistas polacos como agente militar del gobierno polaco en el exilio. Aquí la intención que se adivina es eminentemente nacional: blanquear la escandalosa complicidad polaca en el holocausto, así como la sintonía de la Polonia de preguerra con los nazis, con quienes firmó un acuerdo de no agresión en 1934. Polonia fue cómplice en la desmembración nazi de Checoslovaquia en 1938 y sus dirigentes tuvieron una gran responsabilidad en la posterior ruina de su nación, algo de lo que se prefiere no hablar . Europa debe odiar a los rusos, de acuerdo con el nacionalismo polaco, y para ello se falsifica y manipula lo que haga falta.

“Totalitarismos de uno u otro signo”
La llamada teoría de los totalitarismos intentó explicar el hecho histórico de que en el siglo XX algunos sistemas tuvieron un nivel de coerción y control político tan superior al de la mayoría de las dictaduras, que merecían una nueva categoría. Pero el término totalitarismo no tiene un claro contenido y sí claros inconvenientes. Uno de ellos es que no es un concepto histórico, sino propagandístico cuyo uso se generalizó durante la guerra fría. En la práctica sirvió para rehabilitar a los nazis y movilizar a Occidente contra el comunismo. Desde ese término, los propagandistas occidentales introdujeron la idea del “comunismo” y el estalinismo como despotismos sin relación alguna con el pasado, obviando toda explicación histórica. La historia de la autocracia y el absolutismo rusos, con una larga tradición secular y de la que el estalinismo fue genuina expresión en las condiciones técnicas del siglo XX, simplemente desapareció en beneficio de una cruzada ideológica encaminada a demonizar la peligrosa idea de la nivelación social.

Fue así como una teología de la maldad explicó, por ejemplo, la compleja historia del acuerdo germano-soviético de agosto de 1939, que viene después, y no antes, de acuerdos similares de no agresión firmados por Polonia con los nazis contra la URSS, o del espectáculo de Munich que convenció definitivamente a los soviéticos de que los liberales occidentales acabarían aliándose con los nazis contra la URSS, o por lo menos dejándoles hacer en el Este, tal como el propio Hitler confirma en sus reflexiones póstumas transcritas por su último secretario personal, Martin Bormann.

Tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, la teoría del totalitarismo se utilizó para presentar al nazismo y al comunismo estalinista como hermanos gemelos, ignorando la diferencia ideológica fundamental; que no puede haber un “buen” nazismo, contrario a todo planteamiento humanista, pero sí un “buen” socialismo que desarrolle ideales humanistas radicalmente antagónicos con el antihumanismo estalinista.

El punto de vista de Primo Levi
Todo esto era bastante banal en la Europa de la guerra fría. En uno de los libros más importantes del siglo, la Trilogía de Auschwitz (1971), Primo Levi, un superviviente de aquella catedral de la historia europea, relataba en estos términos las diferencias entre los Lager alemanes y los soviéticos. La principal, decía, “consiste en su finalidad”:

Los Lager alemanes constituyen algo único en la no obstante sangrienta historia de la humanidad: al viejo fin de eliminar o aterrorizar al adversario político, unían un fin moderno y monstruoso, el de borrar del mundo pueblos y culturas enteros. A partir de más o menos 1941, se volvieron gigantescas máquinas de muerte: las cámaras de gas y los crematorios habían sido deliberadamente proyectados para destruir vidas y cuerpos humanos en una escala de millones; la horrenda primacía le corresponde a Auschwitz, con 24.000 muertos en un solo día de agosto de 1944. Los campos soviéticos no eran ni son, desde luego, sitios en los que la estancia sea agradable, pero no se buscaba expresamente en ellos, ni siquiera en los años más oscuros del estalinismo, la muerte de los prisioneros: era un hecho bastante frecuente y se lo toleraba con brutal indiferencia, pero en sustancia no era querido; era, en fin, un subproducto debido al hambre, el frío, las infecciones, el cansancio. En esta lúgubre comparación entre dos modelos de infierno, hay que agregar que en los Lager alemanes, en general, se entraba para no salir: ningún otro fin estaba previsto más que la muerte. En cambio en los campos soviéticos siempre existió un término: en la época de Stalin los “culpables” eran condenados a veces a penas larguísimas (incluso de quince y veinte años) con espantosa liviandad, pero subsistía una esperanza de libertad, por leve que fuera.

De esta diferencia fundamental nacen las demás. Las relaciones entre guardias y prisioneros, en la Unión Soviética, están menos deshumanizadfas: todos pertenecen al mismo pueblo, hablan la misma lengua, no son “superhombres” e “infrahombres” como bajo el nazismo. Los enfermos, aún mal, son atendidos; ante un trabajo demasiado duro es concebible una protesta, individual o colectiva; los castigos corporales son raros y no demasiado crueles: es posible recibir cartas y paquetes de víveres de casa; en una palabra, la personalidad humana no está negada ni se pierde totalmente. En contraposición, al menos por lo que hacía a los judíos y gitanos, en los Lager alemanes el exterminio era casi total: no se detenía ni siquiera ante los niños, que murieron por centenares de miles en las cámaras de gas, caso único entre las atrocidades de la historia humana. Como consecuencia general, los niveles de mortandad resultan bastante diferentes en los dos sistemas. Al parecer, en la Unión Soviética, en el periodo más duro, la mortandad era de un 30 por ciento de la totalidad de los ingresados, un porcentaje sin duda intolerablemente alto; pero en los Lager alemanes la mortandad era del 90-98 por ciento.

En conclusión, los campos soviéticos siguen siendo una manifestación deplorable de ilegalidad y deshumanización. Nada tienen que ver con el socialismo sino al contrario: se destacan en el socialismo soviético como una fea mancha; han de considerarse más bien como una barbarie heredada del absolutismo zarista de la que los gobiernos soviéticos no han sabido o no han querido liberarse. Quien lea las Memorias de la casa de los muertos, escrito por Dostoyevski en 1862, no tendrá dificultad en reconocer los mismos rasgos carcelarios descritos por Solzhenitsin cien años después. Pero es posible o, más bien, es fácil imaginar un socialismo sin Lager: en muchas partes del mundo se ha conseguido. No es imaginable, en cambio, un nazismo sin Lager.

La historia es una obra en construcción. Cada generación, grupo social y nación, la reescribe a su medida constantemente. A lo que asistimos hoy en la Unión Europea es a la reescritura de una versión de la historia de la Segunda Guerra Mundial de la derecha polaca, acorde con los planes estratégicos de Estados Unidos para mantener al continente divido y en tensión interna.

(Publicado en Ctxt)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261312

lunes, 18 de febrero de 2019

IBM 'dealt directly with Holocaust organisers'
Author says US firm had control of Polish subsidiary
Oliver Burkeman in New York

@oliverburkeman

Fri 29 Mar 2002 12.42 GMT First published on Fri 29 Mar 2002 12.42 GMT Shares 929 Newly discovered documents from Hitler's Germany prove that the computer company IBM directly supplied the Nazis with technology which was used to help transport millions of people to their deaths in the concentration camps at Auschwitz and Treblinka, a controversial Holocaust expert claims in a new edition of book published later this week.

Edwin Black, whose book IBM and the Holocaust was published in hardback last year, says new evidence set out in the paperback version shows that executives at the firm's New York headquarters directly controlled a Polish subsidiary which leased punch-card machines used to "calculate exactly how many Jews should be emptied out of the ghettos each day" and to transport them efficiently on railways leading to the camps.

When the Nazis invaded Poland, Black wrote in the Jerusalem Post, "IBM New York established a special new subsidiary called Watson Business Machines," after its then- president, Thomas Watson. "IBM's new Polish company's sole purpose was to service the Nazi occupation during the rape of Poland." Watson Busi ness Machines even operated a punch-card printing shop over the street from the Warsaw Ghetto, the paperback claims.

Advertisement In the earlier edition of Black's book, the connection between the US headquarters of IBM and its European operations was more sketchy, tracing the supply of machines to a German subsidiary that had been seized by the Hitler government.

The paperback provides the first evidence that the company's dealings with the Nazis were controlled from its New York headquarters throughout the second world war.

Mr Black quotes Leon Krzemieniecki, the last surviving per son involved in the Polish administration of the rail transportation to Auschwitz and Treblinka, as saying that he "knew they were not German machines... The labels were in English...

"The person maintaining and repairing the machines spread the diagrams out sometimes. The language of the diagrams of those machines was only in English."

During the war, Mr Black says, a senior IBM representative from New York travelled to Berlin to meet a Czech IBM executive and arrange for the lease payments on the Hollerith card machines to be transmitted via Switzerland to New York.

To the book says the Czech was in a position to send income from the machines leased in Poland through Geneva to IBM in New York.

Robert Wolfe, a researcher on Mr Black's team who was formerly in charge of Nazi documents in the US national archives, said the new details would silence detractors.

"The word has gotten out, and a lot of people still alive are supplying information that they didn't have the context to understand before," he told Reuters. "For those who have complained the proof is not there, this leaves little room for deniability."

The first edition of IBM and the Holocaust prompted a group of death-camp survivors to launch a legal action against IBM, but it was dropped in case it might delay other compensation payments to the victims of the Nazi regime.

Much of compensation process has now been completed, raising the possibility that the paperback may revive the legal proceedings.

"This negates all the excuses," Malcolm Hoenlein, a vice-president of the conference of presidents of major Jewish organisations, said.

"IBM has to look at what its role should be in light of these revelations."

The company, now based in Armonk in upper New York state, has not denied the role of its subsidiaries in aiding the Nazis' management of the Holocaust, preferring to suggest that it should not be held responsible for the actions of companies of which the Third Reich had seized control.

It is not entirely clear that IBM's New York executives knew the ultimate use to which their machines were being put.

But Mr Black cites numerous examples of stories in US newspapers at the time which he says should have left IBM in no doubt about the nature of the Nazis' murderous activities in Poland.

The new book's claim that "IBM recovered all its Polish profits and machines" after the German surrender is likely to be among the most incendiary of its allegations.

"We have seen no proof of that," IBM told the Guardian yesterday. "Facts which had been known for many years were used as the basis of allegations in the first book, and they seem to be used in similar fashion in the paperback. We're not convinced that there are any new findings here."

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IBM 'trató directamente con los organizadores del Holocausto'
Autor dice que firma estadounidense tenía control de filial polaca
Oliver Burkeman en Nueva York

@oliverburkeman

Viernes, 29 de marzo de 2002 12.42 GMT Publicado por primera vez el viernes, 29 de marzo de 2002 12.42
 Acciones de GMT 929
Documentos recientemente descubiertos en la Alemania de Hitler demuestran que la compañía informática IBM suministró directamente a los nazis la tecnología que se utilizó para ayudar a transportar a millones de personas a su muerte en la concentración. campamentos en Auschwitz y Treblinka, un controversial experto en Holocausto afirma en una nueva edición de un libro publicado más adelante esta semana.

Edwin Black, cuyo libro IBM y el Holocausto se publicó en tapa dura el año pasado, dice que las nuevas pruebas presentadas en la versión de bolsillo muestran que los ejecutivos de la sede de la empresa en Nueva York controlaban directamente una filial polaca que arrendaba máquinas de tarjetas perforadas utilizadas para "calcular exactamente cuántos judíos deben ser vaciados de los guetos cada día "y para transportarlos eficientemente en los ferrocarriles que llevan a los campamentos.

Cuando los nazis invadieron Polonia, Black escribió en el Jerusalem Post: "IBM New York estableció una nueva subsidiaria especial llamada Watson Business Machines", después de su entonces presidente, Thomas Watson. "El único propósito de la nueva empresa polaca de IBM era servir a la ocupación nazi durante la violación de Polonia". Las máquinas de negocios de Watson incluso operaban un taller de impresión de tarjetas perforadas en la calle desde el Ghetto de Varsovia, afirma el libro de bolsillo.

En la edición anterior del libro de Black, la conexión entre la sede de IBM en los EE. UU. Y sus operaciones en Europa era más incompleta, ya que el suministro de máquinas se debía a una subsidiaria alemana que había sido tomada por el gobierno de Hitler.

El libro de bolsillo proporciona la primera evidencia de que las relaciones de la compañía con los nazis fueron controladas desde su sede en Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial.

El Sr. Black cita a Leon Krzemieniecki, el último superviviente involucrado en la administración polaca del transporte ferroviario a Auschwitz y Treblinka, diciendo que "sabía que no eran máquinas alemanas ...  Las etiquetas estaban en inglés ...

"La persona que mantiene y repara las máquinas difunde los diagramas a veces. El lenguaje de los diagramas de esas máquinas era solo en inglés".

Durante la guerra, dice Black, un alto representante de IBM de Nueva York viajó a Berlín para reunirse con un ejecutivo checo de IBM y organizar que los pagos de arrendamiento en las máquinas de tarjetas Hollerith se transmitieran a través de Suiza a Nueva York.

Según el libro, el checo estaba en condiciones de enviar ingresos de las máquinas arrendadas en Polonia a través de Ginebra a IBM en Nueva York.

Robert Wolfe, un investigador del equipo del Sr. Black que anteriormente estaba a cargo de los documentos nazis en los archivos nacionales de Estados Unidos, dijo que los nuevos detalles silenciarían a los detractores.

"Se corrió la voz y muchas personas que aún viven están proporcionando información que antes no tenían el contexto para entender", dijo a Reuters. "Para aquellos que se han quejado de que la prueba no está allí, esto deja poco espacio para la negación".

La primera edición de IBM y el Holocausto impulsó a un grupo de sobrevivientes del campo de la muerte a iniciar una acción legal contra IBM, pero se retiró en caso de que pudiera retrasar otros pagos de compensación a las víctimas del régimen nazi.

Gran parte del proceso de compensación ya se ha completado, lo que plantea la posibilidad de que el libro en rústica pueda reactivar los procedimientos legales.

"Esto niega todas las excusas", dijo Malcolm Hoenlein, vicepresidente de la conferencia de presidentes de las principales organizaciones judías.

"IBM tiene que ver cuál debe ser su papel a la luz de estas revelaciones".

La compañía, ahora radicada en Armonk en el estado de Nueva York, no ha negado el papel de sus subsidiarias en ayudar a los nazis en la gestión del Holocausto, prefiriendo sugerir que no debería ser responsable de las acciones de las compañías de las cuales el Tercero Reich había tomado el control.

No está del todo claro que los ejecutivos de IBM en Nueva York supieran el uso final que se les daba a sus máquinas.

Pero el Sr. Black cita numerosos ejemplos de historias en periódicos de los Estados Unidos en el momento que, según él, deberían haber dejado a IBM sin ninguna duda sobre la naturaleza de las actividades asesinas de los nazis en Polonia.

La afirmación del nuevo libro de que "IBM recuperó todas sus ganancias y máquinas polacas" después de la rendición alemana probablemente se encuentre entre las más incendiarias de sus acusaciones.

"No hemos visto ninguna prueba de eso", dijo IBM a The Guardian ayer. "Los hechos que se conocían desde hace muchos años se utilizaron como base de las acusaciones en el primer libro, y parecen usarse de manera similar en el libro de bolsillo. No estamos convencidos de que haya nuevos hallazgos aquí".

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domingo, 30 de septiembre de 2018

Italia. Un gobierno extremadamente peligroso.

NPA

En 2018 la fórmula “la extrema derecha está a las puertas del poder” ha caducado. Ya está en el poder en Polonia, Hungría, Austria, y ahora en Italia, cuarta potencia económica del continente. Y este gobierno italiano de coalición Movimiento Cinco Estrella (M5S)/Liga es ya un caso de estudio. Una increíble lección sobre lo que es la demagogia.

¿La promesa social a las clases populares y en particular a los parados del sur, realizada por el M5S? Olvidada.
La “renta universal” está atrasada. ¿La promesa social a los pequeños y grandes burgueses adinerados realizada por la Liga? olvidada. El ultraliberal “flat tax” (tarifa plana- un impuesto sobre la renta reducido y ya casi nada de progresivo) es atrasado. Demasiado caras, y por otra parte contradictorias entre sí, puesto que la segunda, muy popular en el norte, impediría financiar la primera, ¡muy popular en el sur!.

Pero no importa mucho si lo esencial de su programa “común” es enterrado. La Liga y el M5S cuentan con que se harán perdonar por la estupidez de la gente echándole un hueso que roer: golpear a las personas migrantes. El nuevo gobierno ha inaugurado por tanto su reinado con el golpe al Aquarius y toda una serie de infamias del mismo calibre.

Pero, ¿qué decir de la indignación proclamada por la Comisión Europea y Emmanuel Macron? Pues que en el fondo rivalizan en gran medida en bajezas con Salvini y di Maio y que con ello les refuerzan. La Comisión (y los gobiernos francés y alemán con ella) ha aparentado querer bloquear la constitución del nuevo gobierno italiano. Pero era exclusivamente para tener una garantía de los déficits y los compromisos financieros de Italia. Macron ha declarado “irresponsable” la decisión de cerrar los puertos italianos al Aquarius. Pero, él mismo, más que nunca, rechaza a las personas migrantes al otro lado de los Alpes, se niega a abrir los puertos, quiere multiplicar las expulsiones. Como resume muy bien, precisamente, el cínico Salvini a propósito de las personas migrantes socorridas en la mar: “Malta no se mueve, Francia rechaza, a Europa le importa un pimiento”.

Más allá de las posturas, tienen un acuerdo de respetar los intereses de los poderosos y rechazar cada vez más lejos a las personas migrantes, aunque tengan que morir, en la mar o en el desierto libio. Es lo que hace tan importante seguir atentamente la situación en Italia, las razones del éxito de este nuevo gobierno, de hecho de extrema derecha, y analizar su política (YC).

**********

El nuevo gobierno “amarillo-verde” cuyo presidente es Giuseppe Conte, y los viceprimer ministros Luigi di Maio (M5S) y Matteo Salvini (Liga 1/, ha entrado en funciones el pasado 6 de junio. Es el comienzo de una experiencia cuyo resultado sigue siendo incierto en muchos aspectos, pero que está ya claramente marcado a la derecha.

El programa aprobado por los dos partidos políticos que componen el equipo gubernamental, concretado por el “contrato de gobierno”, no tiene equívocos: más allá de formulaciones a menudo imprecisas y voluntariamente vagas sobre las cuestiones sociales, el mensaje antiobrero y antimigrantes que le anima es muy claro. Asume sin discusión el lugar central de las empresas y la voluntad de hacerles nuevos regalos fiscales, y también la toma en cuenta de los intereses de las grandes multinacionales italianas, y por tanto de las intenciones imperialistas del país, ocultándose detrás de la fórmula clásica de la “defensa de los intereses italianos”.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Para comprender la génesis de este gobierno, hay que tener en cuenta al menos seis elementos:

1) Tres decenios de políticas neoliberales, realizadas indistintamente por gobiernos de centro derecha y de centro izquierda que han destruido las conquistas sociales del movimiento obrero, desestructurando el viejo mundo del trabajo y reestructurándole según las exigencias de competitividad internacional de la gran burguesía. El resultado es una fragmentación de la solidaridad de las y los trabajadores y un retroceso de la conciencia de clase;

2) La transformación definitiva de la vieja socialdemocracia en social-liberalismo: se convierte en un partido enteramente al servicio de la patronal, y su base social y electoral cambia poco a poco 2/;

3) La crisis de dirección política de la burguesía, huérfana de un referente político estable y capaz de cuidar de forma eficaz sus intereses;

4) La autoliquidación de la vieja “izquierda radical”, resultado de decisiones erróneas de sus grupos dirigentes, que han dilapidado un patrimonio que, ciertamente, no era enorme pero que era consistente, implantado y consensual; esto ha producido en la izquierda una desorientación difusa que ha abierto la vía a una fuerza interclasista como el M5S;

5) La complicidad de los aparatos sindicales, que han acompañado las reestructuraciones del sistema productivo de la burguesía: no solo han renunciado a construir una resistencia social fuerte, sino que esta renuncia misma es la que ha favorecido los procesos de fragmentación de la unidad de clase;

6) El refuerzo progresivo de ideologías xenófobas, e incluso racistas, en amplias masas, en particular sectores de la pequeña burguesía en dificultades (el corazón de la base social de la Lega y del M5S), pero también sectores no insignificantes de la clase obrera.

La imbricación de estos factores, que se añaden a la recesión de 2008, ha creado el terreno en que las opciones llamadas “populistas” han podido desarrollarse y aparecer como una alternativa creíble a los partidos de la austeridad neoliberal. Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi -y el Partido Demócrata, que han sufrido una debacle electoral.

La confianza condicional de la gran burguesía
El gobierno ha gozado desde su nacimiento de la confianza condicional de la gran burguesía que, gracias a la acción del Presidente de la República, Mattarella, ha impuesto la tutela y la supervisión de las políticas económicas generales y el mantenimiento de Italia en el seno de las políticas de la Unión Europea (UE). La acción de Mattarella debe ser firmemente denunciada: no solo ha sido un golpe de fuerza antidemocrático, sino también, en último análisis, una ayuda sustancial a la Lega y al M5S, que han podido presentase como víctimas de las injerencias de la UE, y portaestandartes de los intereses del “pueblo” y de “Italia”.

El problema para Mattarella es que esta tutela a cuenta de la gran burguesía era muy necesaria en la medida en que existe una fuerte desconfianza respecto a lo que este gobierno podría poner en marcha, algo confuso e inédito, en una situación económica particularmente difícil en Italia y marcada, en Europa y en el mundo, por contradicciones persistentes y nuevos elementos de competencia intercapitalista. Lo que preocupa a la patronal no son las pocas medidas significativas que este gobierno podría tomar en favor de las clases populares, sino las múltiples tensiones que provocarían las respuestas que estaría llevado a dar a las expectativas sociales muy diversas suscitadas por la propaganda política de las dos fuerzas gubernamentales.

En el plano económico, lo que preocupa a las instituciones internacionales del capitalismo es el crecimiento económico de la UE y sobre todo, el muy débil de Italia. Las presiones ejercidas para la reducción de la deuda italiana y, en consecuencia, para restricciones presupuestarias, podrían influir con fuerza en la búsqueda de los recursos necesarios para armonizar exigencias diversas. Esto tanto más cuanto que, con excepción de las grandes multinacionales capaces de disponer de recursos importantes, las pequeñas y medianas empresas sufren un aumento del endeudamiento general de las empresas, lo que constituye un factor de tensión permanente, sobre todo si las tasas de interés aumentaran. Es en esos sectores en los que se encuentra sobre todo la base social de la Lega, pero también la del M5S, y deben ser producidos bastante rápidamente resultados tangibles, pues la crisis duradera ligada a la competencia internacional golpea también a las pequeñas y medianas empresas.

La Lega en posición de fuerza
No es por casualidad si, en su asamblea, celebrada el pasado mes de febrero, el grupo dirigente de la Confindustria (la asociación de la patronal) y la gran burguesía veían con buenos ojos al gobierno del Partido Demócrata saliente, que les había hecho importantes regalos fiscales y había puesto en marcha las contrarreformas sobre el trabajo, mientras que su base, es decir la pequeña y mediana burguesía, ha vuelto sus miradas hacia la Lega como referente político.

Por otra parte, el gobierno actual, aunque esté compuesto en su mayoría de representantes del M5S, es políticamente de dominante Lega, y su hombre fuerte es el Ministro del Interior Salvini. Mientras que los personajes del M5S son inexperimentados, los hombres de la Lega son muy experimentados en la gestión política, económica e institucional. La Lega ha estado en el gobierno del país durante largos años con Forza Italia de Berlusconi y, sobre todo, gestiona desde hace años regiones importantes del Norte como Lombardía y Venecia (y también, más recientemente, Piemonte). Lombardía es no solo la región más poblada sino también la más desarrollada desde el punto de vista económico y productivo, y es también el corazón financiero del país.

Discurso anti personas migrantes y reforzamiento de la explotación
La cuestión de la inmigración demanda una atención particular. La Lega ha construido sus éxitos políticos sobre la base de un discurso antimigrantes, xenófobo, racista y, desde hace algunos años, nacionalista. Este discurso es también el de una gran parte del electorado del M5S, lo que ha reforzado la base ideológica que hace posible un acuerdo de gobierno, incluso si éste tropieza con algunas contradicciones (entre ellas la necesidad para el M5S de dar respuestas concretas urgentes a las y los parados y trabajadores del Sur, que le han votado masivamente). Salvo para una parte marginal del grupo dirigente del M5S no hay sustanciales divergencias de puntos de vista entre los dos partidos: el “no” del gobierno italiano a la modificación del reglamento de Dublín, el aumento de la firmeza en la cuestión del desembarque de las personas migrantes, la voluntad de reforzar los acuerdos con los países de tránsito, los centros de detención… no han suscitado ninguna protesta entre la dirección del M5S. Ni siquiera la boutade de Salvini diciendo que quería expulsar a 500.000 migrantes ha planteado objeciones.

Desplazar una cantidad tan grande de personas al otro lado de las fronteras sería no solo inhumano, sino también objetivamente imposible, y Salvini lo sabe muy bien. El objetivo es oponerse todo lo posible, y más que nunca, a la obtención de permisos de estancia y derechos cívicos para centenares de miles de migrantes. Esto a fin de limitar su capacidad de lucha y de unión con los sectores autóctonos de las clases trabajadoras.

Como consecuencia del trágico homicidio de Soumalia Sacko, sindicalista maliense, organizador de las y los jornaleros de la llanura de Gioia Tauro en Calabria, una manifestación determinada y radical de las y los inmigrantes ha demostrado que ese sector de la clase es combativo y resuelto. Sus luchas, que van desde las fábricas a los depósitos de material y al campo, del Norte al Sur, pueden ser un factor de movilización de sectores de trabajadoras y trabajadores y de unificación de clase.

Además el hecho de hacer más compleja la lucha de clases desde un punto de vista patronal, esta situación podría también provocar daños en el sector particular de la agricultura en el que muchos pequeños patronos apoyan a la Lega. En efecto, este sector tiene necesidad, porque está sometido a enormes presiones de la competencia, de una fuerza de trabajo precaria y sin derechos. El racismo juega un papel irremplazable de división de las clases trabajadoras y de apoyo a las políticas de explotación.

La izquierda frente a dos adversarios
Para las izquierdas políticas y sociales, la tarea se anuncia difícil, pues deben saber adaptarse a esta nueva situación, pero también porque está claro que el nuevo gobierno goza hoy de unas expectativas positivas por parte de sectores sociales significativos, incluyendo a mucha gente trabajadora; todos esperan que el “nuevo gobierno” resolverá al fin sus problemas específicos.

Las izquierdas de lucha de clases deben oponerse a dos tipos de adversarios diferentes, a dos componentes diferentes de la patronal: por una parte a las fuerzas más significativas del gran capital financiero e industrial y por tanto luchar contra las políticas de austeridad de la Unión Europea, por otra, a las fuerzas reaccionarias y xenófobas, pero también neoliberales, de la pequeña y media burguesía y a sus propensiones soberanistas y nacionalistas, representadas en el gobierno.

Para lograrlo, las izquierdas de clase no deben ceder ni a ilusiones politiqueras fáciles pero engañosas, ni a atajos electoralistas, sino implicarse a fondo en el conflicto social cuya prioridad absoluta no está ligada a una opción “ideológica” sino a tener en cuenta el hecho de que solo si las correlaciones de fuerzas entre las personas explotadas y las explotadoras comienza a invertirse en los centros de trabajo serán posible situaciones políticas más avanzadas.

En el reagrupamiento político constituido en las elecciones con Potere al Popolo, que intenta hoy construir una oposición social, se lleva a cabo una discusión en profundidad entre quienes quieren crear rápidamente un partido bastante centralizado y vertical en su modo de organización, y quienes estiman prioritaria la construcción de un vasto movimiento de lucha política y social, amplio y plural, capaz de implicar a muchas fuerzas políticas, sociales y sindicales, incluyendo a sectores cada vez más amplios que permitan una real acción de masas.

Más que nunca, la construcción de tal frente social, de una oposición clara y neta a este gobierno, será la tarea fundamental en el próximo período.

Notas
1/ La Lega (Liga) era conocida antes con el nombre de Liga del Norte. El cambio de denominación corresponde a la voluntad del partido de extrema derecha de presentarse como un partido nacional (ndlr npa)

2/ Se trata en los años recientes del Partido Demócrata de Matteo Renzi, originado en el Partido Comunista italiano (ndlr npa)

https://npa2009.org/ 

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

https://www.vientosur.info/

sábado, 10 de marzo de 2018

_- Polonia ha talado de forma ilegal uno de los últimos bosques vírgenes de Europa

_- La Vanguardia

El abogado encargado del caso en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea considera que el gobierno de Polonia vulnera la legislación europea

Yves Bot, el abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) encargado de estudiar las reiteradas denuncias por la tala de árboles en el Parque Nacional de Bialowieza (Polonia),considera que el gobierno de este país está incumpliendo la legislación europea y poniendo en peligro uno de los últimos bosques vírgenes de Europa.

El dictamen de un abogado general como Yves Bot no es vinculante pero habitualmente se considera el principal indicador para la decisión final del TJUE. Según esta opinión fundamentada Polonia podría ser condenada por vulnerar la legislación europea relativa a las directivas de Hábitat y Aves, y a la Red Natura 2000 en la gestión de ese enclave forestal listado como Patrimonio de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

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miércoles, 2 de agosto de 2017

Loridan-Ivens: “En el infierno todos nos manchamos las manos” Fue deportada a los 15 años a Auschwitz-Birkenau y ha necesitado envejecer para escribir lo que pasó. La autora se vio forzada a trabajar en la desaparición de cadáveres


Loridan-Ivens: “En el infierno todos nos manchamos las manos”Todos los horrores de Auschwitz son, claro, inmensos, pero hay uno que, sin atacar el estómago o el estado de salud, sigue latiendo como una bestia invencible que amenaza para siempre el terreno más sensible de un ser fragilizado: el pudor. Los estómagos pueden llenarse tiempo después del hambre, los cuerpos pueden yacer en camas tras una etapa de transición, pero el pudor, la sensibilidad del cuerpo desnudo y con ella el transcurso natural del deseo, pueden sufrir ataques aciagos si quien te ha mirado por primera vez desnuda es el Doctor Mengele.

Marceline Loridan-Ivens, judía francesa deportada con su padre a Auschwitz-Birkenau en 1944, ha necesitado acariciar esa sensación de estar de más en el mundo para escribir su testimonio. Y tú no regresaste (Salamandra) es una carta a su padre, que murió allí, con todo lo que se perdió. Con verdades cargadas de crudeza y dudas sobre cómo habría vivido él el auge de la mujer o sus bodas con no judíos. Loridan-Ivens no ha curado sus heridas, pero es dueña de una energía que convierte sus arrugas en sonrisa y su vida en algo útil para los demás.

PREGUNTA. Uno de los momentos más impactantes del libro es cuando habla de su cuerpo desnudo y Mengele está ahí, mirándola.
RESPUESTA. En los campos estábamos desnudos gran parte del tiempo y nos miraban como si fuéramos ganado. ¿Sabe cómo nos llamaban en alemán? Stück, que quiere decir “pedazo” o Figurine, marioneta.

P. ¿Y qué consecuencias tuvo esa mirada para usted?
R. La gran consecuencia fue la destrucción de la intimidad. Era la primera vez que yo estaba desnuda delante de unos hombres, era muy joven. Nunca había visto a otras mujeres desnudas, a mi madre desnuda, a mi padre... Recuerdo muy bien la silueta de Mengele. Nos habían convocado a todo el bloque, estábamos todas desnudas. Tratábamos de taparnos con la ropa que más o menos habíamos logrado coger. Porque no teníamos permiso para ir vestidas de manera normal, íbamos con harapos, con ropas que habían pertenecido ya a muchas muertas antes que a nosotras, rotas, en mal estado. Además, como estabamos faltas de vitaminas, cualquier grano se infectaba y se convertía en un absceso, de modo que teníamos todos los ganglios inflamados, la piel mal, mala cara. Estábamos en un estado miserable. No sabíamos si ir a derecha o izquierda, no sabíamos dónde mirar, todas estábamos igual. Yo desde muy pronto decidí que me quedaba siempre donde me dijeran, porque intentar cambiar de sitio no podía acabar bien. Estaba segura de que si alguna vez intentaba ir hacia algún rincón y alguien me veía, la cosa terminaría mal. Esas son las cosas que la gente no comprende sobre los campos. Son conscientes de los golpes, el trabajo duro, la desnutrición, pero no la deshumanización, la violencia terrible, además de física, psíquica.

Loridan-Ivens habla en su piso de París, un apartamento luminoso en Saint Germain des Près en un ambiente de época. Su época. Muebles, relojes y adornos que parecen parados en un tiempo que pasó.

P. ¿Por qué este libro, en este momento?
R. Los momentos llegan cuando llegan. Yo ya había escrito un libro, llamado Ma vie balagan, es decir, Mi vida caótica, que recorre el siglo XX, y después, la editorial Grasset quiso que volviera a hacer un libro sobre la Shoah, sobre la destrucción de los judíos de Europa, corto, barato, muy concentrado. Personalmente, yo no quería hacerlo, porque ya había escrito uno y no quería repetirme. El tira y afloja duró dos años, y ellos insistieron mucho, y al final, acabé por asumirlo. Para empezar, yo siempre había estado obsesionada con la carta que mi padre me había enviado desde Auschwitz, una carta que había perdido y de cuyo contenido no me acordaba en absoluto. Siempre viví la pérdida de mi padre de una manera central, su muerte, las consecuencias que eso tuvo para la familia, la destrucción de la célula familiar, el suicidio de una hermana y un hermano, las dificultades que yo misma tuve durante muchos años en mi relación con el mundo en el que vivía...

Y al mismo tiempo, las decisiones políticas que tomó De Gaulle en aquella época, en nombre de una supuesta unidad nacional, en un país que había sido enormemente Pétainista. La decisión de hacer como si todos los franceses hubieran luchado con los aliados, cosa que era mentira, evidentemente, y que hizo que nunca se resolvieran de verdad los problemas de ese periodo en el que Francia había estado bajo el dominio de Pétain y de Hitler, y a que hubiera todavía gente que había participado en todo y que seguían en los puestos de poder. Todo había perjudicado a los judíos, una vez más. Por ejemplo, al terminar la guerra, desde luego, era justo hablar de que había habido heroísmo y resistencia, pero lo que no se decía nunca es que no habían sido muchos casos. Entre 45 millones de personas en aquella época, quizá fueran 60.000 como mucho, 100.000 si somos generosos. Y se dejaron pasar las matanzas de judíos, no solo de Francia, sino de toda Europa.

P. Sí, pero su libro no es una historia...
R. Entonces me di cuenta de que en toda mi obra, en todo el trabajo que he hecho desde los años cincuenta, estaba siempre presente mi padre. Por ejemplo, en el film de Jean Rouch y Edgar Morin es a él a quien estoy dirigiéndome, en mi libro también, en las películas que he hecho... Su presencia, su permanencia, es lo que me ha hecho preguntarme hoy: con quién puedo hablar, con quién puedo hacer un balance de mi vida, a quién puedo contarle mis cosas más íntimas: al ausente. Y el ausente es mi padre. Eso me dio una visión que me permitió proponer una forma de hablar de la destrucción de los judíos de Europa, a través de la carta que podía enviarle a un padre que jamás me iba a responder, evidentemente. La carta perdida debería haber sido su testamento dirigido a mi familia. Pero la perdí...

P. Y no recuerda nada.
R. No. Pero hay que comprender en qué situación física, psicológica y fisiológica estábamos.

... P. ¿Está satisfecha del libro, le ha permitido reconciliarse con la historia?
R. No. Reconciliarme es imposible. Pero lo que me conmueve mucho es cómo afecta a los demás. Una tirada de 100.000 ejemplares, traducido en 18 países, valorado... Eso quiere decir que he hecho bien en escribirlo como quería, porque ha aportado otra voz a lo que se sabe sobre los campos de exterminio, y ha abierto las puertas hacia los padres de otras personas. Varias personas me han dicho que después de leer el libro se apresuraron a llamar a su padre. Eso es maravilloso. En ese sentido, sí estoy satisfecha, el libro no me ha cambiado la vida, no es un libro que cambie la vida, pero trabajé mucho en él durante un año, con la ayuda de Judith, que es una bellísima persona, y en ese sentido estoy muy orgullosa de él. Nunca había contado esta historia, solo la había mencionado de paso, y me alegro de haberlo hecho así, del libro que hemos escrito juntas. Porque se ve de inmediato el sentido de las cosas, dice las cosas, cuenta, en un texto muy breve, la destrucción de los judíos de Europa. Y aporta elementos de vida posible, más de los que se suelen decir.

P. Me gusta mucho una frase que dice hablando de la boda con su marido: “Hemos decidido no hacernos daño uno a otro”.
R. Sí, es muy importante. Un poco de humanidad. Lo que más desearía hoy es escribir un libro sobre cómo vivir ... Basta de espíritu posesivo, basta de envidia, hay que construir una verdadera confianza. Y respetar la libertad. No hacer daño inútilmente. Es muy importante para mí. En cuanto a mi vida, lo que puedo sacar, de todo lo que he vivido, es una cosa muy judía: reparar el mundo. Si podemos arreglar un poco el mundo, todo irá bien.

https://cultura.elpais.com/cultura/2015/09/17/babelia/1442498371_024331.html

jueves, 20 de octubre de 2016

Polonia. La “Protesta negra”: masiva movilización de mujeres

Las masivas protestas de mujeres, sin precedentes en Polonia, han forzado al Parlamento polaco a abandonar inmediatamente sus planes de agravar la ley antiaborto. El partido Ley y Justicia (PiS) en el poder se ha rendido públicamente ante la explosión de la cólera social.

La ley de 1993, llamada de “compromiso” por los medios conservadores, liberales y socialdemócratas, es una de las leyes más restrictivas de la Unión Europea: la interrupción del embarazo solo se admite cuando la vida o la salud de la mujer están en peligro, cuando el embrión está gravemente enfermo o cuando el embarazo es resultado de un delito. En la práctica, incluso en tales casos, el aborto es inaccesible, pues se prolonga el procedimiento, se niegan a realizar la intervención basándose en una pretendida “cláusula de conciencia”, etc. Por ello, los abortos clandestinos florecen tanto como la emigración abortiva: según las estimaciones de las organizaciones feministas polacas, en Polonia se dan entre 80 000 y 100 000 abortos cada año, de los cuales solo unos cientos son legales.

La defensa de las mujeres por las organizaciones feministas y de izquierdas no había logrado movilizaciones hasta ahora. En el pasado mes de marzo, la tradicional manifestación organizada en Varsovia desde hace 17 años con ocasión del día internacional de la mujer, se desarrolló bajo el lema de “Aborto en defensa de la vida”. Como mucho, un millar de personas participaron en ella.

Movilizadas en la calle y en el trabajo
El pasado 23 de septiembre, la Dieta (cámara baja del Parlamento), en cuyo seno el PiS tiene una mayoría absoluta, decidió abrir el debate sobre un proyecto cívico de ley, ultraconservador, presentado por la organización Ordo Iuris. Este proyecto planteaba la introducción de la prohibición absoluta del aborto y penas de prisión para las mujeres que interrumpían el embarazo. Al mismo tiempo, la Dieta se negó a examinar el proyecto cívico “Salvemos a las mujeres”, inspirado en la legislación de la mayoría de los países de la Unión Europea, que intentaba liberalizar la ley actual y autorizaba el aborto hasta la doceava semana.

La decisión de la Dieta provocó una inmensa movilización en todo el país, sobre todo de mujeres,. Nadie se esperaba que la “Protesta negra”, por los vestidos negros y paraguas negros que portaban las manifestantes, tuviera una tal amplitud. El lunes 3 de octubre hubo manifestaciones en 143 ciudades y pueblos. En Varsovia, la concentración convocada en la Plaza del Castillo reunió a decenas de miles de personas a pesar de la lluvia. Muchas mujeres se vistieron de negro para ir al trabajo. En respuesta al llamamiento a una huelga de las mujeres, inspirada por la huelga islandesa de 1975, algunas mujeres no fueron al trabajo, otras sí, pero limitando el ejercicio de sus obligaciones profesionales: así una secretaria no respondía al teléfono.

Por tanto, es difícil estimar la participación en la protesta bajo sus diferentes formas. Según los medios, alrededor de 100 000 personas tomaron parte solo en las manifestaciones de calle. La encuesta realizado más tarde por Milward Brown para TVN indicaba que el 67 % de las mujeres y de los hombres apoyaba la protesta.

Arrebato en favor de los derechos democráticos
Por otra parte, el resultado de esta protesta masiva e inesperada era imprevisible: el PiS retiró su apoyo al proyecto fundamentalista que había apoyado dos semanas antes, y el 6 de octubre, la Dieta lo rechazó. El presidente del PiS, Jaroslaw Kaczynski, admitió en la Dieta que “observando la situación social”, se convenció de que el proyecto de Ordo Iuris “no es apropiado, que su efecto será exactamente el contrario”. Declaraba que “El PiS está y continuará estando a favor de la protección de la vida. Y va a emprender actividades en este sentido, pero serán actividades calculadas cuyo carácter permitirá realizar ese objetivo”. La Primera Ministra Beata Szydlo anunció que el Estado garantizará una ayuda social para incentivar a las mujeres a dar a luz y a educar a hijos con discapacidades.

La fuerza y la amplitud de esta protesta han sorprendido a todo el mundo. Tras cerca de 25 años de “paz social”, este año ha tenido lugar un cambio fundamental en Polonia: frente a las decisiones autoritarias del PiS se ha desarrollado un movimiento de masas interclasista, denominado Comité de Defensa de la Democracia (KOD). En las manifestaciones organizadas por el KOD, se reúnen decenas de miles de personas.

La “protesta negra” es una nueva y muy importante confirmación de que la tradición y la cultura de los movimientos de masas en defensa de los derechos y libertades democráticas están renaciendo.

 https://npa2009.org/

Traducción de Faustino Eguberri

– Viento Sur http://www.vientosur.info/ 

viernes, 25 de septiembre de 2015

Embestida de la Iglesia católica polaca más integrista contra la oleada de refugiados. "Esas hordas salvajes"

La oposición nacionalista polaca no comparte el giro del Gobierno polaco -que finalmente acepta el número de refugiados acordado con la Comisión Europea- y continúa rechazando a refugiados e inmigrantes en una campaña de odio y desprecio que adquiere una virulencia asombrosa y que horroriza a aquellos que recuerdan como hace muy poco los propios polacos pedían y recibían el trato solidario de refugiados e inmigrantes en países de Europa occidental, cuando huían de represalias comunistas o...
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lunes, 22 de diciembre de 2014

Jeffrey Sachs: La lección de la Primera Guerra Mundial que la economía global olvida.

Jeffrey Sachs es uno de los más destacados economistas del mundo. Entre los muchos gobiernos a los que ha asesorado durante tres décadas están Bolivia, Polonia y Rusia al final de la Guerra Fría. En esta reflexión escrita para la BBC, señala que la forma en la que se comportan los vencedores al final de un conflicto determina lo que ocurrirá en el futuro.

Este ha sido un año de grandes aniversarios geopolíticos. Hace 100 años empezó la Primera Guerra Mundial, un evento que, más que ningún otro, le dio forma a la historia durante el siglo pasado. Hace 25 años cayó el Muro de Berlín, el primer capítulo de la desaparición del Imperio soviético y el fin de la Guerra Fría. Y sin embargo, dolorosamente observamos algo que va más lejos que el mero recuerdo.

Como dijo William Faulkner, "el pasado nunca muere. Ni siquiera es pasado".

La Primera Guerra Mundial y el Muro siguen moldeando nuestras realidades más urgentes en la actualidad. Las guerras en Siria e Irak son un legado del cierre de la Gran Guerra, y los dramáticos eventos en Ucrania se desarrollan bajo la larga sombra de 1989.

1914 y 1989 son momentos bisagra, puntos decisivos en la historia que cambian el rumbo de los eventos subsecuentes. La manera en la que se comportan tanto las naciones grandes como las pequeñas en esos momentos determina el curso futuro de la guerra y la paz.

Yo participé directa y personalmente en los eventos de 1989, y vi cómo se desarrollaba esa lección: positivamente en el caso de Polonia y negativamente en el de Rusia. Les puedo decir que mientras me desempeñaba como asesor económico durante 1989-92, constantemente recordaba preocupado lo ocurrido en 1914. Y hoy en día sigo con la misma preocupación.

En 1919, al final de la Primera Guerra Mundial, el gran economista británico John Maynard Keynes nos enseñó una lección invaluable y perdurable sobre esos momentos bisagra: cómo las decisiones de los vencedores impactan las economías de los vencidos, y cómo los pasos falsos de los poderosos pueden fijar el rumbo de las guerras futuras.

Con una visión astuta, clarividencia y dotes literarias, "Las consecuencias económicas de la paz" de Keynes (1919) predijo que el cinismo y miopía de la base del Tratado de Versalles, especialmente la imposición de reparaciones de guerra punitivas para Alemania, y la falta de soluciones para las crisis financieras de los países deudores, condenaría a las economías europeas a crisis continuas que de hecho incitarían el surgimiento de otro tirano vengativo en la próxima generación.

El apasionado llamado de Keynes es uno de esos admirables estallidos geniales que retumba por generaciones. Ese libro y sus lecciones se convirtieron en una guía formativa para mí durante mi carrera como asesor y analista económico.

De la angustia de Bolivia a la de Polonia
Como un economista recientemente formado hace unos 30 años, de repente me vi a cargo de asistir a un pequeño y casi olvidado país: Bolivia, en la búsqueda de una salida a su rotundo desastre económico. Los escritos de Keynes me ayudaron a entender que la crisis financiera de Bolivia debía considerarse en términos sociales y políticos y que el acreedor de ese país, Estados Unidos, compartía la responsabilidad de resolver la angustia económica boliviana.

Mi experiencia en Bolivia en 1985-86 me llevó a Polonia, en la primavera de 1989, invitado por el último gobierno comunista y el sindicato Solidaridad, que era su fuerte opositor. Polonia, como Bolivia, estaba en la bancarrota financieramente. Y Europa en 1989, como Europa en 1919, estaba en un gran momento bisagra de la historia.

Mijaíl Gorvachov estaba en el poder en la Unión Soviética, y estaba dispuesto a ver a Europa reconciliada en paz y democracia. Ese gran hombre deseaba llevar a su propio país hacia un nuevo orden democrático. Polonia fue la primera nación de la región en tomar el camino de la democracia en ese año trascendental. Pronto me convertí en el principal asesor económico foráneo del nuevo gobierno polaco. Una vez más, basándome en Keynes, abogué por el tipo de asistencia internacional que me parecía vital para que Polonia pudiera hacer una transición pacífica y exitosa a un gobierno democrático postcomunista.

Específicamente, apelé a la Casa Blanca, 10 Downing Street, el Palacio del Elíseo y la Cancillería alemana para que proveyeran una asistencia progresista, como un elemento clave en la construcción de una Europa nueva, unida y democrática.

Fueron días embriagadores para mí como asesor económico. Había momentos en los que parecía que mis deseos eran órdenes para la Casa Blanca. Una mañana, en septiembre de 1989, recurrí al gobierno estadounidense para que le diera a Polonia US$1.000 millones para estabilizar la moneda. En la tarde del mismo día, la Casa Blanca confirmó la entrega del dinero. No es chiste: ¡ocho horas entre la solicitud y el resultado!

Convencer a la Casa Blanca de que apoyara una cancelación de las deudas polacas tomó un poco más de tiempo, con negociaciones de alto nivel que se extendieron por cerca de un año, pero al final en eso también tuve éxito.

El resto, como dicen, es historia. Polonia introdujo fuertes medidas de reforma, basadas en parte en las recomendaciones que yo había ayudado a diseñar. EE.UU. y Europa apoyaron esas medidas con ayuda generosa y oportuna. La economía polaca fue restructurada y empezó a crecer, y 15 años después, se convirtió en un miembro de pleno derecho de la Unión Europea.
Ojalá pudiera suspender aquí mi rememoración, con este final feliz.

Pero la historia del final de la Guerra Fría no comprende sólo aciertos de Occidente -como en Polonia- sino también un tremendo desacierto: Rusia.

Para Moscú, Versalles
Mientras que la generosidad estadounidense y europea prevaleció en Polonia, la actitud en el caso de la Rusia postsoviética recuerda mucho más los errores garrafales del Tratado de Versalles. Y hasta el día de hoy estamos pagando las consecuencias.

En 1990 y 1991, el gobierno de Gorvachov, habiendo visto los resultados positivos en Polonia, me solicitó que lo asesorara respecto a las reformas económicas. En esa época Rusia enfrentaba el mismo tipo de calamidad financiera que había hundido a Bolivia a mediados de los 80 y a Polonia en 1989.

En la primavera de 1991, trabajé con colegas de la Universidad de Harvard y MIT para ayudarle a Gorvachov a obtener apoyo financiero de Occidente, para poder reformar la política y transformar la economía. No obstante, nuestros esfuerzos fracasaron completamente.

Ese verano, Gorvachov regresó a Moscú de la cumbre del G7 con las manos vacías. A su retorno, una conspiración intentó derrocarlo en el notorio Golpe de Agosto, del que nunca se recuperó políticamente. Cuando Boris Yeltsin ascendió, y la disolución de la Unión Soviética estaba a puertas, su equipo económico nuevamente me pidió asistencia, tanto para lidiar con los desafíos técnicos de la estabilización como en la tarea de obtener la vital ayuda financiera de EE.UU. y Europa.

Yo le vaticiné al presidente Yeltsin y a su equipo que esa ayuda llegaría pronto. Después de todo, la asistencia de emergencia para Polonia se organizó en cuestión de horas o semanas. Estaba seguro de que lo mismo sucedería en el caso de la nueva Rusia independiente y democrática. Sin embargo, perplejo y horrorizado, me fui dando cuenta de que no sería igual.

Mientras que a Polonia le habían perdonado las deudas, a Rusia le exigieron que las siguiera pagando.

Mientras que a Polonia le habían concedido asistencia financiera generosa y rápida, Rusia recibió visitas de grupos de estudio del FMI pero nada de fondos.

Yo le supliqué a EE.UU. que hiciera más. Apelé a las lecciones de Polonia, pero todo fue en vano. Washington no cedió.

Al final, la maligna crisis financiera rusa aplastó los intentos de reformar y regularizar. El gobierno de Yegor Gaidar cayó en desgracia. Yo renuncié tras dos años duros de tratar de ayudar y lograr muy poco. Unos años más tarde, Vladimir Putin reemplazó a Yeltsin y tomó el timón de la nación rusa.

El botín de los vencedores
A lo largo de esa debacle, los expertos estadounidenses culparon a los reformadores en Rusia en vez de a la cruel negligencia de EE.UU. y Europa.

Me tomó 20 años entender bien qué pasó después de 1991. ¿Por qué EE.UU., que se había comportado con tanta sabiduría y visión en Polonia, actuó con una negligencia tan cruel en el caso de Rusia? Paso a paso, recuerdo tras recuerdo, la verdadera historia salió a la luz.

Occidente había ayudado a Polonia financiera y diplomáticamente porque Polonia se iba a convertir en el baluarte oriental de una OTAN en expansión. Polonia era Occidente, por lo tanto, era digna de ayuda. Rusia, en contraste, era vista por los líderes estadounidenses más o menos de la misma forma en la que Lloyd George y Clemenceau habían considerado a Alemania en Versalles: como un enemigo vencido que merecía ser aplastado, no auxiliado.

En su libro recientemente publicado, el general Wesley Clark, antiguo comandante de la OTAN, relata una conversación que tuvo en 1991 con Paul Wolfowitz, quien era el director de política del Pentágono.

Wolfowitz le dijo a Clark que EE.UU. sabía que podía actuar con impunidad en Medio Oriente, y ostensiblemente en otras regiones también, sin la amenaza de la interferencia rusa.

En resumen, EE.UU. podía comportarse como un vencedor y un matón, cosechando los frutos de la victoria en la Guerra Fría de ser necesario a través de guerras. Washington estaría a la cabeza y Moscú sería incapaz de impedirlo.

En un reciente discurso pronunciado en Moscú, Putin describió la conducta de EE.UU. en casi los mismos términos que Wolfowitz.

"La Guerra Fría llegó a su fin", dijo Putin, "pero no terminó con la firma de un tratado de paz con acuerdos claros y transparentes sobre el respeto de las reglas existentes o la creación de nuevas reglas y estándares. Eso creó la impresión de que los llamados 'vencedores' de la Guerra Fría decidieron presionar y moldear al mundo para que satisfaga sus propios intereses y necesidades"... sigue
Fuente: BBC,

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/12/141218_jeffrey_sachs_problemas_globales_finde_dv