La divergencia entre la marcha de la economía española y sus salarios se agudiza cuando se compara con la situación en el resto de la Unión Europea y en la zona euro.
España destaca en el continente por su crecimiento y por la fuerte creación de empleo. Pero también lo hace por su anemia salarial. El año pasado el salario por hora subió un 2% en el conjunto de la Eurozona, cinco veces más que en España, donde el aumento apenas fue del 0,4%, según los cálculos de la oficina europea de estadísticas, Eurostat, para el conjunto de la economía, excluyendo el sector agrícola.
Este incremento es uno de los menores de toda Europa. Solo supera el saldo de 2017 de Finlandia, donde las retribuciones de los asalariados menguaron un 0,4% respecto al año anterior. Y empeora un poco sobre el comportamiento salarial registrado en Grecia e Italia, donde los sueldos subieron un 0,7%.
La misma tónica se mantiene una vez se añade al coste salarial de los trabajadores las cotizaciones y las remuneraciones no dinerarias. En ese caso España también experimentó un comportamiento débil respecto al conjunto de la Unión Europea y de la zona euro. Solo se anotó un aumento del 0,5% frente a ganancias del 2,3% y del 1,9%, respectivamente.
22,5 euros por hora
Si en lugar de las variaciones anuales se toman las retribuciones reales, en España el coste laboral se queda en el 75% del resto de la zona euro y en el 82% de la Unión Europea. Traducido en euros contantes y sonantes, esto es que por cada hora trabajada el coste laboral para un empresario en España asciende a 22,5 euros, mientras que en la zona euro es de 30,1 euros y en el conjunto de la Unión de 27,2 euros.
Dentro la UE, el país que tiene el mayor coste es Dinamarca, con 40,3 euros por hora, seguido de Luxemburgo (39,1 euros). En Alemania y Francia, por su parte, este coste es de 32,4 euros y de 34,2 euros, respectivamente. En el otro extremo de la tabla aparecen Bulgaria, con 4,9 euros, y Letonia (6,9).
https://elpais.com/economia/2018/04/09/actualidad/1523297941_113572.html
viernes, 4 de mayo de 2018
jueves, 3 de mayo de 2018
Cambridge Analytica, la empresa detrás del mayor escándalo de privacidad de Facebook, anuncia su cierre.
La consultora política británica Cambridge Analytica, empresa que protagonizó el mayor escándalo de privacidad que haya sufrido Facebook, anunció este miércoles que cierra sus puertas con efecto inmediato.
La compañía fue acusada de hacer uso indebido de información personal para beneficio de sus clientes políticos.
Cambridge Analytica tuvo acceso a los datos de unos 87 millones de usuarios de Facebook, según reveló la red social que lanzó una investigación sobre lo ocurrido.
Esa información fue obtenida a través de una aplicación que ofrecía realizar un test de personalidad a los usuarios de la red social pero que, en realidad, usó ese acceso para recopilar datos de estos y de sus redes de amigos hasta sumar hasta un 15% de la población de Estados Unidos.
La data obtenida por la aplicación era luego entregada a Cambridge Analytica que luego, según las acusaciones,utilizó este material para elaborar perfiles psicológicos de cada usuario y diseñar mensajes hechos a la medida para tratar de influir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016. Lo sucedido puso en aprietos a Facebook, hizo caer sus acciones en la bolsa y obligó a su fundador, Mark Zuckerberg, a comparecer ante una comisión del Congreso de EE.UU. y pedir disculpas.
Bancarrota
En la declaración en la que anunció el fin de sus operaciones, Cambridge Analytica informó también que estaba iniciando el procedimiento legal para declararse en bancarrota y dijo haber sido "objeto de numerosas acusaciones infundadas" durante los últimos meses.
"A pesar de la confianza firme de Cambridge Analytica en que sus empleados actuaron de forma ética y plenamente apegados a la ley... el asedio de la cobertura mediática ha alejado prácticamente a todos los clientes y proveedores de la compañía. Como resultado de ello, se ha decidido que ya no sigue siendo viable seguir operando", señaló la consultora en su comunicado.
En ocasiones anteriores, la empresa negó haber recolectado la información de los usuarios de Facebook para producir contenidos a la medida de estos durante la campaña electoral de 2016.
Además ha señalado que ha sido denigrada por realizar actividades que no solamente eran legales sino que además eran ampliamente aceptadas como una práctica normal tanto en el campo comercial como en el político.
En marzo pasado, Cambridge Analytica suspendió de sus funciones a su director ejecutivo, Alexander Nix, luego de que se divulgara un video en el que fue grabado con cámara oculta por Channel 4 News y en el cual él insinuaba que la empresa había ayudado a hacer campaña de Donald Trump en las redes.
Además detallaba métodos a través de los cuales podría desacreditar a otros políticos, incluyendo el envío de "chicas alrededor de la casa del candidato".
Posteriormente, Cambridge Analytica dijo que, de toda la información recopilada por la aplicación, solamente había adquirido 30 millones de registros correspondientes a ciudadanos estadounidenses y que ese material no había sido usado en la campaña presidencial de Estados Unidos.
La compañía fue acusada de hacer uso indebido de información personal para beneficio de sus clientes políticos.
Cambridge Analytica tuvo acceso a los datos de unos 87 millones de usuarios de Facebook, según reveló la red social que lanzó una investigación sobre lo ocurrido.
Esa información fue obtenida a través de una aplicación que ofrecía realizar un test de personalidad a los usuarios de la red social pero que, en realidad, usó ese acceso para recopilar datos de estos y de sus redes de amigos hasta sumar hasta un 15% de la población de Estados Unidos.
La data obtenida por la aplicación era luego entregada a Cambridge Analytica que luego, según las acusaciones,utilizó este material para elaborar perfiles psicológicos de cada usuario y diseñar mensajes hechos a la medida para tratar de influir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016. Lo sucedido puso en aprietos a Facebook, hizo caer sus acciones en la bolsa y obligó a su fundador, Mark Zuckerberg, a comparecer ante una comisión del Congreso de EE.UU. y pedir disculpas.
Bancarrota
En la declaración en la que anunció el fin de sus operaciones, Cambridge Analytica informó también que estaba iniciando el procedimiento legal para declararse en bancarrota y dijo haber sido "objeto de numerosas acusaciones infundadas" durante los últimos meses.
"A pesar de la confianza firme de Cambridge Analytica en que sus empleados actuaron de forma ética y plenamente apegados a la ley... el asedio de la cobertura mediática ha alejado prácticamente a todos los clientes y proveedores de la compañía. Como resultado de ello, se ha decidido que ya no sigue siendo viable seguir operando", señaló la consultora en su comunicado.
En ocasiones anteriores, la empresa negó haber recolectado la información de los usuarios de Facebook para producir contenidos a la medida de estos durante la campaña electoral de 2016.
Además ha señalado que ha sido denigrada por realizar actividades que no solamente eran legales sino que además eran ampliamente aceptadas como una práctica normal tanto en el campo comercial como en el político.
En marzo pasado, Cambridge Analytica suspendió de sus funciones a su director ejecutivo, Alexander Nix, luego de que se divulgara un video en el que fue grabado con cámara oculta por Channel 4 News y en el cual él insinuaba que la empresa había ayudado a hacer campaña de Donald Trump en las redes.
Además detallaba métodos a través de los cuales podría desacreditar a otros políticos, incluyendo el envío de "chicas alrededor de la casa del candidato".
Posteriormente, Cambridge Analytica dijo que, de toda la información recopilada por la aplicación, solamente había adquirido 30 millones de registros correspondientes a ciudadanos estadounidenses y que ese material no había sido usado en la campaña presidencial de Estados Unidos.
_- 6 alimentos que debes comer para bajar tu porcentaje de grasa.
_- ¿Entrenas mucho y aun así no consigues perder grasa? Es obvio que algo no estás haciendo bien, y claramente hablamos del campo de la nutrición. Muchas personas no gastan un dinero (que estaría bien invertido) en un nutricionista que nos asesore y nos ayude a perder esos kilos de más, pero desde Deporte y Vida podemos ayudarte a seleccionar algunos alimentos que sí te van a ayudar a bajar tu porcentaje de grasa corporal si sigues una alimentación correcta.
Nueces: además de contener triptófano y melatonina y por ello pueden ayudarnos a regular nuestros ritmos circadianos y obtener un mejor descanso, pueden ayudar en una dieta cuyo objetivo sea la pérdida de peso. Un estudio que habla de las bondades de un puñado de nueces para dietas cuyo objetivo sea bajar esos kilos de más, aunque contengan una gran cantidad de calorías.
Huevos: uno de los alimentos más injustamente infravalorados a lo largo de finales del S. XX y principios del S. XXI. Los huevos contienen antioxidantes, protegen contra las cataratas, son fuente de proteínas, se absorben al 100 %, tienen además ácidos grasos omega-3 y de vitaminas A y E. En un artículo los investigadores han conseguido identificar una proteína (IgY anti-lipasa) en la yema de huevo de gallina, con propiedades sobre la pérdida de peso.
Brócoli: rico en vitaminas A y C, que ayudan a estimular el sistema inmunológico y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y cataratas. Puedes probar este tipo de vegetal en muchos y diversos platos. ¿Por qué crees que los culturistas profesionales comen tanto brócoli? Es una verdura que, además de ser altamente rica en nutrientes, posee grandes beneficios en una dieta orientada a la pérdida de grasa.
Setas: Con niveles impresionantes de antioxidantes, pueden aumentar la producción de ciertas células y apoyar el sistema inmunológico. Además, son antiinflamatorios, desintoxicantes y ricos en fibra, lo que ayudará a calmar el sistema digestivo. Destacan por su riqueza en proteínas de alto valor biológico, y porque poseen una importante proporción de sales minerales. Ideal para combinar con distintos platos y bajar nuestro porcentaje de grasa corporal.
Crema de cacahuete: Al ser crema proveniente de cacahuetes, es lógico que sea bastante calórica, pero en su defensa debemos decir que sacia mucho el apetito y nos puede ayudar a perder peso. De hecho, un estudio publicado en Journal of Nutrition relaciona su ingesta con menor índice de masa corporal en adultos. Debemos consumir más frutos secos en general, y aunque parezca mentira, la crema de cacahuete que no contenga demasiados añadidos como aceite de palma, es bastante saludable.
Aguacate: Un estudio publicado en 2013 en el que se investigó a participantes que comieron medio aguacate en su dieta asegura que los aguacates son un fantástico alimento para el control del peso. Los investigadores detectaron que su ingesta aumentaba la satisfacción y la saciedad. Además, el balance calórico final no se veía afectado negativamente. Es magnífico no solo para el control del peso, sino para incluirlo en nuestra dieta si el objetivo es reducir los michelines.
https://as.com/deporteyvida/2018/03/16/portada/1521193091_557849.html?id_externo_promo=ep-ob&prm=ep-ob&ncid=ep-ob
Nueces: además de contener triptófano y melatonina y por ello pueden ayudarnos a regular nuestros ritmos circadianos y obtener un mejor descanso, pueden ayudar en una dieta cuyo objetivo sea la pérdida de peso. Un estudio que habla de las bondades de un puñado de nueces para dietas cuyo objetivo sea bajar esos kilos de más, aunque contengan una gran cantidad de calorías.
Huevos: uno de los alimentos más injustamente infravalorados a lo largo de finales del S. XX y principios del S. XXI. Los huevos contienen antioxidantes, protegen contra las cataratas, son fuente de proteínas, se absorben al 100 %, tienen además ácidos grasos omega-3 y de vitaminas A y E. En un artículo los investigadores han conseguido identificar una proteína (IgY anti-lipasa) en la yema de huevo de gallina, con propiedades sobre la pérdida de peso.
Brócoli: rico en vitaminas A y C, que ayudan a estimular el sistema inmunológico y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y cataratas. Puedes probar este tipo de vegetal en muchos y diversos platos. ¿Por qué crees que los culturistas profesionales comen tanto brócoli? Es una verdura que, además de ser altamente rica en nutrientes, posee grandes beneficios en una dieta orientada a la pérdida de grasa.
Setas: Con niveles impresionantes de antioxidantes, pueden aumentar la producción de ciertas células y apoyar el sistema inmunológico. Además, son antiinflamatorios, desintoxicantes y ricos en fibra, lo que ayudará a calmar el sistema digestivo. Destacan por su riqueza en proteínas de alto valor biológico, y porque poseen una importante proporción de sales minerales. Ideal para combinar con distintos platos y bajar nuestro porcentaje de grasa corporal.
Crema de cacahuete: Al ser crema proveniente de cacahuetes, es lógico que sea bastante calórica, pero en su defensa debemos decir que sacia mucho el apetito y nos puede ayudar a perder peso. De hecho, un estudio publicado en Journal of Nutrition relaciona su ingesta con menor índice de masa corporal en adultos. Debemos consumir más frutos secos en general, y aunque parezca mentira, la crema de cacahuete que no contenga demasiados añadidos como aceite de palma, es bastante saludable.
Aguacate: Un estudio publicado en 2013 en el que se investigó a participantes que comieron medio aguacate en su dieta asegura que los aguacates son un fantástico alimento para el control del peso. Los investigadores detectaron que su ingesta aumentaba la satisfacción y la saciedad. Además, el balance calórico final no se veía afectado negativamente. Es magnífico no solo para el control del peso, sino para incluirlo en nuestra dieta si el objetivo es reducir los michelines.
https://as.com/deporteyvida/2018/03/16/portada/1521193091_557849.html?id_externo_promo=ep-ob&prm=ep-ob&ncid=ep-ob
RAMUSH HARADINAJ | PRIMER MINISTRO DE KOSOVO. “No hay ninguna analogía posible entre Kosovo y Cataluña, establecerla es un sinsentido”. El primer ministro del Estado que proclamó su independencia en 2008 espera que "España pueda aceptarlo como miembro de la UE"
¡¡¡Menos mal que no existe analogía!!!
.
Ahora bien, cuantos años hacía que Kosovo formaba arte de Servia-Yugoslavia?
¿Por qué se separaron?
¿Están mejor ahora que antes?
¿Qué piensa la población?
¿Prefieren el estado actual o el anterior?
¿Los dejan elegir o les imponen la situación actual?
¿Qué tiene que decir de las acusaciones graves (avaladas por un informe de la UE) sobre los
comportamientos de las autoridades de Kosovo?
¿A quiénes ha beneficiado la política separatista o de "independencia"?
¿Los hechos consumados son el resultado de las decisiones autónomas y libres de los pueblos o es el producto de intervenciones foráneas con agenda de objetivos ocultos?
Los países que tienen tropas en suelo de Kosovo ¿Para qué están realmente, a quiénes defienden?
Son muchas preguntas sin respuestas,...
Seguir la noticia en El País, aquí
Más sobre Kosovo
La Asamblea General del Consejo de Europa aprobó ayer (25 de enero) el informe presentado por el suizo Dick Marty sobre el tráfico de órganos humanos de presos serbios que se produjo durante la guerra de Kosovo de finales de la década de 1990 y en los años siguientes. (Ver aquí)
La máscara de la paz, por primera vez
Tráfico de órganos en Kosovo: un informe condenatorio
Un testigo evoca la manipulación con la que el gobierno alemán fabricó el consenso belicista para intervenir en Kosovo. La amargura del policía alemán Hensch
Siguen los problemas de la llamada "Guerra humanitaria". El rompecabezas kosovar
Más sobre el horror de Kosovo
.
Ahora bien, cuantos años hacía que Kosovo formaba arte de Servia-Yugoslavia?
¿Por qué se separaron?
¿Están mejor ahora que antes?
¿Qué piensa la población?
¿Prefieren el estado actual o el anterior?
¿Los dejan elegir o les imponen la situación actual?
¿Qué tiene que decir de las acusaciones graves (avaladas por un informe de la UE) sobre los
comportamientos de las autoridades de Kosovo?
¿A quiénes ha beneficiado la política separatista o de "independencia"?
¿Los hechos consumados son el resultado de las decisiones autónomas y libres de los pueblos o es el producto de intervenciones foráneas con agenda de objetivos ocultos?
Los países que tienen tropas en suelo de Kosovo ¿Para qué están realmente, a quiénes defienden?
Son muchas preguntas sin respuestas,...
Seguir la noticia en El País, aquí
Más sobre Kosovo
La Asamblea General del Consejo de Europa aprobó ayer (25 de enero) el informe presentado por el suizo Dick Marty sobre el tráfico de órganos humanos de presos serbios que se produjo durante la guerra de Kosovo de finales de la década de 1990 y en los años siguientes. (Ver aquí)
La máscara de la paz, por primera vez
Tráfico de órganos en Kosovo: un informe condenatorio
Un testigo evoca la manipulación con la que el gobierno alemán fabricó el consenso belicista para intervenir en Kosovo. La amargura del policía alemán Hensch
Siguen los problemas de la llamada "Guerra humanitaria". El rompecabezas kosovar
Más sobre el horror de Kosovo
miércoles, 2 de mayo de 2018
“Existe una verdad periodística” Soledad Gallego-Díaz defiende el oficio como principal soporte de la democracia.
Soledad Gallego-Díaz (Madrid, 1951) se dio ayer cuenta de que lleva muchos años en el oficio y de que ha tenido “mucha suerte” al trabajar en lo que le gusta. Convencida de que el periodismo tiene “una función social imprescindible para las democracias avanzadas”, defiende a capa y espada la “verdad periodística”. “El periodismo trata de hechos, no de opiniones. Consiste en contar hechos y a partir de ahí formular opiniones. Los hechos tienen una verdad demostrable y no existen verdades alternativas ni hechos alternativos”. En un momento en el que proliferan los bulos y las mentiras fabricadas para moldear las opiniones, Gallego-Díaz sostiene que nada desprestigia más el oficio que la oleada de noticias falsas y considera que la manera de luchar contra este fenómeno es “el periodismo independiente”. Contraria a legislar contra las fake news, aboga por la transparencia para saber de dónde salen, quiénes las financian y cómo se distribuyen.
“Estamos”, dice, “en un momento muy interesante. Hoy existen grandes posibilidades gracias a los medios técnicos, pero estos medios entrañan una serie de peligros”. Y uno de esos riesgos es confundir el periodismo con la comunicación. “El periodismo exige cumplir una serie de reglas. Es quizá menos brillante que la comunicación pero es más importante para el desarrollo de la democracia”. Después de años de crisis, en los que los reporteros han contado lo mal que vivía la gente, cree que ha llegado el momento de contar cómo viven “los superricos”.
Vinculada a EL PAÍS, durante casi cuatro décadas, Gallego-Díaz ha sido corresponsal en Bruselas, París, Londres, Buenos Aires y Nueva York, además de Defensora del lector. Actualmente escribe un artículo semanal, es analista de la cadena SER y socia de Ctxt. Sus inicios profesionales discurrieron en la agencia Pyresa y ayer quiso rendir homenaje a aquellos profesionales, “extraordinariamente valientes”, que en países como México o Guatemala se juegan la vida por contar “las cosas que pasan” en circunstancias difíciles. Del trabajo del que se siente más orgullosa, con el que más ha disfrutado y en el que más pasión ha volcado es el de la construcción europea. “La UE es un proyecto decisivo. Ha cometido errores y a veces tiene atracones de ideología que le producen enfermedades, pero es el mecanismo más inteligente para hacer frente al futuro”.
https://elpais.com/elpais/2018/04/03/opinion/1522779450_614829.html
Etiquetas:
desinformación,
hechos,
ignorancia,
información,
manipulación,
mentiras,
normas,
periodismo,
periodistas,
posverdad,
Soledad Gallego-Díaz,
verdad
Machismo. Los legisladores tienen la obligación de cambiar los tipos delictivos para que no vuelvan a producirse sentencias como la de La Manada
Cuento hasta diez antes de teclear cada palabra. Me propongo desterrar la rabia y escribir sobre lo que conozco. Desde mi conocimiento de la lengua española, creo que el tribunal de Pamplona no ha apreciado intimidación en lo que no fue otra cosa que una violación múltiple, porque sus miembros pueden y porque no les ha dado la gana. Lean los hechos probados en la sentencia, consulten el diccionario y lo comprobarán fácilmente. La insostenible interpretación de los términos intimidación y consentimiento viciado —si es viciado, porque el tribunal reconoce que se obtuvo a la fuerza, gracias a la superioridad numérica de los agresores, ¿cómo puede ser consentimiento y no existir intimidación?— en la que se basa la calificación del delito, sólo se explica por motivos ideológicos. Los jueces de Pamplona nos dicen que una mujer tiene que defender su honra con sangre, que si no expone su vida, no puede esperar que la consideren una víctima y, lo peor de todo, que una violación en grupo, en el contexto de unas fiestas y con alcohol de por medio, es una legítima juerga de chavalotes que igual se han pasado un pelín, pero que sólo querían divertirse. Lo único que he echado de menos es el tristemente célebre atenuante del instinto del cazador, la insuperable necesidad de sexo que anula la voluntad del macho. Con esa única excepción, la sentencia de La Manada rezuma el viejo y eterno machismo de todos los tiempos. ¿Hace falta decirlo una vez más? Sólo sí significa sí. No es no, y todas las violaciones son el único y mismo delito. Yo creo a la víctima, pero interpelo a los legisladores. Son ellos quienes tienen la obligación de cambiar los tipos delictivos para que no vuelvan a producirse sentencias como ésta. Y tienen que hacerlo ya.
https://elpais.com/elpais/2018/04/27/opinion/1524839044_990837.html
https://elpais.com/elpais/2018/04/27/opinion/1524839044_990837.html
martes, 1 de mayo de 2018
Charlot y la escena de la bandera. España es el país que más ha retrocedido en la evolución de los ingresos de los jóvenes.
Se constata “como un hecho lo que era una creencia común: que los jóvenes españoles —como muchos europeos— tienen peores expectativas de futuro que las generaciones precedentes”. Los jóvenes actuales, a pesar de haber crecido en un país más próspero, más abierto, más libre y con muchas más comodidades que sus padres, se han topado en su transición a la vida adulta con una triple crisis (económica, social e institucional), que les ha convertido en los grandes perdedores del cambio en la estructura social.
Esta es la principal conclusión del informe ¿Vivimos peor que nuestros padres?, hecho público por la Fundación Felipe González, en colaboración con otras fundaciones y think tanks europeos y españoles (Resolution Foundation, Foundation for European Progressive Studies, Fundación La Caixa o AgendaPública). En él se analiza la situación relativa de la generación de los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) en relación con las generaciones anteriores (generación X, nacidos entre 1965 y 1980; y la generación del baby boom, entre 1946 y 1965). Estos millennials son más de 100 millones de ciudadanos en Europa y han crecido al albur de la globalización y la crisis financiera, al tiempo que veían nacer Internet y todo lo que deriva de una revolución digital de la que son nativos.
Han existido tres factores causantes de la brecha generacional: las tensiones fiscales generadas por el aumento de la esperanza de vida y del mantenimiento del Estado de Bienestar; los efectos negativos de la Gran Recesión en las generaciones más jóvenes, y la presión que sobre ellos están ejerciendo los precios de la vivienda (propiedad y alquiler).
Según el informe, hay una diferencia clara entre los jóvenes de los países de renta alta (Francia, Bélgica, Reino Unido, España, Italia, Alemania,…) y los de los países de rápido desarrollo (China, India,…): la evolución intergeneracional del nivel de vida de los primeros ha sufrido un retroceso y ya no se cumple esa aspiración social de que las generaciones venideras vivirán mejor que sus padres; los segundos sí tendrán una vida mejor que la de sus progenitores. La segunda conclusión es tanto o más significativa: España es el país en que más ha retrocedido la evolución de los ingresos intergeneracionales de los nueve países analizados (Noruega, Reino Unido, Finlandia, Dinamarca, EE UU, Alemania, Italia, Grecia y España): los jóvenes españoles han padecido una notable involución de renta, no sólo comparable con el grupo de edad anterior (generación X) sino incluso dentro de su propio grupo: la renta media de los millennials que han llegado a la treintena es un 8% mayor de la de los que están en el inicio de la veintena. Prosigue el retroceso.
No debería extrañar que mañana, Primero de Mayo, ocurriese lo que en la película Tiempos Modernos: Charlot agarra una bandera roja que se cae de un camión y que tan solo señaliza la carga, la agita para advertir a los conductores de que la han perdido, y una legión de obreros se pone detrás de él como si se tratase de un líder sindical. Lo raro sería que los jóvenes hicieran lo contrario y continuase la anomalía histórica.
https://elpais.com/economia/2018/04/29/actualidad/1525017857_622005.html
Esta es la principal conclusión del informe ¿Vivimos peor que nuestros padres?, hecho público por la Fundación Felipe González, en colaboración con otras fundaciones y think tanks europeos y españoles (Resolution Foundation, Foundation for European Progressive Studies, Fundación La Caixa o AgendaPública). En él se analiza la situación relativa de la generación de los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) en relación con las generaciones anteriores (generación X, nacidos entre 1965 y 1980; y la generación del baby boom, entre 1946 y 1965). Estos millennials son más de 100 millones de ciudadanos en Europa y han crecido al albur de la globalización y la crisis financiera, al tiempo que veían nacer Internet y todo lo que deriva de una revolución digital de la que son nativos.
Han existido tres factores causantes de la brecha generacional: las tensiones fiscales generadas por el aumento de la esperanza de vida y del mantenimiento del Estado de Bienestar; los efectos negativos de la Gran Recesión en las generaciones más jóvenes, y la presión que sobre ellos están ejerciendo los precios de la vivienda (propiedad y alquiler).
Según el informe, hay una diferencia clara entre los jóvenes de los países de renta alta (Francia, Bélgica, Reino Unido, España, Italia, Alemania,…) y los de los países de rápido desarrollo (China, India,…): la evolución intergeneracional del nivel de vida de los primeros ha sufrido un retroceso y ya no se cumple esa aspiración social de que las generaciones venideras vivirán mejor que sus padres; los segundos sí tendrán una vida mejor que la de sus progenitores. La segunda conclusión es tanto o más significativa: España es el país en que más ha retrocedido la evolución de los ingresos intergeneracionales de los nueve países analizados (Noruega, Reino Unido, Finlandia, Dinamarca, EE UU, Alemania, Italia, Grecia y España): los jóvenes españoles han padecido una notable involución de renta, no sólo comparable con el grupo de edad anterior (generación X) sino incluso dentro de su propio grupo: la renta media de los millennials que han llegado a la treintena es un 8% mayor de la de los que están en el inicio de la veintena. Prosigue el retroceso.
No debería extrañar que mañana, Primero de Mayo, ocurriese lo que en la película Tiempos Modernos: Charlot agarra una bandera roja que se cae de un camión y que tan solo señaliza la carga, la agita para advertir a los conductores de que la han perdido, y una legión de obreros se pone detrás de él como si se tratase de un líder sindical. Lo raro sería que los jóvenes hicieran lo contrario y continuase la anomalía histórica.
https://elpais.com/economia/2018/04/29/actualidad/1525017857_622005.html
El gobierno nunca pretendió realizar un Pacto educativo. Foro de Sevilla.
La derogación de la LOMCE necesita que los partidos políticos sean responsables y coherentes con los compromisos que adquirieron. La educación y el futuro está por encima de luchas políticas que solo provocan perplejidad a la sociedad.
“La educación es el lugar donde decidimos si amamos el mundo lo bastante como para tomar una responsabilidad por él, y así transmitirlo a nuestros descendientes” (Hannah Arendt)
El gobierno nunca ha pretendido realizar un pacto por la educación, fue una maniobra disuasoria para conseguir aplicar la LOMCE. Mientras se debatía, quienes querían mantenerla sugerían que el problema de la educación en nuestro país era la cantidad de leyes aplicadas desde los años setenta (en realidad generales solo fueron tres, LOGSE, LOE y LOMCE) y no la falta de democratización y recursos de nuestro sistema educativo.
Partidos políticos y comunidad escolar se esforzaron en participar en la Subcomisión, a pesar de que la LOMCE fue rechazada en el Parlamento y en la calle, y el Gobierno puso veto a su derogación y siguió haciéndolo con las propuestas que pretendían conseguir una educación democrática.
¿Por qué lo hicimos?, porque la educación es una forma de amar el mundo y nos sentimos responsables y comprometidos con el futuro. Confiados nos sometimos a la necesidad de un “pacto por la educación”, con quienes solo querían maquillar la LOMCE.
El gobierno nunca pretendió modificarla y todas sus propuestas “orillaban” la ley planteando temas o aspectos que no eran centrales en la misma, o que en su propia definición eran ambiguos para la defensa de una educación pública, no discriminatoria y excluyente y que diera cabida a la diversidad y pluralidad de niños y niñas sin estar determinados por el nacimiento o riqueza.
La LOMCE se desarrolló, porque a pesar de que las reválidas estaban en suspenso se aplicaron “descafeinadas” y se sometió la educación a currículos estandarizados y cerrados, que se utilizaron para el acceso a la universidad, improvisando y obteniendo los peores resultados de la historia de la selectividad. Porque a pesar de que las evaluaciones no influyeron en la promoción en secundaria se aplicaron itinerarios, programas de mejora del aprendizaje y rendimiento y una formación profesional básica que dejaron a muchos alumnos y alumnas en la cuneta.
Porque han seguido concertando centros, cerrando escuelas públicas, privatizando la educación y fomentando programas de excelencia y talento, mientras la segregación por nivel socioeconómico entre los centros educativos se disparaba. No solo es necesario pararla sino blindar la nueva ley para que las Comunidades Autónomas no puedan saltarse el derecho a la educación.
Es una ley, conservadora y neoliberal, porque ofrece autonomía, pero la limita controlando a través de evaluaciones externas las prácticas escolares. Convierte al profesorado en un preparador de exámenes y al alumnado en un sujeto domesticado y pasivo, preparado en conocimientos neutrales y especializados solo para el mundo laboral.
El postulado neoliberal plantea que se puede acceder a todo lo que se desea sin existir barreras y sin estar determinado por la clase social, etnia o género. Desaparecen los derechos colectivos de niñas y niños por derechos de mercado o demandas individuales que afectan a todos. La LOMCE es un paso en firme para lograr un sistema educativo mercantilista basado en la competitividad y, con una mayor eficacia en los resultados con una menor inversión, que solo puede suponer precarización del profesorado, desigualdad en la atención a la diversidad y la constitución de centros de primera, segunda y tercera categoría.
A pesar de que el Tribunal Constitucional pueda incluso validar la segregación por sexos, los itinerarios y la elección de centro por parte de las familias, en realidad se están encubriendo todas estas políticas de selección y elitismo. ¿A quién beneficia esto?
La educación ya no es una promesa de futuro laboral o diferenciación social y las clases altas y medias buscan ese objetivo, que sus hijos e hijas sirviéndose de su capital cultural (información, relaciones) y de su capital económico (residencia, desplazamientos, actividades suplementarias) accedan a grupos de élite y tengan más posibilidades de éxito. A la vez que los colegios se esfuerzan por escoger al alumnado que le va a garantizar un mejor desempeño.
Pero no solo es una acción de las familias, sino que son teledirigidas por las políticas educativas: Recortes y cierre de aulas en el sector público, desgravaciones en los colegios de pago, apertura de privados concertados con suelo público, implantación del distrito único, evaluaciones con fines comparativos… A lo que añadimos una red privada, que cumple a la perfección con la selección y es financiada públicamente: segrega a los inmigrantes, separa por sexos y distribuye por clases sociales.
En lugar de esto, se trata de conseguir que todas las escuelas públicas estén dotadas de los mejores recursos y posibilidades, en vez de incitar a elegir, seleccionar y competir por las que supuestamente den mayores ventajas competitivas futuras a nuestros hijos e hijas, ya que no solo es más equitativo, sino que preserva los fines sociales de la educación.
Lo que nos une a los colectivos que hemos suscrito el documento de bases para una nueva ley educativa es la defensa de una escuela pública democrática. Las escuelas en una sociedad democrática existen para el apoyo y extensión de la democracia, de lo contrario son socialmente inútiles o socialmente peligrosas porque educarán a personas que seguirán su camino y se ganarán la vida indiferentes a las obligaciones de ciudadanía en particular y a una forma de vida democrática en general.
La LOMCE significa un recorrido en sentido contrario al que necesita nuestro sistema educativo porque propugna un Estado empresario que rinde la democracia al sistema económico. Así justificaron la impugnación de la derogación de la LOMCE y siguen sometiendo todas sus actuaciones a la lógica mercantil.
El derecho a la educación no se consigue con modelos de gestión que buscan una mayor eficacia reduciendo los costes (hasta un 3,8% del PIB como está proponiendo para 2018 el Gobierno a Bruselas). Además, responsabilizan de los resultados al profesorado, al alumnado y a sus familias, y no a la falta de recursos y al modelo competitivo y selectivo de escuelas que desmantelan el proyecto solidario de vertebración social.
Estando en uno de los países con más segregación escolar por nivel socioeconómico de Europa, el tercero en pobreza infantil después de Rumanía y Grecia y donde han aumentado los casos judiciales de violencia machista en adolescentes en un 30%, no necesitamos un nuevo proyecto de ley que refuerce el privilegio.
Las organizaciones sindicales (CCOO, Stes, CGT), de padres y madres de alumnos (CEAPA), los colectivos sociales (Mareas por la educación pública, Europa Laica, La educación que nos une, MRP, Colectivos de educación infantil, Foro de Sevilla…) y grupos políticos (PSOE y Unidos Podemos) ante la preocupación por la deriva mercantilista de nuestro sistema educativo, fueron convocados por “Redes por otra política educativa” el pasado 15 de marzo en una mesa redonda celebrada en el Parlamento. Coincidieron en una serie de propuestas:
La imposibilidad de seguir participando en un pacto que desprecia a la comunidad educativa y la negociación democrática. Sin recuperar los recortes y tener una financiación suficiente (base el 5% del PIB) no se pueden plantear soluciones. CCOO junto a otros sindicatos y CEAPA decidieron abandonar la comisión técnica del Consejo Escolar del Estado para no dar coartada al gobierno con su participación y validar su trampa a la sociedad con un supuesto pacto social inexistente.
-Derogación de la LOMCE y los recortes. Levantar el veto de la mesa del Parlamento a la derogación de la LOMCE y empezar inmediatamente considerar las iniciativas parlamentarias que cuentan con el apoyo de la comunidad educativa.
-Plantear una nueva ley educativa a favor de la mayoría social que debe tomar como punto de partida el Documento de bases en el que han participado las entidades de “Redes por otra política educativa”, que cuenta con un gran consenso y defiende el modelo de escuela pública y el derecho a la educación de alumnos y alumnas desde el nacimiento y a lo largo de la vida. Abierta a que puedan unirse más colectivos en su debate y construcción con un consenso social real.
-Conseguir una ley que trabaje por el bienestar común, evitando todas las segregaciones: por sexo, lingüísticas, socioeconómicas, por religión, por talento… Sin concesiones a la enseñanza como negocio.
-La ideología de la LOMCE supone un aumento del fracaso escolar, la segregación temprana y la expulsión del alumnado de los centros con la promoción de itinerarios, las evaluaciones y rankings, la segregación por sexos y la competitividad creada en el sistema educativo por el sentido mercantilista de dicha ley.
-Garantizar la democratización de los centros con una autonomía real y la participación de la comunidad escolar.
-Restituir las competencias del Consejo Escolar del Centro y del Claustro, garantizar su carácter laico, eliminar el modelo autoritario y antidemocrático de nombramiento de directores y directoras de la LOMCE. Así como evitar la supresión de líneas en los centros educativos públicos para favorecer la educación privada-concertada.
-Generar nuevos currículos y métodos adaptados a las necesidades del alumnado (laicos, plurales, integrales), con conocimientos adaptados al contexto y relaciones educativas inéditas frente a las impuestas.
-Recursos humanos y materiales para el apoyo a la diversidad en el aula.
Oportunidad de retomar las movilizaciones en torno a propuestas, reforzando alianzas y estableciendo calendarios.
La derogación de la LOMCE necesita que los partidos políticos sean responsables y coherentes con los compromisos que adquirieron. La educación y el futuro está por encima de luchas políticas que solo provocan perplejidad a la sociedad.
Carmen Rodríguez, Julio Rogero, Rodrigo J. García, Francisco Imbernón y Montse Milán. Miembros del Foro de Sevilla.
http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/03/23/el-gobierno-nunca-pretendio-realizar-un-pacto-educativo/
“La educación es el lugar donde decidimos si amamos el mundo lo bastante como para tomar una responsabilidad por él, y así transmitirlo a nuestros descendientes” (Hannah Arendt)
El gobierno nunca ha pretendido realizar un pacto por la educación, fue una maniobra disuasoria para conseguir aplicar la LOMCE. Mientras se debatía, quienes querían mantenerla sugerían que el problema de la educación en nuestro país era la cantidad de leyes aplicadas desde los años setenta (en realidad generales solo fueron tres, LOGSE, LOE y LOMCE) y no la falta de democratización y recursos de nuestro sistema educativo.
Partidos políticos y comunidad escolar se esforzaron en participar en la Subcomisión, a pesar de que la LOMCE fue rechazada en el Parlamento y en la calle, y el Gobierno puso veto a su derogación y siguió haciéndolo con las propuestas que pretendían conseguir una educación democrática.
¿Por qué lo hicimos?, porque la educación es una forma de amar el mundo y nos sentimos responsables y comprometidos con el futuro. Confiados nos sometimos a la necesidad de un “pacto por la educación”, con quienes solo querían maquillar la LOMCE.
El gobierno nunca pretendió modificarla y todas sus propuestas “orillaban” la ley planteando temas o aspectos que no eran centrales en la misma, o que en su propia definición eran ambiguos para la defensa de una educación pública, no discriminatoria y excluyente y que diera cabida a la diversidad y pluralidad de niños y niñas sin estar determinados por el nacimiento o riqueza.
La LOMCE se desarrolló, porque a pesar de que las reválidas estaban en suspenso se aplicaron “descafeinadas” y se sometió la educación a currículos estandarizados y cerrados, que se utilizaron para el acceso a la universidad, improvisando y obteniendo los peores resultados de la historia de la selectividad. Porque a pesar de que las evaluaciones no influyeron en la promoción en secundaria se aplicaron itinerarios, programas de mejora del aprendizaje y rendimiento y una formación profesional básica que dejaron a muchos alumnos y alumnas en la cuneta.
Porque han seguido concertando centros, cerrando escuelas públicas, privatizando la educación y fomentando programas de excelencia y talento, mientras la segregación por nivel socioeconómico entre los centros educativos se disparaba. No solo es necesario pararla sino blindar la nueva ley para que las Comunidades Autónomas no puedan saltarse el derecho a la educación.
Es una ley, conservadora y neoliberal, porque ofrece autonomía, pero la limita controlando a través de evaluaciones externas las prácticas escolares. Convierte al profesorado en un preparador de exámenes y al alumnado en un sujeto domesticado y pasivo, preparado en conocimientos neutrales y especializados solo para el mundo laboral.
El postulado neoliberal plantea que se puede acceder a todo lo que se desea sin existir barreras y sin estar determinado por la clase social, etnia o género. Desaparecen los derechos colectivos de niñas y niños por derechos de mercado o demandas individuales que afectan a todos. La LOMCE es un paso en firme para lograr un sistema educativo mercantilista basado en la competitividad y, con una mayor eficacia en los resultados con una menor inversión, que solo puede suponer precarización del profesorado, desigualdad en la atención a la diversidad y la constitución de centros de primera, segunda y tercera categoría.
A pesar de que el Tribunal Constitucional pueda incluso validar la segregación por sexos, los itinerarios y la elección de centro por parte de las familias, en realidad se están encubriendo todas estas políticas de selección y elitismo. ¿A quién beneficia esto?
La educación ya no es una promesa de futuro laboral o diferenciación social y las clases altas y medias buscan ese objetivo, que sus hijos e hijas sirviéndose de su capital cultural (información, relaciones) y de su capital económico (residencia, desplazamientos, actividades suplementarias) accedan a grupos de élite y tengan más posibilidades de éxito. A la vez que los colegios se esfuerzan por escoger al alumnado que le va a garantizar un mejor desempeño.
Pero no solo es una acción de las familias, sino que son teledirigidas por las políticas educativas: Recortes y cierre de aulas en el sector público, desgravaciones en los colegios de pago, apertura de privados concertados con suelo público, implantación del distrito único, evaluaciones con fines comparativos… A lo que añadimos una red privada, que cumple a la perfección con la selección y es financiada públicamente: segrega a los inmigrantes, separa por sexos y distribuye por clases sociales.
En lugar de esto, se trata de conseguir que todas las escuelas públicas estén dotadas de los mejores recursos y posibilidades, en vez de incitar a elegir, seleccionar y competir por las que supuestamente den mayores ventajas competitivas futuras a nuestros hijos e hijas, ya que no solo es más equitativo, sino que preserva los fines sociales de la educación.
Lo que nos une a los colectivos que hemos suscrito el documento de bases para una nueva ley educativa es la defensa de una escuela pública democrática. Las escuelas en una sociedad democrática existen para el apoyo y extensión de la democracia, de lo contrario son socialmente inútiles o socialmente peligrosas porque educarán a personas que seguirán su camino y se ganarán la vida indiferentes a las obligaciones de ciudadanía en particular y a una forma de vida democrática en general.
La LOMCE significa un recorrido en sentido contrario al que necesita nuestro sistema educativo porque propugna un Estado empresario que rinde la democracia al sistema económico. Así justificaron la impugnación de la derogación de la LOMCE y siguen sometiendo todas sus actuaciones a la lógica mercantil.
El derecho a la educación no se consigue con modelos de gestión que buscan una mayor eficacia reduciendo los costes (hasta un 3,8% del PIB como está proponiendo para 2018 el Gobierno a Bruselas). Además, responsabilizan de los resultados al profesorado, al alumnado y a sus familias, y no a la falta de recursos y al modelo competitivo y selectivo de escuelas que desmantelan el proyecto solidario de vertebración social.
Estando en uno de los países con más segregación escolar por nivel socioeconómico de Europa, el tercero en pobreza infantil después de Rumanía y Grecia y donde han aumentado los casos judiciales de violencia machista en adolescentes en un 30%, no necesitamos un nuevo proyecto de ley que refuerce el privilegio.
Las organizaciones sindicales (CCOO, Stes, CGT), de padres y madres de alumnos (CEAPA), los colectivos sociales (Mareas por la educación pública, Europa Laica, La educación que nos une, MRP, Colectivos de educación infantil, Foro de Sevilla…) y grupos políticos (PSOE y Unidos Podemos) ante la preocupación por la deriva mercantilista de nuestro sistema educativo, fueron convocados por “Redes por otra política educativa” el pasado 15 de marzo en una mesa redonda celebrada en el Parlamento. Coincidieron en una serie de propuestas:
La imposibilidad de seguir participando en un pacto que desprecia a la comunidad educativa y la negociación democrática. Sin recuperar los recortes y tener una financiación suficiente (base el 5% del PIB) no se pueden plantear soluciones. CCOO junto a otros sindicatos y CEAPA decidieron abandonar la comisión técnica del Consejo Escolar del Estado para no dar coartada al gobierno con su participación y validar su trampa a la sociedad con un supuesto pacto social inexistente.
-Derogación de la LOMCE y los recortes. Levantar el veto de la mesa del Parlamento a la derogación de la LOMCE y empezar inmediatamente considerar las iniciativas parlamentarias que cuentan con el apoyo de la comunidad educativa.
-Plantear una nueva ley educativa a favor de la mayoría social que debe tomar como punto de partida el Documento de bases en el que han participado las entidades de “Redes por otra política educativa”, que cuenta con un gran consenso y defiende el modelo de escuela pública y el derecho a la educación de alumnos y alumnas desde el nacimiento y a lo largo de la vida. Abierta a que puedan unirse más colectivos en su debate y construcción con un consenso social real.
-Conseguir una ley que trabaje por el bienestar común, evitando todas las segregaciones: por sexo, lingüísticas, socioeconómicas, por religión, por talento… Sin concesiones a la enseñanza como negocio.
-La ideología de la LOMCE supone un aumento del fracaso escolar, la segregación temprana y la expulsión del alumnado de los centros con la promoción de itinerarios, las evaluaciones y rankings, la segregación por sexos y la competitividad creada en el sistema educativo por el sentido mercantilista de dicha ley.
-Garantizar la democratización de los centros con una autonomía real y la participación de la comunidad escolar.
-Restituir las competencias del Consejo Escolar del Centro y del Claustro, garantizar su carácter laico, eliminar el modelo autoritario y antidemocrático de nombramiento de directores y directoras de la LOMCE. Así como evitar la supresión de líneas en los centros educativos públicos para favorecer la educación privada-concertada.
-Generar nuevos currículos y métodos adaptados a las necesidades del alumnado (laicos, plurales, integrales), con conocimientos adaptados al contexto y relaciones educativas inéditas frente a las impuestas.
-Recursos humanos y materiales para el apoyo a la diversidad en el aula.
Oportunidad de retomar las movilizaciones en torno a propuestas, reforzando alianzas y estableciendo calendarios.
La derogación de la LOMCE necesita que los partidos políticos sean responsables y coherentes con los compromisos que adquirieron. La educación y el futuro está por encima de luchas políticas que solo provocan perplejidad a la sociedad.
Carmen Rodríguez, Julio Rogero, Rodrigo J. García, Francisco Imbernón y Montse Milán. Miembros del Foro de Sevilla.
http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/03/23/el-gobierno-nunca-pretendio-realizar-un-pacto-educativo/
El heredero de Umberto Eco. El intelectual Claudio Giunta, una de las mejores cabezas de Italia, firma un apasionante 'thriller' sobre tres jóvenes que desaparecen durante un viaje a las islas Solovkí.
"No se puede desaparecer sin dejar rastro, sobre todo de una isla”. No, en concreto, de la mayor de las islas Solovetsky, en el mar Blanco, normalmente no recordada si no es por el monasterio ortodoxo y como sede del campo de concentración primogénito del Gulag. No, si además los desaparecidos son tres florentinos de unos treinta y pico años, llegados como voluntarios para la restauración del cenobio por cuenta de la Unesco. Nadie ha vuelto a verlos desde el día en que salieron de excursión hacia el norte, ya en vísperas de su vuelta a Italia; y, pese a las indagaciones usuales en un caso similar, nadie ha podido aclarar cómo, cuándo y por qué se los ha tragado la isla.
Desvelarlo y apuntarse un estupendo scoop es la gran oportunidad que se le ofrece a Alessandro Capace para dejar de ser un periodista de menos que medio pelo. Las investigaciones en la isla no proporcionan huellas materiales, pistas. Los únicos indicios viables parecen residir en las gentes del lugar. En ellos, pues, tienen que centrarse las averiguaciones, que al cabo resultarán en la solución del misterio: azarosa, pero acorde con los datos en juego.
El apasionante relato de Giunta sigue dos líneas mayores de desarrollo. Por un lado, las del thriller propiamente dicho, con la anatomía de las circunstancias y el pormenor de las pesquisas. Por otra parte (y pasando desde allá hasta aquí), la presentación de los personajes potencial o efectivamente implicados en la trama. Entre los isleños aparecen tipos tan notables como Valentin, el tonto de Solovetsky, el cacique Filippov o el pope mafioso. Pero la fauna más interesante por su misma vulgaridad está posiblemente en Italia.
Empezando por el narrador. Capace se acerca a la cuarentena sin honra ni provecho. Se ha licenciado en Políticas, ha probado fortuna en la novela y el cuento, y sobrevive con colaboraciones ocasionales en el real La Nazione y otras algo más estables en el ficticio Fatti (Hechos). Enamorado “de una belleza casi insultante”, Julia, que no le corresponde pero que se aviene a ayudarlo en la isla con su dominio del ruso; roto el matrimonio con Gaia y abocado al incoloro encuentro del sábado con el hijo de ambos, pasea los diarios y corteja a los jefes de redacción sin lograr más que vagas promesas de asentamiento. Es un óptimo ejemplo del precario, exponente arquetípico de una generación italiana (y no sólo) que ha podido educarse ventajosamente y no consigue luego acomodo satisfactorio en la sociedad, ni profesional ni vivencialmente. Por ahí, muchas de las páginas que Giunta dedica a la evocación de ambientes, en especial los periodísticos, son sencillamente magistrales. Pero no les va a zaga en interés la caracterización de la Florencia benestante e irresponsable de la que proceden los desaparecidos. Y tanto menos en interés cuanto a ese propósito la tensión dramática crece en los capítulos finales hasta superar el mismo punto de partida del argumento.
Claudio Giunta es hoy una de las mejores cabezas de Italia. Estudioso de la talla de un Cesare Segre, es también un intelectual público del linaje de Umberto Eco, que no duda en pasar de los doctos escolios a Dante a la sátira inclemente de Essere#matteorenzi. Con Eco comparte Giunta además la condición de novelista; y en Mar blanco, uno de cuyos núcleos se sitúa en un monasterio, no falta una mención de El nombre de la rosa. Tampoco es esta mía una referencia caprichosa.
https://elpais.com/cultura/2018/02/13/babelia/1518518969_309137.html
Desvelarlo y apuntarse un estupendo scoop es la gran oportunidad que se le ofrece a Alessandro Capace para dejar de ser un periodista de menos que medio pelo. Las investigaciones en la isla no proporcionan huellas materiales, pistas. Los únicos indicios viables parecen residir en las gentes del lugar. En ellos, pues, tienen que centrarse las averiguaciones, que al cabo resultarán en la solución del misterio: azarosa, pero acorde con los datos en juego.
El apasionante relato de Giunta sigue dos líneas mayores de desarrollo. Por un lado, las del thriller propiamente dicho, con la anatomía de las circunstancias y el pormenor de las pesquisas. Por otra parte (y pasando desde allá hasta aquí), la presentación de los personajes potencial o efectivamente implicados en la trama. Entre los isleños aparecen tipos tan notables como Valentin, el tonto de Solovetsky, el cacique Filippov o el pope mafioso. Pero la fauna más interesante por su misma vulgaridad está posiblemente en Italia.
Empezando por el narrador. Capace se acerca a la cuarentena sin honra ni provecho. Se ha licenciado en Políticas, ha probado fortuna en la novela y el cuento, y sobrevive con colaboraciones ocasionales en el real La Nazione y otras algo más estables en el ficticio Fatti (Hechos). Enamorado “de una belleza casi insultante”, Julia, que no le corresponde pero que se aviene a ayudarlo en la isla con su dominio del ruso; roto el matrimonio con Gaia y abocado al incoloro encuentro del sábado con el hijo de ambos, pasea los diarios y corteja a los jefes de redacción sin lograr más que vagas promesas de asentamiento. Es un óptimo ejemplo del precario, exponente arquetípico de una generación italiana (y no sólo) que ha podido educarse ventajosamente y no consigue luego acomodo satisfactorio en la sociedad, ni profesional ni vivencialmente. Por ahí, muchas de las páginas que Giunta dedica a la evocación de ambientes, en especial los periodísticos, son sencillamente magistrales. Pero no les va a zaga en interés la caracterización de la Florencia benestante e irresponsable de la que proceden los desaparecidos. Y tanto menos en interés cuanto a ese propósito la tensión dramática crece en los capítulos finales hasta superar el mismo punto de partida del argumento.
Claudio Giunta es hoy una de las mejores cabezas de Italia. Estudioso de la talla de un Cesare Segre, es también un intelectual público del linaje de Umberto Eco, que no duda en pasar de los doctos escolios a Dante a la sátira inclemente de Essere#matteorenzi. Con Eco comparte Giunta además la condición de novelista; y en Mar blanco, uno de cuyos núcleos se sitúa en un monasterio, no falta una mención de El nombre de la rosa. Tampoco es esta mía una referencia caprichosa.
https://elpais.com/cultura/2018/02/13/babelia/1518518969_309137.html
El enemigo interior. Una historia sobre la destrucción de los sindicatos. Un ejemplo de la llamada y tantas veces negada y ocultada lucha de clases.
1.
Seumas Milne
2. Alianza
3. 472 páginas. 28 euros
Entre 1984 y 1985, Inglaterra mantuvo una sucia y secreta guerra dentro del país. El enemigo (de clase) era el potente y sindicato de izquierdas de la metalurgia, el NUM, en la durísima huelga que los mineros mantuvieron durante un año. El hasta hace poco periodista de The Guardian documenta de pe a pa la alianza entre la prensa (con Robert Maxwell y su Daily Mirror; también la cadena ITV...) y los servicios secretos del MI5 (con Stella Rimington, que acabaría dirigiéndolo), todo coordinado por Margaret Thatcher. Sin reparar en gastos, se acusó al sindicato y a su líder, Arthur Scargill, de recibir dinero de Libia y de la URSS, se espió a los dirigentes obreros y se infiltraron agentes entre los piquetes para provocar los durísimos enfrentamientos con la policía. El primer capítulo de la operación para allanar el aterrizaje del turbocapitalismo más salvaje en Europa.
2. Alianza
3. 472 páginas. 28 euros
Entre 1984 y 1985, Inglaterra mantuvo una sucia y secreta guerra dentro del país. El enemigo (de clase) era el potente y sindicato de izquierdas de la metalurgia, el NUM, en la durísima huelga que los mineros mantuvieron durante un año. El hasta hace poco periodista de The Guardian documenta de pe a pa la alianza entre la prensa (con Robert Maxwell y su Daily Mirror; también la cadena ITV...) y los servicios secretos del MI5 (con Stella Rimington, que acabaría dirigiéndolo), todo coordinado por Margaret Thatcher. Sin reparar en gastos, se acusó al sindicato y a su líder, Arthur Scargill, de recibir dinero de Libia y de la URSS, se espió a los dirigentes obreros y se infiltraron agentes entre los piquetes para provocar los durísimos enfrentamientos con la policía. El primer capítulo de la operación para allanar el aterrizaje del turbocapitalismo más salvaje en Europa.
lunes, 30 de abril de 2018
Honrar a los muertos
A veces me parece sentir el peso de nuestros antepasados hundiéndose entre las sombras. Aquellas mujeres y hombres guardan una historia digna del mejor relato.
A menudo siento que estos artículos son como una playa en la que las olas depositan objetos venidos del tumulto del mar: nacaradas conchas, algas como flores o un inesperado patito de plástico. Quiero decir que hasta mi mesa, y supongo que hasta la de todos los columnistas, llegan numerosos mensajes que a veces contienen peticiones de ayuda pero que, sobre todo, son historias, relatos, fragmentos de vidas procedentes de un mundo tan vasto como el océano.
Hace unas semanas recibí una carta de papel escrita a mano. La enviaba Laura Savater desde Ciudad Real, y con una letra firme y clara decía lo siguiente: “No sé si esta carta pensada y repensada terminará en tus manos y si te interesará. Soy una mujer de 93 años que vivía en Barcelona cuando era una niña; allí pasé la guerra. Mi madre, como tantos otros, enfermó de tuberculosis y se tuvo que ir a un sanatorio en Castellón de la Plana. Escribía un diario del que he sacado fotocopias de la última parte (por aquello de la memoria histórica) contando su tristísimo viaje de regreso a Barcelona. Si te interesa me lo haces saber”. Le pedí que me lo enviara, claro está: cómo no me va a interesar el ofrecimiento de esta mujer nonagenaria, de esta conmovedora Laura que en los confines de su larga vida mira con amor el diario de su madre y piensa en darlo a conocer al mundo, en rescatarlo de la creciente oscuridad. Que otros puedan llevar en la memoria a la madre muerta, además de ella.
A los pocos días recibí las fotocopias. Son ocho y reproducen, ampliadas, las hojas cuadriculadas de un pequeño cuaderno de espiral. Imagino sus sobadas tapas de cartón azul. E imagino a la mujer joven y enferma que escribe, con una letra muy parecida a la de Laura, angustiadas palabras. “Esta noche pasada he llorado mucho porque me enteré de los bombardeos de Barcelona y pienso que no sé si tengo hijos o no (…) pues hace doce días que estoy aquí y no sé nada de ellos y esto es más de lo que puedo soportar”. Y al día siguiente: “Hoy han bombardeado este pueblo (…) y no cesan de llegar camiones cargados de soldados (…) han echado un bando en el pueblo prohibiendo terminantemente hablar de la guerra y al sanatorio han traído un aviso de que si se oyen sirenas no nos asustemos y que no se enciendan las luces (…) El miedo que tenemos todos no es para descrito” (sic). Hay algo en esas palabras tan sencillas y en la humilde cuadrícula que hace que te sientas transportada allí, a ese hospital de tuberculosos, a esos años de plomo, a la indefensión aterrorizada de quien espera la llegada de las bombas (recordemos Siria, por favor).
La madre, en fin, decide abandonar el sanatorio y regresar a Barcelona. Junto a otras dos enfermas, intenta subir a un camión de soldados. Pasan más de 20 vehículos antes de que un conductor se apiade y las transporte, en un trayecto matador, hasta un pueblo cercano a Villafranca. El lugar está lleno de milicianos voluntarios que van para el frente de Teruel: “Había hombres hasta con el pelo blanco y también jovencitos de 16 y 18 pero todos con un entusiasmo grande”. Hubo más camiones, más penurias. La mujer acabó en Valencia. Ahí termina el diario. Laura dice que murió sola, en 1942, en un hospital de tuberculosos de Murcia. Se llamaba Agustina Ortuño y tenía 45 años.
Honrar a los muertos. Es lo que hace Laura. Y lo que yo hago al contar todo esto. A veces casi me parece sentir el peso de nuestros antepasados sobre los hombros. Esa cadena de mujeres y hombres que fueron niños y crecieron y se sintieron felices y sufrieron; que compartieron comida o que se pelearon; que gozaron del fuego del conocimiento o se pudrieron de odio. Desde que el invento de la escritura nos sacó de la prehistoria hace 6.000 años, sólo ha habido 200 generaciones de humanos (si calculamos 30 años para cada una). Casi me parece verlos, una fila de individuos hundiéndose en las sombras. Ojalá pudiera nombrar a mis 200 antepasados para rescatarlos del olvido. Tantas vidas insignificantes y pequeñas, acumuladas a nuestras espaldas como granos de polvo, y sin embargo para cada una de esas personas su existencia fue enorme, fue un tesoro. Y en verdad lo es. Hermosa y breve vida.
Rosa Montero
https://elpais.com/elpais/2018/03/28/eps/1522250324_580441.html
A menudo siento que estos artículos son como una playa en la que las olas depositan objetos venidos del tumulto del mar: nacaradas conchas, algas como flores o un inesperado patito de plástico. Quiero decir que hasta mi mesa, y supongo que hasta la de todos los columnistas, llegan numerosos mensajes que a veces contienen peticiones de ayuda pero que, sobre todo, son historias, relatos, fragmentos de vidas procedentes de un mundo tan vasto como el océano.
Hace unas semanas recibí una carta de papel escrita a mano. La enviaba Laura Savater desde Ciudad Real, y con una letra firme y clara decía lo siguiente: “No sé si esta carta pensada y repensada terminará en tus manos y si te interesará. Soy una mujer de 93 años que vivía en Barcelona cuando era una niña; allí pasé la guerra. Mi madre, como tantos otros, enfermó de tuberculosis y se tuvo que ir a un sanatorio en Castellón de la Plana. Escribía un diario del que he sacado fotocopias de la última parte (por aquello de la memoria histórica) contando su tristísimo viaje de regreso a Barcelona. Si te interesa me lo haces saber”. Le pedí que me lo enviara, claro está: cómo no me va a interesar el ofrecimiento de esta mujer nonagenaria, de esta conmovedora Laura que en los confines de su larga vida mira con amor el diario de su madre y piensa en darlo a conocer al mundo, en rescatarlo de la creciente oscuridad. Que otros puedan llevar en la memoria a la madre muerta, además de ella.
A los pocos días recibí las fotocopias. Son ocho y reproducen, ampliadas, las hojas cuadriculadas de un pequeño cuaderno de espiral. Imagino sus sobadas tapas de cartón azul. E imagino a la mujer joven y enferma que escribe, con una letra muy parecida a la de Laura, angustiadas palabras. “Esta noche pasada he llorado mucho porque me enteré de los bombardeos de Barcelona y pienso que no sé si tengo hijos o no (…) pues hace doce días que estoy aquí y no sé nada de ellos y esto es más de lo que puedo soportar”. Y al día siguiente: “Hoy han bombardeado este pueblo (…) y no cesan de llegar camiones cargados de soldados (…) han echado un bando en el pueblo prohibiendo terminantemente hablar de la guerra y al sanatorio han traído un aviso de que si se oyen sirenas no nos asustemos y que no se enciendan las luces (…) El miedo que tenemos todos no es para descrito” (sic). Hay algo en esas palabras tan sencillas y en la humilde cuadrícula que hace que te sientas transportada allí, a ese hospital de tuberculosos, a esos años de plomo, a la indefensión aterrorizada de quien espera la llegada de las bombas (recordemos Siria, por favor).
La madre, en fin, decide abandonar el sanatorio y regresar a Barcelona. Junto a otras dos enfermas, intenta subir a un camión de soldados. Pasan más de 20 vehículos antes de que un conductor se apiade y las transporte, en un trayecto matador, hasta un pueblo cercano a Villafranca. El lugar está lleno de milicianos voluntarios que van para el frente de Teruel: “Había hombres hasta con el pelo blanco y también jovencitos de 16 y 18 pero todos con un entusiasmo grande”. Hubo más camiones, más penurias. La mujer acabó en Valencia. Ahí termina el diario. Laura dice que murió sola, en 1942, en un hospital de tuberculosos de Murcia. Se llamaba Agustina Ortuño y tenía 45 años.
Honrar a los muertos. Es lo que hace Laura. Y lo que yo hago al contar todo esto. A veces casi me parece sentir el peso de nuestros antepasados sobre los hombros. Esa cadena de mujeres y hombres que fueron niños y crecieron y se sintieron felices y sufrieron; que compartieron comida o que se pelearon; que gozaron del fuego del conocimiento o se pudrieron de odio. Desde que el invento de la escritura nos sacó de la prehistoria hace 6.000 años, sólo ha habido 200 generaciones de humanos (si calculamos 30 años para cada una). Casi me parece verlos, una fila de individuos hundiéndose en las sombras. Ojalá pudiera nombrar a mis 200 antepasados para rescatarlos del olvido. Tantas vidas insignificantes y pequeñas, acumuladas a nuestras espaldas como granos de polvo, y sin embargo para cada una de esas personas su existencia fue enorme, fue un tesoro. Y en verdad lo es. Hermosa y breve vida.
Rosa Montero
https://elpais.com/elpais/2018/03/28/eps/1522250324_580441.html
Consejos para tiempos sombríos. Merece la pena acudir a nuestros antiguos maestros para que nos guíen en el laberinto de la cacofonía omnipotente, donde Internet se ha convertido en el campo de batalla de las belicosas formaciones populistas y totalitarias
Thomas Jefferson, uno de los padres de la democracia norteamericana, anotó en 1786: “La opinión pública es la base de nuestro sistema, y la tarea más importante es mantener este derecho. Si tuviera que decidir si debemos tener un gobierno sin prensa o prensa sin gobierno, no dudaría en preferir lo segundo”.
Ojalá que estas palabras —un sólido acto de fe en el sentido de la existencia de la prensa independiente, así como en la necesidad de periodistas valientes y honrados— sean nuestra guía.
Merece la pena acudir a nuestros antiguos maestros en busca de ayuda y consejo, pues son más sabios que nosotros. Son ellos quienes pueden guiarnos por el laberinto de estos tiempos sombríos.
Por eso deberíamos recordar el caso Dreyfus, cuando un periódico independiente francés, gracias a la pluma del gran escritor Émile Zola, salvó a un hombre inocente, así como el honor de todo Francia frente a una acusación falsa, formułada por el statu quo de depravados acólitos del chovinismo, el militarismo, el antisemitismo... el estatus de una élite enfundada en uniformes militares y elegantes trajes de la clase dirigente: la élite francesa.
Recuperamos hoy la memoria de Jefferson y Zola, reafirmados por la importancia de la prensa independiente en los escándalos de los Papeles del Pentágono y el Watergate. Incidimos en ello, pues tenemos la sensación de que los valores entonces amenazados y defendidos, vuelven a ser objeto de una agresión por parte de los sectores populistas, chovinistas e intolerantes de la ultraderecha, cuya fuerza no hace sino aumentar. Vuelven así los demonios de las ideologías totalitarias, con su desprecio al pluralismo, al Estado de derecho, a la igualdad de los ciudadanos, el diálogo y el compromiso. Vuelve el desprecio al Otro, a la persona de otra religión, nacionalidad o color de la piel. En nuestro mundo vemos cada vez más xenofobia y homofobia, mientras que en otros lares crece el fundamentalismo islámico, el cual suele empuñar el arma criminal del terrorismo.
La prensa independiente, cercenada en Turquía y Rusia, y liquidada en Budapest, además de en otros países de Europa central, resulta ser el último baluarte en defensa de la constitución y del orden democrático.
El populismo de la ultraderecha —como sucede también con la izquierda radical— manifiesta su desprecio por el sistema de valores cristiano y por la razón ilustrada; suplantar los argumentos con invenciones no es sino eliminar el respeto a la verdad, aparte de igualar esta con la mentira. Y es que la verdad y la mentira no son dos puntos de vista diferentes. Al igual que el negro y el blanco no son dos tipos de blanco. La mentira y las fake news no son más que veneno al servicio de la estupidez más intransigente, que considera a la libertad como su mortal enemigo.
John Milton preguntó en Areopagítica (1644): “Y aunque todos los vientos de la doctrina hubieran de desatarse para azotar la tierra (...) ¿acaso se ha visto alguna vez que la Verdad sea derrotada en una confrontación franca y leal?”. John Stuart Mill añadió que ello significa la necesidad de “una búsqueda de la verdad concienzuda y consciente”. Y precisó: “Debido a la condición imperfecta de la mente humana, el interés en la verdad exige la diversidad de opiniones”.
Es precisamente esta diversidad la que ataca el populismo de la ultraderecha —o de la izquierda radical— cuando se erige en el dueño y señor de la Verdad única y definitiva. De esta forma, consciente o inconscientemente reproduce las ideas totalitarias de los años 30, tristemente famosas, cuando los nazis y los bolcheviques proclamaron la muerte de la democracia liberal. Aquello fue entonces —al igual que hoy— un campo abonado para la dictadura de la mentira en la vida pública.
El gran escritor francés Michel de Montaigne era de la opinión de que la mentira es “la mayor ofensa que se nos puede infligir con la palabra” y añadió: “¡el vicio de mentir es algo que repugna! Hubo un autor clásico que lo describió de forma sumamente ofensiva, diciendo que ello implica “dar testimonio de que se tiene a Dios por menos que nada, al tiempo que se teme a los demás”. “Resulta increíble alabar una y otra vez la repugnancia de semejante vileza:¿qué cabría imaginar más repulsivo que ser cobarde con los demás, y osado con Dios? Al realizarse nuestro entendimiento únicamente por la palabra, aquel que la falsea traiciona la relación pública. Es la única herramienta que aúna voluntades e ideas, pues viene a ser el traductor de nuestra alma. Si llega a faltarnos [la verdad] dejamos de sostenernos, dejamos de reconocernos mutuamente. Si nos engaña, rompe nuestro trato disolviendo todos los lazos de nuestra sociedad”.
Estas palabras del sabio francés tienen hoy un gran peso, cuando la mentira prolifera en Internet, y la cacofonía omnipresente ha liquidado el antiguo fantasma de la censura. Internet —ese gran descubrimiento de nuestros tiempos— amplía el espectro de libertad, pero este mismo Internet abre de par en par las puertas a la mentira, el odio y la manipulación. Cuando la razón se anestesia y se despiertan los fantasmas, el debate político suele convertirse en puro espectáculo.
Internet es el nuevo campo de batalla de las belicosas formaciones populistas y totalitarias, enemigas del sistema democrático constitucional. La libertad de prensa es condición indispensable para la existencia de una democracia constitucional. Si los medios de comunicación mueren, la democracia constitucional se queda indefensa. Cuando se infringe la constitución, se está condenando a la prensa libre a la pena de muerte.
Cabe resaltar, sin embargo, que los enemigos a la libertad no son hoy el filósofo del derecho alemán Schmitt ni tampoco Vladímir Lenin, sino sus caricaturas, los demagogos Marine Le Pen, Trump, Orbán o Kaczyński, y sobre todo Vladímir Putin. Su misión es la destrucción del imperio de la democracia, sembrar la confusión y el caos. Tras la organización de los troles internautas a cargo de Putin se oculta siempre el mismo denominador común: apoyar al populismo y las tendencias antidemocráticas más radicales de la Unión Europea y EE. UU. Un camino que destruye la confianza en las instituciones del Estado democrático de Derecho, vistas como un hatajo de corruptos. De esta forma, se destruye a los referentes, tildadas élites mentirosas, granujas y ladrones, además de agentes extranjeros. En Rusia se ha presentado bajo esta luz a los galardonados con el Premio Nobel Pasternak y Solzhenitsyn, Sájarov y Brodsky. En Polonia, por su parte, a Miłosz y a Szymborska, a Andrzej Wajda y Bronisław Geremek. A estas autoridades de la vida pública se les ha embarrado y tratado exactamente igual que antaño a los “apátridas cosmopolitas” o representantes del “arte degenerado”. Los motivos para indignarse y mantenerse alerta son evidentes. Las formaciones chovinistas y xenófobas acrecientan su empuje. El estancamiento puede paralizar al mundo democrático, lo que favorecerá a las fuerzas autoritarias, si no sabemos defender nuestro mundo frente a sus agresores, disfrazados con la máscara del nacionalismo y del fanatismo religioso. Por eso merece la pena recordarnos a nosotros, los periodistas, aquellas palabras pronunciadas en las postrimerías de la Segunda Guerra mundial por el extraordinario escritor y periodista polaco Ksawery Pruszyński. Pruszyński escribió:
“Siempre debemos hacer lo que hay que hacer, independientemente de que nuestra acción pueda tener efectos seguros o aunque solo podamos tener probabilidades de conseguir efectos e, incluso, aunque tengamos el temor de que no los conseguiremos, por mucho que alguien nos garantice que sí. La tarea del comentarista no es, pues, tocar un interminable sztajerek [una polca briosa] para satisfacer el gusto del público. La tarea del comentarista es explicar lo que ha entendido con su mente, independientemente de que el razonamiento en cuestión guste o no guste al poder, a la Iglesia, a las masas, a la sociedad, al pueblo, a la opinión pública. Siempre defender la convicción de que los consejos que da o las advertencias que hace son justos, aunque no gusten. La tarea del comentarista es también defender sus opiniones hasta el fin, a pesar de otros e, incluso, en contra de otros. Como dicen los anglosajones, again and again. Y el escritor tiene que defenderse solamente en el búnker de su propia conciencia ante los reproches de que no gusta, que no cumple las esperanzas depositadas en él o, lo que es aún peor, que se está quemando, que está acabado. Tiene que saber decir lo que debe cumplir, tiene que repetirlo hasta el fin, aunque todo sea cada vez peor, y, en particular, cuando todo es peor, o cuando nadie le haga caso; especialmente cuando no le hacen caso”. Ksawery Pruszyński se mantuvo además fiel a esta declaración de principios.
Un gran maestro de nuestra profesión, un hombre de un inconformismo total y absoluto y de una honradez sin par fue Georges Orwell
En 1944 escribió Orwell a sus colegas periodistas: “No vayan a creerse que durante años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera y después pueden volver repentinamente a la honestidad intelectual. Basta con que una vez te prostituyas, para que te conviertes en una puta”.
Estas recetas son de incalculable valor para nosotros, redactores y periodistas, en nuestros tiempos nada fáciles y teñidos de negro.
Adam Michnik es el director de Gazeta Wyborcza.
https://elpais.com/elpais/2018/04/22/opinion/1524408875_814839.html
Ojalá que estas palabras —un sólido acto de fe en el sentido de la existencia de la prensa independiente, así como en la necesidad de periodistas valientes y honrados— sean nuestra guía.
Merece la pena acudir a nuestros antiguos maestros en busca de ayuda y consejo, pues son más sabios que nosotros. Son ellos quienes pueden guiarnos por el laberinto de estos tiempos sombríos.
Por eso deberíamos recordar el caso Dreyfus, cuando un periódico independiente francés, gracias a la pluma del gran escritor Émile Zola, salvó a un hombre inocente, así como el honor de todo Francia frente a una acusación falsa, formułada por el statu quo de depravados acólitos del chovinismo, el militarismo, el antisemitismo... el estatus de una élite enfundada en uniformes militares y elegantes trajes de la clase dirigente: la élite francesa.
Recuperamos hoy la memoria de Jefferson y Zola, reafirmados por la importancia de la prensa independiente en los escándalos de los Papeles del Pentágono y el Watergate. Incidimos en ello, pues tenemos la sensación de que los valores entonces amenazados y defendidos, vuelven a ser objeto de una agresión por parte de los sectores populistas, chovinistas e intolerantes de la ultraderecha, cuya fuerza no hace sino aumentar. Vuelven así los demonios de las ideologías totalitarias, con su desprecio al pluralismo, al Estado de derecho, a la igualdad de los ciudadanos, el diálogo y el compromiso. Vuelve el desprecio al Otro, a la persona de otra religión, nacionalidad o color de la piel. En nuestro mundo vemos cada vez más xenofobia y homofobia, mientras que en otros lares crece el fundamentalismo islámico, el cual suele empuñar el arma criminal del terrorismo.
La prensa independiente, cercenada en Turquía y Rusia, y liquidada en Budapest, además de en otros países de Europa central, resulta ser el último baluarte en defensa de la constitución y del orden democrático.
El populismo de la ultraderecha —como sucede también con la izquierda radical— manifiesta su desprecio por el sistema de valores cristiano y por la razón ilustrada; suplantar los argumentos con invenciones no es sino eliminar el respeto a la verdad, aparte de igualar esta con la mentira. Y es que la verdad y la mentira no son dos puntos de vista diferentes. Al igual que el negro y el blanco no son dos tipos de blanco. La mentira y las fake news no son más que veneno al servicio de la estupidez más intransigente, que considera a la libertad como su mortal enemigo.
John Milton preguntó en Areopagítica (1644): “Y aunque todos los vientos de la doctrina hubieran de desatarse para azotar la tierra (...) ¿acaso se ha visto alguna vez que la Verdad sea derrotada en una confrontación franca y leal?”. John Stuart Mill añadió que ello significa la necesidad de “una búsqueda de la verdad concienzuda y consciente”. Y precisó: “Debido a la condición imperfecta de la mente humana, el interés en la verdad exige la diversidad de opiniones”.
Es precisamente esta diversidad la que ataca el populismo de la ultraderecha —o de la izquierda radical— cuando se erige en el dueño y señor de la Verdad única y definitiva. De esta forma, consciente o inconscientemente reproduce las ideas totalitarias de los años 30, tristemente famosas, cuando los nazis y los bolcheviques proclamaron la muerte de la democracia liberal. Aquello fue entonces —al igual que hoy— un campo abonado para la dictadura de la mentira en la vida pública.
El gran escritor francés Michel de Montaigne era de la opinión de que la mentira es “la mayor ofensa que se nos puede infligir con la palabra” y añadió: “¡el vicio de mentir es algo que repugna! Hubo un autor clásico que lo describió de forma sumamente ofensiva, diciendo que ello implica “dar testimonio de que se tiene a Dios por menos que nada, al tiempo que se teme a los demás”. “Resulta increíble alabar una y otra vez la repugnancia de semejante vileza:¿qué cabría imaginar más repulsivo que ser cobarde con los demás, y osado con Dios? Al realizarse nuestro entendimiento únicamente por la palabra, aquel que la falsea traiciona la relación pública. Es la única herramienta que aúna voluntades e ideas, pues viene a ser el traductor de nuestra alma. Si llega a faltarnos [la verdad] dejamos de sostenernos, dejamos de reconocernos mutuamente. Si nos engaña, rompe nuestro trato disolviendo todos los lazos de nuestra sociedad”.
Estas palabras del sabio francés tienen hoy un gran peso, cuando la mentira prolifera en Internet, y la cacofonía omnipresente ha liquidado el antiguo fantasma de la censura. Internet —ese gran descubrimiento de nuestros tiempos— amplía el espectro de libertad, pero este mismo Internet abre de par en par las puertas a la mentira, el odio y la manipulación. Cuando la razón se anestesia y se despiertan los fantasmas, el debate político suele convertirse en puro espectáculo.
Internet es el nuevo campo de batalla de las belicosas formaciones populistas y totalitarias, enemigas del sistema democrático constitucional. La libertad de prensa es condición indispensable para la existencia de una democracia constitucional. Si los medios de comunicación mueren, la democracia constitucional se queda indefensa. Cuando se infringe la constitución, se está condenando a la prensa libre a la pena de muerte.
Cabe resaltar, sin embargo, que los enemigos a la libertad no son hoy el filósofo del derecho alemán Schmitt ni tampoco Vladímir Lenin, sino sus caricaturas, los demagogos Marine Le Pen, Trump, Orbán o Kaczyński, y sobre todo Vladímir Putin. Su misión es la destrucción del imperio de la democracia, sembrar la confusión y el caos. Tras la organización de los troles internautas a cargo de Putin se oculta siempre el mismo denominador común: apoyar al populismo y las tendencias antidemocráticas más radicales de la Unión Europea y EE. UU. Un camino que destruye la confianza en las instituciones del Estado democrático de Derecho, vistas como un hatajo de corruptos. De esta forma, se destruye a los referentes, tildadas élites mentirosas, granujas y ladrones, además de agentes extranjeros. En Rusia se ha presentado bajo esta luz a los galardonados con el Premio Nobel Pasternak y Solzhenitsyn, Sájarov y Brodsky. En Polonia, por su parte, a Miłosz y a Szymborska, a Andrzej Wajda y Bronisław Geremek. A estas autoridades de la vida pública se les ha embarrado y tratado exactamente igual que antaño a los “apátridas cosmopolitas” o representantes del “arte degenerado”. Los motivos para indignarse y mantenerse alerta son evidentes. Las formaciones chovinistas y xenófobas acrecientan su empuje. El estancamiento puede paralizar al mundo democrático, lo que favorecerá a las fuerzas autoritarias, si no sabemos defender nuestro mundo frente a sus agresores, disfrazados con la máscara del nacionalismo y del fanatismo religioso. Por eso merece la pena recordarnos a nosotros, los periodistas, aquellas palabras pronunciadas en las postrimerías de la Segunda Guerra mundial por el extraordinario escritor y periodista polaco Ksawery Pruszyński. Pruszyński escribió:
“Siempre debemos hacer lo que hay que hacer, independientemente de que nuestra acción pueda tener efectos seguros o aunque solo podamos tener probabilidades de conseguir efectos e, incluso, aunque tengamos el temor de que no los conseguiremos, por mucho que alguien nos garantice que sí. La tarea del comentarista no es, pues, tocar un interminable sztajerek [una polca briosa] para satisfacer el gusto del público. La tarea del comentarista es explicar lo que ha entendido con su mente, independientemente de que el razonamiento en cuestión guste o no guste al poder, a la Iglesia, a las masas, a la sociedad, al pueblo, a la opinión pública. Siempre defender la convicción de que los consejos que da o las advertencias que hace son justos, aunque no gusten. La tarea del comentarista es también defender sus opiniones hasta el fin, a pesar de otros e, incluso, en contra de otros. Como dicen los anglosajones, again and again. Y el escritor tiene que defenderse solamente en el búnker de su propia conciencia ante los reproches de que no gusta, que no cumple las esperanzas depositadas en él o, lo que es aún peor, que se está quemando, que está acabado. Tiene que saber decir lo que debe cumplir, tiene que repetirlo hasta el fin, aunque todo sea cada vez peor, y, en particular, cuando todo es peor, o cuando nadie le haga caso; especialmente cuando no le hacen caso”. Ksawery Pruszyński se mantuvo además fiel a esta declaración de principios.
Un gran maestro de nuestra profesión, un hombre de un inconformismo total y absoluto y de una honradez sin par fue Georges Orwell
En 1944 escribió Orwell a sus colegas periodistas: “No vayan a creerse que durante años y años pueden estar haciendo de serviles propagandistas del régimen soviético o de otro cualquiera y después pueden volver repentinamente a la honestidad intelectual. Basta con que una vez te prostituyas, para que te conviertes en una puta”.
Estas recetas son de incalculable valor para nosotros, redactores y periodistas, en nuestros tiempos nada fáciles y teñidos de negro.
Adam Michnik es el director de Gazeta Wyborcza.
https://elpais.com/elpais/2018/04/22/opinion/1524408875_814839.html
domingo, 29 de abril de 2018
Días de pasión. El ministro que se declara novio de la muerte con tanta convicción es responsable del mayor desguace cultural y educativo del país.
ANTONIO MUÑOZ MOLINA
En el retiro voluntario de la Semana Santa me gusta volver a las palabras y a las músicas del relato evangélico. Muchas personas se han ido de Madrid. En la tarde del miércoles va notándose gradualmente que se han ido y se siguen yendo en coche. La mañana del Jueves Santo tiene una santidad laica de recogimiento y silencio. No hace falta afiliarse a ninguna ortodoxia y a ningún credo para mantenerse alerta a la sensación de lo sagrado, que puede intuirse en la quietud de una calle sin tráfico a primera hora de la mañana, en la absolución de tantas obligaciones aplazadas por los días de fiesta. Ha llovido generosamente en las últimas semanas y los días de sol tienen una tersura de aire fresco. Ese es otro motivo de gratitud. En los senderos del parque, tan ásperos hasta hace muy poco, ahora se nota una elasticidad de tierra prieta y fértil bajo las pisadas. Los canales públicos de televisión transmiten procesiones sin descanso y en directo. Los telediarios informan de las procesiones de Semana Santa más extenuadoramente aún que de los partidos de fútbol. Una parte de la vida española parece varada sin remedio en la Contrarreforma, en las exhibiciones públicas de penitencias, de imágenes ensangrentadas de martirios. Como este año la lluvia no ha frustrado ninguna procesión, los informativos no muestran a penitentes llorando sin consuelo por no poder sacar los tronos de su cofradía. Lo que sí hay son testimonios espontáneos de asistentes a las procesiones que informan de la vehemencia de su fervor: “Esto no se puede explicar. Esto hay que vivirlo. Hay que sentirlo”.
Con vítores taurinos y caras arrasadas de lágrimas, chicas jóvenes que ya nacieron en un país descreído con las iglesias desiertas se rompen las manos aplaudiendo a los legionarios que sostienen en alto una imagen de Cristo en la cruz en una procesión de Málaga. Yo me acuerdo de cuando era niño y veía en las procesiones de mi ciudad los tronos escoltados por guardias civiles con mosquetones al hombro.
Pero todo vuelve. Todo vuelve porque nunca se ha ido. Vuelve la religión ostentosa y milagrera de la Contrarreforma católica, la de las exhibiciones públicas de ortodoxia que fueron obligatorias durante el franquismo. Vuelve porque nunca se fue la mescolanza de lo político y de lo eclesiástico, la ocupación irrespetuosa de los espacios públicos, la afirmación jactanciosa de una sola tradición por encima de todas las otras: el espectáculo católico como maciza identidad, unas veces española y otras veces andaluza, o castellana, o de donde sea. El ministro de Justicia y el de Educación y Cultura se persignan ante el Cristo legionario y alzan sus voces para cantar con desmayado entusiasmo Soy el novio de la muerte. . La ministra de Defensa, que también participa en la celebración, ha ordenado que en los cuarteles españoles ondee a media asta la bandera como signo de luto por la crucifixión de Cristo.
Todo son recuerdos. Los peores recuerdos son los de ciertas cosas que se obstinan en no quedarse en el pasado. Me acuerdo de cuando era soldado y en las misas de campaña sonaba el himno nacional en la consagración y teníamos que arrodillarnos quitándonos la gorra y sosteniendo el fusil en un gesto de psicomotricidad tan complicada que se tardaba mucho en aprender, y que se llamaba “rindan armas”. Un soldado español solo rendía su arma ante la hostia consagrada. Hablo de 1979, 1980, otra época. Hablo de ahora mismo. El ministro de Educación y Cultura que se declara novio de la muerte con tanta convicción es responsable del mayor desguace cultural y educativo de un país al que las castas dirigentes bendecidas por eclesiásticos y defendidas a mano armada por los militares mantuvieron durante siglos en una ignorancia tan infame como la pobreza. Mientras el ministro canta su pasodoble festivo y mortuorio, la investigación científica se hunde ante la indiferencia general y el sistema público de enseñanza cada vez puede cumplir menos su tarea ilustradora e igualitaria. Hay desolaciones españolas que no se curan nunca: melancolías civiles que atraviesan intactas las generaciones. La pesadilla de Juan Ramón Jiménez de hace un siglo conserva intacta su realidad, y su pavor: una mesa de campaña en una plaza de toros.
Por fortuna, Madrid es grande y descreída, incluso en la mañana del Viernes Santo. Un taxi para a mi lado en la acera y de él salen, con dificultad y pericia, dos señoras con altas peinetas de carey y mantillas de encaje negro. Allá cada cual. Yo voy escuchando en Spotify la Pasión según san Mateo. La escucho también en casa, con la opulencia sonora del amplificador y los altavoces, leyendo el libreto, que respeta en gran medida la simplicidad del relato evangélico. Es una costumbre que he mantenido desde hace ya muchos años, desde que compré una grabación histórica dirigida por Furtwrängler. Algún Jueves o Viernes Santo la he escuchado en directo, en austeras iglesias luteranas de Nueva York. Ahora la versión a la que vuelvo siempre es la de Nikolaus Harnoncourt con el Concentus Musicus de Viena. Dirigida por Furtwrängler, la Pasión según san Mateo es imponente como una catedral gótica. La de Harnoncourt no es menos sobrecogedora, pero sí más cercana a la llaneza y el despojamiento del texto evangélico.
Vuelvo a esos capítulos finales a los que se atiene Bach. Hay un sigilo de drama que sucede entre sombras, en descampados nocturnos, un drama íntimo de miedo, de traición, de vergüenza, de huida, de debilidad ante la cercanía terrible del dolor, de incierta esperanza. El corazón de esa noche me ha parecido siempre la deslealtad del discípulo Pedro, que su maestro ha presentido con extraña agudeza: el que se declara tan firme y tan fiel cuando no hay peligro comete a la hora de la verdad una cobardía para la que tal vez habrá perdón, pero no consuelo. No hay otro momento así en la literatura. Tampoco lo hay en la música. En la pintura se ha representado muchas veces. Pero solo Caravaggio llega a lo más hondo de la negrura del miedo y el remordimiento, en una Negación de san Pedro que está en el Metropolitan de Nueva York, y que fue uno de los últimos cuadros que pintó en su vida. En el retiro breve de la Semana Santa, escuchando a Bach, leyendo a san Mateo, acordándome de ese cuadro de Caravaggio que he visto tantas veces, agradezco que el arte sea capaz al mismo tiempo de retratar el sufrimiento y consolarnos de él, y además refugiarnos de la intemperie pública.
https://elpais.com/cultura/2018/04/03/babelia/1522776469_205363.html?rel=lom
En el retiro voluntario de la Semana Santa me gusta volver a las palabras y a las músicas del relato evangélico. Muchas personas se han ido de Madrid. En la tarde del miércoles va notándose gradualmente que se han ido y se siguen yendo en coche. La mañana del Jueves Santo tiene una santidad laica de recogimiento y silencio. No hace falta afiliarse a ninguna ortodoxia y a ningún credo para mantenerse alerta a la sensación de lo sagrado, que puede intuirse en la quietud de una calle sin tráfico a primera hora de la mañana, en la absolución de tantas obligaciones aplazadas por los días de fiesta. Ha llovido generosamente en las últimas semanas y los días de sol tienen una tersura de aire fresco. Ese es otro motivo de gratitud. En los senderos del parque, tan ásperos hasta hace muy poco, ahora se nota una elasticidad de tierra prieta y fértil bajo las pisadas. Los canales públicos de televisión transmiten procesiones sin descanso y en directo. Los telediarios informan de las procesiones de Semana Santa más extenuadoramente aún que de los partidos de fútbol. Una parte de la vida española parece varada sin remedio en la Contrarreforma, en las exhibiciones públicas de penitencias, de imágenes ensangrentadas de martirios. Como este año la lluvia no ha frustrado ninguna procesión, los informativos no muestran a penitentes llorando sin consuelo por no poder sacar los tronos de su cofradía. Lo que sí hay son testimonios espontáneos de asistentes a las procesiones que informan de la vehemencia de su fervor: “Esto no se puede explicar. Esto hay que vivirlo. Hay que sentirlo”.
Con vítores taurinos y caras arrasadas de lágrimas, chicas jóvenes que ya nacieron en un país descreído con las iglesias desiertas se rompen las manos aplaudiendo a los legionarios que sostienen en alto una imagen de Cristo en la cruz en una procesión de Málaga. Yo me acuerdo de cuando era niño y veía en las procesiones de mi ciudad los tronos escoltados por guardias civiles con mosquetones al hombro.
Pero todo vuelve. Todo vuelve porque nunca se ha ido. Vuelve la religión ostentosa y milagrera de la Contrarreforma católica, la de las exhibiciones públicas de ortodoxia que fueron obligatorias durante el franquismo. Vuelve porque nunca se fue la mescolanza de lo político y de lo eclesiástico, la ocupación irrespetuosa de los espacios públicos, la afirmación jactanciosa de una sola tradición por encima de todas las otras: el espectáculo católico como maciza identidad, unas veces española y otras veces andaluza, o castellana, o de donde sea. El ministro de Justicia y el de Educación y Cultura se persignan ante el Cristo legionario y alzan sus voces para cantar con desmayado entusiasmo Soy el novio de la muerte. . La ministra de Defensa, que también participa en la celebración, ha ordenado que en los cuarteles españoles ondee a media asta la bandera como signo de luto por la crucifixión de Cristo.
Todo son recuerdos. Los peores recuerdos son los de ciertas cosas que se obstinan en no quedarse en el pasado. Me acuerdo de cuando era soldado y en las misas de campaña sonaba el himno nacional en la consagración y teníamos que arrodillarnos quitándonos la gorra y sosteniendo el fusil en un gesto de psicomotricidad tan complicada que se tardaba mucho en aprender, y que se llamaba “rindan armas”. Un soldado español solo rendía su arma ante la hostia consagrada. Hablo de 1979, 1980, otra época. Hablo de ahora mismo. El ministro de Educación y Cultura que se declara novio de la muerte con tanta convicción es responsable del mayor desguace cultural y educativo de un país al que las castas dirigentes bendecidas por eclesiásticos y defendidas a mano armada por los militares mantuvieron durante siglos en una ignorancia tan infame como la pobreza. Mientras el ministro canta su pasodoble festivo y mortuorio, la investigación científica se hunde ante la indiferencia general y el sistema público de enseñanza cada vez puede cumplir menos su tarea ilustradora e igualitaria. Hay desolaciones españolas que no se curan nunca: melancolías civiles que atraviesan intactas las generaciones. La pesadilla de Juan Ramón Jiménez de hace un siglo conserva intacta su realidad, y su pavor: una mesa de campaña en una plaza de toros.
Por fortuna, Madrid es grande y descreída, incluso en la mañana del Viernes Santo. Un taxi para a mi lado en la acera y de él salen, con dificultad y pericia, dos señoras con altas peinetas de carey y mantillas de encaje negro. Allá cada cual. Yo voy escuchando en Spotify la Pasión según san Mateo. La escucho también en casa, con la opulencia sonora del amplificador y los altavoces, leyendo el libreto, que respeta en gran medida la simplicidad del relato evangélico. Es una costumbre que he mantenido desde hace ya muchos años, desde que compré una grabación histórica dirigida por Furtwrängler. Algún Jueves o Viernes Santo la he escuchado en directo, en austeras iglesias luteranas de Nueva York. Ahora la versión a la que vuelvo siempre es la de Nikolaus Harnoncourt con el Concentus Musicus de Viena. Dirigida por Furtwrängler, la Pasión según san Mateo es imponente como una catedral gótica. La de Harnoncourt no es menos sobrecogedora, pero sí más cercana a la llaneza y el despojamiento del texto evangélico.
Vuelvo a esos capítulos finales a los que se atiene Bach. Hay un sigilo de drama que sucede entre sombras, en descampados nocturnos, un drama íntimo de miedo, de traición, de vergüenza, de huida, de debilidad ante la cercanía terrible del dolor, de incierta esperanza. El corazón de esa noche me ha parecido siempre la deslealtad del discípulo Pedro, que su maestro ha presentido con extraña agudeza: el que se declara tan firme y tan fiel cuando no hay peligro comete a la hora de la verdad una cobardía para la que tal vez habrá perdón, pero no consuelo. No hay otro momento así en la literatura. Tampoco lo hay en la música. En la pintura se ha representado muchas veces. Pero solo Caravaggio llega a lo más hondo de la negrura del miedo y el remordimiento, en una Negación de san Pedro que está en el Metropolitan de Nueva York, y que fue uno de los últimos cuadros que pintó en su vida. En el retiro breve de la Semana Santa, escuchando a Bach, leyendo a san Mateo, acordándome de ese cuadro de Caravaggio que he visto tantas veces, agradezco que el arte sea capaz al mismo tiempo de retratar el sufrimiento y consolarnos de él, y además refugiarnos de la intemperie pública.
https://elpais.com/cultura/2018/04/03/babelia/1522776469_205363.html?rel=lom
El Deseo
Minería de datos: imagino a unos tipos duros, con monos azules y un casco con luz en la cabeza que descienden a las profundidades de nuestras almas
Me conmueve mucho la expresión “minería de datos”. Minería de datos, minería de datos. Imagino a unos tipos duros, con monos azules y un casco con luz en la cabeza. Descienden a las profundidades de su alma de usted, y de la mía, de nuestras almas, y en esa oscuridad (porque el alma es oscura) clavan el pico y la pala para llenar sus carretillas de la materia viscosa de la que está hecha la conciencia. Cuando el conjunto llega a la superficie, otros especialistas, mineros también, aunque con una cualificación superior, separan la ganga de la mena. Con la mena, supongo yo, fabrican los algoritmos prescriptivos de los que deducen, por ejemplo, no cuando necesitaré cambiar de televisor, sino cuándo desearé hacerlo. Porque es cierto que un día me levantaré de la cama y necesitaré introducir en mi vida un cambio que la acelere un poco, que la coloque al nivel de un buen producto audiovisual, de un excelente anuncio de móviles, o de automóviles. Ese día llegará, yo aún lo ignoro, pero los algoritmos que procesan los rasgos de nuestra personalidad ya están al tanto. De modo que un miércoles cualquiera, mientras preparo el primer té de la mañana, pensaré que estaría bien tener en la cocina un televisor inteligente. Un minuto antes, o quizá un minuto después, pero de forma casi simultánea, recibiré en mi móvil la publicidad del televisor soñado. Y más que eso: la oferta de un crédito para adquirirlo porque el vendedor del electrodoméstico y el banco comparten los tesoros económicos extraídos de nuestro subconsciente. Ya sabemos, en fin, cómo aprovechan la mena. Muchos se preguntarán qué rayos hacen con la ganga, es decir, con la mierda que acompañaba al dato. La ganga, me temo, es el televisor que compraré ese miércoles.
https://elpais.com/elpais/2018/04/26/opinion/1524732892_466811.html
Me conmueve mucho la expresión “minería de datos”. Minería de datos, minería de datos. Imagino a unos tipos duros, con monos azules y un casco con luz en la cabeza. Descienden a las profundidades de su alma de usted, y de la mía, de nuestras almas, y en esa oscuridad (porque el alma es oscura) clavan el pico y la pala para llenar sus carretillas de la materia viscosa de la que está hecha la conciencia. Cuando el conjunto llega a la superficie, otros especialistas, mineros también, aunque con una cualificación superior, separan la ganga de la mena. Con la mena, supongo yo, fabrican los algoritmos prescriptivos de los que deducen, por ejemplo, no cuando necesitaré cambiar de televisor, sino cuándo desearé hacerlo. Porque es cierto que un día me levantaré de la cama y necesitaré introducir en mi vida un cambio que la acelere un poco, que la coloque al nivel de un buen producto audiovisual, de un excelente anuncio de móviles, o de automóviles. Ese día llegará, yo aún lo ignoro, pero los algoritmos que procesan los rasgos de nuestra personalidad ya están al tanto. De modo que un miércoles cualquiera, mientras preparo el primer té de la mañana, pensaré que estaría bien tener en la cocina un televisor inteligente. Un minuto antes, o quizá un minuto después, pero de forma casi simultánea, recibiré en mi móvil la publicidad del televisor soñado. Y más que eso: la oferta de un crédito para adquirirlo porque el vendedor del electrodoméstico y el banco comparten los tesoros económicos extraídos de nuestro subconsciente. Ya sabemos, en fin, cómo aprovechan la mena. Muchos se preguntarán qué rayos hacen con la ganga, es decir, con la mierda que acompañaba al dato. La ganga, me temo, es el televisor que compraré ese miércoles.
https://elpais.com/elpais/2018/04/26/opinion/1524732892_466811.html
sábado, 28 de abril de 2018
Vanessa Redgrave se pone detrás de la cámara para salvar refugiados. La veterana actriz dirige ‘Sea Sorrow’, documental presentado en el Festival de Cannes sobre la crisis de los que huyen de la guerra.
A sus 80 años, tras cinco décadas de carrera y más de 130 películas sobre sus espaldas como actriz, Vanessa Redgrave ha decidido dar el salto a la dirección. No fue algo planeado, ni siquiera algo que fuera buscando. "Tenía que hacerlo. Y cuando tomas una decisión así no te planteas cómo, simplemente lo haces", explica la veterana intérprete en pleno Festival de Cannes, el marco en el que ha estrenado su ópera prima, el documental Sea Sorrow, (Mar de pena) un sentido retrato sobre la crisis de los refugiados en Europa desde una perspectiva actual e histórica.
Como a tanta gente, la imagen de Alan Kurdi, el niño sirio hallado muerto en una playa turca en septiembre de 2015, la conmocionó. Y, a diferencia de mucha gente, Vanessa Redgrave decidió actuar. Literalmente. Produjo un montaje teatral de La tempestad de Shakespeare con el que recaudó ocho mil euros para el British Refugee Council y después de filmar la obra decidió que podía ir un poco más lejos con un documental en el que mostrar no solo todo lo que había visto en sus visitas a campos, sino todo lo que ella misma había vivido.
“Cuando sabes lo bastante de historia, cuando algunos de tus familiares han muerto, cuando miembros de tu familia han estado muy enfermos y has intentado ayudar siempre a la gente, bien sea dando algo de dinero a Oxfam, Médicos sin fronteras… ves las cosas completamente diferentes y te conviertes en otra persona”, comenta. “Intento explicar esto, aunque no sé si debiera ser necesario para mostrar que ver las cosas de una manera distinta es lo que me llevó a dirigir Sea Sorrow, en vez de solo producirlo; porque pensé que tenía una narrativa personal que ofrecer”.
Su obra benéfica tras ver la foto de Kurdi no era ni mucho menos la primera vez que Vanessa Redgrave se volcaba en ayudar a refugiados y víctimas de conflictos. “Mis hijos son maravillosos porque entendieron siempre por qué he dedicado tanto tiempo a ayudar a otra gente”, dice.
Su propia experiencia, cree, como niña evacuada de Londres durante la II Guerra Mundial fue la que la ha llevado a comprometerse toda su vida con los demás. “No fue hasta mucho después que me di cuenta de que aquello fue un trauma para mí”, explica. Por eso dejó sus estudios de teatro para ayudar a los refugiados húngaros en los 50. Y se volcó con el pueblo palestino ayudando en campos de niños refugiados. “Hasta el punto de que me han llegado a acusar de odiar a los judíos, cuando es completamente falso”, aclara.
Sea Sorrow, dirigida mano a mano con su hijo Carlo Nero, es el último ejemplo de su activismo político, aunque a la actriz no le gusta definirse como tal. “He sido políticamente comprometida, pero no ha sido algo prioritario en mi vida en los últimos 30 años. Siempre he pensado en mí como parte de un partido político, he ayudado en las elecciones y he prometido y prometo que apoyaré a mi candidata laborista, pero no es porque sea políticamente activa sino porque quiero dejar mi voto en contra de Theresa May”, dice tajante.
El Brexit y la política interior británica no forman parte de su documental porque cree que la crisis de los refugiados es un problema más global, “una cuestión de todos los gobiernos europeos”, una crisis humana ante la que piensa seguir actuando. “Quizá porque he perdido a personas muy cercanas [su hija, Natasha Richardson], me siento con derecho a ser dogmática. Es un viejo dicho: donde hay esperanza, hay vida. Y es verdad, creo que es totalmente absurdo perder la esperanza, pero también lo es basarlo todo en la esperanza. Tenemos que basarnos en hechos, en ayudar. Ayuda, no esperanza. Incluso si ayudas a una sola persona, ya cambias situaciones”, cuenta emocionada. “Mi yerno, Liam Neeson, estaba en La lista Schindler, y cada vez que pienso en esa película me impresiona todos los nombres que Schindler salvó, y aun así no pudo salvar suficientes. Salvar una única vida parece terriblemente pequeño cuando hay tantas, pero si puedo salvar una única vida, ya ha merecido la pena este documental”.
https://elpais.com/cultura/2017/05/19/actualidad/1495208849_335739.html
Vanessa Redgrave, nueva imagen de Gucci
La tribu de los Redgrave
Como a tanta gente, la imagen de Alan Kurdi, el niño sirio hallado muerto en una playa turca en septiembre de 2015, la conmocionó. Y, a diferencia de mucha gente, Vanessa Redgrave decidió actuar. Literalmente. Produjo un montaje teatral de La tempestad de Shakespeare con el que recaudó ocho mil euros para el British Refugee Council y después de filmar la obra decidió que podía ir un poco más lejos con un documental en el que mostrar no solo todo lo que había visto en sus visitas a campos, sino todo lo que ella misma había vivido.
“Cuando sabes lo bastante de historia, cuando algunos de tus familiares han muerto, cuando miembros de tu familia han estado muy enfermos y has intentado ayudar siempre a la gente, bien sea dando algo de dinero a Oxfam, Médicos sin fronteras… ves las cosas completamente diferentes y te conviertes en otra persona”, comenta. “Intento explicar esto, aunque no sé si debiera ser necesario para mostrar que ver las cosas de una manera distinta es lo que me llevó a dirigir Sea Sorrow, en vez de solo producirlo; porque pensé que tenía una narrativa personal que ofrecer”.
Su obra benéfica tras ver la foto de Kurdi no era ni mucho menos la primera vez que Vanessa Redgrave se volcaba en ayudar a refugiados y víctimas de conflictos. “Mis hijos son maravillosos porque entendieron siempre por qué he dedicado tanto tiempo a ayudar a otra gente”, dice.
Su propia experiencia, cree, como niña evacuada de Londres durante la II Guerra Mundial fue la que la ha llevado a comprometerse toda su vida con los demás. “No fue hasta mucho después que me di cuenta de que aquello fue un trauma para mí”, explica. Por eso dejó sus estudios de teatro para ayudar a los refugiados húngaros en los 50. Y se volcó con el pueblo palestino ayudando en campos de niños refugiados. “Hasta el punto de que me han llegado a acusar de odiar a los judíos, cuando es completamente falso”, aclara.
Sea Sorrow, dirigida mano a mano con su hijo Carlo Nero, es el último ejemplo de su activismo político, aunque a la actriz no le gusta definirse como tal. “He sido políticamente comprometida, pero no ha sido algo prioritario en mi vida en los últimos 30 años. Siempre he pensado en mí como parte de un partido político, he ayudado en las elecciones y he prometido y prometo que apoyaré a mi candidata laborista, pero no es porque sea políticamente activa sino porque quiero dejar mi voto en contra de Theresa May”, dice tajante.
El Brexit y la política interior británica no forman parte de su documental porque cree que la crisis de los refugiados es un problema más global, “una cuestión de todos los gobiernos europeos”, una crisis humana ante la que piensa seguir actuando. “Quizá porque he perdido a personas muy cercanas [su hija, Natasha Richardson], me siento con derecho a ser dogmática. Es un viejo dicho: donde hay esperanza, hay vida. Y es verdad, creo que es totalmente absurdo perder la esperanza, pero también lo es basarlo todo en la esperanza. Tenemos que basarnos en hechos, en ayudar. Ayuda, no esperanza. Incluso si ayudas a una sola persona, ya cambias situaciones”, cuenta emocionada. “Mi yerno, Liam Neeson, estaba en La lista Schindler, y cada vez que pienso en esa película me impresiona todos los nombres que Schindler salvó, y aun así no pudo salvar suficientes. Salvar una única vida parece terriblemente pequeño cuando hay tantas, pero si puedo salvar una única vida, ya ha merecido la pena este documental”.
https://elpais.com/cultura/2017/05/19/actualidad/1495208849_335739.html
Vanessa Redgrave, nueva imagen de Gucci
La tribu de los Redgrave
El mayor misterio de la humanidad, Rosa Montero
Un rosario de hallazgos en los últimos 20 años nos ha obligado a cambiar las egocéntricas teorías que sobre los neandertales manejamos durante siglos.
Tengo en mi despacho la foto de la cabeza de un hombre de unos 40 años. Su cráneo rasurado está teñido con un pigmento rojo y luce un bonito tocado de plumas de ave. Dos largas espinas decorativas le atraviesan elegantemente las orejas. Una raya de pintura negra desciende por la mitad de su frente y cubre el puente de su gran nariz. Sus ojos son suspicaces y orgullosos, y de su rostro perfectamente afeitado emana una impresión de fuerza y de poder. Podría ser cualquier gran jefe indio de las praderas americanas. Pero no. Es la reconstrucción de un cráneo de neandertal a la luz de las nuevas evidencias científicas.
Durante siglos, con el pomposo egocentrismo que nos caracteriza, hemos visualizado a esos otros Homos, los neandertales, como bestias hirsutas, feas como demonios y patizambas; muy parecidos, en suma, a como imaginamos ahora a los ogros, a los yetis y a todas esas criaturas legendarias que en realidad no son sino la huella mítica del recuerdo real de aquellos primos. Hasta hace muy poco creíamos que esos brutos no sabían hablar y no nos extrañaba que se hubieran extinguido de un plumazo cuando nosotros, lampiños, inteligentes y bien plantados, salimos con paso alegre de África camino de la gloria. Pero en los últimos 20 años una cascada de descubrimientos nos ha ido hundiendo el ego en la miseria.
Como no todos hemos heredado los mismos rasgos, sumando a unos y otros conservamos entre un 20% y un 30% de genes neandertales.
Hoy sabemos que hablaban y que tenían nuestra misma capacidad craneal, la misma inteligencia. Durante cierto tiempo intentamos atrincherarnos en la estética: sostuvimos que habíamos sido nosotros, los cromañones, quienes empezamos a fabricar adornos. Me encantó esa teoría; era emocionante que los sapiens nos hubiéramos salvado de la extinción gracias a necesitar esa cosa tan inútil que es la belleza. Pero la alegría duró poco; enseguida se encontraron collares de conchas en los asentamientos de nuestros primos. Estaban tan heridos por la belleza como nosotros.
Se sabe que hemos coincidido con los neandertales, que nos emparentamos y tuvimos sexo e hijos. Entre el 1% y el 4% de nuestros genes (salvo en los subsaharianos) proceden de ellos. Como no todos hemos heredado los mismos rasgos, sumando a unos y otros conservamos entre un 20% y un 30% de genes neandertales. Su herencia nos predispone, entre otras cosas, a la depresión y a las adicciones. Yo, que fumé durante 20 años tres paquetes de tabaco al día, debo de tener una abuela neandertal de armas tomar.
Ha habido otras especies humanas, como el Homo denisovano o el de Flores, pero los neandertales han sido los más importantes, porque duraron más de 200.000 años (una proeza: recordemos que la escritura y nuestra historia empezaron hace solo 6.000 años). Ahora acaba de hacerse un descubrimiento colosal: una nueva datación en las pinturas rupestres de tres cuevas españolas han demostrado que fueron hechas por neandertales hará 65.000 años. Son las obras de arte más antiguas del planeta, y no son nuestras. Sí, nos parecíamos mucho. Y se extinguieron. Ah, qué inquietud. Si nada nos diferencia, podríamos extinguirnos nosotros también. El enigma de la desaparición de los neandertales se está convirtiendo en el mayor misterio de la humanidad.
Apunta Yuval Noah Harari en su brillante ensayo Sapiens que fue la capacidad de crear ficción lo que nos hizo triunfar como especie. Una preciosa explicación aunque, la verdad, no me la creo: me imagino muy bien a mi abuela neandertal contándoles historias a sus nietos en la hoguera. A mí me convence más una profesora norteamericana, Pat Shipman, que hace un par de años expuso una teoría que me deslumbró. Verán, los neandertales eran más robustos que nosotros y necesitaban más cantidad de alimentos. Cuando se extinguieron estábamos en plena glaciación; no solo escaseaba la comida, sino que de repente habían aparecido unos extranjeros que hacían algo muy raro: se aliaban con los lobos para cazar. Humanos y perros formamos un equipo depredador de formidable eficacia, tanta que la fórmula sigue vigente. Probablemente fuimos una especie de arma letal por carambola: acaparamos la comida y los matamos de hambre. Así que ni más listos, ni más artistas, ni más sofisticados: nos salvaron los perros. Somos poca cosa. Y desagradecidos.
Tengo en mi despacho la foto de la cabeza de un hombre de unos 40 años. Su cráneo rasurado está teñido con un pigmento rojo y luce un bonito tocado de plumas de ave. Dos largas espinas decorativas le atraviesan elegantemente las orejas. Una raya de pintura negra desciende por la mitad de su frente y cubre el puente de su gran nariz. Sus ojos son suspicaces y orgullosos, y de su rostro perfectamente afeitado emana una impresión de fuerza y de poder. Podría ser cualquier gran jefe indio de las praderas americanas. Pero no. Es la reconstrucción de un cráneo de neandertal a la luz de las nuevas evidencias científicas.
Durante siglos, con el pomposo egocentrismo que nos caracteriza, hemos visualizado a esos otros Homos, los neandertales, como bestias hirsutas, feas como demonios y patizambas; muy parecidos, en suma, a como imaginamos ahora a los ogros, a los yetis y a todas esas criaturas legendarias que en realidad no son sino la huella mítica del recuerdo real de aquellos primos. Hasta hace muy poco creíamos que esos brutos no sabían hablar y no nos extrañaba que se hubieran extinguido de un plumazo cuando nosotros, lampiños, inteligentes y bien plantados, salimos con paso alegre de África camino de la gloria. Pero en los últimos 20 años una cascada de descubrimientos nos ha ido hundiendo el ego en la miseria.
Como no todos hemos heredado los mismos rasgos, sumando a unos y otros conservamos entre un 20% y un 30% de genes neandertales.
Hoy sabemos que hablaban y que tenían nuestra misma capacidad craneal, la misma inteligencia. Durante cierto tiempo intentamos atrincherarnos en la estética: sostuvimos que habíamos sido nosotros, los cromañones, quienes empezamos a fabricar adornos. Me encantó esa teoría; era emocionante que los sapiens nos hubiéramos salvado de la extinción gracias a necesitar esa cosa tan inútil que es la belleza. Pero la alegría duró poco; enseguida se encontraron collares de conchas en los asentamientos de nuestros primos. Estaban tan heridos por la belleza como nosotros.
Se sabe que hemos coincidido con los neandertales, que nos emparentamos y tuvimos sexo e hijos. Entre el 1% y el 4% de nuestros genes (salvo en los subsaharianos) proceden de ellos. Como no todos hemos heredado los mismos rasgos, sumando a unos y otros conservamos entre un 20% y un 30% de genes neandertales. Su herencia nos predispone, entre otras cosas, a la depresión y a las adicciones. Yo, que fumé durante 20 años tres paquetes de tabaco al día, debo de tener una abuela neandertal de armas tomar.
Ha habido otras especies humanas, como el Homo denisovano o el de Flores, pero los neandertales han sido los más importantes, porque duraron más de 200.000 años (una proeza: recordemos que la escritura y nuestra historia empezaron hace solo 6.000 años). Ahora acaba de hacerse un descubrimiento colosal: una nueva datación en las pinturas rupestres de tres cuevas españolas han demostrado que fueron hechas por neandertales hará 65.000 años. Son las obras de arte más antiguas del planeta, y no son nuestras. Sí, nos parecíamos mucho. Y se extinguieron. Ah, qué inquietud. Si nada nos diferencia, podríamos extinguirnos nosotros también. El enigma de la desaparición de los neandertales se está convirtiendo en el mayor misterio de la humanidad.
Apunta Yuval Noah Harari en su brillante ensayo Sapiens que fue la capacidad de crear ficción lo que nos hizo triunfar como especie. Una preciosa explicación aunque, la verdad, no me la creo: me imagino muy bien a mi abuela neandertal contándoles historias a sus nietos en la hoguera. A mí me convence más una profesora norteamericana, Pat Shipman, que hace un par de años expuso una teoría que me deslumbró. Verán, los neandertales eran más robustos que nosotros y necesitaban más cantidad de alimentos. Cuando se extinguieron estábamos en plena glaciación; no solo escaseaba la comida, sino que de repente habían aparecido unos extranjeros que hacían algo muy raro: se aliaban con los lobos para cazar. Humanos y perros formamos un equipo depredador de formidable eficacia, tanta que la fórmula sigue vigente. Probablemente fuimos una especie de arma letal por carambola: acaparamos la comida y los matamos de hambre. Así que ni más listos, ni más artistas, ni más sofisticados: nos salvaron los perros. Somos poca cosa. Y desagradecidos.
Los 'malditos bastardos' de la guerra civil española.
La más audaz misión de comandos de España cumple 80 años de silencio por el pecado de ser republicana
El Ejército de la República fue quizá el primero que dispuso de forma reglada de una unidad como después serían los Boinas Verdes de EEUU o las Ratas del Desierto del Reino Unido
Los bombardeos de Barcelona en 1938 han sido ya debidamente rememorados, los de enero y los de marzo, a cuáles más terribles. Y vendrán otras conmemoraciones este 2018, pues 80 años, que tiene algo de cifra redonda, son los que se cumplen ahora de aquel cruento tercer año de la guerra civil española. En ese álbum de recuerdos no debería faltar, incluso despuntar por encima de los demás, un episodio no siempre conocido, la más audaz y tal vez única operación de comando de un ejército regular español, en este caso el republicano, tras las líneas enemigas, una misión ejecutada, y ahí está el bonus track de esta historia, por la versión real y avant la lettre de los Malditos bastardos de Quentin Tarantino. Fue el 23 de mayo de 1938. Fue la operación Carchuna, comandada por un par de Fernández, los tenientes José y Joaquín, y ejecutada, entre otros, por los exbrigadistas internacionales Irving Goff (un judío bregado en las calles de Brooklyn en peleas contra pandillas antisemitas) y William Aalto, también neoyorkino, y además comunista y homosexual, y años más tarde amante del poeta W. H. Auden. Vamos, malditos bastardos con letras de oro.
La operación Carchuna, por ir primero al final, a lo que comportó, fue una incursión republicana tras las líneas del bando nacional en la costa granadina, a pocos kilómetros de Motril. Allí, de noche y con lanchas, un grupo de soldados de lo que hoy en día se consideraría un comando de operaciones especiales, se infiltraron en el Castillo de Carchuna, reconvertido entonces en prisión, asesinaron a cuatro crueles cárceleros ("por justicia poética", parece que dijo uno de los asaltantes) y liberaron a los alrededor de 300 asturianos allí presos, más ocho soldados del bando nacional que aprovecharon la oportunidad para cambiar de ejército. Es esta, con independencia del color político, la más audaz y cinematográfica operación de un ejército español en la retaguardia del enemigo y, sin embargo, es una acción durante casi 70 años silenciada, hasta que un grupo de historiadores con título y otros simplemente aficionados (Jesús Castillo, Txema Prada y Floren Dimas, entre otros) la repescaron hace unos 10 años y consiguieron dar incluso con supervivientes de aquel rescate, como Marcelono Díaz: "Aquello fue una cosa espectacular, una maniobra relámpago con la que lograron sacarnos del presidio. Éramos cientos de personas y salimos de allí con vida... ¡Y que hoy nadie se acuerde de nosotros!".
Largo Caballero
No, Federico Trillo, no fue la de Perejil en el 2002 una operación que le pueda toser a la de Carchuna. Es más, puede que el exministro de Defensa ("al alba, y con tiempo duro de levante... "; cuanto más pasa el tiempo, más ridículo parece) ni siquiera sepa de lo que fueron capaces, de noche, y tras unos preparativos que duraron apenas 48 horas, un grupo de 35 soldados de ese cuerpo al que el Gobierno de la República destinaba 200.000 pesetas mensuales por orden de Francisco Largo Caballero para que fomentara el desorden en la zona enemiga, a veces de formas inauditas, como hizo un tal Currito, en otra misión, cuando se hizo con un uniforme de legionario y así disfrazado se coló en Zaragoza para recabar información sobre qué se cocía en la retaguardia fascista. Lo bueno de su caso, casi berlanguiano, es que para no ser descubierto se alojó durante semanas en un burdel, un tiempo que, tal vez, fue el más feliz de su vida.
Según Castillo y sus colegas, el español fue el primer ejército que dispuso de forma reglada de una unidad de comandos como la que después serían los Boinas Verdes de Estados Unidos o las Ratas del Desierto del Reino Unido.
¿Por qué se ignora ese dato?
Qué fácil es la respuesta. Porque la historia la escriben los vencedores, sobre todo, en España. Si la batalla de Little Bighorn (la gran derrota del Séptimo de Caballería) hubiera sucedido en La Mancha, por poner un lugar, Errol Flynn no habría interpretado jamás al general Custer.
La cuestión es, por volver al título, hasta qué punto el sobrenombre ahora de malditos bastardos les resulta adecuado a los protagonistas de aquella hazaña. Se lo merecen por quiénes y cómo eran y por lo que hicieron.
En primer lugar está la biografía personal de quienes llegaron a España como brigadistas internacionales y terminaron en esa unidad, con el plus de que, terminada la guerra, no sufrieron el silencio al que obligaba el franquismo y relataron en su casa aquello que habían llevado a cabo.
Irving Goff, nacido en Nueva York en 1900 en el seno de una familia judía originaria de Odessa, antes de partir hacia España compatibilizó sus empleos como bailarín, acróbata circense y vigilante de las playas de Coney Island, con peleas pandilleras contra grupos antisemitas de las calles de Brooklyn. Es la fuente más rica de la operación Carchuna, pues de él se conservan grabaciones en las que relata con minucioso detalle su participación. Fue el responsable también durante la guerra civil de una misión de captura de un grupo de oficiales fascistas en el frente de Serós (Segrià) y de la voladura de un estratégico puente en Albarracín, una acción en la que se supone que, con más almíbar del necesario, se inspiraron los guionistas que adaptaron Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway al cine. Si Ingrid Bergman hubiera estado por ahí -bromeó años más tarde Goff-- él no se habría ido de España.
En Carchuna, Goff lideró uno de lo comandos. Otro lo dirigió su buen amigo de batallas William Aalto, nacido en el Bronx aunque de origen finlandés. Llegó a España con solo 19 años. Era un convencido comunista y declarado homosexual, una doble condición que, como descubrió años más tarde, era incompatible a ojos de algunos. Tras la guerra civil ingresó en la OSS de los Estados Unidos, el embrión de la futura CIA, pero fue expulsado de allí por su orientación sexual. Tampoco sus camaradas comunistas le perdonaron que fuera homosexual. Puede que fuera él quien tras fusilar a cuatro carceleros calificara el rescate de Carchuna como una "justicia poética", pues, al cabo de unos años, terminadas las guerras y expulsado del partido, terminó en brazos en W. H. Auden.
Hubo más malditos bastardos, como Alex Kunslich, políglota, estibador de Nueva York, un hombre culto, pero con menos relato, porque su historia se interrumpió en Córdoba, donde murió capturado por las tropas fascistas, pero no participó en el rescate de Carchuna, que, llegados a este punto, merece ser rememorado.
En aquel lugar lo que hay es un castillo levantado en 1777 junto a la playa para defender la zona de los ataques piratas. Cuando el frente de guerra quedó estancado al este de aquella fortificación, entre Castell de Ferro y Calahonda, el bando nacional lo reconvirtió en penal de trabajos forzados. Llevó hasta allí a tres centenas de presos republicanos asturianos, pues se daba por hecho que, algunos de ellos bregados en las minas, eran perfectos para el trabajo duro de acondicionar los alrededores del castillo como pista de aterrizaje de la Legión Cóndor.
De noche y por mar
El caso es que cuatro oficiales presos en Carchuna (Joaquín Fernández Canga, Secundino Alvarez Torres, Esteban Alonso García y Cándido Adolfo Muriel López) se fugaron y cruzaron las líneas republicanas en busca de refugio. No les fue fácil convencer a los mandos del lugar de dónde venían y quiénes eran, pero, superados los recelos, se organizó en menos de 48 horas una misión de rescate que se encomendó a Los Niños de la Noche, que es como se hacían llamar los miembros de esa unidad de comandos. Los cuatro fugados no solo dieron datos precisos y valiosos para organizar la misión, sino que, a la pregunta de "¿estáis dispuestos a volver al infierno?", se pusieron a las órdenes de, entre otros, Goof y Aalto.
Tras un primer intento fallido, la operación Carchuna dio comienzo la noche del 23 de mayo tal y como estaba previsto, por mar, no con lanchas neumáticas, sino con barcas de pescadores. Los asaltantes llevaban sus subfusiles shmeisser (eran la única unidad republicana con ese privilegio) y decenas de granadas de mano para dar después a los presos, por si se complicaba la huida. Una vez en tierra, un reloj suizo no hubiera funcionado mejor. A los celadores se les pilló desprevenidos, murieron cuatro de ellos, se repartieron las armas disponibles y, en silencio, se enfiló el camino de regreso a la zona republicana, desde donde se lanzó un ataque de artillería para despistar al enemigo. A la altura de Calahonda, los fugados tuvieron una pequeña refriega con los guardias civiles de un cuartel, que acoquinados ante el lanzamiento de granadas (qué buena ida fue llevarlas) se retiraron. Solo al final la operación pasó contratiempos, pues cuatro de los comandos se descolgaron del grupo y tuvieron que regresar a nado. El resto, mientras, llegó a su destino tal y como estaba planificado. Cantaban alegres Asturias, patria querida.
'Los Niños de la Noche', el homenaje de Paco Santana a aquellos soldados
La historia completa y pormenorizada de quiénes fueron y qué hicieron aquellos primeros comandos de la historia militar española está aún pendiente de ser escrita. Hay, no obstante, buenos esbozos, como la Historia del Ejército Popular de la República, de Ramón Salas Larrazábal, donde se les dedica algún capítulo. También Jorge Martínez Reverte echa mano de la trayectoria vital de Bill Aalto como hilo conductor de Guerreros y traidores. Ahora, un autor de Santa Coloma de Gramenet, Paco Santana, le ha dedicado directamente el título al sobrenombre con el que se daban a conocer aquellos soldados, Niños de la Noche, una novela en la que el viaje a través de España de un guardia civil y el preso al que escolta hasta un penal le permite recorrer las tremendas historias de la guerra civil española. A la leyenda de los Niños de la Noche y su sorprendente hazaña del castillo de Carchuna le dedica Santana, por supuesto, un entregado capítulo.
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180328/operacion-carchuna-los-malditos-bastardos-de-la-guerra-civil-espanola-6713759
El Ejército de la República fue quizá el primero que dispuso de forma reglada de una unidad como después serían los Boinas Verdes de EEUU o las Ratas del Desierto del Reino Unido
Carles Cols. Barcelona
Los bombardeos de Barcelona en 1938 han sido ya debidamente rememorados, los de enero y los de marzo, a cuáles más terribles. Y vendrán otras conmemoraciones este 2018, pues 80 años, que tiene algo de cifra redonda, son los que se cumplen ahora de aquel cruento tercer año de la guerra civil española. En ese álbum de recuerdos no debería faltar, incluso despuntar por encima de los demás, un episodio no siempre conocido, la más audaz y tal vez única operación de comando de un ejército regular español, en este caso el republicano, tras las líneas enemigas, una misión ejecutada, y ahí está el bonus track de esta historia, por la versión real y avant la lettre de los Malditos bastardos de Quentin Tarantino. Fue el 23 de mayo de 1938. Fue la operación Carchuna, comandada por un par de Fernández, los tenientes José y Joaquín, y ejecutada, entre otros, por los exbrigadistas internacionales Irving Goff (un judío bregado en las calles de Brooklyn en peleas contra pandillas antisemitas) y William Aalto, también neoyorkino, y además comunista y homosexual, y años más tarde amante del poeta W. H. Auden. Vamos, malditos bastardos con letras de oro.
La operación Carchuna, por ir primero al final, a lo que comportó, fue una incursión republicana tras las líneas del bando nacional en la costa granadina, a pocos kilómetros de Motril. Allí, de noche y con lanchas, un grupo de soldados de lo que hoy en día se consideraría un comando de operaciones especiales, se infiltraron en el Castillo de Carchuna, reconvertido entonces en prisión, asesinaron a cuatro crueles cárceleros ("por justicia poética", parece que dijo uno de los asaltantes) y liberaron a los alrededor de 300 asturianos allí presos, más ocho soldados del bando nacional que aprovecharon la oportunidad para cambiar de ejército. Es esta, con independencia del color político, la más audaz y cinematográfica operación de un ejército español en la retaguardia del enemigo y, sin embargo, es una acción durante casi 70 años silenciada, hasta que un grupo de historiadores con título y otros simplemente aficionados (Jesús Castillo, Txema Prada y Floren Dimas, entre otros) la repescaron hace unos 10 años y consiguieron dar incluso con supervivientes de aquel rescate, como Marcelono Díaz: "Aquello fue una cosa espectacular, una maniobra relámpago con la que lograron sacarnos del presidio. Éramos cientos de personas y salimos de allí con vida... ¡Y que hoy nadie se acuerde de nosotros!".
Largo Caballero
No, Federico Trillo, no fue la de Perejil en el 2002 una operación que le pueda toser a la de Carchuna. Es más, puede que el exministro de Defensa ("al alba, y con tiempo duro de levante... "; cuanto más pasa el tiempo, más ridículo parece) ni siquiera sepa de lo que fueron capaces, de noche, y tras unos preparativos que duraron apenas 48 horas, un grupo de 35 soldados de ese cuerpo al que el Gobierno de la República destinaba 200.000 pesetas mensuales por orden de Francisco Largo Caballero para que fomentara el desorden en la zona enemiga, a veces de formas inauditas, como hizo un tal Currito, en otra misión, cuando se hizo con un uniforme de legionario y así disfrazado se coló en Zaragoza para recabar información sobre qué se cocía en la retaguardia fascista. Lo bueno de su caso, casi berlanguiano, es que para no ser descubierto se alojó durante semanas en un burdel, un tiempo que, tal vez, fue el más feliz de su vida.
Según Castillo y sus colegas, el español fue el primer ejército que dispuso de forma reglada de una unidad de comandos como la que después serían los Boinas Verdes de Estados Unidos o las Ratas del Desierto del Reino Unido.
¿Por qué se ignora ese dato?
Qué fácil es la respuesta. Porque la historia la escriben los vencedores, sobre todo, en España. Si la batalla de Little Bighorn (la gran derrota del Séptimo de Caballería) hubiera sucedido en La Mancha, por poner un lugar, Errol Flynn no habría interpretado jamás al general Custer.
La cuestión es, por volver al título, hasta qué punto el sobrenombre ahora de malditos bastardos les resulta adecuado a los protagonistas de aquella hazaña. Se lo merecen por quiénes y cómo eran y por lo que hicieron.
En primer lugar está la biografía personal de quienes llegaron a España como brigadistas internacionales y terminaron en esa unidad, con el plus de que, terminada la guerra, no sufrieron el silencio al que obligaba el franquismo y relataron en su casa aquello que habían llevado a cabo.
Irving Goff, nacido en Nueva York en 1900 en el seno de una familia judía originaria de Odessa, antes de partir hacia España compatibilizó sus empleos como bailarín, acróbata circense y vigilante de las playas de Coney Island, con peleas pandilleras contra grupos antisemitas de las calles de Brooklyn. Es la fuente más rica de la operación Carchuna, pues de él se conservan grabaciones en las que relata con minucioso detalle su participación. Fue el responsable también durante la guerra civil de una misión de captura de un grupo de oficiales fascistas en el frente de Serós (Segrià) y de la voladura de un estratégico puente en Albarracín, una acción en la que se supone que, con más almíbar del necesario, se inspiraron los guionistas que adaptaron Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway al cine. Si Ingrid Bergman hubiera estado por ahí -bromeó años más tarde Goff-- él no se habría ido de España.
En Carchuna, Goff lideró uno de lo comandos. Otro lo dirigió su buen amigo de batallas William Aalto, nacido en el Bronx aunque de origen finlandés. Llegó a España con solo 19 años. Era un convencido comunista y declarado homosexual, una doble condición que, como descubrió años más tarde, era incompatible a ojos de algunos. Tras la guerra civil ingresó en la OSS de los Estados Unidos, el embrión de la futura CIA, pero fue expulsado de allí por su orientación sexual. Tampoco sus camaradas comunistas le perdonaron que fuera homosexual. Puede que fuera él quien tras fusilar a cuatro carceleros calificara el rescate de Carchuna como una "justicia poética", pues, al cabo de unos años, terminadas las guerras y expulsado del partido, terminó en brazos en W. H. Auden.
Hubo más malditos bastardos, como Alex Kunslich, políglota, estibador de Nueva York, un hombre culto, pero con menos relato, porque su historia se interrumpió en Córdoba, donde murió capturado por las tropas fascistas, pero no participó en el rescate de Carchuna, que, llegados a este punto, merece ser rememorado.
En aquel lugar lo que hay es un castillo levantado en 1777 junto a la playa para defender la zona de los ataques piratas. Cuando el frente de guerra quedó estancado al este de aquella fortificación, entre Castell de Ferro y Calahonda, el bando nacional lo reconvirtió en penal de trabajos forzados. Llevó hasta allí a tres centenas de presos republicanos asturianos, pues se daba por hecho que, algunos de ellos bregados en las minas, eran perfectos para el trabajo duro de acondicionar los alrededores del castillo como pista de aterrizaje de la Legión Cóndor.
De noche y por mar
El caso es que cuatro oficiales presos en Carchuna (Joaquín Fernández Canga, Secundino Alvarez Torres, Esteban Alonso García y Cándido Adolfo Muriel López) se fugaron y cruzaron las líneas republicanas en busca de refugio. No les fue fácil convencer a los mandos del lugar de dónde venían y quiénes eran, pero, superados los recelos, se organizó en menos de 48 horas una misión de rescate que se encomendó a Los Niños de la Noche, que es como se hacían llamar los miembros de esa unidad de comandos. Los cuatro fugados no solo dieron datos precisos y valiosos para organizar la misión, sino que, a la pregunta de "¿estáis dispuestos a volver al infierno?", se pusieron a las órdenes de, entre otros, Goof y Aalto.
Tras un primer intento fallido, la operación Carchuna dio comienzo la noche del 23 de mayo tal y como estaba previsto, por mar, no con lanchas neumáticas, sino con barcas de pescadores. Los asaltantes llevaban sus subfusiles shmeisser (eran la única unidad republicana con ese privilegio) y decenas de granadas de mano para dar después a los presos, por si se complicaba la huida. Una vez en tierra, un reloj suizo no hubiera funcionado mejor. A los celadores se les pilló desprevenidos, murieron cuatro de ellos, se repartieron las armas disponibles y, en silencio, se enfiló el camino de regreso a la zona republicana, desde donde se lanzó un ataque de artillería para despistar al enemigo. A la altura de Calahonda, los fugados tuvieron una pequeña refriega con los guardias civiles de un cuartel, que acoquinados ante el lanzamiento de granadas (qué buena ida fue llevarlas) se retiraron. Solo al final la operación pasó contratiempos, pues cuatro de los comandos se descolgaron del grupo y tuvieron que regresar a nado. El resto, mientras, llegó a su destino tal y como estaba planificado. Cantaban alegres Asturias, patria querida.
'Los Niños de la Noche', el homenaje de Paco Santana a aquellos soldados
La historia completa y pormenorizada de quiénes fueron y qué hicieron aquellos primeros comandos de la historia militar española está aún pendiente de ser escrita. Hay, no obstante, buenos esbozos, como la Historia del Ejército Popular de la República, de Ramón Salas Larrazábal, donde se les dedica algún capítulo. También Jorge Martínez Reverte echa mano de la trayectoria vital de Bill Aalto como hilo conductor de Guerreros y traidores. Ahora, un autor de Santa Coloma de Gramenet, Paco Santana, le ha dedicado directamente el título al sobrenombre con el que se daban a conocer aquellos soldados, Niños de la Noche, una novela en la que el viaje a través de España de un guardia civil y el preso al que escolta hasta un penal le permite recorrer las tremendas historias de la guerra civil española. A la leyenda de los Niños de la Noche y su sorprendente hazaña del castillo de Carchuna le dedica Santana, por supuesto, un entregado capítulo.
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180328/operacion-carchuna-los-malditos-bastardos-de-la-guerra-civil-espanola-6713759
viernes, 27 de abril de 2018
En Madrid las concentradas tomaron la Gran Vía, mientras multitudinarias movilizaciones se repetían en decenas de ciudades españolas. Una marea feminista dicta su sentencia en la calle: "No es abuso, es violación".
eldiario.es
La rabia feminista organizada en la calle. Un grito de furia colectiva se percibió en los ojos de las mujeres que ayer por la tarde decidieron tomar la calle contra la sentencia dictada este jueves que condena a los miembros de 'la manada'. La convocatoria, que ya circulaba en redes sociales desde el miércoles, tomó fuerza tras la lectura pública del fallo, que rebajó los hechos a un delito de abuso sexual, al entender los magistrados que no hubo violencia ni intimidación.
Las protestas se sucedieron por varias ciudades de España tras oír el fallo pronunciado por el presidente de la Sección Segunda de la Audiencia Nacional, José Francisco Cobo, que leyó la sentencia pasadas las 13.00 horas. En ella, condena a los cinco miembros de 'la manada' por un delito continuado de abuso sexual con prevalimiento. Esto es, aprovechándose el agresor de una situación de superioridad manifiesta que coarta la libertad de la víctima.
Les ha absuelto así del delito de agresión sexual, que pedía la Fiscalía y la acusación particular. Y es que el tribunal ha entendido que no medió violencia ni intimidación en los hechos ocurridos el 7 de julio de 2016, cuando una joven denunció haber sido agredida en un portal de la calle pamplonesa Paulino Caballero. La sentencia considera que no hubo agresión sexual porque no hubo una violencia física explícita.
Pamplona, la ciudad donde se produjeron los hechos, fue una de las que más se volcó en esta concentración. Miles de personas marchaban ya a las siete de la tarde por las calles del Casco Viejo. Tanto el Ayuntamiento como el Gobierno foral fueron acusación particular. Centenares de personas coreaban la misma frase que servía de lema en el resto de movilizaciones, la sentencia en la calle: "No es abuso, es violación".
En Madrid, pasadas las 19.30 las aceras de la calle San Bernardo ya estaban repletas de mujeres para mostrar su apoyo a la víctima. Unos minutos más tarde, se echaron al centro de la vía y la Policía Nacional cortó el paso de los vehículos. "Si no nos matan, nadie nos cree", gritaban. Elia y Ester tienen 20 y 19 años respectivamente, y aseguraron que "saliera lo que saliera" ya habían decidido acudir a la concentración en la capital. "No estar es ser cómplice con el sistema" dice Ester, que enseña un cartel morado en el que se lee "Os da más reparo sentenciar una violación que cometerla".
El carácter multitudinario de la concentración ya se observaba en las calles aledañas, repletas de gente que se unían a una misma reivindicación: "Sola, borracha, quiero llegar a casa". Y es que el juicio a 'la manada' ponía en juego varios conceptos sociales y judiciales, entre ellos, qué se entiende por consentimiento o por violencia. Un fallo muy esperado que no contentó a los colectivos feministas. Se notó la fuerza del pasado 8M, el golpe en la mesa que sacó de casa a miles de mujeres en toda España en una jornada histórica de movilización. "Luego diréis que somos cinco o seis", gritaron. Son más, muchas más mujeres y hombres que acompañaban los que le están echando un pulso al machismo y a la "justicia sexista", lo llaman, desde la calle.
En Barcelona, la Plaza Sant Jaume se llenó de gritos como "yo te creo" o "si nos tocan a una nos tocan a todas", uno de los lemas que ya se escucharon en la primera marcha que se celebró en noviembre en apoyo de la víctima de 'la manada'. "Hemos venido aquí a expresar nuestra indignación por una sentencia que no solo es injusta, sino que nos dice que es incapaz de reconocer una violación", expresó Montse Pineda, activista en la entidad Creación Positiva, una de las organizadoras de la protesta.
Las mujeres también se concentraron en Valencia, en una plaza del Ayuntamiento a rebosar que cantaba "Tranquila, hermana, aquí está tu manada" y "Si toquen a una ens toquen a totes" ("si nos tocan a una nos tocan a todas"). "Jueces machistas" fur otro de los lemas más coreados en Sevilla, que también se unió, como casi todas las ciudades españolas, a esta movilización contra la sentencia y a favor de la protección de la mujer ante las violencias sexuales.
En Bilbao, las personas congregadas, que cortaron el tráfico en la calle Buenos Aires, corearon eslóganes como "No estás sola, te queremos". "Es algo así como si todas nos sintiéramos interpeladas por esto. No es solo la víctima de sanfermines, es que muchas mujeres hemos vivido agresiones sexuales a lo largo de nuestra vida. Y eso es una vulneración de derechos", contaba convencida Ángela desde Madrid, que hizo hincapié en el cuestionamiento al que se enfrentan las victimas de violencia sexual. Un clima de sospecha y de duda que pisotearon las asistentes en un clamor colectivo. El poder de convocatoria del movimiento feminista hizo que apenas se pudiera acceder a las puertas del Ministerio de Justicia y la Policía tuviera que cerrar las bocas del Metro que permitían llegar a la sede de un ministerio, clamaban, en el que "no hay justicia".
Teresa señalaba y miraba para los lados para hablar "de la gente joven", con la que asegura que está "muy emocionada" porque "se han sumado al feminismo de una manera que antes no ocurría". Lo dijo recordando los 8M de hace años, cuando "se tenía más miedo". Y es que el movimiento feminista se ha revitalizado en los últimos años con mujeres jóvenes, que, desde los colegios y universidades, han dado un impulso. "Aquí estamos las feministas", gritaban entre palmas.
Poco después, la concentración se convirtió espontáneamente en marcha y las feministas caminaron por Gran Vía escoltadas por la Policía Nacional. A la altura de Callao, un par de furgones policiales cortaron la arteria madrileña y la manifestación se partió por calles aledañas con el grito "Aquí estamos las feministas".
La sentencia de las mujeres fue unánime en las calles de España: "No es abuso, es violación".
Fuente: http://www.eldiario.es/sociedad/Feministas-sentencia-manada_0_765024432.html
Suscribirse a:
Entradas (Atom)