viernes, 1 de mayo de 2020

El duelo: pautas para sobrellevar el fallecimiento de un ser querido. Es un proceso natural y sano que ayuda a aceptar la pérdida y no se limita exclusivamente a la muerte sino que se hace extensiva a cualquier otra circunstancia

Hace unos días tuve el privilegio, junto con unos cuantos colegas de profesión, de ver y escuchar en un Live de Instagram a dos de mis referentes profesionales: José Luis Marín y Begoña Aznárez, presidente y vicepresidenta, respectivamente, de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, a la que tengo el gusto de pertenecer. En este psicocafé nos hablaron de las fases del duelo y hoy me gustaría dedicar mi artículo a hablar sobre las etapas por las que transitamos cada vez que perdemos algo. Y qué mejor momento que ahora para reflexionar en relación con lo que hemos o estamos perdiendo.

La tristeza tiene muy mala fama en nuestra sociedad. Es una pena, nunca mejor dicho. Desde que son bien pequeñitos, no dejamos a nuestros hijos que sientan, experimenten y gestionen su tristeza. Esto es más acusado en los niños, y no tanto en las niñas, porque como decía Miguel Bosé en su famosa canción “los niños no lloran, tienen que pelear”. Directamente les extirpamos su tristeza, no les permitimos que la expresen. Sin ir más lejos, no hay más que ver cómo es el personaje de Tristeza en la famosa película de “Del revés” (Inside Out): baja, fea, gordita y con gafas. ¿Y cómo es Alegría? Todo lo contrario. Dada la sociedad en la que vivimos, la inhibición a la que estamos acostumbrados de las emociones desagradables y los “estereotipos emocionales” se hace muy difícil aceptar y elaborar las constantes pérdidas que experimentamos en el día a día. A esto lo llamamos duelo.

El duelo es un proceso natural y sano que nos ayuda a aceptar la pérdida que hemos sufrido. Dicha pérdida no se limita exclusivamente a la muerte de un ser querido sino que se hace extensiva a cualquier otra circunstancia: podemos perder un objeto, un valor como la libertad o la intimidad, hemos sido abandonados, una ruptura sentimental, un despido laboral o, hasta incluso, mudarnos de casa o de ciudad. Todas estas situaciones implican un cambio y todo cambio implica un duelo, seamos conscientes o no y en mayor o en menor medida. Si paramos a reflexionar por unos instantes, nos daremos cuenta de que a lo largo de un “día estándar” hemos perdido algo. Cada vez que elegimos algo, también perdemos otras alternativas. Es ineludible. Esa pérdida necesita de un proceso y es muy sano que seamos conscientes de qué elegimos y, consecuentemente, qué rechazamos. Ahora bien, para que yo pueda perder algo, previamente debo tenerlo. Todos hemos jugado en alguna ocasión al cucú-tras con algún bebé. Cuando “desaparecemos” de la visión del bebé porque nos tapamos con las manos, el chiquitín experimenta el miedo y la tristeza porque nos “hemos ido”. Se ha visto que los niños que crecen en orfanatos no comprenden el cucú-tras ni sienten ninguna emoción desagradable ante dicho juego. ¿El motivo? ¿Cómo van a tener miedo o sentir tristeza por perder a alguien si nunca tuvieron a nadie? Por eso es importante tener en cuenta que para poder perder tenemos previamente que tener.

Existen un total de cuatro grandes etapas o fases por las que debemos transitar para que elaboremos de manera adaptativa y sana una pérdida (duelo sano). La no superación de cada una de ellas implica que nos quedemos enquistados en una fase concreta (duelo patológico). Veámoslas de una manera concreta:

1) Fase de shock: en esta fase inicial acabamos de sufrir o enterarnos de la pérdida. Bowlby la denominaba fase de aturdimiento. Todos hemos tenido la sensación como de estar en una nube, como si no te estuviera pasando. Hay mucha confusión y desconcierto. Es importante que nos permitamos a nosotros mismos y a nuestros hijos sentirnos aturdidos o noqueados ante lo que acaba de ocurrir. Debemos legitimar la emoción siempre.

2) Fase de negación: una vez superado el primer impacto, viene una etapa en la que vamos a negar lo que nos está ocurriendo o sus consecuencias. Por ejemplo, nuestro hijo se niega a aceptar que ha fallecido su abuelo, no se lo quiere creer. Tampoco acepta las consecuencias de su muerte: ya no podrá ir a los partidos de fútbol con él ni a merendar por las tardes a su casa. Su cerebro le invita a aceptar la realidad y adaptarse a la nueva situación pero aparece repentinamente la rabia y el sentimiento de injusticia que la impide aceptar la pérdida de la “batalla”. Muchas de las personas que se quedan enquistadas en esta segunda fase, como bien explica Begoña Aznárez, hacen “como si” no ocurriera nada, por lo tanto, no aceptan la pérdida o el cambio.

3) Fase de tristeza: cuando dejamos de negar lo ocurrido y aceptamos la pérdida, entramos en contacto con la tristeza. En esta fase pensamos mucho en lo ocurrido, puede aparecer la culpa por lo que no hicimos o lo que debimos hacer y buscamos un sentido profundo a lo acontecido. Decíamos antes que la sociedad y la mayoría de nuestras familias no nos van a poner fácil el poder expresar la tristeza y llorar. En nuestros entornos nos dicen lo que debemos hacer para dejar de estar tristes y para animarnos, pero no es esto lo que necesitamos. Necesitamos que nos permitan estar tristes y llorar la pérdida para poder seguir avanzando en nuestro duelo. La gran mayoría de las personas se quedan estancadas en esta fase.

4) Fase de crecimiento: al llegar a este punto es que hemos sido capaces de convertir la experiencia en aprendizaje. Hemos perdido algo, pero también hemos ganado aprendizajes, fortalecimientos o capacidad de resiliencia. Además, estamos en disposición de elaborar una narrativa de manera consciente y darle un sentido a lo que nos ha ocurrido. Consiste en aprender de lo acontecido y ser una mejor versión de nosotros mismos. Solamente podemos crecer y aprender si hemos pasado suficientemente bien por estas cuatro fases. Decía el gran José Ortega y Gasset que no somos culpables de lo que nos ha ocurrido pero sí que somos responsables de salir de dicha situación.

En conclusión, la función de la tristeza consiste en retirarnos, aceptar la pérdida y reflexionar sobre lo ocurrido. Si somos capaces de pasar de la culpa y la rabia al crecimiento personal y al aprendizaje, iremos por el buen camino. Es hora de que cada uno de nosotros haga el duelo por la dramática situación que estamos viviendo. Tengamos en cuenta que una vez que este confinamiento se acabe, tendremos que hacer de nuevo otro duelo por “volver a la normalidad”. Y es que estamos constantemente haciendo duelos; otra cosa es que no seamos conscientes de ello. No quiero acabar este artículo sin agradecer a Begoña y José Luis todo lo que aportan al mundo de la psicoterapia y a la comprensión del ser humano.

RAFA GUERRERO ES PSICÓLOGO Y DOCTOR EN EDUCACIÓN. DIRECTOR DE DARWIN PSICÓLOGOS. MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MEDICINA PSICOSOMÁTICA Y PSICOTERAPIA. AUTOR DE LOS LIBROS “EDUCACIÓN EMOCIONAL Y APEGO. PAUTAS PRÁCTICAS PARA GESTIONAR LAS EMOCIONES EN CASA Y EN EL AULA” (2018), “CUENTOS PARA EL DESARROLLO EMOCIONAL DESDE LA TEORÍA DEL APEGO” (2019) Y “CÓMO ESTIMULAR EL CEREBRO DEL NIÑO” (2020).

https://elpais.com/elpais/2020/04/19/mamas_papas/1587285477_815583.html?rel=str_articulo#1588094607828

La muerte de un hijo, seis pasos para transitar el camino del duelo.

Duelo: cómo abordar con los niños la pérdida de un ser querido

Entrevista a Noam Chomsky, filósofo y lingüista “Si no paras de decir mentiras, el concepto de verdad simplemente desaparece”

Noam Chomsky nos atendió el miércoles 8 de abril desde su casa de Tucson (Arizona), donde se refugia con su esposa Valeria. Mantuvimos esta entrevista justo antes de que el senador Bernie Sanders anunciara la suspensión de su campaña para la candidatura del Partido Demócrata, lo que convertía al antiguo vicepresidente Joe Biden en el candidato al que se habrá de enfrentar Donald Trump en las elecciones de noviembre. Empecé preguntándole al profesor Chomsky acerca de lo que está ocurriendo ahora mismo en el contexto de las elecciones de 2020 y de lo que cree que va a ocurrir en noviembre.
An American chestnut near Rockport, Maine.

Noam Chomsky: Si Trump resulta reelegido, el desastre es indescriptible. Significa que las políticas de estos últimos cuatro años, que han sido sumamente destructivas para la población estadounidense, para el mundo, se seguirán aplicando y probablemente se acelerarán. Lo que esto supondrá sólo para la salud es tremendamente grave. Ya mencioné los datos publicados por The Lancet. Irá a peor. Lo que supone para el medioambiente o la amenaza de una guerra nuclear, algo de lo que nadie habla, pero que es sumamente grave, es indescriptible.

Supongamos que Biden sale elegido. Diría que básicamente sería una continuación de Obama: nada espectacular, pero al menos no totalmente destructivo, y ofrecería oportunidades para que una sociedad organizada cambie lo que se está haciendo, ejerza presión.

Actualmente, con frecuencia se afirma que la campaña de Sanders ha sido un fracaso. Creo que es un error. Creo que ha sido un éxito extraordinario porque ha modificado por completo el escenario de debate y discusión. Cuestiones que eran inconcebibles hace un par de años ahora están en el foco de atención.

El peor delito que ha cometido, a ojos de las clases dirigentes, no es la política que propone, sino el hecho de que ha sido capaz de estimular movimientos populares que ya habían empezado a desarrollarse –Occupy, Black Lives Matter y muchos otros– y convertirlos en una corriente activista que no solo aparece cada dos años para presionar a un dirigente y se da media vuelta, sino que ejerce una presión constante, un activismo constante. Esto podría afectar a un gobierno de Biden. También significa, aunque solo se trate de una acción defensiva preventiva, que ha llegado el momento de lidiar con una crisis de gran magnitud.

Analicemos Medicare for All o la otra pieza principal del programa de Sanders, la educación universitaria gratuita. En todo el espectro de las corrientes ideológicas principales, incluso lo que llaman la izquierda dentro de dichas corrientes, las desaprueban porque las consideran demasiado radical para los estadounidenses. Pensemos en lo que esto significa. Es un ataque a la cultura y la sociedad estadounidenses, algo que se esperaría de un enemigo hostil. Esto significa que afirmar que deberíamos estar a la altura de países similares resulta demasiado radical. Todos tienen algún tipo de sistema nacional de salud, en la mayoría la educación superior es gratuita: los países con mejores resultados, como Finlandia, gratuita; Alemania, gratuita; nuestro vecino del sur, México, un país pobre, posee una educación superior de gran calidad, gratuita. Así que, para los estadounidenses, decir que deberíamos estar a la altura del resto del mundo se considera demasiado radical. Es un comentario asombroso. Como he dicho, es una crítica a Estados Unidos que se esperaría de un enemigo muy hostil.

Esta es la izquierda del espectro político. Lo cual indica que tenemos problemas sumamente graves. No es solo Trump. Él lo ha agravado todo aún más, pero los problemas son mucho más graves, como, por ejemplo, la catástrofe de los respiradores, que describí en su momento, basada en la lógica capitalista y con el mazazo extra de un gobierno ineficaz a la hora de lidiar con cualquier asunto. Esto va mucho más allá de Trump. Y tenemos que enfrentarnos a los hechos. Algunas personas lo hacen. Seguro que informaste –no lo recuerdo–, probablemente informaste de que había que poner en marcha el Reloj del Apocalipsis en enero. ¿No?

Sí.

Fíjate en lo que ocurrió. Durante todo el mandato de Trump, el minutero del Reloj del Apocalipsis, el mejor indicador general de la situación del mundo, se acercó a la medianoche –el final–, alcanzó el punto más alto de su historia. El pasado mes de enero, lo sobrepasó. Los analistas pasaron de los minutos a los segundos: cien segundos para alcanzar la medianoche, gracias a Donald Trump.

Y el Partido Republicano, que es monstruoso, ya no se puede calificar de partido político. Se limita a repetir, con vergüenza, todo lo que dice el amo. Carece absolutamente de integridad. Observarlo es increíble. Se ha rodeado de una colección de psicópatas que se limita a repetir con sumisión todo lo que dice. Un verdadero ataque a la democracia, junto con el ataque a la supervivencia de la humanidad… La guerra nuclear, aumentar la amenaza de una guerra nuclear, desmantelar el sistema de control de armas que, en cierto modo, nos ha protegido del desastre total… Observarlo es asombroso.

El mismo memorando que cité sobre el modo en que las políticas que estamos adoptando están arriesgando la supervivencia de la humanidad concluía argumentando que los bancos debían reducir su apoyo a los combustibles fósiles, en parte por las consecuencias para su reputación. La reputación de los bancos se está viendo perjudicada. ¿Y eso qué significa? Significa que los activistas los están presionando y tienen que conservar cierta reputación. Esa es una buena lección.

Y funciona. Hemos visto varios ejemplos muy llamativos. Por ejemplo, el Green New Deal. Hace un par de años era objeto de burla, si es que se llegaba a mencionar. Algún tipo de Green New Deal es esencial para la supervivencia de la humanidad. Ahora forma parte de todas las agendas. ¿A qué se debe? Al compromiso del activismo. Especialmente del Sunrise Movement, un grupo de jóvenes que llevaron a cabo acciones relevantes hasta el punto de llegar a los despachos del congreso. Recibieron el apoyo de Alexandria Ocasio-Cortez y otros jóvenes legisladores que llegaron a su cargo como parte de la oleada popular que se inspiró en Sanders: otro gran éxito. Ed Markey, senador por Massachusetts, se sumó a la causa. Ahora forma parte de la agenda legislativa. El siguiente paso es hacerlo viable para forzar su aprobación. Hay muy buenas ideas para lograrlo. Y esa es la forma de cambiar las cosas.

Si Biden alcanzara la presidencia, no sé si habría un gobierno absolutamente comprensivo, pero al menos sería abordable, se podría ejercer cierta presión. Y eso es muy importante. Si echamos un vistazo al estupendo historiador especializado en asuntos laborales –seguro que conoce a Erik Loomis, que ha estudiado los esfuerzos de la clase trabajadora para introducir cambios en la sociedad, en ocasiones en beneficio de los trabajadores, en ocasiones en beneficio de la sociedad en general–, presentó una idea muy interesante. Esos esfuerzos tenían éxito cuando había un gobierno tolerante o comprensivo, no cuando no lo había. Hay una gran diferencia –una de las muchas diferencias enormes entre Trump, el sociópata, y Biden, que es un poco vacuo– en poder presionar de un modo u otro. Es la elección más crucial de la historia de la humanidad, literalmente. Cuatro años más de Trump nos expondría a un grave problema.

¿Cómo es posible que Estados Unidos, el país más rico del mundo, se haya convertido en el epicentro de la pandemia?

Los países han reaccionado de formas muy diversas, algunos con notable éxito, otros con más o menos éxito. Hay uno que ha tocado fondo. Nosotros. Estados Unidos es el único país importante que ni siquiera puede proporcionar datos a la Organización Mundial de la Salud porque es sumamente disfuncional.

Esto tiene un origen. Parte de dicho origen es un sistema sanitario vergonzoso, que sencillamente no está preparado para nada que se salga de lo normal. Simplemente no funciona. Esto se ha visto agravado por la presencia de una extraña colección de gánsteres de Washington que pareciera como si, de forma sistemática, hubieran adoptado todas las medidas posibles para hacerlo lo peor posible. Durante el mandato de Trump, estos últimos cuatro años, se han recortado sistemáticamente en todos los aspectos relacionados con la salud. El Pentágono progresa. La construcción de su muro progresa. Pero cualquier otra cosa –de hecho, cualquier cosa que pudiera beneficiar a la población en general– empeora, y en particular la sanidad.

Algunos casos son casi surrealistas. Por ejemplo, en octubre, en un momento tremendamente oportuno, [Trump] canceló por completo un proyecto de la agencia para el Desarrollo de EE. UU. –se llamaba Predict– que trabajaba con países del Tercer Mundo y también en China, para tratar de detectar virus nuevos que podían convertirse en la pandemia prevista. Y de hecho desde entonces se preveía –al menos a partir de la epidemia del SARS en 2003–. De modo que tenemos una combinación de factores, algunos de ellos específicos de Estados Unidos.

Si queremos asegurarnos, o al menos tener la esperanza, de poder evitar nuevas pandemias –que es muy probable que lleguen y más graves que esta, en parte debido a la enorme y creciente amenaza del calentamiento global– tenemos que estudiar el origen de esta. Y es muy importante analizarlo detenidamente. De modo que, si echamos la vista atrás, los científicos llevan años prediciendo pandemias. La epidemia del SARS fue bastante grave. Se logró contener, fue el comienzo del desarrollo de las vacunas, pero nunca llegaron a la fase de prueba. Entonces ya se sabía que iba a ocurrir algo más y hubo otras epidemias.

Pero no basta con saberlo. Alguien tiene que coger el testigo y entregarse a ello. ¿Y quién puede hacerlo? Lo lógico sería que fueran las empresas farmacéuticas, pero no están interesadas. Siguen la buena lógica capitalista: las señales del mercado indican que prepararse para una catástrofe anticipada y prevista no genera beneficios. De modo que no les interesaba.

En ese momento, otra posibilidad es que el gobierno tome cartas en el asunto. Tengo edad suficiente para recordar que se puso fin al horror de la polio gracias a un proyecto que puso en marcha y financió el gobierno y que derivó en la vacuna de Salk, que era gratis, carecía de derechos de propiedad intelectual. Jonas Salk dijo que debía ser libre como el viento. Muy bien, se logró acabar con el horror de la polio, el horror del sarampión y otros. Pero el gobierno no ha podido tomar cartas en este asunto a causa de otro aspecto particular de la época moderna: la plaga neoliberal. Recordemos la alegre sonrisa de Ronald Reagan y su frasecilla que afirmaba que el gobierno es el problema, no la solución. De modo que el gobierno no puede intervenir.

Se han hecho esfuerzos, no obstante, para intentar prepararse para esto. Ahora mismo en Nueva York y otros lugares, médicos y enfermeras se ven obligados a tomar decisiones angustiosas sobre a quién matar –una decisión nada agradable– simplemente porque no tienen suficiente equipamiento. Y el obstáculo principal es la falta de respiradores, una enorme escasez de respiradores. Ahora bien, el gobierno de Obama se esforzó en intentar prepararse para esto. Y esto revela, de forma radical, el tipo de factores que nos conducen a la catástrofe. Contrataron a una pequeña empresa que estaba fabricando respiradores de gran calidad a bajo coste. La empresa fue adquirida por una más grande, Covidien, que fabrica respiradores sofisticados y caros. Y dejaron de lado el proyecto. Presumiblemente no querían que compitieran con los suyos, más costosos. Poco después, comunicaron al gobierno que querían rescindir el contrato. La razón era que no era suficientemente rentable, por lo que no se hicieron más respiradores.

Lo mismo ocurre con los hospitales. Los hospitales, según los programas neoliberales, se supone que tienen que ser rentables, es decir, no pueden tener capacidad de más, solo el suficiente número de camas para arreglárselas. Y de hecho, mucha gente, yo incluido, puede testificar que incluso los mejores hospitales han causado gran dolor y sufrimiento a los pacientes, ya antes de que estallara esta pandemia, debido a este concepto de eficiencia bajo mínimos que maneja nuestro sistema sanitario privatizado con ánimo de lucro. Cuando algo se sale de lo normal, mala suerte. Y así funciona todo el sistema.

De modo que tenemos una combinación de la lógica capitalista, que es letal pero controlable, pero que es incontrolable siguiendo los programas neoliberales, que además dictan que el gobierno no puede intervenir y coger el testigo cuando el sector privado no lo hace.

Para más inri –y esto atañe específicamente a Estados Unidos– tenemos un espectáculo circense en Washington, un gobierno totalmente disfuncional, que está causando graves problemas. Y no es que no se supiera nada. Durante todo el mandato de Trump, incluso antes, se sabía que se avecinaba una pandemia. Su reacción fue reducir su prevención. Sorprendentemente, esta actitud continuó incluso después de que se manifestara la pandemia.

De modo que, el 10 de febrero, cuando ya era grave, Trump publicó sus presupuestos para el próximo año. Échenle un vistazo. El presupuesto mantiene el recorte de fondos del Centro para el Control de Enfermedades y demás instituciones gubernamentales responsables de la salud, sigue recortándolas. Aumenta la financiación de algunas cosas, como la producción de combustibles fósiles, concede nuevas subvenciones a las industrias de combustibles fósiles. Es decir, es como si el país sencillamente estuviera… Mejor dicho, el país sencillamente está gobernado por sociópatas.

Y la consecuencia, por tanto, es que reducimos los esfuerzos para lidiar con la pandemia que está tomando forma y aumentamos los esfuerzos por destruir el medioambiente –los esfuerzos en los que Estados Unidos, bajo el mandato de Trump, va a la cabeza en la carrera hacia el abismo. Ahora bien, hay que tener en cuenta que eso –obviamente– es muchísimo más grave que la amenaza del coronavirus. Y es nocivo y grave, en particular en Estados Unidos, pero de algún modo nos recuperaremos, a un precio muy alto. No nos recuperaremos del derretimiento de las placas de hielo polar, que está derivando en un efecto retroactivo, bien conocido, que va en aumento: a medida que se derriten, disminuye la superficie reflectante y aumenta la absorción en los mares oscuros. El calentamiento que provoca el derretimiento aumenta. Y solo es uno de los factores que nos lleva a la destrucción, a menos que hagamos algo al respecto.

Y no es ningún secreto. Recientemente, por ejemplo, hace un par de semanas, se filtró algo muy interesante, un memorando de J P Morgan Chase, el banco más importante de Estados Unidos, que advertía de que, según sus propias palabras, “la supervivencia de la humanidad está en peligro si continuamos nuestro camino actual”, que incluía la financiación de las industrias de combustibles fósiles por parte del propio banco; es decir, estamos poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad. Cualquiera que tenga los ojos abiertos en el gobierno de Trump es perfectamente consciente de ello. Es difícil encontrar palabras para calificarlo.

(…) Trump está desesperado por encontrar un chivo expiatorio al que culpar por sus espeluznantes errores e incompetencia. El más reciente es la Organización Mundial de la Salud, el ataque a China. El responsable siempre es otro.

Sin embargo, es sencillo, los hechos son muy claros. El pasado mes de diciembre China informó rápidamente a la Organización Mundial de la Salud de que se encontraban con pacientes con síntomas similares a la neumonía de etiología desconocida. No sabían qué era. Aproximadamente una semana después, el 7 de enero, comunicaron a la Organización Mundial de la Salud, la comunidad científica internacional, que los científicos chinos habían descubierto el origen: un coronavirus parecido al virus del SARS. Habían identificado la secuencia, el genoma. Estaban proporcionando la información al mundo.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos eran perfectamente conscientes de ello. Durante los meses de enero y febrero intentaron que alguien en la Casa Blanca prestara atención a la llegada de una grave pandemia. Sencillamente, nadie les escuchaba. Trump estaba fuera jugando al golf o tal vez escuchando o comprobando sus índices de audiencia en televisión. Ayer supimos que a finales de enero, un funcionario de alto nivel, muy cercano al gobierno, Peter Navarro, había enviado un mensaje muy contundente a la Casa Blanca afirmando que se trataba de un peligro real. Pero ni siquiera él tuvo éxito.

Noam, usted menciona a Peter Navarro, delegado de comercio, que envió un memorando –acaba de publicarse en The New York Times– a finales de enero advirtiendo de que con el coronavirus podían morir aproximadamente un millón de personas. Y la reacción de Trump en ese contexto fue prohibir los viajes desde China, no actuar en consecuencia, que era asegurarse de que Estados Unidos tenía los test adecuados y los EPIs, el equipo de protección individual, que los médicos, enfermeras, el personal de limpieza de los hospitales necesitaban para sobrevivir, tratar a los pacientes y ayudarles a ellos a sobrevivir. Y ha salido a la luz que las agencias de inteligencia, en ese momento, incluso antes que Navarro, estaban advirtiendo a Trump. Si pudiéramos retroceder a hace dos años, cuando disolvió la unidad para pandemias dentro del Consejo Nacional de Seguridad, pongamos cuando estaba en China departiendo acerca de gastar dinero en bombas o un muro, que le dijeran: “Señor, también tiene que fijarse en lo que está ocurriendo aquí”. Y esa unidad, la unidad para pandemias, no solo se ocupa de cómo procedemos en Estados Unidos, sino que también se asegura –tal y como hace el Centro de Control de Enfermedades (CDC) y otros organismos del gobierno de Estados Unidos– de enviar científicos a otros países, como China, para investigar y ayudar a otros países, porque cuando se trata de una pandemia tenemos que ir todos a una. De modo que, ¿podría hablarnos de estas advertencias y por qué los test y los equipos de protección individual son tan importantes?

Hay que recordar que esa actitud continuó incluso después de que la pandemia estuviera presente. Ahora bien, la propuesta presupuestaria es asombrosa. Se hace el 10 de febrero, con la pandemia muy avanzada. Trump recorta aún más los materiales gubernamentales relativos a la salud para seguir atacando. Estaban en el patíbulo, al igual que durante todo su mandato.

De hecho, las imágenes que has mostrado antes son parte de una estrategia muy inteligente. Independientemente de que sea algo planeado a conciencia o simplemente intuitivo, eso no lo sé. Pero seguir la pauta de hacer una afirmación, contradecirla mañana y salir con algo nuevo al día siguiente es realmente brillante. Significa que lo van a justificar. Pase lo que pase, lo habrá dicho. Si disparas flechas al azar, alguna dará en el blanco. Y la técnica que emplea con el altavoz de Fox y una base de admiradores que solo sintonizan la Fox, Limbaugh, etc., simplemente van a escoger lo que resultó ser cierto y dirán: “Miren a nuestro maravilloso presidente, el mejor presidente de la historia, nuestro salvador, lo supo desde el principio como muestran sus declaraciones”. No falla.

Se asemeja mucho a la técnica de fabricar mentiras constantemente. Ya sabemos cómo funcionan, no hace falta insistir en el tema. Los diligentes verificadores de informaciones llevan la cuenta. Creo que hasta ahora hay detectadas unas 20.000. Y mientras Trump se muere de la risa. Es perfecto. No para de decir mentiras y lo que ocurre es que el concepto de verdad simplemente desaparece.

En un fragmento del The Daily Show, de Trevor Noah, que se llama “Homenaje a los estúpidos heroescépticos de la pandemia del coronavirus”, aparecen varios miembros de los medios de comunicación de derechas, como Sean Hannity, Rush Limbaugh, Tomi Lahren y otros, así como congresistas republicanos y miembros del gobierno de Trump, minimizando o burlándose de la pandemia del coronavirus. Empieza el 24 de febrero y termina con Donald Trump el 17 de marzo y Hannity el 18 de marzo diciendo que ellos siempre se habían tomado la pandemia en serio. De modo que, cuando usted escucha las noticias de Fox News –que no es un canal cualquiera, es la gente con la que se comunica el presidente Trump. Tal vez sean sus consejeros, porque continuamente le quitaron hierro a la situación–, ¿considera que el presidente Trump es responsable? ¿Diría que tiene las manos manchadas de sangre?

No hay duda. Trump hace una declaración disparatada. Después es amplificada por el altavoz de Fox News. Al día siguiente dice lo contrario. Se hacen eco; el altavoz lo amplifica. Hay que fijarse en el tono, el tono del reportaje es interesante. Es de una confianza absoluta, no lo que cualquier persona sensata y en su sano juicio diría: “No lo sabemos con certeza. Hay mucha incertidumbre. Hoy las cosas están así”. Nada por el estilo. Confianza absoluta. Independientemente de lo que nuestro querido líder diga, lo amplificamos. Y es un diálogo interesante. Amplifican lo que dice. Sean Hannity dice: “Es la mejor maniobra que se ha hecho en la historia universal”. Y a la mañana siguiente, Trump sintoniza Fox &  Friends y escucha lo que se ha dicho. Se convierte en su reflexión del día. Es una interacción, Murdoch y Trump se preparan literalmente para intentar destrozar el país y destrozar el mundo, porque en el fondo, no debemos olvidarlo, hay una amenaza muchísimo mayor, que cada vez está más cerca, mientras Trump se abre camino hacia la destrucción.

Recibe ayuda. Así, en el hemisferio sur, bien abajo, hay otro loco, Jair Bolsonaro, que rivaliza con Trump para ver quién puede ser el peor criminal del planeta. Le está diciendo a los brasileños: “Esto no es nada. Solo es un resfriado. Los brasileños no contraemos virus. Somos inmunes”. Su ministro de Sanidad y otros funcionarios están intentando intervenir y decir: “Esto es muy serio”. Muchos gobernadores, afortunadamente, están ignorando lo que dice. Pero Brasil se enfrenta a una terrible crisis. De hecho ha llegado hasta el punto de que en las favelas, los barrios pobres de Río, donde el gobierno no hace nada por la gente, otros han intervenido para, en la medida de lo posible, imponer restricciones sensatas bajo esas miserables condiciones. ¿Quién? Las bandas criminales. Las bandas criminales que torturan a la población han intervenido para intentar imponer normas sanitarias. La población indígena se enfrenta prácticamente a un genocidio, lo cual no le importaría a Bolsonaro porque, en cualquier caso, cree que no deberían estar allí. Entretanto, mientras todo esto ocurre, se publican artículos científicos advirtiendo de que en 15 años el Amazonas pasará de ser un sumidero neto de carbono a un emisor neto de CO2. Algo devastador para Brasil –de hecho, para el mundo entero.

De modo que tenemos al llamado Coloso del Norte en manos de unos sociópatas, que están haciendo todo lo que pueden para perjudicar al país y al mundo. Y al llamado Coloso del Sur que, a su manera, está haciendo lo mismo. Sigo la situación de cerca porque mi esposa Valeria es brasileña y me mantiene al día con las noticias que están apareciendo en Brasil. Y, sencillamente, es asombroso.

Sin embargo, mientras tanto, hay países que están reaccionando con sensatez. De modo que, en cuanto empezaron a llegar las noticias de China –y hubo muchas enseguida, al contrario de lo que se está diciendo– los países de la periferia de China empezaron a reaccionar –Taiwán, Corea del Sur, Singapur– de una manera bastante efectiva. Algunos de ellos lo tienen básicamente bajo control. Nueva Zelanda aparentemente ha contenido el coronavirus, tal vez casi por completo, con un confinamiento inmediato durante un par de semanas, y parece que está a punto de eliminarlo. En Europa, la mayor parte de los países vacilaron, pero algunos, los mejor organizados, actuaron enseguida. Es muy llamativo. Sería muy útil para los estadounidenses que compararan los desvaríos de Trump con las informaciones y declaraciones sobrias y objetivas de la canciller alemana Angela Merkel dirigidas a la población alemana, describiendo exactamente lo que está ocurriendo y lo que hay que hacer.

Quería preguntarte, mientras conversas con nosotros desde tu casa de Tucson, Arizona, donde estás confinado porque estamos en medio de esta pandemia para evitar la propagación y para protegerte a ti mismo y a tu familia: ¿Qué te da esperanza?

He de decir que sigo un régimen estricto porque mi esposa Valeria está al mando y yo sigo sus órdenes. De modo que Valeria y yo estamos aislados.

Pero lo que me da esperanza son las iniciativas que están adoptando sectores populares por todo el mundo, muchos de ellos. Algunas cosas que están pasando son verdaderamente motivadoras. Por ejemplo los médicos y enfermeros que están trabajando sin descanso bajo unas condiciones sumamente peligrosas, carentes –especialmente en Estados Unidos– del mínimo apoyo, viéndose obligados a tomar unas decisiones angustiosas sobre a quién matar mañana. Pero lo están haciendo. Se trata de un tributo ejemplar a los recursos del espíritu humano, un modelo de lo que se puede hacer, junto con los movimientos populares, los pasos para crear una Internacional Progresista. Son señales muy positivas.

Sin embargo, si nos remontamos a la historia reciente, ha habido épocas en que la situación parecía verdaderamente imposible y desesperada. Pienso en mi infancia, a finales de la década de 1930 y comienzo de la de 1940. Parecía que el ascenso del azote nazi era inexorable, victoria tras victoria. Parecía que era imparable. Fue la invención más espeluznante de la historia de la humanidad. Resulta que –entonces yo lo desconocía– los estrategas de EE. UU. esperaban que durante la posguerra el mundo se dividiera entre un mundo controlado por EE. UU. y otro controlado por Alemania, incluida toda Eurasia: una idea horripilante. Y se superó. Ha habido otros movimientos en defensa de los derechos civiles: el joven movimiento Freedom Riders que se manifestó en Alabama para animar a los granjeros negros a que fueran a votar, a pesar de la grave amenaza de muerte que se cernía sobre ellos y sobre los propios manifestantes. Son algunos ejemplos de lo que los humanos son capaces de hacer y han hecho. Y hoy en día vemos muchas señales: esa es la base de la esperanza.

Fuente:

https://www.democracynow.org/2020/4/10/noam_chomsky_trump_us_coronavirus_response

Traducción de Paloma Farré.

jueves, 30 de abril de 2020

Inconscientes

Imaginen que una nave tripulada por seres procedentes de otra civilización inteligente (distinta a la nuestra, por lo tanto) se acerca a la Tierra para conocer su naturaleza y cómo vivimos sus habitantes.

Enseguida descubren que allí se ha propagado un virus que infecta a millones de personas y que produce docenas de miles de muertes, en casi todos los lugares y muchas más de las que registran las estadísticas a las que tienen acceso, gracias a su conocimiento y tecnología, muy superiores a los de la Tierra.

Para saber la situación más concreta, los efectos que realmente está teniendo la epidemia y las medidas que estos humanos llevan a cabo para paliarlos, deciden acudir a la más alta autoridad de la máxima potencia económica, militar, cultural y política de ese planeta, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Justo cuando van a ponerse en contacto con él, se encuentra dando una rueda de prensa en la que propone inyectar desinfectante y luz en el cuerpo de las personas afectadas como forma de acabar con él. Incrédulos, los visitantes deciden, entonces, recurrir a otras fuentes de conocimiento.

Comprueban más tarde que, al principio de la epidemia, todos los líderes y gobiernos de planeta le había quitado importancia pero que ahora todos sin ninguna excepción la contemplan con sofoco y la consideran de gran peligro. Ya saben que se trata de un mal global, cuya expansión no es posible detener mediante fronteras físicas y que se requeriría una actuación así mismo global para poder hacerle frente con algún éxito, por ejemplo, compartiendo recursos sanitarios, investigando en equipo la obtención de vacunas o poniendo a disposición unos de otros el conocimiento y los medios materiales, personales o económicos necesarios para evitar una catástrofe.

Los visitantes, sin embargo, comprueban que no se ha producido ningún tipo de encuentro global porque las instituciones en donde solían sentarse todos los países del planeta sin excepción, como las Naciones Unidas, hace tiempo que están devaluadas y apenas tienen influencia en las decisiones de los países más poderosos. Es más, el presidente de la gran potencia mundial había decidido que su país (el más rico del planeta) dejase de contribuir y colaborar, precisamente en ese momento, con su oficina dedicada a combatir este tipo de desastres sanitarios, la Organización Mundial de la Salud.

Los visitantes extraterrestres no pueden explicarse la actuación de los humanos de la Tierra en materia de prevención vírica. Los científicos de ese planeta saben que allí hay más de 300.000 virus que podrían producir un efecto parecido o peor que el Covid-19 y, a pesar de ello, sus gobiernos siguen dejando el descubrimiento de vacunas y remedios en manos de laboratorios privados, los cuales, lógicamente sólo tratarán de descubrir aquello que resulte rentable a sus propios negocios y no al interés general. La situación de desarme sanitario les parece tan increíble como absurda. No pueden entender que Estados Unidos dedique casi 600.000 millones de euros a gasto militar y luego resulte que el 80 % de las medicinas que se consumen en su interior provengan de China, que se supone que es uno de los adversarios que justifican semejante dispendio militar.

Los visitantes se sorprenden especialmente de esta falta de colaboración global cuando se dan cuenta de que las cadenas globales de suministro de alimentos están cediendo, algo que ha puesto de relieve, entre otros muchos investigadores, un economista al servicio de la FAO, la oficina de las Naciones Unidas dedicada a los problemas de la alimentación, en un artículo aparecido en la revista Nature. Allí se señalan algunos ejemplos de lo que, en realidad, está pasando en todo el país: «En India, los agricultores están alimentando con fresas a las vacas porque no pueden transportar la fruta a los mercados de las ciudades. En Perú, los productores están vertiendo toneladas de cacao blanco en el vertedero porque los restaurantes y hoteles que normalmente lo comprarían están cerrados. Y en los Estados Unidos y Canadá, los agricultores tuvieron que tirar la leche por la misma razón. Legiones de trabajadores migrantes de Europa del Este y África del Norte están atrapados en las fronteras, en lugar de cosechar en las granjas de Francia, Alemania e Italia. Estados Unidos, Canadá y Australia dependen en gran medida de los trabajadores agrícolas temporales que no pueden viajar debido a restricciones de virus». Y también se advierte en ese artículo de que el miedo a la pandemia ha producido «reacciones en cadena caóticas» muy peligrosas que ya han hecho subir los precios de productos básicos para la alimentación humana, como el trigo (8 % en comparación con los de marzo del año pasado) o el arroz (25 %).

Esa información hace que los visitantes se interesen por el hambre y descubren también que afecta a 821 millones de personas, a pesar de que sólo con los productos alimenticios que se desperdician en todo el planeta se podría alimentar a 1.260 millones de seres humanos todos los años. Cuando analizan la forma en que los humanos de la Tierra organizan la producción y el consumo de los productos básicos que necesitan, los visitantes se sorprenden sobremanera del gran daño que provocan sobre su medio ambiente natural y, a su vez, del coste tan enorme que esto lleva consigo, tanto en dinero como en vidas humanas.

Así, la contaminación del aire mata a siete millones de personas cada año y los desastres naturales causados por el clima a unas 600.000. El 40 % de la población mundial ya tiene problemas con la escasez de agua y todos los años mueren 2,2 millones de personas por simples diarreas. Como consecuencia en gran parte del modo de vida existente en la Tierra, el nivel del mar ha subido el doble de lo previsto en los últimos 25 años, un tercio de las especies marinas están en riesgo por el cambio climático, las capas de hielo que cubren la superficie terrestre se están descongelando un 20 % más de lo previsto por los científicos y la del Ártico se ha reducido en un 40 % en los últimos 35 años. La deforestación (que produce la quinta parte de las emisiones de CO2 que destruyen la Tierra) avanza a un ritmo de 13 millones de hectáreas cada año (casi la cuarta parte de España). Al ritmo en que se produce y consume en el planeta que van a visitar, en 2050 vivirán en tierras desertificadas unos 4.000 millones de personas y la resistencia a los antibióticos, provocada entre otras causas por los contaminantes vertidos en el agua y en los alimentos, será la primera causa de muerte en el mundo ese año.

A los visitantes les confunde la forma económica tan extraña con que los habitantes de la Tierra hacen frente a estos problemas pues se calcula que podrían evitarse con 19,5 billones de euros, mientras que el coste de soportarlos supone 47 billones. Y también les resulta incomprensible que los actuales habitantes de la Tierra no tengan en cuenta que después de los que viven ahora allí tendrán que venir otras generaciones futuras, sus hijos, nietos y biznietos, cuyo bienestar y forma de vida no parece preocuparles. Aunque igualmente les sorprende el escaso cuidado que tienen con los niños pues, como señalaba el informe Acción humanitaria para la infancia 2019 de UNICEF que han consultado, «la infancia sufre la mayor amenaza para su desarrollo en los últimos 30 años». Algo que también produce perplejidad a los alienígenas, porque en ese informe se indica que sólo harían falta 3.500 millones dólares para conseguir que todos los menores del planeta tuvieran cubiertas sus necesidades básicas, más o menos los presupuestos de los 20 o 25 equipos de fútbol europeos con mayor presupuesto.

Las cuestiones económicas asociadas con la propagación del virus llaman extraordinariamente la atención de los visitantes. En concreto, que tampoco en este campo haya habido una respuesta global a los cientos de millones de desempleos que va a producir, ni a la pérdida de las miles de empresas que proporcionan los suministros básicos para la población. Les sorprende también la imprevisión ante la gigantesca crisis de deuda que inevitablemente se producirá una vez que se salga de la crisis actual. Aunque nada les produce tanto estupor como el hecho de que en la Tierra se dediquen casi 125 veces más recursos a realizar apuestas en una especie de casinos financieros, para estos visitantes completamente desconocidos y cuya lógica apenas entienden, que para las actividades directamente encaminadas a satisfacer sus necesidades reales. Unos casinos a cuyo mantenimiento se dedica más atención en la Tierra que al cuidado y a la vida de los seres vivos.

Los visitantes, en fin, tampoco pueden entender que en el planeta que desde las profundidades del espacio se muestra con una belleza formidable sea, en realidad, un infierno innecesario para una parte tan grande de sus pobladores. Y no pueden explicarse cómo, a pesar de la existencia de tantos dioses e iglesias que pregonan la bondad y el amor por todas sus esquinas, haya tantos conflictos armados, un ambiente tan extendido de odio y revanchismo y un sentido tan escaso de la solidaridad y de la cooperación mutua.

Más que nada, en el informe que realizarán de sus descubrimientos sobre el planeta Tierra, destacarán la falta de conciencia de sus pobladores sobre su propia existencia y sobre el hecho de que conforman una civilización que se encuentra en peligro real y cercano de extinción como consecuencia de sus decisiones decisiones.

Ya de vuelta, uno de los alienígenas señaló en su tableta orgánica una de las páginas de Pensamientos despeinados, un librito de Stanislaw J. Lec que había escaneado como recuerdo en la biblioteca de unos pueblos que habían visitado.

– Aquí está lo que les pasa a estos humanos, dijo: es un planeta que «tiene la conciencia limpia; no la ha usado nunca».

Juan Torres López es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Dedicado al análisis y divulgación de la realidad económica, en los últimos años ha publicado alrededor de un millar de artículos de opinión y numerosos libros que se han convertido en éxitos editoriales. Los dos últimos, ‘Economía para no dejarse engañar por los economistas’ y ‘La Renta Básica. ¿Qué es, cuántos tipos hay, cómo se financia y qué efectos tiene?’

Fuente:

https://blogs.publico.es/juantorres/2020/04/27/inconscientes/

El profesional resiliente: cuatro habilidades para reinventarnos. La crisis de la covid-19 nos desafía a desarrollar nuevas destrezas y a buscar otras oportunidades

La covid-19 nos ha pillado con el paso cambiado. Nadie imaginaba una situación como la que estamos viviendo, así que todo lo que nos sucede es nuevo. El virus ha obligado a las empresas y a sus líderes a transformarse. Vienen tiempos difíciles para muchas personas en el plano profesional, lo que les empujará a reinventarse o, al menos, a buscar nuevas oportunidades. Para hacer frente a este escenario, los emprendedores, los autónomos y aquellos profesionales que dirigen empresas, por pequeñas que sean, tienen el desafío de desarrollar nuevas habilidades. El objetivo es sacar algún partido a estos momentos extraordinarios. Veamos algunas de las destrezas que podemos adquirir:

1. Mirar al futuro y al cliente. Para muchas empresas habrá un antes y un después de la covid-19. Para labrarnos un nuevo camino profesional necesitamos dejar atrás la nostalgia que nos producen estos momentos, remangarnos y mirar hacia delante. Imaginar un futuro con cambios y preguntarnos cómo podemos adaptarnos a ellos. Es básico saber cómo satisfacer a los clientes. Cuando todo acabe, las necesidades serán similares, pero la economía del distanciamiento social habrá introducido un cambio sustancial: la manera de satisfacer al usuario. Es el momento de plantearse las cosas. ¿Puedo servir comida a domicilio? ¿Cómo puedo organizar fiestas online? ¿Qué otro servicio puedo ofrecer? Solo conociendo las necesidades del cliente podemos penetrar en el nuevo escenario laboral que se avecina.

2. Reinventarse. La crisis económica de la covid-19 dará lugar a nuevas oportunidades, pero habrá que descubrirlas. No será fácil, así que necesitaremos grandes dosis de creatividad y de curiosidad. Si queremos probar un nuevo servicio, debemos invertir el menor dinero y el mínimo tiempo posible para ponerlo en marcha. Nos ayudará abrirnos a ciertos comentarios y adaptarnos rápidamente. No consiste en tener razón, sino en aportar valor. Hay que escuchar con atención a los clientes y experimentar de la manera más rápida posible. Debemos preguntarnos, por ejemplo, cómo se han adaptado las empresas de nuestro sector en Corea del Sur, que nos lleva unos meses de ventaja en esta crisis. El tiempo es oro. Dedicarnos durante meses a definir una estrategia para orientar nuestro trabajo es algo impensable. Hay que abrir bien los oídos y los ojos, investigar y probar para adaptarnos lo más rápido posible a los nuevos tiempos.

3. Cercanía, comunicación y confianza. Cuando las personas lo pasan mal, valoran más la cercanía. Es el momento de generar relaciones más auténticas con nuestros clientes, compañeros o colaboradores. Preocuparnos sinceramente por cómo están ellos y sus familias, cómo les va su trabajo… Los jefes deben abrir sus agendas, crear espacios para conversar con sus empleados de forma directa y sincera, aunque sean charlas virtuales. Y, por supuesto, deben de ser muy honestos con la situación. Los valores deben primar en los momentos complicados. Los profesionales necesitan que se les trate como adultos, no como niños. Las peores gestiones de crisis que he conocido en una empresa son aquellas en las que no se comunica nada. Esa estrategia de silencio da lugar a comentarios de pasillo, tan poderosos que son capaces de crear realidades paralelas, normalmente, peores que la realidad. Por eso, aunque exista incertidumbre, los jefes deben comunicar con sinceridad. Si se lanza un nuevo proyecto, los empleados agradecen que sus jefes se muestren cercanos, comunicativos y confíen en ellos. Necesitan escuchar un “no sabemos cuál va a ser la acogida, pero vamos a luchar para que sea la mejor posible”.

4. Resiliencia. El término resiliencia proviene del latín resilio, que significa volver atrás o dar un salto. Es precisamente lo que les ocurre a las gomas elásticas cuando se estiran y regresan al estado original. La resiliencia puede definirse como la capacidad del ser humano para afrontar la adversidad, superarla y transformarse positivamente. Los profesionales deben actuar como una goma elástica que se estira hasta ser útil. No cabe duda de que la covid-19 les obligará a ser resilientes. Para desarrollar esta habilidad deben cuidarse tanto física como emocionalmente, orientarse al futuro, abrirse al aprendizaje y quedarse siempre con la parte positiva de cuanto viven. Es la única manera de ser resilientes. De reinventarse y aprovechar esta crisis para aprender nuevas habilidades. Las que se van a necesitar en un mundo distinto al que conocíamos.

https://elpais.com/elpais/2020/04/20/laboratorio_de_felicidad/1587369895_390976.html

miércoles, 29 de abril de 2020

Nicholas Negroponte: “Siempre he animado a la gente a no ser realista”

Gran apóstol de la innovación tecnológica, lleva tres décadas tendiendo puentes entre creadores y empresas. Cofundador del legendario Media Lab del MIT y de la revista Wired,la avalancha de críticas sobre la deriva de Internet no ha hecho mella en su optimismo. La próxima gran revolución, augura, hay que buscarla en la biotecnología.

EL DISTINGUIDO aire clásico de Nicholas Negroponte (Nueva York, 1943), con sus gafas de carey de montura redonda a lo Le Corbusier, su impecable jersey de cachemir y pulidos zapatos de piel, no ofrece ninguna pista evidente que permita identificarle como un insigne agitador, infatigable apóstol desde hace medio siglo del avance tecnológico. Su teléfono no está a la vista, ni asoma en ningún momento a lo largo de la hora en la que transcurre la conversación, que se celebra en la sede de la Fundación Norman Foster de Madrid —institución de la que es patrono—, pero Negroponte presume de estar perpetua y felizmente conectado. La desconexión no es algo que contemple.

Formado como arquitecto en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde investigó sobre las nuevas posibilidades que los ordenadores ofrecían al diseño, arrancó su carrera en esa misma institución en 1966 y casi dos décadas después, en 1985, lanzó allí, junto a Jerome B. Wiesner, el legendario Media Lab, un centro multidisciplinar de investigación cuyos proyectos abarcan desde el urbanismo hasta las ciencias de la salud. Negroponte ha sido un puente fundamental entre inversores e inventores. Criado en Manhattan en el seno de la acaudalada familia de un armador griego y educado en internados estadounidenses y suizos —su hermano John es un conocido diplomático estadounidense—, dice que se le daban bien las matemáticas y el arte (“me gustaba ponerme los dos trajes, el gris y el de rayas”) y que aquello fue lo que le condujo al campo de la informática, un ámbito creativo en el que había mucho por inventar y que estaba regido por fórmulas y código. Sin embargo, a Davos, otro importante campo de acción, Negroponte llegó en los ochenta con sus padres, antes de que el encuentro se llamara Foro Económico, y por una mera cuestión de vecindad: la familia tenía una casa allí y empezaron a llamarle para que diera algunas charlas.

Además de ser socio de un fondo de inversión especializado en tecnología digital y entretenimiento, ha invertido directamente en cerca de medio centenar de start-ups y fue socio fundador de la revista Wired. Sus populares columnas en la última página de esta publicación le convirtieron en muy visible defensor de la ciberesfera y acabaron por colocarle en la lista de autores superventas al quedar recogidas en el libro El mundo digital (Ediciones B), traducido a más de 40 idiomas. Pionero en muchos ámbitos, Negroponte también pronunció la primera charla TED de la historia en 1984. Allí habló de pantallas táctiles, teleconferencias y CD-Rom, algo que sonaba casi a ciencia-ficción. Desde entonces ha pronunciado más de media docena de TED. No hay duda de que tiene mucha fe en la importancia de la comunicación, y de que se siente cómodo sobre un escenario.

Es muy conocido por sus predicciones. ¿Cuáles espera que aún se cumplan? He tenido una posición muy afortunada que me ha permitido integrar en una visión de futuro lo que hacíamos en el MIT. Pero eran extrapolaciones. Es más fácil proyectarse si estás metido de lleno haciendo cosas que si estás leyendo y tratando de adivinar el futuro a partir de la información que has analizado. Si trabajas en algo como el desarrollo de tecnología de pantallas, es bastante sencillo vaticinar que progresivamente serán más baratas y con mejor resolución y color.

En un mundo de cambio constante, ¿qué necesita una idea no solo para despegar, sino para perdurar? La velocidad hoy es tan alucinante que lo que cuesta entender es ese ritmo y no tanto el cambio en sí. Hay ideas y escuelas de pensamiento que han tenido un ciclo de vida muy corto y, sin embargo, su impacto ha sido enorme por su gran capacidad de contagio. Le daré un ejemplo: el campo de la ciencia cibernética no duró mucho, probablemente hoy quede solo un grupo de profesores metacibernéticos, porque esa área de estudio se desgajó en las ciencias computacionales. Esto está volviendo a pasar ahora con el área de la biología sintética y estudios relacionados con la genética que no tienen necesariamente un nombre o un departamento claro, pero que están conectados a otras áreas: aunque puede que no sobrevivan como campos de estudio específico, conducen a otros. La durabilidad de una idea tiene que ver con que acabe formando parte de la cultura, que la contagie.

Después de pasar más de una década en laboratorios diseñando, decidió dejarlo y ayudar a que otra gente hiciera lo que usted había hecho. ¿Qué le llevó a tomar esta decisión? Crecí en un entorno extremadamente privilegiado y tuve mucha suerte. Mis padres eran intelectuales, aristócratas en cierto sentido, muy europeos, y como hijos suyos teníamos muy buenas oportunidades. No albergué la ambición de ser más rico o acceder a una clase social más alta. No sé si me equivocaba, pero pensaba que ya lo tenía y que la vida no iba de eso. Cuando empecé a inventar y a investigar, la gente fue muy generosa conmigo. Había profesores a los que les dije cosas muy tontas y que no me despreciaron, sino que me ayudaron a repensar las ideas. En el MIT te hacían creer que cualquier cosa era posible. Y me sentí muy afortunado. Después pensé que me había llegado el turno de crear este tipo de oportunidades para otra gente.

El Media Lab del MIT lo creamos como un lugar para inadaptados, para aquellos que no encajaban estrictamente en la sociedad

¿Qué ha aprendido después de 30 años conectando el dinero y las ideas, el mundo de los negocios con la academia? Han pasado cosas muy interesantes. Siempre he creído que mi trabajo consistía en defender a los investigadores, aislarlos de los problemas, crear un ambiente en el que gente de grupos sociales distintos y de diversas edades trabajaran juntos sin un plan estricto, en un lugar heterogéneo, alentador y seguro. Se trataba de proporcionar un espacio en el que poder estar loco. Porque el Media Lab lo creamos como un lugar para inadaptados, para aquellos que no encajaban estrictamente en la sociedad. Ellos son a menudo de quien más tenemos que aprender, pero hay que tener cuidado: es muy fina la línea que separa a un inadaptado creativo de una persona realmente loca y disfuncional. Por esa línea caminamos en el Media Lab sin mucha cautela. Siempre he animado a la gente a no ser realista. Si alguien dice que algo es imposible, eso solo tiene que significar que hay que intentarlo con más ahínco. Hay pocos sitios donde poder hacer esto, porque normalmente estás sujeto a un baremo, algo funciona o no, es un éxito o un fracaso.

Nicholas Negroponte: “Siempre he animado a la gente a no ser realista” JAMES RAJOTTE

Me pregunto por las sospechas que generan los negocios en el mundo académico, por la suspicacia entre inventores y empresarios. La relación entre estos dos mundos no está exenta de problemas. Nunca he vendido una idea específica a nadie, ni a una empresa, ni a un miembro de un equipo académico. No he prometido que transformaríamos plomo en oro. A los CEO les explicaba que, si tener a un científico desarrollando nuevos proyectos en su compañía les costaba una cifra determinada, yo les ofrecía 500 en el Media Lab. Podrían tener cualquier cosa que necesitasen, pero sin derechos exclusivos. De todos modos, era una venta fácil, 500 contra uno.

El Media Lab ha seguido creciendo, y el paisaje empresarial también ha cambiado. Muchos “inadaptados creativos” hoy sueñan con montar sus propias start-ups, más que en trabajar para otros. Sería incorrecto decir que en el Media Lab la relación siempre es feliz y productiva con las start-ups: algunas chupan del laboratorio y otras contribuyen más. Es una evolución natural en el mundo de hoy, pero la víctima es el big thinking, el pensamiento a lo grande, que ya no recibe tanta atención. El número de gente que hace proyectos pequeños es mayor que hace 20 años porque esos son los que se prestan más a prosperar.

Después de la elección de Trump, voces como la del periodista Walter Isaacson o el científico creador de Internet, Tim Berners-Lee, han expresado su preocupación por la deriva de la Red. ¿Qué opina? Sí, hay gente que considera que la velocidad y la simplicidad de las conexiones han generado una serie de fenómenos que no son buenos. Yo pienso que esto es como argumentar contra la alfabetización. No veo el vínculo tan directo entre una cosa y otra. Internet no nos ha traído a Trump. Su victoria tiene que ver con el número de gente que no se sentía representada.

Las polémicas que ha suscitado Internet vienen de lejos, pero ¿qué tienen de nuevo las críticas actuales a la tecnología? Hay una corriente antitecnología que va más allá de Internet que para mí es difícil de entender. Por ejemplo, las criptomonedas son importantes para hacer transacciones y generar riqueza. Se dice que ayudan a traficantes, pero este argumento no tiene en cuenta que en los negocios ilícitos también se usa efectivo y todos llevamos monedas en los bolsillos. Se desvía la culpa en una dirección equivocada.

Sostiene que la biotecnología es la gran nueva revolución. Sí, si hoy arrancara el Media Lab, lo volcaría en esta área, es el nuevo digital, el asunto más importante en la actualidad.

La revolución digital e Internet han mostrado cuántas cosas pueden ir mal por falta de previsión y retraso en la legislación. Ese sistema no fue diseñado para que cada usuario tuviera una identificación y control sobre sus datos. ¿No le provoca cierto pavor los problemas que pueden surgir con la biotecnología? El impacto del sector biotech es efectivamente inmenso y los problemas éticos aparejados también. Afecta a la vida misma, a crearla y cambiarla y manipularla, e incluso hacer cosas que la naturaleza no ha hecho. El mundo artificial y el mundo natural serán de pronto el mismo, de repente podemos trabajar a una escala tan pequeña como la naturaleza y podremos hacer cosas inimaginables hace 30 años.

Puede que nosotros no, pero que tus nietos sí sean unos frankensteins: nos podremos diseñar y cambiar

¿Seremos unos frankensteins? Puede que nosotros no, pero tus nietos sí, en el sentido de que nos podremos diseñar y cambiar.

¿Nuestro estado anímico también? Eso ya lo hacemos con pastillas, con alcohol y otras muchas cosas. Lo que me parece muy interesante es la comunicación directa de cerebro a cerebro. Y el lado más extremo de esto es la involución del lenguaje al poderte comunicar directamente sin ningún interfaz. No es algo que me preocupe, pero leer la mente de la gente compu­tacionalmente es algo que está lleno de problemas tremendamente complejos. Si se pueden leer las mentes y hay evidencia científica de ello, ¿se pueden también escribir? Es decir, si te tomas una pastilla y aprendes francés, eso sería escribir, no leer. ¿Eso va a pasar? Sí. ¿Es algo profundamente controvertido? Sí, es algo mucho más grave que la posibilidad de que pirateen tu cuenta bancaria.

La revolución digital parece que ya ha mermado nuestra capacidad de atención y concentración. Sí, muchísimo. Hoy esperas que una historia termine mucho antes. Mucha gente, yo incluido, no consumimos textos largos. Soy disléxico y, como me costaba, leía aún más que otra gente. Hoy consumo más palabras, pero todo en trozos de unas 250.

La conexión 24 horas es otro de los temas inquietantes. Se recurre a técnicas como el mindfulness para tratar de contrarrestarlo y hay quienes se marcan un tiempo al día para desconectar. ¿Lo ha intentado? No, y además creo que estar conectado me permite tener más tiempo de calidad. La gente te dice: ‘Me voy a tomar dos semanas con mi familia y voy a estar totalmente desconectado, ¿no es maravilloso?’. Pero si la opción fuese tomarte cuatro semanas de vacaciones con tu familia y estar un poco conectado, ¿no lo preferirías? La mayoría, sí. Sobre el mindfulness entiendo de dónde viene, pero a mí no me va.

Las sociedades hiperconectadas se enfrentan paradójicamente a nuevos problemas de aislamiento. ¿La revolución en las comunicaciones ha desembocado en cámaras de resonancia? Hoy, con muy poco esfuerzo, también puedes oír más voces que nunca, con opiniones que están en diferentes lados de la ecuación. Hay una parte de oír lo que quieres oír, pero también existe la posibilidad de escuchar otras opiniones. Un pueblo pequeño en el que la gente solo se escucha entre sí también es una cámara de resonancia. Lo que hoy tenemos es mucho más amplio.

En un pueblo sabías quién hablaba y hoy parte del problema radica en que puede que no sepas de dónde viene esa voz. Más que a la procedencia o identidad de esas voces, a lo que apunta su pregunta es a las fake news. Las noticias falsas son creadas por gente que quiere manipular, y eso es un escándalo. La cuestión es si se puede resolver esto computacionalmente o de alguna otra forma.

Sostiene que las naciones desaparecerán y solo habrá ciudades. Los alcaldes deberían gestionar el mundo. Las naciones son un concepto peculiar. Si tuvieras que rediseñar la organización de 7.000 millones de personas, nunca pensarías en crear más de 180 entidades, algunas de las cuales tienen 5.000 habitantes y otras más de 1.000 millones. Hemos evolucionado de una manera que nos ha llevado a un modelo de organización bastante peculiar de países grandes y pequeños, unos construidos de forma arbitraria, otros por accidentes geográficos, otros por religión. Hay una enorme disparidad, y los países son demasiado grandes para ser locales y demasiado pequeños para ser globales. Si miras a los que son ricos, productivos y felices, todos tienden a ser sociedades democráticas de entre cuatro y ocho millones de personas.

¿Qué opina del impulso nacionalista que gana adeptos por todas partes? Es muy desafortunado y lo contrario de lo que esperaba que ocurriera, pensaba que con Internet tendríamos un mundo más integrado. Los nacionalistas de cualquier tipo son egoístas. Todo se discute en unos términos bastante egoístas y cicateros.

Este auge nacionalista parece ser consecuencia del miedo que siente la gente. ¿El temor irá a más ante la robotización de las sociedades? Nadie discutía sobre los ascensores y otras cosas que cambiaron nuestras vidas. Ahora lo que parece preocupar a la gente es que el grado de automatización está afectando a lo que antes considerábamos actividades intelectuales. Entiendo la preocupación que suscita que el trabajo sea realizado por máquinas, pero no estoy seguro de que este cambio sea algo malo.

¿Su optimismo en estos años se ha aplacado? No, soy muy optimista, y eso es un estado natural, una forma de ser.

Uno de sus hermanos es el diplomático John Negroponte, y los otros dos se dedican al cine y al arte. ¿Qué les inculcaron en su casa? No sé si le echaban algo al agua. Los mayores crecimos con la idea del servicio público y los dos pequeños quizá lo hicieron en un momento en que se fomentaba más la creatividad y la expresión personal. Pero no puedo decirte por qué ninguno fundó una empresa. Supongo que nos atraía más el servicio a la sociedad civil y el arte, cosas de las que nos hablaban en casa.

https://elpais.com/elpais/2019/02/11/eps/1549900919_734335.html

martes, 28 de abril de 2020

¿Compañeros de habitación o pareja que te ponen nervioso? Lee esto. Hable sobre las cosas pronto y con frecuencia para que no se desborden.

Con la mayor parte del país bajo bloqueo, muchos de nosotros de repente pasamos todo el día con las personas con las que vivimos, lo que significa que las tensiones pueden ser más intensas de lo normal. Si bien una pequeña transgresión, como una interrupción durante una llamada de trabajo, puede no ser un gran problema por sí sola, en la olla a presión del encierro puede pasar de una molestia menor a la fuente de una verdadera lucha. Y si las publicaciones en las redes sociales son una indicación, los rompecabezas son los nuevos muebles de Ikea: la prueba más real de los niveles de estrés de una pareja.

Aléjate del rompecabezas. Dénse un abrazo o un choca esos cinco y hablemos de lo que está pasando aquí.

"A menudo le digo a la gente que tu pareja no es el problema. El problema es el problema ”, dijo Kiaundra Jackson, terapeuta matrimonial y familiar. El aislamiento forzado con las mismas personas durante semanas nos ofrece un curso intensivo de comunicación. Ninguno de nosotros somos perfectos para expresar nuestros sentimientos todo el tiempo, pero todos podemos tratar de ser mejores cuando ocurre un conflicto.

Por supuesto, es comprensible si te has encontrado con un fusible más corto últimamente. Incluso los más serenos entre nosotros están lidiando con nervios deshilachados, oleadas de pánico y estrés inquebrantable, sin un final a la vista. Si bien existe la posibilidad de más disputas en el hogar, también existe la oportunidad de enfrentar los desafíos que enfrenta su hogar como equipo.

Este artículo está destinado a lidiar con las peleas casuales y cotidianas que, en tiempos normales, generalmente podemos superar con un tiempo a solas o desahogarnos con un amigo. Si cree que está en grave peligro por parte de una pareja, o está atrapado en una situación abusiva, existen recursos que pueden ayudarlo. El Proyecto Antiviolencia tiene una línea directa de inglés / español las 24 horas para personas LGBT.Q. + que sufren abuso o violencia basada en el odio al 212-714-1141. La línea directa nacional de violencia doméstica está disponible las 24 horas del día y en más de 200 idiomas al 1-800-799-SAFE, o puede hablar con un defensor aquí o enviar un mensaje de texto con LOVEIS al 22522. Para peligros inmediatos, llame al 911.

Si esas situaciones no se aplican, a continuación se explica cómo manejar las disputas de cuarentena sin permitir que se conviertan en fuentes de estrés adicionales.

Antes de que estalle una disputa
Adopta una mentalidad de equipo. Esto puede parecer tonto o poco natural al principio, pero Jackson sugiere expresar afirmaciones positivas juntas todas las mañanas. Diga algo como "¡Hoy va a ser un buen día! Vas a hacer tu trabajo. Voy a hacer mi trabajo. ¡Va a ser genial!"

Todas las noches, comparta cómo fue su día juntos.
Don Cole, un terapeuta familiar y matrimonial con licencia, llama a estas charlas informativas conversaciones para reducir el estrés, durante las cuales escuchamos, mostramos empatía, nos mantenemos del lado de nuestra pareja o compañero de cuarto y evitamos la resolución de problemas. Como director clínico del Instituto Gottman, una organización que brinda asistencia basada en la investigación a las parejas y capacita a los terapeutas para que sean más efectivos como asesores de relaciones, sabe que estas conversaciones ayudan a promover un sentido de asociación y cercanía. Entonces, "cuando llegan los momentos estresantes", dijo, "no somos tan reactivos".

Tenga conversaciones difíciles más temprano que tarde.
Es tentador barrer la creciente fricción debajo de la alfombra, pero eso sería un error. Los pensamientos negativos se infectarán y, en última instancia, se desbordarán. "No quieres evitar cualquier problema", dijo Jackson. Si necesita sacar la basura o ayudar con la cocina o el cuidado de los niños, verbalícela.

Negocie formas de maximizar su tiempo y espacio.
"Establecer límites viables para todas las partes", dijo Jenny Wang, psicóloga licenciada. Quizás los compañeros de cuarto pueden escalonar sus tiempos de cocción para que no se interpongan entre ellos, o los compañeros pueden turnarse para hacer las tareas mientras el otro hace algo que les gusta. Si necesita distancia, una sábana con tachuelas o una puerta cerrada pueden dar un respiro temporal. Los auriculares o auriculares con cancelación de ruido también pueden ayudar a crear una sensación de espacio.

También puede optar por adoptar pautas para toda la casa para promover la armonía. "Considere aceptar un momento de tranquilidad en el hogar, tal vez 30 minutos, cada día, donde está de acuerdo con la persona con la que vive para mantener las cosas lentas y los volúmenes bajos", dijo Shawna Murray-Browne, trabajadora social certificada y fundadora de Kindred. Curación comunitaria. "Si tienes niños pequeños, considera establecer este tiempo durante la siesta o enseñarles el juego independiente como una actividad tranquila".

Cuando la tensión está aumentando
Cuidadosamente plantear problemas. "Es difícil sobreestimar la importancia de lo que llamamos una puesta en marcha suave", dijo el Dr. Cole. Piense en cómo enmarcar una preocupación de manera que la otra persona pueda escucharla y no sentirse atacada. En lugar de decir algo crítico, como, "¿Por qué estás siendo tan ruidoso?" puede intentar: "Me distraigo mucho cuando hay mucho ruido aquí y necesito que descubramos una forma de minimizarlo. ¿Cuáles son tus pensamientos?"

A veces, el Dr. Wang aconseja a las parejas casadas que coloquen un objeto sobre la almohada de su pareja para indicar que hay algo en lo que te gustaría pasar el tiempo discutiendo. "Pone a las personas en el espacio de cabeza para una conversación en lugar de confrontarlas directamente, a veces en el momento equivocado", dijo.

Desarrolle un lenguaje compartido para registrarse.
Quizás podría trabajar con una escala de cero a 10, donde 0 representa el agotamiento emocional completo y 10 representa una apertura y disposición para ayudar a otros que lo necesitan. Si su compañero de cuarto o compañero dice que su calificación interna es única, ya que están estresados ​​por trabajar desde casa y aumentar las presiones financieras, entonces será más probable que ofrezca compasión en lugar de molestarse de que no estén presionando. en casa, dijo el Dr. Wang.

Cuando estas enojado
Acepta que está sucediendo. Estar en un estado acalorado no significa que seas una mala persona. No significa que su pareja sea una mala persona, y no significa que su relación sea horrible. "Simplemente significa que hemos cruzado una línea en una zona roja, y tenemos que salir de ella", dijo el Dr. Cole. (Nuevamente, busque ayuda externa si se siente amenazado o en peligro).

Tomar un descanso.
El Dr. Cole entrena a sus clientes para que inventen una palabra o frase que signifique: "Necesito que nos detengamos por 30 minutos y nos aislemos, hagamos algo que nos ayude a reenfocarnos y calmarnos". Y, al final de los 30 minutos, vuelva a acercarse para discutir el tema. Eso es importante porque si no nos reconectamos, dijo el Dr. Cole, "simplemente parece que nuestros socios nos están descartando".

Asume la responsabilidad de tus emociones.
Cuando te estás volviendo loco, tu corazón late más rápido y las hormonas del estrés atraviesan tu sangre. Es importante reconocer que usted está a cargo de controlar su ira. "No me importa lo que necesites hacer, necesitas encontrar lo que funciona mejor para que vuelvas a un estado normal", dijo Jackson. Eso podría ser respirar profundamente, aislarse en un área diferente de su hogar, trotar en el lugar o tomar un baño tibio.

Cómo conciliar
Limpia el aire. Después del polvo, la Sra. Murray-Browne sugiere preguntarle a la otra persona: "¿Qué necesitas para sentirte seguro compartiendo y discutiendo esto conmigo?" Llegue a un consenso sobre cómo acercarse unos a otros en el futuro. Incluso puede escribir lo que se le ocurre y publicar el acuerdo en algún lugar que ambos puedan ver.

Si tiene problemas para llegar a la misma página, el Dr. Wang recomienda hacer un ejercicio sugerido por Esther Perel, una reconocida terapeuta de matrimonio y parejas en la ciudad de Nueva York, en el que cada pareja repite, en sus propias palabras, lo que entienden sobre las quejas o frustraciones del otro compañero. Esto debería ayudar a cada persona a empatizar con la otra parte.

Habla sobre el futuro.
En sus momentos más tranquilos, el Dr. Cole recomienda preguntarse cómo la pandemia les está afectando a cada uno de ustedes. Comparta cómo los eventos actuales afectarán sus planes futuros. "Realmente escucha esas cosas", dijo. "Porque a veces eso es realmente lo que subyace al estrés y al conflicto: me temo que es a donde se dirige nuestro futuro". Y desenvolver esas conversaciones realmente puede ayudar ".

Si estás abrumado, busca orientación.
Explore sesiones de asesoramiento virtual para fortalecer su relación, dijo Murray-Browne. De esta manera, saldrás de esta experiencia más fuerte que nunca. Si la otra persona en su hogar no está dispuesta a solicitar la ayuda de un terapeuta, sugiere centrarse en lo que puede controlar individualmente. Quizás pueda comunicarse con amigos y seres queridos para obtener apoyo. También puede considerar la terapia para resolver estos problemas.

“Recuerde”, dijo ella, “este es un período de crisis. Se permiten grandes emociones y lo lograremos ".

https://www.nytimes.com/2020/04/16/smarter-living/coronavirus-roommate-fight-home.html?action=click&module=Well&pgtype=Homepage&section=Smarter%20Living

_- NEUROCIENCIA. El chiste más gracioso de la historia y los límites del humor negro. El libro 'Ja', escrito por un neurocientífico, repasa la ciencia de cuándo reímos y por qué

_- El martes 30 de enero de 1962, tres alumnas de un internado religioso femenino en Kashasha (Tanzania) se echaron a reír. Su risa era tan contagiosa que las compañeras con las que se iban cruzando también se echaban a reír. La risa se propagaba aula tras aula, hasta infectar a la mitad de los presentes en el colegio. Casi un centenar de personas no podían parar de reír. Pasaron semanas y la gente se seguía riendo. La escuela tuvo que cerrar. Las chicas que regresaban a sus casas en otros pueblos contagiaban a sus vecinos. La epidemia de risa llegó a Nshamba, un pueblo de 10.000 habitantes, donde centenares de personas se echaron a reír. En total, 14 escuelas tuvieron que cerrar y 1.000 personas sufrieron brotes de risa incontenibles. La epidemia desapareció 18 meses después de su inicio y quedó descrita en un estudio científico de 1963 publicado en la revista especializada Central African Journal of Medicine.

El caso lo recuerda el neurocientífico Scott Weems en su libro Ja. La ciencia de cuándo reímos y por qué, publicado por la editorial Taurus. “Ja trata de una idea. La idea es que el humor y su síntoma más corriente —la risa— son productos derivados de poseer un cerebro que se basa en el conflicto”, escribe Weems. El cerebro humano, explica, se adelanta constantemente a los acontecimientos y genera hipótesis. “Sin embargo, a veces conduce al conflicto, por ejemplo cuando intentamos sostener dos o más ideas contradictorias al mismo tiempo. Cuando eso ocurre, a nuestro cerebro solo se le ocurre una cosa: reírse”.

Apoyado en una bibliografía de 135 estudios científicos, Weems describe el humor como “nuestra respuesta natural al conflicto y a la confusión”. El neurocientífico, formado en la Universidad de California en Los Ángeles (EE UU), recuerda que, tan solo una semana después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el humorista Gilbert Gottfried actuaba en el Friar’s Club de Nueva York. En la ciudad todavía olía a quemado. Los colegas que le habían precedido en el escenario no habían tocado el tema de los ataques terroristas. Se habían limitado a bromear sobre el tamaño del pene del invitado de honor de la noche, el fundador de la revista Playboy, Hugh Hefner. Pero Gottfried se vino arriba cuando el público celebró uno de sus chistes sobre musulmanes. Asomado al micrófono, proclamó:

—Esta noche tengo que irme pronto. Tengo que volar a Los Ángeles. No he podido conseguir un vuelo directo y he de hacer escala en el Empire State Building.

Todo el mundo se quedó sin respiración. Al silencio siguieron los abucheos y los gritos de “¡Todavía es muy pronto para bromear sobre eso!”. Gottfried, un humorista con dos décadas de experiencia sobre el escenario, se enfrentaba a un público indignado, pero no se amilanó. Mirando a los asistentes, comenzó un nuevo chiste:

—Muy bien. Un descubridor de talentos está sentado en su oficina. Entra una familia: un hombre, una mujer, dos hijos y un perrito. Así que el descubridor de talentos pregunta: “¿Qué clase de espectáculo hacen?”.

Lo que siguió fue una sucesión de escatología, bestialismo, incesto y sexo depravado sin tabúes, “literalmente el chiste más guarro del mundo”, según Weems. El público estalló en carcajadas. “La actuación fue tan memorable que alguien realizó una película sobre el chiste, con la actuación de Gottfried como clímax, titulada Los aristócratas”, rememora.

¿Cuándo se puede bromear sobre una tragedia? ¿Dónde están los límites del humor? Weems recuerda que en 1986, después de la explosión del transbordador espacial Challenger con siete tripulantes a bordo, se hizo muy popular un chiste: “¿Qué significan las siglas NASA? Necesitamos Ahora Siete Astronautas”. Un estudio mostró que los chistes sobre la tragedia surgieron unos 17 días después del accidente. La muerte de la princesa Diana de Gales tuvo un periodo de latencia más corto. Y el de los ataques terroristas del 11-S fue mucho más largo. El autor del estudio, Bill Ellis, de la Universidad del Estado de Pensilvania, clasificó los chistes sobre el Challenger por fecha y lugar de aparición. El accidente fue el 28 de enero de 1986. El 22 de febrero, en la ciudad de Shippensburg se contaba este chiste: ¿Sabes cuál es la bebida oficial de la Nasa? Seven Up (siete arriba, en inglés).

“Nuestra fascinación por el humor negro la demuestra la inmensa variedad de chistes de mal gusto: los que tienen con ver con el Challenger, el sida y Chernóbil, por nombrar solo unos pocos”, narra Weems. Armado con publicaciones en revistas especializadas, el neurocientífico sostiene que el humor negro no es cruel. “Inventar alternativas que expliquen el acrónimo sida resulta divertido para algunas personas, pero chillar ¡Ja, ja, estás enfermo! en un pabellón oncológico no resulta gracioso a nadie. Nos reímos de los chistes acerca de grupos o sucesos sólo cuando provocan reacciones emocionales complejas, porque sin esas reacciones no tenemos otra forma de responder”, reflexiona.

“No hay un solo chiste que le agrade a todo el mundo. El humor es idiosincrásico porque depende de aquello que hace que todos seamos únicos: cómo nos enfrentamos a la discrepancia que reina en nuestro complejo cerebro”, subraya. La mejor prueba es un experimento llevado a cabo por el psicólogo Richard Wiseman, de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido). En 2001 abrió una web con la ayuda de la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia, con el objetivo de encontrar el chiste más gracioso del mundo. Recibió unos 40.000 chistes y un millón y medio de votaciones. El ganador fue:

Dos cazadores de Nueva Jersey caminan por un bosque cuando uno de ellos se desploma. Da la impresión de que no respira y tiene los ojos vidriosos. El otro coge el teléfono y llama al servicio de emergencias. Dice con voz entrecortada: “¡Creo que mi amigo está muerto! ¿Qué debo hacer?”. El operador le contesta: “Cálmese. Le ayudaré. En primer lugar, asegúrese de que está muerto”. Hay un silencio y a continuación se oye un disparo. De nuevo al teléfono, el cazador dice: “Muy bien, y ahora ¿qué?”.

El chiste más gracioso del mundo no tiene mucha gracia, coinciden Wiseman y Weems, y eso tiene una explicación científica. “Como no a todo el mundo le gusta por igual que los chistes sean provocadores, los más populares suelen agruparse cerca, aunque todavía debajo, del umbral de provocación más habitual. Si un chiste lo sobrepasa con mucho, algunas personas se troncharán de risa y otras no se reirán nada. Si queda demasiado corto, todos permanecerán fríos”, expone Weems.

El experimento de Wiseman sirvió para extraer unas cuantas conclusiones sobre los chistes. Los más divertidos tenían un promedio de 103 letras. El animal más gracioso era el pato. La hora más descacharrante del día son las 18:03. Y el día más chistoso del mes es el 15. En cuanto a nacionalidades, los estadounidenses mostraron “una clara afinidad por los chistes que incluían insultos o vagas amenazas”. Este chiste en inglés sobre un tejano y un graduado en Harvard fue muy apreciado en EE UU y poco fuera de sus fronteras:

—Tejano: ¿De dónde eres? (Where are you from?)

—Graduado de Harvard: De un lugar donde no terminamos las frases con una preposición.

—Tejano: Muy bien, ¿de dónde eres, gilipollas? (Ok, where are you from, jackass?)

Los europeos, en cambio, mostraron predilección por chistes absurdos o surrealistas, como este:

Un paciente dice: “Doctor, ayer noche tuve un lapsus freudiano. Estaba cenando con mi suegra y quise decir: “¿Podrías pasarme la mantequilla?”. Pero en lugar de eso dije: “Vaca estúpida, me has destrozado completamente la vida”.

Este otro chiste gustó a más de la mitad de los hombres, pero solo a un 15% de las mujeres:

Un agente de policía para a un hombre que va por la autopista. El agente le pregunta: “¿Sabe que su mujer y su hijo se han caído del coche hace un kilómetro?”. El hombre sonríe y exclama: “¡Gracias a Dios! ¡Pensaba que me estaba quedando sordo!”.

“El humor —especialmente el humor ofensivo— es idiosincrásico. Cada uno posee su propio umbral de lo que considera ofensivo y reacciona de manera muy diferente cuando se cruza ese umbral”, afirma Weems. En las páginas de Ja, el neurocientífico recuerda la teoría del médico Sigmund Freud de que el humor es nuestra manera de resolver el conflicto interior y la ansiedad. “Aunque hoy en día pocos científicos se toman en serio a Freud, casi todos reconocen que hay al menos algo de verdad en su teoría. Los chistes que no consiguen ni siquiera incomodarnos un poco no triunfan. Es el conflicto de querer reír, y al mismo tiempo no estar seguro de si deberíamos, lo que hace que los chistes sean satisfactorios”, señala Weems.

En cuanto a la epidemia de risa de Tanzania, el autor cree que “sería fácil afirmar que las niñas simplemente experimentaron una crisis nerviosa”. Una interpretación sostiene que sufrieron una histeria colectiva causada por la tensión de un gran cambio social. En diciembre de 1961, el país se había independizado de Reino Unido y la escuela había abandonado la segregación racial. Además, las alumnas eran adolescentes, en plena pubertad, y las presiones eran tremendas, según destaca Weems.

“Al pedirles que vivieran en dos mundos a la vez —ni británico ni africano, ni blanco ni negro, ni adulto ni niño, sino una combinación de ambas cosas— no consiguieron salir adelante. Pero la risa no es una crisis nerviosa. [...] Es un mecanismo de pugna, una manera de afrontar el conflicto. A veces ese conflicto se presenta en forma de chiste. A veces es algo más complicado”.

https://elpais.com/elpais/2015/09/26/ciencia/1443295561_195929.html?rel=lom

lunes, 27 de abril de 2020

El escandaloso problema del elevado coste del alquiler

Por Vicenç Navarro |
Fuentes: Público

Una situación insostenible: la enorme crisis social urbana
Uno de los mayores problemas sociales que existen en España (y muy en especial en las grandes ciudades) es el elevado coste del alquiler. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), España es el país en la OCDE (el colectivo de países más ricos del mundo) que peor relación tiene (después de Polonia) entre los precios de la vivienda (incluyendo el alquiler) y los ingresos familiares. Según el Global Housing Watch del FMI, en España más del 40% (en Barcelona el 42,7%) de los ingresos familiares se dedican a pagar el alquiler, porcentajes mucho más altos, por ejemplo, que en Francia, Suiza o Alemania, donde tales porcentajes son del 16,5%, el 18,2% y el 23% respectivamente (para mayor información sobre las consecuencias sociales de la enorme carestía de viviendas de alquiler asequibles, ver mi artículo Uno de los derechos constitucionales más ignorados en España: el derecho a la vivienda, Público, 10.05.2018).

La ignorada y/o silenciada crisis social urbana
Esta enorme carga está significando un sacrificio enorme para las clases populares, que constituyen la mayoría de la población en las urbes más grandes del país, que ha visto como su capacidad adquisitiva se reducía de una manera muy notable durante el fenómeno económico conocido como la Gran Recesión. Mientras los alquileres han subido a unos porcentajes elevadísimos (según un estudio del ayuntamiento de Barcelona, el precio del alquiler en los últimos cinco años ha aumentado un 40%), los salarios han bajado de tal manera que los salarios de los trabajadores de la región metropolitana de Barcelona –que representa el 43% de la población de Catalunya– siguen por debajo de los que había en el año 2010. Esta situación está creando una de las mayores crisis sociales de Barcelona, que paradójicamente es ignorada, cuando no silenciada, en los fórums del establishment político-mediático del país, que se centra en la gran recuperación que ha experimentado, en teoría, la economía española. Según los indicadores utilizados en las noticias económicas de tal establishment, la ciudad de Barcelona, hasta hace unos meses, estaba recuperándose magníficamente: el PIB creció nada menos que un 2,6% en 2018; el número de empresas exportadoras, un 4% en cinco años; la ocupación ha crecido un 13%; las tasas de paro se han reducido; y un largo etcétera. Pero el punto clave que define el nivel de vida, los salarios, sin embargo, han bajado y el alquiler ha subido, disminuyendo con ello de una manera significativamente la calidad de vida de la mayoría de las clases populares, que por fuerza están abandonando la ciudad. La gentrificación (que es la expulsión de la clase trabajadora de la ciudad) es la característica de la «deseada nueva» Barcelona soñada por el establishment político-mediático neoliberal de Catalunya y del resto de España.

La protesta popular
No es, pues, sorprendente, que haya habido una protesta generalizada por tal situación, liderada por unos movimientos sociales que fueron determinantes en el cambio que tuvo lugar en el ayuntamiento de Barcelona, encabezado desde 2015 por una alcaldesa, Ada Colau, que en su día había liderado dichos movimientos. También como resultado de este y otros movimientos sociales que se crearon como protesta hacia las políticas neoliberales (llevadas a cabo por el Estado central bajo los gobiernos Zapatero y Rajoy en Madrid, y primordialmente bajo Artur Mas y Puigdemont en Catalunya), como el 15-M, han aparecido nuevas formaciones políticas como Podemos, En Comú Podem y Galicia en Común que al establecer un espacio compartido, en alianza con una renovada IU, han alcanzado fuerza suficiente para establecer una coalición, con el también renovado PSOE, que gobierna hoy en España, con un programa que incluye una serie de medidas para corregir esta situación, que ha alcanzado niveles dramáticos en este país. Y una de ellas es regular el precio del alquiler. Como era también previsible, tales propuestas han generado una movilización de los economistas neoliberales (de distintas sensibilidades) cuyas políticas (que protegieron excesivamente al propietario a costa del inquilino) han sido responsables de la enorme crisis social derivada del aumento desmesurado del alquiler, y que ahora han utilizado las cajas de resonancia que les ofrecen la mayoría de los medios de información y persuasión en España (de clara tendencia neoliberal) para promover sus fake news a fin de desacreditar tales propuestas.

Las falsedades neoliberales
Una de las falsedades más reproducidas por tales gurús es que en aquellos países donde esta intervención (la regulación de los precios del alquiler) se ha llevado a cabo ha fracasado. Es interesante que tales fake news se hayan estado distribuyendo casi al mismo tiempo que haya ido creciendo el número de países donde se han ido aprobando leyes que permiten a las ciudades regular el precio de los alquileres. Uno de ellos es EEUU, el país que los neoliberales suelen tomar como punto de referencia. En realidad, este país tiene muchas ciudades que aplican un control de los alquileres, siendo el caso más conocido el de Nueva York, donde nada menos que el 50% de las viviendas de alquiler en aquella ciudad tiene regulado su precio. Tales medidas han sido reforzadas por el Estado de Nueva York hace solo unos meses frente a la oposición del sector inmobiliario, pero con un gran apoyo entre la mayoría de la población. El gobernador del Partido Demócrata de aquel Estado, el Sr. Cuomo, firmó una ley en esta línea, propuesta por el parlamento de dicho Estado. El objetivo de esta ley es, como indicó el presidente del Parlamento de Nueva York, «eliminar el excesivo poder del sector inmobiliario para ayudar y proteger al inquilino» (ver el artículo Landmark Deal Reached on Rent Protections For Tenants in New York, The New York Times, 19.06.2019). Les aseguro que ni el alcalde de Nueva York ni el gobernador del Estado del mismo nombre son extremistas radicales o «ultraizquierdistas», tal y como son definidos aquellos que en España sugieren medidas semejantes. Como he dicho, hay muchos Estados en Estados Unidos que permiten a las ciudades regular el precio del alquiler.

Y un tanto igual ocurre en muchos países de la UE.
Naturalmente que hay varias formas de regulación o control del precio del alquiler, como las de Berlín, París, Viena, etc., ciudades todas ellas que tienen una legislación en cuanto a ello autorizada por sus respectivos Estados (que todavía no existe en España y es precisamente lo que está proponiendo el gobierno de coalición de izquierdas, definido como de «extrema izquierda» por las ultraderechas, que se definen de «centro»). El que aún no se haya hecho es debido al enorme dominio que el pensamiento neoliberal -que favorece los derechos de la propiedad por encima de todos los demás- tiene en los establishments político-mediáticos del país. Pero es necesario recordar a tales establishments que la tan manida y manipulada Constitución Española establece en su artículo 33 que los derechos de la propiedad privada estarán condicionados por la función social de tales derechos, y entre ellos está el artículo 47, que dice que «todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada«. El Estado tiene que garantizar este derecho empoderando a las ciudades (como el Ayuntamiento de Barcelona) para que puedan aplicar medidas que lo garanticen. Así de claro.

Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra.

Fuente: https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2020/03/11/el-escandaloso-problema-del-elevado-coste-del-alquiler/

domingo, 26 de abril de 2020

_- Salgueiro Maia y la revolución de Los Claveles

_- ESTE año las conmemoraciones de la Revolução dos Cravos (revolución de Los Claveles) no podrán contar en Portugal con las habituales actividades festivas, pero quisiera al menos rememorarla en la figura de uno de sus más destacados protagonistas: el Capitão de Abril Fernando Salgueiro Maia, alentejano ilustre, de Castelo de Vide.

Si el mayor Otelo fue el 'cerebro' del Plan de Operaciones y el general Spínola obtuvo la «transmisión de poderes» del presidente del Gobierno, el capitán de caballería Salgueiro Maia sería protagonista de los sucesos más decisivos del día 25 de abril.

Había participado en las guerras coloniales, combatiendo en Mozambique y Guinea entre 1968 y 1973. Pasa después a la Escuela Práctica de Caballería en Santarém, desde donde el día histórico dirige su columna hacia el Terreiro do Paço de Lisboa, para prender al ministro del Ejército, que en la confusión logra huir por una zona trasera del Ministerio. Salguero Maia se juega la vida enfrentándose a los tanques gubernamentales, al ordenar el brigader Junqueira dos Reis fuego a quemarropa contra él al acercarse a pecho descubierto. Se libra por la negativa del alférez Fernando Sottomayor y el cabo apuntador Alves Costa, que estaban a los mandos del carro de combate.

Terminada la misión, sube al Largo do Carmo, sede de la Guardia Nacional Republicana, para prender al presidente del Gobierno, refugiado allí. Su larga y arriesgada negociación, llena de templanza ante la urgencia de acabar con la situación de enorme peligro, que aconsejaba disparos de artillería que él supo contener, fue decisiva para no haber derramamiento de sangre: el espacio circundante estaba lleno de personas que asistían en directo a la caída del régimen dictatorial.

Una vez llegado Spínola a hacerse cargo del poder, escolta al presidente Marcelo Caetano en su salida del cuartel, consiguiendo que el triunfo discurra sin víctimas.

Salgueiro Maia supo imponerse a las circunstancias más adversas de la guerra colonial y acometer en pocas horas las acciones más arriesgadas con dignidad, desde una juventud muy experimentada en las contrariedades. Después, hasta su muerte por cáncer en 1992, vendrían tiempos oscuros, desconsiderados para con una figura de su talla humana y militar que no es momento ahora de rememorar, pero que espero detallar en trabajo en que estoy preparando para su publicación por la Fundación Caja Badajoz.

El proceso posrevolucionario tuvo sus sombras sobre las que hay que proyectar luz para entenderlo en su conjunto por completo. Pero el 25 de abril de 1974 quedará para siempre como una fecha sin igual en la resolución de los máximos conflictos, con la intervención de jóvenes militares dispuestos a colaborar incondicionalmente con el pueblo en la conquista de la libertad. Salgueiro Maia es uno de sus símbolos más señeros.

https://www.hoy.es/extremadura/salgueiro-maia-revolucion-20200425001002-ntvo.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F