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jueves, 5 de octubre de 2023

_- ¿Por qué seguimos llamando fusilamientos a los asesinatos?

_- Por Alfons Cervera | 27/09/2023 | España
Fuentes: Infolibre

No hay ninguna señal. A lo mejor, sólo un montoncillo de tierra revuelta, como si ese pequeño recuadro de color marrón lo hubieran picoteado los pájaros para llenar el buche. Lo más seguro es que, si prestásemos atención, igual veíamos que ese montoncito de tierra se mueve, que es como si respirara un agua subterránea y el gluglú de esa respiración nos llegara no sabemos si desde la realidad o en la mitad del sueño. Los años han cubierto de verdín vegetal lo que antes fue cuadrícula de vida y después, mucho después, la superficie yerma del olvido.

Hace muchos años que ese pedazo de tierra se había convertido en un secarral, en la mudez de lo que antes fue un ruido insoportable de tiros y metralla, en el culto feroz, intransigente, a un silencio que abochorna la irreprochable nobleza del recuerdo. Una madrugada de hace muchos años allí fueron dejados caer, como fardos llenos de perros muertos, hombres y mujeres que habían defendido la República contra el fascismo. Se los llevaban los falangistas en camionetas y autos de los ricos y a la luz lluviosa de los faros les disparaban de cara o por la espalda y dejaban tirados los cuerpos en las cunetas o los amontonaban en fosas que eran como muladares clandestinos en medio de la noche.

La lírica que a propósito envuelve los párrafos anteriores no desdice los argumentos del horror. Cuando escribe Juan Rejano el prólogo a Poesías de la Guerra Española, de Pedro Garfias, bien claro que lo deja: “No se mire, por consiguiente, esta poesía, sino en función de arma de lucha”. Las fosas que se han ido abriendo poco a poco, sobre todo en los últimos años, despiertan a partes iguales sentimientos encontrados de rabia y de ternura. Esa hermosa canción de mi querido Pedro Guerra: 

“Pero no son, a simple vista, sólo huesos /
Desvencijados huesos / 
En el calcio del hueso hay una historia: / 
Desesperada historia, desmadejada historia / 
De terror premeditado”.

Escribo de lo que tantas otras veces he hecho en estas mismas páginas de infoLibre. La memoria que se nos ha ido yendo como si todo fuera pérdida. Estos días hemos hablado y escrito sobre Chile, sobre los días felices de 1970 y de esos otros en que las bombas golpistas lo convirtieron todo en ruinas tres años más tarde. Hay veces en que los dos países son como hermanos gemelos. Los golpes de Estado. Las dictaduras con sus detenciones, sus torturas, sus desapariciones, sus crímenes. Las transiciones que no acaban con la herencia del monstruo. La desmemoria. Aquí las derechas siguen amando a Franco. En Chile, las derechas detestan a Salvador Allende y rinden pleitesía a Pinochet. Allí, al menos, se ha juzgado a algunos asesinos. Aquí sigue siendo imposible después de más de cuarenta años de democracia. Los asesinos de Víctor Jara acaban de ser condenados. Quienes aquí urdieron y dispararon los tiros en las madrugadas del falangismo vengativo, y cerraron las fosas con la tierra removida que ocultara sus crímenes, siguen viviendo tan tranquilos o se murieron sin que ninguna justicia les cayera encima.

Le echamos la culpa a Vox de que donde gobierna con el PP las políticas de memoria han ido a la papelera. Y no es así. El máximo responsable de que esas políticas estén en dique seco es el PP. Y no de ahora. Recordemos a Rajoy cuando en 2015 dejó vacío el presupuesto para las políticas memorialistas. Y lo decía llenándose de orgullo: “cero euros”. Y cómo se burlaban Pablo Casado y Rafael Hernando: se refería el primero a lo carcas que éramos quienes nos pasábamos el tiempo hablando de “las fosas de no sé quién”. Y el segundo, ese prodigio de inteligencia verbenera: “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”. ¿Se puede ser más despreciable? Y hay más, muchos más testimonios del PP defendiendo el franquismo y mofándose de la necesidad de sacar de la tierra lo que queda de las víctimas de esa dictadura a la que tanto aman. Si el resultado electoral del 23J hubiera permitido el gobierno y la presidencia del PP, ya se habrían cargado la Ley de Memoria Democrática y la hubieran sustituido por la que ellos llaman de Concordia. O sea: la Ley del Olvido para que el franquismo siga para siempre presente en nuestras vidas y sea lo mismo asesinar que ser asesinado. Creo que lo conté aquí hace un tiempo: después de una conferencia que di en un pueblo de Castellón se me acercó un señor de bastante edad y me soltó tan tranquilo: “usted ha dicho lo que ha dicho porque en la guerra y después de la guerra no matamos bastantes”. Y se quedó tan pancho. Ésa es su Concordia. El olor a crimen como si la pólvora fuera para ellos un perfume de Loewe o de Chanel.

En muchos sitios de España gobiernan las extremas derechas. Podría poner eso en singular y no mentiría. Digan lo que digan versiones seguramente más equilibradas que la mía, en casi todos los órdenes de la vida el PP y Vox son lo mismo. A mí me cae cerca uno de esos gobiernos. El País Valenciano es un feudo de esas derechas. Los Ayuntamientos de las tres capitales, las tres Diputaciones provinciales y el gobierno de la Generalitat están en sus manos. Ahí es nada. Nos tocó el gordo el 28M. La presidenta de la Diputación de Castellón, Marta Barrachina, del PP, lo dejó claro hace unos días: las políticas de memoria, que se refieren sobre todo a las exhumaciones ya iniciadas, “no son una prioridad y tampoco son urgentes”. Igual la señora presidenta piensa que si las víctimas han estado ahí más de ochenta años, pueden seguir tranquilamente otros ochenta sin que nos ataque la ansiedad. Cuando leí la noticia, me acordé de lo que me dijo aquel tipo, paisano de la señora presidenta, hace unos años. Así son ellos. Franquistas a tope. Sin complejos. Insisto: hablo del PP. Los de Vox son la fuerza de choque, como siempre lo fue el violento falangismo de sus antepasados. Hace unos días Aznar llamaba a la algarada callejera para salvar España. ¿Les suena ese llamamiento a llamamientos de otro tiempo? ¿No podría ser perfectamente Aznar presidente de honor de Vox de la misma manera que lo fue del PP desde 2004 hasta que se cabreó con Rajoy a finales de 2016? Pues claro que podría.

España es la patria de la abyección cuando hablamos de los desaparecidos. 
Más de cien mil víctimas de la represión fascista en la guerra y la dictadura respiran bajo tierra y, si prestamos atención, veremos cómo los montoncitos de color marrón picoteados por los pájaros se mueven como si en sus entrañas siguiera viva la alegría de quienes, con un entusiasmo casi adolescente y unas armas que a ratos daban risa, defendieron la República frente a los facciosos. En muchos sitios seguirán las exhumaciones, costeadas, eso sí, por las propias familias y algunas instituciones políticas que siguen en manos de la izquierda. Seguiremos hablando de la necesidad de celebrar el duelo a cara descubierta, sin esa vergüenza a que obligó el franquismo con sus enterramientos clandestinos. Pero hay dos cosas que me gustaría repetir una vez más en columnas como ésta. La primera: esa celebración del duelo es un acto político. Demasiadas veces aludimos sólo a la parte sentimental de ese duelo y no hablamos de lo que de político tienen las exhumaciones. En segundo lugar, algo que me sigue perturbando cuando hablamos de las víctimas que siguen en las fosas de los cementerios y en las cunetas y en los descampados: ¿por qué seguimos hablando de fusilamientos en vez de hablar sencilla y llanamente de asesinatos? Quienes están en esas fosas no fueron fusilados: fueron criminalmente asesinados. No hubo juicio previo y, si lo hubo, fue celebrado sin ninguna garantía de defensa. Ya casi doy la batalla del lenguaje por perdida. Pero me da igual. Seguiré dando la vara. Y tanto que seguiré dando la vara. Y tanto.

Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/seguimos-llamando-fusilamientos-asesinatos_129_1589895.html

domingo, 23 de julio de 2023

Felipe González y Alfonso Guerra se olvidan de Felipe González y Alfonso Guerra

La notable participación en la presente campaña electoral del expresidente socialista Rodríguez Zapatero, no solo defendiendo al actual secretario general del PSOE sino para reivindicar todo el legado político de su partido, contrasta con las críticas, unas veces veladas y otras expresas, que vienen haciendo quienes posiblemente han sido las dos figuras más relevantes del socialismo español contemporáneo, Felipe González y Alfonso Guerra.

Desde hace meses, estos últimos no han dejado de manifestar sus posiciones disconformes frente el gobierno de Pedro Sánchez, sumándose así a los constantes y despiadados ataques de la derecha. En algunos casos, incluso con descalificaciones personales o con juicios de intenciones de los que nadie puede defenderse. Así ocurrió con Alfonso Guerra, cuando sugirió que Sánchez adelantaba las elecciones por razones personales, para optar a la secretaría general de la OTAN, dejando caer, además, que esta organización tomado la «aberrante decisión» de retrasar la fecha del nuevo nombramiento para hacerlo posible; lo que, por cierto, más bien habría que entender como una muestra de gigantesca relevancia internacional del presidente español y no como una descalificación. O, en el caso de Felipe González, defendiendo que gobierne la lista más votada, un principio nada constitucional, antidemocrático, puesto que puede dar lugar a que una minoría gobierne a la gran mayoría de la población, nunca respetado por la derecha en España y que González no ha defendido cuando su partido ha sido el más votado.

Las críticas de Felipe González y Alfonso Guerra son legítimas y nadie los puede descalificar por el hecho de que las hagan. Lo que a mí me resulta extraño es que ambos se sumen al coro de quienes atacan sin piedad al presidente Pedro Sánchez y a su gobierno olvidando que lo que se dice contra este último es prácticamente lo mismo que la derecha decía en su día contra Felipe González y Alfonso Guerra con el fin de echarlos del gobierno de cualquiera forma que fuese.

A Felipe González también le dijeron que era un mentiroso, como ahora a Sánchez: «Lo que mejor sabe hacer González es engañar, engañar y engañar«, decía Aznar en mayo de 1993.

A Felipe González también le dijeron que era desleal con España por pactar con Marruecos, como a Sánchez.

A Felipe González también le acusaron de «vulnerar una y otra vez el pacto sellado durante la transición para no revolver en el pasado y de intentar apropiarse de la memoria histórica de los españoles» y dividirlos, como a Sánchez.

A Felipe González también le acusaron de atentar contra la independencia de los jueces para convertir el Consejo del Poder Judicial en «un órgano de depuración de la magistratura«, como a Sánchez.

A Felipe González también lo acusaban de «soltar terroristas» en lugar de combatirlos. O incluso de ser él mismo un terrorista.

A Felipe González también le decían que era «un prisionero de las luchas en el seno de su partido» y que hacía «dejación de sus funciones como presidente del Gobierno«.

A Felipe González lo hacía responsable el PP en 1993 «del clima de corrupción generalizada que hay en España«. Algo, al menos, de lo que no pueden acusar hoy a Pedro Sánchez.

A Felipe González lo acusaba el PP de «faltar a la verdad», «confundir a la opinión española», y «engañar a la gente a través de la televisión». Algo, esto último, de lo que tampoco se puede acusar a Sánchez pues ha puesto la televisión pública en manos de la derecha.

A Felipe González lo acusaba la derecha de enriquecer ilegalmente a su familia. Un tipo de ataque personal como los numerosos que ha recibido Pedro Sánchez.

A Felipe González lo acusaron los dirigentes del PP Javier Arenas y Ruiz Gallardón de manipular los resultados de las elecciones generales de junio de 1993, como están intentando hacer con Sánchez.

El propio Felipe González denunció que a partir de 1993 se desencadenó una «cacería política» contra miembros de su gobierno cuyo objetivo era acabar con él mismo.

Al Felipe González le dijo José María Aznar lo siguiente en el debate sobre el Estado de la Nación de marzo de 1993: «Usted señor González, no está a la altura de las necesidades de España, y usted no está en condiciones de seguir gobernando (…) no está en condiciones de abordar con rigor ni un solo problema. Usted no puede seguir en el gobierno. Usted que ha sido el causante del daño, no puede ser quien lo corrija, asuma la responsabilidad que le corresponde y váyase, y no alegue más excusas… Váyase, Señor González». Lo mismo que le llevan diciendo a Sánchez desde que es presidente.

A Felipe González lo acusaban en el diario ABC (por utilizar a un solo medio como ejemplo) de cosas como las siguientes: «cinismo al mentir», estar «aferrado desesperadamente al poder», ser «capaz de comprometer la misma unidad de España con tal de seguir aferrado al poder», «estar de rodillas ante Pujol», colocar «sus intereses personales por encima de los intereses de España», ser «tan cerril que no hará otra cosa que ahondar la descomposición de España», asistir «al incendio de España cultivando con esmero su jardín de bonsáis», haber caído en una «miseria política (que es) una ofensa permanente al pueblo español», o que «derrocha y despilfarra recursos públicos»…..

¿Hay acaso alguna diferencia entre lo que Felipe González y Alfonso Guerra oyeron de la derecha y de sus medios de comunicación cuando gobernaban y lo que se dice ahora de Pedro Sánchez y su gobierno? ¿No es lo mismo?

Si las críticas que ahora hace la derecha a Pedro Sánchez y a su gobierno fueran nuevas, podría entenderse que personalidades como Felipe González o Alfonso Guerra se unieran a ellas y los combatieran. Lo que me resulta inexplicable es que personas con tanta experiencia e inteligencia como ellos hayan perdido en semejante medida la memoria y no se den cuenta de que ahora simplemente se está reeditando exactamente lo mismo que ellos vivieron.

No hay nada nuevo. El periodista Luis María Ansón, uno de los instigadores de la campaña de infamias contra el gobierno socialista de entonces, tuvo al menos la honradez de confesar públicamente en 1998 lo que ocurrió: “Había que acabar con Felipe González, esta era la cuestión«.

Ahor se trata de exactamente de lo mismo y por la misma razón: la derecha española, la de los privilegios a gran escala urdidos durante siglos, se cree dueña de España y la única con derecho a decidir su destino. Y quiere acabar con Pedro Sánchez, con el Partido Socialista y con sus socios del gobierno, por las mismas sinrazones y con las mismas mentiras que utilizaron contra Felipe González y Alfonso Guerra.

Afortunadamente, no todos los socialistas tienen tan mala memoria como ellos. Cientos de viejas y viejos militantes han suscrito por toda España manifiestos para mostrar que defienden y se sienten representados por su actual secretario general y por el gobierno progresista que ha presidido.

Decía Shakespeare que la memoria es el centinela del cerebro. España se juega mucho el próximo domingo y necesitaremos por ello de toda nuestra inteligencia para decidir nuestro voto. No olvidemos, no perdamos la memoria.

jueves, 16 de marzo de 2023

_- Qué comidas y bebidas son buenas para la memoria (y cuáles no)

_- Pensar en memorias y comida recuerda la novela seminal "En busca del tiempo perdido" del escritor francés Marcel Proust, quien murió hace un siglo, el 18 de noviembre de 1922.

En "Por el camino de Swann", la primera entrega de la obra, el sabor de una magdalena mojada en té le provoca al protagonista instantáneamente un recuerdo de su infancia.

Desde entonces, a esa experiencia que (casi) todos hemos tenido se le conoce como "momento proustiano" o "madeleine de Proust". Esos recuerdos asociados con la comida "se forman sin ninguna edición consciente", como le dijo a BBC Travel Susan Krauss Whitbourne, profesora emérita de psicología de la Universidad de Massachusetts Amherst

"Involucran áreas muy básicas, no verbales, del cerebro que pueden pasar por alto tu conciencia", explicó.

"Es por eso que puedes tener fuertes reacciones emocionales cuando comes un alimento que despierta esos profundos recuerdos inconscientes.

"Aunque no puedas poner esos recuerdos en palabras, sabes que hay 'algo' que la comida desencadena en lo profundo de tu pasado. El recuerdo va más allá de la comida en sí, a las asociaciones que tienes con ese recuerdo de hace mucho tiempo, ya sea con un lugar o una persona".

Pero, en esa relación entre los alimentos y la memoria, ¿será posible que haya algunos que ayuden a potenciarla?

Según la psicóloga Kimberley Wilson, quien tiene una maestría en nutrición, hay comidas y bebidas que pueden tener un efecto sorprendentemente positivo y otras, negativo, en la memoria.

Esto es lo que le contó a BBC Reel.

Blueberries
"La memoria es nuestra capacidad de recordar información del pasado reciente o lejano.

Tenemos tres tipos de memoria: inmediata, de trabajo y a largo plazo.

Nuestra memoria inmediata solo puede contener información -¡adivinaste!- por poco tiempo: la usarías para marcar un número de teléfono que alguien te acaba de decir sin escribirlo.

Usamos nuestra memoria de trabajo para pensar en acción.

En tareas como tener una conversación, nos ayuda a recordar lo que la persona acaba de decir, entender su significado, conectarlo con la conversación anterior y luego compartir nuestros propios pensamientos.

Con nuestra memoria a largo plazo recordamos información de días o años en el pasado.

Los recuerdos que se guardán en ella se han desplazado de nuestra memoria a inmediata en un proceso llamado "consolidación".

Y resulta que lo que comemos puede tener un impacto en qué tan bien funciona nuestra memoria.

Jugo de uva, uvas y pasas
En un estudio de adultos mayores con problemas de memoria, 500 mililitros de jugo de uva morada por día durante 12 semanas les permitió aprender más palabras en comparación con el grupo placebo.

En estudios con niños que comieron 240 gramos de arándanos frescos les permitió recordar más palabras y recordarlas con mayor precisión 2 horas después.

Entonces, ¿son especiales las uvas moradas y los arándanos?

Pues más o menos. Ambos son fuentes ricas en antocianinas, un tipo de químico vegetal llamado polifenoles que les da su color profundo. Estos compuestos de polifenoles también se encuentran en otras bayas.

Cuando se metabolizan en el cuerpo, mejoran la flexibilidad de los vasos sanguíneos y el flujo de sangre a nuestros cerebros. Esto a su vez proporciona más nutrientes energéticos y oxígeno mejorando nuestro rendimiento cognitivo.

Y no son solo bayas.
El consumo a largo plazo de té verde también se ha relacionado con una mejor memoria a corto plazo, atención de la memoria de trabajo y reducir el riesgo de deterioro cognitivo.

Y también es una buena noticia para los amantes del chocolate porque el cacao mejora el flujo sanguíneo cerebral, aunque debe ser chocolate negro que contenga más del 70% de sólidos de cacao para que pueda cosechar los beneficios.

La regla general es que cuanto más saludable sea la dieta -rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y pescado azul- más grande será el centro de memoria del cerebro y mejor será el rendimiento de la memoria.

Alimentos refinados
Pero, si el chocolate, las bayas y el té verde son buenos para nuestros recuerdos, ¿hay algún alimento que no lo sea?

Décadas de estudios en animales y un número creciente de ensayos en humanos muestran que una dieta rica en alimentos refinados tiene un efecto perjudicial sobre el aprendizaje y la memoria.

En un estudio, a 110 personas sanas que normalmente comían una dieta nutritiva se les pidió que comieran una dieta alta en alimentos refinados durante solo una semana.

Para darte algunos detalles del menú, había dos gofres belgas para el desayuno en cuatro de los días y dos comidas 'basura' en cualquier momento durante esa semana.

En cuestión de días, la dieta altamente refinada condujo a problemas de memoria de aprendizaje y un control deficiente del apetito.

Una dieta alta en alimentos refinados y azúcares, y baja en frutas, verduras y fibra también se asocia con un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

La investigación nos dice que dar pequeños pasos para llevar nuestras dietas en una dirección más nutritiva -un pedazo extra de fruta con el desayuno, una porción extra de verduras en la cena- puede ayudar a mejorar nuestros recuerdos de hoy y protegerlos para el futuro.
BBC.

martes, 19 de abril de 2022

_- Lo que las experiencias traumáticas le hacen al cerebro y al cuerpo

_- Imagina que te ofrecen un trabajo magnífico en el que te van a pagar muchísimo dinero y te piden que te reúnas con la persona que será tu jefe para saber más del puesto. 

 A medida que habla y describe el cargo, sientes algo en el estómago, como una contracción, pero en ese instante no entiendes por qué tienes esa sensación incómoda.

Tu amígdala sí lo sabe. Esta estructura que está en el cerebro detectó algo en la inflexión de la voz, los movimientos faciales, la forma en que esa persona estaba haciendo los planteamientos e hizo una asociación con una experiencia en la que te defraudaron y te está lanzando una advertencia:

"¡Cuidado! Aquí hay una incoherencia aunque no la puedas explicar conscientemente".

"La amígdala, en el caso humano, es un detector de incoherencias", le explica a BBC Mundo -tras ofrecer ese ejemplo- el doctor Manuel Portavella, profesor en el área de Psicobiología y coordinador del Máster en Estudios Avanzados en Cerebro y Conducta de la Universidad de Sevilla.

Ahora imagina cuánto más se puede exacerbar cuando se ha vivido una experiencia traumática: "se hace más sensible a cualquier tipo de incoherencia o apariencia de incoherencia".

Hay gente que puede llegar a ser más sensible que otra a una experiencia traumática y sufrir efectos a largo plazo, que se manifiestan, por ejemplo, en "reviviscencias, pesadillas, y pensamientos negativos" que interfieren con su vida diaria, indica Joelle Rabow Maletis, educadora y asesora en psicología.

"Este fenómeno se llama trastorno de estrés postraumático, o TEPT, y no es un fallo personal; más bien, es el mal funcionamiento de mecanismos biológicos que nos permiten hacer frente a experiencias peligrosas y que es tratable", señala en la animación TED-Ed: La psicología del trastorno del estrés postraumático.

Una amígdala hiperactiva
El efecto en una persona de una experiencia traumática depende de varios factores, entre ellos el fenotipo cerebral de cada individuo, explica Portavella.

La amígdala cerebral consiste en un par de estructuras con forma de almendra situadas en ambas partes del lóbulo temporal del cerebro.

Cuatro personas -ejemplifica- pueden haber sido sometidas a la misma experiencia traumática y "una de ellas consigue llevar una vida normal, pero las otras no".

En parte eso se debe a lo que "en psicología clínica se conoce como diátesis-estrés, la combinación de estrés y la sensibilidad de cada persona ante él. No hay un patrón único".

De acuerdo con la psiquiatra Ellen Vora, "las experiencias traumáticas con frecuencia se almacenan en el cuerpo, el cual también reprograma el cerebro".

"Cuando eso ocurre, la amígdala -esa parte del sistema límbico a cargo de nuestra respuesta del miedo- queda en una especie de estado de agitación creando ansiedad desproporcionada a lo largo de la vida", escribió la también autora en la revista Phychologies.

El trauma deja al cerebro en alerta elevada, "incluso si la amenaza ya no existe", y algunas personas pueden percibir peligro donde no hay.

Portavella habla de la retroalimentación de la memoria episódica, "como una reverberación, o lo que en psicología se llama 'rumiar': estar constantemente autoexponiéndose al recuerdo".

Eso retroalimenta el circuito amigdalino, clave, entre varias funciones, en el aprendizaje emocional y en la gestión de las respuestas emocionales.

Lucha, escape o bloqueo
Las experiencias traumáticas (violencia doméstica, abuso sexual, desastres naturales, guerras, entre otras) activan el sistema de alarma cerebral conocido como: lucha, escape o bloqueo.

"Junto al miedo esas son reacciones naturales que han estado diseñadas a lo largo de la evolución para nuestra supervivencia".

"Esas emociones vienen prediseñadas en nuestra genética y se empiezan a desarrollar en la infancia", cuando se inicia el aprendizaje de cómo usarlas de forma adecuada.

En ese proceso, desempeñan un rol clave los circuitos amigdalinos y la corteza prefrontal del cerebro (la que nos permite tomar decisiones, realizar tareas planificadas).

Pero ¿Qué ocurre si una persona tiene estrés sostenido producto de una experiencia traumática?

Si bien contamos con una respuesta que ha sido naturalmente diseñada para huir, para defendernos de una situación crítica, "en un contexto de maltrato continuado, no hay escapatoria, se mantiene el estrés y el estrés produce muchas alteraciones metabólicas porque hace que nos preparemos para una acción".

Y es que cuando ocurre la experiencia traumática, se genera lo que Maletis llama una "cascada química", que "inunda el cuerpo con varias hormonas de estrés diferentes, causando cambios psicológicos que preparan al cuerpo para defenderse".

"Nuestro ritmo cardíaco se acelera, la respiración se acelera y los músculos se tensan".

Se altera el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA) y en ese proceso se desencadena la respuesta del miedo por la activación del sistema límbico.

Y, advierte Portavella, "si eso se mantiene en el tiempo, desarrollamos un trastorno".

"El sistema aprende que hay una amenaza permanente y una vez que lo aprende, aunque salga de esa situación, se ha modificado, se ha hecho más sensible al estrés".

La memoria
Con el tiempo, tanto el organismo como el cerebro pueden sufrir las consecuencias.

"El estrés sostenido puede producir muerte en el hipocampo, una estructura fundamental de la memoria, y puede producir problemas de memoria y de concentración", dice el profesor.

Y es que la memoria no sólo es clave para resolver problemas, tomar decisiones, planificar, sino para "regular nuestras emociones y desarrollar un sentido positivo de uno mismo", indica UK Trauma Council en la publicación Childhood trauma and the brain (El trauma infantil y el cerebro).

Por eso es que experiencias de maltrato en la infancia "pueden crear recuerdos negativos que pueden ser abrumadores y también influir en cómo creamos recuerdos nuevos".

De acuerdo con esa organización, varios estudios han mostrado diferencias en la función del hipocampo en niños cuyo cuidado se ha descuidado o que han sufrido abuso.

"Hay una disminución de la activación del hipocampo cuando se recuperan recuerdos de la autobiografía positiva", así como también durante el aprendizaje asociativo, "cuando los niños aprenden y recuerdan nuevas relaciones entre elementos que no están conectados".

Castigo vs recompensa
El sistema de recompensa en nuestro cerebro, que usa la dopamina, nos ayuda a reconocer los aspectos positivos de nuestro entorno y a motivarnos, también nos guía en muchas de las decisiones que tomamos.

"Las investigaciones muestran que los niños que han experimentado abuso y negligencia tienen una sensibilidad reducida en estas regiones (del cerebro) en comparación con la de sus compañeros cuando procesan señales de recompensa, posiblemente reflejando la adaptación a un mundo donde la recompensa es poco frecuente o impredecible", indica UK Trauma Council.

En nuestro proceso continuo de tomar decisiones, se produce una competencia -explica Portavella- entre los castigos, que están muy mediados por la amígdala cerebral, y las recompensas.

Nuestra corteza prefrontal, que juega un papel clave en la toma de decisiones y que se conforma a lo largo de la infancia y de la adolescencia, "va a determinar cuál es la mejor opción o la menos mala".

Con un trastorno de estrés postraumático, se le da demasiado primacía a las alarmas, y por tanto puede que "te niegues las situaciones recompensantes".

Es como si el cerebro redujera su habilidad para reaccionar a ellas, para experimentar disfrute. Por ejemplo, "uno anticipa una amenaza en una situación novedosa y eso afectará las decisiones que tome".

En el caso de los niños, los traumas tienen un impacto en la manera en que van construyendo sus relaciones.

"Los científicos creen que los cambios cerebrales pueden afectar la forma en que un niño experimenta y moldea activamente el mundo social que les rodea", apunta el reporte de UK Trauma Council.

"Por ejemplo, un niño puede concentrarse en el peligro mientras se pierde otras señales sociales más positivas".

Fenómeno epigenético
De acuerdo con Portavella, los fenómenos epigenéticos se dan cuando el ambiente influye en la forma en que se "lee nuestro genoma".

"No es que aparezcan nuevos genes o desaparezcan otros, sino que nuestro genoma va a ser alterado por esa exposición a factores estresantes generados por nuestro propio organismo, pues el sistema busca adaptarse al medio".

"Uno aprende que tiene que estar en alerta porque va a estar constantemente amenazado y eso puede producir una serie de modificaciones de genes que van a ser suprimidos, lo que significa que su lectura se impide, mientras que hará que otros se activen".

"Eso hace que se conforme un perfil diferente de sensibilidad, de receptores cerebrales, y lo que genera es que una persona (que sufre de TEPT) se vuelva muy sensible a situaciones estresantes".

"Y cuando se encuentra con otras situaciones estresantes, aunque no sean exactamente de la misma naturaleza, la forma de responder será con un ansiedad por encima de lo que sería del tipo adaptativo para otras personas".

Diferencias individuales
El miedo no es otra cosa que las sensaciones desagradables que sentimos: temblores, bloqueo, duda, sudoración.

En individuos que son menos sensibles al estrés, la amígdala cerebral es menos sensible para poner en marcha una respuesta intensa.

"Viven el miedo de una forma diferente y, a nivel cognitivo, le produce menos modificaciones, su corte prefrontal termina madurando bien".

"Sin embargo, en niños (que han sufrido traumas), esas conexiones del corte prefrontal, que nos permiten gestionar bien las emociones en la etapa adulta, se ven muy interferidas, no maduran de forma adecuada, con lo cual sigue siendo un cerebro sensible a lo largo de la vida".

"En los trastornos de estrés postraumático se produce una memoria persistente: ese hipocampo va metiendo constantemente la información de lo que le ocurrió sin bajar la intensidad" y se convierte en una interferencia que puede llegar a ser constante.

Maletis explica que con TEPT, "la memoria activa la misma cascada neuroquímica como en el evento original. Se despiertan los mismos sentimientos de miedo e impotencia como si experimentásemos el trauma otra vez".

"Intentar evitar los desencadenantes, a veces impredecibles, pueden llevar al aislamiento".

El tiempo
Según la experta, "un pequeño porcentaje de los que experimentan trauma tienen problemas persistentes que a veces desaparecen temporalmente para resurgir meses después".

"No comprendemos por completo qué está pasando en nuestro cerebro, pero una teoría es que la hormona del estrés, el cortisol, puede estar continuamente activando la respuesta 'lucha, huida, bloqueo', reduciendo el funcionamiento general del cerebro dando lugar a síntomas negativos".

"Cuando los problemas duran más de un mes, a menudo se diagnostica TEPT".

La doctora Marianne Trent, autora y psicóloga clínica, señala en la revista Psychologies que en algunas personas podrían pasar meses o incluso años antes de que la sintomatología de un trauma aflore y "no siempre se manifiesta como una dificultad de salud mental".

"Debido a la forma como los traumas afectan el cuerpo, pueden llevar a migrañas, al síndrome del intestino irritable e incluso problemas en la espalda".

Pedir ayuda
Es fundamental pedir ayuda especializada si se ha vivido una experiencia traumática que sentimos nos está afectando.

"No hay que tener miedo ni vergüenza porque tener un trastorno de este tipo es como tener una tuberculosis o un problema intestinal, no te lo puedes curar solo. Tienes un problema emocional", indica Portavella.

"El problema es que vivimos en una sociedad en la que parece que pedir ayuda nos hace valer menos".

"Aquí no vinimos a ser grandes caballeros andantes que lo llevamos todo sobre la espalda, el individualismo va en contra de la propia naturaleza humana".

Existen diferentes ideas sobre cómo ofrecerle apoyo a las personas que sufren trastorno de estrés postraumático, es un área muy compleja de la psicología y la psiquiatría.

El profesor asoma un enfoque:
"Es necesario para el sistema recordar porque es adaptativo y cuando intervenimos desde el punto de vista psiquiátrico decimos: está muy bien la biología y la especie humana, pero estoy hablando de este individuo, que puede hacer una vida normal y si hay que ayudarle a olvidar, se puede tratar, pero ayudarlo a olvidar en el sentido de que cuando recuerde ese evento no le produzca la misma sensación".

Es decir, el recuerdo seguirá existiendo, pero no la sensación abrumadora y limitante al evocarlo.

"Lo vital es ayudar a que se reduzca esa ansiedad".

En el caso de los niños, existen importantes y esperanzadoras ventanas de acción y estrategias para ayudarlos en su desarrollo.

Una buena noticia es la impresionante plasticidad del cerebro, que le permite cambiar en respuesta al ambiente y las experiencias sociales.

"Los cambios en el cerebro que ocurren después de un trauma pueden mejorar con el tiempo. Esto es particularmente probable que suceda cuando los niños experimentan seguridad, estabilidad y apoyo", señala Katie McLaughlin, profesora de Psicología de la Universidad de Harvard, en el texto académico: How can trauma affect the brain.

Maletis dice que el TEPT ha sido llamado "la herida escondida", pero pese a su invisibilidad no se debe sufrir en silencio.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-61045194

viernes, 4 de marzo de 2022

Sobre las Checas. Ángel Viñas.

 

Contra las falacias y las mentiras que desde 1936 empezó a difundir, en la zona sublevada, la propaganda franquista y que, desde 1939, extendió al resto de España pocos son los temas que hayan gozado de tal predicamento como el de la actividad criminal de las checas, en particular en Madrid y Barcelona. Siempre fueron consideradas como los ejemplos por excelencia del “terror rojo”. Su siniestra fama se divulgó en la literatura. Nombres como el conde de Foxá, Wenceslao Fernández Flores, “El Caballero Audaz” (José María Carretero), “El Duende de la Colegiata” (Adelardo Fernández Arias) y muchos otros la elevaron a la enésima potencia en novelas que traducían odios y miedos viscerales y estaban en consonancia con las necesidades de la propaganda de los sublevados por ocultar sus propios asesinatos y venganzas. En cuanto a los novelistas citados, los dos primeros incluso han sido “rehabilitados”. Los siguientes, de ínfima calidad, todavía no. Todo se andará. Existen unas cuantas editoriales especializadas en difundir tal tipo de basura.


Ni que decir tiene que la historiografía profranquista y filofranquista encontró siempre en el “terror rojo” que emanaba de las checas todo un filón. Dura hasta nuestros días. Los trabajos de empaque académico que sobre el tema se han realizado son relativamente escasos.

Viene ahora a enriquecer la serie de obras esenciales para comprender el fenómeno la adaptación de una tesis doctoral. Hay que seguir de cerca la aprobación de tesis doctorales en historia contemporánea porque, al menos en España, es generalmente de la Universidad de donde proceden los trabajos de una nueva generación de investigadores que combinan el rigor científico y metodológico con su preocupación por temas largo tiempo dejados al arbitrio de numerosos periodistas y de aficionados siempre atentos a ventas fáciles y a excitar el morbo de un sector concreto del público lector (y no lector).

En el caso en cuestión corresponde a un joven historiador formado en la UCM y miembro del grupo de estudios sobre la guerra civil en Madrid el haber abordado, tras una serie de tanteos previos, la tarea de seguir desmitificando la densa nube que rodea el tema de las checas. Se llama Fernando Jiménez Herrera. La Editorial Comares, de Granada, que dirige mi buen amigo Miguel Ángel del Arco Blanco y cuyo catálogo es uno de los más serios y solventes en materia de la Historia que se hace en y desde la Universidad, la ha publicado, imagino que debidamente raspada de toda la parafernalia académica que suele envolver cualquier tesis doctoral que se precie.

Curiosamente la recepción que le han dado los grandes medios de comunicación, atentos a las decenas de títulos sobre temas más o menos estúpidos que aparecen casi todas las semanas, ha sido muy mesurada. Una pena. El trabajo de Jiménez Herrera merece muchísima mayor atención. Tanto de la crítica como de los lectores.

Las preguntas de las que parte este joven historiador constituyen el meollo, el alfa y el omega, de la labor de todo investigador que se respete: ¿Qué pasó? ¿Cómo pasó? ¿Por qué pasó? Sin plantearse seriamente estos tres interrogantes, y sin basar la respuesta en el descubrimiento y análisis de las evidencias primarias relevantes de época, es imposible dar explicaciones fundadas a las representaciones que el historiador se hace del pasado. Sobre todo, si se trata de temas ya “vistos”. Y, al hacérselas, debe tener cuidado con el lenguaje.

En el caso en cuestión aceptar el término de “checa” es ya un tanto ahistórico. Es el resultado de una importación movida por planteamientos y estímulos propagandísticos. Su origen es ruso o, más exactamente, soviético. Su aplicación al caso español fue una primera victoria de los sublevados de 1936. Estaba en consonancia con la línea fundamental de su propaganda de antes de la guerra y que insufló toda la conspiración monárquico-militar (y fascista). La gran diferencia es que la policía represiva soviética estuvo encuadrada desde el primer momento en las estructuras de un nuevo Estado en formación, en guerra civil y con aspiraciones revolucionarias. Luego, formó parte esencial del aparato de supervisión, vigilancia y castigo de los disidentes (cuya identificación atravesó por numerosas etapas).

El caso español es completamente diferente. Sin conocer la tesis de Jiménez Herrera, pero partiendo del tenor anticomunista de la intoxicadora propaganda que distribuyó la UME (Unión Militar Española), a mí me había llamado la atención el énfasis puesto en el peligro soviético para la alejada España desde los comienzos más serios de la conspiración en 1934. Algo que, en puridad, no era ninguna novedad porque, simplemente, fue una constante en un sector de las derechas españolas desde la implantación del régimen soviético en Rusia. Herbert R. Southworth dedicó una gran parte de su obra a dibujar los contornos de tales planteamientos.

Así, pues, con buen tino, lo primero que hace Jiménez Herrera es llamar a las cosas por su nombre en el título de su libro. El mito de las checas y dedicar el primer capítulo a estudiar la génesis y evolución de este concepto. No es un a priori. Es el resultado de estudiar el movimiento histórico al final del cual, en una coyuntura determinada surgida del fracaso de la sublevación en Madrid y Barcelona, los sublevados aplicaron aquel concepto soviético para enmascarar y/o deformar lo que ocurrió en realidad: la transformación y adaptación de una parte de los núcleos organizativos del proletariado (Casas del Pueblo socialistas, Ateneos Libertarios anarquistas y Radios comunistas) a la tarea ímproba descabezar el movimiento militar y fascista. Sin saber manejar armas, salvo las cortas, y sin organización. Lo que los autores profranquistas o filofranquistas afirman sobre las “milicias” izquierdistas para antes del 18 de julio es de risa. Yo siempre recomiendo leer los camelos de Luis Bolín que he citado en varias de mis obras.

Pues bien, a las tareas habituales propias y que en aquellos núcleos organizativos habían ido perfilándose en los años anteriores a la sublevación (cuando todavía se encontraba en el estadio de proyecto deseado o anhelado) se añadió, casi de forma natural, la expansión a las funciones de control y justicia. Los dos términos, obviamente, no son equivalentes. Vale el primero. El segundo habría que entrecomillarlo. Ambas se materializaron, con todo, en el surgimiento de los más propiamente denominados, que no “checas”, “comités revolucionarios”. El núcleo central del libro se sitúa precisamente en el proceso que acompañó este cambio y que se mantuvo más o menos hasta finales del año 1936.

El pueblo en armas (una de las consecuencias del desplome del aparato de seguridad del Estado, también minado por los conspiradores) asumió, temporalmente, el ejercicio de tales nuevas funciones durante aquellos cinco o seis meses, cruciales eso sí, en la identificación y represión de elementos contrarrevolucionarios (fascistas, monárquicos, clérigos, burgueses y un variopinto etc.), reales o supuestos, que de todo hubo. La eliminación física, al margen de toda la legalidad republicana pre-existente, pasó al primer plano y afectó a un gran número de personas. No es de extrañar, añadiré, que a algunos diplomáticos británicos la evolución les hiciera evocar más los días del Terror en la revolución francesa que el bolchevique tras la revolución rusa.

El autor ha llegado a novedosas conclusiones después de haber pasado varios años estudiando miles de documentos de los que todavía se conservan en una variada gama de archivos. Ante todo, el general e histórico de la Defensa, amén de los archivos de la Guardia Civil y del Ministerio del Interior y del Centro Documental de la Memoria Histórica, complementados con la documentación conservada en el Histórico Nacional, los archivos del PCE, del PSOE, de la CNT y diversos repositorios locales y provinciales. Amén de las fuentes hemerográficas conservadas en más de una docena de sitios en línea y presenciales. Ha debido ser una labor de Sísifo. Basta con echar un vistazo a la serie documental PS relativa a Madrid en Salamanca para que a cualquier investigador se le abran las carnes.

Casi una veintena de tesis doctorales en versión no publicada pero sí disponibles en la red, unas setenta obras de memorias y recuerdos de variado pelaje, recuentos oficiales y una amplia bibliografía española y extranjera complementan las fuentes documentales primarias y secundarias.

Me apresuro a señalar que Fernando Jiménez en modo alguno trata de disminuir el saldo trágico de la actuación de los comités revolucionarios. Llega hasta donde los documentos se lo permiten. En el caso de Madrid, que es en el que se concentra básicamente su relato, se hace eco de las cifras de muertos y “paseados” durante el resto del verano y el otoño de 1936 (en torno a los 8.360) pero también recoge estimaciones más elevadas, que llegan hasta un total de 13.000 personas. No es moco de pavo, bajo ningún concepto. Al tiempo, pasa revista a los intentos de lo que quedaba de poder gubernamental, más o menos respetado, para encauzar la furia popular por canales jurídicamente aceptables en una situación de excepción y, por desgracia, totalmente imprevista.

¿Por qué tales excesos al margen de la legalidad, incluso en evolución? Fernando Jiménez, en la tercera parte de su libro, pasa revista a toda una serie de explicaciones que figuran en la bibliografía generada por los más variados expertos, españoles y extranjeros, que han arrojado luz sobre el fenómeno. ¿Una muestra? Javier Cervera Gil, Francisco Espinosa, Carlos Gil Andrés, Gutmaro Gómez Bravo, José Luis Ledesma, Jorge Marco, Javier Muñoz Soro, Javier Rodrigo, Julius Ruiz, Glicerio Sánchez Recio, María Thomas, Enzo Traverso y otros.

Una nota de advertencia: he sido muy sensible a la lectura de este libro, y confieso que esta breve reseña no le hace justicia en modo alguno, por una razón personal. Francisco Espinosa, cuyo nombre no necesita presentación, Guillermo Portilla, catedrático de Derecho Penal, y un servidor hemos invertido un año, más o menos, en hacer un estudio de las bases conceptuales, jurídicas, filosóficas, políticas, históricas y de contexto de la represión que los sublevados plantearon desde antes del primer momento contra quienes permanecieron fieles al gobierno de la República. Fueron dos mundos diferentes. Nuestro trabajo saldrá para la Feria del Libro.

Cualquier lector que tenga el más mínimo interés por un tema ardientemente discutido y que forma parte del repertorio argumental de las derechas filofranquistas incluso en el día de hoy hará bien en comparar el libro de Jiménez Herrera con el nuestro. Luego decidirá quién tuvo mejor razón, quién fue más salvaje, quién más cruel, quién actuó con mayor premeditación, con más elevado grado de alevosía y sobre quienes debe caer la responsabilidad última de tantos muertos, tantos sacrificios, tantos horrores. Porque la guerra no vino por casualidad ni España o la República estaban señaladas por el dedo del Señor para un castigo bíblico. Alguien la quiso. Alguien la preparó. Alguien se preparó. Y alguien ha seguido y sigue engañando a los españoles. A pesar de todos los esfuerzos de autores extranjeros como, valga el caso, el profesor Sir Paul Preston entre muchos otros colegas británicos.

La discusión, animada por propagandistas y políticos atentos a hacer de la historia, del pasado, su particular campo de Agramante, probablemente continuará durante bastante tiempo. Las evidencias primarias permiten, sin embargo, llegar a respuestas muy diferenciadas respecto al cómo y al por qué de procesos históricos que, para bien o para mal, siguen pesando sobre la conciencia de los españoles de nuestro tiempo.

Ángel Viñas,  Historiador, economista, diplomático. Es catedrático emérito de la UCM.

Fuente:
https://www.angelvinas.es/?p=2548

domingo, 24 de enero de 2021

_- Joaquín Fuster: “La educación más eficiente es el aprendizaje activo del niño que crea, imagina y prioriza la colaboración sobre la competición”

_- El prestigioso neurocientífico reflexiona acerca de los mecanismos que rigen la memoria y el conocimiento, y apunta las claves de un aprendizaje efectivo y duradero

Veinte años investigando sobre la naturaleza de la memoria y del conocimiento, 40 estudiando la corteza prefrontal y toda una vida dedicada a la neurociencia cognitiva, tras los pasos de un premio Nobel como Santiago Ramón y Cajal, que, ya en 1888, formuló su teoría de las redes neuronales en el cerebro. El telar mágico de la mente (Ariel, 2020) es la biografía del prestigioso neurocientífico Joaquín M. Fuster, y una ventana excepcional a su trabajo a través de los personajes y descubrimientos que influyeron decisivamente en sus investigaciones. Hoy, rebasados los 90 años y con su pasión intacta, es profesor emérito de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y EL PAÍS habla con él por videoconferencia.

Pregunta. La figura del navarro Ramón y Cajal ha sido una influencia determinante en su vida.
Respuesta. Él fue el primero en lanzar la hipótesis de que la memoria y el conocimiento estaban distribuidos en redes corticales de la corteza cerebral, que unían a las neuronas entre sí y que se asociaban con la experiencia. Esta teoría se convirtió para mí en una guía y un precepto que yo tenía que verificar experimentalmente. Me dediqué a hacerlo primero en primates y después en humanos, por medio de técnicas de imagen, y así pude corroborar que esas redes asociativas de la memoria y del conocimiento estaban ampliamente distribuidas en la corteza cerebral, solapadas entre sí y que eran muy plásticas, flexibles.

En realidad, son la base del aprendizaje y de la adquisición de memoria y conocimiento, y esto tiene una importancia fundamental en la educación del niño y del adulto. 40 años llevo estudiando esas relaciones entre células que se manifestaban fisiológicamente durante la conducta, y donde se podía verificar que Cajal tenía razón, y que la formación de memoria consiste fundamentalmente en la facilitación de los contactos entre neuronas que forman parte de estas redes de conocimiento. Pero también caímos en la evidencia de que había una parte importante de esa corteza, la del lóbulo frontal, que sirve justamente para organizar los elementos temporales de las memorias que se utilizan en la conducta, en el lenguaje, en el razonamiento...

P. Cuando habla de temporal, ¿se refiere a la memoria de trabajo?
R. Bueno, la memoria de trabajo (u operante) fue en realidad el método que nos permitió llegar a ello. Cualquier memoria de trabajo es transitoriamente activada para la ejecución de un acto o de una serie de actos. Sirve para organizar la estructura temporal de todas las acciones complejas y novedosas. No las acciones reflejas instintivas, sino las acciones originales, nuevas y complejas que realiza el ser humano.

De hecho, la memoria activada nos sirvió no solo para estudiar cómo se activa la memoria, sino la estructura de esta memoria en la corteza cerebral, la memoria permanente. ¿Comprendes? Porque la memoria operante no es más que la activación temporal y provisional de una memoria a largo plazo. Y otra cosa que es muy importante es que la corteza frontal no solo organiza las estructuras temporales de conducta, razonamiento o música, sino que sirve para la composición, la imaginación y la memoria del futuro.

P. ¿Cómo funciona la memoria?
R. La memoria está establecida en redes distribuidas por la corteza cerebral. Y está allí como dormidita, mientras no se utiliza. Cuando tratamos de recordar algo, o cuando nos encontramos en una situación que nos evoca algo, esas redes se activan por excitación, al mismo tiempo que se inhiben algunas que no son parte de aquella memoria. Con esta activación se llega a un nivel de actividad nerviosa de estas células que sobrepasa el dintel de la conciencia, y entonces surge la conciencia de la memoria, de lo que está allí dormidito normalmente y que se despierta con la asociación, con las circunstancias, etcétera. Entonces esa memoria a largo plazo se reactiva y se abre a una posible modificación, ampliación y refuerzo, formando redes nuevas que amplían las viejas. Porque la realidad es que nuestro futuro, nuestra creación y nuestra imaginación se basan en el pasado. Es a partir de este que formamos estructuras nuevas de conocimiento, de memoria y de actividad humana.

P. ¿Cuál es el mejor tipo de aprendizaje?
R. La educación más eficiente es el aprendizaje activo que sale del niño, que crea, que imagina y forma estructuras nuevas. No es a base de memorizar listas de los reyes godos, sino de activar él mismo esas redes y ampliarlas activamente con otros niños y con el maestro, priorizando la colaboración por encima de la competición. Porque la colaboración es un elemento de formación social del niño, y le educa en la escala de valores y en la ética del trabajo.

P. ¿Es posible mejorar la memoria?
R. Todos los tipos de memoria ejecutiva favorecen la cognición y, por lo tanto, el ejercicio de las funciones ejecutivas de la corteza prefrontal: la atención ejecutiva, la memoria de trabajo, la capacidad de decidir y la capacidad de planificar. Otro aspecto de la importancia del aprendizaje activo está justamente en la tercera y cuarta edad, cuando empiezan a perderse o se aflojan las conexiones entre células y que, con la demencia, llegan naturalmente a estados desastrosos como el alzhéimer. Todavía no tenemos la cura de la demencia ni del alzhéimer, desgraciadamente, pero lo que sí sabemos es que hay una manera de postergarlo, de postergar la demencia y de quizá aminorarla o mejorarla por medio del ejercicio de las de las funciones ejecutivas.

P. Pero ¿Cómo hacerlo?
R. Pues con todo lo que signifique la utilización de alguna de aquellas funciones, de la capacidad de decidir y de planificar; de la capacidad de memoria operante; de la atención ejecutiva (a lo que haces y a lo que has de hacer). El enfermo de mente no tiene futuro ni prácticamente pasado; vive aquí y ahora. Todo lo que sea facilitar las funciones ejecutivas de la corteza prefrontal sirve para postergar o aminorar la demencia.

P. ¿Podrá la investigación en neurociencia cognitiva ayudar a esclarecer, en el futuro, las causas de trastornos como el TEA, las demencias, el alzhéimer, e incluso encontrar una solución?
R. Sí, indudablemente. Yo creo que la neurociencia cognitiva ya ha apuntado algunos problemas que parecían insolubles hace mucho tiempo, pero que empiezan a esclarecerse, como por ejemplo los trastornos de la hiperactividad y la atención del niño, y que se deben, como sabemos hoy, a un retraso en la maduración de la corteza prefrontal orbitaria, en la que residen los mecanismos de inhibición y que tan importante son para que el niño no se distraiga y haga lo que tiene que hacer. Y también sirve para inhibir la impulsividad y los movimientos incontrolados. Con el tiempo, muchos de estos casos se resuelven solos, porque la corteza prefrontal acaba madurando, aunque sea tarde, y el niño gana control de su actividad, de su motilidad y de su atención.

Es interesante, porque todo esto tiene que ver con la maduración y el declive de la corteza prefrontal, con la senilidad. La prefrontal es la última de todas las cortezas en desarrollarse, tanto en el curso de la evolución como del desarrollo del individuo, ya que no madura totalmente hasta la tercera década de la vida. Pero también es la primera en perderse y estropearse con la vejez.

P. ¿Qué repercusiones prácticas puede tener el avance de la neurociencia en el campo de la educación?
R. Este es un tema apasionante. La educación moderna (sobre todo en ciertos países, como Finlandia) está cambiando radicalmente con el conocimiento y la aplicación del aprendizaje activo; poner al niño a activamente adquirir conocimientos, relaciones sociales y razonamiento (deducción e inducción), en colaboración con otros niños. Uno de los beneficios más notables de ese sistema es aumentar la autoestima del niño, porque se da cuenta de que su trabajo cunde y de que es bien apreciado por el maestro y los otros niños. Esto también iguala un poco las diferencias intelectuales que hay entre los pequeños, porque no todos son igualmente inteligentes o listos. Le da también una sensación de la importancia de la ética del trabajo y, al mismo tiempo, socializa más fácilmente.

Aquí en España tenemos, por ejemplo, a los investigadores de la Universidad Nebrija, en Madrid, que, bajo el liderazgo del profesor José Antonio Marina, están estudiando la manera de implantar la práctica de las funciones ejecutivas de la corteza frontal en los niños de las escuelas primarias. Es un esfuerzo notable que empezó hace años y que tiene alguna relación con sistemas más antiguos, como Montessori, que también usa algunos elementos de esta educación activa para involucrar al niño en la actividad positiva, imaginativa y creadora.

El maldito coronavirus ha sido un problema enorme, porque muchas escuelas en todo el mundo han parado de trabajar. Pero el maestro no se puede sustituir, porque es parte del ciclo percepción - acción del niño, y este tiene que tener el feedback del maestro, para poder progresar.

P. Usted ha dicho que el abuso de estos dispositivos juega en contra de la capacidad creativa del ser humano. Pero, debido a la pandemia, la educación tuvo que migrar a un entorno virtual de un día para otro. ¿Existe hoy el peligro de abusar de los dispositivos electrónicos?
R. Esos artilugios son un problema. Primero porque le dan al niño el razonamiento, la inducción y la deducción ya hechos, y no puede ejercitarlos como tú quieres que lo haga. Y porque, de un modo extraño y perverso, han tenido una influencia negativa sobre las relaciones humanas, incluso dentro de la familia, porque tú te encuentras con esos niños que van a comer usando sus dispositivos en medio de una conversación. Y todo eso también liga con la inteligencia artificial, otra gran corriente actual que está interfiriendo con la creatividad. Porque el robot hace lo que le dice el programador, pero no puede imaginar, no puede inventar, no puede predecir y sobre todo, no puede corregir.

P. ¿Qué quiere decir cuando sostiene que el ser humano tiene memoria del futuro?
R. El ser humano tiene la capacidad de formar el futuro a base de planes y de conducta a largo plazo. Tiene que imaginar el futuro, igual que un compositor compone una sinfonía para que otros la escuchen. Cuando hablo de memoria del futuro, quiero decir que el ser humano es el único organismo viviente que tiene la capacidad de usar la memoria del pasado para transformar la imaginación del futuro.

P. Hablamos de la capacidad del ser humano para predecir el futuro.
R. Exactamente: de predecir, de inventar y de crear el futuro. Y, además, de anticipar posibles errores o probabilidades. Esto no lo puede hacer un robot. Otros animales sí que pueden, pero lo hacen de un modo instintivo, donde un acto sigue al siguiente porque está metido en la genética del individuo. Esto es lo que yo llamo memoria filética o evolutiva; la que adquirió el organismo en la noche de los tiempos. Nacemos con ella, pero no la adquirimos nosotros, sino nuestros antecesores, para ajustarse al medio ambiente.

P. ¿Es necesario que los profesores tengan al menos una base de neurociencia cognitiva a la hora de planificar sus clases y decidir qué estrategias utiliza?
R. Exactamente. El profesor tiene que tener en la cabeza firmemente la importancia de las funciones ejecutivas de la corteza prefrontal del niño. Esto quiere decir que tiene que saber que esa corteza sirve para la planificación, para la atención ejecutiva y para la memoria operante (la memoria provisional, para lo que hay que hacer), y la capacidad de decidir entre alternativas. En este sentido, liga con el desarrollo del libre albedrío, que naturalmente hay que favorecer en el niño.

Aquí lo fundamental es fomentar la iniciativa del niño. No llevar al niño a la rutina y a la memorización mecánica, sino a que aprenda conductas y razonamiento deductivo e inductivo. Deductivo a base de experiencias y aprendizajes concretos que le permitan proyectar cosas nuevas para el futuro. Es como sembrar la iniciativa en el niño.

P. ¿Influye el aprendizaje del niño en la edad adulta?
R. El aprendizaje en el menor es el germen del que ha de salir el aprendizaje en la edad adulta, con una diferencia muy importante, que tiene que ver con el tiempo. Porque mientras el niño está trabajando para resolver un problema usando su capacidad de razonar, el adulto lo hace en una escala temporal distinta, con ciclos de percepción - acción que se proyectan en el futuro. El niño tiene ciclos más inmediatos, relacionados con la clase y con los otros niños, mientras que en el adulto se proyectan en un futuro de meses o años: conseguir un grado, casarse o no casarse, hacer una inversión o no hacerla; comprar esto para el futuro o no hacerlo... El niño lo quiere todo ahora.

A medida que madura, pasados los seis o siete años, los objetivos se hacen más lejanos, pero los mecanismos son los mismos. Y además hay ciclos de percepción - acción que se automatizan, mientras que otros, más importantes y con una escala temporal más larga, se tienen que practicar, razonar y estudiar con más detención. Cuando nos levantamos por la mañana hacemos una serie de hábitos que son puramente automáticos, como afeitarnos, lavarnos, ducharnos y vestirnos para ir al trabajo, que es un ciclo un poco más amplio. Pero ¿por qué vamos al trabajo? Pues para ganarnos la vida, para alimentar a la familia... Son objetivos más lejanos.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Los agujeros negros de nuestra memoria

Gregorio Morán
VozPópuli

Tenemos un problema con la memoria y es que se ha convertido en instrumental. No se trata tanto de recordar lo que hemos vivido y estudiado sino en convertirlo en un instrumento útil para confirmar nuestras posiciones. Se nos ha hecho inevitable organizar nuestro pasado borrando lo capital y engrandeciendo gestos minúsculos. Hemos asistido entre perplejos y avergonzados a la inhumación de los restos de Franco. Cualquiera diría que hasta la mirada de águila postinera de nuestro presidente en funciones nadie en cuarenta años de democracia se había dado cuenta de la anomalía. Es sintomático que los nietos quieran ver lo que los abuelos tenían muy presente. Los tertulianos han engolado la voz para señalar que en una democracia no cabían monumentos a dictadores. Una simpleza que ningunea a todos los que desde la Constitución de 1978 tenían muy claras determinadas reglas del juego. ¡En Alemania o en Italia no se hubieran permitido!, gritan.

Olvidan, como nietos engreídos e ignorantes, que mientras Hitler y Mussolini perdieron sus guerras, Franco las ganó todas. Ganó la guerra incivil que él provocó, arrasó la sociedad de posguerra llenándola de hambre y miedo, pero hete aquí que la Iglesia Católica le dio apoyo en sus crímenes desde el minuto uno de su primera victoria. España pasó a ser nacional-católica. Pero hay más que por obvio que sea conviene citar porque nadie quiere hacerlo: a partir de 1953 los presuntos avalistas de la democracia en el mundo le concedieron la garantía de su perdurabilidad, le avalaron. Sin el apoyo de los sucesivos gobiernos de los EEUU no hubieran sido posibles cuarenta años de cruenta dictadura. En lenguaje "gringo", Franco era su "hijo de puta" que les garantizaba paz y sangre y un lugar en las democracias de Occidente a costa de nuestra opresión.

La escena en cámara lenta de los nietos de Franco llevando a hombros las migas del sátrapa quedará en nuestra retina, la de los abuelos, como otra humillación más. No son más que los usurpadores del gran negocio que fue el franquismo para algunos, empezando por ellos. Delincuentes de Estado cuyos bienes abundantes provienes del expolio y que una democracia dirigida por ambiciosos sin principios les ha otorgado el derecho a la presunción de inocencia. Los nietos del Caudillo, como los nietos de la corrupción institucional que representó Pujol, merecerían la prisión permanente revisable, porque no se arrepienten de nada y siguen ejerciendo de príncipes sin corona. Otra cosa más a agradecer al presidente Sánchez. Desenterró a Franco y sepultó la dignidad. Bien lo sabían sus predecesores en el cargo; sólo cabían dos opciones: o discreción o humillación.

No es algo que se limite a hechos históricos del pasado muy pasado, si no del presente. Ahí están las necrológicas para enfrentarnos de nuevo a la historia instrumental. Tratamos a nuestros amigos y colegas con un tiento que convierte su fallecimiento en poco menos que la canonización. Borramos cualquier signo que ayude a entender los vericuetos que tiene toda vida plenamente vivida y dejamos solo lo que ayude a que quienes no están en los secretos entiendan que se trata de personas de una pieza, inmutables desde la más tierna infancia y para los que sólo cuenta lo que coincide con nuestra complacencia. En el fondo, edulcorándolos a ellos, que fueron nuestros cofrades, no hacemos si no esperar que de nosotros hagan lo mismo y vayamos todos al cielo de los desvergonzados donde nos contaremos entre risas cómplices las cuitas sobre cómo engañamos a los ingenuos.

Ha ocurrido con el historiador Santos Juliá recién fallecido. Meritorio en muchos aspectos a pesar de su prosa pastosa y su inclinación inveterada hacia el poder. Sus cronistas mortuorios además de las lágrimas, a las que toda persona de bien, está autorizada por más que se trate de una intimidad poco empática para quien lee una necrológica, han resumido su vida como si se tratara de un concurso de méritos para opositar en el paraíso.

El historiador Santos Juliá llegó tarde a la historia, aseguran sus amigos. Pero no porque lo recuperara J.J.Linz, el sociólogo que manipuló como nadie el mundo académico (de él dependían las becas a los EEUU en los años del cólera) y que introdujo la variante que fue maná para los tiempos del tardofranquismo: no vivíamos bajo una dictadura sino en un régimen autoritario. ¡Toma ya! No voy a volver sobre Linz del que ya escribí hace décadas. Pero nadie se toma la molestia de lo evidente, lo que tratándose de historiadores deja mucho que desear. Santos Juliá ejerció de cura parroquial en Sevilla durante quince años, lo que no hace falta señalar es importante en una biografía y que a buen seguro habría de dejar su huella.

Ahora nos encontramos con los agujeros biográficos que explican o ayudan a entender muchas actitudes. Víctor García de la Concha, ex director de la RAE y de los Cervantes, trató de prohibir un capítulo de “El cura y los mandarines”. No quería aparecer como “magistral” de la Catedral de Oviedo, sacerdote todo poderoso en aquella España nacional-católica. ¡Pero si le vi con manteo cuando yo llevaba pantalones cortos!

Sería una letanía la relación de agujeros de nuestra memoria. El colega Pepe Oneto, un periodista gracioso y dispuesto, recientemente fallecido, no fue una de las almas de la transición periodística sino un tipo capaz de escribir libros en apenas un fin de semana; un mérito, el suyo, que no el del texto. Pero su último trabajo periodístico y muy lucrativo consistió en hacer de portavoz del inefable estafador inmobiliario Paco “el Pocero”, constructor del Valle de los Caídos de Seseña.

Y eso sobre los recién fallecidos, ¿qué no podríamos contar sobre los vivos muy vivos tratando de ocultar años enteros de su vida, como si se tratara de gustosos de la papiroflexia, que como saben es el arte de hacer figuritas en papel? Un día se me ocurrió comentar en una televisión que presidía Alfonso Rojo, otro colega, que yo le había conocido cuando era representante del sindicato anarquista de fotógrafos; no me invitaron más. Viví el momento trascendental, para su biografía, en el que Manolo Campo Vidal presidente jubilado de la Academia de Televisión, fue preterido de la candidatura del PSUC -comunistas catalanes- a la alcaldía de Cornellá y con su decepción a cuestas se dedicó al periodismo.

Y no sigo, por problemas de salud. Quizá se trate de una maldición de nuestra historia. ¿Cómo vamos a ser rigurosos en la visión del pasado si andamos haciendo trampas con la nuestra?

Fuente:
https://www.vozpopuli.com/opinion/agujeros-memoria-exhumacion-franco-gregorio-moran_0_1296471055.html

jueves, 5 de septiembre de 2019

IDEAS. Géraldine Schwarz: “La indiferencia está en el origen de los peores crímenes contra la humanidad”. La escritora franco-alemana reflexiona en 'Los amnésicos', premio al Libro Europeo 2018, sobre la colaboración de sus abuelos con los nazis.

a memoria de  los crímenes nazis es inacabable: en cada momento plantea preguntas distintas, cada generación relee esta historia a su modo o la olvida. Hoy, cuando desaparecen los últimos supervivientes de estos crímenes y los últimos perpetradores, y cuando la retórica nacionalista avanza en las democracias occidentales, lecciones de aquellos años recobran vigencia.

La escritora Géraldine Schwarz, en París el pasado 26 de junio.Â

Géraldine Schwarz —nacida en 1974, hija de una francesa y un alemán—  publica Los amnésicos. Historia de una familia europea  (Tusquets Editores), mezcla de ensayo y reportaje, de memoria familiar y de diagnóstico sobre el presente. Schwarz aborda en el libro el pasado traumático mediante una investigación sobre sus abuelos, ni fanáticos, ni criminales, buenas personas arrastradas por la corriente de la historia y cómplices también.

PREGUNTA. Uno de los momentos más dolorosos de "Los amnésicos" es la escena, breve y sobria, en la que cuenta el suicidio de su abuela alemana, la madre de su padre.
RESPUESTA. Nunca nadie me pregunta por eso, usted es el primero.

P. Es el núcleo del libro, ¿no?
R. Yo quería entender el grado de responsabilidad de mis abuelos bajo el III Reich.  ¿Habrían podido decir no? Intento ser justa con ellos. No tengo un problema de lealtad familiar. Pero a mi abuelo no le conocía, y mi abuela se suicidó cuando yo tenía seis años. Mis vínculos no son suficientemente fuertes para que nublen mi discernimiento. Veo sus acciones y su responsabilidad dentro de un contexto. Hay una responsabilidad de mi abuelo como Mitläufer [simpatizante o compañero de viaje]. También mi abuela lo fue: sentía una admiración ciega por el Führer.

P. ¿Cómo definiría Mitläufer, un término muy alemán?
R. El Mitläufer es quien, por ofuscación, por indiferencia, por apatía, por conformismo o por oportunismo, se convierte en cómplice de prácticas e ideas criminales. He querido mostrar que lo que está en  el origen de los peores crímenes de la humanidad es la indiferencia  Los verdaderos perseguidores, los verdugos, los monstruos en general son pocos. Y siempre nos interesamos por los monstruos, o por los héroes, o por las víctimas. Pero la mayoría de las personas no se identifican con ninguna de estas tres categorías, que solo conciernen a una minoría. Los Mitläufer son una masa de personas que, por su número y de manera más o menos pasiva, pueden consolidar un régimen criminal.

El fascismo y el nacionalsocialismo hicieron soñar. Eso se olvida, solo hablamos de la guerra y del Holocausto

P. ¿Sus abuelos lo eran?
R. Tuvieron un papel mínimo, pero, sí, representan la figura del Mitläufer. Mi abuelo lo fue por oportunismo. Se adhiere al partido no porque esté convencido, sino porque piensa que en este momento es lo más cómodo. Y con las leyes antijudías ve una oportunidad de hacer un negocio al comprar a bajo precio una empresa propiedad de un judío. Mi abuela es Mitläuferin [femenino de Mitläufer] porque se ofusca, incluso diría que por una especie de lealtad completamente irracional hacia el Führer. La hace soñar. Porque el fascismo y el nacionalsocialismo hicieron soñar.  Esto se olvida, porque solo hablamos de la guerra y del Holocausto. Pero el fascismo y el nacionalsocialismo consiguieron transmitir un sentimiento de pertenencia a una Volksgemeinschaft, una “comunidad del pueblo” que excluía a los impuros y estaba reservada a los pseudoarios. Mi abuela era a la vez culpable de haberse dejado cegar y un poco víctima de una manipulación. Su suicidio fue la culminación de la existencia de una mujer que no conoció más que guerras y posguerras.

P. ¿Su abuela fue una víctima de la historia?
R. No. Creo que no somos víctimas de la historia, sino que debemos tener un papel en la historia. Para que una democracia funcione es indispensable que las personas se den cuenta de que tienen responsabilidades: comprometerse, participar en la sociedad civil y también demostrar capacidad de discernimiento. La historia puede ayudarnos a identificar los métodos de demagogos como Salvini y Orbán, que se parecen a los de hace un siglo: difundir el miedo, inventar enemigos o chivos expiatorios, hacernos perder los puntos de referencia difuminando la frontera entre lo verdadero y lo falso, y difundiendo teorías de la conspiración. El objetivo es que el pueblo deje de creer en nada para manipularlo e invertir los valores.

P. ¿Qué lecciones de la historia podrían haber servido, en los años treinta, para evitar lo que ocurrió?
R. No las había. Si la historia de mi abuela ocurriese hoy, la parte de víctima que hay en ella sería más reducida. Ella no era una intelectual, no tenía mucha idea de política, se dejó llevar por la euforia ambiental. No tenía ningún medio de identificar lo que ocurría porque aquello era inédito.

P. En su libro también aborda la historia de su familia materna, que es francesa. ¿Qué descubrió?
R. Mi abuelo francés era gendarme bajo Vichy [el régimen autoritario y antisemita que colaboró con la Alemania nazi ]. En este sentido también era un Mitläufer. Pero mientras que mi padre alemán se enfrentó a su padre y contribuyó, como muchos de su generación, a un trabajo de memoria destacable, que sirve de base a la fuerza de la democracia alemana, mi madre francesa sabe poco de su padre bajo Vichy. Y esto es sintomático de Francia. Se ha hecho un trabajo profundo sobre Vichy, pero en gran parte se ha esquivado el papel de la población, de los Mitläufer. Y esto repercute en las familias: se ha preferido hacer recaer la culpa en las élites.

P. ¿No hay un exceso de memoria hoy? El pasado y la historia están omnipresentes en los discursos políticos, también en los de los populistas.
R. Lo que hacen los populistas no es un trabajo de memoria: la instrumentalizan. Un trabajo de memoria bien hecho significa no mentir. A Putin también le interesa la memoria, pero para transformarla. Los populistas utilizan la amnesia para reinventar el pasado. Porque al reinventar la memoria reinventan la identidad, y nuestra identidad es indisociable de nuestra memoria. Sin memoria no hay identidad.


jueves, 18 de octubre de 2018

Brasil: un país históricamente golpeado. La tragicomedia de errores de la primera vuelta en las elecciones del Brasil y el “¿Qué hacer?”, de Lenin, en la segunda vuelta.





Al leer y analizar la tragedia, Franz von Sickingen, en una carta fechada el 6/mar/1859, Karl Marx argumentó al respecto: la tragedia de Lassale tiene un error grave porque no ha sabido identificar el conflicto de base de aquel periodo histórico, que no se dio entre caballeros medievales y príncipes, sino entre campesinos y príncipes, ocurrido dos años después, entre 1524 y 1525.

Con ese argumento, el autor de El Capital (1867) nos proporcionó un verdadero axioma para el realismo estético: el acierto de la plasmación literaria de la historia como tragedia y de la tragedia como historia está en dependencia de la definición del conflicto que importa en una época dada, bajo el punto de vista de la lucha de clases.

Por consiguiente, errar el conflicto que define la tragedia de una época es incurrir en un error fatal, imperdonable, por el simple hecho de que el epicentro de la tragedia, no siendo visualizado ni debidamente representado, produce, como efecto, mistificaciones, equívocos evaluativos, desencuentros: una verdadera comedia de errores, tema, por ejemplo, de Don Quijote (1604/5), del escritor español Miguel de Cervantes Saavedra.

En ese contexto, lo que habitualmente se llama tragicomedia, siendo la mezcla entre la tragedia y la comedia, cuando no se atiene al conflicto de base de una época dada, la tendencia que emerge es la transformación de dicho conflicto en tragicomedia: una tragedia figurada como comedia de los errores históricos acumulados.

Bajo ese punto de vista, la tragicomedia de la historia de la lucha de clases brasileña (y eso vale también para nuestra oligarquía, para nuestras Fuerzas Armadas...), como en el episodio de los molinos de viento de la novela Don Quijote, de Miguel de Cervantes, tiene que ver con el hecho de que tendencialmente hemos luchado contra blancos equivocados y, más allá, blancos producidos tácticamente para enredarnos y hacernos perder la cabeza, el corazón, en fin, el foco vital, en falsos conflictos, teniendo en cuenta la tragedia histórica que nos toca realmente: nuestro estatuto colonial.

Considerando los argumentos presentados, es posible señalar que la especificidad del conflicto de base de la lucha de clases brasileña tiene la siguiente configuración histórica: fuimos colonia de Portugal, de 1500 a 1822; de Inglaterra, entre 1822 y 1889; de EE.UU, considerando la Doctrina Monroe (1823), de 1889 hasta hoy. En ese sentido, el desafío histórico fundamental del pueblo brasileño, y, por extensión, de la Izquierda, no es otro sino este: independencia nacional (económica, política, militar, cultural, étnica, de género), con soberanía popular.

Por lo tanto, hace más de cien años los EE.UU someten al pueblo brasileño a un verdadero régimen de esclavitud, impidiendo su desarrollo económico, tecno-científico, su soberanía popular, cultural e histórica. En asociación con la no menos colonizada oligarquía interna, para ello, cada treinta años en promedio Tío Sam nos ha golpeado. El golpe de 1889, disfrazado con el advenimiento de la Primera República y el fin del Imperio. El golpe de 1930, que decretó el fin de la Primera República y el inicio de la Nueva República (nacida, como la anterior, golpeada). El golpe de 1954, con el desencadenamiento trágico marcado por el “suicidio” del presidente Getúlio Vargas. El golpe militar/mediático/empresarial de 1964, que fue, en rigor, la continuidad del golpe de 1930. Y el actual golpe jurídico/mediático/militar de 2016, que derribó a la presidente electa Dilma Rousseff.

Sin contar el hecho de que, en realidad, los golpes que hemos sufrido son continuos (como una permanente contrarrevolución), todos cumplieron el siguiente objetivo transversal: atacar la memoria económica, política, cultural (como el “incendio” del Museo de la UFRJ), sobre todo la de resistencia, que produjimos en los intersticios de los golpes. El primer efecto trágico de eso es: hemos sido un pueblo desmemoriado. El segundo efecto trágico (efecto del efecto, como una tragicomedia) es: a cada golpe nos volvemos más parecidos, de forma caricaturesca, con nuestro agresor. El tercer efecto (efecto del efecto del efecto) es: hemos tenido una relación de Ideal de Ego con el país que nos esclaviza. El cuarto efecto del efecto del efecto del efecto trágico es: ceguera histórica acumulada: lo que nos vuelve extremadamente vulnerables a la comedia de errores; a la tragicomedia de la lucha de clases contra los “molinos de viento”. Todo esto, se da igual en Colombia. Lo único que cambia es que hemos sido esclavos de menos países: España y EE.UU. De los otros, no nos hemos dado cuenta, jejeje. Ah, y que pocos han leído Don Quijote, jeje.

Un golpe por acumulación por destrucción del Estado brasileño

Nunca es tarde para recordar que el actual golpe fue protagonizado por la operación Lava Jato o Lava a Chorros, iniciada en marzo de 2014. Esta, imitando la operación Manos Limpias, en Italia, se asoció a los medios corporativos y, teniendo en cuenta el sistema jurídico brasileño, actuó y actúa fuera de la ley de comienzo a fin, sea en lo que se refiere a las conducciones coercitivas (todas ilegales); sea en lo que atañe a las prisiones preventivas (todas ilegales); sea en lo que toca a las delaciones premiadas, que deben cargar su lastre en pruebas objetivas y ser objeto del más absoluto secreto judicial, lo que efectivamente no ocurrió ni ocurre, una vez que la prueba ha sido lo que menos importa y que todo es usado, precisamente, para activar la “ametralladora giratoria” del sistema de calumnias de los medios corporativos, sin contar lo peor: la prueba tiende a ser la propia noticia: la calumnia.

Esto es, algo muy parecido a esa outra comedia (musical) de equivocaciones que es la canción Cowboy fora da lei, del rockero Raul Seixas, en la que el vaquero ya no es Bush II ni Obama (además, no hay vaqueros negros) pues ha sido reemplazado por un animador de reality shows, muy parecido a Hitler en sus acciones, ya no en el fenotipo, y también a Bolsonazi. En la letra solo hay que cambiar prefeito (alcalde) por presidente y se tiene a éste último de protagonista: “Mamãe, não quero ser prefeito/ Pode ser que eu seja eleito/ E alguém pode querer me assassinar/ Eu não preciso ler jornais/ Mentir sozinho eu sou capaz/ Não quero ir de encontro ao azar.” “Mamá, no quiero ser presidente/ Puede ser que yo sea elegido/ Y alguien pueda querer asesinarme/ No necesito leer periódicos/ Soy capaz de mentir solito/ No quiero ir contra el azar.” https://www.youtube.com/watch?v=4syrZTW2aiI

Considerando el golpe permanente, a la moda ‘Manual del Golpe’, de Gene Sharp, si en el ámbito de la sentencia televisada del Mensalão, en 2007 y 2008, el entonces presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Joaquim Barbosa, condenó, basado en lo que fue conocido como dominio del hecho y, por lo tanto, sin pruebas, algunos de los principales líderes petistas, como José Dirceu y José Genuíno, en el ámbito de la operación Lava Jato el dominio del hecho se transformó en acto de oficio indeterminado, justificando, de ese modo, la condena de Lula da Silva, igualmente sin pruebas, así como la propia economía brasileña, una vez que el combate a la corrupción nunca fue su verdadero blanco, sino más bien lo contrario: la operación Lava Jato sirvió de soporte para el saqueo de las grandes empresas brasileñas, ya no más por medio de las privatizaciones basadas en la acumulación por desposesión, para recordar la tesis de David Harvey de la década de 1990, sino por la acumulación por destrucción, con el objetivo de empujar al país hacia la categoría de países parias, bajo el punto de vista económico, tecno-científico y social.

En ese contexto, Bolsonazi no constituye una sorpresa. Así, no es verdad que los dueños de los medios de producción del golpe, EE.UU, prefiriesen un perfil de centro para dar continuidad al desgobierno Temer, como el candidato del PSDB, Geraldo Alckmin. Bolsonazi es el tipo escupido de la acumulación por destrucción del estado brasileño y, así, de su economía y de su sociedad. Bien entendido, él es la continuidad de la Propuesta de Enmienda Constitucional, PEC 55, que congeló los gastos del Estado brasileño por 20 años a partir del 2017, aunque fue aprobada en diciembre de 2016. http://www.lr21.com.uy/mundo/1313932-brasil-senado-aprueba-pec-55-gasto-publico

La tragicomedia de los errores de la resistencia al golpe y de la lucha contra Bolsonaro

El primer acto de resistencia, propiamente dicho, contra el actual golpe tuvo como bandera: “¡Fuera, Temer!”. Por medio de nuestra instituida ceguera histórica, que nos bloquea para avistar nuestro verdadero conflicto de base, nos dejamos llevar por una caricatura que no tenía ni tiene importancia alguna, por ser un cobarde corrupto chantajeado. Mientras tanto, la operación Lava Jato seguía destruyendo la economía brasileña y chantajeando no solo a toda la clase política, sino también a la propia jerarquía del judicial, incluyendo a los ministros del STF.

Mientras estaba suelto, Lula da Silva dio un show de resistencia consecuente. Sacó de escena el “¡Fuera, Temer!” y se concentró en una resistencia afirmativa, denunciando a sus perseguidores del poder judicial y llamando al pueblo común, que es más que la suma de sus partes, a votar a creer en el país y a luchar por la restitución de la soberanía nacional. Con eso, la operación Lava Jato sufrió un revés importante, en términos de apoyo popular e incluso el Partido de los Trabajadores, el blanco principal, recuperó parte de su imagen positiva, siendo anotado por todas las encuestas como el partido menos desgastado por la política fascista del falso combate a la corrupción.

Aunque consideremos que haberse entregado a sus verdugos “fuera de la ley” haya sido un error histórico, incluso después de su arresto, al insistir en la bandera “Elección sin Lula es fraude”, Lula consiguió poner en suspenso la actual elección tutelada por los golpistas (nunca fue tan posible la existencia de fraude en la urna electrónica), razón por la cual, incluso preso, su popularidad continuó en aumento, abonando a su vez la victoria en la primera vuelta, con amplia ventaja, de acuerdo con todas las encuestas, si pudiera presentarse.

En ese contexto, la tragedia de la lucha de clases brasileña, aunque de forma errante y titubeante, estaba enfrentando el conflicto histórico que importa, a saber: los articuladores internos del golpe, al servicio del Tío Sam, fueron visualizados por primera vez, por medio de la resistencia al golpe, resistencia protagonizada por Lula da Silva.

Sobre todo después de la decisión favorable de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que legitimó el derecho de Lula a ser candidato, a nuestro entender la decisión más acertada del PT habría sido mantener su candidatura hasta el final, poniendo así en suspenso unos comicios tutelados por los golpistas y que tienen como objetivo legitimar, vía urnas, el golpe dado a Dilma en 2016. Esa decisión, si se llevara a cabo, no obstante el efecto negativo de hacer que el PT no presentara candidato a la presidencia para los actuales comicios, contribuiría de forma fundamental a liberar el camino a Ciro Gomes, el candidato del Partido Democrático Laborista (PDT, en portugués, por Trabalhista), anotado en las encuestas como el más votado para derrotar a Bolsonazi en la segunda vuelta.

Sin embargo, como las decisiones políticas no siempre son maquiavélicas y las cosas son lo que resultaron y no lo que deseamos, la escogencia de Fernando Haddad, del PT (como cabeza de chapa) y Manuela d’Ávila, del PCdoB (como vice) enfrentó el primer desafío, el de la transferencia de votos del lulismo. En ese contexto, en las dos primeras semanas en que Haddad se presentó como candidato de Lula, el traslado de votos de éste para aquél no paraba de crecer, lo que hizo a aquél aproximarse, en las encuestas de intención de voto, a Bolsonazi, con una nítida tendencia a sobrepasarlo ya en la primera vuelta.

Una alerta roja, en el doble sentido del término, fue encendida entre los administradores del golpe: era necesario detener la transferencia de votos de Lula a Haddad, lo que fue hecho al mismo tiempo, por medio de los siguientes procedimientos:

Callar (y ya se sabe que, de acuerdo con Lyotard, “mandar a callar es como mandar a matar”) a Lula da Silva de cualquier manera, impidiendo cualquier entrevista con él, aunque tal decisión sea absolutamente inconstitucional: al cabo, golpe es golpe; La apropiación del autodeclarado apartidario movimiento “Él No”, aprovechándose de su marca de género para transformarlo en guerra de los sexos, repitiendo así la guerra de las razas del siglo XIX: entonces, no se hablaba de la única raza que hay, la humanidad; La divulgación criminal, hecha directamente por el “juez” (otro cowboy fora da lei) Sérgio Moro, de delaciones sin pruebas de Antônio Palocci, ex ministro de Lula y de Dilma Rousseff, contra éstos últimos;

Entrevista exclusiva, y no menos ilegal, al candidato Jair Bolsonazi realizada por un canal de TV de la Iglesia Universal del Reino de Dios, la Record, en el mismo horario y día del último debate entre los candidatos, hecho por TV Globo, con la ausencia de Jair Bolsonazi; Con rarísimas excepciones, la entrada en escena de las Iglesias Pentecostales del Brasil, con sus pastores no solo declarando su voto por el candidato del golpe, sino, más allá de eso, transformándolas, las Iglesias, en verdaderos comités o jihads de los evangélicos contra el candidato profano de la supuesta diversidad sexual;

Toda esa “jihad” (o guerra no santa) antipetista fue activada por medio de algoritmos instalados en soportes como Watts y redes (anti)sociales, multiplicando, así, memes caricaturescos, en el ámbito de la “lucha de los sexos”, con el objeto doble de detener las transferencias de voto de Lula a Haddad y, también, de incorporar las clases populares lulistas a la campaña del (b)andidato del golpe.

Ese conjunto de factores, como una bomba, activó una ola pro-Bolsonazi en vísperas de los comicios, transformando el “Ele Não” en “PT Não”, alimentando, así, de miedo y de odio, a millones de electores que votarían por Lula da Silva, pero que efectivamente no votaron por Fernando Haddad. Esa situación —una verdadera guerra híbrida contra la transferencia de votos de Lula a Haddad— no solo consiguió parar esa transferencia, sino también hacerla migrar al candidato de los golpistas, lo que explica la derrota de candidatos que estaban al frente de las encuestas, como Dilma Rousseff, quien concurría al senado por Minas Gerais, así como Fernando Pimentel, que aspiraba al gobierno de Minas; y también el combativo senador Roberto Requião, quien disputaba su reelección al senado por el Estado de Paraná, más allá de “ene” casos más... sin contar la emergencia del hasta entonces inexpresivo partido de Jair Bolsonazi, Partido Social Liberal (una imitación del partido de Hitler), que logró transformarse en la segunda mayor bancada de la Cámara de Diputados, formando mayoría con otras siglas inexpresivas, empujadas por la misma ola fascista que los factores de guerra híbrida ya descritos han motivado.

Evidentemente, la ola fascista solo fue posible por dos motivos y el primero es el más obvio: callar a Lula y sustituir la lucha de clases anti-colonial brasileña por la tragicomedia de los errores, que son desvíos de desvíos de nuestro conflicto histórico de base, ya analizados en este ensayo. El segundo motivo es: al no enfrentar la lucha de clases a partir de nuestro conflicto de base, pero por el sesgo de la tragicomedia de los errores históricos de la ceguera brasileña, los candidatos del PT con más chance de ganar, así como el propio Haddad, quedaron a la defensiva, favorecendo, así, la ola fascista pro-Bolsonazi que ocurrió en vísperas de los comicios, con su desenlace en el último domingo, precisamente, el día de la elección de la primera vuelta.

Conclusiones

Los administradores internos del golpe, con el epicentro en la operación Lava Jato, muy probablemente van a entrar en escena nuevamente en la segunda vuelta de las elecciones brasileñas, activando el fascismo del poder judicial contra la candidatura de Haddad. Todo puede suceder; lo peor, lo que significa que no está fuera del escenario la conducción coercitiva, seguida de prisión preventiva, de líderes petistas como la propia Dilma Rousseff, si dedujeran que eso tendría un impacto positivo a favor del candidato del golpe y de los golpistas.

Como estamos en el meollo de la tragedia de la colonización brasileña, no hay otra salida: Haddad necesita evitar a toda costa la tragicomedia de los errores, muchas veces activada por los propios administradores del golpe, para enfocar lo que realmente interesa: denunciar el golpe; como no es posible pensar la táctica ni la estrategia para la segunda vuelta, sin una crítica objetiva a los errores cometidos en la primera, pensamos lo siguiente al respecto:

1. El mayor error en la primera vuelta fue no haber enfrentado la injusticia de la estructura judicial. Ese fue y será el tema que los golpistas esgrimieron y esgrimirán y el PT quedó a la absoluta defensiva. Para el pueblo (no solo brasileño), Lula preso es señal de que cometió crimen de corrupción de hecho... no sin aclarar aquí, desde luego, que no se le metió a la cárcel por ningún delito y, menos, con prueba alguna en su contra: de eso hay suficientes documentos y testimonios, como los que aquí se adjuntan: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240470 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240897.

Es necesario desenmascarar esa injusticia enfocándose en la “justicia”, denunciando a Bolsonazi por sus tantos delitos (como el de usar testaferros para hacerse, con sus tres hijos, a 13 inmuebles en Rio de Janeiro, a través del programa “Minha Casa” de Lula) y, de paso, mostrando, por a+b, que Lula está preso injustamente y que, además, es un preso político: lo que no es cualquier cosa, sino un argumento jurídico, legal y constitucional que, de paso, denota violación del DIH (caso ONU decretando su libertad y venales jueces brasileños negándola) y del Estado de derecho, así como de la Ley brasileña. https://veja.abril.com.br/blog/sensacionalista/bolsonaro-anuncia-o-projeto-minhas-casas-minha-vida/.

Es necesario relacionar la estructura judicial al golpe y a la profundización de la crisis económica. Es necesario martillar en el mismo clavo o repetir hasta el cansancio, que la operación Lava Jato desempleó a millones de brasileños. Es necesario explicar al pueblo (también al colombiano y demás pueblos del mundo) cuál es el problema histórico de Brasil: su estatuto colonial. Es necesario comparar a Lula con Tiradentes, con Getúlio Vargas, con Juscelino Kubitschek;

2. Otro error grave fue el desvio del tema de la lucha de clases hacia el tema de la guerra de géneros, teniendo en cuenta la especificidad del caso brasileño, que en casi nada, a propósito, difiere del caso colombiano. Vimos que ese desvio no agrega votos y favorece tremendamente la candidatura del adversario: es el tema preferido por el nazi-fascismo;

3. Faltó, también en la primera vuelta, una crítica incisiva a la biografía política del adversario de la segunda, para mostrar cuál es su verdadero rostro, no el que se les quiere vender a los brasileños por parte de sus amigos fascistas/golpistas: puesto que, por contraste, se trata de un político que odia al trabajador, que votó para liquidar los derechos laborales y que buscará acabar con la jubilación del pueblo brasileño.

Como en Colombia ya empieza a hacerlo el MinFinca, no MinHacienda, Alberto Carraspillo, no Carrasquilla, atendiendo las “recomendaciones” del FMI y siguiendo los lineamientos del, en su orden, presidente y subpresidente Uribe/Duque, dado que, para completar la faena criminal, el primero de éstos sostiene que hay que elevar la edad de jubilación, en tanto, para él y solo para él, la edad promedio de las mujeres es mayor que la de los hombres (dato que se extrapoló al garete del reciente y manipulado censo) y que, por ende, dicha jubilación es insostenible. La única jubilación viable, en tal sentido y por ahora, sería la jubilación política del (b)andidato Bolsonazi y no por razones exiguas, sino de alto contenido jurídico y socio/político: los delitos ya citados y su peligrosísimo carácter racista, xenófobo, sexista, misógino y apologista de la tortura. En suma, un auténtico enajenado de lo que se conoce como la condición humana y, por contraste, lo más cercano a la desnaturalización del tipo Uribe/Trump/Peña Nieto/Temer/Piñera.

En fin, en ambos casos, el de Brasil y el de Colombia, también por ahora, no queda otra salida que irnos a la lucha de clases. Con voluntad y sin dilaciones. Se sabe que el enemigo no duerme: bueno, tampoco puede hacerlo por su rol hierático/hienático. Sus viles funciones se lo impiden. En cambio, a Haddad, le queda reivindicar la figura de Lula a través de su decidida/decisiva vocación de educador, político y, más que nada, humanista.