lunes, 16 de marzo de 2020

Estas son las medidas clave del estado de alarma. El decreto aprobado este sábado por el Gobierno regula la limitación al movimiento de los ciudadanos en toda España.

1. ¿Por qué se convoca el estado de alarma?
Con el fin de afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por la COVID-19.
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2. ¿Cuál es el ámbito territorial de la alarma?
La declaración de Estado de Alarma afecta a todo el territorio nacional y durante un plazo de 15 días.
3. ¿Quién es la autoridad competente?
A los efectos del Estado de Alarma, la Autoridad Competente será el Gobierno.
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4. ¿Hay alguna limitación a la libertad de circulación?
Sí. Durante la vigencia del Estado de Alarma los ciudadanos y los vehículos únicamente podrán circular por las vías de uso público para la realización de la siguientes actividades:
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5. Ámbito laboral y educativo
Los empleadores, tanto públicos como privados, estarán obligados a facilitar medidas que permitan la prestación laboral o funcionarial de los empleados por medios no presenciales. Quedan suspendida la actividad educativa presencial en todos los centros.
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Seguir aquí, https://elpais.com/sociedad/2020/03/14/actualidad/1584198604_965234.html

La diferencia entre preocupación, estrés y ansiedad

No son todos iguales, pero tenemos consejos para ayudarlo a lidiar con todos ellos.
Probablemente experimente preocupación, estrés o ansiedad al menos una vez en un día determinado. Casi 40 millones de personas en los EE. UU. Sufren de un trastorno de ansiedad, según la Asociación de Ansiedad y Depresión de América. Tres de cada cuatro estadounidenses informaron sentirse estresados ​​en el último mes, según un estudio de 2017. Pero en uno de estos momentos, si se le pregunta qué estaba experimentando (preocupación, estrés o ansiedad), ¿sabría la diferencia?

Me puse en contacto con dos expertos para ayudarnos a identificar, y hacer frente, a los tres.

¿Qué es la preocupación?
La preocupación es lo que sucede cuando tu mente se detiene en pensamientos negativos, resultados inciertos o cosas que podrían salir mal. "La preocupación tiende a ser pensamientos repetitivos y obsesivos", dijo Melanie Greenberg, psicóloga clínica en Mill Valley, California, y autora de "The Stress-Proof Brain" (2017). "Es el componente cognitivo de la ansiedad". En pocas palabras, la preocupación solo ocurre en tu mente, no en tu cuerpo.

¿Cómo funciona la preocupación?
La preocupación en realidad tiene una función importante en nuestras vidas, según Luana Marques, profesora asociada de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard y presidenta de la Asociación de Ansiedad y Depresión de América. Cuando pensamos en una situación incierta o desagradable, como no poder pagar el alquiler o tener un mal desempeño en un examen, nuestro cerebro se estimula. Cuando nos preocupamos, calma nuestros cerebros. También es probable que la preocupación nos haga resolver problemas o tomar medidas, las cuales son cosas positivas. "La preocupación es una forma en que su cerebro maneja los problemas para mantenerlo a salvo", explicó el Dr. Marques. "Solo cuando nos quedamos atrapados pensando en un problema, la preocupación deja de ser funcional".

Tres cosas para ayudar a sus preocupaciones:
1-. Dése un "presupuesto" de preocupación, una cantidad de tiempo en el que se permite preocuparse por un problema. Cuando se acabe ese tiempo (comience con 20 minutos), redirija conscientemente sus pensamientos.

2-. Cuando notes que estás preocupado por algo, presiona para dar el siguiente paso o tomar medidas.

3-. Escribe tus preocupaciones. La investigación ha demostrado que solo ocho a 10 minutos de escritura pueden ayudar a calmar los pensamientos obsesivos.

Recuerde: la preocupación es útil sólo si conduce a un cambio, no si se convierte en pensamientos obsesivos.

¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta fisiológica conectada a un evento externo. Para que comience el ciclo de estrés, debe haber un factor estresante. Esto suele ser algún tipo de circunstancia externa, como una fecha límite de trabajo o una prueba médica aterradora. "El estrés se define como una reacción a los cambios ambientales o las fuerzas que exceden los recursos del individuo", dijo el Dr. Greenberg.

¿Cómo funciona el estrés?
En tiempos prehistóricos, el estrés era una respuesta natural a una amenaza, como escuchar a un depredador en los arbustos. Hoy, todavía provoca una respuesta conductual, activando su sistema límbico y liberando adrenalina y cortisol, que ayudan a activar su cerebro y cuerpo para enfrentar la amenaza, explicó el Dr. Greenberg. Los síntomas de estrés incluyen una frecuencia cardíaca rápida, palmas húmedas y respiración superficial. El estrés puede sentirse bien al principio, ya que la adrenalina y el cortisol inundan su cuerpo, dijo el Dr. Marques. Es posible que haya experimentado los beneficios del estrés mientras corría a través del tráfico para llegar a una cita, o reunió una tarea importante en la hora final. Eso se llama "estrés agudo", y la prisa desapareció cuando se resolvió la situación (es decir, entregó su tarea).

El estrés crónico, por otro lado, es cuando su cuerpo permanece en este modo de lucha o huida continuamente (generalmente porque la situación no se resuelve, como sucede con los estresores financieros o un jefe desafiante). El estrés crónico está relacionado con problemas de salud como problemas digestivos, un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y un debilitamiento del sistema inmunitario.

Tres cosas para aliviar tu estrés
1-. Hacer ejercicio. Esta es una manera para que su cuerpo se recupere del aumento de adrenalina y cortisol.

2-. Aclare lo que puede y no puede controlar. Luego, concentra tu energía en lo que puedes controlar y acepta lo que no puedes.

3-. No compares tu estrés con el estrés de nadie más. Diferentes personas responden de manera diferente a situaciones estresantes.

Recuerde: el estrés es una respuesta biológica que es una parte normal de nuestras vidas.

¿Qué es la ansiedad?
Si el estrés y la preocupación son los síntomas, la ansiedad es la culminación. La ansiedad tiene un elemento cognitivo (preocupación) y una respuesta fisiológica (estrés), lo que significa que experimentamos ansiedad tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo. "De alguna manera", dijo el Dr. Marques, "la ansiedad es lo que sucede cuando se trata de mucha preocupación y mucho estrés".

¿Cómo funciona la ansiedad?
¿Recuerdas cómo el estrés es una respuesta natural a una amenaza? Bueno, la ansiedad es lo mismo ... excepto que no hay amenaza.

"La ansiedad de alguna manera es una respuesta a una falsa alarma", dijo el Dr. Marques, describiendo una situación, por ejemplo, en la que te presentas en el trabajo y alguien te mira con desprecio. Empiezas a tener toda la fisiología de una respuesta al estrés porque te estás diciendo a ti mismo que tu jefe está molesto contigo o que tu trabajo podría estar en riesgo. La sangre fluye, la adrenalina está bombeando, su cuerpo está en un estado de lucha o huida, pero no hay depredador en los arbustos.

También hay una diferencia entre sentirse ansioso (que puede ser una parte normal de la vida cotidiana) y tener un trastorno de ansiedad. Un trastorno de ansiedad es una afección médica grave que puede incluir estrés o preocupación.

Tres cosas para ayudar a tu ansiedad
1-. Limite su consumo de azúcar, alcohol y cafeína. Debido a que la ansiedad es fisiológica, los estimulantes pueden tener un impacto significativo.

2-. Consulte con los dedos de los pies. ¿Cómo se sienten? Agítalos. Este tipo de reenfoque puede calmarlo y romper el ciclo de ansiedad.

3-. Cuando estás en medio de un episodio de ansiedad, hablar o pensar en ello no te ayudará. Intenta distraerte con tus sentidos: escucha música, salta la cuerda durante cinco minutos o frota un trozo de velcro o terciopelo.

Recuerde: la ansiedad ocurre en su mente y en su cuerpo, por lo que tratar de salir de ella no ayudará.

¿Demasiado preocupado, estresado o ansioso por leer el artículo completo?
Aquí está la conclusión: la preocupación ocurre en su mente, el estrés en su cuerpo y la ansiedad en su mente y en su cuerpo. En pequeñas dosis, la preocupación, el estrés y la ansiedad pueden ser fuerzas positivas en nuestras vidas. Pero la investigación muestra que la mayoría de nosotros estamos demasiado preocupados, estresados ​​y ansiosos.

La buena noticia, según el Dr. Marqués, es que hay primeros pasos simples (no fáciles) para ayudar a regular sus síntomas: dormir lo suficiente; comer comidas regulares y nutritivas; y mueve tu cuerpo.

Una versión de este artículo aparece impresa el 2 de marzo de 2020, Sección B, página 7 de la edición de Nueva York con el título: Cómo manejar la preocupación, el estrés y la ansiedad.


https://www.nytimes.com/2020/02/26/smarter-living/the-difference-between-worry-stress-and-anxiety.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=696043552&imp_id=412771182&action=click&module=Smarter%20Living&pgtype=Homepage

domingo, 15 de marzo de 2020

_- Lisa Taddeo, escritora: “Las cosas más importantes son el sexo y la muerte, y mentimos sobre ambas”. Durante ocho años, la autora siguió a tres desconocidas para examinar su relación con el sexo y el deseo. El resultado, 'Tres mujeres', resucita la tradición del gran periodismo literario estadounidense.

_- Durante ocho años, la autora siguió a tres desconocidas para examinar su relación con el sexo y el deseo. El resultado, 'Tres mujeres', resucita la tradición del gran periodismo literario estadounidense.

Durante ocho años, Lisa Taddeo (Nueva Jersey, 1980) siguió a tres desconocidas para interrogarlas sobre su relación con la sexualidad y el deseo. “Me interesan esos temas porque no somos sinceros al hablar de ellos. Las cosas más importantes en la vida son el sexo y la muerte, y mentimos sobre ambas”, afirma la autora, periodista con largo recorrido en revistas como Esquire o New York, que debuta como escritora con Tres mujeres (Principal de los Libros), convertido en uno de los fenómenos editoriales del año pasado en Estados Unidos. “Creí que estaba escribiendo un libro discreto”, dice sobre su superventas, en proceso de traducción en medio mundo. “Mi única imposición es que no escojan portadas de color rosa”, advierte a los editores tentados de asimilarla con la más inocua chicklit.

Taddeo vive lejos de las élites urbanas que han aclamado su libro, en un pequeño pueblo del condado de Lichtfield —del que exige no dar la localización exacta para que la dejen en ­paz—, el único en todo Connecticut donde Donald Trump ganó las últimas elecciones. “No quiero estar con gente. No es que odie a los demás, pero aquí me resulta más fácil escribir y criar a mi hija que en Nueva York entre el ruido de ambulancias. Aquí tengo más tranquilidad”. Mirando por el ventanal, la escritora observa la tienda de ultramarinos de la esquina, angustiosamente pulcra y ordenada; una perezosa comisaría, donde los agentes no deben de tener mucho más que hacer que rescatar gatitos de los árboles, y una iglesia de proporciones descomunales, esencia del proyecto puritano que desembarcó con el Mayflower. Al otro lado se adivina el oscuro interior de un bosque frondoso, último reducto de una naturaleza pendiente de civilizar.

Su idea inicial consistía en hablar del deseo de los hombres. “Llevaba muchos años trabajando para la prensa masculina y tenía una conexión inmediata con lo que ese lector quería”, dice Taddeo, casi excusándose. Enseguida entendió que las mujeres serían un tema de estudio más estimulante. “Me daban respuestas más sinceras. Los hombres estaban menos dispuestos a hablarme de la parte negativa. Incluso a mi hermano, a quien entrevisté al comienzo del proceso, y que obviamente no necesita impresionarme en el ámbito sexual, le daba miedo no parecer un semental”, relata. “Las mujeres tenían menos ego, o incluso ninguno”.

Su método de trabajo consistió en preguntar a extraños cuándo fue la última vez que habían practicado sexo o colgar anuncios solicitando testimonios de amores no correspondidos. Desmotivada por la falta de resultados, Taddeo se mudó a Indiana para trabajar con un grupo de terapia de mujeres coordinado por el Instituto Kinsey, que en 1948 escandalizó al país con aquel informe que descubrió al estadounidense medio que la mitad de la población masculina tenía tendencias bisexuales y, peor aún, que sus abuelas también se masturbaban. Allí encontró a la primera de sus protagonistas: Lina, un ama de casa católica que fue víctima de una violación en grupo durante su juventud, casada con un hombre que lleva una década sin besarla. Después se trasladó a Dakota del Norte, donde dio con la historia de Maggie, una veinteañera que en el instituto tuvo una relación con un profesor casado, al que lleva ante la justicia. En tercer lugar, encontró a Sloane, propietaria de un restaurante en la acomodada Rhode Island y aficionada a practicar tríos con su marido, aunque su libérrima vida sexual también esconda algunas heridas. ¿Qué tenían en común? “Las tres fueron juzgadas moralmente. Por eso decidieron hablar”.

Tres mujeres resucita la tradición del gran periodismo literario estado­unidense, en la estela de un volumen como La mujer de tu prójimo, de Gay Talese, que examinaba las consecuencias de la revolución sexual en la clase media. Taddeo también admite la influencia de Joan Didion, de Tom Wolfe y, sobre todo, del menos conocido Tracy Kidder, autor de Home Town, que ponía al descubierto los entresijos de un pueblo idílico de Massachusetts, o El alma de una nueva máquina, sobre el proceso de fabricación de un ordenador. “Me da igual de lo que escriban porque son autores que siempre me interesan, incluso cuando el tema no pueda importarme menos”, dice Taddeo, que creció en un hogar de inmigrantes italianos donde “se leía a Virginia C. Andrews [autora de best sellers escabrosos] y no a Virginia Woolf”.

Más que sobre el deseo, Tres mujeres habla de la posición subalterna que las mujeres siguen teniendo en el terreno afectivo y sexual dos siglos después de Madame Bovary (no por casualidad, Taddeo comienza su libro con una cita de Flaubert). La autora describe una sociedad envuelta en un decoro social digno del siglo XIX. Harold Bloom describió a Hester, la protagonista de La letra escarlata, como “la Eva americana”, castigada por ceder ante su deseo adúltero. Taddeo retrata, en ese sentido, a tres Evas contemporáneas. En la psique estadounidense, ¿el sexo sigue siendo maléfico? “La resaca del puritanismo tardará en marcharse, no va a desaparecer de inmediato, menos todavía en el actual clima político”, responde. “He presentado el libro en muchos países y el mío es el más puritano de todos. Hay lectores que vienen a pedirme una firma y, de paso, aprovechan para decirme que mis personajes son auténticas zorras”. ¿Los efectos del Me Too todavía son limitados? “No es culpa del movimiento, pero como sociedad no queremos oír historias que no sigan una lógica ascendente y edificante”, dice Taddeo. En ese sentido, sus protagonistas son incómodos contraejemplos. “Solo queremos leer perfiles sobre famosas empoderadas. Yo misma he escrito decenas de ellos. Esta vez preferí hacer lo contrario: hablar de la gente normal y de sus circunstancias”, añade.

Taddeo describe a mujeres que viven sin una red de solidaridad, rodeadas de otras féminas que siguen a rajatabla el dictado patriarcal y perpetúan sus tics misóginos. “Las mujeres son muy solidarias entre sí, excepto fuera de Twitter”, ironiza ­Taddeo. “Todavía luchamos por un compañero que nos dé un bebé. Esa es la realidad biológica y, por mucho que hayamos avanzado como sociedad, todavía no ha desaparecido. Incluso en el caso de las parejas homosexuales hay un patrón de competición, que es idéntico al del mundo laboral”. Taddeo recuerda que una íntima amiga le dijo que Lina —que conduce durante cuatro horas para tener un encuentro sexual de 20 minutos con un hombre casado que le ha dejado claro que no la quiere— le parecía una mujer patética. “Le recordé que, años atrás, ella solía cruzar el río Hudson hasta Hoboken para tener encuentros fugaces con un vicepresidente de Goldman Sachs”, recuerda la autora antes de desaparecer bajo la lluvia. “Todo el libro está escrito para que esa amiga logre entenderla”.

https://elpais.com/cultura/2020/02/28/babelia/1582906979_994283.html

P. D.: Es discutible que las cosas más importantes sean el sexo y la muerte, para todas las personas. Para mi lo más importante es la vida, pues sin vida no hay nada, no nos queda nada, ni sexo ni pasión y cuando mi muerte existe yo no existo, y tampoco la forma que tenemos de mantener esa vida, nuestra economía.
Si damos por hecho ese dato, si pertenecemos a la pequeña burguesía o a otra clase superior, entonces sí, es el sexo y la muerte, la salud, lo más importante. Y aún queda el amor, la familia,... o la manera o el modo que tenemos de vivir esa vida. Pero damos por sentado que tenemos cubierto la forma de sustentarnos.

Para millones de personas su vida gira alrededor de cómo sobrevivir y esa preocupación inunda todo su cerebro y no deja espacio para más... comer, sobrevivir, vestirse, buscar un lugar para dormir hoy,... todo lo demás es secundario, lamentablemente. Hasta que los humanos no se aseguraron el sustento, no se dedicaron a filosofar, a hacer arte, a hacerse preguntas, por eso las civilizaciones comenzaron y se sustentaron en los cereales, trigo, arroz y maíz. mediterránea, china, americana.

sábado, 14 de marzo de 2020

Ser pobre es una actitud (?). La idea de que cada individuo tiene en sus manos las riendas de su vida ha ido calando hasta empapar una parte de las sociedades occidentales.

Parásitos ha puesto de moda estos días preguntarse a qué huele ser pobre. La pregunta inquietante, sin embargo, no es cómo huele la pobreza, sino por qué no se ve.

La polémica que en diversos sectores ha provocado el reciente informe del relator de la ONU sobre la pobreza en España solo se explica por la incomodidad que suscita el tema. Pero ese informe no es el único. Organizaciones como Oxfam y Cáritas llevan tiempo alertando sobre los profundos efectos de la desigualdad y sobre el papel de determinadas ideas y políticas públicas.

En Estados Unidos, por ejemplo, hay una marcada diferencia en la actitud de republicanos y demócratas frente a la pobreza. Como explicaba la analista Alana Moceri en Esglobal, a partir de la lógica puritana sobre el esfuerzo, los primeros opinan que los pobres lo son por pereza o porque no trabajan lo suficiente y, por lo tanto, no apoyan políticas que aspiren a una mayor redistribución de la riqueza. Ahí surge la famosa cuestión de las ayudas a la sanidad (Obamacare y sus secuelas).

A este lado del Atlántico, la deriva comenzó cuando la democracia cristiana, asentada en unos valores sólidos, transmutó en un liberalismo que deja todo destino en las manos autorreguladoras del mercado. Arrancó así en muchos países el desmantelamiento de un Estado de bienestar que incluso en sus peores versiones ofrece coberturas infinitamente mayores que las que puedan soñar los estadounidenses.

Las cifras en cualquier caso siguen siendo tozudamente preocupantes. Según la última edición del Índice de Justicia Social que elabora cada año la Fundación Bertelsmann, la recuperación de las tasas de empleo en los países de la OCDE y la Unión Europea no se ha visto acompañada por una reducción en las tasas de pobreza; es más, ha aumentado en países como Estados Unidos o Israel. Se observa asimismo un estancamiento general en la igualdad intergeneracional: niños y jóvenes tienen más riesgo de caer en la pobreza que los mayores de 65. En España esto se refleja en el acceso de los jóvenes al mercado laboral. Y tenderá a agravarse en el futuro, entre otras cosas, por la falta de inversión en investigación y desarrollo en la sostenibilidad del país.

La idea de que ser pobre es una actitud y de que cada individuo tiene en sus manos las riendas de su vida ha ido calando hasta empapar una parte de las sociedades occidentales. “Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema”, afirma Borja Monreal en su maravilloso Ser pobre. Él se refiere a la pobreza en lugares en los que el Estado es prácticamente inexistente. Por eso, donde lo tenemos, merece la pena explorar vías para recuperar un alto grado de justicia social.

https://elpais.com/elpais/2020/02/27/opinion/1582826689_320904.html

viernes, 13 de marzo de 2020

Educar para la felicidad.

En muchos Proyectos Educativos de Centro (PEC) he visto la formulación de objetivos diversos que la institución escolar pretende que alcancen los alumnos: que sean críticos, solidarios, participativos, honestos, creativos… En pocos he visto el objetivo de que sean felices.

Sí lo he visto en algunos proyectos ambiciosos como en la pedagogía Montessori, en la escuela creada por Alexander Neill en Summerhill y en algunas escuelas innovadoras… No es que sea uno de los objetivos entre muchos otros, es que es el objetivo fundamental de esos proyectos, casi el único, el que los resume todos. Que los alumnos y las alumnas sean felices es la pretensión fundamental.

El método Montessori es uno de los métodos más efectivos para la enseñanza respetuosa del libre desarrollo integral que genera felicidad en los niños y en las niñas. Su enfoque principal es desarrollar las potencialidades a través de la interacción con un ambiente adaptado a las necesidades del niño y de la niña, con materiales específicos que desarrollen en ellos y en ellas independencia y autocuidado.

La pedagogía Montessori plantea cinco caminos para educar niños y niñas felices:

Procurar que tengan una progresiva autonomía y que se valgan por sí mismos. Todo lo que puedan hacer por si mismos, no se lo tienen que hacer los adultos.

Crear un ambiente respetuoso en el que se sientan escuchados, comprendidos y atendidos, en el que sus ideas sean tenidas en cuenta, en el que siempre se les hable con respeto y con afecto.

Permitirles reparar los errores que cometan. No condenarles por ellos, aceptar que se equivoquen sin destruir su autoconcepto. Se puede analizar con ellos por qué se ha producido el error y cómo se puede reparar sin perder la mínima confianza en sí mismos.

Reconocer los esfuerzos que realicen. Eso ayuda a mejorar la confianza en sí mismos, la independencia y la autoestima. Felicitarles por las cosas que hacen bien, subrayar los aciertos y los logros que consigan.

Poner límites claros que puedan cumplir fácilmente. Establecer rutinas que les den seguridad en los comportamientos que tienen. Ese hecho les permitirá comprobar que hacen bien las cosas.

No hay señal más clara de inteligencia que desarrollar la capacidad de ser felices y de ser buenas personas. ¿De qué sirve ganar dinero, tener poder, adquirir conocimientos o instalarse en la fama si somos desgraciados, si acabamos siendo infelices? La inteligencia fracasa cuando somos desdichados, dice José Antonio Marina en su libro “La inteligencia fracasada”.

No es fácil definir lo que es felicidad. Sí podemos decir que es un término que va asociado con el de bienestar, con el de alegría y con el de paz interior. La felicidad es un anhelo de todo ser humano. ¿Por qué no proponérnoslo en las escuelas?

Lo primero que debería conseguir una institución educativa es la desaparición del dolor injusto y cruel que produce el bullying. He visto hace unos días en la televisión la imagen desgarradora de un niño de cuatro o cinco años que lloraba angustiosamente y decía que se quería morir por el sufrimiento que le causaban los golpes, las burlas y los desprecios que recibía en su escuela. ¿Quién no recuerda el suicidio de Diego? ¿Quién no recuerda el caso de la adolescente que se suicida en la novela “Por trece razones”?

En segundo lugar, habría que evitar el dolor que causa el desprecio, la humillación y la descalificación que algunos profesores y profesoras causan a sus alumnos y alumnas por considerarlos incapaces de aprender, incapaces de hacer algo en la vida. Pronostican sobre ellos la inutilidad y el fracaso: “Tú no llegarás”, “tú no podrás”, “tú no serás”, ”tú no harás nada”…

En tercer lugar es preciso eliminar el aburrimiento, el tedio, la falta de estímulos para que se produzca un aprendizaje significativo y relevante. Aprender es apasionante. La escuela no debe convertir el trabajo en una tortura. Ya sé que hace falta esfuerzo, perseverancia y aplicación. Se hacen más fácilmente esfuerzos cuando aquello que se pretende conseguir merece la pena ser alcanzado, cuando la forma de buscarlo es agradable y estimulante.

En cuarto lugar es conveniente evitar las comparaciones frustrantes, las clasificaciones inhibidoras, las actitudes competitivas que abocan al fracaso. ¿Por qué no buscar que cada uno sea el mejor de sí mismo?

En quinto lugar, es necesario evitar el desamor, la frialdad, el trato de las personas como si fueran máquinas que aprenden, que nunca se averían y que ni sienten ni padecen. Cosificar a los alumnos y a las alumnas convirtiéndolos en un simple número genera infelicidad.

Buscar la felicidad de los alumnos no quiere decir que se les evite la exigencia, el esfuerzo, el buen comportamiento y el compromiso con un proyecto educativo. Los alumnos no solo tienen que exigirle a la escuela que les dé todo lo que tiene que darles sino que tienen que pensar en todo lo que ellos tienen que dar a su escuela para que sea mejor. Porque no solo tienen derechos, tienen también obligaciones.

La felicidad no consiste en la evitación de cualquier tipo de frustración y de sacrificio. Porque la vida los exige y hay que preparar para la vida. Lo que rompe la felicidad no es el esfuerzo sino el aburrimiento, la tristeza y el desamor

Creo que se puede afirmar sin riesgo de equivocarse que las actitudes positivas favorecen el trabajo eficaz y permiten alcanzar mejores resultados. La felicidad conduce al éxito. Se han hecho numerosos estudios al respecto. Desde una actitud positiva se consiguen más fácilmente los objetivos pretendidos.

Proyectarse a partir de buenas experiencias, como la gratitud, el disfrute de cada momento y la amabilidad o el buen corazón, nutre el crecimiento personal de los alumnos en cuanto a la capacidad para seleccionar lo bueno en sus vidas. Después aprenden que compartir esas historias los ayuda a encontrar emociones positivas.

Nada hay más eficaz para el aprendizaje de la felicidad que ser felices. Creo que los alumnos tienen que sentirse felices en la escuela. Porque aprenden, porque conviven, porque son respetados y queridos.

No es fácil conseguir ese estado de felicidad en el alumnado si los docentes se sienten frustrados, desencantados, entristecidos y amargados en el desempeño de su función educadora. Es imposible que profesores infelices puedan formar personas dichosas. Porque nadie da lo que no tiene.

Cuando se plantean estas cuestiones se suele pensar que solo son válidas y eficaces en la infancia. Pienso, por el contrario, que son necesarias y aplicables en todas las etapas del sistema educativo. Siempre me ha parecido perniciosa la erosión que sufre el sistema educativo a medida que se avanza en las diferentes etapas: se empobrece el clima afectivo, se rompe la diversificación y el colorido de los espacios, desaparece el juego y la diversión, se pierde la espontaneidad y se hace más rígida la norma.

¿Por qué no ir progresando en lugar de ir deteriorando el ambiente de aprendizaje? ¿Por qué no ir perfeccionando el clima, mejorando las actitudes, enriqueciendo los espacios y profundizando las relaciones para sentirnos felices haciendo algo tan importante como es transformar la sociedad a través de la formación de ciudadanos y ciudadanas inteligentes, críticos, solidarios y compasivos?

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/02/29/educar-para-la-felicidad/

_- “Las emociones intensas no son buenas para el aprendizaje.” Héctor Ruiz, investigador y autor de ‘¿Cómo aprendemos?’, analiza los mecanismos que influyen en nuestra manera de aprender y en cómo se pueden utilizar para mejorar la calidad de la enseñanza

_- Puede que todos hayamos pasado (y algunos todavía lo estarán haciendo) por una situación parecida durante nuestro más o menos dilatado periplo académico: toparnos con ciertos conocimientos que, como el agua y el aceite, se nos atragantan y nos cuestan horas y horas asimilar, mientras que otros, en cambio, se instalan en nuestra memoria con una naturalidad pasmosa. Son interrogantes que, en cierta medida, aún persisten tanto para alumnos como docentes: ¿Qué factores influyen en el aprendizaje? ¿De qué manera el conocerlos puede contribuir a mejorar la calidad de la enseñanza? Para ello, hablamos con Héctor Ruiz Martín, máster en Genética Evolutiva, investigador en psicología cognitiva y autor de ¿Cómo aprendemos? (editorial Graó, 2020).

Pregunta. ¿Cómo aprenden las personas?
Respuesta. Las personas aprendemos dando significado a nuestras experiencias, y eso significa conectar lo que estamos aprendiendo con algo que ya sabemos y con lo que está relacionado. Nuestra memoria funciona formando redes en las que los elementos se vinculan por relaciones de significado que provienen de la experiencia. Cuando tratamos de recordar lo aprendido, en realidad reproducimos una mezcla de esos elementos producto del aprendizaje con otros que ya teníamos (o que aprenderemos a posteriori), con los que acabamos reconstruyendo el recuerdo.

P. ¿Se aprende hoy de una manera efectiva? ¿Puede mejorarse?
R. Para que el aprendizaje sea más efectivo, debemos conseguir que los alumnos reflexionen sobre aquello que están aprendiendo, es decir, que lo interpreten a la luz de sus conocimientos, que piensen en ejemplos sobre lo que se les está explicando e intenten interpretarlo en un nuevo contexto... Darles una buena explicación no es suficiente (aunque sí importante).

Una de las maneras más efectivas de consolidar el aprendizaje es evocarlo. No volverlo a escuchar o leer, sino tratar de recordarlo y reproducirlo con tus palabras. Si se trata de hechos (por ejemplo, las capitales europeas), pues los hechos tal cual; pero si son conceptos, tratar de explicarlos con tus propias palabras, a ti mismo o a otra persona. Si, como profesores, incluimos actividades en las que conseguimos que esas actividades se hagan habitualmente, y no solo en el examen, estaremos mejorando la enseñanza en el aula.

Otra de las cosas que pueden ayudar es enseñar a los alumnos buenas estrategias de aprendizaje. No enseñamos a los alumnos a aprender, sino que les planteamos lo que tienen que asimilar e incluso tratamos de ayudarles a aprenderlo, pero luego ellos tienen que estudiar, y nosotros no les decimos cuáles son las formas más efectivas de estudiar.

P. ¿Qué otras estrategias favorecen el aprendizaje?
R. Los alumnos que, cuando estudian, se ponen a prueba a sí mismos (es decir, tratando de evocarlo y explicarlo), son mucho más efectivos que aquellos que estudian y reestudian, que leen y vuelven a leer hasta quedarse con la idea. Todo te lleva a un aprendizaje, pero hay estrategias mucho más efectivas, que se notan especialmente cuando las cosas se ponen exigentes.

Otra es la práctica espaciada: no dejarlo todo para el último día. Es mucho más efectivo estudiar una hora durante cinco días que cinco horas un solo día, y no por una cuestión de cansancio, sino porque la memoria, en esos impactos separados por un tiempo en el que se ha permitido que haya un cierto olvido, al tratar otra vez de recuperar esa información la hace más fuerte, la consolida. Si además lo combinas con la evocación, desarrollamos la práctica más efectiva que hay.

Hay muchas otras [estrategias] que pueden añadir valor, como planificarte, decidir la hora a la que vas a estudiar y apagar el móvil (y no tenerlo siquiera a la vista); o no estudiar con música, por mucho que creas que te va bien. Acostumbramos a confundir lo que nos gusta con lo que es efectivo. La música solo te puede ir bien en un entorno de mucho ruido para que, al menos, lo tape y proporcione un entorno más agradable. En caso contrario, el silencio es infinitamente mejor.

P. En el libro te centras en los mecanismos cognitivos que rigen la memoria y el aprendizaje. ¿Cómo puede potenciarse su funcionamiento?
R. Para potenciar la memoria, hay que maximizar el número de contextos en los que se trabajan los conceptos; no limitarlos a uno solo. Un aprendizaje profundo facilita que veamos (y trabajemos y utilicemos) las mismas ideas en diferentes contextos, de manera que las hagamos más flexibles, porque las conectamos con más conocimientos previos. Por ejemplo, si yo estudio el concepto de densidad, y para ello trabajo con líquidos, pero luego me preguntan por qué las máquinas del aire acondicionado van arriba, y no abajo, les tendré que decir que no tengo ni idea, porque no lo he estudiado, cuando en realidad, es una cuestión de densidad: el aire frío es más denso que el caliente, y por eso lo ponemos arriba, para que caiga. Yo no me puedo limitar a estudiar la densidad con líquidos, sino que lo tendré que ver también con gases y sólidos, y lo que sucede cuando un objeto se dilata (que pierde densidad y aumenta el volumen...).

P. ¿Juegan las emociones un papel relevante en el proceso del aprendizaje?
R. Creo que usamos la palabra “emoción” o “emocional” de una manera demasiado amplia. Es cierto que en clase conviene que los alumnos se sientan a gusto, cómodos y seguros; pero decir que hay que provocar emociones para recordar mejor las cosas no es riguroso. No porque planees una actividad que provoque emociones en los alumnos, se van a acordar mejor de los conceptos que iban a ver. De lo que sí se van a acordar mejor es de lo que pasó en clase, pero no necesariamente de lo que se supone que querían aprender. Ahí el típico ejemplo es el de un experimento que hacemos, que explota y salen colores. Será muy emotivo, pero al día siguiente tú preguntas a los alumnos qué es un cambio químico y te dirán “¿un cambio qué?”. Y en cambio sí te pueden hablar de lo que hicieron ayer, de la explosión y los colores.

Lo correcto es pensar en la importancia de las emociones desde un punto de vista como el de la motivación, dentro de esa dimensión emocional del aprendizaje que hace que le dediquemos a algo más atención, tiempo y esfuerzo, y que nos ayude a aprenderlo mejor. Pero no se trata solo de interés: uno de los factores más importantes es que el estudiante se crea capaz de aprender lo que se le propone aprender. Eso se llama autoeficacia, y es específica para cada disciplina o habilidad.

P. ¿De qué manera influyen otras emociones como la sorpresa y la curiosidad?
R. Lo importante es que, en el momento del aprendizaje, las emociones intensas (buenas o malas) se mantengan a raya. No son positivas para el tipo de aprendizaje que buscamos en la escuela, porque desvían nuestra atención hacia cosas superfluas para el aprendizaje, secuestrando nuestros recursos cognitivos. A partir de ahí, otras emociones controladas siempre van a ser buenas. Generar curiosidad es positivo, pero tampoco pensemos que es la solución, porque es una emoción puntual y de muy poca duración que, dependiendo de la complejidad que tenga la explicación, enseguida se acaba. Lo que es fuerte es el interés, lo que técnicamente llamamos valor subjetivo. Surge de toda una serie de elementos alrededor de lo que voy a aprender. Mejor que buscar que la clase sea divertida, es conseguir que sea interesante. Volvemos a la motivación, porque el interés es uno de los factores que más la motivan (el otro es la autoeficacia). Si no te crees capaz de aprender algo, normalmente pierdes el interés.

P. ¿Qué prácticas sirven para promover el aprendizaje?
R. Las clases con mucha interactividad, en donde se emplaza a los alumnos a reflexionar y razonar, son más efectivas. Otra práctica nada tradicional es aplicar métodos de aprendizaje cooperativo, pero bien, porque un trabajo en grupo no tiene por qué ser cooperativo. ¿Cuántas veces sucede, al evaluar uno de esos trabajos, que algunos alumnos han hecho de todo, mientras que otros se escaquean (o son desplazados por los primeros)? En cambio, sí se da cuando los estudiantes se ayudan a aprender los unos a los otros, para que todos consigan alcanzar los objetivos de aprendizaje, ya sea en actividades de una hora u otras a más largo plazo.

La manera de garantizar que es cooperativo es que la evaluación se haga individualmente, para cada uno de ellos, y que luego se valore a nivel de grupo, como en un equipo donde cada uno gana unos puntos, y la puntuación final es la suma o la media de ellos. De esta manera, los alumnos de mayor capacidad se van a asegurar de que los otros también aprenden lo que deben; y además, al hacerlo, les estás dando una nueva oportunidad de aprendizaje, porque una de las mejores maneras de aprender algo es explicárselo a otra persona. De esta forma los aprendizajes son mucho más profundos, sólidos y duraderos que si lo hicieran empollando en el último momento, solo para pasar el examen, algo que, como profesores, debemos luchar por evitar.

Otro es el que habla de que usamos solo el 10 % del cerebro, que tampoco es cierto; lo usamos al 100 % en todo momento, y está siempre activo. No se sabe muy bien de dónde surgió esta idea; probablemente de algún iluminado de esos a los que les gusta pensar que el ser humano tiene un potencial oculto que podemos sacar. De ahí los superhéroes...

P. ¿Qué procesos de la enseñanza son más importantes?
R. La instrucción, el feedback y la evaluación. La instrucción se refiere al momento en que el docente empieza a introducir un conocimiento o una habilidad nueva. Ahí es muy importante que hagamos pensar a los alumnos sobre lo que están aprendiendo. El feedback sucede cuando los alumnos ya han comenzado a aprender y lo ponen en práctica. Será positivo si, como un GPS, nos dice dónde estamos, a dónde queremos ir, y lo que tenemos que hacer ahora para llegar al objetivo. Debe identificar las áreas en las que tiene que mejorar y cómo hacerlo. La evaluación es totalmente necesaria, porque sin ella tampoco puede haber feedback. Lo que pasa es que hay que realizarla de manera que no estigmatice, en el que los alumnos dispongan de muchas oportunidades de éxito con pruebas evaluativas de bajo riesgo.

https://elpais.com/economia/2020/02/27/actualidad/1582802517_740361.html?rel=lom

jueves, 12 de marzo de 2020

Berlín, París y California: tres modelos para poner freno a los alquileres. La crisis de vivienda es un creciente quebradero de cabeza en las capitales del mundo

Las medidas para frenar los precios del alquiler de la vivienda habitual han proliferado en los últimos años en varios puntos de Europa —con Berlín y París como casos más destacados— y del mundo —con el Estado de California al frente—. La capital alemana ensaya con su segunda normativa en cinco años para frenar el incremento de las rentas, con elevadas sanciones económicas para los propietarios que la incumplan. La capital francesa, una de las ciudades donde el alquiler es más caro, ha fijado una banda máxima en función de los barrios. Y California ha transitado un camino similar, hacia el control de precios, pero con un efecto indeseado: en los dos meses que transcurrieron hasta la entrada en vigor de la norma, los propietarios que se iban a ver afectados empezaron a desahuciar a inquilinos para hacer contratos nuevos.

Berlín: una subida máxima del 1,3% anual a partir de 2022
En junio del año pasado, el Parlamento regional de Berlín aprobó una ley casi revolucionaria destinada a frenar la especulación en las viviendas de alquiler. La ley, que entró en vigor el domingo pasado, congela durante cinco años el aumento de los alquileres y pone un techo máximo de 9,80 euros por metro cuadrado. La medida, que ha sido rechazada por los partidos de oposición —CDU (centroderecha), FDP (liberales) —ambos ven una grave invasión a la propiedad privada— y AfD (ultraderecha), afecta a los contratos de arriendo de unos 1,5 millones de viviendas en la capital alemana, donde el 85% de la población vive de alquiler. "La política tiene la responsabilidad de que las personas puedan permitirse un techo sobre sus cabezas", aseguró la responsable de Desarrollo Urbano de Berlín, Katrin Lompscher.

Le ley permite a los propietarios incrementar los precios en un 1,3% anual a partir de 2022 para incorporar la inflación esperada y todos los nuevos contratos —salvo algunas excepciones— deberán ceñirse a ella, con multas de hasta medio millón de euros para quienes las incumplan. La nueva norma no es, sin embargo, la primera medida que se adopta en Alemania para intentar poner fin a la especulación que reina en el país con los alquileres: hace cinco años, Berlín se convirtió en el primer Estado federado en aplicar la llamada "freno al precio del alquiler", una ley aprobada por el Bundestag y que tenía como fin poner freno al incremento del precio de los alquileres y a la creciente especulación inmobiliaria.

París: límites en 80 barrios
Con el precio de venta de vivienda superando ya los 10.000 euros por metro cuadrado, comprar piso es una quimera para buena parte de los residentes de París. De hecho, el 60% de los parisinos alquila como única alternativa posible. Pero tampoco esta opción sale barata en una ciudad con una carencia habitacional fuerte debido, en parte, al escaso espacio existente para construir más viviendas "intramuros". En una década, los alquileres en la capital francesa subieron hasta el 50%, lo que llevó al Gobierno del socialista de François Hollande a aprobar una ley en 2014 que permitía la limitación de los alquileres en zonas "tensas" —donde hay mucha más demanda que oferta, lo que dispara los precios— de grandes aglomeraciones como París o Lille. La justicia sin embargo frenó dicha ley en 2017, lo que según algunos estudios disparó otra vez los precios hasta en un 25%.

Una nueva normativa, la denominada ley Elan, ha vuelto a posibilitar de forma "experimental" el límite de los alquileres. París, que lo aplicó entre 2015 y 2017, lo vuelve a implementar desde el 1 de julio de 2019 —por un periodo de cuatro años— y Lille comenzará a hacerlo el próximo 1 de marzo. La limitación del alquiler, en las zonas donde es aplicable, aplica a los contratos de arrendamiento —nuevos o renovados— de una vivienda principal. Solo quedan excluidas las denominadas viviendas sociales, puesto que ya se benefician de precios especiales. Por ley, el alquiler no puede exceder más de 20% de un precio de referencia fijado cada año por decreto en base a una serie de criterios (como barrio, número de habitaciones de la vivienda y año de construcción de la misma), ni tampoco ser inferior en 30% a esa cifra. Según la alcaldía de París, en la capital estos alquileres limitados se aplican ya en 80 barrios reagrupados en 14 sectores geográficos.

Las multas para los propietarios que infrinjan los límites del alquiler van desde los 5.000 euros para las personas físicas a los 15.000 si se trata de una persona jurídica. Además, el prefecto puede demandar al propietario que devuelva al arrendatario el dinero de más recaudado.

California: 5% anual más inflación, con muchas excepciones
La crisis de la vivienda en California ha llevado al gobernador a declarar un "estado de emergencia" oficioso para hacer frente a sus efectos más visibles: decenas de miles de personas sin hogar vagando por las calles de las grandes ciudades y viviendo en coches y furgonetas. La primera verdadera medida de calado fue la ley AB1482, aprobada el año pasado y que supone un tímido control de la subida desaforada de alquileres. La ley limita las subidas de alquiler al 5% anual más la inflación y fija las causas para el desahucio de un inquilino. No es exactamente un límite al precio alquiler, sino más bien una ley de estabilización para evitar excesos. La ley deja exentos edificios con más de 15 años de antigüedad y a las casas cuyo propietario sea un particular, no una empresa. Se calcula que afecta a unos ocho millones de californianos.

Bajo la ley anterior, no había límite de lo que un propietario podía elevar el alquiler. Si la subida era menor del 10%, bastaba con avisar con 30 días de antelación. Si era mayor del 10%, tenía que avisar con 60 días. En algunas áreas y edificios concretos, los municipios podían imponer un control de alquiler que limitaba la subida al 5% y establecía una serie de "causas justas" para el desahucio. Lo que ha hecho la nueva ley estatal es básicamente ampliar esas protecciones a todo el Estado.

La nueva ley entró en vigor este año y caduca en una década. Sin embargo, su aprobación tuvo un efecto no deseado: se aprobó en septiembre pasado y se ratificó en octubre, tiempo más que suficiente para ordenar el desalojo dentro de los 60 días legales. Los propietarios que se iban a ver afectados empezaron a desahuciar a inquilinos para hacer contratos nuevos con el máximo precio de alquiler posible antes de que la ley entrara en vigor. Ante la posibilidad de que una ley diseñada para "estabilizar el mercado", ciudades como Los Ángeles dictaron ordenanzas para prohibir los desahucios sin causa justificada.

Ninguna de estas normas para frenar los síntomas de la crisis soluciona el factor principal que está estrangulando a la clase media, que es la falta de nuevas viviendas. Los constructores se encuentran con una oposición obstinada de los municipios a ceder suelo para construir apartamentos, ni siquiera cerca de grandes centros de trabajo o de transporte, porque los vecinos consideran que afea los tradicionales barrios de bungalós y perjudica el valor de sus casas. Así hay regiones como Los Ángeles en la que, con 10 millones de habitantes, el paisaje más habitual es el de una sola familia por parcela. En un Estado con 39 millones de habitantes, el tamaño de España y el PIB del Reino Unido, no hay sitio para nadie.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Por qué comer poco alarga la vida. Una investigación aporta la descripción más detallada de los beneficios de la restricción calórica para frenar el envejecimiento

Desde hace décadas, los científicos conocen el secreto para hacer que casi cualquier animal viva mucho más de lo normal. Pueden hacer que un ratón duplique sus años de vida y que un macaco viva tres más de lo normal. El equivalente en personas sería vivir nueve años más y, además, con mucho menos riesgo de sufrir enfermedades asociadas al envejecimiento: cáncer, alzhéimer, diabetes. El problema es que el precio a pagar puede ser demasiado alto para muchos: comer menos, en concreto quitarse en torno a un 30% de las calorías diarias.

Este jueves se publica el estudio más detallado que se ha realizado nunca para aclarar qué le sucede a un cuerpo cuando se somete a esta restricción calórica. Sus resultados apuntan muchas claves de qué genes y moléculas son culpables del envejecimiento y trazan nuevas vías para conseguir posibles fármacos que consigan algo a priori imposible: parar el tiempo, detener el envejecimiento.

“Este estudio muestra que el envejecimiento es un proceso reversible”, explica el investigador Juan Carlos Izpisúa (Hellín, 1960), uno de los autores principales del trabajo. “Hemos mostrado que determinados cambios metabólicos que llevan a una aceleración del envejecimiento se pueden reprogramar de una manera relativamente sencilla, reduciendo nuestra ingesta calórica, con la finalidad no ya de extender nuestras vidas, sino, mucho más importante, de que nuestra vejez sea más saludable”, resalta este farmacólogo y biólogo molecular que trabaja en el Instituto Salk (EE UU).

El trabajo ofrece el atlas celular más detallado del envejecimiento en un mamífero y los efectos beneficiosos de moderar la dieta. El equipo se ha servido de la nueva tecnología de análisis genético célula a célula para analizar unas 200.000 células de nueve órganos y tejidos diferentes de ratas. En un grupo había roedores que comían lo que querían y en el otros animales que comían un 30% menos calorías.

Los investigadores usaron solo ratas adultas a las que estudiaron desde los 18 a los 27 meses de edad, lo que en humanos equivaldría a un seguimiento entre los 50 y los 70 años. Esto es importante, pues los estudios realizados en primates han mostrado que los beneficios de comer menos son solo patentes en individuos adultos, a la mitad —más o menos— de sus vidas.

Los resultados, publicados este jueves en Cell, aportan un catálogo completo de todos los cambios que suceden con la edad y la dieta tanto dentro de cada célula como en la comunicación entre estas. Los investigadores han detectado que los genes y los procesos moleculares más afectados con la edad tienen que ver con el sistema inmune —que se desregula en las ratas que comen a voluntad— la inflamación y el metabolismo. La cantidad de células inmunes en casi todos los tejidos aumentó con la edad, pero no lo hizo en las ratas con calorías reducidas, que tenían unos niveles equiparables a los de ratas jovenzuelas de cinco meses. Las ratas en restricción calórica no mostraban más de la mitad de todos los marcadores de envejecimiento identificados en sus compañeras con una dieta normal.

“La inflamación es un mecanismo esencial de defensa inmunológica que se ha desarrollado durante la evolución para aumentar la supervivencia de las especies”, explica Concepción Rodríguez, investigadora del Salk, coautora del estudio, y esposa de Izpisúa. “El problema es que durante el envejecimiento hay una desregulación muy pronunciada del sistema inmune que da lugar a un estado de inflamación sistémica crónica y a la aparición de enfermedades asociadas a la edad, como por ejemplo el alzhéimer. La posibilidad de reprogramar ese estado inflamatorio aberrante mediante la restricción calórica sin duda nos proporciona una nueva herramienta para el posible tratamiento de enfermedades asociadas al envejecimiento”, resalta la investigadora.

Las pruebas de que la restricción calórica alarga la vida de las personas son más limitados, en parte por el reto logístico y económico de seguir la vida y la dieta de cientos o miles de personas durante décadas, pero sí hay pruebas claras de que comer menos mejora marcadores de salud básicos. Ya están arrancando los primeros estudios para intentar ya no tratar una enfermedad concreta, sino atacar el envejecimiento con moléculas como la metformina, aprobada para tratar la diabetes

Muchos de los cambios observados en este estudio son epigenéticos, es decir, son como interruptores moleculares que están encima del ADN y que apagan o encienden ciertos genes. Es mucho más factible desarrollar fármacos para este tipo de marcadores, pues no es necesario modificar el genoma de las células, argumenta el equipo. Uno de los cambios moleculares que ha desvelado este estudio es la proteína Ybx1, que también está presente en humanos. Su producción estaba alterada en 23 tipos celulares diferentes y que podría ser una nueva diana para desarrollar un fármaco contra los efectos nocivos del envejecimiento

El trabajo también tiene una importante contribución de China y lo firman tres investigadores de este país que estudiaron en el Salk y ahora dirigen sus propios grupos en la Academia Nacional de Ciencias del país asiático.

Este estudio muestra que el envejecimiento es un proceso reversible

JUAN CARLOS IZPISÚA

“Es un estudio técnicamente impresionante, y aporta una información valiosísima”, resalta Pablo Fernández-Marcos, experto en enfermedades metabólicas asociadas al envejecimiento en el centro IMDEA-Food, de Madrid. “Un hallazgo interesante es que las células de la grasa y de la aorta son las que más cambian con el envejecimiento y se recuperan con la restricción calórica, lo que confirma la importancia que tienen estos tejidos en el envejecimiento, por encima de otros más clásicos como el cerebro o la médula ósea", explica. "Y otro más, que yo veo muy importante, es que ven beneficios más claros de la restricción en machos que en hembras, lo que apoya algunos indicios anteriores. Hay pocos estudios comparando los dos sexos, y esto es un problema serio que se está intentando reducir comparando ambos sexos, como han hecho aquí”, resalta.

La acumulación de pruebas en este campo es tal que hay científicos muy serios que admiten abiertamente practicar algún tipo de restricción calórica o ayunos intermitentes, pues también se ha demostrado que activa procesos de reciclaje celular beneficiosos, incluso en casos de personas con cáncer que reciben quimioterapia. En este sentido Izpisúa confiesa que él no es una excepción: “Intento todos los días comer un poco menos”.

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Cuatro deportes para controlar la tensión arterial (y dos actividades en las que no confiar demasiado). Ni la hipertensión es excusa para dejar de hacer ejercicio.

Existe un tratamiento para la hipertensión arterial que no requiere receta. Es más, no cuesta ni un euro aunque lo tomes toda la vida –y, teniendo en cuenta que es la cronificación de una tensión arterial alta, tendrás que tratarte si la sufres–. Se llama deporte y debería estar en la primera línea de ataque contra esta enfermedad, junto a otras acciones típicas como adelgazar, reducir la sal de las comidas y la costumbre de beber alcohol (si no eliminar ambas sustancias por completo). Pero no hace falta llegar al diagnóstico, la actividad física ayuda a controlar la tensión arterial en todos los casos.

Las investigaciones más recientes apuntan a varios factores que explican por qué la actividad física es tan eficaz: las adaptaciones cardiovasculares naturales producidas por el ejercicio de resistencia, una mejora de la sensibilidad a la insulina (cuando la sensibilidad se convierte en resistencia es cuando aparece la diabetes) y una bajada natural de las catecolaminas, unas neurohormonas que pueden elevar la tensión arterial en concentraciones altas. Pero para que esta "polipíldora" sea eficaz, y que el deporte esté exento de riesgos, hay que cumplir algunas condiciones: hacerlo con una intensidad moderada, de entre el 50% y 70% de la frecuencia cardiaca máxima; entre 45 y 60 minutos diarios, ya sean continuos o intermitentes; y de 3 a 5 días a la semana. Ahora bien, no todo el deporte vale. Si lo que quieres es controlar la hipertensión o sencillamente mantener la tensión arterial a raya, el ejercicio aeróbico es mejor que el de fuerza, según señala un documento de consenso de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED-FEMEDE). Y hay cuatro que destacan entre todas las opciones.

Ciclismo, para cuidar la tensión sin acelerar tanto el pulso
Pedalear sin ansias competitivas, al buen trantrán, y midiendo bien la intensidad es una de las mejores maneras de controlar la presión arterial. Así lo señalan desde la Fundación Española del Corazón, mientras dejan claro que subirse al sillín es una decisión que está bien consultar con el médico. Hacer una prueba de esfuerzo en un cicloergómetro –una bicicleta estática, en términos académicos– y con ergoespirometría, que mide el consumo de gases, es un consejo nada despreciable. En todo caso, el ciclismo "taquicardiza" menos (el pulso no se acelera tanto) que actividades como la carrera o la natación, lo que convierte a la bicicleta en una opción más accesible que otras. "Una buena alternativa para comenzar es hacerlo con un rodillo o una bici estática en casa, e ir aumentando progresivamente el volumen o la intensidad, siempre con la supervisión de tu médico", dice Alberto Sacristán, médico de familia experto en actividad física y director de SportSalud. Entre sus ventajas está el escaso impacto que tiene en las articulaciones, que lo convierte en una gran opción para las personas con problemas de equilibrio, que deben evitar opciones que no tengan tanto riesgo de caída.

Una ventaja de saber nadar bien
La natación es un deporte bastante particular porque elimina el impacto contra el suelo, lo que alivia la carga de las articulaciones con mayor eficacia que el ciclismo. Sin embargo, "para que sea cardiosaludable debes saber nadar razonablemente bien. De lo contrario, el esfuerzo físico que conlleva y el estrés adicional de mantenerte flotando pueden hacer que se convierta en una práctica peligrosa ante determinados problemas de salud", advierten desde la Fundación Española del Corazón. Antes de zambullirte también conviene pasar una prueba de esfuerzo. Salvo que haya alguna enfermedad articular, lo más indicado es ir alternando los diferentes estilos, y que el último que se incorpore a la rutina sea el de mariposa porque es el que mayor esfuerzo reclama. Por otra parte, la natación gana un punto de emoción cuando se hace en aguas abiertas, pero es recomendable comenzar en una piscina, donde la ayuda de emergencia será inmediata. También conviene tener en cuenta que el calor de las que están cubiertas aumenta el riesgo de que las personas susceptibles tengan síncopes (pérdida de conocimiento) provocados por una bajada de tensión.

Correr, o más bien trotar No hace falta hacerlo a ritmo de atleta olímpico. De hecho, las mayores reducciones en la presión arterial se registran a intensidades entre el 50% y 70% del consumo máximo de oxígeno. En otras palabras: más que correr, lo que hay que hacer es trotar a paso ligero. Para determinar qué significa "paso ligero", así como si este ejercicio es idóneo (sobre todo, en casos de obesidad, cardiopatías o de otras enfermedades articulares) lo primero que hay que hacer es, de nuevo, ponerse en manos de los profesionales de la medicina del deporte. Se trata de determinar lo que la SEMED denomina "respuesta tensional al esfuerzo", o sea, hasta qué nivel de intensidad se puede ejercitar uno. También es recomendable comentarle al facultativo si estás tomando medicamentos que puedan alterar la frecuencia cardiaca "como los betabloqueantes", según advierten desde el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona. Lo mejor es acudir a un entrenador para que determine cuál es el ritmo idóneo al que trotar y cuánto tiempo hacerlo cada día, de manera que las piernas se habitúen a la actividad física y no te hagan dar marcha atrás.

Caminar sin sufrir, una opción para (casi) todos
Es la actividad física más elemental, y eso es bueno porque, "en principio, está recomendada para cualquier persona, de cualquier edad, sexo y condición. Produce menos impacto que correr, no es tan extenuante y es fácil realizarla acompañados de amigos o de familia", asegura Sacristán. Él aconseja utilizar un calzado deportivo cómodo y procurar andar a un ritmo vivo, pero que permita mantener una conversación sin perder el aliento. "Si no estamos habituados, es importante empezar poco a poco. Primero, 15 minutos diarios. A las 3 semanas, subir a 20 minutos y así, progresivamente, hasta llegar a una hora de caminata. Si no puedes dedicarle una hora seguida, divídela en dos partes de 30 minutos, una por la mañana y otra por la tarde. Por supuesto, puedes aumentar el tiempo cuanto quieras, incluso añadir cuestas o subir escaleras para fortalecer las piernas".

Puestos a caminar, desde el departamento de Salud del Gobierno Vasco se decantan por hacerlo a nivel del mar, ya que la presión arterial desciende a medida que lo hace la altitud. El consejo solo vale para algunas personas, sí, pero lo que todas deberían evitar es hacer lo contrario; el senderismo de montaña a grandes altitudes es desaconsejable para las personas que tienen un caso de hipertensión grave.

Yoga, bajo la sombra de la duda
Dado que el yoga es una actividad sin impacto que suele recomendarse de forma generalizada, son muchos los estudios que intentan comprobar su idoneidad en pacientes con hipertensión. Hasta ahora, los intentos han sido poco productivos: los resultados son poco concluyentes, muestran una mejoría escasa o solo ven conveniente el yoga sin asanas (básicamente, la respiración consciente y la medicación). Poca cosa, teniendo en cuenta la gran cantidad de variedades que existen. Lo poco representativo de las muestras o la corta duración de los ensayos hacen necesarios más análisis para poder establecer su idoneidad en personas con hipertensión y, en cualquier caso, "no es recomendable practicar posturas sobre la cabeza, como Salamba Sirsasana, en caso de presión arterial alta", explica la conocida yogui Xuan-Lan en el libro Yoga para mi bienestar. La Sociedad Americana del Corazón, no obstante, atribuye un nivel de evidencia media o baja a estas estrategias.

Las pesas, solo como complemento
El ejercicio de fuerza ha sido mucho menos estudiado que el de resistencia en los pacientes con hipertensión. Desde la SEMED apuntan que "parece que los entrenamientos de fuerza isotónica e isométrica también provocan una respuesta favorable en los hipertensos. Sin embargo, ejecutados con cargas máximas provocan grandes incrementos en la presión arterial sistólica y diastólica", aseguran desde la SEMED. O sea, que si tu batalla es contra la tensión arterial, deja el ejercicio de fuerza, dinámico o isométrico, solo como "actividad complementaria al trabajo aeróbico y con cargas que no superen el 50%-70% de 1RM" (1RM es la carga máxima que puede movilizar un individuo). Es decir, que si con un brazo no puedes levantar más allá de una mancuerna de 10 kilos, lo recomendable sería no cargar más allá de entre 5 y 7,5 kilos.

https://elpais.com/elpais/2020/03/10/buenavida/1583841333_737503.html

El desarrollo de la ley Celaá planteó en 2021 un acercamiento “socioafectivo y de género” a las matemáticas y llovieron las chanzas en los medios de comunicación, las redes sociales (“Mamá, la integral y yo somos pareja”, ironiza un tuit) y entre los políticos de derechas. Sin embargo, las pruebas de diagnóstico educativo del informe PISA, hechas públicas en diciembre, han puesto de manifiesto que existe un gran problema de ansiedad matemática que sufren no solo los 31.000 examinados en España ―el 37% de estos escolares de 15 o 16 años dijo padecerla, frente al 17% de media en la 0CDE―, sino la sociedad en su conjunto. España se posiciona así como el segundo país con el porcentaje de ansiedad más alto de Europa, solo por detrás de Italia (39%), frente al 14% en Portugal o el 12% en Dinamarca. Diversos estudios internacionales demuestran que muchos padres que se consideran “de letras” contagian su desazón a los hijos, que se agobian delante de una ecuación, y muchos maestros (sobre todo ellas) reconocen su temor de enseñar, por ejemplo, cálculo o geometría en 5° o 6° de primaria. Por eso, cada vez más iniciativas tratan de poner freno a esta angustia entre maestros, estudiantes de Educación y familias interesadas.

“Si soy profesora de primaria y estoy dando clase de Ciencias Sociales y digo ‘pero luego hay que hacer mates’, transmito la actitud de que a mí tampoco me apetece mucho”, reflexiona la ingeniera Belén Palop, profesora de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid. “Y luego tenemos la parte de que si un niño suspende Lengua o Música está mal, pero si es Matemáticas se disculpa: ‘No pasa nada cariño, a mí tampoco se me daba bien’. Socialmente está permitido. Colocamos en otro lado las mates”.

El 46% de los escolares españoles expresaron en el cuestionario de PISA que les causaba “mucha tensión” los deberes de Matemáticas e “indefensión” al 39%, mientras que al 76% le preocupaba sacar mala nota en esta asignatura. Los países con bajas tasas de ansiedad han obtenido buenos resultados matemáticos en PISA (Corea), Suiza o Estonia.

El ansia paraliza más a las chicas (un 50% más), que en sus valoraciones demuestran siempre menos autoconfianza que ellos ―aunque sean ellas las que han hecho bien el ejercicio― y rinden menos ante la presión de los exámenes. Su inseguridad las lleva también ―pese a que abandonan menos los estudios y sacan mejor expediente― a no decantarse por carreras técnicas, que suelen tener unos sueldos más altos que los de las ramas de las ciencias sociales y humanidades.

Para mejorar en matemáticas es necesario no creer que ser bueno es un don innato e invariable. Lo que los expertos llaman tener “mentalidad de crecimiento”, es decir, sostener que las habilidades y la inteligencia de uno se puede desarrollar con el tiempo. “Los españoles tenemos una mentalidad de crecimiento en el deporte ―si sales a correr, mejoras tu forma física―, en la alimentación… y absolutamente fija en las matemáticas”, prosigue Palop. “Soy así. No las entiendo ni las entenderé. Con seis años, se dice: ‘No eres bueno en matemáticas’; cuando en inglés te dirían que aún no le has cogido el tranquillo”.

En 2012, Patricia Pérez Tyteca analizó para su tesis doctoral el nivel de ansiedad matemática que mostraban los alumnos de la Universidad de Granada en carreras que incluían esta materia. No era un drama en Estadística, ingenierías, Química o Arquitectura. Mientras que expresaban una “ansiedad media” los que cursaban Biología, el doble grado de Ciencias Políticas y Derecho (que incluye mucha estadística) y Educación Primaria; y una “ansiedad medio-alta” los inscritos en Geología, Enfermería y Educación Infantil. Este desasosiego de los futuros maestros alarma a Pérez Tyteca y a todos los expertos. “Son los sujetos que se encargarán de la educación matemática de los niños, debiendo inculcarles el gusto y la sensación de comodidad con la materia tan fundamental a la hora de evitar futuros problemas de ansiedad”, subraya en su tesis la hoy profesora de la Universidad de Alicante.

Las iniciativas para quitar la ansiedad a los docentes no son nuevas, pero sí se van multiplicando, porque la ley Celaá explicita la necesidad de trabajar el sentimiento socioafectivo como uno de los seis bloques del currículo de matemáticas, pero los manuales de texto no explican cómo y los maestros, ya per se temerosos, tienen muchas dudas.

Rocío Garrido, vicedecana de Ordenación Académica de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, imparte talleres desde 2018. Empezaron “haciendo acompañamiento” a los maestros y con el tiempo se han abierto a los estudiantes de los grados de Educación y a los claustros de colegios públicos y privados de la capital. Están al quite de quien expresa su ansiedad. Incluso, dos veces al mes celebran Picamates, un evento al que puede ir cualquiera que esté interesado. “En un contexto mucho más informal, ponemos algo de picoteo, llevamos juegos, materiales de papiroflexia, elementos de realización de 3D o escape rooms, nuestra acción estrella”. Garrido está convencida de que en un ambiente más distendido “es más fácil dejarse llevar, olvidarse de la frustración y buscar la solución matemática”. Pero en Picamates ponen a las personas “en contextos de frustración para poder acompañarlas”.

“Todo lo socioafectivo está muy manido porque estamos relacionando trabajarlo con bajar el nivel”, se lamenta Garrido. “Nosotros creemos que incluso si El desarrollo de la ley Celaá planteó en 2021 un acercamiento “socioafectivo y de género” a las matemáticas y llovieron las chanzas en los medios de comunicación, las redes sociales (“Mamá, la integral y yo somos pareja”, ironiza un tuit) y entre los políticos de derechas. Sin embargo, las pruebas de diagnóstico educativo del informe PISA, hechas públicas en diciembre, han puesto de manifiesto que existe un gran problema de ansiedad matemática que sufren no solo los 31.000 examinados en España ―el 37% de estos escolares de 15 o 16 años dijo padecerla, frente al 17% de media en la 0CDE―, sino la sociedad en su conjunto. España se posiciona así como el segundo país con el porcentaje de ansiedad más alto de Europa, solo por detrás de Italia (39%), frente al 14% en Portugal o el 12% en Dinamarca. Diversos estudios internacionales demuestran que muchos padres que se consideran “de letras” contagian su desazón a los hijos, que se agobian delante de una ecuación, y muchos maestros (sobre todo ellas) reconocen su temor de enseñar, por ejemplo, cálculo o geometría en 5° o 6° de primaria. Por eso, cada vez más iniciativas tratan de poner freno a esta angustia entre maestros, estudiantes de Educación y familias interesadas.

“Si soy profesora de primaria y estoy dando clase de Ciencias Sociales y digo ‘pero luego hay que hacer mates’, transmito la actitud de que a mí tampoco me apetece mucho”, reflexiona la ingeniera Belén Palop, profesora de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid. “Y luego tenemos la parte de que si un niño suspende Lengua o Música está mal, pero si es Matemáticas se disculpa: ‘No pasa nada cariño, a mí tampoco se me daba bien’. Socialmente está permitido. Colocamos en otro lado las mates”.

El 46% de los escolares españoles expresaron en el cuestionario de PISA que les causaba “mucha tensión” los deberes de Matemáticas e “indefensión” al 39%, mientras que al 76% le preocupaba sacar mala nota en esta asignatura. Los países con bajas tasas de ansiedad han obtenido buenos resultados matemáticos en PISA (Corea), Suiza o Estonia.

El ansia paraliza más a las chicas (un 50% más), que en sus valoraciones demuestran siempre menos autoconfianza que ellos ―aunque sean ellas las que han hecho bien el ejercicio― y rinden menos ante la presión de los exámenes. Su inseguridad las lleva también ―pese a que abandonan menos los estudios y sacan mejor expediente― a no decantarse por carreras técnicas, que suelen tener unos sueldos más altos que los de las ramas de las ciencias sociales y humanidades.

Para mejorar en matemáticas es necesario no creer que ser bueno es un don innato e invariable. Lo que los expertos llaman tener “mentalidad de crecimiento”, es decir, sostener que las habilidades y la inteligencia de uno se puede desarrollar con el tiempo. “Los españoles tenemos una mentalidad de crecimiento en el deporte ―si sales a correr, mejoras tu forma física―, en la alimentación… y absolutamente fija en las matemáticas”, prosigue Palop. “Soy así. No las entiendo ni las entenderé. Con seis años, se dice: ‘No eres bueno en matemáticas’; cuando en inglés te dirían que aún no le has cogido el tranquillo”.

En 2012, Patricia Pérez Tyteca analizó para su tesis doctoral el nivel de ansiedad matemática que mostraban los alumnos de la Universidad de Granada en carreras que incluían esta materia. No era un drama en Estadística, ingenierías, Química o Arquitectura. Mientras que expresaban una “ansiedad media” los que cursaban Biología, el doble grado de Ciencias Políticas y Derecho (que incluye mucha estadística) y Educación Primaria; y una “ansiedad medio-alta” los inscritos en Geología, Enfermería y Educación Infantil. Este desasosiego de los futuros maestros alarma a Pérez Tyteca y a todos los expertos. “Son los sujetos que se encargarán de la educación matemática de los niños, debiendo inculcarles el gusto y la sensación de comodidad con la materia tan fundamental a la hora de evitar futuros problemas de ansiedad”, subraya en su tesis la hoy profesora de la Universidad de Alicante.

Las iniciativas para quitar la ansiedad a los docentes no son nuevas, pero sí se van multiplicando, porque la ley Celaá explicita la necesidad de trabajar el sentimiento socioafectivo como uno de los seis bloques del currículo de matemáticas, pero los manuales de texto no explican cómo y los maestros, ya per se temerosos, tienen muchas dudas.

Rocío Garrido, vicedecana de Ordenación Académica de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, imparte talleres desde 2018. Empezaron “haciendo acompañamiento” a los maestros y con el tiempo se han abierto a los estudiantes de los grados de Educación y a los claustros de colegios públicos y privados de la capital. Están al quite de quien expresa su ansiedad. Incluso, dos veces al mes celebran Picamates, un evento al que puede ir cualquiera que esté interesado. “En un contexto mucho más informal, ponemos algo de picoteo, llevamos juegos, materiales de papiroflexia, elementos de realización de 3D o escape rooms, nuestra acción estrella”. Garrido está convencida de que en un ambiente más distendido “es más fácil dejarse llevar, olvidarse de la frustración y buscar la solución matemática”. Pero en Picamates ponen a las personas “en contextos de frustración para poder acompañarlas”.

“Todo lo socioafectivo está muy manido porque estamos relacionando trabajarlo con bajar el nivel”, se lamenta Garrido. “Nosotros creemos que incluso se puede subir el nivel con ese acompañamiento socioafectivo [a los profesores]”. La vicedecana cree que esta es una formación “insuficiente y aislada”, pues la UAM la hace “de forma altruista: no está reglado”.

Curiosidad, admiración y seguridad

En la Universidad Complutense, sin embargo, Palop sí ha logrado, junto al profesor y mago Nelo Maestro, incluir un programa sin notas para los alumnos de primer curso del grado de Educación que ha tenido gran éxito. Tanto, que se plantean abrir un segundo grupo más adelante. “Vamos buscando el acrónimo CASA: curiosidad, admiración, seguridad y alegría. Queremos que se frustren, que se peleen con los problemas, pero que vean esa parte bonita de las matemáticas. Y esto, ¿por qué pasa?”, razona. Porque, sostiene, cualquiera puede mejorar en una disciplina. “Nadie va al gimnasio y, porque el primer día no pueda con las pesas, piensa que no sirve. ¿Y por qué sí con las matemáticas”.

Garrido y Palop se deshacen en elogios ante el desarrollo del nuevo currículo de matemáticas de Aragón, que plantea muy bien ese acercamiento socioafectivo. En esa comunidad se crearon grupos mixtos de profesores en activo de colegios, institutos y la Universidad de Zaragoza. Su currículum no solo enumera los saberes y competencias que hay que dominar, sino todo tipo de actividades para lograrlo y artículos y webs de referencia. “En primaria y secundaria se hace mucho énfasis en actividades de medida. Se le da sentido a la fracción midiendo tiras de papel. A partir de ahí, se comparan, se agregan…”, pone de ejemplo Pablo Beltrán-Pellicer, profesor de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Zaragoza. “Desde el punto de vista socioafectivo, se trabaja en grupo, que no en equipo. No hay un resultado final cooperativo, sino que se ayudan entre ellos, hablan de matemáticas… todos participan”.

“Las cosas que se recogen en el socioafectivo ya están recogidas en currículos anteriores. Lo que pasa es que estaban en un bloque de contenidos transversal que se ignoraba bastante”, reconoce Beltrán-Pellicer. El investigador ve “ciertas reticencias” en los alumnos y profesores a “cambiar la cultura del aula” que comprende, acostumbrados a “esperar la explicación del profe y limitar. No es fácil”.

En el plano familiar, Beltrán-Pellicer alaba el proyecto del Servicio de Orientación Educativa del Gobierno de Canarias, que desde 2018 celebra talleres formativos presenciales para padres. En ellos, los profesores les cuentan lo que ven en clase con sus hijos: resolución de problemas, algoritmos flexibles en primaria o álgebra manipulativa en secundaria, convencidos de que la familia y la escuela no pueden trabajar de forma aislada.