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viernes, 21 de octubre de 2016

Tengo 26 años y dos grados superiores, y acabo de volver de la vendimia en Francia. En mi vida laboral, nunca he tenido un contrato fijo.

Tengo 26 años, soy de Ciudad Real, estoy graduado en Telecomunicaciones y en Animación Deportiva y acabo de regresar de la vendimia en Francia.

Sobre el papel, lo de pasar quince días seguidos recogiendo uvas puede sonar duro. Pero en España ya había trabajado en la campaña de recogida de melones y sandías, por lo que, en comparación, el tamaño de las uvas no era gran cosa. Y, además, había otra motivación indiscutible: en Francia se gana casi el doble por cada hora trabajada.

Un amigo que estudió de Erasmus en Francia llevaba tres años acudiendo a la vendimia, por lo que este año me invitó a apuntarme. Como nunca he tenido un contrato fijo, sino que llevo varios años enlazando contratos temporales, ningún compromiso me impidió hacer la maleta y probar suerte.

Al final nos apuntamos seis ciudadrealeños, por lo que el viaje, más allá de lo laboral, ha sido una experiencia compartida, la de seis jóvenes obligados a alejarse de sus casas para salir adelante. Buena parte del trayecto la hicimos juntos en una furgoneta, por lo que pudimos apoyarnos mutuamente y, en algunos momentos, convertir las jornadas en algo divertido.

Nuestra primera parada fue una bodega de la región de Champagne, la zona en la que se elabora el champán. Sí, existe la probabilidad de que las uvas del champán con el que brindes las próximas Navidades las hayamos recogido nosotros.

No es la primera vez que trabajo en las cenas navideñas de los demás. Hace unos años tuve que marcharme a Inglaterra para otro trabajo temporal. En aquella ocasión, mi misión consistía en visitar criaderos de pavos, meter los animales en cajas y llevarlos al camión que los conduciría al matadero. Como podéis imaginar, esas Navidades no quise cenar pavo. Ni esa, ni las siguientes, porque aquella experiencia fue traumática y desde entonces reduje mi consumo de carne.

Volviendo a la vendimia, unas furgonetas pasaban a las ocho de la mañana para recoger a las quince personas que componíamos la cuadrilla en Champagne. Trabajábamos ocho horas recogiendo uvas, y aquello no tenía mucha historia. Era una versión de Tiempos modernos, la película de Charles Chaplin, pero entre vides.

En una vendimia, no hay manera de escapar al dolor en los riñones. Pero, al menos, en Francia las condiciones son mejores que en España. Además del salario superior (casi 10 euros por hora en Francia), nuestro patrón daba dinero a los empleados por sus desplazamientos. En España, en pocas empresas se preocupan por cómo llegas al trabajo. Luego, las horas extras estaban perfectamente estipuladas en el contrato y nos las pagaron religiosamente. En España, las empresas tampoco acostumbran a preocuparse por las horas extras. Y, para colmo, nuestro jefe nos pagó una cantidad adicional solo porque estaba contento con nuestro rendimiento.

Tras la intensa jornada en el viñedo, nos devolvían al lugar donde dormíamos: una parcela de nuestro jefe en la que plantamos nuestras tiendas de campaña. Para que os hagáis una idea, nuestra vida se parecía, en esas horas libres, a la de un camping: nos duchábamos, preparábamos la cena (pasta, lentejas y cosas así) y nos relajábamos.

Siempre tratábamos de llenar la tarde con actividades, porque así evitabas sentirte como una máquina. Por ejemplo, jugábamos al ajedrez o nos acercábamos a un lago para bañarnos. Otra de mis actividades favoritas consistía en buscar tiendas de segunda mano para comprar prendas llamativas a un euro y hacer la vendimia con ellas. Lucir estampados floreados entre las viñas generaba un efecto de lo más cómico. En un entorno tan áspero, aprendes a valorar las cosas pequeñas: uno de los mejores momentos del día era cuando abríamos unas latas de cerveza, unas bolsas de patatas y nos sentábamos a charlar.

El ambiente fue aun más singular durante nuestra segunda semana de vendimia, en Sagy. En este caso, la bodega elaboraba vino ecológico, aunque eso no supuso ningún cambio en la recogida de uvas. Lo que sí cambió fue la atmósfera del campamento, mucho más bohemia. Había hipsters barbudos, un escultor, dos griegos que habían hecho parte del trayecto desde su país en bicicleta, gente que tocaba la armónica, la guitarra, el acordeón...

Además, en este campamento los dueños de la bodega ofrecían todos los días un menú de comida ecológica. Eso sí, había que pagar siete euros, por lo que tampoco compensaba demasiado y mantuvimos nuestro régimen de latas y pastas.

La última noche, incluso, se celebró una gran fiesta, en la que elegimos a la reina y al rey de la vendimia. Nos paseamos por el pueblo contentos por haber acabado, y los vecinos nos jalearon y nos felicitaron por tanto esfuerzo. Aquello parecía la entrada de una tropa victoriosa tras una batalla.

Esa última noche, nosotros preparamos unas tapas para que nuestros compañeros probaran la comida española. También nos planteamos la posibilidad de enseñarles a preparar calimocho, pero nos contuvimos porque nuestros jefes, unos bodegueros tan concienciados con lo ecológico, probablemente lo habrían tomado por un sacrilegio.

Si tengo ocasión, el año que viene repetiré la experiencia. Porque viajar al extranjero siempre es enriquecedor. Y, además, se gana algo más de dinero. Aunque, quién sabe, quizás en los próximos meses consiga en España un trabajo estable.

Estuve a punto de conseguirlo al terminar mi Grado Superior en Telecomunicaciones. Trabajé como becario -por 500 euros al mes- durante unos meses en la televisión autonómica manchega. Pero mi continuidad era imposible porque ya estaban despidiendo trabajadores. Algo parecido le ha ocurrido a toda mi promoción: ninguno de mis compañeros, que yo sepa, está ocupado en algo relacionado con nuestros estudios.

De los vendimiadores que viajaron conmigo desde Ciudad Real, algunos se quedaron en Francia haciendo malabares en los semáforos -en un buen día, podían llegar a ganar 90 euros por hora-. Yo he vuelto a España para empezar un nuevo trabajo temporal. Por suerte, tiene que ver con mi segundo grado, ya que es de animador deportivo en un club de campo. La parte negativa es que solo trabajo los fines de semana.

Este texto, que había comenzado siendo una descripción sobre la vendimia, se ha convertido en un retrato del desmoralizador panorama laboral que encontramos los jóvenes. Normalmente se culpa a los políticos por ello. Y sí, yo les mandaría lejos de sus casas a recoger uvas, sandías, melones y pavos, para que así aprendan a comprendernos.

Pero no debemos volcar todas nuestras esperanzas en los políticos: ellos no tienen una varita mágica que vaya a solucionar las cosas de un día para otro. Pienso que, como sociedad, todos tenemos algún tipo de responsabilidad: los jefes deberían cuidar a sus trabajadores y los trabajadores deberíamos cuidarnos entre nosotros. Si queremos exigir a los políticos que nos ayuden, tenemos que ayudarnos entre nosotros. Si ellos no nos dan ejemplo, deberíamos dárselo nosotros.

Los jóvenes atravesamos una época complicada, sí. Pero no debemos desaprovechar ninguna ocasión para aprender, para convertirnos en mejores personas. El hecho de trabajar fuera, por ejemplo, a mí me ha ayudado a comprender a los trabajadores extranjeros que vienen a nuestro país. Debemos transformar nuestras dificultades en una energía positiva. Aunque eso jamás nos hará olvidar el dolor en los riñones tras una jornada en la vendimia.

Texto redactado por Álvaro Llorca a partir de entrevistas con Julián Tosina.

http://verne.elpais.com/verne/2016/10/10/articulo/1476094066_562751.html

miércoles, 19 de octubre de 2016

La verdad sobre la Resistencia francesa: ni tan masiva ni tan francesa. El historiador británico Robert Gildea desmonta la versión oficial de lo ocurrido en Francia durante la ocupación nazi

El discurso nacional que Francia construyó después de la II Guerra Mundial es que el país fue liberado por la Resistencia, con cierta ayuda de los aliados, y que "salvo un puñado de miserables", en palabras del general Charles de Gaulle, el resto de los ciudadanos se comportaron como auténticos patriotas. Nada más lejos de la realidad. El profesor británico Robert Gildea desmonta esta imagen nacional, que se encontraba ya bastante resquebrajada, en su nuevo libro, Combatientes en la sombra, que traza un minucioso retrato de la ocupación en el que más que de Resistencia francesa prefiere hablar de "resistencia en Francia" por la enorme cantidad de extranjeros que se sumaron a la lucha contra el nazismo, entre ellos miles de republicanos españoles.

"Francia fue derrotada y ocupada por Alemania . Cuando fue liberada y unificada de nuevo, se crea una historia única que mantiene que todo el país alcanzó la libertad unido bajo el liderazgo de De Gaulle y ese relato fue propagado a través de medallas, ceremonias, títulos", explica Robert Gildea, profesor de Historia Moderna del Worcester College de la Universidad de Oxford, cuyo libro será publicado esta semana en España por Taurus en traducción de Federico Corriente. Los olvidados en ese relato no fueron sólo aquellos españoles que huyeron del franquismo, sino también judíos de Polonia o Rumanía, los comunistas, así como las mujeres, cuya labor como resistentes también ha sido infravalorada.

El libro todavía no ha sido publicado en Francia —está previsto para la primavera de 2017—, pero recibió excelentes críticas el año pasado en el mundo anglosajón en medios como The Economist o The New York Review of Books, cuya reseña firmada por el gran historiador de Vichy Robert O. Paxton se titulaba "la verdad sobre la Resistencia". Gildea, que ha publicado otros ensayos sobre la historia de Francia en los que estudia el mismo periodo, reconoce que la imagen ideal de la sociedad francesa había sido ya puesta en duda en películas como el documental La pena y la piedad o el filme de Louis Malle Lacombe Lucien, que tuvo como guionista al premio Nobel Patrick Modiano. Sin embargo, su estudio de 650 páginas, en el que maneja tanto fuentes documentales como entrevistas, es el más completo que se ha escrito hasta ahora desde un punto de vista crítico sobre la Resistencia durante la ocupación, entre 1940 y 1944. El enorme éxito alcanzado en Francia por las seis temporadas de la serie Un pueblo francés demuestra hasta qué punto sigue siendo un tema delicado y siempre actual.

"Tenemos que estudiar lo que ocurrió en Francia en el contexto de la lucha en Europa contra el nazismo, pero también del Holocausto y de la Guerra Fría. Mucha gente de la Resistencia combatió en las Brigadas Internacionales, son lo que Arthur Koestler, que compartió cautiverio con ellos, llamó La escoria de la tierra en un libro, gente que no tenía ningún sitio al que ir. Muchos republicanos se quedaron atrapados en Francia. Su objetivo era acabar primero con los nazis y luego con Franco, de hecho protagonizaron un intento fallido de invadir España en 1944. El relato simplista de la liberación nacional francesa sólo proporciona una parte de la historia, no toda", prosigue Gildea en conversación telefónica.

"El papel de los comunistas fue también muy importante, especialmente durante la liberación de París. Durante muchos años se produjo un enfrentamiento entre las dos versiones, la gaullista y la comunista. En 1944 los nazis capturaron a un grupo de resistencia que estaba formado por comunistas y judíos de Europa del este y lo utilizaron como propaganda diciendo que eran "criminales extranjeros", pero había algo de verdad en ello", afirma.

Combatientes en la sombra, no sólo estudia los grandes movimientos históricos, sino que está lleno de personajes como Jean-Pierre Vernant, uno de los grandes helenistas franceses, que fue un personaje muy importante en la Resistencia, pero que nunca quiso alardear de ello. Cuando acabó la guerra, durante la que se jugó muchas veces la vida, volvió a sus libros y a sus clásicos. También está Lew Goldenberg, hijo de revolucionarios rusos de origen judío cercanos a Rosa Luxemburgo, que se negó a aceptar el armisticio o León Landini, un joven toscano que participó en el descarrilamiento de un tren alemán en octubre de 1942 cuando tenía 16 años.

Y, naturalmente, están los republicanos españoles, no sólo los miembros de La Nueve, la mítica brigada que fue la primera en entrar en París en agosto de 1944 y cuyo papel fue silenciado durante años —ha sido necesario esperar hasta 2008 para que se inaugurasen placas que mostraban su recorrido—. En el libro aparecen combatientes como Vicente López Tóvar, nacido en Madrid en 1909, que pasó su juventud en Buenos Aires, luchó en la Defensa de Madrid y en la Batalla del Ebro y, tras escapar a Francia, participó en la organización del Maquis. "La Guerra Civil nos había endurecido mucho", relató el propio López Tóvar a Gildea.

"Después del desembarco de Normandía, en junio de 1944, se produjo una guerra civil dentro de la II Guerra Mundial, no sólo entre los resistentes y los nazis, sino también con la milicia, la fuerza paramilitar de Vichy", señala el profesor de Oxford. En cuanto a la ocultación del papel que tuvieron las mujeres, Gildea explica que sólo fueron galardonados con medallas aquellos que participaron en acciones bélicas, mientras que muchas mujeres trabajaron en la organización de la resistencia, un papel tan peligroso como el combate, pero nunca totalmente reconocido. Todo esto no quiere decir que los franceses no tuvieron ningún papel, pero no fueron los únicos héroes de aquella guerra.

NOTA:
Da la sensación de que hay, si no un complot, si una coincidencia en desvalorizar a Francia toda, desde su aporte a la cultura a su aporte a la liberación y progreso de la humanidad. Cierto que su ejercito sufrió un shock, pero hay que analizar el por qué. Qué hicieron las clases dominantes en Francia y cómo presentaron cara al nazismo; el general "héroe" de la I Gran Guerra en la práctica se entregó a Alemania y la política de defensa llevada a cabo, fue todo un fracaso,... También la política de defensa inglesa en su retirada de Europa fue una farsa, y la llamada batalla de Dunkerque (*) donde poco más de una docena de carros, no podían hacerle frente al Ejercito alemán con visos de éxito o ¿aquello no parecía un teatro?. Lo menos que se puede decir, por número de soldados, tanques y armamento puesto en juego, es que aquello no fue serio. Las clases dominantes claramente entregaron al país. Lo cual, después de la carnicería de la I G M., era muy fuerte. No se olvide que hacía poco del triunfo electoral del frente popular, con la euforia de las reivindicaciones que desbordaban al gobierno francés, las primeras vacaciones obligatorias de la clase obrera del mundo, etc. La guerra franco alemana pareció más una entrega (acordada?) que una encarnizada defensa de un país con una trayectoria que no gustaba a las clases dominantes. Lo que ya había ocurrido durante la guerra franco prusiana de 1871, ante el levantamiento popular de la Comuna de París, las dos burguesías, alemana y francesa, se pusieron de acuerdo en suspender su guerra para dirigir como aliados una que acabase con el éxito alcanzado por el pueblo de la Comuna de París.

Hay, por parte del neoliberalismo rampante una lucha contra los derechos ciudadanos conquistados a partir de la Revolución francesa. Y, como nos tienen acostumbrados, lo hacen por etapas, es parte de la estrategia, todo de golpe se haría muy evidente. Así, la minusvaloración de la resistencia, tan difícil y precaria, sería un primer paso para acabar desprestigiando en esta terrible y dura luchas de ideas -aunque camuflada- con el desprestigio de la ilustración y la Revolución Francesa de 1789. El revisionismo más burdo ya comenzó la tarea. Es la lucha contra la democracia como gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. A cambio, los que gobiernan de hecho son unas élites al servicio del poder financiero, de los más ricos, para hacer una política a su favor, y lo están consiguiendo,...

La Resistencia Francesa fue, sin duda, y de forma inequívoca una gloriosa muestra más de la lucha popular por su libertad, a pesar de los poderosos enemigos que tenían en contra y de los "tibios amigos". Fue un duro y largo proceso desde una lucha casi exclusivamente popular, pues las clases privilegiadas estaban en su enorme mayoría (antes muertos que rojos) con la Francia de Vichy, hasta convertirse en una lucha nacional popular en la que fueron entrando -o apuntándose al caballo ganador- todas las clases.

El hecho de que en ella tuviesen un destacado papel, judíos del este, que no se resignaron como la mayoría oficial de su etnia -e incluso muchos dirigentes judíos colaboraron-, españoles republicanos y comunistas de múltiples países, no les quita ni un ápice de mérito. Al contrario, es un ejemplo de la solidaridad internacional y del internacionalismo proletario. Una página más que llena de gloria a judíos, comunistas y republicanos españoles, en la lucha por la liberación de los pueblos y la igualdad y fraternidad de los mismos.
(*) Luego de dominar Bélgica, los alemanes entran en Francia a través de las Ardenas. Las tropas británicas, junto a las francesas, son acorraladas y retroceden hacia el norte de Francia. Los alemanes ya habían ocupado Francia, pero aún quedaban muchos soldados británicos y franceses en el territorio. Estas tropas debieron retirarse por el Canal de la Mancha desde la ciudad de Dunkerque hasta Inglaterra.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/07/actualidad/1475858612_013991.html



¿QUÉ HACEN TODOS ESOS ESPAÑOLES DESFILANDO?"
La liberación de Toulouse, el 19 de agosto de 1944, fue coordinada por el fuerzas lideradas por Jean-Pierre Vernant, pero los republicanos tuvieron un papel esencial. De hecho, en regiones como el Perigor o ciudades como Foix fueron liberadas directamente por los españoles, cosa que De Gaulle no le hizo mucha gracia. Gildea relata que el general visitó Toulouse muy rápidamente, porque no quería perder un ápice de control sobre los territorios de los que iban siendo expulsados los nazis. Los republicanos participaron en el desfile de la liberación, con los cascos de los soldados alemanes pintados de azul. Cuando De Gaulle lo vio, exclamó: "¿Qué hacen todos esos españoles desfilando con las Fuerzas Francesas Libres?". Es un anécdota que, para el historiador británico, refleja el profundo cambio que se estaba produciendo en la narración de la Resistencia y en la toma de poder en Francia.
http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-08-18/los-espanoles-que-liberaron-paris-silenciados-y-olvidados-en-francia_177174/

La noche que murió la Revolución Francesa

Guadi Calvo
Se cebaban con los más débiles, los que ya estaban ensangrentados, hasta matarles, yo lo vi. 
Saad Ouazen
Hace cincuenta y cinco años,
 el 17 de octubre de 1961, entre 300 y 400 argelinos, de unos treinta mil, que se manifestaban pacíficamente, contra las leyes racistas que el gobierno del presidente, Charles De Gaulle, había impuesto, específicamente contra los ciudadanos de ese origen, y por extensión, contra todo ciudadano proveniente del Magreb, fueron cazados y asesinados en pleno París por la policía del régimen. Si bien los herederos de la Revolución Francesa la habían herido de muerte en los arrozales de Indochina, en las cuevas de norte de Argelia y en los bosques y desiertos africanos, aquella noche, en pleno Paris, le pegaron el tiro de gracia.

El hecho más oscuro que se registra en la ciudad luz, hasta hoy, no ha sido debidamente aclarado, y ni siquiera hay una nómina comprobable y segura de muertos y mucho menos de la totalidad de sus responsables.

El Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino, dirigido por Mohamed Budiaf y Ahmed Ben Bella, desde 1954, que libraba una guerra contra la dominación francesa, que había invadió su territorio en 1830, llamó a los miles de argelinos que entonces vivían en París, a manifestarse pacíficamente contra el toque de queda impuesto a la población magrebí por el prefecto Maurice Papon, quién durante la Ocupación nazi había sido el responsable del traslado de ciudadanos judíos de Burdeos a París, con posterior destino a los campos de exterminio.

El toque de queda prohibía a los trabajadores argelinos permanecer en la calle entre 20:30 y 05:30 y las cafeterías de musulmanes deberían cerrar a las 19 horas. Cientos de miles de ciudadanos se vieron entonces obligados a permanecer encerrados en sus precarias viviendas de los bidonville de Nanterre, Bezons, Courbevoie, Puteaux y Colombes, aunque ya estaban acostumbrados al acoso permanente de las rattonades (razias policiales).

La orden del FLN fue clara y rotunda, los manifestantes no debían portar ningún tipo de armas, y se invitaba a que participaran mujeres y niños, como garantes de que no habría de parte de los organizadores intensiones de violentar las normas. Además las columnas deberían transitar por las veredas, para no perturbar en tránsito de avenidas y bulevares.

Apenas iniciada la protestas, la policía de Papon comenzó la cacería por portación de piel, todo “pardo” o moro, que se lo encuentre en la calle sería detenido.

Los siete mil efectivos de Papon, junto a la Policía Auxiliar (APF) mejor conocidos como los Harkis de París, argelinos reconvertidos en anti revolucionarios que operaban contra sus connacionales, se habían preparados desde días antes, con el beneplácito de sus superiores lo que incluía la explicita aprobación de De Gaulle.

Apenas aparecieron los primeros manifestantes comenzó la represión, que dejaría según cifras oficiales 11730 detenidos y 3 muertos.

Los cancerberos de Papon se dispersarían acechantes por calles del Barrio Latino, los Grandes Bulevares, y los alrededores de Champs Elisées. Esperaban a los argelinos en las bocas del metro, en las terminales de buses. Sus mítines fueron atacados con extremas violencia, sin perdonar ancianos, embarazadas, ni niños.

En pocas horas los detenidos alcanzaría a casi a los 12 mil, todo estaba milimétricamente calculado, buses de la policía y autobús de la compañía RATP, habían sido requisados. En ellos trasportaron los detenidos al Hospital Beaujon en Vincennes, a la sede de la policía, al estadio Pierre de Coubertin y al centro de exposiciones. Los detenidos debieron sufrir hacinados durante días las golpizas y todo tipo de abuso policial, en deprimentes condiciones higiénicas, sin agua ni alimento. Los detenidos ni siquiera se atrevían a ir a los baños, ya que la mayoría que había osado intentarlo, jamás volvieron. Allí mismo fueron torturados, violados y muchos asesinados.

Como para cubrir las evidencias, unos días después el ministro del Interior, Roger Frey, antes del reinicio de la Asamblea Nacional, anunció el retorno forzado a Argelia de muchos de los “indeseable”, sin listas, sin poderse despedir de sus familiares ni tan siquiera recoger algunas de sus pertenencias; fueron deportados, aunque muchos de ellos, nunca llegaron a Argelia.

Sin recato frente las cámaras, ni a los periodistas y transeúntes, las policía masacró la protesta, los manifestantes fueron golpeados salvajemente, mientras otros fueron asesinados con armas de fuego a bocajarro.

Las calles de París se llenaron de muertos, charcos de sangre y heridos: hombres mujeres y niños fueron asesinados a golpes por la policía, otros lanzados mal heridos al Sena, tampoco fueron pocos los cuerpos que aparecieron ahorcados en Champs Elisées.

Aquí se ahogan argelinos.
Algunos días después de la represión, en los muros que bordean el Sena comienzan a aparecer unas extrañas pintadas que dice “ici on noie les Algériens” y a los días comenzaron a flotar en el Sena decenas de cuerpos, algunos con disparos y otros con evidentes signos de tortura, era claro que la matanza pergeñada por el perfecto Papon y bendecida por De Gaulle, se había ejecutado con “estilo”, se estima que por los menos fueron 150 cadáveres de argelinos recogidos en las aguas entre París y Rouen.

El presidente declaró que la masacre era “un asunto secundario” y dio por terminado el asunto conforme con los tres muertos iniciales. Envalentonados por la complacencia oficial el 8 de febrero del 1962, otra manifestación en contra de la guerra de Argelia y de la organización paramilitar OAS, (Organisation de l'Armée Secrète) terminó con una nueva masacre, conocida como “masacre de Charonne" (nombre de la estación de metros parisina) donde otra vez los hombres de Maurice Papon asesinaron esta vez a nueve militantes del sindicato CGT, la mayoría pertenecientes al partido comunista.

Como para terminar su obra macabra el 17 de junio de 1966, De Gaulle aprueba una la ley de amnistía que incluía: “Los actos cometidos en el marco de operaciones policiales administrativas o judiciales”, por lo que se impide cualquier tipo de investigación sobre las matanzas del 17 de octubre y de la estación Charonne, entre otras muchas violaciones a los Derechos Humanos.

Los sucesos del 17 de octubre 1961 impactaron de tal manera en la política francesa, que aceleraron las negociaciones que terminaron con los acuerdos Evian el 18 de marzo 1962, con que se da por finalizada la guerra de Argelia.

La matanza de octubre fue silenciada durante las dos siguientes décadas, hasta como los ahogados del Sena, comenzaron a emerger las evidencias incontrastables contra el prefecto Maurice Papon.

En 1981, el periódico Le canard enchaîné consiguió una serie de documentos donde se revelaba la participación de Papon en el exterminio judío. En 1998 después de diecisiete años de investigaciones y juicios fue condenado a diez años de prisión, aunque nunca recibió condena por los crímenes de octubre de 1961. Fue liberado en 2002 a los 92 años, por su estado de salud, aunque moriría recién en 2007.

De Gaulle iba a morir en 1969, y recibirían un pomposo homenaje durante sus funerales a pesar de haber asesinado a la Revolución Francesa.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

martes, 31 de mayo de 2016

Los gestores del europeismo no saben cómo salir del manicomio. La construcción europea es una casa de locos

Rafael Poch. La Vanguardia

¿Qué es el europeísmo? Obviamente ya no es lo que los eurócratas venían diciendo. Para el sentido común de la gente normal “Europa” ya es sinónimo de deterioro de las condiciones de vida (recortes del estado social y precariedad) y de la impotencia que se deriva de la ausencia de soberanía nacional. Si quieres cambiar las cosas, es inútil actuar en tu país porque las decisiones vienen de “Europa”, una instancia inapelable y situada más allá de todo voto y soberanía.

La primacía del derecho europeo sobre el derecho nacional es una curiosa prisión. “No puede haber opción democrática contra los tratados europeos”, dijo el año pasado Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión. Es una construcción legal, pero no legítima porque fue establecida por el propio derecho europeo. Es un golpe de mano autocrático que ha sido tejido a lo largo de décadas entre la general indiferencia del público y que se impone sobre edificios nacionales que, con todas sus imperfecciones son resultado de ese juego institucional que llamamos “democrático”, es decir basado en la división de poderes, la elección, etc.

Hoy toda la construcción europea es una casa de locos. El europeismo se ha vuelto loco. Nadie, ni en la izquierda ni en la derecha, sabe cómo salir del enredo del euro, cómo salir de la austeridad que conduce, en el mejor de los casos, a un estancamiento deflacionario a la japonesa, así que se sigue con lo mismo. ¿Cómo salir de la gran irracionalidad de este manicomio? Claro que hay una lógica en esta irracionalidad: maximizar el beneficio, supeditar lo político a lo financiero y demás, pero es obvio que no es sostenible. Es una lógica loca.

La analogía con los años setenta en la URSS, cuando se sentaron las bases de la autodesintegración del superestado de matriz rusa, es directa. Por más que la eurocracia no sueñe en secreto con ningún socialismo, como era el caso de aquella podrida estadocracia soviética que soñaba con privatizar sus dominios y hacerse con patrimonios heredables, la cuestión de la sostenibilidad de todo el asunto es manifiesta. ¿Cómo se ha podido llegar a eso? Treinta años nos contemplan. Salvo contadas excepciones, dos generaciones de periodistas y expertos en Bruselas han sido incapaces de explicarlo.

Todo esto viene a cuento de la actual revuelta francesa contra el proyecto de reforma laboral que el gobierno francés quiere imponer por decreto, a falta de mayoría en la sociedad y en el Parlamento.

Fue el 12 de septiembre del año pasado. Recién derrotada Grecia, que acababa de tragarse, en julio, algo mucho peor que lo que su gallardo referéndum había rechazado con el 62% de los votos. Y lo dijo en París el ex ministro griego Yanis Varufakis, en la Fiesta de l´Humanite: “Grecia es un laboratorio de la austeridad donde el memorándum se ha puesto a prueba antes de ser exportado. Todo lo que se ha experimentado con Grecia tiene en realidad a Francia en el punto de mira. La estrategia del gobierno alemán es alcanzar el dominio supremo sobre el presupuesto francés”, dijo.

El contenido de la reforma laboral francesa es trabajar más, cobrar menos, precarizar, dar más poder a las empresas y menos a los sindicatos. La indignación se dirige contra el gobierno francés, pero en realidad, Hollande y Valls, no hacen más que aplicar la lógica del europeísmo; la loca lógica de los tratados europeos, de la llamada “estrategia de Lisboa” y del euro.

Todo lo que la reforma laboral francesa contiene se desprende, literalmente, de directivas europeas, como ha explicado Coralie Delaume en un blog de Le Figaro, Las Grandes Orientaciones de Política Económica (GOPE) y otros documentos de la Comisión marcan para la Francia del 2016; el “exceso de sus costes salariales” (cuando aquí en la seguridad social y en la enseñanza se gana menos que en España en términos reales) y de las cotizaciones patronales; el exceso del salario mínimo, la necesidad de reducir las “rigideces” del mercado de trabajo, etc., etc.

“La reforma del derecho laboral deseada e impuesta por el gobierno de Valls es lo mínimo que hay que hacer”, dice ahora Jean-Claude Juncker. Así lo impone el derecho ilegítimo de los tratados europeos, cuyo mandato ha sido tres veces rechazado en las urnas; en Francia y Holanda en 2005, y en Grecia en julio de 2015.

De todo esto se deduce que a la actual protesta francesa le falta poner el acento en una cosa a la que los franceses son, seguramente, los más sensibles de Europa: la reivindicación de la soberanía nacional robada, que es uno de los principales ingredientes del latente malestar francés. Solo recuperando las diversas soberanías nacionales, podría replantearse el “proyecto europeo” sobre bases ciudadanas, en caso de que valga la pena, es decir en caso de que pueda aportar algo a los retos del siglo.

Sea cual sea el resultado de la actual contestación francesa, las raíces estatales-nacionales de la libertad y la democracia, particularmente fuertes en Francia, hacen muy difícil que el robo de soberanía que practica el europeismo no tenga consecuencias rebeldes.

Fuente original:
http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/05/28/la-construccion-europea-es-una-casa-de-locos-44370/

sábado, 14 de mayo de 2016

Manuel Arroyo Stephens: Franco acabó con el espíritu crítico español”. Ha publicado en español 'Contra los franceses. Libelo', que apareció en francés hace 40 años. Escritor, editor, su sarcasmo es suculento.

Un libelo en tiempos del tuit? Era la única forma que encontré de decir algunos disparates.

¿Y por qué tuvo esa necesidad? Por un rechazo hacia parte de la cultura francesa dominante desde la segunda Guerra Mundial que ha influido en España y en América Latina. Francia es uno de los cuatro pilares de la cultura europea… Y sin embargo lo que definió la imagen de Francia fue lo peor de la cultura francesa, la que se había desarrollado en el siglo XX a partir de la adopción de la charlatanería de Heidegger.

Esa cultura cae sobre su mazo en el libelo… No; es una caricatura de la cultura francesa que ha triunfado aquí. En España se lee todavía mucho a los charlatanes de la posguerra, como Althusser, Lacan... Para mí son charlatanes. En vez de aprender de Francia lo mejor de sus humanidades, en España y en América Latina ha triunfado esa parte nefasta.

¿Y para cuándo un libro a favor de los franceses? ¡Podría hacer otro contralibelo escribiendo sobre los autores que me fascinan! Flaubert, Pascal, Montaigne, Proust, los pintores del XVIII y XIX... Desde que muere Quevedo no hay poesía en España, hasta Rubén. Esas oleadas suceden, y así pasa en Francia. El milagro es que haya algo bueno, lo normal es que no haya nada.

¿Qué ha pasado para que un país que parecía rejuvenecer después de Franco vive esa sensación de nada? Franco mató la inteligencia española, el espíritu crítico, consiguió dotarnos de una mentalidad de cuartel y sacristía, como denunció Unamuno. De esa mentalidad es muy difícil librarse… El canon de la posguerra lo marcó Cela: una vuelta al casticismo más rancio, en contraste con Chaves Nogales, al que ahora se redescubre. ¡A Lorca lo asesinan con 38 años! Para mi es el símbolo de cómo se mató a esa España que había renacido desde Rubén.

Hay otra matanza previa, la retrata Goya y usted la saca en su libro como si se fusilara el 2 de mayo a la pintura francesa… Lo que se fusila es al liberalismo español, al pensamiento crítico español, a la libertad de pensamiento, una labor que había empezado en el siglo XVI la Santa Inquisición y que fue constante e implacable durante siglos.

¿Eso se ha impregnado en nuestra mentalidad? Eso crea una mentalidad. La veo en las actitudes que tienen los españoles ante casi todo. Es asombroso que los votantes españoles voten siempre a los chulos y a los corruptos. Es parte de la mentalidad del franquismo porque la gente lo único que quiere es seguridad, una seguridad frágil, falsa. No lo entiendo.

¿Qué le produce esta situación? Rabia y tristeza. Me produce rabia por lo que hemos vivido desde la Transición, esa trampa: hemos creado un Estado inviable, carísimo y muy corrupto. No se ha perdido una década, se ha perdido un siglo.

Dice que Francia tiene cosas que le encantan. ¿Entonces por qué un libelo? En el fondo era un sarcasmo sobre el complejo de inferioridad de los españoles. Es un complejo con causa, pero ese sarcasmo no lo ha visto casi nadie, quizá por mi culpa.

¿Cuál es la causa del complejo? La historia de España en los últimos cuatro siglos. Felipe II hizo todo mal y le salió todo mal. ¿Por qué en España fray Luis fue a la cárcel o asesinaron a Lorca? Porque había una mentalidad envidiosa, de odio a la inteligencia. El grito más expresivo de la cultura española sigue siendo el de Millán Astray: “¡Muera la inteligencia!”

¿Siente que ha sido injusto con Francia? Claro que he sido injusto con Francia. ¿Cómo no va a ser injusto un libelo?... Claro que admiro a Francia, ¡cómo no voy a admirarla! Una cosa es que sea libelista y otra que sea idiota.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/04/29/actualidad/1461921889_336707.html

martes, 3 de mayo de 2016

Una Francia que despierta

Rafael Poch
La Vanguardia

Clément está allá arriba, en el suntuoso balcón de la Comédie Française que da a la parisina Place du Théatre. La institución fundada por Luis XIV en 1680 sobre la estela de Molière, fue ocupada el martes por los trabajadores del sector del espectáculo, audiovisual y la cinematografía, los llamados Intermittents. Se está negociando el recorte de su estatuto que les da seguro de paro entre un trabajo temporal y otro. Sobre las cinco de la tarde del martes cincuenta personas con pancartas se colaron en el teatro, se subieron al escenario e interrumpieron la representación de Lucrecia Borgia. Eric Ruff, administrador de la Comédie Française, pidió a la policía que no interviniese, pero el lugar está cerrado y bloqueado por los antidisturbios del CRS. Clément, que fuma un pitillo en el balcón, responde a mis señas desde la calle para hablar con el móvil. En la barandilla dos pancartas: “ninguna economía sobre las espaldas de los parados” y “Echemos a la derecha, sea nacionalista, republicana o socialista”. La policía no deja entrar a nadie, pero sí salir, explica el ocupante desde el balcón. ¿Alimentos? “La policía deja pasar suministros”, dice. Son varias decenas ocupando el lugar, que es confortable, asegura.

La ocupación forma parte de la protesta contra la ley laboral, que arrancó hace dos meses, y habría sido impensable sin el movimiento Nuit Debout, con casi un mes de vida. Ambos procesos han despertado a una Francia que bostezaba.

La Nuit Debout no es un movimiento verdaderamente masivo. Socialmente podría decirse incluso que es minoritario. Sin embargo las cosas importantes comienzan como asunto de minorías. Especialmente cuando una minoría inspira. Y esta minoría está inspirando a toda una sociedad que experimenta, desde hace décadas, un palpable descenso del nivel de vida.

De guardia en el teatro Odeón
“No creo que sin la Nuit Debout, los Intermittents hubieramos llegado a esto”, dice Guillaume, un montador de cine que monta guardia frente al Teatro del Odeón, en pleno barrio latino. “Como mucho, nos habríamos limitado a algunas manifestaciones”, explica. La Nuit Debout está uniendo reivindicaciones y protestas que antes iban aisladas. Es lo que llaman la convergencia de las luchas. “No se donde llegará, pero se está creando cierto ambiente”, dice el joven que reparte el boletín de los intermitentes y precarios. El Odéon fue ocupado el domingo, anulando la representación de Fedra. Esta semana se han ocupado otros diez teatros en ciudades de Francia. El jueves, pese al acuerdo laboral alcanzado otrosIntermittents ocuparon dos teatros más en Toulouse y Grenoble. Hay una atmósfera de contagio. Aun se está muy lejos de algo general, pero se llama a ello. “El Estado, las organizaciones patronales y los sindicatos reformistas están sujetos a los poderes financieros y ejecutan sus órdenes”, señala el boletín que reparte Guillaume. “Pedir la separación del Estado y el Medef (la gran patronal, una de las consignas de la protesta contra el proyecto de reforma laboral) no es más que una vana ilusión”, dice. El panfleto va mucho más allá de lo laboral: “La crisis no es una cuestión económica, sino una relación de fuerzas entre clases, no importa quien gobierne, la política es siempre la misma y esa lucha viene acompañada de una producción ideológica que concentra el debate en temas de la extrema derecha: seguridad, emigración, identidad nacional”. Y se habla de política internacional (¡una rareza!): “Europa ya forma parte de un conglomerado de guerras civiles que partiendo de Siria y de Turquía se materializa en el desplazamiento masivo de poblaciones que intentan acceder a un Norte cada vez más fortificado y asfixiado por la mordaza de la austeridad”.

Monsieur Periscope
Junto al grupo de trabajadores del espectáculo que monta guardia frente al Odéon, también bloqueado por los antidisturbios, encuentro a Rémy Buisine, Monsieur Periscope. Armado de su teléfono móvil, auriculares y una batería recargable, este joven de 26 años que trabaja a tiempo parcial en una radio comunal se puso a transmitir la Nuit Debout parisina desde su mismo inicio, la noche del 31 de marzo. Tres días después Rémy constató que su transmisión, vía la aplicación Periscope, era seguida por 80.000 personas. Su perfil ya supera más de seis millones de likes.

“Cuando vi que a media noche había 1200 personas en la Plaza de la República, me dije que comenzaba algo serio y me puse a transmitirlo en directo, desde entonces lo hago cada tarde porque es apasionante lo que está ocurriendo”, dice. Mientras hablamos, un marginal se acerca a los antidisturbios tocando en su armónica una canción del movimiento obrero francés de principios del siglo XX. De repente se baja los pantalones y les enseña el trasero. Los policías miran con desagrado pero no intervienen. Horas más tarde los antidisturbios entran en el teatro y sacan en volandas a los ocupantes. La gente decide marchar a pie hasta la Plaza de la República en manifestación. Son unos doscientos. Es medianoche y se grita, “¡París, levántate!”.

Se están forjando dos frentes
En Francia se sufren dos grandes situaciones; la involución socio-laboral del capitalismo neoliberal común a tantas otras sociedades del Norte y del Sur, y la específica reacción racista-identitaria que anima la particular ideología sudista francesa y que el Frente Nacional capitaliza. La Nuit Debout tiene su tarea de combate en esos dos frentes. Para el primero de ellos es fundamental el nexo sindical que se está forjando gracias al proyecto de reforma laboral. En el segundo es imprescindible que esta incipiente ola rebelde arraigue en los barrios periféricos, lasbanlieues, espacio de los sectores emigrantes más directamente afectados por la precariedad, la estigmatización y el racismo.

En una entrevista con mi compañera Eva Cantón, de El Periódico, el sociólogo Michel Fize explica la ausencia de las banlieues en los escenarios de la Nuit Debout, diciendo que su sujeto precario y marginado, “tiene una relación muy complicada con la palabra”. “Como Nuit Debout gira en torno a la expresión, los jóvenes más desfavorecidos no se encuentran cómodos en este tipo de concentraciones, se sienten inferiores respecto a los jóvenes con un nivel cultural superior al suyo”, “cuando no se tienen palabras. El modo de expresión es la violencia, pero detrás de ella hay sufrimiento”, dice. Esa ausencia es un defecto fundamental, pero es reparable. La expulsión de la plaza, el día 16 de abril, del fast thinker neocon, Alain Finkielkraut, uno de los abanderados del racismo islamófobo e identitario francés, tan criticada por el establishment, no fue en absoluto una mala señal, sino simple expresión de lucidez. El tiempo dirá.

Problemas y ventajas
Hay también en este movimiento un rechazo generacional a la organización del que algunos hacen virtud. No es el caso del demógrafo Emmanuel Todd, un ex sesentayochista que lo critica como defecto. “Son como nosotros, pero en peor”, dice de la Nuit Debout. “Los sesentayochistas descubrieron las alegrías del individualismo, pero tenían detrás suyo, sus familias, una sólida formación en los colectivos: el Partido Comunista, la Iglesia, los sindicatos… Las actuales generaciones ya nacieron individualistas, son sesentayochistas al cuadrado, casi ontológicos. Ni siquiera tienen el recuerdo de aquellos colectivos fuertes. Y la voluntad de no organizarse casi se eleva a rango de religión”, explica en una entrevista con la revista Fakir. “Es terrible porque si supieran…, si supieran hasta qué punto están organizados los tipos que tienen enfrente; los patrones, el Estado, el Partido Socialista, los bancos… Son verdaderas máquinas”.

“La derecha y los liberales, de derecha o izquierda, crearon think tanks, asociaciones favorables a los intereses de la patronal, han creado medios de comunicación y alimentan todo eso con el dinero de las grandes empresas”, advertía el director de Le Monde Diplomatique, Serge Halimi, en un acto de la Nuit Debout celebrado el día 20 en la Bolsa de Trabajo de París. “Gracias a eso son cada vez más poderosos y más ricos” Y ¿qué tienen enfrente?: un conglomerado de asociaciones celosos de sus parcelas, su singularidad y su autonomía. “Sin aliados, sin prioridades, sin organización, ¿cómo realizar los objetivos en cuanto remita el periodo intenso de las ocupaciones y las manifestaciones?”, dijo Halimi.

Pero este fenómeno francés tiene también algunas ventajas respecto a su pariente español del 15-M / Podemos (que no he vivido en directo). Uno es el citado nexo laboral, con la parte activa y rescatable del movimiento sindical. El diálogo que la plaza ha establecido con los sindicalistas (la noche del jueves en París, en presencia de los líderes de la CGT y otros sindicatos) es importante. Otro es la existencia en Francia de intelectuales de izquierda en ruptura con el establishment con cierta influencia. En España no había gente como Serge Halimi, Emmanuel Todd, Fréderic Lordon o Jacques Sapir, que poco a poco se dejan ver por la plaza y aportan su reflexión. Y una tercera ventaja es la existencia de un presidenciable de izquierdas ya rodado y con carisma. No cae bien a todo el mundo y parece de buen tono achacarle minucias desde cierto esnobismo gauchiste, pero Jean-Luc Mélenchon (4 millones de votos en 2012) es un hecho capaz de unir un amplio malestar por encima de los partidos…

“Aún es difícil vislumbrar adonde llegará todo esto”, dice Rémy. “No me atrevo a aventurar un pronóstico”, responde Guillaume. Clement, el de la Comédie Française, estima que el movimiento iniciado no se va a parar así como así. Y esa es la impresión: Va a ser muy difícil que el movimiento Nuit Debout en alianza con el medio laboral se apague así como así, especialmente si prende en las ciudades dormitorio del extrarradio que concentran el grueso de la miseria.
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/04/29/una-francia-que-despierta-57609/

domingo, 3 de abril de 2016

Escenas de la lucha de clases en Francia

La Vanguardia

Empujones a la entrada e insultos en la sala. Señoras bien vestidas y enjoyadas, comportándose como verdaderas verduleras y hombres encorbatados llamando “zorra” a la gaditana alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, afortunadamente ausente. Lo nunca visto en el elegante distrito XVI de París. Era la “reunión informativa”, organizada por el Ayuntamiento de París para los vecinos del distrito en el aula magna de la Universidad París Dauphine, que linda con el Bois de Boulogne. ¿Motivo de la bronca?: el ayuntamiento ha tenido la audacia de colocar en un barrio rico un centro provisional de acogida para 200 sin techo, pobres, vagabundos y demás. La decisión rompe un tabú: los pobres sin techo deben estar con sus parientes con techo, es decir en los distritos modestos del norte y el este de la ciudad. Nada de mezclas. El distrito XVI, 150.000 habitantes, una de las densidades de población más bajas de París, solo tiene 18 de las 10.000 plazas de acogida para los sin techo que hay en toda la ciudad, que rebosa gente durmiendo por las calles. El popular distrito XX tiene más de mil plazas. La idea de Hidalgo es repartir un poco la solidaridad, pero el alcalde de barrio, Claude Goasguen, del partido de Sarkozy, dice que lo que quieren es “castigar a los burgueses”. “Este centro de acogida hará bajar el precio de mi piso”, se queja un ciudadano. “Esta gente no tiene medios y robará”, augura una señora.

Jóvenes, abuelos y sindicatos
Eso sucedía el lunes, y ante lo crispado del ambiente el Presidente de la Universidad, Laurent Batsch, decidió dar por concluida la “reunión informativa” a los quince minutos de su inicio.

El jueves los estudiantes y bachilleres volvían a salir a la calle. Ya lo hicieron el día 9, sumándose en gran número a los sindicatos para protestar contra el proyecto de ley laboral del gobierno, que recorta un poco más el derecho laboral. Varios centenares de miles de estudiantes, trabajadores, parados y jubilados en toda Francia.Tras tantos años de recortes moderados, el bien afilado cuchillo neoliberal francés que corta muy fino, tocó nervio y el país despertó: “Hasta aquí podíamos llegar”, se leyó en un manifiesto de socialistas y compañeros de viaje de Hollande y Valls. El gobierno no se esperaba que el pueblo desenterrara su hacha de guerra, y asistió incrédulo a una reacción que en pocos días unificó a todos los sindicatos en una convocatoria de huelga general para el 31 de marzo pidiendo la retirada del proyecto de ley involucionista. Inmediatamente se borraron dos o tres aspectos enojosos del texto. Con eso se ha conseguido que algunos sindicatos, la mansa CFDT y otros, vuelvan al redil, sin embargo los otros mantienen la convocatoria de huelga, lo que a 14 meses de las presidenciales pinta muy mal para el Elíseo.

Soñando con un cambio
Como en toda Europa, la involución social francesa data de 30 años. Algunos fechan su inicio en 1983, cuando Mitterrand cambió su programa común de izquierdas por la desregularización neoliberal. El caso es que hace mucho tiempo que la vida social se degrada en Francia. Como en todas partes, la teología dominante afirma que el problema de la economía francesa tiene que ver con el exceso de Estado y de gasto social. El bombardeo mediático de esta idea, así como la escuela que ha creado a lo largo de toda una generación, son considerables, pero ya en 2005, con el referéndum contra la Constitución Europea, los franceses dijeron no, por más que su voluntad fuera olímpicamente ignorada. En todo caso, muchos sueñan ahora con un despertar. Con la idea de un vaso colmado, cuya última gota —el proyecto de ley laboral— comienza a desbordar para dar lugar a una de esas erupciones sociales francesas. Frédéric Lordon, el principal panfletista de moda de la izquierda de la izquierda local, repite estos días en sus intervenciones que si Francia peta se llevará por delante las instituciones existentes. Yannis Varufakis apunta, y tiene razón, que sin una Francia rebelde y despierta, no habrá cambio en Europa. La huelga general del día 31 deberá dar la medida de todo eso. La juventud ha estado más bien ausente de las discretas movilizaciones sociales francesas, pero el día 9 algo se movió. Llama en especial la atención la ausencia del sujeto, precario y marginado de las banlieues. Sin que ese sujeto aparezca en la calle, el cambio se quedará en sueño.

Fuente:
http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/03/19/escenas-de-la-lucha-de-clases-en-francia-32226/

viernes, 4 de marzo de 2016

Isabelle Huppert: “El cine no merece la pena sin transgresión”. Musa de Claude Chabrol y Michael Haneke, la actriz francesa es desde hace décadas una de las voces más rotundas de la interpretación europea.


El encuentro tiene lugar en el Luxemburgo más profundo, en una pequeña ciudad de pasado industrial situada en medio de frondosos valles de un verde amarillento. Isabelle Huppert se encuentra en el interior de una fábrica abandonada junto a las vías del tren, que sirve de escenario a la película que está rodando, Souvenirs. En ella interpreta a una cantante que, en un tiempo ya lejano, representó a su país en Eurovisión. La actriz recibe al visitante en un pequeño camerino, recostada en un sofá sobre el que ha colocado la bandeja del almuerzo, que terminará quedándose frío, además de sus lecturas del momento: un par de guiones de título ilegible y la última novela de Laurent Binet.

Su fama de mujer arisca e incluso intratable, propagada con ecos ligeramente misóginos, resulta injusta al descubrir a una mujer perfectamente educada y, a ratos, incluso generosa. Huppert sí mantiene, pese a todo, su apego por una marcada distancia prudencial respecto a su interlocutor – comprensible, después de todo, frente a un desconocido–, como si se protegiera detrás de un perímetro de seguridad invisible. Tal vez por eso la han tildado ad nauseam de reservada, sigilosa y gélida, resguardada por un código secreto tan difícil de descifrar como esas cajas fuertes que vendía su padre en la periferia burguesa de París.

Tras 40 años de carrera, Huppert se ha convertido en una de las grandes actrices del continente europeo, delineando una carrera que la ha vinculado a los mejores cineastas del planeta –como Claude Chabrol, Michael Cimino, Jean-Luc Godard, Bertrand Tavernier, Benoît Jacquot, Marco Ferreri, Michael Haneke, Claire Denis o Hong Sang-soo–, a lo largo de la que ha interpretado variantes de un mismo personaje con el que comparte un rostro pálido y pecoso, en el que se mezclan la dureza y la fragilidad, la melancolía y la perplejidad.

Erigida en ejemplo de rigor interpretativo y modernidad perdurable, la actriz inicia ahora el que podría ser su mejor año, aunque el tópico le haga arrugar el rictus. Tras protagonizar una renovada versión de La religiosa, que ya llevó al cine el fallecido Jacques Rivette, tiene a punto de estreno El amor es más fuerte que las bombas, del noruego Joachim Trier, nuevo adalid del cine de autor europeo, donde interpreta a una fotógrafa de guerra. Acaba de presentar L’avenir en la Berlinale, a las órdenes de la joven cineasta Mia Hansen-Løve, y tiene un papel estelar en Elle, lo nuevo de Paul Verhoeven, que podría estrenarse en el Festival de Cannes. A mediados de marzo regresará al teatro para convertirse en Fedra en el Odéon parisiense, con el director polaco Krzysztof Warlikowski. Y, tras reunirse con Gérard Depardieu en Madame Hyde, protagonizará la nueva película de su adorado Haneke, Happy end, con la crisis de los refugiados como telón de fondo.

Cuando le preguntan en qué se parecen sus personajes, suele responder: “Me tienen en común a mí”. ¿Lo que está diciendo es que interpreta a pequeñas variaciones de sí misma? ¿Cómo que pequeñas? Espero que sean grandes… [sonríe]. Siempre he tenido una convicción: no interpreto a personajes, sino a personas. Y resulta evidente que todos tienen mi cara, con todo lo que eso implica. Interpretar no puede consistir en imitar o en someterse a una transformación física. Para mí, interpretar significa encarnar.

¿Le molesta que el público la confunda con sus personajes, que la tomen por esas mujeres ariscas y desequilibradas de sus películas? Me parece inevitable que sea así. No me molesta, porque la gente que me conoce bien sabe que no soy como ellas. Siempre digo que es como vivir en dos mundos distintos, aunque no me resulte esquizofrénico. Le concederé que tiendo a subestimar hasta qué punto esa confusión condiciona mis relaciones con los demás. Cada vez que conozco a alguien, me toma por una persona que no soy. Mi relación con los demás se fundamenta en esa incomprensión. Pero le confieso que, en el fondo, no me resulta desagradable del todo. Es algo que crea una pantalla, una especie de protección.

La acabamos de ver interpretando a una monja en La religiosa. Es sorprendente descubrirla con el hábito… A mí también me pareció curioso. El hábito hace que solo se vea tu cara, como si el resto de tu cuerpo no existiera. Cuando me observé por primera vez, solo veía mi boca y mis ojos. Puedo decir que me impresionó mucho más lo estético que lo espiritual… [sonríe]. Pero también diría que para el mismo Diderot, que escribió la obra en la que se basa la película, la espiritualidad de ese personaje no era demasiado importante. Lo era menos, en todo caso, que su anhelo por los placeres carnales…

Es el tipo de papel que las actrices de cierta categoría prefieren rechazar. Interpreta a una madre superiora que se mete en la cama de una menor. Y, por si fuera poco, se trata de un secundario que no llega hasta el final de la película… No tuve la sensación de meterme en un terreno especialmente resbaladizo. La novela fue publicada en 1756 y, si estuvo prohibida durante tanto tiempo, como lo estaría después la película de Rivette, es solo porque el autor presenta esa situación con una normalidad sorprendente. Mi personaje ordena a esa novicia que la bese en la boca, pero lo hace con el mismo tono que si le dijera: “¿Te apetece un helado de vainilla?”. No es una depredadora, sino alguien que no sabe controlar sus pulsiones y sentimientos, y eso es lo que la debilita. Eso es lo que más me interesó.

A su entender, ¿los sentimientos nos debilitan? No, los sentimientos nos hacen humanos. No tengo nada en contra de los sentimientos, pero sí del sentimentalismo. En general, me gusta que las cosas sean un poco más contundentes, un poco más radicales…

¿No está tomando el cine actual la dirección contraria? En Hollywood, por lo menos, se detecta una voluntad de regresar a esa era del entretenimiento, a las franquicias de superhéroes y la evasión pura… Es verdad, puede que estemos dando marcha atrás. Y no solo en Hollywood, sino también en el cine francés. Hoy todo tiende a la ligereza generalizada, a esa obsesión por seducir a un público masivo. Yo apuesto porque sigamos agitando un poco las cosas y hagamos reflexionar más a ese público.

¿Qué responde a quienes dicen que la cultura francesa ya no cuenta en el mundo? Es innegable que Francia ya no es hegemónica, pero en mi país existe una idea de la cultura distinta de la que reina en la mayoría de lugares. En Francia, el cine es considerado un bien público, una noción que me parece más frágil en países vecinos como Alemania o Italia. El caso español lo conozco menos...

http://elpais.com/elpais/2016/02/24/eps/1456315893_753906.html?rel=lom

domingo, 6 de septiembre de 2015

Francia. Les Grands Buffets o Gastrolandia, el reino de la buena mesa. Pablo León. El restaurante francés Les Grands Buffets, en Narbonne, combina excelente cocina con el ‘todo incluido’.


Si el ideólogo de Parque Jurásico en lugar de variaciones genéticas de dinosaurios hubiera querido practicar con derivaciones culinarias, habría creado Les Grands Buffets. En este restaurante, a las afueras de Narbonne, al sur de Francia, “no hemos reparado en gastos”, dice monsieur Privat, fundador del local, parafraseando a uno de los personajes de la película de Steven Spielberg.

Inaugurado en 1989 como un “buffet et tradition à volonté” (bufé y tradición a voluntad), en este local especializado en “las recetas clásicas de la burguesía gala”, se puede comer todo lo que se quiera, sin límite de cantidad. Pero los platos no están hechos de cualquier manera. “La idea era recuperar el concepto de un banquete auténtico cuidando mucho la calidad de los productos y a un precio asequible”, explica Louis Privat, por cuyo establecimiento pasan 270.000 comensales al año. ¡Bienvenidos a gastroland!

La unión de los conceptos bufé y delicatessen parece un oxímoron. La idea de all you can eat, una barra libre culinaria, no suele asociarse a la calidad de los productos sino más bien a la glotonería, al exceso, a la propuesta de un crucero barato por el Mediterráneo o al comedor de un hotel decadente de Benidorm. Pero Les Grands Buffet no es nada de eso.

Sin renegar de las esencias del ambigú, Louis Privat se propuso aportar prestancia al concepto e inauguró el primer establecimiento en Francia donde ponerse fino sin renunciar a comer de lujo. Fue hace más de 25 años y su combinación de gastronomía de calidad con precios populares (29,90 euros bebida no incluida; 14,90 euros para niños de seis a 10 años y gratis para menores de cinco) ha sido todo un éxito. Con capacidad para 500 personas, llena en todos sus servicios —se recomienda reservar con al menos una semana de antelación— y sienta en sus mesas a 270.000 personas al año; lo que implica, solo con la comida y grosso modo, más de ocho millones de euros de facturación.

A las afueras de la bella ciudad de Narbonne (a 100 kilómetros de la frontera con España y con tren directo desde Barcelona), Les Grands Buffets aparece incrustado en un centro comercial que recuerda —burdamente— a la pirámide de cristal del Museo del Louvre. Su decoración posee un estilo con innegables reminiscencias kitsch; mientras que la puesta en escena de platos y bandejas, cuidadosamente ordenadas, parece sacada del festín que el lacayo francés de la Bestia ofrece a la Bella en la película de Disney.

Algunas de las principales atracciones de este local son los mariscos con las ostras de Gruissan a la cabeza; la langosta a la americana; los hermosos bogavantes; las variedades de foie; la rotissérie, donde cocinan delante del cliente entrecots o magrets de pato; el bufé de quesos más grande de Europa; o un surtido de más de cien postres, muchos de ellos elaborados a diario en sus impactantes cocinas.

A los manjares comestibles se une una variada carta de vinos. Siguiendo su filosofía popular y asequible, todas las botellas se cobran a precio de distribuidor —fruto de las buenas relaciones de monsieur Privat con los vitivinicultores y de la fuerza de su marca. Además, las 70 variedades de la región Languedoc-Roussillon —donde se ubica el restaurante— que ofrece se pueden pedir por copa, convirtiendo al restaurante en el que mayor oferta enológica a la copa otorga a sus clientes. Para que los brebajes no pierdan sus propiedades, se conservan con tecnología Enomatic, un dispensador de vino que utiliza gases inertes para preservarlo.

El nombre del local es un guiño a la película de 1973 Le grande bouffe, dirigida por Marco Ferreri y que cuenta la historia de cuatro amigos que organizan una escapada de fin de semana para comer hasta la muerte. Y en este restaurante, si se quieren degustar todos los platos, se puede necesitar toda una eternidad.

El jardín, anexo a los dos comedores principales y sendos pequeños salones privados, es quizás la parte más cuidada del restaurante. Proyectado por el paisajista André Gayraud, autor de los jardines de celebrities como Catherine Deneuve o el expresidente francés Giscard d’Estaing, este patio abierto está lleno de flores y esculturas, enfatizadas por juegos de luces de colores, y un par de fuentes que ponen banda sonora a la comida o la cena. Todo un espectáculo digno de este particular parque de atracciones temático con la comida como protagonista.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/08/28/estilo/1440772717_408650.html

miércoles, 8 de julio de 2015

Consejo de Seguridad de Francia se reúne, convocado por Hollande, para tratar caso de espionaje por parte de EEUU

Agencias
El presidente de Francia, François Hollande, convocó a su gabinete, servicio de inteligencia y altos mandos militares a una reunión de emergencia para tratar el tema de espionaje por parte del gobierno aliado de Estados Unidos entre 2006 y 2012. El jefe de Estado galo calificó este miércoles de “inceptable entre aliados” que EEUU espiara a los tres últimos presidentes como indican los diarios Libération y Médiapart, en relación con las interceptaciones hechas durante seis años por la Agencia de Seguridad estadounidense (NSA).

"Francia y EEUU son a menudo aliados en el mundo en nombre de la democracia y de la libertad. Que haya habido esa cobertura evidentemente no es aceptable ni comprensible", señaló en la cadena "i-Télé" el ministro de Agricultura y portavoz gubernamental, Stéphane Le Foll.

Al mismo tiempo, el canciller francés, Laurent Fabius, llamó a la embajadora estadounidense, Jane Hartley, para que explique la razón de la llamada "operación de envergadura" contra gobiernos de París (capital).

La noche de este martes, la organización mediática de investigación, WikiLeaks, filtró al menos cinco documentos que revelan que la NSA puso en marcha "una operación de gran envergadura" para pinchar a los expresidentes Jacques Chirac y Nicolás Sarkozy, así como al actual mandatario y sus colaboradores más próximos como diplomáticos o jefes de gabinete.

Foll, adelantó en la reunión de urgencia Hollande conversará con los principales ministros del gobierno, jerarcas militares y de los servicios de inteligencia para definir nuevos patrones de protección de la seguridad nacional. El gobierno de Hollande dejó claro, tras conocer la noticia, que no tolerará que acciones de ninguna clase expongan o vulneren al seguridad de la nación.

La Casa Blanca asegura que no espió las comunicaciones del presidente Hollande, tras la divulgación de las documentos por parte de WikiLeaks, aunque no mencionó si interceptaba a los dos exmandatarios. Estas nueva difusión de información secreta se da a tres años del refugio político de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, otorgado por Ecuador.

En abril medios alemanes divulgaron informaciones extraídas de las investigaciones internas de los servicios secretos de ese país y de la Cancillería, que constataban el espionaje de EE.UU. a la sede de la Presidencia francesa (el Elíseo), al Ministerio galo de Exteriores y a la Comisión Europea (CE).

Fuente: http://matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=35708:consejo-de-seguridad-de-francia-se-reune-convocado-por-hollande-para-tratar-caso-de-espionaje-por-parte-de-eeuu-&catid=46:conocimiento-y-tecnologia&Itemid=69

sábado, 30 de mayo de 2015

“Debemos liberarnos de la modernidad”. Entrevista a Sadri Khiari con ocasión de los 10 años del Partie des Indigènes de la République

Azzédine Benabdellah/Amia Moucharik/Selim Nadi
Les Indigènes de la Republique

Breve introducción del traductor
La vida de los inmigrantes negros y árabes en Francia no es nada fácil. Víctimas del racismo, del desprecio, de la indiferencia de las instituciones, de la explotación y de la marginación, se han organizado políticamente. Primero en el MIR (Mouvement des Indigènes de la République) y después en el PIR (Partie des Indigènes de la République), que acaba de cumplir 10 años de vida. Sadri Khiari uno de los referentes del PIR, es entrevistado aquí por Azzédine Benabdellah, Samia Moucharik y Selim Nadi, del periódico Les Indigènes de la Republique.

–Según tú, ¿cuáles son los principales aportes del MIR y el PIR?
–Lo primero que podría decir es que para una organización originada en la inmigración, que tiene la pretensión de desempeñar un papel político a escala nacional, ya es importante durar 10 años; que son 10 años de actividades prácticas y continuas elaboraciones. Quizás sería presuntuoso decir algo más que eso; en el plano político, el PIR ha abierto una nueva continuidad en la historia de las luchas de la inmigración que de momento está en sus primeras etapas. Una nueva continuidad cuya expresión ha sido la revuelta de noviembre de 2005. Es la primera expresión de algo más que unas reivindicaciones. Es un movimiento político que plantea, por un lado, la cuestión del poder indígena integrando en una dinámica autónoma a los diferentes sectores de la población indígena, y por otro, vinculándolos con las luchas de descolonización, y no solo en términos de solidaridad sino también en el marco de una aproximación estratégica articulada. El PIR actúa ciertamente para satisfacer las reivindicaciones más urgentes de la población indígena, incluso si apuntan a una gestión integracionista. No obstante, se esfuerza por atraerla al seno de una alternativa global de la civilización dominante, es decir, la modernidad colonial. El PIR no tiene como única ambición la conquista de la legalidad individual; el Partido dice “el mundo dominado por los blancos está podrido; nosotros trabajamos por el surgimiento de un nuevo mundo”. Todo eso no podríamos haberlo concebido sin haber empezado por la crítica del carácter colonial de la república [francesa] y sin haber actualizado las relaciones raciales e imperiales de poder sobre las que ella descansa. Esta lectura le permite al PIR aportar respuestas innovadoras en las que, en todo caso, trazar cursos de acción inéditos que no son la simple repetición de los problemáticos derechos del hombre tal como se piensan habitualmente en la izquierda. No me avergüenza nada decir que aunque hoy día el PIR sea una organización pequeña sin grandes medios de militancia y si mañana por una razón u otra hubiera de desaparecer... muy bien, en Francia aún queda la fuerza del futuro de las poblaciones no blancas. El PIR, lo recuerdo, apareció y se desarrolló en un contexto de estabilización en el nivel de las terceras generaciones, que no solo están encerradas en los barrios de chabolas, las ciudades de tránsito o en las fábricas. Estas generaciones permanecen sobre todo confinadas en lasbanlieues* pero su extensión en todas las esferas de la sociedad no está en duda. El PIR es una fuerza que expresa esos cambios. Sin duda es por eso que a menudo somos acusados de no ser otra cosa que una organización de “pequeños burgueses” salidos de la inmigración, impacientes por trepar más alto en la pirámide social. Entonces, en pocas palabras, pienso que en los años que vienen el campo político indígena será compartido por el integracionismo en sus diferentes expresiones, sin duda durante mucho tiempo todavía mayoritario, y una o varias fuerzas indígenas descolonizadoras que se apoyarán en parte sobre el aporte del PIR y estarán en continua expansión. Es por eso que digo que el PIR es el futuro. Entonces se verá que su aporte no puede reducirse a su participación en tal o cual batalla, tal o cual combate, que ya no está en el orden de lo intelectual sino que es exactamente el pensamiento en la práctica, que transforma el orden de la real. Para terminar con esta cuestión, agrego que, como en una línea de puntos, las reflexiones del PIR y otros movimientos descolonizadores del mundo bosquejan una línea saludable, fecunda, para los mismos blancos, si al fin se deciden a abandonar esta modernidad que les degrada y les desfigura. Digo que la izquierda radical debería seguirnos con más atención. Eso le haría bien.

–¿Ha sido útil a la organización el pasar de un movimiento a un partido? ¿Por qué?
–Cuando se está oprimido, la modestia es contrarrevolucionaria. Asimismo, prefiero comenzar diciendo que el pasaje del movimiento al partido ha sido útil al conjunto de los no blancos de Francia. Me parece que a partir del momento en que un grupo de indígenas planta su bandera en suelo francés y dice “a partir de ahora, esta tierra también es mía”, debemos formar parte del Estado en nombre de nosotros mismos; he aquí nuestra alternativa global, que nada tiene que ver con el derecho sino con la descolonización. Se ha dado un paso decisivo que permite y anuncia otros pasos en el mismo sentido. Cuando decidimos formar un partido, esa necesidad de acción política ya se hacía sentir pero que esa necesidad se exprese como grupo de presión o con listas electorales..., todavía estamos en una óptica de presiones, de reivindicaciones, de integración y no de poder ni de alternativa. Por otra parte, por eso es cierto que en el momento en que fundamos el PIR, no pudimos atraer a multitudes de militantes y que seguimos siendo incapaces de eso, aunque nuestra audiencia e influencia se extiendan progresivamente. Mientras tanto, estoy convencido de que hay acciones que solo tienen eficacia futura si son prematuras. Es el caso de la fundación del PIR. Desde el punto de vista de nuestra dinámica interna, la transformación del MIR en PIR ha tenido esa ventaja, inmensa a mis ojos, de obligarnos a pensar, a empezar a pensar para ser más exacto, de manera no estrictamente protestativa y reivindicativa. Tampoco puede uno estar toda la vida repitiendo “Los negros y los musulmanes son hermosos”; es necesario pensar en un poder “negro” o “musulmán”, o mejor un “poder indígena” que llegue a ser realidad y actúe relacionándose con las fuerzas nacionales y dentro de las instituciones, ¡de ningún modo dentro de una “vivienda oficial de bajo alquiler” (HLM, por sus siglas en francés)! Así, nosotros aprendemos a pensar sobre la conquista del poder y, consecuentemente, la combinación autonomía/alianza de una manera muy diferente...
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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Más negro en la noche: La represión de las huelgas mineras de 1948 en Francia. Entrevista Dominique Simonnot

Una investigación de la periodista Dominique Simonnot que acaba de publicarse en forma de libro, Plus noir dans la nuit [Más negro en la noche] (Calmann-Levy, París, 2014), relata la historia, apenas conocida, de las huelgas mineras del año 48 en Francia. La entrevista Bertrand Rothé para el semanario Marianne.

Marianne: Todo el inicio de su libro da la impresión de que estemos en una novela. Nos apasionamos con las vidas de los obreros, de los mineros, de la Liberación a nuestros días. Tenemos la impresión de oír hablar a nuestros padres, incluso a nuestros abuelos. Salvo que se trata de una historia verdadera y que constituye una espantosa acusación contra las élites socialistas…

Dominique Simonnot: Yo no he hecho más que mi trabajo de periodista, escuchar a siete antiguos mineros y a sus respectivas esposas y transcribir su vida. La historia comienza trés años después de la II Guerra Mundial, en plena fase de reconstrucción. Se cuenta con los mineros para contribuir a ello. Se les pide que se pongan manos a la obra y produzcan y produzcan…El 80% de la energía de la época procede del carbón. Y un buen día de 1948, Robert Lacoste, ministro de Industria, decide suprimir las ventajas conseguidas con la Liberación. Ventajas que representaban en principio la contrapartida de los esfuerzos que se les había exigido, pero que eran también una recompensa por su resistencia frente a los nazis. Ya en 1941 habían ido a la huelga. Una huelga de la que nadie se acuerda, que, en todo caso, yo no conocía. Una huelga horriblemente reprimida, con decenas de fusilados y centenares de deportados. Contra la supresión de estas ventajas en 1948, los mineros deciden una nueva huelga, que es nacional De norte a sur, participan todas las cuencas. Jules Moch, ministro del Interior en la época, lo tenía todo previsto. Había conseguido que se votase una ley que permitiera recurrir al ejército, reclutar a 80.000 militares y CRS [Compañías Republicanas de Seguridad, los antidisturbios de la policía]. Para reprimir cualquier forma de rebelión, había situado sus tropas a pocos kilómetros de las cuencas mineras de modo que pudieran intervenir rápidamente, y eso es lo que pasó. La represión fue muy violenta.

En la región del Paso de Calais, más de 700 obreros fueron condenados a penas de prisión por los magistrados, por acciones de huelga para “impedir la libertad de trabajo”. Cuando salen, ¡todo se les viene encima! Pierden todas sus ventajas. Aparte de no tener trabajo, no tienen ya alojamiento ni calefacción ni medicinas gratuitas… Pero la cosa no termina ahí. Comienza su calvario, que va a durar mucho, muchísimo tiempo. De un día para otro se encuentran dando tumbos por la región. El tiempo justo de apilar lo poco que tienen en carretillas y de poner a los chiquillos encima. Se les prohíbe a los demás mineros darles alojamiento. Pasaron muchísimo tiempo hasta encontrar dónde refugiarse. Una familia se instaló en un descampado en una casa de hormigón sin calefacción, sin agua y, evidentemente, sin electricidad. Otras dos acabaron en un blocao del ejército alemán que rezumaba humedad. ¡Y sin trabajo! Nada, sin salario. Las compañías mineras mandan en la región, todas las sociedades están bajo contrato con ellas de un modo u otro, y cada vez que se contrata a un antiguo huelguista, exigen que se le despida en el acto.

Cita usted ejemplos de gente que no tuvo tiempo de trabajar ¡ni una hora antes de ser despedidos!
¡Tal cual! Y sobre todo, hay que recordar que la mayor parte de las empresas de la región dependen entonces de Charbonnages de France [explotaciones hulleras francesas], nacionalizada con la Liberación.

A duras penas se creería que estos dos ministros, Robert Lacoste y Jules Moch, fueran ministros socialistas…

Evidentemente. Es la época del bipartidismo. Los comunistas han abandonado el gobierno. Pero hay que recordar que es también un momento de intensa tensión en la Guerra Fría. El gobierno –y sobre todo Moch- sospecha que los huelguistas están manipulados por Moscú, por los rojos, la CGT [el sindicato comunista francés]. Todos los días, o casi, acusa a los comunistas de fomentar un “golpe de Praga” en Francia. Afirma en la Asamblea Nacional que posee una nota de Jdanov, dirigente soviético, que empuja a los obreros a la huelga, incluso a la insurrección. Ese documento no se ha encontrado jamás. ¿Habrá siquiera existido?

¿Puede hablarnos del papel de François Mitterrand en este asunto?
Da escalofríos… seguir leyendo en Sin Permiso.
Mas en, Francia: Los mineros huelguistas de 1948, rehabilitados… en 2014 Patrick Roger

lunes, 27 de octubre de 2014

Los Nobel a Modiano y Tirole, el triunfo de Piketty y el prestigio de una hornada de autores devuelve a la cultura francesa el esplendor perdido. Sus letras enamoran otra vez. ¡Vive la France!

"Repli sur soi". Hace años que los franceses se autodiagnostican una enfermedad a la que designan con esta expresión, omnipresente en los medios, que podría traducirse como "ensimismamiento", "autoaislamiento" o, literalmente, "repliegue sobre uno mismo". Refleja los achaques de una cultura que, hasta hace poco menos de un siglo, seguía siendo dominante en el planeta. Hoy, en cambio, se vería afectada por su narcisismo y autosatisfacción, aminorada por un agravado déficit de influencia, condenada por la profunda crisis institucional que vive la quinta potencia mundial.

Los ideólogos de este declive cultural se multiplican desde hace década y media. Dicen que la literatura francesa dejó de contar allá por el nouveau roman. Que las traducciones del francés no suponen ni un 1% del mercado anglosajón, mientras que cuatro de cada 10 libros publicados en Francia tienen origen extranjero... seguir leyendo aquí en El País.
Thomas PikettyPágina Web oficial de Piketty

domingo, 31 de agosto de 2014

La caída de Francia. Algún líder europeo tiene que oponerse de forma decidida a las políticas de austeridad

François Hollande, presidente de Francia desde 2012, podría haber aspirado a mucho. Lo eligieron porque prometió alejar al país de las políticas de austeridad que destruyeron la breve e insuficiente recuperación económica de Europa. Dado que la justificación intelectual de estas políticas era débil y pronto se vendría abajo, él podría haber liderado un bloque de naciones que exigiesen un cambio de rumbo. Pero no ha sido así. Una vez en el cargo, Hollande se doblegó rápidamente y cedió por completo a las exigencias de una austeridad aún mayor.

Sin embargo, no se debe afirmar que no tenga ningún carácter. Esta semana ha tomado medidas decisivas, pero desgraciadamente no sobre política económica, a pesar de que las desastrosas consecuencias de la austeridad europea se vuelven más palpables con cada mes que pasa, y hasta Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), está pidiendo un cambio de rumbo. No, toda la fuerza de Hollande se ha centrado en purgar su Gobierno de aquellos que se han atrevido a cuestionar su sumisión a Berlín y Bruselas.

¿Cómo encaja Francia en este panorama? Las noticias describen sistemáticamente a la economía francesa como un desastre disfuncional lastrado por unos impuestos elevados y por las normativas del Gobierno. Por eso, cuando se observan las cifras reales, uno se sorprende un poco ya que no cuadran en absoluto con esa historia. A Francia no le ha ido bien desde 2008 —en concreto, se ha quedado rezagada con respecto a Alemania—, pero el crecimiento general de su PIB ha sido mucho mejor que la media europea, superando no solo a las atribuladas economías del sur de Europa, sino a países acreedores como Holanda. Los resultados franceses en cuanto al empleo tampoco son tan malos. De hecho, los jóvenes adultos tienen muchas más posibilidades de encontrar trabajo en Francia que en Estados Unidos.

La situación de Francia tampoco parece especialmente frágil: no tiene un gran déficit comercial y puede endeudarse a unos tipos de interés históricamente bajos.

¿Por qué, entonces, tiene Francia tan mala prensa? Cuesta no sospechar que existen razones políticas: Francia tiene un sector público muy grande y un Estado de bienestar generoso, lo cual debería conducir al desastre económico según la ideología del libre mercado. Por eso, lo que cuentan las noticias es que es un desastre, aunque no sea lo que dicen las cifras.
Es una historia muy triste, y no solo para Francia.

En estos momentos, la economía europea está pasando apuros. Creo que Draghi entiende lo mal que están las cosas, pero existe un límite para lo que puede hacer el banco central y, en cualquier caso, tiene un margen de maniobra reducido a menos que los líderes electos estén dispuestos a cuestionar la ortodoxia que defiende las monedas fuertes y el equilibrio presupuestario. Mientras tanto, Alemania es incorregible. Su respuesta oficial a la reorganización en Francia fue declarar que "no existe contradicción entre consolidación y crecimiento" (nos da igual la experiencia de los cuatro últimos años; seguimos pensando que la austeridad es expansionista).

Por eso, Europa necesita desesperadamente que el líder de una economía importante —una que no atraviese una situación horrible— se levante y diga que la austeridad está acabando con las perspectivas económicas europeas. Hollande podía y debería haber sido ese líder, pero no lo es.

Y si la economía europea sigue estancada o empeora, ¿qué pasará con el proyecto europeo, esa iniciativa a largo plazo para garantizar la paz y la democracia a través de la prosperidad compartida? Al fallarle a Francia, Hollande también le está fallando al conjunto de Europa, y nadie sabe lo mal que podrían ponerse las cosas.
...
Ya en 2012 El país publicó su opinión sobre las medidas de los neoliberales en el artículo: Krugman advierte de que las medidas de austeridad de Rajoy “no tienen sentido”
El economista cree que la austeridad aumentará el desempleo y no mellará ni el problema fiscal ni la falta de competitividad.

Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía de 2008. Fuente: El País

domingo, 9 de febrero de 2014

¿Una posible idea a imitar? Nace en París el primer supermercado colaborativo de Europa. (En España tenemos a Eroski, ¿es lo mismo, es diferente, es mejor?)


"No estábamos satisfechos de la oferta alimentaria. Así que decidimos crear nuestro propio supermercado. No una tienda pequeña sino un supermercado deslumbrante. We can do it". Así relatan sus promotores cómo surgió la idea de La Louve (La loba), el primer supermercado colaborativo de Europa que abrirá sus puertas en junio de 2015 en París. Falta bastante para el día D, y aun así, la historia de la gestación de este proyecto da para mucho y, si me apuran, para una película francesa, por supuesto. Leer más en El País.
El vídeo muestra un supermercado cooperativo que lleva tiempo funcionando con éxito en New York
Aquí Eroski.

domingo, 6 de octubre de 2013

Muere el general Giap, el estratega de la derrota de Francia y EE UU en Vietnam. El militar, fallecido a los 102 años, planificó la caída de Dien Bien Phu y encabezó la ofensiva del Tet

El 30 de abril de 1975, tras la caída de Saigón, Estados Unidos vivió una de las mayores crisis de identidad de su historia al preguntarse ¿quién perdió Vietnam?. Hay muchos candidatos para ese puesto, pero la pregunta opuesta, ¿quién ganó? no puede responderse sin hablar de Vo Nguyen Giap, comandante de las fuerzas del Vietnam comunista entre 1946 y 1976, es decir, durante toda la duración de las dos grandes guerras que asolaron el país asiático. Giap, el último de los dirigentes históricos del Partido Comunista de Vietnam, ha muerto este viernes a los 102 años en un hospital militar de Hanoi.

Giap nació en 1911 en la entonces Indochina francesa, hijo de una familia de campesinos acomodados. Tras estudiar derecho, ciencias políticas y economía en la Universidad de Hanoi, fue periodista y profesor. Parte del movimiento anticolonial desde los 14 años, a finales de los años 30 se adhirió al Partido Comunista, encabezado por Ho Chi Minh. En 1938, antes de la invasión japonesa de Vietnam, huyó a China, donde organizó un ejército guerrillero contra la ocupación de su país, primero por los ejércitos nipones y luego contra los franceses.

La falta de formación militar de Giap, autodidacta en asuntos bélicos, no le impidió convertirse en uno de los mayores estrategas del siglo XX, capaz de derrotar tanto a las fuerzas de Francia como a las de Estados Unidos con un ejército que, pese a la ayuda china y soviética, era nominalmente muy inferior en entrenamiento y equipamiento al de sus enemigos. "Tuvimos que usar lo pequeño contra lo grande, armas anticuadas contra armas modernas", diría Giap más tarde. "Al final, es el factor humano el que determina la victoria".

El gran triunfo de la estrategia de Giap fue la batalla de Dien Bien Phu, en 1954, en la que consiguió cercar a 14.000 soldados franceses en un valle al norte del país. El Ejército galo no esperaba que los guerrilleros vietnamitas fuesen capaces de cavar trincheras y posicionar cañones sobre las montañas que rodeaban el valle. Los 55 días de asedio, asalto y posterior rendición de Dien Bien Phu asestaron un golpe mortal a las aspiraciones coloniales francesas —no solo en Indochina— y serían uno de los acontecimientos que desencadenarían el fin de la Cuarta República.

Francia se retiró de Indochina tras acordar la división "provisional" del país por el paralelo 17 entre el norte comunista y el sur encabezado por un Gobierno cercano a las potencias occidentales. Estados Unidos, impulsado por el espíritu anticomunista de la época, suplió el papel de la expotencia colonial en apoyo al régimen del sur. Pero los acuerdos de Ginebra duraron menos de cuatro años. Al negarse el sur a convocar elecciones, ambos países entraron en guerra, Hanoi con el apoyo de China y de la Unión Soviética, Saigon con el respaldo de Estados Unidos.

Durante los 15 años siguientes, más de tres millones de vietnamitas perderían la vida, así como más de 58.000 estadounidenses. "No eramos lo suficientemente fuertes para expulsar a medio millón de soldados, pero ese no era el objetivo", diría Giap en 1990. "Nuestra intención era romper la voluntad del Gobierno estadounidense de continuar con la guerra".

Eso se logró en 1968 con la ofensiva del Tet, un ataque masivo por parte de tropas norvietnamitas y de la guerrilla comunista del Vietcong en las principales ciudades de Vietnam del Sur. El papel de Giap en la operación es dudoso: mientras que las fuentes oficiales le hacen responsable de la victoria, otras dicen que estaba en contra. A pesar de que los más de 44.000 muertos —diez veces más que los de EE UU— la convierten en una derrota táctica, la profundidad y amplitud de la ofensiva del Tet minó espectacularmente la moral de las tropas survietnamitas y puso definitivamente a la opinión pública estadounidense en contra de la guerra. Saigón tardaría siete años más en caer, pero la victoria empezó esa mañana de enero.

La muerte de Ho Chi Minh, en 1969, y su conflicto con su sucesor, Le Duan, le retiró lenta pero decisivamente de la primera línea de la política. En 1979 dejó de ser ministro de Defensa y, tres años más tarde, abandonó el Politburó.

Pero su caída en desgracia política no le hizo dejar de ser una de las figuras más queridas y admiradas de Vietnam, siempre presente en actos de conmemoración con su uniforme de general y recibiendo visitas de personalidades como Fidel Castro, Luiz Inácio Lula da Silva, y, en 1995, su antaño enemigo Robert McNamara, secretario de Defensa de EE UU durante la presidencia de John F. Kennedy. En 2008, a los 97 años, se opuso públicamente a la explotación de una mina de bauxita en el centro del país por parte de una empresa china. Al publicarse la noticia de su muerte, las redes sociales del país asiático se llenaron de homenajes al "más grande de los generales", un "héroe nacional". El Gobierno aún no ha anunciado si celebrará un funeral de Estado.
Fuente: El País.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Albert Jacquard, genetista y valedor de las minorías. El popular científico, apóstol del "decrecimiento alegre", era un icono de la izquierda francesa.

Albert Jacquard (Lyon, 1925), un científico y profesor tan prestigioso como popular en Francia, falleció ayer a los 87 años, según anunció su hijo a la agencia France Presse, a causa de una leucemia. Especialista en genética, tardíamente licenciado por la Universidad de Stanford en los años sesenta, Jacquard fue conocido sobre todo por su tenaz compromiso ciudadano, que le llevó a abrazar y abanderar numerosas causas. Fue sucesivamente jipi y pacifista, profesor y experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), defensor de los derechos de las minorías raciales, apóstol del “decrecimiento alegre” y apasionado valedor de los olvidados, especialmente los sin techo, los sin papeles y los menores víctimas de abusos sexuales y violencia.

Nacido en una familia rica de Lyon, el pelirrojo Jacquard estudió en la Universidad Politécnica, la escuela napoleónica que combina la excelencia científica con la tradición humanista, y comenzó a trabajar en 1962 en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos. Era casi cuarentón cuando, según contaba en ese momento, se dio cuenta de que “nadie es eterno” y decidió “no malgastar la vida en cosas ridículas”. Hizo las maletas y se marchó a Stanford (California), donde estudió Genética de las poblaciones. Allí forjó su conciencia política, durante los años de los disturbios raciales, el nacimiento del movimiento jipi y las manifestaciones contra la guerra de Vietnam.

De vuelta a Francia, Jacquard se doctoró dos veces (en Genética y en Biología Humana) y empezó a escribir libros. En 1978, publicó El elogio de la diferencia, un libro-manifiesto contra las desigualdades. Mientras impartía clases y trabajaba para la OMS, el investigador nunca dejó de desmontar los argumentos pretendidamente científicos de las teorías racistas que sustentaban la política colonial; en 1987, participó como testigo en el proceso judicial contra el jerarca de las SS y de la Gestapo Klaus Barbie, “El Carnicero de Lyon”, que acabaría siendo condenado a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad.

Miembro del Comité Nacional de Ética, Jacquard fue un divulgador muy mediático, aunque sus intervenciones públicas siempre estaban tocadas por la fibra de los verdaderos sabios, la humildad. Uno de sus lemas preferidos era “la verdad no se posee, solo se busca”.

En los años noventa, Albert Jacquard encontró una enorme causa perdida a la que dedicarse: los sin papeles, los sin techo, los gitanos y los niños maltratados y olvidados por el sistema. Cercano al Partido Comunista Francés, combatió con datos y acciones el ascenso de la ultraderecha xenófoba y el nacimiento de la derecha “sin complejos”, y se convirtió en presidente de honor de la asociación Derecho a la Vivienda.

“Es una gran pérdida para nosotros, Albert era una luz”, declaró ayer Jean-Baptiste Eyraud, portavoz de la asociación. “Fue nuestro compañero de viaje desde el principio, desde 1990. Aquel fue su primer combate sobre el terreno, pero siguió con nosotros hasta el final. Siempre estaba disponible, incluso a los 87 años. Sabía cómo dar esperanza a los niños, a los que no tenían techo. Comunicaba mensajes complicados con palabras sencillas”.

La desaparición de Jacquard causó honda emoción en el mundo científico, en el medio asociativo y entre los militantes de la izquierda. Su colega Axel Kahn expresó desde su cuenta en Twitter su reconocimiento a “un hombre valiente y profundamente bueno”. La ministra de Vivienda, la ecologista Cécile Duflot, que el jueves logró que la Asamblea Nacional aprobaba una ley para evitar los precios abusivos de los alquileres, afirmó que el científico “encarnaba la invitación, siempre actual, a reflexionar sobre los desequilibrios de la sociedad, la riqueza de nuestras culturas y la importancia de la educación”.

Harlem Désir, primer secretario del Partido Socialista, subrayó la lucha de Jacquard por los menores víctimas de la violencia sexual contra los menores, y el presidente de la República, François Hollande, emitió un comunicado en el que definió al genetista como un “humanista comprometido que militó incansablemente por los derechos de los más pobres, por su vivienda y su dignidad. Los franceses pierden un sabio, y los más desfavorecidos un ilustre portavoz”, concluyó Hollande.

Fuente: El País