Rafael Poch
La Vanguardia
Ahora que regresamos a una segunda edición de guerra fría -en realidad nunca terminó- y aparecen signos de desafío en ciertos países europeos, resulta muy interesante ver documentales como los que el canal Arte ofreció el pasado 5 de mayo, y que se volverá a divulgar el martes 12 y el lunes 18, naturalmente a las 8,55… de la mañana.
http://www.tv-replay.fr/redirection/05-05-15/le-grand-bluff-de-ronald-reagan-arte-11061776.html
Quienes llevamos algunos años en estos asuntos ya conocemos la sustancia de la guerra fría. Sabemos, por ejemplo, que el imperio occidental fue siempre el más agresivo y temerario, creando armas de destrucción masiva y protagonizando situaciones de enorme peligro nuclear, pero la generación joven, que ahora parece despertar, suele ignorar muchas cosas esenciales, que el conflicto de Ucrania -y en general la creciente tensión militar del Imperio del Caos con los llamados BRICs, las potencias emergentes- pone de suma actualidad.
Por ejemplo: los precios del petróleo están ahora muy bajos y vuelven a aparecer submarinos rusos junto a las costas de Suecia y Finlandia (repasen la prensa de octubre del año pasado y de abril y mayo de este año). Todo eso ya pasó con Reagan: utilizando a los saudíes se forzó la bajada de precios contra la URSS, igual que ahora se hace contra Rusia (y Venezuela). Respecto a los submarinos, el referido documental es interesante porque demuestra como una de las democracias más robustas del mundo, de la que estamos a varias galaxias de distancia, funcionó como una república bananera; con sus militares y sus poderes fácticos conspirando por cuenta de Washington contra su primer ministro electo, el magnífico Olof Palme, al que acabaron asesinando en 1986.
El documental no hace sino confirmar una de mis más asentadas convicciones, a saber; que en asuntos de Estado y muy especialmente de Estados imperiales, uno siempre se queda corto cuando piensa mal: la realidad siempre acaba siendo bastante peor y superando lo que los cretinos denominan “teorías de la conspiración” y que frecuentemente no son más que prudentes reservas y sanos escepticismos.
Las fuentes de este documental son, por orden de aparición; Thomas C. Reed, ex consejero de seguridad nacional de Estados Unidos, Herbert Meyer, consejero del jefe de la CIA, John F. Lehman, ex secretario de la Navy, Ingemar Engman, asistente del secretario de defensa sueco, Ola Frithofson, ex secretario de las juventudes socialistas suecas, Olof Franstedt, ex jefe de los servicios secretos suecos, Boris Pankin, ex embajador soviético en Estocolmo y último ministro de exteriores de la URSS, Caspar Weiberger, ex secretario de Defensa de Estados Unidos, Egon Bahr el ayudante de Willy Brandt que inventó la Ostpolitik, o James “Ace” Lyons, adjunto del jefe de operaciones de la Navy, además de algunos expertos suecos y noruegos.
El documental narra como con Reagan se formó en la Casa Blanca un nuevo sanedrín de “seguridad nacional” para radicalizar la tensión con Moscú a cuyo frente estaba Bill Casey, director de la CIA, ex banquero de Wall Street y director de la campaña electoral de Reagan. Eran amigos y entraba en su despacho sin llamar, por así decirlo. Ese nuevo Comité de Operaciones restableció las operaciones militares más provocadoras desde los años cincuenta en las fronteras más sensibles de la URSS, en la península de Kola, donde Moscú tenía, y tiene, una buena parte de su apuesta nuclear estratégica, tanto submarina como terrestre, recreando ataques inminentes que volvían locos a los rusos. Pero lo más interesante, como se ha dicho, es lo que se hizo contra la amenaza que representaba Olof Palme, el gran socialdemócrata que deseaba construir un sistema de seguridad integrado entre el Este y el Oeste, algo cuyo defecto explica, ahora, tantos años después del fin oficial de la guerra fría, que se haya llegado a situaciones como las de Ucrania.
Para evitar aquella distensión que Palme propugnaba con gran inteligencia, el establishment sueco, el ejército, los servicios secretos, la gran burguesía y lo que hay alrededor de su institución monárquica, naturalmente con la enorme ayuda de la prensa corporativa, logró sembrar la histeria en el país. Para ello bastó con pasear varios “submarinos soviéticos” con el periscopio al alza –lo que es del todo absurdo- por delante de bases militares suecas e incluso frente al palacio real en Estocolmo y algunas residencias secundarias del monarca. Pero los submarinos no eran soviéticos, sino americanos, británicos y en algunos casos italianos usados por los americanos. La finalidad era desenmascarar la política antibelicista de Palme, a quien los propios servicios secretos suecos consideraban un “traidor”, explica Olof Franstedt, su ex director. Los americanos se encargaban de susurrarles al oído a los almirantes y generales que aquel hombre era un “agente de influencia” del KGB. En ese susurro era muy activo el jefe del contraespionaje americano, James Jesus Angleston, explica Franstedt.
Mientras Palme convocaba al embajador Boris Pankin para darle la bronca por aquello y éste le aseguraba que no había ningún submarino (al final, desesperado de que no le creyera, le dijo que bombardeara de una puñetera vez aquellas naves misteriosas), todos estaban en el secreto. Cuando más tarde Pankin fue nombrado (último) ministro de exteriores de la URSS, en agosto de 1991, como no las tenía todas consigo (entonces los diplomáticos soviéticos desconfiaban del KGB y de sus militares como del diablo), pidió a sus amigos Vadim Bakatin y Evgeni Sháposhnikov, hombres de Gorbachov y amigos suyos puestos al frente del KGB y del Ministerio de Defensa, respectivamente, que buscaran en los archivos de sus agencias si había documentos sobre todos aquellos incidentes de submarinos de los años ochenta: no los había. Cero. En el documental, James “Ace” Lyons, el adjunto de la Navy, admite que todo fue un montaje. El resultado fue excelente: Antes de la operación el porcentaje de suecos que se declaraba “amenazado” por la URSS era del 27%, después de la operación eran el 83% (minuto 37 del documental).
Pero es que luego, el 28 de febrero de 1986, Palme fue asesinado, en un caso aun no resuelto, como las bombas de Luxemburgo de la OTAN y tantos otros crímenes de la red Gladio de la OTAN durante la guerra fría. En 1986, Gorbachov ya estaba en el Kremlin y la política de paz de Palme, disponía de un formidable nuevo factor a su favor: la extraordinaria disposición hacia ella del líder soviético. A Palme lo mataron tres semanas antes de que viajara a Moscú. Para Gorbachov, “no hay duda de que fue un asesinato político, porque amenazaba intereses muy poderosos partidarios de mantener el estado de cosas”.
Suecia creó una comisión de investigación por lo de los submarinos (también por lo de Palme, naturalmente sin resultado). Un miembro de esa comisión recuerda como desaparecían los documentos. “Un grupo de individuos que actuaba fuera del cuadro democrático sueco, no quería que su propio gobierno supiera lo que había pasado en realidad”, dice. Una manera muy nórdica de decir que en determinadas situaciones, la democracia con más solera de Europa, importa una higa. Imagínense la nuestra.
Bueno, últimamente los europeos vamos comprendiendo mucho de todo eso en propia carne. Los griegos, por ejemplo, ya son doctores en esa ciencia. Algunas consignas del 15-M incluso lo reflejaron con gran acierto. Pero cuando leo los periódicos y veo a todos esos nuevos jóvenes actores esperanzadores que aparecen en el horizonte, me pregunto si saben lo que significa, realmente, plantarle cara a una oligarquía, los riesgos que conlleva y el nivel de juego sucio al que se enfrentan cuando se intenta reformar lo verdaderamente esencial, trátense de un sistema de seguridad internacional, o de los intereses financieros de la cleptocracia local.
Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/?p=100
sábado, 6 de junio de 2015
viernes, 5 de junio de 2015
Misa republicana en París
Colocando el miércoles los restos de cuatro resistentes en el Panteón republicano de París en medio de una gran ceremonia, una especie de misa laica en el corazón de la capital, François Hollande ha dado una lección de historia. Mejor dicho: de cómo la historia se acomoda desde el poder. La pugna electoral de Hollande para lograr un segundo mandato en las presidenciales de 2017 ya ha empezado. Necesitado de recursos de prestigio, la efectista escenificación del miércoles en el templo que acoge a los grandes hombres de la República desde la época de Voltaire y Rousseau, incluyó una emotiva homilía presidencial. Esencialmente, el asunto consistió en la habitual campaña de imagen y presencia en la que, a falta de otras sustancias, se reduce la política. Respecto al contenido, el discurso del Presidente, que el Elíseo anunciaba como crucial, no pasó de corriente.
Hollande ha logrado que en el Panteón siga sin haber ni un solo resistente comunista, pese a que esa fuerza fue un componente esencial -e inicial- de la Resistencia. Hasta el miércoles, el único resistente allí presente era Jean Moulin, sin duda una personalidad indiscutible y unificadora -pero no comunista como señalamos por error en nuestra crónica de la edición impresa de ayer. Los cuatro que Hollande ha añadido (Geneviève de Gaulle, sobrina del general, la etnóloga Germaine Tillion, Pierre Brossolette, cuadro de los servicios de información gaullistas, y el ex ministro de educación del Frente Popular Jean Zay), todos ellos grandes figuras, mantienen en el Panteón de la República un homenaje incompleto a la Resistencia. El Presidente lo reconoció al decir en su discurso que las cinco personalidades ahora representadas en el Panteón “no son toda la Resistencia”, movimiento con “muchos rostros”, dijo, entre los que citó a, “comunistas, gaullistas, socialistas, radicales y hasta monárquicos”
¿Qué habría costado incluir entre los panteonizados ayer a Marie-Claude Vaillant-Couturier, comunista que fue compañera de internamiento en Ravensbruck de Tillion y de Gaulle, o al emigrante del affiche rouge, Missak Manouchian, líder del grupo filocomunista de los veintitrés fusilados en febrero de 1944, lleno de judíos y extranjeros, entre ellos el español Celestino Alonso? La caída de aquellos veintitrés dio lugar a una intensa campaña de propaganda xenófoba de los nazis y del gobierno de Vichy, no exenta de actualidad en la Europa de hoy. Renunciando a eso, el homenaje fue, ciertamente, incompleto.
La Resistencia no es una rancia memoria. Sus valores de indignación, rebelión y compromiso activo contra la injusticia y la tiranía, son perennes y universales. Su programa, el Programa del Consejo Nacional de la Resistencia de 15 de marzo de 1944, destinado a definir el régimen democrático auspiciado tras la liberación y que lleva la impronta de Jean Moulin, es de una actualidad asombrosa. Contiene el grueso de lo que hoy se necesita; desde, “una verdadera democracia económica y social, que implique apartar las grandes feudalidades económicas y financieras de la dirección de la economía”, hasta “garantizar la subordinación de los intereses particulares al interés general”, pasando por, “una libertad de prensa independiente de la potencia del dinero”, la “instrucción para todos”, la “nacionalización de los grandes medios de producción, las fuentes de energía, las riquezas del subsuelo, los seguros y los grandes bancos”.
Lo que en 1944 era consenso básico para un futuro decente, hoy es “izquierda radical”, “extremismo”, naturalmente “populismo” y otras sandeces. Se comprende, así, por qué la historia debe ser bien acomodada.
Hollande ha logrado que en el Panteón siga sin haber ni un solo resistente comunista, pese a que esa fuerza fue un componente esencial -e inicial- de la Resistencia. Hasta el miércoles, el único resistente allí presente era Jean Moulin, sin duda una personalidad indiscutible y unificadora -pero no comunista como señalamos por error en nuestra crónica de la edición impresa de ayer. Los cuatro que Hollande ha añadido (Geneviève de Gaulle, sobrina del general, la etnóloga Germaine Tillion, Pierre Brossolette, cuadro de los servicios de información gaullistas, y el ex ministro de educación del Frente Popular Jean Zay), todos ellos grandes figuras, mantienen en el Panteón de la República un homenaje incompleto a la Resistencia. El Presidente lo reconoció al decir en su discurso que las cinco personalidades ahora representadas en el Panteón “no son toda la Resistencia”, movimiento con “muchos rostros”, dijo, entre los que citó a, “comunistas, gaullistas, socialistas, radicales y hasta monárquicos”
¿Qué habría costado incluir entre los panteonizados ayer a Marie-Claude Vaillant-Couturier, comunista que fue compañera de internamiento en Ravensbruck de Tillion y de Gaulle, o al emigrante del affiche rouge, Missak Manouchian, líder del grupo filocomunista de los veintitrés fusilados en febrero de 1944, lleno de judíos y extranjeros, entre ellos el español Celestino Alonso? La caída de aquellos veintitrés dio lugar a una intensa campaña de propaganda xenófoba de los nazis y del gobierno de Vichy, no exenta de actualidad en la Europa de hoy. Renunciando a eso, el homenaje fue, ciertamente, incompleto.
La Resistencia no es una rancia memoria. Sus valores de indignación, rebelión y compromiso activo contra la injusticia y la tiranía, son perennes y universales. Su programa, el Programa del Consejo Nacional de la Resistencia de 15 de marzo de 1944, destinado a definir el régimen democrático auspiciado tras la liberación y que lleva la impronta de Jean Moulin, es de una actualidad asombrosa. Contiene el grueso de lo que hoy se necesita; desde, “una verdadera democracia económica y social, que implique apartar las grandes feudalidades económicas y financieras de la dirección de la economía”, hasta “garantizar la subordinación de los intereses particulares al interés general”, pasando por, “una libertad de prensa independiente de la potencia del dinero”, la “instrucción para todos”, la “nacionalización de los grandes medios de producción, las fuentes de energía, las riquezas del subsuelo, los seguros y los grandes bancos”.
Lo que en 1944 era consenso básico para un futuro decente, hoy es “izquierda radical”, “extremismo”, naturalmente “populismo” y otras sandeces. Se comprende, así, por qué la historia debe ser bien acomodada.
La Vanguardia
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/?p=111
jueves, 4 de junio de 2015
Tony Judt, la contundencia de un moralista. La reunión de sus artículos más políticos recupera todo el abanico de preocupaciones del autor de ‘Postguerra’
Cuando los hechos cambian se inicia con la crítica que Tony Judt publicó en el New York Review of Books en mayo de 1995 de la Historia del siglo XX, de Eric Hobsbawm. Es una buena introducción porque pone sobre la mesa cuestiones que importan para entender al autor de Postguerra. Una de ellas es su interés por lo que pasó durante el siglo XX en la Europa del Este. A los habitantes de esa zona les tocó sufrir dos calamidades, la que desencadenaron los nazis y la que montaron los comunistas. La astucia de Stalin consistió en recuperar en los años treinta el buen nombre de su causa cuando apoyó a la República española frente al golpe de los militares rebeldes y sus amigos falangistas. Para Hobsbawm, cuenta Judt, aquélla fue “la única causa política que, incluso en retrospectiva, se nos aparece tan pura y atrayente como lo fue en 1936”. Y, sin embargo, es justo esa fascinación la que le impide a Hobsbawm no sólo analizar “el uso que hizo Stalin del conflicto español”, sino ni siquiera abordar cómo aquella unidad antifascista “contribuyó a forjar una nueva imagen del comunismo internacional después de los desastres militares, económicos y estratégicos de sus dos primeras décadas”. Y afirma: “Si queremos comprender el siglo XX, esa radical remodelación del comunismo (que se repitió en una clave menor después de 1943) necesita ser valorada”.
En la década de los noventa, como le contó a Timothy Snyder en Pensar el siglo XX, Nueva York convirtió a Judt en un intelectual público. Su compromiso se hizo más intenso en 2011 tras el 11-S: “me pareció cada vez más urgente zambullirme en una conversación estadounidense: exigir el debate abierto y sin restricciones sobre temas incómodos en un momento de autocensura y conformidad”. Es lo que hace en los textos de Cuando los hechos cambian. En uno de ellos se refiere a Hannah Arendt y dice que se dedicó a perturbar “la fácil paz de la opinión recibida”. Es lo que también hace Judt: no pasa ni una sola de las ideas que querían imponerse entonces con la ofensiva neoconservadora y a todas ellas las somete a un escrutinio minucioso para pronunciarse de inmediato de manera contundente. Opera como historiador, porque aborda cada asunto desde una amplia perspectiva y lejos de los peajes del presente, pero se pronuncia como moralista. Como Montaigne o como Camus, le dijo a Snyder, “yo también era un moraliste: pero un moralista estadounidense”.
El libro reúne 28 textos, uno de ellos inédito, escritos entre 1995 y 2010; la selección e introducción la ha hecho Jennifer Homans, la última mujer de Judt. Están todas sus obsesiones. Vuelve sobre la devastación que produjeron los nazis y luego los comunistas en la Europa que terminó bajo el dominio del estalinismo, denuncia los peligros de una Unión Europea henchida por el éxito de unos logros que pueden ser desvirtuados por su manía con “la rectitud fiscal y el beneficio comercial” o reivindica aquellos años de posguerra donde surgieron las instituciones que propiciaron el Estado de bienestar como una barrera al sufrimiento de treinta años de guerra. También se ocupa de Israel en unas piezas que en su día fueron contestadas por el coraje con el que defendió la necesidad de entendimiento con los palestinos y la solución de los dos Estados, y por su virulenta denuncia del afán del Estado judío por servirse de la memoria del Holocausto como un escudo ante toda crítica. Hay una larga parte en la que Judt ataca la indiferente condescendencia con que los neoconservadores trataron a su aliados en aquella guerra global contra el terror que puso en marcha George Bush. Son textos escritos al hilo de la invasión de Irak o ante los excesos que se produjeron en Guantánamo o Abu Graib. Por importante que sea la guerra que se libra, no se puede actuar sin límites ni cortapisas de ningún tipo: “Estamos ofreciendo un simulacro de democracia desde un camión blindado a setenta kilómetros por hora y lo llamamos libertad”, escribe.
No podía falta, claro, su celebración del ferrocarril, y también se incluyen homenajes a François Furet, Amos Elon y Leszek Kolakowski. Pero lo que está bulliendo continuamente es su defensa de la socialdemocracia. En esos valores se reconoce este moralista: en su lucha contra la desigualdad y en su reto de construir instituciones destinadas a proteger a los más débiles. “Por decirlo sin ambages, la izquierda tiene algo que conservar. Es la derecha la que ha heredado el ambicioso impulso modernista de destruir e innovar en nombre de un proyecto universal. Los socialdemócratas, característicamente modestos en su estilo y su ambición, tienen que hablar con más firmeza de lo conseguido en el pasado”. Ése es su mensaje, que sigue intacto mucho después de se haya ido.
Cuando los hechos cambian. Tony Judt. Traducción de Juan Ramón Azaola y Belén Urrutia. Taurus. Barcelona, 2015. 413 páginas. 22,90 euros
En la década de los noventa, como le contó a Timothy Snyder en Pensar el siglo XX, Nueva York convirtió a Judt en un intelectual público. Su compromiso se hizo más intenso en 2011 tras el 11-S: “me pareció cada vez más urgente zambullirme en una conversación estadounidense: exigir el debate abierto y sin restricciones sobre temas incómodos en un momento de autocensura y conformidad”. Es lo que hace en los textos de Cuando los hechos cambian. En uno de ellos se refiere a Hannah Arendt y dice que se dedicó a perturbar “la fácil paz de la opinión recibida”. Es lo que también hace Judt: no pasa ni una sola de las ideas que querían imponerse entonces con la ofensiva neoconservadora y a todas ellas las somete a un escrutinio minucioso para pronunciarse de inmediato de manera contundente. Opera como historiador, porque aborda cada asunto desde una amplia perspectiva y lejos de los peajes del presente, pero se pronuncia como moralista. Como Montaigne o como Camus, le dijo a Snyder, “yo también era un moraliste: pero un moralista estadounidense”.
El libro reúne 28 textos, uno de ellos inédito, escritos entre 1995 y 2010; la selección e introducción la ha hecho Jennifer Homans, la última mujer de Judt. Están todas sus obsesiones. Vuelve sobre la devastación que produjeron los nazis y luego los comunistas en la Europa que terminó bajo el dominio del estalinismo, denuncia los peligros de una Unión Europea henchida por el éxito de unos logros que pueden ser desvirtuados por su manía con “la rectitud fiscal y el beneficio comercial” o reivindica aquellos años de posguerra donde surgieron las instituciones que propiciaron el Estado de bienestar como una barrera al sufrimiento de treinta años de guerra. También se ocupa de Israel en unas piezas que en su día fueron contestadas por el coraje con el que defendió la necesidad de entendimiento con los palestinos y la solución de los dos Estados, y por su virulenta denuncia del afán del Estado judío por servirse de la memoria del Holocausto como un escudo ante toda crítica. Hay una larga parte en la que Judt ataca la indiferente condescendencia con que los neoconservadores trataron a su aliados en aquella guerra global contra el terror que puso en marcha George Bush. Son textos escritos al hilo de la invasión de Irak o ante los excesos que se produjeron en Guantánamo o Abu Graib. Por importante que sea la guerra que se libra, no se puede actuar sin límites ni cortapisas de ningún tipo: “Estamos ofreciendo un simulacro de democracia desde un camión blindado a setenta kilómetros por hora y lo llamamos libertad”, escribe.
No podía falta, claro, su celebración del ferrocarril, y también se incluyen homenajes a François Furet, Amos Elon y Leszek Kolakowski. Pero lo que está bulliendo continuamente es su defensa de la socialdemocracia. En esos valores se reconoce este moralista: en su lucha contra la desigualdad y en su reto de construir instituciones destinadas a proteger a los más débiles. “Por decirlo sin ambages, la izquierda tiene algo que conservar. Es la derecha la que ha heredado el ambicioso impulso modernista de destruir e innovar en nombre de un proyecto universal. Los socialdemócratas, característicamente modestos en su estilo y su ambición, tienen que hablar con más firmeza de lo conseguido en el pasado”. Ése es su mensaje, que sigue intacto mucho después de se haya ido.
Cuando los hechos cambian. Tony Judt. Traducción de Juan Ramón Azaola y Belén Urrutia. Taurus. Barcelona, 2015. 413 páginas. 22,90 euros
miércoles, 3 de junio de 2015
El metal que hizo posibles los vuelos baratos. Laurence Knight BBC
Hizo posible la era de las vacaciones baratas en el extranjero, así como que la margarina fuera fácil de untar. Puede que el níquel no sea el metal más llamativo, pero la vida moderna sería muy diferente sin él.
En las entrañas de la University College London, de Reino Unido, se encuentra un taller en el que se corta metal y se tornean y moldean los instrumentos y el equipo para varios departamentos de ciencias.
El profesor de química Andrea Sella está frente a mí, sujetando un grueso tubo de dos metros hecho de monel, una aleación de níquel y cobre. Y de repente lo deja caer, provocando, al estrellarse contra el suelo, un ruido ensordecedor. "Esto realmente habla de la dureza y la rigidez de este metal", explica, recogiendo el tubo, en perfecto estado.
Tras estrellarse contra el suelo, el tubo de metal seguía en perfecto estado.
Pero otra de las razones por las que el monel es "una aleación fantástica", dice, es que es resistente a la corrosión.
Los químicos deben manejar materiales altamente reactivos- poderosos ácidos o gases como el flúor o el cloro-, así que necesitan algo que no haga reacción al estar en contacto con estos.
El oro, la plata o el platino son una opción, pero imagínense el precio de un tubo de dos metros hecho de oro.
El níquel, en cambio, es barato y abundante. Así que se emplea allá donde la corrosión resulta una preocupación: desde en espátulas de farmacia hasta como cobertura protectora de los piñones de las bicicletas.
Aleaciones "peculiares"
Pero el níquel puede producir aleaciones mucho más peculiares que el monel, señala Sella, ansioso de explayarse.
Un ejemplo es el invar, también llamado FeNi36 o nivarox, una aleación de níquel y hierro. Éste difícilmente se expande o contrae con los cambios de temperatura, una propiedad muy útil en instrumentos de alta precisión y relojes.
También está el nitinol.
Sella saca un alambre en forma de clip para papel. Es muy fácil deformarlo y lo hace. Pero en cuanto lo sumerge en una taza de agua hirviendo, inmediatamente recupera su forma y vuelve a ser un clip perfecto para sujetar papeles.
Está hecho de nitinol, una aleación de níquel y titanio que "recuerda" la primera forma que tomó. Además, su composición se puede ajustar, de forma que siempre recupere su forma a una temperatura concreta.
Esto último significa que, por ejemplo, se podría insertar una cánula enrollada en un vaso sanguíneo. Así, al aumentar la temperatura corporal se expandería, abriendo la vena que había sido previamente tapada u obstruida y permitiendo a la sangre fluir a través de ella.
Pero la importancia de estos materiales se quedan en nada al compararlos con las llamadas "superaleaciones". Y es que éstas son las que hicieron posible la era de la aviación.
Motores de turbinas de avión
Los primeros motores fueron diseñados en las décadas de 1930 y 1940 por Frank Whittle en Reino Unido y por Hans von Ohain en Alemania, enfrentados ambos en la carrera por el desarrollo de armamento.
Estos motores, hechos de acero, tenían graves deficiencias.
Rolls-Royce mezcló níquel con un poco de cromo y encontró la receta perfecta para las turbinas de los aviones.
"No tenían la capacidad de soportar temperaturas superiores a los 500 grados centígrados", explica Mike Hicks, director de materiales de Rolls-Royce, el principal fabricante de turbinas para avión de Reino Unido.
"Perdían fuerza rápidamente y no eran resistentes a la corrosión", añade.
Como respuesta, el equipo de Rolls-Royce volvió a poner el trabajo que Whittle hizo en la década del 1940 sobre la mesa, en la que también colocaron una tabla periódica.
El tugsteno era demasiado pesado. El cobre se fundía a temperaturas demasiado bajas. Pero el níquel, mezclado con un poco de cromo, era la receta perfecta: toleraba altas temperaturas, era fuerte, resistente a la corrosión, barato y ligero.
Y aún hoy, con los descendientes de aquellas primeras superaleaciones, se produce la mayor parte de las partes traseras de las turbinas, tanto de las que se usan en aviones como con las que se genera energía.
"Las palas de las turbinas tienen que girar en la zona más caliente del motor y a una velocidad muy alta", dice un colega de Hicks, Neil Glover, el director de investigación de la tecnología de los materiales de la compañía.
Y agrega: "Cada una de estas palas produce la misma potencia que el motor de un auto de Fórmula 1 y hay 68 de estos en el corazón de las turbinas de gas modernas".
La temperatura a la que se enfrentan estas palas es de 1.700 grados celcius, unos 200 grados más que su propia temperatura de fusión.
Esta hazaña se consigue gracias a un revestimiento de cerámica resistente al calor, así como al "enfriamiento" del aire, a unos 650 grados.
La capacidad de las superaleaciones de funcionar a tan extremas temperaturas el lo que hace posible nuestro viaje al Algarve, el la costa sur de Portugal, o a Florida, en Estados Unidos.
"Cuanto más se caliente la turbina, más eficiente es el motor en general y menos combustible utiliza", explica Neil.
Solución ante la deformación
Sin embargo, las palas de la turbina tienen que lidiar con algo más que temperaturas extremas. Giran a tanta velocidad que su carga centrífuga es equivalente a varias toneladas.
Esto, combinado con un calentamiento y una refrigeración constante, puede desembocar en un problema conocido como "arrastre": la pala se alarga lentamente hasta que empieza a golpear la carcasa de la turbina.
La mayoría de los metales se componen de una miríada de diminutos cristales fusionados, llamados granos.
Pero sus límites son una fuente de debilidad, ya que los cristales se pueden deslizar y el material deformarse.
Así que Rolls-Royce hizo frente a este problema creando una pala con un solo cristal, de la misma manera que se generaban cristales a partir del sulfato de cobre en los experimentos de química del colegio.
Además, las aleaciones se mejoraron añadiéndoles otros elementos, diez o más en total. Esto permitió a los diseñadores de las turbinas ajustar los materiales de cada componente del motor.
Y es por estos ingredientes adicionales por los que la historia del motor de avión se convirtió también en la historia de otro elemento químico, uno aún más enigmático que el níquel.
Se trata del renio. Y añadiéndolo a la superaleación ayuda al deslizamiento.
Sin embargo, el renio es también una de las sustancias más escasas de la tierra y se obtiene principalmente a partir de minerales de molibdeno. La producción anual de renio del mundo son unas escasas 40 toneladas y más de tres tercios de esa cantidad se destinan a los superaliados.
Así que la próxima vez que vayan en la carretera agradézcanselo al níquel, pero acuérdense un poco también de su misterioso primo, el renio.
¿Y la margarina?
Pero al principio de este artículo se hacía mención a la margarina y a estas alturas seguro que se están preguntando qué tiene ésta que ver con las superaleaciones y los motores de avión.
La respuesta es que no mucho.
Las margarinas están hechas principalmente con aceites vegetales y grasas. Y el problema es que la mayoría de estos son demasiado líquidos para untarlos sobre una tostada.
Y ahí entra el níquel: el elemento puede ser usado para hacer las margarinas más viscosas, más parecidas a la mantequilla.
Esto se consigue con una reacción química llamada hidrogenación. Se bombea hidrógeno sobre los aceites, con algo de níquel, que actúa como catalizador.
El níquel no reacciona al ponerse en contacto con los aceites, sino que actúa como una máquina molecular, permitiendo que estos hagan reacción con el hidrógeno.
Las grasas resultantes, hidrogenadas, son más espesas y fáciles de untar.
Así que, ¿deberíamos dar las gracias al níquel por la margarina?
Quizá.
Pero tal vez no.
El proceso de hidrogenación puede producir ácidos transgrasos, también conocidos como grasas "trans". Este tipo de grasas no suelen producirse comúnmente en la naturaleza y se asocian a niveles altos de colesterol y, por consiguiente, a ataques cardíacos asociados e infartos.
Esto dio lugar al uso de los aceites de palma como sustitutos, mucho más espesos y más fáciles de untar por naturaleza, especialmente cuando están combinados con emulsionantes.
Aunque esta alternativa también tiene sus inconvenientes: la destrucción de las selvas tropicales para dar paso a las plantaciones de palma aceitera. BBC
En las entrañas de la University College London, de Reino Unido, se encuentra un taller en el que se corta metal y se tornean y moldean los instrumentos y el equipo para varios departamentos de ciencias.
El profesor de química Andrea Sella está frente a mí, sujetando un grueso tubo de dos metros hecho de monel, una aleación de níquel y cobre. Y de repente lo deja caer, provocando, al estrellarse contra el suelo, un ruido ensordecedor. "Esto realmente habla de la dureza y la rigidez de este metal", explica, recogiendo el tubo, en perfecto estado.
Tras estrellarse contra el suelo, el tubo de metal seguía en perfecto estado.
Pero otra de las razones por las que el monel es "una aleación fantástica", dice, es que es resistente a la corrosión.
Los químicos deben manejar materiales altamente reactivos- poderosos ácidos o gases como el flúor o el cloro-, así que necesitan algo que no haga reacción al estar en contacto con estos.
El oro, la plata o el platino son una opción, pero imagínense el precio de un tubo de dos metros hecho de oro.
El níquel, en cambio, es barato y abundante. Así que se emplea allá donde la corrosión resulta una preocupación: desde en espátulas de farmacia hasta como cobertura protectora de los piñones de las bicicletas.
Aleaciones "peculiares"
Pero el níquel puede producir aleaciones mucho más peculiares que el monel, señala Sella, ansioso de explayarse.
Un ejemplo es el invar, también llamado FeNi36 o nivarox, una aleación de níquel y hierro. Éste difícilmente se expande o contrae con los cambios de temperatura, una propiedad muy útil en instrumentos de alta precisión y relojes.
También está el nitinol.
Sella saca un alambre en forma de clip para papel. Es muy fácil deformarlo y lo hace. Pero en cuanto lo sumerge en una taza de agua hirviendo, inmediatamente recupera su forma y vuelve a ser un clip perfecto para sujetar papeles.
Está hecho de nitinol, una aleación de níquel y titanio que "recuerda" la primera forma que tomó. Además, su composición se puede ajustar, de forma que siempre recupere su forma a una temperatura concreta.
Esto último significa que, por ejemplo, se podría insertar una cánula enrollada en un vaso sanguíneo. Así, al aumentar la temperatura corporal se expandería, abriendo la vena que había sido previamente tapada u obstruida y permitiendo a la sangre fluir a través de ella.
Pero la importancia de estos materiales se quedan en nada al compararlos con las llamadas "superaleaciones". Y es que éstas son las que hicieron posible la era de la aviación.
Motores de turbinas de avión
Los primeros motores fueron diseñados en las décadas de 1930 y 1940 por Frank Whittle en Reino Unido y por Hans von Ohain en Alemania, enfrentados ambos en la carrera por el desarrollo de armamento.
Estos motores, hechos de acero, tenían graves deficiencias.
Rolls-Royce mezcló níquel con un poco de cromo y encontró la receta perfecta para las turbinas de los aviones.
"No tenían la capacidad de soportar temperaturas superiores a los 500 grados centígrados", explica Mike Hicks, director de materiales de Rolls-Royce, el principal fabricante de turbinas para avión de Reino Unido.
"Perdían fuerza rápidamente y no eran resistentes a la corrosión", añade.
Como respuesta, el equipo de Rolls-Royce volvió a poner el trabajo que Whittle hizo en la década del 1940 sobre la mesa, en la que también colocaron una tabla periódica.
El tugsteno era demasiado pesado. El cobre se fundía a temperaturas demasiado bajas. Pero el níquel, mezclado con un poco de cromo, era la receta perfecta: toleraba altas temperaturas, era fuerte, resistente a la corrosión, barato y ligero.
Y aún hoy, con los descendientes de aquellas primeras superaleaciones, se produce la mayor parte de las partes traseras de las turbinas, tanto de las que se usan en aviones como con las que se genera energía.
"Las palas de las turbinas tienen que girar en la zona más caliente del motor y a una velocidad muy alta", dice un colega de Hicks, Neil Glover, el director de investigación de la tecnología de los materiales de la compañía.
Y agrega: "Cada una de estas palas produce la misma potencia que el motor de un auto de Fórmula 1 y hay 68 de estos en el corazón de las turbinas de gas modernas".
La temperatura a la que se enfrentan estas palas es de 1.700 grados celcius, unos 200 grados más que su propia temperatura de fusión.
Esta hazaña se consigue gracias a un revestimiento de cerámica resistente al calor, así como al "enfriamiento" del aire, a unos 650 grados.
La capacidad de las superaleaciones de funcionar a tan extremas temperaturas el lo que hace posible nuestro viaje al Algarve, el la costa sur de Portugal, o a Florida, en Estados Unidos.
"Cuanto más se caliente la turbina, más eficiente es el motor en general y menos combustible utiliza", explica Neil.
Solución ante la deformación
Sin embargo, las palas de la turbina tienen que lidiar con algo más que temperaturas extremas. Giran a tanta velocidad que su carga centrífuga es equivalente a varias toneladas.
Esto, combinado con un calentamiento y una refrigeración constante, puede desembocar en un problema conocido como "arrastre": la pala se alarga lentamente hasta que empieza a golpear la carcasa de la turbina.
La mayoría de los metales se componen de una miríada de diminutos cristales fusionados, llamados granos.
Pero sus límites son una fuente de debilidad, ya que los cristales se pueden deslizar y el material deformarse.
Así que Rolls-Royce hizo frente a este problema creando una pala con un solo cristal, de la misma manera que se generaban cristales a partir del sulfato de cobre en los experimentos de química del colegio.
Además, las aleaciones se mejoraron añadiéndoles otros elementos, diez o más en total. Esto permitió a los diseñadores de las turbinas ajustar los materiales de cada componente del motor.
Y es por estos ingredientes adicionales por los que la historia del motor de avión se convirtió también en la historia de otro elemento químico, uno aún más enigmático que el níquel.
Se trata del renio. Y añadiéndolo a la superaleación ayuda al deslizamiento.
Sin embargo, el renio es también una de las sustancias más escasas de la tierra y se obtiene principalmente a partir de minerales de molibdeno. La producción anual de renio del mundo son unas escasas 40 toneladas y más de tres tercios de esa cantidad se destinan a los superaliados.
Así que la próxima vez que vayan en la carretera agradézcanselo al níquel, pero acuérdense un poco también de su misterioso primo, el renio.
¿Y la margarina?
Pero al principio de este artículo se hacía mención a la margarina y a estas alturas seguro que se están preguntando qué tiene ésta que ver con las superaleaciones y los motores de avión.
La respuesta es que no mucho.
Las margarinas están hechas principalmente con aceites vegetales y grasas. Y el problema es que la mayoría de estos son demasiado líquidos para untarlos sobre una tostada.
Y ahí entra el níquel: el elemento puede ser usado para hacer las margarinas más viscosas, más parecidas a la mantequilla.
Esto se consigue con una reacción química llamada hidrogenación. Se bombea hidrógeno sobre los aceites, con algo de níquel, que actúa como catalizador.
El níquel no reacciona al ponerse en contacto con los aceites, sino que actúa como una máquina molecular, permitiendo que estos hagan reacción con el hidrógeno.
Las grasas resultantes, hidrogenadas, son más espesas y fáciles de untar.
Así que, ¿deberíamos dar las gracias al níquel por la margarina?
Quizá.
Pero tal vez no.
El proceso de hidrogenación puede producir ácidos transgrasos, también conocidos como grasas "trans". Este tipo de grasas no suelen producirse comúnmente en la naturaleza y se asocian a niveles altos de colesterol y, por consiguiente, a ataques cardíacos asociados e infartos.
Esto dio lugar al uso de los aceites de palma como sustitutos, mucho más espesos y más fáciles de untar por naturaleza, especialmente cuando están combinados con emulsionantes.
Aunque esta alternativa también tiene sus inconvenientes: la destrucción de las selvas tropicales para dar paso a las plantaciones de palma aceitera. BBC
7 cosas ricas de las que comer 'toneladas' sin que se entere la báscula.
No deberíamos, pero, a veces, comemos por aburrimiento. O cuando quedamos con alguien, mientras charlamos, aunque no tengamos hambre, entre clase y clase o a la hora del aperitivo. Son calorías de más que no necesitamos para saciarnos, pero forman, irremediablemente, parte de nuestra vida. La buena noticia es que si buscamos los pecados más sanos y menos calóricos, evitaremos la sensación de culpa a la vez que matamos la avidez ficticia. De todo esto puede comer y beber hasta que el cuerpo aguante.
1. Pepinillos en vinagre
Keri Glassman, experta formada en Reino Unido con su propia escuela de nutrición, los recomienda, sobre todo, después de un entrenamiento duro. "Si se suda mucho, la sal ayuda a reponernos", explica, aludiendo al ensayo al respecto publicado en Journal of the Internacional Society of Sports Nutrition. Atención, hipertensos, este aperitivo es ideal para evitar el aumento de peso, pero no para aquellos que han de vigilar su ingesta de sodio (cada pepinillo contiene 1,5 gramos de sal según su propia etiqueta). “Excepto en estos casos, el encurtido es el aperitivo perfecto. Al fin y al cabo, se trata de verdura”, asegura la doctora María José Crispín, nutricionista de Clínica Menorca. Salados y crujientes, procuran un placer que satisface cualquier antojo (3 pepinillos: 24 calorías). “También sirven las berenjenas, cebollitas, banderillas… Pero no incluiríamos las aceitunas, muy sanas, pero más calóricas a la hora de ‘comer sin parar”, argumenta la doctora Crispín.
2. Salmón ahumado con queso, anchoas o berberechos
A veces lo que nos apetece es un chute de algo consistente, casi como un almuerzo, pero todavía es pronto, o tarde, para ello. “Es frecuente que al caer el día nos entren unas ganas desenfrenadas de tomar hidratos de carbono. Es porque disminuye la acción de una hormona, el cortisol, y de un neurotrasmisor, la serotonina. Y si no tenemos suficiente reserva de carbohidratos en el hígado nuestro cuerpo nos pedirá este nutriente. Por eso recomendamos consumir alimentos ricos en hidratos complejos en el desayuno y hasta el mediodía (pan, tostadas, cereales, frutos secos), para tener nuestros depósitos completos, y luego, por la tarde-noche, optar por las proteínas", comenta Graciela Moreira, experta en nutrición y cocina de la multinacional especializada en pérdida de peso PronoKal Group. Para la especialista, un rollito de salmón ahumado relleno de queso fresco 0% graso es tan ligero como susceptible de repetir ("diez porciones serían 800 calorías", calcula). La doctora Crispín aboga aún por bocados más livianos, "como la anchoa sin pan, el mejillón, el berberecho al natural con limón o las gambas cocidas". ¿Y no pueden dañar al estómago alimentos con tanta enjundia? La doctora Crispín contesta: "Por supuesto que un kilo del salmón nos puede sentar mal. Pero la gracia de estos alimentos es que son muy saciantes, por lo que satisfarán nuestro deseo de comer antes de causar algún trastorno".
3. Tomates cherry
Si se los lleva al trabajo, es un modo de evitar el asalto a la máquina de vending. Cien gramos (diez tomates) solo tienen 18 calorías, según Clínica Santa María. “Puede hacer estallar una de estas dulces tentaciones en su boca con toda la apariencia y sabor de una golosina, pero sin el azúcar que esta conlleva", dice Glassman. Además, según los nutricionistas consultados, estos tomatitos son ricos en vitamina C, cinc y licopeno, que según la Sociedad Americana contra el Cáncer es eficiente para combatir ciertas enfermedades.
4. Manzana liofilizada (es decir, crujiente)
Su textura crujiente, al contrario que la fruta deshidratada, la hace más suculenta como aperitivo. Este secado por congelación de la manzana mantiene viva sus cualidades organolépticas, y no suma calorías (una manzana solo tiene 35). Un estudio de Cell Press concluyó que unas dosis elevadas de magnesio "mejoran la capacidad de aprendizaje y la memoria" (la manzana tiene 5 miligramos por cada 100).
5. Rodajitas de zanahoria con limón y cayena
Sí, a veces las verduras nos proporcionan un verdadero placer simplemente presentándolas de diferente manera. Preparar un aperitivo con un plato de rodajas de zanahoria es realmente recomendable y apetecible. Su alto contenido en agua nos refrescará y, de nuevo, el bocado crujiente nos satisfará plenamente. "Añadiendo unas gotas de zumo de limón o vinagre, algunas escamas de sal de mar y hasta una pizca de cayena, disfrutaremos del mejor aperitivo”, comenta Blanca Galofré, coach nutricional.
6. Algas
Son la última obsesión por parte de los amantes de una dieta sana y una solución sabrosa. "Los aperitivos de algas acaban con el antojo de algo salado a cambio de muy pocas calorías (1 ración: 25 calorías) y un montón de nutrientes, incluyendo minerales como el magnesio y el calcio", dice Keri Glassman. La OMS recomienda el consumo de variedades como la espirulina. Y según la nutricionista Dana James, postgradiada en Nutrición Clínica, "su contenido en yodo impulsa el metabolismo, mejorando la función del tiroides". No solo no engordan, sino que la Universidad de Copenhague vislumbró en 2011 que las fibras de su variedad marrón ayudan al adelgazamiento. Su revestimiento de aceite de oliva, que además previene la disfunción eréctil, aporta una dosis de grasa al cuerpo que pide patatas chips. Además, se venden en el mismo formato (tostadas, en bolsa y listas para comer), aunque también las dispensan deshidratadas, en herbolarios, para la elaboración de ensaladas.
7. Té casero…
con mucho hielo No se come, se bebe, pero en los días de verano sienta tan bien que no podía faltar en la lista. "Elaborado en casa, sin azúcar y con edulcorante, pero con mucho hielo", como recomienda Isabel Artero, directora y fundadora del centro de belleza Cuerpo Libre. Por su alto contenido en cafeína (50 mg por taza) no se han de exceder los 7 vasos por jornada. ¿Pero quién necesita más? Sus variedades blanca y negra se vinculan a beneficios cardiovasculares.
http://elpais.com/elpais/2015/06/02/buenavida/1433253262_626567.html
1. Pepinillos en vinagre
Keri Glassman, experta formada en Reino Unido con su propia escuela de nutrición, los recomienda, sobre todo, después de un entrenamiento duro. "Si se suda mucho, la sal ayuda a reponernos", explica, aludiendo al ensayo al respecto publicado en Journal of the Internacional Society of Sports Nutrition. Atención, hipertensos, este aperitivo es ideal para evitar el aumento de peso, pero no para aquellos que han de vigilar su ingesta de sodio (cada pepinillo contiene 1,5 gramos de sal según su propia etiqueta). “Excepto en estos casos, el encurtido es el aperitivo perfecto. Al fin y al cabo, se trata de verdura”, asegura la doctora María José Crispín, nutricionista de Clínica Menorca. Salados y crujientes, procuran un placer que satisface cualquier antojo (3 pepinillos: 24 calorías). “También sirven las berenjenas, cebollitas, banderillas… Pero no incluiríamos las aceitunas, muy sanas, pero más calóricas a la hora de ‘comer sin parar”, argumenta la doctora Crispín.
2. Salmón ahumado con queso, anchoas o berberechos
A veces lo que nos apetece es un chute de algo consistente, casi como un almuerzo, pero todavía es pronto, o tarde, para ello. “Es frecuente que al caer el día nos entren unas ganas desenfrenadas de tomar hidratos de carbono. Es porque disminuye la acción de una hormona, el cortisol, y de un neurotrasmisor, la serotonina. Y si no tenemos suficiente reserva de carbohidratos en el hígado nuestro cuerpo nos pedirá este nutriente. Por eso recomendamos consumir alimentos ricos en hidratos complejos en el desayuno y hasta el mediodía (pan, tostadas, cereales, frutos secos), para tener nuestros depósitos completos, y luego, por la tarde-noche, optar por las proteínas", comenta Graciela Moreira, experta en nutrición y cocina de la multinacional especializada en pérdida de peso PronoKal Group. Para la especialista, un rollito de salmón ahumado relleno de queso fresco 0% graso es tan ligero como susceptible de repetir ("diez porciones serían 800 calorías", calcula). La doctora Crispín aboga aún por bocados más livianos, "como la anchoa sin pan, el mejillón, el berberecho al natural con limón o las gambas cocidas". ¿Y no pueden dañar al estómago alimentos con tanta enjundia? La doctora Crispín contesta: "Por supuesto que un kilo del salmón nos puede sentar mal. Pero la gracia de estos alimentos es que son muy saciantes, por lo que satisfarán nuestro deseo de comer antes de causar algún trastorno".
3. Tomates cherry
Si se los lleva al trabajo, es un modo de evitar el asalto a la máquina de vending. Cien gramos (diez tomates) solo tienen 18 calorías, según Clínica Santa María. “Puede hacer estallar una de estas dulces tentaciones en su boca con toda la apariencia y sabor de una golosina, pero sin el azúcar que esta conlleva", dice Glassman. Además, según los nutricionistas consultados, estos tomatitos son ricos en vitamina C, cinc y licopeno, que según la Sociedad Americana contra el Cáncer es eficiente para combatir ciertas enfermedades.
4. Manzana liofilizada (es decir, crujiente)
Su textura crujiente, al contrario que la fruta deshidratada, la hace más suculenta como aperitivo. Este secado por congelación de la manzana mantiene viva sus cualidades organolépticas, y no suma calorías (una manzana solo tiene 35). Un estudio de Cell Press concluyó que unas dosis elevadas de magnesio "mejoran la capacidad de aprendizaje y la memoria" (la manzana tiene 5 miligramos por cada 100).
5. Rodajitas de zanahoria con limón y cayena
Sí, a veces las verduras nos proporcionan un verdadero placer simplemente presentándolas de diferente manera. Preparar un aperitivo con un plato de rodajas de zanahoria es realmente recomendable y apetecible. Su alto contenido en agua nos refrescará y, de nuevo, el bocado crujiente nos satisfará plenamente. "Añadiendo unas gotas de zumo de limón o vinagre, algunas escamas de sal de mar y hasta una pizca de cayena, disfrutaremos del mejor aperitivo”, comenta Blanca Galofré, coach nutricional.
6. Algas
Son la última obsesión por parte de los amantes de una dieta sana y una solución sabrosa. "Los aperitivos de algas acaban con el antojo de algo salado a cambio de muy pocas calorías (1 ración: 25 calorías) y un montón de nutrientes, incluyendo minerales como el magnesio y el calcio", dice Keri Glassman. La OMS recomienda el consumo de variedades como la espirulina. Y según la nutricionista Dana James, postgradiada en Nutrición Clínica, "su contenido en yodo impulsa el metabolismo, mejorando la función del tiroides". No solo no engordan, sino que la Universidad de Copenhague vislumbró en 2011 que las fibras de su variedad marrón ayudan al adelgazamiento. Su revestimiento de aceite de oliva, que además previene la disfunción eréctil, aporta una dosis de grasa al cuerpo que pide patatas chips. Además, se venden en el mismo formato (tostadas, en bolsa y listas para comer), aunque también las dispensan deshidratadas, en herbolarios, para la elaboración de ensaladas.
7. Té casero…
con mucho hielo No se come, se bebe, pero en los días de verano sienta tan bien que no podía faltar en la lista. "Elaborado en casa, sin azúcar y con edulcorante, pero con mucho hielo", como recomienda Isabel Artero, directora y fundadora del centro de belleza Cuerpo Libre. Por su alto contenido en cafeína (50 mg por taza) no se han de exceder los 7 vasos por jornada. ¿Pero quién necesita más? Sus variedades blanca y negra se vinculan a beneficios cardiovasculares.
http://elpais.com/elpais/2015/06/02/buenavida/1433253262_626567.html
martes, 2 de junio de 2015
El sueño eterno. La fascinación que tenemos por fragmentos ininteligibles de libros y películas quizá provenga de nuestra sospecha de que dicen la verdad. No olvidemos que Einstein decía que lo más incomprensible del mundo es que sea comprensible
Oyeron ustedes hablar de los que ven una película dos veces, pero la segunda no la entienden? Me hablaron de ellos el otro día y sonreí y me acordé de aquel profesor de filosofía que, según Unamuno, solía empezar su curso con esta pregunta a sus alumnos:
—¿Sabe alguien qué venimos a hacer aquí?
Decía Unamuno que cada año, cuando acababa el curso, profesor y estudiantes seguían preguntándose lo mismo.
Seguramente, repetían curso todos los alumnos y, al finalizar el segundo año, ya no entendían ni la pregunta inicial. Me recuerda los 12 años que pasé estudiando en Barcelona en los Maristas sin llegar a entender nada. Aquel colegio era como el Instituto Benjamenta de la novela de Robert Walser: “Aquí venimos a aprender, pero no aprendemos nada”.
De todo esto me acordé cuando, al hablar de las películas a competición este año, Thierry Frémaux, delegado general del Festival de Cannes, dijo que The Lobster, del gran Yorgos Lanthimos —relato futurista en el que aquellos que no consiguen una pareja son transformados en animales— era “uno de esos filmes en los que no todo se entiende”.
Al día siguiente, Le Monde publicaba una breve antología de películas que son famosas por no entenderse en ellas todo. La encabezaba El sueño eterno, de Howard Hawks, filmada en 1946 y considerada la pionera de esta tendencia a incluir lo incomprensible dentro de un armónico y sensato conjunto. Quizás tuvo demasiados guionistas la adaptación de la novela de Chandler, pero el caso es que cuando Lauren Bacall canta en un tugurio, no está claro por qué. Y se sabe que cuando el productor le preguntó al novelista quién podría haber matado al chófer de la familia Sternwood, Chandler contestó: “Ni puta idea”.
Es una historia que recuerda a la que me contó Juan Marsé de cuando Victor Erice trabajaba con tan extraordinaria meticulosidad en el guión de El embrujo de Shanghai. Una tarde, Erice dejó la plaza Rovira de Barcelona, donde se pasaba horas tomando notas, y le preguntó a Marsé a qué se dedicaba el abuelo de un personaje secundario de la novela. Pasado el primer momento de estupor, la respuesta del escritor se pareció a la de Chandler.
“No comprender es una operación en la que conviene invertir mucho tiempo”, escribió Juan Tallón en la revista Vozed, en febrero de 2013. Yo invertí muchos años en la primera frase de un libro de Pavese: “Le llamaban Pedro porque tocaba la guitarra”. Como no había forma de entender qué significaba, publiqué un artículo en febrero de 2001 pidiendo que alguien me la explicara. Y un día, no sé dónde, el gran José María Riera de Leyva se tomó la molestia de explicármela. Me pasó unos datos muy precisos que lo justificaban todo, pero los he olvidado. Es decir, sigo igual que antes. Pero a veces pienso que es mejor así. Después de todo, siempre me funcionó una manera muy simple de averiguar si algo me gusta o no: me atrae lo que no entiendo; si lo entiendo, lo abandono corriendo.
Nunca olvidaré lo mucho que me atrajo en la primavera de 1963 el filme El año pasado en Marienbad, de Alain Resnais, con guion de Robbe-Grillet. Me fascinó porque no lo entendí y cada tarde, al salir del colegio, acudía al Savoy del Paseo de Gracia a correr el riesgo de que en cualquier desgraciado momento pudiera llegar a entenderla. Veinte veces la vi y veinte veces no la entendí. Sólo llegué a saber que se contaba en ese filme la historia de un hombre que en un extraño y decadente hotel trataba de convencer a una mujer de que ella y él, el verano anterior, habían tenido una relación. ¿Se trataba de un encuentro imaginario? El guionista Robbe- Grillet y el realizador Resnais discrepaban en este punto y también en todos los demás referidos a la película. Y los pobres o felices espectadores parecían quedar atrapados entre ambos, entre Robbe y Resnais, cabreados unos por el inmenso tedio, y alegres los otros por el entusiasmo que producía una obra de arte que, por decirlo con palabras de Le Monde “condenaba al público a no entender nada”.
Pero, ¿de verdad no entender es una condena? Más bien diría lo contrario, no entender es la puerta que se abre. El filme de Resnais deja entrever cómo será el sueño eterno que a todos nos espera después de la vida. ¿Sabe alguien como será exactamente? Nadie. Sólo podemos entreverlo pero de todos modos, aun suponiendo que llegáramos a percibirlo del todo, no lo entenderíamos.
Puede que la fascinación por fragmentos ininteligibles de películas provenga de nuestra sospecha de que esas secuencias dicen la verdad sobre lo que será nuestro sueño eterno. En el campo de los libros, lo mismo. Pienso en Sordello, un poema del victoriano Browning, que todavía hoy se resiste, no ya a su interpretación, sino a su comprensión más elemental. Reconstruye la vida de un trovador del siglo XIII. Pero no se entiende nada. Cuando fue publicado en marzo de 1840, causó furor porque todo el mundo quería leerlo para comprobar que el poema no tenía ni pies ni cabeza. Cuenta César Aira en su ensayo Lo incomprensible que aquello que Browning decía en Sordello quiso leerlo un hombre enfermo, amante de interpretar textos. Su mujer terminó por comprar el libro y leerle el poema: “Sus últimas palabras (pues irónicamente murió casi inmediatamente después de haberlo escuchado) fueron: ¡No entendí nada, pero nada! Hoy se especula si su muerte fue a causa de la desesperación o precisamente lo inverso, si en realidad murió de esperanza. Tal vez lo que realmente quiso decir haya sido: ¡Por fin no entendí algo!”.
En la breve antología de Le Monde sobre el cine incomprensible, no faltan 2001: Una odisea del espacio (Kubrick), por sus tres minutos de pantalla en negro en la apertura (que han generado tantas leyendas), y algunos de los filmes de David Lynch, como el desazonante Lost Highway (Carretera perdida). Se podrían añadir ciertas películas de espías, como el reciente El topo, de Tomas Alfredson, basado en Le Carré y totalmente atestado de laberintos interiores imposibles de desentrañar. Nada grave. No olvidemos que Einstein decía que, después de todo, lo más incomprensible del mundo es que sea comprensible.
Enrique Vila-Matas es escritor.
—¿Sabe alguien qué venimos a hacer aquí?
Decía Unamuno que cada año, cuando acababa el curso, profesor y estudiantes seguían preguntándose lo mismo.
Seguramente, repetían curso todos los alumnos y, al finalizar el segundo año, ya no entendían ni la pregunta inicial. Me recuerda los 12 años que pasé estudiando en Barcelona en los Maristas sin llegar a entender nada. Aquel colegio era como el Instituto Benjamenta de la novela de Robert Walser: “Aquí venimos a aprender, pero no aprendemos nada”.
De todo esto me acordé cuando, al hablar de las películas a competición este año, Thierry Frémaux, delegado general del Festival de Cannes, dijo que The Lobster, del gran Yorgos Lanthimos —relato futurista en el que aquellos que no consiguen una pareja son transformados en animales— era “uno de esos filmes en los que no todo se entiende”.
Al día siguiente, Le Monde publicaba una breve antología de películas que son famosas por no entenderse en ellas todo. La encabezaba El sueño eterno, de Howard Hawks, filmada en 1946 y considerada la pionera de esta tendencia a incluir lo incomprensible dentro de un armónico y sensato conjunto. Quizás tuvo demasiados guionistas la adaptación de la novela de Chandler, pero el caso es que cuando Lauren Bacall canta en un tugurio, no está claro por qué. Y se sabe que cuando el productor le preguntó al novelista quién podría haber matado al chófer de la familia Sternwood, Chandler contestó: “Ni puta idea”.
Es una historia que recuerda a la que me contó Juan Marsé de cuando Victor Erice trabajaba con tan extraordinaria meticulosidad en el guión de El embrujo de Shanghai. Una tarde, Erice dejó la plaza Rovira de Barcelona, donde se pasaba horas tomando notas, y le preguntó a Marsé a qué se dedicaba el abuelo de un personaje secundario de la novela. Pasado el primer momento de estupor, la respuesta del escritor se pareció a la de Chandler.
“No comprender es una operación en la que conviene invertir mucho tiempo”, escribió Juan Tallón en la revista Vozed, en febrero de 2013. Yo invertí muchos años en la primera frase de un libro de Pavese: “Le llamaban Pedro porque tocaba la guitarra”. Como no había forma de entender qué significaba, publiqué un artículo en febrero de 2001 pidiendo que alguien me la explicara. Y un día, no sé dónde, el gran José María Riera de Leyva se tomó la molestia de explicármela. Me pasó unos datos muy precisos que lo justificaban todo, pero los he olvidado. Es decir, sigo igual que antes. Pero a veces pienso que es mejor así. Después de todo, siempre me funcionó una manera muy simple de averiguar si algo me gusta o no: me atrae lo que no entiendo; si lo entiendo, lo abandono corriendo.
Nunca olvidaré lo mucho que me atrajo en la primavera de 1963 el filme El año pasado en Marienbad, de Alain Resnais, con guion de Robbe-Grillet. Me fascinó porque no lo entendí y cada tarde, al salir del colegio, acudía al Savoy del Paseo de Gracia a correr el riesgo de que en cualquier desgraciado momento pudiera llegar a entenderla. Veinte veces la vi y veinte veces no la entendí. Sólo llegué a saber que se contaba en ese filme la historia de un hombre que en un extraño y decadente hotel trataba de convencer a una mujer de que ella y él, el verano anterior, habían tenido una relación. ¿Se trataba de un encuentro imaginario? El guionista Robbe- Grillet y el realizador Resnais discrepaban en este punto y también en todos los demás referidos a la película. Y los pobres o felices espectadores parecían quedar atrapados entre ambos, entre Robbe y Resnais, cabreados unos por el inmenso tedio, y alegres los otros por el entusiasmo que producía una obra de arte que, por decirlo con palabras de Le Monde “condenaba al público a no entender nada”.
Pero, ¿de verdad no entender es una condena? Más bien diría lo contrario, no entender es la puerta que se abre. El filme de Resnais deja entrever cómo será el sueño eterno que a todos nos espera después de la vida. ¿Sabe alguien como será exactamente? Nadie. Sólo podemos entreverlo pero de todos modos, aun suponiendo que llegáramos a percibirlo del todo, no lo entenderíamos.
Puede que la fascinación por fragmentos ininteligibles de películas provenga de nuestra sospecha de que esas secuencias dicen la verdad sobre lo que será nuestro sueño eterno. En el campo de los libros, lo mismo. Pienso en Sordello, un poema del victoriano Browning, que todavía hoy se resiste, no ya a su interpretación, sino a su comprensión más elemental. Reconstruye la vida de un trovador del siglo XIII. Pero no se entiende nada. Cuando fue publicado en marzo de 1840, causó furor porque todo el mundo quería leerlo para comprobar que el poema no tenía ni pies ni cabeza. Cuenta César Aira en su ensayo Lo incomprensible que aquello que Browning decía en Sordello quiso leerlo un hombre enfermo, amante de interpretar textos. Su mujer terminó por comprar el libro y leerle el poema: “Sus últimas palabras (pues irónicamente murió casi inmediatamente después de haberlo escuchado) fueron: ¡No entendí nada, pero nada! Hoy se especula si su muerte fue a causa de la desesperación o precisamente lo inverso, si en realidad murió de esperanza. Tal vez lo que realmente quiso decir haya sido: ¡Por fin no entendí algo!”.
En la breve antología de Le Monde sobre el cine incomprensible, no faltan 2001: Una odisea del espacio (Kubrick), por sus tres minutos de pantalla en negro en la apertura (que han generado tantas leyendas), y algunos de los filmes de David Lynch, como el desazonante Lost Highway (Carretera perdida). Se podrían añadir ciertas películas de espías, como el reciente El topo, de Tomas Alfredson, basado en Le Carré y totalmente atestado de laberintos interiores imposibles de desentrañar. Nada grave. No olvidemos que Einstein decía que, después de todo, lo más incomprensible del mundo es que sea comprensible.
Enrique Vila-Matas es escritor.
lunes, 1 de junio de 2015
“El equilibrio entre ética y estética es lo más difícil”. Los Chikos del Maíz llenan salas con su contestatario y politizado hip hop. Pablo Iglesias y Alberto Garzón han colaborado en su segundo disco
La infamia política ha convertido a Valencia en un tema de perpetua pero triste actualidad. La realidad se ha abierto paso a golpe de titular, exponiendo un escenario desolador. El dúo de hip hop valenciano Los Chikos del Maíz es, en buena medida, una reacción a eso. “La gente de nuestra generación no ha conocido otra cosa en esta ciudad: caciquismo, corrupción, aeropuertos sin aviones, trajes sin facturas, comisiones y todo tipo de pelotazos y escándalos urbanísticos”, comenta Nega. Su compañero Toni el Sucio, apostilla: “Tantas décadas de saqueo e impunidad han generado una escena musical de lo más variopinta y especialmente contestataria. También está La Raíz, Obrint Pas, Aspencat, Zoo… Valencia ha exportado mucha vergüenza e impunidad, pero a su vez, y como consecuencia de ello, una escena de música combativa de las más saludables y activas del Estado”.
Los Chikos del Maíz operan al margen de lo establecido. Se manejan a través de la autogestión y las redes sociales, dándole a su música una visibilidad que les hace llenar salas aquí y actuar también en Colombia, Venezuela y Londres, ciudad a la que pronto volverán. “Hay una escena que parece que no existe porque no se refleja en los grandes medios, pero que ya es masiva. Cuando se celebra el FIB aparece en todos los telediarios. Venimos de actuar en el Viña Rock; han ido 72.000 personas y yo no he visto eso en ningún informativo. Si juntas a grupos con letras comprometidas o polémicas, el discurso oficial los ignora”, afirma Nega. En el caso de este dúo, el perfil contestatario es inherente a su realidad. Entre los 16 y los 25 años, Toni trabajó en diferentes fábricas; Nega era soldador de calefacciones. Se conocieron en la facultad, estudiando periodismo y comunicación audiovisual. A principios de 2000 montaron el grupo y casi de inmediato empezó a funcionar (“gracias a eso pudimos terminar la carrera”), espoleado por la rabia del que sabe al lado de los desfavorecidos. “Antes de la crisis”, apunta Toni, “el asunto laboral no estaba bien, había más trabajo pero ¿qué tipo de trabajos y en qué condiciones? Yo trabajaba de un modo precario, haciendo horas en negro bajo amenaza de despido”. Nega es tajante: "El problema viene cuando la clase media se precariza y sufre lo mismo que la clase obrera. Me hace mucha gracia lo de la generación más preparada, que con dos carreras se tiene que ir a Londres a fregar platos. Tío, tus aspiraciones eran ser el amo del mundo desde un despacho y te has dado de bruces con la realidad que está viviendo la clase obrera desde el siglo XVIII".
Indignación
La estanquera de Saigón (Boa, 2014), segundo álbum del grupo, resume sensaciones, ideas y proclamas que no dan tregua. Se publicó en un cuidado formato CD-libro, con textos, entre otros, de Alberto Garzón, Shangay Lily, Javier Couso, Iñigo Errejón y Pablo Iglesias, que en el pasado también realizó un clip para el grupo. “Pienso que actualmente Podemos se está peleando por un espacio que va a ser ocupado por el señorito [Alebert] Rivera y su cohorte de empresas del Ibex 35”, dice Nega. “En mi opinión hay que volver al espíritu del 15M y ser el partido de la indignación”. Adscritos a una escena en la que el compromiso político es esencial, Los Chikos del Maíz no olvidan lo que son. "Por mucho que nuestras letras estén politizadas, no dejamos de ser un grupo de música y nuestra función básica es la de entretener", dice Nega. “Encontrar el equilibrio entre ética y estética es lo más difícil. Hay un montón de grupos de hip hop extremadamente politizados, pero salvo contadas excepciones, no cuidan las formas. Para que un mensaje cale, tiene que tener un envoltorio atractivo, hay que cuidar la música, el estilo, el flow”. Así discurre la música del dúo "Como decía el filósofo, el año rico en hambre es rico también en poesía”, apostilla Nega.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/22/actualidad/1432331963_299835.html así me gusta si tiene
Los Chikos del Maíz operan al margen de lo establecido. Se manejan a través de la autogestión y las redes sociales, dándole a su música una visibilidad que les hace llenar salas aquí y actuar también en Colombia, Venezuela y Londres, ciudad a la que pronto volverán. “Hay una escena que parece que no existe porque no se refleja en los grandes medios, pero que ya es masiva. Cuando se celebra el FIB aparece en todos los telediarios. Venimos de actuar en el Viña Rock; han ido 72.000 personas y yo no he visto eso en ningún informativo. Si juntas a grupos con letras comprometidas o polémicas, el discurso oficial los ignora”, afirma Nega. En el caso de este dúo, el perfil contestatario es inherente a su realidad. Entre los 16 y los 25 años, Toni trabajó en diferentes fábricas; Nega era soldador de calefacciones. Se conocieron en la facultad, estudiando periodismo y comunicación audiovisual. A principios de 2000 montaron el grupo y casi de inmediato empezó a funcionar (“gracias a eso pudimos terminar la carrera”), espoleado por la rabia del que sabe al lado de los desfavorecidos. “Antes de la crisis”, apunta Toni, “el asunto laboral no estaba bien, había más trabajo pero ¿qué tipo de trabajos y en qué condiciones? Yo trabajaba de un modo precario, haciendo horas en negro bajo amenaza de despido”. Nega es tajante: "El problema viene cuando la clase media se precariza y sufre lo mismo que la clase obrera. Me hace mucha gracia lo de la generación más preparada, que con dos carreras se tiene que ir a Londres a fregar platos. Tío, tus aspiraciones eran ser el amo del mundo desde un despacho y te has dado de bruces con la realidad que está viviendo la clase obrera desde el siglo XVIII".
Indignación
La estanquera de Saigón (Boa, 2014), segundo álbum del grupo, resume sensaciones, ideas y proclamas que no dan tregua. Se publicó en un cuidado formato CD-libro, con textos, entre otros, de Alberto Garzón, Shangay Lily, Javier Couso, Iñigo Errejón y Pablo Iglesias, que en el pasado también realizó un clip para el grupo. “Pienso que actualmente Podemos se está peleando por un espacio que va a ser ocupado por el señorito [Alebert] Rivera y su cohorte de empresas del Ibex 35”, dice Nega. “En mi opinión hay que volver al espíritu del 15M y ser el partido de la indignación”. Adscritos a una escena en la que el compromiso político es esencial, Los Chikos del Maíz no olvidan lo que son. "Por mucho que nuestras letras estén politizadas, no dejamos de ser un grupo de música y nuestra función básica es la de entretener", dice Nega. “Encontrar el equilibrio entre ética y estética es lo más difícil. Hay un montón de grupos de hip hop extremadamente politizados, pero salvo contadas excepciones, no cuidan las formas. Para que un mensaje cale, tiene que tener un envoltorio atractivo, hay que cuidar la música, el estilo, el flow”. Así discurre la música del dúo "Como decía el filósofo, el año rico en hambre es rico también en poesía”, apostilla Nega.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/05/22/actualidad/1432331963_299835.html así me gusta si tiene
domingo, 31 de mayo de 2015
Un acto de protesta, no de sabotaje, en el lugar de nacimiento de la bomba atómica.
Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan
Democracy Now!
En lo profundo de las colinas del este de Tennessee se levanta un gran complejo militar llamado “Y-12”. Es el lugar donde se produce y se almacena todo el uranio altamente enriquecido que se usa para producir el arsenal de ojivas nucleares de Estados Unidos. El complejo está situado en Oak Ridge, la “ciudad secreta” que fue creada prácticamente de un día para el otro durante la Segunda Guerra Mundial y donde se produjo el uranio para la bomba atómica que fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Hoy en día, el complejo, apodado “El Fuerte Knox del uranio” (NO LEER ), alberga cantidades de este elemento radiactivo suficientes para hacer 10.000 bombas atómicas.
Fue allí que, poco antes del amanecer del 28 de julio de 2012, tres activistas por la paz del movimiento Plowshares, entre ellos una monja de 82 años de edad, burlaron los numerosos sistemas de seguridad de las instalaciones y llegaron al corazón del complejo, el Centro de Almacenamiento de Materiales de Uranio Altamente Enriquecido o HEUMF (por su sigla en inglés). Pintaron mensajes de paz en las paredes, vertieron sangre, martillaron el concreto y fueron detenidos. A principios de este mes, un tribunal federal de apelaciones revocó sus condenas por sabotaje y los dejó en libertad tras dos años de cárcel. Esta es la primera vez que se revierte una condena por sabotaje a activistas de este grupo, un momento histórico para el movimiento por el desarme nuclear.
Plowshares es un movimiento que deriva su nombre del versículo 2:4 del libro de Isaías en la Biblia, que instruye: “Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces. No alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra". Inspirados por la fe y comprometidos con la acción militante, los activistas de Plowshares han llevado a cabo acciones directas no violentas durante los últimos 35 años. Acceden a instalaciones militares de máxima seguridad y dañan con martillos armas de guerra, sea que se trate de aviones de combate o depósitos de misiles, o, como en este caso más reciente, el complejo que enriquece y almacena uranio para la producción de bombas.
Entre los primeros activistas de Plowshares estaban los hermanos Berrigan, el padre Daniel y el fallecido Philip, que habían concitado la atención nacional por la quema de listas de reclutamiento en protesta contra la guerra de Vietnam. En 1980, los Berrigan ingresaron junto con otros activistas a la fábrica de misiles nucleares de General Electric en la ciudad de King of Prussia, en Pensilvania, y dañaron con martillos los armazones de las ojivas, dejándolos inutilizables. Por esta y muchas otras acciones posteriores fueron varias veces a la cárcel. Decenas de protestas similares por el desarme se han producido en todo el mundo desde entonces.
Los activistas que lograron entrar en el complejo ultra seguro Y-12 conforman un trío muy especial: la hermana Megan Rice, una monja católica; Michael Walli, un veterano de la guerra de Vietnam que se volvió activista católico por la paz; y Greg Boertje-Obed, un ex oficial del ejército de Estados Unidos, ahora pintor de casas y activista por la paz. Después de cortar cuatro líneas de cercas y atravesar terrenos patrullados para llegar al HEUMF , pintaron consignas que decían “El fruto de la justicia es la paz” y “A Isaías le agradan los Plowshares”. Como en acciones anteriores, el grupo acuñó un nombre para sí mismo: “Transform Now Plowshares” (“Transformar ahora las espadas en arados”, en español). Le pregunté a la hermana Megan qué significaba. “¿Por qué hemos gastado en este lugar diez billones de dólares en 70 años, cuando ese dinero podría haber sido utilizado para transformar no solamente Estados Unidos, sino el mundo, en una alternativa para una vida mejor? En su lugar, hacemos algo que nunca podrá usarse, nunca debería usarse, que probablemente nunca se use a menos que queramos destruir el planeta”.
La falla de seguridad generó conmoción en los organismos de seguridad nacional, en especial en el Departamento de Energía, que está a cargo del Y-12 en el este de Tennessee. Si bien los tres activistas de Transform Now Plowshares enfrentaban cargos federales de sabotaje y hasta 30 años de prisión, durante el juicio permanecieron en libertad bajo fianza y libres de asistir a las audiencias del Congreso impulsadas por su acto de desobediencia civil, que The New York Times calificó de “la mayor violación de la seguridad en la historia del complejo atómico del país”. Sorprendentemente, Joe Barton, congresista republicano de Texas, elogió a la hermana Megan Rice:
“Queremos agradecerle por señalar algunos de los problemas en nuestra seguridad. Aunque yo no estoy totalmente de acuerdo con la plataforma que defiende, le agradezco por señalar las carencias de nuestro sistema de seguridad y por estar presente hoy. Señor presidente, esta jovencita llevaba consigo una Santa Biblia. Si hubiera sido una terrorista, solo Dios sabe lo que podría haber sucedido”.
Ed Markey, congresista demócrata de Massachusetts y actualmente senador, también se dirigió a la hermana Megan: “Gracias, hermana Megan Rice, por estar presente. Gracias por sus acciones. Gracias por su férrea voluntad de hacer centrar la atención en esta acumulación de armas nucleares que aún existe en nuestro mundo y lo mucho que necesitamos hacer algo para reducirla. No necesitamos más armas nucleares. Necesitamos menos”.
La hermana Megan Rice ahora tiene 85 años de edad. Ella y sus compañeros acusados esperan la decisión de un tribunal de primera instancia para saber si deben o no seguir tras las rejas por los cargos menores de destrucción de bienes del Estado, por el corte de cercas, pintar consignas y verter sangre en el Y-12. Pero, ciertamente, la libertad de la cárcel no es lo que más le preocupa. “Realmente no diría que nos sentimos libres, porque mientras exista una sola arma nuclear, nadie será libre”.
© 2015 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2015/5/22/un_acto_de_protesta_no_de
Democracy Now!
En lo profundo de las colinas del este de Tennessee se levanta un gran complejo militar llamado “Y-12”. Es el lugar donde se produce y se almacena todo el uranio altamente enriquecido que se usa para producir el arsenal de ojivas nucleares de Estados Unidos. El complejo está situado en Oak Ridge, la “ciudad secreta” que fue creada prácticamente de un día para el otro durante la Segunda Guerra Mundial y donde se produjo el uranio para la bomba atómica que fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Hoy en día, el complejo, apodado “El Fuerte Knox del uranio” (NO LEER ), alberga cantidades de este elemento radiactivo suficientes para hacer 10.000 bombas atómicas.
Fue allí que, poco antes del amanecer del 28 de julio de 2012, tres activistas por la paz del movimiento Plowshares, entre ellos una monja de 82 años de edad, burlaron los numerosos sistemas de seguridad de las instalaciones y llegaron al corazón del complejo, el Centro de Almacenamiento de Materiales de Uranio Altamente Enriquecido o HEUMF (por su sigla en inglés). Pintaron mensajes de paz en las paredes, vertieron sangre, martillaron el concreto y fueron detenidos. A principios de este mes, un tribunal federal de apelaciones revocó sus condenas por sabotaje y los dejó en libertad tras dos años de cárcel. Esta es la primera vez que se revierte una condena por sabotaje a activistas de este grupo, un momento histórico para el movimiento por el desarme nuclear.
Plowshares es un movimiento que deriva su nombre del versículo 2:4 del libro de Isaías en la Biblia, que instruye: “Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces. No alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra". Inspirados por la fe y comprometidos con la acción militante, los activistas de Plowshares han llevado a cabo acciones directas no violentas durante los últimos 35 años. Acceden a instalaciones militares de máxima seguridad y dañan con martillos armas de guerra, sea que se trate de aviones de combate o depósitos de misiles, o, como en este caso más reciente, el complejo que enriquece y almacena uranio para la producción de bombas.
Entre los primeros activistas de Plowshares estaban los hermanos Berrigan, el padre Daniel y el fallecido Philip, que habían concitado la atención nacional por la quema de listas de reclutamiento en protesta contra la guerra de Vietnam. En 1980, los Berrigan ingresaron junto con otros activistas a la fábrica de misiles nucleares de General Electric en la ciudad de King of Prussia, en Pensilvania, y dañaron con martillos los armazones de las ojivas, dejándolos inutilizables. Por esta y muchas otras acciones posteriores fueron varias veces a la cárcel. Decenas de protestas similares por el desarme se han producido en todo el mundo desde entonces.
Los activistas que lograron entrar en el complejo ultra seguro Y-12 conforman un trío muy especial: la hermana Megan Rice, una monja católica; Michael Walli, un veterano de la guerra de Vietnam que se volvió activista católico por la paz; y Greg Boertje-Obed, un ex oficial del ejército de Estados Unidos, ahora pintor de casas y activista por la paz. Después de cortar cuatro líneas de cercas y atravesar terrenos patrullados para llegar al HEUMF , pintaron consignas que decían “El fruto de la justicia es la paz” y “A Isaías le agradan los Plowshares”. Como en acciones anteriores, el grupo acuñó un nombre para sí mismo: “Transform Now Plowshares” (“Transformar ahora las espadas en arados”, en español). Le pregunté a la hermana Megan qué significaba. “¿Por qué hemos gastado en este lugar diez billones de dólares en 70 años, cuando ese dinero podría haber sido utilizado para transformar no solamente Estados Unidos, sino el mundo, en una alternativa para una vida mejor? En su lugar, hacemos algo que nunca podrá usarse, nunca debería usarse, que probablemente nunca se use a menos que queramos destruir el planeta”.
La falla de seguridad generó conmoción en los organismos de seguridad nacional, en especial en el Departamento de Energía, que está a cargo del Y-12 en el este de Tennessee. Si bien los tres activistas de Transform Now Plowshares enfrentaban cargos federales de sabotaje y hasta 30 años de prisión, durante el juicio permanecieron en libertad bajo fianza y libres de asistir a las audiencias del Congreso impulsadas por su acto de desobediencia civil, que The New York Times calificó de “la mayor violación de la seguridad en la historia del complejo atómico del país”. Sorprendentemente, Joe Barton, congresista republicano de Texas, elogió a la hermana Megan Rice:
“Queremos agradecerle por señalar algunos de los problemas en nuestra seguridad. Aunque yo no estoy totalmente de acuerdo con la plataforma que defiende, le agradezco por señalar las carencias de nuestro sistema de seguridad y por estar presente hoy. Señor presidente, esta jovencita llevaba consigo una Santa Biblia. Si hubiera sido una terrorista, solo Dios sabe lo que podría haber sucedido”.
Ed Markey, congresista demócrata de Massachusetts y actualmente senador, también se dirigió a la hermana Megan: “Gracias, hermana Megan Rice, por estar presente. Gracias por sus acciones. Gracias por su férrea voluntad de hacer centrar la atención en esta acumulación de armas nucleares que aún existe en nuestro mundo y lo mucho que necesitamos hacer algo para reducirla. No necesitamos más armas nucleares. Necesitamos menos”.
La hermana Megan Rice ahora tiene 85 años de edad. Ella y sus compañeros acusados esperan la decisión de un tribunal de primera instancia para saber si deben o no seguir tras las rejas por los cargos menores de destrucción de bienes del Estado, por el corte de cercas, pintar consignas y verter sangre en el Y-12. Pero, ciertamente, la libertad de la cárcel no es lo que más le preocupa. “Realmente no diría que nos sentimos libres, porque mientras exista una sola arma nuclear, nadie será libre”.
© 2015 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2015/5/22/un_acto_de_protesta_no_de
sábado, 30 de mayo de 2015
“Debemos liberarnos de la modernidad”. Entrevista a Sadri Khiari con ocasión de los 10 años del Partie des Indigènes de la République
Azzédine Benabdellah/Amia Moucharik/Selim Nadi
Les Indigènes de la Republique
Breve introducción del traductor
La vida de los inmigrantes negros y árabes en Francia no es nada fácil. Víctimas del racismo, del desprecio, de la indiferencia de las instituciones, de la explotación y de la marginación, se han organizado políticamente. Primero en el MIR (Mouvement des Indigènes de la République) y después en el PIR (Partie des Indigènes de la République), que acaba de cumplir 10 años de vida. Sadri Khiari uno de los referentes del PIR, es entrevistado aquí por Azzédine Benabdellah, Samia Moucharik y Selim Nadi, del periódico Les Indigènes de la Republique.
–Según tú, ¿cuáles son los principales aportes del MIR y el PIR?
–Lo primero que podría decir es que para una organización originada en la inmigración, que tiene la pretensión de desempeñar un papel político a escala nacional, ya es importante durar 10 años; que son 10 años de actividades prácticas y continuas elaboraciones. Quizás sería presuntuoso decir algo más que eso; en el plano político, el PIR ha abierto una nueva continuidad en la historia de las luchas de la inmigración que de momento está en sus primeras etapas. Una nueva continuidad cuya expresión ha sido la revuelta de noviembre de 2005. Es la primera expresión de algo más que unas reivindicaciones. Es un movimiento político que plantea, por un lado, la cuestión del poder indígena integrando en una dinámica autónoma a los diferentes sectores de la población indígena, y por otro, vinculándolos con las luchas de descolonización, y no solo en términos de solidaridad sino también en el marco de una aproximación estratégica articulada. El PIR actúa ciertamente para satisfacer las reivindicaciones más urgentes de la población indígena, incluso si apuntan a una gestión integracionista. No obstante, se esfuerza por atraerla al seno de una alternativa global de la civilización dominante, es decir, la modernidad colonial. El PIR no tiene como única ambición la conquista de la legalidad individual; el Partido dice “el mundo dominado por los blancos está podrido; nosotros trabajamos por el surgimiento de un nuevo mundo”. Todo eso no podríamos haberlo concebido sin haber empezado por la crítica del carácter colonial de la república [francesa] y sin haber actualizado las relaciones raciales e imperiales de poder sobre las que ella descansa. Esta lectura le permite al PIR aportar respuestas innovadoras en las que, en todo caso, trazar cursos de acción inéditos que no son la simple repetición de los problemáticos derechos del hombre tal como se piensan habitualmente en la izquierda. No me avergüenza nada decir que aunque hoy día el PIR sea una organización pequeña sin grandes medios de militancia y si mañana por una razón u otra hubiera de desaparecer... muy bien, en Francia aún queda la fuerza del futuro de las poblaciones no blancas. El PIR, lo recuerdo, apareció y se desarrolló en un contexto de estabilización en el nivel de las terceras generaciones, que no solo están encerradas en los barrios de chabolas, las ciudades de tránsito o en las fábricas. Estas generaciones permanecen sobre todo confinadas en lasbanlieues* pero su extensión en todas las esferas de la sociedad no está en duda. El PIR es una fuerza que expresa esos cambios. Sin duda es por eso que a menudo somos acusados de no ser otra cosa que una organización de “pequeños burgueses” salidos de la inmigración, impacientes por trepar más alto en la pirámide social. Entonces, en pocas palabras, pienso que en los años que vienen el campo político indígena será compartido por el integracionismo en sus diferentes expresiones, sin duda durante mucho tiempo todavía mayoritario, y una o varias fuerzas indígenas descolonizadoras que se apoyarán en parte sobre el aporte del PIR y estarán en continua expansión. Es por eso que digo que el PIR es el futuro. Entonces se verá que su aporte no puede reducirse a su participación en tal o cual batalla, tal o cual combate, que ya no está en el orden de lo intelectual sino que es exactamente el pensamiento en la práctica, que transforma el orden de la real. Para terminar con esta cuestión, agrego que, como en una línea de puntos, las reflexiones del PIR y otros movimientos descolonizadores del mundo bosquejan una línea saludable, fecunda, para los mismos blancos, si al fin se deciden a abandonar esta modernidad que les degrada y les desfigura. Digo que la izquierda radical debería seguirnos con más atención. Eso le haría bien.
–¿Ha sido útil a la organización el pasar de un movimiento a un partido? ¿Por qué?
–Cuando se está oprimido, la modestia es contrarrevolucionaria. Asimismo, prefiero comenzar diciendo que el pasaje del movimiento al partido ha sido útil al conjunto de los no blancos de Francia. Me parece que a partir del momento en que un grupo de indígenas planta su bandera en suelo francés y dice “a partir de ahora, esta tierra también es mía”, debemos formar parte del Estado en nombre de nosotros mismos; he aquí nuestra alternativa global, que nada tiene que ver con el derecho sino con la descolonización. Se ha dado un paso decisivo que permite y anuncia otros pasos en el mismo sentido. Cuando decidimos formar un partido, esa necesidad de acción política ya se hacía sentir pero que esa necesidad se exprese como grupo de presión o con listas electorales..., todavía estamos en una óptica de presiones, de reivindicaciones, de integración y no de poder ni de alternativa. Por otra parte, por eso es cierto que en el momento en que fundamos el PIR, no pudimos atraer a multitudes de militantes y que seguimos siendo incapaces de eso, aunque nuestra audiencia e influencia se extiendan progresivamente. Mientras tanto, estoy convencido de que hay acciones que solo tienen eficacia futura si son prematuras. Es el caso de la fundación del PIR. Desde el punto de vista de nuestra dinámica interna, la transformación del MIR en PIR ha tenido esa ventaja, inmensa a mis ojos, de obligarnos a pensar, a empezar a pensar para ser más exacto, de manera no estrictamente protestativa y reivindicativa. Tampoco puede uno estar toda la vida repitiendo “Los negros y los musulmanes son hermosos”; es necesario pensar en un poder “negro” o “musulmán”, o mejor un “poder indígena” que llegue a ser realidad y actúe relacionándose con las fuerzas nacionales y dentro de las instituciones, ¡de ningún modo dentro de una “vivienda oficial de bajo alquiler” (HLM, por sus siglas en francés)! Así, nosotros aprendemos a pensar sobre la conquista del poder y, consecuentemente, la combinación autonomía/alianza de una manera muy diferente...
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Les Indigènes de la Republique
Breve introducción del traductor
La vida de los inmigrantes negros y árabes en Francia no es nada fácil. Víctimas del racismo, del desprecio, de la indiferencia de las instituciones, de la explotación y de la marginación, se han organizado políticamente. Primero en el MIR (Mouvement des Indigènes de la République) y después en el PIR (Partie des Indigènes de la République), que acaba de cumplir 10 años de vida. Sadri Khiari uno de los referentes del PIR, es entrevistado aquí por Azzédine Benabdellah, Samia Moucharik y Selim Nadi, del periódico Les Indigènes de la Republique.
–Según tú, ¿cuáles son los principales aportes del MIR y el PIR?
–Lo primero que podría decir es que para una organización originada en la inmigración, que tiene la pretensión de desempeñar un papel político a escala nacional, ya es importante durar 10 años; que son 10 años de actividades prácticas y continuas elaboraciones. Quizás sería presuntuoso decir algo más que eso; en el plano político, el PIR ha abierto una nueva continuidad en la historia de las luchas de la inmigración que de momento está en sus primeras etapas. Una nueva continuidad cuya expresión ha sido la revuelta de noviembre de 2005. Es la primera expresión de algo más que unas reivindicaciones. Es un movimiento político que plantea, por un lado, la cuestión del poder indígena integrando en una dinámica autónoma a los diferentes sectores de la población indígena, y por otro, vinculándolos con las luchas de descolonización, y no solo en términos de solidaridad sino también en el marco de una aproximación estratégica articulada. El PIR actúa ciertamente para satisfacer las reivindicaciones más urgentes de la población indígena, incluso si apuntan a una gestión integracionista. No obstante, se esfuerza por atraerla al seno de una alternativa global de la civilización dominante, es decir, la modernidad colonial. El PIR no tiene como única ambición la conquista de la legalidad individual; el Partido dice “el mundo dominado por los blancos está podrido; nosotros trabajamos por el surgimiento de un nuevo mundo”. Todo eso no podríamos haberlo concebido sin haber empezado por la crítica del carácter colonial de la república [francesa] y sin haber actualizado las relaciones raciales e imperiales de poder sobre las que ella descansa. Esta lectura le permite al PIR aportar respuestas innovadoras en las que, en todo caso, trazar cursos de acción inéditos que no son la simple repetición de los problemáticos derechos del hombre tal como se piensan habitualmente en la izquierda. No me avergüenza nada decir que aunque hoy día el PIR sea una organización pequeña sin grandes medios de militancia y si mañana por una razón u otra hubiera de desaparecer... muy bien, en Francia aún queda la fuerza del futuro de las poblaciones no blancas. El PIR, lo recuerdo, apareció y se desarrolló en un contexto de estabilización en el nivel de las terceras generaciones, que no solo están encerradas en los barrios de chabolas, las ciudades de tránsito o en las fábricas. Estas generaciones permanecen sobre todo confinadas en lasbanlieues* pero su extensión en todas las esferas de la sociedad no está en duda. El PIR es una fuerza que expresa esos cambios. Sin duda es por eso que a menudo somos acusados de no ser otra cosa que una organización de “pequeños burgueses” salidos de la inmigración, impacientes por trepar más alto en la pirámide social. Entonces, en pocas palabras, pienso que en los años que vienen el campo político indígena será compartido por el integracionismo en sus diferentes expresiones, sin duda durante mucho tiempo todavía mayoritario, y una o varias fuerzas indígenas descolonizadoras que se apoyarán en parte sobre el aporte del PIR y estarán en continua expansión. Es por eso que digo que el PIR es el futuro. Entonces se verá que su aporte no puede reducirse a su participación en tal o cual batalla, tal o cual combate, que ya no está en el orden de lo intelectual sino que es exactamente el pensamiento en la práctica, que transforma el orden de la real. Para terminar con esta cuestión, agrego que, como en una línea de puntos, las reflexiones del PIR y otros movimientos descolonizadores del mundo bosquejan una línea saludable, fecunda, para los mismos blancos, si al fin se deciden a abandonar esta modernidad que les degrada y les desfigura. Digo que la izquierda radical debería seguirnos con más atención. Eso le haría bien.
–¿Ha sido útil a la organización el pasar de un movimiento a un partido? ¿Por qué?
–Cuando se está oprimido, la modestia es contrarrevolucionaria. Asimismo, prefiero comenzar diciendo que el pasaje del movimiento al partido ha sido útil al conjunto de los no blancos de Francia. Me parece que a partir del momento en que un grupo de indígenas planta su bandera en suelo francés y dice “a partir de ahora, esta tierra también es mía”, debemos formar parte del Estado en nombre de nosotros mismos; he aquí nuestra alternativa global, que nada tiene que ver con el derecho sino con la descolonización. Se ha dado un paso decisivo que permite y anuncia otros pasos en el mismo sentido. Cuando decidimos formar un partido, esa necesidad de acción política ya se hacía sentir pero que esa necesidad se exprese como grupo de presión o con listas electorales..., todavía estamos en una óptica de presiones, de reivindicaciones, de integración y no de poder ni de alternativa. Por otra parte, por eso es cierto que en el momento en que fundamos el PIR, no pudimos atraer a multitudes de militantes y que seguimos siendo incapaces de eso, aunque nuestra audiencia e influencia se extiendan progresivamente. Mientras tanto, estoy convencido de que hay acciones que solo tienen eficacia futura si son prematuras. Es el caso de la fundación del PIR. Desde el punto de vista de nuestra dinámica interna, la transformación del MIR en PIR ha tenido esa ventaja, inmensa a mis ojos, de obligarnos a pensar, a empezar a pensar para ser más exacto, de manera no estrictamente protestativa y reivindicativa. Tampoco puede uno estar toda la vida repitiendo “Los negros y los musulmanes son hermosos”; es necesario pensar en un poder “negro” o “musulmán”, o mejor un “poder indígena” que llegue a ser realidad y actúe relacionándose con las fuerzas nacionales y dentro de las instituciones, ¡de ningún modo dentro de una “vivienda oficial de bajo alquiler” (HLM, por sus siglas en francés)! Así, nosotros aprendemos a pensar sobre la conquista del poder y, consecuentemente, la combinación autonomía/alianza de una manera muy diferente...
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viernes, 29 de mayo de 2015
El colectivo Anemoi en el 70 aniversario de la victoria sobre el nazismo en París
En estos tiempos de incertidumbre y confusión, de ascenso de viejos y nuevos fascismos, el recuerdo de nuestros héroes -la Memoria Histórica- es el mejor modo de luchar contra la amnesia que quieren imponernos las fuerzas de la reacción y de la equidistancia, de mostrar el camino esforzado y valeroso que siguieron nuestros mayores en su lucha contra la agresión nazi-fascista.
Hubo víctimas y verdugos. La Shoah fue uno de los hechos más terribles de la barbarie nazi en el siglo pasado. Seis millones de judíos murieron deportados en los guetos y en los campos de exterminio. También lo fue el olvido... países abandonados a su suerte por las potencias occidentales, pueblos ibéricos que continuaron bajo el yugo de dos feroces dictaduras fascistas apoyadas por el llamado "mundo libre".
El dictador Francisco Franco, que destruyó militarmente la II República española y hundió a nuestro país en un mar de sangre, lo fue ante la pasividad de las potencias occidentales. Después envió sus tropas -la llamada División Azul- en apoyo de Adolf Hitler para reforzar su frente del Este. Franco no solo murió en la cama, torturando y matando hasta el final, sino que muchos años antes había recibido el "espaldarazo" de uno de los pretendidos artífices de la victoria: el general estadounidense Eisenhower. Como contrapartida el "amigo americano" instaló bases militares extranjeras en nuestro territorio desde las que hoy se agrede a otros pueblos con la complicidad del régimen borbónico.
En los actos convocados para la conmemoración del 70 aniversario de la victoria sobre el nazismo tuve el honor de acudir invitado por el "Mouvement Contre le Racisme et pour l'Amitié entre les Peuples" MRAP como representante de los "Amis des Républicains Espagnols de la Région Parisienne" ARE RP y del Colectivo Anemoi.
Entre las personalidades asistentes al acto se encontraba Claire Role-Tanguy, Secretaria General de ACER e hija del legendario Coronel Enri Rol-Tanguy, dirigente de la Resistencia en Francia, ante quien se rindió el general alemán general Dietrich Von Choltitz en el París ocupado. Anteriormente fue oficial de las Brigadas Internacionales en la España republicana, herido en combate en el frente del Ebro. En el inolvidable film ¿Arde París? su papel fue interpretado por Bruno Cremer. En él se rememora la rebelión de París dirigida por la Resistencia, en la que también combatían republicanos españoles en la clandestinidad. Pocos días después llegaba “La Nueve” -perteneciente a la división blindada del general Leclrerc- en apoyo de la Resistencia, liberando Paris. Los blindados de La Nueve, con nombres tan sugerentes como 'Madrid', 'Guernica' o 'Guadalajara' iban tripulados por combatientes republicanos españoles.
Tuve el honor de posar junto a Claire Role-Tanguy (en el centro de la foto) y Rosa Sánchez, miembro de ARE RP, durante la ceremonia en las que ambas depositaron conjuntamente flores ante la placa conmemorativa de La Nueve al borde del Sena.
A continuación transcribo la traducción en castellano de mi intervención durante el acto:
Queridas amigas y amigos:
Tengo el honor de tomar hoy la palabra para honrar a los combatientes de La Nueve que junto a sus compañeros de la Resistencia francesa contribuyeron a la liberación. Lo hago en nombre de los "Amis des Républicains Espagnols en région parsienne" y también del Colectivo Anemoi del que soy miembro. Agradezco a nuestros amigos del MRAP su invitación a este acto y a nuestros amigos de la ACER su presencia.
El Colectivo Anemoi, heredero histórico de los combatientes republicanos españoles, agrupa a militares en activo, en la reserva o retirados, que luchan activamente por la recuperación de los valores destruidos en mi país por la agresión nazi-fascista. Lo hacemos junto a un creciente movimiento de emancipación de los pueblos de España que también luchan por esa misma recuperación.
Parte de esa tarea de regeneración histórica es la investigación y condena de los crímenes del franquismo. Sin ello las pretendidas libertades democráticas españolas son simplemente una burla a todo lo que honramos hoy en este día.
El régimen monárquico de Juan Carlos I y de Felipe VI se está oponiendo al cumplimiento de las órdenes de búsqueda, captura y extradición cursadas por la Juez argentina Servini contra un grupo de presuntos criminales franquistas. La Juez se fundamenta en el principio de Justicia Universal. Esta obstrucción del régimen borbónico a la Justicia era de esperar. Tanto Juan Carlos I como su hijo Felipe VI son herederos y beneficiarios directos del golpe militar de 1936 contra la Republica española. Fue la primera fase de la agresión nazifascista contra los pueblos de Europa que derivó en la Segunda Guerra Mundial. La reciente invitación del rey a los actos de homenaje a la Nueve es un oxímoron, un esperpento histórico que nos avergüenza e indigna a todos los republicanos españoles. Corresponde a una estrategia mediática de manipulación cuyo fin es la consolidación de una monarquía fiel reflejo de la corrupción del sistema.
Deseo recordar en este acto, en el que honramos a los heroicos combatientes de La Nueve y de la Resistencia francesa, a su Coronel Rol-Tanguy, que también combatió en las Brigadas Internacionales en la Guerra de España, y cuya hija Claire nos honra hoy con su presencia. Tampoco puedo dejar de mencionar a Daniel Serrano, entrañable combatiente republicano, decano de nuestro grupo de amigos, y a tantos otros que no pudieron estar hoy con nosotros.
Sirva también este acto para alertar a todos los demócratas sobre el creciente riesgo de una nueva Guerra Mundial que podría derivar en un holocausto de proporciones definitivas: la aniquilación de nuestra especie. Estados Unidos y la OTAN atizan un peligroso conflicto en Ucrania, intentando arrastrar a la Unión Europea a un suicida enfrentamiento con Rusia. No olvidemos nunca que los pueblos eslavos pagaron el más alto tributo en vidas humanas que hizo posible la victoria que hoy celebramos.
Finalizo mi breve intervención honrando la memoria de todos los combatientes que lucharon heroicamente junto a sus compañeros franceses contra el nazismo. Son nuestro ejemplo.
¡Viva la fraternidad entre los pueblos!
¡No pasaran!
París, 8 de mayo de 2015
Manuel Ruiz Robles
Nota:
Apoyaron el acto las siguientes organizaciones:
MRAP, ACDA (Agir pour le Changement et la Démocratie en Algérie), ACER (Amis des Combattants en Espagne Républicaine), ADTF (Association Démocratique des Tunisiens en France, AMF (Association des Marocains en France), APCV (association de promotion des cultures et du voyage), ARE de la RP (Amis des Républicains Espagnols de la région parisienne), Colectivo Anemoi, ATF (Association des tunisiens en France) et associations affiliées en Ile de France (Espace Farabi, IDEAL92, ATF-75), ATMF, (Association des Travailleurs Marocains en France), Femmes Plurielles, FETAF, (Fédération des Travailleurs Africains en France), FTCR (Fédération des Tunisiens pour une Citoyenneté des Deux Rives), IDD (Immigration, Développement, Démocratie) et d'autres associations du FALDI (Forum des Associations des Luttes Démocratiques de l'Immigration), Manifeste des Libertés, UTIT (Union des Travailleurs Immigrés Tunisiens), REMCC (Réseau Euro-Maghrébin Citoyenneté et Culture), Sortir du Colonialisme.
Manuel Ruiz Robles es Capitán de Navío de la Armada (r)
En twitter: @colectivoanemoi
Hubo víctimas y verdugos. La Shoah fue uno de los hechos más terribles de la barbarie nazi en el siglo pasado. Seis millones de judíos murieron deportados en los guetos y en los campos de exterminio. También lo fue el olvido... países abandonados a su suerte por las potencias occidentales, pueblos ibéricos que continuaron bajo el yugo de dos feroces dictaduras fascistas apoyadas por el llamado "mundo libre".
El dictador Francisco Franco, que destruyó militarmente la II República española y hundió a nuestro país en un mar de sangre, lo fue ante la pasividad de las potencias occidentales. Después envió sus tropas -la llamada División Azul- en apoyo de Adolf Hitler para reforzar su frente del Este. Franco no solo murió en la cama, torturando y matando hasta el final, sino que muchos años antes había recibido el "espaldarazo" de uno de los pretendidos artífices de la victoria: el general estadounidense Eisenhower. Como contrapartida el "amigo americano" instaló bases militares extranjeras en nuestro territorio desde las que hoy se agrede a otros pueblos con la complicidad del régimen borbónico.
En los actos convocados para la conmemoración del 70 aniversario de la victoria sobre el nazismo tuve el honor de acudir invitado por el "Mouvement Contre le Racisme et pour l'Amitié entre les Peuples" MRAP como representante de los "Amis des Républicains Espagnols de la Région Parisienne" ARE RP y del Colectivo Anemoi.
Entre las personalidades asistentes al acto se encontraba Claire Role-Tanguy, Secretaria General de ACER e hija del legendario Coronel Enri Rol-Tanguy, dirigente de la Resistencia en Francia, ante quien se rindió el general alemán general Dietrich Von Choltitz en el París ocupado. Anteriormente fue oficial de las Brigadas Internacionales en la España republicana, herido en combate en el frente del Ebro. En el inolvidable film ¿Arde París? su papel fue interpretado por Bruno Cremer. En él se rememora la rebelión de París dirigida por la Resistencia, en la que también combatían republicanos españoles en la clandestinidad. Pocos días después llegaba “La Nueve” -perteneciente a la división blindada del general Leclrerc- en apoyo de la Resistencia, liberando Paris. Los blindados de La Nueve, con nombres tan sugerentes como 'Madrid', 'Guernica' o 'Guadalajara' iban tripulados por combatientes republicanos españoles.
Tuve el honor de posar junto a Claire Role-Tanguy (en el centro de la foto) y Rosa Sánchez, miembro de ARE RP, durante la ceremonia en las que ambas depositaron conjuntamente flores ante la placa conmemorativa de La Nueve al borde del Sena.
A continuación transcribo la traducción en castellano de mi intervención durante el acto:
Queridas amigas y amigos:
Tengo el honor de tomar hoy la palabra para honrar a los combatientes de La Nueve que junto a sus compañeros de la Resistencia francesa contribuyeron a la liberación. Lo hago en nombre de los "Amis des Républicains Espagnols en région parsienne" y también del Colectivo Anemoi del que soy miembro. Agradezco a nuestros amigos del MRAP su invitación a este acto y a nuestros amigos de la ACER su presencia.
El Colectivo Anemoi, heredero histórico de los combatientes republicanos españoles, agrupa a militares en activo, en la reserva o retirados, que luchan activamente por la recuperación de los valores destruidos en mi país por la agresión nazi-fascista. Lo hacemos junto a un creciente movimiento de emancipación de los pueblos de España que también luchan por esa misma recuperación.
Parte de esa tarea de regeneración histórica es la investigación y condena de los crímenes del franquismo. Sin ello las pretendidas libertades democráticas españolas son simplemente una burla a todo lo que honramos hoy en este día.
El régimen monárquico de Juan Carlos I y de Felipe VI se está oponiendo al cumplimiento de las órdenes de búsqueda, captura y extradición cursadas por la Juez argentina Servini contra un grupo de presuntos criminales franquistas. La Juez se fundamenta en el principio de Justicia Universal. Esta obstrucción del régimen borbónico a la Justicia era de esperar. Tanto Juan Carlos I como su hijo Felipe VI son herederos y beneficiarios directos del golpe militar de 1936 contra la Republica española. Fue la primera fase de la agresión nazifascista contra los pueblos de Europa que derivó en la Segunda Guerra Mundial. La reciente invitación del rey a los actos de homenaje a la Nueve es un oxímoron, un esperpento histórico que nos avergüenza e indigna a todos los republicanos españoles. Corresponde a una estrategia mediática de manipulación cuyo fin es la consolidación de una monarquía fiel reflejo de la corrupción del sistema.
Deseo recordar en este acto, en el que honramos a los heroicos combatientes de La Nueve y de la Resistencia francesa, a su Coronel Rol-Tanguy, que también combatió en las Brigadas Internacionales en la Guerra de España, y cuya hija Claire nos honra hoy con su presencia. Tampoco puedo dejar de mencionar a Daniel Serrano, entrañable combatiente republicano, decano de nuestro grupo de amigos, y a tantos otros que no pudieron estar hoy con nosotros.
Sirva también este acto para alertar a todos los demócratas sobre el creciente riesgo de una nueva Guerra Mundial que podría derivar en un holocausto de proporciones definitivas: la aniquilación de nuestra especie. Estados Unidos y la OTAN atizan un peligroso conflicto en Ucrania, intentando arrastrar a la Unión Europea a un suicida enfrentamiento con Rusia. No olvidemos nunca que los pueblos eslavos pagaron el más alto tributo en vidas humanas que hizo posible la victoria que hoy celebramos.
Finalizo mi breve intervención honrando la memoria de todos los combatientes que lucharon heroicamente junto a sus compañeros franceses contra el nazismo. Son nuestro ejemplo.
¡Viva la fraternidad entre los pueblos!
¡No pasaran!
París, 8 de mayo de 2015
Manuel Ruiz Robles
Nota:
Apoyaron el acto las siguientes organizaciones:
MRAP, ACDA (Agir pour le Changement et la Démocratie en Algérie), ACER (Amis des Combattants en Espagne Républicaine), ADTF (Association Démocratique des Tunisiens en France, AMF (Association des Marocains en France), APCV (association de promotion des cultures et du voyage), ARE de la RP (Amis des Républicains Espagnols de la région parisienne), Colectivo Anemoi, ATF (Association des tunisiens en France) et associations affiliées en Ile de France (Espace Farabi, IDEAL92, ATF-75), ATMF, (Association des Travailleurs Marocains en France), Femmes Plurielles, FETAF, (Fédération des Travailleurs Africains en France), FTCR (Fédération des Tunisiens pour une Citoyenneté des Deux Rives), IDD (Immigration, Développement, Démocratie) et d'autres associations du FALDI (Forum des Associations des Luttes Démocratiques de l'Immigration), Manifeste des Libertés, UTIT (Union des Travailleurs Immigrés Tunisiens), REMCC (Réseau Euro-Maghrébin Citoyenneté et Culture), Sortir du Colonialisme.
Manuel Ruiz Robles es Capitán de Navío de la Armada (r)
En twitter: @colectivoanemoi
jueves, 28 de mayo de 2015
Y tras 80 años, justicia en la Universidad. La centenaria Ingeborg Rapoport logra el doctorado que los nazis le negaron por ser judía
Ingeborg Rapoport tenía todo listo a los 24 años para obtener su doctorado. Había entregado una tesis sobre la difteria y solo le quedaba pendiente el examen oral. Pero las leyes raciales recién aprobadas por la Alemania nazi impedían expedir títulos a gente como ella. Su pecado lo había heredado de su madre, que era judía. Han pasado 78 años desde entonces, y el mismo país que arrebató a Rapoport lo que era suyo le rendirá homenaje el próximo 9 de junio. Ese día recibirá el título para el que comenzó a prepararse de joven y ha concluido ya centenaria.
“Este ha sido el examen que más trabajo me ha costado en mi vida”, asegura en su casa del este de Berlín esta mujer que a los 102 años tiene la cabeza tan lúcida como para recibir al periodista con unos versos de Manuel Machado. “El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas. Polvo, sudor y hierro. ¡El Cid cabalga!”, recita en español, un idioma que desconoce.
Nadie ha regalado a Rapoport el doctorado que está a punto de recibir. La Universidad le ofrecía un título honorífico, pero esa solución no le convencía. Si lo hacía, debía ser con todas las de la ley.
La iniciativa partió del decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamburgo, que en un acto le dijo unas palabras que no olvida: “Usted va a tener noticias mías en breve”. A los pocos días, el decano le propondría hacer lo posible para recuperar su doctorado. Desde entonces, los obstáculos han sido muchos. Rapoport, que a su edad está prácticamente ciega, no podía investigar los avances científicos de los últimos años. Pero este hueco fue suplido con la colaboración de colegas, que le ayudaron a ponerse al día. Finalmente, el decano y otros profesores la examinaron en su propio salón hace dos semanas. Pasó la prueba con creces. “No lo he hecho por mí. A estas alturas de mi vida un título ya no me aporta nada. Era una cuestión de principios. Se trata de restituir la injusticia cometida”, asegura. “Además, quería hacer bien el examen para no decepcionar al decano”, añade con una sonrisa.
Los escollos burocráticos también han sido importantes. “Yo soy muy desordenada, pero por suerte encontramos el certificado en el que se me denegaba el título”, explica. Pese al tiempo transcurrido desde que se escribió este texto, leerlo hoy sigue estremeciendo. “Por la presente certifico que Ingeborg Syllm [su apellido de soltera] me entregó un trabajo que sería válido como doctorado si las leyes vigentes no lo hicieran imposible por la ascendencia de la señorita Syllm”, dice sin rodeos el documento, firmado por el director de la Clínica Universitaria Infantil de Hamburgo el 30 de agosto de 1938. “Sin este papel, no habría sido posible poner en marcha el proceso”, añade la doctora.
No es este el primer récord que bate Rapoport. Antes de convertirse en la persona de más edad que consigue un doctorado ya ocupó en 1969 la primera cátedra de neonatología de toda Europa en el hospital berlinés de Charité, en la antigua República Democrática de Alemania.
Rapoport, que descuelga el teléfono para evitar las constantes llamadas de felicitación y poder mantener una charla tranquila, está ya acostumbrada a que su vida genere interés.
En 1938 huyó del país que gobernaba Adolf Hitler rumbo a Estados Unidos. “Me sentí expulsada de mi propio hogar. Aquí se quedaba toda mi familia y yo me iba tan solo con 38 marcos en el bolsillo”, recuerda. Al otro lado del Atlántico conocería a su marido, tendría cuatro hijos y obtendría otro doctorado. Pero de allí también tuvo que huir. Las simpatías comunistas del matrimonio no eran bien vistas en la época de la caza de brujas del senador McCarthy. La familia se trasladó primero a Austria y en 1952 a la RDA. “Pese a todo lo que he pasado no me quejo. Las cosas han salido bien”, concluye.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/21/actualidad/1432202186_531906.html
“Este ha sido el examen que más trabajo me ha costado en mi vida”, asegura en su casa del este de Berlín esta mujer que a los 102 años tiene la cabeza tan lúcida como para recibir al periodista con unos versos de Manuel Machado. “El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas. Polvo, sudor y hierro. ¡El Cid cabalga!”, recita en español, un idioma que desconoce.
Nadie ha regalado a Rapoport el doctorado que está a punto de recibir. La Universidad le ofrecía un título honorífico, pero esa solución no le convencía. Si lo hacía, debía ser con todas las de la ley.
La iniciativa partió del decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamburgo, que en un acto le dijo unas palabras que no olvida: “Usted va a tener noticias mías en breve”. A los pocos días, el decano le propondría hacer lo posible para recuperar su doctorado. Desde entonces, los obstáculos han sido muchos. Rapoport, que a su edad está prácticamente ciega, no podía investigar los avances científicos de los últimos años. Pero este hueco fue suplido con la colaboración de colegas, que le ayudaron a ponerse al día. Finalmente, el decano y otros profesores la examinaron en su propio salón hace dos semanas. Pasó la prueba con creces. “No lo he hecho por mí. A estas alturas de mi vida un título ya no me aporta nada. Era una cuestión de principios. Se trata de restituir la injusticia cometida”, asegura. “Además, quería hacer bien el examen para no decepcionar al decano”, añade con una sonrisa.
Los escollos burocráticos también han sido importantes. “Yo soy muy desordenada, pero por suerte encontramos el certificado en el que se me denegaba el título”, explica. Pese al tiempo transcurrido desde que se escribió este texto, leerlo hoy sigue estremeciendo. “Por la presente certifico que Ingeborg Syllm [su apellido de soltera] me entregó un trabajo que sería válido como doctorado si las leyes vigentes no lo hicieran imposible por la ascendencia de la señorita Syllm”, dice sin rodeos el documento, firmado por el director de la Clínica Universitaria Infantil de Hamburgo el 30 de agosto de 1938. “Sin este papel, no habría sido posible poner en marcha el proceso”, añade la doctora.
No es este el primer récord que bate Rapoport. Antes de convertirse en la persona de más edad que consigue un doctorado ya ocupó en 1969 la primera cátedra de neonatología de toda Europa en el hospital berlinés de Charité, en la antigua República Democrática de Alemania.
Rapoport, que descuelga el teléfono para evitar las constantes llamadas de felicitación y poder mantener una charla tranquila, está ya acostumbrada a que su vida genere interés.
En 1938 huyó del país que gobernaba Adolf Hitler rumbo a Estados Unidos. “Me sentí expulsada de mi propio hogar. Aquí se quedaba toda mi familia y yo me iba tan solo con 38 marcos en el bolsillo”, recuerda. Al otro lado del Atlántico conocería a su marido, tendría cuatro hijos y obtendría otro doctorado. Pero de allí también tuvo que huir. Las simpatías comunistas del matrimonio no eran bien vistas en la época de la caza de brujas del senador McCarthy. La familia se trasladó primero a Austria y en 1952 a la RDA. “Pese a todo lo que he pasado no me quejo. Las cosas han salido bien”, concluye.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/21/actualidad/1432202186_531906.html
miércoles, 27 de mayo de 2015
Reseña del libro Contra aquellos que nos gobiernan, de Lev Tolstói
Contra aquellos que nos gobiernan fue escrito en 1900, en la etapa tardía de la vida de Lev Tolstói (1828-1910), tras la crisis espiritual que lo llevó a repudiar los grandes retablos narrativos en los que había diseccionado como nadie la sociedad rusa y a comprometerse sobre todo con su transformación. El libro, compañero de otros como ¿En qué consiste mi fe? (1884) o El reino de Dios está en vosotros (1893), en los que desarrolla también sus ideas de crítica del poder y resistencia noviolenta pero activa a los gobiernos, acaba de aparecer en el catálogo de errata naturae (trad. de Aníbal Peña) y diagnostica con lucidez la enfermedad de su tiempo, aunque no consiga plantear con claridad una terapia que le ponga remedio.
El texto arranca presentándonos a unos braceros que descargan bultos en la moscovita estación de Kazán; andrajosos a veinte grados bajo cero, estos hombres trabajan treinta y seis horas seguidas sin descanso por un estipendio miserable. Conocemos después a las obreras que sacrifican su vida en la fábrica de sederías que hay al lado de la casa del autor. No es muy diferente la penuria en otros casos que se recuerdan, y termina este preguntándose qué extraña ceguera nos impide ver la horrible suerte de esos millones de seres que perecen para que los favorecidos de la fortuna puedan disfrutar de sus comodidades. La respuesta es clara a su juicio. La ceguera se llamaba antes “religión” y explicaba las desigualdades por la voluntad divina inexorable, y se llama hoy día “ciencia económica” y las explica por el también inexorable desenvolvimiento de las leyes del mercado. Así se origina la ceguera “que arrasa la bondad de los hombres más sensibles”.
El autor se empeña después en demostrar que una socialización de los medios de producción no sería capaz de conseguir, como prometen en ocasiones sus promotores, que todos pudieran disfrutar los privilegios de la clase rica. Ve claro que esto es materialmente imposible, y tampoco sería aconsejable, pues estos privilegios implican muchas veces una existencia insana. Repudia la explotación que va asociada a las innovaciones que están transformando la vida en esos años, pero se horroriza más que nada ante la sacralización del progreso como algo que ha de ser salvado a toda costa, a pesar de su coste en sufrimiento. Para él las nuevas tecnologías deberían ponerse al servicio de la humanidad en la medida de lo posible y no usarse para favorecer a unos pocos y oprimir a las masas.
La sociedad está rígidamente dividida entre una minoría de privilegiados y una mayoría de obreros, campesinos y sirvientes, esclavos a causa de la pobreza que originan la propiedad privada sobre la tierra y los bienes adquiridos, y los impuestos arbitrarios e injustos. Tolstói critica las estrategias propuestas para cambiar esta situación, medidas parciales incapaces de solucionar el problema y concluye que el único arreglo posible es “retirar a algunos hombre el poder que se han atribuido de crear leyes al servicio de sus intereses”. La ley no es la expresión de la voluntad del pueblo, ni siquiera en los países que tienen cartas constitucionales, sino del capricho de los hombres que están en el poder, y detrás de la ley está el recurso a la violencia para asegurar su cumplimiento. Tolstói ve en el estado el medio de que algunos se dotan para imponer su voluntad a los demás, simple “violencia organizada”, cuyo instrumento más efectivo son los ejércitos.
La experiencia demuestra que esta violencia del estado no es imprescindible y que los hombres pueden asociarse libremente sobre la base de una propiedad compartida de la tierra. El problema es cómo acabar con la violencia de los gobiernos, que impone la esclavitud. Los intentos que se han hecho hasta el momento han servido sólo para dar paso a nuevos gobiernos, a menudo más crueles que sus predecesores. Para el autor, pretender realizar una revolución con la violencia es combatir el fuego con el fuego. La destrucción de la esclavitud sólo se conseguirá desenmascarando las mentiras en las que se asienta, que resultan evidentes para cualquier persona con el intelecto sano. Los poderosos son culpables de la situación, pues contribuyen cada día a mantenerla, mientras tranquilizan su conciencia con planes en los que se permiten organizar la vida de los demás. No obstante, los esclavos son también culpables, pues deberían negarse a colaborar con el sistema que los oprime. Los hombres tienen que dejar de ayudar a los gobiernos, no prestándoles apoyo, soldados ni dinero. Esta sería la única forma de liberar a la humanidad.
Lev Tolstói ha desarrollado una aguda crítica de los males sociales y sus causas, pero ante la necesidad de plantear una estrategia para echar abajo esos gobiernos inmorales, no acierta de forma clara con ella, y sugiere simplemente que todos deberíamos gradualmente abstenernos en lo posible de la colaboración con ellos. Esto resulta francamente difícil de definir en términos prácticos y la trasformación de la sociedad queda así diferida para algún momento lejano. El autor lo reconoce, pero insiste en que una eterna ley moral exige la abstención de cualquier forma de violencia y colaboración con gobiernos violentos.
Airado ante las injusticias que contempla e impotente a la hora de atajarlas, Tolstói nos deja un mensaje que parece sobre todo destinado a nutrir los fundamentos éticos de los que luchan por un mundo más justo. En la senda de Henry David Thoreau y precursor e inspirador de Mahatma Gandhi o Martin Luther King, su voz aporta argumentos valiosos en el sendero de la resistencia noviolenta al latrocinio de los que detentan el poder.
Jesús Aller
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/
El texto arranca presentándonos a unos braceros que descargan bultos en la moscovita estación de Kazán; andrajosos a veinte grados bajo cero, estos hombres trabajan treinta y seis horas seguidas sin descanso por un estipendio miserable. Conocemos después a las obreras que sacrifican su vida en la fábrica de sederías que hay al lado de la casa del autor. No es muy diferente la penuria en otros casos que se recuerdan, y termina este preguntándose qué extraña ceguera nos impide ver la horrible suerte de esos millones de seres que perecen para que los favorecidos de la fortuna puedan disfrutar de sus comodidades. La respuesta es clara a su juicio. La ceguera se llamaba antes “religión” y explicaba las desigualdades por la voluntad divina inexorable, y se llama hoy día “ciencia económica” y las explica por el también inexorable desenvolvimiento de las leyes del mercado. Así se origina la ceguera “que arrasa la bondad de los hombres más sensibles”.
El autor se empeña después en demostrar que una socialización de los medios de producción no sería capaz de conseguir, como prometen en ocasiones sus promotores, que todos pudieran disfrutar los privilegios de la clase rica. Ve claro que esto es materialmente imposible, y tampoco sería aconsejable, pues estos privilegios implican muchas veces una existencia insana. Repudia la explotación que va asociada a las innovaciones que están transformando la vida en esos años, pero se horroriza más que nada ante la sacralización del progreso como algo que ha de ser salvado a toda costa, a pesar de su coste en sufrimiento. Para él las nuevas tecnologías deberían ponerse al servicio de la humanidad en la medida de lo posible y no usarse para favorecer a unos pocos y oprimir a las masas.
La sociedad está rígidamente dividida entre una minoría de privilegiados y una mayoría de obreros, campesinos y sirvientes, esclavos a causa de la pobreza que originan la propiedad privada sobre la tierra y los bienes adquiridos, y los impuestos arbitrarios e injustos. Tolstói critica las estrategias propuestas para cambiar esta situación, medidas parciales incapaces de solucionar el problema y concluye que el único arreglo posible es “retirar a algunos hombre el poder que se han atribuido de crear leyes al servicio de sus intereses”. La ley no es la expresión de la voluntad del pueblo, ni siquiera en los países que tienen cartas constitucionales, sino del capricho de los hombres que están en el poder, y detrás de la ley está el recurso a la violencia para asegurar su cumplimiento. Tolstói ve en el estado el medio de que algunos se dotan para imponer su voluntad a los demás, simple “violencia organizada”, cuyo instrumento más efectivo son los ejércitos.
La experiencia demuestra que esta violencia del estado no es imprescindible y que los hombres pueden asociarse libremente sobre la base de una propiedad compartida de la tierra. El problema es cómo acabar con la violencia de los gobiernos, que impone la esclavitud. Los intentos que se han hecho hasta el momento han servido sólo para dar paso a nuevos gobiernos, a menudo más crueles que sus predecesores. Para el autor, pretender realizar una revolución con la violencia es combatir el fuego con el fuego. La destrucción de la esclavitud sólo se conseguirá desenmascarando las mentiras en las que se asienta, que resultan evidentes para cualquier persona con el intelecto sano. Los poderosos son culpables de la situación, pues contribuyen cada día a mantenerla, mientras tranquilizan su conciencia con planes en los que se permiten organizar la vida de los demás. No obstante, los esclavos son también culpables, pues deberían negarse a colaborar con el sistema que los oprime. Los hombres tienen que dejar de ayudar a los gobiernos, no prestándoles apoyo, soldados ni dinero. Esta sería la única forma de liberar a la humanidad.
Lev Tolstói ha desarrollado una aguda crítica de los males sociales y sus causas, pero ante la necesidad de plantear una estrategia para echar abajo esos gobiernos inmorales, no acierta de forma clara con ella, y sugiere simplemente que todos deberíamos gradualmente abstenernos en lo posible de la colaboración con ellos. Esto resulta francamente difícil de definir en términos prácticos y la trasformación de la sociedad queda así diferida para algún momento lejano. El autor lo reconoce, pero insiste en que una eterna ley moral exige la abstención de cualquier forma de violencia y colaboración con gobiernos violentos.
Airado ante las injusticias que contempla e impotente a la hora de atajarlas, Tolstói nos deja un mensaje que parece sobre todo destinado a nutrir los fundamentos éticos de los que luchan por un mundo más justo. En la senda de Henry David Thoreau y precursor e inspirador de Mahatma Gandhi o Martin Luther King, su voz aporta argumentos valiosos en el sendero de la resistencia noviolenta al latrocinio de los que detentan el poder.
Jesús Aller
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/
El negocio de alimentar a la Humanidad. Los límites de las tierras de cultivo y el agua disponible obliga a los gobiernos y al sector alimentario a tecnificarse para afrontar la cada vez mayor demanda mundial de comida
El negocio de alimentar a la Humanidad
Los límites de las tierras de cultivo y el agua disponible obliga a los gobiernos y al sector alimentario a tecnificarse para afrontar la cada vez mayor demanda mundial de comida Una gran expo para debatir la alimentación sostenible del mundo Milán se convierte hasta el 31 de octubre en una plataforma para buscar ideas que permitan llevar la comida a todos los rincones del planeta
Italia es muchas cosas. Es arte, es historia, es cultura. Y es comida. Conscientes de que su gastronomía es una de sus aportaciones universales a la humanidad, cuando la ciudad de Milán se planteó albergar una Exposición Universal, la alimentación fue lo primero que se les vino a la cabeza a sus promotores. “Decidimos no hacer algo sobre tecnología o futurismo, sino sobre alimentación para todos y energía sostenible”, explican desde la organización, que abre hoy sus puertas hasta el 31 de octubre.
El recinto, con una forma que recuerda a un enorme pez, tiene una médula espinal de 1,8 kilómetros que sirve de pasarela para recorrer el millón de metros cuadrados sobre los que se asienta. Los recintos que se pueden visitar están agrupados con un doble criterio: en primer lugar, por países. Los más ricos han montado 53 pabellones en los que muestran sus aportaciones a la gastronomía, la innovación alimentaria y a la creación de un mundo más sostenible. Los más pequeños o los que no han podido pagar una infraestructura propia están agrupados por grupos de alimentos, en función de su producción. Forman el clúster del arroz, del maíz, del café... y suman 30 pabellones más para un total de 145 países participantes.
Uno de los principales planteamientos de la Expo es que cada país aporte sus innovaciones e ideas para garantizar un futuro en el que haya comida para todos. El mundo de hoy produce más alimentos de los que se consume, a pesar de que más de 800 millones de personas pasan hambre. Pero como recuerda el representante permanente de España ante la FAO, Santiago Menéndez de Luarca, para alimentar a 9.100 millones de habitantes en 2050 habrá que aumentar en un 60% la producción agrícola, y un 100% en los países en desarrollo. Con este panorama, Milán se convertirá durante estos meses en una plataforma de debate sobre alimentación. Los organizadores ponen el ejemplo de Israel como caso de éxito: “Puede enseñar al mundo cómo hacer que los cultivos tengan un rendimiento en tierra árida muy por encima de lo habitual”.
Aunque también contará con una parte de ocio, de gusto por la comida, de divertimento, la Expo tiene un enfoque muy didáctico. Dispone de espacios que repasan la historia de la alimentación, desde tiempos del Imperio Romano hasta nuestros días, haciendo una proyección de lo que nos espera. Un ejemplo de esta evolución: a principios del siglo XX era común consumir más de 700 tipos de manzana. Hoy, en un supermercado normal se pueden encontrar entre cinco y siete. La uniformidad se ha impuesto y probablemente ha abaratado precios, pero a costa de perder variedad y riqueza gastronómica.
Con este espíritu pedagógico, el Laboratorio de la Expo ha creado una red entre las universidades de Milán y de la región de Lombardía para poner en contacto al ámbito científico con la sociedad con recomendaciones para un futuro sostenible. Trabajará en tres áreas temáticas: Agricultura, nutrición y futuro sostenible, donde se explorará la transformación de los alimentos, con especial atención a la nutrición; No estamos solos, un examen a los aspectos sociales y medioambientales de la alimentación en una sociedad global y multicultural; Cultura alimentaria, energía y vida comunal, la comida como medio social y cultura. Por último, La ciudad, modelos smart y slow, sobre los retos urbanos.
Uno de los apartados que estará más centrado en el desarrollo es el programa Alimentando el conocimiento, que a través de charlas y exposiciones tratará de identificar las necesidades de los países con menos recursos para que puedan conseguir una seguridad alimentaria real. Abordarán cinco áreas: gestión sostenible de recursos naturales, mejora en la calidad y cantidad de la producción agrícola, dinámicas socioeconómicas en los mercados globales, desarrollo sostenible en las pequeñas áreas rurales y hábitos de consumo. En los encuentros tendrán protagonismo algunas prácticas que se han demostrado eficaces, como los planes que está implementando Mongolia para evitar la desertificación de sus pastos, la intensificación de la agricultura por medio de las cooperativas en Niger, la red regional de productores de café en Guatemala o el proyecto para producir y consumir leche en Tanzania.
THIAGO FERRER MORINI Madrid 24 MAY 2015 - El País.
- Disturbios en Milán entre policía y manifestantes contrarios a la Expo
- La Expo de Milán pone a prueba a la Italia de Renzi
Los límites de las tierras de cultivo y el agua disponible obliga a los gobiernos y al sector alimentario a tecnificarse para afrontar la cada vez mayor demanda mundial de comida Una gran expo para debatir la alimentación sostenible del mundo Milán se convierte hasta el 31 de octubre en una plataforma para buscar ideas que permitan llevar la comida a todos los rincones del planeta
Italia es muchas cosas. Es arte, es historia, es cultura. Y es comida. Conscientes de que su gastronomía es una de sus aportaciones universales a la humanidad, cuando la ciudad de Milán se planteó albergar una Exposición Universal, la alimentación fue lo primero que se les vino a la cabeza a sus promotores. “Decidimos no hacer algo sobre tecnología o futurismo, sino sobre alimentación para todos y energía sostenible”, explican desde la organización, que abre hoy sus puertas hasta el 31 de octubre.
El recinto, con una forma que recuerda a un enorme pez, tiene una médula espinal de 1,8 kilómetros que sirve de pasarela para recorrer el millón de metros cuadrados sobre los que se asienta. Los recintos que se pueden visitar están agrupados con un doble criterio: en primer lugar, por países. Los más ricos han montado 53 pabellones en los que muestran sus aportaciones a la gastronomía, la innovación alimentaria y a la creación de un mundo más sostenible. Los más pequeños o los que no han podido pagar una infraestructura propia están agrupados por grupos de alimentos, en función de su producción. Forman el clúster del arroz, del maíz, del café... y suman 30 pabellones más para un total de 145 países participantes.
Uno de los principales planteamientos de la Expo es que cada país aporte sus innovaciones e ideas para garantizar un futuro en el que haya comida para todos. El mundo de hoy produce más alimentos de los que se consume, a pesar de que más de 800 millones de personas pasan hambre. Pero como recuerda el representante permanente de España ante la FAO, Santiago Menéndez de Luarca, para alimentar a 9.100 millones de habitantes en 2050 habrá que aumentar en un 60% la producción agrícola, y un 100% en los países en desarrollo. Con este panorama, Milán se convertirá durante estos meses en una plataforma de debate sobre alimentación. Los organizadores ponen el ejemplo de Israel como caso de éxito: “Puede enseñar al mundo cómo hacer que los cultivos tengan un rendimiento en tierra árida muy por encima de lo habitual”.
Aunque también contará con una parte de ocio, de gusto por la comida, de divertimento, la Expo tiene un enfoque muy didáctico. Dispone de espacios que repasan la historia de la alimentación, desde tiempos del Imperio Romano hasta nuestros días, haciendo una proyección de lo que nos espera. Un ejemplo de esta evolución: a principios del siglo XX era común consumir más de 700 tipos de manzana. Hoy, en un supermercado normal se pueden encontrar entre cinco y siete. La uniformidad se ha impuesto y probablemente ha abaratado precios, pero a costa de perder variedad y riqueza gastronómica.
Con este espíritu pedagógico, el Laboratorio de la Expo ha creado una red entre las universidades de Milán y de la región de Lombardía para poner en contacto al ámbito científico con la sociedad con recomendaciones para un futuro sostenible. Trabajará en tres áreas temáticas: Agricultura, nutrición y futuro sostenible, donde se explorará la transformación de los alimentos, con especial atención a la nutrición; No estamos solos, un examen a los aspectos sociales y medioambientales de la alimentación en una sociedad global y multicultural; Cultura alimentaria, energía y vida comunal, la comida como medio social y cultura. Por último, La ciudad, modelos smart y slow, sobre los retos urbanos.
Uno de los apartados que estará más centrado en el desarrollo es el programa Alimentando el conocimiento, que a través de charlas y exposiciones tratará de identificar las necesidades de los países con menos recursos para que puedan conseguir una seguridad alimentaria real. Abordarán cinco áreas: gestión sostenible de recursos naturales, mejora en la calidad y cantidad de la producción agrícola, dinámicas socioeconómicas en los mercados globales, desarrollo sostenible en las pequeñas áreas rurales y hábitos de consumo. En los encuentros tendrán protagonismo algunas prácticas que se han demostrado eficaces, como los planes que está implementando Mongolia para evitar la desertificación de sus pastos, la intensificación de la agricultura por medio de las cooperativas en Niger, la red regional de productores de café en Guatemala o el proyecto para producir y consumir leche en Tanzania.
THIAGO FERRER MORINI Madrid 24 MAY 2015 - El País.
Jon Sobrino: "Hace tiempo nos pusimos en guardia para que no beatifiquen a un monseñor Romero 'aguado'"
Alver Metalli
Tierras de América
En el Centro Monseñor Romero, plantado en el corazón de la Universidad Católica, Jon Sobrino se mueve como si danzara. Lo fundó después de la masacre de sus hermanos jesuitas –"no terminé como ellos sólo porque estaba en Tailandia”, recuerda- y a él se dedica como si fuera la última misión de su vida, que ya llega a los 77 años. Un promedio de unos veinte años más de lo que vivieron Ignacio Ellacuria y sus compañeros, derribados por balas asesinas el 16 de noviembre de 1989.
Jon Sobrino conoce muy bien las resistencias, las acusaciones de izquierdista y filoguerrillero que llovían contra Romero en El Salvador y que recibían oídos condescendientes en Roma. Por eso no puede dejar de alegrarse por la beatificación. Pero no es así. O por lo menos tiene que puntualizar muchas cosas al respecto. Le preguntamos si hace unos años hubiera imaginado que llegaría un día como hoy, como el sábado 23 de mayo, para ser exactos. En la sala principal del mausoleo de los "mártires de la UCA”, agita el cuerpo delgado y suelta un provocatorio "Nunca me interesó”. Vuelve a repetirlo, para que quede bien claro. "En serio… lo digo en serio: nunca me interesó la beatificación de Romero”.
Esperamos la aclaración. Debe haber una, lo que acaba de decir no pueden ser sus últimas palabras. "Cuando lo mataron, la gente de aquí –no los italianos y mucho menos el Vaticano- los salvadoreños, nuestros pobres, dijeron inmediatamente: "¡Es santo!”. Pedro Casaldáliga cuatro días después escribió un gran poema: «¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!»”. Recuerda que también Ignacio Ellacuría, abatido a pocos metros del lugar donde nos encontramos, "tres días después del asesinato de Romero celebró misa en un aula de la UCA y en la homilía dijo: "«Con monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador»”.
Respira hondo como si le faltara el aire. "Eso sí. Nunca hubiera imaginado que alguien pudiera decir algo así. Que lo beatifiquen está bien; tardaron 35 años, pero no es lo más importante”. Se asegura de que el interlocutor haya recibido el golpe. "¿Entiendes lo que te estoy diciendo?”, exclama dibujando una sonrisa indulgente en sus labios finos.
Por toda respuesta recibe otro pedido de explicación. "Se entiende que no lo convence algo de lo que está ocurriendo…”. Cerca de nosotros están descargando los paquetes con el último número de Carta a las Iglesias, la revista que él dirige. "Está bien que lo beatifiquen, no digo que no, pero me hubiera gustado que fuera de otra manera… y todavía no sé lo que va a decir el cardenal Angelo Amato pasado mañana; no sé, no sé si sus palabras me van a convencer o no”.
Pero Sobrino no podrá escuchar la homilía del Prefecto que viene de Roma, o no quiere escucharla. "Sabemos que se va, que ha programado un viaje y que el sábado no estará en la plaza junto con todos. ¿Lo hizo a propósito?”.
Demora en responder, como si se estuviera preguntando cómo se supo. Después llega la aclaración: "Voy a Brasil, porque en Río de Janeiro se celebran los 50 años de la revista Concilium. He trabajado en esa revista los últimos 16 años. Debo dar un discurso y me retiro de la revista. La beatificación coincide con este encuentro. No es que me vaya, veré por televisión la ceremonia de beatificación y un poco antes del mediodía iré al aeropuerto”.
Dieciséis años en Concilium y Sobrino que se retira el día de la beatificación de Romero. Esto también es una noticia.
En la pared que tenemos delante, los "Padres de la Iglesia latinoamericana” escuchan muy serios. La galería comienza con monseñor Gerardi, asesinado en Guatemala en 1998, y prosigue con el colombiano Gerardo Valente Cano, el argentino Enrique Angelelli asesinado en 1976, Hélder Pessoa Câmara, brasileño en olor de santidad, el mexicano Sergio Méndel Arceo con otro compatriota al lado, Samuel Ruiz, y el ecuatoriano Leónidas Proano, seguidos por monseñor Roberto Joaquín Ramos (El Salvador 1938-1993) y el padre Manuel Larrain, chileno y fundador del CELAM, para terminar con el sucesor de Romero, el salesiano Arturo Rivera y Damas, figura clave en la historia de Romero e injustamente ignorado en las celebraciones de estos días.
El sábado al mediodía, según el programa que difundió el Cominé para la beatificación, se debería leer el decreto que incluirá formalmente al siervo de Dios Óscar Arnulfo Romero y Galdámez entre los beatos de la Iglesia Católica. Probablemente Jon Sobrino no tendrá tiempo de escucharlo. Pero no le preocupa. Explica en cierta forma sus razones presentando el material de Carta a las Iglesias año XXXIII, número 661, que lleva en la tapa un mural que representa a Romero llevando de la mano a la hija de un campesino que acaba de cortar con una hoz un racimo de bananas.
"Dos artículos son críticos. El padre Manuel Acosta critica la actuación de la comisión oficial de preparación de la beatificación. Luis Van de Velde es más crítico con la jerarquía. Se pregunta si monseñor Romero se reconocería el día de su beatificación. Hace tiempo que pusimos en guardia para que no beatifiquen a un monseñor Romero aguado. Existe ese riesgo; esperemos que beatifiquen a un Romero vivo, más cortante que una espada de doble filo, justo y compasivo”.
La ropa que vestían los jesuitas amigos y colegas suyos el último día de su vida se exhibe colgada en una vitrina de la sala contigua, como si estuviera en un armario. La sotana marrón de Ellacuría, un albornoz, un par de calzoncillos un poco amarillentos, todos perforados por los proyectiles que los militares no se molestaron en ahorrar. Resuta natural pensar en ellos y en el proceso de su beatificación que empezó hace poco.
"Eso tampoco me preocupa”, exclama Sobrino. "Estaba en Tailandia ese día y por eso no me mataron. He visto correr la sangre de mucha gente en El Salvador, no me interesan las beatificaciones, espero que mis palabras ayuden a conocer más y mejor a Ellalcuría, tratamos de seguir su camino. Éso es lo que me interesa”.
¿Ni siquiera una señal de reconocimiento para el Papa argentino que impulsó la causa de Romero? "No, no me interesa aplaudir, y si aplaudo no es por el hecho de que el Papa sea argentino o jesuita, sino por lo que dice, por la manera como se comportó en Lampedusa, por ejemplo. Lo que me interesa es que haya alguien que diga que el fondo del Mediterráneo está lleno de cadáveres. Yo no aplaudo la resurrección de Jesús. Aplaudir no es lo mío”.
La atención se dirige ahora a pasado mañana. "He visto horrores que nunca se denunciaron, como los denunciaba monseñor Romero. Veremos si el sábado resuenan sus palabras”. Para estar seguro de que no lo malinterpreten, Jon Sobrino las recita de memoria: "En nombre de Dios y en nombre de este pueblo sufriente, les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios que termine la represión”. Ésto se lo escuché a él y me quedó grabado en la cabeza”.
El resto de su pensamiento sobre Romero, un Romero "no edulcorado”, el Romero "real”, se encuentra en el artículo que escribió para la Revista latinoamericana de Teología de la Universidad Católica, en cuyo comité de dirección figuran entre otros Leonardo Boff, Enrique Dussel y el chileno Comblin.
"Muestro lo que monseñor Romero sintió y dijo en el último retiro espiritual que predicó un mes antes de ser asesinado; después ofrezco tres puntos de reflexión que considero importantes. Recuerdo que un campesino dijo:
"Monseñor Romero nos defendió a los pobres; no solo nos ayudó, no solo hizo la opción por los pobres, que eso ya es un eslógan. Salió a defendernos a los pobres. Y si uno viene a defender es porque alguien necesita que lo defiendan, y necesita defensa el que es atacado. Por eso –dijo con segura certeza este campesino- lo mataron. Madre Teresa que era buena y no molestaba a nadie recibió el Premio Nobel, monseñor Romero que dio fastidio no recibió ningún Premio Nobel”.
Fuente: Tierras de America
Evangelio de justicia
“Voz de los sin voz”, monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en plena misa
La Razón (Edición Impresa) / José Rafael Vilar 26 de mayo de 2015
“En medio de un Padre Nuestro entró el Matador / y sin confesar su culpa le disparó / (…) y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez estaba el Cristo / de palo pegado a la pared (...)” (fragmento de la canción El padre Antonio y el monaguillo Andrés del cantante y compositor panameño Rubén Blades, compuesta en homenaje al arzobispo Óscar Arnulfo Romero).
Para muchos, San Romero de América, el asesinado arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, defensor de los derechos humanos y los pobres (“la misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así ésta encuentra su salvación”), declarado por el papa Francisco como “mártir de la Iglesia, asesinado por odio a la fe”, fue beatificado el sábado frente a 300.000 personas de 57 países en la ciudad donde ejerció su apostolado y donde fue asesinado (San Salvador), convirtiéndose en el primer beato salvadoreño y el primer arzobispo mártir de América. “Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor”, lo describió el papa Francisco en su carta a los fieles congregados para la ceremonia.
“Voz de los sin voz”, monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980, preludio de la Semana Santa y de la cruenta guerra civil salvadoreña, cuando iba a consagrar la hostia en la misa que oficiaba en la capilla del hospital Divina Providencia de San Salvador por militares presuntamente a las órdenes del mayor Roberto d'Aubuisson Arrieta y del expresidente coronel Arturo Armando Molina. El asesino recibió 114 dólares por su crimen.
Hombre de paz, monseñor Romero fue uno más de los casi 80.000 muertos (la mayoría no beligerantes) de la guerra civil que azotó El Salvador entre 1979 y 1992, y que concluyó con los Acuerdos de Paz de Chapultepec entre el Gobierno y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional bajo tutela de Naciones Unidas. Defensor de los derechos de los desprotegidos y de mayor justicia social, fue seguidor de una Iglesia que respondiera a los “signos de los tiempos”, indignada ética y teológicamente con las situaciones de injusticia y marginación, como propuso la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín 1968) promovida dentro de los postulados del Concilio Vaticano II por el papa Pablo VI (de quien Romero fuera alumno cuando éste aún era monseñor Giovanni Batista Montini).
“Fiesta de paz, fraternidad y perdón...”, mencionó el cardenal Angelo Amato, enviado del Papa, porque “su opción por los pobres no era ideológica, sino evangélica. Su caridad se extendía a los perseguidores”. El mejor ejemplo de que “Romero no es símbolo de división, sino de fraternidad y de concordia” fue que Marisa d'Aubuisson, hermana del autor intelectual del crimen, creó la fundación que promovió su beatificación, y que entre los invitados a la ceremonia estaba Roberto d'Aubuisson, hijo de éste. Pocos días antes de su asesinato Romero dijo: “Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás... Si me matan, resucitaré en el Pueblo.”
José Rafael Vilar
Tierras de América
En el Centro Monseñor Romero, plantado en el corazón de la Universidad Católica, Jon Sobrino se mueve como si danzara. Lo fundó después de la masacre de sus hermanos jesuitas –"no terminé como ellos sólo porque estaba en Tailandia”, recuerda- y a él se dedica como si fuera la última misión de su vida, que ya llega a los 77 años. Un promedio de unos veinte años más de lo que vivieron Ignacio Ellacuria y sus compañeros, derribados por balas asesinas el 16 de noviembre de 1989.
Jon Sobrino conoce muy bien las resistencias, las acusaciones de izquierdista y filoguerrillero que llovían contra Romero en El Salvador y que recibían oídos condescendientes en Roma. Por eso no puede dejar de alegrarse por la beatificación. Pero no es así. O por lo menos tiene que puntualizar muchas cosas al respecto. Le preguntamos si hace unos años hubiera imaginado que llegaría un día como hoy, como el sábado 23 de mayo, para ser exactos. En la sala principal del mausoleo de los "mártires de la UCA”, agita el cuerpo delgado y suelta un provocatorio "Nunca me interesó”. Vuelve a repetirlo, para que quede bien claro. "En serio… lo digo en serio: nunca me interesó la beatificación de Romero”.
Esperamos la aclaración. Debe haber una, lo que acaba de decir no pueden ser sus últimas palabras. "Cuando lo mataron, la gente de aquí –no los italianos y mucho menos el Vaticano- los salvadoreños, nuestros pobres, dijeron inmediatamente: "¡Es santo!”. Pedro Casaldáliga cuatro días después escribió un gran poema: «¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!»”. Recuerda que también Ignacio Ellacuría, abatido a pocos metros del lugar donde nos encontramos, "tres días después del asesinato de Romero celebró misa en un aula de la UCA y en la homilía dijo: "«Con monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador»”.
Respira hondo como si le faltara el aire. "Eso sí. Nunca hubiera imaginado que alguien pudiera decir algo así. Que lo beatifiquen está bien; tardaron 35 años, pero no es lo más importante”. Se asegura de que el interlocutor haya recibido el golpe. "¿Entiendes lo que te estoy diciendo?”, exclama dibujando una sonrisa indulgente en sus labios finos.
Por toda respuesta recibe otro pedido de explicación. "Se entiende que no lo convence algo de lo que está ocurriendo…”. Cerca de nosotros están descargando los paquetes con el último número de Carta a las Iglesias, la revista que él dirige. "Está bien que lo beatifiquen, no digo que no, pero me hubiera gustado que fuera de otra manera… y todavía no sé lo que va a decir el cardenal Angelo Amato pasado mañana; no sé, no sé si sus palabras me van a convencer o no”.
Pero Sobrino no podrá escuchar la homilía del Prefecto que viene de Roma, o no quiere escucharla. "Sabemos que se va, que ha programado un viaje y que el sábado no estará en la plaza junto con todos. ¿Lo hizo a propósito?”.
Demora en responder, como si se estuviera preguntando cómo se supo. Después llega la aclaración: "Voy a Brasil, porque en Río de Janeiro se celebran los 50 años de la revista Concilium. He trabajado en esa revista los últimos 16 años. Debo dar un discurso y me retiro de la revista. La beatificación coincide con este encuentro. No es que me vaya, veré por televisión la ceremonia de beatificación y un poco antes del mediodía iré al aeropuerto”.
Dieciséis años en Concilium y Sobrino que se retira el día de la beatificación de Romero. Esto también es una noticia.
En la pared que tenemos delante, los "Padres de la Iglesia latinoamericana” escuchan muy serios. La galería comienza con monseñor Gerardi, asesinado en Guatemala en 1998, y prosigue con el colombiano Gerardo Valente Cano, el argentino Enrique Angelelli asesinado en 1976, Hélder Pessoa Câmara, brasileño en olor de santidad, el mexicano Sergio Méndel Arceo con otro compatriota al lado, Samuel Ruiz, y el ecuatoriano Leónidas Proano, seguidos por monseñor Roberto Joaquín Ramos (El Salvador 1938-1993) y el padre Manuel Larrain, chileno y fundador del CELAM, para terminar con el sucesor de Romero, el salesiano Arturo Rivera y Damas, figura clave en la historia de Romero e injustamente ignorado en las celebraciones de estos días.
El sábado al mediodía, según el programa que difundió el Cominé para la beatificación, se debería leer el decreto que incluirá formalmente al siervo de Dios Óscar Arnulfo Romero y Galdámez entre los beatos de la Iglesia Católica. Probablemente Jon Sobrino no tendrá tiempo de escucharlo. Pero no le preocupa. Explica en cierta forma sus razones presentando el material de Carta a las Iglesias año XXXIII, número 661, que lleva en la tapa un mural que representa a Romero llevando de la mano a la hija de un campesino que acaba de cortar con una hoz un racimo de bananas.
"Dos artículos son críticos. El padre Manuel Acosta critica la actuación de la comisión oficial de preparación de la beatificación. Luis Van de Velde es más crítico con la jerarquía. Se pregunta si monseñor Romero se reconocería el día de su beatificación. Hace tiempo que pusimos en guardia para que no beatifiquen a un monseñor Romero aguado. Existe ese riesgo; esperemos que beatifiquen a un Romero vivo, más cortante que una espada de doble filo, justo y compasivo”.
La ropa que vestían los jesuitas amigos y colegas suyos el último día de su vida se exhibe colgada en una vitrina de la sala contigua, como si estuviera en un armario. La sotana marrón de Ellacuría, un albornoz, un par de calzoncillos un poco amarillentos, todos perforados por los proyectiles que los militares no se molestaron en ahorrar. Resuta natural pensar en ellos y en el proceso de su beatificación que empezó hace poco.
"Eso tampoco me preocupa”, exclama Sobrino. "Estaba en Tailandia ese día y por eso no me mataron. He visto correr la sangre de mucha gente en El Salvador, no me interesan las beatificaciones, espero que mis palabras ayuden a conocer más y mejor a Ellalcuría, tratamos de seguir su camino. Éso es lo que me interesa”.
¿Ni siquiera una señal de reconocimiento para el Papa argentino que impulsó la causa de Romero? "No, no me interesa aplaudir, y si aplaudo no es por el hecho de que el Papa sea argentino o jesuita, sino por lo que dice, por la manera como se comportó en Lampedusa, por ejemplo. Lo que me interesa es que haya alguien que diga que el fondo del Mediterráneo está lleno de cadáveres. Yo no aplaudo la resurrección de Jesús. Aplaudir no es lo mío”.
La atención se dirige ahora a pasado mañana. "He visto horrores que nunca se denunciaron, como los denunciaba monseñor Romero. Veremos si el sábado resuenan sus palabras”. Para estar seguro de que no lo malinterpreten, Jon Sobrino las recita de memoria: "En nombre de Dios y en nombre de este pueblo sufriente, les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios que termine la represión”. Ésto se lo escuché a él y me quedó grabado en la cabeza”.
El resto de su pensamiento sobre Romero, un Romero "no edulcorado”, el Romero "real”, se encuentra en el artículo que escribió para la Revista latinoamericana de Teología de la Universidad Católica, en cuyo comité de dirección figuran entre otros Leonardo Boff, Enrique Dussel y el chileno Comblin.
"Muestro lo que monseñor Romero sintió y dijo en el último retiro espiritual que predicó un mes antes de ser asesinado; después ofrezco tres puntos de reflexión que considero importantes. Recuerdo que un campesino dijo:
"Monseñor Romero nos defendió a los pobres; no solo nos ayudó, no solo hizo la opción por los pobres, que eso ya es un eslógan. Salió a defendernos a los pobres. Y si uno viene a defender es porque alguien necesita que lo defiendan, y necesita defensa el que es atacado. Por eso –dijo con segura certeza este campesino- lo mataron. Madre Teresa que era buena y no molestaba a nadie recibió el Premio Nobel, monseñor Romero que dio fastidio no recibió ningún Premio Nobel”.
Fuente: Tierras de America
Evangelio de justicia
“Voz de los sin voz”, monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en plena misa
La Razón (Edición Impresa) / José Rafael Vilar 26 de mayo de 2015
“En medio de un Padre Nuestro entró el Matador / y sin confesar su culpa le disparó / (…) y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez estaba el Cristo / de palo pegado a la pared (...)” (fragmento de la canción El padre Antonio y el monaguillo Andrés del cantante y compositor panameño Rubén Blades, compuesta en homenaje al arzobispo Óscar Arnulfo Romero).
Para muchos, San Romero de América, el asesinado arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, defensor de los derechos humanos y los pobres (“la misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así ésta encuentra su salvación”), declarado por el papa Francisco como “mártir de la Iglesia, asesinado por odio a la fe”, fue beatificado el sábado frente a 300.000 personas de 57 países en la ciudad donde ejerció su apostolado y donde fue asesinado (San Salvador), convirtiéndose en el primer beato salvadoreño y el primer arzobispo mártir de América. “Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor”, lo describió el papa Francisco en su carta a los fieles congregados para la ceremonia.
“Voz de los sin voz”, monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980, preludio de la Semana Santa y de la cruenta guerra civil salvadoreña, cuando iba a consagrar la hostia en la misa que oficiaba en la capilla del hospital Divina Providencia de San Salvador por militares presuntamente a las órdenes del mayor Roberto d'Aubuisson Arrieta y del expresidente coronel Arturo Armando Molina. El asesino recibió 114 dólares por su crimen.
Hombre de paz, monseñor Romero fue uno más de los casi 80.000 muertos (la mayoría no beligerantes) de la guerra civil que azotó El Salvador entre 1979 y 1992, y que concluyó con los Acuerdos de Paz de Chapultepec entre el Gobierno y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional bajo tutela de Naciones Unidas. Defensor de los derechos de los desprotegidos y de mayor justicia social, fue seguidor de una Iglesia que respondiera a los “signos de los tiempos”, indignada ética y teológicamente con las situaciones de injusticia y marginación, como propuso la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín 1968) promovida dentro de los postulados del Concilio Vaticano II por el papa Pablo VI (de quien Romero fuera alumno cuando éste aún era monseñor Giovanni Batista Montini).
“Fiesta de paz, fraternidad y perdón...”, mencionó el cardenal Angelo Amato, enviado del Papa, porque “su opción por los pobres no era ideológica, sino evangélica. Su caridad se extendía a los perseguidores”. El mejor ejemplo de que “Romero no es símbolo de división, sino de fraternidad y de concordia” fue que Marisa d'Aubuisson, hermana del autor intelectual del crimen, creó la fundación que promovió su beatificación, y que entre los invitados a la ceremonia estaba Roberto d'Aubuisson, hijo de éste. Pocos días antes de su asesinato Romero dijo: “Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás... Si me matan, resucitaré en el Pueblo.”
José Rafael Vilar
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martes, 26 de mayo de 2015
Taifa: Reflexionando sobre las alternativas
Dani Bravo
Seminario de economía crítica Taifa Septiembre 2013 126 págs, 7€
Un gran punto de partida para reflexionar sobre alternativas
La crisis económica ha agrietado aún más la legitimidad del capitalismo. Con el cuestionamiento general del sistema, reaparece la necesidad de encontrar alternativas. Este número de los Informes de Economía Crítica del seminario Taifa muestra que existen, no son pocas y están en constante movimiento.
El capitalismo no funciona. Ese es el trasfondo implícito de la crisis y del que parte este informe. Comienza planteando esta necesidad de una alternativa, junto a los criterios mínimos que ha de tener para ser considerada como tal. Esto es: sin explotación, con una distribución equitativa, sostenible, democrática, etc. Por utópica que suene esta descripción, a través del análisis de la historia y de alternativas teorizadas hace siglos, llevadas a la práctica o que se están intentando construir ahora mismo, se demuestra de forma clara que no hay nada más utópico que pensar que el capitalismo puede no ser injusto, cruel e insostenible.
A partir de aquí, las autoras facilitan la comprensión y el debate sobre la complejidad del “cómo” se construye esa alternativa, cuál es el papel de elementos como el estado, la violencia, la confluencia de distintos sectores, etc. De entre todas las propuestas y teorías que aparecen a lo largo de la historia, se centran acertadamente en aquellas que hacen más hincapié en analizar el sistema actual y cómo transformarlo que en las que intentan describir esa hipotética sociedad futura.
Sin embargo, eso no quita que no deban ir planteándose cuestiones relativas al objetivo, ya que en muchos casos, conforme se va avanzando en la lucha por tener el poder para cambiar el sistema, es necesario ir creando esas nuevas estructuras. Por ejemplo, y esto se ilustra también con las distintas experiencias empíricas, ¿cuál debe ser la forma primordial de administración: local, estatal, comunal? No hay un posicionamiento claro en este informe, pero se perfilan muy bien las alternativas y las características ideales de esa revolución.
En este sentido, es muy interesante el perfil que hacen de teorías sobre alternativas anticapitalistas actuales, especialmente de John Holloway, que propone que el proceso de cambio es el que determina qué alternativa se construye. Es muy interesante, a la vez que se lee, ir viendo extrapolaciones a procesos actuales como las distintas luchas contra la crisis (mareas, movimiento 15M, huelgas…), mayormente defensivas pero cuyos procesos pueden ser la base de la construcción de un poder alternativo que pueda iniciar una transformación. Y por supuesto, es interesante ver dónde queda un proyecto como Podemos entre todas estas propuestas.
Otra gran aportación es el análisis sobre las experiencias empíricas de distintas alternativas, desde la URSS y su órbita, hasta el nuevo “socialismo del siglo XXI” que se gesta y madura en Latinoamérica, junto con otras experiencias interrumpidas como la revolución española o la chilena. Se analiza la forma de la propiedad (pública, estatal, comunal), la organización de la producción (planificación, consejismo), la distribución y la organización política y de toma de decisiones. Lo que sí se echa en falta es un análisis de por qué fracasaron muchos de estos proyectos, aunque sí pueden sacarse conclusiones como que el hecho de que la propiedad sea estatal y no privada no tiene que implicar una mejora sustancial para la clase trabajadora, o el peligro de la burocratización, etc. Se clarifica un poco implícitamente cuál es la diferencia entre utilizar al estado para conseguir avanzar en la construcción de la alternativa o sustituirlo por una nueva forma de organización. Esto queda patente en todos los procesos descritos, especialmente en la revolución española. Aunque no se profundiza demasiado, siendo más descriptivo que analítico.
En la tercera parte, “Pensando el aquí y ahora”, existe un mayor posicionamiento sobre el modelo de cambio, partiendo del municipalismo y formas locales de producción y organización; de nuevo muy clarificador sobre el realismo de las alternativas anticapitalistas para hoy. Pero se echa en falta una profundización en cuestiones complejas como la forma en que esta alternativa puede vencer a gigantes como los grandes poderes económicos y políticos estatales e internacionales.
Como conclusión, esta es una lectura imprescindible. A pesar de que a veces se echa en falta más análisis y posicionamiento, es perfecto para pasar a profundizar sobre las experiencias reales que tratan. Un gran punto de partida para un debate sobre cómo cambiar el mundo.
Dani Bravo (@daniatg) es militante de En lucha / En lluita
Seminario de economía crítica Taifa Septiembre 2013 126 págs, 7€
Un gran punto de partida para reflexionar sobre alternativas
La crisis económica ha agrietado aún más la legitimidad del capitalismo. Con el cuestionamiento general del sistema, reaparece la necesidad de encontrar alternativas. Este número de los Informes de Economía Crítica del seminario Taifa muestra que existen, no son pocas y están en constante movimiento.
El capitalismo no funciona. Ese es el trasfondo implícito de la crisis y del que parte este informe. Comienza planteando esta necesidad de una alternativa, junto a los criterios mínimos que ha de tener para ser considerada como tal. Esto es: sin explotación, con una distribución equitativa, sostenible, democrática, etc. Por utópica que suene esta descripción, a través del análisis de la historia y de alternativas teorizadas hace siglos, llevadas a la práctica o que se están intentando construir ahora mismo, se demuestra de forma clara que no hay nada más utópico que pensar que el capitalismo puede no ser injusto, cruel e insostenible.
A partir de aquí, las autoras facilitan la comprensión y el debate sobre la complejidad del “cómo” se construye esa alternativa, cuál es el papel de elementos como el estado, la violencia, la confluencia de distintos sectores, etc. De entre todas las propuestas y teorías que aparecen a lo largo de la historia, se centran acertadamente en aquellas que hacen más hincapié en analizar el sistema actual y cómo transformarlo que en las que intentan describir esa hipotética sociedad futura.
Sin embargo, eso no quita que no deban ir planteándose cuestiones relativas al objetivo, ya que en muchos casos, conforme se va avanzando en la lucha por tener el poder para cambiar el sistema, es necesario ir creando esas nuevas estructuras. Por ejemplo, y esto se ilustra también con las distintas experiencias empíricas, ¿cuál debe ser la forma primordial de administración: local, estatal, comunal? No hay un posicionamiento claro en este informe, pero se perfilan muy bien las alternativas y las características ideales de esa revolución.
En este sentido, es muy interesante el perfil que hacen de teorías sobre alternativas anticapitalistas actuales, especialmente de John Holloway, que propone que el proceso de cambio es el que determina qué alternativa se construye. Es muy interesante, a la vez que se lee, ir viendo extrapolaciones a procesos actuales como las distintas luchas contra la crisis (mareas, movimiento 15M, huelgas…), mayormente defensivas pero cuyos procesos pueden ser la base de la construcción de un poder alternativo que pueda iniciar una transformación. Y por supuesto, es interesante ver dónde queda un proyecto como Podemos entre todas estas propuestas.
Otra gran aportación es el análisis sobre las experiencias empíricas de distintas alternativas, desde la URSS y su órbita, hasta el nuevo “socialismo del siglo XXI” que se gesta y madura en Latinoamérica, junto con otras experiencias interrumpidas como la revolución española o la chilena. Se analiza la forma de la propiedad (pública, estatal, comunal), la organización de la producción (planificación, consejismo), la distribución y la organización política y de toma de decisiones. Lo que sí se echa en falta es un análisis de por qué fracasaron muchos de estos proyectos, aunque sí pueden sacarse conclusiones como que el hecho de que la propiedad sea estatal y no privada no tiene que implicar una mejora sustancial para la clase trabajadora, o el peligro de la burocratización, etc. Se clarifica un poco implícitamente cuál es la diferencia entre utilizar al estado para conseguir avanzar en la construcción de la alternativa o sustituirlo por una nueva forma de organización. Esto queda patente en todos los procesos descritos, especialmente en la revolución española. Aunque no se profundiza demasiado, siendo más descriptivo que analítico.
En la tercera parte, “Pensando el aquí y ahora”, existe un mayor posicionamiento sobre el modelo de cambio, partiendo del municipalismo y formas locales de producción y organización; de nuevo muy clarificador sobre el realismo de las alternativas anticapitalistas para hoy. Pero se echa en falta una profundización en cuestiones complejas como la forma en que esta alternativa puede vencer a gigantes como los grandes poderes económicos y políticos estatales e internacionales.
Como conclusión, esta es una lectura imprescindible. A pesar de que a veces se echa en falta más análisis y posicionamiento, es perfecto para pasar a profundizar sobre las experiencias reales que tratan. Un gran punto de partida para un debate sobre cómo cambiar el mundo.
Dani Bravo (@daniatg) es militante de En lucha / En lluita
Ni pena ni miedo. Arena, aliento y piedra
Chile. Esta tierra dura está preñada de minerales (de aquí viene el famoso cobre chileno), lo cual pinta el paisaje con una infinidad de tonalidades ocres y verdosas, rosadas y malvas
El desierto de Atacama, en el norte de Chile, es el más árido del planeta: hay zonas en las que no se ha registrado ninguna precipitación en 400 años. Además esta tierra dura está preñada de minerales (de aquí viene el famoso cobre chileno), lo cual pinta el paisaje con una infinidad de tonalidades ocres y verdosas, rosadas y malvas. Es un territorio inhumano y hermoso, poderoso, tan sereno como un paraíso para gigantes.
Lo de los gigantes no se me ha ocurrido porque sí, no es una simple desmesura poética, sino que me lo ha sugerido una pieza de arte singular que está escondida en el corazón de este desierto frío. A 57 kilómetros al sur de la ciudad de Antofagasta, tras adentrarse en Atacama por una pista sin asfaltar, se llega a un geoglifo tan enorme que, como sucede con las misteriosas líneas de Nazca en Perú, alguien tiene que señalártelo para que lo veas, porque si no caminarías inadvertidamente sobre él. Se trata de un verso escrito o más bien excavado en la endurecida costra del desierto. Es una frase muy breve, pero mide más de tres kilómetros de largo y cuatrocientos metros de ancho. Tienes que subir a una pequeña colina adyacente en la que han construido un mirador para poder contemplar el texto entero. Ni pena ni miedo. Eso es lo que dice esta caligrafía en letras minúsculas que alguien ha arañado sobre la tierra.
El autor es el poeta y artista chileno Raúl Zurita (1950). Durante la época de Pinochet, Zurita, que por entonces militaba en el partido comunista, fue detenido, encerrado y torturado. En aquellos tiempos de plomo, Raúl se refugiaba mentalmente de su agonía imaginando que escribía poemas “en el cielo, en las laderas de los cañones, en el desierto”. En 1993, tres años después de que acabara la dictadura, consiguió reunir fondos para excavar su verso en Atacama. Ni pena ni miedo. Las palabras adquieren aún más sentido al conocer su historia.
A medida que envejeces, te vas acercando a los confines del mundo
Luego pasó el tiempo y el geoglifo se olvidó. El desierto se fue comiendo las palabras de Zurita hasta que, hará unos cinco años, unos estupendos locos antofagastinos que, bajo el nombre de Corporación Cultural PAR, han montado, entre otras cosas, la joven y dinámica Feria del Libro de Antofagasta, decidieron recuperar la obra del poeta. Alisaron y adecentaron la pista hasta el geoglifo; construyeron el modesto mirador en la colina desde el que se pueden atisbar con cierta claridad los enormes signos y, por supuesto, limpiaron las letras. Allí estaban. Escondidas, pero aguantando, como no podía ser de otra manera, porque son un emblema perfecto de la resistencia. De la supervivencia. Cuando Zurita construyó su frase, no se podía ver con total claridad salvo desde el aire. Hoy existen programas como Google Earth y Google Maps que permiten contemplar ese monumento de arena, aliento y piedra. Estas son las coordenadas para encontrarlo: 24°02’49.0”S 70°26’43.0”W.
Durante muchos años he pensado que mi frase de guerra preferida, y me refiero a la guerra de la vida, era carpe diem. Sí, desde luego, disfrutar del momento es cosa de sabios. Saber vivir en el presente es algo parecido a un estado de gracia (lo dijo Marie Curie) y desde luego un logro muy difícil. Pero hace unos días, en Atacama, viendo esa frase gigantesca escrita en paradójicas minúsculas sobre el polvo, sentí una especie de pequeña revelación, un deslumbramiento. Sentí que me hablaba a mí.
Cuentan las biografías de Zurita que padece párkinson desde principios de los noventa. Un dato frío que esconde una realidad extremadamente dura. Yo no sé si cuando excavó su geoglifo, en 1993, ya conocía su estado, ya se sabía rehén de su cuerpo. Qué espíritu indomable el de Zurita si fue así; si gritó y horadó su “ni pena ni miedo" contra la inclemencia de la enfermedad, contra el negro destino. Pero el párkinson, en cualquier caso, sólo adelantó cruelmente en él esa decadencia que todos los humanos hemos de afrontar. A medida que cumples años, a medida que envejeces, te vas acercando a los confines del mundo. El pasado tira de ti como si llevaras a la espalda una mochila de piedras y empieza a asustarte mirar hacia delante. El viento arrecia, las nubes se arremolinan y el sol no deja de bajar por el arco del cielo. Dentro de poco comenzará la edad de la heroicidad. Sí; de más joven creía que la vida era una selva y que mi lema preferido era carpe diem. En mi madurez empiezo a pensar que la vida es más bien un desierto, desnudo y desolado pero sereno y bello. Y para ser feliz, para ser sabio en esta frontera final del Atacama inmenso, sólo es necesario ser capaz de vivir a la altura de esa frase perfecta. Ni pena ni miedo.
ROSA MONTERO 24 MAY 2015 - El País.
@BrunaHusky
www.facebook.com/escritorarosamontero
www.rosamontero.es
El desierto de Atacama, en el norte de Chile, es el más árido del planeta: hay zonas en las que no se ha registrado ninguna precipitación en 400 años. Además esta tierra dura está preñada de minerales (de aquí viene el famoso cobre chileno), lo cual pinta el paisaje con una infinidad de tonalidades ocres y verdosas, rosadas y malvas. Es un territorio inhumano y hermoso, poderoso, tan sereno como un paraíso para gigantes.
Lo de los gigantes no se me ha ocurrido porque sí, no es una simple desmesura poética, sino que me lo ha sugerido una pieza de arte singular que está escondida en el corazón de este desierto frío. A 57 kilómetros al sur de la ciudad de Antofagasta, tras adentrarse en Atacama por una pista sin asfaltar, se llega a un geoglifo tan enorme que, como sucede con las misteriosas líneas de Nazca en Perú, alguien tiene que señalártelo para que lo veas, porque si no caminarías inadvertidamente sobre él. Se trata de un verso escrito o más bien excavado en la endurecida costra del desierto. Es una frase muy breve, pero mide más de tres kilómetros de largo y cuatrocientos metros de ancho. Tienes que subir a una pequeña colina adyacente en la que han construido un mirador para poder contemplar el texto entero. Ni pena ni miedo. Eso es lo que dice esta caligrafía en letras minúsculas que alguien ha arañado sobre la tierra.
El autor es el poeta y artista chileno Raúl Zurita (1950). Durante la época de Pinochet, Zurita, que por entonces militaba en el partido comunista, fue detenido, encerrado y torturado. En aquellos tiempos de plomo, Raúl se refugiaba mentalmente de su agonía imaginando que escribía poemas “en el cielo, en las laderas de los cañones, en el desierto”. En 1993, tres años después de que acabara la dictadura, consiguió reunir fondos para excavar su verso en Atacama. Ni pena ni miedo. Las palabras adquieren aún más sentido al conocer su historia.
A medida que envejeces, te vas acercando a los confines del mundo
Luego pasó el tiempo y el geoglifo se olvidó. El desierto se fue comiendo las palabras de Zurita hasta que, hará unos cinco años, unos estupendos locos antofagastinos que, bajo el nombre de Corporación Cultural PAR, han montado, entre otras cosas, la joven y dinámica Feria del Libro de Antofagasta, decidieron recuperar la obra del poeta. Alisaron y adecentaron la pista hasta el geoglifo; construyeron el modesto mirador en la colina desde el que se pueden atisbar con cierta claridad los enormes signos y, por supuesto, limpiaron las letras. Allí estaban. Escondidas, pero aguantando, como no podía ser de otra manera, porque son un emblema perfecto de la resistencia. De la supervivencia. Cuando Zurita construyó su frase, no se podía ver con total claridad salvo desde el aire. Hoy existen programas como Google Earth y Google Maps que permiten contemplar ese monumento de arena, aliento y piedra. Estas son las coordenadas para encontrarlo: 24°02’49.0”S 70°26’43.0”W.
Durante muchos años he pensado que mi frase de guerra preferida, y me refiero a la guerra de la vida, era carpe diem. Sí, desde luego, disfrutar del momento es cosa de sabios. Saber vivir en el presente es algo parecido a un estado de gracia (lo dijo Marie Curie) y desde luego un logro muy difícil. Pero hace unos días, en Atacama, viendo esa frase gigantesca escrita en paradójicas minúsculas sobre el polvo, sentí una especie de pequeña revelación, un deslumbramiento. Sentí que me hablaba a mí.
Cuentan las biografías de Zurita que padece párkinson desde principios de los noventa. Un dato frío que esconde una realidad extremadamente dura. Yo no sé si cuando excavó su geoglifo, en 1993, ya conocía su estado, ya se sabía rehén de su cuerpo. Qué espíritu indomable el de Zurita si fue así; si gritó y horadó su “ni pena ni miedo" contra la inclemencia de la enfermedad, contra el negro destino. Pero el párkinson, en cualquier caso, sólo adelantó cruelmente en él esa decadencia que todos los humanos hemos de afrontar. A medida que cumples años, a medida que envejeces, te vas acercando a los confines del mundo. El pasado tira de ti como si llevaras a la espalda una mochila de piedras y empieza a asustarte mirar hacia delante. El viento arrecia, las nubes se arremolinan y el sol no deja de bajar por el arco del cielo. Dentro de poco comenzará la edad de la heroicidad. Sí; de más joven creía que la vida era una selva y que mi lema preferido era carpe diem. En mi madurez empiezo a pensar que la vida es más bien un desierto, desnudo y desolado pero sereno y bello. Y para ser feliz, para ser sabio en esta frontera final del Atacama inmenso, sólo es necesario ser capaz de vivir a la altura de esa frase perfecta. Ni pena ni miedo.
ROSA MONTERO 24 MAY 2015 - El País.
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