Cuando Borís Pasternak, después de varios intentos fallidos para publicar El doctor Zhivago, entregó el manuscrito de la “novela de su vida” a un emisario de la editorial Feltrinelli, sabía que por ese acto disidente le tocaría pagar un precio desmesurado. El poeta lanzó un funesto augurio: “Quedan ustedes invitados a mi ejecución”. Seis décadas después de aquellos hechos, Los secretos que guardamos, novela de Lara Prescott basada en los acontecimientos que rodearon la puesta en circulación de la novela de Pasternak —con la implicación de la CIA—, se ha convertido en un fenómeno literario.
Toda época forja sus leyendas y mitos, y con el paso del tiempo es natural visitarlos y reinterpretarlos. Cuando Borís Pasternak, después de varios intentos fallidos para publicar El doctor Zhivago, entregó el manuscrito de la “novela de su vida” a un emisario de la editorial Feltrinelli en 1956, sabía que por ese acto disidente le tocaría pagar un precio desmesurado. En el momento de despedirse de quienes habían ido a visitarlo a la colonia de escritores próxima a Moscú con el fin de llevarse al extranjero su explosivo artefacto literario, el poeta lanzó un funesto augurio: “Quedan invitados a mi ejecución”. Él y Olga Ivínskaia —la joven editora que pasó a ser la inspiración del personaje de Lara cuando surgió el flechazo entre ambos en la redacción de una revista literaria— vivieron su historia de amor oficiosa, con el incesante “ruido de caza” de fondo de los órganos de seguridad, durante los últimos 14 años de vida del autor, caído en desgracia por esa manía antisoviética de “hurgar en su alma”.
La grandeza de este clásico de las letras rusas no reside sólo en el romance de sus protagonistas, sino también en las meditaciones que contiene sobre el arte, la condición mortal del ser humano y los trágicos destinos expuestos a los embates de la historia. Como escribió Dmitri Bíkov en su monumental biografía del escritor, a veces nacen obras maestras que parecen justificar toda una época: “La revolución rusa sucedió para que Yuri Zhivago pudiera conocer a Lara, para que se obrara el milagro de su amor en Varíkino”.
Pero, además, el enmarañado periplo que hubo de recorrer el manuscrito ha ido generando, aun sin quererlo, una abundancia de material que permite, a quien lo desee, aproximarse a ese caudal de información, a fin de examinar toda la complejidad de una época —la Guerra Fría— y, en concreto, la onda expansiva que esta novela generó, truncando las aspiraciones de otros autores soviéticos, pues el miedo a que estallara un nuevo caso Pasternak, polémica del Nobel incluida, fue la razón de que en su momento no vieran la luz obras como, por ejemplo, las de Vasili Grossman.
Geraldine Chaplin y Omar Sharif, en 'Doctor Zhivago'. GIANNI FERRARI COVER / GETTY IMAGE
Con la desclasificación de archivos secretos y el acceso a documentos privados, se han ido completando lagunas en relación con los entresijos de este superventas. Libros como el de Paolo Mancosu o el de Anna Pasternak han recuperado la figura de Ivínskaia, madre de dos hijos que sufrió un aborto en su primera detención en Lubianka, así como dos penas de trabajos forzados en el Gulag —la segunda, junto a su hija— y la presión constante del KGB, como se refleja en la obra de Prescott.
En junio de 2018, Los secretos que guardamos —novela basada en los acontecimientos que rodearon la puesta en circulación de la novela de Pasternak con la implicación de la CIA— levantó expectación, pues se publicitó que su autora, la debutante Lara Prescott, había firmado un contrato de siete cifras para publicar su obra en Estados Unidos y al otro lado del charco se vendieron los derechos de traducción a decenas de lenguas. Las editoriales demandan, a riesgo de caer a veces en la banalización, relatos que visibilicen a mujeres. En esta narración, una parte de la trama se centra en un entorno históricamente feminizado, el de la oficina, con particular énfasis en un invento —la máquina de escribir— que contribuyó a la incorporación masiva femenina en el mercado laboral. El ejército de mecanógrafas de la novela es un engranaje casi invisible de la CIA —agencia dominada por hombres— en su cruzada por utilizar una novela antisoviética como un arma contra el enemigo comunista.
A partir de este buen arranque asistimos a un intento por levantar una novela polifónica —con un pie en el Este y otro en el Oeste— que enseguida suena monocorde. Entran en escena Olga Ivínskaia y un inane Pasternak con cuya mentadísima obra, que se intuía el corazón de esta novela histórica con aires de thriller, apenas se dialoga. En la trama occidental más adelante cobrará protagonismo un amor lésbico entre dos espías americanas: la glamurosa Sally, veterana en los servicios de inteligencia, que entrenará a una joven de origen eslavo, antes mecanógrafa, que todo cuanto aporta acerca del contexto de los rusos emigrados es que se llama Irina y que su madre rusa no se fía de los americanos. Esta se disfrazará de monja para repartir una tirada pirata de la novela en ruso —hecha por encargo para la Agencia en Holanda— en el pabellón del Vaticano durante la Exposición Universal de Bruselas de 1958, sólo 10 meses después de su exitoso lanzamiento en italiano. La moral imperante hace que se desvanezca el encuentro pasional entre las dos heroínas, además de tener repercusiones laborales.
Sorprende que al marcado acento sobre la cuestión femenina en los capítulos occidentales se contraponga un personaje real simplificado en exceso, Ivínskaia, que aparece como musa del poeta y víctima de su amor, cuando ella, con sus luces y muchas sombras, ejercía de experta a cargo del departamento de nuevos autores en una publicación soviética, fue traductora literaria y memorialista, y antes de conocer a Pasternak tuvo una agitada vida amorosa que contrasta con el puritanismo latente en el otro bando.
Seis décadas después de la aparición de El doctor Zhivago, echar la vista atrás no debería limitarse a un acto de nostalgia a lo Mad Men o de recuperación de un libro legendario al hilo del mito fabricado por el cine. La novela de Prescott lleva a pensar en otra “película”, esta vez sobre nuestros tiempos, en la que también participan agentes, pero no de la CIA, sino literarios. Pese al suculento anticipo, la reciente bibliografía sobre el tema abordado —se consulta sólo la publicada en inglés— y lo subyugante de la historia, construir un buen libro sigue siendo ese secreto que Pasternak resumió así: “Las obras hablan de muy diversas formas: con los temas, las situaciones, las tramas y los personajes. Pero sobre todo hablan con la presencia de arte contenida en ellas”.
https://elpais.com/cultura/2020/02/14/babelia/1581682103_658888.html
domingo, 22 de marzo de 2020
sábado, 21 de marzo de 2020
Los combatientes españoles de la Resistencia salen del olvido. La periodista Evelyn Mesquida publica 'Y ahora, volved a vuestras casas', una investigación sobre la importante aportación española a la Resistencia francesa
El nuevo libro de la periodista y escritora Evelyn Mesquida, Y ahora, volved a vuestras casas, es un relato con abundantes detalles, testimonios y documentos de la importante participación de españoles, exiliados republicanos, en la Resistencia francesa. Una historia bastante ignorada en España, pero que Francia también ha preferido, una y otra vez, olvidar o maquillar. “La historia ha sido durante años y años la de la Resistencia francesa y eso es mentira”, afirma Mesquida (Alicante, 1945) en una entrevista en París, la ciudad que llama su hogar desde hace media vida.
No es casualidad que la autora haya elegido como título de este nuevo libro, publicado por Ediciones B, una demoledora frase que profirió el general Charles de Gaulle. La pronunció tras la liberación de París en el verano de 1944. Pasó revista a los combatientes españoles durante su visita a Toulouse, capital del exilio español, en el marco de una gira por ciudades liberadas del país. Decirle que se volvieran por donde habían venido a combatientes exiliados que llevaban en guerra mucho más tiempo que los franceses [se incorporaron a la lucha contra los nazis después de haber combatido contra las tropas de Franco en la Guerra Civil española] y que sobre todo no tenían país al que regresar, “demuestra la sensibilidad de la época”, señala Mesquida.
“¿Es que no se da cuenta [De Gaulle] de que estos pobres hombres han estado en la miseria total y que vienen de otra guerra previa? No tienen 'casa' a la que volver”, subraya esta periodista española, que lleva muchos años dedicados a hurgar en una parte de la historia por la que Francia ha pasado ampliamente de largo: el importante papel de los republicanos españoles en la lucha contra la ocupación nazi y hasta en la liberación de París. Un hito, este, que cuenta en un libro anterior, La Nueve. Los españoles que liberaron París, cuyo material fue clave para que las autoridades francesas empezaran a reconocer el papel de este contingente español en la historia gala.
Ahí también comenzó su descubrimiento de la contribución, más amplia, de los españoles en la Resistencia. Y su desazón al darse cuenta del olvido en que habían caído todos esos hombres y mujeres desperdigados por toda Francia. “Cuando vi a todos esos hombres perdidos en cada rincón, que no se les mencionaba para nada, que no les dieron la Legión de Honor, ni se les ocurrió siquiera… Te van contando y te dices, esto no puede ser, qué vergüenza”, recuerda el momento en que empezó a barajar la idea de recopilar estas historias, a finales de la década de los años noventa. “Encima luego [los historiadores] dicen que solo eran un puñado de españoles, que no le dan importancia porque había muchos otros, pero poco a poco te vas dando cuenta de que eso era falso”, se indigna Mesquida.
Con Y ahora, volved a vuestras casas, la periodista española ha tratado de paliar esta laguna histórica. Mesquida repasa, mediante relatos de testigos, documentación y otros materiales contados y donados por familiares, las figuras de combatientes como Francisco Ponzán, “un personaje casi desconocido cuando es extraordinario, condecorado por los ingleses, los americanos y los franceses. Y completamente ignorado”, destaca. El aragonés, asesinado tras su detención en 1944 en circunstancias nunca aclaradas del todo, era líder del Grupo Ponzán, que logró sacar por tierra y por mar al menos a 1.700 perseguidos por los nazis, a los que acompañaban hasta las fronteras de Portugal o Gibraltar para que pudieran huir hacia Inglaterra.
También recupera entre otros la importante acción española en la conocida como la batalla de La Madeleine del 23 al 25 de agosto de 1944, cuando —ahora sí— un auténtico puñado de combatientes, una treintena de españoles, lograron frenar una columna alemana de más de mil soldados fuertemente armados que habían recibido órdenes de avanzar hacia el norte tras el desembarco aliado en Normandía. Al ver quiénes los habían derrotado, los dos máximos oficiales alemanes al mando tomaron su pistola y se suicidaron en el mismo lugar donde se habían rendido, incapaces, escribe Mesquida, de “aceptar la realidad de haber sido engañados y vencidos por un puñado de españoles harapientos”. ¿Cuántos españoles combatieron a lo largo de los años en la Resistencia francesa? Nadie lo sabe a ciencia cierta, subraya Mesquida, en lo que considera otra muestra de lo mucho que aún falta por averiguar de esta parte de la historia que, con este libro, resulta ahora un poco menos desconocida.
https://elpais.com/cultura/2020/02/27/babelia/1582819601_087062.html?rel=lom
No es casualidad que la autora haya elegido como título de este nuevo libro, publicado por Ediciones B, una demoledora frase que profirió el general Charles de Gaulle. La pronunció tras la liberación de París en el verano de 1944. Pasó revista a los combatientes españoles durante su visita a Toulouse, capital del exilio español, en el marco de una gira por ciudades liberadas del país. Decirle que se volvieran por donde habían venido a combatientes exiliados que llevaban en guerra mucho más tiempo que los franceses [se incorporaron a la lucha contra los nazis después de haber combatido contra las tropas de Franco en la Guerra Civil española] y que sobre todo no tenían país al que regresar, “demuestra la sensibilidad de la época”, señala Mesquida.
“¿Es que no se da cuenta [De Gaulle] de que estos pobres hombres han estado en la miseria total y que vienen de otra guerra previa? No tienen 'casa' a la que volver”, subraya esta periodista española, que lleva muchos años dedicados a hurgar en una parte de la historia por la que Francia ha pasado ampliamente de largo: el importante papel de los republicanos españoles en la lucha contra la ocupación nazi y hasta en la liberación de París. Un hito, este, que cuenta en un libro anterior, La Nueve. Los españoles que liberaron París, cuyo material fue clave para que las autoridades francesas empezaran a reconocer el papel de este contingente español en la historia gala.
Ahí también comenzó su descubrimiento de la contribución, más amplia, de los españoles en la Resistencia. Y su desazón al darse cuenta del olvido en que habían caído todos esos hombres y mujeres desperdigados por toda Francia. “Cuando vi a todos esos hombres perdidos en cada rincón, que no se les mencionaba para nada, que no les dieron la Legión de Honor, ni se les ocurrió siquiera… Te van contando y te dices, esto no puede ser, qué vergüenza”, recuerda el momento en que empezó a barajar la idea de recopilar estas historias, a finales de la década de los años noventa. “Encima luego [los historiadores] dicen que solo eran un puñado de españoles, que no le dan importancia porque había muchos otros, pero poco a poco te vas dando cuenta de que eso era falso”, se indigna Mesquida.
Con Y ahora, volved a vuestras casas, la periodista española ha tratado de paliar esta laguna histórica. Mesquida repasa, mediante relatos de testigos, documentación y otros materiales contados y donados por familiares, las figuras de combatientes como Francisco Ponzán, “un personaje casi desconocido cuando es extraordinario, condecorado por los ingleses, los americanos y los franceses. Y completamente ignorado”, destaca. El aragonés, asesinado tras su detención en 1944 en circunstancias nunca aclaradas del todo, era líder del Grupo Ponzán, que logró sacar por tierra y por mar al menos a 1.700 perseguidos por los nazis, a los que acompañaban hasta las fronteras de Portugal o Gibraltar para que pudieran huir hacia Inglaterra.
También recupera entre otros la importante acción española en la conocida como la batalla de La Madeleine del 23 al 25 de agosto de 1944, cuando —ahora sí— un auténtico puñado de combatientes, una treintena de españoles, lograron frenar una columna alemana de más de mil soldados fuertemente armados que habían recibido órdenes de avanzar hacia el norte tras el desembarco aliado en Normandía. Al ver quiénes los habían derrotado, los dos máximos oficiales alemanes al mando tomaron su pistola y se suicidaron en el mismo lugar donde se habían rendido, incapaces, escribe Mesquida, de “aceptar la realidad de haber sido engañados y vencidos por un puñado de españoles harapientos”. ¿Cuántos españoles combatieron a lo largo de los años en la Resistencia francesa? Nadie lo sabe a ciencia cierta, subraya Mesquida, en lo que considera otra muestra de lo mucho que aún falta por averiguar de esta parte de la historia que, con este libro, resulta ahora un poco menos desconocida.
https://elpais.com/cultura/2020/02/27/babelia/1582819601_087062.html?rel=lom
viernes, 20 de marzo de 2020
Los errores de Bernie
Por Ted Rall
Fuentes: CounterPunch
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Los medios de comunicación del establishment ridiculizan a Bernie Sanders por afirmar algunas verdades como puños: que los medios tradicionales se la tienen jurada, que el Comité Nacional Demócrata se la tiene jurada y que los jóvenes votantes que le apoyan no han conseguido hacerse presentes en los sondeos.
Pero eso no significa que Bernie Sanders no haya cometido errores. Así que vamos a echar un vistazo a cuáles han podido ser estos.
Con independencia de lo que finalmente ocurra entre Sanders y Joe Biden, que aún no está decidido, Sanders merece que se le reconozcan algunos logros notables. A pesar de una formidable oposición de todo el establishment del partido, de ser judío, de hablar de una manera nada convencional en la política estadounidense, de financiarse exclusivamente con las aportaciones de pequeños donantes individuales y de proponer un programa político que muchos estadounidenses consideran radical, Bernie Sanders controla actualmente el 42 por ciento de los votos de unas primarias demócratas en las que se enfrenta a un reciente vicepresidente. Muchas de sus propuestas, entre otras rebajar los gastos universitarios, aumentar el salario mínimo y mejorar el sistema de sanidad, se han convertido en parte del programa general del Partido Democrático después de muchas décadas durante las cuales el partido ni siquiera pretendía preocuparse por la gente normal. Bernie Sanders está llevando a cabo una campaña basada en temas concretos, no solo basad en su personalidad. Incluso si llega a perder, los historiadores señalarán esta elección como muestra de la fuerza que ha cobrado la política electoral progresista y de izquierdas.
Pero no es perfecto. Hay cosas que podría haber hecho mejor y que todavía podría mejorar.
La política se basa ante todo en lemas y Sanders no es especialmente bueno en eso. “Medicare para Todos” es un eslogan sin significado para millones de estadounidenses que no han tenido contacto con Medicare y no lo conocen en absoluto. “Sanidad gratuita” habría sido más sencillo de entender y no habría confundido o molestado a trabajadores sindicados que ya poseen seguros sanitarios decentes. “Matrículas universitarias gratuitas”, por otro lado, es un lema poco claro. La propuesta de Sanders es ayudar solo a los estudiantes de renta baja, pero muchos votantes parece que todavía piensan que pretendía usar sus impuestos para ayudar a los hijos de los ricos. El “Green New Deal” no ha sido definido o publicitado con suficiente claridad, más allá del hecho de que costaría mucho dinero.
El plan de Sanders para perdonar las deudas a los estudiantes también se presentó de un modo problemático. Muchos estadounidenses que no tienen formación superior se preguntan: ¿por qué debería pagar por aquellos que tienen títulos universitarios? Muchos otros asistieron a la universidad, contrajeron deudas estudiantiles y las devolvieron. ¿Por qué los milénials no pueden hacer lo mismo? Pero estas cuestiones tienen una respuesta clara: la deuda de los estudiantes milénials es muy superior (en varios factores) a la de la Generación X y la del Baby Boom porque los costes de matrícula se han disparado a un ritmo muy superior al de la inflación. El perdón de la deuda estudiantil estimularía la economía al liberar a los jóvenes de dicha carga y permitirles comprar coches y casas. El plan debería haber incluido a las personas que ya devolvieron su deuda, para no hacerles sentir bobos simplemente por haber nacido antes de tiempo. Pero lo más importante es que no debería haber propuesto el perdón de la deuda de los estudiantes sin vincularla a un programa de matrículas gratuitas y a un programa de reciclaje y formación para personas que ya son mayores y que carecen de títulos universitarios o que necesitan reciclarse para adaptarse a las necesidades del siglo XXI.
Hablando de costes, me parece muy frustrante que Bernie Sanders nunca diera la impresión de responder claramente a la cuestión de cómo pensaba pagar sus propuestas. Podría haberse limitado a decir: “lo extraeré del presupuesto del Pentágono”. Y en caso de que esto no fuera verdad debería haber hecho que fuera verdad. El presupuesto de defensa no solo está inflado, sino porque muchos estadounidenses, incluyendo los que están a favor de un ejército fuerte, conocen el caso de los retretes comprados por el ejército a 800 dólares la pieza. No sé por qué no ha criticado con más pasión al ejército.
Tampoco ha sabido explicar bien Medicare para Todos. Lo que debería haber dicho es que todo el mundo va a pagar menos por la sanidad, mucho menos, y que aunque suban los impuestos todos saldrán muy beneficiados. Y si contraes alguna enfermedad catastrófica como el cáncer, todo el tratamiento estará cubierto. Pero, en lugar de eso, Bernie se dedicó a contar cómo los países europeos consiguen pagar los sistemas nacionales de salud. Tenía razón, pero a los estadounidenses les han contado que los europeos pagan muchos impuestos. Era necesario que explicara con palabras sencillas que eso no iba a pasar aquí.
Sanders ignoró mi consejo de reconocer su etiqueta de “socialista demócrata” y explicar su significado. Probablemente asumía que eso sería un problema en las elecciones generales contra Donald Trump, pero subestimó la larga historia de vapuleo a los rojos del Partido Demócrata, así como el hecho comprobado de que otras personas te definirán si tú no lo haces. Debería haber seguido el ejemplo de John F. Kennedy, cuando pronunció un discurso asegurando que, por muy católico que fuera, no aceptaría órdenes del papa. Sanders debería haber pronunciado un discurso completo sobre socialismo democrático.
Respecto a otras cosas, no hay mucho que se pueda hacer. Una campaña tiene el candidato que tiene, con la personalidad que le corresponde. Bernie Sanders posee una vulnerabilidad y una cordialidad subyacente que su tendencia a vociferar suele ocultar. Los medios se pusieron las botas retratándole como el tipo a quien le gusta gritar. Aquí es donde habría venido bien un video del estilo del que hizo Bill Clinton para su campaña presidencial: “El hombre de Hope*”. Una mirada biográfica a las raíces de Bernie en Brooklyn, a su infancia llena de dificultades en una familia de clase obrera y a la muerte prematura de su madre debido a la mala atención sanitaria habrían servido para humanizar a una persona ya de por sí muy humana.
Tampoco le habría venido mal utilizar imágenes suyas maltratado por la policía durante su participación en el movimiento de derechos civiles de los sesenta para atraer a los votantes afroamericanos que terminaron decantándose por Joe Biden.
Por supuesto que el mayor error de Sanders puede no haber sido un error en absoluto. Se ha presentado como candidato dentro del Partido Demócrata. Nunca iban a dejar que se hiciera con la nominación. Él tenía que saberlo.
N.d.T.: Hope (esperanza) es el pueblo natal de Bill Clinton
Fuente: https://www.counterpunch.org/2020/03/13/bernies-mistakes/
https://rebelion.org/los-errores-de-bernie/
Fuentes: CounterPunch
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Los medios de comunicación del establishment ridiculizan a Bernie Sanders por afirmar algunas verdades como puños: que los medios tradicionales se la tienen jurada, que el Comité Nacional Demócrata se la tiene jurada y que los jóvenes votantes que le apoyan no han conseguido hacerse presentes en los sondeos.
Pero eso no significa que Bernie Sanders no haya cometido errores. Así que vamos a echar un vistazo a cuáles han podido ser estos.
Con independencia de lo que finalmente ocurra entre Sanders y Joe Biden, que aún no está decidido, Sanders merece que se le reconozcan algunos logros notables. A pesar de una formidable oposición de todo el establishment del partido, de ser judío, de hablar de una manera nada convencional en la política estadounidense, de financiarse exclusivamente con las aportaciones de pequeños donantes individuales y de proponer un programa político que muchos estadounidenses consideran radical, Bernie Sanders controla actualmente el 42 por ciento de los votos de unas primarias demócratas en las que se enfrenta a un reciente vicepresidente. Muchas de sus propuestas, entre otras rebajar los gastos universitarios, aumentar el salario mínimo y mejorar el sistema de sanidad, se han convertido en parte del programa general del Partido Democrático después de muchas décadas durante las cuales el partido ni siquiera pretendía preocuparse por la gente normal. Bernie Sanders está llevando a cabo una campaña basada en temas concretos, no solo basad en su personalidad. Incluso si llega a perder, los historiadores señalarán esta elección como muestra de la fuerza que ha cobrado la política electoral progresista y de izquierdas.
Pero no es perfecto. Hay cosas que podría haber hecho mejor y que todavía podría mejorar.
La política se basa ante todo en lemas y Sanders no es especialmente bueno en eso. “Medicare para Todos” es un eslogan sin significado para millones de estadounidenses que no han tenido contacto con Medicare y no lo conocen en absoluto. “Sanidad gratuita” habría sido más sencillo de entender y no habría confundido o molestado a trabajadores sindicados que ya poseen seguros sanitarios decentes. “Matrículas universitarias gratuitas”, por otro lado, es un lema poco claro. La propuesta de Sanders es ayudar solo a los estudiantes de renta baja, pero muchos votantes parece que todavía piensan que pretendía usar sus impuestos para ayudar a los hijos de los ricos. El “Green New Deal” no ha sido definido o publicitado con suficiente claridad, más allá del hecho de que costaría mucho dinero.
El plan de Sanders para perdonar las deudas a los estudiantes también se presentó de un modo problemático. Muchos estadounidenses que no tienen formación superior se preguntan: ¿por qué debería pagar por aquellos que tienen títulos universitarios? Muchos otros asistieron a la universidad, contrajeron deudas estudiantiles y las devolvieron. ¿Por qué los milénials no pueden hacer lo mismo? Pero estas cuestiones tienen una respuesta clara: la deuda de los estudiantes milénials es muy superior (en varios factores) a la de la Generación X y la del Baby Boom porque los costes de matrícula se han disparado a un ritmo muy superior al de la inflación. El perdón de la deuda estudiantil estimularía la economía al liberar a los jóvenes de dicha carga y permitirles comprar coches y casas. El plan debería haber incluido a las personas que ya devolvieron su deuda, para no hacerles sentir bobos simplemente por haber nacido antes de tiempo. Pero lo más importante es que no debería haber propuesto el perdón de la deuda de los estudiantes sin vincularla a un programa de matrículas gratuitas y a un programa de reciclaje y formación para personas que ya son mayores y que carecen de títulos universitarios o que necesitan reciclarse para adaptarse a las necesidades del siglo XXI.
Hablando de costes, me parece muy frustrante que Bernie Sanders nunca diera la impresión de responder claramente a la cuestión de cómo pensaba pagar sus propuestas. Podría haberse limitado a decir: “lo extraeré del presupuesto del Pentágono”. Y en caso de que esto no fuera verdad debería haber hecho que fuera verdad. El presupuesto de defensa no solo está inflado, sino porque muchos estadounidenses, incluyendo los que están a favor de un ejército fuerte, conocen el caso de los retretes comprados por el ejército a 800 dólares la pieza. No sé por qué no ha criticado con más pasión al ejército.
Tampoco ha sabido explicar bien Medicare para Todos. Lo que debería haber dicho es que todo el mundo va a pagar menos por la sanidad, mucho menos, y que aunque suban los impuestos todos saldrán muy beneficiados. Y si contraes alguna enfermedad catastrófica como el cáncer, todo el tratamiento estará cubierto. Pero, en lugar de eso, Bernie se dedicó a contar cómo los países europeos consiguen pagar los sistemas nacionales de salud. Tenía razón, pero a los estadounidenses les han contado que los europeos pagan muchos impuestos. Era necesario que explicara con palabras sencillas que eso no iba a pasar aquí.
Sanders ignoró mi consejo de reconocer su etiqueta de “socialista demócrata” y explicar su significado. Probablemente asumía que eso sería un problema en las elecciones generales contra Donald Trump, pero subestimó la larga historia de vapuleo a los rojos del Partido Demócrata, así como el hecho comprobado de que otras personas te definirán si tú no lo haces. Debería haber seguido el ejemplo de John F. Kennedy, cuando pronunció un discurso asegurando que, por muy católico que fuera, no aceptaría órdenes del papa. Sanders debería haber pronunciado un discurso completo sobre socialismo democrático.
Respecto a otras cosas, no hay mucho que se pueda hacer. Una campaña tiene el candidato que tiene, con la personalidad que le corresponde. Bernie Sanders posee una vulnerabilidad y una cordialidad subyacente que su tendencia a vociferar suele ocultar. Los medios se pusieron las botas retratándole como el tipo a quien le gusta gritar. Aquí es donde habría venido bien un video del estilo del que hizo Bill Clinton para su campaña presidencial: “El hombre de Hope*”. Una mirada biográfica a las raíces de Bernie en Brooklyn, a su infancia llena de dificultades en una familia de clase obrera y a la muerte prematura de su madre debido a la mala atención sanitaria habrían servido para humanizar a una persona ya de por sí muy humana.
Tampoco le habría venido mal utilizar imágenes suyas maltratado por la policía durante su participación en el movimiento de derechos civiles de los sesenta para atraer a los votantes afroamericanos que terminaron decantándose por Joe Biden.
Por supuesto que el mayor error de Sanders puede no haber sido un error en absoluto. Se ha presentado como candidato dentro del Partido Demócrata. Nunca iban a dejar que se hiciera con la nominación. Él tenía que saberlo.
N.d.T.: Hope (esperanza) es el pueblo natal de Bill Clinton
Fuente: https://www.counterpunch.org/2020/03/13/bernies-mistakes/
https://rebelion.org/los-errores-de-bernie/
_- El insulto del PP de Madrid al poeta. La historia recuerda a Miguel Hernández como un gran poeta. A Almeida y a Ayuso no los recordará
_- NIEVES CONCOSTRINA
Me gusta leer las placas de las fachadas. Y el Ayuntamiento debería estarme agradecido, porque conmigo las amortizan. Soy de las pocas que se para, las lee y a veces (solo a veces), piensa… “valiente gilipollez”, porque algunos recuerdos no valen ni lo que costó la chapa de la placa. Por no valer, no vale ni el esfuerzo del par de operarios que ha tenido que instalarla, con su cortinita y todo, cumpliendo con el Plan Memoria de Madrid (que aplaudo, conste) para recordar hechos y personas relevantes.
Una vez vino a mi barrio a descubrir una placa dedicada a Albéniz el derrochón Alberto Ruiz Gallardón. Como a veces van como locos tendiendo la mano a todo el que se cruza en su camino, como si cualquiera estuviera deseando saludarlos, coincidió que nos cruzamos y me la tendió. Aquella mañana, Gallardón me alegró el día: me puso en bandeja la mejor cobra que me ha salido nunca. Prácticamente le hice el avión con la mano, a la vez que lo llamé estafador megalómano en su cara por estar gastándose una millonada de los madrileños en su lujoso palacio de Cibeles.
Me lo sigo cruzando algunas veces, cuando su perrazo negro lo saca a pasear a él. Nos sujetamos las miradas. Creo que sabe que fui la de la cobra. O no. Puede que solo me mire porque yo lo miro.
Las placas, como diría Rajoy, cuentan cosas. Y también como Rajoy, a veces mienten. Escribió Machado: “¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”. Y eso es lo que pasa con algunas placas de Madrid que ya hemos recordado en este foro, que mienten porque solo dicen medias verdades: por ejemplo, la dedicada por el Ayuntamiento a Zorrilla y Larra en la calle Fernández de los Ríos, y la que los tramposos de la SGAE instalaron en honor de Miguel Hernández en Conde de Peñalver; que además es ofensiva para la memoria del poeta y de Madrid: decir, como dice la placa, “en este lugar” en vez de “cárcel” es de cobardicas por partida doble; insultan al poeta por no decir dónde estuvo, e insultan a los madrileños al intentar ocultarnos que ahí lo que había era una prisión.
La historia recuerda a Miguel Hernández como un gran poeta; comprometido y valiente. No hace falta insistir en lo que ya todo el mundo sabe sobre el nuevo insulto que el PP de Madrid le ha dedicado a él y a nosotros. Solo decir que quienes presiden la comunidad y el Ayuntamiento no le llegarán jamás al esparto de la alpargata al poeta de Orihuela, y que quedarán en las hemerotecas y en el recuerdo como los dos inanes e ineficaces y, a la vez malvados, dirigentes de la historia de la villa y corte. El Plan Memoria de Madrid nunca los recordará.
Todas las columnas de Nieves Concostrina
Me gusta leer las placas de las fachadas. Y el Ayuntamiento debería estarme agradecido, porque conmigo las amortizan. Soy de las pocas que se para, las lee y a veces (solo a veces), piensa… “valiente gilipollez”, porque algunos recuerdos no valen ni lo que costó la chapa de la placa. Por no valer, no vale ni el esfuerzo del par de operarios que ha tenido que instalarla, con su cortinita y todo, cumpliendo con el Plan Memoria de Madrid (que aplaudo, conste) para recordar hechos y personas relevantes.
Una vez vino a mi barrio a descubrir una placa dedicada a Albéniz el derrochón Alberto Ruiz Gallardón. Como a veces van como locos tendiendo la mano a todo el que se cruza en su camino, como si cualquiera estuviera deseando saludarlos, coincidió que nos cruzamos y me la tendió. Aquella mañana, Gallardón me alegró el día: me puso en bandeja la mejor cobra que me ha salido nunca. Prácticamente le hice el avión con la mano, a la vez que lo llamé estafador megalómano en su cara por estar gastándose una millonada de los madrileños en su lujoso palacio de Cibeles.
Me lo sigo cruzando algunas veces, cuando su perrazo negro lo saca a pasear a él. Nos sujetamos las miradas. Creo que sabe que fui la de la cobra. O no. Puede que solo me mire porque yo lo miro.
Las placas, como diría Rajoy, cuentan cosas. Y también como Rajoy, a veces mienten. Escribió Machado: “¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”. Y eso es lo que pasa con algunas placas de Madrid que ya hemos recordado en este foro, que mienten porque solo dicen medias verdades: por ejemplo, la dedicada por el Ayuntamiento a Zorrilla y Larra en la calle Fernández de los Ríos, y la que los tramposos de la SGAE instalaron en honor de Miguel Hernández en Conde de Peñalver; que además es ofensiva para la memoria del poeta y de Madrid: decir, como dice la placa, “en este lugar” en vez de “cárcel” es de cobardicas por partida doble; insultan al poeta por no decir dónde estuvo, e insultan a los madrileños al intentar ocultarnos que ahí lo que había era una prisión.
La historia recuerda a Miguel Hernández como un gran poeta; comprometido y valiente. No hace falta insistir en lo que ya todo el mundo sabe sobre el nuevo insulto que el PP de Madrid le ha dedicado a él y a nosotros. Solo decir que quienes presiden la comunidad y el Ayuntamiento no le llegarán jamás al esparto de la alpargata al poeta de Orihuela, y que quedarán en las hemerotecas y en el recuerdo como los dos inanes e ineficaces y, a la vez malvados, dirigentes de la historia de la villa y corte. El Plan Memoria de Madrid nunca los recordará.
Todas las columnas de Nieves Concostrina
jueves, 19 de marzo de 2020
_- El peor problema de España es la derecha
_- No se escuchan críticas de Pablo Casado a Vox, salvo el lamento de que aún no estén integrados en su formación
El cónclave de Vox ha consagrado una candidatura única, un líder único, y un único discurso de la rabia: contra el Gobierno, al que ya califica de “criminal”, y contra las feministas, a las que reputa de “locas de odio”. Todo ello en un acto presidido por la censura, al que impide acceder —e insulta— a periodistas y periódicos. Amparándose torticeramente en que la naturaleza de un partido es en exclusiva privada. Cuando su función está constitucionalizada. Y legislada, y reglamentada, hasta el punto de que su cuenta de resultados positiva para 2019 se debió a que las subvenciones públicas recibidas ascendieron a casi 10 millones de euros.
El candidato crítico a quien se impidió concursar por el liderazgo, Carmelo González, anunció que acudiría a los tribunales, porque la dirección empleó “tácticas mafiosas”: incumplimiento de plazos; corrupción, al figurar una candidata del equipo de Santiago Abascal en el comité electoral; negación de informar a su candidatura; secreto sobre las cifras de votos previos; amenazas a quienes le apoyasen. Veremos qué dicen los jueces.
Siendo todo eso preocupante, no es lo más grave. Lo peor es que este partido tiene cautiva a la que debería ser la derecha democrática del país, el PP. No se escuchan críticas de Pablo Casado a estos sujetos, salvo el lamento de que aún no estén integrados en su formación.
Al contrario, Vox es el apoyo, el aliado en gobiernos y el hermano de sangre de la actual dirección del PP, según el diseño de Josemari Aznar: la contrafigura ultra de la canciller Merkel, que en vez de aliarse con Alternativa para Alemania, facilita en Turingia la investidura del líder de Die Linke, un partido con izquierdistas y prosoviéticos, lo que no oscurece su DNI democristiano. Alguna rencilla menor con Vox sirve solo para distraer la atención sobre su unidad de destino en lo universal.
De todos los problemas de España, el peor está en la derecha, porque evoluciona mal. Este país afronta un elenco de enredos viscosos, de difícil solución. Uno es el territorial, con la cuestión catalana a la cabeza: pero ha entrado en una fase, aunque confusa, de cierta desinflamación. Otro es el desempleo, que disminuye, aunque sea a menor velocidad. Y el tercero es todavía solo una gran amenaza, el coronavirus y su impacto económico eventualmente recesivo. El peor está en el tándem PP-Vox, Casado-Abascal, porque agrava esos asuntos. Y bloquea las instituciones, encona las divisiones, tensa a la sociedad.
XAVIER VIDAL-FOLCH
https://elpais.com/elpais/2020/03/08/opinion/1583695032_504010.html
El cónclave de Vox ha consagrado una candidatura única, un líder único, y un único discurso de la rabia: contra el Gobierno, al que ya califica de “criminal”, y contra las feministas, a las que reputa de “locas de odio”. Todo ello en un acto presidido por la censura, al que impide acceder —e insulta— a periodistas y periódicos. Amparándose torticeramente en que la naturaleza de un partido es en exclusiva privada. Cuando su función está constitucionalizada. Y legislada, y reglamentada, hasta el punto de que su cuenta de resultados positiva para 2019 se debió a que las subvenciones públicas recibidas ascendieron a casi 10 millones de euros.
El candidato crítico a quien se impidió concursar por el liderazgo, Carmelo González, anunció que acudiría a los tribunales, porque la dirección empleó “tácticas mafiosas”: incumplimiento de plazos; corrupción, al figurar una candidata del equipo de Santiago Abascal en el comité electoral; negación de informar a su candidatura; secreto sobre las cifras de votos previos; amenazas a quienes le apoyasen. Veremos qué dicen los jueces.
Siendo todo eso preocupante, no es lo más grave. Lo peor es que este partido tiene cautiva a la que debería ser la derecha democrática del país, el PP. No se escuchan críticas de Pablo Casado a estos sujetos, salvo el lamento de que aún no estén integrados en su formación.
Al contrario, Vox es el apoyo, el aliado en gobiernos y el hermano de sangre de la actual dirección del PP, según el diseño de Josemari Aznar: la contrafigura ultra de la canciller Merkel, que en vez de aliarse con Alternativa para Alemania, facilita en Turingia la investidura del líder de Die Linke, un partido con izquierdistas y prosoviéticos, lo que no oscurece su DNI democristiano. Alguna rencilla menor con Vox sirve solo para distraer la atención sobre su unidad de destino en lo universal.
De todos los problemas de España, el peor está en la derecha, porque evoluciona mal. Este país afronta un elenco de enredos viscosos, de difícil solución. Uno es el territorial, con la cuestión catalana a la cabeza: pero ha entrado en una fase, aunque confusa, de cierta desinflamación. Otro es el desempleo, que disminuye, aunque sea a menor velocidad. Y el tercero es todavía solo una gran amenaza, el coronavirus y su impacto económico eventualmente recesivo. El peor está en el tándem PP-Vox, Casado-Abascal, porque agrava esos asuntos. Y bloquea las instituciones, encona las divisiones, tensa a la sociedad.
XAVIER VIDAL-FOLCH
https://elpais.com/elpais/2020/03/08/opinion/1583695032_504010.html
Eugenesia nazi. Martí Domínguez conduce con firmeza un relato en el que las teorías científicas dan paso a hechos de la II Guerra Mundial.
Tras sus novelas sobre Voltaire, Buffon y Goethe, Martí Domínguez (Madrid, 1966), doctor en biología y profesor de periodismo, se adentra en el aterrador “ocaso de los dioses” hitleriano. Concebida como la autobiografía de un científico austríaco, estudioso de los animales y afín al nacionalsocialismo (trasunto de un personaje real), la novela recrea su paradójica trayectoria vital. Como joven investigador cuando Austria se incorpora al Tercer Reich, sus estudios sobre genética animal cayeron bien a los gerifaltes nazis, embarcados en estudios eugenésicos para mejorar la raza aria; por eso lo promueven para que haga carrera en la universidad (verdadero nido de ideólogos); y terminará comprometido —más o menos a su pesar— en los planes de eugenesia humana de las SS. Martí Domínguez conduce con firmeza un relato que va cobrando cada vez más interés, y en el que las teorías científicas dan paso a hechos de la II Guerra Mundial, tales como el rapto de niños con “rasgos arios”, robados a sus padres por los nazis en Polonia y Ucrania para su “germanización”.
Nos introduce asimismo en las Lebensborn, los centros estatales donde mujeres racialmente puras se dejaban preñar como deber patrio por hombres de las SS, con vistas al mejoramiento genético de los futuros soldados. Sus hijos serían propiedad del Estado. Las escenas escabrosas son las justas, poco las necesita la atmósfera de horror totalitario que se palpa desde las primeras páginas en esta apasionante novela.
Nos introduce asimismo en las Lebensborn, los centros estatales donde mujeres racialmente puras se dejaban preñar como deber patrio por hombres de las SS, con vistas al mejoramiento genético de los futuros soldados. Sus hijos serían propiedad del Estado. Las escenas escabrosas son las justas, poco las necesita la atmósfera de horror totalitario que se palpa desde las primeras páginas en esta apasionante novela.
miércoles, 18 de marzo de 2020
Jamás. El fascismo no se puede resignificar.
Desmontaje de las placas en el cementerio de La Almudena el pasado mes de noviembre. VICTOR SÁIZ
El término resignificación no está en el diccionario de la RAE. Aparecen otros, como mentir, manipular, falsear, blanquear, ofender, difamar o confundir, pero el alcalde de Madrid se ha apoyado en el primero para desmantelar el Memorial de la Almudena, un espacio que los descendientes de las víctimas del franquismo lograron levantar con muchísimo esfuerzo durante años tan largos que llegaron a parecer eternos.
He escrito víctimas del franquismo, y no de la guerra, porque los 2.963 fusilados cuyos nombres pretende borrar el alcalde y que muchos madrileños no olvidaremos jamás, fueron asesinados por el Estado franquista en tiempo de paz, entre 1939 y 1944.
Fueron procesados por una ley criminal —la de Responsabilidades Políticas, que permitía condenar a muerte a los simples militantes de los partidos del Frente Popular— y sentenciados en infames pantomimas que se autodenominaban consejos de guerra cuando ya, insisto, no había guerra.
¿De qué resignificación hablamos? ¿El Ayuntamiento va a certificar que se suicidaron, que murieron de gripe, que nunca existieron, que no llegaron a nacer?
Almeida pretende tapar sus nombres con una frase del presidente Azaña, que tuvo la suerte de morirse en Montauban el 3 de noviembre de 1940, mientras grupos de falangistas y agentes de la Gestapo merodeaban por los alrededores de su casa, al acecho de la oportunidad de detenerle y enviarle a España para que fuera fusilado. (1) ¿Eso también lo va a resignificar? ¿Va a poner las palabras paz, piedad, perdón, en sus aterrados labios de moribundo?
El fascismo no se puede resignificar. Un alcalde democrático debería saberlo, repudiar el crimen, el terror, la crueldad que significa, o dejar de llamarse a sí mismo democrático (2).
Notas... Las notas son del autor.
(1) Lo cual no es sólo una hipótesis. Fue la realidad de lo que le ocurrió al presidente de la Generalitat, Lluís Companys i Jover (Tarrós, 21 de junio de 1882-Barcelona, 15 de octubre de 1940). Quien fue raptado en Francia, traído a España, maltratado, torturado y en una infame pantomima de juicio fraudulento autodenominado consejo de guerra, cuando según ellos mismos ya no había guerra, y ejecutado, una vil actuación del franquismo.
(2) Demuestra una y otra vez que no cejan de la guerra civil y lamentablemente nos muestra su falta real de conciencia y comportamiento democrático. En muchos casos cometen fraude de Ley, pues recurren a la Ley de Memoria Histórica, para poner o mantener a personajes de la dictadura en calles y monumentos cuando la finalidad de la ley es la contraria.
Fuente: El País. Almudena Grandes
https://elpais.com/elpais/2020/02/23/opinion/1582471937_522991.html
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martes, 17 de marzo de 2020
42 juegos e ideas creativas para que los niños sin cole se entretengan en casa.
El pánico inicial de los padres y madres al saber que se suspendían las clases en varias comunidades autónomas por el avance del coronavirus se ha visto reflejado estos días en los grupos de WhatsApp de los coles, que echaban humo. Todo eran dudas: ¿Con quién dejarlos? ¿Cuánto durará esto? ¿Pueden salir al parque? Y, sobre todo, la gran pregunta: ¿Qué hago con los niños en casa tanto tiempo? Si te tocar cuidar de niños estos días, en Verne hemos pensado 42 juegos e ideas para que no os aburráis ni caigáis en la rutina con los mismos de siempre. En la siguiente recopilación se pueden encontrar desde el clásico Veo Veo a apps con las que los más pequeños podrán repasar matemáticas, lengua o inglés. Una lista a la que acudir cuando ya no te queden ideas. Muchos no necesitan más que papel y lápiz y otros incluso pueden servirte para dar una segunda vida a algunos trastos que hay por casa. Y si te toca teletrabajar en casa, aquí te dejamos unos consejos de gente que lleva años haciéndolo.
PARA QUE SE ENTRETENGAN CON ADULTOS
1. El resto cuenta. Es un juego matemático para el que solo hacen falta tres dados y un folio, y que sirve para que los niños perfeccionen las divisiones… Y tú recuerdes cómo se hacían sin utilizar la calculadora. El matemático Jose Ángel Murcia lo recomendaba en Verne como actividad para que los niños pequeños se interesen por las matemáticas.
2. La búsqueda del tesoro. Esconde algo por la casa y dibuja en un folio un plano de tu casa. Mediante pistas y acertijos el niño deberá descubrir dónde está el tesoro.
3. Adivina el personaje. Un jugador piensa en un personaje y el resto deben adivinarlo con preguntas de sí o no.
4. Palabras encadenadas. Un clásico de campamentos y viajes en coche al que puede jugarse también en casa. Ya sabes: “Caracol - cola - lagarto - tomate…” y así sucesivamente.
5. Telarañas caseras. Solo se necesita velcro y fieltro. Con el velcro se hace una telaraña gigante pegada en la pared, y con el fieltro se pueden hacer pequeñas arañas que los niños deberán lanzar sobre el velcro. El objetivo es conseguir que sus animalitos se queden lo más cerca del centro posible.
6. Veo, veo. ¿Qué ves?
7. Cambiar números por palabras. Los jugadores van contando hasta 10. Por ejemplo, si hay dos jugadores, el primer jugador diría “uno”, el segundo “dos”, el primero “tres”... y así sucesivamente. El jugador que llega a 10 sustituye uno de los números por una palabra, y se vuelve a contar. Por ejemplo, si sustituimos el dos por “gato”, el primer jugador diría “uno”, el segundo “gato”, el primero “tres”... Y así hasta llegar a 10 y sustituir otro número por otra palabra.
8. ¿Puedes convertir cuatro cuadrados en tres en solo tres pasos? Se necesitan doce palillos para intentarlo.
9. El árbol de la familia. Consiste en dibujar el árbol de la familia, donde los familiares mayores enseñen a los niños quiénes forman la familia, de generación a generación. Es una buena excusa para rescatar algún álbum de fotos antiguo.
10. Continúa la historia. El primer jugador escribe una frase, le pasa el folio al siguiente y este escribe la siguiente frase del cuento, y vuelve pasarlo… Y así, hasta el “fueron felices y comieron perdices”.
11. Camisetas personalizadas. Si tienes unas camiseta blancas básicas y pintura de ropa, ¡ya tienes una nueva prenda!
12. Stop el lápiz o “Nombre, apellido, cosa, animal”. La versión casera del Scatergories al que seguro que jugaste en clase. Puedes diseñar tú mismo el tablero o imprimir una de las muchas plantillas disponibles online.
13. OSO. Un juego de colocación de letras para el que solo hace falta papel cuadriculado y dos bolígrafos.
14. Los cuadrados. Como OSO, pero dibujando líneas en las cuadrículas para formar cuadrados.
15. Tres en raya. Si quieres ganar siempre, aquí tienes unos consejos.
16. Hundir la flota, hecho con papel.
17. El suelo es lava. Antes que un challenge, fue un juego de niños.
18. ¿Qué ha cambiado? El niño sale de la habitación, cambiamos algo de sitio y tiene que adivinar qué es.
19. El teléfono escacharrado.
20. Escribir mensajes ocultos con papel y limón. También puedes utilizar esta técnica en la búsqueda del tesoro.
21. Repaso de Geografía. No hay cole pero se pueden repasar las banderas, los gentilicios y situar las capitales de provincia. Aquí reunimos algunas formas divertidas para hacerlo.
PARA QUE PUEDAN JUGAR TANTO SOLOS COMO ACOMPAÑADOS
22. Discos matemáticos para imprimir y jugar. MrPrintables es una página web con decenas de actividades para imprimir y jugar, desde manualidades a pasatiempos y juegos matemáticos. Uno de ellos son los discos matemáticos, unas fichas con distintas operaciones matemáticas de cálculo mental en las que hay que rellenar el número que falta para que todas las operaciones den lo mismo. Puedes descargarlos aquí.
23. Leer cuentos. Un clásico, pero nunca falla, sobre todo antes de dormir.
24. Aprender origami. Si tienes décimos de lotería guardados en un cajón desde navidad, es el momento de utilizarlos.
25. Diseño y concurso de aviones de papel. Aquí tienes una guía con 30 modelos.
26. Aprender a hacer flores de papel.
27. Títeres con calcetines. Si te pones un calcetín en la mano, solo necesitas imaginación para construir a tu personaje. La versión más elaborada de este juego es decorar los calcetines cosiendo o pegando botones y telas para caracterizarlo.
28. Tira y dibuja. O escribe. O coloca. El blog de ocio infantil Bebé a Mordor cuenta con una selección de juegos descargables de los denominados roll & write, (tira y dibuja). Son juegos muy sencillos en los que, mediante tiradas de dados, tienes que dibujar un personaje, colocar fichas como si fuera un tetris…
29. Collages. Solo necesitas un folio, tijeras, pegamento y revistas viejas u otros materiales, como papel de regalo. Y que la imaginación haga el resto.
30. Disfraces Do It Yourself. Seguro que nunca se te ha ocurrido disfrazarte con cosas que tengas por casa: sábanas viejas, cartones, papel albal...
31. Plantar legumbres en un algodón mojado.
32. Bolos caseros. Con botellas de plástico vacías y una pelota de tenis.
33. Preparar un postre entre padres e hijos.
34. Un rompecabezas de verdad. Dibuja en una cartulina una imagen y después recórtala en trocitos.
35. A ver si eres capaz de pelar una naranja sin pringarte las manos. Aquí te contamos algún truco.
OPCIONES CON PANTALLA: JUEGOS, PELÍCULAS, APPS...
36. Dibujos animados y películas infantiles en YouTube. En la plataforma se pueden ver películas de dibujos animados clásicos, como a través de la cuenta SoloCartoons, donde los Looney Tunes son los protagonistas. Esta playlist reúne 100 películas infantiles (no de dibujos animados) en español. La distribuidora y productora Cinetel Multimedia ofrece distintos tipo de películas, y también cuenta con listas de dibujos y películas para niños.
37. Duck Duck Moose. Una app gratuita para repasar lengua, matemáticas, música o dibujo de manera gratuita.
38. Películas en streaming gratis con tu carné de la biblioteca. Si tu biblioteca está afiliada a efilm, tienes a tu disposición otra plataforma de contenidos tipo Netflix o HBO. Se trata de un servicio de visionado de películas online público que cuenta con un catálogo de más de 20.000 películas (y algunas series). Ocho comunidades autónomas ya tienen este servicio disponible para sus ciudadanos. Pueden verse en el ordenador y, algunos títulos, también en tabletas, en teléfonos y en la televisión (activando Chromecast, un dispositivo que permite enviar contenidos desde los dispositivos móviles a la pantalla de televisión).
39. Set. Es un juego de cartas al que se puede jugar online en la web del juego o en la página de pasatiempos de The New York Times. Consiste en encontrar tres cartas que cumplan una de estas dos características: o que compartan los mismos atributos (que aparezca el mismo número de símbolos, que sean del mismo color, que tenga la misma forma y el mismo fondo) o que no compartan absolutamente ninguno. El matemático José Ángel Murcia lo recomendaba en Verne para jugar en el coche, aunque en casa engancha igual. Es muy sencillo pero, si quieres ver algunos ejemplos, puedes leer las instrucciones aquí.
40. Karaoke. En YouTube hay algunas playlist de canciones infantiles (como esta) de las que se puede seguir la letra para tener un verdadero karaoke en casa. Suerte con el teletrabajo.
41. Tynker. Una app gratuita que acerca a los niños a la programación.
42. Duolingo. Es una app que sirve para aprender un idioma desde cero o para continuar estudiando los que están aprendiendo.
Si quieres saber más...
..En esta guía de actuación frente al coronavirus puedes encontrar respuestas para saber qué hacer ante la sospecha de padecerlo, cómo prevenirlo el o cómo actuar si se está infectado.
https://verne.elpais.com/verne/2020/03/10/articulo/1583860716_492064.html
PARA QUE SE ENTRETENGAN CON ADULTOS
1. El resto cuenta. Es un juego matemático para el que solo hacen falta tres dados y un folio, y que sirve para que los niños perfeccionen las divisiones… Y tú recuerdes cómo se hacían sin utilizar la calculadora. El matemático Jose Ángel Murcia lo recomendaba en Verne como actividad para que los niños pequeños se interesen por las matemáticas.
2. La búsqueda del tesoro. Esconde algo por la casa y dibuja en un folio un plano de tu casa. Mediante pistas y acertijos el niño deberá descubrir dónde está el tesoro.
3. Adivina el personaje. Un jugador piensa en un personaje y el resto deben adivinarlo con preguntas de sí o no.
4. Palabras encadenadas. Un clásico de campamentos y viajes en coche al que puede jugarse también en casa. Ya sabes: “Caracol - cola - lagarto - tomate…” y así sucesivamente.
5. Telarañas caseras. Solo se necesita velcro y fieltro. Con el velcro se hace una telaraña gigante pegada en la pared, y con el fieltro se pueden hacer pequeñas arañas que los niños deberán lanzar sobre el velcro. El objetivo es conseguir que sus animalitos se queden lo más cerca del centro posible.
6. Veo, veo. ¿Qué ves?
7. Cambiar números por palabras. Los jugadores van contando hasta 10. Por ejemplo, si hay dos jugadores, el primer jugador diría “uno”, el segundo “dos”, el primero “tres”... y así sucesivamente. El jugador que llega a 10 sustituye uno de los números por una palabra, y se vuelve a contar. Por ejemplo, si sustituimos el dos por “gato”, el primer jugador diría “uno”, el segundo “gato”, el primero “tres”... Y así hasta llegar a 10 y sustituir otro número por otra palabra.
8. ¿Puedes convertir cuatro cuadrados en tres en solo tres pasos? Se necesitan doce palillos para intentarlo.
9. El árbol de la familia. Consiste en dibujar el árbol de la familia, donde los familiares mayores enseñen a los niños quiénes forman la familia, de generación a generación. Es una buena excusa para rescatar algún álbum de fotos antiguo.
10. Continúa la historia. El primer jugador escribe una frase, le pasa el folio al siguiente y este escribe la siguiente frase del cuento, y vuelve pasarlo… Y así, hasta el “fueron felices y comieron perdices”.
11. Camisetas personalizadas. Si tienes unas camiseta blancas básicas y pintura de ropa, ¡ya tienes una nueva prenda!
12. Stop el lápiz o “Nombre, apellido, cosa, animal”. La versión casera del Scatergories al que seguro que jugaste en clase. Puedes diseñar tú mismo el tablero o imprimir una de las muchas plantillas disponibles online.
13. OSO. Un juego de colocación de letras para el que solo hace falta papel cuadriculado y dos bolígrafos.
14. Los cuadrados. Como OSO, pero dibujando líneas en las cuadrículas para formar cuadrados.
15. Tres en raya. Si quieres ganar siempre, aquí tienes unos consejos.
16. Hundir la flota, hecho con papel.
17. El suelo es lava. Antes que un challenge, fue un juego de niños.
18. ¿Qué ha cambiado? El niño sale de la habitación, cambiamos algo de sitio y tiene que adivinar qué es.
19. El teléfono escacharrado.
20. Escribir mensajes ocultos con papel y limón. También puedes utilizar esta técnica en la búsqueda del tesoro.
21. Repaso de Geografía. No hay cole pero se pueden repasar las banderas, los gentilicios y situar las capitales de provincia. Aquí reunimos algunas formas divertidas para hacerlo.
PARA QUE PUEDAN JUGAR TANTO SOLOS COMO ACOMPAÑADOS
22. Discos matemáticos para imprimir y jugar. MrPrintables es una página web con decenas de actividades para imprimir y jugar, desde manualidades a pasatiempos y juegos matemáticos. Uno de ellos son los discos matemáticos, unas fichas con distintas operaciones matemáticas de cálculo mental en las que hay que rellenar el número que falta para que todas las operaciones den lo mismo. Puedes descargarlos aquí.
23. Leer cuentos. Un clásico, pero nunca falla, sobre todo antes de dormir.
24. Aprender origami. Si tienes décimos de lotería guardados en un cajón desde navidad, es el momento de utilizarlos.
25. Diseño y concurso de aviones de papel. Aquí tienes una guía con 30 modelos.
26. Aprender a hacer flores de papel.
27. Títeres con calcetines. Si te pones un calcetín en la mano, solo necesitas imaginación para construir a tu personaje. La versión más elaborada de este juego es decorar los calcetines cosiendo o pegando botones y telas para caracterizarlo.
28. Tira y dibuja. O escribe. O coloca. El blog de ocio infantil Bebé a Mordor cuenta con una selección de juegos descargables de los denominados roll & write, (tira y dibuja). Son juegos muy sencillos en los que, mediante tiradas de dados, tienes que dibujar un personaje, colocar fichas como si fuera un tetris…
29. Collages. Solo necesitas un folio, tijeras, pegamento y revistas viejas u otros materiales, como papel de regalo. Y que la imaginación haga el resto.
30. Disfraces Do It Yourself. Seguro que nunca se te ha ocurrido disfrazarte con cosas que tengas por casa: sábanas viejas, cartones, papel albal...
31. Plantar legumbres en un algodón mojado.
32. Bolos caseros. Con botellas de plástico vacías y una pelota de tenis.
33. Preparar un postre entre padres e hijos.
34. Un rompecabezas de verdad. Dibuja en una cartulina una imagen y después recórtala en trocitos.
35. A ver si eres capaz de pelar una naranja sin pringarte las manos. Aquí te contamos algún truco.
OPCIONES CON PANTALLA: JUEGOS, PELÍCULAS, APPS...
36. Dibujos animados y películas infantiles en YouTube. En la plataforma se pueden ver películas de dibujos animados clásicos, como a través de la cuenta SoloCartoons, donde los Looney Tunes son los protagonistas. Esta playlist reúne 100 películas infantiles (no de dibujos animados) en español. La distribuidora y productora Cinetel Multimedia ofrece distintos tipo de películas, y también cuenta con listas de dibujos y películas para niños.
37. Duck Duck Moose. Una app gratuita para repasar lengua, matemáticas, música o dibujo de manera gratuita.
38. Películas en streaming gratis con tu carné de la biblioteca. Si tu biblioteca está afiliada a efilm, tienes a tu disposición otra plataforma de contenidos tipo Netflix o HBO. Se trata de un servicio de visionado de películas online público que cuenta con un catálogo de más de 20.000 películas (y algunas series). Ocho comunidades autónomas ya tienen este servicio disponible para sus ciudadanos. Pueden verse en el ordenador y, algunos títulos, también en tabletas, en teléfonos y en la televisión (activando Chromecast, un dispositivo que permite enviar contenidos desde los dispositivos móviles a la pantalla de televisión).
39. Set. Es un juego de cartas al que se puede jugar online en la web del juego o en la página de pasatiempos de The New York Times. Consiste en encontrar tres cartas que cumplan una de estas dos características: o que compartan los mismos atributos (que aparezca el mismo número de símbolos, que sean del mismo color, que tenga la misma forma y el mismo fondo) o que no compartan absolutamente ninguno. El matemático José Ángel Murcia lo recomendaba en Verne para jugar en el coche, aunque en casa engancha igual. Es muy sencillo pero, si quieres ver algunos ejemplos, puedes leer las instrucciones aquí.
40. Karaoke. En YouTube hay algunas playlist de canciones infantiles (como esta) de las que se puede seguir la letra para tener un verdadero karaoke en casa. Suerte con el teletrabajo.
41. Tynker. Una app gratuita que acerca a los niños a la programación.
42. Duolingo. Es una app que sirve para aprender un idioma desde cero o para continuar estudiando los que están aprendiendo.
Si quieres saber más...
..En esta guía de actuación frente al coronavirus puedes encontrar respuestas para saber qué hacer ante la sospecha de padecerlo, cómo prevenirlo el o cómo actuar si se está infectado.
https://verne.elpais.com/verne/2020/03/10/articulo/1583860716_492064.html
Mucho peor de lo que parece. El virus y la economía (I)
¿Un simple virus puede poner en solfa al mundo entero? ¿Una economía mundial tan potente y asentada pueda estar en peligro por esa causa? ¿Se pueden venir abajo las bolsas sólo por el efecto de la propagación de un virus? ¿Qué está pasando y qué puede pasar, por qué tanta alarma?
Es normal que la mayoría de la gente se haga este tipo de preguntas pero me temo que las respuestas que se están dando son confusas y que generan más dudas de las que resuelven.
Sobre la epidemia, lo cierto es que todavía no se sabe bien cuál puede ser su verdadera magnitud. Parece ser que si se aplican medidas de aislamiento e higiene que eviten su propagación, sobre todo a personas especialmente vulnerables, en muy pocas semanas se podría frenar su expansión sin que se produzca un efecto especialmente dramático. Eso es lo que parece que ha ocurrido en China, gracias a que allí hay un sistema de toma de decisiones muy centralizado, dictatorial, y en donde se han podido aplicar recursos millonarios para aislar a la población. Pero es difícil que se pueda actuar del mismo modo en otros países, de modo que no se puede descartar un contagio exponencial que afecte a millones de personas en unas cuantas semanas.
Diferentes estudios realizados en los últimos años sobre los efectos económicos de este tipo de epidemias nos permiten saber algunas cosas. Primero, que es seguro que lo que está pasando tendrá consecuencias y costes; segundo, que su efecto final dependerá del tiempo que dure la alarma y del frenazo de la actividad que produzca; y, tercero, que sólo si se actuara con gran ineficacia y se alcanzara un nivel de mortalidad ahora mismo posiblemente impensable (más 15 millones de muertos al año), quizá se produciría un coste que comenzaría a ser más o menos equivalente al que supuso la última gran crisis.
A pesar de eso, a mi me parece que el peligro al que nos enfrentamos no es la difusión de un virus ni aunque este fuese mucho más letal de lo que ahora podamos imaginar que llegue a ser el coronavirus en el peor de los casos.
El problema grave que tenemos delante de nuestras narices y al que no le estamos dando la importancia que tiene es la situación en la que se encuentra el sistema en el que vivimos, el capitalismo de nuestros días. Un sistema complejo que tiene propiedades que le hacen funcionar de un modo muy específico.
Estos sistemas, como el capitalismo, son imprevisibles y permanentemente inestables, y de ahí que sea muy difícil predecir cuál será su evolución. Pero sí sabemos, sin embargo, algunas cosas importantes sobre su funcionamiento y evolución y, sobre todo, sobre lo que puede hacer que colapsen.
Sabemos, por ejemplo, que los sistemas complejos como el capitalismo viven al borde o expuestos permanentemente al fallo sistémico y fatal, que tienden constantemente a la crisis y que están siempre en peligro de colapsar, precisamente porque su complejidad no es otra cosa que inestabilidad y desorden.
Pero, al mismo tiempo, también sabemos que la gran probabilidad de fracaso, de fatalidad, que acompaña a cualquier sistema complejo hace que generen en su seno constantes y potentes elementos de protección. Por eso pueden resultar muy seguros a pesar de ser, al mismo tiempo, muy propensos al colapso. Precisamente por eso.
En segundo lugar, sabemos también que los sistemas complejos casi nunca colapsan por el efecto de un solo fenómeno. Para que se produzca un fallo total, sistémico, fatal, para que colapsen, es necesario que concurran diferentes fallos al mismo tiempo.
Y es muy importante saber que estos sistemas funcionan siempre en condiciones degradadas, es decir, con muchos fallos latentes que es imposible erradicar, bien porque se desconocen, porque no compensa o porque no se quiere asumir el coste de eliminarlos en todo o en parte.
Las consecuencias de esto que sabemos sobre los sistemas complejos son de aplicación a lo que está pasando con la epidemia del coronavirus
En primer lugar, que es muy difícil que resulte tan fatal como se está creyendo. El sistema se está defendiendo del «fallo» en su funcionamiento que supone el coronavirus con mecanismos del propio sistema que son seguramente mucho más potentes de los que serían realmente necesarios para evitar que se convierta en un peligro global o letal. Y, como he dicho, es altísimamente improbable, por no decir, imposible, que el sistema en su conjunto se vea afectado fatalmente por un solo fallo o factor.
Pero, en segundo lugar, hay algo que es mucho más preocupante.
La epidemia del coronavirus constituye un fallo añadido en el sistema que si se contempla linealmente puede parecer poca cosa. Pero que puede resultar de efectos muy graves si se tiene en cuenta que su presencia muta la condición del sistema en su conjunto porque interactúa con otros de sus fallos latentes. Es decir, el coronavirus es realmente peligroso no por lo que supone en sí mismo sino porque aumenta mucho la degradación del sistema en su conjunto, en mucha mayor proporción de la que correspondería a su aislada naturaleza de epidemia sanitaria.
A mi juicio, la extraordinaria gravedad del coronavirus no es el daño que produciría una epidemia si se pudiera contemplar aisladamente, sino la aceleración del efecto degradante o destructor de los demás fallos que estaban más o menos contenidos hasta ahora.
Ya escribí hace unos meses que se estaba gestando una crisis de muchos frentes pero que -a corto plazo- tenía tres manifestaciones o vías de expansión principales: las bolsas, que han alcanzado una sobrevaloración disparatada que las lleva a estallar antes o después; la deuda en crecimiento insostenible; y el bloqueo de la oferta como consecuencia de la continua caída de la rentabilidad del capital material en favor del beneficio financiero.
Los problemas que puede traer ahora la propagación del coronavirus tienen que ver justamente con esa crisis de oferta que ya en los últimos meses se estaba produciendo en casi toda la economía mundial en forma de una desaceleración relativamente atenuada.
Ahora, las respuestas que inevitablemente van a tener que adoptar los gobiernos para evitar el contagio van a bloquear todavía más la oferta y sus consecuencias van a ser varias, pero todas con algo en común: reactivar los fallos hasta ahora latentes o adormecidos.
En primer lugar, va a disminuir la producción, se van a desarticular los canales de suministro y distribución, van a producirse carencias de aprovisionamiento a escala global y la crisis empresarial va a generalizarse, disminuyendo mucho más la rentabilidad del capital que mueve los motores de la economía productiva. La crisis de oferta va a ser muy fuerte.
En segundo lugar, va a aumentar la deuda empresarial y la dificultad para hacerle frente por parte de miles de empresas, especialmente por las «zombis» que hasta ahora han estado manteniendo su actividad a base de más deuda, pero sin generar beneficio suficiente.
En tercer lugar, el cambio de expectativas, la posibilidad de que se produzcan quiebras en cadena y movimientos extremos por parte de las autoridades en materia de gasto e intervención financiera, van a producir un caos bursátil de la mano de las operaciones automatizadas, de los algoritmos que utilizan los grandes fondos especulativos. Las bolsas, como ya anticipé, son ahora mismo el eslabón más débil y volátil del capitalismo, estaban a punto de saltar y el virus va a hacer que estallen sin remedio.
En cuarto lugar, todo eso va a afectar al sector financiero que perderá negocio solvente y frenará la financiación, amplificando los problemas anteriores, cuando no sufriendo él mismo una nueva crisis financiera.
En quinto lugar, la intervención de las autoridades va a ser bastante complicada y poco efectiva porque ahora no se trata de impulsar la demanda inyectando capacidad de gasto (que hará falta) sino de poner en pie la oferta, y eso es mucho más difícil cuando las empresas cierran y las redes productivas se han boqueado.
En sexto lugar, no descarto que, precisamente por el bloqueo de la oferta, se produzca un rebrote inflacionario que pondría a los bancos centrales ante un dilema terrible, pues estarían obligados a frenarlo. Y entonces estará por ver cómo podrán soplar y sorber al mismo tiempo, es decir, hacer política expansiva y contractiva a la vez.
Si no se toman medidas drásticas para evitar los contagios, si no se aísla a la población, la expansión de la pandemia es casi segura y esa expectativa de crisis paralizaría la actividad. Pero la cuarentena y el aislamiento también la frenará sin remedio. No hay salida. Pero el problema no es el virus, sino un sistema complejo en el que un fallo aparentemente sin demasiada importancia puede reactivar otros fallos hasta ahora latentes o medio controlados. Y es esa conjunción de factores lo que va a crear una situación nueva y que representa un peligro muy serio.
Si los fallos latentes diversos se hacen expresos y si su aparición coincidente los convierte en un fallo único y estructural, nos vamos a enfrentar a un problema económico hasta ahora desconocido en la época del capitalismo globalizado y neoliberal.
Y las recetas que los gobiernos y las autoridades monetarias han venido utilizando no les van a servir. Ahora tendrían que pensar «al revés» de como lo han hecho hasta ahora desde hace décadas y eso no les va a resultar fácil. No tienen soluciones porque ni siquiera se pueden imaginar cuál es la naturaleza del problema que tienen por delante. De ahí que estén desorientados y sin saber bien qué hacer.
El virus es la pequeña mariposa de la teoría del caos: el suave movimiento que producen sus alas en una esquina del planeta se está empezando a traducir en una tempestad a miles de kilómetros. La gente lo intuye con más sabiduría que los políticos y economistas que siguen creyendo que sólo se trata de tomar medidas sanitarias acompañadas de otras cuantas económicas convencionales, cuando el peligro verdadero está en otro lado, en los fallos estructurales del sistema que el virus puede haber reactivado ya.
Hablaré de alternativas en el siguiente artículo pero anticipo la principal: es obligado que vivamos de otro modo.
Publicado en lapoliticaonline.es el 12 de marzo de 2020
Fuente: https://www.juantorreslopez.com/el-virus-y-la-economia-1-mucho-peor-de-lo-que-parece/#more-8540
Es normal que la mayoría de la gente se haga este tipo de preguntas pero me temo que las respuestas que se están dando son confusas y que generan más dudas de las que resuelven.
Sobre la epidemia, lo cierto es que todavía no se sabe bien cuál puede ser su verdadera magnitud. Parece ser que si se aplican medidas de aislamiento e higiene que eviten su propagación, sobre todo a personas especialmente vulnerables, en muy pocas semanas se podría frenar su expansión sin que se produzca un efecto especialmente dramático. Eso es lo que parece que ha ocurrido en China, gracias a que allí hay un sistema de toma de decisiones muy centralizado, dictatorial, y en donde se han podido aplicar recursos millonarios para aislar a la población. Pero es difícil que se pueda actuar del mismo modo en otros países, de modo que no se puede descartar un contagio exponencial que afecte a millones de personas en unas cuantas semanas.
Diferentes estudios realizados en los últimos años sobre los efectos económicos de este tipo de epidemias nos permiten saber algunas cosas. Primero, que es seguro que lo que está pasando tendrá consecuencias y costes; segundo, que su efecto final dependerá del tiempo que dure la alarma y del frenazo de la actividad que produzca; y, tercero, que sólo si se actuara con gran ineficacia y se alcanzara un nivel de mortalidad ahora mismo posiblemente impensable (más 15 millones de muertos al año), quizá se produciría un coste que comenzaría a ser más o menos equivalente al que supuso la última gran crisis.
A pesar de eso, a mi me parece que el peligro al que nos enfrentamos no es la difusión de un virus ni aunque este fuese mucho más letal de lo que ahora podamos imaginar que llegue a ser el coronavirus en el peor de los casos.
El problema grave que tenemos delante de nuestras narices y al que no le estamos dando la importancia que tiene es la situación en la que se encuentra el sistema en el que vivimos, el capitalismo de nuestros días. Un sistema complejo que tiene propiedades que le hacen funcionar de un modo muy específico.
Estos sistemas, como el capitalismo, son imprevisibles y permanentemente inestables, y de ahí que sea muy difícil predecir cuál será su evolución. Pero sí sabemos, sin embargo, algunas cosas importantes sobre su funcionamiento y evolución y, sobre todo, sobre lo que puede hacer que colapsen.
Sabemos, por ejemplo, que los sistemas complejos como el capitalismo viven al borde o expuestos permanentemente al fallo sistémico y fatal, que tienden constantemente a la crisis y que están siempre en peligro de colapsar, precisamente porque su complejidad no es otra cosa que inestabilidad y desorden.
Pero, al mismo tiempo, también sabemos que la gran probabilidad de fracaso, de fatalidad, que acompaña a cualquier sistema complejo hace que generen en su seno constantes y potentes elementos de protección. Por eso pueden resultar muy seguros a pesar de ser, al mismo tiempo, muy propensos al colapso. Precisamente por eso.
En segundo lugar, sabemos también que los sistemas complejos casi nunca colapsan por el efecto de un solo fenómeno. Para que se produzca un fallo total, sistémico, fatal, para que colapsen, es necesario que concurran diferentes fallos al mismo tiempo.
Y es muy importante saber que estos sistemas funcionan siempre en condiciones degradadas, es decir, con muchos fallos latentes que es imposible erradicar, bien porque se desconocen, porque no compensa o porque no se quiere asumir el coste de eliminarlos en todo o en parte.
Las consecuencias de esto que sabemos sobre los sistemas complejos son de aplicación a lo que está pasando con la epidemia del coronavirus
En primer lugar, que es muy difícil que resulte tan fatal como se está creyendo. El sistema se está defendiendo del «fallo» en su funcionamiento que supone el coronavirus con mecanismos del propio sistema que son seguramente mucho más potentes de los que serían realmente necesarios para evitar que se convierta en un peligro global o letal. Y, como he dicho, es altísimamente improbable, por no decir, imposible, que el sistema en su conjunto se vea afectado fatalmente por un solo fallo o factor.
Pero, en segundo lugar, hay algo que es mucho más preocupante.
La epidemia del coronavirus constituye un fallo añadido en el sistema que si se contempla linealmente puede parecer poca cosa. Pero que puede resultar de efectos muy graves si se tiene en cuenta que su presencia muta la condición del sistema en su conjunto porque interactúa con otros de sus fallos latentes. Es decir, el coronavirus es realmente peligroso no por lo que supone en sí mismo sino porque aumenta mucho la degradación del sistema en su conjunto, en mucha mayor proporción de la que correspondería a su aislada naturaleza de epidemia sanitaria.
A mi juicio, la extraordinaria gravedad del coronavirus no es el daño que produciría una epidemia si se pudiera contemplar aisladamente, sino la aceleración del efecto degradante o destructor de los demás fallos que estaban más o menos contenidos hasta ahora.
Ya escribí hace unos meses que se estaba gestando una crisis de muchos frentes pero que -a corto plazo- tenía tres manifestaciones o vías de expansión principales: las bolsas, que han alcanzado una sobrevaloración disparatada que las lleva a estallar antes o después; la deuda en crecimiento insostenible; y el bloqueo de la oferta como consecuencia de la continua caída de la rentabilidad del capital material en favor del beneficio financiero.
Los problemas que puede traer ahora la propagación del coronavirus tienen que ver justamente con esa crisis de oferta que ya en los últimos meses se estaba produciendo en casi toda la economía mundial en forma de una desaceleración relativamente atenuada.
Ahora, las respuestas que inevitablemente van a tener que adoptar los gobiernos para evitar el contagio van a bloquear todavía más la oferta y sus consecuencias van a ser varias, pero todas con algo en común: reactivar los fallos hasta ahora latentes o adormecidos.
En primer lugar, va a disminuir la producción, se van a desarticular los canales de suministro y distribución, van a producirse carencias de aprovisionamiento a escala global y la crisis empresarial va a generalizarse, disminuyendo mucho más la rentabilidad del capital que mueve los motores de la economía productiva. La crisis de oferta va a ser muy fuerte.
En segundo lugar, va a aumentar la deuda empresarial y la dificultad para hacerle frente por parte de miles de empresas, especialmente por las «zombis» que hasta ahora han estado manteniendo su actividad a base de más deuda, pero sin generar beneficio suficiente.
En tercer lugar, el cambio de expectativas, la posibilidad de que se produzcan quiebras en cadena y movimientos extremos por parte de las autoridades en materia de gasto e intervención financiera, van a producir un caos bursátil de la mano de las operaciones automatizadas, de los algoritmos que utilizan los grandes fondos especulativos. Las bolsas, como ya anticipé, son ahora mismo el eslabón más débil y volátil del capitalismo, estaban a punto de saltar y el virus va a hacer que estallen sin remedio.
En cuarto lugar, todo eso va a afectar al sector financiero que perderá negocio solvente y frenará la financiación, amplificando los problemas anteriores, cuando no sufriendo él mismo una nueva crisis financiera.
En quinto lugar, la intervención de las autoridades va a ser bastante complicada y poco efectiva porque ahora no se trata de impulsar la demanda inyectando capacidad de gasto (que hará falta) sino de poner en pie la oferta, y eso es mucho más difícil cuando las empresas cierran y las redes productivas se han boqueado.
En sexto lugar, no descarto que, precisamente por el bloqueo de la oferta, se produzca un rebrote inflacionario que pondría a los bancos centrales ante un dilema terrible, pues estarían obligados a frenarlo. Y entonces estará por ver cómo podrán soplar y sorber al mismo tiempo, es decir, hacer política expansiva y contractiva a la vez.
Si no se toman medidas drásticas para evitar los contagios, si no se aísla a la población, la expansión de la pandemia es casi segura y esa expectativa de crisis paralizaría la actividad. Pero la cuarentena y el aislamiento también la frenará sin remedio. No hay salida. Pero el problema no es el virus, sino un sistema complejo en el que un fallo aparentemente sin demasiada importancia puede reactivar otros fallos hasta ahora latentes o medio controlados. Y es esa conjunción de factores lo que va a crear una situación nueva y que representa un peligro muy serio.
Si los fallos latentes diversos se hacen expresos y si su aparición coincidente los convierte en un fallo único y estructural, nos vamos a enfrentar a un problema económico hasta ahora desconocido en la época del capitalismo globalizado y neoliberal.
Y las recetas que los gobiernos y las autoridades monetarias han venido utilizando no les van a servir. Ahora tendrían que pensar «al revés» de como lo han hecho hasta ahora desde hace décadas y eso no les va a resultar fácil. No tienen soluciones porque ni siquiera se pueden imaginar cuál es la naturaleza del problema que tienen por delante. De ahí que estén desorientados y sin saber bien qué hacer.
El virus es la pequeña mariposa de la teoría del caos: el suave movimiento que producen sus alas en una esquina del planeta se está empezando a traducir en una tempestad a miles de kilómetros. La gente lo intuye con más sabiduría que los políticos y economistas que siguen creyendo que sólo se trata de tomar medidas sanitarias acompañadas de otras cuantas económicas convencionales, cuando el peligro verdadero está en otro lado, en los fallos estructurales del sistema que el virus puede haber reactivado ya.
Hablaré de alternativas en el siguiente artículo pero anticipo la principal: es obligado que vivamos de otro modo.
Publicado en lapoliticaonline.es el 12 de marzo de 2020
Fuente: https://www.juantorreslopez.com/el-virus-y-la-economia-1-mucho-peor-de-lo-que-parece/#more-8540
lunes, 16 de marzo de 2020
¿Miedo y ansiedad por la crisis del coronavirus? Estos son los consejos de los psicólogos para tranquilizarte. Prestar atención a los cuidados relacionados con la prevención de la transmisión y tratar de mantener la calma, entre los factores clave según los psicólogos.
Frente a la incertidumbre que generan este tipo de situaciones de emergencia sanitaria y reordenamiento social, el Colegio de Psicólogos de Madrid emitió esta misma semana un comunicado para superar el malestar emocional aportando consejos tanto para las personas que no tienen relación directa con el virus como para los que sí lo están.
Si no estás afectado por la enfermedad
Aquí la ansiedad puede manifestarse de varias formas: con nerviosismo, agitación, estado de alerta; no poder dejar de pensar en otra cosa; necesitar estar permanentemente viendo y oyendo informaciones sobre el coronavirus; dificultad para desarrollar labores cotidianas. También se percibe en aquellas personas a las que les está costando conciliar el sueño y a las que les «cuesta controlar su preocupación y pregunta persistentemente a sus familiares por su estado de salud, advirtiéndoles de los graves peligros que corren cada vez que salen del domicilio».
Frente a esta situación, el colegio de psicólogos propone:
Identificar pensamientos que puedan generarte malestar. «Pensar constantemente en la enfermedad puede hacer que aparezcan o se acentúen síntomas que incrementen su malestar emocional».
Reconocer nuestras emociones y aceptarlas. «Si es necesario, comparta su situación con las personas más cercanas a usted para encontrar la ayuda y el apoyo que necesita».
Cuestiónate: busca pruebas de realidad y datos fiables. «Conozca los hechos y los datos fiables que ofrecen los medios oficiales y científicos y evite información que no provenga de estas fuentes, evitando información e imágenes alarmistas».
Informe a sus seres queridos de manera realista. «En el caso de menores o personas especialmente vulnerables como ancianos, no les mienta y proporcionales explicaciones veraces y adaptadas a su nivel de comprensión».
Evita la sobreinformación. «Estar permanentemente conectado no le hará estar mejor informado y podría aumentar su sensación de riesgo y nerviosismo innecesariamente».
Contrasta la información que compartas. «Si usa redes sociales para informarse, procure hacerlo con fuentes oficiales».
Cómo autocuidarse en estos casos: los colegiados de la comunidad de Madrid recomiendan mantener «una actitud optimista y objetiva». Evitar hablar permanentemente del tema, apoyarse en familia y amigos y a ayudar a familiares y amigos a mantener la calma y un pensamiento «adaptativo a cada situación», además de procurar llevar una vida normal en la que no se alimente el miedo de los demás.
Si perteneces a la población de riego según las autoridades sanitarias
Aquí el colegio de psicólogos propone:
Seguir las recomendaciones y medidas de prevención que determinen las autoridades sanitarias. «Confíe en ellos porque saben lo que tienen que hacer. Ellos tienen los conocimientos y los medios».
Informarse de forma realista.
No trivializar su riesgo «para intentar evadir la sensación de miedo o aprensión a la enfermedad».
Tampoco magnificarlo. Ser precavido y prudente sin alarmarse.
Si te recomendaran medidas de aislamiento, ten presente que «es un escenario que puede llevarle a sentir estrés, ansiedad, soledad, frustración, aburrimiento y/o enfado, junto con sentimientos de miedo y desesperanza, cuyos efectos pueden durar o aparecer incluso posteriormente al confinamiento. Trate de mantenerse ocupado y conectado con sus seres queridos».
Genera una rutina diaria y aproveche para hacer aquellas cosas que te gustan pero que habitualmente por falta de tiempo no puede realizar (leer libros, ver películas, etc.).
Si estás padeciendo la enfermedad
Además de seguir las recomendaciones anteriores, los colegiados apuntan varios puntos clave para el autocuidado:
Maneja tus pensamientos intrusivos. «No se ponga en lo peor anticipadamente».
No te alarmes innecesariamente. «Sea realista. La inmensa mayoría de las personas se están curando».
Cuando sientas miedo, apóyate en la experiencia que tienes en situaciones similares. «Puede que ahora no lo asocie por tener percepción de mayor gravedad. Piense cuántas enfermedades ha superado en su vida con éxito».
El teléfono como foco de ansiedad
«Tengo ansiedad porque todas las conversaciones, grupos de WhatsApp, telediarios y timelines de redes sociales (bueno, menos Instagram, que como siempre va más a su bola) van sobre el mismo tema. Es imposible escapar del bucle en ningún momento», explica Lucía Benito, una barcelonesa embarazada de cinco meses que está sufriendo malestar emocional y físico por el ciclo informativo y la alarma sanitaria del coronavirus. Lucía, como buena parte de la población, está trabajando en remoto desde casa. «Como embarazada echo de menos más información específica sobre cómo nos afecta, he leído cosas contradictorias sobre los efectos del virus en la gestación. Tengo un poco de taquicardia por las noches (aunque es normal tenerla durante mi estado) y me cuesta bastante concentrarme en el trabajo», añade. Lucía no está sola. «No veo la tele pero es imposible aislarse, tengo la ansiedad disparada», explica Cristina González, trabajadora social en un ayuntamiento de la provincia de Barcelona. El coronavirus ha invadido chats familiares en los que se prodigan notas de audio, bulos, sobre supuestos desbordamientos hospitalarios. Está en fotos virales de supermercados vacíos que ridiculizan a ciertos sectores de la población. También en memes racistas sobre la epidemia y es el protagonista de los brotes de histeria en conversaciones de WhatsApp, donde se especula con supuestos cierres aéreos o de fronteras sin ningún tipo de confirmación oficial o gubernamental.
Abrir las redes sociales estos días no es tarea fácil, en especial para aquellas personas que conviven con elevados índices de ansiedad. «Me siento agotada, me va a estallar la cabeza. Estoy telebrajando en casa y conectarme a redes o mirar el móvil me genera muchísima ansiedad», explica Laura Montes, una trabajadora del sector de la comunicación de 38 años. Su situación se engloba dentro de la población de riesgo. «Los pacientes que previamente tienen un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) o sufren de ansiedad generalizada son población de riesgo a nivel psicológico en este momento y estamos recibiendo muchísimas consultas en relación a la incertidumbre que les genera el coronavirus. Tanto para ellos como para el resto es importante mantener la calma, no ser alarmista y seguir las recomendaciones que se dan desde sanidad», aconseja la psicóloga Silvia García Graullera, experta en trastornos de ansiedad y directora del centro PSICIA.
Aprender a reconocer tus miedos
«El miedo no es una emoción ‘mala’ de por sí», aclara el psicólogo Rafael García. «Lo que es ‘malo’ es que aparezca cuando no es adaptativo (en una situación donde no corremos riesgo); que no aparezca cuando sería adaptativo que lo hiciese (en una situación de riesgo) o que aparezca con una intensidad tal que nos bloquea» advierte antes de analizar la sensación de malestar emocional generalizado por la alarma sanitaria. Una situación excepcional en la que la brecha social y de cuidados también incide. No es lo mismo afrontar una llamada a la reclusión con cuidado de niños y teletrabajo sin ningún tipo de ayuda que con la posibilidad (y dinero) para tenerla.
Nuestras experiencias y traumas pasados, además, pueden influir de forma problemática en este periodo extraordinario. «El hecho de haber vivido situaciones traumáticas (en el caso que nos concierne hablaríamos de enfermedades propias o ajenas o muertes de seres queridos) puede alterar la relación que tengamos con nuestro mundo emocional y, desde ahí, vivir el miedo en este caso desde un lugar inapropiado», adelanta. Para García, lo importante es poner contexto al miedo al que nos enfrentamos en este momento. «Para manejar la ansiedad frente a la alarma sanitaria creo que sería importante que cada uno escuchase el mensaje de su miedo. ¿Ese miedo sería a contagiarse y morir, a contagiar y matar, a que se contagien nuestros seres queridos, a una pérdida económica, al aislamiento, a estar desabastecido, a sentir el rechazo, a no poder asumir responsabilidades de cuidado…? Sería importante conocer a ese miedo: si es un miedo antiguo; si es nuevo o si lo ha aprendido de alguien».
Controlar el consumo de información (con fuentes fiables) Los consejos de García pasan por poner contexto a nuestros miedos y tratar de calmarlos «recursos personales que nos regulen emocionalmente» y un consumo de noticias limitado, poniendo el foco en medios de comunicación oficiales. «La búsqueda excesiva de información es una acción que nos ofrece el control para calmar el miedo, pero que paradójicamente lo aumenta puesto que alimenta lo obsesivo frente a lo racional. Hacer un uso adecuado de la información (sobre todo aquella que provenga de medios oficiales) y concederle un espacio mental también adecuado nos puede ayudar a transitar por las circunstancias actuales de una forma lo más sana posible».
Buscar fuentes fiables es otra recomendación de la psicóloga Yolanda Cuevas Ayneto. «Debemos limitar la exposición a los medios de comunicación. La información nos aporta seguridad pero si nos empachamos nos confunde y aumenta la vulnerabilidad. Pero, recuerda, ser vulnerable no anula tus recursos», apunta. La psicóloga, como remedio, aconseja «practicar el autocuidado» en este estado excepcional con el autoconocimiento. «Se puede aprender a calmar tu mente de esos pensamientos de ansiedad anticipatoria, pensamientos alarmistas y pesimistas. Se puede conectar con tu respiración, sentir el aire entrar y salir, su recorrido y cada vez que te vayas a esos pensamientos volver a llevar la atención a la nariz ese lugar por donde entra y sale el aire. Una y otra vez, sin dejarte llevar por los juicios. No se trata de no tener pensamientos sino de saberlos acompañar y soltar».
https://smoda.elpais.com/belleza/miedo-y-ansiedad-por-la-crisis-del-coronavirus-estos-son-los-consejos-de-los-psicologos-para-tranquilizarte/
Si no estás afectado por la enfermedad
Aquí la ansiedad puede manifestarse de varias formas: con nerviosismo, agitación, estado de alerta; no poder dejar de pensar en otra cosa; necesitar estar permanentemente viendo y oyendo informaciones sobre el coronavirus; dificultad para desarrollar labores cotidianas. También se percibe en aquellas personas a las que les está costando conciliar el sueño y a las que les «cuesta controlar su preocupación y pregunta persistentemente a sus familiares por su estado de salud, advirtiéndoles de los graves peligros que corren cada vez que salen del domicilio».
Frente a esta situación, el colegio de psicólogos propone:
Identificar pensamientos que puedan generarte malestar. «Pensar constantemente en la enfermedad puede hacer que aparezcan o se acentúen síntomas que incrementen su malestar emocional».
Reconocer nuestras emociones y aceptarlas. «Si es necesario, comparta su situación con las personas más cercanas a usted para encontrar la ayuda y el apoyo que necesita».
Cuestiónate: busca pruebas de realidad y datos fiables. «Conozca los hechos y los datos fiables que ofrecen los medios oficiales y científicos y evite información que no provenga de estas fuentes, evitando información e imágenes alarmistas».
Informe a sus seres queridos de manera realista. «En el caso de menores o personas especialmente vulnerables como ancianos, no les mienta y proporcionales explicaciones veraces y adaptadas a su nivel de comprensión».
Evita la sobreinformación. «Estar permanentemente conectado no le hará estar mejor informado y podría aumentar su sensación de riesgo y nerviosismo innecesariamente».
Contrasta la información que compartas. «Si usa redes sociales para informarse, procure hacerlo con fuentes oficiales».
Cómo autocuidarse en estos casos: los colegiados de la comunidad de Madrid recomiendan mantener «una actitud optimista y objetiva». Evitar hablar permanentemente del tema, apoyarse en familia y amigos y a ayudar a familiares y amigos a mantener la calma y un pensamiento «adaptativo a cada situación», además de procurar llevar una vida normal en la que no se alimente el miedo de los demás.
Si perteneces a la población de riego según las autoridades sanitarias
Aquí el colegio de psicólogos propone:
Seguir las recomendaciones y medidas de prevención que determinen las autoridades sanitarias. «Confíe en ellos porque saben lo que tienen que hacer. Ellos tienen los conocimientos y los medios».
Informarse de forma realista.
No trivializar su riesgo «para intentar evadir la sensación de miedo o aprensión a la enfermedad».
Tampoco magnificarlo. Ser precavido y prudente sin alarmarse.
Si te recomendaran medidas de aislamiento, ten presente que «es un escenario que puede llevarle a sentir estrés, ansiedad, soledad, frustración, aburrimiento y/o enfado, junto con sentimientos de miedo y desesperanza, cuyos efectos pueden durar o aparecer incluso posteriormente al confinamiento. Trate de mantenerse ocupado y conectado con sus seres queridos».
Genera una rutina diaria y aproveche para hacer aquellas cosas que te gustan pero que habitualmente por falta de tiempo no puede realizar (leer libros, ver películas, etc.).
Si estás padeciendo la enfermedad
Además de seguir las recomendaciones anteriores, los colegiados apuntan varios puntos clave para el autocuidado:
Maneja tus pensamientos intrusivos. «No se ponga en lo peor anticipadamente».
No te alarmes innecesariamente. «Sea realista. La inmensa mayoría de las personas se están curando».
Cuando sientas miedo, apóyate en la experiencia que tienes en situaciones similares. «Puede que ahora no lo asocie por tener percepción de mayor gravedad. Piense cuántas enfermedades ha superado en su vida con éxito».
El teléfono como foco de ansiedad
«Tengo ansiedad porque todas las conversaciones, grupos de WhatsApp, telediarios y timelines de redes sociales (bueno, menos Instagram, que como siempre va más a su bola) van sobre el mismo tema. Es imposible escapar del bucle en ningún momento», explica Lucía Benito, una barcelonesa embarazada de cinco meses que está sufriendo malestar emocional y físico por el ciclo informativo y la alarma sanitaria del coronavirus. Lucía, como buena parte de la población, está trabajando en remoto desde casa. «Como embarazada echo de menos más información específica sobre cómo nos afecta, he leído cosas contradictorias sobre los efectos del virus en la gestación. Tengo un poco de taquicardia por las noches (aunque es normal tenerla durante mi estado) y me cuesta bastante concentrarme en el trabajo», añade. Lucía no está sola. «No veo la tele pero es imposible aislarse, tengo la ansiedad disparada», explica Cristina González, trabajadora social en un ayuntamiento de la provincia de Barcelona. El coronavirus ha invadido chats familiares en los que se prodigan notas de audio, bulos, sobre supuestos desbordamientos hospitalarios. Está en fotos virales de supermercados vacíos que ridiculizan a ciertos sectores de la población. También en memes racistas sobre la epidemia y es el protagonista de los brotes de histeria en conversaciones de WhatsApp, donde se especula con supuestos cierres aéreos o de fronteras sin ningún tipo de confirmación oficial o gubernamental.
Abrir las redes sociales estos días no es tarea fácil, en especial para aquellas personas que conviven con elevados índices de ansiedad. «Me siento agotada, me va a estallar la cabeza. Estoy telebrajando en casa y conectarme a redes o mirar el móvil me genera muchísima ansiedad», explica Laura Montes, una trabajadora del sector de la comunicación de 38 años. Su situación se engloba dentro de la población de riesgo. «Los pacientes que previamente tienen un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) o sufren de ansiedad generalizada son población de riesgo a nivel psicológico en este momento y estamos recibiendo muchísimas consultas en relación a la incertidumbre que les genera el coronavirus. Tanto para ellos como para el resto es importante mantener la calma, no ser alarmista y seguir las recomendaciones que se dan desde sanidad», aconseja la psicóloga Silvia García Graullera, experta en trastornos de ansiedad y directora del centro PSICIA.
Aprender a reconocer tus miedos
«El miedo no es una emoción ‘mala’ de por sí», aclara el psicólogo Rafael García. «Lo que es ‘malo’ es que aparezca cuando no es adaptativo (en una situación donde no corremos riesgo); que no aparezca cuando sería adaptativo que lo hiciese (en una situación de riesgo) o que aparezca con una intensidad tal que nos bloquea» advierte antes de analizar la sensación de malestar emocional generalizado por la alarma sanitaria. Una situación excepcional en la que la brecha social y de cuidados también incide. No es lo mismo afrontar una llamada a la reclusión con cuidado de niños y teletrabajo sin ningún tipo de ayuda que con la posibilidad (y dinero) para tenerla.
Nuestras experiencias y traumas pasados, además, pueden influir de forma problemática en este periodo extraordinario. «El hecho de haber vivido situaciones traumáticas (en el caso que nos concierne hablaríamos de enfermedades propias o ajenas o muertes de seres queridos) puede alterar la relación que tengamos con nuestro mundo emocional y, desde ahí, vivir el miedo en este caso desde un lugar inapropiado», adelanta. Para García, lo importante es poner contexto al miedo al que nos enfrentamos en este momento. «Para manejar la ansiedad frente a la alarma sanitaria creo que sería importante que cada uno escuchase el mensaje de su miedo. ¿Ese miedo sería a contagiarse y morir, a contagiar y matar, a que se contagien nuestros seres queridos, a una pérdida económica, al aislamiento, a estar desabastecido, a sentir el rechazo, a no poder asumir responsabilidades de cuidado…? Sería importante conocer a ese miedo: si es un miedo antiguo; si es nuevo o si lo ha aprendido de alguien».
Controlar el consumo de información (con fuentes fiables) Los consejos de García pasan por poner contexto a nuestros miedos y tratar de calmarlos «recursos personales que nos regulen emocionalmente» y un consumo de noticias limitado, poniendo el foco en medios de comunicación oficiales. «La búsqueda excesiva de información es una acción que nos ofrece el control para calmar el miedo, pero que paradójicamente lo aumenta puesto que alimenta lo obsesivo frente a lo racional. Hacer un uso adecuado de la información (sobre todo aquella que provenga de medios oficiales) y concederle un espacio mental también adecuado nos puede ayudar a transitar por las circunstancias actuales de una forma lo más sana posible».
Buscar fuentes fiables es otra recomendación de la psicóloga Yolanda Cuevas Ayneto. «Debemos limitar la exposición a los medios de comunicación. La información nos aporta seguridad pero si nos empachamos nos confunde y aumenta la vulnerabilidad. Pero, recuerda, ser vulnerable no anula tus recursos», apunta. La psicóloga, como remedio, aconseja «practicar el autocuidado» en este estado excepcional con el autoconocimiento. «Se puede aprender a calmar tu mente de esos pensamientos de ansiedad anticipatoria, pensamientos alarmistas y pesimistas. Se puede conectar con tu respiración, sentir el aire entrar y salir, su recorrido y cada vez que te vayas a esos pensamientos volver a llevar la atención a la nariz ese lugar por donde entra y sale el aire. Una y otra vez, sin dejarte llevar por los juicios. No se trata de no tener pensamientos sino de saberlos acompañar y soltar».
https://smoda.elpais.com/belleza/miedo-y-ansiedad-por-la-crisis-del-coronavirus-estos-son-los-consejos-de-los-psicologos-para-tranquilizarte/
Estas son las medidas clave del estado de alarma. El decreto aprobado este sábado por el Gobierno regula la limitación al movimiento de los ciudadanos en toda España.
1. ¿Por qué se convoca el estado de alarma?
Con el fin de afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por la COVID-19.
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2. ¿Cuál es el ámbito territorial de la alarma?
La declaración de Estado de Alarma afecta a todo el territorio nacional y durante un plazo de 15 días.
3. ¿Quién es la autoridad competente?
A los efectos del Estado de Alarma, la Autoridad Competente será el Gobierno.
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4. ¿Hay alguna limitación a la libertad de circulación?
Sí. Durante la vigencia del Estado de Alarma los ciudadanos y los vehículos únicamente podrán circular por las vías de uso público para la realización de la siguientes actividades:
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5. Ámbito laboral y educativo
Los empleadores, tanto públicos como privados, estarán obligados a facilitar medidas que permitan la prestación laboral o funcionarial de los empleados por medios no presenciales. Quedan suspendida la actividad educativa presencial en todos los centros.
Más información ▾Seguir aquí, https://elpais.com/sociedad/2020/03/14/actualidad/1584198604_965234.html
La diferencia entre preocupación, estrés y ansiedad
No son todos iguales, pero tenemos consejos para ayudarlo a lidiar con todos ellos.
Probablemente experimente preocupación, estrés o ansiedad al menos una vez en un día determinado. Casi 40 millones de personas en los EE. UU. Sufren de un trastorno de ansiedad, según la Asociación de Ansiedad y Depresión de América. Tres de cada cuatro estadounidenses informaron sentirse estresados en el último mes, según un estudio de 2017. Pero en uno de estos momentos, si se le pregunta qué estaba experimentando (preocupación, estrés o ansiedad), ¿sabría la diferencia?
Me puse en contacto con dos expertos para ayudarnos a identificar, y hacer frente, a los tres.
¿Qué es la preocupación?
La preocupación es lo que sucede cuando tu mente se detiene en pensamientos negativos, resultados inciertos o cosas que podrían salir mal. "La preocupación tiende a ser pensamientos repetitivos y obsesivos", dijo Melanie Greenberg, psicóloga clínica en Mill Valley, California, y autora de "The Stress-Proof Brain" (2017). "Es el componente cognitivo de la ansiedad". En pocas palabras, la preocupación solo ocurre en tu mente, no en tu cuerpo.
¿Cómo funciona la preocupación?
La preocupación en realidad tiene una función importante en nuestras vidas, según Luana Marques, profesora asociada de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard y presidenta de la Asociación de Ansiedad y Depresión de América. Cuando pensamos en una situación incierta o desagradable, como no poder pagar el alquiler o tener un mal desempeño en un examen, nuestro cerebro se estimula. Cuando nos preocupamos, calma nuestros cerebros. También es probable que la preocupación nos haga resolver problemas o tomar medidas, las cuales son cosas positivas. "La preocupación es una forma en que su cerebro maneja los problemas para mantenerlo a salvo", explicó el Dr. Marques. "Solo cuando nos quedamos atrapados pensando en un problema, la preocupación deja de ser funcional".
Tres cosas para ayudar a sus preocupaciones:
1-. Dése un "presupuesto" de preocupación, una cantidad de tiempo en el que se permite preocuparse por un problema. Cuando se acabe ese tiempo (comience con 20 minutos), redirija conscientemente sus pensamientos.
2-. Cuando notes que estás preocupado por algo, presiona para dar el siguiente paso o tomar medidas.
3-. Escribe tus preocupaciones. La investigación ha demostrado que solo ocho a 10 minutos de escritura pueden ayudar a calmar los pensamientos obsesivos.
Recuerde: la preocupación es útil sólo si conduce a un cambio, no si se convierte en pensamientos obsesivos.
¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta fisiológica conectada a un evento externo. Para que comience el ciclo de estrés, debe haber un factor estresante. Esto suele ser algún tipo de circunstancia externa, como una fecha límite de trabajo o una prueba médica aterradora. "El estrés se define como una reacción a los cambios ambientales o las fuerzas que exceden los recursos del individuo", dijo el Dr. Greenberg.
¿Cómo funciona el estrés?
En tiempos prehistóricos, el estrés era una respuesta natural a una amenaza, como escuchar a un depredador en los arbustos. Hoy, todavía provoca una respuesta conductual, activando su sistema límbico y liberando adrenalina y cortisol, que ayudan a activar su cerebro y cuerpo para enfrentar la amenaza, explicó el Dr. Greenberg. Los síntomas de estrés incluyen una frecuencia cardíaca rápida, palmas húmedas y respiración superficial. El estrés puede sentirse bien al principio, ya que la adrenalina y el cortisol inundan su cuerpo, dijo el Dr. Marques. Es posible que haya experimentado los beneficios del estrés mientras corría a través del tráfico para llegar a una cita, o reunió una tarea importante en la hora final. Eso se llama "estrés agudo", y la prisa desapareció cuando se resolvió la situación (es decir, entregó su tarea).
El estrés crónico, por otro lado, es cuando su cuerpo permanece en este modo de lucha o huida continuamente (generalmente porque la situación no se resuelve, como sucede con los estresores financieros o un jefe desafiante). El estrés crónico está relacionado con problemas de salud como problemas digestivos, un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y un debilitamiento del sistema inmunitario.
Tres cosas para aliviar tu estrés
1-. Hacer ejercicio. Esta es una manera para que su cuerpo se recupere del aumento de adrenalina y cortisol.
2-. Aclare lo que puede y no puede controlar. Luego, concentra tu energía en lo que puedes controlar y acepta lo que no puedes.
3-. No compares tu estrés con el estrés de nadie más. Diferentes personas responden de manera diferente a situaciones estresantes.
Recuerde: el estrés es una respuesta biológica que es una parte normal de nuestras vidas.
¿Qué es la ansiedad?
Si el estrés y la preocupación son los síntomas, la ansiedad es la culminación. La ansiedad tiene un elemento cognitivo (preocupación) y una respuesta fisiológica (estrés), lo que significa que experimentamos ansiedad tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo. "De alguna manera", dijo el Dr. Marques, "la ansiedad es lo que sucede cuando se trata de mucha preocupación y mucho estrés".
¿Cómo funciona la ansiedad?
¿Recuerdas cómo el estrés es una respuesta natural a una amenaza? Bueno, la ansiedad es lo mismo ... excepto que no hay amenaza.
"La ansiedad de alguna manera es una respuesta a una falsa alarma", dijo el Dr. Marques, describiendo una situación, por ejemplo, en la que te presentas en el trabajo y alguien te mira con desprecio. Empiezas a tener toda la fisiología de una respuesta al estrés porque te estás diciendo a ti mismo que tu jefe está molesto contigo o que tu trabajo podría estar en riesgo. La sangre fluye, la adrenalina está bombeando, su cuerpo está en un estado de lucha o huida, pero no hay depredador en los arbustos.
También hay una diferencia entre sentirse ansioso (que puede ser una parte normal de la vida cotidiana) y tener un trastorno de ansiedad. Un trastorno de ansiedad es una afección médica grave que puede incluir estrés o preocupación.
Tres cosas para ayudar a tu ansiedad
1-. Limite su consumo de azúcar, alcohol y cafeína. Debido a que la ansiedad es fisiológica, los estimulantes pueden tener un impacto significativo.
2-. Consulte con los dedos de los pies. ¿Cómo se sienten? Agítalos. Este tipo de reenfoque puede calmarlo y romper el ciclo de ansiedad.
3-. Cuando estás en medio de un episodio de ansiedad, hablar o pensar en ello no te ayudará. Intenta distraerte con tus sentidos: escucha música, salta la cuerda durante cinco minutos o frota un trozo de velcro o terciopelo.
Recuerde: la ansiedad ocurre en su mente y en su cuerpo, por lo que tratar de salir de ella no ayudará.
¿Demasiado preocupado, estresado o ansioso por leer el artículo completo?
Aquí está la conclusión: la preocupación ocurre en su mente, el estrés en su cuerpo y la ansiedad en su mente y en su cuerpo. En pequeñas dosis, la preocupación, el estrés y la ansiedad pueden ser fuerzas positivas en nuestras vidas. Pero la investigación muestra que la mayoría de nosotros estamos demasiado preocupados, estresados y ansiosos.
La buena noticia, según el Dr. Marqués, es que hay primeros pasos simples (no fáciles) para ayudar a regular sus síntomas: dormir lo suficiente; comer comidas regulares y nutritivas; y mueve tu cuerpo.
Una versión de este artículo aparece impresa el 2 de marzo de 2020, Sección B, página 7 de la edición de Nueva York con el título: Cómo manejar la preocupación, el estrés y la ansiedad.
https://www.nytimes.com/2020/02/26/smarter-living/the-difference-between-worry-stress-and-anxiety.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=696043552&imp_id=412771182&action=click&module=Smarter%20Living&pgtype=Homepage
Probablemente experimente preocupación, estrés o ansiedad al menos una vez en un día determinado. Casi 40 millones de personas en los EE. UU. Sufren de un trastorno de ansiedad, según la Asociación de Ansiedad y Depresión de América. Tres de cada cuatro estadounidenses informaron sentirse estresados en el último mes, según un estudio de 2017. Pero en uno de estos momentos, si se le pregunta qué estaba experimentando (preocupación, estrés o ansiedad), ¿sabría la diferencia?
Me puse en contacto con dos expertos para ayudarnos a identificar, y hacer frente, a los tres.
¿Qué es la preocupación?
La preocupación es lo que sucede cuando tu mente se detiene en pensamientos negativos, resultados inciertos o cosas que podrían salir mal. "La preocupación tiende a ser pensamientos repetitivos y obsesivos", dijo Melanie Greenberg, psicóloga clínica en Mill Valley, California, y autora de "The Stress-Proof Brain" (2017). "Es el componente cognitivo de la ansiedad". En pocas palabras, la preocupación solo ocurre en tu mente, no en tu cuerpo.
¿Cómo funciona la preocupación?
La preocupación en realidad tiene una función importante en nuestras vidas, según Luana Marques, profesora asociada de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard y presidenta de la Asociación de Ansiedad y Depresión de América. Cuando pensamos en una situación incierta o desagradable, como no poder pagar el alquiler o tener un mal desempeño en un examen, nuestro cerebro se estimula. Cuando nos preocupamos, calma nuestros cerebros. También es probable que la preocupación nos haga resolver problemas o tomar medidas, las cuales son cosas positivas. "La preocupación es una forma en que su cerebro maneja los problemas para mantenerlo a salvo", explicó el Dr. Marques. "Solo cuando nos quedamos atrapados pensando en un problema, la preocupación deja de ser funcional".
Tres cosas para ayudar a sus preocupaciones:
1-. Dése un "presupuesto" de preocupación, una cantidad de tiempo en el que se permite preocuparse por un problema. Cuando se acabe ese tiempo (comience con 20 minutos), redirija conscientemente sus pensamientos.
2-. Cuando notes que estás preocupado por algo, presiona para dar el siguiente paso o tomar medidas.
3-. Escribe tus preocupaciones. La investigación ha demostrado que solo ocho a 10 minutos de escritura pueden ayudar a calmar los pensamientos obsesivos.
Recuerde: la preocupación es útil sólo si conduce a un cambio, no si se convierte en pensamientos obsesivos.
¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta fisiológica conectada a un evento externo. Para que comience el ciclo de estrés, debe haber un factor estresante. Esto suele ser algún tipo de circunstancia externa, como una fecha límite de trabajo o una prueba médica aterradora. "El estrés se define como una reacción a los cambios ambientales o las fuerzas que exceden los recursos del individuo", dijo el Dr. Greenberg.
¿Cómo funciona el estrés?
En tiempos prehistóricos, el estrés era una respuesta natural a una amenaza, como escuchar a un depredador en los arbustos. Hoy, todavía provoca una respuesta conductual, activando su sistema límbico y liberando adrenalina y cortisol, que ayudan a activar su cerebro y cuerpo para enfrentar la amenaza, explicó el Dr. Greenberg. Los síntomas de estrés incluyen una frecuencia cardíaca rápida, palmas húmedas y respiración superficial. El estrés puede sentirse bien al principio, ya que la adrenalina y el cortisol inundan su cuerpo, dijo el Dr. Marques. Es posible que haya experimentado los beneficios del estrés mientras corría a través del tráfico para llegar a una cita, o reunió una tarea importante en la hora final. Eso se llama "estrés agudo", y la prisa desapareció cuando se resolvió la situación (es decir, entregó su tarea).
El estrés crónico, por otro lado, es cuando su cuerpo permanece en este modo de lucha o huida continuamente (generalmente porque la situación no se resuelve, como sucede con los estresores financieros o un jefe desafiante). El estrés crónico está relacionado con problemas de salud como problemas digestivos, un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y un debilitamiento del sistema inmunitario.
Tres cosas para aliviar tu estrés
1-. Hacer ejercicio. Esta es una manera para que su cuerpo se recupere del aumento de adrenalina y cortisol.
2-. Aclare lo que puede y no puede controlar. Luego, concentra tu energía en lo que puedes controlar y acepta lo que no puedes.
3-. No compares tu estrés con el estrés de nadie más. Diferentes personas responden de manera diferente a situaciones estresantes.
Recuerde: el estrés es una respuesta biológica que es una parte normal de nuestras vidas.
¿Qué es la ansiedad?
Si el estrés y la preocupación son los síntomas, la ansiedad es la culminación. La ansiedad tiene un elemento cognitivo (preocupación) y una respuesta fisiológica (estrés), lo que significa que experimentamos ansiedad tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo. "De alguna manera", dijo el Dr. Marques, "la ansiedad es lo que sucede cuando se trata de mucha preocupación y mucho estrés".
¿Cómo funciona la ansiedad?
¿Recuerdas cómo el estrés es una respuesta natural a una amenaza? Bueno, la ansiedad es lo mismo ... excepto que no hay amenaza.
"La ansiedad de alguna manera es una respuesta a una falsa alarma", dijo el Dr. Marques, describiendo una situación, por ejemplo, en la que te presentas en el trabajo y alguien te mira con desprecio. Empiezas a tener toda la fisiología de una respuesta al estrés porque te estás diciendo a ti mismo que tu jefe está molesto contigo o que tu trabajo podría estar en riesgo. La sangre fluye, la adrenalina está bombeando, su cuerpo está en un estado de lucha o huida, pero no hay depredador en los arbustos.
También hay una diferencia entre sentirse ansioso (que puede ser una parte normal de la vida cotidiana) y tener un trastorno de ansiedad. Un trastorno de ansiedad es una afección médica grave que puede incluir estrés o preocupación.
Tres cosas para ayudar a tu ansiedad
1-. Limite su consumo de azúcar, alcohol y cafeína. Debido a que la ansiedad es fisiológica, los estimulantes pueden tener un impacto significativo.
2-. Consulte con los dedos de los pies. ¿Cómo se sienten? Agítalos. Este tipo de reenfoque puede calmarlo y romper el ciclo de ansiedad.
3-. Cuando estás en medio de un episodio de ansiedad, hablar o pensar en ello no te ayudará. Intenta distraerte con tus sentidos: escucha música, salta la cuerda durante cinco minutos o frota un trozo de velcro o terciopelo.
Recuerde: la ansiedad ocurre en su mente y en su cuerpo, por lo que tratar de salir de ella no ayudará.
¿Demasiado preocupado, estresado o ansioso por leer el artículo completo?
Aquí está la conclusión: la preocupación ocurre en su mente, el estrés en su cuerpo y la ansiedad en su mente y en su cuerpo. En pequeñas dosis, la preocupación, el estrés y la ansiedad pueden ser fuerzas positivas en nuestras vidas. Pero la investigación muestra que la mayoría de nosotros estamos demasiado preocupados, estresados y ansiosos.
La buena noticia, según el Dr. Marqués, es que hay primeros pasos simples (no fáciles) para ayudar a regular sus síntomas: dormir lo suficiente; comer comidas regulares y nutritivas; y mueve tu cuerpo.
Una versión de este artículo aparece impresa el 2 de marzo de 2020, Sección B, página 7 de la edición de Nueva York con el título: Cómo manejar la preocupación, el estrés y la ansiedad.
https://www.nytimes.com/2020/02/26/smarter-living/the-difference-between-worry-stress-and-anxiety.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=696043552&imp_id=412771182&action=click&module=Smarter%20Living&pgtype=Homepage
domingo, 15 de marzo de 2020
_- Lisa Taddeo, escritora: “Las cosas más importantes son el sexo y la muerte, y mentimos sobre ambas”. Durante ocho años, la autora siguió a tres desconocidas para examinar su relación con el sexo y el deseo. El resultado, 'Tres mujeres', resucita la tradición del gran periodismo literario estadounidense.
_- Durante ocho años, la autora siguió a tres desconocidas para examinar su relación con el sexo y el deseo. El resultado, 'Tres mujeres', resucita la tradición del gran periodismo literario estadounidense.
Durante ocho años, Lisa Taddeo (Nueva Jersey, 1980) siguió a tres desconocidas para interrogarlas sobre su relación con la sexualidad y el deseo. “Me interesan esos temas porque no somos sinceros al hablar de ellos. Las cosas más importantes en la vida son el sexo y la muerte, y mentimos sobre ambas”, afirma la autora, periodista con largo recorrido en revistas como Esquire o New York, que debuta como escritora con Tres mujeres (Principal de los Libros), convertido en uno de los fenómenos editoriales del año pasado en Estados Unidos. “Creí que estaba escribiendo un libro discreto”, dice sobre su superventas, en proceso de traducción en medio mundo. “Mi única imposición es que no escojan portadas de color rosa”, advierte a los editores tentados de asimilarla con la más inocua chicklit.
Taddeo vive lejos de las élites urbanas que han aclamado su libro, en un pequeño pueblo del condado de Lichtfield —del que exige no dar la localización exacta para que la dejen en paz—, el único en todo Connecticut donde Donald Trump ganó las últimas elecciones. “No quiero estar con gente. No es que odie a los demás, pero aquí me resulta más fácil escribir y criar a mi hija que en Nueva York entre el ruido de ambulancias. Aquí tengo más tranquilidad”. Mirando por el ventanal, la escritora observa la tienda de ultramarinos de la esquina, angustiosamente pulcra y ordenada; una perezosa comisaría, donde los agentes no deben de tener mucho más que hacer que rescatar gatitos de los árboles, y una iglesia de proporciones descomunales, esencia del proyecto puritano que desembarcó con el Mayflower. Al otro lado se adivina el oscuro interior de un bosque frondoso, último reducto de una naturaleza pendiente de civilizar.
Su idea inicial consistía en hablar del deseo de los hombres. “Llevaba muchos años trabajando para la prensa masculina y tenía una conexión inmediata con lo que ese lector quería”, dice Taddeo, casi excusándose. Enseguida entendió que las mujeres serían un tema de estudio más estimulante. “Me daban respuestas más sinceras. Los hombres estaban menos dispuestos a hablarme de la parte negativa. Incluso a mi hermano, a quien entrevisté al comienzo del proceso, y que obviamente no necesita impresionarme en el ámbito sexual, le daba miedo no parecer un semental”, relata. “Las mujeres tenían menos ego, o incluso ninguno”.
Su método de trabajo consistió en preguntar a extraños cuándo fue la última vez que habían practicado sexo o colgar anuncios solicitando testimonios de amores no correspondidos. Desmotivada por la falta de resultados, Taddeo se mudó a Indiana para trabajar con un grupo de terapia de mujeres coordinado por el Instituto Kinsey, que en 1948 escandalizó al país con aquel informe que descubrió al estadounidense medio que la mitad de la población masculina tenía tendencias bisexuales y, peor aún, que sus abuelas también se masturbaban. Allí encontró a la primera de sus protagonistas: Lina, un ama de casa católica que fue víctima de una violación en grupo durante su juventud, casada con un hombre que lleva una década sin besarla. Después se trasladó a Dakota del Norte, donde dio con la historia de Maggie, una veinteañera que en el instituto tuvo una relación con un profesor casado, al que lleva ante la justicia. En tercer lugar, encontró a Sloane, propietaria de un restaurante en la acomodada Rhode Island y aficionada a practicar tríos con su marido, aunque su libérrima vida sexual también esconda algunas heridas. ¿Qué tenían en común? “Las tres fueron juzgadas moralmente. Por eso decidieron hablar”.
Tres mujeres resucita la tradición del gran periodismo literario estadounidense, en la estela de un volumen como La mujer de tu prójimo, de Gay Talese, que examinaba las consecuencias de la revolución sexual en la clase media. Taddeo también admite la influencia de Joan Didion, de Tom Wolfe y, sobre todo, del menos conocido Tracy Kidder, autor de Home Town, que ponía al descubierto los entresijos de un pueblo idílico de Massachusetts, o El alma de una nueva máquina, sobre el proceso de fabricación de un ordenador. “Me da igual de lo que escriban porque son autores que siempre me interesan, incluso cuando el tema no pueda importarme menos”, dice Taddeo, que creció en un hogar de inmigrantes italianos donde “se leía a Virginia C. Andrews [autora de best sellers escabrosos] y no a Virginia Woolf”.
Más que sobre el deseo, Tres mujeres habla de la posición subalterna que las mujeres siguen teniendo en el terreno afectivo y sexual dos siglos después de Madame Bovary (no por casualidad, Taddeo comienza su libro con una cita de Flaubert). La autora describe una sociedad envuelta en un decoro social digno del siglo XIX. Harold Bloom describió a Hester, la protagonista de La letra escarlata, como “la Eva americana”, castigada por ceder ante su deseo adúltero. Taddeo retrata, en ese sentido, a tres Evas contemporáneas. En la psique estadounidense, ¿el sexo sigue siendo maléfico? “La resaca del puritanismo tardará en marcharse, no va a desaparecer de inmediato, menos todavía en el actual clima político”, responde. “He presentado el libro en muchos países y el mío es el más puritano de todos. Hay lectores que vienen a pedirme una firma y, de paso, aprovechan para decirme que mis personajes son auténticas zorras”. ¿Los efectos del Me Too todavía son limitados? “No es culpa del movimiento, pero como sociedad no queremos oír historias que no sigan una lógica ascendente y edificante”, dice Taddeo. En ese sentido, sus protagonistas son incómodos contraejemplos. “Solo queremos leer perfiles sobre famosas empoderadas. Yo misma he escrito decenas de ellos. Esta vez preferí hacer lo contrario: hablar de la gente normal y de sus circunstancias”, añade.
Taddeo describe a mujeres que viven sin una red de solidaridad, rodeadas de otras féminas que siguen a rajatabla el dictado patriarcal y perpetúan sus tics misóginos. “Las mujeres son muy solidarias entre sí, excepto fuera de Twitter”, ironiza Taddeo. “Todavía luchamos por un compañero que nos dé un bebé. Esa es la realidad biológica y, por mucho que hayamos avanzado como sociedad, todavía no ha desaparecido. Incluso en el caso de las parejas homosexuales hay un patrón de competición, que es idéntico al del mundo laboral”. Taddeo recuerda que una íntima amiga le dijo que Lina —que conduce durante cuatro horas para tener un encuentro sexual de 20 minutos con un hombre casado que le ha dejado claro que no la quiere— le parecía una mujer patética. “Le recordé que, años atrás, ella solía cruzar el río Hudson hasta Hoboken para tener encuentros fugaces con un vicepresidente de Goldman Sachs”, recuerda la autora antes de desaparecer bajo la lluvia. “Todo el libro está escrito para que esa amiga logre entenderla”.
https://elpais.com/cultura/2020/02/28/babelia/1582906979_994283.html
P. D.: Es discutible que las cosas más importantes sean el sexo y la muerte, para todas las personas. Para mi lo más importante es la vida, pues sin vida no hay nada, no nos queda nada, ni sexo ni pasión y cuando mi muerte existe yo no existo, y tampoco la forma que tenemos de mantener esa vida, nuestra economía.
Si damos por hecho ese dato, si pertenecemos a la pequeña burguesía o a otra clase superior, entonces sí, es el sexo y la muerte, la salud, lo más importante. Y aún queda el amor, la familia,... o la manera o el modo que tenemos de vivir esa vida. Pero damos por sentado que tenemos cubierto la forma de sustentarnos.
Para millones de personas su vida gira alrededor de cómo sobrevivir y esa preocupación inunda todo su cerebro y no deja espacio para más... comer, sobrevivir, vestirse, buscar un lugar para dormir hoy,... todo lo demás es secundario, lamentablemente. Hasta que los humanos no se aseguraron el sustento, no se dedicaron a filosofar, a hacer arte, a hacerse preguntas, por eso las civilizaciones comenzaron y se sustentaron en los cereales, trigo, arroz y maíz. mediterránea, china, americana.
Durante ocho años, Lisa Taddeo (Nueva Jersey, 1980) siguió a tres desconocidas para interrogarlas sobre su relación con la sexualidad y el deseo. “Me interesan esos temas porque no somos sinceros al hablar de ellos. Las cosas más importantes en la vida son el sexo y la muerte, y mentimos sobre ambas”, afirma la autora, periodista con largo recorrido en revistas como Esquire o New York, que debuta como escritora con Tres mujeres (Principal de los Libros), convertido en uno de los fenómenos editoriales del año pasado en Estados Unidos. “Creí que estaba escribiendo un libro discreto”, dice sobre su superventas, en proceso de traducción en medio mundo. “Mi única imposición es que no escojan portadas de color rosa”, advierte a los editores tentados de asimilarla con la más inocua chicklit.
Taddeo vive lejos de las élites urbanas que han aclamado su libro, en un pequeño pueblo del condado de Lichtfield —del que exige no dar la localización exacta para que la dejen en paz—, el único en todo Connecticut donde Donald Trump ganó las últimas elecciones. “No quiero estar con gente. No es que odie a los demás, pero aquí me resulta más fácil escribir y criar a mi hija que en Nueva York entre el ruido de ambulancias. Aquí tengo más tranquilidad”. Mirando por el ventanal, la escritora observa la tienda de ultramarinos de la esquina, angustiosamente pulcra y ordenada; una perezosa comisaría, donde los agentes no deben de tener mucho más que hacer que rescatar gatitos de los árboles, y una iglesia de proporciones descomunales, esencia del proyecto puritano que desembarcó con el Mayflower. Al otro lado se adivina el oscuro interior de un bosque frondoso, último reducto de una naturaleza pendiente de civilizar.
Su idea inicial consistía en hablar del deseo de los hombres. “Llevaba muchos años trabajando para la prensa masculina y tenía una conexión inmediata con lo que ese lector quería”, dice Taddeo, casi excusándose. Enseguida entendió que las mujeres serían un tema de estudio más estimulante. “Me daban respuestas más sinceras. Los hombres estaban menos dispuestos a hablarme de la parte negativa. Incluso a mi hermano, a quien entrevisté al comienzo del proceso, y que obviamente no necesita impresionarme en el ámbito sexual, le daba miedo no parecer un semental”, relata. “Las mujeres tenían menos ego, o incluso ninguno”.
Su método de trabajo consistió en preguntar a extraños cuándo fue la última vez que habían practicado sexo o colgar anuncios solicitando testimonios de amores no correspondidos. Desmotivada por la falta de resultados, Taddeo se mudó a Indiana para trabajar con un grupo de terapia de mujeres coordinado por el Instituto Kinsey, que en 1948 escandalizó al país con aquel informe que descubrió al estadounidense medio que la mitad de la población masculina tenía tendencias bisexuales y, peor aún, que sus abuelas también se masturbaban. Allí encontró a la primera de sus protagonistas: Lina, un ama de casa católica que fue víctima de una violación en grupo durante su juventud, casada con un hombre que lleva una década sin besarla. Después se trasladó a Dakota del Norte, donde dio con la historia de Maggie, una veinteañera que en el instituto tuvo una relación con un profesor casado, al que lleva ante la justicia. En tercer lugar, encontró a Sloane, propietaria de un restaurante en la acomodada Rhode Island y aficionada a practicar tríos con su marido, aunque su libérrima vida sexual también esconda algunas heridas. ¿Qué tenían en común? “Las tres fueron juzgadas moralmente. Por eso decidieron hablar”.
Tres mujeres resucita la tradición del gran periodismo literario estadounidense, en la estela de un volumen como La mujer de tu prójimo, de Gay Talese, que examinaba las consecuencias de la revolución sexual en la clase media. Taddeo también admite la influencia de Joan Didion, de Tom Wolfe y, sobre todo, del menos conocido Tracy Kidder, autor de Home Town, que ponía al descubierto los entresijos de un pueblo idílico de Massachusetts, o El alma de una nueva máquina, sobre el proceso de fabricación de un ordenador. “Me da igual de lo que escriban porque son autores que siempre me interesan, incluso cuando el tema no pueda importarme menos”, dice Taddeo, que creció en un hogar de inmigrantes italianos donde “se leía a Virginia C. Andrews [autora de best sellers escabrosos] y no a Virginia Woolf”.
Más que sobre el deseo, Tres mujeres habla de la posición subalterna que las mujeres siguen teniendo en el terreno afectivo y sexual dos siglos después de Madame Bovary (no por casualidad, Taddeo comienza su libro con una cita de Flaubert). La autora describe una sociedad envuelta en un decoro social digno del siglo XIX. Harold Bloom describió a Hester, la protagonista de La letra escarlata, como “la Eva americana”, castigada por ceder ante su deseo adúltero. Taddeo retrata, en ese sentido, a tres Evas contemporáneas. En la psique estadounidense, ¿el sexo sigue siendo maléfico? “La resaca del puritanismo tardará en marcharse, no va a desaparecer de inmediato, menos todavía en el actual clima político”, responde. “He presentado el libro en muchos países y el mío es el más puritano de todos. Hay lectores que vienen a pedirme una firma y, de paso, aprovechan para decirme que mis personajes son auténticas zorras”. ¿Los efectos del Me Too todavía son limitados? “No es culpa del movimiento, pero como sociedad no queremos oír historias que no sigan una lógica ascendente y edificante”, dice Taddeo. En ese sentido, sus protagonistas son incómodos contraejemplos. “Solo queremos leer perfiles sobre famosas empoderadas. Yo misma he escrito decenas de ellos. Esta vez preferí hacer lo contrario: hablar de la gente normal y de sus circunstancias”, añade.
Taddeo describe a mujeres que viven sin una red de solidaridad, rodeadas de otras féminas que siguen a rajatabla el dictado patriarcal y perpetúan sus tics misóginos. “Las mujeres son muy solidarias entre sí, excepto fuera de Twitter”, ironiza Taddeo. “Todavía luchamos por un compañero que nos dé un bebé. Esa es la realidad biológica y, por mucho que hayamos avanzado como sociedad, todavía no ha desaparecido. Incluso en el caso de las parejas homosexuales hay un patrón de competición, que es idéntico al del mundo laboral”. Taddeo recuerda que una íntima amiga le dijo que Lina —que conduce durante cuatro horas para tener un encuentro sexual de 20 minutos con un hombre casado que le ha dejado claro que no la quiere— le parecía una mujer patética. “Le recordé que, años atrás, ella solía cruzar el río Hudson hasta Hoboken para tener encuentros fugaces con un vicepresidente de Goldman Sachs”, recuerda la autora antes de desaparecer bajo la lluvia. “Todo el libro está escrito para que esa amiga logre entenderla”.
https://elpais.com/cultura/2020/02/28/babelia/1582906979_994283.html
P. D.: Es discutible que las cosas más importantes sean el sexo y la muerte, para todas las personas. Para mi lo más importante es la vida, pues sin vida no hay nada, no nos queda nada, ni sexo ni pasión y cuando mi muerte existe yo no existo, y tampoco la forma que tenemos de mantener esa vida, nuestra economía.
Si damos por hecho ese dato, si pertenecemos a la pequeña burguesía o a otra clase superior, entonces sí, es el sexo y la muerte, la salud, lo más importante. Y aún queda el amor, la familia,... o la manera o el modo que tenemos de vivir esa vida. Pero damos por sentado que tenemos cubierto la forma de sustentarnos.
Para millones de personas su vida gira alrededor de cómo sobrevivir y esa preocupación inunda todo su cerebro y no deja espacio para más... comer, sobrevivir, vestirse, buscar un lugar para dormir hoy,... todo lo demás es secundario, lamentablemente. Hasta que los humanos no se aseguraron el sustento, no se dedicaron a filosofar, a hacer arte, a hacerse preguntas, por eso las civilizaciones comenzaron y se sustentaron en los cereales, trigo, arroz y maíz. mediterránea, china, americana.
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sábado, 14 de marzo de 2020
Ser pobre es una actitud (?). La idea de que cada individuo tiene en sus manos las riendas de su vida ha ido calando hasta empapar una parte de las sociedades occidentales.
Parásitos ha puesto de moda estos días preguntarse a qué huele ser pobre. La pregunta inquietante, sin embargo, no es cómo huele la pobreza, sino por qué no se ve.
La polémica que en diversos sectores ha provocado el reciente informe del relator de la ONU sobre la pobreza en España solo se explica por la incomodidad que suscita el tema. Pero ese informe no es el único. Organizaciones como Oxfam y Cáritas llevan tiempo alertando sobre los profundos efectos de la desigualdad y sobre el papel de determinadas ideas y políticas públicas.
En Estados Unidos, por ejemplo, hay una marcada diferencia en la actitud de republicanos y demócratas frente a la pobreza. Como explicaba la analista Alana Moceri en Esglobal, a partir de la lógica puritana sobre el esfuerzo, los primeros opinan que los pobres lo son por pereza o porque no trabajan lo suficiente y, por lo tanto, no apoyan políticas que aspiren a una mayor redistribución de la riqueza. Ahí surge la famosa cuestión de las ayudas a la sanidad (Obamacare y sus secuelas).
A este lado del Atlántico, la deriva comenzó cuando la democracia cristiana, asentada en unos valores sólidos, transmutó en un liberalismo que deja todo destino en las manos autorreguladoras del mercado. Arrancó así en muchos países el desmantelamiento de un Estado de bienestar que incluso en sus peores versiones ofrece coberturas infinitamente mayores que las que puedan soñar los estadounidenses.
Las cifras en cualquier caso siguen siendo tozudamente preocupantes. Según la última edición del Índice de Justicia Social que elabora cada año la Fundación Bertelsmann, la recuperación de las tasas de empleo en los países de la OCDE y la Unión Europea no se ha visto acompañada por una reducción en las tasas de pobreza; es más, ha aumentado en países como Estados Unidos o Israel. Se observa asimismo un estancamiento general en la igualdad intergeneracional: niños y jóvenes tienen más riesgo de caer en la pobreza que los mayores de 65. En España esto se refleja en el acceso de los jóvenes al mercado laboral. Y tenderá a agravarse en el futuro, entre otras cosas, por la falta de inversión en investigación y desarrollo en la sostenibilidad del país.
La idea de que ser pobre es una actitud y de que cada individuo tiene en sus manos las riendas de su vida ha ido calando hasta empapar una parte de las sociedades occidentales. “Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema”, afirma Borja Monreal en su maravilloso Ser pobre. Él se refiere a la pobreza en lugares en los que el Estado es prácticamente inexistente. Por eso, donde lo tenemos, merece la pena explorar vías para recuperar un alto grado de justicia social.
https://elpais.com/elpais/2020/02/27/opinion/1582826689_320904.html
La polémica que en diversos sectores ha provocado el reciente informe del relator de la ONU sobre la pobreza en España solo se explica por la incomodidad que suscita el tema. Pero ese informe no es el único. Organizaciones como Oxfam y Cáritas llevan tiempo alertando sobre los profundos efectos de la desigualdad y sobre el papel de determinadas ideas y políticas públicas.
En Estados Unidos, por ejemplo, hay una marcada diferencia en la actitud de republicanos y demócratas frente a la pobreza. Como explicaba la analista Alana Moceri en Esglobal, a partir de la lógica puritana sobre el esfuerzo, los primeros opinan que los pobres lo son por pereza o porque no trabajan lo suficiente y, por lo tanto, no apoyan políticas que aspiren a una mayor redistribución de la riqueza. Ahí surge la famosa cuestión de las ayudas a la sanidad (Obamacare y sus secuelas).
A este lado del Atlántico, la deriva comenzó cuando la democracia cristiana, asentada en unos valores sólidos, transmutó en un liberalismo que deja todo destino en las manos autorreguladoras del mercado. Arrancó así en muchos países el desmantelamiento de un Estado de bienestar que incluso en sus peores versiones ofrece coberturas infinitamente mayores que las que puedan soñar los estadounidenses.
Las cifras en cualquier caso siguen siendo tozudamente preocupantes. Según la última edición del Índice de Justicia Social que elabora cada año la Fundación Bertelsmann, la recuperación de las tasas de empleo en los países de la OCDE y la Unión Europea no se ha visto acompañada por una reducción en las tasas de pobreza; es más, ha aumentado en países como Estados Unidos o Israel. Se observa asimismo un estancamiento general en la igualdad intergeneracional: niños y jóvenes tienen más riesgo de caer en la pobreza que los mayores de 65. En España esto se refleja en el acceso de los jóvenes al mercado laboral. Y tenderá a agravarse en el futuro, entre otras cosas, por la falta de inversión en investigación y desarrollo en la sostenibilidad del país.
La idea de que ser pobre es una actitud y de que cada individuo tiene en sus manos las riendas de su vida ha ido calando hasta empapar una parte de las sociedades occidentales. “Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema”, afirma Borja Monreal en su maravilloso Ser pobre. Él se refiere a la pobreza en lugares en los que el Estado es prácticamente inexistente. Por eso, donde lo tenemos, merece la pena explorar vías para recuperar un alto grado de justicia social.
https://elpais.com/elpais/2020/02/27/opinion/1582826689_320904.html
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viernes, 13 de marzo de 2020
Educar para la felicidad.
En muchos Proyectos Educativos de Centro (PEC) he visto la formulación de objetivos diversos que la institución escolar pretende que alcancen los alumnos: que sean críticos, solidarios, participativos, honestos, creativos… En pocos he visto el objetivo de que sean felices.
Sí lo he visto en algunos proyectos ambiciosos como en la pedagogía Montessori, en la escuela creada por Alexander Neill en Summerhill y en algunas escuelas innovadoras… No es que sea uno de los objetivos entre muchos otros, es que es el objetivo fundamental de esos proyectos, casi el único, el que los resume todos. Que los alumnos y las alumnas sean felices es la pretensión fundamental.
El método Montessori es uno de los métodos más efectivos para la enseñanza respetuosa del libre desarrollo integral que genera felicidad en los niños y en las niñas. Su enfoque principal es desarrollar las potencialidades a través de la interacción con un ambiente adaptado a las necesidades del niño y de la niña, con materiales específicos que desarrollen en ellos y en ellas independencia y autocuidado.
La pedagogía Montessori plantea cinco caminos para educar niños y niñas felices:
Procurar que tengan una progresiva autonomía y que se valgan por sí mismos. Todo lo que puedan hacer por si mismos, no se lo tienen que hacer los adultos.
Crear un ambiente respetuoso en el que se sientan escuchados, comprendidos y atendidos, en el que sus ideas sean tenidas en cuenta, en el que siempre se les hable con respeto y con afecto.
Permitirles reparar los errores que cometan. No condenarles por ellos, aceptar que se equivoquen sin destruir su autoconcepto. Se puede analizar con ellos por qué se ha producido el error y cómo se puede reparar sin perder la mínima confianza en sí mismos.
Reconocer los esfuerzos que realicen. Eso ayuda a mejorar la confianza en sí mismos, la independencia y la autoestima. Felicitarles por las cosas que hacen bien, subrayar los aciertos y los logros que consigan.
Poner límites claros que puedan cumplir fácilmente. Establecer rutinas que les den seguridad en los comportamientos que tienen. Ese hecho les permitirá comprobar que hacen bien las cosas.
No hay señal más clara de inteligencia que desarrollar la capacidad de ser felices y de ser buenas personas. ¿De qué sirve ganar dinero, tener poder, adquirir conocimientos o instalarse en la fama si somos desgraciados, si acabamos siendo infelices? La inteligencia fracasa cuando somos desdichados, dice José Antonio Marina en su libro “La inteligencia fracasada”.
No es fácil definir lo que es felicidad. Sí podemos decir que es un término que va asociado con el de bienestar, con el de alegría y con el de paz interior. La felicidad es un anhelo de todo ser humano. ¿Por qué no proponérnoslo en las escuelas?
Lo primero que debería conseguir una institución educativa es la desaparición del dolor injusto y cruel que produce el bullying. He visto hace unos días en la televisión la imagen desgarradora de un niño de cuatro o cinco años que lloraba angustiosamente y decía que se quería morir por el sufrimiento que le causaban los golpes, las burlas y los desprecios que recibía en su escuela. ¿Quién no recuerda el suicidio de Diego? ¿Quién no recuerda el caso de la adolescente que se suicida en la novela “Por trece razones”?
En segundo lugar, habría que evitar el dolor que causa el desprecio, la humillación y la descalificación que algunos profesores y profesoras causan a sus alumnos y alumnas por considerarlos incapaces de aprender, incapaces de hacer algo en la vida. Pronostican sobre ellos la inutilidad y el fracaso: “Tú no llegarás”, “tú no podrás”, “tú no serás”, ”tú no harás nada”…
En tercer lugar es preciso eliminar el aburrimiento, el tedio, la falta de estímulos para que se produzca un aprendizaje significativo y relevante. Aprender es apasionante. La escuela no debe convertir el trabajo en una tortura. Ya sé que hace falta esfuerzo, perseverancia y aplicación. Se hacen más fácilmente esfuerzos cuando aquello que se pretende conseguir merece la pena ser alcanzado, cuando la forma de buscarlo es agradable y estimulante.
En cuarto lugar es conveniente evitar las comparaciones frustrantes, las clasificaciones inhibidoras, las actitudes competitivas que abocan al fracaso. ¿Por qué no buscar que cada uno sea el mejor de sí mismo?
En quinto lugar, es necesario evitar el desamor, la frialdad, el trato de las personas como si fueran máquinas que aprenden, que nunca se averían y que ni sienten ni padecen. Cosificar a los alumnos y a las alumnas convirtiéndolos en un simple número genera infelicidad.
Buscar la felicidad de los alumnos no quiere decir que se les evite la exigencia, el esfuerzo, el buen comportamiento y el compromiso con un proyecto educativo. Los alumnos no solo tienen que exigirle a la escuela que les dé todo lo que tiene que darles sino que tienen que pensar en todo lo que ellos tienen que dar a su escuela para que sea mejor. Porque no solo tienen derechos, tienen también obligaciones.
La felicidad no consiste en la evitación de cualquier tipo de frustración y de sacrificio. Porque la vida los exige y hay que preparar para la vida. Lo que rompe la felicidad no es el esfuerzo sino el aburrimiento, la tristeza y el desamor
Creo que se puede afirmar sin riesgo de equivocarse que las actitudes positivas favorecen el trabajo eficaz y permiten alcanzar mejores resultados. La felicidad conduce al éxito. Se han hecho numerosos estudios al respecto. Desde una actitud positiva se consiguen más fácilmente los objetivos pretendidos.
Proyectarse a partir de buenas experiencias, como la gratitud, el disfrute de cada momento y la amabilidad o el buen corazón, nutre el crecimiento personal de los alumnos en cuanto a la capacidad para seleccionar lo bueno en sus vidas. Después aprenden que compartir esas historias los ayuda a encontrar emociones positivas.
Nada hay más eficaz para el aprendizaje de la felicidad que ser felices. Creo que los alumnos tienen que sentirse felices en la escuela. Porque aprenden, porque conviven, porque son respetados y queridos.
No es fácil conseguir ese estado de felicidad en el alumnado si los docentes se sienten frustrados, desencantados, entristecidos y amargados en el desempeño de su función educadora. Es imposible que profesores infelices puedan formar personas dichosas. Porque nadie da lo que no tiene.
Cuando se plantean estas cuestiones se suele pensar que solo son válidas y eficaces en la infancia. Pienso, por el contrario, que son necesarias y aplicables en todas las etapas del sistema educativo. Siempre me ha parecido perniciosa la erosión que sufre el sistema educativo a medida que se avanza en las diferentes etapas: se empobrece el clima afectivo, se rompe la diversificación y el colorido de los espacios, desaparece el juego y la diversión, se pierde la espontaneidad y se hace más rígida la norma.
¿Por qué no ir progresando en lugar de ir deteriorando el ambiente de aprendizaje? ¿Por qué no ir perfeccionando el clima, mejorando las actitudes, enriqueciendo los espacios y profundizando las relaciones para sentirnos felices haciendo algo tan importante como es transformar la sociedad a través de la formación de ciudadanos y ciudadanas inteligentes, críticos, solidarios y compasivos?
https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/02/29/educar-para-la-felicidad/
Sí lo he visto en algunos proyectos ambiciosos como en la pedagogía Montessori, en la escuela creada por Alexander Neill en Summerhill y en algunas escuelas innovadoras… No es que sea uno de los objetivos entre muchos otros, es que es el objetivo fundamental de esos proyectos, casi el único, el que los resume todos. Que los alumnos y las alumnas sean felices es la pretensión fundamental.
El método Montessori es uno de los métodos más efectivos para la enseñanza respetuosa del libre desarrollo integral que genera felicidad en los niños y en las niñas. Su enfoque principal es desarrollar las potencialidades a través de la interacción con un ambiente adaptado a las necesidades del niño y de la niña, con materiales específicos que desarrollen en ellos y en ellas independencia y autocuidado.
La pedagogía Montessori plantea cinco caminos para educar niños y niñas felices:
Procurar que tengan una progresiva autonomía y que se valgan por sí mismos. Todo lo que puedan hacer por si mismos, no se lo tienen que hacer los adultos.
Crear un ambiente respetuoso en el que se sientan escuchados, comprendidos y atendidos, en el que sus ideas sean tenidas en cuenta, en el que siempre se les hable con respeto y con afecto.
Permitirles reparar los errores que cometan. No condenarles por ellos, aceptar que se equivoquen sin destruir su autoconcepto. Se puede analizar con ellos por qué se ha producido el error y cómo se puede reparar sin perder la mínima confianza en sí mismos.
Reconocer los esfuerzos que realicen. Eso ayuda a mejorar la confianza en sí mismos, la independencia y la autoestima. Felicitarles por las cosas que hacen bien, subrayar los aciertos y los logros que consigan.
Poner límites claros que puedan cumplir fácilmente. Establecer rutinas que les den seguridad en los comportamientos que tienen. Ese hecho les permitirá comprobar que hacen bien las cosas.
No hay señal más clara de inteligencia que desarrollar la capacidad de ser felices y de ser buenas personas. ¿De qué sirve ganar dinero, tener poder, adquirir conocimientos o instalarse en la fama si somos desgraciados, si acabamos siendo infelices? La inteligencia fracasa cuando somos desdichados, dice José Antonio Marina en su libro “La inteligencia fracasada”.
No es fácil definir lo que es felicidad. Sí podemos decir que es un término que va asociado con el de bienestar, con el de alegría y con el de paz interior. La felicidad es un anhelo de todo ser humano. ¿Por qué no proponérnoslo en las escuelas?
Lo primero que debería conseguir una institución educativa es la desaparición del dolor injusto y cruel que produce el bullying. He visto hace unos días en la televisión la imagen desgarradora de un niño de cuatro o cinco años que lloraba angustiosamente y decía que se quería morir por el sufrimiento que le causaban los golpes, las burlas y los desprecios que recibía en su escuela. ¿Quién no recuerda el suicidio de Diego? ¿Quién no recuerda el caso de la adolescente que se suicida en la novela “Por trece razones”?
En segundo lugar, habría que evitar el dolor que causa el desprecio, la humillación y la descalificación que algunos profesores y profesoras causan a sus alumnos y alumnas por considerarlos incapaces de aprender, incapaces de hacer algo en la vida. Pronostican sobre ellos la inutilidad y el fracaso: “Tú no llegarás”, “tú no podrás”, “tú no serás”, ”tú no harás nada”…
En tercer lugar es preciso eliminar el aburrimiento, el tedio, la falta de estímulos para que se produzca un aprendizaje significativo y relevante. Aprender es apasionante. La escuela no debe convertir el trabajo en una tortura. Ya sé que hace falta esfuerzo, perseverancia y aplicación. Se hacen más fácilmente esfuerzos cuando aquello que se pretende conseguir merece la pena ser alcanzado, cuando la forma de buscarlo es agradable y estimulante.
En cuarto lugar es conveniente evitar las comparaciones frustrantes, las clasificaciones inhibidoras, las actitudes competitivas que abocan al fracaso. ¿Por qué no buscar que cada uno sea el mejor de sí mismo?
En quinto lugar, es necesario evitar el desamor, la frialdad, el trato de las personas como si fueran máquinas que aprenden, que nunca se averían y que ni sienten ni padecen. Cosificar a los alumnos y a las alumnas convirtiéndolos en un simple número genera infelicidad.
Buscar la felicidad de los alumnos no quiere decir que se les evite la exigencia, el esfuerzo, el buen comportamiento y el compromiso con un proyecto educativo. Los alumnos no solo tienen que exigirle a la escuela que les dé todo lo que tiene que darles sino que tienen que pensar en todo lo que ellos tienen que dar a su escuela para que sea mejor. Porque no solo tienen derechos, tienen también obligaciones.
La felicidad no consiste en la evitación de cualquier tipo de frustración y de sacrificio. Porque la vida los exige y hay que preparar para la vida. Lo que rompe la felicidad no es el esfuerzo sino el aburrimiento, la tristeza y el desamor
Creo que se puede afirmar sin riesgo de equivocarse que las actitudes positivas favorecen el trabajo eficaz y permiten alcanzar mejores resultados. La felicidad conduce al éxito. Se han hecho numerosos estudios al respecto. Desde una actitud positiva se consiguen más fácilmente los objetivos pretendidos.
Proyectarse a partir de buenas experiencias, como la gratitud, el disfrute de cada momento y la amabilidad o el buen corazón, nutre el crecimiento personal de los alumnos en cuanto a la capacidad para seleccionar lo bueno en sus vidas. Después aprenden que compartir esas historias los ayuda a encontrar emociones positivas.
Nada hay más eficaz para el aprendizaje de la felicidad que ser felices. Creo que los alumnos tienen que sentirse felices en la escuela. Porque aprenden, porque conviven, porque son respetados y queridos.
No es fácil conseguir ese estado de felicidad en el alumnado si los docentes se sienten frustrados, desencantados, entristecidos y amargados en el desempeño de su función educadora. Es imposible que profesores infelices puedan formar personas dichosas. Porque nadie da lo que no tiene.
Cuando se plantean estas cuestiones se suele pensar que solo son válidas y eficaces en la infancia. Pienso, por el contrario, que son necesarias y aplicables en todas las etapas del sistema educativo. Siempre me ha parecido perniciosa la erosión que sufre el sistema educativo a medida que se avanza en las diferentes etapas: se empobrece el clima afectivo, se rompe la diversificación y el colorido de los espacios, desaparece el juego y la diversión, se pierde la espontaneidad y se hace más rígida la norma.
¿Por qué no ir progresando en lugar de ir deteriorando el ambiente de aprendizaje? ¿Por qué no ir perfeccionando el clima, mejorando las actitudes, enriqueciendo los espacios y profundizando las relaciones para sentirnos felices haciendo algo tan importante como es transformar la sociedad a través de la formación de ciudadanos y ciudadanas inteligentes, críticos, solidarios y compasivos?
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